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TRABAJO PRÁCTICO - RÉGIMEN TRIBUTARIO ARGENTINO

IMPUESTO SOBRE LOS CRÉDITOS Y DÉBITOS EN CUENTA CORRIENTE


BANCARIA Y OTRAS OPERATORIAS

I.- CUESTIONES PRELIMINARES

Al tiempo de la sanción de la ley 25413, la cual introdujo el impuesto a los débitos y créditos
bancarios (IDyC), el parlamento daba cuenta de la urgente necesidad de lograr cierto nivel de
financiamiento estatal en atención a la profunda crisis que atravesaba el país por ese
entonces.

Pues más allá de la crisis imperante, con factores, como la creciente fuga de capitales, una
desocupación que sumada a la evasión generaba un marco económico informal, en claro
desmedro de recaudación impositiva. Entonces, como decíamos, lo que subyace en ese
entonces es el fin de una era paradigmática, la cual tuvo de fundamento económico, el
esquema monetario de la convertibilidad. Este modelo económico, tuvo fecha de inicio el 1°
de abril de 1991, mes que empezó a regir el marco cambiario de la Ley de Convertibilidad del
Austral, (Ley 23.928), acorde a su Art. 1°. La misma fue sancionada y promulgada el 27 de
marzo de 1991 por el Congreso Nacional. El eje de esta Ley, fue fijar la paridad 1 a 1 entre el
peso y el dólar Estadounidense, por eso se la llamó Ley de Convertibilidad, y permitió que
ambas monedas (temporalmente) fueran utilizadas indistintamente por los/as habitantes de la
República Argentina. En principio, este modelo habilitó un negocio financiero sumamente
rentable, porque el 1 a 1 representaba un seguro de cambio para los capitales del exterior,
dado que podían aprovechar las mayores tasas de interés que se pagaban en Argentina, con la
seguridad de que al retirar sus capitales no sufrirían pérdidas por variación del tipo de
cambio. Es decir, el dinero depositado en la Argentina era remunerado con altas tasas de
interés que permitían generar intereses en dólares. En este panorama, la bolsa y los depósitos
bancarios pasaron a ser el campo privilegiado de los dólares (en desmedro por ejemplo de la
industria) que afluyeron del campo externo. Sin embargo, el crecimiento constante de la
deuda externa, pasó a ser un motor, que alimentaba toda la especulación nacional e
internacional, además de desincentivar la producción e industria nacional. A raíz de esta
situación, se produjeron cierres de fábricas y aumento del desempleo y el trabajo informal.

Asimismo, se modificó y extranjerizó la estructura económica del país a elevada escala. En


este punto, desde la órbita política se privatizaron o dieron en concesión la totalidad de los
servicios públicos y los recursos estratégicos. Aunque este proceso de privatización se inició
a finales de la década del 80 mediante la Ley 23.696. sumado a ello, tuvo lugar una apertura
comercial de considerable envergadura, con la respectiva rebaja de los aranceles de
importación, especialmente para que las empresas extranjeras pudieran equiparse o traer
insumos y hasta productos finales a bajo costo desde el exterior. Dichas importaciones,
fueron financiadas con líneas comerciales de crédito de las casas matrices de las empresas o
de la banca internacional.
Ahora bien, claro está, que para sostener el explicado modelo de la convertibilidad, era
menester un financiamiento de gran volumen cuantitativo, que pudo ser sostenido, por el
endeudamiento constante al que accedió el gobierno nacional con organismos internacionales
y con los remanentes de las ventas de los activos del Estado nacional (principalmente). Por
eso, anuladas esas dos vías de obtención de divisa, se hizo imposible sostener la paridad con
el dólar. Todo ello sumado a lo mencionado ut supra, es decir, la constante fuga de capitales,
la creciente evasión, sumado al achicamientos del mercado de trabajo con sus consecuencias
en la economía doméstica, originando un crecimiento constante de la informalidad
económica. Todo aquello originó una crisis sin precedentes, y de distintas características a las
problemáticas atravesadas por el país, por ejemplo, en la década infame con el primer
gobierno de facto de 1930 , y la hiperinflación de finales de los 80.

