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FRÉOÉRIC BARBIER

HISTORIA DEL LIBRO

Traducido por Patricia Quesada Ramírez

ALIANZA EDITORIAL
Título original: Histoire du livre

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o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o co­
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© de la traducción: Patricia Quesada Ramírez, 2005


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ISBN: 8 4 -2 0 6 -7 7 5 5 -8
Depósito legal: M . 3 3 .5 0 8 -2 0 0 5
Impreso en Fernández Ciudad, S. L.
Printed in Spain
Introducción .................................................................................................. 9
Primera parte, l o s x ie c o p o s D e l c d a k iu sc r it o
Capítulo 1. La investigación de la escritura. El libro de la Antigüedad.... 17
Capítulo 2. De la Alta Edad Media a la época carolingia ..................... 37
Capítulo 3. La proliferación del libro (siglos X-principios del XV) ....... 59

Segunda parte. LA REVOLUCIÓN GUTEN BERGIANA


Capítulo 4. Gutenberg antes de Gutenberg .......... ................................ 83
Capítulo 5. Gutenberg y la invención de la im prenta........................... 97
Capítulo 6. Formas, contenidos, prácticas: la época de 1500 .............. 117
Capítulo 7. Cultura y política: el imperio y el humanismo ................. 131
Conclusión: El Estado moderno y la policía del impreso ..................... 149

Tercera parte.LA LIBRERÍA DEL ANTIGUO RÉGIMEN ( 1 5 2 0 - 1 7 6 0 )


Capítulo 8. La fe, el soberano y la im prenta........................................... 159
Capítulo 9. El paradigma del absolutismo: la Europa moderna y k im-
prenta................................................................................................... ..... 183
Capítulo 10. El ascenso del público: la imprenta y la . ilustración
(1 6 8 0 -1 7 6 0 ).............................................................................................. 209
Capítulo 11. Formas de la imprenta en el Antiguo Régimen ............. 233

Cuarta parte. LA SEGUNDA REVOLUCIÓN DEL LIBRO Y LA CREACIÓN


DEL INFLUJO DE MASAS. 1760-1914
Capítulo 12. El Antiguo Régimen y la m odernidad............................. 259
Capítulo 13. Los medios de difusión y las revoluciones políticas ......... 291
Capítulo 14. El siglo XIX industrial ......................................................... 3 17
Capítulo 15. El producto ........................................................................ 343
Conclusión de la cuarta parte .............................................................. . 363

Epílogo: El siglo XIX: competencia y mundialización ................................. 365

Bibliografía .................................................................................................... 393


Introducción

Ahora bien, para expresar sus sublimes pensamientos los ángeles cuen­
tan con una capacidad intelectual rápida e inefable que les permite
manifestarse hacia los otros, ya sea por el mero hecho de existir como en
el centro de este espejo resplandeciente en el que todos se reflejan en
toda su belleza y se contemplan con avidez; por ende, no tienen necesi­
dad de signo lingüístico alguno [...]. Tampoco era necesario dotar dé un
lenguaje a los animales inferiores, que únicamente siguen su instinto
natural; efectivamente, los animales de una misma especie tienen la
misma forma de actuar y de sentir. (DANTE, D e la elo cu en cia en len gu a
vulgar, I, 2, París, 1995, p. 388).

¿Qué es un libro? A primera vista puede parecer una pregunta sin


sentido. Pero si el libro es efectivamente un objeto corriente, omni-'
presente, su evidencia misma le envuelve en lo que el poeta describe
como un fabuloso abrigo de tinieblas.

1. ETIMOLOGÍA

El término «libro» designa un objeto constituido por un conjunto de


hojas que contienen o no un texto y reunidas bajo una encuaderna­
ción o atadura. Para el Diccionario de Moreri1, «es un ensamblaje de
varias hojas unidas entre sí y sobre las cuales hay algo escrito». En un
principio, esta definición se aplicaba a un objeto material, tal y como
L. MORERI, Le Grand dictionnaire lo confirma su etimología. En las lenguas latinas, la palabra procede
historique, ou le M élange curieux de
l ’h istoire sacrée et p r o f a n e 2.a ed., el latín liber (fr. livre, ¿tal. libro, esp. libro, port. livro), término que
París, Coignard, 1725. designa la capa de un árbol, situada entre la corteza exterior y la

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FRÉDÉRIC BARBIER

madera propiamente dicha, lo que constituía un primer soporte de la


escritura. Durante su visita a la biblioteca de Saint-Gall en 1416 en
busca de textos de la Antigüedad, los humanistas italianos descubrie­
ron

un libro hecho de corteza de árbol: algunas cortezas en latín se llamaban


libri, y es de ahí que, según Jerónimo, los libros tomaron su nombre.
Aunque este libro estuviera lleno de elementos que no fueran verdadera
literatura, lo acogería con la devoción más extrema, a razón de su pure­
za y de su santa antigüedad.. .2

Idéntica constatación encontramos en las lenguas de origen germáni­


co, en las que la palabra deriva del viejo alto-alemán bokis (ingl. book,
alem. buch), término que designa el haya. Finalmente, en griego la
palabra libro se convierte en biblion (biblion), derivada de biblos
(biblos)3, el nombre del papiro egipcio: de ahí la procedencia de
muchos otros derivados, como biblioteca (biblioqhch, etimológica­
mente, el armario de los libros), como también el nombre de libro por
excelencia, la Bible, y aquel del librero en latín medieval, bibliopolis
(bibliopolis).
Por lo general, los conceptos relativos a la escritura derivan de la
raíz indoeuropea *skrb, que se transmite al griego {graphein, grafein), al
latín y a las lenguas derivadas (lat. ser ib ere, fr. écrire, ital. scrivere, etc.), a
las lenguas germánicas (ingl. to seript, alem. schreiben, etc.) y eslavas
(,skribu, grabar), y que está presente en términos franceses como grat-
ter (incidir), graver (grabar), etc. Dicha raíz hace referencia a la pri­
mera manera de trazar signos sobre un soporte.

2. D E F IN IC IO N E S

Si intentamos precisar un poco más el sentido, no tarda en surgir el


carácter precario de la definición de libro. Para el sentido común, el
libro hace referencia al objeto que más habitualmente conocemos, es 2 L. B ertalot , «Cincius Romanus und
seine Briefe», en Quellen und Fors-
decir, el libro impreso. Pero sus límites permanecen inciertos. En prin­ chungen aus italienischen Archiven
cipio, el libro se opone a las revistas y a los periódicos (impresos para und Bibliotheken, XXI, 1929-1930,
que aparezcan con una cierta periodicidad), pero la distinción no es pp. 222-225.
tan nítida (no hay más que consultar los catálogos de las revistas para 3 Chantraine (autor de un diccionario
convencerse de ello), ya que también se hablará con frecuencia de etimológico griego) considera difícil
«libros» para referirse a los fascículos encuadernados y agrupados en que la palabra griega derive del topó­
nimo de Biblos, puerto fenicio por el
colecciones. Por otra parte, un anuario, que es una revista que aparece que transitaba una gran parte del co­
generalmente una vez al año, se suele considerar también un libro. mercio entre Egipto y Grecia.

10
H ISTO RIA DEL LIBRO

Lo más frecuente es que libro haga referencia a un objeto impre­


so: por ello, se hablará igualmente de «libros manuscritos» o de
«manuscritos» (documentos escritos a mano), e incluso de los libros
en rollo (volumina), cuya forma material es, no obstante, completa­
mente diferente a la del libro en ejemplares. Al mismo tiempo, el
desarrollo actual de las técnicas informáticas ha traído consigo la apa­
rición del término de «libro electrónico» para referirse a algunos de
los nuevos soportes del texto. De igual modo, los libros se conservan
en principio en las bibliotecas, cuyos fondos no han de confundirse
con los propios de los archivos. De hecho, la situación es muy distin­
ta: muchos de los documentos que figuran en los fondos de manus­
critos de las bibliotecas son documentos de archivo, mientras que los
depósitos de archivo tienen a veces un gran número de libros e
impresos de toda clase (dejando aparte los de las publicaciones y cir-,
culares administrativas). Hoy en día, las colecciones de las bibliotecas
se van extendiendo cada vez más para ir más allá de los meros libros,
pasando a contener también fondos discográficos, cintas de vídeo y
puestos de acceso a Internet. Por lo general, estas salas se denominan
«mediatecas».
En suma, la definición del objeto «libro» no está delimitada de
una vez por todas. Igualmente, el libro designa por extensión al con­
tenido intelectual del que es portador el objeto-libro, esto es, el texto
(«un libro de tal autor») o una parte de aquél (los diferentes libros de
la Eneida o de la Biblia). Si en su origen un libro se correspondía en
esta última acepción a un rollo (volumen), con el tiempo la definición
se irá haciendo más intelectual que material. En contraposición, la
naturaleza del texto no ha sido tenida en cuenta en absoluto. Todas
estas dificultades, junto con la voluntad de disponer de estadísticas'
más fácilmente comparables, han conducido a la UNESCO a desa­
rrollar una definición normalizada de libro. Se trataría, pues, de una
publicación impresa no periódica de al menos 50 páginas.
En la presente obra, nosotros adoptaremos una perspectiva más
amplia: nuestro objetivo es estudiar la historia del mundo escrito y
sus relaciones con las formas sociales, políticas, culturales y económi­
cas que han sido dominantes en cada época. Es decir, pasaremos a
estudiar al libro teniendo en cuenta su función de mediador. Para
ello, englobaremos bajo la definición de libro a todo objeto impreso,
independientemente de su naturaleza, importancia y periodicidad,
así como a todo objeto que sea portador de un texto manuscrito y
que esté destinado a hacerse público de alguna manera.
FRÉDÉRIC BARBIER

3. HISTORIAS DE LIBROS

Quizá no sea éste el mejor lugar para hablar en profundidad de cómo


se desarrolló la historia del libro. Por ceñirnos a sus ejes principales, en
Francia esta historia ha estado recorrida por cuatro etapas sucesivas4:

— En un primer momento, la historia del libro estuvo protago­


nizada por los coleccionistas y bibliófilos de los siglos XVII y
XVIII. De este modo, la proliferación de la práctica de la venta
de libros al público junto con la constitución de gabinetes de
curiosidades y de bibliotecas (algunas de las cuales llegaron a
alcanzar gran importancia) impulsaron la confección de catá­
logos y los estudios monográficos (producción de una
imprenta célebre, etc.).

— En un segundo momento, se pasó a la erudición propiamen­


te dicha, fenómeno que fue especialmente sensible en el si­
glo XVIII, como consecuencia del entusiasmo por el descubri­
miento de la imprenta (1740). La documentación de los
investigadores pasó a extenderse a las piezas de archivo y se
intentó reconstituir la trayectoria de los grandes tipógrafos
del pasado, comenzando por Gutenberg, gracias a la explora­
ción de los fondos de Maguncia y, sobre todo, de Estrasbur­
go. A veces, este tipo de trabajos solía ser llevado a cabo por
los libreros, como haría Prosper Marchand en Holanda. La
tradición del gran librero erudito se habría de prolongar
hasta la época contemporánea, con figuras como Didot,
Renouard, etc.

— En una tercera etapa, la historia del libro fue considerada


*como un todo en el que el objeto-libro pasó a ser la unidad.
En este sentido, los manuales solían proponer una descrip-
ción yuxtapuesta, a menudo muy precisa, de las condiciones
de fabricación del libro, de su forma material (incluyéndola
bajo el ángulo de la historia del arte), de su difusión (des­
cripción de las estructuras de difusión) y de su conservación
(la historia de las bibliotecas). Muchos de los grandes aspec­
tos permanecerían ajenos a este análisis, comenzando por lo
relativo al campo literario (el autor, el texto, el propio lee-
tor...).
4 F. BARBIER, «Écrire L’Apparition du
livre», postface á L. FEVRE, H.-J.
— Con Lucien Febvre y Henri-jean Martin la perspectiva vivió MARTIN, L’A pparition du livre, nou-
una gran renovación, y es a partir de entonces cuando la his- velle édition, París, 1999.

12-
HISTO RIA DEL LIBRO

toria del libro comenzó a ir en función, dadas sus inevitables


articulaciones, de una historia social como tal, extendida a
todos los aspectos de la vida en sociedad. Así pues, la historia
del libro se convirtió, ante todo, en una historia económica
(atendiendo a las condiciones de la producción, a la produc­
ción misma de los libros y a su difusión), como también en
una historia de la cultura y de las prácticas culturales (cons­
trucción, recepción, circulación y adquisición de los textos),
que abarcaría una historia de las categorías sociales, políticas
y simbólicas de cada época Por consiguiente, el terreno del
«historiador del libro» habría de pasar por todos los ejes que
conducen a una reflexión histórica en sí misma, ampliándo­
se de manera radical. Esencialmente, podemos decir que es a
partir de ese momento cuando la historia del libro pasó a
comprenderse como la historia de un medio de difusión5 y,
más aún, como la historia de un media en sí, que tiene lugar
en el corazón de las sociedades modernas6.

4 0 PERSPECTIVAS

El desbordamiento casi ilimitado de la investigación en la actualidad


ha traído consigo un panorama considerablemente cambiante y
ambiguo. En una extrema simplificación, podemos decir que existen
5 Aunque el autor emplee el término cuatro dominios de investigación que han sido los más explorados.
média , y existiendo su equivalente El primero, que en parte nace bajo la influencia de los trabajos
media , he preferido sustituirlo por alemanes sobre la «historia de la recepción» (Rezeptionsgechichte), se*
medio y, más aún, por medio de difu­
sión , debido a la asimilación incons­ dirige a los problemas de la lectura y sus prácticas, en una perspectiva
ciente que solemos hacer en castellano que a menudo permanece cercana a la de la historia de la literatura.
entre media y mass media, que en este El segundo sigue un eje explorado primeramente por los historiado­
caso podría inducir a equívocos (el li­
res del libro ingleses y se interesa en las formas materiales del libro.
bro es un media , pero no un mass me­
did). [N. de la T.] Así pues, la «bibliografía material» estudia las formas materiales de
6 La acepción del término de bibliogra­
los textos para determinar su genealogía y sus variantes, así como
fía ha evolucionado profundamente: para establecer la mejor edición posible. Más recientemente, la pro­
en su origen era el estudio de los li­ blemática se ha extendido al estudio de la presentación del libro, es
bros impresos, más tarde la lista alfa­ decir, de cómo la organización material del texto en un libro deter­
bética o lógica de los libros apareci­
dos sobre un cierto tema o en un
minado nos puede informar sobre las condiciones implícitas de su
cierto marco (un taller, una ciudad, lectura, dando muestra de los sectores más generales que han deter­
una región, un periodo, etc.). Por ex­ minado esta presentación del libro y de las cuales esta última viene a
tensión, pasó a designar la obra en la ser el reflejo.
que esta lista es publicada. En el caso
de la bibliografía material, se trata de Aquí haremos referencia simplemente a los dos últimos ejes prin­
un derivado de la primera acepción. cipales. El primero de ellos pretende construir una historia compara-

13
FRÉDÉRIC BARBIER

da del libro, siendo así que en la década de 1980 esta perspectiva sólo
se había abordado en los ámbitos nacionales (y, a menudo, bajo pun­
tos de vista nacionalistas). La aportación del comparativismo fue,
7 El término «edición»: La primera
ante todo, metodológica: en los casos en los que la unidad del objeto acepción del término de edición de­
descrito le hacían evidente (por ejemplo, en la organización del mer­ signa la acción de establecer un texto
cado del libro en el siglo XIX en un determinado país) también era a nivel científico con vistas a difun­
dirlo. Más tarde, por extensión pasa a
posible tomar conciencia de su carácter relativo, permitiendo paradó­
designar la acción de reproducir ese
jicamente poner mejor de manifiesto sus especificidades. Claro está, texto bajo forma impresa en un cierto
también permitió articular mejor las trayectorias de los diferentes número de ejemplares. Por metoni­
estados o conjuntos de estados, especialmente en los terrenos en los mia, la edición designa el conjunto
de ejemplares de un texto impreso
que la perspectiva nacional era en gran medida dispar (la historia de como un todo y de una sola vez (pri­
las ideas, por ejemplo). mera edición, etc.). En definitiva, es
Por último, la historia del libro debe aprovecharse de las nuevas la rama económica de la actividad de
posibilidades de investigación que ofrecen los medios informáticos, los editores (en fórmulas como «la
crisis de la edición»).
sobre todo en lo relativo a las bases de datos bibliográficos. Los catá­ En su acepción bibliográfica, el tér­
logos informatizados de las grandes bibliotecas constituyen una fuen- mino de .edición viene a significar más
'te de documentación extremadamente rica, fuente que apenas ha exactamente el conjunto de ejempla­
sido explotada, ya que sólo se ha hecho hasta cierto punto según los res de un libro que han sido impresos
a partir de una misma composición, y
métodos de la historia cuantitativa. Cabe señalar el hecho de que, destinados a ser difundidos simultá­
cualquiera que sea la riqueza de la colección, la exclusividad es pura neamente. Es la articulación de las
ilusión, y el uso de estos datos implica tomar una serie de precaucio­ nociones de composición tipográfica y
nes metodológicas bien precisas. Supone, de hecho, que el investiga­ de difusión simultánea la que define la
edición: en cuanto el texto es modifi­
dor conozca la historia del libro7. cado, nos encontramos frente a una
variante editorial. Si la composición
se ha conservado, por ejemplo bajo la
forma de planchas estereotípicas, y se
imprimé un segundo grupo de ejem­
plares, hablamos de impresión o de
reimpresión. Por extensión, el comer­
cio de la librería designa sin embargo
como edición a una reimpresión de
las mismas formas.
Llegado el caso, el librero de fon­
dos (el editor) puede dar a esta im­
presión una apariencia de novedad,
haciéndola encabezar por otra porta­
da, o bien por nuevos elementos in­
troductorios: sólo un examen minu­
cioso del texto (recorte de elementos,
etc.) permite señalar si se trata o no
de una simple reimpresión. Podemos
encontrarnos frente a una nueva
composición del mismo texto, pero,
también en este caso, las posibles va­
riantes son múltiples, según el texto
esté retomado más o menos exacta­
mente, con la misma o con distinta
disposición de páginas, etc.

14
Primera parte

Los n eco p o s
Del OOANUSCKITO
Capítulo 1
La invención de la escritura.
El libro en la Antigüedad

8 La escritura designa un sistema con­ La profesión de escriba te salva de la labor, te protege de todos los traba­
vencional de signos gráficos con vis- jos. Te evita llevar la azada y el azadón, no has de acarrear la espuerta, te
. tas a transmitir el lenguaje bajo una
forma visual. No vamos a entrar aquí dispensa de darle al remo. Te evita el tormento, no habrás de estar bajo
en el problema de la evolución del ce­ las órdenes de muchos amos [...], puesto que, de todos los que ejercen
rebro humano y su adaptación a la un oficio, el escriba es el rey.
práctica del lenguaje articulado y más
tarde a la escritura. El cerebro, com­
puesto de 100.000 millones de célu­
las, combina lugares primarios (en. los
que se recibe la información en bruto 1. ¿CÓMO SURGIÓ Y EVOLUCIONÓ LA ESCRITURA?
transmitida por los sentidos), lugares
superiores (en los que se trata esta in­
formación) y un conjunto neurona!
altamente complejo (en el que se aso­ 1.1. Las primeras escrituras
cian las informaciones y se elaboran
las síntesis mentales por medio de la
comunicación entre las células). La
La invención de la escritura8 está estrechamente ligada a la organiza­
especificidad humana reside a la vez ción de las sociedades complejas, cuyas necesidades administrativas y
en la integración del conjunto en un económicas implicaban una proliferación de la documentación que
sistema global, en su autoelaboración sobrepasaba el estadio de lo oral. La discusión sobre la naturaleza de
individual y en el lugar que ocupa la
experiencia (esto es, por medio de la un arte parietal prehistórico cuyas funciones mágicas son evidentes
historia) en este proceso. G. E d e l - sigue abierta, pero en él se han podido distinguir los rasgos propios
M AN , Biología de la conciencia , tradu­ de un sistema organizado de representación gráfica. En las civilizacio­
cido al francés, nueva edición, París,
nes del Norte (Escandinavia, etc.) los petroglifos geométricos del
1994.
Paleolítico se multiplicaron en el Neolítico (10000 a.C.) hasta cons­
9 Este tipo de marcas suele utilizarse
para la computación, sobre todo bajo
tituir un sistema coherente de símbolos (sin que por ello sea posible
la forma de palos u otros soportes de transcribir el discurso por mediación suya). Evidentemente, también
madera que portan incisiones y, llega­ cabe señalar las simples marcas de carácter mnemotécnico9.
do el caso, escenas esculpidas. Se si­ A grandes rasgos, podemos distinguir, en función del análisis de
guen encontrando todavía en el siglo
XIX, por ejemplo en Rusia (Osetia,
los caracteres10 que les componen, tres tipos principales de escritura:
etc.)

*7
FRÉDÉRIC BARBIER

— Los pictogramas, que aparecieron hacia 3300 a.C. en Meso-


potamia (Sumer)n. Sirviéndose de un dibujo, representan
objetos concretos. Grabados sobre arcilla, tendían a desarro­
llarse hacia la escritura cuneiforme (lat. cuneus, cuña).

— Los ideogramas, que nacieron a partir de la multiplicación


ilimitada de los pictogramas (para poder transmitir un
número de enunciados en sí mismo infinito), así como de la
dificultad de expresar por medio de los pictogramas un con­
cepto abstracto. El ideograma representa el sonido (es un
fonograma) y la combinación de ideogramas permite escri­
bir nuevas palabras según el principio de un jeroglífico: el
signo que designa un gato, representará también el sonido ga
en palabras como garra, garganta,, etc.12. Igualmente, estas
modificaciones se produjeron primeramente por la presencia
de numerosas palabras monosilábicas en sumerio y, en
segundo lugar, porque la escritura sumeria fue utilizada para
escribir la lengua acadia, la cual es una lengua semítica.

— Las escrituras ideográficas, que derivaron hacia las escrituras


silábicas, en las que los ideogramas pasaron a representar los
sucesivos sonidos de cada palabra. Encontramos en este
grupo a las principales escrituras de la Antigüedad pre-clási-
ca, con los ideogramas cuneiformes y la escritura jeroglífica
egipcia. Los jeroglíficos aparecieron a partir de 3150 a.C., y
quiso la tradición que fueran inventados por Toth, el dios
Luna con cabeza de ibis. Más tarde, se haría también alusión
a Toth, que era un dios mago, para referirse al arte de fasci­
nar o curar con el encanto de los jeroglíficos. Esta dimensión
mágica de la escritura .tuvo una larga repercusión (véase el
caso de las runas), que a menudo ha perdurado hasta nues­
tros días. Básicamente, se pueden distinguir la escritura egip­
cia monumental, la escritura hierática (más cursiva, y utiliza-
. da por los escribas) y la escritura demótica (todavía más cur­
siva). Los egipcios de la época tardía utilizaron también el 10 «Un carácter es un elemento de un
alfabeto griego. sistema de escritura [...] que repre­
senta gráficamente un fonema, una
sílaba, una palabra, e incluso un ras­
Estos tres modelos se corresponderían con una construcción ideal,
go prosódico de una lengua.»
pero en la práctica no son excluyentes unos de otros. De hecho, la
11 J.-j. GLASSN ER, Écrire clSumer: l ’i n-
escritura jamás ha constituido un sistema que ponga en práctica una vention du cunéiforme, París, 2000.
lógica unívoca. Movidas por el impulso de la necesidad, las escrituras
12 Ejemplo dado por J. FEVRIER en la
mesopotámica y, sobre todo, egipcia llegaron a amalgamar varias Encyclopédie frangaise, t. I, París,
lógicas distintas (ideogramas, fonogramas y determinativos), desem- 1937,1-44/12.
HISTO RIA DEL LIBRO

bocando en un sistema muy complejo que favorecía la especializa-


ción: había un sector particular de la sociedad que se encargaba de ese
dominio en el Antiguo Egipto, los escribas, a quienes protegía el arqui­
tecto divinizado Imhotep13. En Creta, sir Arthur Evans sitúa, alrede­
dor de 1900, a la civilización minoica y sus diferentes sistemas de
escritura: el disco de Phaistos, que todavía no ha sido descifrado (hacia
1650 a.C.), es probablemente un objeto importado de Asia Menor.
Los minoicos emplearon igualmente dos escrituras jeroglíficas silábicas
(a partir de 2000 a.C.), y dos tipos de escritura diferentes que combi­
naban signos silábicos e ideogramas (el lineal A, que fue utilizado a la
par que el jeroglífico, y el lineal B). Sólo el lineal B, aparecido en
Cnosos en el siglo XV a.C., ha sido descifrado hasta la fecha: al pare­
cer, está compuesto por 87 signos silábicos y una centena de ideogra­
mas, y servía para escribir la lengua micénica, que pertenece al griego.
arcaico (el arcado-chipriota)14.
Del mismo modo, la escritura china, aparecida en el III milenio
a.C., es también ideográfica, integrando caracteres fonéticos (signos
ideo-fonéticos). La utilización de la escritura china para escribir el
japonés condujo a un sistema complejo, al cual se hizo frente
poniendo en marcha, en los siglos VIII y XI, una escritura silábica
compuesta por cincuenta y un signos (la katakand). La escritura uti­
lizada hoy en día en Japón yuxtapone o combina estos diferentes
modelos.

1.2. La escritura alfabética griega y latina

Xos primeros indicios de la invención de la escritura alfabética se'


manifestaron en el Mediterráneo oriental a partir del II milenio a.C.
A partir del XIII milenio a.C., los fenicios emplearon, en Biblos, un
sistema de escritura cuyos 22 signos designaban cada uno una conso­
13 Los primeros papiros fueron estu­ nante, de tal manera que la combinación de consonantes permitía
diados en Europa a finales del siglo
XVIII, pero la curiosidad hacia los
reconstituir, de alguna manera, el esqueleto de la palabra. La escritu-
mismos creció tras la expedición de ra fenicia se llevaba a cabo de derecha a izquierda, siguiendo el patrón
Bonaparte a Egipto. Fue Champo- del mundo semítico.
lion (1790-1832) quien dio con el
Navegadores y comerciantes, los fenicios fundaron factorías a tra -.
sistema de desciframiento de la es­
critura jeroglífica. Hoy en día, las vés de todo el Mediterráneo oriental y Cartago, gracias a las cuales su
grandes colecciones de textos jero­ escritura se difundió ampliamente, incluyendo la posibilidad de
glíficos se conservan sobre todo en transcribir otras lenguas apárte de la propia. La adopción del sistema
Londres, París, Berlín, Torino,
Roma, (Leiden), etc.
fenicio por parte de los griegos, que venían utilizando el lineal B, sig­
nificó una transformación decisiva. Pero las lenguas indoeuropeas -y
14 Tablillas en lineal B han sido encon­
tradas en Cnossos, pero también en por tanto, la griega- presentan a veces grupos de consonantes cuya
Micenas. complejidad las hace imposibles de representar por medio de una

19
FRÉDÉRIC BARBIER

escritura puramente consonántica, siendo así que es la flexión de la


palabra, en general una simple terminación vocálica, la que indica su
función en la frase, haciéndola inteligible.

Los progresos decisivos en materia de escritura fueron realizados, no


tanto por una evolución en el seno de una misma civilización, cuanto
por la adaptación de un sistema dado a una lengua para la cual no esta-
ba hecho originalmente. Es en circunstancias como éstas en que la razón
retoma sus derechos sobre la tradición15.

A fines del siglo X a.C. apareció progresivamente el alfabeto griego,


en el cual ciertas consonantes que se correspondían con sonidos
prácticamente ausentes del griego fueron empleadás para designar
primeramente un juego de cinco vocales (a, e, i, o, u), completado
más tarde por las dos vocales e y o largas (h y w). Paralelamente, un
cierto número de signos fenicios sirvieron para escribir sonidos con­
sonándoos diferentes, que estaban presentes en griego. Claro está,
esta evolución se produjo a lo largo de varios siglos, lo que ha con­
ducido a proponer una clasificación de las escrituras griegas en alfa­
betos arcaicos (siglo X a.C.), alfabetos orientales y alfabetos occiden­
tales. El alfabeto oriental de Mileto (en la costa de Asia Menor) fue
adoptado en Atenas en 403 a.C., pasando a constituir el alfabeto
griego clásico. Su éxito estuvo asegurado gracias a su principio de
universalidad, en la medida en que la notación de las vocales permi­
tía transcribir toda lengua, cualquiera que fuera su tipo. Y, poco des­
pués, quedó reforzado por la creación del Imperio de Alejandro, que
haría del griego la lengua habitual de todo el Mediterráneo oriental.
A partir del siglo VII a.C„ en Italia se adaptó el alfabeto etrusco a
partir de un alfabeto griego occidental. El alfabeto latino fue, en sus
orígenes, un alfabeto itálico del mismo tipo que el alfabeto etrusco
(312 a.C.), pero la. universalidad del Imperio Romano le aseguraría
una posición privilegiada en Occidente. En el momento en que el
latín se convirtió en la lengua oficial de la Iglesia cristiana, la difusión
del alfabeto latino seguiría el mismo camino que la del catolicismo
romano: los reinos germánicos salieron de la prehistoria de la mano
de las misiones cristianas de los siglos VII y IX, seguidos por los reinos
escandinavos en los siglos IX y X.
Por el contrario, el griego era la lengua de la Iglesia cristiana pri­
mitiva, de tal manera que el proceso de cristianización en Oriente se
basó en los alfabetos derivados del modelo griego. Se utilizó el alfabe­
to copto para transcribir el egipcio (siglo IIl) hasta la conquista árabe
(siglo VII), continuando hasta nuestros días bajo el uso de la liturgia 15 Encjci„té ¿ie fian(aise¡ t. j. Par¡S;
copta. La cristianización de los pueblos eslavos se hizo a partir de 1937 , 1-46/ 10.

20
HISTORIA DEL LIBRO

Bizancio, y también se apoyó en la puesta en marcha de alfabetos


copiados del griego: mencionaremos el glagolítico y sobre todo el
cirílico, instaurados en 860 por dos hermanos, Cirilo y Metodio,
para facilitar su trabajo de evangelización adaptando las letras griegas
a las lenguas de los pueblos eslavos (el cirílico dará lugar a los alfabe­
tos ruso, búlgaro y serbio)16. Por su parte, los alfabetos armenio, y
georgiano derivan también del alfabeto griego17.
El proceso de invención o adaptación de una escritura para
copiar una lengua hasta entonces exclusivamente oral no se limitó,
como explicaba el helenista Victor Bérand en su visita a Albania y
Macedonia a fines del siglo XIX18, a la época antigua. Efectivamente,
los comienzos de la prensa periódica macedonia y del movimiento
eslavista en dicho país datan de 1865, momento en que Petko Rojcov
Slavejkov fundó en Constantinopla su periódico La macedonia:

Era uno de los periódicos mejor hechos de todos los que se publicaban
en la Bulgaria turca, y uno de los más leídos. Se esforzaba, mientras se lp
permitía la censura, en trabajar para la causa nacional. [...] Slavejkov
incluía en su periódico, junto a los artículos búlgaros, artículos escritos
en griego, e incluso artículos en eslavo, pero en dialecto macedonio y
compuestos con caracteres griegos, ya que muchos de los búlgaros de
Macedonia, sobre todo los que tenían una cierta edad, no conocían el
alfabeto eslavo.

La situación era igual de compleja en la parte de los albanófonos,


alrededor de los cuales actuaba la Drita (= el Derecho), sociedad
albanesa fundada en Bucarest.

16 La relación entre escritura y perte­ Sus miembros se comprometían a desembolsar una cotización anual de
nencia religiosa es particularmente un franco; el gobierno rumano acordaba una subvención [...]. Escuelas
nítida en el caso croata, que lingüís­
ticamente es una variante del serbio.
albanesas, periódico albanés, revista albanesa, biblioteca albanesa, com­
Pero mientras que los serbios, orto­ pendio de cantos y leyendas de Albania, museo albanés, cada día se inten­
doxos, utilizaban tradicionalmente taba alguna novedad. No estaba todo conseguido. La primera dificultad, y
un alfabeto de tipo cirílico, derivado la mayor, pasaba por fijar el albanés, lenguaje que todavía no estaba escri-
por tanto del griego, los croatas, ca­
tólicos, empleaban el alfabeto lati­ to en caracteres particulares. Los «albanófonos.» habían adoptado en un
no. Se crea una carga simbólica muy principio el alfabeto turco, pero [éste] no podía transcribir con exactitud
densa, que será la propia de los dife­ todas las inflexiones de la lengua albanesa. El vulgo y el clero se servían
rentes modelos de caracteres tipo­ generalmente de las letras griegas para escribir con mayor o menor acierto
gráficos.
las frases corrientes: inútil decir que Apostolo Margareti no tuvo en cuen­
17 C. C áNNUYER, L’É gipte copte: les Chré-
ta este procedimiento. Los valacos imaginaron un nuevo alfabeto de trein­
tiens du Nil, París, 2000.
ta y cinco letras: las veinticinco letras latinas más diez modificaciones de
18 V. BÉRARD, La Turquie et l'hellénis-
m e contemporain: la M acédonie ..., estas letras. Dos años fueron dedicados a la confección de los ABC, las
París, 1893. gramáticas, los diccionarios, los libros escolares...

21
FRÉDÉRIC BARBIER

La escritura árabe emplea un alfabeto de veintiocho letras, y apareció


en el siglo IV, derivando de las escrituras aramea y nabatea: se trataba
de un alfabeto consonántico al que progresivamente se le fueron aña­
diendo un cierto número de signos diacríticos o vocálicos. Las letras
tienen formas diferentes según su posición en la palabra (indepen­
diente, inicial, mediana o final), y las variantes de estilo son muy
amplias: el cufi19 designa una escritura más angulosa, utilizada por
los manuscritos del Corán hasta el siglo XI. Progresivamente, se iría
encontrando en concurrencia con las escrituras más cursivas20, que se
impusieron a partir de los siglos XV y XVI: el mashki deriva de un
radical que significa «copiar», y cuyo sentido equivalía poco más o
menos a nuestra expresión de escritura cursiva21. Los alfabetos espe­
cíficos, adaptados del que había en árabe clásico, fueron utilizados
para escribir lenguas como el persa, el turco22, etc.
Todavía hemos de mencionar otros tipos de escritura. Las runas
son una escritura alfabética germánica inñuenciada sin duda por la
escritura latina, y que se encuentra de nuevo en la Europa continen­
tal a comienzos de la era cristiana, desde los Balcanes hasta Escandi-
navia, pasando por las islas Británicas e Islandia. La escritura rúnica
puede llegar a combinar hasta 80 signos, pero esta cifra tiende a
reducirse (sólo 16 signos en lá civilización vikinga). Se empleaba
fundamentalmente para operaciones ligadas a la magia, pero tam­
bién servía para trazar las marcas de propiedad, etc., y se ha conser­
vado únicamente bajo la forma de inscripciones en piedra, en made-
ra o en metal (no conocemos ninguna civilización cursiva). A partir
del siglo VII aproximadamente, y hasta el siglo IX, las runas ten- 19 Cufi: del nombre de la ciudad me-
dieron a desaparecer para dar paso a los caracteres latinos, pero se sopotámica de Koufah, fundada en
638 y que pronto se convirtió en un
vuelven a encontrar de manera esporádica hasta bien entrado el siglo centro intelectual muy importante.
XVII. A. Papad o po ulo , L’Islam et Van
musulmán, París, 1976, p. 176.
20 La escritura cursiva es aquella traza­
13. Consecuencias de la Invención del alfabeto da corrientemente, ligando al máxi­
mo las letras unas con otras.

Las consecuencias de la invención del alfabeto merecen ser evaluadas. 21 F. DÉROCHE, «La paléographie des
écritures livresques dans le domaine
En primer lugar, Platón y Aristóteles hacían hincapié en que desde arabe», en la Gazette du livre médié-
entonces la lengua oral quedó fijada y que, por consiguiente, se hacía vak 1996, 28.
posible una crítica de la misma, incluso si tenemos en cuenta el pre- 22 Como es sabido, la escritura árabe
dominio de la comunicación oral que había en la civilización antigua será abandonada en Turquía según
(de ahí la importancia de la retórica, y más tarde de la mayéutica la decisión de Reinal Atatürk en
1928-1929, obedeciendo a un obje­
socrática, que conduciría a la dialéctica). A posteriori, las consecuen­ tivo de occidentalización.
cias de la aparición de la escritura han sido descritas por Jack
23 J. GOODY, La raison graphique: la
Goody23: «Es la transcripción de la lengua oral la que ha permitido, domestication de la pensée sauvage,
sin lugar a dudas, separar las palabras, manipular su orden y desarro- trad. fr., París, 1979.

22
HISTORIA DEL LIBRO

llar así las formas silogísticas24 de razonamiento». Para Goody, la


escritura alfabética ha conferido a Occidente su carácter lógico, ya
que combina tres elementos: su universalidad, con las posibilidades
de empleo y de eficiencia que permite (al tratarse de un número limi­
tado de signos) -de ahí la posibilidad democrática que ofrece, ya que
cada cual puede fácilmente aprender a leer-, la abstracción de la lógi­
ca analítica sobre la cual se funda la escritura y, por último, la posibi­
lidad de una difusión muy amplia de los usos de la escritura junto
con la constitución de una verdadera cultura escrita que ello permite.
La gran transformación se produjo en los siglos IV y III a.C., a partir
de la generalización del alfabeto griego, la invención de la geometría
y la instauración de la democracia ateniense.

En la Antigüedad clásica, el libro propiamente dicho era un volu­


men25 (o rotulus), es decir, un rollo. El uso de esta forma material fue
de una importancia extrema.

Los libros de forma cuadrada no han sido prácticamente usados ni por


los griegos ni por los romanos, más que mucho tiempo después de
Cátulo [...]. La manera antigua, que, enrollándolos, daba a los libros el
aspecto de una pequeña columna, se mantuvo hasta bien entrado el •
siglo de Cicerón, y mucho tiempo después todas las bibliotecas conti­
nuaron estando compuestas por estos rollos26.

24 Un silogismo es un razonamiento
deductivo riguroso, que no entraña El volumen se fabricaba a partir de franjas de papiro (el Cyperuspapy-
ninguna proposición ajena sobren­ rus), planta del valle del Nilo27. El tallo de papiro se cortaba en lámi­
tendida a priori. nas, que se disponían en dos capas perpendiculares para luego ser tri­
25 Pl. volumina. turadas, pegadas y, finalmente, alisadas con piedra de lija a fin de
26 L. MORERI, ob. cit. lograr la superficie apropiada para la hoja de escritura. El papiro fue
27 El papiro en tanto que soporte de es­ usado en Egipto desde principios del III milenio, y en Roma, en el
critura se traduce por cartas (carths) siglo III a.C., y su importancia explica que Octavio, vencedor de
en griego. El hecho de que el papiro Antonio y de Cleopatra en la batalla de Actium en 31 a.C. (que puso
fuera prácticamente imposible de
plegarse (se rompería) ha podido in­
fin al reino egipcio de los Ptolomeos), tomara medidas para controlar
fluir en la primera forma del rollo. su producción y asegurar el aprovisionamiento regular de la capital
28 Tallo de caña tallada del que se ser­ del imperio.
vían los antiguos para escribir. Desde el Imperio Antiguo se solía escribir con un cálamo28, pero

2,3
FRÉDÉRIC BARBIER

el carácter preciado del papiro hizo que todos los trabajos considera­
dos de una naturaleza más fútil fueran llevados a cabo en otros tipos
de soporte, tales como las tablas de madera, los ostraca (cerámicas
grabadas) y, sobre todo, las tablas de tierra cocida, de arcilla29 o de
cera negra (pugillares), para cuyo trabajo se empleaba un estilete (sti-
lus, graphium^). En Pompeya, el fresco de Próculo y su mujer repre­
senta a la mujer portando una tablilla de cera y un estilete, a la vez
que Próculo sostiene un volumen en la mano derecha. A partir de los 29 Los archivos salidos a la luz en las
siglos III y IV, la desintegración del Imperio Romano interrumpió la excavaciones de antiguos templos y
ruta del papiro, pese a lo cual seguiría siendo utilizado ocasionalmen­ de palacios de Oriente Próximo y de
Mesopotamia (cuarto milenio antes
te en los libros hasta el siglo V cuanto menos, llegando quizá a exten­ de nuestra era) están constituidos
derse hasta el siglo XIII en las obras o en cierto tipo de manuscritos por este tipo de tablillas.
litúrgicos. Los manuscritos cristianos más antiguos que se han conser­ 30 Se escribía con una de las extremi­
vado hasta hoy son, por lo general, rollos o fragmentos de rollos escri­ dades del punzón; la otra, que era
tos sobre papiro encontrados en Egipto, y se remontan al siglo IV. plana, servía para borrar.
31 Escribir personalmente era visto
como una falta de consideración, y
Cicerón se excusa ante Atico de que
su dolor de ojos le obligaba a recu­
rrir a un secretario para su carta.
En la Antigüedad grecorromana el autor no solía escribir personal­ «Por lá misma razón, mi carta será
mente, sino que dictaba a un secretario31. Dicho secretario tomaba el corta» (Att., CCCXXXV1I).
borrador del texto, a menudo sobre una tablilla de cera, o con una 32 César dictaba sus textos a lo largo de
sus viajes o desde la Galia: «Existen
caña sobre una hoja de papiro o de pergamino, antes de pasarla a lim­
también cartas suyas en el Senado,
pio sobre una schedula (hoja), la cual pasaba en seguida a revisión. siendo el primero en haberlas pre­
Esta práctica, que encontramos en toda la Antigüedad clásica (cono­ sentado en páginas y bajo la forma
cemos bien, en particular, el ejemplo de Plinio el Viejo32), se prolon­ de libro memorial [libelli memoria-
lis)\ mientras que anteriormente los
garía durante el cristianismo. Es casi seguro que san Jerónimo, a fina­ cónsules y los generales no solían
les del siglo IV, no redactó a mano ninguna de sus obras, como tam­ enviar ningún escrito, sino simples
poco san Agustín (354-430). La cuestión del dictado estaba todavía misivas [transversa charta /» (Sueto-
presente en un fresco del siglo XV en la iglesia de Sainte-Paraskévi en nio, Caes., 56).
Géroskipu33, en el que el apóstol Pablo se encuentra de pie, inclinado 33 En Chipre, cerca de Papos.
sobre la espalda dé su secretario y mirando lo que este último escribe 34 Esta tensión no se ciñe exclusiva­
bajo su dictado. mente a los tiempos del manuscrito,
ya que la encontramos en todas las
Esta práctica condujo a la instauración de procedimientos de épocas e incluso en la actualidad. En
taquigrafía, que permitieron seguir más fácilmente a la lengua habla­ el siglo X VI, mientras que Calvino
da. Así, Tiro, joven liberto de Cicerón (Att., CCXCIII), instauró el predicaba o pronunciaba lecciones,
sistema de signos tironianos, y se conoce también la existencia de para lo cual no se servía normal­
mente de notas, ciertos oyentes se
escuelas de estenografía durante la Antigüedad cristiana. La copia organizaron para tomar el texto por
tiene también por efecto desvirtuar a veces el texto original, desde el escrito y, en ocasiones, lo difundían
momento en que el secretario no puede tomar más que notas rápidas junto a otros amigos haciendo, o
sobre las cuales, de manera despreocupada, iría estableciendo el texto encargando hacer, copias. Llegado el
caso, éstas se llegaban a publicar (J.-
definitivo. Se plantea por tanto el problema del estatuto del texto y F. G lL M O N T , Jean C alvin..., espe­
de la posible delimitación de una versión de referencia34. cialmente p. 82 y ss).

24
HISTO RIA DEL LIBRO

A la redacción acabada le seguía el trabajo de la copia propia­


mente dicha y, llegado el caso, surgía una primera difusión. El texto
era presentado en sucesivas columnas perpendiculares a la longitud
del volumen, sobre uno solo de los dos lados del soporte. Para prote­
gerlo, el volumen se enrollaba comenzando por el final,

que se llamaba umbilicus , y al cual se ataba una barra de boj o ébano, o


de alguna otra materia, a fin de mantener el rollo en su sitio. Se pegaba
en el otro extremo un pedazo de pergamino que cubría todo el volu­
men...35
35 L. M o r e ri , ob. cit.
36 De ahí la fórmula del explicit, em­ Ciertamente, el copista debía disponer para su trabajo de un primer
pleada en el sentido de «aquí se aca­ estado del texto: los errores de atención, lectura o interpretación eran
ba» indicando el fin de un texto y,
más tarde, por extensión, las últimas
responsables de variaciones que podían llegar a ser importantes, y
palabras del mismo. Inversamente, que, a fin de reconocer y establecer la mejor versión posible, implican
el comienzo del texto es designado un trabajo de análisis comparado y la construcción de un árbol de
por el incipit (aquí comienza), tér­ transmisión esquemática (stemma).
mino cuya acepción se extiende de
manera análoga a las primeras pala­
bras del texto. El sentido de ejecu­
ción se invierte en función del de la 23. Leer
grafía: en principio, de izquierda a
derecha para el latín o el griego, de
derecha a izquierda para el hebreo. Evidentemente, la propia forma del volumen imponía una práctica
El latín emplea igualmente otras pa­ compleja de lectura. Había que desarrollar (explicar#6) y enrollar a la
labras para designar la acción de vez, lo cual impedía, por ejemplo, trabajar con muchos rollos al
leer: pervolature, evolvere y volvere , y
mismo tiempo (un texto y su comentario) o tomar notas, ya que
otra es, naturalmente, legere.
imponía una lectura continuada e impedía la simple consulta. En su
37 Los términos de volumen y rotulus
no son estrictamente sinónimos: el
fundamento, la lectura del volumen es muy similar a la del ordenador,
volumen se desarrolla horizontal­ con la pantalla que se corresponde con pasaje de texto desenrollado a .
mente, y presenta el texto en sucesi­ ojos del lector. De entrada, la escritura se hacía en líneas largas, en
vas columnas, a la inversa que el ro­ sentido longitudinal (al sostener el rotulus verticalmente37). Cada vez
tulus, texto copiado de manera
paralela en un pequeño lado, cuyo
más frecuente, la disposición en columnas (sosteniendo entonces el
desarrollo es vertical. Este último volumen horizontalmente) supondría organizar el texto en columnas
dispositivo fue utilizado sobre todo por «páginas», que el lector iría desenrollando sucesivamente. El tér­
en los rollos medievales. mino de página hace referencia al conjunto de columnas que están
38 De ahí arckivium (archivos). El tér­ presentes a la vez ante los ojos del lector; más tarde, por extensión, al
mino está tomado de la designación
del Arca de la Alianza.
lado escrito del volumen. Sin embargo, el volumen no se podía utili­
zar de manera curvada, y la mitad de su superficie -su reverso- que­
39 Armario en el que se ordenan los li­
bros. Semejantes armarios eran
daba por tanto inutilizada.
eventualmente reservados cada uno Los volumina solían guardarse enrollados en las jarras de cerámi­
a los libros que tratasen de un cierto ca (como en Qumran) o cestos; a veces se disponían en los estantes,
tema: san Agustín habla así del ar- cajas o cofres (archa™)\ 0 bien, si se trataba de bibliotecas más consi­
mariurn judaicum (armario de los li­
bros judíos) para designar el canon derables, eran ordenados en estanterías y armarios (arm arium 39J.
de las Escrituras judaicas. El título figuraba sobre una etiqueta atada a la extremidad del rollo.
FRÉDÉRIC BARBIER

El término de biblioteca (biblioqhch) designaba originariamente el


mueble que albergaba los libros; más tarde, por extensión, el local
donde éstos eran dispuestos. En algunos casos, la altura del rollo, que
podía superar los diez metros, planteaba dificultades considerables a
la hora de manipularlo, hasta el punto de que la propia lectura podía
hacerse peligrosa. A la edad de ochenta y tres años, Virginius Rufus

leyó un volumen que se hallaba desplegado de manera vertical; era tan


pesado que terminó por escapársele de las manos. En un intento de
atraparlo, perdió el equilibrio, cayó, se rompió la pierna y murió40.

3. PRODUCCIÓN Y DIFUSIÓN DE LIBROS EN EL IMPE­


RIO ROMANO

Ante todo, cabe señalar la extrema importancia que tuvo la acultura-


ción de Grecia para la historia intelectual y artística de Roma, que
significó la helenización en todos los órdenes. Los griegos domina­
ron el Egeo y la mayor parte del Mediterráneo oriental y central, y el
Imperio alejandrino daría a la cultura griega una dimensión univer­
sal. A partir del siglo III a.C., la expansión de Roma se iría enfren­
tando, cada vez de una manera más directa, a las posiciones griegas
dé Italia del sur ante todo, a las de Grecia continental después, para 40 Plinio, citado por A.-G. Ha m m a n ,
terminar atravesando las islas y Asia Menor y finalizar en el reino L’É popée du livre, du scribe a l ’impri-
helenístico de los Lágidas41. Tras la toma de Tarento (272) y la orga­ m erie, París, 1985.
nización de Sicilia en provincia romana (227), la batalla de Pidan 41 La dinastía de los Ptolomeos, cuyo
(168) marcaría la destrucción del reino de Macedonia, produciéndo­ fundador, Ptolomeo I, era hijo de
Lagos, un noble de Macedonia.
se más tarde la conquista de Grecia y del reino de Pérgamo (146-
42 La bibliografía alemana sobre lá his­
132), que finalizaría con la victoria sobre Antonio y los Ptolomeos
toria del libro antiguo es particular­
(31). A la par, en la propia Roma, las capas altas de la sociedad esta­ mente rica: entre los manuales, T.
ban cada vez más influenciadas por el pensamiento y el modo de vida BlRK, Das antike Buchwesen, Berlín,
helénicos. Por ello, no es de extrañar que el modelo griego estuviera 1882. H. Blanck , Das Buch in der
Antike, München, 1992. K. DlATZ-
muy impregnado en el doble terreno de la escritura y del libro42. KO, Untersuchungen über ausgewahl-
te K apitel des antiken Buchwesens,
Leipzig, 1900. R. Fehrle, Das
3.1. Editar Bibliothekwesen im alten Rom, Wies-
baden, 1986. T. KLEBERG, Buchhan-
d el un d Verlagswesen in der Antike,
En Roma, la escritura y la difusión de libros se articulaban en torno a Darmstadt, 1967. O. M azal, Grie-
la definición de la «cosa pública» o de la «publicidad». Una vez redac­ chisch- romische Antike, Graz, 1999
tado por su autor, el texto pasaba a insertarse en el circuito público, («Geschichte der Buchkultur», 13).
W. SCHUBART, Das Buch bei den
pero lo hacía siguiendo muy diversos protocolos. De entrada, la difu­ Griechen un d Romern, Heidelberg,
sión podía hacerse mediante la lectura oral, que solía llevar a cabo el 1962. .

26
H IST O R IA DEL LIBRO

autor o el depositario del texto en un salón de lectura (auditorium)


ante un círculo de amigos y conocidos. Plinio el Joven explicaba las
razones que le impulsaron a esta práctica:

Teniendo la intención de dar lectura a un pequeño discurso que tengo


pensado dar en público [publicare], he requerido la presencia de algunos
invitados para solventar su crítica [...]. Porque tengo dos motivos para
dar estas lecturas: el primero, afilar mi aplicación, el segundo, hacerme
tomar conciencia de las faltas que, al ser mías, se me escapan. He conse­
guido lo que deseaba, pues he encontrando auditores que han aceptado
formar parte de mi consejo; además, he anotado mis propias correccio­
nes a hacer. He corregido la obra, os la envío. Sabréis de qué trata por el
título [...]. Deseo que, por vuestra parte, me escribáis sobre vuestro
parecer con respecto al conjunto de la obra y a las partes de la misma, ya
que de este modo estaré más inclinado tanto a la sabiduría de conservar­
la [in continendo] como a la valentía de publicarla [in edendo], según el
peso de vuestros consejos haga inclinar la balanza de uno u otro lado.. .43

En principio, desde el momento en que el texto era confiado a


alguien -un amigo, colega, librero, determinada personalidad, etc.-,
el autor perdía el control sobre el mismo en mayor o menor medida'14.
Su nuevo propietario podía hacerlo copiar, podía integrarlo en una
colección, comunicarlo e incluso difundirlo45. El vocabulario distin­
gue dos acciones: edere significa entregar un producto literario sin
pretender difundirlo ampliamente; a la inversa, publicare describe el
43 Lettres, V, 14 (a Terencio Scauro). proceso a través del cual el texto se hace expresamente público.
Véase también ib id , VI, 17. Durante mucho tiempo se ha visto en un cierto número de textos
44 Véase Q U IN TILIAN O, Institutio ora­ de Cicerón una descripción detallada de las relaciones entre un autor
toria, I, Préf., 7.
célebre y un rico personaje que era visto como su librero y editor, tal
45 «He enviado el libro a Musca para y como sucedió con Atticus, el primer librero y editor romano cuyo
que se lo diera a tus copistas. En
efecto, quiero que sea divulgado
nombre nos ha llegado. Era un hombre extremadamente rico. Adop­
(divulgari), y para facilitar la tarea, tó un modo de vida especialmente refinado, pasó mucho tiempo en
da la orden a tus gentes» (Att., XII, Grecia, poseía colecciones de objetos artísticos y él mismo era un
10). bibliófilo. Entre sus servidores figuraban jóvenes letrados (pueri litte-
46 Cicerón lamentó mucho la muerte ratissimi), lectores (anagostae^) y copistas (librariiA1), siendo la mayo­
del «querido niño, nuestro lector
ría de sus esclavos de origen griego. Sin embargo, ninguno de los tex­
Sositheus», diciendo que estaba más
afectado de lo que convendría para tos de los que disponemos hasta hoy deja ver directamente que Atti­
la muerte de un simple esclavo (Att., cus sacase una renta en particular de determinadas actividades de
I, 12). fabricación y venta de manuscritos. Por el contrario, la cuestión se
47 «Envíame dos de tus copistas [...] y situaba a un nivel muy distinto, ya que Atticus abrió su biblioteca a
ordénales traer pergamino para ha­ los sabios y a letrados interesados en ella, y puso a disposición de su
cer tablas que vosotros los griegos
llamáis, si no me equivoco, sittubas» amigo Cicerón a sus secretarios y copistas, esclavos o libertos. Nos
(Att., IV, 4). encontramos, por tanto, en un mundo en el que el nivel de riqueza y

27
FRÉDÉRIC BARBIER

modo de vida elevado hacían innecesarias las actividades ligadas al


negocio del libro.

3.2o Vender

Si el intercambio de servicios y el don de libros emanaban de una


forma de sociabilidad gratuita entre los ciudadanos cultos y acomo­
dados, el comercio de la librería se situaba en un contexto muy dis­
tinto, obedeciendo a unas funciones completamente diferentes. En la
Roma de la República, y más tarde en la del Imperio, el objetivo de
los libreros profesionales era difundir el libro en el seno de los secto-
res sociales menos favorecidos. Cicerón mencionaba una taberna
libraría (53 a.C.), esto es, un mercado librero, que también fue esce­
nario de una tentativa de asesinato político48. Otros textos (especial­
mente de Cátulo y Horacio49) llevan a pensar que la elección de los
textos disponibles en estos mercados no se inclinaba por los más rele-
vantes.
La situación se modificaría desde el reinado de Augusto,
momento en que una nueva capa dirigente, más interesada por las
bellas letras, vino a sustituir a la vieja clase senatorial. Ciertamente,
el paso de la República al Imperio vendría a marcar el paso de la ciu­
dad al Estado, y ello se tradujo en una gran transformación de las
funciones y los actos públicos (abandono de los «honores» ejercidos
gratuitamente, e instauración de nuevos puestos administrativos de
funcionarios que van a depender directamente del príncipe)50. Signi­
ficó también el despegue del poder del patronato y del mecenazgo,
que traían consigo sistemas de difusión del libro completamente
diferentes a los de la librería comercial. En la misma época, se muí-
tiplicaron en Roma los mercados libreros junto con los talleres de
copistas, tendiendo a expandirse incluso en las ciudades de provin-
cias. Así, en el territorio de la Francia actual, las grandes ciudades del 48 Seconde Philippique , 2 ,2 1.
valle del Rin (Viena, Lyon) poseían librerías que en el siglo II se con- 49 H oracio , Serm., 1,4, 71 y ss. y Let-
vertirían en grandes focos de difiisión de la literatura latina del tres, 1,20, 1 yss.
momento. La curiosidad del público era tal que Augusto se vio obli- 50 Suetonio era jefe del secretariado la­
gado a prohibir la difusión de ciertos escritos falsamente atribuidos a tino del Imperio bajo Adriano (se­
César51 en las bibliotecas romanas. Pese a los trabajos recientes52, cretario ab epistolis latinis), y existía
igualmente un secretariado griego.
seguimos estando bastante mal informados en lo concerniente a las
El secretario a studiis dirigía los ar­
condiciones de alfabetización en la Antigüedad. Cabe recordar que chivos..
la difusión de la civilización escrita estuvo favorecida por el hecho 51 S uetonio , Caes., 56.
del gran impulso que conoció la alfabetización en las ciudades, sobre
52 L. D aly , Contributions to a history
todo en Roma, como prueban las numerosas inscripciones y graffitis o f alphabetization in Antiquity and
que hay en los edificios antiguos. Al mismo tiempo, la distancia cul- the M iddle Ages, Bruxelles, 1967.

28
H ISTO R IA DEL LIBRO

tural que había entre las principales metrópolis, las ciudades secun­
darias y el mundo rural era muy grande (dejando a un lado los gran­
des dominios del patriciado).
Los librarii eran los especialistas en la edición y el negocio de los
libros. Así pues, el término libmrius designa tanto al copista (que tra­
bajaba por encargo o que podía vender el manuscrito copiado53)
como al librero propiamente dicho. En Roma, como también en
Grecia (Atenas) y en Egipto (Alejandría, Oxyrhynque), los librarii
más importantes se convirtieron en grandes empresarios, que contra­
taban a copistas, ya fueran empleados o serviles, y a veces se organi­
zaban en talleres bajo la autoridad de un responsable que controlaba
el trabajo y verificaba la calidad de la copia. Por lo general, las copias
que salían de estos talleres solían ser poco cuidadas y de mala calidad,
y es este desfase entre la oferta existente y una demanda más selecta
por parte de un determinado público lo que explica que poco a poco
se fuera desarrollando una especulación con textos de valor. En el
siglo I, la aparición de la palabra bibliopola, al lado del de libmrius,
puede remitir a esta nueva tipología de la función del librero. Estas
mismas estructuras funcionaron en el mundo del cristianismo primi­
tivo, como fue el caso de la difusión de los textos de san Agustín54.
La intervención de uno o varios intermediarios entre el autor y el
público introdujo nuevos problemas en cuanto a la identidad y esta­
tuto del autor, como también en cuanto a la exactitud del texto, e
incluso, a la voluntad del autor de verlo difundir. En este sentido,
Aulus Hirtius, jefe de secretariado de César, decidió completar La
guerra de las Galias con la redacción de un octavo libro, y finalizó la
Guerra C ivil A ello hay que añadir que los secretarios y escribas so­
lían cometer bastantes errores de interpretación y copia de textos,
pudiendo llegar a suprimir páginas que consideraban menos intere­
santes, e, inversamente, a introducir ampliaciones y correcciones en
el texto sin el permiso expreso del autor (por ejemplo, para un dis­
curso que se presentase o para una carta). Del mismo modo, la prác­
tica de la falsificación no tardó en hacer acto de presencia, siendo así
que han sido encontrados textos apócrifos desde la tradición judía.
Con frecuencia la propia identificación se hace difícil, y el número
de piezas anónimas o de falsas atribuciones es realmente considera­
53 Inclusive en la Roma del papado: se
conoce el nombre del libmrius Fu- ble. Estos problemas fueron especialmente intensos en la época del
rius Dionisius Filocalus, que trabajó cristianismo primitivo, cuando la Iglesia tenía como tarea principal
para el papa Dámaso en 354 (Bi­ fijar su doctrina, su corpus de textos de referencia y su modo de
blioteca Nacional de Francia, ma­
nuscrito 7538-49).
organización.
En suma, en general podemos decir que, prácticamente, los auto­
54 H.-I. M A R R O U , Saint Augustin et la
fin de la cidture antique, Nouvelle res no recibían remuneración alguna, salvo aquellos que componían
Édition, París, 1983. piezas de teatro, que en ocasiones eran compradas por las administra-

29
FREDÉRIC BARBIER

dones urbanas. El mecenazgo jugaba por tanto un papel capital, y


remitiéndonos una vez más a Atticus, parece claro que si aquél difiin-
dió algunos escritos de Cicerón, este último no obtuvo de ello nin­
gún beneficio, puesto que la escritura tenía unas pretensiones más
bien políticas, y no ya tanto financieras.

4* LAS BIBLIOTECAS

4.1. E8 sueño de Alejandría

El mundo escrito tuvo una relativa expansión en la Antigüedad clá­


sica gracias a las labores de gestión y administración, pero también
a la literatura, la correspondencia, etc. Nos han llegado noticias de
la existencia de bibliotecas en Atenas y en numerosas ciudades grie­
gas, que especialmente datan de la época helenística. De todas ellas,
la más considerable, que fue un verdadero centro de conservación
de la cultura antigua, es la de Alejandría, que se remonta a los ini­
cios de la época helenística53.
Alejandro Magno murió brutalmente en Babilonia, con 33 años
(323 a.C.). El inmenso imperio que dejó, de raigambre griega, se
extendía desde Macedonia y Grecia hasta orillas del Indo, pasando
por Asia Central (Samarcanda) y Egipto56. Éste se dividió entre sus
generales (los diádicos), y Egipto pasó a estar bajo la autoridad de 55 P. Fraser, Ptolemaic Alexandria, Ox­
ford, 1972. A. Bernard, Alexandrie k
Ptolomeo I Soler, que en un principio fue designado meramente Grande, París, 1998.
gobernador. Poco después, al final de las guerras diádicas (281 a.C.),
56 Alejandría fue fundada en 332, sobre el
el país pasaría a ser uno de los tres grandes reinos sucesores del Impe­ lugar del antiguo burgo de Rakotis,
rio macedonio. Se trataba de un conjunto muy bien articulado en frente a la isla de Paros.
torno a su capital, Alejandría, que era descrita como la gran «inter­ 57 Con las diferentes «escuelas» especializa­
sección del mundo». Si Atenas conservaba la preeminencia en el das: la Academia fue fundada por Pla­
dominio de la filosofía57, el peso político y las instituciones culturales tón cerca del Gimnasio de Academos; el
Liceo fue fundado por Aristóteles y diri­
de Alejandría eran responsables de su supremacía en todos los restan­ gido por Teofrasto, un allegado de De­
tes. dominios del saber. El hecho de que Alejandría, residencia real, metrios de Falera; el Jardín fue compra­
albergara la tumba de Alejandro, contribuía a reforzar su excepcional do por Epicuro para instaurar su escuela
estatuto. de filosofía; el Pórtico acogía a los estoi­
cos. Estas instituciones, junto con la del
Ptolomeo I (323-280) concibió el proyecto, que intentaba abar- Museo, servían de modelos de referen­
car la enseñanza, el estudio y la constitución de una biblioteca que cia a las creaciones académicas que se
pretendía reunir todas las obras disponibles en el mundo antiguo. Su expandieron desde Italia en el Renaci­
sucesor, Ptolomeo II Filadelfo (280-247), puso en práctica este pro­ miento. El mosaico pompeyano de los
«Siete Filósofos» (siglo I a.C.) represen­
grama con gran interés. Expulsado en 306, el tirano de Atenas taría la Academia de Platón (Museo Na­
Demetrios de Falera se refugió en Alejandría, y su partida vendría a cional de Arqueología, Nápoles).

3.0
HISTORIA DEL LIBRO

significar el traslado de la capital cultural griega. Participó personal­


mente en la fundación del Museo (Mouseion = morada de las
Musas). Instalado en una de las alas del palacio real, se mantenía gra­
cias a la ayuda financiera de los soberanos, y no tardó en convertir a
Alejandría en la capital universal del saber. Se calcula que la bibliote-
ca habría llegado a acumular, desde la época de Ptolomeo II, unos
quinientos mil volumina?%. El geógrafo Estrabón visitó la ciudad en
24 a.C. y describió el Museo, que contaba con una columnata, con la
biblioteca propiamente dicha y con un colegio que acogía a los sabios
e investigadores. Al primer bibliotecario, Demetrios de Falera, le
sucedieron Zenodonte, Calimaco (hacia 310-243), Apolonio de
Rodas, Eratóstenes (preceptor de Ptolomeo IV Filopator) y Aristófa­
nes de Bizancio (f 180 a.C.).
El objetivo de la biblioteca era asegurar la conservación de los
textos y facilitar el trabajo intelectual, pero también, sin lugar a
dudas, promover la cultura griega en un mundo en el que desde
entonces se codeaban diversas civilizaciones, sin dejar de acoger a las
tradiciones extranjeras y, en general, contribuyendo a la gloria del
monarca lágida. La inmensa riqueza de sus fondos (que incluía los
manuscritos de Aristóteles, Esquilo, Sófocles, Eurípides, etc.) hacía
que las condiciones del trabajo filológico, literario y científico fueran
excelentes, siendo así que muchos textos de la Antigüedad nos han
llegado con la forma que les fue dada en los trabajos de crítica y de
edición efectuados en Alejandría.
Es muy probable que Tablas de los autores ilustres en todos los domi­
nios del conocimiento y de sus obras, de Calimaco, se sitúen a partir de
las colecciones del Museo. Es en el Museo donde se habría establecido
la versión de los Septante59, traducción griega del Pentateuque hebrai­
co, destinado a ser conservado en la biblioteca. En el terreno cientí­
fico, no hemos de olvidar que Euclides se encontraba enseñando segu­
ramente en Alejandría bajo Ptolomeo I, que Arquímedes visitó la ciu­
dad y que es allí donde Eratóstenes calculó la circunferencia de la Tie­
rra. Eran célebres los mecánicos de Alejandría, a la vez que la autoriza­
ción para poder practicar la disección favoreció un mejor conocimien­
to del cuerpo humano, siendo así que la medicina en Alejandría se
58 La cifra se elevaría a 700.000 en convirtió en la base de gran parte de la medicina medieval.
47 a.C. Frente a los Ptolomeos, Asia Menor y Mesopotamia habían caído
59 Designada así por referencia a los 70 bajo el control de los Seléucidas. Allí existieron otras bibliotecas, entre
intérpretes que habrían trabajado en las que destaca la de la capital, Antioquía, creada bajo Antiocos III el
ella. M. H arl, G. D orival , O. Mu­
n ich , La Bible grecque des Septante:
Magno (223-187). No obstante, este núcleo tan vasto se habría de
du judaism e hellénistique aun chris- fragmentar: en torno a Pérgamo60, Asia Menor estaba dominada por
tianisme ancien, París, 1994. los Attalidas, que se convirtieron en rivales de los Ptolomeos. La
60 Hoy Bergama, Turquía. riqueza de la ciudad se dejaba ver en los nuevos edificios que se eri-

3i
FRÉDÉRIC BARBIER

gieron sobre la Acrópolis en el siglo II a.C., cuyo conjunto incluiría


varios palacios principescos, templos, un suntuoso santuario61, un
teatro... Detrás del teatro, y junto al gran templo de Atenas, Eume­
no II (197-159) hizo levantar una biblioteca, concurrente del Museo
y emplazada bajo la autoridad de Krates de Mallos, un especialista en
Homero. Se estima que las colecciones de Pérgamo albergarían poco
más o menos de ciento cincuenta a doscientos mil rollos. La tradi­
ción evocada por Varron y Plinio el Viejo quiso que Ptolomeo Epifa-
nio (205-182), que pretendía arruinar la biblioteca de Pérgamo,
hubiera prohibido la exportación del papiro egipcio y ello fuera el
origen de la invención de un nuevo soporte, el pergamino (perga-
mentum, membrana pergamena), cuya existencia se conoce a partir de
170 a.C. aproximadamente.

No hemos abordado todavía en esta obra las plantas de los pantanos ni


los árboles de los cursos fluviales. Antes no obstante de dejar Egipto,
hablaré aún de la naturaleza del papiro, ya que el empleo del papel es
esencial para el desarrollo de la civilización, o en todo caso para fijar los
recuerdos de la misma. Según Marcus Varron, su invención se remonta
a la conquista de Egipto por Alejandro Magno y a la fundación de Ale­
jandría [...]. Más tarde, siempre según Varron, cuando Ptolomeo y
Eumeno quisieron rivalizar por sus bibliotecas, y una vez que el primero
hubo prohibido la exportación del papiro, se inventó en Pérgamo el per­
gamino. Poco después, volvió su libre comercio, y el uso de este produc­
to sobre el cual reposa la inmortalidad de los hombres se expandió por
todas partes62.

Parte de estas colecciones pasaron a integrarse en las del Serapeum


(templo de Serapis), que Antonio crearía en Alejandría. La capital
egipcia fue destruida en el curso de los conflictos del siglo III y con
ella los libros del Museo. Los vestigios de la biblioteca del Serapeion
fueron quemados siguiendo el edicto de Teodosio contra el paganis­
mo (392). Finalmente, en 641 Alejandría fue tomada por los árabes,
y los últimos vestigios de sus bibliotecas desaparecieron.

4.2. Las bibliotecas romanas

Las primeras colecciones que se conocen en Roma formaban parte de 61 Hoy parcialmente reconstituido en .
el Pergamon Museum de Berlín.
un botín proveniente de las campañas contra las ciudades fenicias
(Cartago) y griegas. Según Isidoro de Sevilla, Pablo Emilio llevó a 62 Plinio e l Viejo, Histoire naturelle,
XIII (21), éd. y trad. A. Ernout, Pa­
Roma una considerable cantidad de libros tras su victoria sobre Per- rís, 1956, p. 39-41 y notas pp. 91-
sia. Sila se apoderó de la biblioteca de Apellikon en Atenas (85 a.C.): 93. .

32
HISTORIA DEL LIBRO

En definitiva, él dejó Éfeso con todos sus navios, y en el tercer día tomó
costa en el Pireo. Se hizo iniciar en los misterios y se apoderó de la
biblioteca de Apellikon de Theos, en la cual se encontraba la mayor
parte de los escritos de Aristóteles y de Teofrasto, que en la época no
eran muy conocidos en los círculos lejanos. Una vez que la biblioteca
fue transportada a Roma, se cuenta que Tyrannion el gramático consi-
guió hacerse con la mayor partida de la misma, y que pasaron a manos
de Andrónico de Rodas, que recibió las copias que aquél editó, y que
este último redactó también los catálogos que están actualmente en cir­
culación...63

En el siglo I comenzaron a organizarse las bibliotecas privadas, como


la de Lúculo, que en parte provenía del botín de las guerras contra
Mitrídato. Lúculo era un aficionado a los libros hermosos, y los solía-
poner a disposición de los sabios:

Sus esfuerzos para hacer producir libros merecen la mayor atención.


Recopiló muchos ejemplares hermosos, fabulosamente escritos, y la uti­
lización que hacía de ellos es aún más interesante, puesto que su biblio­
teca estaba abierta a todos y él permitía a los griegos el acceso sin reser­
va a los pórticos contiguos y salas de trabajo, de manera que éstos iban
por allí como por el reino de las Musas, y pasaban el día unos con otros,
sustraídos de buen grado a diversas tareas. El propio Lúculo también
venía a menudo a los pórticos, y tomaba parte en las discusiones de los
sabios [...]. Al mismo tiempo, su casa era un hogar y un verdadero refu­
gio hospitalario para los griegos [...] en Roma.. ,64

Cicerón (106-43 a.G), que también disponía de una colección de'


libros en su villa de Tusculum, se dirigió a Atticus para procurarle
una biblioteca completa65, y tenía otra biblioteca en Antium. Así, en
1752 se descubrieron en Herculanum vestigios de papiros proceden­
tes de una biblioteca de este tipo66. Estas bibliotecas privadas romanas
solían adoptar una clasificación por lenguas (griego/latín), en la que
el grupo latino sería el que más tiempo tardaría en construirse.
63 Plutarco , Silo, 26. Cf. Handbuch La idea de fundar en Roma una biblioteca pública no tomaría
der Bibliothekwissenschaft, vol. 3, cuerpo hasta una época relativamente tardía, en la medida en la que
Wiesbaden, 1955, pp. 60 y 112.
el nombramiento del candidato a los «honores» debía mostrar más
64 P lutarco , Luculus, 42.
pericia en los juegos que en el trato con la lectura y la escritura. Caius
65 C icerón , Aticus, I, 7. Asinius Pollio (76 a.C.-5 d.C. aprox.) hizo la «carrera de los honores»
66 D. C om paretti, G. Petra , La Vi­ y obtuvo el triunfo poco después de una campaña militar en Mace­
lla Ercolanense dei Pisoni, i suoi mo- donia (39 a.C.). El dio origen a lo que se convertiría en la primera
num enti e la sua biblioteca , Torino,
1883; Id., en M elanges Emile Chate- biblioteca pública de la antigua Roma, situada junto al santuario de
lain,Yzús, 1910, pp. 118-129. la libertad (atrium libertaris)s cerca del fórum. Sin embargo, no se

33
FRÉDÉRIC BARBIER

trataba aún de una colección correspondiente a los cánones privados,


ya que era de poca importancia y privilegiaba los centros de interés de
Pollio. Bajo el Imperio, el sistema de fundación de bibliotecas estaba
tomado del modelo oriental. El primero, Octavio, construyó de 36 a
28 a.C. el gran templo de Apolo,

revestido todo entero [con] mármol, sobre el techo el carro del Sol hacía
resplandecer todo de oro. En la explanada [...], una gigantesca estatua
de Apolo tocando la lira. El conjunto estaba rodeado por un pórtico
cuyas columnas eran de mármol amarillo, entre las cuales se habían dis­
puesto las estatuas de las cincuenta Danaides y las de sus maridos [...].
En dos dependencias estaban instaladas dos bibliotecas, la una conte­
niendo obras griegas, la otra, libros latinos. (P. Grimal).

Por tanto, estas bibliotecas se ubicaban en dos ábsides contiguos,


cuyos muros albergaban las estanterías en las que se disponían los
libros (que medían 1,80 m de largo, 3,80 m de alto y 60 cm de pro­
fundidad). Dicho conjunto, conocido bajo la denominación de
Biblioteca Palatina, fue destruido a raíz del incendio de Roma en el
año 80 de nuestra era, y más tarde fue reconstruido por Domiciano.
Augusto hizo construir el Pórtico de Octavio, que abarcaba dos
templos y una biblioteca dividida también en dos secciones. Más
tarde, Tiberio elevó sobre el Palatino un templo dedicado a su padre
adoptivo, Augusto, con una biblioteca; y también poseía una vasta
colección de libros en el palacio imperial, que también funcionó por
un tiempo como biblioteca pública. La creación más conocida es, sin
embargo, la del nuevo Forum de Trajano, que comprendía una
biblioteca (112-113), construida siguiendo los planos de Apolodoro
de Damas. Dos salas, de 27 X 17 m estaban orientadas a un pórtico,
en el centro del cual se elevaba la columna de Trajano. Esta Bibliote-
ca Ulpiana estaba en gran parte destinada a conservar los archivos
romanos y constituía, al parecer, el establecimiento más importante
que haya existido de este tipo en la Roma imperial67. Probablemente,
desapareció en el siglo V.
En resumen, hemos de subrayar tres rasgos principales que carac-
terizaban el lugar del libro, las prácticas y las profesiones ligadas al
mismo en la antigua Roma. Primeramente, la importancia de los
fenómenos de transferencia cultural desde el Mediterráneo oriental, 67 Claude Nicolet ha subrayado el he­
sobre todo de Grecia y el mundo helenístico. En segundo lugar, el cho de que el cambio de signo dél
papel que podemos calificar de «altamente moderno» de las bibliote­ sistema político romano entre la Re­
cas privadas, que eran a la vez espacios de trabajo y de sociabilidad y pública y el Imperio se apoyaba en
una reorganización de la documen­
elementos de representación y distinción. Con la llegada del Imperio, tación administrativa y en una ma­
los sucesores de César adoptaron la costumbre de financiar los nue- yor atención a su conservación.

34
H ISTO R IA DEL LIBRO

vos conjuntos de edificios públicos, los fora imperiales, que normal­


mente incluían una biblioteca. La apropiación de los modelos griegos
se adquirió por entonces, y el «estilo de vida» se modificó profunda­
mente, siendo entonces la época en la que se impusieron los grandes
clásicos latinos (Virgilio). En definitiva, el libro pasó a consolidarse
como un objeto precioso, relativamente escaso y dotado de un valor
probado mercantil, de tal manera que ya se advertía en Roma la exis­
tencia de prácticas de bibliofilia.
De todas las colecciones de libros que existían en la antigua
Roma no nos ha llegado casi nada, como consecuencia de los múlti­
ples incendios que asolaron la ciudad y de las destrucciones debidas a
las guerras, invasiones o la simple falta de interés y el abandono del
momento.
Capítulo 2
De la Alfa Edad Media a ia época
c a r o lin g ia

1. LA REVOLUCIÓN DEL CÓDICE

1.1. La minúscula

En un primer momento, el alfabeto latino se manifestaba en la escri­


tura monumental lapidaria en mayúsculas68, sin ningún matiz de tra­
zos gruesos o empattements69 que se opusieran a los finos. El modelo
68 Letra mayúscula.
adoptado fue el de las inscripciones de la columna de Trajano en
69 El empaste designa la base de la letra
(por arriba y por abajo. En la elabo­
Roma (113 a.C.), erigida por el emperador en el centro de las gran­
ración tipográfica, la presencia y la des bibliotecas romanas, y que desarrolla de arriba abajo dos volumi-
forma del empaste permiten identi­ na que ilustran las hazañas bélicas del soberano70. Una variante sería
ficar algunas grandes familias de ca­ la escritura que se observa en las inscripciones murales de Pompeya.
racteres: el antiguo no tiene empas­
tes; en el Elzevir los empastes son (siglo I a.C.), que ha recibido el nombre de escritura «rústica»: las
triangulares; en cuanto al Didot, los letras son más estrechas y necesitan levantar la mano menos a menu­
empastes son filiformes y derechos. do. Esta escritura seguiría siendo utilizada en los títulos de ciertos
70 El modelo se retoma en la época manuscritos hasta la época tardo-carolingia (siglo x).
moderna: en Viena, el arquitecto Jo- En el siglo I a.C. se sitúa una ruptura cronológica mayor, cuando
hann Bernhard Fischer von Erlach
construyó, a partir de 1715, la igle­
el aumento de las prácticas ligadas a la escritura se dejaba ver en la
sia de San Carlos Borromeo (Karls- misma forma de esta última. De la mayúscula omnipresente, deriva­
kirche), cuya fachada presenta un da de las inscripciones monumentales, se pasaría a formas cada vez
pórtico de columnas, y en el que más cursivas y simplificadas en las que comenzaron a aparecer las
dos «columnas triunfales» retoman
el dispositivo en volumen de la co­
astas por encima y por debajo de la línea. La escritura ganaba así en
lumna Trajana. Encontramos el rapidez, y la lectura se encontraba facilitada desde el momento en el
mismo modelo en París, con la co­ que los elementos específicos de las letras eran más visibles. La cursi-
lumna Vendóme que Napoleón hizo va y sus derivadas constituyeron la escritura más extendida en la anti­
erigir en 1806 a la gloria de los sol­
dados que fueron a combatir a Aus- gua Roma. La civilización urbana que se desarrolló con el Imperio
terlitz. trajo consigo una especialización de las tareas, el despliegue de las

37
FRÉDÉRIC BARBIER

funciones que implicaban relaciones y, en general, un conocimiento


más profundo de la escritura71. Todavía este proceso evolucionaría a
partir del siglo IV, cuando poco a poco se fue pasando de la mayúscu­
la a la uncial (caracterizada por la forma redondeada de ciertas letras,
sobre todo la D, la E y la M, y también por la presencia de pequeñas
astas), y poco después a la semiuncial72. Por último, el desarrollo de
estas formas cursivas junto con la reorganización de los modos del
escritor trajeron consigo la aparición de una nueva escritura, llamada
dé forma aproximativa la minúscula:

En relación a la mayúscula, la minúscula supuso un avance absoluto: la


segunda es mucho más legible [...]. Ciertos caracteres contienen astas
que se elevan o que se dejan caer por debajo del cuerpo de las letras,
71 Como lo atestiguan las tablillas de
cada palabra posee una silueta que le es propia [...], el ojo puede reco­
Vindolanda (cerca del muro de
nocerlas con mayor facilidad cuando las sigue, como sucede en la lectu­ Adriano, en la frontera entre Ingla­
ra rápida, la parte superior de la línea... (Robert Manchal). terra y Escocia), que datan de finales
del siglo I y se conservan hoy en el
British Museum de Londres.
La uncial se seguiría encontrando en la época carolingia, sobre todo
72 El Breviario de Alarico contiene la
en los títulos y en los incipit.
«ley visigótica», promulgada por el
rey en 1506. Se nos ha conservado
el texto en un manuscrito de 332,
1.2. El codex copiado quizá en Lyon en el siglo VI,
en una uncial extremadamente re­
gular (Munich, Bayerische Staatsbi-
Resulta asombroso el hecho de que los años sombríos de la baja Anti­ bliothek, Clm 22501).
güedad fueron justamente aquellos en los que apareció, además de la 73 Codex (pl. códices); libro encuader­
minúscula, una nueva forma material que sería objeto de los mayores nado, en contraposición al volumen.
desarrollos. Se trata del codex o libro doblado y encuadernado, cuyo Madame de Staél fue una de las pri­
soporte pasaría a ser el pergamino (resultaba más difícil hacer códices meras personas que propusieron re-
evaluar estos «siglos oscuros»: «Se
en papiro73). El término latino de codex se remite a muchos siglos cuenta en la historia que hubo más
atrás, ya que su primera aparición conocida, con Marcial, data del de diez siglos durante los cuales se
año 85.. Se trataba originalmente de una tablilla de madera (lat. cau- entiende que, generalmente, el espí­
dex), y más tarde, por extensión, de un conjunto de tablillas mante­ ritu humano ha involucionado.
Pero [...] yo no creo que la especie
nidas unidas por una ligadura y sobre las cuales se anotaban cuentas humana haya dado marcha atrás en
o cualquier otro documento sin valor duradero. Descubierto en El esta época, sino que pienso que, por
Fayum, el «Cuaderno de Teodoro» constituye un ejemplo excepcio­ el contrario, se dieron pasos de gi­
gante a lo largo de estos diez siglos, y
nal, aunque sea relativamente tardío74. Consta de un conjunto de diez
para la propagación de las luces y
tablillas recubiertas de cera, unidas por ligaduras de cuero (que hoy para el desarrollo de las facultades
han desaparecido) y protegidas por dos tapas de encuadernación. Posi­ intelectuales...» (G. de S t a El, De la
blemente, el texto correspondía al trabajo de un escolar del siglo VI. littérature ..., Nouvelle édition, Pa­
rís, 1991, pp. 162-163, «Garnier-
Ocasionalmente, encontramos códices en los que se ha utilizado otro Flammarion»).
tipo de soporte, especialmente el pergamino.
74 Reseña de C. H u r É en Tous les sa-
voirs du m onde ..., París, 1996, p.
52, n.° 3. .
H ISTO RIA DEL LIBRO

13* Generalización del codex

El codex no se impuso por completo en la Roma imperial, ya que


permanecía como libro el volumen sobre papiro, mientras que el per­
gamino y el codex sólo servían para los trabajos más rápidos y sobre
todo breves, anotaciones o esbozos. Así, la generalización del codex
no se produjo hasta los siglos III y IV. La piel (de carnero) era tratada
para servir como soporte de escritura, siendo más tarde plegada, una
vez copiado el texto, una o dos veces para formar un cuaderno75. Los
cuadernos unidos unos a continuación de otros eran en seguida cosi­
dos entre sí y pasaban a situarse en una encuademación. Se trataba
del libro bajo la forma que hoy conocemos. Entre las principales ven­
tajas del pergamino con respecto al papiro destaca la posibilidad de
ser utilizado por los dos lados (en contraposición, resulta más difícil
de enrollar). Con el codex, la encuadernación también se desenrolla.
Los primeros ejemplos que conocemos son de origen egipcio: los
cuadernos se cosían entre sí y se fijaban a sus tapas, constituidas por
dos tablillas de madera76. En Occidente las técnicas de costura eran
muy diversas, pero se basaban normalmente en el tipo de las dos per­
foraciones de hilo.

D istrib u c ió n de lo s lib r o s c o n se rv a d o s según su fo rm a m aterial, s ig lo s i a l v


.
(según R o b e rt M a r ic h a l, a rt. citado, p 4 6 )

M anuscritos grie g o s M an uscritos latinos


Siglo s______ Volúm enes_____________ Codex Volúm enes__________ Codex

I . 450 99% ■' 4 1% 5 83% ' 1 17%


III 442 71% 179 29% 17 90% - * 2 10%
75 El cuaderno designa al conjunto de V 11 4% 233 96% 0 0% 43 100%
hojas constituidas por una sola lá­
mina de pergamino o de papel co­
piado o prensado, que es inmediata­
mente plegado. Dejando a un lado los papiros egipcios, los manuscritos más antiguos
76 Placa de madera que forma las tapas que se conservan hasta hoy se remontan a la época de la generaliza­
de la encuadernación.
ción del codex. Tal es el caso de un codex de La ciudad de Dios que
77 Conservado hoy en Verona. podría ser contemporáneo de san Agustín (354-430)77. El Codex
78 Roma, Biblioteca Apostólica Vaticana^ Vaticanus data de mediados del siglo IV, y muestra el texto griego de
Vat. gr. 1209.
La Biblia78. Se conserva igualmente en codex un tratado de agrimen­
79 Corpus agrim ensorum . Romanorum , sura del Bajo Imperio Romano, escrito en uncial y acompañado de
Wolfenbüttel, HAB Cod. Guelf. 36.
23 Aug. fol. (Italia del Norte, siglo V i).
muchas pinturas entre las que se encuentra quizá el retrato del propio
Este. Codex Acerianus, en principio autor75. La Vulgata de San-Gall, sobre dos columnas, fiie seguramen-
integrádo en las colecciones de Bob- te copiada en vida de san Jerónimo. Ya en el siglo V, el codex había
bio, pasó en seguida a la biblioteca sustituido definitivamente al volumen, como lo demuestran las esta­
de Petrus Scriverius en Holanda, en
la que en el siglo XVII pasó a entrar dísticas de Robert Marichal.
en los fondos de Wolfenbüttel.

39
FRÉDÉRIC BARBIER

1o4o Consecuencias de su Invención

La invención del codex fue de extrema importancia para el futuro de la


civilización escrita, ya que hizo posible todo el desarrollo futuro del tra­
bajo intelectual sobre documentos escritos. El codex estaba dividido en
elementos parecidos (los pliegos, compuestos cada uno de ellos de dos
páginas), prestándose bien a la consulta parcial, y se le podía, a continua­
ción, superponer un sistema de referencias que facilitase esta consulta (la
paginación). Desde el punto de vista de su uso inmediato, se podía con­
sultar el codex tomando anotaciones, lo que permitía abandonar la lectu­
ra oral80 para privilegiar el trabajo individual en silencio. Finalmente, se
ordenaba el codex sobre dos tablillas, el lomo81y la cara del libro que por­
taba su título, que facilitaba su identificación. La unión entre el codex j la
minúscula dio lugar a un poderoso útil intelectual, desconocido hasta
entonces. Sin embargo, durante siglos estas modificaciones se quedaron
en meras potencialidades. Sin embargo, las formidables capacidades del
codex no fueron explotadas en su totalidad hasta el siglo XVI, dos genera­
ciones después de Gutenberg; su capacidad satisfacía la doble tendencia
de la masificación documental y del desarrollo de los sistemas de referen­
cias, y sólo encontraría una materialización completa cuando se produje­
ra la multiplicación de los libros que la imprenta permitiría.
El codex fue el primer soporte de la cultura escrita en Occidente
durante casi dos milenios. Resulta asombroso el gran desfase entre la ten­
dencia en general catastrófica del siglo IV occidental y la gran invención
que supuso el codex. Es posible que la masiva entrada en escena de los
nuevos recién llegados (los germanos, y más tarde los eslavos) viniera
acompañada de innovaciones técnicas de importancia, como se puede
constatar en el terreno metalúrgico. Como es sabido, las grandes innova­
ciones suelen surgir en los núcleos de contacto entre dos civilizaciones,
allí donde se facilitan los procesos de préstamo cultural. También es posi­
ble que en época de crisis se hubiera buscado un procedimiento de fabri­
cación que permitiera producir más informaciones (de texto) a menor
coste:, y éste es el caso del codex. Pero, en última instancia, hay que reco­
nocer que no tenemos una explicación plenamente satisfactoria que nos
diga el porqué de su invención. 80 Lectura en voz alta, murmurada o
simplemente acompañada del movi­
miento de los labios.
81 Lomo: parte de ja encuadernación
correspondiente a la costura de los
cuadernillos y opuesta a las guardas.
El lomo puede estar constituido por
«nervios» (dando la apariencia de
unos nervios) o «a la griega» (los
nervios se camuflan en el espesor del
lomo).

40
H ISTO R IA DEL LIBRO

2„ LA IGLESIA PRIMITIVA Y LOS LIBROS

2,1, La herencia antigua

Aunque las bibliotecas y las colecciones de libros eran abundantes en


la Antigüedad clásica, no se han conservado más que ciertos vestigios.
Los manuscritos antiguos sólo nos han llegado en un número muy
reducido, ya que sus condiciones de conservación82 no lo han permi­
tido, muchos fueron destruidos, y porque el reemplazo de los libros
enrollados por libros encuadernados supuso el abandono y la des­
trucción de los primeros. Los paganos, más aferrados a la cultura clá­
sica, habían privilegiado el volumen y el papiro, ambos más difíciles
de conservar que el codexy el pergamino, y sin duda un gran número
de textos debió desaparecer, ya que el cambio al nuevo soporte (el
libro plegado y encuadernado) no se extendió de manera unánime.
Así, los volumina que eran juzgados como muy viejos o menos inte­
resantes no fueron copiados de nuevo. Este fenómeno de pérdida
también se produjo en las épocas en las que se vivieron grandes trans­
formaciones técnicas, cuando el soporte mayoritario era abandonado
en beneficio de un soporte nuevo. Así sucedió cuando se inventó la
tipografía en.caracteres móviles (un cierto número de textos manus­
critos no serían impresos), como también en el caso de los procedi­
mientos de reproducción del sonido83. También se sigue produciendo
hoy con la irrupción de los nuevos medias.
En los siglos IV y V, los personajes importantes del Bajo Impe­
rio Romano solían ser letrados que conocían bien la literatura clásica,
se convirtieron al cristianismo y ocupaban a veces puestos importantes
en la jerarquía eclesiástica. El modelo materializado de estos persona­
jes fue Sidonio Apolinar, obispo de Clermont, pero también se men­
82 La sequedad del ambiente y la pre­
cionaría a san Jerónimo (331/348-419/420). Original de Panonia
sencia de arena explican que los (Stridon), Jerónimo contaba con una excelente formación literaria.
principales testimonios de que dis­ Fue alumno de Donato en Roma, ciudad en la que se convirtió al cris­
ponemos vengan de Egipto: en el tianismo y se hizo bautizar. No sería hasta después de una peregrina­
oasis de Oxirrinos en El Fayum han
sido descubiertos unos papiros que ción a Jerusalén (hacia 373) que cambiará su vida hacia el ascetismo,
dan cuenta del Evangelio de San en el desierto de Siria. Convertido en sacerdote (379), y más tarde
Juan del siglo II; también en Toura, secretario de Dámaso en Roma, Jerónimo se retiraría a Belén en 384,
cerca de El Cairo.
y es allí donde acabó la mayor parte de su obra intelectual84. San Beni­
83 En el siglo XIX: muchas piezas musi­ to de Nursia (hacia 480-hacia 547), hijo.de ricos propietarios y funda­
cales cuya música es copiada o im­
presa a fin de ser tocada por aficio­
dor de Montecasino y de la orden benedictina, constituyó otra de las
nados jamás fueron grabadas. grandes figuras de estos notables letrados cristianos. No resulta extra-
84 Der Neue P au ly.Stu ttgart, Wei- ño, pues, que la Iglesia, única estructura coherente durante el hundi-
mar, 1998, t. V, col. 548-551. miento del mundo romano, hubiera sido la principal mediadora gra-

4i
FRÉDÉRIC BARBIER

cias a la cual nos ha llegado la mayor parte de lo que hoy se conserva


en cuanto a la literatura antigua. El hecho de que la Iglesia cristiana
hubiera adoptado el latín como lengua oficial constituye también un
aspecto fundamental para la herencia de la tradición antigua y para la
difusión del latín, y en esta época las regiones recién cristianizadas
jamás formaron parte de la Romania (Germania transrenana, Bohe­
mia, Polonia, parte de Hungría y Escandinavia).

Claro está, la transmisión de la herencia antigua no fue todo, sino


que la mayoría de las colecciones que se formaron en la cristiandad
primitiva giraba en torno al tema religioso. Es sabido que los manus­
critos del mar Muerto, descubiertos desde 1947 en las cuevas de
Qumran, son los vestigios de la biblioteca cuya riqueza alcanzaba
’ unos ochocientos volum inay que pertenecía a una comunidad «segu­
ramente esenia» (como afirma Colette Sirat) establecida allí entre el
siglo II a.C. y los años 68-70 de nuestra era. Se trataba de textos casi
exclusivamente religiosos: textos bíblicos y comentarios de la Biblia,
plegarias, reglas, crónicas, etc.
Pronto los apóstoles comenzaron a preocuparse por transmitir el
mensaje de Cristo, y la fundación de las primeras iglesias cristianas
vifio acompañada de un trabajo de correspondencia y escritura de
documentos, a menudo conservados sobre una pieza específica. El
apóstol Pablo viajaba con su documentación y sus libros (al parecer,
códices), ya que en 67 pidió a Timoteo que se los llevara una vez que
él fue arrestado y encarcelado:

Intenta venir cerca de mí [...]. Sólo Lucas está conmigo [...]. Toma a Mar­
cos y tráele contigo [...]. La casaca que he dejado a Troas, en casa de
Carpo, tráela cuando vengas, como también los libros, sobre todo los per­ 85 II epístola a Timoteo, IV, 9 a 13.
gaminos...85
86 Génesis, Éxodo, Levítico, Números,
Deuteronomio.
El texto central de la Iglesia es la Biblia, cuya tradición es muy com- 87 Los libros históricos y los Profetas
pleja. El canon judío (masorético) fue fijado por el sínodo de Yebnah propiamente dichos: de Josué a Ma-
(90-100 d.G), y comprende la Ley (la Tornh: el Pentateuco86), los laquías.
Profetas (Nebi’im 87J y los Escritos hagiográficos (Kethoubim^). La 88 El manuscrito más antiguo de la Bi­
traducción en griego de los Septante engloba otros siete libros: Tobí­ blia hebraica completa que se con­
serva hasta hoy es el Codex leningra-
as, Judith, Sabiduría de Salomón, Eclesiastés, Baruch I, Macabeos I y densis, y data de 1008.
II (los libros deuterocanónicos), y este conjunto definido por los cris­
89 Las Iglesias protestantes no recono­
tianos como canónico sería confirmado por el Concilio de Trento89. cen los siete libros deuterocanóni­
Otros libros no han pasado a formar parte de este grupo, cuyos pseu- cos.

42
H ISTO RIA DEL LIBRO

doepígrafes son reconocidos por ciertas Iglesias orientales. El canon


del Nuevo Testamento recoge dos conjuntos: el primero trata sobre la
vida de Jesús (los cuatro Evangelios), el segundo, sobre la organiza­
ción de la Iglesia primitiva (los Hechos de los Apóstoles y un impor­
tante compendio de cartas). El Apocalipsis de Juan constituye un libro
aparte que cierra el conjunto.

2.3» Las primeras bibliotecas cristianas

Se conoce la existencia precoz de bibliotecas cristianas en las Iglesias


orientales, en Corinto (en el siglo II), Alejandría y Jerusalén90. Deste­
rrado de Alejandría en 231, Orígenes fundaría en Cesárea de Palesti­
90 Artículo «Bibliothéques» (por J. de
na una biblioteca (hacia 185-253) que pasaría a ser, con sus 35.000
Ghellinck, S. J.) en el D ictionnaire libros, el principal centro intelectual de la cristiandad de los primeros
de spiritualité ascétique et mystique, t. siglos. El mismo se dedicó a trabajar sobre el Antiguo Testamento,
I (París, 1937), columnas 1589 yss. aplicándose a comparar las diferentes versiones, que dispuso en seis
91 Sus columnas dan sucesivamente: el pilares (los Hexaple91). Por su parte, Eusebio Pánfilo (265-309),
texto hebreo no vocalizado, la tra­
autor de la gran Historia Eclesiástica, fue elegido obispo de Cesárea en
ducción griega de la Aquilación
(135 a.C.)> la traducción de Sum- 313. Trabajó en la organización del texto de los Evangelios, que sub-
maque (hacia 200), la de los Septan­ dividió en epígrafes y sobre los cuales emprendió un estudio compa­
te (hacia 200 a.C.), la de Teodora- rado (Evangelios sinópticos}, pero también enriqueció considerable­
ción (hacia 180 a.C.), y finalmente
mente la biblioteca, e instauró su catálogo92. Es también a Cesárea
la transcripción del texto hebreo en
alfabeto griego (con vocalización). adonde acudiría Hilario de Poittiers (muerto en 367) en el curso de
Los Hexaple fueron publicados por su exilio, como también a los copistas de Cesárea se dirigiría el empe­
primera vez por Dom Bernardo de rador Constantino para hacer fabricar los cincuenta ejemplares de la
Montfaucon (1655-1741) con L.
Guerin en París (1713), con el aña­
Biblia destinados a las iglesias incipientes de su nueva capital, Cons-
dido de una traducción latina y del tantinopla.
texto de la Vulgata (según E Albari- Los fondos de Constantinopla no tardaron en cobrar una gran
co). importancia. En Occidente, la Iglesia de Roma contaba con archivos
92 Isid oro de S evilla , VI, 6 ,1. y con una biblioteca muy ricos, que desaparecieron durante la perse­
93 Dos grandes consecuencias del acon­ cución de Diocleciano (310-311), la cual se aplicó expresamente a la
tecimiento de 410 fueron, por un persecución de libros cristianos. Sin embargo, el edicto de Milán
lado, que un número considerable de
eruditos romanos se refugiaron en
instauró la libertad religiosa en el Imperio (313) y, rápidamente, el
Africa, que se convirtió por un tiem­ aumento bibliográfico continuó, hasta el punto de que Dámaso I
po en un centro de conservación de (367-384) tuvo que levantar un edificio para los archivia de la Igle­
la cultura antigua (san Agustín co­ sia. Jerónimo hablaba de investigaciones que no podía llevar a cabo
menzó a publicar La ciudad de Dios
en 413); por otro lado, el obispo de
mas que en el chartaceum romanae ecclesiae (los archivos de la Iglesia
Roma se convirtió en uno de los per­ de Roma). En el curso de sus viajes copiaría en Treveris dos libros de
sonajes decisivos de la Iglesia. Junto a Hilario y trabajaría profusamente en las colecciones romanas (382-
la de Roma, existían otras grandes 385). Con las invasiones bárbaras de 410 y la toma de Roma por los
colecciones de libros y archivos en
Occidente, que se sitúan en torno a visigodos y Alarico sobrevino una nueva catástrofe93. Los fondos se
Milán, Tréveris, Cartago, etc. reconstituyeron a lo largo del siglo V. El papa Agapito hizo construir

43
FRÉDÉRIC BARBIER

una nueva biblioteca (535-536) y colaboró con Casiodoro (hacia


485-580), antiguo canciller deTeodorico, quien fundó un centro de
conservación e investigación. Se trataba de la biblioteca del monas­
terio de Vivarium94, que se conoce gracias al texto de las Institutio-
nes95 y que fue la primera colección que tuvo disponible la versión
completa de la Biblia en latín bajo una forma reagrupada (con ante­
rioridad había que consultar los diferentes volúmenes de cada libro):

El Codex grandior proporcionaba una traducción hecha sobre la Septan­


te y revisada por Jerónimo; la que Jerónimo había hecho directamente
del hebreo, la Vulgata, ocupaba [...] el otro manuscrito. (Pierre Petit-
mengin)96.

Por otra parte, en Vivarium se trabajaba en la reorganización del


texto sagrado, con la división en capítulos (capitula) numerados, un
sistema que estaría en uso hasta la reforma parisina del siglo XIII.
Vivarium no dio señales de perdurar tras el destrone de Casiodoro, y
la biblioteca habría sido transportada a Roma -o la futura Vaticana-,
instalada en el palacio de Letrán, recobrando una gran importancia a
partir del pontificado de Gregorio Magno (590-604).

3. EL MONACATO 94 Sede fundada en 546 cerca de Es­


quiladle, la antigua Skylletion (en
Calabria).
3.1. ES monacato oriental 95 Cassiodori senatoris Institutiones , ed.
R.A.B. Mynors, Oxford, 1937.
Gran parte de la tradición escrita nos ha llegado gracias a las órdenes, 96 Se sitúan tres ejemplares de la Biblia
en Vivarium, los tres desaparecidos:
comenzando por los eremitas y monjes orientales de principios del
el primero, en nueve volúmenes
siglo IV. El primero de ellos, Antonio (f356), se estableció en el desier­ subdivididos en 71 libros; el segun­
to y fundó la tradición eremita, antes de que Pacomio (f346) estable­ do, que transmite el texto de san Je­
ciese una primera comunidad organizada y regulada en el Alto Egipto rónimo en 636 láminas; el tercero,
el Codex grandior, transmite la vetus
en 325. Ambas fueron secundadas por muchas otras fundaciones. Pese latina en 70 libros y 760 láminas.
a que estos «Padres del desierto» vivían en la más absoluta austeridad, el Este último manuscrito sirvió de
libro no faltaba en este ambiente de ermitaños y monjes que llevaban a modelo para el Codex Amiatinus,
cabo, algunos de ellos, una labor de copistas. Lo normal era que en el copiado en Roma en el siglo VI,
ofrecido al papa por Ceolfredo
desierto no se poseyera mas que un manuscrito, rara vez varios, y los (690-7i0), abad de Wearmouth-Ja-
temas giraban exclusivamente en torno al tema religioso: la Biblia, rrow, e ilustrado con una pintura
sobre todo el Nuevo Testamento y el libro de los Salmos, con comenta­ que representa a un escriba traba­
rios, pero también los Apotemas de los Padres del desierto, etc. jando (quizá el retrato del propio
Casiodoro). El Codex Amiatinus se
Casiano, que se hizo monje en Belén, vivió en el Bajo Egipto conserva hoy en la Biblioteca Lau-
entre 385 y 400, en donde redactaría sus Instituciones y sus Conferen- renciana de Florencia.

44
HISTORIA DEL LIBRO

rías, cuya influencia sería capital para los fatutos establecimientos


monásticos en Occidente (Provence). La tendencia al aumento de las
bibliotecas conservadas en las celdas fue juzgada negativa:

Los profetas escribieron libros, más tarde vinieron nuestros Padres a


ponerlos en práctica. Los que vinieron tras ellos los aprendieron de
memoria. Luego ha llegado la generación presente, que los ha copiado y
situado, de manera descuidada, en los vanos.. .97

Determinados textos inducen a pensar que la regla imponía en sí la


consagración de una parte regular del día a la lectura de las Escrituras
(la lectio de la Biblia y sus comentarios), a la vez que el cargo de
bibliotecario iba apareciendo en las primeras comunidades (en Africa
desde 423) y que la práctica de la lectura en común se iba difundien­
do. Estas disposiciones se hicieron más evidentes en los siglos V y VI,
cuando la regla de Pacomio prescribía que el monasterio había de
poseer una biblioteca bien cuidada (hacia 400). La biblioteca de
Santa Catherina del Sinaí, monasterio fundado por Constantino
hacia 530, constituye un caso particularmente célebre.

3.2» En Occidente

Bajo la influencia de la Iglesia oriental fueron apareciendo poco a


poco los primeros brotes del monacato en Occidente y la Galia. En
esta última región, el esquema que se siguió fue, primeramente, el de
97 Série des anonymes ..., Solesmes- la progresiva reunión de «solitarios» en torno a la figura de un maes­
Bellefontaine, 1985, n° 285 (cita­ tro. Martin98 (f429) fue el origen de Ligugé y Marmoutier, Honora­
do por L. REGNAULT, La Vie quo-
to (t429) atrajo un grupo de eremitas a Lérins a finales del siglo IV...
tidienne de Peres du désert en
Égypte au IV' siecle , París, 1990, p. Por tanto, a fines del siglo V estos primeros hogares religiosos pasaron
106). a ser focos intelectuales que contaban con ricas bibliotecas: Lérins
98 Cuya vida será redactada por Sul- (con Vicente de Lérins y Faustus de Riez), Arlés (Cesáreo), Autun
picio Severo. (Avito), Burdeos (Paulino de Pella). La gran oleada de fundaciones
99 Destruido por los sarracenos en data de los siglos VI y VII, con establecimientos en Sóissons, París,
883, el monasterio resurgió a par­ Limoges, Poitiers, Luxeuil, Chelles, Corbie, Saint-Vaast-d’Arras,
tir de finales del siglo X , llegando a
su apogeo cuando tres de sus aba­
Saint-Bertin y Saint-Amand, y más tarde Saint-Benoít-sur-Loire,
des fueron elegidos papas: Etienne Jumiéges, Jouarre, Rueil, Stavelot, Malmédy, etc. La regla benedictina
IX, Víctor III y Gelasio II. se difundió a partir de Montecasino (fundado hacia 529"): la lectio
100 Lectura de la Biblia y sus comen­ divin a 100 ocupaba aproximadamente cuatro horas en la jornada. Las
tarios, sobre todo los de los Padres reliquias de san Benito fueron transferidas por Aigulfo desde Monte-
de la Iglesia, pero también lectura casino, arruinado, hasta Fleury-sur-Loire hacia 673, y la influencia
de los tratados de Casiano, de los
Vitae Patrum ( Vida de los Padres) y de la regla comenzó a extenderse por la Galia. La copia de manuscri­
de las Reglas de Basilio. tos se hizo allí cada vez más asidua.

45
FRÉDÉRIC BARBIER

St-Bertm Sf Anlímri

* St-Vaast
Rouen » Corbie
St Wandrille
Soissons _ e Laor>
liinii^cjos S i'j.n is , 0 R finis

Tours St-Bcnoit
luu,b ° Auxerre
Noirmouticis 0

L —C.J.X.-.». V;¿ y ¿ g ¡ ¡ - .^

:» -_ Lérinc
■'■...... •• ..... ........ .......................... .
MKI

M on asterios y escu ela s ca ted ra licia s: croq u is d e loca liz a ción d e


los p rin cip a les scrip toria en la Galia, siglos VI-X (los límites geo­
gráficos son los de la actual Francia continental).

En los siglos VI y VII, Italia se convirtió en escenario de grandes fun­


daciones. Ya hemos mencionado Montecasino y Vivarium, pero tam­
bién cabría citar Farfa, etc. Por otra parte, desde finales del siglo VI se
desarrolló un movimiento de evangelización muy poderoso a partir 101 Las islas Británicas fueron cristia­
nizadas desde Roma a finales del
de Gran Bretaña e Irlanda101. Colombino (hacia 543-615), que reci­ siglo V .
bió su formación en Bangor102, fundó el monasterio de lona (en las 102 Sede fundada hacia 559 por san
Hébridas), y, más tarde, en el continente, Luxeuil y Bobbio (612). Comgall, destruida por los dane­
Sus seguidores continuaron con su obra (en 657-661, Corbie es una ses en 824. El único vestigio de la
hija de Luxeuil) y, con Bonifacio, la extendieron a la Germanía. De actividad del primitivo scriptorium
es el Antifonario de Bangor (hacia
este modo, la adhesión del mundo germánico y, poco después, de 685), que se conserva en la Biblio­
gran parte del mundo eslavo, se hizo de la mano de la cristianización teca Ambrosiana de Milán.
ligada a la escritura. En Alemania esto se tradujo en las grandes aba­ 103 Códice Sangallenses, Sigmaringen,
días de Echternach, Saint-Gall103, Constance y Reichenau, pero tam- 1995.

46
HISTORIA DEL LIBRO

bién de Fulda. Los monjes de Corbie fundaron Corvey, sobre el


Weser, y cristianizaron la antigua Sajonia, quedando abierta la ruta
del Norte. Se crearon obispados en el mar del Norte (Hamburgo, y
más tarde Bremen), a partir de los cuales los misioneros recorrieron
Escandinavia y la Báltica.
En un mundo dominado casi exclusivamente por lo oral, los
monasterios constituían el único refugio de la cultura escrita y de la
tradición antigua. Las principales reglas monásticas prescribieron la
consagración de una parte de la jornada a la copia de libros en los
scriptorium (taller de los escribas). Cualquiera que fuera la zona geo­
gráfica, en las nuevas casas religiosas se organizaron talleres de copis­
tas, se edificaron bibliotecas y los libros comenzaron a expandirse a
mayor escala y a una mayor velocidad.

4„ EL RENACIMIENTO CAR0L1N6IG

401» Larenowatio imperii

Al abierto mundo antiguo le sucedió el mundo estancado de la Baja


Antigüedad -tanto en el terreno económico como en el político, y
especialmente en el demográfico- , un mundo encerrado en sí
mismo y en el que la práctica de la escritura retrocedió de manera
considerable. Más tarde comenzaron a desarrollarse los numerosos
tipos de escritura local, siguiendo los modelos «erróneos» con respec­
to a la evolución dominante. En suma, la escritura se bifurcó, y sus
modelos comenzaron a multiplicarse a partir de los dos arquetipos de
la uncial y la semiuncial. Ejemplo de ello fue la escritura insular, así
llamada porque su lugar de origen fueron las islas Británicas,
El progresivo cambio de dinastía (de los merovingios a los carolin-
gios), y más aún, la renovatio imperii (restablecimiento del Imperio)
dirigida por Carlomagno a fines del siglo VIII, vinieron acompañados de
una profunda reorganización de la Iglesia, que se apoyó en los monaste­
rios (en los que se intentó generalizar la regla benedictina) y en el papa­
do. A la par, se llevó a cabo un considerable esfuerzo en los terrenos de
la lengua (un retorno a la latinidad clásica), de la enseñanza, de la con­
servación de textos antiguos y en el de la propia escritura. Carlomagno
supo rodearse de intelectuales, haciendo venir junto a él a Pablo Diacro
y Pablo de Pisa de Italia, al igual que Alcuino, antiguo director de la
escuela capitular de Cork. Teodolfo se refugiaría en la corte de Aquis-
grán tras la invasión de España por los musulmanes. El movimiento se

47
FREDÉRIC BARBIER

... ; v..

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1f.x p ahíot op p|c so fcuj^srAííti^i^íOvsirir ^sc^w'opveis7pscy¡fo<¡5¡j
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»l*CCXp¥lCS«5pe«K <>irfifi? pic IxW'tlí ■n:his„ í
iE\0,N-X'5Íl-,l ,A.OU^ escjéjí.rs'o.jíTn-'.fKjfc, ^ 4 fí" ^
SníS«i.opiU'fS ct,ifitaS$$ '

Crónicas de Ensebio y San Jerónimo. Siglo VII. El texto está escrito en uncial y está compaginado en dos columnas en
las que la justificación del margen derecho no es rigurosa. Existen pocas abreviaturas. Es preciso señalar las cuatro
líneas en mayúsculas de mayor tamaño que, al principio de la última columna, marcan el final del prefacio.

48
H ISTO RIA DEL LIBRO

R ecopilación de textos d e Casiodoro, De Anima, etc. Siglo IX. El texto lia sido copiado en una escritura parecida a la
minúscula Carolina. Aunque las palabras no están claramente separadas, se aprecia la presencia de un sistema de
puntuación y la oposición entre las minúsculas del texto y las mayúsculas a principio de Érase. Se marca una pausa
mayor, en la página de la derecha, por la presencia de un párrafo marcado por un título rubricado {Recapitulado
XVÍ) y la inicial P. (Biblioteca de Valenciennes, manuscrit 294).

49
FREDÉRIC BARBIER

apoyaba en la fundación de la escuela de Palacio104y otras importantes


escuelas episcopales (Lyon, Reims, Soissons, Laon, Maguncia, Colonia),
así como en la actividad de los grandes abades: Saint-Martin-de-Tours,
Luxeuil, Corbie y aun Fleuri-sur-Loire105, Fontenelle (Rouen), Saint-
Riquier y Saint-Bavon (Gand). En la parte oriental del Imperio, la Ger-
manía, fueron las casas fundadas por Bonifacio las que se encargaron de
difundir la reforma: Fulda, con el abad Raban Maur, que había sido dis­
cípulo de Alcuino, y más tarde Reichenau, con Walafredo Estrabo, que
a su vez fue alumno de Raban Maur106.

Es fácil de comprender por qué la empresa de restauración inaugurada


por Carlomagno se apoyó en una sistemática organización y reestruc- ^ Dirigida por Aquino, y donde se
turación del mundo escrito que pasaba por la lengua, las formas de estudiaba el trivium (gramática,
escritura, la naturaleza de los textos y la organización de su difusión. retórica y dialéctica), el quadri-
vium (aritmética, geometría, mú­
Desde la perspectiva de la renovatio, resultaba lógico que ésta se agarra­
sica, astronomía) y la teología. So­
se a la. pureza del latín clásico como elemento capaz de facilitar la res­ bre las circunstancias de estos
tauración de la Romanía imperial. Por otra parte, el scriptorium de San fenómenos, véase P. Wolf, L’éveil
Martín de Tours107puso en marcha una nueva escritura, que combina­ intellectuel de l ’Europe, París, 1971
(«Histoire de la pensée européen-
ba la facilidad y rapidez de ejecución con una perfecta visibilidad: la
ne», 1).
minúscula Carolina, inspirada directamente en la minúscula primitiva
Teodolfo, obispo de Orleans y
romana y en la uncial, de las que se eliminaron todos los elementos abad de Fleury a comienzos del si­
parasitarios (ligaduras108, decoraciones, abreviaturas excesivas, etc.)109. glo IX. ¡
En muy pocas décadas se adoptó en todo el mundo occidental. 10^ Es en Fulda donde se formó Egi-
La escritura separaba unas palabras de otras (lo que facilitó la lec­ nardo (775-840), originario de la
tura silenciosa), las abreviaturas se volvieron excepcionales, comenzó a región del Main, antes de venir a
la corte de Carlomagno, donde re­
insinuarse una cierta puntuación, etc. La minúscula Carolina se difun­
dactaría la Vita Karoli (Vida de
dió a partir de los scriptoria de los grandes monasterios, en Francia Carlomagno).
occidental, Italia y las nuevas abadías de Alemania, cobrando especial ^ E. K . R a ND,Studies in the script o f
auge bajo el abad de Alcuino (f804). De este modo, el programa del Tours, I [II], Cambridge (Mass.),
Renacimiento carolingio ilustra como ninguno la estrecha relación 1929-1934, 3 vols.
que existía entre las exigencias políticas, las formas culturales y la orga- 108 Un grupo de letras ligadas designa
nización del sistema de difusión de los medias. Al mismo tiempo, se un grupo de letras escritas juntas.
Las ligaduras se encuentran en la
pretendía reformar y unificar la liturgia, definiendo los «libros católi­
tipografía: la esperlueta (&) era en
cos» en los que había de inspirarse la verdadera fe. Así, se llevaron su origen una ligadura y ; las liga­
muchas revisiones de la Biblia a Corbie (722-781), y más tarde aTeo- duras son frecuentes para los gru­
dolfo de Orleans (hacia 800) y a Alcuino. El sistema que tendía a pos ff, st, fi, etc.
imponerse era la de las Biblias rotativas, cuya copia se llevaba a cabo, 109 El primer ejemplo de ello lo cons­
sin duda, a través de ciertos manuscritos difundidos por el Imperio. tituiría sin embargo la Biblia del
abad Maurdraumne de Corbie,
Aunque se hayan estimado en 9.000 el número de manuscritos hacia 775 (hoy en la Biblioteca
carolingios que se conservan hoy (cifra que nos aproxima al volumen Municipal de Amiens).

50
HISTORIA DEL LIBRO

110 Hemos de subrayar el papel del del trabajo de copia de la época), el codex siguió siendo un objeto raro
concilio de Constanza para los tra­ y costoso, y las bibliotecas más ricas contaban con algunas decenas de
bajos de los humanistas italianos.
La búsqueda de manuscritos anti­ los mismos, que rara vez sobrepasaban los cien volúmenes. Por otra
guos se emprendió en Italia a prin­ parte, la minúscula Carolina era una escritura fraccionada y no cursi­
cipios del siglo XIV, pero, se reacti­ va, y el aspecto oral continuaba siendo dominante entre las prácticas
vará durante el desarrollo del de lectura. Pero junto a estas estructuras arcaicas no podemos subes­
concilio, en el curso del cual nu­
merosos humanistas formaron par­ timar la importancia del Renacimiento carolingio. Fue en los manus­
te del círculo de los prelados y des­ critos carolingios donde los humanistas italianos descubrieron la lite­
cubrieron la riqueza de las ratura clásica, sobre todo a partir del siglo XIV110, y la minúscula Caro­
bibliotecas alemanas (Saint-Gall).
lina se convirtió en la fuente de inspiración para creación de su pro­
Así, de Poggio Bracciolini (secreta­
rio de la Curia pontificia, y más pia escritura (aparte de los primeros caracteres tipográficos romanos).
tarde canciller de la Señoría de Flo­
rencia, 1380-1459) y de Cincio
Romano, quien escribió en 1416:
«En Alemania hay numerosos mo­
nasterios cuyas bibliotecas están 5. FO RM AS DEL LIBRO Y PRÁCTICAS DE LECTURA
; llenas de libros latinos. Esto me
hizo alimentar la esperanza de que
ciertas obras de Cicerón, Varron,
Tito Livio y otros grandes hombres
5.1. La fabricación del libro
de cultura, que parecen haber de­
saparecido por completo, puedan Hasta el siglo XI, el trabajo de fabricación de libros se llevó a cabo casi
volver a la luz si se emprende una exclusivamente en los monasterios y en otras moradas religiosas.
• minuciosa búsqueda de ellos...»
(L. BERTALOT, «Cincius Romanus La preparación de la piel de pergamino duraba varios meses y se
und seine Briefe», en Quellen und hacía en un taller especializado del monasterio (más tarde, este traba­
Forschungen aus italienischen Ar­ jo sería prerrogativa de los pergamineros): tratamiento a la cal viva,
chiven un d Bibliotheken, XXI, lavado, grabado, etc. Al margen de la calidad de la piel111 y de la per­
1929-1930, pp. 222-225. Véase
también L. D. REYNOLDS, L. G. fección del trabajo, se distinguía siempre en el pergamino el lado del
W lL S O N , éd., D’H omere a Erasme; pelo del lado de la carne (más liso y a menudo más claro). El perga-
la transmisión des classiques grecs et minero pasaba a cortar la piel en hojas: el borde de las hojas era dibu-,
latins, París, 1984).
jado con mina de plomo o con punta seca sobre la piel, y lo que
1 i 1 Vitela: pergamino obtenido a par­ sobraba era recortado. El cálculo (que condicionaba directamente el
tir de la piel de ternero no nacido
(nacido muerto), que constituye
formato del libro»2) se hacía de tal manera que se perdiera la menor
un soporte de escritura particular­ materia posible, una vez fijado el coste de dicho libro113. A continua­
mente liso y fino. ción, las hojas pasaban al scriptorium, último lugar del proceso, como
112 El formato designa la indicación lo describe Hildebert de Lavardin (1055-1133):
normalizada del número de veces
que ha sido plegada cada hoja para
Sabe usted lo que el copista suele hacer. Primeramente, comienza por
formar parte de la constitución de
un cuaderno (in-folio: una plega­ limpiar con un raspador el pergamino para quitarle las impurezas visi­
dura, dos hojas; in-quarto: dos ple­ bles. A continuación, con una piedra pómez, hace desaparecer por com­
gaduras, cuatro hojas; in-octavo: pleto los pelos y los ligamentos. De no proceder así, la escritura no sería
tres plegaduras, ocho hojas, etc.).
de buena calidad ni podría durar mucho tiempo114.
113 En el siglo X lll, el empleo de un
pergamino más fino permitió re­
ducir considerablemente la altura La escasez y el alto coste del soporte explican que, llegado el caso, se
de los volúmenes, pero, en cual- recurriera a la técnica del palimpsesto115, consistente en borrar un pri-

5i
FREDÉRIC BARBIER

mer texto para copiar encima otro en su lugar: empapado en leche


quier caso, el consumo de piel de
durante una noche entera, el pergamino era luego tratado con piedra cordero era considerable. Se calcu­
pómez y blanqueado con tiza. la que para el Codex Sinaiticus (ha­
A continuación, el trabajo abarcaba una fase directamente consa­ cia 350) fue preciso utilizar como
grada al ajuste de la página del manuscrito con vistas a la copia, con­ mínimo 365 pieles dé cabras o de
corderos. Para una Biblia circular
sistente en el rayado de los márgenes del texto y de las propias líneas del siglo IX se habrían necesitado
con punzón o mina de plomo116. Las bases de la cuadrícula se estable­ 210 pieles.
cían con compás. El rayado podía ser más o menos complejo según 114 Biblioteca Nacional de Francia, ma­
fuera a albergar un texto simple o en verso, una disposición en líneas nuscrito latino 3239, f 5 140-141,
anchas o en columnas, con glosas marginales o interlineales117, con citado en Le livre, 1972, n° 53.
espacios reservados a la iluminación o la ilustración, etc. Finalmente, 115 El jesuita Angelo Mai (1782-
1854), escritor de la Biblioteca
la hoja pasaba al taller de los copistas y después, si así se requería, al de
Ambrosiana de Milán en 1813,
la rotulación118, la iluminación y la encuadernación. Hemos podido fue nombrado prefecto de la Vati­
identificar ciertos talleres de encuadernación ligados a sus casas cana en 1819, alcanzando el cargo
monásticas gracias al estudio de los grabados que utilizaban para la cardenalicio en 1838. Es en Milán
y en Roma donde Mai descubrió
decoración de sus tapas. Ya se tratara de escribir, leer, rotular o pintar,
un gran caudal de textos literarios
•las condiciones de iluminación eran insuficientes, y los anteojos se hasta entonces desconocidos y que
convirtieron en un instrumento de trabajo indispensable (también se conservaban en forma de pa­
para los. lectores: el duque de Borgofia, Felipe el Valiente, era miope y limpsestos.
sólo podía leer con sus anteojos de plata dorada que le había fabricado 116 El rayado designa los trazos con
el orfebre Hennequin de Hachet). También se han conservado punzón o mina de plomo destina­
dos a guiar al escriba en su escritu­
manuscritos con una escritura muy reducida, y en cuya tapa de encua­ ra (J.-F. Gilmont). Por extensión,
dernación figuraba, por tanto, un hueco para colocar los anteojos119. es la operación que consiste en tra­
zar esta cuadrícula.
117 Por glosa se entiende el comentario
5.2. La presentación del libro del texto principal, copiado con
este último. Atendiendo a su dis­
posición, podemos hablar de glosa
Como es lógico, la presentación del libro evolucionó profundamente marginal o de glosa interlineal.
desde la época comprendida entre la generalización del codex en Occi­ 118 El término empleado en francés
dente y la aparición de la imprenta (esto es, más de un milenio). La paia «rótulo» es rubrique, que en su
disposición del texto se hacía tanto en líneas alargadas como en origen designaba a un texto escrito
en rojo; por extensión, en francés
columnas. Copiado en escritura cursiva en Alejandría a mediados del
pasó a ser el tema general sobre el
siglo IV de nuestra era, el Codex Sinaiticus albergaba el texto griego de que se reagrupan muchos artículos
la Biblia (los Septante y el Nuevo Testamento) sobre páginas de dos o de en un periódico (la rúbrica «Econo­
cuatro columnas según cada libro. Desde entonces, la tradición lleva­ mía»), que en español se correspon­
dería con «la sección». En español
ría a presentar el texto bíblico en columnas (costumbre que se habría es un término que está perdiendo
de prolongar hasta en las ediciones impresas contemporáneas)120. utilidad, al no haber encontrado,
A partir del siglo IX se expandió un nuevo modelo de presenta­ como en el caso francés, ninguna
ción de la página a un alcance cada vez mayor, modelo que combina­ aplicación contemporánea, sino
que permanece asociado a los libros
ba el texto con un comentario que podía llegar a ser muy prolijo. Los antiguos y a la Iglesia. [N. de la T.J.
mecanismos de localización del texto son un elemento capital en la
119 Biblioteca cantonal y Universidad
presentación del libro y nos informan sobre las prácticas implícitas de de Friburgo, L. 64 (reprod. Gu-
lectura y adquisición de textos. Los manuscritos medievales no pre- tenberg, 2000, GM 27).
HISTORIA DEL LIBRO

sentaban ni portada ni mención del autor o de la fecha en que fue


copiado (era raro y excepcional que el copista o el ilustrador firmase
su trabajo). Generalmente, el texto comenzaba en la primera página,
mediante la indicación de la obra de la que se trataba precedida de la
palabra Incipit [aquí comienza], a menudo rotulada. A veces, el inci-
p it se plasmaba en caracteres ornados sobre una columna e incluso
sobre una página entera. Este mismo tipo de presentación podía
encontrarse también en el interior del texto, para indicar el comienzo
de los diferentes libros (por ejemplo, los libros de la Biblia). Las sub­
divisiones internas del texto se podían marcar con letras iniciales de
un tamaño mayor, generalmente letras decoradas, y, a veces, también
mediante la rotulación expresa de las primeras líneas.

53. Ilustración y decoración

En los talleres importantes, la iluminación era una empresa especiali­


zada. El artista principal, jefe del taller, organizaba la cadena de ope­
raciones; se preparaban muchas láminas a la vez, realizándose sucesi­
vamente para las mismas el encaje del dibujo, luego el propio dibujo
(generalmente con mina de plomo), más tarde el progresivo ajuste de
los colores (algunos manuscritos sin terminar dejan ver el proceso de
120 El descubrimiento del Codex Si­ estas diferentes etapas). La imagen cumplía una doble función deco­
naiticus es en sí una novela. Anti­ rativa e informativa, pudiendo recurrir esta última a construcciones
guo estudiante de la Universidad
de Leipzig, Constantino von Tis-
simbólicas. Constituía un elemento fundamental de muchos manus­
chendorf se especializó en el estu­ critos medievales. Podemos distinguir tres modelos diferentes: el de
dio del Nuevo Testamento y em­ la ilustración, el de la inicial o letra ornada y el de la cenefa.
prendió un viaje de estudios a
Oriente Próximo en 1844. En
Santa Catalina del Sinaí descubrió — Pergamino tintado. Nos limitaremos a mencionar la utiliza­
unos fragmentos de manuscrito ción de un soporte (el pergamino) de color según una prác­
que le parecieron muy antiguos, tica conocida en la Antigüedad, que estaba presente en el
del cual logró reunir 43 láminas, Imperio bizantino y fue importada a Occidente para la reali­
estando compuesto por 129 en su
origen. El manuscrito pasó a for­ zación de manuscritos destinados al emperador. El pergami­
mar parte de las colecciones de la no en sí era tintado en color púrpura, a veces negro, y más
Biblioteca Universitaria de Leip­ frecuentemente pintado o recubierto de una hoja de oro, y se
zig. En el curso de su tercer viaje,
escribía sobre el mismo con tinta de oro o de plata. En todo
Tischendorf consiguió que el mo­
nasterio ofreciera al zar lo esencial caso, se trataba de texturas particularmente preciosas, como
de las láminas restantes, de tal ma­ la del Evangeliario de Sínope ( Codex Sinopensis), manuscrito
nera que el manuscrito, inicial­ sirio-palestino del siglo VI escrito en uncial con tinta de oro
mente en San Petersburgo, fue
vendido en 1933 a la Biblioteca
sobre pergamino púrpura121. La tintura del pergamino fue
del British Museum. practicada de manera más tardía, como se aprecia en un cier­
121 Biblioteca Nacional de Francia, to número de manuscritos imperiales alemanes de la época
suplemento griego 1286. otomana, y aun en el Evangeliario de Strahov de la biblioteca

53
FREDÉRIC BARBIER

de dicho monasterio (en Praga), e incluso en el Libro de las


Horas del duque Galeas María Sforza122, etc.

— Ilustraciones. Los ejemplos más antiguos de textos ilustrados


que conocemos hoy en día son los volumina del siglo II de
nuestra era, que generalmente trataban de temas científicos
y, más raramente, eran textos literarios123. La forma material
del rollo imponía la inserción de la imagen en las columnas
de escritura, y este sistema se transmitió a los códices de la
Baja Antigüedad. Así, en el Virgilio d el Vaticano (fines del
siglo IX)124, las pinturas se presentaban en cuadros geométri­
cos, normalmente sobre la página donde figuraba el pasaje
que ilustran. Encontramos también la imagen en una página
completa, ocupando una superficie igual a la de la justifica­
ción. Junto a las escenas narrativas, el retrato del autor consti­
tuía otro motivo bastante frecuente, siguiendo un modelo que
sería conservado en la Edad Media en los evangelistas o en los
diferentes protagonistas que aparecían en la narración (retrato
del santo cuya vida se nos narraba, etc.). Se conserva también
el Pentateuco de Tours, escrito en el siglo VII en uncial, ilumi­
nado con catorce ilustraciones a página completa125.

— Decoración. La inicial ornamentada designaba la primera


letra de un texto o de una parte del texto, y estaba presente
tanto para ayudar a la lectura (señalando las grandes pausas)
como ejerciendo de mero elemento decorativo. En un prin­
cipio sólo se distinguían por su tamaño, a veces por el uso de
un color diferente que el rotulista solía hacer alternar de una
inicial a otra. La inicial historiada (ilustrada con una pequeña
escena) apareció en el Sacramentarlo de Drogon, en Mertz, a 122 En la Biblioteca Nacional de Vie-
na.
mediados del siglo IX126. El encaje de la escena se construía
siguiendo el motivó arquitectónico de la arcada, que se plas­ 123 J. IRIGOIN , «Platón, Le banquet»,
en Mise en p a ge ..., pp. 37-39.
maba con ornamentos de muchos tipos; en la época carolin-
gia y otoniana los motivos combinaban frecuentemente 124 Vaticanus ktinus, 3225.

almocárabes y hojarascas. 125 Biblioteca Nacional de Francia,


n. a. 1. 2334 y véase Le livre, 1972,
n° 630.
126 Drogon, obispo de Mertz de 826 a
5,4o Los hábitos de lectora 855. BnF, lat. 9428 (y Le livre,
1972, n° 245). Un sacramentarlo
De entrada, el paso del volumen al codex plegado y encuadernado designa al libró utilizado por
abrió nuevas y profundas posibilidades de cambio en el terreno de la quien celebra la misa, y contiene el
canon, la consagración, las oracio­
lectura. Aunque nos vemos obligados a formular meras hipótesis, un nes (que varían cada día), a menu­
examen atento de las fornias materiales de los manuscritos nos per- do también el ordo del obispo.

