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metabolismo universal de
la naturaleza
Bellamy Foster, John
El redescubrimiento durante la última década y media de la teoría de la
fractura metabólica en Marx ha llevado a muchos izquierdistas a pensar que
esta teoría brinda una potente crítica de la relación entre la naturaleza y la
sociedad capitalista contemporánea. El resultado ha sido el desarrollo de una
perspectiva mundial ecológica más unificada, trascendiendo las divisiones
entre la ciencia natural y la ciencia social, que nos permite percibir las formas
concretas en las que las contradicciones de la acumulación del capital están
Revista Herramienta
generando crisis y catástrofes ecológicas. N° 62 -Índice-
Sin embargo, esta recuperación de la discusión ecológica marxiana ha dado
lugar a más preguntas y críticas. Su análisis del metabolismo de la naturaleza
y la sociedad, ¿cómo se relaciona con la cuestión de la “dialéctica de la REVISTA WEB
naturaleza”, tradicionalmente considerada una línea de falla en la teoría
marxista? ¿La teoría de la fractura metabólica viola la lógica dialéctica, y cae
presa en un dualismo cartesiano simplista, como han acusado recientemente
varios críticos de izquierda?[i] ¿Es realmente concebible, como han
preguntado otros, que Marx, escribiendo en el siglo XIX, pudiera haber
proporcionado ideas ecológicas que son importantes para nosotros hoy para
comprender la relación humana con los ecosistemas y la complejidad
ecológica? ¿No es más razonable que sus reflexiones en el siglo XIX sobre el
metabolismo de la naturaleza y la sociedad hayan quedado “anticuadas” en Herramienta Web 30
nuestra era tecnológica y científicamente más desarrollada?[ii]
En lo que sigue trataremos de responder resumidamente cada una de estas
preguntas. En ese proceso también haremos hincapié en lo que consideramos ACTIVIDADES
que es la importancia crucial del materialismo ecológico de Marx para
ayudarnos a comprender la Gran Fractura que está emergiendo en el sistema
terráqueo, y la necesidad resultante de una transformación de época,
extremadamente importante, en el metabolismo naturaleza-sociedad.
La dialéctica de la naturaleza
El estatus problemático de la dialéctica de la naturaleza en la teoría marxiana
tiene su fuente clásica en la famosa nota al pie de Georg Lukács en Historia y
Deuda externa: Charla
consciencia de clase, en el que afirmaba con respecto a la dialéctica: con Mariano Féliz
Esta limitación del método a la realidad histórico-social es muy importante.
Los equívocos dimanantes de la exposición engelsiana de la dialéctica se
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De acuerdo a esta concepción, Engels se había equivocado en su Dialéctica Ecología y medio ambiente
de la naturaleza, al tratar de aplicar la lógica dialéctica a la naturaleza
Economía Entrevistas
directamente, así como también los científicos y teóricos marxistas que
adoptaron la misma posición.[v] Epistemología Estados Unidos
Resultaría difícil exagerar la importancia de esta crítica para el marxismo Europa Filosofía
occidental, que la consideraba como uno de los elementos claves que
Globalización - Internacional
separaban a Marx de Engels y al marxismo occidental del marxismo de la
Segunda y Tercera Internacionales. Preludió el alejamiento del interés directo Historia Homenajes
por cuestiones de naturaleza material y la ciencia natural que hasta entonces Movimientos sociales Opinión
había caracterizado a gran parte del pensamiento marxiano. Como observó
Oriente medio Reseñas de libros
Lucio Colletti en El marxismo y Hegel, una vasta literatura “ha estado siempre
de acuerdo” en que las diferencias sobre el materialismo/realismo filosófico Socialismo Violencia Institucional
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británico, observando que “si no logramos que el agricultor tome una mejor
consciencia de las condiciones bajo las cuales produce, y no le damos los
medios necesarios para el aumento de su producción, las guerras, la
emigración, las hambrunas y las epidemias, necesariamente crearán las
condiciones de un nuevo equilibrio que socavará el bienestar de todos y
finalmente conducirá a la ruina de la agricultura.”[xvi]
Marx estaba profundamente preocupado por las tendencias a la crisis
ecológica, relacionadas con el agotamiento del suelo. En 1866, un año antes
de la publicación del primer tomo de El capital, escribió a Engels que al
desarrollar la crítica de la renta de la tierra en el Tomo III, “he tenido que
trabajarme la nueva química agrícola que se está haciendo en Alemania, en
particular Liebig y Schönbein, que tiene más importancia para esta cuestión
que todos los economistas juntos.”[xvii] Marx, que había estado estudiando la
obra de Liebig desde la década de 1850, estaba impresionado por la
introducción crítica a la edición de 1862 de su Química orgánica, integrándola
con su propia crítica de la economía política.