Por todo ello, decimos que la intención legislativa era financiera y no recaudatoria en
atención a que, originalmente, no se pretendía introducir un nuevo impuesto, sino, tal como
mencionaba el diputado Baldrich en oportunidad del debate parlamentario desarrollado en la
Cámara el día 24/3/2001, el mismo “…constituye un pago a cuenta de dos tributos estables y
básicos en los que se funda el sistema tributario de nuestro país, como son el IVA y
Ganancias…”.

El impuesto fue creado en el marco de un plan económico ideado por el ex ministro de


economía de la Alianza, Domingo Felipe Cavallo (cabe destacar que asumió dicho ministerio
el 20 de marzo de 2001, tras haber renunciado a su banca de diputado nacional por la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires. Fue el máximo funcionario de dicha cartera hasta 19 de
diciembre del mismo año), con el primordial objetivo de mejorar las arcas estatales e intentar
sostener una convertibilidad que ya agonizaba. En ese contexto, se pretendía lograr la mayor
bancarización posible de las transacciones y, a su vez, apuntalar la creciente evasión fiscal y
la huida de capitales.

Si bien nació como un impuesto en tiempos de emergencia, originalmente, ideado como un


“paraguas financiero”, al haber demostrado ser un tributo de significativa y fácil recaudación
y fiscalización, fue perdiendo el carácter transitorio, siendo objeto de sucesivas prórrogas y,
finalmente, devino en un “nuevo impuesto” de carácter permanente, habitual, que engrosa
fuertemente las arcas estatales.

A finales del año 2011, el tributo fue, válidamente, puesto a discusión en el Congreso
Nacional por la oposición que consideraba que la situación económica del país ya no era la
del año 2001, por lo que no se justificaba tener un impuesto de emergencia de tal magnitud.
Sin embargo, finalmente, el Gobierno logró prorrogar nuevamente su vigencia. En este
rumbo, aporta la Dra Vizcaíno que el impuesto en la actualidad está vigente hasta el
31/12/2022, inclusive (1012;2020)

II.- CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DEL IMPUESTO

Se trata de un impuesto nacional, cuya aplicación, percepción y fiscalización se encuentra a


cargo de la Administración Federal de Ingresos Públicos, en los términos de la Ley 11683. Su
factura técnica está sustentada en su recaudación mediante un régimen retentivo del impuesto
por parte de las entidades financieras. En ese sentido, adelantamos el aspecto espacial del
hecho imponible, el cual se aplica con relación a las cuentas abiertas en las entidades por el
mencionado cuerpo normativo, y a operatorias de esa índole realizadas en el País. Es decir, el
aspecto espacial del hecho imponible de este impuesto, como también uno de los elementos
subjetivos de esta relación jurídica tributaria, nos reenvía a la Ley de Entidades Financieras
N°21.526. Pues estos entes tipificados en el artículo 1° de la Ley actúan como agentes de
liquidación y percepción en relación a los hechos estipulados en los incisos a) y b) del Art. 1°
de la Ley en análisis 25.413. (a- créditos y débitos pertenecientes a dichas cuentas y b- demás
operatorias). Estos sujetos señalados como agentes, en palabras de la Ley 21.526, son, a
saber:

a) Bancos comerciales;

b) Banco de inversión;

c) Bancos hipotecarios;

d) Compañías financieras;

e) Sociedades de ahorro y préstamo para la vivienda u otros inmuebles;

f) Cajas de crédito.

La enumeración que precede no es excluyente de otras clases de entidades que, por realizar
las actividades previstas en el artículo 1, se encuentren comprendidas en esta ley. (Art. 1°)

No obstante ello, a partir de la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación mediante
Ley 26.994. Esta nueva normativa no distingue entre las distintas entidades financieras
enumeradas por la ley 21.526 y engloba a todas bajo la denominación de “Bancos”.

