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Entonces, ¿por qué no solicitó un permiso al director? Mira qué hora es. ¿Cómo es que faltó
de forma tan conveniente al trabajo el día que la empresa pierde la licitación? ¿Está usted,
siendo cómplice de ella? ¿Intenta ayudarla a salir de esta situación? -
Nina desvió toda la atención sobre el tema de Ivonne y la dirigió directo a la empleada que l
a defendía.

-¿Qué tiene que ver conmigo? -


La empleada que defendió a Ivonne se calló de inmediato, ya no se atrevió a hablar más por
que estaba a punto de ser arrastrada al lío.

En cuanto a Ivonne, durmió hasta las nueve y media, sólo se despertó cuando Wendy la lla
mó.

-Ivonne, ¿vas a trabajar hoy?

Ivonne miró la hora, y se le quito por completo el sueño.

-
¡Mamá, debiste despertarme! ¡Llegaré tarde al trabajo! ¡Tengo que estar en la empresa ahor
a mismo!

Capitulo 21 ¿Sin saber qué hacer?

Cuando Ivonne volvió tropezando a la empresa, se dio cuenta de que los empleados la mira
ban como si le hubiera crecido una segunda cabeza.

-¿Todavía tienes agallas para volver aquí? —


dijo Nina. Aunque por fuera parecía tranquila y serena, la desconcertó por sorpresa su actitu
d.

Pensándolo mejor, esta mujer se calmó con rapidez, al fin y al cabo, según las disposiciones
de Ximena, era imposible que Ivonne saliera indemne de la situación, por lo tanto, el result
ado sería el mismo.

Con este pensamiento en mente, recuperó un poco de su confianza de nuevo.

-¿De qué se supone que debo tener miedo?

-¿No tienes vergüenza? ¿Por qué sigues insistiendo cuando ya llegamos a


esto? Ximena respondió por ti dando la cara y haciéndose responsable de todo el daño que
infligiste a la empresa. Ya estarías en la cárcel si no fuera por ella. ¿Cómo puedes estar tan t
ranquila? -Nina se acercó a Ivonne.

-Con sinceridad, no tengo ni idea de lo que estás hablando. -


Ivonne, por su parte, no tenía ni idea.
una

-Sigues fingiendo, ich? -Nina miró a Ivonne con prepotencia-


. Y yo que pensaba que no eras más que

ingenua e inocente graduada. Jamás pensé que


harías algo por dinero. Dimelo. ¿Cuánto te ofreció la competencia por hacer esto? ¿Qué te p
rometieron para vendernos así?

A través de sus discursos, Ivonne consiguió reconstruir la información.

-¿Dices que filtré información clasificada de la empresa? ¿Tienes alguna prueba?

Esto no era algo para tomarse a la ligera, no importaba la cantidad, cualquiera estaría en ser
ios problemas por sabotear a la empresa.

-
¿Pruebas? ¿Crees que te acusaríamos de algo sin pruebas? Cuando terminaste de traducir el
documento, le enviaste una copia al director de nuestro competidor con tu correo electrónic
o personal. Acabas de unirte a nosotros, ¡pero ya eres lo suficiente audaz como para comete
r tales atrocidades! ¿De verdad crees que no encontraríamos nada?

>>Ximena me dijo que ayer solicitaste horas extra. Como nueva empleada, ¿a qué aspiras c
uando solicitas horas extra? ¿Tengo que dar
más explicaciones? Además, los guardias de seguridad te vieron entrar en un taxi cuando te
rminaron sus turnos. El taxi se dirigió en dirección opuesta a tu casa. Déjame adivinar. ¿Ahí
es donde está la casa de Dario? ¿De verdad estás tan ansiosa?

Mientras escuchaba lo que decía Nina, Ivonne recordó rápido todo lo que había pasado ano
che, en especial la parte en la que el taxista mencionó que la vendería en algún lugar lejano,
aparte de eso, el hecho de que estuviera ausente desde temprano al llegar tarde hacía que p
areciera como si tuviera miedo de presentarse a trabajar porque fue ella quien filtró los doc
umentos.

Ivonne esbozó una sonrisa. «Que lastima. El plan es decente, pero tengo sin duda mucha de
suerte».

-Ivonne es en realidad muy desvergonzada. ¿Por qué no confiesa todavía? -


repitieron incesante los demás empleados.

-Ivonne. –La voz de Ximena sonó en ese momento, su expresión era horrible de ver-
. ¿Tienes algo más que decir a tu favor? Puede que seas mi prima, pero ahora estamos en la
empresa. Jonny desprecia a la gente que abusa de su poder en beneficio propio. Lo que paso
hoy está relacionado directo con el bienestar de la empresa, así que tendría que tratar este a
sunto con justicia y no puedo protegerte sólo
porque eres de la familia.

La actitud que mostró hizo que se ganara el favor de los presentes.

¿Así que por eso te esfuerzas tanto en librarte de mí? -


Ivonne miró la expresión rígida de Ximena. -
No tengo ni idea de lo que estás hablando, Ivonne.

-
Ximena, recuerdo que te dije que, por mi parte, no doy la bienvenida a ninguna falla. Si ten
go un menosprecio, ¡haré todo lo posible para que la persona la pague cien veces! -
La expresión de Ivonne era gélida.

Capitulo 22 Demostrar su inocencia

-
¿Qué te paso? Ivonne, confió en ti y sé que necesitas dinero. ¿Quizá te estafó un tipo por de
scuido? – dijo Ximena.

Al escuchar eso, Ivonne chasqueó los talones y levantó la barbilla, con la mirada gélida.

-
Si este asunto sale a la luz, será el fin de tu carrera. Peor aún, tendrás que ir a juicio por ello
. ¿Qué te parece esto? Le diré a Jonny que no te demande. Si alguien tiene que asumir la res
ponsabilidad, seré yo. Deberías empacar tus cosas e irte.

En el pasado, Ivonne habría estado más que feliz de dejar la empresa de inmediato, sin emb
argo, no podía irse sin limpiar su nombre, aunque era débil, eso no significaba que pudiera
soportar que la gente la pisoteara como quisiera, entonces reprimiendo su ira, Ivonne miró a
Ximena. «Hmmm. Esta de verdad dispuesta a hacer cualquier cosa sólo por un hombre».

