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religiosa. La encuesta CIEP-UCR establece que, en el país, el 47,5% de los habitantes son
católicos. Las personas sin religión (ateos, agnósticos y deístas) constituyen un 27% y los
evangélicos o neopentecostales, un 19%. Estos tres grupos conforman la gran mayoría del país;
sin embargo, podemos encontrar otros grupos religiosos en Costa Rica, como los testigos de
Jehová (1,4%), los protestantes tradicionales (1,2%), los mormones (0,3%) y los musulmanes
(0,1%). Finalmente, los habitantes que pertenecen a otra religión (como el culto a la Santa
Muerte o la Iglesia Mayor de Lucifer) conforman un 2,4%.
Podríamos decir que la Constitución de Costa Rica ofrece libertad en materia religiosa, en tanto
que en ella se involucra la libertad de pensamiento (artículo 28 y 29), la de culto (artículo 75) y la de
asociación (artículo 25).
La Constitución Política de Costa Rica reconoce, en su artículo 75, la religión católica romana
como la religión del Estado. Además, establece que el Estado deberá contribuir al
mantenimiento de la Iglesia Católica. A pesar de que Costa Rica se constituye como Estado
Confesional, prohíbe impedir el libre ejercicio de otros cultos que no se opongan a la moral
universal ni a las buenas costumbres.
El artículo 25 establece que los habitantes de la República tienen derecho de asociarse para
fines lícitos y nadie podrá ser obligado a formar parte de asociación alguna.
A diferencia de otros grupos religiosos, la Iglesia Católica no está registrada como asociación y
recibe un reconocimiento legal especial. Sus bienes y posesiones se rigen de acuerdo con el
derecho canónico católico.
Aunque no exista una ley específicamente para normar a las religiones y solo se les menciona
brevemente en la Ley de Asociaciones sin definir con detalle sus características, otros cuerpos
jurídicos costarricenses sí regulan algunas de sus funciones.
Las bancadas de los partidos evangélicos propusieron un proyecto denominado "Ley de
Libertad Religiosa y de Culto" (el cual se encuentra en comisión) que regularía las iglesias
evangélicas y daría una serie de beneficios incluyendo financiamiento estatal, oficiar
matrimonios legales y protección ante la ley, sin embargo ha sido criticado por excluir
expresamente a religiones no cristianas y fue criticado también por la Conferencia Episcopal.