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AZNAR FERNANDEZ-MONTESINOS, Federico. La ecuación de la guerra.

Capítulo 1 y 2
(Resumen)

CAPÍTULO I

CAUSAS DE LOS CONFLICTOS (I)


EL ACCESO A LOS RECURSOS

1. CAUSAS POLEMOLÓGICAS RELACIONADAS CON EL TERRITORIO.

El territorio es el principal elemento en la definición del Estado. No existe un Estado que no


posea territorio; mientras, una ciencia, la geopolítica, estudia la relación entre territorio y
política. El territorio es la configuración física sobre la que se erige la estructura jurídico-
política del Estado. Por ello, el dominio del territorio ha sido tradicionalmente objeto de
conflicto por cuanto que resulta de naturaleza sustancial y llega a condicionar la propia
existencia del Estado. Como reza de la Constitución francesa de 1793, “el pueblo francés no
hace la paz con un enemigo que ocupe su territorio.” 1

La lucha por ampliar el territorio, por controlar áreas dotadas de recursos o de importancia
estratégica han sido razones recurrentes de conflicto. De hecho, la necesidad de defensa de
ese territorio constituye el germen del concepto de Estado. Grasa considera que los factores
predominantes de los conflictos son predominantemente territoriales o políticos. 2 David
apunta a que la mitad de las guerras entre 1648 y 1945 eran territoriales.3

No obstante, como Ignacio Ramonet señala “la supremacía militar ya no se traduce en


conquistas territoriales…éstas resultan políticamente incontrolables, militarmente peligrosas,
económicamente ruinosas y mediáticamente funestas… el objetivo de este poder moderno…
(es) el control de riquezas”.4

En fin, es en el periodo del Neolítico a partir del 10.000 a.C. cuando aparece, por primera
vez, no sólo la vinculación de los grupos humanos a un territorio (la tierra se considera como
algo propio), sino su dependencia de él para subsistir. Este hecho se puede deducir de la
1
Art. 24 del capítulo XXV citado por Fraga Iribarne, Manuel. Guerra y conflicto social. Opus citada, p. 60.
2
Grassa, Rafael, “La seguridad humana como síndrome y programa” en Tulchin, Joseph et al. La seguridad desde las dos orillas.
Ediciones Bellaterra, Barcelona 2006, p. 314.
3
David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Icaria, Barcelona 2008, p. 170.
4
Ramonet, Ignacio. Guerras del siglo XXI. Opus citada, pp. 12-13.

1
aparición en aquella época, por primera vez, de enterramientos en las proximidades de las
viviendas, lo que le da un corte religioso a la posesión.5

Los cultivos, su ciclo germinativo y condiciones van a tener una importancia capital en la
formación de las sociedades, en la organización social y en el nacimiento de las religiones,
de modo que la cultura se expande por los valles y a caballo de los ríos, otorgando un mayor
tiempo libre que se dedica a relaciones sociales. Arther Ferrill 6 considera que la guerra tuvo
tanta importancia en la sociedad primitiva como el descubrimiento de la agricultura, la
creación de asentamientos protourbanos y la aparición de sistemas religiosos. Y esto
sucederá simultáneamente en Summer, Egipto y Mesoamérica.7

Los Estados tienden a extender su soberanía a todos aquellos espacios que son capaces de
controlar. El mar territorial, equiparable conceptualmente a territorio nacional quedo
dimensionado inicialmente en tres millas, el alcance de un cañón de la época. El problema
surge entonces cuando son varios los Estados que consideran son capaces de asumir el
control de un espacio y pretenden tener algún derecho sobre aquel.

Según David un 17% de las 309 fronteras terrestres que existen en el mundo se encuentran
cuestionadas y 39 países están implicados en querellas de jurisdicción sobre archipiélagos e
islas. 8

Puede hablarse, incluso, de una tendencia social hacia la apropiación de los espacios de
permanencia, quizá como expresión de su sed de eternidad, coincidente con el incremento
de su capacidad de control, lo que le permite hacer efectiva su soberanía. Comenzó por el
suelo, después los espacios marítimos, el aire y, por último, el espacio.

Un caso llamativo es la cuestión de las órbitas de los satélites. En general los satélites
siguen diversas órbitas con diferentes inclinaciones respecto a la tierra, pero los
geoestacionarios se sitúan sobre el ecuador a unos 36.500 mts. de altura y resultan de
gran valor estratégico. Por tal motivo, algunos Estados ecuatoriales pretenden proyectar su
soberanía sobre el espacio como una prolongación de su espacio aéreo de soberanía,

5
VV. AA. Apuntes de Polemología. Documento de Trabajo del Departamento de Estrategia, Capítulo III.
6
Ferrill, Arther. Los Orígenes de la guerra. Editorial Ejército, Madrid 1987.
7
VV. AA. Apuntes de Polemología. Opus citada, Capítulo I.
8
David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Editorial Mondadori, Barcelona 2002, p. 171.

2
criterio este que no es asumido por las potencias espaciales, cuyos territorios, además, no
suelen situarse sobre el ecuador.9

Pero no hay acuerdo sobre la necesidad de colonias. En contra de ellas se pronunciarían


Federico el Grande o Bismarck “todas las posesiones remotas son cargas para el Estado; un
pueblo en la frontera vale más que un principado a 250 millas.”10 De hecho, Paul Kennedy a
partir del análisis de la actuación de las potencias europeas entre el siglo XVI y 1980
defiende la tesis de que la caída de las grandes potencias sobreviene inevitablemente como
resultado de su sobreextensión estratégica.

Otra cuestión está relacionada con las fuerzas centrífugas que soportan actualmente los
Estados y que pueden conducirles - como es el caso de la antigua Unión Soviética o la ex
Yugoslavia - a la implosión. Países como Irak o Siria aceptaron formalmente la separación
de parte de su territorio (Kuwait o Líbano) mientras que otros, como China, nunca aceptaron
tales hechos; es el caso de Taiwan - una declaración de independencia suya sería
considerada por China como casus belli -, lo que tiene gran importancia pues la legitimidad
se refuerza ostensiblemente al mantener viva la demanda.

El desmembramiento de grandes imperios como el otomano o el austrohúngaro (Tratados de


Sevres, Versalles, Neullí y Trianon) ha sido causa de la distribución de etnias, minorías y
naciones entre varios Estados. Procesos de descolonización como los ocurridos en el
continente africano han producido resultados similares y modificado fronteras históricas. Las
guerras en la antigua Yugoslavia, Irán e Irak, el conflicto libanés, el árabe-israelí… tienen en
tales tratados sus orígenes. En África la UA, en evitación de los muchos conflictos que
pudieran derivarse de la delimitación de fronteras, ha establecido el status quo y requerido
de sus miembros el compromiso de no alterarlas aplicando el ius possidetis juris.11

Además, existen cuestiones territoriales litigiosas ya sea por las discontinuidades fronterizas
(como por ejemplo, las generadas por los enclaves territoriales) o como resultado de la

9
VV.AA. Causas de la guerra. Documento de Trabajo del Departamento de Estrategia. X Curso de Estado Mayor de las
Fuerzas Armadas, septiembre 2008.
10
Ballesteros, Ángel. Diplomacia y Relaciones Internacionales. Ministerio de Asuntos Exteriores 1995, p. 172.
11
Grassa, Rafael, “La seguridad humana como síndrome y programa” en Tulchin, Joseph et al. La seguridad desde las dos
orillas. Opus citada, p 319. El derecho sobre un territorio se establece a partir de su posesión de facto, con lo que la
estabilidad de las fronteras esta garantizada al no poder esgrimirse una legitimidad (etnia, religión, cultura…) superior a su
mera posesión.

3
interpretación de acuerdos internacionales como sucede, por ejemplo, en el reparto del mar
territorial y la Zona Económica Exclusiva entre Estados adyacentes.

Es más, muchos Estados reclaman la ampliación de la Zona Económica Exclusiva a toda


plataforma continental al margen de la Convención de Jamaica como forma de hacerse con
unos recursos (piscícolas, del lecho marino o del subsuelo) que ahora son capaces de
explotar. Por ello y ya desde finales del siglo XIX, en que desapareció cualquier tierra ignota,
la totalidad de la superficie del planeta tiende a fraccionarse en Estados, lo cual no es sino
una aproximación eurocéntrica al mundo que no puede comprender que existan partes que
queden formalmente al margen de su lógica.

En la actualidad este tipo de conflictos, en su forma pura, es menos frecuente debido en


parte a la creación de instancias jurídicas internacionales que los limitan, pero sigue siendo
importante comprender el espacio de enfrentamiento para llegar a captar sus esencias.

La aplicación de concepciones darvinistas en el ámbito de las Relaciones Internacionales se


traducirán en una competencia por las colonias. En palabras de Bagehot “la naturaleza es
roja en diente y garra.” Así, sostiene que “en cualquier situación del mundo, las naciones
más fuertes tienden a prevalecer sobre las otras; y en ciertas peculiaridades especiales, los
más fuertes tienden a ser los mejores.”12 En esta línea, Lord Salisbury decía en 1898 en un
célebre discurso de gran trascendencia para España:
“podemos dividir las naciones del mundo en vivas y moribundas. Por un lado tenemos naciones cuyo
poder aumenta cada año, aumentando su riqueza, aumentando su poder, aumentando la perfección de
su organización. Los ferrocarriles le han dado el poder de concentrar en un solo punto la totalidad de
la fuerza militar de su población…la ciencia ha colocado en manos de esos Ejércitos armamentos que
aumentan cada vez más su fuerza destructiva…junto a estas esplendidas organizaciones…que
sostienen ambiciones encontradas que únicamente el futuro podrá dirimir a través de un arbitraje
sangriento…existen un número de comunidades que sólo puedo describir como moribundas… son
comunidades principalmente no cristianas, aunque siento decir que no es éste exclusivamente el caso,
y en esos Estados, la desorganización y la decadencia avanzan casi con tanta rapidez como la
concentración y aumento de poder en las naciones vivas que se encuentran junto a ellos. Década tras
década cada vez más débiles, más pobres y poseen menos hombres destacados o instituciones en que
poder confiar…(los medios de comunicación) las describen con los más conspicuos tintes apelando
tanto a sus sentimientos como a sus intereses, pidiendo que se les ponga remedio…por una u otra
razón, por necesidades políticas o bajo presiones filantrópicas, las naciones vivas se irán adueñando
gradualmente de los territorios de las moribundas y surgirán rápidamente las semillas y las causas de
conflicto entre las naciones civilizadas…(pero) no sentiremos envidia si el engrandecimiento de un

12
Brodie, Bernard. Guerra y política. Opus citada, p. 256. También apuntaría que ”la moral militar puede dirigir el hacha que
corta el árbol, pero no sabe nada de la fuerza callada que hace crecer el bosque”.

4
rival elimina la desolación y la esterilidad de regiones en las que nuestros brazos no pueden
alargarse.”13

Rudolf Kjellen, acepta las tesis darvinistas y también considera al Estado un organismo vivo
sometido a todos los avatares biológicos. Esta dinámica de afianzamiento y expansión es, a
su juicio, la base de la geopolítica. Construcciones como la del concepto de lebensraum,
elaborado por Ratzel, desarrollo geopolítico con el que se señala el espacio vital necesario
para el desarrollo de un pueblo, y que posteriormente Haushoffer aplicara a la Alemania de
después de Versalles. Ratzel, en un discurso que recuerda al “Diálogo de Melos”14 del que
se hablará más adelante, decía
“la lucha por la existencia significa una lucha por el espacio…un pueblo superior que invade el
territorio de su vecino más débil y salvaje lo despoja de sus tierras, lo obliga a recluirse en espacios
demasiado pequeños para subsistir, y sigue invadiendo y apoderándose incluso de sus magras
posesiones, hasta que el débil pierde los últimos restos de su dominio y es literalmente expulsado de la
tierra.”15

Lo cierto es que la guerra se demuestra como un elemento trascendental para la creación,


integración, expansión y supervivencia de los Estados. En 1500 había en Europa cerca de
500 Estados, mientras que en 1900 la cifra retrocedió hasta los 25; sirvieron además para
determinar sus ámbitos de soberanía y forjar las fronteras de los nuevos Estados - en parte
producto de la fagocitación - así como sus posibilidades de crecimiento y riqueza16.
Completada esta fase, las guerras estarán fundamentalmente relacionadas con la expansión
colonial o ligadas a razones geopolíticas y sustentadas en la teoría del espacio vital
(lebensraum).

Sin embargo a partir de 1914, el péndulo del devenir humano comenzó a oscilar en sentido
opuesto; esta inversión comenzó con el desmembramiento de los imperios Otomano y
Austrohúngaro y siguió con la independencia de Irlanda, la descolonización, el
desmembramiento de la URSS y de la antigua Yugoslavia, la partición de Checoslovaquia,
hechos que coinciden con la integración supranacional en la U.E.

El acceso de los Estados al mar ha actuado también como un factor polemológico;


históricamente, Rusia llevó a cabo grandes esfuerzos durante todo el siglo XIX para
conseguir una salida a mares cálidos. Y éste es un fenómeno que se reedita en los países
13
Pérez Tudela Baez, José María et al. Historia del mundo Contemporáneo. Editorial Edinumen, Madrid 1992, p. 73.
14
Tucídides. Historia de la guerra del Peloponeso. Colección Gredos, Madrid 1990.
15
Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2006, p. 198.
16
VV. AA. Apuntes de Polemología. Escuela Superior del Ejército, Escuela de Estado Mayor, Documento de Trabajo del
Departamento de Estado Mayor 1999, Capítulo I.

5
jóvenes como es el caso de Somalia que, tras la independencia de Eritrea, reclama el puerto
de Assab.

En 1994 Grecia amplió su mar territorial en el Egeo de 6 a 12 millas, lo cual fue visto por
Turquía con desconfianza ante el temor de que dificultase el acceso a aguas internacionales.
El problema se agravó en 1996 cuando Turquía reclamó la soberanía sobre la isla de Ismia,
lo que exigió de la mediación de los EE.UU que ayudó a solventar la crisis. Directamente
relacionado con lo anterior son los desacuerdos existentes por el espacio aéreo entre
griegos y turcos.17

Otro tanto sucede en las disputas por el mar de China meridional, cuyo lecho marino posee
importantes reservas de petróleo; la expresión del conflicto por la energía se materializa en
la reclamación china sobre la integridad de las islas Spratley (Nan-sha), conjunto de islas,
cayos y rocas (algunas de las cuales sólo son visibles con la marea baja) pero que ocupan
180.000 km2, que se ampliarían aun más al aplicar la Convención de Jamaica a tan vasto
territorio la legislación sobre la Zona Económica Exclusiva. 18

Reseñar que se han producido algunos incidentes armados durante las décadas de los
ochenta y noventa entre los países ribereños (Vietnam, Brunei, Taiwan, China, Filipinas y
Malasia); de ellos destacan los ocurridos en torno al arrecife Mischief. Además, algunos
autores apuntan a una relación causa efecto con el reforzamiento de las capacidades
navales de los países del entorno. Algo parecido es lo que sucede con las islas Senkaku
(Diaoyu) entre Japón y China. Todo ello además afecta a terceros países que también tienen
intereses en la zona (por ejemplo, EE.UU) 19

En otro orden de cosas, no sólo existen espacios en litigio o de propiedad indefinida (como
los cielos) sino que el “ius utendi atque abutendi”20, el derecho al uso y abuso, el dominio
total, asociado a la concepción romana de la propiedad, no es aceptable en el siglo XXI, lo
que enlaza con el derecho de injerencia.

Conviene también mencionar las fuerzas trasnacionales de unas compañías multinacionales


cuyos beneficios superan el PIB de países del Tercer Mundo lo que hace que cuenten con
17
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Ediciones Urano, Barcelona 2003, p.148 y ss.
18
Ibidem.
19
Ibidem.
20
Es el concepto romano de propiedad “dominium est ius utendi atque abutendi re sua quatenus iuris ratio patitur” (dominio es
el derecho de usar y disponer de su propia cosa, en cuanto respaldado por una razón jurídica)

6
tal capacidad de influencia que el contrapoder de los Estados es ineficaz. Éstas, pueden
concentrar ese poder sobre los particulares en términos positivos (corrupción) o en formas
negativas (coerción).

Todo eso sucede al mismo tiempo que el poder de los Estados se debilita y sus fronteras se
hacen más porosas; por ejemplo, cada año 7 millones de contenedores, 11 millones de
camiones, 2 millones de vagones de ferrocarril, casi 200.000 barcos, 800.000 aviones
comerciales atraviesan la frontera de EE.UU21

Cuando organizaciones ubicadas en el territorio de un país y amparadas en su soberanía y


leyes, con o sin su consentimiento – como puede suceder en el caso de los Estados fallidos
- desarrollan actividades que traspasan sus fronteras y afectan a terceros países surge un
nuevo factor polemológico.

