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11.

universidad: claustros del


conformismo

Anaconda: (1) boa gigante, (2) heroína de la selva en cuen-


tos de Horacio Quiroga, (3) bestia dormida que habita en
las aulas.
El colectivo Anaconda duerme en clase irrumpe en pasillos
de la Facultad con una pancarta que dice: “No se trata del
sueño final”. Es un grupo de estudiantes que se expresa a
través de acciones que dan que pensar.1

Amo y esclavo: (1) pareja histórica de la división social,


(2) figuras del poder y del sometimiento en todas partes,
(3) posturas de la relación sexual.
Lacan (1969) recomienda leer el Menón: encuentra allí que
eso que llama discurso universitario es un saber que se trama
entre una función amo y otra esclavo. El diálogo que instala
el programa de la Academia platónica comienza así: “Me
puedes decir, Sócrates: ¿es enseñable la virtud?, ¿o no es enseña-

1. Se han visto en las aulas ejemplares de la boa americana de más de diez


metros de longitud. El Colectivo Anaconda trama conexiones secretas con el
grupo de surrealistas europeos Cobra (1948-1951) que utilizó las iniciales de
Copenhague, Bruselas y Amsterdam, con la revista Boa (“Cuadernos interna-
cionales de documentación sobre la poesía y el arte de vanguardia”) que aparece en
Buenos Aires en 1958, con la resonancia ofídica del nombre Cobra (serpiente
venenosa de la India) y con el título de una novela de Severo Sarduy desen-
cadenada por la noticia de una travesti francesa que llevaba ese nombre.

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ble, sino que sólo se alcanza con la práctica?, ¿o ni se alcanza con


la práctica ni puede aprenderse, sino que se da en los hombres
naturalmente o de algún otro modo?”. La virtud, el saber, el
deseo no se enseñan, tal vez se muestran como efusiones
de cuerpos que enloquecen. La voz de mando y la sumi-
sión a un amo terminan con esa locura.

Sobresalto: (1) movimiento de sorpresa, (2) inquietud que


despierta, (3) momento en el que habla el cuerpo.
El profesor se ubica detrás del escritorio, de espaldas a la
pizarra. Ordena papeles, libros, lentes de leer. Extrae de
su maletín una venda blanca. Solicita a una alumna que le
cubra los ojos. Los primeros en advertir la situación se so-
bresaltan: murmullos, risas, sorpresa. ¿Un mensaje de que
para él no existimos? ¿De que estamos ciegos? ¿Imita a la
mujer de la balanza con los ojos cubiertos? ¿Como los que
van a morir fusilados, elige la opción de no ver? ¿Hará la
vista gorda con los que se van de clase? ¿La privación sen-
sorial como metáfora de los universitarios? ¿Recuerda que,
desde Tiresias, pensar es errar entre sombras?

Comienza la clase. Su voz se escucha más desnuda que


otras veces, su cuerpo desamparado frente a un público al
que no ve. Asiste al ideal herido de una audiencia plena.
Habla mirando sus palabras. ¿Alguna pregunta?

Parásitos del deseo: (1) tedio, (2) aburrimiento, (3) apatía,


(4) hastío.
Mueren mordidos por el fastidio. El venezolano Simón Ro-
dríguez, maestro de Bolívar, escribe Luces y virtudes sociales
para instruir al pueblo. Transcribo una cita recreada por

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Pedro Orgambide (2002). “¿A esto se llama Educación? ¿A


esta manera de enseñar? He aquí al preceptor y a sus discípulos
leyendo la Cartilla. Aburre oírlos, causa lástima. Repiten como
loros sus latines y antes de retirarse cantan todos el Ripalda y
dejan su tedio en las tablillas en que apoyaron sus piernas”.2

Bouvard y Pécuchet: (1) nombres del sueño moderno,


(2) el conocimiento como ideal totalizador, (3) pequeño
colectivo de inconformidad.
Los hechos suceden alrededor de 1840. Luego de investi-
gar sobre agricultura, química, geología, medicina, histo-
ria, alquimia y literatura; Bouvard y Pécuchet incursionan
en pedagogía. Al final de la novela de Flaubert, se hacen
cargo de dos niños abandonados. Los chicos cargan una
historia horrorosa: el padre llega con sangre en las ma-
nos, se lo llevan los gendarmes, unos hombres violentos
abusan de la madre, la mujer muere. Hasta que Bouvard y
Pécuchet los adoptan, habitan lugares terribles. La niña es
mentirosa, el chico brutal.

Leen todo sobre educación. Prueban diferentes sistemas. ¿El


rigor enseña tanto a los niños como a los pueblos? ¿Confiar
en la naturaleza? ¿Aguerrirlos como espartanos? ¿Acostum-
brarlos al hambre, a la sed, a la intemperie? ¿Ayudarlos a
olvidar lo aprendido en los primeros años? ¿Enseñar a cada
uno por separado? ¿Hacerlos estudiar juntos? ¿Cultivar el
amor propio? ¿Estimular la competencia? ¿Las niñas necesi-
tan aprender lo mismo que los varones? ¿Copiar modelos?
¿Autorizar garabatos? ¿Vigilar que no se desconcentren?
¿Ser permisivos con la distracción?

2. En la educación de la conquista, el catecismo del padre Ripalda (1618) ocu-


pa un lugar de privilegio.

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Enderezan los cuerpos durante el estudio. Evitan presio-


nes que puedan dañar el cerebro de los jóvenes. Impiden
repeticiones mecánicas, a la vez que ejercitan la memoria
para que no se les atrofie. Prueban con fábulas de La Fon-
taine. Combinan el aprendizaje con el juego. Siguen el con-
sejo de Rousseau de que el alumno haga sus juguetes, a la
vez que el preceptor ayude, un poco, sin que lo sospeche.
Conjugan la distracción con objetivos didácticos. Reali-
zan almuerzos campestres, paseos en bote, caminatas por
bosques. Orientan malas conductas en dirección de fines
nobles (el vicio por los dulces como móvil para enseñar a
escribir nombres de golosinas).

¿Antes de instruir a un chico habría que saber cuáles son


sus aptitudes? Estudian conformaciones anatómicas del
cerebro para prever tendencias en la personalidad de los
niños. ¿La inclinación se hereda o se adquiere? Si el instin-
to transporta una parte mala y otra buena ¿cultivando la
segunda, se destruye la primera? Exploran métodos para
corregir la inteligencia, modelar el carácter, ennoblecer el
corazón. ¿Establecer una autoridad fuerte o permitir el tu-
teo? La educación se nutre más con libertad que con vio-
lencia, aunque admiten que la disciplina es necesaria.

¿Es posible enseñar historia sin geografía o sin dibujo, arit-


mética, música, gimnasia? ¿Las lecciones de geografía co-
mienzan por el territorio que se habita o por la totalidad
del mundo? La literatura inspira la imaginación, pero exal-
ta las pasiones. ¿Se debe enseñar el misterio de la procrea-
ción? Prueban alcanzar razonamientos complejos a partir
de hechos simples o de la existencia de objetos comunes.
Para avanzar en astronomía, Pécuchet pone un sillón en el
centro de la sala y comienza a bailar a su alrededor: “Ima-

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gina que este sillón es el sol y que yo soy la tierra, la tierra se


mueve así”.

¿Cómo inspirar en los niños amor a la virtud? Exponen es-


tampas morales para aleccionar a la voluntad: hay dos in-
dividuos, el bueno besa a su madre, estudia alemán, ayuda
a un ciego, termina los estudios; el malo desobedece a su
padre, no trabaja, se emborracha, pega a su mujer, acaba
en la cárcel.

Tras muchos experimentos coinciden con Rousseau: “el


niño no es responsable, no puede ser ni moral ni inmoral”. ¿El
castigo educa? Según Bentham, el castigo proporcional a
la falta es ejemplificador: el pequeño rompe un vidrio, que
sufra frío; abusa de la comida, una indigestión le enseñará
a medirse; es perezoso, el tedio hará que ame el trabajo.
Pestalozzi sostiene que los castigos corporales, a veces, son
indispensables. Para otro pedagogo una mirada severa
vale más que cien golpes.

Los sistemas no alcanzan. Ironía del sueño moderno.


Bouvard y Pécuchet no consiguen lo que se proponen.
Todo el pueblo reprocha la mala conducta de sus alum-
nos. La decepción, sin embargo, no es completa. Escribe
Flaubert: “Además, ¿qué prueba un fracaso? Lo que se había
frustrado con los niños podía ser menos difícil con mayores. Y
pensaron crear una escuela para adultos”.

Malentendido: (1) erótica de la conversación, (2) distorsión


poética, (3) fuga de sentido, (4) avatar de hablantes que no
se engañan ni se mienten.
La comunicación pedagógica es una tormenta de equívocos.
Lewis Carroll presenta este relato: el profesor hace una
pregunta, desde lo alto de una escalera, que es transmitida

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por unos sirvientes que la deforman en cada descanso;


cuando, por fin, la cuestión llega hasta el alumno, éste
reenvía su respuesta que, a su vez, será distorsionada en
su camino de retorno en cada peldaño.

En la escalera pedagógica lo único que importa es que


arriba está la autoridad y que de allí baja la consigna de
mando. A veces, el malentendido, cuando no es mera con-
fusión de los sumisos, puede ser torcedura de las formas
del poder.

Murmuración colectiva: (1) chisme o difamación, (2) desaho-


go de formas aprisionadas.
Se ubica detrás del escritorio, de espaldas a la pizarra, or-
dena papeles, libros, lentes de leer. Propone un juego: la
actividad comienza con un alumno que dice, en el oído de
la compañera que tiene adelante, algo que le gustaría, que
no tuvo oportunidad de expresar, que no se animaría; a
su vez, la alumna, luego de pasar el mensaje que recibe al
oído, lanza otro mensaje, ahora suyo, en el oído del primer
muchacho, quien a su vez, lo transporta hasta otro oído
cercano. Las transmisiones no se interrumpen. En minu-
tos, una extraña algarabía muda entre bocas y orejas no
identificadas. A la voz de alto, cada uno anota en una hoja
el mensaje que le acaba de llegar. El juego sigue un rato. Al
cabo, se reúnen las anotaciones de todos. Algo habla en la
multitud de voces dispersas.

Si el teléfono descompuesto aprovecha la deformación de un


mensaje que pasa de boca en boca, el profesor propone
pensar que en el aula habita una conversación que llama a
lo ausente: la clase como artefacto de murmuración.

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Público: (1) muchedumbre conformista, (2) conglomerado


consumidor.
El 5 de febrero de 1920, en el salón de los independientes,
anuncian la asistencia de Chaplin a un encuentro de poetas
y artistas. El público colma la capacidad del teatro ansioso
por ver al actor inglés. Mientras todos esperan, los organi-
zadores entran en acción: irrumpen en la sala en pequeños
grupos de cinco o seis poetas, leen a coro (casi a gritos) ma-
nifiestos de protesta, superponiéndose unos a otros. El pú-
blico confundido y apabullado comienza a retirarse. Culmi-
na el primer acto de los surrealistas en París.

