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Anáhuac tlatlatillistli

Encubrimiento de América

Resumen:

Es una reflexión de la microhistoria en las diversas culturas del continente conocido como América,
llevada a la macro realidad de un amplio patrimonio material, inmaterial y humano, que se intenta
analizar desde la propia perspectiva, tomando como referencia términos e imágenes
mesoamericanas como analogía de los demás pueblos donde se ha vivido la resiliencia cultural como
presencia, durante más de quinientos años, previendo que se manifestará progresivamente por
medio de la docibílitas de cuantos participamos en el intercambio cultural.

Palabras clave: Resiliencia, Docibilitas, Presencia, Pertinencia, Microhistoria.

Introducción:

El término Tlatlatilli en lengua mexicana significa algo así como encubrimiento, pero no se entiende
al inicio porque es una palabra oculta, como el mantón cubre un piano en apariencia mudo, hasta
que el virtuoso revive el entorno de los presentes, que olvidan el textil y el instrumento entrando
en el contexto musical, libre, extenso, emotivo, pleno.

Así entiendo el encubrimiento de América, apelativo asignado al continente desde un nombre


italiano muy puesto en tela de juicio. Lo aceptamos por el supuesto descubrimiento sin
preguntarnos el nombre anterior o el contenido profundo de esta América aparentemente
innominada en el pasado e innominable de otra forma en el futuro. Hoy, cuando hemos desarrollado
los derechos humanos, esforzándonos por encontrar al otro en su propio imaginario, podemos
preguntarnos ¿Quién es más americano Harrison o Tecumseh? La respuesta del orgullo triunfalista
señalará al conquistador; la sabiduría silenciosa de las milenarias culturas resilientes mostrará, sin
premisas ni argumento, la presencia real de ambos en el mismo territorio.

Una luminosa claridad impide advertir la realidad intangible, verdadera, largamente confirmada por
el tiempo, en múltiples sitios. Vivimos en ella percibiendo signos supuestamente comprendidos,
quedando lejos de entender ese patrimonio vivo, tan invisible como encubierto, pero real, operante
con gran influencia cultural, más aún, de representatividad mayoritaria.

Enfrentamos un tiempo de migraciones quizá como las antiguas de Alaska y Bering para poblar este
continente, movilizaciones actuales, queridas o forzadas, como el turismo y las guerras; toleradas,
controladas y desde luego, posibles cultivos de nuevos cambios socioculturales inesperados. Por eso
es importante conocer el luminoso inframundo silente de los pueblos encubiertos bajo un manto
de cultura occidental en declive. Si incluso tribus extintas tendrán voz en los nuevos tiempos, cuanto
más ejercerán su influencia los millones que permanecen vivos, activos, productivos sin ser
visualizados.

Tlatlatilli se usa para lo que no se expresa, lo escondido, incluso aplicable al pan y vino como Cristo
escondido en la eucaristía. También es aquello llevado a ceniza, que sigue siendo ofrenda y
presencia, lo materialmente perdido e inmaterialmente conservado como los jefes cremados que

Jaime Pérez Guajardo


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siguen presidiendo ceremonias o guerras simplemente materializándose en algún objeto que fue
suyo y, sobre todo, en sus descendientes.

Los nuevos desafíos van más allá de claras definiciones, no se resolverán con atinadas elecciones,
sino emprendiendo el encuentro en una nueva docibilidad moderadora de las culturas donde el otro
module el propio yo con apropiación de identidad, por análogo enriquecimiento del patrimonio,
físico e intangible, en intercambio mutuo.

1. De la microhistoria a la macro realidad.

Este continente de dos polos abarca culturas que se han organizado con fines de estudio en
regiones: Ártica, Subártica, Costa Noroccidental, Meseta Interior, Praderas, Bosques Orientales,
suroccidente, Gran Cuenca, Nororiente de México-Texas, Baja California, Mesoamérica1, y Caribe,
Intermedia, Amazónica, Peruana, Surandina, Chaco, Oriente Brasileño, Pampeana y Fueguina2. Así
encontramos desde esquimales hasta mapuches y desde el Caribe hasta las islas del Pacífico.

