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5Spii ‹›I, j+›i›J e
fik‹›cIn›art : ‹quimica con la inuerte / )aiinr EspiiJal. --
I\‘te‹IcIlín . fon‹Io ficlitc«ial Uitiversida‹1 DAF( F, 2006.
Contenido
l'ha [›. ; 22 cm. -- (CoIecci0›\ acade‹»ica)
ISON 978-158-II281-4't-5
I . Novcl;‹ colonzhiat3a 2. iVtt›ertos - Novela
ú. IÏi›aï alsaiaJan›iei›tn - Novela I. Tít. Il. Setie.
Co6f•3.f› cd t0 ed.
N‹tevo tanatn|›t'axista \
Friit›c›”a r‹lici6i1: ocf‹if›rc ‹lc 200G ”17
frii»cra i eimp.csi0»: abi il ‹le 2007
Metodologl‹i cero empaques ................................. 22
O)aime F.syinal
G I'oi1Ju L‹litorial Univci si‹Iad C/1F£t El gel del fiitt›ol y el noni ... . 25
Ca›› e› a 't9 /t7 Su› 5(I, Merlcllin.
Nuevo reto ............................................................... 28
httt›/’/ www.cafit.ect t.co/(oi1d‹›
E-i»:›il (ol\eJiIOeafit.eclu.co 1.a inuestigaci6n . ................. . . . . ...... ................ 3‘l
Ciesl‹›r crilpi”esai”ial: )t'cge Llernăc› Mes‹\ Lano
Como toallas higiénicas ........................................ 35
lstlbi: 97b-958-S28J -GI-5 N‹itla ble nada .. . .. . . . ........ ........ ....... . 42
llusti aci'iii ‹le carátula: Cafael, flfegoríri.
Ploruiicio. Depó sito the la Stiperiotendeiicia
por, los t›ienes artísticos e histó ricos.
¡Tutaina!
(litutuoi*) ..........................................
J’lwi1lcr 99
Riiiiiiiiiiiiiing 13ó
—¡No se lo lleve! ¡Por favor, no se lo lleve! — grita,
desconsolada, una mujer. Felipe Escudero levanta el
’ ataúd, se lo echa a cuestas, y lo lleva al carro f tinebre
qtie lo trasladará al cementerio. Al fin y al cabo, ése es
su trabajo.
—No se lo lleve —reclama la miijer, abraznndose al
féretto, y mientras Escudero y los otros tres hombres
del cortejo trasladan el cofre, arrastran con él a la mujer
que, envolviéndolo en los brazos, no deja che gritar No
se lo llene. .. por favor.
12 13
Dos conductores —Aunque, la verdad, estoy trata neto de vender
QOlninaS )' Claarnpu — se atreve a confesar Andrés, el
concliictor del metro, har to de choferiar el transporte
ina.sivo y con ganas de llegor algú n día a montar su
propia cnapi’esa.
—¿Y c‹5ino te va con eso? —pregu nta Feli1»e.
—No vendo nada.
—¿Có mo así? ¿Vendés goininas y champú . . . y no
vendü s nat4a? ¿Ni de lo uno ni de lo oti o?
Después de disculparse por lo del x'aso, de matarse
—Así es. No he venc4ic4 o nací a.
ble la rrrujer que le pedía que rio se llevara a “el muerto”,
Claro, qué illa a vender si le c4aba ra bia ofrecer
y c4e hacer ii n entierro má s en un día laboral que
los prot4uctos y opte c4es)uués de meca ia hora de echar
l ranscuri’ii5 con iaormalidac4, Felipe Escudei o entró a
el cuento de dijeran: “Muy intel esante, pero no nte
clase de PrOc-esos Numéricos a las 5.20 de la tarde en
interesa”.
el solfin 304 del bloque 13. Después de disculparse por fue allí cuando entró I°elipc, que sí vendía alguito
haber llegado tarde por cul}aa de un vaso de agua para (desc4e los 13 añ os empezó a negociar con camisas, tenis,
the rrruerto y c4e una mujer que se había colgado del cajÓ n correas, y cualquier cosa que se pues iera vender):
mas la que éste fue introducido en el horno, se sentó en
Pues si quiere yo of rezco esas goniinas en la
eua silla en lo ú Itirna fila, al lado de un compañ ero con funeraria. . . allá somos como 50, y casi toc4os usamos gel.
el niforme de conductor c4e1 imntro.
A Anc4rés, rer ec4o r4e negociante, se le abrieron los
—¿Y vos q ué hacés?
ojos y, esperan zac4o, aceptó la ayucla che su compañ ero
—Yo soy chofer del metro. ¿Y vos?
de clase.
—Yo tarnf ién conduzco un cajó n.
—¿Sí? ¿De cuá les? —Pei’o es que todav ía no la he perfeccionado
—De los de un solo pasajero. —fuei‘oii las ú ltimos palabras c{ue oyÓ Fel ike ‹antes che
—¿Y qué ruta? untaisc en el pelo la gomina. .. c}ue le dej6 entradas
—De cualquier parte al ceniehterio. Siempre. permanelates a lac4o y lado de la cabeza.
—Alt...veo. Por eso el uniforme. . . frente a este desasti e, Andi‘és se clavó en su
—Sí laboratoi’io (e1 ga raje de su casa), pei’feccionú el ¡:el (al
El uniforme era un traje azul f ú nebre con corbata menos ahora uno se lo echa )' no se queda con el pelo
v i notinto aú n más f ú nebre, que hubiera estado bien en la nba Ilo), y erniezd a evoluciona r en el negocita.
pai‘a. .. no, que no hubiera estado bien para nada en Tres meses de ventas y a Felipe, el in ternaedial io, los
res lidad. compañ eros c4e la funeraria ya fc pedían fiac4o, y ctzno
15
él tenía que responclerle a Andrés, el negocio empezó
a complicarse.
— A ndrés, a usted le está yendo bien, yo no me estoy
ganando ni un peso, en cambio sí me he ganado mas de
un enemigo por andar cobrando —lo encara Felipe.
—Claro, a nadie le gusta que le cobren. ¿Y entonces ,ç
qué hacemos? tDejamos de vender allá? ; .:\ ’
—No, no, vea, mejor hagamos esto: valore
tiene, yo le compro la mitad, y nos hacemos
iQut dice?
La empresa constõ bãsicarnenfe de una mesa, un
balde para revolver, un palo pata revoiver y alguriõs — Í Felipe venga!, ientre a la sala de tanatopraxia!
insumos [para revolver eh el balde con el palo]. ’ -' , -¿Y por qué yo? —pregtitata Felipe, que simplemente
Ahí, con gominas y champu, empe2aron a trabajar hacía par te del cortejo f únebre y sólo le corresponclía
juntos. entenderse con los ataúdes; nada qué ver con los
cuerpos.
—¡!¡L1egaron 20 cüer pos!l ! —anuncia el jefe —¡Y
EN ’ ESTAÓO DÉ DESCOMPOSICIÓN!
— í Veinte?
—De un combate que liribo en La Llorona, cayeron
a un caíión, hay varios mutilados. ¡Hay que prepararlos
ya! ¡Ya mismo! Y no tenemos suficientes preparadores,
le tocÓ aprender. . . ¡Corra, hombre, corra!
Lo primero qtie Escudero sintifi al entrar en la
sala fue un potente vaho químico que le enrojeció la
cara y casi lo ahoga. Rápido se llevfi las manos .a
los ojos, y confundió las náuseas que le produjo el
formol con la impresión de ver por primera vez tanta
sangre congregada, y en cuerpos tan desmembrados;
como una paradoja para un programa esotérico del
canal Infinito.
—Eso es imposible.
—Piense en esto: uno toda la vida teniéndole miedo
a la muei te, y de repente la empieza a ver tan natural,
tasa cotidian a. Y encima uno al final le limpia bien las
uñas a1 muerto y lo arregla bien bonito y lo iraquilla y
I‹i familia queda contenta y uno siente que gstá
haciendo
bien... muy bien. . . Es mejor cjue cuando te quieren pegar
poi‘que te estas llevanc4o el ataúd!
Es esa cercanía con el tabú más granc4e de la huma- nidad
lo que lo hace adictivo. Es tocar por dentro a un lgual: es
como tocarse a ulao por c4entro, conocer lo que va por debajo de
la piel. lis la manipulación del misterio más cotidiano y a la
vez mas insólito y aterracíor: el paso entre la vida y la meter
te.
—Así ter niiné siendo preparacJor de cadáveres
—concluye Fc•lipe.
— Con razón semej‹ante olor. Parece cjiie fuera para
asegui‘arse.
—¿Cómo así?
—Sí, si llegan para prepat ación y no estima bien muertos,
¡segu ro los acaban de matar con ese olor a carroíía! —insiste
A ndiés.
—Se te agradece la sinceridad —se molesta Felipe—, pero no
tenés que ser ta n gr‹afico.
—Bueno, perdón.. .perdón.
— Bueno
—. ¡l’ero es que eso si huele muy feo! Además tenes esos
ojos rojos t’ojos rojos.
—¿Será cl forn ot? Porque mi mamá tnnabién me pregunta
lo mismo, ) el oti‘o día me salió con que si yo estaba f umando
‹algo.
—¿Y c{ué es tías f umanc4o?
—Nac4a —responde Escudei‘o —. ¡Nada! En serio
—insiste ante la mirada esceptica de su coni}aaFaero—.
.Pero últinaaisiente ni duer mo bien.
—tClaro! ¡Quiéla VI olor mir bien viendo muei’tos a
diario!
—lo es eso, no es eso. Cisco rjiie es el forrnol. Eso es lo que
me tiene los ojos así, y la garganta toda irTitñda y corno con
dolorcito de cabeza permanente.
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—Ah, pero st. tocto eso te hace el íormol, entonces el J. • ' ,
!, f• .*_
.. -
20 21
;
+
Metodología cero empaques ! marca con un presupuesto casi nulo, imprimicron
algunas etictuetas en una impresora de pu nte (una
Epsoii LX 810) y se las pegaron a unos frascos comprados
en cualquier pai’te. El resultado: un desastre. Quedaron
horribles, no convencían a nadie. . . ¿quién se iba a pasar
para sus champú s con e tiquetas que se velan pii’atas y
de segunda mano?
A hí nació l a ic4t*a de no vencicr los produc tos’
empacados, sino de rellenar esos tari‘os bonitos en los
que viene el champú normalmente.
De las incipientes ventas de gomina en la funeraria, Pero explicar a cada cliente este pi’oceso resulta
liaLían pasado a visitar peluquer ías presentó ndose d ifícil, c4uc4os o y poco convincente. Y es lyme llegar
conto Inge niei os rIe la En inc rsidní! EL F-J T que ú ePtos diciéndole a un cliente potencial: “Vea, hagamos una
desni t ollnrlo estos J rodiictos en un fnhornforio de yriiebns cosa, es que nosotros no tenemos Carritos, entonces
cir.ntíficns [siempre te miran distinto cuando cuentas con lave el irasco y nosotros se lo i’e-llenamos con oti’a
una entidnc4 prestigiosa de respaldo]. Como las gominas cosa. ..” no queda muy profesion.al. En cambio una
) los cliampu s que Martínez y Escudero fabricaban presen tació n má s técnic n, con na ás cará c ter, con
eiala buenos, algu nas peluquerías se intei‘esaroia. Pero matices de implementació n de un nuevo sistem.a
lri mts costoso y complejo de un producto de éstos c[ue está revolucionando el inei‘cac4o, cjuec4 a mucho
no es su falaricaciÓ n, sino su imagen corporativa y el mejor. Con esta iv4ea, Martínez y ü scudei‘o llegaban
naei’cacieo. Ante esta enorme c4 ificultad, Escudero y a v isitar a sus clientes potencia les presentó nc4oles
Mai‘tín‹sz optaron por un sistema distinto: recogían un novedoso procedimiento de trabajo. Algo corno:
los tarros vacíos en las peluquerías y se los i’etornaban “. .. Nosotros trabajamos con la metodología Cero
1lunos con sus pr‹aductos. Así se aliorraban la marca, la Empaques, desarrollada en FAFIT, y que le significará
comun icació n de marca, y los empaques. a usted una reducció n en los costos fijos mensuales
Y fbiiacionó . por concepto de reabastecimiento c4e insumos, ya que
Funcionó poi‘que en algu nos negocios lo central le ofrecemos llevarnos sus empaques y rctornarlos
nta es el pi’oducto en sí, sino otros elementos como nuevamente llenos de pi‘oc4ucto de alta calidac4”. Y, la
la iaaanera de coinercializá rlo, o de presentarlo, o de verdad, no estaban lejos de la realiv4at4. De hecho, todo
‹ frecerlo, o de coiiiunicarlo. era básicamente cierto: ellos era n eafiteiascs, así que no
En el caso de estos dos, su sistema laabf a surgido era una inentii‘a. En verc4 ad con su sistema i‘educíaia
de la necesidad: a1 principio, intentando inaprimirle los costos del cstablécinaiento, y la rnettidologí a
pto sonó 1ic4 ac4 a sus pi’oductos, intentando crear una funcionaba. Así, mediante esta caracteri zació n c4c su
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método, lograron despertar el interés de sus clientes,
el negocio creció , y empezaron a buncar inversionista.
ge tb ye
Pero al poco tiempo se dieron cuenta deque ho
pó drlan sostenerse así, pues para constituir la empresa
tendrlan que obtener registro del Invima para sus
productos...
¿Y quién les iba a conceder el registro de un producto
Equis, sin matca siquiera?
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—Ay que" hat,o con estas manchas. 26
—A r líquese noni doíía, con una esponjita, después•
de cad‹a corrida. ..
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. ;. Pero tokio esto implica cambiar la infracsti uctura
de una empresa.. . y si la empresa no tiene para donde
ampliarse, pues no va a hacer eso. Ademá .s, hay fuie-
rarias en las zonas pobres de Colombia en donde el
laboratorio de tanatopraxia es un baíio, y hay que sen-
tarse en el sanitario para preparar al muerto, y para
pasar de un lado a otro tiene que ser o por debajo del
cadá ver o saltá ndolo
_ En otras, el laboratorio es la cocina, y ctespués de
arreglar al muerto, bañ an a los niííos en la misma
-¡Ésees un problema en el que podemos trabajar! plancha en donde prepararon el cadlver: la plancha con
—exclama Martínez frente a los ojos enrojecidos y la un poco de sangre todavía, con un poco ‹le bactcrias
tos y el olor carroñ ero que se habla traldo Felipe de la todavía, con un poco de mucvte todavía.
funeraria— El problema del formol. Si le encontramos Y Ilegat y decirles a estas funerarios cambien s«
alguna solució n a eso, podemos meternos por ahf... sistema, comp”ren extrnctoies, nuiplíen el espacio, instnlcn
¿Qué te parece? eyectores y poxgnit aire acotidicionndo sería no só lo un
-POC{fla Ser. . -comentó Felipe, sin mucha con- desperdicio de saliva, sino incluso una ofensa directa.
Así llegaron a la conclusión de que si el problema
—Vení, empecemos —continuó Andrés—: primero, ü‹ - lo generaba el formol, habia que cambiar el forinol.
ya sabés, identificació n del problema. Clnrn, asi de simple, nsi de fncil. El fortnol, ñ es4e si‹
—No hay suficiente aire —lanza Felipe. invención en 1868, es lo que se Stu iisndo siciiipic... retiros n
-No hay extractores -.sigue Andrés. cnmí inrlo entonms. Así ‹te fncil, nsí de simple, clnio.
-Ni aire acondicionado —vuelve Felipe.
-Y no hay espacio suficiente para que se disipe el -¿Hay preservantes sustitutos del formol? —le
formol -remata Andrés.
preguntan a un profesor de química en la Universidad.
-Sí, el glutataldehído —responde el hombre.
Como ingenieros, pensaron en varias soluciones
alternativas. -¿4 cuánto cuesta? —siguen preguntando.
—Cuesta 20 veces más que el fotmol -sigue el
Poner ventiladores
hombre respondiendo.
Implementar extractores
-¡¿VEINTE VECES?! Ah, no sirve mucho... iY
Ampliar los espacios dónde se consigue? -vuelven a preguntar.
Poner eyectores...
-No se consigue -vuelve el hombre a responcler.