54
H ISTO RIA DEL LIBRO

mite reconstituir la evolución de estas prácticas con bastante fideli­


dad. Los manuscritos de la Antigüedad y de la Alta Edad Media se
presentaban en scriptio continua,, esto es, en una escritura que no dis­
tinguía unas palabras de otras, y que no hacía uso de la puntuación ni
de los párrafos. Tanto es así que la scriptio continua imponía la lectu­
ra oral, ya fuera de forma individual como dirigida a un grupo de
auditores, o por mediación de un esclavo secretario.
Cabe pensar que la presentación del texto comenzó a mejorar a
partir del siglo VIII como consecuencia de las aportaciones bárbaras.
Para los carolingios se trataba de asimilar la cultura latina, que en un
primer momento les resultaba extranjera, para conectarse así directa­
mente con la tradición imperial que querían reanimar. Ahora bien,
los bárbaros comenzarían a hablar una lengua distinta al latín (la len­
gua vulgar, antecedente del francés o del español), y hacía falta anali­
zar el latín para poder traducirlo; de ahí la reforma de la escritura
(que condujo a la minúscula Carolina) y una presentación del texto
muy clarificada. Así pues, los escribas pusieron en práctica todo un
conjunto de nuevas técnicas que aseguraban el encuadre del texto a
través de sus mecanismos formales, a fin de facilitar su lectura y com­
prensión. Las palabras se aislaron unas de otras, el uso de mayúsculas
se extendió y, sobre todo, el análisis lógico, que llegó a ser indispen­
sable, estuvo favorecido por el desarrollo de los diversos signos de
puntuación. La única división interna del propio texto seguía siendo
la de los diferentes «libros», ya que no había todavía capítulos.
Esta creciente agudeza de la presentación del texto facilitó una
práctica silenciosa de la lectura, que pudo ir desarrollándose en los
ámbitos más cercanos al libro; es posible que la difusión de las reglas
monásticas impusiera el silencio y también hubiera facilitado este
hecho. Existen ciertos documentos, excepcionales, que atestiguan la
extrema familiaridad que existía entre un pequeño sector de la pobla­
ción y el mundo de lo escrito. Entre ellos se sitúa el Sermón sobre
Jonás, fragmento redactado sobre palimpsesto, y en parte con notas
tironianas, que constituía el ayuda-memoria -preparado en lengua
vulgar- para un eclesiástico de principios del siglo X antes de subir al
púlpito127. En definitiva, no habría que subestimar las complejas rela­
ciones entre el arte de la lectura y el de la memoria. Hacia 1322, cier­
tos herejes valdenses

tenían los Evangelios y las Epístolas por lo general en lengua vulgar, e inclu­
127 Biblioteca Municipal de Valen-
so en latín, ya que algunos lo comprendían. Algunos, también, sabían leer
ciennes, manuscrito 521.
y leían en un libro lo que anunciaban y predicaban. [Por el contrario,
128 B. GUI, M anuel de l ’i nquisiteur,
éd. G. Mollet, I, París, 1964, p. 27 otros predicadores] no hacían uso de libro alguno, sobre todo los que no
y 63. sabían leer y habían aprendido sus discursos por tradición oral.. ,m

55
FREDERIC BARBIER

6. EN EL MEDITERRÁNEO ORIENTAL

6.1. El mundo bizantino129

Al igual que en Occidente, el siglo IV bizantino estuvo marcado por


el triunfo de la nueva forma del codex y por el empleo cada vez mayor
del pergamino. La riqueza de la capital y de la corte imperiales, el
poder de la Iglesia (con el patriarcado), la tradición intelectual here­
dada de la Antigüedad y seguida fervorosamente, junto con la pre­
sencia de grandes instituciones de enseñanza, etc., explican la exis­
tencia de talleres de copistas e ilustradores en el Bizancio del siglo VI
que van a producir piezas excepcionales. Se establecieron talleres en
los principales centros provinciales (Alejandría, Damasco, Antio-
quía), como también en las grandes sedes religiosas. Entre las piezas
conservadas de esta época cabe citar el Virgilio Vaticano (principios
del siglo v), el Sinaiticus, la Ilíada de la Ambrosiana (siglo v), el Dios-
coride (hacia 511), e incluso la Génesis de Viena (siglo vi).
Los siglos IX, X y XI estuvieron marcados por el abandono de la
uncial, que hasta entonces se había utilizado de manera mayoritaria,
en pro de una nueva escritura en minúscula (como la del Evangelia­
rio de Capone, copiado en 911), y poco después por la adopción del
papel, que los bizantinos conocían gracias a la mediación árabe, y
para cuya producción crearon pronto varios talleres130. El testimonio
del nuevo soporte quedó plasmado en el gran número de manuscri­
tos griegos sobre papel que se produjeron sobre todo en el siglo XIV,
aunque el pergamino seguía siendo empleado para los ejemplares
más prestigiosos.
La ilustración bizantina fue el producto de una simbiosis de
-influencias complejas: por lo pronto, la de la Antigüedad clásica,
sobre todo helénica, pero también la del cristianismo primitivo, sin 129 Según el Lexicón des gesamten
Buchwesens, II, 43-46. Prescindire­
dejar de lado las tradiciones sirias y persas. Progresivamente, el rol de
mos en estas líneas de la cronolo­
Constantinopla se fue haciendo dominante, y la unificación se hizo gía del presente capítulo a fin de
en torno al estilo de sus principales talleres. Las ilustraciones pueden aligerar el plan general. Dispone­
dividirse en dos tipos principales, según tomen el modelo de escenas mos de un excelente manual sobre
el libro bizantino: H. HUNGER,
antiguas para adaptarlas a temas cristianos o se tratase de retratos de Schreiben un d lesen in Byzanz: die
uno o varios personajes. La querella iconoclasta -o de las imágenes- byzantinische Buchkultur, Ntin-
en el siglo IX trajo consigo la desaparición de toda ilustración que no chen, 1989.
fuera decorativa (motivos geométricos, etc.), mientras que el adveni- 130 Inventado en China en el siglo II,
miento de la dinastía macedonia (867) vio florecer las artes del libro, el papel fue conocido por los árabes
y a finales del siglo X asistimos a la generalización del estilo hierático desde el siglo VIII, y es por su me­
diación por lo que llegó a las costas
que más tarde sería asociado a la iconografía bizantina. En Occiden­ mediterráneas: alrededor de Carta-
te, la Italia bizantina o antiguamente bizantina (Italia del Sur, Rave- go, en Palestina, en el Sinaí, etc.

56
HISTORIA DEL LIBRO

na, Venecia) era la región más abierta a las influencias orientales,


sobre todo en Venecia, pero también se aprecia por ejemplo en el
scriptorium de Montecasino en los años 1100.
No resulta extraño que Bizancio hubiera funcionado como un
intermediario privilegiado en la tradición del pensamiento griego
antiguo y su transmisión a Occidente. Sin embargo, la tendencia del
proceso fiie más compleja. Dos grandes factores explican que la
herencia griega en Occidente haya sido subestimada durante mucho
tiempo (y que, a pesar de las apariencias, lo sigue siendo hoy en día).
De entrada, se trata del indiscutible lugar predominante que ocupa­
ba la tradición latina, incluso si la herencia cultural del mundo helé­
nico funcionó durante mucho tiempo en la Roma antigua. El segun­
do aspecto está orientado a la elección religiosa y al hecho de que el
Imperio bizantino, siendo un imperio griego, hubiera sido al mismo,
tiempo la tierra de la ortodoxia y escapase así al modelo universal de
la cristiandad romana. El Gran Cisma de 1054 tuvo como conse­
cuencia el ocultar durante mucho tiempo la aportación intelectual
bizantina en Occidente. Por tanto, la cultura libresca estaba fuerte-
mente implantada en el Imperio, donde se fiie organizando y desa-
rrollando una rica sociabilidad erudita. Fue en estas circunstancias
cuando Occidente, partiendo a la búsqueda de una Antigüedad que
se identificaba con la Edad de Oro, encontraría en el siglo XIV los pri­
meros mediadores que le permitirán descubrir a la Grecia soñada.

602„ Los my§u!tran@§ y los libros

Cuando Mahoma (570-632) comenzó a predicar en La Meca y en '


Arabia (hacia 615), fue el intermediario -el profeta- por el cual Dios
hizo llegar su mensaje a los hombres: este mensaje es el Corán. Más
tarde, las narraciones de los hechos y de las palabras del profeta, reco-
gidas por sus discípulos, fueron integrados igualmente en la Ley.
Desde la época de sus primeros sucesores (los califas), se estableció,
así pues, el texto definitivo del Corán, que se difundió gracias a los
volumina y más tarde a los códices, cuya presentación material fue
particularmente cuidada, a base de caligrafía y ornamentos. La
amplitud de este comercio explica la rápida formación de un artesa­
nado de escribas y libreros, como también la presencia de las prime­
ras colecciones de libros, tanto en las ciudades que albergaban las cor­
tes principescas como junto a las mezquitas más ricas y en los grandes
centros comerciales. A partir del siglo EX, el florecimiento del libro
árabe estuvo también facilitado por la aparición del papel y su rápida
difusión en el mundo musulmán.

57
FRÉDÉRIC BARBIER

El auge de las investigaciones filosóficas, científicas e históricas,


sin dejar de lado el progreso de la literatura árabe, condujeron tam­
bién a la multiplicación de libros de contenido no religioso, que
vinieron a enriquecer las grandes bibliotecas. En Bagdad, bajo la
dinastía Abbassida (a principios del siglo IX), la Casa de la Sabiduría
reunía el corpus de traducciones de obras filosóficas y científicas grie­
gas, y se conocen otras bibliotecas similares en las ciudades de Irán. A
partir de 756, los omeyas, desterrados de Damasco, reinaron en
Andalucía e hicieron de Córdoba su capital. La biblioteca de los cali­
fas habría llegado a reunir hasta cuatrocientos mil manuscritos, con
una gran parte de traducciones árabes de manuscritos griegos bizan­
tinos. Por otra parte, la tolerancia de los omeyas atrajo a España a un
gran número de judíos, establecidos hasta entonces en Oriente Próxi­
mo, que jugarán un rol privilegiado en el movimiento intelectual y
artístico que culminaría en el siglo X. Otra colección de libros fue la
de la Casa de la Sabiduría organizada por los califas fatimíes en El
Cairo a comienzos del siglo XI. En definitiva, las residencias regias
poseían también bellas colecciones, y el celo de los monarcas por las
artes del libro fue constante (no hay que olvidar la biblioteca deh
palacio de Topkapi en Estambul). En el siglo XII, el movimiento sun-
nita concentró las bibliotecas en las principales mezquitas y madrasas
(escuelas): El Cairo, Damasco, Kairuán, Fez y más tarde Estambul.
Como es sabido, un cierto número de conocimientos y de textos
de la Antigüedad fueron transmitidos a Europa Occidental por
mediación árabe, sobre todo a través de Andalucía, Sicilia e Italia del
Sur. Se trataba de ciertos escritos tolemaicos (por consiguiente, en
griego), cuya traducción latina se llevó a cabo utilizando fuentes ára-
bes. El Canon de Avicena (980-1037) fue traducido por Gerardo de
Cremona en el siglo XII y tuvo una elevada influencia en el desarrollo
de los estudios e investigaciones médicos en Occidente. Averroes
(1126-1198), filósofo y teólogo originario de Andalucía, trabajó
principalmente sobre la tradición aristotélica. Sus comentarios sobre
el filósofo estagirita, transmitidos por intermediarios judíos, fiieron
conocidos por los principales autores de la escolástica parisina en el
siglo XIII, a la cabeza de los cuales se situarían Alberto Magno y
Tomás de Aquino. Averroes fue, por otra parte, exiliado en 1198
debido a sus posiciones en la filosofía, que presentaba como autóno-
ma de la religión. En suma, aunque no podamos desarrollar este
punto como sería conveniente, la tradición judía y las escuelas talmú­
dicas del ámbito mediterráneo jugaron también un importante papel
en estos procesos de conservación y herencias culturales.

58
Capítulo 3
La proliferación del libro
(siglos x-principios del xv)

1. COYUNTURA LARGA: DEL DESM EM BRA M IEN TO A


LA DESINTEGRACIÓN

1.1. El desmembramiento del mundo carolingio

El proyecto del Renacimiento carolingio se apoyaba, necesariamen­


te, en condiciones que no estaban presentes en los siglos IX y X. Así
pues, el restablecimiento duradero del Imperio bajo la forma de un
imperio cristiano dirigido por el emperador y el papa necesitaba
basarse en una representación de la «cosa pública» como concepto
abstracto, así como disponer de medios materiales que garantizasen
la independencia del soberano. Ahora bien, los reinos y los principa­
dos no dejaban de ser bienes privados que el soberano legaba a sus
sucesores y que se encontrarán, por tanto, divididos en varios «lotes»
tras su muerte. Además, el poder real se dispersaba en una multitud
de poderes locales o regionales, de tal manera que el espacio político,
como también el económico y el cultural, tendían a disgregarse. La
regionalización de los poderes quedaba igualmente favorecida por las
incursiones de los sarracenos, de los húngaros y, sobre todo, de los
131 La primera incursión de los nor­ normandos131, contra los cuales sólo las autoridades locales (el conde
mandos se remonta a 799. Los pi­
ratas devastaron las costas del mar carolingio y el obispo) estaban en disposición de coordinar la defen­
del Norte (Frisia), para llegar más sa. Poco después se produjo el desarrollo del feudalismo y la primacía
tarde a La Mancha, remontando de los lazos interpersonales, del señor a su vasallo. En última instan­
los ríos (toma de París en 885) cia, el soberano, pese a la dimensión sagrada de su estatuto, no era
hasta establecerse en Normandía
(911), desde donde conquistaron más que el personaje que se encontraba en la cúspide de la pirámide
Inglaterra (1066). feudal.

59
F R É D É R I C B AR B I ER

1o2o La coyuntura se trastoca

Durante el periodo que va de los siglos Y al XI, el libro, y en general


toda la cultura escrita, permanecieron confinados al mundo de los
clérigos. La Iglesia había tomado la sucesión del Imperio Romano, y
se encargaba de asegurar la transmisión de la cultura greco-latina; los
scriptoria y todas las grandes bibliotecas se instalaron en los monaste­
rios y en ciertas escuelas catedralicias. Casi todos los textos estaban en
latín: la Biblia, traducida al latín por Jerónimo a fines del siglo IV (la
Vulgatcz)132, la Patrística (escritos de los Padres de la Iglesia133), vidas de
santos y mártires, textos de la Antigüedad clásica, ciertos autores pre-
carolingios y carolingios (Beda el Venerable, Raban Maur, Paschase
Radbert...). A partir del siglo XI, el tablero cambió de manera nota­
ble. Los orígenes del fenómeno se remontan sin duda a los siglos IX y,
sobre todo, X, momento en que Europa Occidental comenzaba a salir
de su colapso demográfico para recuperarse con una cierta expansión,
' que vino acompañada de la recuperación de un nuevo papel de la
escritura en la sociedad. Podemos decir que, en general, el libro iría
saliendo cada vez más del mundo religioso para ir «adentrándose en
el siglo». Hemos de recordar aquí tres fenómenos fundamentales:

— La cuestión de la difusión de los manuscritos no se plantea­


ría hasta que el «pequeño mundo del libro» dejara de estar
ceñido a la Iglesia y a los clérigos. Desde finales del siglo XI,
y sobre todo en el siglo XII, la fundación de las primeras uni­
132 Existen traducciones latinas ante­
versidades vendría acompañada de la afirmación de una riores a la Vulgata, cuya prepara­
nueva problemática en este terreno134: la Universidad había ción tenía por objeto, precisamen­
de asegurar el abastecimiento de libros a los estudiantes, de te, unificar el texto. Jerónimo la
tradujo al latín, sirviéndose del
manera que los talleres de copistas y libreros se instalaron
griego para el Nuevo Testamento y
junto a la misma, ejerciendo la Universidad sobre ellos un del hebreo o del griego (según los
cierto control (los libreros pasaron a ser una especie de libros) para el Antiguo Testamento.
«agentes distribuidores» de la Universidad). Con la aparición La Biblia también fue traducida al
gótico en el siglo IV (Evangelios de
del sistema de la pecia el control se hizo ipás directo®, y
Ulfila).
pronto los libreros se lanzaron al comercio de libros manus­
133 En Occidente, el fin del periodo
critos que no servían ya de nada a sus propietarios; a partir patrístico se sitúa tras la muerte de
de este momento, el paso a la librería propiamente dicha Isidoro de Sevilla (636), y en
quedaba más cercano (ciudades pioneras fueron Bolonia, Oriente, tras la muerte de Juan
Damasceno (749).
París, Colonia y Londres). En los grandes centros universita­
rios la difusión de la escritura bastaba para que existieran 134 Bolonia, 1088; París, hacia 1150;
Oxford, 1167; Salerna, 1173; Vi-
también tiendas especializadas en material de escritura, en cenza, 1204; Palencia, 1208; Arez-
las que se vendía pergamino y, no tardando, papel, a menu­ zo, 1215; Toulouse y Cambridge,
do con preparación, así como todo el material necesario para 1229, etc.
escribir. 135 Cf. suprap. 91.

6o
H I S T O R I A D E L LI BRO

— El segundo elemento concierne a la subida al poder de los


juristas, administradores y burguesía urbana en general.
Conforme se iba desarrollando la administración, en torno a
los príncipes y soberanos más poderosos, aparecieron nuevas
necesidades y nuevos personajes —recordemos a los «legistas»
de Felipe el Hermoso- cuya relación con el mundo de la
escritura pasó a ser diferente. Dichos administradores y
juristas demandaban obras técnicas, de las que comenzaron a
constituirse bibliotecas, pero también, en última instancia,
literatura de distracción. En lo concerniente a la burguesía
urbana en sentido amplio, cabe señalar la importancia de
fenómenos como la progresiva fijación del derecho escrito, la
aparición de los primeros estudios notariales (a partir de
Génova) y, en general, el paso de la referencia, oral a la refe-
rencia escrita. El apogeo del comercio llevó consigo la cana-
lización de la escritura, que sólo permitía asegurar una
correspondencia comercial, efectuar cuentas, registrar actas,
en una palabra administrar sus negocios. Así, la necesidad de
alfabetización impulsó la creación de estructuras escolares
(pequeños colegios, etc.) en numerosas ciudades. En un sen-
tido amplio, fue la sociedad urbana en su ambiente la que
inventó las nuevas prácticas relativas a lo escrito.

— El tercer gran factor en este paso a la librería comercial se


centraba en el rol de los principes y otros grandes personajes
que, a partir de los siglos XII y XIII, constituyeron bibliotecas
de trabajo y de «recreación». Hacían sus encargos de libros
siguiendo el consejo de artesanos especializados que estaban-
establecidos en las «ciudades residenciales», algunos de ellos
muy conocidos, y que ejercieron hasta el siglo XV. Estas ofi­
cinas se organizaban generalmente alrededor de un maestro,
cuyo saber hacer y renombre facilitaban la tarea, y dichas ofi­
cinas se encargaban de todas las fases del pedido de libros.

Si el mundo escrito y el libro salieron del mundo eclesiástico a partir


de entonces, no hay por ello que desestimar el rol jugado por el movi­
miento de renovación benedictino emprendido por Cluny a media­
dos del siglo X y continuado por las órdenes religiosas que aparecie­
ron en 1100 . En 1098 se fundó la orden del Císter, por los monjes de
Molesme, movidos por un deseo de volver a encontrar la pureza de la
regla benedictina primitiva. Las bibliotecas cistercienses llegaron a ser
muy ricas a partir del siglo XII, mientras que los colegios universita­
rios fueron instituidos en París (colegio de San Bernardo) desde la

61
F RE D É R I C B AR BI E R

segunda mitad del siglo XIII. Los premonstratenses son una orden de
canónigos regulares que apareció cerca de Laon en 1121, y que se
extendió rápidamente por toda Europa (con 600 sedes hacia 1200).
Finalmente, los cartujos se organizaron en 1140 y vivían aislados en
los grandes dominios señoriales, que explotaron. Así, el rol de
Ludolfo de Sajonia (1295-1377) en torno a una Vita Christiy el de
Denis le Chartreux (t 1471) fueron fundamentales para la renova­
ción de la espiritualidad vivida a partir de finales del siglo XIII136.

1.3. Consecuencias

Las consecuencias de todos estos fenómenos son difíciles de sopesar


con precisión, dada la imposibilidad con ia que se encuentra el
investigador para evaluar la cantidad de manuscritos producidos
por época y región. La única fuente disponible -lo s manuscritos
'conservados- es muy imperfecta, ya que los catálogos no son siem­
pre completos; los manuscritos que se conservan iró pertenecen al
lugar y, a veces, tampoco a la región donde se produjeron. En defi­
nitiva, estamos limitados a meras hipótesis en cuanto a la propor­
ción de los manuscritos perdidos, y la incertidumbre se acrecienta a
medida que nos remontamos siglos atrás. Ciñámonos aquí a lo que
más interesa a nuestro propósito, trazar las grandes líneas de una
coyuntura cuyos detalles se nos escapan, ya que, en definitiva, nos
interesan menos los valores observados o calculados que su reapari­
ción y la tendencia que dibujan137. La situación parece conocerse
mejor en el Sacro Imperio, donde, a partir del siglo VIII, la estadís-
tica deja ver una coyuntura dividida en cuatro momentos:
1) La desintegración del mundo carolingio en el siglo IX está
bien definida y permite estimar un nivel de producción que no vol­
vería a recuperarse hasta 1200. 2) El apogeo vino seguido de una
detención en los siglos X y XI, pero se produjo más bajo la forma de
una consolidación que bajo la de un declive, ya que permanece en
niveles dos veces superiores que los del siglo VIII, y cuya cifra tendió
a aumentar de un siglo a otro. 3) La recuperación fue clara en el si­
glo XII, en el que el número estimado de manuscritos producidos llegó
a doblarse. El siglo XIII, aunque menos brillante, se siguió situando en
un movimiento ascendente, que vendría a acelerarse en el siglo XTV. 4)
El gran cambio se produjo en el siglo XV, donde el número de
manuscritos superó la triplicación de la cifra precedente. Semejante
136 Cf. infra p. 75, sobre el surgimien­
cantidad de copias de manuscritos, sobre todo en Alemania, sólo to de los franciscanos y dominicos.
tuvo parangón en la época de Gutenberg. 137 Según U. N EDDEM EYER, Von der
Handschriji zum gedruchten Buch.

6z
H I S T O R I A D E L LI BRO

P ro d u cció n d e m a n u sc rito s en A lem an ia , s ig lo s viij -x v

Siglos__________ VIII________ IX________ X________ XI______ XII_________XIII________XIV_______ xv


Manuscritos 33.564 134.905 57.862 63.711 127.066 163.854 278.016 910.000
índice 100 402 172 190 379 488 828 2.711

1o4o El libro y el sSgi®

La trayectoria del libro en el orden de la laicización no impidió que


los útiles y prácticas de trabajo siguieran siendo similares a los de la
época anterior. Muchas eran las representaciones que ponían en esce­
na a un escriba trabajando; las más ricas datan de la Baja Edad
Media. El mueble que encontramos con más frecuencia consiste en
un pupitre inclinado que corona los anaqueles en donde se situaban
138 Los copistas e ilustradores prepa­
los libros, que también podía tratarse de un pequeño armario cerra­
raban sus propias tintas y colores, do. A un lado del mismo, un tablero portaba los utensilios habitua­
según recetas variadas. La tinta ne­ les del copista, con tintas de diferentes colores138 en todos los rinco­
gra se obtenía mediante la combi­
nes. Sobre el pupitre, un tablero reclinable portaba el manuscrito
nación de nuez de agalla, vitriolo,
agua añadida de goma y a veces que se estaba copiando. El escriba estaba absorto en su trabajo: la
vino o vinagre. Se conserva un preparación del pergamino, la talla de la pluma (la pluma de oca ten­
Tratado sobre la composición de los dió a generalizarse en el siglo V i), la copia propiamente dicha, etc. El
colores en un manuscrito parisino
trabajo se desarrollaba con mayor comodidad sobre el plano inclina­
de 1431 (Biblioteca Nacional de
Francia, manuscrito latino 6741). do y a veces, sobre todo en el caso de los rollos, sobre las rodillas del
Un bellísimo ejemplo de pupitre escriba. El estudio de un manuscrito o de la producción de manus­
con anaquelerías figura en el fresco critos de un taller determinado (estudio de los códices139) permite
de La Anunciación pintado por
deducir los principios según los cuales se llevaba a cabo este trabajo y,
Doménico Guirlandaio para la
Collegiata de San Gimiñano, sobre todo, saber si el manuscrito había sido copiado siguiendo la
1482. lógica de imposición, es decir, las diferentes láminas de un cuaderno
139 La codicología hace referencia al copiadas todas juntas antes de que el cuaderno mismo hubiera sido
estudio de los caracteres materiales plegado. Ciertas representaciones eran todavía más detalladas: el San
de los libros manuscritos.
Jerónimo de Guirlandaio, en Florencia en 1494, nos presenta al
140 Al igual que San Agustín en su sala padre de la Iglesia inclinado sobre su pupitre, pluma en mano, y
de trabajo pintado por Carpaccio
rodeado de todos los artilugios del intelectual: los manuscritos, las
para la Scuola di S. Giorgio dei
Schiavoni en Venecia a comienzos gafillas, la lamparilla, etc.140.
del siglo XVI. Muy probablemente, En el orden político, el mundo del libro tendió a relacionarse
el pintor dio al santo los rasgos de cada vez más con las propias transformaciones políticas y la progresi­
Bessarion a causa de que este tra­
bajo fue encargado por una comu­
va construcción de la figura del soberano. El secretario de Thomas
nidad veneciana de emigrantes Beckett, Jean de Salisbury, escribió en 1159 su Polycraticus, en el que
dálmatas {schiavoni: eslavones, es­ analizaba el sistema de la monarquía; Carlos V haría traducir el texto.
lavos). También el muy famoso
Las instituciones se fueron organizando de forma más estable a partir
«monje escribiente» que adornaba
muchas letras xilografiadas del pe­
del siglo XII inclusive, en torno al rey, la nueva importancia del «pala­
riodo incunable o posincunable. cio» y la progresiva aparición de una administración centralizada y

63
F R É D É R I C B AR BI E R

especializada: el Tribunal de Cuentas (1203), el Parlamento (1239),


las oficinas de la Chancillería, el grupo de los «técnicos letrados» que
constituían los notarios y secretarios del rey. Bajo el reinado de Car­
los V se produjo el desarrollo de las administraciones regionales y
locales, con los validos, senescales, parlamentos provinciales, recau­
dadores generales de impuestos, etc. El conjunto de archivos admi­
nistrativos y financieros tendió a crecer cada vez más, mientras que
los hombres de leyes y los teóricos del poder emprendieron la tarea de
codificar los útiles materiales de la gestión pública141 y propusieron
los cuadros conceptuales del mismo.
Con las Universidades aparecieron también las primeras grandes
bibliotecas organizadas fuera de los monasterios. En París, el colegio
de k Sorbona, fundado en 1257 por el cardenal Robert de Sorbon
(1201-1274), estaba destinado a acoger a los «maestros en teología
que fueran pobres». Fue el primer establecimiento de este tipo en la
ciudad y se benefició de importantes donativos142, de tal manera que
desde finales del siglo XIII su biblioteca llegó a ser una de las más
ricas, con más de mil volúmenes en 1298. Un catálogo situado en
1275 da cuenta de una primera clasificación sistemática: los présta­
mos comenzaron a registrarse, pero la riqueza de sus fondos obligó a
la Sorbona a plantearse una organización adaptada. En 1289, la
biblioteca se organizó en dos grandes dominios: la «Gran librería» y
la «Pequeña librería». En la «Gran librería», 330 volúmenes encade­
nados (catenati) a los pupitres venían a constituir un fondo puesto a
disposición continua del usuario (el estatuto de 1321 prescribía
incluir cada uno de los mejores libros de cada materia, «para que
todos puedan consultarlo»). La «Gran librería» estaba en la primera
planta del colegio143. Los duplicados y las restantes obras formaban la
«Pequeña librería» y podían ser tomados en préstamo por los socii y,
más tarde, por un público cada vez más amplio de universitarios. El
catálogo fechado en 1338 detalla aproximadamente 1.400 votóme-
nes en la «Pequeña librería». Fue en la Sorbona, en 1333, donde
Petrarca descubrió e hizo copiar los manuscritos de Propercio yTíbu- 141 Con una creciente complejidad de
los tipos de documento adminis­
lo. Se conservan registros de préstamos de los siglos XIV y, sobre todo,
trativo: mandatos, misivas, cartas
XV. Su estudio demuestra que fue hacia 1480 cuando la difusión del cerradas, patentes, cartas selladas,
libro impreso fae lo suficientemente amplia como para que el hábito cartas con matasellos, títulos, ór­
de tomar manuscritos en préstamo se hiciera rápidamente. Final­ denes, bonos, etc.
mente, en 1481 se decidió llevar a cabo la construcción de una nueva 142 Legado de las colecciones de Gé-
biblioteca bajo la forma de una gran galería iluminada por 38 venta­ rard de Abbeville en 1272 (unos
300 manuscritos) y de Robert de
nas.
Sorbon en 1274 (70 manuscritos).
Este sistema de la «librería en ca­
dena» se encontraría ampliamente
en la Europa del siglo XIV.

64
H I S T O R I A D E L LI B R O

1o5o La escolástica y el gótico

En cuanto a la historia de las ideas, el siglo XII de Abelardo (+1142)


vio consolidarse el apogeo de una nueva racionalidad, enseñada en las
escuelas capitulares de Chartres y París. Acontecimientos también
diversos como la elaboración y difusión del pensamiento de Averroes,
la toma de Constantinopla (1204), los avances de la Reconquista en
España, o también la política de Federico II de Hohenstaufen en
Palermo y Ñapóles, contribuyeron a abrir el pensamiento occidental
a las tradiciones exteriores, así como a acercarlo a la herencia aristoté­
lica. El proceso no se llevó a cabo sin choques ni oposición, siendo el
problema central lograr un acuerdo entre la razón y la observación
objetiva con la fe, estableciéndose así la jerarquía y la metodología de
las diferentes ramas del conocimiento. El siglo XIII parisino vino mar­
cado por la lucha que se desplegó en torno a la nueva Universidad,
sobre todo la Facultad de Arte, en la que se intentaba controlar la
enseñanza: se prohibió enseñar la filosofía de Aristóteles (1210),
antes de que se construyera una nueva articulación entre la tradición
aristotélica y el cristianismo144.
La escolástica respondía a estas necesidades sirviéndose de un
método de análisis y de «clarificación» del que Edwin Panofsky ha
demostrado una estrecha relación con la evolución de la arquitectu­
ra -e l gótico-, pero que atañe también a los esquemas y hábitos de
la escritura, de la presentación del libro y de la lectura. La escolásti­
ca (de scola, escuela) analizaba sistemáticamente el discurso para
progresar en el razonamiento. Su mecanismo privilegiado era el tri­
nitario, figura que nos remite a la Trinidad divina: los razonamien­
tos se organizaban en tres tiempos principales145, y la materia inte­
lectual se repartía en secciones y subsecciones de un sistema articu­
lado de clasificación: partes, membra, questiones y, finalmente, los
articuli, que constituían el nivel más bajo. A continuación, «en el
interior de los articuli la discusión procede siguiendo un esquema
dialéctico que implicaba nuevas divisiones, y prácticamente no se
escapa ningún concepto que no pueda ser descompuesto en dos o
tres sentidos». El género llevado a cabo por la escolástica fue la
suma (summa), forma enciclopédica inaugurada por Alejandro de
Hales hacia 1231 y que alcanzaría su culminación en la Summa teo­
144 F.-X. PUTALLAZ, Innocente liverté: lógica de Tomás de Aquino (1224/1225-1274). Las divisiones siste­
controverses et condamnatiom au máticas del tema estudiado se hicieron patentes en la propia pre­
XIIF sücle, Friburgo, París, 1995
sentación del texto: el texto de la Summa se organizaba según las
(«Vestigia» 15).
cuestiones principales, poniéndose a continuación sus partes y sub-
145 Igual que el pórtico de la catedral,
que también se organiza en tres
partes, a la vez que los complejos sistemas de remisiones permitían
partes. jerarquizar los diferentes niveles. Estos mecanismos se seguirían

65
F R É D É R I C B ARBI E R

encontrando en el siglo XVI, en las ediciones impresas de los gran­


des tratados escolásticos.
Esta poderosa organización sobrepasó el marcó de los manuscritos
escolásticos propiamente dichos, de tal manera que comenzaron a pre­
sentarse también así textos de la más diversa índole, a la vez que la
escolástica luchaba por ampliar el inventario de curiosidades al con­
junto de la Creación. Alberto el Grande (1193-1280), profesor de
teología en París y maestro de Tomás de Aquino, fue el autor de un De
natura rerum (1270), destacable tanto por el carácter innovador de su
proyecto -catalogar el conjunto del mundo físico- como por la tra­
yectoria seguida por el autor para abordarlo: tras proclamar la inmuta­
bilidad de las especies, pasó revista a todos los seres vivos, comenzan­
do por el hombre, y siguiendo una clasificación lógica y una subclasi-
ficación alfabética146. Numerosos manuscritos de este texto estaban
ilustrados, atestiguando con ello un nuevo cuidado en dar una imagen
del objeto descrito, de suerte que si la finalidad estética seguía siendo
’ evidente, la imagen debía también enriquecer el texto desde una pers­
pectiva de información pre-científica.
Había, por tanto, una progresiva subdivisibilidad de todas las
cosas, que facilitaba el análisis y la comprensión, concepción que
podemos aplicar con idéntico acierto al terreno de la arquitectura y al
de la escritura. En la arquitectura gótica, el juego de columnas y volu­
tas materializaba la jerarquía de fuerzas de la obra en la construcción
del edificio. En cuanto a la escritura, la minúscula Carolina se iría pro­
gresivamente dislocando en el siglo XI, bajo la influencia de muchos
fenómenos, como la laicización de la civilización libresca, los desarro­
llos de la práctica notarial y administrativa y la banalización de lo
escrito en pro de una tendencia a la cursividad. El movimiento de
fondo conservó el ductus de la letra147, pero lo rompió en varios trazos 146 Cabe subrayar la importancia de la
sucesivos y acentuó la oposición entre los trazos gruesos y los finos: la clasificación alfabética, que intro­
dujo el principio de una lógica
escritura gótica era una escritura cuyo corte recuerda precisamente al formal completamente ajena a la
juego de la arquitectura, y hay que relacionarla con los desarrollos del estructura de la población descrita
análisis intelectual. El empleo generalizado que tuvo en toda Europa por la clasificación, pero que sin
embargo permitía una consulta
desde los siglos XII y XIII explica que se haya podido proponer una
del volumen incluso por una per­
tipología bien definida según las regiones y los usos: el gótico de sona no especializada.
summa (igualmente rotunda), perfectamente reposado, y destinado a
147 Se llama ductus al movimiento de
los tratados científicos, mientras que la textura se empleaba sobre todo la pluma trazando una letra y, por
en los libros de la Iglesia, y sería tomada como modelo por Gutenberg extensión, al tipo de trazo que
para los caracteres de su Biblia en 42 líneas (este carácter fue también constituye cada letra al escribir,
como también al sentido en el que
llamado «letra de forma»). Finalmente, la bastardilla148 se utilizó fun­
son realizadas.
damentalmente para la copia de manuscritos en lengua vulgar. Las
148 Tipo de escritura manuscrita de
formas más cursivas fueron también las más usuales, tanto para los forma gótica, ligeramente inclina­
documentos notariales como para los manuscritos universitarios, etc. da.

66
H I S T O R I A D E L L I BR O

2e LAS FORMAS DEL LIBRO

201* Los formatos

Los formatos siguieron siendo característicos de los contenidos y de


las prácticas a la vez. Los grandes formatos, sobre todo los formatos
monumentales, fueron propios de la Santa Escritura hasta el siglo XII
y su modelo siguió vigente hasta muy tarde: se conocen Biblias
manuscritas del siglo XVI que todavía se calcaban sobre este tipo. Los
libros utilizados para los servicios divinos y los principales tratados
que constituían la base de las bibliotecas de estudio tenían también,
por lo general, un formato monumental (padres de la Iglesia, comen­
tarios sobre las Escrituras, tratados jurídicos, etc.).
En cambio, los textos clásicos solían ser copiados sobre manuscri­
tos que se hicieron cada vez menos importantes, y a menudo iban in-
quarto (en la época del Renacimiento carolingio). Este mismo mode-
lo era el dominante en el mundo de los manuscritos universitarios a
partir del siglo XII, época donde aparecieron numerosos manuscritos
de menor formato, especialmente para las Biblias y, más adelante,
para los libros de las Horas149. Finalmente, los manuscritos en lengua
vulgar, que se multiplicaron a partir del siglo XIII, vieron variar sus
formatos en función de su contenido y de la cualidad de su propieta­
rio. El formato se convirtió, así, en un indicativo del estatus social, de
tal manera que existían grandes formatos para las copias monumen­
tales ejecutadas para los reyes y otros personajes poderosos y formatos
menores para lectores corrientes. Las Horas, que no eran libros litúr­
gicos propiamente dichos, debían ser ante todo manejables. Se trata-
149 Horas: libro privado de oraciones
ba, por tanto, de pequeños manuscritos particularmente cuidados'
que se recitaban a lo largo del día.
Por lo general, el libro de Horas como los que refería Eustaquio de los Campos en sus canciones a
contenía, desde el siglo XIV, el ca­ fines del siglo XIV:
lendario, el oficio de la Virgen,
salmos de la penitencia, letanías,
Horas preciso de Nuestra Señora / Si como pertenece a dama / Venida
sufragios y oficio de difuntos. Con
frecuencia se añadían algunos ele­ de noble cuna / Que sean de sutil obra / De oro y azul, ricas y ornadas /
mentos secundarios, como frag­ Bien ordenadas y trazadas / De fino manto de oro bien cubiertas; / Y
mentos de los Evangelios, la Pa­ cuando sean abiertas / Dos broches de oro las cerrarán / Que asombra­
sión de san Juan, oraciones a la
rán a los que las verán / Pudiendo en todas partes decir y contar / Que
Virgen, Horas y oficio de la Cruz,
etc. Por último, entre los elemen­ no se pueden más bellos llevar...150
tos accesorios cabe señalar las Ho­
ras específicas, oraciones, rezos del
día y de la misa, el salterio de san
Jerónimo, los Diez Mandamientos
2o2o El texto
y otros muchos textos devotos de
todo tipo. El «esfuerzo por la clarificación» se manifestaba en la propia organi­
150 Oeuvres, IX, 45-46. zación del texto. En los siglos XI y, sobre todo, XII tendió a desarro-

67
F R E D É R I C BARBI E R

liarse y generalizarse el sistema de puntuación, con el punto (que


marcaba la pausa principal), el punto y coma y el punto coronado
por un acento circunflejo (para las pausas secundarias) y el guión
(para las palabras cortadas al final de la línea). La puntuación ligera
venía indicada con un trazo oblicuo muy fino (/), que conduciría a la
coma. La inicial subrayada en color marcaba el principio de la frase,
el empleo del pie de mosca fue sustituido por el uso de párrafos. Las
citas -com o los pasajes de la Santa Escritura- fueron objeto de un
tratamiento particular. La innovación principal no tardaría en nacer
en los medios humanistas italianos, donde progresivamente se fueron
utilizando el .signo de exclamación y el paréntesis (a principios del
siglo xv). Este grupo de signos se conservaría sin apenas variación en
los primeros libros impresos.
El rayado previo a la copia conducía a un ajuste de página a
menudo complejo: el texto solía escribirse en trazo grueso, y la glosa
que aludía a los pasajes correspondientes, en los márgenes y en trazo
más fino (glosa marginal). En otras ocasiones, la glosa se intercalaba
en el propio texto (glosa interlineal). Los dos sistemas podían combi­
narse en una misma página, en función del nivel de los comentarios
propuestos: los comentarios más breves (como explicitar una palabra)
figuraban en glosa interlineal, mientras que los más largos enmarca­
ban el texto principal. Eventualmente, se desarrollaron sistemas de
localización para relacionar cada glosa con el pasaje al que se remitía,
como, por ejemplo, en el Virgilio de Petrarca (hacia 1300)151. La
numeración de las láminas (o foliación) o de páginas (paginación) no
se expandió hasta el siglo XII, pero la presencia de encabezados152 fue
muy anterior. La organización intelectual más pujante del texto la
encontramos en los manuscritos bíblicos, en virtud de la cual apare­
cieron y se desarrollaron tablas, índices alfabéticos y sistemas de loca­
lización. Observamos en la misma época una mayor difusión de las
tablas de capítulos, .eventualmente numerados pero por lo general sin
indicación de la página. El contenido de los diferentes pasajes se
ponía, llegado el caso, al margen. Siempre en el siglo XII, asistimos
finalmente a la puesta en marcha de los primeros sistemas de índices
alfabéticos, destacando algunos por su eficacia y precisión153. 151 Biblioteca Ambrosiana de Milán,
manuscrito A-79 inf.
152 El encabezado figuraba en el mar­
gen superior de cada página, indi­
cando el título de la obra, libro o
capítulo, e incluso el contenido
La cuestión de la perspectiva permitía articular con eficacia la rela­
más preciso de la página.
ción entre la representación gráfica y las categorías generales que la
153 M. A. 7 R. H. House, «La nais-
sustentaban. sance.des Índex», en h.e.f., i, pp.
76-85.

68
H I S T O R I A D E L LI BRO

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Espejo de humildad, 1 462-1469. El manuscrito encargado por Philippe le Bon, duque de Borgoña, fue realizado en
el taller de caligrafía de David Aubert en Brujas. Se trata de un libro suntuoso, característico de la nueva biSiofilia de
los príncipes, El texto, en francés, está copiado en la llamada bastarda borgoñona y comienza por un incipit rubri­
cado de cinco líneas; a continuación una inicial ornada (la A de Ad Deum vadit) . Característico de la pintura fla­
menca del siglo XV, la ilustración de Guillaume Vrelant, o de alguno de sus colaboradores más próximos, utiliza los
sistemas de perspectiva que se encontrarán en las tablas de los primitivos flamencos y escenifica una lectura de Ger-
son a San Bernardo en París. (Biblioteca de Valenciennes, manuscrit 294).

69
F R É D É R I C B ARBI E R

2.3. 7. Antigüedad y Alta Edad Media

Los artistas de la Antigüedad grecorromana dominaban la cuestión


de la perspectiva, pero con modos específicos de construcción (en un
espacio curvo y según una representación en la que se iban agregando
cosas), como lo demuestran los mosaicos, pinturas y rollos ilustrados
que han llegado hasta nosotros. Sucede que para los antiguos «la tota­
lidad del mundo seguía siendo una realidad esencialmente disconti­
nua154», de tal manera que el espacio no era susceptible de una repre­
sentación sistemática. La desaparición de la perspectiva en las pintu­
ras de la Alta Edad Media se correspondió con una transformación
más profunda: con el cristianismo el mundo pasó a ser la materializa­
ción de la palabra de Dios, formando un continuum que el artista
simplificaba mediante una representación de meras superficies planas
y un juego de líneas y colores. Si en un principio el Renacimiento
carolingio volvió a introducir los motivos de la perspectiva antigua, la
imposibilidad de integrar en el mismo los datos con un pensamiento
basado en el juego de superficies convirtió a la tentativa en efímera,
de tal manera que el dibujo se volvió lineal, la perspectiva era inade­
cuada y se recurría a innumerables elementos simbólicos.

2.3.2. Románico y gótico

En el siglo X entramos en el sistema romano, en cuyo origen la escul­


tura jugó el rol de elemento fundamental155. El románico se caracteri­
zaba a la vez por una nueva relación con el espacio (con perspectivas
muy complejas) y, a veces, por la intervención de un juego de
influencias exteriores (bizantinas, etc.). La disposición en registros se
utilizó con bastante frecuencia, mientras que uno de los temas más
frecuentes se basaba en la representación a plena página de tal o cual
personaje (evangelista, santo patrón, etc.). Los cánones de concor­
dancia evangélica se solían integrar en un dispositivo de pórticos con
columnas; las iniciales, decoradas al principio con motivos geométri­
cos o florales, evolucionaron hacia las iniciales historiadas propia­
mente dichas. El gótico volvió a alterar profundamente todo el siste­
ma e hizo posible la construcción de la perspectiva moderna. El
redescubrimiento de la doctrina aristotélica de un espacio finito,
(cerrado) hizo posible adoptar la cuestión desde un punto de vista
gráfico. La innovación surgió en Italia, cuando Cimabue, Duccio y el ^4 E . PANOFSKY, La perspective com-
Giotto emprendieron la reconstrucción de la perspectiva pictórica me forme syrnbolique, trad. fr., Pa­
usando líneas de fuga y según un modelo que pronto contagiaría al rís, 1975, p. 92.
pequeño mundo del libro: 155 E . Pa n o fsk y , ob. d t.

70
H I S T O R I A D E L LI BR O

La evolución de la ilustración en la península [...] estuvo [entonces]


dirigida por un gran acontecimiento artístico: el de la transformación
radical de la pintura monumental por efecto de un nuevo lenguaje plás­
tico introducido por Giotto y sus seguidores toscanos de Florencia y
Siena. El dibujo y el color se liberan [...] poco a poco de las convencio­
nes bizantinas y del grafismo gótico, el espacio se profundiza, las figuras
y los objetos adquieren relieve y volúmenes hasta entonces desconoci­
d o s ...156

No obstante, la construcción de un espacio unificado por la unicidad


del punto de fuga siguió siendo muy lenta, en Italia basándose en la
elaboración de una teoría matemática del espacio y en su representa­
ción (León Bautista Alberti, 1404-1472). Obedecía, sin duda, a una
voluntad de objetivar el mundo exterior, e implícitamente obligaba a
replantearse las relaciones entre el mundo físico y del cristianismo157.
Finalmente, la unidad del espacio llevó a implicar al espectador en la
escena, convertida en imagen realista del mundo sensible. Así, el
espacio desde donde se miraba la obra era el mismo que el espacio de
la propia obra. Este sistema de representación apareció primeramen-
te en Toscana, pero también en Nápoles, donde el Giotto vivió
durante un tiempo, como también en Aviñón y Lombardía158. De
156 D ix siecles d ’enluminure italienne,
p. 57.
hecho, el estilo «Renacimiento» más que señalar una ruptura viene a
caracterizarse por una constante referencia a la Antigüedad y la siste­
157 El espacio no es transparente: en la
concepción escolástica (Alberto el matización del espacio.
Grande), el «lugar» tiene una diná­ En un principio, la ilustración gótica del libro estaba insertada en
mica que trabaja en la definición el espacio del rayado, por lo general encerrada en un marco. Con la
de lo que alberga. Por sus atribu­
laicización de los libros y el desarrollo de la escolástica, y más tarde
tos, es la forma de lo divino.
con la entrada en escena de las grandes dinastías principescas que fue­
158 J. J. G. A l e x a n d e r , Italian Re-
naissance illuminatiom, Nueva ron construyendo extraordinarias bibliotecas, se fue concediendo una
York, 1977. atención creciente a la ilustración. En función del tipo de texto, la
159 Desde el siglo XIV Brujas era el función dominante sería informativa (presentar un objeto, una técni­
principal centro del comercio de ca, etc.) o estética. En este último caso, la imagen podía tomar la
lana y el almacén de las ciudades forma de una pintura. Así, los manuscritos de Borgoña o de Berry
hanseáticas. La ciudad conoció
estaban ilustrados por los más grandes artistas borgoño-flamencos
una época de inmensa prosperi­
dad,, que continuó bajo los duques (Loyset Liedet en Hesdin y en Brujas, David Aubert en Bruselas y de
de .Borgoña. La presencia o la cer­ nuevo en Brujas159, los hermanos de Limburgo, Jacquemart de Hes­
canía de la corte ducal contribuyó din en Bourges) o franceses (Jean Fouquet) de la época. Los nuevos
aún más a favorecer el desarrollo
de actividades intelectuales y artís­
libros de las Horas y Biblias moralizantes dejaban un largo margen a
ticas. Junto a las «gentes del libro» la ilustración. Solían comenzar con una miniatura a página completa
(calígrafos, miniaturistas, libreros con un marco pintado que hacía, de alguna manera, oficio de fron­
e impresores) estaban principal­
tispicio. Este último modelo sería el reproducido por las imágenes, y
mente los pintores, con Juan van
Eyck (f 1441) y Hans Memling más tarde por los librillos xilográficos que a fines del siglo XIV y en el
(t 1494) a la cabeza. siglo XV estarían destinados a un público más amplio.

71
F RÉ D É R I C BARBI E R

2A La decoración

La función decorativa de la inicial fue cobrando gran importancia y


se llevó a cabo en torno a tres grandes modelos sucesivos: 1) en las
épocas prerromana y romana las letras estaban constituidas por figu­
ras de animales o de personajes, o bien llevaban una decoración geo­
métrica; 2 ) en la época gótica, la inicial ornamentada se integró én la
decoración marginal, desplegándose en largas «antenas vegetales» a lo
largo de toda la altura del texto; 3) finalmente, la inicial historiada se
extendió cada vez más. Muchas de estas iniciales historiadas se orga­
nizaban en torno a la «I» que abría el texto del Génesis (In principio
creavit Deus... = En el origen, Dios creó...)- Este mecanismo estu-
vo m uy bien representado en los talleres parisinos del siglo XIII,
donde la inicial solía sobreponer una serie de pequeños medallones,
a la manera de una vidriera, con predominio de azul sobre fondo
dorado. En los manuscritos regios del siglo XIII, y sobre todo del XIV,
a la vez que la escritura se iba haciendo en una caligrafía de gran trazo
y la calidad del soporte (un pergamino perfectamente tratado) con-
tribuía a la estética de la página, la decoración se llevaba a cabo fun­
damentalmente en letras ornadas, tanto monocromas como en cama­
feo.
En un principio* el marco giró en torno al motivo arquitectónico
de la arcada, que se manifestaba en realizaciones ornamentales de
gran variedad. Menos frecuente en la época romana, conoció un
renacimiento espectacular en la época gótica, y lo hizo según dos
modelos diferentes: primeramente, una especie de «antenas vegeta­
les» que prolongaban la letra ornada y terminaban rodeando por
completo el texto escrito. El modelo más frecuente es el de la viña (de
ahí el término de «viñeta»), que impulsó los almocárabes y sirvió de
soporte, sobre todo en los manuscritos parisinos, a múltiples figuras
de personajes o animales (dróleries). El marco humanístico apareció
en la Italia del siglo XV y privilegiaba los follajes de hojarasca pobla­
dos de flores, volátiles y personajillos inspirados en la Antigüedad, los
putti. Los motivos arquitectónicos también fueron remitiendo cada
vez más a la Antigüedad. Por último, en la parte baja de la primera
página figuraba a veces el escudo del propietario del volumen.
Los colores se aplicaron primeramente en plano, recurriendo más
tarde a las sombras para el modelado de los objetos y personajes. El oro
supuso un tratamiento particular: siempre se ponía en primer plano, ya
fuera mediante pintura o mediante hojas de oro pegadas sobre el plato,
preparación terrosa que aseguraba la fijación de la hoja y le daba un
aspecto ligeramente abombado. Este último procedimiento fue el que
se utilizó con más frecuencia en la Francia del siglo Xin.

7 i
H I S T O R I A D E L LI BRO

23o La encuadernación

Las primeras encuadernaciones que se conservan en Occidente datan


del siglo VIII. Los cuadernos eran cosidos sobre sus nervios dobles160,
compuestos de cordones y bandas de cuero que se fijaban a un lomo.
El lomo se cubría de piel, lo que hacía que se entreviera la marca de
los nervios, y el anverso y reverso se reforzaban en las costuras161. Las
tapas se recubrían de piel, más raramente de tela'62, con una decora-
ción que podía llegar a cobrar gran suntuosidad; consistía en un
estampado en frío con pequeñas incisiones o ruedecillas, con elemen­
tos de toda clase, gemas163, etc. En un principio, las caras internas se
dejaban intactas, siendo más tarde recubiertas de una hoja de perga­
mino y, por último, de papel blanco.
El título se escribía en una lengüeta de pergamino protegida por
una lámina de cuero en lo alto de la tapa superior, ya que los libros
eran ordenados no verticalmente sino en horizontal. Debido a ello, la
propia encuadernación se podía proteger de los roces mediante grue­
sos clavos en la cara sobre la que reposaba (las denominadas «burbu­
jas»). Por último, encontramos frecuentes sistemas de fijación, sobre
todo a partir del siglo XII, momento en que el libro se sostenía con
cierres metálicos montados sobre bisagras o lazos. Los «libros-bolsa»
eran manuscritos muy manejables, totalmente cubiertos por solapas
de encuadernación y que se solían llevar abrochados a la cintura. Los
encontramos en los llorosos de la tumba de los duques de Borgoña164,
a la vez que el San Antonio de Martin Schongauer también tiene uno
a la cintura, constituyendo dos muestras del uso de un objetó que
160 El nervio hace referencia al hilo
tendía a hacerse cada vez más corriente (siglo XV).
por el cual los cuadernos eran su­
cesivamente cosidos unos a otros
Los primeros talleres de encuadernación de los que tenemos
para constituir un volumen. constancia trabajaban en el marco de los scriptoria monásticos, sien­
161 Especie de lazadas o de puntos de do el estudio del material utilizado (el catálogo de estampados y
cadena de hilo o de seda hechas motivos decorativos) lo que permite identificarlos, como también
sobre la base de uno o dos hilos. algunas reseñas manuscritas que hemos encontrado en los volúmenes
162 La portada designa la materia que y que nos proporcionan datos de su fabricación. En una época poste­
recubre las tapas y el lomo de un
rior aparecieron los encuadernadores privados, sobre los que dispone­
libro encuadernado.
mos de muy poca información debido a la falta de fuentes hasta el
163 Un ejemplo excepcional viene
siglo XV, momento en el que algunos grandes talleres de imprenta
constituido por el Evangeliario de
Enrique el León, manuscrito co­ poseían también un taller de encuadernación, a imagen del de
piado en 1188 y que recibiría en Koberger en Nuremberg.
Praga, a fines del siglo XVI, una
suntuosa portada que también ha­
cía función de relicario (Herzog
August Bibliothek, Wolfenbüttel,
Co. Guellf. 105 Noviss. 2o).
164 Museo de Bellas Artes de Dijon.

73
F R É D É R I C B AR BI E R

3 , LOS SIGLOS X IIIY Xi¥

3.1 o La profesionalizados!

Poco a poco, sectores cada vez más amplios de la sociedad fueron


tomando un contacto más o menos estrecho con el mundo escrito.
Naturalmente, la sociedad urbana formaba el primer zócalo sobre el
que se podía desarrollar esta expansión, sobre todo en las ciudades que
combinaban funciones políticas (ciudades en donde residían reyes y
nobles), religiosas, culturales (ciudades episcopales o aquellas que con­
taban con sedes religiosas y escuelas, especialmente con alguna univer­
sidad) y de negocios. A partir de entonces, las actividades escritas y rela­
cionadas con el libro se desarrollaron rápidamente con la multiplica­
ción de bibliotecas y la organización de talleres de copistas laicos; y la
tendencia de la ilustración y la encuadernación a imponerse como unas
actividades artesanales o artísticas de gran peso. La figura del pintor
cobraría individualidad a partir del siglo XIV, y desde entonces el ilus­
trador sólo sería responsable de la decoración secundaria del libro. Estos
pintores solían estar ligados a ciertas grandes figuras de ricos bibliófilos
que les hacían encargos. Tal era el caso de ]ean de Berry (1340-1416),
como también del rey Carlos Y, el duque Felipe el Bueno, Jean de Bed-
ford, los Visconti y los Sforza, el rey de Hungría Matías Corvin165, etc.
Una miniatura flamenca de 1425 desarrolla la escena del cardenal
Hugo de Lusiñán examinando un manuscrito mientras que los libreros
aguardaban frente a él dispuestos a proponerle otro volumen166. Al mar­
gen de los gustos y preferencias personales de los señores, algunos de
ellos letrados (Charles d’Orleans), la adquisición o el encargo de ejem­
plares suntuosos y la colección de libros se convirtieron en elementos
fundamentales de la distinción cultural y por consiguiente política167.
La decoración se calcaba sobre modelos estándar, que se seguían
sistemáticamente en el taller. Se conserva un Musterbuch (libro de
modelos) que pertenecía a un taller de copistas o a un gran librero
alemán de mediados del siglo XV168, seguramente de la región de 165 Bibliotheca corviniana [catálogo de
Maguncia. Hemos de añadir que, en este contexto, los profesionales exposición], Budapest, 1990.
del libro solían ser hombres, si bien Cristina de Pisano tuvo emplea­ 166 Biblioteca Nacional de Francia,
da como miniaturista a una tal Anastasia: manuscrito latino 432, f® 2 v°, y
Le livre, 1972, n° 508 (y reprod.
pl. III).
Pero en relación a lo que usted dice de las mujeres expertas en la ciencia
167 Cf. infra p. 138.
pictórica, conozco hoy en día a una mujer, conocida como Anastasia,
168 E. KóNIG, «Buchmalerei in Mainz
que es tan experta y ducha en hacer láminas de ilustración en libros y
zur Zeit von Gutenberg, Fust und
fondos de imagen historiadas que está en boca de todos los obradores de Schóffer», en Gutenberg, 2000, pp.
la.villa de París... 572-577.

74
H I S T O R I A D E L LI BRO

3o2o Los regulares

El hecho de que el libro fuera saliendo de las sedes religiosas para


penetrar en el mundo laico no significa que la Iglesia se quedara
atrás, sino más bien al contrario. En el siglo XIII, la Iglesia se enfren­
taba a una crisis muy acusada, cuyas manifestaciones más palpables
fueron las herejías (con los cátaros a la cabeza). Reaccionando contra
unas condiciones de funcionamiento poco satisfactorias, se funda­
ron nuevas órdenes religiosas, cuyo ideal evangélico residía en la
pobreza absoluta (incluyendo la de la orden) y en el apostolado. Las
dos «órdenes mendicantes» principales fueron la de los dominicos169
y la de los franciscanos170, cuya austeridad y espíritu de sacrificio fue­
ron los responsables de su auge. Hacia 1340, los dominicos conta­
ban con más de seiscientos conventos y unos doce mil padres en
Europa.
Las órdenes mendicantes se establecieron en los centros urbanos
y su acción fue de extrema importancia para el mundo escrito y de la
enseñanza. Pronto los dominicos se organizaron en torno al estudio,
con sus colegios (studia) provinciales, bajo la autoridad suprema de la
autoridad de París, en la que ocupaban cátedras. Los franciscanos lle­
varon a cabo una vida similar, aunque no tan sistemática. Los traba­
jos de los eruditos dominicos fueron muy importantes en teología y
derecho canónico, como también en filosofía y en la fijación y orga­
nización del texto de la Biblia. Hemos de recordar, en este sentido, a
los dominicos de la calle Saint-Jacques171, como también a figuras
como Alberto el Grande (f 1280) y Tomás de Aquino (f 1274), etc.
También en París, Alejandro de Hales fue un franciscano, al igual que
Buenaventura (f 1274).

3o3o Los entramados del manuscrito


169 O Hermanos Predicadores (HH.
En las principales ciudades el desarrollo del comercio del libro con-
PP.). La orden fue creada en Tou-
louse en 1215. dujo a la aparición de grupos socioprofesionales especializados en
170 O Hermanos Menores (HH.
este área, que se organizaron en corporaciones. En Londres conoce­
MM.). mos la existencia de 254 personajes ligados a la fabricación o al
171 Cf. infra p. 86. comercio del libro entre 1300 y 1520, entre los que se encontraban
172 C. P. CHRISTIANSON, «Evidence
117 libreros (stationers), a los que también habría que añadir los pin­
for the study of Londons late me­ tores. Se aglutinaban en torno a la catedral de San Pablo. Existían dos
dieval manuscript-book trade», en asociaciones de copistas e iluminadores en el siglo XIV, que en 1403
Book production and publishing in
se reunieron en una asociación única de los artesanos del libro172.
Britain 1375-1475, ed. J. Griffitli
y D. Pearsall, Cambridge, 1989,
pp. 87-108.

75
F R É D É R I C B AR BI E R

LOS ARTESANOS DEL LIBRO EN LONDRES EN EL SIGLO XV

Década 1400 1410 1420 1430- 1440 1450 1460 1470 1480 1490
Efectos' 42’ 4 0 ’ • 34 42 40 47 48 50 39 41

En París173 encontramos a ilustradores (en torno a San Severino),


pergamineros, encuadernadores, libreros (en las actuales calles de
Boutebrie y Parcheminerie, como también en torno a la catedral,
sobre todo en la plaza situada junto a la misma, dónde los libros
eran vendidos a los estudiantes). En el siglo XVI, la Universidad
registró numerosos «libreros-jurado», de los que conocemos algu­
nos, como Richard de Monbaston (de la calle Neuve a Notre
Dame), Guillermo Lecomte (a partir de 1368), más tarde Jean
Boquet, librero de Carlos de Orleans, y sobre todo Pasquier Bon-
homme, uno de los cuatro «libreros-jurado» que había hacia 1470.
En 1488, entre los «representantes» de la Universidad, distingui-
’mos la presencia de 24 libreros-jurado, cuatro pergamineros, cua­
tro vendedores y siete fabricantes de papel, dos ilustradores, dos
encuadernadores y dos «escribas»174.
Idéntica tendencia encontramos en la Europa central, por ejem­
plo en la ciudad real de Buda, sobre un promontorio que domina el
Danubio, donde a principios del siglo XV se redactó el Code Alemán,
que enumeraba 69 profesionales diferentes, que pasaron a ser 81 en
1440. Paralelamente, la enseñanza primaria se extendió, favorecida
por las escuelas de la ciudad o del capítulo. Los dominicos y francis­
canos fundaron colegios, pero la ausencia de universidad obligaba a
un gran número de jóvenes a frecuentar los centros de Praga (univer­
sidad fundada en 1348), Cracovia (1364) y Viena (1365). El primer
taller de imprenta fue establecido en Buda por Andreas Hess en
1473, momento en que el rey Matías Corvin hizo de su residencia ^3 Cuya situación se conoce por la al­
tura de 1292. K. FlAN U, «L’histoi-
uno de Jos principales focos del Renacimiento europeo, reuniendo re des métiers du livre parisién au
allí una biblioteca excepcional. XIVC et XVe siécles; présentation
Pero el librero más célebre del siglo XV fue, sin duda alguna, des sources», en G.L.A., 1989, 15.
Vespasiana da Bisticci (1421-1498) en Florencia, que ha sido cali- 174 El «Libro azul de la Universidad»
ficado como el princeps librariorum (el príncipe de los libreros), establecía que los 24 agentes esta­
ban libres de impuestos, vigilancia
que disponía de un taller con todos los servicios relativos al libro:
y guardia. Al parecer, desde el siglo
copia, iluminación, encuadernación y difusión175. Cien kilómetros XVI este estado fue transmisible a
más al norte, en Bolonia, gracias a su universidad y a sus escuelas sus herederos. Además de los libre-
de derecho romano, encontramos el principal centro de librería en ros-jurado, el rey estableció otros
libreros, que estaban libres de
Italia de los siglos XII al XV. La ciudad albergaba las actividades
prestar juramento ante la Univer­
relativas a la fabricación del pergamino y del papel, como también sidad.
a la escritura (los dos hermanos Cardinale y Rugerino da Forli ^75 Vespasiano D a BlSTICCI, Le vite,
tenían un taller hacia 1267) y la encuadernación, practicándose el éd. A. Greco, Florencia, 1971.

76
H I S T O R I A D E L LI BRO

sistema de la peciam a partir del siglo XIII. Manuscritos de Bolonia


fueron exportados a París, Montpellier y a los centros universita­
rios alemanes, a la vez que la venta de libros entre particulares en la
propia ciudad, a partir de 1265, debía ser objeto de contrato nota­
rial177 si sobrepasaba una cierta cantidad.

)1-
au
Dn
5.


ra­
bia
;l°
;a

'OS
de 176 Cf. infrap. 91.
177 A. S o r belli , Storia della stampa in
Bologna, Bolonia, 1929. G. O r -
'te, LANDELLI, II libro a Bologna dal
1300 al 1330, Bolonia, 1954.

77
F R E D E R I C BARBI ER

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78
H I S T O R I A D E L LI BRO

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<- , Archivo de la Catedral. León. f Aragonum. Biblioteca Nacional. Madrid.

79
F R É D E R I C BARBIER

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8o
Segunda parte

LA REVOLUCIÓN
GUTENBERGIANA
Capítulo 4
Gutenberg antes de Gufenberg

1 . OTROS A SPE C T O S RELACIONADOS CON EL LIBRO

1.1. Tipos de libro

La modernidad de la Baja Edad Media y la multiplicación de los


libros y documentos de toda clase se tradujo, lógicamente, en una
ampliación del abanico de posibilidades relacionadas con la civiliza-
ción escrita. A grandes rasgos, podemos decir que tres factores dife­
rentes incidieron sobre esta articulación: de entrada, una tendencia a
la especialización; poco después, y en contraste, una banalización cer­
tera; finalmente, el libro pudo también convertirse en un objeto de
rango social o, retomando el vocabulario de Pierre Bordieu, en una '
manifestación de poder.
Por tanto, en primer lugar llegó la especialización. Los nuevos
«letrados» eran gente familiarizada con el mundo escrito, de tal mane­
ra que asistimos a la aparición y expansión de un nuevo modelo de
manuscrito, caracterizado por el uso abusivo de la cursiva, la multipli-
cación de abreviaturas netas y el empleo del papel178. Prácticamente,
no existía el ajuste de páginas, y la paginación se llevaba a cabo a tra­
vés de un texto muy denso compuesto de notas marginales cursivas y
muy breves. El modelo de estos manuscritos de trabajo venía dado
por los libros universitarios, notas de estudiantes, etc. Otros manus­
critos mucho más cuidados constituían verdaderos tratados científi­
cos relativos a la astronomía, la aritmética, el cómputo, etc.
Pero, a la vez, a partir de ese momento el mundo escrito y el libro
comenzaron a llegar a un público más amplio, aunque seguía siendo
178 C£ infra p. 91. minoritario y privilegiado, a cuyas exigencias se intentaba responder.

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F R ÉDÉ R I C BARBIER

Ante todo, parece claro que el proceso de laicización de lo escrito y la


ampliación de su práctica vinieron acompañados de la penetración
masiva de la lengua vulgar en el mundo escrito. Los primeros textos
que se conservan en lengua vulgar (lengua de oil en el norte de Francia,
provenzal en el Mediodía, viejo altoalemán, italiano antigua, etc.) apa­
recieron en el siglo IX, pero por lo general se trataba de meros textos
«fortuitos» copiados sobre hojas dejadas en blanco al final de un
- manuscrito en latín que portaban pequeñas secuencias de versos,
esquemas, etc .179A partir del siglo XII, y sobre todo del XIII, una nueva
e importante producción vino dada por los scriptoria laicos, instala­
dos en las villas y que trabajaban para el ambiente del señor, aficiona­
do alas «novelas» y narraciones históricas.
179 En Francia, la Cantilene de sainte
Eulalie data de la segunda mitad
del siglo IX. El documento más an­
1,2. Las «Historias» tiguo én el que aparece el italiano
sería el Placitum cassinense, fecha­
do en el siglo X . La Cantilene de
'Debido al gran aumento de la demanda, el género de la historia y las
sainte Eulalie: actes du colloque de
crónicas era uno de los más realizados en lengua vulgar, como lo ates­ Valenciennes [ . . ] édités par M.-P.
tiguan figuras como Geoffroy de Villeharduin (« 1150-1213, autor Dion, Lille, 1990.
de una Historia de la IV Cruzada) o Joinville (1225-1317) y sus 180 Nicole Gilíes (f 1503), secretario
Memorias. Froissart (1337- » 1410) escribió a partir de 1373 libros de Luis XII, fue el primer autor de
un conjunto de Annales de la histo­
de Crónicas, pero podemos igualmente citar a Felipe de Commines
ria francesa, que, publicados por
(1447-1511). La corte de Borgoña estaba particularmente abierta a primera vez en francés en 1492,
los manuscritos en lengua vulgar, y cuatro quintos de la colección de conocerían 17 ediciones sucesivas
libros de Felipe el Bueno estaban escritos en francés. Este tipo de hasta 1621. El propio grupo de lec­
tores también podía hacerse con
libros solía tener una disposición en dos columnas, y no había casi
crónicas más antiguas, siendo una
ninguna palabra abreviada. Esta ausencia de abreviaturas era de las más famosas lá de La marea
de historias, con las sucesivas reedi­
síntoma [...] de que la lectura [...]■ de textos en lengua de oil y en pro­ ciones que conoció hasta 1550,
como también las Crónicas de
venzal ganaban terreno a la lectio romana, desciframiento oral que pro-
Froissart, etc. Perteneciente al cír­
gresaba palabra por palabra al hilo del discurso en una lenta diaoronía, culo de Josse Bade, la figura de
cuando la lectura universitaria se convirtió en una lectura de tipo sin­ Claude de Seyssel (hacia 1450-
crónico, que ya no escucha el texto sino que mira la página donde el ojo, 1520), embajador del rey de Fran­
cia y más tarde arzobispo de Turín,
guiado por una multitud de señales analíticas, intenta englobar la totali­
fue autor de Apologías y de una
dad... Historia de Luis XII, así como de
. (Genoveva H asenohr) numerosas traducciones francesas
de obras griegas y latinas (C. de
SEYSSEL, Les louenges du. roy Louis
Este tipo de curiosidades se prolongaría hasta la época del incunable X lle de ce nom, nouvellement com-
y hasta el siglo XVI180. Existían otros grupos socioprofesionales aficio­ posées en latin par maestre Claude
nados a los «manuales», reeopilatorios de cartas (cuya mera existencia de Seyssel [ ...] et translatées en
fran$ois, París, Antoine Vérard,
demuestra una prolongada práctica de lo escrito), libros de medicina,
1508. Histoire singulibe du roy.
cetrería y montería, especialmente de economía rural (el Libro délos Luis X II..., París, G. Gorrozet,
beneficios campestres, de Pierre de Crescens), etc. Idéntico fenómeno 1558).

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H I S T O R I A D E L LIBRO

encontramos en el mundo de la literatura propiamente dicha y en el


de las traducciones de obras literarias. Así sucedió con el Román de la
rose, que se conservaba en un gran número de bibliotecas privadas18*,
como también con la traducción del De Claris mulieribus al francés,
del que Jacobo Rapondi remitió a Felipe el Ardí un manuscrito ilus­
trado con más de cien miniaturas182. En definitiva, y contrariamente
a la costumbre antigua, en el mundo escrito se impuso el plurilin-
güismo cultural.
Finalmente, los ejemplos que acabamos de evocar ponen de
manifiesto la emergencia de una función específica del libro relacio­
nada con el concepto de «distinción»183. La dimensión cultural y
artística se convirtió en un elemento central del sistema político del
momento, el señorío, y siguiendo su ejemplo, los más distinguidos
personajes demostraban tener un estatus excepcional mediante una
forma de representación que podía llegar a ser espectacular. De ahí
un estilo de vida refinado (con castillos señoriales, jardines y bosques
dedicados a la caza...), encargos de objetos artísticos (tapicerías, orfe­
brería, manuscritos...), el mecenazgo, la costumbre de llevar a cabo
obras de consagración y las diversas manifestaciones (como fiestas), etc.
La alta sociedad urbana imitó este modelo, cuyos rasgos principales
se adoptaron parcialmente. Encontramos así ciertos tipos de «libros
señoriales» que fueron copiados para un público más amplio, fenó­
meno que se empezaba a observar en los libros de las Horas.
Los manuscritos destinados a este tipo de clientela estaban parti­
cularmente cuidados en cuanto a su realización material, apreciándo-
se el uso de la forma gótica para el texto y el enmarque de follajes,
entre los que se encuentran volando mariposas, pájaros e insectos,
decoración de letras de llamada y, en definitiva, las frecuentes ilustra-'
dones suntuosas; tales eran las principales características de los traba­
jos, cuyos talleres más activos los encontramos en Italia, Isla de Fran­
cia (cerca de la corte real), Flandes (cerca de la corte condal de Flan-
181 El padre Guillermo Budé también des y Borgoña) y Turín (Jean Bourdichon). El parisino Antonio
poseía un bellísimo manuscrito Vérard trabajaba para los reyes de Francia y su círculo, mientras que
iluminado del Román de la rose,
en Brujas y Bruselas ejercía David Aubert, bibliotecario de los duques
que podemos situar en el siglo XIII,
y cuya procedencia es, con toda de Borgoña y copista de gran renombre. Poco después, algunos de
seguridad, parisina (París, Biblio­ estos artistas o artesanos (entre ellos, Vérard) se orientaron hacia la
teca Ste-Geneviéve, manuscrito edición impresa. Así, los vínculos entre la época del manuscrito y la
1126).
del nuevo vehículo gutenbergiano se hicieron muy lógicos.
182 P. M. DE W lN T E R , La Bibliotheque
de Phtlippe le Hardi [ ...] , (1364-
1404), París, 1985.
183 P. B o r d i e u , La distinction: criti­
que sociale dujugement, 2a éd, Pa­
rís, 1979.

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F R É D É R I C BARBI ER


2. PRÁCTICAS LIBRESCAS Y SENSIBILIDADES RELIGIOSAS

2o‘L Nuevos libros

El ejemplo de las Biblias, y más aún el de los libros de Horas, no sólo


ilustran la difusión del modelo de consumación señorial, sino tam-
. bién los grandes cambios vividos en torno a la sensibilidad religiosa.
La difusión del libro religioso entre los laicos se intensificó en el
siglo XIII y, sobre todo, a partir del XIV. Los recopilatorios heterogé­
neos, que mezclaban textos religiosos y escritos moralizantes, eran
los más abundantes. El territorio de la actual Francia se caracteriza­
ba por la producción y difusión numerosa de pequeñas Biblias en
formato de bolsillo, ilustradas y organizadas de manera radicalmen­
te nueva: las divisiones del texto con la numeración de los capítulos
fueron puestas al día por los dominicos (1234) para un uso universi­
tario, y su modelo ha permanecido en uso hasta hoy184. La imposi­
ción de este producto pone de manifiesto las exigencias de un públi­
co alfabetizado que deseaba poder disponer del texto sagrado en una
forma compacta y manejable, y en unas páginas cuidadosamente
organizadas. También es posible que su difusión hubiera venido 134 El esquema de los versículos sería
favorecida por una cierta especulación de los libreros parisinos; se introducido por Robert Estienne
observa el mismo fenómeno en las traducciones de la Biblia. .. en 1548 y 1555.

A idénticas exigencias obedecía la imposición de los nuevos 185 V. LEROQUAIS, Les livres d ’Heures
manuscrits de la Bibliotheque na-
libros de las Horas185, elegantes volúmenes de pequeño formato que
tionale. .., París, 1927-1943, 3 vol.
acompañaban al creyente a lo largo del día, algunos de los cuales, (texto, pl y suppl.).
prodigiosamente iluminados, están situados entre las principales
En el original, «no será traducido
obras de la pintura mundial. Las lenguas vernáculas aparecieron al francés». Si he variado las pala­
muy pronto en los libros de oración, mientras que el corpus de tex­ bras del autor ha sido para dar,
tos litúrgicos que constituía el núcleo fijo y obligado del libro de aunque sea en esta ocasión - y aun
entendiendo que el autor se ciñe al
Horas no sería traducido del latín 186 hasta el siglo XVI. Un ejemplo ejemplo francés-, una imagen más
de estos pequeños volúmenes tan preciosos viene constituido por las unlversalizada del abandono del
Horas de Juana de Hevreux, ilustradas por Juan Pucelle y una de las latín en pro de las lenguas verná­
culas. [N. de la T.]
piezas fundamentales de la magnífica «librería» (biblioteca) de Car­
los V. Citaremos aún las Horas de Etienne Chevalier, ilustradas por 187 Ambos manuscritos en el Museo
Condal de Chantilly.
Jehan Fouquet, y sobre todo las Muy ricas horas del duque de Berry,
ilustradas por los hermanos de Limburgo187. Las Horas de Isabelle de 188 Los Lalaing se sitúan entre las
grandes familias de bibliófilos del
Lalaing188 presentan, junto a su iconografía religiosa, el retrato de su Norte desde la época borgofiona.
propietaria y una decoración marginal de insectos, pájaros y flores. Simón de Lalaing (hacia 1405-
Encontramos con mucha frecuencia el libro de Horas representado 1476) fue chambelán de Felipe el
Bueno y almirante de Flandes. La
en los retratos o en pinturas como la de la Visitación (generalmente,
obra puede fecharse aproximada­
con la Virgen leyendo sus Horas en el momento de la aparición del mente en 1490. París, Arsenal,
ángel). manuscrito 1185.

86
H I S T O R I A D E L LIBRO

Las relaciones entre el mundo escrito y su desarrollo, la sensibili­


dad religiosa y la propia Iglesia como institución eran muy comple­
jas. Uno de los indicativos más notables de la modernidad que se
venía afirmando cada vez más nítidamente a partir del siglo XII en el
mundo escrito, en las categorías mentales y en las sensibilidades, se
deja ver en una tendencia hacia la individualización, de tal manera
que el nuevo lector, silencioso, sumergido en el texto y encerrado en
sí mismo, se encontraba solo ante el objeto de lectura y reflexión. No
ha de sorprendernos que esta nueva soledad viniera acompañada del
ascenso de una sensibilidad religiosa diferente, más atenta al texto,
más inclinada también hacia la tendencia interior y, a menudo, hacia
las prácticas de devoción individual. Tampoco es extraño que estos
cambios fueran más visibles en las regiones más afectadas por el pro­
ceso de modernización demográfica (urbanización), económica y
social. Frente a los cambios que se estaban viviendo y frente a las trá­
gicas inestabilidades de los siglos XIII y XIV (epidemias189, hambres,
guerras), la inquietud estaba presente, pero también lo estaba la nece­
sidad de buscar refugio en una relación diferente con lo divino, como
también la voluntad de experimentar otras formas y otras prácticas de
solidaridad y de responsabilidad en el seno de la comunidad. Final­
mente, hemos de recordar que la Iglesia oficial debía hacer frente a
estas crisis a menudo tan graves: tras la caída de los Hohenstaufen, a
fines del siglo XIII, la monarquía francesa se convirtió en el principal
poder europeo. Eran los tiempos del papado de Aviñón, y poco des­
pués, cuando Urbano V II fue elegido en Roma y Clemente V II en
Aviñón, sobrevendría el Gran Cisma (1378). Un movimiento de
reforma se estaba diseñando en la propia Iglesia, el cual tenía como
programa organizar un concilio general capaz de constituir la instan­
cia suprema y que permitiera restablecer la unidad. En esta misma
época, la presencia en Aviñón del papa, de la corte y de la adminis-
tración pontificia permitió a la ciudad afirmarse como un foco inte­
lectual y artístico de primer orden en el que circulaban las coleccio­
nes de libros.

2.2o Los quehaceres de Bohemia190

189 En torno a 1350, la peste negra Dos lugares geográficos se hallaban particularmente afectados por
acabó con la población en una estos grandes cambios del sentimiento religioso: primeramente,
proporción que a veces podía lle­
Bohemia, y, más tarde, los Países Bajos. El emperador Carlos IV de
gar al 50%.
Luxemburgo (1316-1378) emprendió la tarea de transformar Bohe­
190 G.CASTELLAN, Histoire despeuples
d ’Europe centrale, París, 1994, pp. mia en un principado moderno organizado en torno a su capital,
94-97. Praga. La ciudad, sobre el Vltava, concentraba las funciones de

87
F R É D É R I C BARBI ER

gobierno, era la sede de la corte, de la administración y del nuevo


arzobispado (1344), para el que se construyó la catedral de Saint-
Guy. Se creó una universidad en 1348, que aseguraba la formación
intelectual de los altos cargos del Estado y de la Iglesia, y no tardó en
adquirir una influencia considerable. El emperador fundó, a su vez,
el Cbllegium Carolinum en 1366, en el que se instalaron profesores y
estudiantes repartidos en cuatro «naciones»191. A fines del siglo XIV, la
universidad reunía a una cincuentena de profesores y a más de mil 191 Baviera, Sajonia, Bohemia y Polo­
nia.
estudiantes, todos ellos bajo la dirección del arzobispo-canciller.
La producción y difusión de manuscritos no tardó en aumentar. 192 Sobre todo su autobiografía, la
Vita Karoli, pero también la «Le­
La corte y los. cancilleres urbanos se convirtieron en un foco de atrac­ yenda de san Wenceslao» (Historia
ción de artistas y artesanos, como también el propio emperador se nova de sancto Wenceslao), etc.
convirtió en un señor de las letras, dedicándose personalmente a 193 I. H l a v á C E K , «Zum bohmischen
escribir1^ y reuniendo en su corte a un considerable número de inte­ Bildungs-u. Bibliothekswesen der
lectuales y humanistas (el canciller, Johann von Neumarkt). Suscitó ersten Hálfte des 14. Jts», en
Scientia und Ars im Hoch-u. Spdt-
un vasto trabajo de redacción y copia, gran parte del cual se llevó a
mittelalter, Berlín, Nueva York,
cabo en lengua checa (la traducción checa de la Biblia se hizo en el 1994, t. II, PP. 795-806.
convento de San Jerónimo y Emaus, en Nové Mesto193). El Antiguo 194 Ósterreichische Nationalbibliot-
Testamento fue también traducido al alemán en Praga, en el último hek, Cod. 2759-2760. Cf.
tercio del siglo XIV, por el maestro numismático Martin Rotlew; se B iblia..., n° 39. Se conocen mu­
elaboraron muchos manuscritos, entre los cuales cabe situar a la chos otros manuscritos de la Biblia
o de fragmentos de la Biblia en
Biblia de Wenceslasm, alemán, algunos de ellos ilustra­
Dentro de lo que más tarde ha sido considerado como una verda­ dos, a imagen de la Biblia historia­
dera «edad de oro», no dejaban sin embargo de acumularse dificulta­ da de Kóthen (Biblioteca de Des-
sau, manuscrito Georg 7b).
des, haciéndose más acusadas al caer el siglo. La lucha entre las
«naciones» bohemia y alemana por alcanzar la supremacía, las dificul­ 195 Profesor en Oxford, 1330/1335-
1384. K. B. M c F a r l a n e , John
tades políticas, y k; competencia de los centros alemanes (Viena,
Wycliffe and the beginnings o f en-
Leipzig, Erfurt...) trajeron consigo un declive progresivo de la uni­ glish nonconformity, Londres,
versidad, y las oposiciones nacionales también afectaron al clero. Las 1952.
tensiones llegaron a ser tales que en 1343 el emperador se vio obliga­ 196 Wenceslao IV (t 1419) haría dete­
do a instaurar una estructura inquisitorial, a la vez que los desacuerdos ner y ejecutar al vicario general Jo­
hann v. Nepomuk (1393).
entre la alta jerarquía eclesiástica y el bajo clero se iban agravando cada
vez más. Jerónimo (Hieronymus) de Praga difundió las tesis de su 197 Jan Hus (1369-1415), estudiante
en Praga, fue ordenado en sacer­
maestro John Wycliff195; la.pastoral popular en lengua vulgar se expan­
dote en 1400 y rector de la Uni­
día; las llamadas a la reforma de la Iglesia y de la sociedad se multi­ versidad (1402-1403). Predicó en
plicaban; la sensibilidad apocalíptica vino reforzada por las continuas la nueva iglesia de Bethléem, tra­
epidemias de peste, el aumento de las dificultades económicas y los dujo al checo el Trialogus de Wy-
clif y se sumergió en un enfrenta­
problemas políticos que sobrevinieron tras la muerte de Carlos IV 196. miento cada vez más acusado con
Desde 1409, el movimiento husita -que tomó el nombre de su ini­ las autoridades eclesiásticas. Exco­
ciador197- aspiraba a combinar la reforma religiosa, las aspiraciones mulgado en 1410, Hus condenó
en 1411 la práctica de las indul­
nacionales y la búsqueda de una mejor justicia social. El mundo
gencias y escribió su De ecclesia
escrito y la referencia a la escritura tenían un lugar central en dicho (1412). Fue ejecutado en las lla­
movimiento. mas en Constanza en 1415.
H I S T O R I A D E L LIBRO

El concilio que se reunió en Constanza ( I 4 l4 - l 4 l8 ) bajo la


autoridad del emperador intentó restaurar la unidad y la doctrina de
la Iglesia; la reforma quedó suspendida, los papas de Roma y Aviñón
fueron depuestos, y se eligió a Martín V. El proceso de Jean Hus fina­
lizó con su ejecución en 1415, a continuación de la cual la revuelta se
extendió por toda Bohemia; se trataba de la primera defenestración
de Praga (1419) y la proclamación de los Artículos de Praga, que esta­
blecían la Reforma, incluyendo entre sus preceptos la libre predica­
ción, la pobreza clerical, la formación de una armada popular nacio­
nal, etc. El movimiento husita dio un considerable impulso a los
escritos y traducciones en lengua vulgar, checa o altoalemana, y los
estudios bíblicos se practicaron con gran ahínco en todas las capas de
la población198. Si los husitas, en definitiva, fracasaron, a diferencia de
los luteranos un siglo más tarde, fue seguramente por no disponer de
la técnica de difusión de su mensaje que constituiría la imprenta, así
como también porque su acción se dirigía, radicalmente, a la causa
del orden social y político. En este sentido, el sector de los moderados
y de la nobleza se opuso cada vez más a los radicales, aplastados final­
mente en la batalla de Lipany (1434). No obstante, una sensibilidad
especial en torno al libro permanecería en Bohemia como una cons­
tante hasta la época contemporánea.

23» La -devotio moderna . '

En el terreno espiritual, la época de los siglos XIII y XIV estuvo marca­


da por el desarrollo de poderosas corrientes místicas. En Erfurt,
donde los dominicos se establecieron en 1303, su padre provincial, el
maestro Eckart (1260-1328), predicaba en alemán acerca del «vacío
interno» y la necesidad de la soledad y de la plegaria individual. Esta
sensibilidad daría origen de la devotio moderna, movimiento espiri­
tual que apareció en los Países Bajos hacia 1375 y que también man­
tenía estrechas relaciones con el mundo escrito199. Cercana a la orden
de los cartujos, la devotio moderna respondía, a la vez, a la inquietud
que dominaba a finales de la Edad Media, a una profunda tendencia
a la individualización y a la propagación de la cultura escrita en el
seno de grupos más extensos de población. El reconocimiento de la
inmanencia de lo sagrado hacía impensable la instrumentalización
del mismo, lo que llevó a condenar la religión del contrato, ya se tra-
198 J. K. H O EN SC H , Histoire de la
tara de formas de peregrinaciones o de indulgencias.
Bohéme,París, 1995, p. 150.
Laicos y religiosos, en busca de un modo de vida más; próximo al
199 La mystique rhénane [Actes du co-
lloque de Strasbourg, 1961], París,
modelo de la .Iglesia primitiva, se reunieron en «casas» para consa­
1963. grarse al servicio de Dios y de los hombres; se trataba de las monjas,

89
F R E D É R I C BARBIER

y, más tarde, de los hermanos, de la vida comunal. Los primeros


intentos se hicieron en Deventer y Zwolle, para extenderse luego a
Renania y Alemania del Norte, Brabante y Flandes. En 1387 se
fundó un convento de canónigos regulares en Windesheim, cerca de
Zwolle. En lo que se refiere al mundo escrito, la acción de la devotio
modernahiz profunda, ya que, por un lado, los hermanos impulsaron
la función docente de las «pequeñas escuelas»; y, por otro, sus hábitos
de lectura y adquisición de textos sagrados trajo consigo el aumento
de los ejemplares producidos, junto con la difusión de una lectura
comentada que condujo a numerosos recopilatorios manuscritos. Los
hermanos basaban su meditación en la imaginería piadosa200 y se
orientaron también muy pronto hacia una labor de impresores y
libreros. Una nueva relación, específicamente individual, se estable­
ció entre el lector y el texto, convertido ahora en soporte de medita­
ción.
Un antiguo alumno de la escuela de Deventer, Thomas de Kem-
’pis (1379/1380-1471), ingresó en la congregación de Windesheim
en 1406, siendo muy probablemente el compilador y el autor de una
parte de la Imitatio Christi (Imitación de Jesucristo)y recopilatorio de
cuatro tratados de espiritualidad que fiie finalizado en 1441, alean-
zando una difusión colosal, con setecientos manuscritos y más de
cuatro mil ediciones impresas hasta la época contemporánea. En
general, nos encontramos ante la emergencia de una espiritualidad
diferente, mucho más personal, que privilegiaba la unión directa del
individuo con Dios. La civilización del libro pasó a ser el fiel reflejo
de ello.

3é EL «RENACIMIENTO DE LA ESCRITURA»

Si la mitad del siglo XV vino a marcar la época de la «primera revolu­


200 J. HUIZINGA, L’automne du Moyen
ción del libro» con la invención de Gutenberg, la importancia de los Age, trad. fr., nueva edición, París,
grandes cambios que se desarrollaron con anterioridad ha suscitado Payot, 1980, especialmente el capí­
la hipótesis de un «Renacimiento de la escritura» que culminaría en el tulo 12 («La pensée religieuse se
cristallise en images»), pp. 156 y ss.
siglo XIII y habría estado marcado por una producción más impor­
tante y una mayor difusión de los libros, así como por la alteración de 201 The Cambridge companion to Re-
naissance humanism, Cambridge,
las curiosidades intelectuales y de las formas artísticas201. Dejando a 1996, y sobre todo Book produc-
un lado la renovación intelectual y artística ligada al Renacimiento tion andpublishing in Britain, ob.
italiano, tres grandes innovaciones intervinieron en el libro, desde el cit. Para la historia cultural de
Francia en el siglo X V véase espe­
punto de vista técnico y práctico, que abrieron camino a los cambios
cialmente la Histoire culturelle de
venideros. Este gran cambio vino acompañado de una fase de auge la Fr'dnce, I, Le Moyen Age, París,
económico y demográfico muy acusada, en la que se llegaron a alcan- 1997.

90
H I S T O R I A D E L LI BRO

zar densidades de 60 hab/km2 sobre vastos territorios -especialmente


en los antiguos Países Bajos- por primera vez en la historia de Euro­
pa, a la vez que las redes urbanas iban cobrando fuerza, el gran capi­
talismo se iba desarrollando y comenzaron a llevarse a cabo explora­
ciones más lejanas.

3.1 o Innovación en la práctica

Como pioneras, las universidades pusieron en marcha' un sistema ori­


ginal para hacer frente a la demanda creciente de textos: la pecia 202.
Una comisión universitaria controlaba la calidad del texto del
manuscrito de referencia (el ejemplar), que era confiado a un librero
especializado (el stationarius). El ejemplar era dividido en cuadernos,
cada uno de los cuales era encomendado a un estudiante o copista
profesional, de tal manera que, mediante esta rotación, se hacían
muchas copias al rpdsmo tiempo por varios escribas. Así, el número
de copias era igual al número de cuadernos del ejemplar, y su plazo de
realización era el que se necesitaba para copiar un solo ejemplar. Se
202 La Production du livre universitaire
au Moyen Age: exemplar et pecio, conservan miniaturas en las que aparece el ejemplar cuidadosamente
dir. L. J. Bataillon, París, 1988. conservado en un cofre, mientras que las láminas de sus copias se
203 Los pontuseaux (hilos más espesos) ordenaban en el armarium del librero.
son paralelos al lado pequeño,
mientras que los vergeures al gran­
de. Su disposición en . el ejemplar
de un libro dado es un indicativo
3„2o El papel
importante para determinar el for­
mato, ya que su sentido cambia en Inventado en China y difundido a través de los árabes, el papel apa­
cada pliegue de la hoja para consti­ reció en las actas de la chancillería normanda de Sicilia a finales del
tuir un cuaderno. Aquello que se
designa con el apelativo de «gran­
siglo XI y en las minutas notariales de Genes en el siglo XII. La mate­
de» o de «pequeño papel» se remite ria prima, la celulosa, se obtenía a partir de trapos; en el siglo XIII se
a emisiones separadas que sirven de trataba de tela de lino o de cáñamo, abandonándose la de lana. Se
base a dos tipos de presentación en
procedía, en primer lugar, a meterlos en remojo; después, una rueda
venta; la tipografía sigue siendo la
misma. Encontramos esta práctica hidráulica accionaba unas prensadoras que reducían el tamaño de los
en Italia desde finales del siglo XVI. retales, dando lugar a la pasta de papel; ésta se disponía en un cubo
204 Veinticinco páginas constituyen de agua caliente donde el obrero sumergía el instrumento, una rama
una mano, mientras que 20 ramas de madera provista de un tamiz para dejar pasar el agua; se trata de la
forman una mano. La hoja de pa­ técnica de la elevación. El enrejado del tamiz dejaba una marca carac­
pel se presenta bajo la forma de un
rectángulo cuyas dimensiones varí­
terística que se dejaba transparentar en este tipo de papel hecho a la
an, siendo más pequeñas en el siglo cuba203.
XVII y más grandes a continuación. La hoja resultante se disponía sobre un tendedero y se secaba a lo
Esta variación de la dimensión de
largo de diversas operaciones sucesivas; a continuación, era encolada,
las hojas explica la variabilidad de
los formatos (el in-octavo es más o satinada y alisada; se medía en palmos y en resmas y ya estaba lista
menos grande, etc.). para ser utilizada204. Ya en el siglo XIII, las papelerías de Fabriano,

91
F R E D É R I C BARBIER

cerca de Ancona, fueron el escenario de grandes innovaciones técni­


cas, como la utilización de pilas hidráulicas, hilos de latón y encola­
miento por gelatina, así como de la generalización de la filigrana.
España, como también la zona de Aviñón, se sitúan entre las demás
grandes regiones de fabricación, y, más tarde, Champagne, Isla de
Francia, Comté, Angoumois, etc,, se lanzaron también a esta produc­
ción. Por último, en 1400 los molinos de papel se extendieron por
Basilea, Alsacia, Nuremberg (bajo la dinastía Stromayr), Chemnitz y
Renania inferior.

El pergam ino y e l papel en lo s m a n u s c rito s in g le s e s d e l s ig lo xv20S

Pergamino Pergamino y papel Papel


Fechas Total Número % Número % Numero °'o
1400 55 49 91 2 3 3 6
1425 67 53 79 mu 18
1450 47 38 83 2 — 15
1475 68 37 54 9 25 37
1500 15 llilllll 40 12 I I I É t t l I l l 47

El papel constituía un soporte mucho más económico (hasta diez


veces más barato), aparte de poder producirse más rápidamente y en
mucha mayor cantidad que el pergamino, y pronto se revelaría como
mucho más apto que este último para las aplicaciones de la técnica
tipográfica. En el siglo XIV se impuso en Occidente para todos los tra­
bajos corrientes de escritura y para una parte de la producción de
libros manuscritos.

33. El grabado sobremadera

La xilografía surgió en Occidente en el siglo XIV. Se trataba también


de una técnica venida de Extremo Oriente, y que se encontraría en el
libro impreso hasta la época contemporánea. Leamos la magistral
definición dada por Edwin Panofsky:

Una plancha de madera206 cortada en el sentido de las fibras era recu­


bierta de una capa blanca sobre la cual la composición podía pasar a tra­
zarse a tinta. A continuación, la plancha era «tallada al vacío», de mane­ 205 R. J. LYALL, «Materials: the paper
revolution», en Book production
ra que la madera quedase vacía en cada uno de sus lados de lo que, en la
and publishing in Britain, 1375-
impresión, aparecería como una línea negra. Sobre estos relieves se apli­ 1475, p p -H -29.
ca la tinta, que en seguida era transferida al papel. Las líneas del grabado 206 Dada su dureza, el peral fue am­
sobre madera debían contar con un espesor mínimo, en virtud del cual pliamente utilizado.

$)2
H I S T O R I A D E L LI BRO

no se las podía hacer más finas sin que llegaran a romperse, y estaban
separadas por espacios en blanco que tampoco podían reducirse al lími­
te. Por consiguiente, los primeros grabados sobre madera, que datan del
primer cuarto del siglo XV, sólo muestran una especie de armazón de
líneas separadas por largos espacios en blanco; al realzarlos con pintura
al óleo, práctica muy común, el efecto obtenido hace evocar al de las
vidrieras. Sólo poco a poco, y no sin reticencias, los trazos rayados
comenzaron a rivalizar con el colorido a mano y terminaron por suplan­
tar a este último, de tal manera que el dibujo impreso daba una cierta
ilusión de tercera dimensión [...]. La etapa verdaderamente decisiva
sobrevino cuando la impresión comenzó a utilizar la prensa y dejó de
hacerse a mano. Este progreso permitió, a partir de entonces, reproducir
las composiciones lineales densas y complejas, que venían siendo elabo­
radas con gran desacierto con la impresión a mano...

En un principio, la xilografía se utilizó para la decoración de telas, y


más tarde para la publicación de numerosas imágenes piadosas, como
retratos de santos, etc., a menudo acompañados de una breve leyen­
da y que obedecían al nuevo carácter de intimidad de la piedad que
apareció a finales del siglo XIV207. Se conserva en Francia la «madera
Protat» (hacia 1380), ejemplo más antiguo de xilografía conocido en
este país, a la vez que la Biblioteca Clasencia de Rávena, en Italia,
posee una colección excepcional de imágenes xilográficas que repre­
sentan principalmente a santos y escenas de la Pasión208. En el orden
secular, cabe mencionar la producción de cartas de juego, que consti­
tuía una especialidad de los grabadores y editores de Lyon a finales
del siglo XV, destacando Jean de Dale.
La difusión de dichas imágenes piadosas estaba ligada a la nueva
orientación del sentimiento religioso en el sentido de la piedad indi­
207 Un quiroxilógrafo designa una
ilustración xilográfica en la que el vidual y de un cierto misticismo, que dieron origen a la devotio
texto está elaborado a mano (ceir, moderna.. La xilografía, en un principio meramente imagen, pudo
la mano). también ser introducida en determinados manuscritos; en el caso del
208 Fifteenth century italian woodcuts Gebetbuch (libro de oraciones) alemán de 1500, la xilografía vino a
from Biblioteca Classensse in Ra-
potenciar y enriquecer la oración y meditación individuales209. Pero
venna, Rávena, 1989.
también tendió a desarrollarse en el siglo XV bajo la forma de libretos
209 Biblioteca del monasterio de
xilográficos, esto es, la colección de varias láminas xilográficas para
Saint-Gall, manuscrito Cod. Sang.
1870. constituir un ciclo. Las más frecuentes fueron el Apocalipsis figurado,
210 Praga, Clementinum manuscrito
la Biblia pauperum (Biblia de los pobres) y el Ars moriendi (Arte de
XXIII C 124. El texto latino está morir). Su disposición seguía un modelo ya fijo, que por otra parte
muy abreviado y se encuentra ilus­ estaba directamente tomado del esquema formal seguido en los
trado con dibujos; se trata, de he­
manuscritos de estos mismos textos. Así sucedió en la Biblia de Velis-
cho, de una «Biblia de pobres»).
Su formato es el de un cuadernillo
lav, copiada en Praga a mediados del siglo XIV, seguramente por
xilográfico. encargo de un notario y secretario de Carlos de Luxemburgo210.

93
F R É D É R I C BARBIER

En el libreto xilográfico las hojas in-folio eran impresas sólo sobre el 211 Cabe distinguir aquí una fuerte
anverso, y llevaban juegos de figuras que separaban motivos arquitectó­ oposición conceptual entre la co­
nicos, como columnas y bóvedas. Los personajes puestos en escena so­ munidad y la colectividad. La co­
munidad hace referencia a un gru­
lían ser dibujados mediante filactería, mientras que los textos largos,
po humano cuyas dimensiones
que ocupaban varias líneas, eran grabados en el encabezado y en el final son lo suficientemente reducidas
de cada imagen. Estos libretos xilográficos siguieron produciéndose paira que todos puedan, en princi­
hasta 1480, una generación después de la aparición de la tipografía en pio, conocerse directamente; su
modelo vendría dado por la ciu­
caracteres móviles; poco después, no tardaron en desaparecer.
dad antigua. La colectividad desig­
na, por el contrario, a un grupo
cuya envergadura hace difícil este
3.4. Geografía ele Sa innovación conocimiento. Por consiguiente, el
media de lo oral, que sigue estando
adaptado a la comunidad (de ahí
Estos grandes cambios se produjeron primeramente en las regiones el papel de la retórica, como tam­
más avanzadas, en las que la densidad de población, la proximidad de bién del teatro, en el mundo gre-
las ciudades, la facilidad de circulación y el mayor índice de riqueza colatino) ya no podía seguir cons­
tituyendo el principal media en el
media concurrieron a imponer otras categorías culturales y otro que s'e apoyaba la colectividad.
modo de vida211, a la vez que algunos de los señores más poderosos Este habría de ir girando hacia el
-com o el duque de Borgoña, el rey de Francia o el emperador de Ale­ mundo escrito, obviamente según
modalidades, cronologías y hábi­
mania- residían también en estas regiones. A la cabeza, la diagonal de
tos muy diferentes de un espacio
la «Europa densa», entre Flandes e Italia del Norte, pasando por el geo-histórico a otro.
valle del Rin y Alemania del Sur: ciudades como Brujas, Colonia,
212 Hans Fugger, tejedor en Graben
Maguncia y Frankfurt am Main, seguidas de Estrasburgo, Augsbur- (cerca de Augsburgo), se estableció
go, Nuremberg y Basilea, como también París y Bolonia (con las más como negociante de telas y lanas
antiguas universidades de Europa), y aun Lyon (con sus ferias) y Avi­ en Augsburgo en 1367. Jacobo el
Antiguo ( f l 469) extendió el do­
ñón (con la sede pontificia), y, por ultimo, las grandes ciudades de minio del negocio familiar a la
Italia del Norte (Milán, Venecia, Florencia); tales eran los principales seda y las especias. Jacobo el Rico
focos de la época. En Augsburgo, la dinastía financiera de los Fugger (t 1525) se convirtió en un capita­
lista y negociante de resonancia
fue una de las más influyentes del momento, y su riqueza le daba un
europea, instaurado en Venecia,
gran peso político212. Los duques de Borgoña, los arzobispos de Colo­ Roma y Amberes. Destacó en la
nia y, sobre todo, de Maguncia, los electores palatinos (Heidelberg) y explotación de metales del Tirol y
los señores de Sajonia y Turingia213, las ciudades (commune) y los en el préstamo bancario (puso
540.000 florines a disposición de
potentados de Italia del Norte (Milán, y más tarde Florencia), cobra­
Carlos de Gante para asegurar su
ron fama entre los señores y los estados más ricos y poderosos. Las elección como emperador en
ciudades y señoríos que tenían desfiladeros alpinos se beneficiaron de 1519).
su posición a la hora de enriquecerse rápidamente, como fue el caso 213 La Bula de oro de Carlos IV de Lu-
de Innsbruck, sobre el Brenner, y sobre todo de Basilea y las ciudades xemburgo limitaba el derecho del
que dominaban el Gotthard, en Suiza (Zurich, Lucerna). No había voto para la elección imperial a los
siete príncipes que lo habían aca­
lugar donde las cortes principescas o una rica burguesía mercantil no parado de hecho (1356). Éstos
se impusieran e instauraran el modelo de un «hombre nuevo», que (tres arzobispos electores y cuatro
sería el hombre del Renacimiento, el humanista. El estilo de vida que príncipes laicos: Maguncia, Colo­
nia, Tréveris, Palatinado y Sajonia)
se estaba generalizando privilegiaba, de una manera cada vez mayor,
estaban investidos de una nueva
al individuo y su éxito particular, y la referencia al modelo antiguo dignidad y se beneficiaban de am­
comenzó a cobrar auge. plios privilegios.

94
H I S T O R I A D E L LI BRO

30§0 Un ambiente innovador

Es evidente que la invención decisiva estaba en el aire (como señala


H .-J. Martin) durante los primeros decenios del siglo XV. En Bohe­
mia (Praga), Alemania del Sur (Constanza, Nuremberg), valle del
Rin, Holanda (Harlem) y Aviñón, pequeños grupos de inventores y
empresarios comenzaron a trabajar sobre problemas técnicos de toda
clase, ya fueran de papelería, fabricación de espejos, pulimentado de
piedras preciosas, forja de armas, perfeccionamiento del estampado
de las encuadernaciones o búsqueda de un nuevo método para mul­
tiplicar los textos.
Prokop Waldvogel de Braganciis descendía de una familia de
herreros establecida en Praga desde la década de 1360. A consecuen­
cia de las agitaciones que azotaron Bohemia, dejó Praga para mar­
charse a Nuremberg, para pasar después a Lucerna (1439), Aviñón
(1444-1446) y, seguramente, Constanza214. Técnico de gran prestigio
y acuñador de moneda, Waldvogel fue uno de los protagonistas de la
invención de la imprenta, para cuya causa se asoció en Aviñón -ante
el notario Jacques de Brieude- al cerrajero Girard Ferrosse, originario
de la diócesis de Tréveris. Este último había estado detrás de un pro­
cedimiento de «escritura mecánica» que se comprometió a no difun­
dir en doce mil kilómetros a la redonda de la ciudad. Georges de la
Jardina, David Caderousse, el bachiller Menaldus Vitalis, Arnaldo de
Coselhac y Tolosano Antonio de Teonte también estuvieron al
corriente de esta técnica de la prototipografía215.
214 Fue precisamente en Constanza, En los «antiguos Países Bajos» asistimos también a la aparición de
durante la década de 1440, cuan­ ciertas técnicas prototipográficas. La tradición atribuye su invención
do se utilizaron los grabados de
metal, y concretamente de cobre,
a Lourens (Lorenzo) Janszoon Coster, de Harlem216, mientras que en
por primera vez. Sobre el agua­ 1445 Jean le Robert, abad de Saint-Aubert de Cambrai, dirigió en
fuerte, cf. infra p. 92. Brujas libros gettés en molle, fórmula que podría designar una técnica
215 Abbé REQUIN, Limprimerie h de impresión por «páginas-cuaderno»217. Por último, conservamos
Avignon en 1444, París, 1890. Ar­ algunos ejemplos curiosos de prototipografías que ponen de mani­
dele de v. d. Linde en Allgemeine
fiesto las investigaciones seguidas por entonces en torno a la cuestión
deutsche Biographie, XL, pp. 721-
724. de la reproducción de los textos. Sin ir más lejos, tenemos el Specu-
216 A. J. VAN DER AA, Biographisch
lurn humánete salvcttionis (Espejo de redención), impreso, al parecer, en
Woordénbook der Nederlanden 1480 con caracteres metálicos inhábiles, seguramente de estaño218. A
[ ...] , voortgezet van K. J. R. Van propósito de la imprenta, la Crónica de Colonia de Ulrich Zell (1499)
Harderwijk, III, Haarlem, 1858,
precisaba que:
pp. 760-764.

217 H. SERVANT, Artistas etgens de let-


Aunque este arte haya sido inventado en Maguncia, [...] el primer
tres a Valenciennes a la fin du Mo-
yen Age (vers 1440-1507), préf. amago tuvo lugar en Holanda, en los Donato que imprimían antes de
Bertrand Jestaz, París, 1998. esa época...
218 Biblioteca Municipal de Lille D -45.

95
Capítol© 5
Gutenberg y la invención de ia
Imprenta .

El estudio de las humanidades tiene una deuda importante con la luz


que proporcionó esta nueva especie de libreros salidos de la Germanía
como un caballo de Troya para extenderse hacia todos los rincones del
mundo civilizado. Se cuenta en todas partes que en las inmediaciones de
Maguncia vivía este Juan, conocido como Gutenberg, que fue el primer
inventor de la imprenta, gracias a la cual, sin necesidad de caña ni
pluma, sino sólo gracias a los caracteres metálicos, los libros se fabrican
rápida, correcta y elegantemente [...]. La invención de Gutenberg [...]
nos ha legado los caracteres con los que todo lo que se dice y piensa
puede ser inmediatamente escrito, reescrito y legado a la posteridad...
(G uillerm o F ich et, 1471).

1o JOHAN GENFLEISCH, LLAMADO GUTENBERG .

219 G, BAECHTEL, Gutenberg et l’in-


vention de l’imprimerie: une enque- 1.1o Antecedentes de la invención
te, París, 1992. H. W lD M A N N ,
Der Gegenwdrtige Stand der Gu- Pese a todo lo que se haya podido decir, el principal responsable de la
tenberg-Forschung, Stuttgart,
invención de la tipografía en caracteres móviles puede identificarse
1972. Gutenberg: Aventur und
Kunst, Mainz, 2000 (catálogo de legítimamente con la figura del magunciano Johann Genfleisch zur
exposición que presenta más o Laden, llamado Gutenberg, tomado del rótulo de la casa donde nació
menos todas las piezas de las que en Maguncia entre 1394 y 1400219: Zum guten Berge ( = a la Bella
aquí hacemos mención).
montaña). Su padre, Fiele Genfleish zur Laden (f 1419), era orfebre
220 Juan de Eltville, nombre de esta
de profesión y trabajaba para el arzobispo como acuñador de mone­
pequeña localidad sobre el Rin, re­
sidencia del arzobispo-elector de
da. Existió un tal Johannes de Alta Villa220 que podría también iden­
Maguncia. tificarse con Gutenberg, inscrito en la Universidad de Erfurt en

97
F R É DÉ R I C BARBIER

1418, donde aprobó el bachillerato en 1419-1420; no obstante,


Gutenberg tenía buenos conocimientos del griego y del latín, y
Erfurt era la universidad de la archidiócesis de Maguncia.
Volviendo a Maguncia, Gutenberg debió dejar su ciudad natal a
consecuencia de la revuelta de las corporaciones contra el patriciado,
estableciéndose como técnico y orfebre en Estrasburgo entre 1434 y
1444, en el barrio de San Arbogast. La muerte de su madre, Else
Wirith, acontecida hacia 1433, le permitió disponer de un pequeño
capital, y fue en Alsacia donde comenzó sus investigaciones y prime­
ros ensayos, probablemente con el apoyo financiero de Friedel von
Seckingen, agente financiero del otro lado del Rin. Sabemos que
Gutenberg siguió trabajando, por entonces, en la cuestión de la talla
de gemas, cuya práctica la aprendió de un tal Andreas Dritzehn.
Como señalaba Arnaldo de Nimegue, el modo de pulir las piedras
preciosas resultaba en sí mismo una invención compleja.
Le vemos entrar en sociedad junto con tres ciudadanos de Estras­
burgo en 1438, fabricando espejos engarzados en un marco de molde
destinados a ser vendidos con ocasión de la peregrinación a Aquis-
grán. La producción de este tipo de objetos implicaba un gran domi-
nio de las técnicas del metal, ya que los espejos se componían de una
mezcla de plomo y antimonio - a los que se añadiría más tarde el esta­
ño, a fin de favorecer la firsión-, y Gutenberg reemplazaría los anti-
guos moldes de esteatita por un procedimiento a dos matrices. Ade­
más, se trataba de un artículo de masas, ya que la peregrinación llegó
a congregar hasta 440.000 personas en un solo día en 1494, y los
espejos, abrochados a los bastones de los peregrinos, servían para cap­
tar las bendiciones de las reliquias durante su recorrido por la ciudad.
Se estima que la sociedad fundada en Estrasburgo a tal fin producía
alrededor de 30.000 o 40.000 espejos en 1437-143?. Tales eran íos
elementos técnicos que, indirectamente, nos aproximan a la tipogra­
fía en caracteres móviles. Paralelamente a estas primeras operaciones,
los textos fueron protagonistas de otro asunto en otoño de 1438,
cuyo secreto fue celosamente guardado, pero que representaría los
esbozos de la propia imprenta.

1.2. Ef taller de Maguncia

Una circunstancia llevó a Gutenberg a regresar a Maguncia en 1448,


donde, al parecer, se estableció en la casa en la que había nacido. Fue
entonces cuando entró en sociedad de la mano de Johann Fust, un
rico negociante burgués que pertenecía a una de las familias más acti­
vas en el comercio de Nuremberg. El hermano menor de Fust, arqui-

98
HI S T O R I A D E L LIBRO

tecto, sería burgomaestre de Maguncia. En 1454 Fust invirtió en la


empresa 800 florines (Gulden) a una tasa del 6 % para los últimos
preparativos de la invención de la imprenta. Dos años más tarde rea­
lizó un segundo desembolso, y en esta ocasión se mencionó su desti­
no: das Werk der Bücher (la fabricación de los libros). Muy probable­
mente, se trataba de financiar la fabricación del «primer gran libro
europeo», la Biblia a 4 2 líneas211, llamada Biblia de Gutenberg, en la
que Gutenberg estuvo trabajando como mínimo durante tres años.
Peter Schoeffer, nacido en Gernsheim en 1425 y antiguo estudiante
del colegio de la Sorbona en París (1449-1452), intervino igualmen­
te como parte asociada. Se casaría con la hija de Fust.
También es muy posible que hubieran comenzado a trabajar pri­
meramente en una Biblia de mayor grosor, llamada Biblia a 3 6 líneas,
pero el menor número de líneas por página y el mayor número de
hojas (884 frente a 643) suponía un coste significativamente mayor,
221 Llamada así por el número de lí­ y ello habría llevado a la decisión de abandonar este intento y pasar a
neas por página. fundir nuevos caracteres, más pequeños, e imprimir la Biblia a 4 2
222 Sobre la definición de estas fun­ líneas. Si la hipótesis de este cambio de programa editorial es exacta,
ciones profesionales, cf. infra p.
los capitales necesarios para el trabajo de metalurgia y los gravámenes
1Ó4 y ss.
financieros se habrían compensado con un aumento proporcional.
223 Hoy se conservan unos 50 ejem­
De cualquier manera, la Biblia a 42 líneas salió a la luz en 1455-
plares, a menudo incompletos.
Para el historiador del libro, el 1456, y se estima que para su impresión se habrían necesitado con­
ejemplar revela el objeto impreso juntamente cuatro prensas, y que en el taller habrían trabajado seis
que tenemos entre las manos y cu­ tipógrafos y una docena de prenseros222. La tirada de ambos volúme­
yas particularidades le vuelven úni­
co. Da muestras de una mayor o
nes habría sido de unos 180 ejemplares, de los cuales 50 se hicieron
menor atención por parte de su sobre pergamino223; pruebas de hojas impresas fueron presentadas en
propietario (su carácter bibliófilo, Frankfurt, y todos los ejemplares fueron suscritos antes de acabar la
marcas de procedencia, restos de
impresión.
antiguas anotaciones, etc.), de un
uso más o menos frecuente, de un
Pese a ello, la Biblia no fue el primer trabajo emanado de las pren­
cierto tipo de lectura (por ejemplo, sas de Maguncia. Gutenberg y sus asociados financiaron la impresión
la recreativa, por oposición a la de pequeños textos, especialmente varias ediciones -seguramente tres-
consulta regular), de una mayor o
de un Ars minor de Donato, que era un manual muy conocido de
menor voluntad de ostentación
(encuadernación...). En suma, de aprendizaje del latín mediante preguntas y respuestas (1453-1454).
todo un juego de prácticas cuyas También prepararon formularios de indulgencias: a cambio de cada
huellas de uso se plasman en el donación, la autoridad eclesiástica redimía de un acto nominativo, de
mismo y piden un análisis arqueo­
manera que había que disponer de un lote de hojas impresas para
lógico. El concepto de ejemplar se
opone al de edición. completar con la fecha y el nombre del beneficiario. Así, conocemos
224 Se tiró una primera versión en
muchas cartas de indulgencias impresas para la guerra contra los turcos
1455, y otra poco después, en un y a propósito de la toma de Chipre224. Este empleo sistemático de las
texto de treinta y una líneas im­ indulgencias con fines financieros se sitúa, en gran medida, en el ori­
presas sobre pergamino, para el gen inmediato de la Reforma luterana.
cual se han señalado seis impresio­
nes sucesivas ( Thesaurus librorum,
Pero a pesar del éxito comercial, la actividad impresora era costo­
Munich, n° 88). sa en cuanto a inversiones; se requerían constantemente nuevos capi-

99
F R É D É R I C BARBIER

tales, sobre todo para la fabricación de fuentes tipográficas. Un docu­


mento notarial con fecha del 5 de noviembre de 1455 pone de mani­
fiesto los términos de la disputa entre los socios225: Fust había presta­
do un total de 1.500 florines a la sociedad, pero una parte de la suma
fue utilizada para otra cosa distinta de la «fabricación de libros», por
lo que exigía su devolución con los intereses correspondientes.
Gutenberg se vio apremiado a devolver el dinero y, al no poder hacer-
Ioí la sociedad quedó disuelta. Es posible que el inventor hubiera sido
apartado voluntariamente por su socio, deseoso de reservarse todos
los beneficios. Sin embargo, Gutenberg conservó, al parecer, una
parte de su material y siguió trabajando en Maguncia, donde sin
duda habría lanzado una edición del Catholicon de Balbus en 1460226.
Tras la toma de la ciudad por Adolfo de Nassau, en 1462 el inventor,
que llevaba tiempo acariciando la idea de abrir un taller en Eltville, se
dirigió a dicho señor y permaneció trabajando bajo su mandato.
Murió en Maguncia en 1468 y fue inhumado en la iglesia de los
'franciscanos, iglesia que sería destruida en 1742.
En consecuencia, Fust y Shoeffer retomaron el taller de Magun­
cia y lo explotaron bajo su nombre, en la casa «Zum Humbrecht».
De este modo, la primera dirección tipográfica aparecida como tal en
los volúmenes fue la suya, ya que las tiradas impresas que salieron del
taller estando Gutenberg no llevaban ni dirección ni fecha. En 1457
imprimieron el Salterio de Maguncia,, el primer libro impreso que lle­
vaba fecha227, y le siguieron una Biblia a 48 líneas (1462) y el De offi-
ciis de Cicerón (1465, reeditado en 1466). Tras la muerte de Johann
Fust en París, en 1466 Peter Shoeffer continuó durante un tiempo
con el taller, antes de retirarse a la mera tarea de preparación y reven­
ta de obras impresas por otros (compraba ejemplares en hojas, los
dotaba de una encuadernación y de una decoración pintada y, final­
mente, los revendía al por metior). 225 Staats-u. Univ. Bibl. Gottingen,
2 o Cod. Manuscrito hist. Lit. 123
Cim.
226 J. BALBUS, Catholicon, Mainz,
[impr. del Catholicori\, [1460]. Se
2. TÉCNICAS trata de un diccionario latino.
También se ha establecido la hipó­
tesis de que Gutenberg se estable­
ció por un tiempo en Bamberg,
2.1. Los caracteres tipográficos y 8a máquina de fundir donde habría acabado la Biblia a
3 6 líneas comenzada en Magun­
El elemento fundamental de la invención de Gutenberg no fue la cia, y que sería terminada hacia
1458-1460.
prensa de imprimir sino la máquina de fundir (HandgieBereigerát)
junto con la técnica metalúrgica de la multiplicación de caracteres 227 Psalterium Moguntinum, Mainz,
Johann Fust y Peter Shoeffer,
tipográficos (los tipos). 1457. El material tipográfico pare­
Cada uno de los diseños de carácter era previamente grabado en ce ser el de Gutenberg.

IOO
H I S T O R I A D E L LIBRO

relieve bajo la forma de un punzón (un instrumento familiar entre los


orfebres), el cual era martilleado sobre un metal extendido, general­
mente cobre, para obtener una matriz (al vacío). Ésta pasaba a situar­
se en la máquina de fundir, que aseguraba la producción de los tipos
normalizados, es decir, alineados sobre una misma altura228. La
máquina de fundir fue concebida para facilitar el trabajo: la matriz se
colocaba en un extremo del aparato, pudiendo ser cambiada rápida­
mente, mientras que el otro extremo del aparato contenía el canal de
fundición, por donde habría de penetrar el metal en fusión. La com­
binación de dos partes fijas y una móvil permitía hacer variar el
ancho del molde en función de la diferente anchura de las letras (¿y
228 Es posible que primeramente se u, por ejemplo). Las inmediaciones del aparato se rodeaban de made­
utilizaran moldes de arena realiza­ ra, para protegerlo del calor, ya que la temperatura de fusión del
dos mediante punzones de madera. plomo es de 300 grados. Una vez fundido, el carácter debía ser aún
229 La prensa es una máquina que trans­ retocado a mano. El tema de las aleaciones es delicado, y los punzo­
forma la fuerza en una presión verti­
nes de acero tardaron en aparecer y generalizarse, al igual que las
cal. Su principio de funcionamiento
se conoce desde la Antigüedad, con matrices de cobre; Peter ShoefFer habría sido el primero en utilizar
las prensas de aceite o de frutas ambos metales. La aleación que solía utilizarse para la fabricación de
(Egipto, III milenio a.C.), y, sobre caracteres combinaba plomo, estaño y antimonio en proporciones
todo, las prensas de uva. Seguramen­
variables.
te se utilizó la prensa para la decora­
ción de los tejidos medievales. Las La innovación principal consistía, pues, en la posibilidad de
primeras prensas de papel aparecie­ fabricar en serie caracteres normalizados. El principio seguido es el
ron en Nuremberg en tomo a 1390. del análisis lineal y seguía la lógica alfabética, de tal manera que un
230 Cf. infrap. 104. número de elementos muy reducido permitía infinitas combinacio­
231 La platina hace referencia a la super­ nes. El número de fundiciones era siempre ligeramente superior al de
ficie de mármol, y más tarde de las letras del alfabeto, en la medida en que había que distinguir entre
fuente pulida, que sirve de base al
mayúsculas y minúsculas, además de que el juego alfabético se com­
trabajo de la prensa. Se conocen
como «correcciones sobre la platina» pletaba con caracteres particulares de toda clase: signos diacríticos
a las correcciones efectuadas en el úl­ que impedían confundir ciertas palabras (por ejemplo, acentos),
timo momento, mientras que la abreviaturas más o menos desarrolladas, pies de mosca, (?), ligaduras
prensa está lista para «girar», y sobre
todo para que el trabajo no se inte­
y signos de puntuación, etc.
rrumpa ni se retrase. Esta práctica se
encuentra especialmente en la im­
presión de periódicos. 2o2o La prensa de imprimir
232 La platina es la parte móvil sobre un
eje vertical de la prensa que gira so­
Claro está, la nueva técnica empleaba también la prensa de imprimir,
bre el molde húmedo y provoca la
impresión de la hoja. pero esta última era derivada, y estaba adaptada, de máquinas mucho
233 «Bastidor recubierto de papel encola­
más antiguas229. La prensa de Gutenberg combinaba un movimiento
do y recortado que se pone sobre el vertical con otro horizontal, de manera que el molde230 se situaba
tímpano de la prensa y de la hoja de sobre el mármol231, fijo y posicionado a mano sobre la platina232. Esta
imprimir, a fin de que impida que se
era accionada verticalmente mediante' un tornillo y un barrote. En
manchen los márgenes y todo lo que
debe permanecer blanco» (Gde
cada pasada había que humidificar, por tanto, una hoja (el «trempa-
EncycL, XVIII, 184). ge»), disponerla sobre el molde y protegerla plegando la frasqueta233.

io i
F R É D É R I C BARBIER

La estabilidad del conjunto venía asegurada por los gemelos y la


corona, y la máquina solía estar colgada en el techo de la habitación,
como el visitante puede ver aún hoy en el Museo Plantin-Moretus de
Amberes.
Pese a las numerosas innovaciones localizadas, la técnica puesta a
punto por Gutenberg permaneció prácticamente invariable hasta los
inicios de la Revolución industrial (segunda mitad del siglo XVIIl). La
- prensa era una máquina de madera cuya limitación principal consis­
tía en que la presión obtenida no era suficiente para permitir impri­
mir el molde de una sola vez; de ahí la necesidad de dar dos golpes de
barra y el hecho de que la superficie de la platina fuera casi dos veces
inferior a la del molde. La primera modificación significativa se
remonta a la invención de la «prensa holandesa», conocida como
prensa de Blaeu234 (mediados del siglo XVIl), y afecta a la manera en la
que el árbol del tornillo se fijaba a la platina. En la técnica tradicio­
nal, «el árbol atravesaba una caja de madera a la que la platina estaba
unida mediante nervios» (Frans A. Janssen). Por el contrario, con la
nueva máquina

el árbol atraviesa un dispositivo de hierro compuesto por un collar y dos


barras perpendiculares, o cremalleras, a las que la platina permanece
atada; con frecuencia, un segundo collar se encuentra bajo las cremalle­
ras. La caja y las cremalleras atraviesan la repisa (fijada entre los dos
gemelos de la prensa) y guían el movimiento descendente hacia la plati­
na. . . 235

La segunda modificación importante fue la «prensa de Haas», que


toma el nombre del librero-impresor que la habría inventado. Progre­
sivamente, se introdujo un carro móvil que tenía cabida para un
-molde mayor .y que se deslizaba sobre dos carriles. No tardando, un
juego de ida-y-vuelta asegurado por una cremallera y una manivela
integraba el movimiento del carro y el de la platina de tal manera que
se podía presentar una nueva lámina impresa tras cada presión. Se
entintaba con una mayor facilidad y resultaba mucho más sencillo
introducir la segunda parte del molde entre dos golpes de barrote236.
La fabricación y venta de prensas tipográficas durante el Antiguo
Régimen ha sido poco estudiada, sobre todo por falta de fuentes. El 234 Cf. supm, p. 197.
primer ejemplo conocido en la actualidad se remonta a 1472, cuan­ 235 F. A. J an ssen , «Inventaire des
do el abad de Santos Ulrico y Afra compró en Augsburgo varias pren­ presses typographiqu.es en bois
conservées aux Pays-Bas et en Bel-
sas equipadas y fuentes tipográficas a un impresor de la ciudad para
gique», en [Mélanges Hellinga],
organizar una imprenta tipográfica en los propios muros del monas­ Amsterdam, 1980, p. 303.
terio. 236 B. GlLLE, Histoire des techniques,
pp, 646-647.

1 0 .2
HI S TORI A D E L LIBRO

2c30 La imprenta en Extremo-Oriente

Es sabido que la tradición del libro impreso fue muy anterior en el


Extremo Oriente de lo que ha sido en Occidente. El sistema de escri­
tura, el entorno político-cultural de conjunto y el abanico de técnicas
disponibles explican que la dirección tomada haya sido radicalmente
diferente de la de Gutenberg. La xilografía fue la técnica utilizada
para las primeras reproducciones de imágenes a finales del siglo VII, y
en el siglo IX ya servía de impresión a textos de toda índole: calenda­
rios, tratados diversos, textos literarios y textos búdicos o confucia-
nos. La más antigua xilografía china conservada hasta hoy es el Sutra
del diamante (868 )237. Esta técnica contaba con una elevada eficacia,
ya que permitía tiradas de varias decenas de miles de ejemplares. El
principio de divisibilidad del texto en un cierto número de caracteres
normalizados no se puso en práctica hasta la invención de los carac­
teres móviles238. El material utilizado para la fabricación de los «tipos»
fue primeramente la arcilla, cuya mediocre resistencia hacía difícil el
uso de una prensa. Wang Zhen se situaría en el origen de una segun­
da fase de perfeccionamientos a fines del siglo XI, en la que los carac­
teres se grababan sobre pequeños cuadernos de madera y se almace­
naban en una tienda, en compartimentos que giraban alrededor de
un eje. La propia impresión se hacía por medio de una preparación
en capa fina.
Corea conoció la xilografía al menos desde el siglo VIII. El metal
reemplazó a la madera a partir del siglo XIII, y fue en el siglo XV cuan­
237 J. P. D R E G E, «Le livre manuscrit et do se produjo la primera utilización del metal para la fabricación de
les débuts de la xylographie [en tipos239. Por último, la xilografía fue también conocida en Japón desde
Chine]», dans R.F.H.L., 42-43, el siglo VIH, ante todo por breves comentarios en textos búdicos240. La *
pp. 19-40. P. PELLíO T, Les débuts
pregunta de por qué los grandes inventos chinos, entre ellos la
de l’imprimerie en Chine, París,
1953. No entraremos aquí en la imprenta, no han desembocado en ninguna evolución profunda per­
cuestión del libro manuscrito. manece abierta. Bertrand Gille sostiene una explicación al respecto:
238 C . COMMENTALE, «Les techniques hay que partir de la base de que el éxito de una nueva técnica viene
de rim prim erie á caracteres móvi­ asegurado por la acogida que le reserva el mercado. Ahora bien, en
les [en Chine]», en R.F.H.L., 42-
China no se reunían las condiciones que asegurasen la ampliación del
43, pp. 41-55.
mercado del libro con vistas a mantener una mecanización de la pro-
239 Li O G G , «Imprimerie coréenne du
ducción, ya que el poder de la burocracia y el carácter hierático de la
VI' au XVL siécle», en R.F.H.L.,
pp. 137-146. sociedad china se oponían a los cambios que introduciría la evolu­
240 M. ISHIGAMI-lAGOLNITZER, «Les
ción del sistema del libro. No obstante, el mercado del libro estubo
Hyakumantó-dháraní et les dé­ presente en China. Si las ediciones imperiales se realizaron bajo la
buts de la xylographie au Japón responsabilidad de la Oficina de Publicaciones, existían grupos de
(XIII'-XIP siécle), en R.F.H.L., pp. bibliófilos y coleccionistas muy pudientes, y el mercado chino del
163-185. P. F. K o r n i c k i , The
book in Japan..., Leiden, Boston,
libro conoció su apogeo en los siglos XV y XVI, antes de entrar en cri­
Kóln, 1998. sis sin que sepamos verdaderamente las razones.

103
F R É D É R I C BARBIER

La evolución fue muy diferente en Japón, donde en el siglo XVI se


introdujo la técnica de la imprenta coreana, a la vez que los misione­ 241 Del nombre del impresor parisino
Josse Bade Ascensius, que desde
ros occidentales importaban caracteres móviles e imprimían tanto en
1507 hizo que figurara la repre­
latín como en japonés (transcrito o no). Al prohibirse el cristianismo sentación de su taller como marca
en el siglo XVII, se retornó a la técnica coreana, y más tarde a la xilo­ tipográfica en sus portadas.
grafía, alcanzando una producción considerable hasta que, a la llega­ 242 Es el trabajo de la edición científica.
da de Meiji (1862-1912), la demanda excedió las posibilidades de 243 La operación del calibrado consis­
producción y se reintrodujeron los caracteres de metal y la tipografía te en determinar de la manera más
occidentales. Estos últimos se impusieron por completo en 1890. precisa posible «la longitud de la
copia, a fin de prever el número
exacto de páginas» (J. F.
G il m o n t , Calvin,, 2 7 7 ).