Entre ellas tomaré como referencia analógica el pensamiento originario de Mesoamérica donde la
ceiba implanta la microhistoria3 en un punto central del que se desprenden cuatro rumbos en la
extensión del mundo y a partir del cual se despliegan verticalmente el supramundo en sus trece
niveles y el inframundo con la firmeza de raíz vital.

Lo característico de esta microhistoria es todo cuanto acontece o está presente en un sitio a lo largo
de todo el tiempo, constituyéndose en axis mundi et axis tempora, representado por la gran ceiba,
la estela, o la cruz atrial que congregan a la comunidad y son testigos vivos del acontecer. El centro
ceremonial se identifica como “ombligo del mundo”, es el punto sobre el que giran las
microhistorias, como se representa en la danza de los quetzales o palo volador durante siglos.
Cuanto existe gira en torno al lugar sagrado, al punto de confluencia de todos los rumbos, de todos
los niveles, de todos los tiempos; es totalidad de bienes y personas.

En estos pueblos originarios la percepción, conceptualización y lenguaje aglutinantes incluyen al


sujeto en el entorno observado, sin separar los elementos (entes) al modo occidental, que recorta
al sujeto de los objetos. Para el pensamiento originario el todo como presencia se con-forma en un
ámbito incluyente de cuanto es pertinente, es decir, lo que le pertenece estando en ese conjunto
porque interviene en la operación vital del todo. De esta forma el eje del caracol concentra los giros
vitales compuestos por un amplio conjunto de personas, animales, cosas y eventos interactuantes.

Para los mexicas la referencia de ese centro del mundo es la cem-Anahuac4, lo enteramente
circundado por el agua -igual que el continente-, no había más, y objetivamente nos podemos

1
Gordon Willey. An introduction to american archaeology.Vol. I: North America and Middle America. Prentice-
Hall, New Jersey,1971. P. 6.
2
Idem. p, 4.
3
González, L. G. (27 de marzo de 1973). Hacia una teoría de la microhistoria. Obtenido de El colegio de
Michoacán:
http://www.colmich.edu.mx/files/relaciones/057/pdf/Luis%20Gonzalez%20y%20Gonzalez.pdf; o
4
[10:17 a. m., 12/9/2022] Jaime Pérez Guajardo: abitantes de este continente?

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preguntar ¿hace falta algo más después de una comprensión del todo? Extendamos la pregunta ¿las
comunidades de las otras regiones tienen una visión parecida? Así encontramos una similitud entre
encubrimiento de América y Anahuac tlatlatillistli.

El conjunto de la presencia, como ámbito de comprensión es tan amplio como el alcance de cuanto
le pertenece. Para el mexica, venus, el sol, la luna, el entorno superficial de la tierra con su flora y
fauna, así como la comunidad y el tlacuilo que la pinta, piensa o narra, conforman la realidad. Están
allí y se modulan mutuamente con gran libertad. La entrada en escena de elementos ajenos es
ordinaria, como llega el huracán a la costa, la plaga a la milpa, la muerte a cada uno así llega el
extranjero y pasa o se queda formando parte de la común presencia.

Así ha sido la historia de estos pueblos, una continua presencia modulada y variable, siempre igual
y distinta al mismo tiempo. Con pertinencias estables; las de profunda raíz, así como las nuevas, con
sus sorpresivas diferencias más o menos aceptadas, pero siempre insertas, apropiadas, modulantes.
Con frecuencia esas “molduras” son los índices de referencia para el pensamiento occidental
calificando y estratificando a las personas, pueblos, acontecimientos, con el característico afán de
diferenciar clasificando en jerarquías basadas en la diferencia que recorta el molde, en ocasiones
caprichosas como el tono de piel, costumbres de vida, generando las castas llevadas al óleo en época
virreinal, con bochorno negadas ahora pero también insertas en el imaginario de la presencia actual.

