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Adolf Hitler, canciller de Alemania, y Ernst Röhm, cofundador y comandante de las SA, realizando
el saludo fascista (1933).
El nazismo es una forma de fascismo que demostró un rechazo ideológico hacia el marxismo, la
democracia liberal y el sistema parlamentario. También, incorporó un ferviente antisemitismo, el
racismo científico y la eugenesia en su credo. Su nacionalismo extremo provino del
pangermanismo y del movimiento Völkisch prominente en el nacionalismo alemán de la época, y
fue fuertemente influenciado por los grupos paramilitares anticomunistas Freikorps que surgieron
después de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, de la cual surgió «el culto a la
violencia» que estaba «en el corazón del movimiento».[3]
Es una ideología gestada en la década de los años 1920, pero que no alcanzará importancia
hasta los años 30, momento en que las duras condiciones de paz impuestas en el Tratado de
Versalles (1919) se juntan con la grave crisis mundial del Jueves Negro en 1929 (véase Gran
Depresión). En Alemania la situación es más acuciante aún, ya que a los devastadores efectos
económicos se sumaba la obligación de pagar el tributo de la derrota en la Primera Guerra
Mundial, y el descontento popular ante la injusta situación que hacía que las calles se llenaran de
manifestaciones extremistas de toda índole, tanto de izquierda como de derecha.[4]
Esta situación culmina con el fuerte descrédito de las democracias liberales, ya que las dictaduras
que surgieron demostraron ser capaces de controlar y resolver las crisis más efectivamente que
las democracias.[nota 1] Tanto la Italia de Benito Mussolini —quien fue elogiado por «hacer que
los trenes llegaran a tiempo», es decir, por poner fin a las huelgas y caos económico que había
dominado a ese país— como el Imperio del Japón, países en los que se impusieron «gobiernos
fuertes», no solo resolvieron la crisis a mediados de los 30 sino que fueron percibidas como
restaurando el orden social aún con anterioridad a esa solución a problemas económicos.[nota 2]
A esa crisis político-económica hay que agregar una crisis ideológica, aún anterior, que se
extiende desde 1890 a 1930 y que ha sido caracterizada como una «revolución contra el
positivismo».[5] Tanto los valores como las aproximaciones a la sociedad y la política que
formaban la base de la civilización occidental fueron percibidas como superadas reliquias del
racionalismo proveniente de la Ilustración. Específicamente, tanto el fascismo como los
desarrollos intelectuales que lo antecedieron buscaron transcender lo que se percibía como la
decadencia del Occidente[6] (véase, por ejemplo, La decadencia de Occidente).
Consecuentemente, el Zeitgeist de esa época puede ser descrito como una amalgama o mezcla
de ideas caracterizado por un rechazo al racionalismo, proceso que es generalmente percibido
como iniciándose con Friedrich Nietzsche, junto a tentativas de incorporar «explicaciones
científicas» a preconcepciones o incluso prejuicios explicativos del mundo, por ejemplo, un
racismo latente, que dieron origen a propuestas tales como las de la eugenesia, y en lo político,
bajo la influencia de pensadores tales como Georges Sorel, Vilfredo Pareto,[7][nota 3] Martin
Heidegger (supuestamente),[nota 4] Gaetano Mosca, y, especialmente, Robert Michels; a
percepciones político elitistas basadas en un culto del héroe y la fuerza que culminan en una
versión del darwinismo social.[8] Percepciones que adquieren connotaciones más extremas en su
divulgación y vulgarización.[5]
Los teutones son el alma de nuestra civilización. La importancia de cualquier nación, en la medida
que es un poder actual, está en relación directa a la genuina sangre teutona presente en su
población
H. S. Chamberlain (1899). Foundations of the Nineteenth Century.
Múltiples autores también resaltan el papel que tuvo la teoría evolucionista, y el darwinismo social
incorporados a la ideología nazi, como factores que propiciaron la posterior generación de
racismo, la creación del nacionalismo, la propagación de la política neoimperialista y parte
diversos pilares ideológicos del nazismo basados en la aplicación política de la idea de la
«supremacía del más fuerte».[10][11][12][13][14][15][16]
También de importancia fueron percepciones que se pueden ver ejemplificadas en la obra de, por
ejemplo, Benjamin Kidd, quien propuso:
Nuestra civilización ha sido dada a luz como resultado de un proceso de fuerza sin paralelos en la
historia de la raza. Por épocas incontables el combativo macho europeo se ha desbordado a
través de Europa en sucesivas olas de avance y conquista, venciendo, exterminando, aplastando,
dominando, tomando posesión. Los más aptos, que han sobrevivido esas sucesivas olas de
conquista, son los más aptos por el derecho de la fuerza y en virtud de un proceso de selección
militar, probablemente el más largo en la historia, el más duro, probablemente el más elevante al
que la raza ha sido sometida.
Benjamin Kidd (1919). The Science of Power, pp. 4-5.
Para Kidd, el combativo hombre europeo es un pagano que rinde homenaje pero no entiende ni
acepta en su corazón la validez de «una religión que es la total negación de la fuerza». Ese
hombre europeo ha introducido el «espíritu de la guerra» en «todas las instituciones que ha
creado» y «la creencia que la fuerza es el principio último del mundo». Ese «hombre de la
civilización occidental ha llegado a ser por la fuerza de las circunstancias el supremo animal de
combate de la creación. La Historia y la Selección Natural lo han hecho lo que es»,[17] «por la
fuerza ha conquistado el mundo y por la fuerza lo controla».[17] Otras visiones de influencia en
esa percepción son las de Oswald Spengler, para quien Mussolini era el parangón del nuevo
César, que se levantará del Occidente en ruinas para reinar en la «era de la civilización
avanzada», por analogía a los césares de la Antigüedad.