De repente, alguien de la multitud habló a favor de Ximena.

-
¿Por qué debería Ximena asumir la responsabilidad? Ivonne es obvio que fue quien lo hizo.
Ella debería asumir toda la responsabilidad.

-
Exacto. Ella es adulta. ¿No tiene el valor suficiente para asumir la responsabilidad después
de cometer

error?

un
-Todo
está grabado por las cámaras de vigilancia. ¿Cómo se atreve a no admitirlo? Llegó tarde al t
rabajo y tiene la audacia de negarlo. Obvio, sabe que Ximena la ayudará.

-
¡Qué terrible! Llevo un mes trabajando como una esclava. Y ahora, ella regalo todos los fru
tos de mis esfuerzos sólo para complacer a un tipo.

-¡Llama a la policía de inmediato!

Todo estaba planeado a la perfección; Ivonne en ese instante no tenía escapatoria, el verdad
ero culpable se había inventado la hora, el lugar e incluso la historia.

-No admitiré algo que no hice -dijo Ivonne.

Nina salió y dijo:

-
¿A quién quieres engañar? Las cámaras de vigilancia grabaron todos tus delitos. ¿De verda
d crees que no admitirlo funcionará?

-Quiero ver las imágenes de vigilancia. -


Ivonne fijó su mirada en Nina, cuyos ojos parpadeaban con un rastro de pánico.

-
¡Enséñaselo! ¡Argh! Es una mujer tan testaruda. Ivonne siempre se encuentra con el Señor
Huarte después del trabajo. Por eso me puse en contacto a propósito con mi amigo para con
seguir las imágenes de vigilancia de los alrededores de la casa de este hombre y siento dece
pcionarte, pero no podrás negar los hechos con todas estas pruebas, Ivonne -
dicho esto, Nina introdujo la memoria USB en los ordenadores de la sala de vigilancia.

La verdad era que Nina había encontrado al hacker más hábil para sustituir su cara por la de
Ivonne y así distorsionar la verdad, al menos, ella no reconoció su cara en
la grabación después de verla, así que tenía la esperanza de que todo resultaría
de acuerdo al plan.

Mientras tanto, Ivonne miraba el vídeo con atención, no había segmentos cortados, ni much
o menos

faltantes en la grabación, pero, aunque nadie lo noto, Ivonne sí logro detectar un error. ¿Có
mo se atreve a actuar tan orgullosa con trucos tan baratos? ¿De verdad cree que soy tan fáci
l?>>.

En ese momento, Ximena vio cómo Ivonne pulsaba con suavidad


uno de los botones del teclado y de inmediato, algo sucedió con las imágenes de vigilancia,
la imagen nítida del rostro de Ivonne se había convertido en el rostro de la mujer que estaba
a su lado: Nina.

Nina se estremeció sutil y sus ojos se abrieron de par en par


al ver su rostro en la grabación. «¿Cómo es posible?».

-¿Qué está pasando? ¿Por qué está Nina con el Señor Huarte?

Nina miró a Ivonne, haciendo todo lo posible por calmarse.

-¿Qué le hiciste a la grabación?

-Si mal no recuerdo, ayer llevabas con exactitud este conjunto.

Era un vestido floral de alta costura de Dior.

-
Así es. Recuerdo que Nina también lo llevaba. Incluso nos lo enseñó, diciendo que era caro
de manera exorbitante.

Mientras tanto, Nina estaba atónita, en ese instante comenzó a entrar en pánico cuando vio
que la situación había dado un giro de ciento ochenta grados.

-
Yo… yo salí con el Señor Huarte por aquel entonces, pero rompimos hace tiempo. Ella deb
ió escuchar hablar de mí por el Señor Huarte mientras salía con él. Por eso intenta culparme
a mí. No se dejen engañar por ella. Además, está grabado por las cámaras de vigilancia de l
a empresa que fue ella quien envió ese email. Es imposible que eso sea falso.

Capítulo 23 Sorprendidos

Ivonne echó un vistazo a las grabaciones de vigilancia de la empresa y enseguida se dio cue
nta de que faltaban cinco minutos, así que se burló para sus adentros. «Se esforzó mucho só
lo para
calumniarme, pero sus métodos son tan poco eficientes». Ivonne dio unos golpecitos en el t
eclado, en un abrir y cerrar de ojos, la sección que faltaba, de cinco minutos, estaba recuper
ada.

Nina se puso rígida cuando vio que la grabación de vigilancia se detenía en la parte en la qu
e ella estaba sentada frente al ordenador de Ivonne, que por casualidad había una cámara de
vigilancia detrás de su cubículo, lo que permitió que ampliara la imagen de la grabación al
máximo, lo que dejo que todo el mundo viera la pantalla del teléfono de Nina. Durante ese t
iempo, Nina estaba enviando mensajes de texto a Darío Huarte por WhatsApp mientras le e
nviaba un correo electrónico.
Se reveló todo el contenido de la conversación, era evidente que se estaban mandando vide
os íntimos y enviando fotos de ellos desnudos el uno al otro, una vez que Nina terminó de e
nviar en secreto el correo electrónico, borró sus registros de chat.

Sólo después de hacer todo eso salió de la oficina.

-Eso es imposible… ¿Cómo has…? -


Nina murmuró. «Todas las grabaciones en las que aparecía yo, fueron eliminadas hace muc
ho tiempo. ¿Cómo ella…?».

Anoche, Ivonne había pasado por el baño una vez, en esa ocasión, tropezó con Nina, que pa
recía volver corriendo para informar que Ivonne había vuelto para recuperar el teléfono que
había dejado en el despacho, como Ivonne no era muy amiga
de Nina, no intercambiaron muchas palabras y ahora que lo pensaba, se daba cuenta de que
Nina estaba muy nerviosa en ese suceso, ahora le quedaba claro que había hecho algo mal.

Nina entró en pánico al instante, incluso la gente que antes acusaba a Ivonne empezó a sosp
echar de Nina.