Desde los Grundrisse en 1857-1858, había puesto al concepto de metabolismo
(Stoffwechsel), que había sido desarrollado primero en la década de 1830 por
científicos que participaban en los nuevos descubrimientos de la biología y la
fisiología celulares y luego los aplicaban a la química (especialmente por
Liebig), y la física, en un lugar central en su explicación de la interacción
entre la naturaleza y la sociedad a través de la producción. Definió al proceso
de trabajo como la relación metabólica entre la humanidad y la naturaleza.
Para los seres humanos este metabolismo necesariamente tomó una forma
mediada socialmente, abarcando las condiciones orgánicas comunes a toda
vida, pero también tomando un carácter claramente humano-histórico a
través de la producción.[xviii]
Basándose en este marco, Marx destacó en El capital que el rompimiento del
ciclo de la tierra en la agricultura capitalista industrializada constituía nada
menos que “una fractura” en la relación metabólica entre los seres humanos y
la naturaleza:
Con la preponderancia incesantemente creciente de la población urbana,
acumulada en grandes centros por la producción capitalista, ésta por una
parte acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad, y por otra perturba el
metabolismo entre el hombre y la tierra, esto es, el retorno al suelo de
aquellos elementos constitutivos del mismo que han sido consumidos por el
hombre bajo la forma de alimentos y vestimenta, retorno que es condición
natural eterna de la fertilidad permanente del suelo. (…) Pero a la vez,
mediante la destrucción de las circunstancias de ese metabolismo, (…) obliga
a reconstituirlo sistemáticamente como ley reguladora de la producción
social y bajo una forma adecuada al desarrollo pleno del hombre.(…) Todo
progreso de la agricultura capitalista no es sólo un progreso en el arte de
esquilmar al obrero, sino a la vez en el arte de esquilmar el suelo; todo avance
en el acrecentamiento de la fertilidad de éste durante un lapso dado, un
avance en el agotamiento de las fuentes duraderas de esa fertilidad. (…) La
producción capitalista, por consiguiente no desarrolla la técnica y la técnica y
la combinación del proceso social de producción sino socavando, al mismo
tiempo, los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador.[xix]
Citando a Liebig, Marx destacó el carácter global de esta fractura en el
metabolismo entre la naturaleza y la sociedad, argumentando, por ejemplo,
que “desde hace siglo y medio Inglaterra exporta indirectamente el suelo de
Irlanda sin otorgar a sus cultivadores ni siquiera los medios para reemplazar
los componentes de aquel.”[xx] E incorporó a su análisis un llamado a la
sustentabilidad, es decir, la preservación de “toda la gama de condiciones
permanentes de la vida que exige la cadena de las generaciones humanas.” En
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enfrentan la flora y la fauna, como resultado del calentamiento global, con las
isotermas desplazándose hacia los polos más rápidamente que las especies.
[xxxii] Otro ejemplo de esta profunda preocupación por las ciencias naturales
es el interés de Marx en las conferencias de John Tyndall en la Royal
Institution sobre los experimentos que estaba llevando a cabo sobre la
interrelación de la radiación solar y diversos gases en la determinación del
clima de la Tierra. Era muy posible que Marx, que asistió a algunas de esas
conferencias, haya estado presente cuando Tyndall presentó la primera
explicación empírica del efecto invernadero que influía sobre el clima.[xxxiii]
Semejante concentración en las condiciones naturales por parte de Marx
evidencia que había tomado muy seriamente la cuestión del metabolismo
universal de la naturaleza y de la más específica interacción socio-metabólica
de la sociedad y la naturaleza en la producción. El futuro de la humanidad y la
vida en general dependía, como claramente lo reconoció, de la
sustentabilidad de estas relaciones en relación con “la cadena de las
generaciones humanas.”[xxxiv]
La fractura en el metabolismo de la Tierra
Todo esto nos deja con la tercera objeción a la teoría de la citada fractura en
Marx, la que considera anticuada a dicha teoría, sin ninguna utilidad directa
para analizar nuestra actual ecología mundial, dado que hoy hay condiciones
y análisis más desarrollados. De este modo, la crítica a la fractura metabólica
es que “describir fracturas en trayectorias y procesos naturales, es una forma
anticuada, a no ser que se la siga desarrollando para abordar ecosistemas y
ciclos naturales dinámicos, y tener en cuenta el proceso de trabajo.[xxxv]
Esa síntesis dialéctica, sin embargo, fue un punto fuerte de la teoría de la
fractura metabólica en Marx desde el principio, que estaba explícitamente
basada en una comprensión del proceso de trabajo como el intercambio
metabólico entre los seres humanos y la naturaleza, y apuntaba así a la