Las vanguardias artísticas de principio del siglo veinte


rondan la idea de inconformidad. Cuestionan la tradición
representativa de las artes plásticas. Intentan romper las
barreras formales entre ficción y realidad, entre arte y
vida. La acción irrumpe en el arte como aullido sublevado
contra la condición mimética. Acontecen intervenciones de
grupos de artistas que realizan propuestas activas y parti-
cipativas. La acción es un desborde fuera de lo estableci-
do, derrame de sentido más allá de las formas habituales.
A veces, se trata sólo de experimentación y exaltación de
ocurrencias creadoras, pero otras es insurgencia y crítica
del conformismo. Ese obrar colectivo, que golpea en las
conciencias de los espectadores, anticipa parte de la estéti-
ca política de los años sesenta y setenta.

Colectivo anónimo de pensamiento: (1) movimiento estéti-


co de minorías que luchan, (2) nervios de la disidencia.
Un volante del colectivo Anaconda duerme en clase presen-
ta un fragmento del relato que Horacio Quiroga escribe
en 1921. Las víboras, enteradas de la presencia nefasta del

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hombre en el monte, se reúnen en asamblea. La vigorosa


cazadora se presenta así: “Cuando un ser bien formado, ágil,
fuerte y veloz, se apodera de su enemigo con la energía de nervios
y músculos, eso constituye su honor, como lo es el de todos los
luchadores de la creación. Así cazan el gavilán, el gato onza, el
tigre, nosotras, todos los seres de noble estructura. Pero cuando
se es torpe, pesado, poco inteligente e incapaz, por lo tanto, de
luchar francamente por la vida, entonces se tiene un par de col-
millos para asesinar a traición, ¡como esa dama importada que
nos quiere deslumbrar con su gran sombrero!”.

La palabra de otro: condición de la experiencia social.


Las abejas carecen de lenguaje, disponen de códigos, in-
cluso utilizan tropos. Según Benveniste, la abeja no tiene
lenguaje porque, aunque es capaz de comunicar lo que ha
visto, es incapaz de transmitir lo que le han comunicado.
Una abeja –que ha percibido un campo de flores– puede
comunicar el mensaje a las que no lo han percibido, pero
la que no lo ha percibido, no puede trasmitirlo a otras que
tampoco lo hayan percibido.

A propósito, Deleuze y Guattari (1980) sugieren que todo


discurso es indirecto. “El lenguaje no se contenta con ir de un
primero a un segundo, de alguien que ha visto a alguien que no ha
visto, sino que necesariamente de un segundo a un tercero, ningu-
no de los cuales ha visto”.

Clientela: consumidores cautivos.


Deodoro Roca piensa que la formalidad académica es una
de las peores enfermedades educativas. Instigador de la
reforma universitaria, escribe en 1930 un artículo que se lla-

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ma Palabras sobre los exámenes. Opina que nuestro sistema


de enseñanza se rige por la idea de éxito y recompensa, que
la educación tiene en su heráldica el examen. Advierte que,
a veces, todo depende de la habilidad para una respuesta
oportuna. La evaluación es una prueba en la que intervie-
ne “...la audacia, la agilidad memorativa, la seducción verbal...”.
Un momento que se decide como lotería, lance, ominosa
aventura o por la eficacia en la adquisición refleja de res-
puestas oficiales a preguntas más oficiales todavía. Un esquema
de diálogos preconcebidos: premios y castigos, estímulos y
advertencias.

Imagina que un día las pruebas no se basarán en las res-


puestas de los discípulos, sino en sus preguntas. Pregun-
tas que si no demandan la reiteración de lo ya dicho, se-
rán detonantes que harán estallar antiguas formas decre-
tadas. Anticipa una educación abierta que “...no fomente la
fe, sino la duda; no la credulidad, sino la oportuna y desnuda
pregunta”.

En junio de 1936, admite que, al contrario de los objetivos


de la reforma, la Universidad renuncia a la formación: “se
resigna a ser una expedidora de títulos”. Reconoce que: “Toda-
vía sus profesores siguen apeteciendo cátedras, no por la ense-
ñanza, sino por la ‘clientela’”.

El examen: título de una novela de Julio Cortázar escrita


en mil novecientos cincuenta que ningún editor quiso pu-
blicar.
La alumna no aprueba en diciembre. Pide otra oportunidad,
quiere demostrar que estudió. Le reiteran que su examen
no cumple con lo requerido. Le vuelven a explicar conte-
nidos que no expuso, relaciones que no pudo trazar, la au-

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sencia de información que tiene la obligación de conocer.


La alumna insiste: estudió mucho, pero está atravesando un
mal momento. La interrumpen: el examen terminó. Enton-
ces, la evaluada pide que no registren ese aplazo, que figu-
re como ausente. Eso no es posible: el reglamento es igual
para todos. La alumna se retira. Dice, en los pasillos, que la
maltrataron, que después la aplazaron y que, por último, la
acusaron de corrupta.

En el llamado de febrero, la misma alumna expone ideas


de un autor del programa. Expresa con orden y de modo
ajustado fórmulas que se suelen escuchar en muchas
evaluaciones. Ante una pregunta, reacciona (casi sin escuchar)
con otra exhibición, también correcta, pero que toca de modo
tangencial la cuestión. Así durante una hora. En un momento,
no puede ubicar un problema, aunque refiere, una tras otra,
sentencias que repite con precisión. Los profesores explican
las preguntas, aclaran cuáles hubieran sido las respuestas
esperadas. Le piden que espere unos minutos.

Por fin, comunican a la alumna que su examen califica cua-


tro. Entienden que estudió, que dedicó muchas horas a la
materia, que expuso contenidos pertinentes, que tiene in-
formación; pero advierten que, por momentos, no puede
escuchar, establecer relaciones que se le proponen o tomar
sugerencias que le hacen para pensar.

La alumna quiere hablar sobre cosas que le están pasando.


Se le aclara que lo que importa, ahora, es que rindió un
examen: los contenidos que expuso tienen valor, ese traba-
jo suyo está siendo evaluado, incluso reconocido. La mu-
jer vuelve a interrumpir: siente pinchazos en la cabeza, le
diagnosticaron una enfermedad, la esperan en el hospital,
pide permiso para retirarse. Uno de los profesores anota

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11. universidad: claustros del conformismo

el cuatro en su libreta, pasa la nota en actas y la despide


como a un fantasma.

Estampita: imagen protectora colocada entre las hojas del


documento de identidad o entre las páginas de un libro.
Anaconda duerme en clase distribuye una estampa con esta
leyenda borrosa: “¡Santa Etérea, Santa Etérea, te ruego que me
aprueben en esta materia!”.

Adjetivos: palabras obligadas a clasificar sustantivos se-


gún los gustos del poder.
Nueva Jersey, 1930. En la Universidad de Princeton reali-
zan un estudio sobre estereotipos. Un cuestionario detecta
imágenes colectivas cristalizadas en la sociedad norteame-
ricana de la época. Relaciona conjuntos étnicos con atribu-
tos personales. Para analizar representaciones sociales que
se expresan como automatismos mentales, utilizan una lista
con diez grupos (alemanes, italianos, irlandeses, ingleses,
negros, judíos, norteamericanos, chinos, japoneses, turcos)
que cruzan con una selección de ochenta y cuatro adjetivos.
Cien estudiantes responden la encuesta. Cada uno elige cin-
co cualidades que considera pertinentes para cada grupo.
Negro: supersticioso (84), perezoso (75), indolente (38), ignorante
(38), musical (26), llamativo (24), muy religioso (22), sucio (17),
ingenuo (14), descuidado (13), poco confiable (12). Alemán: espíri-
tu científico (78), trabajador (65), flemático (44), inteligente (32),
metódico (31), extremadamente nacionalista (24), progresista (16),
eficaz (16), jovial (15), musical (13), tenaz (11), práctico (11).3

Daniel Katz, Kenneth W. Braly, Racial stereotypes of 100 college students,


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Journal of Abnormal and Social Psychology, 28. 1933. Citado en Amossy y
Herschberg Pierrot (1997).

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Otra investigación mide disposición a la intimidad de cier-


tos americanos con personas extrañas. Imágenes mentales
que regulan la relación con lo otro. Los entrevistados res-
ponden si aceptarían a un negro o a un chino como miem-
bro de su familia, como amigo íntimo, como vecino, como
ciudadano de su país.

Anaconda duerme en clase hace volar cientos de papeles en


los que se leen estas definiciones: “Estereotipo: (1) máscara de
una forma petrificada, (2) rostro del sentido común. Sentido co-
mún: pensar conforme a como piensa la gente. La gente: autori-
dad imaginaria decidida por el poder”.

Distanciamiento: (1) lejanía que aproxima una extrañeza,


(2) golpe que abre la cabeza del pensamiento.
La astucia pedagógica del teatro de Brecht pretende con-
mover conciencias fascinadas, adormecidas, ausentes. La
noción de distanciamiento es su instalación crítica.4 Distan-
ciamiento como lejanía que posibilita advertir extrañezas
en lo que parece familiar, habitual, ostensible. La pedago-
gía brechtiana quiere desinstalar la apariencia fija y estable
de las relaciones humanas, sacudir vinculaciones natura-
lizadas. Al comienzo de La excepción y la regla, los actores
dirigen al público esta advertencia: “...Debajo de lo cotidia-
no, descubran lo inexplicable. Detrás de la regla consagrada
disciernan lo absurdo. Desconfíen de los gestos menores, de los
actos triviales, de todo lo que parece simple y sencillo. No acep-

4. La instalación estética es una intervención artística que aborda los espacios


(de los museos y de la ciudad) comprometiendo todos los sentidos del es-
pectador, trastornando el uso cotidiano de los objetos o dramatizando ideas
críticas. Trata de instalar un hueco o una hendidura para que acontezca una
experiencia inesperada. Las instalaciones estéticas son casi siempre críticas:
caricias de inconformidad que cosquillean los sentidos.

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11. universidad: claustros del conformismo

ten como cosa natural una costumbre recibida. Pregunten por


su necesidad. Les pedimos expresamente: No acepten lo habitual
como cosa natural. En una época en la que impera la confusión,
en que se derrama la sangre, en que se ordena el desorden, en que
la arbitrariedad adquiere fuerza de ley, en que la humanidad se
deshumaniza... No digan nunca: ¡Es natural! Ninguna forma de
relación social debe pasar por natural. Nada debe parecer impo-
sible de cambiar”.5

Dulce cautiverio: (1) prisión elegida, (2) domesticación acep-


tada.
Otra pancarta de Anaconda duerme en clase dice: Los hom-
bres del relato de Horacio Quiroga preparan sueros. No quieren
matarlas, sólo desean cazarlas, encerrarlas, darles de comer y
extraerles cada veinte días el veneno. ¿Imaginan una vida más
dulce?

