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Teorias Cortazar 2
Teorias Cortazar 2
Tal como se rae ha pedido, trato en estas páginas de exponer una con
cisa síntesis de las ideas y puntos de vista dados a conocer desde los primeros
trabajos (Bosquejo de una introducción al Folklore, 1942 y Fiada la inves
tigación folklórica integral; una tentativa en el Valle Calcbaquí de Salta 1944,
por ejemplo) hasta los publicados en este mismo año 1969 (Poesía gauches
ca argentina; interpretada con el aporte de la teoría folklórica, Formación
histórica del folklore argentino del siglo XVI al XV1IÍ y El folklore en la Ar
gentina de hoy, por ejemplo) y específicamente en los libros de carácter doc
trinario, como Qué es el. folklore, 1954; Esquema del folklore, 1959, 2* ed.
1965; El folklore, la escuela y la cultura, 1964; Folklore y literatura, 1964,
2? ed., 1967; El folklore y su proyección literaria, 1968 y especialmente la
"breve exposición sobre la teoría y la práctica del método folklórico integral",
sistematización doctrinaría que corona El carnaval en el folklore caltQ^nui,
1949. , 1
El presente trabajo no es una mecánica repetición de lo ya dicho',' 'ni
una selección de capítulos y pasajes referentes al tema, ni un simple resumen;
se aproxima más bien a una síntesis repensada puesta al día con los aportes
más recientes de la bibliografía internacional, las ajustadas exposiciones de
mis cursos últimos y la renovada experiencia de las aludidas investigaciones
de campo en comunidades de los extremos Norte y Sur de la Argentina,
cuyos patrimonios corresponden a ámbitos culturales tan distantes como
pueden ser el norteño, de raigambre quichua-aímara y el sureño de estirpe
mapuche.
Tales antecedentes comportan dos consecuencias: estas limitadas pági
nas no equivalen a lo dicho en más de una veintena de libros y un centenar
de artículos, pués es obvio que no repito aquí, todo lo que allá fue expuesto;
a la inversa, he aprovechado los pasajes que mejor trasuntan mí pensamiento
actual, pues hubiera sido ingenuo y baldío esforzarse en modificar La forma
í.] nnfnr considera adecuada a su propia concepción.
TEORIAS DEL FOLKLORE EN AMERICA LATINA -49
FENOMENOS FOLKLORICOS
Los fenómenos que hoy llamamos folklore son por cierto tan antiguos
como la civilización misma, pero a partir de su bautismo corno “Folk-Lore"
por WiUiam John Thoms (1846), se fueron precisando los contenidos del
nuevo término y especificando los criterios y puntos de referencia que per
mitieron identificar, entre los abigarrados elementos de la cultura, aquellos
que justificaran la denominación técnica.
Bien es cieno que surgieron y subsisten discrepancias en el mundo cien
tífico respecto de la demarcación del campo. Como es sabido, reduciendo el
panorama a lo más esquemático, la corriente anglosajona y nórdica europea
reduce el dominio a lo oral y literario, proscribiendo lo material y ergológico,
pero extendiendo en compensación el estricto alcance de “folk” hasta englobar
en él lo etnográfico. En cambio, la corriente europea continental y latino
americana tiende a un concepto integral de lo folklórico (espiritual, artístico,
lingüístico, social, material, ergológico), pero circunscribiéndolo a lo popular
y asignando lo etnográfico a la Etnografía? Cualquiera sea la orientación,
queda un grao sector común en el que ambas tendencias coinciden: cuánto
se trasmita por vía'oral y los contenidos míticos, narrativos y poéticos del
patrimonio de los grupos "folk”.
1. Una valiosa puesta al día de esta concepción dinámica puede leerse en el volumen
colectivo publicado por la Comrníssion Royale Belge de Folklore (Sección Ws.Uo-
k), Le folklore dans le monde maderne, cuyos capítulos, de titules sugerentes,
llevan firmas de eminentes folkloristas, como por ejemplo, A. Marinus, Le folklore
á l'ere industríale, R. Pinon, ¿Le folklore esta possible a l’ere ¡nduslrielle?, Fanny
Thibout, Lj níáinienance de L dánse folklorirjue el populaire a íere ¡ndusfrielle,
E. Héctor, Arlísanai et folklore, Roger Lecotté, Toiírisme el folklore.
2. Esquemáticos agrupatnientos y clasificaciones de los diversos enfoques, norte y
latinoamericanos por una parte, y europeos, por otra, ayudan a orientarse en el
panorama, gracias a los trabajos de A. Dundes, A. Huhkrantz, M, Leach, (Funk and
\Vagnalls, ed.), A. Paredes y F. L. Udey. Entre los autores europeos de manuales
y obras de teoría folklórica se han difundido más entre nosotros los de países
latinos, como es explicable, además de razones de calidad y prestigio, por circutis-
rancias variables de distribución editorial y de lengua; se puede recordar, como
ejemplo, a P. Sébillot, P. Saintyves, A. van Germep, A. Varagnac, R. Corso, G.