-
¡Así que es cosa de Nina! ¡Vaya! El Señor Huarte es lo suficiente mayor, que podría ser su
padre. ¿Cómo pudo enrollarse con él? ¡Incluso se enviaron desnudos! ¡Puaj!

-
Escuché que venía de una familia pobre, pero, mira. Lleva ropa cara y de edición limitada t
odo el tiempo. Claro, la empresa nos paga un sueldo enorme, pero ella no es más que una in
significante ayudante de dirección. Su
salario no es suficiente para permitirle comprar todo eso. Ahora que vimos las imágenes, la
s piezas están encajando. Debe ser la amante.

-
Pfff. No puedo creer que tuviera las agallas de acusar a otra persona. Casi acuso de forma i
njusta a un inocente por su culpa.

Nina refutó:

-No digan tonterías. Todo esto es falso, ella me está calumniando.

-
¿Aún vas a negarlo con todas las pruebas que hay aquí? Deberías gastarte más dinero y con
tratar a un hacker mejor si quieres hacer algo así en el futuro aconsejó Ivonne.

-Tú… ¡Te voy a matar, Ivonne! -


Nina se exaltó y quiso golpear a Ivonne, de repente, llegó la policía y todos se quedaron par
alizados.
–¿Cuál de ustedes es Nina Jiménez?

Todos señalaron a Nina.

-¡Es ella!

-
Dario Huarte del Corporativo Dedicación fue arrestado por soborno comercial. Descubrimo
s que usted está muy relacionada con él y también encontramos pruebas de que estas involu
crada en un caso de

secuestro.

La expresión de Nina decayó y se escondió detrás de Ximena.

-¡Ayúdame, Ximena!

Ximena fue quien le contó el asunto a Nina, ella sabía de su relación con Darío porque fue t
estigo de cómo salió con él en una ocasión, desde entonces ella sabía que Ximena le guarda
ba rencor a Ivonne y quería deshacerse de ella en la empresa, para cumplir sus deseos y sur
gió la idea de calumniar a Ivonne, así ella no se mancharía las manos, sino que también con
seguiría que Ivonne abandonara la empresa.

Ximena frunció el ceño y lanzó a Nina una mirada de advertencia.

-
¡Cállate! ¿Sabes lo que hiciste? ¿Cómo te atreves a calumniar a mi prima? La empresa llega
rá al fondo de

este asunto.

-
Ximena, tienes que hablar por mí. Yo nunca quise hacer esto. Eras tú quien me incitaba. Po
r eso tuve el valor de arriesgarme tanto.

-Tonterías. Tú
eres la que está enamorada. No me eches la culpa a mí. Nunca habría dejado que el departa
mento de Recursos Humanos te retuviera si hubiera sabido de tu relación con Darío. -
Ximena apartó a Nina de un empujón.

“¡Maldita mujer! ¿Cómo se atrevió a echarme la culpa a mí?».

-¿No dijiste que odiabas a Ivonne y que querías que…?

Capitulo 24 ¿Por qué lloras?


-Tienes que asumir la responsabilidad de lo que hiciste. -
Ximena se dirigió entonces a los policías que estaban a su lado y les dijo-
: Un abogado especial se pondrá en contacto con ustedes en relación con los asuntos de Nin
a. Nuestra empresa nunca dejará escapar con facilidad a gente como ella.

-Ximena, ¿de verdad estás haciendo esto ahora? -


Enfureció Nina, con las mejillas enrojecidas por la ira. Ya perdí mi trabajo. ¿Cómo voy a c
onseguir trabajo en el futuro si me acusan de un delito? Puede que me convierta en el enemi
go público número uno, podrían gritarme y difamarme a su antojo».

-
¿Qué hacen ahí parados? Esta mujer perturbo con gravedad la paz de la empresa. Dense pri
sa y llévensela ordenó Ximena a los policías.

Ximena se acercó a Ivonne, la tomó de la mano y se disculpó.

-
Ivonne, siento mucho haberte acusado de forma errónea hace un momento. Además, ¿cuán
do adquiriste esos increíbles conocimientos informáticos? Lo siento mucho, Ivonne. Sé que
es mi culpa por no investigar esto de forma adecuada. Debió ser duro para ti. ¿Puedo compe
nsarte invitándote a comer?

-Ximena, no seré tan indulgente si esto vuelve a ocurrir -dijo Ivonne.

-
Esto no es un mercado. ¿Por qué todo el mundo se amontona aquí en lugar de aplicarse dur
ante las horas de trabajo? A todos ustedes se les restará clasificación de rendimiento. -
Se escuchó una voz fuerte. Cuando Ivonne se dio la vuelta, vio a Jonathan de pie detrás de J
osé.

De repente, las miradas de Ivonne y Jonathan se encontraron, pero de inmediato Ximena qu


iso acercarse a él, cuando lo vio mirando fijo a Ivonne, ellos estaban intercambiando mirada
s como si no hubiera nadie a su alrededor y un sentimiento de ansiedad creció en el corazón
de Ximena.

-Muy bien. Vuelvan todos al trabajo -ordenó José.

La mirada de Jonathan era gélida mientras observaba la silueta de Ivonne que se alejaba coj
eando de la habitación, no pudo evitar fruncir el ceño, segundos después, sonó la voz infant
il de Ximena.

-
Jonny, no pretendía atacar a Ivonne. A mí también me engañó Nina, pensando que Ivonne h
abía filtrado los secretos de la empresa. Por eso…
En ese momento, Jonathan dio un paso atrás, haciendo evidente que su perfume le resultaba
muy penetrante, que tan sólo al acercarse a ella comenzaba a dolerle mucho la cabeza.

-Más vale que sea así. -


Su respuesta fue plana y carente de emoción. De ahí que Ximena no se percatara de su inten
ción de querer mantener la distancia con ella.

-Jonny, ¿te encuentras mejor? ¿Te sientes extraño de alguna manera? -


preguntó Ximena con atención, queriendo estirar la mano para tocarle la cara.

Para su sorpresa, Jonathan la esquivó.

-¿Me drogaste?

Ximena palideció y el pánico brilló en sus ojos.