El mundo no se encuentra dividido en compartimientos estancos y se caracteriza por su alta


complejidad y mutabilidad; los individuos y los intereses comerciales presentan múltiples
identidades y lealtades que no tienen que ser coincidentes con la dirección política del
territorio que las alberga.

Ésta colisión de intereses y de derechos (el de no injerencia en los asuntos internos y el de


legítima defensa, entre otros) da origen a una muy amplia y variada casuística. En ella
cabría subsumir desde los ataques del PKK realizados sobre Turquía utilizando bases
ubicadas en territorio iraquí, hasta las actividades de los cultivadores de opio o los terroristas
de Al Qaeda desde sus refugios de Afganistán. Lo que suceda en la Amazonía, las
emisiones de gases, los daños a la naturaleza interesan a la humanidad en su conjunto.

2. EL ACCESO A LOS RECURSOS COMO FACTOR POLEMOLÓGICO.

Un aspecto fundamental en el estudio del origen y evolución de los conflictos es el acceso a


los recursos naturales. Una pregunta trascendente y legítima que cabe plantear puede
centrarse en si existe en la Tierra recursos suficientes para que, de forma prolongada, todos
los países dispongan de unos estándares de vida equivalentes a los occidentales; por
ejemplo, sólo EE.UU consume en torno al 30% de los recursos naturales del mundo.22

21
Charles-Philippe. La guerra y la paz. Opus citada, p. 29.
22
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p.130

7
El antropólogo Marvin Harris considera que “la guerra se comprende mejor como una forma
de competición mortal entre grupos autónomos a causa de la escasez de recursos.”23
Aunque como apunta Sánchez-Albornoz, en Occidente, lo que eran guerras antaño de
conquista se han transformado en guerras para preservar o mantener el bienestar. 24

Y es que, si el PIB mundial ha crecido entre 1500 y 1820 al 0,3%; entre 1820 y 1950 lo ha
hecho al 1,6% y entre 1950 y 1998 al 3,9%; ello sólo ha sido posible por la explotación de las
materias primas.25

2.1. El caso del agua.

Algunas cosas asentadas en Occidente, en el resto del mundo, no lo están tanto. Las
hambrunas, por ejemplo, recurrentemente han azotado a Occidente hasta el siglo XX; desde
entonces el problema parece haberse superado, de hecho los precios de los alimentos han
bajado sensiblemente, desde la referencia de Occidente, si bien recientemente se ha
producido su recuperación como consecuencia, aparentemente, de su utilización para la
obtención de energía. Esto puede interpretarse como un fallo de distribución del mercado
aun no corregido.

En el caso del agua el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, declaraba en
2001 “la fuente principal de guerras y conflictos interestatales en el futuro es el agua.” No en
vano 2300 millones de habitantes pueden tener problemas de falta de agua para el año
2025.

Existen 300 cuencas hidrográficas en todo el mundo compartidas por 157 países, pero sólo
9 contienen el 60% del agua; China con la cuarta parte de la población sólo cuenta con un
7% de los recursos hídricos.26 De hecho, de los 6.100 millones de personas, 1.100 millones
no tienen acceso a agua potable, 2.400 millones no pueden acudir a instalaciones sanitarias
adecuadas y 3.000 millones más padecen enfermedades relacionadas por el agua. 27

23
Harris, Marvin. Introducción a la antropología general. Editorial Alianza, Madrid 1999, p. 469.
24
Alonso Baquer, Miguel. ¿A que denominamos Guerra? Opus citada, p. 77.
25
Rosell Lastroeras, Juan. Las guerras del petróleo. Ediciones Deusto, Barcelona 2007, p. 22.
26
Molinero Huget, Jorge et al. Guerra global permanente. Opus citada, p 139
27
OMS y UNICEF: Informe sobre distribución y eliminación de agua, 2006.

8
Este problema de distribución se superpone a otros planos de conflicto generando un efecto
multiplicador. Así, como ejemplo, el reparto de alimentos (o de campos de cultivo) ha sido el
caso de la guerra civil en Ruanda al sumarse a las diferencias étnicas y de poder entre hutus
y tutsis.28

Y es que a pesar de que el agua cubre aproximadamente el 70%29 de la superficie del


planeta, lo cierto es que en su mayor parte es salada y no puede aprovecharse fácilmente; el
agua dulce (y, por tanto directamente aprovechable) representa apenas un 3% del total.30 Es
más, tres cuartas partes de la población mundial no dispone de suministro de agua en sus
hogares. Y eso que entre 1950 y 1990 el consumo de agua se ha incrementado un 300%. 31
Para 2020 se espera que entre 75 y 250 millones de africanos padezcan las consecuencias
de la escasez de agua.32

2.2. Materias primas y otros recursos.

También es importante el abastecimiento de otros recursos de menor impacto que el agua,


ligada al desarrollo de la vida humana (ha determinado siempre la ubicación final de su
asentamiento), aunque no menos valorados en el mundo desarrollado, como son las
maderas, minerales o piedras preciosas.

Un continente descuidado como África tiene por esta sola razón una especial trascendencia.
EE.UU importa de África el 16% de su petróleo, así como minerales estratégicos como el
platino, el cobalto, la bauxita y el manganeso.33

La presencia de alguno de estos elementos es siempre un factor a considerar. Nixon, por


ejemplo, detalla que “el Consejo de Investigación Nacional concluyó recientemente (1980)
que la vulnerabilidad a largo plazo de EE.UU es mayor en lo referente al cromo que en lo
tocante al petróleo” y relata, justificando así las políticas con aquel país en esa época, como
Sudáfrica disponía del 10% del asbesto mundial, tres cuartas partes de las reservas de

28
Stern, Nicholas. “Stern review: the economics of climate change”. http// www.hm-treasury.gov.uk/independent reviews/stern
review economics climate change/stern review report.cfm
29
Molinero Huget, Jorge et al. Guerra global permanente. Opus citada, p. 138.
30
Carrasco Martín, Joaquín Cecilio. “Tipología del conflicto al inicio del Tercer Milenio” en VV.AA. Monografía núm. 99/2003
CESEDEN, p. 161.
31
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p.184.
32
Bernstein, Jenny et al: Intergobermental Panel on Climate Change, ICC: Climate Change 2007, Cites Report, Summary for
Policymakers, Valencia, 2007, en http://www.ipcc.ch/ipccreports/ar4-syr.htm, p. 10. Reseñar que el informe es calificado por
algunos autores como muy conservador.
33
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p. 269

9
cromo, más de la mitad de los metales del grupo del platino, la mitad del oro, una tercera
parte del manganeso, una quinta del uranio y la tercera de los diamantes, atribuyendo a la
URSS un interés estratégico en todos sus movimientos por África.34

La disputa entre Libia y Chad por la franja de Aouzou no es del todo ajena a la presencia de
uranio en la zona. También son ejemplo la influencia de los diamantes en las guerras civiles
de Angola o Sierra Leona cuya producción se estima en torno a un 20 % de la producción
mundial;35 para hacer una idea de la magnitud de las cifras, decir que a los rebeldes
angoleños le proporcionaron 3,7 billones de dólares entre 1992-1998.

Y un caso menos destacado, pero muy significativo, es la influencia del mineral coltán en las
guerras de Ruanda o el Congo. El coltán (abreviación de columbita y tantalita) es un mineral
estratégico poco conocido, pero muy importante para el desarrollo de algunas de las nuevas
tecnologías, debido a la capacidad que tiene el metal para regular el voltaje y almacenar
energía.

En los países subdesarrollados que cuentan sólo con los beneficios de una o dos materias
primas claves, no es extraño que grupos armados luchen por ellos. Los recursos obtenidos
en zonas bajo el control de los insurgentes, como fue el caso de los diamantes para los
rebeldes de UNITA en Angola, pueden ser una fuente de financiación. Guerra y recursos
forman un círculo vicioso, los recursos financian la guerra y la guerra establece las
condiciones para su acceso.

Algunas compañías occidentales, por su parte, se benefician de concesiones, al tiempo que


mantienen económicamente a gobiernos corruptos y contribuyen con ello a la inestabilidad
de un país, cuya debilidad les permite enriquecerse aun más;36 célebres compañías privadas
de seguridad parecen haberse beneficiado directamente de este tipo de concesiones y
asumido el control de buena parte de la economía local.37

Son las guerras “de beneficios” un tipo característico de las nuevas guerras, en las que
élites, guerrillas, mafias o mercenarios tratan de apropiarse de tributos económicos,
haciendo coincidir las líneas de fracturas de territorios y sociedades con la distribución de

34
Nixon, Richard M. La verdadera guerra. Editorial Planeta, Barcelona 1980, pp. 40 y ss.
35
Molinero Huget, Jorge et al. Guerra global permanente. Opus citada, p. 136.
36
Ibidem, p. 134.
37
Periódico Metro. Edición de Madrid, 12 de Mayo de 2008.

10
recursos; de ellos obtendrán fondos para continuar con el combate hasta acabar por generar
una relación simbiótica que llega a hacer desaparecer la causa, la referencia primera. 38

La competencia económica puede suponer el que se retire la subvención a productos


básicos, y ocasionar, como sucedió en Bolivia, una sublevación popular por la privatización
del suministro de agua potable y la subsiguiente elevación de su precio.39

Por otra parte, la falta de acuerdo sobre la soberanía en los territorios árticos y antárticos, el
descubrimiento de importantes recursos en su subsuelo, la mejora de los accesos a los
mismos que el cambio climático trae consigo, las rutas comerciales que se han de abrir
hacen prever, en esta tierra en parte aun ignota, la aparición de futuros litigios.

En 2007, Rusia depositó una bandera a 4.200 m de profundidad en el Polo Norte. De


inmediato, los países limítrofes, Canadá, EE.UU, Dinamarca, y Noruega reaccionaron con
declaraciones, expediciones científicas y hasta bases militares (Canadá).40

Las grandes masas forestales son un factor que interesa a los Estados, y no sólo por la
explotación de madera (que se esconde en el conflicto latente en la isla de Borneo) sino
también en base a motivaciones de pervivencia ecológica; pueden argüir un interés legítimo
que supera las concepciones westfalianas de Estado en pro de la conservación del
medioambiente.

El lento pero paulatino desarrollo de los países del Tercer Mundo ha hecho que sean
progresivamente más capaces de explotar sus propios recursos, razón por la que se han
producido conflictos con las empresas trasnacionales en ultramar. Un ejemplo serían los
recursos pesqueros; los problemas entre España y Marruecos por la explotación del banco
sahariano, asociados a la cuestión de la soberanía del antiguo Sahara español o del
conflicto ocurrido entre Canadá y España por el fletán.

Molinero Huguet, citando un estudio del Banco Mundial, detalla que aquellos países que
obtienen más del 25% de su PIB a través de la exportación de productos no
manufacturados, tienen cuatro veces más posibilidades de tener un conflicto interno que

38
David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Opus citada, p. 163.
39
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p. 45.
40
Parente Rodríguez, Gonzalo. “Recursos naturales y guerras por los recursos” en VV.AA. Una mirada al mundo del siglo XXI.
Opus citada, p. 59.

11
aquellos cuya economía está más diversificada; de modo que “cuanto más dependiente es
un país de los minerales exportados, menor es su índice de desarrollo humano.” 41

Paradójicamente y como señala Ramonet, Estados muy extensos, muy poblados y muy ricos
en materias primas figuran entre los más pobres del planeta, mientras microestados (como
Liechtenstein, Mónaco...) con mucha población y ninguna materia prima, tienen algunas de
las rentas per cápita más grandes del mundo. 42

Esencia y potencia son dos realidades perfectamente diferenciadas. Por ello no cabe
interpretar lo apuntado en un sentido determinista; si una zona es rica en un recurso escaso,
no tiene que producirse un conflicto. Lo que sucede es que se convierte en un área de
atención preferente para la comunidad internacional, de modo que se hacen visibles
conflictos que antes no lo eran, como, por ejemplo, sucede en Sudán.

Cuando surge un caso de sobreexplotación el problema se agudiza; en resumen, siempre


que un recurso es escaso, existe la posibilidad de que la competencia por su obtención y
control se convierta en un conflicto. Es necesaria la concurrencia de factores adicionales los
que, al combinarse, pueden generar el conflicto. Como reiteradamente se ha señalado, los
conflictos son politélicos, se fundamentan en múltiples causas.

No obstante, si se suman todos los posibles aspectos relacionados con los recursos que
pueden generar conflictos, como la energía, los bosques o el agua, podrá apreciarse tal y
como se apuntaba antes, que, en opinión de muchos expertos, el escenario más probable
para los futuros conflictos se sitúa en la zona inmediata al ecuador.

Obviamente, los recursos energéticos también son recursos naturales, pero la especial
trascendencia con que cuentan en términos geoestratégicos hace que resulte conveniente
que se les dispense un tratamiento especial. Los ingresos por turismo en España en 2005
fueron equivalentes a los obtenidos por Irán de su petróleo; al margen de la importancia que
aquellos tengan para España, la diferencia está en el valor insustituible del petróleo iraní que
le confiere al país un gran valor estratégico.

3. ESPECIAL MENCIÓN A LOS RECURSOS ENERGÉTICOS.

41
Molinero Huget, Jorge et al. Guerra global permanente. Opus citada, p. 126.
42
Ramonet, Ignacio. Guerras del siglo XXI. Opus citada, p 19.

12
El petróleo se conoce desde antiguo, los chinos lo utilizaban ya antes del nacimiento de
Jesucristo. En 1859, el legendario coronel Drake realiza una prospección en Titusville. En
1889 Daimler inventa el motor de explosión utilizando aceite de cacahuete como
combustible, luego llegarán los grandes constructores de coches como Henry Ford. 43 En
1859 el precio del petróleo era de 10 dólares el barril que se redujo a 10 céntimos en 1861.
En 1888 valía 15 céntimos, más barato que el agua potable.

La sustitución de la hulla por petróleo realizada por la Armada Británica en 1912 fue una
decisión estratégica y de gran calado, que contribuyó significativamente al resultado del
conflicto y se extendió a la locomoción terrestre con el motor de combustión interna; en
palabras de Lord Curzon “nadaron hacia la victoria llevados por un mar de petróleo.”44

En 1944 Inglaterra y EE.UU firmaron un pacto sobre el petróleo basado en el principio de


igualdad de oportunidades. En febrero de 1945, un encuentro entre Roosevelt y el rey Faisal
a bordo del acorazado norteamericano Quincy sirvió como puesta en escena de la nueva
situación geopolítica.45 En 1960 la compañía Exxon recortó en 14 centavos el precio que
había de pagar por barril a los países productores arguyendo nuevos descubrimientos de
crudo. Cinco de ellos se reunieron y crearon la OPEP.46

El desarrollo de cada etapa de la revolución industrial se ha fundamentado sobre un cierto


tipo de energía, el carbón en el XIX y el petróleo en el XX; en 1950 petróleo y carbón
compartían liderazgo pero, en 1960, el petróleo asume el liderazgo mundial de la energía, 47
transformándose de un mercado de oferta en un mercado de demanda. 48 El problema ha
sido que lo que desde ciertos ángulos se considera como el relevo natural del petróleo, la
energía nuclear, no ha llegado a calar por cuestiones técnicas y el rechazo de la opinión
pública.

El 23 de agosto de 1973, el presidente egipcio Anwar Al-Sadat se reunió con el Rey Faisal
de Arabia Saudí, reunión de la que salió la decisión de utilizar el petróleo como instrumento
de presión sobre Occidente. El 6 de octubre Egipto y Siria atacaron Israel iniciando la guerra

43
Rosell Lastroeras, Juan. Las guerras del petróleo. Opus citada, pp. 21 y ss.
44
Klare, Michael T. Guerras por los recursos. Opus citada, p. 51
45
Zinn, Howard. Sobre la guerra. Ediciones Mondadori, Barcelona 2007, p. 297.
46
Nixon, Richard M. La verdadera guerra. Opus citada, p. 94.
47
Jordán, Javier y Calvo, José Luís. El nuevo rostro de la guerra. Ediciones Universidad de Navarra, Barañaín 2005, p. 77.
48
Nixon, Richard M. La verdadera guerra. Opus citada, p. 95.

13
del Yom Kippur. Diez días más tarde Libia, Arabia Saudí, Irán Irak, Qatar, Kuwait y Abú
Dhabi subieron los precios del petróleo de forma unilateral un 17% hasta 3,65$ por barril. El
19 de octubre realizaron un embargo de petróleo a los Estados Unidos que levantaron el 17
de marzo (excepto Libia). El precio del barril se situó entonces en los 12$ por barril, con una
subida de un 400%. El efecto psicológico de esta demostración de vulnerabilidad de las
economías fue brutal.49 La OPEP en su reunión de 2007 llegó a hablar del riesgo de una
subida hasta los 200$.