En Alemania, específicamente esa rebelión contra el racionalismo dio origen, entre otras cosas, a
una variedad de asociaciones que promovían un retorno a visiones romantizadas del pasado
alemán (véase Völkisch), en lo cual Richard Wagner tuvo alguna influencia[nota 5] y una sociedad
ocultista y semisecreta, la Sociedad Thule —basada en la ariosofía y primeros en usar la
esvástica en el contexto de la época— que patrocinó el Partido Obrero Alemán (DAP), más tarde
transformado por Hitler en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.[18]
A lo anterior se ha sugerido que hay que agregar factores específicamente alemanes. A pesar de
que Maurice Duverger considera tales consideraciones poco convincentes a fin de explicar el
desarrollo del nazismo,[19] se ha afirmado que no se puede explicar el nazismo sin considerar su
origen[20] y que entre los factores que explican ese origen se debe mencionar una tradición
cultural (volkgeist)[21] —que se remonta a personajes tales Lorenz von Stein y Bismarck (véase
Estado social)— en la cual el Estado adquiría poderes dictatoriales, demandando orden, disciplina
y control social estricto a fin de garantizar crecimiento y el bienestar económico de la
población.[22]
Esa tradición se transforma, bajo la influencia de personajes tales como Ernst Forsthoff, jurista
conservador de gran influencia, quien, a partir del periodo de la República de Weimar, postula que
los individuos están subordinados ya sea al «Estado absoluto» o al Volk, bajo la dirección de un
líder o Führer.[23]
El nazismo transforma, sin mucha dificultad, ese culto a la fuerza del más fuerte que es el ario en
un antisemitismo puro y simple, utilizando la preexistente leyenda de una conspiración judía para
hacerse con el control mundial (véase Nuevo Orden Mundial (conspiración) y Los protocolos de
los sabios de Sion) para explicar la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial: el ejército de
ese país fue traicionado y «apuñalado en la espalda» (véase Leyenda de la puñalada por la
espalda)[24] por los bolcheviques y judíos. Esa «traición» se extiende al gobierno
socialdemócrata de la República de Weimar que permite ahora que esos mismos judíos y otros
financieros se beneficien de la inflación, y otros problemas que afectan a los alemanes[25] (véase
Hiperinflación en la República de Weimar). Aduciendo además que muchos de los principales
líderes comunistas son también judíos, asimilan ambos conceptos en una gran «conspiración
judeo-marxista».[26]
El nazismo se concreta como una ideología totalitaria de índole fascista en la medida en que se
caracteriza por dar una importancia central y absoluta al Estado —a partir del cual se debe
organizar toda actividad nacional[27] (véase Gleichschaltung)— representado o encarnado y bajo
la dirección o liderazgo de un caudillo supremo, en este caso Hitler, y por proponer un racismo,
nacionalismo e imperialismo visceral que debe llevar a conquistar los pueblos que se consideren
inferiores (véase Lebensraum). A partir de 1926, Hitler centralizó incrementalmente la capacidad
de decisiones en el partido. Los dirigentes locales y regionales y otros cargos no eran electos,
sino nombrados, de acuerdo al Führerprinzip (‘principio de autoridad’) directamente por Hitler, y a
él respondían, demandando, a su vez, obediencia absoluta de sus subordinados. El poder y
autoridad emanaba del líder, no de la base.[28][29][30]
Término
La vigésimo segunda edición del Diccionario de la lengua española define nazismo como el
«movimiento político y social del Tercer Reich alemán, de carácter pangermanista, fascista y
antisemita».[31] Etimológicamente, el término nazi proviene de dos sílabas del término
Nationalsozialismus, como ideología implementada por el partido (Nationalsozialistische Deutsche
Arbeiter Partei).[32] Los miembros del partido se identificaban a sí mismos generalmente como
nacionalsocialistas y solo raramente como nazis. Dicho término fue popularizado por el periodista
Konrad Heiden, quien lo usaba de manera burlesca en sus escritos.[33]
El origen y uso de nazi es similar al de sozi, palabra del lenguaje diario para designar a los
miembros del Partido Socialdemócrata de Alemania (Sozialdemokratische Partei
Deutschlands),[34] y otros términos que en alemán coloquial se suelen acortar terminando con
una /i/ final. A partir de 1933, cuando Hitler asumió poder en el gobierno alemán, el uso del
término iba disminuyendo en Alemania, aunque en Austria, al menos hasta el Anschluss, sus
oponentes lo continuaron usando con una connotación despectiva.[34] A partir de eso, el término
ha adquirido una connotación crecientemente peyorativa.[35]
Nazismo y Hitler
Se ha sugerido que Adolf Hitler «es uno de esos pocos individuos de los cuales se puede decir
con absoluta certeza que: sin él, el curso de la historia habría sido diferente»,[38] o, que sin él, las
cosas habrían sido muy diferentes.[39]
Hay poca duda que Hitler poseía un carisma y capacidad de oratoria, pero también una ambición
excepcional. Alguien que -con una falta de escrúpulos absoluta- estaba dispuesto a sacrificar lo
que fuera o considerara necesario en aras de sus objetivos. Pero tampoco hay duda que tanto los
objetivos como los medios eran avalados por el Zeitgeist, y que Hitler encapsuló -voluntaria o
accidentalmente- lo peor de ese espíritu de su época.[40] Si bien es posiblemente correcto que
sin Hitler el nazismo no habría sido lo que fue, no es menos cierto que sin ese zeitgeist Hitler no
habría sido lo que fue.
