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ÍNDICE

Sinopsis

Glosario

Prólogo

Capítulo 1: Presagios

Capítulo 2: Contacto

Capítulo 3: Inundación

Capítulo 4: Incontrolable

Capítulo 5: Explosión

Capítulo 6: El Escape

Capítulo 7: Sam

Capítulo 8: Bienvenida a casa

Capítulo 9: Atracción

Capítulo 10: Charlie

Capítulo 11: Añicos

Capítulo 12: Revelaciones

Capítulo 13: Ataque

Capítulo 14: Juicio de las Brujas

Capítulo 15: Ròiseal

Capítulo 16: Linaje

Capítulo 17: Sirena

Capítulo 18: El castillo

Capítulo 19: Círculo completo

Sinopsis Sweep 14: Full Circle

Acerca de la Autora

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SINOPSIS
RECKONING

(Cuentas Pendientes)

A
lisa Soto es una medio-bruja de sangre, y está desesperada por
averiguar más acerca de su ascendencia de bruja. Anhelando un
sentido de pertenencia y de comprensión, se escapa para encontrar a
la familia de su madre. Desde el momento en que ella llega, su extraordinario
parecido con su madre despierta sentimientos encontrados en la familia, y
extraños acontecimientos comienzan a suceder.

Mientras que Alisa encuentra consuelo rodeada de su familia Wicca y


develando los misterios del pasado de su madre, también descubre peligro,
hostilidad y temor... y se verá obligada a tomar una decisión que cambiará su
futuro para siempre.

[13º libro de la saga Sweep, de Cate Tiernan]

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GLOSARIO
 Wicca: Religión basada en el poder de la naturaleza y la adoración de la Diosa y el Dios
de la Tierra.
 Wiccans: Personas que practican la religión Wicca.
 Libro de las Sombras: Es un libro que cada bruja posee, donde escribe sus hechizos y
experiencias, similar a un diario íntimo de la magia.
 “Magia Práctica”: Es el nombre de la tienda en la que Morgan y el resto de sus amigos
compran libros y todo lo relacionado al Wicca.
 Aquelarre: Es la forma en que se denomina a un grupo que practica el Wicca. Cada
aquelarre tiene su propio nombre.
 Bruja de Sangre: es una bruja particular, que tiene muchos más poderes que cualquier
otra persona que practique la Wicca, porque desciende directamente de alguno de los
grandes clanes.
 Clanes Wicca: Dentro del Wicca hay siete grandes clanes (Woodbanes, Rowanwands,
Vikroths, Brightendales, Burnhides, Wyndenkells y Leapvaghns), algunos son buenos y
otros malos, y cada uno se especializa en algo específico, desde la sanación hasta la magia
oscura.
 Runas: son símbolos Wiccas.
 Sigils: También son símbolos, similares a las runas.
 Sacerdotisa: En el Wicca, las brujas mujeres son más poderosas, y las que dirigen cada
aquelarre son las sacerdotisas.
 Deasil y widdershins: Son los movimientos que se realizan durante los Círculos (en el
sentido de las agujas del reloj y a contra-reloj, respectivamente).
 Buscador: Es uno de los puestos dentro del Consejo Wicca, y está encargado de investigar
a las brujas sospechadas de realizar malos usos de la magia.
 Restrictor: Es similar a una fina cadena de plata, y lo usan los Buscadores para suprimir
los poderes de las brujas que hacen mal uso de la magia.
 Athame: Daga ceremonial utilizada en círculos y hechizos.
 Taibhs: Espíritu maligno invocado a través de magia oscura.
 Muirn beatha dan: Es un término utilizado para referirse a dos brujas que se han unido
en amor para compartir sus vidas y su magia. Significa “Alma Gemela”, en gaélico.

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 Tath Meanma Brach: Es el nombre que recibe el ritual mediante el cual dos brujas unen
sus mentes, obteniendo cada una los conocimientos y recuerdos de la otra.
 Sgiùrs dàn: “El Destructor”. Según las profecías, es una bruja que nace cada muchas
generaciones, destinada a cambiar el curso de la historia.
 Bith dearc: Portal al inframundo que puede ser abierto o cerrado con el uso de la magia.

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Prólogo
Traducido por Dai
Corregido por ♥ Ellie ♥

15 de octubre de 1888.

Dos días han pasado desde que murió mi madre. Los vecinos no vienen a presentar sus respetos.
Los veo pasar de prisa delante de nuestra casa y temblar, como si la miseria aquí fuera una mano fría
empujándolos lejos de nuestra puerta principal.

Mis pensamientos permanecen totalmente en esa noche fatal. Está aferrada a mi mente como una
pesadilla demasiado horrible para olvidar cualquier detalle.

La casa estaba en silencio. Estaba tan tranquila y pacífica que podía sentir el pulso suave de las
olas en la costa casi a un cuarto de milla de distancia. Los gatos estaban durmiendo junto al fuego.
Luego vino Madre apresurada. Estaba desnuda, y su pelo desordenado.

—Mairin —exclamó ella, con los ojos brillando—: Está hecho.

Había experimentado demasiadas noches extrañas desde que Madre había estado enferma como
para estar completamente sorprendida.

Con calma, para no asustarla y alejarla, crucé la habitación para cubrirla. Cuando me acerqué,
sin embargo, vi que sus manos estaban cubiertas de sangre. Había pinchado sus dos pulgares, y había
manchas de sangre por todo su cuerpo. Estar desnuda y mostrar señales de dejar la propia sangre…
estos son los signos de la magia más oscura. Esto no era algo con lo que me había encontrado antes.

—¿Qué has hecho? —di un grito ahogado.

Ella se acercó y comenzó a acariciar suavemente mi rostro en respuesta. Cuando traté de poner la
manta sobre sus hombros, ella se escapó de mí, por las escaleras. Se movía con energía y velocidad
antinatural. Mientras corría, la oí gritar. Estaba diciendo un conjuro, lo sabía, pero su voz era
delirante e incomprensible.

No tuve tiempo de tomar una lámpara para guiarme y tropecé por las escaleras oscuras detrás de
ella. La encontré en el balcón, de rodillas, gritando a la luna palabras que no pude reconocer. Se quedó
inerte cuando me acerqué, y pareció perder interés en lo que fuera que estaba haciendo. Tuve la terrible
sensación de que acababa de tener tiempo para completar lo que fuera que ahcía. Una vez más le pedí
que me dijera lo que había hecho.

—Pronto —dijo—, pronto lo sabrás.


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Ella me permitió llevarla de vuelta abajo, donde le lavé la sangre y la vestí con un camisón. Ella
siguió diciendo su propio nombre una y otra vez “Oona... Oona...", arrastrando las letras a lo largo de
un gemido lastimero hasta que el acto de repetirlo la dejó exhausta.

Cuando regresé a la sala, pasé por el cristal y me vi a mí misma. En mi cara, perfilados en sangre,
había signos de maleficios… eso es lo que había estado haciendo cuando me tocó. Horrorizada, corrí a la
cuenca de agua de mar que tenía en la cocina para adivinación y los lavé tan rápido como pude.

Me quedé despierta hasta la mitad de la noche, tratando de disipar lo que fuera que ella había
hecho. Quemé romero y pronuncié cada hechizo de purificación y de deflexión que había aprendido…

A la mañana siguiente, su cama estaba vacía.

Un pescador la encontró ayer. Estaba cerca de media milla de la casa, varada en la orilla.

Había salido durante la noche y se había dirigido al agua. Todavía llevaba el camisón.

Ahora la casa se estremecía. Esta mañana, las ventanas se rompieron sin razón alguna. El espejo
en el salón se agrietó de lado a lado.

Diosa Poderosa, guía a su espíritu y ten misericordia de mí, su hija. Puedo perder mi voz, perder
para siempre mis lamentos y llantos. Mi madre, Oona Doyle, de Ròiseal, se ha ido, y algo oscuro ha
venido en su lugar.

—Mairin.

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Capítulo 1
Presagios
Traducido por Dai
Corregido por ♥ Ellie ♥

14 de junio de 1942.

Los fantasmas están enojados hoy. Rompieron un florero en la habitación del frente, y
tiraron una lámpara. La lámpara casi golpeó a nuestro gato, Tady. Él corrió y se escondió
debajo del sofá. Madre nos dijo que seamos valientes y no lloremos, por lo que he estado
intentándolo mucho. No he llorado una vez, incluso aunque los fantasmas comenzaron a
golpear la puerta de mi habitación abriéndola y cerrándola. Mi hermana pequeña, Tioma, no
es tan valiente como yo. Se escondió en su armario y sollozó. Ella no entiende que hay que
probarles a los fantasmas que no tenemos miedo. Esa es la única manera de conseguir que se
vayan.

—Aoibheanm.

F
inalmente, un poco de paz y tranquilidad.

Hilary, la novia de mi padre, está embarazada. Desde que se mudó hace un


par de semanas, he sido tratada más o menos como una mascota o un mueble,
algo con lo que lidiar o esquivar mientras se preparaban para el “verdadero” niño por nacer.

Entre sus muchas ideas horribles, Hilary tenía grandes planes de re-decoración. Estos
incluían sacar gran parte de la alfombra, pintar todas las paredes de un color llamado “sueño
berenjena” (también conocido como “Púrpura escalofriante”), y poner nuestro sofá en una
especie de bolsa blanca. Mi padre estaba dejándola re-decorar a su antojo, y tuve que dar un
paso atrás y ver cómo todo lo conocido para mí desaparecía. A pesar de mis protestas, ella
me reclutó para ayudar. Todo mi tiempo libre parecía gastarse ayudando a Hilary con su

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pintura, su álbum de recortes implacables y sus planes de boda. Era como ser obligada a
cavar mi propia tumba.

Pero esta noche… un indulto. Habían decidido ir a ver una película. Yo vivía por noches
como ésta, cuando estaban fuera de la casa. Se suponía que debía estar haciendo los deberes,
pero tenía que saborear el tiempo que tenía para mí. Era demasiado valioso como para
desperdiciarlo. Así que en lugar de hacer matemáticas, vi las repeticiones de “Buffy: La
Cazavampiros”. Cuando oí al coche aparcar en la calzada, apagué el televisor y tiré el libro
de álgebra en mi regazo… el clásico truco “he estado estudiando toda la noche”. Nadie lo
cree, pero todo el mundo lo intenta.

La puerta se abrió y mi padre entró haciendo caras, hablando como bebé a Hilary y, por
supuesto, ella le respondía en lenguaje de bebé. Fue probablemente la cosa más horrible que
jamás he visto en toda mi vida, y déjame decirte que he visto algunas cosas malas
recientemente. Cuando se giraron y me vieron boquiabierta de horror, parecían
genuinamente sorprendidos.

—Estás en casa… —dijo mi papá, de pronto luciendo avergonzado—. Estás levantada.

Bueno, ¿hola? Eran las nueve de la noche de un miércoles. ¿Dónde creyó que estaría?

—Sí —le dije, cogiendo un lápiz que estaba pensando en utilizar para arrancarme los
ojos así no tendría que presenciar más de esta insoportable ternura—. Sólo hago mi tarea.

—¿Has limpiado tu habitación? —preguntó Hilary.

—No.

—Sabes que tenemos que tener eso listo —dijo ella, dejando caer su trasero extendido
sobre el sofá-bolsa y retomando su crochet.

Otro punto delicado. Debido a que mi cuarto estaba al lado del de mi papá —o del
cuarto de ellos—, Hilaría tenía la idea fija de convertir mi habitación en el cuarto del bebé.
Ella quería que yo me mudara a la pequeña habitación al final del pasillo.

—Lo haré cuando tenga tiempo —dije, de repente encontrando a mis ejercicios de
factoreo totalmente fascinantes—. Tengo un examen mañana.

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—Sé que no quieres cambiar de habitación, Alisa —dijo Hilary con un suspiro—, pero
cuando el bebé venga, voy a tener que ser capaz de llegar a él rápidamente en el medio de la
noche. Esto es tanto por ti como por mí. La habitación al final del pasillo será menos ruidosa.

Tenía que estar bromeando. La habitación al final del pasillo era un glorioso armario.
De hecho, ni siquiera era glorioso. Era simple y llanamente un armario. Tenía una ventana
pequeña, demasiado pequeña para persianas normales o cortinas. Era más como un
respiradero. Miré a mi papá para que me apoye, pero él cruzó los brazos sobre el pecho.

—Hilary ha estado pidiéndotelo por más de una semana —dijo él, con su voz severa.

—Le dije que lo voy a hacer —le contesté, tratando de mantener el enojo fuera de mi
voz. El álgebra nunca se vio más atractivo.

—Lo harás después de la escuela mañana —dijo—, estarás adentro todo el fin de
semana.

Definitivamente no iba a dejar que me mantuviera atrapada en la casa con Hilary. En


lugar de decir algo de lo que más tarde me arrepentiría, asentí con la cabeza, cogí mis cosas y
salí de allí lo más rápidamente que pude. En ese momento, el álbum de recortes de embarazo
de Hilary se cayó de la mesa, desparramando fotos y papeles por todas partes.

—¡Oh, no! —dijo Hilary agachándose para recoger los contenidos dispersos. Mi padre
se abalanzó para ayudarla, y salí de la habitación. Afortunadamente, no tenían idea de que
yo tuve que ver con eso. Tampoco tuve intención de hacerlo. Estas cosas sólo me sucedían a
mí. Objetos cayendo de las paredes, volando a través de las habitaciones y cayendo de las
mesas cuando estoy cerca.

Verán, soy mitad bruja.