Ese año la distribución del consumo de energía primaria se situaba en un 35,8% de petróleo,
23,7% de gas y 24,8% de carbón; la energía nuclear supone un 5,8% del total, en tanto que
las llamadas energías renovables constituyen un 6,3%. Su consumo está distribuido entre un
50% en transporte y un 25% para industrias y servicios del hogar.50 A efectos polemológicos,
quizá el más significativo de todos ellos sea el petróleo que presenta los ratios de volumen-
precio más eficientes.

Conviene, pues, analizar la evolución histórica de su consumo. En 1910, el consumo de


petróleo era de un millón de barriles diarios (mbd); y tras la guerra, sufrió un fuerte
incremento; en 1950 se elevó a 10, en 1965 a 32,5, y en 1973 a 56,3. Sólo después de 1973
su consumo se redujo en un millón de barriles diarios. Se estabiliza, más o menos, hasta
1981 con 57,7 mbd. En 1998 se sitúa en 73,5 mbd con un precio de 12,72 dólares el barril a
partir de ahí la demanda se incrementa en 1mbd anual, lo que tensiona al alza los precios
moderadamente.51

Todo se desborda a partir de 2004 con un consumo medio de 2,8 mbd superior al del año
anterior y un precio de 38,2 dólares por barril, nuevos actores han entrado en la demanda de
petróleo, de modo que el consumo de petróleo se dobla respecto al existente durante la
crisis de1973.

Y es que EE.UU, con 300 millones de habitantes, consumió en 2006 en torno a 20 mbd,
mientras China, con 1390, sólo 7 mbd.52 El relanzamiento de las economías del sudeste
asiático durante la primera década del milenio se encuentra, para distintas fuentes, detrás de
la crisis habida en 2008. Según algunos estudios, si cada chino consumiera lo mismo que un

49
Rosell Lastroeras, Juan. Las guerras del petróleo. Ediciones Deusto Barcelona 2007, p. 13.
50
Ibidem, p. 25.
51
Ibidem, p. 59.
52
Ibidem, pp. 251 y ss.

14
americano, el consumo del país se elevaría hasta los 85 mbd; el consumo mundial se
situaría entonces en los 150 mbd cifra que colapsaría el mercado, lo que lleva a un reajuste
en la distribución de la oferta existente vía mercado, esto es, mediante la elevación de los
precios. La máxima capacidad productiva se estima para 2030 y se cifra en 120 mbd. 53

La instrumentación política de la oferta de petróleo, su utilización como medio de presión, es


una posibilidad recordada periódicamente por dirigentes políticos de tendencias
ultramontanas. La amenaza también se plantea mediante formulaciones indirectas que
supongan una modificación del status quo, alterando por ejemplo, la moneda de referencia
para el intercambio, lo que ataca directamente a la cohesión de la demanda.

Se sabe que el petróleo constituye un recurso finito y además su demanda es muy


inelástica, es decir, existen pocas alternativas a su utilización. Se barajan muchas cifras
respecto de este dato en función de las reservas aún no descubiertas, la evolución del
consumo, etc.…; pero las fechas de referencia se sitúan dentro del Siglo XXI.

El problema, además, no es tanto el del agotamiento total (que llegará tarde o temprano)
como el del agotamiento de los yacimientos más rentables, lo que obligará a explotar
yacimientos difíciles y a encarecer su precio. Así está prevista que la demanda hasta 2030
crezca a un ritmo del 1,6% anual y se mantenga su composición actual situada en un 35,5
de petróleo y un 25,5 de gas natural54.

Teniendo en cuenta la extraordinaria dependencia que las economías de todos los países
tienen del petróleo, es lógico que el control de sus reservas sea una fuente de conflictos. La
mayor parte de las reservas de hidrocarburos, en torno al 65%, se concentra en Oriente
Medio mientras la región del Mar Caspio se sitúa en el 18,8%: el 25% en Arabia Saudí, el
10% en Irak, el 9% en Kuwait, el 8% en Irán. Fuera de éste área destaca Venezuela con el
7% de las reservas mundiales55.

Por ello, es comprensible que los principales consumidores del mundo (Estados Unidos
consume más del 25% del total de crudo que se extrae en el mundo, le siguen la Unión

53
Ibidem, p. 254.
54
Merino, Antonio. Conferencia:”Geopolítica del petróleo.” XV Curso Internacional de Defensa. Jaca 25-27 de septiembre de
2007.
55
Ibidem.

15
Europea con un 19,7% y Asia-Pacífico con un 29,4%)56 dediquen su atención preferente a
estas zonas y a aquéllas en las que se están descubriendo nuevos yacimientos, como Asia
Central (en torno al Caspio), el Golfo de Guinea o el Mar de China Meridional.

Además merece citarse que los principales consumidores están acabando con sus propias
reservas. Así Europa tiene 1,3% de las reservas y produce un 6,4% del total, América del
Norte con el 5,5% de las reservas produce el 16,85 del total.57

El descubrimiento de una importante bolsa de petróleo en Sudán, por ejemplo, no es del


todo ajeno a la problemática de Darfur. De hecho, muchos de los movimientos de la
República Popular China en el mundo y especialmente en África se explican desde
parámetros que incluyen la búsqueda de recursos. La razón se encuentra en la existencia de
una relación directa entre crecimiento del consumo de petróleo y el desarrollo económico.

No se trata exclusivamente de dónde se encuentran las reservas. Hay que transportarlas


hasta los lugares en los que se consumen, de modo que las rutas de tránsito son casi tan
importantes como los propios yacimientos. En consecuencia es comprensible el interés de
las principales potencias en la estabilidad de las zonas que atraviesa el petróleo antes de
llegar a su destino.

Por ejemplo, para llevar el crudo del Golfo Pérsico hasta Europa Occidental se deben cruzar
una serie de estrechos, cuyo control es fundamental: Ormuz, Canal de Suez, Gibraltar... En
caso contrario, el retorno debería realizarse por el Cabo de Buena Esperanza, con lo que
esto supone de alargamiento de la ruta, encarecimiento, etc.…Y si en vez de navegar hacia
el Oeste se navega hacia el Este, se debe atravesar el Estrecho de Malaca, el punto de
mayor tráfico marítimo de todo el mundo.58

En el caso de los yacimientos de la zona del Caspio y el Cáucaso no existe salida al mar y el
transporte debe hacerse a través de oleoductos. Es más, el trazado de los oleoductos y
gasoductos proporciona también un interesante mapa de conflictos activos actualmente: el
Kurdistán, Chechenia, Georgia, Afganistán o el propio Irak.

56
Ibidem.
57
Ibidem.
58
VV.AA. Causas de los Conflictos. Opus citada.

16
Un recurso energético igualmente trascendente es el gas natural; este hidrocarburo puede
encontrarse en yacimientos independientes o asociado a otros como el petróleo; siendo la
fuente de energía más segura se constituye en el segundo recurso energético, el más
ecológico desde el punto de vista medioambiental. De hecho, es una opción determinante a
la hora del diseño de las políticas y estrategias energéticas por los costes fijos asociados.

Sus reservas de gas se distribuyen entre Oriente Medio con en torno a un 40%, en la
Federación Rusa con un 27%, el 9% en Europa y Asía, y África con un 8%
respectivamente.59

Autogenerar una dependencia es siempre peligroso, una vulnerabilidad. La problemática de


este mercado radica en que no es tan abierto como el del petróleo, principalmente por la
eficiencia de su distribución, que en parte se lleva a cabo a través de gaseoductos, los
cuales, generan relaciones permanentes de dependencia al no resultar factible en el corto
plazo diversificar distribuidores. Una vez adaptadas las estructuras industriales del país a
esta modalidad de suministro resulta muy costosa y difícil su modificación. Se genera pues
una dinámica que confronta eficiencia del gasto a seguridad en el suministro. Prever
sistemas alternativos de transporte (gaseros, la tecnología de licuefacción es estratégica) es
más costoso, menos eficiente y precisa de tiempo de implementación.

Europa central se abastece de gas natural principalmente a través de un sistema de


gaseoductos provenientes de Rusia y que atraviesan a las antiguas repúblicas ex-soviéticas.
Reseñar los condicionamientos a que han estado sometidos tales flujos y los conflictos
surgidos en torno a ellos entre Rusia y estos países. Tampoco conviene olvidar las
interrupciones de suministros que padecieron las repúblicas bálticas durante sus procesos
de independencia y las restricciones habidas en Europa central en 2009. La construcción de
un poliducto para el gas y petróleo iraní por Kazajstán y a través de territorio ruso después,
tendría como consecuencia un incremento en la capacidad para concentrar la oferta que se
sitúa ya en un 70% del consumo europeo.

Esta intensa relación en materia de suministros energéticos, hace que se dé una gran
importancia a la necesidad de garantizar la seguridad del transporte marítimo por el
Mediterráneo. No hay que olvidar que, en la actualidad, aunque estas aguas no representan

59
Merino, Antonio. Conferencia:”Geopolítica del petróleo.” XV Curso Internacional de Defensa. Jaca 25-27 de septiembre de
2007.

17
más del 1% de la superficie marina mundial, soporta aproximadamente 1/6 del tráfico
marítimo global. Se estima que alrededor de 6000 barcos lo cruzan cada día y de las
800.000 millones de toneladas de petróleo y gas que se encaminan cada año hacia los
puertos europeos, casi el 30% discurren por el Mediterráneo.60

Los atentados terroristas de carácter puntual contra buques mercantes constituyen el


principal riesgo a afrontar. Precedentes son el atentado contra el destructor “USS Cole” en
2000, el petrolero francés Limburg en 2002 o la información publicada en la prensa sobre la
posibilidad de atentados terroristas en el Estrecho de Gibraltar. La operación “Active
Endeavour”, activa en 2009, está diseñada para garantizar esa seguridad.

Otro aspecto importante en cuanto a la seguridad en el Mediterráneo vendría dado por los
accidentes en el transporte o el almacenamiento de los hidrocarburos. Cada año el
Mediterráneo recibe alrededor de un 20% de los vertidos mundiales de hidrocarburos que se
producen en los océanos (unos tres millones de toneladas métricas por año), llegando la
concentración de crudo a alcanzar, principalmente en zonas cercanas a las costas, niveles
de 500 litros por kilómetro cuadrado.61

En este sentido, se entiende que el acuerdo entre los gobiernos español y francés para
prohibir este transporte por las zonas de responsabilidad de estos países, constituye un
buen paso para evitar los riesgos medioambientales en las costas próximas a las rutas de
transportes. No obstante, la propia configuración geográfica del Mar Mediterráneo pone de
relieve las limitaciones que soporta este tipo de medidas, cuando las rutas marítimas tienen
que pasar necesariamente próximas (y a veces muy próximas, como es el caso de los
estrechos), a costa.

Es significativa la dependencia energética exterior de los países de la orilla Norte del


Mediterráneo. Según reconoce el propio Consejo Europeo en su Estrategia Europea de
Seguridad (más conocida como “Documento Solana”) esa dependencia es motivo de
especial inquietud. Las importaciones suministran cerca del 50% del total de la energía
consumida en el viejo continente, estimándose que en 2030 la cifra estará en el 70%.
Europa es, hoy por hoy, el mayor importador de petróleo del mundo. La mayor parte de sus
importaciones de energía proceden del Golfo Pérsico, de Rusia y del Norte de África.

60
VV.AA. Causas de la guerra. Opus citada.
61
Ibidem.

18
Conviene no perder tampoco de vista el reducido número de los grandes países
exportadores de petróleo, lo que permite la creación de cárteles como la OPEP, pero
también conviene tomar en consideración el reducido número de las grandes empresas
(entre las que destacan por su poderío, las llamadas “siete hermanas”) que limita la
competencia entre ellas.

Estas empresas, tienen un capital superior al PIB de muchos países, y sus propios intereses
transversales, de modo que pueden condicionar no ya la política de terceros países sino la
del suyo propio y orientarla en su beneficio. Se caracterizan por su alta capacidad de
concentración horizontal y vertical, su altísima diseminación geográfica y su capacidad para
fijar precios en un mercado completamente cautivo. 62 Algunas fuentes las señalan como las
principales beneficiarias de la escalada de precios.63 Ejemplos de injerencias de estas
compañías que forman un cártel transnacional, en la vida política están ampliamente
documentados (por ejemplo, caída del gobierno Mosadeq en Irán tras una política de
nacionalizaciones de compañías petroleras).64

Las alternativas al petróleo, como el hidrógeno o el biodiesel,65 en el primer caso no están


suficientemente desarrolladas y en el segundo suponen el desvío de alimentos para la
producción de carburantes e implicar un alza en sus precios - recuérdese la “crisis”
alimentaria de 2008 -. El desarrollo de alternativas de sustitución y todo su proceso de
implantación, qué duda cabe que requiere de tiempo, pero también de prudencia porque
podría afectar a la programación de las inversiones y ocasionar un recorte en el suministro.

4. EL FACTOR SOCIOECONÓMICO COMO FACTOR POLEMOLÓGICO.

Una aproximación histórica a la guerra muestra la vertiente económica de muchos de los


conflictos, como puede acreditarse, sencillamente, si se observan algunas de las cláusulas
de los tratados de paz a que dieron lugar: “asiento de negros”, navío de permiso, libre
comercio… como pueda que tras dos guerras mundiales acabara por desplazarse el centro

62
Giodano, Eduardo. Las guerras del petróleo. Editorial Icaria, Barcelona 2002, p. 58.
63
Ibidem, p. 103.
64
López García, Bernabé y Bravo López, Fernando. Historia y Cultura islámicas. Curso de Cultura, civilización y Religión
Islámica. Documento de Trabajo, UNED 2005, p. 146.
65
Rosell Lastroeras, Juan. Las guerras del petróleo. Opus citada, p. 256.

19
de gravedad financiero del planeta. Flint66 considera que no sería extraño que el fracaso de
1557 del Imperio Habsburgo fuera resultado de una conspiración liderada por banqueros.

La tipología de las motivaciones económica de la guerra es muy variada. Históricamente, ha


servido a la pura y simple rapiña, como forma de manifestar la hegemonía política, para abrir
mercados, para destruir o modificar las estructuras de producción de un rival, para conseguir
el acceso a los recursos, para obtener reparaciones y tributos, etc.…

Colbert decía que “el comercio es la fuente de las finanzas y las finanzas son el nervio de la
guerra”; Goering apuntaba a que la política económica está orientada a la producción de
“cañones, no mantequilla”, y el slogan soviético para preparar la guerra total propugnaba que
era mejor el socialismo sin leche que leche sin socialismo.67

Comercio, política y guerra, conceptos plagados de espacios comunes, son una parte más
de las relaciones humanas.68 La guerra es una actividad social cuyo desarrollo pertenece a
la política. Pero la política puede ser considerada como una suerte de comercio a gran
escala y entre distintos planos. En consecuencia y en esta lógica, la guerra es una forma de
comercio sangriento, como bien recuerdan no pocos tratados de paz: la guerra no es más
que la continuación del mercado por otros medios.69

Y es que la guerra es una relación entre poderes, no entre meras fuerzas. El objetivo político
de la guerra la introduce en el raciocinio, en los intereses, en las negociaciones, en la
búsqueda de equilibrios, en los ritmos de la vida económica, política y social.70

Las guerras económicas concebidas como conflicto comercial con sus embargos,
contingentes, medidas proteccionistas y arancelarias o sanciones económicas siguen
vigentes, aunque no tienden a transformarse en conflictos armados. Aron71 señala que
EE.UU primero se implicó económicamente en la Primera Guerra Mundial (PGM), para verse
después militarmente concernido; toleró un bloqueo a Alemania tan ilegal, a la luz del

66
Taylor, Peter J y Flint, Colin. Geografía política. Editorial Trama, Madrid 2002, p. 9.
67
Mead Earle, Edward. “Adam Smith, Alexander Hamilton, Friedrich List: las bases económicas del poder militar” en Paret,
Peter (coord.). Creadores de la Estrategia Moderna. Ministerio de Defensa, Madrid, 1992, p. 231.
68
García Caneiro, José. La racionalidad de la guerra. Tirant Lo Blanch, Valencia, p. 91.
69
Kolko, Gabriel. El siglo de las guerras. Editorial Paidos, Barcelona 2005, p. 343.
70
García Caneiro, José. La racionalidad de la guerra. Opus citada, p. 92.
71
Aron, Raymond. Un siglo de guerra total. Revista de Occidente, Madrid 1963, p. 21.

20
Derecho Internacional, como la guerra submarina sin restricciones que esgrimía como
motivo para entrar en guerra.

Algunos autores como Chomsky, consideran que tras la Segunda Guerra Mundial el nuevo
orden internacional se sustentó sobre tres pilares básicos, el orden económico establecido
en Breton Woods, el orden político establecido en la Carta de las Naciones Unidas y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.72

En no pocas ocasiones los conflictos se disimulan argumentando la democracia, el respeto a


los derechos humanos… como antes se argüían en la promoción de la fe o la carga del
hombre blanco. Pero las guerras no son unicausales por más que las motivaciones
económicas subyazcan en el trasfondo de no pocas de ellas.