importancia de la sociedad humana en relación a los ciclos bio-geo-químicos,
y a los intercambios de materia y energía en general.[xxxvi] El concepto de
ecosistema mismo tuvo su origen en este enfoque dialéctico-sistemático, en
el que el amigo de Marx, E. Ray Lankester, el destacado biólogo darwiniano
en Inglaterra en la generación posterior a Darwin y un admirador de El
capital, iba a jugar un papel importante. Lankester introdujo primero la
palabra “aecología” en inglés en 1873, en la traducción que supervisó de
History of Creation, de Ernst Haeckel. Luego desarrollo un complejo análisis
ecológico, comenzando en la década de 1880, bajo su propio concepto de
“bionomics”, un término considerado como sinónimo de ecología. Fue un
discípulo suyo, Arthur Tansley, quien, influenciado por los estudios
bionómicos de su maestro (y por la temprana teoría de los sistemas del
matemático marxista británico Hyman Levy), iba a presentar el concepto del
ecosistema como una explicación materialista de las relaciones ecológicas en
1935.[xxxvii]
En el siglo XX el concepto de metabolismo se iba a convertir en la base de la
ecología de sistemas, particularmente en la obra transcendental de Eugene y
Howard Odum. Fue Howard Odum, como explica Frank Golley en su libro A
History of the Ecosystem Concept in Ecology, quien “fundó un método de
estudiar la dinámica de [eco] sistemas midiendo (…) la diferencia de insumo y
producto, bajo condiciones de equilibrio estacionario,” para determinar “el
metabolismo de todo el sistema.” Basado en la obra fundacional de los
hermanos Odum, ahora se usa el metabolismo para referirse a todos los
niveles biológicos, comenzando con la célula individual y terminando con el
ecosistema (y más allá de eso el sistema terrestre). En sus posteriores
intentos de incorporar a la sociedad humana en esta amplia teoría de
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del siglo XIX” agregó, “fueron Marx y Engels quienes aplicaron el término
‘metabolismo’ a la sociedad.”[xlvi]
En las ciencias sociales cada vez se comprende más a la crisis ecológica
global, en materia de la industrialización, como la relación humana-
metabólica con la naturaleza, a expensas de los ecosistemas del mundo, que
socava las propias bases de la sociedad. Los economistas ecológicos críticos
han utilizado el concepto marxiano del “metabolismo social (también se lo
denomina en ocasiones “metabolismo socio-ecológico”) para seguir toda la
historia de los entrecruzamientos humanos-naturales, junto a las condiciones
de inestabilidad ecológica en la actualidad. Esto ha llevado a analizar los
modos de producción como “regímenes socio-metabólicos” sucesivos, así
como también a exigir una “transición socio-metabólica.”[xlvii] Mientras
tanto, una relación más directa con la teoría marxiana de la fractura
metabólica con la crítica de la sociedad capitalista ha permitido a otros
investigadores en sociología ambiental a explorar en formas incisivas,
histórico-empíricas a toda una gama de problemas ecológicos,
extendiéndose a cuestiones de intercambio ecológico desigual o del
imperialismo ecológico.[xlviii]
Por supuesto, gran parte de estas obras tiene sus raíces en el reconocimiento
de que el mundo está atravesando “límites planetarios” cruciales definidos a
partir de las condiciones de la época del holoceno que impulsaron a la
civilización humana. Este enfoque crítico fue utilizado por primera vez por
Johan Röckstrom, del Instituto de Resiliencia de Estocolmo, y también por
prestigiosos científicos climáticos, como Hansen. Aquí la principal
preocupación es lo que podría llamarse la “Gran Fractura” en la relación
humana con la naturaleza, debido a que se han atravesado los límites del
sistema terrestre, asociados con el cambio climático, la acidificación de los
océanos, el agotamiento del ozono, la pérdida de la diversidad biológica (y la
extinción de especies), la ruptura de los ciclos del nitrógeno y el fósforo, la
pérdida de la capa superior de la tierra, pérdida de fuentes de agua dulce, la
utilización de aerosoles, y la contaminación química.[xlix]
En el “Día de la Tierra 2003”, la NASA publicó sus primeras mediciones y
mapas satelitales del “metabolismo de la tierra”, enfocados en la amplitud con
que la vida vegetal sobre la Tierra estaba fijando al carbono a través de la
fotosíntesis. Estos datos también están siendo usados para monitorear el
crecimiento de los desiertos, los efectos de las sequías, la vulnerabilidad de
los bosques, y otras novedades del cambio climático.[l] Por supuesto, la
cuestión del metabolismo de la tierra está directamente relacionada con la
interacción humana con el medio ambiente. La humanidad ahora consume
una porción sustancial de la producción primaria terrestre global neta a
través de la fotosíntesis y esa porción está creciendo a niveles insustentables.
