Licenciatura en Artes Programa Especial de Titulación.
HISTORIA COMPARADA DE LAS ARTES
EVALUACION PARCIAL I
Por Javiera Peña y Daniel Ramírez
II Semestre Fecha de entrega: 17 de octubre de 2022. Facultad de Artes Licenciatura en Artes Programa Especial de Titulación.
1- ¿es factible caracterizar a las vanguardias en un estadio
melancólico? Desarrolle en profundidad con los tópicos expuestos en la conferencia de Freud
Es primordial entender que las vanguardias son experiencias
artísticas que generan un quiebre en su propio arte (en el lenguaje). Antes de su aparición existen torsiones mas no quiebres, y al igual que en las relaciones humanas, después del quiebre viene el duelo, es debido a esto que se desplazan anhelos y deseos hacia otro lugar donde se genera una reconstitución de dicha fractura, aunque puede que este traspaso no sea eficiente. ¿qué se hace con esa fractura? Hay quienes usan el arte para mostrar el dolor o generarlo, hay otros que buscan generar una recomposición lúdica y hay quienes buscan no evitar o negar el dolor para usar mecanismos defensivos (como la transformación en lo contrario o la transferencia) Desde este punto podemos entender que las vanguardias si se pueden caracterizar en un estadio melancólico puesto que vuelven constantemente al estado traumático del objeto perdido y al lenguaje que quieren desarticular.
El duelo, por otra parte, es la reacción frente a una pérdida
de algo amado, en cambio la melancolía es una desazón acompañada por la cancelación del interés en el mundo exterior pero donde puede que el objeto no esté realmente muerto, sino que se perdió como objeto de amor (generalmente de naturaleza ideal) y terminó en un empobrecimiento del yo, puesto que la pérdida del objeto se transforma en una pérdida de la persona/objeto amado y del ya mencionado yo. Es por esto que en términos más simples podemos caracterizar al melancólico Facultad de Artes Licenciatura en Artes Programa Especial de Titulación.
como aquel que se queda en el dolor incluso gozándose en ese
sufrimiento.
Las vanguardias entonces se caracterizan como estadios
melancólicos en épocas históricas o en ciertas líneas artísticas que se caracterizan por usar el dolor o la pérdida del objeto ideal (arte constante tal y como lo conocemos) y que tienen como motor motivacional la pulsión como energía de cambio en el inconsciente colectivo. Asimismo, el dolor en el individuo, a pesar de la desestructuración de su aparato psíquico y todos sus sistemas motivacionales, se puede posicionar en el tanatos (pulsión de muerte descrita por Freud) y quedarse en el estadio de la melancolía proyectando el duelo en un objeto nuevo que pueda volver a amar así pudiendo crear algo diferente a partir de la muerte, en este caso, en aquella pérdida que quiebra al arte pero que no se reconstituye por completo, sino que levanta ciertos fantasmas.
2- Siguiendo los postulados de Hobsbawm ¿qué le ocurre a la
experiencia artística cuando cambian los parámetros que tradicionalmente han definido los procesos culturales?
Sin lugar a duda que durante el transcurso del siglo XX la
humanidad ha movilizado todos sus esfuerzos teóricos, técnicos y productivos para la generación de nuevos conocimientos y, por lo tanto, obras de distintas disciplinas artísticas que la hagan trascender y perdurar en la historia. Como una inagotable voluntad de la sociedad contemporánea de no dejar morir con dignidad a sus monumentos, obras e incluso a sus integrantes. Esto es el fiel reflejo del miedo que le tenemos como especie al desaparecer por completo de la historia. Facultad de Artes Licenciatura en Artes Programa Especial de Titulación.
El historiador Eric Hobsbawm al final del capítulo plantea una
pregunta fundamental para intentar definir el estado del arte y hacía dónde van las prácticas y distintas expresiones artísticas enmarcadas en los procesos culturales, acaso ¿quién puede hablar de arte? en la era de las revoluciones.
Desde el punto de vista histórico, el siglo XX es reconocido
por ser un periodo de álgidas convulsiones que han producido distintas consecuencias a nivel político, económico y social; configurando el modo de vida en la actualidad. Esas consecuencias, por cierto, han generado cambios en las expresiones artísticas a lo largo del siglo. Los avances tecnológicos producidos en este periodo, principalmente, en los modos de reproducción de las obras y masificación de los medios de comunicación, llevaron a generar un cambio profundo en el modo de percepción sensorial por parte de los espectadores; pasando de la contemplación presencial o mecánica de las obras a la reproducción de estas a través de distintos medios y soportes como, por ejemplo: videos de las obras, salas de museo virtuales, redes sociales, etc.
Hablar del espectador como publico y/o audiencia, también es
síntoma de sociedades cada vez más industrializadas que van generando procesos de democratización en el acceso a las distintas manifestaciones de expresión artísticas y, también, oportunidades de ingresar y ser parte del circuito cultural de una sociedad.
La barrera entre mercado y arte cada vez es menos clara, al
incorporar conceptos ligados a la economía como oferta y demanda cultural, en donde, las diferentes expresiones de las artes quedan al servicio de las masas, públicos, audiencias o incluso ser denominados como clientes. Facultad de Artes Licenciatura en Artes Programa Especial de Titulación.
Otra de las consecuencias producidas desde, incluso, finales
del siglo XIX, es la permanente puesta en cuestionamiento de los símbolos y valores instaurados en la antigüedad. Fiel reflejo de ello fueron las vanguardias artísticas que iniciaron el siglo XX promoviendo nuevas formas de manifestaciones y visiones entorno al “hombre nuevo”. Todo lo creado es susceptible a ser cuestionado y suprimido. Ejemplo claro de lo anterior es la resignificación de valores de los distintos monumentos de representación histórica instalados en las principales ciudades del mundo, ligados a proezas militares o a proceres intelectuales. Muestra de ello es la tensión que provoca la escultura en conmemoración del General Baquedano en la plaza del mismo nombre en el centro de la ciudad de Santiago. No tiene que ver necesariamente con el respeto o no a obras escultóricas o al mobiliario público de la ciudad, tiene más bien que ver con la perdida de sentido de pertenencia a emblemas simbólicos arraigados en la sociedad del siglo XIX.
La era de la reproducción de las obras de arte nos lleva a
enajenar la idea de generar obras que perduren a través del tiempo, junto a la pérdida del valor de la técnica o pericia empleada. El interés de las masas recae, principalmente, en el disfrute inmediato del estímulo producido por una idea de obra de arte, que perfectamente, podría ser la reproducción, usurpación o resignificación de otra; el arte siempre puesto en cuestión.