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Capítulo 1 y 2
(Resumen)
CAPÍTULO I
La lucha por ampliar el territorio, por controlar áreas dotadas de recursos o de importancia
estratégica han sido razones recurrentes de conflicto. De hecho, la necesidad de defensa de
ese territorio constituye el germen del concepto de Estado. Grasa considera que los factores
predominantes de los conflictos son predominantemente territoriales o políticos. 2 David
apunta a que la mitad de las guerras entre 1648 y 1945 eran territoriales.3
En fin, es en el periodo del Neolítico a partir del 10.000 a.C. cuando aparece, por primera
vez, no sólo la vinculación de los grupos humanos a un territorio (la tierra se considera como
algo propio), sino su dependencia de él para subsistir. Este hecho se puede deducir de la
1
Art. 24 del capítulo XXV citado por Fraga Iribarne, Manuel. Guerra y conflicto social. Opus citada, p. 60.
2
Grassa, Rafael, “La seguridad humana como síndrome y programa” en Tulchin, Joseph et al. La seguridad desde las dos orillas.
Ediciones Bellaterra, Barcelona 2006, p. 314.
3
David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Icaria, Barcelona 2008, p. 170.
4
Ramonet, Ignacio. Guerras del siglo XXI. Opus citada, pp. 12-13.
1
aparición en aquella época, por primera vez, de enterramientos en las proximidades de las
viviendas, lo que le da un corte religioso a la posesión.5
Los cultivos, su ciclo germinativo y condiciones van a tener una importancia capital en la
formación de las sociedades, en la organización social y en el nacimiento de las religiones,
de modo que la cultura se expande por los valles y a caballo de los ríos, otorgando un mayor
tiempo libre que se dedica a relaciones sociales. Arther Ferrill 6 considera que la guerra tuvo
tanta importancia en la sociedad primitiva como el descubrimiento de la agricultura, la
creación de asentamientos protourbanos y la aparición de sistemas religiosos. Y esto
sucederá simultáneamente en Summer, Egipto y Mesoamérica.7
Los Estados tienden a extender su soberanía a todos aquellos espacios que son capaces de
controlar. El mar territorial, equiparable conceptualmente a territorio nacional quedo
dimensionado inicialmente en tres millas, el alcance de un cañón de la época. El problema
surge entonces cuando son varios los Estados que consideran son capaces de asumir el
control de un espacio y pretenden tener algún derecho sobre aquel.
Según David un 17% de las 309 fronteras terrestres que existen en el mundo se encuentran
cuestionadas y 39 países están implicados en querellas de jurisdicción sobre archipiélagos e
islas. 8
Puede hablarse, incluso, de una tendencia social hacia la apropiación de los espacios de
permanencia, quizá como expresión de su sed de eternidad, coincidente con el incremento
de su capacidad de control, lo que le permite hacer efectiva su soberanía. Comenzó por el
suelo, después los espacios marítimos, el aire y, por último, el espacio.
Un caso llamativo es la cuestión de las órbitas de los satélites. En general los satélites
siguen diversas órbitas con diferentes inclinaciones respecto a la tierra, pero los
geoestacionarios se sitúan sobre el ecuador a unos 36.500 mts. de altura y resultan de
gran valor estratégico. Por tal motivo, algunos Estados ecuatoriales pretenden proyectar su
soberanía sobre el espacio como una prolongación de su espacio aéreo de soberanía,
5
VV. AA. Apuntes de Polemología. Documento de Trabajo del Departamento de Estrategia, Capítulo III.
6
Ferrill, Arther. Los Orígenes de la guerra. Editorial Ejército, Madrid 1987.
7
VV. AA. Apuntes de Polemología. Opus citada, Capítulo I.
8
David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Editorial Mondadori, Barcelona 2002, p. 171.
2
criterio este que no es asumido por las potencias espaciales, cuyos territorios, además, no
suelen situarse sobre el ecuador.9
Otra cuestión está relacionada con las fuerzas centrífugas que soportan actualmente los
Estados y que pueden conducirles - como es el caso de la antigua Unión Soviética o la ex
Yugoslavia - a la implosión. Países como Irak o Siria aceptaron formalmente la separación
de parte de su territorio (Kuwait o Líbano) mientras que otros, como China, nunca aceptaron
tales hechos; es el caso de Taiwan - una declaración de independencia suya sería
considerada por China como casus belli -, lo que tiene gran importancia pues la legitimidad
se refuerza ostensiblemente al mantener viva la demanda.
Además, existen cuestiones territoriales litigiosas ya sea por las discontinuidades fronterizas
(como por ejemplo, las generadas por los enclaves territoriales) o como resultado de la
9
VV.AA. Causas de la guerra. Documento de Trabajo del Departamento de Estrategia. X Curso de Estado Mayor de las
Fuerzas Armadas, septiembre 2008.
10
Ballesteros, Ángel. Diplomacia y Relaciones Internacionales. Ministerio de Asuntos Exteriores 1995, p. 172.
11
Grassa, Rafael, “La seguridad humana como síndrome y programa” en Tulchin, Joseph et al. La seguridad desde las dos
orillas. Opus citada, p 319. El derecho sobre un territorio se establece a partir de su posesión de facto, con lo que la
estabilidad de las fronteras esta garantizada al no poder esgrimirse una legitimidad (etnia, religión, cultura…) superior a su
mera posesión.
3
interpretación de acuerdos internacionales como sucede, por ejemplo, en el reparto del mar
territorial y la Zona Económica Exclusiva entre Estados adyacentes.
12
Brodie, Bernard. Guerra y política. Opus citada, p. 256. También apuntaría que ”la moral militar puede dirigir el hacha que
corta el árbol, pero no sabe nada de la fuerza callada que hace crecer el bosque”.
4
rival elimina la desolación y la esterilidad de regiones en las que nuestros brazos no pueden
alargarse.”13
Rudolf Kjellen, acepta las tesis darvinistas y también considera al Estado un organismo vivo
sometido a todos los avatares biológicos. Esta dinámica de afianzamiento y expansión es, a
su juicio, la base de la geopolítica. Construcciones como la del concepto de lebensraum,
elaborado por Ratzel, desarrollo geopolítico con el que se señala el espacio vital necesario
para el desarrollo de un pueblo, y que posteriormente Haushoffer aplicara a la Alemania de
después de Versalles. Ratzel, en un discurso que recuerda al “Diálogo de Melos”14 del que
se hablará más adelante, decía
“la lucha por la existencia significa una lucha por el espacio…un pueblo superior que invade el
territorio de su vecino más débil y salvaje lo despoja de sus tierras, lo obliga a recluirse en espacios
demasiado pequeños para subsistir, y sigue invadiendo y apoderándose incluso de sus magras
posesiones, hasta que el débil pierde los últimos restos de su dominio y es literalmente expulsado de la
tierra.”15
Sin embargo a partir de 1914, el péndulo del devenir humano comenzó a oscilar en sentido
opuesto; esta inversión comenzó con el desmembramiento de los imperios Otomano y
Austrohúngaro y siguió con la independencia de Irlanda, la descolonización, el
desmembramiento de la URSS y de la antigua Yugoslavia, la partición de Checoslovaquia,
hechos que coinciden con la integración supranacional en la U.E.
5
jóvenes como es el caso de Somalia que, tras la independencia de Eritrea, reclama el puerto
de Assab.
En 1994 Grecia amplió su mar territorial en el Egeo de 6 a 12 millas, lo cual fue visto por
Turquía con desconfianza ante el temor de que dificultase el acceso a aguas internacionales.
El problema se agravó en 1996 cuando Turquía reclamó la soberanía sobre la isla de Ismia,
lo que exigió de la mediación de los EE.UU que ayudó a solventar la crisis. Directamente
relacionado con lo anterior son los desacuerdos existentes por el espacio aéreo entre
griegos y turcos.17
Otro tanto sucede en las disputas por el mar de China meridional, cuyo lecho marino posee
importantes reservas de petróleo; la expresión del conflicto por la energía se materializa en
la reclamación china sobre la integridad de las islas Spratley (Nan-sha), conjunto de islas,
cayos y rocas (algunas de las cuales sólo son visibles con la marea baja) pero que ocupan
180.000 km2, que se ampliarían aun más al aplicar la Convención de Jamaica a tan vasto
territorio la legislación sobre la Zona Económica Exclusiva. 18
Reseñar que se han producido algunos incidentes armados durante las décadas de los
ochenta y noventa entre los países ribereños (Vietnam, Brunei, Taiwan, China, Filipinas y
Malasia); de ellos destacan los ocurridos en torno al arrecife Mischief. Además, algunos
autores apuntan a una relación causa efecto con el reforzamiento de las capacidades
navales de los países del entorno. Algo parecido es lo que sucede con las islas Senkaku
(Diaoyu) entre Japón y China. Todo ello además afecta a terceros países que también tienen
intereses en la zona (por ejemplo, EE.UU) 19
En otro orden de cosas, no sólo existen espacios en litigio o de propiedad indefinida (como
los cielos) sino que el “ius utendi atque abutendi”20, el derecho al uso y abuso, el dominio
total, asociado a la concepción romana de la propiedad, no es aceptable en el siglo XXI, lo
que enlaza con el derecho de injerencia.
6
tal capacidad de influencia que el contrapoder de los Estados es ineficaz. Éstas, pueden
concentrar ese poder sobre los particulares en términos positivos (corrupción) o en formas
negativas (coerción).
Todo eso sucede al mismo tiempo que el poder de los Estados se debilita y sus fronteras se
hacen más porosas; por ejemplo, cada año 7 millones de contenedores, 11 millones de
camiones, 2 millones de vagones de ferrocarril, casi 200.000 barcos, 800.000 aviones
comerciales atraviesan la frontera de EE.UU21
21
Charles-Philippe. La guerra y la paz. Opus citada, p. 29.
22
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p.130
7
El antropólogo Marvin Harris considera que “la guerra se comprende mejor como una forma
de competición mortal entre grupos autónomos a causa de la escasez de recursos.”23
Aunque como apunta Sánchez-Albornoz, en Occidente, lo que eran guerras antaño de
conquista se han transformado en guerras para preservar o mantener el bienestar. 24
Y es que, si el PIB mundial ha crecido entre 1500 y 1820 al 0,3%; entre 1820 y 1950 lo ha
hecho al 1,6% y entre 1950 y 1998 al 3,9%; ello sólo ha sido posible por la explotación de las
materias primas.25
Algunas cosas asentadas en Occidente, en el resto del mundo, no lo están tanto. Las
hambrunas, por ejemplo, recurrentemente han azotado a Occidente hasta el siglo XX; desde
entonces el problema parece haberse superado, de hecho los precios de los alimentos han
bajado sensiblemente, desde la referencia de Occidente, si bien recientemente se ha
producido su recuperación como consecuencia, aparentemente, de su utilización para la
obtención de energía. Esto puede interpretarse como un fallo de distribución del mercado
aun no corregido.
En el caso del agua el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, declaraba en
2001 “la fuente principal de guerras y conflictos interestatales en el futuro es el agua.” No en
vano 2300 millones de habitantes pueden tener problemas de falta de agua para el año
2025.