Hace unos meses no sabía que las brujas realmente existían. Incluso hace un mes más o
menos había tenido miedo de la magia, de la Wicca, y de cualquiera cosa que tuviera algo
que ver con eso. Pero todo había cambiado en el último par de semanas, después de que
descubrí el Libro de las Sombras de mi madre en la casa de Morgan Rowlands. Lo leí y me di
cuenta de que mi madre había sido una bruja Rowanwand de Gloucester, Massachusetts. Ella
había tenido miedo de su poder como yo… al punto en que se despojó de su magia con el fin
de llevar una vida normal. Murió cuando yo tenía tres años, así que nunca tuvo la
oportunidad de decirme esto ella misma.

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Una bruja de sangre es hija de dos brujas, descendientes de los Siete Grandes Clanes de
la Wicca.

Ya que mi padre no era un brujo, yo sólo era mitad-bruja. Técnicamente, eso significaba
que yo no debía tener poderes. Por alguna razón, los tenía… en abundancia. Por si fuera
poco, tenía un caso de telequinesis incontrolable. Incluso en términos de brujas, era
realmente extraño. Porque yo era un caso tan raro, que era capaz de resistir los efectos más
graves del hechizo de la ola de oscuridad que había sido arrojado contra nuestro aquelarre,
Kithic, unos días antes. Mientras que todas las otras brujas de sangre se enfermaron
fuertemente, yo sólo tengo un ligero dolor de cabeza. Yo era lo suficientemente fuerte para
realizar el hechizo que derrotó a la ola que habría matado a todos los miembros de nuestro
aquelarre y a sus familias.

Mi padre no sabía nada de esto, y desde luego no me creería si le contara algo.


Probablemente me habría enviado a un terapeuta, alegando que estaba haciendo un llamado
muy raro de atención.

Una vez a salvo en mi habitación, encendí mi computadora para revisar mi correo


electrónico. Había una nota esperándome de Mary K., la hermana menor de Morgan, y mi
buena amiga.

Hola, A.,

¿Qué has estado haciendo? Pareces un poco ocupada últimamente. ¿Algo está mal?
Tenemos que juntarnos. Llámame o envíame una nota.

M.K.

Había estado pensando durante un rato qué hacer con Mary. K. Ella es católica y le
repugna completamente la Wicca. Sólo un par de semanas antes, yo había estado tratando de
ayudarla a persuadir a Morgan a renunciar a la magia. Todo era diferente ahora. Yo era una
bruja, tenía poderes. Y había visto lo bueno que la magia podía hacer, cómo podía ser
utilizada para combatir el mal.

Yo sabía que tendría que decirle la verdad en algún momento… que había regresado a
Kithic, que era una Wiccan, que era una bruja de sangre. Mary K. iba a enloquecer, no había
ninguna duda acerca de ello. Iba a tener que hacerlo de todos modos. Le envié una nota,
sugiriéndole que nos encontremos después de la escuela en su casa al día siguiente para

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pasar el rato. Era una treta, por supuesto. Enrevesada por mí. Tendría que pensar en alguna
manera de decirle la verdad una vez que lleguemos allí.

Apagué el ordenador y me metí en la cama. Saqué el Libro de las Sombras de mi madre


y la colección de cartas escritas a ella por su hermano, Sam. Yo las hojeaba cada noche antes
de ir a dormir. Era tranquilizador. Aquí estaba su entrada sobre Sam poniendo su bicicleta en
el balcón de la casa. Aquí estaba la de mirar las lilas en la ventana de la tienda de flores y
haber pasado el examen de conducir. A excepción de la partes de magia, la vida de mi madre
sonaba tan agradable y normal, tan divertida... hasta las partes posteriores del libro, cuando
su hermano accidentalmente realizó un hechizo que produjo una tormenta mortal.
Generalmente no leía tanto. Me quedaba cerca del principio.

Suspirando, dejé el libro y las cartas en una gran pila al lado de mi cama y me giré para
dormir. Un sueño extraño se apoderó de mí al instante.

El cielo era de color verde amarillento, pulsando con energía de una tormenta a punto
de desatarse. Yo estaba en una costa rocosa. Había edificios justo detrás de mí. Esto era un
pueblo, no un tramo desolado junto al agua. De alguna manera entendí de inmediato que se
trataba de Gloucester, Massachusetts, la ciudad natal de mi madre.

El tiempo había batido el océano en un frenesí. Las olas altas y peligrosas se estrellaban
a tan solo unos pocos metros de donde yo estaba. Cualquiera de ellas podría haberme
arrebatado y llevado hacia el mar, matándome en un momento. En lugar de correr a
esconderme, estaba mirando a algo muy abajo en la playa… una mujer, sentada
tranquilamente en una gran roca, agitando su mano hacia mí. Comencé a caminar hacia ella,
y cuando me acerqué me di cuenta de que no era una mujer común. La mitad superior de su
cuerpo era normal, aunque sin ropa. La mitad inferior de su cuerpo era una cola con aletas de
un gris metálico, que se sacudía y temblaba cuando el agua lamía en contra de ella. Era una
sirena.

La distancia entre nosotras a veces crecía cuando debería haber estado más cerca. Por
último, estaba lo suficientemente cerca para poder verle la cara, pero ella se dio la vuelta para
esconderse pajo su pelo largo y se sumergió directamente en el agua, desapareciendo de mi
vista. En el mismo momento, una ola colgaba sobre mi cabeza, a punto de estrellarse sobre
mí.

Y me desperté. Mi alarma estaba sonando.

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Temblando, me arrastré hasta el baño para ducharme. El agua me recordó a la ducha de
lluvia en la playa, y juro que todavía podía sentir la arena fresca bajo mis pies. Yo había
escuchado que los sueños de las brujas a veces pueden ser muy poderosos. A veces eran
señales, visiones. Comencé a pensar en eso.

Había tropezado con el Libro de Sombras de mi madre: las posibilidades eran una en un
millón de que, a su vez, apareciera en la casa de Morgan, sin embargo, había encontrado su
camino hacia mí. Descubrí cartas de mi tío que habían estado ocultas durante años en el
compartimento escondido del antiguo alhajero de mi madre. Y ahora estaba soñando con
Gloucester… soñando tan vívidamente que podía saborear la brisa salada del mar. Sky
Eventide, una de las brujas de sangre en Kithic, siempre dice que no existen las coincidencias.
¿Y si fuera verdad? Las cosas que me habían estado sucediendo eran tan extrañas, tan poco
probables. ¿Y si todo esto era una serie de signos, diciéndome que hiciera algo?

¿Algo como qué?

Bueno, allí estaba mi tío, Sam Curtis, para empezar. Yo ni siquiera había sabido que
tenía un tío. Pero ahora, luego de encontrar las cartas, sabía que existía. También sabía que
amaba a mi madre.

Tal vez le gustaría saber acerca de mí. Tal vez pudiera escribirle. Por desgracia, mi
madre sólo guardó las cartas, no los sobres con la dirección del remitente. Hubo una mención
de un apartado de correos, pero había sido instalado en los años setenta. Dudaba que Sam lo
mantuviera después de la muerte de mi madre.

E-mail. Tal vez tiene una dirección de correo electrónico.

Para cuando terminé de secarme, tenía un plan. Fui directamente a mi habitación y


encendí mi ordenador. Sabía que el nombre del aquelarre de mi madre era Ròiseal, así que
hice una búsqueda. Para mi asombro, apareció algo. Era una página web de una tienda de
magia llamada “Campanas, Libros y Velas”, en Salem, Massachusetts. La persona que hizo la
página se incluía como un miembro de Ròiseal. En la parte inferior había un vínculo de
contacto con el web máster. Hice clic en él, y apareció un e-mail negro. ¿Qué iba a decir? No
tenía ni idea de quién era esta persona o qué tan bien conocía a mi tío. Tenía poco que decir,
así que tuve que mantenerlo muy simple.

Estimado señor o señora:

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Estoy tratando de ponerme en contacto con mi tío, Sam Curtis. Si él sigue siendo un
miembro de Ròiseal, ¿podría enviarle esta nota? Realmente me gustaría conocerlo o hablar
con él, pero no tengo su dirección ni número de teléfono. Esto significa mucho para mí, así
que apreciaría mucho la ayuda.

Muchas gracias,

Alisa Soto.

Apagando la computadora, tuve una gran sensación de satisfacción, un profundo


sentimiento de liberación. Era realmente extraño, ya que lo único que había hecho era actuar
por un impulso. Por supuesto, esta sensación agradable se evaporaría rápidamente si no iba a
la escuela en los próximos dieciocho minutos. Me puse mi ropa y corrí hacia la puerta.

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Capítulo 2
Contacto
Traducido por ♥ Ellie ♥
Corregido por Micca.F

17 de diciembre de 1944

Los fantasmas han estado volviéndose cada vez más salvajes. Rompen cosas
regularmente. Madre y Padre escribieron a unos especialistas de Boston que vinieron a
examinar la casa anoche en busca de signos de embrujo. Detectaron una energía extraña,
pero no pudieron localizar con precisión nada que pudiera ayudarnos a identificar o a tratar
con esta entidad. ¡Vaya expertos!

Cuando yo sea iniciado en unos meses, tendré acceso a la biblioteca familiar. En este
momento ni siquiera sé dónde está… está protegida cuidadosamente por capas de hechizos.
Nuestra colección de conocimientos se dice que es más impresionante que la de cualquier
otro aquelarre en el área. Sin duda debemos tener algo allí que nos guíe para resolver este
problema. Me siento totalmente seguro de que es así... Apenas puedo explicarlo. Mi
anticipación crece día a día.

—Aoibheann.

M
ary K. y yo nos habíamos acomodado en su dormitorio después de la
escuela (con un surtido inmenso de bocadillos, por supuesto), y ella me
había puesto al tanto de lo último acerca de Mark, el actual objeto de su
afecto.

Finalmente se había atrevido a invitarlo a salir, y por supuesto él había dicho que sí.
Mary K. es vivaz y adorable, y vuelve locos a los chicos, a diferencia de mí. Habían
concertado una cita para el viernes. Yo la escuchaba distraídamente mientras ella pasaba por
todas las posibles opciones para la ubicación del gran acontecimiento.
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—Entonces —concluyó—, ¿qué opinas?

Ah, diablos. No había estado prestando atención. Recordé vagamente haber escuchado
algo acerca de ir a Coronel Green, el nuevo restaurante que acababa de abrir cerca del centro
comercial. Se suponía que se parecía a un antiguo club de deporte, y tenía un montón de
mesas algo apartadas con cortinas a su alrededor, perfectas para una primera cita.

—Cena —dije, tomando un puñado de papas fritas—. Buena idea. En Coronel Green.

—Estabas completamente desconectada —dijo, pero sin sonar enojada—. ¿Verdad?

—Algo así —admití. Respiré hondo—. Necesito hablar contigo acerca de algo.

—¿Qué sucede? —preguntó preocupada.

—Tú me preguntaste qué me ha estado pasando últimamente, por qué he estado tan
lejana.

—Estoy preocupada por ti —contestó, abriendo una botella de té helado y dejando la


tapa en el suelo para que Dagda, el gatito de Morgan, jugara con ella.

De acuerdo. Dilo y ya.

—Soy una bruja —dejé escapar—. Como Morgan.

Mary K. se estremeció sólo un poco, entonces pareció tratar de ignorar lo que decía
mientras buscaba algo en su bolsa. —Sé que estuviste en esa cosa que ellos hacen... esa cosa
de Kithic.

—Es más que eso —expliqué—. Mi madre era una bruja. Soy una bruja de sangre.

Me miró entonces, congelada. —¿Qué quieres decir con que tu madre era una bruja?
¿Qué es una bruja de sangre?

—¿Recuerdas ese libro que Morgan trajo aquí la otra semana? —pregunté—. ¿Ese que
yo no podía dejar de mirar? Ese libro fue de mi madre, su Libro de las… su diario íntimo.

—¿Cómo iba a conseguir Morgan el diario íntimo de tu madre? —preguntó—. Eso es


ridículo. ¿Escuchas lo que estás diciendo?

—Sé lo que digo —dije con un suspiro—, y sé cómo suena. Pero es verdad. Mi madre
fue una bruja de sangre. Y yo puedo… hacer cosas…
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—¿Tratas de decirme que tienes poderes mágicos? —dijo—. ¿Es eso?

Oh, Dios.

—Has estado enferma —dijo con perturbación, sacudiendo todo el contenido de su


bolsa en el piso—. Sólo estás algo alterada por todo lo que sucede con tu padre.

—Desearía que sólo fuera eso —dije—. Desearía sólo estar imaginando todo esto. Pero
no lo estoy. Esto es real. No es alguna extraña tendencia de chicos de instituto o alguna clase
de secta. Las brujas son reales. Tengo el libro aquí. Te mostraré. —Alcancé mi bolsa para
tomar el Libro de las Sombras de mi mamá. Yo siempre lo llevo conmigo. Ella sostuvo las
manos arriba, indicando que no debía molestarme.

—No entiendo —dijo, sus ojos castaños quemándome—. Nosotras íbamos a escribir esa
carta al periódico. Y ahora vienes y me dices que regresaste a todo el asunto de las brujas, así
como así. ¿Y que de algún modo Morgan tenía un libro que decía que tu madre era una
bruja?

—Mira, no fue mi intención alterarte. —Dejé caer mi cabeza—. Daría cualquier cosa por
que todo esto no fuera verdad. Pero no es una elección.

Estuvimos en silencio durante unos minutos. El único ruido venía de Dagda tratando
de morder la tapa de la botella.

—Alisa —dijo tristemente—. Lo siento, pero no sé qué hacer con esto.

—Yo tampoco lo sé —contesté, pasando mis dedos por las costuras de su edredón color
limón.

Ella tomó una galleta de su bolsa y la dejó caer al piso. Dagda se abalanzó sobre ella con
entusiasmo.

—Probablemente debería irme —dije calladamente.

Mary K. lucía infeliz, pero creo que ambas nos dimos cuenta de que nuestra
conversación había terminado. Ahora sólo quedaba mucho aire muerto entre nosotras, y nos
ponía a ambas incómodas.

