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Al tiempo de la sanción de la ley 25413, la cual introdujo el impuesto a los débitos y créditos
bancarios (IDyC), el parlamento daba cuenta de la urgente necesidad de lograr cierto nivel de
financiamiento estatal en atención a la profunda crisis que atravesaba el país por ese
entonces.
Pues más allá de la crisis imperante, con factores, como la creciente fuga de capitales, una
desocupación que sumada a la evasión generaba un marco económico informal, en claro
desmedro de recaudación impositiva. Entonces, como decíamos, lo que subyace en ese
entonces es el fin de una era paradigmática, la cual tuvo de fundamento económico, el
esquema monetario de la convertibilidad. Este modelo económico, tuvo fecha de inicio el 1°
de abril de 1991, mes que empezó a regir el marco cambiario de la Ley de Convertibilidad del
Austral, (Ley 23.928), acorde a su Art. 1°. La misma fue sancionada y promulgada el 27 de
marzo de 1991 por el Congreso Nacional. El eje de esta Ley, fue fijar la paridad 1 a 1 entre el
peso y el dólar Estadounidense, por eso se la llamó Ley de Convertibilidad, y permitió que
ambas monedas (temporalmente) fueran utilizadas indistintamente por los/as habitantes de la
República Argentina. En principio, este modelo habilitó un negocio financiero sumamente
rentable, porque el 1 a 1 representaba un seguro de cambio para los capitales del exterior,
dado que podían aprovechar las mayores tasas de interés que se pagaban en Argentina, con la
seguridad de que al retirar sus capitales no sufrirían pérdidas por variación del tipo de
cambio. Es decir, el dinero depositado en la Argentina era remunerado con altas tasas de
interés que permitían generar intereses en dólares. En este panorama, la bolsa y los depósitos
bancarios pasaron a ser el campo privilegiado de los dólares (en desmedro por ejemplo de la
industria) que afluyeron del campo externo. Sin embargo, el crecimiento constante de la
deuda externa, pasó a ser un motor, que alimentaba toda la especulación nacional e
internacional, además de desincentivar la producción e industria nacional. A raíz de esta
situación, se produjeron cierres de fábricas y aumento del desempleo y el trabajo informal.
Por todo ello, decimos que la intención legislativa era financiera y no recaudatoria en
atención a que, originalmente, no se pretendía introducir un nuevo impuesto, sino, tal como
mencionaba el diputado Baldrich en oportunidad del debate parlamentario desarrollado en la
Cámara el día 24/3/2001, el mismo “…constituye un pago a cuenta de dos tributos estables y
básicos en los que se funda el sistema tributario de nuestro país, como son el IVA y
Ganancias…”.
A finales del año 2011, el tributo fue, válidamente, puesto a discusión en el Congreso
Nacional por la oposición que consideraba que la situación económica del país ya no era la
del año 2001, por lo que no se justificaba tener un impuesto de emergencia de tal magnitud.
Sin embargo, finalmente, el Gobierno logró prorrogar nuevamente su vigencia. En este
rumbo, aporta la Dra Vizcaíno que el impuesto en la actualidad está vigente hasta el
31/12/2022, inclusive (1012;2020)
a) Bancos comerciales;
b) Banco de inversión;
c) Bancos hipotecarios;
d) Compañías financieras;
f) Cajas de crédito.
La enumeración que precede no es excluyente de otras clases de entidades que, por realizar
las actividades previstas en el artículo 1, se encuentren comprendidas en esta ley. (Art. 1°)
No obstante ello, a partir de la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación mediante
Ley 26.994. Esta nueva normativa no distingue entre las distintas entidades financieras
enumeradas por la ley 21.526 y engloba a todas bajo la denominación de “Bancos”.
Siguiendo esta descripción, se puede concebir como un impuesto sobre las transacciones en
tanto comprende el valor de los movimientos operados mediante el uso de cuentas bancarias
dentro del sistema financiero y, al recaer sobre las transacciones, recepta una capacidad
contributiva mediata o indirecta de los sujetos pasivos.