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29
—Ah, bueno, c4e todos modos gracias —y dejan de
preguntar. La investigació n
Habla que estudiar la anatomía, la estructura del cuerpo humano, todo el proceso de la descomposició n organica... y, con todo
esto, sacar una inercia que rebatiera los problemas del forinol
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formol, por los niveles de concentració n s Para el medio nntbiente, porc{ue para crue una tnolécii la
que se
manejan en las funerarios: cancerígenos. Si vesti-
dos de astronautas se salvan de la in toxicació n de for mol se degracle se necesitan aproxirriadamente
200 añ os. Cuando se inyecta íormol, éste va dese de-
Algunos han pensado en entrenar chimpancés en
el oficio, pero todavía no hay una propuesta seria jando la sangre, y esa sangre se va, mezcl acta con
0.1 rü Sp0C tO. formol, derecho al río. Las aguas del mundo se comu-
2. ÜH1‘H IOS 'mismos cadávetes es un problema que se nican. Y tarde o temprano nno termina nadanclo en
utilice formol porque en muchas ocasiones quedan el forniol, o lo qtie es peor tomá ndoselo. En los
clefoi mados, ya que el formol es un compuesto cementerios, el formol se mezcla con los lixiviaclos.
muy fuerte que endurece las células, deja el cuerpo Las raíces de los íírboles van hasta las tumbas, Se
rígiclo y cuando no se inyecta con sumo cuidado, las alimentan, y las células miitan. También metan las
facciones se Reforman, y uno puecle quedar como células de las cucarac has que, después c4e converse
un delfín. lo que haya se cliupan los huesos hasta dejar fc's
3 nm los f0tltiliares, porque éstos casi Siempre lisos y blancos, casi transparentes, y en muchos
insisten en abrir el ataú ct para despedii’se, para cl cementerios se pueden encontt ar, sa liendo che
ú ltimO abrazo, para dejarle al ya denominado
“el las tu mbas, como en Men in black (la parte uno),
muerto” alguna car ta, alguna pi‘enda, o incluso cucarachas del tamaíio ble un 1 ibro, cucarachas
una botella de ron o cigarrillos o marihuana o una mutadas, mutantes (algo así como Splinter y 1a,s
l’£tbítdOra o c ualqtiier otra COSa que lo acompañ e TÓ r tu6•s Ninja; pero menos chi.stosas). Y si hay
en su viaje. Y como el cuerp o lleva tanto tiempo a}ij cremaciÓ n, corro el íormol es un gas, de alt una
metido, en la caja, el formol‘ se ha empezado a manera se filtra a1 ambiente, va a la atmó sfera, y
i‘ar y se tia concentrado ahí, y al abrir el luego nos cae en la cabeza en fortua cte lluvia íícida
evapo-
(y tino qtie cuanclo lo agarra el aguacero es feliz
ataú d, sale e inapregna a todos Jos que se ace can a
despectirse de “el pobrecito”. leVontando la cara y tomando agualltivia. . . Sisupiera
4. Pam cuántos muertos se está tragando ahí, considerar ía
eriorando indefectiblemente. el techo de muchos cargar un paraguas hasta en verano, por si acaso).
laboratorios es negro (pero antes era blanco, después
beige, caqui, gris, azul, moi’ado y, finalmente, negro Seis meses de ensayo-error, ensayo-error. Al fin la
' prueba: vísceras de cerclo en Jormol, vísceras de cerdo
oscino) y carcomido, porque el formol es un en la mezcla que estos dos ingenieros (bueno, aú n no,
gi‘an Corrosivo y va oxidancto y va deteriorando el
lugar (si eso hace con un techo, imílg ínese con una pero en camino de serlo) de EAFIT habían desarrollado
garganta). Las de formol, conser vadas y estables. Las de la mezcla
nueva, llenas de gusanos y gusanos y gusanos.
"
3? í
Las ni il y una noches intentando, un añ o y dos
tneses Se ensayos fallidos, otra vez vísceras de cerdo
'i en forinol y otra vez vísceras de cerdo en una mezcla Como toallas higiénicas
t›ueva y, ¡al fin!: tres dlas de preservació n y al cuarto
d ía... los malditos gusanos otra vez.
Un añ o y medio, parte del sueldo de la íunexaria
y toria 1.a )›lata d« los goiiiinas invertida en los reacto-
res de la investigació n. Resultados: cinco dias de
preservació n.
¡¡¡Só lo cinco días! !
—Yo tiro la toalla, no voy inés.
—Yo tampoco voy, que se joda esta vaina.
Y ali t4ejaron, otra ver, la invcstigació n. Las primeras pruebas exitosas las hizo Felipe en
Pero, por alguna inexplicable razó n, terminaban la /unei-aria en la que trabajaba. Después de urt ano y
volvitndolo a intentar. medio de investigaciones, de tirar la toalla, de volver a
Una 'ez, en una revista Selecciones, en una pelu- levantarla y de gastarse el suelclo en reactivos químicos,
quería, mientras esperaba, Andrews leyó la típico histoi-ia lograron una mezcla estable, que preservaba las células,
cJe Thomas Alba Edison, de sus mil y pico de intentos que las fijaba, dej5ndolas ert un estado suspendido en
antes de lograr hacer que una bombilla prendiera. el que se quedarían por bastante tiempo, el suficiente
”Apren‹4er mil y pico de formas ‹4e có mo no hacerlo”, para que el cuerpo muerto se des¡›idiei a para siempre
era la moraleja c4e aliento para los que no lo habían de sus colegas vivos.
logrado toclavía. Y la cosa, por clichesuda que /uera, EAFIT hizoentonces un convenio con el
caló , y otra 'ez cc*rdo-fonnol y cerdo-nueva mezcla 7’eciioló gico de Antioquia, donde se dicta la ”Técnica
No se sabe si los 6 usoiaos se cansaron de atacar y profesional en tanatopraxia”, y así enfatizó su
ganar una vez posició n actual con rasgos futuristas: dio un
y otra, o si Dios se aburrió de tjue estos c4os hicieran paso6raiidehacia la tt’ansició n
lt› mismo una y otra vez, u si la quiiTHca ilaorgó nica que busca, hacia ese 6iro inmenso, ese salto mortal, esa
clio un vuelco inesperado, o si estaba escrito desde el vuelta canela completa de generar empleadores. .. en
principio de los tiempos, antes de que apareciera el vez de seguir genei'ando empleados.
calc4o primitivo, o si coincidió la octava luna de Orió n Porque las relaciones che trabajo, tal conto existían
en la casa t4e Acuario y se alinearon el resto de los en el siglo XX, tienden a desaparecer. Y lo que tiene
astros. . . pero el caso esque funcionó . Y la nueva mezcla que
¡u eservaba ahora tanto como preservaba el formol, hacer la Uriiversic4ad (y esa es su actual bú s•iue‹4a), es
p‹n o sin ser fornaol, solucionando así los cinco grandes rescatai y volver a siiitonizai‘esoque está latente en una
¡noblemas que acarrea ese agente nocivo. sociedad que tuvo que scar emprendedora por necesiv4ad:
en Antioquia, a t4iferencia de otras sociedades, sus
habitantes españ oles tuvieioii que irebajar. Y es que el
' :T4
35
espanol no venía en busca de tierras (¡ni más faltaba!)
qtie EAFIT busca renovar, ya no en su arcaica expresió n
sino en busca de quien le laborara, porque para cl minera y luego campesina, sino en la contemporá nea
hidalgo era impensable el acto vil de trabajar. Era itna concepció n de empresas ni
afrenta contra su nobleza. Por eso precisamente, Don Por eso fue que realizó toclo el tráiiiite para creat un
Qtiijote jamá s trabajó . A pesar’ de cure era un hidalgo convenio que permitiera que sus estucliantes científicos
pobre, nunca alzó una herramienta (al ritmos nunca pudieran experimentar encuerposhumanOs losprodi+ctos
alzó una que no se le pareciera a u na es{ ada con la que habían desarrollado yque ibañ a sustittiit e1 formol.
que pudiera rescatar a su Dulcinea). Ni Vellzquez, ese El decano del Tecnoló gico ace[a tó la plOpttCStíl
pintor magnífico, Velá zquez, puclo pintar pú blicamente, (también le contenía a su instituci‹5n tener sin conVeDio
pues para poder ser Caballero de la Orden ne Santiago con una de las universidades má s prestigiosas y posi-
ttivo que ocultar que trabajaba con las manos. Era una cionados del pals) de hacer un estuc4io con pa rativc› y
impnreza. puso dos ctier pos a disposició n: uno para prepararlo
Pero en A ntioquia, a los espa ñ oles pobres que con formol, y el otro para. prepararlo con los produC tOS
llegaron en busca de horior y c!c hidalgu ía, a esos desarrollados por Escudero y Martínez. . . conto en un
pobres, les tocó trabajar. Les tocó , porque aquí no había comercial de toallas higienicas en do!*de se comPa'a
' una que no absorbe casi nada contra la toalla estrella
indígenas, es clecii, no había mano de obia, como st ” que absorbe litros y litros de i+n fli:jo azul que se ve
la había en la sabana de Bogotá [Por eso muchos se
instalar ort en Santa Fe de Bogotá. porque había 1 blue El día convenido llegaron Felipe y Andrés listos a
los antropó logos llaman un estado incipiente: una orga- demostrar el {Poder de sus productos, pero la má quina
nizació n indígena bajo un solo mando: un montó n de inyectora se había datado. Si considerandos qtie había
obreros en potencia organizados bajo un solo capataz. - crue inyectar un litro de sustancia a las vísceras pai.a
De ahí lo extrañ o que Colombia tenga su capital ar riba y evitar sii descomposició n, necesitaríainos al menos una
no en la costa]. En cambio en Antioquia no había mano jeringa de cincuenta mililitros (de esas de vú Cd), para
tte obra que les trabajara, pero había oro: la debilidad poder inyectar, aiinque tocara de a veinte veces.
de los espaFaolcs, y para sacarlo había ‹jue arrancarlo —No, es gire ac{uí no tenemos de esas jeringas
a la brava de las vetas is‹as hostiles y pesca rlo en las — dice el encargado de la sala de prep•• ració n—, pero
caííadas má s inlaumanas. Y como el oro fue obsesió n, le puedo dar una de éstas —y le pasa a Felipe una de
el trabajo, entonces, también se convirtió en obsesió n. cinco niililitros.
Y esa obsesió n no se lta esfumado c4el todo. .. “Trabajar, ¡¡cinco mililitros!!
trabajar y trabajar“ se oye por la calle, por la televisió n, t¡¡CINCO.!
y el gire no trabaje que no coma. Doscientas veces iba a tener que inyectar al pobre
Así se formó el espíritu empresarial antioque ñ o, muerto para poder dejadle un litro de producto aclentro
el mito qtie aú n subsiste tte la tal raza pujante. El mito . y conservavle las vísceras.
Cuando iba por la inyecció n ciento cincuentn ya Felipe esquiv6 el pinclaa zo, agarró a Andrés por la
casi no poc4ía ni levantar la mano. nm ííeca y lo miró a los ojos, devolviéndole así el control
—Andrés, hermano, le figurfi ay udarme, porque sobre esa mario rcbelado, insurgente, subversiva.
no puedo má s. Luego, con ca lma, corno el que sabe qué está
Pero Arclrés nurica había preparado un muerto. De laacieiado porque lo lta hecho cientos de veces, le dijo
hecho, Aad rés nu rica había ni siquiera entrado a una una sola palabra:
sala de pre{oaraci6ia, ni siquiera había visto a un muerto —Concéntrese.
así, tan cerca, ta n quieto, tan muerto. I-o t4ijo y cuanc4o lo elijo sonó como iine fó t’mula
—No puedo — dice, con horror. inexorable, una fó rmula que no falla.
—Le va a tocol poder —le sugiere Felipe en tono Andrés asintió con la cabeza, agarró con fuerza la
de si o sí. jeringa y la clavo en esa masa de tripas que florecían
Andrés duda. Duda this. Sigue dudando. Mientras c4el cuerpo sin vick a de alguien, cualquier algu ien.
ta nlo, el mire to sigue ahí, sin iiaoverse, esperanc4o que —1*elipe, tú ;aga1iae leernaalao, tú iagame.
alguien le acabe de echar el líquido. —¿Que tc• tengo? 3To tengo la jeringa?
— jHá gale pues! —insistió Felipe. —No. .. ¡ TÉ NGAME! —volvió a ciecir Andrés, y
Aiadri.s sintió todas las miradas encinta. El amé ien- se c4csvaneció .
te tenso, la respiraci6n coi‘tada de todos lcortada espe- A1 íinal, inienti‘as aíuera reanirnaban a Andres
rando su decisió n, y cor tada porque cuando abren un Martínez, Esc udei’o tei’iuinú c4e inyectar el c uerpo y
rrnierto, el olor que sale de sus vísceras es f uer te, muy lo guarc4aro:i junto al oti‘‹u, iiayectatá o c4e formol, espe-
i‘uei‘te. “Definitivamente° uno de la cabeza para abajo es i’ando.
ru ierda”, piensa Amadres an tes de decidirse]: Dias má s tarde f uci on a ver a los c4os pacientes y,
—Pá senme pues todo el equipo que yo acabo este efectivamente, ambos estaban coiaservac4os. El chc fornaol,
.ssuiato — dice, por fin, ai‘naaiidose de valor. duro y i ígido come› una escultura tamañ o natural hecha
Le pasaron delantal, guantes, gafas conto de moto- en hierro forjac4o, con los ó rganos i eternos acartonados
ciclista y tapabocas. Quedó corno un astronauta nerd y grises, toc4os grises. El de Ma rtínez y Escudei‘o, como
quo va a hacer una sinaulaci6n sentado en el inodoi’o si se acabara de morir o estuviera dornií‹ando, con los
c4el bañ o de la casa. 6rgalios coloreadcas por una colorante celu lar que los
Agai’ró la aguja con la derecha, agarró al muerto con mantiene como un bodeg6n de esos que se lla man
l ‹a izc uierda, y enapez6 a ten ibl ar. La mano izquicrc4a se iinli i i alc'zn nuirrtn.
le parali zú apenas hizo contacto con el cuerpo inerte. Uno rc mano más y ludo quo n anclav o
1.a mano derecha qued6 sin control, se volvió i+n ente cvenar cl cuei po chef foi’ino1, mientras el oti‘o seguía
aparte y arrc•metió contra lo priiiiero que tuvo al frente: l- i›ii›o toc4av ía. Seis meses pas‹ai’on y cl muer to seguía
elipe ESC tl‹1t rO. igual (igual de muerto, claro, pci‘o tanabiü ia ió n al cine
el día
39
en que, seis ir eses atrls, le inyectaron el inenjurje que
los dos ingenieros de procesos inventaron). Y durante es emma dav
ese semestre, en el curso tle tanatopraxia, el grupo que en3li 31iie
estudió en él lo puso Luis, "Luisito", de camino. en S'ilé as' neraas
El Tecnológico de Antioquia emitió entonces rin e
certificado qtie avalada las propiedades del producto,
que legitilnaba que la fórmula, definitivamente,
funcio- naba, y muy bien. -Estoy pensando tina cosa - dice, ceñudo. Esu
Y ahí arrancó el negocio. No más gominas, no más dero—: nosotros somos de EAFIT, ¿sí o no?
champú. "Nos hicimos ricos", pensaron. Y empezaron
—Pties... sí -responde Ma rtínez, sin sabcr adónde
con la empresa.,. Y empezaron cometiendo un error“ quería llegar su coinpaíiero.
Mandaron muestras a vatias funerarios, de cual-
—¿Y EA£IT no es, pues, una universidad de empre-
quier parte, para que las ensayaran. Es mandaron en
frascos con etiquetas piratas, hechas por ellos mismos sarios? -continúa Escudero.
en computador; impresas (otra vez) en una Epson LX —Pues.,. si.
810, de punto, y sin ningún respaldo dc nada. Pot si —¡Entonces que nos ayuden!
esto ftieia poco, las muestras les llegaban a tos Buenos de —Pues.. sí... si nos ayudaron en la parte téc-
las funerarios que, en muchos de los casos, son nica durante la investigación, ¡que nos ayuden en IO
empiricos, personas que se han establecido en el que sigue! o’alA).
negocio gracias a los aííos y a sus habilidades
aclministrativas, m1s que a sus conocimientos
funevatios. Para qtie ellos cambien el confiable formol -
diie scrn ám‘iitto y strñ lo que sea pero tio rios fnlln-,
por un producto nuevo del t}ué no saben nada, se
necesitan mucha instrucción, mucha pHblicit4ad y
pruebas. Pruebas de quc funciona a )as mil maravillas,
portjue ellos saben •i•e si se ponen a probar nuevos
productos, y un cadáver se les tlescompone y se les llena
de gases, y eínpieza a olcv a muerto y durante el
fttiieral los gusanos se le empiezan a salir por los
huecos tle los ojos y de la nariz y ‹4e las orejas y la carne
se empieza a tornar verde pus, y el funeral se v uelve
una sectlela de Ef regreso dt los muertos t›ivieiites parte 8,
los dolientes no dudarán en demandas. Y la demanda
podr ía set la vuina de la compañía.
41
pensando que era má s importante esta reunió n, que
ahí podía empezar su.propio futuro. Habían almotzado
cualquier cosa mientras seguían contá ndole todos los
pormenores del asunto... ¡¿Y no tenían nada?! ”Podía
habérnoslo dicho hace cuatro lloras, podía habernos
ahorrado toda esta gastadera de saliva y tiempo”.
-¿Có mo así señ or que no tenemos nada? —pre-
gunta, alterado, Martínez.
—¡Cuá l que có mo asl! - dice, furioso, Felipe—
¡Gracias por nada! —remate. Se levanta y se va.