Siguiendo esta descripción, se puede concebir como un impuesto sobre las transacciones en
tanto comprende el valor de los movimientos operados mediante el uso de cuentas bancarias
dentro del sistema financiero y, al recaer sobre las transacciones, recepta una capacidad
contributiva mediata o indirecta de los sujetos pasivos.

Es considerado un gravamen de naturaleza instantánea, proporcional y real que se configura


con cada débito o crédito de la cuenta o movimiento de fondos en particular, por lo que su
perfeccionamiento como obligación tributaria es único y diferente por cada transacción
impactada.

Según Héctor Villegas, distingue ventajas y desventajas del impuesto a las transacciones
financieras (citar referencia). Con respectivos a los aspectos positivos:

a) Es de difícil evasión y la afluencia continua de fondos permite cubrir las urgencias


dinerarias donde se hubiese originado un desequilibrio presupuestario.
b) Este tributo es apto para contar con fondos mínimos de su subsistencia.
En lo que concierne a las desventajas, el autor remarca los siguientes puntos:

a) Vulnera el principio de seguridad jurídica, por no respetar la Constitución Nacional,


las leyes vigentes y los límites impuestos por el Congreso Nacional por el mero hecho
de obtener ingresos a corto plazo.
b) Es regresivo, porque exige una mayor imposición a los pagadores espontáneos de
impuestos y a la “gran cantidad de contribuyentes cautivos mediante retenciones en
la fuente”.
c) Es distorsivo y carece de neutralidad, ya que, recae en los consumidores o en
actividades con graves dificultades de rentabilidad.
d) Al caracterizarse como intermediario con pago a la entrada y a la salida, es un
impedimento a las pocas transacciones y negocios que aún se concretan.

III.- HECHOS IMPONIBLES ESTABLECIDOS POR LA LEY

La norma contenida en el Art. 1° de la ley, define un primer hecho imponible, caracterizado


con todos los presupuestos fácticos propios de una norma tributaria material, para luego
determinar dos normas antielusivas destinadas a gravar una gran cantidad de operaciones que
fueron efectuadas por los sujetos en reemplazo del uso de las cuentas corrientes.

De esta manera, podemos identificar dos grupos de presupuestos fácticos y tres hipótesis
generadoras del impuesto: aquellas operaciones que se verifican por la utilización de una
cuenta corriente bancaria por parte de los sujetos pasivos, y aquellas transacciones en las que
no se utilizan las cuentas corrientes, pero que el legislador entendió sustituyen el uso de
aquellas.

· El impuesto sobre los créditos y débitos usuales en la operatoria bancaria: la cuenta


corriente bancaria es un convenio bilateral en donde las partes son el cliente y el banco,
que se instrumentan mediante una solicitud de apertura de cuenta regulada en el Código
Civil y Comercial de la Nación y en las disposiciones del BCRA. La cuenta corriente
abierta genera obligaciones para ambas partes, por un lado, para el banco, que debe
informar el saldo, entregar las chequeras, hacer los pagos de los cheques presentados a su
cobro, etc., y para el cliente, cubrir los cheques, pagar la comisión del banco, intereses en
caso de sobregiro, o multas por cheques rechazados. En definitiva, respecto del primer
hecho imponible y con alcance general, cualquier débito o crédito en cuenta corriente
bancaria va a estar alcanzado por el impuesto, salvo los beneficiados por exenciones. En
este aspecto, por la naturaleza del presente, no resulta propio profundizar sobre esta
modalidad contractual, solo mencionar que este contrato previsto está regulado en el Art
1393, el cual define al instituto como el contrato por el cual el banco se compromete a
inscribir diariamente, y por su orden, los créditos y débitos, de modo de mantener un
saldo actualizado y en disponibilidad del cuentacorrentista y, en su caso, a prestar un
servicio de caja. (Código Civil y Comercial de la Nación)

Asimismo, completamos, constituye uno de los principales contratos bancarios, ya que a


través de ella se realizan la mayoría de las operaciones por parte de los clientes bancarios. Por
lo cual, puede afirmarse que es el contrato bancario por excelencia, y los únicos entes que
pueden celebrar este contrato son aquellos que establece la ley 21.526.