Existen 300 cuencas hidrográficas en todo el mundo compartidas por 157 países, pero sólo
9 contienen el 60% del agua; China con la cuarta parte de la población sólo cuenta con un
7% de los recursos hídricos.26 De hecho, de los 6.100 millones de personas, 1.100 millones
no tienen acceso a agua potable, 2.400 millones no pueden acudir a instalaciones sanitarias
adecuadas y 3.000 millones más padecen enfermedades relacionadas por el agua. 27
23
Harris, Marvin. Introducción a la antropología general. Editorial Alianza, Madrid 1999, p. 469.
24
Alonso Baquer, Miguel. ¿A que denominamos Guerra? Opus citada, p. 77.
25
Rosell Lastroeras, Juan. Las guerras del petróleo. Ediciones Deusto, Barcelona 2007, p. 22.
26
Molinero Huget, Jorge et al. Guerra global permanente. Opus citada, p 139
27
OMS y UNICEF: Informe sobre distribución y eliminación de agua, 2006.
8
Este problema de distribución se superpone a otros planos de conflicto generando un efecto
multiplicador. Así, como ejemplo, el reparto de alimentos (o de campos de cultivo) ha sido el
caso de la guerra civil en Ruanda al sumarse a las diferencias étnicas y de poder entre hutus
y tutsis.28
Un continente descuidado como África tiene por esta sola razón una especial trascendencia.
EE.UU importa de África el 16% de su petróleo, así como minerales estratégicos como el
platino, el cobalto, la bauxita y el manganeso.33
28
Stern, Nicholas. “Stern review: the economics of climate change”. http// www.hm-treasury.gov.uk/independent reviews/stern
review economics climate change/stern review report.cfm
29
Molinero Huget, Jorge et al. Guerra global permanente. Opus citada, p. 138.
30
Carrasco Martín, Joaquín Cecilio. “Tipología del conflicto al inicio del Tercer Milenio” en VV.AA. Monografía núm. 99/2003
CESEDEN, p. 161.
31
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p.184.
32
Bernstein, Jenny et al: Intergobermental Panel on Climate Change, ICC: Climate Change 2007, Cites Report, Summary for
Policymakers, Valencia, 2007, en http://www.ipcc.ch/ipccreports/ar4-syr.htm, p. 10. Reseñar que el informe es calificado por
algunos autores como muy conservador.
33
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p. 269
9
cromo, más de la mitad de los metales del grupo del platino, la mitad del oro, una tercera
parte del manganeso, una quinta del uranio y la tercera de los diamantes, atribuyendo a la
URSS un interés estratégico en todos sus movimientos por África.34
La disputa entre Libia y Chad por la franja de Aouzou no es del todo ajena a la presencia de
uranio en la zona. También son ejemplo la influencia de los diamantes en las guerras civiles
de Angola o Sierra Leona cuya producción se estima en torno a un 20 % de la producción
mundial;35 para hacer una idea de la magnitud de las cifras, decir que a los rebeldes
angoleños le proporcionaron 3,7 billones de dólares entre 1992-1998.
Y un caso menos destacado, pero muy significativo, es la influencia del mineral coltán en las
guerras de Ruanda o el Congo. El coltán (abreviación de columbita y tantalita) es un mineral
estratégico poco conocido, pero muy importante para el desarrollo de algunas de las nuevas
tecnologías, debido a la capacidad que tiene el metal para regular el voltaje y almacenar
energía.
En los países subdesarrollados que cuentan sólo con los beneficios de una o dos materias
primas claves, no es extraño que grupos armados luchen por ellos. Los recursos obtenidos
en zonas bajo el control de los insurgentes, como fue el caso de los diamantes para los
rebeldes de UNITA en Angola, pueden ser una fuente de financiación. Guerra y recursos
forman un círculo vicioso, los recursos financian la guerra y la guerra establece las
condiciones para su acceso.
Son las guerras “de beneficios” un tipo característico de las nuevas guerras, en las que
élites, guerrillas, mafias o mercenarios tratan de apropiarse de tributos económicos,
haciendo coincidir las líneas de fracturas de territorios y sociedades con la distribución de
34
Nixon, Richard M. La verdadera guerra. Editorial Planeta, Barcelona 1980, pp. 40 y ss.
35
Molinero Huget, Jorge et al. Guerra global permanente. Opus citada, p. 136.
36
Ibidem, p. 134.
37
Periódico Metro. Edición de Madrid, 12 de Mayo de 2008.
10
recursos; de ellos obtendrán fondos para continuar con el combate hasta acabar por generar
una relación simbiótica que llega a hacer desaparecer la causa, la referencia primera. 38
Por otra parte, la falta de acuerdo sobre la soberanía en los territorios árticos y antárticos, el
descubrimiento de importantes recursos en su subsuelo, la mejora de los accesos a los
mismos que el cambio climático trae consigo, las rutas comerciales que se han de abrir
hacen prever, en esta tierra en parte aun ignota, la aparición de futuros litigios.
Las grandes masas forestales son un factor que interesa a los Estados, y no sólo por la
explotación de madera (que se esconde en el conflicto latente en la isla de Borneo) sino
también en base a motivaciones de pervivencia ecológica; pueden argüir un interés legítimo
que supera las concepciones westfalianas de Estado en pro de la conservación del
medioambiente.
El lento pero paulatino desarrollo de los países del Tercer Mundo ha hecho que sean
progresivamente más capaces de explotar sus propios recursos, razón por la que se han
producido conflictos con las empresas trasnacionales en ultramar. Un ejemplo serían los
recursos pesqueros; los problemas entre España y Marruecos por la explotación del banco
sahariano, asociados a la cuestión de la soberanía del antiguo Sahara español o del
conflicto ocurrido entre Canadá y España por el fletán.
Molinero Huguet, citando un estudio del Banco Mundial, detalla que aquellos países que
obtienen más del 25% de su PIB a través de la exportación de productos no
manufacturados, tienen cuatro veces más posibilidades de tener un conflicto interno que
38
David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Opus citada, p. 163.
39
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p. 45.
40
Parente Rodríguez, Gonzalo. “Recursos naturales y guerras por los recursos” en VV.AA. Una mirada al mundo del siglo XXI.
Opus citada, p. 59.
11
aquellos cuya economía está más diversificada; de modo que “cuanto más dependiente es
un país de los minerales exportados, menor es su índice de desarrollo humano.” 41
Paradójicamente y como señala Ramonet, Estados muy extensos, muy poblados y muy ricos
en materias primas figuran entre los más pobres del planeta, mientras microestados (como
Liechtenstein, Mónaco...) con mucha población y ninguna materia prima, tienen algunas de
las rentas per cápita más grandes del mundo. 42
Esencia y potencia son dos realidades perfectamente diferenciadas. Por ello no cabe
interpretar lo apuntado en un sentido determinista; si una zona es rica en un recurso escaso,
no tiene que producirse un conflicto. Lo que sucede es que se convierte en un área de
atención preferente para la comunidad internacional, de modo que se hacen visibles
conflictos que antes no lo eran, como, por ejemplo, sucede en Sudán.
No obstante, si se suman todos los posibles aspectos relacionados con los recursos que
pueden generar conflictos, como la energía, los bosques o el agua, podrá apreciarse tal y
como se apuntaba antes, que, en opinión de muchos expertos, el escenario más probable
para los futuros conflictos se sitúa en la zona inmediata al ecuador.
Obviamente, los recursos energéticos también son recursos naturales, pero la especial
trascendencia con que cuentan en términos geoestratégicos hace que resulte conveniente
que se les dispense un tratamiento especial. Los ingresos por turismo en España en 2005
fueron equivalentes a los obtenidos por Irán de su petróleo; al margen de la importancia que
aquellos tengan para España, la diferencia está en el valor insustituible del petróleo iraní que
le confiere al país un gran valor estratégico.
41
Molinero Huget, Jorge et al. Guerra global permanente. Opus citada, p. 126.
42
Ramonet, Ignacio. Guerras del siglo XXI. Opus citada, p 19.
12
El petróleo se conoce desde antiguo, los chinos lo utilizaban ya antes del nacimiento de
Jesucristo. En 1859, el legendario coronel Drake realiza una prospección en Titusville. En
1889 Daimler inventa el motor de explosión utilizando aceite de cacahuete como
combustible, luego llegarán los grandes constructores de coches como Henry Ford. 43 En
1859 el precio del petróleo era de 10 dólares el barril que se redujo a 10 céntimos en 1861.
En 1888 valía 15 céntimos, más barato que el agua potable.
La sustitución de la hulla por petróleo realizada por la Armada Británica en 1912 fue una
decisión estratégica y de gran calado, que contribuyó significativamente al resultado del
conflicto y se extendió a la locomoción terrestre con el motor de combustión interna; en
palabras de Lord Curzon “nadaron hacia la victoria llevados por un mar de petróleo.”44
El 23 de agosto de 1973, el presidente egipcio Anwar Al-Sadat se reunió con el Rey Faisal
de Arabia Saudí, reunión de la que salió la decisión de utilizar el petróleo como instrumento
de presión sobre Occidente. El 6 de octubre Egipto y Siria atacaron Israel iniciando la guerra
43
Rosell Lastroeras, Juan. Las guerras del petróleo. Opus citada, pp. 21 y ss.
44
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p. 51
45
Zinn, Howard. Sobre la guerra. Ediciones Mondadori, Barcelona 2007, p. 297.
46
Nixon, Richard M. La verdadera guerra. Opus citada, p. 94.
47
Jordán, Javier y Calvo, José Luís. El nuevo rostro de la guerra. Ediciones Universidad de Navarra, Barañaín 2005, p. 77.
48
Nixon, Richard M. La verdadera guerra. Opus citada, p. 95.
13
del Yom Kippur. Diez días más tarde Libia, Arabia Saudí, Irán Irak, Qatar, Kuwait y Abú
Dhabi subieron los precios del petróleo de forma unilateral un 17% hasta 3,65$ por barril. El
19 de octubre realizaron un embargo de petróleo a los Estados Unidos que levantaron el 17
de marzo (excepto Libia). El precio del barril se situó entonces en los 12$ por barril, con una
subida de un 400%. El efecto psicológico de esta demostración de vulnerabilidad de las
economías fue brutal.49 La OPEP en su reunión de 2007 llegó a hablar del riesgo de una
subida hasta los 200$.
Ese año la distribución del consumo de energía primaria se situaba en un 35,8% de petróleo,
23,7% de gas y 24,8% de carbón; la energía nuclear supone un 5,8% del total, en tanto que
las llamadas energías renovables constituyen un 6,3%. Su consumo está distribuido entre un
50% en transporte y un 25% para industrias y servicios del hogar.50 A efectos polemológicos,
quizá el más significativo de todos ellos sea el petróleo que presenta los ratios de volumen-
precio más eficientes.
Todo se desborda a partir de 2004 con un consumo medio de 2,8 mbd superior al del año
anterior y un precio de 38,2 dólares por barril, nuevos actores han entrado en la demanda de
petróleo, de modo que el consumo de petróleo se dobla respecto al existente durante la
crisis de1973.
Y es que EE.UU, con 300 millones de habitantes, consumió en 2006 en torno a 20 mbd,
mientras China, con 1390, sólo 7 mbd.52 El relanzamiento de las economías del sudeste
asiático durante la primera década del milenio se encuentra, para distintas fuentes, detrás de
la crisis habida en 2008. Según algunos estudios, si cada chino consumiera lo mismo que un
49
Rosell Lastroeras, Juan. Las guerras del petróleo. Ediciones Deusto Barcelona 2007, p. 13.