Mientras tanto, la interrupción del “metabolismo del carbono” mediante la
producción humana está afectando radicalmente al metabolismo de la tierra
de una manera que, si no se cambia, tendrá efectos catastróficos sobre la vida
en el planeta, incluyendo a la propia especie humana.[li] Así describe James
Hansen las consecuencias potenciales de la Gran Fractura en el metabolismo
del carbono en particular:
El panorama que surgirá para la Tierra en algún momento en el futuro
distante, si desenterráramos y quemaron cada combustible fósil es de este
modo consistente con… una Antártida libre de hielos y un planeta desolado
sin habitantes humanos. Aunque las temperaturas en el Himalaya se hayan
vuelto seductoras, es dudoso que los muchos permitirían a los pocos ricos
apropiarse de este territorio para ellos o que los humanos sobrevivirían al
exterminio de la mayoría de las otras especies en el planeta (…) No es una
exageración sugerir, basados en la evidencia científica disponible, que el
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Nota del autor: Este artículo es una versión ampliada y levemente alterada de
una ponencia bajo el mismo título, presentada en la Conferencia de Marxismo
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the Influence; Richard York and Brett Clark, The Science and Humanism of
Stephen Jay Gould. Nueva York: Monthly Review Press. 2011.
[xlv] Cabe señalar que en su artículo de 1932, “The Method and Function of an
Analytic Social Psychology”, que jugó un papel formativo tan crucial en el
desarrollo de la Escuela de Frankfurt, Fromm hizo hincapié en la necesidad
de tratar con la dialéctica naturaleza-sociedad y apuntaba a la importancia
del libro de Nicolai Bujarin, El materialismo histórico, diciendo que el mismo
“subraya con claridad al factor natural”. Fromm sólo pudo haberse referido a
la utilización por Bujarin en este libro del concepto del metabolismo en Marx.
(Fromm, E., The Crisis of Psychoanalysis. Greenwich, CT: Fawcett
Publications. 1970, pp. 153-54). Sin embargo, la Escuela de Frankfurt no siguió
este camino, que habría exigido una reconsideración radical del todo, una
cuestión difícil de la dialéctica de la naturaleza. En consecuencia, pensadores
como Fromm, Horkheimer, Adorno, y Marcuse iban posteriormente a hacer
diversas observaciones amplias, críticas y filosóficas sobre la dominación de
la naturaleza, que demasiado a menudo carecían de puntos de referencias
substantivos y materialistas con respecto al análisis del ecosistema, la ciencia
ecológica, y las mismas crisis ecológicas. Aunque el aparato crítico que
podían emplear les permitía percibir el conflicto general entre la sociedad
capitalista y el medio ambiente, la separación que había sucedido entre el
marxismo occidental y la ciencia natural impidió un desarrollo ulterior en un
terreno que exigía un naturalismo/realismo crítico o dialéctico y el
reconocimiento de la propia dinámica de la naturaleza. Sobre este problema
general, ver Roy Bhaskhar, The Possibility of Naturalism. Atlantic Highlands,
NJ: Humanities Press, pp. 1979.Sobre el limitado reconocimiento por Adorno
de la importancia del concepto del metabolismo social en Marx ver Deborah
Cook, Adorno on Nature. Durham, UK: Acumen. 2011, pp. 24-26, 103-4.
[xlvi] Marina Fischer-Kowalski, “Society’s Metabolism”. En: Michael Redclift
and Graham Woodgate, (eds.), International Handbook of Environmental
Sociology. Northampton, MA: Edward Elgar. 1997, pp. 122.
[xlvii] Helmut Haberl, Marina Fischer-Kowalski, Fridolin Krausmann, Joan
Martinez-Alier, and Verena Winiwarter, “A Socio-Metabolic Transition
Towards Sustainability?: Challenges for Another Great Transformation”. En:
Sustainable Development 19 (2011), pp. 1-14. Los autores de este artículo
evitan atribuir el origen del concepto de “metabolismo social” a Marx, y
prefieren citar a R. U. Ayres y U. E. Simonis como el primer ejemplo del uso
del concepto debido a que estos dos autores utilizaron de la categoría de
“metabolismo industrial” en un libro editado en 1994. No obstante, Fischer-
Kowalski y Martínez-Alier habían dicho claramente en sus anteriores textos
que el concepto del “metabolismo social” tuvo su origen en Marx. Esta
omisión puede deberse a que en este artículo se trata de no cuestionar
también al capitalismo, y simplemente remontar el problema ecológico
contemporáneo a la “sociedad industrial”, contradiciendo así en ese aspecto a
obras anteriores, escritas al menos por algunos de estos mismos autores.
