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Señaló que la ley 24390 derogada constituía formalmente una ley penal
puesto que modificaba el código de fondo (art. 24), y que se trató de una ley
sancionada por el Congreso Nacional con alcance para todo el Estado
Federal.
Por otra parte adujo que la mencionada ley 24390, reglamentaria del art. 7
CADH., estableció un plazo razonable para la prisión preventiva, fijando como
tope un plazo de dos años, prorrogable por un año en casos de pluralidad de
delitos o complejidad y por seis meses más para el supuesto de mediar
sentencia condenatoria no firme. Sostuvo que este tope opera
automáticamente a su vencimiento, obligando a poner en libertad al
procesado con la sola posibilidad de exigirle una caución. Citó en apoyo de su
postura jurisprudencia y doctrina.
4. Que el defensor público oficial encauzó su recurso por la vía del inc. 1 art.
456 CPPN.
1) Tiene dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación que "...si bien la ley
24390 fija plazos para la procedencia de la libertad caucionada, de ello no se
deriva que vulnere lo establecido por el art. 7 inc. 5 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, ya que la comisión no prohíbe que
cada Estado Parte establezca plazos de duración de la detención sin
juzgamiento, lo que no admite es la aplicación de aquellos en forma
automática sin valorar otras circunstancias...". "...La validez del art. 1 ley
4
2) Ahora bien, conforme a los términos del recurso, el análisis debe dirigirse a
establecer si, a los fines de resolver la excarcelación de Andrés Duarte,
corresponde la aplicación de la ley 25430 que al modificar a la ley 24390
establece que no se computarán los plazos de prisión preventiva una vez que
se haya dictado sentencia condenatoria, aunque no se encuentre firme.
320:1395).
Refiriéndose a las leyes procesales, señala Jorge De La Rúa que "la materia,
científicamente no corresponde al derecho penal sustantivo; por el mismo
motivo, el art. 2, como norma del Código Penal, es inaplicable a situaciones
procesales, sin perjuicio que, por sus propios principios, la legislación o la
ciencia procesal acepten o rechacen el criterio de benignidad" (De La Rúa,
Jorge, "Código Penal Comentado", 1997, Ed. Depalma, p. 72).
3) Tener presente las reservas del caso federal efectuada por ambos
recurrentes.- Amelia L. Berráz de Vidal.- Ana M. C. Durañona y Vedia.-
Gustavo M. Hornos. (Sec.: Daniel E. Madrid).
ASAMBLEA LEGISLATIVA
LEY No. 25
(De 14 de diciembre de 1990)
LA ASAMBLEA LEGISLATIVA
DECRETA:
111. También observa la Corte que, a pesar de haber alegado que efectuó
los despidos con fundamentos legales diferentes a la Ley 25, el Estado se
abstuvo de indicar cuáles fueron esas supuestas bases jurídicas, a pesar de
haber tenido amplias oportunidades para ello a lo largo del proceso.
112. Por otra parte, el Tribunal constata que la aludida alegación del Estado
es contraria a las consideraciones emitidas por la Sala Tercera de la Corte
Suprema de Justicia al resolver las demandas contencioso-administrativas de
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. . . . . . . . . . . .
15
Exactamente lo mismo ocurre con todos y cada uno de los distintos tipos de
habilitaciones que otorga la autoridad de aplicación, por lo que si en el caso
de autos el recurrente poseía un tipo de habilitación que lo circunscribía a
prestar un servicio sólo con los alcances del mencionado art. 15, resulta
contrario a la norma el hecho de que su unidad hubiera sido utilizada para
ofrecer un servicio distinto, como lo es el transporte por automotor de
pasajeros de carácter interurbano.
Sin perjuicio de ello, cabe destacar que las circunstancias de hecho alegadas
por la recurrente, entiéndase auxilio a una unidad de otra empresa, traslado
de los pasajeros hasta su lugar de destino, por cierto sumamente dudosas, no
revisten el carácter de hechos fortuitos y/o de fuerza mayor, que hubieran
obligado al apelante a recurrir en su auxilio, por lo que en los hechos debió
abstenerse de ocurrir en colaboración cuando su unidad no estaba
debidamente habilitada para prestar ese tipo de servicio.
Ello por cuanto la prueba ofrecida en modo alguno resulta conducente para
desvirtuar la constatación efectuada por los inspectores y que diera lugar a la
aplicación de la sanción recurrida.
Considerando:1
I.- Que según surge del acta de procedimiento de fs. 1/2, labrada por
funcionarios de la Seccional Primera de Policía, el 17/9/2008, siendo las 21.10
horas, los imputados se encontraban haciendo pintadas sobre la calle, en
Alsina y San Martín de esta ciudad. En la ocasión se secuestraron tres
recipientes de pintura en aerosol, dos de ellos color rojo y el restante color
verde, así como láminas (como moldes) con las siguientes inscripciones: "ni
de la iglesia, ni de un macho, mi cuerpo es mío", "ninguna mujer nace para
puta", "esta belleza discrimina, alienta enfermedades", "rompé el molde, tu
cuerpo no es una cárcel", "no me mienta, la propiedad privada es un robo".
Que el principio de legalidad (arts. 18 y 19, CN.; 25, Const. prov. Bs. As.) que
puede expresarse en la máxima nullum crimen nulla poena sine lege , es decir
que sin una ley que lo haya declarado previamente punible, ningún hecho
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puede merecer castigo por parte del Estado, es aplicable aun en relación a
sanciones no estrictamente penales, como las que derivan de este proceso.
Sabido es que el derecho contravencional es un derecho penal especial, y la
falta se concibe como un "delito en pequeño", existiendo sólo una diferencia
cuantitativa y no cualitativa u ontológica (conf. Corte Sup., 7/10/1995, ED 96-
576, Fallos 175:231, 191:145, 205:173; Sup. Corte Bs. As., B. 45.458 del
4/11/1969, AyS 1969-768; Trib. Sup. Ciudad Bs. As., expte. 3.988, "Martínez"
del 3/10/2005; Roxin, Claus, "Derecho Penal. Parte General", t. I, Ed.
Thompson-Civitas, p. 79; Zaffaroni, E. R., Alagia, A., y Slokar, A., "Derecho
Penal. Parte General", Ed. Ediar, 2000, ps. 169 y 171). Por ello rigen en esta
materia plenamente los principios del Derecho Penal y Procesal Penal.
Notas
1)En el caso “Carmel v. Texas” (529 U.S.513 -2000-), resuelto por la Corte
Suprema estadounidense, se había imputado al acusado la comisión de
varios delitos sexuales en perjuicio de su hijastra. Al momento del hecho, la
ley procesal local exigía que la declaración incriminatorias de la víctima fuera
corroborada, al menos, por otro testigo. Con posterioridad a los hechos, la
legislación fue modificada con el objeto de eliminar esa exigencia y fue
aplicada al acusado, quien fue condenado. Este argumentó que esa
modificación legal era contraria a la cláusula de la Constitución
estadounidense que prohíbe la aplicación retroactiva de la ley penal. La
justicia del Estado de Texas había rechazado este planteo con el siguiente
argumento:
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“La norma reformada no aumenta la pena ni modifica los elementos del delito que
deben ser probadas por el Estado. Simplemente, elimina las restricciones que
existen actualmente respecto de la capacidad de ciertas personas para declarar
como testigos y, en consecuencia, es una regla de procedimiento”.
Una vez agotadas las instancias locales, el condenado interpuso recurso ante
la Corte Suprema Federal.
a) ¿Es coincidente la jurisprudencia argentina con la respuesta que dio la
justicia de Texas al rechazar los planteos del condenado?
b) ¿Cómo podría sostenerse que corresponde otorgar al artículo 18 de la
Constitución Nacional una interpretación opuesta a la de la justicia de Texas?
¿Qué relevancia tiene el siguiente párrafo para contestar la pregunta
anterior?:
A fines del siglo XIX Joaquín V. González afirmaba lo siguiente, al reseñar
aprobatoriamente las enseñanzas del jurista estadounidense del siglo XIX,
James Kent, “Según Kent, el sentido constitucional de las palabras ex post facto, es
que son expresiones técnicas cuyo significado es: 1º el de leyes que hacen criminal
un hecho que no lo era antes de su sanción; 2º o que agravan un crimen haciéndolo
mayor que cuando fue cometido; 3º o que cambian el castigo, aplicándole uno mayor
del que tenía por la ley cuando fue perpetrado; 4º o que alteran las reglas de la
prueba para hacer convicto al acusado” (“Manual de la Constitución Argentina
(1853-1860). Actualizado por Humberto Quiroga Lavié”, Ed. La Ley,
Buenos Aires, 2001, párr. 181, p. 157; destacado agregado).
“Como parte de ese proceso judicial de control y para que el mismo no sea
desnaturalizado, el juez Brandeis, de la Corte Suprema de los Estados Unidos, ha
sistematizado la labor judicial al respecto y sostuvo que el mismo debe formar parte
de un proceso contencioso; el juez no debe anticipar la cuestión de
constitucionalidad antes de decidirla; el tribunal no puede formular una regla de
constitucionalidad más amplia que la requerida por los hechos precisos a los cuales
ha de aplicarse ni debe entrar a apreciar la constitucionalidad de una ley a instancia
de una parte que no ha podido probar que la aplicación de ésta le ha ocasionado un
perjuicio y, por último, que la interpretación de las leyes debe realizarse según un
principio cardinal que torne posible evitar la declaración de su inconstitucionalidad
(‘Ashwander vs. Tennessee Valley Authority’; 270 US 288).
“En este orden, sostuvo nuestra propia Corte Suprema de Justicia en autos
‘Municipalidad de la Capital v. I. A. de Elortondo’ (Fallos 33-194), que ‘es elemental
en nuestra organización constitucional la atribución que tienen y el deber en que se
hallan los tribunales de justicia, de examinar las leyes en los casos concretos que se
traen a su decisión, comparándolas con el texto de la Constitución para averiguar si
guardan o no conformidad con ella; constituyendo esta atribución moderada uno de
los fines supremos y fundamentales del Poder Judicial’. Y, siguiendo esta evolución,
sostuvo más adelante en autos ‘Haydée María del Carmen Alberti’ (Fallos 260-154)
que ‘la declaración de inconstitucionalidad de una norma de jerarquía legal constituye
la más delicada de las funciones susceptibles de encomendarse a un tribunal de
justicia y es sólo, en consecuencia, practicable como razón ineludible del
pronunciamiento que la causa requiere. Que, consecuentemente, se ha declarado
también que la gravedad de tales declaraciones judiciales de inconstitucionalidad
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debe estimarse como una ultima ratio del orden jurídico. De tal manera que no debe
recurrirse a ella sino cuando una estricta necesidad lo requiera’…”.
4º) Que el apelante sostiene que la sentencia de cámara es arbitraria toda vez que el
a quo, al afirmar que Trincado incurrió en culpa in vigilando e in eligendo, no explicó
cómo debió el actor acreditar la causal que justificara la omisión del control que debió
ejercer sobre el señor Becerra. Para el recurrente, Trincado no podía ser
responsable de un producto que sus dependientes adulteraban ilícitamente "a sus
espaldas". Sostiene que el nombrado nunca fue poseedor del vino en infracción en
tal conciencia y por ello mal podía ser responsabilizado de una tenencia, respecto de
la cual no correspondía fundar una atribución de culpa objetiva…
7º) Que, en cuanto al fondo del asunto, el Tribunal considera que no le asiste razón
al recurrente.
12) Examine el voto del juez Casás, del Tribunal Superior de Justicia de la
Ciudad de Buenos Aires, en el caso “L., B.M.”, que aparece transcripto en la
Pregunta nº 7 del Cuestionario Introductorio.
condenado? ¿Qué relación tiene esta pregunta con los materiales que se
examinan a continuación?
14) El art.59, inc.6º, incorporado al Código Penal por la Ley 27.147 (2015),
establece que “… [l]a acción penal se extinguirá…Por conciliación o reparación
integral del perjuicio, de conformidad con lo previsto en las leyes procesales
correspondientes…”. (el énfasis ha sido agregado)
¿Es aplicable dicha norma a las jurisdicciones federales y nacionales en
donde aún no rige el nuevo Código Procesal Penal Federal que prevé
expresamente formas alternativas del conflicto penal como la conciliación y
reparación? La respuesta a esta pregunta, ¿depende de si le corresponde al
Congreso de la Nación o a las legislaturas locales la regulación de la acción
penal?
Sostuvo que el criterio que rige en cuestiones que, como la cambiaria, atañen
al orden público económico, supone la necesaria ultra actividad de las
disposiciones reglamentarias, al menos mientras se mantenga vigente la ley
que las sanciona, ello de conformidad con la doctrina de este tribunal de
Fallos 311-2453, por todo lo cual desestimó la pretensión de que fuese
aplicado en el sub lite el régimen establecido por el art. 2 CP., limitado en el
régimen penal cambiario por el art. 20 ley 19359.
. . . . . . . . . . .
que una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un tratado- para, una vez asegurados los
principios de derecho público constitucionales, asignar primacía a los tratados
ante un eventual conflicto con cualquier norma interna contraria.
7. Que esas consideraciones resultan aplicables al sub lite, sin que obste a
ello la circunstancia -invocada por los recurrentes- de que el decreto 530/91
haya introducido un cambio sustancial en el sistema referido por la ley penal
en blanco, al dejar sin efecto el régimen de control de cambios existente hasta
su sanción.
8. Que cabe puntualizar al respecto que la ley penal cambiaria (ley 19359, t.o.
según decreto 1265/82 [8]), mantiene vigente la incriminación de las
conductas descriptas en el art. 1 inc. e, y las penas previstas para tales delitos
(art. 2).
La subsistencia del tipo penal más allá de la situación fáctica que motivó la
reglamentación complementaria, indica claramente que en el caso no se
configura un supuesto en el que pueda resultar de aplicación una ley más
benigna que la vigente en el momento en que se cometieron los hechos. Ello,
en razón de que no fue dictada una nueva norma que desincriminara esa
conducta -la infracción al régimen extrapenal complementario- o redujera las
penas allí previstas.
2º) Que el a quo entendió que el sistema del decreto 2581/64 había sido
derogado por el decreto 530/91 de modo tal que, a partir de éste, conductas
como la imputada a Ayerza habían dejado de ser ilícitas. En razón de ello y
del carácter constitucional que la regla de la retroactividad de la ley penal más
benigna posee en virtud de los arts. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional,
9º, in fine, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 15, ap.
1º, in fine, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, consideró
inaplicable el art. 20 de la ley 19359 y confirmó el sobreseimiento definitivo
que había sido apelado.
3º) Que el recurrente plantea los siguientes agravios. Por una parte, afirma la
arbitrariedad de la sentencia en razón de que el a quo habría omitido "toda
consideración sobre la falsificación de declaraciones imputadas". Por otra,
sostiene que la regla de la retroactividad de la ley más benigna resulta
inaplicable en el caso, pues lo variado no fue la ley penal -esto es, la ley
19359 - sino las normas extrapenales. En tal sentido concluye: "La 'ley que
dispone una pena más leve', según rezan, tanto el art. 9º del Pacto de San
José de Costa Rica como el art. 15 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, no ha sido dictada y no es el caso, por lo tanto, de
aplicación de las disposiciones de esos tratados" (fs. 157 vta.)…
6º) Que, con relación al fondo del asunto, debe advertirse que, desde la
entrada en vigor de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y, tanto más, desde la
última reforma de la Carta Fundamental -la que asignó a sus cláusulas
jerarquía constitucional, art. 75, inc. 22, 2º párrafo, de la Constitución
Nacional- no es posible mantener el punto de partida tradicional de esta Corte
en casos que guardan cierta similitud con el presente. Con excepción de las
sentencias del Tribunal dictadas durante el período de vigencia de la
Constitución de 1949 -cuyo art. 29 imponía la aplicación retroactiva de "la ley
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7º) Que, por tanto, no es posible pretender que una rama del derecho
represivo o un determinado objeto de protección estén genéricamente
excluidos de la esfera de aplicación de la garantía. De otro modo, el camino
de una interpretación amplia de esta última, supuesta en el propósito de
"...que el delincuente se beneficie lo más posible de cualesquier
modificaciones ulteriores de la legislación" (Naciones Unidas, Asamblea
General, decimoquinto período de sesiones, Documentos Oficiales, Tercera
Comisión, Nueva York, sesión 1010a, 2/11/1960, intervención de la
representante del Japón, pág. 158), se vería inicial mente sembrado de
obstáculos que un examen particular podría revelar arbitrarios.
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9º) Que, sin embargo, se plantea en el sub examine una cuestión ajena al
referido ámbito de los regímenes penales temporarios. En efecto, se trata en
esta oportunidad de resolver si, ante una ley penal en blanco -como lo es la
ley 19359 en los incisos de su art. 1º que han entrado en consideración en el
caso-, las mutaciones de las normas permanentes que la complementan
ponen también en funcionamiento el derecho del imputado a beneficiarse por
la nueva configuración normativa.
A su vez, el decreto 530/91 -que derogó el entonces aún vigente art. 1º del
decreto 2581/64- forma parte del proceso de modificación del anterior sistema
por uno, precisamente opuesto, de apertura del mercado cambiario (conf.
comunicación del Banco Central de la República Argentina A. 1589, del 18 de
diciembre de 1989). Consecuencia de aquél es también la derogación de las
disposiciones de la circular COPEX I, capítulo II (conf. comunicación del
Banco Central de la República Argentina A. 1859, del 19 de julio de 1991).
Por tanto, conductas como la imputada en estos autos -ilícitas a la luz del
sistema ordenado por el decreto 2581/64- dejaron de estar prohibidas con el
dictado del decreto 530/91 y la consecuente derogación del régimen anterior.
Como principio, pues, el imputado debería beneficiarse de ello.
13) Que tampoco las circunstancias del ya citado caso "San Cristóbal
Sociedad Mutual de Seguros Generales" son equiparables, a la luz del
derecho examinado, a las del supuesto de estos autos.
. . . . . . . . . .
“10) Que también ha reiterado este tribunal que es una de las más preciosas
garantías consagradas por el art. 18 de la CN. la de que ningún habitante de
la nación pueda ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho
del proceso (Fallos: 136:200; 237:636; 275:89; 298:717). De allí nace la
necesidad de que haya una ley que mande o prohiba una cosa, para que una
persona pueda incurrir en falta por haber obrado u omitido obrar en
determinado sentido y que además se determinen las penas a aplicar.
. . . . . . . . . . . .
“7º) Que corresponde destacar que las sanciones contempladas para las
infracciones aduaneras por las que se condenó en la causa, se encuentran
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“8º) Que así como ‘no resulta congruente ni justo admitir que el valor asignado
a una mercadería contrabandeada sea menor, a los efectos de calcular la
multa correspondiente, que el reconocido a mercancía lícitamente entrada al
país, a los fines del pago del derecho aduanero’ (Fallos: 288:356), tampoco lo
es que quien ha sido condenado como autor de una infracción no reciba
sanción alguna por efecto de las distorsiones económicas que él mismo
contribuye a producir violando las obligaciones fiscales y aduaneras
pertinentes.
“9º) Que resta señalar que la validez del artículo 10 de la ley 21898 ya ha sido
sostenida por algunos integrantes de este Tribunal, con fundamentos en igual
sentido que los aquí expresados, en el caso que se registra en Fallos:
310:1401, voto de los jueces Augusto C. Belluscio y Enrique Santiago
Petracchi”.
Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por Ricardo G. Rongo (Fiscal
ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la
Capital Federal, Fiscalía Nº 1) en la causa Albornoz, Juan Carlos s/infracción
artículo 6º, ley 20771 -Causa Nº 2901-", para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
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Esta sentencia fue apelada solamente por el fiscal y mantenida por el Fiscal
de Cámara.
Para así decidir, sostuvo que "la revocación del fallo es procedente por cuanto
la tipificación por la que se condena en punto I resulta de la diferencia de
criterio del a quo con la acusación fiscal, que fuera formulada a fs. 101/102 en
función de los arts. 175, inc. 1º y 299 del Código Penal en concurso real".
….
58
5º) Que si bien lo referido a la interpretación y aplicación del art. 2º del Código
Penal constituye una cuestión de derecho común en principio no revisable en
la instancia extraordinaria, procede hacer lugar a este remedio excepcional, si
como consecuencia del régimen de la ley penal más benigna aplicado por el a
quo, se pone en cuestión la inteligencia de una norma de naturaleza federal, y
se trata de una sentencia definitiva contraria a las pretensiones que el
recurrente sustenta en ella (M.542.XX. "Morcillo Dehemelo, Helena M. c/La
Nación Argentina (A.N.A.)", del 12 de febrero de 1987).
6º) Que esta Corte ya tuvo oportunidad de señalar que decisiones suyas que
alteran sustancialmente la inteligencia de la legislación deben equipararse a
cambios en ésta a fin de asegurar que la defensa en juicio sea una realidad
en la República (Fallos: 308:552), porque de lo contrario se daría una grave
violación sustancial al privilegio de igualdad ante la ley y al derecho de
defensa, análoga a la que procuró evitar esta Corte cuando admitió que
aprovechasen a los apelantes recursos interpuestos por terceros, a los
efectos de evitar el escándalo jurídico que supondría que quienes son autores
de hechos de similar naturaleza, reciban un tratamiento por completo
diferente, por virtud de alternativas procesales no imputables a los
interesados (Fallos: 307:2236; conf. V.77.XXIII., "Villada, Juan Carlos y otro
s/robo calificado", del 9 de octubre de 1990, voto en disidencia de los Dres.
Fayt, Petracchi y Barra).
RODOLFO C. BARRA
1º, otorga al jefe de la Policía Federal facultades para aplicar los edictos
policiales conforme la competencia asignada por el Código de Proced. en
Materia Penal.
Esta alzada debe, por la apelación interpuesta por el comisario titular de la
seccional preventora, resolver sobre los expuestos aspectos del fallo, y que
son los exclusivamente recurridos
(…)
La ilegitimidad constitucional de la delegación de funciones de juzgar en
manos administrativas, se advierte en su gravedad cuando se analiza el
catálogo de faltas policiales. Y esto sí hubiese merecido, al privar de libertad
al ciudadano mediante un órgano de aplicación no judicial, un mínimo
tratamiento por parte de un Congreso constitucional –el de 1959–, que debió
ser, por ello, cuidadoso de las garantías individuales. Porque las infracciones
policiales no integran exclusivamente la órbita del derecho administrativo,
como lo pretende, a fs. 14/17, el abogado de la Policía Federal, sino que,
como derecho penal contravencional, está comprendido por el campo más
anchuroso del derecho penal, y, por tanto, abarcado y limitado por todos sus
principios garantizadores.
Y aquí ya ingresamos en el campo del dictado de normas penales por parte
del poder político, que vulneran todas las garantías constitucionales
directrices del derecho penal y que, en el ámbito de la aplicación, quedan a
cargo de un órgano administrativo que las desconoce hasta desde el punto de
vista procesal.
Así, en la especie, se aplica contra el infractor el art. 1º del edicto de ebriedad,
que requiere un estado de embriaguez total, para cuya acreditación no se
necesita de análisis médicos especializados, salvo casos que estatuyen
verdaderos privilegios personales (art. 149, regl. de proc. contravencionales –
R.R.P.F. 6–). Se aplica también el art. 1º, inc. b del edicto contra desórdenes,
que considera tales lo que “de cualquier manera” perturben la tranquilidad, y,
por último, el art. 1º, inc. b del edicto por escándalo, que castiga a quien dice
“palabras torpes, obscenas o indecentes, ofendiendo al pudor o corrompiendo
las buenas costumbres”.
63
Vistos los autos: "Musotto, Néstor Julio; Huesca, Miguel Pedro Antonio s/art.
128 del Cód. Penal".
Considerando:
4º) Que el recurso es procedente, ya que la sentencia aplicó una ley nacional
impugnada por el apelante como inconstitucional (Fallos: 216:303; 258:255;
302:457).
68
5º) Que esta Corte tiene resuelto que el principio de legalidad en materia
penal (art. 18 de la Constitución Nacional) exige indisolublemente la doble
precisión de la ley de los hechos punibles y de las penas a aplicar (Fallos:
237:636), razón por la cual corresponde determinar si en el caso aparecen
cumplidos dichos recaudos, o, ciñendo más estrictamente la cuestión, si así
ocurre respecto del primero de ellos, ya que es sólo sobre la base de su
presunta ausencia que se formula el planteo de inconstitucionalidad.
6º) Que el art. 128 del Código Penal, que establece "...Será reprimido con
prisión de quince días a un año, el que publicare, fabricare o reprodujere
libros, escritos, imágenes u objetos obscenos y el que los expusiere,
distribuyere o hiciere circular..." satisface el antedicho requisito, pues, según
lo ha declarado el Tribunal, si bien la configuración de los tipos penales obliga
a precisar los modos de conducta sujetos a punición, la "ley previa" no importa
necesariamente que la figura penal contenga una descripción formalmente
agotada, y no existe obstáculo constitucional alguno para que -como en el
caso- cuando el contenido de los deberes o de las prohibiciones dependa
sustancialmente de una valoración a realizarse en vista de circunstancias
concretas insusceptibles de enumeración previa, sea la autoridad
jurisdiccional quien determine y aplique esa valoración cultural (Fallos:
300:100; 303:2024; 306:1347).
7º) Que ello es así, porque es tema específico del Poder Judicial e
indispensable para el ejercicio de su ministerio, la determinación del sentido
jurídico de las normas en función de las circunstancias del caso, y además,
porque dicha función interpretativa no queda proscripta por la naturaleza
penal de la norma en cuestión, aun cuando la atribución encuentre límite
solamente en la necesidad de que el ordenamiento contenga una remisión
suficientemente clara al contexto valorativo condicionante de la aplicación del
precepto (Fallos: 254:315; 261:305; 293:130, 378 y los citados en el
considerando anterior).
69
. . . . . . . . . . . .
“63. La Corte ha señalado que ‘es la ley la que debe establecer las
restricciones a la libertad de información’ 2. En este sentido, cualquier
limitación o restricción debe estar prevista en la ley, tanto en sentido formal
como material. Ahora bien, si la restricción o limitación proviene del derecho
penal, es preciso observar los estrictos requerimientos característicos de la
tipificación penal para satisfacer en este ámbito el principio de legalidad. Así,
deben formularse en forma expresa, precisa, taxativa y previa. El marco legal
debe brindar seguridad jurídica al ciudadano. Al respecto, este Tribunal ha
señalado que:
2
Cfr. La Colegiación Obligatoria de Periodistas, supra nota 44, párr. 40, y Caso
Claude Reyes y otros, supra nota 44, párr. 89.
3
Cfr. Caso Castillo Petruzzi y otros, supra nota 12, párr. 121, y Caso Lori Berenson,
supra nota 12, párr. 125. Asimismo, el Tribunal ha resaltado que las leyes que prevean
restricciones “deben utilizar criterios precisos y no conferir una discrecionalidad sin trabas a
los encargados de su aplicación”. Cfr. Caso Ricardo Canese, supra nota 44, párr. 124.
71
“66. La Corte resalta que en el presente caso el Estado indicó que ‘la falta
de precisiones suficientes en el marco de la normativa penal que sanciona las
calumnias y las injurias que impidan que se afecte la libertad de expresión,
importa el incumplimiento de la obligación de adoptar medidas contempladas
en el artículo 2 de la Convención Americana’ (supra párr. 18).
fórmulas más o menos vagas (vid., por ejemplo, Sentencia Müller y otros c.
Suiza de 24 de mayo de 1988, serie A, número 133, p.20, ap.29). Las
disposiciones de derecho penal en materia de proselitismo entran en esta
categoría. La interpretación y la aplicación de estos textos dependen de la
práctica.
Notas
1)Examine el artículo 103 de la Ley Fundamental (Constitución) de la
República Federal Alemana:
tal forma, el titular del poder estatal aplica un injusto estatal tan extremo que aquél
sólo puede sostenerse en tanto el poder estatal responsable de dicho injusto exista
tácticamente”.
