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I MATERIA Y ENERGÍA
II FASES DE UN PROCESO
2) HACER ACOPIO
La libreta llena de lo que hemos encontrado. Recolecto el material aurado, la basura que
contiene algo: así hablaría tal personaje, fragmentos de diálogo, elementos para la puesta,
ideas dispares, ocurrencias, la anécdota que he vivido en el mercado, la cita que he leído.
Voy levantando en esas anotaciones breves la voz de la obra. Toda obra de teatro tiene una
sola voz, una forma dominante, a pesar de que contenga múltiples voces en su interior. En
mi caso, suele haber una voz por encima de todas las demás. Esta voz hay que escribirla y
luego decirla en alto. ¿Suena o es ruido? Por lo tanto, en el cuaderno comienzo a escribir la
obra sin escribirla. Hacer acopio de materiales debe ser divertido, debe ser como cuando
uno tiene veinte años y sale a ligar. Se divierte, es feliz, no se preocupa. Luego, vendrá lo
duro, habrá que formar una familia, llevar una casa y pagar las facturas. Algo así será la
escritura de la pieza, cuando llegue el momento, cuando las decisiones nos preocupen y
todo parezca venirse abajo.
Con el acopio, me acuerdo a la racha del jugador cuando se siente inspirado. Sigue
apostando si le va bien. Está iluminado. Aquí nos ocurre igual, cualquier cosa nos puede
servir. Todo parece servir al objetivo de la obra. Lo que lees, lo que ves en la televisión, lo
que te pasa, todo puede llegar al fondo de la libreta y estar en la pieza. Estás en la racha.
El almacenaje encuentra su propia lógica. Hay material que se desecha o se aparta cuando
vamos hallando esa voz superior. Sólo comienza a interesarme el material pertinente (el
que pertenece) porque rima con el universo de lo que estoy creando desde el comienzo.
Tras el acopio, suelo pasar las frases a limpio en un archivo de texto. Las voy ordenando.
Suelo anotar párrafos, voces, ideas, fragmentos de diálogo… Y de repente, sin haber hecho
nada, o apenas nada, tengo unas 10 páginas de texto. Las imprimo y comienzo a leerlas.
Ahora las subrayo con lápices de colores, las marco e identifico según la parte a la que
pertenece cada fragmento: “esto es del principio”, “esto es del final” o “esto suena a que
podría ir en el pliegue, como centro”. Así comienzo a levantar lo que yo llamo El Monstruo.
En este estadio sólo yo podría leer la obra, pero sé que ya está ahí, contenida. Existe. Por
ahora es un desorden lleno de vacíos, pero sé que ahí está aquello que voy a escribir
después. Sé que hay pocas presencias y muchas ausencias pero entiendo que la ausencia
ya se convierte también, poco a poco, en presencia.
El horror se parece a una página vacía porque entra cualquier cosa. Cualquier cosa no
sirve. Sólo sirve lo que debe pertenecer a la página.
3) IMPROVISACIÓN IMAGINARIA
Escribir teatro es una improvisación imaginaria, percibida por todos los sentidos. Yo soy el
autor y soy todos los personajes. Habito los cuerpos de todos ellos. A la hora de improvisar,
debo poner las voces en cada cuerpo. Creo que es importante sentir el cuerpo del hablante
frente al exceso de pensamiento-información. A partir de El Monstruo, comienzo a fluir en la
improvisación de los huecos. De aquello que me gustaría saber, lo que me divierte conocer.
Por ejemplo, en Terrenal descubrí que los personajes hablaban un lenguaje coloquial,
propio de Buenos Aires en los años cincuenta y, a su vez, se trataba de un lenguaje que
poseía una resonancia bíblica en sus expresiones. Se movía, pues, en la dualidad. El
lenguaje de Terrenal es inasible para el público -también para el público argentino- por la
especificidad del mismo. Pero mi deseo no es que se entienda (en la singularidad de cada
palabra) sino que se comprenda (en la totalidad del conjunto). No termino de entender lo
que estos hombres raros dicen en escena pero comprendo el sentido de la obra cuando
ésta termina. Imagino, también, la velocidad de los cuerpos en la improvisación de la
escritura. Escribo para un actor/cuerpo/voz.