Después de la Gran Guerra Hitler permaneció en el ejército donde fue asignado a una unidad
especial, el Departamento de Educación y Propaganda, del Ejército de Baviera, bajo el comando
del capitán Karl Mayr. Una función importante de ese departamento era dar a los soldados una
razón aceptable —desde el punto de vista del ejército— de su derrota en la guerra. Esa razón se
encontró fácilmente, dado el "espíritu de la época" y el del ejército, en "la traición de los judíos y
comunistas".
Copia (falsificada) del Carnet de Afiliación al Partido Obrero de Hitler. El número real de su
membresía era el 550 (55, el 500 era agregado para dar la impresión de un grupo más grande)
pero con posterioridad el número de Hitler fue reducido para dar la impresión que Hitler fue uno
de los fundadores del "partido".[47]
Hitler llegó a ser el protegido de Dietrich Eckart, otro de los fundadores y miembro de la Sociedad
Thule, quien —junto con el resto de esa sociedad— creían en la llegada inminente de un "Mesías
alemán".[48] Eckart -con ambiciones de poeta- había escrito acerca del "El Sin nombre", "El que
todos sienten pero ninguno ha visto" y en Hitler creyó encontrarlo,[49] lo que se vio reforzado por
su éxito como orador, pero el resto de los directores "del partido" lo encontraban prepotente y
egoísta. Hitler reaccionó -julio de 1921- ofreciendo dimitir o ser nombrado jefe del partido
(reemplazando a Drexler) con poderes ilimitados. El asunto fue finalmente puesto a una reunión
general. La propuesta de Hitler fue aprobada por 543 votos a favor y uno en contra. En la reunión
siguiente (29 de julio de 1921) del recientemente renombrado Partido Nacional Socialista Obrero
Alemán, Hitler fue introducido -por primera vez- como Führer.
Esa posición fue conveniente para Hitler y su personalidad o estilo, librándolo de la obligación de
tener que seguir cualquier programa o compromiso que no fuera conveniente en el momento,
incluyendo las propuestas por él mismo. Pero de nuevo, no vemos la acción de un genio político,
sino el resultado de, por un lado, el de la ilusión de personajes tales como Eckart y, por el otro, de
la propuesta de sectores conservadores y nacionalista -tales como la de Forsthoff - que fueron
utilizadas para producir una situación tal que le permiten proclamar: "Yo soy el partido".[50]
Así, los principales ideólogos del partido cuando este llega al poder - Walter Darré, Dietrich
Eckart, Hans Frank, Rudolf Hess, Heinrich Himmler, Robert Ley, Julius Streicher, Alfred
Rosenberg, etc- muestran, entre los elementos que los caracterizan, una fe ciega en un líder,
Hitler, quien es concebido como encarnando todas las calidades y Voluntad de poder o vida de "la
nación" y -como tal, el único que puede determinar qué es y qué no es correcto, aceptable o
incluso ético. En las palabras de un jerarca nazi: "Si el pueblo tiene confianza, y si la verdadera
dirección popular esta presente, el Führer será capaz de hacer lo que desee con la nación... la
gente le obedecerá ciegamente y ciegamente lo seguirán. El Führer siempre tiene la razón. Cada
uno y hasta el último ciudadano debe decirlo (...) Sí, Uds. que nos llamaban sin dios, hemos
encontrado nuestra fe en Adolf Hitler y a través de él hemos encontrado a Dios una vez más. Esa
es la grandeza de nuestro día. Y esa es nuestra buena fortuna"[51]
Una de las primeras medidas de Hitler como 'Führer' de los nazis fue organizar un grupo selecto,
las Grupos de Asalto o SA -bajo control de uno de sus incondicionales, el exoficial de ejército
Ernst Röhm - y ordenarles "confrontar" socialistas en las calles. Esto llevó a un incremento en la
popularidad del partido nazi entre sectores más extremos en los bares y cantinas en los que los
nazis organizaban sus reuniones y de ahí, entre los "nacionalistas extremos" de la población
general.[53] Entre las figuras que se unieron a los nazis se puede destacar a Heinrich Himmler;
Hermann Göring y Joseph Goebbels. Las SA crecieron rápidamente, atrayendo miles de
reclutas[54] al punto que -en 1922- se hizo posible y necesario crear una división para "novatos"
de 14 a 18 años - la Jugendbund o Hermandad de los jóvenes- que eventualmente se transformó
en las Juventudes Hitlerianas.
Tras encabezar un fallido intento de golpe de Estado en 1923, contra la República de Weimar,
Hitler es condenado a prisión y recluido en un castillo. Una condena de 5 años, de la que
finalmente solo cumplió once meses, le permitió escribir el libro semiautobiográfico Mein Kampf
'(Mi lucha)' que pronto se convierte en el elemento que le faltaba al colectivo, un libro casi
sagrado. En él declara firmemente su antisemitismo y su anticomunismo y deja claro que los arios
son una raza superior a todas las demás.