244 En la imprenta, la composición


3. PRÁCTICAS hace referencia a la operación que,
a partir, del texto del autor, consis­
El trabajo de fabricación del libro abarca dos operaciones fundamen­ te en alinear los caracteres y cons­
tituir los moldes tipográficos con
tales, puestas en escena sobre ciertas marcas tipográficas como la de la
vistas a imprimir. Los obreros que
’ célebre «prensa ascencienne»241. ; ejecutan este trabajo son los com­
positores.
245 La caj a es aquella caja plana y des­
3.1. La composición cubierta, ligeramente inclinada
hacia delante y dividida en com­
Una vez establecido el texto desde el punto de vista científico -cuestión partimentos (casilleros) en los que
se colocan los diferentes caracteres
que se plantearon principalmente los impresores humanistas242- y cali­
tipográficos.
brado243, había que componer a partir de un manuscrito, a veces a par­
246 En la Biblioteca de Nuremberg. B.
tir de una edición ya existente, el ejemplar m . Este se descomponía y se
M o n d r a i n , «Extracto de la confe­
iban colocando sus hojas sobre el visorium (soporte en forma de atril), rencia de filología griega» de la Es­
sobre la caja245. Se nos han conservado muy pocos manuscritos o volú­ cuela Práctica de los Altos Estudios,
menes impresos de esta forma, ya que solían utilizarse en las imprentas Departamento IV, n° 9, 1993-
1994, pp. 31-32. Id., «Un nuevo
y, generalmente, eran destruidos en seguida. Su estudio nos permite manuscrito de Heródoto: el modelo
reconstituir las condiciones y organización del trabajo, tanto por la pre­ de impresión aldina», en Scripto-
sencia de cálculos de calibración como por las marcas que distribuían el rium, 4 9 ,1 9 9 5 , pp. 263-276. P. Pe-
TITMEÑGIN, «Cómo se imprimía en
trabajo y nos señalan a qué pasaje se había llegado, etc. Aldo Manucio
Basilea a principios del siglo XVI: a
sacó a la luz las Historias de Heródoto en 1502, sobre un manuscrito propósito del Tertuliano de Beatus
que hemos podido estudiar246. Para la nueva edición de los Adagios de Rhenanus (1521)», en Amis Bibl
Erasmo en 1508, el librero había colaborado muy estrechamente con el human. Sélestat, XXX, 1980, pp.
96-106. Un ejemplo excepcional
autor, hasta el punto de que la impresión se hizo a medida que este
viene dado por la reedición de los
último iba redactando su texto. Commentarii linguae graecae de
El tipógrafo, situado frente a la caja, reunía los caracteres letra por Guillermo Budé a cargo de Roberto
letra («elevar la letra»), y luego línea tras línea, sobre un componedor247 Estienne en 1548, para la cual el
impresor-librero se sirvió del propio
previamente justificado, es decir, teniendo la longitud precisa que se
ejemplar'de Budé y de la edición de
habría de dar a la línea a fin de que las sucesivas líneas formasen un blo­ 1529 (Biblioteca Nacional de Fran­
que (es la llamada «justificación»). Las palabras se separaban mediante cia Rés. X 67). Véanse también los
espacios248. Por lo general, la línea no estaba toda ella llena -n o ocupa- ejemplos aportados por Gutenberg e
Roma, ob. cit., pp. 32-34.

I04
H I S T O R I A D E L LIBRO

ba toda la longitud de la justificación-, por lo que era necesario calibrar


y compensar el conjunto. A continuación, la línea se colocaba sobre la
galera249 hasta formar una página, la cual era atada (el «nudo») y dis­
puesta, a su vez, sobre el molde tipográfico (el término designa el con­
junto de páginas de texto reunidas en una rama250 que servían para
imprimir un folio). Esta operación se denomina la imposición. La dis­
posición de las páginas en la rama venía determinada por el formato
del libro, siendo así que el espesor de los cuadernos iba variando en
función de su formato y estructura251.

3s2o La impresión

La segunda operación era la de la impresión propiamente dicha, que


requería la presencia de dos obreros como mínimo. El marcador tenía
que tintar el molde con las bolas y a continuación colocar la lámina
virgen sobre el tímpano e inclinar la frasqueta. La presentación de la
hoja se hacía con la mayor precisión posible, a fin de que el anverso y
el reverso se superpusieran con exactitud (es la «coincidencia»).
Entonces, el prensista accionaba sobre el barrote: mientras que el
carro era impulsado - o que avanzaba por la acción de una cremalle­
ra-, la platina descendía la longitud del tornillo. Como la presión de
247 Instrumento con forma de regleta
esta máquina de madera no era suficiente para imprimir hojas ente­
utilizado por el compositor sobre ras, era necesario trabajar con medias hojas y dar, por tanto, dos gol­
el cual este último alinea las letras pes de barrote por cada hoja.
hasta constituir una o varias líneas.
248 El lingote hace referencia a todo Se realizaba una primera tirada para cada hoja, sobre lá.cual se
elemento de la composición me­ iban corrigiendo las pruebas antes de hacer los cambios necesarios a
nos alto que los que están destina­ la composición. De ordinario, se tiraban dos juegos de pruebas, cifra-
dos a recibir tinta (caracteres, sig­
que pasaría a ser de tres en el siglo XVIII. La técnica y la práctica de la
nos de puntuación, etc.). Sirve
para marcar los blancos y calar el impresión artesanal se han conservado hasta la época contemporá­
texto. nea. A finales del siglo XIX, el poeta belga Max Elskamp trabajó con
249 La galera es aquella especie de pla­ su amigo, el pintor y diseñador Henry van de Velde, para imprimir
to destinado a recibir las sucesivas sus Seis canciones. Aprendió el oficio con un viejo impresor de Bruse­
líneas compuestas en el compone­
las, como referiría más tarde:
dor (J. F. Gilmont).
250 Marco en el que son «serradas» las
Conozco el oficio a fondo, y podría incluso ganarme la vida con él; el
páginas de la composición.
buen padre Buschmann, hace veinte años, con quien trabajé durante seis
251 Los cuadernos pueden ser simples
meses, me lo ha enseñado todo, desde la composición hasta la tirada,
(el número de pliegues de la hoja
es el que determina el formato), incluyendo la preparación del papel. He comenzado por el principio,
como también encartados (inser­ colocar los caracteres retirados de los moldes «cabeza en alto» en las
tados unos en otros), ya sea por «cajas»; a continuación, esto que es tan difícil de hacer, el «nudo», es decir,
hojas enteras o por medias hojas
(lo más frecuente en el caso de los
reunir las líneas compuestas al medio de una cuerda para meterlas en los
in-doce). moldes; esto se hace en una sola pasada, y nada se puede caer. Conozco

105
F R E D É R I C BARBIER

todos los secretos de la presión, del alza, de la puesta en marcha, que es lo


que cuesta más caro en la tipografía selecta. Y es por ello que me gusta
controlar la tirada de mis propios libros. ..252

3 3 . Organización del trabajo

. Es de imaginar hasta qué punto el trabajo de impresión estaba some­


tido a complejas presiones materiales que obligaban a organizarlo de
manera muy precisa. Cada hoja debía pasar dos veces sobre la prensa,
por el anverso y por el reverso, y había que determinar también las
pruebas que se iban a hacer. Sin embargo, los caracteres (las fundicio­
nes) eran muy costosos y en número insuficiente como para impri­
mir a continuación volúmenes a veces importantes. Por consiguiente,
los impresores solían proceder hoja por hoja, descomponiendo las
primeras hojas (la redistribución) para disponer de los caracteres
necesarios a continuación de su trabajo. No sólo se debía coordinar el
trabajo de composición e impresión, sino que la corrección de prue­
bas se hacía también en función de este ritmo: era preciso que el
autor, o el corrector, estuvieran disponibles en el propio taller o en
sus proximidades durante todo el tiempo que duraba el trabajo de
impresión, a fin de que cada prueba correspondiente a un molde
pudiera ser corregida rápidamente y luego impresa antes de que se
volvieran a ordenar los caracteres para pasar a la siguiente.
Todas estas presiones requerían una exactitud extrema, sobre
todo si el taller tenía varias prensas funcionando al mismo tiempo.
Era importante realizar un calibrado muy preciso del texto, ya que el
orden de las páginas sobre el molde no era el mismo que el de las
páginas en el cuaderno, y había que lograr que el texto se continua­
ra de manera exacta de un cuaderno a otro. De igual manera, el
texto debía acabarse tan lejos de la última hoja como fuera posible, a
fin de evitar una sucesión de hojas blancas al final del volumen, pero
tampoco debía sobrepasar los límites del último cuaderno (de ahí, a
veces, la multiplicación de las abreviaturas sobre la marcha, a medi­
da que se avanzaba en el mismo). Se comprende en seguida que, a
menudo, este plan ideal de trabajo no podía seguirse rigurosamente,
de tal manera que las interrupciones y los conflictos sé producían sin
cesar. Ello expüca que desde el momento en que el impresor dispo-
nía de suficientes fundiciones abandonaba el sistema de la «produc­
ción continua» para adoptar el de la «producción simultánea», en la 252 F. B a u d in , «La fcrmation et l’évo-
que cada tipógrafo se encargaba ide una sola tarea y los moldes pasa- lution typographique de Henry
, . i it i i i t • t • van de Yelde», en Quaerenao,
ban sucesivamente al taller de las prensas, donde se tiraban vanas 264-281 y 1972 pp
obras simultáneamente. Esta nueva forma de organización, inventa- 55-73, aquí 1971, p. 273.

106
H I S T O R I A D E L LIBRO

da por Plantino en Amberes en 1564, permitió aumentar la produc­


tividad.
En cualquier caso, antes de la impresión había que secar las hojas
-operación que también se llevaba a cabo entre la impresión del
anverso y la del reverso- y luego plegarlas para constituir los cuader­
nos. Estos eran, a continuación, cosidos y reunidos en volúmenes, y
más tarde, encuadernados. Hasta la época industrial era frecuente
que la encuadernación fuera realizada por un artesano independien­
te, a petición del propietario del volumen. El contraejemplo más
conocido es el de Antonio Koberger, que estableció un taller de
encuadernación anexo a su imprenta de Nuremberg; pero los domi­
nicos de esta misma ciudad fabricaron también talleres de encuader­
nación para las tapas, de las cuales no dudaban en usar los manuscri­
tos de su propia biblioteca.

3.4» Patronos y obreros

El taller básico -que no manejaba más que una prensa- requería la


presencia de tres obreros como mínimo, el tipógrafo y los dos prensis­
tas. A menudo, había que añadirle, aparte del propio patrón, al jefe
del taller y a uno o varios correctores encargados de la preparación de
los textos y de la corrección de los manuscritos. Los talleres tendían a
hacerse fijos, pero, puesto que la prensa era en última instancia una
máquina de madera relativamente ligera y que necesitaba un trabajo
de carpintero, los primeros impresores de incunables253 ejercían a veces
como impresores itinerantes durante un tiempo, viajando de ciudad
en ciudad en busca de trabajo. Este rasgo se seguiría encontrando ■
hasta el siglo XIX, sobre todo en las regiones en las que la imprenta
penetró de manera más tardía (Europa central y oriental), como tam-
bién en las imprentas que seguían a los militares en campaña (impren­
ta de la Gran Armada con Napoleón I).
Las condiciones del trabajo de la imprenta eran muy duras, con
jornadas que por lo general se prolongaban durante más de doce
horas, y ejerciendo los patrones un esfuerzo constante para fijar y
encauzar la producción de los obreros. La disciplina establecida para
253 Incunable: libro impreso en el si­
glo XV, es decir, antes del 1 de ene­ los tipógrafos variaba en función de la dificultad del texto a preparar
ro de 1501 (nuevo estilo). La utili­ y el consiguiente montaje de las páginas, pero las cifras de páginas
zación en epíteto hace referencia, tiradas por día parecen enormes: a fines del siglo XVI cada prensa
por tanto, a algo que se remite a la
debía producir hasta 3.350 páginas, 2.650 en París; ello supondría
imprenta durante esta misma épo­
ca. tirar 3.000 hojas en doce horas de trabajo, lo que significaría tirar
254 L. F e v r e , H. - J. M a r t i n , La ap-
una hoja cada quince segundos sin interrupción254. La mayoría de los
parition du livre. .., pp. 195 y ss. obreros eran pagados a destajo, y sólo los más cualificados recibían

107
F R É D É R I C BARBIER

M {*

Mammotrectus super Bibliam. 1470. Como ocurre con los manuscritos, los primeros impresos carecen de portada,
pero los datos sobre el texto, el impresor y el librero, así como la fecha de impresión, aparecen con frecuencia al final
del texto en un colofón que a veces adopta la forma de un explicit. Se sabe que el nombre de Gutenberg no figura en
ningún libro impreso y que el primer taller que «firma» es el de Fust y Shoeffer en Maguncia, a partir de 1457. El
colofón reproducido es de 1470, está impreso en rojo y lleva la marca Petrii Shoiffer de Gernszem. (Biblioteca de
Válenciennes, incunable 86).
HI S T O R I A D E L LIBRO

Líber chronicartwu 1493. Las magníficas Crónicas de Nuremberg han salido de las prensas del más grande taller de
la época de los incunables; el de Antón Cromberger en Nuremberg. La obra está compuesta en un estilo muy moder­
no a dos columnas, con títulos y folios impresos, párrafos bien señalados y una excepcional utilización de la xilo­
grafía para las ilustraciones (más de mil ochocientos grabados, en alguno de los cuales pudo colaborar el joven
Albrecbt Durero). La historia universal se inicia con el Génesis, del que aquí pueden verse la creación de la mujer y
el pecado original. (Biblioteca de Valenciennes, incunable 104).
F R É D É R I C BARBIER

un salario «a conciencia», que se determinaba según el tiempo de tra­


bajo.
La insuficiencia de los salarios, similares o apenas algo superiores
a los de ios obreros de la construcción, y la conciencia de los obreros,
que no se consideraban pertenecientes a la «mecánica» e intentaban
organizarse, explican que la imprenta haya sido el primer sector de
actividad en Francia afectado por las huelgas (en Lyon y en París en
1539-1542 y en 1571-1572255). El alto del Consejo del 11 de sep­
tiembre de 1544 prohibió todo tipo de asociación o huelga y sometió
a los aprendices a la disciplina de los patronos. Estas disposiciones se
reforzaron en el edicto de Gaillon (1571), que imponía a los obreros
la obligación de la carta de despido antes de poder dejar su empleo, y
que regulábalas condiciones de su establecimiento. La declaración de
1572 suavizó estas medidas, sobre todo en lo concerniente a la fija­
ción de salarios y al número máximo de aprendices. En definitiva,
este nuevo sector de actividad que era la imprenta constituyó un pri-
mer ejemplo de conciencia de clase, término que aquí tomamos
como una solidaridad horizontal consciente.
Un breve apunte sobre las condiciones financieras de la impren­
ta: la propia historia de su invención pone de manifiesto la impor­
tancia de la necesidad de capitales. El trabajo del metal era muy cos­
toso, y las inversiones a realizar en una determinada publicación eran
prolijas -sobre todo para comprar papel, como también a causa del
costé de los caracteres, y especialmente en la preparación de ilustra­
ciones-, y había que recurrir a verdaderos técnicos especializados
para su ejecución. Gutenberg dependió de los financieros, mientras
que algunos de los más grandes impresores-libreros se vieron pronto
obligados a asociarse para dividirse el trabajo o para reunir las fundi­
ciones a explotar. Las dificultades no se limitaban a la impresión:
había que despachar los ejemplares producidos en buenas condicio­
nes, lo que suponía disponer de redes especializadas de gestión, dis­
tribución y pago. Por tanto, la imprenta era una actividad fuertemen­
te capitalista que, ya desde el siglo X V , requería un tipo de organiza­
ción estructurada en torno al inversor - y este modelo iría evolucio­
nando hasta llegar al editor del siglo X IX ; se comprende ahora el lugar
que ocupaban los grandes negociantes y financieros en el «mundillo»
del libro- a imagen de Johann Fust en Maguncia, Peter Drach (hacia
1435-1503) en Spira y, sobre todo, Koberger en Nuremberg. La edi­
ción de un libro requería una operación contable, industrial y negó- 255 H . HAUSER, Ouvriers du temps
ciante altamente compleja: había que sondear el mercado -e n fun­ passé, París, 1917. M. AUDIN, «Les
gréves dans l’imprimerie á Lyon au
ción del lugar, de las ediciones eventualmente existentes, del posible
X V IC siécie», en G.J., 1935, pp.
público, e tc - , fijar la cifra de la tirada, hacer el cálculo provisional 172-189. P. C h a u v et , Les ouvriers
del coste del ejemplar, prever los fondos y su remuneración, asegurar- du livre, Parísj 1959.

n o
H I S T O R I A D E L LIBRO

se de disponer de la materia prima -especialmente el papel-, organi­


zar el trabajo del taller y, más tarde, la difusión de los volúmenes.
Desde el siglo XV la rapidez de difusión fue asombrosa. El canó­
nigo Raúl Portier, miembro del capítulo de Cambrai y fallecido en
1480, poseía una magnífica biblioteca de la que cabe destacar una
Biblia en dos volúmenes de la impresión de Maguncia. En su inven­
tario también figura la presencia de un volumen, Alberto Magno De
misterio misse, en letra molée2%. El hecho es que sabemos poca cosa en
cuanto a los procedimientos de difusión de los primeros libros impre­
sos. Los impresores solían despachar su propia producción, y parece
probable que recurrieran, llegado el caso, a un representante sobre la
marcha. También es cierto que las ferias -e n especial, la de Frank-
furt- jugaron un gran papel. Koberger mantenía un entramado de
colaboradores de negocios en las grandes ciudades alemanas, llegan­
do hasta París e Italia, mientras que, desde 1469-1470, Peter ShoefFer
publicó un catálogo de sus veinte títulos que fue distribuido por su
«viajero» por las ciudades alemanas, entre ellas Nuremberg, para ir
tomando encargos257. Estos catálogos eran, a veces, manuscritos,
como sucedió en Roma para las ediciones de Sweinheim y Pannartz,
vendidas en la casa de Pietro y Francisco Máximo, cerca del Campo
dei Fiori25B. Conviene señalar un hecho fundamental, y es que fue la
organización del mercado y la difusión lo que condicionó la evolu­
ción de las técnicas y prácticas de la producción. Los libreros al por
menor no se generalizaron hasta principios del siglo XVI, y la primera
imagen conocida de una tienda de libros impresos (bibliopola) se
remonta a Venecia en 1533259.

4. LA IMPREMIA CONQUISTA EL MUNDO

La imprenta surgió en lo que podríamos denominar la «espina dorsal


europea», es decir, el valle medio del Rin, Maguncia y Estrasburgo;
desde allí se extendió en círculos concéntricos por todo el continente,
256 Archivos departamentales del y más tarde por el mundo entero. Los primeros impresores que se ins-
Norte 4G -1467.
talaron faera de Maguncia faeron los alemanes, que a veces seguían
257 Thesaurus librorum, Munich, 1983,
una ruta itinerante, y eran atraídos a una determinada ciudad según
n° 95. K. BURGER, Buchhandleran-
zeigen des 15. Jts, Leipzig, 1907. una triple lógica:
258 Munich, Bayerische Staats-Bibl.
VII-1/2 (reprod. en Gutenberg y — La proximidad. La primera zona de difusión fue la de Rena-
Roma, p. 114, n° 73). nia y la Alemania central y meridional. Así, la imprenta fue
259 S .T a u b e r t, II, 18-19. conocida en Colonia desde 1464, de la mano del taller de
F R É D É R I C BARBIER

Ulrich Zell. Con sus 29 talleres repartidos, Colonia fue la


ciudad más importante del siglo XV en lo que a la imprenta
se refiere260.

— La importancia. Las grandes ciudades eran preferentes,


como también las que tenían funciones directivas, sobre
todo en el terreno religioso. Sin embargo, este indicativo
tuvo excepciones, ya que a priori una gran ciudad situada en
un espacio de depresión no constituía un medio favorable a
la imprenta, como sucedió con Nápoles.

— La presencia de una institución, personaje o grupo de perso-


najes que atrajeran a los primeros impresores. Así, Lázló
Karai, vicecanciller de Hungría y «prelado de Buda», fue
enviado como embajador a Roma por el rey Mathias Corvin
en 1470. Entró en contacto con el medio humanístico que
giraba en torno a la imprenta de Lauer, en el que trabajaba
Andreas Hess. Karai le atrajo a Buda y le ayudó a abrir lo que
constituiría el primer taller tipográfico húngaro261.

Los primeros impresores fueron alemanes emigrados, y dentro de la


rápida expansión que conoció la nueva técnica tuvo mucho que ver la
toma y pillaje de Maguncia por Adolfo de Nassau en 1462, en la que,
al parecer, un cierto número de compañeros o antiguos compañeros
de Gutenberg dejaron la ciudad para buscar fortuna en el exterior.

En 1465 los benedictinos hicieron venir a Subiaco (cerca de Roma) a 260 De ahí el papel de la Universidad
de Colonia en el orden de la edi­
Konrad Sweynheym,. de la diócesis de Maguncia, y a Arnold Pannartz, ción propiamente dicha, del con­
de la de Colonia, para instalar una prensa en su monasterio de Santa trol y la censura. En efecto, desde
Escolástica262. Allí se imprimió el primer libro impreso fuera de Alema­ 1479, un edicto de Sixto IV le en­
comendó la vigilancia de los li­
nia, el diálogo De Úratote (Del orador) de Cicerón, con una tirada que
bros, a la vez que algunos incuna­
alcanzó seguramente los 175 ejemplares. En Roma, la imprenta apare­ bles portaban la leyenda de In
ció en 1466 de la mano de Ulrich Han (f 1479), de Ingolstadt, que alma universitate Coloniensi («im­
había sido llamado por el cardenal Giovanni Torquemada para impri­ preso en la Universidad de Colo­
nia»).
mir las Meditaciones. Al año siguiente, tras haber tirado en Subiaco una
edición de La Ciudad de Dios de san Agustín, Sweynheim y Pannartz 261 Chronica Hungarorum, pref. E.
Soltész, Budapest, 1972 [fac-sim.
transportaron su prensa a Roma, donde llevarían a cabo la publicación
de la edición Buda, Andreas Hess,
de clásicos y títulos relacionados con la cultura cristiana: Tito Livio, Pli- 1473].
nio, Estrabón, san Jerónimo, san Agustín, etc., completados con la edi­ 262 Santa Escolástica, hermana de san
ción de la Biblia comentada por Nicolás de Lira. Trabajaron juntos Benito.

112
HI S T O R I A D E L LIBRO

hasta la muerte de Sweynheim, en 1473, momento a partir del cual


Pannartz siguió imprimiendo por su cuenta, en la casa de Pietro Máxi­
mo, hasta 1476. Giovanni Andrea Bussi, obispo de Aleria, fue el «lec­
tor» de las ediciones de los clásicos que proporcionaron nuestros dos
impresores (1468-1472). La imprenta se ejerció en Venecia desde 1469
-por Johannes de Spira- y la Sereníssima no tardaría en imponerse
como el principal centro de producción impresa de finales del siglo XV,
acaparando la mayor parte de la producción de incunables en Italia.

Brujos Colonia Ciacovia


Londies ° Mayence \
Louvain / „ 0 Bamberg
Strgsburgo 0 0 Nurembeig Budapest

Pans V «

Salamanca

Geografía de la difusión de la imprenta en caracteres móviles


El círculo marca la geografía primitiva. Los diferentes puntos localizan las
primeras ciudades fuera de Alemania que dieron acogida a las prensas o que
servían de relaciones en el proceso de difusión de la invención.

263 R. M ar ich a l , Le livre desprieurs de


4o2„ Francia
Sorbonne (1431-1485), París,
1987. J. MONFRIN, «Les lectures de La universidad de París tenía necesidad de numerosos ejemplares de
Guillaume Fichet et de Jean Heyn- los clásicos en versiones fiables. Fust y Schoeffer ya habían difundido
lin d’aprés le registre de préts de la
Bibliothéque de la Sorbonne», en
sus libros en esta ciudad, en la que disponían de un representante
Bibl. humanisme et Renaiss., 1955, centrado en la persona de Hermann de Staboen. Desde 1462, el
xv ii , pp, 7-23. H . R ich a rd , M . A. saboyano Guillermo Fichet (hacia 1433-hacia 1478) y Juan Heynlin,
ROUSE, «La bibliothéque du collége
de Stein (cerca de Nuremberg), ambos antiguos estudiantes de la uni­
de Sorbonne», en Histoire des bi-
bliotheques de France, I, pp. 113-
versidad, enseñaban como socii en el colegio de la Sorbona, donde
123. ejercieron más de una vez las funciones de prior y de bibliotecario263.

113
F R É D É R I C BARBIER

Heynlin ejerció, por otra parte, en la universidad de Basilea durante


tres años (1464-1467), y allí conoció a dos jóvenes estudiantes,
Ulrich Gering (de Beromünster) y Martin Krantz (de Colmar). Ello
le ayudaría a llevar a cabo su idea de crear una imprenta en París, y
reclutó ai personal necesario en el curso de un segundo viaje que hizo
a Basilea durante el invierno de 1469-70, contando así con la presen­
cia de Gering, Krantz y Michael Friburger (también de Stein).
Los socios se instalaron en una sede del claustro de San Benito
que pertenecía a la Sorbona. Fichet se ocupaba de seleccionar los tex­
tos a imprimir, mientras que Heynlin oficiaba de corrector. El primer
libro impreso en Francia (1470) fue un manual docente, las Epistolae
(Cartas) de Gasparín de Bérgamo, cuyo propósito era proporcionar a
los estudiantes un buen modelo de latinidad264. Se estima que la tira­
da fue sólo de unos cien ejemplares. El viaje de Fichet a Roma en
1472 impuso una cierta reconversión: había que reorientar la pro­
ducción y dirigirse no ya a un pequeño círculo de humanistas o al
reducido mundo universitario, sino a un público más amplio. Por
tanto, en 1472 los tres socios dejaron la Sorbona en pro de la calle
Saint-Jacques, y abandonaron su alfabeto romano por una letra de
corte más tradicional, la cual, según pensaban, les permitiría ampliar
su difusión. Se trataba del taller conocido bajo la insignia del «Sol de
oro», que producía textos teológicos, canónicos y filosóficos, así
como libros de oraciones, manuales de confesión (el Manipulus cura-
torum, de Guy de Montrocher), la Leyenda dorada de Jacobo da Vorá­
gine y, finalmente, la Biblia en latín (1476)265.
El segundo gran centro impresor del reino fue Lyon, cuyas ferias,
instituidas por Luis X I en 1464, hicieron de la ciudad uno de los 264 G. BARZIZZA, Epistolae, París, Ul­
principales focos financieros occidentales, posición que Lyon sabría rich Gering, Martin Krantz, Mi­
guardar hasta la época de las guerras de religión. La tipografía fue chael Friburger, [1470].

introducida por Barthélemy Buyer (f 1483). Jurista y negociante, 265 J . V eyr IN-F o r r e r , «Aux origines
de Fim prim erie fran^aise: l’atelier
financió el primer taller de la ciudad, que hizo establecer en su propia
de la Sorbonne et ses mécénes
casa y se hizo cargo del mismo Guillermo Le Roy266. La especialidad (1470-1473)», en Id., La lettre et
de los impresores locales se dirigió, sobre todo, a la producción de le texte..., pp. 161 -187.
libros ilustrados. Así, Julián Macho tradujo al francés el Espejo de la 266 A. VlGHTRlNIER, Histoire de l’im-
redención del linaje humano, y Martín Huss hizo del mismo el primer primerie a Lyon de l'origine jusquh
libro francés impreso con ilustraciones267. En 1488, Topié y Herem- nosjours, Lyon, 1894.

beck publicaron las Santas peregrinaciones de Jerusalén, primer libro 267 Le livre, 1972, n° 275.
francés ilustrado con grabados268, mientras que el lyonés Trechsel sacó 268 B. VON B r ey d en b a c h , Des saintes
en 1493 una célebre edición de Terencio269. El comienzo del siglo XVI pérégrinationes de Jérusalem, Lyon,
Michel Topié et Jacques Herem-
estuvo marcado por el apogeo del libro en Lyon, con figuras como
beck, 1488.
Guillermo Le Roy, ilustrador e hijo del primer impresor de la ciudad, ^
T é RENCE, Comoedia, éd. Jodocus
como también la del impresor humanista Sebastián Gripe, Guillermo Badius Ascensius, Lyon, Jehan
Rouillé y la gran dinastía de los De Tournes. El ambiente intelectual Trechsel, 1493.

114
H I S T O R I A D E L LIBRO

y artístico era brillante, y encontramos allí a Louise Labbé, Maurice


Scéve, Rabelais y Etienne Dolet. Bernard Salomón trabajaba en las
ilustraciones de las ediciones de los De Tournes, y Robert Granjon
pertenecía a su mismo círculo.

4o3o Inglaterra

También en Inglaterra jugaron un papel directivo los grandes nego­


ciantes. Nacido en 1420 en el seno de una familia adinerada, William
Caxton ingresó como aprendiz en el taller de un mercader de seda
londinense en 1438, y, al parecer, en 1441 se estableció por su cuen­
ta. Desde entonces, Caxton recorrió los Países .Bajos para llevar a
cabo sus negocios y le encontramos sobre todo en Brujas, sede central
de las lanas inglesas. A partir de 1462 se convirtió en el gobernador
de la nación inglesa en esta ciudad, lo que no le impedía continuar
con sus trabajos literarios e intervenir en el comercio de los manus^-
critos. Así, desde 1468 emprendió la traducción al inglés de la Histo­
ria de Troya de Raúl Lefevre, y continuó con este trabajo en Brujas,
Gante y Colonia hasta 1471. Es probable que fuera durante su estan­
cia en Colonia cuando Caxton se inició en la imprenta, pudieiido
haber comprado allí una prensa tipográfica y haber reclutado obre­
ros. Desde entonces, le vemos asociado al gran impresor librero de
Colonia Johann Velderner, que le ayudó a abrir un taller en Brujas y
le proporcionó fuentes tipográficas270, de tal manera que en 1472-73
salió la Historia de Troya, primer libro impreso en inglés. Finalmente,
en 1476 Caxton se trasladó a Westminster, cerca de Londres, donde
270 A. ROUZET, Dictionnaire des im-
primeurs, libraires et éditeurs des fundó la primera imprenta inglesa271. Trabajó sobre todo para la corte
XVe et X V I siecles dans les limites y no sacó una cifra inferior a 86 títulos, gran parte de los cuales esta­
géographiques de la Belgique actue- ban escritos en inglés y en francés. A la muerte del maestro (1491 o
lle, Nieuwkoop, 1975, pp. 34-37.
1492) le sucedió su asistente, el alsaciano Wynkyn de Worde272.
271 Tras una serie de trabajos circuns­
tanciales, la primera obra salida de
las prensas de Caxton fue el libro A fines del siglo XV ya había más de 250 ciudades, europeas que
de los Dicta philosophorum [in­ contaban con una imprenta. Pero la geografía de las prensas estaba
glés], Westminster, William Cax­ sujeta a un doble movimiento contradictorio: por un lado, los entra­
ton, 1477. R. D ea c o n , William
mados del libro se iban desarrollando, con la aparición de numerosas
Caxton: the first english editor,
printor, merchant and traslator, ciudades que comenzaban a disponer de uno o de varios talleres tipo­
Londres, 1976. gráficos; por otra parte, y en la misma época, la concentración se hizo
272 Caxton actuó quizá también como notar, y los centros más poderosos tendieron a acaparar la mayor
comanditario y por mediación de parte de la producción. El negocio de la librería pasó a ser una
Colard Mansión, que no comenzó
empresa beneficiosa desde el punto de vista financiero. Así, la geogra­
a publicar bajo su propio nombre
mas que cuando Caxton se mar­
fía de la imprenta comenzó a cambiar, y la tipología de los grandes
chó a Inglaterra. impresores-libreros dio paso a una serie de personajes que han podi-

115
F R É D É R I C BARBIER

do ser considerados como grandes empresarios, tales como Peter


Schoeffer, el parisino Jean Petit o el propio Koberger.

P roducción d e in cu nab les (número de ediciones)

Imperio________Italia Francia Inglaterra P. Ibérica Otros Total


Latín ' / 8.477 8.237'' 3.547 • 83 354 58 20.756
Vulgar 2.034 2.277 1.049 203 456 8 6.027
Total 10.511 10.541 4.596 286 810 64 26.783

Fuente: U.Neddermeyer, ob. cit., I, p. 121.

A una primera fase alemana, dominada por los talleres de Maguncia,


Colonia, Nuremberg, Estrasburgo, Basilea o Augsburgo, le sucedió
rápidamente, quizá desde la década de 1470, la predominancia italia­
na, con Venecia a la cabeza. En Francia, la mayor parte de la produc­
ción impresa salía de los dos grandes centros situados en torno a París
y Lyon. Los recuentos realizados a partir de los catálogos existentes273
nos dan una primera aproximación de la producción impresa incuna­
ble, con un total de 27.000 ediciones, de las cuales el 45% corres­
pondía a Italia, el 30% a Alemania (y, en general, el mundo germáni­
co), el 13% a Francia, el 9% a los «antiguos Países Bajos» e Inglaterra,
y el 3 % a la Península Ibérica. Si tomamos como referencia una tira­
da media de quinientos ejemplares, podemos estimar la difusión glo­
bal del periodo incunable en unos doce o quince millones de volú­
menes. Las estimaciones son más inciertas para el siglo XVI, con un
total de unos 180.000 títulos, lo que se podría corresponder con cien
millones de ejemplares como mínimo; y, sin duda, habrían sido más.

273 La Mesa de Burger (suplemento al


catálogo de los incunables de Hain
y Copinger), y sobre todo el Ge-
samtkatalog der Wiegendrucke
( G.K.W.). Sus bases bibliográficas,
en curso de elaboración (British
Library, etc.) aún no han sido uti­
lizadas sistemáticamente en una
perspectiva serial, salvo de manera
incompleta.

Il6
Capítulo 6
Formas* contenidos, prácticas8
,
la época de 1500

Abro la danza de los locos, porque todo a mi alrededor


acumulo libros que no entiendo
Y jamás leo...
(Sebastián B r a n t , La nave de los locos, 1494)

1. ¿CÓMO SE PRESENTA UN LIBRO IN C U N A BLE O


POST-1NCUNABLE?

Como era de esperar, los trabajos de los historiadores del libro han
insistido más en los factores de continuidad que en los procesos de
ruptura de la obra entre los tiempos del manuscrito y los de la ‘
imprenta. La difusión del libro cobró una importancia nueva en la
Baja Edad Media, y la aparición de la tipografía en caracteres móviles
no tiene por qué implicar una modificación radical en cuanto a los
mecanismos formales de los libros. Por tanto, a corto plazo el creci­
miento cada vez mayor del número de obras disponibles provocó un
fenómeno de vaivén en dos etapas: en la década de 1480, el manus­
crito se fue abandonando en pro de la imprenta; poco después, a
principios del siglo XVI, este último se despojó definitivamente de la
forma material que era propia del manuscrito, mientras que la
ampliación del público trajo consigo una creciente diversidad de los
tipos de libro, como también una nueva clasificación de los textos y
de otro tipo de lecturas que desde entonces se hicieron posibles.
FRÉDÉRIC BARBIER

1.1. Continuidad formal

Si abrimos uno de los primeros libros impresos, como la compilación


de textos religiosos de Giovanni Marchesini, que Peter Schoeffer sacó
en Maguncia en 1470 bajo el título de Mammotrectus super Bibliam,
comprobaremos que, aparte de no tener portada, su carácter tipográ­
fico reproducía el del modelo manuscrito, y las abreviaturas eran fre­
cuentes. No encontramos en él sistema de marcación alguno que
haya sido impreso (títulos, números de página o foliación, tablas,
índices, etc.). El libro que salía de las prensas de entonces era sin duda
-como lo califica Laurent Pinon- un «producto semiacabado», ya que
los mecanismos tradicionales que permitían localizar las grandes arti­
culaciones del texto se solían realizar de forma manuscrita: iniciales
pintadas, adornadas o decoradas274 encabezando cada libro o cada parte
importante del texto, con alternancia de azul y rojo, utilización de pies
de mosca (manuscritas o, a menudo, impresas y rubricadas a mano),
iniciales más pequeñas para marcar las subdivisiones secundarias, a
veces con realces de oro. En los talleres tipográficos más importantes el 274 La presentación de la página les re­
servaba un espacio virgen, sobre el
trabajo de ilustración se realizaba in situ, mientras que, en otros casos,
cual podía incluirse un «texto de
lo realizaban artistas especializados por encargo, o en el taller de pintu­ atención». Se imprime en caja baja
ra ligado al scriptorium de la sede religiosa, una vez comprado el volu­ el texto que habría de ser pintado,
men. La elaboración de la mayor parte del libro siguiendo los cánones que a veces era retocado a mano.
Sin embargo, en muchos casos la
del viejo manuscrito pretendía también poner de manifiesto un deter­
pintura no llegaría a realizarse. La
minado prestigio social. La venta de libros en hojas permitía también expresión de «caja baja» hace refe­
poder encuadernarlos según unos gustos más o menos ostentosos. rencia a las letras minúsculas, lla­
madas así porque se colocaban en
la parte baja de la caja, y eran utili­
zadas con mayor frecuencia que
1.2. La portada las mayúsculas (caja alta).

275 Nota que figuraba al final de un


Las menciones del autor, del título, del impresor, y, a veces, del lugar manuscrito o impreso (en el caso
y fecha de impresión, figuraban por lo general al final del volumen, que nos ocupa, sobre todo a fina­
les del siglo XV y principios del
en una reseña impresa (el colofón275) que solía venir acompañada por
XVl) y que daba ciertas indicacio­
la marca tipográfica del taller. Esta última, grabada sobre madera, nes relativas al texto que contiene
permitía identificar la producción de un determinado taller y funcio­ y las condiciones en las que se ha
naba como un verdadero símbolo comercial. Las marcas más simples hecho (por ejemplo, para un im­
preso, el nombre del impresor y
estaban constituidas por las iniciales del librero-impresor y a veces
del librero, el lugar y la fecha de
iban acompañadas de un.símbolo religioso (una cruz); pero no tarda­ edición).
ron en aparecer imágenes más complejas que hacían destacar las 276 Se trataba de verdaderas insignias,
insignias coleadas sobre la puerta de los talleres y tiendas. Ejemplo de como lo demuestra una fórmula
ello lo constituyen los escudos de armas de Fust y Schoeffer en del tipo de «Venundantur parrhi-
siis in vico sancti Jacobi sub leone
Maguncia, el «León de plata» (de Jean Petit)276 y el «Hombre salvaje»
argenteo» ([Obra] a vender en Pa­
(de Simón Vostre) en París, como también el «Escudo de Basilea» (de risién la calle Saint-Jacques, bajo
Johann Froben) en Basilea. Otras marcas se articulaban en torno a el León de plata).

118
HISTORIA DEL LIBRO

juegos de palabras que se hacían a partir del nombre del librero: los
cuniles277 de Simón de Colines, el galiotm de Galiot Dupré, la fontai-
ne de Fontana, etc. La cruz de Lorena es un motivo que se difundió
en las marcas del siglo XVI. A menudo, un lema solía acompañar a la
marca propiamente dicha; así, la marca «al olivo» (en la que figuraba
un olivo estilizado con una rama quebrada cayendo al suelo) de los
Estienne venía desarrollada con el lema Noli altum sapere, sed time™.
Hacia 1540, el impresor genovés Jacobo Burgués adoptó como
marca una espada rodeada de llamas, con el lema Non veni ut mitte-
rem pacem sedgladium2m.
A corto y medio plazo, la marca tipográfica se mudaría del colo­
fón a la portada, que poco a poco se iba generalizando. Llegó un
momento en el que el volumen llevaba dos marcas, la del librero edi­
tor en el título y la del impresor en el colofón. Encontramos también
a menudo un índice de los cuadernos al final del volumen, destinado
277 Conejos. a facilitar el trabajo del encuadernador -dado que el libro se distri­
278 Tipo de embarcación. buía en hojas, para que cada cual lo hiciera encuadernar según la
279 «No pretendas saber cosas [muy] forma deseada- y una errata. Algunos ejemplares particularmente
elevadas, sino que has de lujosos se imprimían sobre pergamino, soporte que no era tan fácil de
temer[las].» La metáfora del árbol pasar bajo la prensa como el papel281.
simbolizaría el injerto de la nueva
cultura humanista sobre la cultura
antigua.
280 «No he venido a traer la paz, sino
la espada» (Matías, X).
281 Por ejemplo, Vérard tiró las Gran­ La ilustración impresa apareció en 1641, cuando Albrecht Pfister,
des crónicas de Francia, traducidas antiguo secretario del obispo de Bamberg que se pasó al sector de la
de las Crónicas de San Daniel, y de imprenta, insertó xilografías en las formas tipográficas de su edición
las qüe haría preparar un ejemplar
sobre pergamino suntuosamente
del Edelstein (La piedra preciosa) de Ulrich Boner282. En 1475, Bámler
iluminado para el rey Carlos VIII. tiró en Augsburgo, y en lengua vulgar, el primer libro científico con
El uso de la vitela era de rigor para ilustraciones que representaban animales283, y a partir de 1480 los
imprimir las Horas.
libros impresos ilustrados comenzaron a multiplicarse en todos los
282 U. BONER, Edelstein, Bamberg, dominios de la edición: la Biblia, libros piadosos, libros de viajes, eró-
Pfister, 14 II 1461. 88 páginas,
nicas, narraciones... Naturalmente, los grabados podían llevar color,
203 grabados sobre madera.
lo que generalmente se llevaba a cabo con plantillas. A lo largo
283 K. VON M e g e n b e r g , Buch der
Natur, Augsburgo, H. Bámler,
del propio texto, los ornamentos grabados más frecuentes eran inicia­
1475 (Pinon, 4). les sobre madera, sobre todo con una decoración de follajes y mol
284 Moldura: ornamento xilográfico duras284 muy cercana a los tipos de decoración de manuscritos en el
de forma rectangular que, general­ siglo XV.
mente, se encuentra en la parte Lógicamente, los primeros caracteres tipográficos® reproducían
alta o baja de la página impresa.
las letras manuscritas; así, este tipo de letra de molde sirvió de
285 Llamamos fuente al conjunto de
modelo para los caracteres de la Biblia a 4 2 líneas. Sin embargo, los
caracteres fundidos a partir de un
bloque de metal de un peso deter­ impresores y fundidores no tardaron en apartarse de este tipo de
minado (fuente de 5 kg, etc.). caracteres, sin duda como consecuencia de la dificultad de grabar

119
FRÉDÉRIC BARBIER

todos los «accidentes que los bardaban» (M. Audin), de tal manera
que en adelante sólo los encontraríamos en la impresión de los libros
del coro. La Biblia de Mentelin (Estrasburgo, 1460) se imprimió en
otro carácter, menos anguloso, que tomaría el nombre de «letra de
suma» tras haber servido de letra a la primera edición de la Summa
de Tomás de Aquino llevada a cabo por Schoeffer en Maguncia
(1471). Por su parte, el carácter de la bastardilla se utilizaba para las
grandes ediciones de textos literarios (novelas, etc.) en lengua vulgar
y para las Horas (como la utilizaría el impresor Colard Mansión en
Brujas). El primer carácter de letra romana apareció en una edición
de Adolph Rusch en Estrasburgo en 1464, y hemos de considerarla
como una deformación de la antigua uncial. La difusión de la letra
romana estuvo ligada a la expansión del Renacimiento italiano286.

1.4. Copistas, impresores y libreros

La continuidad formal de estos objetos se prolongó de la mano de los


hombres que los producían, siendo así que los primeros impresores y
libreros relacionados con la imprenta solían ser los mismos persona­
jes que en la época del manuscrito. De este modo, el prototipógrafo ^
Cf. infra p. 124.
de Estrasburgo Johann Mentelin (« 1410-1478) era un antiguo ilus­
H. MEYER en el Nov. dict. de biogr.
trador y notario del obispo que abrió un taller de imprenta en 1458- 28'7
alsacienne, n° 26, p. 2599.
1459287, al igual que Pfister en Bamberg. En París, Antonio Vérard
Edición, y no fabricación. Vérard
dirigió, hasta 1485, un taller de copistas e ilustradores especializado fue ante todo un librero y no un
en la producción de libros de lujo. En 1492, Vérard se decantó por la impresor. Aportó capital y dio tra­
edición288 de libros impresos, impulsando el trabajo de algunos de los bajo a los impresores; se trata del
principio de la aplicación del Ber-
principales talleres tipográficos parisinos. Personalmente, sólo se con­
lagssystem protoindustrial, y la pa­
virtió en impresor de manera tardía, con la retroventa del material labra alemana Verleger designa pre­
tipográfico de Jean Dupré, lo cual no le impidió continuar con la cisamente al editor. Vérard se
producción de suntuosos manuscritos289. En Brujas, Golard Mansión mantuvo activo hasta 1513.
fae un antiguo jefe de taller que trabajaba para el entorno del duque 289 El Salterio latino, con la traduc­
de Borgoña, pero pronto se arruinó. Por tanto, rápidamente comen- ción francesa de Jean de Rily, fue
ilustrado en el taller de Vérard por
zaron a. aparecer nuevas figuras, especialistas de la tipografía, como
el Maestro de Jacques de Besangon
también capitalistas e inversores. para Carlos VIII antes de 1498. La
costumbre de los ejemplares de
consagración, prolijamente ilumi­
nados y más tarde ofrecidos al rey,
continuó con las imprentas. Vé­
rard hizo ilustrar, siempre por el
Maestro de Jacques de Besaron,
un ejemplar de las Apologues etfa-
bles d ’Ésope traducido al francés
(1493), y, más tarde, otro de su
Lancelot du Lac (1494).

120
HISTORIA DEL LIBRO

2» LOS C O N T EN ID O S

2.1. La religión

En un principio, los contenidos tampoco cambiaron de manera sig­


nificativa. Efectivamente, la mayoría de los primeros incunables tra­
taban sobre los best-sellers del momento: de entrada, la Biblia, con las
ediciones de los padres de la Iglesia y los comentarios sobre las Escri­
turas; más tarde, pero en un segundo plano, tratados de derecho
canónico, tratados jurídicos junto con sus comentarios, manuales
docentes (sobre todo el célebre Donato) y ediciones de los clásicos (el
De Ojficiis de Cicerón fue impreso por Fust y Schoeffer en Maguncia
en 1465 y al año siguiente salió una segunda edición). Si Gutenberg
y sus socios decidieron tirar primeramente la Biblia a 42 líneas
(1455) fue no sólo para demostrar la capacidad de la nueva técnica en
reproducir textos tan importantes en condiciones materiales pareci­
das a las de los manuscritos, sino también porque estaban seguros del
éxito que tendría a nivel comercial. Aeneas Silvius Piccolomini
(1404-1464), que se encontraba en Frankfurt en 1454, ensalzaba en
su correspondencia la perfección y lisibilidad de la Biblia impresa,
cuyas páginas había visto en muestra290.
En 145 B-1460 salió, siempre en Maguncia, la Biblia a 3 6 línea?,
más tarde, en 1460-1461, johann Mentelin tiró en Estrasburgo una
Biblia a 49 líneas. La primera edición que se registra es la de Fust y
Schoeffer en Maguncia (1462). En cualquier caso, algunos ejemplares
se imprimieron sobre pergamino para un publico más adinerado y exi­
gente. La primera edición de la Biblia ilustrada fue sacada por Günther
Zainer en Augsburgo (1475-1476), pero la edición más célebre fue la
de Koberger en Nuremberg en 1483, que retomaba una parte de la
edición de Colonia en 1478-1479291. Se trataba de una Biblia en dos
volúmenes, ilustrada con 109 grabados sobre madera, y cuya tirada
ascendería a 1.000 o 1.500 ejemplares29?. Indiscutiblemente, la Biblia
290 E. MEUTHÉN, «Ein neues frühes
venía a ser el primer título difundido en la época incunable, y la per­
Quellenzeugnis [...] fur der áltesten
Bibeldruck...», en G J., 1982, 52, fección del trabajo de la composición de la página y de la impresión
pp. 108-118. L. H o f f m a n n , «Gu­ atestiguan la maestría que llegaron a alcanzar estos tipógrafos.
tenberg, Fust und der erste Bibel­
druck»; en Zentmlblatt f Bibliot-
bekswesen, 1983, 11, pp. 473 y ss.
2.2. La lengua vulgar
291 Biblia [alemán], Koln, [B. de Un-
kel, para un grupo de libreros, ha­
da 1478-14791 Los textos en lengua vulgar intervinieron sólo de forma minoritaria en
292 F. B a r b i e r , La Bible allemande de Alemania, Italia y Francia. Eran, de entrada, como en la época de los
1483, París, 1997. manuscritos, «novelas» (entendiendo por ello narraciones de aventuras

121
FR ÉD ÉR IC BARBIER

más o menos imaginarias), y más tarde, traducciones de libros piado­


sos o de obras especializadas. El estrasburgués Mentelin imprimió el
Parzival (Perceval) de Wolfram von Eschenbach (1477) y el Junge
Titurel (Joven Titurel) de Albrecht von Scharfenberg. El Edelstein era
un recopilatorio de fábulas moralizantes, pero Boner también tiró la
primera edición de la Biblia Pauperum (Biblia de lospobres) en alemán
(hacia 1462), y, más tarde, en 1463, el Ackermann von Bóhmen (Tra­
bajador de Bohemia) de Johannes von Saaz, un diálogo entre la muerte
y un paisano293. La primera edición de la Biblia en lengua vulgar se
corresponde con la de Johann Mentelin en Estrasburgo, en 1465-
1466. En contraposición, mientras el editor pretendía aumentar la
repercusión de la Nefdesfous del estrasburgués Sebastián Brant (1457-
1521), obra publicada primeramente en alemán, la hizo traducir a la
lengua internacional de la época, el latín294. El éxito vino también favo­
recido por la calidad de los grabados, en parte atribuidos a Durero.
Como en la época de los manuscritos, los sectores que giraban en
’ torno a la corte de Francia estaban siempre interesados en la produc­
ción de novelas de caballerías y de narraciones históricas en lengua
vulgar, pero este modelo tendió a expandirse en el seno de la burgue­
sía urbana. Así, el primer impreso en francés fae la traducción lyonesa
de la Leyenda dorada de Jacobo da Vorágine (1476)295. En 1499, Anto­
293 J. VON SAAZ, Ackermann von Bbh-
nio Vérard sacó en París la primera edición de las Crónicas de Frois- men, I edición, Bamberg, A. Pfis­
sert, cuyo texto, repartido en cuatro volúmenes, venía introducido por ter, ca 1460. Conocemos un solo
una célebre carta ornamentada sobre madera. La impresión en lengua ejemplar, incompleto (se conser­
van 19 hojas), en la Biblioteca
vulgar ocupó primeramente un puesto proporcionalmente mayor en
Herzog August de Wolfenbüttel.
determinados mercados, que eran los mercados secundarios. En Ingla­ Seguramente, estaba ilustrado con
terra, como también en Bohemia o Hungría, y sobre todo en los Paí- grabados sobre madera. Su décima
ses Bajos, los impresores-libreros locales no podían competir con el edición, tirada hacia 1463, com­
prende 24 páginas y cinco ilustra­
éxito de los talleres de los grandes centros extranjeros, de manera que
ciones.
la literatura latina y los libros de mayor difusión constituían la mayor
294 S. B r a n t , Das Narrenschijf, Basel,
parte de los textos importados». Las lenguas locales (como el inglés) Johann Bergmann, 1494. Traduc­
no tuvieron acogida más que en mercados todavía muy limitados, lo ción latina de Jacob Locher, ibi-
que permitió a los impresores y libreros locales asegurarse casi toda la dem, 1497.
producción. En algunos casos, un sentimiento nacional comenzaba a 295 J. d e l l a V o r á g in e , La légende do-
dejarse ver, aunque la lengua de edición siguiera siendo el latín. Así rée, trad. J. de Vignay, Lyon, G. Le
Roy pour B. Buyer, 1476, 2o.
sucedió con la Chronica Hungarorum, primer libro impreso en Hun­
296 Los impresores ingleses de incuna­
gría, en cuyo prefacio Andreas Hess explicaba que ha
bles sólo produjeron libros que no
podían conseguirse fuera: libros en
pensado que sería un tema muy preciado para todos los húngaros. Cada lengua inglesa, libros de derecho
uno ama, efectivamente, su tierra natal antes que cualquier otra, y la inglés, manuales, escolares, libros
litúrgicos para uso de las diócesis
prefiere con diferencia respecto a los restantes países del mundo; [...] en
inglesas. Hasta la Reforma, e in­
el fondo de sí, cada cual aspira a saber cómo vivieron y qué fueron sus cluso hasta 1640, casi no hubo ex­
compatriotas de antaño... portaciones de la librería inglesa.

122
HISTORIA DEL LIBRO

2.3. El primer best-seller

Si nos situamos en la perspectiva de la edición más difundida, la obra


imprescindible fue el Líber chronicarum de Hartmann Schedel297,
usualmente designada bajo el apelativo de Crónicas de Nuremberg, ya
que fue escrita en dicha ciudad y salió de las prensas nurembergenses
de Antonio Koberger.
El éxito de este último personaje fue extraordinario, lo que cons­
tituye una prueba de las posibilidades de rápido enriquecimiento que
permitía el nuevo mercado de la imprenta. Los Koberger comenza­
ron siendo panaderos en la riquísima ciudad libre del Imperio, para
luego penetrar en el patriciado y orientarse hacia la orfebrería. El pro­
pio Antonio fue un verdadero emprendedor capitalista: propietario
de un lote de casas en Nuremberg, pronto comenzó su carrera en la
imprenta tipográfica, combinando en sus locales todas las actividades
relativas al libro, desde la papelería a la imprenta, pasando por la
encuademación y la librería al por mayor y al por menor. Koberger
haría funcionar hasta 24 prensas, empleando a una centena de obre­
297 H. ScHEDEL, Líber chronicarum,
ros y llegando a publicar unas 250 ediciones. Su riqueza le permitió
Nürnberg, Antón Koberger, 1493.
Schedel (1440-1514), estudiante trabajar en asociación con otros grandes financieros en el centro de
en Leipzig y en Padua, médico y Nuremberg o en Alemania del Sur, especialmente en talleres de
coleccionista, era poseedor de una imprenta como los de Amerbach298 en Basilea o el de Bartolomeo de
biblioteca excepcional, que no tar­
Unkel en Colonia.
daría en ser comprada por el rico
financiero Johann Jacob Fugger, Eso fue lo que sucedió con el libro de las Crónicas. Koberger esta­
antes de pasar a las colecciones del ba asociado a Sebald Schreyer y al cuñado de éste, Sebastian Kam-
duque Alberto V de Baviera. mermeister; y para los grabados empleó a los mayores artistas alema­
298 Johann Amerbach, nacido en Reu- nes de su tiempo, Michael Wohlgemut (hacia 1434-1519) y su yerno
tlingen en 1434, estudiante en Pa­ Wilhelm Pleydernwurff (hacia 1420-1494), en el taller de los cuales.
rís y más tarde aprendiz en el taller
de Koberger, abrió un taller de im­
el joven Alberto Durero299 era entonces aprendiz (entre 1486 y
prenta en Basilea en 1475. Su ob­ 1489). El resultado fue extraordinario y contribuyó muy pronto a
jetivo era ofrecer al público edicio­ hacer de las Crónicas un libro particular y de obligada conservación,
nes buenas de los Padres de la
un volumen in-folio de 326 páginas que llevaba 1.809 grabados en
Iglesia, y se rodeó de un grupo de
sabios de primer orden para traba­ madera, y cuya tirada debió alcanzar la extraordinaria cifra de 1.800
jar en su edición científica: Beatus ejemplares. La disposición del texto se había renovado respecto a la
Rhenanus, Reuchlin y, sobre todo, de la tradición manuscrita, con un montaje de página mucho más
Erasmo de Rotterdam (t 1534). El
aligerado, con bellas iniciales grabadas encabezando cada capítulo;
hijo de Johann, Bonifacius Amer­
bach era amigo de Erasmo y de los títulos y la paginación se hallaban impresos, al igual que la porta­
Holbein el Joven, el cual dejó da (aunque se sigue notando la presencia de un colofón). La ilustra­
Augsburgo para irse a Basilea en ción ha sido la responsable de la celebridad del volumen, combinan­
1514-1515. Tenía una bella colec­
do algunos grabados a página completa (Dios, creador del mundo,
ción dé arte y curiosidades, que
pronto pasaría a su ciudad natal. operando su obra), grabados a media página (escenas o vistas de ciu­
299 Apadrinado por Koberger en algu­
dades) y pequeños grabados que representaban el retrato de algún
nas ocasiones. personaje. La imagen más conocida es la gran vista de Nuremberg,

123
FRÉD ÉRIC BARBIÉR

realizada sobre dos páginas, cuya precisión hace de ella un documen-


to histórico particularmente precioso, pero cabe también señalar la
vista de Venecia, copiada de una ilustración de la Peregrinaría in
Terram Sanctam (Viaje a Tierra Santa) de Breydenbach que apareció
algunos años antes300.

3. NUEVOS LIBROS: EL RENACIM IENTO Y LA IM PRENTA

3.1o Italia y el libro Renacimiento

Por lo que a la forma material se refiere, el elemento innovador más


destacado fue la presentación conocida como Renacimiento, que,
nacida en Italia, no tardó en expandirse por toda Europa. Utilizando
la bella expresión de André Chastel, la Península Itálica fue, por así
decirlo, «el gran taller».
Los humanistas italianos, que habían partido en busca de monu­ 300 B. V o n B r ey d en b a c h , Peregrina-
no in Terram Sanctam, Mainz,
mentos y textos de la Antigüedad, copiaron las inscripciones lapida­
Ernst Reuwich, 1486.
rias y descubrieron los manuscritos carolingios. Se inspiraron en
301 M. LOUWRY, Nicholas Jonson and
ambos modelos para construir las mayúsculas y las minúsculas de the rise o f tbe Venetian publishing
una nueva escritura (antiqua), que habría de servir de base para los in Renaissance Europe, Oxford,
trabajos de los primeros grabadores y fundidores de caracteres de Ita­ 1991.
lia. Sin duda, el libro en letra romana de Sweynheim y Pannartz 302 P. BEMBO, De Aetna, Venezia, Al­
habría sido grabado en el propio monasterio de Subiaco (1465), y su dus Manutius, 1496. Los primeros
caracteres fueron designados se­
estilo fue adoptado por Nicolás Jonson en Venecia a partir de 1470301.
gún el título dé la obra en la que se
También en Venecia, el grabador boloñés Francesco Griffo (f 1516) emplearon por primera vez. Así, el
realizaría para Aldo Manucio el modelo más logrado de caracteres De oratore de Cicerón, impreso en
romanos (1496), el Bembo, cuyo nombre estaba tomado del autor de Roma en 1467> dio su nombre -el
Cicero- a un carácter de cuerpos
la primera obra en la que se utilizó»1. Las minúsculas tenían largos 11, etc. Esta costumbre sólo se
trazos, empastes triangulares muy finos y astas ascendentes ligera­ abandonaría muy lentamente,
mente más elevadas que las mayúsculas. cuando en el siglo XVIII se impon­
dría la deducción por puntos
El origen de la letra itálica se remonta a la cursiva ligeramente
(Fóurnief el Joven, y más tarde Di-
inclinada que utilizaron los humanistas de Roma y Florencia. Aldo la dot). '
adoptó para su colección de clásicos de bolsillo303. El carácter, tam­
303 «Libelli portátiles in formam en*
bién grabado por Griffo en 1499 y utilizado a partir de 1501304, nece­ diiridii» en el catálogo difundido
sitaba unos 150 punzones (por tanto, más de ÓO ligaduras), y su por Aldo en 1503 (Biblioteca Na­
éxito hizo que pronto se reprodujera en Florencia y Lyon. La letra cional de Francia, manuscrito
griego 3064 y E l libro, 1972, n°
itálica de Aldo es fácil de reconocer gracias a la presencia de mayús­
440).
culas rectas. Fue particularmente apreciada por los impresores del
304 VlRGILE, Opera, Venezia, Aldus
siglo XVI debido a su elegancia, como también porque pasó a defi­ Manutius, 1501 (Le livre, 1972,
nirse como el prototipo de escritura del Renacimiento italiano y, n° 163).

124
HISTORIA DEL LIBRO

con él, de la modernidad. Más aún, la elección de un carácter tipo­


gráfico no era algo casual ni gratuito: desde el siglo XIV la bastardilla
quedó reservada a los manuscritos en lengua vulgar destinados a una
clientela menos distinguida, mientras que en el siglo XV la romana
pasó a encarnar el modelo de la modernidad humanista. A partir de
1500, este tipo de elección comenzó a tener una dimensión política
cada vez más marcada, que se manifestó particularmente en el reino
de Francia.
Pero la innovación también se dirigió a los elementos de la ilus­
tración y la decoración, y, en general, a la propia arquitectura del
libro impreso. Cuando Sweynheym y Pannartz tiraron en Roma una
edición de los Comentarios de César (1469), definieron de entrada,
como para las Cartas de Cicerón, el modelo de libro humanista y
moderno, con un formato más reducido, caracteres inspirados en la
escritura humanista, muy pocas abreviaturas, impresión en líneas a lo
largo (en vez de las dos columnas), y quizá contando con la presencia
de una tabla que se imprimía aparte y estaba encuadernada al princi­
pio o al final, a fin de facilitar la consulta.

3,2» Aldo Manuel© y Polifilo

En este proceso de invención hubo un personaje decisivo. Se trata de


Aldo Manucio, antiguo instructor de los hijos del príncipe de Car­
pió, Alberto Pío, que en 1490 se instaló en Venecia y fundó un taller
(1494) con el propósito de publicar a los clásicos griegos305. A lo largo
de toda su carrera, el gran impresor veneciano tiraría unas 150 edi­
305 A. A. R en o u a r d , Anuales de l’im-
primerie des Aldes, París, 1834. M. ciones, todas ellas distinguidas con la marca tipográfica del «ancla-
LOWRY, Le monde dAlde Manuce: aldina»306.
. imprimeurs, homtnes d ’ajfaires et Imposible presentar a Aldo Manucio sin mencionar, si bien
intellectuels dans la Venise de la Re-
naissance, trad. fr. F. Dupuigrenet-
someramente> el libro más famoso del Renacimiento, que salió de sus
Desroussilles, París, 1989. prensas en 1499. Se trata del Sueño de Polifilo (Hypnerotomachia
306 Un ancla de marinero en torno a Poliphili}07, texto atribuido al monje veneciano Francesco Colonna
la que se enrolla un delfín. Se trata (1433-1527) y que ha sido considerado como característico del
de la ilustración del lema «Festina mundo de los humanistas venecianos de 1500. Se trata de la narra­
lente» (Date prisa lentamente) en
ción del viaje onírico de Polifilo, que partió en busc¡a de su bienama­
la edición aldina de los Adagios de
Erasmo (Adagiorum chiliades tres, da Polia. El carácter que se utilizó fue la antiqua de Bembo, y la Hyp­
Venezia, Aldus Manutius, 1508), nerotomachia se presentaba ilustrada con 172 grabados sobre cóbre, a
y sería Bembo quien habría descu­ los que se añadían 38 iniciales, Las escenas eran clásicas, y hacían
bierto este motivo en una medalla
referencia al mundo de la Antigüedad -gracias al enmarque arquitec-
antigua.
tónico-, con personajes que simbolizaban las virtudes ó las ideas. No
307 F. C o l o n n a , Hypnerótómachid
Póliphilh Venezia, Aldus M anutius se ha logrado identificar al ilustrador, pero podría formar parte de los
para Leonafdus Crássus, 1 4 9 9 . círculos de Mantegna o de Bellini. La influencia del Polifilo fue muy

125
FR ED ER IC BARBIER

grande, y sabemos que el propio Alberto Durero poseía un ejem­


plar308.
La combinación de elementos arcaicos o novedosos desembocó
en espacios geográficos diferenciados en cuanto a la producción, así
como en sociedades bien diferentes por lo que al consumo libresco se
refiere. Este fenómeno fue particularmente acusado en la Ilustración,
donde nos encontramos con tradiciones que tendían a afirmarse
- como nacionales. Junto a Italia, un polo muy activo estuvo constitui­
do por la escuela del sur de Alemania, en torno a Basilea, Nuremberg,
Augsburgo, etc., donde trabajaron artistas tan prestigiosos como
Durero, Schongauer, Urs Graf y los Cranach309. Si los impresores de
Lyon solían importar modelos de ilustración de origen germánico, la
escuela de Isla de Francia desarrolló un estilo muy diferente, mucho
más influenciado por los usos de la ilustración gótica. La ilustración
también estuvo presente en las impresiones destinadas a un público
más amplio. Así, los calendarios, que consistían en una simple hoja
ornamentada con una xilografía que estaba destinada a ser colgada,
constituían la especialidad de determinados impresores alemanes en
la época incunable.

33. El libro moderno en Francia

El ejemplo prototípico de la irrupción del estilo Renacimiento en la


producción impresa francesa vino dado por los libros de Horas, de
los cuales ciertos talleres y grandes libreros parisinos hicieron su espe­
cialidad (conocemos unas 700 ediciones parisinas de estos incuna­
bles). El modelo del libro de Horas manuscrito fue reproducido con
mucha precisión en esas pequeñas obras tan cuidadas, muy frecuen-
temente impresas sobre vitela, con una portada en francés que lleva­
ba la dirección o la marca del librero, un texto en gótica enmarcado
por un motivo arquitectónico y elegantes cenefas grabadas sobre
madera, junto con series de grabados espectaculares que ilustraban
algunas escenas de la vida de Cristo o del Antiguo Testamento. Felipe
Pigouchet fue conocido por tener el principal taller parisino de
donde salían este tipo de producciones, las cuales eran difundidas a
través de su socio, el gran librero Simón Vostre, rué Neuve, b l’enseig-
ne sainctJehan l’Evangéliste™.
Munich, Thesaums librorum, 1983,
Podemos identificar y situar en el tiempo con precisión cuándo n° 104.
se produjo esta ruptura estilística. En 1502 aparecieron unos graba- Que también trabajaron para
dos que reproducían los mismos temas que los de los libros de Horas Martín Lutero en Wittenberg.
tradicionales, pero ahora con un nuevo espíritu, inspirado en la Anti- 310 « Calle nueva, a la señal de san Juan
güedad. En 1507, Gilíes y Germain Hardouyn hicieron saber que sus Evangelista». [N. de la TJ.

iz 6
HISTORIA DEL LIBRO

Horas a la usanza de Roma serían decoradas con «historias hechas a la


moda italiana». En 1508 su ejemplo fue seguido por Simón Vbstre.
La referencia a la Antigüedad se impuso en la arquitectura de los
ambientes. Los enmarques estaban poblados de esculturas y tutti,
cuando no se encontraban ausentes por completo, y la precisión del
trazo nos lleva a pensar que las plantillas pudieron haber sido graba­
das sobre metal y no sobre madera. En 1542, las Horas de Geoffroy
Tory marcan claramente la culminación de este proceso. El éxito de
estas publicaciones fue incuestionable. Así, el inventario de fondos de
311 G. B u d é , De asse et panibus ejus
libri quinqué..., París, Josse Bade, Guillermo Godard, librero en París en 1545, incluía 263.000 volú­
1514. Id., Sommaire ou épitomé du menes, de los cuales aproximadamente 150.000 fueron libros de
livre De asse..., París, Pierre Vi- Horas, los cuales también se siguieron registrando repartidos en unas
doue para Galliot Du Pré, 1522.
16.000 ediciones hasta 1600, lo que viene a sumar una tirada global
312 «Cacharro roto». [N. de la T.J.
de más de dos millones de ejemplares.
313 Originario de Bourges, Geoffroy El primer libro en francés impreso en letra romana fue la traduc­
Tory hizo dos viajes a Italia antes
ción del DeAssem>hecha por Guillermo Budé a petición de Francis­
de irse a ejercer la docencia en Pa­
rís, en donde poco después abrió co I. La conjunción de ambos elementos, la lengua vulgar y el carác­
una librería. Se casó con la viuda ter romano, marcó una etapa fundamental en la invención del libro
de Henri Estienne y se lanzó a la moderno, etapa que el Chamfleury prolongaría algunos años más
imprenta (1529). G. TORY,
tarde. De hecho, el teórico del cambio de estilo impreso fue sin duda
Champfleury, auquel est contenu
l ’a rt et Science de la deue et vraye Geoffroy Tory (hacia 1480-1533), antiguo corrector en París con
proportion des lettres attiques..., Henri Estienne, y más tarde librero e impresor en el «Pot cassé312»,
París, Geoffroy Tory et Gilíes sobre el Petit-Pont. En su Champfleury (1529), manual que codifica­
Gourmont, 1529.
ba las reglas a seguir para la construcción de los alfabetos, Tory desa­
314 Como también la indicación del
rrolló y puso en práctica la nueva arquitectura y el nuevo vocabulario
privilegio real.
estilístico que había definido para el libro impreso313. El libro se abría
315 «Autores y dignos personajes alu­
con una tabla de las partes314, de las cuales la primera trataba de la
didos y mencionados a lo largo de
toda esta obra». corrección de la lengua francesa y la segunda de la «construcción de
316 Es decir, se volvería a una concep­
las letras antiguas», mientras que la tercera presentaba, por orden
ción naturalista del lenguaje, por alfabético, el detalle de las proporciones de cada letra. En la base de
oposición a la visión convenciona- los cálculos Tory utilizó las proporciones del «cuerpo y rostro huma­
lista. Los sonidos serían la imita­
nos». Dos pequeños suplementos proporcionaban, sucesivamente,
ción más elemental que existe de
la realidad, y, por ende, las letras los alfabetos distintos al latino y ejemplos de letras ornamentadas y
pretenden ser también las descrip­ elementos decorativos. El conjunto se completaba con una bibliogra­
ciones más elementales - y verda­ fía315, y vino a constituir un tratado teórico, un manual práctico y una
deras- de lo real. Esta polémica
obra de referencia a la vez. De manera global, la trayectoria e investi­
del naturalismo versus convencio­
nalismo (que se correspondería gaciones de Tory se inscribían de lleno en una corriente que
modernamente con las corrientes
epistemológicas del realismo ver­ juzgaba [...] que las letras, puesto que expresaban el lenguaje, el cual es
sus instrumentalismo) aparece por
un vehículo de las ideas316, se encontraban ligadas a la Divinidad dentro
primera vez en el Crátilo de Pla­
tón. [N. de la T.J. de un orden jerárquico de tipo neoplatónico.. ,317

317 H. T. MARTIN, Histoire et pouvoirs,


p. 285. La presentación era más ligera, y el carácter romano se limitaba a un

izj
FRÉD ÉRIC BARBIER

pequeño número de abreviaturas, aunque se sigue notando el uso de


ligaduras. La presencia de títulos junto con la paginación, la distin­
ción de párrafos, las llamadas al margen de la idea central de cada
pasaje, el empleo sistemático de la ilustración para explicitar el senti­
do de cada texto, son los elementos que manifiestan la modernidad
del libro y que, facilitando su lectura o su simple consulta, fueron los
responsables de su éxito, La obra también pone de manifiesto el
ascenso de los pequeños formatos, más manejables, que cada vez
tenían mayor acogida en el seno de la producción impresa. Esta pro­
moción concertada de la romana en Francia vino acompañada de la
puesta en marcha de otra política de la lengua a comienzos del reina­
do de Francisco I, cuando la construcción de la monarquía absoluta
tendió a materializarse también en el dominio cultural y el soberano
pasó a definirse como el príncipe de las letras. Más adelante profun­
dizaremos en esta cuestión.

4o LAS LECTURAS

La tipografía en caracteres móviles cambió por completo las condi­


ciones de producción de libros y su forma material, además de trans­
formar también sus condiciones de adquisición. Un copista que traba-
jase en minúscula gótica sobre un manuscrito corriente llegaría a escri-
bir de 180 a 200 palabras por hora. El precio del manuscrito era muy
elevado, y se debía a los costes de la copia; de ahí la importancia de las
bibliotecas monásticas, capitulares, universitarias o reales, que ponían
al libro a disposición de un público más amplio318. La primera conse­
cuencia fundamental de la invención de la imprenta fue, por tanto, la
bajada de los precios del libro y una relativa disminución del valor del
objeto en tanto que tal.
En lo relativo a las prácticas culturales, la tipografía en caracteres
móviles vino a coronar una larga evolución, que se produjo como
consecuencia de un gran cambio que hubo antes en cuanto a las prác-
ticas de lectura, y que se manifestó en un constante aumento de la
demanda de producción de libros manuscritos. La creciente comple-
jidad del montaje de página, la separación de las palabras y la pun­
tuación son elementos que vienen a dibujar «la reorganización del
espacio gráfico» (como lo califica J. F, Gilmont) vivida a partir del 318 «Los muertos nutren espiritual­
mente a los vivos a lo largo de un
siglo Xlj pero que se manifestó plenamente en los siglos XII y XIII. En
proceso acumulativo de libros que,
consecuencia, la lectura se hizo cada vez más silenciosa - y se abando­ en teoría, debe repetirse a perpe­
nó la lectura oral, aunque fuera en voz baja- conducida en sí misma tuidad» (E, Ornato).
HISTORIA DEL LIBRO

y para sí misma. Con el aumento del número potencial de lectores


-sin dejar de encontrarnos en el seno de una minoría más o menos
cerrada de profesionales y semiprofesionales-, el abanico de las dife­
rentes prácticas comenzó a relacionarse también con los diferentes
sectores sociales y culturales. De cualquier modo, la costumbre de la
lectura en voz alta, que en esta época pasó a verse como arcaica, se
seguiría encontrando hasta la época contemporánea, sobre todo en el
mundo rural. A principios del siglo XVI, Hans Sachs se reía de los
«tontos paisanos» que no sabían leer ni escribir, a diferencia de los
habitantes de la ciudad319. Y el lugar que ocupa la iconografía en las
Horas obedecía sin duda al hecho de que los propietarios de estos
libros no tenían por qué estar alfabetizados:

como la inteligencia que procuran las letras a los doctos, las imágenes se
la aseguran, sin duda, a los ignorantes y a los simples según esta extendi­
da sentencia: la pintura es la escritura de los laicos, y es gracias a ella que
los que no conocen la escritura pueden leer y comprender el secreto de
las cosas...320

La invención de Gutenberg vino a reforzar una antigua evolución, no


a fundarla ex novo. En realidad, transformó tan poco las costumbres y
prácticas de lectura y del trabajo intelectual que, precisamente, los
primeros libros impresos se encargaban de calcar la forma material de
319 Citado por E. S c h On , «Geschich- los manuscritos, Los cambios que se introdujeron en ese momento
te des Lesens», en Handbuch fueron mucho más sutiles. A diferencia del manuscrito, el libro
Lesen, Munich, 1999* impreso era un objeto estereotipado y fabricado en serie; albergaba al
320 Heures i lusaige de Romme [ ...] texto en la forma en la que éste iba a difundirse, sin admisión de más
avec plusieurs belles histoires, París, variantes; el propio estatuto de la obra se alteró, y el campo literario •
w e Thielman Kerver, 1533 (cita­
do en Le livre de la vie quotidienne,
-la relación autor-texto-lector™ se reorganizó. Este callejón sin salida
París, 1975> P- 81). Es sabido, no tendía a ir congelando las posiciones, y hacía más difíciles las tentati­
obstante, que puede tratarse de un vas de conciliación a la hora de las querellas religiosas, por ejemplo.
argumento tradicional destinado a
Pero los cambios también significaron la posibilidad de adquirir
justificar el uso de imágenes de la
divinidad por su eficacia. libros más fácilmente y a un precio menor. En consecuencia, se
321 «[Como] me ha sucedido ya más
pudieron constituir bibliotecas más o menos importantes, y, en poco
de Una vez el tener en mis manos tiempo, la evolución de la imprenta -sobre todo la tendencia a la dis­
libros que parecen recientes y des­ minución de los formatos- y el carácter cada vez más trivial del libro
conocidos para mí, pero que en
modificaron profundamente las condiciones de lectura. Se podía leer
verdad había leído cuidadosamente
algunos años atrás y había embo­
en cualquier parte sacando un libro del bolsillo; en la calle, de viaje,
rronado con mis notas, he tomado en una habitación,., A la inversa, el lector habituado estaba en con­
la costumbre [...] de añadir en el. diciones de consultar varios textos a la vez, de trabajar en el interior
borde de cada libro [,,.] la época
de una biblioteca en la que dominaba todo el conjunto de recursos,
en la que acabé de leer lo y el juicio
general que saqué del mismo..,»
de tomar notas y hacer memorandos321; e incluso, como sugeriría
(Montaigne, Esmh II, X), Montaigne, de refugiarse entre sus libros para abandonarse a una
FRÉDÉRIC BARBIER

forma de lectura rapsódica, dejando rienda suelta a sus deseos,


hallazgos y olvidos:

No busco otra cosa en los libros mas que que abandonarme al placer en
virtud de una legítima diversión [ ...] . Si un libro me hastía, tomo otro
[...]. En este tipo de estudio [...] hay que manejar sin distinción toda
clase de autores [...]. Me suelo sumergir muy a menudo en mi librería
[...]. Allí manejo a tal hora un libro y a tal hora otro, sin orden ni pro­
gramación, a sesiones fragmentadas.. .322

Por último, la imprenta y el mundo escrito pasaron a estar amplia­


mente representados en la ciudad, aunque nos hayan llegado muy
pocos testimonios de estas costumbres. En Francia, el primer cartel
impreso que se conserva hasta hoy lleva un texto de 1482, y hacía
una llamada a la donación de fondos para restaurar la catedral de
Reims, incendiada el año anterior323.
Aunque tradicionalmente el periodo incunable se define como el
siglo XV tipográfico, no se corresponde a una unidad en sí. En su
límite superior, el «Renacimiento escritural» fue muy anterior, mien­
tras que, en su límite inferior, la ruptura definitiva con las lógicas del
manuscrito data más bien de 1520, aunque se hayan encontrado
mucho antes libros cuya forma era tan moderna como la que encon­
traríamos más tarde (hasta el siglo XIX, e incluso hasta hoy), que
habrían conservado ciertos caracteres arcaicos, como nos muestran
los ejemplos de los almanaques y otros pequeños volúmenes de la
«Biblioteca azul». El libro impreso permitió al humanismo «europei­
zarse», en lugar de desarrollarse en el mero marco de microambientes
más o menos aislados, y Armando Petrucci tenía razón al oponer la
omnipresencia del mundo escrito (inscrito) en la ciudad romana a su
cuasiausencia de la ciudad medieval, antes de que llegara el nuevo
impulso de los siglos XI y XII y el triunfo del Renacimiento. La histo-
ria del libro y del mundo escrito sólo puede concebirse y compren-
derse a largo plazo.

322 Essais, II, cap. X, y III, cap. III.


323 Grant pardon de Nostredame
Rains, París, Jean Du Pré, 1492.

1 30
Capítulo 7
Cultura y política;
el impreso y el humanismo

Templa domum expositis, vicos, fora, moenia, pontes, virgineam trivii


quod repararis aquam. Prisca licet nautas daré commoda portus et Vati-
canum cingere sixte jugum. Plus tamen Urbs debet, nam quae squalore
latebat cernitur in celébri bibliotheca loco. (MELOZZO DA FORLI, hacia
1 4 8 0 .)

lo LA LECCIÓN DE GRIEGO

La curiosidad por lo relativo a la antigua tradición griega comenzó a


expandirse durante la segunda mitad del siglo XIV, momento en el
que las corrientes que simpatizaban con el Renacimiento italiano
intentaban buscar los textos originales de la Antigüedad, para lo cual
hacía falta aprender griego y, más tarde, hebreo.

1.1. La época de Florencia

Aunque Venecia monopolizaba las relaciones con el mundo helénico


y albergaba a la comunidad griega más importante de Occidente, el
foco principal correspondió primeramente a Florencia, ciudad en la
que el poder había pasado a manos de los más ricos negociantes, que
buscaban en la tradición de las letras antiguas un medio para asentar
su dominio. En 1361, Leoncio Pilatos, griego del sur de Italia, abrió
una escuela donde enseñaba griego, que no obstante resultó un fraca­
so. El constantinopolitano Manuel Crisoloras retomó el proyecto
cuando Coluccio Salutati (1331-1406), canciller de la Signoría desde

I3I
FRED ÉRIC BARBIER

1375 j le hizo venir en 1396 para enseñar griego a los que lo desea­
ran324. Entre sus alumnos más destacados se encontrarían Pallas Stroz-
zi y Garín de Verona, que formaron las primeras bibliotecas occiden­
tales de manuscritos griegos -co n originales y copias-. De este modo,
se fue creando un ambiente de intelectuales comprometidos con la
vida pública para los cuales la referencia a la cultura griega tenía un
carácter decididamente político.
Poco después, el concilio ecuménico de Ferrara, y más tarde de
324 El propio Salutati viajó a Constan-
Florencia (1439-1440), atrajeron a la ciudad a numerosos prelados y
tinopla, donde encontró a Criso-
sabios del mundo ortodoxo. Después del emperador Juan V III Paleó­ loras.
logo y el patriarca, encontramos especialmente a Basilio Bessarion 325 L. M o h l e r , Kardinal Bessarion ais
(1403-1472)325, pero también cabe citar a su maestro Jorge Gemista, Thealoge, Humanist und Staats-
llamado Plethon (1355-1452)326. La ciudad se convirtió en una sede mann..., Paderborn, 1923 (re-
del neoplatonismo, descubierto por medio del griego, y cuya dimen­ print, ibid., 1967) y la bibliografía
dada por la Storia della cultura ve-
sión político-simbólica era evidente. El retorno de Cosme de Médicis neta, Vicenza, 1980, 3 vol., aquí t.
del exilio (1434) marcó una creciente orientación del régimen floren­ I, p. 252 y ss. y la nota 334.
tino hacia el principado. En palabras de F. Braudel, fue el pequeño 326 F. M a s a i, Pléthon et le platonisme
grupo reunido en torno a Cosme el encargado del «discurso arquitec­ de Mistra, París, 1955.
tónico, pictórico y literario de la ciudad». Desde entonces, el huma­ 327 La biblioteca comenzó a instalarse
nismo se asentó en el poder, y es en ese contexto donde hay que en la sede de los dominicos de San
Marco (Librería di San Marco), en
entender el legado de la biblioteca de Niccolo Nicoli (1364-1437) a
la que Cosme financió la recons­
Cosme para ponerla a disposición de los letrados, que no eran otros trucción del convento y la iglesia.
que los habituales del príncipe327, Cosme pidió a su amigo Marsilio Fue en 1524 cuando Clemente
Ficino (1433-1499) traducir a Platón al latín (1462). El propio Fici- VII encargó a Miguel Ángel la
construcción de un edificio consa­
no escribió en 1468 su Theologia p la to n icé, obra en la que expresa­
grado a la Biblioteca Médicis y
ba que el hombre debía abrirse al universo de las ideas eternas, de las abierto al claustro (1427) de la
cuales el mundo terrestre actúa como un espejo. Ambos reunieron la iglesia de San Lorenzo. La nueva
«Academia platónica» en la ciudad medicea de Careggi, lo que cons­ biblioteca sería terminada en
1571.
tituyó el primer ejemplo de este modelo específico de sociabilidad de
intelectuales y\ eruditos que sería característico de todo el periodo 328 M. F i c i n o , Platónica theologia,
Florencia, A. Miscomini, 1482,
moderno y que tenía como objetivo compatibilizar el dogma cristia­
329 A. DELLA TORE, Storia dellAcade-
no con el auge de un humanismo basado en la razón329.
mia platónica di Firenze, Floren­
El movimiento oscilatorio de la república hacia el principado se cia, 1902.
basó en el mecenazgo principesco y el enriquecimiento de las biblio-
330 R. SABBADINI, Le scoperte dei codici
tecas. Llegó a su apogeo con Lorenzo el Magnífico, que envió a greci e latini nei secoli 14a e 15°,
Oriente a Marcus Musurus en busca de manuscritos griegos (1491- Florencia, 1 9 0 5 . Musurus (Creta,
1492)330. Antiguo amigo del cardenal Bessarion, Janos Lascaris hacia 1 4 7 0 - Roma, 1 5 1 7 ) comen­
zó a trabajar en Florencia en el cír­
(1445-1534) también fue a Florencia para servir a los Médicis, de tal culo de Ángel Policiano, y lo haría
manera que en 1491 efectuó un viaje a Bizancio, Grecia continental especialmente sobre el Monte Ai­
y Creta para recoger manuscritos. Tras la muerte de Lorenzo, Lascaris llos de los manuscritos de Platón.
Poco después, se marcho a Venecia
estuvo enseñando griego en Florencia y presidió la comisión encarga­
junto a Aldo Manucio, antes de
da de la biblioteca Médicis, antes de marcharse a Francia para seguir ser nombrado profesor de griego
a Carlos VIH, en Paclua (1503)-
HISTORIA DEL LIBRO

En la misma época, la coyuntura política cambió profundamen­


te. Al acabar el siglo, una generación completa soltó el poder,, con las
desapariciones sucesivas de Pico della Mirandola y Angel Policiano
(1494), y poco después de Marsilio Ficino (1497), El legado de la
biblioteca de Bessarion (1472)**1 y la afirmación de Venecia como
principal centro tipográfico de Europa, junto con la posición de la
Serenissima en el mundo mediterráneo y la presencia en la ciudad de
la más poderosa comunidad griega de Occidente, explican el traslado
del centro de los estudios humanistas, Por último, el éxito de Venecia
estuvo favorecido por la crisis que atravesaban los restantes centros
italianos, con el exilio temporal de los Médicis y la dispersión de la
corte de Florencia, y con la entrada de los franceses en Ñapóles
(1495) y Milán (1499),

1o20 El norte de Italia y Venecia

Desde principios del siglo XV se establecieron, en Italia del norte talle­


res de copistas griegos -com o el de Pedro el Cretense o el de Gerardo
de Patras-, a la vez que Demetrio Chaicodylas se refugiaba en Milán
en 1449a32, y el primer libro impreso enteramente en griego se publi­
có en esta ciudad en 1476333. El. ducado de Milán fue dirigido a par­
tir de 1447-1454 por el condotiero Francesco Sforza; su hijo, Ludo-
331 Tras la caída de Constantinopla
( 1 4 5 3 ) se intensificó el repliegue vico el Moro (1451-1508) vio hacer de su capital una «nueva Ate­
de los intelectuales bizantinos al nas».
oeste* y la problemática se trasla­
dó, Para Bessarion, se trataba de
salvar la cultura griega por medio Pans.
de los libros, haciendo de su pro­ FontaineblPdu
pia biblioteca el foco de conserva­ Brile
ción y de estudio del mundo helé­ Padua
Blois
nico. Residió en Venecia y Roma,
y descubrió el desafío de la im­ Milán ° o Venena
prenta a lo largo de sus viajes a
Alemania, A partir de 1 5 2 9 , Pietro
Bembo sería nombrado biblioteca­ s Moiencia Raguse
rio de la colección de Bessarion.
Collezioni venemane di codici greci
dalle raccolte della Biblioteca nazio-
nale Marciana> dir. M. Zorzi, Ve-
necia, 1 9 9 3 .
332 Atenas, 1 4 2 3 , fue exiliado a Mis-
tra y luego se refugió en Italia,
•¡'1511,
o
333 C Kqumarianou, L. Drquija,
E, Lawtqn, Te ellhmko biblia,
J 476-J 830, Atenas, 1993. Las rutas de h herencia griega, nglm j uv-xvi
FREDERIC BARBIER

Cuando Aldo Manucio llegó a Venecia en 1490 pronto se encon­


tró en el centro de una activa red de sociabilidad humanista. Entró en
contacto con Giorgio Valla (f 1500)334, cuyos dos alumnos, Pietro
Bembo 335 y Angelo Gabriel, siguieron a Constantino Lascaris a Mesi-
na para perfeccionar sus conocimientos de griego (1492-1494). Él
mismo se había introducido en el comercio de manuscritos griegos
antes de comenzar a imprimir en esta lengua336 en 1494 y de solicitar
en 1496 una prerrogativa de veinte años para editar textos griegos
inéditos.
Desde 1495 comenzaron a sucederse las ediciones aldinas en
griego, tanto, de obras literarias como de tratados científicos y
manuales (gramáticas, lexicografías, diccionarios, recopilatorios de
salmos), cuyo punto álgido se alcanzaría con el monumental Aristó­
teles, completando en 1508 la Retórica j la Poética337. Aldo creó en
1500 la Neoacademia (Academia aldina), que reunía a sus amigos y
gente allegada con vistas a promover el conocimiento del griego, a
asegurar su docencia y a constituirse como grupo de presión. Su casa
de San Agustino se impuso como un espacio de reencuentro y socia­
bilidad intelectual. En 1503 pensó en dejar Venecia para irse a Ale­ 334 Este antiguo alumno de Constan­
mania, y poco después, a Milán (1506) y más tarde a Roma (1511). tino Lascaris poseía una bella bi­
Su muerte interrumpió estos proyectos (1515). blioteca de manuscritos griegos.

Desde 1503 hasta 1509, Janos Lascaris se encontraba en Venecia 335 No es de extrañar que el padre de
para adquirir o hacer copiar manuscritos destinados al rey de Fran­ Bembo hubiera sido enviado a
Florencia por la Serenissima como
cia. Junto a Aldo, otros impresores venecianos trabajaron en el su embajador en 1478, y poco
dominio helenístico. Los más conocidos son dos emigrantes creten­ después, en 1487, a Roma, junto a
ses, Zacarías Calliergues y Nicolás Blastos, asociados desde 1499 Inocencio VIH.
para publicar el gran diccionario enciclopédico del Etymologicon 336 C. L a s c a r i s , Erwthmata cum in-
megam . Desde 1515, Calliergues se encontraría también en Roma, terpretatione latina, Venecia, Aldus
Manutius, 1494-1495, 2 vol.
donde imprimiría los libros litúrgicos griegos y de los clásicos. Por
último, la Serenissima fue el primer centro de producción de libros 337 A r i s t ó t e l e s , Obras [griego], Ve-
necia, Aldus Manutius, 1495-
litúrgicos y de libros en griego moderno339 para, su exportación en el 1498, 5 vol. M . I. M a n o u s s a c a s ,
mundo ortodoxo. C . STAICOS, Le edizioni di testi gre-
ci da Aldo Manuzio e le prim e tipo-
grajie greche di Venecia, Atenas,
1993.
1.3. Roma
338 Etumologikon mela, Venecia, Za-
charias Callierges, Nicolaus Blas-
Roma también se impuso por un tiempo como un foco del humanis­ tus, 1499.
mo helenístico, en cuyo programa fue un elemento central la Biblio­ 339 La traducción de la Ilíada al griego
teca Vaticana.. Janos Lascaris fue llamado por León X para dirigir el moderno se imprimió en 1526:
«Gimnasio griego», pero pronto regresaría junto al joven rey Francis­ HOMERO, Homerus. Ilias conversa
olim in communem linguam nunc
co I. El desencadenamiento de la Reforma y el saqueo de Roma
vero correcta etdisposita [ . . . ] a N i­
(1527) dieron prácticamente jaque a este movimiento, cuyos sueños colao Lucano..., Venecia, Stefan da
helenísticos y fundaciones académicas vendrían a prefigurar lo que Sabio, 1526, 4o.

I 34
HISTORIA DEL LIBRO

340 A. RENAUDET, Préréforme et hu­ sería la república de las letras. Así, con el traslado del foco central a
manismo a Paris pendant les pre­ Francia la perspectiva política se reforzó aún más. El reconocimiento
mieres guerres d ’Italie (1494-
del rey como el príncipe de las letras contribuiría a poner de mani­
1517), París, 1916.
fiesto su gloria.
341 A partir de 1453, la difusión del
mundo helénico en Occidente res­
pondía también a la esperanza de
los bizantinos exiliados de reunir
las fuerzas de una cruzada. 2. EL H U M A N ISM O PA RISIN O 340
342 J. IRIGOIN, «L’enseignement du
grec a París (1476-1530): manuels
et textes», en Les origines du College
de France (1500-1560): actes du co- 2.1. Helenistas y humanistas
lloque international (Paris, décem-
bre 1995), dir. Marc Fumarola, Pa­ El helenismo comenzó a introducirse en París durante la década de
rís, 1998, pp. 391-404. Sobre
1470, cuando Bessarion y Guillermo Fichet intentaban convencer
Beatus Rhenanus y su biblioteca, P.
A d a m , L’humanisme a Sélestat: Pi­ al rey para intervenir contra los otomanos341. Su fracaso fue el origen
cóle, les humanistes, la bibliotheque, de la partida de Fichet a Roma, mientras que Bessarion prefirió que­
5a éd., Sélestat, 1987. Antiguo darse en Venecia. No obstante, Georges Hermonimo, copista de
alumno de los Hermanos de la
Vida en Común, Erasmo de Rot­
Mistra (Esparta), se encontraba en París desde 1476, donde inau­
terdam (hacia 1466-1536) fue or­ guró una escuela de griego; entre sus alumnos se encontraría el
denado sacerdote, para luego estu­ joven Guillermo Budé, como también Jacques Lefevre, Erasmo y
diar en París y Oxford. Comenzó a Beatus Rhenanus342. Finalmente, la coyuntura político-cultural se
hacerse célebre por la publicación
de sus Adagios (1500), recopilato-
hizo más favorable al helenismo y al humanismo con los reinados
rio de citas de la Antigüedad que de Carlos V III (1483-1498) y Luis X II (1498-1515), y con las suce­
conocería más de 120 ediciones sivas expediciones de los franceses a Italia. En Florencia, Carlos V III
hasta mediados del siglo XVI. En
se encontró con Janos Lascaris, al que hizo venir a Francia en 1494.
1504, Erasmo lanzó Enchiridon
militis christiani (reglas para la En 1507, Gilíes de Gourmont tiró en Francia la primera obra
vida espiritual); más tarde, en impresa en griego343.
1511, Elogio de la locura; y en Se constituyó entonces un pequeño grupo muy activo en torno 1
1516, la Institución del príncipe
al rey, que trabajaba en la definición del modelo humanista y sus
cristiano. También fue editor y tra­
ductor del Antiguo Testamento (Ba­ articulaciones con la nueva política renovada. Guillermo Budé
silea, Froben, 1516) y de los pa­ (1468-1540) fue un personaje clave en este sentido. Antiguo estu­
dres de la Iglesia. diante de Orleans, aprendió griego junto a Georges Hermonimo, y
343 Liber gnomagyricus, ed. R Tissard, más tarde con el omnipresente Janos Lascaris. En 1501 y en 1505
París, Gilíes de Gourmont, 1507. hizo dos viajes sucesivos a Italia344, y poco después comenzó a tradu­
344 En 1505, participó en la embajada cir un texto de Plutarco345 y una carta de Basilio, antes de retomar la
conducida por Michele Riccio
cuestión del derecho remontándose a las fuentes griegas, y sistemati­
para prestar obediencia a Julio II,
al que remitió un ejemplar manus­ zando la crítica filológica e histórica (Annotationes in Pandectas346).
crito de dedicatoria de su traduc­ Su impresor habitual fue el flamenco Josse Bade Ascensius, que le
ción de Plutarco De Tranquilitate haría entrar en contacto con Erasmo (1516). Pero Budé fue conoci­
et securitate animi (Biblioteca Pú­
do sobre todo como el autor de De Asse etpartibus ejusiA7>un tratado
blica y Universitaria de Ginebra,
manuscrito latino 124). sobre las medidas y monedas en la Antigüedad en el que plasmó
345 P l u t a r c o , De placitis philosopho-
también algunas de sus opiniones políticas y religiosas.
rum, trad. Guillaume Budé, ed. Junto a Guillermo Budé encontramos también a Jacques Lefevre,

135
FREDÉRIC BARBIER

prototipo del humanista enciclopédico que se dedicó a dominios tan


variados como la aritmética y la cosmografía, pasando por el pensa­
miento de Aristóteles, las cuestiones del dogma, la tradición de Nico­
lás de Cues, etc, Sin embargo, Lefevre se fue poco a poco orientando
hacia las cuestiones religiosas, simpatizando con la Reforma348.

2 .2 , Libreros e impresores humanistas

Algunos talleres impresores y tiendas de libros se unieron al núcleo


del movimiento humanista, ya que eran al mismo tiempo los lugares
de producción de dichos textos -incluyendo su producción intelec­
tual- y los lugares de su difusión, en tanto que espacios de sociabili­
dad. El modelo vino dado por Aldo Manucio y su Academia aldina,
que Erasmo visitó durante su estancia en Venecia en 1507. En Basi-
lea, donde Erasmo se instaló definitivamente desde 1500, Johann
' JRroben y la dinastía de ios Amerbach desempeñaban el mismo papel,
Jacques Lefevre d’Étaples, París,
así como muchos otros grandes libreros-impresores parisinos de la
Jossé Bade por Jean Petit, 1505.
primera mitad del siglo xvi.
346 G. B u d é , Annotationes in quattuor
et viginti Pandectarum libros, París,
— Josse Bade. En relación constante con todo lo que el medio Josse Bade, 1508, Esta primera
parisino disponía en cuanto a humanistas, el flamenco Josse edición se imprimió en plazos
Bade (Jodocus Badius Ascensius) (hacia 1462-1535)349 se muy breves, a consecuencia de una
enfermedad de Budé y, en. parte,
situaba en el corazón de este movimiento. Antiguo alumno durante la permanencia de éste en
de los hermanos de la Vida Comunal en Gante, y más tarde París. Josse Bade corrigió de su
estudiante en Lovaina e Italia, Josse Bade aprendió el oficio puno y letra varios errores tipográ­
ficos, pidiendo excusas por su can­
de la imprenta en Lyon con Trechsel, con cuya hija se casaría.
tidad y publicando tres páginas de
Tras la muerte de su suegro se marchó a París, ingresando en erratas.
el taller del más grande impresor del momento, Jean Petit,
347 G. Budé, De asse et partibus ejus,
que le ayudaría a establecerse por su cuenta (1503). Su acti­ París, Josse Bade, 1514, 2a éd„
vidad fue desbordante, llegando a tirar no menos de 750 edi­ ibid,, 1516,
ciones de lós clásicos o libros religiosos inspirados en la devo~ 348 C f infra p. 164.
tio moderna, en parte asociado a otros libreros, Su casa y su 349 P. R e n q u a r d , BibliQgrapbie. des
taller fueron frecuentados por Lefevre, Guillermo Budé, impressions et des oeuvres de Josse
Beatus Rhenanus y aun Erasmo, y el troyano Jacques Tous- Badius Ascensius, imprimeur et hu»
maniste, París, 1909, 3 vol. Impri»
sain (hacia 1480-1547), editor de numerosos textos griegos
meurs et humanistas parisiens du
con Bade, sería elegido lector real para esta lengua en el XVIe si&k d ’apres les manmcrits de
nuevo «Colegio de las tres lenguas»350. Las cuatro hijas de Philippe Renouard, t, II, París,
Jósse se casarían con cuatro libreros-impresores parisinos, 1969.
Robert Estienne, Jean de Roigny, Michel Vascosan y Jacques 350 M. M. d e l a G a r a n d e r i e ,
«Émergence de la notion de lec-
Dupuy, mientras que su hijo, Conrad Bade (1520-1562),
teur royal: préfigurations du nou-
transportó el taller parisino a Genova en 1550, vel enseignemen.t», en Les origines
du Colttge de Fmnm.\ pp. S -l8.
HISTORIA DEL LIBRO

— Los Estienne. La principal dinastía del «pequeño mundo»


parisino de impresores-libreros y humanistas la encontramos
personificada en los Estienne351. Henri I Estienne (hacia
1460-1520) se casó con Guyana Viart, viuda de Juan Hig-
man, un antiguo compañero de Ulrich Gering, y se orientó
, hacia la edición humanista, asociándose con Lefevre. Fue
con Estienne con quien este último publicó su magnífico
Quintuplexpsalterium (1509), obra en la que el espacio de la
página tipográfica se reorganizó en profundidad para poner­
lo al servicio de la erudición filológica. El texto estaba en
caracteres romanos, y se presentaban en columnas paralelas
cinco versiones del Salterio.
351 E. AMSTRONG, Robert Estienne, ro-
yalprinter: an historical study o f the
eider Stephanus, Cambridge, 1954; En 1526 Roberto Estienne (1503-1559) se encargó del negocio de su
2 a ed., Appleford, 1986. A. A. Re- padre. Con el apoyo del taller de su suegro, Josse Bade, se lanzó a la
NOUARD, Armales de l'imprimerie edición, y la casa de los Estienne pasó a estar situada en el corazón de
des Estienne..., 2a ed., París, 1843,
2 vol.
la vida social de un grupo que trabajaba en la codificación de la len­
gua francesa, en torno a Margarita de Navarra y Clemente Marot.
352 R. E s t ie n n e , Dictionarium, seu
Latinae linguae thesaurus, París, Ante todo, encontramos la lexicografía, con el gran diccionario latino
Robert Estienne, 1 5 3 1 . de 1531352, en la que Estienne se basaba sólo en los autores clásicos
353 Dictionarium latino-gallicum, Pa­ latinos. Aumentó la segunda edición con la indicación de los nom­
rís, Robert Estienne, 1538. Exis­ bres propios, antes de lanzar una tercera edición en 1543. Su Thesau­
ten dos versiones del texto, según rus sería utilizado para numerosos trabajos especializados, como el
se dirija el autor a los estudiantes
avanzados o debutantes.
diccionario latino-inglés de Thomas Cooper (1565), pero también
sirvió de base para la construcción del diccionario latino-francés353 y
354 R. E s t ie n n e , Les mots frangais se-
lon l’ordre des lettres ainsi que les del Diccionario francés-latino de 1539. Algunos años después, la serie
fault escrire: tournez en latín pour se completó con el diccionario de las Palabras francesas según el orden
les enfants..., París, Robert Estien­ de las letras y cómo hay que escribirlas.. .354. En 1557, el impresor tira- 1
ne, 1544. La obra no tardó en uti­
ría también, en Génova, su Tratado de gramática francesa355.
lizarse en el ámbito escolar, como
lo muestran ciertas marcas de pro­ A la par, Roberto Estienne trabajó en los textos de las Escrituras,
cedencia (p. ej., Biblioteca Munici­ y fueron sus ediciones de la Biblia las que permitieron dar un giro a
pal de Valenciennes, W -12/13-2). su taller. Se tiró una primera edición de la Vulgata en 1528356, cuya
355 Traicté de la grammaire jrangaise, tercera edición, en 1538-1540, se completaría con índices detallados,
Ginebra, Robert Estienne, [1557- a la vez que sería ilustrada por Francisco Vatable. Los Evangelios en
1558].
latín se publicaron con notas sobre las diferentes versiones del texto
356 Biblia [Latina], París, Robert Es­
en 1541, volviéndose a publicar a lo largo de los años siguientes, Una
tienne, 1528. Con un índice de
nombres propios hebreos, caldeos. nueva edición de la Biblia latina glosada salió a la luz en 1545. Pero
! griegos y latinos. 2 a éd„ ibid. en la década de 1540 el objetivo central fue la edición griega del
1532, reproducida esta por los im­ Nuevo Testamento, del que sé publicaron sucesivamente tres versiones
presores-libreros de Lyon y Ambe-
(1546, 1549 y 1550357). Se proyectó una nueva edición, que yuxta­
res.
pondría el texto griego de la Vulgata con la traducción latina de Eras­
357 Tomando, en parte, las versiones
de la Políglota de Alcalá y de Eras­
mo, y dividiría el texto en versículos numerados. Pero la creciente
mo (cf, infra p. 150). oposición de la Sorbona a este trabajo de erudición y filología, junto
FRÉDÉRIC BARBIER

con la muerte de Francisco I (1547) y la de Margarita de Navarra


(1549), y la violenta oposición que se desencadenó entre los católicos
y los protestantes, llevaron a Estienne a dejar París en pro de Génova,
ciudad en la que el volumen saldría a la luz en 1551358. Al año
siguiente, Estienne publicó su Respuesta a las acusaciones de la facul­
tad de Teología de París359. El taller genovés tiraría aún la Biblia de
1555, edición integral en la que quedó generalizada la moderna divi­
sión de los diferentes libros y versículos, y la traducción francesa del
Nuevo Testamento a cargo de Teodoro de Beze (1557). El taller de
Roberto Estienne en Génova fue continuado por su hijo, Henri (II)
Estienne (1528-1598), helenista -puesto que fue alumno de Tous-
sain360- y teórico de la lengua francesa361 a la vez. En París, Charles
Estienne sucedió a su hermano tras la partida de este último y retomó
su cargo de impresor real.

3 . EL S O B ER A N O

358 Bib lia [griega y latina], Ginebra,


Robert Estienne, 1551. Se trata de
3. 1, La casa de Vatoís y el helenismo la cuarta edición del texto griego
tirada por Estienne. Sobre su im­
La coyuntura del humanismo parisino se vio favorecida cuando subió prenta en Ginebra, E. H. Gau-
l l i e u r , Études sur la typographie
al trono Francisco de Valois en 1515. El propio rey había recibido de genevoise du XV* au XIXe siecles et
su madre, Luisa de Saboya, una educación humanista, y pretendió sur l’introduction de l’imprimerie
asentar el cambio de dinastía sobre la base del modelo italiano, esto en Suisse, Ginebra, 1855.
es, apoyándose en la dimensión cultural de la función política. Así, 359 A d censuras theologorum parisien-
Dionisio el Aeropagita, ateniense y compañero del apóstol Pablo, fue sium, quibus Biblia a Roberto Step-
hano typographo regio excusa ca­
presentado como el primer obispo de París, y su figura aseguraría la
lumnióse notarunt, ejusdem Roberti
unión entre Atenas, Grecia y Francia sin necesidad de la mediación Sthepbani responsio, Ginebra, Ro­
italiana. Desde entonces, el humanismo parisino tomó un cariz bert Estienne, 1552. Trad. fr, ibid.,
nacional y francés, y el helenismo, en el centro del modelo, concen­ 1552.

tró toda la atención del rey. 360 Publicó el diccionario de griego que
había emprendido su padre: The-
El aumento de la colección de manuscritos griegos fue considera­
saurus graecae linguae..., Ginebra,
ble. Llevados de Nápoles, se conservan 37 manuscritos griegos en H. Estienne, 1572-1573, 6 vol.
Blois correspondientes a 1518; pasarían a ser más de 500 en Fontaine- ^
H . E s t ie n n e , Traicté de la confor-
bleau a mediados del siglo XVI3®. Francisco I hizo comprar y copiar los mité du langage fran$ois avec le
volúmenes en Italia. Así, en Venecia trabajaba para él Nicolás Solía­ grec, París, R obert Estienne, 1569.
nos, autor de una moderna gramática de griego, copiando en dicha 362 H . OMONT, Catalogue des manuscrits
ciudad ejemplares de Bessarion, como también de la biblioteca Gri- grecs de Fontainebleau sous Francois
Ier et Henri II, París, 1889. El trasla­
mani en San Antonio di Castello, donde se encontraban manuscritos
do de Blois a Fontainebleau se deci­
de Pico della Mirandola. Por su parte, el embajador Georges de Selve dió mediante la ordenanza del 22 de
también hizo la clasificación y ordenamiento de los manuscritos grie- mayo de 1544.

138
HISTORIA DEL LIBRO

gos. En la década de 1540, el embajador Guillermo Pellicier estaba


encargado de comprar manuscritos griegos, para los que se topó con la
competencia de Mendoza, que era el representante de Carlos V®. Del
mismo modo, el rey y el embajador Georges de Armañac pusieron a
trabajar a Cristopli Auer en Roma. Fontainebleau se convirtió en la
mayor biblioteca griega de Occidente, y fue dirigida primeramente
por Guillermo Budé (1522), a quien le sucedería el capellán del rey,
Pierre du Chátel. Angel Vergece copió en ella unos cincuenta manus­
critos, y estableció un primer catálogo de los fondos griegos (1544)364.
Los humanistas parisinos contaron con el apoyo del joven rey. En
1529 Budé publicó los Commentarii linguae graecae*®, para cuya
segunda edición se grabarían los «Griegos del rey»366. En su prefacio,
escrito en griego, invitaba a la fundación de un establecimiento de
enseñanza que aplicase el programa humanista, para el cual la refe­
rencia sería, nuevamente, la del Museo de Alejandría:

Nos habéis dicho que enriqueceríais vuestra capital con este estableci­
miento, que ha de ser para toda Francia una especie de M useo...

Sería el denominado «Colegio de las tres lenguas», futuro colegio de


Francia, en el que en 1530 se nombró a los primeros lectores reales,
bajo la autoridad del capellán real Jacques Colin, a quien sucedería
Pierre du Chátel367. A las primeras cátedras de griego y hebreo se fue­
363 J. Z e l l e r , La diplomatie frangaise ron añadiendo poco a poco las de latín, filosofía, matemáticas y
vers le milieu du X VI' siécle, d ’apres medicina. En 1532 la Carta de Gargantúa a Pantagruel, fechada en la
la correspondance de Guillaume Pe-
Utopía del 17 de marzo, vino a ser el manifiesto del triunfo de los
llicier, París, 1881.
humanistas:
364 En 1544, Robert Estienne compa­
raba la colección de Fontainebleau
a la de los Ptolomeos en su prefacio Los tiempos no han sido tan oportunos ni cómodos para estudiar las
a la edición de Eusebio de Cesárea letras como lo son en la actualidad [...]. H oy han sido revisadas todas
(cf. C. FóRSTEL, «Les manuscrits
las disciplinas, instauradas las lenguas, el griego, sin el cual es vergonzo­
grecs dans les collections royales
sous Fran<jois Ier», en R.F.H.L., n° so que una persona se califique de erudita, el hebreo, el caldeo, el latín.
9 8 -99,1998, pp. 80-81). Todo el mundo está lleno de eruditos, de preceptores muy doctos, de
365 G. B u d é , Commentarii linguae librerías [bibliotecas] muy bien provistas [. .. ]. Por esta razón, hijo mío,
graecae, París, Josse Bade, 1529. El te encomiendo a emplear tu juventud al buen provecho de tus estudios
ejemplar de la Biblioteca Nacional y de tu virtud [...]. Que nada te sea desconocido.. .36s.
de Francia Rés. X 67 lleva correc­
ciones manuscritas del autor.
366 París, Josse Bade, 1529. 2a ed., Pa­
rís, Robert Estienne, 1548. Sobre 3.2. La biblioteca
los «griegos del rey», cf. infra p. 234.
367 Les origines du Collége de France Ante todo, la modernidad se basó en la gloria del rey, y más tarde en la
(1 5 0 0 -1 5 6 0 )..., París, 1998. preocupación mercantil e ilustrada de considerar a las poblaciones en
368 Pantagruel, cp. 8. su contexto, a fin de optimizar su gestión. Este sistema sólo entraría

139
FREDÉRIC BARBIER

en progresivo desequilibrio con la llegada de las «segundas luces», es


decir, con el progreso de la idea democrática y la entrada en escena de
las mayorías. Por lo pronto, la biblioteca del rey era uno de los lugares
privilegiados donde se seguiría más,fácilmente esta evolución, a la vez
en su estatuto -que informa sobre la propia concepción de la cosa
pública-, en su historia, en su realidad material369, en su contenido y
en las prácticas de orden intelectual (de erudición), cultural o político
a los que servía de soporte.
Más que el de la Biblioteca real de Francia, hemos de considerar
el ejemplo arquetípico de las colecciones pontificias. Los siglos XIII y
XIV fueron presa de una particular agitación, ya que la biblioteca, des­
truida parcialmente en tiempos de Honorio III (1216-1227), se tras­
ladó a Perusa en 1304, y más tarde a Asís. Fue saqueada por los gibe-
linos en 1319, y se dispersó en 1347. Poco a poco, sus fondos se fue­
ron reconstituyendo en Aviñón, pero el Gran Cisma (1378) los vol­
vió a dispersar, de tal manera que 300 manuscritos pasaron a manos
del cardenal Pedro de Foix370, y cuando Gregorio X I regresó a Roma
en 1377 sólo una parte de los fondos aviñonenses había sido trans­
portada al Vaticano. Por su parte, Eugenio IV (1431-1447) dejaría a
su muerte un lote de varias centenas de manuscritos371. 369 La localización, el espacio, la deco­
Tras la crisis del siglo XIV, el retorno del papado a Roma vino ración, etc.
acompañado de un doble movimiento. A la cabeza de los Estados de la 370 Hoy en la Biblioteca Nacional de
Iglesia, el papa venía a ser un rey territorial más entre otros, implicado Francia.
en el juego de la política italiana y europea. Pero los papas pretendían, 371 M. H. JULLIEN DE POMMEROL, J.
a la vez, asentar su poder simbólico, haciendo de Roma un foco inte­ MONFRIN, La Bibliotheque ponti-
ficale a Avignon et a Peniscola pen-
lectual y artístico de primer orden. Así, la nueva Biblioteca Vaticana
dant le Grand Schisme d'Ocádent
vino a constituir un elemento fundamental dentro de esta política. et sa dispersión. Inventaires et con-
Clérigo de clase humilde formado en Florencia, Tommaso Parentuce- cordanees, Roma, 1991 («Coll.
lli da Sarzana tenía numerosos amigos intelectuales y artistas en dicha École fr. de Rome»). Quinto cente­
nario della Biblioteca Apostólica
ciudad. Se convirtió en papa con el nombre de Nicolás V (1447-1455)
Vaticana, 1475-1975: catalogo...,
y centraría toda su atención en la Biblioteca, organizada en una sala Biblioteca Apostólica Vaticana,
del antiguo palacio de Nicolás III y en la que mantuvo interesantes 1 9 7 5 . E . M ü N T Z , P. F a b r e , La Bi­

discusiones con sus amigos. La transformó en biblioteca institucional, bliotheque du Vaticana u X V' siecle,
París, 1887. J. BiGnaMIODIER, La
reorganizándola en profundidad y enriqueciéndola de manera consi­
Bibliotheque Vaticane, de Sixte IV a
derable. Nicolás V fue también conocido como el autor de un nuevo PieXI, Cítta del Vaticano, 1973. j.
sistema de clasificación de libros, aplicado por primera vez por Cosme R u y s s c h a e r T , «La fondation de la

de Médicis en la Librería di San Marco antes de pasar a difundirse por Biblio.théque Vaticane en 1475 et
les témoignages contemporaines»,
las bibliotecas más importantes del siglo XV. El bibliotecario Tortelli lo en [Mélanges Roberto Ridolfi],
aplicó a los volúmenes de la Biblioteca Vaticana. Florencia, 1973. Sobre el lugar
La colección estaba constituida por tres grandes dominios. Por emblemático de los manuscritos y
fondos' griegos, véase R. D e v r e e -
un lado, los libros legados por los predecesores del papa. Por otro, la
SE, Le fonds grec de la Bibliotheque
biblioteca humanista reunida por este último. Nicolás V no reparaba vaticane, des origines a Paul V,
en gastos a la hora de adquirir libros que le parecían interesantes372: Roma, 1965.

140
HISTORIA DEL LIBRO

prometió 5.000 ducados al inventor de un manuscrito del Evangelio


de Mateo en arameo, le ofreció 1.000 por un Estrabón, 500 por un
Polibio latino, la misma suma por un manuscrito de Tucídides, etc.
Finalmente, el tercer grupo de manuscritos abarcaba las copias reali­
zadas por el papa, que a menudo solían ser también traducciones del
griego (por Valla, Georges de Trebizonde, etc.). Copistas y miniatu­
ristas de Bolonia y Florencia fueron llamados a Roma para esta tarea,
donde un pequeño grupo de humanistas, traductores y editores se
reunía en torno a la figura de Teodoro Gaza373, uno de los humanistas
griegos más activos de la época de 1450-1470. Es posible que los per­
sonajes que le conocían en Roma bajo el pontificado de Pío II y a
comienzos del de Sixto IV fueran, en gran parte, los que atrajo Nico­
lás V. La biblioteca contaba con unas doce centenas de manuscritos
-d e los cuales 350 eran griegos-, que a la muerte del papa serían
colocados en doce armarios.
En las décadas de 1460 y 1470, Roma se impuso como una capi­
tal clave del humanismo europeo. La ciudad albergaba a la biblioteca
de Bessarion. La imprenta se introdujo en 1466, al mismo tiempo
que la Biblioteca Vaticana se iba desarrollando y organizando. Los
sucesores de Nicolás V, Calixto III374, Pío II 375 y Pablo II 376 prosiguieron
su política de enriquecimiento, pero quien jugó el rol principal fue un
hermano menor de Savona, Francesco della Rovere, papa con el nom­
372 El jubileo de 1450 hizo afluir los
bre de Sixto IV (1471-1484). La bula Addecorem rnilitantis Ecclesíae
donativos a Roma.
del 15 de junio de 1,475 fue el documento fundador del Vaticano en
373 Tesalóníca, hada 1400“
1475/1476. Gaza viajó a Constan- tanto que institución. En la misma época, la curia se iba organizando
tinopla, para instalarse luego en cada vez más como una estructura de gobierno, en torno a la Secreta­
Pavía y sobre todo en Padua, cerca ría de Estado (1487); Roma debía convertirse en la metrópolis uni­
de Vittoríno da Feltre (1443“
versal, no sólo de la religión sino también de las artes y de la vida
1446).
intelectual en general.
374 Alfonso Borgia, 1455-1458.
La biblioteca pasó a repartirse en cuatro salas del palacio pontifi­
375 Aeneas Silvias Piccolomini, 1458=-
cio, en las que las ventanas estaban guarecidas del sol. El pintor
1464.
Melozzo da Forli (1438-1494) trabajó en Urbino, ciudad en la que el
376 Pietro Barbo, 1464-1471.
duque Federico de Montefeltro le recomendó a Sixto IV. Este le hizo
377 Bartolomeo Sacchi (1421-1481), venir a Roma en 1477, y le encargó un cuadro para conmemorar la
alumno de Argiropoulos en Fio-'
rencia, en Roma desde 1462.
apertura de la nueva Biblioteca Vaticana: el bibliotecario Bartolomeo
Nombrado bibliotecario (custos et Platina377 («famíliaris et bibliothecarius») aparece arrodillado frente al
guberncttor) en 1475, con un sala­ papa, que le encomienda las llaves de la biblioteca; detrás figuran los
rio anual de 150 ducados.
cuatro sobrinos del papa, entre ellos el cardenal Giuliano della Rove­
378 Pinacoteca del Vaticano. re, futuro Julio II378. Platina estableció en seguida un primer inventa­
379 M. B erT ü L A , / due prim i registri rio y abrió un registro de préstamos para los investigadores que de­
di prestito della Biblioteca Apostóli­ searan trabajar en los volúmenes379.
ca Vaticana*, Ciudad del Vaticano,
1942 («Códices e Vaticanis selec-
La importancia de la Biblioteca y su incuestionable papel como
ti», 27). foco principal del Renacimiento italiano se acentuaron aún más bajo

141
FRÉDÉRIC BARBIER

Julio II (1503-1513) y León X (1513-1521). Cuando León deMédi-


cis, hijo de Lorenzo el Magnífico y antiguo alumno de Ficino y de
Angel Policiano, fue elegido papa en 1513, los humanistas llegaron al
culmen de su triunfo380. Pietro Bembo estaba en Roma381 desde 1512,
y León X le tomó como «secretario de bulas» para escribir su corres­
pondencia en un latín tan ciceroniano como fuera posible. Con la
ayuda de Musurus, Janos Lascaris dirigió el nuevo Collegio dei Greci,
instalado en la casa de Angello Colocci del Quirinal (1515), y junto
al que figuraba una imprenta dirigida por Callierges382. El interés del
papa por la Biblioteca, como también por los libros en tanto que
objetos, queda magníficamente ilustrado en el retrato de León X que
Rafael realizó en 1518-1519383, en el que el papa figura sentado fren­
te a una mesa pasando las páginas de una Biblia manuscrita ilustrada,
con una lupa en la mano para poder apreciar los detalles de las ilus­
traciones.
Como es sabido, se trataba justamente de la época en que la ciu­
dad fue radicalmente remodelada por sus soberanos, con los inicios
de la construcción de la basílica de San Pedro (1506) por Bramante,
los encargos hechos a Miguel Angel y a Rafael, la constitución de las
primeras colecciones de antigüedades en Belvedere... Frente a la dis-
putatio teológica, el fresco de La escuela de Atenas de Rafael (1510-
1511) se organizaba en torno a las figuras de Platón y Aristóteles que
debatían entre sí, cada cual con un libro en la mano. Envuelta en un
grandioso marco monumental, la escena viene a manifestar la nueva
dimensión del papado y de Roma, ilustrando las relaciones entre el
cristianismo y la tradición antigua del conocimiento, como también
el lugar que ocupa el libro384.

4 . EL H OM B RE TIPOGRÁFICO
380 La primera edición de las Obras de
La multiplicación de los libros impresos se hizo más palpable a partir Platón estaba dedicada al nuevo
de 1510, que, indiscutiblemente, vino acompañada del desarrollo de papa (1513).

las nuevas prácticas ligadas a la imprenta. Dejando a un lado la con­ 381 Bembo se hallaba en Urbino desde
versión del libro en un objeto más corriente, como también la posibi­ 1506, llamado por el duque Gui-
dobaldo da Montefeltro.
lidad de encontrar más fácilmente un texto impreso y de tener cono­
382 G. P. BRIZZI, «Colléges, acadé-
cimiento del mismo, hemos de detenernos en las categorías del traba­
mies, écoles privées[...] en Italie
jo intelectual. El trabajo pasó a desarrollarse a través de la consulta, y (1450-1559)», en Les origines du
se hizo posible constituir bibliotecas relativamente importantes, lo Collbge de F r a n c e .pp. 109-122,
que sería síntoma de la emergencia de un mundo «erudito». Dicho stt pp. 119-120.

mundo quedaba magníficamente ilustrado en las célebres marquete­ 383 Florencia, Galería de los Oficios.
rías del palacio de Urbino. A la par, se procedió a la organización de 384 Vaticano, Stanza della segnatura.

14 2
HISTORIA DEL LIBRO

las primeras grandes bibliotecas, de las cuales algunas, como la de


Roma, abrieron sus puertas al público culto, y cuya disposición inte­
rior era testigo de la evolución de las condiciones de trabajo. Así, por
primera vez en el mundo, la biblioteca de El Escorial vio sustituir los
antiguos pulpitam por las estanterías. Los libros se clasificaron siste­
máticamente, en las secciones y subsecciones de un sistema organiza­
do de los conocimientos386. Por último, la renovación de las formas y
prácticas del trabajo intelectual también significó la aparición y el
desarrollo de instrumentos de trabajo modernos, los «manuales».
Nos encontramos frente a fenómenos que se desarrollaron a largo
plazo, y cuyo análisis se vuelve más difícil, ya que la innovación solía
siempre aparecer en medios muy minoritarios, y sólo se difundiría a
través de los restantes sectores sociales a lo largo de una cronología
muy larga. Tres generaciones después de la aparición de la imprenta,
la multiplicación de los libros, el modernismo y su presentación,
junto con las nuevas prácticas de lectura y de trabajo intelectual,
hicieron falta para imponer el modelo que McLuhan llamaba del
«hombre tipográfico». Daremos dos ejemplos de esta evolución que
se vivió a través de dos modelos tomados fuera del campo de la filo­
logía.

4.1 o La referencia escrita y la bibliografía .

Descendiente de una familia de orfebres de Nuremberg, Conrad


Gesner (1516-1565) era hijo de un negociante de pieles establecido
en Zurich. Comenzó enseñando griego en Lausana y más tarde histo­
ria natural en su ciudad natal; ejerció también la medicina. Gesner ha
de ser contemplado como una figura que ocupó un puesto emblemá­
385 Su modelo será tomado para los tico en la invención de la edición científica. Su objetivo era responder
tratados bibliográficos de la Cruz a la creciente avalancha de producción impresa, para lo que propuso
del Maine y del Verdier, cuya pre­
instrumentos de trabajo manejables y eficaces, concretamente enci­
sentación, sistemática, se hacía por
«aparadores». Cada aparador esta­ clopedias y bibliografías. Si la inflación documental supuso, efectiva­
ba dividido en 12 «casilleros» de mente, la puesta en marcha de nuevos instrumentos de trabajo, éstos,
100 volúmenes: F. LA CROIX DU más adelante, terminaron por favorecer nuevas prácticas de lectura
Maiñe, A. d u V erdier, Les bi-
-la lectura extensiva y la consulta in situ de la lectura intensiva y del
bliothequesfrangoises.París, Abel
L’Angelier, 1584 [un seul volume comentario- e incidieron sobre los contenidos del saber y su organi­
paru]. Normalmente, se utiliza zación epistemológica.
más bien la segunda edición, revi­ Fue para responder a este empuje de «sistematización bibliográfi­
sada por J. A. Rigoley de Juvigny,
ca» (Mario Infelise) para lo que Gesner emprendió su monumental
París, 1772-1773, 5 t. en 6 vol.
Bibliotheca universalis, publicada desde 1545 y en la que realiza un
386 E. SAMURIN, Geschicbte der bibliot-
.hekarisch-bibliographischen Klassifi-
inventario de la principal producción intelectual existente hasta sú
kation, Leipzig, 1964. época, que en total venía a ser de unas 12.000 obras de 3.000 auto-

143
FREDERIC BARBIÉR

res387. Se cuidó mucho la presentación del volumen, ya Fuera en cuan­


to a la portada que en cuanto al carácter romano, además de la prác­
tica ausencia de abreviaturas y la disposición normalizada de las rese­
ñas bibliográficas. La clasificación de estas últimas adoptó un orden
alfabético, más abstracto, al seguir las propiedades de los significantes
(las palabras) y no de los significados. El sistema de referencias y
señalización puesto en marcha en torno a las reseñas estaba concebi­
do para una práctica moderna de lectura y consulta. En 1548 comen­
zó a publicarse una tabla sistemática del conjunto388. Él ejemplo de la
Bibliotheca de Gesner fue ampliamente adoptado por los bibliógrafos
del área germánica, como también en Francia, con la Bibliotheque de
La Croix du Maiiie, que pretendía ofrecer

un catálogo general de autores de toda dase qué han escrito en francés


desde hace quinientos años y más.. >389

La invención de la tipografía en caracteres móviles y el grabado sobre


madera trajeron consigo un rápido desarrollo de la edición científica,
sobre todo en el área de las ciencias naturales. Hemos de recordar el 337 G G e s n e r , Bibliotheca universü'-
herbario de Leonhart Fuchs (1542)390, la anatomía de Vesalio lis..., Zurich, C. Froschover, 1545.
(1543)391 o también la geología de Agrícola (1556)392. La Historia de 388 C. GESNER, Pandectarum, sive
los animales, publicada por Gesner en 1 5 5 1393, se sitúa en una pers­ partitionum universalium ( ...) li-
b riX X I..., Zurich, C. Froschover,
pectiva original, la de proponer «toda una biblioteca en un solo
1548-1549, 2 part. en 1 vol.,
libro». Su ejemplo permite entender mejor cómo el trabajo de recogi­
da, normalización y clasificación de datos condujo a una modifica­ 389 E A. d u Ver-*
l a C r o i x d u M a in é ,
DIER, Les bibliothequesfrangoises, ob,
ción profunda del concepto y de las propias categorías del saber. dt.
También aquí la arquitectura de la obra serviría de guía. Se basa- ^0 L. FUCHS, De historia stirpium com­
ba en varios elementos complementarios: la bibliografía permitió mentarii, Basilea, OfFicina Isingria-
controlar la validez del trabajo del autor y, llegado el caso, profundi­ na, 1542.
zar en la investigación354; unas series de tabks daban la corresponden- 391 A . V esaliU S, De humani corporisfa ­
cia de los nombres de animales en las diferentes lenguas (latín, brica, Basilea, Johannes Oporinus,
1543.
hebreo, lenguas vulgares), y unas auténticas «instrucciones»395 detalla­
ban la organización de las reseñas consagradas a las diversas especies. ^92 G. AGRICOLA, De re metallica, Basi­
lea, Johann Froben y Nicolaus Epis-
Estas, en efecto* se presentaban de forma normalizada, siguiendo una copius, 1556.
clasificación sistemática en subpartes numeradas {a, b, c, etc.) en las
393 C. G e s n e r , Historia animalium...,
que cada una era totalmente autónoma en su disposición tipográfica. Zurich, C. Froschover, 1551-1587,
Complejos sistemas de señalización construían en torno al texto un 5 vol
enmarque muy preciso, haciendo posibles muchas aproximaciones 394 «Catálogo de autores que han escri­
de lectura. Junto a la denominación, el problema central de la zoolo­ to sobre los animales».
gía fue el de la clasificación de las especies, que Gesner presentó en 395 «Ordo capitum».

144
HISTORIA DEL LIBRO

los cinco tomos396 sucesivos de su libro, a la vez que cada especie fue
objeto de una ilustración sobre madera, siendo la más célebre la del
rinoceronte, copiada de Durero397.