Además es un contrato reglado también por las normas del BCRA y por las dispuestas por
cada una de las entidades que celebran este contrato y por tal razón es un contrato
considerado de adhesión, por ende el cliente debe tomar conocimiento de los términos y
condiciones del contrato, estando el Banco obligado a suministrar la documentación
correspondiente. Cualquier modificación debe ser debidamente notificada al cliente y
aceptada por éste. Si el cliente no demuestra su disconformidad con los nuevos términos se
consideran aceptados.

El cuentacorrentista puede ser una persona jurídica o persona humana y debe mantener
suficiente provisión de fondos o haber acordado con el banco la autorización para girar en
descubierto a fin de que la entidad bancaria proceda a realizar los débitos ya sea por el pago
de los cheques -comunes o de pago diferido- débitos automáticos, retiros del titular, pagos
de comisiones, de impuestos y/o gastos. De ahí se desprende la efectividad e inmediatez de
la percepción de este impuesto por parte del fisco.

· El impuesto sobre otras operaciones efectuadas en entidades bancarias sin el uso de


cuentas corrientes: el inc. b) del art. 1° de la Ley 25413 establece la aplicación del tributo
sobre operaciones en las que n

o se utilice la cuenta corriente bancaria y sean efectuadas por las entidades comprendidas en
la ley de entidades financieras. En relación a aquel, el art 2° del decreto reglamentario
establece que, a efectos de determinar su alcance definitivo, se encuentran alcanzadas: las
operaciones que se indican el articulo siguiente, en las que no se utilice la cuenta
corriente, efectuadas por las entidades comprendidas en le Ley de Entidades Financieras,
cualesquiera sean las denominaciones que se les otorguen, los mecanismos para su
realización y su instrumentación jurídica. A continuación, el art 3° precisa que dichas
operaciones son: 1) los pagos por cuenta y/o nombre de terceros; 2) rendiciones de
gestiones de cobranza de cualquier tipo de valor o documento; 3) rendiciones de
recaudaciones; 4) giros y trasferencias de fondos efectuadas por cualquier medio; 5)
pagos realizados por entidades financieras por cuenta propia o ajena a los
establecimientos adheridos a los sistemas de tarjetas de crédito.

La regla impuesta por el decreto para gravar aquellas está dada por el origen o el destino de
los fondos necesarios para llevarlas a cabo: si dicho origen o destino representa un
movimiento en una cuenta corriente bancaria, las citadas operaciones no resultarán
alcanzadas por el gravamen, ya que este incidirá en la cuenta corriente respectiva de donde
provienen o donde se acreditan los fondos, en caso contrario, el gravamen procede respecto
de aquellas.
· El impuesto sobre todos los movimientos de fondos: ha sido el hecho tipificado en el inc.
c) del art 1°, el cual establece que están alcanzadas todos los movimientos de fondos,
propios o de terceros, aun en efectivo, que cualquier persona efectúe por cuenta propia o
por cuenta y/o nombre de otras, cualesquiera sean los mecanismos utilizados para
llevarlos a cabo, las denominaciones que se les otorguen y su instrumentación jurídica, en
tanto esos movimientos reemplacen los créditos y débitos en cuenta corriente. Esta
descripción ha presentado problemas en cuanto a la interpretación de sus elementos y
condiciones para que operen las circunstancias fácticas determinantes de aquél, sobre
todo en lo relativo al concepto de sustitución del uso de la cuenta.