Cocchiara, L. de Hayos y Nieves de Hoyos Sancho, J. Caro Batoja, F. Castro Pi
res de Lima, Una reciente y valiosa publicación periódica refleja la actualidad del
pensamiento y la investigación en ese continente: -Ehiología Europaea, dirigida por
G, de Roban-Csermak.
Dentro de este tipo de contribución son conocidos los nombres de investiga
dores latinoamericanos como R. Almeida, Isabel Aretz, P. de Carvalho Neto, Bru
no C. htcovclla, E. Muróte Best, entre otros.
I^TEORIAS DEL FOLKLORE EN AMERICA lahwa
RASGOS CARACTERIZADORES
humano, del grupo o comunidad que actúa como un “caldo de cultivo" para
que se desarrollen los procesos de folklorización, con todas las variables que
fundamentan lo que he llamado “relatividad de lo folklórico"; por otra, los
que consideran que es la posesión de los bienes folklóricos la qué determina
la condición de “folk" de su portador humano; por lo tanto, el folklore puede
ser patrimonio de cualquier hombre, de todos los hombres, de la humanidad
entera. Norber.t F. Riedl, citado por América Paredes, revela que en Europa
(Suiza en este caso) algunos coinciden con una tendencia fírme en ios Esta
dos Unidos, en Latinoamérica y también en la Argentina, donde está repre
sentada por especialistas eminentes como Carlos Vega y Armando Vivante;
según RJedl, el vocablo Vo/L significa “el comportamiento tradicional, apren
dido inconscientemente, que existe en mayor o menor grado en todo indivi
duo. Los estudios de la cultura “folk”. . . abarcan ahora todo y cualquier com
portamiento, tradicional, encuéntrese en un ámbito rural o en las ciudades"?
Si la posesión de bienes considerados folklóricos es determinante del
concepto, surge la legítima pregunta: “¿Cuáles son esos bienes?". Por mi
parte, no me encuentro en condiciones de responder, pues como he afirma
do más arriba, nada es folklórico por sí mismo, por solo las características
que pueda tener como objeto, ya sea de índole material o espiritual. Creo,
por el contrario, que la clave está en el proceso cultural, a cuyo término el
bien llega a folklorizarse. Y es evidente que tal proceso se cumple en el seno
de los típicos portadores y reelaboradores capaces de asimilar esos bienes,
vale decir, los integrantes de las sociedades o comunidades “folk”.
Otras dudas surgen al intentar responder a aquella pregunta, pues idén
ticas denominaciones designan tanto a hechos y bienes folklóricos como a
sus paralelos o equivalentes en otras circunstancias, niveles y funciones,
lo cual no autoriza a identificarlos: cuentos, leyendas, romances, canciones,
danzas, supersticiones, creencias, ritos, ceremonias, costumbres, fiestas y
millares de casos semejantes se dan en las sociedades urbanas letradas, en las
“élites", en los ambientes institucionalizados, en aulas, casinos y oficinas, así
como en grupos tribales de carácter incuestionablemente etnográfico. Pol
lo tanto, según el caso, formarían parte de los campos respectivos de la Lite
ratura, la Musicología, la Sociología, la Etnografía, etc.
¿Cómo se consideran los elementos de la naturaleza y del universo,
desde los astros a la flora o la fauna que no son por sí mismos folklóricos,
pero que concitan en torno variadísima gama de fenómenos folklóricos indu
dables, como leyendas, creencias, refranes, adivinanzas, cantares, etc., etc.?
Para atemperar las consecuencias de este punto de vísta se acude jui
ciosamente al criterio de cantidad, pero debernos reconocer que es difícil de
computar en aspectos espirituales y en casos de conglomerados en tomo de
tonto, no todas los notos definidoras son aplicables a todas las sociedades que
se examínen. Tras la imagen que se trata de precisar de la sociedad “folk”
se despliega, como telón de fondo, el contraste con la sociedad urbana,
institucionalizada y letrada y por eso se ha dicho que aquel autor se maneja
entre conceptos “polares” y que se refiere a una sociedad "ideal” más
que real o determinada, en la cual se incluyen también los “primitivos”, a
los que lía moríamos "grupos etnográficos” para evitar equívocos con aquel
téxtnino. Esto no es aplicable a toda la producción de Rcdfield, pues signifi
cativamente los últimos libros se refieren a la “pequeña sociedad” (The titile
wcieiy) y a la “sociedad campesina” (Peasaní socieiy and culture).