En febrero de 1926 Hitler -en un discurso frente alrededor de sesenta de sus seguidores más
selectos, incluyendo los gauleiteres- repudió las posiciones "socialistas" anteriores del partido,
enfatizando que "el verdadero enemigo son los judíos", y que tanto el socialismo como la URSS -
como creaciones judías- debían ser destruidas y que la propiedad privada debía ser respetada
por los nazis.[55] Esto horrorizó a algunos de sus seguidores más cercanos y llevó al comienzo
de una ruptura con la facción de Gregor Strasser, pero posibilitaba un acuerdo con sectores
derechistas en el gobierno. Uno de los resultados inmediatos de ese vuelco a la derecha fue que
en 1927 Wilhelm Keppler -un empresario- se unió al partido nazi. Y a través de él algunos otros -
tales como Hjalmar Schacht (más tarde, ministro de economía de los nazis), Fritz Thyssen y el
banquero Kurt von Schroeder- aceptaron financiar al partido.[56] [57] Esto se vio facilitado por la
llegada de la crisis de 1929, lo que aumentó el caudal electoral nazi, llegando este a obtener el
37% del voto popular (abril de 1932), con un aumento en la membresía de 27 000 en 1925 a más
de 800 000 en 1931.
Una de las principales personalidades de la época -Franz von Papen- perdió posición frente a la
facción de Kurt von Schleicher, quien, nuevamente fue incapaz de obtener apoyo mayoritario. Von
Papen concibió reemplazarlo con "una cara nueva", la de Hitler, que sería -en la opinión de
Papen- fácil de manipular: el partido nazi comenzaba a mostrar desgaste electoral, perdiendo -
julio de 1932- 34 escaños, reduciendo a 196 "diputados" sobre un total de 608. Adicionalmente, el
partido se estaba quedando sin fondos. Aparentemente el plan de von Papen era promover una
dictadura mediante un golpe de Estado que -en su opinión[61]- sería inevitable siguiendo el caos
que el gobierno de Hitler produciría (dado que no solo una vez más el gobierno sería incapaz de
funcionar sino que el uso de confrontación y violencia por "el incapaz" Hitler produciría una
demanda popular por la restauración del orden).[62][63] Como se ha observado "Estupideces de
ese tamaño son raras en cualquier país o época".[64] Von Papen arregló una reunión con Hitler a
través de los buenos oficios del banquero von Schroeder, lo que se concretó -el 4 de enero de
1933 en la casa de este último, llegando a un acuerdo.[65] Hitler fue nombrado Canciller de
Alemania el 30 de enero de 1933. (la fecha es conocida como Machtergreifung). Sin embargo, la
coalición que "apoyaba" al nuevo canciller era minoritaria, contando con solo 247 escaños.
Memorial en Berlín. Cada una de las pizarras representa a los 96 miembros del Reichstag
asesinados por los nazis, tras el acceso de éstos al poder
Con posterioridad a su nombramiento Hitler pidió al anciano presidente Paul von Hindenburg que
disolviera el Reichstag, lo que fue aceptado y se fijaron elecciones para el 5 de marzo de 1933. El
27 de febrero ocurrió el Incendio del Reichstag -posiblemente bajo órdenes de Hitler.[66] Al día
siguiente Hitler declaró el estado de emergencia[67] y demandó que Hindenburg firmara el
Decreto del Incendio del Reichstag, aboliendo la mayoría de las disposiciones de derechos
fundamentales de la constitución de 1919 de la República de Weimar.
Siguiendo lo anterior las elecciones de marzo dieron a los nazis y sus aliados el 44% del voto.
Todavía no una mayoría. La respuesta de Hitler fue demandar que el Reichtag le concediera
poderes plenos, en la forma de la Ley habilitante de 1933 -situación permitida por la Constitución
de Weimar para darle al Canciller el poder de pasar leyes a decretos, sin la intervención del
Reichstag en casos excepcionales- Los cálculos de von Papen parecía estar concretándose. Sin
embargo, si bien Hitler estaba a favor de una dictadura, no estaba dispuesto a implementarla a
favor de algún otro. El 23 de marzo de 1933 el parlamento se reunió a discutir la cuestión. En una
atmósfera de creciente intimidación los parlamentarios tuvieron que ingresar cruzando un anillo
de SA que gritaban: "Los poderes totales... o fuego y muerte". Solo los social demócratas se
opusieron (los comunistas habían sido arrestados o asesinados en su totalidad). Otto Wels -
presidente de los socialdemócratas- proclamó: "Nosotros los socialdemócratas nos
comprometemos en esta hora histórica a los principios de humanidad y justicia, de libertad y
socialismo. Ninguna acta habilitante lo habilita a Ud a destruir ideas que son eternas e
indestructibles". Mirando directamente a Hitler, agregó: "Uds. pueden quitarnos la libertad y la
vida, pero no pueden privarnos de nuestro honor. Estamos indefensos, pero no
desgraciados".[68]- Hitler se enfureció y respondió gritando:
Esa fue la última sesión de un Reichtag con oposición. Poco después, el partido social demócrata
fue prohibido y el resto (aparte de los nazis) se disolvieron. Von Papen tuvo que contentarse con
el puesto de vicecanciller, desde el cual había esperado poder manipular a Hitler, pero con
resultados de tan poca importancia que fue encontrado inocente en los Juicios de Núremberg.[70]
Horas tras la muerte del presidente Hindenburg (2 de agosto de 1934), Hitler publicó una ley
(fechada el 1.º de agosto) que establece: `La posición de Presidente del Reich será combinada
con la del Canciller. La autoridad del presidente será por lo tanto transferida al presente canciller y
Führer, Adolf Hitler. Él seleccionará su diputado. Esta ley es efectiva a partir de la muerte del
Presidente von Hindenburg".[71] Comenzaba así el Tercer Reich, que la propaganda afirmaba
duraría mil años.