2) Compare esa decisión con el siguiente párrafo del voto del juez Schiffrin,
de la Sala 3º de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, en el caso
“Schwamberger” (sentencia del 30.8.1989, J.A. 1989-IV-616):
“33. El ‘nullum crimen nulla poena sine lege’, añado, no está destinado a establecer
la previa calculabilidad de los crímenes, con lo que quedaría expuesto a la que creo
ironía de Lizt respecto a que el Código Penal es la Carta Magna de los delincuentes
(idea que Antolisei califica de aberrante, ‘Manuale di Diritto Penale, Parte generale’,
4ª ed., Giuffré, Milán, 1960, p. 44), sino que se vincula con una acentuación muy
marcada en el campo penal del principio de división de poderes, deseable, ya que,
como dice Mezger, ‘la administración de la justicia penal por definición lleva en sí los
más graves ataques a la libertad, al honor, al patrimonio, incluso a la vida de los
ciudadanos’ (‘Tratado de Derecho Penal’, traducción de José R. Muñoz, Madrid,
1955, t. 1, p. 132). Se trata de quitar todo empleo al Ejecutivo en el magisterio penal
(art. 95 CN.), reducir enérgicamente la creatividad judicial, y limitar la función del
Parlamento estrictamente a la formulación de normas generales y abstractas,
suprimiendo las tradicionales invasiones que aquél tanto como la Corona, realizaban
en la esfera de las sanciones criminales (bilis of attainder, leyes ex post facto,
comisiones regias, justicia de gobierno, avocamiento de causas, lettres de cachet,
etc.).
argumentos, con base en los materiales del curso, para sostener que la
prescripción no podía impedir la persecución penal de ese caso?
5) Para justificar sus procedimientos ilegales, los militares acusados de
cometerlos argumentaron que se trataba de una “guerra sucia”. ¿Qué
objeciones podrían formularse respecto de ese argumento?
6) ¿Existe contradicción entre lo resuelto en la Causa 40.201 y lo decidido por
la mayoría en “Rovira”?
7) ¿Resulta equiparable la situación en este último y la descripta en
“Arancibia Clavel”?
8) ¿Era correcto, en el caso “Derecho”, remitirse al Artículo 7 del Estatuto de
Roma para fundar la decisión de la CSN? ¿Era necesario citar dicha norma
para resolver el caso en esa forma?
Por ataque debe entenderse la comisión múltiple de los actos objetivos antes
aludidos, siendo sistemático aquél que se lleva a cabo como parte de la realización
de una política o plan preconcebido (Cfr. "Tadic" supra cit. Parág. 648. y Tribunal
Internacional de Rwanda en "Prosecutor v. Akayesu" rta. El 2 de septiembre de 1998
parág.579) y generalizado aquél que se despliega sobre una gran cantidad de
víctimas (cfr. "Tadic" supra cit. Parág. 648 y Tribunal Penal para Rwanda en
"Prosecutor v. Kayishema y Ruzindana" rta. el 12 de mayo de 1999. Parág. 122.).
Que ocurriera durante la recuperación de las Islas Malvinas dispuesta por el gobierno
militar que ejercía el poder en ese entonces, acusado de graves violaciones a los
derechos fundamentales de la persona que han sido calificadas como delitos de lesa
humanidad y que aún hoy se están juzgando, no permite per se calificarlos en tal
77
En ese sentido, Alicia Gil Gil agrega y especifica que: "Sólo cuando la organización o
grupo ha alcanzado tal poder que neutraliza el poder del Estado o controla de facto
una parte del territorio puede hablarse de la necesidad de la intervención subsidiaria
del Derecho penal internacional" ("Los crímenes contra..." cit, p. 122).
contra la humanidad son generalmente practicados por las mismas agencias del
poder punitivo operando fuera del control del derecho penal, es decir, huyendo al
control y a la contención jurídica" ("Arancibia Clavel ", consid. 23)…
En términos parecidos, la Dra. Carmen Argibay ha sostenido que "el criterio más
ajustado al desarrollo y estado actual del derecho internacional es el que caracteriza
a un delito como de lesa humanidad cuando las acciones correspondientes han sido
cometidas por un agente estatal en ejecución de una acción o programa
gubernamental. La única posibilidad de extender la imputación de delitos de lesa
humanidad a personas que no son agentes estatales es que ellas pertenezcan a un
grupo que ejerce el dominio sobre un cierto territorio con poder suficiente para aplicar
un programa, análogo al gubernamental, que supone la ejecución de las acciones
criminales (Bassiouni, Cherif M., Crimes Against Humanity in International Criminal
Law, Kluwer Law International, La Haya, 1999, cap. 6, especialmente ps. 243/246 y
275)" (Fallos 328:2056, consid. 10).
Este planteo fue rechazado, entre otros, con los siguientes argumentos:
82
En cambio, en el voto disidente del juez Carubia se sostuvo que “… con fuente
en el Derecho Internacional se ha introducido el sentir del mundo civilizado en orden
a la imposibilidad de dejar sin juicio y castigo aquellos crímenes cometidos por
motivos políticos, raciales o religiosos antes y durante la Segunda Guerra Mundial y,
en general, los crímenes contra la humanidad (cfme.: Recomendación de la
Asamblea Consultiva del Consejo de Europa al Comité de Ministros, 28/1/65) cuyas
víctimas exceden cualquier frontera y, en esa orientación, se aprobó el 26/11/68, en
el seno de la O.N.U., la Convención sobre imprescriptibilidad de los Crímenes de
Guerra y Lesa Humanidad que fue aprobada por Ley Nº 24.584 (B.O., 29/11/95),
pero recién en fecha 8/8/03 el Poder 59 Ejecutivo dispuso adherir a ella mediante el
Decreto Nº 579/2003 y, posteriormente, a través de la sanción de la Ley Nº 25.788
(B.O., 31/10/03), el Congreso, en uso de las facultades establecidas por el art. 75,
inc. 22, parr. 3, de la Constitución Nacional, le otorgó jerarquía constitucional,
estableciendo en los incisos a y b de su art. I los crímenes de guerra y de lesa
humanidad, respectivamente, que quedan alcanzados por los dispositivos de tal
instrumento, entre los cuales resulta imposible incluir los hechos -delitos comunes- de
la presente causa, sin perjuicio de alguna referencia que se ha deslizado en punto a
una eventual equiparación analógica con delitos de lesa humanidad, lo cual
considero categóricamente insostenible, y ha sido el argumento esgrimido por
diversas agrupaciones de víctimas de delitos de distinta índole (abuso sexual de
niños, violencia de género, corrupción administrativa, terrorismo, imprudencia en el
tránsito, etc.) para proponer su imprescriptibilidad, tratando burdamente de
convertirlos en delitos ‘de lesa humanidad’ y también la jurisprudencia, en casos
concretos, ha intentado desplegar ese maquillaje sobre hechos punibles para los
cuales no quería dejar que el poder punitivo se extinguiera ( cfme.: Pastor, Daniel R.;
ob.cit. [“Tendencias – Hacia una aplicación más imparcial del derecho penal”,
Ed.Hammurabi, Bs.As., 2012], págs. 53/54)… Pues bien, un escrupuloso estudio de
las conductas atrapadas en el texto de este Estatuto y expresamente consideradas
imprescriptibles (art. 29) en modo alguno se compadecen ni pueden asimilarse a
través de una proscripta analogía negativa con las concretas conductas descriptas
en las acusaciones dirigidas en estos autos contra Justo José Ilarraz.- Por lo demás,
la prescripción, cualquiera sea el fundamento que se le atribuya, constituye uno de
84
los principales instrumentos a fin de acotar el ejercicio del poder punitivo estatal, y
permitir la concreción del derecho a que el proceso penal finalice en un plazo
razonable. (cftr.: Pastor, D. R., ‘Prescripción de la persecución y Código Procesal
Penal’, pags. 39 y ss., Ed. Del Puerto, Bs.As., 1993)” (considerando II.2.; el énfasis
ha sido agregado)5.
¿A qué se parece más este caso: a “Bueno Alves” o a “Alban Cornejo”? ¿Cuál
fue la posición de la mayoría y minoría sobre esa cuestión?
¿Por qué sería relevante, a los fines de resolver que la acción penal no se
encontraba prescripta en el caso, la circunstancia de “… que recientemente el
Papa Francisco les ha declarado una suerte de control estricto para detectarlos y
erradicarlos de sus filas [a los sacerdotes abusadores de niños y niñas]…”(voto
de la mayoría).
“Considero, como ya lo apuntaba más arriba que la mera variación o supresión de los
precios señalados para determinada mercadería no releva de pena a quien lo
infringió mientras se hallaban vigentes. Aun aquellos autores que aceptan, que la
variación de la norma extrapenal a que se refiere la ‘ley en blanco’ de lugar a la
aplicación de la regla de la ley más benigna, coinciden en afirmar que ello no ocurre
cuando el ‘complemento’ de la norma penal es un acto administrativo concebido ya
por ella misma como de naturaleza eminentemente variable (Manzini, Tratado de
Derecho Penal, T. I, pág. 325).
5
La jueza Mizawak adhirió al voto del juez Chiara Diaz.
85
“Como se puede observar, las variantes ocasionales de los precios, así como su
ocasional renovación, sólo juegan como nuevas circunstancias de hecho, cuya
desaparición luego de cometido el delito, en nada influye sobre la punibilidad de éste.
“A los efectos expositivos, resulta necesario aclarar que los formularios en cuestión,
librados con fechas 30/9/1995, 30/10/1995 y 30/11/1995, fueron presentados al cobro
el día 15/9/1995, siendo rechazados el 18/9/1995 por no tener suficientes fondos
acreditados en la cuenta contra la cual habían sido girados. Las intimaciones al pago
se efectuaron el 11/10/1995 y el 20/10/1995, no abonándose los importes en el plazo
de veinticuatro horas de haberse comunicado sus rechazos (fs. 283 y vta.).
“Ahora bien, la legislación vigente al momento de los hechos era la ley 24452, que
calificaba a los formularios de marras como cheques comunes y que en su art. 23
párr. 2º disponía que ‘el cheque común presentado al pago antes del día indicado
como fecha de creación es pagadero el día de la presentación’.
“Con posterioridad, la ley 24760, art. 11 inc. e, publicada en el B.O. del 13/1/1997,
modifica el segundo y tercer párrafo del art. 23 ley 24452, en el sentido de que ‘no se
considerará cheque a la fórmula emitida con fecha posterior al día de su
presentación al cobro o depósito. Son inoponibles al concurso, quiebra, sucesión del
librador y de los demás obligados cambiarios, siendo además inválidas, en caso de
incapacidad sobreviniente del librador, las fórmulas que consignen fechas posteriores
a las fechas en que ocurrieren dichos hechos’, disponiendo además que ‘la
modificación introducida tendrá vigencia a partir de los 365 días de la publicación de
la presente ley’.
“Así las cosas, vale decir que, si bien la modificación legislativa en el ámbito
extrapenal puede incidir decisivamente sobre la ley penal de cualquier modo en que
la situación se vuelva más favorable al imputado o condenado, ‘es menester que la
modificación operada importe una verdadera alteración de la figura abstracta del
derecho penal o de la estructura de la norma represiva en sí’ (conf. Fierro, Guillermo
J., La ley penal y el derecho transitorio. Retroactividad e irretroactividad, 1978, Ed.
Depalma, p. 232).
“En esta línea de pensamiento, la modificación introducida por el art. 11 inc. e ley
24760 no es aplicable al caso de autos, por cuanto, no existiendo un cambio de la
valoración legislativa con relación a la acción típica incriminada, no podemos
aseverar que estemos frente a una hipótesis de ley más benigna.
“En efecto, no es aplicable el principio de la retroactividad benigna del art. 2 CPen.
en el caso en que la modificación introducida no importó la desincriminación de la
conducta prevista en el art. 302 inc. 1 CPen., ni la reducción de las penas allí
impuestas (conf. Corte Sup., Fallos: 320:763). El tipo penal de libramiento de
cheques sin fondo sigue subsistente y es aplicable al caso de autos, puesto que al
87
por decreto, sin necesidad de acudir a un decreto de necesidad y urgencia. Más allá
de que la decisión impugnada haya colocado el centro de su análisis en el artículo 4
del DNU 297/20, lo cierto es que esta norma no es atinente para la interpretación del
tipo penal que se debatía en el caso que nos ocupa, pues no es la norma que
establece las medidas sanitarias cuya infracción abre la posibilidad de aplicar el art.
205 del CP… [L]a violación de las medidas sanitarias
adoptadas suponga la comisión de un delito no es una decisión del Poder
Ejecutivo Nacional, sino del Congreso de la Nación al sancionar el art. 205 del
CP, siempre y cuando el Poder Ejecutivo sea la autoridad competente y lo
disponga mediante instrumentos jurídicos constitucionales y/o legales. Aunque el art.
4 del DNU 297/20 aluda a los arts. 205 y 239 del CP, esto no significa que el Poder
Ejecutivo Nacional haya legislado en materia penal, puesto que allí solamente
dispone que «[...] se procederá de inmediato a hacer cesar la conducta infractora y
se dará actuación a la autoridad competente [...]». Las normas que completan el tipo
penal en blanco del art. 205 del CP son las concretas medidas sanitarias, como se
anticipó, de los arts.1 y 2 adoptadas para evitar la introducción o propagación de la
pandemia, y no las directivas al personal de seguridad para hacer cesar el presunto
delito y dar intervención a la autoridad competente. Se trata de un supuesto jurídico
similar al contenido en la ley 23.737, que criminaliza una serie de conductas
vinculadas a estupefacientes, y delega en el Poder
Ejecutivo Nacional la determinación de los estupefacientes, psicotrópicos y demás
sustancias alcanzadas por esa ley (véase art. 40 ley 23.737 y 77 del CP, y decretos
772/91 y 299/10, entre otros). De tal manera, el art. 205 del CP se trata de un tipo
penal en blanco, que puede ser válidamente completado por una medida sanitaria
imprescindible”.
Preguntas:
a) ¿Por qué podría ser inconstitucional en el caso la condena del acusado?
b) ¿Por qué no son relevantes las consideraciones hechas por el tribunal
respecto de la Ley 23.737?
c) Con base en los materiales de esta Unidad, ¿qué críticas formularía al fallo
transcripto?
19) ¿Le parece el siguiente un argumento adecuado para defender la posición
de la CSN en “Cimac”:
“… [U]n delito debe estar claramente definido (…) ese requisito se encuentra
satisfecho cuando el individuo puede conocer por los términos de la disposición
89
24) ¿Diría Ud. que hay coincidencia entre lo resuelto en los casos “C.R,
“Kokkinakis v. Grecia” y la decisión anterior del TEDH en el caso “Müller v.
90
¿Es compatible esta decisión con lo resuelto por la Corte IDH en el caso
“Catrimán vs. Chile” (sentencia del 29.5.2014):
Al aplicar esta doctrina a los hechos del caso “Catrimán”, la Corte IDH
concluyó que la legislación antiterrorista de Chile 7 no se ajustaba al art. 9
CADH:
“171. La Corte reitera que la tipificación de delitos implica que la conducta
incriminada esté delimitada de la manera más clara y precisa posible (supra párr.
162). En esa tipificación, la especial intención o finalidad de producir ‘temor en la
población en general’ es un elemento fundamental para distinguir la conducta de
carácter terrorista de la que no lo es y sin el cual la conducta no sería típica. La Corte
considera que la referida presunción de que existe tal intención cuando se dan
determinados elementos objetivos (entre ellos ‘el hecho de cometerse el delito
mediante artificios explosivos o incendiarios’) es violatoria del principio de legalidad
consagrado en el artículo 9 de la Convención, y asimismo de la presunción de
inocencia prevista en el artículo 8.2 de la misma. El principio de presunción de
inocencia, que según ha determinado la Corte constituye un fundamento de las
garantías judiciales, implica que los juzgadores no inicien el proceso con una idea
preconcebida de que el acusado ha cometido el delito que se le imputa, por lo que la
carga de la prueba está a cargo de quien acusa, y no del acusado, y cualquier duda
debe ser usada en beneficio del acusado. La demostración fehaciente de la
culpabilidad constituye un requisito indispensable para la sanción pena” (caso
“Catrimán”, cit.).
¿Qué críticas podrían formularse a la conclusión de la CADH de que la
legislación chilena, en el caso “Catrimán”, era violatoria del art.9 CADH?
¿Qué otra disposición de la CADH sí se encontraría, en cambio, claramente
7
La Ley 18.314, sancionada por el Estado chileno, establecía lo siguiente;
“Artículo 1°. – Constituirán delitos terroristas los enumerados en el artículo 2°, cuando en ellos
concurriere alguna de las circunstancias siguientes: 1ª Que el delito se cometa con la
finalidad de producir en la población o en una parte de ella el temor justificado de ser víctima
de delitos de la misma especie, sea por la naturaleza y efectos de los medios empleados, sea
por la evidencia de que obedece a un plan premeditado de atentar contra una categoría o
grupo determinado de personas. Se presumirá la finalidad de producir dicho temor en la
población en general, salvo que conste lo contrario, por el hecho de cometerse el delito
mediante artificios explosivos o incendiarios, armas de gran poder destructivo, medios
tóxicos, corrosivos o infecciosos u otros que pudieren ocasionar grandes estragos, o
mediante el envío de cartas, paquetes u objetos similares, de efectos explosivos o tóxicos. 2ª.
Que el delito sea cometido para arrancar resoluciones de la autoridad o imponerle exigencias.
[Énfasis añadido]” (Transcrpta en el parr.169 del caso “Catrimán”).
92
8
L.L. cit., pág.36.
93
integrantes?, ¿tienen que ser los mismos en el tiempo?, ¿tienen que ser
imputables?...”9.
9
L.L., cit., pág. 37.
10
Tribunal Oral en lo Criminal de la Capital nº 4, caso “A.D.B.”, sentencia del
18.5.2017, voto del juez Báez, con el que coincidieron los restantes integrantes del
tribunal, publicado en Thomson Reuters Online). En el mismo sentido, ver la
sentencia de la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal en el caso “G.,
C.M.”, sentencia del 11.8.2020, publicada en Thomson Reuters Online.
94
“En paralelo a nuestros interrogantes Grisetti formula los suyos; ¿Cuáles serían esas
correlaciones o semejanzas que deberían tener dos personas para quedar incluidas
en el agravante del inciso 1°? Si la convivencia no es requisito... ¿Bastará qué hayan
tenido cinco, diez, veinte citas? ¿Deberán esperar a que su entorno social los
reconozca como ‘novios’? ¿Qué mantengan relaciones sexuales? ¿Qué se trate de
una relación monógama?. Hay que reflexionar cuántas veces dentro de una relación
humana ambos miembros definen ese vínculo de maneras muy disímiles. De lo
expuesto, observan en este ítem la punta de un iceberg que verá su gran dimensión
al momento en que el juzgador tenga que agravar el homicidio en donde la víctima
(hombre o mujer) sea la ‘pareja’ del victimario. Si bien es fácil entender en lenguaje
coloquial a qué nos referimos con ‘relación de pareja’, esta interpretación no puede
extenderse sin más al derecho penal por las exigencias propias del principio de
legalidad. Creen entonces que el empleo de este término acarreará importantes
debates, apelaciones y recursos hasta que finalmente la jurisprudencia se expida y
devele su alcance, el que previenen no será unánime (Grisetti, Ricardo, Femicidio y
otros nuevos homicidios agravados, El Fuste, Jujuy, 2014, p. 28).
“También Virgolini y Silvestroni (Derecho Penal Tributario, Hammurabi, Bs. As., 2015,
p. 77) aun cuando lo plantean desde el Derecho Penal Económico, pero aplicable a
la temática de los interrogantes de quien puede ser rotulado de pareja proponen: ¿la
ocasional acompañante temporal con quien se concurre a un albergue transitorio?;
¿aquella mujer que se le abona una consumición en el cabaret ?; ¿la amante
mantenida o aquella persona con quien se hace un viaje oculto?
“Esta opacidad es complementada con reflexiones de Molina y Trotta, quienes
observan la complicada labor que tendrán los jueces para poder interpretar qué
cualidades y características deberán tener dos personas para ser consideradas
dentro de una ‘relación de pareja’. En este sentido, si bien los ítems ‘cónyuge’ y
‘excónyuge’ son conceptos definidos en nuestro ordenamiento civil, no pasa lo
mismo con la expresión ‘relación de pareja’ (Molina, Magdalena - Trotta, Federico,
‘Delitos de femicidio y nuevos homicidios agravados’, LA LEY 2013-A-493).
“Estas tinieblas legislativas se han transportado y verificado en dos enfoques
diversos en la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional; el
primero que adecua la cuestión a las previsiones de los artículos 509 y 510 del Cód.
Civil y Comercial de la Nación; la segunda no alude a segmento temporal alguno ni,
mucho menos, intensidad o calidad de la relación.
95
“Dentro del primer enfoque se impone pasar revista al fallo emitido por la Cámara
Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional, ‘E., D. s/recurso de casación’,
Reg. n° 168/2015, resuelta el 18/06/2015, donde se ha establecido, con el
acompañamiento de parte de la doctrina más actual, en relación a lo qué se entiende
por una unión basada en relaciones afectivas y, en consecuencia, al segmento
temporal del cual germinaría el concepto de pareja; la superposición conceptual y
normativa que prohíja, construye de dicho concepto, recalando el mismo en un
periodo no inferior a dos años, que dimana del juego armónico de los art. 509 y el
inc. e) del art. 510 del Cód. Civil y Comercial de la Nación donde destaca que, mas
allá de la aparente colisión o la antinomia entre la semántica ‘relación de pareja’ y
‘mediare o no convivencia’ que se colocan en tensión, esta sería dirimida, al menos
parcialmente, con la elección de un segmento no inferior a dos años que surge del
inc. ‘e’ del art. 510 del Cód. Civil y Comercial de la Nación habida cuenta que la
calidad de conviviente quedaría subordinado a dicho plazo; por lo tanto para hablar
de ‘pareja conviviente’ debería verificarse ese extremo temporal que permitiera
abrazar la agravante en cuestión en situaciones específicas y lejanas a una aventura
sentimental (RC D 868/2015).
“Recientemente —ya dentro de la misma Cámara Nacional de Casación en lo
Criminal y Correccional— se ha adoptado un concepto mas laxo que no requiere la
exigencia de los art. 509 y el inc. e) del art. 510 del Cód. Civil y Comercial de la
Nacional.
“Del sufragio del juez Magariños, se establece que la relación de pareja debe ser
atesorada por una interpretación mas amplia, de manera expansiva que los límites y
exigencias de la ley civil; teniendo a la vista el debate parlamentario, que comulga el
magistrado, este infiere que no se exige convivencia sino que solo basta cualquier
tipo de relación afectiva que una al victimario con la victima (Cámara Nacional de
Casación en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal causa 8820/2014;
registro 686/16 ‘Sanduay, Sandro Mario s/ homicidio agravado’, rta. 6/2016; voto del
juez Magariños).
“Culmina el tema apontocando que el acogimiento de parentescos por
consanguinidad, afinidad, matrimonio, uniones de hecho, noviazgos, relaciones
vigentes o finalizadas llevan a enlazar una hermenéutica que no debe recalar en el
derecho privado; de la compulsa de los expediente 0711-D-2012 y 0711-D-2012
infiere que ha sido la intención del legislador fue realizar un tratamiento ensanchado
de la cuestión, mas allá de las previsiones del artículo 509 del Cód. Civil y Comercial
96
11
Cámara Criminal y Correccional de la 6° Nominación de Córdoba, caso “G., C.D.”,
sentencia del 20.10.2022, publicada en Thomson Reuters Online.
97
posible de la fórmula legal de una flexibilidad que priva de todo sustento a la crítica
de analogía in malam partem formulada en contra. En definitiva, y como se verá en
detalle, no hay razones que permitan sostener válidamente que de ese modo se
incurre en una vulneración de la garantía de legalidad. Además, se entiende que esa
interpretación es correcta, también desde perspectivas materiales vinculadas con los
fundamentos sistemáticos y político-criminales a los que se orienta esta figura
agravada de hurto. Sobre todo, en el nuevo contexto interpretativo generado por la
evolución tecnológica y el de las características y formas de operar que esto último
ha otorgado a los modernos sistemas eléctricos de activación remota para la
apertura y cierre del mecanismo de la cerradura. Un análisis que los tribunales tienen
que considerar para poder cumplir con su deber de realizar una interpretación actual
de la ley que permita cumplir con los fines perseguidos por el legislador en los
tiempos que corren”.
Preguntas
a) ¿Plantea este caso una cuestión vinculada exclusivamente con la
interpretación del Código Penal o involucra además una cuestión
constitucional? ¿Cree Ud que la CSN habilitaría el recurso extraordinario
federal para examinar el agravio del fiscal?
b) ¿Por qué un partidario del “originalismo” cuestionaría la solución del
tribunal?
30) En una provincia argentina, un tribunal oral local (en toda la provincia
existen otros 9 tribunales orales) condena a una persona, que se había
apoderado de una bicicleta en la vía pública, a la pena de 3 años de prisión
como autora del delito de Hurto Agravado (art.163, inc.6º, Código Penal). Ello
supuso un cambio de criterio del mismo tribunal el cual, anteriormente y con
una integración parcialmente diferente, había resuelto que tal conducta
encuadraba en el tipo penal de Hurto Simple (art.162). Este último criterio
nunca había sido compartido por los restantes tribunales orales de la
provincia, quienes consideraban aplicable el art.163, inc.6º, C.P. Por su parte,
la suprema corte local nunca se había pronunciado sobre dicha cuestión.
32) Para resolver las tres últimas preguntas, sería relevante la decisión del
TEDH en el caso “del Río Prada v. España” que aparece reseñada en el
Cuestionario Introductorio? ¿Por qué?
33) ¿Sería violatorio del principio de legalidad resolver que el hurto de una
bicicleta dejada en la calle encuadra en el artg.163, inc.6º, C.P., que reprime
con una pena agravada cuando “… el hurto fuere de vehículos dejados en la vía
pública o en lugares de acceso público”.
…[S]e ha dicho que ‘el art. 67 del Código Penal, con su regulación de la extinción de
la acción, no cae fuera del concepto de ‘ley penal’, por lo que ninguna duda cabe de
que el principio de legalidad también abarca la prescripción de clara base material
(ver Pastor Daniel R., Prescripción de la persecución y Código Procesal Penal,
Editores del Puerto, Buenos Aires, 1993, p. 52). Lo propio fue sostenido por el
Máximo Tribunal indicando que ‘el instituto de la prescripción cabe sin duda alguna
en el concepto de ley penal, desde que ésta comprende no sólo el precepto, la
sanción, la noción del delito y la culpabilidad, sino todo el complejo de las
disposiciones ordenadoras del régimen de extensión de la pretensión punitiva’ –
Fallos: 287:76– (cfr. Miguel Angel Almeyra, ‘¿Una ley penal más benigna? A
propósito de la reciente reforma a la interrupción de la prescripción de la acción
penal’, en La Ley, suplemento de jurisprudencia penal y procesal penal, 28 de
febrero de 2005) y que ‘se ha dicho que será aplicable la nueva ley más benigna aún
en los casos de condenados con sentencia firme, siempre que de ella se deriven
efectos jurídicos actuales, por cumplimiento de la condena efectiva o condicional,
porque de otro modo, por ausencia de agravio, sería improcedente el recurso de
revisión (art. 479, inc. 5, CPP), vía apta para lograr el beneficio’ (cfr. José María
Orgeira, ‘Algo más sobre la prescripción de la acción penal a partir de la vigencia de
100
la ley 25.990’, en La Ley, suplemento Penal 2005 (marzo) 11, y sus citas)’ (confr.
causa N° 6008, ‘Castellino, Mariano s/recurso de casación’, Reg. N° 7637, del 5 de
mayo de 2005)”.
muerte y lesiones". De manera que así "se hizo autora por su omisión de los
delitos" referidos. Ya que "se prueba igualmente la autoría de la encausada
que pese a ser garante de la vida de las víctimas se abstuvo de defenderlas
frente a las agresiones que refiere", no obstante haber podido "solicitar
auxilio". Reiteró posteriormente el juzgador que la procesada "participó en los
hechos en calidad de autora porque según la conducta confesada" "al omitir
dar auxilio a sus hijos cometió los delitos que contra ellos se perpetraron",
produciendo entonces "resultados típicos en el sentido de delitos de comisión
de homicidio y de lesiones", pues "podía evitar los resultados finales", a cuyo
fin la Excma. Cámara expuso a continuación tres fundamentos. También
volvió a expresar que la acusada "se hallaba en posición de garante, lo que le
imponía hacerlo, según resulta de las obligaciones de la patria potestad (CC.,
264 incs. 2 y 4, 265 y 278)", que "de otro lado esta `posición' le era conocida
con evidencia pues sabía que era la madre y que el no evitar lesiones o la
muerte equivale a causarlas" de manera "que tenía el deber de evitar que los
tipos se realizaran, y en consecuencia que la omisión conocida y querida fue
dolosa y antijurídica", como así "que la Cabral fue autora penalmente
responsable de los delitos que en principio se consideraron como homicidio y
lesiones leves y graves porque tenía la posición de garante efectiva respecto
a los bienes jurídicos que eran la vida y salud de sus hijos y no evitó el
resultado pese a poder hacerlo", y que "el mandato para ser garante, como se
vio resulta de la ley civil".