A través de Ja crítica de Foster el concepto se ha impregnado de sentido
histórico, ha enriquecido su tipología, superando la escueta bípolaridad para
distinguir tipos intermedios que trazan un "continuum” desde el grupo tribal
indígena hasta la “élite” urbana, pasando por la comunidad “folk” y grupos cam
pesinos y de posición compartida rural-urbana. Como consecuencia, cobra
relieve la realidad histórica y sociológica de la interrelación entre la ciudad
y los grupos populares, al punto de que los de carácter “folk” son llamados
"part society” en el sentido de que están como embebidos en la gran masa
de instituciones oficíales, propias del Estado, y la organización y la estruc
tura de éste, en tanto que su cultura, como veremos, .forma su meollo asi
milando materiales (tradiciones, supervivencias, trasculturaciones) que le
llegan de diversos rumbos y niveles y no son locales, ni exclusivos, ni
genuinós.
Este es uno de los criterios que fundamentan h diferenciación conven
cional con lo etnográfico, como campos deslindados de trabajo y documenta
ción, lo cual no coarta, desde luego, la libérrima posibilidad del investigador
de transitar todos los ámbitos tras las huellas del terna en estudio.
De tal concepción, sustentada por los antropólogos citados, que espe
cialistas argentinos como Enrique Palavecino, Gíno Germ-anq Germán Fer
nández Gmzzetri, entre otros, han extendido y tabulado, y que yo mismo
he complementado con observaciones de mis propias investigaciones de campo,
resulta que la sociedad “folk” se caracteriza por rasgos como los siguientes, a
título de ejemplo:
1. Los grupos “folk” son reducidos en número y relativamente homogé
neos en su composición social.
2. Viven' en regiones más bien aisladas, manteniendo profundas rela
ciones con el medio natural circundante.
J. Predomina lo telúrico sobre la actualidad de época: son gente de
“su tierra” más bien que de “su tiempo”.
4. La actitud, los intereses, las apetencias colectivos son más "centrí
petos” (en relación con el microcosmos local, el pueblo, la aldea, el vecinda
rio, el caserío), que "centrífugos” (con referencia a lo lejano desconocido,
lo foráneo, lo internacional y cosmopolita).
- ' TEORIAS DEL FOLKLORE EN AMERICA LATINA 59
Captación empíricoCndtactiva
Funcionalidad
bien como uso tradicional, recibido en herencia por el grupo, como parte
de‘un comportamiento social e interpretado a través de ios actos simbólicos
como el lenguaje, las ceremonias, los gestos y actitudes.
Otros corolarios surgen de aquellas premisas:
a) No es metodológicamente recomendable estudiar una manifestación
cvhural aislada, sin un previo rdevamiento y comprensión de la totalidad del
contexto cultural. Cada elemento, al cumplir su concreto y dinámico papel
en la vida de una comunidad, concita en torno una se,ríe de resonancias, ya
traducidas en actos, ya puramente mentales, que matizan e integran el sen
tido de la función. Un modesto sapo provoca reacciones muy distintas, ya
entre los transeúntes de un parque ciudadano, ya en los pobladores de una
aldea donde se sabe que puede ser medicamento eficaz o temible instrumento
de magia.
b) El ingreso, la falta o la alteración de un elementa en el conjunto
orgánico de una cultura repercute en el conjunto, acarreando modificaciones
en sectores remotes, aparentemente desconectados, pero unidos en la- reali
dad por vínculos que el análisis funcional pone de manifiesto. La carestía
de los pastos y forrajes limita el uso de caballos y produce la decadencia de
la equitación, lo cual es visible y explicable; pero el impacto se transmite
a otros planos como: la indumentaria típica (funcionalmente adaptada a
las necesidades de los jinetes); la artesanía del cuero y de la plata (aplicada
a los arreos); las actitudes y gestos propios de hombres de a caballo, lo cual
se vincula con su consideración y prestigio en el medio; el vocabulario
vinculado con el caballo y su mundo, que pierde vigencia, no sólo lingüís
tica, sino mental, y por lo tanto desvitaliza el habla popular y en conse
cuencia los refranes y adivinanzas y aún las coplas y canciones, pues debilita
su fuerza estética como base de comparaciones, imágenes y metáforas. Los
puntos extremos muestran cómo la investigación integral, de inspiración
funcionalista, puede descubrir relaciones y consecuencias que hubieran muy
probablemente escapado a la atención de quien considerara monográficamen
te sólo el problema de la economía o de la equitación.9
Otros ejemplos, tan convincentes como sabrosos, pueden cosecharse en
el libro de George M. Foster, Lmr culturas tradicionales y los cambios técni
cos; tienen no sólo valor teórico, sino también práctico, pues son adver
tencias aplicables en la ejecución de programas de antropología aplicada que
demuestran cómo la modificación de un elemento de una cultura fifolk” puede
acarrear la alteración funcional en otro sector a primera vista imprevisible:
la introducción de hornallas con chimenea, prácticas higiénicas, sistemas co
munales para el lavado de ¡a ropa y tantos otros, fracasan por reacciones de
orgullo herido, pérdida de prestigio, sociabilidad femenina, etc.