2. Patrimonio material, inmaterial, humano.

La diversidad de la pertinencia vitaliza de modo distinto a cada uno. Si es pertinente al estar allí,
necesariamente afecta al conjunto y a los diversos componentes, según la manera de ser de cada
uno. Reclamar igualdades estrictas resulta fuera de contexto, pretender controlar las intervenciones
genera un ridículo de simulacros, pantomimas sociales, rituales huecos de cumplimiento puramente
formal, sin vida ni contenido. Si no se acepta la realidad así, como es, el constructo pseudo cultural
es simplemente una fantasía políticamente aprobada.

En la otra rivera están las que podemos interpretar como fantasías, mitos o incluso errores o
patologías, porque resultan fuera de las categorías ordinarias. En realidad, se trata de invitaciones
al estudio y reflexión:

en el mundo en que predomina la analogía hay un juego de


equivalencias. Una piedra puede ser una persona o un animal, una
planta puede volar como un ave y también ser una persona5, un
atado de mazorcas en el altar de un templo puede ser una diosa y

Rocha Arturo, Su idea de “mundo” era la de cem-Anahuac, “lo enteramente circundado por el agua”. No había
más, dialogo personal,10:25 a. m., 12/9/2022.
[11:20 a. m., 12/9/2022] Jaime Pérez Guajardo: Tlazocamati
5
Según Alfredo López Austin, la idea conforme a la cual los animales son como las personas es algo presente
en muchas mitologías. En las de las culturas pertenecientes a la tradición mesoamericana, entre las que se
encuentra la de los huicholes, es una constante. Y es que, refiere este autor, en el otro tiempo, en el tiempo
de los mitos (para los mesoamericanos) los animales “…eran como gente, hablaban como gente, tenían
pensamientos y pasiones, porque eran personas”. López Austin, Alfredo, Los mitos del tlacuache, UNAM,
México, 2003, 54.

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a la vez cada mazorca un individuo del grupo familiar, un dios del
cielo puede ser todas las estrellas, un animal todos los animales de
su especie, un cerro todos los cerros de su género, un centro
ceremonial todo el universo. Hay, además, otro juego: el de la
contradicción. Es así que algo puede estar muerto y vivo a la vez,
ser una cosa y su contraria.6

El cómodo veredicto instalado en la rivera contraria señalaría rápidamente como falso todo esto,
pero hay que entrar en el entorno cultural para comprender más allá de la estrecha jaula de las
definiciones, la conceptualización que admite estos giros generando un peculiar sentido
trascendente que Octavio Paz llama metamorfosis prodigiosas7: el sol es águila; el guerrero es colibrí
o mariposa en su mejor momento; el sahumerio sigue siendo presencia real de la autoridad difunta8;
“las estelas (...) el cuerpo (y por ende parte integral de la persona) de los gobernantes y de las
deidades, que no sólo están representados en estas estelas, sino que son también dichas estelas”.
Nos encontramos más allá del mantón y del piano encubierto, es la música que resuena en el interior
de cada uno, de modo diverso, la única sonoridad identificada como cierta, verdadera pero no
unívoca. Los matices pueden llegar a falsificarla, pero en la gama de lo verdadero será muy variada.

El sentido de un perro en Alaska contiene mucho más que la pura función utilitaria; el respeto por
el árbol dedicado a la danza de los voladores ya es patrimonio de la humanidad; la respuesta del
campesino señalando que la cualidad de las aguas son diversas para los distintos tipos de semilla; el
desarrollo de la mazorca; la riqueza culinaria; la interpretación del epicentro de los sismos por el
movimiento de los árboles; el preciso calendario maya al contemplar los astros; son sabiduría que
precede a la ciencia y a la técnica, procedente y sostenida en ese modo distinto de pensar
conservado en la rica memoria colectiva.