Pero tal criterio contiene -en lo referido al caso de autos- un vicio jurídico que
pone en crisis el principio de legalidad, a saber: entre las sanciones que
dichas normas extrapenales contemplan para su violación no se encuentra la
pena contemplada en el citado art. 80 del CP.
c) También cabe aquí volver sobre lo dicho en cuanto a que la omisión puede,
en ciertos casos, constituir un mero componente de la conducta típica
comisiva asimismo integrada por otro u otros comportamientos (p. ej.: una
omisión puede haber formado parte de la ejecución de un plan homicida).
Y por otra parte -esto es decisivo-, de nuestro sistema jurídico no resulta que,
para el caso, la ley equipare ambos conceptos a los fines de la sanción penal.
Pues nada hay en el régimen jurídico que induzca a entender que, entre las
consecuencias previstas por el derecho para las transgresiones de los arts.
264 incs. 2 y 4, 265 y 278 CC. invocados por la Excma. Cámara, se halla la
de aplicar la pena establecida en el Cód. Penal para el homicidio por vía de
una supuesta equiparación jurídica entre los conceptos de "matare a otro" (art.
79 y concs. CP.) y de "no impidiere que alguien matare a otro".
b) Entre los hechos que el tribunal tuvo por acreditados se hallan los de que
María Feliciana Cabral era madre de la víctima -de 9 meses de edad-, que
ambos vivían con el concubino de la procesada, que en conocimiento del
riesgo de muerte que el occiso corría ante las agresiones de José A.
Rodríguez aquélla dejó que tal riesgo se mantuviera no obstante su obligación
106
Ello implica haber puesto "en peligro la vida" de su hijo "incapaz de valerse" y
al que debía "mantener" y "cuidar", abandonándolo "a su suerte", "a
consecuencia" de cuyo "abandono" resultó su "muerte". De modo que son
aplicables los arts. 106 y 107 CP., en relación al art. 264 incs. 2 y 4 CC. (ver
P. 36645, sent. del 20/2/87).
Así lo voto.
Los Dres. Mercader, Vivanco, Rodríguez Villar y Laborde, por los mismos
fundamentos del Dr. Ghione, votaron por la afirmativa.
[En este caso el tribunal tuvo que resolver si los imputados, que tenían
cargos de dirección en una empresa aérea, podían ser considerados
como autores responsables del delito previsto en el art. 196, CP, en el
hecho que a continuación se transcribe]:
“Con fecha 9 de agosto de 1995, en oportunidad de llevarse a cabo el vuelo
n° 2306 en la aeronave CASA-235-200, matrícula LV-VHM de la línea aérea
comercial Inter Austral (‘Cielos del Sur S.A.’ con sede en la Ciudad de
Córdoba–), con salida desde el Aeropuerto Internacional Córdoba, y destino
en la Ciudad de Mendoza, donde viajaba la tripulación, integrada por el
comandante Eduardo J. Rozzi, 1° oficial Ignacio Manuel Crowder, la comisario
de a bordo, Lilian N. Almada, y 24 pasajeros; siendo aproximadamente las
18:35 hs., al llegar a nivel de crucero (14.000 pies - 4000 mts.), y en ocasión
que se encontraba sobrevolando la zona de Mina Clavero, Provincia de
Córdoba, se produjo una despresurización explosiva en la puerta principal
trasera de ascenso y descenso de pasajeros que ocasionó su apertura. Como
consecuencia de lo cual, y la diferencia de presión entre el interior y exterior
del avión, encontrándose la comisario de a bordo, Lilian N. Almada en
proximidades de la puerta, fue succionada y arrojada hacia el exterior,
cayendo finalmente en el paraje Pampa de Cabildo, Depto. San Alberto
(Estancia Santa Catalina), Provincia de Córdoba, lugar éste donde fuera
encontrado su cuerpo sin vida el día 11 del mismo mes y año, alrededor de
las 11:30 hs”.
El abogado defensor de dos de los imputados había sostenido que el artículo
196, CP, era violatorio del principio de legalidad del artículo 18 de la
Constitución Nacional con argumentos similares a los que se han reseñados
en esta sección. El tribunal rechazó ese planteo de la siguiente forma:
“… la causación, aunque no haya acción positiva exteriorizada, puede
obedecer tanto a un hacer como a un no hacer. Es importante no plantear la
cuestión sobre la diferencia que media entre acción y omisión, para concluir
108
luego que cuando hay omisión no hay acción causal y por lo tanto resulta
imposible atribuir el resultado. Esto es así porque como se dirá luego, acción
no es lo mismo que causación y causación puede incluir a una omisión.
Aunque volveré luego sobre este punto, estimo que debemos echar mano al
vocablo ‘conducta’ comprensivo de ambas manifestaciones de voluntad.
Zaffaroni (Tratado de Derecho Penal, t. III, p. 96) concibe, a mi juicio, una
formulación correcta del problema al expresar textualmente dice: ‘En los tipos
omisivos la evitación equivale a causación. Para comprender esto es
menester tener presente que ‘equivale’ no es lo mismo que ‘igual’, no
debiéndose confundir estos conceptos; distinción que la lógica formal
establece claramente utilizando incluso símbolos diversos para denotar cada
uno de ellos’. Es fundamental, prosigue el maestro, no perder de vista a este
respecto que éste es un problema que incumbe al plano de la tipicidad y no
de la acción. Es decir, que lo importante es saber si la conducta es típica, lo
que equivale decir que para que lo sea debe existir una norma expresa donde
se pueda atrapar la acción de los justiciables, a la par que el tipo penal debe
admitir la forma culposa sustrayéndola del campo de la acción y de la relación
de ésta con el resultado, en el caso que tratamos, accidente aéreo seguido de
muerte…” (sentencia del 24/4/2001, L.L. 2001-D-795).
3.3. Caso “Chabán”, Tribunal Oral nº 24 de la Capital, sentencia del
19.8.2009, Considerando XIII, Thomson Reuters Online
. . . . . . . . . . . .
“Entendemos entonces que ha quedado absolutamente descartada la crítica
que los defensores expusieran, pues en definitiva va dirigida a la concepción
clásica de la ‘comisión por omisión’. Queda claro que no es esa la posición
que se sigue en esta sentencia.-
“Creemos que los supuestos en que es factible determinar una identidad
estructural y valorativa entre la acción y la omisión a nivel de injusto típico, de
acuerdo a los criterios rectores trazados por Gracia Martín, Rodríguez Mesa,
Silva Sánchez y Schünemann, la comisión por omisión así restringida no es
inconstitucional por resultar directamente subsumible en los tipos activos de la
parte especial que se trate; y si esto es así, el castigo de este reducido
109
“Y fue justamente que, con atinada razón, advirtieron que la esencia del acto
desbaratador no fue el haber solicitado un préstamo para financiar la obra, lo
cual resulta lícito, sino que habiendo asumido el compromiso de entregar los
bienes libres de gravámenes, luego omitieron ‘cumplir con la oportuna
cancelación de las hipotecas constituidas por el Banco Boston, al momento de
corresponder y, en el caso, pretender los compradores escriturar los
departamentos objetos de contratación’.
“Pero lo más enriquecedor de la construcción estaba por llegar, pues los
magistrados para fundar la comisión por omisión recurrieron nada más ni
nada menos que a una de las obras Silva Sánchez, sumamente citado en
esta sentencia, como uno de los máximos exponentes de la tesis restrictiva de
la omisión impropia, por dominio o control sobre el riesgo típico.-
“Efectivamente, los integrantes del mencionado tribunal trajeron a colación el
trabajo publicado por Silva Sánchez en ‘Comentarios al Código Penal, Tomo I,
Dirigido por Cobo del Rosal, Edersa, 1999, páginas 455-57 y transcribieron la
posición que venimos defendiendo en esta sentencia, cuando el citado jurista
español explica con claridad absoluta la equiparación que debe existir en el
plano normativo entre la comisión y la omisión.-
“Vale la pena transcribir textualmente los párrafos citados por la Sala, a saber
‘...comisión activa y comisión por omisión aparecen como dos formas diversas
ontológicamente pero que, desde esta perspectiva normativa, se hacen
idénticas en su estructura y en su configuración material como modos de
dominio (control) sobre el riesgo típico. Por lo que se refiere a si un mandato y
una prohibición pueden integrarse bajo una única descripción típica, esto es,
en definitiva, bajo una única norma secundaria, también parece posible una
respuesta normológica adecuada. La norma primaria que subyace a los tipos
de la Parte Especial del C.P. es, por regla general, una norma de prohibición
de conductas que entrañen riesgos relevantes para esferas de bienes
jurídicos ajenos. Pues bien, tales conductas de riesgo pueden adquirir una
configuración ontológica doble; por un lado, la creación de un movimiento
corporal (de causalidad eficiente) de ese riesgo (comisión activa); por otro
lado, la asunción del compromiso material de actuar a modo de barrera de
111
Notas
12
Artículo 11 del Código Penal Español:
“Los delitos o faltas que consistan en la producción de un resultado sólo se entenderán
cometidos por omisión cuando la no evitación del mismo, al infringir un especial deber jurídico
del autor, equivalga según el sentido de la ley, a su causación. A tal efecto se equiparará la
omisión a la acción:
“a) Cuando exista una específica obligación legal o contractual de actuar.
“b) Cuando el omitente haya creado una ocasión de riesgo para el bien jurídicamente
protegido mediante una acción u omisión precedente”.
115
13
Dicha norma dice así:
“Será reprimido con prisión de uno a cuatro años el que públicamente ultrajare la bandera, el
escudo o el himno de la Nación o los emblemas de una provincia argentina”.
116
14
“… [L]a doctrina denomina impropios delitos de omisión a los que tienen una estructura que
se corresponde con otra activa con la que se equipara. Como consecuencia de que la
estructura omisiva es aquí equiparada a una estructura activa, requiere que el bien jurídico se
afecte de la misma forma que el caso de la estructura activa”( Zaffaroni, Alagia y Slokar,
“Manual de Derecho Penal. Parte General”, Ediar, Buenos Aires, 2005, n° 166.2.; el énfasis
está en el original).
117
golpeó en la primera causa y luego lo mató. Los dos son asesinos, por eso les pido
un veredicto de culpabilidad’, argumentó.
El juez convocó a las partes y el jurado fue llamado para rendir sus veredictos en
audiencia… El presidente del jurado, visiblemente conmovido, leyó los veredictos
unánimes: ‘Nosotros, el jurado, encontramos al acusado Sebastián Tizza, culpable
del delito de homicidio agravado por el vínculo, por comisión, conforme al
requerimiento de la acusación’. ‘Nosotros, el jurado, encontramos a la acusada
Celeste González, culpable del delito de homicidio agravado por el vínculo, por
comisión por omisión, conforme al requerimiento de la acusación’…“.
Pregunta: Si Ud tuviera que fundar un recurso de casación contra la condena
de González, ¿qué argumentos formularía? De ser correctos dichos
argumentos, ¿significaría ello que la conducta de la acusa fue impune?
10) Analice los hechos del caso “G., H.F.”, resuelto por el Tribunal Penal n° 4
de La Plata (Pcia. de Buenos Aires) 15. Los hechos del caso fueron descriptos
por el tribunal en los términos siguientes:
“[H]a quedado debidamente acreditado que con anterioridad a las 14:30
horas del día 29 de mayo del año 2014, un sujeto de sexo
masculino, poseedor de al menos ocho perros Pitbull dejó atado a
un can de dicha raza -que no era de su propiedad pero cuyo
cuidado le había sido confiado- con una soga de aproximadamente
1,50 mts. al volante de un rodado Fiat 147 que en estado de
abandono se encontraba sobre la vereda del domicilio de calle
Bonpland nro. 913 de la localidad de Alejandro Korn, sin bozal y
con la puerta del vehículo abierta lo que le permitía al animal
desplazarse por la vereda que separaba la ubicación del automóvil
del frente del domicilio antes individualizado. Que en ese marco -e
inadvertidamente para los adultos que con él se encontraban-, se
acercó hasta el sitio en el que el perro se hallaba el niño Santiago
Alejandro Veer, de tan solo dos años de edad -vecino del tenedor
de los perros-, quien en esas circunstancias resultó atacado por el
perro el que le produjo heridas desgarrantes que le provocaron la
muerte”
15
Sentencia del 25.4.2016, publicada en Thomson Reuters Online.
119
4. PRINCIPIO DE LESIVIDAD.
4.1. Caso “C., L.A.”, Cámara Federal de Casación Penal, sala IV, 17.5.2016,
Thomson Reuters Online.
16
En el caso “Arriola”, la CSN abandonó la doctrina enunciada en el caso “Montalvo” (Fallos:
313:1333) y adoptó nuevamente la posición enunciada anteriormente en el caso “Bazterrica”
(Fallos: 308:1392).
120
IV. Por ello, corresponde hacer lugar al recurso de casación interpuesto por la
representante del Ministerio Público Fiscal, revocar la resolución impugnada,
debiendo remitirse las presentes actuaciones al tribunal de origen, a fin de que
124
….
Considerando:
3. Los numerosos testimonios que recogió el juzgado permiten tener por cierto
que en esos puestos la revista no era objeto de exhibición ostensible, y que
sólo se la vendía encerrada dentro de una cobertura plástica opaca, la que
llevaba inscripta las advertencias: "Prohibida para menores. Publicación
reservada para adultos".
De este modo, cabe concluir que, dentro de los límites de los hechos
conocidos en autos, la ofensa al pudor no se produjo.
17
El artículo 8 dice así:
1. Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su
correspondencia.
2. No podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho sino en
tanto en cuanto esta injerencia esté prevista por la ley y constituya una medida que, en una
sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el
bienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención de las infracciones
penales, la protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y las
libertades de los demás.
127
Preguntas
1.En el caso “Arriola”, la CSN había dado por probada “… la tenencia por parte de
Gustavo Alberto Fares de tres cigarrillos de marihuana de armado manual (con un peso
de 0,283 gramos, 0,245 gramos y 0,161 gramos, cada uno; y dosis umbrales: 0,8; 1,1 y
0,5, respectivamente), incautados del bolsillo delantero izquierdo del pantalón que
vestía Fares por parte del personal de la Sección Rosario de la Superintendencia de
Investigaciones Federales de la Policía Federal Argentina, en el procedimiento que tuvo
lugar el 29 de octubre de 2005 en la intersección de las calles Forest y México, de la
ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe.
“También tuvo por probada la tenencia de tres cigarrillos de marihuana por parte de
Marcelo Ezequiel Acedo y de un cigarrillo de marihuana por parte de Mario Alberto
Villarreal (con un peso de 0,25 gramos, 0,30, gramos, 0,27 gramos y 0,25 gramos; y de
10 dosis en total), incautados del bolsillo trasero izquierdo del pantalón que vestía el
primero y del bolsillo derecho lateral del pantalón que vestía el segundo, en el
procedimiento llevado a cabo por el personal de prevención antes mencionado, el 18 de
enero de 2006, en la intersección de las calles Forest y México de la ciudad de Rosario.
Por último, tuvo por demostrada la tenencia por parte de Gabriel Alejandro Medina y
Leandro Andrés Cortejarena de tres cigarrillos de marihuana de armado manual -cada
uno de ellos- (con un peso de 0,31 gramos, 0,29 gramos, 0,29 gramos, 0,25 gramos,
0,26 gramos, 0,27 gramos, cada uno; y dosis umbrales: 0), secuestrados en el
procedimiento que tuvo lugar el 26 de abril de 2006, en la intersección de las calles
Forest y México de la ciudad de Rosario, por parte de personal de la Brigada Operativa
Departamental II, dependiente de la Dirección General de Drogas Peligrosas de la
Policía de la Provincia de Santa Fe; en este caso, al percatarse de la presencia policial,
129
los imputados dejaron caer sobre la vereda dos paquetes de cigarrillos conteniendo el
material posteriormente incautado”.
¿Son equivalentes los hechos de “Arriola” a los del caso “C., L.A.”? ¿Cuál es la
posición de la mayoría y de la minoría sobre esta cuestión en este último caso?
2) ¿Por qué la CSN consideró, en el caso “Arriola”, era “privada” en los términos
del art.19 CN? El siguiente párrafo, ¿brinda alguna respuesta?:
“…La norma del art. 19 sufre cierta trivialización cuando se la interpreta como si
meramente consagrara un derecho a la intimidad, o sea un derecho a mantener un
ámbito físico privado en el que la persona esté libre de intromisión por parte de
terceros. En realidad este último derecho no surge del art. 19, sino que está
presupuesto por el art. 18 cuando consagra la inviolabilidad del domicilio, la
correspondencia y los papeles privados… El contraste que la norma establece no es
entre las acciones que se realizan en privado y las que se realizan en público, sino
entre las acciones que son privadas porque, en todo caso, ellas sólo contravienen
una moral privada y las acciones que ofenden la moral pública… Por cierto que una
acción realizada en la más absoluta intimidad puede ser nociva para terceros y una
acción autodegradante ejecutada abiertamente y en público puede ser totalmente
inocua para terceros (aunque, como luego veremos, la publicidad puede, en algunos
casos, ser el factor que convierte en perjudicial o peligrosa a una acción que, de otro
modo, sería inocua)”18.
18
Carlos Santiago Nino, “¿Es la tenencia de drogas con fines de consumo personal una
de las ‘acciones privadas de los hombres’”?, L.L. 1979-D-743.
130
“21. Que las razones de política criminal que determinaron al legislador de la ley
23737 [B.O. 11.10.1989] a reprimir, en el art. 14 parte 2, la tenencia de
estupefacientes, cuando por su escasa cantidad y demás circunstancias surgiere
inequívocamente que es para uso personal, aparecen fundadas en los debates
parlamentarios, cuya trascripción en lo que tienen de sustancial, resulta pertinente
por constituir la interpretación auténtica de la nueva ley.
“22. Que en la Cámara de Diputados se dijo: ‘El art. 14 introduce una innovación al
establecer en su segundo párrafo una diferencia cuando se refiere a la tenencia para
consumo propio, pero tenencia al fin. Eso es lo que tenemos que entender. La
tenencia para uso propio es tenencia lisa y llana. Se trata de tenencia para drogarse,
y no podemos quedar impasibles ante ese hecho. No le podemos decir a ese
individuo que se siga drogando, que a la ley no le importa, porque no lo entiende
(Diario de Sesiones del 22/02/1989, p. 7746); 'son tremendas las consecuencias de
esta plaga tanto en lo que se refiere a la práctica aniquilación del individuo como a su
gravitación en la moral y economía de los pueblos, traducidas en la delincuencia
común y subversiva, la incapacidad para realizaciones que requieren una fuerte
voluntad de superación y la destrucción de la familia, que es la base fundamental de
nuestra civilización...'Hay quienes piensan que somos libres de envenenarnos como
nos place y que por consiguiente todo esfuerzo que haga la sociedad para impedir a
un toxicómano que se entregue a su vicio constituye un atentado contra la libertad
individual. Sé trata de una idea insostenible en una sociedad moderna, pues el
toxicómano no sólo se destruye a sí mismo sino que al hacerlo así causa perjuicio a
quienes lo rodean" (Diario de Sesiones del 08/03/1989, p. 7781).
inconteniblemente como una lacra que se expande por encima de las fronteras,
resintiendo de modo fundamental la personalidad de los individuos y de los
Estados... Se estima que en el mundo más del 20% de la población consume drogas
que provocan dependencia y grave daño físico y moral. Más de 300 millones
consumen marihuana, 250 millones consumen derivados del opio y la cocaína, y el
resto, alucinantes, estimulantes, sedantes, tranquilizantes e hipnóticos... En nuestro
país la situación ha repercutido de tal manera y se ha expandido en tal forma, que la
información de los diarios señala que está ganando, inclusive, a los niños de las
escuelas, quienes han adoptado el hábito de drogarse en la vía pública, casi
inconscientemente, con la inhalación de pegamento recalentado... En cuanto a los
consumidores, la cadena tiene tres eslabones fundamentales, de los cuales ellos
constituyen el último, los dos primeros corresponden al productor y al traficante.
Desde luego, cuando los consumidores son muchos atraen al tráfico... La realidad
demuestra que en tanto existan consumidores hay tráfico, y que cuando hay
consumidores también está la droga clandestina. Y si se tiene droga clandestina es
porque los consumidores, de alguna manera, estimulan su tránsito hacia el país
afectado (Diario de Sesiones del 21/08/1986, p. 1868 y ss.).
“2. El art. 189 bis [del Código Penal]19 es un tipo penal que se encuentra dentro del
título de los delitos contra la seguridad pública, esto es la seguridad común,
entendiendo por este concepto ‘la situación real en que la integridad de los bienes y
de las personas se halla exenta de soportar situaciones peligrosas que la amenacen.
Las acciones típicas que los constituyen son todas ellas generadoras de peligro para
19
Esta norma dispone lo siguiente:” La simple tenencia de armas de fuego de uso civil, sin la
debida autorización legal, será reprimida con prisión de 6 (seis) meses a 2 (dos) años y multa
de mil pesos ($ 1000) a diez mil pesos ($ 10000). Si las armas fueren de guerra, la pena será
de dos (2) a seis (6) años de prisión.
“La portación de armas de fuego de uso civil, sin la debida autorización legal, será reprimida
con prisión de un (1) año a cuatro (4) años.
“Si las armas fueren de guerra, la pena será de tres (3) años y seis (6) meses a ocho (8) años
y seis (6) meses de reclusión o prisión.
“Si el portador de las armas a las cuales se refieren los dos párrafos que anteceden, fuere
tenedor autorizado del arma de que se trate, la escala penal correspondiente se reducirá en
un tercio del mínimo y del máximo.
“La misma reducción prevista en el párrafo anterior podrá practicarse cuando, por las
circunstancias del hecho y las condiciones personales del autor, resultare evidente la falta de
intención de utilizar las armas portadas con fines ilícitos.
“En los dos casos precedentes, se impondrá, además, inhabilitación especial por el doble del
tiempo de la condena.
“El que registrare antecedentes penales por delito doloso contra las personas o con el uso de
armas, o se encontrare gozando de una excarcelación o exención de prisión anterior y portare
un arma de fuego de cualquier calibre, será reprimido con prisión de cuatro (4) a diez (10)
años” (Versión ley 25.886).
134
esa integridad, al crear condiciones de hecho que pueden llegar a vulnerarla’ (Creus,
Derecho Penal, parte especial, t. 11, p. 2).
“La tenencia de arma de guerra, al ser un delito de peligro abstracto, (Creus, ob. cit.,
p. 32), el peligro no integra el tipo, sino que el legislador al juzgar que a los fines de
proteger la seguridad pública, legisla la tenencia del arma de guerra sin autorización,
como peligrosa al bien jurídico protegido antes enunciado.
“Desde esta perspectiva, tanto el tipo objetivo, como el subjetivo se han dado. La
tenencia reconocida por el procesado y su intención de tenerla y la aceptación por su
parte de un hecho objetivo, que es la no autorización para esa tenencia, tal como se
han hecho notar en el punto primero, y al no haber causa de justificación ni que se
excluya la atribuibilidad, se debe sin duda llegar a la condena del procesado.
“Nuevamente por parte del juez ha criticado los delitos de peligro abstracto. Más allá
que la Corte Suprema de Justicia expresamente ha sostenido su validez
constitucional (Causa ‘Montalvo’, 11/12/90, JA 1991-1-242 y ss.), estimo que un serio
análisis del problema, debe llevar en este caso, a admitir la validez constitucional del
delito de peligro abstracto.
“Bien se sabe la crítica de Binding a este tipo de delitos, (Die Normen, t. 1, ps. 380 y
ss.), y más actualmente la de Schröder, quien directamente admite la prueba en
contrario (ZSTW 81, ps. 7 y ss.), la tendencia es que en la actualidad se busca la
prueba real del peligro (Cerezo Mir, Curso de Derecho Penal Español, t. 1, p. 329).
Pero aún en este caso, Schröder admite que en los delitos de tenencia de armas no
autorizadas no se puede realizar la prueba del peligro.
“Y desde esta perspectiva, es obvio que no comparto el criterio del juez de sentencia
en el sentido de que no hubo peligro para el bien jurídico, tal como lo sostiene en su
contra y bien el fiscal Dr. Rongo…”.
“La aplicación de la regla de derecho con base en la cual se decidió ‘Bazterrica’ fue
utilizada en sentencias subsiguientes, construyéndose una línea de interpretación
constitucional discernible sobre el tipo de conductas que podían considerarse
privadas y que básicamente estuvo centrada en el carácter ostensible de la tenencia
en pequeñas cantidades.
136
20
En este caso, uno de los imputados estaba acusado del delito de tenencia de estupefacientes
para consumo y el otro de tenencia con fines de comercialización.
21
Dicha norma dice así:
“Todos tendrán el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona; y nadie podrá
atentar contra este derecho, excepto cuando sea en conformidad con principios de justicia
fundamental”.
136
137
¿Hay algo en la experiencia judicial argentina acerca del arrt.19 CN que sirve de
apoyo a la conclusión del tribunal canadiense?
22
Transcripto en Gullco, “Principios de la Parte General del Derecho Penal…”, op.cit., pág.368; el
énfasis ha sido agregado.
137
138
Co., St. Paul, Minn., p. 525 y ss., esp. 530 y ss.; Fletcher, George P., ‘Rethinking
Criminal Law’, 2000, Ed. Oxford University Press, p. 218 y ss.)”23.
11) Antes de la sanción de la ley 25.882 (B.O. 26.4.2004), existía una fuerte
discusión en doctrina y jurisprudencia acerca del significado del concepto de
“arma” utilizado en el art.166, inc.2°, CP, en su versión original. Así, en el caso
“Manso” (sentencia del 2.5.2002), la mayoría de la Suprema Corte de la Pcia.
de Buenos Aires resolvió que “… la mera exhibición u ostensibilización de cualquier
instrumento que pueda razonablemente formar en la convicción de aquellos para
intimidar a los cuales se utiliza, que se encuentran frente a un elemento que los torna
vulnerables y que supera sus eventuales mecanismos de defensa naturales, convierte a
dicho elemento en un arma.
“Esta apreciación, que es subjetiva en cuanto hace referencia al efecto que se genera en
la conciencia del que sufre la intimidación, es también objetiva en cuanto es el propio
agresor quien hace uso de ese instrumento con la finalidad manifiesta de aumentar
realmente o en apariencia su potencialidad ofensiva, su capacidad de ejercer violencia,
en una medida que aprecia superadora de las defensas normales que está en
posibilidad de ejercitar el destinatario de su acción violenta”24.