—Mis padres no están en casa todavía —dijo—. Y tampoco Morgan.

—Está lindo fuera —dije—. Caminaré a casa.

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Nos miramos la una a la otra; entonces ella concentró su atención en sus libros, su rostro
en blanco.

Salí de la casa en silencio.

Morgan conduce el auto más extraño que jamás haya visto en mi vida, una especie de
monstruo de principio de los setenta. Es inmenso e intolerablemente feo, con un cuerpo
blanco y un capot azul, y lo trata como si fuera su hijo. Ella estacionaba esta espantosa nave
en su camino de entrada cuando yo salí por la puerta principal. Me detuve, y ella salió de su
coche y me miró.

—¿Qué está mal, Alisa? —dijo, observando mis hombros caídos.

—Acabo de decirle a Mary K. la verdad —dije rotundamente—. Que soy una bruja de
sangre como tú.

Ella exhaló fuertemente y se recostó contra el coche. —¿Y cómo fue eso? —preguntó.

—Apestosamente.

Frunció el ceño. Por lo menos entendía lo que era esto para mí. Yo sabía que cuando ella
le había dicho a su familia, todo había resultado ser un lío. Luego las cosas habían mejorado
para ella... quizá también lo harían para mí también.

—¿Qué tal si te llevo a tu casa? —preguntó.

Asentí en agradecimiento. Volvió a subir al coche, y yo entré en el lado del pasajero.

—Mary K. lo entenderá —dijo, haciendo su mejor esfuerzo por alegrarme.

—No, no lo hará —dije, jugando con la manivela de la ventana—. Lo sabes tan bien
como yo. Esto no es algo que las personas superen.

—¿Quiere hacer un círculo informal? —preguntó—. Quizás ayude a aclarar tu mente un


poco. ¿Qué te parece si vamos a lo de Hunter?

El novio de Morgan es Hunter Niall, el líder de Kithic. Hunter realmente me había


intimidado hasta hace muy poco tiempo. Es un tipo imponente, muy alto y guapo, con rasgos
cincelados y penetrantes ojos verdes. Y está siempre, siempre serio. Para completarlo todo, es

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inglés, con todo ese acento sofisticado. Pero recientemente llegué a conocerlo un poco mejor,
y había visto que no era tan malo después de todo. De todos modos, incluso si hubiera
querido ir y tener un círculo con ellos, no podía.

—No, está bien —dije con cansancio—. Tengo que empacar mi cuarto o estaré castigada
hasta que cumpla veinte años.

—¿Empacar tu cuarto?

Le expliqué el plan de Hilary de arreglo magistral de casa, y Morgan me dio una


mirada simpática.

—Este no ha sido un gran mes para ti —dijo.

—Para ti tampoco.

—No —concordó. En el proceso de tratar con la ola oscura, Morgan había confrontado a
su padre, un muy poderoso, y aparentemente malo, brujo llamado Ciaran. Morgan había
ayudado a Hunter y algunos otros a atraparlo y despojarlo de sus poderes mágicos. Por lo
que sabía, había sido bastante atroz—. Supongo que no —dijo con un suspiro—. Quizá nunca
es fácil averiguar que eres una bruja de sangre. Eso es algo que Hunter y las otras brujas no
pueden llegar a entender. Ellos no saben lo que es tener una familia normal y sangre de bruja
en las venas. Somos únicas.

¿Qué les parece eso? Morgan y yo, dos miembros de una especie extraña.

—Así que… —dijo, deteniéndose frente a mi casa—, ¿te veré el sábado para el círculo?
Puedo pasar por ti a las siete y media si quieres.

—Eso sería genial —dije—. Gracias.

Corrí por la puerta y fui directo a mi cuarto, tratando de evitar contacto con el
Hiliminator.

Aunque no vi a la mujer en persona, encontré un montón de cajas dobladas, cinta


adhesiva y marcadores junto a mi puerta como signo de su presencia. Cuán amable era que
mi futura madrastra me proporcionara suministros de mudanza. Me hacía sentir cálida por
todas partes. Empujé la pila a través de la puerta y la cerré detrás de mí.

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Mi primer pensamiento fue verificar mi correo electrónico. No esperaba nada, pero
había un pequeño sobre en el rincón de la pantalla de mi ordenador cuando entré en el
sistema. Abrí rápidamente la nota y la leí:

Alisa, Sam Curtis es verdaderamente un miembro de Ròiseal. Le envié tu nota.


Parecía emocionado de saber de ti. Deberías estar recibiendo una respuesta de él pronto.

Bendita seas.

Charlie Findgoll.

Por fin, una buena noticia.

Esa noche soñé otra vez con la sirena. El sueño fue casi idéntico al de la noche anterior.
Eso sólo aumentó mi convicción de que algo estaba pasando en Gloucester que yo necesitaba
saber.

El viernes en el colegio, Mary K. parecía reservada, así que terminé almorzando sola y
volviendo a casa sola. Cuando llegué, encontré que Hilary había comprado cajas herméticas
para pañales, nuevos conjuntos de estantes, y una lámpara con forma de jirafa bebé. Noté
que no había planeado nada nuevo para el armario al final del vestíbulo, nada de muestras
de alfombras, ni nuevos muebles. Pero sí me había conseguido más cajas dobladas.

Después de llevarlas a mi cuarto, me apresuré a mi computadora y me conecté en línea.


Había otra nota. Vi que el remitente era Sam Curtis. Por un momento ni siquiera pude
abrirla, y sólo me quedé ahí sentada, mirando fijamente el nombre. Entonces, con mi mano
temblando ligeramente, le hice clic.

Alisa, apenas podría creerlo cuando Charlie me envió tu nota. Generalmente no me


agrada el correo electrónico, ¡pero esta fue una gran excepción! ¡Estoy tan feliz de saber de
ti! Pienso en ti a menudo, y quiero saberlo todo acerca de ti.

Sólo tengo una computadora en el trabajo, así que aquí te dejo mi número de
teléfono y mi dirección. Escribe, llámame, ven de visita... o todas las anteriores.

Sam.

No sabía cómo responder. Había actuado tan rápidamente al enviar la nota que ni
siquiera había pensado un plan concreto acerca de qué hacer si Sam contestaba. Si lo llamaba,
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mi padre preguntaría por el costo de las llamadas a larga distancia. Ir de visita… esto sonaba
genial, ¿pero cómo iría hasta Gloucester, especialmente sin que mi padre lo supiera?
Rápidamente, con manos temblorosas, imprimí la nota y la metí en el libro de mi mamá.
Entonces eliminé la nota de mi bandeja de entrada. No quería que nadie encontrara la carta
por casualidad cuando se conectaran a internet. Mi padre no sabía nada acerca de la herencia
de mi madre, y Hilary ciertamente tampoco. Esto era privado, entre mi tío y yo.

En la cena (un menú especial de embarazo: tallarines fríos de soja y hamburguesas de


lenteja horneadas), Hilary realmente se veía preocupada por mí cuando dejé mi plato sin
tocar. Incluso ofreció conseguirme lo que yo quisiera: hamburguesas, pizza, lo que sea. Fue
mi padre quien dijo que no iba a ceder ante mis “humores”. Cuando ordenó que me quedara
en casa esa noche y trabajara en mi cuarto, asentí calladamente. Yo también estaba
preocupada, y demasiado atemorizada de ser castigada como para discutir.

A la mañana siguiente, a comienzos del receso de primavera, aún estaba completamente


en ese proceso. A decir verdad, pasé la mayor parte de mi tiempo desenterrando viejas
revistas y leyéndolas, arreglando viejas pilas de cartas y tarjetas de cumpleaños, examinando
ropa y zapatos que ya no solía usar mucho y moviéndolos alrededor. Las cajas esperaban en
un rincón, aún dobladas.

Sabía que Hilary no tenía la menor idea de qué decirme. Comenzaba a perder la
paciencia, y se paseaba frecuentemente por mi puerta. Por una parte, cada vez que ella
miraba, yo estaba trabajando en algo. Me veía moviendo cosas alrededor. Por otro lado, no
había hecho realmente nada. Todos mis posters y fotografías aún estaban colgando de las
paredes, y el contenido de mis cajones estaba esparcido por todas partes. De hecho, mi
limpieza sólo había tenido como resultado un lío inmenso.

Para las seis de la tarde, todo lo que había logrado hacer fue poner los calcetines en una
bolsa de ropa sucia y llevarlas al otro cuarto. Y estuve vestida y lista para ir al círculo
semanal de Kithic media hora más temprano.

—Sabes —dijo Hilary, inclinándose en mi puerta y mirando fijamente la increíble pila


de revistas y papeles a los pies de mi cama—, necesitaremos comenzar a mover estos
muebles el lunes. Las cosas no parecen estar del todo listas.

—Ah —dije, agradeciéndole a Dios mientras oía el motor de Das Boot, lo que
significaba que Morgan había llegado. Tomé mi bolsa y me dirigí a la puerta—. Lo estará.
Sólo tenía muchas cosas que ordenar. Mañana todo estará en cajas. Ya lo verás.

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Capítulo 3
Inundación
Traducido por ♥ Ellie ♥
Corregido por Micca.F

14 de abril de 1945

Hoy es mi decimocuarto cumpleaños, y seré iniciado esta noche. He trabajado duro y he


estudiado todas mis lecciones. Sé que estoy listo. Aún así, es difícil sentarse y esperar hasta
que llegue el atardecer. Supongo que estoy un poco más nervioso de lo que me gustaría
admitir.

Pasé la mañana arreglando todos mis libros perfectamente en mis estantes, pero los
fantasmas vinieron y los tiraron todos abajo ni bien salí de mi cuarto. Deben de saber que
busco un hechizo para expulsarlos. Eso los enoja.

Esta noche, después de la ceremonia, Madre prometió mostrarme la ubicación de la


biblioteca. ¡Finalmente! Todo por lo que me he preparado y por lo que he soñado... ¡Diosa,
acompáñame esta noche!

—Aoibheann.

C
ada vez que veo a Hunter Niall, me sorprendo por su cruda belleza. No hay
manera de no notarlo. Es como ser golpeada en el ojo con un bate de béisbol,
simplemente no puedes evitar ser consciente de algo como eso. Y fui consciente
de ello mientras nos saludaba desde la puerta de su casa.

Es realmente alto y muy flaco, todo músculo. Su cabello es rubio dorado. No creo que
tenga muchos problemas para conseguirlo bien cortado, y estoy bastante segura de que no lo
estiliza. Simplemente siempre luce bien, natural. Por sobre todo ello está la atractiva cosa
inglesa. Bueno, ya basta.
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—Pa está fuera esta noche —dijo, abriendo la vieja puerta mosquitera para nosotras. Le
sonrió a Morgan y le dio un beso acogedor—. No regresará hasta mucho después de
terminado nuestro círculo.

Me sonrojé. Debe ser agradable tener una vida amorosa. Supuse que Hunter notó mi
reacción, o leyó mi mente, porque se rió. —Mi padre no sale mucho —explicó—. No es muy
social, como habrás notado. Esto es un gran paso para él. Fue a cenar con Alyce Fernbrake, y
luego harán alguna investigación acerca de los usos medicinales del cardo de leche.

—Yo no pensé nada… —dije inmediatamente. Miré hacia el pasillo—. Iré a, emmm,
adentro…

Las velas ardían por todos los rincones de la sala, dándole un resplandor romántico.
Todos parecían cómodos, pero de pronto me vi rodeada de parejas. Estaban Robbie
Gurevitch y Bree Warren, Ethan Sharpe y Sharon Goodfine, y Jenna Ruiz y Simon
Bakehouse. Después estaba Raven Meltzer, usando una falda negra tan transparente que no
tenía sentido llevarla puesta. Estaba sentada con las piernas cruzadas en el piso, examinando
el diseño en una tarjeta de tarot, y luego mirando su brazo. Tuve el presentimiento de que
estaba considerando otro tatuaje y preguntándose cuánto espacio de su bíceps ocuparía esta
imagen en particular. Raven… bueno, ella no estaba en pareja, pero nunca estaba realmente
sola. Matt Adler estaba sentado a su lado, y yo sabía que en algún punto habían estado
juntos.

Y entonces estaba yo. Dolorosamente-sola-Alisa. Me sentía como si hubiera entrado en


la casa equivocada, en alguna clase de encuentro de parejas en lugar del aquelarre al que se
suponía debía asistir.

—Creo que estamos todos —dijo Hunter mientras él y Morgan caminaban lado a lado—
. Thalia no puede venir, así que seremos once.

Dibujó el círculo con sal. Bendijimos a los cuatro elementos: la tierra, el fuego, el agua, y
el aire, y realizó un canto de poder para traer energía a nuestro círculo. Hunter nos indicó
que nos sentáramos y comenzó el ritual de esa semana.

—Algunos de nosotros no hemos estado sintiéndonos muy bien últimamente —dijo.


Pensé que debería estar refiriéndose a la ola oscura que casi había arrasado con Widow’s
Vale apenas unos días antes. A medida que se acercaba, había hecho que todas las brujas de
sangre se sintieran increíblemente enfermas. Morgan y Hunter ya se habían recuperado. Mi
cabeza aún dolía un poco donde me había golpeado contra una lápida en el viejo cementerio,
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mientras luchábamos contra la ola oscura. El padre de Hunter, el Sr. Niall, aún estaba algo
débil.

—Es verdad —dijo Bree—. Esta es una época realmente mala para las alergias y la
gripe.

Yo casi me reí, pero pude contenerme.