-
Jonny, me malinterpretaste por completo. Anoche descubrí que alguien me seguía a casa y l
lamé a la policía. Fue entonces cuando descubrí que era el mesero del restaurante. Dijo que
tenía malas intenciones hacia mí y que quería drogarme. ¿Quién iba a saber que consumiría
s la droga por accidente? Quise llamarte después de enterarme, pero tu teléfono estuvo apag
ado todo el tiempo, después te busqué

durante toda la noche y al final te encontré en mi casa. Te cuidé toda la noche, pero tú…

Ximena hizo todo lo posible por parecer inocente fingiendo las lágrimas, pero en realidad, a
ella no le preocupaba que Jonathan investigara el asunto, pues ya había hecho los arreglos
necesarios, después de todo, cualquiera en el mundo estaría dispuesto a arriesgar su vida po
r una persona siempre que hubiera dinero de por medio.

A Jonathan aún le dolía la cabeza, no sabía qué hacer cuando vio a la mujer llorosa frente a
él, era claro que nunca antes había tenido a una mujer sollozando a su lado, y mucho menos
la necesidad de averiguar qué pasaba por su mente. «¿De verdad pude malinterpretar todo l
o que sucedió anoche?».

-¿Por qué lloras? -preguntó.

-
¿Por qué, no puedo llorar cuando me acusas de forma injusta? No puedo creer que pienses e
so de mi. Incluso te fuiste temprano. ¿Qué iba a hacer si de verdad estabas drogado? -
Los ojos de Ximena brillaron, ella sabía que derramar lágrimas era el mejor truco para gana
rse la compasión de un hombre.

-Lo siento -murmuró Jonathan con voz grave.


Fiel a las expectativas de Ximena, sus lágrimas crearon la magia, también sabía que él no p
odía hacerle nada.

Se secó las lágrimas y dijo:

-Jonny, anoche me hiciste mucho daño. Ahora me duele todo el cuerpo.

Capitulo 25 Problemas en el hospital

Las pestañas de Ximena estaban húmedas de lágrimas mientras miraba a Jonathan, con un a
specto afligido.

-Mira… -Extendió el brazo para mostrar los moretones.

Jonathan recordó de inmediato el incidente de la noche anterior, aunque no recordaba much


o, algunas imágenes aún permanecían en su mente, la recordó limpiándole el cuerpo a toda
prisa, después de eso, todo se volvió borroso y Ximena parecía haberse convertido en otra p
ersona, sin embargo, basándose en el examen que Homero hizo de los moratones de Ximen
a, no cabía duda de que Jonathan se había acostado con ella la noche anterior.

Ante ese pensamiento, dijo:

-Cumpliré las promesas que te hice hace un mes.

Ximena se sintió aún más confundida al escuchar sus palabras, aun así, estaba claro que él n
o quería seguir hablando de aquel asunto, entonces en su expectativa no creía que fuera así
como debía reaccionar.

Frunció los labios, sin intención de precipitar las cosas.

-Me voy.

Mientras Jonathan se sentaba en el despacho, su mente se desvió hacia el incidente de la no


che anterior, de forma instintiva se llevó la mano al cuello, donde se veía la marca de un mo
rdisco y el dolor seguía allí, por alguna razón, seguía sintiendo que algo iba mal, pero no po
día precisar qué era, en cualquier caso, pensó que debía responsabilizarse de Ximena despu
és de tener sexo con ella.

Le dolía tanto la cabeza de tanto pensar en ello que no paraba de aturdirse durante la reunió
n matinal, era algo poco habitual entre los empleados, mientras tanto, Ximena estaba sentad
a en un rincón, estudiando a Ivonne, quien era guapa por naturaleza, razón por la que estaba
rodeada de hombres que intentaban seducirla.

“Es como en la época de la universidad, la mera existencia de Ivonne es como una bomba d
e relojería que puede explotar en cualquier momento, atrayendo toneladas de hombres hacia
ella, de ninguna manera, el incidente de ayer puede repetirse». En ese momento, a Ximena
se le ocurrió una idea y marcó veloz el número de Karen Salazar.

-
Mamá, ve al hospital donde está Wendy ahora mismo. Lleva mucho tiempo ingresada y no l
a has visitado ni una sola vez.

Al escuchar eso, Karen se negó sin dudarlo.

-
Los hospitales son lugares desafortunados. No quiero ir allí. Además, estoy ocupada hacién
dome un tratamiento facial. -
Karen se encontraba en un salón de belleza. Recién, se había hecho amiga de unas cuantas s
eñoras ricas y estaba intentando unirse a su grupo.

Esas mujeres juzgaban a la gente por su estatus, si Karen no hubiera expuesto en esa ocasió
n su relación con Jonathan, no se habrían molestado en hablar con ella, ahora que sabían qu
e Karen era la suegra de Jonathan, se había convertido en una especial VIP.

Ni siquiera tenía que pagar por sus tratamientos faciales, ya que habría alguien que se pele
aría por pagarlos.

-Mamá, si quieres seguir viviendo una vida así, será mejor que hagas lo que te digo–
advirtió Ximena

con expresión seria, agarrando el teléfono con fuerza.

Al escuchar aquello, Karen supo cuál era su prioridad, por supuesto, quería seguir viviendo
una vida así, por lo tanto, se apresuró a tomar su bolso y salir corriendo hacia el hospital, po
co después de la llamada, Karen llegó a la sala del hospital donde estaba Wendy, ella ni siq
uiera se molestó en llamar a la puerta antes de entrar en la habitación.

-Oh, Wendy. ¿Por qué te encuentras en un sitio así? -


Karen agitó las manos con disgusto al percibir el olor del desinfectante del hospital.

-Karen, ¿por qué estás aquí? -


Wendy se asombró un poco, tomada por sorpresa por la repentina visita de Karen, quien iba
vestida con un traje caro y llevaba en la mano un bolso valorado en más de un millón, tanto
que parecía una señora rica de los pies a la cabeza.

Lo que más llamó la atención de Wendy fue el rostro de Karen, que paso de un rostro sencil
lo al natural del pasado a ser cubierto en la actualidad por un espeso maquillaje.