como rasgos caracterízadores, es decir, que sea ' tradicional y cumpla colecti
vamente en el grupo.
El destacar, como resultado de análisis objetivos, el papel de la "función*’
en los fenómenos folklóricos, no implica necesariamente que el observador
se enrole en la doctrina funcionalista, aunque desde luego pueda serlo por
añadidura.
En conclusión, los fenómenos folklóricos son funcionales porque satis
facen cultural y tradicionalmente necesidades biológicas y espirituales, pri
marias y derivadas, que la comunidad "folk” colectivamente experimenta y
comparte.
II. Estos y otros aspectos afines son analizados en las numerosas obras especializadas
en el folklore narrativo, como la clásica de Su di Thompson (The [olkfale), el eru
dito de Roger Piñón y el informativo y clarificador de Susana Chertudi.
66 LOS FENOMENOS FOLKLORICOS
Anoniniiti
Trasmisión diacróiiica
12. Para una ampliación de los términos del problema desde el punto de vista argen
tino, remito ai capítulo '‘Análisis y crítica de Jas proyecciones contemporáneas” de
mi libro Folklore y lifcralura, páginas .13-20.
^68 LOS FENOMENOS FOLKLORICOS
Tipicídad ecológica
Una de las constantes que resulta del análisis de la actitud de las socie
dades "folk” en relación con su medio es la compenetración empírica y fun
TEORIAS DEL FOLKLORE EN AMERICA LATINA 6^
Baste esta breve referencia para bosquejar lo que lie llamado método folklóri
co integral, orientador del estudio sobre El carnaval en el folklore calcbaquí,
libro en el cual expongo la ‘'sistematización doctrinaria” del complejo de fe
nómenos allí reflejado.
Otras experiencias he recogido luego en distintos ámbitos de la Ar
gentina, que me han afianzado en esta visión integralista del método. La
imbricación funcional de los fenómenos particulares permite abarcar el con
texto como un todo y en consecuencia interpretar con mejores elementos
de juicio las alteraciones producidas por los cambios culturales. Por otra
parte, esa documentación integral enriquece y fundamenta el estudio ulterior
de un tema núcleo, limitado en extensión e ilimitado en profundidad, inte-
’ grado por los aspectos que se consideren más representativos del contexto
investigado. El método integral trasciende así de la etapa de la documenta
ción, en la que con todo rigor es aplicable, y se convierte en condición del
éxito de los estudios definitivos. En primer lugar, porque el propio folklo
rista es quien tiene a su cargo la documentación y por lo tanto se sustenta
en la seguridad de que los materiales recogidos son auténticos, fieles, objetivos.
En segundo término, la naturaleza funcional de los fenómenos acarrea la
consecuencia de que todo estudio monográfico pierde grao parte de su efi
cacia si considera una sola manifestación folklórica; todos los aspectos viven
tan indisolublemente unidos que resulta estéril interesarse sólo por uno, sin
tener a la vista cuántos, de cerca o de lejos, influyen sobre él. El conoci
miento integral previo hará provechosa y fecunda la investigación monográ
fica, pues el folklorista dispondrá del cuadro completo dentro del cual ele
girá el núcleo conveniente. Contará para eso con la posibilidad de agrupar
en forma apropiada, según la naturaleza del tema, todo el material recogido
y documentado, todos los datos que desde cualquier ángulo contribuyan a
iluminar la zona sobre la cual se concentre la luz de la investigación.