—Es cierto —dijo Hunter—. El propósito de este ejercicio es vaciar nuestras mentes de
las cosas que nos han estado molestando. Está diseñado para purgarnos de los sentimientos
negativos que nos han estado conteniendo, y que pueden inhibir nuestro progreso personal.
A veces las enfermedades están relacionadas a las emociones, y cuando soltamos aquellos
malos, podemos experimentar un mayor bienestar. —Él había colocado un pequeño caldero
en medio del círculo. Estaba lleno de ramitas y hierbas. Junto a él había una pequeña pila de
papeles y una caja de lápices.

—Vacíen sus mentes por un momento —dijo—, y concéntrense en encontrar algo que
los bloquea. Entonces quiero que todos tomen un papel del centro —continuó, señalando el
montón—. Escriban lo que quieran eliminar. Algo que les causa aflicción. Sean tan claros y
concisos como puedan. Cuando hayan terminado, doblen el papel y pónganlo en el caldero.

Esos pequeños papeles no iban a ser suficientes para mí. Necesitaría algo un poco más
grande, como una lámina o un cuaderno de dibujo. Aunque los demás parecían estar bien.
Raven garabateó una sola palabra, entonces metió su papel en el caldero. Otras personas
tardaron un poco más, escogiendo con cuidado unas pocas palabras. Yo hice lo que pude
para apiñar todo lo que necesitaba escribir en el pequeño papel. Cuando todos terminamos,
Hunter tomó su athame y talló algo en una vela azul oscura, que luego giró y nos mostró.
Había dos runas talladas en la cera.

—Yr —dijo—. La muerte, el fin. Y dag, el alba. Claridad. Que la llama de esta vela nos
purifique y levante estas pesas de nuestras almas y mentes. Alisa —dijo, mirándome con una
sonrisa—, ¿te importaría dirigir el canto? Sólo repite lo siguiente mientras caminamos
alrededor: “Diosa, me encomiendo a ti. Con este humo, me desprendo de mi mal”.

Sabía que Hunter hacía un esfuerzo especial por incluirme en el ritual. Después de todo,
fuera de él y Morgan, yo era la única otra bruja de sangre presente. Aunque los demás no lo
sabían.

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Nos tomamos de las manos y comenzamos a caminar en deasil, y yo comencé el canto.
Mi voz sonaba chirriante y suave en comparación con la de Hunter, pero hice lo que pude
para hablar tan clara y fuertemente como me era posible.

Al principio, todo lo que sentí fue una especie de claridad, como si tomara una ducha
vigorosa y lavara capas de suciedad emocional. En verdad podía verlo saliendo de mi piel,
como un leve vapor. A veces veía cosas como estas ahora: auras, colores, cosas que solían ser
invisibles para mí.

—Diosa, me encomiendo a ti —repetí—. Con este humo, me desprendo de mi mal.

Algunos de los otros tenían los ojos cerrados, pero los míos estaban abiertos. Estaba
fascinada por lo que veía. Ahora la sustancia salía de todos nosotros. Alrededor de algunas
personas era solo una fina niebla, pero con Morgan, Hunter y yo parecía estar ardiendo. Era
como si el fuego quemara la emoción, al igual que la llama al papelito, y empujara el humo
por nuestros poros.

—Diosa, me encomiendo a ti… —Caminamos alrededor y alrededor, la energía


incrementándose más y más. Sentí una fuerza levantándose en mí, algo creciendo, intentando
salir de mí, saliendo de mi boca o a través de mi piel. Era un sentimiento tan poderoso que
tuve que apretarlo para continuar hablando y moviéndome, pero mi voz comenzaba a fallar
por el esfuerzo.

—Con este humo... me desprendo de mi mal.

Había escrito demasiado, ahora me daba cuenta. Había arrojado demasiado al fuego. El
humo oscurecía mi visión, apretando la garganta. No es humo verdadero, me dije. Es magia.
Enfócate. Puedes respirar, Alisa. Puedes hablar. Pero mi voz aún se caía a pedazos.

¡Contrólalo!, pensé.

Noté que algunos de los otros actuaban un poco extraño, mirando hacia los lados y
perdiendo el ritmo. Y de pronto me di cuenta de por qué. Era sólo un pequeño sonido al
principio, y ni siquiera estoy segura cuándo lo noté. Todas las tuberías de la casa
retumbaban. El fregadero de la cocina se había encendido. El agua comenzaba a correr.

—Está bien —dijo Hunter—. Continúen todos.

Pero él también miraba a su alrededor con sorpresa. Su mirada se cayó sobre mí. Por
este punto apenas si podía ver. La fuerza del hechizo arrastraba cosas por cada rincón de mi

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mente, cada célula de mi ser, y yo continuaba luchando por empujarlos para mantener el
control.

—Diosa, me... —Cada palabra era un esfuerzo enorme— encomiendo… a ti… —El
silbido del agua parecía venir de cada rincón de la casa. La ducha estaba encendida.

—¿Qué demonios es eso? —dijo Raven, rompiendo el círculo. Todos dejaron de


moverse.

—Manténganse dentro del círculo —dijo Hunter firmemente. Pero fue inútil. Los otros
ya se habían separado por la confusión. Los sonidos sólo se hicieron más fuertes. Ahora las
tuberías golpeaban las paredes, tratando de contener el flujo creciente. Entonces
abandonaron el esfuerzo, y el agua rabiaba al salir. Los grifos ya no sólo estaban abiertos,
sino que casi explotaban. Podía oírse el agua cayendo por el piso del cuarto de baño.

Era yo, me di cuenta a través de la neblina. Yo hacía esto con mi telequinesis. Destruiría
la casa entera, y ni siquiera podía detenerme. Era este humo, estas emociones saliendo de mí.
¡Detenlo!, me dije. ¡Ya basta! Abandoné el canto y comencé a abofetear mi cuerpo, como si
estuviera cubierto de fuego verdadero que no podía apagar. Pero no funcionó.

Hunter vino a mí rápidamente y puso una mano en mi frente. Un calor extraño provino
de él, cayendo sobre mí. El humo comenzó a bajar, y mi mente se fue aclarando. Podía verlos
a todos parados allí, mirándome.

—¿Qué estaba haciendo? —preguntó Raven, señalándome—. ¿Por qué se golpeaba así?

—Estoy bien —mentí, mi voz ronca.

—Será mejor que terminemos por hoy —dijo Hunter rápidamente.

Los otros se miraron y en silencio empezaron a tomar sus chaquetas. Sentí a mi


estómago hundirse. Ahora mi único pensamiento era que si yo había encendido el agua,
quizá podría apagarlo. Me tambaleé hasta la cocina.

El agua salió del grifo con tal fuerza que salpicaba con furia hacia todos lados. El tapón
del fregadero debe de haber estado puesto, porque estaba todo lleno y el agua se vertía,
lloviendo hacia el piso. Intenté cerrar las perillas, pero fue inútil.

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—Ciérrate —dije en voz alta, pensando que quizás funcionaría. No lo hizo. El agua
continuó saliendo a chorros, inundando las encimeras y empapando la alfombra de la cocina.
Enterré mi rostro en mis manos. Esto era demasiado vergonzoso. Quería llorar.

—Alisa, ¿estás bien? —Morgan estaba paraba detrás de mí.

—Bien —dije, alejándome—. Estoy bien. Sólo necesito limpiar este lío que hice.

—¿De qué hablas? —preguntó—. ¿El lío que tú hiciste?

—Hunter lo sabe —dije, tambaleándome para abrir lo que parecía ser un armario de
artículos de limpieza en busca de una fregona.

—¿Hunter sabe qué?

No era un armario de limpieza al que había entrado; sino una alacena. Y dado que no
podría limpiar el piso con galletitas ni sopa enlatada, cerré la puerta y dejé caer mi cabeza.

—Acerca de mí. Acerca de mi problema. Él iba a ayudarme…

—¿Ayudarte con qué?

—Con mi… —Ugh. No estaba en condiciones de explicarlo. Ni siquiera tenía la energía


para decir la palabra “telequinesis”. Tenía demasiadas sílabas.

—¿Por qué no vas y te sientas frente a la chimenea? —dijo, tomándome por el hombro y
dirigiéndome hacia la puerta—. Esto no es nada. Yo lo limpiaré.

Cabeceé y tropecé en el cuarto vacío donde había estado el círculo. Todos los demás se
habían ido. De repente me sentí agotada, me desplomé en un rincón del cuarto entre el sofá y
la pared y cerré los ojos. Todo en mí dolía. Todo pasaba por mi mente, todo lo que había
escrito en el papel, todo lo que había estado carcomiéndome. Hilary. Mi padre. Mi madre.
Mis estúpidos poderes. La ola oscura. Y ahora toda el agua que inundaba la casa de Hunter.
Las imágenes continuaban reproduciéndose, abofeteando mi mente como si fuera un saco de
boxeo.

Alguien se acercó a mí. Sin abrir los ojos, supe que era Hunter… no por algún poder de
bruja. Sólo que quedaban otras dos personas en la casa, y aún podía escuchar a Morgan
moviéndose en la cocina. Lo sentí deslizarse y sentarse en el piso junto a mí. Lo que sea que
iba a decirme, yo claramente lo merecía. Yo era un fenómeno. Inundé su casa. Era un peligro
para mí misma y para otros. Me preparé para el discurso que seguramente estaba a punto de
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darme. Va a echarme de Kithic, pensé, justo cuando me había dado cuenta que era el único
lugar en el que encontraba paz. Tiré las rodillas contra mi pecho para estabilizarme.

En vez de me darme el regaño que esperaba, sentí a Hunter pasar su brazo a través de
mis hombros.

—¿Alisa? —preguntó, tratando de conseguir que abriera los ojos y lo mirara. Pero no
podía.

Puso su otra mano a un lado de mi cabeza, indicándome que la dejara descansar sobre
su hombro. Sentí una pesada ola de emoción barriendo sobre mí. Era tan poderosa que casi
me sacudió.

—Déjalo salir —dijo, su voz suave.

Para mi desconcierto, sus palabras abrieron otra inundación… esta vez en mí. Comencé
a llorar. Y, al igual que con la grifería, no pude detenerlo.

A lo lejos, por sobre mis sollozos, escuché el sonido del desaguadero de cocina
soltándose, y el agua siendo reclamada por el desagüe.

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Capítulo 4
Incontrolable
Traducido por Dai
Corregido por Micca.F

3 de septiembre de 1946.

Diosa, diosa misericordiosa. ¿Qué está pasando en esta casa?

El evento que había comenzado parece tan trivial ahora, me da náuseas. Tioma había
tomado mi suéter favorito, el angora rosa, de mi habitación sin preguntar, sólo para
mancharlo en la manga con tinta. Lo encontré hecho una bola en el fondo del cajón, furiosa,
fui a buscarla.

Ella estaba en la sala de estar, encogida detrás de un libro, como si supiera lo que iba a
venir.

Por supuesto, traté de controlarme, pero estaba furiosa. Ella se paró y trató de negar lo
que había hecho, lo cual sólo me enfadó más… tan enojada que no podía hablar. Justo
cuando me giré para regresar a mi habitación, la pesada puerta de vidrio de la biblioteca
volcó y lentamente se cayó… justo sobre Tioma. Escuché el vidrio hacerse añicos al caer
contra ella, golpeándola contra el suelo y aterrizando sobre su espalda. Ella no hizo ningún
sonido. Por un momento pensé que estaba muerta… entonces vi a sus dedos moverse. Mamá
y papá no estaban en la casa, así que dependía de mí ayudarla. Un hechizo vino desde el
fondo de mi mente, algo que había leído en un viejo Libro de las Sombras… un hechizo para
hacer a las cosas ligeras. Sin otros pensamientos momentáneos, rápidamente lo ejecuté, y fui
capaz de quitarle a mi hermana la estantería de encima. Ella parecía rota. Había sangre
saliendo de todas las partes de su cuerpo donde el vidrio había perforado, pero estaba viva.
Llamé a todos los miembros del aquelarre, pidiéndoles que corrieran a ayudarme. Entonces
empecé a recitar todos los hechizos de curación que había aprendido para detener el
sangrado. A los pocos minutos mis padres y varios miembros de Ròiseal corrían a través de
la puerta. La llevaron inmediatamente al hospital.

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Tioma sigue ahí y sigue inconsciente, pero los médicos dicen que se recuperará. Mamá y
papá me han elogiado sin cesar, diciéndome que mi pensamiento rápido y mi serenidad le
salvaron la vida. Pero todo lo que puedo pensar es en mi ira —mi estúpida rabia por un
suéter— y la visión del armario enorme descendiendo sobre mi hermana.

¿Por qué estos fantasmas quieren hacernos daño?

—Aoibheann

N
o sé exactamente cuánto tiempo hace que estábamos allí así sentados, pero
tenía que ser un rato. Parecía como si cada gota de agua en mi cuerpo
estuviera siendo succionada a través de mis ojos. Hunter se sentó a pesar de
todo, balanceándome hacia adelante y hacia atrás, como se hace con los niños llorando. Yo
era un desastre.

Finalmente mi quiebre disminuyó, y él me soltó para que pudiera sentarme y limpiarme


la cara con mis manos. Vi que había empapado completamente su camiseta gris en el espacio
entre sus hombros. Muy apropiado. Estaba empapando todo lo demás, ¿por qué no… a
Hunter también?

—Lo siento —farfullé, mi respiración todavía irregular—. Lo siento mucho. Hice esto.
Todo este daño…

—¿Qué pasó? —me preguntó en voz baja.

—No lo sé —sollocé.

—¿Pudiste sentir algo físicamente? —dijo—. ¿Pudiste sentir algo sucediendo?

—¿Quieres decir aparte del sonido de tubos explotando y la estampida de gente por la
puerta? —le dije, mucho más bruscamente de lo que pretendía.

—Tal vez un poco de té —dijo, retrocediendo con el tema. Miró a Morgan, que de
repente me di cuenta que estaba de pie justo a nuestro lado. Ella me dio unos pañuelos
descartables, que necesitaba desesperadamente—. Morgan, ¿te importaría?

