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El Empleado Nuevo del Hogar.

Felipe Jesus Quintana Ortega

Cuando nos referimos a los cuidados de los hijos y a las actividades o llamadas tareas del

hogar lo primero que nos llega a la mente se resume en una palabra, “mujer” ya que como

sociedad hemos crecido con el concepto machista que las tareas domésticas están hechas para las

mujeres y lo propio del cuidado de los hijos, creciendo con este pensamiento totalmente erróneo

y desplazando al varón en segundo plano y no permitiendo que se integre a la sociedad en las

tareas del hogar y en su rol como padre.

En relación con lo mencionado sin duda existe un amplio debate y una polémica en

cuanto a la participación activa del varón en la crianza y las tareas domésticas del hogar. Sin

embargo, ¿Está dispuesto la nueva sociedad a romper los paradigmas en cuanto a los roles

predefinidos que favorecen la igualdad de género? ¿Se es posible concebir al varón como el

nuevo empleado del hogar rompiendo todo cuestionamiento de la sociedad?

Partiendo de lo ya expuesto, el presente ensayo, tiene el propósito de hacer reflexionar

críticamente en torno a las actividades del hogar y el cuidado de los hijos desde el punto de vista

de la igualdad de género, la masculinidad, la nueva visión de la sociedad y las estrategias para el

fomento de una paternidad afectiva. Así mismo a través de ello llegar a la complementariedad

entre el varón y la mujer y fortalecer la unión conyugal y de manera general a la familia y por

ende a la sociedad.

El aceptar al varón como el nuevo empleado del hogar es beneficioso ya que de esa

manera se ayudará a fortalecer la igualdad de género, la masculinidad y paternidad responsable a

nivel mundial en cuanto a la población masculina. Como es sabido en la sociedad actual gran
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porcentaje de las actividades del hogar se delega a la mujer, ya que desde niños se ha inculcado

al varón como el responsable del sustento y de la economía familiar, es por ello que existe parte

de la población masculina que desconoce las actividades domésticas que se realizan en el hogar.

85% de la población masculina afirman que ser padres es el mejor trabajo del mundo, según

Sabrina Tanquerel, Marc Grau Grau - 2013 y que desearían que sus empleadores les ayuden a

compaginar su trabajo y su vida familiar ya que anhelan pasar más tiempo con su familia, por lo

que las organizaciones deben enfocar recursos para mejor este vínculo cuando se refiere al

cuidado de los hijos ya que buena parte de la población masculina está decidida aceptar el reto.

De esta manera se protegerá la autoestima y los valores del varón en cuanto a la participación

activa en los quehaceres del ahogar, incrementando el porcentaje en la población y

contribuyendo a la igualdad de género. Esta revaloración positiva del nuevo empleado del hogar,

finalmente ayudara a fortalecer la paternidad responsable, la nueva masculinidad, la

complementariedad entre el varón y la mujer, la unión familiar y por el ende la sociedad en

general.

El involucramiento de un padre en la vida diaria de su hijo mejora su desarrollo, forma

niños con alto autoestima y personalidad segura, por lo que un padre implicado en su crianza

suele presentar menos problemas en su comportamiento y sus estudios.

Las estrategias de fomento de la paternidad activa tienen como propósito fortalecer los

efectos positivos del involucramiento de los padres en la crianza de sus hijos/as, según Aguayo

F, Barker G, Kimelman E. – 2016.

Las estrategias señaladas se establecen como pioneras en la región; no obstante, son

escasas y, a pesar de contemplar líneas argumentativas que consideran la tríada madre-padre-

hijo/a que compromete esfuerzos colectivos en la vida pública/social y privada, no se visualiza


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articulación desde el desarrollo de otras áreas de relevancia social como la educación, el trabajo o

el sector salud. De igual forma, las estrategias tienden a centrarse en las facilidades laborales en

los primeros meses de vida y en el análisis descriptivo de las desigualdades de género, pero no

logran recomendar actividades concretas que cuestionen la masculinidad imperante en nuestra

sociedad y promuevan cambios en esta según Aguayo F, Kimelman E.- 2016.

Los estudios que se refieren a masculinidades y paternidades desde la visión de los

hombres lo hacen considerando la familia como biparental y mantienen una división de roles que

no permiten visualizar los cambios que se están gestando en otras opciones de familia

actualmente vigentes. La evidencia de que institucionalmente a la mujer se le ha encasillado en

su papel de madre esposa responsabilizándola de lo relativo a lo doméstico, educativo,

reproductivo, alimenticio y cuidado de la salud de los otros, ha sido documentado por Kabeer

(2006) en diversos países de América Latina y África; incurriendo en una política pública que

refuerza las inequidades de género. Al contrario, sensu, en México el programa Oportunidades

no ha considerado al hombre padre en el ámbito doméstico y al cuidado de los hijos. Al hacer

estas diferencias a priori como criterios del programa, ocasiona que no haya una igualdad de

género; pues no debería limitar la participación de las mujeres a lo doméstico, ya que refuerza y

legitima institucionalmente que sólo las mujeres pueden hacerse cargo de ello y, a la inversa,

refuerza y legitima que los hombres no pueden dedicarse al hogar y a sus hijos. Si algunos

hombres, como el referido en este escrito, están incursionando en lo doméstico, ¿por qué no

reconocer mecanismos para hacerlos extensivos y contribuir a disminuir la brecha entre las

múltiples desigualdades entre hombres y mujeres desde diversas políticas públicas? Según

Montaño Mejía, C. y Solorio Pérez, - 2014.