El grupo humano acaso nos confíe así el secreto de sus motivaciones
más íntimas y sabremos cuál es su imagen del mundo, su concepto de la vida
y de la muerte; qué impulsos mueven preferentemente sus acciones y qué
temores las paralizan; dónde, residen sus destrezas y cómo se satisfacen sus
necesidades; cuáles son sus vicios y defectos y si hay acaso virtudes reden
toras; gustaremos el desahogo estético de su alma y ahondaremos en el misterio
so repliegue de su magia; en fin, en una palabra, procuraremos captar desde
e] rasgo señero de su vida colectiva hasta la proyección de su alma en
el mundo sobrenatural,55
Trasplantes
Proyecciones
LA CULTURA “FOLK11
■ Los fenómenos folklóricos están. representados por bienes materiales y
18. ' Escritas estas páginas llega a rnís manos el recién publicado libra Folklore y poesía
■ argentina, de una brillante discípula, Olga Fernández Latour de Botas, en el que
> analiza el problema de las proyecciones en la poesía individual cscriía, caxnpo para
¡ el cual esta obra es también una antologan
* Una amplísima y éruclira historia de las relaciones entre folklore y literatura
' .: en Europa, que en parte puede aprovecharse, para este tema, es el libra de G.
' CoccViiítra.
_/TEORIAS DEL FOLKLORE EN AMERICA LATINA 79
19.- Interesantes punios de vista sobre este tenia y afines en el artículo de L. da Cá
mara'Cascudo.
80 ' LOS FENOMENOS FOLKLORICOS
20. Un ejemplo monumental es la obra de Juan Alfonso Carrizo representada por sus
Cancioneros populares de las provincias argentinas de Catamarca, Salta, Jujuy, Tu-
cumán y La Rioja, qñe culminan en Antecedente híspano- nndievales ¿e la poesía
tradicional argentina. \
21. En esta linea se puede recordar Cinco ¡¡oros do poi>ol de L. da Cámara Cascudo;
en h literatura argentina estudia el campo de la folltrería Oiga Fernández Latour
de Botas y en Ja española son ejemplos ]a conferencia de Rodríguez Menino y el
reciente libro de Julio Caro Baroja: E;!Idyo so¿rr lüeraltira de cordel (Madrid,
1969).
TEORIAS DEL FOLKLORE EN AMERICA LATINA 81
FLUENCIA LATENTE
22. Dos articulas de Julián Marías sistematizan y exponen la teoría de Ramón Mc-
néndez Pidal.
23. Aplico la teoría en mi libro Pocuíj gauchesca argentina.
24. Estudio esrc qspecío en El folklore argentino y los estadios folklóricos; reseña
esquemática de su formación y desarrolla.
TEORIAS DEL FOLKLORE’EN AMERICA LATINA ’ 83
PALABRAS FINALES
guidas siglos y aun milenios atrás. Son preclaros testimonios obras reconocidas
entre las más respresentativas del pensamiento humana, desde la Odisea al
Quijote, desde los cuentos de Andersen o de Grimrn a los romances de Gar
cía Loica, desde el Panchatantra hindú al Alartíri Fierro y en otro campo, para
no extender las menciones, baste recordar los Lieder de Schubert y las
Canciones de Bela Bartok,
Quiere esto decir que la ciencia del Folklore representa un nuevo
ángulo desde el cual muchos hechos y valores históricos adquieren otro
matiz y distinta dimensión, es decir, otro enfoque para mejor conocimiento
del hombre.
En este sentido, el Folklore logra la trascendencia de un verdadero hu
manismo contemporáneo. Este protagonista colectivo y anónimo de gran
parte de nuestra cultura que es el "pueblo”, el "folk”, es capaz de elaborar
y luego transmitir una cultura, constituida en muchos casos, como el de
América, por elementos de excelsa calidad espiritual y estética. La cultura
"folie” tiene valores distintos pero no inferiores en calidad a los de su corres
pondiente civilización, en todas las épocas de la historia. Cultura presupone
personalidad y no debemos considerar al "hombre folk” con intelectualismo
unilateral, ni ser pedantescamente librescos, ni incomprensivamente "civL
centristas”, contagiados por la soberbia de la urbe, pues son diversos los
valores humanos y de la apreciación de los de carácter moral, religioso esté
tico, jurídico, educativo, histórico, etc., surge la más franca simpatía por el
"folk” y la más sincera admiración por su folklore, cuya imagen verídica favo
rece una más cálida comprensión humana. Las particularidades regionales no
hacen sino confirmar, a la luz de la investigación, la eterna universalidad de
ciertos valores. Comprender es un punto de apoyo para amar. Y de ahí
no hay sino un paso para trascender al plano de una concepción según la
cual el especialista, nutrido de conocimientos aportados por una tradicional
corriente milenaria, formule desde esta joven América Latina la aspiración
de una ciencia folklórica renovada por la fuerza de un auténtico humanismo
de validez universal.
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