Civilización: (1) sustancia que produce sopor, relajación


muscular, embotamiento de la sensibilidad, (2) narcosis de
la que es difícil despertar.
Francisco Pereña (1995) relata una historia ubicada en las
vísperas del nazismo que solía contar Jesús Ibáñez: un
alemán de origen judío visita a un amigo alemán de ori-
gen ario para contarle que decidió abandonar Alemania.
El amigo, sorprendido, explica que nadie persigue a los
judíos, incluso opina que se trata de una exageración pa-
ranoica. El judío le cuenta: “Hice una encuesta entre la po-
blación. Pregunté si les parecía correcto la eliminación de judíos
y farmacéuticos”. En ese momento el amigo interrumpe:

5. Entre nosotros, León Rozitchner (1990) piensa la crítica como el deseo de


inventar una distancia en la sin distancia.

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inconformidad

“¿Por qué los farmacéuticos?”. A lo que el judío responde:


“Justamente eso preguntaron los consultados, esa es la confirma-
ción de que debo irme”.

La encuesta como instalación conceptual, como artificio


que captura al espectador, de pronto, como participante
involuntario de lo mismo que se quiere indagar. No im-
porta el resultado estadístico de las respuestas obtenidas.
Interesa la pregunta como desencadenante de una situa-
ción. La posición excéntrica de los farmacéuticos es un dis-
paro que acierta.

Uniforme: vestido que alucina la existencia de un único


cuerpo.
Macedonio Fernández, en un texto en el que divaga so-
bre ventajas de la uniformidad, elogia el esfuerzo de la
humanidad de unificar procedimientos legales, medidas
de peso y longitud, señales de tránsito, leyes de matri-
monio, la hora oficial. Se declara, también, a favor de la
reducción de nuestro idioma. En el extremo del argumen-
to, recomienda: “Eliminar cosas con muchas palabras y cosas
sin ninguna”. Descuenta para esta tarea los aportes de la
universidad.

Dar una lección: (1) amonestar, reprender, (2) escarmentar


para siempre.
¿Por qué el profesor de La lección de Ionesco mata a la alum-
na de una cuchillada en el final de la obra? ¿La jovencita
no quiere aprender? ¿Es desobediente, distraída, traviesa,
mala alumna? ¿O las cosas ocurren así porque, como ad-
vierte la sirvienta, “la aritmética lleva a la filología y la filología

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11. universidad: claustros del conformismo

al crimen”? ¿Los profesores viejos se vuelven asesinos? La


chica desea preparar en tres semanas su examen para el
doctorado total. París es la capital de Francia, el año se divi-
de en cuatro estaciones, uno y uno son dos. La joven sólo
sabe sumar, no entiende el sentido de las restas. El profe-
sor explica que en el mundo no podemos estar seguros de
nada. Advierte, también, que no se trata de adivinar sino
de razonar. De pronto, la alumna siente dolor de muelas.
La inoportuna molestia obstaculiza la precisa transmisión
de lo inefable. De a poco, la muchacha –al comienzo vivaz,
inteligente, dinámica– se transforma: siente somnolencia,
abatimiento nervioso, la lengua se le hace pastosa, presenta
dificultad de memoria, manifiesta parálisis pensante, una
afasia incipiente. Al cabo, su cuerpo pasivo, blando, inerte,
inanimado, insensible, sin reflejos, es víctima de un horror
inesperado. Con ella, las asesinadas son cuarenta. ¡Tantos
ataúdes llamarán la atención! ¿Qué va a suceder ahora?
Nada. La gente está habituada, no pregunta. Al rato, una
nueva alumna llama a la puerta.

Acciones urbanas: (1) intervenciones artísticas en calles y


espacios públicos, (2) movilización estética que intenta con-
mover el sopor perceptivo que domina la vida cotidiana.
El hombre de la vaca es una de las primeras acciones urba-
nas realizadas en nuestro país con un sentido moralizador.
Omar Viñole (nacido en la Provincia de Buenos Aires en
1904, es poeta, narrador, dramaturgo, ensayista) realiza
instalaciones mediáticas, reparte panfletos, hace arengas,
expone manifiestos, casi siempre acompañado por una
vaca. Una de sus acciones se llama tarjeta de presentación:
administra a una vaca un laxante mientras se pasea por el
Congreso de la Nación, el Jockey Club, la Academia Ar-

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inconformidad

gentina de Letras: se produce, en el ejemplar, una instantá-


nea evacuación intestinal.

Estas intervenciones urbanas (además de él mismo prota-


gonizar a un luchador de catch para “demostrar que el ce-
rebro no está reñido con el músculo”) provocan que algunos
califiquen su rebeldía de inútil, su literatura de bufonesca,
su postura estética de acto despolitizador.

Viñole, que se gradúa de veterinario en 1932, siendo estu-


diante instala frente a la Casa de Trejo, como se suele llamar
al edificio histórico sede del Rectorado de la Universidad
Nacional de Córdoba, la primera universidad al aire libre y sin
techo que entrega títulos de Doctor en Dignidad o Doctor en
Depravatius Causas.6

Romper el hielo: (1) crear confianza, calidez, vencer la timi-


dez, salir de la parálisis, (2) descongelar lo que fluye.
El profesor se ubica detrás del escritorio, de espaldas a la
pizarra. Ordena papeles, libros, lentes de leer. Extrae de
una bolsa una enorme barra de hielo que ubica sobre el
escritorio junto a los otros objetos. Los primeros en adver-

6. La excentricidad de la obra de Omar Viñole se trama en una atmósfera atra-


vesada, también, por acciones de Oliverio Girondo, ideas de Macedonio Fer-
nández o invenciones de Xul Solar. La intervención frente a la Casa de Trejo se
encuentra mencionada en un artículo de Oscar Taffetani que aparece en Me-
moria Urbana. Nuevo Siglo, On line. Buenos Aires, domingo 6 de julio de 2003.
Viñole (1956) pretende instruir con sus acciones a la conciencia desgarrada de
la patria, así comienza un texto suyo que se llama El hombre de la vaca, en la casa
de las leyes: “¿Pero llevó de verdad la vaca al parlamento argentino? ¡Ahí están las cró-
nicas de los diarios de la época como documento irrebatible! A las 11 de la mañana, de
un día de febrero del año 1935, por la calle Entre Ríos, un Hombre lleva del bozal a una
vaca. (...) La vaca había sido inoculada con pilocarpina y, a medida que subía el tramo
en pendiente, pasaba su líquida tarjeta de visita, verde, dando coletazos (....) Llevaba a
cabo su más alta agresión a la casa de leyes, que no era tal para él. En esos tiempos se
había asesinado a un senador nacional en pleno recinto parlamentario...”.

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11. universidad: claustros del conformismo

tir la situación se sobresaltan: murmullos, risas, sorpresa.


¿Prefiere un aula fresca? ¿El conocimiento es una carga
congelada? ¿Quiere significar que el trabajo intelectual es
ocioso, efímero, disolvente? ¿Se derrite por la alumna de la
primera fila? ¿Un homenaje al hombre de la barra de hielo
de Titanes en el ring? ¿Señala que debemos aprovechar cada
instante? ¿El tiempo fluye hasta evaporarse como nuestras
vidas?

Comienza la clase: cada tanto mira en dirección del escri-


torio, su voz se interrumpe, el agua está por llegar a sus
libros, amenaza con invadir sus papeles, ya casi moja sus
lentes. ¿Alguna pregunta?

Eficacia: (1) clave de los exitosos, (2) tirar tres tiros y acer-
tar cuatro veces.
Francis Alÿs es un artista belga radicado en México. Al-
gunas de sus instalaciones narran trabajos inútiles. Se fil-
ma en la calle empujando un bloque de hielo hasta que se
derrite por completo. En la II Bienal de Lima 2002, realiza
un desplazamiento innecesario: en la periferia de la capital
peruana, con quinientos voluntarios forma una larga hi-
lera de trabajadores para trasladar, con la ayuda de palas,
una montaña de arena de cuatro metros de diámetro a una
distancia apenas de diez centímetros. Un desplazamiento
mínimo. Una actividad forzada, gratuita, improductiva.
Una acción que parodia el ideal moderno de eficacia.

Pancarta: cartel de papel en el que se anota una idea.


Una pancarta de Anaconda dice: “Estudiar es trasladar una
duda”.

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inconformidad

Juan Vucetich: nombre del creador, para nuestra policía,


del método de las huellas dactilares para identificar per-
sonas.
En su novela 1984, George Orwell presenta un apéndice
que titula Los principios de neolengua: un discurso para go-
bernar sentimientos, un instrumento para una cosmovi-
sión única, para un hábito mental perfecto.

La neolengua es un código que neutraliza divergencias. Si


el pensamiento se trama con vocablos disponibles, todo
lo que carece de palabras se vuelve impensable. Escribe
Orwell: “Por ejemplo: la palabra ‘libre’ aún existía en neolen-
gua, pero sólo se podía utilizar en afirmaciones como ‘este perro
está libre de piojos’, o ‘este prado está libre de malas hierbas’.
No se podía usar en su viejo sentido de ‘politicamente libre’ o
‘intelectualmente libre’, ya que la libertad política o intelectual
ahora no existían como conceptos y por lo tanto necesariamente
no tenían nombre”.

La neolengua suprime palabras insurgentes y restringe el


léxico a un número de términos mínimos, indispensables.
Orwell describe reglas absurdas para disminuir el vocabu-
lario. “Cada reducción era una ganancia, ya que cuanto menor
era el área para escoger, más pequeña era la tentación de pensar”.
Extirpadas las ambigüedades, excluidas las palabras que
admitan más de un significado, cada proposición será, por
fin, exacta. Un sistema ideal de fórmulas, frases cortas e
inequívocas. Sin que nada sugiera ni evoque lo imprevisto
en la mente de los hablantes.7

7. No es la única vez que Orwell advierte la relación entre lenguaje y control


social. En un ensayo que se llama Politics and the English language anticipa
que los códigos de Estado contaminarán la vida cotidiana. Intuye que, de
a poco, se impondrá el lenguaje instrumental de los funcionarios policiales
(afirmativo, negativo, un individuo de sexo masculino), de los empleados admi-

266
11. universidad: claustros del conformismo

Aula magna: lugar para actos solemnes.


La clase cincuenta y cuatro de N. N. La clase, espacio de sobre-
determinación política, proceso disciplinador. La clase, ex-
posición de información, conocimientos. La clase, conexión
anónima, efímera, a veces sin lazo. La clase, exhibición de
habilidad, destrezas, erudición. Prohibido hablar en clase.
Tener clase, muestra de cultura, categoría, calidad social. La
clase dirigente, los que tutelan la vida institucional. La clase
magistral, ocasión de los egocéntricos. Prohibido fumar en
clase. La clase pública, instalación callejera de protesta, de-
nuncia, solidaridad, resistencia. La clase, colección de fór-
mulas para el examen. La clase, espacio de producción de
saber. La clase, erótica sublimada. La lucha de clases, motor
de la historia. Prohibido comer y beber en clase. Ninguna
clase de dudas. La clase pasiva, profesores mayores de se-
senta y cinco. La clase, cotización simbólica: dime cuánto te
pagan, te diré cuánto vale tu palabra. La clase de ropa del
profesor, tatuaje económico. Prohibido asistir a clase en traje
de baño. La clase de persona que cada uno es. Odio de clase,
emoción enraizada en los cuerpos sociales.

