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Había una vez una pequeña ciudad rodeada por un denso bosque, en la que vivía una niña

llamada Ana. Desde que era pequeña, Ana había sentido una extraña fascinación por el
bosque, aunque también un poco de miedo. Los rumores de extraños sucesos que ocurrían en
el bosque y las historias de sombras que se movían entre los árboles no ayudaban a disminuir
su temor.

Una noche, Ana tuvo un sueño extraño. En el sueño, se adentraba en el bosque y encontraba
una casa abandonada en muy mal estado. La casa estaba llena de sombras y Ana podía sentir
una presencia malévola que la acechaba.

Al despertar, Ana sintió una extraña atracción hacia la casa abandonada y decidió investigar si
era real. Con un poco de investigación, descubrió que la casa existía de verdad y que estaba
ubicada en el corazón del bosque.

A pesar del miedo que sentía, Ana decidió adentrarse en el bosque para buscar la casa.
Después de un largo camino, encontró la casa abandonada tal como la había soñado. La casa
parecía estar en muy mal estado, y una extraña niebla rodeaba el lugar.

Ana entró en la casa y comenzó a explorarla. En el interior, todo parecía estar cubierto por una
capa de polvo y abandono. Pero algo extraño llamó su atención: había un libro antiguo sobre la
mesa, y estaba abierto en una página con un extraño hechizo.

Sin saber por qué, Ana comenzó a leer el hechizo. De repente, la habitación se llenó de
sombras y Ana comenzó a sentir una presencia malévola que la acechaba. Se dio cuenta de que
había hecho algo terrible, y que había liberado una fuerza maligna que estaba dentro de la
casa.

Ana intentó salir corriendo de la casa, pero se dio cuenta de que la puerta estaba bloqueada.
Comenzó a sentirse atrapada y desesperada, sin saber qué hacer para escapar de la casa. Pero
entonces, escuchó una voz que le susurraba al oído. La voz parecía venir de la habitación de
arriba, y Ana sintió una atracción irresistible hacia ella.

Ana subió las escaleras, y encontró una habitación oscura. En el centro de la habitación, había
un espejo antiguo y cubierto de polvo. Ana se acercó al espejo, y cuando se miró en él, vio algo
que la aterrorizó: su reflejo no estaba allí, en su lugar había una figura oscura y terrorífica.

En ese momento, Ana sintió una mano fría que la agarraba por detrás. La voz de la figura
oscura resonó en su cabeza, y Ana se dio cuenta de que había sido poseída por una fuerza
malévola que habitaba en la casa. La última cosa que Ana recordó fue el sonido de una risa
malvada que llenaba la habitación.

Cuando Ana despertó, se encontraba en una habitación desconocida, y no sabía cómo había
llegado allí. A su alrededor, todo estaba oscuro y silencioso. Pero después de unos segundos,
Ana comenzó a escuchar un murmullo lejano

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