50
Ibidem, p. 25.
51
Ibidem, p. 59.
52
Ibidem, pp. 251 y ss.
14
americano, el consumo del país se elevaría hasta los 85 mbd; el consumo mundial se
situaría entonces en los 150 mbd cifra que colapsaría el mercado, lo que lleva a un reajuste
en la distribución de la oferta existente vía mercado, esto es, mediante la elevación de los
precios. La máxima capacidad productiva se estima para 2030 y se cifra en 120 mbd. 53
El problema, además, no es tanto el del agotamiento total (que llegará tarde o temprano)
como el del agotamiento de los yacimientos más rentables, lo que obligará a explotar
yacimientos difíciles y a encarecer su precio. Así está prevista que la demanda hasta 2030
crezca a un ritmo del 1,6% anual y se mantenga su composición actual situada en un 35,5
de petróleo y un 25,5 de gas natural54.
Teniendo en cuenta la extraordinaria dependencia que las economías de todos los países
tienen del petróleo, es lógico que el control de sus reservas sea una fuente de conflictos. La
mayor parte de las reservas de hidrocarburos, en torno al 65%, se concentra en Oriente
Medio mientras la región del Mar Caspio se sitúa en el 18,8%: el 25% en Arabia Saudí, el
10% en Irak, el 9% en Kuwait, el 8% en Irán. Fuera de éste área destaca Venezuela con el
7% de las reservas mundiales55.
Por ello, es comprensible que los principales consumidores del mundo (Estados Unidos
consume más del 25% del total de crudo que se extrae en el mundo, le siguen la Unión
53
Ibidem, p. 254.
54
Merino, Antonio. Conferencia:”Geopolítica del petróleo.” XV Curso Internacional de Defensa. Jaca 25-27 de septiembre de
2007.
55
Ibidem.
15
Europea con un 19,7% y Asia-Pacífico con un 29,4%)56 dediquen su atención preferente a
estas zonas y a aquéllas en las que se están descubriendo nuevos yacimientos, como Asia
Central (en torno al Caspio), el Golfo de Guinea o el Mar de China Meridional.
Además merece citarse que los principales consumidores están acabando con sus propias
reservas. Así Europa tiene 1,3% de las reservas y produce un 6,4% del total, América del
Norte con el 5,5% de las reservas produce el 16,85 del total.57
Por ejemplo, para llevar el crudo del Golfo Pérsico hasta Europa Occidental se deben cruzar
una serie de estrechos, cuyo control es fundamental: Ormuz, Canal de Suez, Gibraltar... En
caso contrario, el retorno debería realizarse por el Cabo de Buena Esperanza, con lo que
esto supone de alargamiento de la ruta, encarecimiento, etc.…Y si en vez de navegar hacia
el Oeste se navega hacia el Este, se debe atravesar el Estrecho de Malaca, el punto de
mayor tráfico marítimo de todo el mundo.58
En el caso de los yacimientos de la zona del Caspio y el Cáucaso no existe salida al mar y el
transporte debe hacerse a través de oleoductos. Es más, el trazado de los oleoductos y
gasoductos proporciona también un interesante mapa de conflictos activos actualmente: el
Kurdistán, Chechenia, Georgia, Afganistán o el propio Irak.
56
Ibidem.
57
Ibidem.
58
VV.AA. Causas de los Conflictos. Opus citada.
16
Un recurso energético igualmente trascendente es el gas natural; este hidrocarburo puede
encontrarse en yacimientos independientes o asociado a otros como el petróleo; siendo la
fuente de energía más segura se constituye en el segundo recurso energético, el más
ecológico desde el punto de vista medioambiental. De hecho, es una opción determinante a
la hora del diseño de las políticas y estrategias energéticas por los costes fijos asociados.
Sus reservas de gas se distribuyen entre Oriente Medio con en torno a un 40%, en la
Federación Rusa con un 27%, el 9% en Europa y Asía, y África con un 8%
respectivamente.59
Esta intensa relación en materia de suministros energéticos, hace que se dé una gran
importancia a la necesidad de garantizar la seguridad del transporte marítimo por el
Mediterráneo. No hay que olvidar que, en la actualidad, aunque estas aguas no representan
59
Merino, Antonio. Conferencia:”Geopolítica del petróleo.” XV Curso Internacional de Defensa. Jaca 25-27 de septiembre de
2007.
17
más del 1% de la superficie marina mundial, soporta aproximadamente 1/6 del tráfico
marítimo global. Se estima que alrededor de 6000 barcos lo cruzan cada día y de las
800.000 millones de toneladas de petróleo y gas que se encaminan cada año hacia los
puertos europeos, casi el 30% discurren por el Mediterráneo.60
Otro aspecto importante en cuanto a la seguridad en el Mediterráneo vendría dado por los
accidentes en el transporte o el almacenamiento de los hidrocarburos. Cada año el
Mediterráneo recibe alrededor de un 20% de los vertidos mundiales de hidrocarburos que se
producen en los océanos (unos tres millones de toneladas métricas por año), llegando la
concentración de crudo a alcanzar, principalmente en zonas cercanas a las costas, niveles
de 500 litros por kilómetro cuadrado.61
En este sentido, se entiende que el acuerdo entre los gobiernos español y francés para
prohibir este transporte por las zonas de responsabilidad de estos países, constituye un
buen paso para evitar los riesgos medioambientales en las costas próximas a las rutas de
transportes. No obstante, la propia configuración geográfica del Mar Mediterráneo pone de
relieve las limitaciones que soporta este tipo de medidas, cuando las rutas marítimas tienen
que pasar necesariamente próximas (y a veces muy próximas, como es el caso de los
estrechos), a costa.
60
VV.AA. Causas de la guerra. Opus citada.
61
Ibidem.
18
Conviene no perder tampoco de vista el reducido número de los grandes países
exportadores de petróleo, lo que permite la creación de cárteles como la OPEP, pero
también conviene tomar en consideración el reducido número de las grandes empresas
(entre las que destacan por su poderío, las llamadas “siete hermanas”) que limita la
competencia entre ellas.
Estas empresas, tienen un capital superior al PIB de muchos países, y sus propios intereses
transversales, de modo que pueden condicionar no ya la política de terceros países sino la
del suyo propio y orientarla en su beneficio. Se caracterizan por su alta capacidad de
concentración horizontal y vertical, su altísima diseminación geográfica y su capacidad para
fijar precios en un mercado completamente cautivo. 62 Algunas fuentes las señalan como las
principales beneficiarias de la escalada de precios.63 Ejemplos de injerencias de estas
compañías que forman un cártel transnacional, en la vida política están ampliamente
documentados (por ejemplo, caída del gobierno Mosadeq en Irán tras una política de
nacionalizaciones de compañías petroleras).64
62
Giodano, Eduardo. Las guerras del petróleo. Editorial Icaria, Barcelona 2002, p. 58.
63
Ibidem, p. 103.
64
López García, Bernabé y Bravo López, Fernando. Historia y Cultura islámicas. Curso de Cultura, civilización y Religión
Islámica. Documento de Trabajo, UNED 2005, p. 146.
65
Rosell Lastroeras, Juan. Las guerras del petróleo. Opus citada, p. 256.
19
de gravedad financiero del planeta. Flint66 considera que no sería extraño que el fracaso de
1557 del Imperio Habsburgo fuera resultado de una conspiración liderada por banqueros.
Colbert decía que “el comercio es la fuente de las finanzas y las finanzas son el nervio de la
guerra”; Goering apuntaba a que la política económica está orientada a la producción de
“cañones, no mantequilla”, y el slogan soviético para preparar la guerra total propugnaba que
era mejor el socialismo sin leche que leche sin socialismo.67
Comercio, política y guerra, conceptos plagados de espacios comunes, son una parte más
de las relaciones humanas.68 La guerra es una actividad social cuyo desarrollo pertenece a
la política. Pero la política puede ser considerada como una suerte de comercio a gran
escala y entre distintos planos. En consecuencia y en esta lógica, la guerra es una forma de
comercio sangriento, como bien recuerdan no pocos tratados de paz: la guerra no es más
que la continuación del mercado por otros medios.69
Y es que la guerra es una relación entre poderes, no entre meras fuerzas. El objetivo político
de la guerra la introduce en el raciocinio, en los intereses, en las negociaciones, en la
búsqueda de equilibrios, en los ritmos de la vida económica, política y social.70
Las guerras económicas concebidas como conflicto comercial con sus embargos,
contingentes, medidas proteccionistas y arancelarias o sanciones económicas siguen
vigentes, aunque no tienden a transformarse en conflictos armados. Aron71 señala que
EE.UU primero se implicó económicamente en la Primera Guerra Mundial (PGM), para verse
después militarmente concernido; toleró un bloqueo a Alemania tan ilegal, a la luz del
66
Taylor, Peter J y Flint, Colin. Geografía política. Editorial Trama, Madrid 2002, p. 9.
67
Mead Earle, Edward. “Adam Smith, Alexander Hamilton, Friedrich List: las bases económicas del poder militar” en Paret,
Peter (coord.). Creadores de la Estrategia Moderna. Ministerio de Defensa, Madrid, 1992, p. 231.
68
García Caneiro, José. La racionalidad de la guerra. Tirant Lo Blanch, Valencia, p. 91.
69
Kolko, Gabriel. El siglo de las guerras. Editorial Paidos, Barcelona 2005, p. 343.
70
García Caneiro, José. La racionalidad de la guerra. Opus citada, p. 92.
71
Aron, Raymond. Un siglo de guerra total. Revista de Occidente, Madrid 1963, p. 21.
20
Derecho Internacional, como la guerra submarina sin restricciones que esgrimía como
motivo para entrar en guerra.
Algunos autores como Chomsky, consideran que tras la Segunda Guerra Mundial el nuevo
orden internacional se sustentó sobre tres pilares básicos, el orden económico establecido
en Breton Woods, el orden político establecido en la Carta de las Naciones Unidas y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.72
72
Chomsky, Noam. Estados canallas. Editorial Paidos, Barcelona 2002 p. 148.
73
El 9 de octubre de 1651 el Reino Unido aprobó una ley de navegación (Navigation Act) que prohibía la importación de
artículos, a menos que fueran transportados por barcos ingleses o del país productor de los artículos. Esto eliminaba a los
intermediarios holandeses, y los Países Bajos consideraron la situación insoportable La guerra enfrentó a Robert Blake (1599-
1657) con Maarten Harpertszoon Tromp (1598-1653). Los barcos ingleses vencieron en la mayor parte de los encuentros, y esto
marcó el comienzo de la decadencia neerlandesa. La paz se firmó el 3 de abril de 1654, y se acordó respetar la ley de navegación.
http://historia.mforos.com/725448/5037534-estabilizacion-inglesas-de-cromwell/
74
Mead Earle, Edward. “Adam Smith, Alexander Hamilton, Frieddrich List: las bases económicas del poder militar.” Opus
citada, pp. 231 y ss.