43o Un nuev© mundo

Hay un sector preciso de la producción escrita o impresa que ha de


ser abordado por sí solo, dada su importancia en la historia universal.
Se trata de las ciencias astronómicas y sus aplicaciones a la geografía.
Una vez más, la innovación se sostuvo en dos épocas fundamentales:
en primer lugar, los trabajos de los eruditos helenísticos de Alejandría,
y más tarde, la nueva coyuntura que se desplegó en Occidente duran­
te el siglo XII, y muy especialmente en el XIII. La imagen gráfica del
mundo está determinada por dos factores esenciales. Por una parte,
depende de los conocimientos geográficos de una época dada, lo cual
irá en función del grado de conocimientos técnicos existentes, sobre
396 Recordemos que un tomo hace re­ todo en el terreno de la navegación y de sus instrumentos de medida,
ferencia a la subdivisión de un tex­
así como de la práctica de los viajes. Por otra parte, también depende
to, que no se corresponde necesa­
riamente con el reparto material de conocimientos científicos más específicos (entre ellos, la astrono­
en volúmenes (puede haber 2 to­ mía), en especial de modelos culturales generales, que llegan a impo­
mos en 3 volúmenes, etc.). La sub­ ner un cierto tipo de representación en detrimento de otras. La con­
división es la siguiente: cuadrúpe­
cepción medieval era la de un mundo plano rodeado por un océano
dos vivíparos, cuadrúpedos
ovíparos, aves, peces, serpientes. circular, pero a partir del siglo XIII la navegación marítima y la cons­
397 El animal, enviado desde la India
trucción naval hicieron que se operaran progresos decisivos398. A par­
al rey de Portugal en 1520, fue tir de entonces, se dispuso de las primeras cartas marítimas o portula­
ofrecido al papa por este último, y nos, de los que los italianos (Pisa, Génova) y los catalanes hicieron su
moriría en el naufragio acontecido especialidad; había un reglamento que precisaba que cada navio por­
a lo largo de la travesía hacia Italia.
tugués debía siempre disponer de dos portulanos como mínimo. La
398 La brújula permitió fijar y registrar
Carta pisana (hacia 1270) fue el primer portulano del que hasta hoy
un cabo con un margen de error
de unos 5o, mientras que se utili­ tenemos constancia. La precisión del dibujo de las costas y la locali-
zaba una tabla de dirección para zación de los puertos asombran por su precisión.
trazar la ruta del navio. Desde en­ Poco a poco se fueron explorando, y explotando sistemáticamen­
tonces fue posible practicar la na­
te, nuevas rutas marítimas. El Mediterráneo se conocía muy bien,
vegación de alta mar (lejos de las
costas) en todas las estaciones. Al pero desde 1270 los genoveses llegaron directamente a Brujas a través
mismo tiempo, se pusieron en de las Columnas de Hércules (Gibraltar), mientras que en el siglo XIV
marcha las grandes galeras medite­ los portugueses intentaron bordear la costa de Africa occidental hacia
rráneas y los grandes navios de alto
bordo: la vela cuadrada permitía
el sur para alcanzar las Indias. Se dobló el cabo Bojador en 1434,
remontar el viento, a la vez que el alcanzándose más tarde la desembocadura del Senegal (1444), antes
timón facilitaba la tarea del piloto. de que Bartolomeo Díaz atravesara el cabo de Buena Esperanza
Los navios genoveses de principios
(1488). La ruta del océano índico y el Oriente quedó abierta. Parale­
del siglo XIV albergaban unas mil
toneladas, con un equipamiento
lamente, exploraron las islas de la Macaronesia: llegaron a Madeira
menor que el de una galera clásica. seguramente a principios del siglo XIII, y a Canarias en el XIV (1341);

145
FRÉDÉRIC BARBIER

por su parte, las Azores figuraban en las cartas italianas (.Portulano de


Florencia, 1351) y catalanas de mediados del siglo XIV {Atlas catalán,
hacia 1375399). En el siglo XV se establecieron los primeros enclaves,
territorios que funcionaban como puntos de apoyo y como paradas
en las etapas de las rutas transoceánicas.
Pronto, la reflexión teórica se orientó hacia las enseñanzas de la
práctica, y esta relación se hizo mediante el descubrimiento de los
trabajos de la Antigüedad, es decir, gracias al libro. Geógrafo de
Alejandría, Claudio Ptolomeo (hacia 90-hacia 168) fue conocido,
ante todo, por su sistema astronómico, que sería aceptado hasta el
siglo XVI. Se basaba en Aristóteles, para quien el centro del Universo
era la Tierra, que estaba inmóvil, y todos los planetas y astros giraban
en torno a ella. La propia Tierra sería esférica, y Ptolomeo construyó
una geografía con carácter matemático, utilizando la trigonometría y
la astronomía. Quizá no sea cuestión de hablar aquí, ni siquiera bre­
vemente, de la tradición libresca de Ptolomeo. Su obra fue conocida
por los bizantinos y los árabes, y Pallas Strozzi llevó a Florencia, pro­
cedente de Bizancio, un manuscrito de la Cosmographie, traducido al
latín por Jacobus de Angelo a principios del siglo XV. Pierre d’Ailly 399 Obras de Abraham Cresques en
(1350-1420) se inspiró en estos textos para su Imago mundi (Imagen Mallorca, catalogada en las colec­
del mundo), redactado en 1410400. ciones de Carlos Y desde 1380.

La primera edición impresa de Ptolomeo se lanzó en latín, en 400 Nacido en Compiégne, canciller
Vicenza (1475), sin cartas. La siguieron otras seis hasta finales del de la Universidad de París y amigo
de Gerson, obispo de Cambrai y,
siglo XV, entre las que se sitúan la de Bolonia (1477) y la de Ulm más tarde, cardenal (1411). Tomó
(1482); la primera que salió en Alemania venía ilustrada con cartas partido en los concilios de Pisa y
grabadas401. Las ediciones de John o f Hollywood y Hartmann Sche­ de Constanza, y deseaba reformar
del también estaban ilustradas con grabados, que representaban las la Iglesia dando a los poderes del
concilio la primacía sobre los del
esferas compuestas según las concepciones aristotélico-ptolemaicas402. papado.
Lector de Ptolomeo y de Pierre d’Ailly, el genovés Cristóbal Colón
401 C. PTOLEMAEUS, Cosmographiae
(1451-1506) se basó en la hipótesis de la tierra esférica para preparar lib er..., Ulm, Leonardus Hol,
su primer viaje. Si la tierra era esférica, era posible alcanzar las Indias 1482.
navegando en dirección oeste; y en 1492 atravesó el Atlántico. Los 4 0 2 H. SCHEDEL, Liber chronicarum,
viajes de Miguel Corte-Real y Américo Vespucci permitían precisar, Nuremberg, Antón Koberger,
ya en 1501, la situación de las nuevas tierras y el dibujo de las costas. 1493, 2o.

El público no tardó en ser informado de los descubrimientos. La 403 C . COLOMB, Epístola de insulis nu-
p er inventis, Barcelona, Pedro
Carta sobre las islas recientemente descubiertas por Colón se publicó en
Posa, 1493. La carta está escrita en
Barcelona desde 1493, y en la época incunable se tiraron nueve ree­ español.
diciones o traducciones403. Y en 1507, en San Diego, Conrad Waldse- 404 Estrasburgo, Johann Grieninger,
emüller (1470-1518) publicó su Cosmografía, donde llamaba «Amé­ 1516. 2a ed. por Lorenzo Fríes,
rica» al nuevo continente. En 1513 sacó en Estrasburgo una carta del ib id., 1530, 12 hojas. C. PTOLE­
MAEUS, Geographicae enarrationes
Nuevo Mundo (Tabula terrae novae) y, tres años más tarde, un atlas
libri octo..., Estrasburgo, Ia éd.,
marítimo de doce láminas grabadas ( Carta marina) que precisaba el Jean Scott, 1513; reeditado por
estado de los conocimientos en esta época404. Pero el best seller aquí Grüninger y Koberger, 1525.

146
HISTORIA DEL LIBRO

vino a estar constituido por la magnífica Cosmographia universalis de


Sebastián Münster (1489-1551), con sus 471 cartas xilográficas405. La
obra conoció múltiples reediciones y pronto fue traducida a las len­
guas extranjeras. En general, en esta primera época de la geografía
impresa fue la escuela y los impresores alemanes los que dominaron
la producción.
La investigación humanista daba un estatuto privilegiado a la
referencia escrita y funcionaba como un «enciclopedismo» ante el
texto. Es decir, había que leer a los autores clásicos, y, más aún, estu­
diar la «historia» (natural, humana, etc.) no ya en una perspectiva
eminentemente cristiana sino simplemente por el conocimiento que
se podía extraer de ello. Pero si el mundo sensible se extendió más allá
de lo concebible -d e entrada con los grandes descubrimientos y más
tarde con la revolución copernicana (1 5 4 3 )-, era sin embargo el
hombre quien debía permanecer en su centro para establecer en el
mismo un nuevo recuento406 y construir una nueva interpretación.

405 S. MtJNSTER, Cosmographia...,


Basilea, Henricus Petri, 1544. L .
GALLOIS, Les géographes allemands
de la Renaissance, París, 1890. F.
LESTRINGANT, Uatelier du cosmo-
graphe, ou l’Image du monde a la
Renaissance, París, 1991 («Bib. de
synthése»).
406 El término original es recensement,
que significa «recuento» o «inven­
tario». En realidad, más que a un
«inventario de lo que hay», el au­
tor parece referirse a una clasifica­
ción del mundo, completándose
con la noción de construir una
nueva interpretación del mismo,
lo que constituye la esencia misma
de la revolución copernicana. [N.
de la T.]

147
Conclusión; El Estado moderno
y 9a policía deB impreso

Los hábitos, procedimientos y formas de control que han puesto en


marcha las sociedades sobre sus sistemas de comunicación e informa­
ción no deja de ser una cuestión fundamental. La naturaleza e intensi­
dad del control suelen variar en función de las relaciones internas con
el modelo político-cultural de cada sociedad, pero también dependen
de la técnica que predomine en los medios de comunicación.

1. F O R M A S DE CONTRO L

El control de los impresos podía ejercerse sobre los textos antes (cen­
sura preventiva) o después de su difusión (censura represiva407), como
también podía ejercerse sobre las estructuras de producción (en este
caso, las imprentas) o sobre las redes de distribución (control de las
librerías y distribuidores, vigilancia de los libros disponibles en las
salas de lectura, en las bibliotecas, etc.). Las estructuras de organiza­
ción y la lógica del control podían variar por completo. Por lo gene­
ral, la responsabilidad de dictar una norma estaba en manos de las
autoridades religiosas, pero el poder de hacerla aplicar correspondía
407 La censura preventiva significa al orden civil. La censura también podía adoptar la forma de la auto-
que el texto debía ser evaluado por censura, ya que a los profesionales mejor establecidos, que se benefi­
las autoridades designadas para tal
efecto antes de su publicación. La
ciaban de ciertos privilegios, les interesaba respetar y hacer respetar
censura represiva consistía en que las reglas que contribuían a su prosperidad. Finalmente, los agentes
el propio librero editor respetaba económicos podían intervenir -d e manera más o menos directa y
las normas que habían sido esta­ clara- para prohibir u orientar toda creación, publicación o distri­
blecidas, no poniendo en circula­
ción textos que fuerán contrarios a
bución. La dialéctica entre el mundo de los autores y creadores por
las mismas. una parte y las categorías del mercado por otra era constante, y pudo

149
FREDÉRIC BARBIER

extenderse al problema de la definición del texto literario en tanto


que tal. Si avanzamos un poco en el tiempo, nos encontramos, en el
siglo XVIII, con algunos autores e intelectuales alemanes que estaban a
disgusto por tener que depender de poderosos libreros que se habían
erigido como los agentes centrales del campo literario. En el siglo XIX
los teóricos del «arte por el arte» hacían referencia, implícitamente, a
este tipo de situación, situación a la que también remiten los tres
tópicos del artista famélico, el editor rapaz y el burgués lerdo (que no
era otro que el público). El problema de la libertad de prensa y difu­
sión de cara a las poderosas financieras se plantea constantemente,
incluso hoy, cuando se habla de la necesidad de establecer o no un
control sobre la red de Internet408.

2 . LA M A D E JA DE T E N SIO N E S

Dejando a un lado los problemas de la Antigüedad y la Edad Media,


no hay que olvidar que el control existía de una manera real, pero que
se ejercía menos sobre la propia concepción del texto (sobre la escri­
tura) que sobre su puesta en circulación, tanto en las bibliotecas
como en los actos de lectura pública y clases universitarias. La sitúa-
ción cambió por completo cuando, con la llegada de la imprenta, se 408 «La estructura de la web [implica]
pudieron sacar al mercado al mismo tiempo varias centenas de ejem- una hegemonía de las grandes so­
ciedades mediáticas que llega a ha­
piares de un mismo texto. Se fueron creando, así, las redes de difu­
cerse más manifiesta que en el caso
sión, y comenzó a constituirse un público lector, que escondía un de la prensa impresa» (G. Nurem­
potencial de partidarios capaces de exigir. En este proceso interfirie­ berg). L’auteur et son public au
ron dos tendencias contradictorias. temps de la Renaissance, París,
1998.
En primer lugar, la de los humanistas e impresores humanistas,
409 A. A lvar E z q u e l l a , «Le modéle
para quienes, la investigación, sobre todo la investigación filológica,
universitaire d’Alcalá de Hena­
no podía concebirse en un marco reglamentario tan estricto. Tene­ res...», en Les origines du Coltége
mos en España a Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517), fran­ de France, ob. cit., pp. 209-256.
ciscano y confesor de la reina Isabel de Castilla (1492), y más tarde 410 Biblia polyglotta [Complutuní\, Al­
arzobispo de Toledo (1495) y cardenal. Se encargó de la administra­ calá de Henares, A. G. de Broca-
ción del reino tras la muerte de la reina, y fundó la Universidad de rio, para F. Jiménez de Cisneros,
1514-1517, 1522, 6vol. (.M in do f
Alcalá de Henares (1499) para hacer posible una mejor formación
mean, 52). El primer volumen que
del clero409. Fue esta perspectiva humanista la que impulsó a Cisneros apareció fue el del Nuevo Testa­
a lanzarse a la gigantesca empresa de la Biblia políglota de Alcalá410. Se mento (tomo V). Se conocen tres
trataba de impliair a la Iglesia dentro de la corriente de investigación ejemplares en vitela (entre ellos,
Chantilly XVIII C 16 a 21).
humanista, poniendo la filología al servicio de las Escrituras y ofre­
411 El texto masorético, los Septante,
ciendo sus resultados a la comunidad erudita mediante una monu­
la Vulgata, el Pentateuque en ara-
mental edición en siete versiones411. La Biblia sacra políglota fue meo, el Nuevo Testamento en grie­
financiada por Cisneros, qué se la dedicó a León X. El trabajo se inte- go y su traducción en latín.

1 50
HISTORIA DEL LIBRO

rrumpió durante varios años tras la muerte del cardenal, y más tarde
su difusión se retrasó debido a la oposición de la curia romana, hasta
que en 1522 se la hizo fracasar definitivamente412.
Muy alejado del cardenal, Johann Reuchlin (1455-1522) fue un
antiguo estudiante de la universidad de París adiestrado en el hebreo
de la mano de Ashkenazes de Basilea, así como también en Roma
(1498). Fue el autor de los Rudimento, linguae hebraicae (1506),
manual básico de hebreo de comienzos del siglo XVI. Fue Reuchlin
quien dirigió la lucha contra los dominicos de Colonia cuando éstos
se opusieron a la edición de textos hebreos, haciendo quemar los
libros publicados en esta lengua en 1509. Reuchlin expresó en públi­
co que recibía apoyos del mundo humanista, pero fue condenado por
las universidades de Colonia y París, y, en parte, por la de Roma. Se
multiplicaron los libelos contra la posición de la universidad, pero el
desencadenamiento de la Reforma luterana lanzó a un segundo plano
el problema de las ediciones en hebreo (1517). En ambos casos, el de
Cisneros y el de Reuchlin, la rigidez de las autoridades eclesiásticas
era palpable y ocasionó el fracaso del humanismo cristiano.
El segundo grupo de factores que interviene en la puesta en mar­
cha de un sistema de censura reside en los diversos sistemas y entrama­
dos de control. La Iglesia pretendía asegurarse el control sobre los tex­
tos publicados, pero se topó con los intereses de un poder secular en
vías de organización y de modernización, que pretendía justamente
reforzarse. Los poderosos se solían dejar tentar por el humanismo (los
Médicis, Francisco I, León X), y la progresiva afirmación del absolutis­
mo se llevaba mal con el abandono de los derechos de control funda-
mentales, cuando no era el propio interés político o financiero del
Estado el que impulsaba a privilegiar una línea más autónoma. El
Senado veneciano fue consciente muy pronto de la importancia econó­
mica de la imprenta, y en 1469 concedió el primer privilegio que cono­
cemos, un privilegio de cinco años a Johannes de Spira (Juan de Espi­
ra) para editar obras de Cicerón. Las disposiciones tomadas por el nun­
cio pontificio de cara a la Serenísima en 1491 para hacer aplicar la cen­
sura no tuvieron prácticamente ninguna repercusión. En Francia, la
lucha entre Francisco I y Carlos V llevó al rey francés a apoyarse en los
príncipes alemanes, situándose por tanto del lado protestante, posición
más dócil de lo que cabría esperar dada la situación interior del reino.
Se explica, así, que el control fuera más eficaz en los Estados de la Igle­
sia, donde no había competencia con el poder secular.
España constituía un caso particular. El control se estableció muy
pronto bajo la autoridad del Estado, pero éste se refería constante-
412 Finalmente, la mayor parte de la mente a las normas religiosas. Este mecanismo fue coordinado por la
edición sería destruida. Inquisición española, creada en 1478, mientras que la Pragmática

151
FRÉD ÉRIC BARBIER

tomada en Toledo en 1502 por los Reyes Católicos (Fernando de


Aragón e Isabel de Castilla) instituyó la censura real bajo la autoridad
del Consejo del Rey, e impuso la necesidad de otorgar autorizaciones
para poder imprimir un nuevo libro, así como para traer libros del
extranjero. En algunas provincias, como Burgos, Zamora, Salaman­
ca, Sevilla y Toledo, la vigilancia estaba directamente en manos del
obispo o del arzobispo.

3. LA CEMSURA RELIGIOSA

Primeramente, la tensión fue más intensa en Alemania, donde el


libro impreso penetró más pronto y con mayor profundidad. Las ciu­
dades no universitarias de Alemania meridional -com o Ulm, Augs­
burgo, etc - se hicieron especialistas en la impresión de textos sagra-
dos en latín, pero la inquietud apareció con la Biblia alemana de
Colonia. Así, en 1478 la universidad de Colonia, dirigida por los
dominicos, obtuvo del papa una autorización para censurar los libros
(censura preventiva), a fin de impedir que los textos sagrados se
difundieran al público; los clérigos debían ser los mediadores impres­
cindibles entre el pueblo y Dios. En 1485, el arzobispo primado de
Maguncia siguió la misma línea. En general, las autoridades eclesiás­
ticas podían llegar a adoptar posiciones muy rígidas. Situada en un
espacio fronterizo con la ortodoxia, Cracovia fue sede de una impor-
tante universidad y capital de Polonia a fines del siglo XIV. Hacia
1490 el impresor Szwajpolt Fiol tiró, en esta ciudad, cuatro libros
para la Iglesia ortodoxa en caracteres cirílicos. Aunque la operación
tenía una finalidad puramente económica (exportar al país ruteno),
el obispo la prohibió, ordenando el cierre del taller en 1492.
La huía Inter Multíplices promulgada por Alejandro VI en 1501
estableció los términos de una censura preventiva en los arzobispados de
Maguncia, Colonia, Tréveris y Magdeburgo413, siguiendo unas disposi­
ciones que se hicieron extensibles al conjunto de la cristiandad a través
de la bula Inter sollicitudines de León X, promulgada en el quinto conci­
lio de Letrán (1515). Según ésta, la imprenta era un don divino, por lo
que todo libro debería ser examinado por las autoridades eclesiásticas ^13 Es decir, un área geográfica que
abarca la parte fundamental de la
antes de salir a la luz (fue conocida como la regla del imprimatur): Europa alemana: Maguncia con­
trolaba el sur de Alemania, Turin-.
Que nadie ose imprimir o hacer imprimir cualquier tipo de libro, en gia y la actual Baja Sajonia; Colo­
nia, el curso inferior del Rin y los
Roma o en cualquier otra ciudad [...], si antes no ha sido examinado, en
Países Bajos; Magdeburgo, los te­
Roma por nuestro vicario o jefe del sagrado palacio, [en caso contrario] rritorios comprendidos entre el
por el obispo o su representante... Elba y el Oder.

152
HISTORIA DEL LIBRO

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fc^.atíímmjaj^CTlómontfflr tci»natíW“ ta^a.btina m ía no/ c <t ^ctíteaUbro'PrífaaiutxtrAííVaj/Cg fnfhU«j»uccúte/cutínifb5»>~.-..— fír s ^
IWí^eiirianajitrUi áwlr rtUcfmomt^bonífári itór'eoftor ai ca
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I AUwScímídm,Phti0^írtit«W
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ttimflato forót cMrcofiiiBUlarobcmfek facncia. E-m Kirffamcr
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s;$W9?ín W pt.ffbífr,r I snp.milqtioiracnto¡f¡t3mftr u cnba») &
mlointsa Musjal anyMfl. CCCCLXXVJI1.

. Biblia Valenciana. Alonso Fernández de Córdoba y ■ Johasiaes Gmnmaticus- ComprehenÁÓrjum vel


Lamberto Pantiiarí, Valencia, 1478. voctibnlarius sx alih collectus. Lamberto Parmarí.
Vdlettcia, 1475.

153
FREDÉRIC BARBIER

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Biblia Políglota. Amaldo Guíllén de Brocar. Alcalá de Henares, 1 5 1 4-1517.

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\.'ingíoo ate repna nfa fmom,

’H eraaiado del Pidgar. Claros varones de España. Femando de Rojas.. Libro de Calisto y Melibea.
Estanislao Polono. Sevilla, 1 500. 1s Sevilla, 1502.

154
HISTORIA DEL LIBRO

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155
¡

f
Tercera parte

LA LIBRERÍA DEL
ANTIGUO RÉGIMEN
( 1520- 1760)
Capítyio B
La fe,el soberano y la imprenta

Con el tiempo, la tipografía en caracteres móviles hizo posible un


gran cambio en cuanto a las formas de lectura y más tarde facilitó una
ampliación del público lector, todo ello como consecuencia de la
multiplicación de los ejemplares, de la relativa bajada de precios y del
aumento de las tiradas. En cierto modo, la producción escrita tendía
a hacerse corriente. Incluso en el sector mayoritario de los que no
leían, la producción escrita no estuvo del todo ausente, y comenzó a
iniciarse un lento y continuado proceso de acultüración. Por lo que
respecta a la minoría de clérigos y letrados, la imprenta permitió la
difusión de nuevas formas de lectura y trabajo, fijó los textos y per­
mitió compararlos. El modelo cultural de la Edad Media se organiza­
ba en torno al paradigma religioso. En tanto que nuevo vehículo de
difusión, la imprenta alteró las reglas del juego, introduciendo otras
relaciones entre la forma del libro, su contenido y su recepción, así
como también otras relaciones entre la Iglesia, la vida religiosa de la
mayoría y las autoridades seculares. Sin lugar a dudas, la tensión fue
muy anterior -pensemos en los cátaros o en los husitas- , y el proble­
ma de reformar la Iglesia e inventar un nuevo sistema de relacionarse
con Dios ya se planteó mucho antes del siglo XVI, pero la imprenta le
daría una dinámica diferente.

1. EN LA EDAD MEDIA

El trabajo sobre la Biblia, emblemático de la Reforma, fue muy ante-


rior a ésta, ya se tratara de investigación erudita sobre el propio texto
sagrado como de su traducción, e incluso adaptación, a la lengua vul-

159
FRÉDÉRIC BARBIER

gar. En el caso del francés del Norte (langue d ’oil), el proceso se inició
con la traducción de los salmos, que primero fue interlineal (siglo xn)
y más tarde se individualizó, a la vez que se iban desarrollando comen­
tarios explicativos en lengua vulgar. El siglo XIII fue un periodo cru­
cial, marcado por la diversificación de los géneros y la multiplicación
de las obras literarias (narraciones en prosa, enciclopedias, etc.) para
responder al auge de un nuevo público. Fue justamente entonces
cuando aparecieron también traducciones de la Biblia, entre las que se
sitúan las primeras versiones del Apocalipsis en francés414. La primera
traducción francesa completa de la Biblia se sitúa en París, en torno a
la Vulgata revisada por los dominicos. En el siglo XIV la traducción de
la Biblia se convirtió en una empresa real, y seguía el modelo de la
Biblia moralizante. Juan el Bueno encargó este trabajo a jean de Sy, y
sus sucesores se encargarían de continuarlo415.
También circularon numerosas traducciones manuscritas, sobre
todo en alemán, a través de toda la Europa germánica. Finalmente,
hemos de remitirnos a la presencia de numerosas «Biblias historiadas»
(como la Biblia de lospobres), manuscritas o xilografiadas, que consti­
tuían verdaderas «adaptaciones» ilustradas escritas en lengua vulgar.

2* LA BIBLIA IMPRESA EN LENGUA VULGAR


AN TES DE LUTERO
414 El norte de la Francia actual tuvo
un papel fundamental en ese movi­
La aparición de la imprenta no significó, por tanto, una ruptura en miento, con el Román de Dieu et de
cuanto a la difusión de la Biblia, cuyas ediciones en lengua vulgar sa mire de Hermann de Valencien-
salieron pronto a la luz de la mano de los impresores de incunables. nes (fines del siglo XIl), y más tarde
con la Biblia historiada de Guyart
La primera, en alemán, fue la de Mentelin en Estrasburgo (1466), a
des Moulins, canónigo de Aire-sur-
la que siguieron otras 18 antes de la nueva traducción que haría Mar­ Lys (principios del siglo Xlll). Su
tin Lutero en Wittenberg (1522). La más conocida fue la de Antón éxito se prolongaría hasta el pleno
Koberger en Nuremberg (1483), repartida en dos volúmenes in-folio siglo XVI.

de 586 páginas en total, y con la presencia de 109 grabados sobre 415 Biblioteca Nacional de Francia, fr.
madera. En 1476 Bartolomeo Buyer, de Lyon, hizo imprimir la pri­ 15397.

mera versión del Nuevo Testamento en francés416. 416 Nouveau Testament, éd. Julien Ma­
cho, Pierre Farget, Lyon, Guillau-
En la misma época, los humanistas trabajaban en el texto de la
me Le Roy para Barthélemy Buyer,
Biblia en un intento de esclarecer sus fuentes. La empresa de la Biblia [1476]. La Bible du Vieil Testament,
políglota de Alcalá comenzó con la publicación del volumen quinto, éd., id., ibidem, [1478].
que se terminó de imprimir el 19 de enero de 1514, que constituía la 41 7 El manuscrito (del siglo XIl) había
primera edición del Nuevo Testamento en griego. En Basilea, desde sido llevado a Basilea por el carde­
nal de Raguse. L. JARDINE, Eras-
agosto de 1514, Erasmo pidió a Reuchlin que le prestara un manus­
mus, man ofletters: the construction
crito del Nuevo Testamento que pertenecía a los dominicos de la ciu­ o f carisma in print, Princeton,
dad417, y completó su documentación con otros dos manuscritos 1993.

160
HISTORIA DEL LIBRO

puestos a su disposición. La edición bilingüe -griega y con traduc­


ción latina- del Nuevo Testamento que lanzaría con Froben pasaría a
ser considerada como una de las obras más emblemáticas de la Refor­
ma418. Se utilizaron dos prensas para el trabajo, a fin de poder presen­
tar la edición en la feria de Frankfurt que se celebró en las Pascuas de
1516, y se tiraron 1.200 ejemplares. El texto venía presentado en dos
columnas, en griego a la izquierda y en latín a la derecha. En 1519
sería lanzada una segunda edición, que serviría a Lutero para estable­
cer su propia traducción en alemán. Desde entonces, los estudios de
la Biblia sufrieron una gran transformación: en adelante, era. preciso
conocer las tres lenguas bíblicas, el hebreo, el griego y el latín.
La difusión de la Biblia a través de la imprenta, tanto en latín
como en lengua vulgar, tendió a polarizar la tradición ortodoxa: por
un lado, la Biblia se convirtió en un libro corriente para las ma7 orías,
mientras que, por otro, su propio texto fue debatido, e incluso criti­
cado, por los círculos eruditos que trabajaban en las versiones griegas
7 hebreas, así como en la tradición latina.

3. LA REFORMA LUTERANA

A fines del siglo XV, y sobre todo a principios del XVI, la crítica hacia
el papado proliferó. El Concilio de Letrán (1512-1517), reunido por
Julio II, no proponía más que reformas menores; el papa y el re7 de
418 Porque Erasmo había recibido Francia firmaron en Bolonia un concordato (1516) para compartir la
ayuda del futuro reformador Jo- autoridad sobre la Iglesia francesa. La acción de los reformistas sólo
hannes Oecolampade. También en puede entenderse en sus relaciones con un movimiento mucho más
Basilea con Froben, en este mismo
año de 1516 comenzaron a apare­
amplio, en 0170 seno el nuevo medio de comunicación -la impren­
cer los Opera ( Obras) de Jerónimo ta - pasó a ser una pieza central.
en nueve volúmenes.
419 Federico el Sabio, príncipe-elector
de Sajonia (1463-1525) hizo de su 3.1. Lut@r©
principado un Estado moderno,
convirtiendo a la Corte de Sajonia
en un foco artístico y humanista. Nacido en Eisleben, Martin Lutero (1483-1546) pasó su infancia en
La Universidad de Wittenberg fue Mansfeld, pequeña capital de un principado que entonces se encon­
fundada en 1502, en la misma traba en plena expansión gracias a la explotación de minas. Tras fina­
época que la primera imprenta de
la ciudad. No por ello se trataba
lizar sus estudios jurídicos, ingresó en la orden de los agustinos de
de un centro de segunda categoría: Erfurt (1505) 7 comenzó a ejercer la docencia en Wittenberg, nueva
en 1542 ya había 450 sedes, 575 universidad del ducado de Sajonia (1508-1509)419. Doctor en 1512,
focos, unos 150 estudiantes y unas Lutero centró su reflexión en los Salmos 7 en las Epístolas de san
50 personas ligadas a la Corte. En
suma, un total de poco menos de
Pablo. En 1512-1513 elaboró su doctrina de la gracia, en C U 7 0 análi­
2.500 habitantes. sis profundizaría hasta 1518: el hombre no puede justificarse ni por

161
FRÉDÉRIC BARBIER

sus actos ni por su voluntad, sino que sólo puede ser salvado por el
mero don ininteligible de la gracia divina. Por consiguiente, quedó
condenado el principio de las indulgencias, aunque su comercio per­
mitiera al arzobispo-elector de Maguncia transferir enormes sumas a
Roma (la banca de los Fugger intervenía en estas operaciones)420. Así,
el 31 de octubre de 1517 Lutero solicitó al arzobispo que abandona­
se su acción basándose en estas ochenta y cinco tesis, que habían sido
. fijadas sobre la puerta de la capilla de los agustinos en Wittenberg (el
lugar tradicional de la publicidad medieval). Impresas y difundidas
contra la voluntad del autor, las Tesis tuvieron una repercusión de la
que éste se asombraría en una carta a León X:

No puedo entender cómo mis tesis, antes que mis demás escritos e
incluso que los de otros profesores, han podido extenderse en tantos
ámbitos. Se dirigían exclusivamente a nuestro actual círculo académi­
co...

Sin duda, fue el ambiente de espera del público lo que permitió al


medio de comunicación desarrollar sus efectos revolucionarios. La con­
troversia estalló, jalonada de debates universitarios (disputationes) y
publicaciones impresas en número creciente, hasta que la oposición sis­ 420 Sin dejar de tener en cuenta su
temática de la Iglesia romana obligó a Lutero a reconsiderar su estatu­ lado simbólico, las indulgencias
to. Se trataba de la ruptura (1519), de la excomunión (junio de 1520) eran, desde el punto de vista mate­
rial, formularios de papel impresos
y de la publicación de un Manifiesto a la nobleza alemana en el que que habían de ser completados a
Lutero presentó sus ideas421. Durero se unió a él; Erasmo simpatizó con mano, según la suma desembolsada
su causa; Melanchton422 creyó en sus ideas; Cranach hizo su retrato. por el titular. Conocemos algunos
ejemplares incunables y post-incu-
Excomulgado tras la Dieta de Worms, el reformador se pasó al bando
nables (cf. infra p. 99).
del Imperio y se refugió en Wartburg, cerca de Eisenach, bajo la pro­
421 M. LUTERO, An den christlichen
tección del duque de Sajonia ( 1521). Allí emprendió la traducción ale­
Adel deutscher Nation [Witten­
mana del Nuevo Testamento, trabajo que acabaría pocos meses después berg, Melchior Lotter, mediados
y que fue publicado .al año siguiente en Wittenberg423. La traducción agosto 1520], (M ind o f mean, 49).
completa de la Biblia luterana data de 1534424. 422 Felipe Melanchton (1497-1560),
profesor de griego en Wittenberg
desde 1518, fue autor de la Con-
fessio augustina, en tomo a la cual
3 .2 o La Reforma y los libros se reunieron los Reformados
(Confesión de Augsburgo, 1530).
El gran éxito que tuvo esta empresa puede medirse desde el momen­ 423 Das Newe Testament Deutzsch [ale­
to en que se publicaron 445 ediciones completas o parciales de su mán], [Wittenberg, Melchior
Biblia desde 1522 hasta la muerte de Lutero (1546), a la vez que sus Lotther, septiembre 1522] {M ind
ofmean, 51).
catecismos conocieron una difusión similar. El primer gran impresor-
424 Biblia [bajo-alemán], Lübeck,
librero luterano fue Melchior Lotter en Leipzig y Wittenberg, pero le
Ludwig Dietz, 1534. Id. [alto-ale-
siguieron otros. Antiguo estudiante de Oxford, William Tyndale se mán], Wittenberg, Hans Lufit,
refugió en Hamburgo en 1524 para establecer su traducción de la 1534.

16 2
HISTORIA DEL LIBRO

Biblia en inglés. La impresión se comenzó en Colonia, pero el autor


se vio obligado a huir a Worms, donde el volumen sería finalmente
publicado425.
Al menos en algunas regiones, los reformistas alemanes contaban
con el apoyo de la mayoría, lo que les aseguraba una propaganda
moderna basada en la imprenta. Efectivamente, desde el momento
en que se planteó la cuestión de ganar adeptos a su causa, la produc­
ción impresa evolucionó, favoreciendo la tirada de hojas, folletos,
octavillas, etc., en los que se trataban las cuestiones y acontecimien­
tos del día con una amplia utilización de la imagen. Estos impresos
presentaban la doble ventaja de poder ser fabricados con rapidez y a
un coste reducido. Se estima que desde 1501 hasta 1530 se publica­
ron en Alemania 8.000 folletos y hojas (Flugschriften), y que en 1524
su proporción había pasado del 0 , 5 % al 16% de la producción total
alemana. Los demás partidos también se apoderaron de esta herra­
mienta, y un texto como el de Zwólf Artikel (los Doce artículos) de los
paisanos sublevados fue reproducido rápidamente en quince ciuda­
des atravesando toda Alemania. Finalmente, entre 1519 y 1521 la
proporción de impresos en latín y en lengua vulgar prácticamente se
igualó, lo cual da testimonio de la especificidad del público que
comenzaba a estar interesado por los autores y sus colecciones426.
Desde 1517 hasta 1520 se habrían difundido más de 300.000 ejem­
plares de los escritos de Lutero:

El luteranismo fue, desde su origen, un producto del libro impreso [...].


Por primera vez [...] un vasto público de lectores ha podido opinar
sobre la validez de las ideas revolucionarias gracias a un modo de comu­
nicación que se dirigía a la masa, que se servía de las lenguas vernáculas '
y utilizaba tanto el arte del periodismo coma el de la caricatura...

Por tanto, la intervención de los medios de comunicación fue res­


ponsable del éxito de la Reforma luterana, y la sociedad alemana de
principios del siglo XVI fue la primera en la historia que.se vio envuel­
ta en los efectos de una mediatización de masas427.
Pero el éxito de la Reforma también estuvo asegurado por el
apoyo de un cierto número de señoríos y villas, cuyo apoyo se debió a
425 M ind ofm ean, 58. Tíndalo es eje­ que la causa respondía a sus expectativas, como también porque
cutado en Vivordo en 1536.
encontraban un interés material y político inmediato en la misma. El
426 1519: el 77% de las obras en latín, elector de Sajonia y ciudades como Nuremberg, Ulm, Estrasburgo,
y el 23% en alemán. En 1521, el
Magdeburgo, Bremen, Basilea y Leipzig se pasaron a la Reforma. El
26% y el 74% , respectivamente.
landgrave Philippe de Hesse se convirtió al luteranismo (1524), fundó
427 U. E d w a r d s , Printing, propagan­
da and Martin Luther, Berkeley,
la universidad de Marburgo (1527) y una Iglesia territorial (Laudes-
1994. kirche) luterana. Por su parte, Alberto de Hohenzollern creó el ducado

163
FRÉDÉRIC BARBIER

luterano de Prusia (1525) y la universidad de Kónigsberg (1544). Por


tanto, los reformados alemanes pasaron a disponer de estructuras ins-
titucionales en las que apoyarse, a la vez que los bienes de la Iglesia se
secularizaron, entre ellos las bibliotecas.
El fracaso de la Dieta de Augsburgo (1530) reforzó la dimensión 428 Alias Jacobus Faber Stapulensis, o
política de la Reforma, abriendo un largo periodo de inestabilidades Jacobus Fabri (hacia 1455-
y guerras entre los príncipes y el emperador en el que los demás pode­ 1536/1537). Estudiante en París y
en Italia, llevó a cabo algunos viajes
res europeos -co n Francia a la cabeza- jugaron su papel. Un sistema
antes de irse a ejercer la docencia en
de «territorialización» similar dio también origen a la escisión entre la el colegio del cardenal Lemoine.
Iglesia anglicana y Roma en 1534. En cualquier caso, la elección reli­ Fue llamado a Saint-Germain-des-
giosa pasó a convertirse también en una elección política, que a su Prés por el que había sido su alum­
no, Guillermo Bri^onnet. En esta
vez obligaba a invocar la cuestión de las opiniones y los medios de
ciudad, Lefevre d’Étaples trabajaba
comunicación. en la edición de la Biblia (Salmos,
Epístolas de san Pablo, etc.). Como
consecuencia de la hostilidad de la
Sorbona, se retiró a Meaux. Bajo la
protección de Francisco I, se con­
’4. E l FRACASO DEL H U M A N IS M O C R IST IA N O vertiría en el bibliotecario real de
EN FR A N C IA Blois y terminaría su vida en la Cor­
te de Margarita de Navarra, en Ne-
rac.
429 Budé, París, 1968 [Catálogo de
4.1. El «grupo de ¡Vieaux»
una exposición de la Biblioteca
Nacional de Francia].
En Francia, se pretendía ante todo reformar la Iglesia interior y fa-
430 Framjois Watebled, llamado Vata­
vorecer la recepción del trabajo de los humanistas. Jacques Lefevre ble, profesor de hebreo en el
d’Etaples428 trabajó en los textos sagrados y no vaciló en criticar y Collége de Francia.
corregir a la tradición en lo que fuera necesario. Un grupo de erudi­ 431 Su padre era Guillermo Bri^onnet,
tos se reunía en su entorno, entre ellos Guillermo Farel, Guillermo cardenal arzobispo de Reims y,
más tarde, de Narbona. En rela­
Budé429, Gerardo Roussel, como también Vatable430, y sobre todo
ción al célebre obispo de Meaux
Guillermo Bri^onnet431, obispo de Meaux desde 1516. Nombrado su (1478-1533), Moreri explicaba
. vicario general en 1523, Lefevre d’Etaples trabajó en Meaux en las que «estaba preocupado por los
traducciones del Nuevo y del Antiguo Testamento en francés (1523- que no hablaban más que de Re­
forma, de griego y de hebreo. Para
1525), redactando también las Epístolas y Evangelios de los cincuenta y
comprender bien la Santa Escritu­
dos domingos432. La reina de Navarra, Margarita de Angulema, estaba ra había que rodearse de los que
cercana al «grupo de Meaux», cuyo ideal era el de una reforma pro­ mejor reputación tuvieran entre
gresiva y razonada. estas gentes. Los principales, entre
estos pre-seguidores de Calvino,
fueron [...] Guillermo Farel, Jac­
ques Fabri o le Févre [d’Étaples],
4.2. La radicalizado» Arnaldo Roussel y Gerardo Rous­
sel...».

Estas perspectivas chocaron con el ascenso de la influencia luterana y 432 J. L e f é v r e d ’É t a p l e s , [Bible],


Nouveau Testament, París, 1523-
la radicalización que entrañaba la estandarización tipográfica. Las
1524, 2 vol. Id., Épistres et évangi-
posiciones de Lutero no tardaron en inundar París de una corriente les pour les cinquante et deux sep-
favorable y sus escritos fueron leídos hasta en la Sorbona; las impor- maines de l ’an, [S.L., S.N., 1525].

164
HISTORIA DEL LIBRO

taciones de sus obras se hicieron mediante libreros de Basilea, Lyon,


Estrasburgo y, más tarde, Amberes. La Sorbona condenó estas posi­
ciones en abril de 1521, en un juicio que se constituyó como el
manifiesto de la ortodoxia. La censura se hizo más activa, a la vez que
el espacio de libertad y de concertación tendía a reducirse progresiva­
mente. Al mismo tiempo, la coyuntura política fue muy oscura: el
rey se encontraba prisionero en Madrid, a la vez que Luisa de Saboya
se encontraba en la regencia; entre tanto, el cardenal Bourbon cons-
piraba; las inestabilidades, que obedecían al trágico juego de persecu-
ciones y primeras manifestaciones revolucionarias de la Reforma, se
propagaban por doquier.
A la vez que sé rompían en Meaux los carteles (que no dejan de ser
impresos) de plegarias a la Virgen y a los santos, el trabajo de los huma­
nistas parisinos chocó cada vez más con la oposición de la Facultad de
Teología433. Cuando Lefevre d’Etaples publicó su traducción de la
Biblia al francés en 1530, fiie pronto condenada434. En la misma época,
un antiguo estudiante de derecho en Orleans y en Bourges, Juan Cal-
vino (Noyon, 1509-Ginebra, 1564), interesado en un principio en las
letras, se orientó más tarde hacia la teología, al parecer tras la muerte de
su padre (1531). También fue receptivo a las ideas de los reformadores,
de tal manera que su intervención en la lucha le llevó a ser condenado
por el Parlamento en 1533. Otra gran figura fue la de Étienne Dolet
(1509-1546), estudiante en París y en Padua que se instaló más tarde
en Toulouse y en Lyon. Amigo de Bude y de Marot, llevó una vida agi­
tada, hasta el punto de ser condenado por homicidio en 1537, antes de
recibir del rey las cartas de indulto. Pero Dolet fue ante todo un huma­
nista y un filólogo, defensor de la lengua latina clásica435. Impresor-
librero en 1528, apoyó a los obreros en huelga y emprendió la publica­
ción de versiones francesas de la Biblia: el Nuevo Testamento, las Epísto­
las y Evangelios y los Salmo¿%.

433 F. M. HlGMAN, Censorship and the


4.3. Las oscilaciones del poder
■Sorbonne, Ginebra, 1979.
434 J. L e f é v r e d ’É t a p l e s , La Sainete
La Iglesia instauró la censura preventiva desde 1475, pero el poder
Bible en frangoys..., Anvers, Mar­ real todavía permaneció dudoso por un tiempo. Aunque en Francia
tin Lempereur, 1 5 2 0 ,2 a. se estableció la censura en 1521, contó con grandes dificultades de
435 É. D o l e t , Commentariorum lin- aplicación, de manera que Marot pudo todavía dirigirse al rey en
guae latinae tomus primus [-secun­ 1535 para denunciar la oposición de la Sorbona a los humanistas:
das], Lyon, Sébastien Gryphe,
1536-1538, 2 yol. 2o.
Tanto como ellos, sin perjuicio de que sea buena / Peca de ignorancia la
436 Las Épistres et évangiles des 5 2 di­
Sorbona / Aunque ella misma se declare enemiga de la ignorancia / [Al
manches de l ’an, Lyon, Étienne
Dolet, 1542, 8o. ser enemiga] de la trilingüe y noble Academia / Que has erigido...

165
FREDÉRIC BARBIER

© Hamburgo 11»

Bremen M ili
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Eisleben .H H
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Lyon

lo u lo u se

Geografía europea de la Reforma

Indiscutiblemente, Francisco I se hallaba inmerso en un comple­


jo juego político en el que intervenían los reformados alemanes y los 437 Al parecer, el título de Impresor
del rey comenzó siendo meramen­
otomanos, ambos adversarios de Carlos V, como también el papa, a
te honorífico, y aparece menciona­
quien el rey necesitaba para sus «asuntos italianos». Personalmente, se do por Pierre Lerouge en el colo­
sentía cercano a los humanistas parisinos, que entonces formaban un fón de la Marea de historias
poderoso grupo de presión. El sueño de la antigua Grecia y de Ale­ (1488-1489). Sólo volvió a apare­
cer con Geoffroy Tory, tras el cual
jandría no dejaba de ser actual. El rey y sus allegados continuaron
pasó a Olivier Maillard, que se ha­
con el programa de construcción de una monarquía moderna ilustra­ bía casado con la viuda de aquél.
da por su acción intelectual y artística, que también se basaba en la En 1539, Néobar fue nombrado
definición de una lengua y una cultura escrita comunes. Fiemos de impresor real para el griego,, y Ro­
bert Estienne para el hebreo y el
recordar el éxito de la Librería real, así como la creación del título de latín (a los que añadiría el griego
«impresor del rey»437, las investigaciones orientadas a los caracteres tras la muerte de Néobar). Existí­
tipográficos y la definición del francés como lengua exclusiva de las an otros impresores del rey para el
francés, la música, etc. Con el
actas públicas (Edicto de Villers-Cotteréts, 1539). Más que una
tiempo, los impresores del rey fue­
medida de control, el Edicto de Montpellier establecía la obligatorie­ ron considerados funcionarios rea­
dad del depósito en la Librería real de un ejemplar de cada nueva les, titulares de un cargo que les
obra publicada, a fin de facilitar la documentación erudita disponible aseguraba la exclusividad de los ac­
tos oficiales. A partir del siglo XVII
(1537):
se generalizó la venalidad de los
oficios, y los cargos de impresor
real eran vendidos.

1 66
HISTORIA DEL LIBRO

Hemos considerado apartar, colocar y reunir en nuestra librería todas las


obras dignas de consulta que se han producido y se producirán [...] para
tener acceso a las sabias palabras, si continúan aquí tras haberse perdido
de la memoria de los hombres [...]. A tal efecto, hemos defendido expre­
samente a todos los impresores y libreros de las ciudades de nuestro reino
[...] que no pongan a la venta [...] ningún libro impreso nuevamente
[...] del que primeramente no hayan entregado un ejemplar del mismo
[...] a manos de la persona de [...] Mellin de Saint-Gelais, poseedor del
cargo y la guardia de nuestra susodicha librería, situada en nuestro casti­
llo de Blois.. .438

En el centro del entramado, la Biblioteca real funcionaba como un


centro de investigación erudita y sus manuscritos fueron objeto de
una brillante actividad editorial. La Historia eclesiástica de Eusebio de
Cesárea fue el primer texto griego editado en estas colecciones439. El
objetivo era combinar la investigación humanista con la ilustración
monárquica.

La coyuntura política cambió por completo en 1534. Desde 1523


Farel predicó en Suiza y Alsacia, consiguiendo que Neuchátel se pasa­
ra a la Reforma en 1530 y Ginebra en 1535. En Neuchátel el librero-
impresor originario de Lyon Pierre de Vingle editó la traducción de la
438 Archivos Nacionales franceses Y-9
Biblia de Olivetán440, como también un cartel redactado por otro ori­
f3 106, disposiciones que serían
retomadas y ampliadas en los au­ ginario de Lyon, Antoine Marcourt, que criticaba la misa católica; se
tos de 1617 y 1704. trata de los llamados «carteles» de 1534. Su estilo era violento. El
439 A. CORON, «Collége royal et Bi- autor
bliotheca regia: la Bibliotheque
savante de Frangois I», en Les ori­
invocaba al cielo y a la tierra en testimonio de verdad contra esta pom­
gines du College de France..., pp.
posa y orgullosa misa papal por la que el mundo [...] está y seguirá
143-183.
estando totalmente desamparado, perdido, arruinado y sin solución
440' Bible, trad. fr., Neuchátel, Pierre
de Vingle, 1535. Recordemos que [...]. El papa y toda su chusma de cardenales, obispos y sacerdotes,
Pierre Robert, originario de No- monjes y otros innombrables recitadores de misas [son blasfemos], el
yon y llamado Olivetano, era pri­ tiempo [de la misa] está ocupado por repiques, alaridos, canticuchos,
mo de Calvino. Intentó insertar su
ceremonias vanas, luminarias, incensaciones, falsedades y formas seme­
traducción en una ortografía mo­
derna, utilizando sistemáticamen­ jantes de brujería...
te un cierto número de signos dia­
críticos (cejillas, acentos, etc.): Cuando se colgaron estos carteles en muchas ciudades de Francia, lle­
S. BADDELEY, L’ortographe frangai-
se hu temps de la Réforme, Ginebra,
gando incluso a la cámara del rey en Amboise (la noche del 17 al 18
1993. de octubre), Francisco I se decantó por una línea de acción más seve-

167
FRÉDÉRIC BARBIER

ra. Comenzaron a sucederse las condenas y ejecuciones, entre ellas las


de bastantes impresores, libreros y encuadernadores, y los partidarios
de la Reforma fueron a París en busca de refugio, como harían Calvi-
no y de Marot441. De nuevo, Dolet fue condenado por herejía, y poco
después fue indultado por el rey en 1542-1543. Pero, nuevamente,
compareció frente a la Facultad de Teología442 y fue denunciado por
ésta al Parlamento, siendo condenado a la hoguera y quemado en la
plaza Maubert junto con sus libros (1546). Este mismo año, los
«sesenta y un» reformados de Meaux fueron arrestados y catorce de
ellos fueron ejecutados...
El orden debía establecerse y asegurarse mediante el control de
las imprentas y de las redes de difusión de los impresos. De entrada,
se decidió prohibir la imprenta y cerrar las tiendas de libros (14 de
enero de 1535), pero la medida era tan difícil de llevar a cabo que se
abandonó el 23 de febrero, de tal manera que la imprenta sería con-
trolada por una comisión del Parlamento encargada de examinar los
libros, y el Edicto de Gaillon estableció algunas disposiciones para
regular las actividades relacionadas con el libro en París y en Lyon.
Desde 1542, la Facultad de Teología elaboró un índice de libros
prohibidos, y el Parlamento estableció que los libreros, antes de
poner a la venta nuevos libros, debían someterlos al control de cuatro
libreros jurados.

441 Éste se refugió en Nerac, y más


4.5» El momento de Ginebra tarde en Ferrara (1535). A su re­
greso a París publicó una nueva
edición de sus obras en el taller de
Para garantizar su seguridad, Calvino abandonó París en el invierno Étienne Dolet (1538), pero termi­
de 1534-1535, y en 1536 publicó en Basilea la Cristianae religionis naría marchándose a Ginebra y
institutio (Institución de la religión cristiana^43, primera reflexión sis­ moriría en Torino (1544).
temática sobre la puesta en marcha de una Iglesia reformada. Desde 442 Después de la publicación del Se-
el punto de vista material, la obra se presentaba bajo la forma de un cond enfer d'Estienne Dolet. Deux
dialogues de Platón sgavoir est l'ung
pequeño in-octavo de más de 500 páginas, encabezada por una dedi­
intitulé Axiochus, [ ...] item ung
catoria al rey de Francia en la que el autor pedía la libertad para los aultre intitulé Hipparchus, le tout
protestantes franceses que, según aseguraba, no resultaban una ame- nouvellement traduict en langue
naza para el poder del rey: frangoyse par Estienne Dolet, Lyon,
1544, 8°.
443 J. CALVINO, Christianae religionis
Y parece claro que nosotros, de los que jamás se ha oído una palabra
institutio, Basilea [Thomas Platter
sediciosa y de cuya vida siempre se ha sabido sencilla y apacible, cuando y Balthasar Lasius], 1536. Calvino
vivamos bajo Su reinado, Señor, tramemos echar abajo reinos... pronto piensa en hacer una tra­
ducción francesa, así, en 1537, co­
mienza el proyecto. El texto latino
Para Calvino, la ley divina es la única ley que gobierna el mundo, y el
es retomado en la edición de 1543
hombre depende de ella por completo; se trata de la doctrina de la y aparece en la traducción francesa
gracia y la predestinación. Llamado por Guillermo Farel, Calvino se de 1545 (.M ind ofmean, 65).

168
HISTORIA DEL LIBRO

fue a Ginebra en 1536, y desde 1541 se estableció allí definitivamen­


te. La ciudad se impuso como el centro de la Reforma calvinista y
como un gran foco editorial, donde acudían a refugiarse muchas de las
grandes figuras del humanismo reformado (como Roberto Estienne, o
también la viuda de Budé tras la muerte de este último, junto con
algunos de sus hijos444). Desde Ginebra, la influencia del calvinismo se
expandió a Francia (en gran medida por mediación de Lyon), Suiza,
los Países Bajos, Escocia, etc.
Francisco I murió en 1547, y a partir de ese momento es posible
que la desaparición de muchas figuras de la generación de humanis­
tas -com o Geoffroy Tory (1533), Erasmo (1536) y Lefevre d’Etaples
(1536-1537), y más tarde Budé (1540), Jacques Toussain (1547) y
Margarita de Valois (1 5 4 9 )- hubiera favorecido la radicalización
política.

4.6. La administración de Ba librería

En Francia, la segunda mitad del siglo XVI se caracterizó por una


doble evolución contradictoria. Por un lado, el poder del rey se apli­
caba a establecer su control exclusivo sobre todo lo relacionado con la
imprenta, elemento central en la doctrina del absolutismo. Por otro,
las oposiciones religiosas fueron desembocando en guerras civiles,
que condujeron a un debilitamiento radical del poder soberano. Se
instauró un sistema que combinaba el privilegio y la autorización. El
privilegio, que apareció en Venecia en 1469 y en París en 1507, se
generalizaría en ese momento; aseguraba al librero un monopolio
comercial frente a las eventuales imitaciones fraudulentas, poniendo
la edición bajo la protección de las autoridades que le habían otorga­
do el privilegio. La autorización se dirigía al contenido del texto, del
que la censura se encargaba de asegurar que podía ser publicado.
En 1551, el Edicto de Cháteaubriant retomó las disposiciones
anteriores: reafirmaba la censura previa y hacía obligatorio que figu­
rara en cada obra el texto de la autorización a imprimirse, así como
los nombres del autor y el impresor, la dirección y el sello de este últi­
mo, junto con la fecha de publicación. Si el libro trataba sobre cues­
tiones religiosas, la Facultad de Teología debía autorizarlo. En cuanto
a las importaciones de libros publicados en los «lugares y países noto-
riamente separados [...] de la Santa Sede», sencillamente fueron
444 El parisino Teodoro de Béze
prohibidos445.
(1519-1605) sucede a Calvino en
Ginebra en 1564. Tras el primer sínodo protestante, que se desarrolló en París en
445 Esta disposición retoma un edicto
1551, Enrique II pensó en tomar medidas contra el partido reforma­
anterior (11 de diciembre de 1547). do. El rey estaba preocupado por la organización sistemática de los

169
FRÉDÉRIC BARBIER

protestantes y su posible influencia en los asuntos del Estado; pero su


muerte accidental (1559) y la débil regencia de Catalina de Médicis
le obligaron a acercarse a los príncipes446, entre los cuales tenía mucho
peso el protestantismo447. Por ello, el fracaso de la Conjuración de
Amboise (1560) vino seguido por una fase inestable en la que se
sucedieron continuos arrestos y ejecuciones, pero en la que la vitali­
dad protestante se manifestaba en la multiplicación de piezas impre­
sas, generalmente clandestinas. Durante un cierto tiempo la política
represiva se contrarrestó con tentativas de acuerdo (Miguel del Hos­
pital) y con la voluntad de no descontentar a Isabel de Inglaterra;
pero este camino se rompió con la irrupción de la violencia. La crisis
se desencadenó primeramente en París, donde la Facultad de Teolo­
gía tenía el poder de censura y control sobre el barrio de los libreros y
en donde se intensificó la represión

en agosto [1569], ejecución del buhonero Marín Marié por haber ven­
dido libros protestantes, en octubre, procedimiento contra Mamert
Patisson, acusado de herejía. En el mes de marzo de 1570, el librero-
buhonero Claude W ibert fue encarcelado [...]. El asesinato de Oudin
Petit en julio de 1572 anunciaba el apogeo de este movimiento: el San
Bartolomé. El 24 de agosto fueron masacrados Charles Périer, uno de
los cuatro grandes libreros-jurados, el librero Philippe de Cosme y el
librero Guillaume Maillard, quemado sobre una montaña de libros.
André Wechel escapó por los pelos a esta masacre y se refugió en Frank-
446 La monarquía absoluta no queda
furt. El célebre Claude Goudimel, que se encontraba en Lyon, fue asesi­ del todo segura y la lucha del rey
nado...448 contra los príncipes -los Borbo-
nes, los Monpensier, los Conde,
etc- es un fenómeno recurrente
Paradójicamente, el ordenamiento de Moulins (1566) fijó las bases desde el fin del la Guerra de los
generales de la administración de la imprenta: el privilegio, que se Cien Años.
hizo obligatorio para toda nueva obra y que dependía directamente 447 Luis I de Conde, convertido al
del poder real, sería otorgado por la gran cancillería mediante unas protestantismo por Teodoro de
«cartas de privilegio expedidas bajo nuestro gran sello». La vigilancia Beze en 1559 y líder de los proten-
tantes, sería asesinado a la edad de
se ejercía de manera directa:
29 años en la batalla de Jarnac
(1569). Su hermano Antonio de
Al confundir [...] las nociones de autorización y de privilegio, [el poder] Borbón, rey de Navarra, sería el
concedió un beneficio material a quienes encomendaba la vigilancia de padre del futuro Enrique IV.

las publicaciones, a través de un monopolio que podía graduar a volun­ 448 D. PALLIER, Recherches sur Vimpri­
merie a París pendant la Ligue
tad, [...] incluso si desde entonces el «crédito» que podía tener un libre­
(1585-1594), Ginebra, 1976, pp.
ro «cercano al sello» se podía convertir en un gran capital.. .449 7-8.
449 H.-J. MARTÍN, Livre, pouvoir etso-
Cabe señalar que, a partir del siglo XVI, el privilegio se podía otorgar ciété..., pp. 50-51.
al autor, que en seguida pasaba a negociarlo con un librero450. 450 A. V í a l a . Naissance de l'écri-
vain..., p. 96 y ss.

170
HISTORIA DEL LIBRO

4.7. La reforma y la policía de Sa imprenta

Los reformadores tampoco eran en absoluto partidarios de la libertad


en materia de lectura y venta de libros. Para Lutero, era necesario
controlar la producción y difusión de libros, porque la mayoría de los
lectores no estaba en disposición de definir su ética de lectura, leyen­
do demasiado, muy deprisa y sin discernir. La oposición entre la
masa del común (gemein) y una minoría con una formación que ase­
guraba su capacidad para guiar y administrar la Iglesia estaba bien
marcada. El propio Cochlaeus llegaría a denunciar que

el Nuevo Testamento de Lutero ha proliferado tanto y ha sido tan expan­


dido por los impresores que incluso los sastres y zapateros, [...] las
mujeres, los ignorantes, que han aceptado este nuevo Evangelio luterano
y que saben leer un poco de alemán, lo han estudiado férreamente como
la fuente de toda la verdad...

Calvino tampoco era partidario de dejar leer a cada cual lo que qui­
siera, aunque se tratara de la Santa Escritura, sino que era preciso
contar con una introducción a una buena comprensión por parte de
los que Dios había llamado a enseñar a los demás. La censura se ins­
tituyó en Ginebra en 1539 e impuso la necesidad de una autoriza­
ción previa por parte del Consejo para imprimir un libro, el depósito
de una copia manuscrita del texto y el cumplimiento del depósito
legal a efectos de control. Aunque la puesta en marcha de estas medi­
das fuera más espinosa, no condujo a un número significativo de
condenas. Cabe recordar el caso del español Miguel Servet (hacia
1509-1554), antiguo confesor de Carlos V que se estableció como-
médico en Charlieu y en Viena, el cual publicó una Christianismi res-
titutio (1533) sospechosa de panteísmo451. Detenido una primera vez,
logró escapar y sólo fue ejecutada su estatua. Arrestado nuevamente
en Ginebra durante el verano de 1554 y siendo acusado de herejía
por Calvino, fue condenado por el Consejo Menor y le hicieron eje­
cutar por las llamas.

451 M. SERVET, Christianismi restitutio,


Viena, B. Arnollat, 1553, 8o.

171
FRÉDÉRIC BARBIER

5o RO M A Y LA CONTRARREFORMA

5.1. La política del papado

El papado reaccionó en seguida contra la Reforma. En 1515, la bula


Inter sollicitudines generalizó el principio de la censura eclesiástica452,
mientras que en virtud de las bulas Exurge Domine (1520) y Decet
Romanum pontificem (1521) Lutero fue excomulgado y sus libros
condenados al fuego. Sin embargo, los políticos no estaban coordina­
dos y las tentativas de acuerdo entre las diferentes facciones condu­ 452 BnF Impr. E 2401 {Le livre, 1972,
n° 483).
cían a las oscilaciones, a la vez que la multiplicidad de Estados hacía
imposible un control eficaz de los impresos. El panorama cambió por 453 Postura confirmada por el decreto
de Sixte Quint en 1588. La Vulga­
completo al cabo de veinte años, cuando Pablo III Farnesio promul­
ta Sixtina es publicada en 1590
gó la bula Licet ab initio (1542), que puso en marcha el tribunal por la Imprenta del Vaticano y
romano de la Inquisición como principal autoridad de control. Y pronto es prohibida por sus nume­
frente a la Reforma y al humanismo, de 1546 a 1564 el Concilio de rosas erratas y será sustituida por
la Clementina de 1592 como edi­
Trento fijó la doctrina de la Iglesia católica. Declaró que la Vulgata de ción oficial.
Jerónimo sería de rigor453, rechazando las versiones de la Biblia esta­
454 «Un cierto número de los que ha­
blecidas por los filólogos o aquellas que habían sido propuestas como bían practicado artes mágicas, ha­
traducción. biendo llevado sus libros, los que­
maron delante de todo el mundo:
se estima un valor de 50.000 mo­
nedas de plata» (XIX, 19). En el
5.2. E8 índice 325, el Concilio de Niza ordena la
destrucción de los libros sobre el
En la misma época, las autoridades eclesiásticas emprendieron la arrianismo y el decreto de Gelase,
en el 496, establece y difunde la
redacción de series exhaustivas de los libros prohibidos, que eran
primera lista de libros prohibidos.
puestas al día sistemáticamente. El principio del índice vino sugerido
455 1) Autores no católicos cuya tota­
por un pasaje de los Hechos de los Apóstoles en el que los «malos lidad de su obra es prohibida; 2)
libros» eran destruidos454. El primer Index librorum prohibitorum, títulos prohibidos, con una lista
publicado por la Inquisición romana bajo el pontificado de Pablo III de ediciones prohibidas de la Bi­
blia y una lista de 71 impresores
(1549), sería el índice más represivo jamás establecido; enumeraba
libreros (60 en Alemania y en Sui­
unas mil obras, distribuidas en tres categorías455. La lectura de la za) cuya totalidad de su produc­
Biblia en lengua vulgar exigía en principio una autorización explícita, ción es puesta en el Index; 3) cate­
que no sería concedida ni a las mujeres ni a las personas que no sa­ gorías de obras prohibidas (todo
libro que no lleve indicación del
bían latín. Maquiavelo, Erasmo y Rabelais fueron prohibidos, al
autor, del impresor, la fecha y el
igual que el Decamerón de Bocaccio, etc. lugar de edición, la autorización
Estas medidas suscitaron la oposición de los libreros-impresores, de publicación otorgada por las
propietarios de obras que acababan de prohibirse, así como de los autoridades eclesiásticas, etc.),
Dict, droit canonique, V, col.
letrados, que perdían acceso a una buena parte de la producción de
1318-1330.
origen alemán456, e incluso de ciertos prelados sensibles a la situación
456 Por ejemplo, las ediciones basilesas
específica de sus diócesis. En poco tiempo se buscó una política más de los Padres de la Iglesia dadas
flexible, cuando el Santo Oficio perdió la exclusividad del control por Froben.

172
HISTORIA DEL LIBRO

normativo y los prelados reunidos en Trento establecieron una lista


general, que sería promulgada en 1564457. A partir de 1572 este tra­
bajo correría a cargo de la recién creada «Congregación del índice».
Reeditado 32 veces hasta 1948, el Index sería finalmente abandona­
do, quedando poco después suprimido como ley de la Iglesia en
1966.
Sin embargo, las modalidades de aplicación variaban según los
Estados. Los decretos de Trento fueron directamente reconocidos en
Italia, Baviera, Portugal, etc. En Francia jamás fueron promulgados
por el Parlamento, y la Sorbona controlaba la producción: su Catálo­
go de libros censurados por la Facultad de Teología de París de 1542 fue
completado muchas veces, y el Edicto de Fontainebleau obligaba a
respetarlo (1547). En 1546 la Universidad de Lovaina procedió de
igual manera. En España el control venía reforzado por la Pragmática
de 1558, según la cual todo libro, antes de aparecer o de ser importa­
do, debía contar con una autorización del Consejo del Rey, a lo que
se añadía el control aposteriori que ejercía la Inquisición española. El
Indice español de 1551 retomaba el de Lovaina, ampliándolo, y fiie
reeditado en 1559 y en 1583, respectivamente. Las autoridades espa­
ñolas también sacaron índices expurgatorios (como el de Amberes en
1570), simplemente para censurar ciertos pasajes de los textos458.
Aunque la voluntad totalitarista de controlar la circulación de libros
no sería jamás llevada al extremo, estas disposiciones perjudicaron
considerablemente a las actividades de la imprenta y de venta de
libros en España.

..
5 3 Los jesuítas y la reconquista católica

La Contrarreforma encontró en el orden fundado a iniciativa de Igna­


457 Index Librorum prohibitorum cum
cio de Loyola (1491-1556) un instrumento de asombrosa eficacia.
regulis confectiss p er Patres a Tri- Noble originario del País Vasco, Loyola se orientó hacia el ascetismo y
dentina Sínodo delectos..., Roma, la mística poco después de haber sido herido en Pamplona (1521).
Paolo Manuzio, 1564. La primera
Escribió sus Ejercicios459 en el transcurso de una retirada (1522-1523),
edición francesa aparece este mis­
mo año en Lyon por Guillermo
hizo una peregrinación a Jerusalén y en Roma (1540) reunió a en
Rouillé (4o, 46p.). torno a sí a un grupo de ocho discípulos, los «Compañeros de Jesús»,
458 Historia ilustrada del libro español para los que obtuvo la aprobación de Pablo III. La nueva «Sociedad
[II]: de los incunables al siglo XVIII, de Jesús» se consagraría, ante todo, a exaltar la gloria de Dios, pero
Madrid, 1994, pp. 133-136 (con también a promover la enseñanza elemental y el trabajo misionero. Su
la reproducción de un ejemplar
papel, militante ante todo, fue crucial en el dominio del libro, en la
expurgado de los Adagios de Eras­
mo). medida en que los jesuitas tomaron a su cargo la reconquista católica.
459 L . DE L o y o l a , Exercitia spiritulia,
Una oleada de miembros recorrió Europa para asegurar la formación
Roma, Antonio Blado, 1548. de los jóvenes acomodados desde la óptica de la Contrarreforma.

173
F R É D É R IC B A R B IE R

Estas sedes fueron equipadas con bibliotecas, a menudo ricas (desde


1546 en Coimbra), y fueron administradas siguiendo estrictas nor­
mas {Regúletepmefecti bibliothecae, fines del siglo XVl). A veces, dispo­
nían de un taller de imprenta, a la vez que algunos padres se aplicaron
a debatir a los reformados su supremacía tradicional en los dominios
del saber y la erudición. En el siglo XVII algunas bibliotecas llegaron a
estar magníficamente dotadas. En La Trinidad, en Lyon:

la sala [de la biblioteca] destacaba por sus dimensiones [...], cuarenta y


ocho metros de longitud, once de anchura y treinta de altura [...]. Dos
filas de seis cruceros, cada uno evocando un bello día [...]. Alrededor de
las paredes, armarios enrejados que guardan los libros in-folio y susten­
tan algunos bustos [...]. Ligeramente por encima de estos cuerpos de
armarios, una galería suspendida de manera muy chocante permitía dar
una vuelta [...] y daba acceso a una segunda fila de armarios, donde se
encontraban colocados libros de diversos formatos...460
460 Citado por P. M e c h , le R-, S.J.,
«Les bibliothéques de la Compag-
La biblioteca de Lyon contaba con muchas otras salas adicionales de nie de Jesús», en Histoire des bi-
importancia secundaria, así como con depósitos. La decoración pic­ bliotheques de France, II, pp. 60-
tórica de la biblioteca del colegio de Valenciennes (1742) retomaba y 62.
adaptaba el tema de «La escuela de Atenas», y ponía en escena -a tra­ 461 A. MASSON, Le décor des bibliothh-
vés de sus treinta y seis retratos- la historia de las grandes figuras eru­ ques, Ginebra, 1972.

ditas de la Compañía461. Como consecuencia de la eliminación de los 462 El primero es el de Francis Bellet
jesuitas en Francia en 1762, muchos de los colegios -y sus libros- en 1602-1609.

pasaron a un segundo plano o bien pasaron a la administración 463 Lille, Arras, Cambrai, Valenciennes,
Douai, Dunkerque, Saint-Omer et
municipal.
Maubeuge, pero también Bergues,
Los jesuitas fueron particularmente activos en las tierras afectadas Cassel, Armentiéres, Béthune, Hes-
por la Reforma, que fueron luego reconquistadas por los poderes din y el Cateau. P. DELATTRE, Les
católicos. Así, sus colegios se multiplicaron en los antiguos Países établissements de jésuites en France
depuis quatre siecles: répertoire
Bajos, que Alejandro Farnesio había recuperado bajo el control espa­
topo-bibliographique, Enghien
ñol. Con un leve retraso, Saint-Omer escapó al movimiento icono­ (B.), 1940-1957, 5 vol. F. D e
clasta y se convirtió en uno de los principales focos del «refugio cató­ D a in v ill e , «Effectifs des colléges

lico». La ciudad albergaba a considerables comunidades religiosas et scolarité aux XVIe et XVIII' siecles
dans le Nord-Est de la France», en
refugiadas, y en 1567 los jesuitas inauguraron una institución de
Population, X, 1955, p. 455 y si­
enseñanza, que contaría con más de 700 alumnos a principios del guiente Id., «Colléges et frequeta-
siglo XVII. Por otra parte, en 1593 fue creado el colegio inglés de los tion scolaire au XVIP siécle», ibi-
jesuitas, donde estudiarían jóvenes procedentes de las familias católi­ dem, III, 1957, p. 466 y
siguientes. P. MARCHAND, «Les ré-
cas inglesas; allí abrieron el segundo taller de imprenta de la ciudad seaux des colléges dans le Nord de
(1607-1608)462. Siguen existiendo colegios en todas las ciudades la France en 1789: les origines», en
principales de la actual región del Nord-Pas-de-Calais, como también Revue du Nord, 229, 1976, p. 224
y siguientes. No podemos analizar
en numerosas ciudades medianas de Flandes y de Hainaut, y en
aquí la importancia del indicador
menor medida de Artois.. .463 de nivel cultural constituido por
Sin embargo, esta evolución no se limitó a la geografía específica las tasas de consortes signatarios.

174
H IS T O R IA D E L LIB R O

La biblioteca del duque de Brunswick-Wolfenbüttel es, probablemente, la más rica de la Europa de los siglos XVII j
XVIII (Julius von BrauncEsweich-Liineburg, 1528-1589, reinó a partir de 1568). A la derecha puede verse una monu­
mental estufa y en primer plano, dos globos terráqueos. Todo ello se conserva en Wolfenbüttel.

175
F R E D E R IC B A R B IE R

de la Contrarreforma, sino que también afectó a parte de los territo­


rios de los Habsburgo. Los jesuitas estuvieron presentes en Praga
desde 1556, cuando, bajo Rodolfo II, la ciudad se convirtió en la
capital del Imperio (1583). El soberano atrajo a numerosos artistas
(Arcimboldo), sabios (Tycho Brahe, Johann Kepler) y técnicos (Jost
Bürgi), reuniendo también fabulosas colecciones. Pero las tensiones
comenzaron a aumentar, pues mientras que los jesuitas hicieron del
Clementinum -establecido en el lugar donde antiguamente había un
convento dominico- la fortaleza de la Contrarreforma, convirtiendo
su academia en el centro intelectual del país464, los Estados de Bohe­
mia eran favorables al protestantismo. El segundo pronunciamiento
de Praga abrió la terrible guerra de los Treinta Años (1618), pero tras
la derrota de Federico V de Palatinado en la Montaña Blanca (1620)
la reacción fue muy dura. La confiscación de los bienes pertenecien­
tes a los sublevados enriquecieron considerablemente a la Iglesia y a
algunas familias nobiliarias, a la vez que el Reglamento de 1 6 2 7 esta­
blecía el catolicismo como religión del Estado, suprimía el poder de
los Estados y hacía de Bohemia un territorio hereditario de los Habs­
burgo. En el corazón de la reconquista, los jesuitas se apoyaban en la
producción y difusión de piezas y libros impresos, y añadieron a su
biblioteca los fondos de muchas otras casas.
Además de la enseñanza y de la reconquista, el tercer campo fun­
damental trabajado por los jesuitas fue el de las misiones; y también
aquí el libro se encontró en el centro de la acción. Así, fueron los
jesuitas de las misiones portuguesas quienes jugaron un papel de pri­
mer orden en la difusión de la tipografía occidental en Oriente; esta­
blecieron prensas en Goa (1556), Macao (1584), Kakuza (1593) y
Amakusa (1594). Su producción fue, ante todo, religiosa, pero tam­
bién se orientó hacia dominios científicos, como la lingüística, la
medicina y la, filosofía. Idéntico fenómeno encontramos en la Améri­
ca española y portuguesa: en vísperas de su expulsión, en 1759, la
orden contaba con 25 residencias en Brasil, manteniendo 18 liceos y
seminarios. Los jesuitas del Paraná habrían construido una prensa
rudimentaria, utilizando caracteres de metal y de madera, sistema
que se habría mantenido hasta 1727.

464 El collége anexo del Carolinum,


antigua universidad de Praga, des­
5.4o La Biblioteca Vaticana pués de la Montaña Blanca. El
Clementinum es un complejo de
Una vez más, la evolución institucional y patrimonial del Vaticano edificios tanto culturales como re­
ligiosos 7 es el centro de la provin­
fue el reflejo de la trayectoria de la institución pontificia y de la cris-
cia jesuita de Bohemia: iglesias,
tiandad romana. Con Pablo III la gestión de la Biblioteca estuvo cada aulas de enseñanza, bibliotecas,
vez más influenciada por la problemática militante de la Contrarre- imprenta y observatorio.

17 6
H IS T O R IA D E L LIB R O

forma, siendo así que se convirtió en fuente de documentación para


las cuestiones tratadas en Trento465. Pablo IV le añadió una imprenta
(la «Tipografía del popolo romano»), que fue dirigida por el hijo de
Aldo Manucio, Pablo, y que publicaría la primera edición del Index.
Esta instrumentalización no estuvo reñida con una serie de adquisi­
ciones considerables, que llegaron a hacer de la colección una de. las
más ricas habidas en el mundo hasta hoy. Así, la Biblioteca Palatina
de Federico V fue transportada de Heidelberg a Roma en 1622, y
poco después Alejandro VII adquirió la biblioteca de los duques de
Urbino (1658), antes de la llegada de los libros de la reina Cristina de
Suecia (1689). La amplitud de los fondos aumentados obligó ya a
Sixto V (1585-1590) a reformar el edificio, ampliándolo con cinco
salas contiguas. El arquitecto Doménico Fontana dirigió las obras,
que se enmarcaban en el programa general de acondicionamiento de
la ciudad. Urbano VII (1623-1644) proyectó nuevos locales en el
patio de Belvedere, y así la Biblioteca se fue progresivamente anexio­
nando salas suplementarias. Sin embargo, en la misma época, ésta
tendía a cerrarse cada vez más, hasta que en 1786 Pío V limitó drás­
ticamente la consulta466.

6o IMPRENTA, REFORMA, M ODERNIDAD

Así pues, las relaciones entre la evolución religiosa y el medio de la


imprenta se organizaban en tomo a varios planos entrecruzados. Nos
detendremos en los principales.

6.1. La primera modernidad

465 Así, bajo Pío IV (1559-1565), se


Por lo que al contenido se refiere, la Reforma se planteaba como un
llevará a Trento (1563) para con­
sultar el ms. Vat. Lat. 3806 (Sacra- resultado lógico del trabajo de exégesis, análisis y crítica iniciado por
mentaire de Fulda) que se creía en­ los humanistas en los textos de la Antigüedad y las fuentes cristianas.
tonces el misal de San Gregorio. Como Lutero en cuanto a los agustinos de Erfurt, que vivía en medio
466 La renovación, que sólo data de de libros, la propia Reforma era hija de la cultura escrita y el libro.
1883, año de apertura del depósito Desde el punto de vista práctico, se observa una familiaridad mucho
de investigadores, estará marcada
por un profundo reacondiciona­
mayor con el mundo escrito en los siglos XIV y XV en regiones como
miento de las aulas de consulta Bohemia o el Rin inferior. Así, Pierre Chaunu lleva mucho de razón
como la creación de la «Sala Leoni­ al insistir en el hecho de que la innovación religiosa se relacionaba
na» para los usuarios y por el enri­
con estructuras demográficas y económicas que fueron características
quecimiento considerable llevado
bajo el pontificado de León XIII
de la Europa media: cifras de población más elevadas, un mayor
(1878-1903). volumen de intercambios, el auge de las actividades de negocios, un

177
F R É D É R IC B A R B IE R

mejor marco político y cultural (pensemos en las tasas de alfabetiza­


ción), la urbanización creciente y una cierta alteración de los esque­
mas socioprofesionales. En definitiva, un conjunto de caracteres que
son propios de una modernidad ligada a las ciudades, lugares de la
aculturación por excelencia, pero que también vienen a dibujar la
geografía de una especie de centro de gravedad europeo467.
Algunos factores, que implicaron cambios en los modelos cultu­
rales, en las sensibilidades y en los flujos de representaciones, como
también los hábitos de adquisición y lectura, hicieron posible el
desencadenamiento de la Reforma. Se trataba de una reorganización
de las prácticas y las categorías de una mayoría en relación al sistema-
libro.

6.2. La medfafizadón de la masa

El proceso siguió su tendencia lógica: si las prácticas ligadas al libro y


al mundo escrito habían conducido a la Reforma, las medidas de esta
última provocaron alteraciones aún más palpables a largo plazo. La
desaparición del clero como mediador supuso, de entrada, que todo
el mundo podía leer y comprender los textos y, por tanto, que todos
podían acceder a la alfabetización -siendo la lectura la llave de la sal­
E l cam po de investigación sigue
vación- y que la lengua de la Iglesia les fuera inteligible (de ahí la ^
p rácticam ente virgen; sobre la or­
medida de publicar en lengua vulgar)468. A raíz de los acontecimien­ ganización de la geografía del libro
tos de 1517, el mundo reformado se caracterizó por tener tasas y su evolución en el tiem po véase
medias de alfabetización con frecuencia ligeramente superiores a las por ej. los trabajos de D . PUMAIN
[y al!] Villes et auto-organization,
observadas en el medio católico en condiciones similares.
París 1989, o tam bién sobre la ar­
Claro está, la innovación principal de la Reforma para la historia ticulación centro (s) / periferia(s).
del libro residió en la invención de la mediatización de la masa por la H . FlACHMANN, Martin Luther und
vía de la imprenta. De ello se desprenden dos grandes consecuencias. das Bücb, Tübingen, 1996. J.-E GlL-
La primera es que la .rigidez tipográfica estandarizó las opiniones y MONT, Jean Calvin et le livre impri­
mé, Ginebra, 1997, pp. 157 y ss.
posiciones, haciendo más difícil el acercamiento y la conciliación469.
Por otra parte, gracias a la multiplicación y circulación de ejemplares 469 He omitido un comentario del au­
tor que incluye un juego de pala­
de un mismo texto, la imprenta permitió construir un campo de con- bras que no se entendería en la
ciencia común al que se vendrían a oponer otros campos característi- edición castellana: «Se ha utilizado
eos de otros partidos o grupos de presión. La labor de la imprenta y la metáfora de las palabras pris au
la difusión más amplia de los impresos también hicieron posible que piege (=cogido en la trampa) sobre
un espacio de la página tipográfica
el debate saliera de los pequeños medios aislados y pasara a constituir del que no podían escapar». El co­
un movimiento general. Así, los reformadores comprendieron pron- mentario sirve de ejemplo para in­
to que la imprenta, al autorizar el sacerdocio universal, servía a su sistir en la idea del autor de esta­
blecer una relación entre la rigidez
causa. Para Lutero era «el mayor y la más profunda manifestación de
tipográfica propia del nuevo me­
la gracia divina, por cuyo medio se propaga la influencia del Evange­ dio y la congelación de opiniones
lio». de las mayorías. [N. de la T J

178
H IS T O R IA D E L LIB R O

Las relaciones entre la Reforma, la difusión del libro y la moder­


nización de las prácticas culturales no fueron, sin embargo, inmedia­
tas; sin ir más lejos, acabamos de ver las reticencias de los reformado­
res de cara a la ampliación del público lector. Jean-Fran^ois Gilmont
señala que Calvino escribía normalmente en latín, la lengua interna­
cional del momento, como también que el periodo en el que se desa­
rrolló la acción del reformador fue precisamente aquel en el que se
estaba construyendo una nueva utilización del francés como lengua
de escritura, proceso al que contribuyó personalmente. A partir de
1541 Calvino comenzó a escribir directamente en francés, para diri­
girse a la masa de los illiterati, esos «pobres fieles rudos y desprovistos
de letras». Por lo demás, las prácticas tradicionales de acceso -anun­
cios, carteles, lectura en voz alta hecha a un grupo- explican que la
recepción estuviera a veces fuera de la proporción con las cifras de.
tirada tal y como las conocemos.
La penetración de la imprenta contribuyó al éxito de la Reforma,
alterando las sensibilidades y las formas de análisis. Así, la cultura
protestante se corresponde con la lectura individual (hecha por uno
mismo y para uno mismo) y con el sentido de la responsabilidad
(hacia sí mismo y hacia los demás). La familia era la estructura cen­
tral, con un fuerte énfasis en los hijos: se trataba del aumento de
importancia de la educación por medio del libro, que habría de per-
mitir acceder a la salvación e integrarse en una sociedad donde la
alfabetización media iba aumentando con rapidez. Pero la lectura
religiosa individual favoreció también la extensión de la cultura
libresca a otros sectores socioculturales, favoreciendo el aumento de
los talleres de imprenta y la extensión de las redes de difusión del
libro, de todo tipo de libros. Así, la imprenta y su espacio materiali- •
zaron un modelo cultural complejo, basado en la dialéctica entre el
individuo responsable y la comunidad antes que en el principio de
autoridad inmanente y absoluto. La multiplicación y el flujo corrien­
te de los impresos favorecieron esta tendencia a la abstracción y a la
racionalización, que está en la propia base del sistema alfabético y de
la tipografía en caracteres móviles.
Finalmente, la irrupción del impreso condujo, en un tiempo rela­
tivamente breve, a replantearse las relaciones entre la religión y la
política, y, por consiguiente, a profundizar en el análisis sobre la
naturaleza y funciones de los asuntos públicos. La dimensión religio­
sa del poder político hacía difícil concebir la diversidad confesional
en el seno de un mismo Estado, a la vez que crecía la competencia
entre las diferentes fuentes del propio poder: el rey, la nobleza, los
parlamentos, las autoridades eclesiásticas... A imagen de Claude de
Seyssel, autor de la Gran monarquía de Francia (1519) a petición de

179
F R É D É R IC B A R B IE R

Francisco I, los teóricos comenzaron a proliferar. De hecho, la técni­


ca gutenbergiense permitió al Estado moderno entrar de lleno en el
orden de los «imperios de papel», cuya modernización se basó en la
producción y el control de los crecientes y nuevos flujos de imágenes,
saberes y prescripciones que se basaban en la imprenta.
A nivel práctico, conviene señalar el estrecho vínculo que había
entre la administración y el mundo escrito. La extensión de las pre­
rrogativas del rey y el desarrollo de la administración trajeron consigo
el aumento del papeleo, una de las constantes de la modernidad. El
cuadro del Empadronamiento de Belén de Brueghel el Viejo (hacia
1566) mezcla el tema del empadronamiento bíblico con el del pago
del diezmo: en una ciudad de Flandes, los agentes del fisco descen­
dían al abrigo de la Corona verde, como informaba un cartel colgado
en el muro a los soldados imperiales. Los empleados guardaban el
dinero compulsando grandes pliegos en los que figuraban los regis­
tros de los contribuyentes. Por otra parte, en la ciudad no había ni
rastro del mundo escrito ni de la imprenta. En la misma corriente, el
Pago del diezmo (1620) de Brueghel el Joven ilustraba de forma satíri­
ca él peso del papeleo administrativo y las relaciones equívocas entre
los habitantes rurales y las de los administradores, que vivían en
mundos completamente diferentes.
En definitiva, el análisis de las relaciones entre la Reforma y la
imprenta puede ser observado bajo un prisma estructuralista. Así
pues, la cuestión de la anterioridad de una categoría con respecto a la
otra -la infraestructura socioeconómica en relación a la superestruc­
tura cultural y religiosa- no está bien planteada. Lo que estaba en
juego era un proceso general de modernización en virtud del cual, ya
fuera a nivel regional o en ámbitos mayores, las sociedades que antes
eran tradicionales cambiaron sus sistemas de manera global: la demo-
grafía evolucionó, y la estructura y las prácticas económicas cambia­
ron, con el aumento, de importancia de todos los factores que impli­
caban relaciones, como también por disponer de capitales más cuan­
tiosos a invertir. Estas sociedades en vías de modernización fueron las
primeras en las que las relaciones con el mundo escrito se renovaron;
son aquellas en las que apareció la técnica de la tipografía en caracte­
res móviles; son aquellas, en suma, en las que el esfuerzo de cada cual
por desarrollar otras relaciones con el mundo y con la fe podía con­
ducir, a corto plazo, al proceso de Reforma religiosa.
Por último, tras las condiciones previas que hicieron posible -o
necesario- el cambio, tras la época de la invención de lo nuevo, vino
la de su puesta en marcha, la de las medidas estratégicas y tácticas, la
de las sucesiones de acontecimientos y las lógicas de sus tramas (se
podría casi hablar de «politización»). Nacida a partir de condiciones

180
H IS T O R IA D E L LIB R O

de posibilidad ligadas en sí mismas a las mutaciones del mundo escri­


to, la Reforma estaba impregnada de las mismas gracias a las innova­
ciones que introdujo en el sistema-libro de su tiempo. Y una de sus
consecuencias menores, que no ha de despreciarse, es haber impulsa­
do a la Iglesia católica a seguir las vías que ella misma había explora­
do, esto es, a adoptar otras relaciones con el saber, con el texto y, en
definitiva, con el libro.
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Capítulo 9
El paradigma dei absolutismo:
la Europa moderna y la imprenta

Dado que aquí reina la libertad de conciencia, no solamente se leen sino


que también se imprimen cada día libros plagados de herejía; no es posi-
ble poner remedio a esta situación, ya que el rey la autoriza...
(Nota del nuncio apostólico en Francia, 1602)

lo EL SIGLO XVI!

Más allá de ciertos apriorismos que restarían importancia a la cues-


tión, las dificultades de periodización no tardan en aparecer. Donde
la historiografía francesa ve la época de la construcción y afirmación
del clasicismo, la historiografía alemana es sensible a la crisis política
y religiosa a la que los tratados de 1648 daban un plazo provisional,
mientras que Inglaterra, tras las luchas políticas y la guerra civil, se
encaminaba hacia el parlamentarismo y el crecimiento económico.
Lejos de definirse como la época del clasicismo, el siglo XVII solía
estar relacionado con una concepción barroca470, que venía a dibujar
tanto las formas intelectuales de la Contrarreforma como los esque­
mas políticos del absolutismo; todo ello quedaba reflejado en los gus­
tos artísticos. En suma, según las palabras de Lucien Fevre, hay que
desconfiar del «poder de las etiquetas». Y no hay que olvidar que en la
historia del libro el privilegio debía siempre darse a medio o largo
plazo, sobre todo si adoptamos una perspectiva comparativista.
En cuanto a la demografía, casi todos los índices estaban al rojo
vivo en torno a 1630, y el decrecimiento fue general en toda Europa,
470 V. L. Tapié, Baroque et classicisme, . , A, 7, . ,
pref. M. Fumaroli, última ed., Pa- especialmente en Alemania, excepto en aquellos espacios mas prote-
rís, 1980. gidos, cuyo descenso se limitó a una ligera disminución, sin llegar a

183
F R É D É R IC B A R B IE R

ser un gran déficit. Tal es el caso de los Países Bajos septentrionales,


Rusia, Escandinavia y, sobre todo, Inglaterra, cuya población aumen­
tó en unos tiempos en los que Francia se sumergiría en los terribles
años de finales del reinado de Luis XIV471. En esta misma época, el
modelo político moderno imperante, organizado en torno a la corte
real o principesca, tendía a entrar en crisis472. Por entonces, el best
seller de la librería estaba representado por el Tratado del cortesano, de
Baltasar Castiglione (1748-1529)473, inspirado en la corte de Urbino,
la más brillante de Italia. La obra conoció más de cien ediciones hasta
1616 y fue traducida al francés por Estienne Dolet474; su traducción
inglesa a cargo de sir Thomas Hoby (1561) le convirtió en uno de los
libros más expandidos de la época isabelina. Gracias a Castiglione, el
modelo de la vida cortesana se difundió por toda Europa, reflejándo­
se poco a poco en la sociedad privilegiada: desde la corte hasta la
nobleza, pasando por la burguesía de toga y las elites urbanas. Sin
embargo, y en esta misma época, la dimensión política fue cambian­
do poco a poco, para limitarse a las meras reglas de la vida en socie­
dad. A mediados del siglo XV III, el prefacio del librero a la edición ita­
liana de La verdadera política de las personas de calidad475 cerraba esta
alteración de las representaciones: había que conocer algunas «reglas
generales», tanto para vivir

con distinción en el extenso círculo que llamamos mundo como para 471 Es posible que el progreso de las
•técnicas agrícolas ya hayan desem­
ganarse la estima de las personas de mérito y buen gusto, así como para peñado un papel permitiendo de
seguir sagazmente las Luces de la razón, del buen sentido y de la reli­ manera eficaz reducir los riesgos de
gión. una gran escasez (Histoire économi-
que et sociale du monde, II, 49).
Dictionnaire de l'Anden Régime,
La hegemonía de la corte decayó. Los personajes importantes, la ciu­ París, 1996. L. B ély , La France
dad y, sobre todo, la opinión pública, pasaron a ser los mayores acto­ moderne, 1498-1789, 4a ed., París,
res del juego político, y el Estado absolutista se vio obligado a ceder 1998. D. P o u l o t , Les lumtires,
París, 2000.
algunos de sus sistemas de funcionamiento si quería seguir permane­
ciendo a la cabeza del juego. 472 La corte e il cortesano, Roma, 1980.
473 Venecia, Aldus Manutius, 1528. P.
BURKE, The Fortune ofthe courtier:
the european reception o f Castiglio­
ne 's Cortegiano, University Park
2. COYUNTURAS Y GEOGRAFÍA DE LA IMPRENTA (Penn.), 1996.
474 Le Courtisan de Messire Baltasar de
La época puede inscribirse en una doble coyuntura, con una fase ini­ Castillon, nouvellement revue et co­
cial de auge que contrastaría con las dificultades crecientes que sobre­ rrige por Merlín de Saint-Gelais y
publicado por. Estienne Dolet,
vinieron desde 1550. El nuevo reparto geográfico constituye un Lyon, Fran^ois Juste, 1538, 8o.
fenómeno fundamental. Tendía a favorecer de una manera cada vez
475 N . R é m o n d d es C o u r s , La véri-
más nítida a los países del norte respecto a los del sur de Europa, a la table politique des personnes de
vez que la imprenta comenzó a perder fuerza en los imperios colonia- qualité, París, J. Boudot, 1692.

184
H IS T O R IA D E L LIB R O

les, sobre todo en la América inglesa. Amberes, más tarde Amsterdam


y finalmente Londres, fueron tomando sucesivamente el puesto de
centro económico tras los declives de Sevilla y de Venecia. Por último*
habría que señalar la extrema dependencia de la. imprenta respecto a
las categorías y acontecimientos políticos, de tal manera que nada
relacionado con la imprenta podía ser ajeno al poder, y las propias
condiciones de su negociación la hacían sensible a todo acontecimien­
to extraordinario (inestabilidades, guerras, etc.).

2 .1 . Francia

La curva propuesta por H.-J. Martín para la producción impresa


francesa deja ver un primer momento de expansión (con el paso de
unas 400 a 850 obras anuales entre 1500 y 1540) seguido de un
periodo de crisis -marcado por las guerras de religión-, en el curso
del cual se vuelve a un volumen anual de unas 500 obras.

P r o d u c c ió n im p r e sa en F r a n c ia e n l o s s ig l o s x v i y x v ii (n ú m e r o d e t ít u l o s p u b l ic a d o s )

Siglo París Lyon Rouen Esttasbu go Burdeos Douai Poitiers Lille Caen
XVI 25.000 15.000' 2.600 - .395 550 710 26’ 715
XVII 17.500 ? 5.600 3.250 2.750 2,720 1.400 1.030 1.010

En el siglo XVII se recuperó el ascenso -con 1.000 obras hacia 1660-,


a pesar de que los años centrales fueron los más difíciles a causa de las
dificultades económicas en general, de la reorganización del mercado
internacional y del ascenso de los holandeses. Ejemplo de ello lo*
constituyen los Cramoisy, primeros impresores-libreros parisinos que
en 1658 se vieron obligados a suspender sus pagos. Idéntico fenóme­
no se produciría en la época en la que la «crisis de la conciencia euro­
pea» vendría acompañada de un descenso de la producción impresa
francesa. Es posible que la coyuntura haya sido más favorable en las
ciudades de provincias, como parece mostrar la estadística retrospec­
tiva476.

476 La fuente es la de la Bibliotheca bi-


bliographica aureliana. La progre­ 2.2. El sur de Europa
sión está sobrevalorada, pero la
conjetura provincial, es ciertamen­
En gran parte de su territorio, Italia se vio afectada por inestabilida­
te favorable. Toulouse no estaba
censada. des de larga duración, registrando una producción de 13.000 a
477 M. SANTORO, Storia del libro ita­
14.000 obras en la época incunable, mientras que las prensas estaban
liano, p. 106. circulando en unas 80 ciudades®. En el siglo XVI, el número de obras

185
F R É D É R IC B A R B .IE R

pasó a ser de 50.000, con un aparente aumento tras 1550, fecha en la


que se registran dos tercios de las obras publicadas, frente a un tercio
en el periodo anterior. En la distribución geográfica queda plasmado
el dominio de Venecia, que vino a acaparar la mitad (49%) de las edi­
ciones registradas, seguida de Roma (12%), y a continuación Floren­
cia (6%), Milán (5%), Bolonia (4%) y Nápoles (menos del 3%).
Aunque constante, el dominio veneciano tendió sin embargo a debi­
litarse ante la emergencia de la política moderna, y vemos a Vicenza,
que había sido un centro tipográfico incunable, descender a un
segundo plano, mientras que Turín hizo su aparición en el octavo
lugar del tablero.
La coyuntura del siglo XVII fue más floja478, y continuó la reorde­
nación geográfica, con el declive de Venecia -inmersa en la guerra
interminable de Candía (1645-1669), para luego verse obligada a
abandonar su mejor posesión del Mediterráneo oriental-, el ascenso
de Roma y Bolonia, y, en menor medida, también de Florencia,
Nápoles y Padua. Esta geografía albergó una especialización temática,
sobre todo con una mayor proporción de obras religiosas en Roma
(40%), que fue menor en Venecia (16%), mientras que Bolonia se
sitúa en un nivel intermedio.
En la Península Ibérica registramos una treintena de talleres a
principios del siglo XVI, que fiieron especialmente activos en Sevilla
(con los Cromberger y los Junta) y en Salamanca (con los Canova)479.
Madrid no contó con una imprenta hasta 1566480, poco después de
que Felipe II estableciera su corte (1561). Por tanto, estamos ante un
entramado relativamente poco extenso, formado por pequeñas uni­
dades -que rara vez superaban las cuatro prensas- de estructura fami­
liar y principalmente orientadas a los trabajos relativos a la ciudad e 478 S. PlANTANIDA, L. DlOTALLEVI,
impresos administrativos. Así pues, el mercado de libros en español G. L iv r a g h i , Autori italiani del
-se quedó en un mercado nacional -centrado en la península y en las '600, Milán, 1950.

posesiones de ultramar"1- , y los impresores locales no pudieron com- 479 Barcelona, Burgos, Granada, Sala­
petir con las grandes casas extranjeras en cuanto a obras en latín o manca, Zaragoza, Sevilla, Toledo,
Valencia y Valladolid.
aquellas susceptibles de una difusión mayor. En el siglo XVII, Madrid
480 El primer impresor es Alonso Gó­
se había convertido en el gran foco de la vida intelectual española, y,
mez, asociado al francés Pierre Co-
oficialmente, contaría con 46 libreros hacia 1650. En cuanto a Por­ sin.
tugal, su producción fue más débil. No se han registrado más que
481 Pero se publica en español en otras
cinco impresores en Lisboa hacia 1551, cifra que descendió a cuatro ciudades del Imperio, por ej. en
en 1631. A excepción de la capital, las prensas estuvieron casi ausen- Praga.
tes del país, y el conjunto de la producción portuguesa no sobrepasó 482 A. J. Saraiva , Historia da cultura
las 1.300 ediciones en el siglo XVI482. El mercado fue muy limitado ern Portugal, Lisboa, 1962, 3 vol,
aquí t. II, p. 128 (citado por C. Ne-
(un millón de habitantes), de tal manera que Portugal vino a funcio­
VES LOPES, Les relations editoriales
nar como una geografía de importación de libros. En el siglo XVI, Lis­ entre le Brésil et le Portugal..., Tesis,
boa registra entre 30 y 40 librerías, según el año. París VII, 1998, p. 56).

186
H IS T O R IA D E L L IB R O

23* Las potencias del norte? Alemania y Países Bajos

La trayectoria alemana fue muy contrastada, con una fase de auge


en el siglo XVI seguida de una crisis radical en la primera mitad del
siglo XVII, que estuvo marcada por la Guerra de los Treinta Años. Nos
encontramos ante una doble fase de declive y de muy lenta recupera­
ción; hasta 1768 no se encontraría el mismo número de publicacio­
nes que se presentaron en las ferias en 1610. La franja de las 1.000
obras fue franqueada poco antes de 1600, produciéndose 1.600 obras
anuales entre 1610 y 1619, cifra que descendería a 660 entre 1632 y
1641483.

2.3.7. Amberes y Plantino

La geografía más abierta al Atlántico se benefició de una mejor


coyuntura, sobre todo Amberes. La carrera de Plantino constituye un
buen ejemplo de las extraordinarias oportunidades que se presenta­
ban en esta capital económica europea. Cristóbal Plantino (hacia
1520-1589) ingresó en el taller del impresor librero Roberto (II)
Macé, en Jaén. Se casó con Juana Macé y, pronto, emigró a Amberes,
donde se registró como encuadernador y artesano de cuero, antes de
ser acogido en el gremio de san Lucas, la corporación de los impreso­
res tipógrafos. Establecido como impresor-librero en 1555, adoptó
su célebre marca tipográfica «Al compás de oro», con el lema Labore
et constantia (Con trabajo y constancia)484. Plantino no tardó en con­
483 Estas cifras sólo se refieren a las
vertirse en el impresor oficial del gobierno español, beneficiándose
ediciones que aparecen en los catá­
logos de las ferias; todos los títulos como tal de muchos privilegios. Su imprenta fue, seguramente, la
publicados dentro del ámbito re­ más importante del mundo: de 1563 a 1567 33 obreros se distribu­
gional o local, los «trabajos de la ían en torno a sus siete prensas, que producían 237 obras, esencial­
ciudad», etc., no necesitan de las
ferias y permanecerán casi desco­
mente de tipo religioso, pero también de los clásicos y manuales esco­
nocidos. Por el contrario, la feria lares. En 1567 se abrió una filial en París, que hasta 1577 estuvo diri­
cataloga los títulos que no son ale­ gida por el yerno de Plantino, Gil Beys (1550-1595).
manes, pero que pasan por el mer­
Pero los acontecimientos se desbordaron. Los Países Bajos espa­
cado de Frankfurt para ser difun­
didas a escala europea como las
ñoles fueron escenario de una crisis violenta en la que los elementos
ediciones genovesas de Calvino. religiosos (iconoclastas) se mezclaron con los factores políticos y
484 Correspodance de Christophe Plan- sociales (1566). Felipe II y el duque de Alba reaccionaron con severi­
tin, ed. M. Rooses, J. Denucé, dad, y Plantino prefirió distanciarse de sus amigos humanistas, favo­
Amberes, 1911-1918, 9t. En 8 rables a la Reforma. Una grandiosa publicación manifestaría de
vol. De supl, ed. Van Durme,
forma inequívoca su adhesión a la causa española y a la Contrarrefor-
ibid., 1955.
ma: la Biblia políglota (Biblia regia), Biblia en cinco lenguas impresa
485 Biblia sacra hebraíce, graece et lati­
ne,, Amberes, Ghristophe Plantin,
con apoyo del rey y el cardenal de Granvelle y en cuya edición cola­
1569-1572, 8 vol., 2°. boró el jesuita español Arias Montano (1527-1598)485.

187
F R É D É R IC B A R B IE R

El impresor acababa de recibir el privilegio de «archi-impresor real»


(1570), que le aseguró el monopolio de la producción de libros religio­
sos en el vasto Imperio español. Fue entonces el apogeo del «Compás
de oro», que en 1574 contaba con 16 prensas y empleaba a 20 tipógra­
fos, 32 prenseros y tres correctores. Un taller de fundición perfecta­
mente equipado completaría el conjunto. Pero la continuación de la
guerra entre los españoles y los protestantes de los Países Bajos septen­
trionales (Provincias Unidas), junto con el saqueo de Amberes por
parte de los españoles (1576) y las crecientes dificultades políticas y
financieras de Madrid, llevaron a Plantino a abandonar su filial parisi­
na (1577) y a acercarse de nuevo al bando protestante. Abrió una
sucursal en Leyde, cuya universidad acababa de ser creada, y se instaló
en esta ciudad. Se acercó al rector Justo Lipso (1547-1606) y se convir­
tió en el impresor de la Universidad (1583-1584). La imprenta de
Leyde constituía entonces el principal taller de Holanda.
Plantino acabaría su vida en Amberes. En treinta y cuatro años
’ de actividad había publicado 2.450 ediciones486. Excepcional trayec­
toria, que ilustra magníficamente las posibilidades de enriqueci­
miento que ofrece el contacto con los poderosos, como también el
peso fundamental de los aspectos políticos, al mismo tiempo que el
retorno de la coyuntura favorable al Norte y a las potencias maríti­
mas: Amberes, Países Bajos septentrionales, y más tarde Inglaterra se
convirtieron en focos de producción y difusión de impresos de pri­
mera magnitud. Había otros grandes talleres funcionando desde el
siglo XVI a imagen del de Froben, que hacia 1525 hacía girar una ^ La empresa de Plantin continuará
decena de prensas en Basilea. hasta la compra del edificio por la
ciudad de Amberes en 1876 y se
transformará posteriormente en
Museo Plantin-Moretus.
2.3.2. Holanda487
487 Primera difusión de la imprenta en
Holanda: Utrecht (1473), Delft,
Prácticamente independiente tras el tratado de Utrecht (1579), Deventer, Gouda (1477), Sint- Ma-
Holanda vio asegurada su fortuna en el siglo XVII, momento en que artensdijk y Zwolle (1478), Nime-
Amsterdam se impuso como el foco económico mundial en lugar de gue (1479), Hasselt (1480), Cu-
lemborg, Haarlem y Leide (1483),
Venecia y Amberes. La población de la ciudad se cuadruplicó en un
S'Hertogenbosch (1484), Schoon-
siglo para alcanzar los 200.000 habitantes en 1700. Estamos ante una hoven (1495), Schiedam (1498),
sociedad urbanizada que vivía al margen de la antigua jerarquía de los Roterdam (1501), Amsterdam
órdenes, una sociedad enriquecida por el comercio, tolerante y pluri- (1506), La Haya (1518). P. H o f t ij -
ZER, O . LKHORST, Drukkers, boe-
confesional. El confort del estilo de vida era palpable; las curiosidades kerkopers en lezers in Nederland tij-
intelectuales y los gustos artísticos se expandieron en el seno de la dens de Republick: een histoñograsche
burguesía urbana, medios eclesiásticos, estudiantes y profesores de la handleiding, s'Gravenhage, 1995.
H . FURSTNER, Geschichte des nie-
Universidad de Leyde. Los cuadros de Vermeer y otros pintores fla­
derlandischen Buchhandels, Wiesga-
mencos escenificaban un mundo acomodado, poblado de interiores ben, 1985 («Geschihte des Buch­
amables en los que se reciben visitantes, se toca música, se ofrece handels»).
H IS T O R IA D E L L IB R O

bebida y se lee. Se impuso el capitalismo mercantil; el Atlántico se


estaba abriendo y dominaba la burguesía, aunque se encontraba divi­
dida en una alta burguesía interesada en mantener buenas relaciones
con España y una pequeña burguesía de artesanos, comerciantes y
pastores que seguiría al príncipe de Orange488.

P r o d u c c ió n d e l ib r o s e n H o l a n d a (n ú m e r o d e t ít u l o s )

Decada 1500 1510 1520 1530 1540 1550 1560 1570 1580 1590
Católicos 440 524 826 1.5801.486 '1.542 2.023 1.862 1.479 1.179
Protestantes 800 856 236 139 65 7185 187 908 1172
Total 1.240 1.380 '1,062. 1.719 1.551 .1.6132.108 2.049 2.370 2.351

Fuente: Neddermeyer, 1,415.

La modernidad de la librería se remite a una modernidad de conjun­


to, y estuvo reforzada por la ausencia, o por la relativa ligereza, de la
censura (instituida por el edicto de 1581489). Las subastas de libros y
de bibliotecas completas aparecieron en 1599, prueba de la existencia
precoz de una sociedad muy cultivada y lo suficientemente rica como
para alimentar a esta nueva rama del comercio. En el siglo XVII, los
Países Bajos septentrionales fueron la «tienda del universo», con sedes
de librería repartidas, siendo la más conocida la de los Elzevier490.
488 Holanda, que fue una república de Antiguo compañero de Plantino, Luis Elzevier, de Lovaina, se instaló
1660 a 1672, es invadida en 1672
en Leyde y se dedicó a la librería de ocasión. Una imprenta fue com­
por Luis XIV, los hermanos Van
Witt son asesinados en la plena ca­ prada en 1616, que permitiría a los Elzevier convertirse en los impre­
lle y Guillermo III de Orange sores oficiales de la universidad (1620). Se trataba de su mejor época,
toma el poder. que estuvo simbolizada por el lanzamiento de la colección de clásicos
489 La Iglesia controla los textos que en pequeño formato (1629). Eran libros manejables que portaban un
tengan relación con la religión o la texto de calidad en una presentación cuidada y a un precio relativa­
política; la librería permanece
exenta de control y las corporacio­
mente asequible; en suma, libros modernos, pensados para un hábito
nes impiden a lo largo del siglo de lectura y una sociedad que ya en sí mismos eran modernos. A fina­
XVIII que se tomen medidas de vi­ les de siglo, la revocación del edicto de Nantes por Luis XIV (1685)
gilancia.
indujo a refugiarse en Holanda a numerosos franceses partidarios de
490 A. WlLLEMS, Les Elzevier: bistoire la religión, como haría Pierre Bayle, que desarrolló una intensa acti­
et annales typogrctphiques, Bruxelas,
vidad fjublicitaria491. Bayle explicaba:
1880. H. B. C o p in g e r , The Elze­
vier press, Londres, 1922. D. Da-
VIES, The world o f the Elzevier Nuestras prensas [en Holanda] son el refugio de los católicos tanto
1580-1712, Den Haag, 1954. como de los reformados, y tememos tan poco los argumentos de los
491 Se estima que el número de libre­ Señores de la comunión de Roma que dejamos que todos sus libros se
rías en Amsterdam gira en torno a
vendan al público, a diferencia de los países de la Inquisición, donde
250 entre 1680 y 1725, de las cua­
les 24 son hugonotes (H. FURST-
[...] se teme que las controversias católicas salgan a la luz, como tam-
NER, Geschichte. .., p. 68.) bien que se puedan sacar objeciones a sus obras...

I8 9
F R É D É R IC B A R B IE R

Por consiguiente, en el siglo XVIII la librería holandesa se beneficiaría


de una imagen de libertad y de progreso, y a veces también de escán­
dalo, hasta el punto de que el remite -incluso ficticio- de un impre­
sor-librero holandés funcionaba como una garantía de la novedad del
texto, e incluso, de su potencial subversivo, que servía como argu­
mento de venta. Esta coyuntura eufórica trajo consigo la moderniza­
ción de las estructuras y prácticas profesionales: los capitalistas -sobre
todo en el sector de la papelería- invirtieron con mayor énfasis en las
operaciones de librería que les parecían prometedoras. Se constituye­
ron compañías para las operaciones importantes, tanto si se trataba
de una o de varias ediciones específicas como si se trataba de un con­
junto mayor de actividades de edición y difusión. Así, la Nederlands-
che Bijbel Compagnie, fundada en Amsterdam en 1680 y que habría
de funcionar hasta 1961, reunía a todos los libreros de Amsterdam y
de Haarlem.

2 A E! ascenso de Inglaterra

El siglo XVII vino marcado por un fenómeno de primer orden, el


comienzo del despegue de Inglaterra.

2.4.7. Auge global

La evolución demográfica inglesa se mostró muy favorable, los gran­


des mercaderes se involucraron en los asuntos públicos y el reino se
orientó a surcar los mares, desafiando con ello al Imperio español y a
la supremacía holandesa. Su política se basaba en una propaganda
activa, como también en una propaganda impresa. La competencia
holandesa fue eliminada en seco, hasta el punto de que al final del
siglo los capitanes holandeses terminaron estando al servicio de los
intereses ingleses.
En el centro del entramado, Londres, cuya Bolsa se fundó en
1566 (el RoyalExchange), se convirtió en la mayor ciudad de Europa,
pasando de tener 200.000 habitantes en 1600 a tener 400.000 a
mitad de siglo, que llegarían a ser más de 575.000 en 1695. La
modernidad también tuvo una cara política. Carlos I Stuart quería
establecer un sistema absolutista, pero la revuelta irlandesa necesitaba
efectivos financieros que sobrepasaban la capacidad del tesoro real
(1641). Ello abrió una etapa de revueltas, coronadas por la ejecución
del rey en 1649, la dictadura de Cromwell, la restauración de los

190
H IS T O R IA D E L LIB R O

Stuart (1660) y, finalmente, el ascenso de la dinastía de los Orange


(1688). Inglaterra adoptó así un sistema parlamentario que, asegu­
rando la discusión y confrontación de intereses, favoreció enorme­
mente el crecimiento.

2.4.2. La organización de ia librería

La economía de la imprenta se desarrolló en el seno de estos movi­


mientos, a la vez que el estatuto de los autores e intelectuales fue un
elemento que, sin duda, habría de conducir a la «gloriosa revolución»
de 1688. Hubo un gran desfase entre las aspiraciones de los numero­
sos titulados universitarios y sus posibles carreras posteriores, en una
época en la que las salidas no se veían claras. Estos «intelectuales alie­
nados» pasaron a constituir una clase desencantada, que se hizo muy
crítica en relación a los poderes y a las instituciones492.
La época estuvo marcada por la organización de la librería ingle­
492 Se observa la permanencia de este
. fenómeno por toda Europa. Véase sa moderna. Hasta 1535 dos tercios de los impresores y libreros
por ej. W. FRIJHOFE, «Surplus ou ingleses eran de origen extranjero, y en 1523 sólo se han contabiliza­
déficit? Hipothéses sur le nombre do treinta y tres impresores en Inglaterra. En la misma época, el obis­
des étudiants en Allemagne a
po de Londres hizo aplicar la bula de León X contra los libros lutera­
l'époque moderne, 1576-1815»,
en Francia, 1980. Pensemos tam­ nos, prohibiendo la importación de libros extranjeros (1520), a la vez
bién, refiriéndonos a Francia, en que el arzobispo primado de Canterbury presidió la comisión de cen­
«Rousseaux du ruisseau» estudia­ sura para los títulos de reciente aparición. Tras la ruptura con Roma
dos por Robert Darnton, o tam­
bién a los comentarios que hace
(1534), el control de la librería pasó a manos de la corona (1538),
con asombro Tocqueville sobre que lo iría delegando poco a poco en manos de los profesionales. En
América ( Oeuvres, París, 1991, p. 1557, MaríaTudor (f 1558) concedió el monopolio de impresión a la
71). corporación de libreros de Londres, la Stationers Company. Así nadie
493 Pero hay un impresor en Oxford podía llevar una imprenta si no era miembro de la Compañía o no
desde 1478 y existen talleres en un
contaba con permisos específicos del soberano. Fuera de Londres, la
cierto número de ciudades de pro­
vincia antes de 1570 como Ox­ única universidad que contaba con licencia era la de Cambridge
ford, St. Albans con el monasterio (1522), mientras que la de Oxford no lo conseguiría hasta 1586«3.
de Hertfordshire (1479/ 1480), Por tanto, se estableció una estructura proteccionista, que privile­
York (1507), Cambridge (1521),
gió a los profesionales agrupados en torno al cementerio de San Pablo
Tavistock (1525), Abingdon con
un solo título conocido, un breva- en Londres, y que, a cambio, les encomendaba cumplir una serie de
rio que data de 1528, Ipswich funciones. La Stationers Company detentaba los privilegios (copyright)
(1547/1548), Worcester (1549), de las ediciones más interesantes (libros escolares, libros de salmos,
Canterbury (hacia 1549) y Nor-
wich (hacia 1567). Viajan a Edim­
catecismos, almanaques, calendarios, etc.) y pasó a convertirse en una
burgo en 1508 bajo la iniciativa de empresa editorial, en la cual los copyrights eran comprados por los
Walter Chepman, un negociante libreros, que pasaban a encomendar el trabajo a los impresores,
de dicha ciudad que hace venir el
actuando como capitalistas y editores a la vez. Sin embargo, la librería
material de Rouen (Plomer, I, p.
27). Después viene St. Andrews
inglesa siguió siendo poco importante: el decreto de 1615 limitaba a
(1573-1574). 15 el número de maestros impresores, y en 1668 sólo se han llegado a

19 1
F R É D É R IC B A R B IE R

contabilizar 26 imprentas en Londres, con 198 prensas. La mayoría de


los libros se importaban del continente, y la producción inglesa siguió
siendo relativamente poco significativa y de una calidad material más
bien mediocre494. En realidad, el régimen de las prensas seguía los ava-
tares de la lucha política, con las disposiciones restrictivas tomadas por
Carlos I (decreto de 1637, abolido en 1641). Tras el periodo de crisis,
un decreto de 1662 volvió a poner en marcha el monopolio de la Sta-
tioners Company; las autorizaciones se limitaron a Londres, Oxford y
Cambridge, bajo la autoridad de un censor (licenser) nombrado por la
corona. Pero estas medidas fueron de difícil aplicación, por lo que la
coyuntura tendió a cambiar en profundidad495.

2.4.3. La América inglesa

Por otra parte, los siglos XVI y, sobre todo, XVII, fueron la época de la
ampliación de la geografía de las prensas inglesas a ultramar. Los
ingleses estuvieron presentes en Virginia (Jamestown) desde 1604, y
en Massachussets desde 1620. Estos emigrantes habían huido de la
metrópoli por motivos religiosos y, a menudo, solía tratarse de titula­
dos universitarios. En 1636 fundaron un colegio en Newtown (más
tarde Cambridge), con una biblioteca dotada por John Harvard. Uno
de ellos, el reverendo Josse Glover, pensó en instalar una prensa tipo­
gráfica en América, pero falleció sin acabar el proyecto; fue su viuda
quien legó la prensa al colegio de Harvard. La imprenta, dirigida por
Stephen y Matthew Daye, sacó a la luz su primer libro en 1640, The
Whole book ofPsalmsA%. En un principio al servicio del colegio, la 494 Incluido el archicélebre First filio,
imprenta publicaría también almanaques, catecismos y, en 1661, una primera edición de las obras de
Shakespeare (1564-1616), Come­
traducción de la Biblia en lengua algonquina®, alcanzando una
dies, histories and tragedies, Londres,
suma de casi 200 títulos hasta 1692. Isaac Jaggard, Edward Blount,
Se estima que de 1639 a 1799 la producción norteamericana 1623.
contaba con unos 50.000 títulos, todo tipo de impresos. Aunque 495 Cf. infra p. 274.
nos seguimos situando en una lógica colonial, el avance fue certero, 496 The Bay Psalmbook, trad. John
ya que Cambridge contó con una imprenta antes que muchas ciuda­ Eliot, Cambridge, Samuel Green,
des inglesas o escocesas, y fue el segundo centro de producción en el 1640.

«imperio» después de Londres en cuanto al número de obras. Bos- 497 Wusku Wuttestamentum nul-lord-
mum Jesús C hrist..., trad. John
ton (1674), Jamestown (1682), Philadelphia (1685) y New Cork
Eliot, Cambridge, Samuel Green y
(1693) fueron estableciendo poco a poco sus imprentas. Las colo- Marmaduke Johnson, 1661-1663-
nias inglesas de Norteamérica se caracterizaron por el papel privile- La tirada es de 1.500 ejemplares.
giado que jugó la cultura del libro, lo que las diferenció radicalmen­ Esta Biblia es la primera del mun­
do en ser traducida entera en una
te de las colonias francesas vecinas.
lengua nueva y en ser impresa para
la evangelización (M ind o f mean,
142).

19 2
H IS T O R IA D E L L IB R O

3o LENGUAS Y CONTENIDOS

Si nos movemos en la incertidumbre en cuanto a los niveles generales


de la producción impresa medida en número de obras, la incerti­
dumbre es aún mayor en cuanto a las tiradas y contenidos. Por tanto,
nos vamos a centrar en los índices de las lenguas y temas de los libros,
siguiendo el cuadro de clasificación de las «librerías de París»498. Aun­
que se trata de cifras poco seguras y de una clasificación imprecisa y
subjetiva, los datos disponibles permiten proponer las grandes líneas
del panorama de conjunto.

3o1„ Lenguas de publicación

Primeramente, hablaremos de las lenguas de publicación. En una


época en la que el mercado internacional seguía estando dominado
por el latín, hemos visto que las librerías menos importantes desde el
punto de vista cuantitativo se caracterizaban por una mayor propor­
ción reservada a la lengua vulgar, a menudo favorecida por la adhe­
sión a la Reforma. Henri-Jean Martin ha demostrado que, en cuanto
a Francia se refiere, el equilibrio entre el latín y el francés se invertiría
pronto, probablemente en la década de 1560499. La trayectoria italia­
na fue similar, con una transformación a lo largo de esta segunda
mitad del siglo XVI y un lento declive del latín.

La p r o d u c c ió n i m p r e s a i t a l ia n a d e l s ig l o x v i : d is t r ib u c ió n s e g ú n l e n g u a s d e p u b l ic a c ió n

Lengua 1501-1550 8 II1 I1 É IS I1 1551-1600 %


Latín 3.303 55,4 6.392 50,7
Italiano 2.467 41,4 5.964 47,2
Griego 166 2,8 i B l i s li i H I B M S H I1
Otras 0,4 130 lilillM ll
Total 5.960 100 12.628 100

Más tardía, la ruptura alemana se sitúa en la década de 1680. Sin


embargo, hay que tener en cuenta que la estadística recoge un
498 En cinco clases principales: teolo­ recuento de los libros presentados en las ferias, que ante todo estaban
gía; derecho; «bellas letras»; cien­ destinados a un mercado internacional dominado siempre por el
cias y artes; historia, geografía, via­
latín. Así pues, es sabida la importancia de la latinidad en la tradición
jes.
erudita de los países de Europa central (Bohemia, Polonia, Hungría),
499 H .E .F., I, p. 445. Los otros idio­
mas de publicación son prescindi­
donde el mercado del libro estaba parcialmente integrado en la libre­
bles. ría alemana y que funcionaba a partir de las ferias alemanas.

193
F R É D É R IC B A R B IE R

Al margen de la bajada general de la edición en lengua latina, la


estadística de las lenguas de publicación sugiere dos aspectos. De
entrada, la afirmación progresiva de una geografía del libro y de lo
impreso que, cada vez más enraizada, se iba organizando en torno a
los mercados nacionales. De este modo, Francia, Inglaterra y España
tendieron a constituir mercados estructurados en torno a uno o
varios centros de poder (en las capitales y ciudades más importantes)
o de negocios (en las ciudades que albergaban ferias). La situación de
algunos mercados se complicó en cuanto se impuso su propia lengua
vulgar como lengua difundida al extranjero. Tal fue el caso del italia­
no en la Francia de principios del siglo XVII, del alemán en toda la
Europa central y oriental y también del francés. En segundo lugar, la
distribución por lenguas conduce a una diferenciación de conteni­
dos. El latín fue la lengua del saber y de los intercambios internacio­
nales, pero ante todo fue la lengua de la Iglesia de Roma. Así, el
reparto por lenguas ya se remitía a una geografía religiosa y, por
tanto, cultural.

3.2. Contenidos

Nos sigue resultando difícil conocer con precisión, y en una perspec­


tiva comparada, la distribución temática de la producción impresa,
ya que ignoramos las cifras medias de tirada que traducirían los resul-
tados estimados en número de obras. El reciente desarrollo de los
bancos de datos bibliográficos y de los catálogos en línea debería per­
mitir precisar un poco más el cuadro, pero, en la práctica, todo queda
por hacer.
Tomemos el ejemplo francés como prototipo de otras trayectorias
nacionales. El siglo XVI estuvo marcado por tres aspectos, con una
relación de fuerzas que iría evolucionando poco a poco. A la cabeza, la
literatura equilibraba los cuatro dominios de la poesía, la ficción en
prosa, los tratados especializados (gramática, dialéctica, etc.) y los tex­
tos de moral y política. Según los años, hemos contabilizado sumas
del 30% al 45% de la producción. La curva de los libros de tema reli-
gioso resulta notoria en cuanto a que, a partir de la década de 1510,
se describe siempre más cerca del grupo precedente, y en una trayec-
toria que decrece a lo largo del periodo, pasando de abarcar el 40%
de las obras en 1501 a tener menos del 30% en 1600. Parece claro
que esta bajada precoz, que sin duda debió ser más faene de lo que se
estima, recubre en gran parte la bajada de la producción en lengua
latina. El tercer bloque estaba constituido por las impresiones de
controversia y actualidad, cuyos temas se dirigían a cuestiones o

194
H IS T O R IA D E L L IB R O

situaciones de orden político y religioso. La curva que dibujan es


muy característica, con un alza brutal en la época de las guerras de
religión, pasando a representar menos del 5% de las obras en la pri­
mera mitad del siglo al 20% y 25% en la segunda mitad.
De manera secundaria, aparecieron otros tres dominios más
especializados: la historia (que incluía la geografía y las narraciones
de viajes), las ciencias y las artes vieron sus curvas oscilar en torno a
una media del 15%, mientras que el derecho pasó a situarse en un
nivel ligeramente inferior (5% aproximadamente). La trayectoria del
siglo XVII es más difícil de delimitar. En cuanto a París, Henri-Jean
Martin nos muestra que la primera parte del siglo fue propicia al lan­
zamiento de grandes empresas eruditas, pero, sobre todo, ha subraya­
do la vigorosa vuelta de las ediciones religiosas, que alcanzaron más
del 45% de las obras a mitad de siglo. Aunque las ediciones de litera-.
tura en general aumentaron cuantitativamente, su proporción con
respecto al conjunto tendió a suavizarse500. Lógicamente, la evolución
de los contenidos guardó una estrecha relación con la evolución de
las formas materiales de los impresos.

33 . El «milagro de 1620»

La coyuntura intelectual del siglo XVII permite delimitar mejor los


ritmos que marcaron la imprenta. Tras el progreso del saber y la expe­
riencia que caracterizó al siglo XVI, las décadas de 1620 a 1640 vinie­
ron a marcar

la época en la que la civilización de la Europa clasicista organizó su pen- ■


samiento [...]. El milagro europeo de la civilización mecanicista [...]
pasó a situarse en el factor común de toda periodización [...]. He aquí
el eje temporal sobre el que la Europa de las Luces [...] y la civiliza­
ción científica del propio siglo XX [...] tomaron extensión y apoyo...
(P. C h a u n u ).

Resulta imposible entrar en detalle, y nos vamos a limitar a los


dominios más importantes cuyos avances se construyeron en torno
al libro y en los que el libro hizo públicos sus resultados. Como si un
proceso acumulativo hubiera gestado sus efectos varias generaciones
atrás, los primeros decenios del siglo XVII estuvieron marcados por
grandes innovaciones intelectuales de las que la imprenta se hizo
portavoz.

500 H.E.F., I, p. 4 4 9 .

195
F R É D É R IC B A R B IE R

3.3. 1. El universo

El terreno científico fue uno de los terrenos en los que la innovación 501 N. C o p é r n i c o , De laterisbus et
fue más precoz. Nacido en Turín, el canónigo Nicolás Copérnico angulis triangilorum [ ...] libellus
..., Wittenberg, Johann Lufft,
(1473-1543) llevó a cabo observaciones astronómicas que le habrían .1542. Id., De revolutionibus or-
de conducir a conclusiones revolucionarias. En 1530 escribió Las bium coclestium libri VI, Nurenn-
revoluciones de los orbes celestes, que prefirió guardar en secreto y no berg, apud Johannem Petreium,
1542; como curiosidad, esta obra
sería publicado hasta 1543501. De hecho, Copérnico abandonó el
lleva una dedicatoria al papa Pablo
viejo esquema del mundo que giraba en torno a la Tierra en pro del III. Id., De revolutionibus orbium
heliocentrismo, que implícitamente venía a exigir una revisión de la coclestium libri VI [ ...] , Item De li-
lectura de la Biblia. Este modelo facilitó el cálculo del movimiento de bris revolutionnum narratio pri­
m a ..., Basilea, Henricus Petrus,
los astros, y en la obra se ilustraba a través de un grabado que presen­
1566. Id., Astronomía instaurata
taba la combinación de los movimientos celestes circulares, concén­ libri ex ..., Amsterdam, Wilhelm
tricos y uniformes. Jansson, 1617.
Por su parte, Tycho Brahé fue lector de Copérnico -llenó su 502 T. B r a h e , Astronomiae instauratae
ejemplar de notas de la edición copernicana de 1566-, y prosiguió mechanica, Wandesburgi, propia
’sus trabajos en Dinamarca, en su castillo de Uranienborg, y más tarde authoris typographia, 1598. Id.,
Astronomiae instauratae progymna-
en Praga. Sus observaciones le llevaron a abandonar la idea de un mata [ ...] , typis inchaota Uranien-
mundo ordenado en esferas perfectas de movimientos uniformes502. burgi Daniae, absoluta Pragae Bo-
Fue seguido por el joven Johannes Kepler (1571-1630), antiguo estu­ bemiae, 1602.
diante de matemáticas y de teología en Tübingen. También leyó a 503 J. KEPLER, Prodromus dissertetio-
Copérnico, precisando su teoría del heliocentrismo a base de calcular num cosmographicarum, conttinens
mysterium cosmographicum, de ad-
el movimiento de los diferentes astros503. Finalmente, en Padua y
mirabili orbium coeslestium..., Tü­
Venecia, Galileo (1564-1642) construyó un telescopio moderno que bingen, Georgiius Gruppenba-
le permitió identificar la Vía Láctea, descubrir nuevos planetas y chius, 1596. Id., Astronomía
demostrar que la concepción aristotélico-ptolemaica de un mundo nova..., [Heidelberg, E.Vógelin],
1609 {M ind ofmean, 112).
inerte era falsa. En 1632, Galileo publicó su gran obra504. Convocado
504 G . GALILEI, Dialogo sopra i Due
a Roma en 1633, tuvo que comparecer ante el tribunal de la Inquisi­
massimi sistemi del Mondo, Tole­
ción y se vio obligado a abjurar de sus ideas. Su obra figuraría en el maico e Copernicano, Firenza, Gio-
Index hasta. 1823, al igual que la mayoría de las obras de Copérnico vanni Battista Landini, 1632
y Kepler, mientras que la prohibición de transmitir el sistema helio­ {M ind ofmean, 128). Id., Sidereus
nuncius, Venecia, apud Thomam
céntrico en la enseñanza se mantuvo en Praga hasta mediados del
Baglionum, 1610 {M ind ofmean,
siglo XVIII. A veces, el peso de los esquemas mentales hace que sea 113). Id., Sistema cosmicum [ ...]
imposible la acogida de los descubrimientos científicos505. in quo de duobus maximis mundi
systematibus [ ...] disseritur, Augus-
tae Treboc., impensis Elzeverio-
rum, 1635. Id., Sistema cosmi­
3.3.2. El mundo terrestre cu m ..., Londini, Thomas Dicas,
1663.
La concordancia entre el trabajo de los cartógrafos y las observaciones 505 Véase también P. GASSENDI, Ty-
de viajeros y navegadores, junto con el hecho de que las ricas ciuda­ chonis Brahei [ .:.] vita. Accessit
Nicolai Copernici, Georgii Puerba-
des de los Países Bajos dispusieran de talleres de grabado y tipografía
chii et Joannis Regiomontani, astr-
perfectamente equipados y de mano de obra especializada, unido a la nomarum celebrium, vita, Den
presencia de científicos y de una amplia clientela interesada, son fac- Haag, Adrianus Vlacq, 1655.