Odio: (1) sentimiento contra el causante de lo que me hace


sufrir. (2) revancha que consume toda mi energía. Odio re-
cíproco: el que concentra mayor poder de destrucción.
La clase del odio es el título que Anaconda pone al fragmento
que distribuye de la novela de Orwell:

“O’Brien pasa los Dos Minutos de Odio sentado en la misma fila


que Winston. Una mujer baja, de cabello claro, se ubica entre ellos.

nistrativos (el horario de atención es hasta las 16 horas), de las rutinas burocrá-
ticas (sin su número de identificación no puedo hacer nada). Citado por Ricardo
Piglia en Prólogo a Ricardo Carreira (1996) Poemas. Editorial Atuel. Bs. As.

267
inconformidad

La joven morena se sienta detrás de Winston. Un espantoso sonido


viene desde la pantalla. El ruido hace doler los dientes, pone los
pelos de punta, eriza la piel. Comienza el Odio. El público silba
cuando aparece Emmanuel Goldstein. La mujer de pelo claro grita.
Goldstein es el Enemigo. Tiene rostro de oveja, voz de lobo. Pro-
nuncia un discurso envenenado, exagerado, perverso. Hasta un
niño se da cuenta de que miente. Insulta al Gran Hermano. Exige
libertad de palabra, libertad de prensa, libertad de reunión, liber-
tad de pensamiento. Mientras habla, desfila por detrás un ejército
de asesinos. El ritmo de las botas acompaña su voz hiriente. Los
espectadores no contienen la ira ante esa visión del horror. Basta
ver a Goldstein para sentir desprecio, aversión, resentimiento. Al
minuto, el Odio llega al frenesí. Todos saltan, aúllan enfurecidos.
La mujer de pelo claro se pone roja. O’Brien estalla indignado. La
joven morena sentada detrás de Winston grita: ¡Cerdo! ¡Cerdo!,
mientras arroja un diccionario contra la nariz de Goldstein. Wins-
ton se siente como los demás. ‘Un éxtasis de miedo y venganza, un
deseo de matar, torturar, de aplastar rostros con un martillo, reco-
rre a todos los presentes como una corriente eléctrica, convirtiendo
a cada uno, incluso contra su voluntad, en un loco gesticulador
y vociferante’. Pero la rabia es una emoción que puede cambiar
de objeto. Así, por un momento, el odio de Winston no se dirige
contra Goldstein, sino contra el Gran Hermano, contra el Partido,
contra la Policía del Pensamiento. Su corazón se pone de parte del
solitario hereje de la pantalla. Pero al instante, vuelve con la ma-
yoría. Otra vez siente que Goldstein es un brujo siniestro capaz de
acabar con la civilización. Odia a Goldstein, Adora al Gran Her-
mano. Sin embargo, esa vez Winston hace un esfuerzo. Desvía su
odio en dirección de la joven morena. Pasan por su cabeza ráfagas
alucinadas. Le daría latigazos hasta matarla. La ataría desnuda.
La atravesaría con flechas. La violaría y, en el instante de máximo
placer, le cortaría la garganta. En ese momento, se da cuenta de
que la odia porque es morena, joven, bonita”.

268
11. universidad: claustros del conformismo

Cambiar la vida: función de la poesía para Rimbaud.


Para cambiar la sociedad, Enrique Pichón Rivière coordina
en 1958 la Experiencia Rosario, una acción que se propone
transformar interacciones y disolver fantasmas colectivos
que impiden ese cambio. Realizada en la Facultad de Cien-
cias Económicas de la Universidad de Rosario, participan
profesores y estudiantes (de filosofía, psicología, diploma-
cia, medicina, ingeniería, ciencias económicas), artistas,
deportistas y otras personas de la ciudad.

Una jornada interdisciplinaria, inspirada en técnicas de la-


boratorio social de Kurt Lewin, que alterna reuniones plena-
rias con encuentros en pequeños conjuntos heterogéneos
y homogéneos (quince grupos reunidos al azar, cinco de
medicina psicosomática, tres de psicología, uno de boxea-
dores, uno de estadística, uno de pintores y uno de corre-
dores de seguros).

Pichon se propone realizar el ideal de una comunicación


plural, creativa, solidaria. Una experiencia –en la que el
aprendizaje se piensa como dramática vincular– que so-
porta las contradicciones y las trabaja. Un encuentro en el
que se dramatiza la tensión entre vivencias entristecidas
por el abandono de ideas conocidas y la temerosa insegu-
ridad provocada por ideas extrañas. Una provisoria convi-
vencia grupal como proximidad de los que se curan de la
soledad irremediable. Una temporada entre convalecientes
que atraviesan un proceso de cambio. Un pasaje comparti-
do desde el sentido común hasta la formación de un espíritu
científico. Una revuelta contra los estereotipos que, a la vez
que protegen, clausuran caminos. Una apuesta a que los
grupos como espacios de disolución de la arrogancia de
los nombres propios, posibiliten conductas plásticas, flexi-

269
inconformidad

bles, abiertas. El ideal de una acción microsocial curativa.


La creencia en el pensamiento colectivo como lógica supe-
radora del capitalismo.

Disuadir: inyectar miedo.


Amnistía Internacional denuncia que el cinturón paraliza-
dor, un mecanismo que actúa por choque eléctrico, viola
derechos humanos. En los Estados Unidos se lo utiliza, en
centros penitenciarios, durante juicios y traslados para in-
movilizar, si fuera necesario, a individuos peligrosos.

El cinturón detona un golpe eléctrico de cincuenta mil vol-


tios. La corriente de alta tensión entra en el cuerpo a través
de electrodos ubicados a la altura de los riñones. Se lo pue-
de activar desde noventa metros de distancia. La descar-
ga, que dura ocho minutos, causa una inmediata reacción
paralizante acompañada de incontinencias. El prisionero
siente dolor en cada músculo. Una vez activado no se pue-
de parar.

Según el fabricante la efectividad del cinturón aumenta


con el miedo. El botón puede ser pulsado en cualquier mo-
mento. Además de folletos explicativos, la empresa ofrece
un video que ilustra cómo operar “esta nueva y exitosa he-
rramienta de disuasión psicológica”.8

Atados a la silla: atención lograda.


Otra pancarta de Anaconda duerme en clase promociona una
silla sujetadora de cuatro puntos: “Se atan al mismo tiempo

8. A propósito de la disuasión: el cinturón paralizador sería innecesario si


palabras como fuga, huida, escape, hubieran sido extirpadas, a tiempo, del
universo representacional de los reclusos.

270
11. universidad: claustros del conformismo

muñecas y tobillos del estudiante. Un medio para erradicar la


antipática circunstancia de los que se levantan en plena clase
dejando al profesor con la palabra en la boca o con sus notas sin
comenzar”.

Asistencia obligatoria: (1) recurso institucional, (2) fachada


del deseo.
La inventiva no tiene límites. En clases teóricas numerosas
de la Facultad de Psicología se idean soluciones para con-
trolar la asistencia obligada. En una Cátedra, luego de pro-
bar diferentes métodos, se establece el siguiente procedi-
miento: al comienzo de la clase se reparten tres anotadores
(se compran los más económicos), se distribuyen en sitios
estratégicos, distantes entre sí; los cuadernillos circulan de
mano en mano mientras se expone el tema del día. Esa pre-
sencia callada que recorre el aula compite sin violencia con
las palabras del catedrático. Conviene anunciar que cada
firma será examinada por un experto para evitar fraudes.
Hay alumnos que se anotan y se retiran sigilosos, saben
hacerse invisibles. Otros, más temerosos, escapan cuando
el profesor apunta algo en el pizarrón. Los accidentes son
inevitables. Puede suceder que una alumna cautivada por
la clase se olvide de firmar y se la de por ausente, circuns-
tancia que recién advierte cuando le anuncian que se que-
dó libre por faltas. Aunque el efecto contrario es más fre-
cuente: los alumnos cumplidores se distraen o desatienden
al profesor, concentrados en rastrear por dónde andan los
cuadernos. Se cuenta un extraño episodio: llegan a la vez
hasta una alumna los tres anotadores, según el relato, tras
firmar se queda dormida, la despierta el barullo nervioso
que invade el aula, pronto distribuye las libretas a sus cos-
tados y, entonces, retorna la calma.

271
inconformidad

Los anotadores son designados con diferentes nombres: A


no dadores. Anonadadores. Ah!, no nada, ¡Dolores!

Círculo: perfección del encierro.


El profesor ordena papeles, libros, lentes de leer. Traza, en
un costado del escritorio, un círculo de tiza. Por fuera del
redondel escribe: “Miércoles 23 de octubre del 2003, clase Nú-
mero 8”. Deja la tiza en el pizarrón. Con pasos que se hacen
notar se mete dentro del círculo. Comienza la clase. De a
poco, da a entender que sólo puede moverse en la estrechez
de ese espacio dibujado sobre las baldosas. Los primeros
en advertir la situación se sobresaltan: murmullos, risas,
sorpresa. ¿Un mensaje de que cada uno habita en un domi-
nio miserable? ¿El círculo de tiza vuelve visible al profesor
como objeto de la cultura universitaria? ¿Construyó una
defensa para protegerse de la contaminación de ideas que
lo invaden? ¿Recomienda no dar pasos innecesarios? ¿Una
explicación de lo que es un círculo vicioso? ¿Indica que
vivimos rodeados de una frontera invisible?

Su voz se escucha más comprimida que otras veces. ¿Al-


guna pregunta?

Enmarcar lo que huye: rodear, por un instante, la vida.


Antes de que desaparezca inadvertida.
En 1962, el argentino Alberto Greco realiza la Primera Mues-
tra de Arte Vivo. Se trata de un conjunto de acciones en las
que enmarca transeúntes que andan en la calle con un círculo
de tiza que luego firma. Estas intervenciones comienzan en
París, se trasladan luego a Roma, Buenos Aires, Nueva York,
Madrid. Encierra dentro de un espacio fugaz a personajes

272
11. universidad: claustros del conformismo

de la ciudad en escenas cotidianas: una señora que espera


el colectivo, un policía mientras llena una multa de tránsito,
un perro haciendo sus necesidades junto a un árbol. Se lee
en un manifiesto escrito a las 11.30 del 24 de julio de 1962:
“El arte vivo es la aventura de lo real. El artista enseñará a ver no
con el cuadro sino con el dedo. El arte vivo busca el objeto, pero lo
deja en su lugar, no lo transforma, no lo mejora, no lo lleva a una
galería de arte. Quiere terminar con la premeditación que significa
galería y muestra. Debemos meternos en contacto directo con los
elementos vivos de nuestra realidad. Movimiento, tiempo, gente,
conversaciones, olores, rumores, lugares y situaciones”.

Contraseña: secreto de los que están en el mismo bando.