Según Héctor Villegas, distingue ventajas y desventajas del impuesto a las transacciones
financieras (citar referencia). Con respectivos a los aspectos positivos:
De esta manera, podemos identificar dos grupos de presupuestos fácticos y tres hipótesis
generadoras del impuesto: aquellas operaciones que se verifican por la utilización de una
cuenta corriente bancaria por parte de los sujetos pasivos, y aquellas transacciones en las que
no se utilizan las cuentas corrientes, pero que el legislador entendió sustituyen el uso de
aquellas.
Además es un contrato reglado también por las normas del BCRA y por las dispuestas por
cada una de las entidades que celebran este contrato y por tal razón es un contrato
considerado de adhesión, por ende el cliente debe tomar conocimiento de los términos y
condiciones del contrato, estando el Banco obligado a suministrar la documentación
correspondiente. Cualquier modificación debe ser debidamente notificada al cliente y
aceptada por éste. Si el cliente no demuestra su disconformidad con los nuevos términos se
consideran aceptados.
El cuentacorrentista puede ser una persona jurídica o persona humana y debe mantener
suficiente provisión de fondos o haber acordado con el banco la autorización para girar en
descubierto a fin de que la entidad bancaria proceda a realizar los débitos ya sea por el pago
de los cheques -comunes o de pago diferido- débitos automáticos, retiros del titular, pagos
de comisiones, de impuestos y/o gastos. De ahí se desprende la efectividad e inmediatez de
la percepción de este impuesto por parte del fisco.
o se utilice la cuenta corriente bancaria y sean efectuadas por las entidades comprendidas en
la ley de entidades financieras. En relación a aquel, el art 2° del decreto reglamentario
establece que, a efectos de determinar su alcance definitivo, se encuentran alcanzadas: las
operaciones que se indican el articulo siguiente, en las que no se utilice la cuenta
corriente, efectuadas por las entidades comprendidas en le Ley de Entidades Financieras,
cualesquiera sean las denominaciones que se les otorguen, los mecanismos para su
realización y su instrumentación jurídica. A continuación, el art 3° precisa que dichas
operaciones son: 1) los pagos por cuenta y/o nombre de terceros; 2) rendiciones de
gestiones de cobranza de cualquier tipo de valor o documento; 3) rendiciones de
recaudaciones; 4) giros y trasferencias de fondos efectuadas por cualquier medio; 5)
pagos realizados por entidades financieras por cuenta propia o ajena a los
establecimientos adheridos a los sistemas de tarjetas de crédito.
La regla impuesta por el decreto para gravar aquellas está dada por el origen o el destino de
los fondos necesarios para llevarlas a cabo: si dicho origen o destino representa un
movimiento en una cuenta corriente bancaria, las citadas operaciones no resultarán
alcanzadas por el gravamen, ya que este incidirá en la cuenta corriente respectiva de donde
provienen o donde se acreditan los fondos, en caso contrario, el gravamen procede respecto
de aquellas.
· El impuesto sobre todos los movimientos de fondos: ha sido el hecho tipificado en el inc.
c) del art 1°, el cual establece que están alcanzadas todos los movimientos de fondos,
propios o de terceros, aun en efectivo, que cualquier persona efectúe por cuenta propia o
por cuenta y/o nombre de otras, cualesquiera sean los mecanismos utilizados para
llevarlos a cabo, las denominaciones que se les otorguen y su instrumentación jurídica, en
tanto esos movimientos reemplacen los créditos y débitos en cuenta corriente. Esta
descripción ha presentado problemas en cuanto a la interpretación de sus elementos y
condiciones para que operen las circunstancias fácticas determinantes de aquél, sobre
todo en lo relativo al concepto de sustitución del uso de la cuenta.
Los términos del decreto reglamentario en cuanto al alcance de este hecho imponible:
Podemos observar que el inc. b) del art. 2° del anexo del decreto 380 lo reproduce casi
textualmente, por lo que su implicancia jurídica es nula. Por lo tanto, ni el Poder Ejecutivo,
con su reglamentación, ni la ley 25453, con sus modificaciones posteriores introducen una
definición que delimite la amplia figura de todos los movimientos de fondos.