“La expresión ‘el uso de armas en todos los casos’ requiere castigo más severo ‘por los
riesgos que ello importa para la víctima y su mayor estado de indefensión’ consagra
expresamente la doctrina objetiva (‘riesgos’, ‘indefensión’), y la expresión ‘en todos los
casos’ se refiere a todos los casos en que se use una u otra ‘arma’ (mensaje en la
propuesta de reforma de la ley 20642)” (fallo cit).
Según el voto de la mayoría, ¿cuál sería el “daño” que quería castigar el antiguo
art. 166, inc.2°, C.P. ¿Y según el voto en disidencia?
12) Examine el siguiente fragmento del pronuniciamiento de la Corte IDH en el
caso “Rosadio Villavicencio vs. Perú” (sentencia del 14.10.2019):
“101. La Corte observa que cuando una misma conducta o acción resulta prohibida a la
luz de las normas que subyacen en dos o más tipos penales, siempre se trata de un
único delito, pues todo delito es una conducta humana y a un único delito debe
23
Corte Suprema de la Nación, caso “Arla Pita”, Fallos: 325:2777 -2002-, voto en disidencia del
juez Petracchi, considerando 12.
24
Voto del juez Pettigiani, sentencia publicada en J.A. 2002-III-776 y Abeledo Perrot Online.
138
139
corresponder una única punición. Esto es precisamente lo que ocurre en este caso, se
trata de una única conducta imputada al señor Rosadio Villavicencio: permitir el vuelo de
aeronaves que transportaban droga, lo que encuadra simultáneamente en los tipos
penales de desobediencia y de tráfico ilícito de drogas. Entender que la posibilidad del
doble encuadramiento típico de los mismos hechos supone la comisión de dos delitos
distintos, los cuales a su vez pueden ser sancionados con dos puniciones distintas, parte
del errado supuesto que se trata de dos conductas distintas, lo que habilitaría la plural e
interminable cadena de puniciones que el derecho penal material no permite y a la que
se llegaría por efectos del desdoblamiento del mismo hecho en tantos pretendidos
delitos como número de tipos penales aplicables.
…
“103. Cabe insistir en que la pretensión de multiplicar los delitos conforme al número de
tipos penales concurrentes desconoce la realidad del mundo incluso físico, pues
multiplica un único objeto pluralmente desvalorado en tantos otros como
desvaloraciones recaigan sobre él. Se trataría de un derecho que, al ignorar la necesaria
base óntica que lo vincula a la realidad del mundo, se atribuiría la facultad de ‘crear’ una
realidad inexistente, coincidiendo de esta forma con el viejo filósofo Antístenes, quien
sostenía que un caballo blanco y de carreras eran dos caballos, a lo que respondió
acertadamente Platón en su momento: sigue siendo un único caballo. Estando a la letra
de la Convención, semejante desdoblamiento de un hecho único, o sea, la pretensión de
punir delitos conforme al número de tipicidades, resulta incompatible con la señalada
exigencia de ‘acciones u omisiones’ del artículo 9º de la Convención”.
¿Por qué el párrafo transcripto sirve para cuestionar la decisión mayoritaria en el
caso “Manso”?
13) Examine el siguiente párrafo del voto del juez Alvarez, de la Sala II de la
Cámara Federal de La Plata en donde se sostuvo que era inconstitucional la
punición de la siembra de estupefacientes para uso personal:
Los argumentos centrales en virtud de los cuales se ha declarado la inconstitucionalidad
del párr. 2, art. 14, ley 23737 (o normas similares), se refieren a la ultraintención
asignada a la tenencia y ha sido en esta donde se asienta el carácter violatorio del
objetivo constitucional.
El núcleo de las posturas conforme a la cual las normas que establecen penas para la
tenencia de estupefacientes para consumo personal se basan, desde el claro voto del
juez Petracchi en el fallo “Bazterrica” hasta el más reciente fallo “Arriola”, en la
necesidad de dar cumplimiento adecuado a la clara letra del art. 19, CN, que
expresamente prohíbe la regulación jurídica respecto de “Las acciones privadas de los
hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un
tercero...”.
Por mi parte al momento de analizar la constitucionalidad del art. 14, párr. 2, ley 23737,
también fundé mi razonamiento contrario a la legitimidad de dicha norma en el
incuestionable objetivo del constituyente consagrado en el art. 19.
139
140
Por tales razones y entrando a la cuestión planteada en este apartado entiendo que en
realidad el tema no es nuevo y no debe darse a su respecto una decisión contradictoria
con la asumida al tratar la cuestión de la tenencia para uso personal. Se exige en este
tipo penal, el del art. 5, que la sustancia esté destinada inequívocamente a consumo
personal. Este es el punto preciso desde donde debemos partir. Al así hacerlo podemos
observar que el texto es prácticamente similar al párr. 2, art. 14, ley 23737, como lo
hemos bosquejado en el pto. II.
En conclusión, en una primera aproximación, a la que por cierto nos hemos referido,
indica que en orden a la coherencia analítica no resulta posible proponer soluciones
diversas respecto de un mismo postulado.
….
XII. ¿Puede forzadamente aparecer un “tercero” respecto de las conductas previstas en
la norma analizada?
Podría plantearse al analizar la afectación, ya sea daño ya sea riesgo, para un tercero, la
cuestión atinente a la aparición de “nuevos sujetos” de derecho, o eventualmente el
carácter difuso que se presenta en el llamado derecho penal ambiental. Si bien está
cuestión es ajena, en principio, al sub lite, no debe descartarse de plano que haya
lesividad por esta vía.
En este punto, la relación de cada individuo con el medio en que desarrolla su
existencia, en la medida que no excluya ni reduzca de modo notable la posibilidad de
que otros individuos y grupos humanos lo hagan, ni signifique una modificación
irreversible del sistema, tampoco puede ser objeto de regulación por el legislador. La
concepción de la tierra como ente en tanto sistema que se autorregula y del que
participan los seres humanos (9) podría traducirse en modificaciones al paradigma
clásico del derecho y especialmente del derecho penal, pero no viene a imponer cambio
alguno en el tema que aquí se debate.
En este orden de ideas los pueblos originarios andinos parten de una concepción
diversa que ubica en un lugar central a la Madre Tierra, fuente existencial de vida. Para
ellos el concepto fundamental es la coexistencia e interdependencia del ser humano con
el mundo en su totalidad, sin que pueda darse el dominio sobre la naturaleza con la
producción o explotación de la tierra. Esta, la Pacha Mama, brinda, da y ofrece sus
frutos en un continuo y recíproco intercambio con el ser humano.
Pues bien, ni siquiera en este supuesto que requiere un salto de calidad en el análisis
jurídico de la vinculación del hombre con su medio es posible advertir la existencia de
“otredad”, es decir de un tercero que pueda ser eventualmente afectado.
Esto es así por cuanto la vinculación de un individuo con el medio ambiente consistente
en cultivar determinada especie que tiene origen natural, sin que dicho cultivo produzca
afectación alguna, ni actual ni futura, en el entorno utilizable por otros, claramente cierra
la posibilidad de incorporar por esta vía también una idea no tradicional de daño o de
riesgo para terceros.
¿Diría Ud. que esta decisión surge de la aplicación de la doctrina de los casos
“Bazterrica” y “Arriola”?
140
141
El tribunal utilizó los siguientes argumentos para rechazar los planteos de los
apelantes:
“En este sentido, Héctor G. Vidal Albarracín (Delito de contrabando, 1987, Ed.
Universidad, p. 154) refiere como un justificante de lo normado por el art. 872 CA, que
‘una vez que se ha eludido el control aduanero la detención del contrabando –salvo la
modalidad documentada, que permite su reconstrucción– es difícil de comprobar. Ello
significa que los casos de mayor frecuencia comisiva serían actos de tentativa y que los
que alcanzaran el grado de consumación quedarían reducidos a su mínima expresión.
141
142
Tal anomalía, que plantea la propia naturaleza del contrabando ha llevado a que se lo
regule en forma distinta, de manera que los actos iniciales configuran tan acabadamente
el delito como aquellos con los cuales la sustracción es consumada, y así en ciertos
supuestos, comenzar a ejecutar el contrabando es cometer el delito. Por otra parte,
también ha incidido en su aspecto sancionatorio, determinando un apartamiento del
sistema del Código Penal, como lo establece el art. 872, que equipara punitivamente la
tentativa del contrabando al delito consumado’.
“En esa dirección, Jorge L. Tosi (Derecho Penal Aduanero, 1997, Ed. Ciudad Argentina,
ps. 63-65) manifiesta que ‘esta equiparación surge de que la tentativa generalmente es
descubierta en el momento de la consumación del delito, o sea, cuando se traslada la
mercadería, ingresándola o egresándola del territorio aduanero, burlando el control del
servicio aduanero. Tenemos en cuenta para esta equiparación punitiva que los actos
preparatorios deben ser idóneos para consumar el delito, y llevarán inequívocamente a
su efectivización. Ingresar en zona primera con la mercadería oculta entre la ropa del
pasajero, o bajo el tapizado de las puertas o asientos del automotor, o dentro de un
buque que ingresa a aguas jurisdiccionales, o aun acondicionarla entre los equipajes, en
territorio extranjero, ya es comienzo de ejecución del delito; consecuencia de ello es que
se pena en forma similar este hecho, como el ingreso al territorio aduanero burlando la
vigilancia del servicio. Por último, se fundamenta esta equiparación en que la portación
de la mercadería en forma oculta, en zona primera, para lograr su ilegal ingreso o
egreso, sin control aduanero, ya pone en peligro el bien jurídico protegido: el patrimonio
nacional. Por esta razón corresponde sancionarlo con la misma pena’….”.
“Aparece aquí, entonces, el primero de los principios que deben guiar el desarrollo de la
temática cuyo finalidad determina la limitación al poder punitivo de imponer una sanción
en supuestos en los que el bien jurídico no fue dañado o no se lo puso en jaque. Esto
es, una vez que hemos determinado que efectivamente existió peligro, aquel poder se
encuentra autorizado para actuar.
“Sin embargo, resulta necesario hacer una distinción. El Estado no busca sólo castigar
resultados sino también acciones u omisiones que si bien no causan daño, generan una
situación de alta probabilidad en la producción de ese resultado (riesgo). ‘Esta primera
separación, entre delitos consumados que producen resultados (daños) y delitos
tentados que producen riesgos, es importante dado que la acción que será castigada
debe ser valorada exclusivamente en el marco del hecho seleccionado, no será lo
mismo un riesgo que un resultado (...) y por tal razón el castigo de la tentativa deberá ser
siempre menor (proporcionalidad) (... ). La tentativa deberá ser siempre una forma
menor de punición" (Binder, Alberto M., ‘Introducción al derecho penal’, Ed. Ad-hoc,
Buenos Aires, 2004, ps. 155 y 156. Esto importa indefectiblemente que se deberá tener
en cuenta, para fijar el castigo, el grado de afectación del bien jurídico. Esa debió ser la
idea del legislador al establecer, como principio general en los arts. 42 y 44, CPen., una
pena menor para aquel autor que no logra consumar el suceso por cuestiones ajenas a
su voluntad.
“Es así que, el principio de proporcionalidad servirá concretamente para graduar la pena
en el suceso concreto. Pero este precepto necesariamente deberá ir acompañado de un
tercero: el de culpabilidad. Este, ‘(...) en su función limitadora sólo tiene efectos
favorables para el delincuente (...). Exactamente debe decirse que la culpabilidad es un
medio de limitar sanciones jurídico-penales (...) la función político-criminal del principio
de culpabilidad consiste (...) sobre todo en impedir que por razones de prevención
general o especial se abuse de la pena y los abusos de este tipo (en los que la pena no
guarda relación con la culpabilidad del delincuente) se pueden reconocer rápidamente’
(Roxin, Claus, ‘Reflexiones político criminales sobre el principio de culpabilidad’,
traducido por Francisco Muñoz Conde en ‘Culpabilidad y prevención en derecho penal’,
Reus S.A., Madrid 1981, p. 48 y 52).
“El armónico juego de ellos, preceptos propios de un Estado Democrático de Derecho,
no permite otra salida que establecer una diferencia entre la acción
de contrabando consumada de la que queda en grado de conato. En este último caso,
claramente la acción no genera el mismo nivel de afectación al bien jurídico que aquél
que logró la completa elusión del ejercicio de control que compete al servicio aduanero.
Es que, no se puede desconocer que un delito tentado provoca un conflicto de menor
entidad que el que provoca uno que alcanza el grado de consumación y esto no puede
generar la misma respuesta punitiva.
“En este sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ‘(...) ha dicho que las penas
no pueden ser crueles, en el sentido de que no deben ser desproporcionadas con
relación al contenido de injusto del hecho. Toda medida penal que se traduzca en una
privación de derechos debe guardar proporcionalidad con la magnitud del contenido
ilícito del hecho, o sea, con la gravedad de la lesión al bien jurídico concretamente
143
144
afectado por el hecho, porque las previsiones legales expresan tales magnitudes a
través de las escalas penales (‘Gramajo’ —Fallos 329:3680—)’ (conf. consid. 21) del
voto del juez Zaffaroni en el caso ‘Branchessi’ [sentencia del 23.3.2010]25).
“En definitiva, la norma prevista en el art. 872, CAd., al igualar situaciones desiguales, no
logra traspasar el tamiz constitucional y pone en jaque los principios de lesividad,
proporcionalidad y culpabilidad (arts. 18, 19 y 75, inc. 22, CN)”.
¿Diría Ud que la CSN rebatió adecuadamente esta solución al resolver el caso
“Chukwudi” (Fallos: 344:3458, 2021):
7°) Que según se aprecia, la decisión del legislador
se asienta en que para la configuración del delito de
contrabando resulta irrelevante que la mercadería logre o no ser
retenida por la Aduana. Ello así, toda vez que el bien jurídico
protegido por esta figura no consiste en la integridad de la
renta aduanera, sino el adecuado ejercicio de las funciones que
las leyes acuerdan al servicio aduanero para el control sobre
las importaciones y las exportaciones (cfr. art. 863 del Código
Aduanero). Así, el delito se perfecciona en cuanto se dificulta
el adecuado ejercicio de ese control, sin que resulte necesaria
la concurrencia de un perjuicio fiscal (cfr. “Legumbres S.A.” en
Fallos: 312:1920, en especial, considerandos 7°, 8°, 14 y 16, y
sus citas)
25
En el citado caso “Branchessi”, el juez Zaffaroni votó por la inconstitucionalidad del citado
art.872 del Código Aduanero. La mayoría desestimó, por razones formales, el recurso
extraordinario federal presentado por la defensa de los acusados contra la sentencia de la
Cámara de Casación que había declarado la validez constitucional de dicha norma.
144
145
b) ¿Se le ocurre algún ejemplo en donde el resultado más grave indica mayor
culpabilidad por parte del acusado?
El deber del Estado de proteger la vida debe ser entonces compatible con el respeto a la
dignidad humana y al libre desarrollo de la personalidad. Por ello la Corte considera que
frente a los enfermos terminales que experimentan intensos sufrimientos, este deber
estatal cede frente al consentimiento informado del paciente que desea morir en forma
digna. En efecto, en este caso, el deber estatal se debilita considerablemente por
cuanto, en virtud de los informes médicos, puede sostenerse que, más allá de toda duda
razonable, la muerte es inevitable en un tiempo relativamente corto. En cambio, la
decisión de cómo enfrentar la muerte adquiere una importancia decisiva para el enfermo
terminal, que sabe que no puede ser curado, y que por ende no está optando entre la
muerte y muchos años de vida plena, sino entre morir en condiciones que él escoge, o
morir poco tiempo después en circunstancias dolorosas y que juzga indignas. El derecho
fundamental a vivir en forma digna implica entonces el derecho a morir dignamente,
pues condenar a una persona a prolongar por un tiempo escaso su existencia, cuando
no lo desea y padece profundas aflicciones, equivale no sólo a un trato cruel e
inhumano, prohibido por la Carta (CP art.12)27, sino a una anulación de su dignidad y de
26
Sala “A” de la Cámara Federal de Córdoba, caso “Gianni”, sentencia del 17.2.2012, Thomson
Reueters Online.
27
El art. 12 de la Constitución de Colombia dice así:
145
146
19) Examine el siguiente párrafo de la resolución del juez Mario Juliano, a cargo
del Juzgado Correccional n° 1 de Necochea, en la causa “N.N. s/Denuncia”,
dictada el 31.01.2017:
“… [Las siguientes actuaciones dan] cuenta que siendo alrededor de las 16.50 horas
del 28 de enero de 2017 una comisión policial de la Comisaría Tercera es alertada por
una persona del sexo masculino, muy ofuscada, porque en el sector de la playa pública
se encontraban unas mujeres haciendo topless. El personal policial se constituye en el
sitio comprobando que había cuatro mujeres sin la parte superior del traje de baño,
mostrando los senos. El público en el lugar comenzó a gritar en ese momento, unos a
favor y otros en contra de las mujeres que hacían el topless. Que iniciando un diálogo
las mujeres se colocan los corpiños, retirándose el personal policial. Minutos después la
comisión es alertada por el 911 dando cuenta que un hombre, de apellido González, se
encontraba molesto, ya que inmediatamente que los uniformados se retiraron de la
arena las mujeres se habían vuelto a quitar los corpiños, descubriendo sus senos. Que
regresando al lugar constatan que existía un nuevo tumulto, con personas que se
manifestaban a favor y en contra, por lo que los funcionarios aconsejan a las mujeres
que se alejen un poco para evitar conflictos, a lo que las mujeres, y más específicamente
la mayor de ellas, Susana Taborda, interpretaron que las estaban echando de la playa, a
lo que los uniformados respondieron que no era de tal manera…
“Nadie será sometido a desaparición forzada, a torturas ni a tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes”. ¿Cuál es el equivalente de esta norma en la CADH?
146
147
supuesta decencia pública, para el caso que ésta existiera. Pero además, la lesividad de
una conducta de esta índole (descubrirse el pecho) es ciertamente dudosa, y por imperio
de lo establecido en el artículo 19 constitucional los actos que no perjudiquen a terceros
se encuentran exentos de la autoridad de los magistrados. En estos términos, teniendo
en cuenta la ausencia de materia contravencional, sumado a la falta de identificación de
las presuntas contraventoras e individualización de testigos de los hechos, las
actuaciones deben ser archivadas (artículos 18 y 19 C.N.)…”.
b) Examine el art. 129 CP: ¿tenía facultades la provincia de Buenos Aires para
dictar el artículo 70 del Decreto Ley 8031/73 (Código Contravencional)? ¿Qué
relación tiene esta pregunta con la n° 7 del Cuestionario Introductorio? ¿En qué
materiales del Curso ya hemos estudiado esta cuestión?
28
Todos los habitantes de la Provincia son, por su naturaleza, libres e independientes y tienen
derecho perfecto de defender y de ser protegidos en su vida, libertad, reputación, seguridad y
propiedad. Nadie puede ser privado de estos goces sino por vía de penalidad, con arreglo a la ley
anterior al hecho del proceso y previa sentencia legal del juez competente.
147
148
Así, cuando esta Corte ha tenido que resolver sobre la constitucionalidad de leyes que
utilizan tales clasificaciones basadas en alguno de esos criterios expresamente
prohibidos, lo ha hecho partiendo de una presunción de inconstitucionalidad (Fallos
"Hooft", 327:5118; "Gottschau", 329:2986 y "Mantecón Valdez", 331:1715). Por lo tanto,
el trato desigual será declarado ilegítimo siempre y cuando quien defiende su validez no
consiga demostrar que responde a fines sustanciales -antes que meramente
convenientes- y que se trata del medio menos restrictivo y no sólo uno de los medios
posibles para alcanzar dicha finalidad…”. (caso “Partido Nuevo Triunfo”, Corte
Suprema de la Nación, Fallos: 332:443 -2009-).
“… Se inician las presentes actuaciones con la denuncia formulada el día 11/10/2007 por
Andrés Klipphan, periodista del canal de televisión C5N. En ella daba cuenta de que a
partir de una investigación periodística –iniciada como consecuencia de un llamado
telefónico recibido por el denunciante dos meses atrás– habría podido determinarse que
Alejandro Saidán, empleado de la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación,
comercializaba estupefacientes, específicamente tizas de cocaína, y que la droga la
148
149
¿Diría Ud. que este párrafo es idóneo para interpretar las cláusulas
constitucionales argentinas que tutelan el derecho a la autonomía individual?
24) En el caso “Bignone” (Fallos: 340:549, sentencia del 3.5.2017), la mayoría
de la CSN dio una respuesta afirmativa a la cuestión de si “… el cómputo de la
detención y de la pena que debe cumplir el recurrente [condenado por delitos de lesa
humanidad] debe realizarse de acuerdo con lo previsto en el derogado art. 7° de la ley
24.390, que reformó el art. 24 del Código Penal y reguló de modo más favorable al
imputado el cómputo de la prisión preventiva, o si dicha ley no es aplicable sea en virtud
de que el hecho fue cometido con anterioridad a su entrada en vigencia (BO 22/11/1994)
y el encarcelamiento y la condena tuvieron lugar con posterioridad a que el art. 7° fuera
derogado y sustituido por la ley 25.430 (BO 01/06/2001) o por cualquier otra razón”
(considerando 5º de uno de los votos que integraron la mayoría, suscripto por los
jueces Highton de Nolasco y Rosenkrantz).
Los fuertes cuestionamientos, en la opinión pública, respecto de decisión de la
mayoría en “Bignone” dio lugar a que el Congreso de la Nación sancionara poco
tiempo después la Ley nº 27.362 (B.O.12.5.2017) que pretendió dejar sin efecto
los efectos de dicho caso e impedir el dictado de fallos similares en el futuro:
“Art. 1º - De conformidad con lo previsto en la ley 27.156, el artículo 7º de la ley 24.390 -
derogada por ley 25.430- no es aplicable a conductas delictivas que encuadren en la
categoría de delitos de lesa humanidad, genocidio o crímenes de guerra, según el
derecho interno o internacional.
“Art. 2° - El cómputo de las penas establecido en su oportunidad por el artículo 7° de la
ley 24.390 -derogada por ley 25.430- será aplicable solamente a aquellos casos en los
que el condenado hubiere estado privado de su libertad en forma preventiva durante el
período comprendido entre la entrada en vigencia y la derogación de aquella ley.
“Art. 3° - Lo dispuesto por los artículos anteriores es la interpretación auténtica del
artículo 7° de la ley 24.390 -derogada por ley 25.430- y será aplicable aún a las causas
en trámite”
25) Examine el siguiente resumen, publicado por el CIJ, de la sentencia de la
CSN en el caso “Batalla”, del 4.12.2018:
La Corte Suprema de Justicia de la Nación se pronunció sobre la inaplicabilidad del
beneficio del 2x1 en los casos en los que se juzgan delitos de lesa humanidad.
Los ministros Elena Highton de Nolasco y Horacio Rosatti coincidieron en su voto,
mientras que Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti hicieron lo propio en un voto
por separado. Carlos Rosenkrantz, en tanto, votó en disidencia.
Para los jueces Highton de Nolasco y Rosatti el debate sobre la aplicación del beneficio
del ‘2x1’ para los delitos de lesa humanidad necesitaba la sanción de una ‘ley
interpretativa’ por parte del Congreso de la Nación. En opinión de Rosatti, registrada en
su voto en la causa “Muiña” (Fallos 340:549, Considerando 11) esta carencia no podía
ser suplida por el juez.
colectivos), la seguridad pública (art. 186); el orden público (art. 210) y la seguridad de la nación
(art. 214).
151
152
El Parlamento nacional se hizo cargo de este debate y aprobó en sesión especial –con
el voto de todos los diputados presentes menos uno y de todos los senadores presentes-
la ley 27362, disponiendo la inaplicabilidad del cómputo del ‘2x1’ a los crímenes de
mención.
La existencia de leyes interpretativas como la 27362, que establecen el significado que
debe dársele a una ley sancionada con anterioridad (en el caso la ley 24390), ha sido
pacíficamente reconocida por la Corte Suprema de Justicia (doctrina de Fallos 134:57;
187:352, 360; 267:297; 311:290 y 2073), a condición de que dicha norma pueda ser
objeto de control judicial. Este control abarca tanto el análisis respecto de si la ley –más
allá de la denominación que le asignen los legisladores- califica como ‘interpretativa’ (a
este escrutinio los jueces lo llamaron “test de consistencia”), como así también el estudio
respecto de si su contenido es razonable y no violenta ningún derecho fundamental (a
este estudio los magistrados lo llamaron “test de razonabilidad”)…
Por su parte, Carlos Rosenkrantz resolvió, en disidencia, que la solución de “Bignone”
(Fallos 340:549) sigue rigiendo el caso a pesar de la sanción de la ley 27.362 en tanto
dicha ley es inconstitucional. Ello es así porque no se trata de una ley genuinamente
interpretativa y aún si lo fuera, sería inaplicable por violar el principio de irretroactividad
de la penal consagrado en el art. 18 de la Constitución Nacional.
En su voto, Rosenkrantz consideró que una ley interpretativa es aquella que se limita a
despejar dudas sobre conceptos equívocos, oscuros o dudosos de la ley interpretada.
En el caso, la ley supuestamente interpretada (es decir, la ley 24.390 del “2 x 1”) no
recurre a ningún concepto equívoco, oscuro o dudoso. Por su parte, en su visión la
sanción misma de la ley 27.362 (es decir, la ley supuestamente interpretativa) presupone
que la ley 24.390 (la ley interpretada) es perfectamente clara. La ley interpretativa
sostuvo que la ley interpretada no se aplica a ciertos casos lo que presupone que se
entendió claramente que la ley interpretada es aplicable a dichos casos….
¿Cuál de las dos posiciones le parece correcta? ¿Con qué otro punto de este
programa está vinculada la cuestión que aquí se discute? ¿Qué relación poseen
dichas cuestiones con los casos “Marbury vs. Madison” (1803), resuelto por la
Corte Suprema estadounidense y “Municipalidad de la Capital vs. Elortondo”
(Fallos: 32:162 -1888-).
152
153
Preguntas
32
Ese artículo está redactado en los siguientes términos:
“La responsabilidad penal será personal.
El acusado no será considerado culpable hasta que recaiga sentencia condenatoria firme.
Las penas no podrán consistir en tratos contrarios al sentido de humanidad y deberán
encaminarse a la reeducación del condenado.
Se prohíbe la pena de muerte salvo en los casos previstos por las leyes militares de guerra ».
153
154
c) En caso de que esa solución fuera relevante para nuestro derecho, ¿a cuáles
casos se aplicaría: únicamente a los penales o también los infraccionales? ¿Qué
relación tiene esta pregunta con los materiales ya estudiados de este Curso?
2) Supongamos que fuera posible fundar constitucionalmente el error de
prohibición: ¿qué teoría deberíamos utilizar: la del dolo o la de la culpabilidad?
3) Examine la siguiente decisión de la Corte USA en el caso “Liparota v. United
States” 471 U.S.418 (1985). El texto en castellano está en el campus virtual
¿Es posible compatibilizar el resultado a que arribó la Corte estadounidense en
“Liparota” con su conocida doctrina (citado en la disidencia) de que el “error o la
ignorancia de la ley no disculpan”?
4) Compare el párrafo transcripto del caso “Liparota” con el voto de la jueza Riva
Aramayo de la Sala 1º de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional Federal (caso “Chanampa”, sentencia del 20.10.1993, J.A. 1995-
III-199 y Thomson Reuters Online), que contó –en ese punto- con la adhesión de
sus restantes colegas de sala:
Entiendo que el desconocimiento alegado por el imputado en cuanto que el arma
secuestrada fuera de guerra constituye un error de prohibición, ya que su ignorancia no
recae sobre los elementos del tipo sino sobre la comprensión de la antijuridicidad de la
acción.