A continuación se anunció que tendría lugar un plebiscito, para dar la oportunidad al pueblo
alemán de expresar su aprobación. Este tomó lugar el 19 de agosto del mismo año, y Hitler
obtuvo un 90% de aprobación -38 millones de votos-. Al día siguiente se introdujeron a través del
Reich juramentos obligatorios de lealtad personal no al estado o Alemania sino a Hitler,
especialmente en las escuelas, fábricas, servicio público y ejército. Así, la voluntad del Führer se
transformaba en la ley. La aplicación de este principio, que a partir de 1938 incluía a Austria,
resultó en formas totalitarias de control y represión, ya que cualquier oposición a los designios del
Führer era, por definición, antinacional.
En relación con la Europa "no-occidental" o región en la cual "la raza" podría expandirse, existen
documentos que sugieren la intención era establecer formas de gobierno subservientes al alemán
y basadas sobre un sistema de castas, de acuerdo a las cuales la función de la población
(trabajador (esclavo/campesino/obrero) -supervisor y amo (sacerdote-guerrero) se establecería de
acuerdo a su “raza”, bajo la dirección de las Schutzstaffel, o SS. (ver Generalplan Ost): los
eslavos, polacos, rusos, etc, serían exterminados en su mayoría, y quienes sobrevivieran serían
trasladados "al este" donde, tratados como esclavos (negándoseles toda educación, tratamientos
médicos, etc) finalmente se extinguirían. Dado que no había suficientes "arios", miembros de
razas "intermedias" ( letones, estonios, checos, ucranianos, etc) continuarían existiendo como
campesinos y mano de obra con algunas garantías, bajo control de amos y supervisores
alemanes, especialmente miembros de las SS, que recibirían tierras y esclavos en relación con
sus "méritos".
En el caso de gitanos y judíos esos planes de largo plazo con "razas inferiores" fueron puestos en
ejecución incluso durante la guerra misma, en el llamado programa de Solución Final.
Persecución y represión
El terror se ejercía de forma directa: por medio de la censura, las agresiones físicas, los arrestos y
las detenciones en campos de trabajo.
Programa Nacionalsocialista
Esta sección es un extracto de Programa Nacionalsocialista.[editar]
Cesare Santoro, un fascista que visitó Alemania en la época, lo pone así: "En la declaración
programática, ya citada al principio de nuestra obra, Adolf Hitler anunció que el nuevo gobierno se
proponía “velar por los intereses económicos del pueblo alemán no por el camino tortuoso de una
gran economía burocrática organizada por el Estado sino por el impulso más fuerte dado a la
iniciativa particular sobre la base del reconocimiento de la propiedad privada”. El reconocimiento
del principio de que, en contraste con lo que ocurre en la Rusia soviética, el Estado tiene por
misión dirigir la economía pero no administrarla por sí mismo (función que corresponde
exclusivamente a la economía misma) no puede ser más explícitamente expresado. También así
ha sido establecido solemnemente el principio de la propiedad privada con lo que se estimula al
patrono a ensanchar más su empresa para alcanzar los mayores resultados posibles.
El nacional socialismo estuvo influenciado por Moeller van den Bruck, del quien se usó el término
El Tercer Reich de su obra homónima. El nazismo tomó la visión del "socialismo" desde el punto
de vista de Moeller van den Bruck: “cuando hablamos ahora del socialismo alemán, por supuesto
que no nos referimos al socialismo de los socialdemócratas... tampoco nos referimos al
socialismo marxista lógico que se niega a abandonar la lucha de clases y las Internacionales. Nos
referimos más bien a una concepción corporativa del Estado y de la economía que tal vez deba
tener una base revolucionaria, pero que luego buscará la estabilidad conservadora".[82]
Estos dos principios determinan las normas directivas para la reorganización nacionalsocialista de
la economía industrial; aquellas exigen una administración autónoma cuya misión consiste en
asesorar y tutelar a las asociaciones industriales o a los socios que forman parte de ella. Esta
administración tiene el deber de transmitir al gobierno los deseos de los patronos que toman parte
en la obra de reconstrucción económica".[88]
Aun así, después de que los nazis tomaran el poder las empresas estatales fueron privatizadas
en masa. Varios bancos, astilleros, líneas ferroviarias, navieras, organizaciones de asistencia
social y más fueron privatizados, sin embargo dicho concepto de privatización incluía una estricta
fiscalización por parte del estado mediante uno o varios miembros del partido nazi adheridos de
manera directa dentro de la directiva de cada empresa privada, lo que en resumen se reflejaba en
el constante intervencionismo del estado sobre la empresa privada.[89] El gobierno nazi adoptó la
postura de que las empresas deberían estar en manos privadas siempre que sea posible.[90] La
propiedad estatal debía ser evitada a menos que fuera absolutamente necesario para el rearme o
el esfuerzo de guerra, e incluso en esos casos "el Reich a menudo insistía en la inclusión en el
contrato de una cláusula de opción según la cual la empresa privada que operara una planta tenía
derecho a comprarla”.[90]
Las empresas privatizadas por los nazis incluían los cuatro principales bancos comerciales de
Alemania, que habían sido propiedad pública durante los años anteriores: Commerz– und
Privatbank, Deutsche Bank und Disconto-Gesellschaft, Golddiskontbank y Dresdner Bank.[89][90]
También se privatizaron los Deutsche Reichsbahn (Ferrocarriles alemanes), en ese momento la
empresa pública más grande del mundo, Vereinigte Stahlwerke AG (United Steelworks), la
segunda sociedad anónima más grande de Alemania (la más grande fue IG Farben, que apoyó
financieramente el ascenso de Hitler al poder) y Vereinigte Oberschlesische Hüttenwerke AG, una
compañía que controlaba toda la producción de metales en la industria del carbón y el acero de la
Alta Silesia. El gobierno también vendió varias empresas de construcción naval y mejoró los
servicios público-privados a expensas de las empresas de servicios públicos de propiedad
municipal.[89] Así la economía alemana durante el nazismo funcionó como una forma de
capitalismo monopolistas.[91] Además, los nazis privatizaron algunos servicios públicos que
habían sido prestados anteriormente por el gobierno, especialmente los servicios sociales y
laborales, y estos fueron tomados principalmente por organizaciones afiliadas al Partido Nazi en
las que se podía confiar para aplicar políticas raciales nazis.[89]
Entre las políticas que caracterizaron la economía de la era nazi, pueden mencionarse, además
de la privatización, el desarrollo de la organización obligatoria de los industriales (carteles
obligatorios), el lugar dominante que ocupan los monopolios, la ayuda considerable aportada por
el Estado a la economía (bajo la forma de pedidos masivos, garantía de créditos a las empresas),
la importancia adquirida por la organización profesional, el desarrollo de la legislación de precios y
la organización ofensiva de las relaciones con el mercado mundial (dumping, clearing).[92]
Hitler parecía entender el papel del estado como dirigiendo pero también apoyando la industria
nacional a través de proporcionar estabilidad económica y diversos programas específicos, tales
como proporcionando "mano de obra barata", como es ilustrado en la famosa película La lista de
Schindler.