4) CORRECCIÓN
La corrección sigue siendo escritura. Leo lo que he escrito en voz alta. Paso del cuaderno al
ordenador. Cuando corrijo en el ordenador es mucho más fácil. Como en la pintura, pintar
es una sucesión de errores corregidos. Debemos escribir como quien pinta. Lo bueno del
arte es que es un lugar de dudas, en el que las cosas no son definitivas del todo. Y menos,
como sabemos, en el teatro. El arte es como si la vida tuviera dos versiones. Aquí podemos
fallar porque nuestra profesión es una utopía.
Muchos creen que escribir bien es escribir bien.
ESCRIBIR BIEN es ESCRIBIR MAL y CORREGIR.
Creo en la técnica como fenómeno complementario, pero la técnica no debe imponerse a la
creatividad. A partir de aquí, trabajamos con una forma abierta, antes que con una forma
cerrada. Todo puede parecer aleatorio y, en parte, lo es, hasta el control que tenemos de la
propia obra.
-“Se produce un enfrentamiento entre el imaginario real, el del autor, contra el imaginario
escénico, el del director”.
-“La función principal del director no sólo es ordenar el tráfico, sino servir de estímulo y de
calma para el actor. El director debe tranquilizar al actor aunque él mismo no tenga la menor
idea de lo que va a hacer”.
-“Confío en la audacia de los actores. Dejo huecos para que el actor los llene con su trabajo.
Confío en la dramaturgia del actor. Los actores son constructores de ausencias. El cuerpo
del actor es siempre más elocuente que las palabras que escribo”.
-“Pienso en la experimentación, en la vanguardia. Experimentar significa salir del perímetro.
El teatro que conocemos está dentro del perímetro de un círculo que se va ensanchando
con los años y con las obras. Muchas veces salimos del perímetro, de la convención, y
fuera hace mucha lluvia y tenemos frío. Solemos apostar nuestro dinero y nos mojamos,
nuestra obra no funciona, nadie la entiende, los críticos nos pegan y perdemos el dinero.
Entonces volvemos dentro del perímetro, al resguardo y la protección. Muchos de los que
se salieron del perímetro hoy son grandes artistas, reconocidos, como Beckett, pero
sufrieron lo que significa ampliar el perímetro. Con nuestro intento fallido también lo hemos
ampliado un poco. En nuestro fracaso hemos abierto el camino para los que vengan
después. Siempre es una audacia salirse del perímetro”.
-“Sobre la escritura de personajes, vamos evolucionando según vamos escribiendo: 1º)
conocemos a los personajes como si fueran recuerdos de un viaje en tren, algún detalle nos
ha sorprendido en su ropa, escuchamos una conversación furtiva; 2º) conocemos a los
personajes como si hubiéramos compartido con ellos unos días en un hotel, las vacaciones
muestran siempre algo “sagrado” de nosotros, sabemos cómo piensan en la superficie,
intercambiamos una cena con ellos; 3º) conocemos a los personajes como si fueran de
nuestra familia, sabemos sus contradicciones y puntos débiles, nos pueden caer mal pero
son nuestros primos, hermanos, padres. Es interesante saber qué quieren ser y qué se les
opone.
-“El gran personaje es el personaje ausente. Por eso es importante lo obsceno, aquello que
no se puede poner en escena”.
-“El poder del teatro está en lo invisible. El teatro está formado por dos elementos: el icono,
lo que se ve en escena, lo que se dice; y el índice, lo que está indicado pero resulta oculto,
lo que está aludido pero no se ve. Aquello que se convierte en alusión genera algo que no
está inventado por el autor sino creado por el espectador. Lo alusivo es la herramienta más
poderosa con la que disponemos en el teatro. Esto es un escenario vacío pero también es
el Jardín del Edén. El espectador debe verlo. Las carencias propias del medio se completan
con las partes que pone el espectador con su imaginación. Las saca de su vida, de su
mirada, por lo que son personales y únicas. Debemos alternar entre iconos e índices para
equilibrar la obra, entre lo que decimos/vemos y lo que no”.
-“Toda obra de teatro es una novela. El relato se produce en la cabeza del espectador a
través de los índices que le entregamos. La obra, lo que se ve, sólo es la cumbre del
iceberg. El resto, el cuerpo descomunal de hielo, está construido por la alusión”.
-“No olvidemos lo dramático. La expectativa (que viene de espectador, de alguien que
espera algo) del conflicto que no se resuelve”.
-“El humor nace en los detalles”.
-“La metáfora es un chiste no explicado. El chiste es una metáfora explicada”.