4.1. Teoría económica y conflicto.

Los modelos económicos son elementos esenciales en la construcción de sociedades y


Estados y, por consiguiente, capitales para entender las lógicas propias de la motivación,
conducción y terminación de las guerras.

La guerra es inherente a sistemas como el mercantilista desarrollado en el siglo XVII, al igual


que en cualquier sistema en que el poder es un fin en sí mismo y la vida económica es
impulsada en función de propósitos políticos. El progreso del Reino Unido se asentó sobre
las Navegations Act;73 su flota no sólo protegía sino que abría camino al comercio
permitiendo una acumulación de capital que hizo luego posible el librecambismo. 74

La búsqueda de metales preciosos que trajo consigo la expansión comercial inherente al


mercantilismo en el XVIII, determinó el carácter agresivo del comercio exterior, ya que la
cantidad de estos metales y de los medios de comercio resultan limitados. El intercambio no

72
Chomsky, Noam. Estados canallas. Editorial Paidos, Barcelona 2002 p. 148.
73
El 9 de octubre de 1651 el Reino Unido aprobó una ley de navegación (Navigation Act) que prohibía la importación de
artículos, a menos que fueran transportados por barcos ingleses o del país productor de los artículos. Esto eliminaba a los
intermediarios holandeses, y los Países Bajos consideraron la situación insoportable La guerra enfrentó a Robert Blake (1599-
1657) con Maarten Harpertszoon Tromp (1598-1653). Los barcos ingleses vencieron en la mayor parte de los encuentros, y esto
marcó el comienzo de la decadencia neerlandesa. La paz se firmó el 3 de abril de 1654, y se acordó respetar la ley de navegación.
http://historia.mforos.com/725448/5037534-estabilizacion-inglesas-de-cromwell/
74
Mead Earle, Edward. “Adam Smith, Alexander Hamilton, Frieddrich List: las bases económicas del poder militar.” Opus
citada, pp. 231 y ss.

21
es igualmente favorable al comprador y al vendedor. El comercio así visto no es tanto la
guerra como su sustituto.75

Como dijo el General Monck al solicitar la reanudación de la guerra con los holandeses en
1662 “¿Qué importa ésta o aquella razón? Lo que queremos es una parte aun mayor del
comercio con los holandeses.”76 Otro ejemplo era el que escribía un folletinista en 1745
respecto de la guerra que sostenía el Reino Unido con España y Francia: “es más en interés
de los reinos… que continuemos en estado de guerra… nuestro comercio, en general,
florece más en una guerra naval vigorosa y bien llevada que con una paz que permitiera un
libre intercambio con esas dos naciones”.77

Y es que las posiciones librecambistas (a las que evolucionó desde el mercantilismo) del
Reino Unido, y todo el desarrollo conceptual que conllevan, chocaron primero con la
fisiocracia de Colbert y después con el proteccionismo alemán. Obviamente, estos conflictos
entre filosofías económicas encontraron reflejo en los acuerdos de paz que saldaron las
innumerables guerras que se libraron en Europa desde el siglo XVIII.

Hamilton y List fueron figuras claves en la revitalización del mercantilismo en el mundo


moderno; Hamilton, en desacuerdo con las teorías de los fisiócratas, consideraba en
palabras de Montesquieu que “el resultado natural del comercio es promover la paz”,78 se
preguntaba
“¿el comercio ha hecho hasta ahora algo más que intercambiar los objetos de guerra?... ¿No ha
habido numerosas guerras por motivos comerciales desde que estos han pasado a ser los
fundamentales para las naciones?” 79

Las Guerras del Opio estuvieron motivadas por el deseo británico de conseguir un
reequilibrio en la balanza comercial con China, para lo cual no se dudo en abrir los mercados
de este país a un producto, cuyo comercio estaba también prohibido en la metrópoli
británica.

Merece reseñarse que la tardía unificación de Alemania e Italia hizo que estos países
llegaran tarde al reparto colonial, por más que éste se acordase en el Congreso de Berlín de

75
Aron Raymond. Guerra y paz entre las naciones. Opus citada, p. 299.
76
Howard, Michael. Las causa de los conflictos y otros ensayos. Ediciones Ejército, Madrid 1987, p. 227.
77
Ibidem, p. 228.
78
Mead Earle, Edward. “Adam Smith, Alexander Hamilton, Friedrich List: las bases económicas del poder militar.” Opus citada,
p. 236.
79
Ibidem, p. 249.

22
1882. Así, hasta la Primera Guerra Mundial, Alemania imponía un arancel a sus colonias lo
que fue un decisivo factor de desencuentro con los británicos a los que de ese modo se
excluía de los mercados.

El liberal no tiene unos objetivos distintos del mercantilista, sino que interpreta los hechos de
un modo diferente. No se trata de privar a otro ni de un bien ni de los beneficios sino de
maximizar el beneficio de todos mediante una república universal de intercambios que no
distingue el comercio interior del exterior. En consecuencia, el comercio es contrario a la
guerra.80

Para algunos liberales, la causa guerra se encontraría en los intereses de los gobernantes,
en una inadecuada percepción del interés del Estado por parte de sus gobernantes o en la
superpoblación.81

La forma para solventarlos exige una potente financiación que sea capaz de soportar los
elevados gastos que comporta. Y aunque el binomio coste-eficacia, lo que se pretende
conseguir y el costo de hacerlo, debiera ser determinante, merece reseñarse que no existen
guerras económicas puras. Nuevamente hay que recordar que las guerras son actos
políticos.

Bismarck decía que “el mercado libre es el arma del más fuerte.”82 Foch, por su parte,
consideraba que la guerra nacional, ideológica y comercial no se detendrá antes de que las
naciones no hayan agotado todos sus recursos y afirma que ahora ”se abren nuevos
83
mercados a cañonazos.” En palabras del general Smedler Butler: “la bandera sigue al
dinero y los soldados siguen a la bandera” 84 lo que explicó Harold Laski diciendo que:
“los hombres… han podido utilizar su gobierno para proteger sus intereses; y en un último análisis el
gobierno se identifica de tal modo con el inversionista que un ataque a su beneficio se equipara con
una amenaza al honor nacional… las fuerzas armadas son, en efecto, el arma empleada por el
inversionista para garantizar su privilegio.” 85

Un ejemplo está en el papel de la empresa germana Mannesman en la crisis de 1911 entre


Francia y Alemania y materializada en el envío del cañonero Panther a Agadir. Esta

80
Aron Raymond. Guerra y paz entre las naciones. Opus citada, p. 300.
81
Ibidem, pp. 301-302.
82
Mead Earle, Edward. “Adam Smith, Alexander Hamilton, Friedrich List: las bases económicas del poder militar.” Opus citada,
p. 236.
83
Aron, Raymond. Pensar la guerra, Clausewitz. T. II. Ministerio de Defensa, Madrid 1993, p. 35.
84
Ibidem, p. 274.
85
Ibidem, p. 28.

23
empresa, como ya hiciera Hearst durante la crisis que desembocó en la guerra de Cuba,
movilizó a la prensa nacionalista alemana para sus propios fines.86 En el caso alemán las
clases medias y altas se mostraron a favor del expansionismo y auparon a una clase militar
dotándola de medios económicos, pues si no se hubiera hundido el sistema de valores de la
nación, toda vez que el consenso nacional descansaba sobre valores e intereses
compartidos.87

El capitalismo está asociado a la búsqueda de materias primas, a la competencia por los


mercados y a altos márgenes de beneficios. El problema de la economía de mercado se
deriva de no haber aportado una solución a las crisis periódicas, los reajustes estructurales,
que se producen en su seno y que motivan que, desde una óptica marxista, se considere la
guerra el resultado de sus contradicciones internas. Su alianza con el nacionalismo dará
lugar al imperialismo.

En una obra aparecida en 1902 y titulada “El Imperialismo”, Hobson deducía que el
capitalismo choca con una dificultad interna insuperable: la distribución desigual de la
riqueza que desemboca en una falta de consumo por parte de los pobres, la cual, a su vez,
provoca una superproducción desanimando a los ricos a invertir sus ahorros.88

Tampoco conviene olvidar las teorías marxistas que consideraban las guerras resultado de
la confrontación de los intereses capitalistas.89 En esta línea Rudolf Hilferdin afirmaba
“el postulado de una política de expansión revoluciona toda la ideología de la burguesía. La
burguesía deja de ser pacífica y humanitaria. Los antiguos librecambistas creían en el libre cambio no
sólo como la mejor política económica, sino también como el comienzo de una era de paz. El
capitalismo financiero ha abandonado desde hace mucho tiempo una noción semejante. Lejos de creer
en la armonía de los intereses capitalistas, sabe que la lucha entre competidores se aproxima cada vez
más a una batalla política por el poder.” 90

Para Galtung la paz es la ausencia de violencia y se encuentra ligada directamente al


desarrollo; por ello, se dirige a tratar de neutralizar la violencia estructural actuando contra
los mecanismos que la originan. Dahrendorf apunta “allí donde existe dominación existen,
según nuestra definición, clases y conflictos sociales.” 91

86
Ibidem, p. 278.
87
Kolko, Gabriel. El siglo de las guerras. Editorial Paidós, Barcelona 2005, p. 36.
88
Bernoux, Phlippe y Alain Brou. Violencia y sociedad. Editorial Zero, Algorta 1972., p. 106.
89
Lenin. Tres artículos de Lenin. Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín 1976, p. 10.
90
Pastor Verdú, Jaime. La evolución del marxismo ante la guerra y la paz. Editorial Técnos, Madrid 1994, p. 245.
91
Alonso Baquer, Miguel. ¿A que denominamos Guerra? Ministerio de Defensa 2001, p. 270.

24
La teoría de la dependencia expresa la perpetuación de la relación colonial con las antiguas
metrópolis de modo que se impide el despegue de los países tras su independencia
polarizándose la situación social y conteniendo a la población a través de las Fuerzas
Armadas; a su vez el control del mercado por el capital falsea los precios y reproduce el
desequilibrio.92

Merece citarse que, entre 1820 y 1950, el PIB per cápita medio de doce Estados de la
Europa occidental se multiplicó por 4,5 mientras que el aumento que experimentó la India o
Egipto, países en régimen colonial fue testimonial.93 En 1960 el Congo belga, con una
población de 17 millones de personas, contaba con 17 licenciados, de los cuales ninguno
era médico, abogado o ingeniero;94cuando los franceses salieron de Túnez había 143
médicos y 41 ingenieros nativos.95 Por eso la Resolución 1514 establecía que “la falta de
preparación en el orden político, económico, social o educativo no deberá servir nunca de
pretexto para retrasar la independencia.”96

Grundy señala que ”cuando una minoría superordenada insiste en que la mayoría debe
adoptar su cultura y además rehúsa procurar a la mayoría oportunidades para adaptarse,
entonces es muy dudosa la integridad del compromiso misionero.”97Mientras Hobsbawm
apunta que “los imperios siempre se han justificado a sí mismos, tanto cuando afirmaban
que llevaban (su versión de) la libertad a los oprimidos (por otro imperio) o, en la actualidad,
cuando se presentan como campeones de los derechos humanos”. 98

4.2. Condiciones económicas de los conflictos.

A día de hoy, cualquier campaña militar, además de encontrarse cargada de incertidumbres,


exige una previsión económica y logística que raramente la hace resultar rentable si se
considera en exclusiva lo que es propiamente su balance económico.99 En este sentido, la
substitución del modelo hobbesiano de Relaciones Internacionales, al menos en el ámbito

92
Garvía, Roberto. Conceptos fundamentales de Sociología. Alianza Editorial, Madrid 1998, p. 27.
93
Hobsbawm, Eric. Guerra y paz en el siglo XXI. Editorial Crítica, Barcelona 2007, p. 34.
94
Pardo de Santayana y Vacas Fernández. El conflicto de los Grandes Lagos. Colección conflictos internacionales, Ministerio de
Defensa, 2003, p. 28.
95
Hourani, Albert. La historia de los árabes. Vergara, Barcelona 2003, p. 467.
96
Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
97
Grundy, Kenneth W. et all. Las ideologías de la violencia. Editorial Tecnos, Madrid 1976, p. 68.
98
Hobsbawm, Eric. Guerra y paz en el siglo XXI. Opus citada, p. 34.
99
Es lo que Bouthoul llama la tesis de Norman Angelli. Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Ediciones Ejército, 1984, p.
341.

25
económico, por otro basado en fórmulas más cooperativas y concurrentes se ha mostrado
como un factor de beneficio mutuo y estabilización de la sociedad internacional.

Ciertamente, la pobreza es una razón característica de los pueblos primitivos cuya


supervivencia se encuentra amenazada por falta de recursos.100 Pero esto no puede
extrapolarse fácilmente al momento actual ya que la guerra sólo puede prepararse cuando
existen excedentes de producción. Por ello, los Estados más desfavorecidos tienen
dificultades para afrontar los costos de una guerra convencional, además de que su
capacidad de organización, per se, suele ser deficiente. Como señala el conde Montecúcculi,
destacado militar italiano del siglo XVII, la guerra se hace con tres cosas: dinero, dinero y
más dinero.101

Aunque la desigualdad (concepto relativo), como se verá, no ha hecho más que crecer, lo
cierto es que la pobreza (concepto absoluto) ha disminuido, de modo acorde a los Objetivos
de Desarrollo del Milenio.102

Pero también conviene considerar, y es igualmente cierto, que si la tasa de pobreza en


términos globales ha decrecido desde 1981 (40,1%) hasta 2004 (18,1%), esta reducción ha
sido mucho más fuerte en Asía Oriental, que en regiones como África donde prácticamente
se ha mantenido.103

Eso no quita que las zonas más desfavorecidas sean un terreno propicio para los conflictos,
pues en ellas convergen a un tiempo, precariedad política, económica y social; son unos
conflictos que afectan en mayor medida a la población civil, son las “guerras de
desintegración”;104 estas nuevas guerras generan espirales de violencia que no hacen
distingos entre civiles y militares cuya base teórica es el “miedo hobbesiano” que alienta la
fragmentación de las sociedades haciendo que los nuevos colectivos se armen y se unan a
otros buscando protección.

Rafael Grasa apunta que existe una zona que abarca unos 50-60 países en los que desde
1945 no existen conflictos en su territorio por los efectos estabilizadores de la democracia y

100
Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Opus citada, p. 360.
101
Münkler, Herfried. Viejas y nuevas guerras. Opus citada, p. 71.
102
Sanahuja, José Antonio. Conferencia:“Pobreza y desigualdad.” X Curso de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.
Documento de Trabajo del Departamento de Estrategia, Septiembre 2008.
103
Sanahuja, José Antonio. Conferencia: “Pobreza y desigualdad”. Opus citada.
104
Jordán, Javier y Calvo, José Luís. El nuevo rostro de la guerra. Opus citada, pp. 56 y 92

26
enlaces económicos. Sin embargo, señala la existencia de una zona de conflictividad Sur-
Sur elevada consecuencia de las “democracias inciertas” instaladas en sus territorios y
también de economías frágiles y fracturas étnico-culturales.105

De lo expuesto hasta ahora se deduce que la abundancia es un factor belígeno; así la


mayoría de los protagonistas de las guerras del pasado siglo fueron países con suficientes
posibilidades económicas, con recursos y Ejércitos altamente preparados. 106 En palabras de
Engels,”la violencia no es únicamente un acto de voluntad, sino que exige para su ejercicio
107
unas condiciones previas muy concretas, es decir instrumentos.” Alemania el país más
rico y culto de su época, es uno de los principales culpables de la Segunda Guerra Mundial.