Los términos del decreto reglamentario en cuanto al alcance de este hecho imponible:
Podemos observar que el inc. b) del art. 2° del anexo del decreto 380 lo reproduce casi
textualmente, por lo que su implicancia jurídica es nula. Por lo tanto, ni el Poder Ejecutivo,
con su reglamentación, ni la ley 25453, con sus modificaciones posteriores introducen una
definición que delimite la amplia figura de todos los movimientos de fondos.

La posición técnica del Fisco Nacional sobre este hecho imponible: En


primer lugar, por medio de la nota externa 1, el Fisco efectúo aclaraciones
básicamente en lo que hace al uso de un sistema de pagos organizado; expresión que
no forma parte de la ley ni del decreto reglamentario. Así, en el apartado 5° indica que
los débitos y créditos en caja de ahorro, no están alcanzadas por el impuesto, en tanto
no se efectúen en el marco de un sistema de pagos organizado, en sustitución del uso
de cuenta corriente, lo mismo sucede en el apartado 12 en el cual hace referencia al
mismo sistema organizado de pagos cuando se realicen cobranzas efectuadas a
nombre y por cuenta de un tercero, sin intervención de una entidad financiera. En
ambos casos, se recalca la existencia necesaria de un sistema de pagos organizado
para que pueda generarse la sustitución, y por lo tanto, la obligación en el ámbito del
gravamen.

También ha expresado su criterio mediante la resolución general 1135, donde definió


los movimientos de fondos como aquellos que se efectúan a través de sistemas de
pago organizados, reemplazando el uso de las cuentas previstas en el art 1°, inc. a) de
la ley 25413 y su modificatoria. De esta manera, introduce una definición de lo que
serían los movimientos o entregas de fondos, asociándolo directamente con sistemas
de pago organizados.

Interpretación basada en la estricta definición del hecho imponible: una posible


definición de esa organización de pagos, sería aquella que tienda a impedir
sistemáticamente la bancarización de las operaciones por las cuales estas se oculten y
no aparezcan, aunque sea en una parte de la operatoria.
Más allá de las reglamentaciones e interpretaciones que se le han dado a este hecho
imponible, para la ley se requiere el total reemplazo de los créditos y débitos de la
cuenta corriente, esto es, dejar fuera del sistema bancario, los fondos transferidos en
las diferentes transacciones. Si el movimiento de fondos se encuentra bancarizado en
alguna fase de la operatoria, no se configura el hecho tipificado en el inc. c) del art. 1°
de la Ley.

IV.- PERFECCIONAMIENTO DEL HECHO IMPONIBLE

El perfeccionamiento del hecho imponible se dará conforme el tipo de presupuesto. Para el


caso de los débitos y créditos en cuenta corriente bancaria, al momento de efectuarse el
débito o el crédito en la respectiva cuenta, para los restantes hechos imponibles, al realizarse
los respectivos pagos, acreditaciones, o puesta a disposición de los fondos.

V.- BASE IMPONIBLE Y ALICUOTA

La alícuota fijada en la ley se aplica sobre los valores brutos movilizados o transferidos. La
alícuota prevista en la ley es de tipo proporcional y actualmente asciende al seis por mil
(6‰), aplicable sobre los débitos y créditos en cuenta corriente bancaria. También, se prevé
una alícuota especial para los restantes hechos imponibles equivalente al doble de la general,
por entenderse que dichas operatorias reemplazan conjuntamente al crédito y débito que
hubieran dado lugar a la tributación. Asimismo, existe una alícuota reducida para los débitos
y créditos correspondientes a cuentas corrientes de determinados sujetos expresamente
designados que hacen habitualmente un uso acentuado de cheques o presentan un margen de
utilidad reducido.

VI.- SUJETOS PASIVOS DEL IMPUESTO

Se han previsto, además de los contribuyentes y/o responsables, las figuras del agente de
retención y sustituto, siendo contribuyentes los siguientes:

· En el caso de los débitos y créditos en cuenta corriente bancaria previstos en el art. 1°


inc. a), los titulares de las cuentas respectivas.

