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Trabajo Práctico N°2 – Historia Argentina II

ALUMNO: Hecker, Santiago.

DNI: 41.776.992.

1) Estos levantamientos fueron estrictamente similares, aunque el primero constó de


una movilización mucho mayor al segundo. El Cordobazo ocurrió durante el 29 y
30 de mayo y sus actores estuvieron, en su mayoría, compuestos en las clases
obreras y estudiantiles. Las clases obreras locales estaban representadas y
defendidas por sindicatos como SMATA, Luz y Fuerza, UOM, etc., y estos se
movían con el importantísimo apoyo de la CGTA. Rápidamente, el movimiento
estudiantil se aferró a la misma lucha, al igual que el Movimiento de Sacerdotes del
Tercer Mundo. El día 29, durante la movilización, se fueron sumando numerosos
vecinos de los diferentes barrios, obreros sin sindicatos de las fábricas donde se
corría la voz, estudiantes que estaban en las cercanías de la marcha y gigantescas
cantidades de personas de todas las clases sociales que se solidarizaron con la
situación, por el mismo descontento hacia el régimen que unía a todos. De las
fuertes movilizaciones dadas en Tucumán, el Tucumanazo fue la de mayor
envergadura; ocurrió en noviembre del 70’. Los actores que protagonizaron este
enorme levantamiento fueron, en primera línea, los estudiantes universitarios
(alineados a la nueva izquierda) y, en un papel menor a ellos, la clase obrera,
compuesta por fracciones antiburocráticas y clasistas. Los sindicatos provenientes
de las azucareras se agruparon en comisiones y comités, con el apoyo de la CGTA.
El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo también apareció aquí. A
medida que se desenvolvió la movilización de noviembre, se sumaron estudiantes
secundarios, obreros no desocupados, comerciantes, trabajadores administrativos y
vecinos.
La clase obrera cordobesa demandaba enormemente la realización de cambios
sobre la política económica gubernamental; en suma, las industrias, tanto locales
como las llegadas del extranjero (automotrices y metalúrgicas), estaban transitando
una crisis que no se reducía debido al provecho que tomaban las compañías ante el
escaso protagonismo del sindicato (SMATA) y la imposibilidad de los trabajadores
por defenderse. La derogación de la ley del sábado inglés o la permanencia de las
quitas zonales representaban los puntos de mayor dolor de cabeza para los
trabajadores y la fuente de demanda por sus derechos. Las clases estudiantiles
habían sido severamente perjudicadas por la intervención que Onganía llevó
adelante en las universidades, y las motivaciones culturales, intelectuales y políticas
que traían consigo constituyeron otro importante centro demandante. En Tucumán,
la feroz crisis que asoló a la industria azucarera que predominaba allí (cierres y
quiebras, desempleos masivos, políticas contradictorias desde el Estado) provocó
que la clase fabril demandara por sus derechos laborales y salariales, marcados en el
pago de los salarios atrasados y de nuevos puestos de trabajos. Los estudiantes
querían evitar el cierre del Comedor Universitario, el cual era indispensable en la
economía de la gran cantidad de estudiantes residentes en Tucumán, y representaba
su lugar de inclusión política. Pedían, además, tenerlo bajo su mando y con un
presupuesto acorde, y la libertad a los presos políticos, lo cual, al final, obtendrían.
La población en general luchaba por hacer visibles sus libertades civiles y políticas.
En principio, las agrupaciones cordobesas y la CGTA adoptaron como modalidad
de lucha al paro general con movilización protestante hacia el centro de la ciudad. A
medida que los enfrentamientos aumentaron, así como la represión, comenzaron a
darse diferentes repertorios de lucha, como el lanzamiento de piedras y de bombas
caseras con gas lacrimógeno, como también el arrojamiento de bolitas de acero para
perjudicar las andanzas de los policías a caballo, los balazos de francotiradores que
estaban escondidos en los techos, y el corte de luz masivo sobre la ciudad para
desorientar a las fuerzas armadas. Los tucumanos, por su parte, en alta
conflictividad social por el cierre de ingenios, aumentaron las movilizaciones,
piquetes, huelgas y ocupaciones de fábricas, hasta con toma de rehenes. Esto se iría
extendiendo en diferentes repertorios a lo largo del enfrentamiento con la policía: la
Casa de Gobierno, autos oficiales, instituciones y comisarías fueron todos
apedreados. Se arrojaron bolitas de acero para perjudicar a los caballos, se colocaron
alambres para frenar a las motos de los policías, se lanzaron bombas Molotov y
hasta se escucharon disparos de armas.
2) El Cordobazo significó un punto de inflexión brutal. La violencia con que se
produjo debilitó al gobierno militar de Onganía que, además, debió renunciar al año
siguiente, yéndose junto con él su plan económico y su deseo de perpetuarse en el
poder. Se convirtió en un símbolo por su carácter popular, visible en la participación
de la izquierda y la clase obrera en su efectivización. Significó, también, la caída del
gobierno provincial cordobés de Carlos Caballero, así como la síntesis de un
proceso de descontento y lucha que se había estado gestando durante la década del
60’ en Córdoba. El Cordobazo había significado el hartazgo de la clase trabajadora
ante la violencia y la represión dictatorial, así como del abuso de las compañías
sobre ellos. Aún más importante fue su significado a posteriori: se radicalizaron
enormemente las protestas y se inauguró un ciclo en el cual estas fueron una
constante.
Este ciclo de protesta vino acompañado de brutales represiones por parte del
gobierno, aumentando el descontento social; igualmente, la resistencia sindical
cordobesa continuó luchando asiduamente. También se acompañó de cambios en la
estructura sindical y obrera, más cercanos a legalistas y peronistas de izquierda, y
adquiriendo motivaciones revolucionarias, socialistas y de lucha. La CGTA hizo
posible que se extendiese este ciclo de protestas, con más paros y reclamos hacia el
gobierno, en parte por el apresamiento de los dirigentes participantes del Cordobazo.
Cabe resaltar también que:
El año 1969 marcaría el inicio de la descomposición del régimen de la
Revolución Argentina […] puso de manifiesto una crisis de autoridad que
coincidió también con la aparición de la juventud en la esfera pública como un
actor colectivo dispuesto a romper con el pasado y llevar a cabo una reparación
moral […] encontró en la brecha abierta por el Cordobazo el escenario para una
redefinición desde abajo” (Brennan y Gordillo, 2008, p.107)
3) Por ciclo de protesta se entiende al aumento considerable en los conflictos y en el
choque entre una porción de la población, sea menor o mayor, contra las autoridades
gobernantes de turno. Este accionar se extiende y difunde a lo largo de las diferentes
masas existentes en el territorio, desde las escalas más bajas hasta las más altas de la
sociedad, ya sea de forma organizada o no, desembocando en procesos
revolucionarios, reformistas o represivos.
Estos ciclos de protesta pueden verse determinados por componentes, tales como
estructuras de oportunidad política, estructuras movilizadoras o marcos culturales.
El primer factor respecta de los cambios acaecidos en la estructura institucional y
gubernamental, como también de la necesidad que el Estado pueda tener para
ejercer la represión, lo cual señalaría una evidente debilidad del mismo; el segundo
refiere a las diferentes formas o grupos de organización y movilización que puede
tener a su disposición la población en general, con sus respectivos modos de
confrontación; el tercer factor corresponde a aquellos procesos culturales y
simbólicos en los que el movimiento determinado representa su accionar, dentro del
cual existen la injusticia (cuando se toma conciencia de la situación), la agencia
(cambiar la realidad mediante la operación colectiva) o la identidad (el “nosotros”
en oposición al “ellos”).

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