Resulta de aplicación al caso el fallo “Peñalva, Pablo R. s/inf. art. 189 CP”, de la sala 2ª
de esta C. Fed., registro nº 6256, resuelta el 30/11/88, citado por la defensa de
Chanampa, motivo por el cual he de transcribir parte del voto del Dr. Horacio Cattani:
“No se trata de un error de tipo sino de prohibición porque recayó sobre la antijuridicidad
de la conducta, es decir, sobre la relación entre ésta y el ordenamiento jurídico. En
efecto, el procesado no desconoció ninguno de los elementos que componen el arma
sino que, como lo afirmó en su indagatoria, creyó que era una pistola común, lo que
equivale a decir que ignoraba que se encontraba incluida en la categoría definida como
`de guerra’ por el decreto 395/75”.
¿Hubiera sido posible, con base en la doctrina del caso “Liparota”, fundar la
absolución del acusado en “Chanampa”?
5) Examine el voto del juez Zaffaroni cuando integraba la Sala VI de la Cámara
de Apelaciones en lo Criminal y Correccional en la causa “R.E.M”. En ese caso,
un obrero municipal había cortado un árbol que se encontraba en la vereda,
configurando así el tipo objetivo del art. 183, CP, que reprime a quien “destruya
una cosa ajena”. El nombrado magistrado consideró que el error alegado por el
acusado, de que creía que la persona que le había comisionado cortar el árbol
era el dueño de éste, configuraba un error de tipo: “… [N]o se trataría de la
presencia de un error de prohibición, sino de error de tipo. El dolo de daño requiere el
conocimiento de que se está dañando una propiedad ajena, y de lo que se trata es de
saber si el procesado sabía que estaba dañando una propiedad ajena o creía que
154
155
estaba derribando un árbol por encargo de la persona que era titular del derecho sobre
el árbol (…) El dolo requiere un conocimiento actual de los elementos del tipo, aun de los
normativos, como es en el caso la propiedad o titularidad del derecho sobre el árbol”
(sentencia del 21/3/1985).
¿Con quién coincide más la opinión de Zaffaroni: con la de la Corte
estadounidense en “Liparota” o con la de la juez Riva Aramayo en “Chanampa”?
“En lo que aquí concierne, de la valoración de los diversos testimonios vertidos en juicio,
de los dichos de la Antropóloga L. y de la información ilustrada por el Amicus Curiae (en
particular, la relación o vínculo de la Comunidad Mapuche con la Tierra); entiendo que el
ámbito de determinación de la voluntad de N. y S. estuvo particularmente influida por sus
creencias y derecho consuetudinario con más peso que el derecho positivo vigente.
“El análisis se centra en la comprensión cultural. Los reprochados N. y S. obraron
sabiéndose integrantes de la Comunidad Mapuche Felipin, ingresaron al campo de la
Estancia Santa Marta, lugar que había pertenecido a sus antecesores, a sus
antepasados, quienes efectuaban por allí la trashumancia. De ahí que sea totalmente
posible que tras una excusa provisoria, reflexionaran sobre la legitimidad de los
derechos del otro e invocaran luego derechos ancestrales. Derechos también
reclamados en sus declaraciones ante este Tribunal. A mi juicio, este proceso de
pensamiento, de revisión, de reexamen, es el que precisamente se observa desde el
marco normativo. Es decir, trazando un paralelismo, si la ley puede hacerlo es razonable
que los imputados también” (caso cit; el énfasis ha sido agregado).
155
156
Luego de citar, entre otras normas, el artículo 75, inciso 17, de la Constitución
Nacional y el Convenio OIT nº 169 33, el tribunal concluyó que “… los imputados N.
y S., desde su perspectiva de cosmovisión (principios sagrados de armonía, equilibrio e
interrelación con la Tierra) y en función a su legado (de trasmisión en generaciones y por
lo tanto consuetudinario), sabiendo que por esos lugares transitaron y ocuparon sus
antepasados, obraron con error culturalmente condicionado, que obstaculizó la
meridiana comprensión de la norma penal, extremo que se concluye en el análisis de la
culpabilidad, razón por la cual se impone su absolución en orden al hecho de reproche,
calificado como delito de usurpación en calidad de autores (cfr. art. 181, inc. 1° y 45 del
CP)” (caso cit.; el énfasis ha sido agregado).
¿Cómo debería resolverse este caso con base en los materiales que hemos
estudiado hasta ahora?
33
El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y
tribales, aprobado en 1989 por el citado organismo, establece lo siguiente en su art.15: “1. Los
derechos de los pueblos interesados a los recursos naturales existentes en sus tierras deberán
protegerse especialmente. Estos derechos comprenden el derecho de esos pueblos a participar
en la utilización, administración y conservación de dichos recursos.
34
Cf. Hendler/Gullco, “Casos de Derecho Penal Comparado”, págs.163/168.
156
157
“Hacia el mes de mayo del mismo año Juárez, que se había separado de hecho de
Bulacio, inició convivencia con su cuñada Mary Gerez, la cual había sido además
empleada en el minimercado que el matrimonio Juárez-Bulacio tenía en la planta baja de
su casa. Pese a la separación, Juárez seguía concurriendo a la vivienda, ello con el
doble propósito de continuar percibiendo las ganancias del comercio y de seguir
manteniendo relaciones sexuales con su esposa Gladys Bulacio, muchas veces contra
la voluntad de ella.
“Volviendo a lo ocurrido el día 18 de agosto, una vez que madre e hija fueron forzadas
por Juárez a ingresar a la casa, comenzó para ellas un verdadero calvario, que incluyó
una serie ininterrumpida de golpes de Amilcar Juárez hacia Gladys Bulacio que le
causaron múltiples lesiones. La violencia se ejerció, además, rompiendo vidrios y
blandiendo en forma amenazante un arma de fuego, la que Juárez usualmente portaba y
que en la ocasión disparó dos veces hacia la persona de Gladys Bulacio en el local de la
planta baja, obligándola luego a subir a la casa con la finalidad de mantener relaciones
sexuales. En forma intimidante, arma de fuego en mano, Juárez llevó a Bulacio a la
habitación principal, lugar donde la mujer comenzó a quitarse sus prendas íntimas, en
tanto Juárez la esperaba acostado en la cama, momento en el cual, aprovechando un
descuido de su esposo, Gladys Bulacio tomó el arma de fuego que llevaba Juárez y le
descerrajó dos disparos en la sien derecha, poniendo fin a la agresión y a la vida de
hasta quien hasta ese día había sido su esposo” (caso “Bulacio” cit.).
“La doctrina tradicional ha entendido que existen algunos casos problemáticos en los
que corresponde negarle la posibilidad de la legítima defensa al sujeto amenazado. En
esos supuestos, sobre la base de que la agresión, aunque antijurídica, no merece una
respuesta, se ha exigido que el afectado eluda el ataque o requiera auxilio de un
tercero... El fiscal del juicio, probablemente acudiendo a alguno de los supuestos
discutidos por la doctrina, consideró que en el caso no se daban los presupuestos de la
legítima defensa en razón de que, en lo que el valoró como el momento del cese de la
violencia, Bulacio no se había retirado del lugar. Para el fiscal le era exigible que se
retirara de su hogar y no que se defendiera de la agresión. Los ejemplos que ilustran las
situaciones contempladas por la literatura penal son clásicos: las agresiones no
culpables o con culpabilidad disminuida, la provocación previa, la desproporción
manifiesta entre los bienes jurídicos en juego, o la existencia de deberes especiales
entre los intervinientes… Así, por ejemplo, se ha sostenido que sobre todo en el
matrimonio y en las relaciones paterno-filiales, ‘existe una obligación de sacrificarse más
elevada […] [p]or tanto, al repeler ataques, p.ej. de un cónyuge, la parte agredida debe
procurar desviar el ataque en mayor medida, o aceptar menoscabos leves en sus
bienes, antes de lesionar bienes existenciales del agresor’... En esta línea de
argumentación, un sector de la doctrina excluye el derecho de defensa necesaria entre
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violencia contra las mujeres―, el tribunal concluyó que el peligro subsistía para la Sra.
Bulacio y que el ataque resultaba inminente: ‘… si la mujer se negaba a los deseos de
Juárez; con toda seguridad la golpiza hubiera seguido’…”35
6.1. Caso “West Virginia State Board of Education v. Barnette”, 319 U.S. 624
(1943). Transcripto por Beltrán de Felipe y González García, “Las
sentencias básicas del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de
América”, págs. 261 a 275.
Considerando:
1) Que la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal
de esta Capital, sala II, confirmó la sentencia de primera instancia en cuanto
condenó a Alfredo Portillo a prestar un año de servicio continuado en las FF. AA.,
además del tiempo que corresponda por haber incurrido en infracción al art. 44
de la ley 17.531. Contra dicho fallo el condenado interpuso recurso
extraordinario, que fue concedido.
2) Que la apelación es formalmente procedente pues se ha impugnado la
constitucionalidad de una ley del Congreso y la decisión apelada es contraria a
las pretensiones del recurrente.
3) Que el planteo principal del apelante consiste en sostener que la ley 17.531 –
al establecer el servicio militar obligatorio– vulnera la libertad de religión y
conciencia reconocida en el art. 14 de la Constitución Nacional. Sobre ese punto
son claras las manifestaciones del procesado en la indagatoria al señalar que
“profesa junto con la totalidad de la familia la religión Católica Apostólica Romana
(…) que el uso de armas en contra de otro ser humano causándole la muerte
viola el quinto mandamiento del Evangelio que ordena textualmente ‘no matarás’
(…) que (considera) se puede servir a la patria de muchas otras maneras no sólo
haciendo el servicio militar sino cumpliendo su servicio civil (…) que no tiene
vocación militar y que entiende que puede cumplir su obligación patriótica de
otras mejores formas, como ser servicio sanitario, sociales, espirituales y
cualquier otro que no requiera el uso de armas…” (sic. fs. 18 vta.).
35
Artículo de Julieta Di Corleto (“Mujeres que matan. Legítima Defensa en el caso de las
mujeres golpeadas”, edición online del artículo publicado originariamente en la “Revista de
Derecho Penal y Procesal Penal Lexis Nexis”, nº 5/2006). Ver, asimismo, artículo de Ivana Dal
Bianco (“El fundamento de la legítima defensa en contexto de violencia de género”, Revista
Pensamiento Penal del 5.4.2019, edición online).
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215, p. 568; t. 241, p. 324 –La Ley, suplemento diario del 1/2/59 fallo 430 S–; t.
248, p. 797; t. 250, p. 10 –La Ley, t. 106, p. 690–, t. 257, p. 181; t. 265, p. 336; t.
266, p. 113; t. 274, p. 124; t. 295, p. 469 –La Ley, t. 124, p. 278; t. 126, p. 106; t.
136, p. 410; t. 1977 -A, p. 25– entre muchos otros).
Cuestiones como la presente, que traducen relaciones entre valores jurídicos
contrapuestos, de raigambre constitucional, son las que han originado una cauta
tradición jurisprudencia) de la Corte Suprema, por ser ésta la salvaguardia y
custodio final de la supremacía de la Constitución y de los principios en ella
consagrados.
Fue con motivo de dichas relaciones que el tribunal asentó la doctrina que ha
persistido como guía confiable, atento a que la Constitución es una estructura
coherente y, por lo tanto, ha de cuidarse en la inteligencia de sus cláusulas, de
no alterar en este caso el delicado equilibrio entre la libertad y la seguridad. La
interpretación del instrumento político que nos rige no debe, pues, efectuarse de
tal modo que queden frente a frente los derechos y deberes por él enumerados,
para que se destruyan recíprocamente. Antes bien, ha de procurarse su armonía
dentro del espíritu que les dio vida; cada una de sus partes ha de entenderse a la
luz de las disposiciones de todas las demás, de tal modo de respetar la unidad
sistemática de la Carta Fundamental (Fallos, t. 167, p. 121; t. 171, p. 348; t. 181,
p. 343; t. 199, p. 483; t. 240, p. 311; t. 242, p. 353, t. 246, p. 345 –La Ley, t. 11, p.
106– fallo 564; t. 93, p. 188; t. 94, p. 165; t. 102, p. 714; t. 251, p. 86; t. 253, p.
133; t. 255, p. 293; t. 258, p. 267; t. 272, ps. 99 y 231; t. 276, p. 265; t. 280, p.
311; t. 289, p. 200; t. 300, p. 596; t. 301, p. 771 –La Ley, t. 108, p. 308–; t. 111, p.
498; t. 114, p. 515; t. 139, p. 71 y t. 135, p. 900; t. 139, p. 81; t. 1975-A, p. 272; t.
1979-D, p. 146–, entre muchos otros). Al respecto, no hace falta una inteligencia
muy elaborada para darse cuenta de que ninguna cadena es más fuerte que su
eslabón más débil, aunque aquella no sea reductible a éste.
De ahí que, si es posible que el significado de un texto constitucional sea en sí
mismo de interpretación controvertida, la solución se aclare cuando se lo
considere en relación con otras disposiciones constitucionales (González,
Joaquín V., Obras completas, t. V, núm. 31, sigtes., Willoughby, The
Constitutional Law of the United States, 2ª ed., I, p. 40; Weaver, Constitutional
Law and its Administration, párr. 55; Fallos, t. 240, ps. 311-319).
7) Que, paralelamente a esa elaboración, tuvo lugar la vinculada con la validez,
en cuanto a sus alcances, de la reglamentación legislativa. En tal sentido, fue
puntualizado que ésta debe ser razonable, esto es, justificada por los hechos y
las circunstancias que le han dado origen y por la necesidad de salvaguardar el
interés público comprometido y proporcionado a los fines que se procura
alcanzar, de tal modo de coordinar el interés privado con el público y los
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aptos, sería imponer un extremo sacrificio real y actual de ese orden en razón de
una posible necesidad futura. El sacrificio no tendría en tales circunstancias –el
estado de paz–, razón de ser proporcionada” (Fallos, t. 202, p. 106).
En lo expresado no hay contradicción alguna, antes bien, el sencillo obrar del
principio de separación de los poderes. El ejercicio de la potestad de reglar la
obligación del art. 21 es algo muy distinto del control de constitucionalidad de las
consecuencias de dicho ejercicio en un caso judicial. Tan exclusivo de la
Legislatura es el primero, como del Poder Judicial el segundo. No hay en esto
interferencias ni supremacías entre los poderes, sino cumplido acatamiento del
principio básico del sistema que rige en la República, según el cual, la
organización política, social y económica del país reposa en la ley (Fallos, t. 234,
p. 82 –Rev. la Ley, t. 82, p. 102– y otros). Y es precisamente de ésta de la que
surgen los dos ámbitos diferenciados de funciones que han sido señalados.
De tal manera, es irrelevante que la ley 17.531 no prevea expresamente las
motivaciones religiosas como causal de excepción al servicio militar, dado que
los derechos individuales –especialmente aquellos que sólo exigen una
abstención de los poderes públicos y no la realización de conductas positivas por
parte de aquellos– deben ser hechos valer obligatoriamente por los jueces en los
casos concretos, sin importar que se encuentren incorporados o no a la
legislación (Fallos, t. 241, p. 291 –La Ley, t. 92, p. 632; entre otros. González,
Joaquín V., Manual…, ob. cit., núm. 82, ps. 102 y 103).
16) Que los argentinos de esta hora nos hallamos, con fervor, comprometidos en
la restauración definitiva del ideal democrático y republicano que tan sabiamente
plasmaran los hombres de 1853 en la Constitución que nos cobija. Es ésta
prenda de sacrificios y de conciliaciones, de luchas y reencuentros.
El presente es, también, un momento de reencuentro. Pero el reencuentro pide
por la unidad en libertad, no por la uniformidad. Unidad que entre los hombres
libres es la unidad en la diversidad, la unidad en la tolerancia, en el mutuo
respeto de credos y conciencias, acordes o no con los criterios predominantes.
Nada hay que temer de la diversidad así atendida, y sí mucho que esperar.
Es nuestra propia Constitución la que reconoce los límites del Estado frente a la
autonomía individual. El art. 19 establece la esfera en la que el Estado no puede
intervenir. La combinación de este artículo con los vinculados a la libertad de
cultos y a la libertad de conciencia no permiten dudar respecto del cuidado que
los constituyentes pusieron en respetar la diversidad de pensamientos y no
obligar a los ciudadanos a una uniformidad que no se condice con la filosofía
liberal que orienta a nuestra norma fundamental.
17) Que, por ende, esta Corte concluye en que cabe reconocer, como principio,
el derecho de los ciudadanos a que el servicio de conscripción –art. 21– pueda
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13) Que, como se dijo, los derechos que el recurrente estima vulnerados no lo
serían solamente en virtud de disposiciones legislativas, sino de preceptos de la
misma jerarquía constitucional que los invocados. En efecto el del art. 21 de la
Carta Magna, que establece que “todo ciudadano argentino está obligado a
armarse en defensa de la Patria y de esta Constitución, conforme a las leyes que
al efecto dicte el Congreso y a los decretos del Ejecutivo Nacional”; y el objetivo
enunciado en el Preámbulo de “proveer a la defensa común”. Luego, no
corresponde poner en pugna estos mandatos imperativos con la enunciación de
aquellos derechos con el fin de eludir el cumplimiento de los primeros, habida
cuenta de que negarse a la convocatoria del servicio militar, no es una acción
privada de los hombres que sustrae la Constitución Nacional a la autoridad de los
magistrados (art. 19), sino un obrar externo que afecta al justo orden público
argentino y al bien común de la sociedad; finalidades éstas que obviamente
inspiraron las disposiciones constitucionales supra citadas.
14) Que en este sentido, debe recordarse la doctrina de esta Corte en cuanto a
que las acciones privadas de los hombres a que se refiere el art. 19 de la
Constitución Nacional, son aquellas que arraigan y permanecen en el interior de
la conciencia de las personas y sólo a ellas conciernen, sin concretarse en actos
exteriores que puedan incidir en los derechos de otros, o que afecten
directamente a la convivencia humana social, al orden y a la moral pública y a las
instituciones básicas que en ellas se asientan y por las cuales, a su vez, son
protegidas aquellas para la adecuada consecución del bien común temporal, fin
último de la ley dada y aplicada por los hombres en el seno de la comunidad
política. Las primeras –aunque pueden ser exteriores– pertenecen al ámbito de
la moral personal y están reservadas sólo al juicio de la propia conciencia y al de
Dios y escapan, por ende, a la regulación de la ley positiva y a la autoridad de los
magistrados. Las segundas, que configuran conductas exteriores con incidencia
sobre derechos ajenos a proyección comunitaria, entran en el campo de las
relaciones sociales objetivas que constituye la esfera propia de vigencia de la
justicia y el derecho; estas conductas, por ende, están sometidas a la
reglamentación de la ley en torno al bien común y a la autoridad de los
magistrados (dictamen del Procurador General en Fallos, t. 300, p. 254; t. 302, p.
604 –La Ley, t. 1978-B, p. 448; t. 1980-C, p. 280–).
15) Que así, no pueden caber dudas de que la negativa a presentarse a cumplir
con el servicio militar sin causa justificada no es de aquellas acciones que no
toleran la intromisión de una regulación legal y constitucional, y que, además,
constituye una acción susceptible de caer bajo la órbita coercitiva del derecho.
Es que el art. 19 de la Ley Fundamental brinda el sustento del contenido
antijurídico de la omisión de Portillo, que se proyecta sobre otras cláusulas
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provincias para organizar una milicia permanente, sino que con la delegación de
los poderes de guerra a la Nación la carga que se impone a cada ciudadano para
ser soldado se identifica con la estructura militar de la Nación (ver Calvo, Nicolás
“Decisiones constitucionales”, Buenos Aires, 1888, p. 186, coincidentemente con
relación a las cláusulas 15 y 16, secc. 8ª art. 1º, Constitución Norteamericana).
Por ello, y de acuerdo con lo dictaminado por el Procurador General, se confirma
la sentencia apelada.
José S. Caballero.
Este caso nos obliga a decidir si la cláusula del libre ejercicio de la Primera
Enmienda permite que el Estado de Oregon incluir el uso del peyote de
inspiración religiosa al alcance de la prohibición penal general sobre el uso de
esa droga y, por lo tanto, si el Estado se encuentra facultado para negar las
prestaciones por desempleo a personas despedidas de sus empleos a causa de
su uso fundado en razones religiosas.
Los apelados Alfred Smith y Galen Black (en adelante, los apelados) fueron
despedidos de sus puestos de trabajo con una organización privada de
rehabilitación de drogas, ya que ingirieron peyote con fines sacramentales en
una ceremonia de la Iglesia Nativa Americana, de la cual ambos son miembros.
Cuando los apelados solicitaron a la División de Empleo (que es la parte
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. . . . . . . . . . . .
36
La Primera Enmienda de la Constitución Estadounidense dice así:
El Congreso no aprobará ley alguna por la que adopte una religión oficial del estado o prohíba el
libre ejercicio de la misma, o que restrinja la libertad de expresión o de prensa, o el derecho del
pueblo a reunirse pacíficamente y a pedir al gobierno la reparación de agravios.
37
El objetivo original de la Primera Enmienda estaba limitado a proteger a los individuos de las
restricciones impuestas por el Gobierno federal a la libertad religiosa. Sólo a partir de los casos
“Cantwell v. Connectitcut” (310 U.S.296 -1940-); “Everson”, cit (1947) y “Mccallum v. Board
of Education” (333 U.S.203 -1948-) fue que la Corte Suprema estadounidense extendió dicha
tutela respecto de las infracciones cometidas por los gobiernos locales a las cláusulas sobre
Libertad Religiosa y Establecimiento. Sin embargo, existe actualmente una posición minoritaria en
la Corte estadounidense conforme a la cual la Cláusula del Establecimiento debe ser aplicada
174
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con menos estrictez a los gobiernos locales que al gobierno federal (cf. Voto concurrente del juez
Thomas en el caso “Zelman v. Simmon-Harris”, 536 U.S.639 -2002-). Por cierto que este
debate no se limita a la Primera Enmienda: en un fallo reciente de la Corte estadounidense se
examinó si la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense (que reconoce “el derecho
del pueblo a portar armas”) no sólo era oponible al Gobierno Federal sino también a los locales:
mientras la mayoría sostuvo que el citado derecho era “fundamental”, y en consecuencia debía
ser también respetado por los Estados, las disidencias consideraron que el citado derecho no
poseía esas características (caso “Mc. Donald v. City of Chicago”, S.Ct.3020 -2010-)
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Las únicas decisiones en las que hemos sostenido que la Primera Enmienda de
la aplicación de barras de una ley neutral, de aplicación general a la acción por
motivos religiosos no han involucrado a la cláusula del libre ejercicio, sino la
cláusula del libre ejercicio en conjunto con otras protecciones constitucionales,
como la libertad de expresión y de prensa, ver Cantwell v. Connecticut, 310 de
EE.UU., en 304-307 (invalidando un sistema de licencias para las solicitudes de
contribuciones de dinero de carácter religioso y de caridad en las que la
38
En este caso, la Corte rechazó un planteo constitucional contra una acusación penal por
poligamia basado en que la religión del acusado (la Iglesia Mormona) establecía la obligatoriedad
de dicha práctica para sus fieles.
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Administración tenía la discreción para negar una licencia con base en cualquier
razón que él considerara no religiosa), Murdock v. Pennsylvania, 319 EE.UU. 105
(1943) (invalidando una tasa respecto las solicitudes de dinero en tanto fuera
aplicable a la difusión de ideas religiosas), Follett v. McCormick, 321 EE.UU. 573
(1944) (lo mismo), o el derecho de los padres, reconocido en Pierce v . Society of
Sisters, 268 EE.UU. 510 (1925), para dirigir la educación de sus hijos, ver
Wisconsin v. Yoder, 406 EE.UU. 205 (1972) (invalidando asistencia escolar
obligatoria, las leyes que se aplican a los padres de religión amish que se habían
negado, por motivos religiosos, a enviar a sus hijos a la escuela).
Sea que esas decisiones tengan o no dicho alcance limitado, al menos nada
tienen que ver con una prohibición penal de carácter general respecto de una
forma particular de conducta. La capacidad del Estado de hacer cumplir las
177
178
Si el test del “interés imperativo” va a ser aplicado, entonces deberá ser aplicado
a todas las acciones respecto de las cuáles se considere que se encuentran
motivadas religiosamente. Además, si “interés imperativo” en verdad significa lo
que dice ser…, muchas leyes no satisfarían ese test. Cualquier sociedad que
adopte dicho test arriesgaría caer en la anarquía, sino que además el peligro
aumenta en proporción directa con la diversidad de la sociedad en creencias
religiosas y en su determinación de no restringir o eliminar a ninguna de ellas.
Precisamente, porque “somos una nación cosmopolita conformada por casi
cualquier creencia religiosa que podamos imaginar” 41, y precisamente porque
valoramos y protegemos esa divergencia religiosa, no podemos darnos el lujo de
considerar como presuntivamente inválida, en tanto se aplique al objetor
religioso, cualquier regulación de conducta que no proteja un interés de la más
grande importancia. La regla que los apelados defienden abriría la puerta de
aceptar la existencia de excepciones respecto de obligaciones cívicas, con
39
Este párrafo pertenece al precedente de la Corte en el caso “Lyng v. Northwest Indian
Cemetery Protective Association”, 485 U.S. 439 (1989) en el cual la mayoría rechazó un
planteo, fundado en la Primera Enmienda, contra la construcción de un camino en un parque
nacional que tradicionalmente había sido usado por varias tribus indígenas como un área sagrada
para rituales religiosos.
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Caso “Reynolds v. United States”, cit.
41
Cf. caso “Braunfeld v. Brown”, 366 U.S. 599 (1961). En esa oportunidad, la Corte
estadounidense rechazó el planteo de un comerciante judío ortodoxo que consideraba que era
violatoria de la Primera Enmienda la obligación impuesta por las leyes locales de que los
comercios debían cerrar los domingos. El actor sostenía que esa disposición lo ponía en una
situación competitiva desfavorable ya que, conforme sus creencias religiosas, también debía
cerrar los sábados.
178
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Para mí, el enfoque más consistente con nuestro papel de jueces, que consiste
en decidir cada caso con fundamento en sus meritos individuales, es el de aplicar
este test en cada caso individual para determinar si la carga impuesta a los
actores específicos es constitucionalmente significativa y si el interés penal
específico, que ha sido invocado por el Estado, es imperativo. Aún, si desde un
punto de vista empírico, las leyes penales del Estado pueden servir normalmente
para satisfacer un interés imperativo en la salud, la seguridad o el orden público,
la Primera Enmienda requiere, al menos, una determinación en cada caso de la
cuestión, que tenga en cuenta los hechos de cada planteo individual. Dado el
espectro de conductas que el Estado puede legítimamente convertir en delictivo,
no podemos presumir, simplemente porque la ley prevé sanciones penales y es
de aplicación general, que la Primera Enmienda nunca requiere que el Estado
otorgue una exención limitada a favor de conductas que estén motivadas
religiosamente…
179
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[En la parte III del voto de la jueza O’ Connor se concluyó que la prohibición
contenida en la ley de Oregon satisfacía un interés estatal imperativo.
Sostuvo, así, que una prohibición de aplicación uniforme era esencial para
satisfacer el propósito vital de impedir los daños físicos causados por el
uso de drogas. Finalmente, en el voto en disidencia del juez Blackmun, al
cual adhirieron los jueces Brennan y Marshal, se sostuvo lo siguiente para
sostener que la ley impugnada era inconstitucional:]
una excepción a favor del uso del peyote en ceremonias religiosas. La omisión
en reducir los intereses en conflicto al mismo plano de generalidad tiende a
distorsionar el proceso de sopesar aquéllos a favor del Estado.
Notas
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182
b) ¿Y qué relevancia tendrían, a favor del planteo del acusado, las cuestiones
examinadas en la Unidad 3 del Programa?