3. Resiliencia cultural como presencia.

La encina a la vera del arrollo genera el humus como endometrio donde depositará sus semillas,
mientras el agua corre, turnándose el sol y la luna en jornadas, solsticios, fríos y calores donde
brotan los nuevos árboles, pasa el ser humano, animales y el tiempo dejándoles desarrollar con las
marcas de esos tránsitos. Así los pueblos siendo lo que son y actuando a su modo propio participan

6
Villegas, Leobardo, Dioses, mitos, templos, símbolos: El universo religioso de los huicholes, Americanía.
Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 3, p.4-48, ene-jun, 2016.
7
López-Austin, A., Cuerpo humano e ideología, las concepciones de los antiguos nahuas, UNAM, México,
1984, pp. 223-252; “La mitología mesoamericana es un teatro de metamorfosis prodigiosas que nunca tuvo
un Ovidio. Como los cuerpos celestes, las plantas y los animales, los dioses cambian continuamente y se
transforman”, Paz, O., Voluntad de forma, México, 1989, p. 13, en: Flores, J., Material de Lectura, ENAP, 2011.
http://blogs.fad.unam.mx/asignatura/jorge_flores/?page_id=19
8
“Es común encontrar en las etnografías mayas que diversos objetos tienen en algún grado una ‘fuerza vital’
y gracias a esto se configuran como objetos-persona. En Santiago Atitlán, en los altos de Guatemala, los mayas
tz’utujiles son especialmente explícitos en esto. Allen J. Christenson comenta que los objetos que participan
en ciertos rituales tienen k’u’ x, “corazón”. Esta es la misma fuerza vital que poseen los antepasados y los
santos (Christenson, s.f.), y les da a estos objetos la posibilidad, al igual que a santos y antepasados, de
entablar parentesco e insertarse en las relaciones sociales como personas”, Jaramillo, A., Régimen objetual
entre los mayas del período Clásico, una propuesta, Estudios de Cultura Maya, XLVIII, pp. 163-191, 2016, p.
169.

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de los aconteceres humanos, cósmicos, agresivos o benéficos. La raíz originaria no se pierde, está
allí recibiendo la adecuación de cuanto pertenece al entorno, incluso los plásticos, alteraciones
químicas, incendios accidentales o provocados.

A las migraciones se les puede agregar mérito o culpa, pero son condición humana. Parte de la
sabiduría de estos pueblos es el breve tránsito de la vida, las profundas alegrías en contacto con lo
que pertenece al entorno, perfumes, sombras, seres humanos todo en conjunto, solamente de paso
como lo expresan el antiguo poema XXXVIII9de los cantares mexicanos:

Alegro mi corazón, Dador de la vida.


Ofrendo tus flores,
Elevo tu canto.
¡Que otra vez, por breve tiempo,
te dé yo contento!
Alguna vez has de sentir fastidio,
Cuando tú me ocultes,
Cuando yo muera.

Una muerte aceptada, con dolor y sin tragedia es el camino histórico de ofrendas, dominios,
sacrificios voluntarios e impuestos, sistemas políticos, religiosos, sociales, ajustados a diversas
condiciones en las que la convivencia tiene siempre un toque comunitario, magnánimo y festivo.

La ecología supera los ciclos de lo considerado en occidente como “reinos inferiores” porque las
metamorfosis prodigiosas dan sentido a las flores en abundantes ritos religiosos o simplemente
observada en la libación del colibrí como evocación de gozo trascendente. Este gozo puntual de las
operaciones naturales satura de símbolos el andar cotidiano, tanto en el círculo familiar con signos
privados, como con otros proclamando la fuerza histórica de la piedra del Pípila en México o la
Guadalupana ícono histórico en la transversalidad del tiempo en todo el continente.