Sin embargo, lo anterior no produce una propuesta específica acerca de cómo resolver los
problemas económicos de Alemania cuando Hitler llegó al poder. Esto fue resuelto a través del
nombramiento de algunos "profesionales" en posiciones de responsabilidad. Esto dio a Hitler la
oportunidad de poder elegir entre diferentes y competitivas propuestas, seleccionando la que
considerara más adecuada.
Desfile de Fuerzas del Servicio del Trabajo - durante uno de los Congresos de Núremberg-
Septiembre de 1937- en estadio construido para el propósito
A partir de 1933 se implementó el llamado "Programa de Reinhardt",[93] que era un ambicioso
proyecto de fomento económico a través del desarrollo de la infraestructura -con la construcción
directa por el estado de proyectos de obras públicas - tales como autopistas (ver Autopistas de
Alemania), redes de ferrocarriles, canales -tanto de riego como transporte (por ejemplo, reinicio
de la construcción del Canal Rin-Meno-Danubio, estadios, etc (ver Arquitectura de la Alemania
nazi)- combinados con incentivos (tales como reducción o eliminación de impuestos a la
inversión) y la expansión del gasto militar, etc. En 1936, el gasto estatal en asuntos militares
excedía a los gastos en asuntos civiles y llegaba al 10% del Producto Nacional Bruto, más que
cualquier otra nación europea en la época.[94] A nivel de los trabajadores, el "programa" significó
la eliminación de los sindicatos independientes (reemplazados por un organismo sindical/patronal
único, bajo control nazi- ver Frente Alemán del Trabajo), aproximación que se mantuvo durante
todo el gobierno nazi.
En 1934 Hjalmar Schacht fue nombrado ministro de economía, con la intención (y bajo
instrucciones secretas) de lograr el rearmamento[95] y desarrollar una política que lograra la
autarquía o independencia económica de Alemania. Para lograr eso fines Schacht necesitaba
tanto re industrializar Alemania como poder comprar materias primas en el extranjero, evitando al
mismo tiempo una vuelta a la inflación, lo cual a su vez requería estabilizar la moneda alemana
(hacerla aceptable a nivel internacional) y reducción del déficit presupuestario del Estado.
Schacht propone en un Nuevo "Plan de cuatro años"[96] basados en el uso de "Billetes Mefo",
una especie de circulante pseudo monetario al estilo de "letras de cambio o títulos de crédito,
teóricamente de una empresa independiente (MEFO) pero que permitían al estado otorgar
créditos a industrias sin romper las reglas monetarias aceptada, dado que esas "letras de cambio"
estaban relacionados no con un lapso de tiempo sino con un resultado económico (por ejemplo, el
valor de un ferrocarril, usina, etc, a ser construida).[97] - y en lograr que países extranjeros -
especialmente en América Latina y sureste de Europa- vendieran sus productos a Alemania
pagados ya sea por medio de un intercambio directo con productos manufacturados en Alemania
o en "depósitos bancarios en Alemania", que solo podían ser gastados en ese país,
específicamente, que no podían ser retirados en monedas extranjeras. En lo referente al proyecto
autárquico, Schacht implementó el desarrollo de productos substitutos o ersatz.[98]
Schacht también creó un sistema financiero que permitió al estado alemán utilizar el "dinero de
extranjeros" depositado en bancos alemanes. Ese sistema constituyó las bases del utilizado para
la administración, primero, de los fondos de judíos y, posteriormente, de los caudales en países
conquistados.[99]
Varios economistas -empezando con Michal Kalecki- han descrito esas políticas económicas
como un keynesianismo militar. Si bien es correcto que Alemania Nazi fue uno de los primeros
países que -con posterioridad al abandono del patrón oro- utilizó el déficit fiscal a fin de promover
crecimiento económico, conviene recordar no solo que Keynes publicó su Teoría general de la
ocupación, el interés y el dinero solo en 1936 (después de la implementación de muchas de las
políticas delineadas más arriba) sino también las palabras de Hitler mismo respecto a carecer de
una política económica. Así, parece más correcto sugerir que las políticas económicas nazis eran
eclécticas, mostrando no solo influencia "keynesiana" sino también las de otras escuelas, por
ejemplo, las propuestas económicas de los fascistas italianos, que, a su vez, se basaban
teóricamente en las propuestas de Pareto.[101] Contrastese, por ejemplo, la descripción de las
políticas nazis ofrecida por Santoro con la siguiente de las políticas de Mussolini -proveniente de
Franz Borkenau: "En los primeros años de su gobierno Mussolini ejecutó literalmente las
prescripciones políticas de Pareto, destruyendo el liberalismo pero al mismo tiempo
reemplazando en general el manejo estatal de las empresas privadas, disminuyendo los
impuestos sobre la propiedad, favoreciendo el desarrollo industrial, imponiendo un educación
(basada en la aceptación ciega de dogmas...".[102]
Lo anterior se ha explicado de la siguiente manera: "La razón principal por esto fue la percepción
generalizada entre los nazis que la economía no era muy importante, y que, en todo caso, estaba
subordinada a los intereses del Partido o de la política del Partido. En relación con los individuos y
sus visiones, mientras que el régimen no fuera abiertamente criticado, había un margen
considerable para la discusión de economía política y teoría económica, no habiendo una línea de