21
es igualmente favorable al comprador y al vendedor. El comercio así visto no es tanto la
guerra como su sustituto.75
Como dijo el General Monck al solicitar la reanudación de la guerra con los holandeses en
1662 “¿Qué importa ésta o aquella razón? Lo que queremos es una parte aun mayor del
comercio con los holandeses.”76 Otro ejemplo era el que escribía un folletinista en 1745
respecto de la guerra que sostenía el Reino Unido con España y Francia: “es más en interés
de los reinos… que continuemos en estado de guerra… nuestro comercio, en general,
florece más en una guerra naval vigorosa y bien llevada que con una paz que permitiera un
libre intercambio con esas dos naciones”.77
Y es que las posiciones librecambistas (a las que evolucionó desde el mercantilismo) del
Reino Unido, y todo el desarrollo conceptual que conllevan, chocaron primero con la
fisiocracia de Colbert y después con el proteccionismo alemán. Obviamente, estos conflictos
entre filosofías económicas encontraron reflejo en los acuerdos de paz que saldaron las
innumerables guerras que se libraron en Europa desde el siglo XVIII.
Las Guerras del Opio estuvieron motivadas por el deseo británico de conseguir un
reequilibrio en la balanza comercial con China, para lo cual no se dudo en abrir los mercados
de este país a un producto, cuyo comercio estaba también prohibido en la metrópoli
británica.
Merece reseñarse que la tardía unificación de Alemania e Italia hizo que estos países
llegaran tarde al reparto colonial, por más que éste se acordase en el Congreso de Berlín de
75
Aron Raymond. Guerra y paz entre las naciones. Opus citada, p. 299.
76
Howard, Michael. Las causa de los conflictos y otros ensayos. Ediciones Ejército, Madrid 1987, p. 227.
77
Ibidem, p. 228.
78
Mead Earle, Edward. “Adam Smith, Alexander Hamilton, Friedrich List: las bases económicas del poder militar.” Opus citada,
p. 236.
79
Ibidem, p. 249.
22
1882. Así, hasta la Primera Guerra Mundial, Alemania imponía un arancel a sus colonias lo
que fue un decisivo factor de desencuentro con los británicos a los que de ese modo se
excluía de los mercados.
El liberal no tiene unos objetivos distintos del mercantilista, sino que interpreta los hechos de
un modo diferente. No se trata de privar a otro ni de un bien ni de los beneficios sino de
maximizar el beneficio de todos mediante una república universal de intercambios que no
distingue el comercio interior del exterior. En consecuencia, el comercio es contrario a la
guerra.80
Para algunos liberales, la causa guerra se encontraría en los intereses de los gobernantes,
en una inadecuada percepción del interés del Estado por parte de sus gobernantes o en la
superpoblación.81
La forma para solventarlos exige una potente financiación que sea capaz de soportar los
elevados gastos que comporta. Y aunque el binomio coste-eficacia, lo que se pretende
conseguir y el costo de hacerlo, debiera ser determinante, merece reseñarse que no existen
guerras económicas puras. Nuevamente hay que recordar que las guerras son actos
políticos.
Bismarck decía que “el mercado libre es el arma del más fuerte.”82 Foch, por su parte,
consideraba que la guerra nacional, ideológica y comercial no se detendrá antes de que las
naciones no hayan agotado todos sus recursos y afirma que ahora ”se abren nuevos
83
mercados a cañonazos.” En palabras del general Smedler Butler: “la bandera sigue al
dinero y los soldados siguen a la bandera” 84 lo que explicó Harold Laski diciendo que:
“los hombres… han podido utilizar su gobierno para proteger sus intereses; y en un último análisis el
gobierno se identifica de tal modo con el inversionista que un ataque a su beneficio se equipara con
una amenaza al honor nacional… las fuerzas armadas son, en efecto, el arma empleada por el
inversionista para garantizar su privilegio.” 85
80
Aron Raymond. Guerra y paz entre las naciones. Opus citada, p. 300.
81
Ibidem, pp. 301-302.
82
Mead Earle, Edward. “Adam Smith, Alexander Hamilton, Friedrich List: las bases económicas del poder militar.” Opus citada,
p. 236.
83
Aron, Raymond. Pensar la guerra, Clausewitz. T. II. Ministerio de Defensa, Madrid 1993, p. 35.
84
Ibidem, p. 274.
85
Ibidem, p. 28.
23
empresa, como ya hiciera Hearst durante la crisis que desembocó en la guerra de Cuba,
movilizó a la prensa nacionalista alemana para sus propios fines.86 En el caso alemán las
clases medias y altas se mostraron a favor del expansionismo y auparon a una clase militar
dotándola de medios económicos, pues si no se hubiera hundido el sistema de valores de la
nación, toda vez que el consenso nacional descansaba sobre valores e intereses
compartidos.87
En una obra aparecida en 1902 y titulada “El Imperialismo”, Hobson deducía que el
capitalismo choca con una dificultad interna insuperable: la distribución desigual de la
riqueza que desemboca en una falta de consumo por parte de los pobres, la cual, a su vez,
provoca una superproducción desanimando a los ricos a invertir sus ahorros.88
Tampoco conviene olvidar las teorías marxistas que consideraban las guerras resultado de
la confrontación de los intereses capitalistas.89 En esta línea Rudolf Hilferdin afirmaba
“el postulado de una política de expansión revoluciona toda la ideología de la burguesía. La
burguesía deja de ser pacífica y humanitaria. Los antiguos librecambistas creían en el libre cambio no
sólo como la mejor política económica, sino también como el comienzo de una era de paz. El
capitalismo financiero ha abandonado desde hace mucho tiempo una noción semejante. Lejos de creer
en la armonía de los intereses capitalistas, sabe que la lucha entre competidores se aproxima cada vez
más a una batalla política por el poder.” 90
86
Ibidem, p. 278.
87
Kolko, Gabriel. El siglo de las guerras. Editorial Paidós, Barcelona 2005, p. 36.
88
Bernoux, Phlippe y Alain Brou. Violencia y sociedad. Editorial Zero, Algorta 1972., p. 106.
89
Lenin. Tres artículos de Lenin. Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín 1976, p. 10.
90
Pastor Verdú, Jaime. La evolución del marxismo ante la guerra y la paz. Editorial Técnos, Madrid 1994, p. 245.
91
Alonso Baquer, Miguel. ¿A que denominamos Guerra? Ministerio de Defensa 2001, p. 270.
24
La teoría de la dependencia expresa la perpetuación de la relación colonial con las antiguas
metrópolis de modo que se impide el despegue de los países tras su independencia
polarizándose la situación social y conteniendo a la población a través de las Fuerzas
Armadas; a su vez el control del mercado por el capital falsea los precios y reproduce el
desequilibrio.92
Merece citarse que, entre 1820 y 1950, el PIB per cápita medio de doce Estados de la
Europa occidental se multiplicó por 4,5 mientras que el aumento que experimentó la India o
Egipto, países en régimen colonial fue testimonial.93 En 1960 el Congo belga, con una
población de 17 millones de personas, contaba con 17 licenciados, de los cuales ninguno
era médico, abogado o ingeniero;94cuando los franceses salieron de Túnez había 143
médicos y 41 ingenieros nativos.95 Por eso la Resolución 1514 establecía que “la falta de
preparación en el orden político, económico, social o educativo no deberá servir nunca de
pretexto para retrasar la independencia.”96
Grundy señala que ”cuando una minoría superordenada insiste en que la mayoría debe
adoptar su cultura y además rehúsa procurar a la mayoría oportunidades para adaptarse,
entonces es muy dudosa la integridad del compromiso misionero.”97Mientras Hobsbawm
apunta que “los imperios siempre se han justificado a sí mismos, tanto cuando afirmaban
que llevaban (su versión de) la libertad a los oprimidos (por otro imperio) o, en la actualidad,
cuando se presentan como campeones de los derechos humanos”. 98
92
Garvía, Roberto. Conceptos fundamentales de Sociología. Alianza Editorial, Madrid 1998, p. 27.
93
Hobsbawm, Eric. Guerra y paz en el siglo XXI. Editorial Crítica, Barcelona 2007, p. 34.
94
Pardo de Santayana y Vacas Fernández. El conflicto de los Grandes Lagos. Colección conflictos internacionales, Ministerio de
Defensa, 2003, p. 28.
95
Hourani, Albert. La historia de los árabes. Vergara, Barcelona 2003, p. 467.
96
Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
97
Grundy, Kenneth W. et all. Las ideologías de la violencia. Editorial Tecnos, Madrid 1976, p. 68.
98
Hobsbawm, Eric. Guerra y paz en el siglo XXI. Opus citada, p. 34.
99
Es lo que Bouthoul llama la tesis de Norman Angelli. Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Ediciones Ejército, 1984, p.
341.
25
económico, por otro basado en fórmulas más cooperativas y concurrentes se ha mostrado
como un factor de beneficio mutuo y estabilización de la sociedad internacional.
Aunque la desigualdad (concepto relativo), como se verá, no ha hecho más que crecer, lo
cierto es que la pobreza (concepto absoluto) ha disminuido, de modo acorde a los Objetivos
de Desarrollo del Milenio.102
Eso no quita que las zonas más desfavorecidas sean un terreno propicio para los conflictos,
pues en ellas convergen a un tiempo, precariedad política, económica y social; son unos
conflictos que afectan en mayor medida a la población civil, son las “guerras de
desintegración”;104 estas nuevas guerras generan espirales de violencia que no hacen
distingos entre civiles y militares cuya base teórica es el “miedo hobbesiano” que alienta la
fragmentación de las sociedades haciendo que los nuevos colectivos se armen y se unan a
otros buscando protección.
Rafael Grasa apunta que existe una zona que abarca unos 50-60 países en los que desde
1945 no existen conflictos en su territorio por los efectos estabilizadores de la democracia y
100
Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Opus citada, p. 360.
101
Münkler, Herfried. Viejas y nuevas guerras. Opus citada, p. 71.
102
Sanahuja, José Antonio. Conferencia:“Pobreza y desigualdad.” X Curso de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.
Documento de Trabajo del Departamento de Estrategia, Septiembre 2008.
103
Sanahuja, José Antonio. Conferencia: “Pobreza y desigualdad”. Opus citada.
104
Jordán, Javier y Calvo, José Luís. El nuevo rostro de la guerra. Opus citada, pp. 56 y 92
26
enlaces económicos. Sin embargo, señala la existencia de una zona de conflictividad Sur-
Sur elevada consecuencia de las “democracias inciertas” instaladas en sus territorios y
también de economías frágiles y fracturas étnico-culturales.105
Los Estados más avanzados se ven atravesados por flujos económicos, de armas,
terroristas, drogas, culturas, religión. En 1950, 25 millones de personas cruzaron las
fronteras de sus países; en 1980, los emigrantes legales fueron 325 millones.108
105
Grassa, Rafael, “La seguridad humana como síndrome y programa.” en Tulchin, Joseph et al. La seguridad desde las dos
orillas. Ediciones Bellaterra, Barcelona 2006, p. 306.
106
Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Opus citada, p. 359.
107
Lecturas de Sociología Militar.”Sociología de la guerra”. Documento de Trabajo Escuela de Guerra Naval. Biblioteca del
CESEDEN B22C1, p. 16.
108
Toffler, Alvin y Heidi. Las guerras del futuro. Opus citada, p. 338.
109
Jordán, Javier y Calvo, José Luís. El nuevo rostro de la guerra. Opus citada, p 59 y 72.
110
Pastor Verdú, Jaime. La evolución del marxismo ante la guerra y la paz. Opus citada, p. 436.