Anaconda duerme en clase reparte este texto el día de ins-
cripción a materias: “Moldes de la memoria. El santo y seña es:
¡qué te van a tomar!”.

Autenticidad: (1) mostrar lo que es, (2) expresar lo que se


siente, (3) emoción certificada por una autoridad.
Conducta en los velorios de Julio Cortázar (1962) narra una
simulación ejemplar. La acción moral de un comando emo-
cional. La ocupación de un velorio ajeno como reivindica-
ción de pasiones genuinas. Una instalación que desnuda
la hipocresía de parientes que fingen tristezas o sólo cum-
plen con las apariencias.

La intervención se pone en marcha cuando el estudio pre-


vio concluye que el duelo no es sincero. El plan se cumple
con precisión: llegada al lugar, ocupación de puntos es-
tratégicos, actuaciones de llanto escalonadas, sufrimiento
constante, relevos dosificados, discursos de despedida.

273
inconformidad

Una organización invisible avanza con estricto orden sin


dar la impresión de algo preparado. Al principio, los parien-
tes directos intentan demostrar que el muerto les pertenece,
que nadie más que ellos tienen derecho de llorar así en esa
casa. Pero, de a poco, los extraños conquistan las posiciones
de mayor aflicción, hasta adueñarse de ese dolor.9

Enrarecer: hacer visible lo visible.

El profesor se ubica detrás del escritorio, de espaldas a la


pizarra, ordena papeles, libros, lentes de leer. Extrae de
una bolsa dos latas de aceite para autos de cuatro litros
vacías. Les hizo colocar una manija invertida, de manera
de poder ajustar sus pies cuando calza sus zapatos arriba
de cada recipiente. Los primeros en advertir la situación
se sobresaltan: murmullos, risas, sorpresa. ¿Se siente por
encima de todos? ¿Un acto solidario con los de poca es-
tatura? ¿Anda en zancos para divertirnos? ¿Una metáfora
de los equilibrios cotidianos que se necesitan para poder
mantenerse en ese lugar?

Comienza la clase, su voz se escucha más insegura que


otras veces, camina con dificultad, torpeza, incomodidad.
Tras cada paso, se escucha un ruido de casco contra el piso
de baldosas del aula, casi se cae. ¿Alguna pregunta?

9. Julio Cortázar en el Libro de Manuel (1973) narra una serie de acciones po-
líticas que denomina actos de contestación. Intervenciones disparatadas que
siguen lógicas de las instalaciones estéticas: como producir un largo alari-
do en un cine justo en el comienzo de una escena erótica y luego sentar-
se tranquilamente diciendo “a veces me pasa” o saludar en un ómnibus con
amabilidad y educación largamente al conductor antes de descender pro-
vocando demoras y nerviosismos en los pasajeros o decidir comer de pie
en un restaurante elegante ante la sorpresa y molestia de todos y terminar
explicando:“si como de pie es porque vivo de pie desde el mes de mayo”, haciendo
alusión a los acontecimientos de Mayo del 68 en Francia.

274
11. universidad: claustros del conformismo

Pasividad: conformidad no confesada.


El manifiesto del Grupo de Investigación de Arte Visual de
1963 (que lleva, entre otras cuatro firmas, la del argentino
Julio Le Parc) es una declaración de inquietud, desconcier-
to, hastío. Denuncia la idea de un arte para iniciados, los
artistas considerados como profetas, el mito de la creación.
Advierte que ocurre lo mismo, ahora, con los grupos con-
siderados como superindividuos. Revaloriza al espectador y
propone “interesarlo en una acción que despierte sus cualidades
positivas en un clima de comunicación y de interacción”. Imagi-
na la conexión entre espectadores: conciencias que partici-
pan, se aproximan, tocan algo, lo rompen, lo transforman.
Pretende “sacar al espectador de su dependencia apática que le
hace aceptar de una manera pasiva, no solamente eso que se le
impone como arte, sino todo un sistema de vida”.

Aporrear: golpear con violencia con una cachiporra o bas-


tón, (2) voz cariñosa presente en el refrán “Porque te quiero,
te aporreo”, (3) acción represiva acompañada de la fórmula
“que parezca un accidente”.
La noche de los bastones largos: un mes después del golpe
de Onganía, 29 de julio de 1966, las universidades nacio-
nales son intervenidas, ocupadas, clausuradas. Anulan la
libertad académica y el autogobierno universitario. Miles
de profesores renuncian a sus cátedras.

Tapia: (1) muro, (2) sordera del poder.


Un conjunto de artistas realiza en 1966 la Bienal Paralela de
Córdoba como respuesta a la III Bienal Americana de Arte.
El último día anuncian una experiencia que se llama: “En
el mundo hay salida para todos”. El público espera, el espa-

275
inconformidad

cio está vacío, artistas y estudiantes se retiran. Tapian la


entrada, clavan la puerta. No hay más aberturas. Encerra-
dos, prisioneros, sin posibilidad de escape, son obligados
a estar allí. Se generan tensiones. La atmósfera es violenta.
Una hora después, artistas y estudiantes vuelven al lugar:
cantan consignas a favor de la universidad y recuerdan al
estudiante Santiago Pampillón, asesinado por la represión
policial el 7 de septiembre de 1966, cuarenta días después
de la intervención de las universidades.

Boquete: (1) apertura estrecha e irregular, (2) secreto de la


fuga.
En un texto sobre vanguardia y comunicación de masas que se
llama “Después del pop: nosotros desmaterializamos”, Oscar
Masotta expone, en 1967, un artificio planeado. La cons-
trucción de una experiencia (El Helicóptero) para “hablar no a
los ojos sino al entendimiento”.10

Son las dos de la tarde del domingo 16 de julio, ochenta


personas esperan en el hall del Instituto Di Tella, mientras
las acomodadoras dan instrucciones. La concurrencia se
divide en dos, cada participante se acomoda en un micro
según el número par o impar que figura en su entrada.

Los horarios se cumplen con rigor (14:30 suben a los coches


ubicados en la puerta, 14:40 parten los pares; 14:45, los im-
pares). Los vehículos tienen diferentes destinos. Unos se
dirigen a un teatro (Theatrón) situado en el subsuelo de una
galería ubicada en Santa Fe y Pueyrredón, los otros a la

10. Con el término desmaterialización, Masotta se refiere a un acto que se des-


prende del objeto físico como soporte material del mensaje artístico. Piensa
que, así, la estética deviene acción, concepto, crítica.

276
11. universidad: claustros del conformismo

estación Anchorena del ferrocarril (en ese momento aban-


donada) que está a la altura de Martínez.

Durante el viaje, las acomodadoras insisten en el estricto


respeto de los tiempos. Los primeros bajan en la puerta
de la sala, para volver a partir a las 15:25 con destino a la
estación de la zona norte.

En el teatro todo es confuso, desordenado, simultáneo, yux-


tapuesto. El público ingresa en la sala oscura, suena una
batería, sobre una pared se proyecta un film en el que una
figura vendada se contorsiona y se agita con violencia para
liberarse de las ataduras, una actriz en vivo repite super-
puesta en la improvisada pantalla contorsiones semejantes
a las del personaje de la película. Mientras tanto, los que
viajan directamente a la estación, una vez en el lugar, deben
esperar el arribo del helicóptero a las 16 horas (que volará
cinco minutos sobre ellos) y la llegada, posterior, del otro
grupo.

La actividad sigue un preciso diseño de horarios: las cua-


renta personas del teatro, luego conducidas a la estación,
llegan tarde, está previsto que no puedan ver el helicóp-
tero. Explica Masotta: “Pero esta ‘llegada tarde’ está planea-
da, lo que daba a la secuencia de acontecimientos su carácter de
‘excepcional’; en la vida cotidiana se llega tarde contra la propia
voluntad o por accidente. Aquí, al revés, la llegada tarde era una
‘necesidad’ de la estructura planeada”.

Son engañados: se los hace apurar para nada. Un artificio de


distracción, tardanza, emboscada, deja ver un boquete de
tiempo. Hendidura de un acontecimiento siempre en fuga.
Explica Masotta: “El Helicóptero, por su parte, también res-
pondía a un fin estratégico: robarle a la mitad de la audiencia la

277
inconformidad

visión directa del helicóptero para hacérsela recuperar únicamen-


te por el relato oral de quienes lo habían visto”.

Al final, todos se reúnen: unos estuvieron en el sitio en el


que otros no estuvieron. Asisten a la narración oral de una
ausencia: cada uno cuenta a otro lo que no pudo ver para que un
semejante, a su turno, le narre lo que no pudo presenciar. Masotta
explica así esa circunstancia: “construir, por la reciprocidad de
los relatos, la historia del grupo, es decir, su memoria unitaria, y
en consecuencia al grupo mismo, como unidad social”.

Contar a otro algo que no pudo ver. La unidad imposible


como contrato de miradas. Explica Masotta: “El Helicóptero
invertía la idea de simultaneidad como desorden: al proponer dos
situaciones simultáneas en el tiempo pero aisladas y separadas
en el espacio, mostraba la simultaneidad como constituyendo la
base de la comunicación y del lenguaje. La imagen de dos o más
acontecimientos produciéndose al mismo tiempo sólo arrastra
una estética del desorden y del bombardeo si esos acontecimien-
tos son producidos en un mismo recinto”.

La acción de Masotta dice sobre el poder productor de estruc-


turas, invisibles en la vida cotidiana, reveladas, ahora, por la
instalación (horarios, simultaneidad, distancias, llegada tarde
buscada). Sugiere que nunca se tiene relación directa con la
experiencia. La situación total (si algo así existiera) es una fic-
ción hecha de relatos innumerables. Habitamos narraciones
de circunstancias en las que no estuvimos, en las que nunca
estaremos, incluso habitamos el relato de circunstancias en
las que sí estuvimos. Puedo decir que estuve en un sitio cuan-
do mi estadía se vuelve relato requerido por otro.11

11. La experiencia El Helicóptero, recuerda ideas que Walter Benjamin expo-


ne en El narrador (1936). Dice, allí, que una narración vive cuando se tras-

278
11. universidad: claustros del conformismo

Sobrante: lo que derrama el decir.


Del manifiesto de Anaconda duerme en clase: Experiencia no es
traducción directa de una percepción original. La cosa recién vivida
se nos presenta ya narrada. El discurso de la experiencia se enhebra
entre algo dicho y algo que se dice. Pero ese relato que es la expe-
riencia de cada cual, siendo algo ya dicho no es simple redundancia
de lo ya hablado. Pensar no es sólo reflejar un hablado que sobra
(sobre hablado). Pensar es, también, hacer hablar a lo que sobra. Lo
que sobra no es, así, lo que está de más, sino ese más decir que nos
vuelve habitantes de una experiencia.

Lectura: soledad habitada por el pensamiento de otro.