—Ya lo hago —dijo, se paró y se dirigió a la cocina.

30
—Usa el bote azul —dijo—. Está en la parte de atrás.

Me quedé sentada durante unos minutos después de eso, sin decir nada, mirando al
suelo y limpiando mis ojos cada vez que se volvían a llenar de lágrimas. Puso su brazo sobre
mis hombros y dejó que me inclinara contra él. Finalmente traté de decir algo.

—No era mi intención… —Hice un gesto con la mano, tratando de indicar la


inundación, mi llanto... básicamente todo lo que había sucedido esta noche.

—¿Crees que no he visto lágrimas antes? —dijo en voz baja—. Y después de la ola
oscura, ¿de verdad crees que un poco de agua en el suelo realmente va a molestarme?

Eso lo puso un poco en perspectiva.

—¿Qué está mal conmigo, Hunter? —dije, incapaz de evitar que mi voz se quiebre.

Morgan regresó con una bandeja llena de tazas de cerámica humeantes y una pequeña
torta de chocolate que debía de haber sido concebida como un aperitivo para después de la
reunión, antes de que hiciera dispersar a todos.

Hunter me soltó y me moví hasta una de las sillas frente a la chimenea. Morgan me dio
una taza de té y se sentó en el suelo junto a nosotros. Estaba hirviendo al tacto, y debo haber
hecho una mueca de dolor. Ella se acercó, la envolvió con su mano e inmediatamente se
enfrió a la temperatura perfecta. La miré con asombro.

—¿Cómo lo hiciste...? —Duh, pensé. Es Morgan. Enfriar un poco de té no era


precisamente algo importante para ella—. No importa —añadí—, pregunta tonta.

Hunter se sentó frente a mí y se inclinó hacia delante. Tomó una taza y luego se estiró
por mi mano.

—Es un hechizo simple —dijo—. Una pequeña transferencia de energía. Sólo enfoca tu
energía. Dite a ti misma que el té se enfriará. Tienes que saber que lo hará.

Hice lo que pude para concentrarme. Hizo girar mi mano una vez sobre la taza, y sentí
un poco de calor, como si hubiera agarrado una papa caliente y luego la hubiera soltado.
Tomó un sorbo de té.

—Muy bien —dijo con una sonrisa—. Bien hecho. —Hunter no sonríe muy a menudo,
pero cuando lo hace, podía juntarse con una piedra preciosa. Realmente podría haber sido un
modelo.
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—Bebe —dijo Morgan, señalando mi taza—. Créeme, funciona.

—¿Mejor que la Coca-Cola Light? —grazné, secando la última humedad de mis ojos.

—Casi —dijo.

Hunter puso los ojos en blanco con buen humor.

Probé un sorbo de té. Era dulce y sabía como a todo un jardín de hierbas, nada que ver a
los brebajes desagradables que trajo Hilary de la tienda de alimentos saludables. Esto era
algo muy poderoso, y podía sentirlo por todo mi cuerpo, extendiendo la calma.

—¿Te sientes como para ahora hablar de ello? —preguntó Hunter, mirándome mientras
vaciaba la taza. Asentí con la cabeza. Morgan me sirvió un poco más de la olla y lo mezcló
con miel.

—Correcto —dijo Hunter, su tono se hizo profesional—. El ejercicio que hicimos esta
noche fue diseñado para ayudar a sacar y liberar emociones negativas. Muchas cosas han
sucedido recientemente, por decirlo así. Tienes un montón de nueva información. Morgan
me ha dicho que ha habido algunas cosas que están sucediendo en tu familia, también. Todo
eso fue soltado, y parece haber desencadenado un ataque.

—¿Un ataque? —dijo Morgan.

Hunter se volvió hacia ella. —Alisa es telequinética —explicó—. Dijimos que íbamos a
estudiar el problema después de que se hubiese tratado la ola oscura, y ahora lo estamos
haciendo.

—Telequinesis —repitió Morgan—. ¿Es eso lo que era? Creí sentir algo raro en el tàth
meanma bràch.

Justo antes de que la ola de oscuridad llegase, Morgan y yo habíamos unido nuestras
mentes en un ritual llamado tàth meanma bràch para combatirla. Ella lo había visto todo
dentro de mi mente, y yo había visto todo en la de ella.

—No cabe duda de que lo hiciste —Hunter estuvo de acuerdo—. ¿Podrías tener una
idea clara de lo que estaba pasando?

—No —dijo ella—. Fue una sensación extraña, pero no sabía muy bien qué hacer con
ella. Sentía como una descarga eléctrica, pero mental. Pensé que venía de la onda oscura.

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—Todas esas cosas que te pasaron, los estantes de la biblioteca, el plato de mantequilla
en la cocina, era yo —le dije, mirándola. Me refería a diversas instancias de cosas cayendo o
volando en las últimas semanas. Varias de ellas terminaron en dirección a Morgan, y ella
parecía muy molesta por ello—. No tenía intención de hacer esas cosas. De hecho, en el
momento, ni siquiera sabía que era yo.

—Así que el hechizo de desviación… —empezó a decir, palideciendo—. Te dejó en el


hospital. Oh, Diosa.

No estaba segura de lo que estaba hablando, pero Hunter asintió.

—No fue Ciaran en absoluto —dijo—. Pero volviendo al problema que nos ocupa —
continuó Hunter pensativamente—, aparte de ayudarte a liberar tus emociones, el hechizo,
obviamente, provocó algo. Sería muy difícil decir qué es exactamente lo que fue. Es un
hechizo de liberación general con amplio alcance. ¿Cómo te sentiste cuando lo estábamos
realizando?

—Fue muy fuerte —dije, recordando con un escalofrío—. Esos sentimientos… Me sentía
como un volcán. Seguí tratando de contener las emociones. Ni siquiera sabía lo que estaba
pasando hasta que vi a todo el mundo en pánico.

Él tamborileó con los dedos sobre su rodilla y por un momento miró pensativamente al
fuego.

—A juzgar por lo que he visto hasta ahora —dijo—, diría que el fenómeno está de
alguna manera conectado a tu estado emocional. Me acuerdo de que los objetos se caían
cuando te frustraste aprendiendo el hechizo de la ola oscura. Esta noche la inundación se
detuvo cuando comenzaste a llorar.

—¿Eso es todo? —dije esperanzada—. Entonces, ¿cómo puedo evitarlo?

—Me temo que el mecanismo exacto será un poco más complicado de determinar —
explicó—. Estas cosas rara vez son fáciles. Puedes reaccionar más ante ciertas sustancias o
elementos que ante otros, o puedes estar en sintonía con ciertas fuerzas magnéticas o
mágicas. Para concentrar tanto poder, estás recurriendo a algo bastante profundo…
probablemente toda una red de energías.

Respuesta equivocada. Debía decir que era un problema insignificante y que tenía un
libro que lo arreglaría aquí mismo.

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—¿Cuánto tiempo has tenido este problema? —me preguntó.

—Toda mi vida, supongo —le dije, recogiendo las manchas de hierbas que flotaban en
la parte superior de mi taza—. Siempre me han pasado pequeñas cosas extrañas. Solía pensar
que tenía mucha mala suerte y que era muy torpe. Pero recientemente está mucho peor. Mi
madre también lo tenía. Lo cuenta en su Libro de las Sombras.

—Eso es muy importante. No lo sabía. ¿Hay alguna otra cosa que hayas notado en esos
episodios? ¿Tienen algo en común? ¿Cualquier cosa?

—No realmente —le dije—. No se me ocurre nada.

Hunter se levantó y empezó a caminar un poco. Parecía estar pensando en el problema.


Me di cuenta de que los puños de sus pantalones estaban empapados, al igual que sus botas.

—Conozco a un hombre en Londres llamado Ardán Rourke —dijo—. Este tipo de cosas
son su especialidad.

—¿Qué tipo de cosas? —preguntó Morgan—. ¿Telequinesis?

—Magia incontrolable, en cualquier forma. Ya es demasiado tarde para llamar ahora…


son pasadas las dos de la mañana allí. Voy a intentarlo mañana. También está Jon Vorwald,
un Burnhide que trabaja en Ámsterdam. Él podría ser capaz de saber si se trata de una
reacción mágica a ciertos metales u otras sustancias, que también podría serlo. También lo
contactaré. Mientras tanto, voy a hablar con Bethany Malone. De hecho, vamos a ver si está
en casa ahora.

Se dirigió a la cocina por el teléfono. Morgan se acercó y tomó mi mano. Sentí un cálido
flujo de energía que provenía de ella, calmando un poco mis nervios de punta.

—Ojalá lo hubiera sabido —dijo.

—Yo sólo lo descubrí hace poco —le dije—. Fue una novedad para mí, también. Nunca
tuve la intención de hacerte nada. Lo sabes, ¿no?

—Por supuesto —dijo.

—No hay respuesta —dijo Hunter, volviendo y cortándose una porción de la torta.

—¿Quieres que intente adivinar acerca de ella? —preguntó Morgan.

34
—No. —Hunter negó con la cabeza—. Voy a intentarlo de nuevo mañana, después de
hablar con Ardán y Jon.

—Tengo que lavarme la cara —dije, con ganas de levantarme y estar sola por un
momento. De repente me sentí como una especie de leprosa. Tanto hablar de fenómenos,
metales y de traer a especialistas de Londres y Ámsterdam era demasiado. ¿Mi problema era
tan grave que requería de un esfuerzo mundial para ser solucionado?

Hunter se movió incómodo.

—Yo usaría el del piso de arriba. El de la planta baja todavía está muy húmedo…

En el baño de arriba había una capa de agua cubriendo el suelo de baldosas blancas y
negras. Hunter había arrojado algunas toallas. Estaban esparcidas alrededor de los charcos,
empapadas y pesadas, como babosas enormes. El agua se había acumulado en una especie de
lago bajo las patas de la bañadera de pie. Si este era el más seco de los dos cuartos de baño,
realmente no quería saber cómo lucía el de abajo.

A pesar de que había empapado el lugar, podía ver que de otra forma estaría
impecablemente limpio, incluso austero. Pronto tendría olor a moho, gracias a mí. Recogí las
toallas, después las escurrí lo mejor que pude en la bañera y luego las colgué de la barra de la
ducha.

Mi cara era una ruina húmeda. Mis ojos enormes estaban totalmente inyectados en
sangre, y mis párpados estaban hinchados. Lucía asquerosa, como una rana. Me eché agua
fría en la cara hasta que pareció menos hinchada, luego la sequé con uno de los paños que
colgaban de la barra de la toalla.

Cuando regresé a la sala, Hunter y Morgan estaban apiñados en una discusión. Se


separaron cuando entré.

—¿Te sientes mejor? —dijo Hunter, levantándose para darme su silla.

—Creo que debería irme a casa —le dije.

—No creo que sea aconsejable, Alisa —dijo—. Acabas de ser fuertemente afectada por
un hechizo. Creo que deberías quedarte aquí hasta que se pase un poco.

—Realmente me gustaría irme —dije en voz baja.

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Hunter me estudió por un momento, y sentí una extraña sensación apoderarse de mí,
como si alguien estuviera tratando de trepar por mi piel.

—¿Qué fue eso? —le pregunté.

Ambos levantaron sus cejas.

—¿Lo sentiste? —dijo Hunter.

—Sí —le dije, pasando mis manos sobre mis brazos—. Fue escalofriante. ¿Qué era?

—Fuimos nosotros —dijo—. Estamos extendiendo nuestros sentidos hacia ti, tratando
de obtener información acerca de cómo te sientes.

Así que me estaban bruja-espiando. Por lo menos eran honestos.

—¿Alguna vez lo has sentido antes? —preguntó.

—No —le dije—. ¿Por qué? ¿Lo han hecho antes?

—Muy extraño —dijo Hunter, sin contestar a mi pregunta. Se frotó la barbilla y asintió a
sí mismo—. Bien, entonces. Te llevaré si realmente quieres irte. Morgan, podrías mirar esos
libros sobre piromancia mientras estoy fuera.

Un minuto después me deslicé en el asiento del pasajero del viejo Honda y me quedé
mirando a mi regazo.

Al ver que yo no estaba de humor para hablar mucho, encendió la radio, pero no
funcionó demasiado bien. Lo único que pudo conseguir fue una estación de country con
estática. Después de unos minutos de buscar otra cosa, hizo una mueca y la apagó.

—Increíble —comentó, negando con la cabeza—. Nosotros, las brujas, podemos


aprovechar el poder del universo. Podemos cavar agujeros entre la vida y la muerte. Sin
embargo, todavía no podemos conseguir una vieja radio con una antena curva para que
capte algo más que el sonido distorsionado de un país del occidente.

No pude evitar sonreír ante eso.

Cuando nos detuvimos en frente de mi casa, él se volvió hacia mí.

—Voy a tratar de tener alguna respuesta para la mañana —dijo—. Por ahora, sólo
descansa un poco.
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—Está bien —le dije, llegando hasta la manija de la puerta. Cuando estaba saliendo, él
extendió su mano hacia mi brazo. Me di vuelta para verlo extendido sobre el asiento del
pasajero para mirarme.

—Llámame si tienes más problemas esta noche —dijo—. No me importa la hora que
sea.

Esperó a que estuviera dentro antes de alejarse. Podía escuchar a mi papá y a Hilary en
la cocina, hablando de sus planes para convertir mi habitación en el hábitat Hilspawn.
Deduje por lo que estaban diciendo que acababan de salir a pedir una cuna y una cómoda.
Ahora estaban haciendo una lista de objetos para poner en la lista de regalos… el monitor,
una mecedora, una Diaper Genie1...

En su entusiasmo ni se dieron cuenta de que había vuelto a casa, lo que estaba bien para
mí. Me dirigí a mi habitación. Quería disfrutar de ella mientras todavía fuera mía.