La única cuestión que queda para resolver si aquéllos que han convertido a la poligamia
como parte de su religión quedan exceptuados de la aplicación de la ley. Si lo están,
entonces los que no consideran a la poligamia como parte de su religión pueden ser
encontrados culpables y castigados, en tanto que aquéllos que sí la tienen [como
integrante de sus creencias religiosas] deben ser absueltos y dejados en libertad. Ello
significaría introducir un elemento nuevo en el derecho penal. Las leyes son hechas para
regular las conductas y, si bien no pueden interferir con las meras creencias religiosas,
sí pueden hacerlo con las prácticas. Supongamos que alguien creyera que los sacrificios
humanos son una parte necesaria del culto religioso, ¿se afirmaría seriamente que el
gobierno civil bajo el cual él vive no podría intervenir para impedir un sacrificio? O si una
esposa creyera, con fundamento religioso, que era su deber quemarse en la pira
funeraria de su marido muerto, ¿estaría más allá del poder del gobierno civil impedir que
ella llevara su creencia a la práctica?
Así que, en el presente caso, se ha dispuesto con carácter de ley para organizar la
sociedad bajo el dominio exclusivo de los Estados Unidos que los matrimonios plurales
182
183
no serán permitidos. ¿Está autorizado una persona para excusar una conducta contraria
[a dicha ley] debido a su creencias religiosas? Permitir esto sería transformar a las
invocadas creencias religiosas en superiores a la ley de la nación y permitiría, en efecto,
a cada ciudadano en convertirse en su propia ley. El Estado solo podría existir
nominalmente bajo tales circunstancias…
42
Transcripto en Gullco, “Derecho Penal, Parte Especial”, op.cit.
43
Caso cit., publicado en “Fallos” del citado tribunal, Tomo 1, pág.335.
44
Fallo cit.
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Redactado en términos parecidos a los del artículo 12 de la Convención Americana. En el
parágrafo 118 de su decisión, el Pleno reiteró la doctrina enunciada en el caso “Kokkinakis” de
que el artículo 9 no solo tutelaba las creencias religiosas sino también las de los “ateos,
agnósticos e indiferentes” (cf. Capítulo 2 en donde también se transcribió la posición del Comité
de Derechos Humanos en el mismo sentido).
46
Una de las razones que llevaron al Pleno a resolver que la interpretación dinámica llevaba a
ese resultado fue su conclusión de que existía un consenso en las legislaciones de los países
europeos de reconocer la exención al servicio militar con base la objeción de conciencia. En el
Capítulo 5 ya hemos reseñado las críticas que se han formulado respecto de la utilización del
“consenso europeo” como método interpretativo de la Convención.
185
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10) Que en ese marco resultó enteramente lógico que el tribunal de apelación se
despreocupara de la prueba por cuya omisión de valoración se agravia la defensa, ya
que más allá del argumento relativo a la temporaneidad de su aporte, que se trae a
colación en el recurso para denunciar un exceso ritual conculcatorio del derecho de
defensa, lo que en rigor aparece sentado como principio por la sala 3ª de la Cámara es
que el extremo que se pretendía probar mediante ese elemento de convicción se refería
a una cuestión irrelevante en ese estado de la causa.
11) Que la situación antes descripta cobra especial trascendencia, en tanto los arts. 75
inc. 17 CN. y 15 Const. prov. 47 garantizan el respeto a la identidad de los pueblos
indígneas, lo que supone que cuando la responsabilidad penal de sus integrantes deba
determinarse, aun provisoriamente, sus particularidades sociales deban ser objeto de
una ponderación concreta, lo que no ha ocurrido en el presente caso48.
47
Artículo 15 de la Constitución de Salta:
“Pueblos indígenas
“I. La provincia reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas que residen
en el territorio de Salta.
“Asegura su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y demás intereses que
los afecten de acuerdo a la ley.
“II. El Gobierno provincial genera mecanismos que permitan, tanto a los pobladores indígenas
como no indígenas, con su efectiva participación, consensuar soluciones en lo relacionado con la
tierra fiscal, respetando los derechos de terceros”.
48
Resolución del 29.9.2006, publicada en Thomson Reueters Online.
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“Mantiene el recurrente que la mutilación de los genitales de las mujeres es una práctica
ancestral de más de tres mil años en su país y que no busca menoscabar la integridad
física de las mujeres sino cumplir con una costumbre que facilita la integración de la niña
en su comunidad. Debemos recordar que se produce el error de prohibición cuando el
autor cree que actúa lícitamente, --STS 336/2009 de 2 de Abril--. El error de prohibición
se constituye, como el reverso de la conciencia de la antijuridicidad, como un elemento
constitutivo de la culpabilidad y exige que el autor de la infracción penal concreta ignore
que su conducta es contraria a derecho o, expresado de otro modo, que actúe en la
creencia de estar obrando lícitamente con la consecuencia de excluir la responsabilidad
penal. No cabe extenderlo a los supuestos en los que el autor crea que la sanción penal
era de menor gravedad y tampoco a los supuestos de desconocimiento de la norma
concreta infringida. Solo en casos de que el error de prohibición sea vencible, cabrá una
responsabilidad penal adecuada49 como prevé el art. 14 del Cpenal. Sin duda uno de los
factores más acusados de la sociedad actual, también de la española, es el alto grado
de interculturalidad que presenta como consecuencia de las fuertes corrientes
migratorias a países de más alto nivel de vida motivadas por el deseo de mejorar la vida
de aquellos naturales de países empobrecidos. Es un viaje desde la desesperanza a la
esperanza. Tales grupos proceden de otras culturas y tienen ritos y prácticas muy
diferentes a los de los países de acogida. Tanto el recurrente como la propia sentencia
se refiere a esta situación en referencia a la ablación del clítoris al afirmar que es una
práctica cultural de su país de origen. Ello no puede ser excusa para elaborar una teoría
del ‘error de prohibición fundado en los factores culturales a los que pertenece el sujeto’,
porque el respeto a las tradiciones y a las culturas tiene como límite infranqueable el
respeto a los derechos humanos que actúan como mínimo común denominador exigible
en todas las culturas, tradiciones y religiones. La ablación del clítoris no es cultura, es
mutilación y discriminación femenina. A tal efecto, debemos recordar la Exposición de
Motivos de la L.O. 3/2005 de 8 de Julio que acordó perseguir extraterritorialmente la
49
Debería decir “atenuada”. El art. 14 del Código Penal Español está redactado en los siguientes
términos:
2. El error sobre un hecho que cualifique la infracción o sobre una circunstancia agravante,
impedirá su apreciación.
3. El error invencible sobre la ilicitud del hecho constitutivo de la infracción penal excluye la
responsabilidad criminal. Si el error fuera vencible, se aplicará la pena inferior en uno o dos
grados.
188
189
¿Cuál de las dos posiciones le parece más acertada? ¿Cuál de los casos –el de
la provincia de Salta o el resuelto por el tribunal español se parece más al caso
“N., M.M.” que estudiamos en la Unidad anterior?
13) En el proyecto de ley, que despenalizaba el aborto 50, se prohibía que las
instituciones de salud pudieran formular objeciones de conciencia, fundadas en
sus creencias religiosas o morales, para realizar abortos. De acuerdo a los
materiales que ya hemos estudiado, ¿cómo resolvería un planteo constitucional
respecto de una norma de tales características? Para resolver esta cuestión; ¿es
necesario distinguir entre una objeción de conciencia individual y una
institucional? Es posible sostener que las personas jurídicas no pueden invocar
derechos constituicionales?51
50
Aprobado por la Cámara de Diputados el 14.6.2018 y rechazado por el Senado el 9.8.2018.
Finalmente, un proyecto similar fue aprobado por la Ley 27.610 (B.O.30.01.2021).
51
Esta cuestión se encuentra analizada en Gullco, “Los Derechos en la Constitución Nacional…”,
páginas 334/337.
189
190
52
Ver, en tal sentido, Diario de Sesiones del Senado, 1988, págs. 2940/41, sesión del 6/7 de abril
de 1988.
53
Conf. Diputados (Diario de Sesiones, 1988-IV-3471 y 3478).
54
Por ejemplo, el artículo de Mario MAGARIÑOS “Delito y libertad de expresión”, Doctrina Penal, n°
11, 1988, pág. 461.
190
191
“...Desde ya adelanto mi respeto por esta línea de pensamiento, toda vez que
encuentra sustento en argumentos por demás atendibles, aunque entiendo que
por diversos motivos, la construcción teórica expuesta no puede aplicarse
respecto del tema que nos ocupa.
Como adelantara precedentemente, no albergo dudas que los tribunales del
Norte fallarían en forma contraria a los de nuestro país. Por suerte o por
desgracia, algunas cosas ocurren distinto en Estados Unidos que en la
Argentina. Cito y remito, por razones de brevedad, a los fundamentos expuestos
por la Corte Estadounidense en el caso Brandenburg v.Ohio, 395 U.S. 444
(1969) última oportunidad en que se trató un tema similar al que nos ocupa.
No obstante lo expuesto, nuestra Corte se ha preocupado por recalcar que el
derecho a la libre expresión no es absoluto en cuanto a las responsabilidades
que el legislador puede determinar a causa de los abusos producidos mediante
su ejercicio, Así, en los casos ‘Méndez c.Valdez’ de 1918 (Fallos, 127-161),
‘Ponzetti de Balbín c. Editorial Atlántida’...(Fallos, 306-1982) y ‘Julio Campillay c.
La Razón’, sentencia del 15/5/86..., se destacó el doble aspecto contrapuesto de
la garantía, al decirse que ni en la Constitución Norteamericana ni en la nuestra
ha existido el propósito de asegurar la impunidad de la prensa, rescatándose el
derecho del Estado para reprimir o castigar publicaciones sin mengua de aquella
libertad, en los casos en que se injuria o difama, se hace apología del crimen, se
incita a la rebelión o a la sedición, o se desacata a las autoridades.
La Constitución asegura la absoluta libertad de emitir las ideas, pero no la
impunidad de las ofensas a la moral, al orden público y a los derechos de
terceros. Este es el alcance otorgado a la garantía por la jurisprudencia
argentina, y el que ha sostenido nuestra doctrina...”.
A continuación, el juez mencionó convenciones internacionales -la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos- que forman parte actualmente del sistema constitucional
argentino, conforme a las cuales la República Argentina se había comprometido
a sancionar penalmente la apología del odio racial o religioso.
“...Entiendo que esta ley [la 23.592], que hoy aplico sin hesitar, está destinada a
impedir el accionar de aquéllos que paradójicamente utilizan la libertad para
destruirla y para luchar contra ella y contra el sistema democrático.
No se trata entonces de reprimir a una persona por su ideología, sino de proteger
el derecho a expresar cualquier idea que tienen los ciudadanos argentinos, el
cual se encuentra en peligro cuando existen personas o agrupaciones que
intentan imponer sus ideas o combatir las ajenas con la fuerza, infundiendo el
temor. No se pretende reprimir el derecho a reivindicar a cualquier personaje o
régimen, cuando a todas luces lo que en realidad se pretende es imponer un
191
192
régimen totalitario. No cabe duda alguna que los medios de comunicación deben
estar al alcance de todo aquel que tenga algo que decir. Pero el nazismo ya ha
dicho todo lo que tenía que decir. Lo ha hecho todo. El propósito de estos
sujetos, que hablan con su indumentaria, es restaurar un modelo político que
está basado en el menoscabo de la libertad de la que hoy se valen para exhibirse
y exhibir sus ideas. Pareciera ser que se valen de la democracia con fines
antidemocráticos.
Creo, en este sentido, que lo que define a un país, a sus instituciones, es su
capacidad para aprender lecciones pasadas. En estos casos, la justicia debe
proceder con total contundencia.
Un sistema democrático debe legitimar dos cosas: el derecho a la existencia del
otro y la obligación del otro de reconocer los derechos ajenos que son tan válidos
como los propios. Condenar al nazismo es obrar de tal modo que el sistema se
defienda de aquellos que no están dispuestos a respetarlo. No debe hacerse una
mirada ligera sobre lo que fue y es el nazismo, sobre sus consecuencias y dejar
de atender que los grupos nazis en la actualidad se valen del sistema como un
medio para lograr la reinstauración de un régimen autoritario, intolerante y
segregacionista...”.
En consecuencia, el magistrado declaró que el art. 3 º de la ley 23.592 era
constitucionalmente válido y que la conducta de los acusados quedaba
encuadrada en dicha norma. Por tal razón, los condenó a penas de prisión en
suspenso 55.
55
La sentencia del juez de primera instancia fue confirmada por la Sala II de la Cámara Criminal y
Correccional Federal de la Capital con fecha 28/2/1996 (Reg. nº 12.869). En su pronunciamiento, la
Cámara analizó en forma casi excluyente la cuestión de si la exhibición de la cruz esvástica y de
otros símbolos de filiación nazi podía ser considerada como constitutiva de la figura típica del art.
3º de la Ley Antidiscriminatoria, a lo que respondió afirmativamente. Respecto de la validez
constitucional de la sanción penal aplicada a los condenados se limitó a expresar lo siguiente:
“...es inocuo el postulado de inconstitucionalidad que realiza la Sra. Defensora Oficial,
apoyándose en el art. 19 de la Constitución Nacional, dado que lo incriminado por la ley penal
nombrada, no son las ideas políticas, sino los actos discriminatorios que se desprenden de las
tareas de esta asociación de personas; excediendo obviamente esto último la esfera de reserva
garantizada por dicha norma...”.
192
193
56
Artículo 10 de la Convención Europea:
“1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de
opinión y la libertad de recibir o de comunicar informaciones o ideas, sin que pueda haber
injerencia de autoridades públicas y sin consideración de fronteras. El presente artículo no impide
que los Estados sometan a las empresas de radiodifusión, de cinematografía o de televisión, a un
régimen de autorización previa.
2. El ejercicio de estas libertades, que entrañan deberes y responsabilidades, podrá ser sometido
a ciertas formalidades, condiciones, restricciones o sanciones previstas por la ley, que
constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad nacional, la
integridad territorial o la seguridad pública, la defensa del orden y la prevención del delito, la
protección de la salud o de la moral, la protección de la reputación o de los derechos ajenos, para
impedir la divulgación de informaciones confidenciales o para garantizar la autoridad y la
imparcialidad del Poder Judicial”.
57
Artículo 17 de la Convención Europea:
“Ninguna de las disposiciones del presente Convenio podrá ser interpretada en el sentido de que
implique para un Estado, grupo o individuo, un derecho de cualquiera a dedicarse a una actividad
o a realizar un acto tendente a la destrucción de los derechos o libertades reconocidos en el
presente Convenio o a limitaciones más amplias de estos derechos o libertades que las previstas
en el mismo”.
193
194
58
El artículo 20 de la Constitución Española dice así:
1. Se reconocen y protegen los derechos:
a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el
escrito o cualquier otro medio de reproducción.
b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
c) A la libertad de cátedra.
d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley
regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas
libertades.
2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.
3. La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social
dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de
los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las
diversas lenguas de España.
4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los
preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad,
a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.
5. Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de
información en virtud de resolución judicial.
195
196
toda vez que las conductas que con él se intentan prevenir son peligrosas para el
bien jurídico protegido.
2. Antes de entrar a analizar las dudas que plantea la Sala que promueve esta
cuestión de inconstitucionalidad sobre el art. 607.2 del Código penal es preciso
delimitar el objeto del presente proceso constitucional. Aun cuando el Auto de
planteamiento se refiere en su parte dispositiva como precepto de cuya
constitucionalidad se duda al citado art. 607.2, sin más especificaciones, sin
embargo, toda su fundamentación jurídica se dirige a solicitar un
pronunciamiento por parte de este Tribunal exclusivamente con relación a su
primer inciso, que se refiere a la difusión por cualquier medio de ideas o
doctrinas que nieguen o justifiquen los delitos tipificados como genocidio en el
art. 607.1 CP. En efecto, el proceso en el que se originó la presente cuestión es
un recurso de apelación dirigido contra la Sentencia de 16 de noviembre de 1998
del Juzgado de lo Penal núm. 3 de Barcelona. En la misma se declaró probado
que el condenado se dedicaba a la distribución, difusión y venta de materiales y
publicaciones en los que se negaba la persecución y el genocidio sufrido por el
pueblo judío. El Auto de planteamiento de la presente cuestión, al realizar el
necesario juicio de relevancia, parte de que la librería del acusado “estaba
especializada en libros de la Segunda Guerra mundial desde el punto de vista de
los autores que defienden a la Alemania nazi y niegan la existencia del
Holocausto”. Pese a ello, se somete al control de este Tribunal, de manera
genérica, la constitucionalidad de todas las conductas previstas en el art. 607.2
LOTC
. . . . . . . . . . .
4. Desde la primera ocasión en que este Tribunal tuvo que pronunciarse sobre el
contenido constitucionalmente protegido de la libertad de expresión, venimos
afirmando que “el art. 20 de la Constitución, en sus distintos apartados, garantiza
el mantenimiento de una comunicación pública libre, sin la cual quedarían
vaciados de contenido real otros derechos que la Constitución consagra,
reducidas a formas hueras las instituciones representativas y absolutamente
falseado el principio de legitimidad democrática que enuncia el art. 1.2 de la
Constitución, y que es la base de toda nuestra ordenación jurídico-política. La
preservación de esta comunicación pública libre sin la cual no hay sociedad libre
ni, por tanto, soberanía popular, exige la garantía de ciertos derechos
fundamentales comunes a todos los ciudadanos, y la interdicción con carácter
general de determinadas actuaciones del poder” (STC 6/1981 de 16 de marzo,
FJ 3, recogido, entre otras, en las SSTC /1990, de 15 de febrero; 336/1993, de
15 de noviembre; 101/2003, de 2 de junio; 9/2007, de 15 de enero). En sentido
similar, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, desde la Sentencia
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manera que pueda implicar una incitación a la violencia o al odio” contra el grupo
social afectado.
Por lo demás, el comportamiento despectivo o degradante respecto a un grupo
de personas no puede encontrar amparo en el ejercicio de las libertades
garantizadas en el art. 20.1 CE, que no protegen “las expresiones absolutamente
vejatorias, es decir, las que, en las concretas circunstancias del caso, y al
margen de su veracidad o inveracidad, sean ofensivas u oprobiosas” (por todas
SSTC 174/2006, de 5 de junio, FJ 4; 204/2001, de 15 de octubre, FJ 4; 110/2000,
de 5 de mayo, FJ 8).
De ese modo, resulta constitucionalmente legítimo castigar penalmente
conductas que, aun cuando no resulten claramente idóneas para incitar
directamente a la comisión de delitos contra el derecho de gentes como el
genocidio, sí suponen una incitación indirecta a la misma o provocan de modo
mediato a la discriminación, al odio o a la violencia, que es precisamente lo que
permite en términos constitucionales el establecimiento del tipo de la justificación
pública del genocidio (art. 607.2 CP). Tal comprensión de la justificación pública
del genocidio, y siempre con la reseñada cautela del respeto al contenido de la
libertad ideológica, en cuanto comprensiva de la proclamación de ideas o
posiciones políticas propias o adhesión a las ajenas, permite la proporcionada
intervención penal del Estado como última solución defensiva de los derechos
fundamentales y las libertades públicas protegidos, cuya directa afectación
excluye la conducta justificativa del genocidio del ámbito de protección del
derecho fundamental a la libertad de expresión (art. 20.1 CE), de manera que,
interpretada en este sentido, la norma punitiva resulta, en este punto, conforme a
la Constitución.
Quedan así resueltas las dudas del órgano judicial proponente de la cuestión de
inconstitucionalidad, que llamaba la atención de este Tribunal sobre el hecho de
que el tenor literal del art. 607.2 CP en ningún momento contempla un elemento
de incitación directa a la comisión de un delito de genocidio y sobre el dato de
que la pena que en él se establece de prisión es de uno a dos años, por lo que
no guardaría proporción, dada su levedad, con la modalidad delictiva definida
con carácter general en el art. 18 CP ni con la castigada en el art. 615 CP con la
pena inferior en uno o dos grados al delito provocado.
Efectivamente, la referida interpretación del art. 607.2 CP conforme a la
Constitución no puede entenderse como desvirtuadora de la voluntad del
legislador, pues dota al precepto de un ámbito punible propio y específico que,
en aplicación del principio de proporcionalidad puede entenderse adaptado
razonablemente en cuanto a las penas a la gravedad de las conductas
perseguidas.
204
205
FALLO
En atención a todo lo expuesto, el Tribunal Constitucional, POR LA AUTORIDAD
QUE LE CONFIERE LA CONSTITUCIÓN DE LA NACIÓN ESPAÑOLA,
Ha decidido
Estimar parcialmente la presente cuestión de inconstitucionalidad, y en
consecuencia:
1º Declarar inconstitucional y nula la inclusión de la expresión “nieguen o” en el
primer inciso artículo 607.2 del Código penal.
2º Declarar que no es inconstitucional el primer inciso del artículo 607.2 del
Código penal que castiga la difusión de ideas o doctrinas tendentes a justificar un
delito de genocidio, interpretado en los términos del fundamento jurídico 9 de
esta Sentencia.
3º Desestimar la cuestión de inconstitucionalidad en todo lo demás.
Publíquese esta Sentencia en el “Boletín Oficial del Estado”.
Dada en Madrid, a siete de noviembre de dos mil siete.
. . . . . . . . .
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el art. 10.1 CE) uno de las fundamentos del orden político y de la paz social. Más
contundente, si cabe, fue la STC 176/1995 cuando, en su FJ 5, apostilló que la
libertad de expresión es un valor fundamental del sistema democrático que
proclama nuestra Constitución, pero que un uso de ella que niegue la dignidad
humana, núcleo irreductible del derecho al honor en nuestros días, se sitúa por sí
mismo fuera de la protección constitucional (SSTC 170/1994 y 76/1995). “Un
cómic como este, que convierte una tragedia histórica en una farsa burlesca, ha
de ser calificado como vilipendio del pueblo judío, con menosprecio de sus
cualidades para conseguir así el desmerecimiento en la consideración ajena,
elemento determinante de la infamia o la deshonra”.
Por ello disiento, en Madrid, a siete de noviembre de dos mil siete.
[Se han omitido los restantes votos disidentes]
7.5. Caso “Texas v. Johnson”, Corte Suprema de los Estados Unidos, 491
U.S.397 (1989). Transcripto por Beltrán de Felipe y González García, op.cit.,
págs.531 a 540.
7.6 Caso “Alais”, Cámara Nacional de Casación Penal, sala 3º, sentencia del
23.4.2004, J.A.2004-III-274 y Thomson Reuters Online
Contra lo allí decidido el Dr. Pablo H. Quiroga interpuso recurso de casación a fs.
387/392 vta., el que fue concedido por el a quo a fs. 395/vta. Radicadas las
actuaciones en esta instancia extraordinaria, el Dr. Wechsler mantuvo la
impugnación deducida a fs. 421.
Puestos los autos en Secretaría por diez días, a efectos de los arts. 465 parte 1ª
y 466 CPPN., el representante del Ministeiro Público Fiscal ante esta Cámara
209
210
amplió los fundamentos del remedio intentado (fs. 423/425). Por su parte, la
asistencia técnica de los imputados propició el rechazo del recurso (fs. 429/434).
Finalmente, habiéndose cumplido con las previsiones del art. 468 CPPN., según
constancia actuaria de fs. 440, el expediente quedó en condiciones de ser
resuelto.
. . . . . . . . . . . .
Ahora bien, tal como se han descripto los hechos en las presentes actuaciones,
estimo que la conducta que se les imputa a los encausados encuentra, en
principio, y con mira a estadio procesal que transita el expediente, adecuación
típica en el art. 194 CPen.; ello, sin perjuicio de que eventualmente pueda
encuadrarse en la norma del art. 191 CPen., tal como lo entendiera el magistrado
de primera instancia, merced a la consolidación en uno u otro sentido, debido a
un mayor acopio de pruebas u otras circunstancias que permitían definir con
precisión cuál es la figura más adecuada en la etapa plenaria.
La norma acuña un delito doloso que reprime con prisión de tres meses a dos
años al que, "sin crear una situación de peligro común, impidiere, estorbare o
entorpeciere el normal funcionamiento de los transportes por tierra, agua o aire o
los servicios públicos de comunicación, provisión de agua, de electricidad o de
sustancias energéticas.
. . . . . . . . . . .
210
211
extendidos" (Roxin, Claus," Derecho Penal. Parte general", t. I, 1997, Ed. Civitas,
Madrid, p. 297).
Pero más allá de lo expuesto, lo que resulta inexacto es que en el sub examine
se produzca el enfrentamiento de derechos fundamentales pretendido y que el
intérprete esté obligado a optar, entre valores jurídicos contrapuestos, por el de
mayor jerarquía axiológica. Y ello es así, porque no es cierto que las personas
que impidieron el tránsito ferroviario en las vías del ferrocarril General Urquiza
pudieron ejercer sus derechos -de expresión, petición o reunión- de esa
exclusiva forma, o que ella fuese la más razonable. No resulta ocioso señalar
que el modo en que la defensa de los imputados alega la supuesta afectación de
disposiciones de tratados complementarios de los derechos y garantías
establecidos por el art. 75 inc. 22 CN. envuelve su manifiesta improcedencia para
justificar la conducta de los acusados.
212
213
De más está decir que, en el caso, dicho permiso no ha existido y que, por tanto,
el ejercicio del derecho constitucional invocado no ha sido regular (conf., en
sentido análogo, Bidart Campos, Germán, "Tratado elemental de Derecho
Constitucional argentino", t. I-B, 2001, Ed. Ediar, ps. 309/312, quien recuerda que
en el caso "Campaña popular de defensa de la ley 1420 ", fallado en 1947, la
misma Corte reiteró que: "a) el derecho de reunión no admite más restricción que
el permiso previo en caso de utilizarse calles, plazas y lugares públicos; b) el
aviso para la que, siendo cuantiosa, se va a desarrollar en lugar cerrado". Estas
mínimas restricciones que impone el derecho judicial argentino se acomodan al
art. 15 Comisión Americana de Derechos Humanos.
En el citado fallo "Schifrin" también se afirmó que "Es cierto que desde tiempo
que parece lejano -lejano por la vorágine de los acontecimientos sociales y
políticos de nuestro país, aunque no exceda de seis años- se ha iniciado una
forma de protesta social consisten en diarios cortes de ruta y caminos en todo el
territorio, a veces espontáneos y circunscriptos localmente y otras organizados a
nivel nacional por los grupos denominados `piqueteros', cuyos dirigentes
entienden que el corte de ruta es la manera idónea de llamar la atención de las
autoridades acerca de demandas de trabajo, alimentaión, educación, salud, etc.
cuya legitimidad no está puesta en discusión. Esa forma de expresarse provoca
innegable violencia, pues entra en colisión con el derecho de otras personas a
transitar libremente, ejercer el comercio, trabajar en libertad, vivir con tranquilidad
y seguridad y preservar su propiedad. En estos casos, el entorpecimiento de la
circulación por calles y rutas es el objetivo directo de esa forma de expresarse y,
en consecuencia, ante el fastidio de los terceros que también reivindican el
ejercicio de sus derechos constitucionales, no se acierta a vislumbrar cuál puede
ser el límite de violencia a que llegue el enfrentamiento". No parece discutible -
como se ha visto más arriba- que comportamientos tales hallan adecuación típica
en normas del Código Penal, y no debería dudarse de que la inacción, la
213
214
Por todo lo expuesto, propicio al acuerdo hacer lugar al recurso intentado, sin
costas, casar la resolución atacada, apartar a la sala 2ª de la C. Fed. Apels. de
San Martín, debiéndose continuar con la sustanciación de las presentes
actuaciones con arreglo a la doctrina aquí establecida.
. . . . . . . . . . . .
Es mi voto.
214
215
. . . . . . . . . . .
En primer lugar, ello es así por cuanto las cláusulas constitucionales encuentran
límite en las obligaciones que imponen las otras, por lo que es necesario
conciliarlas, impidiendo que la aplicación indiscriminada de una deje a las demás
vacías de contenido (Corte Sup., Fallos 304:1524). Este criterio del alto tribunal
se encuentra reafirmado por lo sostenido en Fallos 305:1847, en cuanto a que la
Constitución debe ser analizada como un conjunto armónico, dentro del cual
cada una de las disposiciones ha de interpretarse de acuerdo con el contenido
de las demás.