—Mu)' interesante su proyecto, jó venes. Míís: muy
iiTiportante —dÍCe, adiiiirado, el jeíe de la carrera, -Ey! grita Andrés Martínez, cuando Felipe ya iba
estudian- llegando a la salida de la Universidad.
tes ‹4e ingeniería cJe procesos lo pusieron al tanto del —Si nos vamos ahora, ¿qué vamos a hacet? Ya
,junto—. Yo los felicito corno ingenieros, impresionante mandamos muestras y no nos funcionó , no nos han
la parte ijuíniica... Pero yo no les puedo ayu‹4ai comprado nada, Ninguno de los dos viene de una
-concluye. familia que le pueda decir: “Monte el negocio que
-¿Qutqu#?*¿ trO}OrQGtnO? quiera mijo, y pó ngalo a mi cuenta”... entonces, si no
-Porque ustec4es lo que necesitan es ya la pai‘te de es act en la universidad de nosotros, ¿quién nos va a
montar el negocio. Y pata eso es mejor que habletl con ayudar?
los que están cieonc4o la lfnea de empresaiisino en la Felipe se quedó pensando un rato, todavía con las
Universic4a‹4, porque yo sí más de üteres y fenoles y cejas juntas y los ojos ari'*6•* oS. A1 f3n SOltÓ :
bases y tabla pe1’iódica qitc• de confonnat una elnpt‘esa -Y entonces qué hacemos,
1?I"DA, o S A. o Cl A, o esas cosas. -Vení, devolvá monos —lo calma Andrés-. Oiga-
-¿Alt,an nombre en especial? mos:a ver qué tiene que decit. Y si no sale con nada,
-Sí, tomen nota. Í IMOS y listo.
había estrellado, les hai›ía barajado
tativas. Y es que El sabía, por experiencia,
—Ustev4es no tienen un plan de negocios. . ustedes "yO$qUe’slemp1e pasa, que los nuevos emprendedores
oo tienen nada —les dice el profesor Mesa a las dos de :llegan:éontuna idea creyendo que apenas la ejecuten
la *arde. a la,.tener:de una vez una empresa produciendo y
Habían llegaclo a su oficina a las 8.30 de la mañ ana com,ercia1izando productos o servicios ¡' generando
y acababan de contarle con detalle todo lo que habla .u,tiJ;idades:a'.lo loco, porque coitio es itinouadora y o ttodie
yasa•1o hasta \a íecl a. Habian fa\ta4o a clase tte diez ocurrido,., Pero Mesa sabe que su función,
43
como docente de la Universidad, como coordinador del Entre tanto, Escudero y Mar tí nez ya híin disCiltldO,
área de emprendimiento, es aterrizarlos. Todos llegac ya se han clevuelto y vrtelven a entrar:
inflados: en la casa les dan ínfulas, les soban la cabeza, —Pi ofesor, clisciilpe, ique es un Plan de negocio?
la mamá dice mi hijo es lo mets lincto crue ha pariéto
el mutido y el papá está orgulloso de su crío bert nco
y echa’o pa’laiite que no se va a vender al sistema sino
, que va a montar sti propia compañía, y hasta le gira un
chequecito para el primer arriendo del local. Los amigos
les dan ánimo (a falta de plata) y están pendientes para
que inc tenga en citeriin pai’a Primer eit el negocio apenas
despegue, Joe ahí sí nos muros o forrar che verdes. Y entonces
le llegan todos a la oficina con frascos ya etiquetados,
llenos de produc los súper innovadores. .. ¿Y tlbnde
esta el mercado? pregunta cl profesor Mesa, ¿a quién
le van a vender? ¿Con qué m‹argenes ptiede trabajar
su empresa? Y todos de u va para el piso, estrellados,
aterrizados a la brava y preguntando: pero pro/c, entonces
esfe negocio e5 bueno isto no* Y él, inapasible, desde detrás
de su escritorio, aconiodándose las gafas que combinan
con la camisa, les responde invariablemente: “Ningún
negocio es malo, lo.s malos son los emprendeclores que
lo llevan a cabo”. Ante el ataque directo de este seííor
que sonríe irónicamente, los nuevos empresarios no
pueden dejar de preguntarse, irritados, si se i’efiere
a ellos. Y él, corno adivinándoles el pensamiento, les
recalca: “Miren a ver si ustedes son los indicados para
su negocio, si tienen el capital que se requiere, si pueden
conseguirlo sin apalancarse un cien por ciento, si reúnen
las condiciones necesarias tanto en conocimiento como
en personalidad y experiencia para llevarlo a cabo...
Piensen y me cuentan, a ver si empezamos a metei’le el
cuerpo a eso, o lo dejamos así y mejor mandamos hojas
de vida u alguna empresa”.
44 45
¿Qué es un plan de iie$•ocio? ejemplo: tienen un excelente producto, innovador,
que incluso podría revolucionar )a tanatopraxia en
Colombia... y no han vendido ni un frasco.
A ninguno le gustó que les dijera eso, “r ero tiene
razó n". Y era evidente, bastaba con ver un flujo de
caja de la eniprc*sa, bastaba con ver un sistema de
inventarios (ni por el método PEPS, ni por el UEPS,
mostraba movimiento alguno), ba.staba, en fin, con
conocer esta historia para datse cuenta de que algo
estaha faltando.
-Vean, lo que estamos haciendo acá es lo siguiente Ninguno c4e los dos, ni Felipe ni Anda és, querían
- les explica el profesor Mesa a los dos—: a los que ser empleados. Ambos querían montar su propia em-
tengan una idea t4e producto o de servicio, les vamos presa. Alguien, alguna vez, les propuso "cocinar": por
a ay udar a pulirla, a desarrollar un plan de negocio, a sus conociiiiientos químicos, eran buenos candidatos
buscar inversionistas y a llegar a los clientes. El asunto para entrat en una cocina y procesar ccca. Y en algú n
esencial c•s construir una red de contactos, que es una momento, cuando las cosas nte salían, cuando no reci-
de las cosas inés c4ifíciles pero a la vez de las que má s bíanni una llaiiiada pidiendo aunque fuera un solo
valen en los negocios. Má s que* el prn4ucto en sí, es frasco del pioducto que tardaron un añ o y medio en
1 undaiiiental el mercado. Y para entrar en el mercado, lograr, peiisaion que ésa era la ú nica opció n rentable
señ ores, ustec4es lo que tienen que hacer es construir en Colombia: fa cocinr.
una red de contactos alrededor de su proyecto, de -¿Qut es un plan de negocio°- preguntan los dos
su empresa, ‹4e su sueño, ¿me copian? Hablo de una al tiempo.
i e‹5 que vaya iiiterconectando personas y empresas -A ver, ¿ustedes tienen claro cuál es el iiiercado?
i elacioiiadas con su negtxio, con posibilidades a largo No creo -se •iueda pensando c) profesor; cambia las
plazo de integració n hacia atrá s o hacia delante. ¿Me manos de posició n, y sigue—. Bueno, obvio tjue las
van caJitando? funerarios, pero ¿ya las cuantificaron? ¿Cuá ntas gran-
des, cuántas uae‹4ianas, cuántas pegues..as? Me atre-
Mientras el profesor Mesa habla, Felipe y Andrés se
vería a afii mar que no tienen ni idea de cuánto se van
miran pensando que tal vez ahora st llegaban adonde
a gastar inontanc4o )a empresa... ¡Es que ustedes no
era, a juzgar por lo que les coinentaba este seiior de
pueden /uncionaren un garaje, por Dios! A ver, cuántos
caiiiisa manga corta y gaías que le hacen juego con la
¡ ¡„ g empleados vana tener; ¿ya sacaron los flujos de c-aja? Ni
siquiera le ha» sacado la l’lR a un valor futuro pro-
— fi que las empresas fallan en el mercadeo yectado... será porque no tienen ningú n valor futuro
' ahí se caen las buenas ideas. Mírense a ustedes, ¡Por proyectado. . . ¿O sí?
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Andrés y Felipe só lo lo miraban. “De c(tiú está
hablando este señ or”. Un montó n de cosas que en su La luz se iba haciendo.
vida habían oído mencionar. Un montó n de vainas —Pero ai:n tenie ndo varios prOt4tlC tOü, DS fU l3£lü-
raras para, simplemente, montar una empresa. ¿Tan mental inciirsion‹ir en mias de un mercado, por lo
complejo? Ellos quer ían sencillamente of recer sus mismo: si un mercado i‘ecl4a za la idorca X
productos en las funerarios, vetaderlos, y ya. . . motivo. . digamos, nonmm, una mala comunicació n,
—Ahora —continíta Mesa ignorando la cara de entonces es im[arescini1ib1e tener otros mercaclos a1tet’-
Inf? que tenían ambos—: ¿qué pasa si esas funerarias nos adonde enfocar la f uéi za de ventas.
no compran? ¿Tienen un plan B en cuanto al mercado? Salió el so1.
—Eeeehhh. . . yo creo que no —dice Andrés. — Ustedes son ingenieros’ —continú a el profesor—.
—Yo.. . también creo que no — dice Felipe. Corno ingenieros tienen las icleas, ustedes Jiareit, hacen
—¡Pues claro qtie no! — dice Mesa— ¡Si ni siquiera COSí\s. Si Sc ju rt ta n COti í\cÍ la i ni S t ROCIO LOS, COl^ O e S,
tienen un plan A! o negoc iatlores, crue conocen c6mo se monta una em-
Se levanta de la silla, agar ra un marcador de super- presa, que saben del manejo de los negocios, de los
ficies y, mientras les habla, va escribiendo los términos trárn ites y 1 os red{ti isi tos para contormar UnH SOC ie-
clave en la ventana de su oficina. dad, chc las p royecciones de flujos de dinero y che
—La experiencia nos ha encerrado que un proyecto ¡y§todos Ue {ina nciac iÓ ia, ptteden forma r ut^ 8cluip°'
con un solo prOCtucto. . . o lncluso cota varios productos rnultidisciplina rio muy f ner te y ahí sí hacer u ml DlUÇre-
pero un solo mercado, tietxe un riesgo muy alto. Muy sa, sii empresa.
alto —repite, enfatizando en el muy—.. . Especialmente Viéndolo de esc lado, la cosa empezaba a pintar
cuando se innova —concluye —. ¿Me erttiendert esto? mejor (al niemos, mejor’ cine c u•a ndo él les dijo: i istcJes
tMe van sig tiiendo?
—Eeeehhh. . . sí, sí — dice uno. — Ç í}jq }y tyC jp S p C¿S j9 JQ Ç ue C U t}/O Tt ISO UN UC
—Sí. . . ¡Claro! —dice el otro. una idea no la ci:enta, por miedo a qtie se la roben. Y la
Sí, claro, piensa Mesa, y procede a explicarse:
—Si salen con algo nuevo al mercado, ur producto a contarlo, çaucdc ‹Luc Citi a gente se interese en cl asunto,
innovador, y no pega, Aquí van a hacer con las mú c{uinas y crue de ala í salga u i invet’sion isto, sin ase.est; un cliente,
que han conseguido, con los préstamos que han puecle cure se abran las ç*uertas de ^**^ *^e^cado q*’e *^*
pectido, con toda la infraestructu ra gire han obtenido habían considcraclo. . . en fin, [ iieCtcn pasar cosas, que
para ope- rar? Senores, se los comen las deudas. Por eso es lo que ustecles tienci' que buscar, que pasen cos’as
es btieno tener varios, de modo que si uno no COIT Su iclea. AdciTl5S, Si us í .cles se cteiuorai on lo que se
funciona, haya otros que sí logren penetrar segmentos demoraron tlesarrollanclo srr pócima. . ¿no les pa"ece
de mercado y sostengan.la causa, ¿me hago entender? que sería u n poc[uito complicado rot aries la idea?
“Ciei to. Cierto. Cierto. Cier to. “
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, 49
-Profestit —habla Felipe—, pero ex}ilíquenos:
recoine»zar-: ¿Tienen algo, siquiera nl$o, •4 íganine, algo,
¡¿có mo así tjue no tenernos nada?!
nl$uilo, ‹4e todo esto?
—Y otra cosa —se suma Andrés—: ¿Qué es un plan
—No seaor.
de negocio?
—¡Entonces no ticncn nat4a! —grita.
—A ver —respira Mesa—, no es que no tengan
”nada”, de hecho tienen una idea brillante. De ahí desa- Se sienta, complacido, y con sonrisa amab1c•, con
n ollaron ura producto revolucionario -continuó —. intenció n sincera, suaviza y explica:
A liOl’a, ¿tienen Sub› mentado y clasi/icado el - Nada del ncgocio. Pero no me nialentienc4an,
mercado, tienen una propuesta de inversió n, tienen los tienen lo f undameiital para empezar. tienen no só lo
flujos de caja consic4erando el valor )iresente de la una idea, sino ya un gi‘an prot4ucto, es dc•cir, ya saben
empresa y un Ctlú ] Vét it SU‘ Sol 1J Pb•OCÍO. Ahora hay blue aprenc4er
‹ olor futuro ptoyectado a los que le puedan sacar la tasa có ni‹i montai'lo, y c4esputs, hay que montarlo bien.
interna de rc•torno y concebir la rentabilidad que puede ”Y SUefiíí l6giCO”.
generar el negocio? ¿1-tan hecho un estudio de mercado -Miren, si llega un posible inversionista interesado
para determinar entre los clientes potenciales quiénes en invertii’ capital en su negocio, ¿ustedes qué le van a
serian verdaderamente compradores constantes del presentar? ¿Le van a contar que c•n algunas /unerarias
Ju oducto? ¿Tienen, al menos, una idea ‹4e có mo se paran al muerto contra uno pared y si no se dobla /ue
constituye una empresa y todos los requisitos para que que‹4ó bien preparado, y si se dobla y se cac• c•s que
}ii ‹iducir y comercializar? —toma aire, los mira, los ve le falta wias forniol? O le van a mostrar una valoració n
b‹ajados, inseguros, decepciona•4os, y sabe que ahora pro¡'ectada de la empresa en donde El pueda ver cudnto
s‹álo tiene que rematarlos. . . pata después, desde el piso se va a ganar si invierte un milló n, ciiú nto se va a ganar
ble ra realidac4, eir¡iezar a levantar un proyecto só lido, si invierte diez, o veinte, cuá nta seria su rentabi)idad
ci›•pczat a construir. Asi que continú a—: ¿Tienen claro en un plazo de tiempo determinado...
có mo se coiiiporta su mercado, por qué, cuándo, dó nde —Pties sí, habría tjue mostrarle eso. .. claro.
cómo com¡iran sus clientes? ¿Dó nde está n ubicados -Pero tranquilos, ustettes deciden, si quieren
esos clientes? ¿A qué pta z.o pagan? Miren que esto contailc tjue les tocÓ inyc•ctar un cadáver doscientas
ú ltimo va a detelqninar los plazos en que le entrará veces, bueno, allíí ustedes, vcremos qué tanto se interesa
ili mero a su nc•gocio, y esto es lo que va a determinar en invertir...
¡' limitar sus flujos de caja, y esto va a repercutir en -No, no, hagamos entonces el fat plan de negocio
Ía rentabilidad del proyecto, y esto va a hacet’ que —dice Felipe
futuros invc•rsionistas se interesen... o no se interesen -Profesor -se levanta, irrila‹4o, A nv4rés-. ;Nos
—ahí los x'uelve a mirar. Ya los tiene, ya están bajados, v* a r1ecir ‹jué c #°•á’Ó'”t/á|* (cliahlus) es u‹ yIan rte
‹lesiviotivados, aterrirados, Válidos. Satisfecho, Mesa se i1c•gocio, o no?
olista a t4ar la puntada final: el remate para, después,
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Contar
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formol, y, por fortuna, el suyo quedó má s bonito, má s " ’' Los quinientos
sereno, má s cnr’e-dormido.
—Me llevo el kit completo, tcuánto cuesta?
—Ciento veinte mil pesos, doctor — dice Felipe,
pisando a Andrés disimuladamente, y Andrés a él.
Pagaron los veinte mil del sendero, sacaron de a’
diez mil para cada uno, y acordaron invertir el resto en \4,
materia prima Pero el lunes, t[espués del fin de semana,
cuando Felipe fue a buscar los ochenta mil pesos,
encontró en la cajita azul una moneda de
doscientos ' -Aló -contesta Felipe el celular, dos meses cles-
una ble cien. f• pués de haber vendido su primet kit—. Alt, có mo le
¡¡¡¡AAAAAANNNNNNNDDDDDRRRRRRÉ É É É É va doctor.
É É É É SSSSSSGSS!!!! [Resonó pot- todo el barrio] —Felipe, vengan pitts que s. . de ne ocios.
—Tranquilo, tranquilo; yo los pago.
-¿Qut hiciste con los ochenta mil? —Qué pasó , dcctor —ptégtin’ta Andrés cuando ya
—Pues... eeehhhh... yoooooo: .. me los t•«rrandiú estaban los dos en la oficiná del hot
-dice Andrés, encogiéndose ‹le vergü enza. negociar.
—¡Ah, ya! Muy bonito —replica Felipe, rio muy —A ver... lo que pasa es que... voy a ser directo: yo
contcnto que digamos. les compro la fó rmula.
-Pero yo los pago, yo los pago —dice Andrés —¿Nó s qué?
-¿Sí* ¿Y có mo los vas a pagar? —Les compro la fó nrula.
—Pues,.. ¿Setá que Imperio el televisor?
-¡Pues yo creo que sí! Pero ya. —¿Y eso cuánto vale, cloctor?
,. —Pues díganme ustedes ü ver eri cuá nto la ncgo-
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—Nosotros n‹isasustainos, profesor, imagínese, uno
einpeñ ando el televisor; pidiendo pinclies veinte mil -El Arterial -res¡›onde Anr4rú s.
pesos al tendero del barrio.. . ¡¡¡Para que venga un señ or -Ese. Multiplique.
a decirle a uno “)'o les doy quinientos millones”!!!... -Serían 1.800 millones —dice Felipe.