partido en asuntos económicos. Segundo, en el campo de la política (económica) práctica había
un profundo nivel de pragmatismo: si las “fuerzas del mercado” podían lograr objetivos políticos,
tanto mejor".[103]
Propaganda
En la práctica, el partido utilizó el término socialismo para intentar atraer a la clase obrera y así
alejarla del comunismo (KPD) y la socialdemocracia (SPD), al tiempo que utilizó el término
nacionalismo para atraer a los sectores nacionalistas y conservadores.[106]
Bastaba ya el color rojo de nuestras proclamas para atraerlos al local de nuestras asambleas. La
burguesía corriente se mostraba extremadamente indignada al pensar que también nosotros nos
hubiésemos apoderado del rojo de los bolchevistas, y creía ver en esto algo de doble sentido.
Habíamos elegido el color rojo para nuestras proclamas, después de minuciosa y honda reflexión,
buscando con ello provocar a los de izquierda, hacer que montasen en cólera y así inducirles a
que concurrieran a nuestras asambleas, aunque sólo fuese con la intención de molestarnos; más
de este modo nos daban la ocasión de hacerles escuchar nuestra palabra.
Hitler, Adolf. Mi lucha (Mein Kampf). Franz Karlz.
En un principio el discurso del partido se centró en la lucha contra las grandes empresas, con una
marcada retórica anti-burguesa y anticapitalista; sin embargo, posteriormente fueron suavizando
estos postulados y obtuvieron el apoyo y financiación de grandes empresas industriales y ricas
personalidades. Desde la década de 1930, el partido orientó sus postulados al antisemitismo y al
antimarxismo.[107]
La teoría nazi sostenía que entre el Führer y su pueblo existía una armonía mística, una absoluta
comunión -en la medida que el Führer encarna y dirige todas las aspiraciones y voluntad del
pueblo- Pero en la realidad, ese pueblo -como individuos- puede fallar en entender esa “voluntad
general”, así, esa comprensión y adhesión de esos individuos debían ser logradas: "No es solo un
asunto de hacer lo correcto, la gente debe entender que lo correcto es lo correcto. La propaganda
incluye todo aquello que ayuda a la gente a darse cuenta de esto"..la “Propaganda es un medio
para un fin. Su propósito es llevar a la gente a una comprensión que les permitirá, voluntaria y sin
resistencia interna, dedicarse ellos mismos a las tareas y objetivos de una dirección superior”. y
"La gente debe compartir las preocupaciones y logros de su gobierno. Esas preocupaciones y
logros, en consecuencia, deben ser constantemente presentados y forzados sobre la gente de tal
manera que el pueblo considere que esas preocupaciones y logros son sus preocupaciones y
logros. Solo un gobierno autoritario, fuertemente ligado al pueblo, puede hacer eso en el largo
plazo. La propaganda política, el arte de basar las cosas del estado sobre las amplias masas de
tal manera que la nación entera se sienta parte de él, no puede por lo tanto, permanecer solo un
medio de ganar el poder. Debe ser un medio de construir y mantener poder".[105]
"Cuidado que no se repita" (1920) .- " Caballero teutón" amenazado por soldado polaco y
traicionado por un socialista (gorra frigia roja).
Contrario a lo que algunos creen, la técnica básica de la propaganda no era, para Goebbels, la
mentira,[108] lo cual no quiere decir que no la empleara. - "Solo la credibilidad debe determinar si
lo que la propaganda propone debe ser cierto o falso"[109] y "Si la propaganda va a ser exitosa,
debe saber lo que busca. Debe mantener clara y constantemente presente su objetivo y buscar
los medios y métodos apropiados para alcanzar ese objetivo. La propaganda, como tal, no es ni
buena ni mala. Su valor moral es determinado por el objetivo que busca".[105] Lo anterior
establece una situación más bien confusa, lo que ha llevado a algunos a sugerir que se pueden
derivar cuatro principios de la "propaganda goebbeliana": 1. No hay verdad.- 2. Toda información
(real) es irrelevante.- 3. La historia y los mensajes de los medios son solo una narrativa.- 4. La
verdad es lo que se escoge creer.[110] Alternativamente, se proponen los siguientes principios:
Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un
ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. -Principio
de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas. -Principio de la silenciación:
Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que
favorecen el adversario. -Principio de la transfusión: Por regla general, la propaganda opera
siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de
odios y prejuicios tradicionales. -Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente de
que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.[111]
Permitan que de algunos ejemplos recientes. Solo necesito bosquejar los detalles. Están muy
frescos en nuestra memoria para requerir elaboración.... El Marxismo no podría haber sido
eliminado por una decisión gubernamental. Su eliminación fue el resultado de un proceso que
comenzó con el pueblo. Pero eso solo fue posible porque nuestra propaganda le había mostrado
a la gente que el Marxismo era un peligro tanto para el Estado como para la Sociedad. La positiva
disciplina nacional de la prensa alemana nunca habría sido posible sin la eliminación completa de
la influencia de la prensa judía-liberal. Eso solo sucedió debido a nuestra propaganda de años...