19 6
H IS T O R IA D E L L IB R O

tores que explican que, a partir de la década de 1550, y sobre todo en


el siglo XVII, las ciudades del norte se impusieran como el principal
foco de publicaciones de atlas y obras geográficas. En primer lugar,
Amberes se especializó en cartas grabadas e iluminadas. En 1570,
Abraham Ortelius (f 1598) tiró allí el primer atlas impreso506. Pero
Amsterdam no tardó en ocupar el primer lugar. Amigo de Ortelius y
alumno de Gemma Frisius, Gerard Mercator (1512-1594) trabajó en
un atlas universal que sería publicado por su yerno, Jodocus Jondius,
en 1595. Alumno y mecánico de Tycho Brahé, Willem Janszoon
Blaeu (1571-1638) se estableció en Amsterdam y en 1597 se dedicó
a la edición cartográfica. La firma de los Blaeu rigió la producción
cartográfica del periodo. El hijo de Willem, Johan Blaeu (1596-
1673), concluyó en 1662 el Atlas mayor en once volúmenes, con unas
600 cartas y 3.000 páginas de texto... Otra gran dinastía de cartó­
grafos, grabadores y editores de Amsterdam fue la de los Janson, cuyo
fundador, Jan Janson, estaba emparentado con Hondius. La impor­
tancia y difusión de la escuela cartográfica holandesa fue magnífica­
mente ilustrada por Veermer como fondo de muchos de sus cua­
dros507.
506 A. O r t e l i u s , Theatrum orbis te-
rrarum, Amberes, Christophe
Plántin, 1571. 3.3.3. La filosofía
507 Por ej. una carta de Balthasar van
Berckenrode sobre los cuadros Of- El volumen de los hechos atestiguados y difundidos por la imprenta
ficer and a laughing girl (Nueva
fue tal que implicó un nuevo esfuerzo de clasificación y análisis que
York, Frick Coll.) y Femme en bleu
lisant une lettre (Amsterdam, favoreciera también la evolución de los métodos de trabajo. La lucha
Rijksmmuseum) o también una entre la experiencia, el pensamiento conceptual y el peso de la tradi­
carta de Europa por Jodocus Hon- ción se manifestó en el dominio de la filosofía. Francis Bacon (1561-
dius en 1613, reimp. por Blacu en
1626), canciller de Inglaterra (1618), presentó en su Instauratio
1659, por el cuadro Femme au
Luth (Nueva York, Metropolitan magna una reorganización completa del saber humano508. El frontis­
Museum); Destaquemos también picio509 ponía en escena a un navio doblando todas sus velas fuera de
el Geographe du Louvre, que traba­ las columnas de Hércules para pasar del Viejo al Nuevo Mundo, ilus­
ja sobre un globo de Honduis de
trando el tema de la renovación. El principio de Bacon era basarse en
1600.
la ciencia experimental, privilegiando el estudio de los hechos antes
508 Londres, John Bill, 1620 (.M indof
mean, 119). Id., D e dignitate et
que la teoría y la especulación filosófica. Concedió gran importancia
augmentis scientiarum, Londres, a la enseñanza, por las ventajas que ésta aporta a la sociedad y la arti­
1632. culación que puede asegurar entre el saber científico y la política.
509 Cf. supra p. 240. Finalmente, en 1637 Descartes publicó su Discurso del método, que
510 R. D e s c a r t e s , Discours de la mét- de alguna manera viene a marcar el reconocimiento del «hombre
hodepour bien conduire sa raison et tipográfico» por sí mismo510.
chercher la vérité dans les sciencies.
Plus la Diotrique, les Météores et la
Géometrie, qui sont des essais de cete
méthode, Leiden, Jan Maire, 1637.

197
F R E D É R IC B A R B IE R

4. LA «LIBRERÍA»

Resulta notorio lo mal informados que estamos sobre los aspectos de


la producción y, sobre todo, la difusión de la imprenta durante el
Antiguo Régimen. Sin embargo, el estudio de los entramados y for­
mas de difusión nos informa sobre la organización de los mercados
del libro; da a entender las condiciones en las que la innovación se
hacía posible511 y permite precisar la tipología de lectores y sus lectu­
ras implícitas512. El cuadro preciso sigue siendo imperfecto; nos limi­
taremos a subrayar algunos puntos importantes, que son válidos para
la mayor parte de los siglos XVI al XVIII, e incluso para el XIX.
El siglo XVI fue la época en la que la caja513 estaba estancada en fun­
ción de la frecuencia variable de las cartas en cada lengua y de la eco­
nomía de gestos del tipógrafo. En cuanto a las prensas, la productivi­
dad permaneció estancada como consecuencia de un relativo inmovi-
Üsmo técnico. Así, una prensa permitía tirar 180 páginas por hora en
1480, cifra que apenas pasaría a 190 un siglo más tarde, y luego 200 a
finales del siglo XVII. Por otro lado, una parte nada despreciable de la
difusión se hacía siempre en manuscrito; se sabe por Calvino y, más
tarde, por las primeras noticias a man(PlA. Las razones son de todo tipo:
algunos manuscritos eran de uso personal, otros trataban sobre temas
511 Incluso sin tener en consideración
inéditos o no publicados (la Comedia de los academicistas circuló en
la evolución de las tasas de alfabe­
copias manuscritas durante trece años515), otros fueron recopiados tización, etc., la puesta en marcha
para evitar el fraude, o porque resultaba difícil adquirir los volúmenes de tal o cual práctica de difusión
impresos correspondientes. favorece el crecimiento del merca­
do potencial de lectores.
512 Según su contenido, no todos los
impresos serán difundidos de la
4.1» Condiciones y organización del comercio librero misma manera ni estarán hechos
del mismo material.
El primer aspecto apunta a las condiciones materiales del comercio 513 Se refiere a la caja de impresión
del libro, desde el momento en que éste sobrepasaba el marco local o [N. de la T.J.
regional. El impreso era un producto costoso, cuyo mercado poten­ 514 D e bonne main: la communica-
cial solía estar disperso. Las condiciones materiales de los intercam­ tion manuscrite au XVIII' sikle,
ed. F. Moureau, París, Oxford,
bios y de los pagos complicaban considerablemente la actividad,
1993.
tanto si se trataba de dar a conocer las nuevas publicaciones (se
515 Escrita en 1637 para burlarse de la
imprimían y distribuían catálogos de fondos), como de recibir encar­
nueva Academia francesa, será más
gos y enviárselos a su destinatario (librería al por menor, etc.516), o, tarde editada en 1650.
finalmente, de cobrar las facturas. En una Europa monetaria muy 516 Problemas de gastos como los en­
limitada, los intercambios ocasionaban costosos desembolsos, y la víos, pero también el empaqueta­
ausencia de redes financieras integradas implicó la necesidad de miento, las tasas, etc., de demoras
causadas por la lentitud de los
conocer en detalle el crédito de los socios con los que se trabajaba. La
transportes, sin olvidar las even­
inmovilización de los ejemplares representaba un capital elevado, lo tuales dificultades con la policía y
que, junto a la organización del trabajo en los talleres, explica que las la censura.

19 8
H IS T O R IA D E L LIB R O

cifras de tirada rara vez sobrepasaran los 2.000 o 3.000 ejemplares.


En caso de éxito, se prefería proceder a una nueva edición, a menos
que el mercado fuera alimentado por la vía de la falsificación.
Hacia 1500 la difusión se hizo ante todo por medio de los «viaje­
ros», que representaban al editor y a los comerciantes (sobre todo
tenderos; en alemán, Krdmer), como también a profesionales activas
en algunos dominios secundarios del mundo del libro, como el de la
encuadernación. Aunque existían librerías desde el siglo XIII que ase­
guraban la difusión de los manuscritos en las principales ciudades y
en las ciudades universitarias, el sector de la librería al por menor no
se desarrolló como actividad especializada hasta 1500, y lo haría con
mucha lentitud.

4o2o Las ferias

En los sistemas de difusión intervinieron otras dos estructuras. Desde


el siglo XVI, la feria especializada517 constituyó el principal medio para
el comercio europeo de libros, siendo Frankfurt ciudad de ferias
desde 1140. Los principales libreros alemanes y extranjeros se reu­
nían en Frankfurt dos veces al año, pero sobre todo en la «feria de
Pascua». Antes de que la librería se instalara en la propia ciudad, se
alquilaba una tienda o galería de madera que se abría por ambos
lados, en los aleros, exhibiendo las mercancías518.
La feria tenía cuatro funciones. Ante todo, dar a conocer las
novedades. Los libreros llevaban ejemplares de sus obras recientes,
que intercambiaban519 unos con otros según las pautas fijadas. La
ventaja era doble, ya que se aseguraba la difusión de una determina­
da obra en un área extensa evitando una circulación monetaria difícil
y costosa. Pero la feria permitía también comprar material (prensas y
fuentes), reclutar personal y, finalmente, llevar a cabo operaciones
pactadas un año atrás. Se comprende así la importancia de este even­
to y el hecho de que el calendario de la feria condicionara el trabajo
de las imprentas -había que tener listas las obras para presentarlas a
tiempo-, incluso el trabajo de escritura. Los libreros menos impor­
517 Desde las décadas de 1460 y 1470, tantes, o aquellos que vivían muy alejados o que no podían asistir, se
Peter Schoeffer, Wenssler y Amer- dirigían a alguno de sus colegas para que les representara: se trata de
bach visitan la feria de Frankfurt y
los comienzos de la comisión de la librería, en la que un comitente
proponen sus títulos.
era representado en una ciudad por un comisionario (a veces también
518 Un modelo de finales del siglo
por un representante o un distribuidor) que actuaba en su nombre.
XVIII se conserva en el Museo His­
tórico de Frankfurt. En definitiva, la feria también significaba el momento en el que
519 Tauschhandel: comercio de true­
podían organizarse los entramados financieros y donde se negociaban
que. y saldaban las cuentas del ejercicio anterior.

199
F R E D É R IC B A R B IE R

La feria de Frankfurt constituía un mercado altamente especiali­


zado, pero los libreros también solían reunirse en: ferias generales
como la de Medina del Campo (aunque los españoles también se
proveían en Lyon y en Venecia). La feria de Sennigalia (al norte de
Ancóne) era la principal red de comercio con el Mediterráneo oto­
mano. Las ferias de Bozen (Bolzano), trasladadas durante un tiempo
a Mittenwald, controlaban la ruta de los Alpes por el valle de Trento.
En Francia, las ferias se llevaban a cabo en Beaucaire y Guibray, así
como en las localidades de Lendit y Saint-Denis, situadas ambas en
las proximidades de París. Los impresores y libreros forasteros esta­
ban prohibidos en la propia ciudad de París y en las ferias de Saint-
Germain y Saint-Laurent, pero los parisinos tampoco podían tener
una tienda en las ferias suburbanas, cuya exclusividad quedaba reser­
vada a los forasteros durante tres meses. Más tarde, conocemos tam­
bién la importancia que tuvo la feria rusa de Nijni-Novgorod.

43o Las redes no especializadas

Con las ferias «generales» nos encontramos ante redes no especiali­


zadas de difusión de impresos. Para el historiador resultan difíciles
de conocer pero, cuantitativamente, jugaban el papel principal. En
todas partes y cada vez de una manera más fácil se podían encontrar
impresos, textos e imágenes, ya fuera en pequeños mercados, junto
a los pregoneros, vendedores ambulantes y saltimbanquis en la ciu­
dad como en el campo, en estas «tiendas generales» que aprovisio-
naban las grandes y las pequeñas ciudades. Los viajeros y peregrinos
podían favorecer la difusión de determinados libros. Nos encontra­
mos ante fenómenos que se desarrollaron a muy largo plazo, llegan­
do incluso hasta hoy. En 1766, una estatuilla en cobre de Romanet
esbozada figura pintoresca del «vendedor de villa» que proponía a
los paisanos su repertorio de imágenes, calendarios y cuadernos
impresos520.
Estas redes informales, desarrolladas a lo largo de mucho tiempo,
son también las más difíciles de delimitar. También solían funcionar
como el canal privilegiado del comercio de libros prohibidos. Se sabe,
por ejemplo, que la difusión en Francia de las ediciones protestantes
impresas en Ginebra desde 1540 se hacía por medio de los vendedo-
res ambulantes. Estos, que estaban vinculados a las comunidades
reformistas, se encargaban del transporte de los ejemplares asumien­
do el riesgo de su propia vida. Se trataba de cumplir dos objetivos: ^
Según el cuadro de Johann Con-
hacer posible la difusión en un medio que no permitía a un librero rad Seckatz, Kunstmuseum de Ba­
propiamente dicho establecerse y escapar a la vigilancia. Esta coyun- silea.

200
H IS T O R IA D E L L IB R O

tura se volvería a encontrar en la época del «desierto», entre la revoca­


ción del edicto de Nantes (1685) y la concesión del edicto de tole­
rancia (1787).

5o LA OPINIÓN

Aunque en general las décadas d e l5 5 0 a l 7 0 0 fueron trágicas, tam­


bién fueron los años más innovadores en cuanto a la imprenta se
refiere. Levantamientos y guerras constantes se tradujeron en conti­
nuas dificultades para el sector, dificultades que se vieron reforzadas
por el gran cambio de la tendencia económica general acontecido
entre 1630 y 1660. No obstante, la modernidad era inequívoca: una
coyuntura de crisis como la de la Reforma alemana, las guerras de
religión, la Guerra de los Treinta Años, la Guerra de la Fronda, la
revolución y guerra civil inglesas, favoreció la innovación susceptible
de devolver el equilibrio allí donde las tensiones se habían hecho
especialmente fuertes. En París, la desaparición de Richelieu en 1642
y la de Luis XIII en 1643 fueron el preludio de la última gran crisis
hacia la monarquía centralizada, la Fronda (1649). Esta estuvo carac­
terizada por la publicación masiva de octavillas, panfletos y caricatu­
ras de toda clase, los denominados «papeles de la época», dirigidos
sobre todo contra Mazarin. La importancia de lo que había en juego
era tal que cada una de las partes organizaba sus propios lugares espe­
cializados en redacción, empleando a autores permanentes que esta­
ban directamente vinculados a los talleres de imprenta:

Entonces era imposible / Oír en cualquier parte sin estremecerse / Mil y


mil prensas gemir.. .521

Sol o La librería de todos Sos públicos


521 Citado por H. CARRIER, Les Ma-
zarinades, 1: la conquéte de l'opi- Ante todo, imperaba la acción: en tiempos de crisis había que
nion; 2 : les hommes du livre, Gine­
ampliar el círculo de partidarios y asegurarse su fidelidad. De ahí la
bra, 1989-1991, 2 vol.
puesta en marcha de originales medidas, formas de escritura y políti­
522 De ahí la práctica de ejemplares
con dedicatoria, pero también la
cas editoriales. Una clasificación rápida nos llevaría a distinguir varios
redacción de textos específicos; modelos, según el objetivo fuera asegurarse la cohesión de un grupo
hemos visto, por ej., los esfuerzos más o menos considerable que se organizase en grupo de presión, de
tomados por Bessarion y Guillau-
atraerse la simpatía y apoyo de un personaje poderoso522 o de dirigir­
me Fichet para convencer al rey de
la idea de una cruzada contra los
se a un público más amplio para ganárselo con su punto de vista.
turcos (cf. supra. p. 135). Desde antes de 1501 conocemos textos destinados a hacer aceptar las
F R É D É R IC B A R B IE R

conclusiones del concilio de Constanza sobre el movimiento husita.


Este tipo de producción aumentó con la Reforma, momento en que
el desarrollo de las controversias y luchas religiosas en Alemania vino
acompañado de un colosal crecimiento de la producción impresa,
una gran parte de la cual adoptó la nueva forma que acabamos de
523 F. R a b e l a is , Pantagruel, Jésus Ma­
describir. Se produjeron fenómenos análogos en Francia durante las ría. Les Horribles et espouvantables
guerras de religión y bajo la Liga, como también en Inglaterra duran­ faictz etprouesse..., Lyon, F. Juste,
te los levantamientos. 1533, 8°.
Desde 1530, los textos de Rabelais se difundieron en forma de 524 A finales del siglo XVIII, con la ins-
pequeños impresos, con una presentación material mas bien medio­ trumentalización del folklore y el
desarrollo de la problemática de
cre, destinados a un público que estaba compuesto por la nueva fran­
las «literaturas nacionales», el esta­
ja inferior, alfabetizada, de los acomodados523. Pero al degradarse la tus de los textos de la «Biblioteca
nueva coyuntura económica general del siglo XVII, la búsqueda del azul» cambia. Una edición de Lie-
precio más bajo se hizo sistemática para paliar el encogimiento del ja de 1787 retoma los textos más
célebres de la colección, adaptán­
mercado. Esta coyuntura explica el éxito de la falsificación, como dolos id gusto de la época e inclu­
también el éxito de nuevos tipos de impreso. A principios de siglo, el yéndoles un prefacio: «On y voit
troyano Nicolás Oudot reunió un conjunto de viejas maderas que un homme de lettres dénier a une
habían servido para la ilustración y fueron abandonadas a consecuen­ femme du monde la valeur d'un
román á la mode que tout le mon­
cia del triunfo del grabado en aguafuerte. Lanzó una colección popu­ de s'arrachoit parce qu'il portoit
lar, la denominada «Biblioteca azul», llamada así por el color de su le tire de philosopbique» [Vemos
cobertura abrochada; los textos estaban impresos con una relativa hombres de letras negar a una mu­
jer de mundo el valor de una no­
densidad, con fuentes gastadas, sobre papel corriente e ilustrados con
vela de moda que todo el mundo
xilografías. El librero plasmó en ellos las «novelas» medievales de se quita de las manos porque lleva
mayor resonancia ( Genoveva de Brabante, los Cuatro hijos Aymon. ..), el título de jilosóficó\. Quiere decir
vidas de santos, más tarde piezas teatrales, nuevos éxitos, manuales que esta novela no es comparable a
las de la «Biblioteca azul»; la
prácticos y narraciones más recientes. La empresa no tardó en ser
dama, indignada, llama a su ama
imitada por los competidores, que tenían en París a sus correspon­ de llaves y le pide la Histoire de
dientes especialistas con tiendas de aprovisionamiento524. Fierre de Provence. «La soubrette,
Idéntico proceso encontramos en Inglaterra cuando, a finales del étonnée, se fit répéter jusqu'á trois
fois et regut avec dedain cet ordre
periodo de los levantamientos, muchos impresores se vieron en la
bizarre: il fallut pourtant obéir.
disyuntiva de reconvertirse y se fueron orientando hacia el Chap Elle descendit á la cuisine et rap-
book, pequeños libros -constituidos por un cuaderno de ocho pági­ porta la brochurre en rougissant»
nas- que, aunque ilustrados, contaban con una presentación pobre y [La criada, sorprendida, hizo que
le repitieran la orden tres veces y
con papel de mala calidad. Tuvieron un mayor éxito en las ciudades y aceptó con desdén esta extraña or­
parte central del país, sobre todo en Newcastle, donde, desde 1708, den: tuvo que obedecer. Bajó a la
John White hizo girar la principal imprenta que hubiera para este cocina y, sonrojada, volvió con el
tipo de productos. Con el tiempo, se pasaría a 24 páginas; de ahí el ejemplar]. El crítico señala el desa­
fío de tomar de este texto un rela­
apelativo de twenty tours. La innovación también alcanzó a los siste­ to correcto [...] y fue así como pu­
mas y redes de difusión, en la medida en que el número reducido de blicó un conjunto de éstos...»
obras de la «Biblioteca azul» junto con la especificidad de su público Livres anciens (Catálogos Jammes,
219) París, [s.d.], n° 10. A. M o-
hacían que fuera imposible el paso de los libros por los circuitos tra­
RIN, Catalogue descriptif de la Bi-
dicionales de la librería. Por tanto, en la «Biblioteca azul» y en los bliothfyue bleue de Troyes (alma-
Chap books la difusión se hizo sobre todo de la mano de los buhone- nachs exclus), Ginebra, 1974.
HISTORIA DEL LIBRO

ros y vendedores no especializados (merceros, tenderos, etc.). La


especificidad de la producción impresa destinada al gran público se
basaba también en la puesta en marcha de canales específicos de difu­
sión.

5.2. Los «corresponsales»

La continuación de las guerras y levantamientos favoreció la impor­


tancia de la propaganda impresa, que primero se basó en la exposi­
ción y en la demostración -en el sentido de demostrar la justicia de
una causa- para pasar más tarde a la manipulación. Gabriel Naudé
ha elaborado la teoría de la mediatización con fines políticos:

Es necesario que los gobernantes o sus ministros se entrenen en manejar


y persuadir [al público] por medio de bellas palabras, seducirle y engan­
525 G. N a u d é , Considerations politi-
charle con las apariencias, ganarle a sus proyectos por medio de predica­
ques sur les coups d'Etat, París,
1639. Gabriel Naudé (París, dores y milagros [...] o gracias a la buena tinta, mandando hacer libros
1600- Abbeville, 1653), estudian­ clandestinos, manifiestos, apologías y declaraciones compuestas con
te de medicina, luego bibliotecario gran arte, para manejarle a su antojo y hacerle aprobar todos sus princi­
del presidente Mesme en 1620 y
pios...525
también como médico en Padua.
Sigue su oficio de bibliotecario
pero ahora con el cardenal Bagni La urgencia imperaba. En ese contexto de guerras y levantamientos se
en Roma, en 1629, y luego con el necesitaba estar lo más informado posible a la hora de tomar decisio­
cardenal Barberini en 1642. Más
tarde, Richelieu le requirió para
nes concernientes a los propios asuntos. En última instancia, la
ocuparse de su biblioteca en París correspondencia y el periódico se convirtieron en el soporte privile­
y luego estuvo al servicio de Maza- giado para construir y desarrollar la nueva sociabilidad erudita. Estas
rino, que había abierto la bibliote­ tres funciones -información, polémica, sociabilidad- fueron instru-
ca al público en 1643. Viaja a
Flandes, Italia, Alemania e Inglate­
mentalizadas de manera intencionada en las nuevas publicaciones526.
rra para comprar libros, en total En los orígenes de la prensa periódica encontramos simples hojas
más de 20.000. En el momento de de noticias, durante mucho tiempo manuscritas (las denominadas
la Fronda, la biblioteca del Manza-
«correspondencias»), como también pequeñas láminas in-octavo que
rino es vendida por orden del Par­
lamento de París, y Naudé es lla­ describían determinados acontecimientos extraordinarios. Los pri­
mado por Cristina de Suecia a meros recopilatorios de impresos periódicos que se conservan hasta
Estocolmo y muere en el viaje de hoy son alemanes. En Frankfurt, las relaciones que mantenía regular­
vuelta. Es el autor de Bibliograp-
mente la ciudad junto con la presencia de ferias explican que, hacia
hia política ( 1663). .
1580, aparecieran las Relaciones semestrales, vendidas durante las
526 Una publicación periódica es una
obra que aparece publicada cada
ferias. Su ritmo de aparición no tardó en acelerarse. El primer sema­
cierto tiempo, previamente fijado; nario fue publicado en 1609 por Johann Carolus en Estrasburgo, y se
puede ser anual, semestral, trimes­ conocen unos 24 títulos análogos hasta 1648. También en Inglaterra,
tral, mensual, bimensual, semanal,
la guerra civil vino acompañada de un aluvión de octavillas y hojas de
bisemanal. El periódico que se pu­
blica todos los días tiene una pu­ propaganda que fueron evolucionando hacia la prensa periódica pro­
blicación diaria. piamente dicha. Muchos títulos retomaron la apelación de Mercu-

203
FRÉD ÉRIC BARBIER

rius, y más tarde de Intelligencery de Post. Pero cualquier ocasión era


buena: un antiguo impresor clandestino en Londres, George Croom,
se benefició de los tiempos difíciles del invierno de 1683-1684 para
instalar una prensa sobre el Támesis congelado y publicar una hoja
que podemos calificar, con sobradas razones, de periódica, la Thama-
siss Advice to the painter from her frigid zone, or Wonders upon the
water527.
Este tipo de publicaciones estaban destinadas a un gran público,
pero contaban con medios financieros modestos, y su fabricación
debía ser rápida. De ahí que se adaptara una forma material, la de los
cuadernos poco anchos, en formato in-cuarto o in-octavo, en los que
las noticias se clasificaban por las ciudades y regiones de procedencia.
La calidad de impresión y el papel eran mediocres y, a excepción del
dibujo del título, no había ilustraciones. La geografía alemana de
publicación abarcaba a las ciudades de imprenta junto con los gran­
des centros de comercio: de entrada, Sajonia y Turingia (Leipzig,
Erfurt); más tarde, Magdeburgo, Estrasburgo, Hamburgo (por
donde llegaban las gacetas holandesas) y, hacia el sur, Augsburgo. En
Nuremberg, el impresor-librero Paul Fürst fue uno de los más activos
del sector. Los difiisores formaban una sociedad itinerante que seguía
de cerca a los soldados (buhoneros, cantantes, estudiantes, aprendi­
ces...); la venta podía recurrir al canto y a la escenificación, y esta
expresión oral permitía ampliar considerablemente el público. En
definitiva, nos encontramos ante un fenómeno capital, el ascenso del
poder de la opinión pública y su reconocimiento como agente prin­
cipal en las cuestiones sociales y políticas.
La difusión de las «noticias» hizo posible la ampliación del públi­
co lector y oyente a la vez que permitió una mayor modernización en
cuanto a las formas de lectura. En efecto, las noticias acercaban el
mundo escrito y facilitaban el paso de la lectura intensiva a la lectura
extensiva528, de suerte que casi siempre se trataba de semanarios. La
crítica no tardó en aparecer para mostrar su preocupación o su burla:

Los. lacayos, escuderos, conserjes urbanos, se reunían para discutir los


periódicos [...]. Una joven de Leipzig o de La Haya sabía dónde se
encontraban los soldados en Alemania, en Hungría, en otros países,
mejor que los propios políticos, y [ella] intercalaba en su conversación
palabras extranjeras con tal habilidad que bien se podría jurar que las
comprendía...
527 P l o m e r , IV, p. 87.
528 Cf. infra p. 270.

529 W . F. CHURCH, Richelieu and the


Reason o f State, Princeton, 1972.

204
HISTORIA DEL LIBRO

5.3. Gaceta y academicismo

En Alemania, como también en Holanda e Inglaterra, la prensa


periódica fue de creación espontánea. En cambio, en Francia fue de
un modo muy distinto, con las sucesivas medidas de Richelieu y
Mazarin. Mientras que los humanistas deseaban orientar la política,
el ritmo que se desarrolló dio el papel principal al Estado y a la razón
de Estado529. Desde entonces, la acción se desarrollaría en dos ejes
principales. Primeramente, había que trabajar en la opinión. Cuando
Francia intervino más directamente en la Guerra de los Treinta Años,
la demanda de noticias aumentó en las ciudades. Provista de un pri­
vilegio oficial, la Gaceta semanal de Teofrasto Renaudot hizo su apa­
rición el 30 de mayo de 1631. Estaba compuesta por cuatro, y más
tarde por ocho páginas tamaño cuartilla, utilizando, de 12.000 a
530 En francés, gouvernement des es-
24.000 signos tipográficos. Se completó con un número mensual
prits et de 1’opinion. Podría haber para las «noticias del mundo» y, cuando la actualidad lo requería, con
utilizado la expresión «dominio de números extraordinarios. Se trata del primer gobierno530 de las
las corrientes de opinión», pero he
corrientes de opinión, en un contexto en el que el desarrollo de las
preferido respetar la naturaleza po­
lítica que intenta manifestar el au­ guerras estaba cercano a la propia propaganda531.
tor. [N. de la T.]. El segundo eje se dirige a la ilustración del gobernante. Los trabajos
531 G. F e y e l . La «Gazette» en province de los humanistas, lexicógrafos y autores de la Pléyade habían permiti­
a travers ses réimpressions 1631- do afirmar la posición del francés como lengua literaria, construyendo
1752 [La «Gazette» en provincia a su vocabulario y normas sistemáticas de uso. Así, la Defensa e ilustración
través de sus reimpresiones 1631-
1752], Amsterdam, 1982.
de la lengua francesa (1549), el prefacio a las Odas de Ronsard (1560) y
el Compendio del arte poético (1565)532 marcaron las etapas principa­
532 J. DU B ellay , La deffence et illus-
tration de la langua frangoyse. .., les533. Pero, una vez más, la generación de 1620 fue decisiva, con la
París, A. L'Andelier, 1549. P. De publicación de las Cartas (1624) y del Príncipe (1631) de Balzac534, y
Ronsard, Abregé de l'art poétique con el auge de un movimiento de academias privadas de las que los her­
frangois, París, Gabriel Buon,
manos Du Puy, bibliotecarios del. presidente De Thou, hicieron un
1565, 4°.
modelo emblemático con la «Academia Putéane»535. Éste fue el movi­
533 No deben ocultar la constante di­
ficultad de conceptualizar en fran­
miento que Richelieu intentó controlar y oficializar fundando la Aca­
cés. Aún en 1654, Pascal empieza demia francesa (1634). La nueva institución debía trabajar en la lengua:
en francés una carta a Fermat an­
tes de continuar en latín de esta
Uno de los más gloriosos síntomas de la felicidad de un Estado [es] que
manera: «Je vous le dirai en latin,
car le franjáis n'y vaut rien...» [Se
florezcan en el mismo las ciencias y las artes, y que las letras ocupen el
lo diré en latín, ya que el francés mismo honor que las armas [...]. No [podríamos] dar un mejor
no sirve para esta lábor...]. comienzo más que que haciéndolo por la más noble de las artes, la elo­
534 J. L. G u e z DE B a lza c , Le prince, cuencia [...]. Para hacer del lenguaje francés no sólo elegante, sino capaz
París, Toussaint du Bray, Pierre de tratar sobre todas las artes y todas las ciencias, no habría más que
Roccolet y Claude Sonnius, 1631,
4 o.
continuar con estas conferencias... (25 enero 1635).

535 P. PlNTARD, Le libertinage érudit


en France dans la premiére moitié
Richelieu también ideó la Academia para constituir el cuerpo de cen­
du XVIIe siécle, París, 1943. sores reales, e incluso para fijar las propias formas de escritura. Su

205
FRÉDÉRIC BARBIER

construcción fue sistemáticamente seguida con la creación de la


«Pequeña Academia», futura Academia de las Inscripciones, encarga­
da de la redacción de textos monumentales y leyendas que explicita-
ban las medallas conmemorativas (1663). Tres años más tarde surgió
la Academia de las Ciencias, que se instaló en los locales de la Biblio­
teca del Rey hasta 1699. Finalmente, el rey se instituyó como protec­
tor de la Academia francesa en 1672. A partir de entonces, los hom­
bres de la pluma se convirtieron en los satélites del poder, cumplien­
do así el objetivo del cardenal-ministro536. El modelo académico se
reprodujo en la Royal Society de Londres (1661).
Instalada en el Louvre en 1672, la Academia albergaba a la nueva
Imprenta real, instaurada en 1639-1640 y que ocupaba la Gran Gale­
ría del borde de agua537. El taller, dirigido por Sebastián Cramoisy,
estaba destinado a imprimir lujosas obras, que se convertirían en la
ilustración de la monarquía. La riqueza y belleza de las fuentes, cuyo
valor económico era prodigioso, permitían las realizaciones más
ambiciosas. Nicolás Poussin, que regresó de Roma en 1641, fue el
encargado de diseñar los frontispicios que grabaría Claude Mellan y
que vendrían a marcar la introducción del clasicismo en la imprenta.
Estos «libros de Corte» llegaron a su máximo apogeo con la monu­
mental y lujosa serie de la «Sala del Rey»538.
Con la llegada del clasicismo, la problemática de la fijación de la
lengua se superó definitivamente en pro de la de la distinción y el
«buen uso», según palabras de Vaugelas en sus Observaciones sobre la 536 P. D elala in , Les libraires et impri-
lengua francesa539. Roland Barthes propondría interpretar este giro: meurs de l'Academie frangaise, Pa­
rís, 1907.
Podemos decir que hasta 1650 la literatura francesa no había superado 537 A. BERNARD, Histoire de l'Impri-
una problemática de la lengua y que, en virtud de la misma, ignoraba la merie royale du Louvre, París,
1867. L 'art du livre cl l'Imprimerie
escritura [...]. La escritura sólo apareció cuando la lengua, constituida
nationale, París, 1973.
nacionalmente, se convirtió en una especie de negatividad, en un hori­
538 A. Jam m es, «Louis XIV, sa bi-
zonte que separa lo que se defiende de lo que está permitido, sin inte­ bliothéque et le Cabinet du roi»,
rrogarse más sobré los orígenes o sobre las justificaciones de este tabú... en The library, 1965, marzo, pp.
1-12. M . GRIVEL, Le commerce.de
1'estampe a París au XVII1 siécle, Pa­
El trabajo de Port-Royal ( Gramática y Lógica) prolongaría la refle­
rís, 1986, pp. 181-190.
xión, y sus Mujeres cultas (1672) vienen a ilustrar la dimensión social
539 C. F avre d e V a u g ela s , Remar­
que alcanzó. Desde entonces, la construcción simbólica y política se
ques sur la langue frangoise, útiles h
había terminado, y la lengua vulgar se había convertido en lengua ceux qui veulent bien parler et bien
clásica. Claude Perrault (1613-1688) tradujo al francés, por orden de escrire, París, Viuda de J. Camusat
Colbert, Los Diez libros de arquitectura de Vitrubio54°. En 1687, su y P. Le Petit, 1647.

hermano Carlos (1628-1703) presentó a la Academia el poema del 540 Marcus Vitruvius Pollio, Les dix
Siglo de Luis el Grande, se intentaba dar a entender que la época con­ livres d'architecture, París, J.-B.
Coignard, 1672, 2 o. Frontispicio
temporánea era superior al siglo de Augusto, según una teoría que por Scotin según Le Clerc, pl. de
habría de dar origen a la querella entre los antiguos y los modernos. Tourniér.

206
HISTORIA DEL LIBRO

El debate se prolongó con los Paralelismos entre los antiguos y los


modernos54i, y más tarde con Los hombres ilustres que han aparecido en
Francia durante este siglo con sus retratos al natural542. Y en 1694 apa­
reció el nuevo Diccionario de la Academia francesa545, que se abría
sobre un frontispicio de Marieta y Edelinck que representaba el busto
de Luis X IV coronado por las Gracias.

5 .4 o La «librería francesa»

Desde el siglo XV, la organización del oficio del libro apenas había
cambiado. El aprendizaje era obligatorio. Se comenzaba hacia los
doce años, y los términos recíprocos se estipulaban en un contrato
notarial. Pasados de tres a cinco años, el aprendiz recibía, un salario y
se convertía en un trabajador. Comenzaba para él una peregrinación
más o menos larga en la que iba perfeccionando su formación a la vez
que se multiplicaban las eventuales ocasiones de establecerse por su
cuenta. Si no era hijo de maestro, el trabajador podía solicitar el acce­
so a la maestría. Para ello, una de las vías de acceso más frecuentes era
casarse con la hija o la viuda de un maestro. Una tendencia constan­
te, que se manifestó a lo largo del Antiguo Régimen, fue el progresi­
vo cierre de posibilidades de ascenso social, bajo la acción conjunta
de las autoridades y de las dinastías profesionales de cada lugar.
El objetivo último de la acción dél cardenal y el soberano fue el
de organizar la «librería francesa» como una emanación del poder.
Desde 1612, los privilegios contraídos por los Parlamentos fueron
suprimidos en beneficio del canciller. Las cartas patentes de 1618
promulgaron los nuevos estatutos de los oficios del libro, y, poco des­
pués, en 1624, se intentó generalizar la censura real previa. El Códi­
go Micheau confirmó el conjunto de estas disposiciones, siendo la
principal aquella en la que se transfería al canciller el derecho de vigi­
lancia de la producción impresa, ejercido hasta entonces por la Iglesia
(1629). En adelante, la Iglesia sólo tendría un derecho de reproba­
ción, y sólo los impresos que tratasen de tema religioso estaban some­
tidos a la doble autorización. La intervención de la censura llevaba a
menudo a «encartonar» un volumen bajo la prensa, es decir, a recor­
tar las hojas correspondientes a un pasaje censurado para reemplazar­
las por nuevas hojas, los «cartones». Sin lugar a dudas, con ello se
541 1688-1698 4 vol desarrolló un amplio repertorio de ediciones prohibidas y alternati-
542 París, 1 6 9 6 -1 7 0 0 ,2 vol., 2 o. v a s' ,, , . , ,
. _ . ,, a , r La «dirección de las letras» era prerrogativa del gobierno y de la
543 Le dictionnaire de l'Academie frari' , . . ., ^ •i i i t r j i
goise París Coignard 1694 2 administración. Richelieu, convencido de que la derensa de la orto-
vol., 2 o. doxia estaba relacionada con la prosperidad de una librería bien con-

207
FRÉDÉRIC BARBIER

trolada -menos controlada por la ilegalidad-, emprendió la tarea de


concentrarla privilegiando sistemáticamente a las principales dinas­
tías de profesionales parisinos, a los que concedió la mayoría de las
autorizaciones de impresión y renovación de las autorizaciones. A la
cabeza de la profesión, los impresores del rey pronto pasaron a ser los
oficiales reales, titulares de un cargo que, en principio, les concedía la
exclusividad de los actos oficiales. Organizada en 1618, la comuni­
dad de impresores y libreros parisinos estaba dirigida por la Cámara
sindical -compuesta por un síndico y cuatro ayudantes-, y sus
miembros formaban parte de la aristocracia profesional544.
La monarquía de Luis XIV que sucedió a la Fronda reforzó esta
política, apoyando a los grandes libreros, incluso contra los propios
autores. Se llevó a cabo la confirmación de los privilegios otorgados a
los principales libreros-impresores parisinos, y la continuación de los
privilegios se hizo casi automática (1665). De la noche a la mañana,
el librero beneficiario se aseguraba para sí todas las ganancias, y mien­
tras lo desease, de la explotación de una obra exitosa. En 1667 se pro­
mulgó la prohibición de recibir nuevos maestros impresores en París;
más tarde, en 1687, se hizo lo mismo en el resto de Francia. El nume-
rus clausus favorecía, así, la prosperidad de las dinastías locales, direc­
tamente interesadas en un escrupuloso respeto de la reglamentación.
En la misma época se organizó la vigilancia: los talleres parisinos fue­
ron controlados por los comisarios del Chátelet y por el lugartenien­
te general de policía, y se creó el primer cuerpo de inspectores espe­
cializados. Por último, hemos de recordar la puesta en marcha, por
Colbert y el rey, de una lista de pensiones anuales que aseguraban la
mayor parte de los recursos de muchos escritores, y les vinculaban
con ello a Versalles (así, el mecenazgo se hizo patrimonio real)545.
Así pues, el ejemplo de Francia ilustra como ninguno la manera
en que la construcción de la monarquía absoluta puso en nuevos tér­
minos las relaciones entre la política, la opinión pública y el mundo
del libro.

544 La corporación elige sus represen­


tantes en la jurisdicción consular,
lo que es un privilegio bastante
raro.
545 A. V í a l a , Naissance de l'écrivain, pp.
67 y ss.

208

1
st
Capítulo 10
El ascenso deS público; la imprenta y
la Ilustración (1680-1760)

Si se im prim e, tened la seguridad de que será no porque haya esperado


alabanza alguna, sino porque el librero habrá creído despacharlo y me
solicitará que me aplique con fuerza a este trabajo asumiendo sus riesgos
y fortunas a su é x ito ... (PlERRE B á YLE, 1 6 9 2 .)

1. LOS INCENTIVOS546

1.1. ¿Bloqueo ©apertura?

La «librería del Antiguo Régimen» no se remite a la sociedad cerrada


que se ha dado en proponer como modelo, sino que más bien nos
encontramos ante un panorama que hace evocar las tragedias shakes-
perianas «llenas de ruido y furor». Aunque la trayectoria de las mayo­
rías estuvo presidida por un sistema demográfico tradicional, el ence­
rramiento en la autarquía y en el ritmo natural de los días y de las
estaciones, la apertura estaba presente en todas partes: en las ciuda­
des, como también en el campo, donde se estaba iniciando un lento
proceso de aculturación, imperceptible pero masivo. En todas partes
imperaba el progreso, que poco a poco iría implicando a las mayorías
en la modernidad y el mundo escrito. Desde entonces, muchas colec­
tividades alcanzaron su máxima definición, como sucedería en
Holanda e Inglaterra.
546 La cronología de algunos de los fe- £1 absolutismo no se impuso en todos los lugares, y donde triun-
nómenos presentados en los parra- r. « , . , tt - t t - i x- r t i
fos que siguen excede necesaria- fo lo hlzo segun modalidades muy vanadas. No obstante, los entrá­
mente a la del capítulo. mados del poder político siguieron determinando durante mucho

209
FRÉD ÉRIC BARBIER

tiempo el estatuto y el papel de la imprenta. La Francia de Luis XIV


constituye un ejemplo en el que la imprenta estaba sometida a una
legislación y reglamentación muy pesadas. A la inversa, los Países
Bajos septentrionales y más tarde Inglaterra constituyen un ejemplo
de sociedades que se condujeron en marcos parlamentarios, y que
estaban determinadas por los intereses -a menudo políticamente
conservadores- de los negociantes y financieros. La dispersión políti­
ca imperaba en los países de lengua alemana, ya que el reducido
tamaño de la mayor parte de los Estados garantizó el paternalismo
del gobernante, que moderó el absolutismo y favoreció el desarrollo
de las actividades intelectuales y relacionadas con el libro. Finalmen­
te, en Rusia reinaron la tradición y la rigidez. El monarca de enton­
ces, Pedro el Grande, pretendía aproximar su imperio al mundo occi­
dental, para lo que se apoyó en la imprenta. En suma, nos encontra­
mos ante itinerarios históricos diferentes, que se corresponden a cro­
nologías en sí mismas diferentes: mientras que algunas sociedades
'habían superado ya el modelo absolutista, otras lo conservarían a lo
largo de todo el siglo, y para otras esta época vendría a marcar el
umbral de la modernidad a la que se estaba aspirando.

1.2. Condiciones generales

Ante todo, los indicativos demográficos fundamentales fueron el


aumento de población, la revolución demográfica y el ascenso de las
regiones más modernas, con las ciudades a la cabeza. Aunque las
modalidades varíen de una región a otra y las cifras sean inciertas, el
número de habitantes fue masivo. Las estimaciones son de 100 millo­
nes de habitantes en Europa hacia 1650, de 140 millones un siglo
más tarde y de 190 millones hacia 1800547. En Francia habría 19
millones de habitantes hacia 1700, 24 en 1750 y 27 a finales de
siglo548. En Inglaterra, se estima que la población era de seis millones
de habitantes hacia 1710, siete hacia 1760 y más de nueve en 1801. 547 Citado por F. BRAUDEL, Civilisa-
tion matérielle..., I, 26.
En condiciones constantes, el crecimiento demográfico se tradu­
ciría en un impulso proporcional en la demanda de la imprenta. Sin 548 El desarrollo atrae la atención de
las autoridades o las investigacio­
embargo, las condiciones no fueron constantes: descenso de la mor­
nes, pero también atrae la aten­
talidad, reducción y más tarde casi desaparición de las grandes crisis ción de un público más amplio: cf.
demográficas, alargamiento de la esperanza media de vida, comien­ Hist. Eco. et sociales France, París,
zo de un cierto control de la natalidad constituyen algunas tenden­ 1970, II, pp. 14-15.
cias favorables a una actitud diferente de cara al mundo escrito y al 549 De esta manera, la baja de la me­
dia del número de niños empuja a
libro549. En Fiolanda, y más tarde en Inglaterra, se desencadenó la
invertir en la educación, es decir,
revolución urbana, y el peso de las ciudades impulsó a la innovación en las estructuras de formación y
agrícola. Londres se convirtió en la mayor ciudad del mundo -con enseñanza.

210
HISTORIA DEL LIBRO

más de 900.000 habitantes hacia 1800, y cerca de un millón en


181 5 - y en un centro de primer orden para la librería. La coyuntu-
ra económica también fue buena, con una fase de crecimiento que se
extendió desde finales del reinado de Luis X IV hasta 1775, antes de
que la tendencia se invirtiera. La mayor integración geográfica favo­
550 N. BARKER, «The rise of the pro­
vincial book trade in England and reció a la librería, al producirse una mejoría y densidad de las vías de
the grouth of a national transport comunicación (rutas, canales550, etc.), la mejoría de los carruajes y
system», en LEurope et le livre, navios y la organización de las redes de comunicación (redes de
pp. 137-155.
correos, carruajes y carros públicos). Un librero podía informarse
551 Algunos elementos bibliográficos rápidamente de las nuevas publicaciones; se pusieron en marcha
sobre el papel de la corresponden­
cia están a nuestra disposición,
redes de difusión más amplias, y prácticas como la suscripción se
pero se trata en general de series de hicieron posibles. Un público cada vez más amplio seguía de cerca.la
estudios monográficos, como por producción impresa, adquiriendo los volúmenes, o periódicos de su
ej.. B riefu nd Briejwechsel in Mit- interés, manteniendo correspondencias de las que algunas llegaban a
tel-und Osteuropa irn 18, und 19.
Jt, Essen, 1989.
tomar las dimensiones de una obra literaria551. También para las
mayorías, la apertura hizo posible el desbloqueo y la construcción de
552 Memoiregénéral sur la manufacture
d'étoffes de soie, or et argent qui se otras relaciones entre el campo y la ciudad, introduciéndose un fac­
fabriquent dans la ville de Lyon, tor nuevo en sí mismo en cuanto a los hábitos de consumo y, a
enero 1731, BnF, ms. Fr. 11855, veces, de lectura:
í® 31.
553 N. M a l e b r a n c h e , L e p .-, Orat, La Corte era imitada en París, que a su vez era imitado por los provin­
De la recherche de la vérité, ou Von
traitte de la nature de l'esprit de
cianos; así, la Corte daba al uno y a los otros un ejemplo que regulaba
l'homme et de l ’usage qu 'il en doit sus existencias.. ,552
faire pour éviter l'erreur dans les
sciences.
554 R. SIMON, O. O r a t , Histoire criti­ 13o La política como razón
que du Vieux Testament [Historia
crítica del Viejo Testamento], París,
Viuda de L. Billaine, 1678, 4o. La generación de 1670-1710 vio reforzarse el esfuerzo de racionaliza­
555 N. M a l e b r a n c h e , LEP.-, Orat,
ción. En su Búsqueda de la verdad553Malebranche (1638-1715) sentó
Entretiens sur la méthaphysique et las bases de una nueva articulación entre la razón, el conocimiento y
sur la religión, Roterdam, Reinier la fe. Llegamos a la religión con Fontenelle y su tratado D el origen de
Leers, 1688, 12a.
lasfábulas, mientras que Bossuet consiguió abarcar la Historia crítica
556 P. BAYLE, Dictionnaire historique et del Antiguo Testamento de Richard Simón (1678), publicada pronto
critique, Rotterdam, Reinier Leers,
por Daniel Elzevier en Amsterdam554. Siempre en Holanda, Male­
1697, 2 t, en 4 vol., 2 o. Se hace
una tirada de 1.000 ejemplares de branche sacó sus Conversaciones sobre la metafísica y la religión, inscri­
la obra, cifra que luego pasó a ser tas en el Index de 1706555. Por último, Pierre Bayle (f 1706) publicó
2.000 con la publicación del se­ en Rotterdam, en 1696, con Reinier Leers (f 1714) su Diccionario
gundo volumen. Las Nouvelles de
la République des lettres son redac­
histórico y crítico, emprendido desde 1689. El Diccionario completaba
tadas por Jacques Bernard (1658- un periódico de información culta, emblemático del espíritu de la
1718), pastor de la Dróme refu­ nueva época, las Noticias de la República de las letras5%.
giado en Holanda en 1685. Inició
La perspectiva política que se estaba construyendo transformó la
su carrera de pastor en Leide y fue
profesor de filosofía en la universi­
antigua articulación: la gloria del soberano, que venía siendo el ele­
dad de esta misma ciudad. mento central del sistema, fue sustituida de forma cada vez más clara

211
FRÉD ÉRIC BARBIER

por el objetivo del poder del Estado. Ahora bien, éste iba en función
557 I. N e w t o n , Philosophiae naturalü
del número de habitantes y de su riqueza, lo que determina el valor principia mathematica, Londres,
del capital público. Joseph Streater, para la Royal So-
ciety, 1687. La edición inglesa se
publica en 1729 (M ind o f mean,
Casi en la misma época, como signo temible, aparecieron en Inglaterra
161). Los mayores descubrimien­
los Principia de Newton557 y las primeras obras de Locke558, anunciando tos de Newton son sobre la diná­
una revolución política y una revolución científica rápidamente propa­ mica y la aplicación de la gravita­
gadas por las gacetas de los refugiados, propagadores eficaces que Luis ción a la astronomía,
estableciendo una ley general que
XIV había ayudado a que se instalaran en Londres y en Amsterdam.. .559
regía el cosmos. Su teoría tiene
poca repercusión en Francia hasta
Para Locke, es la razón la que debe fundar la organización de la socie­ la publicación de Élemens de la
dad, en un contrato social que haría de los dirigentes los depositarios philosophie de Neuton mis h la por­
tée de tout le monde, por Voltaire,
temporales del poder. El movimiento, abstracción de la cuestión de la
Amsterdam, Étienne Ledet et Cia,
democracia, esperaba llevarse a cabo en los Estados de los «déspotas 1738.
ilustrados», esto es, en Alemania, Europa central y Rusia560. Pufen- 558 J. LOCKE, T w o treatises o f gouver-
dorf condujo a una reflexión sobre el Estado moderno en su Estatuto ment, Londres, Awnsham Chur-
del imperio de Alemania, aparecido en latín en 1667561. El mismo año chill, 1690 (M ind o f mean, 162).
Id., An essay concerninghumane un-
salió una traducción alemana, y sé imprimirían 300.000 ejemplares
derstanding, Londres, Elisabeth
del tratado hasta 1710. Era la época de la «literatura de la racionaliza­ Holt, para Thomas Basset, 1690
ción del Estado» (J. Meyer), dominada por la Teodicea (1700) y la (M ind o f mean, 164).
Monadología (1714) de Leibniz562. La razón debía ceñir la política. 559 P. G o u b e r t , Louis X IV et vingt
Así, desde 1727 se crearon cátedras de ciencias políticas y administra­ millions de Frangais, 2a ed., París,
tivas (Kameralistik) en La Haya, Frankfurt y otras universidades, 1969, p. 144.

especialmente en las prusianas. La producción impresa de carácter 560 Desde 1656, Veit Ludwing von
Seckendorff, futuro canciller de
científico prosiguió.
Saxe-Ghota, analizaba, en su
Como es lógico, la imprenta pasó a constituir el vector principal Teutscher Fürstenstaat, el estatuto y
de la nueva constelación. En la base de la Ilustración se situaba la idea las funciones de los principados
según la cual el racionalismo y la libertad de conciencia son las con­ alemanes. El hecho de que la obra
de Seckendorff tenga doce edicio­
diciones necesarias para el trabajo intelectual y del progreso. La con­
nes sucesivas hasta 1754 demues­
frontación de ideas y la difusión del conocimiento confirieron cuerpo tra el interés para estos asuntos de
al proceso. De ahí la importancia de la conversación, la sociabilidad un público relativamente amplio.
erudita y los sistemas de comunicación como la imprenta563. Son los 561 S. DE M o n z a m b a n o (seud. S. Pu-
«signos [los que] hacen de almacén al comercio mutuo de nuestras fendorf), D e statu imperii Germa-
ideas», y la difusión de lo escrito sería la difusión de la Ilustración564. nici, Ginebra, 1667. El autor, al
no encontrar un editor alemán,
entrega su obra.
562 G. W. v o n L e i b n i z , Essai de théo-
1.4» La enseñanza dicée, Amsterdam, Isaac Troyel,
1710. Id., Lehrsdtze über die Mo-
Uno de los terrenos en los que se aplicó esta política de una manera nalogie, lena, Mayer, 1720.

más inmediata, poniendo en evidencia el vínculo con la propia eco­ 563 D. DiDEROT, Lettre sur les aveu-
gles, ci l'usage de ceux qu 'ils voient,
nomía de la imprenta, fue el de la educación. El avance de la Refor­
en Oeuvres [de Diderot], última
ma fue, en este sentido, considerable (Escocia, Inglaterra, parte de ed., ed. André Billy, París, 1996,
Alemania). El centro de la modernidad se situaba en Turingia, donde pp. 825 y ss. («La Pleiyade»),

2 12
HISTORIA DEL LIBRO

desde 1619 Sajonia-Weimar hizo respetar la obligación escolar


(Schulbesuch). En Gotha se promulgó la Gothaische Schulordnung
(ordenanza escolar) en 1624. Ello tuvo consecuencias directas sobre
la imprenta: cuando, en 1640, Ernesto I de Sajonia-Gotha mandó
llamar al pedagogo Andreas Reyher (1601-1673) para reformar el sis­
tema escolar del principado, este último hizo venir al primer impre­
sor de la ciudad, Peter Schmid. El duque firmó un contrato con él, en
cuyos términos Schmid tendría el privilegio sobre los textos oficiales
y los libros escolares, y recibiría gratuitamente el papel necesario. En
1644, Reyher tomó la dirección del taller, y en 1679 su familia reci-
bió el monopolio de la imprenta en el ducado. El modelo turingiano
se extendió a Brunswick-Wolfenbüttel (1651), Hesse (1656), Hanau,
Magdeburgo (1658) y, progresivamente, a toda la.zona de la Alema­
nia central. Claro está, las condiciones de aplicación de estas medidas
fueron a menudo insuficientes en las comunidades rurales. Pero, aun
así, el desarrollo de la escuela suscitó en todas partes el auge de una
producción impresa que con el tiempo se habría de convertir en la
más importante después del sector religioso y sobre la que sobreven­
dría la segunda revolución del libro impreso.
Los jesuitas se dedicaron a formar a las elites de la burguesía y la
nobleza, mientras que el modelo del humanismo de Melanchton se
puso en marcha eñ los internados y en las principales escuelas de los
Estados evangélicos. La Fundación del pastor Francke (Franckesche
Stijiung) en La Haya (1695) fue uno de los establecimientos más noto­
rios, en el que los alumnos condujeron el movimiento que llevaría a la
promulgación del Reglamento escolar general prusiano de 1763. Las
universidades volvieron a encontrar entonces parte de su antiguo pres­
tigio. En Alemania, la primera fue la de Leipzig, pero también cabe
citar la de Gottingen, fundada en 1736, que pronto sería la más
moderna de Europa al beneficiarse de una total libertad de enseñanza
y de publicación, así como de una extraordinaria biblioteca565. Y, una
vez más, el mundo impreso estuvo directamente ligado a la docencia
cuando Gottingen alcanzó el rango de una de las primeras ciudades
alemanas de edición en la segunda mitad del siglo XVIII. Por último,
564 P. C h a u n u , La civilisation de como los príncipes encontraban un interés en un cierto desarrollo de
l'Europe des Lumieres, última ed.,
la educación, las distintas jerarquías sociales y políticas se hicieron
París, 1993.
incuestionables: cada persona recibiría una formación conforme a su
565 K. J. H a r t m a n n , H . F ü c h s e l ,
Geschichte der Gottinger Univer-
estatus, de tal manera que el nivel de enseñanza empeoraba a medida
sitatsbibliotheek. .., Gottingen, que descendemos en la escala social, y las escuelas campestres y provin­
1937. G. SCHWEDT, Z ur Ges­ cianas quedaban fuera del movimiento de renovación pedagógica
chichte der Gottinger Universitdts- (aunque sus efectos se siguieron notando en alguna medida).
bibliotheek: zeigenossische Berichte
aus drei Jahrhunderten, Gottingen,
Aunque en Francia había una mayoría de «pobres de la cultura»
1983. (en palabras de Jean Quéniart), las elites urbanas y la mayor parte de
FRÉDÉRIC BARBIER

la aristocracia se alfabetizaron desde 1700, y el frente de aculturación


alcanzó a las mayorías, con una plusvalía en las zonas urbanizadas, al
ser más dinámicas y abiertas a los cambios; de ahí el retraso de las
zonas enclavadas como Bretaña, el gran Sudoeste o Auvernia. El
aumento de la densidad de las redes escolares constituyó un factor
altamente favorable, tanto para la librería al por menor como para la
imprenta (trabajos de la ciudad, programas, tesis...), incluyendo la
edición de manuales y obras pedagógicas.

2. LAS RESISTENCIAS

2.1. El control

El enfrentamiento se hacía cada vez más evidente: por una parte,


tenemos el programa de la Ilustración, el aumento de la demanda y el
auge de la producción impresa, incluyendo un modelo político-cul-
tural que en sí mismo estaba orientado a la apertura; por otra, encon-
tramos una gran dificultad para deshacerse de las formas tradiciona­
les de hermetismo socio-profesional, del control y de los privilegios.
El ejemplo de Francia ilustra la creciente distancia entre normas y
prácticas, distancia que ha conducido a una lectura histórica profun­
damente sesgada566. Han hecho falta varios decenios para que los his­
566 Es muy probable que los historia­
toriadores se den cuenta de la división que había entre la «librería» dores alemanes del libro se encuen­
como actividad económica y la «Librería» administrada, entre la pro- tren ante una dificultad análoga
ducción registrada y la producción que hubo realmente, entre la cuando manejan las monumentales
series de «catálogos de ferias» y olvi­
población de los libreros e impresores reconocidos y la de todos los dan, a la fuerza, toda la producción
personajes que, bajo cualquier pretexto, estaban vinculados a la pro­ no reconocida de la librería.
ducción y difusión de libros567. 567 J.-D . MELLOT, «Entre “librairie
La reglamentación se organizaba en diferentes planos: por un fran^aise” et marché du livre au
lado, con la articulación de los privilegios568 y la censura; por otro, XVIII' siécle», en Le livre et l'histo­
rien [Antología Henri-Jean Mar­
con la limitación del número de impresores y libreros junto con la
tin], Ginebra, 1998, pp. 493-518.
acción conservadora de las corporaciones. Pero la propia repetición
568 R. Birn, «The profit of ideas: pri-
de las prohibiciones y reglamentos atestigua la dificultad que había a viléges in librairie in 18th century
la hora de hacerlos aplicar. En París, la administración pretendía France», en Eighteenthcentury Fran­
impedir que la imprenta penetrase libremente en la ciudad, y se orga- ce, vol. IV, 1970-1971, pp. 131-
nizó una Comunidad en 1618569, y un reglamento gravaba a los libre­ 168.

ros al abrir sus tiendas en un espacio bien determinado, cerca de la 569 La Comunidad está dirigida por la
Cámara sindical (Chambre syndi-
universidad. En 1625, se les prohibió vender en los colegios; más
cale), que está compuesta, en el
tarde, en 1630, no podían instalarse en las calles, salvo casos puntua­ caso de París, por un presidente y
les. Todas estas disposiciones se repitieron en un reglamento de 1649, cuatro adjuntos o consejeros.

2 14
HISTORIA DEL LIBRO

que prohibía terminantemente tener más de un taller o tienda cerca


del Palacio o en el barrio de la Universidad, y que aún se retomaron y
precisaron en las sentencias de 1686 y 1723. No se hizo nada: una
creciente demanda llevó a incluir parte de las tiendas en el perímetro
autorizado y las derogaciones se multiplicaron. En 1781, el reparto
de los impresores y libreros parisinos dio origen a su concentración
en tres barrios (San Andrés de las Artes, San Benito y la Ciudad),
pero también se advertía la presencia de varios profesionales en la ori­
lla derecha del Sena. En 1788, esta pequeña concentración se reforzó
en los bordes del Palacio Real570, en cuanto la naturaleza de la deman­
da se alteró y la proximidad del vendedor hizo aumentar las ventas.
En la misma época, la administración de la librería, bajo la auto­
ridad de los Bignon, pretendía aplicar una sistemática política de
control. El número de talleres de imprenta estaba limitado para las
ciudades de Toulouse (1622), París (1686), y más tarde Burdeos
(1688) y Lyon (1695). Tras la encuesta llevada a cabo por el abad
Bignon en todo el reino (1701), el auto de 1704 fijó las cifras autori­
zadas para cada ciudad, a las que sólo podían añadirse ciertos reajus­
tes puntuales. Los resultados fueron los siguientes: exceptuando
París, contabilizamos 122 ciudades impresoras en la Francia de 1701.,
con 567 talleres y 676 prensas. Al cabo de dos generaciones (1764),
la red se había extendido un poco más (con 132 ciudades), pero el
número de talleres se dividió en dos (247), mientras que el de las
prensas permaneció estable (666).

D is t r ib u c ió n d e l a s c iu d a d e s a u t o r iz a d a s a p o s e e r c o m o m ín im o u n a im p r e n t a e n F ran­
c ia e n 1698-1701

Ciudades Imprentas Total % ciudades % talleres


autorizadas
París 36 36 108 12,6
Lyon, Rouen 18 36 n m 12,6
Burdeos, Toulouse m i m i a 24 ■ B G B B B I 8,4
Marsella, Estrasburgo 1 B M I I 1 I 1 12 ¡ I S illü M i 4,2
13 ciudades B lB H iS S 52 I B li l i l l l l l 18,2
28 ciudades I I I B ilB B S 56 23,8 19,5
570 El antiguo palacio de Richelieu es 70 ciudades IH H IIB H 70 59,3 24,5
cedido al rey en 1663, luego al Total 118 ciudades 286 100 100
hermano de Luis XIV, en 1692. Es
Luis-Felipe de Orleans, el futuro
Luis-Felipe, quien rehabilita los
jardines de 1781 a 1784 en 60 2.2. Privilegios y jerarquías
edificios y tiendas, para poder de
esa manera alquilar la zona. El Pa­
La limitación del número de talleres por parte de las autoridades trajo
lacio Real se convierte a partir de
ese momento en uno de los sitios
consigo una cierta concentración de los medios, aunque se tratara,
más concurridos de París. por lo general, de muy pequeñas unidades. El sector estaba domina-

2 15
FRÉDÉRIC BARBIER

do por la librería parisina. En principio, la capital contaba con 36


imprentas, y el número mínimo de prensas por taller'quedó fijado en
dos según el auto de 1686, cifra que aumentaría a tres en 1723. En
1764, las imprentas parisinas poseían una media de ocho prensas,
frente a sólo tres en el resto de Francia; se estima que la capital ten­
dría unas 200 prensas y 300 obreros a principios de siglo, para pasar
a tener 350 y 1. 100, respectivamente, en 1785.
La Comunidad de impresores-libreros, que contaba con trescien­
tos miembros hacia 1710, no quedó exenta a la hora de intervenir en el
sentido del control y de una política maltusiana. En 1723, los aprendi­
ces fueron reemplazados por los alloués, que no podíán convertirse en
maestros; esta disposición perduraría hasta 1760, y su abandono sería
uno de los claros indicios del empuje de una nueva coyuntura que des­
plazaba las anteriores estructuras jurídico-económicas. El bloqueo ini­
cial explica que los efectivos de la Comunidad hubieran descendido a
unos 220 miembros hacia 1785. A la par, el título de impresor real se
’ convirtió en un privilegio casi hereditario: los Ballard, los Colombat y
los Desprez (editores de Port-Royal) estaban a la cabeza de la profesión.
Era un medio muy restringido, cuyos lazos se reforzaban a base de
alianzas familiares y cuya riqueza se ponía de manifiesto a través de un
reparto jerárquico. Así pues, los impresores estaban representados en
los sectores altos, y más aún los impresores del rey. En lo alto de la pirá­
mide, los Anisson recaudaban unos impuestos de 200 libras.
Junto a una mayoría de talleres mal equipados y poco importan­
tes, los Coignard hacían girar 12 prensas y empleaban a 33 obreros
en 1721. En vísperas de la Revolución Francesa, Didot el Joven esta­
ría a la cabeza del principal taller de la ciudad, con 24 prensas y unos
90 obreros. De este modo, la estructura puesta en marcha tendió a
organizar el mundo del libro parisino en tres conjuntos, según que
. pertenecieran a la minoría privilegiada y más afortunada, a la mayo-
ría de tenderos y pequeños artesanos establecidos, incluyendo a los
buhoneros autorizados, o a la creciente chusma de marginales de
toda clase, atraídos hacia la imprenta por los beneficios que el sector
parecía proporcionar.

C apitación de los impresores y libreros parisinos , siglo xviii (según S .J uratic )

Capitación Número 1.a clase Impresores Impresores


de co n trib u y e le ' realc"
1695
1722 300 17 (>70 l.t.) ¡B lB lig lI lig 3 K I 1 S Í B I
1741 270 18 (id.)
1769 225 26 (id.)
1787 210 18 (id.) ■ ■ ■ ■

2 16
HISTORIA DEL LIBRO

El resto del territorio francés permaneció eminentemente anclado en


la producción de trabajos urbanos y de impresos de interés local o
regional (misales para uso de la diócesis, etc.). Llegado un momento,
la localización de las administraciones laicas (la intendencia, la justi­
cia...) y religiosas (sin dejar de lado las órdenes regulares), los esta-
blecimientos de enseñanza (universidades, colegios, pequeñas escue-
las) e instituciones culturales (academias y sociedades eruditas, como
también teatros, etc.), se convirtieron en los factores determinantes
de la localización y la organización de la imprenta. Los impresores o
libreros locales encontraron un interés vital en cuidar sus relaciones
con las autoridades, lo que les llevó a adoptar ciertas prácticas de
autocensura e incluso la vigilancia de sus colegas y eventuales compe­
tidores (sobre todo en la venta ambulante).
Por tanto, el éxito estaba al alcance de las grandes familias de
impresores-libreros que trabajaban para la ciudad, la intendencia, el
colegio o el obispado, publicando los primeros periódicos regionales;
y serían los primeros en aprovecharse de las disposiciones reglamen­
tarias de 1777571. El vértice de la pirámide estaba representado por los
impresores reales, que en cada ciudad importante tenían la exclusivi­
dad de las impresiones administrativas que emanaban de las autori­
dades centrales. A principios del siglo XVIII tenemos en Burdeos a
Jean y Pierre Sejourné, como también a Nicolás y Simón Delacourt,
impresores y libreros de la universidad. Imprimían los programas de
manera gratuita, beneficiándose a cambio de ciertas ventajas, como el
privilegio de todas las tesis a imprimir, presidir en las asambleas acep­
tados por los maestros y artistas, estar exentos del servicio militar, sin
olvidar la recepción periódica de un par de guantes y una botella de
anís... Encontramos una situación similar con la dinastía de los Tho-
reau, Fleuriau, Faulcon y Barbier, que presidirían el mundo de la
imprenta y la librería de los siglos XVII al XX en Poitiers. Hacia 1780,
Faulcon era a la vez impresor del rey, del obispado, de la presidencia,
del hotel de la ciudad y de la universidad, como también conde de
Artois y gobernador de Poitou.

3o LOS ENTRAMADOS DEL LIBRO

La cronología a largo plazo se organiza en tres momentos sucesivos.


La época fuerte de la invención intelectual se sitúa en el siglo XVII.
Este aspecto se fue adaptando poco a poco a la vida en sociedad, a la
política y a la economía política. La Ilustración fue la época en la que
571 Cf. infra p. 273. el debate se hizo público, y en la que se produjo un cambio de escala

2 17
FRÉDÉRIC BARBIER

en cuanto al orden de los fenómenos. Pero no todo se quedó en con­


ceptos y teorías abstractas: su elaboración, difusión y puesta en mar­
cha operaron a través de juegos de intercambio y prácticas de toda
clase, de los que una gran mayoría se iba articulando en tomo al libro
y al mundo escrito. Es en este nivel en donde intervino el progreso
sobre el que el cambio tomaría apoyo, y desde el cual se haría la difu­
sión, lenta y desigual, de las nuevas formas de vida, que habrían de
combinar el paso a otras formas de consumo con el cambio de las
estructuras culturales. En todas partes, el mundo escrito y la impren-
ta jugaban un rol indiscutible, siendo a la vez los objetos de consumo
y el soporte principal del protocolo de la progresiva aculturación.
Cuatro factores permitieron que se operara el cambio que condujo el
paso de las mayorías al lado del mundo escrito en la sociedad occi­
dental: la evolución de las estructuras de difusión, el ascenso de los
periódicos, la apertura de ricas bibliotecas de investigación y, por
último, la organización del cambio literario. Insistiremos más despa­
cio en la estadística de la producción en sí misma.

A primera vista, las estructuras tradicionales de difusión -las libre­


rías- se quedaron anticuadas. Por regla general, se trataba de lugares
cerrados, sin escaparates, cuya apertura a la calle solía hacerse
mediante una tarima abatible que formaba un tablero. El mobiliario,
más o menos lujoso según la calidad de la tienda, comprendía estan­
tes de anaqueles, una escalera o escalerilla, tablas para presentar las
mercancías, algunos asientos y, a veces, elementos decorativos. En las
tiendas de mayor envergadura, el librero despachaba sentado tras una
pequeña mesa, u ordenando sus manuales (libros de referencias, catá­
logos bibliográficos...) y archivos (correspondencia y contabilidad).
Solía llegar un momento en el que, por falta de espacio, los libros
habían de acumularse en otros locales, a menudo la propia vivienda
del librero o determinados almacenes de la ciudad.
En los grandes centros fueron apareciendo libreros especializa-
dos en encargos, antigüedades, música, estampas y objetos de arte.
Desde el siglo XVII se constituyó un público de entendidos y aficio­ 572 PLOMER, III, p. 123 y pp. 2-3. Li­
nados, en las grandes ciudades y ciudades universitarias, que alimen­ brería y editor real de la Royal So-
tó el sector del comercio de antigüedades. En Inglaterra, el primer ciety, Allestree es uno de los más
importantes profesionales de los
catálogo de venta de una antigua biblioteca privada fue sacado por años 1.660 en Londres, Quedó
John Martin y James Allestree (Londres, 1655)572, y su número arruinado por el gran incendio de
aumentó a finales de siglo. Las subastas de libros se conocían en 1666.
Holanda al menos desde finales del siglo XVI573, y, al parecer, se intro- 573 Cf. infra 188.
HISTORIA DEL LIBRO

dujo en Leipzig en 1671 y en Inglaterra en 1676 (de la mano de


William Cooper)574.
Las estructuras de difusión merecen una clasificación particular,
ya que, si bien no eran nuevas, para responder a la demanda tomaron
otra dimensión. Volveremos sobre las bibliotecas, públicas o semipú-
blicas, emanación de una sociabilidad erudita que era gratis pero rela­
tivamente cerrada575. Hubo también otros dos circuitos que se diri­
gían a un público cada vez más amplio: aparecido a mediados del
siglo XVII, el cuarto de lectura permitía la consulta de libros y perió­
dicos in situ, mediante una tarifa de abono que podía llegar a ser ele­
vada (a veces, de más de 20 libras por año). En un primer momento,
el servicio consistía en dar a leer uno o varios periódicos (en Francia
comenzaron con la Gazette); pero, con el tiempo, se fueron adaptan­
do a la consulta de manuales (diccionarios, etc.), y más tarde permi­
574 P l o m e r , IV, pp. 80-81. b. Wendt, tían también el acceso a las novedades literarias propiamente dichas e
Der Versteigerungs - u Atiguariaska- incluso a los libros prohibidos. Muchos de estos cuartos estaban liga­
talogim Wandel dreierJahrhunderte, dos a una librería que los abastecía, cumpliendo la función de alber­
Leipzig, 1937.
gar los ejemplares mientras no podían ser vendidos. A la vez, los abo­
575 Cf. infra^. 224.
nados al primero podían convertirse en clientes de la segunda. A par­
576 Pasadizos, galerías de libros [N. de tir de 1750, en algunas ciudades comenzó a expandirse el modelo de
la T.J.
la «sala de lectura», derivado del «cuarto», donde se ofrecía el mismo
577 Desde el comienzo de la época de servicio a manos de una asociación que se había constituido a tal
las crisis religiosas, pero también
en París durante la Fronda, los
efecto. Gracias a las instituciones de la sociabilidad ilustrada, que se
vendedores callejeros están al ser­ multiplicaron precisamente en esta época, las diferencias sociales se
vicio de los diferentes partidos. En hicieron cada vez más nítidas.
el siglo XVIII, la especialización
En un segundo momento, el libro comenzó a alquilarse por un
marca la naturaleza de los objetos
difundidos: calendarios, almana­
día para poder ser llevado a domicilio por el cliente. La demanda
ques, estampas, etc. El material de llegó a ser tal -según explica Luis Sebastián Mercier-, que algunos
trabajo consiste en una caja fija en volúmenes tuvieron que dividirse en varias partes para poder ser leí­
los hombros, un cascabillo o cué-
dos por varios clientes a la vez, pagando en este caso una tarifa por
vano y, llegado el caso, un bastón
como taburete -así lo ilustra el hora. Si la librería era un espacio reservado, el libro y la imprenta
grabado de Michel Poisson, los estaban presentes por toda la ciudad. Dejando a un lado los mercados
Cris de París (1770). El reglamen­ y las ferias, se instalaron casetas semipermanentes en los lugares más
to de 1744 indica que los buhone­
frecuentados: cerca del hotel de la ciudad, de la bolsa o de la hacien­
ros parisinos deben inscribirse y
ser titulares de una placa oficial, da, etc. Desde el siglo XVII, estos modelos de caseta o de simples
sin embargo hay un gran número mesas se multiplicaron en los espacios de moda, pasando a convertir­
de éstos que no son oficiales. Véa­ se en una especie de galerías mercantiles como la de la sala Vladislas,
se la Liste des CXX colporteurs et des
XL afficheurs..., París, Valleyre le
en el castillo real de Praga hacia 1600, o el Westminster Hall de Lon­
Jeune, 1783 (BhvP 131357). En.la dres en el siglo XVII, o también la Galería de Palacio en París, repro­
década de 1780, Louis-Sébastien ducida por un célebre grabado de Abraham Bosse (1640). A partir de
Mercier calcula que el número de 1770, en París asistimos al ascenso del Palacio Real, y este modelo se
buhoneros y carteleros es cinco ve­
ces mayor que el de las cifras ofi­
prolongaría a finales del siglo XVIII y en el siglo XIX con los nuevos
ciales. passages576. Pregoneros y buhoneros recorrían las calles577, y las posa-

2 19
FRÉDÉRIC BARBIER

das daban acogida a las subastas que procedían de las bibliotecas o


herencias, en las que también se incluían algunos libros o estampas.
Los encuadernadores tenían derecho a vender ciertos tipos de impre­
sos, mientras que por todas partes se encontraban pequeños comer­
ciantes que difundían sus libros. Algunos personajes individuales se
lanzaron a esta actividad profesional: un camarero podía ofertar un
pequeño conjunto de libros, un profesor vendía manuales a sus
alumnos... Estamos poco informados sobre estas personas, siempre
sospechosas a los ojos de la administración, pero no cabe duda de que
su papel en la difusión de la imprenta fue fundamental.

3.2. En ©1medí® rural

Lo fundamental se cocía en un ambiente más amplio. En las ciuda­


des, en los grandes burgos y en algunos pueblos los libros figuraban
en muchos comercios, tiendas de comestibles, mercerías inglesas578 o,
más tarde, en los general stores norteamericanos. Entre 1756 y 1776,
en la tienda de Abraham Dent, en Kirkby Stephen (Westmorland),
encontramos fundamentalmente té, productos alimenticios, pañue­
los y pequeña mercería, pero también libros, almanaques y artículos
de papelería579. Aunque nos faltan datos cuantitativos, el siglo XVIII
marca también el origen de la gran época de la venta ambulante de
libros, que dominaría amplias franjas de la geografía de la difusión
hasta el siglo XIX, e incluso más allá. La venta ambulante permitió lle­
gar a sectores de población que en sí eran demasiado débiles para for­
mar una demanda capaz de hacer funcionar a la librería propiamente
dicha580 o cuyo hábito cultural no se correspondía con el ofertado por
la librería clásica; se dirigía a una producción impresa específica,
esencialmente compuesta de libros piadosos, pequeños manuales
prácticos, libelos, almanaques, imaginería, etc. Claro está, la venta
ambulante podía también basarse en la difusión de la librería prohi­
bida, y era éste el gran temor de las autoridades.
En lo tocante a las redes, tres factores coexistían en Francia hasta
1850. La «pequeña buhonería» era una actividad estacional, ejercida
en un marco geográfico limitado y que solía basarse en la difusión de
almanaques. Todos los años, y una vez finalizados los trabajos agríco- 578 Lat. Merx, mercancía.
las, algunos vendedores itinerantes se presentaban ante un impresor- 579 Citado por F. B r a u d e l , Civ. Mat.,
librero de la región, el cual les encargaba difundir sus almanaques y II, pp. 48-49.

calendarios. A veces aparecía un intermediario, que hacía venir 580 El número de población no es el
principal indicador, sino hay que
numerosos ejemplares y proveía a sus propias redes de buhoneros. Sin
tener en cuenta la estructura del
embargo, la venta ambulante también fue ejercida por algunos de hábitat, el nivel de alfabetización y
manera permanente, sobre todo si se trataba de libros prohibidos. En la renta media de la población.

2.20
HISTORIA DEL LIBRO

este sentido, figuras como la de Noel Gilíes permiten reconstruir la


trayectoria de estas redes de difusión entre las fronteras del norte de
Francia, París y Versalles581. Por último, la «gran buhonería» funcio­
naba según prácticas específicas. El «viajero» salía para varios meses,
realizando un verdadero tour de Francia. Muchos de ellos solían pro­
ceder de tres regiones: de un pequeño conjunto de ciudades de la
parte baja de Coutances, como también de la población de los «Bi-
zoards» -señalada por Malesherbes- y, finalmente, de los Pirineos del
alto valle de Garona.

Cherbourg

Catentan
Bayeux

Muneville- St-Sauveur ®
le Bmgard o Caen
Montsurvent °®Servigny 0 0

Saint-Malo- Coutances

Granville Falaisc

Avranches

Origen de los buhoneros normandos de la librería que trabaja­


ban en el norte de Francia en el siglo XVIII

Estos mismos procedimientos se encontraban también fuera de


Francia, siendo numerosos los itinerantes de origen italiano. El equi­
librio de esta actividad no se rompería en el mundo occidental hasta
1870, momento en el que comenzaron a sentirse los efectos combi­
nados de la revolución de los transportes, la integración de los espa­
cios, el desarrollo de la prensa periódica a buen precio y la reorgani­
zación de los sistemas bancarios. Sería entonces el momento de la
,„„ , difusión de otra figura emblemática de la librería itinerante, la del
5 8 1 A. SAUVY, «Noel Gille, dit La Pis- . . , r -p, r . , c
tole. ..», en Bull. Biblioth. de Fran- viaJante de comercio. En Francia, los primeros fueron representantes
ce, XII, 1967, pp. 177-190. del vino de Champaña, mientras que los viajantes de comercio espe-

221
FRÉD ÉRIC BARBIER

cializados en la librería no aparecieron hasta el Primer Imperio fran­


cés. En general, la Ilustración se caracterizó por la multiplicación de
los canales y oficios que gravitaban en torno a la imprenta. En el
norte de Francia582 hemos registrado de 1701 a 1789 292 profesiona­
les de la imprenta, que englobaban a 113 impresores, 245 libreros, 61
encuadernadores que también vendían libros y otros 58 difusores de
libros (buhoneros, tenderos y comerciantes, personas individuales,
locales, preceptores, etc.). Encontramos la misma tendencia en
Rouen, Lyon y París, donde los intentos de control no lograron aca­
bar con el cauce de desarrollo anárquico de las redes del libro.

4 0 LA PRENSA PERIÓDICA

El auge de la prensa periódica constituye un índice incuestionable de


los nuevos procesos que se estaban viviendo. La nueva economía de la
imprenta se basó, durante mucho tiempo, en la prensa, de la que
tomó su característico sello distintivo en cuanto a la producción,
difusión y consumo:

Desde 1680, el éxito fulgurante de la prensa ha permitido comprender


sobre todo las leyes del mercado del libro. Gracias a la distribución
periódica, los libros aprendieron a hacer un estudio de mercado, a res­
ponder a una demanda evolutiva, a poner en marcha una red de difu­
sión, a utilizar [...] los recursos de la publicidad, a solicitar el compro­
miso financiero del lector, a asociarse para inversiones rentables, a acele­
rar la circulación de sus fondos. La difusión de los periódicos sirvió de
laboratorio de pruebas de una nueva economía del libro de la que C.-J.
Panckoucke habría de dar una magnífica ilustración... (J. SGARD.)

La bibliografía de los periódicos es lo suficientemente avanzada como


para permitirnos tener una idea lo suficientemente precisa de la evo­
lución de esta tendencia583. Hemos contabilizado unos 200 títulos en
la Francia del siglo XVII, cifra que superaría la cuatriplicación (900
582 Geográficamente corresponde a
títulos) en el siglo XVIII. Alemania conoció un progreso aún más rápi­
los departamentos del norte y del
do: el número de nuevos títulos, de 176 en 1730, pasó a ser de 754 Paso del Calais.
entre 1740 y 1765, y a cerca de 2.200 entre 1766 y 1790, alcanzan­ 583 Aparte de los títulos citados en la
do algunos una difusión masiva (como el Realzeitung de Erlangen, bibliografía, mencionaremos el in­
con 18.000 ejemplares). Se calcula que en 1789 el número de perió­ teresante pero poco conocido por
los historiadores franceses del libro
dicos alemanes era de 180, para una tirada de unos 200.000 ejempla­
Zeitschrifien und Zeitungen des 18
res. En Weimar, el editor Friedrich Bertuch pudo escribir que el und 19 Jts in Mittel-u. Osteuropa,
periódico era reclamado por todos, «desde el soberano hasta el minis- Berlín, 1986.

222
HISTORIA DEL LIBRO

tro, pasando por el partidor de madera en la calle y el paisano en la


taberna de la ciudad...». Pero el primer centro de producción foe
Inglaterra, donde el régimen liberal establecido en 1695 permitió un
éxito fulgurante. Se estima que la tirada global de la prensa periódica
inglesa se multiplicó por ocho entre 1712 y 1757. Las colonias ingle­
sas de América siguieron una trayectoria similar584. Cuatro modelos
principales dominaban el panorama del sector.
Prácticamente, la prensa de opinión sólo se encontró en Inglate­
rra, y su desarrollo estaba ligado al del sistema parlamentario. En
1704, Daniel Defoe lanzó su Revista, cuyo modelo sería seguido por
el Tatler (1709), más tarde.por el Spectator (1711), periódico que lle­
garía a alcanzar los 20.000 ejemplares, pero que desapareció en 1712.
En Francia, el debate se centró más bien en los problemas filosóficos,
con títulos como el del Journal de Trévoux o las Nouvelles ecclésiasti-
ques.
No tardó en salir el periódico de información general y de mayor
difusión. En Francia, el control del poder estaba asegurado por el
monopolio concedido a un título elegido por la administración, la
Gazette (1631), que tenía el privilegio exclusivo de las noticias políti­
cas, y los demás periódicos que retomasen sus informaciones debían
pagarle una cantidad. La London Gazette fue un periódico privado
lanzado en Oxford en 1665; pero el primer periódico cotidiano de
información general sería el Daily Courantáe 1702. El Daily adverti-
ser fue primeramente un periódico de anuncios (1730), que luego se
abrió a la información. Este modelo se prolongó con las múltiples
gacetas de la época de la Ilustración, a menudo editadas en los Países
Bajos ( Gaceta de Holanda,, de Leyde, de Amsterdam, de Lieja, etc.).
Siempre en Francia, el segundo gran título fue el de Mercure galant
(más tarde Mercure de France), fundado en 1672 y que pasó de ser
una página de variedades a ser una página literaria. El primer perió­
dico cotidiano francés, el Journal de Paris, no fue creado hasta 1777 y
estaba muy por detrás de los títulos ingleses del momento.
La modernidad del mercado inglés de la imprenta permitió apo­
yarse en el público de clases medias para lanzar un nuevo tipo de
periódicos generales: en 1731, el Gentlemans Magazine proponía un
contenido variado de ensayos y artículos, y su éxito le hizo ser pronto
copiado por el London Magazine y muchos otros títulos.
El tercer modelo se corresponde con el de los órganos de la socia­
bilidad erudita, más tarde ilustrada. El modelo era el del Journal des
savants, lanzado en París en 1665, cuyo objetivo era dar a conocer
«todo lo que acontecía en la República de las letras». Su éxito queda
probado por el gran número de competidores que tuvo en Aviñón,
5 8 4 . Cf. infra p. 292. Colonia, Amsterdam, La Haya, Bruselas, etc. Dedicadas a la Royal

223
FREDERIC BARBIER

Society, las Philosophical transactiom aparecieron en Londres en


1665585, y en 1682 Otto Mencke lanzó en Leipzig las Acta euditorum,
en latín. En Holanda, Pedro Bayle publicó, desde 1685, las Noticias
de la República de las letras, que, al igual que el Journal des savants, se
centró sobre todo en aspectos críticos. Italia intentó importar el
modelo parisino con el Giornale de letterati, que apareció en Roma en
1668 en los círculos cercanos a la curia, y es testigo del intento de
renovar la cultura de la Contrarreforma. Dejó de publicarse en 1683.
El último grupo, que se enriquecía constantemente, era el de los
títulos especializados, ya fuera por temas (como el Periódico económico,
fimdado en 1751) o según el tipo de público al que se pretendía llegar.
Así, la segunda mitad del siglo XVIII vendría marcada por el auge de la
prensa «infantil» y de la prensa «femenina». Para los niños, el primer
título importante fue el del Magazin des enfants, creado por madame
Leprince de Beaumont en 1756. Pero el ejemplo alemán es el que
mejor ilustra el proceso, sobre todo a partir de 1770. En 1771, el
Wochenschrift zum Besten der Erziehung der Jugend (Semanario para
mejorar la educación de la juventud) se seguía dirigiendo a los adultos,
pero al año siguiente nació el primer título para niños, el Leipziger
Wochenblattfur Kinden (Semanario de Leipzigpara niños), cuyo conte­
nido combinaba los temas educativos (textos morales y didácticos) con
los recreativos (historietas, cuentos, etc.). En este sentido, el título más
importante fue Der Kinderfreund (El amigo de los niños), fundado en
1775 según el modelo del Magazin des enfants. De 1770 a 1789 se han
contabilizado 43 periódicos publicados en alemán para los niños,
mientras que en 1784 Sofía von La Roche lanzó Pomona, la primera
publicación para mujeres. Claro está, todos ellos eran relativamente
caros y sólo se difundían a través de un sistema de suscripción.

5. LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA IMPRENTA

5.1o Colecciones y bibliotecas

Un último indicio del papel que jugaba la imprenta en la Ilustración


viene dado por la dimensión social que se desplegó a su alrededor.
Tradicionalmente, la constitución de las grandes bibliotecas se venía
haciendo de la mano de una determinada institución (una sede reli­
giosa, un colegio, etc.) o personaje (un erudito, un letrado, un aficio- . T *
, \ t -> i -i i- t • - i t t- 585 Philosophical trasactions, Londres,
nado, un r ey. ..). Estas bibliotecas eran bienes privados; estaban a dis- Martyn y James Allestru,
posición de su propietario y, llegado el caso, de un círculo de conoci- 1665.

224
HISTORIA DEL LIBRO

dos y gente cercana. Pero en el siglo XVIII comenzó a intervenir cada


vez con mayor frecuencia el bien público, y las colecciones se consti­
tuyeron, enriquecieron y administraron con el objetivo principal de
ser puestas a disposición de la comunidad (aunque seguía siendo una
comunidad de privilegiados).
Se hizo a través de varios modelos, siendo el primero de ellos el
del coleccionista privado que, de manera voluntaria, ponía su colec-
ción a disposición del uso colectivo. En Oxford, el diplomático sir
Thomas Bodley (1544-1613) se dedicó a enriquecer la biblioteca de
la universidad con ayuda del librero John Bill. La nueva biblioteca
586 Sir Robert Cotton as collector: essay resultante pudo abrirse en 1602, y pronto recibió una serie de dona­
on an early Stuart courtier and his
ciones y adquisiciones extraordinarias, entre las que se situarían los
legacy, Londres, 1997.
libros de cuentas de Arundel (1646) y los de Willibald Pirckheimer.
587 Robert Harley (1661-1724), pri­
En la misma época, las bibliotecas se abrieron al público en ciertas
mer conde de Oxford. Su hijo es
Edward Harley (1689-1741). En ciudades de Holanda, sobre todo en Leyde. En Londres, en 1753, fue
su mayor apogeo, la biblioteca lle­ el Parlamento el que decidió comprar la colección privada de un
gó a tener 50.000 ejemplares im­ médico, sir Hans Sloane, compuesta por unos 40.000 impresos y
presos y 7.600 manuscritos, mu­
chos de ellos encuadernados en
3.500 manuscritos. Este mismo año se promulgó el acta de funda­
tafilete rojo. ción del British Museum, que en su origen abarcó tres agrupaciones
588 El Catalogue des livres imprimez de de impresos: manuscritos y producciones naturales y artificiales. Las
la Bibliotheque du Roy es publica­ colecciones de libros se enriquecieron gracias a la entrada de las
do en 1739 en una monumental bibliotecas de Cotton586, más tarde de Harley, el conde de Oxford587y,
edición por la Imprenta real. La
en 1759, a la donación de las colecciones reales por parte de Jorge II
edición comienza con una «Memo­
ria histórica» que presenta el origen (los fondos Oíd Royal). Así pues, el conjunto se hizo accesible al
y la historia de las colecciones y ter­ público. Este mismo proceso se puso en marcha en Florencia, bajo la
mina recordándonos que nos en­ autoridad del gran duque. Antonio Magliabechi legó su rica bibliote­
contramos en la época de la erudi­
ca a la ciudad (con 30.000 volúmenes en 1714), y fue secundado por
ción benedictina. La clasificación y
la subclasificación son sistemáticas el caballero Antón Francesco Marmi en 1736. El conjunto se abrió al
y son presentadas en un índice de público con Francisco II de Lorena en 1747, y otras colecciones
materias con diferentes tipos de vinieron a enriquecer los fondos originales: la Biblioteca Palatina y la
cuerpo y de caracteres, indicándo­
nos de esta manera la jerarquía del
Lotaringia con Pedro Leopoldo I en 1771, las bibliotecas de los jesui-
conjunto de la clasificación. tas tras la supresión de la Compañía en 1775, el grupo de ediciones
589 Y los de los guías: P. LE GALLOIS, de Bodoni donadas por Fernando I, duque de Parma, en 1786, etc.
Traité des plus belles bibliotheques En general, podemos decir que las bibliotecas de los reyes y gran­
de. l'Europe [ ...] , avec une méthode des nobles pasaron a estar al alcance de un público de lectores cultos
pour dresser une bibliotheque.. ., Pa­
y fueron evolucionando hacia el modelo de la biblioteca central. Tal
rís, 1680. El viaje literario más céle­
bre es el de Dom MARTIÉNE y fue el caso de París con la Biblioteca real, cuyo catálogo comenzó a
Dom DURAND, Voyage litteraire de publicarse588; también fue el caso de todo el mundo germánico, en
deux religieux bénédictins de la Con- Munich, Viena, Berlín, Wolfenbüttel, etc. Con el tiempo, el género
gregation de Saint-M aur..., París,
del «viaje literario» se expandió, quedando recogido en las coleccio­
en Móntalant, 1724.
nes de las bibliotecas589. Así, cuando Charles Patin (1633-1693) visi-
590 C. PATIN, Relations historiques et
curieuses de voyage.. Lyon, C. Mu-
tó las ciudades de Alemania y Europa central, quedó atrapado en el
guet, 1674,12°. estudio de las bibliotecas y sus colecciones590.

225
FRÉDÉRIC BARBIER

La cristalización de la sociedad culta que se organizó en torno a


las bibliotecas y los libros queda magníficamente reflejada en dos
ejemplos tomados de las últimas décadas del Antiguo Régimen. En
su hotel del Arsenal encontramos al marqués Antonio de Paulmy de
Axgenson (1722-1787), antiguo embajador, miembro de la Acade­
mia francesa y la de las Inscripciones, editor, pero, sobre todo, gran
lector y coleccionista de libros. Sus agentes frecuentaban los lugares
.europeos y compraban las piezas más interesantes. El en persona
adquirió en bloque la fabulosa biblioteca del duque de la Valliére...
Este conjunto monumental fue puesto a disposición de los eruditos y
curiosos, hasta el punto de casi oficiar de biblioteca pública, como
señalaría Dacier:

El señor de Paulmy no reservaba la biblioteca para sí solo: la compartía


con todas las gentes de letras que querían entrar en ella; les estaba siempre
abierta; a cualquiera que fuera por allí había siempre tiempo para acoger-
le, para entretenerse con él acerca del tema de su trabajo y para procurarle
los libros solicitados indicándole otros que podían serle útiles...

Este modelo ilustrado se interiorizó a través de una forma de sociabi­


lidad que admiraba Adamarnos Coráis, joven estudiante griego que
llegó a París poco antes de la Revolución. Las colecciones de sus ami­
gos helenistas estaban a su disposición y él podía completarlas diri­
giéndose a la Biblioteca real:

¿Habéis visto alguna vez a un obrero trabajar sin sus útiles? ¿Y cree usted
que los 400 o 500 volúmenes que tenéis en Esmirna (e incluso todos los
griegos, simplemente) bastarían para abastecerme de la materia que me
es necesaria para mi libro? Aquí tengo también la biblioteca del juez
[Clavier] en cuya casa me hospedo, y aun la de Villiosson y otros dos
grandes sabios, cuyas bibliotecas guardan ocho o diez mil volúmenes
cada una. Y si no encuentro en ellas el libro que me hace falta, tengo
permiso para ir a solicitarlo a la Biblioteca real, que posee 350.000 volú­
menes...591

5.2o Sociedades

El programa de la Ilustración se llevó a cabo por medio de un conjun­


to de estructuras de sociabilidad culta (academias, asociaciones y agru­ 591 Lettres de Coray au protopscdte de
paciones de toda clase) en cuyo seno el mundo escrito (cartas, memo­ Smyrne Dimitrios Lotos..., ed.
Marqués de Queux de Saint-Hi-
rias. ..) y la imprenta fueron fundamentales. El modelo académico se laire, París, Firmin-Didot, 1800
difundió a través de Europa, pero con estructuras generalmente oficia- (lo vil 1790).

22 6
HISTORIA DEL LIBRO

les (la Academia estaba bajo el patronazgo del soberano), y que de


entrada concernían a las clases privilegiadas. Pero, con una frecuencia
cada vez mayor, lo que podemos llamar la «sociedad civil» iba desarro­
llando formas de sociabilidad culta, de tal manera que la propia evolu-
ción de esta relación de fuerzas constituye un claro ejemplo de las con-
tradicciones de la Ilustración, ya que se pretendía reformar las estruc­
turas del pensamiento y de la vida social sin tocar las propias estructu­
ras de esta última592. En especial, esta descompensación se notó en
Alemania, con la creciente oposición entre la cultura cortesana, (la
civilización), representada en las academias reales o nobiliarias, y una
cultura «burguesa» que cada vez se iba haciendo más autónoma. En
Leipzig, la sociedad alemana (Deutsche Gesellschaft) trabajaba en la
reforma de la prosa, y publicó tres volúmenes de Escritos (Schriften),
en 1730, 1734 y 1739. Su modelo fue copiado durante las décadas de
1730-1740 en Góttingan, Jena, Koningsberg, Altdorf y Berna,
teniendo como programa explícito el desarrollo de una cultura cuyos
patrones se ajustaron mejor a las aspiraciones de la «burguesía de
talentos» (Bildungbürgertum). En Berlín, en 1748-1749, el librero
Friedrich Nicolai fue el principal fundador del denominado «Club del
lunes» (Montctg Club), del cual fueron miembros Moses Mendelssohn
y Lessing. Pero la ciudad también albergó a la Sociedad de amigos-de
las ciencias naturales, la «Sociedad del lunes» (Montagsgesellschaft) y la
del «miércoles» (Mittwochsgesellschaft), etc. En Francia, la década de
1780 vería surgir el movimiento de los Museos, que pretendía abrir a la
burguesía ilustrada a los marcos de una sociabilidad académica que
la distinción de los rangos solía mantener encerrados.
Otras sociedades tuvieron un objetivo más práctico, a imagen de la
Society ofarts, manufactures and commerce de Londres (1754). Fundada
en 1763, la «Sociedad comprometida» de Hamburgo, más tarde la
«Sociedad patriótica» (Patriotische Gesellschaft), pretendía mejorar
la situación económica y social de la ciudad, y estaría a la cabeza de
muchas iniciativas. Su modelo fue ampliamente copiado, sobre todo
en el norte de Alemania. Academias como la de Erfurt (1754) siguie­
ron un objetivo similar. Del mundo rural se encargaron las socieda­
des agrónomas (Thüringische Landwirtschaftgesellschaft, 1762). Por
todas partes proliferaban las bibliotecas, las suscripciones a los perió­
dicos, las publicaciones de trabajos y tesis... Mención aparte merecen
las sociedades secretas, masonería e iluminismo (este último, apareci­
do en Ingolstadt en 1776); y, como es sabido, muchos de los grandes
libreros de la segunda mitad del siglo XVIII fueron miembros de estas
592 D. R o c h e , Le siécle des Lumieres sociedades. Wilhelm Meister ponía de manifiesto la oposición entre
en provence: académiciens provin- , , . , , , / i • 11 i*
ricmx, 1680-178% París, Den Haag, un PrivaG0 generalmente estrecho y un ámbito publico o
1978,2 vol. semipúblico extremadamente rico:

227
FRÉDÉRIC BARBIER

Es cierto que, de toda nuestra casa, yo mismo no ocupo otro sitio que el
de mi despacho, y aún no sé dónde voy a colocar la cuna, pero el espa­
cio exterior de la casa es mucho más grande. Los cafés y los clubes para
hombres, los paseos a pie y en coche para las mujeres, y los bellos luga­
res de recreo en el campo para ambos...

Como es lógico, las transformaciones de la economía de la imprenta


-aumento de .la demanda, ampliación de la distribución, esfuerzos
para mantener el proceso bajo control- trajeron consigo un gran
cambio en el campo literario y sus actores.

5.3.7. Los derechos de autor593

A excepción de Inglaterra con el copyright act de 170?, que combina­


ba la propiedad intelectual y material, el derecho de autor en sentido
moderno no existía. Este ofrecía al autor la capacidad de ceder el
derecho de uso de su obra a un inversor o librero por un tiempo
determinado. En el resto de Europa era prácticamente imposible para
un escritor el vivir de su pluma. Para poder hacerlo debía disponer de
una fortuna personal, ya fuera mediante unos ingresos regulares por
ejercer una profesión autónoma (médico, eclesiástico, profesor,
bibliotecario, etc.), ya fuera ligado a la persona de un soberano o
cualquier otro personaje importante para el que escribía o al cual
dedicaba sus obras (intercambio de servicios característico del clien-
telismo594), o, en definitiva, beneficiándose de cualquier otro tipo de
mecenazgo. En Francia, la primera vez que se planteó la cuestión del
derecho de autor fue allí donde los ingresos eran más importantes,
esto es, en el teatro (en la comedia). Un texto de 1697 recoge un
reparto de estos derechos entre los comediantes, el teatro y el autor,
pero de tal manera que los primeros tenían un gran interés en que
fracasara la obra, ya que si la recaudación no alcanzaba rápidamente
las 800 o 1.200 libras, se convertían en propietarios y podían explo­
tarla a su gusto. Las querellas con los autores eran constantes, culmi­
nando en el caso de E l Barbero de Sevilla, donde Beaumarchais se
tomó la tarea de verificar las cuentas:
593 P. RECHT, Le droit de l'auteuri
¿Qué clase de costumbre tiene usted de heredar de los que no han muer­ Gembloux, 1969.
to? [...] Lo que yo pido a la comedia, más que dinero, [...] es una cuota 594 A. VIALA, Naissance de l'écrivain, pp.
bien trazada, una cuenta exacta que pueda servir de tipo o de modelo a 51yss.

228
HISTORIA DEL LIBRO

todos los desajustes futuros y devolver la paz a los actores y autores [...].
Concluyo diciendo [...] que las gentes de letras tenían razón al quejarse
de esta manera [...] de hacer cuentas con ellos. Tan mal delimitada estac­
ha esta cotización con las gentes de letras que se mostraban demasiado
altivos como para aceptar ayudas y demasiado incómodos como para
sufrir pérdidas...

El debate concluyó en 1777 con la constitución de la Sociedad de


Autores Dramáticos y la aceptación de un nuevo reglamento para las
relaciones con los comediantes (1780).

5.3.2. El público y la crítica literaria

Los otros dos elementos fundamentales en este proceso de autono­


mía del campo literario comenzaron a ser poco a poco reconocidos.
Por un lado, el público de lectores, que, presentado implícitamente
como anónimo, comenzó a aparecer en algunos prefacios y adverten­
cias que encabezaban ciertas ediciones. Por otro, la crítica literaria,
que funciona como un signo inequívoco de la creciente autonomía
del sector y que comenzó a ser ejercida, como atestigua Boileau en el
prefacio de sus Sátiras (1666):

[Él] ha encargado [a su librero] pedir excusas a los autores que puedan


sentirse extrañados de la libertad que se les ha dado para hablar de sus
obras y sus escritos en determinados ambientes. Les pide, por tanto, que
consideren que el Parnaso fue siempre un país de libertad, que el más
hábil estaba todos los días expuesto a la censura del más ignorante, que •
el sentimiento de un solo hombre no tenía poder de ley y que en el peor
de los casos [...] se podían vengar en [...] sus obras, abandonando hasta
los puntos y las comas.

Al cabo de un siglo, Beaumarchais se lamentaba del poder de la crítica y


atacaba severamente al Periódico enciclopédico de Bouillon en su Carta
moderada sobre la caída y la crítica del «Barbero de Sevilla» (1775):

Por tanto, mi dicha sería sincera si usted [lector] se dignara en conferir­


me el laurel de su aprobación, contando con que muchos de los señores
periodistas no me denegarían el de su desprecio...

La situación alemana fue muy distinta, a causa de la ausencia de una


gran capital y de una actividad de competencia. Autores e intelectua-
les intentaban constituirse en grupo de intermediarios, para represen-

229
FRÉDÉRIC BARBIER

tar a un público al que deseaban dirigirse directamente. Así pues,


fuera de los circuitos de la librería propiamente dicha, la difusión por
suscripción de Die deutsche Gelehrtenrepublik (La República alemana
de las letras) de Klopstock (1774) marcó el punto culminante de un
movimiento que fracasó frente a la organización sistemática del siste-
ma de difasión por parte de los profesionales”’. Éstos, en compensa-
ción, desde el momento en el que consiguieron defender sus intereses
frente a la «piratería», se vieron obligados a pagar a los autores remu­
neraciones de una cuantía considerablemente mayor.

5.3.3. El editor

Otros dos factores contribuyeron a dar cuerpo a la nueva organiza­


ción del sector literario a lo largo del siglo XVIII. El primero concierne
a la función de edición, para la cual el antecedente inglés era inequí­
voco. A consecuencia de las disposiciones del copyright act de 1709, el
inversor o el librero que adquiría los derechos sobre una obra proce­
día a explotarlos. Por tanto, asumiría las sumas necesarias para la edi­
ción, determinaría las características materiales del futuro volumen
(elección del formato, de los caracteres, etc.), haría las correspondien-
tes previsiones presupuestarias, se dirigiría a un impresor para hacerle
realizar el trabajo según sus indicaciones y organizaría la difusión.
Muchos de los inversores solían asociarse en sindicatos ( conger), sien-
do el más célebre The Chapter; nombre tomado del café donde se reu­
nían ( Chapter Coffee House). Este sistema, que desapareció hacia
1750, aseguró la transición entre la librería tradicional y la moderna.
Sería un sindicato de este tipo el que emprendería en 1740 la edición
del Dictionary de Johnson, obra que no sería finalizada hasta 1755. El
trabajo fue confiado al impresor más famoso de la época, el escocés
William Strahan (17.15-1785), establecido en Londres desde 1739.
. El editor aportaba el capital, pero también proponía al público los
nuevos productos impresos que suponía que iban a tener un gran 595 P. A. C a r ó n d e B e a u m a r c h a is ,
éxito en .vista de una situación determinada. De hecho, el editor ten­ Thécitre. Lettres relatives h son théá-
día a convertirse en el rey del juego, ya que daba las órdenes tanto a los tre, última ed., París, 1957, aquí
pp. 740 y ss. («Bibli. De la Pléia-
impresores como a los libreros y a los propios autores. El caso paradig­
de»). J. BONASSIES, Les auteurs
mático fue el del parisino Le Bretón, cuyo proyecto de traducir la dramatiques et la Comédiefrangaise
Cyclopedia de Chambers derivaría en la monumental Enciclopedia de a París auxXVll' et XVIII1 sikles, Pa­
Diderot y D Alembert. Quizá sea más evidente el proceso en una geo­ rís, 1874.

grafía como la alemana, donde la aculturación se basaba en una inten- 596 F. BARBIER, «De la république des
auteurs á la république des librai-
sa actividad de traducción y redacción; de ahí la constitución de ver­
res...», en L'Europe et le livre...,
daderas cuadras de escritores, cuyo modelo vendría diseñado por el pp. 415-449. Bajo la «reforma de
Sebaldus Nothanker del librero berlinés Friedrich Nicolai596. Reich», cf. infra p. 288.

230
H IS T O R IA D EL LIBRO

5.3.4. Los «grandes autores»

El otro indicio fue la aparición de la nueva figura del «gran autor»,


cuyo nombre sería lo suficientemente conocido como para asegurar
el éxito de todo lo que publicase. Gracias a ello, las sumas que desem­
bolsaban los libreros para dar salida a sus manuscritos resultaban sufi­
cientes, e incluso sobradas, para vivir. Tal fue el caso de algunas de las
grandes figuras de la literatura francesa en la época de la Ilustración,
como Voltaire o el propio Rousseau, cuya edición de sus Obras com­
pletas se convertiría, tras su muerte, en un disputado negocio de
librería. El auge de la prensa periódica actuó en un doble sentido,
siendo a la vez uno de los medios por los que el nombre del autor se
daba a conocer al público y una fuente de ingresos, nada despreciable
para los nuevos periodistas. En el Vaudeville, concluyendo La loca
jornada, Fígaro cantaba:

Por la suerte del nacimiento / Uno es rey, otro pastor / El azar hizo su
distancia / Sólo el espíritu puede cambiar todo / De veinte reyes que se
erigen / La muerte rompe el púlpito / Y Voltaire es inmortal.

231
•vviwj."
Capítulo 11
Formas de ia imprenta en el Antiguo
Régimen

Existe todo un conjunto de modos y costumbres a analizar en torno


a la imprenta. Las formas de los objetos, los hábitos de fabricación y
los modos de lectura y utilización que fueron característicos de la
«librería del Antiguo Régimen» no evolucionaron gran cosa a lo largo
de los dos siglos que duró este periodo que estamos analizando. En el
capítulo que sigue nos ceñiremos al análisis de las formas materiales
del libro en tanto que objeto.

1. CARACTERES

El principal avance consistió en el paso de una tipografía y manera de


hacer los libros dominadas por la representación regia a estilos más
abiertos y cuya manera de hacerse se iba insertando en las estrategias
editoriales, es decir, dando cabida a estrategias financieras que se defi­
nían en relación a un determinado publico. Armando Petrucci ha
mostrado la carga simbólica que tenían los caracteres de escritura y
tipografía antiguos; su trayectoria se transpone directamente al espa­
cio de la página tipográfica y sus componentes.

1.1. La tipografía

En la Francia del siglo XVI, y bajo el impulso del rey, se produjo una
primera oleada de avances, que en un principio se basaron en la tipo-
grafía griega. A la vez que la Biblioteca de Francisco I reunía lo que se
habría de convertir en la más importante colección de manuscritos

2-33
FRÉD ÉRIC BARBIER

griegos de Oriente, el lector y bibliotecario del rey Pierre du Chátel


firmó un contrato con Claude Garamont (hacia 1480-1561), un
alumno de GeofFroy Tory, para la ejecución de nuevos punzones grie­
gos (1540)597. La escritura de Angel Végéce fue tomada como mode­
lo. Se trataba de los «griegos del rey», extremadamente elegantes y
caracterizados por las numerosas ligaduras de su modelo manuscrito,
y que fueron utilizados por primera vez en la Historia ecclesiastica de
Eusebio de Cesárea (1544)598. Sin embargo, Garamont, uno de los
primeros grabadores y fundidores tipográficos independientes que
hubo en Francia, produjo también fuentes romanas e itálicas inspira­
das en Griffo, y que serían empleadas por Estienne desde 1530-1540.
Para el carácter romano, el primer ejemplo conocido viene dado por
el Cicerón de 1543-1544, y para el itálico, por el De Re rustica de
Catón (1543)599. Su belleza les haría ser copiados en toda Europa. Por
su parte, el modelo de caracteres hebraicos vino dado por Guillermo
Le Bé (Troya, 1525-París, 1598). En la misma época, Robert Gran-
jon, originario de Lyon (1513-hacia 1590) imitó la escritura cursiva
habitual; se trataba de la «letra francesa de arte manual», que tomaría
su designación de «carácter de urbanidad» en el momento en que fue
primeramente utilizada para la impresión de un gran manual educa­
tivo, la Civilitaspuerorum de Erasmo (1557).
Sin embargo, estas innovaciones eran costosas, las fuentes tipo­
gráficas valían sumas considerables, y no resulta sorprendente que
muchos talleres del siglo XVI siguieran trabajando con caracteres
antiguos, heredados a veces de la época incunable. La letra de molde
se empleaba siempre para los libros litúrgicos, la bastardilla pequeña
para las Horas, láminas de propaganda religiosa y narraciones o tra­
tados en lengua vulgar, como el Román de la rose, las Historias y
Annales, etc. El carácter romano designaba a un libro ligado al movi­
miento humanista y al trabajo sobre los textos de la Antigüedad. Así,
la primera obra en lengua vulgar impresa en carácter romano, la tra­
ducción del De Asse de Guillermo Budé (1522), vino a marcar,
597 El pago será hecho por Robert Es­
como acabamos de decir, una etapa en la modernidad del libro en tienne, quien sucederá a Néobar
Francia600. Pero el coste del trabajo de fundición y la solidez de los como impresor del Rey para la
punzones explican que los caracteres creados en la primera mitad del lengua griega. F. TfflBAUDEAU, La
siglo XVI fueran utilizados durante muchas generaciones en el lettre d'imprimerie, París [s.d.].

mundo entero: 598 A. PARENT, «Les grecs du Roi», en


L 'art du livre a l'Imprimerie natío-
nale, París, 1973, pp. 54-67.
Un punzón servía para dar forma a docenas de matrices que podían
599 Marcus Porcius CATO, Libri de
durar siglos. Por consiguiente, los caracteres grabados por un número
rustica M. Catonis lib. I. M. Teren-
reducido de grabadores franceses en el siglo XVI, fundidos en múltiples tii Varronis lib. III..., París, ex of-
juegos de matrices, fueron empleados en toda Europa [y] en Méjico y ficinaR. Sthefani, 1543, 8 o.
Japón antes de finalizar este siglo. Una serie de caracteres romanos de 600 Cf. suprap. 127.

2-3.4
H IS T O R IA D EL LIBRO

Garamont y de itálicos de Granjón fue propuesta a los herederos de


Cristóbal Plantino por Guillermo Le Bé hacia 1600; también habrían
podido comprar estos mismos caracteres, fundidos en matrices diferen­
tes, en la fundición de Conrado Berner en Frankfurt, así como en otras
fundiciones menos conocidas.. .fi01

Por tanto, el periodo que se abrió hacia 1550 se caracterizó por un


cierto inmovilismo. Sólo encontramos un trabajo de investigación
tipográfica en Holanda, con los caracteres de Cristoffel Van Dyck
para el taller de los Elzevier. Los Estienne habían dejado París para
instalarse en Ginebra, con las matrices de los «griegos del rey», mien­
tras que las romanas de Garamont fueron adquiridas por los Planti­
no. En contraposición, el antiguo embajador de Enrique IV en
Constantinopla, Savary de Bréves, se interesó en la civilización oto­
mana y se llevó a Francia una centena de manuscritos orientales.
Hizo preparar en Roma punzones y matrices de caracteres siríacos,
601 J. MOSLEY, «Antiquité et indus­ árabes y persas, que, comprados tras su muerte para la Imprenta real
trie: un nouveau langage typogra-
(1628), dieron origen a la tipografía oriental en París602.
fique», en Les Trois revolutions du
livre, [coloquio, Lyon, 1998], bajo La segunda gran oleada de trabajos en torno al diseño de caracte­
prensa. res data de la época de Luis XIV, quizá bajo la influencia de Jean
602 Richelieu había comprado las co­ Anisson, director de la Imprenta real. En 1693, para ensalzar la
lecciones de Savary de Bréves majestad y gloria del Rey Sol, una comisión603 se encargó de «mejorar
como también los buriles y los el estado de su Imprenta real». Des Billettes calculó las proporciones
moldes de los caracteres orientales.
En 1640 los manuscritos pasan a
de los nuevos caracteres, de los que Simoneau grabó las planchas y
formar parte de la biblioteca del Grandjean comenzó los punzones. En 1699 se tiró una prueba del
cardenal, luego al Collége de la primer cuerpo de este «Romance del Rey». Este carácter se utilizaría
Sorbona y finalmente a la Biblio­ por primera vez en la monumental publicación de las Medallas de los
teca del Rey, mientras que los bu­
riles se quedan en el gabinete de la
principales hechos del reinado de Luis el Grande, cuya edición se prepa­
Imprenta. ró bajo el patronazgo de la Academia de las Inscripciones (1701)604.
603 Incluye al mecánico Jacques Jau- Sus elementos más visibles consistían en los empattements de las letras
geon, Filleau des Billetttes, el abad alargadas605, finalizadas en un «puente horizontal», y ya no triangular,
Bignon, el P. Truchet (O. C.), muy fino, y por la secante que barre la ele606. El grabado del carácter
Anisson, Luis Simonneau y el gra­
romano sería continuado por Luis Luce, con 22 cuerpos en total, y
bador Philippe Grandjean (1665-
1714). cuyo trabajo no se terminaría hasta 1737.
604 Médailles sur les principaux événe-
En el siglo XVIII, la iniciativa tipográfica fue pasando de la Corte
ments du regne de Louis le a la ciudad, y de la Imprenta real a los grabadores y fundidores inde­
Grand..., París, 1702, 2 o. A. Jam- pendientes, como Luis Luce y, sobre todo, Pierre Simón Fournier,
MES, La réforme de la typographie
como señalaba Fournier el Joven (1712-1768). Este último, descen­
royale sous Louis XIV: le Grandjean,
París, 1961. diente de una familia de fundidores, grabó un amplio conjunto, a
base de muchos caracteres tipográficos nuevos, la música, letras deco­
605 Por encima y por debajo del ren­
glón. radas y una multitud de ornamentos (las «viñetas de fuente»). Los
606 Tal vez para distinguirlo de la I
caracteres de Fournier se sitúan en la tradición de Garamont y
mayúscula. Grandjean, y son fácilmente reconocibles gracias a sus empattements

2*3'5
FRÉ D ÉRIC B ARBIER

oblicuos de las letras b3 d j l . En 1742, Fournier publicó sus Modelos


de caracteres, y, sobre todo, en 1764-1766 sacaría su Manual tipográ­
f i c a 1. Por otra parte, fue el primero en intentar introducir una medi­
da sistemática para delimitar las dimensiones de los caracteres: el
punto tipográfico (1737). Philippe Denis Pierres, también fundidor,
trabajó en la tradición de Fournier. Pero la principal dinastía de fun­
didores y tipógrafos de la segunda mitad de siglo sería la de los Didot,
que se convertirían en los representantes más notorios del neoclasi­
cismo.
Si el carácter romano fue dominante en la Europa latina, Alema­
nia y los «países alemanes» permanecieron fieles al carácter gótico
para las impresiones en lengua vulgar. Desde 962 Alemania era la
sede del Imperio, al que los humanistas alemanes del Renacimiento
vieron como heredero de la tradición antigua. Así, para Henri-Jean
Martin, la conservación del gótico se explica, ante todo, por las con­
sideraciones derivadas de una forma ideológica nacional y por el
’ puesto que ocupaba la burguesía mercantil en el humanismo alemán
de 1500608. A principios del siglo XVI, el emperador Maximiliano
impuso el modelo de la Fraktur, un gótico estilizado a partir de las
costumbres de la escritura de la cancillería imperial. Así, la talla de los
nuevos caracteres fue encomendada al impresor augsburgués Johann 607 P. S. F o u r n ie r , llamado F o u r ­
n ie rEL JOVEN, Manuel typografi-
Schónsperger (1508), que fueron empleados sobre todo en el Gebet­
que utile aux gens de lettres et h
buch (libro de oraciones) de 1513609. Por su parte, el Theuerdank, ceux qui exercent les differentés par-
poema de Pfinzing compuesto a la gloria de Maximiliano, fue edita- ties de l'art de l'imprimerie, París,
do en 1517610, con xilografías de Jost de Necker y, sobre todo, una el autor es de Barbou, 1764-1766
[jzVpara 1768], 2 vol, 18a.
tipografía extremadamente decorada, inspirada en la caligrafía. Ha
608 H.-J. M a r t in , Livre moderne...,
sido considerado como el libro alemán más bello del Renacimiento.
pp. 62 y ss., y stt. 71 y ss.
En 1528, Durero publicó un tratado sobre la construcción geométri­
609 Un ejemplar magníficamente ilus­
ca de la letra gótica, la cual se impuso desde entonces en Alemania,
trado por Dürer, Granach, Hans
perdurando hasta el siglo XIX e, incluso, hasta el XX611. Baldung-Grien y otros artistas.
610 M. PFINZING, Die geverlicheiten
und eiins Teils des Geschichten des lo-
1.2. La música eblicfoen Streeypam und hochbe-
rumbten Helds und Ritters Herr Te-
werdanckhs oder Maximiliani I,
Imprimir la música planteaba grandes dificultades técnicas, ya que Roemischen Kaysers gedruckt in der
había que combinar el dispositivo de la inclinación con la indicación kayserlichen Stad Nuernberg durch
de la altura y la longitud variables de las notas. No existía, por tanto, den Elteerrn Hannsen Schoensper-
ger Buerger zu Augspurg [1571].
como en el sistema alfabético, un número limitado de signos con los
que se pudiera transcribir todo el conjunto de los enunciados. En un 611 A. DÜRER, Inderweysung der Mes-
sung mit dem Zirkel, Nuremberg,
principio, los impresores intentaron la combinación de varios ele- 1528.
mentos. Dejando a un lado los intentos del periodo incunable612, la
612 K. M e y e r -B a e r m , Liturgical mu­
primera impresión medida de música se llevó a cabo en Venecia en sió incunabula: a descriptif catalo­
1501 y necesitaba tres pasos sucesivos bajo la prensa: el primero, para gue, Londres, 1962.

236
H IS T O R IA DEL LIBRO

las inclinaciones, el segundo para las notas y el último para el texto613.


La principal dificultad residía en la precisión absoluta de la superpo-
sición. En París, hacia 1520, se puso en marcha otro procedimiento
según el cual cada fragmento de inclinación tenía una sola nota y bas­
taba con alinear las diferentes astas para imprimir614. Un solo paso
bajo la prensa bastaba, pero había que disponer de muchos elemen­
tos para poder trabajar, de tal manera que, con el tiempo, fue el gra­
bado el que se encargó de ello, sobre la combinación de caracteres
móviles; se hizo por primera vez en Italia, a finales del siglo XVI.
Lógicamente, el formato elegido para imprimir era, por lo general,
el oblongo. Por último, hemos de reservar un puesto particular a las
impresiones musicales conocidas como «populares». Las canciones
eran una de las mercancías favoritas de los itinerantes, buhoneros y
malabaristas, y algunos librillos de la «Biblioteca azul» incluían tam­
bién partes de música. Por lo general, sólo figuraban las letras, mien­
tras que la música venía indicada haciendo referencia a un ambiente
ya conocido615. Asimismo, una parte considerable de la música escri­
ta permaneció en forma manuscrita, no llegando a ser objeto de una
edición impresa.

2. LA MODERNIDAD Y LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO

.
2 10 Form atos

Una vez disponible el texto, lo primero que había que hacer antes de
editarlo era determinar sus elementos materiales, como el formato, el
número de tirada, la calidad del papel, etc. Los molinos de papel pro­
porcionaban hojas, cuyo tamaño tendió a aumentar entre los siglos
XV y XVIII, de tal manera que los formatos que iban apareciendo cam­
biaban en la misma época (un in-folio incunable era más pequeño).
La tendencia dominante era la disminución del tamaño de los volú­
menes, lo que permitió una densidad tipográfica mayor, un coste
613 Motetti de Passione, de Cruce, de menor y una mejor manejabilidad. Pero este esquema general se fue
Sacramento, de beata Virgine et alterando en función de todo tipo de variables, tales como la natura-
huius moddi, Venecia, Ottaviano
leza del texto, las preferencias editoriales (presencia o no de ilustra-
Petrucci, [1501], Harmonie musi-
ces Odhecaton, ibidem. ciones, etc.) y el público previsto.
614 D. HEATZ, Pierre Attaingnat, royal
Los libros eclesiásticos, tratados jurídicos, recopilatorios y, en
printer ofmusic, Berkeley, 1969. general, todo lo que podía entrar en el modelo de los «manuales»,
615 Un destacable ejemplo aparece en
siguieron caracterizándose por un formato superior, generalmente
Le livre, n° 624. in-folio o el gran in-quarto. También se aplicó a las ediciones monu-

2 37
FRÉD ÉRIC B ARBIER

mentales, en el sentido etimológico del término (libros de fiestas,


etc.), y a algunos dominios muy particulares, como la edición carto­
gráfica. Por el contrario, la búsqueda del pequeño formato ya fue
conducida por Aldo Manucio en Venecia hacia 1500, como lo harían
más tarde los Estienne en algunas de sus ediciones, al igual que los
Elzevier de Leyde. Los impresos propagandísticos, recopilatorios de
poesías, romances y textos «populares» se plasmaron, por lo general,
en pequeños formatos in-quarto, e incluso más pequeños. La maneja­
bilidad, como también el precio, eran argumentos de venta impor-
tantes en este sentido. Y ya entonces intervino la especulación: se
comenzó a dar el mismo texto en pequeño, y luego en gran formato,
para ampliar la difusión.
El siglo XVIII conoció el triunfo de los pequeños formatos en la
librería occidental, con el in-octavo y el in-doce a la cabeza, e incluso
el in-dieciséis y, más raramente, el in-veinticuatro. Éste fenómeno es
un indicio de la ampliación y extensión del público, así como de los
grandes cambios que se estaban produciendo en la economía de la
imprenta. De nuevo, la política de la librería llevó a multiplicar las
ediciones de un mismo texto con formatos diferentes, con distintas
presentaciones del libro, pero esta vez pasando del gran formato al
pequeño. El ejemplo más conocido es el de las múltiples ediciones
competitivas in-quarto de una Enciclopedia que inicialmente fue
publicada en in-folio.

2.2. P ortadas

Como acabamos de ver, los primeros impresos no contenían portada


y su «identidad» figuraba normalmente en el comienzo de la obra y,
sobre todo, en el colofón, a los que progresivamente se vino a añadir
la nueva marca tipográfica. La portada comenzó a elaborarse hacia
1475-1480, en un principio con una simple indicación del conteni­
do a la que se añadiría el sello del librero o del impresor y a veces, por
razones eminentemente comerciales, la dirección. A partir de 1510
comenzó a añadirse un marco o una ilustración.
El primer modelo adoptó el sistema de los títulos equilibrados,
pero muy largos, en un intento evidente de rellenar la página e indi-
car detalladamente el contenido del volumen. El título de la traduc­
ción de la Biblia por Erasmo de Froben (1516) constituye un ejem­
plo de este tipo. Se basaba en un único dispositivo estético que opo­
nía una primera línea en mayúsculas romanas (NOVVMIN)616 a
La estética es lo que prima, por
continuación del texto en minúsculas, y presentando todo ello den­ ello el corte de la línea no se co­
tro de una especie de reloj de arena. El nombre del editor científico, rresponde con la de la palabra.

238
H IS TO R IA DEL LIBRO

Erasmo, era en sí un valioso argumento de venta, y se encontraba


destacado por el uso de mayúsculas en el propio cuerpo del título.
En Italia y Francia se fue imponiendo el uso del título corto, a
veces ilustrado por un asta grabada. En las décadas de 1520-1530, la
portada tomó en Francia su aspecto moderno, con la indicación del
nombre del autor, el título corto, la dirección tipográfica y los datps
cronológicos (lugar y fecha de publicación). El desarrollo del enmar-
que vino favorecido por el uso del grabado sobre madera, cuya técni-
ca permitía imprimir al mismo tiempo que el texto tipografiado. Los
artistas de Basilea (como Holbein), los alemanes (de Nuremberg,
Estrasburgo, etc.) y los franceses (que se inspiraban en la «escuela de
Fontainebleau) desarrollaron un estilo decorativo de gran elegancia
que insertaba la portada en un recuadro arquitectónico clásico y
simétrico. Finalmente, algunos títulos iban en negro y. rojo, lo que
requería dos pasos sucesivos bajo la prensa.

2 3 0 Títulos g rab ad o s y frontispicios

El cambio técnico que caracterizó a la Ilustración -el abandono de la


madera en beneficio del cobre- significaría la aparición y generaliza­
ción del modelo del título completamente grabado a finales del siglo
XVI y en el siglo XVII. Desde entonces, y sin lugar a dudas, la ilustra­
ción fue tomando autonomía, y hacía referencia al contenido del
volumen representándolo en forma simbólica o de una manera más
explícita. Este fue el modelo que se introdujo en los grandes talleres
de los Países Bajos, en el taller de Plantino (con el grabador Jerónimo
Cock, al que sucederían Felipe Galle en 1570, sobre todo con
Rubens y sus alumnos) y más tarde en el de Elzevier.
La entrada de los archiduques Alberto e Isabel de Austria en sus
mansiones de las provincias belgas fue representada en una portada
por Joannes Bochius en el taller de los Plantino en Amberes
(1602)617. El formato in-folio era el más apropiado para un libro
«monumental». La portada, grabada en aguafuerte, presentaba un
enmarque a base de dos columnas inspiradas en la columna trajana
bajo un frontón que portaba los bustos de los soberanos. El propio
617 Historia narratio profectionis et
inaugurationis serenissimorum Bel- texto del título obedecía claramente a los cánones de la epigrafía
gii principum [ ...] auctore loanne monumental. La obra describía las ceremonias, ilustradas por nume­
Bochio. .. Avers, Jean Moretus, rosos grabados en aguafuerte. En Lovaina, Jacobo Zeger publicó el
1 6 0 2 ,2 °.
Augustinus de Jansenius (1640)“ El espectacular título grabado pre-
618 C. JANSENIUS, Comelii lanseni es-
sentaba a san Agustín como apóstol de la caridad, con un corazón
picopi iprensis [ . . ] Augustinus, Lo-
vanii, typis et sumptibus Iacobi
inflamado en la mano izquierda y una pluma y un codex en la dere-
Zegeri, 1640. cha. Pisoteaba a los pelagios, a la vez que suplicaba a los papas que le

2 .3 9
FRÉD ÉRIC BARBIER

rodeaban que condenasen la herejía. Cada una de las tres partes venía
introducida por un título tipografiado, y la obra se abría con la dedi­
catoria a Fernando, dos certificados de censores y el privilegio impe­
rial otorgado a Zegel. El Augustinus es un gran tratado de teología,
pero volvemos a encontrar este mismo modelo formal en las edicio­
nes de pequeño formato lanzadas por los Elzevier. Así, una Descrip­
ción dpi Imperio chino publicada en Leyde en 1639 comenzaba con
un título grabado que presentaba una carta sumaria china, motivo
inspirado en las pinturas chinas, y otro título de escritura china, pre­
sentando todo ello sobre la silueta de algún mandarín imaginario619.
El siglo XVII vio la llegada de un nuevo elemento, el frontispicio o
lámina grabada sin texto, que ilustraba el contenido de la obra o que
presentaba el retrato del autor. El frontispicio se situaba acompañan­
do al título o delante de la hoja que lo precedía. Esta costumbre se
conservó hasta el siglo XVIII, aunque el declive de un determinado
tipo de cultura simbólica condujo a introducir una «explicación» a
' continuación del frontispicio. Sin dejar los Países Bajos, hemos de
abrir la traducción francesa del Viaje a Levante de Cprnelis de Bruyn
(1700)620. En ella, los mecanismos se suceden antes de llegar al texto.
Mirando al título tipográfico, el frontispicio presentaba una escena
mitológica ante un paisaje, a la vez que numerosos monumentos
hacían evocar el antiguo Oriente (columnas, pirámides, etc.). A con­
tinuación, junto a la dedicatoria al duque de Brunswick-Lunebourg,
tenemos un bello retrato del autor insertado en un medallón oval que
estaría muy extendido en Francia bajo los reinados de Luis XIII y
Luis XIV.
Todavía a finales del siglo XVIII, las Memorias de Beaumarchais se
abrían con un frontispicio de corte antiguo cuyos diferentes elemen­
tos eran explicitados por escrito para la perfecta comprensión del lec­
tor621. Así, el obelisco central, que simbolizaba la inmortalidad, soste­
nía el busto de Temis y coronaba un recuadro que ponía en escena a
un angelote («el genio de la elocuencia») que fulminaría a un zorro,
a una gata y a un caballito de mar (la astucia, la traición y la calum­
nia). La composición venía enmarcada por cuatro medallones que
ilustraban escenas de la vida de Beaumarchais, la primera de las cua­ 619 Regni chinensis descrpitio ex variís
les presentaba el retrato del librero Le Jay, «un rollo de luis bajo su authoribus, Lugduni Batavorum,
brazo». En cambio, desde finales del siglo XVII el propio título pasó a ex offic. Elseviriana, 1639.
estar completamente tipografiado a excepción de la marca del libre- 620 C. DE BRUYN, Voyage au Levant
ro, y a menudo solía hacerse en rojo y negro. El juego de caracteres y [ ..;] par Corneille Le Brun, traduit
au flamand, Delft, Henri Kroone-
cuerpos dejaba ver la jerarquía de las palabras: el título, el subtítulo, velt, 1700, 2 o.
los complementos del título, la mención del autor y de sus cualida-
621 P. A. C a r ó n de B ea u m a r c h a is ,
des, etc. La parte inferior dé la página quedaba reservada a la direc- Mémoires..., Amsterdam, Arkstée
ción tipográfica y a los datos cronológicos, como también, frecuente- y Merkus, 1775.

240
H IS TO R IA D EL LIBRO

, c„

.. f f l . f eVÍ TÍ L IP S |

W.GKlm ET EXEMPLA
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i >1‘" L I B R I D YO,

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SS® C » M .T r í M k £ m G ^ k m é * R e g io .

Labore et constancia, marca tipográfica de los talleres de Plantino en Amberes. Natural de Touraine, Cristóbal Plan-
tino emigró a Amberes, y allí dirigió la imprenta más importante del mundo occidental. Nombrado archiimpresor
real en 1570, se le concedió el monopolio de impresión de libros piadosos en el Imperio español y desarrolló una
importante actividad como impresor humanista. El apogeo de su compás de oro, puede situarse en 1574.
FRÉDÉRIC BARBIER

Médaiües de Louis le Grand, 1723. La edición original de Médailles> que data de 1702, fue reimpresa por la Impren­
ta real, véase la marca tipográfica con las armas reales, en 1723. Se trata de una lujosa edición, que año tras ano pre­
senta las medallas acunadas durante el reinado de Luis XIV. En la obra se utilizan los nuevos tipos «Romain du Roi»,
en una composición monumental de una portada que es a la vez aérea y muy elegante. En el grabado del frontispi­
cio, firmado por Coypel y Simonneau el viejo, Clio, musa de la historia, toma notas en el libro que se apoya en la
representación del tiempo, mientras que el retrato de Luis XIV aparece sostenido por Mercurio. Al fondo puede verse
una prensa. (Biblioteca de Valenciennes, J -l 23bis).