1 Diaper Genie: es un sistema de desecho de pañales.


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Capítulo 5
Explosión
Traducido por Dai
Corregido por Mlle. Janusa

29 de octubre de 1948

Algo extraño sucedió hoy. Estaba en la biblioteca revisando algunos libros antiguos en
alfabeto Futhark. Estos libros particulares son raramente utilizados, por lo que están bien
guardados en la parte posterior. Cuando saqué el libro de la estantería, me di cuenta de que
otro libro estaba metido detrás de él.

Para mi sorpresa, resultó ser un Libro de las Sombras que perteneció a mi tatara-tatara
abuela, Mairin Quinn. Cómo se había perdido así durante tantos años está más allá de mí.
Nuestra familia siempre ha tenido mucho cuidado con sus libros, especialmente con el Libro
de Sombras. Más extraño aún, algunas de las páginas han sido violentamente arrancadas.
No es de un Rowanwand estropear un libro de cualquier forma. Me pregunto qué pasó. Voy a
leer el libro esta noche, entonces me aseguraré de que esté archivado en el lugar adecuado.

― Aoibheann

I
ncluso antes de encender la luz en mi habitación, sabía que algo estaba mal, las
cosas estaban diferentes. Debería haber habido zapatos cerca de la puerta para
hacerme tropezar. Alguien había cambiado las cosas por aquí. ¿Mi ataque también
le había hecho algo a mi habitación? Encendí la luz y descubrí lo peor.

Mis pertenencias estaban en cajas. Ropa. Calzado. Posters y fotos de mis paredes. Una
de las cajas estaba llena de libros, incluyendo el Libro de Sombras de mi madre y el mío. Me
tomó un frenético minuto encontrar las cartas de Sam… estaban empacadas con un montón
de papeles viejos en el suelo. Estaban juntos y atados con una cinta. Sentí que se me encogía
el estómago.
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Esto tenía que ser obra de Hilary. Que hubiera revisado mis cosas era bastante malo,
pero que hubiera manejado bienes personales de mi madre. ¿Había leído las cartas? ¿Mi
libro?

Mi cerebro no podía unir esos pensamientos. Loca, furiosa, azoté la puerta abriéndola y
atravesé la casa. Esto era… no podía aguantarlo más. Los encontré todavía sentados en la
cocina, riendo por algo.

—¿Qué te pasa, cariño? —preguntó mi papá.

Debía parecer salida de una película de aliens. Sentí a mis ojos desorbitados y mi
corazón acelerado. Mis manos se abrían y se cerraban.

—¿Qué has hecho? —le susurré.

—Oh —dijo Hilary, como si acabara de recordar—, hice un poco de limpieza en tu


habitación.

—¿Limpieza? —escupí—. No limpiaste… revisaste todo lo que tengo, todo lo personal...


Revisaste las cosas de mi madre...

Ambos se quedaron en silencio y se miraron el uno al otro.

—No las revisé, cariño —dijo—. Sólo las puse en cajas.

—En primer lugar —le dije, mi energía en aumento—, no soy tu cariño. Mi nombre es
Alisa. Y lamento haber estado incomodándote con mi presencia, pero yo también vivo aquí.
No puedes simplemente desear que me vaya. Sé que estás apurada porque me vaya a la
alacena al final del pasillo, pero eso no te da…

—Alisa —gritó mi padre—, ¡cuida tu boca! Sé que estás molesta, pero Hilary está
embarazada. Piensa por lo que ella está pasando.

—¿Lo que Hilary está pasando? —grité con incredulidad—. ¿Qué hay de mí? Dejaste
que Hilary viniera aquí, que se hiciera cargo de la casa, y me diera órdenes. Apenas sabes
que estoy viva. Tengo que comer comida horrible, mover todas mis cosas y escucharla
vomitar.

—¡Cómo te atreves a hablar de ella de esa manera! —me dijo mi padre, casi sin poder
controlarse—. Esta es la mujer que va a ser tu madrastra. ¡Tienes que demostrarle respeto!

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—¡Por favor! —gemí—. Es casi de mi edad. ¿Qué, no pudiste encontrar a alguien más
joven? ¿Por qué no sólo me lo pediste? Podría haberte presentado a algunas estudiantes de
primer año de mi escuela.

Yo sabía que había entrado en un territorio desconocido y peligroso, pero no parecía


poder detenerme. Era como si mi mandíbula se hubiese liberado o algo así, y todo
pensamiento horrible que he tenido se escapase. Me pregunté si el hechizo todavía me estaba
afectando, permitiéndome dejar volar todos mis pensamientos y mis emociones. Sabía que
me estaba enterrando en un agujero muy profundo.

—Sólo vas a casarte con ella porque la dejaste embarazada —siseé, todo el control ido—
. Porque fueron estúpidos. Los dos fueron estúpidos. Y yo tengo que sufrir porque ustedes
dos no saben controlarse.

Hilary comenzó a llorar, y la cara de mi padre se puso morada. Se volvió hacia mí con
más rabia de la que nunca lo he visto mostrarle a alguien. De repente me di cuenta de lo que
había hecho. Les había dicho todo lo que había estado pensando… todo. No había querido
decirlo. Además de todo esto, el estante con especias se cayó de la pared.

Oh, Dios. Oh, Dios. Oh, Dios. Oh, Dios.

Antes de que él incluso pudiera replicar, decidí largarme de allí. Yo ni siquiera quería
saber lo que iba a decir. Corrí a mi habitación y cerré la puerta con llave.

Esto era malo. Esto era muy malo. Mi vida estaba a punto de dar un giro brusco hacia lo
peor, si era posible.

Un pensamiento cruzó como un relámpago por mi mente. Gloucester. Iría a Gloucester.

Ahora.

Era una idea loca, pero no mucho más loca que la idea de volver a la cocina después de
esa conversación. De verdad, era el mejor momento para ir. Además, ¿no tenía la familia de
mi madre derecho a tenerme si mi padre no quería ser molestado? Algo me había estado
diciendo que fuera allí. Ahora lo escucharía.

Impulsivamente, agarré mi bolsa de lona. Puse en ella el Libro de Sombras de mi


madre, los e-mails impresos de Sam, un poco de ropa al azar y cosas de mi armario. ¿Qué
más necesitaría? Miré a mi alrededor y tomé mi suéter más abrigado, un cepillo para el pelo,
mi propio Libro de las Sombras y puse mi monedero en la parte de arriba. Eso era todo. La

40
bolsa estaba llena, y sentía que tenía que actuar con rapidez antes de que mi padre se
recuperara lo suficiente como para venir tras de mí.

Me asomé al pasillo. No había nadie allí. Podía oír un parloteo febril en la cocina. Tan
silenciosamente como pude, me arrastré escaleras abajo. Afortunadamente, no se puede ver
la puerta principal desde la cocina, así que tuve la oportunidad de escapar. Corrí tan rápido
como pude, a través del patio de nuestros vecinos y por la calle. Yo sabía que no pasaría
mucho tiempo antes de que mi papá se diera cuenta de que me había escapado y luego
estaría en las calles, buscándome.

Una vez que estuve lejos de la casa, me di cuenta de que no tenía un segundo
movimiento planeado.

Cuando desaceleré para caminar, me di cuenta de que había estado yendo en dirección
de la casa de los Rowlands. Miré el reloj. Probablemente era cerca del toque de queda de
Morgan. Ella tendría que pasar por el patio de juegos en su camino desde la casa de Hunter.
Me dirigí hacia él y me escondí detrás del tobogán en espiral de modo que no sería fácil de
ver, pero que yo sería capaz de mirar la carretera. Unos diez minutos después, la forma
distintiva del coche de Morgan dobló por la esquina. Yo salí de donde había estado
escondida y le hice señas con las manos. Ella desaceleró, miró por la ventana sorprendida, y
luego se detuvo.

—Alisa —dijo—, ¿qué estás haciendo?

—Necesito ayuda —dije, sin saber muy bien cómo explicarme. Esta declaración parecía
cubrir una amplia gama de opciones. Ella me miró, con nuevos caminos de lágrimas
recorriendo mi rostro y con mi bolsa de viaje en mis manos.

—Entra —dijo ella, estirándose y abriendo la puerta.

Me metí en el lado del pasajero. Señaló la bolsa.

—¿Qué está pasando? ¿Acabas de escapar?

—Algo así —le dije, encorvada bajo el asiento, por si mi padre pasaba—. ¿Te importaría
conducir un poco? —le pregunté tímidamente. Empezó a conducir, mirando tanto a la calle
como a mí.

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—Alisa —dijo, con voz seria—, nada de lo que pasó esta noche fue tan grave. Sabes que
hemos pasado cosas mucho peores. Y Hunter tendrá información en la mañana para
ayudarte.

—Esto no es por lo que pasó esta noche en el círculo —dije—, no del todo.

—¿Pelea con tus padres?

—Uh-huh.

—¿Por magia? ¿Tuviste otro problema con la telequinesis?

—No —respondí, sacudiendo la cabeza—. Es mucho más complicado que eso.

—¿Saben que te has ido?

—No lo sé —le dije, jugando con la cremallera de mi bolsa—. Tal vez. Si no lo saben
ahora, lo sabrán pronto.

Ella me miró. Sentí que mi cuerpo cosquilleaba y supuse que me estaba mirando de
alguna manera mágica, tratando de averiguar lo que estaba pensando. Ella me había visto
inundar una casa y luego llorar en el hombro de su novio durante media hora. Ahora me
acababa de encontrar escondida en los columpios a medianoche con la ropa en una bolsa. La
evidencia sugería que no estaba del todo estable.

—Vamos —dijo—, te llevaré de regreso con Hunter —comenzó a dirigirse hacia Valley
Road, la cual llevaba a la casa de Hunter. Me sorprendió que no me llevara apresurada al
hospital psiquiátrico más cercano—. Me gustaría llevarte a mi casa —continuó—, pero entre
mis padres y Mary K., eso sólo te causaría un montón de nuevos problemas. Puedes quedarte
con Hunter un par de horas, y luego te puede llevar a casa.

—No —dije, agarrando mi bolso de viaje contra mi estómago—. Por favor. No.

Estacionó el coche en el parque.

—¿Por qué no? —preguntó.

Negué con la cabeza, dispuesta a contener la nueva tormenta de lágrimas que brotaba
en mi interior.

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—Mira —dijo suavemente—, no tienes de qué avergonzarse porque te vio tan molesta.
Hunter puede manejar eso. Confía en mí, he acudido a él suficientes veces.

—Sé lo que tengo que hacer —le dije, mi voz tambaleante.

—¿Qué?

—Tengo que ir a la estación de autobús —le dije—. Tengo que ir a un lugar.

—De ninguna manera —respondió Morgan, estirándose hacia la palanca de cambios—.


Es la casa de Hunter o la tuya. ¿Cuál será?

—Tengo que ir a ver a la familia de mi madre, Morgan.

Eso la detuvo por un momento, así que continué.

—Fue el instinto lo que me hizo tomar el Libro de Sombras de mi madre de tu casa —


dije, las palabras saliendo rápidamente ahora—. Luego, mi telequinesis hizo que mi alhajero
se cayera y se rompiese… así es como encontré las cartas de mi tío. Y he estado teniendo
estos sueños, visiones del pueblo natal de mi madre. He estado en contacto con mi tío. Me
dijo que podía ir en cualquier momento que quisiera.

Morgan miró hacia delante y tamborileó los dedos sobre el volante, sumida en sus
pensamientos. Junto con sus habilidades de brujería, Morgan tenía una poderosa vibración
de hermana mayor. Ahora mismo podía verlas en conflicto.

—Vamos —le dije—, ¿cómo voy a explicarle esto a mi padre? ¿Cómo voy a decirle que
mi madre era una bruja, que ella misma se despojó de sus poderes, y que he estado teniendo
visiones y problemas con la telequinesis? Cuando tú y yo decimos que nuestros padres no
nos entienden, no sólo estamos angustiadas.

No podía negar nada de lo que dije.

—Sigo pensando que deberíamos ir a lo de Hunter primero —dijo lentamente—.


Puedes hablarlo con él.

—No es que no quiera hablar con Hunter —le dije—, pero tengo que salir de aquí. Si
espero hasta mañana, mi padre tendrá a la policía detrás de mí.

Silencio absoluto durante unos dos minutos.

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—Dime a dónde vas —dijo finalmente.

—Gloucester, Massachusetts. A la casa de mi tío Sam Curtis.

—¿Tienes suficiente dinero?

Metí la mano en mi bolso y saqué el monedero.

—Tengo mi tarjeta de crédito y seis dólares en efectivo.

—¿Cuánto tienes en tu cuenta?

—Poco más de 300 —le dije—, de cuidar niños.

Sin decir una palabra, ella puso el coche de nuevo en marcha y dio la vuelta, hacia la
estación de autobús. Me di cuenta de que su batalla interna continuaba.

—No me gusta —dijo ella, rompiendo el largo silencio—, pero creo que lo entiendo.

No había coches en el aparcamiento de la estación de autobuses, y no vi a nadie a través


del vidrio de la ventana. Estaba vacía, a excepción de los asientos de plástico y unas cuantas
máquinas expendedoras de billetes. Morgan se agachó para mirar el lugar a través de mi
ventana, y luego gimió en voz alta.

—No puedo creer que voy a dejarte hacer esto —dijo, su voz baja. Se levantó de su
asiento, apoyó la mano en el bolsillo de sus vaqueros y sacó algunos billetes arrugados—.
Aquí —dijo, apretándolos en mi mano—, toma esto, también. Son, um... —alisó los billetes y
los contó—. Doce dólares.

—Gracias —le dije mientras apretaba el dinero arrugado en mi mano—. Te lo


devolveré.

Extrañamente, en respuesta, se acercó, apartó el cuello de mi remera, y empezó a


hacerme cosquillas en el cuello. Al menos, eso es lo que parecía estar haciendo.