Los Estados más avanzados se ven atravesados por flujos económicos, de armas,
terroristas, drogas, culturas, religión. En 1950, 25 millones de personas cruzaron las
fronteras de sus países; en 1980, los emigrantes legales fueron 325 millones.108

Conflictos en el primer mundo, en el Tercer Mundo y entre ambos. La globalización


contribuye a una distribución horizontal del poder, de modo que se reducen las distancias
geográficas y se simplifican muchos procesos, pero simultáneamente, también se hace más
difícil la gobernabilidad política; implica interconexiones e interdependencias, pero no
confluencia de pareceres por lo que se favorece el localismo. Y es que el mundo de la
globalización en un mundo muy fragmentario que obliga a vivir en la pluralidad, y eso sólo es
posible promoviendo la interculturalidad y el respeto a la diferencia.109

Desde el marxismo se subraya la contradicción que se produce entre el desarrollo


internacional de las fuerzas productivas y el carácter nacional de los Estados que son
reconocidos como actores de un conflicto, pero también como la máscara bajo la que se
ocultan los capitalistas. 110

El Tercer Mundo en su conjunto es una realidad en la que confluyen problemas en los


planos demográfico, económico, político y cultural. Además Norte y Sur son dos realidades

105
Grassa, Rafael, “La seguridad humana como síndrome y programa.” en Tulchin, Joseph et al. La seguridad desde las dos
orillas. Ediciones Bellaterra, Barcelona 2006, p. 306.
106
Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Opus citada, p. 359.
107
Lecturas de Sociología Militar.”Sociología de la guerra”. Documento de Trabajo Escuela de Guerra Naval. Biblioteca del
CESEDEN B22C1, p. 16.
108
Toffler, Alvin y Heidi. Las guerras del futuro. Opus citada, p. 338.
109
Jordán, Javier y Calvo, José Luís. El nuevo rostro de la guerra. Opus citada, p 59 y 72.
110
Pastor Verdú, Jaime. La evolución del marxismo ante la guerra y la paz. Opus citada, p. 436.

27
cada vez más distantes. Si la oposición Este-Oeste era una ideología de guerra que
estableció un equilibrio de paz, la división Norte-Sur es un orden pacífico aunque con
desequilibrios y enfrentamientos.111

Con el término “securitización del desarrollo” se hace referencia a la utilización de la ayuda


para el desarrollo como un instrumento de lucha contra el terrorismo y no como una forma
de luchar contra la pobreza.112Sólo desde parámetros ajenos a la necesidad pueden
justificarse algunas actuaciones. Por ejemplo, Bosnia recibió tres veces más ayuda que
Camboya con el doble de población; Nicaragua recibió un apoyo significativamente mayor
que El Salvador y diez veces más que Guatemala.113

Verstrynge, por su parte, considera apoyándose en el trabajo de George Bataille, que las
guerras son resultado de la existencia de excedentes que no pueden ser absorbidos por un
sistema para su desarrollo; estos excedentes deben ser empleados y uno de sus usos es la
guerra.114Los sistemas viven así en una alternancia de acumulación disipación, que encaja
en la naturaleza pulsante de la guerra preconizada por Clausewitz.

Sombart habla del “estímulo que han significado para algunos de las principales industrias y
el comercio con sus productos: la industria del cobre, del zinc y, sobre todo del hierro, es
decir, aquellas ramas de la actividad industrial que suministraba la materia prima para las
armas.” 115

Este estímulo, que es consecuencia, también puede verse como causa. Así, otro caso de
guerras de superabundancia es la que se lleva a efecto para dar salida al exceso de
producción.116 En esta línea, hay quienes consideran que lo que el presidente Eisenhower 117
denominaba el entramado militar-industrial118 es también un factor belígeno por las tensiones
que genera.

111
Rufin, Jean-Chritophe. El imperio y los nuevos bárbaros. Ediciones Rialp, Madrid 1992, pp. 23 y ss.
112
Burke, Megan. “La recuperación del conflicto armado.” Documento de trabajo de FRIDE num. 22/2006, p. 7.
113
Ibídem, p. 15.
114
Verstrynge, Jorge. Una sociedad para la guerra. Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid 1979, p. 52.
115
Pastor Verdú, Jaime. La evolución del marxismo ante la guerra y la paz. Opus citada, p. 30.
116
Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Opus citada, p. 363.
117
“Discurso de despedida del presidente Eisenhower al pueblo americano” pronunciado el 17.01.1961 en
www.eisenhower.utexas.edu
118
Brodie, Bernard. Guerra y política Fondo de Cultura Económica, México 1978, p. 281

28
Con su participación, los Ejércitos justifican su existencia al tiempo que obtienen
adiestramiento y usan un material que el complejo industrial repone. Una simbiosis casi
perfecta desarrollada por muchas de las llamadas “teorías de la conspiración” que presentan
a Vietnam como ejemplo. A modo de prueba de la permeabilidad de la Administración
norteamericana119 muchas veces se citan las relaciones con la industria militar de
Presidentes, Vicepresidentes y demás altos cargos de la administración.

Pero también es cierto que desde 1960 el número de empresas occidentales que fabrican
armas no ha hecho más que aumentar; en 1994, había 300 compañías en 52 países
implicadas en el negocio de armas de pequeño calibre y en 2001 eran ya quinientas. En
2005 había en el mundo 125 millones de Kalashnikov.120

David cifra el número de muertos que provocan anualmente entre 300.000 y 500.000 y
establece el negocio entre los 10.000 millones de dólares, además de entre 1.000 y 2.000
millones en dinero negro.121

El desarrollo económico es un factor polemológico de primera magnitud, aunque no en


términos absolutos, sino relativos, en lo que es propiamente el desequilibrio en el reparto de
la riqueza. En cambio, la pobreza puede servir como catalizador de otros fenómenos como
el deterioro medioambiental, las presiones migratorias, la extensión de enfermedades, etc.,
que, en esta ocasión son factores polemológicos aunque ahora de una índole bien distinta al
tratado.

4.3. Las diferencias socioeconómicas como factor polemológico.

La desigualdad, como la asimetría en general, es fuente de progreso por sus efectos


revulsivos, pero esto sucede mientras se mantiene en unos márgenes que permiten la
emulación; cuando esta desigualdad es tal que no es posible un crecimiento proporcionado,
la sociedad se ve abocada a la impotencia y el marasmo, de modo que estas diferencias se
tornan en explosivas. Kant lo expresaría diciendo “la desigualdad entre los hombres debe
considerarse como una prolífica fuente de muchos males, no es menos cierto que constituye
a su vez, el origen de todos los bienes.”122

119
Molina Miguel Ángel et all. Guerra global permanente. Opus citada, p. 150.
120
Hobsbawm, Eric. Guerra y paz en el siglo XXI. Opus citada, p. 154.
121
David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Opus citada, p. 327.
122
VV. AA. Apuntes de Polemología. Opus citada, Capítulo VI.

29
Pero esta desigualdad es contradictoria. Una contradicción que se establece, por un lado,
entre los niveles de integración alcanzados entre países y mercados y la falta de un marco
normativo e institucional equivalente y acorde; por otro, entre unas responsabilidades
crecientemente compartidas fruto de un sistema cada vez más integrado y las oportunidades
de progreso que ese mismo sistema brinda a todos los implicados.123

Y es que resulta clamoroso, que el incremento en las Relaciones Internacionales y el auge


del comercio no se haya visto correspondido, al igual que ha sucedido en los Estados, por
un marco regulatorio equivalente. Ello ha convertido la esfera internacional, estableciendo un
régimen bilateral y contractual de geometría variable, en un escenario tan desregulado como
lo eran las naciones a comienzos del XIX en los albores del maquinismo.

Por eso, no hay nada menos inocente que el laissez-faire, con el que se pretende
contemplar la miseria con ecuanimidad mientras se aplacan los remordimientos y se dice
que no existe alternativa.124

Y es que una de las más importante clasificaciones que cabe hacerse de los países del
mundo actual es la que puede hacerse en función del reparto de la riqueza entre países, e
incluso por géneros.125 Como dijera Schmitt “si yo digo mío y tuyo no sólo individualizo el
origen del momento polémico, sino que impongo la definición del enemigo como definición
de mi identidad”126 para añadir más adelante “antes los pueblos guerreros sometían a los
pueblos que dirigían el comercio, hoy ocurre al contrario.”127

También debe ponderarse el papel de países como China o India, principales actores
económicos de sus regiones, que presentan características de potencias mundiales a la vez
que las fragilidades propias del subdesarrollo.

123
Alonso Rodríguez, José Antonio. “Riesgos económicos internacionales” en VV.AA. Cuaderno de Estrategia núm. 120/2002,
pp. 92 y 93.
124
Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. Opus citada, p. 225.
125
Sanahuja, José Antonio. Conferencia: “Pobreza y desigualdad.” Opus citada.
126
Citado por Arico, José. Introducción a Schmitt, Carl. El concepto de lo político. Alianza Editorial, Madrid, 1991, p. XIII.
127
Schmitt, Carl. El concepto de lo político. Opus citada, p. 73.

30
Pero no sólo ha variado la composición intergrupo e intragrupo, sino el peso ponderado de
los distintos países. Rufin128 y Steinbruner señalan que, aunque el PIB mundial se haya
multiplicado por cinco desde 1945 hasta 1985, EE.UU, por ejemplo, ha pasado del 50% de la
producción mundial al 25%.

Paralelo al desequilibrio económico se produce un desequilibrio tecnológico que profundiza


aun más el foso que divide a los países ricos de aquellos en vías de desarrollo o
subdesarrollados. En base a lo expuesto se puede concluir que la globalización ha producido
un visible empeoramiento en lo que es la distribución mundial de la riqueza.

Pero éste el desequilibrio no se da sólo entre países sino también dentro de los países. Por
ejemplo, mientras que 358 fortunas personales equivalen a los bienes que disponen
2.500.000;129 un total de 2800 millones de personas, cerca de la mitad de la humanidad, vive
con menos de 2 dólares al día y 1200 millones con menos de 1 dólar.130 Y los números lejos
de mejorar, empeoran.

Además, este tipo de conflictos civiles, en aplicación de lo anterior, sólo resultan posibles
cuando las organizaciones rebeldes son viables económicamente. La delincuencia
organizada generada a partir de la explotación de recursos considerados ilícitos por la
comunidad internacional se ha mostrado como una vía exitosa de financiación (opio,
cocaína, secuestros económicos, extorsión…).

Morris Miller, del estudio de cincuenta y cinco países, deduce que las desigualdades
regionales, no en exclusiva, sino combinadas siempre con otros factores, están relacionadas
con conflictos violentos internos. A su juicio, lo que hace a un país tener un verdadero riesgo
de conflicto interno es la combinación de las desigualdades regionales con la exclusión
política de los grupos minoritarios, es decir cuando no existen fórmulas que sirvan a la
articulación institucional de los intereses de las partes; esta opinión es compartida por
Fisas131 que apunta el hecho de que el poder económico en estos países es inferior a los
2.000 dólares anuales de renta per cápita.

128
Rufin, Jean-Chritophe. El imperio y los nuevos bárbaros. Ediciones Rialp, Madrid 1992,p. 161.
129
Taylor, Peter J y Flint, Colin. Geografía política. Opus citada, p. 1. Datos de 1996.
130
Alonso Rodríguez, José Antonio. “Riesgos económicos internacionales” en VV.AA. Cuaderno de Estrategia núm. 120/2002,
p. 71.
131
Fisas, Vicenc. Procesos de paz y negociación en los conflictos armados. Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona 2004, p. 26.

31
La ideología que separa al Norte y el Sur, según Rufin, es una ideología de la desigualdad.
En lo político es la estabilidad lo que prima, mientras en lo económico el desarrollo universal
es considerado inútil. El Norte busca seguridad; para ello renuncia a expandir su modelo
demográfico, sus ideales democráticos y su productivismo y crear un conjunto de Estados
tapón (como Méjico, Marruecos, Turquía...) que sin llegar alcanzar su nivel de desarrollo
(sino se trasladaría el problema sin solucionarlo) lo aíslen de una realidad más alejada.132

Todo ello coincide con una deslocalización de las fuentes de materias primas, mayormente
situadas en el Tercer Mundo, respecto de la ubicación de los centros de producción y
consumo, que en no pocas ocasiones han agotado ya las suyas propias (o las mantienen
como reserva estratégica), y se sitúan en el primero.

Estos problemas de distribución de los recursos tienen consecuencias internas y externas.


Así la lucha por unos recursos limitados puede enervar la hostilidad entre comunidades que
tradicionalmente han vivido juntas y en paz en el interior de un mismo Estado o distribuidas
entre varios.

Por otro lado, y resulta singularmente un extremo de la máxima trascendencia, no es sólo la


pobreza en sí lo que puede constituirse en un factor belígeno, sino que es la percepción de
injusticia de las sociedades la que puede actuar como tal.133

La percepción de injusticia en una situación (y la pobreza es un ejemplo paradigmático)


siempre ha sido un poderoso factor de movilización, máxime si se considera que los medios
de comunicación de masas contribuyen a aproximar las diferencias, concienciando a la
sociedad de su situación de agravio y propagando la sensación de injusticia.

En consecuencia, puede provocar una efervescencia social que radicalice a la población


primero y la acerque después a los movimientos terroristas trasnacionales, de ahí la aludida
securitización del desarrollo. Además produce una quiebra de la legitimidad del conjunto del
sistema internacional por ineficaz.

132
Rufin, Jean-Christophe. El imperio y los nuevos bárbaros. Opus citada, p. 196.
133
Fisas, Vicenc. Procesos de paz y negociación en los conflictos armados. Opus citada, p. 25.

32
Paul Collier estima que los países pobres están atrapados por cuatro trampas: conflicto
armado, dependencia de sus recursos naturales, gobernabilidad pobre y aislamiento
geográfico respecto de los mercados desarrollados. Jeffrey Sachs, por su parte, ha
sostenido que las trampas son la mal nutrición, las enfermedades, la pésima infraestructura
y la alta fertilidad. Un abanico que va desde profundos problemas estructurales hasta graves
problemas comunitarios.134

La ayuda de occidente presta no sólo es insuficiente, sino también deficientemente


gestionada: esfuerzos de donantes divergentes y difusos en Bosnia, diversas estrategias en
Ruanda o una presencia internacional fragmentada en Burundi.135

El crecimiento demográfico descontrolado apuntado por Huntington como agravante de la


lucha de civilizaciones, puede ser un factor originador de conflictos a gran escala, ya que
desplazará el centro de gravedad de la política mundial hacia la lucha por los recursos
naturales, lejos de enfrentamientos culturales o religiosos. Como dice Paul Kennedy: “una
explosión demográfica en una parte del globo y una explosión tecnológica en otra, no es una
buena receta para un orden internacional estable.” 136

CAPÍTULO II

CAUSAS DE LOS CONFLICTOS (II)


LA DIFERENCIA COMO FACTOR POLEMOLÓGICO.

La diferencia según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) es


“aquella cualidad o accidente que hace que una cosa se distinga de la otra”; la diferencia,
por definición, rompe con la homogeneidad y genera asimetría, lo que determina que el
individuo o grupo de individuos no pueda proyectarse en el otro impidiendo el
reconocimiento, la empatía y la alteridad. Así tanto la sociedad global, como la regional o la
local, quedan atravesadas por una serie de líneas de fractura (como son, por ejemplo, los
mismos Estados). La diferencia en tanto que fuente y origen de la asimetría no sólo es causa

134
VV.AA. “La era de la globalización: Estados bajo presión.” Informe de conferencia 03. Fundación FRIDE 2008, p. 12.
135
Burke, Megan. “La recuperación del conflicto armado.” Opus citada, p. 18.
136
Kennedy, Paul. Hacia el siglo XXI, Barcelona Plaza y Janés, 1992.

33
de los conflictos, sino también un concepto capital en el ámbito operativo al fijar el plano en
que se desarrollan y condicionar su evolución desde una perspectiva estratégica y táctica.

1. SOCIEDAD Y CONFLICTO. LÍNEAS DE FRACTURA.

La guerra es una función de naturaleza social. Antes de que existiera la sociedad no existía
la guerra, pues la guerra es, utilizando las palabras de Bouthoul,” la lucha armada y
sangrienta entre agrupaciones organizadas”.137 El desarrollo de las estructuras de las
sociedades conlleva la aparición de elementos polemológicos por la propia dinámica de
grupos. Gellner señala que dos hombres son de la misma nación si se reconocen de la
misma nación; son las naciones, los colectivos, las que hacen al hombre.138

Marcel Merle considera que los particularismos étnicos, lingüísticos o religiosos han
retornado quizá a causa de la uniformización impuesta por el Estado.139 Como sostenía
Valery, el grado de civilización se mide por el número de contradicciones acumuladas. 140

La cohesión proporcionada por un sentido de unidad, de interdependencia, de destino


común, permite superar graves problemas. Así los grupos étnicos, poseen una identidad
existencial que trasciende cualquier ideario político coherente y no se sustenta sobre
complejas teorías emancipatorias.141 Por el contrario, resulta fácil su utilización para
vertebrar los conflictos, para estimularlo o justificarlo cuando surge por otras razones,
“los enfrentamientos religiosos morales y de otro tipo se transforman en enfrentamientos políticos y
pueden originar el reagrupamiento de lucha decisivo en base a la distinción amigo-enemigo. Pero si
llega a esto, entonces el enfrentamiento decisivo no es ya religioso, moral o económico sino el
político.”142

1.1. Dinámicas de grupo. El choque nuestro-vuestro.

Para el sociólogo B. Shäfers, un grupo social es


“un determinado número de miembros quienes, para alcanzar un objetivo común, se inscriben
durante un periodo de tiempo prolongado en un proceso relativamente continuo de comunicación e
interacción y desarrollan un sentimiento de solidaridad (sentimiento de nosotros). Para alcanzar el

137
Bouthoul, Gaston. Tratado de Polemología. Ediciones Ejército 1984, p. 61.
138
Gellner, Ernest. Naciones y nacionalismo. Alianza Editorial, Madrid 2006, p. 74.
139
Merle, Marcel. Sociología de las Relaciones Internacionales. Opus citada, p. 329.
140
Liddell Hart, B.H. Estrategia: la aproximación indirecta. Opus citada, p. 19.
141
Jaime, Oscar. “Causas del terrorismo nacionalista” en Robles et al. Los orígenes del terror. Editorial Biblioteca Nueva Madrid
2004 p. 90.
142
Schmitt, Carl. El concepto de lo político. Alianza Editorial 1991, p. 33.