242
HISTORIA DEL LIBRO

;f a b l e s

cho is íe s ,
. MISES EN V E H' S

PAR J. DE LA FONTAINE.
T O M É 5 E C O N D.

Chez i Desaint * S a i l l a n 't , rae -Saint Jean de Beauvais.


\ D u li AND , ,rue du Foin, en enírant par la rué' S, Jacques.

M. D C C. L V. ■'
De llinprimerie de C h a r l e s - A n to in e J omsert .

Fábulas de La Fontaine> 1755-1759. Las fábulas escogidas publicadas en París por Besaint y Bsiramt en cuatro volú­
menes entre los anos 1755 y 1759? fiierom impresas por Antoine Jombert. La portada, prodigio de equilibrio alrede­
dor de su excelente xilografía rococó, fue grabada por Papillon. La obra es especialmente famosa gracias a su ilus­
tración: Oudry, director de la fábrica de tapices de Beauvais, había preparado una serie de cartones para decorar
muebles, pero después de su muerte, fueron utilizados por Nicolás Cochin y su hijo para ilustrar la edición de las
Fábulas. (Biblioteca de Valenciennes, Bz-6 a 186).

M3
FRÉDÉRIC BARBIER

mente, alas menciones oficiales (aprobación, privilegio, permiso...).


El conjunto se caracterizaba por el equilibrio de la composición.

2.4c Capítulos y sangrías

Pero dejando a un lado el libro y entrando en el propio texto, una


primera dirección de los avances introducidos en el siglo XVI se dirige
a la organización sistemática y racional de los capítulos y párrafos. La
presentación tradicional se mostraba en bloques de tipografía com­
pacta, sin sangrías. Las pausas mayores venían marcadas por letras
ornamentadas o ilustraciones, mientras que las pausas menores ve­
nían marcadas por los pies de mosca, las iniciales y la puntuación;
también se rellenaban los eventuales espacios al final de línea con
pequeños caracteres ornamentales. El trabajo principal se dirigiría,
por tanto, a lo que nosotros conocemos como la presentación en
párrafos.
La edición de Felipe de Commines por Galliot Du Pré (1524)622
presentaba capítulos cortos (en general, de una página) separados por
un espacio y encabezados por una letra pintada. En una segunda edi­
ción, tirada el mismo año, los capítulos venían agrupados de dos en
dos, e introducidos por un sumario. La edición de Leber y Marnef en
1528 introdujo su numeración y su subdivisión623. La edición de
Gáliot Du Pré y Jean Petit (1546) se imprimió en el carácter romano
de Garamont, con capítulos numerados, precedidos por un sumario
y subdivididos por títulos marginales, mientras que la de 1552 puso
en marcha la subdivisión formal de los capítulos en párrafos624. A par­
tir de entonces, nos encontramos ya ante un libro moderno, cuyo
modelo, sin embargo, se iría generalizando muy lentamente.
La tipología del libro impreso moderno estuvo definitivamente
lista en ios primeros decenios del siglo XVII. Obedecía a una voluntad
de clarificación, como también a una mayor difusión de una práctica
de lectura silenciosa en la que las pausas del texto debían hacerse más
622 H. J. M a r t in , Livre modeme, pp.
claras a nivel visual. Comenzó a desarrollarse un juego entre el negro
312 y ss. P. d e C o m m in e s , Croni-
(los signos) y el blanco (los espacios de todo tipo), en el que la carga que et histoire..., París, Antoine
significante tendía a aumentar. Antiguo alumno de los jesuitas de La Couteau para Galiot Du Pré,
Fleche, René Descartes (1596-1650) sistematizó esta racionalización 1524.

de la presentación de la página para su Discurso del método (1637), en 623 P. d e C o m m i n e s , Cronique du roy

el que los párrafos ilustraban y apoyaban metódicamente la demos­ Charles huyctiesme, Poitiers, P. Le-
bert, E. De Marnef, 1528.
tración. Su amigo Guez de Balzac (1594-1654), autor de Cartas
624 P. d e C o m m i n e s , Croniques, Pa­
(1624) y del Príncipe (1631), que plasma el retrato del soberano
rís,. E. Mesviéres, para G. Du Pré
ideal, emplea en una carta de 1644 el término de sangría para desig­ y J.,Petit, 1546. Id., Mémoires...,
nar el retroceso que marca el comienzo de un párrafo: París, G. Du Pré, 1552.

244
HISTORIA DEL LIBRO

Quisiera que la copia fuera hecha [...], por decirlo como Rocollet, en san­
grías, como sucede en [sic] mis discursos, ya que es algo que ayuda extre­
madamente al que lee y desenreda bien la confusión de las especies . . .625

En la misma época, todos los mecanismos formales de boceto y


enmarque del texto se pusieron también en marcha. Los primeros
impresos no llevaban ningún tipo de indicación, pero hemos obser­
vado que a partir de 1493 las Crónicas de Nuremberg tenían las pági­
nas numeradas y estaban provistas de títulos corrientes. La pagina­
ción se expandió en el siglo XVI, al igual que las tablas, índices y los
diferentes sistemas de localización. Su complejidad alcanzó el punto
culminante en las publicaciones llevadas a cabo por los eruditos
holandeses de 1700, como en las Noticias de la República de las letras
o en la Historia [ . . ] de la imprenta de Prosper Marchand626.

3 0 LOS PROCEDIMIENTOS DE LA IMAGEN

A la hora de abordar la ilustración de los impresos, hemos de presen-


tar una triple oposición. Por un lado, tenemos el contraste entre la
ilustración manuscrita (decoración e imágenes pintadas) y la impresa
625 Lettres, última ed., París, 1873, p.
(grabados), pudiendo ser estos últimos retocados a mano. Por otro
578 (citado por H. J. Martin, His­
toire etpouvoirs.. p. 307). lado, cabe distinguir entre la decoración (diversos elementos geomé-
626 P. M a r c h a n d , Histoire de l'origi­
tríeos y decorativos en los márgenes o en el propio texto) y la ilustra­
ne et des premiers progres de l'im­ ción propiamente dicha (imágenes simbólicas, retratos, escenas
primerie. .., Den Haag, W e Le narrativas, etc.). Por último, la historia del grabado habría de servir
Vier y Pierre Paupie, 1740, 4 o.
para separar el máximo posible la evolución de las técnicas y modos
627 El buril o grabado con bura es un de trabajo, por una parte, y la de los estilos, por otra.
tipo de grabado en hueco; con esta
técnica es imposible imprimir una
ilustración al mismo tiempo que
un texto, ya que los caracteres ti­
pográficos están en relieve. Se uti­
..
3 1 La m adera
lizará primero para las láminas
fuera de texto o los álbumes de
Las técnicas de la imagen están clasificadas en función del .soporte
planchas y luego, progresivamen­ que sirve para la reproducción. La xilografía fue muy anterior a la
te, para las ilustraciones del texto. tipografía en caracteres móviles. Desde el momento en que la xilo-
En este "baso o bien la imagen está grafía está en relieve, no plantea problemas a la hora de insertar las
a toda página, o bien había que
pasarla dos veces por prensas dife­
maderas en los moldes tipográficos, y de poder imprimir, por tanto,
rentes, lo que daba una marcación conjuntamente el texto y la imagen. La madera permite, así, una arti-
muy definida (véase Le livre, culación más estrecha entre el texto y la imagen de lo que lo hacen
1972, n° 279). El número de ilus­
otras técnicas de grabado627. Las planchas suelen bastar para observar
traciones tenderá a bajar por el
coste del cobre, ya que su coste era
los fenómenos de envejecimiento (desgaste, e incluso rotura) o de la
diez veces superior al de la madera. reanudación del grabado, lo que permite precisar la datación del

245
FRÉDÉRIC BARBIER

ejemplar. El primer libro impreso e ilustrado fue alemán628, y la técni­ 628 Cf. infra p. 119.
ca apareció en Francia con el Misal de Verdun, sacado por Jean Du Pré 629 Ornamento decorativo de forma
en París en 1481. cuadrangular encabezando una
página o un capítulo.
El Renacimiento fue la época de la xilografía, mientras que el
Antiguo Régimen vio llegar la sustitución progresiva de la madera 630 Figura grabada o tipográfica cen­
trada al final de un capítulo.
por el cobre. No obstante, la madera siguió estando presente tanto
en el ámbito de la ornamentación como en el del grabado conocido 631 J. M. Papillon , Traité historique
etpratique de la gravare en bois. .
como «popular». La madera fue siempre usada en las iniciales al París, Pierre Guillaume Simón,
comienzo de los textos, generalmente con motivos de inspiración 1766, 3 t. En 2 vol.
vegetal, hojarascas, flores, etc. Pero también tenemos las molduras629, 632 Le Grand calendrier et compost des
destinadas a encabezar los capítulos, y las viñetas630 que encerraban bergers composé par le berger de la
las grandes subdivisiones del texto. El trabajo de las viñetas llegó a su grande montagne, Troyes, Jacques
Oudot, 1705. Ejemplo de edición
máximo apogeo con la dinastía de los Papillon, cuyo representante
incunable comparable: Compost et
más célebre, Jean-Michel Papillon (1698-1776), ligado a la Imprenta calendrier des bergers, París, Guy
real, publicó en 1766 un monumental Tratado histórico y práctico del Marchand, 18 VI 1493, 2°.
grabado sobre madera63*. En cuanto a la ilustración propiamente 633 F. Barbier , artículos «Colportage»
dicha, rara vez se utilizó la madera para los grabados a página com­ y «Livre populaire», en Diction-
naire du second Empire [Dicciona­
pleta, a excepción de las maderas «populares» que encontramos en los
rio del segundo Imperio], dir. J. Tu-
pequeños volúmenes de la «Biblioteca azul», cuyos modelos, e inclu­ lard, París, 1995, pp. 314-316 y
so las propias planchas, se remontan mucho tiempo atrás. También a 742-744.
comienzos del siglo XVIII, el troyano Jacobo Udot lanzó ediciones del 634 En Alemania meridional desde an­
Gran calendario de los pastores, cuya disposición era muy parecida a tes de 1462: véase Thesaurus libro-
las del periodo incunable632. Este tipo de publicación prosiguió, aun­ rum, Munich, 1983, n° 92.

que con algunas variantes, hasta el Segundo Imperio napoleónico633. 635 A. B ettini da Siena , El monte
santo di Dio, Florencia, Nicolo di
Lorenzo, 1477.
636 Por ejemplo para la edición de
3.2, El cobre Lyon, del Voyage en Terre sainte de
Breydenbach. Véase H. W. Da-
A partir de entonces, la técnica más habitual pasó a ser la del grabado VIES, Bernhard von Breydenbach
- sobre metal, .que apareció en el siglo XV en Alemania634, Italia635 y and his journey to the Holy Land,
1483-1484: a bibliografy, Londres,
Francia. 1911, y H. R ohrbacher , «Bern­
En un principio, el trabajo se llevó a cabo según el procedimien- hard von Breydenbach und sein
to del aguafuerte (talla al vacío). Excepcional en el siglo X V ® , el agua- Werk Peregrinatio in Terram Sanc­
fuerte se expandió en el siglo XVI gracias a la mayor finura de su tra­ tam», en Philobiblon, 1989, 33,
pp. 89-113.
bajo y a la posibilidad de utilizar tallas cruzadas para obtener efectos
637 F. COLONNA, Hypnerotomachie, ou
de sombreado, luz y tonalidad. El ejemplo más conocido viene dado
Discours du songe de Polyphile,
por la edición parisina del Polifilo (1546), cuyas ilustraciones fueron trad. fr. por el cardenal de Lenon-
seguramente grabadas sobre acero637. Para obtener claroscuros, el court, París, Jacques Kerver, 1546.
artista agujereaba el fondo con puntos de diferentes grosores, que 638 La gran mayoría de las veces los
venían en blanco a la impresión. Este tipo de grabados se conoce grabados vienen firmados, con una
indicación abreviada de los artistas
como «cribados».
que han participado: inv. (invenit)
En el grabado sobre cobre -o aguafuerte- el artista entallaba el inventor del motivo; del. (delinea-
metal con un estilete de bisel, el buril638. La plancha se llenaba de vit) delineante o dibujante; pin.

246
HISTORIA DEL LIBRO

tinta y luego se limpiaba para que la tinta sólo permaneciera en los


huecos del dibujo, donde había que echarla para imprimir. Por tanto,
había que ejercer una presión más fuerte que con la prensa tipográfi­
ca. Tal era la tarea de la prensa de aguafuerte, que era una prensa dé
rodillo provista de una gran rueda de presión. La hoja se encontraba
ligeramente aplastada y las marcas de esta hendidura constituyen una
prueba de que estamos ante un grabado sobre cobre. Como en el caso
de la madera, el desgaste de la lámina hacía que le fueran añadiendo
correcciones y retoques, y su estudio permite afinar la cronología de
la publicación. El desarrollo de la bibliofilia en los siglos XVII y, sobre
todo, XVIII, explica la multiplicación de estas partidas de grabados,
susceptibles de interesar al aficionado. Las tiradas se hacían sobre
papel grande o normal, antes del texto o junto al mismo.
A principios del siglo XVI apareció otro procedimiento, que luego
se iría expandiendo a lo largo del siglo XVII. En él, la placa de cobre
estaba recubierta de un barniz639 sobre el que trabajaba el artista. A
continuación, se sumergía en «un baño de ácido diluido o de perclo-
ruro de hierro, que atacaba a las partes no protegidas por el barniz»,
las cuales habían sido raspadas o «mordidas» por el dibujo del graba­
dor. Se trata del procedimiento del aguafuerte propiamente dicho,
cuya aparición data de 1513 con Urs Graf y que pronto llegaría a su
máxima perfección con Durero. En comparación con el buril, el
(pinxit) pintor; sculp. (sculpsit) o aguafuerte permitía un trabajo más fácil y de apariencia más flexible.
inc (incidit) grabador; exc (excudit) El máximo teórico del grabado sobre metal en Francia fue el protes­
editor, propietario de la plancha y
tante Abraham Bosse (1602-1676), profesor de perspectiva en la
propietario de todos sus derechos.
Academia y autor de un tratado De la manera de grabar al aguafuerte
639 El «ahumamiento» sirve a la hora
y al buril que sería editado muchas veces640.
de destacar mejor el dibujo sobre
el barniz.
640 A. BOSSE, Traicté des manieres de
graver en taille-douce, París, Bosse, 3o3o El problem a del color
1645, 12a {Le livre, 1972, p. 99).
Bosse es también el autor de un
En un principio, la presentación en colores de un impreso que lleva­
triple tratado en el cual presenta
su teoría auquitectónica: Traité de ra ilustraciones se hacía a mano y requería la intervención de un artis­
mantéres de dessiner les ordres de ta (para las miniaturas y elementos decorativos más cuidados) o de
l'architecture a n tiq u e .L e Moyen un simple artesano (para la aplicación del color más corriente). En el
d'arrester par dessein et modelle en
taller de Vérard, en París, se imprimían ejemplares sin grabados,
petit les parties d'un édifice..., La
Pratique de trouver les ombres géo- reservando la superficie necesaria para las miniaturas641. En otros
métrales..., París, Pierre Aubouin, casos, la pintura se aplicaba de tal manera que recubría completa­
Pierre Emery, Charles Clousier, mente el grabado. La presentación en colores más corriente se solía
[s.d.j, 3 part, en I vol.
hacer coloreando directamente o con plantillas, procedimiento utili­
641 Por ej. el Psautier de Charles VIII,
zado por los xilógrafos y en las cartas de juego. Pero lo más frecuente
ejemplar impreso en papel vitela
(BnF ms lat. 774 y Le livre, 1972,
era que las ilustraciones se dejaran en blanco y negro, no apareciendo
n° 263). el color más que para destacar ciertos elementos del propio texto. Tal

2-47
FRÉD ÉRIC BARBIER

era el caso de los libros de Horas, con realces de color en algunas ini­
ciales. La cuestión de la expresividad de los colores le hizo ser objeto
de una codificación específica en el dominio de la heráldica642.
En cuanto se pretendió colorear por vía mecánica el problema
fue doble, por una cuestión técnica y otra económica. Por un lado,
era necesario que la hoja pasara varias veces bajo la prensa (en princi­
pio, una vez para cada color), lo que aumentaba considerablemente
los costes643. Además, estas pasadas sucesivas bajo la prensa tenían que
. estar escrupulosamente señaladas para que los colores no se superpu­
sieran. Así, las ediciones realizadas según este modelo se correspon­
den sólo con obras excepcionales, como las de Gautier-Dagoty y aun
las del Paraíso perdido de Milton en 1792644. La solución al problema
del color impreso sólo vendría dada por la revolución técnica que
supondría la utilización del cilindro.

4 e ESTILOS

4.1. El concepto de estilo

Por lo general, la trayectoria de las formas del libro se inserta en la de


la evolución general del arte occidental, que desde los siglos XIII al
XVIII vio sucederse el gótico, el Renacimiento, el barroco y el clasicis­
mo, para finalizar con el rococó y el neoclasicismo. Sin pasar a cues­
tionar este esquema demasiado genérico -ya que los estilos no son
homogéneos y sus cronologías se superponían parcialmente-, hemos
de interrogarnos sobre el propio concepto. En efecto, para que la
642 M. Pastoureau, «La couleur en
-designación de «estilo» no sea una simple etiqueta hay que relacionar noir et blanc», en Le livre et l'his­
las formas artísticas con las estructuras más generales en las que apa- torien..., pp. 197-213.
recieron y se desarrollaron (un determinado espacio y una determi- 643 Técnica empleada corrientemente
nada cronología), y con la realidad demográfica, económica y de la para las impresiones tipográficas
en varios colores (negro y rojo), es­
sociedad en general:
pecialmente para algunas páginas
de título y libros de Iglesia.
Cuando empleamos esta palabra [estilo] hemos de entender, más allá de ^
J . MlLTON, Poéme de Milton, Édi-
las meras técnicas [...], una concepción de la vida junto con la inten­ tion en anglais et en frangais, ornée
ción de traducir las verdades universales [...] adoptadas por una época de douze estampes imprimées en
tanto como las respuestas a sus aspiraciones y necesidades [...]. Un esti­ couleurs d ’dprh les tableaux de M.
Schall, trad. N. Dupré de Saint
lo [está] ligado a formas económicas, políticas y religiosas. Está también Maur, París, Defer de Maisonneu-
adherido a una etapa del conocimiento humano, a un determinado ve, 1792, 2 vol., 4 o.
nivel de la técnica y del trabajo, a las condiciones de los diferentes gru- ^ V. L. T a M , Baroque et classicismc,
pos sociales...645 última ed., París 1980, pp. 64-65.

248
HISTORIA DEL LIBRO

En definitiva, nos limitaremos a manejar el concepto de estilo situán­


dolo en la perspectiva de una sociología del arte que toma en cuenta
la especificidad misma de éste646. A partir de ahí, se puede explicar la
existencia de particularismos en el objeto-libro, que se corresponden,
en mayor o en menor medida, con los particularismos nacionales, ya
se trate de la ilustración, del dibujo de los caracteres tipográficos, de
la presentación de la página o de la propia presentación del libro. El
origen de estos fenómenos es múltiple y en él hay que tener en cuen­
ta la existencia anterior de escuelas diferentes en el dominio de la ilu­
minación y de la pintura, e incluso, de la escultura sobre madera (en
el sur de Alemania, por ejemplo) y de la xilografía (en Flandes, en el
Rin, en Alemania meridional en el siglo XV).

4 92o Gótico y Renacimiento


646 P. FRANCASTEL, La réalitéfigurati-
ve, París, 1965. Id., Peinture et so-
La primera lógica de oposiciones se dirige al gótico y al Renacimien­
ciété, París, 1965. to, como acabamos de ver en el caso de los libros de Horas. El ante­
647 En el territorio germano, el mode­ cedente italiano es indiscutible, haciendo que los modelos estilísticos
lo que se sigue es el de Dürer y sus del arte renacentista estuvieran en gran medida importados de la
grabados en cobre de los años Península Itálica. En Francia primaba el modelo real647. Las primeras
1513 y 1514. E. Panofsky, La vie
guerras de Italia favorecieron la llegada de ornamentistas y decorado­
et l'art d'Albrecht Dürer, trad. fr.,
París, 1987. res, de tal manera que los años que siguieron a la cautividad de Fran­
648 S. SERLIO, Rególe generali di archi-
cisco I en España fueron testigos de una reorientación radical. Tres
tettura sopra le quinte maniere degli artistas italianos de primer orden se instalaron entonces en Francia, el
edifici, Venecia, E Marcolini da Rosso (1530), el Primaticio (1532) y el arquitecto Serlio. Son los
Forli, 1537, 2 o. Id., II libro d'ar- tiempos de la construcción de la gran galería de Fontainebleau, que
chitettura di Sebastiano Serlio...,
mis en langue frangoyse par lechan combinaba frescos y estucos, y del auge de lo que se ha venido en Ha-
, Martin, París, 1545, 2o. mar «la escuela de Fontainebleau». Serlio publicó sus Reglas de-arqui­
649 J. A. DU Cerceau, Les plus exce- tectura6**, a la vez que los nuevos modelos se expandían por París y
llents bátiments de France, París, J. que, desde 1540 y hasta el siglo XVII, las obras creadas por los pinto­
A. Du Cerceau, 1576-1579, 2 t., res y decoradores de Fontainebleau fueron copiadas y difundidas a
en I vol., 2o.
través de la estampa. Así, el arquitecto Androuet du Cerceau publicó
650 Con un triple paradigma: por un
un gran conjunto de piezas aisladas y de recopilatorios que reprodu­
lado, las palabras significan; por
otro, las cosas están significadas,
cían monumentos y elementos decorativos649.
pero algunas veces también las co­ Por lo que respecta a la imprenta, esta coyuntura se caracterizó
sas significan. por la difusión de un original modelo de libro, el libro de emblemas,
651 Los emblemas habían sido prime­ caracterizado a la vez por la relación texto-imagen, por la voluntad de
ro imaginados por Alciat para los difundir nuevos modelos estéticos y por una marcada reflexión sim­
cuadros de una fiesta organizada
bólica650. André Alciat (1492-1550) ejerció de profesor en Aviñón y
por Ambrogio Visconti (1522).
Bourges, y más tarde en Italia; entre sus alumnos se encontraban
652 Lyon, Macé-Bonhomme, 1551
(reprint, ed. Pierre Laurens, París,
Amyot, Teodoro de Beza y el propio Calvino. Trabajando en las fies­
1997). tas nobiliarias651, en 1551 tiró su libro de los Emblemas652, que daría
FRÉDÉRIC BARBIER

origen a un nuevo tipo de producción impresa: en un formato gene­


ralmente manejable, los «emblemas» presentaban en cada página una
máxima breve inspirada en la Antigüedad, ilustrada por un grabado
simbólico y explicitada esta última por un breve comentario. La
emblemática religiosa fue uno de los elementos en los que se apoyó la
reforma tridentina. Así, el libro de emblemas tendería a sustituir al
tradicional libro de Horas. Por tanto, desde 1570, la religión domi-
.naba por completo este sector de la producción, y los jesuitas contri­
buyeron a ello. Por emblema entendemos también un objeto que a la
vez es simbólico (la representación iconográfica), literario (el texto de
algunos versos que acompañaba a la imagen) y comercial (el libro en
el que los «emblemas» eran publicados). La influencia de los «emble­
mas» fue muy grande en cuanto a repertorio de motivos decorativos
y temas de ilustración.

4 3 8 Barroco

Dos grandes modelos político-culturales estuvieron presentes entre


1550 y 1700. Por una parte, tras el concilio de Trento el papado se
impuso como principal centro de la cristiandad católica. Los gustos
artísticos nacidos en Roma, que se difundieron a través de los países
de la Contrarreforma, e incluso más allá de éstos, se correspondían
con los del barroco (en la tradición historiográfica alemana el térmi­
no toma una acepción muy amplia, casi hasta el punto de designar 653 Nancy, 1592-1635. Callot reside
una fase cronológica precisa). Por otra parte, tendían a constituirse en Italia hasta 1621, luego pasa a
trabajar a París y a Nancy. Trata
Estados territoriales dominados por la figura del rey como monarca sobre todo temas de género y de
absoluto, y a veces muy poderosos. Tanto en Madrid como en París el costumbres: la nobleza lorenesa,
barroco estaba adaptado en mayor o menor medida y continuaría, a los méndigos, la miseria de la gue­
través de Francia, con el estilo clasicista. rra, la feria de Gondreville, etc.

En esta época se. localizan dos grandes escuelas de artistas y gra- 654 Nancy, 1621-París, 1691. Silvestre
viene a París para unirse con su
badores, una en los Países Bajos y la otra en Lorena y París. La obra
tío, Israel Henriet, amigo y editor
grabada de Rembrandt fue muy amplia y continuó en la de algunos de Callot. Comprará la obra de
de sus alumnos. Entre ellos, Fernando Bol (1616-1680), activo a par­ este último y tendrá los derechos
tir de 1642, está considerado como el más dotado, hasta el punto de de difusión de la misma. Como
grabador, participará en la corte;
que muchos de sus trabajos han sido atribuidos a su maestro. En
será el grabador de Plaisir de l'íle
Lorena se impuso Jacques Callot653, pero también cabe citar a Israel enchantée (1664), que más tarde
Silvestre654. Alumno de Callot, Franc^ois Collignon655 fue a la vez son reeditadas en la majestuosa co­
dibujante, grabador y editor de estampas. La presencia de estos artis­ lección del Gabinet du Roi (1671).

tas y la importancia de su obra son testigo de la existencia de una 655 Alumno de Callot -con el que
empezó a trabajar desde 1623-,
clientela considerablemente amplia de seguidores y coleccionistas, y
dibujante y grabador, particular­
este fenómeno estuvo favorecido por la disociación técnica del texto , mente de dibujos de Israel Silves­
y la imagen que impuso el empleo del buril. En Holanda, como tam- tre. ;

250
HISTORIA DEL LIBRO

bién en Inglaterra, Francia y parte de Alemania, la producción graba­


da comenzó a orientarse hacia las estampas destinadas a la exposición
o a la colección, y ya no sólo hacia la ilustración de un volumen. El
artista alcanzó una gran autonomía, y los grabadores solían ser tam­
bién diseñadores y, a veces, pintores.

¿Quiere usted, añadió Demócides, ver mis estampas? Y pronto, las colo­
có y os las mostró. Usted se fija en una que no es ni negra ni limpia, ni
dibujada y, a la vez, menos propia a ser guardada en una urna que a tapi­
zar, un día de fiesta, el Petit-Pont o la rué Neuve: conviene que esté mal
grabada, y más mal dibujada; pero asegura que es de un italiano que ha
trabajado poco, que casi no ha producido, que es la única que hay en
Francia con ese dibujo, que la ha comprado muy cara y que no la com­
praría por otra cosa mejor. Tengo, continuó, una palpable tristeza que
me lleva a renunciar a las estampas para el resto de mis días: tengo todo
Callot, excepto una sola, que no es, a decir verdad, de sus mejores obras;
al contrario, es una de las peores, pero que me acabaría Callot: desde
hace veinte años intento encontrar esta estampa, y he perdido la espe­
ranza de dar con ella; ¡es duro!...656

4 A A bsolutism o y clasicismo

Como teoría política, el absolutismo se afirmó en Francia a lo largo


del siglo XVI, especialmente en la época de las guerras de religión,
cuando, paradójicamente, la monarquía se encontraba profunda­
mente puesta en cuestión y no tenía medios para poner en práctica
sus medidas. El absolutismo del rey de derecho divino se basaba en
los dos grandes conceptos de la representación y de la gloria. El estilo
de vida, las fiestas y manifestaciones públicas, los monumentos, etc.,
tenían la fundón de poner en escena a la monarquía. El entorno del
príncipe o del rey, la Corte y su etiqueta más o menos compleja y el
interés acordado a los artistas e intelectuales se movían en este mismo
sentido.
A todos los niveles, el mundo escrito se encontraba íntimamente
ligado a la construcción y afirmación de un modelo político que con­
t1 *,M cluía una evolución multisecular. Pensemos en la antigua práctica de
656 J , DE LA BRUYÉRE, Les caracteres,
la consagración o también en la edición de «libros de aparato» que
, ou Moeurs de ce sücle, última describían determinada fiesta, construcción o inauguración nobilia­
hfl
ed., París, 1898, pp. 397-398 (ch. ria. El elector Federico V de Palatinado, que acababa de recibir la
XIII, «De la mode»). M. Grivel,
corona de Bohemia, proyectó grandes ampliaciones en su castillo de
«L' amateur d' estampes en France
aux XVP et XVIIe siécles», en Le liv­ Heidelberg, de las cuales el arquitecto francés Salomon de Caus se
II
re et 1‘historien..., pp. 215-228. encargó de los jardines. Las circunstancias impidieron llevar a cabo su

251
FRÉDÉRIC BARBIER

proyecto, pero un gran libro, él Hortus palatinus, presenta detallada­


mente el jardín proyectado por el elector657. En 1664, en Versalles, el
joyen rey Luis XIV acababa de instalarse en el trono, tras la muerte de
Mazarin. Quiso marcar su llegada con una serie de fiestas magnifi-
centes, cuya puesta en escena corrió a cargo del conde de Saint-Aig-
nan, que se inspiró en los episodios del Roland jurieux. La edición
suntuosa de Losplaceres de la isla encantada conservaría el recuerdo de
este acontecimiento y difundiría su modelo658. El historiador André
Félibien (1619-1695) fue el encargado de dar testimonio de las fies­
tas de 1668 y 1674, primero en modestos folletos destinados a apare­
cer rápidamente, y más tarde bajo la forma de varios in-folio prolija­
mente ilustrados que salieron de las prensas de la Imprenta real659.
Donde mejor se manifestó el absolutismo de Luis X IV es en el
equilibrio del clasicismo. En 1672, Coignard sacó la traducción de
los Diez libros de arquitectura de Vitrubio por Claude Perrault660. El
propio Perrault diseñaría la columnata del Louvre, tras el rechazo de
'los planes de Bernini, y de 1696 a 1700 editaría el recopilatorio
de los hombres célebres de su época. En esa misma época, acababa de
657 S. DE CAUS, Hortus Palatinus a
aparecer la primera edición del Diccionario de la Academia francesa, Friderico rge Bohemiae, elctore Pa­
«dedicado al rey», que vendría seguida por otras cuatro ediciones latino Heideberge exstructus, Salo-
hasta finales del siglo XVIII. Finalmente, en 1702 tenemos el recopila- mone de Caus architecto, Frankfurt,
apudJ. T; De Bry, 1620, 2 a.
torio de las Medallas sobre losprincipales acontecimientos del reinado de
Luis el Grande, con un desarrollo monumental, suntuoso y sistemáti­ 658 Les Plaisir de l'Ile enchantée. Cour-
se de bague, collation ornée de ma­
camente concebido para la gloria del rey, según el modelo de estas chines, comédie mélée de danse et de
múltiples «historias metálicas» que aparecieron en gran cantidad661. musique, ballet du Palais d'Alcine,
Feu d'artífice y autre jetes galantes
et magnifiques faites par le roi a
Versailles de 7 mai 1664 et conti-
4.5. Ilustración nuées plusieurs autres jours, París,
Robert Ballard, único impresor de
Sin embargo, las ediciones reales de 1700 parecían no encajar ya en la música del rey, 1664.
evolución dominante. Efectivamente, el estilo de libro y de ilustra­ 659 S. GERMER, «Pouvoir du texte,
ción de la «Ilustración», que se conocería como estilo «Luis XV», se forcé de P image: Felibien et les re-
présentations gravées des fétes ro­
caracterizó por un doble proceso: en cuanto a la imagen, la función yales de 1668 et de 1674», en
de representación simbólica tendía a hacerse menos importante, en L'illustration: essais d'iconografie,
pro de la información (pensemos en la Historia natural de Buffon662y, París, 1999, pp. 147-162.
más tarde, en las láminas de la Enciclopedia) y la recreación (la ima­ 660 Cfi supra p. 208.
gen placer); en cuanto al vocabulario estilístico, la importancia de los 661 Médailles sur les principaux événe-
elementos decorativos aumentó, con adornos grabados sobre madera ments du rigne de Louis le
(por Papillon) a base de rocallas y, más tarde, a base de una invasión Grand..., París, 1702, 2o.

de motivos inspirados en la Antigüedad. 662 G. L .L eclerc , conde de BUFFON,


Histoire naturelle générale..., París,
En la década de 1730, y para responder al éxito de la bibliofilia,
Imprenta Real, 1749-1767, 15
los pintores volvieron al libro. Antiguo director de la librería, Chau- vol., Supplément VHistoire nature­
velin de Beauséjour tuvo la idea de sacar una lujosa edición de Molié- lle. .., ibid, 1774-1789, 7 vol., 4o.

252
HISTORIA DEL LIBRO

re para barrer a la competencia holandesa. Las ediciones antiguas fue­


ron revisadas por F. A. Jolly; prepararon una vida de Moliere y dieron
a los libros una presentación excepcional. Coypel dibujó el retrato de
Moliere (que sería grabado por Lépicié), Boucher ilustró las diferen­
tes piezas teatrales (grabadas por Laurens Cars), Jollain y Cars dibuja­
ron y grabaron molduras, adornos y letras ornamentadas. El mercado
del «libro pictórico» quedaba así inaugurado, al mismo tiempo que
triunfaba la escuela de grabadores parisinos (Charles Antoine Coy­
pel, Fran^ois Boucher, Eisen, Jean-Baptiste Oudry). Hubert Grave-
lot, alumno de Boucher, ilustró especialmente los Cuentos morales de
Marmontel (1765), a la vez que Moreau el Joven trabajó en las edi­
ciones de La nueva Eloísa y Emile. El modelo del libro de fiestas con­
tinuaría con el Sacre de Louis X V (ilustrado por Audran el padre en
1723) y La boda del delfin (ilustrado por Charles Nicolás Cochin el
Joven en 1741).
En París, la edición de las Fábulas de La Fontaine (1756) conoci­
das como «los Granjeros generales» fue representativa de esta lujosa
producción. Los cobres fueron grabados siguiendo unos diseños que
Oudry preparó hacia 1730 para cartones de tapices (aunque se trata
de una especulación). Tras la muerte del artista, los diseños fueron
comprados por Charles-Nicolás Cochin y su hijo para su proyecto
editorial663. La portada se organizaba en tomo a un bellísimo bosque
que representa la fábula; la presentación de las páginas era muy eté­
rea; los ornamentos fueron llevados á cabo por Papillon y Le Sueur.
Cada fábula venía ilustrada por un cobre, cuya disposición solía evo­
car al teatro. Las Fábulas eran un objeto de gran lujo, y cada ejemplar
podía venderse por 300 o 400 libras según la calidad del papel.
Muchas otras ediciones ilustradas de las Fábulas vienen a demostrar
el interés por explotar lo que tendía a convertirse en un filón comer­
cial. Charles Eisen ilustró la edición de Barbou de 1762, reducción
en pequeño formato de la de los Granjeros Generales y publicada con
la dirección falsa de Amsterdam664. Otros títulos atestiguan la cre­
ciente atención que se estaba dando a la presentación formal. Así, el
Templo de Gnido, de Montesquieu, fue completamente grabado,
663 J . DE LA F o n t a i n e , Fables choisies incluido el texto, a la vez que la calidad de la ilustración de los Besos
mise en vers..., París, Desaint et de Dorato reducía el texto a un segundo plano. Grimm advertía en
Saillant, 1755-1759, 4 vol., 2 a. 1764:
Oudry dirige de 1734 a 1753 la
manufactura de las tapicerías de
Beauvais, que Colbert había fon­ Señores, ustedes están imprimiendo de más. Si no acaban, no dejaremos
dado en 1664. de decir que ustedes nos venden las hermosas imágenes del señor Eisen
664 Los 24 dibujos originales de Eisen para hacernos tragar sus versos, que no lo son en absoluto.. .m
se conservan en Chantilly.
665 Corr. Lit., 1764.

2 53
FRÉDÉRIC BARBIER

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Flavio Josefo. Los siete libros de la guerra Las obras de Boscán y algunaá de Carcilaso
que tuvieron losjudias con los romanos. de la Vega» Carlos Amorós. Baiceíona, 1543.
Juan Cíomberger. Sevilla, 1536.

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Bartolomé de las Casas. Breuissima relación La crónica del rey don Pedro.
de la destruyción de las Indias. Ramón de Petras. Toledo, 1526.
Sebastián Trigillo. Madrid, 1552.

2 54
HISTORIA DEL LIBRO

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li

Diego de Zéñiga.'Imstruction y refugio ddm dm m .'Refranes 'glosados? Alonso de Melgar.-Burgos, 1524.


y conciencia escrupulosa e temerosa de Dios.
Juan de Junta. Salamanca, 1552.

Las coplas de Mingo Remdgo. Glosadas por Pedro Ciruelo. Reprmaciorí de las supersticiones, j
Hernando del Pulgar, Pedro de Castro. y becbizerias. Fierres Tovans. Salamanca, 1540.
Medina del Campo, 1542.

255
FRÉDÉRIC BARBIER

áT\
DEL PARNASO,
e n q v e s e C if R a N
todos los Romances Líricos, A rno - 1
tofos, BtuIcfcoSi glofas , y decimaS ,
fatiiicasdel regó fijo de las muías
el prodigio/o don Luis de!
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kecogido todo de ¡fus origm deí -


corregido d>8 los e n ores conqtté
v ftm m co rru p to s.

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I .a c k v ktLíKi&iíhiio i
T ñfu
Luis de Góngora y Argote. Delicias deiParnaso. Pedro Lacavallcda. Barcelona, 1634.

256
Cuarta parte

LA SEGUNDA
REVOLUCIÓN
DEL LIBRO
Y LA CREACIÓN
DEL INFLUJO
DE MASAS
1760-1914
Capítulo 12
El Antiguo Régimen y la modernidad

He sido detenido en el camino por un viejo inoportuno de calidad que


se ha apresurado a preguntarme sobre las noticias de la Corte, en un
intento de encontrar pretexto para contarme las mayores extravagancias
que se puedan declamar. Primeramente, me ha enseñado dos hojas de
papel llenas a más no poder de un gran fárrago de pamplinadas, que
proceden, según me ha dicho, del entorno más seguro del mundo. A
continuación, y como algo altamente curioso, me ha hecho [...] una
fatigante lectura de todas las tonterías de la Gaceta de Holanda...
(M O L IE R E , La condesa de Escarbañás, 1 .)

1» LA ECONOMÍA DEL LIBRO

La economía del libro se alteró profundamente a lo largo de estos dos


siglos y medio que hemos venido en llamar los de la «librería del
Antiguo Régimen». De entrada, cambió la economía en un sentido
directo, que integraba el sistema técnico, los cálculos de inversión y
rentabilidad y los sistemas de distribución y venta. Pero también
cambió la economía en un sentido etimológico, es decir, la construc­
ción del libro como un objeto altamente complejo junto con los
hábitos de utilización del mismo y las formas de adquisición que
giraban en torno al mismo.

259
FRÉDÉRIC BARBIER

1 «I o Una economía de la subpoblación

El principal indicativo viene dado por la cifra de tirada, cuyas varia­


ciones estuvieron determinadas por tres factores principales. Por un
lado, el capital fijo (el material) puesto en marcha no permitía, en
general, imprimir de una sola vez una obra importante, ya que las
fuentes se encontraban en cantidad insuficiente y había que descom­
poner los moldes tras la tirada de algunas páginas para poder pasar a
las siguientes páginas. Por otra parte, la imprenta, o la edición, exi­
gían grandes inversiones; eran actividades fuertemente capitalistas
(había que pagar el papel, anticipar los salarios, cubrir los gastos gene­
rales, etc.), y tales inversiones sólo podían rentabilizarse a medio
plazo, una vez que la edición se ponía por fin a la venta y comenzaba
a haber ganancias. Por tanto, aumentar la tirada suponía un aumento
proporcional del desembolso, tanto para cubrir la inversión en papel
como para afrontar los gastos derivados de la ampliación del periodo
de fabricación. Las cargas financieras conducían, por tanto, a limitar
las tiradas, máxime teniendo en cuenta que las actividades de impren­
ta funcionaban sobre la base del crédito y que, por tanto, el impresor-
librero no podía permitirse el lujo de un accidente financiero.
Se prefería tirar una segunda edición en caso de éxito, para la cual
se habría hecho una segunda composición, si era posible -en vez de
conservar los moldes antiguos-, o invertir el capital en afrontar los
gastos generales y arriesgar la quiebra al primer accidente de crédito.
Por tanto, la difusión constituía el elemento central del sistema. El
aumento de la tirada suponía que la mayoría de los ejemplares que
constituían la edición666 podían ser despachados sin problema. Se
necesitaban buenas condiciones materiales (poder vender los volúme­
nes en plazos relativamente breves y a precios razonables) y financieras
(encargarse de que los clientes paguen). El bloqueo vino reforzado por
la práctica generalizada del fraude, que explotaba las obras exitosas
impidiendo al editor que ostentaba el privilegio ampliar su mercado
más allá de ciertos límites muy precisos.
Estas dificultades, características de la «librería del Antiguo Régi­
men», tuvieron como consecuencia el mantenimiento de una economía
de pequeñas tiradas. Si bien la estadística precisa se nos escapa por falta
de fuentes, los factores puntuales no tienen posibilidad de error. Por otra
parte, las demandas de permisos corrientes en Francia en 1777 nos indi­
can las tiradas previstas, aunque los volúmenes correspondientes no fue- 666 Normalmente, los presupuestos de
ran impresos en todos los casos. En general, podemos considerar que las fabricación (gastos de fabricación,
precio de venta fijado) se estable­
tiradas no sobrepasaban los 3.000 o 4.000 ejemplares, y que la moda (la
cen de tal forma que los gastos
categoría mejor representada) se situaba en unos 1.000 o 1.200 ejem­ queden cubiertos por la venta del
plares. A la inversa, una parte considerable de la producción impresa no 50% a 66 % de los ejemplares.

260
HISTORIA DEL LIBRO

sobrepasó tiradas de 1.000 ejemplares, a menudo de 700 a 800. En


cuanto a la trayectoria a más largo plazo, la evolución fue lenta pero
efectiva. Si ya era técnicamente posible tirar a finales del siglo XV las
Crónicas de Nuremberg con 1.800 ejemplares, la novedad del periodo
moderno, (siglos XVI-XVIIl) consistió en la presencia de tiradas que po-
dían alcanzar varios miles de ejemplares.
La distribución de las tiradas en función de los temas señala el
contraste que había entre las tiradas más elevadas -sobre todo en
temas religiosos, didácticos (el «libro de lectura»667) y ciertos almana­
ques- y el resto de los temas. En Lila, Bartolomé José Brovellio pro­
yectó tirar 2.000 ejemplares de El ángel conductor en la devoción cris­
tiana668 en 1779, de los que volvió a imprimir otros 2.000 ejempla­
res en 1782. También durante estos años tiraría 3.000 ejemplares de
un pequeño Camino del cielo, de los Estrenos espirituales y del Peque­
ño paraíso de las almas cristianas. En 1777, el gran impresor-librero
Juan Bautista Joseph Henry obtuvo una demanda para editar la Misa
cotidiana en un pequeño volumen que alcanzó los 2.000 ejemplares,
si bien, se trataba de la cifra más elevada de sus listas. En un nivel
superior se sitúa Paul Liévin Danel, con obras como las Instrucciones
para la juventud, cuya tirada prevista era de 15.000 ejemplares, y aún
la Tendencia del alma a su Dios (1779), pequeño libro que se proyec­
tó tirar a 1.500 ejemplares669, al igual que el M anual de devoción70.
Las tiradas más frecuentes iban de 1.000 a 1.500 ejemplares,
sobre todo dejando el terreno religioso y educativo. Efectivamente,
Henri publicó en 1784 1.500 ejemplares del volumen de los Cuentos
de risa671 y, ese mismo año, 1.000 ejemplares del Diccionario de las
anécdotas por Honoré Lacombe de Prézel672. Incluso una edición
fraudulenta de un autor cuya celebridad fuera suficiente para garanti­
zar el éxito era objeto de tiradas relativamente limitadas. Boubers de
667 P. LUCCHI, «Nascita del libro di Corbeville (1731-1804) se instaló en Dunkerke y en Bruselas, dedi­
lettura», en L'Editoria del'700 e i cando gran parte de su actividad a la librería prohibida, que hizo
Remondini, dir., M. Infelise, R
entrar en el reino de manera fraudulenta, y a la falsificación. Deposi­
Marini, Bassano del Grappa,
1992, pp. 123-158. tó sus miras en la edición de las Obras de Rousseau, publicadas en
668 Por Pierre Coret, c£ Dawson,
doce volúmenes con la dirección falsa de Londres (1774-1776), con
368/27. una tirada de 2.000 ejemplares673.
669 Dawson, 7. Las cifras son aún menores para los trabajos relacionados con la
670 Dawson, 141.
ciudad, como demuestra el ejemplo del impresor-librero Charles Bat-
tut (1723-1781), que ostentaba el principal taller de Bolonia-sobre-el-
671 Dawson, 38/3; Danchin 2839.
Mar a mediados del siglo XVIII. En 1766-1767, Battut imprimió para
672 Dawson, 524.
la ciudad 200 ejemplares de una «Memoria en tres páginas para la fran­
673 Collection complete des oeuvres de quicia de la villa de Bolonia»; más tarde, en 1770-1771, «100 senten­
Jean-Jacques Rousseau..., Londres
(Bruselas, J.-L. De Boubers)
cias de policía en referencia a los cueros procedentes del extranjero»; en
1774-1776, 12 vol., 4o, ill. 1774-1775,460 «Reglamentos y cartas patentes para la administración

261
FRÉDÉRIC BARBIER

de la ciudad»; y en 1778-1779, 600 entradas y 30 carteles «para el con­


cierto»... Se trataba de cifras relativamente reducidas, pero que se
correspondían con una demanda regular y cuya presencia era esencial
para el equilibrio financiero de numerosas sedes de imprenta y librería.
Sólo se alcanzaría un volumen superior en dos casos muy particulares.
En primer lugar, cuando se trataba de una obra de la que el librero
tenía el privilegio, y cuya especificidad podía garantizar una difusión
importante y regular; tal fue el caso del Almanaque real, lanzado en
París por Laurent d’Houry en 1699674. El segundo caso es aquel de las
obras que tenían una difusión en un perímetro restringido; el ejemplo
es el del Almanaque popular impreso en una ciudad importante y ven­
dido en la propia ciudad a través del medio rural.
El mercado potencial no dejaba de ser disperso y minoritario en
relación a la población total. Dejando a un lado las publicaciones
«populares» (calendarios, almanaques, series de la «Biblioteca azul»,
pequeños libros de oraciones; imaginería...), el precio medio del libro
era relativamente elevado (sobre todo, añadiéndole los gastos de expe­
dición), y, por consiguiente, cuando aumentaba la demanda se respon­
día con una serie de sucedáneos: el libro era falsificado y vendido más
barato; se asociaban varias personas para constituir una biblioteca o
abonarse a un grupo de periódicos que no podían procurarse de mane­
ra individual; se alquilaban los libros en vez de comprarlos; se difundía
un mismo texto con formas editoriales diferentes, de tal manera que el
abanico de precios permitía ampliar la clientela...

1 .2. El m undo escrito om nipresente

Este panorama económico que acabamos de presentar como una


«economía de la subpoblación» no impidió que el mundo escrito se
difundiera más allá de los sectores acomodados y cultos, ante todo en
las ciudades, pero también a través del campo. El libro religioso siguió
siendo la clásica lectura de las mayorías, como lo demuestran los
inventarios de las bibliotecas, pero, sobre todo, las pautas de fabrica­
ción, difusión y adquisición de los impresos «populares» estaban adap­
tados a las propias características de su público potencial. La difusión
de la imprenta pronto fue más amplia de lo que cabía esperar. En
Amiens, Pierre Labarre localiza libros en el 20% de los 4.500 inventa­
rios post mortem conservados en el periodo 1503-1576. Si bien se
trataba por lo general de libros aislados, han sido localizadas sin
embargo unas 60 bibliotecas que cuentan con más de 50 obras, y otras
Almanach, ou Calandrier exacte-
20 que cuentan con más de 100. La ruptura se hizo especialmente ment supputé sur le méridien de Pa­
patente entre la ciudad y el campo o, para Natalie Davies: rís, París, De Houry [et al.], 1699.

262
HISTORIA DEL LIBRO

La cultura oral tiene tanta importancia que transforma todo lo que toca,
y continúa transformándose a sí misma según los signos del olvido y de la
memoria, de la observación y del debate [...]. Por otra parte, los que pre­
tenden controlar el campo y devolverlo al orden [...] deben enviar no
libros, sino mensajeros, portadores de sellos de los que no se puedan reír
y de documentos que hayan de leer en voz alta para hacer su poder mani­
fiesto. ..

El caso de la metrópoli italiana de Bolonia nos brinda un excelente


ejemplo del repertorio de las formas de adquisición del libro y del
acceso a la imprenta por parte de las mayorías dentro de la sociedad
urbana del Antiguo Régimen.

7.2.7. El orden impreso

Ante todo, cabe señalar que el mundo escrito, y más aún el mundo
impreso, funcionaba como vector del orden, estaba controlado por el
poder, en un intento de ejercer funciones de «policía» dentro de la
sociedad. En sentido inverso, el mundo oral, el grito, el tumulto,
parecían ser la fuente de todos los desórdenes que convenía reprimir,
y más aún, prevenir. El éxito de la Reforma protestante en los anti­
guos Países Bajos (Holanda, Bravante, Flandes, Hainaut, Artois) se
manifestó en las «prédicas del desierto», asambleas de fieles que se
reunían para orar y cantar, a pesar de los carteles impresos que prohi­
bían tales prácticas675:

La Corte y Su Majestad de España, estando advertidos de que se hacía la


prédica cerca de Valencia, ordena que el marqués de Bergues ponga
orden, ya que S.M. no piensa permitirlo de ninguna manera, y que será
enviado a tal efecto un cartel para que todos presten juramento de ser
leales y obedezcan a su rey y a la Iglesia católica.

En Bolonia encontramos la misma tendencia a constreñir a la pobla­


ción mediante la imprenta. Desde comienzos del siglo XVI, la admi­
nistración hizo publicar avisos, ordenanzas y reglamentos de todo
tipo, que fueron proclamados en la ciudad a través de los pregoneros
antes de ser colgados en forma de carteles. A pesar de que los textos
más antiguos se nos han conservado peor, la estadística pone de
manifiesto que se trataba de la época dorada de una actividad de
reglamentación que, apoyándose en los impresos, regulaba y ceñía la
675 Bm Valencianas, ms. 703, f° 31 mayor parte de los aspectos de la vida social. La curva se inició en ía
v°, 4 VIII 1564. década de 1530, despegando a partir de 1545; se aceleró en 1565,

2.63
FRÉDÉRIC BARBIER

para aumentar de nuevo en 1585. En todas partes había carteles que


dejaban traslucir las medidas tomadas para fijar los precios, para
reglamentar los aspectos de los diferentes oficios, para organizar las
fiestas y solemnidades públicas, para promulgar prohibiciones de
todo tipo, publicar condenas, etc.

7.2.2. Las «noticias»

El ejemplo de Bolonia vuelve a ilustrar el gran papel jugado por las


guerras y crisis políticas en la demanda de noticias y, con ello, de
impresos. Las «noticias», las correspondencias manuscritas, nacieron en
Venecia y Roma en la segunda mitad del siglo XVI, antes de pasar a
difundirse a través de Italia y el resto de Europa: en Amberes, París,
Frankfurt, Viena, etc. Es decir, se difundieron en las ciudades que te­
nían relaciones regulares y bien organizadas con el exterior. En Bolo­
nia, en 1596, Pietro Vecchi solicitó ante el Senado una demanda para
obtener un privilegio decenal para organizar en la ciudad una lectura
lucrativa de los avvisi de Roma y de Venecia, tras haber encargado a las
autoridades676 el control de su contenido. Un conjunto de piezas del
siglo XVII consituye un testimonio de la práctica de la lectura pública
en plena calle y del vigor de la demanda de noticias recientes. Bajo el
título de Apasionados de la guerra, un grabado boloñés de 1690 ponía
en escena a un personaje que leía las noticias sentado en la calle, con
grandes gafas sobre la nariz, rodeado de una quincena de personas, de
entre las cuales el grabador ha tenido el detalle de representar a todas
las capas sociales de la sociedad urbana. Los rostros están llenos de
expectación, las exclamaciones brotan, una riña en segundo plano
enfrenta a dos de los oyentes en opiniones visiblemente divergentes677.
El mismo artista ilustró, de manera irónica, la impaciencia del público
a la hora de recibir noticias nuevas (1692): en esta ocasión, los Apasio­
nadospor la guerra salen de la ciudad y observan a lo lejos cómo se acer­
can dos correos a caballo, exclamando, preguntándose qué nuevas noti­
676 Archivio di Stato, Bolonia, Sena-
cias traerán678:
to, Instrumenti, C -8/26 (citado en
Una Citta in piazza: comunicazio-
—Aquí están, aquí están. ¡Pronto sabremos lo que hay! ne e vita quotidiana a Bologna tra
—Me parece que se trata de un correo alemán. cinque e seicento, Bolonia, 2000,
pp. 68-76 y n° 32).
—Yo creo que es francés.
—Sí, en efecto, es un correo español. 677 G. M . M i t e l l i , Agl'appasionati
per le guerre, 1690 ( Una Cittk in
—Habrá por lo menos un millón de muertos... piazza... n° 34).
678 Id., II Corriere in lontananza aspet-
.tato dagl'appassionati di guerra,
{Una CittcL m piazza... n° 45).

264
HISTORIA DEL LIBRO

Fechas

Textos reglamentarios» Bolonia, siglo XVI

1.2.3. Los opúsculos

Las noticias y lecturas en voz alta no supusieron una competencia


seria para la imprenta. De entrada, tenemos las múltiples impresiones
pequeñas in-quarto que transmitían las noticias recientes, a imagen
de la Breve narración de la victoria maravillosa llevada a la Montaña
Blanca, sobre las insurrecciones de Bohemia679. La portada estaba
ilustrada con un grabado sobre madera que ponía en escena a dos sol­
dados luchando contra dos prisioneros cuyo turbante les señala como
turcos (la madera era susceptible de ser reutilizada en otros textos, y su
mal estado de conservación sugiere que eso es lo que ha sucedido en
este caso). El origen de la noticia estaba confirmado por la indicación
de la fuente; la octavilla se publicó primeramente en Amberes, y la tra­
ducción italiana se hizo sobre el original. Al mismo tiempo, muchas
obras insistían en la novedad y veracidad de lo que difundían (.Nuova
e vera relatione, Verissima relatione, etc.). Y, claro está, se hacía énfasis
en el carácter sensacionalista, repulsivo u horrible de lo que se anun­
ciaba... Los primeros periódicos, hebdomadarios, retomaban las
noticias bajo la forma de «sinopsis», clasificándolas por su ciudad de
procedencia. En Bolonia, la primera hoja data de 1642, y vendría
secundada por las gacetas de Génova, Florencia (1639), Milán
(1640) y Roma (1642).
679 Breve narratione della maravigliosa
vittoria ottenuta il 6. d ‘Agosto 1623
[ ...] stampata in Anversa & tradotta
da quella lingua nella nostra italia­
na, Bolonia, por il Rossi, 1623.
FRÉDÉRIC BARBIER

1.2.4. Un in termediario cultural

Por último, Bolonia ofrece un ejemplo excepcionalmente bien docu­


mentado de la figura de un intermediario cultural en la persona de
Gulio Cesare Croce, poeta, escritor y cantante que hizo imprimir y
difundir sus propias obras680. Durante cuarenta años, Croce recorrió
las calles de su ciudad recitando y cantando sus propios textos acom­
pañado de su lira y vendiendo las octavillas correspondientes. Esta
considerable producción se estructuraba en torno a cuatro grandes
ejes. El primero consistía en las octavillas de circunstancias, a imagen
de una simple hoja que llevaba las doce estrofas de una poesía en
honor del nombramiento del nuevo cardenal-legado en 1590681. A
veces cercanas al género de la celebración y la conmemoración, las
estrofas de Croce también daban cuenta de los acontecimientos
recientes que habían marcado la ciudad, como entradas reales, fiestas,
ceremonias diversas, etc. El tercer eje se desarrolla en torno a una
forma de enciclopedia popular que presentaba algunos aspectos de la
ciudad, como su historia682, sus apellidos683 o la descripción de sus 680 Les intermédiaires culturéis: actes du
palacios684. Finalmente, el último eje, que es el más interesante, se colloque du Centre méridional d'his­
dirige a las piezas cómicas o paródicas. Así, Croce publicó en 1617 toire sociale, des mentalités et des cul-
tures, Aix-en-Provence, 1981.
noticias burlescas cuya forma impresa seguía el mismo procedimien­
681 Id., A felsina nella florida legatione
to que el de las noticias de la época, con una clasificación por ciuda­
dell'illustriss. et reverendissim mon-
des de procedencia685, cuya geografía imaginaria se ajustaba precisa­ signor Pietro Donato cardinal Cesi
mente a la geografía real de los correos que llegaban a Bolonia. amplissimo, Bolonia, por Giovanni
Esta cultura oralizante era una cultura callejera, pero sus relacio­ Rossi [1590], 1 £

nes con el mundo impreso son indiscutibles. Croce recitaba o canta­ 682 Id., Breve compendio de''casi piu
ba sus textos a la vez que proponía también su lectura bajo la forma notabili occorsi nella citta di Bolog­
na dal temp ch'elle fií creata Colo­
clásica de pequeños cuadernillos in-quarto. La presentación de estos nia fino al anno M DCVI..., Bolo­
últimos seguía los cánones de la época, con el añadido de una porta- nia, por Bartolomeo Cocchi, 4a,
da que mostraba el título, en el que la tipografía hacía resaltar las 28 p.
palabras importantes y donde figuraba el nombre del autor. Además, 683 Id., Scelta artificiosa settecento cog-
había un grabado sobre madera coronando la dirección tipográfica y nimi delle famiglie di Bologna...,
Bolonia, Giovanni Rossi, 1482,
los datos cronológicos. Era el autor el que pagaba los gastos de edi­ 4 o, 80 p.
ción y el que se beneficiaba de los ingresos a través de la venta ambu­
684 Id., Descrittione del nobili palazzo
lante de sus fascículos en la ciudad, y, seguramente, recibía gratifica­ [ ...] detto Tusculano..., Bolonia,
ciones adicionales por parte de algunas personalidades a las que dedi­ Giovanni Rossi, 1482, 4o, 80 p.
i
caba algunas piezas hechas para determinadas circunstancias. La últi­ 685 Id., Pronostico e almanacco stupen-
ma referencia escrita viene dada por un soneto «bibliográfico» publi­ do..., Bolonia, Bartolomeo Coc­
cado en 1620 en el que Croce enumeraba, al estilo mnemotécnico, la chi 1617, 1 £

lista de los libros más importantes de su época686. 686 Id., La libraría convito universale,
dove s'invita grandissimo numero
Sin lugar a dudas, el modelo boloñés fue muy favorable, ya que se
di libri tanto antichi quanto mo-
trataba de una ciudad con vieja tradición universitaria; pero también derni ritirati in un soneto, Bolonia,
lo encontramos en otras ciudades de Europa occidental. Aunque el por del Cochi, [post 1621], 8o.

266
HISTORIA DEL LIBRO

mundo escrito estaba ausente de la esfera privada, en la ciudad de


1600 estamos ante una sociedad que se iba organizando, cada vez
más, en torno a la imprenta. La esfera pública se definía ante todo
como la del mundo escrito y la imprenta, a pesar de que la mayoría
de la población no participara directamente (comenzando por las
mujeres, a las que jamás encontramos en la calle asistiendo a la lectu­
ra de noticias). Efectivamente, empresas pequeñas como la de Croce
demuestran que existía un público callejero al que el autor podía diri­
girse directamente, y que podía ser receptivo a textos burlescos, iróni­
cos e, incluso, críticos. Claro está, los contenidos de los textos y las
formas de adquisición de los mismos variaban de un grupo a otro,
funcionando como indicativos del nivel cultural y social en el que se
situaba cada persona. Tanto es así, que el progreso del siglo XVII, y
más aún, del XVIII, se concentró en los extremos. Hubo,una penetra­
ción más amplia del mundo escrito en el medio rural, junto con la
difusión de costumbres individualizadas de adquisición de los textos,
la alteración de sus contenidos y el ascenso del público femenino.
Conocemos las críticas e inquietudes que suscitó este último fenó­
meno:

Nuestros padres, en ese sentido, lo tenían claro / ¿Qué dirían de una


mujer que siempre sabe demasiado [...]? / Las suyas no leían, pero vi­
vían bien/ Sus labores eran todo su docto quehacer / Y sus libros consis­
tían en un dedal, un hilo y una aguja [...]. / Las mujeres de hoy están
muy lejos de esas conductas: / Pretenden escribir y convertirse en auto­
res. . .687

2. LECTURAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

2.1. La problemática

Una historia de la lectura ha de moverse en tres bloques principales


de tensiones que se contradicen entre sí. En primer lugar, la lectura es
un acto del presente, pero cuya libertad se construye en relación a un
horizonte determinado, tanto por el bagaje social y cultural del lector
como por las necesidades que éste pretende satisfacer leyendo, sin
olvidar la disponibilidad a la hora de leer (el acceso al libro). En
segundo lugar, los contenidos de las lecturas eran portadores de
687 M o l i é r e , Lesfemmes savantes, 577 determinados niveles sociales y culturales, como también lo eran las
yss. formas de adquisición de los textos. La diferenciación social no se

267
FRÉDÉRIC BARBIER

hacía de abajo arriba, sino de arriba abajo; el texto designaba al lector


por su ausencia más que por su presencia, de tal manera que los lee-
tores menos avanzados no podían adquirir textos muy complejos,
mientras que los lectores más diestros no dudaban en entregarse a
una cierta lectura de divertimento que podría considerarse como
impropia de su rango. El nivel de competencia del lector medio sigue
siendo imposible de precisar; sólo podemos hacerlo de manera muy
general, mediante la oposición entre una lectura corriente y otros
hábitos más raros, más cercanos al desciframiento vacilante que a la
lectura seguida y de comprensión rápida. En tercer lugar, toda histo­
ria de la lectura se remite al problema de su documentación, que se
plantea a todos los niveles: ausencia en general de fuentes directas (los
lectores no se describen a sí mismos), ausencia casi total de fuentes
seriadas, que podrían proporcionar una forma de verdad estadística, y,
en cambio, necesitamos servirnos de las fuentes indirectas para cons­
truir una tipología de los usos y de sus posibles significaciones. Una
'historia de la lectura ha de hacer referencia a los indicadores sociocul-
turales generales (tipo de hábitat, distribución de la población por
categorías socioprofesionales, por adherencias religiosas, etc., así como
los grados de alfabetización, éscolarización, redes de difusión de los
impresos, etc.), a las fuentes .de los archivos (inventarios post mor-
tem, correspondencias, catálogos, fondos privados...), a la iconogra­
fía, a la arqueología de los edificios, sin despreciar, claro está, a los
propios libros en tanto que objetos.

2.7.7. Tipologías

En relación a este marco tan general, ¿cómo precisar la trayectoria de


los contenidos y formas de lectura en el Antiguo Régimen? Sobre
todo, ¿cómo hallar sus posibles mutaciones hacia una modernidad
más amplia? Nos limitaremos a evocar someramente la cuestión, apo­
yándonos en grandes dicotomías de parejas en las que un elemento
puede ser visto como «tradicional» y el otro como más «moderno».
El primer contraste sería el del alfabetismo frente a la alfabetiza-
ción, es decir, de la capacidad o incapacidad de leer. El desfase entre
las ciudades y el medio rural era incuestionable, como también de
una religión a otra (la Reforma y el judaismo eran más favorables a la
alfabetización) y de un medio sociocultural a otro. Los factores no
funcionan de manera unívoca, sino que se organizaban en bloques.
Las ciudades más grandes, las más abiertas y las mejor integradas en
espacios geográficos amplios, aquellas en las que los grupos ligados al
artesanado y a la burguesía eran proporcionalmente mayores, se

268
HISTORIA DEL LIBRO

beneficiaban de un avance que Jean Quéniart ponía de manifiesto


para la Francia del oeste. Así, en 1700 era Rouen la ciudad dominan­
te, con una tasa de alfabetización del 48%; vendría seguida por Caen,
Le Mans (43%), Angers (40%) y Rennes (39%). A continuación,
vendrían las tasas medias, Saint-Malo (34%), Quimper (32%) y
Nantes (30%). Finalmente, a la cola estaría Brest, que no alcanzó el
19%. La distancia entre la ciudad y el medio rural variaba en las mis­
mas proporciones, primando también las regiones más abiertas y
mejor integradas, como Normandía688. Desde el punto de vista cro­
nológico, el esfuerzo de la Contrarreforma permitió alcanzar en el
medio católico un primer apogeo en la curva de alfabetización a
comienzos del siglo XVII. La resaca que siguió se prolongaría durante
varias generaciones, de tal manera que las cifras antiguas no se volve­
rían a en co n trar ni a superar hasta la segunda mitad del siglo XVIII.
De manera global, podemos decir que aunque los espacios mixtos se
daban la mano, el Antiguo Régimen se caracterizó por el gran con­
traste entre una población en la que había penetrado la imprenta y
otra que siguió inmersa en el analfabetismo.
A continuación, cabe hablar de los elementos de la propia lectu­
ra. Un primer contraste, del que ya hemos hablado, vendría definido
por la lectura oral, hecha en grupo o individual (murmurada) y la lec­
tura silenciosa e individual, característica de la modernidad:

Elisabeth Eisenstein pretendía demostrar que la imprenta fue uno de los


principales agentes que han introducido a Occidente en la modernidad
[...]. Más bien, yo creo que la nueva invención implicó una revolución
tranquila cuyos efectos sociales no se dejarían sentir hasta el siglo XVIII,
momento en el que la lectura individual se convirtió en un factor revo­
lucionario. . .m

La iconografía del siglo XVII nos presenta a las mujeres holandesas,


solas, en interiores cuidados e inclinadas ante un libro. El contraste
entre la dimensión oral y el silencio ocultaba la trayectoria de los for­
matos, que tendían a una mayor manejabilidad, llegando incluso a
una diferencia abismal entre el libro que se disponía frente al lector y
el que se sostenía en las manos, cuya propia banalidad haría de él un
objeto usual que se podía tanto dejar abandonado sobre un mueble
que llevarlo consigo en el bolsillo.
La segunda dicotomía distingue entre una lectura intensiva y una
extensiva. La lectura intensiva era la del libro poco frecuente, constan-
688 J. Q u é n ia r t , Cultures et soáétés temente leído y releído; por el contrario, la lectura extensiva era la que
urbaines..., p. 41. se llevaba a cabo en las bibliotecas más importantes, la de la consulta,
689 J. F. G ilm o n t, Calvin, p. 367. la de la lectura ávida de nuevos textos. Es conocido el caso del pana-

2.69
FRÉDÉRIC BARBIER

dero Odermann en Bernburgo (principado de Anhalt) que, todavía a


fines del siglo XVIII, leyó treinta y siete veces la Imitación de Jesucristo
(Nachfolge Christi) en diez años (1781-1792)690. En cambio, el impul­
so de la lectura extensiva fue evidente, aunque sigue resultando impo­
sible medirlo con precisión. En el siglo XVIII se deja ver en la multipli­
cación de la publicidad que hacía referencia a la novedad de tal o cual
obra y en el auge del periódico -lectura extensiva por excelencia-, así
como en la invención de nuevos sistemas de difusión que permitían,
justamente, una práctica de lectura extensiva, como las cabinas de lec­
tura y las bibliotecas de préstamo. Sin lugar a dudas, el creciente
aumento de las bibliotecas privadas también da cuenta del fenómeno.

2.2. La «revolución de la lectura»

La segunda mitad del siglo XVIII fue la época de una modernidad que
ha sido particularmente estudiada por los historiadores alemanes,
bajo la influencia de las teorías de Jürgen Habermas sobre la «publi­
cidad»691. El modelo del Antiguo Régimen, que organizaba la vida
colectiva en torno a la Corte y a las funciones de representación, ten-
dio a desaparecer en pro del ascenso de uña nueva burguesía urbana
en la que el hábito de lectura era un denominador común, pero que
seguía careciendo de peso político. Dispersa a través de toda Alema­
nia, esta «burguesía de talentos» (Bildungbürgertum) era la intelligent-
sia, y tendía a ir formando la opinión pública (de ahí el concepto
690 R. ENGLESINGj Analpha.beten.tum
clave de «publicidad», Ojfentlichkeií), siendo para ellos la imprenta undLektüre.. Stuttgart, 1973.
-el libro y el periódico- el vehículo de formación e información 691 J. H a b e r m a s , L'espacepublic: ar-
ideal. La «revolución de la lectura» engloba, así, a la doble tendencia chéologie de la publicité comme di­
de ampliación masiva del público lector y del cambio de naturaleza mensión constitutive de la société
de las costumbres, objetivos e implicaciones sociales de la lectura. bourgeoise, trad. fr., París, Payot,
1978 (título original en alemán:
Así, los lectores constantes (la «locura por leer»), de tipo extensivo, Strukturwandel des Offentlichkeit:
privilegiaban el periódico y los contenidos más seculares®. Aunque Untersuchungen zu einer Kategorie
conviene relativizar la especificidad del caso alemán, podemos decir der bügerlichen Gesellschaft, Neu-
wied, 1962).
que esta trayectoria se mantenía y que una cierta «locura por leer» se
apoderó de toda Europa occidental. En Bruselas, tenemos el caso de 692 R. ENGLESING, Zur Socialgeschichte
deutscher Mittel-und Unterschichten,
Benjamin Constant, que aún no había cumplido diez años (1774-
Gottingen, 1973, especialmente las
1776) cuando, según afirmaba: pp. 112-154. R. S c h e n d a , Volk
ohnc Buch [ ...] 1770-1910, Frank-
Pusieron a mi disposición una sala literaria en la que había todas las furt, 1970. R. W it l m a n n , Ges-
chichte des deutschen Buchhandels,
obras del mundo, y todos los materiales irreligiosos de moda por enton­ pp. 171 y ss.
ces. Leía ocho o diez horas por día, todo lo que me caía en las manos,
693 B. CONSANT, Le Cahier rouge, en
desde las obras de La Mettrie hasta las novelas de Crébillon. Mi cabeza y Oeuvres, ed. Alfred Roulin, París,
mis ojos se han resentido toda la vida.. .693 1957, p. 122 .

270
HISTORIA DEL LIBRO

Según la teoría desarrollada especialmente por Rolf Engelsing, la


construcción de un mercado nacional de la imprenta en Inglaterra se
basó en el despegue económico, mientras que en Francia lo hizo en la
revolución política, y en Alemania, en la evolución de las costumbres
de lectura. Se trata de una lectura histórica que tiene el mérito de
insistir en la gran importancia de la «economía de consumo» para la
evolución global de la librería occidental. Como constataba también
Luis Sebastián Mercier en París, Wieland podía proclamar, con toda
la razón, en el Deutscher Merkur de 1799 que:

Jamás se había escrito ni leído tanto...

3. ¿TOLERAR O REFORMAR?

El enmarque institucional y reglamentario de la librería francesa del


siglo XVIII seguía basándose en los esquemas clásicos. De entrada, se
ejercía la vigilancia sobre el texto, con la censura real694. En cuanto a
la edición, entramos en el marco de los privilegios y permisos de todo
tipo: privilegios y renovación de privilegios, permisos simples (desde
1704) y permisos tácitos695. La vigilancia también se ejercía sobre los
sujetos y sus actividades a través de los múltiples mecanismos puestos
en marcha para ello.

3*1 o ¿La tolerancia imposible?

694 G. MlNOIS, Censure et culture sous Los crecientes problemas entre la realidad y la normativa se afrontaron
VAnden Régime, París, 1995. con la introducción de medidas de tolerancia antes de que imperara la
605 R . E s t i v a l s , La statistique biblio- necesidad de adaptar las estructuras administrativas. El argumento
graphique de la France sous la mo-
mercantilista fue determinante cuando, en 1709, Bignon dejó impri­
narchie au XVIIIo siecle, París, Dem
Haag, 1965. mir a Rouen libros ya publicados en el extranjero pero prohibidos en
Francia. Se trata del nacimiento del permiso tácito, que autorizaba,
696 Nótense las fórmulas utilizadas
por Chauvelin: le «bon fran^ais» sin querer admitirlo, una publicación en principio imposible. La
designe le patrióte et «pour nous» Declaración del 10 de marzo de 1728 relativizó la práctica de la censu­
la collectivité nationale, dont les ra, y el director de la librería, Chauvelin de Beauséjour, se declaró dis­
intéréts sont communs et qu'une
gestión inspirée par le mercantilis-
puesto a autorizar la publicación del Diccionario de Bayle en Francia:
me enrichira [el «buen francés» eli­
ge al patriota y «para nosotros», la Ya que, cuando se imprima, yo no podré dejar de decir, como buen fran­
colectividad nacional, cuyos inte­ cés, que será lo mejor para nosotros696. Estoy seguro de que, desde que cir­
reses son comunes y que se enri­
quecerá por una gestión inspirada culen los Bayle, al Estado le costará más de un millón. ¿Por qué perder
en el mercantilismo]. voluntariamente esta suma, siendo Bayle un autor como cualquier otro?
FRÉDÉRIC BARBIER

La posición oficial se hizo cada vez más difícil, y los más altos cargos
administrativos fueron los primeros en intentar acabar con este desfase.
Conocemos las consecuencias de la prohibición de las novelas por el
canciller de Aguesseau en 1728697, pero el caso de la Enciclopedia (desde
1750) fiie aún más representativo698. Comenzó a publicarse en 1751,
siendo prohibida por el auto del 7 de febrero de 1752. Sin embargo, el
propio Malesherbes hizo sacar en secreto los ejemplares almacenados
en el taller de Le Bretón antes de autorizar un registro de sus servicios
(sólo el 21 de febrero), de tal manera que el editor pudo seguir traba­
jando en el mismo París699. Sin embargo, estas dificultades no se supe­
697 F. W e i l , L'interdiction du román
raron, y no hay más que recordar el proceso entablado en 1768 por
et la librairie, 1728-1750, París,
Luneau de Boisjermain contra los editores, acusados de no haber res­ 1986.
petado las condiciones de la firma700. 698 Sobre la Encyclopedie, cf. infra p.
Nada de extraño, pues, que todos los «malos libros» fueran bien 184.
recibidos en todo el reino francés. La policía fracasó en su intento de 699 P. G r o s c l a u d e , Malesherbes, té-
evitar que apareciera el título de Noticias eclesiásticas, órgano de los moin et interprete de son temps, Pa­
jansenitas701. Lanzado en 1728, el periódico fue prohibido dos años rís, 1961. E. Shaw, Problems and
policies o f Malesherbes as Directeur
más tarde, pero continuaría apareciendo y difundiéndose de manera
de la librairie in France (1750-
clandestina hasta 1803. Un registro sistemático demuestra que en 1763), Nueva York, 1966.
1764702 sólo el 23% de las obras publicadas en Francia contaban con 700 J. PROUST, Diderot et l'Encyclopé-
un privilegio, y el 18% con un permiso tácito; en cambio, el 24% die, París, 1977, pp. 57 y ss. La
fueron publicadas sin permiso, y el 18% de ellas se publicaron con suscripción inicial estaba prevista
una dirección falsa, generalmente procedente del extranjero. En la para 1 0 .0 0 0 volúmenes.

misma época, la creciente complejidad de los reglamentos concer­ 701 M. ALBARIC, «Une páge d'histoire
de la presse clandestine: les Nou-
nientes a la librería movió al parisino Claude Saugrain, síndico de la
velles écclesiastiques», en R.F.H.L.,
Comunidad, a publicar en 1744 un Código de la librería e imprenta, 27, 1980, pp. 319-332.
que completaría Anisson en 1756703.
702 J. ARTIER, «Étude sur la produc-
tion imprimée de l'année 1764»,
en École natiónale des chartes [Es­
-3.2. La coyuntura de 1760 cuela Nacional de Archivos Paleo-
gráficos], Positions des thhes, París,
1981, pp. 9 4 8 .
Tanto en Francia como en muchos otros Estados occidentales, la
703 C. M. SAUGRAIN, Code de k li­
larga coyuntura caracterizada por un lento progreso despegó, al pare­ brairie et imprimerie de París, Pa­
cer, a partir de la década de 1760. rís, a expensas de la Comunidad,
1744, 12°. El texto de Anisson
quedó manuscrito. (BnF ms fr.
22181).
3.2.1. La reforma francesa
704 G. de L a m o ig n o n de M a l es ­
h erbes, Mémoires sur k librairie et
En efecto, la década de 1760 fue objetó de una nueva reflexión en sur k liberté de presse, París, 1809.
torno a la administración de la librería. Malesherbes explicitaba en N. H e r m a n n -M A sc a r D, La cen­
sure des livres a París ct k fin de
qué consistía su política en su Estudio de la libreríam \
VAnden Régime, París, 1968. P.
MlNARD Typographes des L u m ié-
res..., Seyssel, 1989.

272
HISTORIA DEL LIBRO

Se comunicó al librero que podía continuar con su edición, pero en


secreto, que la policía simularía ignorarle y no le liaría detener. Como
no se podía prever hasta qué punto el clero y la justicia se enfadarían, se
le recomendó que tuviera cuidado [...] y que estuviera preparado para
hacer desaparecer su edición en el momento en que se lo advirtieran, y
se le prometió hacerle llegar este aviso antes de que abrieran una investi­
gación sobre su actividad...

En la Carta sobre la librería (1763), Diderot rebatía que:

El interés de la sociedad exige [infringir la ley general, es decir, publicar


sin autorización]. Ustedes verán cómo lo resuelven, porque toda su rigi­
dez en este aspecto no impedirá el mal derivado de ello, y que se quitara
el medio de compensar este mal por un bien que depende de ustedes
[...]. Para las letras y para el comercio es inútil seguir multiplicando
indefinidamente los permisos tácitos, no publicando y distribuyendo
[...] más que una especie de decencia que satisface a los espíritus más
mediocres...

La postura oficial no tardó en chocar con el auge de la imprenta y el


ascenso del poder de la opinión publica. Daba la impresión de que la
multiplicación de los reglamentos no hizo más que reforzar el senti­
miento de impotencia de un Estado que no podía, e incluso no de­
seaba, hacerlos aplicar, mientras que las medidas políticas y económi­
cas tomadas fuera, y ante todo en Inglaterra, condujeron a la búsque­
da de soluciones diferentes. En 1777, estas exigencias de solución
cundieron, y la administración terminó por reformar el sector. El auto
del 30 de agosto reservó el otorgamiento de privilegios a los libros*
nuevos exclusivamente, mientras que las reimpresiones sólo podían
ser objeto de permisos simples. La renovación de los privilegios, sobre
la que estaba construida la fortuna de los libreros parisinos, ya no sería
más acordada, salvo que el texto aumentara en un cuarto de su pro­
ducción como mínimo. Por último, los privilegios eran válidos por
una duración de diez años como mínimo, pero sólo estarían vigentes
en vida del autor. Éste contaba con un derecho perpetuo de propiedad
705 La difusión fue autorizada para los si explotaba personalmente sus obras; si se los confiaba a un librero, su
ejemplares controlados y sellados vida era protegida. La supresión de la renovación de privilegios vino
por la administración. La vigilan­
cia, sin embargo, es más activa en
acompañada de la regularización de las falsificaciones «legales705» y de
las fronteras: Vergenne, en 1783, la generalización de los permisos simples. Ello supuso el fin del mono­
consigue una orden que imponga polio de la capital sobre la librería francesa:
el control en París de todos los li­
bros importados en el reino, inclu­
so si van destinados a otras provin­
Los hijos de los libreros, seguros de su fortuna por este odioso monopo­
cias. lio, propietarios de la mayoría de los libros que se imprimen, disfrutan

273
FRÉDÉRIC BARBIER

de su supremacía sin mesura y sin trabajo, como se disfruta de una tie­


rra que proporciona un gran beneficio; y no hay más [...] sujetos activos
. e inteligentes...

Como era de esperar, los libreros locales reaccionaron violentamente


a causa de las pérdidas a corto plazo que les ocasionaba la caída de sus
privilegios; pero, en un sentido global, los efectos de la nueva regla-
-mentación fueron claramente positivos, si bien muy tardíos.

3.2.2. La experiencia del liberalismo

La vía tomada por la librería inglesa al día siguiente de la Revolución de


1686, junto con la llegada al trono de Guillermo de Orange, constitu­
yeron el modelo antagónico del caso francés. La administración se vol­
vió liberal, adoptando medidas tales como la de dar el principal prota­
gonismo a los inversores y agentes económicos junto con la introduc­
ción de nuevas formas de organización y del trabajo. Esta otra moder­
nidad se hizo posible gracias al cambio de coyuntura vivido en las Islas
Británicas. El LicensingAct de 1695 autorizó las prensas en las diferen­
tes ciudades inglesas706, mientras que el copyright de 1709 estableció
que la propiedad de una obra estaba en manos de su autor, que podía
explotarla o cedérsela a un librero por una duración de cuarenta años,
concepto de la propiedad intelectual que está en la base del sistema
contemporáneo707. Los congers (sindicatos) consiguieron hacer que se 706 El desarrollo fue en un principio
mantuvieran los privilegios. La falsificación había desaparecido prácti­ lento: Bristol (1695), Plymouth y
Shrewsbury (1696), Exeter (1698).
camente de Inglaterra, pero no dejaba alimentar la fortuna de los libre­ Su crecimiento data del siglo XVIII.
ros escoceses o irlandeses. Así, en la Inglaterra de 1700 nos encontra­
707 Mientras que en el siglo XVI el copy­
mos ya en la era de la «segunda revolución del libro». Fuera, en Francia right os un derecho que el impresor-
y en Alemania, este modelo se debatió y se aplicó en algunos casos (en editor tiene para asegurarse el privi­
Sajonia), y su influencia fue notable. legio de .ser el primero en publicar
la obra. La Stationers'Company
guarda un registro desde 1558-
1559 y, en principio, el copyright es
3.2.3. Las transgresiones perpetuo, aunque si no es explota­
do la Company puede usarlo.

El espacio remite a la vez a la categoría del orden (o de la integración) 708 Marc Michel Rey (1720-1780)
y a la del desorden (o de la transgresión). Así, las geografías abiertas a fue uno de los principales libreros
de la época en Holanda; difundió
la libertad mercantil servían de refugio a determinadas impresiones obras de Rousseau, Voltaire, la En­
de obras prohibidas o falsificar ciertas obras de éxito. Junto a los ciclopedia, etc. La dinámica holan­
impresores y libreros holandeses -como Marco Miguel Rey en Ams­ desa empuja incluso a los libreros
Arkstée y Merkus a abandonar esta
terdam708- el desarrollo de las «prensas periféricas» permitió respon­
ciudad para venir primero a Leip­
der mejor a la distorsión cada vez mayor que había entre la demanda zig (1736) y luego a Amsterdam
de novedades francesas y las posibilidades de una oferta reprimida no (1740).

2-74
HISTORIA DEL LIBRO

tanto por la censura como por los privilegios. Junto a la frontera (y de


ahí el apelativo de «prensas periféricas»), los impresores-libreros
publicaron a menor coste y sin riesgos falsificaciones y textos prohi­
bidos, que en seguida fueron difundidos por toda Europa a través de
redes de contrabandistas perfectamente organizadas. A la cabeza se
situaban las ciudades del sur de los Países Bajos: Lieja, con los Bas-
sompierre, Plomteux y De Sóer, donde Pierre Rousseau fundó el
Periódico enciclopédico (1755). No lejos de allí, tenemos a Bouillon,
capital de un pequeño principado, donde Rousseau trasladó sus acti­
vidades en 1760 y creó en 1767 la Sociedad Tipográfica de Bouillon.
Dos Puentes, Kehl, las ciudades suizas (Berna, Neuchátel, Lausana,
Ginebra, Yverdon...) fueron algunos de los grandes centros de esta
geografía impresora de prensas periféricas. Se podrían añadir los
enclaves franceses en Lorena, Trévoux709 y Aviñón, donde los privile­
gios parisinos no se respetaban y las profesiones del libro contaban
con su propia libertad710. La costumbre de las direcciones falsas que se
generalizó en la librería del siglo XVIII hace que la identificación resul­
te difícil.
Detengámonos en Kehl, pequeña ciudad de la ribera derecha del
Rin en la desembocadura del puente de Estrasburgo. El episodio del
Voltaire de Kehl es uno de los más reveladores de las nuevas condicio­
nes del mercado de la imprenta a finales del Antiguo Régimen711, y
concierne tanto a la cuestión de las prensas periféricas como a la
transformación del estatuto del autor712, y también a la creación de
los grandes editores capitalistas, como ejemplifica la persona de
Charles Joseph Panckoucke713. Panckoucke se encontraba en Fernay
709 Norte de Lyon. Principado inde­ en 1777 redescubriendo a Voltaire, de quien hizo una edición inte­
pendiente bajo la autoridad del
gral de sus Obras, empresa que prometía bastantes beneficios. La
duque del Maine hasta 1762.
muerte del patriarca de Fernay, en 1778, detuvo esta operación. Los
710 R. MOULINAS, L 'Imprimerie, la lí­
brame et lapresse a Avigno au XVIIo
derechos y la documentación se cedieron a Beaumarchais por
siecle, Grenoble, 1974. Se cuentan 300.000 libras, quien creó una sociedad tipográfica en Kehl para
hasta más de treinta imprentas en comenzar esta impresión, lanzando la suscripción. Consiguió hacerse
Aviñon en 1756. con los punzones tipográficos de Baskerville714 y despidió al «señor
711 G. BARBER, «The Financial history Jacob», contramaestre de este último en Birmingam. La impresión de
of the Kehl Voltaire», en The age
los 4.000 ejemplares comenzó en 1781, pero el contable se dio a la
of the Englightment [Antología
Bestermann], Londres, 1967, pp. fuga con la recaudación, Beaumarchais no pudo obtener de Pane-
152-176. koucke los manuscritos que no había pagado, Jacob dejó Kehl para
712 Cf. infra p. 228. ponerse a su servicio en Estrasburgo, el arzobispo de París condenó la
713 S. T u c c o - C h a l a , Charles Joseph edición y fue también prohibida por el Consejo; finalmente, se
Panckoucke et la librairie frangai- publicaron dos ediciones clandestinas en Basilea y Gotha. Las series
se..., Pau, París, 1977. in-octavo e in-doce se finalizaron en 1787 y, a pesar de las dificultades,
714 Sobre éste cf. infra p. 313. todos los volúmenes parecen haberse vendido rápidamente (no obs­
715 tante, el balance financiero seguía siendo deficitario)715.

275
FRÉDÉRIC BARBIER

El ascenso del público se hizo sentir en Francia. Los piratas del


libro pretendían sacar beneficios y montaron imprentas clandestinas,
de las que conocemos ejemplos en París, Toulouse, etc. Se difundie­
ron ediciones falsas o prohibidas, sobre todo en las redes ajenas a la
librería. Rouen fiie un importante centro de distribución, en estre-
chas relaciones con Lieja. Primero se falsificaban los originales en
Lieja, y las falsificaciones se reproducían en Rouen, donde podían lle­
gar a alcanzar grandes tiradas (de hasta 25.000 ejemplares). En Nor-
mandía, en las fronteras del norte, Lorena, el Jura, Lyon, el Langue-
doc, etc., entraron en funcionamiento una serie de redes de difusión
clandestina, y los libros conocieron una gran expansión en las ciuda­
des, llegando hasta París y Versalles.

3.3. El auge de la función editorial

fen general, la combinación de las tres funciones, la de impresión, la


de edición y la de difusión, siguió siendo la regla; y en una geografía
como la alemana era obligatorio desde el momento en que se alcan­
zaba un cierto nivel de actividad y que había que disponer de un catá­
logo de fondos propio, para insertarse en el sistema de la permuta
(Tauschhandel), a fin de poderse negociar los títulos. Los grandes edi­
tores alemanes del siglo XIX seguían siendo impresores industriales.
En Francia, la combinación de funciones era habitual fuera de París.
El impresor principal de la ciudad solía ser el impresor real, que se
beneficiaba de algunos privilegios personales, editaba algún periódico
y ejercía la venta de libros al por menor; podía tener un pequeño
taller de encuadernación, como también una sala de lectura y, más
raramente, una fundición tipográfica, e incluso, en los últimos años
del Antiguo Régimen, un molino de papel. Se seguía el modelo de la
concentración vertical, que englobaba a todas las actividades que
iban desde la materia prima hasta el producto acabado y su difusión.
Sin embargo, un personaje constituyó una brillante excepción. Se
trata de Charles Joseph Panckoucke (1736-1798), el prototipo de
editor moderno. Panckoucke fue hijo de un antiguo tendero parisino
que se estableció como librero en la capital del Flandes francés.
Comenzó su carrera en 1760, pero pronto chocó con la incompren-
sión de las autoridades que pretendían hacer respetar la reglamenta-
ción tradicional. En 1762, y tras haber pasado un día en prisión, se
fue a París, donde se lanzó a la actividad librera, llevando a cabo la
reedición de la Enciclopedia y la de la Historia natural de Buffon, la
edición de la Enciclopedia metódica, la del Gran vocabulario francés, la
de las Obras completas de Voltaire, etc. Panckoucke también constitu-

276
HISTORIA DEL LIBRO

yó el primer modelo de prensa en sentido moderno. Ya en Lila publi­


có los Carteles, anuncios y diversos avisos para los Países Bajos france­
ses716, pero en París se impuso con la Gaceta de Francia (que dirigía su
cuñado Suard), el Diario de Ginebra., el Mercurio y la fundación del
Monitor (1789). Hombre de la Ilustración, iba siempre con su pluma
en la mano, tanto para su correspondencia como para sus viajes de
trabajo. Panckoucke no tiró de la imprenta hasta que las dificultades
de toda clase le llevaron a adquirir un taller, en tiempos de la Revolu­
ción Francesa. En 1794, su imprenta parisina fue, sin duda, la más
importante del mundo, con 27 prensas y una centena de obreros.

4 , LA PRODUCCIÓN

4.1 * Francia

La principal base de la librería francesa de la «segunda Ilustración»


716 Redactado por Charles Leclerc de
seguía estando constituida por el libro religioso, pero esta supremacía
Montlinot, Lille, 1761-1763 (año
de la salida de Panckoucke hacia en un principio indiscutible tendió a hacerse más relativa. Se calcula
París). que los libros religiosos constituían un tercio de las obras editadas en
717 No solamente un cálculo -posi­ París en la década de 1720, proporción que descendería al 25% hacia
blemente imposible— que tendría 1750 y caería bruscamente a menos del 10% en 1790. La tendencia
en cuenta las tiradas medias que
general, que designa una especificidad francesa717, es indiscutible: la
llevan un correctivo mayor, sino
también la subida de la edición antigua preeminencia de la librería religiosa comenzó a tambalearse
provincial, después de 1760 , que para dar paso a un precoz y masivo proceso de laicización.
se basaría en ese sector editorial, Otras ramas editoriales conocieron una coyuntura muy favora­
mientras que la estadística biblio­
ble, en especial la literatura, y, dentro de ella, las narraciones. Tome­
gráfica tiende constantemente a
subestimar la provincia. mos dos ejemplos. En 1738, Quérard718 recuenta una producción
718 J. M. QuÉRARD, La France littérai-
impresa de unas 250 obras, de las cuales el 38% se inscriben en la
re, ou Dictionnaire biographique es literatura, el 22% en las artes, el 21% en la religión719, el 16% en el
savants, historiens et gens de lettres terreno de la «historia, geografía y viajes» y sólo el 3% en el derecho.
ainsi que des littérateurs qui ont écrit La mayoría de las direcciones tipográficas eran parisinas (106), pero
en jrangais pendant les XVII? et X1X‘
sikles, París, 1827-1864, 12 vol. cabe señalar que también hubo una gran actividad también fuera de
Francia (70 obras) y fuera de París (36 obras)720. El año 1764 ha sido
719 Recordemos que la bibliografía de
Quérard excluye las Biblias, los li­ especialmente estudiado, y hemos contabilizado 1.548 obras, con
bros litúrgicos, etc. una distribución temática caracterizada por el ascenso de la literatura
720 La bibliografía de los viajes es faci­ (narraciones), el teatro y la poesía. La encuesta demuestra el cambio
litada por BOUCHER DE LA Rl- producido en la presentación material de los volúmenes, con el auge
CHARDERIE, Notice compléte et rai- de los pequeños formatos (el 86% de las obras se publicaron en un
sonnée de tous les ouvrages de
voyages anciens et modernes, París,
formato in-octavo o menor). Entre los sectores editoriales espinosos
1806-1808, 6 vol. encontramos el de los libreros que calificaban a sus mercancías de

277
FRÉDÉRIC BARBIER

«libros filosóficos», y que no eran tanto libros de filosofía como libros


prohibidos, llegando a veces hasta la pornografía721.
La cartografía fue una de las grandes especialidades de la edición
científica francesa, gracias a los Sansón de Abbeville y, sobre todo, a
los Cassini722. Llamado por Colbert para dirigir el Observatorio de
París (1669), Jean Dominique Cassini (1625-1712) se lanzó a la gran
empresa de la construcción triangular del reino y de sus márgenes
721 Uno de los éxitos más grandes de
fronterizos. Sobre la base del meridiano de París, Cassini construyó
la época es de G. DE LA TOUCHE,
una trama de mil triángulos que enmarcaban la geometría del con­ Histoire de Dom B [ougre], portier
junto. Las medidas comenzaron a tomarse en íle-de-France y Picar- des Chartreux, [s.l.], 1740. Las
die; Jacques Cassini (1677-1756) prosiguió el trabajo, y fue termina­ obras inspiradas en Dom Bougre
son muy numerosas: Mémoires de
do por César Fran^is Cassini de Thury (1714-1784). Así, la gran
Suzon, soeur de Dom B ..., portier
«Carta de Cassini» en 180 grabados de aguafuerte fue publicada de des Chartreux (1778J, Histoire de
1744-1793, siendo finalizada por Jacques Dominique Cassini723. Este Marguerite, filie de Suzon, nike de
modelo francés de matematización y representación del espacio Dom B ... (1778) y, para terminar,
Dom Bougre aux Etats-Généraux,
nacional fue ampliamente copiado en el extranjero. La escuela carto-
ou Doléances du portier des Char­
' gráfica francesa también se enriqueció con figuras como los Delisle724, treux, par l'auteur de la Foutroma-
D ’Anville (1697-1782)725 y su alumno Barbié du Bocage (1760- nie, Foutropolis, Braquemart li-
1825). braire, rué Tire-Vit, Á la couilles
d'or, [s.d.].
722 M. PASTOUREAU, Les atlasfrangais,
XVP-XVIIP siecles, París, 1984.
4.4.7. La actualidad y la opinión pública
723 Carte de France, [s.L, s.n., 1750-
1793]: cuadros de alzados, cartas
Las dos últimas décadas del Antiguo Régimen fueron la época del de triángulos, 180 cartas.
auge de una producción y una demanda que, lejos de ser nuevas, ya 724 Guillaume Delisle (1675-1725) es
existían con anterioridad, pero cobraron un desarrollo espectacular. un alumno de Jacques Cassini. La
Se trata de los folletos, donde se presentaban y debatían cuestiones de dinastía de los Delisle juega un pa­
actualidad, y cuya presentación demuestra la existencia, en Francia, pel importante para el conoci­
miento de la geografía rusa, desde
de una corriente de opinión pública similar a la que Habermas des- sus grandes Cartas de Moscovia y
cribía en Alemania. El centro del debate estaba ocupado por el pro- de Tartaria dirigidas a la «Couro n-
blema financiero del Estado, y ello explica el auge de los dos escritos ne de diamants» (París, 1706). Jo-
seph Nicolás Delisle (1688-1768),
de.Necker, su Cuentas al rey (1781) y su Administración de lasfinan -
hermano menor de Guillaume, es
zas de Francia (1784). La producción aumentó gracias a la reunión de profesor de la Academia de las
las asambleas provinciales, y más tarde con la preparación y la reu­ Ciencias de San Petersburgo y co­
nión de los Estados Generales. Pero, como suele suceder, las grandes labora en el Atlas ruso de 1745,
mientras que su segundo herma­
obras tienden a enmascarar el fenómeno en su globalidad. El ascenso
no, Louis Delisle, forma parte de
fiie general. Publicando un M eto , se pretendía conocer o dar a la expedición de Bering a Kamt-
conocer una acción o una determinada opinión sobre cualquiera de chatka (1741).
las cuestiones de actualidad. En este sentido, el auge que conoció la 725 J. B. B ourguignon d ’A nville,

librería francesa extraparisina durante los dos decenios de 1770 y Géografie ancienne agrégée, París,
1768, 3 vol. D'Anville es el autor
1780, por ejemplo en Arras, se basó en el modelo del folleto de
de las cartas publicadas en la His­
actualidad. toire ancienne y en la Histoire ro-
maine de Rollin.
HISTORIA DEL LIBRO

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Fechas
\
Producción impresa en Arras

Apelar a la opinión pública era justamente la misión de los factums,


por medio de los cuales los diferentes partidos comprometidos en un
proceso presentaban sus argumentos y respondían a los de sus adver­
sarios; y los libreros no se quedaron atrás, con contestaciones que
podían extenderse durante varios decenios. Así, las Memorias secretas
dan cuenta de un proceso sensacional en el que se vio inmerso Beau-
marchais en 1774:

La curiosidad de leer la última memoria del Sr de Beaumarchais no


puede resistirse. Se han despachado ya 6.000 ejemplares...

Estos folletos constituían la mayoría de las publicaciones periódicas


devoradas por los parisinos en los tenderetes del Palacio Real o en
plena calle, en una célebre escena descrita por Luis Sebastián Mercier:

Ciertamente, en París se lee diez veces más que hace cien años, teniendo
en cuenta a esta multitud de pequeños libreros desparramados por todos
los lugares que, atrincherados tras sus tenderetes en cada esquina de la
calle y, a veces, al aire libre, venden libros viejos o folletos nuevos que se
suceden sin interrupción. [Los clientes] permanecen hechizados frente
al estante; e incomodan al vendedor, quien, para mantenerlos de pie, ha
quitado todos sus asientos; pero no dejan de permanecer horas enteras
inclinados sobre los libros, entretenidos en ojear los folletos y en pro­
nunciarse anticipadamente sobre su mérito y suerte.. .m

726 L.-S. MERCIER, Le tablean de París,


Amsterdam, 1781-1788, 12 vol.,
t. 12, pp. 151-155.

2<79
FRÉDÉRIC BARBIER

4.1.2. El modelo de la Enciclopedia 727 Encyclopédie, ou Dictionnaire rai-


sonné des arts, des sciences et des mé-
El libro emblemático de la Ilustración, a la vez qué uno de los best tiers, París, Briasson, David, Le
Bretón, Durand, 1475-1478, 24
sellen del mundo editorial del Antiguo Régimen, fue la Enciclopedia vol., 2 o.
de Diderot y D ’Alembert727. En un principio, el proyecto era relativa­
728 Nieto de la Viuda de D'Houry, el
mente modesto: Le Bretón728, uno de los principales libreros de París, librero de YAlmanach royal
se propuso hacer traducir la Cyclopedia de Efra'ím Chambers729, y para
729 E. CHAMBERS, Cyclopedia, or An
ello se dirigió a Diderot, que ya había trabajado para él como traduc­ universal dictionary of arts and
tor730. Este último concibió el proyecto desde otra dimensión, desde sciences, Londres, James y John
un equilibrio de conocimientos razonados, exhaustivos y prospecti- Knato, 1728 {Mind ofmean, 171).

vos a la vez. El método™ hacía posible crear una «ciencia general del 730 J. PROUST, Diderot et l'encyclope-
die, París, 1962. R. D arnton ,
orden732» por medio del álgebra o de la taxonomía733 y de los signos.
L'Aventure de l'Encyclopedie: un
La Enciclopedia se encargaría de recoger toda la experiencia y conoci­ best-seller au siécle des lumiéres,
mientos adquiridos hasta el momento, venía a ser «el balance del trad., fr., París, 1982.
progreso acumulado y, en virtud de ella, la promesa del progreso 731 «El orden que se sigue para encon­
futuro» (D. Mornet), incluyendo también un dominio de la organi­ trar la verdad o para enseñarla»
zación sociopolítica; de ahí su potencial carácter subversivo y la com­ {Encycl., artículo «Méthode»).

plejidad de su historia editorial734. 732 Foucault la llamaba mathesis, y se


refiere a ella como la «ciencia ge­
A la vez, constituye un magnífico ejemplo de las características prin-
neral del orden» que estaba en la
cipales de la edición francesa durante la Ilustración. De entrada, el base de todos los conocimientos
poder de la librería parisina, con ún personaje como Le Bretón, capaz de en la época clasicista. Véase: Fou­
financiar una publicación que contaría con más de 25.000 páginas in- cault, M., Les mots et les choses,
Une archéologie des sciences humai-
folio, lo que suponía 11 volúmenes de láminas. A su muerte, Le Bretón
nes, France Loisirs, París, 1990.
dejó una de las fortunas más importantes de París, con casi un millón y [N. de la T.J
medio de libros. La presentación material de la obra es típica de la Ilus­ 733 El espacio privilegiado de la taxo­
tración: tras una portada equilibrada en torno a diferentes cuerpos de nomía es la tabla de la organiza­
caracteres, el Discurso preliminar en líneas alargadas ofrecía la clasifica­ ción del saber, cuyo modelo, titu­
lado «Sistema figurado de los
ción sistemática de los artículos, presentados en dos columnas por
conocimientos humanos», pode­
orden alfabético. Los artículos seguían siempre la misma disposición, mos encontrarlo después del Dis­
encabezados por la etimología de la palabra, seguidos de la categoría del curso preliminar, el entendimiento
conocimiento con la que se relaciona y, si el artículo era muy largo, una humano es analizado bajo sus tres
facultades principales: la Memo­
subdivisión en parágrafos. Dada la duración de la publicación, los volú­
ria, la Razón y la Imaginación, a
menes de texto fueron objeto de suplementos. Estos fueron completa­ las que les corresponde diferentes
dos con láminas, clasificadas por orden alfabético, de los principales saberes como la Historia (sagrada,
temas (Agricultura, Aguja, Almidonar, etc). Una doble serie de tablas eclesiástica, civil y natural), la Fi­
losofía (metafísica, ciencias de
permitía encontrar la ilustración del tema que se buscaba (por ejemplo,
Dios como teología, ciencias del
«galochero» figuraba como «Agricultura y economía1rústica»). Había hombre como lógica y moral,
unas 3.500 láminas en total, acompañadas de sus leyendas. El propio ciencias de la naturaleza como ma­
éxito de la empresa explica su rápida falsificación por parte de las «pren­ temáticas, física) y la poesía narra­
tiva (poemas, novelas), dramática
sas periféricas». Así, se tiraron ediciones clandestinas en Lucques (teatro) o parabólica (alegorías);
(1758), Livourne (1770), Ginebra (1771), Ginebra y Neuchátel las artes estarían en esta última
(1777), Lausana y Berna (1778). Pese a su precio, la edición original se parte.
tiró con 4.225 ejemplares, pero las sucesivas falsificaciones hicieron que 734 Cf. supra p. 272.

280
HISTORIA DEL LIBRO

cerca de 25.000 ejemplares fueran puestos en circulación en treinta


años. En su máxima expresión, la librería de la Ilustración fue siempre
una librería internacional.

4.2. Las trayectorias nacionales

Resulta difícil establecer comparaciones en plazos precisos, pero la


evolución de la producción impresa en los diferentes países pone de
manifiesto la especificidad de unas trayectorias que tendieron a
hacerse nacionales. En Alemania, conocemos la producción gracias a
los «catálogos de las ferias». Una vez superada la crisis seria del primer
tercio del siglo XVII, se inició un periodo de lenta recuperación que se
fue acelerando desde 1750. A finales del siglo XVIII los propios con­
temporáneos estimaban la producción alemana de novedades en unas
5.000 obras por año (fuera de los territorios de los Habsburgo). En la
misma época, los esquemas temáticos cambiaron: si el dominio reli­
gioso fue mayoritario en el primer tercio del siglo XVIII (con el 40%
de las obras), tendió a disminuir de manera proporcional hasta des­
cender al 20% de la producción en 1775. Las grandes disciplinas
universitarias clásicas, sobre todo el derecho y la jurisprudencia,
siguieron una trayectoria similar.

P r o d u c c ió n im p r e s a e n A l e m a n ia ( n ú m e r o d e o b r a s )

1610 1650 1700 1750 1763 1805


Títulos 1.511 948 978 1.296 1.360 2.821'

Por el contrario, otros sectores estaban en pleno auge. Las obras de


filosofía, pedagogía, ciencias naturales, economía política y comercial
representaban el 20% de la producción en la década de 1620, pro­
porción que permanecería estabilizada hasta 1735. A continuación,
pasamos al 30% a mediados del siglo XVIII, para alcanzar el 40%
hacia 1800. La filología se integró también en este bloque, ya que la
construcción de un corpus filológico era cada vez más importante en
cuanto a que la definición de la nacionalidad735 se edificaba sobre la
lengua. Un segundo grupo vendría constituido por la sección de «his­
toria, geografía y viajes», con un 16% de las obras al principio del
periodo y un alza constante hasta finales del siglo XVIII. Por último, la
literatura en general ganó terreno en la vanguardia de los sectores más
dinámicos, fenómeno que, en parte, está relacionado con el aumento
de los lectores. Ocupaba el 3% de las obras en 1700, para pasar al 7%
735 Cf. infla p. 306. en 1745, al 14% en 1775 y a más del 27% en 1800. Una de las gran-

281
FRÉDÉRIC BARBIER

des características de la modernidad es que la producción impresa en


alemán barrió a la del latín a partir de 1696, de tal manera que el
auge de la producción vivido tras 1760 se debe casi todo al alemán736.
La estadística editorial de Nápoles ha sido propuesta por Marco
Santoro, y se presenta con un nivel de partida relativamente insigni­
ficante737, pero que habría de experimentar un claro crecimiento
desde 1740, crecimiento que llegaría al culmen en 1780, antes de
debilitarse después. El reparto temático concede un valor bastante
flojo a la religión (23% de las obras), que se inscribe detrás de la lite­
ratura (33%, porcentaje ligeramente superior al de Alemania), y la
seguían de cerca el derecho y las ciencias jurídicas (20%). Las artes y
las ciencias sólo representaban el 11%, y el sector compuesto por la
«historia, geografía y viajes» era del 9%. En general, se trataba de una
modernidad muy diferente de la de Francia y Alemania, pero que
puede inscribirse en el contexto de la creciente especialización edito­
rial que vivió la Península Itálica.

TRAYECTORIA DE NÁPOLES (OBRAS POR DECENIOS)

1701 1711 1721 1731 1741 1751 1761 1771 1781 1791
405 385 387 395 '529 633 703 846. 1.191 863

Por último, hemos de hablar de Rusia, país en el que las autoridades


centrales tenían la última palabra en cuanto a la edición y a las activi­
dades relacionadas con la imprenta. De 1700 a 1725 hemos contabi­
lizado unas 1.312 obras en ruso, de las cuales el 44% tratan sobre
temas jurídicos, administrativos, etc., el 15% se inscriben en el
modelo del folleto (circulares administrativas o folletos informati­
vos), el 8% pertenecen a temas militares y el 24% se corresponden
con el dominio religioso. Aunque los resultados son variables, la
modernidad se advierte, ya que d e l7 5 6 a l 7 7 5 Rusia publicó unas
2.800 obras, con un reparto temático bastante renovado. Clasificadas
dentro del orden tradicional, encontramos el 4% correspondiente a
las obras jurídicas, el 11% a las circulares oficiales, el 2% a los temas
736 Como lo ha mencionado Fransoi-
relacionados con el mundo militar y el 20% a las obras religiosas. Sin
se Wauet, el retroceso del latín se
embargo, los grupos en auge pasaron a ser aquellos que eran caracte- resiente más en las nuevas discipli­
rísticos de la nueva cultura: el 11% de las obras de historia y geogra- nas y el sector editorial más mo­
fía (frente al 1,5 que había antes), el 13% de «filosofía» (frente al derno.

0,5% de antaño) y el 20% de literatura (frente al 0,2% anterior). En 737 Cálculos establecidos sobre la base
de 6.350 ediciones napolitanas
todas partes los sectores modernos se manifestaban como los más
censadas en la Bibliotheca. naziona-
dinámicos, si bien la laicización fue más precoz y poderosa en Fran­ le de Nápoles (M. Santoro, p.
cia. 245).

282
HISTORIA DEL LIBRO

So EL PR ELU D IO DE LA REVOLUCIÓN

Sol» Las lógicas del cam bio

Los recientes trabajos sobre la cronología de la segunda revolución de


la imprenta han hecho hincapié en dos aspectos. Hasta ahora, se
venía considerando que el progreso estaba ligado a la Revolución
industrial y a las innovaciones técnicas. Sin embargo, la historia eco­
nómica ha permitido reconstruir la lógica del cambio, y hace hinca­
pié en la evolución de los mercados y en las transformaciones de la
demanda anteriores a las innovaciones del procedimiento, es decir,
anteriores a la industrialización y la invención de nuevas máquinas.
Además, las trayectorias y la cronología varían de una región a otra.
Así, mientras que los mercados se iban convirtiendo en mercados
nacionales autónomos -correspondiéndose cada uno de ellos con
una lengua dominante-, sus niveles de desarrollo y sus formas de
organización seguían siendo heterogéneos738.
El paradigma de la «librería del Antiguo Régimen» se articula en
torno a tres elementos fundamentales: el mercado potencial seguía
siendo estrecho y disperso, la lógica económica era la del corporati-
vismo, los hábitos de lectura funcionaban como una fuente de discri­
minación social (de ahí la importancia de las funciones de represen­
tación y el papel de la imprenta en relación a ello). En general, el
esquema seguía una misma lógica de conjunto: las condiciones de
desarrollo permitieron al mercado del libro abrirse, con una apertura
que entrañaba una adaptación de los reglamentos y formas de traba­
jo que estructuraban el sector, adaptación que pudo finalmente per­
mitir la constitución de un primer mercado de masas (aunque toda­
vía se trataba de un mercado potencial). El campo literario vivió una
reestructuración global. Por un lado, el público de lectores se hizo
anónimo, mientras que, por otro, cambió el estatuto de los autores y
el de los «intermediarios culturales». Sólo más adelante entraríamos
en la lógica del progreso técnico y de la industrialización propiamen-
te dicha. Esta interpretación nos obliga a alargar la cronología del
cambio, y pone de manifiesto la existencia de estas trayectorias dife­
rentes, cada una de las cuales obedecía a su propia lógica constitutiva.

738 F. BARBIER, «La Révolution et le 5o2» El cam ino inglés


probléme de la périodisation en
histoire du livre», prefacio de Les
imprimés limousins, 1 7 8 8 -1 7 9 9 ,
La Inglaterra de los Orange constituye el primer espacio geográfico
Limoges, 1994, pp. 2 1 5 -2 3 7 . que se vio inmerso en la revolución del libro. La evolución de la

283
FRÉDÉRIC BARBIER

demanda y de las condiciones de la difusión dieron origen a un pro­


ceso de apertura que se difundió gracias a unas condiciones muy
favorables. Así, el auge demográfico, junto con la organización del
crédito739 y la dinámica de la gran ciudad de Londres son factores que
afectaron a todo el reino. Su empuje se tradujo en el enriquecimien­
to del medio rural (siempre mayoritarió), en la especialización de las
actividades regionales y en la construcción de cadenas de comercian­
tes intermediarios. Londres controlaba el crédito, los mercados y las
cadenas de distribución, mientras que los inversores especulaban con
la producción, de la que se aseguraban sus beneficios gracias a los ten­
deros. Por todas partes se distribuyeron todo tipo de productos, lo
que condujo a la imposición del consumo y las formas de vida. La
integración y el enriquecimiento se manifestaron en la densidad de la
red viaria, en el auge de la navegación y, más tarde, en el acondicio­
namiento de las riberas y la denominada «fiebre de los canales». El
dominio inglés en la India740 y en América del Norte contribuyó a la
prosperidad, a la vez que comenzó a desarrollarse el progreso técni­
co741.

5.2.7. La innovación en el producto 739 Civ. Matérielle, II, 468 y ss. P.


VERLEY,L 'échelle du monde, París,
Por lo que respecta a la imprenta, su auge se basó en el poder de un 1997.

mercado interior moderno, que al mismo tiempo era un mercado 740 Los primeros establecimientos in­
gleses en la isla de Bombay y Ben­
nacional y un mercado de masas742. Los profesionales respondieron a
gala son del siglo XVII, pero fue
esta exigencia buscando una innovación en el producto que pudiera tras la batalla de Plasy (1757) don­
dar cabida al crecimiento. Así, desde el siglo XVII, pero sobre todo a de Londres impone su hegemonía
partir de 1740, se comenzaron a publicar obras en entregas semana­ sobre Bengala; cantidades colosa­
les de dinero se invierten en la me­
les o mensuales, para disminuir el precio por unidad. De igual modo,
trópolis y en la India, que pasará a
su vinculación a un periódico hizo que la difusión fuera más regular, ser un país colonial e importador
permitió jugar con la tasa de taxación y favoreció el hábito de la lec­ de productos ingleses. La impren­
tura extensiva. La búsqueda de la innovación en el producto fue par­ ta aparecerá en Calcuta en 1777.
Sobre la producción impresa, véa­
ticularmente activa en el terreno de la prensa periódica743, en la que se particularmente G. SHAW,
Inglaterra vino a ser el laboratorio de pruebas de la modernidad. El Printing in Calcutta to 1800, Lon­
diario de informaciones generales nació en Londres en 1702, con el dres, 1981 (da una bibliografía
Daily courant, título asociado al Evening Post (tri-hebdomadario, complementaria). Véase también
D . F. RHODES, The pread o f prin­
1709), y la prensa periódica se expandió por todo el país. El Tatler se ting. Eastern hemisphere: India, Pa­
lanzó en 1709, al precio de un penique, y en 1711 dio origen al Spec- kistán, Ceylan, Burma and Thai-
tator, cuya tirada alcanzaría los 3.000 ejemplares, a la vez que la Idnd, Amsterdam, 1969.
extensión de los servicios postales y la integración del mercado inte- 741 Cf. infra pp. 317 y ss.
rior incrementaron el crecimiento del sector. Las autoridades no 742 Como lo muestra la aparición del
dejaron de inquietarse ante el crecimiento de un movimiento que no magacín.
podían controlar, e intentaron frenarlo con la instauración de un 743 Cf. supra p. 323.

284
HISTORIA DEL LIBRO

sello (de medio penique o de uno) por ejemplar (1712). Los editores
respondieron aumentando el volumen de las entregas, para que
entraran en la categoría de los folletos y sólo pudieran ser gravados a
razón de 2 chelines para cada edición completa. Una segunda fase de
innovaciones se remonta a la fundación del Daily universal registrer
en 1785 por John Walter (I), que daría origen al Times (1788)744. Por
último, el editor John Bell, asociado al capitán Topham, creó en
1787 The World\ y al año siguiente lanzó el Star, el primer diario de
la noche.

5.2.2. Las estructuras profesionales

El progreso también llegó a las estructuras profesionales., cobrando


gran importancia la función editorial. El sistema de los congers garan­
tizó la transición hacia la figura del editor moderno. El personaje de
John Bell (1745-1831) ilustra muy bien esta última. Se lanzó como
librero en 1769, convirtiéndose luego en editor de periódicos (1772)
y de literatura clásica (Shakespeare, teatro inglés, etc.), antes de fun­
dar The World (1787). En general, el editor aportó los dos elementos
fundamentales de la modernidad, la idea que se propuso poner en
marcha y la inversión que permitió financiarla. Los cambios en la
difusión también fueron importantes, ya que, junto a los libreros,
estaba la figura de los tenderos que, junto con otras mercancías, ven­
dían libros y productos de papelería. Los libreros mayoristas londi­
nenses aseguraron el abastecimiento de las provincias y de las colo­
nias745, y las formas de venta se adaptaron para poder ampliar la clien­
tela, con la generalización de la venta con rebaja (dumping) y la orga­
nización de las librerías modernas.
Muchos caballeros pudientes invirtieron en el sector, y solían reco­
ger beneficios. Coles, antiguo vendedor de madera, se hizo librero y
creó la Cooles book arcade, una de las tiendas más frecuentadas del país.
Pero el personaje más emblemático de esta nueva época sería, sin duda,
James Lackington (1746-1815), que comenzó muy despacio, llevando
744 S. M o r i s o n , The history ofthe Ti­ a cabo subastas de privilegios y lotes de ediciones en las tabernas para
mes [...], 1785-1841, Londres, un público de libreros746. En 1784, Lackington abrió en Finsbury
1935. Square una tienda como no había existido hasta entonces. Se trataba de
745 J. RAVEN, «Le commerce de la li- una librería que ofrecía un conjunto de 500.000 obras vendidas al con-
brairie “en gros” á Londres au tado y con los precios marcados. Su disposición interior hacía que el
XVIIP siécle», en L Europe et le liv­
mostrador se situase en el centro de la tienda, dando una gran sensa­
re, pp. 157-172.
ción de espacio (la tienda se organizaba en dos niveles), en una arqui­
746 J. RAVEN, y al., ed., The pratice
and representation of reading in tectura resueltamente moderna (con el empleo de columnas metálicas).
England, Cambridge, 1996. El conjunto se completó con mesas de despacho (para la contabilidad,

285
FRÉDÉRIC BARBIER

u n m f u c f í u n g
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#ué b«m (Engíifdjesi,

(S v fle r H 5 4 i j ^.

£ « í p M Sí
6«> ffijrfbnwm» &fen tm& Kikfc. 17 7 6 ,

Traducción al alemán de Adam Smith, Leipzig, 1776. Las Investigaciones sobre la riqueza de las naciones de Adam
Smith, conforman el pedestal sobre el que se apoyan todos los teóricos del liberalismo económico. .La traducción al
alemán de la obra, se publicó en 1776 en Leipzig por los «herederos Weidmann y Reich». Puede observarse la com­
binación de un estilo «moderno», el grabado rococó y la composición «con aire» de la portada, y un tipo gótico, el
Fraktur, usual en gran parte de la Europa Central hasta el siglo XX.
HISTORIA DEL LIBRO

La Hofbibliothek (Biblioteca Imperial) de Viena fue totalmente rehabilitada por el emperador Carlos VI en el
momento en que «las posesiones hereditarias» de los Habsburgo tendían a organizarse en un principado absolutis­
ta y la frontera otomana del Este se iba pacificando. La Hofbibliothek fue abierta a los eruditos a partir de 1726 y
albergaba irnos trescientos mil libros impresos, y doce mil manuscritos. El nuevo edificio es obra de Fischer von -
Erlach y la sala principal, Pruncksaak alberga una cúpula bajo la que se encuentra una estatua de Hércules que
representa al Emperador.

287
FRÉDÉRIC BARBIER

la correspondencia, la agilización de pedidos, etc.), un taller de encua-


dernación y salas para los libros antiguos o preciosos. La sede no ocu-
paría a menos de cien empleados.
En torno a 1800, en Londres ya hemos entrado en la lógica de la
distribución de masas:

Londres era el corazón de una red de distribución a la manera de una


tela de araña que partía del centro de producción. En 1760 operaban
unos 70 libreros londinenses, casi 100 en 1770, y 150 en 1785. En
1814, Londres se había convertido en el más vasto complejo de edición
y venta de Europa, con más de 600 empresas relacionadas con estas
materias. (James Raven.)

5 3 . Alemania y 8a librería nacional

También en Alemania los estudios cuantitativos reflejan la ruptura


que se produjo en 1760. El despegue de la producción vino de la
mano de profundos cambios en el mundo del libro y en su público. A
la nueva configuración política emergente le vino a corresponder un
mercado de la imprenta en el que la «revolución de la lectura» hizo de
él un mercado nacional unificado. A la par, los nuevos hábitos de lec­
tura estaban determinados por los nuevos canales de difusión. Así,
cada vez tomaron más importancia las sociedades de lectura (Lesege-
sellschaften) y las salas de lectura (Leihbibliotheken), que permitían la
difusión de la lectura extensiva entre los sectores menos privilegiados
(estudiantes, parte del público femenino, funcionarios no nobles, etc.).
Se fundaron sedes especializadas, como Breitkopf 6c Hártel para la
imprenta y las ediciones musicales en Leipzig (1755). Finalmente, la
expansión también favoreció la vieja actividad de la falsificación, que
facilitó la conjugación de la unidad lingüística y económica del mer­
cado con su extrema dispersión política; el fenómeno fue particular­
mente notorio en el sur de Alemania y en los territorios de los Habs-
burgo.
Esta situación hacía más patente el problema del autor. Autores e
intelectuales se convirtieron en un grupo de intermediarios con el fin
de representar al público, al que deseaban dirigirse directamente;
pero este movimiento resultó ser un fracaso, y la iniciativa pasó a
manos de los profesionales. Efectivamente, un pequeño grupo de
libreros e impresores-libreros, reunidos en Leipzig en torno a Felipe
Erasmus Reich, asumió la tarea de modernizar el sector y elaboró el
discurso teórico correspondiente. La influencia inglesa, sobre todo la
de Adam Smith, fue incuestionable: los orígenes de la riqueza han de

288
HISTORIA DEL LIBRO

buscarse en el trabajo y en la división del trabajo, motor del progreso


técnico y principio fundamental de una sociedad cuya base es el cam­
bio y la interdependencia. Estas relaciones serán más fructíferas cuan­
to más se eliminen los obstáculos en su desarrollo, y cuanta más com­
petencia entre en juego. El propio Reich conoció Inglaterra y la pro­
ducción libresca inglesa. Viajó a este país en 1756, y editó traduccio­
nes del inglés, entre las que se sitúa la traducción alemana de la Inves­
tigación sobre las causas y la naturaleza de la riqueza de las naciones747
(1776); los agentes económicos deben organizarse para determinar
los marcos y las prácticas de sus propias actividades.
El proceso se inició en 1764. Reich propuso a sus colegas asociar­
se para poner en marcha una iniciativa profesional conjunta que
debía basarse en tres reglas fundamentales: no hacer falsificaciones,
intervenir todos juntos contra los falsificadores o contra aquellos que
difundieran la falsificación y no dar crédito incondicional a persona­
jes que serían «a menudo dignos de las galeras». La nueva «Sociedad
de la librería alemana» (Buchhandlungs-Gesellschaft in Deutschland)
jugaría el papel de instancia central que regulaba la empresa y asegu-
raba su éxito. A partir de ese momento, los negocios de la «gran libre­
ría» pasaron a concentrarse en Leipzig, donde el peso dado a las aso-
ciaciones y sus métodos de trabajo se hizo fundamental. Decidieron
no trabajar más en el canje, sino en valores de crédito (Netto), así
como rechazar toda edición falsa.
Pese a la oposición de los libreros del sur de Alemania y de los
territorios de los Habsburgo, esta organización dominó el mundo del
libro alemán hasta la Segunda Guerra Mundial. El principio de defi-
nir una «Ley fundamental» (Erstes Grundgesetz), como lo hacían los
libreros, era una prerrogativa del rey. Si bien no entra en nuestro pro-
pósito extendernos aquí sobre la lucha histórica entre los diferentes
agentes que se definían a sí mismos como instancia de referencia, el
rey absoluto y los actores socioeconómicos, sí que cabe señalar la
modernidad de la empresa lanzada por Reich. El «mandato de 1773»
747 A. SMITH, An inquiry into the naa- concedió a los libreros el sostenimiento del Gobierno de Dresde748.
ture and-carnes ofthe wealth ofna- Así, siguiendo el modelo de Adam Smith, la fundación y organiza­
tions, Londres, W. Strahan y T. Ca- ción de un mercado nacional del libro alemán fue, en un principio,
deil, 1776, 2 vol. {Mind of mean,
221). Trad al. Untersuchungen der
obra de los profesionales.
Natur und Ursachen von National Después de dos siglos y medio de progreso, las tres últimas déca­
Reichthümem..., Leipzig, bey Weid- das del Antiguo Régimen señalan el momento en el que la crisis del
manns Erben und Reich, 1776- sistema de la imprenta comenzaba a hacerse sentir. Los actores del
1778,2 vol.
campo literario debían volver a definir sus correpondientes posicio­
748 Ihro Chur-furstl. Durchl. Zu Sa­ nes. El propio marco político estaba afectado, con todos los proble­
chen [...] Mandat den Buch-Han-
del betrejfend..., Dresden, Hof- mas ligados al auge de la «publicidad» y la «participación». Los perso-
buchdruckerci, [1773]. najes de la época no se equivocaban al decir que se intentaban adap-

289
FRÉDÉRIC BARBIER

tar las estructuras preexistentes para afrontar los tiempos venideros.


Algunos propusieron un análisis teórico de la historia de las socieda­
des humanas en función de la evolución de su principal medio de
difusión, como haría Malesherbes en sus amonestaciones presentadas
al rey en 1775 en nombre del Tribunal de los Ayudantes. Según ello,
una primera edad de la «nación» habría ¡sido la de la palabra y las con­
venciones verbales (la administración y la justicia eran ejercidas con­
juntamente por la comunidad reunida en el Campo de marzo). Una
segunda edad sería la de la escritura, que implicaría el secreto y lo que
Malesherbes calificaba de la «administración clandestina». Finalmen­
te, el último periodo era el de la imprenta, ;

que ha multiplicado las ventajas que la escritura procuraba a los hom­


bres y ha hecho desaparecer los inconvenientes, dando a la escritura la
misma publicidad que tenía la palabra en las primeras edades, en medio
de las asambleas de la nación.

Lo que el antiguo director de la librería y entonces presidente del Tri-


bunal de los Ayudantes ignoraba es que, precisamente en el momen-
to en que escribía esto, se acababa de entrar en una cuarta edad, la de
la mediatización o influjo de masas.
Capítulo 13
Los medios de difusión y las
revoluciones políticas

En tanto que el signo de la libertad vivifica y anima todas las almas, en


tanto que los intereses poderosos y generales dotan a los espíritus de un
movimiento y de una actividad extraordinarios, todo el mundo quiere
instruirse, todo el mundo quiere leer... (Mame, prospecto de los Carte­
les de Angers, 2 de febrero de 179 O749)

1. LA POLÍTICA Y EL MERCADO

Con el tiempo, el proceso de aculturación y de adquisición de obras


se convirtió en una bola de nieve. Asistimos a la emergencia de una
nueva problemática a la que la Ilustración era incapaz de responder,
junto con el desencadenamiento de un nuevo proceso, el de las
nacionalidades y, más tarde, el de las revoluciones políticas. Así, el
equilibrio alcanzado por un cierto sistema como el de la «librería del
Antiguo Régimen» contenía en sí el germen de su propia superación
y posterior destrucción. La imprenta no desencadenó la Revolución
Francesa, sino que sólo la hizo posible, sobre todo en una estructura
tan centralizada como era la francesa. Siguiendo al joven de Esmirna
Adamanthos Coray, invitado a París por D’Ansse de Villoison750:
749 Citado por B. BoiS, La vie scolaire et
la création intellectuelle en Anjou Preparémonos para grandes acontecimientos, para acontecimientos
pendant la Révolution (1789-1799), extraordinarios. Llegue lo que llegue, le parece imposible a mi débil
París, 1929.
inteligencia que no pueda haber pronto una revolución como jamás se
750 A. C oraY, Lettres de Coray au pro- ha visto...
topsalte de Smyme Dimitrios Lotos...,
ed. Marqués de Queme de Saint-Hi-
laire, París, Firmin-Didot, 1880.

291
FRÉDÉRIC BARBIER

1.1. América 751 «Jolie petite vilie catholique, prope


et animée, oíi les moeurs et la so-
Ante todo, el gran acontecimiento se produjo en las colonias inglesas ciété [ont] une grande affinité avec
[...] l'Europe» [Bonita y pequeña
de América. En 1750, las «Trece colonias», situadas ¡entre los Apala­
ciudad católica, limpia y animada,
ches y el Atlántico, tenían una población de un millón y medio de donde las costumbres y la sociedad
habitantes, que vivían en unas condiciones económicas y político- tienen gran afinidad con Europa]
culturales muy concretas. Gran parte de los «americanos» habían (Chateaubriand, Mémoires d'ou-
tre-tombe, I, 277).
emigrado por razones religiosas; se trataba de hombres que habían
recibido una formación que podía alcanzar la universidad, y entre 752 Boston marca a Tocqueville, 1831,
por su calidad de vida cultural; [las]
quienes la familiaridad con el libro se venía a combinar con unas cos­ «conversations roulent sur des ma­
tumbres reformistas muy marcadas. Pronto se desarrollaron las ciu­ tares intellectulles, [...] il existe un
dades, como Baltimore751 y, sobre todo, Boston (con 20.000 habitan­ certain nombre de personne qui re-
cherchent les plaisirs de l'esprit, il y
tes)752, Nueva York y Filadelfia (con 30.000 habitantes cada una)753.
a quelques gens qui écrivent. Nous
El sistema político estaba inspirado en las costumbres inglesas, con avons déjá vu trois ou quattre fort
un gobernador en cada colonia que se encargaba de representar al jolies bibliothéques, toutes littérai-
soberano y una asamblea constituida por los principales propietarios, res [...]. Comme dans tous les
Etats que nous avons parcourus
' que debatía los asuntos públicos y votaba los impuestos. En general,
[...], le travail de l'esprit se dirige
se trataba de un mundo alfabetizado, e incluso culto, que disponía de surtout á Boston sur les matiéres
una experiencia probada para la gestión de los asuntos, sobre todo los religieuses. Sur vingt-cinq ouvrages
asuntos políticos. semi-périodiques ou brochures qui
se trouvent [á la bibliothéque pu­
blique de] L'Atheneum, il y en [a]
douze qui ont plus ou moins rap-
port aux matiéres religieuses...»
[conversaciones tratan de temas in­
telectuales, [...], existe un cierto
número de personas que buscan los
Montreal 1
1776® ®Halifax 1752 placeres del espíritu, hay algunas
personas que escriben. Ya hemos
, • Cambridqe 1640
visto tres o cuatro bibliotecas muy
r h .r ™ Nueva« nr? • Boston 1674
Chicago 1693, "New Haven 1755 : bonitas, todas literarias [...]. Como
líJiá • a
en todos los estados que hemos re­
Aphrata ®Filadelfia 1686
corrido [...], el trabajo del espíritu
Indianápolis1748 ° • Jamestown 1682
1827 Annapolis
se dirige sobre todo a Boston en
cuanto a temas religiosos. De 25
ejemplares semi periódicos que se
encuentran en el Ateneo, 12 tiene
más o menos relación con temas re­
ligiosos] ( Oeuvres, I, p. 221).
753 «Belle ville, les rúes larges, quel­
ques unes plantées, se coupant a
angle droit dans un ordre régulier
du nord au sud et de Test á
l'ouest» [Bella ciudad, las calles
Desarrollo de la imprenta en EEUU, siglos XVII-JüX anchas, algunas de ellas con jardi­
nes, cortándose en ángulo recto
dentro de un orden regular de
A pesar de las frecuentes dificultades financieras y de que una de las norte a sur y de este a oeste],
principales fuentes de ingresos de los impresores-libreros consistía en (.Mérn. d’outre-tombe, I, 277).

