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Textileria

En los Andes el tejido desempeñó un papel espe- cial que iba mucho más allá
de su uso meramente utilitario y ornamental. La importancia que se le otorgó
a los textiles no fue únicamente económica sino también ritual. De acuerdo
con el acontecimiento los textiles podían ser intercambiados, integrar el ajuar
de la o aparecer quemados formando parte de los sacrificios.
Los pueblos anteriores a los incas habían logra- do una extraordinaria calidad
artística en sus tejidos, que no llegó a ser igualada durante el período incaico.
Los incas emplearon los textiles para la redistribución, especialmente los
tejidos de lana, aunque en algunos casos también usaron textiles de algodón.
Los tejidos de cumbi eran los más apreciados y por ello de mayor uso ritual.
Los fabricaban con la lana más fina. Muchos cronistas señalan el buen gusto
que tenían para las combinaciones y los contrastes.
La ropa del inca, de los curacas y en general de la elite era fabricada con tela
de cumbi, mientras que la gente del común estaba impedida de confeccionar
con ella sus vestidos.
Bernabé Cobo menciona la existencia de hasta cinco tipos de textiles en el
Tahuantinsuyo. Habla en primer lugar de los textiles de abasca a los que
define como "ropa y tejidos de lana: basta y grosera"; menciona luego los
tejidos de cumbi de los que dice son los más finos y delicados; en tercer
lugar, alude a los textiles que llevaban plumas de colores entretejidas y
asentadas sobre cumbi; en cuarto lugar habla de una especie de tela de plata
bordada con chaquiras; y por último, menciona una tela muy basta y gruesa
que servía de alfombra y frazada.
En algunas ocasiones el inca y la elite utilizaron también el pelo de la vizcacha
y el vello del murciélago para la fabricación de sus mantas. La principal pro-
veedora de lana era la alpaca, cuyo vellón es largo y rico. La lana de la llama
es áspera y rala, por lo que era empleada sobre todo en la confección de
cuerdas.
La lana más fina provenía de la vicuña, especie que fue siempre escasa, por lo
que se su- pone que su lana sólo se utilizaba para las vestiduras de los incas y
de aquellos a quienes se concedía tal privilegio como una muestra del favor
del soberano. Los hermosos colores de los textiles fueron también motivo de
admiración para los españoles.
En cuanto a los vestidos, los hombres usaban un taparrabo (huara) que
empezaban a llevar desde comienzos de la pubertad, luego de pasar por el
rito de iniciación. Vestían también una camiseta larga sin mangas (uncu) que
les llegaba casi hasta las rodillas. Sobre los hombros llevaban una especie de
capa (yacolla) y, a la altura de la cintura, colgada una bolsa (chuspa). El
vestido de las mujeres constaba de dos piezas rectangulares de tela. Una,
que les llegaba hasta los pies, la pasaban por debajo de los brazos y con un
cinturón de cuentas o fibra se la sujetaban en la cintura. La otra pieza de tela
se la colocaban sobre los hombros cubriendo los brazos, y sobre ésta una
pequeña capa (lliclla) sujeta al cuello por un alfiler de plata (tupu), la que se
quitaban para trabajar en la casa.
La vestimenta de la población no difería sustancialmente en relación con la
posición social. Lo que cambiaba era el tipo de tela, abasca o cumbi, y los
adornos.
Los grandes volúmenes de textiles fueron fabricados bajo el régimen de la
mita. Según Cieza los grupos étnicos tenían que entregar anualmente una
camisa por persona y una manta por unidad doméstica. El estado se
encargaba de proporcionar la materia prima necesaria.
En algún momento de la historia del Tahuantinsuyo, la prestación rotativa
textil resultó insuficiente para atender las crecientes necesidades del esta-
do. Betanzos señala que esto sucedió durante el gobierno de Pachacuti,
quien ordenó que los lisiados, los enanos y los jorobados de ambos sexos se
dedicaran a la producción textil, convirtiéndose en tejedores muy diestros.
Esta situación dio lugar a la existencia de dos catego- rías de tejedores:
1. Los cumbicamayoc o especialistas a dedicación exclusiva. Se
encargaban de la confección de textiles de alta calidad para atender a
las necesidades del estado.
2. Las acllas, mujeres que residían en casas especiales distribuidas a lo
largo de todo el territorio, algunas de las cuales tenían como
ocupación principal la confección de la ropa del inca y de los textiles
empleados en el culto (J. Murra).
Los más importantes consumidores de tejidos eran el ejército y la guerra. El
inter- cambio de tejidos era parte importante de las negociaciones
diplomáticas y militares. El inca ordenaba repartir piezas de ropa entre la
población que acababa de incorporar al Tahuantinsuyo, mientras que él
mismo entregaba a los jefes étnicos vasijas de oro y ropa de cumbi que con
esa finalidad había hecho traer desde el Cuzco. A su vez, la población
conquistada ofrecía donativos a los generales del Cuzco, entre los que
estaban incluidos los textiles.
Los textiles jugaron un rol muy especial en to- dos los momentos del ciclo
vital. Cuando un niño nacía recibía de regalo tejidos y si el grupo étnico
estaba ubicado en una zona productora de camélidos era común que
recibiera un animal como obsequio. Alrededor de los dos años de edad tenía
lugar la primera ceremonia importante (rutuchicuy), en la cual se le cortaba
por primera vez el pelo y se le colocaba el nombre por el que sería conocido.
Acu- a la casa muchos parientes y quien actuaba co- mo padrino le cortaba el
primer mechón, entregándole un presente. Luego los demás parientes hacían
lo mismo. Los obsequios iban desde plata y textiles hasta maíz y llamas, Al
llegar los niños a la pubertad tenía lugar una ceremonia de iniciación
denominada huarachicuy. En ella los adolescentes vestían por primera vez la
huara (taparrabo).
Cada etapa de la ceremonia estaba señalada por un cambio de ropa y al
cumplirse casi un mes de su inicio, el joven y sus parientes se reunían en la
pla- za del Cuzco, donde el pariente más importante le entregaba las armas
que desde ese momento porta- ría; sus otros parientes le obsequiaban
textiles. En los matrimonios, antes de realizarse la ceremonia, los novios
recibían presentes de comida, cuyes y ropa. La muerte era otro de los
momentos importantes.
Los tejidos como los camélidos desempeñaban un papel muy importante en
la vida religiosa de la población.
Para las festividades importantes, se les cambiaba sus vestidos por unos muy
finos y se les arropaba con mantas de plumas; así eran sacadas de los
templos en hombros de los sacerdotes y colocadas en la plaza.
La ofrenda de textiles y de camélidos era considerada muy valiosa. Los
oráculos, por ejemplo, eran premiados con ropa y rebaños cuando sus pre-
dicciones resultaban exactas. Asimismo, los ante- pasados (mallqui) eran
vestidos con camisetas de plumas o cumbi.
En la costa cuando una persona se arrepentía de algún acto que hubiera
cometido en contra de las divinidades o del grupo quemaba la ropa que
había llevado puesta al cometer la acción, señal su arrepentimiento.

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