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Las fases de la revolución industrial comprenden los diversos momentos desde el comienzo de

avance del proceso industrial, que comenzó en Inglaterra en el siglo XVIII hasta la actualidad.

Primera Revolución Industrial


La primera revolución industrial comenzó en Inglaterra en el siglo XVIII y duró de 1750 a 1850.
Esta fase se caracteriza por una serie de descubrimientos que favorecieron la expansión de las
industrias, el progreso científico y técnico y la introducción de máquinas. En ese intervalo, la
transición de la manufactura para el sistema de fábrica fue impulsada por invenciones de la
máquina de hilar, el telar mecánico y la máquina de vapor que resultó en la mecanización de los
procesos. Fue así que ocurrió la expansión de las industrias textiles, la metalurgia, la siderurgia
y los medios de transporte. El uso de carbón para alimentar las máquinas fue esencial en ese
momento. Como resultado, tenemos el aumento de la producción, la sustitución del trabajo
manual por el industrial (de la manufactura para la maquinofactura), el desarrollo del comercio
internacional y el aumento del mercado consumidor. Quien estaba al frente de este proceso
histórico y contribuyó a su expansión fue la clase burguesía que detentaba recursos y que
buscaba el lucro. En ese sentido, surgió la clase obrera o trabajadora llamada proletariado,
mano de obra barata explotada por las fábricas a cambio de un salario. Vale recordar que en
esa época la Revolución industrial ocurrió en Inglaterra, lo que transformó a Londres en la más
importante capital financiera internacional y al país en una gran potencia económica dominante.
Más tarde, Inglaterra fue expandiéndose a otros países europeos.

Segunda Revolución Industrial


La segunda revolución industrial se inició en la segunda mitad del siglo XIX y se prolongó desde
1850 hasta 1950. Este período se caracterizó por la consolidación del progreso científico y
tecnológico y la difusión a otros países europeos, como Francia y Alemania. Muchos
descubrimientos fueron importantes para aprovechar este progreso que ahora no se limitaba
apenas a Inglaterra, por ejemplo, la invención de la lámpara incandescente, el surgimiento de
los medios de comunicación (telégrafo, teléfono, televisión, cine y radio), así como los avances
en la medicina y la química, tales como el descubrimiento de antibióticos y vacunas. Además,
los avances en los procesos de utilización del acero fueron esenciales para la construcción de
máquinas, puentes y fábricas. En cuanto a su uso, debemos resaltar que el acero fue esencial
para la construcción de los rieles de los ferrocarriles, marcando considerablemente el avance de
los medios de transporte. Además de los ferrocarriles, el automóvil y el avión fueron inventados
y perfeccionados en esa época. No menos importante fue la nueva configuración de la
utilización de fuentes de energía, en este caso, estaba siendo sustituida gradualmente por el
petróleo. Además de servir como combustible, el petróleo fue importante en la producción de
productos derivados, del cual se destaca el plástico. Ese conjunto de cambios e invenciones
fueron esenciales para revolucionar el sistema industrial, trayendo una perspectiva a la vida
social y económica de la población, llamado Capitalismo industrial (o industrialismo). Está claro
que, si bien el progreso y las comodidades para el ser humano fueron favorables, por otro lado,
las condiciones de los trabajadores de las fábricas eran precarias, incluyendo duras y largas
jornadas de trabajo y baja remuneración. Dicha situación fue aumentando cada vez más las
desigualdades sociales. Así, comienzan a surgir los sindicatos en defensa de los derechos de
los trabajadores. Para este momento, el fordismo y el taylorismo vinieron a revolucionar el
sistema de producción de la fábrica, con la racionalización y optimización del proceso, mal
mismo tiempo que generaba mayores beneficios a la clase propietaria de los medios de
producción, suponiendo el abaratamiento de los costes de los productos.

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