La inculturación puede entenderse erróneamente como estrategia, pero se refiere a la inclusión en


primera persona, participando en el entorno con auténtica presencia, lejos de la curiosa observación
del turista exótico o del frío investigador que da cuenta de datos positivos sin más compromiso que
el rigor académico. Incultura es arqueología encarnada, aquella antiquísima experiencia originaria
traída al presente con nombre y entorno propio.

La continua presencia del conjunto cambiante de personas, acontecimientos y cosas forma así un
patrimonio cultural con raíces originarias y al mismo tiempo móvil, cambiante y modificador de
quienes participan de este entorno.

4. Docibílitas del yo histórico.

La libertad humana unida a la inteligencia, afectividad con vida comunitaria, confieren cualidades
especiales de su pertinencia en la presencia de todo el conjunto, es ciertamente un paciente
modificado, pero más aún agente de acciones como parte de una serie de secuencias causales,10

9
León-Portilla, M., Cantares Mexicanos II, T. 1, UNAM, Teixidor, México, 2011, p.311.
10
Gell, Alfred. Art and Agency. An anthropological Theory.Claredon Press. Oxford, 1998.

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actúa en cierto modo como agente primario en cuanto puede asignar sentido y significado a cuanto
acontece aún cuando otros actores fuesen superiores en fuerza o tiempo, como son los fenómenos
meteorológicos, geológicos o biológicos que actúan por sí mismos, pero no porque estén dotados
de subjetividad, sino porque pueden generar acciones en seres humanos.

Inicia la acción libre ejerciéndose sobre el propio individuo, de modo que puede determinarse y
elegir tanto la posibilidad como las cualidades para ser positivamente modificado, es decir recibir el
beneficio de “dejarse tocar-educar por la vida, por los demás, por toda situación existencial, y de
aprender de la vida y de la experiencia” cualidad a la que Cencini llama docibilitas11 caracterizada
por la plena implicación activa y responsable de la persona, como protagonista de su propia
modificación; actitud fundamentalmente positiva en relación con la realidad: de reconciliación y
gratitud hacia la propia historia personal y de confianza hacia los demás, como agentes
colaborativos; libertad interior y el deseo inteligente de dejarse instruir por cualquier fragmento de
verdad y belleza del entorno, gozando de lo que es verdadero y hermoso, aun cuando inicialmente
pueda parecer ajeno o extraño; capacidad de relación con la alteridad, de interacción fecunda,
activa y pasiva con la realidad objetiva, ajena y diversa respecto al yo, hasta dejarse formar por ella.

Esta actitud, principalmente hacia el interior del propio yo, contrasta con la actitud del agente
alterador violento del entorno. Deja ver la fuerza de la resiliencia originaria que es agente por
participación, siendo al mismo tiempo paciente positivo en su participación histórica, aceptando
tareas, responsabilidades, incluso calificaciones injustas, pero sin dejar el propio yo enriquecido en
la convivencia voluntariamente asumida, aceptada y provocada.

La amplísima diversidad de pueblos en este continente, muchas veces malinterpretada como de


calidad inferior a culturas de otras partes, seguirá manifestando su rico patrimonio material e
inmaterial, con visiones y conductas inesperadas, cada vez más frecuentes, conscientes y
enriquecedoras, tanto más cuanto se logre profundizar en la raíz cultural con las expresiones que le
son propias, depurándolas de folklorismos, prejuicios o manipulaciones ideológicas. Así participará
en el concierto universal con su propia personalidad, con expresiones comprensibles por todos.

11
Literalmente el término debería traducirse como “enseñabilidad”, o sea, como disponibilidad del sujeto
para dejarse instruir-enseñar. En nuestro contexto preferimos darle un significado más activo y emprendedor.
Cfr. Cencini, Amedeo, El camino del Espíritu en la vida consagrada: desde la mediación formativa de la
formación inicial hasta las muchas mediaciones de la formación permanente. 10 Abril 2011, CG.

Jaime Pérez Guajardo


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