Al mismo tiempo, Karen estudió a Wendy quien parecía débil y enferma, lo que suponía un
a gran diferencia con su aspecto actual, si no fuera por Ximena, Karen nunca habría entrado
en contacto con parientes normales como Wendy.
-
Si yo no estuviera aquí, nunca sabrías en qué lío se metió tu hija. Claro que es normal que n
o sepas nada, ya que estás lejos de ella. Por otra parte, somos parientes y podrías perder el r
espeto del público si no tienes ni idea de lo que habla la gente a tus espaldas -dijo Karen.

Capitulo 26 Dormir por ahí

-¿Estás hablando de Ivonne? ¿Qué pasa con ella? -En primer lugar, Wendy nunca quiso
entretener a Karen. Había visto lo suficiente a lo largo de los años como para saber qué clas
e de personas eran Karen y su familia, sin embargo, no pudo evitar preocuparse cuando esc
uchó el nombre de Ivonne salir de su boca.

Los últimos días, Ivonne había estado ocupada en el trabajo y rara vez se ponía en contacto
con Wendy, por lo tanto, ella no sabía lo que había sucedido.

-
Esa jovencita se volvió atrevida ahora. Cada vez trae más hombres diferentes a casa. Acaba
de graduarse en la universidad y esto es lo
que aprendió. Ya no es joven. Nadie querrá casarse con ella si queda embarazada por accid
ente. ¿Recuerdas lo que te pasó a ti? Te acercaste a un hombre casado, pensando que se div
orciaría de su esposa para casarse contigo. ¿Y cuál fue el resultado? Diste a luz a su hija, pe
ro él no quiso saber nada de ti. Si Ivonne sigue tus pasos, estará arruinada de por vida. -
Karen observaba atenta la expresión de Wendy mientras hablaba.

Wendy se acomodó con debilidad en la cama, con los labios temblorosos mientras decía.

-Eso es imposible. Ivonne no es esa clase de persona.

-No la vigilas las veinticuatro


horas del día. ¿Cómo vas a saber lo que hace ahí afuera? Toma, míralo tú misma. ¿Es ella?
-Karen sacó un montón de fotos de su bolso.

Karen había impreso las fotos que Ximena le había enviado.

-
Yo pari a Ivonne, es mi hija. Es sensata, pura y de buen corazón. Es imposible que haga alg
o así —dijo Wendy, apretando las fotos de Ivonne besando a distintos hombres.

Seguía dependiendo de los medicamentos, aunque su


salud era mucho mejor, de ahí que perdiera tan fácil el control sobre sus emociones, ella no
estaba dispuesta a creer que su hija fuera la persona que Karen describía.

-
Esta es la parte menos grave de las acusaciones. Incluso escuché rumores de que reservaba
habitaciones de hotel y tiene relaciones sexuales con más de una persona…
-¡Eso es imposible!

-
Wendy está enferma y no puede estar muy agitada. Por favor, váyase ordenó la enfermera a
cababa de entrar en la habitación y vio a la arrogante Karen adentro.

que

-
¿Quién te crees que eres? Estoy hablando con Wendy. ¿Qué te hace pensar que puedes inter
rumpirme?

-Karen era una persona soberbia acostumbrada a dar ordenes a los demás en ese tono.

Al no tener otra opción, la enfermera se quedó callada y llamó a Ivonne, cuando ella recibió
la llamada, solicitó rápido el permiso y corrió al hospital, en cuanto entró en la sala, vío a
Karen en la habitación diciendo con indiferencia.

Deberías preguntarle tú misma para saber si se acostó con alguien.

Al ver la cara pálida de su madre, Ivonne tomó el primer objeto que localizó en una mesa a
un lado de ella y se la lanzó a Karen.

-No eres bienvenida aquí. Vete ahora mismo.

-
Ivonne Garduño, será mejor que no seas tan irrespetuosa con tus mayores. ¡Soy tu tía! ¿Có
mo te atreves

a tratarme así?

-
No me importa quién seas. Lárgate ahora mismo. La basura como tú no es bienvenida en la
habitación de mi madre.

-¿A quién llamas basura? ¡Ja! ¡Tan joven, pero tan malhablada! ¡Mira qué clase
de hija criaste, Wendy! -EI rostro de Karen estaba distorsionado por la rabia.

Ivonne tardó un rato en echar a Karen de la sala, quien salió furiosa porque no
consiguió su objetivo. De repente, sacó su teléfono del bolsillo y aprovecho que conocía a l
a mujer del director del hospital y aprovecho que ella intentaba desesperada caerle bien.
-Hola, Señora León. Estoy enferma. Quiero que me ingresen en el hospital.

La mujer al otro lado de la llamada se quedó estupefacta de momento, pero enseguida esboz
ó una sonrisa de satisfacción.

-Por supuesto, Señora Garduño. Arreglaré todo enseguida.

-No hace falta. Me gusta la sala 203. Retire al paciente que está allí y deme la habitación.

Capítulo 27 Un giro

La esposa del director del hospital respondió a Karen.

-
Señora Garduño, puedo hacer que alguien le prepare una habitación privada si la necesita. L
a habitación 203 es una sala general.

Karen insistió:

-
¿Y qué? Quiero quedarme en una sala general para vivir la experiencia. ¿No está permitido
?

-¡Por supuesto! Haré que mi marido se ocupe enseguida.

Muy pronto, varios guardaespaldas entraron en la sala de Wendy, seguidos de Karen. Ivonn
e frunció el ceño ante la intrusión justo cuando Karen solicitó.

-
Me quedo con esta sala, Ivonne. Ahora tú y tu madre moribunda salgan solas de esta sala o
les pediré a estos tipos que las echen a la fuerza.

-¡No te atrevas a hacerle daño a mi madre!

Sin inmutarse, Karen dijo:

-Mi hija es mucho


mejor que tú en todos los aspectos ahora. Incluso su pareja es una figura de renombre. No e
stá siendo descarada como la tuya. Me gustaría ver qué te pasará si acaba embarazada de un
bast*rdo.