El profesor distribuye adhesivos en todas partes (en apun-
tes que vende el Centro de Estudiantes, en la cartelera, en
paneles colgados en pasillos, en espejos de los baños, en
asientos del aula, junto a los avisos de prohibido fumar, en
bares de la zona, sobre las espaldas de algunos volunta-
rios). El anuncio indica el nombre de la materia, la frase:
“¡¡Las preguntas del parcial!!”, un número de teléfono. Los
que llaman se encuentran con esta grabación: “Usted se ha
comunicado con el contestador automático de nuestra materia.

mite de boca en boca. Sugiere que los relatos se nutren de la lejanía y de


la proximidad. La distancia y el vagabundeo son fuentes del saber. El que
vuelve de un viaje tiene cosas para contar. El viaje mismo se realiza en los
oídos del que no estuvo. La otra razón del relato es la cercanía. El saber
colectivo como memoria participada del testigo. El que no se ha ido nun-
ca cuenta historias, secretos y mentiras del lugar. Las figuras del narrador
están representadas por el navegante que recorre todos los mares y por el
labrador que echa raíces en la tierra en la que ha nacido. Benjamin piensa la
narrativa como oficio de labradores y navegantes. La potencia del que está
en viaje, del que está en tránsito, del que permanece extranjero y la potencia
del que hace residencia, su casa, en el sitio que le pertenece y no le pertene-
ce (porque ese territorio que habita es, ha sido y será también de otros). La
narración como conjugación de una memoria de lo próximo y una memoria
de lo lejano.

279
inconformidad

Si quiere conocer las preguntas del parcial, marque 1; si quiere


conocer las respuestas marque 2; si necesita hacer otra consulta,
hágalo en clase. Si marca 1: Las preguntas son: ¿un parcial es
una oportunidad de aprendizaje? ¿La lectura es una experiencia
de soledad habitada por pensamientos de otros? ¿A veces, acuden
a esa cita ideas, recuerdos, datos, saberes? ¿Preparar un parcial
es llamar a esa posibilidad? No se moleste en marcar la opción 2,
no pudimos grabar ninguna respuesta. Gracias”.

Espectador burlado: el que queriendo curiosear la vida aje-


na, se encuentra (a solas) en su intimidad.
Roberto Jacoby a mediados de los sesenta realiza una obra
en la que interviene un contestador. Reparte en baños, ba-
res, colectivos, estaciones, cartelitos con una foto suya, otra
de su novia, y un número de teléfono (que pertenece al
Instituto Di Tella). Como todavía no se conocen los actua-
les contestadores automáticos, junto con un amigo físico,
diseña un mecanismo con un grabador que hace funcio-
nar una cinta cada vez que suena el teléfono. La grabación
dice: “Usted ha visto un cartel con las fotos de un hombre, una
mujer, y un teléfono. Al llamar, ahora, ha desencadenado un cir-
cuito de comunicación. Este contacto no informa nada más que
esto. Luego de treinta segundos, usted volverá a quedarse solo,
consigo mismo”.

Uniformidad: política de eliminación masiva.


Otro fragmento del manifiesto de Anaconda duerme en cla-
se: “La burocratización de la enseñanza no sólo se realiza como
implantación de una cultura del trámite (inscripciones, control
de asistencia, cronograma académico, fechas a cumplir, papeles
que presentar). Burocratización como poder de las sentencias.

280
11. universidad: claustros del conformismo

Pasaje del lenguaje a un código, de pensamientos dispersantes a


fórmulas que reúnen. Burocratización como poder que gobierna
sobre lo uniforme. La uniformidad como política de eliminación
masiva”.

Pedestal: rectángulo de madera que sostiene una ilusión


caída.
La familia obrera es una obra que Oscar Bony presenta en
la muestra Experiencias Visuales ‘68 del Instituto Di Tella.
La instalación se compone con Luis Ricardo Rodríguez,
matricero, residente en Valentín Alsina, su mujer Elena
Quiroga y su hijo Máximo, sentados sobre un pedestal. Se
escuchan sonidos cotidianos del hogar grabados por el ar-
tista. En medio de la sala, comen, fuman, leen, conversan,
el chico hace los deberes. Exposición de un grupo humano.
Algunos, escandalizados, tratan de convencerlos de que
abandonen el instituto. Se lee sobre la plataforma: “Luis
Ricardo Rodríguez, matricero de profesión, percibe el doble de lo
que gana en su oficio, por permanecer en exhibición con su mujer
y su hijo durante la muestra”.

Gigante: ser inmenso.


Retrato de Freud es una pintura sobre chapa que Alfredo
Rodríguez Arias presenta en 1968 en Buenos Aires. Encar-
ga la obra a una persona que pinta carteles que anuncian
películas. La imagen es gigante.

Angustia: ausencia de amo.


El seminario El acto psicoanalítico se interrumpe en mayo de
1968. Lacan adhiere a la huelga del Sindicato de Enseñanza

281
inconformidad

Superior. Opina que la rebelión de los estudiantes franceses


interroga la relación entre deseo y saber. Sugiere consultar La
ciencia y la verdad, un texto que firma en diciembre de 1965.

En una reunión de su escuela, el 14 de mayo, alguien pre-


gunta a uno de los líderes de la revuelta: “¿Esperan algo
de los psicoanalistas?”, a lo que el otro responde: “¡Que nos
ayuden a tirar piedras!!!”. Lacan piensa que se trata, tam-
bién, de lanzar el objeto (a). Objeto que nunca se alcanza,
que impide concluir, que nos hace hablar.

Alguien informa que en Nanterre, lugar de inicio de la agi-


tación, los estudiantes abrazan ideas de Reich sobre las re-
laciones entre los sexos. Lacan lamenta que esas ilusiones
energéticas, a veces, se confundan con el psicoanálisis.12

Diecinueve meses después, ochocientas personas asisten


para escuchar a Lacan en el anfiteatro del centro experi-
mental universitario de Vincennes. Algunos estudiantes
interrumpen. Hay intervenciones agresivas. El hombre no
se resuelve en una ecuación. El psicoanalista es un policía. El
analizante se ocupa sólo de sí mismo. ¡Curas modernos! ¿El psi-
coanálisis es revolucionario? Mientras nosotros estamos aquí,
fueron detenidos 150 compañeros de Bellas Artes. Sus juegos de
palabras no dicen nada. ¡Abajo la universidad burguesa!

A Lacan le cuesta explicarse. Lleva años tratando de expre-


sar lo que un psicoanalista tiene para decir. El psicoanálisis

12. Nicolás Casullo (1998) recuerda que la rebelión se inicia en la Universi-


dad de Nanterre. “Reclamos de los estudiantes exigieron que no se dividiesen por
sexos los edificios dormitorios de las facultades, y cuestionaron el autoritarismo y la
vacuidad pedagógica. Fue en Nanterre donde surgió el Movimiento 22 de Marzo,
protagonista central de la historia, a partir de una asamblea que se realizó ese día y
en la cual los alumnos exigieron la liberación de algunos compañeros detenidos por
trifulcas anteriores”.

282
11. universidad: claustros del conformismo

no se transmite como cualquier otro saber. ¿Gobernar, educar,


analizar: profesiones imposibles? La subversión psicoanalítica
sitúa aquello contra lo que ustedes se rebelan. El discurso del
Amo, de la Universidad, de la Histérica, del Analista. Lógicas
de la incompletud. La verdad se dice a medias. La castración no
es chiste. No hay nada que sea todo. ¿Afásicos? Esclavos del ré-
gimen que combaten. El programa revolucionario aspira a un
Amo. Ese objeto sin el cual no hay angustia es el objeto (a).

Amansar: apaciguar una potencia.


El asalto a la conferencia de Jorge Romero Brest se realiza
en Rosario el 12 de julio de 1968. Mientras el público sigue
la charla, diez artistas interrumpen la exposición gritando
a coro: “Aquí estamos, Jorge Romero Brest!”. Tienen tareas
asignadas, uno saca al disertante de escena, algunos se
ubican frente al público, alguien se prepara para cortar la
luz, otro lee la proclama, por momentos recitan a coro. Co-
mienza uno de los artistas: “Señoras y señores, les comunica-
mos que esto es un asalto a la conferencia de Romero Brest, y que
en el lugar de él, vamos a hablar nosotros, aunque por muy poco
tiempo, porque consideramos que las palabras no constituyen un
testimonio perdurable y pueden ser fácilmente tergiversadas, en
cambio lo que queremos que recuerden es el acto en sí, esta peque-
ña violencia que hemos perpetrado al imponerles a Uds. nuestra
presencia. Y estamos aquí porque Uds. han venido a escuchar
hablar de arte de vanguardia y de estética, y el arte de vanguar-
dia y la estética es lo que nosotros hacemos. Estamos aquí porque
Uds. evitan encontrarse directamente con nuestras obras de arte,
como si tuvieran miedo de que trastornen vuestras vidas, y sin
embargo vienen aquí a que se les hable de ellas, a consumir el
residuo amansado y digerible. Estamos aquí, además, porque la
institución que de por sí es Romero Brest, más la institución de

283
inconformidad

la ‘conferencia’ dentro de las paredes de esta ‘institución’, más


Uds. conjugados, representan perfectamente el mecanismo de la
burguesía, que absorbe, tergiversa y aborta toda obra de creación.
Para oponerse a ello, para demostrar nuestra actitud de indepen-
dencia y libertad frente a ese mecanismo que pretende transfor-
mar el arte ‘en ovejitas de sacrificio’, es que aquí les ofrecemos a
Uds. y a Vuestras Conciencias, este acto, este simulacro de aten-
tado, como una Obra de Arte Colectiva, y también los principios
de una nueva estética. (Corte de luz; en la oscuridad, siguen
a coro). Creemos que el arte no es una actividad pacífica ni de
decoración de la vida burguesa de nadie. Creemos que el arte sig-
nifica un compromiso activo con la realidad, activo porque aspira
a transformar esta sociedad de clases en una mejor. Por lo tanto,
debe inquietar, constantemente, las estructuras de la cultura ofi-
cial. En consecuencia declaramos que la vida del ‘Che’ Guevara
y la acción de los estudiantes franceses son obras de arte mayores
que la mayoría de las paparruchadas colgadas en los miles de
museos del mundo. Aspiramos a transformar cada pedazo de la
realidad en un objeto artístico que se vuelva sobre la conciencia
del mundo revelando las contradicciones íntimas de esta socie-
dad de clases. Mueran todas las instituciones, viva el arte de la
Revolución!!”. Terminan, abandonan la sala. Vuelve la luz.

Al retomar, Romero Brest, casi sin inmutarse, dice con


calma: “Yo vine a hablar de la vanguardia. Bueno, esto es la
vanguardia”.13

Inmutarse: dejarse afectar por lo que está pasando.


El profesor se ubica detrás del escritorio, de espaldas a la
pizarra. Ordena papeles, libros, lentes de leer. Seis cóm-

13. Al día siguiente, el grupo devuelve a Romero Brest los fondos que el Ins-
tituto Di Tella había destinado para auspiciar un ciclo organizado ese año.

