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Todos los cultivos vegetales sufren enfermedades causadas por virus, bacterias y hongos.
Algunos también son acosados por insectos. El maíz, por ejemplo, es atacado en nuestro país por
las orugas de ciertos insectos lepidópteros (polillas), conocidos como “barrenador del tallo”, “gusano
cogollero” e “isoca de la espiga”, entre otros. Estas larvas se alimentan de los tallos, las hojas y la
espiga del maíz, dejando galerías que dañan la planta, la quiebran, impiden el transporte de
nutrientes y sustancias y son vía de entrada para hongos, cuyas toxinas (micotoxinas) son muy
peligrosas para nuestra salud.
Normalmente el agricultor combate a las plagas con insecticidas, pero hoy hay otra alternativa,
más amigable con el ambiente. Se trata de la biotecnología moderna, que permite la generación de
plantas de maíz resistentes a los insectos, y que no requieren de la aplicación de insecticidas. Estos
maíces, conocidos como Bt, producen ellas mismas una proteína insecticida en sus tallos, hojas y
espigas. Así, cuando las larvas intentan alimentarse de la planta, mueren. Lo importante es que las
proteínas que lleva el maíz Bt sólo son tóxicas para las plagas, y no afectan la vida de otros insectos,
ni la de mamíferos, pájaros u otros organismos. Además, son completamente inocuas para el
consumo humano y animal, de modo que el maíz Bt es equivalente a cualquier otro maíz usado
como alimento.