Mientras Ivonne protegía a Wendy detrás de ella, se lamentaba de la confianza equivocada


de su madre en la familia de su tía, sabía que no eran gente tan amable desde el principio.

Para su consternación, Wendy se desmayó de rabia.


-¡Mamá!

Ivonne se volvió hacia Karen y la amenazó.

-¡Si le pasa algo a mi madre, lo pagarás con tu vida, Karen! -


A continuación, pulsó el botón de llamada de emergencia de la cama del hospital y gritó-
: ¡Doctor! Necesito un médico.

-Yo no hice nada. Si tu madre muere, será su desgracia por ser débil -
murmuró Karen indignada.

La paciencia de Ivonne se colmó y abofeteó a Karen en toda la cara, la fuerte bofetada reso
nó en toda la sala, mientras Karen se quedó
sorprendida por la fuerza y la audacia de su sobrina.

Entonces le gritó.

-¡Estás loca! ¿Cómo te atreves a pegarme? ¿Dónde está tu sentido de la cortesía?

Ivonne se limitó a replicar.

-
Una loca puede hacer cualquier cosa. Será mejor que reces por la recuperación de mi madre
o me vengaré de todos los miembros de tu familia. «¿De verdad creían que mamá y yo éra
mos tan fáciles de intimidar?».

Mientras tanto, Karen gritaba a los guardaespaldas.

-
¿Qué hacen ahí parados? Despejen la sala. No quiero que esta mujer muera aquí. ¡Argh! ¿Q
ué hacen?

Los guardaespaldas levantaron a Karen en medio de la disputa, ella


miró fijo a los temibles guardaespaldas y les preguntó.

-¿Están ciegos? ¿No saben quién soy?

Uno de los guardaespaldas se limitó a decir.

-¡Échenla!

Tras la expulsión sin contemplaciones de Karen de la sala, un grupo de médicos llegó a la s


ala de Wendy, dispuestos a escoltarla a una sala VIP. Un médico añadió tratando de tranqui
lizar la situación.

-No se preocupe, Señora Garduño, el estado de su madre se estabilizó.


El
repentino giro de los acontecimientos dejó perpleja a Ivonne, su primer instinto fue pensar
que era obra de Guillermo.

Ella preguntó:

-Hmmm, Don Landeros lo envió aquí?

El doctor miró a Ivonne y le explicó:

-No sé quién es. El heredero de nuestra familia organizó esto.

-¿El heredero de su familia?

-
Sí. Por desgracia, se marchó para atender asuntos urgentes. No se preocupe, Señora Garduñ
o. Dejó claro que nadie puede obligar a su madre a abandonar el hospital.

Confundida, pero agradecida, Ivonne pronunció.

-Gracias.

-
Tal vez sería mejor decírselo usted misma. Bueno, tengo que operar pronto, así que me des
pido.

Las cejas de Ivonne permanecieron fruncidas durante todo el intercambio de palabras, ella n
o tenía ni idea de quién era el «heredero» que el doctor había mencionado en varias ocasion
es. «¿Cómo podre agradecérselo?». Sacó su teléfono y buscó en Google a los propietarios d
el hospital, entonces la búsqueda dio como resultado un apellido: Montaño.

“¿La Familia Montaño? ¿Desde cuándo conozco a alguien de la Familia Montaño? Tal vez
sólo fue amable y me presto ayuda porque no podía soportar la injusticia de mi situación».
Wendy seguía inconsciente después del incidente anterior, e Ivonne estuvo sentada junto a s
u cama de hospital, acariciando con suavidad el cabello de su madre.

Se dio cuenta de que su madre había envejecido mucho de repente, miro de pronto los mech
ones blancos que se asomaban entre su cabello negro, por otra parte, en el caso de Homero l
legaba en ese mismo instante al despacho de Jonathan ya siendo tarde.

Capítulo 28 Extrañar a alguien

Jonathan tenía mal aspecto debido a la fuerte dosis de medicamentos que le habían administ
rado el día anterior. Además, había abandonado el hospital antes de tiempo, por lo que Hom
ero se apresuró a comprobar su estado.
Cuando Homero llegó, se dio cuenta de que el estado de Jonathan había mejorado de forma
notable, sin embargo, Jonathan parecía distraído.

Homero bromeó.

-¿Qué pasa? ¿Alguien echa de menos a su mujer? Sólo han pasado unas horas.

El hombre trajeado se acomodó en un sofá del despacho de Jonathan y se ajustó sus caracte
rísticas gafas de montura dorada, sonriendo ante el despiste de su amigo.

-Pareces bastante libre.

Frunciendo el ceño, Homero respondió.

-
A diferencia de ti, es probable que yo tenga mucho tiempo libre. ¿Cómo te encuentras? Sali
ste corriendo del hospital antes de recuperarte. ¿Estás experimentando algún efecto secunda
rio? La dosis del fármaco era muy fuerte. Creo que deberías ver a un especialista…

-Estoy bien–interrumpió Jonathan de imprevisto.

-
Bien. No es que puedas tener en cuenta ninguno de mis sabios consejos. Tienes la cabeza ll
ena de pensamientos sobre tu mujer.

Jonathan miró en silencio a su amigo con expresión indiferente, como no tenía ninguna refu
tación en la punta de la lengua, Homero siguió repartiendo sus consejos no solicitados.

-Necesitas mostrar cariño a una mujer. Siempre eres tan frío y distante; a veces, me
pregunto cómo te las arreglas para ganarte el corazón de una mujer. Nunca te he visto salir
con nadie en tu vida. ¿Cómo vas a saber lo que le gusta a una mujer? Ya te lo mencioné ant
es. A todas las mujeres les gustan las flores y los gestos románticos, no tu estilo de vida adi
cto al trabajo. Si dedicaras tantos esfuerzos a cortejar a una mujer como a tu trabajo, sería…
.

De nuevo, Jonathan cortó rápido la conversación.

-Hablas como un hombre experimentado.