292
H ISTO RIA DEL LIBRO

falsificar obras inglesas, se desarrollaron algunas redes del libro. El


material, el papel y las fuentes tipográficas habían de ser traídos de
Inglaterra, pero el dinamismo fue tal que, en 1769, Isaac Doolitle
creó en New Haven la primera fábrica de prensas tipográficas del
continente americano. Nos encontramos ante una sociedad profun­
damente religiosa y en la que la imprenta penetró de manera amplia
y precoz. La prensa periódica apareció con los Publick occurrences de
Pierce en Boston (1690); pero el diario no tardó en ser prohibido por
el gobernador inglés. Sin embargo, encontró su continuación en el
Boston Newsletter (1704), la Boston Gazette de 1719 y el New England
Courantde 1721.
Esta «Ilustración americana» quedó muy bien reflejada en la figu­
ra del bostoniano Benjamin Franklin (1706-1790). Comenzó como
aprendiz impresor en el taller de su hermano James, para pasar al
taller de William Bradford en Nueva York, al de Samuel Keimer en
Filadelfia y al de Palmer y Watts754 en Londres (1724). Se instaló en
Filadelfia, ejerciendo a la vez de autor, impresor, librero y editor. En
1729 retomó la Pennsylvania Gazette. En 1731 creó la primera
biblioteca por suscripción que funcionó en los Estados Unidos. En
1732 lanzó el Poor Richard’s Almanack (El almanaque del buen
Richard), que alcanzaría una tirada de 10.000 ejemplares por año. En
el Cicerón de 1743, su edición más elaborada y la primera de un clá­
sico en el Nuevo Mundo, deseaba que Filadelfia se impusiera como la
«sede de las musas americanas»755.
Como es sabido, en 1773 se produjo la ruptura entre las colonias
y la metrópoli, tanto por un creciente choque de intereses como por
una cierta incomprensión y torpeza por parte de Londres, así como
por la actividad de los «patriotas» que editaron octavillas, panfletos y
periódicos. A pesar de las dificultades de aprovisionamiento, se
publicaron 35 periódicos en América a principios de la Guerra de
754 Plo m ber, IV, pp. 228-229 y 304.
Independencia, siendo el principal el Connecticut Courant, que con­
755 M. T. C ic e r o , M. T. Cicero 's Cato
taría con 8.000 abonados en 1781. Impresor oficial de Pennsylvania
Major, or his discourse of oíd age:
with explanatory notes, Filadelfia, y Delaware, Franldin, que comenzó a disponer de una notable fortu­
B. Franklin, 1743, 4o; 2a ed., na, se orientó hacia la vertiente política. Tras pasar mucho tiempo en
ibid., 1744. Londres, consiguió un escaño en el Congreso continental de Filadel­
756 /« Congress, 4 july 1776, A decla- fia (1776), y fue miembro del Comité de los cinco que redactó la
ration, Filadelfia, John Dunlap, declaración de independencia756. Fue enviado por la nueva República
1776. El texto, redactado la noche
del 4 al 5 de julio, es muy pronto
a París, donde se supo ganar la opinión del rey a la causa de los insu­
difundido por las colonias, y apa­ rrectos, imprimiendo personalmente «bagatelas» en su taller de Passy.
recerá en el Philadelphia Eving Tras regresar a América en 1785, participó en la Convención de Fila­
Post el 5 y es retomado luego por delfia que adoptó la Constitución federal (1787). La preponderancia
29 publicaciones periódicas du­
rante este mismo mes. {Mind of del modelo inglés era incuestionable, con la atención dada a preservar
mean, 220). los derechos del individuo y la libertad de empresa, como también en

293
FRÉDÉRIC BARBIER

el cuidado puesto en la definición del fundamento y los marcos de un


sistema más republicano que democrático.
La libertad de prensa y los debates en torno a la cuestión del fede-
ralismo explican el auge de la producción periodística durante las pri-
meras décadas del siglo XIX. En 1800, Filadelfia contaba con seis
periódicos, Nueva York con cinco, Baltimore con tres y Charleston
con dos (sin embargo, Boston no tenía ninguno). Y Chateaubriand,
al descubrir América, se enteró de los acontecimientos de Varennes
en una finca completamente aislada, pero donde las noticias de Euro-
pa llegaban con cierta rapidez. Acababa de bajar a la sala común (la
«habitación»), y sentado sobre un taburete:

Mientras que las patatas de la cena hervían ante mí, me divertía leyendo
a la luz del fuego, inclinando la cabeza, un diario inglés que se había
caído al suelo entre mis piernas: pude apreciar, escrito en grandes letras,
lo siguiente: Flight to the king (Huida del rey). Contaba la evasión de
Luis X V I...757

1 o2. La Revolución Francesa y el régim en de ¡á' im prenta

El debate en torno a los orígenes de la Revolución Francesa de 1789 y


sus relaciones con la imprenta es constante desde hace dos siglos. Exis-
ten tres aspectos de particular importancia. El primero, el auge impre-
sionante de la publicación de folletos e impresos de actualidad en la
década de 1780, auge que, como es lógico, se correspondía con una
demanda del público. Pero, además, la realeza comenzó a estar mal
vista. Contrariamente a la lógica inventada por Richelieu, y a las prác­
ticas de los déspotas ilustrados, los gobiernos de Luis XV y Luis XVI
se enfrentaron al medio de los autores e intelectuales, contra quienes
no podían luchar de otro modo que no fuera a través de la policía o la
censura. Finalmente, la centralización y la preponderancia de París en
el orden político constituyó también un factor favorable al desencade­
namiento de levantamientos revolucionarios.
. No vamos a presentar de manera detallada la puesta en marcha
de un nuevo régimen en el terreno de la imprenta junto con sus efec­
tos, sino que nos limitaremos a desarrollar el proceso a grandes ras­
gos. En los esquemas de la Ilustración, el año 1789 fue el de la Decla­
ración de los derechos del hombre y del ciudadano, cuyo artículo 11
establecía que:

La libre comunicación del pensamiento y de la opinión es uno de los 757 Mémoimd'outre-tombe, última ei,
derechos más sagrados del ser humano. Por tanto, todo ciudadano París, 19 9 1,1, p. 340.

294
HISTORIA DEL LIBRO

puede hablar, escribir, imprimir libremente, salvo si lo hace abusando de


esta libertad en los casos determinados por la ley...

Pero el año 1789, también vivió la abolición de los privilegios y el


desajuste general del mundo del libro. Tras la noche del 4 de agosto, se
estableció que, en adelante, «ya no habría privilegios en ninguna parte
de la nación ni para ningún individuo, ni se harían excepciones al
derecho común de todos los franceses». En textos sucesivos se abolie­
ron las corporaciones (16 de febrero de 1791) y se liberalizaron las
profesiones (2 de marzo):

A partir del 1 de abril de 1791, toda persona será libre para llevar a cabo
su negocio o ejercer la profesión, arte u oficio que considere oportuno,
pero tendrá que proveerse de una patente...

El 17 de marzo se suprimió la corporación de los libreros parisinos, y


el 18 se reunió por última vez la Cámara sindical en su iglesia de
Saint-Jacques-du-Haut-Pas. Una vez abolidos los antiguos privile­
gios, la mayor parte de los fondos de la librería del Antiguo Régimen
perdió todo su valor (y, ante todo, las obras relacionadas con la reli­
gión), de tal manera que comenzaron a multiplicarse las quiebras en
el sector (23 quiebras en París entre 1789 y 1795, con más de cuatro
millones de libros inutilizados)758. Muchas veces, los principales
impresores-libreros se vieron conducidos al exilio, cuando no fueron
condenados y ejecutados (como Anisson en 1793). En 1789, Debure
el mayor se quejaba de

perder sumas considerables en los libros. La revolución ha anulado por


completo el precio de los principales libros que [los libreros parisinos]
habían fijado en sus comercios, de los objetos más caros y de aquellos en
los que hasta ahora la ganancia estaba asegurada...

Por el contrario, una oleada de recién llegados vino a copar el domi-


nio de la imprenta recién liberada. La mayoría de ellos eran libreros,
tenderos y vendedores de libros de segunda mano, pero también
había redactores y publicistas, e incluso tipógrafos. Hemos contabili­
zado 36 talleres oficiales de imprenta en la capital francesa a finales
del Antiguo Régimen, que habrían aumentado a 47 entre 1789-
1790, y a más de 220 en 1798. Lottin, impresor de la ciudad desde
758 C. H esse , «Le Sort des impri- 1768, fue sin embargo acusado de incívico en 1792, siendo rempla­
meurs et libraires parissiens aprés zado por Charles Patris, antiguo jefe de pensión y activo militante
la chutte de la Chambre syndical
en 1791», en Livre et révolution, revolucionario («Amaba la revolución, la deseaba y la presidí mucho
pp. 21-32. tiempo antes de que llegase», llegó a declarar). Sin embargo, Lottin

2-95
FRÉDÉRIC BARBIER

consiguió recuperar su puesto en la época del Directorio759. Fenóme­


nos similares se produjeron en el resto de Francia, donde la difusión
alcanzó una gran progresión. Balzac, que no era partidario de la
Revolución, se quejaba de que

durante la Revolución, un hatajo de hombres ignaros, de origen pueble­


rino y convertidos en libreros de la noche a la mañana, se lanzaron al
comercio [del libro], que traía inmensos beneficios: la caída de la libre­
ría [del Antiguo Régimen] reveló el secreto del papel corrompido...

1 .3. La politización de ia im prenta

A pesar de que seguimos ignorando las cifras concretas de la produc­


ción impresa a partir de 1789, no cabe duda que conoció una acusa­
da reorientación. Las obras que en el Antiguo Régimen tenían el
éxito asegurado perdieron todo su valor, mientras que asistimos a una
creciente oleada de octavillas, folletos, circulares y periódicos760.
759 P. CASSELLE, «Les imprimeurs des
administrations parisiennes pen-
dant la révolution», en Livre et ré­
1.3.1. Informar volution, pp. 33-45. Id., «Impri-
meurs et publications des
Durante la década de 1780 la función informativa se hizo dominan­ administrations parisiennes, XVT-
XIXCsiécles», en París et lie de Frail­
te, sobre todo a través de los numerosos impresos relativos a la con­ ee, XXXVII, 1986, pp. 185-245.
vocatoria, al transcurso y al desarrollo de los Estados Generales. Los
760 E. Hatin, Bibliotheque historique
discursos y proyectos presentados a la sesión de apertura (el 5 de et critique de la presse périodique
mayo de 1789) fueron publicados por la Imprenta Real y copiados frangaise, París, 1866. P. R éTAT,
por los impresores del rey fuera de París761. Estos impresos oficiales, o Les journaux de 1789: bibliograp-
hie critique, París, 1988. P. R É ­
paraoficiales, se multiplicaron hasta la época del Directorio, ya se tra­ TAT, Naissance du joumal révolu-
tara de discursos, proyectos, estudios, procesos verbáles, instruccio­ tionnaire, Lyon, 1989. J. POPKIN,
nes, decretos y leyes3 como de la descripción de los principales acon­ Revolutionary news: the press in
tecimientos, especialmente de las fiestas revolucionarias. De enero a France, 1789-1799, Londres, 1990.
mayo de 1789 se imprimieron más de 220 folletos y libelos en los 761 Ouvertures des État-Généraux faite
departamentos del Franco-Condado, mientras que en 1791 el depar- a Versailles le 5 mai 1789. Discours
du roi. Discours de M. le Garde des
tamento de la Creuse consagró el 29% de su presupuesto a los impre- sceaux. Rapport de M. le directeur
sos, y en 1793 el del Jura se gastó unas 67.000 libras en los mismos762. général des Finances... , París, Im-
primerie Róyale, 1789.
762 M. VERNUS, «Lectures et pratiques
1.3.2. Convencer de lecture en Franche-Compté
(1780-1800)», en Livre et révolu­
tion, pp. 165-177.
Pronto se pasó de la información a la propaganda política a través de
763 L ’affiche en révolution, Vizille,
esta creciente oleada de impresos, octavillas, panfletos, hojas infor­ 1998, pp. 10 y 11 (rica bibliogra-
mativas, carteles763, grabados, etc., sin dejar de lado los propios perió- fíapp. 123-126).

296
H IST O R IA DEL LIBRO

dicos. Ante todo, el espacio público se construyó en torno a la


imprenta. En un año, entre mayo de 1788 y mayo de 1789, hemos
contabilizado unas 4.000 publicaciones fugaces, panfletos, etc. El
problema de los periódicos era, ante todo, su coste, ya que la mayoría
de la población no tenía poder adquisitivo como para suscribirse a los
mismos. Los cafés, sociedades políticas y clubes se abonaron a algu­
nos de ellos. Se leían en voz alta o se transmitían los ejemplares entre
varios lectores; a veces, el propio periódico aparecía en forma de car­
tel.
Los periódicos se respondían entre sí unos a otros, y tan pronto
como nacían podían desaparecer. Así, en torno a cada uno de ellos se
fue formando una comunidad de lectores que se correspondió más o
menos con un grupo de opinión. En Dijon, los Affiches de 1783764
fueron pronto recopilados por el Diario patriótico, órgano del club
del mismo nombre, y más tarde por las Efemérides de la administra­
ción, por El amigo del buen ciudadano, por el Necesario, órgano de la
Sociedad Popular en 1794, y por el Original (1795). La fusión de los
dos últimos dio origen al Diario de la Cote d’Or. Hubo otros proyec­
tos que, al parecer, no se pusieron en marcha. Tal fue el caso de la
Crónica del departamento de la Cote d ’Or, para la cual circuló un pros­
pecto a principios de 1792. En definitiva, dado el nuevo papel que
764 Affiches, annonces et avis divers de acababa de adquirir la prensa, era lógico que los «hombres del libro»,
Dijon, ou Journal de Bourgogne,
impresores, libreros, e incluso periodistas, se lanzaran también a la
Dijon, L. N. Frantin [et al.],
1783-1795. vida política. El modelo de Brissot765 fue bastante habitual, y, sin
765 Jacques Pierre Bríssot, llamado
dejar Dijon, se realizaron anuncios y lecturas públicas en el balcón
Brissot dé Warville (1754-1793), del librero Bidault, frente al hotel de la ciudad, mientras que el
fue un joven que en un principio impresor Capel fue uno de los miembros más influyentes de la Socie­
intentó vivir de su pluma y publicó dad Popular en 1794.
Testament politique de l'Angleterre.
Fue contratado en 1778-1779 por
el inglés Swinton como redactor N ú m e ro de p e rió d ic o s p u b lic a d o s p o r a ñ o en F r a n c i a 766

del Courier [sic] de l'Europe publi­


cado en Boulogne-sur-Mer. Sin 1789 1790 1791 1792 1793 1794 179S 1796 1797 1798 1799 1800
embargo, con la revolución, la ca­ 218 387 280 245 144 129 159 124 214 136 110, 75
rrera profesional de Brissot se con­
vierte en la de un hombre de políti­
ca y. es elegido en las legislativas del
13 de septiembre 1791. Su oposi­
Sin embargo, la politización afectó a todos los sectores de la produc­
ción a Roberpierre y su papel como
cabeza de los girondinos (brisoti- ción editorial, como, por ejemplo, a las piezas teatrales. El departa­
nos) provocan su arresto y ejecu­ mento del Maine-et-Loire no permaneció de espaldas a los aconteci­
ción (31- X-1793). Dict. biogr. mientos ligados a la guerra de la Veñdée, y el 18 de noviembre de
Jrang.
1793 se representó en Angers una pieza teatral titulada El sitio y la
766 J. GODECHOT, «La presse fran^aise
toma de Cholet, o la destrucción de los bandoleros de la Vendée. Su texto
sous la Révolution et PEmpire», en
Histoire générale de la presseJrangai- apareció poco después, editado por Mame, con una cita que no deja
se, 1.1, París, 1969, p. 403 y ss. lugar a dudas en epitafio:

297
FRÉDÉRIC BARBIER

¡Los reyes! ¡Les detesto! ¡Los sacerdotes! ¡Les aborrezco! ¡Los nobles! ¡Les
desprecio!767 v

1.3.3. Contenido y presentación

En cuanto al contenido y a la presentación, se trataba de desligarse el


máximo posible de los modelos del Antiguo Régimen para pasar a
usar unas fórmulas más cautivantes y fáciles de reconocer (como
«currar» o «tipo»), desarrollar la caricatura, poner en circulación obje­
tos susceptibles de ayudar a la difusión del mensaje político (vajillas
pintadas, juegos orales revolucionarios), adoptar otro vocabulario
estilístico para los impresos, etc. (volveremos sobre esta cuestión)768.
Rolando Barthes subrayaba la rapidez con que se inventó esta escritu­
ra comprometida

cuya función ya no era meramente comunicar o expresar, sino imponer,


más allá del lenguaje, lo que a la vez era historia y la visión del partido
político por el que se apostaba.

Pronto surgió el debate acerca de la utilidad o el peligro que podían


representar estas publicaciones, así como acerca del carácter relativo
de la veracidad en la que se supone que se fundaban. De ahí las repe­
tidas afirmaciones de la certeza en los escritos y de los muchos títulos
en torno a las «falsas noticias expandidas adrede»769.
Por otra parte, los republicanos tuvieron un gran interés en mez­
clar la información y la polémica, a fin de facilitar la aculturación de
las mayorías (es decir, del medio rural), ya que eran conscientes de 767 Citado por B. BoiS, La vie scolaire
et la création intellectuelle en Anjou
que es entre ellos entre quienes se jugaría, más pronto o más tarde, el pendant la, Révolution (1789-
porvenir del régimen. La política escolar, como la que se seguía para 1799), París, 1929.
imponer el francés en lugar de muchas lenguas regionales, pretendía 768 Cf. infra pp. 314 y ss.
crear un vínculo político nacional y favorecer la instauración de la
769 Contre la multiciplité et le danger
democracia770. Las consecuencias para la economía de la edición fue­ des brochures, par l'auteur de l'écrit
ron considerables, ya que al fundar la Revolución lo que sería la cues­ intitule: «Je ne suis point de l'avis
tión central del siglo XIX, la escolarización, comenzó a haber una gran de tout le monde», [S.I., s. n.],
1789, 8°.
demanda de libros escolares. De manera inmediata, había falta de
770 H. B. G r é g o ir e , abbé, Rapport
manuales puestos al día:
sur la nécessité d'anéantir le patois
et d'universaliser l'usage de la lan-
En todas las escuelas reina la vieja rutina, las antiguas costumbres [...]. gue Jrangaise, Séance [de la Con-
Se utilizan los viejos libros [...]. ¿Dónde están, pues, los libros elemen­ vention nationale] du 15 prairial
tales de instrucción y de moral republicana, los reglamentos que deben an II, [París], Imprimerie nationa­
le, [1794], 8o. El abad Grégoire
servirles de guía tantas veces anunciados por las propias leyes? Es una (1750-1831) es obispo constitu­
cuestión a la que no hemos podido responder [...]. Hasta ahora no cional de Blois.

298
H IST O R IA DEL LIBRO

hemos visto una sola cartilla771 que no esté plagada de oraciones y máxi­
mas supersticiosas: los impresores no se atreven a imprimir otras por
miedo a que les ocasionen pérdidas. ¿No sería más oportuno publicar
otras nuevas [...]? Se trata de la vida del gobierno republicano.. .772

Brissot señalaba la relación existente entre las manifestaciones de la


imprenta y su papel político. Antes que gruesos libros que nadie podía
leer, hacían falta «obras pequeñas», y más aún, «un periódico capaz de
expandir la luz a todos los rincones...». Algunos de ellos respondían a
este programa, como la Feuille villageoise™o también el Bulletin de la
bouebe de fer, que en principio publicaba la correspondencia de sus
lectores, creando una forma de espacio público, y que habría de con­
tar con 18.000 lectores. Lo esencial era saber cómo hacer funcionar
una sociedad democrática moderna, y, como explicaba.Brissot en su.
Patriota francés:

Hay que encontrar otro medio diferente al de los folletos para instruir a
todos los franceses, ininterrumpidamente, a buen precio y en una forma
que no les canse. Este medio es un periódico político o una gaceta: es el
único medio de instrucción posible para una nación numerosa [...],
poco acostumbrada a leer y que pretende salir de la ignorancia y de la
esclavitud...

Por el contrario, la estadística bibliográfica deja ver el mal momento


que atravesaron los libros propiamente dichos durante la década
771 En francés, syllabaire, silabario;
cartilla para aprender a leer. [N. de revolucionaria. Robert Estivals ha estimado el número de obras
la T.] publicadas anualmente en París entre 1 7 8 0 y l7 8 4 a unos 400774. Le
772 Informe de la Touche, comisario siguió un alza rápida de hasta 1.500 obras en 1789, para descender *
del Directivo ejecutivo de Angers, progresivamente a 1.300 en 1790, 900 en 1791, 600 en 1792, 450
18 de enero 1798 (Ad Maine-et- en 1793 y 350 en 1794 (en cifras redondeadas). Llegamos a 300
Loire, L-225, citado por B. Bois,
obr. cit. pp. 576 y ss.). obras por año en 1797, antes de que la curva no vuelva a ascender
con 600 obras en 1800.
773 Cuyo subtítulo explicita el objeti­
vo, pero también el público al que Sin embargo, algunos tipos de obra constituyeron la excepción,
se dirige: La Feuille villageoise sobre todo las obras de Rousseau. Según los estudios de Carla Hesse,
adressée chaqué semaine a tous les hubo al menos 164 referencias a las mismas entre 1789 y 1800, de las
villages de France pour les instruiré
des lois, des événements, des décou-
cuales once pertenecían a la propia Francia; en cambio, la mayoría de
vertes qui intéressent tout citoyen. las ediciones prerrevolucionarias salieron de las prensas extranjeras o
Proposée par souscription aux pro- periféricas. Con la Revolución, Rousseau fue instrumentalizado y
priétaires, fermiers, pasteurs, habi- puesto al servicio de un proyecto político. El editor intervino para
tantsetamis des campagnes, par Gi-
guené [et al.], a partir de 1790.
constituir y publicar extractos, recopilatorios y florilegios susceptibles
de una cierta difusión, a la vez que el precio de venta descendió rápi­
774 C. H e s se , Publishing and cultural
politics in revolutionary París, 1789- damente y que la figura del «ciudadano de Ginebra» se convirtió en
1810, Berkeley, 1991. la del fandador de la «Nación». Con este ejemplo, pasamos del

2.99
FRÉDÉRIC BARBIER

modelo de la librería del Antiguo Régimen al del mercado democrá­


tico de masas.

1.4. La política del siglo xix

Los desequilibrios, las prisas, la guerra exterior y la crisis financiera se


- convirtieron en factores que no tardaron en impedir la aplicación de
los principios de 1789. La Constitución francesa de 1791, en sus
artículos 17 y 18, preveía que:

[17] Ningún hombre puede ser buscado ni perseguido a causa de escri­


tos que haya hecho imprimir o publicar, a no ser que haya provocado a
propósito la desobediencia a la ley, el envilecimiento de los poderes
constituidos y la resistencia a sus actos [...]. [18] Nadie puede ser juzga­
do por la ley civil [o] por la ley criminal a causa de escritos impresos o
publicados sin que haya sido reconocido y declarado por un tribunal
que hay delito en el escrito denunciado [y] que la persona perseguida es
culpable...

Pero las fuerzas dominantes pretendían restablecer una forma de con-


trol en el sector. La lucha política en la que los sucesivos gobiernos se
vieron inmersos junto con la guerra exterior a la que se enfrentaban
hicieron que, en nombre de la eficacia, se volviera a los principios
universales planteados en 1789. La caída de la monarquía tras la jor-
nada del 10 de agosto de 1972 consagró el carácter ilegal de los perió-
dicos monárquicos, a la vez que la administración intervino directa-
mente en la librería a través de una Oficina del espíritu. En el año
1793 volvió la censura, que continuó tras la caída de Robespierre.
Era el reino del «es según», y el artículo 355 de la Constitución del
año III consagró la distinción, en adelante muy vigente, entre el prin­
cipio y su aplicación:

No hay ni privilegio, ni dominio, ni cofradía, ni limitación a la libertad


de prensa [...]. Toda ley prohibitiva en este género, cuando las circuns-
tancias la hagan necesaria, es esencialmente provisional, y sólo tendrá
efecto durante un año como máximo, a menos que sea formalmente
renovada...

Por tanto, se fueron restableciendo mecanismos de vigilancia y cen-


sura, sobre todo en la prensa periódica y en los hechos antes que en el
derecho. Finalmente, en 1810-1811 el Primer Imperio francés cons-
truyó un sistema administrativo que recordaba bastante al del Anti-

300
HISTORIA DEL LIBRO

guo Régimen, con la regularización de la censura previa, la limitación


del número de talleres de imprenta (mediante la obligación de la
patente) y la progresiva extinción de los talleres sobrantes, el registro
y la vigilancia de las librerías y vendedores ambulantes775, el control
de las importaciones de la «librería extranjera» y la fundación de la
Bibliografía de Francia; todo ello, bajo la autoridad de una dirección
creada a tal efecto en el ministerio del Interior. Aunque el emperador
daba la imagen de un soberano menos enredador de lo que eran sus
servicios776, la administración de la «librería francesa» así reconstituí-
da perduraría prácticamente hasta la caída del Segundo Imperio fian-
cés y el establecimiento de la Tercera República. Más que el año 1830
-con la cuestión de las «ordenanzas»-, sería realmente el periodo de
1848 el que marcaría una época de ruptura.
Sin embargo, lo más importante no fue eso, como tampoco el
juego de repetidos vaivenes de un gobierno a otro según se privilegia­
ra el liberalismo o la administración y el control; lo importante file el
hecho de que, en el siglo XIX, los principios revolucionarios se consi­
deraron principios sobre cuya pertinencia era inútil interrogarse. Toc­
queville señalaba este hecho a propósito de los Estados Unidos:
775 El número de librerías no están fi­
jadas, pero para montar una libre­
ría uno tiene que disponer de pa­ En un país en el que reina ostensiblemente el dogma de la soberanía
tente y hacer juramento de su popular, la censura no es sólo un peligro, sino también un gran absurdo.
buen uso.
En el momento en que se acuerda a cada ciudadano un derecho a gober­
776 Escribe desde Moscú: «Je n'ap- nar la sociedad, hay que reconocerle también la capacidad de elegir
prouve pas la direction que prend
entre las diferentes opiniones [...] y apreciar los diferentes hechos bajo
la censure: mon intention est
qu'on laisse une liberté entiére á la el prisma de su propio conocimiento. Por ende, la soberanía popular y la
presse, qu'on n'y mettre aucune soberanía de la prensa son dos cosas completamente indisolubles.. .777
gene, qu'on se contente d'arréter
les ouvrages obscénes ou tendant á
semer des troubles dans l'inte- Los acontecimientos de la Revolución fueron decisivos para la econo-
rieur...» [No apruebo las medidas mía de la imprenta, ya que dieron origen a la constitución de un
que toma la censura: mi inten­ público de masas receptivo a la información impresa. Desde el
ción es que se deje a la prensa to­
momento en que cada hombre se convierte en ciudadano, que puede y
tal libertad, que no se la ponga
traba alguna, que se contente con debe votar, surgió la necesidad de poder informarse libremente; hubo
parar las obras obscenas o que que generalizar la alfabetización y liberalizar la librería. Así, en Francia
tiendan sembrar dudas en el inte­ el mercado de información de masas existió antes en la teoría política
rior ... ] ( Correspondance, XXIV,
19270).
que en la realidad y, debido a ello, la problemática del siglo XIX estuvo
dominada por la cuestión de la alfabetización, del régimen de la
777 A. DE T o c q u e v i l l e , De la démo-
crntie en Amérique, última ed., Pa­ prensa periódica y de la política escolar. A la vez, el libro escolar
rís, 1963, p. 166. Destacaremos reemplazó al antiguo libro eclesiástico como el sector principal y más
más tarde los comentarios sobre rentable para el mercado editorial. Finalmente, la Revolución reguló
las condiciones de la creación de el problema del autor y de los derechos de autor en Francia. En un
los nuevos periódicos en América
(sin fianza) y la presencia de títu­ principio, la propiedad literaria se confundía con los privilegios de
los hasta en las aldeas. los libreros, con los cuales fue abolida (1791). En 1793, Lakanal pre-

301
FRÉDÉRIC BARBIER

paró el estudio preliminar sobre la declaración de los «derechos del


genio», que fue promulgada por el decreto del 21 de julio: la propie­
dad literaria quedaba garantizada al autor durante su propia vida, y a
sus herederos durante los diez años que siguieran a su muerte. Estos
textos dieron origen al derecho de autor de la época contemporánea,
durante la cual las principales modificaciones se dirigirían al progre­
sivo alargamiento de los plazos de protección778.

1.5. Los libros nacionales

La Revolución Francesa también resultó innovadora en el terreno,


extremadamente complejo, del estatuto y función de las bibliotecas
públicas y sus colecciones. La iniciativa de poner los libros a disposi­
ción del público ya había sido emprendida con anterioridad, y se ace­
leró con acontecimientos tales como el de la «destrucción de los
’jesuitas». Durante la Revolución Francesa se continuó y sistematizó,
con la confiscación de los bienes del clero («bienes de primer origen»)
en virtud de los decretos del 2-4 de noviembre de 1789, y más tarde
de los de los emigrados («segundo origen») en virtud del decreto del
9 de febrero de 1712, a la vez que la dimensión simbólica de la cons­
trucción de una «Biblioteca nacional» fue perdiendo importancia. Se
crearon Depósitos literarios en París y en los departamentos, en los
que se reunieron los libros confiscados. Las -pérdidas fueron impor­
tantes: algunas bibliotecas, como la de Fontevraud, fueron saqueadas
antes de haber sido transferido sus bienes al Estado. Otro tipo de pér­
didas se debieron a la falta de interés por unos libros cuyo tema
mayoritario era el religioso, como también a la imposibilidad de inte­
grar tales libros en las nuevas estructuras vigentes. En otros casos, se
utilizaban los libros para servirse de su materia prima, el papel, que
servía para confeccionar municiones. Por último, las colecciones 778 En el siglo XIX, respecto a la pro­
tección de los autores, España ten­
extranjeras -sobre todo inglesas y rusas- se beneficiaron de la sitúa-
drá la más larga, donde la ley de
ción, adquiriendo piezas que pronto hicieron llevar a su país. Cabe 1847 prevé un tiempo de protec­
recordar el caso de Doubrovski, miembro de la embajada rusa que ción de veinticinco a cincuenta
envió a San Petersburgo una parte de los archivos de La Bastilla; el años post mortem, tiempo que
luego será aumentado tras la ley de
resto se depositaron en la nueva Biblioteca del Arsenal779. A pesar de 1879. La situación no es tan bue­
los esfuerzos de una administración central que en sí misma contaba na en Francia, Bélgica, Noruega,
con pocos medios, la situación tardó en estabilizarse, y dependió de etc., con un tiempo de protección
medidas llevadas a cabo en las diferentes ciudades que poseían un de cincuenta años post mortem, y
encontrarnos aún menos tiempo
depósito literario o una de las nuevas Escuelas normales. en Alemania, donde sólo se dispo­
La situación se complicó a consecuencia del desarrollo de una ne de treinta años.
dialéctica desequilibrada entre la capital y el resto de Francia. La ^ Abierta al público el 28 de abril de
Biblioteca Real se convirtió de hecho en la Biblioteca Nacional, pero, 1797.

302
H IST O R IA DEL LIBRO

en gran medida, no dejaba de basarse en el concepto del Museo (con


colecciones de objetos, medallas, etc., acompañando a los libros),
mientras que su localización y su estatuto hicieron de ella un estable­
cimiento muy específico, representativo de la «nación» en su conjun­
to780. Era, por tanto, legítimo hacer llevar a París las piezas más
importantes de las colecciones de los departamentos, y esta política
prosiguió y se incrementó durante las guerras exteriores. Así, manus­
critos de Borgoña fueron llevados a la Biblioteca de Bruselas y envia­
dos a París. Las colecciones italianas y alemanas fueron sistemática­
mente despojadas de sus piezas principales. Stendhal, que durante un
tiempo se instaló en Brunswick, supervisó las medidas y el desplaza­
miento de los ejemplares elegidos en los fondos de Wolfenbüttel.
Sabemos que en 1814-1815 la mayoría de las piezas fueron restitui­
das a sus depósitos de origen, pero muchas de ellas se-quedaron en
París.
Sin lugar a dudas, al disgregarse las colecciones antiguas duran­
te la época de la Revolución, fue también el momento privilegiado,
dentro de la historia del libro, para la bibliofilia y la búsqueda de la
erudición. Junto a los Didot, la dinastía de los Renouard constitu­
yó un excelente ejemplo de estos «libreros eruditos» de finales del
siglo XVIII y siglo XIX. La familia era originaria de Nantes, y Antoine
Augustin Renouard (1765-1833) comenzó dedicándose al negocio
de los encajes. La Revolución de 1789 supuso una detención en este
sector, a la vez que los habituales saqueos masivos de libros llevaron a
Renouard a interesarse cada vez más en la librería antigua. En 1797
se orientó a la bibliografía y a la erudición, convirtiéndose en colec­
cionista y librero, y redactando estudios sobre Aldo Manucio y sobre
la dinastía de los Estienne, que constituyeron el ejemplo a seguir. En
la generación siguiente nos acercamos a las esferas más elevadas de la
sociedad y el Estado. Tras finalizar unos brillantes estudios en París,
Charles Renouard (1794-1878) ejerció como magistrado. De ten­
dencias liberales, favorable a la dinastía de Orleans, y él mismo fami­
liar del duque de Aumale, frecuentó asiduamente el castillo de Chan-
tilly y fue nombrado par de Francia y senador. Con Alfred Renouard
(1821-1883), administrador de las Salinas del Midi, amigo de Gusta­
vo de Eichtal y de los Pereira, llegamos a la representación de las eli­
tes económicas que marcaron el ambiente de principios del Segundo
780 S. B a l a y é , La bibliotheque natio-
Imperio francés. Philippe Renouard (1867-1933) también fue un
nale des origines a 1800, Ginebra, representante de este mismo «mundo» parisino. Alumno del liceo
1988. F. Barbier, «Representaion, Condorcet (el liceo de Halévy, de Bizet y de Proust), vivió un tiempo
contróle, identité: les pouvoirs et con los Eichtal y destacó por su talento como jinete. Pero Philippe
les bibliothéques centrales en Eu-
rope, XVa-X K c siecles», en Francia, Renouard fue también impresor de la prestigiosa Revista de los dos
26/2,1999, pp. 1-22, il. mundos, en la calle de los Santos Padres (se arruinaría en 1910) y,

303
FRÉDÉRIC BARBIER

sobre todo, en lo que nos ocupa, un bibliógrafo erudito conocido por


su trabajo en las ediciones parisinas del siglo XVI, así como por sus
dos monografías sobre Josse Bade (1909) y Simón de Colines (1894).

2o EL PARADIGMA DE LA NACIONALIDAD

2.1. Esa cosa llam ada «nación»

Ante todo, el paso hacia la librería industrial supuso construir un


mercado potencial de mayor envergadura para los impresos. En
Inglaterra, el motor principal del cambio fue de tipo económico: la
explosión demográfica, el enriquecimiento general del país y la con­
solidación de nuevas formas de consumo hicieron posible la amplia­
ción del público de lectores y el ascenso de Londres como primer
centro mundial de edición y difusión de los impresos. Estos mismos
elementos intervinieron también en los Estados Unidos de América,
pero aquí la dimensión política estuvo más presente, ya que nos
encontramos en una sociedad niayoritariamente alfabetizada y en la
que las capas favorecidas contaban con una vieja experiencia en la
gestión pública.
En efecto, el factor político fue decisivo en la constitución del
mercado nacional de la imprenta en Francia. Aun tratándose de un
espacio en el que la alfabetización estaba menos avanzada, el modelo
político democrático obligó a que el conjunto de ciudadanos se con­
virtiera en un cuerpo de electores; tenían que leer y recibir formación
e información, a fin de poder votar. En su origen, el mercado del
libro y del periódico se extendería a las dimensiones de la nación,
concepto en el que la identificación cultural con la dimensión políti­
ca era incuestionable. Gritar «¡Viva la nación!», como se hacía duran­
te la Revolución Francesa, significaba proclamar la preeminencia de
ésta como cuerpo edificado sobre las restantes instituciones y sobre el
propio soberano.
Esta acepción se transformó en el caso de nuestro tercer modelo,
que sería el dominado por la cuestión de una construcción nacional
estructurada en torno a la lengua y a las tradiciones colectivas. Así, la
historia, la literatura, el arte, el folclore, etc., fueron instrumentaliza-
dos en una perspectiva bien concreta, y guardaron una doble relación
con el mundo escrito y el libro: por una parte, el libro funcionó
como la manifestación y el vehículo de la conservación de la identi­
dad, con una fuerte carga simbólica; por otra, a corto y medio plazo

304
H ISTO R IA DEL LIBRO

la imprenta configuró la nación en formación, tanto a través de pro­


gramas editoriales específicos (como serían las grandes colecciones de
la literatura nacional, los diccionarios enciclopédicos nacionales, etc.)
como por medio de la escuela y de las ediciones escolares. El poder
del concepto de nación como concepto integrador se extendió a
todos los rincones del país, ganando lectores. Johann Gottfried Her-
der (1744-1803) fue el principal autor de la teoría de la nacionalidad
histórico-cultural781. Para él, las naciones se caracterizan, ante todo,
por su lengua, que de algún modo viene a materializar la experiencia
del pasado. De ahí el carácter fundamental de la filología en las inves­
tigaciones universitarias y la importancia de las ediciones filológicas y
literarias782.
En Francia, la definición de la nación por su lengua fue introdu­
781 J. G. HERDER, Abhandlungen über
den Ursprung des Sprache, Berlín,
cida por Madame de Stáel783. Se trataba de aplicar a la literatura el sis­
Christian Friedrich Voss, 1772. Id., tema de Montesquieu para demostrar cómo esta última venía a estar
Auch eine Philosophie der Geschich- determinada por factores de tipo general. Dichos factores obedecen
te, Berlín, 1774. Id., Ideen zur Phi­ al comportamiento de las instituciones sociales, que engloban un
losophie der Geschichte der Mensch-
heit, Berlín, 1784-1791.
todo compuesto por el sistema político, las instituciones, la religión,
el «carácter nacional», etc. Vamos a presentar tres ejemplos suscepti­
782 En Alemania y en la mayoría de
los países encontramos este fenó­ bles de ilustrar esta tipología.
meno, como, por ejemplo, en
Grecia: «La filología es la pasión
de todos los estudiantes griegos y
2.2o Alemania, la nación-tipo
no sólo para los que van a dedicar­
se al profesorado, sino también
para los que se van a dedicar a las La construcción nacional alemana se basó en la existencia previa de
leyes, a la medicina, a la Iglesia y a un público de lectores cuyas perspectivas de demanda habían cam­
la administración pública [...], y
un médico, abogado, profesor lle­
biado. Goethe subrayaba este hecho al evocar el éxito extraordinario
ga a ser ministro porque habla de los padecimientos del joven Werther:
bien su lengua...».
783 G. d e S t a e l - H o l s t e i n , De la lit- Llegó una carta de Weygand, librero en Leipzig [...] para pedirme mi
térature considerée dans ses rapport manuscrito [...] Envié Werther, y fue satisfactorio constatar que los
avec les institutions sociales, ed. Cri­ honorarios recibidos por mí no estaban completamente absorbidos por
tica por Paul Van Tieghem, Gine­
bra, París, 1959, 2 t. en 2 vol. Edi­ las deudas que había debido contraer [...]. La consecuencia de esta
ción original, París, abril 1800; en pequeña obra fue grande y al mismo tiempo prodigiosa, sobre todo por­
la segunda ed. de finales de los que llegó justo a su hora [...]. La conmoción fue grande, porque todos
años 1800, la Sra. de Staél respon­
hicieron estallar sus excesivas pretensiones, sus pasiones insatisfechas y
de a las extensas críticas de Fonta-
nes en Mercure de France, órgano sus sufrimientos imaginarios. No se puede exigir al público que acoja
de poder entonces. La tercera ed. intelectualmente una obra intelectual [...]. Yo no hice mucho caso de
nos es dada por Maradan poco las cuentas dadas.. .784
después de la muerte de la autora
(1817), junto con el mismo texto
Avis de l ' éditeur (1818). El movimiento tomó una dimensión más sistemática tras la catástro­
784 J. W. GOETHE, Poesía y verdad, li­ fe de la Cuarta coalición (derrota de Jena, entrada de los franceses en
bro XIII. Berlín, Tratado de Tilsit y desmembramiento de Prusia). El hermano

305
FRÉDÉRIC BARBIER

del sabio naturalista Wilhelm yon Humboldt creó la universidad de


Berlín en 1810, en la que se formarían los cuadros de un reino de
Prusia regenerado y en la que Fichte no tardó en pronunciar sus Dis­
cursos a la Nación alemana. En la misma época, Goethe y sus amigos
hicieron de Weimar una de las mayores capitales literarias de Europa,
visitada por este motivo por Madame de Stáel, a la vez que un grupo
de intelectuales y artistas de Heidelberg se dedicaba a buscar y editar
los textos de la tradición literaria popular. Friedrich Creuzer se unió a
ellos a través de sus amigos Brentano y Arnim, y todos intentaron
reunir

bajo el título «El niño del cuerno maravilloso» [Des Knaben Wunder-
horn] una colección de cánticos que habían recogido en parte por boca
del pueblo, en parte por circulares y viejos libros.. .785

Renovadores y codificadores de la literatura popular, los hermanos


' Grimm se adhirieron a esta empresa, y su primer volumen, dedicado
a Goethe, apareció en Heidelberg en 1805. Acto seguido, el movi­
miento se propagó hacia Berlín a través de salones como el de Betti-
na von Arnim y de sedes de librería como la Realschulbuhhandlung
(Librería de la Escuela moderna). La desastrosa campaña de Napo­
león en Rusia en 1812 marcaría un giro en el desarrollo de un esque­
ma que había tomado un tinte nacionalista. Las aspiraciones nacio­
nales, a menudo democráticas y con pretensiones de conseguir la
unidad alemana, chocaron con la voluntad conservadora de los prín-
cipes, empeñados en restaurar el orden anterior, que pensaban que
sólo se había alterado con los acontecimientos de 1789786. El estatuto
de los impresos intervino también, y lo hizo a dos niveles.
En primer lugar, en el ámbito germánico la identidad cultural fue
. muy anterior a la identidad política. En el contexto de la «reforma de
Reich» de 1767, el. elemento de identificación fundamental estaba
constituido por la «librería alemana» -entendida como librería nació-
nal-, que el librero hamburgués Friedrich Cristoph Perthes -de ten-
dencias. liberales- exponía, en un conocido folleto conmemorativo y
en un plano casi filosófico, como la «condición de existencia» de una
«literatura alemana», y con ello, prácticamente, de una cultura nació- 785 H. HEINE, De l'Allemagne, trad.
nal (1816)787. A partir de entonces, los profesionales de la imprenta, fr., últim a ed., París, 1 9 8 1 , p. 234.

organizados en redes especializadas e interconectadas entre sí, se con- 786 Lo mismo en Italia, donde Alfieri
virtieron en los primeros intermediarios con los que la nación podía es un antifrancés antes de ser un
anturevolucionario.
identificarse a sí misma y existir. Controlaban los medios de comuni­
BARBIER, L'Empire du livre: le
cación, que estaban en el corazón del funcionamiento de la nación ^87 F.
livre imprimé et la constrution de
como entidad autónoma. l'Allemagne contemporaine (1815-
El segundo aspecto es de una naturaleza más bien política. Para 1914), París, 1 9 9 5 .

306
HISTORIA DEL LIBRO

algunos libreros de los años 1813-1819, como también para los estu-
diantes y algunos intelectuales, profesores de universidad, etc., la
reforma de la librería debía venir acompañada de una reforma de la
sociedad en su conjunto, sobre todo de las estructuras políticas.
Había que unificar Alemania, dotarla de una organización democrá­
tica y, con ello, liberalizar la prensa. Pero el retorno de la disgregación
política, los acontecimientos de los primeros años de la Restauración
(fiesta de Wartburg, 1817; asesinato de Kotzebue, 1819), las medidas
conservadoras de la mayoría de los príncipes y del rey de Prusia y, en
definitiva, la inutilidad de las estructuras federales puestas en marcha
hicieron pensar rápidamente en las posibilidades de una nueva aper­
tura. Las decisiones de Karlsbad (1819) pusieron bajo vigilancia a las
universidades y restablecieron la censura previa de la prensa, mientras
que el Acta final de Viena (mayo de 1820) confirmó la soberanía
absoluta de los príncipes, autorizando la adopción de una Constitu­
ción sólo en la medida en que no pusiera en peligro ninguno de sus
poderes.

2o3o Greda

Junto al ejemplo prototípico de Alemania tenemos el caso de un país


nuevo pero cuya carga cultural y simbólica fue crucial. Se trata de
Grecia, cuyo territorio histórico estaba ocupado por los turcos desde
el siglo XV, y que no tuvo imprenta hasta 1800. No obstante, hemos
visto la importancia de la tradición de la cultura griega antigua en
Occidente, sobre la que se basó durante mucho tiempo el trabajo de
racionalización de la escolástica y, más aún, el Renacimiento deseado
por los humanistas. Esta tendencia evolucionó profundamente en el
siglo XVIII, con el redescubrimiento de Grecia por parte de algunos
viajeros occidentales que salieron a la búsqueda de las raíces de su
cultura clásica, y sobre todo con el ascenso al poder de una burguesía
negociante griega que conseguiría controlar una gran parte del
comercio mediterráneo, y, finalmente, con las crecientes dificultades
del Imperio otomano y el avance de los Austrias en la Europa sudo-
riental y de los rusos en torno al mar Negro. Los cosacos zaporogos
fueron definitivamente integrados en 1784, el mismo año que siguió
a la anexión de Crimea al Imperio tarso, y el poder ruso se extendió
en las dos direcciones, en los estrechos y en el Cáucaso. La riqueza de
los llanos de Ucrania hizo la fortuna del puerto franco de Odessa.
Cuando el joven Gian Pietro Vieusseux, futuro fundador del Gabi-
netto literario en Florencia, visitó la ciudad en 1815, se maravilló de
las posibilidades que podían ofrecerse a los negociantes:

307
FRÉDÉRIC BARBIER

Odessa se ha convertido en el París de los propietarios de la pequeña 788 En Patmos, el monasterio de San
Rusia y del sur de Polonia. Los espectáculos que podemos encontrar, las Juan el Teólogo posee una colec­
fiestas que se dan y la gran cantidad de instalaciones sorprenden más allá ción de ediciones aladinas.
de lo que pueda decirse, máxime teniendo en cuenta que todo esto no 789 S. ASCRACHAS, «Faites économi-
data de más de veinte años... ques et choix culturéis: á propos
du commerce des livres entre Ve-
nise et la Méditerranée orientale
La primera comunidad griega que emigró lo hizo a Venecia, primer au XVIII siécle», en Studi Veneziani,
centro de producción de textos en griego desde el siglo XV: literatura XIII (1971), pp. 587-621. G. Ve-
clásica, textos científicos, y, sobre todo, libros religiosos para la Iglesia LOUDIS, Das Griechisch Druck-u.
Verlaghaus «Glikis» in Venedig
ortodoxa exportados hacia el Mediterráneo oriental y sus numerosos (1670-1854), Wiesbaden, 1974.
y riquísimos monasterios788. En el siglo XVIII, esta rama de actividades
790 Constantinopla, Esmirna, Quíos,
estaba dominada por la firma de los Glykys789, pero también solía Salónica, Janina, Venecia, Ancona,
desarrollarse en los centros de competencia para la imprenta griega, Livorno, Marsella, Amsterdam,
en Kiev y en Moscú, en Viena y más tarde en Budapest. En la misma Londres...
época, la burguesía negociante, establecida en la Grecia otomana, en 791 Una circular a los habitantes de
los principales puertos del Mediterráneo y en Europa790, recibió la Quíos llamados en 1802 a apoyar
el estableciemiento del primer
influencia de las ideas ilustradas y pensó en aplicar sus principios al collége de enseñanza superior de la
caso de Grecia. De este modo, jóvenes griegos vinieron a estudiar a isla: «Sobre todo es a vosotros,
Occidente, grupos de inversores se reunieron para financiar ediciones nuestros queridos hermanos, a
importantes, eruditos y libreros comenzaron a trabajar en la edición quienes debemos pedir ayuda. Es­
tablecidos en la ciudad y en medio
de textos antiguos, y, por su iniciativa, se fundaron escuelas791 y de las naciones de las luces, sois
bibliotecas792 en la propia Grecia. testigos oculares de todas las ven­
No resulta fácil evaluar los resultados de esta acción. La Grecia de tajas que nos dan las ciencias y las
1800 era un país mayoritariamente analfabeto. La imprenta no se artes, que luego visitan los teatros
europeos [...]. Formando este es­
introdujo hasta 1798, en las islas jónicas (Corfú), por las potencias tablecimiento, hemos obedecido a
occidentales. Atenas no tendría un taller hasta 1825. Sin embargo, el la voz de la patria, hemos cumpli­
peso de la tradición intelectual y de la cultura griega clásica fue deci­ do los deseos de todos ios griegos,
sivo para el proceso de identificación nacional. Esto se tradujo en el pero particularmente de vosotros,
que estáis en mejor posición para
estatuto privilegiado del libro y en la atención que se concedió a las juzgar hasta qué punto las luces
. instituciones y a las formas de sociabilidad cultural: pueden contribuir a volver a con­
quistar nuestra nación, por parte
de los extranjeros, la consideración
. En la base del edificio de la civilización no hay nada; pero en otro tiem­
que no hubiera tenido que per­
po era la cumbre. Grecia parece querer, ante todo, académicos, filósofos, der...»
poetas, y más tarde producirá carpinteros y cerrajeros; quiere obras lite­ 792 En 1762, el empresario Ioannis
rarias, y más tarde sabrá cómo hacer sillas, mesas, zapatos y sombreros. Pringos envía a Amsterdam 8.000
Apenas ha nacido cuando ya tiene una universidad en Atenas, con las volúmenes para fundar una biblio­
tres facultades de teología, medicina y derecho; una academia de las teca en Zagora, pueblo del que es
originario, cerca de Volos, con el
. ciencias naturales, una sociedad de arqueología; dos bibliotecas públi­ comentario siguiente: «La Impren­
cas, una en Atenas y la otra en Andritzena; un museo [nacional], cinco ta es una cosa bella. Los libros
gimnasios en diferentes ciudades, doce escuelas públicas en las otras ciu­ ahora son más baratos, de manera
dades, sin contar con una escuela para huérfanos en Nauplia y otra en el qiie el hombre de a pie pueda tam­
bién comprarlos [...]. La lectura
Pireo...793 abre los ojos del lector y hace de él
un hombre consciente...».

3 o8
H ISTO RIA DEL LIBRO

El problema de Austria fue muy diferente. Se estima que en 1816 la


población alemana era de 23,5 millones de habitantes, y la austríaca
de 24,5 millones; pero en esta última cifra no habría más que unos
ocho millones de germánicos. El Imperio austríaco era un bloque
compuesto por muchas naciones, donde se hablaba ante todo el ale­
mán, pero también se hablaban el checo, el eslovaco, el húngaro, el
polaco, el ruteno, el rumano, las lenguas eslavas del Sur (eslovena y
croata), el italiano y el yiddish... Además, la edición en latín conser­
vó durante mucho tiempo un papel notable. Aunque no disponga­
mos de un panorama de conjunto, parece claro que los niveles de
desarrollo fueron radicalmente diferentes, con tasas de alfabetización
más elevadas en los medios urbanos germánicos y cifras más débiles.
en las zonas rurales y en las provincias que lindaban con el Imperio
otomano. Finalmente, el Estado austríaco estaba dominado por el
catolicismo, pero también incorporó otras confesiones, a la vez que el
793 La universidad es fundada en
centro de la librería en lengua alemana, en Leipzig, estaba en un país
1837 a partir de la Escuela de Far­ protestante. De este modo, promover la nacionalización en un senti­
macia y Cirugía; su biblioteca está do alemán conducía inevitablemente a la división de Austria como
ahora en la Bibliotheque Nationa- entidad política.
le desde 1842.
El proceso se puso en marcha en las diferentes provincias,
794 En 1848, el obispo de Maribor
muchas de las cuales se correspondían con nacionalidades. El princi­
crea la Asociación de San-Ermago-
ras, cuyos suscriptores aportaban pal grupo de intermediarios que se encargó de introducir las nuevas
el capital. El objetivo es producir estructuras culturales variaba de un lugar a otro. En Hungría se trató,
libros «convenientes», bajo una ante todo, de los nobles. En Carniola (Eslovenia) el clero tuvo un
forma agradable y listos para ser
difundidos en un gran número. La
papel fundamental794. Por último, en Bohemia la evolución fue dife­
producción comienza en los años rente y puso en juego esquemas socioprofesionales más cercanos a los ‘
1860, con los manuales prácticos, ejemplos occidentales; se trata del modelo de la matrisa, que en prin-
de la vulgarización, de los tratados cipio estaba destinada a una población más culta™.
de historia eslovena, de las novelas
y de las traducciones eslovenas de
Nos detendremos en el ejemplo húngaro, que ilustra las diferen­
novelas extranjeras. El éxito es im­ tes modalidades de construcción nacional y más tarde supranacio-
portante, ya que la Asociación no nal. Hungría no se liberó de la ocupación otomana hasta finales del
tendrá menos de 95.000 miem­ siglo XVII, y Presburgo (Bratislava) fue la capital hasta 1784, año en el
bros hacia 1900.
que José II trasladó la sede de la administración del vicerreinato a
795 A. K O l l n e r , Buchwesen in Prag,
von Václav Matj Kramerius bis Jan
Buda. En la ribera derecha del Danubio, la ciudad real sólo contaba
Otto, Viena, 2000. entonces con unos 15.000 habitantes; la ciudad negociante de Pest,
796 K. BENDA, «La société hongroise
en la ribera izquierda, 50.000; y todavía no había un puente que
aii XVIII' siécle», en Les Lumieres de uniera los dos núcleos de la futura capital. Buda y Pest sólo contaban
Hongrie, Budapest, 1974, pp. 17- con nueve librerías hacia 1790, pero el desarrollo fue, no obstante,
24. E. H. BALAZS, «Contributions muy rápido en el siglo XIX796. La Tipografía Universitaria Real fue
á l'étude de l'ére des Lumieres et
du joséphisme en Hongrie», ibid., trasladada, con la universidad, de Esztergom a Buda en 1777.
pp. 31-49.

309
FRÉDÉRIC BARBIER

2.4.7. El papel de la nobleza

De entrada, fue la nobleza la que impulsó el movimiento a favor de la


magiarización. Retomando el modelo de Matías Corvin, los nobles
más poderosos reunieron bibliotecas privadas extremadamente ricas.
Así hicieron el príncipe Esterhazy en Eisenstadt, el conde Samuel
Teleki en Maros-Yasarhely (1795) o, también, el conde Franz Szé-
chenyi. Este último fundó en 1802 el Museo Nacional Húngaro,
sobre el modelo del British Museum, y le legó su biblioteca797. Pronto
la colección se enriqueció con la compra de manuscritos y bibliotecas
de autores húngaros recientes. Por su parte, el conde Istvan Széchen-
yi (1791-1860) fue el fundador de la Academia Húngara de las Cien­
cias (1825), a la que legó su biblioteca, compuesta por unos 30.000
volúmenes (de los cuales, 600 manuscritos eran de autores húngaros
del siglo XVül), para ponerla a disposición «de todos los ciudadanos»
(1826)798. En 1831, Széchenyi publicó Hittel (El Mundo), donde
dibujaba el programa de modernización de Hungría, y también sería
responsable del origen de la sociedad para el lanzamiento del primer
puente sobre el Danubio entre Buda y Pest. De este modo, la cons­
trucción nacional se apoyó también en la definición y adaptación de
una capital histórica. El papel de los magnates húngaros también se
amplió a la edición en húngaro, en la medida en que su fortuna les
permitió acercar a un público de lectores que no existía aún en
número suficiente como para sostener realmente el sector.

2.4.2. Las décadas de 1830-1860


797 G. A. E. BOGENG, Die Grossen Bi-
bliophilen: Geschichte der Bücher-
La década de 1830 vio resurgir la cuestión. En adelante, fueron los sammler d ihrer Sammlungen, Leip­
alemanes los .que aprendieron el húngaro, las redes del libro comen- zig, 1922, 3 vol.
zaron a desarrollarse mucho más en todo el reino y aumentó la pro­ 798 The Library ofthe Hungarian aca-
ducción en lengua húngara. En la misma época, se debatía acerca de demy of sciences, 18 2 6 -19 7 6 Bu­
la codificación y fijación de la lengua, por ejemplo en los «calendarios dapest, 1976. Evszazadok klturajict
populares» de las décadas 1830-1840799. En 1844, el Landtag pro­ a magyar tudoanyos akadémia
konyvtaraben, Budapest, 1988.
mulgó la «ley sobre la lengua» (Spracbgesetz). Es también la época en
799 M. G elle r i - L a z a r , «Das Historis-
la que comenzaba a desarrollarse una librería específicamente húnga­ che den ungarischen Kalendern der
ra800, pero sus comienzos fueron lentos, en parte como consecuencia zwieten Hálfte des 19. Jts» en Col-
de la inquietud de la administración frente a tendencias que podían portage et lecturepopulaire..., París,
ser sospechosas de liberalismo político. Así, cuando Karl Geibel se 1996, pp. 253-268.
instaló en Budapest en 1841 no fue más que el noveno librero de la 800 J. WlESNER, Der Ungarische Buch-

ciudad. Aunque Pest, como Viena y Praga, se convirtió en un centro handel, Budapest, [1911]. Obra
publicada para la ocasión de 8o
de comisión y, poco a poco, fue estructurando un mercado nacional Congreso Internacional de Edito­
del libro, Hungría sólo contaba.con una treintena de librerías propia- res en 1911 en Budapest.

310
HISTO RIA DEL LIBRO

mente dichas en 1840. Sin embargo, algunos personajes como Gus-


tav Emich se comprometieron a no servir libros extranjeros más que
por encargo y a no tener más existencias que libros en húngaro.
Emich disponía ya entonces de un comisionario en París.
La aceleración se produjo poco a poco, y se tradujo en la funda­
ción de nuevas sedes de librería que jugaron un papel cada vez más
importante en el desarrollo de la edición húngara: Karl Geibel en
1841, Moritz Rath y Karl Osterlamm en 1857. En 1858, Rath lanzó
la revista Budapest Szemle, dirigida por Antón Csengery. Editor de
Sándor Petofi y de autores como Mór Jókai, Josef Eótvós, Sigmund
Kemény, Johann Vajda, etc., Gustav Emich publicó numerosas tra­
ducciones al húngaro de obras literarias extranjeras, así como perió­
dicos, siendo el más célebre el Pesti Naplo. Tenía una imprenta de
estándar europeo, y en 1867 ofreció al rey un ejemplar de sus Cróni­
cas de historia húngara (Marci chronica de gestis hungarorum).

2.4.3. La doble monarquía

El año 1867 marcó un giro decisivo en este proceso con la firma del
«compromiso» y la fundación de la doble monarquía. La librería
nacional se benefició plenamente de la organización sistemática de
un Estado autónomo húngaro y de la política de magiarización. La
producción impresa en lengua húngara conoció un gran auge, la
prensa periódica801 se desarrolló con rapidez y se pusieron en marcha
políticas concertadas. En 1868, la librería Emich se transformó en
sociedad con acciones (más tarde sería el «Atheneum»). Este mismo
año fue cuando comenzó la librería Ludwig Aigner, que lanzó la 1
Nemzeti kdnyvtar (Biblioteca nacional), con cuarenta y dos volúme­
nes de ediciones críticas de los antiguos autores húngaros. Más tarde,
sobre el modelo de Reclam, fue el Magyar Konyveshaz (Tesoro de los
libros húngaros), en 150 entregas. El propio Aigner escribía, además
de ser miembro de la Sociedad Petofi y director del periódico literario
del Figyelo (El observador), fundado por él en 1871.
En 1869, Samuel Révai abrió una tienda en Budapest y no tardó
en lanzarse a la edición. En especial, tiró A z osztrak-magyar Monar-
801 Así como Danica de Ljudevit Gajs chia irasban és képben (La monarquía austro-húngara a través de la
en Croacia en 1835. Véase sobre
esta cronología P. GERLINGHOFF, palabra y la imagen), que, escrita por Jókai, alcanzaría los 25.000
«Konstituanten für typologische ejemplares. En este mismo año de 1869, el ministro de educación,
Gemeinsamkeiten und nationales Jozsef Eótvos, estableció un plan de racionalización de las adquisicio-
Spezifik der slawischen Balkanlite- nes en las tres grandes bibliotecas de Budapest (la Academia, el
raturen in der Frühphase der natio-
nalen Emanzipationsbewegungen», Museo y la Universidad). Cabe añadir que la integración de Budapest
en Ethnogenese.. pp. 167-179. en los circuitos de la librería occidental constituyó un poderoso fac-

311
FREDERIC BARBIER

tor de integración de los territorios de Europa central y oriental. A


partir de 1890 se publicaron series de obras cuyo éxito pone de mani­
fiesto la existencia de un mercado y de un público húngaro de masas
(diccionarios y enciclopedias, historias nacionales, historias del arte,
historias de la literatura húngara, colecciones de clásicos, etc.).

3. MANIFESTACIONES DE LA IMPRENTA

Las grandes evoluciones que afectaron a todas las sociedades occiden­


tales durante el medio siglo que va desde 1770 hasta 1820 vinieron
acompañadas de importantes modificaciones en lo relativo al estilo
tipográfico, a la ilustración, a la decoración y a la presentación del
libro. Ya hemos referido lo fundamental de la innovación revolucio­
naria, que se concentró en las piezas teatrales, octavillas y otras publi­
caciones rápidas y, cada vez más, en los periódicos y diarios. El neo-
clasicismo aportó a este conjunto un lenguaje particularmente apro-
piado.

3.1. La geografía de 8a A ntigüedad

El gusto por un estilo clásico relativamente severo, opuesto a la deco­


ración de rocallas de Luis XV y del rococó, se remite una vez más a la
preponderancia del modelo antiguo grecorromano. Cuando el arzo­
bispo de Cambrai, Fénelon (1651-1751), se encontraba encargado
de la educación del príncipe heredero a petición de Luis XIV, prepa­
ró su trabajo escribiendo una continuación al libro IV de la Odisea.
Bajo el pretexto de contar las Aventuras de Telémaco, el hijo de Ulises,
el autor propuso un texto pedagógico sobre los diferentes aspectos de
la.antigua civilización griega802. Su éxito fue inmenso, hasta la edición
del Telémaco por Pierre-Fran^ois Didot, impresor de Monseñor803.
El viaje a los espacios geográficos de la Antigüedad jugó un papel 802 F. de S a l ig n a c de la m oth e F e-
NELON, Suite du FVe livre de l
nada despreciable. En 1748 se encontraron los vestigios de Pompeya, 'Odyssée, ou les aventures de Télé-
y más tarde los de Herculanum, que se hicieron populares gracias al maque, fils de Ulysse, París, Viuda
conde de Caylus (1692-1765), que intentó revivir su estética804. Fran­ de Claude Barbinm 1699, 8o.
cia mantuvo una Academia en Roma, enviando allí como becarios a 803 París, Didot le mayor, 1783, 2
los artistas distinguidos por el «Gran Premio». La visita a la Penínsu­ vol., 4o, ill. Tilliard según los di­
bujos de Charles Monet.
la Itálica siguió siendo el viaje más esperado para los jóvenes de las
familias pudientes, artistas, escritores y algunos personajes importan­ 804 A. C. P. d e C a y l u s , Recueil d'an-
tiquités égyptiennes, étrusques et
tes. El viaje del marqués de Marigny, hermano de madame de Pom- grecques, París, Dessaint y Saillant,
padour, y el de Cochin, a Herculanum en 1751, marcarían el auge de 1752-1767.

3 12
H IST O R IA DEL LIBRO

esta tendencia que sería cada vez más habitual en el mundo neoclasi-
cista. El abad Bartolomeo se hizo partidario de este tipo de proyectos,
y las «vistas italianas» fueron dadas a conocer a través de narraciones
ilustradas, siendo la del abad de Saint-Non805 una de las más célebres.
Este movimiento tendría continuidad hasta el Primer Imperio
francés, momento en el que el Estado de Nápoles compró los terre­
nos de Pompeya y llevó a cabo las excavaciones (1812-1814), de las
que Federico de Clarac (1777-1847)806 publicó algunos resultados807.
El embajador inglés en Nápoles, lord William Hamilton (1730-
1803), fue otro gran apasionado de la arqueología, y también se inte­
resó en el Vesubio, al que consagró sus Campi Phlegraeim. El descu­
brimiento de Grecia fue más tardío y más difícil, y cuando el joven
conde de Choiseul-Gouffier, alumno del abad Bartolomeo, visitó
durante muchos años las islas egeas, la costa de Asia Menor, Cons-
tantinopla y la Grecia continental, se convirtió en un pionero de
estos viajes.

3.2o Baskerville y Bodoni


805 J. C. R. DE S a in t-N o n , Voyagepi-
toresque, ou Description des royau-
mes de Naples et de Sicile, París, Inglaterra fue el primer espacio afectado por la moda neoclásica y la
1 7 8 1 - 1 7 8 6 , 4 vol., 2 ° primacía de la tipografía pura, libre de elementos decorativos que
806 Preceptor de los hijos de Murat, eran vistos como inútiles. La influencia de la escritura italiana
conservador en el Louvre (1818), moderna fue indudable, una escritura más suave, que, nacida en la
miembro del Institut (1838). primera mitad del siglo XVI, se difundió por Italia y Francia para ser
807 F. DE CLARAC, Fouille faite a Pom- adoptada en las oficinas administrativas, y que daría origen a la escri­
péi en présence de S.M. la reine des tura llamada «inglesa» del siglo XVIII. La tradición de la fundición
Deux-Siciles..., Nápoles, 1813.
tipográfica inglesa estuvo ilustrada por la dinastía de los Caslon.
808 Campi Phle-
W . L o r d H a m ilto n ,
William Caslon (1692-1766), nacido en Worcestershire, fue apren­
graci: observations sur les volcans des
Deux-Siciles, Ñapóles, 1776 y diz de orfebrería antes de crear una fundición en Londres con el
supl, 1779. apoyo financiero del impresor William Bowyer (1716). Su muestra
809 A specimen by William CasIon, Let- de 1734 resultó todo un éxito, hasta el punto de que su hoja de prue­
tre founder, in Cbiswell-Street, bas sería insertada para ilustrar la Cyclopedia de Chambers809. William
Londres, 1734, pl°. El mercado (II) Caslon se asoció a su padre desde 1742.
inglés y norteamericano asegura el
éxito de Caslon: La Déclaration Pero la gran figura sería sin duda la de John Baskerville (1705-
d'indépendance es impreso en Bal­ I 775)810 Comenzó siendo calígrafo y maestro de escritura en Bir-
timore en caracteres Caslon mingham, para pasar a ser grabador de piedras tumbales (de donde
(1776). William Caslon (II) se
tomó el modelo de la cursiva) y fabricante de pequeños objetos laca­
asocia con su padre a partir de
1742.- dos. Una vez que hizo fortuna, Baskerville pudo dedicarse a su gusto
810 S. H. S te in b e r g , Five hundredye-
a la tipografía (1750), y continuó con sus investigaciones en el diseño
ars of printing, última ed., Lon­ de caracteres, la papelería»1, la fUndición, la tinta y la imprenta. Su
dres, 1996, aquí pp. 78 y ss. objetivo no era otro que tirar algunas obras importantes y especial­
811 C í infrap. 320. mente cuidadas sobre papel de excelente calidad y con caracteres nue-

313
FRÉDÉRIC BARBIER

vos, despojados de todo ornamento, que no tardarían en hacerse céle­


bres. Publicó su primera obra en 1757, un Virgilio sin ningún orna­
mento, in-quarto, con una tirada de 1.500 ejemplares, el cual abría
un catálogo que podía llegar a contar con más de 50 obras. El éxito
de Baskerville fue más notorio en el extranjero. Tras su muerte, su
viuda cedería todo el material por 3.700 libras al duque de Nivernais,
embajador de Francia, que actuaba en nombre de la Sociedad Litera-
rio-Tipográfica de Beaumarchais.
El estilo neoclásico se expandió a partir de Birmingham, como
también de Parma, donde ejercía Bodoni, y sobre todo de París,
donde triunfaban los Didot. Capital de un pequeño principado ita-
liano, Parma tuvo una actividad editorial que en un principio se cen­
tró én el interés local, con pequeñas ediciones religiosas, trabajos
urbanos y ediciones de autores de la región. La presencia de los Bour-
bons, que sucedieron a los Farnesio812 a la cabeza del ducado en 1731,
dio a la Corte un nuevo esplendor. La dirección de la nueva impren-
’ ta ducal fue confiada a Giambattista Bodoni, impresor originario del
Piamonte, por Fernando de Parma en 1768. Bodoni recibió la
influencia de la estética inspirada en la Antigüedad, que desarrolló
sistemáticamente en las obras publicadas a partir de 1787, siendo las
más célebres la Ilíada griega en tres volúmenes (1808) y Las aventuras
de Telémaco (1812).

3.3. los Didot

Pero el neoclasicismo encontró su cima en Francia con la dinastía de 812 Pietro Luigi Alessandro Farnese,
los Didot. Fran^ois Ambroise Didot «el Mayor» (1730-1804) hizo hijo natural de Pablo III Farnese,
gobernador general de los Países
grabar en 1755 un primer juego de caracteres, todavía próximos al Bajos y duque de Parma (1545-
Garamont, y cuya fabricación confió a Fournier. Un segundo juego, 1592).
en el que aparece más el estilo neoclásico, fue grabado por Didot para 813 Frangois Ambroise Didot es tam­
Wafflard, y se utilizó primeramente para la edición de los Jardines del bién el inventor de la mayor inno­
abad Delille en 1782. Se trata del carácter que se hizo popular a tra­ vación, el «punto Didot», unidad
de medida usual en tipografía. El
vés de la colección monumental publicada por Didot, impresor de «punto Didot» se basa sobre la
Monseñor, «para la educación de Monseñor el príncipe heredero de medida de base de la época, el pie
Francia», y sobre todo para el Telémaco de 1785. Lo reconocemos por del rey (32,5 cm aproximadamen­
la horizontalidad estricta de los óbitos813. Los Didot construyeron un te), subdividido en 12 pulgadas
(27 mm) de 12 líneas (2,25 mm).
verdadero imperio en el dominio del libro impreso. Fran^ois- El cuerpo 6 (6 puntos) correspon­
Ambroise dirigió la imprenta parisina, mientras que su hermano Pie- de a una línea y el punto queda
rre Fran^ois «el Joven» fue también impresor y director desde 1789 entonces en 0,376 mm. El cuerpo
de la gran papelería de Essones, y su hijo menor, Firmin (1732- de mayor número es de 96. En la
práctica, se utilizan normalmente
1793), se lanzó al grabado y a la fundición tipográfica. caracteres de 4 (microscópicos) a
El neoclasicismo se corresponde perfectamente con el gusto pre- 16 puntos.

314
HISTORIA DEL LIBRO

dominante en el periodo revolucionario, en el que las referencias a la


antigua Roma eran constantes. Con los cuadros de Jacques Louis
David (1748-1825) y sus alumnos invadiría el terreno de la pintura
de caballete y, no tardando, también el del grabado. El carácter Didot
se impuso como modelo, tanto en Francia como en el extranjero.
Didot tiró sucesivas ediciones monumentales de las Obras de Virgi­
lio814 y de las de Racino815, que han sido consideradas como un hito
insuperable en el dominio de la tipografía. El papel era el nuevo papel
vitela816, la suntuosa ilustración fue impresa sobre cuero y, guardando
el canon clásico del cubo escenográfico, desarrollaba una estética tea­
tral y heroica a la vez. La Revolución había concluido, los nuevos
mitos tenían nombre de virtud, de patria y, cada vez más, de héroes.
Sin embargo, el estilo Didot no se generalizó por completo en la pro­
pia Francia, ya que los nuevos caracteres eran caros y la clientela, a
menudo, seguía estando muy apegada al delicado estilo de Luis XV
Balzac señalaba estos contrastes en su descripción de la imprenta del
padre Séchard en Angulema:

Ja, ja!, mi pobre muchacho, París es París, y el resto de Francia es el resto


de Francia. Si un hombre del Houmeau [barrio de Angulema] te llega a
encargar su tarjeta de boda y tú se la imprimes sin un Cupido entre guir­
naldas, no se creerá casado y no dudará en devolvértela, si es que no ha
visto las obras de los señores Didot, que son la gloría de la tipografía
pero cuyas invenciones no llegarán al resto de Francia antes de cien
años. Ahí lo tienes.. .817

814 A. G. C a m u s , Rapport sur le Virgi-


le de Didot l'ainé, París, Baudouin,
año VI [1798], 4o.
815 J. RACINE, Oeuvres de Jean Racine,
París, Didot, 1801, 3 vol., 2o.
816 Cf. infrap. 320.
817 H. d e B a l z a c , Illusions perdues,
última ed., París, 1990, p. 70.

315
Capitules 14
El siglo xix industrial

—:¡Estos periódicos ingleses están francamente bien hechos!, se dijo para


sí el buen doctor dejándose caer en un gran sillón de cuero [.,.]. Sobre
la alfombra, sobre los muebles de su habitación de hotel, en Brighton, se
extendían el Times, el Daily Telegraph, el Daily News [...].— Sí, repitió,
estos periódicos del Reino Unido están francamente bien hechos, no
cabe duda!... 0ULIO V e r n e , L o s 500 millones de la Begún).

El paso a la industrialización propiamente dicha está dominado por


el concepto de progreso: progreso en el procedimiento (fabricar y
difundir), progreso en el producto, progreso en los modelos y en las
formas de consumo. El país pionero fue Inglaterra, y le siguieron
Francia (hacia 1820) y Alemania (hacia 1850). Poco después, los res­
tantes países del mundo occidental fueron entrando en el nuevo
esquema de la industrialización y el consumo de masas.

le EL PROGRESO E i EL PROCEDIMIENTO

1.1. El trabajo

Según el modelo clasicista, la respuesta al aumento de la demanda se


hizo jugando con la organización de los talleres y con el factor traba­
jo. El ejemplo de Francia permite demostrar cuantitativamente la
tendencia a la concentración de las imprentas, sobre todo en París,
Desde 1723 hasta 1787 el número medio de prensas se duplicó, a la
vez que el de los obreros superó la cuadriplicación. Este crecimiento

3i 7
FRÉDÉRIC BARBIER

P U B LIU S i

VJRGILIUS
MARO.
B U C O L í C \ , O K O I i G l C A , 17J1 MiiNKJS.

P.A ¡ K i S I I S ,
AI-DI BUS PAI. ATIJVIS,

i i»t, \nm,nrip. ^i,
r.xcTioi.iHM i'i'iuus niD or, íia'Mj MAroR

ifpi

Obras de Virgilio, 1798. El Virgilio de 1798, junto con el Hacine de 1801, ambos impresos por Didot, constituyen el
apogeo del estilo neoclásico en la tipografía: un libro de formato monumental, un papel sin marcas horizontales ni ver­
ticales (puntizones y verjuras), el nuevo papel velín o vitela, un tipo escasamente ornado y directamente inspirado en
las capitulares romanas, en el que puede observarse el elevado contraste entre los trazos gruesos y finos y los terminales
filiformes. La decoración, aunque también existen grabados al cobre, está al servicio del equilibrio tipográfico de la
página. El estilo neoclásico, en consonancia con la situación política de la Francia de la época (la referencia al calenda­
rio republicano), se ilustra perfectamente por la pintura de David. (Biblioteca de Valenciennes, Bz-6189 a 191).

318
HISTORIA DEL LIBRO

Voyagespittoresques et romantiques dans l'ancienne France, 1820-1878. Con la calda del Imperio, comienzan a sur­
gir libros compuestos en el nuevo estilo romántico, que utilizará una técnica de reproducción inédita; la litografía.
Los Voyages pittoresques et romantiques son una colección monumental a cargo del barón Taylor y Charles Nodier,
que fueron impresos en el taller litografíe© más importante de su tiempo, el de Engelmann, que ejerció una enorme
influencia tanto en Francia como en el extranjero. (Bibliotece de Valenciennes, 0-216 et suiv.).

319
FRÉDÉRIC BARBIER

vino de la mano del surgimiento de conjuntos integrados, primera­


mente en París (Didot el Joven, Panckoucke...), como también en las
capitales de provincias.
Las formas de trabajo se adaptaron a los nuevos tiempos, con la
importancia creciente del regente de imprenta y de la reorganización del
taller. Mientras que la encuesta de 1701 sólo menciona al regente de
imprenta de manera excepcional, éste sí estuvo presente en todos los
grandes talleres de la segunda mitad del siglo, talleres en los que, en
cambio, los maestros ya no ejercían por cuenta propia818. El aumento de
efectivos vino acompañado de una creciente diversidad de los estatutos
del personal, en los que junto al regente de imprenta, los arrendatarios,
los trabajadores y los aprendices distinguimos también la figura de los
peregrinos y extranjeros. En la tienda encontramos a los empleados, los
mozos y las señoritas819, y, a veces, incluso también a un «viajante». Por
último, los turnos de trabajo se ampliaron: se trabajaba por necesidad y
.fuera de las horas normales, por la noche, los días festivos... Con la
Revolución, los impresores, sobrecargados de trabajo, fueron dispensa­
dos por un tiempo del servicio militar obligatorio (1793). Finalmente,
el equilibrio de las actividades tendió a cambiar. En el .taller de Collom-
bato, impresor del rey y editor del Calendario de la Corte; el 42% de la
cifra de negocios se corresponde.con la imprenta, mientras que el 58%
representa a la librería (edición y ventas). El aumento se incrementó en
las dos décadas anteriores a la Revolución. A la cabeza de su profesión,
los personajes más ricos pasaron a ser los libreros y los editores, hasta el
punto de que en 1788 competían entre sí 14 impresores en la edición de
la Enciclopedia metódica encargada por el editor Panckoucke.

La concentración en las imprentas parisinas , 1723-1787


Son los directores de imprenta los
que redactan los manuales técni­
Fecha Im prentas Prensas Obras P/l (índice) O/l (índice)
cos y los artículos sobre la impren­
1723 50 221 414 4 ,4 (1 0 0 ) 8 ,3 (1 0 0 ) ta de las grandes enciclopedias,
1769 38 2 98 8 24 7 ,8 (1 7 7 ) 21,7 (261) como la de Diderot y Alembert.
1787 38 344 1.294 9,1 (207) 34,1 (411) El papel de las mujeres en los ofi­
cios relacionados con los libros ha
Fuente: «Prosopographie des imprimeurs et libraires du xvr siécle d'Ancien Régime» (F. Barbier,
sido objeto de varios estudios,
S.Juratic). como el de Sabine Juratic para el
siglo XVIII, o también el de R. Ar-
BOUR,' Les.femmes et les métiers du
livre en France, de 1600 k 1650,
1 o2o Los orígenes del progreso en ios procedim ientos; Chicago, París, 1997 (a partir de
8a fabricación del papeE la p. 95 podemos encontrar un
«Répertoire des femmes éditrices,
imprimeurs, libraires»). El domi­
Los fundamentos de la revolución técnica se dejaron ver en la fabrica­ nio de las mujeres de letras es tam­
ción del papel. El auge de la producción impresa parecía inquietante y bién a su vez estudiado.

320
HISTORIA DEL LIBRO

en un principio se podría pensar que la fabricación de papel no podría


seguir ese ritmo. Se estima que la producción media anual fue de
2.900 toneladas en Inglaterra hacia 1730, y de más de 11.600 tonela­
das hacia 1795. La primera manifestación del progreso consistió en la
sustitución de los mazos por un cilindro (se trata del tipo de fábrica de
papel que aparece en La Enciclopedia:) y, sobre todo, en la invención
del papel vitela por John Baskerville en 1750. Gracias a los avances de
la metalurgia, Baskerville pudo fabricar tamices muy finos (la tela
metálica), de tal manera que en su papel ya no aparecían volúmenes.
Por otra parte, el cloro (1787) permitió obtener un papel más. blanco.
La Revolución Francesa tuvo como característica la multiplica­
ción de los trabajos de imprenta y la escasez de la materia prima. Las
investigaciones en torno a la fabricación de papel botánico comenza­
ron a multiplicarse (las plantas sustituyeron a los trapos). En esta-
época, Louis Robert, contramaestre en la fábrica dé papel de Essones,
trabajó en una primera puesta en marcha de la máquina de papel
continuo (1799). Esta fue concluida en Inglaterra, en donde su
patente fue tomada por los hermanos Fourdrinier, libreros y papele­
ros londinenses. Construyeron la primera máquina de papel en Frog-
more en 1803, antes de volverse a introducir en el continente en
1811 y fuera puesta en funcionamiento en Sorel-Moussel en 1816. A
partir de entonces se hizo posible la fabricación del papel en rollo,
innovación que permitió una aceleración considerable de la produc­
ción. Dado su coste, estas máquinas se difundieron muy lentamente.
En Francia, las cubas no desaparecieron hasta 1845. En España, el
contraste fue aún mayor, ya que fue justo en la década de 1840 cuan-
do apareció la máquina de papel continuo™.
La primera consecuencia de esta invención fue la bajada del pre-1
ció de producción (reducción del 45% en el papel corriente de
imprenta), a la vez que la gama de formatos se simplificó821. Las con­
secuencias también fueron importantes para los sectores financieros,
ya que las nuevas empresas de papelería que aparecieron -en especial,
las Papelerías del Marais (sobre el Gran Morin)- representaban un
potencial financiero considerable, y tendieron a controlar una parte
cada vez mayor de la actividad editorial parisina. También estaban
presentes los comerciantes de papel en bruto, como Roulhac en
Limoges. En Francia, las principales regiones de producción fueron
Mayenne, Normandía (El Mesnil-sur-Estrée) y la región parisina (el
Marais, la papelería de Essones), como también Angoumois, Limou-
820 J. F. BOTREL, Pour une histoire lit-
sin, el valle del Ródano, las Vosges y la zona del norte de Francia (la
téraire de l'Espagne (1868-1914), región de Saint-Omer y el valle del Aa).
Lille, 1 9 8 5 ,1, pp. 19 y ss. El auge de la máquina de papel continuo también trajo consigo la
821 Cuadrado, uva, Jesús, Gran Jesús. preocupación por el aprovisionamiento de esta materia prima y la

3 21
FRÉDÉRíC BARBIER

necesidad de aumentar las investigaciones en este sentido. La respues­


ta vino dada por la invención de la pasta de madera mecánica en 1844
por parte del sajón Gottfried Keller (1816-1875). La madera se tritu­
raba para extraer la celulosa, o bien se realizaba esta operación utili­
zando ácidos. La industria química alemana, entonces en pleno auge,
estaba muy en vanguardia en esta última técnica, a la vez que el acom­
pañamiento de una máquina de vapor permitió solucionar los proble­
mas ligados al déficit de los caudales de agua. La primera fábrica de
papel de celulosa fue inaugurada por Heinrich Volter en Bautzen en
1848. Su invención tuvo dos grandes consecuencias. De entrada, el
aumento de la productividad y de la producción, que se refleja en la
estadística papelera del reino de Sajonia. Había 30 molinos, 12 fábri­
cas y una producción de 4.200 toneladas en 1848, mientras que en
1900 había un solo molino, 80 fábricas de papelería y una producción
de 228.000 toneladas. La segunda gran consecuencia consistió en una
nueva bajada del precio de producción (reducción del 50% entre
1880 y 1890). Según valoraba José Oriol Ronquillo, en España

el papel mecánico ha dado la vuelta al comercio de la papelería. Antaño,


los libreros-editores se veían obligados [...] a usar formatos introduci­
dos por el uso [...]. Hoy, las máquinas pueden proporcionarles todo el
papel en los formatos que deseen [...]. Para una infinidad de publica­
ciones baratas se fabrican formatos dobles que son impresos a máquina
sin que resulte más caro que los formatos simples.. .822

D ifusión de las m áquinas de papel continuo

País Aparición 1851 1873


Reino Unido 1804 380 471
Rusia 1814 104
Francia 1816 498
Alemania 1818 751
Austria 1826 252
Dinamarca 1826
Estados Unidos 1827 989
Italia 1827 m i l 150
Bélgica 1828
Suiza 1830 50
Suecia 1832
España 1836 48
Noruega 1838 10

Fuente: M iguel G utiérrez i Poch, «La d u alid ad d e la industria p ap elera esp añ o la. 1935-1880».
J. F. BOTREL, Pour une histoire. .
I, pp. 21 7 22.

32,2
H IST O R IA DEL LIBRO

En Francia, una consecuencia menos positiva consistió en las dificul­


tades dé! sector en el momento en que disminuyeron los ingresos de
la pasta de madera (1882). Otro efecto negativo de la industrializa­
ción de la papelería fue la menor calidad de los papeles, lo que origi­
naría dificultades de conservación a largo plazo (tendencia a amari­
llear y, sobre todo, a romperse).

1.3. La im presión

El taller de prensas fue el segundo afectado por el progreso en los pro­


cedimientos. Las modificaciones que se introdujeron desde la época
de Gutenberg fueron mínimas: en 1772, el originario de Basilea Wil-
helm Haas se sirvió del metal para el equipo de presión823. En 1782-
1785, Laurent Anisson puso en marcha la «prensa de una sola vez».
En ella, dos pasos de rosca permitían obtener úna presión superior,
con el consiguiente aumento de la productividad. Algunos años más
tarde, en 1790, el ingeniero inglés William Nicholson registró una
patente para una prensa con cilindro824, sin que su invención fuera
puesta en marcha. Prácticamente, el movimiento de progreso no
llegó a la fundición, y durante siglos se siguieron utilizando las mis­
mas matrices.

1.3.1. La estereotipia

Más importante aún fue la invención de la estereotipia, cuyos orígenes


inmediatos se remontan a principios del siglo XVIII, en Leyde, París y'
Londres. La idea fue realizar un clisé de la composición de cada pági­
na, de manera que se pudiera disponer del mismo para una eventual
reimpresión sin tener que inmovilizar las fuentes correspondientes o
sin tener que componer de nuevo el texto. Las necesidades de la joven
República francesa en cuanto a material impreso impulsaron la mejo­
ra del procedimiento, puesta en marcha primeramente por Hoff-
mann; tres patentes fueron registradas por Louis Estienne Herhan,
Firmin Didot y Nicolás Marie Gatteaux, respectivamente, en 1797-
823 W. Haas, BeschreibungundAbrisse
einer neuen Buchdruckerpresse er- 1798. El beneficio financiero iba en función de la ganancia que había
junden in Basel ini Jahre 1772.,., que evitar, llegado el caso, las correcciones; esto sucedió sobre todo en
Basilea, Wilhelm Hass der Sphn, los textos complejos susceptibles de múltiples reimpresiones, como la
1790.
Biblia, los anuarios administrativos, las Tablas de logaritmos, etc. La
824 El invento cuenta con la función manipulación era mucho más llevadera: una hoja estereotipada pesaba
de entintar por cilindros y la utili­
zación de placas estereotípicas cur­ unos 9 kg, frente a los 60 que pesaba en la composición clásica. En
vas. 1798 se fundó una sociedad entre Didot y Herhan para la publicación

323
FRÉDÉRIC BARBIER

de una colección de «obras estereotipias», inaugurada con las Obras de


Virgilio825. La estereotipia, al disminuir el precio de reventa del libro,
alteró los parámetros presupuestarios de la edición. Sería empleada
regularmente en el siglo XIX, por ejemplo en las colecciones industria­
les de los grandes editores alemanes. Por otra parte, su invención inci­
dió muy directamente en la aparición de la rotativa.
\

1.3.2. La rotativa

La invención de la rotativa se hizo en cuatro etapas principales, que


se desarrollaron durante dos generaciones:

— La primera fase consistió en reemplazar la jmadera por el


metal. En 1800, lord Stanhope puso en mátcha la primera
prensa completamente de metal, para la cual no registró
patente. La máquina aseguraba una presión muy superior a ,1
la de la prensa de madera, permitiendo, por tanto, hacer
aumentar la producción de unas 30 a unas 200 páginas de
impresión por hora. Constituyó la etapa indispensable antes
de la mecanización propiamente dicha. La primera prensa
Stanhope giró en el taller de William Bulmer en 1800, a la
vez que el Times también se procuró una.
i
— La segunda fase se centró en la mecanización. Desde 1806,
Friedrich Konig trabajó en la imprenta londinense de Tho-
mas Bensley, y emprendió la tarea de poner en marcha una
prensa mecánica cuyo modelo hizo girar en el taller de Bens­
ley en 1810. La primera prensa de cilindro se fabricó en
1812, y pronto fue solicitada para el Times. En ella, la plati­
na fue sustituida por un cilindro alrededor del cual se enro­
llaba la hoja de papel. La presión del cilindro sobre el molde
era superior, al ejercerse de manera tangencial y no ya plano
contra plano. En 1814, una máquina giró en el Times,
haciendo salir unas 1.100 hojas por hora. Por su parte, la
prensa «de retiración» permitía imprimir el anverso y el
reverso al mismo tiempo, mientras que una de sus variantes j!
hizo posible la impresión en dos colores. Se pusieron en mar­
cha otras máquinas nuevas, como la Columbia de George
Clymer en Filadelfia (1816). Cuando Konig y Bauer dejaron
Inglaterra para instalarse en Oberzell (cerca de Wurzburgo),
P. VlRGILlUS M a r o , Bucólica,
su sucesión fue tomada por Augustus Applegath y por su Geórgica etAeneis, París, P. y F. Di- ,j
cuñado Cowper (1817). Ambos fueron mejorando el inven- idot, año VI [1798], 8o. í

i
324
H ISTO RIA DEL LIBRO

to, que alcanzó una producción de 4.200 hojas por hora en


el Times en 1827, y de 6.000 con el vapor en 1832.

— El gollete de estrangulamiento residió, en adelante, en el molde


plano. Se llevaron a cabo sucesivas investigaciones para intentar
poner en marcha un procedimiento de fabricación de moldes
cilindricos. Una primera respuesta consistió en aumentar las
dimensiones del cilindro. Fue la solución de Richard M. Hoe
(1812-1886) en Nueva York hacia 1830. Al poderse yuxtapo­
ner verticalmente hasta diez composiciones, la tirada sobrepasó
las 10.000 hojas por hora. Siempre para el Times, Applegath
construyó en Inglaterra una prensa basada en los principios de
las de Hoe, pero con desarrollo horizontal (1848).

— Evidentemente, la solución no estaba dada de una vez por


todas, sino que faltaba un procedimiento que permitiera el
clisado estereotípico encorvado. El uso del papel machacado
para el clisado en el Times en 1857 fue la solución. A partir
de ese momento, el camino para la puesta en marcha de la
rotativa quedaba abierto, y fue acometido por muchas
empresas de construcción mecánica, a menudo fundadas y
dirigidas por ingenieros, como ejemplifican la fábrica de
William Bullock (1813-1867) en Filadelfia (1865), la de
Auguste Marinoni (1823-1904) en París (1867) y la de Karl
August Reichenbach (más tarde la «Machinenfabrik Augs-
burgo-Nüremberg», M A N .) en Augsburgo en 1873. En
1866, la rotativa Walter tiró un cuaderno de ocho páginas a
12.000 ejemplares por hora. Con el tiempo, el límite de pro­
ductividad vendría determinado por la resistencia del papel a
la tensión de los cilindros girando a gran velocidad.

1.3.3. La difusión de! invento

La mecanización de las prensas permitió aumentar la tirada y acelerar


el trabajo, dos imperativos que sobre todo eran necesarios en el caso
de los periódicos y diarios. Se calcula que, como mínimo, se habrían
necesitado 30.000 prensas manuales tradicionales para imprimir en
el plazo imperativo de ocho horas el Daily Express. Por tanto, nada
más lógico que el proceso afectase primeramente a las imprentas que
trabajaban para los periódicos, con el Times a la cabeza. La difusión
del invento siguió la clásica curva en forma de «S»: despegue más o
menos rápido según las situaciones, aceleración, luego ralentización
FRÉDÉRIC BARBIER

cada vez más visible antes del cámbio de ciclo, del paso a una nueva
máquina. Otros dos factores influyeron en la curva: la disponibilidad
financiera y la base capitalista de las imprentas tipográficas determinó
los procedimientos de amortización, a la vez que las medidas perso­
nales de los empresarios hicieron adoptar una política más o menos
innovadora para su fábrica. Así, la difusión de las máquinas de Konig
de Bauer fue muy lenta al principio, a causa de su precio y de las difi­
cultades de rentabilidad esperadas; pero también como consecuencia
de algunos problemas derivados de su puesta en funcionamiento, ya
que hacer girar una prensa mecánica suponía una reorganización pro­
funda del espacio de trabajo, así como disponer de un personal cuali­
ficado, de piezas de recambio y de combustible. La oposición de los
obreros también constituyó un factor importante que explica la lenti­
tud de la mecanización de las prensas (por medio del vapor, y más
tarde por medio de motores de gas826 o eléctricos). En la práctica, casi
todos los talleres siguieron equipados con prensas de madera; las pro-
’ pias prensas Stanhope constituían una excepción, y la escena descrita
en el taller de los Séchard en Angulema es representativa de la situa­
ción en la mayoría de las imprentas de la Restauración:

Con estas tres prensas, sin regente de imprenta, puedes ganar tus 9.000
francos por año [. ..]. Me opongo a que las reemplaces por esas malditas
prensas de hierro fundido que usan caracteres. Habéis gritado milagro,
en París, viendo la invención de ese maldito inglés, un enemigo de Fran­
cia que ha querido hacer fortuna de los fundidores. ¡Ah! ¡Habéis queri­
do prensas Stanhope! Loadas sean vuestras Stanhope, que cuestan 2.100
francos cada una [...] y os muelen el texto por falta de elasticidad [...].
La vida de las Stanhope es la muerte del carácter.. .827

La difusión del invento llegó con retraso a los países menos privile­
giados, como España. En 1902, Marinoni no contabilizaba más que
35 rotativas, casi todas girando para la prensa periódica en Madrid,
Barcelona, Sevilla, etc. Fuera de ello, el trabajo se siguió llevando a
cabo sobre prensas que se remontan al siglo XVIII:
826 Después del vapor y «antes de que
la energía eléctrica se generalice,
En la provincia de Barcelona sólo hay, a día de hoy, en enero de 1861, parece que son los motores de gas
24 máquinas frente a 79 prensas manuales, sólo nueve imprentas frente los que ayudan a servir para accio­
nar las máquinas», en especial los
a las 25 existentes en sustitución, o menos una...828
motores Otto (J. F. BOTREL, Pour
une histoire..., I, p. 48).
Finalmente, una tendencia observada en la segunda mitad del siglo 827 H. DE B a l z a c , Illusions perdues,
consiste en la preferencia dada a las nuevas máquinas, más pequeñas, última ed., París, 1990, p. 68.
que necesitaban una menor inversión y podían ser accionadas por un 828 J. F. BOTREL, Pour une histoire
solo obrero. Tal era el caso de la prensa americana «Minerva», de Gor- I,pp. 42-43.

I
H ISTO RIA DEL LIBRO

don, introducida en Inglaterra con el nombre de «Franklin Press». Las


prensas a pedales se difundieron mucho a partir de 1860, siendo uno
de los modelos más extendidos el de la «Activa», fabricada por las
industrias Marinoni (con más de 15.000 ejemplares vendidos). Con el
tiempo, el uso generalizado del motor de gas y, sobre todo, de la elec­
tricidad, proporcionó una mayor flexibilidad en la disposición de. la
fábrica y en la organización del trabajo. Junto a las grandes fábricas, la
mecanización de la impresión pasó a extenderse a los pequeños talleres.

1A La composición

La mecanización afectó en primer lugar al taller de. las prensas. El coste


de la mano de obra fue lo suficientemente bajo como para que se man­
tuviera el equilibrio del sistema (había que proporcionar más composi­
ción a las prensas en plazos cada vez más cortos) aumentando los efec­
tivos de los compositores. Sin embargo, con el tiempo esta política dejó
de ser viable. El incremento de los costes provocado por el aumento del
contingente y los salarios pedía a gritos una innovación. El equilibrio
técnico y financiero se basó en el control del funcionamiento del siste­
ma. Hacia 1820 se llevaron a cabo varios intentos para mecanizar la
composición. La tentativa más interesante consistió en combinar un
teclado, por medio del cual el compositor manipulaba los caracteres,
una serie de tubos y un juego de almacenes de ordenamiento. Esta
máquina componedora se completó con una máquina distribuidora
que automáticamente volvía a colocar en su sitio los caracteres descom­
puestos de los moldes. En 1840, con la máquina de Young y Delcam-
bre la productividad llegó a alcanzar los 6.000 caracteres por hora,
frente a los 1.000 o 1.200 de antaño. En 1869, el Times st equipó con
máquinas componedoras de Kastenbein.
No obstante, el proceso de innovación significó reconsiderar los
sistemas puestos en marcha hasta entonces. El paso decisivo se dio al
combinar los dos dominios, el de la composición y el de la fundición.
Con la linotype, inventada por el americano Ottmar Mergenthaler
en 1886, el compositor manipulaba no ya caracteres sino matrices.
Éstas pasaban por la fundición, y el molde tipográfico estaba consti­
tuido por una sucesión de «líneas-bloques». La ventaja reside en la
rapidez del trabajo (5.000 signos justificados por hora), en la econo-
mía de fuentes tipográficas (ya no hay caracteres) y en el hecho de
que la composición era siempre nueva y que, tras su uso, bastaba con
fundirla para disponer nuevamente de la materia prima (sin embar­
go, las correcciones sólo podían hacerse sobre la línea entera). Por
otra parte, la linotype supuso disponer de matrices en cantidad. Su

327
FRÉDÉRIC BARBIER

difusión se hizo posible gracias al grabador mecánico de pantógrafo


inventado por Linno Boyd Bendon en Milwaukee en 1855829. Com­
prada por el New York Tribune en 1886, la linotype fue introducida
en Inglaterra por el Globe. En 1897, la invención de la monotype por
Tolbert Lanston en Ohio facilitó las correcciones. El procedimiento
ya no funcionaba a base de líneas sucesivas, sino carácter por carácter,
lo que permitió una producción de 7.000 signos por hora. La
siguiente etapa está constituida exclusivamente por los componedo­
res-fundidores de bandas perforadas que aparecieron en 1930 y que
alcanzarían los 20.000 caracteres por hora.

1.5. La Im agen

El siglo XIX es el siglo de la imagen. Las técnicas consiguieron una


fidelidad de reproducción y una flexibilidad de utilización mayores,
pero debían adaptarse a las necesidades de la industrialización, de tal
manera que fue el aumento de las cifras de tirada lo que planteó el
problema de la firmeza de las planchas.

1.5.1. El trozo de madera y el acero

Una vez más, la innovación partió de Inglaterra. En Newcastle, Tho-


mas Bewick (1753-1828) puso en marcha la técnica de!trozo de made­
ra, que hizo posible un giro espectacular en la xilografía. Se trataba de
grabar al vacío (en cobre), y perpendicularmente a las fibras de los blo­
ques, de naturaleza muy dura, lo que ligaba la extrema finura del dibu­
jo a la solidez del soporte, y, de nuevo, hizo posible imprimir conjunta­
mente el texto y la imagen. Junto con la litografía, el trozo de madera
sería la técnica utilizada habitualmente por los artistas de lo que se ha
dado en llamar la «escuela romántica». En un principio, Bewick fue un
especialista en ilustración para niños {Fábulas de Gay, 1779), que cen­
tró luego su interés en las ciencias naturales. Su General history ofqua-
drupeds fue tirada en 1790 a 1.500 ejemplares, y no tardó en volverse a
Las dos etapas del grabado manual
editar. La solidez del trozo de madera haría de ella una técnica muy 82^ con punzón y de la oleada de la
bien adaptada a las necesidades de la prensa periódica ilustrada. matriz desaparecen.
. En cuanto al aguafuerte, el acero se utilizó en concurrencia con el «Procedimiento que consiste en
cobre. El metal era pulido, trabajado con punzón y luego remojado, dejar, por electrólisis, una capa de
permitiendo su solidez tiradas elevadas. Originario de Inglaterra, el metal sobre un soporte [...] para
grabado sobre acero se introdujo en el continente en 1820, y solía luego recubrirlo...» (Larousse). La
galvanoplastia fue inventada por
utilizarse para láminas ajenas al texto, dado que se trata de una técni­ Spencer y Jacobi en 1836 y es in­
ca al vacío. Finalmente, gracias a la galvanoplastia830 se pudo obtener troducida en Francia en 1840.

328
H ISTO R IA DEL LIBRO

de cada lámina tantos clisés como fueran necesarios para alimentar


las prensas. Así, Max undMoritz de Wilhelm Busch fue publicada en
un principio con ilustraciones sobre madera (1865), que adoptarían
la galvanoplastia a partir de la quinta edición.

7.5.2. La litografía

La litografía fue inventada por el bávaro Alo'ís Senefelder (1771-


1834) en 1796. El artista dibujaba con lápiz graso sobre una piedra
calcárea, que pasaba directamente bajo la prensa litógráfica. Su venta­
ja reside en una utilización versátil y en la supresión del hasta enton­
ces obligado intermediario del grabador. La litografía, muy tomada
de la escuela romántica, fue utilizada en Alemania por Senefelder para
prestigiosas ediciones como la del Gebetbuch de Maximiliano, ilustra­
da por Durero (1808). En 1802, Philippe André obtuvo una patente
para introducir esta técnica en Francia, pero sería lanzada a partir de
la fundación de los talleres del conde de Lasteyrie y de Geoffroy
Engelman en París en 1816. Su fácil manejo y coste reducido explican
la rápida multiplicación de las imprentas litográficas, que producían
tanto ilustraciones para libros como mapas geográficos, música, ima­
ginería, trabajos urbanos (encabezados, etiquetas industriales, publi­
cidades de todo tipo)831, etc. Publicados en 1820, los Viajes pintorescos
y románticos en la antigua Francia constituyen el primer monumento
de este procedimiento832. Andando el tiempo, los diferentes procedi­
mientos de ilustración (trozo de madera, acero, etc.) serían a veces
utilizados juntos en los mismos libros, como en el Pablo y Virginia
publicado por Henri Curmer en París en 1838833. Se hicieron todo
tipo de ensayos para sustituir a la piedra litógráfica por otro soporte,
hasta la puesta en marcha de la zincografía en París en 1868.
831 B. DELMAS, «Lithographie et litho-
graphes a París dans la premiére
moitié du XIO siécle», en Le Livre 7.5.3. La fotografía
et l'historien [Antología H.-J.
Martin], Ginebra, 1997, pp. 723-
742. Las aplicaciones de la fotografía se basaron en los descubrimientos
del siglo X V III . Las primeras investigaciones pretendían situar un
832 Voyages pittoresques et romantiques
dans l'ancienne France, dir. J. Taylor, soporte sensible al fondo de una cámara negra. El procedimiento de
C. Nodier, París, F. Didot [y al.], Daguerre explotó una propiedad de las sales de plata haciendo reac-
1820-1878, 14 vol., 2o (il. F. Frago- donar la luz (1839), y utilizando como soporte una placa metálica
nard y al., lit. G. Engelmann).
fue posible disponer de ello para las prensas (1850). Se reforzaba la
833 B. DE S a in t - P ie r r e , Paul et Virgi-
placa por galvanoplastia, antes de atacar con aguafuerte las partes no
nie et la Chaumüre indienne, ill.
T. Johannot, E. Isaley, París, Cur- protegidas. Sin embargo, el uso de la galvanoplastia hacía imposible
mer (impr. A. Everat), 1838, 4o. la reproducción de matices y degradados, que eran reportados a

329
FRÉDÉRIC BARBIER

mano tras la pasada. Esta dificultad se resolvió con la trama america­


na, inventada en 1882 por Meisenbach, que descomponía la luz. En
1884, el procedimiento fue empleado en los libros, y en 1886 el
Journal 1Ilustré publicó la primera reproducción fotográfica en un
diario. El desarrollo de la producción de los álbumes ilustrados y, más
tarde, el de la tarjeta postal, se basó en estos inventos.

1.5.4. La zincografía y el offset

Firmin Gillot y su hijo lograron trasladar una imagen litografiada a


una placa de cinc, y trataron ésta para obtener un clisé en relieve. En
1872, se sustituyó la prueba litografiada por una fotografía, que a
partir de 1884 fue posible tramar. Finalmente, la zincografía dio ori­
gen al offset, que consiste en «pasar a un cilindro de caucho la imagen
obtenida sobre [la] placa de cinc» (J. Guignard). Empleado con
mucha frecuencia a partir de 1904, el offset evitó el desgaste excesivo
del molde impresor y permitió imprimir los dos lados a la vez. A lo
largo de todo el siglo, las investigaciones continuaron también en
otras direcciones, ya se tratara del heliograbado como de la fotolito­
grafía, de la fotometalografía, etc.

2o LA PRODUCCIÓN

2a 1 a E structuras y form as de producción

La industrialización del sector vino acompañada de una profunda


reorganización de las estructuras de producción. Se produjeron dos
grandes fenómenos: la multiplicación de los talleres y la concentra­
ción y organización de verdaderas «fábricas de libros».

2.1.1. La red de imprentas

Conocemos el proceso de difusión de la imprenta gracias a la estadís­


tica industrial. Tras la expansión revolucionaria y la posterior resaca
de principios del siglo XIX, en Francia la curva de muchos talleres vol­
vió a ascender: de 506 imprentas en 1811 se pasó a casi 900 en 1840,
a 1.500 en 1879, para ascender a más de 4.000 en 1914. Como en
esta época la población no ascendió más que de 29 a 39 millones de

330
H IST O R IA DEL LIBRO

habitantes, la tasa media de equipamiento (número de habitantes por


taller) superó la sextuplicación. Claro está, la aceleración fue más pal­
pable a partir de 1870 con la liberalización de las profesiones del
libro. La ventaja de Francia sobre ciertos países mejor dotados, como
Alemania, fue especialmente nítida bajo la Tercera República.
Resulta más difícil de precisar la curva seguida por la evolución
de los factores de producción-capital fijo (máquinas) y trabajo (per­
sonal). La estadística de las máquinas de vapor en 1861 proporciona
un buen índice de la mecanización834, con un enorme avance parisino
tras el cual destacan Seine-et-Oise, el norte de Francia y la Gironda.
Al otro lado de la distribución, el vapor estaba casi ausente en los
talleres de Bretaña, del centro y del sur de Francia (al sur de una línea
imaginaria entre Burdeos y Besaron, exceptuando el valle del Rin).
La estadística de los efectivos de los obreros señala una media de una
docena de obreros por taller hacia 1850, cifra que se dobló en la
década de 1860, con 24 obreros. Las dos grandes características de la
población de los talleres se sitúan en su extrema dispersión geográfica
y en sus grandes diferencias estructurales.
A partir de entonces encontramos imprentas en todas las ciudades
provinciales de Francia y, a veces, en algunos pueblos importantes. A
principios del siglo XX ya giraban prensas en 60 localidades del departa­
mento del Norte. La situación fue similar en el resto de los departa­
mentos franceses, así como en la geografía tipográfica de todas las
potencias occidentales. Pero estos talleres, con frecuencia, no tenían
nada que ver unos con otros. En la mayoría de los casos nos encontra­
mos aún frente a un conjunto de talleres artesanales, sin mecanizar, que
trabajaban día a día, y que contaban con un material reducido y con un
personal no muy numeroso. En el otro extremo tenemos a las nuevas
«fábricas de libros», claramente mecanizadas, cuyos efectivos de obreros
eran muy superiores, y que contaban con una organización completa-
mente diferente, asegurando la mayor parte de la producción libresca.

2.1.2. La fábrica
834 H. E. F, III, p. 74 (ofrece una car­
ta).
El antiguo taller que giraba en torno a la sala del maestro impresor
835 La composición, la impresión fue una estructura que se adaptó mal al proceso de industrialización.
-con algunas veces una distinción
según las máquinas-, el empaque­
Los efectivos crecieron, la organización pasó a hacerse en talleres cla­
tamiento, la encuadernación, el al­ ramente separados835, se produjo la racionalización del trabajo y el
macenamiento de ejemplares, el desarrollo de una burocracia de gestión (con la jerarquización en los
envío, etc., son exageradas por las talleres, la presencia de los regentes de imprenta, de los contramaes­
oficinas y los servicios de adminis­
tración, la contabilidad y la ges­ tres y de las diferentes oficinas). La complicación aumentó a la hora
tión de la fábrica. de mecanizar el proceso de producción. La puesta en marcha de una

33i
FRÉDÉRIC BARBIER

máquina de vapor estaba sometida a reglas de seguridad muy estric­


tas, y la transmisión de la fuerza (por medio de correas, etc.) requería
una disposición apropiada por parte de los diferentes talleres. Se
construyeron fábricas de imprenta en Francia, de la mano de empre­
sarios como Paul Dupont o Napoleón Chaix en París, encontrándo­
las también en Tours con los Mame y en Lille con los Danel, como
también en Nancy con los Bergel-Levrault836. En Inglaterra y Escocia
se llevó a cabo un proceso similar, como también en Alemania (sobre
todo en Leipzig), Austria-Hungría, etc. En Barcelona, Heinrich y
Compañía hicieron girar en 1894 más de 200 máquinas accionadas
por dos máquinas de vapor.
El éxito de estas formas industriales tuvo tres grandes consecuen­
cias. El modelo de localización de los talleres estuvo en función del
coste de los transportes y del control del mercado, buscándose ante
todo los costes productivos más bajos en cuanto al mobiliario y a la
remuneración del trabajo. Salvo en el caso de las imprentas de perió­
dicos, las imprentas podían instalarse en los alrededores o en las ciu­
dades provinciales. La especialización y una nueva organización del
trabajo (con varios impresores trabajando en una misma obra, etc.)837
se extendieron. Sin embargo, algunos países conservaron una estruc­
tura híbrida, como Alemania e incluso Italia, en los que el peso de las
formas políticas siguió siendo capital en la distribución de las activi­
dades impresoras y editoriales. .

De 1801 a 1860 De 1861 a 1900 836 Bibliografía, para Francia, H, E.


JVhlan^*. Padua Milán ~ Padua F.,III, pp. 513-514.
• * ® m • 0 • 837 De ahí la instalación de algunas
• . Pavía Venecia 9 s paVia Venecia
imprentas industriales en las afue­
ras de París (Corbeil, Le Petit-
Montrouge, etc.) y, por lo tanto, la
Florencia Florencia posibilidad para los editores de la
© Roma ||R o m a capital de dirigirse a los grandes
^ |!| Nápoles © Ñapóles
impresores de la provincia, ya que,
en un caso o en otro, los gastos
son menos elevados y porque el
alejamiento ya no constituye un
Palermo Palermo criterio determinante. Sabemos
que la numeración de técnicas de
imprenta y la rapidez de la red de
comunicaciones por sistemas in­
^ Más del 15% de la producción formáticos permiten hasta hoy
# Del 10 al 15% otro nivel de transparencia del te­
rritorio (o de deslocalización) y
• Del 5 al 10%
también permiten mandar textos
0 Menos del 5% en el océano índico (Madagascar,
Isla Mauricio, India propiamente
Geografía editorial de Italia en el siglo XIX dicha, etc.)

33*
H ISTO RIA DEL LIBRO

En cuanto al segundo aspecto, la construcción de las fábricas, que


podían llegar a hacerse monumentales, requería considerables medios
financieros. Con el tiempo, los bancos intervinieron y se unieron al
auge de la nueva figura del editor. Por último, aunque algunos espa­
cios geográficos seguían en retraso, el sector de las «industrias multi-
gráficas» se convirtió en una rama industrial de pleno derecho, como,
demuestran las cifras alemanas. En vísperas de la guerra de 1914
había 19.000 prensas mecánicas (en cifras redondeadas), 500 prensas
de retiración, cerca de 1.100 rotativas del tipo más avanzado y 6.500
prensas manuales. Los cálculos del capital invertido sólo en máquinas
de imprimir ascienden a 153 millones de marcos por estas fechas,
suma a la que habría que añadir el precio de los 6.750 motores, como
también de otras máquinas, de los instrumentos, etc., así como la del
capital fijo (mobiliario y equipamientos). Se levantaron fábricas
gigantescas (Brockhaus, le Bibliographisches Instituí, etc.) en el barrio
del libro de Leipzig (Buchviertel), a la vez que cobró gran importancia
la prensa periódica berlinesa... El panorama sería similar en las res­
tantes naciones occidentales.

2.2o El editor industrial

El editor pasó a ser el rey del juego. Se encargó de llevar a cabo una
cierta política editorial, encargando el trabajo a los autores, determi-
nando las características materiales de la obra o de la colección,
haciendo los cálculos presupuestarios necesarios y organizando la
difusión. La figura del editor se impuso como el eslabón fundamen­
tal del campo literario, entre el autor (al que publica y al que paga), el
impresor (al que realiza el encargo) y el difusor (que asegura el apro­
visionamiento, y que está sujeto a contratos y hábitos profesionales
muy precisos). Se encargó del núcleo de todas las operaciones de
librería; aseguró los créditos y se vinculó a los bancos que, con el
tiempo, intervendrían directamente en el capital de las principales
casas editoriales. Hemos de limitarnos a tratar someramente estas
cuestiones.
La función editorial, que combina la faceta capitalista con el pro-
yecto empresarial, estuvo ya presente en los publishers londinenses del
siglo XVIII. En Alemania, el editor de la segunda mitad del siglo XVIII,
como Nicolai o Cotta, fue también un impresor. En Stuttgart,
Johann Friedrich Cotta (activo de 1787 a 1832) levantó su fortuna
gracias al reconocimiento de los nuevos autores clásicos, como Goet­
he y Schiller. La situación francesa fue más incierta, porque el merca­
do era menos poderoso, con una población más débil, un menor

333
FRÉDÉRIC BARBIER

grado de urbanización y una tasa de alfabetización que siguió siendo


baja por mucho tiempo. Por tanto, en sentido estricto, el primer edi­
tor que hubo fue Charles Joseph Panckoucke (1736-1798)838.
Después de Panckoucke, los principales editores de la era indus­
trial se siguieron concentrando en París, donde podían beneficiarse
de tres elementos fundamentales. El primero de ellos, y el principal,
era el de los libros escolares, que constituía el mercado de masas por
excelencia en lugar de los libros religiosos. Aquí, la posibilidad de
intervenir en las medidas del ministerio era, con frecuencia, decisiva.
El segundo campo era el de la literatura francesa, en el que la deman­
da fue muy fuerte a lo largo del siglo XIX, tanto en Francia como en el
extranjero. Las grandes figuras parisinas como Louis Hachette,
Michel Lévy, Pierre Larousse, Ernest Flammarion y otras muchas, se
hicieron muy poderosas, pero tampoco hay que olvidar la presencia
de los grandes editores provinciales, cuya especialidad era, principal­
mente, el libro religioso, como los Mame en Tours839.
El auge de estas empresas -incluyendo a la prensa periódica-
explica que los intereses financieros se fueran haciendo cada vez más
dominantes. El esquema, más o menos pronunciado y precoz, fue en
todas partes el mismo, desde la edición francesa840 hasta los nuevos
editores húngaros tras 1867. Un buen ejemplo viene constituido por
Alemania, con el rápido auge de una serie de empresas de nuevo
cuño, en las que la concentración capitalista se combinó con unas
estructuras sociales adaptadas y con la participación de las grandes
instituciones bancadas. Adolf Króner (1836-1911) creó la casa edito­
rial Union Deutsche Verlagsgesellschafl A.G. (U.D.V.), sostenida 838 Cf. infra pp. 276 y ss.
mediante acciones y, más tarde, sociedad anónima con un capital de 839 E. HAYMANN, Albin Michel le ro­
cinco millones de marcos. El konzern de la U.D. V. fue comprado en mán d'un éditeur, París, 1993. J. Y.
MOLLIER, Michel et Calmann-Lévy,
1910 por August Scherl GmbH por un capital de 12,5 millones de ou la naissance de l'édition modéme
marcos, entre los que se encontraba una fuerte participación de la (1836-1891), París, 1984. Id., Pie­
banca de Leipzig Allgemeina Creditanstalt. Otra poderosa sede fue rre Larousse et som temps, París,
1995. Id., Louis Hachette, lefonda-
fundada por Eduard v. Hallberger, el Deutsche Verlagsanstalt (D. VA.),
teur d'un empire (1800-1864) , Pa­
con un capital de 3,2 millones de marcos... En 1919, el grupo de rís, 1999. E. P a r in e t, La librairie
Alfred Hugenberg (1865-1951), que sucedió a Scherl y presidió tam­ Flammarion, 1875-1914, París,
bién la dirección de Krupp, ocupó el primer puesto entre los editores 1992.
alemanes, controlando dos terceras partes de la prensa conservadora y 840 J. Y. MOLLIER, L 'Argent et les lettres;
la mayor compañía cinematográfica del mundo, la Universum Film histoire du capitalisme d'édition
(1880-1920), París, 1988. Podemos
A.G. ( U.F.A.). Los grandes editores industriales americanos, como encontrar una historia de los edito­
Henry Holt (1866) o George Brett (1869) aparecieron sobre todo res de italianos de los años 1860-
tras la Guerra de Secesión. El primer gran foco fue Nueva York, y el 1960 en N. T r a n f a g lia , A. Vrrro-
RIA, Stroria degli editoti italiani
segundo Chicago, pero también se constituyeron otros focos edito­
dall’UnitcL alia fine degli anni Ses-
riales muy importantes en Indianápolis, Mineápolis, Cincinati, Cle­ santa, Roma, Barí, 200 («Stroria e
veland, etc. societá»).

334
H ISTO RIA DEL LIBRO

23 „ La producción

La estructura industrial estuvo determinada por el auge de la pro­


ducción impresa, cuantificable a partir del número de obras, como
también a partir de las importantes reorientaciones que podemos
observar. Un análisis geográfico más detallado pone de manifiesto la
correlación directa que existía entre el auge de la producción impre­
sa y la modernidad económica, social y cultural de conjunto. Así, el
atraso español se ha de achacar a la escasa alfabetización y a una
urbanización pobre, junto con un retraso económico general (el sec­
tor primario era dominante)841. En Francia, la curva de la producción
impresa señala la presencia de 1.200 obras en 1840, más de 10.000
en 1855, gran ascenso a 20.000 en 1880, 28.000 en 1900 y más de
32.000 en 1913. La progresión fue similar en Alemania, con un alza
media anual del 2,4% entre 1840 y 1914, que se tradujo en unas
1.200 obras en 1840, más de 10.000 en 1870, 20.000 en 1894 y
más de 35.000 en 1913. En cuanto a la estadística italiana, propor­
cionada por CLIO, está subestimada, pero propone una trayectoria
similar842.

1801

841 A principios del siglo XIX, Madrid


tiene apenas 200.000 habitantes;
Barcelona y Sevilla, alrededor de
100.000; Valencia, 80.000; Cádiz
70.000 y Málaga, Zaragoza y
Murcia, 50.000.
842 Cifra discutida por Santoro, obra Producción impresa italiana , excepto periódicos > 1801-1891
citada, p. 287 y nota 65. (número de obras)

335
FRÉDÉRIC BARBIER

A la par, el auge de la producción impresa vino acompañado de un


reajuste de los contenidos. En Francia, se entabló un largo proceso de
secularización, y, aunque la edición religiosa siguió siendo muy
importante, el «gran clásico» pasó a ser el libro escolar. La literatura
fue el segundo sector más dinámico. En un primer momento, el pro­
tagonismo le correspondió a la poesía y al teatro, antes de asentarse
definitivamente la primacía de la novela y de la novela en folleto, a
pesar de que se tratara del sector más propicio para las falsificaciones
hasta la década de 1870. La propia amplitud de un fenómeno que
pasó a la categoría de patrón literario -recordemos a Emma Bovary-
explica la virulencia de las críticas contra la lectura de novelas.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII el libro para jóvenes se
convirtió en uno de los sectores más prometedores. Además del
juguete, el libro era uno de los dos objetos en torno a los cuales se
construía la infancia, como paradigma cultural y como mercado
específico a la vez. La coyuntura fue muy brillante en Alemania, con
una producción que sobrepasó las 210 obras en 1801, para alcanzar
las 3.700 en 1900843. En Francia, el gran éxito de la librería católica
para la juventud vendría representado por La vuelta a Francia por dos
niños, que alcanzaría una difusión global de 6.000.000 de ejemplares.
El éxito de una casa como la de la librería Hachette se construyó, en
gran medida, gracias al lanzamiento de colecciones específicas para la
juventud como la «Biblioteca rosa» (con la condesa de Ségur) y, poco
después, la «Biblioteca verde». Por otra parte, Mame fue conocido
por sus colecciones de historias moralizantes para la juventud católi­
ca (con las narraciones del prolífico canónigo Christoph Schmid y su
best seller de los Huevos de Pascua), mientras que Hetzel se apoyó en
los beneficios financieros que le proporcionaron las novelas de su
amigo Julio Verne.
El resto de los sectores editoriales permaneció en un segundo
plano, aunque la ponderación de las cifras de tirada modifique, sin
duda alguna, el equilibrio de conjunto. Uno de los grandes éxitos de
la edición francesa del primer tercio del siglo XIX estuvo constituido
por las Palabras de un creyente de Lamennais (1834), pronto sucedido
por la Vida de Jesús de Renán (1836). El sector de los diccionarios y
enciclopedias también fue uno de los más dinámicos, ya que respon­
día a la demanda de aculturación de las mayorías (pensemos en Con-
versationslexicon de Friedrich Arnold Brockhaus), que podía tomar
una perspectiva política (Pierre Larousse), siendo a la vez un símbolo
de la construcción de algunas nacionalidades (Hungría, América del
Sur, etc.). Hubo muchas variantes de este tipo de producto, como las
Geschichte der deutschen Kinder-
monumentales colecciones enciclopédicas, lógicamente las más caras, und Jugendliteratur, dir. R. Wild,
las coleccioens publicadas por entregas y las series más modestas des- Stutgart, 1990.

33¿
H IST O R IA DEL LIBRO

tinadas a un público más amplio, cuyos objetivos eran más bien de


tipo práctico y sus formas eran de lo más variado (como ejemplifican
los pequeños manuales de Estrasburgo del Maestro Pedro o El sabio
campestre). Nos encontramos cercanos al tradicional modelo del
almanaque, cuya moda no cesó a lo largo de todo el siglo, aunque la
oleada se hizo menos brillante a partir de 1870.

2.4. La prensa periódica industrial

El siglo X I X fue la época en la que apareció la prensa periódica con­


temporánea, bajo su doble dimensión de la prensa de gran tirada y de
la prensa de la realidad cotidiana. Por otra parte, fue el sector de la
prensa periódica el que sostuvo la mayor parte del progreso técnico,
como sucedió en Francia e Inglaterra. Una breve presentación se
podría articular en torno a dos grandes momentos, que naturalmen­
te no pretende acabar con un campo particularmente prolífico y
complejo.

2.4.7. La aparición de la prensa periódica industrial

En Inglaterra y Francia se pusieron en marcha intentos precoces de


sacar una prensa periódica a buen precio. Tal fue el caso del Penny
Magazine, lanzado por Charles Knight en Inglaterra para responder a
la depresión de 1820, y cuyo título anunciaba el programa. Este
modelo no tardó en ser copiado y exportado, sirviendo de prototipo
para la edición del Pfennig Magazin de Martin Bossange844en Alema­
nia. El uso del grabado sobre madera sirvió para ilustrar el texto. Pero
la innovación decisiva que dio al periódico su forma moderna se
debió a un verdadero personaje de novela, Émile de Girandin. Giran-
din acaba de lanzar La Moda, con litografías (1829), cuando la Revo­
lución Francesa de julio puso de manifiesto la importancia del Cuar­
to Estado. En la Revista de París de agosto de 1834 anunciaba su pro­
grama:

Cuando el pueblo es soberano, es de decoro que el soberano sepa leer.


Entre seis, le vamos a dar una educación.
844 F. BARBIER, «Martin Bossange, Paria
und Deutschland», en Beitrdge zur Dos años más tarde, Girandin fundó La presse, cuya suscripción
Geschichte des Buchwesens imfrühen anual costaba 40 francos, cifra que no cubría ni el precio de fabrica­
19 J t Wiesbaden, 1993, pp. 95-
113. R. D. ALTICK, The English ción. Sin embargo, su difusión creció y la inversión comenzó a ser
Commom Reader..., pp. 332 y ss. rentable, en gran parte reforzada por los anuncios publicitarios. La

337
FRÉDÉRIC BARBIER

presencia de un público suficiente de consumidores bastó para inver­


tir en publicidad, permitiendo a La presse alcanzar los 10.000 ejem­
plares en 1836, para ascender a 23.000 en 1845 (año en el que el
periódico pasó a editarse en gran formato) y a 35.000 en 1854. El
modelo de Girandin fue pronto copiado y extendido por sus compe­
tidores. Le Sieele de Dutacq estaba más cercano a la oposición, y
conoció un rápido auge (1836), con un equilibrio financiero basado
en la publicidad y en el nuevo folleto literario ('Capitán Paul de
Dumas se publicó en 1838). Con el tiempo, la mayoría de los diarios
franceses estaban destinados a enfrentarse, y la tirada de los periódi­
cos parisinos pasó de 80.000 a 180.000 ejemplares entre 1836 y
1847.
En la misma época (1850), Londres contaba con más de seis
periódicos de la mañana y tres de la noche, cuyas tiradas alcanzarían
varias decenas de miles de ejemplares (60.000 para el Times). La apa­
rición de la prensa industrial en Estados Unidos fue casi paralela,
pero allí conoció un desarrollo aún más rápido. En 1833, Benjamin
Day fundó The Sun, cuyo precio de venta por unidad era de 2 cénti­
mos, frente a 6 para la competencia, y que constituyó el prototipo de
hoja popular basada en hechos sensacionalistas. Al cabo de dos años,
su tirada ya sobrepasó la del Times de Londres. Por su parte, el New
York Tribune, creado por Horacio Greeley en 1841, contaba con
200.000 ejemplares en 1860.
El éxito de la prensa periódica industrial preocupó a la mayoría
de los gobiernos, que veían en este nuevo medio un posible canal de
ideas subversivas, de tal manera que el régimen de la prensa llegó a
funcionar como el revelador de medidas políticas mucho más genera­
les. Así, los acontecimientos parisinos de 1830 tuvieron su origen
inmediato en las medidas tomadas por Carlos X en defensa de los
periódicos de la oposición. A la inversa, los procesos revolucionarios
vinieron acompañados de la liberalización del sector y del auge bru­
tal, pero momentáneo, de la producción. Por ejemplo, sólo en la ciu­
dad de Venecia aparecieron entre marzo de 1848 y agosto de 1849
más de 100 periódicos. El paso a la prensa de gran tirada dependió
directamente del propio régimen de la prensa.

2.4.2. La prensa de gran tirada

Desde el punto de vista financiero, la principal característica fue el


aumento de las tiradas, la bajada de los precios, el progreso en los
procedimientos y la ampliación de la difusión. Tras Girandin, en
1836 un segundo personaje de novela inventó en Francia el periódi-

338
HISTORIA DEL LIBRO

co popular de gran tirada. Se trata de Moisés (llamado Polidoro)


Millaud, que había retomado el Periódico de los caminos de hierro
junto con Isaac Mires. Vendido a cinco céntimos por unidad, creó Le
petitjournal en el que publicó los fanzines de Ponson du Terrail y de
Emile Gaboriau. Lepetitjournal, que en 1867 se equipó con rotativas
Marinoni, alcanzó una tirada de más de 350.000 ejemplares a finales
del Segundo Imperio francés, para pasar a 500.000 en 1877 y a
1.000.000 en 1891. Fundado en 1876 sobre el mismo modelo, Le
petit parisién sobrepasó 1.500.000 ejemplares en 1914, y fue el título
más importante del mundo. Lanzado en 1883, Le matin alcanzó los
75.000 ejemplares en 1899, para pasar a 900.000 en vísperas de la
guerra. Finalmente, Le journal, fundado en 1892, sobrepasó igual­
mente el millón en 1914.
La prensa francesa era entonces la segunda del mundo tras l a .
americana, cuyo vigor asombró a todos los observadores del viejo
continente. Joseph Pulitzer (1847-1931) se marchó a Saint-Louis
(1878), para más tarde retomar el New York World(1883), que pasó a
venderse al precio simbólico de un centavo el ejemplar (1896). Tam­
bién se encargó del New York Journal\ fundado por Hearst el año
anterior. Estos títulos populares vinieron a completarse con el New
York Times, que pasó a ser el mejor diario americano de información
general (con 175.000 ejemplares en 1913). Idéntica trayectoria se
siguió en Inglaterra, con la prensa por medio penique impuesta por
el Evening News en 1881 y por el Star en 1888. Por su parte, Alfred
Harmsworth hizo tirar el Daily M ailcon 1.000.000 de ejemplares en
1901, cifra que el Daily M irror alcanzaría en 1911. Muchos otros
periódicos se vieron obligados a seguir este modelo y a pasarse al
medio penique, a la vez que Harmsworth (Lord NorthclifFe desde •
1905) compró el Times en 1914.
El movimiento de industrialización y concentración convirtió a
la prensa en uno de los sectores más dinámicos en todos los grandes
países industriales. En Berlín se publicaron el Berliner Tageblatt, la
Berliner Zeitungy ú Berliner LokalAnzeiger, lanzado este último por
Scherl en 1883 con métodos sensacionalistas. Su tirada se fijó, de
golpe, en 200.000 ejemplares; 2.000 distribuidores extendieron el
periódico por la ciudad; semanario en un principio, el periódico se
hizo diario en 1885, antes de que salieran dos ediciones por día
(1889). Es la época en la que se fundaron numerosos diarios de
dimensión nacional, como en Italia el Osservatore romano (1861), y
más tarde la Stampa de Torino (1867), II Corriere della Sera de Milán
(1876), IlMessagero de Roma (1878)... Por último, los espacios geo­
gráficos de los periódicos constituían la geografía de la modernidad.
El escenario francés estaba dominado por los títulos de una prensa

339
FRÉDÉRIC BARBIER

nacional que se confundía con la prensa parisina, mientras que en


Alemania asistimos al ascenso de los grandes periódicos berlineses de
la época del Imperio, y en Italia se destacaban claramente las ciudades
del norte.