[xlviii] Wishart, “Metabolic Rift: A Selected Bibliography”. Op.cit.
[xlix] Johan Rockström, et al., “A Safe Operating Space for Humanity”. En:
Nature 461 (24 de septiembre de 2009): 472-75; Foster, Clark, ands York, The
Ecological Rift, op. cit., pp. 13-18.
[l] “NASA Satellite Measures Earth´s Carbon Metabolism,” 22 de abril, 2003,
NASA Earth Observatory, http://earthobservatory.nasa.gov.
[li] J. G. Canadell, et al., “Carbon Metabolism of the Terrestrial Biosphere”. En:
Ecosystems (2000) 3, pp. 115-30.
[lii] James Hansen, “An Old Story But Useful Lessons,” 26 de septiembre de
2013, http://columbia .edu/-jeh1/.
[liii] Marx, K., El capital, vol. 1, pp. 638.
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[liv] “El verdadero trabajo”, escribió Marx, “es actividad determinada, dirigida
a la creación de un valor de uso, a la apropiación de material natural de una
manera que corresponde a necesidades particulares.” Marx and Engels,
Collected Works, vol. 30, pp. 55. Obviamente, cuanto más alienado es el
proceso de trabajo y de este modo enajenado de esas condiciones naturales y
sociales esenciales, más toma una forma artificial, e irreal.
[lv] Esto no significa decir que Marx ignoraba completamente el problema de
los valores de uso específicamente capitalistas y el trabajo despilfarrado
asociado con los mismos. Sobre esto ver John Bellamy Foster, “James Hansen
and the Climate Change Exit Strategy”. En: Monthly Review 64, no. 9 (febrero
2013), p. 14.
[lvi] Sobre el papel de los valores de uso específicamente capitalistas en la
fase que atraviesa hoy el capital monopolista financiero, ver John Bellamy
Foster, “The Epochal Crisis”. En: Monthly Review 65, no. 5 (octubre 2013), pp.
1-12.
[lvii] Ver William Morris, William Morris: Artist, Writer, Socialist, vol. 2.
Cambridge: Cambridge University Press. 1936, pp. 469-82, y Collected Works,
vol. 23. Nueva York: Longham Green. 1915, pp. 98-120, 238-54. La posición de
Morris aquí estaba estrechamente relacionada con el tono ecológico general
de su socialismo, evidente en su novela utópica de 1890, News From
Nowhere. Ver también Harry Magdoff, “The Meaning of Work,” Monthly
Review 34, No. 5 (octubre 1982), pp. 1-15.
[lviii] Morris, William Morris: Artist, Writer, Socialist. Op. cit., p.479.
[lix] Thorstein Veblen, Absentee Ownership and Business Enterprise in
Recent Times. Nueva York: Augustus M. Kelley. 1923; Paul A. Baran and Paul
M. Sweezy, El capital monopolista. Buenos Aires: Siglo XXI. 1969, y “The Last
Letters”, Monthly Review 64, No. 3 (Julio-Agosto 2012), pp. 68, 73.
[lx] John Bellamy Foster, Hannah Holleman, and Robert W. McChesney, “The
U. S. Imperial Triangle and Military Spending”. En: Monthly Review 60, no. 5
(octubre 2008), p. 10; “U. S. Marketing Spending Exceeded $ 1 Trillion in
2005”. En: Metrics 2.0, 26 de enero de 2006, http://metrics2.com; U. S.
Bureau of Economic Analysis, national Income and Product Accounts,
“Government Consumption Expenditures and Investment by Function”, Table
3.15.5, http://bea.gov; “U. S. Remains World’s Largest Luxury Goods Market in
2012”, Modern Wearing, 22 de octubre de 2012, http://modernwearing.com;
“Groundbreaking Study Finds U. S. Security Industry to be $ 350 Billion
Industry”, ASIS Online, 12 de Agosto de 2013, http://asisonline.org.
[lxi] Sobre esto, ver Foster, “James Hansen and the Climate-Change Exit
Strategy”. Op. cit., pp. 16-18, y “The Epochal Crisis”. Op. cit., pp. 9-10.
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