284
11. universidad: claustros del conformismo

plices se distribuyen en distintos lugares del aula sin lla-


mar la atención. Comienza la clase como siempre. Al rato,
los secuaces hacen la primera interrupción. Se ponen de
pie. Las intervenciones son breves. Hablan todos al mismo
tiempo. Las voces se superponen. Los datos se mezclan.
Dicen algo audible e inescuchable a la vez. Cuando ter-
minan, se sientan en silencio, como si no hubiera pasado
nada. Al rato repiten la acción. Irrumpen cuatro veces en
total. Cada uno repite lo suyo: “Mientras nosotros estamos
aquí, en el mundo, 25000 personas mueren de hambre cada día”.
“Mientras nosotros estamos aquí, 19 millones de argentinos es-
tán bajo la línea de pobreza”. “Mientras nosotros estamos aquí,
en el mundo, 2400 millones de seres humanos no tienen acceso
a sistemas sanitarios básicos”. “Mientras nosotros estamos aquí,
en nuestro país, el 15% de jóvenes entre 15 y 24 años no estudia
ni trabaja”. “Mientras nosotros estamos aquí, en el mundo, 325
millones de niños no están escolarizados”. “Nuestro país produ-
ce 3 pobres por hora”.

Tras cada interferencia, el profesor retoma lo que estaba


diciendo sin inmutarse. ¿Alguna pregunta?

Estetizar: despojar a una obra de su peligro, su urgencia,


su dolor.
Tucumán Arde es una muestra colectiva que denuncia, en
1968, el hambre, la pobreza, la desocupación, de una provin-
cia argentina. Una obra de arte de vanguardia que toma, ocu-
pa, contamina, el edificio de la central obrera de Rosario.14

14. Se inaugura el 3 de noviembre de 1968 en el local de la CGT de los Ar-


gentinos regional Rosario. Y se prolonga durante quince días, una semana
más de lo programado. Trasladada, luego, a la sede de Buenos Aires es clau-
surada enseguida.

285
inconformidad

Objeta la complicidad estetizante de las instituciones ofi-


ciales con un sistema social injusto, violento, criminal. El
mito individualista de la inspiración, del genio, del talento
personal. La obra como belleza complaciente. La pasivi-
dad como conformidad del espectador.

Tucumán Arde piensa la acción estética como potencia po-


lítica transformadora. La creación como producción colec-
tiva. El pensamiento como máquina que conjuga artistas,
intelectuales, técnicos, trabajadores. Subversión de saberes
que se unen para violentar lo instituido, estallar lo acallado,
liberar las conciencias. Una denuncia que sobreinforma.
La redundancia, la saturación, la proliferación de hechos
como combate estético, teórico, político, contra los medios
de comunicación manipulados por las clases dominantes.
Contra las mentiras sobre recuperación económica de la
provincia. Contra los deshechos que se ocultan tras el cie-
rre de los ingenios azucareros, la destrucción sindical, la
represión violenta a trabajadores.

La obra tiene diferentes momentos. Estudio, recopilación


de material documental sobre la realidad tucumana, via-
jes de reconocimiento, contacto con artistas, intelectuales,
trabajadores de la provincia. Encuestas, entrevistas, repor-
tajes, fotografías, grabaciones, filmaciones.

La muestra es el trabajo de un colectivo de investigación.


Una envoltura político existencial que incluye una cam-
paña publicitaria; pintadas callejeras; volanteadas en la
ciudad; diseño de afiches; publicación de documentos bi-
bliográficos; cuadros estadísticos sobre mortalidad infantil,
desnutrición, desempleo; carteles al estilo político urgido,
instantáneo, descuidado; proyección de diapositivas y
documentales; bandas sonoras con voces de pobladores;

286
11. universidad: claustros del conformismo

datos presentados en diferentes soportes plásticos; paneles


fotográficos; cartas escritas por padres a maestras tucuma-
nas; intervenciones gráficas sobre recortes periodísticos;
itinerarios activos del espectador entre cajas de alimentos
para la provincia; sacudidas del espacio (cada treinta mi-
nutos se apagan las luces para recordar la muerte de un
niño tucumano).

Cierta atmósfera de Tucumán Arde se recrea en los edificios


de nuestras facultades. A veces, el espacio se satura. Algo
que no tiene lugar trata de decirse. Todo se llena de carte-
les hechos a mano. Restos de una idea “sin los relámpagos de
ese instante de peligro”.

Banalidad: orgullo del lugar común.


Otro fragmento del manifiesto de Anaconda: “El ideal del
teórico comprensible: A veces lo comprensible coincide con lo
previsible: aquello que se ha escuchado cientos de veces. Con el
tiempo, la previsibilidad deviene banalidad”.

Anonimato: (1) poder secreto, (2) potencia todavía no cap-


turada.
Voces intelectuales se hacen oír fuera de las universidades.
Aparecen tres volúmenes entre 1973 y 1977 de la revista Li-
teral. Un colectivo que trama la intriga ensayística entre li-
teratura y psicoanálisis. Jóvenes ostensibles en el anonima-
to. La omisión del nombre propio en Literal hace conexión
con la revista Scilicet que Lacan dirige en París. La falta de
nombre como incomodidad, inquietud, equívoco.

Transcribo dos de los ocho puntos del afiche de presentación


que irrumpe en las paredes de la ciudad de Buenos Aires el

287
inconformidad

27 de octubre de 1973: “2. Porque no basta escribir para saber


qué significan las palabras, el texto se define en una ambigüedad
que es condición de su legitimidad: si todo estuviese dicho en la
superficie de cada palabra, no habría nada que leer en la relación
que hay entre ellas. 3. Porque la literatura se hace con palabras de
una historia, de una lengua determinada, borra a su autor y se abre
a una pluralidad indefinida. Cuando la literatura se realiza, ya no
es de nadie: pertenece a todos y a la tradición”.

Desterrado: expulsado de sí.


A la manera de un pasacalles, Anaconda duerme en clase coloca
un pasaclases que dice: “Desterrados, del deseo intelectual”.

Pliegue: arruga en la que descansa el infinito.


Un suave ruido de máquinas se escucha en las aulas. La
actual sede de Hipólito Yrigoyen de la Facultad de Psicolo-
gía era una fábrica de camisas. “Perfecta Lew, la personalidad
dominante” decía una publicidad de los años sesenta. Una
prenda de vestir para la parte superior del cuerpo, más o
menos ceñida al torso, abrochada por delante, que no ha-
cía falta planchar. Una tela cortada según moldes precisos.
Sin arrugas, dobleces ni pliegues.

Silencio: (1) instante en el que se detiene el tiempo, (2) en-


voltura del vacío.
La obra de Beckett instala una pedagogía del silencio. Un
teatro que comunica nada.

Eduardo Pavlovsky presenta, entre nosotros, algo de ese


vértigo que se desencadena tras el imperio perdido del yo.

288
11. universidad: claustros del conformismo

En su obra Voces (1989), relata en boca del personaje es-


tados casi sin representación. Especies del vacío, acciones
desaferradas de referencias. Dice el actor mientras reali-
za todos los movimientos que va mencionando mientras
habla: “Mirando al frente. Tal vez de perfil. Ahora me miro la
mano. Giro la cabeza hacia la derecha, ahora hacia la izquier-
da, puedo mirar otra vez al frente. Pausa. No. Tengo que hacer
algo, golpeo el nudillo sobre la rodilla izquierda. Me levanto. Me
siento. Me rasco la nariz. Trato de que cada gesto tenga sentido,
quiero decir que adquiera una dimensión de espontaneidad. No
quiero huecos. Miro hacia adelante, hacia atrás bruscamente. Me
satisface mirar un punto fijo. Me sostiene. Lustrada de zapatos
en el pantalón. Necesito más actos. Un buen masaje en el cue-
llo, rotación de cabeza. Todo como si fuera normal. El tiempo
se detuvo. Un bostezo, otro bostezo, una pequeña sonrisa, una
peinadita, rascada de frente, golpecito de talón en el piso. Silbada.
Soplido. Voy al baño. No tengo ganas. Vuelvo. Me siento bien.
Hay que aprender a sentirse bien. Miro al techo. ¡Cuánto falta
por Dios! Me lustro otra vez el zapato derecho. Hago que pienso
algo concreto que me preocupa. Hago gestos de descubrir algo.
Pongo cara de pícaro. Imagino que recuerdo una aventura amo-
rosa. Imagino los lugares. Me distraigo un rato. Vuelvo al vacío.
¡No!! ¿Cuánto falta?”.

Currículum: (1) colección de honores y méritos, (2) acumu-


lación de distinciones y rarezas.
El profesor se ubica de espaldas a la pizarra. Ordena pape-
les, libros, lentes de leer. Cuando transcurre la mitad de la
clase, un grupo forma una hilera frente al escritorio. Cada
uno lleva en su mano un currículum. Al rato, llega una per-
sona que exhibe un cartel en el que se lee: “No hay más va-
cantes”. Sin ningún comentario, en el más estricto orden, los

289
inconformidad

de la cola vuelven a su lugar. Los primeros en advertir la


situación se sobresaltan: murmullos, risas, sorpresa. El pro-
fesor mira en dirección del escritorio. Retoma lo que estaba
diciendo. ¿Alguna pregunta?

Abrazo mortal: (1) el de la boa que mata por constricción,


(2) el del amor que contiene oprimiendo.
Una pancarta del colectivo dice: Otro relato “El regreso de
Anaconda” es de 1926. Anaconda, que acaba de cumplir trein-
ta años, medita la reconquista del río. Escribe Horacio Quiroga:
“No había en su vasto campo de caza, tigre o ciervo capaz de
sobrellevar con aliento un abrazo suyo”.

Descoser el sentido común: (1) desprender representacio-


nes automatizadas, (2) volver a soltar los hilos.
El Grupo Costuras Urbanas realiza en 1997 una interven-
ción callejera que se llama Privatizado: cada uno lleva pe-
gada en la espalda una de las once letras que forman la
palabra p-r-i-v-a-t-i-z-a-d-o. Vestidos de negro, resaltan las
letras blancas. Un aviso visible, contundente, que denun-
cia la venta de espacios públicos.

Con esa idea, para intervenir sobre el imaginario de la discri-


minación, doce estudiantes de terapia ocupacional forman de-
lante del edificio de Yrigoyen la palabra d-i-s-c-a-p-a-c-i-d-a-d.
Alternan la formación de los términos: discapacidad, capacidad,
disca.

Encomienda: paquete que se manda por correo.


Después del 19 y 20 de diciembre de 2001 muchos estu-
diantes deciden abandonar el país. Algunos creen que esos

290
11. universidad: claustros del conformismo

acontecimientos sacuden la liviandad, anestesia, indiferencia


profesionalista que domina la facultad.