—¡Quirucntos millones! ¿Y ustedes qué le respon- -¡Ajá ' -exclama el profesor-. Ahora ustedes
decidan. tVale la pena venderla y tener c{uinieiitos
—Andrés nbc pisaba a mí... yo lo pisaba a él... ima- millones ya contantes y sonantes? ¿O aguanta que
gínese profesor, de a doscientos cincucnta para cada monten la empresa ustedes mismos?
uno y quedamos listos... El profesor Mesa se levanta de la mesa, recoge
** ›' •• •*• 4q•* le responc4ieron? sus cosas y al tess ble irse les hace la artverte Gcia—: Si
-Pues nos quedamos mirá ndolo, sin saber qué deci‹ten montar la empresa, nocrean que le van a sacar
liacet; y pensamos ijue lo mejor era venir a hablar pri- esos tjunñ entos millones en un moiiientico. .. Eso sí, si
mero con usted para.. . se deciden, aqui estamos para ayudarlos a montar ese
—¡¿PERO QUÉ LE RESPONDIERON???! negocio. Piénsenlo ustedes. Hablamos —y saliÓ .
—Puc•s le dijimos.. . le dijimos ”no, doctor, esa
fó rmula no tienc• precio”.
—¡Jr! Bien, bien —se queda como reflexionando el
l°l‘Of‹?SOr—. .. Bien.. .
-¿Yentonces qué hacernos? ¿Le vendemos? -insis-
tes los dos.
-Miiiin. . . Vean, si este sefior les va a dar
quinientos tiiillones por esa /ó rn ul•i, es porque le va
a sacar diez veces eso .. o má s.
—¡Pero cuándo' Esosedeinoramucho -dice Andrés
—¡Ah no, usted no va a vender quinientos millones
c4c• pesos en el priiiier añ o! De hecho, no los va a vender
en los primeros añ os, pero a largo plazo, cuando el
forniol sea reemplazado, es cuando se va a ver la
rentabilidad -y continú a—: Es así, ¿cuá ntos muertos
hay en ptoiiaedio, al añ o, fii Colombia?
—J80 mil muertos, iviú s o menos -conÜ sta Andrés.
—Ahora multiplique eso por los diez mil pesos que
cuesta el. .. ¿cfiino se llama el frasco de líquido que se
le aJalica a cada muerto? —pregunta el profesor.
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s:: .m,
Diez añ itos • . ”A ver, a ver; a ver. Eso quiere decir que nosotros
- • S0Kí5rNOS SUS empleados. Quc la fó rmula sigue siencto
- de nosotros porque somos los que sabemos có mo
se hace, pc•ro el que )a estará usu/ructuando seríí. . .
¡Usted!”.
—No, no, no es por ahí la cosa - dice Felipe, pen-
sando en que esta nueva propuesta desmejotó la
anterior—. No doctor, a nosotros no nos funciona es*a
alternativa.
”É sta sí que es peor. Es verdad que nosotros
podemos irnos cuando queramos, llevarnos nuestra
fó rmula, y dejar todo ahí, pero y ¿cuá ndo saca tino
—¿Ustecl sí tiene tomo ese dinero, t4octot?
Yo, directamente, no. Pero tengo un inversionista
aliano con el que me asociarío Pat“A comprarles ]a / .quinientos millones de pesos de a dos millones mensua-
les? Ntinca. No, étefinitívamente, no.”
Mmm .. RO, ClOCtOr . . pensemos otra altcrnativa -Bueno pues, entonces hagamos lo siguiente, y
plantea Felipe. ésta sí rio me la van a rechazar —sugiere el doctor,
-Es que la (ó r t }p no est5 en venta —concluye adoptando el tono de npiirele que estoy ”botno“-:
ustedes monten su laboratorio como lo quieran montar,
-E-ntonces qué opci¢q me prop‹›nen - ç›icgunta ' produzcan y yo les distribuyo el producto —se arregla
Cl hombre. un poco la corbata, se yergue, se pone bien derechito y
-PfO Ongala usted, doctOr —responden ellos.
'Í.• .' concluye—, yo les disttibuyo el producto, pero me dan
“La verdad, nosotros no tenemos ni idea” la exclusividad a mí.
-Vean: Yo les monto el mejor laboratorio que -¿Có mo funcionaria eso?
ustedes puedan tener aquf enColombia, con íVoíoque
-Ustedes me dejan el tarro a ocho mil, yo lo vendo
necesiten, con todo loque me pidan, y ustectes tiabAjan
a doce mil. Y ustedes así no tienen que preocuparse
para mí. ¡Esa está buena! por nacla de ventas, ni de mercadeo, ni de distribució n,
—¿Y la ió i“mula?
ni de nada de eso. Pueden dedicarse a producir
-Tranquilos, sigue siendo de ustedes. Y ademá s,
tranquilamente, y listo. ¡Yo me encargo del resto! Eso
yo les voy a pagar su sueldo por eÍ trabajo en el sí, no le pueden vender a nadie inés, ú nicamente a mí.
lal›ci’ato io. ¿Trato hecho?
-¿Fabt’icando los productos? —iY cuánto tiempo seria la exclusividad?
—¡Exactamente! —Ah... pues... qué, diez añitos no mas.
6t
-¿¿¿Diez añ os°??
— Quince milloricitos —dijo Andrés. El doctor
-Diez anitos
se quedó pensanv4o un inoiiiento má s.
—Lo vamos a pensar.
—hecho —dijo al fin, y extendió la mano.
En ese momento de cerrar el trato, mientras se daban
Felipe, qué vamos a hacer, prc•gunta Andrés. l*ues
la nano con el doctor, a ambos les pasó por la mente,
hermano, responde Felipe, cléinonos otro tienapito a ver
como un flash, toda la historia de Skudmart hasta ese
si aparece otra posibilidad, algú n inversionista o algo
momento de su primera negociació n conto empresa:
así, y si no, pues cchémosle iiiano a lo que hay, porque
desde que habían empezado vendiendo gominas y
estamos con la fó i mula desarrollada, con los productos
champú que hacían en el garaje de la casa de A ndrc°s,
listos para vendeilos, y no aparece nada niíís, ¿qué
pasando por la mudanza ‹4e la familia Martínez, en que
[ ens5s? Que sí, tesponde Andrés, ¿pero diez “aíiitos”
les tocó sacar todos sus coi otos y después, en el 8araje
c4e exclusividad? lo, ni a palo, dice Felipe, eso hay que ,.* de la casa nueva, volver a meterse con todo, corno las
negociarlo.
cucarachas: uno sacá ndolas y ellas tirando otra vez
para at4entro. Igual. En ese segunt4o garaje arrancaron
— Un añ o de exclusividad y cerramos el negocio
la fabricació n de los productos funeiarios y eiivasaron
—Je ¡ilantc*a f-elipe el doctor quince días después de
las primeras inucstras con el primer nombre que se les
t¡ite c4efiriitivameiite no apareciera nadie inés.
ocurrió , A tar, Jsíos son yt’odiictos ftitiernrios, ¿cierto? Pues
—No inc sirve —responde el doc—. Mínimo por “ llyinéitioslos fiiiiernf Siistatice, ¿.qué tnl?
dos añ os, y con posibilittac4 ‹4e renovar, Que yo tenga
Y ver que ahora estaban cerrando troto, recibiendo
la Jiriirera opció n.
un adelanto para producir el primer pedido, y peiasoiado
— Está bien, t4os anos entonces. Pero con u na
en cambiar' de sede. Crecían.
condició n para certar trato...
La mamá de Andrés les prestó quinientos mil
—Pó tiganla corno quieran.
pesos, el papá de Felipe les presté los otros quinientos.
—Un tope mínimo de compra mensual.
Con eso ariendaron un garaje exclusivo para ellos, por
— Mmm... Y eso conto por qué — pregunta el
Guayabal. Y desde que tuvieron ese garaje lo llamaron
l1O\11f7jC.
“la empresa": ”Vamos para la eiiipresa”, “estamos en
—Si no es así, ¿qué beneficio traerla la figura de la la empresa”, “venimos de la empresa”. . Porque paro
exclusividad para nosotros-si no podemos venderle a ser empresario hay que empezar por creérselo, por
nadie ni•as, aunque nos llamen y nos digan ”niándennie ' creerse empresario, ¡Proyectarse empresario. No espe-
tin contaii›er lleno ya”? —responde Ant4rú s. *.: rar a tener la sú per empresa iiiontada con sedes y
-Bien, de acuerdo ¿Cuá nto? :-. sucuisales y uni/ortnes y ¡Papel membretc*ado para
—Quince millones —dijo Felipe. El doctor lo miró . ‘'•, llamarse empresa. Desde que comienm a trabajar con
62 63
su idea, uno ya es un empresario. Y cuando la empiez‹a — Alt, bueno. . . ¿Y la C0 hasta tte la ropa sucia?
a poner en marcha, empieza a hsccr empresa.
¿Hab 1 aparecido de casualidad por allíí?
Escudero, enipeliculado con sii negocio, decidió irse
de cachaco, es decir, de traje, para la sede, casi todos —No señ ora, que yo sepa, tampoco anda por aqiií —
vuelve a t esponder Andrés, mirando c4e i eojo el nuevo
los días (menos los viernes, que era infor mal). Por reactor” que estaba justo al lado del escritorio.
fortuna no tisaba el mismo bocadillo cure durante tanto
—Dueno mijo, de tOCtOS modos gracias. Si ve a Fe1i[ne
tiempo utilizó en la funeraria. Al principio, Andrés le
le pregu nta por favor, isíUL e c4ice que me llarrtC, Cl4iio,
preguntaba: Ey, iqué hsy boy?, Nnda, respondía Felipe,
saludos por la casa, Chíio.
alzando la ceja. tNads?, preguijtaba Andrés iepaslndolo —Eel Oye —le dice Ancli’és al colgar—, era tu mam•a
de arriba para abajo y viceversa. Así me tengo yo para
Qtte si algú n día pensá s devolverle toda la rneClÍíl Cílü 0
lo o cina, le respondía Felipe Adivinando esa pregunta
cine te trajiste.
muda de ’¿por qué está s vestido así?” Y lo que era un
garaje en una zona urbana ;medio residencial medio
comercial medio industrial,' se convir tió pronto en
Skiidniart, la empresa de pro;ductos funerarios.
El noicbre se los dio un publicista, el novio tte una
amiga de la novia de otro amigo, ca1eno El, un día en
que los conoció y ellos se presentaron con nombre y
apellido.
El primer escritorio de la, empresa fue un legac4o:
ftie el primer escritorio que tuvo papl Escudero cuando
montó su miieblería. El resto de los muebles llegaron
estilo shomcr, trayendo todb lo que sobraba (o no
sobraba) en sus casas (sillas, estanterías, baldes, ollas. . .).
Y un día, llamó la mamá de Felipe a la empresa y
contestó Andrés.
—Oiga, mijo, ¿usted sa1;e si Felipe se habrú llevado
para a1l1 la má quina de.moles?
—No doñ a Gladis, ni idea, yo por acá no la he visto
—responde Andrés, echá ndole más paraformaldehído
para triturar a la má quina de moler mientras Felipe le
da manivela.
6S
Primeros quince -Ey, Felipe, no tenemos sillas a1l3.. . quiero decir
que só lo tenernos las dos c4e nosotros.. .
-¡Agh, es verdad!
Y los dos a buscar. Al lin consiguieron ‹los Riirax
prestadas y al llegar cada uno con una, encima de la
cabeza, cargándolas. . . “¡¡¡Sorpresa!!!": en la puerta de
entrada estaba parado el doctor, que habla llega‹4o
má s temprano porque era una c4e esas personas que
acostumbran llegar antes de tiempo a todas p.artes.
Siempre que el docttir les decía: ititirlinclios, o ittí i›ir —Eeehhhh... buenas, doctoi;estácom‹atempianito...
,guslarín ir y ‹.onocet-k's el lntorntorio, Escudero y Martínez pero bueno, ya que cstó aqul, ac4elaiitc, siga. . .
i espondían con evasivas, cambiaban el tema, declan El doctor miraba un pcco conto con desconfianza,
que sí que en estos dlas set,uio lo invitaban pero que conto pensando ”¿Estos sí podrán entregar un ¡›ev4ido
»l ora tenían tocto muy desorganizado, que se esperara de quince millones°”
un poquito y en fin. Detectando esto, Escudero y Martínez buscaron
tranquilirar a su cliente, coinentlndole que el margen
— AU —contesta Escudero. t4e utilidad después de cubrir sus costos operativos
—Hombre muchacho, quedamos en que pa ra hoy y los gastos de ac4ministració n, lo reinvcrtirían en el
er a el primer pedi‹4o, Uno? laboratorio mismo, con el fin de ircrc*ciendo. de hicieron
—Sí c4octor, cÓ ino rin, ya está listo. una breve exposició n ble su “P y G” proyectado, es
— trueno, c•ntonces yo voy a ir dectr, docIoi-, Estudio Pie ResiillMos, y con esto, el hombre,
{›ersonaliiiente a r‹*‹:ogcrlo... y me gustaría por ahí visiblemente se tranquiliró : Biietio, unos itiuclinrlios
tterecho coriocerles el laborattuio. . .
—Ah, claro doctor —responde Felipe. Desde que
renta n su propio local (ya no el ¡,•araje de la casa de
/\nc41ü s), la cosa eta muy clistinta—. Con tc›do el gusto Sigamos.
)0ltrÓ1tlOS@O£2CÓ,0BOIt)GcíltCC6R. Pagó la primera entrega.
Y eso fue ‹determinante: i4eci‹1ieron meterle una
Sentados eri la sala ‹4Ú la casa de los Escuc4ero, inyecció n de capital a la cmpresa (“la eiiiprc.sa”, que
1-cl ipe y Anv4rts esperaban que fueran las 6.45 para ir ya e ser claros, constaba en ese momento de: un goraje
o su t ficiii•i (que quedaba a escasos cinco minutos), )' alquilado, un esci itorio, c4os sillas, unos balv4es, unos
•it‹:iidc*r a su client‹•. En mcv4io de esto, Ant4rc‘s se acordó galos para revolver; y los instintos necesarios pa ra
c4i- uri v4etalle: una pequeíla producció n tte “Func*ral Sustance"). 1-sa
67
inyecció n ne capital significó iina fuerte reinversió n En esa inme‘nsidad, con una venta fija mansi:al,
en ins:irnos, y ya no "ble a poquitos", como ven ían decidieron contratar a un opei‘ario cle confianza para
trabajant4o hasta el momento. Porque las’ economías el proceso de fabricació n. Liiego, la doc ttn a Noclicr
de escala hacen que la materia prima, comprarla en Martínez M, abogada comercial, jubilacla de Bancolombi‹i,
pequenas dosis, eleve los costos escandalosamente, y, además, tía de Andrés, sería la gerente. La contabilidacl
mientras c{ue el comprar por cantidad permite a las , la llevaba el tío che Felipe, y así Escudero y Mar tínez,
empresas una ret4ucció n significativa en el gasto, por sin experiencia, sin sic{uiera haberse gra¢4Uado tte la
conceptos como el clescuento por pronto pago, las universidad, como pollitos sueltos en una jaula de
t
promociones, la reducció n de precios en escala, y zorros, empezaron a manejar sus proveedores, su
esto hace que aurrtenten su cornÇetitiviclad, tanto en competencia, su cli nte, sus em leactos, su em resa. Y
volumen de producció n conto en precios. es crue la vic4a es una cosa de rejas para adentro de la
Pero [Pronto hubo que salir de a llí: en el local que universic4ad, y oti’a cosa de rejas pai’a afuera. Esto no
lindaba con su lado derecho, un local de venta de era una simulació n, nac5ie les iba a poner u n cinco, ni u n
productos esté ticos, la empleada estaba en embarazo, dos con nueve, con observaciones en rojo sugiriéodtiles
y la ma nipitt ació n de produc tos químicos al lado que pa ra la pi’ó xima vez procuraran no cometer tal
era, obviamente, riesgoso para la gene tica del nuevo error o. tal otro.
humano que corría el riesgo de llegar Reformado, o Por eso, y pensando a f iituro, clecidieron inclu ir
volvci’se un X-Men, dentro de los gastos de aélministració n de sii Estado de
fin el otro local, el del lado izc{uiei‘do, funcionaba Resultados, un gasto por salario, su propio salario: se
una pcluqucr ía, y los cl rentes habituales, t4e añ os y pusieron un sueldo para cacla u no, y lo que les quedara,
añ os de frec cantarla fiel mente, dejaban de ir ble manera la utilidad neta, rc•invertirla toda en el crecimiento de
abiupta apenas la estilista les comentaba, después ble SEtidmart, s'u proyecto de v tela.
que ellos le pregu ntaran a qué se debía ese olor rnr/io
que percibían, que ei’a que al lado hací‹an productos
"pai’a muertos".
Así c{ue a los tres meses, sede nueva: el doctor les
arrendú una propiedad en el barrio boston y ellos le
pagaban con producto. Cuando llegaron, la nueva sede
resultó ser una casa finca de 2.500 metros cuadrados,
de cuatro niveles, con parqueadero ç ara seis carros,
con lrboles de mandarina, de zapote, de guayaba, ble
na raiajas, y hasta tres agiiacates.
f›9
¡l’utaina! dicos taiiibiü n se ocuparon de ellos, y todo eso fue un
(Tuturuniá ) batdado de ogua f rfa para mucha gente:
-¿Pei'o c0ino así? ¿Usted no cliuzaba muertos en
una fu iacraria?
-¿Per o có mo así? ¿Usted no manejaba un vagó n
del metro°
-¿F,ero cú mo así? ¿Có mo así que emprcsarios?
