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En las secciones precedentes, se ha visto un cierto número de efectos positivos aportados por las
huertas familiares, así como las influencias que han experimentado a lo largo de la evolución
histórica. En esta sección se pondrá el acento sobre la manera en que, en la actualidad, las
huertas familiares contribuyen en la generación de los medios de subsistencia de las pequeñas
explotaciones agrícolas.
Las huertas familiares viables mejoran la capacidad de los pequeños agricultores y de las
comunidades a enfrentar los problemas interrelacionados de seguridad alimentaria, nutrición, salud
y seguridad económica. Sus efectos positivos así como sus beneficiarios son los siguientes:
La proximidad de la huerta al hogar permite una reducción notable del riesgo de perdidas
alimentarias, mediante la posibilidad de un mayor control de los predadores y ladrones. En los
sistemas de producción familiar, la mayor parte de los productos de base provienen generalmente
de una o varias parcelas del mismo cultivo. En general, esas parcelas se encuentran bastante
alejadas, obligando a un miembro de la familia a pasar la noche en una cabaña improvisada para
vigilar las cosechas. Contrariamente a las huertas familiares, los cultivos realizados en campo
abierto se practican en monocultivo con el objetivo de maximizar la productividad del trabajo. Sin
embargo, esta falta de diversidad cultural aumenta el riesgo de pérdidas debido a enfermedades y
a plagas, que en esas condiciones se multiplican y propagan fácilmente. Cuando las siembras son
realizadas de una sola vez, los riesgos por pérdidas debidas a la sequía y a las inclemencias del
tiempo son elevadas. Inversamente, en la huerta familiar, la gran diversidad en el escalonamiento
de las siembras disminuye el riesgo de pérdida en los cultivos. En Filipinas y en las islas del
Pacífico, se cultivan parcelas de taro (Colocasia u otras especies vecinas) para asegurar el
aprovisionamiento alimentario de la familia después del pasaje devastador de un tifón o de un
ciclón tropical. Plantas tales como las correspondientes a la familia de la cebolla (Alliun sp.) y del
espinillo amarillo (Melia azedarach), que son repulsivas, son utilizadas para alejar de la huerta a
los insectos y animales dañinos. En las huertas familiares, los cultivos se encuentran protegidos
por la sombra y por la mayor seguridad que proporciona la cercanía del hábitat, lo cual no es el
caso de los cultivos intensivos en pleno campo. Por otra parte,