—¿Es esto lo que quieren decir cuando hablan con los niños acerca de “contacto físico
inapropiado”? —le pregunté.

—Llámame a mí o a Hunter —advirtió, apartando su mano—. Lo digo en serio. Si no


tenemos noticias de ti dentro de veinticuatro horas, iremos por ti. Acabo de poner un sigil de
vigilancia en ti, por lo que seremos capaces de encontrarte en cualquier parte.

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—Gracias —repetí, un poco insegura. En realidad no sabía lo que significa tener un sigil
de vigilancia grabado a fuego en mi carne. Sonaba siniestro.

—Supongo que eso es todo lo que puedo hacer —suspiró.

—Has hecho mucho —dije, dando un paso hacia fuera e inclinándome por la ventana—.
No te preocupes. Sé lo que estoy haciendo.

—Tengo que ir a casa —dijo ella, evidentemente molesta por las limitaciones de su
toque de queda—. Sé cuidadosa. Y recuerda, llama dentro de las veinticuatro horas.

Con eso, se alejó lentamente. Vi a Das Boot desvanecerse en la noche, y luego entré en el
resplandor lúgubre y fluorescente de la estación de autobuses.

45
Capítulo 6
El Escape
Traducido por Jo, Jessy y Little_jade
Corregido por Mlle. Janusa

30 de octubre de 1948

El libro de Máirin ha abierto un completamente nuevo mundo para mí. Dios, ¿cómo fue
que nunca conocí esta horrible historia?

La madre de Máirin se llamaba Oona Doyle. Ella y su marido vinieron de Irlanda en


1865 con un pequeño grupo de otras brujas. Ellos construyeron su casa y comenzaron Ròiseal
ese año.

De acuerdo a Máirin, una horrible influenza se esparció a través de Glocester en 1886.


El aquelarre completo trabajó tan duro como pudieron para combatir la enfermedad. La
joven Máirin describe las largas noches de visitar camas de enfermos y trabajar en hechizos.
En intentos de curar a otros, algunos de los miembros del aquelarre fueron infectados y
debilitados. La enfermedad cobró las vidas del padre de Máirin y dos hermanos más jóvenes,
dejando a las dos mujeres solas. Máirin estaba, por supuesto, devastada, pero la reacción de
su madre fue aún peor. Perdió el control de su mente; por dos años Oona vivió en esta
condición, y Máirin cuidó de ella en todo momento. Máirin describe una horrible noche
durante la cual su madre corrió desnuda a través de la casa, repartiendo maleficios a su
propia sangre. Dos días después el cuerpo de Oona fue arrastrado hasta la orilla. Oona,
incapaz de superar su tristeza debió haber vagado hasta el océano y sólo siguió avanzando,
permitiendo que las olas la alcanzaran. Máirin luego describe el comienzo de una larga serie
de apariciones que ocurren por años. Hizo varios intentos de controlar el fenómeno.
Las últimas páginas del libro están perdidas. ¿Qué Rowanwand destruye un libro, mucho
menos un Libro de las Sombras? ¿Qué estaba escrito allí? Necesito estudiar este libro más de
cerca.

Le he contado a mi madre lo que encontré, ella parecía muy interesada. ¿Podría ser que
tengamos algún tipo de respuesta hacia nuestro problema de apariciones al fin?

46
― Aoibheann

C
uando le dije a Morgan que sabía lo que estaba haciendo, probablemente había
estado exagerando mi caso solo un poco. Sabía que iba a huir, que iba a ir a
Glocester, y que iba a ir inmediatamente. Los detalles… bueno, no los había
definido por completo.

Yo era la única persona esperando en la estación de buses para el viaje de medianoche a


Nueva York. Usé mi tarjeta de crédito para comprar un boleto y me senté a esperar. Me sentí
como si estuviera en la película cursi de la semana; adolescente deja su hogar, se sube en un
bus a la gran ciudad. Cosas como esta no se suponían que me pasaran a mí. Pero era real, y
yo estaba sola, echando humo, y casi atontada con la anticipación.

Afortunadamente calculé bien, y solo tuve que esperar unos pocos minutos antes de
que el bus llegara.

Casi tres horas más tarde vi las luces de Nueva York a la distancia. A pesar de que amo
la gran ciudad, el Terminal de Buses Port Authority, donde eventualmente nos detuvimos, es
probablemente el último lugar en el que quiero estar a las 3 a.m. en un domingo. A pesar de
que estaba menos lleno de lo normal, todavía había un montón de gente vagando alrededor.
Muchas de esas personas tenían miradas vacías; varias se murmuraban a sí mismas. Todos
parecían estar echándome un vistazo, esta adolescente limpia con su gordo bolso de lona.
De acuerdo al monitor, el siguiente bus hacia Boston salía a las 4 a.m., así que tenía una hora
para matar. Usé mi tarjeta bancaria de nuevo para comprar mi boleto, cuidando de tenerla
afuera de mi bolso por la menor cantidad de tiempo posible. También necesitaba realmente ir
al baño, pero no había manera de que fuera a aventurarme a uno de esos desolados baños de
mujeres.

Mi descarga de adrenalina se estaba desvaneciendo. Estaba temblando. Pasé un


teléfono, y pensé en cogerlo. No estaba del todo bien para llamar a mi padre. ¿Morgan?
¿Mary K? Demasiado tarde. Sus padres enloquecerían. Podría llamar a Hunter. A su padre
no le importaría que llamase tan tarde (una ventaja de dejar vivir a tu padre en tu casa y no
viceversa). Pero supuse que Hunter probablemente no estaría feliz acerca de mí escapando, y
en realidad no tenía ganas de recibir un sermón.

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No. Había decidido ir, y ahora iba a lidiar con ello. Así que era un poco aterrador.
Estaría en Gloucester pronto. Me senté y observé una pantalla con el pronóstico del tiempo
actualizarse cerca de doscientas veces antes de que fuera tiempo de abordar el bus.

El bus hacia Boston estaba prácticamente vacío, así que tenía dos asientos para mí,
agradables y cercanos al conductor. Esto me hizo sentir un poco más segura. No parecía
notar nada extraño en mí estando sola. Supongo que esto era prácticamente un método de
huida habitual, algo que él había visto antes, precisamente algo que mi madre había hecho
hace más de treinta años.

Empujando mi bolso tras mi cabeza, cerré mis ojos y me quedé en seguida dormida.
Soñé con la sirena de nuevo. Era de noche esta vez, y estábamos las dos en la orilla. El mar
estaba tranquilo ahora. La sirena se escondió bajo un velo verde y señaló a la luna, la cual era
un gancho colgante que casi llegaba al agua, una luna creciente. Nos sentamos en silencio por
un largo tiempo; luego una ola bañó la arena. A medida que se alejaba, la playa brillaba con
runas y palabras gaélicas. Todo el espacio entre nosotras estaba lleno de esta misteriosa
escritura. Otra ola vino y se llevó todo. Dejando la playa vacía y arenosa. Y cuando levanté la
vista hacia la sirena, se había ido. Me desperté justo cuando el bus estaba entrando a la
Estación Sur de Boston, la terminal de buses y trenes más grande en la ciudad.

Descubrí, al leer un par de mapas de trasporte plegables multicolores y preguntando a


un par de viajeros, que necesitaba tomar dos líneas de metro para llegar a la Estación Norte,
donde podría tomar un tren a Gloucester a las siete y media. Desde ahí, el viaje a Gloucester
tomaría cerca de una hora.

Mi cerebro estaba ceroso y entumecido de tanta emoción y tan poco sueño. Las rutas
codificadas por colores en los mapas parecían imposibles de recorrer. Pero saqué alguna
reserva escondida de energía y capacidad mental, y logré subir al metro y cruzar la ciudad.
Por tercera vez en solo pocas horas estaba esperando en otra plataforma. Si solo tuviera un
auto, pensé. La vida sería mucho más fácil.

Pensé de nuevo en mi cama en Widow's Vale, toda hecha, lista para meterme y
disfrutar. Desde luego, no había quedado ninguna otra cosa en mi habitación, nada más que
mi cama estaba ahí. Mi papá seguramente estaba caminando de un lado a otro. Estoy segura
de que había estado despierto toda la noche…

Había un teléfono tras de mí. Impulsivamente lo cogí y llamé a casa por cobrar. Alguien
descolgó el teléfono al primer tono. Era mi papá. Quien frenéticamente aceptó los cargos.

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—¿Hola? ¿Alisa?

—Soy yo, papá —contesté, asustada de la urgencia en su voz.

—¿Alisa dónde estás?

—Está bien, papá —dije, manteniendo mis ojos en la vía por cualquier vistazo del
tren—. Estoy bien. Solo necesito… algo de tiempo.

—¿Tiempo? ¿De qué estás hablando?

—Ha sido simplemente demasiado que asimilar para mí —suspiré.

—Alisa… —dijo. Sonaba confundido, como si no supiera lo que sería más efectivo: estar
enojado o suplicar.

—No estoy escapando —dije—. Voy a ver a la familia de mamá.

No tuvo idea de qué decir a aquello. También podría haberle dicho que subiría a una
barca hacia China. Mi madre nunca habló de su familia, así que mi papá siempre asumió que
debieron haber sido bastante malos para hacerla huir cuando tenía dieciocho años. Según lo
que él me había dicho, mi mamá no fue exactamente una rebelde.

—Hay muchas cosas que no sabes sobre ellos —agregué. Eso era obvio El eufemismo
del año—. Saben que estoy yendo. Quieren verme, así que voy a ir.

—Suficiente de esto, Alisa —dijo, optando por el enfoque enojado.

—Solamente te lo estoy diciendo —continué—, para que no te preocupes. Estoy en


buenas manos, no paseando por las calles en algún lado. Voy a estar en una casa,
quedándome con el hermano de mi mamá. No hay necesidad de llamar a la policía o a nadie
más.

—¡Tu madre ni siquiera tenía un hermano! —dijo, rompiéndosele la voz.

—Sí, lo tenía —dije—. Vive en un lindo lugar, el cual está bien. Yo estoy bien. Solamente
necesito pensar. Prometo que me quedaré allí, donde es seguro… solamente, no llames a la
policía, por favor. Prometo que te llamaré.

—¿Es que acaso tengo opción? —dijo, finalmente.

—No realmente —admití.


49
—Te amo, Alisa. Lo sabes, ¿verdad? Sé que has estado…

El tren estaba viniendo.

—Te amo, papá —sentí que me ahogaba mientras lo decía—, debo irme. Por favor, no te
preocupes por mí.

Creo que me nombró cuando corté. Mis manos temblaban y mis ojos picaban. Adelante,
pensé. Ya no había vuelta atrás.

Me recosté en el tren de corta distancia, descansando mi cabeza contra la ventana. Nada


de sueños esta vez. Me desperté con una sacudida y una fuerte contractura en el cuello,
mientras el conductor anunciaba que estábamos entrando en Gloucester.

No había nadie en la plataforma, tan sólo un par de personas caminando por la calle.
Después de todo, todavía era temprano en la mañana para un domingo nublado. No tenía
idea de dónde estaba ni de cómo iba a encontrar la casa de Sam, así que empecé a caminar en
la dirección que se veía más prometedora. No sé cómo describirlo, pero la ciudad se sentía
bien para mí. Podía sentir el empuje del océano. Trampas para langostas y artículos de pesca
inundaban el lugar. En carteles, en los jardines de la gente. Parecía un lugar muy modesto,
una ciudad pescante, muy vieja y para nada lujosa. A pesar de no estar embriagada en placer,
sentí una gran sensación de calma luego de la caótica noche anterior. Lo que sea que me
hubiese estado llamando… estaba aquí.

Media hora más tarde, un solitario taxi pasó por al lado mío, y lo detuve
frenéticamente. El conductor me miró con cierta duda (supongo que chicos de secundaria no
tomaban frecuentemente taxis en las calles de Gloucester) y luego me dejó subir. Le di la hoja
impresa en donde estaba el mail con la dirección de Sam, y me recosté en el asiento. Nos
movimos a través de las pequeñas calles, llenas de casas de estilo colonial, muchas de ellas
con placas conmemorativas a aquellos que habían vivido allí hacía cientos de años. El taxi
disminuyó lentamente la velocidad frente a una descuidada casa antigua, apretada en una
larga línea de casas similares en una de las calles centrales de la ciudad. Frenamos, y el
taxista se giró hacia mí.

—Está bien —dijo, mirándome, y luego a mi mochila—. No te voy a cobrar.

—¿Está seguro? —dije, agarrando de mi bolsillo dieciocho dólares—. Tengo dinero.

—No te preocupes por ello —me dijo—. No estaba trabajando.

50
Debía de parecer perdida, pensé. O simplemente muy patética. De cualquier manera, fue un
lindo gesto del conductor. Le agradecí efusivamente y me deslicé fuera del auto.

Así que ahí estaba, parada frente a la puerta de mi tío, a la diez de la mañana un
domingo. Miré hacia arriba del umbral, y vi que había un pentáculo. Era pequeño, impreso
en un plato de arcilla, y colgado cuidadosamente sobre la entrada. Este era, definitivamente,
el lugar correcto. Se debería haber sentido extraño y escalofriante. Mi tío y yo éramos dos
extraños el uno para el otro, pero sabía que estaría bien. Había algo en la relación con mi
madre, la tonalidad de su nota y mis sueños que me decían que él me recibiría. Tomando un
respiro hondo, toqué el timbre.

Escuché maullidos en el interior. Muchos de ellos. Reforcé mi agarre sobre la correa de


mi mochila mientras escuchaba pasos que se acercaban a la puerta.

—Está todo bien —decía una voz masculina—. Cálmense, sólo es el timbre.

Más maullidos desesperados.