Empiesarios sí, con productos, con ma rca, con
c*nipresa. Peio hasta la fecha no sabían nada de ventas.
Septiembre: un mes después de que ya estaban El doctor lescompraba religiosamente quince millones
instalados en su sede, llevan a cabo el lanzamiento de pesos en prn4ucto al mes, pero nadie sabía có mo iba
la comercializació n, qué tal iba la rotació n de inventario,
c4e la marca y sus productos: bombos y platillos en
cuál era la estrategia de penetració n del mercaclo, cuál
el Club Unió n, con invitaciones a los gerentes y a los
mercado se estaba penetrando. .. Todo u n misterio
ta natopra xistas de las cerca de cien de funerarias que
1-íasta que al fin, Mucltuclios, los itivito ii ceiinr n mi
hay en ivíer4c•llin. Su nueva marca: Carus Corpus (que
cns‘n. El 20 ‹ic dicir.mbre n las 8 de la noclte. Es l‹•iigo utui
en latín vendría a .ser conto decir Cuerpo Amado). Con
sorpresa.
nuevas etiquetas, nuevos empa•i•••... como se t4ice por
Diciembre 20, casa del doctor, noche (a las ocho).
ahí ”con t‹›das las de la ley“. Y como no podían salit así '*, iliiiiiiiiiiiing (timbre). Al entrar, un pesebre gigante,
como así, diciendo que producían sus productos en la " *: má s grande que el garaje en el que Escudero y Martinez
ex-canasta v4e la ropa de la casa de Felipe, resolviendo
empezaron con las gominas.
con lo que a lguna vez fue escoba y envasando en tarritos
Durante la cena de ambiente navideñ o, en medio
comprados en el Exito, EAFlT salio en apoyo de este del rc•c)iinar dc los cuchillos contra los platos, Y ‹.lector,
pa r c4e iiavestigadotes y realizó y presentó un video en ¿cótiio t›a el n‹•gocio? El hombre suelta el tenedor, traga
el que enseñ aba las instalaciones y los laboratorios con
puiü de papa, sorbe un poco de jugo y dice:
to‹1,s las especificaciones técnicas de vanguardia, en los
—Pues yo estoy un poquito preocupado... —y al
‹]ue los Skudinart se habinn enfrascado tanto tiempo
ver que los dos se quet4an paralizados con los
llevando a cabo su experimentació n cientí/ica. Eso era
cubiertos suspendidos en el aiie, alcanza a escupir—:
i espaldo y generada crec4ibilidad en la presentació n en
¡Pel o ustec4es nos se preocupen!, tjue seguro que el
sociedad 4e su nuevo Carus Corpus.
negocio despega. .. tart4e o temprano.
Despucs, repoi'taje en 1“ek•nnt.ioiJuin Noticias. Luego,
SPLASI-I, baldado de agua /ría.
u na nota titulada ”Belleza Mortal” salió en el piogranaa -¿Có mo así, doctor; que ”seguro que c4espego”°
iii‹•xica no ñ l Rojo Vino (con Maria Celeste). Los perió - ¿No se lta vendido nada?
7J
—Pues tanto corno nada “nada”, tampoco, un
poquito. . ctebajo d.e la Virgen María y el Niño Dios y la vaca y el
— Doctor, por favor, sea sincero, cuéntenos que ha buey. Su idea de Carus Cor pus no era precisamente tan
montfin cte pastorcitos y de ovejas para rezar I‹
oración a San José, ni el Benignísimo Dios de in fi nita
—Nte se ha venclido nada — dice el doc cariclacl,
SPLASI-I, agiiacero tropical.
¡ni mucho menos el Acord‹aos oh dulcísimo Niño
—Pero, y cntonces, ¿qué h‹i hecho con los productos? Jesús que c4ijisteis a la venerable margarita del
ónde los tiene? santísinao sacramento etc, etc, etc! Aunque, como
En ese momento, el doctor se para de la mesa, estaban las cosas, no les Saltaron ganas de ponerse a
se c4ir ige hacia el pesebre gigante, levanta el papel rezar a leí, de rodillas, a ver si la novena les hací‹a el mila
vcrcle que hace las veces de pasto y, debajo de tocla la gr ito de la ctistribución de esos tarros.
rep rescntación cristiana del nacimiento del salvaclor i5l sueño de toda una vida entei‘rado debajo cle int
t4c1 mundo, estln las cajas sin destapar de todos los pesebre!
proftuctos que Andrés y Felipe habían pr oducido
drtra nte los cuati o meses que 1levab‹i n descle que fir- —Es crue los clientes se me estln quejando intichci
maron contrato. por el pi’ecio.. . — empezÓ a decir el doctor.
SPLASH, tormenta eléctrica [con ca ra de diluvio —Y ¿en cuánto los está vcnd iendo, c4oc? — pregunta
universal} M‹a rfínez.
—Pues en doce mil, lo ‹juez habíamos c{uec4ac4o.
Los dos se quedaron de piedta, sin mover im Habían acordado que Skudmart le vendía a ocho
míisciilo, clavados en la visi6n inaudito de los tarros y mil el frasco, y que él lo comercializaba por valor c5e
tarros y más tarros de producto crue hal ían fabricatío doce mi1 pesos la unidacl, un precio que podía competir
en sii cledicación diat ia en lo que, has ta ese momento, c4ecentemente con el formol.
habían llamado sii empresn. —Lo que pasa es c|ue nu nca se hizo no estudio›
Los quince millones rrtensuales importaban, claro de mescanto pr ev io a l a i nsera ión del produc to. . .
que importaban. Importaban porgr:e eran el capital — continuó diciendo el hombre. Tenía razón.
para seguir trabajando, para seguir procluciendo los
—Doctor‘, cómo quiere que le colaboremos — dijo
prodticto• •l=e tanto tiempo y esfuerzo habían invertido Felipe —. Póngala sobre la mesa y busquemos jtintt›s
en desarrollar. Pero a la larga, lo crue los Skudmart una solucion a esto.
soñaban era ver’ sus Arteriales y sus Cavitys y sus geles —Bueno... eeehhhh... empecemos por bajar el tope
y sus talcos en las estanterías de las funerarios, en las mínimo, que es que, como ven, tengo sesenta mil Iones
c‹amaias de preparación de cadáveres, en los cadáveres. en stock.
No a hí, no debajo de un pesebre monumental, no Martínez y Esc ec4ero se miraron. ”Podríamos
negarnos, obligarlo a cumplir el contrato, y cjrie el doc
72
73
comÇrá i donos los 9uince iiiillones
Niñ o Jesú s y toda esa parranda de ovejas que todavía
1 «. t» llega i a los trescientos sesenta millones de deben estar pisando las cajas de Carus Corpus.
odeniosayudatnOS Lts muertos se pudrieron. Los familias deniandaron
nautuaiiiente, y si a el le empieza a ir bien, a nosotros
a la funeraria. La funeraria acusó al preparados. El
preparados dijo que era culpa de los quiirticos nuevos
optar‹›n pot la estrategia del gana-gana. que le había vendido la coinercializadora c4e1 t4octor. El
-Esis hien, r1cctoi°. Uajemos ese tope a diez doctor t4ijo que hablan sic4o dos muchachos los que se
or il lOfI£•S. habían puesto a preparar eso, y todo el chaparró n de
agua sucia, que incluía demanda a bordo, terminó por
-Aló -contesta Felipe cl celular. Es Andres. cacrle a Escudero y a Martínez.
Só lo han pasado quince días desde el cuasi-infarto Habla que investigar. Si no se pudrió un iiiuerto
sti frido en el pesebre del doctor; y la borrasca apenas ctesputs t4e seis meses de prcpara‹4o cuando hicieron
c‹›o›tc•»za. las pruebas, ¡có mo se va a podrii uno a los diltas!
-Nos 'an a c4elnanditr. -Doctor, ¿uste‹4 tiene las facturas de to‹4as las fune-
rarios a las que les ha vent4i‹4o?
—Se pudrieron tres iiiuet‘tOS en Tulú a. -Pues claro tjue las tengo.
—¡No puede ser! ¿Con los produCtos de nosotros? -Entonces inuú strenoslas y vamos a llantas fuie-
-Sí tai ia por funeraria para ver qué lla pasado con los
—¡Eso fue mala utilizació n! ¡tuvo que haber siclo productos y para explicarles có mo f uncioiian.
-Ali no, eso sí no. Yo no se las voy z mostrar.
-lucio entonces ¡có mo tjuiere que le ayudemos!
ver
-No me importa lo que tengan que hacer, pero
-Perro yo no le puedo dañ ar las vacaciones a ni las facturas yo no se la.s muestro a ustedes y punto.
Ustedes verá n. —y mientras tanto los miraba raro,
i,n iii,.. —responde Felipe, que en este momento estó ¡Pensando: ’ ¿Esos prod tictos sí serv ii’ú n?”. Y ellos lo
en la playa. miraban a él pensando: "¿Y este tipo si servirá ?". Ya la
-¿Y entonces? —pregunta Andrés.
guerra se c*staba formando por debajo de los rostros Ya
los tratos dejaban las formas ‹4e "ingenieros" - "doctor",
y pasatian a las acusaciones c4e "es que uste‹áes. . ” y al
—Eeel lola... contraataque de “¡per o usted. ..!", hasta que Escuclero
—jA$1›!, qué se va a hacer. Mañ ana llego -diCe, decidió indagar por el yi-oceso üe venta e hizo llamar a
cuelga, }’ iua|dice ti pesebre de la Virgen María y las ven‹4edoras del ‹4octor, a ver có mo era que estaban
el
t
74
ofrecietado el producto, porque si era mala utilizació n,
Rá pida y mortal
el problema, entonces, seguramente venía desde la
VtI]Í2.
Llegaron dos mujeres, una má s joven y otra má s
adulta, y Felipe se presentó de una vez interrogú ndolas:
A ret, seíiorns, ustedes ¿cómo esttin o/›eciendo el producto?,
es decir, ustedes... ¿Cñ mo renden? ¡
- - ‘.’ '
. —¿Pero có mo así que se desmayó ? —pregunta
Felipe, rodeando disimuladamente a Andrés.
Las vendedores, en el interrogatorio, declararon
tranquilamente que ellas só lo se encargaban de
ofrecer los productos, pero que no mostraban có mo se
utilizaban, que có mo se les ocurría que ellas iban a ir
a tocár a los muertos. Nt muertas, dijeron.
—Ah, yo no sí... yo simplemente digo lo qtie dice
el catálogo de los productos -dice la vendedora má s
gtande.
—¡Pero si el catá logo no tiene instrucciones de
uso! —salta Felipe—. O sea que ustedes simplemente
informan que el Cavity es para las vtscc•ras, que el gel
es para las heridas. . .
—Y que el Arterial es para las arterias - le inte-
rrumpe la mujer má s joven.
Escudero la Culmina "con la mirada. Martttiez, que
hasta el momento era el má s calmado de los dos, tiene
ganas de ahoicarla.
-¡NO! —le grita- No es para las arterias... se
INYECTA por las arterias... ademá s, el mismo nombre
lo dice...
7ti 77,
—Es a prueba de bobos — remata Escudero sin ni nada, y ahí inyectarle la arteria con el frasquito
poi3erse aguantar, y lanza su pregunta—: ¿ustedc*s ése quc...
alguna vcz han tenido contacto con los muertos? —N OOOOOO. No. No. No.
-¡No!, por Dios ¡Qué tal! Ni má s faltaba... si No. No... —estallan los dos al mismo tiempo.
C‹ilaliii‹a hasta se desmayó el oti o día... -dice la mujer —No hay cosa más peligrosa que un ignorante con
in1s gianc4e seíialando a su compañ era. iniciativa —les dice Escudero a todos, mirando a cada
-¿l*ci ‹i có in‹i así que se desmayó ? -pregunta l- uno a los ojos, •4c•safiñ ndolos.
ali¡ac•. —No se puede distribuir asl. No se puede trabajat-
—Ali, sí seiior, se nte desmayó en Los Olivos, en á SÍ. Esto no va para ningú n lado -declara Martínez,
1 ‹›gotú . agarrando sus cosas, dispuesto a irse para la casa,
-¿l°c*ro por c¡ut? tCó ino? —v uelve a preguntar. para donde el profesor Mesa, para la iglesia, para un
—Pues nos pidieron una demostració n; entonces supermercado, para cualquier parte, con tal ‹4e salir’ de
1 uinaos y no fue sino entrar en ese salon donde está n ahI. Estaba decepcionado.
torlos esos muertos, todos. . . todos horribles, y alif Cata
quec4ó lista —declara la mujer was grande—. Es quc•
pobrecita, etitiéntlanla, es que eso es muy espantoso... ,
Y conto la pobre Cata se desmayó , me tocó a int liacet
tt do. . .
-Ay, ¡no! ¿Y qué es todo? -enfatiza André s, pte-
sintiendo la alarma.
—lunes saqué pecho y les dije p*scnitte el bisturí que
›/c lo i-njo.
— ¡¡¡Pero muJer, có mo se le ocu rre hacer eso!!!
—i evienta Felipe, sin poder creerlo—. ¡Có mo entran
ci el laboratorio de preparació n si ustedes no tienen
iclea de preparar!
—Al usemos la otra se desmayó y ya, pero usted la
seguía cagando má s y má s.. —le sigue Andrés, con los
ojos desorbitados ante la declaració n de la seiiora.
—Ay, ¡tampoco pues! —se defiende ella, convencida
ble liabc*r obrado de buena fe—. Que tan difícil puede
ser tajar un muerto, que no va a gritar ni a revolcarse
7S
79
Correrías de perro hambriento
—Vea muchacho, yo entiencto de negocios y c4e
negocios es de lo que yo entiendo. Y entiendo crue e[
negocio va mejor gi’acias a mí, a que yo tuve la idea de
hacer rericlir el f rasquito. ..
—¡Claro! Í Me imagino! — i nterrumpe Felipe. Luego
dice despacio —, lo úii ico que ustecl no tuvo en cuenta
fue que medio tarro no csnserva a un muet’to ni c4OS
horas —hace una pausa, torna aire, encara al doctor,
abre mucho los ojos, lo señala con el dedo y le dice en
un tono más que fuerte— : ¡¡¡Si vendemos el frasco entei‘o
fulu‹a, Cali, Bogotá, Pereira, Ibagt:é, la Costa.. . una
es porc{ue se necesita el frasco entero!!! ¿Qué parte ble
travesía por todo el país. Felipe fiscridero y "el doctor"
eso iio’entiende?
v iajaban [en carro, para complicarla más], solucionando
_ —Pues para que vaya sabiendo, el frasco entert›
los problemas que brotaban de todas partes adonde
no lo compra nadie. . . Porque ademls no se necesita
hablan l Iegac4o los productos de Sk udma rt. Y aiií — sentencia con du reza el doctor. Y continúa—: mi re,
empezó la serie de irregularidactes que poco a poco joven, yo averigüé con mi méctico de confían za y El
abril los ojos de los dos ingenieros de EAFIT: me asegiir6 que el cuerpo sólo tiene cuatro litros dc
Lo primero que notó Felipe al entrar en la funeraria sa ngre. Y así es muy sencilla la regla cte tres, póngame
de Tulii•a Íue el mismo f rasco del Arterial que ellos atención: si urt frasco c4e Arterial se ctisuelve en ocho
protlucían. . . partido a la ru itad. Es decir’, un frasco nor- litros de agua y se le inyecta el muerto, pues entonces
mal etc Arterial era un frasco dü Quinientos mililitros. medio f rasco ble Arterial se d isuelvc en cuatro litros
En set ltigar, en las estanter ías, había un mundo de y con eso se reemplaza toda la sangre y c ueda mos
lrasquitos c4e doscientos cincuenta, listos para ser isa- listos. .. Es’ que ustedes no saben optimizar recursos,
c4os en los próximos pacientes que 11egai’an. y claro, van es desperdicianclo líquido, cii liquido, corro
O sca Inc este "doctor", pum i›enüer Cons, estár diFdieiido si a mí me lo regalaron. . .
—Yo de usted, tloc tor —lo inter‘ru mpe Felipe —,
—Doctor, ilian subido las ventas? —pi’egunta Felipe, no volver ía a dejarme revisar por ese mlj ico, porc{iie
señalando los medios-frascos. resulta que el cuerpo suyo sí tiene cuatrc› litros He
—Claro hombre, van mucho mejor. Así sale más sangre. . . de sangre sangre, c4e sangre como tal, pero
barato para las funerarios y nos compran más. hay otros c uati’o litros que son el suero y el agua
—Usted . no entiende. . . seguro c|ue no entiende de los tejidos, y que también hay que remover para
—iviirmura Felipe apretando los dientes. evitar la clescomposición. Por esa insignificante razón
es que inyectamos ocho liti’os de 1ír)iiiclo, y por esa
80
8“t
;: -¿Cómo perciben el precio del producto?
piidriendt ... pero seguramente no es nadn que valga ’ -A ml me sirve el precio del pequeno... el precio
la pena, sito cuatro litricos que estíín faltando y ya, del grande no.
‹pit bo1›ada, ¿cierto° Siga vendiendo tranquilo esos , —¿A cómo lo están comprando?