34
objetivo del grupo y la estabilización de la identidad grupal son necesarios un sistema de normas
comunes y una distribución de tareas según una diferenciación de roles específica de cada grupo.”

En los grupos simples, el objetivo común y el sentimiento de solidaridad son claros, pero en
las sociedades complejas es más difícil su determinación. Por el contrario, las sociedades
complejas desarrollan un sistema de normas y una distribución de roles más elaborados,
aunque comparten una uniformidad intelectual y moral.143

Conforme el grupo adquiere estabilidad se desarrolla en sus miembros una conciencia de


pertenencia, y coincide con el proceso sociológico de “categorización.” Cuando los grupos
tienen conciencia de sí mismos y descubren otras sociedades, surge la necesidad de
relación y cooperación que les proporciona un aumento de la riqueza y el intercambio de
conocimientos. Como dijera Ibn Jaldún “las masas sólo pueden entrar en acción en virtud de
alguna solidaridad.” 144 Es la assabiyya, tan del gusto de los radicales islámicos.

Con el término “nosotros” se reconoce una comunidad de semejanza en la que se disuelven


las diferencias; los términos “vosotros” o ”ellos” implican que existe al menos una diferencia
insalvable que pesa más que cualquier semejanza y empequeñece los rasgos comunes,
estableciéndose una frontera explícita y haciendo que el nacimiento de la comunidad sea
fruto de un acto de división.145

Pero, al mismo tiempo, el contacto con otros grupos sociales hace nacer la competencia
tanto en el terreno material, de los recursos, como en el ideológico-religioso. La competición
cuando se suma a la categorización social, es decir a la “conciencia de grupo”, trae la
hostilidad y el conflicto. Es el choque de intereses nuestro-vuestro que se constituye como
una causa polemológica.

Este tipo de interpretaciones, no obstante, encarnan el peligro, en la línea del darwinismo


primero y del social darwinismo después, de generar a partir de las constantes del
comportamiento humano el carácter ineludible, casi innato y determinista, del odio hacia los
otros grupos146 y conviene no olvidar tampoco - y hasta contraponer a ellos- el juicio de
Teilhard de Chardin en el sentido de que

143
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Alianza Editorial, Madrid 2003, p. 32 y ss.
144
Ibn Jaldún. (Charles Issawi, selección, prólogo e introducción). Teoría de la sociedad y de la historia. Opus citada, p. 173.
145
Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2006, pp. 197 y ss.
146
Ternon, Yves. El Estado criminal. Editorial Península, Barcelona 1995, p. 106.

35
“la evolución no marcha por el camino del tamaño (de lo pequeño a lo grande), ni del número (de lo
uno a lo múltiple), sino por el camino de lo sencillo a lo complejo, lo que acarrea el aumento de lo
interior, de lo psíquico, de lo consciente. En suma, de la espiritualidad.”

La naturaleza heterogénea de algunas sociedades hace que sus miembros pueden


encontrarse divididos en los planos generados en torno a la etnia, la lengua, la religión y la
cultura lo cual resulta trascendente desde la perspectiva de la vertebración. De hecho, son
elementos definidores del nebuloso concepto de nación, y como apunta Carl Schmitt
“Todo antagonismo u oposición religiosa, moral, económica, étnica o de cualquier clase se
transforma en oposición política en cuanto gana la fuerza suficiente como para agrupar de un modo
efectivo a los hombres en amigos y enemigos.”147

Bajo este prisma, el enemigo deja de ser simplemente “el otro” para sufrir un proceso de
metamorfosis que le lleva a ser diabolizado. Ya no se cuestiona el derecho del otro frente al
mío, sino el derecho del otro a ser y a tener en pie de igualdad. Para Ignatieff se
“toma los hechos neutrales de un pueblo – la lengua, territorio, cultura, tradición e historia – y los
convierten en una narración…toma las “diferencias menores” y – en si mismas irrelevantes- y las
transforma en grandes distinciones…..la característica más acusada de la mirada narcisista es que
sólo contempla al Otro para confirmar su diferencia”. 148

Como sostiene Glover las características identificadoras son “comparativamente neutrales”,


pero contienen un elemento mítico, son “portadoras de una carga emocional” y además se
construyen mediante un relato selectivo sobre el pasado, con elementos de agravio y de
victoria que sirve de trasfondo para juzgar los actos nuevos. Se produce una transferencia
de sacralidad, desde la religión a la nación, y también a la ideología.149

Freud considera que en la conducta humana subyace una suerte de narcisismo. “Algo”
resulta querido en la medida en que se asemeja a “nosotros” y nos confirma, e
inversamente, “algo” resulta hostil en función de su lejanía.
“el narcisismo de la diferencia menor consiste, pues, en la entrega a una fantasía colectiva que
permite a los individuos amenazados o ansiosos evitar el esfuerzo de pensar por sí solos e incluso de
pensar en si mismos. De igual modo, la tolerancia dependerá de la capacidad para individualizar a
los demás.”150

El recorrido vital del hombre hace que necesite de referencias; estas se ven afectadas por
las tensiones de procesos como la globalización, el desarrollo de los medios de

147
Schmitt, Carl. El concepto de lo político. Opus citada, p. 67.
148
Ignatieff, Michael. El honor del guerrero. Editorial Taurus, Madrid 1999, pp. 54 y 55.
149
Glover Jonathan. Humanidad e inhumanidad. Ediciones Cátedra, Madrid 2001, p. 203.
150
Ignatieff, Michael. El honor del guerrero. Opus citada, p. 65.

36
comunicación de masas… que a su vez han afectado no ya al orden internacional, sino a los
sistemas de valores.

Etnia, lengua, religión y cultura son etiquetas, elementos de definición identitaria al tiempo
que planos habituales para el conflicto. Esto es, actúan como mecanismos de polarización
promoviendo el alineamiento de la población de modo dicotómico y excluyente, según la
lógica de clasificación dentro-fuera. Y es un sentimiento comúnmente reconocido que cuanto
más inseguro se siente el hombre más se afirma en su identidad, siendo las sociedades
donde resultan particularmente estrechas las identificaciones entre sus miembros aquellas
en que más enconadas son las disputas.151 Pero la identidad no es un concepto estático sino
abierto, discursivo.

Decía Carlos Ilich Ramírez152 – alias Carlos-, converso al Islam, “si el marxismo hubiera
sabido reintroducir pronto una dimensión trascendente, casi con seguridad se hubiera
impuesto casi en todas partes“ e identifica el Islam como “la única fuerza trasnacional capaz
de oponerse a la esclavización de naciones.”

2.- LA RELIGIÓN COMO FACTOR POLEMOLÓGICO.

2.1. Una aproximación antropológica. Tótem y Tabú.

Los estados prereligiosos de la sociedad están indisolublemente ligados a los conceptos de


tabú y tótem; todos los grupos sociales poseen tales conceptos. La necesidad de normalizar
los intereses del grupo y el empleo de armas para su defensa, dieron lugar a la aparición de
las primeras prohibiciones en forma de tabú. Como diría Durkheim:
“las representaciones religiosas son representaciones colectivas; los ritos son maneras de obrar que
nacen solamente en el seno de grupos reunidos y que están dedicados a suscitar, mantener o renovar
ciertos estados mentales de esos grupos.” 153

El tabú tiene su origen en la necesidad de establecer unas normas que preserven al grupo y
garanticen su supervivencia, cohesión y respeto a la identidad; su consecuencia es la
aparición de normas morales. Por ejemplo, el incesto ha sido sistemáticamente tabú por sus
nefastas consecuencias para la especie; sería tabú emplear las armas contra los miembros

151
Storr, Anthony. La agresividad humana. Alianza Editorial, Madrid 1970, p. 100.
152
Verstrynge, Jorge. La guerra periférica y el Islam revolucionario. Editorial Viejo Topo 2005, p 67
153
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Alianza Editorial, Madrid 2003, p 38.

37
del propio clan, estaría prohibido tomar hembras por la fuerza pues podría provocar
venganzas de sangre, como tampoco no cumplir las normas higiénicas.

Por otro lado, con la aparición del fenómeno pre-religioso, el grupo crea los símbolos de un
poder oculto y superior que a la larga le identificará y proporcionará mayor cohesión. Es el
tótem. Este puede ser cualquier objeto o acontecimiento que tenga importantes efectos en
el bienestar material o espiritual de una sociedad por lo que, con el transcurso del tiempo,
tiende a convertirse en objeto de actitud ritual. Freud habla del instinto totémico, mediante el
cual un hombre se identifica con el mismo objeto que sus compañeros de clan y se
convierten en uno. El tótem o alma colectiva, se transforma en una representación del
“nosotros” en contraposición a los “demás” manifestando un instinto gregario que forma,
junto a los de conservación, nutrición y sexual, la totalidad de instintos primarios de la
especie.

Algunos sociólogos consideran que las ideas de tótem y Dios tienen el mismo origen. Así,
Durkheim154 afirma que “los dioses son los pueblos pensados simbólicamente” que “los
intereses religiosos no son más que la forma simbólica de los intereses morales y
materiales”, una visión confusa de la adoración que la sociedad se tributa a sí misma y en la
que lo realmente importante es la solidaridad.155

Es más, considera que en el temor a lo sagrado se expresa simbólicamente la dependencia


de la sociedad.156 La idea de Dios sólo es una forma de culto a la sociedad que convierte la
experiencia religiosa en un éxtasis en grupo, una efervescencia colectiva con funciones
formadoras de identidad y productoras de cohesión social157

Girard sugiere que la religión tiene como función mantener la violencia fuera de la
comunidad, sublimarla, hacerla sagrada, trascendentalizarla.158 Así, al igual que sucedió
con el efecto totémico, lo trascendente tiene también una dimensión social; la identidad del
grupo, el “nosotros”, se refuerza con la religión de modo que resulta de mayor relevancia,
sociológicamente hablando, el concepto de “lo sagrado” que el de Dios.159

154
Aron, Raymond. Las etapas del pensamiento sociológico. Ediciones siglo XX, Buenos Aires, pp. 54 y ss.
155
González Noriega, Santiago en Introducción a Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, p. 7.
156
Aron, Raymond. Las etapas del pensamiento sociológico. Opus citada, p. 59.
157
Joas, Hans. Guerra y modernidad. Ediciones Paidos Ibérica S.A., Barcelona 2005, p. 95.
158
García Caneiro, José. La racionalidad de la guerra. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid 2000., p. 124.
159
Aron, Raymond. Las etapas del pensamiento sociológico. Ediciones siglo XX, Buenos Aires, p. 55.

38
De hecho Durkheim sostiene que “la religión no ignora la sociedad real ni hace abstracción
de ella sino que es su imagen y refleja todos sus aspectos, incluso los más vulgares y
repulsivos”. 160 Su aportación definitiva fue relacionar el ámbito de lo sagrado con el control
que ejercen la sociedad y la cultura sobre la conciencia individual.

Hasta entonces, en el conflicto “nuestro-vuestro” al otro se le concedía el derecho a “lo suyo”


aun cuando entrara en conflicto con “lo nuestro”; desde la aparición de las primeras
religiones esto no sucede; la división entre agrupamientos acentuada por dioses, rituales y
sacrificios se hace más profunda, y el problema se agrava cuando las religiones comienzan
a tener una vocación universal y exclusivista.

La idea de tótem se encuentra asociada a la de maná161 que representa el lazo espiritual


entre el clan y lo trascendente.162 Las faltas de respeto a los tabúes de un pueblo
constituyen un insulto a la moral colectiva de la sociedad, mientras que las actitudes
irreverentes ante un tótem son insultos a la religión. Aparece como causa de conflicto lo que
llamamos insulto al tabú/tótem, es decir, la agresión a la moral o religión colectiva.

En una sociedad posmoderna como la occidental, donde parecen haber prosperado valores
asociados al laicismo cabría pensar que esta idea está superada; nada más lejos de la
realidad. Cual es, por ejemplo, la reacción social europea ante la ablación femenina. Por otro
lado, la democracia de sufragio universal, la igualdad de la mujer, los derechos humanos
¿no son, a caso, el nuevo tótem de nuestra cultura occidental?

De hecho, se presentan como valores ahistóricos y eternos, consustanciales .a la naturaleza


humana ignorando por completo que su conformación no es sino el resultado de un proceso
evolutivo en el tiempo y que cada cultura en cada época incorpora a la sociedad su propio
sistema de valores, en este caso eurocéntrico: Veritas filia temporis.

2.2 Religión y conflicto.

En febrero de 1994, Baruch Goldstein asesinó a 29 musulmanes e hirió a 150 más mientras
se encontraban orando en la mezquita de Hebrón. De este modo, estaba golpeando
simultáneamente en el punto de convergencia de las líneas de fractura de las tres religiones

160
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, p. 633.
161
Aron, Raymond. Las etapas del pensamiento sociológico. Opus citada, p. 62.
162
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, pp. 302 y ss.

39
monoteístas nacidas de la Casa de Abraham. Y es que ese lugar, la gruta de Macpela, es el
primer terreno adquirido por Abraham en la Tierra Prometida y tradicionalmente se considera
que alberga la Tumba de los Patriarcas, junto a las de Adán y Eva; se trata pues de un lugar
santo para las tres religiones y, por ende, ecuménico e interreligioso.

Y es que desde las religiones se trata no sólo de explicar al hombre y a su universo visible,
sino también aquello que desconoce presentándolo como verdad absoluta. 163 Así la
formulación de los Mandamientos (Éxodo, 20), la Alianza, presenta a Dios como unificador
de su pueblo (Dios de Israel) con exclusión de otros, otorga un recuerdo permanente de su
presencia y dicta normas para la comunidad.

La religión constituye un factor de definición identitaria al distribuir la población según la


lógica dentro-fuera; su relevancia hace que sus propuestas no dejen indiferente; invitan a
pronunciarse, a hacer profesión de fe o a oponerse. Ésta es una de las razones por las que
destaca la capacidad movilizadora y vertebradora del discurso religioso. “Ni siquiera las
ideas y sentimientos colectivos serían posibles sin los motivos externos que los
simbolizaba…así que es la acción la que domina la vida religiosa, y ello gracias a que su
fuente es la religiosidad”. 164

Por eso resulta útil su inclusión en cualquier lógica de confrontación; la religión actúa
simultáneamente como elemento de diferenciación, ayuda a la definición del grupo y se
convierte en un aglutinante que proporciona asistencia psicológica a sus miembros y
favorece el desarrollo de estrategias de largo plazo.

Pero existe una cierta tendencia a sobrevalorar los hechos, a hacer de la dimensión religiosa
la clave explicativa, el motor de sus sociedades. De este modo la religión se convierte, como
mínimo, en la piedra angular que justifica cualquier conflicto o proceso de cambio conflictivo
y condiciona el necesario análisis multicausal, cuando muchas veces ha sido utilizada
instrumentalmente. Hay autores165 que consideran que el Estado ha pretendido sustituir a
Dios en el seno de las sociedades.

En Europa el Renacimiento supuso el descubrimiento del otro; la religión modelaba la


identidad colectiva y fijaba la diferencia, al menos hasta el siglo XVII, siendo entendida como

163
Storr, Anthony. La agresividad humana. Alianza Editorial, Madrid 1970, p. 101.
164
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, p. 630.
165
Ternon, Yves. El Estado criminal. Opus citada, p.66.