La alícuota fijada en la ley se aplica sobre los valores brutos movilizados o transferidos. La
alícuota prevista en la ley es de tipo proporcional y actualmente asciende al seis por mil
(6‰), aplicable sobre los débitos y créditos en cuenta corriente bancaria. También, se prevé
una alícuota especial para los restantes hechos imponibles equivalente al doble de la general,
por entenderse que dichas operatorias reemplazan conjuntamente al crédito y débito que
hubieran dado lugar a la tributación. Asimismo, existe una alícuota reducida para los débitos
y créditos correspondientes a cuentas corrientes de determinados sujetos expresamente
designados que hacen habitualmente un uso acentuado de cheques o presentan un margen de
utilidad reducido.
Se han previsto, además de los contribuyentes y/o responsables, las figuras del agente de
retención y sustituto, siendo contribuyentes los siguientes:
· En el supuesto de las operaciones en las que no se utilicen las cuentas, pero se efectúen
en las entidades financieras, los ordenantes o beneficiarios de aquellas.
VII.- EXENCIONES
Finalmente, la ley señala que no serán de aplicación las exenciones objetivas y/o subjetivas
dispuestas en otras leyes nacionales, decretos o cualquier otra norma de inferior jerarquía. Por
lo tanto, las exenciones del impuesto solo surgen del texto de la ley y su reglamentación, no
pudiéndose invocar otras leyes que han dispuesto exenciones genéricas o referidas a todo
impuesto nacional.
Por otro lado, a partir de la Resolución General de AFIP nro 3900/20161 se crea el “Registro
de Beneficios Fiscales en el Impuesto sobre los Créditos y Débitos en Cuentas Bancarias y
otras Operatorias” para cumplimentar con uno de los objetivos que tiene la Administración
Federal, es decir, facilitar la aplicación de su normativa reglamentaria por parte de los
contribuyentes y/o responsables, así como evitar el uso indebido de los beneficios
mencionados -a partir de determinados controles-, e inducir a una correcta conducta fiscal.
Se han efectuado serios reproches constitucionales a este impuesto por afectación del
principio de reserva de ley tributaria, al delegarse en normas inferiores el tratamiento de
temas sustanciales del hecho imponible. La ley 25413 no ha definido en forma acabada el
gravamen, delegando al Ejecutivo una serie de cuestiones de derecho tributario sustantivo,
que, conforme al sistema constitucional argentino, son indelegables. Otro punto de reproche
es la creación de hechos imponibles no previstos por la ley a partir de interpretaciones de la
autoridad sobre el alcance del supuesto establecido en el inc. c) del art 1°, por la amplitud e
1
Resolución General AFIP N° 3900/2016 - http://biblioteca.afip.gob.ar/dcp/reag01003900_2016_07_04
imprecisión de su definición fáctica, distando de ser claro y careciendo de completa
definición en la ley formal.
IX.- JURISPRUDENCIA
Ante todo hemos de hacer unas aclaraciones al respecto sobre la interrelación entre el
principio de legalidad y el de reserva de ley. Puesto que es el eje de conflicto entre este
impuesto y los principios del derecho tributario.
El principio de legalidad apunta a su estatus constitucional, es decir que este debe estar
consagrado en la norma superior. Pero cuando el principio de legalidad canaliza su eficacia
normativa sobre las fuentes del derecho, recibe el nombre de principio de reserva de ley, ya
que se reserva un determinado espacio en el territorio del derecho tributario, es decir, la
Norma positiva.
La comprensión de la reserva de ley es de importancia capital, dado que resulta ser una
garantía del contribuyente atento al sistema republicano de gobierno enmarcado en la
representación (22 CN). En esa línea, la CSJN, en el tridente jurisprudencial
SELCRO-CONSOLIDAR-PIANTONI es contundente al momento de reafirmar el camino
del derecho tributario bajo el faro de la reserva de Ley. Puesto que en estos en sus tres
decisorios, se hace énfasis en la imperiosidad de la reserva de Ley tributaria y su canalización
en ley formal y material, que a su vez es fuente consagrada en el Articulado 4-17-52 del texto
supremo. No solo como dador de estructura fáctica y visible al tributo, sino subrayando
también, que tal plexo normativo otorga garantías sustanciales a la masa de contribuyentes,
que a la postre es el colectivo humano en el cual recaerá la obligación de abonar. Máxime si
la representación que establece dicha ley (el poder Legislativo) es la que a su vez representa
los intereses de los contribuyentes. En palabras del tribunal el principio de legalidad o de
reserva de ley no es sólo una expresión jurídico formal de la tributación, sino que constituye
una garantía sustancial en este campo, en la medida en que su esencia viene dada por la
representatividad de los contribuyentes. En tal sentido este principio de raigambre
constitucional abarca tanto a la creación de impuestos, tasas o contribuciones como a las
modificaciones de los elementos esenciales que componen el tributo, es decir el hecho
imponible, la alícuota, los sujetos alcanzados y las exenciones.
