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¿Qué es la biogeoquímica?
La biogeoquímica es una disciplina que integra aspectos biológicos, geológicos y químicos de los ecosistemas, con
el objetivo de estudiar el transporte y la transformación de la materia y la energía en el planeta. Mediante el enfoque
biogeoquímico, podemos conocer cómo los seres vivos modifican la distribución de los elementos químicos en la
superficie de nuestro planeta, en un contexto de reacciones de óxido-reducción (redox), en las cuales las sustancias
que se combinan intercambian electrones. Asimismo, esta disciplina puede explicar cómo el ambien- te químico
influye en y dirige la evolución de la vida y la coevolución de la geósfera y la biósfera; es decir, podemos estudiar
cómo evolucionaron de manera conjunta la porción sólida de la Tierra (también llamada litósfera) y el espacio en el
que se desarrolla la vida y los productos que generan los organismos vivos (véase el Recua- dro 1). Además, a
partir del supuesto del balance de masas (la materia y la energía no se crean ni se destruyen, sólo se transforman),
la biogeoquímica puede entender, proponer y poner a prueba hipótesis respecto a la relación y el funcionamiento de
los organismos como sistemas de adquisición y transformación de materia y energía. Todos los seres vivos estamos
constituidos principalmente por 27 elementos, pero seis de ellos son los elementos químicos básicos; a saber, en
orden de impor- tancia: hidrógeno (H), oxígeno (O), carbono (C), nitrógeno (N), fósforo (P) y azufre (S). Estos seis
elementos son capaces de impulsar los ciclos biogeoquími- cos globales (Schlesinger y Bernhardt, 2013) y
conforman 95% de la masa de la biósfera.
principalmente. Se piensa que hubo una fase tempra- na de agregación (incremento de tamaño) que in- tegró
materiales pesados que eran relativamente abundantes en nuestra galaxia. Posteriormente, en una fase tardía de
agregación se integraron elemen- tos ligeros, como carbono, nitrógeno y gases nobles (provenientes de meteoritos y
desgasificaciones del manto terrestre), además de silicio, magnesio y oxí- geno. Asimismo, se formó una corteza
dominada por aluminosilicatos (aluminio y sílice) y feldespatos (aluminio, calcio, sodio y potasio) que flotaban so- bre
las pesadas rocas semifluidas del manto terres- tre. Después de la fase tardía de agregación, nuestro naciente planeta
se caracterizó por una liberación masiva de gases (desgasificación del manto), los cua- les contenían grandes
cantidades de carbono, oxíge- no, hidrógeno, nitrógeno y azufre. Estos elementos se combinaron para formar
compuestos que origi- naron gradualmente una atmósfera primitiva reduc- tora (sin oxígeno libre), saturada de
monóxido de carbono (CO), dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), sulfuro de hidrógeno (H2S) y vapor de agua
(H2O). A medida que el planeta se enfriaba, el vapor de agua se condensaba, con lo cual se formaron los océanos. En
este escenario –hostil y dantesco, desde nuestra perspectiva humana– se desencadenaría uno de los eventos más
extraordinarios que hacen espe- cial a nuestro planeta en el Sistema Solar: ¡la vida!
Tabla 1. Algunas rutas metabólicas asociadas a los cambios químicos en la biósfera (Jelen y cols., 2016).
(fotosíntesis anoxigénica) y posteriormente en una atmósfera con incrementos de oxígeno (fotosíntesis oxigénica). Hace
aproximadamente 2 700 millones de años se acumuló suficiente oxígeno en la atmósfe- ra a partir de la fotosíntesis
oxigénica, lo que llevó al cambio de una atmósfera reductora a una oxidante.
Las cianobacterias, ancestros de las plantas, y su exitoso mecanismo fotosintético modificaron de una manera sin
precedentes la química arcaica de la atmósfera terrestre, rica en CO2 y CH4, al generar oxígeno, un producto de
desecho para ellas. Las al- tas concentraciones de CO2 y CH4 que provocaban un efecto invernadero asfixiante en
nuestro plane- ta decrecieron gradualmente al paso de millones de años, mientras se incrementó el oxígeno atmosférico.
La producción de oxígeno llevó a la formación de la capa de ozono (O3) en la estratósfera, la cual es un manto protector
de la radiación UV. Esto permitió aún más la diversificación de la vida y la aparición de organismos capaces de utilizar el
abundante oxígeno atmosférico. Otra característica de las cianobacte- rias ancestrales y actuales es su capacidad para
fijar el nitrógeno atmosférico (N2), un gas abundante. En la actualidad, la mayor fijación de N2 en los océanos (80%) se
atribuye a las cianobacterias de los géneros Trichodesmium y Croccosphaera; algunas de estas es- pecies podrían haber
sido determinantes para el fun- cionamiento químico de la atmósfera terrestre en los últimos 2 500 millones de años,
debido a su influen- cia global en el ciclo del carbono y del nitrógeno. És- tos son sólo algunos ejemplos de cómo los
organismos pueden modificar a gran escala la química del planeta a lo largo del tiempo; sin duda, la vida tal como hoy la
conocemos es posible gracias a los cambios químicos que impulsaron los seres vivos que nos precedieron.