1) Estos levantamientos fueron estrictamente similares, aunque el primero constó de
una movilización mucho mayor al segundo. El Cordobazo ocurrió durante el 29 y 30 de mayo y sus actores estuvieron, en su mayoría, compuestos en las clases obreras y estudiantiles. Las clases obreras locales estaban representadas y defendidas por sindicatos como SMATA, Luz y Fuerza, UOM, etc., y estos se movían con el importantísimo apoyo de la CGTA. Rápidamente, el movimiento estudiantil se aferró a la misma lucha, al igual que el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo. El día 29, durante la movilización, se fueron sumando numerosos vecinos de los diferentes barrios, obreros sin sindicatos de las fábricas donde se corría la voz, estudiantes que estaban en las cercanías de la marcha y gigantescas cantidades de personas de todas las clases sociales que se solidarizaron con la situación, por el mismo descontento hacia el régimen que unía a todos. De las fuertes movilizaciones dadas en Tucumán, el Tucumanazo fue la de mayor envergadura; ocurrió en noviembre del 70’. Los actores que protagonizaron este enorme levantamiento fueron, en primera línea, los estudiantes universitarios (alineados a la nueva izquierda) y, en un papel menor a ellos, la clase obrera, compuesta por fracciones antiburocráticas y clasistas. Los sindicatos provenientes de las azucareras se agruparon en comisiones y comités, con el apoyo de la CGTA. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo también apareció aquí. A medida que se desenvolvió la movilización de noviembre, se sumaron estudiantes secundarios, obreros no desocupados, comerciantes, trabajadores administrativos y vecinos. La clase obrera cordobesa demandaba enormemente la realización de cambios sobre la política económica gubernamental; en suma, las industrias, tanto locales como las llegadas del extranjero (automotrices y metalúrgicas), estaban transitando una crisis que no se reducía debido al provecho que tomaban las compañías ante el escaso protagonismo del sindicato (SMATA) y la imposibilidad de los trabajadores por defenderse. La derogación de la ley del sábado inglés o la permanencia de las quitas zonales representaban los puntos de mayor dolor de cabeza para los trabajadores y la fuente de demanda por sus derechos. Las clases estudiantiles habían sido severamente perjudicadas por la intervención que Onganía llevó adelante en las universidades, y las motivaciones culturales, intelectuales y políticas que traían consigo constituyeron otro importante centro demandante. En Tucumán, la feroz crisis que asoló a la industria azucarera que predominaba allí (cierres y quiebras, desempleos masivos, políticas contradictorias desde el Estado) provocó que la clase fabril demandara por sus derechos laborales y salariales, marcados en el pago de los salarios atrasados y de nuevos puestos de trabajos. Los estudiantes querían evitar el cierre del Comedor Universitario, el cual era indispensable en la economía de la gran cantidad de estudiantes residentes en Tucumán, y representaba su lugar de inclusión política. Pedían, además, tenerlo bajo su mando y con un presupuesto acorde, y la libertad a los presos políticos, lo cual, al final, obtendrían. La población en general luchaba por hacer visibles sus libertades civiles y políticas. En principio, las agrupaciones cordobesas y la CGTA adoptaron como modalidad de lucha al paro general con movilización protestante hacia el centro de la ciudad. A medida que los enfrentamientos aumentaron, así como la represión, comenzaron a darse diferentes repertorios de lucha, como el lanzamiento de piedras y de bombas caseras con gas lacrimógeno, como también el arrojamiento de bolitas de acero para perjudicar las andanzas de los policías a caballo, los balazos de francotiradores que estaban escondidos en los techos, y el corte de luz masivo sobre la ciudad para desorientar a las fuerzas armadas. Los tucumanos, por su parte, en alta conflictividad social por el cierre de ingenios, aumentaron las movilizaciones, piquetes, huelgas y ocupaciones de fábricas, hasta con toma de rehenes. Esto se iría extendiendo en diferentes repertorios a lo largo del enfrentamiento con la policía: la Casa de Gobierno, autos oficiales, instituciones y comisarías fueron todos apedreados. Se arrojaron bolitas de acero para perjudicar a los caballos, se colocaron alambres para frenar a las motos de los policías, se lanzaron bombas Molotov y hasta se escucharon disparos de armas. 2) El Cordobazo significó un punto de inflexión brutal. La violencia con que se produjo debilitó al gobierno militar de Onganía que, además, debió renunciar al año siguiente, yéndose junto con él su plan económico y su deseo de perpetuarse en el poder. Se convirtió en un símbolo por su carácter popular, visible en la participación de la izquierda y la clase obrera en su efectivización. Significó, también, la caída del gobierno provincial cordobés de Carlos Caballero, así como la síntesis de un proceso de descontento y lucha que se había estado gestando durante la década del 60’ en Córdoba. El Cordobazo había significado el hartazgo de la clase trabajadora ante la violencia y la represión dictatorial, así como del abuso de las compañías sobre ellos. Aún más importante fue su significado a posteriori: se radicalizaron enormemente las protestas y se inauguró un ciclo en el cual estas fueron una constante. Este ciclo de protesta vino acompañado de brutales represiones por parte del gobierno, aumentando el descontento social; igualmente, la resistencia sindical cordobesa continuó luchando asiduamente. También se acompañó de cambios en la estructura sindical y obrera, más cercanos a legalistas y peronistas de izquierda, y adquiriendo motivaciones revolucionarias, socialistas y de lucha. La CGTA hizo posible que se extendiese este ciclo de protestas, con más paros y reclamos hacia el gobierno, en parte por el apresamiento de los dirigentes participantes del Cordobazo. Cabe resaltar también que: El año 1969 marcaría el inicio de la descomposición del régimen de la Revolución Argentina […] puso de manifiesto una crisis de autoridad que coincidió también con la aparición de la juventud en la esfera pública como un actor colectivo dispuesto a romper con el pasado y llevar a cabo una reparación moral […] encontró en la brecha abierta por el Cordobazo el escenario para una redefinición desde abajo” (Brennan y Gordillo, 2008, p.107) 3) Por ciclo de protesta se entiende al aumento considerable en los conflictos y en el choque entre una porción de la población, sea menor o mayor, contra las autoridades gobernantes de turno. Este accionar se extiende y difunde a lo largo de las diferentes masas existentes en el territorio, desde las escalas más bajas hasta las más altas de la sociedad, ya sea de forma organizada o no, desembocando en procesos revolucionarios, reformistas o represivos. Estos ciclos de protesta pueden verse determinados por componentes, tales como estructuras de oportunidad política, estructuras movilizadoras o marcos culturales. El primer factor respecta de los cambios acaecidos en la estructura institucional y gubernamental, como también de la necesidad que el Estado pueda tener para ejercer la represión, lo cual señalaría una evidente debilidad del mismo; el segundo refiere a las diferentes formas o grupos de organización y movilización que puede tener a su disposición la población en general, con sus respectivos modos de confrontación; el tercer factor corresponde a aquellos procesos culturales y simbólicos en los que el movimiento determinado representa su accionar, dentro del cual existen la injusticia (cuando se toma conciencia de la situación), la agencia (cambiar la realidad mediante la operación colectiva) o la identidad (el “nosotros” en oposición al “ellos”).
Impactos Sociopolíticos de La Masacre de Las Bananeras 1928 Desde El Desarrollo Del Movimiento Obrero en Relación Con La Modernización Económica en Colombia