Ahora bien, sentado ello, habrá que analizar en cada caso si el accionar administrativo perfora
la estructura esencial del tributo fijada por la Norma, sea en aras de su facultad reglamentaria
(Art 99.2 CN), mediante los dispositivos de recaudación de la AFIP, o como consecuencia de
una delegación legislativa en el área del Artículo 76 de la Carta Magna. En esta ocasión,
resulta menester un estudio particular de lo ocurrido y decidido por el más alto tribunal en el
fallo PIANTONI.
En la causa Piantoni Hnos, la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió, por mayoría,
que las disposiciones de la ley 25.413, el decreto 380/01 y la resolución general (AFIP)
1135/2001, relacionadas con el impuesto a los créditos y débitos en cuentas bancarias y otras
operaciones, resultan constitucionalmente válidas.
Piantoni Hnos. distribuía en forma mayorista cigarrillos y productos de tabaco que adquiría
de su proveedor. Por su actividad, cobraba en efectivo parte del monto de la venta y
depositaba ese dinero en forma regular en la cuenta bancaria del proveedor. Es decir, a través
de este mecanismo, el pago se efectuaba sin que Piantoni Hnos. utilizara sus propias cuentas
bancarias.
Los jueces Highton de Nolasco y Maqueda concluyeron que los elementos esenciales del
Impuesto (su hecho imponible, los sujetos obligados, la base imponible y las exenciones)
fueron expresamente establecidos por una ley, en sentido formal y material, emanada del
Congreso, por lo que no puede prosperar el planteo de inconstitucionalidad.
Luego, sostuvieron que el legislador no buscó gravar cualquier movimiento de fondos, sino
únicamente aquel que razonablemente pudiera considerarse que estuviera “reemplazando”
una operación que no fue realizada a través de un débito o crédito en las cuentas bancarias de
quien efectuara dicho movimiento. En función de ello, concluyeron que la operatoria de
Piantoni Hnos., en la medida en que depositaba en forma regular dinero en efectivo en la
cuenta bancaria de su proveedor y que esos pagos fueron realizados en el marco de la relación
contractual que unía a ambas partes, reemplazando de ese modo el uso de sus propias cuentas
bancarias, implicó un movimiento de fondos sujeto al Impuesto.
Finalmente, el juez Lorenzetti, en su voto en disidencia, propició dejar sin efecto la sentencia
de Cámara. Para ello, consideró inconstitucional la norma que se cuestionó por no respetar el
principio de legalidad, ya que era por demás genérica e indeterminada, y no contener todos
los elementos necesarios para producir el nacimiento de una obligación fiscal. También
sostuvo que es tarea de la ley y no de la reglamentación ni del intérprete establecer y
delimitar, de manera cierta y precisa, el hecho jurídico tributario, de forma tal que le permita
al contribuyente reconocer la existencia de la hipótesis de incidencia y verificar si se ha
configurado a su respecto. La falta de caracterización del mencionado elemento material
afecta la certeza y la seguridad jurídica al dejar librado al criterio del organismo recaudador la
descripción final del presupuesto de hecho.
También sostuvo que era inconstitucional la resolución general 1135/01 de la AFIP ya que al
establecer que los movimientos de fondos sujetos al pago del tributo son aquellos que se
efectúen a través de sistemas de pago organizados que reemplacen el uso de las cuentas
bancarias en el ejercicio de actividades económicas, incorporó nuevos elementos que no
estaban contemplados en la ley de creación del impuesto (25.413) y, por lo tanto, afectan el
principio de reserva de ley en materia tributaria.
La sentencia que comentamos es la primera en la que la Corte Suprema se expide acerca del
tratamiento a aplicar en el impuesto a los “sistemas de pagos organizados”.
https://www.youtube.com/watch?v=LVHmJr6MHJA
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