-Por supuesto, yo… -


De pronto, Homero se detuvo de forma brusca al recordar a su antiguo amor-
. Tengo mucha experiencia cortejando mujeres. Ya tuve una novia en la adolescencia

Un segundo después, el teléfono de Homero empezó a sonar, era una llamada de su pacient
e en el hospital. Antes de marcharse, aconsejó a Jonathan..
-
Termina esta medicina en los próximos días. Recuerda tomarlos antes de la comida. Ah, y d
eja de tomar esos medicamentos tan raros. Podrías volverte impotente, ni siquiera un Dios p
odría salvarte entonces.

Su consejo se encontró con la mirada asesina de Jonathan, que después de salir del trabajo,
vagó por las calles y de alguna manera llegó a la Finca Centenario, así que, confiando en su
memoria, localizó con facilidad la fatídica casa donde se había acostado con lyonne sin sab
erlo. Abrió la puerta.

Poco después llegó Ximena, empapada en sudor, quien se había apresurado a llegar en taxi
tras recibir una

llamada del vigilante de la zona residencial, que le informaba de la presencia de un auto de


lujo en el barrio, de inmediato tuvo un mal presentimiento e incluso pospuso su cita en el sp
a.

Le preguntó a Jonathan.

-Jonny, ¿por qué tienes la llave de mi casa? -


El corazón casi se le sube a la garganta, ella no esperaba que Jonathan la visitara por sorpre
sa.

A pesar de ser sorprendido en el acto, Jonathan respondió con calma.

-José hizo una copia para mí.

Ximena le arrebató las llaves de la mano y explicó.

-
No puedes quedarte con una copia de estas llaves. Estás invadiendo mi casa, además, Ivonn
e viene a quedarse aquí un par de días, va a ser incómodo si de repente llegas mientras ella
está aquí.

Dio gracias a su instinto por impulsarla a volver a casa aquel día, de lo contrario, Jonathan s
eguro se toparía con Ivonne, poniendo al descubierto las mentiras de Ximena.

Mientras Ximena metía las llaves en el bolso, miró alrededor del estrecho espacio y se preg
untó si algo andaría mal en la mente de Jonathan.

¿Por qué no puede vivir en su cómoda mansión en vez de venir aquí? ¡Y siempre tiene que l
legar sin avisar! No me gusta mucho Ivonne, pero sigue siendo mi pariente. El alquiler de s
u casa actual es demasiado caro y hace dos días me rogó que le buscara un sitio.

>>Como esta casa suele estar vacía, le pedí que se mudara aquí. Me prometió que se mudar
ía en cuanto cobrara en un par de días. No creo que me mintiera, además, mi madre me dijo
que Ivonne y su novio ya conocen a los padres del otro, puede que pronto se mude con su
prometido, así que no creo que se quede/ aquí mucho tiempo.

Capitulo 29 Prometido de Ivonne

Ximena miró a su alrededor. No se atrevía a encontrarse con la mirada penetrante de Jonath


an, preocupada de que sus agudos ojos pudieran ver a través de su inquietud, «siento como
si él se hubiera enterado de algo. Después de todo, no sé qué pasó entre ellos anoche».

«¿Prometido?». La expresión de Jonathan se ennegreció cuando la ira se disparó a través de


él. No sabía por qué sentía tanta rabia.

-Se está haciendo tarde. Descansa un poco.

-Jonny, ¿no quieres cenar conmigo?

-Todavía tengo trabajo que hacer en la oficina.

Ximena apretó los dientes mientras lo veía marcharse, una vez que desapareció de su vista,
desató su temperamento y lanzó todo lo que pudo agarrar.

El cielo ya estaba oscuro cuando Jonathan subió a su auto, estaba igual que siempre, de rep
ente, un recuerdo de Ivonne teniendo una cita con Sebastián surgió en su mente, los veía ab
razándose de forma intima e Ivonne parecía feliz. «Entonces, ¿Sebastián es su prometido? ¿
Ya están hablando de matrimonio?». Le empezaron a doler las sienes, no tenía ni idea de lo
que le molestaba, el tiempo pasaba y él se perdía en sus pensamientos.

«No sé qué estoy esperando. No tengo ni idea de cuándo empecé a prestar atención a Ivonn
e». Ximena estaba de pie junto a su ventana y desde su ángulo, podía ver el Bugatti Veyron
de Jonathan todavía estacionado allí con el motor todavía encendido.

<<Fue una suerte que echara a Ivonne». Tomó el teléfono y llamó a Karen. Antes de que Xi
mena pudiera hablar, Karen empezó a despotricar sobre su encuentro en el hospital.

-Mamá, ¿qué dijiste?

-
Tengo el hueso roto. No sé de quién sea cómplice esa joven, pero consiguió que me echaran
del hospital. Ya fui a varios hospitales y en ninguno me quisieron aceptar como paciente. ¡
Ay! Cuidado. -
Era la primera vez en la vida que Karen experimentaba un encuentro así, ella buscaba trata
miento para su fractura ósea en la consulta de un quiropráctico.

La rabia y la humillación palpitaban en sus venas cuando echó un vistazo a las noticias sobr
e ella en Internet, entonces recordó que algunas personas le tomaron fotos cuando la expuls
aban del hospital y que otros hospitales incluso habían rechazado aceptarla como paciente.
-Mamá, no seas imprudente. Le pediré ayuda a Jonny

Ximena apretó con fuerza el teléfono y salió corriendo por la puerta hacia el lugar donde Jo
nathan había estacionado el auto, sin embargo, Jonathan ya se había ido cuando ella llegó, p
or lo tanto, marcó su número.

-
Jonny, mi madre tiene una fractura ósea y no encontramos un hospital donde ingresarla. ¿P
uedes ayudarla?

Jonathan frunció el ceño.

-¿Qué pasó?

-
Mi madre visitó hoy a la madre de Ivonne. Estaba sólo hablando con su madre cuando Ivon
ne reunió a

algunas personas y luego hizo que sacaran a mi madre del hospital. Mi madre ya no es jove
n. Se fracturó por accidente un hueso cuando la sacaron de forma brusca, en los otros hospit
ales no la aceptan. Estoy preocupada por ella. -Ximena moqueó-
. La tía Wendy estaba bastante enferma, así que mi madre se preocupó por ella y decidió vis
itarla. Pensaba darles algo de dinero para ayudarlas, ya que no les va muy bien de forma ec
onómica, pero no esperaba…

Ximena relató sólo cómo Ivonne trataba a Karen con todos los adornos, omitiendo el resto
de la historia, soltaba detalles sobre Ivonne y su madre como si ella y su madre fueran las ví
ctimas, después Jonathan terminó la llamada y marcó el número de Homero.