-l°ues a quince mil, lo de siempre. Por eso nos
la marca y pongale mós bien su nombre o alguna otra ,, pasamos al frasco pequeño.
c‹ sa, potque yo no tengo por qué seguir respoiidic*ndti ¿Quince util??? tquiticc tiiil??? ¿El doctor se los mtidc
por su ii i es¡›onsabilida‹4... —concluye y se da vuelta, en quince tiiil??? De repente, y en un instante, Escudero
va
al catro, trae un frasco completo •4e Arterial, se d”irige ’ se cayó de la nube y se le dilataron las pupilas. Cuando
al tanatopraxista de la funeraria y le dice: venga yo le las pupilas se dilatan entra más luz, que era justo lo que
ex¡›lico bien cómo es que se prepara a los muertos cot Felipe necesitaba para comprender del todo por qué su
producto, en lugar de ser una Vaca Lechera de las de la
s ried,‹4 de este infienicio y la convicción que reflejaba, Matriz BCG [la de In Bostoti Cotisulting Group, dicen los
pro/esores de Mercadeo con un acento que se pretende
1 ueran a ir }iara esperar a ver si al otro día el muerto gringo), era, más bien, un Perro hambriento, con su
casita de Perro ubicada en el cuarto cuadrante, el de
baja pai’ticipacif›n en un mercado de bajo crecimiento.
Ni siquiera llegaban a ser Signo de lnterrogación (eso
¿1odo esti clni o?¿"fodo soliicionnño? lqe pregunta Escudero que otros llaman Ni ido Problema), y, obviamente,
al funci ario. ltigeitiero, responde el hoinbte, to.lo estn’ estaban lejísimos de ser Estrella. ¿Pero cómo iban a
ganarle participación de mercado al viejo, tradicional
y confiable fotmol, con un producto que aparte de ser
o‹› acaba ‹le entender por qué, de repente, y ante la desconocido era mucho mJs costoso?
(v ueb, ‹4c calida‹4 del producto, cl cliente se niega a El doctor, aquel “doctor”, no estaba jugando con las
reglas que habían acordado.
Ademós, y corno para acabar de ajustar, tiempo
l3‹ io t s [ni iwis, gracias yor i›enit' Adiós. ¿El precio? Va después los Sku‹4inart se enterarían de que esas ven-
p n a n‹4o Escudevo inientros conduce a su pr0ximo dedoras brillantes que estaban ofreciendo sus productos,
‹4estino. .. P‹'ro st el pt odtiClo 3Stîi InSHdo n tito precio tytte siempre que visitaban una nueva funeraria anotaban,
¡›iic•ár coiitpr.tir cota el formot. .. para la contabilidad, que hablan dejado una o dos
muestras gratis... y ellas las cobraban, }' esa plata se la
Se hoja riel carro y lo pr iinero que pregunta en la
embolsillaban, completando así una pequeña cadena de
si¡;iiie»te funeraria es
83
corrupció n doméstica en el incipiente cluster del que
empezaba a formar parte Skudtnart. Murphy en acció n
85
el etet no Calvatio, como si el Diablo hubiera montado -¡Farsante! —grita uno por a115 al fondo, tal vez
sucursal allí. O conto si a Murphy, el genio de las leyes queriendo hacer gala de su vocabulario. .. o evocando
le la mala suerte, le laubicra ‹4ado por instalarse a vivir a Helenita Vargas.
allí voino un tulueíio má s. Escudero ya no sabía qué hacer, no sabía por
Felipe en plcna conferencia y nadie le* pone atenció n, dÓ nde má s indagar, Todo indicaba que el cuerpo se
todo el triunfo habla de otras cosas, se rascan la cabeza, había descompuesto al haber utilizado sus productos, a
1.› bart iga y cua1‹¡uier otra pai‘te en donde les pique, pesar de haber hecho el procedimiento de rutina.
ti nos sacan cartas, otros v4oininó y el resto se dedica a -Bueeeeeeeeno —empezó a decir Felipe, buscando
elaborar la estrateJ*ia para le 'antarse a la tanatopiaxista con mirada urgente la salida de emergencia, calculando
iiatis linda que hay en el saló n. En esas se para uno, a cuá ntos segundos estaba de alcanzar la puerta a
chu rri‹4o, y encara a Felipe: toda velocidad, traspasarla, y escapar luego en un taxi
-Vea ingeniero, o conto quiera que lo llaiiien a directo a la Terminal. En esas se levanta un hombre de
ustcd, no siga que aquí cstú ¡ter diendo el tiempo Buenaventura, y, corno caído del cielo, como si
—le dicc•, cc›n ganas de irse para la casa de una vez. estuviera haciendo honor al nombre de su ciudad,
Y sentc•iicia— Esos productos no sii-ven pa‘ mierda. dice:
-Por qué ‹5ice eso —pregunta l•e) ipe. —¡fuero cutntenle toda la verdad al ingeniero!
—l•ues porque ayer preparamos un cuerpo con -¿1"oila la verdad? —exclama Felipe sintiendo que
esa vaina y esta ma ñ aria ama neció pod rido en la tal ver se le apareció la Virgen— Cutntemela usted
Vt Í XCÍÓ lá . —le ruega.
Preocu)aado por la situació n, con todos esos tulue- -4ee -empieza el hombre, y su piel oscura con-
ü os encinta diciéndole tjue eso no servía para nada, trasta con una mirada tan clara como el relá mpago
l3scu‹4eio eiiipezú a preguntarles paso por paz-o lo que que de repente ilumina hasta la cueva del rató n—, lo
habían hecho, a ver si lograba descubrir la causa del que pasa es que este hombre -y mira al que se había
t corasv quejado de la payasada- Este, éste —y lo seiiala, como
—¿Utilizaron el frasco entero? para que no quecleo dudas— mezcló el producto con
—Sí, todo coinpletico -dice uno. Línipido.
—¿Lo in¡›ectaroii por los seis puntos por donJe hay —¿Pero por qué hiro eso? —pregunta Felipe, sin
qn‹: inyectar‘ un cucrpo de muerte violenta? dar crédito a lo que oía.
—l*or los seis puntos, obviamente —dice otro. -Ali -continú a Buenaventura—, que porque El
-tl°•i o el Arterial sc• lo inyectó a presió n? no creía que eso sí fuera a servir.
—l°ues claro que a presió n —declara un tercero, y -¡Es que había que aseguraise! -exclaina el
o¡;rega —. ¡1*ora qité nos traen payasos a dictar charlas acusado, defendié ndose.
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—¡Ah! ¡Claro! Entonces —procede Escuclero, que Los productos deskudmart pertenecen a una categoría d
acababa de sentir lo que debe sentir un moribundo
a quien, en medio de un paro cardlaco le propinan
electroshocks— vcnga acíí adelante, tome este marcaclor,
y como ustcd es químico, explíquenos a todos esta
reacció n —y escribe en el tablero una fó rmula. Y sus productos funerarios terminaron siendoofrecido
ppNadie la entendió . Mrtcho menos el genio del
—¿Ni idea° ¿Se rinde? ¿Ú ltima palabra? -pregunta
Escudero, ardido y cobrando venganza— Entonces le
explico: usted, al utilizar Línipido, estaba utilizando
Hipoclorito de sodio. El hipoclorito, al entrar en contacto
con el Arterial, lo desactiva inmediatamente. Mejor ,
clicho, usted lo que le inycctó a ese incierto fue agua.
Agua, seí\or. ¡AGUA!
Se hizo el silencio en la sala. La incomodidad reinó .
t.os que gritaban que eso no ser v la, tjue payaso, que ’
/uera de aquí, miraban para abajo y no atinaban a decir
una sola palabra. i-Iasta que el “qtiíirtico” de la mezcla
del Arterial con Límpido, reaccionó :
—Est5 bien, disculpe, tiene razó n. . . ¡Pero es que a
nosotros nadie nos explicó có mo usar eso! —declaró —
A‹leinas, el producto no trae instrucciones ni nada. . .
¡Entonces có mo quieren qtie uno lo tise bien!
Y tenía razó n. No só lo se trataba de vendcr el
producto. Había que educar a los funerarios en su
utilizació n Había que capacitar’ a los vendedores. 1-labia
que incluir instrucciones ble uso en los catitlogos y en
los empaques. Habia mucho por hacer. Y había que
hacerlo Y había qtie hacerlo ya.
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SI•LASH, balc5ado v4e agua fi la.
SPLAS1-1, aguacero tropical.
SPLASH, tormenta eléctrica con cara de diluvio
uliiversal
Todo junto en uila sola catarata que les lava la
esperanza de convertirse en empresarios y enjuaga
sus sueñ os de tener su propia compartía y su propia
• marca.
—Y si quieren utilizarla —remata la mujer, caían-
-tPue 4o a)'udarlos? —pregunta la mujer en cl Rose las gafas y mirando como un buitte a los tristes
tiros- tirador de la supet•iiiteiic4encia de industria y pollitos que tenía al frente—, le tienen que pagar los
comercio, derechos a É L.
t•n Ó ObOtít. Sá licron re6• nados, amenazados de demandas
-Veninit sa registrar nuestra marca —dio-e Andtés. ,’ legales, con las manos vacías, con la fe rota, y
asaltat4os
s“e llama Carus Corl•us, es de ¡›toductos f unerarios,
tan sutilinente que habían tarclado cuatro meses en
y iat}ui tiene la eti‹jueta, los empaques y todos los
datse cuenta c4el atraco. lucio con una t4eterminació ii
Jiapeles.
inexorable: la tenninacit›n del contrato irrevocablemente.
—Pero joven —dice la mujer luego de consultar
. Más cura de estupidos no yiiedett tu tios. Mns tio.
en sus archivos— ustedes estan copiando esta marca,
¡‹ no v4eberían hacerlo porque se pueden inc•ter en un
¡;i oblema legal muy serio...
—¡l*eroc6ino9ueco¡iiaiido! —se indigno Escudc•io—
M ire los pr-iÓ dicos si quiere y veró que es ‹4e nosotros
— c'ancl u ye, entregandole todt s los recortes que
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Eternal rest
con )iioductos cliiviados y blue nos les comiéramos
C Ut•l1ÍO.
l'ero vea, aquí tenemos los perit5d icos, somos
nosoti os, míreme, mírelo a El, sorteos los mismos de la
loro, mire el petió dico —insistían ellos, en cada func-
raria a la que iban llegando.
No me interesa, gracias.
No me interesa, gracias.
No me interesa, gracias.
Se disolvi6 el negocio. ¿Y ahora qué° No me interesa, eso no sirve pa’ nat4a.
No tenemos có irio coniercialinir nuestros productos
ahora cJuc? Pei‘o no habI• •i•e desfallecer. No después de haber
No tenernos marca, no tenernos empaques, ni llegado tan lejos, no después de haber invertido tanto
tiempo, tanto esfuerzo, tantas ganas en su c*irpiesa,
en su futuro, en su vida. Y voló a la memoria, como
un flash, aquel tiempo en el t}ue iban de peluquería en
Nues›os e••p••iues, nueva etiqueta, nuevo logo pelut}uería ofreciendo sus chainpú s y sus gominas. Que
no, que gracias, que yo ya tengo proveedor, que no inc
»uevos gaslos.
interesa, que otro dia, que no insistaii, que no, quc• no,
que no. Desde ent‹ nces habían pasat4o muchas cosas.
Habían tirac4o la toalla varias veces, había n sucunibido
al deseiagañ o y habían vuelto a retomar, una vez y otra,
el proyecto ü e sus •i•1as, la razó n ü e la lucha. Y esta vez,
no iba a ser ‹distinto.
Lo qü. e ynsó /ti« yi‹e llmiitios ifnos proLfe›n/is co» In
- No, bueno, sí. hero es que esos también los ** ''
coiiiercinli2ndorn \) itliorn sncni›ios r.sin iiini”‹”^ iiiE's ”*"
bnraln!!! Es n r/iez iiiil.
pasó fue Que ya esa marca cambió , y t1OSO(J”OS EIO
—Ah, siempre bajó el precio. ¿Y la calidad es la
trabajamos mas con esa conc*rcializadora sino que misma?
—Es la misma lncluso la hemos perfecciona‹5o
-Si, cLilu. lMirtn, no titidan BJiS porque se6•'iiios ti ábajafldo bajo el ideal c4e1 iejo-
et
oquí ya el doctor llatnt5 y ljt3S aUlSÓ £}Ue iban a venir raiiento continuo... Tc•ndencias iiatei nacionales c4e los
procesos productivos, usiev4 comprentlerü ...
95
Fue un recome nzar. Esta vez no desde cero,
¿Y eso con qué se come?
sino desc4e menos, desde negativo. Pero poco a pocó
fueron reconquistando algunas funerarios (otras no), y
consigo iendo ble nuevo clientes. Sin embargo, el costo
que pagaban era tal vez demasiado alto. un desgaste
brutal de energía, de tiempo, de inoney. Era volver a
hacerlo todo ellos mismos. Era volver a consegirir los
insumos (luchar con proveedores), llevar a. cabo toda
I rodocció n (luchar con la .materia prima), y sei’
clltis mismos el clep‹artamento de mercacleo, la fuerza Había feria de funerarios en Popayá n. Pero había
che ventas, y sus propios distrifauidorcs (luchar cc›n el que pagar. Cuá l plata, de dó nde, si lo que habían
meicacto). . recibido del doctcír lo habían inverticto en la empresa,
en insumos. No habían planificado nada. . . porque no
sabían c[ué planificar, ni có mo. Así que todo su capital
estaba en producto, cero efectivo, cero cnsh. Y a los
organizadores de una feria no se les puede decir: tme
recibe cunrentn frascos de una cosa qut no le ua a semir psra
- É odn, V que, incluso, le un a esforhnr terriblemente, y n canibio
me deja entrar y poner un stand?
De morro que había que ingeniarse otra manera de
entrar. Luego de analizar todas las posibilidades, de
estudiar todas las entradas posibles y sus respectivos
riesgos (que no serían cubiertt›s por‘ ning una APSP),
ctecidieron que su mejor opciÓ ti era entrar por la cocina:
cada uno se mont6 una tremenda caja al hombro y, en
un descuido ctel cel‹ador de turno, se fueron colando
disimiiladaiiiente con los.otros que entraban cajas con
zanahorias, con pollo, con frascos de salsa c4e tomate
y mayonesa. Y así, después de traspasar la puerta,
siguieron derecho por pasadizos y corredores hasta que
al fir, en el saló n Frincipal del exclusivo club en el que
tenía lugar la feria, hubo un Escudero, un Martínez y
dos cajas repletas de Eternnl Rest.
97
Una vez adentro, Andrés alcanzó a ver al dueñ o
de Disanclaez Ltda.: un setor con larga trayectoria
4 hriller
en el mcdio y que hal ía trabajado en los Estados
Unidos y luego se había devuelto a montar su pi’opia
distribuidora en Colombia. Don Disanchez (que fue
bautizado originalmente en su parroquia como Jaime
Sid nclaez Lotero) ya les había coqueteado mas de una
vez. Me íii tci‘cs«ri stis productos, yo fengo ya tai mercado,
J›odi‘isotos ll‹'gai’ a un acuei do, pero ellos, por el contrato
c4e exclusividact que tenían con el doctor, habían hecho
caso omiso c4e sus propuestas. Allí, en cambio, fue su Vci‘1os fue conao ver la rnuei‘te. El doc tor, El mismo,
mano extendida la que no sblo les salvó el viaje sino parac4o en su sta nal soberbio e iiiiponente, palic4ü c† y
se pone tan rígido cosao si lo hubieran preparado con
que, ademá s, marcb un nuevo punto de partida, un
formol, cuando ve a sus ahora retadores al otro lado
nuevo arranque para la nueva etapa de los laboratorios
c4eJ i‘ir1} ,
Skudniart y sus nuevos productos Efcrnnf west.
— Qué vergtlenza con usted. . . —lo aborda Felipe
bt*ú 1‘Ú *Ú Í*f bOC/ G t] )9yoc/ uc jo t/Ç¿ [itjQ p tjj
c4espués de saludarlo—, ¿será que usted nos dejarla S IOCO — d icc, p1’eOC ti[ ac4O, AU t4 l'es.
exhibir nuestros productos en un ladito?
—Tranquilo, en algri n momento se le va a acabar. . .
— ¡Hombre, ingeniero! Claro que sí. Desenapaquen y i osoti os tenemos la fó irnula —lo c‹alma Felipe —. El
tr‹inqu ilos y los exliiben aqu í en mi stanJ — dice, y se !*o s8 ü có lDo pre parar Iliíís.
d irige a uno de los organizadores de la feria—: quiero Fria ese ru oincn to era pezÓ a inori r ¢} doc toi., y,
ya mismo dos escarapela.s de participantes para estos debiendo c4e esa muerte, alirrientú ndose de la destrucció n
c4os ingenieros. Ellos vienen conmigo. c4e su ac4 versario, empezó a i‘enacer Skiic4naar t.
Ahí, en ese momento, empezó la tortuga a levantar A todo el que lle gaba a l s taiacl, con fu n c4id o,
vuelo. preguntando por qué ellos, los de los p*rió c4icos, los
Apenas instalarse en el stand de Disanchez, Andrés Clí?l l8J3zílmiel2to cdü l Çi’o¢]ticto, ]OS i¡jv2¡jto¡‘ps, US tpÇj¡j
codea a Felipe, ioii‘ó lo que iciiertos of Jrenfe. Felipe voltea haciéndole competencia a sii pi‘Opia tuerca, le relataban
y un stanc4 gigante, nauclao ni ás gi'ande que en el c| l a la istoria del robo al cstil o película c4c espionaje
ue estan ellos, se alza agresivo amena zá ndolos con unas industrial. Es como iiii tliriller nmenr.frito, contaba„, co„ o
letras enormes dispuestas en un orden que el los C ll lH E.lICll II f HUH IO, pD( C$5f f Inf 0 COl} ln l¡ {ç}f p J9q}• o /e Jym
conocen Mich: Cai‘us Corpus. ln %“l ll ll iln 6Í0 ln molly Ü-1 l sioll (El lsióll (,›)j frío) Jn p;qpQ}, p}¡j
papelito, con unas ecuaciones anotac4as a ma no, es lo que
98
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desencadena una serie de luchas entre distintos bandos.