40
una comunidad de creyentes más que como un conjunto de doctrinas; por consiguiente lo
que se defendía en las guerras de religión era una concepción de la comunidad. Los otros
eran los que no eran de la propia religión; así los edificios sagrados de la América
precolombina para los españoles eran mezquitas y las ciudades “Cairos.”166

Galtung167 habla de un perfeccionismo de las religiones occidentales que las presenta como
exhaustivas y excluyentes, combinando universalidad y singularismo, al igual que hacen los
totalitarismos, e Ignatieff afirma “el imperialismo europeo dividió el mundo en “nosotros” y
“ellos”…. Pero la conciencia europea siempre tuvo presente un universalismo cristiano y
jurídico que rechazaba esa definición particularista de las obligaciones”168 fomentando un
“sentimiento de culpa”. Como sostiene Freund numerosos conflictos “nacen de desacuerdos
sobre la idea de perfección”. 169

Manuel Castell, por su parte, señala como la exclusión social y la irrelevancia económica se
ha traducido en la exclusión de los exclusores por parte de los excluidos, mediante la
afirmación de un conjunto alternativo de valores incompatibles con aquellos sustentados, por
fundamentalismos de todo tipo y articulados en torno a la religión;170 Remón afirma que,
hasta la Revolución Francesa y el desarrollo político, no surgió un terrorismo “laico” teniendo
los fenómenos de violencia anteriores connotaciones religiosas.171
“Las mitologías consisten a veces en substituir la pluralidad de causas por un factor único, en dar un
valor incondicional a un objetivo deseado o en menospreciar la distancia entre los ensueños humanos
y el destino de las sociedades.” 172

El primer homicida, según la Biblia, fue Caín y sus razones estaban ligadas a la distribución
del favor divino; de hecho, Sayyed Qutb postulaba que “la división básica en la humanidad
era la religiosa, más que la racial o nacionalista, y que la guerra religiosa era la única forma
de asesinato moralmente válida”.173

166
Iranzo Dosdad, Ángela. “La religión: un factor de orden y desorden en la formación de la sociedad internacional en el nuevo
orden global.” Opus citada, pp. 145-146.
167
Galtung, Johan. ¡Hay alternativas¡. Editorial Tecnos, Madrid 1984, p. 130.
168
Ignatieff, Michael. El honor del guerrero. Ediciones Taurus, Madrid 1999, p.19.
169
Freund, Julián. Sociología del conflicto. Ediciones Ejército, Madrid 1995, p. 197.
170
Castell, Manuel. La era de la información: Economía, sociedad y cultura. Volumen III: fin de milenio. Alianza, Madrid 2000, p.
425.
171
Remón, Julia. “Aproximación a la historia del terrorismo” en VV. AA. Afrontar el terrorismo. Gobierno de Aragón 2006, p. 86.
172
Aron Raymond. Pensar la guerra, Clausewitz. T. II. Opus citada, pp. 104 y 105.
173
Qutb, Sayyid. This Religion of Islam. Al-Manar Press, California, 1967, p. 87.

41
La religión – para algunos, el factor olvidado de las Relaciones Internacionales 174 - en su
fusión con la geopolítica actúa como un elemento discursivo más; no obstante, tal fusión se
produce en determinados espacios temporales por lo que se supera la inhibición que se
intuía podía ser el resultado de su convivencia con la racionalidad moderna.175

El retorno de la religión a las Relaciones Internacionales edificadas sobre una secularización


cuestionada por manifestaciones violentas supone un reto a la creatividad pues modifica sus
fundamentos (más materiales que ideacionales) y prioridades epistemológicas.176 Es lo que
Kepel llama la revancha de Dios.177

En fin, la praxis demuestra como la religión – en un doble sentido, divino y tradicional178 - se


ha utilizado para legitimar conflictos cuyos fundamentos poco tienen que ver con lo
trascendente, para ampliar la base social de gobiernos en el poder, para vertebrar un
discurso de oposición, para justificar la guerra…. La palabra fanático proviene de fanum que
en latín significa templo, término que no sólo se utiliza en el plano religioso sino también en
el político.179Abdenabid Kunja uno de los suicidas de Leganés (España), en una carta de
despedida a sus hijos sostenía “no soporto vivir en esta vida como una persona débil y
humillada ante los ojos de los infieles.”180

Lo más relevante de la crisis de las grandes ideologías totalizantes con las que se cerró el
siglo XX ha sido la mutación de las ideologías seculares tradicionales y su reconstrucción
mediante matrices culturales, religiosa, cultural-lingüística como formas de movilización e
identificación colectiva, en el contexto del apoyo de fantásticos multiplicadores mediáticos. 181
La religión se confunde pues con una entidad no religiosa, con un Estado o con una nación.

La apertura de las puertas del Templo de Jano en la antigua Roma señalaba la guerra pero
no hacia a los dioses culpables ni instigadores de ella. Y a Aquiles, ningún dios le llevo a la
contienda contra Agamenón, sino que fue aquél cuando se apoderó de Briseis, mujer que

174
Johnston D. y Sampson, C. La religión el factor olvidado de las Relaciones Internacionales. PPC, Madrid 2000.
175
Cairo Carou, Heriberto. “Fundamentalismo cristiano” en Cairo Carou Heriberto y Pastor Verdú, Jaime (comp.) Geopolíticas,
Guerras y resistencias. Trama Editorial, Madrid 2006, p. 118.
176
Iranzo Dosdad, Ángela. “La religión: un factor de orden y desorden en la formación de la sociedad internacional en el nuevo
orden global” Opus citada, p. 141.
177
Kepel, Gilles. La Revancha de Dios. Anaya&Mario Muchnik, Madrid 1991.
178
Khader, Bichara. “Terrorismo islamista localizado Terrorismo islamista globalizado. Un ensayo de definición” en VV. AA.
Afrontar el terrorismo. Gobierno de Aragón 2006, p. 203.
179
Ibidem.
180
Bada Panillo, José. “Más allá de una cultura del miedo y del odio, de la guerra preventiva y del terrorismo” en VV. AA. Afrontar
el terrorismo. Gobierno de Aragón 2006, p. 361.
181
Vilanova, Pere en Prólogo a David, Charles-Philippe. La guerra y la paz. Icaria, Barcelona 2006, p. 19.

42
Aquiles quería para sí como botín, dicho sea de paso, una de las causas de enfrentamiento
más antiguas del mundo.182

Si se examina detenidamente la Historia podrá apreciarse que los conflictos realmente


relacionados con la religión son internos a la misma y no propiamente interreligiosos; la
razón es sencilla, pocas religiones admiten la conversión del no creyente por la fuerza y no
pretenden su destrucción, que tendría como consecuencia, además, su condenación eterna,
que es precisamente lo que se pretende evitar.

Los conflictos se producen normalmente con la aparición de corrientes heterodoxas, las


herejías; la razón es que, implícitamente, implica un cuestionamiento de quienes mantienen
la ortodoxia y fuerza a su rechazo extremo. Son las ramas de la misma religión las que
plantean el conflicto más enconado.183 En este sentido no debe perderse de vista que el
Cristianismo deriva del judaísmo, con el que estuvo enfrentado; y, significativamente,
Dante184 ubicaba a Mahoma en su obra en el infierno de los herejes.

Pero, más propiamente, tal es el caso de las guerras de religión en Europa (como afirma la
Ignatieff la Reforma obligó a replantearse, en un mundo ya dividido entre confesiones
rivales, la universalidad humana que había servido de premisa para la unidad de los
cristianos) o de los conflictos entre sunníes y chiitas, de hecho los musulmanes son los que
padecen el mayor número de muertes por acción de su terrorismo radical.

Shlomo Ben-Ami señala que los movimientos que se registran en muchos países
musulmanes con el ascenso del islamismo político no son más que una expresión del
hartazgo de sus pueblos ante la corrupción e incapacidad de las élites en el poder, lo que les
resta simultáneamente legitimidad y capacidad de gobierno; la elección de estos pueblos no
se establece entre tiranía y democracia, sino entre una suerte de autoritarismo laico y una
forma particular de democracia islámica.185
.
La alienación y la humillación cultural constituyen un caldo de cultivo del que es posible que
fermenten grupos terroristas. Pero se busca la autoridad de la religión para conseguir la

182
Piénsese, por ejemplo, en el rapto de las sabinas por los romanos.
183
Storr, Anthony. La agresividad humana. Alianza Editorial, Madrid 1970, p. 101.
184
Canto III.
185
Ben-Ami, Shlomo. Ponencia para el panel “Interreligious & Intercultural Understanding Panel: Interreligious and Intercultural
Understanding and Western-Islamic Relations.” Para el Georgetown Global Forum on Competitiviness en Madrid, 7 de marzo de
2008.

43
legitimidad moral que permita atacar a los símbolos de la economía y del poder político
global, lo que se presenta como una imagen de lucha espiritual entre el bien y el mal. De
este modo, la religión sin ser causa directa, ha resultado ser un factor multiplicador del
problema del terrorismo a cuya vertebración puede servir actuando como herramienta de
movilización y marco legitimador.

Pero las religiones también contribuyen a la paz y a la generación de espacios de estabilidad


y encuentro en la que ésta resulta posible. Las “treguas de Dios” en la Edad Media, la
reglamentación de la guerra islámica o la filosofía oriental de la ahimsa gandhiana
constituyen referentes históricos a las que se añade el carisma mediador de sus líderes
religiosos.

Es un hecho que los dirigentes espirituales más destacados de nuestra época se encuentran
aquellos que han promovido cambios sociopolíticos; por ejemplo Mahatma Gandhi, Martin
Luther King o el arzobispo Desmond Tutu.186 La religión no siempre tiene que ser un factor
negativo en la resolución de los conflictos.187 De hecho, católicos del calado político de
Robert Schumann188 se encuentran en espera de canonización.

Tampoco todo son diferencias. Así, no deja de sorprender que la configuración doctrinal del
Islam y del Cristianismo sean tan similares; unos textos sagrados, una Primera Generación
de referencia (los Apóstoles en el Cristianismo y los Compañeros del Profeta en el mundo
islámico) y varios siglos para unificar doctrina (Concilios e ijtihad).

Muchos nombres de musulmanes hacen referencia a personajes bíblicos como Yusuf (José),
Isa (Jesús), Suleimán (Salomón), Musa (Moisés) Yahya (Juan), Hawwa (Eva), Miriam
(María)….189 Es más, la casa de Abraham es la raíz troncal y referencia para el encuentro de
las tres religiones monoteístas de signo semítico. No obstante, los judíos consideran
irrelevante para su fe al cristianismo y al Islam, los cristianos que el judaísmo está superado
y el Islam es herético, y los musulmanes que el cristianismo y el judaísmo están
sobrepasados.

186
Johnston D. y Sampson, C. La religión el factor olvidado de las Relaciones Internacionales. PPC, Madrid 2000, p. 30.
187
Sánchez Jiménez, José. “El factor olvidado…” en Revista Utopía y Sociedad núm.19/2002, p. 261.
188
Petschen Verdager, Santiago. Conferencia:“La religión como factor polemológico.” II Curso Superior de Inteligencia, ESFAS,
CESEDEN, febrero 2009.
189
Ibidem, pp. 19 y ss.

44
Jean Claude Bassset define el diálogo interreligioso como el “intercambio de palabras y
escucha recíproca que compromete en pie de igualdad a creyentes de diferentes tradiciones
religiosas” de modo que lo interreligioso es “un lugar de encuentro e interpelación
recíproca.”190

Entre estas religiones existe un espacio común que trasciende los dogmas y las diferencias
teológicas, pero que, sin embargo, está constituido sobre los valores que de ellos se
deducen; estos a su vez, superan el ámbito de lo religioso proyectándose sobre la sociedad
civil. De este modo, las religiones convergen en el marco de los valores y en el espacio de lo
no religioso.

3. CULTURA, CIVILIZACIÓN Y CONFLICTO.

La cultura se configura como un conjunto de creencias, ritos y acuerdos sobre como


concebir e interpretar el mundo. Las pautas y usos culturales ayudan a la convivencia y a la
adaptación proporcionando respuestas y soluciones a los problemas diarios. La cultura con
su entramado de creencias, normas, modelos y expectativas, guía, explica, regula al tiempo
que configura y determina el carácter de la comunidad que alberga. Cuando más útil y
armoniosa es una cultura para sus miembros menos conscientes son éstos de la influencia
que ejerce sobre ellos.191

Cada cultura proporciona el más alto grado de protección y control social con las mayores
disculpas de la agresión al construir sus propias justificaciones para las conductas violentas
de sus miembros. Estas excusas culturales de la violencia no sólo facilitan la subyugación y
el sufrimiento de las víctimas, sino que también deshumanizan a los agresores al
racionalizar la prepotencia, la explotación y el fanatismo.192

La cultura de una sociedad enmarcada en el contexto de la civilización, constituye un


espacio difuso que encarna en sí mismo una propuesta de sistema de valores y normas.
Núcleo vertebral de esta propuesta son tanto el lenguaje como el hecho religioso que en
modo alguno son ajenos: no en vano y como apunta Durkheim “casi todas las grandes
instituciones sociales han nacido de la religión.”193

190
Basset, Jean Claude. El diálogo interreligioso. EGO Comunicación, Bilbao, 1999.
191
Rojas Marcos, Luis. Las semillas de la violencia. Espasa Calpe, Madrid, 1995, pp. 188, 189 y 195.
192
Ibidem, p. 204.
193
Durkheim, Émile. Las formas elementales de la vida religiosa. Opus citada, p. 630.

45
El etnocentrismo presenta lo propio como natural y lógico, mientras lo ajeno resulta extraño,
extravagante, cuando no una agresión. En palabras de Bernaux:”negarse a pertenecer a un
grupo, a hablar la misma lengua, a tener referencias a un conjunto de normas y de
conocimientos comunes, es rehusar su cultura y esta repulsa es la manifestación de la
194
mayor violencia. ” Con los valores propugnados desde una cultura se trata de definir lo
bueno y lo malo,
“lo justo de la causa también tiene por fundamento o pretexto la defensa de un valor… la elección de
un valor con preferencia a otros es inminentemente polémica, a causa de la irreductibilidad de los
valores de uno a otro, y de su inevitable multiplicidad.”195

En el siglo XVI los valores cristianos dieron cobertura intelectual a la acción conquistadora.
En el siglo XIX estos valores fueron sustituidos por los valores humanitarios y la razón
civilizadora, de modo que sólo se hablaba de una civilización en singular, a la que se
sumarían las demás culturas una vez que superasen su minoría de edad. Esa superioridad
moral se encontraba sostenida por la misma identidad cristiana, de modo que el sistema de
relaciones internacionales fue edificado a partir de una concepción eurocéntrica.196

El concepto civilización es un concepto amplio. Según la RAE es un “conjunto de ideas,


creencias religiosas, técnicas, artes y costumbres propias de un determinado grupo
humano”, Luís Racionero señala que “la palabra civilización viene del término latino civitas
197
con el que se señala el estilo de vida de las ciudades” Para los Toffler198el término
civilización abarca materias tan variadas como la tecnología, la vida familiar, la religión, la
cultura, la política, las actividades empresariales, la jerarquía, la hegemonía, los valores, la
moral sexual y la epistemología.

Como es bien sabido, Huntington defiende la tesis de que


“las grandes divisiones del género humano y la fuente predominante de conflicto van a estar
fundamentadas en la diversidad de las culturas…. el choque de las civilizaciones dominará la política
mundial; las líneas de fractura entre las civilizaciones serán las grandes líneas de batalla del
futuro.”199

194
Bernoux, Phlippe y Alain Brou. Violencia y sociedad. Editorial Zero, Algorta 1972., p. 82.
195
Freund, Julián. Sociología del conflicto. Opus citada, p. 198.
196
Iranzo Dosdado, Ángela. “La religión: un factor de orden y desorden en la formación de la sociedad internacional en el nuevo
orden global.” Opus citada, p. 148.
197
Racionero, Luís. El siglo XXI. Artículo para el diario ABC día 16 de noviembre de 1992.
198
Toffler, Alvin y Heidi. Las guerras del futuro. Ediciones Plaza & Janés, Barcelona, 1981., p. 41.
199
Huntington, Samuel P. ¿Choque de civilizaciones? Editorial TECNOS, Madrid 2002., pp. 15 y 16.

46
El discurso de Huntington identifica el “nosotros” en las civilizaciones y se fundamentaba en
que las diferencias más relevantes entre pueblos no son las económicas, políticas o
ideológicas sino las de signo cultural concluyendo de ello que, aun manteniendo el concepto
de Estado su vigencia, las Relaciones Internacionales se caracterizarán por un equilibrio de
poder entre las civilizaciones. De hecho considera que el conflicto se instala en las líneas de
fractura que separan las siete civilizaciones en que se divide el mundo. Además, considera
que yuxtapone cada vez más a miembros de diferentes culturas motivando una reflexión
sobre su identidad.

Huntington considera que a partir del Tratado de Westfalia hasta 1793, las guerras eran
conflictos entre príncipes; desde esa fecha y hasta la Primera Guerra Mundial las guerras lo
fueron entre Estados; desde entonces y hasta la caída del comunismo el conflicto se
sustanció entre ideologías.

