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RESPONDA LAS PREGUNTAS 1 A 3 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN.

Simulacro 5

Considere los tres textos que siguen:

Podemos plantearnos si existe un ámbito de la vida pública o privada en el que la fuente de la actividad y de
esperanza no esté envenenada por las condiciones en que vivimos. El trabajo ya no se realiza con la
orgullosa conciencia de ser útil, sino con el sentimiento humillante y angustioso de poseer, solo por el hecho
de disfrutar, sencillamente, de un puesto de trabajo, un privilegio concedido por un pasajero favor de la
suerte, privilegio del que están excluidos muchos seres humanos.

Tomado de: Weil, S. (1934) Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social. Carmen Revilla
(trad.) Barcelona: Paidós Ibérica.

Digan en buena hora que el trabajo es una necesidad dolorosa para la conservación de la vida, pero no digan
que es una virtud, pues el reposo y la dulce inactividad son más gratos al hombre y a todos los animales que
el movimiento y la fatiga.

Tomado de: Blasco Ibáñez, V. (1919) La catedral. Valencia: F. Sempere y C.a, Editores.

El conocimiento y el hábito de las buenas maneras no se consiguen sino mediante el uso largo y continuado.
Gustos, modales y hábitos de vida refinados son una prueba útil de hidalguía, porque la buena educación
exige tiempo, aplicación y gastos, y no puede, por ende, ser adquirida por aquellas personas cuyo tiempo y
energía han de emplearse en el trabajo.

Tomado de: Veblen, T. (1899) The theory of the Leisure Class. New York: The Macmillan Company.

RESPONDA LAS PREGUNTAS 4 A 7 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN

POR QUÉ REVISTAS COMO ‘NATURE’, ‘SCIENCE’ Y ‘CELL’ HACEN DAÑO A LA CIENCIA

El mío es un mundo profesional en el que se logran grandes cosas para la humanidad. Pero está desfigurado
por unos incentivos inadecuados. Los sistemas imperantes de la reputación personal y el ascenso
profesional significan que las mayores recompensas a menudo son para los trabajos más llamativos, no para
los mejores. Aquellos de nosotros que respondemos a estos incentivos estamos actuando de un modo
perfectamente lógico —yo mismo he actuado movido por ellos—, pero no siempre poniendo los intereses
de nuestra profesión por encima de todo, por no hablar de los de la humanidad y la sociedad.

Todos sabemos lo que los incentivos distorsionadores han hecho a las finanzas y la banca. Los incentivos que
se ofrecen a mis compañeros no son unas primas descomunales, sino las recompensas profesionales que
conlleva el hecho de publicar en revistas de prestigio, principalmente Nature, Cell y Science. Se supone que
estas publicaciones de lujo son el paradigma de la calidad, que publican solo los mejores trabajos de
investigación.

Dado que los comités encargados de la financiación y los nombramientos suelen usar el lugar de publicación
como indicador de la calidad de la labor científica, el aparecer en estas publicaciones suele traer consigo
subvenciones y cátedras. Pero la reputación de las grandes revistas solo está garantizada hasta cierto punto.
Aunque publican artículos extraordinarios, eso no es lo único que publican. Ni tampoco son las únicas que
publican investigaciones sobresalientes.

Estas revistas promocionan de forma agresiva sus marcas, de una manera que conduce más a la venta de
suscripciones que a fomentar las investigaciones más importantes. Al igual que los diseñadores de moda que
crean bolsos o trajes de edición limitada, saben que la escasez hace que aumente la demanda, de modo que
restringen artificialmente el número de artículos que aceptan. Luego, estas marcas exclusivas se
comercializan empleando un ardid llamado “factor de impacto”, una puntuación otorgada a cada revista que
mide el número de veces que los trabajos de investigación posteriores citan sus artículos.

Pero como la puntuación de la publicación es una media, dice poco de la calidad de cualquier investigación
concreta. Además, las citas están relacionadas con la calidad a veces, pero no siempre. Un artículo puede ser
muy citado porque es un buen trabajo científico, o bien porque es llamativo, provocador o erróneo. Los
directores de las revistas de lujo lo saben, así que aceptan artículos que tendrán mucha repercusión porque
estudian temas atractivos o hacen afirmaciones que cuestionan ideas establecidas. Esto influye en los
trabajos que realizan los científicos. Crea burbujas en temas de moda en los que los investigadores pueden
hacer las afirmaciones atrevidas que estas revistas buscan, pero no anima a llevar a cabo otras
investigaciones importantes.
Al igual que Wall Street tiene que acabar con el dominio de la cultura de las primas, que fomenta unos
riesgos que son racionales para los individuos, pero perjudiciales para el sistema financiero, la ciencia debe
liberarse de la tiranía de las revistas de lujo. La consecuencia será una investigación mejor que sirva mejor a
la ciencia y a la sociedad. (Adaptado de: Shekman, Randy, “Por qué revistas como Nature, Science y Cell
hacen daño a la ciencia”, en El País, 12 de diciembre de 2013.)

RESPONDA LAS PREGUNTAS 8 A 13 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN

EL FIN DE LA SOLEDAD

¿Qué quiere el yo contemporáneo? Quiere ser reconocido, quiere estar conectado: quiere visibilidad. Si no
ante millones de personas, como en un reality o en El show de Oprah, entonces ante cientos de ellas en
twitter o Facebook. Esta es la característica que nos define, así es como nos volvemos reales ante nosotros
mismos: al ser vistos por otros. El gran pavor contemporáneo es el anonimato.

Nuestro más grande miedo no es la asfixia de la masa sino el aislamiento de la manada. La urbanización dio
lugar a la suburbanización y con esta vino la amenaza universal de la soledad. La familia se hizo cada vez más
pequeña o se disgregó, las mamás dejaron el hogar para irse a trabajar. De la chimenea electrónica pasamos
al televisor en cada cuarto. Incluso en la niñez, y por supuesto en la adolescencia, todos estábamos
atrapados en nuestro propio nido. Los altos índices de criminalidad y, peor aun, las crecientes tasas de
pánico moral, desterraron a los niños de las calles. La costumbre de salir por el barrio con tus amigos,
habitual en el pasado, se había vuelto algo impensable. Estábamos perdidos en el espacio.

En medio de esas circunstancias, internet llegó como una bendición sin paralelo. No podemos negarlo.
Internet ha permitido que gente aislada se comunique entre sí y que personas marginadas se encuentren
entre ellas. El padre ocupado puede estar en contacto con sus amigos lejanos. Pero como el tamaño de
internet ha crecido, se ha vuelto inabarcable en muy poco tiempo. Hace diez años escribíamos correos en
computadores de escritorio o los transmitíamos a través de una conexión telefónica. Ahora enviamos
mensajes de texto desde nuestros celulares, montamos fotos en Facebook y somos seguidores de completos
extraños en Twitter, un constante flujo de contacto mediado, virtual, imaginario o simulado nos mantiene
conectados al enjambre electrónico: aunque el contacto, o por lo menos el contacto persona a persona,
resulta cada vez menos importante. Parece que la meta ahora es simplemente ser conocido, convertirse en
una especie de celebridad en miniatura. ¿Cuántos amigos tengo en Facebook? ¿Cuántas personas leen mi
blog? ¿Cuántas entradas aparecen en google con mi nombre? La visibilidad asegura nuestra autoestima y se
vuelve un sustituto del contacto real; no hace mucho era fácil sentirse solo, ahora es imposible estarlo.

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