Porque ese simple papelito con una fó rmula vale Un péculo para el orto *
millones. Un papelito ultta custodiado. tVnnted, se oftrce
recompensa. Sin la fó rmula el doctor no es nada. Tiene
la marca, sí, pero jamás podrá producir, porque el knoti›
hoi‹' só lo lo tienen ellos dos, eSKUDero y MARTínez.
Por eso los insumos ijuímicos los compran rotulados
con nombres clave (L-5, L-7, L-32...). Y los adquieren en
diíetentes paltes (nunca todos en un mismo lugar), y
a nombre de distintas personas (de un empleado, de
la cmpresa, de ellos mismos, de la maná , de la
empleada doméstica, de Faustino Aspt illa. . .). Y es tal , Entonces entró Fcderico Gó mez, cl primer Gerente
la paranoia que tienen un pacto sellado a sangre y •";* ,•:, Comercialque tuvoSkudmart. Gò mez era estudiante de
fuego: nunca, ni amenazados por gángsters, ni ' ;‘ ’.. Negocios Internacionales, también de EAFlT. También
seducidos por rubias voluptuosas, ni bcirrachos en emprendedor. También con ganas dc poner a funcionar
cualquier cantina de mala muerte, revelaríin a nadie una idea independiente... 1-Iasta la Argentina. Buscó y se
su fó rmula, porque. esto echaria a pique la coniiguió un contacto alla, un tipo gate, segú n
compañ ía. ’ cuentas,
Desde entonces empezó a correr el mito urbano •. tuncionaba con los fimerni-ios no sólo ble Ar$entiiui, sitio
en las /unerarias de Medellín tte que es la receta tnmbiéii de Brnsil, tlrttgiiay y Paragtmiy. Mejor hiclio, yo
m5s custodiada después de la Coca-Cola. pttcdo áistribtiirles pnrn toho el MERCOS tfO, anrinciaba
en srts e-mails. Cuanclo ellos respondian que estaban
Disa ncliez, luego de ayudarlos en la feria, sc muy costosos sus servicios, que tres mil dó lares era
convirtió en su nuevo socio. Ya no con contrato r4e mucho, los tranquilizaba pata que Gto se yreociipeii, qtie
exclusividad, ni con topes mínimos. En cambio sí con n coiise$iiir trescientos fimernrios
una alta disposició n de parte y parte: Skudmart le y rn qiu /csezpongan sus yroJi‹ctos, y«rfc»iú s,›io en n sere›i
vendería a Disanchez a un precio favorable, por debajo ç g¡q¡¡¡¿r pnrte, sino en el Sntóii ríe tn í?lntn, cl tHrís elegante
rlel precio del mercado, y ambos distribuitían a los Aires... ustedes the entienheit, pam ‹lnrle nltiirn
mismos precios, sin pisnrrios ins mnn$iierns, concluyó al ct›entc. Así, con todo, serían ciiico mil quinientos. . . pero
Felipe cuando se clieron la mano para pactar (como
cuando en el colegio uno enlazaba el dedo meñ ique j1e@ çi /ttjr0S, rlIIfII!rf0 COII fr0fOS COIt (US CfIIpKCSflS Illfis
con el de otro compañ ero —casao casao casao—, y el fuertes i:¡el sector fiiiierni’io... bin .. hln. . bin. . hln.
asunto quedaba sellado). Dicz mil dó lares en total (los cinco-quinientos
de arriba ni5s los gastos de viaje), que juntaron entre
ahorros )' prü s’ta mos y Escudero y Mar tíiaez volaron En la puerta, esperá ndolos, la misma chatarra del
cher echo a la c incl ad de los J3uenos Aires con toda día anterior. Y al llegar a destino:
la buen a c4isposic iÓ n )' el ó ra inao de abr ir nuevos —Ingenieros, cambio de planes, bienvenidos a
iiiercados. la Facultad ble Medicina de la U BA — dice Ricardo
Dorn i ^8* ana. Aeropuer to. Pú culo, seiíalando satisfecho la entrada de un edificio
—Ingeiaicros có mo les fue en el viaje. Yo soy Ricardo antig uo.
Pü c rilca. Si les hablo n mal che mí no hagan caso que eso —¿La UBA? —ninguno de los dos acalaaba de
es dura env ic4ia. entender qué estaba pasando. .. qué venía pasando
Andres y Feli|ue se miraron. Este tipo no habría desde que llegaron.
oc4ido hacer ulaa presentaciÓ li peor. —Sí, la Universidad de Buenos Aires, es c{ue acá
—Wer gz n, sú banse al auto de una vez, y a lo que se van a hacer las prá cticas —concreta Ricardo Péculo
v in inios — c4ice Ilicard o Péculo, inv itá ndolos a un con firmeza.
Jienault t°) lyme má s parecía un inaracuyá de tienda de —Pero habf amos acordado que hacíamos las
barrio. Tenía golpes. Golpes en los golpes. No tenía más pi‘ácticas en las funerarios de ustedes — dice Andrés,
abolladu i as porque no le cabían inés. Y mienti‘as iban mirando al tal Ricardo con incredulidad.
iaja ndo con esta l estia cnel vt lante, los dos ingenieros —Ah. . . sí, sí, claro. . . pero por cuestioncs de
c‹ lornbiaiaos que l legaban a la Argentina a presentar desplazarriiento es mejor ac{uí, en la UBA —afirnta el
lo.s adelantos de la tanatopraxia sentían que si no los hombre há bilrnente —. Tranquilos, confíen en mí, se
claocabaia t*i a orc|ue los otros carros no encontraban van a sentir mejor ac5, crue es una universidad y tiene
p‹ai dó nde rnó s golpea r a ese Renault. un buen ambiente. . .
—¿Este es su hotel? —pregunta a la entrada del Sangre, mucha sangre coagulada en las paredes,
líernpisky, en Pueyrrec4ó n al 1940, y antes de que en los rincones. ¿Buen ambiente? Sí, tal vez para la
}auc4 ieraia i‘esponvJ er, vuelve a atacar —: No tienen ambientació n de VicfiieS 13 parte dieciocho. . . O si uno
pesos a rgentinos, ¿verc4ac4? Entonces hagamos una de ellos se llamara Drá cula y el otro freddy Kruger. ..
Cc)Sa, paguenine de una vez y por ahí derecho yo les Puesto para c4os muertos a la vez, no má s. ¿Tres-
coiiibio dó lar es para que pueda n anc4ar con pesos y no cientas personas? Si en la sala de pi’epai’ació n a duras
los x'ayaia a joc4er. penas cabían los dos muer tos y un pi’eparador; o
Los chos rnec4ioc4ornaiclo/s, fríos por los seis grados dos preparadores y un muer to. O cu a]qtiier otra
Celsin s c4e esa noah ala a, l‹z adelantaron dos neil cl Ó lai es combinació n siempre que mantuviera ese Dú mero de
al tipo, con genas c4e en t rar i íanclo a c.alen t arse y personas en la sala.
c4oi ru il-. —... Ah, y elsalbn de la Plata no nos lo reservaron...
Lm nes, 8 a ru. I-I o tel ICenapisk)'. así que van a hacer la conferencia en un auditorio
103
acá mismo. ¡Mejor!, ¡no tendremos que desplazarnos
—Tal vez lleguen unos veinte. ..
sino que aquí hacemos todo de una vez! — declara
—¡POR fiSOOOOO! — grita Escudero perdiendo
soni’iente.
cualc¡ti ret resto de control que aún tuviera— ¡Ya llevamos
Miei dn.
Todo se /iic n ía mierda. diez mil dólares invertidos en esta venida hasta aqu i!
Y ya le habían dado la plata, por adelantado, esta ¿Cómo, por su madre, piensa responder nos usted
misma manana al niontarse al carro: írigciticros, necesito por toc4o eso, Peculo? —[r eq tinta Felipe, apretanclo
el resto, pam acri#nr r/c crieg/ni las cosns y tener toilo listo. los per tios, los clientes destemplados, y toda tina cara
Mil quinientos mas. Mil quinientos del alma. No hay . descompuesto por la cólera.
ni mierda qi+é hacer. Va mos para el auditorio. —Pues. .. la verdad, esÓ ya no es problema m io
¿AriJi/orio? ¿dónde? Un mísero salón, un saloncito, . —declara el tipo, serio, con toda la parsirnonia del que
con sus cuarenta sillitas con brazo para apoyar una doiuina la situaciÓn—. El prob1em a es suyo —. Lees
libretica y tomar noticas naienti’as clos ingenieritos dejÓ all í, hechos unos mtnaecos i mpotentes, unos
dictan un‹a charla. espantaçanjaros en decadencia c4e los ch e se burlan hasta
—¿Y ac1 cómo se van a acomodar trescien tas los tórtolas, hasta los per icos, sin saber qué hacer, amigos
personas? —pregünta Anétrés, siempre más calmado mi rando 01 púculo. . . Y cl Pcc dilo salió. En la puerta
que un Felipé cine sentía hervir los nervios y empezaba se
a tener los ojos rojos. volteó y dijo:
Ira. —Si inaíiana piensan clictar la charla, tienen crue
—No, no señores, será que ustedes me entendieron traerinc los otros dos init dólares. Si no los traen, yo
mal — exQ1icó Péculo —: yo mandé trescieniaá invita- me encargo de que 1:oclos los que lleguen los linchen y
ciones. .. pero sólo me contirrnaron treinta. los saquen caganclo de aqu í.
Esto se pasaba de lo tolerar le. Hasta Andrés, el
calmo, estalló en una rabia efervescente: Mai tes, 8 am. Hotel Kempisky.
—¡¡¡¿Y nosotros vinimos desde Colombia para darle —Aló —contesta Felipe en la laabitacifin.
una charla a treinta pendejos?!!! —gi’ita, agitando las —Hay dieciocho personas.
dos manos en el aii‘e. ’ Era Ángela, una amiga de Federico Gomez, que iue
—Y eso si manana llegan los treinta, que la a espiar a ver si valía o no la pena ir y hacer ese gasto. . .
verdad{, yo no creo —dice, f t íamente, Ricardo Púculo.
el resto del gasto.
—¿Y entonces, cii/a1 era pues el gran gasto de los
—No vamos a nitaguna parte — dice Felipe mirando
refrigerios? —Salta Felipe — i A ver, señor, si son sólo
a Andrés’ —. Prefiero perder’ los tres mil qu inicntos que
treinta miserables, ¿dónde está la inversión?! ¿Mil
ya pei’c4iiiios, a perder dos mil inés para darle charla
doscientos dólares para darle tinto y galletitas a treinta
imbéciles crue lleguen??? a ttieci ocho gatos crue segiirarne nte en gatus6 esc
esta fac4oi y crue ni siquiei’a deben ser funerarios.
No f ticron.
104
Pits 10Ü
111
—Pues los pasos de la pioductiÓn no los podemos Sistema de Negocio de Skudniart
dcc i r. Son secretos, pOF ac{ue11o del espionaje
industrial
— c4 iCe Fcl ipe, y agrega—. .. Uno nunca sabe. . .
— Nosot ros compramos los insumos retoma
Andrés—, pero no todos en un mismo lugar‘, y luego
hacemos las mezclas en el laboratorio de producciÓn
hasta obtener los productos, todo scgún las inves- Hizo un esquemita, típico de profesor que explica
tigaciones que Pernos realizado. Claro que par‹i podcr a sus alumnos, típico de texto de estudio, típico c4e
proc4ucir hay cine preparar antes los materiales y marcial de administración, y cjue no podia faltar en
clisponer todo. .. como cuatado uno va a cocinar, crue este libro (¡Qué tal! ¿La historia de una empresa sin un
primero saca los cuchillos y pela los tomates y todo eso esquema siquiera? Dios nos libre).
pa:a después sí hacer la comida como tal —continíia —¿Qué les parece? —les pregunta.
c4icieiado, mientras se va imaginando todo el proceso —Bien, bien —dicen los dos para no quedar’ mal.
—Ahora quiero que mc cligan ‹jrlú ventajas com-
corto si fuera un chef—. Después los envasamos, y de
petitivas tiene su negocio sobre otros negocios simi-
la clistribución se encarga Disancliez por un lado, y
lares.
' nosotros por el otro, con un poquito de mercadeo que
—¡Qtie tio hay otros negocios similares! — excl‹ma a
hacemos por cuenta propia, usted sabe, con los clientes Felipe.
c¡ne vamos conocienclo clirectaniente. —¿Ninguno? —pregunta el profesor— ¿Ninguno. ..
—Y c mando los clientes que nos han comprado nos en el nm iado? —continíia— Por‹juc en tiempos che globa-
llaiaaan para que los asesoremos, pues nosotros vamos lización la competencia no son sólo los del local de al
a explicarles bleli todos lOs pasos, para blue no nos lado. . .
vuelva a pasar blue por ellos utilizar mal los productos, -Ah, pues en ese caso. .. — corrige Andrés—, sí ha
se empiecen a podrir cuer pos por ahí y nos empiecen otros prodiic los.
a clenaancl0l’ —aííade Felipe— ¡Yo oti’a vez no vuelven a —Per o son muy costosos y difíciles de consegui r
pasar por‘ esas! — complementa Felipe.
— O sea que podríamos decir que se sistema de -Es ente la mayoría son gringos —sigue Andi’és— y
negocio es mias o menos así — dice Mesa, tomando casi ninguna funeraria tiene el presupuesto para impor -
una hoja de un examen que ya había ca lificado y tarlos. Por eso los de nosotros son competitivos, porque
la acienc1o un diagrama por el revés, con cl típico lapiceio como los fabllCúiRos acá mismo, y nosotros mismos, y
cscol is tico che tinta roja: como no se requiere una tecnología muy avanzad‹a ni
u na maquinaria muy especia lizada, pues salen m1s
113
t J.2
b, ratos los podemos comercializar‘ a precios que
cc na piten con el formol. c{ue ellos hacen cOirei’ías, y entonces dicen, por ejemplo,
—Y dos europeos S£ilen igu al o más costosos, o va ntos a irnos por toda la costa Caribe. iY S e van! Y
s«a que segu iinos gananc4o en esc sentido —concluye entran a todos los pueblos y a todos los municipios. . .
hei i{ c. y cotno en todas partes se muere gente.. .
—¿Y esa es la ú iaica ventaja? Porque con un Ti’atado —Muy bien, sí. . . y frente a la competencia, itjuc?
v4e l ibre Comei‘CÍo se tumfian las barrei’as a rancc1aria.s —v uelve a atacar Mesa— ¿Qué los protege de que oti‘os
cornpeticlores irníten su llegocio o, mejor dicho, les
i nnovació n en diferentes copien la idea?
y que la presentació n del —El secreto, profesor —responde Felipe—. Es una
bl0ndlto, coll3o acabadito fó rmula secreta. Nací ie rnó s la conoce. Mejor dicho,
les tocaría inves’tigar mucho, por lo menos un aíío y
—¿Y cjui tal la reducció n c4e inventarios? —propone medio, para cine nos querían c‹apiar, o desarrollar otl-o
proc4ucto si inilar. .. porque crú •anos, no es tan sencillo
corno sacarlo y ya. . . no es conto sacar cualquiel gaseosa
con color negro y sabor c4ulce. .
—Ah, y otra cosa —interrumpe Andrés con la mirada
—Yo sé, yo le,s creo. La investigació n es una cosa
admirable. Pero ahora que ya tienen sus productos, hay
Ü c naec4ici iaa legal en las ire.'estimaciones judiciales —y,
si Uniendo con la tunda Sherlock Holmes, aiade—, los que pensar en las utilidades, porque ustedes saben que
una empresa que no genere util idades no se sostiene,
i ci ltlos que han many bien fijados, o sea que guarc4arían
se cae, colapso, y ahí no hay nada qué hacer. ¿CÓ mo
c ' ic3ei cias i naportantes, si se necesitan después para
{Piensan generarlas entonces?
—¿Generarlas? —prcgu nta Andrés.
rercu rio o cionuro, entonces no dal4an las pruebas para
—Sí, las utilit4ades —responcle Mesa.
i n 'estigacicraes por envenenamientos y cosas de esas.