27
cada vez más distantes. Si la oposición Este-Oeste era una ideología de guerra que
estableció un equilibrio de paz, la división Norte-Sur es un orden pacífico aunque con
desequilibrios y enfrentamientos.111
Verstrynge, por su parte, considera apoyándose en el trabajo de George Bataille, que las
guerras son resultado de la existencia de excedentes que no pueden ser absorbidos por un
sistema para su desarrollo; estos excedentes deben ser empleados y uno de sus usos es la
guerra.114Los sistemas viven así en una alternancia de acumulación disipación, que encaja
en la naturaleza pulsante de la guerra preconizada por Clausewitz.
Sombart habla del “estímulo que han significado para algunos de las principales industrias y
el comercio con sus productos: la industria del cobre, del zinc y, sobre todo del hierro, es
decir, aquellas ramas de la actividad industrial que suministraba la materia prima para las
armas.” 115
Este estímulo, que es consecuencia, también puede verse como causa. Así, otro caso de
guerras de superabundancia es la que se lleva a efecto para dar salida al exceso de
producción.116 En esta línea, hay quienes consideran que lo que el presidente Eisenhower 117
denominaba el entramado militar-industrial118 es también un factor belígeno por las tensiones
que genera.
111
Rufin, Jean-Chritophe. El imperio y los nuevos bárbaros. Ediciones Rialp, Madrid 1992, pp. 23 y ss.
112
Burke, Megan. “La recuperación del conflicto armado.” Documento de trabajo de FRIDE num. 22/2006, p. 7.
113
Ibídem, p. 15.
114
Verstrynge, Jorge. Una sociedad para la guerra. Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid 1979, p. 52.
115
Pastor Verdú, Jaime. La evolución del marxismo ante la guerra y la paz. Opus citada, p. 30.
116
Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Opus citada, p. 363.
117
“Discurso de despedida del presidente Eisenhower al pueblo americano” pronunciado el 17.01.1961 en
www.eisenhower.utexas.edu
118
Brodie, Bernard. Guerra y política Fondo de Cultura Económica, México 1978, p. 281
28
Con su participación, los Ejércitos justifican su existencia al tiempo que obtienen
adiestramiento y usan un material que el complejo industrial repone. Una simbiosis casi
perfecta desarrollada por muchas de las llamadas “teorías de la conspiración” que presentan
a Vietnam como ejemplo. A modo de prueba de la permeabilidad de la Administración
norteamericana119 muchas veces se citan las relaciones con la industria militar de
Presidentes, Vicepresidentes y demás altos cargos de la administración.
Pero también es cierto que desde 1960 el número de empresas occidentales que fabrican
armas no ha hecho más que aumentar; en 1994, había 300 compañías en 52 países
implicadas en el negocio de armas de pequeño calibre y en 2001 eran ya quinientas. En
2005 había en el mundo 125 millones de Kalashnikov.120
David cifra el número de muertos que provocan anualmente entre 300.000 y 500.000 y
establece el negocio entre los 10.000 millones de dólares, además de entre 1.000 y 2.000
millones en dinero negro.121
119
Molina Miguel Ángel et all. Guerra global permanente. Opus citada, p. 150.
120
Hobsbawm, Eric. Guerra y paz en el siglo XXI. Opus citada, p. 154.
121
David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Opus citada, p. 327.
122
VV. AA. Apuntes de Polemología. Opus citada, Capítulo VI.
29
Pero esta desigualdad es contradictoria. Una contradicción que se establece, por un lado,
entre los niveles de integración alcanzados entre países y mercados y la falta de un marco
normativo e institucional equivalente y acorde; por otro, entre unas responsabilidades
crecientemente compartidas fruto de un sistema cada vez más integrado y las oportunidades
de progreso que ese mismo sistema brinda a todos los implicados.123
Por eso, no hay nada menos inocente que el laissez-faire, con el que se pretende
contemplar la miseria con ecuanimidad mientras se aplacan los remordimientos y se dice
que no existe alternativa.124
Y es que una de las más importante clasificaciones que cabe hacerse de los países del
mundo actual es la que puede hacerse en función del reparto de la riqueza entre países, e
incluso por géneros.125 Como dijera Schmitt “si yo digo mío y tuyo no sólo individualizo el
origen del momento polémico, sino que impongo la definición del enemigo como definición
de mi identidad”126 para añadir más adelante “antes los pueblos guerreros sometían a los
pueblos que dirigían el comercio, hoy ocurre al contrario.”127
También debe ponderarse el papel de países como China o India, principales actores
económicos de sus regiones, que presentan características de potencias mundiales a la vez
que las fragilidades propias del subdesarrollo.
123
Alonso Rodríguez, José Antonio. “Riesgos económicos internacionales” en VV.AA. Cuaderno de Estrategia núm. 120/2002,
pp. 92 y 93.
124
Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. Opus citada, p. 225.
125
Sanahuja, José Antonio. Conferencia: “Pobreza y desigualdad.” Opus citada.
126
Citado por Arico, José. Introducción a Schmitt, Carl. El concepto de lo político. Alianza Editorial, Madrid, 1991, p. XIII.
127
Schmitt, Carl. El concepto de lo político. Opus citada, p. 73.
30
Pero no sólo ha variado la composición intergrupo e intragrupo, sino el peso ponderado de
los distintos países. Rufin128 y Steinbruner señalan que, aunque el PIB mundial se haya
multiplicado por cinco desde 1945 hasta 1985, EE.UU, por ejemplo, ha pasado del 50% de la
producción mundial al 25%.
Pero éste el desequilibrio no se da sólo entre países sino también dentro de los países. Por
ejemplo, mientras que 358 fortunas personales equivalen a los bienes que disponen
2.500.000;129 un total de 2800 millones de personas, cerca de la mitad de la humanidad, vive
con menos de 2 dólares al día y 1200 millones con menos de 1 dólar.130 Y los números lejos
de mejorar, empeoran.
Además, este tipo de conflictos civiles, en aplicación de lo anterior, sólo resultan posibles
cuando las organizaciones rebeldes son viables económicamente. La delincuencia
organizada generada a partir de la explotación de recursos considerados ilícitos por la
comunidad internacional se ha mostrado como una vía exitosa de financiación (opio,
cocaína, secuestros económicos, extorsión…).
Morris Miller, del estudio de cincuenta y cinco países, deduce que las desigualdades
regionales, no en exclusiva, sino combinadas siempre con otros factores, están relacionadas
con conflictos violentos internos. A su juicio, lo que hace a un país tener un verdadero riesgo
de conflicto interno es la combinación de las desigualdades regionales con la exclusión
política de los grupos minoritarios, es decir cuando no existen fórmulas que sirvan a la
articulación institucional de los intereses de las partes; esta opinión es compartida por
Fisas131 que apunta el hecho de que el poder económico en estos países es inferior a los
2.000 dólares anuales de renta per cápita.
128
Rufin, Jean-Chritophe. El imperio y los nuevos bárbaros. Ediciones Rialp, Madrid 1992,p. 161.
129
Taylor, Peter J y Flint, Colin. Geografía política. Opus citada, p. 1. Datos de 1996.
130
Alonso Rodríguez, José Antonio. “Riesgos económicos internacionales” en VV.AA. Cuaderno de Estrategia núm. 120/2002,
p. 71.
131
Fisas, Vicenc. Procesos de paz y negociación en los conflictos armados. Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona 2004, p. 26.
31
La ideología que separa al Norte y el Sur, según Rufin, es una ideología de la desigualdad.
En lo político es la estabilidad lo que prima, mientras en lo económico el desarrollo universal
es considerado inútil. El Norte busca seguridad; para ello renuncia a expandir su modelo
demográfico, sus ideales democráticos y su productivismo y crear un conjunto de Estados
tapón (como Méjico, Marruecos, Turquía...) que sin llegar alcanzar su nivel de desarrollo
(sino se trasladaría el problema sin solucionarlo) lo aíslen de una realidad más alejada.132
Todo ello coincide con una deslocalización de las fuentes de materias primas, mayormente
situadas en el Tercer Mundo, respecto de la ubicación de los centros de producción y
consumo, que en no pocas ocasiones han agotado ya las suyas propias (o las mantienen
como reserva estratégica), y se sitúan en el primero.
132
Rufin, Jean-Christophe. El imperio y los nuevos bárbaros. Opus citada, p. 196.
133
Fisas, Vicenc. Procesos de paz y negociación en los conflictos armados. Opus citada, p. 25.
32
Paul Collier estima que los países pobres están atrapados por cuatro trampas: conflicto
armado, dependencia de sus recursos naturales, gobernabilidad pobre y aislamiento
geográfico respecto de los mercados desarrollados. Jeffrey Sachs, por su parte, ha
sostenido que las trampas son la mal nutrición, las enfermedades, la pésima infraestructura
y la alta fertilidad. Un abanico que va desde profundos problemas estructurales hasta graves
problemas comunitarios.134
CAPÍTULO II
134
VV.AA. “La era de la globalización: Estados bajo presión.” Informe de conferencia 03. Fundación FRIDE 2008, p. 12.
135
Burke, Megan. “La recuperación del conflicto armado.” Opus citada, p. 18.
136
Kennedy, Paul. Hacia el siglo XXI, Barcelona Plaza y Janés, 1992.
33
de los conflictos, sino también un concepto capital en el ámbito operativo al fijar el plano en
que se desarrollan y condicionar su evolución desde una perspectiva estratégica y táctica.
La guerra es una función de naturaleza social. Antes de que existiera la sociedad no existía
la guerra, pues la guerra es, utilizando las palabras de Bouthoul,” la lucha armada y
sangrienta entre agrupaciones organizadas”.137 El desarrollo de las estructuras de las
sociedades conlleva la aparición de elementos polemológicos por la propia dinámica de
grupos. Gellner señala que dos hombres son de la misma nación si se reconocen de la
misma nación; son las naciones, los colectivos, las que hacen al hombre.138
Marcel Merle considera que los particularismos étnicos, lingüísticos o religiosos han
retornado quizá a causa de la uniformización impuesta por el Estado.139 Como sostenía
Valery, el grado de civilización se mide por el número de contradicciones acumuladas. 140
137
Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Ediciones Ejército 1984, p. 61.
138
Gellner, Ernest. Naciones y nacionalismo. Alianza Editorial, Madrid 2006, p. 74.
139
Merle, Marcel. Sociología de las Relaciones Internacionales. Opus citada, p. 329.
140
Liddell Hart, B.H. Estrategia: la aproximación indirecta. Opus citada, p. 19.
141
Jaime, Oscar. “Causas del terrorismo nacionalista” en Robles et al. Los orígenes del terror. Editorial Biblioteca Nueva Madrid
2004 p. 90.
142
Schmitt, Carl. El concepto de lo político. Alianza Editorial 1991, p. 33.
34
objetivo del grupo y la estabilización de la identidad grupal son necesarios un sistema de normas
comunes y una distribución de tareas según una diferenciación de roles específica de cada grupo.”
En los grupos simples, el objetivo común y el sentimiento de solidaridad son claros, pero en
las sociedades complejas es más difícil su determinación. Por el contrario, las sociedades
complejas desarrollan un sistema de normas y una distribución de roles más elaborados,
aunque comparten una uniformidad intelectual y moral.143
Pero, al mismo tiempo, el contacto con otros grupos sociales hace nacer la competencia
tanto en el terreno material, de los recursos, como en el ideológico-religioso. La competición
cuando se suma a la categorización social, es decir a la “conciencia de grupo”, trae la
hostilidad y el conflicto. Es el choque de intereses nuestro-vuestro que se constituye como
una causa polemológica.