P rincipales ciudades de edición de diarios y periódicos en la Italia de 1873

Ciudades Florencia Nápoles Palermo

Hubo otros dos factores esenciales: por un lado, la integración geo­


gráfica, ya que había que poder difundir pronto y a todos los lugares;
por Otro, una cierta forma de tradición que, por ejemplo, favorecía a
los periódicos locales en las ciudades de Gran Bretaña, en colonias
como Canadá y en los Estados Unidos, con la figura emblemática del
impresor-librero que publicaba y redactaba personalmente gran parte
'del periódico local. En general, la gran prensa industrial hizo que las
sociedades occidentales entraran de lleno en el esquema de la media-
tización de masas.

2.4.3. El régimen legislativo

Hemos visto la importancia extrema del régimen de la prensa. En


Francia ya no fue posible volver a la experiencia de 1789, sino que la
situación a corto plazo evolucionó por completo, en función de las
medidas políticas de los sucesivos ministros. En 1824, el parisino
Mossé subrayaba la articulación existente entre el régimen de la pren­
sa y su coyuntura económica:

[Está] demostrado que cuanta más competencia y libertad haya en una


profesión, más se perfeccionan y se venden a un precio más bajo los pro­
ductos de dicha profesión [...]. La libertad [...] disminuiría considera­
blemente los gastos de impresión, y [...] aumentaría los canales de difu­
sión aumentando el número de libreros.. .845.

A grandes rasgos, las medidas de Napoleón I siguieron vigentes hasta


1870, pasando la vigilancia de los diarios por fases de mayor o menor
desconfianza según las sucesivas administraciones y acontecimientos.
Los hábitos de la fianza, la responsabilidad del editor y el jurado 845 J. M . MOSSE, D.u commerce de la
popular estaban en el centro del debate. Con la derrota de Sedán y el librairie, des moyens de le rendre
plus florissant et de déjouer les cón-
encarcelamiento de Napoleón III, la situación cambió por completo: trefacteurs étragers: observations...,
en 1870, el Gobierno de la Defensa nacional francesa instauró la París, 1824, 8o.

340
H IST O R IA DEL LIBRO

libertad de establecimiento, y desde 1878 la Cámara preparó una ley


sobre el régimen de la imprenta, que sería votada el 29 de julio de
1881. Mediante la instauración de formalidades, entre las cuales la
principal sería la del depósito legal, la libertad de publicación y difu­
sión era casi absoluta. Salvo algunos tipos de delito señalados como
condenables -como la difamación de cara a particulares-, la aplica­
ción de la ley acentuó el liberalismo y, en la práctica, los procedi­
mientos judiciales entablados rara vez seguían su curso846.
Durante mucho tiempo, el régimen editorial fue más favorable
en países como España. La libertad de empresa se consiguió en 1836,
y aunque algunas medidas puntuales podían limitarla en la práctica,
la revolución de 1868 proclamó la libertad de prensa, garantizada por
la Constitución de 1869. Una serie de decretos contrarios la fueron
limitando (1875-1876), y la ley de 1879 restableció el régimen de
«libertad vigilada» de la prensa periódica, mientras que el propio
libro se benefició de un régimen mucho más liberal. Finalmente, la
ley de 1883 restableció un régimen de libertad, aunque se pusieron
en marcha mecanismos más serveros al hilo de las diferentes guerras
en las que España se vio inmersa847.

846 G. BARBIER, Code expliqué de la


presse. Traité général de la pólice de
la presse..., París, Marchal y Bi-
llard, 1887, 2 vol.
847 J. F. BOTREL, Pour une histoire...,
Capítol© 15
£! producto

Bebimos nuestro café [...]. Y después, Jeanne leyó el pliego de Elpeque­


ñoparisino, a la vez que yo leía otros periódicos [...]. Largas noches jun­
tos. Jeanne [...] leía, tricotaba, o se ocupaba de cualquier otra cosa, ¡le
daba igual! ¡Escogió Lospaisanos de Balzaá Le pregunté: «¿Qué tal?». Me
respondió: «Es m uy divertida». En cuanto a mí, escribía, a partir de las
notas, un largo artículo, Karl Vogty su influencia... (J. DE TlNAN, ¿Pien­
sas triunfarr)

1. LA INNOVACIÓN DEL PRODUCTO

El proceso de innovación formaba un todo a partir del cual se orga­


nizaba el sistema-libro en su conjunto. Obedecía a tres esquemas dis­
tintos. El progreso de los procedimientos se basó en las innovaciones
técnicas propiamente dichas. Estaba directamente vinculado con la
innovación de la organización, ligada a las transformaciones estructu­
rales que introdujo el paso a la industrialización: un nuevo espacio de
producción y unas nuevas formas de trabajo, como también el
aumento de la importancia de la función editorial y nuevas formas de
difusión. Estos cambios sólo podían ser válidos si se ajustaban a las
directrices financieras -tenían que ser viables desde el punto de vista
financiero-, es decir, a las directrices de los mercados. De ahí la
importancia de la innovación del producto, que hace referencia a esos
nuevos objetos creados por los editores e impresores industriales con
vistas a obtener ventajas financieras más importantes.

343
FRÉDÉRIC BARBIER

1.1. La librería

El proceso de cambio se inició desde el momento en que se fue cons­


tituyendo un mercado de masas para la imprenta y que se entró en
otro esquema de consumo. Su punto de partida pudo obedecer a
razones ideológicas o políticas, pero con el tiempo la economía se
convirtió en el factor fundamental. El aumento del poder adquisitivo
de la población hizo posible destinar una parte de los ingresos al con-
sumo, que ya no se limitó a los productos de primera necesidad
(comida, ropa y alojamiento), y en el que los productos relacionados
con la imprenta (libro, periódico, semanario) estaban incluidos. En
Francia, este proceso de apertura comenzó desde finales del Antiguo
Régimen, e, independientemente del papel de los acontecimientos de
la Revolución y el Imperio, prosiguió en la década de 1820, momen­
to en el que hubo una gran demanda de impresos, pero que no podía
_ser satisfecha, ya que el libro seguía siendo un objeto relativamente
caro y accesible sólo a una minoría de la población. .

7.7.7. Las colecciones baratas

Una primera respuesta fue aprovechar los canales de difusión. La sala


de lectura848 vivió su época dorada durante la Restauración, ya que
además de sus ventajas materiales -dar a leer más cantidad de libros a
un menor precio, sin que ello supusiera una adaptación radical de las
formas de producción y difusión- contaba con el mantenimiento de
las formas de sociabilidad heredadas de la Ilustración y la Revolución
Francesa, que aún seguían en vigor. La Vieja Sala en Florencia da una
buena muestra de ello849.
Pero lo decisivo fue el aumento de la cifra de tirada y la reorgani­
zación de la economía editorial, que permitió ampliar la difusión y
bajar los precios de venta. El coste de una edición se iba repartiendo
entre desembolsos constantes -que no variaban en función de la tira­
da- y gastos proporcionales a estos últimos, ya que a medida que la
proporción de gastos fijos era más elevada, el aumento de la tirada
haría bajar más el precio de reventa por ejemplar. Ahora bien, este
resultado vino determinado por la innovación técnica de finales del
siglo xvm en el sector del papel y en el de la impresión. Además, la
bajada mecánica del precio de venta se aceleró a partir de la política 848 Pero también de otras formas de
organización, el «círculo», la socie­
de los editores, que buscaban suscitar la formación de un mercado dad sabia, etc, F. P a re n t- L a r -
más amplio. Los cálculos disponibles son algo imprecisos, pero DEUR, Lire h París au temps de Bal-
demuestran que el precio medio del libro en Francia pasó de 6,65 zac, París, 1981.
francos en 1840 a 3,45 francos en 1870, antes de volver a subir a 849 Cf. suprap. 359.

344
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¡5 HISTORIA D EL LIBRO
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i'J
i 4,13 francos en 1910. Como el poder adquisitivo medio aumentó al
: mismo tiempo, se extendió una nueva organización del modelo de
] consumo, que convirtió a los impresos -o a ciertos impresos- en pro-
ductos más corrientes. Recordemos simplemente la creación de la
j «Biblioteca Carpintero» por parte del editor parisino Gervais Char-
! pentier (1805-1871) en 1838, con volúmenes que costaban 3,50
• francos850 cada uno, y que viene presentada en la Crónica de la Biblio-
! grafía de Francia de 1871:

I En esta época, la librería francesa llamada de novedades vio cómo sus


J ventas en el extranjero disminuían sin cesar; las novelas francesas a 7,50
| francos el volumen mal impreso, con enormes interlineados, páginas
..j casi blancas, sólo eran leídas en el extranjero bajo las falsificaciones de
Wanlen y Hauman. Los editores de novedades se vieron-obligados [...]-
J a restringir sus tiradas. Para luchar contra la piratería [...], hubo que
] producir y vender a un precio tan barato como él de las falsificaciones
i [...]. Charpentier ha calculado que en los mercados franceses, de los que
;| las falsificaciones estaban excluidas, las ediciones originales debían ven-
j derse a un público tres veces superior por el mismo precio, y que [...]
j era inevitable que de ello resultara una diferencia de precio...
•]
:j En 1847, Víctor Lecou bajó el precio a 2,50 francos, pero la ruptura
j decisiva se produjo en la década de 1850, cuando Jacottet y Bourdi-
> lliat inauguraron en 1854 una «Biblioteca nueva» a un franco el volu-
j men, que no tardó en imitar Michel Lévy con su «Colección a un
1 franco» (1855-1856). Si abrimos el folleto de la Bibliografía de Fran-
| cia de 1854, vemos que la «Librería nueva» anunciaba también su
; «Biblioteca nueva» a un franco (75 céntimos netos). El anuncio’
| explicaba todos los ingredientes del avance: formato, papel y tipogra-
! fía de calidad, densidad del texto, riqueza de la colección y precio de
'ií venta:

| Formato in-16, impreso con caracteres nuevos sobre exquisito papel


; satinado. Edición que contiene 500.000 letras como mínimo, valor de
dos volúmenes in-octavo. Más de 300 volúmenes serán publicados suce-
; sivamente a lo largo del primer año [...]. [La primera obra viene repre-
1 sentada por] Genoveva, historia de una sirvienta, de Alfonso de Lamarti-
! ne, volumen de 320 p. [...]. Este se suele vender a 3 francos...
■|
I Un mes más tarde, Michel Lévy ofreció un producto más competiti-
| vo, al proponer el mismo texto con un grabado a 70 céntimos, y una
i 850 I. O liv e ro , Uinvention de la eo- comisión del 33% a los libreros... Finalmente, en torno a 1900
,! llection, París, 1999. Arthéme Fayard ofreció una respuesta a la crisis en la que los editores

345
FRÉDÉRIC BARBIER

se vieron inmersos fundando colecciones que marcarían una etapa


suplementaria en el desarrollo de la bajada de precios: la «Modern
Biblioteca» a 95 céntimos el volumen con una tirada inicial de
100.000 ejemplares (1894) y, sobre todo, «Los libros populares» a 65
céntimos el volumen con una tirada de 300.000 (1905).
Se crearon colecciones similares en otros grandes países occiden­
tales. Beneficiándose de una legislación que hacía caer, en el orden
-público, a todas las obras anteriores a 1837, Felipe Reclam, en Leip­
zig, creó en 1867 su monumental colección «Universal Bibliothek» a
20 peniques el volumen. Tuvo un éxito fulgurante, y la colección se
difundió por toda Alemania, Viena, Europa central y el extranjero.
Aprovechando su faerte integración geográfica, ios editores alemanes
industriales innovaron trabajando según el esquema de lo que podría
llamarse «el flujo controlado»: en vez de tirar de una sola vez varias
centenas de miles de ejemplares (como se seguía haciendo en Alema­
nia), comenzaron a aprovecharse del estereotipo creado por las reedi­
ciones bautizadas, realizando nuevas tiradas sólo cuando la necesidad
así lo requería. La industrialización de la edición se observaba tam­
bién en España, donde:

hay que explicar esta impresionante bajada de precios [...]: el aumento


de las tiradas [y] la disminución de la inversión fija son las causas851.

7 .7 .2 . La «presentación del libro»

Junto al binomio precio-tirada, la innovación del producto se dirige


también a la presentación del propio libro. La idea básica era dar más
texto a un precio menor, es decir, proponer una densidad tipográfica
mayor reduciendo el formato. Se trata del «formato carpintero»,
famoso por designar a varios tipos de colecciones. La bajada del pre-
ció fue posible gracias a una presentación material más densa (1.560
caracteres por página en carpintero), permitiendo emplear menos
materia prima (papel), y proponiendo a la venta textos que podían
ser largos en uno o dos volúmenes como máximo. La necesidad de
rentabilizar las prensas mecánicas instaladas para otros objetivos
-como impresión de periódicos- tendió también a modificar las ten­
siones presupuestarias. La competencia de los folletos de prensa
impuso por un tiempo la edición del modelo de la «novela en fanzi-
ne» (1848), publicaciones in-cuarto en las que el texto se tiraba por
entregas regulares, en tiradas amplias y con una presentación muy
densa (a dos columnas, y con ilustraciones de grabado sobre madera). J. F. BOTREL, Pour une histoire,.
Un último tipo de innovación consistió en jugar con la presenta- I, pp. 3 9 -4 0 .

34-6
HISTORIA DEL LIBRO

ción del libro, con su ilustración, encuadernación, etc. Así, los pro­
gresos de la encuadernación industrial852 y de la cromolitografía per­
mitieron la posibilidad de ofrecer, a un precio reducido, pequeños
volúmenes encuadernados e ilustrados que contenían historias reli­
giosas para niños. Se trata de la época de los cuadernillos románticos
y de las pequeñas ilustraciones a color. Se podían combinar diferentes
elementos, como en el caso de Pablo y Virginia (1838), cuya riqueza
en ilustraciones hizo que la obra fuera inaccesible para las mayorías,
pero que el editor Curmer lanzó una tirada de 30.000 ejemplares,
facilitando su difusión por medio de entregas a 1,25 francos cada
una. Las tres grandes innovaciones se encuentran aquí presentes: una
ilustración omnipresente y de gran calidad, una elevada cifra de tira­
da y el recurso al sistema de entregas para limitar los gastos y asegurar
los ingresos.

1.1.3. El contenido

Por último, la innovación llegó también al contenido. Por un lado, el


editor encargaba directamente al autor un texto determinado, proce­
so cuyo origen hemos visto que se remonta d siglo XVIII. Por otra
parte, intervino el modelo de la mediatización, en el que el autor
célebre pasaba a ser un capital que el editor intentaba sistemática­
mente explotar. Finalmente, el modelo de la edición industrial operó
de tal manera que se impuso la política de que el best seller financiase
las obras de menor éxito:

¡Ay, si hubiéramos podido obtener un gran éxito de venta; enganchar,


por ejemplo, una de esas linternas japonesas que iluminan una casa edi­
torial durante toda una estación! Pero no ha sido así.. .853

El aumento del público lector junto con la política que siguieron


algunos editores para aumentar aún más este último llevaron a poner
en marcha algo que no tardaría en dar verdaderos beneficios, promo­
viendo una forma de escritura industrial y tentando con ciertos gus­
tos que no estaban entre los más rentables del público.
852 Que empieza a ser estudiado; véa­ Desde un punto de vista positivo, esto se tradujo en los innume­
se por ejemplo E. P. BlESALSKI, rables volúmenes o colecciones populares, algunos de los cuales se
«Die Mechanisierung der deuts- convertirían en verdaderos best sellers, como la Astronomía de Flam-
chen Buchbinderei, 1890-1900»,
marion. A veces, el editor intervenía en ellos muy directamente.
en Archiv f. Geschichte des alten
Buchhandels, 36 (1991), pp. 1-93. Maese Pedro o el sabio campestre era un conjunto de enciclopedias
853 G. D a r i e n , Les Pharisiens, última populares propuesto por el editor estrasburgués Levrault en la década
ed., París, 1978, p. 81. de 1830. En el escenario ficticio de una campiña de los Montes

347
FRÉD ÉRIC BARBIER

Dore, y sirviéndose de conversaciones y de pequeñas conferencias,


«Maese Pedro» transmitía a sus oyentes los conocimientos básicos
sobre un tema determinado. Entre los autores de la serie, Cyprien
Prosper Brard era uno de esos ingenieros o técnicos que encontraban
en la escritura la oportunidad de procurarse unos ingresos extras. En
la correspondencia, Brard releva a la vez de simpatía por su personaje
y de un cierto enfado por encontrarse tan estrechamente ligado al
mismo como consecuencia de su éxito. En suma, deseaba abandonar
la serie, dejándose a la vez la puerta abierta para volver a ella más
tarde:

Matándole moralmente no he renunciado aún al placer de volver a


dejarle hablar. Es justo para ahorrarme esta reserva para lo que me he
hecho tirar un libro de notas y su diario de viaje en su testamento, el
cual os anticipo un poco, lo reconozco...

No obstante, el editor, que no quería abandonar esta ganga, comen- 354 Carta del 27 de marzo de 1834. El
zó a intervenir en el proceso de escritura, forzando la mano del editor aprovecha para hacer, a pro­
autor854: pósito del número que está en cur­
so (L 'Art de b&tir), «algunas obser­
vaciones sobre la planificación de
Las lecciones de Maese Pedro son muy útiles y han sido muy bien aco­ la casa», que prueban el interés y la
gidas como para no seguir continuando con las ampliaciones deseadas atención de la lectura: hay que, se­
[...]. Es muy pronto como para hacer morir a nuestro buen Pedro. gún él, desplazar el homo cerca de
la cocina e instalar los cerdos cerca
Estoy seguro de que el señor Brard encontrará fácilmente el medio de de la fosa del estiércol y de las le­
hacerle vivir aún feliz algunos años entre los niños. Por consiguiente, trinas, se extraña de que no se ha­
haría falta otro prólogo...8» yan hecho dos ventanas en una fa­
chada de treinta pies, etc.

Desde un punto de vista menos positivo, el sensacionalismo hacía 855 Nota del 24 de mayo de 1834, a
propósito del volumen sobre «L'Art
vender, hasta el punto de que Edward Lloyd (1815-1890) inventó
de batir». Sobre estos episodios, E
en 1836 el género de los Penny bloods> sistematizado por la prensa BARBIER, Un Imprimeur-libmire
popular de finales del siglo XIX y siglo XX856. Otro género considera­ face h la Révolution industrielle: Ber-
do durante mucho tiempo como popular fue el de la novela policía­ ger-Levrault, bajo prensa, Ginebra.

ca, aparecida con Emile Gaboriau y su Asunto Lerouge en 1863, que 856 D . K a lifa , L 'enere et le sang: récits
de crimes et société a la Belle Epo-
conoció una rápida expansión desde finales del siglo XIX857. La obra
que, París, 1995.
debía hacerse más «enganchadora». La astucia publicitaria -u n pro­
B o il e a u - N a r c e ja c , Le román po-
ceso, una polémica, un escándalo, e incluso algo prohibido por la
licier, París, 1975.
censura...- solía decidir el destino del libro, como cuando el joven
F. C h a m p s a u r , L'Arrivitse, París,
Albin Michel tomó como primera obra de su joven casa de edición a Albin Michel, 1902. El editor ex­
El mandarín de Feliciano Champsaur; el editor cambió el título por plota su éxito con otros títulos «li­
el de El arribista -término nuevo entonces-, que lanzó al mercado geros», L ’École des maitresses y la
des amants (de Pierre Corrard), el
con el apoyo de una campaña publicitaria de 10.000 francos
Journal d'une courtisane (de André
(1902)858: Delcamp), un ejemplar ilustrado a
3,50 francos.

348
HISTORIA DEL LIBRO

Sobre el boulevard Montmartre, un gran panel luminoso de cinco


metros por ocho inmortaliza El arribista veinticuatro veces por noche,
entre un poema [para] las galletas y un cuadro de género consagrado a
las delicias de un aperitivo. Precio a destajo: 150 francos.859

La innovación del producto siguió el mismo esquema en el sector de


los periódicos y en el de los libros, pero aquí encontramos además
otros fenómenos más específicos. Ya hemos hablado del precio, y aca­
bamos de ver cómo se relacionaba con la innovación del contenido y
con el ascenso de la publicidad. Pero la forma material del periódico y
del diario también fue fundamental. En este sentido, .se produjo el.
paso a la «gran hoja» periódica, mientras que los periódicos del Anti­
guo Régimen se habían impreso, por lo general, in-quarto. También
&e la época de un mayor espesor, de la presentación en columnas, de
la estrategia de los grandes títulos, del encabezamiento, de los suple­
mentos, y, sobre todo, de la ilustración. El modelo del periódico ilus­
trado se lanzó en Londres con The Illustrated London News (1842),
que pronto fue copiado en el extranjero. En 1843, en París, Llllustra-
tion calcaba el modelo inglés, en un estilo gráfico fácilmente reconoci­
ble. Su distribución se hizo en un principio por suscripción, siendo
inaugurada su venta por números en 1863.
También intervino el contenido (con el folleto), y la innovación
en el campo de los periódicos incidió en la de la librería propiamente
dicha. Las novelas de éxito publicadas en folleto se adaptaron a las
colecciones editoriales, y su compra a buen precio se extendió de un1
ámbito al otro. Así, cuando Park Benjamin y Rufus Wilmot Gris-
wold lanzaron en Nueva York en 1839 su hebdomadario del Brother
Jonathan, publicaron en forma pirata las novelas de Charles Dickens
y otros autores ingleses. Estos folletos tuvieron un éxito colosal, lo
cual supuso una verdadera guerra de precios entre las diferentes obras
y que, como reacción, empujó a los editores americanos a la nueva
modalidad del libro encuadernado en rústica (paperback), vendido al
precio de 25 céntimos. Por tanto, la industrialización ya se dejaba ver
antes de la guerra civil.
La información rápida se convirtió también en un poderoso
argumento de venta. De la noche a la mañana, la hora de aparición
del periódico a lo largo de la jornada obedecía a una estrategia que
podía llegar a ser decisiva. La opción clásica, pero no exclusiva, fue la
de la mañana, pero las condiciones de fabricación y difusión fueron
859 E. Haymann, Albín Michel.. p. 29. alterando este modelo. En 1826, Metzler, originario de Stuttgart,

3 49
FRED ÉRIC BARBIER

basó la creación de su Stuttgarter allgemeine Zeitung (Diario general


de Stuttgart) en un sistema innovador: explotando la innovación del
procedimiento y aumentando las horas de publicación se hizo posible
comunicar las noticias con una anticipación sobre la competencia
que podía alcanzar las 36 horas:

Todas las gacetas que aparezcan en Stuttgart sólo serán despachadas al


público por la mañana, y su impresión deberá [...] iniciarse desde el día
anterior por la tarde. A la inversa, el S.A.Z. deberá aparecer por la
noche, sin que su impresión se lleve a cabo anteriormente, y servir por
tanto [...] las noticias al público con diez o doce horas de antelación. El
uso de una prensa mecánica para la impresión debería permitir aceptar
todos los artículos y noticias hasta las 16 horas, para incluirlos en el
número de la noche a las 19 horas, mientras que las demás gacetas de la
ciudad, trabajando con prensas ordinarias, sólo podrán aceptar las noti-
das si les llegan antes de las 10 u 11 horas de la mañana. Desde el lunes
por la noche, el S.A.Z. ofrecerá una información que le habrá llegado el
lunes a las 16 horas, y que las otras gacetas locales sólo podrán difundir
a partir del miércoles por la mañana. La ventaja de tiempo es de 34 a 36
horas...860

Con el tiempo, el proceso de integración alteró las condiciones de la


competencia entre la capital y las ciudades de provincias. En Málaga,
Casimiro Franquela se quejaba en 1879 d'e la competencia madrile­
ña, ya que los periódicos de Madrid llegaban a la ciudad el mismo
día, de manera que todos se los podían procurar

a las ocho y media de la tarde, hora en la que todo el mundo está en los
cafés, en los círculos sociales, en el teatro, y tiene ganas de informarse
[...]. Y, por supuesto, los que han leído el día anterior los periódicos de
Madrid no quieren [al día siguiente] el de su propia ciudad.. .861

1.2.1. Tráfico de noticias

Acabamos de entrar en la nueva era de la información de masas, en la


que la circulación y el comercio de las noticias constituye una rama
de la economía cuya importancia estratégica y financiera iría en
aumento. Los artículos se copiaban o se traducían de un periódico a
860 Citado por R. WlTTMANN, Ges-
otro. En Los quinientos millones de la Begún, Julio Verne ilustraba la chichte des deutschen Buchhan-
circulación de un hecho pintoresco acontecido en Brighton, publica­ dels..., p. 420.
do primeramente por el Daily Telegrapk 861 J. F. BOTREL, Pour une histoire...,
I, p. 122.

350
HISTORIA DEL LIBRO

A partir del 29 de octubre por la tarde, este artículo, reproducido tex­


tualmente por los diarios ingleses, comenzó a irradiar hacia todos los
cantones del Reino Unido. Apareció sobre todo en la Gaceta de Hull, y
figuró en la parte superior de la segunda página en un número de esta
gaceta que el Queen Mary, buque cargado de carbón,. llevó el 1 de
noviembre a Rotterdam. Cortado de inmediato por la diligente tijera
del redactor-jefe y secretario único del Eco neerlandés, y traducido a
[esta] lengua, la noticia llegó el 2 de noviembre en alas del vapor al
Memorial de Bremen. Allí, sin cambiar de cuerpo, adoptó unas nuevas
vestiduras, y no tardaría en verse impresa en alemán. [...] Así converti­
da en alemana por derecho de anexión, la anécdota llegó a la redacción
de la imponente Gaceta del Norte, que le haría hueco en la segunda
columna de su tercera página, bastando con suprimir el título, que era
demasiado dicharachero para una persona tan seria... ■

Los años centrales del siglo XIX fueron la época de la fundación de las
grandes agencias de prensa. Una vez más, la innovación correspondió
a Inglaterra cuando, en 1815, el director del Times estableció una red
permanente de corresponsales en Europa. Desde 1832, comenzó a
funcionar en París la oficina de traducción de periódicos extranjeros
de Garnier, que daría origen a la agencia de información creada por
Charles Havas en 1835862 en dicha ciudad. Por su parte, Bernhard
Wolff fundó en Berlín una agencia de noticias telegráficas, mientras
que en 185 1 Israel Berr Reuter, antiguo trabajador de Havas, creó la
agencia Reuter en Londres. Finalmente, la Associated Press se remon­
ta a 1848. Esta convergencia de fechas prueba el interés del público,
como también de los gobiernos, en disponer rápidamente de las noti-
cías en periodos de crisis. La capital inglesa se impuso como el prin-
cipal centro de información en el sistema mundial, y la extensión de
las redes telegráficas contribuyó a acentuar este proceso863.

13» La reacción

En todos los países, la reacción contra el esquema de la industrializa-


ción se hizo sentir durante las últimas décadas del siglo XIX864. En
Inglaterra, la presencia de prensas privadas o semi privadas favoreció
la tradición del libro preciado y de la bibliofflia, ilustrada especial-
mente por William Morris. Rico industrial y aficionado, artista,
862 Hist. Medias, p. 152. poeta y erudito, en 1891 se lanzó a la tipografía, diseñando, hacien-
863 Ibid, pp. 119 y ss. do grabar y fundir tres caracteres, y montando una pequeña impren-
864 I. R a risch , Indmtrialmerungund t a - Llegaría a publicar cincuenta y dos obras, para las que diseñó
Literatur..., Berlín, 1976. numerosos ornamentos. En Alemania, las revistas de arte constituían

35i
FRÉDÉRIC BARBIER

un soporte fundamental para este tipo de investigaciones, una de las


cuales era el Die Jugend (La Juventud), inspiradora del nombre ale­
mán de «Jugendstil» («Arte nuevo»). La casa del Lnsel(la Isla) se creó
en Berlín en torno a una revista mensual de un grupo de aficionados
que pretendían defender la unión entre los textos excelentes y los
libros con una irreprochable forma material (1899). La empresa no
pareció viable, hasta que intervino un editor propiamente dicho, Bre-
mosio Antón Kippenberg (1874-1950). La búsqueda de la estética
fue muy acusada en Bélgica y Alemania, con el personaje Henry van
de Velde (1863-1957), arquitecto de formación pero que trabajó
especialmente en el dominio de la estética industrial865. Estuvo en
contacto con el editor Edmond Deman (1857-1957), de Bruselas,
que en 1876 publicó el Preludio a la tarde de un fauno de Mallarmé,
y condenó sus frontispicios en Manet, Whistler, Renoir, Odilon
Redon, etc.866

2 . LA ESTÉTICA DEL LIBRO Y SUS ESTRATEGIAS


DE DIFUSIÓN

La industrialización de la librería y la aparición de los mass media


provocaron y prolongaron fenómenos que iban más allá de la mera
economía del libro. El mercado de masas se asentó sobre unas condi­
ciones muy precisas, como también sobre una nueva economía de la
imprenta en la que el retoque de la presentación intervino como ele­
mento fundamental de la innovación del producto. Por otra parte, la
edición industrial no fiie posible sin adaptar una serie de formas de
difusión. A la vez, estaba limitada por los propios consumidores, esto
. es, los lectores, sus costumbres y hábitos de lectura. Así pues, el estu­
dio de las formas, difusión y consumo de los impresos está directa­
mente relacionado con un gran cambio en los modos de producción.

2.1. Tipografías

En un principio, el siglo XIX giró en torno al carácter ligero y sobrio


de los Didot, pero pronto lo hizo también en torno a la fantasía des­
bocada que introdujeron los grabadores ingleses con sus caracteres
«de fantasía». Estos nuevos caracteres se utilizaron especialmente en
los títulos y en los textos cortos, como los de los carteles o determi­
nados anuncios publicitarios. Jsymes Mosley ha visto, acertadamente, 865 Cf. supmp. 357
los orígenes de su éxito en la riqueza de Londres, la modernidad de la 866 Cf. supra p. 357

352-
HISTORIA DEL LIBRO

sociedad inglesa y la necesidad de atraer a toda costa la atención del


cliente. De ahí, también, una cierta forma de «mal gusto»:

Fue en Londres [...] donde se crearon los nuevos caracteres destinados


al marketing. Los primeros se llamaban fatface, es decir, «ojo grueso», y
es ese el efecto buscado: son caracteres destinados a causar impresión a
varios metros, en una calle llena de personas y vehículos. En cuanto a la
identidad de su creador, es muy probable que fuera un vendedor de
boletos de [...] lotería: se anunciaba la venta de los boletos mediante los
carteles [o prospectos publicitarios]. El más conocido [de todos estos]
vendedores de boletos [fue] Thomas Bish, genial escritor de publicidad
que hacia 1806, con ayuda de sus impresores Gye & Balne, introdujo
seguramente estos nuevos caracteres en las ciudades de Gran Bretaña y,
sobre todo, [en] Londres.

El fat face tenía los gruesos excesivamente inflados, y requería una


cierta adaptación de las técnicas de imprenta para poder ser utilizado
corrientemente; se necesitaban prensas metálicas, más sólidas y pode­
rosas. El nuevo estilo se difundió con formas variadas, y desde 1815
penetró en el continente, donde se impuso en el terreno publicitario,
no sin suscitar la oposición del medio tipográfico:

Grabados primeramente en Londres, los primeros tipos [...] que se han


reproducido en Francia han ofendido el buen gusto [...]. Hemos inten­
tado mejorar este tipo de grabado, cuyas formas son de por sí pesadas,
raras y grotescas, pero todo el talento del mundo no puede hacer nada
por embellecer estos monigotes [...]. Si un impresor [parisino] de
ascendencia inglesa emplea estos caracteres en sus carteles es porque
desde la infancia su vista ya está acostumbrada a estas formas [...]. Nos
oponemos [...] a que estos tipos se adviertan y lean mejor que los carac­
teres de uso en Francia [...]. ¡A dónde vamos a ir a parar!.. ,867

El segundo carácter nuevo fue el «egipcio» de Caslon (1816), deriva­


do del neoclásico. Ya estaba presente en la Francia de la Revolución,
pero se utilizó sobre todo en Gran Bretaña. Por último, el gótico se
impuso en Alemania como el carácter «nacional» por excelencia. En
suma, la revolución industrial de la imprenta se manifestó también
en la disolución de los cánones tipográficos clásicos y en una clara
ruptura entre los terrenos de la imprenta comercial (publicidad, etc.),
de la imprenta de libros propiamente dichos, y de los diarios y la
prensa periódica.
867 Informe de Josehp Gillé para el Ju­
rado de la Exposición Industrial
Sin embargo, el poder de un público de bibliófilos y conocedores
de 1823. condujo a un cierto retorno al pasado. En Inglaterra, William Picke-

353
FREDERIC BARBIER

ring (1796-1854) retomó el modelo clásico de los caracteres de Cas-


Ion (1844), a la vez que en Francia se llevó a cabo la producción de la
antigua fundición Deberny868 y la creación del «Elzévir» por Baudoi-
re en 1858. Abierta en 1871 en París, la fundición Peignot pasó a ser
una de las más importantes del país, a la vez que la influencia de
William Morris aumentó en Inglaterra y que, en Alemania, la fundi­
ción Kingspor de Offenbach-sobre-el-Maine fue una de las más acti­
vas e innovadoras.

2.2. La estética romántica

Mientras el neoclasicismo triunfaba en Francia surgieron nuevas ten­


dencias, radicalmente contradictorias, que se fueron extendiendo por
Europa. Se trata del romanticismo, cuyo éxito hay que achacar, sin
duda, a su relación directa con la construcción de las identidades
nacionales. La Francia de la Revolución y del Imperio no se abriría a
la estética romántica más que con un retraso de dos, e incluso de tres,
décadas.
El romanticismo volvió a introducir al individuo -al espectador-
en una imagen que, sin embargo, seguía estando construida según los
cánones clásicos, haciendo mucho hincapié en la dimensión senti­
mental de la escena representada. Algunas escenas de los Pájaros de
Bewick (A history ofbritish bird), grabadas sobre madera, se inspiraron
en la vida de la región de Tyne a finales del siglo XVIII, transformando
la perspectiva escenográfica antigua, con la célebre impresión del pul­
gar en primer plano, sobre el cristal a través del cual se distingue una
casita de campo... El primer «manifiesto» del movimiento romántico
vino dado por Wordsworth y Coleridge en sus Baladas líricas, cuya
segunda edición en Londres, en 1800, fue un éxito considerable869. La
tipografía alemana del siglo XVIII fiie fiel al carácter gótico, el cual,
visto en principio como más «popular», se fue cargando de una nueva
identificación nacional durante la década de 1800. Las medidas de un
librero de Leipzig como Goschen manifiestan el cambio de tendencia.
Cuando Goschen publicó en 1794 las Obras de Wieland, seguía en
todos los sentidos el modelo parisino propuesto por los Didot:
868 Primero Laurent y Deberny, luego
Tengo la esperanza de que la edición in quarto [de Wieland] tenga un Deberny y Peignot. Es con ellos
acabado como las de Boileau, La Fontaine y el Telémaco en Didot. que Balzac consigue material para
montar su imprenta (1832).
869 W. W o r d sw o rth , S. T. C o le ­
La publicación de los 36 volúmenes del Wieland continuó hasta
r id g e , Lyrical ballads, Londres,
1802, y se vendieron por la enorme suma de 250 táleros, por lo que el T. N. Longmann y O. Rees, 1800,
público al que estaba destinada sólo podía ser minoritario, y el estudio 2 vol. (.Mind o f mean, 256).
HISTORIA DEL LIBRO

de las suscripciones demuestra que se trataba principalmente de


nobles y personalidades de las diferentes Cortes y residencias nobilia­
rias. Pero al comenzar el siglo XIX la cuestión planteada por nuestro
editor había pasado a ser otra, cobrando ahora importancia la amplia­
ción de la difusión y la identificación de las virtudes «nacionales»:

Bodoni y Didot han aportado infinitas riquezas a la tipografía, pero son


caros [...]. Mi idea es, por consiguiente, tirar no ediciones de lujo sino
ediciones elegantes [...], en la línea de los antiguos, con simplicidad,
belleza y corrección. Han de encontrar la paciencia y el cuidado alema­
nes, pero nada de lujos. Simplicidad, limpieza, bellos colores, caracteres
de calidad, una impresión negra y definida sobre bello papel, esto es lo
que tengo en mente.

La estética romántica se afirmó en la ilustración misma. El frontispi­


cio del Cuerno encantado870 constituyó el prototipo de un estilo que
hacía sistemática alusión a los paisajes y al periodo romántico por
excelencia, evocando la región del Rin y la Edad Media gótica. En
1823, Goethe advertiría este hecho a su secretario Eckermann:

Goethe me mostraba algunos libros de estampas y en seguida me habla­


ba de la arquitectura alemana, añadiendo que me mostraría aún muchos
modelos de este tipo: Las obras de la antigua arquitectura alemana son
la flor de un estado de cosas excepcional. El que la contempla con sere­
nidad no puede por menos que maravillarse [...]. Me encargaré de que
a lo largo de este invierno adquiráis un cierto conocimiento de este
importante tema. Os será muy útil el próximo verano, cuando vayáis al
borde del Rin y veáis las catedrales de Estrasburgo y Colonia...

En la misma época, el pintor Gaspar David Friedrich (1764-1840) se


estaba ya dando a conocer por sus telas El abad de Eichwald y El
monje al borde del mar (1810), y sobre todo por su Sepulcro de los
voluntarios (1812).
Esta estética sólo llegaría a Francia tras la caída del Imperio. A los
28 años, Eugéne Delacroix propuso, empleando el nuevo procedi­
870 Des Knaben Wunderborn, Heidel- miento de la litografía871, el prototipo del libro romántico francés,
berg, Mohr und Zimmer, 1805. con sus ilustraciones de FaustcP72. Goethe, que había recibido las pri­
Vol. 2, ibidem, 1808.
meras entregas, admiraba el trabajo del artista:
871 Sobre el cual cf. supra pp. 329 y ss.
872 W. GOETHE, Faust, traducido en Delacroix [...] es un artista con un talento de elite, que ha [...] encon­
francés por Albert Stapfer, París, trado en Fausto su mejor vía de canalización. Los franceses le reprochan
Motte ed., impr. Litogr., Sautelet,
su ardor; pero aquí él está perfectamente en su sitio. Ilustrará el Fausto
libr., 1828, con un retrato de Goe­
the y 17 il. de Delacroix. entero, al menos eso esperamos, y cabe esperar que lo hará con gran

355
FREDÉRIC BARBIER

acierto, sobre todo las escenas de la cocina de la bruja y las del Brocken.
Se puede ver que Delacroix conoce la vida a fondo, y que una ciudad
como París le ha servido de inspiración para ello. [...] La poderosa ima­
ginación de este artista nos obliga a volver a crear las situaciones con la
magistralidad con la que las ha pensado él mismo. Y si he de reconocer
que en sus escenas Delacroix ha sobrepasado mi propia visión, ¡con
mayor razón los lectores encontrarán todo esto vivo y muy superior a lo
que imaginan!...873

Algunos años más tarde, otro joven asiduo al salón de Nodier en el


Arsenal, Victor Hugo, publicó su drama de Hermnim, cuyo célebre
«Prefacio» ensalzaba la llegada a la literatura de un romanticismo que
se identificaba con el liberalismo:

El romanticismo, tantas veces mal definido, no es otra cosa -desde


todos los puntos de vista, y ésta es su definición real, si lo consideramos
desde su aspecto militante- que el liberalismo en literatura. [...] Muy
pronto, pues hay ya mucho camino andado, el liberalismo literario será
tan popular como el liberalismo político. La libertad en el arte y la liber­
tad en sociedad, éste es el doble objetivo al que deben dirigirse con un
solo paso todos los espíritus consecuentes y lógicos, [...] la libertad lite­
raria es hija de la libertad política. Este principio es el de nuestro siglo, y
prevalecerá. Los ultras de todo tipo, clásicos o monárquicos, harían bien
en ayudarse entre sí para restaurar el Antiguo Régimen de todos los
avances, literarios y sociales, pues cada desarrollo de la inteligencia y
cada paso de la libertad acabarán con todo lo que hayan levantado [...].
A pueblo nuevo, arte nuevo. Y todo ello sin dejar de admirar la litera­
tura de Luis XIV, aunque esté adaptada a la monarquía. La Francia
actual sabrá encontrar empero su propia literatura personal y nacional,
esta Francia deí siglo X IX de la que Mirabeau ha hecho su libertad y
Napoleón su poder...

Notre-Dame de París salió el 16 de marzo, y pocas semanas después


la Revolución de julio parecía anunciarse como una confirmación y
consagración de la nueva escuela. •

2.3. El artnouveau 873 Conversations de Goethe avec Ec-


kermann, 29 nov. 1826.

Tras el periodo romántico, fueron los años en torno a 1900 los que 874 V. H u g o , Hernani, París, Mame y
Delaunay-Vallée, 1830. El ejem­
marcaron el avance más espectacular. Alemania albergaba en Berlín,
plar del Arsenal está dedicado por
como también en Weimar, Munich, Dresde, etc., a pequeños grupos el autor «A Charles Nodier, su
de artistas e intelectuales que trabajaban en los temas del art nouveau amigo Victor Hugo».

356
HISTORIA DEL LIBRO

y el arte industrial. El conde Harry Kessler (1868-1937) hizo cons­


truir su hotel berlinés cerca de la estación de Postdam de la mano de
Henri van de Velde, en 1900875. Este se hizo cargo del proyecto arqui­
tectónico, como también de toda la decoración interior del edificio, y
el inmueble de la calle Kóthen no tardó en convertirse en un lugar de
visita, haciendo escuela. Las creaciones de Van de Velde se sucedieron
a través de la ciudad, causando gran sensación. El artista, que en
1897 había participado en la Exposición Industrial de Dresde, se ins­
taló en Alemania en 1900, destinando al libro una parte importante
de su actividad. En este sentido, hizo maquetas para Zaratustra.y Ecce
homo (1908), para Las horas de la noche de Verhaeren (1911) y para
los Ditirambos de Nietzsche (1914), obras publicadas por el Inselver-
lag. Uno de sus alumnos más conocidos fue Peter .Behrens, que dise­
ñó una gran cantidad de objetos cotidianos (lámparas, tapices, mue­
bles y hasta nuevos distribuidores automáticos de los volúmenes de la
«Universal Bibliothek») y que sería el autor de numerosos grabados,
portadores de la marca tipográfica del Inselverlag. En Weimar, el
conde Kessler fundó el taller tipográfico de la «Prensa Cranach», que
imprimió un número reducido de ediciones selectas, presentadas e
ilustradas por los artistas más importantes del momento. Nos encon­
tramos ante el terreno del libro de pintura, que continuaría con gran
éxito hasta la época contemporánea.

3* LOS MERCADOS

3.1 o Los mercados integrados

En un principio, la integración de los mercados se operó en el orden


físico (las informaciones y mercancías tenían que circular con rapi­
dez) y financiero (había que cobrar en unas condiciones, aceptables).
En cuanto al primer aspecto, la revolución de las comunicaciones
875 A. M. HAMMACHER, Le monde de trajo consigo una disolución de las distancias, y supuso una bajada
Henry van de Velde, París, Amberes, radical de los costes que alteró las condiciones del ejercicio de la
1967. K. H . H ü t e r , Henry van de imprenta y la edición. Los profesionales no tardaron en utilizar los
Velde, Berlín, 1967. F. BAUDIN, «La
formation et révolution typogra-
nuevos medios de comunicación: el telégrafo, más tarde el teléfono, e
phique de Henry van de Velde», en incluso, en las grandes ciudades, las redes neumáticas. Cada vez más,
Quaerendo, 1971, pp. 264-281 y las transaccioness se iban haciendo utilizando los nuevos transportes
1972, pp. 55-73. G. K. C. S c h a -
(ferrocarril, barco de vapor), y sirviéndose del paquete postal. En
EUR, Deutsche Buchkunst 1890 bis
1960, Hamburgo, 1963, I vol. De algunos lugares, como España y Grecia, el cabotaje conservó un
texto y 1 vol. de pl. papel decisivo en las redes nacionales de transporte. Finalmente, a

357
FRÉDÉRIC BARBIER

nivel financiero la antigua banca perdió terreno frente a las nuevas


estructuras constituidas en forma de red y basadas en una serie de
agencias. Los profesionales no tardaron en abrir cuentas corrientes, a
veces en varios bancos, y se hizo fácil y poco costoso efectuar cobros
e ingresos. Estas transformaciones vinieron de la mano de una dismi-
nución de los costes de expedición y de las inversiones financieras,
facilitando la bajada del precio del libro.
Pero no todo se quedó en la facilidad con la que se hacían los en-
víos 7 los pagos. La5 condiciones materiales y reglamentarias de la difii-
sión junto con los hábitos de trabajo determinaron también los gran­
des cambios de la poligrafía en la época de la industrialización. La inte­
gración de los mercados debía asegurarse a nivel jurídico. Durante
mucho tiempo, la presencia de las ediciones piratas había impedido
pasar a un estadio industrial de la producción, y hemos visto cómo los
impresores-libreros alemanes se asociaron principalmente para organi-
zar su mercado y luchar contra las falsificaciones. Con el tiempo, hubo
dos elementos que destruyeron las bases financieras de las ediciones
piratas, a saber, la libertad de prensa y la bajada de los precios. No obs­
tante, las ediciones piratas siguieron siendo muy frecuentes en Europa
hasta 1860, sobre todo las falsificaciones de los editores belgas de los
grandes éxitos de la librería francesa. De igual modo, en las colonias
americanas solían falsificar las ediciones inglesas, etc.
Desde 1850, y bajo la presión de los profesionales876, se llevaron a
cabo convenciones bilaterales para proteger las «obras del espíritu».
Así, Francia organizó un entramado que aseguró la protección de sus
autores, y España también se destacó por la firma precoz de conven­
ciones con muchas de sus antiguas colonias americanas. Con el tiem­
po, este sistema se generalizó mediante la Convención de Berna
(1886)877. Una de las tareas de las nuevas asociaciones de profesiona­
les (Circulo.de la Librería en París, Borsenverein en Leipzig...) era
proporcionar a sus miembros la información necesaria sobre los pasos
a seguir para proteger sus publicaciones (por ejemplo, la existencia de
un depósito legal a respetar). 876 Pero también porque algunos go­
biernos se preocupan por la espe-
cialización de los editores en la fal­
sificación, a expensas de una
3.2. La difusión actividad más original a favor de la
edición y de la literatura nacional.
El paso a la producción impresa de masas requería una adaptación 877 La Convención de 1886 ha sido
profunda de los modos de difusión. En general, se pasó de una ley de enmendada varias veces, sobre todo
la demanda (en la que el cliente se dirigía al librero para procurarse en París (1896), Berlín (1908),
Berna (1914) y Roma (1928). La
una determinada obra) a una ley de la oferta (en la que el librero pro-
Convención de Ginebra, en 1955>
ponía su repertorio al cliente). De ahí la gran evolución: el propio permite integrar los Estados Uni­
espacio de la librería se transformó. Las tiendas se abrieron a la calle dos en el sistema internacional.

358
HISTORIA DEL LIBRO

(como en Londres, a finales del siglo XVIIl), los escaparates hicieron


su aparición y comenzaron los primeros procedimientos publicita­
rios, con los rótulos, carteles y, más tarde, el «reclamo»878. El propio
libro, y más aún el periódico, se convirtieron en un soporte publici­
tario, incluyendo al final unas páginas con el catálogo editorial, con
la portada uniforme de la colección para llamar la atención y ciertas
ilustraciones, la mención del precio, etc. La difusión fue posible gra­
cias a unos precios atractivos y a las rebajas, a la vez que se expandió
el uso de las letras.

3.2. 7. Salas de lectura y bibliotecas de préstamo

La multiplicación de los canales de difusión contribuyó a aumentar


el público lector. Como hemos visto, en un principio la sala de lectu­
ra respondía a la demanda cuando el precio del libro era todavía
demasiado elevado como para permitir aumentar las ventas de mane­
ra satisfactoria. Pero llegó un momento en el que la sala de lectura o
la biblioteca de préstamo pasaron también a responder a un objetivo
más ambicioso. Así, en Florencia, «capital secreta de Italia», un des-
cendiente de una familia de inmigrantes franceses procedentes de Ja
región de Rouergue, Gian Pietro Vieusseux, fundó una institución
muy particular, que funcionaba como una empresa comercial, como
una casa editorial y como un organismo de sociabilidad a la vez. Efec­
tivamente, la «Sala Vieusseux» (Gabinetto letterario di G. P. Vieusseux)
favoreció la llegada de la modernidad a Italia, bajo una perspectiva
todavía cercana a la de la sociabilidad de la Ilustración879:

878 El reclamo señala un artículo in­


Tenéis mucha razón al decir que nos encontramos en un país en el que
serto con un título oneroso en una no se lee: yo lo sabía, pero creía que los muchos años de revolución
publicación periódica y con el elo­ habían conducido, en este sentido, a Italia a algunos cambios favorables,
gio de un libro o de un producto.
y me quedé escandalizado el otro día en Florencia de no encontrar como
Esta acepción aparece en los años
1830. La publicidad propiamente sala de lectura más que una miserable tienda que no recibe más que dos
dicha se presentará en soportes au­ periódicos, y que sólo cuenta con una docena de personas suscritas...
tónomos, carteles, anuncios, etc. (carta de 1819).
879 R. ClAMPINI, Gian Pietro Vieus­
seux: i suoi viaggi, i suoi giornali, i En 1821, Vieusseux lanzó una revista, la Antología (más tarde el
suoi amici, Turín, 1953. U. C a r p í ,
Letteratura e societh nella Toscana
Archivo,), organizando en el Pallazo Buondelmonti de Florencia reu­
del Risorgim.ien.to: gli intellettuali niones hebdomadarias de conferencias y discusiones sobre los temas
dell'«Antología», Bari, 1974. Sobre del día (la revolución griega, las cuestiones religiosas, etc.), y abrió
el plan general, véase también Fare una sala de lectura que se convertiría en un gran centro intelectual.
gli Italiani: scuole e cultura
nell'Italia contemporánea, dir. S.
Pero el desarrollo de un nuevo entramado político condenó el pro­
Soldani, G. Turi, Bolofia, 1993. yecto al fracaso.

359
FRÉDÉRIC BARBIER

La «Biblioteca circulante» inglesa (lending library) se correspon­


día con el modelo de la «biblioteca de préstamo». En 1770 existían
cuatro en Londres, y su número creció rápidamente a lo largo del
siglo XIX. Con el tiempo, llegaron a la conclusión de que este canal
competía muy fuertemente con su propia difusión, y respondieron
aumentando los precios de venta de los libros que les eran destinados.
La racionalización de la gestión permitió mejorar el servicio de las
«bibliotecas» y conservar su existencia. Así, la concentración de las
actividades disminuyó la parte proporcional de los gastos fijos, y la
organización en forma de un entramado integrado mejoró el servicio
propuesto al público. En 1842, Charles Edward Mudie inventó la
fórmula de la suscripción anual, según la cual por una guinea se
podía disponer de las colecciones de la biblioteca y se podía cambiar
el volumen tomado en préstamo una vez leído. W. H. Smith retomó
estos principios de gestión y los mejoró creando una biblioteca ligada
a sus kioscos de la estación, haciendo posible tomar prestados y
’ devolver los volúmenes en cualquier parte. Este sistema también se
expandió en las pequeñas librerías como actividad anexa. Solía haber
dos sistemas de precios, según el libro fuera servido al momento o se
aguardara su llegada tras la petición.

3.2.2. El entramado de los puntos de venta

Ante todo, cabe señalar la multiplicación de los puntos de venta,


librerías propiamente dichas880, pero sobre todo tiendas de toda clase,
«tiendas generales» (General stores), sin olvidar los pequeños comer­
880 M. LYONS, «La géographie cultu-
cios del mundo rural. Una estadística sobre la difusión de la imprenta
relle de la France au XIXo siécle: le
en el departamento del Eure-et-Loir, en el siglo XIX, pone de mani- réseau des librairies», capítulo X
fiesto el auge y la profundidad de estas redes: había nueve libreros en de la obra Le Triomphe du livre,
Chartres hacia 1820, que hacia 1880 se convirtieron en 17. Casi trad. fr., París, 1987, pp. 193-220.
En ese trabajo, el autor tiende sin
todas las capitales de los cantones y algunos de los grandes burgos dis­
embargo a sobrestimar el papel de
ponían de uno o varios puntos de venta de los impresos. Entre estas las redes oficiales (librerías, etc.)
pequeñas ciudades se sitúa Illiers, el Combray de Proust: olvidando todas las estructuras pa­
ralelas o marginales (tiendas va­
rias, buhoneros, revendedores,
He comprado [mi libro] en Combray, al verlo frente al comercio de
etc.).
Borange, demasiado distante de la casa como para que Fran^oise pueda
881 M. PROUST, Á la recherche du
proveerse como en Camus, pero mejor abastecida como papelería y libre­ temps perdu, última ed., París,
ría, llamativa con el mosaico de folletos y revistas que revestían los dos 1973, 3 vol., I, p. 84. F. B a r b ie r ,
vanos de su puerta más misteriosa, más plagada de pensamientos que la «La diffusion de rimprimerie en
Eure-et-Loir», en Le commerce de
puerta de una catedral.. .8S1 .•
la librerie en France au XIX‘ siécle,
1789-1914, dir. J.-Y. Mollier, Pa­
rís, 1997, pp. 151-168.

360
HISTORIA DEL LIBRO

El fin del monopolio postal, en 1857, incrementó aún más la multi­


plicación de los canales de difusión, gracias a la intervención de las
mensajerías, y pronto de las compañías ferroviarias. En la ciudad, los
pregoneros se expandieron por las calles, imponiéndose en 1900
como una figura familiar:

Cada día, sin importar qué obra /Sin resfriarse siquiera /


Dégel, ese alegre cantarín /Gritaba un primer número882

Pero todavía existían las librerías al aire libre, sobre mesas y caballetes.
En París, bajo las galerías del Odeón se desarrolló un verdadero «mer­
cado del libro», frecuentado por clientes asiduos. Encontramos otras
instalaciones similares en los andenes, con las mesas de los libreros, y
también con los tenderetes que se establecieron por un tiempo en la
plaza de la República, cuya producción y venta fue asombrosa. Esta
«librería de la acera» fue particularmente activa en la generación de
1880 a 1910, con sus vendedores ambulantes y pregoneros883.
En Francia, las librerías de la estación fueron creadas por Louis
Hachette sobre el modelo inglés de Euston (Londres) en 1852, y su
entramado siguió la progresión de la red ferroviaria. En 1880, encon­
tramos más de dos librerías ferroviarias en Chartres, y una en Dreux,
Cháteaudun, Nogent-le-Rotrou, Brou, Cloyes-sur-Loir, Courtalain,
La Loupe, Maintenon, Nogent-le-Roi y Vosves. En 1887, Hachette
estaba a la cabeza de 750 establecimientos, en los que invertía
120.000 francos anuales para las compañías. Creada por él en 1852,
la «Biblioteca de los caminos de hierro» alimentó estas tiendas, con
volúmenes cuyo precio oscilaba entre 0,75 y 2,50 francos en 1854.
Pronto el modelo de las bibliotecas de estación se encontraría tam­
bién en las principales estaciones de las nuevas redes metropolitanas.

3.2.3. Los representantes

Ya hemos estudiado las redes de buhoneros884 y la aparición y desa­


rrollo de los viajantes de comercio. Pues bien, las redes especializadas
en la difusión intervinieron también en la construcción del mercado
de masas.
882 S. M a l l a r m é (1842-1898), Chan-
son bas, VII, «Le crieur d'impri­
mes».

883 Un Napoleón Hayardm puesto en


obra en La vieille dame des mes, úl­
tima ed., París, 1994.
884 Cf. infra pp. 330 y ss.

3 61
FRÉDÉRIC BARBIER

Karlsbad * 9W
\ 9 Cracovia -* Ipmhprn
Prag^® ^Teschen
IcK^ * írunn
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Linz V ie n a ^ x • Raab

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\ \ -Budapest
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P llS IS iíifS w
ílíiíS&r.;, •. :• 'v .•■■• I:■■//■•■■"' ¡v..•••.

La red de los representantes de la librería Vve Jasper & H ügel en


Viena en 1855

En Alemania, como también en toda la Europa central, se creó


una comisión para organizar sistemáticamente las diferentes «librerías
nacionales». Tanto en Leipzig como en Stuttgart, Zurich, Viena,
Praga y Budapest, los representantes llevaban a cabo todas las transac­
ciones corrientes para sus comitentes, que podían llegar a contarse por
centenas. Solían tener en la ciudad una tienda por cuenta propia, en la
que recibían y efectuaban los encargos, pagaban facturas y desde la
que hacían circular la documentación comercial disponible. Si desde
Viena la red de comitentes cubría el conjunto de la geografía centro-
europea, las redes organizadas en torno a Praga y Budapest se encar­
garon de organizar, rápidamente, unos espacios que pasaron a ser una
geografía nacional.

362
Conclusión de la cu arta p a rte

El siglo XIX y los años inmediatos al desencadenamiento de la guerra


de 1914 fueron, como escribía Martín Lyons, la época del «triunfo
del libro». La producción de impresos aumentó considerablemente,
conociendo una gran reorientación, a la vez que las formas de difu­
sión y de lectura cambiaron por completo. El trabajo de los libreros y
editores permitió que se construyeran los mercados nacionales, defi­
nidos de entrada como mercados de masas. Las consecuencias se
hicieron sentir bien pronto. El impreso se convirtió en un objeto
corriente, aunque conservase su carácter ambiguo. Por una parte, su
difusión ya no se limitaba a la sola minoría alfabetizada más o menos
pudiente, sino que pasó a abarcar -mejor aún, debió y pudo llegar- a
todos y cada uno de los individuos. Por otra parte, aun siendo un
objeto corriente, el impreso no dejaba de funcionar también como'
un sutil indicativo del rango social. En este sentido, la práctica habi­
tual de la lectura, la calidad de ésta, la posesión de libros (pero, ¿qué
libros?) y la preferencia por un determinado estilo o una cierta elegan­
cia en relación al libro fueron los factores constitutivos de una distin­
ción que se hizo cada vez más real pero menos visible.
Se trata de un conjunto de fenómenos fundamentales que no
sabríamos presentar aquí en toda su dimensión. El paso a la librería
de masas trajo consigo, sobre todo, una nueva organización del
campo literario, en adelante dominado por los dos agentes principa­
les de la figura del editor -un individuo- y del público -una colecti­
vidad anónima, pero que también se hacía oír-. El estatuto del autor
se modificó por completo con respecto a los esquemas del Antiguo
Régimen, como ya explicaba Sebastián Mercier en vísperas de la
Revolución Francesa. El «gran autor» constituía un caso excepcional,
mientras que los autores conocidos solían ejercer otras profesiones. Y

3¿3
FREDÉRIC BARBIER

aparecieron nuevos personajes cuya importancia iría en aumento:


secretarios, redactores, publicistas de todo tipo, traductores y adapta­
dores y, sobre todo, periodistas. El nuevo héroe de 1900 pasó a ser el
reportero, y es bien sabido el papel que los periodistas y reporteros
ejercieron en la vida política de un país como Franciá bajo la Tercera
República.
A la vez, se empezó a tomar consciencia de las nuevas consecuen-
. cias derivadas de la mediatización. Desde la Revolución de 1789 se
supo que los intereses políticos podían relacionarse con el terreno de
la imprenta. Por tanto, se empezó a comprender también en qué
medida los intereses financieros podían encontrar en ella uno de sus
principales ejes de acción. La era de la manipulación quedaba abier­
ta, manipulación que un personaje como Bismarck sabría explotar de
una manera asombrosamente moderna en 1870, en el caso de la
matanza de Erms. Por otra parte, en una época en la que cada indivi­
duo podía leer prácticamente lo que quería, se entabló una lucha
cada vez mayor entre la libertad de principios y las tentativas de
orientación y fijación, de los que la Iglesia tampoco estaba ausente885.
Este movimiento constreñidor encontraría un primer punto de apo­
geo con la propaganda de los beligerantes de 1914, propaganda que
fue leída como medio de información, pero a la que se le fue aña­
diendo también la fe, al conocer su objetivo. La amplia difusión del
mensaje impreso vino acompañada de la creciente relativización de
su contenido.
Para el historiador del libro, lo fundamental reside en el hecho de
que el triunfo de Gutenberg en el siglo XIX fue, ante todo, el de la
prensa periódica. La forma mayoritaria en la que el impreso estuvo
presente en la sociedad occidental fue la del diario, la revista y el
periódico (no es casual que se trate de un objeto desligado de la idea
de eternidad y prácticamente sin ningún valor material). Ya habían
aparecido los nuevos medios de comunicación: en primer lugar, el §85 Es el problema de la definición de
telégrafo y el teléfono, a los que más tarde se añadiría el cine. La rela­ los «buenos libros», por el cual se
ción entre el texto y la imagen se modificó. Con la llegada de la elec­ preocupa por ejemplo Julien Ba-
rault, sacerdote de Burdeos, cuan­
tricidad, la segunda revolución industrial ya estaba en marcha, de tal do creó en esta ciudad «Oeuvre
manera que esta misma época del «triunfo del libro» fue también la des bons livres» (1820). Se trata,
del aumento de la competencia y la de la banalización de un media según su punto de vista, de sobre­
que ya no sabría aspirar a una forma determinada de hegemonía. En pasar la desconfianza tradicional
de la Iglesia hacia el impreso y de
el apogeo de la lógica gutenbergiana, el siglo XIX marcó el momento garantizar las «buenas lecturas» de
clave en el que comenzó su superación. la población católica. El abad
Bethleem, bibliotecario de su dió­
cesis de Cambrai, publica en 1904
una guía con el título de Livres h
tire, livre a proscrire, que tuvo un
enorme éxito.

364
Epílogo;
El siglo xixz co m peten cia y
m im d ializació n

Si el libro se hubiera inventado después del ordenador, habría supuesto


un gran avance. Efectivamente, sus cualidades son irreprochables: lige­
reza, disponibilidad, precio asequible, funcionamiento sin consumo de
energía, alto poder publicitario [...]. Además, el libro constituye un
soporte de información muy bien adaptado al ser humano. El cerebro
de este último posee una gran memoria espacial, que le permite localizar
aproximativamente una información o un pasaje tras la lectura [...]. La
paginación de una obra permite captar rápidamente a vista de pájaro la
totalidad de su contenido, facilidad que ningún ordenador ni sitio web
[son] capaces de ofrecer... (G. N u n b er g )

1. EL PROGRESO Y LA COMPETENCIA

Para el mundo impreso, el siglo XX significó la época de la competen­


cia y el ingreso en los sistemas de comunicación en información cada
vez más complejos e integrados886. Se sucedieron tres grandes fases de
progreso.

1.2. Los nuevos mediasi Sos mass media

Efectivamente, desde mediados del siglo XIX comenzaron a dejarse


886 El periodo del siglo XX se presenta sentir técnicas nuevas, que llegarían a alterar progresivamente el
con más detalle en /'Histoire des campo de la comunicación. La patente del telégrafo comenzó a regis­
médicis, obra citada, en el que vol­
veremos a ver de nuevo la biblio­
trarse en 1837, pero su técnica no se impuso hasta 1850, para luego
grafía. ampliarse a los cables submarinos (1865). El telégrafo fue el primero

3¿5
FRÉDÉRIC BARBIER

de los instrumentos que buscaron la inmediatez. Por primera vez (a


excepción del telégrafo Chappe), la velocidad de transmisión de las
noticias superó la velocidad de la circulación humana. Al telégrafo le
siguió el teléfono (hacia 1880), y al final del siglo la radio.
Ya hemos hablado de la fotografía, que apareció en la década de
1830 y que en 1895 desembocó en la imagen animada (patente del
cinematógrafo). Gracias al fonógrafo (1877) se pudo aprender a con­
servar y reproducir los sonidos. A ello hay que añadir que, en la misma
época, las condiciones de circulación y transporte cambiaron por
completo, con el ferrocarril, el barco de vapor, con el tiempo el auto­
móvil y, más tarde, el avión. Así, los cambios de finales del siglo XIX
hicieron entrar al mundo occidental en el esquema de un «pueblo
mundial», siendo su trágico revelador la Primera Guerra Mundial
(que también sirvió para acentuar la nueva jerarquía de las potencias,
y la inclinación a favor de la primera de ellas, Estados Unidos).
En definitiva, el mundo político reconocido fue el de la demo­
cracia, y, aunque el modelo democrático no estaba admitido univer­
salmente (recordemos los totalitarismos), en general la acción de los
sistemas políticos se condujo hacia las mayorías, hacia el conjunto de
la población. La participación, ya fuera real, sólo de palabra o inclu­
so mediatizada (por las fuerzas ideológicas o políticas, por los intere­
ses financieros...), se consolidó como el principio básico del mundo
occidental. Por tanto, los mass media pasaron a relacionarse muy
estrechamente con la política.

1.2. Los progresos del siglo xx

Las dos oleadas de avances que presentamos a continuación entraron


en juego sobre todo a partir de 1918, aunque siempre es posible
remontar su cronología a etapas anteriores.

1.2.1. La televisión y el ordenador

En un primer momento comenzó una oleada de progresos, pero


cuyos plazos de difusión podían ser considerables. La televisión se
inventó en 1923, el magnetófono en 1935, la fotocopiadora en 1938
(sólo se generalizaría veinte años más tarde). A la par, el volumen de
información disponible en forma impresa tendió a aumentar. Los
métodos de gestión y los objetivos de los gobiernos y de las grandes
empresas cambiaron, de tal manera que desde 1880 se desarrollaron
técnicas basadas en la mecanografía para responder a estas necesida-

3 66
HISTORIA DEL LIBRO

des. Como es sabido, la Segunda Guerra Mundial favoreció el desa­


rrollo de las técnicas de radiodifusión (las ondas ultracortas), pero
también planteó el problema del tratamiento de volúmenes colosales
de información para la puesta en marcha de la bomba atómica. Estos
cálculos fueron posibles gracias al ordenador, cuyo funcionamiento
se basó en una gigantesca acumulación de datos reducidos a un códi­
go binario (sí/no, abierto/cerrado, blanco/negro, 0/1). En 1951, el
compilador Hopper propuso una primera aproximación entre el len­
guaje del informático y el de la máquina.

7.2.2. La sociedad de la inform ática

La segunda oleada es aquella en la que todavía estamos inmersos, y se-


remonta a los años de la posguerra. La miniaturización se inició con la
invención del transistor y del circuito integrado, que permitieron
poner en marcha el microprocesador en 1971, y el primer micro-orde­
nador en 1973. Esta tendencia permitió, a largo plazo, fabricar
«miniaturas» cada vez más eficaces. Se calcula que su velocidad se
dobló cada dieciocho meses. Todavía primaba lo material sobre el fun-
cionamiento, pero con el tiempo la bajada de los costes de producción
condujo a invertir este equilibrio en beneficio de los logiciels (el soft­
ware). A la par, prosiguieron las investigaciones sobre las bases de
datos. Dejando a un lado los problemas de sonido (el microsurco en
1948), cabe recordar la sustitución de las fichas perforadas por las
bandas magnéticas, y más tarde el paso a los disquettes (1970) y a los
distintos soportes y memorias ópticas. Por último, la transmisión de
datos vivió una gran revolución gracias al lanzamiento de los satélites
de telecomunicaciones (Intelsat fue creado en 1964), que proporcio­
naron a la telecomunicación y a la televisión una cobertura mundial,
y, más tarde, gracias al empleo de la fibra óptica. En un primer
momento, esta estructura técnica y económica se caracterizó por la
primacía de lo material, más pesado y costoso (el hardware); y más
tarde, en un segundo momento, por el esquema de la informática
replicada, que fue posible gracias a microprocesadores más poderosos
y a la bajada de los precios de fabricación. Desde entonces, los logiciels
aportaron una parte cada vez mayor del capital variable. El dominio
de Microsoft en el mercado de los ordenadores domésticos proviene
de la asociación de Windows (sistema de explotación presente sobre el
95% del sector mundial de los micro-ordenadores) y del microproce­
sador Pentium fabricado por Intel.

367
FRÉDÉRIC BARBIER

7.2.3. La sociedad en la red

Desde 1980, nos encontramos en una tercera fase, dominada por tres
grandes fenómenos: la interconexión a la red por parte de las máqui-
ñas y los usuarios (Internet); la integración de las técnicas y los secto­
res por medio de la numerización; la generalización del uso de la
informática en todos los dominios de la vida en sociedad.

— En las máquinas, la miniaturización permitió disponer de


suficientes capacidades de memoria y tratamiento de datos
como para no necesitar la conexión a un ordenador central
más poderoso. Las técnicas de comunicación y el desarrollo
de bases de datos documentales muy grandes transformaron
el equilibrio del sistema. Se hizo posible hacer funcionar en
red un conjunto de ordenadores conectados entre sí y a
máquinas más poderosas, sirviendo para las relaciones, el
almacenamiento y el tratamiento de los datos a la vez. Al
mismo tiempo, la capacidad cada vez mayor, en volumen y
en velocidad, de los sistemas de transmisión permitió cauda­
les de intercambio imposibles hasta entonces (por ejemplo,
por el sonido, las imágenes y, más aún, las imágenes en
movimiento). Desde 1993, los inicios y el auge de Internet
tendieron a poner un plazo a la economía de la difusión de
masas de los logiciels de oficina o de juego. Competidor de
Microsoft, Sun Microsystems controló la mayoría de los ser­
vidores de Internet, para los que utilizó el sistema de explo­
tación Solaris, siendo la sociedad uno de los promotores del
lenguaje Java. La alteración de esta relación de fuerzas se hizo
posible, sobre todo, gracias al aumento del caudal del cable
pasante en Internet, caudal que se dobla cada seis o nueve
meses.

— También en esta época, la generalización del uso de la infor­


mática, y con ello de la lógica binaria, se tradujo en la cre­
ciente integración de las diferentes técnicas (incluyendo la
transmisión de datos) y. de los diferentes mass media, siendo
los principales la reproducción de la imagen y del sonido
(fotografía o sonido numérico, etc.). «Multimedia» es un tér­
mino cómodo para designar a un soporte informático (en
general, un CD Rom), que alberga los datos bajo las tres for­
mas del texto escrito, de la imagen y del sonido, y que puede
ser leído por un programa determinado. Normalmente, se
trata de juegos informáticos o de archivos de documenta-

368
HISTORIA DEL LIBRO

ción, y uno de los sectores donde el multimedia ha calado


mejor es el de las enciclopedias887. Pero también pueden
abarcar obras agotadas o inaccesibles, que a veces completan
(con bibliografía o iconografía, por ejemplo) e incluyen un
sistema de búsqueda (por identificación de términos, índi­
ces, remisión a los artículos complementarios, etc.). Se trata
de un instrumento de trabajo excelente, que en ningún caso
sustituye al libro impreso, pero que lo completa, proporcio­
nando nuevos elementos y ofreciendo posibilidades desco­
nocidas hasta entonces.
Cabe señalar la dimensión de los problemas planteados
por las nuevas técnicas de comunicación en el orden del
derecho. Con los satélites, y más aún con Internet, es posible
estar en todas partes y escapar así a las legislaciones o regla­
mentos instaurados en cada país (que afectan, por ejemplo,
al contenido de los programas difundidos). De igual manera,
Internet ha roto con las redes clásicas de difusión, haciendo
posible procurarse ciertos productos que en teoría están
prohibidos en determinados países. Finalmente, se pone en
cuestión el derecho de los autores y de los editores, dado que
la publicación en la red plantea el problema de la remunera-
ción 7 de la reproducibilidad inmediata de lo que se publica.

— El reparto de los medias ligados a la informática se desarrolla


a nivel de los usuarios. Así, el ordenador puede recibir la
radio y la televisión, mientras que el ordenador portátil
puede conectarse por medio de un módem (modulador-des-
modulador) a la red telefónica para la transmisión de datos,'
pudiendo, por tanto, conectarse a Internet. Sin embargo, el
tamaño de la pantalla y la ausencia del teclado limitan el
acceso habitual a un determinado tipo de instrumentos de
información bastante sumarios.

2» LA PO STM O DERNIDAO

Una tendencia fundamental de la historia del libro y de los medias,


tal y como hemos visto, reside, al menos desde el siglo XII, en la corre­
lación existente entre el desarrollo de la civilización escrita y el éxito
887 El multimedia es presentado en la proceso de modernidad. Esta última se manifestó, sobre todo, a
Feria del Libro de Frankfurt desde . , , , , . , , , . . . % %
1993 yes el centro del salón espe- través del Peso de las sociedades urbanas, el cuestionamiento de la
cializado de Cannes desde 1995. preponderancia tradicional del sector primario sobre los sectores

3 69
FRÉDÉRIC BARBIER

secundario y terciario, la apertura a una geografía más amplia y con­


ciencia de la medida del tiempo888. En suma, para el objeto que nos
ocupa, la modernidad trajo consigo otras necesidades y otras compe­
tencias en el orden de la lectura, de la escritura y del cálculo, es decir,
otras relaciones con el mundo escrito, con el libro y con el periódico.
Ahora bien, la evolución de las sociedades desarrolladas de hoy
en día se ha desligado de esta antigua articulación, de tal manera que
sus equilibrios han sufrido profundas modificaciones. Utilizaremos el
término de postmodernidad para referirnos a esta gran mutación,
cuyas consecuencias principales examinaremos en seguida.

2o1. Modelos no alfabéticos

La primera consecuencia fue la destrucción de la pareja privilegiada


que formaban la escritura alfabética y la imprenta. Reconocido desde
Descartes como el más «noble» de los sentidos y por medio del cual
se lleva a cabo lo fundamental del proceso de aprendizaje y de la
información, el ojo perdió su primacía absoluta. Al mismo tiempo, la
tendencia del análisis lineal alfabético es puesta en cuestión, como
consecuencia del ascenso de los nuevos medias. Podemos comunicar­
nos por teléfono (y más tarde por el fax889 y por el correo electrónico),
888 Las campanas de las iglesias, que
informarnos escuchando la radio, distraernos yendo al cine, y más
pronto serán relojes, encuadran un
tarde viendo la televisión; y esta yuxtaposición de canales y de tipos tiempo urbano que se distingue
de mensaje ha sido aún mayor con la llegada de la informática. De la radicalmente del tiempo de las
noche a la mañana, las costumbres han cambiado. Así, la correspon­ campanas, donde siempre prevale­
ce los ritmos de la naturaleza (las
dencia manuscrita ha quedado relegada a la altura de un verdadero estaciones, el día y la noche, el re­
arte epistolar, al constituir una forma de cultura y de comunicación corrido del sol a lo largo del
que ha sido ampliamente superada por la generalización del teléfo­ día...). El tiempo de la ciudad es
no890. también el tiempo de la adminis­
tración, de los intercambios, del
No obstante, resulta inevitable que las tendencias subyacentes negocio y de la inversión, que su­
introducidas por el uso de un media principal también sean reconsi­ pone por lo tanto unos cálculos
deradas en pro de otras conexiones de las que aún sabemos bien precisos de la demora y del interés,
incluso si, como lo ha demostrado
poco. Así, el análisis lineal privilegiado por el alfabeto debe integrar­
Laurence Fontaine, los fenómenos
se con la inmediatez de las imágenes móviles y con los procesos de análogos pueden encontrarse tam­
organización y clasificación de datos que se operan desde bases muy bién en ciertas comunidades rura­
distintas (analogías, asociaciones de ideas, etc.). La combinación del les.
texto, la imagen y el sonido se enriqueció aún más con las pantallas 889 J. C. BRETHES, Histoire de la télé-
táctiles que aparecieron en 1985, a la vez que la wehcam permite copie, París, 1995.
difundir en Internet las imágenes móviles deseadas. Más allá de la 890 A su vez, surgen también nuevas
utopía de la transparencia y de la comunidad conectada en el plane­ «formas epistolares» como los SMS
a los teléfonos móviles, un verda­
ta, surge la cuestión de determinar las consecuencias de esta conexión dero producto de los tiempos mo­
generalizada para la sociedad (allí donde los plazos de transmisión de dernos. [N. de la T.]

370
HISTORIA DEL LIBRO

los medias tradicionales garantizaban un desarrollo progresivo,


¿puede llegar a producirse el crack de las imágenes inmediatas, inclu­
so parcialmente?).

2.2o La cuestión del desarrollo

Un segundo factor consistió en la acentuación de las diferencias en


cuanto al desarrollo. Al margen de las consideraciones religiosas o
políticas (en las sociedades musulmanas, por ejemplo, o en función
de la parte mayor o menor de responsabilidad que se deje al Estado),
lo que sí es cierto es que las dos últimas décadas del siglo XX han vivi­
do el triunfo del modelo occidental, organizado en torno al capitalis­
mo, a los avances técnicos y al crecimiento económico. Ahora bien,
los estadios de desarrollo varían enormemente de un lado a otro del
planeta. Existen ya enormes diferencias en cuanto al nivel de alfabe­
tización, y aumentan si tenemos en cuenta los grandes índices cultu-
rales (nivel de escolarización, de investigación, de producción impre-
sa, etc.) y el paso a la civilización informática (máxime, teniendo en
cuenta que toda la tecnología y las grandes empresas que permiten el
control del sector son de origen occidental). La infraestructura de "los
países subdesarrollados es menos avanzada (en cuanto a cables eléc­
tricos y redes telefónicas) y los costes de funcionamiento también
varían. Así, un estudio reciente demuestra que la inversión necesaria
para establecer una conexión telefónica en Africa es diez veces mayor
que en los países occidentales. De tal manera que parece que, a gran­
des rasgos, el principio de Mathieu (que afirma el refuerzo casi auto­
mático de los puntos ya de por sí fuertes) encuentra un inmejorable '
campo de aplicación en la geopolítica de los medias. Y cabe esperar
que, pese a la flexibilidad que permite una técnica como la de Inter­
net, las diferencias tenderán más a acentuarse que a resolverse.

2 3 . La economías integración y concentración

El tercer eslabón de consecuencias es de tipo económico. Como


hemos visto, a partir del siglo XIX la información se convirtió en un
valor (de ahí la aparición de las agencias de prensa), y esta evolución
ha sido responsable de que el sector se haya convertido en una de las
principales ramas de la economía. Pues bien, en la actualidad este
peso tiende a aumentar aún más, ya que apenas nos encontramos al
principio de una era de grandes cambios introducidos por la «nueva
economía» y por Internet. No sólo se han transformado las bondicio-

371
FRÉDÉRIC BARBIER

nes de la distribución, sino que la economía basada en la informa-


ción-comunicación y en lo «inmaterial» se ha llegado a hacer más
poderosa que la de los bienes y servicios.
La integración de las técnicas de comunicación con las de infor­
mación condujo a la formación de grupos industriales muy podero­
sos que, de seguir así, llegarán a controlar superficies enteras de estas
actividades.

— El caso de Francia es representativo de un proceso de \


amplitud planetaria, tanto por el peso intrínseco de la edi­ $}
ción francesa en el mundo como por aparecer como una de
las más concentradas. La tendencia a la concentración es ya
antigua en Francia, y pretendía responder a las eventuales
dificultades a través de la racionalización de la gestión y de
economías a escala. Advertimos esta tendencia desde el si­
glo XIX, con las grandes casas industriales de edición que,
como la librería Hachette, trabajaron en la producción de
libros, periódicos y diarios y en su difusión (con las «biblio­
tecas de estación», y más tarde con las «Mensajerías Hachet­
te»). Al cabo de un siglo, en 1960, el sector estaba dominado
por dos grandes grupos: Hachette y las Prensas de la Cité,
que han ido progresivamente tomando un cierto número de
casas independientes891.

— En la década de 1980, estos dos grandes boques pasaron a


estar bajo el control de sociedades más vastas, en las que las
actividades ligadas a la imprenta, edición y distribución no
son más que un sector más entre otros. En 1980, Hachette
fue comprada por Matra892, para luego ingresar en el grupo
Lagardére-Médias, en el que había cuatro subdivisiones,
dedicadas a la edición de libros (Hachette-Livre), a la edi­
ción numérica, a las revistas (Elle, Paris-Match...) y a la dis­
tribución. Aunque Hachette también intervino en la televi­
sión (a través de cadenas temáticas) y en la radio (Europa ii
n° 1), su mayor especialización se centró en la distribución,
de tal manera que la edición impresa sólo representaba el 7%
del total de actividades en 1998, frente al 25% de la distri­
bución, interviniendo dicha casa en la concesión de permi- 891 Bordas en 1985, Laurousse y Na-
sos para abrir kioscos y tiendas en las estaciones, en los aero­ than en 1988, Robert Laffont en
1990, Masson en .1994, etc.
puertos, etc., (con la insignia de los «Reíais H», presente
Sociedad Mecánica Aviación Trac­
desde 1985), así como en el control de las Nuevas Mensaje-
ción fundada en 1945. Matra tra­
rías de la prensa parisina (que tienen bajo subcontrato a las baja sobre todo con aeronáutica y
denominadas «Casas de la Prensa»), la creación de la red de con los satélites.

372

;h
HISTORIA DEL LIBRO

librerías «Extrapole» (con cinco librerías nuevas por año) y la


adopción de las del «Furet du Nord» (doce tiendas en el
Norte de Francia).

— Paralelamente, se desarrolló la misma tendencia en las Pren­


sas de la Cité. Havas se orientó hacia la edición, participando
en el capital de la Compañía Europea de Publicación; pero, a
su vez, pasó bajo el control de Vivendi, en un principio con
un 30% (1997), y más tarde, por completo (1998). El impe-
rio de Vivendi (antigua Compañía General de las Aguas) es
vasto y diversificado. La Compañía General de las Aguas se
remonta al Segundo Imperio francés, cuando un grupo de
inversores obtuvo la licencia para la distribución del agua
corriente en París y en algunas ciudades francesas, y más tarde
extranjeras (Venecia, Constantinopla, Oporto, etc.). A esta
antigua actividad, que se desarrolló en torno al tratamiento
de las aguas y de la economía medioambiental, se fueron
progresivamente sumando otros sectores, el primero de los
cuales se constituyó en torno al sector inmobiliario, y el
893 El financiamiento ha sido posible
gracias a la cesión de Avenir, filial segundo, en torno a las comunicaciones. En este último sec­
de Havas y primera empresa pu­ tor, Vivendi es activo en los principales dominios, ya sea
blicitaria en Francia. mediante sociedades del grupo o mediante participaciones:
894 Colin, Belfond, Berlitz, Bordas, telefonía (con SFR y Cégétel), Internet (AOL), televisión
10/18, Dalloz, Dunod, Gauthier- (Canal +), cine (UGC), edición (Havas) y multimedia
Vilíars, Julliard, Larousse, Masson,
(Havas Interactive). Una de las últimas adquisiciones se ha
Nathan, O. Orban, Perrin, Plon,
Presse de la Cité, Retz, Le Robert, centrado, en 1998, en el Cendant Software, fabricante de
Seghers, Sirey, etc. logiciels de ocio (CD Rom de juegos, educación y vida prác­
895 Calmann, Lévy, Le Chéne, Fayard, tica, DVD Rom, Internet)893.
Gauthier Languereau, Hachette,
Lattés, Livre de Poche, Marabaut,
La continuación del proceso de concentración en el sector de la edi­
Le Masque, Quillet, Stock, etc. La
concentración es igualmente ex­ ción hizo que, en 1995, un número reducido de sociedades se hicie­
tremada en la prensa periódica, ran con la mayor parte de las marcas francesas; Flammarion, Galli-
con el grupo de Robert Hersant, mard y, sobre todo, Havas894 y Hachette-Livre895. Como es lógico,
creador de l'Auto Journal (1950),
estos bloques trabajan, ante todo, en la edición de masas, dejando
Hersant dirige Le Fígaro, la Aurore
y France soir, y retoma un gran nú­ sitio a un conjunto mayor de pequeñas empresas, que podríamos
mero de publicaciones periódicas calificar de artesanales y cuyo éxito está ligado a su especialización, a
y periódicos de provincia. Un gru­ las excelentes relaciones que mantienen con los autores y a acuerdos
po más grande es el constituido
por Amaury, que controla en 1998
de distribución pactados con grupos más importantes. Se estima que
varios de los títulos más conocidos estos dominios marginales representan en torno al 20% de la activi­
de la prensa general, Le Parisién dad del sector editorial.
(600.000 ej.), L'équipe (540.000 Sin lugar a dudas, se han producido fenómenos análogos a nivel
ej.)5 Aujourd'hui, además de una
serie de publicaciones más especia­
mundial, sobre todo en Estados Unidos y en el resto de los países
lizadas. occidentales. El primer editor mundial, Bertelsmann, fue un grupo

373
FRÉDÉRIC BARBIER

alemán que se trasladó de Leipzig896 a Gütersloh tras la derrota de


1945, 7 en el que el papel del capitalismo familiar siguió siendo
dominante. Presente en muchos de los dominios de la comunicación
7 de la información, el grupo Bertelsmann está especialmente activo,
mediante su filial audiovisual de la U.F.A. (I107 CLT-UFA897), en
muchas de las cadenas de televisión, tanto alemanas (Vox, RTL,
RTL2 , SuperRTL...) como del resto de los países europeos (Gran
Bretaña, Francia, Bélgica, Holanda, Austria, Suecia, Polonia, Hun­
gría, etc.). Aunque cabe pensar que está menos limitada por las dis­
posiciones reglamentarias (por ejemplo, medidas para prohibir los
monopolios) como por el reparto 7 la flexibilidad cada vez ma7or de
técnicas que, como Internet, facilitan a los ciudadanos el acceso a la
información 7 a la comunicación, el poder de este tipo de empresas es
colosal.

3. LA IMPRENTA IN D U S TR IA L

3.1. Las técnicas

Las técnicas de la imprenta constitU7en uno de los campos del sistema


técnico general. No es sorprendente, pues, que ha7an conocido grandes
cambios, relacionados con los cambios de los sistemas más globales.
Como señala Alan Marshall898, la tendencia básica es la de la desmateria­
lización.
896 La casa se remonta a Cari Bertels­
mann (1791-1850), impresor en
3.1.1. Del plom o al binario Leipzig en 1824, luego fue librero
y editor en 1835. Su hijo Heinrich
(1827-1887) se centra en la edi­
En. las operaciones de la composición, la linot7pe introdujo el tecla­ ción infantil y escolar, así como
do, 7 la monotype, la banda perforada (el teletipossetter). Se hizo también en la edición religiosa.
posible aumentar la productividad de la fundidora hasta alcanzar los 897 La CLT está controlada por el hol-
20.000 signos por hora, así como desligar las actividades de la com­ ding Audiofma. El grupo CLT-
UFA ha obtenido 415 millones de
posición de las de la fundición 7, por ejemplo, difundir ampliamente
euros de beneficios netos en 1999.
una misma composición para hacerla reproducir en diferentes talleres
898 A. M a r s h a l l , Ruptures et conti-
de imprenta. Tal fue la técnica utilizada por la prensa periódica ame­ nuités dans un changement de syste-
ricana desde 1962 para sus ediciones locales. A la par, prosiguieron me technique: le replacement du
las investigaciones para sustituir el plomo por una imagen que pudie­ plomb par la lumiére dans la com-
ra ser utilizada por las máquinas offset, 7 poner en marcha una position typographique, Rennes,
1992 (publicación interna del IRI­
máquina de componer basada en la fotografía. SA, n° 638, tesis expuesta en Gre-
En este sentido, el trabajo se emprendió de manera temprana en noble en 1991).

374
HISTORIA DEL LIBRO

Estados Unidos, ya desde la década de 1870. La idea era reemplazar


las fundiciones tipográficas por reproducciones fotográficas de los
caracteres. Almacenado en un disco, y más tarde en un tambor
(1965), un juego de negativos de los diferentes signos vino a reem­
plazar a las matrices tradicionales. Cada signo era llevado delante del
objetivo y fotografiado, y la película resultante podía ser utilizada
directamente sobre las rotativas offset (cf. infra): se trata de la foto-
composición. La cadena técnica prosiguió con el paso de las matrices
fotográficas a las letras digitalizadas (1968) y con la irrupción de la
informática para conducir la máquina, los cálculos de justificación y
el ajuste de página; más tarde, con la digitalización de la propia letra.
Así, transcurridos quinientos años (1450-1970) salimos por fin del
sistema gutenbergiano basado en la ensambladura de elementos dis­
cretos (letras) antes de su impresión.
Desde 1970, la informática fue penetrando cada vez más en la
cadena gráfica, asegurando su integración. En un primer momento,
la fotocomposición se hizo siempre a partir de matrices fotográficas.
El carácter fotografiado era digitalizado —esto es, convertido a la
forma binaria mediante el análisis de los pixels-, almacenado en la
memoria y combinado para constituir las líneas del texto. En un
segundo momento, la creciente capacidad de las memorias hizo posi­
ble numerar y almacenar las pólizas de partida. El bit numérico susti­
tuyó, pues, al fotón, que en sí había sustituido al plomo, dando un
gran giro al proceso de desmaterialización de las técnicas de impren­
ta. Los progresos de la informática -en cuanto a material, capacidad
de memoria, programas de tratamiento de texto, así como de publi­
cación asistida por ordenador y de tratamiento de imágenes- incre­
mentaron la generalización de la lógica binaria, permitiendo la pro­
gresiva integración de objetos (esquemas, gráficos, mapas...) e imá­
genes en los textos.

3.7.2. La impresión

El heliograbado es una técnica de impresión en hueco, mientras que


el offset, derivado de la litografía, es una técnica en plano. En él, el
cinc sustituye a la piedra litográfica, y pudo adaptarse a la rotativa
(1868). El offset intercala un cilindro de caucho entre la plancha y el
cilindro de presión.
Sin embargo, el avance fundamental se dirige al progreso de la
rotativa. La máquina, puesta en servicio por Marinoni en el Pequeño
diario en 1867, alcanzó una producción de 20.000 páginas por hora.
La primera rotativa alemana salió de las fábricas M.A.N. de Augsbur-

375
FRÉD ÉRIC BARBIER

go en 1872, fábrica que en 1904 produciría una máquina de cuatro


cilindros capaz de imprimir 64 páginas de una vez, y acompañada de
una encuadernadora de goma. En 1925, la M A N . sacó una máquina
de 42 metros de largo y cuyos 15 cilindros permitieron alcanzar una
producción de 260 páginas por hora, y 1.000 periódicos de 16 pági­
nas por día. Se fabricaron otras máquinas, especialmente en la antigua
fábrica de Koenig y Bauer, como también por Albert en Frankenthal y
por una empresa de Heidelberg, la Heidelberger Druckmaschinen
A.G. (Sociedad de Máquinas Impresoras de Heidelberg).
Las rotativas actuales son equipos gigantescos que acogen directa­
mente a los rollos de papel, y están formadas por desenrolladoras,
cilindros portaclisés, cilindros de presión y, a veces, plegadoras (para la
fabricación de periódicos). Pueden imprimir en varios colores, y las
rotativas también pueden ser utilizadas para los libros propiamente
dichos si la tirada es lo suficientemente importante (más de 30.000
ejemplares). En Francia, casi toda la producción está cubierta por un
reducido número de fábricas, junto a las que se sitúan los grandes
periódicos y los principales grupos de prensa, que cuentan con sus pro­
pias imprentas. En cuanto a los constructores de estas máquinas, la
supremacía alemana es indiscutible, con la Heidelberger Druckmas­
chinen A.G. y la M.A.N. a la cabeza. Por lo general, las rotativas fun­
cionan con la técnica del offset, mientras que seguimos encontrando la
tipografía tradicional para ciertos tipos de trabajo.
La imprenta de finales del siglo XX es un sector siempre híbrido,
en el que se mezclan las grandes empresas industriales y los talleres de
trabajo, mientras que el progreso de las técnicas ligadas a la informá­
tica hace posible una cierta separación de los medios hasta ahora des­
conocida. Es posible disponer fácilmente de una cadena gráfica ligera
pero suficiente para tiradas de varias centenas de ejemplares. Estas
técnicas han penetrado ampliamente en las imprentas artesanales, y
existen pequeños talleres de «reproducción» en todas las ciudades. En
general, podemos decir que hemos salido del sistema técnico inventa­
do por Gutenberg y que lo hemos perfeccionado. Finalmente, en una
sociedad que se ha convertido en la sociedad de la información per­
manente y global, el papel, el periódico y, más aún, el libro, no signi­
fican más que un soporte y un tipo de mass media más, entre otros.

3,2o ¿Sobreproducción de Sibros?

El ascenso de los demás medias ha venido acompañado de la crisis del


libro, que es un nuevo tipo de crisis. La primera de estas crisis fue,
probablemente, la de la librería parisina a principios de la Revolución

37 6
HISTORIA DEL LIBRO

Francesa. En el Antiguo Régimen, una crisis de la librería era, ante


todo, una crisis financiera. La librería era una actividad en la que la
mayoría de las actividades estaban relacionadas con el crédito, y una
parte considerable de las finanzas de una empresa se centraba en el
«papel comercial», pagarés y letras de cambio. Ahora bien, este papel
no sólo circulaba llevando las firmas del crédito de las que difícil­
mente se podía extraer una información fiable, sino que, sobre todo,
el déficit de un agente lo suficientemente importante podía, como un
juego de dominó, representar una amenaza para el equilibrio finan­
ciero del sector. Llegado el caso, la crisis financiera se superponía a un
fenómeno de mala venta o a una crisis de sobreproducción, como
sucedería con la «librería de las obras completas» en Francia en. la
época de la Restauración.

3.2.1, La librería industrial

Con la «librería industrial» hemos entrado en un modelo muy distin-


to, en el momento en que el éxito de la banca moderna limitó relati-
vamente la circulación de «papel»899 y que las políticas de escolariza-
ción masiva aportaron a la edición la nueva canasta de los libros esco­
lares. Ya lo señalaba Gervais Charpentier, gran librero parisino de
1830, al afirmar que la demanda era tal que no había más que satis­
facerla, y que, en adelante, la pareja motriz estaría formada por el
mercado de masas y la innovación del producto. Con Gervais Char­
pentier y sus sucesores, la búsqueda del precio más bajo se basó en el
aumento de la tirada, según un modelo de masificación que sigue
estando presente hasta hoy. Entre sus consecuencias encontramos la
tendencia a la concentración (por jugar con las economías de escala)
y a una cierta forma de sobreproducción (que alimenta el sector
moderno de las antigüedades), como también el empuje de las
estructuras de distribución (los ejemplares no tardan mucho tiempo
en venderse, lo cual plantea problemas a la librería tradicional).

3.2.2. El libro de bolsillo

Sin lugar a dudas, la fórmula del libro de bolsillo no es un invento del


siglo XX, ya que la combinación pequeño formato-legibilidad-precio se
encontraba ya tanto en Aldo Manucio como en los Elzevier. Mientras
que en 1859 Bonniers lanzó en Suecia una serie de bolsillo, Reclam, en
899 El sistema de corredores está tam­
bién para asegurar el campo de
Leipzig, no tiraría menos de 275 millones de volúmenes con su Uni'
crédito. versal Bibliothek, entre 1867 y 1942. La primera obra de esta colección,

377
FRÉDÉRIC BARBIER

el Guillermo Tell (Wilhelm Tell) de Schiller, acumuló por sí solo una


drada de cinco millones de ejemplares. Por tanto, el libro de bolsillo
conoció en el siglo X X un éxito sin precedentes, bajo la fórmula del libro
engomado y presentado con una portada ilustrada900 de cartón. Su ori­
gen es americano e inglés, con los Penguin books (1935), que no publi­
carían menos de 2.000 obras en veinte años901. Este modelo fue retoma­
do por la Pocket Books Inc. de E de Graff en 1939, pero esta empresa
fue interrumpida por la guerra.
La idea vuelve a aparecer en Marabout, casa fundada por André
Gérard en Lieja en 1949902, que lanzó una colección en formato redu­
cido, con una.portada plastificada y de contenido variado903, a la vez
que fue objeto de una intensa acción de marketing. La forma material
influyó mucho, desde el momento en que los propios volúmenes se
convirtieron en objetos publicitarios. La atención se captaba, ante
todo, con la portada, provista de una sentencia (skyline) del tipo
«Hay que haber leído» seguida de la obra en cuestión, la indicación
del autor y una ilustración más o menos «atrapante». Su desarrollo
estuvo facilitado por el empleo de prensas de revista, que más tarde
serían sustituidas por máquinas específicas, y por una distribución
adaptada a los nuevos tiempos. Las nuevas máquinas encuadernado­
ras alcanzaron una eficacia de 12.000 ejemplares por hora, a la vez
que la difusión se sirvió de las redes de los periódicos. Así, en Estados
Unidos 800 mayoristas junto con las 300 sucursales del American
News Cy abastecían a unos 100.000 vendedores al por menor (que
no solían ser libreros) mediante envíos semanales. Esta tendencia se
900 H. GRIEG, «Livres de poche et au-
aplicó también a los países cuya densidad era demasiado débil como tre éditions bonmarché», en Qua-
para disponer de una red de librerías especializadas. En 1947, la torztéme congres de VUnion Inter­
«Biblioteca Popular Bonniers» (Bonniers Folkbibliotek) hizo el 60% nationale des éditeurs [Florencia,
Roma], Milán, 1956, pp. 70-115.
de sus ventas a través de representantes cuya profesión principal era
K . ENOCH, «The paperbound
ajena al mundo de la librería. book: twentieth-century publis-
Poco después de. la experiencia de Marabout, el modelo del libro hing phenomenon», en The li-
de bolsillo fue introducido en Alemania por Rohwolt (1951), y más brary quarterly, 1954, n° 3.

tarde por la Fischer Bücherei (1952) y Ullstein. En Francia fue adop­ 901 Hay que señalar también el hecho
de que los Penguin books benefi­
tado en .1953 por Henri Filipacchi, secretario general de la Librería
cian la guerra, que es evidente­
Hachette. En efecto, la colección del «Libro de bolsillo» de Pierre mente un tiempo de crisis para la
Benoít, inaugurada por Koenigsmark, se vendió a 150 francos anti­ edición más tradicional.
guos cada entrega y pronto contó con varios miles de números. Las 902 Pero el editor tendrá que depositar
imitaciones se sucedieron en la década de 1970 (entre ellas, «Folio», su balance en 1977 antes de pasar
lanzada por Gallimard para explotar la riqueza de sus fondos en por el control de Hachette en
1983.
1972), y el propio éxito dio paso a la polémica en torno a la «cultura
903 Entre los títulos con más éxito están
de bolsillo» alimentada por El Mercurio de Francia y, sobre todo, por
los libros, de aventuras de Bob Mo-
Los tiempos modernos en 1964. Sin embargo, aunque el libro de bolsi­ rane, personaje creado por Henri
llo, al bajar el precio, hizo posible una mayor difusión de la literatura Vernes en 1953.

378
HISTORIA DEL LIBRO

de calidad, es evidente que las consideraciones del mercado también


intervinieron poderosamente en las elecciones de los editores, y que
ciertas obras no aparecieron y no aparecerían jamás en formato de
bolsillo. El riesgo estaba calculado, jamás se dejaba al azar, y las gran­
des tiradas hacían que las pérdidas fueran más tangibles, mientras
que la mejor calidad material aumentaba los costes. No obstante, las
dificultades del libro de bolsillo, que se harían más notables desde
1980, no representan más que una parte de las dificultades generales
del sector.

33o Una crisis estructural

Efectivamente, parece que desde la década de 1980 la crisis editorial


se ha hecho más estructural. En un primer momento, hubo una
coyuntura favorable, la de los «treinta gloriosos», con un crecimiento
anual del 10% de las actividades relacionadas con la edición en Fran­
cia. Ciertamente, la producción de 1970 fue de unas 23.000 obras,
para sobrepasar las 32.000 en 1980 y alcanzar luego las 45.000 en
1992, ascendiendo aún a las 47.000 en 1997. Pero pese a esta trayec­
toria aparentemente eufórica, los problemas eran cada vez más Evi­
904 La crisis está también presente en
el sector de los periódicos, cuya di­ dentes904.
fusión impresa tiende generalmen­
te a contraerse.

3.3.1. La bajada de las tiradas y de la actividad editorial


D ifu s ió n d e e je m p l a r e s d e p e r ió d ic o s

1996 1997 Destacan especialmente dos fenómenos. Ante todo, la bajada de las
USA 56,99 M 56,72 M
cifras medias de tirada, el descenso de las ventas y el estancamiento de ‘
Europa 82,18 M 81,00 M
Japón ? 72,70 M
la cifra de las actividades editoriales. Sin dejar Francia, en 1980 la tira­
da media fue de 14.200 ejemplares, que descendió a 8.900 en 1996, a
La situación de Japón es la más 8.800 en 1997, y a 8.400 en 1999. La curva de las novedades (por
favorable: la difusión aumenta, los oposición a la de las reediciones) pasó de 18.000 obras en 1986 a un
dos títulos más grandes del mun­ apogeo de 24.000 en 1992, antes de estancarse o de descender ligera­
do son japoneses ( Yomiuri Shim-
mente. Pese al incremento del número de obras y al aumento del pre­
bun, 14,5 M. ejemplares por día, y
el Asabi Shimbum, 12,7 M.). El cio del libro superior a la del coste de la vida, la bajada de las tiradas
58% de la población japonesa tuvo repercusiones sobre el volumen de ventas y sobre la cifra de acti­
compra de forma regular un perió­ vidades editoriales. En este sentido, el mejor año fue el de 1988, con
dico, frente a 59,8% de los norue­
358 millones de ejemplares vendidos, mientras que en 1993 hubo un
gos, 30,6% de los alemanes,
20,9% de los americanos y 15,3% descenso a 300 millones.
de los franceses. En Europa, Por­ El libro de bolsillo no ha escapado a esta tendencia. En 1995 se
tugal y España ven su producción vendieron 530 millones de ejemplares de paperbacks &n Estados Uni­
aumentar, mientras que la tenden­
cia va hacia al alza en Hungría y
dos, para pasar a 472 millones en 1998, lo que se corresponde con un
Eslovaquia. descenso del 3% de la parte correspondiente al libro de bolsillo en el

3 79
FRED ÉRIC BARBIER

mercado global (del 39% al 36%). Aunque el fenómeno no es nuevo,


la competencia de los nuevos medias y, en general, la de las nuevas
formas de vida intervinieron de manera decisiva. Se estima que, por
primera vez en 1997, el americano medio gastó más en el alquiler de
vídeos que en la compra de libros. Esta tendencia se vino a reforzar
desde el momento en que el margen de beneficios que ofrecía el libro
era mínimo, contrariamente al que ofrecían muchos de los productos
audiovisuales905. Así, la importancia global del sector de los «libros
impresos» se quedó estancada. En Francia, la cifra .anual dedicada a
estas actividades era de unos 25.000 millones de francos, que Fabri-
cio Piault estima que se correspondía con un cuarto de la cifra de
actividades de los Centros Leclerc.

P r in c ip a l e s p r o d u c t o r e s d e l ib r o s e n el m u n d o , 1970-1997 ( n ú m e r o de obras)

G ran Fran cia A le m a n ia España Brasil Estados Japón


B re ta ñ a U n id o s
1970 33.441 22.935 45.369 19.717 79.530 31.249
1975 35.526 28.245 40.616 23.527 85.287 12.296 34.590
1980 48.069 32318 64.761 24.569 45.596
1985 52.861 37.860 54.442 34.648 17.648 45.430
1990 41.720 61.015 36.269
1991 m s m 43.682 67.890 39.082 48.146
1992 86 573 45.379 67.277 41.816 49.276 27.557 35.496
1993 41.234 67.206 40.758
1994 95.015 45.311 70.643 44.261 51.863 21.574
1995 101.764 34.766? 74.174 48.467 62.039
1996 107.263 71.515 46 330 68.175 56.221
1996 46.036
1997 47.206

Fuente: Anuario estad ístico d e la UNESCO

3.3.2. La organización de la distribución

Las dificultades del sector editorial están directamente ligadas a los


problemas de la distribución. Se da la coexistencia de dos modelos,
según sean los mayoristas quienes controlen la distribución, como
sucede en Inglaterra o Alemania, o según sean los editores quienes lo
hagan, como en el caso de Francia, de tal manera que cada gran 905 Los dos tercios de los libros de
grupo tiene un sistema propio de difusión. En todas partes, la trayec­ bolsillo vendidos son novelas sen­
toria dominante es desfavorable a la librería al por menor y al propio timentales tradicionalmente desti­
nadas al público femenino, mode­
modelo de la distribución minorista, al que la edición está principal­ lo de consumo que tiende también
mente ligada. a debilitarse.

380
HISTORIA DEL LIBRO

Un primer aspecto que afectó a la librería tradicional reside


en el hecho de que la masificación del mercado trajo consigo
una fuerte tendencia a la reducción de los plazos de rotación.
El mercado exigía novedades, mientras que las viejas edicio­
nes acumuladas, que constituían la riqueza principal de la
mayoría de los libreros y editores, debían despacharse
mediante plazos más o menos largos, lo que ocasionó una
crisis de gestión proporcionalmente elevada. La práctica de
los «repartos» acentuó esta tendencia: los «repartos» podían
ser devueltos sólo después de algunas semanas, por lo que los
libreros limitaron su abastecimiento, y, con ello, la tasa de
rotación de la librería al por menor aumentó paralelamente.
Se enviaron las mismas obras a todos los lugares en un
mismo momento, mientras que en todas partes hubo la
misma carencia de determinados libros. Paradójicamente, la
racionalización trajo como consecuencia el producir cada vez
más obras «indisponibles». En cuanto a la dispersión de las
estructuras de distribución, el caso de Francia fue particular­
mente caótico, al contrario de lo que sucedió en Alemania o
en Italia. Mientras que en estos dos últimos países una obra
encargada a un librero se recibía en el plazo de uno o dos
días, en Francia tardaba de diez a dieciocho días en llegar. En
definitiva, el modelo de los flujos vino a sustituir al de los
stocks, que se ajustaba mejor al sistema gutenbergiano.

Un segundo factor gira en torno al reparto de los canales de


difusión. Como hemos visto, desde hace siglos el libro se
venía difundiendo fuera de las librerías propiamente dichas,
y estos canales «alternativos» constituían, a menudo, la
mayor parte del mercado. Pues bien, el modelo de la indus­
trialización y de la producción de masas acentuó este hecho,
e impulsó la concentración de los medios. En 1995, la libre­
ría tradicional en Francia sólo aseguró el 30% o el 35% de
las ventas, frente al 22% de la gran distribución, el 12% de
las tiendas multimedia y el 18% de los clubes906. Una encues­
ta llevada a cabo sobre los puntos de venta del libro señala
906 El principal grupo, France-Loisir, una cifra de 2.200 librerías907, pero también existían unos
tuvo una cifra de negocio de 1,74
13.000 «radios de la librería» en los hipermercados y super­
mil millones de francos en 1993.
mercados, como también en otros 12.000 «puntos de
907 Negocios cuya cifra de negocio re­
venta»908. Es evidente que los servicios disponibles en una
presenta el 50% de los beneficios
del libro. librería al por menor no tienen nada que ver con los de los
908 Supermercados, estancos, quios­
«radios de librería» de un hipermercado. También es natural
cos, etc. que la racionalización de la gestión haya hecho que las gran-

381
F R ÉD ÉR IC BARBIER

des superficies se concentren en las obras más prometedoras,


cuya difusión está asegurada, dejando a los libreros al por
menor los libros más difíciles de vender, y cuyos plazos de
entrega son también más lentos.
Dentro de las propias librerías, la parte de las grandes
superficies especializada en el libro y los medios audiovisua­
les tiene tendencia a aumentar. En 1974, la FNAC abrió su
tercera tienda en París (rué de Rennes), proponiendo un
extenso catálogo de libros. En 1994 ya contaba con 42 tien­
das en Francia, cuatro en Bélgica y una en España, a la vez
que se impuso en Francia como el primer vendedor de libros.
Le siguieron otras plataformas, como la de Virgin, cuya pri­
mera tienda se abrió en los Champs-Élysées (París) en 1989.
Igualmente, los «espacios culturales» que acompañan a los
Centros Leclerc prometen multiplicarse, pasando de 26 en
2000 a 8.0 en 2005.
La «ley Lang», adoptada en 1981, pretendía proteger la
red de librerías independientes imponiendo un precio único
del libro en relación al cual las reducciones no podían sobre­
pasar el 5%. Este mecanismo tuvo como consecuencia el
permitir al editor controlar el margen de ganancia del libre­
ro, al ser él quien fija el precio, como también limitar la
intervención de las grandes superficies en el sector. En defi­
nitiva, cabe señalar que en Francia existe una red de librerías
excepcionalmente densa, con 200 grandes librerías indepen­
dientes en marcha, y que, en última instancia, el sector está
menos desvirtuado que el de la distribución de discos, ya que
las discográficas independientes representaban menos del
20% del mercado en 1994:

En gran medida, el futuro de la librería [independiente] se


sitúa, probablemente, fuera del libro, aunque los demás pro­
ductos se conciban sólo como complementarios. La ley sobre
el precio único del libro [...] ha ralentizado [su] caída, [pero]
no lo ha salvado de la misma (Pascal Fouché).

El tercer factor gira en torno a Internet y el desarrollo de las


librerías on-line. Este fenómeno, muy reciente, tiende a
cobrar cada vez más importancia. La primera librería on-line,
Amazon, comenzó a funcionar en Estados Unidos, abriendo
más tarde una página web en Francia. Se crearon otras
empresas similares, a veces de la mano de empresas editoria­
les. Tal fue el caso de Bertelsmann on line (BOL), fundada
HISTORIA DEL LIBRO

por el editor de Gütersloh en 1999. Se estima que en 2003 el


7% de la difusión del mercado alemán estaría cubierta por la
librería on-line.
Existen otras cadenas de reproducción y difusión, entre
las cuales la digitalización es la principal. El texto digitaliza-
do se almacena en un servidor que lo hace disponible (y
reproducible) en Internet a toda persona que disponga de un
acceso a la red. Aquí se oponen dos tendencias distintas,
según el servicio esté abierto a todos de manera gratuita
(como es el caso de los textos digitalizados por las grandes
bibliotecas de conservación, laboratorios universitarios, ins­
titutos de investigación, etc.) o se trate de una empresa
comercial. En el segundo caso, el uso de la digitalización ha
tenido consecuencias sobre todo el conjunto del sistema-
libro. El texto puede servirse en forma de archivo informáti­
co transitando por Internet, pero también puede hacerlo de
forma impresa, mediante un plazo mínimo. Así, para el edi­
tor tradicional se ha hecho posible almacenar los textos de
sus fondos en forma de archivos informáticos, no realizando
nuevas tiradas de una determinada obra más que a petición
del comprador (lo que no era posible con la imprenta tradi­
cional, y sí está al alcance con la informática). Así aplicada a
la edición, la gestión en flujos sostenidos ha producido
importantes ahorros en lo que se refiere a los costes de alma­
cenamiento y su correspondiente gestión. Este fenómeno se
acentúa aún más en el caso del libro electrónico (e-book), gra­
cias al cual la compra y el recargo pueden hacerse on-line, de
tal manera que los costes de producción ya no son los m is-.
mos que los que había con la imprenta tradicional, la difu­
sión se acelera sobre la demanda y la gestión es mucho más
simple.

3.4. Ei libro electrónico

A pesar de las apariencias, el libro electrónico es, seguramente, un


media menos competitivo para el sistema-libro tradicional de lo que
parecen demostrar los fenómenos que acabamos de estudiar. Los
laboratorios de Palo-Alto (Xerox) y del M IT (Massachusetts Instituí
of Technology) pusieron en marcha un libro electrónico que comen­
zó a comercializarse. El objeto en cuestión se presentaba como una
pantalla, y también como un libro tradicional cuyas páginas apare­
cían como hojas plastificadas sin signo alguno. Mediante el empleo

383
FRÉDÉRIC BARBIER

de disquettes o de chips, o bien por telecargo, el lector cargaba el


texto deseado, transmitiéndolo a través de la pantalla o sobre las pági-
ñas. La miniaturización permitió disponer de discos duros de 2,5 cm,
lo que supuso una capacidad de almacenamiento de 340 megaher-
cios, que equivale a 300 libros tradicionales. Los primeros modelos
se limitaban a proponer el texto desfilando sobre la pantalla, pero
aportando algunas mejorías prácticas, como la posibilidad de hacer
variar el cuerpo de los caracteres, consultar un diccionario, buscar las
reminiscencias de una palabra, tomar notas sobre un determinado
pasaje, etc.
La gran invención consistió en el sistema de la tinta electrónica.
Se explotaron dos vías. Esta tinta estaba constituida por bolas o cáp­
sulas de muy pequeño tamaño, cada una de las cuales se correspondía
con un píxel. En el procedimiento Xerox, las propias esferas eran
bicolores y giraban por efecto de un campo magnético, imprimiendo
el lado blanco o el lado negro según su posición. En el procedimien-
■to del MIT, las bolas albergaban partículas de dos colores, negro (car-
bono) o blanco (dióxido de titanio). El paso de una corriente eléctri­
ca permitía cambiar su color, según estuviera por encima el negro o el
blanco, y la disposición se estabilizaba. La lisibilidad se basó en la
reflexión de la luz, lo cual limitó el consumo de energía de manera
considerable. Este último procedimiento, que no necesitaba usar
bolas absolutamente esféricas (ya que las cápsulas no giraban sobre sí
mismas), ofrecía la ventaja de una mejor resolución y permitía el uso
de diferentes colores. Esta técnica se aproximaba a los caracteres del
libro clásico: el espesor de las páginas podía reducirse a 80 mieras, su
peso era similar al del papel y contaba con una excelente resolución.
Los usos del libro electrónico son prometedores. Gracias al
mismo, se hace posible cargar el texto deseado, disponiendo de un
gran número de volúmenes de forma manejable, incluso con ilustra­
ciones, a partir de las micro-memorias. Además, los programas de
marcado y de tratamiento abren la posibilidad de trabajar en el texto,
buscando un pasaje, analizando su contenido, buscando citas suscep­
tibles de ser almacenadas en el ordenador, etc. Pero las posibilidades
más ricas residen en los usos personalizados: se pueden constituir
archivos y libros de pasajes de textos que cada individuo pretenda
conservar (sobre un determinado tema en particular, por ejemplo), e
incluso, de sus propios textos. Por último, desde el punto de vista téc­
nico, el libro electrónico opera directamente sobre el campo multi­
media. No sólo contiene texto e ilustración, y a veces sonido, sino
que la marcación a 60 hercios (60 revoluciones por segundo) le abre
al mundo del vídeo y al de la imagen en movimiento. En contraposi­
ción, es evidente que el cambio de soporte trae consigo una pérdida

384
HISTORIA DEL LIBRO

certera. No todos los libros tienen vocación de ser transcritos a la


forma electrónica, de tal manera que nos encaminamos hacia una
estructura compleja dentro del terreno documental, con la combina­
ción de todos los soportes o medias (papel, disquete, disco compacto,
libro electrónico...), pero también con el aumento de la flexibilidad
7 de la integración.
La crisis del sector editorial es mucho más compleja de lo que
hemos podido describir. La mundialización ha facilitado la interfe­
rencia entre los diferentes espacios geopolíticos y ha planteado el pro­
blema de las relaciones entre las lenguas dominantes (especialmente,
el inglés) y las lenguas dominadas. Por el contrario, las reflexiones
sobre la identidad, el patrimonio y los vínculos de la memoria a
menudo han llevado a romper los lazos sociales basados en un con­
cepto de nación que, como hemos visto, no se corresponde con exac­
titud con el de nacionalidad. Por último, los países en un principio
atrasados se van abriendo a la modernidad, y su despegue es tanto
más vigoroso cuanto mayor ha sido su atraso. En 1998, Portugal con­
taba con casi 1.200 editores, publicando 9.200 obras (con una tirada
media de 2.700 ejemplares), de las cuales 6.300 son novedades; y
posee una red de distribución que combina las estructuras concentra­
das con las librerías tradicionales909.

4 . EL H IS TO R IA D O R Y LA R E VO LU C IÓ N DE LOS MEDIA

A lo largo de este recorrido, ¿cuáles son las conclusiones que se pue-


den sacar de una historia del libro y del mundo escrito?

1. Ante todo, hemos de insistir en la necesidad de incluir al


media (manuscrito, impreso, periódico, nuevos medias. ..) en
la perspectiva global de una historia de la comunicación, en
la que ningún agente debe dejarse de lado. La comunicación
se sitúa en el punto de encuentro de múltiples esquemas,
909 Recordaremos con Laurence Fon- tanto de orden intelectual (la concepción y presentación del
taine los negocios de origen fran­ mensaje) como técnico, económico-financiero (su fabrica­
cés en el mundo del libro de Por­ ción), comercial (su difusión), cultural (su recepción), e
tugal, como Bertrand, uno de los
principales editores portugueses
incluso, estético (en los elementos decorativos que pueden
actuales, se remonta al asenta­ ser los propios del libro, por ejemplo), etc. Sólo la considera­
miento en Lisboa de un librero ción de la totalidad del proceso de mediatización permite las
francés en 1742. Lo mismo ocurre comparaciones, haciendo posible, por tanto, escapar al dis­
con la librería Ferin, fundada en
Lisboa por Marie-Thérése Ferin
curso convencional, poniendo de manifiesto las especificida­
en 1840, etc. des de cada modelo de comunicación.

385
FR ÉD ÉR IC BARBIER

2. La voluntad de constituir el proceso de comunicación como


un sistema global supone inscribir la investigación y la refle­
xión en un plazo largo, y sin privilegiar un tipo de comuni­
cación con respecto a otro. Los periodos de cambio se inscri­
ben en una perspectiva más amplia. Así, la revolución guten-
bergiana sólo puede entenderse en relación con los profun­
dos cambios que afectaron al mundo de la comunicación
manuscrita desde los siglos XIII y XIV. Sólo se hace inteligible
en el marco de un sistema técnico, económico, etc., marco
que también está en pleno cambio, sobre todo con el progre­
so de las actividades ligadas al trabajo del metal. Se inserta,
por último, en una perspectiva de la historia cultural marca­
da por la difusión de las nuevas sensibilidades, como la devo-
tio moderna. Idéntica tendencia se dio en su estructura pro­
funda: la invención de Gutenberg no marcó una ruptura
radical entre un antes y un después; no sería un modelo
vacío que habría roto una antigua tendencia para sustituirla
por otro modelo. No sólo la «comunicación moderna» es
anterior a la imprenta en caracteres móviles sino que, tam-
bién, el modelo de la librería y de la imprenta en el Antiguo
Régimen conservaba numerosos elementos característicos
del sistema anterior (recordemos la prolongada permanen­
cia de los caracteres tipográficos especiales, como abreviatu­
ras, etc., que estaban tomados directamente de los hábitos de
escritura, y en total contradicción con el esquema de la
imprenta tipográfica). Una problemática similar se desarrolla
en torno a los dos momentos fuertes que significaron la
industrialización (la aparición de los mass medid) y la revolu­
ción de los nuevos medias.

3. El dominio de las comunicaciones (de los medias) releva de


lo que Pierre Chaunu denominaba historia del «tercer nivel»,
que despliega sus modelos más allá del corto plazo de los
acontecimientos y del medio plazo de la historia económica
y social. La historia de los medias constituye, así, un gran
punto de apoyo de una historia cultural que se organiza y se
entiende más bien a largo plazo. Así, vivimos todavía bajo los
efectos de la invención del codex., que se remonta al siglo V de
nuestra era, mientras que la apertura al mundo escrito y al
libro nos deja sentir sus efectos tras seis siglos de continuo
progreso (siglo Xl). Después se produjo el paso a la imprenta,
al cabo de un proceso muy lento (siglos XI al XV, es decir,
cuatrocientos años). Finalmente, la mecanización y la indus­

386
HISTORIA DEL LIBRO

trialización cobraron auge tras otro periodo de tres siglos


(1450-1750), a la vez que la nueva revolución de los medias
no se desarrolló realmente hasta transcurrido un plazo de
dos siglos (1980). Es conveniente, por tanto, tomar concien­
cia de esta dilatación del tiempo, en la medida en que nos
encontramos en un estadio en el que el discurso se apoya
decisivamente en la imagen del cambio y la revolución. De
este modo, la historia de los medias nos lleva a retornar a la
vieja problemática de la ruptura y la continuidad. Si bien es
cierto que hay ruptura, con el consiguiente paso, de un
modelo a otro, esta época de cambio no interviene más que
tras un plazo siempre largo y al cabo de un proceso que osci­
la entre el progreso acumulativo y sus repercusiones. Así, «la
librería del Antiguo Régimen» (hacia 1500-hacia 1800), que
contó con innovaciones técnicas escasas o de poca importan­
cia, no ha de verse como un tiempo muerto, sino como una
época de lento progreso en la que poco a poco fueron
aumentando las necesidades y los hábitos ligados a la comu­
nicación, además de la alteración en el respectivo papel de las
elites y de las mayorías y el surgimiento de la cuestión de la
identidad y la participación. En última instancia, tuvo un
efecto de frontera y se abrieron otras posibilidades que ha­
brían de desembocar en la «segunda revolución del libro». Es
la doble dinámica del progreso y la oscilación la que permite
entender cómo interviene el cambio antes del cambio, es
decir, cómo la definición de un cierto sistema alberga en sí
los modelos que conducirán a su superación y posterior des­
trucción (acudiendo a una expresión cristalizada, cómo toda
sociedad humana hace «lo nuevo a partir de lo viejo»). En
sentido inverso, también permite comprender lo que perma­
nece, la conservación de las antiguas estructuras, la coexisten­
cia de modelos que, en el fondo, se remiten a diferentes nive­
les de desarrollo.

4. Todavía faltan dos observaciones más. En una época de


repercusiones, la lentitud del proceso proviene de la lentitud
y complejidad del fenómeno de difracción de los modelos y
prácticas culturales en la sociedad. Lentitud de la alfabetiza­
ción, de la difusión de las capacidades, hábitos y costumbres
culturales en los sectores sociales que hasta entonces no te­
nían acceso a la cultura: saber leer, alcanzar un nivel eficaz de
lectura, practicar -y poder practicar- la lectura individual
extensiva, comprar libros y periódicos... Esta difracción se

387
FR ÉD ÉR IC BARBIER

produjo en el interior mismo de cada grupo (sobre todo,


para la historia contemporánea, de cada nacionalidad), pero
también a nivel planetario, a través de la entrada de nuevas
naciones en el modelo de la modernidad cultural occidental.
La segunda observación: como demuestra la cronología, la
época de las repercusiones tiende a reducirse, ya que los
medios técnicos y financieros, que aseguraban la progresiva
aceleración del proceso, fueron aumentando. En lo referente
al plano técnico, el paso del signo manuscrito al carácter
tipográfico marcó una etapa en un complejo más vasto que
tendía a generalizar el trabajo de análisis y abstracción.
Hemos de seguir a Régis Debray en su exposición de la
doble lógica de la exteriorización de las capacidades huma­
nas y de la fragmentación:

La escritura «exterioriza» la palabra [...] como la imprenta


exterioriza la escritura y la tinta, el impreso. La escritura [...]
analiza, y con ello rompe y transcodifica [la palabra], [...] la
tipografía separa [la escritura], el lenguaje numérico [...] des­
compone imagen y texto en puntos o píxeles [...], el ordena­
dor sustituye la infinita variedad de lenguajes por una suce­
sión de 0 y 1, y la atomización de la codificación hace posible
la automatización del tratamiento.

Dejando a un lado las dificultades de la prospectiva y de la planifica­


ción910 y ciñéndonos a la parte constatable que puede aportar la his­
toria del libro y de los medias, hemos salido ya, y desde hace tiempo,
de la exclusividad del sistema libro, pero este fenómeno apenas
comienza a ser considerado y estudiado.

910 F. B. H uyghe, Les experts, ou l'art


de se tromper, de Jules Vernes a Bill
Gates, París, 1996.

388
HISTORIA DEL LIBRO

íá a iR x s s ia a D E X M m j í ,
E SC R IT A
. s::Gos¡atpBVO:*fcHW!a.*amms;ííbser^ackísí^sv-;-
DEDICASELA
A LOS SERENÍSIMOS SEÑORES INFANTESv
» . GABRIEL Y D. ANTOSÍiO
D. Juan de Triarte,
Bibliotecario.de S; M. y ..Oficia! Tr¡u!u flor
.......De la Primera Secretaria di .Estado y dclD ^paclio,. .

CON L A S I.ICKWCIAS líK C E SA IU A S .

En M adrid, en la Imprenta de P im ío A U r i k ,
A ño de í iu c e v a i.

Juan de Triarte. Gramática latina, Pedro Marín. Madrid, 1771.‘

\'í\ i l'i <


j> A J P
R O M A IM U M
IA Dí'C R-Í'TO S \(.’ROSAIsU't
ro^rnu irip.min' i M . u n ii
S. P I I PAP M QUINXi
]US6l' h D I J U 'l,
SU \IM O R U M P O N T lF íC liM
CLEMENTJS OCTAVI,
U 3JSRO JP E lM E ÍtO
URBAM ITIDEM OCTAVI
a ' c i u i ' i i i .n í u c o u M r i ' M i t nov i*, mi m :.
DE LA HISTORIA DE ESPAÑA.
c'tlqdúltQApostólico Jiucáitjuí. concíasii auiítunu ¿¡sí CAW TU LQ H U M ERO
OS14YEKIPAD
KTUBAL,VJD
EUVEHmiBADDE.ESPAilA.,

-UBAL. lujo, d e .Japliet fuc cl primcr bombrc •,


que vino A EspjtU. A si ¡o sienten y ccstlfí-
.cari an tares niíij' graves, quC'.en.uRC panc íícl;
iñumib' ¡j'bUu eifd'iYersai ]fig,\r« , p oxcYoy
‘ b añ ó i ' K p í i u con H npitia rcni|)ljjío ;y '
f sir vcnul.v fue <in csw iniücbj;vEiíañoV^ú¿;v
lifapjiuí.idcl .ilfliwio ^ n c r a t fe k c fe t r a , coiiFariiií á h u z a ii r l c
lós tKIHfos m M jc s r a ili, « cón útn ciento y t r a in a y uno, los
desa-inUcnccs de A tU nnucírra primero - pjtirc ^ cspircícrnn y : ;

m *. i ]»r r i . in«pcd,dcl.arru»iU(ic«to.cou que jJOtc6mó]biy iiiiiii ’


Tm’-1 a Jj-
1YPE.I,
MDOOOTIl
Sí I t l í I & Ll i t t ’

Missale romanum. Manuel de Mena. Madrid, 1768. Juan de Mariana. H istoria He Espeña.
Benito Monfort. Madrid, 3792.

389
FR ÉD ÉR IC BARBIER

r6,ü0‘ÍW,i'
BREVIARIUM
G O T I Í I C U M
S i Cb~\ n u U líl G U L /} M

B l i A T IS S I W 1 S ID O R J
- r : ' % ' s\ i\ J* i í r m i v i \cm>T u a va l t n s i s

l . - y ,w S i£’S^''- Á teák íl

:f
j Tu /i Iiav u \n un Ci r ( r ’ iu

SílSISlSiBIPSl
finí ,

L \ C ‘ 13 1R \N7C I S a usTOiNli LO H f' i


"I 1 (. 11 \t ~ rnr ¡ líl P M I i l I , r f i
dnlHtJitfctfitncú¿inlimi mm
\ü U .U ’l oA CI L M 0 Z \1 M i l "

$dt Í

í\i . I k l J l /O M M D l CJ \

\|i 1 T( <c m i 1 \ ' S C 11 1 i D hi It ViJi, p J}| ,

&>,

Brevinrium gothicum. Joaquín Fbarra. Madrid, 1775.

B IB ¿, l O T I I L C / E
VLTLR1S H I S P A N Ai
l I J 1 K 0 ( 1 \ \ u<> rniRO SEGUNDO
i) i i i j o i i) i 1 1 11 r i i < n i
d ; ío s ip v l a IOS
IR 0* 1110
/) 1
I I l xnt I
r i b (tw
m iir uri \ F E R S I L E S t S IS IS M U N B A *

C A P 11 U L O I.

i p t - r r «i i *»V) C • ¿ ?o T_
»Lin tfcmfcuiXX Ju i i / 1 > iw ¡ * icii'ro
<i /' I i
Vi»»
* t i|U fl i lor u- c n j i l o i
V
j, ii l fnim ' q .t i' li i
( >h. , i n le i ii i f i*ij i ‘o 11 1 un
4/J225&ÍE I I luí Iui ) IiUI le i i Ki 1>c 111)11 III
Ji-
liiiS

Nicolás Antonio. Bibliotecas Veteris Hispanas. Miguel de Cervantes. Trabajos de Persilesy


Joaquín Ibarra. Madrid, 1788. Sigismundo. Antonio Sancha. Madrid, 1781.

390
HISTORIA DEL LIBRO

MU. D E LO S , . i

CARACTERES
Q U E ' SE FU N D EN 1POR JJIKSO CIG lf :

m
■■■y;£7¿Z';i D-ANTONIO.
i ESPINO
ífeí SA
DE LOS M O N T E R O S 'Y A B A D I A ,

’ A C A D E M IC O " ’
J>R, L A R E A L

DE SAN FERNANDO,
o to m m s m um m s

PENSIONADOS,
EN MATRICES
Hechas enteramente por ,tl mismo,

• ' GOK PPM Z Q M 18»


QUE
PROSIGUE M J B J M Ñ m , )
hatta concluir utt surtido: completo. •

Muestras de los caracteres que sefim den por dirección de D. Antonio Espinosa. Madrid, 1771 •
B ib lio g ra fía 1

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A r n o l d , W. «Der Flirts ais Büchersammler: die Hofbibliothek in-
1 Esta bibliografía es voluntariamente der Zeit der Aufklarung», p. 41-59.
limitada a sólo cien títulos que pue­
den servir a modo de introducción a
VODOSEK, P. «Volkbibliotheken in der Spataufklárung», p. 135-
este campo que es evidentemente de­ 175).
masiado vasto para poder estar aquí B l a n d , D. A History \of book illustration: the illuminated manuscript
resumido de manera más amplia;
and the printed book, Londres, 1958.
debe completarse con la bibliografía
que se encuentra en los pies de pági­ BlSCHOFF, B . Paléografie de TAntiquité romaine et du Moyen Age occi­
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una encuadernación, 3) los ex li-
tlichkeir und Leseinteresse im Mittelalter und in derfrühen Neuzeit.
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Quantitative und qualitative Aspekte, Wiesbaden, 1998, 2 vol. venta, 5) los catálogos de las bi­
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