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COP 27 – SEDE EGIPTO (2022)

JESÚS
Autoridades presentes de los distintos Estados, organismos y asociaciones intervinientes: damos gracias
por la buena fe, que seguramente han manifestado todos los oradores y las oradoras que nos
precedieron. Expresamos nuestro completo apoyo y acompañamos todos los acuerdos que puedan
suscribir. Sin embargo, permítasenos hacernos unas preguntas en voz alta:
• ¿El modelo de desarrollo y de consumo es el actual de las sociedades ricas?
• ¿El mundo tiene hoy los elementos materiales como para hacer posible que 8 mil millones de
personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más
opulentas sociedades occidentales? ¿Será posible? ¿O tendremos que darnos algún día otro
tipo de discusión? Hemos creado una civilización que es hija del mercado, hija de la
competencia, que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo.
• ¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía que está
basada en la competencia despiadada? ¿Hasta donde llega nuestra fraternidad?
Nada de esto lo decimos para negar la importancia de este evento, por el contrario, el desafío que
tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica, ¡es
política! Los hombres y las mujeres NO gobiernan hoy, sino las fuerzas que han desatado son las que
nos gobiernan.
A lo largo de la presente jornada, seguramente se hablará de desarrollo, de sacar a grandes masas de
la pobreza. Sin embargo, no debemos perder de vista lo siguiente: no venimos a la vida a desarrollarnos
en términos generales, venimos a la vida intentando ser felices. Porque la vida es corta y se nos va, y
ningún bien vale tanto como la vida. A infinidad de personas las vida se les escurre trabajando para
consumir un “plus”, porque si se paraliza el consumo se detiene la economía. ¡Es ese hiperconsumo el
que está agrediendo al planeta! Un hiperconsumo que genera cosas que duran poco, porque hay que
vender mucho. ¡Estos son problemas de carácter político! Que reflejan la necesidad de comenzar a luchar
por otra cultura.
No se trata de plantearnos volver al hombre de las cavernas, ni de tener un monumento del atraso, es
que no podemos, indefinidamente, continuar gobernados por el mercado, sino que tenemos que gobernar
el mercado. Por eso sostenemos que el problema es de carácter político. Porque… ¿qué es ser pobre?
Pobre no es el que tiene poco, sino que verdaderamente pobre, es el que necesita infinitamente mucho.
Tenemos que reflexionar que la crisis del agua, el calentamiento global, la crisis ambiental en general,
no es una causa. La causa es el modelo que hemos adoptado y ¡lo que tenemos que revisar es nuestra
forma de vivir!
Vivir para consumir no puede ser, bajo ningún punto de vista, el destino de la vida humana. El desarrollo
no puede ir en contra de la felicidad, tiene que ser a favor de la felicidad humana, de las relaciones
humanas, de cuidar de los hijos y las hijas, de tener amigos y amigas. En definitiva, ¡de tener lo elemental!
Porque cuando luchamos por el ambiente, el primer elemento del ambiente es la FELICIDAD HUMANA.
Por eso, es que los y las invitamos a hacer de este encuentro un espacio de reflexión. Como dijo Su
Santidad Pablo VI “ha llegado la hora en que se impone una pausa, de reflexión, casi de oración. Volver
a pensar en nuestro común origen, en nuestra historia, en nuestro destino común”. En este sentido, las
nefastas consecuencias de un irresponsable desgobierno de la economía mundial, guiado solo por la
ambición del lucro y del poder, deben ser un llamado a una severa reflexión sobre el hombre.
PAOLA
El clima está cambiando eso es un hecho. Los cambios que afectan al ambiente no tienen precedente
en la historia. Los gases de efecto invernadero retienen el calor atmosférico y elevan la temperatura
de la tierra, el aire y el mar. Sus efectos son numerosos: aumenta el riesgo de episodios meteorológicos
extremos e intensos como tormentas tropicales, sequías e inundaciones; se eleva el nivel del mar; se
reduce la producción de alimentos; se pierde fauna y flora y se altera el ecosistema marino.
A esto debemos agregar que el abuso y la destrucción del ambiente, al mismo tiempo, van acompañados
por un imparable proceso de exclusión. En efecto, un afán egoísta e ilimitado de poder y de bienestar
material lleva tanto a abusar de los recursos materiales disponibles como a excluir a los débiles, los más
pobres son los que sufren estos atentados por un triple grave motivo:
1. Son descartados por la sociedad;
2. Son al mismo tiempo, obligados a vivir del descarte;
3. Deben, injustamente, sufrir las consecuencias del abuso del ambiente.
La crisis ecológica, junto con la destrucción de buena parte de la biodiversidad, puede poner en peligro
la existencia misma de la especie humana.
Debemos recordar que los dos pilares de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático
son adaptación y mitigación. La responsabilidad de esta generación, de quienes vivimos ahora, está
en la mitigación, en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero lo suficiente para que la
adaptación, sobre todo en las comunidades más vulnerables, sea realmente posible y efectiva. Para
alcanzar la adaptación, se nos invita a cambiar las conductas y patrones de consumo y producción
vigentes desde hace 100 a 150 años y que ya no son sostenibles.
Tenemos que movilizar capacidades, conocimientos y herramientas, el apoyo político y financiero y el
conocimiento científico, para adaptarnos y ser más resilientes al cambio climático. Porque, como bien
dijo Su Santidad Pablo VI (sexto) “la genialidad humana bien aplicada ayudará a resolver los graves
desafíos de la degradación ecológica y de la exclusión”.
Como cierre de nuestra disertación, nos preguntamos ¿qué sucederá si no logramos frenar el cambio
climático? La respuesta a este interrogante es una sola: no hay plan B, porque no hay un planeta B,
solo hay un planeta. Y por eso el plan A es frenar el cambio climático. No decimos que será fácil, porque
si fuese fácil ya se habría hecho. Pero nadie puede sustraerse a la responsabilidad y el compromiso que
todos y todas debemos asumir para hacerlo y hacerlo a tiempo.
Es necesario enseñar a nuestros hijos e hijas que la tierra es nuestra madre. Todo lo que ocurra a la
tierra, le ocurrirá también a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo, se están
escupiendo así mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto
es lo que sabemos: todas las cosas están ligadas como la sangre que une a una familia. El sufrimiento
de la tierra se convertirá en sufrimiento para los hijos de la tierra. El hombre no ha tejido la red que es la
vida, solo es un hilo más de la trama. Lo que hace con la trama se lo está haciendo a sí mismo. En
palabras de Su Santidad, el Papa Francisco, “los seres humanos somos parte del ambiente, vivimos en
comunión con él”.
Las consecuencias de la inacción serán verdaderamente catastróficas en comparación con las ganancias
que persigue el capitalismo: la vida en general no será como la conocemos hoy, se declararán nuevas y
más feroces epidemias y el crecimiento económico global se verá perturbado por la lucha de unos contra
otros por la comida, el agua y el aire puro.
Esta es la triste imagen de la tierra si no reaccionamos a tiempo. La hora de actuar es hoy.
¡Muchas gracias!

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