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INGENIOS COLONIALES

Los ingenios, sobre todo los más grandes, eran recintos cerrados en los que
laboraba medio centenar de mitayos a cargo de capataces. Disponían de varias
dependencias como un almacén para el mineral, otro con los materiales
necesarios para la fundición, como sal, cobre, cal y otros, y un tercero en el que se
conservaba el elemento fundamental que era el mercurio.

El corazón del ingenio estaba constituido por “castillo”, la enorme rueda sostenía
por grandes arcas y el acueducto, que formaban el complejo industrial. El eje
central (qué podría llegar hasta los siete metros de largo de una sola pieza) y las
vigas y postes eran de madera.

La enorme rueda era movida por agua que era conducida por acueductos y esta
rueda a la vez daba movimientos al sistema de molienda de almadenetas. A
continuación se hallaban los hornos y “buitrones”, receptáculos de madera o
piedra divididas en seis compartimientos llamados cajones, donde se hacia la
amalgama de la plata y mercurio y los que daba fuego por debajo.

Desde 1630, época en que el indio pastor de ovejas Santiago Huaricapcha hace
su casual descubrimiento, se inicia la historia del asiento mineral de San Esteban
de Yauricocha, y, éste toma un inusitado auge en la explotación de las minas y a
medida que pasa el tiempo, su importancia es creciente; a tal extremo que,
durante el mando del Virrey Don Luis Jerónimo Fernández de Cabrera, se remite a
la Metrópoli cuantiosas cantidades de ducados procedentes únicamente del
mineral de Yauricocha convirtiéndose en reducto de mineros españoles que hacen
de este asiento mineral, sitio propicio para su enriquecimiento.

En 1639, habíasele concedido el Título de "Ciudad Real de Minas"; en 1771, el


Cerro de Pasco, es fundada oficialmente como ciudad por el Virrey Amat; con
estas categorías se convierte en un centro de intensa actividad minera. Extraído el
mineral de las entrañas de la tierra, era conducido a las haciendas, valiéndose de
llamas y mulas como animales de transporte. El primer trabajo del minero una vez
extraído el mineral, era triturarlo, lo que se realizaba por medio de los ingenios, en
los que unas ruedas de piedras circulares accionadas por el agua, lo molían y de
donde pasaba luego a las cochas y después a los circos, en los que se desleía el
mineral por el procedimiento del azogue.

Este procedimiento consistía en pisotear el mineral a punta de 8 ó 10 caballos,


que lo revolvían con la sal y el mercurio, durante ocho horas diarias. Este proceso
de la amalgamación del azogue y la plata duraba de 8 a 10 días. De allí la
necesidad de emplear mulas y caballos, no sólo para el acarreo del mineral, sino
también para el desleímiento de éste. Dice Don Tadeo Haenke, en 1792, al
referirse a la Villa de Pasco: "así no obstante la aspereza del clima, es una de las
más recomendables poblaciones del reino, tanto por su crecido vecindario, como
por el mucho dinero que circula y hace todo el fondo de su comercio.

Este presenta en dicha villa el espectáculo más agradable a la contemplación de


los curiosos, pues se ve llegar a los vecinos de Jauja a expender sus harinas, a
los de Conchucos que vienen con el mismo destino y con el de dar salida a la ropa
que labran en su país, no obstante que también los de Huamalíes conducen los
suyos; a los de Huaylas, cuya importancia principal se compone de azúcar; a los
de Huánuco, que conducen la coca, chancaca, mieles, grasas y frutas; y los de
Cajatambo y Chancay, que transportan el ingrediente tan necesario de la Sal. A
esto el comercio diario de dos mil mulas, empleadas en la conducción de metales,
cuyo trabajo siempre se paga en dinero descontado, reportando a sus dueños de
esta suerte ganancia ventajosa, siendo el alma de todas estas negociaciones la
prosperidad de la Mina."
Por los años de Mil setecientos al ochocientos, se realiza con gran intensidad y
florece el comercio de mulas, el que se transporta desde el norte argentino: Salta,
Tucumán y Corrientes, Santa Fé y Jujuy al centro del Perú, especialmente hasta la
tablada de Tucle entre Jauja y Huancavelica, Tarma y Pasco. Concolorcorvo,
cuando habla de los arrieros muleros: dice: "Su principal trato es la compra de
mulas tiernas en los pagos de Buenos Aires, Santa Fé y Corrientes, que traen a
los potreros de Córdova a invernar, donde también hay algunas crías, y después
de fortalecidas y robustas las conducen a las inmediaciones de Salta, donde
hacen una segunda invernada, que no baja de seis meses ni excede de un año.
Allí sus tratos con los que bajan del Perú a comprarlas, cuyo precio estos últimos
años ha sido de siete y medio a ocho pesos por cabeza. Otros las envían o las
llevan de su cuenta para venderlas en las tabladas del Perú, donde tienen valor
según las distancias, de modo que se puede decir que las mulas nacen y se crían
en las campiñas de Buenos Aires hasta la edad de dos años, poco más o menos,
que comunmente se llama sacarlas del pie de las madres; se nutren y fortalecen
en los potreros del Tucumán y trabajan y mueren en el Perú".

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