· En el supuesto de las operaciones en las que no se utilicen las cuentas, pero se efectúen
en las entidades financieras, los ordenantes o beneficiarios de aquellas.

· En los casos de movimientos de fondos, el sujeto que efectúe el movimiento de fondos


por cuenta propia.
Respecto de los dos primeros casos, las entidades bancarias actúan en carácter de agentes de
retención del impuesto. En el supuesto de no existir fondos disponibles para efectuar la
percepción, la ley establece que la institución deberá ingresar el gravamen, por lo que, en este
caso, adquieren el carácter de sustituto tributario, pues pese a no perfeccionar el hecho
imponible, se erige a la entidad como principal obligado al pago con sus fondos.

VII.- EXENCIONES

Las exenciones contenidas en la Ley se encuentran enumeradas en el art 2°, y comprenden


principalmente los débitos y créditos correspondientes a cuentas del Estado en sus diferentes
niveles de gobierno, y de las misiones diplomáticas y consulares extranjeras. También se
eximen con el tributo los créditos en caja de ahorro o cuentas corrientes bancarias hasta la
suma acreditada en concepto de sueldos de personal en relación de dependencia o de
jubilaciones y pensiones, y los débitos en dichas cuentas hasta el mismo importe.

Las exenciones establecidas en el decreto surgen de la delegación de facultades realizada por


el art 2° de la ley, que habilita el Poder Ejecutivo a eximir total o parcialmente del gravamen
a ciertas actividades cuando, por las modalidades de sus operaciones, hicieran habitualmente
un uso acentuado de cheques y cuyo margen de utilidad fuese reducido en comparación del
tributo.

Finalmente, la ley señala que no serán de aplicación las exenciones objetivas y/o subjetivas
dispuestas en otras leyes nacionales, decretos o cualquier otra norma de inferior jerarquía. Por
lo tanto, las exenciones del impuesto solo surgen del texto de la ley y su reglamentación, no
pudiéndose invocar otras leyes que han dispuesto exenciones genéricas o referidas a todo
impuesto nacional.

Por otro lado, a partir de la Resolución General de AFIP nro 3900/20161 se crea el “Registro
de Beneficios Fiscales en el Impuesto sobre los Créditos y Débitos en Cuentas Bancarias y
otras Operatorias” para cumplimentar con uno de los objetivos que tiene la Administración
Federal, es decir, facilitar la aplicación de su normativa reglamentaria por parte de los
contribuyentes y/o responsables, así como evitar el uso indebido de los beneficios
mencionados -a partir de determinados controles-, e inducir a una correcta conducta fiscal.

VIII.- REPROCHE CONSTITUCIONAL

Se han efectuado serios reproches constitucionales a este impuesto por afectación del
principio de reserva de ley tributaria, al delegarse en normas inferiores el tratamiento de
temas sustanciales del hecho imponible. La ley 25413 no ha definido en forma acabada el
gravamen, delegando al Ejecutivo una serie de cuestiones de derecho tributario sustantivo,
que, conforme al sistema constitucional argentino, son indelegables. Otro punto de reproche
es la creación de hechos imponibles no previstos por la ley a partir de interpretaciones de la
autoridad sobre el alcance del supuesto establecido en el inc. c) del art 1°, por la amplitud e

1
Resolución General AFIP N° 3900/2016 - http://biblioteca.afip.gob.ar/dcp/reag01003900_2016_07_04
imprecisión de su definición fáctica, distando de ser claro y careciendo de completa
definición en la ley formal.

IX.- JURISPRUDENCIA

Principio de Legalidad y Reserva de Ley

Ante todo hemos de hacer unas aclaraciones al respecto sobre la interrelación entre el
principio de legalidad y el de reserva de ley. Puesto que es el eje de conflicto entre este
impuesto y los principios del derecho tributario.