De la doctrina apuntada surge que si bien es cierto que los derechos que invoca
la defensa (de huelga, de expresar sus ideas, de manifestarse, de organizarse
sindicalmente, etc.) encuentran expreso reconocimiento por parte de la
Constitución Nacional, no lo es menos que en el ejercicio de los mismos -como
principio- no pueden los ciudadanos vulnerar los derechos que asisten a los
demás integrantes del cuerpo social, pues en estos casos el ejercicio del derecho
de que se trate se tornaría abusivo y, como tal, ilegítimo.
De igual forma, Germán Bidart Campos enseña que "el derecho de huelga no
significa convertir en lícitas cualesquiera conductas de acción directa, ni obsta a
sancionar los hechos que exceden el ejercicio razonable de dicho derecho o que
revisten naturaleza delictuosa; el derecho judicial emanado de la jurisprudencia
de la Corte en los casos `Ribas, Riego y otros' -del año 1966- y `Productos Stani
v. Figueroa, Juan L. y otro' -del año 1967- ha dejado establecido que el ejercicio
del derecho de huelga no justifica la comisión de delitos comunes en el curso del
movimiento de fuerza" (conf. "Tratado elemental de Derecho Constitucional
argentino". t. I, 1993, Ed. Ediar, p. 598).
V. Establecido todo cuanto antecede, no podemos dejar de apuntar aquí que los
conceptos y criterios sostenidos con relación a un supuesta voluntad en punto a
"no criminalizar la protesta social" se nos presentan, cuando menos, de dudosa
opinabilidad y cuestionable acierto por la orfandad de sustento y anclaje de dicha
conceptualización en el cuerpo jurídico institucional que regula el funcionamiento
de los órganos de gobierno. En tal sentido, nuestra Constitución Nacional ha
regulado el gobierno federal bajo el sistema republicano, cuya característica
saliente se encuentra dada por la división de poderes y la consecuente división
de competencias que se asigna a cada uno de ellos. De esta manera, es función
del Honorable Congreso de la Nación establecer qué conductas han de ser
consideradas criminales, determinando para ello -por imperio del principio de
legalidad- la descripción genérica de los hechos punibles y la pena con que se
los conmina. Satisfecho dicho extremo -como sucede en el caso de autos, donde
se evidencia que la conducta que se recrimina a los imputados podría coincidir
con las acuñadas por los arts. 191 o 194 CPen.-, compete al Poder Judicial la
incuestionable potestad de evaluar la concurrencia de los requisitos previstos por
la norma que oportunamente se defina aplicable y, en su caso, imponer la
sanción que pudiere corresponder. Desde ya, no corresponde que esa labor
pudiera encontrarse influida por manifestaciones públicas que al respecto se
formulen desde otros ámbitos oficiales o por otros actores sociales, políticos o
sindicales, pues ello, además de quebrantar el referido orden institucional,
218
219
No se puede dejar de reparar en que el modo en que cada uno de los poderes
del Estado se expresa se encuentra claramente establecido por el ordenamiento
jurídico que regula su funcionamiento -leyes, en el caso del Congreso de la
Nación; decretos, en el del Poder Ejecutivo Nacional; sentencias, en el del Poder
Judicial-. Por ello entendemos que en el caso no corresponde hacer excepción al
principio general que establece que cualquier expresión que no sea canalizada
por dichas vías carece de efectos derogatorios de las normas jurídicas en
vigencia que regulan la convivencia social; lo contrario presupondría el
desconocimiento de las demás elementales normas que rigen el sistema
republicano de gobierno.
219
220
Lo expuesto queda más claro todavía en cuanto se repara en que muchos casos,
la "protesta social" se canaliza por medio de delitos que afectan la integridad
física, la salud o la vida (vgr., agresiones contra particulares y funcionarios
policiales, cortes en el tránsito que afectan el acceso de personas y ambulancias
a lugares donde se atienden urgencias de salud, etc.), o el patrimonio público o
privado (como lo constituyen los daños producidos en vehículos, negocios,
oficinas del Estado y provinciales o viviendas; las pintadas en frentes de edificios,
etc.), como así también intereses generales de la sociedad (por ej., las tomas de
edificaciones de instituciones públicas y privadas, algunas de ellas afectadas a la
prestación de bienes y servicios esenciales para el normal funcionamiento de la
actividad económica e, incluso, para la vida cotidiana de los habitantes del país,
etc.); situación que determina descartar -ante las graves connotaciones y
consecuencias que evidencian las conductas reseñadas- que sus autores
pudieron creer que ese despliegue de su obrar quede enmarcado dentro de lo
normativamente permitido.
. . . . . . . . . .
Como ya fue indicado, la finalidad del paro general convocado por los gremios
era el rechazo de las medidas económicas que impulsaba el Poder Ejecutivo
Nacional y la intangibilidad de los salarios. Además, la situación que se vivía por
aquellos días en nuestro país era de extrema gravedad, lo que constituye un
hecho notorio. La magnitud de la protesta y la conmoción social existente dio
lugar a que horas más tarde del hecho que aquí se juzga, el día 19 de diciembre,
el Poder Ejecutivo dispusiera el Estado de sitio. Por ello, en la ponderación de
bienes, el retraso del transporte -situación que no se encuentra prevista dentro
221
222
del bien jurídico protegido en los artículos de la ley material- cede ante la
afectación de los derechos relativos a la dignidad de las personas.
En este orden de ideas, es dable señalar que la protesta realizada por los aquí
imputados está protegida constitucionalmente, no sólo por el art. 14 bis (derecho
a huelga) sino también implícitamente por el art. 14 (derecho de reunión).
Asimismo, se encuentran también amparada por el art. 75 inc. 22 CN. (arts. 21 y
22 PDCP., arts. 20, 23 inc. 1 y 4 de la DUDH. y arts. 15 y 16 del CADH.).
Por todo ello propicio declarar la nulidad de las declaraciones indagatorias de los
imputados obrantes a fs. 284/5, 286/7, 288/9, 290/1, 292/3, 294/5, 296/7, 298/9 y
300/1 y, en consecuencia, sobreseer a Julio J. Alais, Alexis C. Ferrari, Norberto
R. Machado, Omar A. Draghi, Miguel Á. Prelat, Ramón H. Flores, Leonel R. S.
Lacuadra, Sergio A. Amozin y Carlos A. Danilluk (arts. 18 y 75 inc. 22 CN., art. 8
incs. 1, 2 g y f de la Convención Americana de Derechos Humanos, art. 14 inc. 3
c y d del PIDCyP., arts. 167, 168 y concs., 193, 207, 294 , 298 CPPN.). En caso
de que no prospere la nulidad propiciada precedentemente, sobreseer a los
imputados, en virtud de lo dispuesto en el art. 336 inc. 3 CPPN.
Así es mi voto.
222
223
Para así decidir, en igual sentido que en la anterior intervención de esa Cámara,
pero con diferencias en cuanto a las motivaciones que han servido de base a la
resolución, sostuvo -en lo principal- que debía trazarse una línea divisoria entre
aquello que la norma prohíbe y aquello otro que se encuentra en el ámbito del
derecho a la libertad de expresión, concluyendo que las conductas reprochadas
a los imputados -en su mayor parte, haber creado dos páginas de internet en las
cuales habrían preconizado o difundido públicamente el uso de estupefacientes-
devenían atípicas, toda vez que a nivel objetivo las expresiones contenidas en
las páginas de mención no configuraban un llamado al consumo de esas
sustancias, antes bien, su actividad sólo estaba dirigida a generar conciencia
para la despenalización del consumo de marihuana….
II. Que contra esa resolución la fiscal general adjunta, Dra. Eugenia Anzorreguy,
interpuso recurso de casación (fs. 419/444), el que fue concedido parcialmente a
fs. 449/450, y mantenido a fs. 458 por el fiscal general ante esta Cámara, Dr.
Ricardo G. Wechsler…
I. Que luego de realizada la audiencia prevista por el art. 468 CPPN., de la que
se dejó constancia a fs. 472, quedaron las actuaciones en estado de ser
223
224
resueltas. Que, efectuado el sorteo de ley para que los magistrados emitan su
voto, resultó el siguiente orden sucesivo de votación: Dres. Gustavo M. Hornos,
Ana M. Capolupo de Durañona y Vedia y Amelia L. Berraz de Vidal.
II. Del análisis de la norma del art. 12 se desprende, como una pauta de
interpretación, que la figura contemplada en la primera parte del citado inciso no
puede desvincularse de la hipótesis prevista en su segunda parte que apunta a
prohibir la inducción al consumo. Es por ello que, criteriosamente, el a quo remite
-para su estudio comparativo- a las formas indirectas de apología que el Código
Penal prevé, pues las conductas autónomamente aquí tipificadas se
corresponden con una particular forma de instigación mediata al uso de
estupefacientes, y de ahí la afirmación de que la sola circunstancia de haberse
expresado opiniones en cuanto a la discusión acerca de la despenalización de
las referidas drogas no pueda encuadrar en la figura contemplada en la primera
parte del inciso en comentario, que tiende a evitar la propagación de ese
consumo prohibiendo la incitación; mucho menos ser sancionada como
infracción.
224
225
Si bien -entonces- el art. 12 inc. a ley 23737 prohíbe, en lo que aquí interesa, la
preconización o difusión pública del uso de estupefacientes, dicho precepto debe
ser interpretado en función del objetivo -superior en rango- que se quiso
garantizar con la consagración constitucional -en todas sus manifestaciones- de
la libertad de expresión, que tiene como necesario punto de partida el debate
libre y desinhibido de todas las cuestiones de interés público, así como el
derecho social a ser informado.
Por tal motivo, más allá del sentido estricto de sus términos, corresponde -en
procura de una aplicación racional que avente el formulismo disvalioso frente a lo
que mediante esta norma el legislador ha querido prohibir- hacer mérito de sus
consecuencias -como uno de los índices más seguros para verificar la
razonabilidad de la inteligencia de una norma y su congruencia con el resto del
sistema del que forma parte (conf. doctrina de Fallos 310:267; 311:1925; 318:79,
1054, entre otros) - a la luz de lo que constituye la sustancia del planteo que en
la especie se discute: determinar el alcance de la garantía consagrada en los
arts. 14 y 32 CN., y en los diversos tratados internacionales incorporados a
aquélla (art. 13 Convención Americana sobre Derechos Humanos; art. 19 Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos [10]; art. 4 Declaración Americana
de los Derechos y Libertades del Hombre [11]; art. 19 Declaración Universal de
225
226
los Derechos Humanos [12]), pues tal extensión condiciona, sin duda, la
subsunción de supuestos de hecho como los aquí investigados.
Sabido es, pues, que entre las libertades que la Constitución Nacional consagra,
la de prensa es una de las que posee mayor entidad, al extremo de que sin su
debido resguardo existiría tan sólo una democracia desmedrada o puramente
nominal (Fallos 248:291, consid. 25; entre muchos otros).
226
227
un dato a tener en cuenta a la hora de examinar los requisitos del tipo penal en
cuestión.
Por lo demás, debe recordarse que uno de los ejes sobre el cual parece
asentarse el estado actual de la dogmática constitucional en materia de
información es el de la protección del ciudadano respecto de todo cuanto quiera
expresar de interés público; lo que responde, en definitiva, a la idea de que el
proceso de formación democrática de la opinión y la voluntad general, deba tener
por marco -conforme a pautas de máxima tolerancia y mínima restricción de la
libertad- aquel espacio comunicacional -que bien podría ser un sitio en internet-
donde pueda tener lugar una formación más o menos racional de la opinión
pública acerca de temas significativos para la comunidad.
La libertad de expresión así entendida, esto es, en sus dos dimensiones y como
uno de los pilares esenciales de la sociedad democrática -y una condición
fundamental para su progreso y desarrollo personal- deja un margen muy
acotado a cualquier restricción del debate político o del debate sobre cuestiones
de interés público.
Humanos, pues las únicas restricciones que allí se reconocen como legítimas
son las que se insertan dentro de los requerimientos del art. 13.2. El derecho a la
libertad de pensamiento y expresión no puede estar sujeto a previa censura sino
-y solamente- a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente
fijadas por la ley y ser -además- necesarias para asegurar la protección de la
salud pública (art. 13.2.b CADH.), lo que de manera ineludible permite sostener
la ausencia en el caso de tipo objetivo, pues en modo alguno surge que de las
expresiones que constan en las páginas consignadas pueda derivarse dicha
aptitud, idoneidad o necesariedad.
230
231
A través de las figuras de próceres como José de San Martín o Manuel Belgrano
se efectúa una suerte de exaltación del uso de estupefacientes, pretendiéndose
falsamente que es una sustancia inocua pues -según allí se argumenta- sólo
provoca "hilaridad estúpida" y "...cero efecto negativo..." (fs. 31); a continuación
se imparten consejos para el autocultivo "...para usos médicos, lúdicos o
introspectivos (fs. 38) e instrucciones para la producción, elaboración y uso de
estupefacientes, que incluyen afirmaciones tales como "... Tratando de propagar
el cultivo personal de Cannabis, pero sin mandar al frente a nadie, podemos
asegurar que las plantaciones actuales se prolongan a lo ancho y largo del país"
(fs. 38/39).
Tal como lo señalé anteriormente, las distintas afirmaciones vertidas en los sitios
publicados en "internet", cuya autoría reconocieron tanto Vita como González
Eggers, resultarían alcanzadas por las figuras escogidas por el magistrado
instructor, sin que la circunstancia de no haberse acreditado que efectivamente
los hechos hayan instigado a alguien a iniciarse en el consumo de la marihuana
resulte suficiente para afirmar la atipicidad de la conducta pues las figuras
insertas en la ley 23737 son de peligro abstracto y mediante ellas el legislador ha
pretendido proteger preventivamente un bien jurídico -la salud pública- aun antes
de que se pueda afirmar que la conducta descripta en el tipo penal haya creado
peligro y aun en aquellos casos en los que ni siquiera lo ha creado.
232
233
Ese peligro potencial que los estupefacientes entrañan para el bienestar general
y en particular para la salud pública es el que posibilita la criminalización de
conductas que -como la investigada en autos- puedan potencialmente dañarla
pues la salud pública constituye uno de los bienes comunes esenciales
vinculados al orden y a la moral pública susceptibles de limitar el ejercicio de la
libertad personal y -en el caso específico- del derecho a la libertad de expresión.
Por todo lo expuesto, cabe concluir que en este caso, las publicaciones
efectuadas en las páginas de "internet" atribuidas a Vita y a González Eggers no
se encuentran alcanzadas por las garantías que protegen la libertad de expresión
y por ello propongo al acuerdo hacer lugar al recurso de casación en cuanto
fuera materia de concesión.
Notas
1) ¿Por qué podría sostenerse que la doctrina estadounidense del ”peligro claro y
actual” posee sustento en la Constitución Nacional? ¿Qué relevancia posee el
considerando 22 del voto de la mayoría en el caso “Grupo Clarín” (Fallos:
336:1774 -2013-) para contestar esta pregunta?
2) ¿Por qué la decisión en el caso “B.A.” no sería compatible con la doctrina del
“peligro claro y actual”?
3) ¿Significa ello que la ley 23.592 es necesariamente contraria a la citada
doctrina? ¿Y los artículos 13.5. de la Convención Americana; 20 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 4 de la Convención sobre la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial se ajustan a la citada
doctrina?
4) ¿Es posible compatibilizar la decisión en el caso “Garaudy” con la misma
doctrina?
234
235
235
236
the existence of the gas chambers. They had denied the crimes perpetrated by the Nazi
regime for which there had been a clear legal basis.
Lastly, the acts that they had called into question had been found by an international
court to be clearly established.
The Court took the view that Switzerland had failed to show how there was a social need
in that country to punish an individual for racial discrimination on the basis of declarations
challenging the legal characterisation as “genocide” of acts perpetrated on the territory of
the former Ottoman Empire in 1915 and the following years.
Two developments also had to be taken into account. Firstly, the Spanish Constitutional
Court, in November 2007, had found unconstitutional the offence of negation and had
taken the view that the mere negation of a crime of genocide did not constitute direct
incitement to violence. Secondly, in February 2012, the French Constitutional Council
had declared unconstitutional a law which made it a criminal offence to deny the
existence of the genocides recognised by the law, finding it to be
incompatible with freedom of expression and freedom of research. In the Court’s view,
the decision of the French Constitutional Council showed that there was in principle no
contradiction between the official recognition of certain events as genocide and the
conclusion that it would be unconstitutional to impose criminal sanctions on persons who
questioned the official view.
Lastly, the Court pointed out that the United Nations Human Rights Committee had
expressed its conviction that “[l]aws that penalize[d] the expression of opinions about
historical facts [were] incompatible with the obligations that the Covenant [on Civil and
Political Rights] impose[d] on States parties ...” and that the “Covenant [did] not permit
general prohibition of expressions of an
erroneous opinion or an incorrect interpretation of past events”.
In conclusion, the Court doubted that Mr Perinçek’s conviction had been dictated by a
“pressing social need”. The Court pointed out that it had to ensure that the sanction did
not constitute a kind of censorship which would lead people to refrain from expressing
criticism. In a debate of general interest, such a sanction might dissuade contributions to
the public discussion of questions which
were of interest for the life of the community.
The Court found that the grounds given by the national authorities in order to justify Mr
Perinçek’s conviction were insufficien
t. The domestic authorities had therefore overstepped the narrow margin of appreciation
in this case in respect of a matter of debate of undeniable public interest.
There had accordingly been a violation of Article 10.
¿Es compatible esta decisión con lo resuelto por el mismo tribunal en el caso
“Garaudy” que ya hemos analizado en esta Unidad?
7) ¿Qué diferencias advierte Ud. entre la jurisprudencia del caso “Garaudy” y lo
resuelto por el Tribunal Constitucional Español respecto de la misma cuestión?
236
237
11) ¿Por qué puede sostenerse, (al menos en Argentina), que algunos de los
casos de esta Unidad no plantean principalmente cuestiones vinculadas con la
libertad de expresión sino con otro derecho que ya fue examinado en el curso?
237
238
135. Por lo expuesto, la Corte considera que el Estado violó el derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión consagrado en el artículo 13 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 de dicho tratado, en perjuicio
del señor Mauricio Herrera Ulloa, dado que la restricción al ejercicio de este derecho
sufrida por el mencionado periodista excede el marco contenido en dicho artículo”.
Pregunta
¿Qué tiene en común la doctrina elaborada por la Corte IDH con la decisión de la
CSN en el caso “Irigoyen v. Fundación Wallenberg” (Fallos: 337:921 -2014-)?
13) Examine los siguientes párrafos del voto de juez Bonorino Peró en el caso
“Alvarez Insúa”, Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la
Capital, sala 1º, J.A. 1987-III-44 y Thomson Reuters Online:
Vienen a conocimiento de esta sala del tribunal, las actuaciones judiciales que
culminaran con el veredicto condenatorio obrante a f. 12159 en más, que fuera a su vez
apelado por las defensas de los acriminados en autos y por los acriminados Chamorro y
Alvarez Insúa y que fueran concedidos en relación con los efectos y alcances que se
observan en el proveído luciente a f. 147; y su posterior decreto ampliatorio de f. 150…
59
El apelante había sido condenado en base al antiguo artículo 128 del Código Penal, que estaba
redactado en los siguientes términos:
“Será reprimido con prisión de quince días a un año, el que publicare, fabricare o reprodujere
libros, escritos, imágenes u objetos obscenos y el que los expusiere, distribuyere o hiciere
circular”.
239
240
Pienso, tal como discurre el fiscal, Dr. de la Vega Pizarro, en su dictamen obrante a f.
80, que la sola descripción de las notas y artículos que menciona en su requisitoria,
constituyen una acabada muestra pornográfica, toda vez que la reseña de tales
episodios, la terminología utilizada y la extremada grosería e impudicia con que se hace
hablar a sus personajes, insoslayablemente nos demuestran que excede de lo picaresco
con que se suele encubrir hoy día los excesos en el lenguaje, en la fotografía y en el
pensamiento mismo, que pinta una idiosincracia que hasta donde yo interpreto, la casi
totalidad de nuestra comunidad rechaza y anatemiza.
Expuse asimismo en apoyo de lo arriba expresado, que ello se debía a que tanto la
doctrina como la jurisprudencia en general, parten de la base que el vocablo obscenidad
implica la impudicia ofensiva al pudor con que el agente se conduce.
Por ende, restando pronunciarse sobre si las publicaciones sub exámine encuadran
dentro de las premisas apuntadas, y si las mismas resultan ser en consecuencia
configurativas del delito preceptuado y castigado por el art. 128 CPen., me inclino por la
afirmativa y paso a continuación a fundar las razones que a ello me llevan.
Resulta indudable que la obscenidad debe ser analizada cuando fueran puestos de
manifiesto los instintos groseros y los bajos apetitos sexuales, que despiertan la lascivia
y lo lúbrico del lector, ya que, y como de la revista que corre por cuerda se observa,
existiera una marcada intención de suscitar la lujuria a través del empleo de frases
240
241
Los países que pretendan ser cultos, y que deseen preservar a sus habitantes y a las
familias que lo integran del libertinaje que con su secuela degradante ultraja a la moral
pública de la sociedad, deben estar dispuestos a nunca sacrificar tan rico patrimonio.
Los pregoneros de ese orden preexistente, por más que invoquen una libertad de
expresión que se me aparece como desnaturalizada por cierto, obtendrán si a ella
sumisamente nos adherimos, la decadencia y el aprobio a que irrefragablemente
conducen sus excesos.
Debemos preservar a cualquier costo la moral y las buenas costumbres, tan caras a
nuestras instituciones, pues los beneficios que ellas importan para nuestra civilización,
no puede ni debe ser algo que se halle a disposición de aquellos que lucren con tan
precioso contenido ético.
Siempre he creído que la pornografía tomada como la industria que vende sexo resulta
perjudicial, pues tiene, como ya lo dijera, una finalidad inmediata consistente en rendir
un culto al erotismo por el erotismo mismo.
No se me escapa que nadie puede en alguna medida obligar a ser virtuoso a quien no
desea serio, pero no debe pasarse por alto que tampoco se puede exhibir las lacras de
la desviación sexual y de la apología del sexo sin el respeto que el mismo merece, "pues
en la historia de la humanidad, el epicentro de la caída de algunos de sus pueblos, tuvo
su origen en el relajamiento de sus valores morales, tal como aconteciera con Atenas y
Roma, razón por la cual, los distintos Estados contemporános en general, otorgan a la
honestidad y al pudor una solida protección penal, tutelando así a la juventud en
especial de todo aquello que resulte ser nocivo para su salud espiritual" (La Ley, art.
cit.).
Ese relajamiento que existe en algunos países y que se intenta, por parte de
desprejudiciados e irresponsables editores, introducir en el nuestro, conspira contra
nuestro sistema de vida, introduciendo en el seno de la población toda, el germen de la
inmoralidad y de la concuspicencia.
241
242
Admito qué difícil resulta oponerse muchas veces a dicha corriente, pero debe hacerse
un esfuerzo a poco que se analice que no debe confundirse la libertad de expresión a
que ya hiciera referencia, con la falta de respeto a ella y a la que se nos conduce por
medio del licencioso libertinaje.
No creo que pueda sostenerse, como la defensa lo insinúa, que la advertencia dispuesta
en la tapa de la publicación como "revista para hombres", la ponga a cubierto por esa
sola salvedad del contenido que encierra, pues interpreto que debieran adoptarse
muchos otros recaudos que no se cumplieron, como ser una cubierta o funda con
precisas y claras prevenciones sobre el contenido de la publicación, dirigidas
naturalmente a poner en conocimiento de las personas y de la minoridad especialmente,
de las peculiares características de la revista en circulación.
Y ello se debe a que, sabido resulta por todos, se impone extremar el celo en estos
casos, como se lo hace con la actual ley del cine, para que desprevenidos lectores no se
vean sorprendidos con el mentado contenido cuya calificación municipal deberá
asimismo exhibirse, aunque personalmente no creo mayormente que con esto baste,
con el género de las revistas, pues la experiencia recogida me anoticiara que su venta
se realiza no obstante las limitaciones que en algunos casos, no en este, se adoptaran al
242
243
¿Es compatible esta decisión con otros fallos que ya hemos estudiado en este
curso?
14) El art. 213 del Código Penal proviene del art.12 de la Ley 7029 60,
denominada de “Defensa Social”, que castigaba “la apología de un hecho o del
autor de un hecho que la ley prevé como delito”. En el caso “Antilli”, la Cámara
de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital había rechazado el
planteo de inconstitucionalidad formulado contra esa última disposición y, en
consecuencia, había confirmado la pena de tres años de prisión impuesta en
primera instancia a los acusados. El hecho que había dado lugar a esa condena
había sido la publicación por parte de aquéllos, en el periódico “La Protesta”, de
un artículo en que se elogiaba el asesinato del comisario de policía Ramón
Falcón y de su secretario privado llevado a cabo por Simón Radowisky. En su
sentencia del 14.7.1914 (Fallos: 119:231), la Corte Suprema de la Nación
confirmó dicho pronunciamiento, en parte, con los siguientes fundamentos:
“Que en este orden de ideas, el art.19 de la misma Ley Fundamental dispone que sólo
están exentas de la autoridad de los magistrados y reservadas a Dios, las acciones
privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, no
perjudiquen a un tercero”.
60
Cf. voto en disidencia del juez Laplaza de la sala 1° de la Cámara Criminal y Correccional
Federal de la Capital, caso “Antonio”, sentencia del 13.12.1979, J.A. 1980-IV-92.
243
244
61
Voto mayoritario del juez Rodríguez Araya, en donde se sostuvo que era atípica la conducta del
imputado quien había publicado un folleto en donde supuestamente realizaba la defensa de actos
terroristas.
62
Sentencia del 10.11.1987, J.A. 1988-III-606. Si bien el tribunal sostuvo que la conducta de las
personas que pretendían publicar una solicitada en defensa de la conducta de Videla constituía,
en principio, el tipo penal del art.213 del Código Penal, revocó la decisión de primera instancia
que había prohíbido la citada publicación en razón de considerar que ello configuraba una
violación al derecho de publicar sus ideas sin censura previa. Esta decisión fue recurrida ante la
Corte Suprema de la Nación por las personas que pretendían publicar la solicitada. En su recurso
extraordinario, afirmaron que “… independientemente de que la resolución sería favorable a sus
pretensiones, en cuanto ha revocado el auto que impedía publicar la solicitada en cuestión, sus
fundamentos involucran no solamente una amenaza cierta de que, en caso de publicarse, los
responsables cometerían el delito de apología del crimen, sino que tal delito ya se habría
cometido en grado de tentativa” (Fallos: 312:916 -1989-, voto de la mayoría, considerando 3°). La
mayoría de la Corte Suprema rechazó ese planteo porque consideró que las consideraciones de
la Cámara de Apelaciones acerca de la posible comisión del delito de Apología del Crimen por
parte de los recurrentes no les causaba “… el indicado gravamen, el cual únicamente se
produciría en caso de dictarse una sentencia condenatoria después de la tramitación de un juicio
penal en el cual se hubiesen observado las formas relativas a la acusación, defensa, prueba y
sentencia dictada por los jueces naturales (Fallos 308:1557 y sus citas, entre muchos otros). Tal
circunstancia, evidentemente, no existe en autos, pues en el juicio no se ha procesado aún a
persona alguna. En consecuencia, la citada afirmación contenida en la sentencia apelada, no es
más que un ‘obiter’, es decir, un razonamiento que no es relevante para la solución del caso y
que, por ello, carece de todo efecto normativo” (voto cit., considerando 5°; el juez Caballero emitió
un voto concurrente en sentido coincidente). Por su parte, el juez Fayt votó en disidencia en
razón de considerar que las apreciaciones del tribunal de apelación constituían “… un claro
prejuzgamiento, absolutamente improcedente a esta altura de la causa, en la que solamente
cabía resolver si era posible o no evitar la publicación de la solicitada.
“Esta circunstancia justifica el uso de las atribuciones legales de esta Corte para revocar la
resolución recurrida y dictar un nuevo pronunciamiento que, aunque con la misma solución final
que el apelado, rechace expresamente los argumentos sobre los cuales fue pronunciado (art. 16
parte 2 ley 48)” (considerando 16).
