LAS DISPOSICIONES QUE EL ESTADO PERUANO ASUMIÓ PARA
AFRONTAR LOS PROBLEMAS DE SALUD PUBLICA DURANTE LA EPIDEMIA DE LA FIEBRE AMARILLA A FINES DEL SIGLO XIX En esta época, el Perú en específico se encontraba en una situación precaria en relación con la salud y la población que se veía afectada por las enfermedades. La fiebre amarilla fue una enfermedad que, si bien afecto a muchos países, la manera en que afecto a Perú repercutió en miles de muertes debido a la poca información y el ineficaz tratamiento que se le podía dar a esta enfermedad viral. La pandemia de “fiebre amarilla urbana” atacó a la población peruana desde mediados de la década de 1860 hasta finales de ese siglo. La ciencia indicó el origen africano de la enfermedad, con la transmisión de monos infectados por un mosquito a humanos. A tierras americanas y europeas habría llegado en los barcos de comercio de esclavos, empezando así los brotes incontrolables. La salud pública se vio en una crisis, miles de personas infectadas, muchas mas graves que otras y la situación a la espera de apoyo o una solución que limitara el esparcimiento de la enfermedad. Cuando esta fiebre ya era parte de la vida cotidiana de las personas. Sabemos por el diario que muchos pacientes en Lima resistieron la enfermedad en sus casas y eran los “médicos de cabecera” quienes los atendieron con medicinas y fármacos recetados y mandados a preparar por ellos mismos. Ante el restablecimiento de su salud, los agradecimientos públicos se hicieron habituales en el decano. Mayo de 1868 fue especialmente duro. En esos días, entre la segunda y última semana se publicó información preventiva, asegurándose que debía haber un esfuerzo doble por la higiene del lugar de residencia y de los espacios sociales como parques y jirones. Se procuraba advertir sobre el peligro de estar en una “atmósfera pestífera”.