Príncipes, naciones e ideologías se ven ahora sustituidos por civilizaciones. Esto se explica
por las evidentes e insalvables diferencias existentes, junto al hecho de que el mundo se
haya quedado más pequeño por lo que “las interacciones entre pueblos y gentes de
diferentes civilizaciones intensifican la conciencia de civilización de los individuos y ésta a su
vez refuerza diferencias y animosidades”200 al tiempo que los procesos de modernización
despojan a los hombres de sus antiguas identidades. Pero modernización no implica
necesariamente occidentalización:
“las sociedades no occidentales se pueden modernizar y se han modernizado de hecho sin abandonar
sus propias culturas y sin adoptar indiscriminadamente valores, instituciones y prácticas
occidentales.”201

El elemento más significado de la civilización, en torno al cual se vertebra la cultura es la


religión. Conflictos ideológicos, han sido sustituido por otros con matices religiosos, sobre los
que se cimientan ahora las relaciones de solidaridad.

En este marco, una civilización como la occidental que se presenta como universal, entra en
colisión con el particularismo de las otras civilizaciones (la japonesa, hindú, africana,
ortodoxa, islámica o budista) que toman conciencia de sí mismas y comienzan a convertirse
en sujetos de una dinámica de la que antes sólo formaban parte las naciones occidentales.

200
Ibidem, pp. 24 y 25.
201
Ibidem, p. 57.

47
No siendo la cultura Occidental universal, la modernización no es igual a la
occidentalización, y las pretensiones universalistas de Occidente acabarán por producir un
choque de civilizaciones. La exportación de la democracia no era así mucho más que la
reformulación del “white men burden” decimonónico y una forma de hacer prevalecer el
propio código de valores. Pero es “una obligación moral, no una oportunidad de rapiña.”202
Como sostiene Luttwak:
“desde un punto de vista demográfico, Occidente está desapareciendo. En los sitios en que esto no
ocurre, se debe a que está recibiendo inmigración de países no occidentales. Pero la cultura
sobrevivirá. Cuando el último occidental haya muerto, todavía encontraremos a Lucrecio publicado
en Corea.” 203

El problema del planteamiento de Huntington es que su sólo debate posibilita aun más su
desarrollo. Rufin en el mismo sentido apunta como la actividad revolucionaria del Tercer
Mundo está retornando, y mientras se abandonan categorías como proletarios / oprimidos
que son substituidas por otras como opresor / oprimido, al tiempo que se mantiene en la
penumbra el futuro, se legitima la violencia e incluso el terror, rechazando los valores propios
de la cultura grecolatina (cientifismo, progreso, derechos humanos…) mediante el recurso a
las tradiciones de la cultura local, fundamentalmente a la religión.204

Del trabajo de Huntington puede inferirse que los niveles de conflictividad con Occidente se
incrementarán en el futuro, pero también que es improbable que se produzca un auténtico
choque de civilizaciones; lo que sí son factibles son las colisiones en todo el margen de las
líneas de fractura, razón por la que postula un orden internacional basado en las
civilizaciones.

La crítica que cabe hacérsele es que conduce del determinismo biológico al determinismo
cultural.205 En cualquier caso, las diferencias de signo cultural no causan las guerras como
tampoco las semejanzas garantizan la armonía. Muchas civilizaciones están fragmentadas al
incorporar una pluralidad étnica, lingüística,…

4. LA NATURALEZA VERTEBRADORA DE LA DIFERENCIA

202
Grundy, Kenneth W. et all. Las ideologías de la violencia. Editorial Tecnos, Madrid 1976, p. 62.
203
Luttwak, Edward. “El orden global del siglo XXI” Coloquio entre Francis Fukuyama, Timoty Garton Ash, Eric Hobsbawam, Pierre
Hassner y Edward Luttwak para el periódico “La Razón” suplemento “El Cultural”, 20 a 26 febrero de 2000,p. 24.
204
Rufin, Jean-Chritophe. El imperio y los nuevos bárbaros. Ediciones Rialp, Madrid 1992, pp. 94 y ss.
205
Ternon, Yves. El Estado criminal. Opus citada, p. 106.

48
La diferencia permite el establecimiento de las condiciones objetivas que hacen posible el
surgimiento de los conflictos, esto es la existencia del otro, por el que se siente curiosidad
primero, desconfianza después y finalmente odio. Existe reconocimiento pero no alteridad,
por eso las grandes luchas se establecen entre grupos humanos entre los que existen
diferencias menores.

La mayor parte de los conflictos no se dan entre civilizaciones, sociedades, etnias o culturas
(la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo) sino en el interior de las mismas. El mayor
número de muertos consecuencia del radicalismo islámico, ya se ha dicho, se produce entre
los propios musulmanes

De hecho, la antropología ha encontrado múltiples casos de acusaciones de antropofagia


entre culturas. De ello acusaban a los españoles durante la conquista de América, 206 pero
también a los europeos durante la colonización de África en el XIX, confirmándose una vez
más, el dictum de Teilhard de Chardín, “en el fondo de todo conflicto yace un problema de
ignorancia.”

Sobre la diferencia se cimientan las identidades lo que permite un agrupamiento que, a su


vez, facilita la movilización de grandes masas humanas de un modo sencillo. Basta generar
un discurso con un motivo habilitante de naturaleza trascendente; de este modo se consigue
simultáneamente movilización y justificación. La diferencia no es necesariamente la causa,
sino muchas veces el medio para instrumentar otros propósitos, por más que permita
levantar a una comunidad en vez de a un hombre sólo, pues es un recurso fácil a la hora de
construir los discursos.

La diferencia se utiliza para la construcción de los discursos, sirve a la dinamización de los


conflictos, a su vertebración. Con la diferencia se apela a la razón pero también al elemento
irracional, al yo colectivo del grupo. De este modo se utiliza para alimentar el imaginario del
que beben los discursos y de pivote a los saltos argumentales que indefectiblemente les
acompañan y son manifiesta expresión de su carácter voluntarista e irracional. Premisas y
discursos constituyen un todo sustancial para la comprensión del conflicto.

206
Así, Atenágoras de Atenas en el 177 escribió una “Súplica a favor de los cristianos” dirigida a los emperadores Marco Aurelio y
Cómodo en la que niega las acusaciones de canibalismo, ateísmo e incesto dirigidas contra los cristianos.
http://www.holytrinitymission.org/books/spanish/

49
La solución pasa por reconstruir la comunidad, esto es, por deshacer los planos que sirven
para escenificar la diferencia, evitando una polarización que contribuya a la construcción de
las categorías amigo enemigo en torno a ella, resaltar lo común y respetar lo diverso, no ver
en el diferente un enemigo. El reduccionismo, la simplificación, la dicotomía, no son
acertadas… ni siquiera inteligentes: ¿Qué hay de bueno en pretender ser enemigo de 1.200
millones de personas? El problema ya lo enunciaba Sartre:”el otro no es nunca el desarrollo
de mi libertad, sino obstáculo. El infierno son los otros y contra esto no hay solución
alguna.”207

5. EL CASO DEL ISLAMISMO.

¿Qué ha pasado para que, más de mil años después de la llegada del Islam a Afganistán
algunos musulmanes hayan descubierto que unos budas tallados sobre la piedra, que ya
entonces estaban allí, les ofendían? La clave es una nueva lectura, una reinterpretación del
pasado.

El Mediterráneo ha permitido durante siglos la construcción autónoma de universos


vertebrados en torno a ejes referenciales distintos y dotados de un sistema de valores
propios; no obstante, y pese al ínterin colonial, el desarrollo de los medios de comunicación
de masas ha puesto en contacto abruptamente a sus sociedades. Su encuentro se produce
en el marco de las complejas relaciones Norte-Sur donde no pocos de los países islámicos
son territorios de frontera y separan a Europa de una realidad mucho más alejada.

Dos son los grandes problemas asociados a este encuentro. El primero es que se realiza
dentro de la supremacía técnico científica y organizativa de Occidente, lo que hace que sea
percibido por el Sur como un diktat, una imposición con la que se pretende la modificación
de sus esencias. Esto es, como una fórmula más refinada de un colonialismo: lo que antes
se llamaba “la carga del hombre blanco” ahora es presentado como “modernidad” o
“progreso”.

El empleo de vías trascendentes para la formulación del conflicto se aprovecha de la


intangibilidad de los postulados religiosos para defender y justificar la inamovilidad de lo que
antropológicamente no son sino formas de vida y patrones culturales diferentes del modelo
racional-cartesiano imperante en Occidente.

207
Sartre, Jean-Paul. “A puerta cerrada” en http://www.nodo50.org/democrito/descargas/A%20puerta.

50
El otro problema radica en que la intensificación de relaciones aludida, se ha realizado sobre
dos sistemas axiológicos diferentes, dos ordenamientos distintos de los sistemas de valores,
lo que ha generado y genera graves problemas de comunicación, al ser diferentes las claves
necesarias para la comprensión de los mensajes.

El espectro de respuestas frente a la alteridad de Occidente varía desde el puro y simple


desinterés del tradicionalismo hasta los intentos regeneracionistas, pasando por la oposición
y el empleo de la violencia. Una violencia que no es ciega, por más que injusta, sino que
está asociada a un discurso político completo aunque sin propuestas ni soluciones
concretas. El régimen afgano es una imagen del pasado tanto como del futuro. Como
escribe Tariq Alí:
“¿Qué ofrecen los islamistas? Un camino hacia un pasado que nunca existió, lo que fue una suerte
para las gentes del siglo VII. Si el “emirato de Afganistán” es el modelo de lo que desean imponer al
mundo, la mayoría de los musulmanes se alzarán en armas contra ellos. No imagine usted que Osama
o el mulá Omar representan el futuro del Islam. Si de verdad llegaran a representarlo, sería un
verdadero desastre para la cultura que ambos compartimos.”208

Para ello y buscando legitimar su proceder, construyen un discurso y se sirven de un pasado


no ya irreal, por más que sacralizado, sino construido a la medida y en el que se han
introducido formulaciones innovadoras presentándolas como rancias tradiciones religiosas.
No obstante las posibilidades de éxito de la violencia son reducidas.

Para Europa existe una variada tipología de respuestas al problema de la relación entre la
diversidad religiosa y la naturaleza del espacio público. Éstas van desde formulaciones
laicas a pluriculturales; no obstante, la dificultad de esta última propuesta radica en que, el
Estado no puede quedar al margen de la sociedad o de una porción significativa de la misma
ni, por su carácter integrador, consentir en su fragmentación.

En Oriente, el problema está abierto. La referencia de la Revolución en Irán se encuentra


afectada por el Thermidor que supuso su inserción en la comunidad internacional
materializada en la aceptación de los patrones intrínsecos al concepto de Estado-nación,
básicos para la organización del sistema de Relaciones Internacionales actualmente vigente,
así como la gran mayoría de sus reglas de juego.

208
Ali, Tariq, El Choque de los Fundamentalismos, Alianza Editorial, Madrid 2002, p. 461.

51
La interpretación radical tiene cabida en el Islam, pero no es el Islam, y no puede ni debe ser
confundido con aquel, en la medida en que pone su luz sobre algunos elementos doctrinales
y deliberadamente ignora aspectos esenciales.209 Sus rigideces no son sino la expresión de
una sociedad en crisis y sus propuestas se alejan ostensiblemente de la “comunidad
moderada” (2, 143) propugnada por el Corán. Buena prueba de ello es que esta expresión
de desencuentro se haga sin propuestas concretas e instrumentando vías cuyo fondo es en
realidad contrario a las esencias que se propugnan.

La única posibilidad que cuentan los radicales gravita en que la Umma asuma su discurso
como propio porque, como asevera Qutb, “el despertar del Islam supone un despertar de la
conciencia comunitaria de los musulmanes, que no necesita de programas ni de jefes.
Frente a la comunidad no tienen nada que hacer los arsenales de la represión”. En la
práctica supondría que las clases medias piadosas, eje social en litigio y sobre el que las
partes vertebran el conflicto, asuman su discurso y fuercen la reislamización del Estado.210

Tratar de hacer prospectiva sobre lo que debería ser la postura de Occidente frente al
radicalismo es asumir ya una parte de su discurso, esto es que existe un conflicto, y
legitimarles como representantes del Islam, con lo que, como se apuntaba, se corre en
riesgo de, en palabras de Mao, “conducir a los peces allí donde hay más agua.”211

Una postura es un concepto estático que no se puede pretender aplicar a un fenómeno


diverso y dinámico por lo que, siguiendo el pensamiento de Shinmen Musashi, 212 quizá lo
que conviniera adoptar es “la actitud de la no-actitud213” con la que se responde
proporcionalmente en cada caso siguiendo de un modo reflejo los principios axiológicos que
han permitido la conformación doctrinal de Occidente y que, como el agua, son adaptados a
cada situación pero sin variar su esencia: “vencer es fácil, ser vencido es fácil. No vencer ni
ser vencido; he ahí el verdadero Camino.”214

Se trata, en suma, de desmontar el discurso, de acabar con una narración, que sin
constituirse en la causa primera, se erige en un elemento clave de movilización y

209
Como reza el Hádiz “aquel que, al comienzo del Islam, despreciare una décima parte de la Ley está condenado a la perdición,
pero al final aquel que conserve un décimo será salvado”. Du Pasquier, Roger. El despertar del Islam. Opus citada, pp. 41 y 42. Ya
que “Dios quiere la facilidad para nosotros no el apremio” (2,185)
210
Kepel, Gilles. La yihad. Ediciones Península, Barcelona 2002, pp. 43 y ss.
211
Mao Tse Tung La Guerra de Guerrillas. Editorial Huemul S.A. Buenos Aires 1966, p 76.
212
Musashi, Miyamoto. El Libro de los Cinco Anillos. Miraguano S.A. Ediciones, Madrid 2004, p. 111.
213
Ibídem, p. 51.
214
Ibidem.

52
vertebración de la violencia. Se pretende impugnar el discurso de impugnación por la vía de
los hechos, para una vez desarticulada la violencia, poder acabar con ella. Se ataca así el
centro de referencia, el eje sobre el que gravita el conjunto del monólogo, el metarrelato
justificativo, propiciando, cuando menos una nueva relectura o una reconsideración que
entraña en sí misma su cuestionamiento.

La pedagogía es un elemento capital para este propósito, pues no se puede pretender


aniquilar a todos los combatientes ni a quienes los apoyan. Una pedagogía asentada sobre
los hechos pero que también trata de corregir el enfoque, la construcción ideológica, mostrar
los saltos argumentales, las imágenes y las palabras que la hacen posible para probar su
carácter falaz y poder dar inicio a su reconstrucción en la dirección deseada.

La clave, pues, esta en el discursos; en desmontar su narración, en transformarla, en


desacreditar un monólogo que se alimenta de las respuestas, de los errores y de su peculiar
aproximación a la realidad. Se trata de ofertar un discurso propio que incluya una propuesta
de comunidad, impedir que la desconfianza progrese, corregir aquellos elementos
susceptibles de serlo y socavar su narrativa mostrando sus contradicciones e
inconsecuencias y su naturaleza deliberadamente sesgada.

La contrapropuesta pasa por un “proyecto sugestivo de vida en común215” que impida su


calado porque, al decir de Mao “mientras que haya bosques verdes habrá leña que cortar.”
Conviene, además, desideologizar la violencia, privarla de su discurso, para así poder
criminalizarlo y convertirlo en una suerte de delincuencia común al tiempo que se refuerzan
las instituciones locales, corrigiendo sus defectos y eliminando sus vicios de modo que unos
pierdan legitimidad y otros, paralelamente, la ganen; hay, pues, como siempre, que reforzar
el Estado. Las réplicas extemporáneas tienen el riesgo de igualar peligrosamente a las
partes. Hay que preservar el sentido de comunidad.

La respuesta pasa pues por un discurso integrador que ofrezca una comunidad y justicia al
tiempo que se dejan en evidencia las inconsecuencias de su constructor, sus saltos
argumentales y su falta de propuestas en aquellos aspectos en que no existan, y el futuro
que plantean, la situación final deseada, en aquellos campos en que así sea

215
Frías O´Valle, José. Nuestra guerra y nuestra paz. Opus citada, p. 174.

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Gandhi decía que los fines valen lo que valen los medios, que no existe tabique entre ambas
categorías, mientras el Creador sólo permite intervenir en la elección de los medios, de
modo que sólo el análisis de los medios es lo que posibilita el ver si se ha alcanzado el fin.
Los medios impuros sólo llevan a fines impuros.216 Nadie puede ocultar una ciudad
iluminada en lo alto de una montaña, a no ser que sean sus moradores quienes apaguen
sus luces; como reza el dictum bíblico “guarda la integridad y practica el derecho, pues hay
porvenir para el hombre pacífico.”217

En fin, ya dijo un médico, Paracelso, en el siglo XVI, “todo es veneno según la medida”; pero
esto tampoco es nuevo y antes ya lo recogía el Corán: “Allah no ama a los que se exceden”
(2,190).

216
Gandhi. Todos los hombres son hermanos. Colección Azenai, Toledo 1983,p. 121 y ss.
217
Salmos 37,37.

54

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