143
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Alianza Editorial, Madrid 2003, p. 32 y ss.
144
Ibn Jaldún. (Charles Issawi, selección, prólogo e introducción). Teoría de la sociedad y de la historia. Opus citada, p. 173.
145
Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2006, pp. 197 y ss.
146
Ternon, Yves. El Estado criminal. Editorial Península, Barcelona 1995, p. 106.
35
“la evolución no marcha por el camino del tamaño (de lo pequeño a lo grande), ni del número (de lo
uno a lo múltiple), sino por el camino de lo sencillo a lo complejo, lo que acarrea el aumento de lo
interior, de lo psíquico, de lo consciente. En suma, de la espiritualidad.”
Bajo este prisma, el enemigo deja de ser simplemente “el otro” para sufrir un proceso de
metamorfosis que le lleva a ser diabolizado. Ya no se cuestiona el derecho del otro frente al
mío, sino el derecho del otro a ser y a tener en pie de igualdad. Para Ignatieff se
“toma los hechos neutrales de un pueblo – la lengua, territorio, cultura, tradición e historia – y los
convierten en una narración…toma las “diferencias menores” y – en si mismas irrelevantes- y las
transforma en grandes distinciones…..la característica más acusada de la mirada narcisista es que
sólo contempla al Otro para confirmar su diferencia”. 148
Freud considera que en la conducta humana subyace una suerte de narcisismo. “Algo”
resulta querido en la medida en que se asemeja a “nosotros” y nos confirma, e
inversamente, “algo” resulta hostil en función de su lejanía.
“el narcisismo de la diferencia menor consiste, pues, en la entrega a una fantasía colectiva que
permite a los individuos amenazados o ansiosos evitar el esfuerzo de pensar por sí solos e incluso de
pensar en si mismos. De igual modo, la tolerancia dependerá de la capacidad para individualizar a
los demás.”150
El recorrido vital del hombre hace que necesite de referencias; estas se ven afectadas por
las tensiones de procesos como la globalización, el desarrollo de los medios de
147
Schmitt, Carl. El concepto de lo político. Opus citada, p. 67.
148
Ignatieff, Michael. El honor del guerrero. Editorial Taurus, Madrid 1999, pp. 54 y 55.
149
Glover Jonathan. Humanidad e inhumanidad. Ediciones Cátedra, Madrid 2001, p. 203.
150
Ignatieff, Michael. El honor del guerrero. Opus citada, p. 65.
36
comunicación de masas… que a su vez han afectado no ya al orden internacional, sino a los
sistemas de valores.
Etnia, lengua, religión y cultura son etiquetas, elementos de definición identitaria al tiempo
que planos habituales para el conflicto. Esto es, actúan como mecanismos de polarización
promoviendo el alineamiento de la población de modo dicotómico y excluyente, según la
lógica de clasificación dentro-fuera. Y es un sentimiento comúnmente reconocido que cuanto
más inseguro se siente el hombre más se afirma en su identidad, siendo las sociedades
donde resultan particularmente estrechas las identificaciones entre sus miembros aquellas
en que más enconadas son las disputas.151 Pero la identidad no es un concepto estático sino
abierto, discursivo.
Decía Carlos Ilich Ramírez152 – alias Carlos-, converso al Islam, “si el marxismo hubiera
sabido reintroducir pronto una dimensión trascendente, casi con seguridad se hubiera
impuesto casi en todas partes“ e identifica el Islam como “la única fuerza trasnacional capaz
de oponerse a la esclavización de naciones.”
El tabú tiene su origen en la necesidad de establecer unas normas que preserven al grupo y
garanticen su supervivencia, cohesión y respeto a la identidad; su consecuencia es la
aparición de normas morales. Por ejemplo, el incesto ha sido sistemáticamente tabú por sus
nefastas consecuencias para la especie; sería tabú emplear las armas contra los miembros
151
Storr, Anthony. La agresividad humana. Alianza Editorial, Madrid 1970, p. 100.
152
Verstrynge, Jorge. La guerra periférica y el Islam revolucionario. Editorial Viejo Topo 2005, p 67
153
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Alianza Editorial, Madrid 2003, p 38.
37
del propio clan, estaría prohibido tomar hembras por la fuerza pues podría provocar
venganzas de sangre, como tampoco no cumplir las normas higiénicas.
Por otro lado, con la aparición del fenómeno pre-religioso, el grupo crea los símbolos de un
poder oculto y superior que a la larga le identificará y proporcionará mayor cohesión. Es el
tótem. Este puede ser cualquier objeto o acontecimiento que tenga importantes efectos en
el bienestar material o espiritual de una sociedad por lo que, con el transcurso del tiempo,
tiende a convertirse en objeto de actitud ritual. Freud habla del instinto totémico, mediante el
cual un hombre se identifica con el mismo objeto que sus compañeros de clan y se
convierten en uno. El tótem o alma colectiva, se transforma en una representación del
“nosotros” en contraposición a los “demás” manifestando un instinto gregario que forma,
junto a los de conservación, nutrición y sexual, la totalidad de instintos primarios de la
especie.
Algunos sociólogos consideran que las ideas de tótem y Dios tienen el mismo origen. Así,
Durkheim154 afirma que “los dioses son los pueblos pensados simbólicamente” que “los
intereses religiosos no son más que la forma simbólica de los intereses morales y
materiales”, una visión confusa de la adoración que la sociedad se tributa a sí misma y en la
que lo realmente importante es la solidaridad.155
Girard sugiere que la religión tiene como función mantener la violencia fuera de la
comunidad, sublimarla, hacerla sagrada, trascendentalizarla.158 Así, al igual que sucedió
con el efecto totémico, lo trascendente tiene también una dimensión social; la identidad del
grupo, el “nosotros”, se refuerza con la religión de modo que resulta de mayor relevancia,
sociológicamente hablando, el concepto de “lo sagrado” que el de Dios.159
154
Aron, Raymond. Las etapas del pensamiento sociológico. Ediciones siglo XX, Buenos Aires, pp. 54 y ss.
155
González Noriega, Santiago en Introducción a Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, p. 7.
156
Aron, Raymond. Las etapas del pensamiento sociológico. Opus citada, p. 59.
157
Joas, Hans. Guerra y modernidad. Ediciones Paidos Ibérica S.A., Barcelona 2005, p. 95.
158
García Caneiro, José. La racionalidad de la guerra. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid 2000., p. 124.
159
Aron, Raymond. Las etapas del pensamiento sociológico. Ediciones siglo XX, Buenos Aires, p. 55.
38
De hecho Durkheim sostiene que “la religión no ignora la sociedad real ni hace abstracción
de ella sino que es su imagen y refleja todos sus aspectos, incluso los más vulgares y
repulsivos”. 160 Su aportación definitiva fue relacionar el ámbito de lo sagrado con el control
que ejercen la sociedad y la cultura sobre la conciencia individual.
En una sociedad posmoderna como la occidental, donde parecen haber prosperado valores
asociados al laicismo cabría pensar que esta idea está superada; nada más lejos de la
realidad. Cual es, por ejemplo, la reacción social europea ante la ablación femenina. Por otro
lado, la democracia de sufragio universal, la igualdad de la mujer, los derechos humanos
¿no son, a caso, el nuevo tótem de nuestra cultura occidental?
En febrero de 1994, Baruch Goldstein asesinó a 29 musulmanes e hirió a 150 más mientras
se encontraban orando en la mezquita de Hebrón. De este modo, estaba golpeando
simultáneamente en el punto de convergencia de las líneas de fractura de las tres religiones
160
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, p. 633.
161
Aron, Raymond. Las etapas del pensamiento sociológico. Opus citada, p. 62.
162
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, pp. 302 y ss.
39
monoteístas nacidas de la Casa de Abraham. Y es que ese lugar, la gruta de Macpela, es el
primer terreno adquirido por Abraham en la Tierra Prometida y tradicionalmente se considera
que alberga la Tumba de los Patriarcas, junto a las de Adán y Eva; se trata pues de un lugar
santo para las tres religiones y, por ende, ecuménico e interreligioso.
Y es que desde las religiones se trata no sólo de explicar al hombre y a su universo visible,
sino también aquello que desconoce presentándolo como verdad absoluta. 163 Así la
formulación de los Mandamientos (Éxodo, 20), la Alianza, presenta a Dios como unificador
de su pueblo (Dios de Israel) con exclusión de otros, otorga un recuerdo permanente de su
presencia y dicta normas para la comunidad.
Por eso resulta útil su inclusión en cualquier lógica de confrontación; la religión actúa
simultáneamente como elemento de diferenciación, ayuda a la definición del grupo y se
convierte en un aglutinante que proporciona asistencia psicológica a sus miembros y
favorece el desarrollo de estrategias de largo plazo.
Pero existe una cierta tendencia a sobrevalorar los hechos, a hacer de la dimensión religiosa
la clave explicativa, el motor de sus sociedades. De este modo la religión se convierte, como
mínimo, en la piedra angular que justifica cualquier conflicto o proceso de cambio conflictivo
y condiciona el necesario análisis multicausal, cuando muchas veces ha sido utilizada
instrumentalmente. Hay autores165 que consideran que el Estado ha pretendido sustituir a
Dios en el seno de las sociedades.
163
Storr, Anthony. La agresividad humana. Alianza Editorial, Madrid 1970, p. 101.
164
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, p. 630.
165
Ternon, Yves. El Estado criminal. Opus citada, p.66.
40
una comunidad de creyentes más que como un conjunto de doctrinas; por consiguiente lo
que se defendía en las guerras de religión era una concepción de la comunidad. Los otros
eran los que no eran de la propia religión; así los edificios sagrados de la América
precolombina para los españoles eran mezquitas y las ciudades “Cairos.”166
Galtung167 habla de un perfeccionismo de las religiones occidentales que las presenta como
exhaustivas y excluyentes, combinando universalidad y singularismo, al igual que hacen los
totalitarismos, e Ignatieff afirma “el imperialismo europeo dividió el mundo en “nosotros” y
“ellos”…. Pero la conciencia europea siempre tuvo presente un universalismo cristiano y
jurídico que rechazaba esa definición particularista de las obligaciones”168 fomentando un
“sentimiento de culpa”. Como sostiene Freund numerosos conflictos “nacen de desacuerdos
sobre la idea de perfección”. 169
Manuel Castell, por su parte, señala como la exclusión social y la irrelevancia económica se
ha traducido en la exclusión de los exclusores por parte de los excluidos, mediante la
afirmación de un conjunto alternativo de valores incompatibles con aquellos sustentados, por
fundamentalismos de todo tipo y articulados en torno a la religión;170 Remón afirma que,
hasta la Revolución Francesa y el desarrollo político, no surgió un terrorismo “laico” teniendo
los fenómenos de violencia anteriores connotaciones religiosas.171
“Las mitologías consisten a veces en substituir la pluralidad de causas por un factor único, en dar un
valor incondicional a un objetivo deseado o en menospreciar la distancia entre los ensueños humanos
y el destino de las sociedades.” 172
El primer homicida, según la Biblia, fue Caín y sus razones estaban ligadas a la distribución
del favor divino; de hecho, Sayyed Qutb postulaba que “la división básica en la humanidad
era la religiosa, más que la racial o nacionalista, y que la guerra religiosa era la única forma
de asesinato moralmente válida”.173
166
Iranzo Dosdad, Ángela. “La religión: un factor de orden y desorden en la formación de la sociedad internacional en el nuevo
orden global.” Opus citada, pp. 145-146.