El principio de legalidad apunta a su estatus constitucional, es decir que este debe estar
consagrado en la norma superior. Pero cuando el principio de legalidad canaliza su eficacia
normativa sobre las fuentes del derecho, recibe el nombre de principio de reserva de ley, ya
que se reserva un determinado espacio en el territorio del derecho tributario, es decir, la
Norma positiva.

La comprensión de la reserva de ley es de importancia capital, dado que resulta ser una
garantía del contribuyente atento al sistema republicano de gobierno enmarcado en la
representación (22 CN). En esa línea, la CSJN, en el tridente jurisprudencial
SELCRO-CONSOLIDAR-PIANTONI es contundente al momento de reafirmar el camino
del derecho tributario bajo el faro de la reserva de Ley. Puesto que en estos en sus tres
decisorios, se hace énfasis en la imperiosidad de la reserva de Ley tributaria y su canalización
en ley formal y material, que a su vez es fuente consagrada en el Articulado 4-17-52 del texto
supremo. No solo como dador de estructura fáctica y visible al tributo, sino subrayando
también, que tal plexo normativo otorga garantías sustanciales a la masa de contribuyentes,
que a la postre es el colectivo humano en el cual recaerá la obligación de abonar. Máxime si
la representación que establece dicha ley (el poder Legislativo) es la que a su vez representa
los intereses de los contribuyentes. En palabras del tribunal el principio de legalidad o de
reserva de ley no es sólo una expresión jurídico formal de la tributación, sino que constituye
una garantía sustancial en este campo, en la medida en que su esencia viene dada por la
representatividad de los contribuyentes. En tal sentido este principio de raigambre
constitucional abarca tanto a la creación de impuestos, tasas o contribuciones como a las
modificaciones de los elementos esenciales que componen el tributo, es decir el hecho
imponible, la alícuota, los sujetos alcanzados y las exenciones.

Ahora bien, sentado ello, habrá que analizar en cada caso si el accionar administrativo perfora
la estructura esencial del tributo fijada por la Norma, sea en aras de su facultad reglamentaria
(Art 99.2 CN), mediante los dispositivos de recaudación de la AFIP, o como consecuencia de
una delegación legislativa en el área del Artículo 76 de la Carta Magna. En esta ocasión,
resulta menester un estudio particular de lo ocurrido y decidido por el más alto tribunal en el
fallo PIANTONI.
En la causa Piantoni Hnos, la Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió, por mayoría,
que las disposiciones de la ley 25.413, el decreto 380/01 y la resolución general (AFIP)
1135/2001, relacionadas con el impuesto a los créditos y débitos en cuentas bancarias y otras
operaciones, resultan constitucionalmente válidas.

Piantoni Hnos. distribuía en forma mayorista cigarrillos y productos de tabaco que adquiría
de su proveedor. Por su actividad, cobraba en efectivo parte del monto de la venta y
depositaba ese dinero en forma regular en la cuenta bancaria del proveedor. Es decir, a través
de este mecanismo, el pago se efectuaba sin que Piantoni Hnos. utilizara sus propias cuentas
bancarias.

El Fisco sostuvo que, en función de la Ley N° 25.413, de su decreto reglamentario y de las


Resoluciones Generales AFIP N° 1135 y N° 2111/2006, el depósito de fondos en la cuenta
del proveedor constituía un movimiento de fondos alcanzado por el impuesto sobre los
créditos y débitos en cuentas bancarias y otras operaciones.

El Máximo Tribunal, por mayoría de votos, se expidió a favor de la constitucionalidad de la


normativa cuestionada por la empresa, para lo cual repasó, en primera instancia, su texto y
alcance. En particular, mencionó que el artículo 1 de la Ley N° 25.413 estableció el Impuesto,
entre otros supuestos, para “todos los movimientos de fondos, propios o de terceros, aun en
efectivo, que cualquier persona […] efectúe por cuenta propia o por cuenta y/o a nombre de
otras, cualesquiera sean los mecanismos utilizados para llevarlos a cabo, las denominaciones
que se les otorguen y su instrumentación jurídica…”.