244
245
63
Sentencia del Tribunal Oral Federal de la Capital n° 3, del 10.8.2011.
64
Sala IV Cámara Federal de Casación Penal, caso “Beliz”, sentencia del 10.4.2012. Este tribunal
anuló la sentencia de primera instancia en razón de considerar que los integrantes del tribunal
oral federal n° 3 no habían actuado en forma imparcial porque ya tenían una opinión formada
respecto de la solución del caso.
65
Dictamen del Procurador General de la Nación al cuál la Corte Suprema de la Nación se remitió
parcialmente en su sentencia (Fallos: 334:445 -2011-)
245
246
“2.- Que, tal como se concluye en el dictamen, las normas aludidas confieren al actor el
derecho de obtener toda la información que pueda existir en la Secretaría de Inteligencia
y sea útil para acceder al beneficio jubilatorio que invoca.
“3.- Que, sin embargo, para que tal derecho tenga efectiva concreción, la Secretaría se
encuentra obligada a manifestar si tiene o no los datos requeridos; y si los tuviese sólo
podría negarse a revelarlos en los términos del art. 17, incs. 1 y 2, ley 25326, vale decir,
mediante ‘decisión fundada (...) en función de la protección de la defensa de la Nación,
del orden y la seguridad pública, o de la protección de los derechos e intereses de
terceros’. Por su parte, los jueces cuentan con la potestad de verificar, a instancias del
interesado, si las razones dadas por el organismo justifican la negativa a suministrar la
información, para lo cual podrán ‘tomar conocimiento personal y directo de los datos
solicitados asegurando el mantenimiento de su confidencialidad’ (art. 40, inc. 2, de la ley
aludida); confidencialidad o secreto que también imponen los arts. 17, ley 25520, y 12,
dec. 950/2002.
“4.- Que a lo expuesto cabe añadir que la clasificación de la información de los
organismos de inteligencia (arts. 23 inc. 2, ley 2532666, y 16, ley 25520) no es óbice para
que los jueces, a pedido de parte, puedan verificar si está comprometido el interés
público y hacer efectiva la garantía del hábeas data (art. 43, párr. 3, CN)”.
Con base en los materiales del curso y en las discusiones realizadas en clase,
¿qué razones constitucionales podrían formularse para sostener que la conducta
de Beliz no era punible?
66
El art.23 de la Ley 25.326, que reglamenta la acción de Habeas Data, prevista en el art.43 de la
Constitución Nacional, dice así:
1. Quedarán sujetos al régimen de la presente ley, los datos personales que por haberse
almacenado para fines administrativos, deban ser objeto de registro permanente en los bancos
de datos de las fuerzas armadas, fuerzas de seguridad, organismos policiales o de inteligencia; y
aquellos sobre antecedentes personales que proporcionen dichos bancos de datos a las
autoridades administrativas o judiciales que los requieran en virtud de disposiciones legales.
2. El tratamiento de datos personales con fines de defensa nacional o seguridad pública por parte
de las fuerzas armadas, fuerzas de seguridad, organismos policiales o inteligencia, sin
consentimiento de los afectados, queda limitado a aquellos supuestos y categoría de datos que
resulten necesarios para el estricto cumplimiento de las misiones legalmente asignadas a
aquéllos para la defensa nacional, la seguridad pública o para la represión de los delitos. Los
archivos, en tales casos, deberán ser específicos y establecidos al efecto, debiendo clasificarse
por categorías, en función de su grado de fiabilidad.
3. Los datos personales registrados con fines policiales se cancelarán cuando no sean
necesarios para las averiguaciones que motivaron su almacenamiento.
246
247
6732
Cfr. Sentencia de 6 de marzo de 1998 emitida por el Tribunal de Sentencia Penal,
Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente (expediente de anexos a la demanda, anexo 7, folio
97).
6833
Cfr. Sentencia de 6 de marzo de 1998 emitida por el Tribunal de Sentencia Penal,
Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente (expediente de anexos a la demanda, anexo 7, folio
100).
69
Dicha norma está redactada en los siguientes términos (nota del editor del fallo):
“(Asesinato). Comete asesinato quien matare a una persona:
248
249
93. Si la peligrosidad del agente trae consigo una consecuencia penal de tan
grave naturaleza, como ocurre en la hipótesis de Asesinato, conforme a la ley
guatemalteca, las circunstancias personales del agente deberían formar parte de
la acusación, quedar demostradas durante el juicio y ser analizadas en la
sentencia. Sin embargo, las circunstancias que demostrarían la peligrosidad del
señor Fermín Ramírez no fueron objeto de la acusación formulada por el
7091
Cfr. Caso Lori Berenson, supra nota 3, párrs. 79-82; Caso De la Cruz Flores. Sentencia
de 18 de noviembre de 2004. Serie C No. 115, párrs. 79-82; y Caso Ricardo Canese. Sentencia
de 31 de agosto de 2004. Serie C No. 111, párrs. 174-177.
249
250
250
251
98. Por todo lo anterior, la Corte considera que el Estado ha violado el artículo
9 de la Convención, en relación con el artículo 2 de la misma, por haber
mantenido vigente la parte del artículo 132 del Código Penal que se refiere
a la peligrosidad del agente, una vez ratificada la Convención por parte de
Guatemala.
8.2. Caso “B., J.S.”, Sala II del Tribunal de Casación Penal de la Pcia.de
Buenos Aires, 16.8.2007, Thomson Reuters Online
. . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . .
7192
Cfr. Caso Caesar, supra nota 3, párr. 91; y Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros,
supra nota 86, párr. 113.
251
252
En tal sentido, considero que la actividad del juez debe tener por principal
objetivo la aplicación al caso de criterios de justicia, y no el dictado de una
resolución que, aunque dogmáticamente correcta, no respete dicha finalidad. Por
supuesto, tal "suplencia judicial" nunca debe apartarse de los principios rectores
del Derecho Penal, que sirven como primera y radical guía para las decisiones
del juez. Ninguna duda cabe de que entre estos principios rectores se
encuentran los de legalidad, culpabilidad y proporcionalidad, de indudable
raigambre constitucional. Son los dos últimos los que, en su aplicación conjunta,
cobran una particular relevancia para la solución de esta causa.
252
253
VI. Ahora bien, para fijar el concreto merecimiento de pena, el juez debe tomar
fundamentalmente en cuenta los parámetros o datos contemplados por los arts.
40 y 41, CPen., y especialmente, por resultar en alguna medida criterios que
engloban a los restantes, a la gravedad del hecho cometido -en términos de
ofensividad objetiva- y al grado de culpabilidad del autor -en términos de
ofensividad subjetiva-. Sin embargo, en ciertos y específicos casos no pueden
253
254
VII. En este análisis, no podemos dejar de reparar en que nos encontramos aquí
ante un suceso en el cual el acusado resultó penalmente responsable por las
lesiones sufridas por su esposa e hijo, tal como surge de la propia base fáctica
establecida en el pronunciamiento dictado en la anterior instancia. No es un dato
menor que dichas lesiones no fueron queridas ni buscadas por el imputado, sino
consecuencia de su imprudente conducta. También resulta importante considerar
que del mismo factum no surge que la culpa con la que actuó el acusado haya
revestido una particular gravedad, es decir, que su imprudencia haya sido de
gran intensidad.
VIII. Es entonces dable recalcar que la culpabilidad rige como límite máximo de
la pena, la que en ningún caso puede excederla. También cabe subrayar una vez
más que en ciertos casos, para la determinación del específico merecimiento de
pena deben relevarse los sufrimientos graves que el autor sufre como
consecuencia de su delito, constitutivos de lo que en la doctrina se ha
denominado "pena natural". Es que si la sanción fijada ignora esas pérdidas, la
respuesta punitiva alcanzará un quantum que excederá la medida señalada por
la proporcionalidad entre delito y pena (conf. Eugenio R. Zaffaroni, "Derecho
Penal. Parte general", Ed. Ediar, Buenos Aires, 2003, p. 996).
254
255
Por su parte, Enrique Bacigalupo, tras enseñar que "...El valor justicia determina
que la pena debe ser proporcionada a la gravedad del hecho y que ésta a su vez
dependa de la reprochabilidad del autor. La dignidad de la persona requiere que
las personas sean un fin en sí mismas y que no sean utilizadas como medios
para obtener otros fines... En lo referente a la individualización de la pena, el
principio de culpabilidad determina los límites de la legitimidad de la pena
aplicable al autor concreto. Se trata de la cuestión de la proporcionalidad entre la
gravedad de la pena y la gravedad del reproche... se trata de la prohibición de
que la gravedad de la pena que se impone por un delito supera la gravedad de la
culpabilidad referida al concreto delito, aunque ello pudiera ser justificado por
necesidades preventivas (especiales o generales)...", sostiene respecto del tema
255
256
Ello es consecuencia directa y principal, vale la pena resaltarlo una vez más, de
aplicar al caso el principio de culpabilidad, en tanto de éste se deriva que la pena
no puede superar con su gravedad la de la culpabilidad del autor, entendiendo
por pena toda forma del mal que se derive de la comisión del delito -inclusive la
poena naturalis- (en tal sentido, Tribunal Supremo de España, sent. 1033/1994,
rta. el 10/5/1994, voto particular del magistrado Enrique Bacigalupo Zapater;
asimismo, en cuanto a la consideración de los perjuicios concretos sufridos por el
sujeto activo y su relación con la culpabilidad como medida de la pena, ver STS-
1657/2002, rta. el 9/10/2002).
256
257
XI. Es cierto que los jueces pueden tomar en cuenta -mediante su aplicación
razonada- criterios de prevención general o especial para la determinación y
motivación de la específica cuantía de la pena, pero siempre respetando la
barrera máxima de la culpabilidad.
Por otra parte, la aplicación de una pena distinta de la fijada legalmente, vulnera
asimismo el principio constitucional de separación de poderes, en cuya virtud se
257
258
Así lo voto.
Adhiero al voto del Dr. Mahiques, en igual sentido y por sus mismos
fundamentos.
Así lo voto.
Así lo voto.
. . . . . . . . . . . .
Así, entiendo admisible que el principio, según el cual los mínimos y máximos
resultan topes vinculantes para el juzgador, puede ser excepcionado en los
casos en que se encuentre comprometida su constitucionalidad. Pero también
debo destacar que para ello es imprescindible que dicho enfrentamiento entre las
normas de diferente rango, como ya referenciara, resulte claro, palmario,
contundente y verificado, y que, en consecuencia, quede justificada
suficientemente tan delicada actividad jurisdiccional.
259
260
Adhiero al voto del Dr. Natiello en igual sentido y por los mismos fundamentos.
261
262
Visto el modo en que han quedado resueltas las cuestiones precedentes estimo
corresponde: 1) declarar formalmente admisible el recurso de Casación deducido
por el Ministerio Público Fiscal, contra la sentencia dictada por el Tribunal en lo
Criminal n. 1 del Departamento Judicial Necochea, por la cual se condenara a
Carlos A. Sorensen a la pena de cuatro años de prisión, como autor penalmente
responsable del delito de homicidio simple (arts. 421, 448 , 451, 452, 456 y 458,
CPP.); y 2) por mayoría y los fundamentos dados, anular el fallo en crisis y
reenviar las actuaciones al tribunal de origen para que, integrado con jueces
hábiles, se determine el monto punitivo a imponer, sin costas en esta instancia
(arts. 16, 18 y 75, inc. 22, CN.; 8, inc. 2, CADH.; 79, CPen. y 421, 448, 451, 452,
456, 458, 460, 461, 530 y 532, CPP.).
Así lo voto.
Adhiero al voto del Dr. Natiello en igual sentido y por los mismos fundamentos.
Así lo voto.
262
263
Así lo voto.
II. Por mayoría y los fundamentos dados, anular el fallo en crisis y reenviar las
actuaciones al tribunal de origen para que, integrado con jueces hábiles, se
determine el monto punitivo a imponer, sin costas en esta instancia (arts. 16, 18 y
75, inc. 22, CN.; 8, inc. 2, CADH.; 79, CPen. y 421, 448, 451, 452, 456, 458, 460,
461, 530 y 532, CPP.).
263
264
agrega que por tratarse de una pena cruel e inhumana obsta toda forma de
resocialización.
“Expresa asimismo, que sin perjuicio que los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación avalan la aplicación de estas penas, no es menos cierto que recién se torna
posible este planteo a partir de la sanción de la Constitución en el año 1994, dado que
en esa oportunidad se otorgó rango constitucional a los tratados internacionales,
modificándose así la pirámide normativa”
[El tribunal, a través del voto del juez Tragant, rechazó estos planteos con
los siguientes argumentos:
“… [H]e de compartir lo resuelto por la sala II de esta Cámara (voto del doctor
David) en la causa N° 2210 ‘Núñez, Dante s/recurso de inconstitucionalidad’, reg.
3174, del 4/4/00, en cuanto se expuso que ‘Cuando los tratados internacionales
hablan de ‘tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes’, no dirigen su
atención a las penas privativas de libertad y a su duración. Ello así, puesto que la
‘Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles Inhumanos o
Degradantes’ no extiende su ámbito de aplicación a ‘los dolores o sufrimientos
que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean
inherentes o incidentales a éstas (art. 1, inc. 1, in fine). Mal podría entonces
decirse, que la pena de reclusión perpetua puede calificarse como una pena
cruel, inhumana o degradante, cuando ‘las penas privativas de la libertad siguen
siendo el eje central de todos los sistemas legales vigentes’ (confr. Zaffaroni,
Eugenio R., Tratado de Derecho Penal, t. V, p. 122, Buenos Aires, 1988)’.
“Lo aquí expuesto se consolida con una correcta interpretación de nuestra
legislación, la que no prevé la perpetuidad de la pena. En efecto, el actual art. 13
del Cód. Penal otorga la posibilidad al condenado a reclusión o prisión perpetua
a obtener la libertad condicional transcurrido treinta y cinco años de condena y
cumpliendo los requisitos allí establecidos. Asimismo, la ley 24.660 que regula la
ejecución de la pena privativa de la libertad, permite por su art. 17 la concesión
de salidas transitorias o la incorporación al régimen de la semilibertad al
condenado a pena perpetua que haya cumplido en detención quince años.
“Por otra parte, entiendo que no asiste razón a los recurrentes en cuanto estiman
que las penas a prisión perpetua obstan a la resocialización del condenado, toda
vez que del art. 1 de la ley 24.660 antes citada, surge que ‘La ejecución de la
pena privativa de libertad, en todas sus modalidades, tiene por finalidad lograr
que el condenado adquiera la capacidad de comprender, y respetar la ley
procurando su adecuada reinserción social, promoviendo la comprensión y el
apoyo de la sociedad’. Así las cosas, se desprende que durante el transcurso de
tiempo en que el condenado permanezca privado de su libertad, es función del
Estado arbitrar todos los medios necesarios para lograr esa finalidad; ya que tal
264
265
8.5. Caso “G., R.A”.”, Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal,
sentencia del 12.12.2013, Thomson Reuters Online.
[En este caso se planteó la inconstitucionalidad del art. 14 C.P. en cuanto
impide otorgar la libertad condicional a los reincidentes. El tribunal rechazó
ese planteo con los siguientes argumentos:]
266
267
72
El caso al que se refiere Zaffaroni es el caso “L´ Eveque”, sentencia del 16.8.1988,
mencionado por la Cámara de Casación en el caso “G., R.A.”.
73
Caso “Gómez Davalos”, sentencia del 16.10.1986.
267
268
Preguntas
74
Transcripto en Gullco, “Principios de la Parte General del Derecho Penal. Jurisprudencia
Comentada”, 2º edición, pág.550.
75
Transcripto en Gullco, op.cit., pág.. 555.
268
269
“Tomados al pie de la letra, los fuertes términos del fallo ‘Ramírez’ no parecen dejar
dudas con respecto a la respuesta a estos interrogantes, y ya el mero plantearlos suena
casi irreverente: en el Derecho penal, en el que se encuentran en juego los bienes
jurídicos de mayor jerarquía, no puede haber ningún lugar —así se piensa— para
consideraciones ‘peligrosistas’ ni para pronosticar futuras reincidencias por parte del
condenado, mucho menos para aumentar la pena sobre esa base.
“B) Sin embargo, esta conclusión sería apresurada, al menos con semejante extensión.
En efecto, más allá de la justicia final de la decisión del caso, la cuestión de la
‘peligrosidad’ es mucho más compleja que lo que dejan entrever las consideraciones de
la sentencia. Pues un Estado republicano, limitado por el principio de proporcionalidad
de los actos públicos, no puede dejar de preguntarse por los efectos de una pena sobre
un sujeto en concreto, si evitará que el condenado vuelva a cometer delitos, si carecerá
de toda consecuencia o si la impondrá ‘a cualquier precio’ a fin de demostrar la vigencia
de la norma; y esta ponderación de las consecuencias del actuar estatal no es posible,
sin reflexionar acerca de cuáles son las probabilidades de que ese sujeto vuelva a
reincidir. En otras palabras: una veda absoluta de la ‘peligrosidad’ sólo es posible en el
marco de un Derecho penal dominado por una concepción absoluta de la pena, en la
que la idea de prevención (¡de delitos futuros!) no juegue ningún papel.
270
271
“Este impedimento surge, en primer lugar, de considerar que el sentido del término juicio
expresado en la cláusula en examen resulta congruente con el significado que en los
ordenamientos procesales se otorga a la etapa final del procedimiento criminal (así, cfr.
libro tercero, título I del Código Procesal Penal de la Nación), en tanto únicamente de allí
puede derivar el pronunciamiento definitivo sobre la culpabilidad o inocencia del
imputado, es decir, verificarse la posibilidad de sancionar esta clase de hechos exigida
por la Convención.
“En segundo término, no debe tampoco obviarse que el desarrollo del debate es de
trascendencia capital a efectos de posibilitar que la víctima asuma la facultad de
comparecer para efectivizar el ‘acceso efectivo’ al proceso (conf. también el art. 7, inc. f
de la Convención) de la manera más amplia posible, en pos de hacer valer su pretensión
sancionatoria. Cuestión esta última que no integra, en ninguna forma, el marco legal
sustantivo y procesal que regula la suspensión del proceso a prueba.
“De lo hasta aquí expuesto resulta que prescindir en el sub lite de la sustanciación del
debate implicaría contrariar una de las obligaciones que asumió el Estado al aprobar la
‘Convención de Belém do Pará’ para cumplir con los deberes de prevenir, investigar y
sancionar sucesos como los aquí considerados” (fallo cit., considerando 7°).
¿Cree que Ud. que el siguiente párrafo es una crítica adecuada a lo resuelto en
Góngora?:
“… [N]o parecería adecuado interpretar que, en todos los casos, el ‘juicio oportuno’ al
que alude el art. 7 ‘f’ de la Convención de Belem do Pará deba irremediablemente
identificarse con un juicio oral y público. Una interpretación de esa índole, inclusive,
difícilmente se corresponda con la exigencia de establecer ‘procedimientos legales,
justos y eficaces para la mujer’, también contemplada en el citado instrumento
internacional. En ese sentido, no debe olvidarse que la suspensión de juicio a prueba
podría erigirse, en muchos casos, como un instrumento eficaz para prevenir violencias
futuras e inclusive para reparar a la damnificada de un modo más adecuado, sin
revictimizarla…” (Caso “Burgos”, la Sala II del Tribunal de Casación Penal de la
Provincia de Buenos Aires, sentencia del 11.10.2016, voto del juez Mancini al
que adhirió el juez Celesia)78.
78
En sentido coincidente, María Laura T. Blacich, al comentar el caso “Góngora” llega, entre
otras, a las siguientes conclusiones: “Un análisis conglobado de Belem do Pará con el resto del
271
272
“La charla se dio en la escuela TEA Arte, en el marco de una materia donde asisten
celebridades para ser entrevistadas por los alumnos. En ese contexto, consideró ‘una
aberración’ que la ley no permita tener sexo con menores que ‘quieran’ mantener
relaciones con un adulto. ‘Si yo tengo algo bueno para darte puedo desvirgarte como
nadie en el mundo. A mí hablame de cómo te sentís y te entiendo, pero si me hablás de
los derechos no te escucho porque no creo en las leyes de los hombres, sí en las de la
naturaleza’, dijo Cordera en la entrevista” (Diario “La Nación”, del 10.8.2016,
edición online).
Estas declaraciones provocaron fuertes reacciones en contra de Cordera y
dieron lugar el inicio de un proceso penal a su respecto por el delito de “Incitación
a la violencia colectiva” (artículo 212 del Código Penal) 79.
ordenamiento jurídico impide afirmar que esta convención no permita salidas alternativas al juicio
tradicional” y “En caso que la víctima manifieste su voluntad de no avanzar con la persecución
penal y opte por una salida alternativa, siempre que dicha opción sea libre y legalmente viable, el
fiscal debe maximizar sus esfuerzos por satisfacerla” (“Violencia contra la mujer
consentimiento fiscal y el rol de la víctima en materia de suspensión del proceso a
prueba”, Revista de Derecho Penal y Procesal Penal, 9/2013, págs. 1796, 1805).
79
Este artículo dice así:
“Será reprimido con prisión de tres a seis años el que públicamente incitare a la violencia
colectiva contra grupos de personas o instituciones, por la sola incitación”
272
273
Al fijar las Reglas de Conducta a las que debía someterse el imputado a los fines
de obtener el beneficio, el tribunal resolvió lo siguiente:
“e) Realizar dos recitales acústicos, uno a beneficio de la Asociación Civil Red Viva y
otro de la/s asociación/es o fundación/es que las autoridades del Instituto Nacional de
las Mujeres estimen conveniente, de acuerdo al fin específico, cuyos costos de
realización deberán quedar a cargo del imputado. En dichas oportunidades el imputado
deberá brindar un espacio de 15 minutos a algún miembro de esas organizaciones para
que pueda dar un mensaje al público que promueva la concientización colectiva de la
problemática de género…” (letra “I” del considerando citado).
273
274
¿Bajo qué teoría de la pena se podría criticar esta decisión? ¿Le parece correcto
que el tribunal haya decidido no seguir lo resuelto por la CSN en “Góngora”? ¿En
base a qué materiales ya estudiados en la Unidad 7 del Programa se podría
sostener que la conducta de Cordera no era punible?
“Nos encanta ver cómo la Corte hace uso de sus facultades moldeadoras, de amplios y
prudentes poderes-deberes, adaptando de manera plástica, ejecutiva, el curso de los
procedimientos, al logro de finalidades de economía procesal, simplicidad, agilidad y
efectividad del ejercicio de la jurisdicción” (Néstor Cafferatta, “Sentencia colectiva
ambiental en el caso ‘Riachuelo’” (SJA 20.8.2008).
80
Gullco, op.cit., pág.588.
274
275
“El fundamento material de la regla ne bis in idem, entonces, consiste en no permitir que
el Estado ‘con todos sus recursos y poder, lleve a cabo esfuerzos repetidos para
condenar a un individuo por un supuesto delito, sometiéndolo así a molestias, gastos y
sufrimientos, y obligándolo a vivir en un continuo estado de ansiedad e inseguridad’
(Fallos 310:2845 -disidencia de los jueces Petracchi y Bacqué-; 321:2826; voto del juez
Maqueda en Fallos 326:2805 in re ‘Videla’; entre muchos otros). En el mismo sentido, se
ha sostenido que su fundamento es ‘proteger a los ciudadanos de las molestias y
restricciones que implica un nuevo proceso penal cuando otro sobre el mismo objeto
está en trámite o ha sido ya agotado, y se extiende, al menos a toda nueva 'persecución'
penal’ (Fallos 325:1932 in re ‘Macri’, disidencia del juez Fayt y del juez Belluscio).
“Ésta es, tal como se adelantó, la idea básica -y profundamente arraigada de la
jurisprudencia angloamericana- de la garantía contra la double jeopardy, conforme lo ha
señalado repetidamente la Corte Sup. EE.UU. de A. (‘Green v. United States’ 355 US
184 [1957]; ‘Benton v. Maryland’, 395 US 784 [1969]; ‘United States v. Dixon’ 509 US
688 [1993] y ‘Grady v. Corbin’ 495 US 508 [1990])…”
De acuerdo a la reseña efectuada en el voto del juez Fayt acerca de la finalidad
del principio del “non bis in idem”, ¿que crítica puede formularse a la aplicación
del citado principio que hace Zaffaroni en el caso “Alvarez Ordoñez”? Sin
embargo, ¿por qué la decisión de la Corte IDH en el caso “Rosadio Villavicencio”
(que es mencionado en las Notas de la Unidad 4) serviría para defender la
posición de Zaffaroni?
12 bis) En el caso “Luna, Pablo” (sentencia del 22.7.2020), la Sala IV de la
Cámara Federal de Casación Penal revocó la decisión de primera instancia que
81
El art.3 de la Convención Europea prohíbe la imposición de “…torturas o de tratamientos o
penas inhumanas o degradantes”.
275
276
276
277
introducidas por la ley 27.375 al artículo 14 del Código Penal importen una vulneración
del principio constitucional de igualdad ante la ley (art. 16 de la C.N.); las que, según su
criterio, ‘niega[n] el derecho a la reinserción o readaptación social a un grupo
determinado de personas, sin otro fundamento que el delito por el que resultaron
condenados’ (cfr. página 18 del decisorio puesto en crisis).
“Sobre el punto, debe tenerse en cuenta que la restricción introducida por el art. 38 de la
ley 27.375 (B.O. 28/7/2017) al Código Penal de la Nación -modificó el art. 14-, responde
a una decisión de política criminal adoptada por uno de los poderes del estado en uso de
sus facultades exclusivas y excluyentes, a la vez que se funda en razones de interés
público.
“No está de más recordar que, al adherir a diversos tratados internacionales tales como
la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes -Nueva York-, enmendada por el
Protocolo de modificación de 1972 -Ginebra- (ratificada mediante ley n° 20.449 de fecha
22/5/73) y la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas aprobada en Viena en 1988 (ratificada por
ley 24.072, promulgada por decreto 608 del 09/04/92) -entre otros-, la República
Argentina ha asumido el compromiso internacional de combatir el narcotráfico, debiendo
diseñar las estrategias necesarias a tal efecto.
“Por su lado, el juez del tribunal previo no ha logrado acreditar en el decisorio bajo
examen -ni se advierte- que la distinción efectuada por el legislador al limitar el acceso al
régimen de la libertad condicional a determinadas personas sobre la base de la
gravedad del delito por el que fueron condenados resulte ‘a todas luces arbitraria e
irrazonable’, a la vez que lesione los principios de raigambre constitucional o
convencional invocados en el fallo en estudio…”.
Preguntas
a)¿Diría Ud que la decisión del Congreso de sancionar la Ley 27.375 es
“cuestión de mérito, oportunidad o conveniencia ajena al control judicial”, como
sostuvo la Cámara de Casación o, por el contrario, como resolvió el Juez de
Primera Instancia, que la declaración de invalidez de dicha norma constituyó el
legítimo ejercicio de la función judicial? En el caso “Cine Callao” (Fallos:
241:121 -1960-),la mayoría de la CSN, al declarar la validez constitucional de “la
Ley de Numeros Vivos”82, coincidió con la posición de la Cámara de Casación en
“Luna”. En cambio, en el voto en disidencia del juez Boffi Boggero, se sostuvo
que la ley en cuestión violaba la libertad “de comercio y de propiedad de los
empresarios cinematográficos” (arts.14 y 17 CN). Quien tenía razón en “Cine
Callao”? La respuesta que Ud elija en ese caso, resulta aplicable a “Luna”?
b) Examine la decisión de la CSN en el caso “Partido Nuevo Triunfo” (Fallos:
332:443 -2009-):
….
82
Dcha norma establecía la obligación de los dueños de los cines de contratar a su costo a
artistas de variedades, que actuaban antes de la función cinematográfica, con el objeto de
combartir la desocupación de ese sector del mercado laboral.
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