167
Galtung, Johan. ¡Hay alternativas¡. Editorial Tecnos, Madrid 1984, p. 130.
168
Ignatieff, Michael. El honor del guerrero. Ediciones Taurus, Madrid 1999, p.19.
169
Freund, Julián. Sociología del conflicto. Ediciones Ejército, Madrid 1995, p. 197.
170
Castell, Manuel. La era de la información: Economía, sociedad y cultura. Volumen III: fin de milenio. Alianza, Madrid 2000, p.
425.
171
Remón, Julia. “Aproximación a la historia del terrorismo” en VV. AA. Afrontar el terrorismo. Gobierno de Aragón 2006, p. 86.
172
Aron Raymond. Pensar la guerra, Clausewitz. T. II. Opus citada, pp. 104 y 105.
173
Qutb, Sayyid. This Religion of Islam. Al-Manar Press, California, 1967, p. 87.
41
La religión – para algunos, el factor olvidado de las Relaciones Internacionales 174 - en su
fusión con la geopolítica actúa como un elemento discursivo más; no obstante, tal fusión se
produce en determinados espacios temporales por lo que se supera la inhibición que se
intuía podía ser el resultado de su convivencia con la racionalidad moderna.175
Lo más relevante de la crisis de las grandes ideologías totalizantes con las que se cerró el
siglo XX ha sido la mutación de las ideologías seculares tradicionales y su reconstrucción
mediante matrices culturales, religiosa, cultural-lingüística como formas de movilización e
identificación colectiva, en el contexto del apoyo de fantásticos multiplicadores mediáticos. 181
La religión se confunde pues con una entidad no religiosa, con un Estado o con una nación.
La apertura de las puertas del Templo de Jano en la antigua Roma señalaba la guerra pero
no hacia a los dioses culpables ni instigadores de ella. Y a Aquiles, ningún dios le llevo a la
contienda contra Agamenón, sino que fue aquél cuando se apoderó de Briseis, mujer que
174
Johnston D. y Sampson, C. La religión el factor olvidado de las Relaciones Internacionales. PPC, Madrid 2000.
175
Cairo Carou, Heriberto. “Fundamentalismo cristiano” en Cairo Carou Heriberto y Pastor Verdú, Jaime (comp.) Geopolíticas,
Guerras y resistencias. Trama Editorial, Madrid 2006, p. 118.
176
Iranzo Dosdad, Ángela. “La religión: un factor de orden y desorden en la formación de la sociedad internacional en el nuevo
orden global” Opus citada, p. 141.
177
Kepel, Gilles. La Revancha de Dios. Anaya&Mario Muchnik, Madrid 1991.
178
Khader, Bichara. “Terrorismo islamista localizado Terrorismo islamista globalizado. Un ensayo de definición” en VV. AA.
Afrontar el terrorismo. Gobierno de Aragón 2006, p. 203.
179
Ibidem.
180
Bada Panillo, José. “Más allá de una cultura del miedo y del odio, de la guerra preventiva y del terrorismo” en VV. AA. Afrontar
el terrorismo. Gobierno de Aragón 2006, p. 361.
181
Vilanova, Pere en Prólogo a David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Icaria, Barcelona 2006, p. 19.
42
Aquiles quería para sí como botín, dicho sea de paso, una de las causas de enfrentamiento
más antiguas del mundo.182
Pero, más propiamente, tal es el caso de las guerras de religión en Europa (como afirma la
Ignatieff la Reforma obligó a replantearse, en un mundo ya dividido entre confesiones
rivales, la universalidad humana que había servido de premisa para la unidad de los
cristianos) o de los conflictos entre sunníes y chiitas, de hecho los musulmanes son los que
padecen el mayor número de muertes por acción de su terrorismo radical.
Shlomo Ben-Ami señala que los movimientos que se registran en muchos países
musulmanes con el ascenso del islamismo político no son más que una expresión del
hartazgo de sus pueblos ante la corrupción e incapacidad de las élites en el poder, lo que les
resta simultáneamente legitimidad y capacidad de gobierno; la elección de estos pueblos no
se establece entre tiranía y democracia, sino entre una suerte de autoritarismo laico y una
forma particular de democracia islámica.185
.
La alienación y la humillación cultural constituyen un caldo de cultivo del que es posible que
fermenten grupos terroristas. Pero se busca la autoridad de la religión para conseguir la
182
Piénsese, por ejemplo, en el rapto de las sabinas por los romanos.
183
Storr, Anthony. La agresividad humana. Alianza Editorial, Madrid 1970, p. 101.
184
Canto III.
185
Ben-Ami, Shlomo. Ponencia para el panel “Interreligious & Intercultural Understanding Panel: Interreligious and Intercultural
Understanding and Western-Islamic Relations.” Para el Georgetown Global Forum on Competitiviness en Madrid, 7 de marzo de
2008.
43
legitimidad moral que permita atacar a los símbolos de la economía y del poder político
global, lo que se presenta como una imagen de lucha espiritual entre el bien y el mal. De
este modo, la religión sin ser causa directa, ha resultado ser un factor multiplicador del
problema del terrorismo a cuya vertebración puede servir actuando como herramienta de
movilización y marco legitimador.
Es un hecho que los dirigentes espirituales más destacados de nuestra época se encuentran
aquellos que han promovido cambios sociopolíticos; por ejemplo Mahatma Gandhi, Martin
Luther King o el arzobispo Desmond Tutu.186 La religión no siempre tiene que ser un factor
negativo en la resolución de los conflictos.187 De hecho, católicos del calado político de
Robert Schumann188 se encuentran en espera de canonización.
Tampoco todo son diferencias. Así, no deja de sorprender que la configuración doctrinal del
Islam y del Cristianismo sean tan similares; unos textos sagrados, una Primera Generación
de referencia (los Apóstoles en el Cristianismo y los Compañeros del Profeta en el mundo
islámico) y varios siglos para unificar doctrina (Concilios e ijtihad).
Muchos nombres de musulmanes hacen referencia a personajes bíblicos como Yusuf (José),
Isa (Jesús), Suleimán (Salomón), Musa (Moisés) Yahya (Juan), Hawwa (Eva), Miriam
(María)….189 Es más, la casa de Abraham es la raíz troncal y referencia para el encuentro de
las tres religiones monoteístas de signo semítico. No obstante, los judíos consideran
irrelevante para su fe al cristianismo y al Islam, los cristianos que el judaísmo está superado
y el Islam es herético, y los musulmanes que el cristianismo y el judaísmo están
sobrepasados.
186
Johnston D. y Sampson, C. La religión el factor olvidado de las Relaciones Internacionales. PPC, Madrid 2000, p. 30.
187
Sánchez Jiménez, José. “El factor olvidado…” en Revista Utopía y Sociedad núm.19/2002, p. 261.
188
Petschen Verdager, Santiago. Conferencia:“La religión como factor polemológico.” II Curso Superior de Inteligencia, ESFAS,
CESEDEN, febrero 2009.
189
Ibidem, pp. 19 y ss.
44
Jean Claude Bassset define el diálogo interreligioso como el “intercambio de palabras y
escucha recíproca que compromete en pie de igualdad a creyentes de diferentes tradiciones
religiosas” de modo que lo interreligioso es “un lugar de encuentro e interpelación
recíproca.”190
Entre estas religiones existe un espacio común que trasciende los dogmas y las diferencias
teológicas, pero que, sin embargo, está constituido sobre los valores que de ellos se
deducen; estos a su vez, superan el ámbito de lo religioso proyectándose sobre la sociedad
civil. De este modo, las religiones convergen en el marco de los valores y en el espacio de lo
no religioso.
Cada cultura proporciona el más alto grado de protección y control social con las mayores
disculpas de la agresión al construir sus propias justificaciones para las conductas violentas
de sus miembros. Estas excusas culturales de la violencia no sólo facilitan la subyugación y
el sufrimiento de las víctimas, sino que también deshumanizan a los agresores al
racionalizar la prepotencia, la explotación y el fanatismo.192
190
Basset, Jean Claude. El diálogo interreligioso. EGO Comunicación, Bilbao, 1999.
191
Rojas Marcos, Luis. Las semillas de la violencia. Espasa Calpe, Madrid, 1995, pp. 188, 189 y 195.
192
Ibidem, p. 204.
193
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, p. 630.
45
El etnocentrismo presenta lo propio como natural y lógico, mientras lo ajeno resulta extraño,
extravagante, cuando no una agresión. En palabras de Bernaux:”negarse a pertenecer a un
grupo, a hablar la misma lengua, a tener referencias a un conjunto de normas y de
conocimientos comunes, es rehusar su cultura y esta repulsa es la manifestación de la
194
mayor violencia. ” Con los valores propugnados desde una cultura se trata de definir lo
bueno y lo malo,
“lo justo de la causa también tiene por fundamento o pretexto la defensa de un valor… la elección de
un valor con preferencia a otros es inminentemente polémica, a causa de la irreductibilidad de los
valores de uno a otro, y de su inevitable multiplicidad.”195
En el siglo XVI los valores cristianos dieron cobertura intelectual a la acción conquistadora.
En el siglo XIX estos valores fueron sustituidos por los valores humanitarios y la razón
civilizadora, de modo que sólo se hablaba de una civilización en singular, a la que se
sumarían las demás culturas una vez que superasen su minoría de edad. Esa superioridad
moral se encontraba sostenida por la misma identidad cristiana, de modo que el sistema de
relaciones internacionales fue edificado a partir de una concepción eurocéntrica.196
194
Bernoux, Phlippe y Alain Brou. Violencia y sociedad. Editorial Zero, Algorta 1972., p. 82.
195
Freund, Julián. Sociología del conflicto. Opus citada, p. 198.
196
Iranzo Dosdado, Ángela. “La religión: un factor de orden y desorden en la formación de la sociedad internacional en el nuevo
orden global.” Opus citada, p. 148.
197
Racionero, Luís. El siglo XXI. Artículo para el diario ABC día 16 de noviembre de 1992.
198
Toffler, Alvin y Heidi. Las guerras del futuro. Ediciones Plaza & Janés, Barcelona, 1981., p. 41.
199
Huntington, Samuel P. ¿Choque de civilizaciones? Editorial TECNOS, Madrid 2002., pp. 15 y 16.
46
El discurso de Huntington identifica el “nosotros” en las civilizaciones y se fundamentaba en
que las diferencias más relevantes entre pueblos no son las económicas, políticas o
ideológicas sino las de signo cultural concluyendo de ello que, aun manteniendo el concepto
de Estado su vigencia, las Relaciones Internacionales se caracterizarán por un equilibrio de
poder entre las civilizaciones. De hecho considera que el conflicto se instala en las líneas de
fractura que separan las siete civilizaciones en que se divide el mundo. Además, considera
que yuxtapone cada vez más a miembros de diferentes culturas motivando una reflexión
sobre su identidad.