el hecho que fue eliminada... no es un accidente, sino más bien dependió en las fundaciones
psicológicas que fueron establecidas por nuestra propaganda... Pudimos eliminar el peligro judío
en nuestra cultura porque la gente lo reconoció a consecuencia de nuestra propaganda.... el
prerrequisito fue y es la propaganda, que aquí también crea y mantiene la conexión con el
pueblo.[105]
Un ejemplo contemporáneo es el uso por ciertos sectores de la mentira que Barack Obama no es
nacido en EE. UU.[112] y es musulmán.[113] En la medida que el innuendo se divulga,[114]
personajes tales como Rand Paul, Glenn Beck, Sarah Palin, etc, sugieren hay falta de patriotismo
de su parte y la necesidad de defender los valores cristianos de los “padres fundadores”.[115]
[116][117] Encontramos un ejemplo concreto de Goebbels en su respuesta a la reacción
internacional a la introducción de legislación antisemita -por ejemplo, las Leyes de Núremberg-
Goebbels no busca ocultar o minimizar tal reacción al pueblo alemán, pero la presenta como
“campaña de propaganda internacional por los judíos”. Y esa reacción “a la solución” del
“problema judío” por “medios legales” no afecta el “derecho y determinación del pueblo alemán” a
solucionar sus problemas con “su acostumbrada responsabilidad y seriedad” — “que preferirían
“las democracias”... que se dejara la solución en las manos del pueblo?” pregunta Goebbels — Y
concluye: Esa campaña del judaísmo internacional solo tendrá un resultado: hacer las cosas aún
más difíciles para sus “parientes raciales” en Alemania.-.[118]
El cine sufrió no solo la censura, sino además la manipulación. Todas las películas debían
contener algún mensaje pronazi. El propio estado se ocupó de producir películas documentales
de propaganda, utilizando todos los adelantos de la técnica y arte. La radio se convirtió en un
medio muy importante para el régimen, ya que permitía que la voz del Führer entrara en los
hogares alemanes, del mismo modo que la propaganda nazi.
La propaganda no buscaba solo fortalecer la fidelidad al régimen o el odio hacia los judíos, sino
también -en una actitud derivada de la Kulturkampf bismarckiana- difundir formas culturales
consideradas propias o saludables para la nación, identificadas con la raza aria. De esta manera,
se instaba a los jóvenes sanos a casarse, informándoles previamente de los antecedentes
raciales de su pareja, y a procrear familias numerosas. Las mujeres eran alentadas a permanecer
en el hogar y a dedicarse a la crianza de los niños.
Los jóvenes fueron un blanco importante para la propaganda nazi. Se crearon instituciones
destinadas a la socialización de niños y jóvenes, como las Juventudes Hitlerianas. En ellas los
jóvenes recibían una cuidadosa educación física y adoctrinamiento político. La Liga de
Muchachas Alemanas formaba a las niñas para sus futuras tareas en el hogar, mientras los niños
aprendían destrezas militares. No obstante lo anterior, un gran número de mujeres también formó
parte de las Hitlerjugend.
Esas medidas de “bienestar” han sido denominadas por algunos como un “estado del bienestar
nazi”, financiado a través del “botín de guerra”. El régimen nazi consideraba la propiedad del fisco
y los ciudadanos de los países conquistados como propiedad del estado alemán, lo que permitió
mantener - para los “miembros de la raza superior”- bajos niveles de impuestos y altos niveles de
consumo incluso durante la guerra misma. Por ejemplo, a pesar de que al comienzo de la guerra
Hitler estableció un impuesto de guerra -50% de todos los salarios- solo el 4% de los alemanes lo
pagó. Para mantener esa situación, el régimen recurrió a la expoliación y al robo organizado
desde el estado a nivel industrial, primero de los comunistas, gitanos y judíos alemanes,
posteriormente de los países ocupados. El 70% de los ingresos del estado alemán durante la
guerra vino de la expoliación, confiscaciones y robos en los países ocupados, algunas de cuyas
empresas llegaron a tener que pagar un impuesto del 112% de sus ganancias para un “fondo de
lucha contra el bolchevismo”.[120]
Cartel de 1937 de la revista mensual Neues Volk de la Oficina de Políticas Raciales del NSDAP
que pretende justificar el exterminio de las personas discapacitadas. En él se dice: "Esta persona
que padece una enfermedad hereditaria le cuesta a la comunidad nacional 60.000 Reichsmarks
de por vida. Camarada, ese es tu dinero también".
Los nazis instauran también el control reproductivo de la sociedad alemana. Es imperiosa la
necesidad de crear nuevos arios y de sacar de la circulación aquellos que presenten defectos en
nombre de la higiene racial, promoviendo la eugenesia y recurriendo a la eutanasia si hacía falta.
Así mismo, se buscó la fecundación de todas las alemanas de buena sangre por parte de la élite
aria para que poco a poco la raza perdida recupere su esplendor. El resultado de esto fue el
establecimiento de los campos Lebensborn en los cuales mujeres de origen ario eran
inseminadas con padres seleccionados para la creación de niños racialmente puros.
Más de 5000 niños alemanes menores de 10 años y más de 10 000 adolescentes fueron
ejecutados o dejados morir por inanición. Lo