—Ah, pues. .. pues vendiencJo, ¿no? —responde,
—No est5 mal — c4ice, despacio, el profesor Mesa,
duclando, Felipe.
como acabanc4o de digei’ii‘—. Nada maL . . ¿Pero có mo
- Vvieno, en escu caso, entonces, deberían hacer una
piensa n penetrar los distintos mercados, digamos, en
investigació n c4e naercac4os, {Para ver ró mo se com{>arta n
C.‹a1ornbia? los cl ientes potenciales frente a los produc los, que
—Pues nosotros lremos hecho algunos contactos,
tan viable sería sacarlos a competir fuer teniente en
¡n¢rti i l oiga cine nos asociat44os co* Disai^cl°ez, ° través
el merc ado, cuú nto esII n r4 ispuestos a invcr tir Ius
‹le esa c4isti’ibuidora llegamos a muchos puntos adonde
consurrñ t4ores en esos productos, cual es la ]aercepciú n
que tienen de la coinpetenc-ia, ¿ven? Alaora no se trata
mente ernpeliculado en el asunto —, porque iiiiagínese
só lo de salir puerta a puer ta a vender, o de poner un
”I ’I 4
tolctito en la calle. Hay que tener una fuerza de ventas
que tenga estrategias claras, que tenga conocimiento de muestren eso mismo con precios peor unidad y con
lo que está vendiendo. Podr ían enviar unas muestras, precios totales proyectados en el tiempo.
hacer a lgu nas promOClones por la corripra che los -¿Cuánto tiempo? —pregunta Andrés
primeros productos, en fin, hay que aprender a vender. -=Digamos. . . cinco años. ¿Cuánto dinero creen que
Y, por otro lado, sería mejor tener varias fuentes de puede generar su negocio en cinco años?
ingresos, y no una sola. ¿Qué piensan de eso? —Ni idea —responden al tiempo.
—Que... que sí... ¿no? — dice Felipe, miianclo a —Pues ésa es pregunta clave. Hay crue pensa ria,
Andrés. proyectarla con relación al mercado objetivo. ¿Cuál es
—Sí, c faro.. . cl‹aro — dice Ancliüs, devolviénc4ole la ’ el de ustedes?
pelota a Felipe. -Pues ser‹an las funerarios, nte imagino —responde
—Para eso también tenemos varias líneas de Eíerri0l Felipe.
Rest, así no dependernos de la venta de un solo pr oclucto , ’ —¿Y qué potencial tiene este mercado? ¿Cu ‹a nto
—concluye este último, c|uÜ no q tiiere dejarse gana r. dinero se vende en ese mercaclo al ara o?
—¿Cuíales son? —pregu nta Mesa. —Nosotros qué vamos a saber —ci ice Andrés —.
—El Kit de Taiaatopraxia que son seis productos ¿Donde.se levanta uno todos esos c4atos?
qnímicos pai’a sustit u ir del, todo el for mol en la —Hay varias formas de averigiiarlos. Estíín los
prcpa ración de cac4úvcrcs —a rranca Felipe—. El Kit de infor mes de Nielsen para muchos productos y sus
Taoatoesié tica que son cinco productos para inac{iiillar categorías, está FENALCO, tienen el DANE que al ma-
los cuer pos y pone rlos bonitos y prescntablcs. ¿Ustecl cena cifras y cifras de información. . . y ya cada uno
faa visto los que llegan todos claamtiscados o poctridos en su respectivo mectio se rebusca la lnformaci6n
o lvi nchacios porque los eric uentra n de sp u es de específica. .' ¿Todavía no han ido a que los provean de
muchos días en un río o en una laguna o algo así? datos en Medicina Legal?
—pregunta. Silencio incómodo.
—No, y Dios no lo qu iera —responde, asqticacio, —Señores, c{ué están esperando —atiza el profesoi —
cl profesor. . Espero que al menos sepan cuantas funerarios hay en
—-Y los de Bioseguriclacl —concluye Andrés —, que el p0íS, ”0 L3tT\ OCO/
son cuatro, y qtie son para desinfectar los laboratorios —Ah, eso sí. Hay como mil — dice Felipe.
y a los tanatopraxistas, porque siempre saltan muchas Mesa lo mira con cara che muchacho, por /nt'O£, flu
bacterias por ahí crue uno no ve.
diga bobnJns.
—Pero eso así en palabritas no sir ve ni para visua-
-¿Hay como mi1? ¿Eso es corno cuando yo pregunt‹a
lizar tn negocio ni para venderlo — cleclara el profe- sor
cuánta’ gente fue al concierto y usted me dice fueron
—. Quiero en mi escritorio cuadros en ‘donde mc
como mil, y no tiene ni idea? — pregunta Mesa.
1-15
—No, ¡Profesor, no — i ntercec4e Andrés —. Lo que
Felipe qu iere dcci r es cjue, de verc4ad, el nú mero de no, lo enterraban asi tal cual llegaba. Y colmo siempre
l ri iierarias en Colombia es cei’ca c4e mil. Quince por se anv4an descoioponiei red o los muertos (una manía
ciento son grand eS, treinta 1• r ciento rrtedianas, y COlTiÚ n en toc4Os), todas las salas de velaci6n anc4an
c incuenta y cinco por ciento pequeñ as. con el aire aconc4icionado al rm xirno para c4 isiinular
—Ya, ¿y la par ticipacifin dc lTlc1‘CHÜ OÍ los aromas a putrecina y cadaverina (así se llaman en
—El treinta y cinco por ciento de ser vicios lo serio). Y luego, corno los mucr tos se ponen pcsac4os
i’ea1iZ0n las gi andes, veinticinco por ciento las y empiezan a volverse insopoi’tabIes echando gases,
medianas y el i cstt› se lo reparten entre la cantidad de contra un funcionario c4e la fu neraria y suelda el ataú d
funerarias piít)ilefi as qile hay por todos lados. con soldadura c4e estado (corno para que no se puec4a
—Bueno, no estamos tan mal como yo creía — dice escapar cl de adentro), y corno el ataéic4 va para un
cl rolesor. Chu za los bra nos, reflexiona, mii’a por la panteó n, le echan por’ un filtro en la tapa una carga
ventana, se acomoc4a las gaf as, saca un cigarrillo, vuelve de dli litro c4R íOilliOl lícjoido. Sienlçare cjue eclaaban el
y lo qua rc4a, piensa, al fin los na i ra, y pregunta: forrnol lo familia se quejaba porque erripezaban a llorar
—¿Cuá n to dinero necesitan pa ra poner a funcionar ni1s, es decir, corno si no f uera suficiente todo el llanto
‹!l negociar r4e una vez por todas? que ya habían dcrra mado por el fallecido, la carga de
La {are¿unta iladignfi. forrrtol les )ionía los ojos rojísirnos y las Iágrimas salían
—1°rofcsoi’, el negocio est5 Íuiacionanc4o hace mucho a milló n tratando de limpiar el t uímico que eiati’aba al
tic•iupo — le i evira Felipe. ojo. Este procedimiento arcaico abriÓ las puei’tas para
—Sí, sí. Pero para comer cializar grandes volú iiienes, la incursió n de los Skudinar t en cl liaercado ai‘gentino,
Jao ra han ar‘ po r ticipació n c4e iiiei‘cado y sostenerse, pues desarrollaron un filtro seco que sustitu)'e los filtros
|,a ra ser‘ u na empresa s‹ál ida y cjuc no los (umbe un che formal. Y una vez ctne se hicieron conocer‘ con estos
c‹ai ti atien po como, por ejemplo, un v iaje de novatos a filtros, y cjue les ci’eyeron, eialpezaron a capacitar a los
Argentina. . . ¿Cuá nto necesitan? —Eso doliÓ . Y lo peor funerarios en la preparaciÓ n c4e cadáveres. 4 anto así que
es c{Ue era vt?rt4at4 LOS laabÍan es tafado pOr nOVatOS, ya exportan sus productos, v iajan a dictar diploinados,
porque no habían investi gac4o cÓ nlo funcionaba su y inontaron una planta en J3al4ía Blanca, una ciudac4
con puerto pretrolero, desde c4onde coiiierciai’á n, aparte
ne b•ocic eix el stu’, en donde ni siq viera
preparaban a los muertos. ¿A c{uién, entonces, le de Argentina, con Brasil, Uruguay, Chile y Paraguay,
iban a vender sus aprtivechanc4o el MEIICOSUII. Pero cuando ocurrió
pj-o¢{uctos7 Si ]os 8i gentil5óS a dui’aS peleas llegaban í1 lo de la estafa, entregacJos a la pena por los diez neil
recoger el cadá ver a la morgue o al hospital y lo iban vetdes que echai‘on a lo l asura (o a la boca del Pc'culo,
traslacianc4o c4e una vez en el ataú d donde lo iban a velar. qtie para efectos c4e esta historia viene a ser lo mismo),
Si le ca:rbiaban la ropa sucia con la que había muerto ni se iiiiagina0an que iban a volver cuatro veces má s
et a só lo porc{ue la fans i1 ia 1o piciiera expiesdetente, si a la misma Argentina, a dictar charlas de verdad, cora
1.I8 119
f unerarios de verdad. Y aun así, de todos modos, Mesa
tení‹a razó n. Su primer f racaso en la Argentina había
sido por desconocimiento, por falta de preparació n.
120
pai o sacarlos vJe sii terreno y l1evai‘1os a hablar de lo —No tanto como el primero — dice Andrés.
que iao c4orniiaan: la finarciaci‹5n c4eI proyecto, el plan —No tanto.. . es cierto —cono-ede Mesa—. ¿Y que
‹á e iaiercacico, la va loraciÓ n de la empresa. . . tuvieron que hacer?
lgual cjile en la película a Felipe lo entrenaron —Su° tentar el proyecto
,sol 1 1 nal of e 1 a b oca por un día para que no se sentai’a
—i Difícil?
en la palabra y no explicaré má s de la cuenta, porque
—Estábarrtos nerviosos —responde Andrés.
se sabía c iit:• iba n a tener tan solo veinte nainuttos pa ra
Los jurados también. Denlro de la sala de delibe-
la exposició n total de su Skuc4lvart. A Andró s le tocó
raci6rl se debatían. iLe eiitfcgaiiios el treinta a la muerte?
ca n tai al final các una sesió n, que para que botara
YO ItlC InH0t’O pOf dÑt”5CfO, Çc•rO. .. ES q ye e5 j¡jm pJ¡.t¢rt‹ 5,
el
t Usted qué dice? Cotnplica‹lo, complicado, Sí, y sin end bargo
}0‹9 lliCo t.scÜ I4ico. Los Llos sC Sei7tal‘o14 cole u13 col23paÜ ero
tiene unir niabilidad crressdora, uit inei’cuyo poteil ¡al t; p¿
c3c Administració n c4c Negocios que los ol fabetiz6 cii
c iieslioiaes fin artcit•i as. Un a vez y otra, con un Si ofesoi‘
qxe )7or ese fdJo el mercado en cit crcciiiiienfo, $“í, pero ojalá
rio los loque todnuía, ¿Qyé fi0ceiiios? Dé¡nosfes ¢f s¢gpndo,
Me y7arccr, De nciicrJo, ¿Dó ii#e[ mio?
entrando en la sala de jueces, listos a obtener la libei’tad —Per o sigan adelante —insta Mesa—, que las pers-
pectivas son prometedoras.
—Obvio—concluye Andrés—. Por eso no nos vamos
—¿A,sí crue ga ia oron el segu neto puesto? —¡areguiala a echar para atrás. ..
e 1 ]arOIeSOl’ hac Sa, elatUSiaSrnac4O. —Después de todo lo que herrtos pasado, ni locos
—G perc4i mos el primero. .. —responde Felipe, que estuviéramos —suelta Felipe—. Además, ya tene-
toc4c av ía olesto peor la c4ecis’ió n cnel jurado de darle el mos empresa. . . )' marcha.
ai cm i‹, naayrsr a unos robots lyme movían la cabeza y las —¿Y ya les dieron la plata del premio?
n amos (;Ci iiii cosa! Piensan los Skuc4niar t, eso fo lincr ii —No, nos dieron un cheque de esos gigantes,
/us di: D ism i‹/ i/ i.1esrÍe luicc' cani’e nly ni3os). conto de cuerpo entero —responde Andrés.
—Es ot ‘a í orma c4ü irJ1’ai’lo.. . —concede cl profcsor— —Yo nte sentía como en un programa de Jota Mario
Pei o algo les 1aabi‘‹aia dac4o.. . más o menos —apoyó Felipe.
—Vei nte ru illones en ei‹ictivo y diez en es{ ecie. 0 de |org‹ Darón, pens6 Mesa. Preguntó:
O .ices cuándo se las van a dar?
— Conaputadoi‘es, diploma dos... cosas de esas. —Ni idea, c4ebe salir en estos días —responde
—Veo, veo. . . mes feliritacioi es, de todos rnoc4os es Andrés.
1 uei o el segundo puesto.
123
— La vamos a meter para salir de deudas y volvei
u arm near pl Oducciön.
—¿Se la van a meter toda a la producción? —pre-
grinta Nlcsa extra nado.
—Pries st, ¿qué tiene de Caro? —dice Felipe.
—(jue entonccs no han aprendido de todo lo que
lcs ha pasado, tienen que haberse dacJo cuenta de que
a veces es el ćxito el que rnata tin negocio.
—Eso no puede.ser asi —replica Anclrćs—, icömo
va a quebrarsc un negocio por ser exitoso?
—Pees rosy sencillo — cxplica Mesa bajando la voz La pJat‹a del premio no llegó a la seinana ni a los
y poniéndole toclo el misterio at asrinto—: cu‹ancto les cțuince días.
va mtiy bicn, Ice hacen mls pccliclos, y m‹as pedidos, Tampoco llegõ a1 mes ni a los dos meses.
y mú s. . . Ni siquicra apareció en el tercer mes o en ct cuar tc .
— to le vco inucho problems c{tie digamos El quinto no fue la cxcepci6n.
a eso Seis rneses para que, al fin, les clieran Ïa plata de
—recalca Felipe. la que ya habían empeżado a perder las esperanzas.
— A eso no —concecte Mésa=. .. peso y sí Seis meses en los que, i1íc¡uiclos como venían, 1es toc6
les pagan a cuarenta y ci nco dies. . . o a sesenta, y antes pedir prëstamos Ilevando ese cheque horrible dc
de paga rlcs les v Kielven a pedir y les pagan a 5eSenta. . encartaclor, diciendo: z›en Jtie st tenemos la plain, sófo que
. va n a estar totalmente ilíqu idos, ¿y con que v‹an a pzio bn safiJo. . .Y si no es por la.gtía de Andrćs (x uelve y
proclucii:? Pronto rto van a tencr ni con quo coinprar los jtiega la tíã; gracias tía), que gcstionó en Bancolombia,
i nsurnos para fabricai toda esa cantidac4 con la que se no les paran bolas. Pero bueno, salieron de deudas y
comprornctieron, entonces les va a tocar cndeudarse y ahora sí, ahora con premio encima y tocio, ahora sí a
em{ iezan a enredarse la vida por falta de ccs/i. Señores, ventler se dijo, a hacer negocios, a fac turat, a prosperar,
I carters es mortal. Uma carters mcl iuanejada no da ni a mover la empress y la caja de la empress.
par'a cubrir los costos fijos, muclio menos variables. .. Nada.
Los dos callados.
Nada.
—Así que el ëxito hay qiie sabeilo rn‹anejar, para
Natla.
cțue no se transfor me despuës en un lastre.
Ni asociados como estaban, con la distribuidora
—Ajía —clicen los dos at tiempo. Recogen sus cosas
Disanc hez, se movían los tarritos. El piollema: el
y se van lredio zonabies dánclole vueltas a todo eso.
mismò: la forma inadecuada de vender: vender sin
Sal iendo de In t›ficina alcanzan a olt quc Mesa dice: í-fny
otro conciti‘so, em Mcxico. Use sc'gi mo se lo ga Ann. capacit‹iciön técnica.
t21
—Pero no seamos bobos —le clice l°elipe a Andrés —,
Maracanazo
si el prtoblenia es igual al que ya tuvimos antes, entonces
‹:iacargriú rncanos nosotros.
Y a rra nca i ora, cde funeraria en fu nei‘aria
mostrando
13á
- ’ ü •
Y no es un pull de empresas, sino una sociedad de ”
pero no revueltos personas naturales, propietarias de empresas, que se
unen para fortalecetse y ofrecer un paquete integra)
a los funerarios, aprovechando las redes de contactos
que tiene cada socio y el cará cter complementario de
sus productos.
. Se asocian:
133
132
no v4e qué sirve, ¿acaso es una empresa para generar
utilidades? Si fuera así no reinvertirlaiiios en su infra-
estructura, no haríamos becas. . .
Ahora es la Universi‹4ad IO eiicar6•da de rescatar
ese espíritu que se ha ido perdiendo, retoma el
primero.
. Que lentos ido matando, aclara el segundo.
Claro, y en vc*z decastrarlo, /oinentarlo. Hacer que el
USO Í t 2l t]Uí? 8SfUÜ Its t?ft f1tl0Stl‘fi lllStÍítlCÍÓ l4 ISO St2fl SAN UU
empleado niíís, sino ser empresario y por ahí derecho
En el Consejo Supei‘ior c4e EAFIT hubo una generar empleo. Y el germen para eso es c*l grupo Ese
ii mito del espíritu
t4e empresarismo. Seiíores, tenemos que generar las
cirpreodec4oi de los antioc{ueñ oS.
5e pregut8 condiciones de cultivo, y ya veremos que el espíritu
aban
si lo U sc estaría encarganc4o de £iestrUirlo, así conto
ta ntos colegios acaban con la creativida•4 y el ímpetu I ñ’I
con tjue ll«*¿on los niños, al eiicasillarlos en
estructuras
.' estando rt zarlos desde chino se ven hasta cóiiio
]aietasai
“"lm en la Universidad, en el afá n de generar mano
cJ« obra calilicac4a para las empresas, se ha olvida‹to c4e
resa”, fue
juntas. Ü)
‹les.isosiego fue general.
kn U viene marchando bien, protestó al6uno.
La U si, la riudad no tanto.