Huntington considera que a partir del Tratado de Westfalia hasta 1793, las guerras eran
conflictos entre príncipes; desde esa fecha y hasta la Primera Guerra Mundial las guerras lo
fueron entre Estados; desde entonces y hasta la caída del comunismo el conflicto se
sustanció entre ideologías.
Príncipes, naciones e ideologías se ven ahora sustituidos por civilizaciones. Esto se explica
por las evidentes e insalvables diferencias existentes, junto al hecho de que el mundo se
haya quedado más pequeño por lo que “las interacciones entre pueblos y gentes de
diferentes civilizaciones intensifican la conciencia de civilización de los individuos y ésta a su
vez refuerza diferencias y animosidades”200 al tiempo que los procesos de modernización
despojan a los hombres de sus antiguas identidades. Pero modernización no implica
necesariamente occidentalización:
“las sociedades no occidentales se pueden modernizar y se han modernizado de hecho sin abandonar
sus propias culturas y sin adoptar indiscriminadamente valores, instituciones y prácticas
occidentales.”201
En este marco, una civilización como la occidental que se presenta como universal, entra en
colisión con el particularismo de las otras civilizaciones (la japonesa, hindú, africana,
ortodoxa, islámica o budista) que toman conciencia de sí mismas y comienzan a convertirse
en sujetos de una dinámica de la que antes sólo formaban parte las naciones occidentales.
200
Ibidem, pp. 24 y 25.
201
Ibidem, p. 57.
47
No siendo la cultura Occidental universal, la modernización no es igual a la
occidentalización, y las pretensiones universalistas de Occidente acabarán por producir un
choque de civilizaciones. La exportación de la democracia no era así mucho más que la
reformulación del “white men burden” decimonónico y una forma de hacer prevalecer el
propio código de valores. Pero es “una obligación moral, no una oportunidad de rapiña.”202
Como sostiene Luttwak:
“desde un punto de vista demográfico, Occidente está desapareciendo. En los sitios en que esto no
ocurre, se debe a que está recibiendo inmigración de países no occidentales. Pero la cultura
sobrevivirá. Cuando el último occidental haya muerto, todavía encontraremos a Lucrecio publicado
en Corea.” 203
El problema del planteamiento de Huntington es que su sólo debate posibilita aun más su
desarrollo. Rufin en el mismo sentido apunta como la actividad revolucionaria del Tercer
Mundo está retornando, y mientras se abandonan categorías como proletarios / oprimidos
que son substituidas por otras como opresor / oprimido, al tiempo que se mantiene en la
penumbra el futuro, se legitima la violencia e incluso el terror, rechazando los valores propios
de la cultura grecolatina (cientifismo, progreso, derechos humanos…) mediante el recurso a
las tradiciones de la cultura local, fundamentalmente a la religión.204
Del trabajo de Huntington puede inferirse que los niveles de conflictividad con Occidente se
incrementarán en el futuro, pero también que es improbable que se produzca un auténtico
choque de civilizaciones; lo que sí son factibles son las colisiones en todo el margen de las
líneas de fractura, razón por la que postula un orden internacional basado en las
civilizaciones.
La crítica que cabe hacérsele es que conduce del determinismo biológico al determinismo
cultural.205 En cualquier caso, las diferencias de signo cultural no causan las guerras como
tampoco las semejanzas garantizan la armonía. Muchas civilizaciones están fragmentadas al
incorporar una pluralidad étnica, lingüística,…
202
Grundy, Kenneth W. et all. Las ideologías de la violencia. Editorial Tecnos, Madrid 1976, p. 62.
203
Luttwak, Edward. “El orden global del siglo XXI” Coloquio entre Francis Fukuyama, Timoty Garton Ash, Eric Hobsbawam, Pierre
Hassner y Edward Luttwak para el periódico “La Razón” suplemento “El Cultural”, 20 a 26 febrero de 2000,p. 24.
204
Rufin, Jean-Chritophe. El imperio y los nuevos bárbaros. Ediciones Rialp, Madrid 1992, pp. 94 y ss.
205
Ternon, Yves. El Estado criminal. Opus citada, p. 106.
48
La diferencia permite el establecimiento de las condiciones objetivas que hacen posible el
surgimiento de los conflictos, esto es la existencia del otro, por el que se siente curiosidad
primero, desconfianza después y finalmente odio. Existe reconocimiento pero no alteridad,
por eso las grandes luchas se establecen entre grupos humanos entre los que existen
diferencias menores.
La mayor parte de los conflictos no se dan entre civilizaciones, sociedades, etnias o culturas
(la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo) sino en el interior de las mismas. El mayor
número de muertos consecuencia del radicalismo islámico, ya se ha dicho, se produce entre
los propios musulmanes
206
Así, Atenágoras de Atenas en el 177 escribió una “Súplica a favor de los cristianos” dirigida a los emperadores Marco Aurelio y
Cómodo en la que niega las acusaciones de canibalismo, ateísmo e incesto dirigidas contra los cristianos.
http://www.holytrinitymission.org/books/spanish/
49
La solución pasa por reconstruir la comunidad, esto es, por deshacer los planos que sirven
para escenificar la diferencia, evitando una polarización que contribuya a la construcción de
las categorías amigo enemigo en torno a ella, resaltar lo común y respetar lo diverso, no ver
en el diferente un enemigo. El reduccionismo, la simplificación, la dicotomía, no son
acertadas… ni siquiera inteligentes: ¿Qué hay de bueno en pretender ser enemigo de 1.200
millones de personas? El problema ya lo enunciaba Sartre:”el otro no es nunca el desarrollo
de mi libertad, sino obstáculo. El infierno son los otros y contra esto no hay solución
alguna.”207
¿Qué ha pasado para que, más de mil años después de la llegada del Islam a Afganistán
algunos musulmanes hayan descubierto que unos budas tallados sobre la piedra, que ya
entonces estaban allí, les ofendían? La clave es una nueva lectura, una reinterpretación del
pasado.
Dos son los grandes problemas asociados a este encuentro. El primero es que se realiza
dentro de la supremacía técnico científica y organizativa de Occidente, lo que hace que sea
percibido por el Sur como un diktat, una imposición con la que se pretende la modificación
de sus esencias. Esto es, como una fórmula más refinada de un colonialismo: lo que antes
se llamaba “la carga del hombre blanco” ahora es presentado como “modernidad” o
“progreso”.
207
Sartre, Jean-Paul. “A puerta cerrada” en http://www.nodo50.org/democrito/descargas/A%20puerta.
50
El otro problema radica en que la intensificación de relaciones aludida, se ha realizado sobre
dos sistemas axiológicos diferentes, dos ordenamientos distintos de los sistemas de valores,
lo que ha generado y genera graves problemas de comunicación, al ser diferentes las claves
necesarias para la comprensión de los mensajes.
Para Europa existe una variada tipología de respuestas al problema de la relación entre la
diversidad religiosa y la naturaleza del espacio público. Éstas van desde formulaciones
laicas a pluriculturales; no obstante, la dificultad de esta última propuesta radica en que, el
Estado no puede quedar al margen de la sociedad o de una porción significativa de la misma
ni, por su carácter integrador, consentir en su fragmentación.
208
Ali, Tariq, El Choque de los Fundamentalismos, Alianza Editorial, Madrid 2002, p. 461.
51
La interpretación radical tiene cabida en el Islam, pero no es el Islam, y no puede ni debe ser
confundido con aquel, en la medida en que pone su luz sobre algunos elementos doctrinales
y deliberadamente ignora aspectos esenciales.209 Sus rigideces no son sino la expresión de
una sociedad en crisis y sus propuestas se alejan ostensiblemente de la “comunidad
moderada” (2, 143) propugnada por el Corán. Buena prueba de ello es que esta expresión
de desencuentro se haga sin propuestas concretas e instrumentando vías cuyo fondo es en
realidad contrario a las esencias que se propugnan.
La única posibilidad que cuentan los radicales gravita en que la Umma asuma su discurso
como propio porque, como asevera Qutb, “el despertar del Islam supone un despertar de la
conciencia comunitaria de los musulmanes, que no necesita de programas ni de jefes.
Frente a la comunidad no tienen nada que hacer los arsenales de la represión”. En la
práctica supondría que las clases medias piadosas, eje social en litigio y sobre el que las
partes vertebran el conflicto, asuman su discurso y fuercen la reislamización del Estado.210
Tratar de hacer prospectiva sobre lo que debería ser la postura de Occidente frente al
radicalismo es asumir ya una parte de su discurso, esto es que existe un conflicto, y
legitimarles como representantes del Islam, con lo que, como se apuntaba, se corre en
riesgo de, en palabras de Mao, “conducir a los peces allí donde hay más agua.”211
Se trata, en suma, de desmontar el discurso, de acabar con una narración, que sin
constituirse en la causa primera, se erige en un elemento clave de movilización y
209
Como reza el Hádiz “aquel que, al comienzo del Islam, despreciare una décima parte de la Ley está condenado a la perdición,
pero al final aquel que conserve un décimo será salvado”. Du Pasquier, Roger. El despertar del Islam. Opus citada, pp. 41 y 42. Ya
que “Dios quiere la facilidad para nosotros no el apremio” (2,185)
210
Kepel, Gilles. La yihad. Ediciones Península, Barcelona 2002, pp. 43 y ss.
211
Mao Tse Tung La Guerra de Guerrillas. Editorial Huemul S.A. Buenos Aires 1966, p 76.
212
Musashi, Miyamoto. El Libro de los Cinco Anillos. Miraguano S.A. Ediciones, Madrid 2004, p. 111.
213
Ibídem, p. 51.
214
Ibidem.
52
vertebración de la violencia. Se pretende impugnar el discurso de impugnación por la vía de
los hechos, para una vez desarticulada la violencia, poder acabar con ella. Se ataca así el
centro de referencia, el eje sobre el que gravita el conjunto del monólogo, el metarrelato
justificativo, propiciando, cuando menos una nueva relectura o una reconsideración que
entraña en sí misma su cuestionamiento.
La respuesta pasa pues por un discurso integrador que ofrezca una comunidad y justicia al
tiempo que se dejan en evidencia las inconsecuencias de su constructor, sus saltos
argumentales y su falta de propuestas en aquellos aspectos en que no existan, y el futuro
que plantean, la situación final deseada, en aquellos campos en que así sea
215
Frías O´Valle, José. Nuestra guerra y nuestra paz. Opus citada, p. 174.
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Gandhi decía que los fines valen lo que valen los medios, que no existe tabique entre ambas
categorías, mientras el Creador sólo permite intervenir en la elección de los medios, de
modo que sólo el análisis de los medios es lo que posibilita el ver si se ha alcanzado el fin.
Los medios impuros sólo llevan a fines impuros.216 Nadie puede ocultar una ciudad
iluminada en lo alto de una montaña, a no ser que sean sus moradores quienes apaguen
sus luces; como reza el dictum bíblico “guarda la integridad y practica el derecho, pues hay
porvenir para el hombre pacífico.”217
En fin, ya dijo un médico, Paracelso, en el siglo XVI, “todo es veneno según la medida”; pero
esto tampoco es nuevo y antes ya lo recogía el Corán: “Allah no ama a los que se exceden”
(2,190).
216
Gandhi. Todos los hombres son hermanos. Colección Azenai, Toledo 1983,p. 121 y ss.
217
Salmos 37,37.
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