En esos días, Rocío Pérez Armendáriz presenta en una de


nuestras sedes La encomienda perfecta. La instalación tiene
dos momentos: se realiza una encuesta entre estudiantes:
“Si usted se fuera a vivir a otro país ¿qué cosas le gustaría recibir
en una encomienda desde Argentina?”; luego, con los datos
obtenidos, expone una caja que contiene los elementos de
la encomienda ideal (un paquete de yerba, un frasco de dulce
de leche, un mantecol, un alfajor, una lata de dulce de batata,
casettes, diarios, fotos de familiares y amigos, cartas).15

Palabra partida de deseo: (1) palabra enamorada del de-


seo, (2) lugar del que parte el deseo, (3) vocablo en el que
el deseo se juega.
El decálogo de Anaconda duerme en clase se llama Palabra
partida de deseo. Primero: “Avanzaba tanteando la seguridad del
terreno con la lengua, que en los ofidios reemplaza perfectamente
a los dedos”. (Horacio Quiroga.).
Segundo: La clase es experiencia de vacilación: deseo de escuchar
lo que no se sabe en lo que se cree saber.
Tercero: Estar analizante, declinación de la memoria repetidora.
Cuarto: La clase no como conciencia que instruye, controla, ve-
rifica, que se diga lo que hay que decir; sino como experiencia
de tanteo de lo que se dice en lo dicho, de lo incierto en lo cierto,
lo inexplorado en lo explorado, de lo inconcluso en lo que se ha
concluido miles de veces.

15. La encomienda perfecta (caja, objetos de consumo, encuestas) se expone en


la muestra Ansias y Devoción. Imágenes del Presente que organiza en febrero
de 2003 la Fundación Proa.

291
inconformidad

Quinto: La clase es incompletud discursiva. Desarreglo, incomo-


didad, insuficiencia.
Sexto: Una pedagogía suficientemente buena (broma winnicottia-
na), que allí donde se alucina a otro con deseo de escuchar pueda
encontrarse a alguien dispuesto a oír.
Séptimo: Estar en clase: alojar multitudes ausentes.
Octavo: El pensamiento colectivo es infrecuente.
Noveno: El alumno que se levanta y se va... da qué pensar.
Décimo: El habla analítica en clase, se lleva mal con programas
oficiales, con cronogramas lectivos, con evaluaciones de control.

Misiva de la discordia: carta que manifiesta discrepancia


con el profesor.
El que se ubica detrás del escritorio, de espaldas a la piza-
rra, recibe una carta: Profesor: Me dirijo a Ud. para expresar
mi desacuerdo con la “clase” que intenta dar sobre la Materia
los días miércoles de 21:30 a 23 en la sede H. Yrigoyen 3242.
Me parece pésima la forma que tiene de dar el teórico, sin cues-
tionar sus conocimientos. Su clase no deja ningún aprendizaje
sobre los textos que debemos estudiar ni está conducida por un
fin específico. Los temas a los que le da relevancia son, en su ma-
yoría, asuntos que tienen que ver con los amoríos del Quijote de
la Mancha o sobre la pasión de la señorita Emma Zunz de Borges
comparada con la de la joven Dora de Freud. No digo que Ud. se
limite sólo a los textos obligatorios, pero sí que, de vez en cuando,
traiga alguno a colación. Creo que pudo notar que a las 22 el aula
está casi vacía. Producto de la huida de los alumnos que vienen
cansados de trabajar. Estudiantes que solicitan tener una Clase
Teórica. Anotar, al menos, tres renglones de cosas que les van
a tomar en el examen. No esperan una amena charla de café o
escuchar una, admito, muy interesante reflexión. Usted dirá que
abandonar la clase, cosa que yo no hago, es una falta de respeto.

292
11. universidad: claustros del conformismo

Le digo que sus clases son una falta de respeto. Es una pena tener
que utilizar este medio para que sepa qué piensan sus alumnos,
pero el miedo existe. Saluda a Ud. atentamente, una alumna.

Ranking: clasificación que sufren los débiles.


Estudiosos chinos del Instituto de Educación Superior de
la Universidad Juao Tong de Shangai, que confeccionan en
los últimos dos años un ranking con las consideradas las
500 mejores casas de altos estudios del planeta, ubican a la
Universidad de Buenos Aires en el lugar 301. Tercer me-
jor puesto en América Latina después de la Universidad
Nacional Autónoma de México y la Universidad de San
Pablo.

Uno de los criterios para armar el ranking es la cantidad


de profesionales que obtuvieron el premio Nobel de Físi-
ca, Química, Medicina o Economía entre 1911 y 2002, o los
profesores que tienen artículos publicados en las revistas
Science y Nature, o los investigadores citados en índices es-
pecializados como Science Citation Index.

El relevamiento abarcó a 2000 universidades del mundo.


Entre las 50 más recomendadas, figuran 35 norteamerica-
nas. Harvard está en primer lugar seguida por Stanford
Caltech (Instituto Tecnológico de California) y Berke-
ley. Entre las inglesas, Cambridge está en quinto lugar y
Oxford en noveno. 16

16. Ver sitio en internet: http://ed.sjtu.edu.cn/ranking.htm.

293
inconformidad

Sueltan el veneno: (1) cuando se sienten amenazados, (2)


ante movimientos bruscos y molestos, (3) por las dudas.
Anaconda duerme en clase difunde una nota dirigida al pro-
fesor que se ubica detrás del escritorio: Sus acciones, para
arrancar emociones a los alumnos, en el mejor de los casos, pare-
cen actos circenses. El ideal de movilizar al espectador en su silla
termina en una mera compulsión al compromiso, en un abuso
de la participación. Si el alumno no quiere involucrarse, ¿qué
derecho tiene usted a violentarlo? Su pretendida irreverencia
anti-académica, su excentricidad pedagógica, su supuesto es-
tar analizante, disuelven los contenidos de la clase. La mayoría
termina confundida con sus payasadas. A la pasión intelectual
no se obliga. Se conocen sueros contra el veneno de las víboras.
Llamamos inconformidad al último respiro antes del estrangula-
miento de todas las formas.

Bosque: (1) lugar de los sueños, (2) sitio del peligro.


El Bosque de los Sueños Perdidos es una convocatoria del
Grupo Escombros (artistas de lo que queda). La experiencia se
realiza el 31 de agosto de 2002 entre las 13:30 y las 18 horas.
Cuelgan en los árboles del Paseo del Bosque de La Plata,
500 círculos y rectángulos de cartón pintados de blanco. El
que quiere puede anotar su sueño. Se ofrecen materiales
para escribir o dibujar. Participan mil personas: chicos y
chicas con sus escuelas, padres y maestros, estudiantes de
diferentes facultades, otros habitantes de la ciudad.17

17. Grupo Escombros. Artistas de lo que queda. (escombros@puppo.com). Mu-


chos son los colectivos políticos de artistas que realizaron intervenciones en los
últimos años en nuestro país. Menciono algunas expresiones más, sólo para
dar una idea del movimiento: El Siluetazo; Grupo Etcétera; GAC (Grupo de
Arte Callejero); Proyecto Filoctetes (intervención urbana coordinada por Emilio
García Wehbi); Rostros (obra interactiva de Leandro Núñez); Fundación ph15.

294
11. universidad: claustros del conformismo

Sentido común: crueldad amparada en ideas que conside-


ra evidentes.
La encuesta es un instrumento valioso para la investigación
en psicología. “¿Es usted heterosexual? ¿Cómo se dio cuenta?
¿Cuál cree que es la causa? (¿Elección? ¿Motivos genéticos? ¿Psi-
cológicos? ¿Económicos? Otros). ¿Cree que tiene cura? ¿Qué haría
si su hija le dice que es heterosexual? (La echaría de su casa. Le haría
un mapeo cerebral. La rebautizaría). ¿Aceptaría que la maestra de
su hija fuera heterosexual? ¿Qué opina sobre que los heterosexuales
adopten? ¿Su familia sabe que usted es heterosexual? ¿Lo saben en
el trabajo? ¿Teme que lo despidan?”. En el otoño del 2003, con
este cuestionario, el colectivo Mujeres Públicas interviene en
las calles del centro de la ciudad de Buenos Aires.18

Dar la palabra: conceder el uso de ella en un debate.


Otra pancarta de Anaconda: “La escuela de Barbiana enseña a
los chicos que los fascistas mandan porque manejan 5000 pala-
bras, mientras los pobres obedecen porque sólo conocen 300”.19

Caza de brujas: persecución.


La salamanca es una escuela de brujas. Un nombre difundi-
do en el noroeste argentino y extendido por toda América
Latina. La universidad del demonio funciona en cuevas y
grutas, a orillas de los ríos, en sitios retirados de centros
poblados. Estos antros de estudios prohibidos se nutren
de leyendas de la Europa Medieval que llegan a través de
conquistadores españoles y portugueses, transformadas
por los antiguos del lugar.

18. Suplemento LAS12. 12.3.04. Año 6. N. 309.


19. La escuela de Barbiana es un emblema del movimiento estudiantil italiano
de los años sesenta.

295
inconformidad

En la salamanca la enseñanza de las artes, ciencias, poderes


ocultos, se combinan con exuberantes orgías sexuales. Las
que más acceden a estas escuelas del diablo son mujeres.

No hay una voz equivalente a salamanca en lengua que-


chua. El término mismo es una gruta. Esconde la creencia
de que la antigua Universidad de Salamanca (antes de ser
fundada por el rey Alfonso IX de León en las primeras dé-
cadas del 1200) fue centro de enseñanzas de artes ocultas,
junto con el carácter mágico atribuido a la salamandra.

De los relatos que circulan en territorio argentino sobre es-


cuelas de brujas, presento este sucedido.

La historia es del noroeste. El matrimonio vive apartado, el


hombre trabaja de noche en un ingenio del azúcar, vuelve
al amanecer. La mujer no sale de su casa, no se relaciona
con nadie en el pueblo. Un curioso vigila durante meses a
la muchacha. La puerta siempre cerrada. Nunca enciende
luces. Una ventana pequeña a la altura del techo, rara e
infrecuente en los ranchos, abierta siempre, en invierno y
verano. Un sábado –en el que todo está tranquilo, quieto,
oscuro– la cabeza de la mujer sale volando por la ventani-
ta. Se detiene unos segundos sostenida por la copa de los
árboles y parte enseguida, hacia el cañaveral, rumbo a la
Salamanca. Semanas después, el intruso cuenta los hechos
al marido. El muchacho se va un sábado, como de costum-
bre, a trabajar, pero al volver antes de lo esperado encuen-
tra el cuerpo de la mujer sin cabeza desnudo en la cama.
No hay rastros de sangre. Al rato, se escuchan golpes en
la ventanita que él mismo había cerrado: es la cabeza que
clama afuera. Por fin, tras ruegos y amenazas abre la ven-
tana, entonces: “la cabeza entra y se clava, como una pedrada,
en su sitio”.

296
11. universidad: claustros del conformismo

“Di tu palabra y rómpete”: Anaconda duerme en clase es-


cribe un texto de disolución: “Fingimos una identidad anfi-
bia para desprendernos del pronombre yo y de la superunidad
del nosotros. Tal vez sólo dormimos para soñar este enunciado:
‘Inconformidad, respiro que acontece en el instante en que las
formas se ahogan’. Suerte”.

297
Esta primera edición de inconformidad arte política psicoanálisis
se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2011 en Gráfica
M.P.S., Santiago del Estero 328/38, Lanús, Buenos Aires,
Argentina

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