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Cuando nos referimos a la participación activa el padre se involucra en la vida

académica, emocional y personal de sus niños, aquellos acompañan sus aprendizajes los orientan

y atienden sus necesidades básicas y sociales, compartiendo con su pareja la responsabilidad y

cuidado de manera equitativa y trabajando en equipo.

Por lo que existen concepciones ideológicas sobre la paternidad que en muchos casos

incluyen estereotipos sobre lo que “debería ser” un padre al asignarle valoraciones positivas o

negativas según su cumplimiento y responsabilidad. La madre sigue siendo considerada como la

cuidadora principal de la familia, en tanto que el padre lo es solo una parte del tiempo ya que su

papel principal es de proveedor económico en los estereotipos de género tradicionales

(Sunderland, 2006), lo que tiene implicaciones en la vida y en las condiciones de salud, pues los

hombres están más preocupados por la proveeduría y el trabajo que por la relación familiar y el

tiempo dedicado a los hijos. ¿Existe la posibilidad de ser un padre diferente, comprometido,

amoroso y sensible a las necesidades de sus hijos más allá de la mera proveeduría económica? Si

así fuera, ¿su pareja y familia le darían el respeto, la tolerancia y la aceptación de sus ideas,

creencias y organización de vida de ese hombre, o cuestionarían su actuación con base en los

estereotipos de género, llegando incluso a cuestionarlo como hombre? Algunos padres que se

atreven a ser diferentes reciben críticas por transgredir el “deber ser”, según el cual los hombres

se comprometen poco con la familia, no pasan mucho tiempo con los hijos, y es su esposa quien

debe hacerse cargo de las labores de la casa. Atreverse a ser un hombre o padre “diferente”

genera incertidumbre, y en ocasiones conflicto, pues confronta y atenta contra lo establecido y

pone en entredicho las maneras en que se supone deben ser los hombres. Enfrentar una postura

distinta más allá de los estereotipos establecidos es, pues, conflictivo. Ser padre forma parte de
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un proceso socio-cultural complejo que se va construyendo momento a momento en la relación

compartida con la pareja y los hijos (Salguero, 2007a).

Gran parte de la población dentro de las organizaciones favorecen a la mujer con leyes

asignándole días de maternidad suficientes para el apego con el niño(a) sin embargo el varón

vive una realidad totalmente distinta no pudiendo gozar la cantidad de días suficientes para el

contacto físico y/o apego seguro con el recién nacido.

Las organizaciones no son neutrales en cuanto al género (Acker, 1990) o “máquinas

neutrales en cuanto al sexo” (Kanter, 1977), y su naturaleza de género está parcialmente

descubierta por la naturaleza encarnada del trabajo. Asumir que las organizaciones tienen género

significa que sistemáticamente brindan ventajas y desventajas para grupos de géneros

particulares. Sin embargo, esta investigación asume que las organizaciones de género no sólo

afectan negativamente a las mujeres, pero también aquellos hombres que desafían abiertamente y

se resisten explícitamente al orden de género dominante (Murgia y Poggio, 2013).

En conclusión, el quitarnos los perjuicios y paradigmas de una manera definitiva y ver

esta situación desde un nuevo enfoque a ello sumado la correcta aplicación de la paternidad, la

nueva masculinidad, y la complementariedad se es posible la aceptación como tal del empleado

nuevo del hogar. Se sostiene esta idea principalmente porque así se podrá contribuir a fortalecer

la relación entre padres eh hijos y fortalecer la unión familiar como tal, mismos que ayudaran a

mejorar el desempeño en cuanto a los roles que como padres nos toca asumir en diversas

situaciones llámese el caso de una futura pandemia. A si mismo es relevante mencionar que

cuando un padre se involucra activamente en la vida de sus hijos sin perjuicios, machismo, con

libertad y amor desde el inicio de la vida del bebe se da la oportunidad de generar el vínculo

padre eh hijo lo cual complementa el amor, cariño y cuidado que percibe de su madre y lo propio
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de la seguridad, fuerza y soporte del padre. De esta forma contribuye considerablemente a formar

un niño que cuenta con ambos vínculos básicos, originando un balance en la base de su

personalidad, ayudándole a construir una identidad más sana, desde una experiencia de mayor

autoestima y seguridad. Esto generalmente contribuye a que el niño presente mayor estabilidad

emocional y reduzca sus reacciones de medidas tanto en sus emociones y su conducta por lo que

resulta menos frecuente que a futuro los padres se enfrenten a problema emocionales o

conductuales, persistentes o intensos a medica que su hijo va creciendo.

A si mismo la configuración de las políticas en las organizaciones debe ser integral,

incluyendo permisos para que los papás puedan atender asuntos de salud, educación y de

diversión indoles de sus hijas/os, postnatales masculinos largos y pagados por la misma. Para

finalizar, se recomienda acoger las intervenciones realizadas en otros lugares del mundo respecto

del cuestionamiento de la masculinidad y paternidad, y ver al empleado nuevo del hogar como

una figura de soporte, crecimiento y fortalecimiento de la familia, de modo que actúe como

punto de inflexión para la construcción de nuevas formas de relación social. Cabe señalar que

para cumplir dicho objetivo es necesario que las medidas propuestas sean acompañadas por

iniciativas que la complementen.


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Referencias

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