Sin embargo, Homero frunció el ceño cuando escuchó el nombre de Karen a través del teléf
ono.

-
Esta mujer hoy causo un gran revuelo en el hospital. Escuché que el hospital tuvo que ingre
sar a la paciente en la UCI por su culpa, sin embargo,
que yo sepa, la lesión de Karen no era grave, ya que causó un alboroto nada más al llegar al
hospital y perturbó el descanso de la paciente. El hospital planeaba enviar seguridad por ell
a, pero tu abuelo interfirió. Ahora, todos los hospitales de esta zona no están dispuestos a ac
eptarla, pero ¿desde cuándo te preocupas por personas como ella?

Capítulo 30 Yerno

-
Karen es la madre de Ximena. Me enteré de que decía ser mi suegra en público. No quise se
r mezquino, pero… ¿acaso las consentí demasiado?
-¿Es todo lo que necesita?

Colgó a Homero y tiró el teléfono a un lado, fuera de su vista, cuando sus sentimientos se c
almaron, se dio cuenta de que sólo sentía gratitud por Ximena y nada más, su avaricia y des
caro empezaban a agotar su paciencia.

Al poco rato, su teléfono empezó a zumbar de nuevo, lo tomó y vio que era una llamada de
José, entonces Jonathan tomó la llamada y la voz de José llegó desde el otro extremo.

José transmitió las instrucciones de Guillermo a Jonathan.

-
La madre de la Señora Landeros tiene una grave enfermedad. Últimamente estuvo mejor y
a punto de recibir el alta, pero la conmoción causada por la madre de la Señora Garduño hiz
o que su presión arterial subiera con peligrosidad. El hospital la ingresó de urgencia en cuid
ados intensivos y acaban de trasladarla a una planta normal hace unos minutos. -
José hizo una pausa vacilante-
. Don Landeros está furioso por todo el asunto, te exige visitar a tu suegra para comprobar s
u estado, de lo contrario, tomará medidas contra la Señora Garduño. Dijo que podría ser mu
y duro con ella, así que, si no quieres que la Señorita Garduño salga herida, tú…

Jonathan apretó con fuerza el teléfono. Su mirada se ensombreció ante la amenaza.

-¿Le pidió que me dijera esto?

-
Señor Landeros, usted y la Señora Landeros fueron una vez marido y mujer. Su divorcio aú
n no finaliza, debería ir a visitar a su madre por cortesía. Además, la madre de la Señora Ga
rduño fue la causante del repentino deterioro de la salud de la Señora Landeros…

A José le inquietaba sondear el tema con Jonathan. «¿Por qué tengo que hablar con el Señor
Landeros de un problema tan difícil? Seguro que ninguna secretaria es tan disciplinada co
mo yo».

Wendy se despertó dos horas después. En cuanto vio a Ivonne sentada a su lado, le dio un p
uñetazo en la espalda, sin embargo, ella no se atrevió a poner mucho peso detrás de su puñe
tazo.

-
Ya mencioné que no quiero tratar mi enfermedad. ¿Por qué no me hiciste caso? ¿Por qué tu
viste que venderte? ¿Por qué no puedes quererte más?

Las palabras de Karen no hicieron que Wendy pensara en otra dirección, sólo pensó que su
hija lo había hecho por su bien, después de todo, los honorarios de la operación rondaron lo
s seiscientos mil, y los gastos de recuperación tras la operación fueron de un par de cientos
de miles. Es una deuda demasiado grande para una recién licenciada, sin embargo, Ivonne n
o sólo tiene el dinero e incluso…

La verdad estaba delante de ella, la herida de su corazón se desgarró delante de todos, la cu


al fue dolorosa y vergonzosa. Siempre tuve la cabeza en alto toda mi vida, así que no quiero
agachar la cabeza, pero Ivonne. Ella lo hizo por mi… No culpo a nadie más que a mí mism
a».

Ivonne se volvió hacia su madre.

-
¡Mamá, no lo hice! ¡No escuches sus tonterías! Estaba mintiendo. Wendy cortó su explicaci
ón.

-No quiero escuchar ni una palabra más de tu boca. Lárgate. -


Wendy ni siquiera pestañeó en dirección a

Ivonne.

-Mamá, la persona de la foto no soy yo. Alguien editó esas fotos para que se
parecieran a mí. Mírala con cuidado, ni siquiera me reconocerás en la foto…

-¿No me escuchaste? Te pedí que te fueras.

Ivonne no tenía elección. «Mamá puede parecer débil, pero es testaruda en sus opiniones. N
unca la escuché mencionar que la vida era difícil desde el día en que me trajo de vuelta a C
olinas del Valle hace tantos años“.

-Está bien, me iré. Le diré a la Señora Herrera que te cuide. Voy a comprar algo de comer. -
No se atrevió a irritar más a su madre, así que salió de la habitación y fue a comprar algo de
comida cerca, cuando regresó, pudo escuchar risas que salían de la habitación de Wendy, e
ntonces Ivonne abrió la puerta con alegría y vio a dos personas
en la habitación. Estaban conversando muy alegres, sin duda el ambiente era estupendo y a
mistoso.

Capítulo 31 Un prometido falso

El hombre llevaba un traje negro. Ni siquiera sentado en la silla podía ocultar su alta estatur
a y la clase que demostraba al desenvolverse.

El hombre miró por encima de su hombro con una sonrisa en su atractivo rostro y la llamó I
vonne como hacía su madre, sus ojos se abrieron de golpe. «El… No es él…».

-
¿Por qué sigues ahí de pie? ¿Cómo puedes ocultarme que tienes un prometido? ¿Todavía m
e consideras tu madre? Es probable que ni siquiera lo sabría si no fuera por

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