Los jueces Highton de Nolasco y Maqueda concluyeron que los elementos esenciales del
Impuesto (su hecho imponible, los sujetos obligados, la base imponible y las exenciones)
fueron expresamente establecidos por una ley, en sentido formal y material, emanada del
Congreso, por lo que no puede prosperar el planteo de inconstitucionalidad.

Luego, sostuvieron que el legislador no buscó gravar cualquier movimiento de fondos, sino
únicamente aquel que razonablemente pudiera considerarse que estuviera “reemplazando”
una operación que no fue realizada a través de un débito o crédito en las cuentas bancarias de
quien efectuara dicho movimiento. En función de ello, concluyeron que la operatoria de
Piantoni Hnos., en la medida en que depositaba en forma regular dinero en efectivo en la
cuenta bancaria de su proveedor y que esos pagos fueron realizados en el marco de la relación
contractual que unía a ambas partes, reemplazando de ese modo el uso de sus propias cuentas
bancarias, implicó un movimiento de fondos sujeto al Impuesto.

En sumatoria, se examinaron las normas involucradas en el caso y se concluyó que los


elementos esenciales del impuesto cuestionado(Hecho imponible, la alícuota, los sujetos, y
las exenciones) habían sido expresamente establecidos por una ley emanada del Congreso de
la Nación y que tanto su decreto reglamentario como la resolución general 1135 de la AFIP,
no habían modificado o alterado ninguno de dichos elementos ni lo habían ampliado con el
fin de abarcar situaciones nuevas o no previstas en la ley, por lo que se cumplía plenamente
con la manda del texto fundamental.

Por su parte el juez Rosenkrantz, en su voto concurrente, coincidió con la solución


mencionada agregando que el hecho imponible fue ampliado por la vía de la ley 25.453.
Además, agregó que, la amplitud con la que es definido un hecho imponible por la ley no es,
per se, una razón para desecharlo bajo la acusación de que viola el esquema de distribución
de competencias fijado en la Constitución, siempre que el Congreso hubiera determinado con
suficiente certeza la conducta gravada de modo tal de permitirá los administrados prever las
consecuencias de sus decisiones empresariales o comerciales, circunstancia que se verifica en
el caso.

Finalmente, el juez Lorenzetti, en su voto en disidencia, propició dejar sin efecto la sentencia
de Cámara. Para ello, consideró inconstitucional la norma que se cuestionó por no respetar el
principio de legalidad, ya que era por demás genérica e indeterminada, y no contener todos
los elementos necesarios para producir el nacimiento de una obligación fiscal. También
sostuvo que es tarea de la ley y no de la reglamentación ni del intérprete establecer y
delimitar, de manera cierta y precisa, el hecho jurídico tributario, de forma tal que le permita
al contribuyente reconocer la existencia de la hipótesis de incidencia y verificar si se ha
configurado a su respecto. La falta de caracterización del mencionado elemento material
afecta la certeza y la seguridad jurídica al dejar librado al criterio del organismo recaudador la
descripción final del presupuesto de hecho.

También sostuvo que era inconstitucional la resolución general 1135/01 de la AFIP ya que al
establecer que los movimientos de fondos sujetos al pago del tributo son aquellos que se
efectúen a través de sistemas de pago organizados que reemplacen el uso de las cuentas
bancarias en el ejercicio de actividades económicas, incorporó nuevos elementos que no
estaban contemplados en la ley de creación del impuesto (25.413) y, por lo tanto, afectan el
principio de reserva de ley en materia tributaria.

La sentencia que comentamos es la primera en la que la Corte Suprema se expide acerca del
tratamiento a aplicar en el impuesto a los “sistemas de pagos organizados”.

https://www.youtube.com/watch?v=LVHmJr6MHJA

https://www.youtube.com/watch?v=mXM7sL4L5Qo

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