—¿Es que creen que es un delivery de pescado para ustedes? —dijo—. Simplemente,
cálmense. Déjenme pasar.

La puerta se abrió.

El hombre que estaba frente a mí se veía muy joven, aunque sabía que rondaba los
cuarenta. Su cabello era marrón claro, entremezclado con algunos toques de rubio dorado y
gris. Sus ojos azules estaban enmarcados por un par de anteojos con estilo, de montura
metálica. Obviamente, estaba distendido en una perezosa mañana de domingo, y estaba
vestido cómodamente en una camiseta de la Universidad de Boston y un par de pantalones
de correr.

—¿Sam Curtis? —pregunté.

—¿Si? —dijo, mirándome extrañado. Se volvió algo tenso mientras me estudiaba. Era
como si hubiera encontrado un misterioso paquete frente a su casa y todavía estuviera
intentando descubrir si era un reloj o una bomba.

—Soy Alisa —dije—. Alisa Soto. La hija de Sarah.

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—¡Mi Dios! —dijo Sam, agarrándose al borde de la puerta. Podría decir que él no estaba
seguro de si abrazarme o sacudir mi mano. Como compromiso, decidió agarrarme del
hombro.

—¡No puedo creerlo! —casi susurró, mirando por encima de mí—. ¡Alisa!

Asentí tímidamente.

—¿Cómo has llegado hasta aquí? Son como… ¿las diez de la mañana?

—Recibí tu nota —dije, rápidamente evadiendo la pregunta—, y pensé que estaría bien.

—¡Claro que sí! —dijo—. ¡Por supuesto! Ven, entra.

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Capítulo 7
Sam
Traducido por Susanauribe
Corregido por Mlle. Janusa

Samhain, octubre 31, 1948

El Libro de las Sombras de Máirin está desaparecido. Estaba leyéndolo anoche antes de
dormir y lo dejé en mi escritorio. Cuando me desperté, no estaba. Inmediatamente corrí a
decirle a Mamá. Estaba salvaje por la emoción y el miedo, pero ella estaba muy calmada
cuando le conté que había desaparecido. Me dijo que no me preocupara. Que no había nada
que hacer. Control, me recordó. Las brujas siempre deben ser dueños de ellos mismos. Sólo el
pensamiento claro puede producir magia fuerte.

Sin embargo, me siento como si hubiera tenido la respuesta en mis manos, ¡solamente
para que me fuera arrebatada! Oh Diosa, ¿qué puedo hacer?

—Aoibheann

D
entro de la casa de Sam, fui recibida por el confortante olor brujo de las
hierbas e incienso, particularmente salvia. Todo estaba hecho de madera y
ladrillo y había una chimenea con un pequeño fuego que alejaba el frío
matutino. Dos gatos siameses me rozaron, mostrando su saludo.

—Conoce a Astrofe y Mandu —dijo, alzando a uno de los gatos y entregándomelo. El


gato ronroneó fuertemente y empujó su cabeza debajo de mi mentón en afecto—. Ese es
Mandu —dijo Sam—. Es un bebé, ama que lo alcen. Astrofe llegará a ti cuando te sientes.
Cree que cada regazo es suyo.

—¿Astrofe y Mandu? —pregunté mientras el gato me daba besitos con su nariz


mojada—. ¿Son nombres mágicos?
53
—No —se rió Sam—. Cat-ástrofe. Cat-mandu2.

Gruñí, recordando la descripción de mi madre respecto a su hermano en el Libro de las


Sombras. Ella dijo que él era un gran bromista. En verdad, ella dijo que él era necio. Sabía
que se hacían bromas prácticas todo el tiempo.

—Es tan temprano —dijo—. ¿A qué hora te fuiste para llegar aquí? —Lanza una mirada
un poco extraña por encima de mi hombro, pero mantuve mi concentración en Mandu, que
estaba moviendo mi cabello.

—Lo siento —dije—. Pensé en tomar el tren más temprano. Tú sabes. Adelantarnos a las
cosas. —Era tonto. Obviamente. ¿Pero qué iba a decir?

—Espera un minuto —dijo él—, déjame cambiarme a ropa más apropiada y nos haré un
desayuno. Ya regreso. Estás en tu casa.

Con un gato en mis brazos y otro envuelto alrededor de mis tobillos, camino por la sala
de Sam. Los pisos de maderas están cubiertos por una larga alfombra turca con colores
naranja y cafés. En un lado de la habitación hay un pequeño altar con unas velas, conchas,
flores frescas, una taza y un athame artesanal negro. Parece tener un millón de
representaciones de la luna en dibujos, cuadros y máscaras. Estantes de libros llenan el
mayor espacio de la pared. Los Rowanwands son famosos por coleccionar y algunas veces
acaparar conocimiento. Aunque no estaba segura de si había heredado mucho de esa
tradición familiar. La colección recogía una increíble bastedad de temas, desde física hasta
literatura y arte. Había tres tomos de hierbas, magia, historia Wiccan, adivinación, Dioses y
Diosas celtas, tarot y cientos de otros temas de brujas. Dos estantes estaban dedicados a la
astronomía. Tres más estaban ocupados por yoga, meditación, charkas y religión Hindú, noté
que unos cuantos estantes estaban dedicados a la historia de la homosexualidad y de algunos
actuales de políticas gays y cultura. Me detuve en esos cuando me di cuenta de que Sam
había regresado. Estaba vestido casualmente con una camiseta de manga corta color marrón
y pantalones.

—Tengo muchos libros, lo sé —dijo—. Tantos como un Rowanwand. Esto no es nada.


Deberías ver la librería familiar. Creo que tenemos más libros que la biblioteca de la ciudad.

Notó el estante que estaba mirando y sonrió.

—Oh —dijo, asintiendo—. Y soy gay.

2 Cat: en inglés significa gato. "Cat-astrophe. Cat-mandu."


54
No sabía tantas cosas sobre mi tío, así que el hecho de que fuera gay sólo era un ítem en
una lista muy larga. Me gustó su comodidad con el asunto. Supuse que tenía algo que ver
con ser un Wiccan. Supuse que eran más abiertos en lo que respectaba a ese asunto. Así que
tenía un tío gay. Eso era un poco genial.

—Está bien —dijo, dirigiéndome a la cocina—, preparemos algo de comida. Puedo


notar que estás famélica.

No era útil ocultar cualquier cosa de un brujo. Siempre parecen saberlo. Puse a Mandu
en el suelo y seguí a Sam hacia la cocina.

—¿Bebes café? —preguntó él.

Asentí. Estaba muriéndome por café, en verdad. No había dormido mucho.

—¿Cómo te gusta?

—Dulce —dije, sentándome en la mesa. Astrofe, como se prometió, saltó a mi regazo y


se hizo un ovillo—. Y con leche, por favor.

—Café con leche y muy dulce. —Sam asintió de forma aprobatoria—. ¡Definitivamente
eres mi sobrina! Vamos a llevarnos bien.

Animadamente puso dos enormes tazas y las llenó. Luego puso leche y azúcar y la
empujó en mi dirección. La tomé, agradeciéndolo. Estaba increíble. Tío Sam no tonteaba en el
departamento de café. Esto era bueno.

—Está bien —dijo él, abriendo el refrigerador—. Veamos. ¿Qué tal un omelet? Tengo
queso cheddar y tocino. Eso puede saber bueno.

No podría haber sabido que había estado viviendo de tofu y puerro orgánico por
semanas, ¿verdad? Un omelet de tocino y queso sonaba como el cielo en un plato. Traté de no
babearme cuando asentí con apreciación. Para entradas, había puesto unos croissants de
chocolate, macarrones, trozos de naranja y fresas en un plato para que picara mientras él
trabajaba. Así que piqué. Apenas me podía controlar. Noté que seguía mirándome mientras
ponía los huevos, tocino ahumado y un gran trozo de queso envuelto en papel en el
mostrador.

—Perdón por seguir mirando —dijo finalmente, batiendo los huevos—. Es sólo que te
pareces tanto a tu madre.

55
Eso me dejó fría.

—¿Sí? —pregunté.

—Es un poco asombroso —dijo él.

Tenía unas cuantas fotos de mi mamá y aunque había visto un poco de semejanza, no
pensaba que me pareciera mucho a ella. La familia de mi padre es de Buenos Aires así que
soy mitad latina. Mitad bruja, mitad latina… mitad todo. Mis ojos son marrones y mi cabello
es oscuro pero con iluminaciones de color miel. Mi piel es de color oliva, nada parecido al
pálido tono de piel de mi madre que vi en las fotos.

—Mamá era muy rubia ¿verdad?—dije—. ¿Un poco pálida?

—Eso es cierto —admitió Sam—. Los Curtis venían de Inglaterra y todos tendíamos a
ser de piel clara. Tu color es más oscuro pero hay mucho de tu madre en ti. Está en tu
expresión. Tu rostro. Tu altura, la manera en que te paras. Incluso tu voz. Podrías ser su
gemela.

—Me gustaría saber más de ella —dije—. Es por eso que estoy aquí.

Asintió, como si eso fuera justamente lo que esperaba escuchar. Luego se volteó hacia la
estufa y puso la mezcla de uno en el sartén donde se estaba cocinando el tocino.

—Me agrada —dijo él—. Me he preguntado cómo debe ser tu vida. ¿Asumo que no
fuiste criada practicando la Wicca?

—No —dije, agarrando otra fresa—. No sabía nada de esto hasta hace unos meses.
Como que me tropecé con un aquelarre en la escuela. Vi personas haciendo cosas que nunca
había pensado que fueran posibles. He visto mucho, en verdad. No es para nada bueno, en
absoluto.

Se volteó sorprendido, luego tuvo que regresar y hacer un movimiento de sartén


elegante. Un minuto después me entregó el omelete más grande que jamás había visto.

—¿No vas a comer algo? —pregunté cuando él se sentó.

—Lo haré —sonrió—. Más tarde. Prefiero hablar en este momento. Tú come.

No necesité que me lo dijera dos veces. Entre bocados, le conté un poco de Widow’s
Vale, Kithic, mi papá y Hilary. Eso le dejó la puerta abierta para que él hablara.

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—Respecto a tu mamá —dijo él—. Hay mucho que decir.

—Sé una parte de la historia —dije, aceptando más café—. Tengo su Libro de las
Sombras.

—¿Cómo lo conseguiste? —preguntó, impactado.

—Por una amiga, en verdad. —Me encogí de hombros—. Por casualidad, terminó en
manos de una amiga. Parecía tener un imán hacia mí. En verdad se lo robé. No le importó
después de que le dije el por qué.

—¿Simplemente terminó en la casa de tu amiga?

Asentí.

Sam me miró por un segundo, luego se rió y negó con la cabeza. —Bueno, la diosa
trabaja de maneras misteriosas. Así que sabes que tu mamá se quitó sus poderes. ¿Sabes por
qué?

—Sé respecto a la tormenta —dije, sintiendo a dónde se dirigía.

Cuando él estaba joven, Sam solía usar un libro de magia oscura para traer un poco de
lluvia muy urgida a la ciudad. En cambio, accidentalmente había producido una tormenta
que se salió de control y mató a varios marineros. Ese fue uno de los eventos que hizo que mi
mamá renunciara a su magia, pero no era la única razón. Había sido empujada al abismo por
su propia telequinesis, lo cual la había asustado tanto como a mí. La última cosa que le hizo
quitarse los poderes fue el incidente telequinético después de que peleó con Sam. Una mesa
fue movida lejos de la pared y lo empujó por las escaleras, casi matándolo. Él no sabía nada
sobre la telequinesis de mi mamá. Pude ver que pensaba que ella lo había dejado por sus
acciones, y fue más que claro que la culpa nunca lo había abandonado.

—Era un niño muy estúpido —dijo—. Más que estúpido. Tenía buenas intenciones pero
producía resultados muy malos. Resultados horribles.

—No fue solamente eso —dije, tratando de hacerlo sentir mejor—. Estaba asustada en
general. Pensó que sus poderes eran peligrosos. Ella…

Me detuve. ¿Quería contar toda la historia de su telequinesis y la mía? Lo haría


eventualmente, pero tal vez no en este preciso momento.

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—Fueron muchas cosas —dije—. Escribió sobre eso. No fue solamente la tormenta,
honestamente.

Alzó la mirada, sus ojos con un brillo de esperanza. Obviamente había estado cargando
un gran peso todos estos años. Me sentí mal por él.

—Lo sé —dijo él, nerviosamente su taza—, sabemos que Sarah, tu madre… no está.
Podemos sentir eso… pero en verdad no sabemos…

—Murió en 1991 —expliqué—, antes de que yo cumpliera cuatro años. Tenía cáncer de
mama.

—Cáncer de mama —repitió, absorbiendo la noticia. Tal vez para las brujas parecía
muy mundano. Por lo poco que sabía, tal vez podíamos curar el cáncer con magia. Ese
pensamiento me enfermó, tal vez mi madre podría haber vivido.

Pero estaba sacando conclusiones apresuradas.

—¿Estuvo enferma por mucho tiempo? —preguntó en voz baja.

—No —dije—. Mi papá me dijo que para el momento que lo descubrieron, era
demasiado tarde. Solamente vivió por dos meses más.

Sam parecía asombrado, tembloroso. Para mí, estas eran noticias viejas… horribles, pero
algo que había aceptado hace mucho tiempo. Se quitó las gafas y frotó su entrecejo.

—Lo siento tanto, Alisa —dijo—. No lo sé. Si lo hubiera sabido, habría ido hasta allí. Te
lo prometo. Me mantuve en contacto con Sarah los primeros años —explicó—. Pero tenía
sentimientos mezclados. No entendía por qué ella había hecho eso. Y luego fui a la
universidad, conocí a mi primer novio, me dejé atrapar por mi vida y mis dramas con
nuestros padres. Dejé que las cosas pasaran, y los años pasaron. Muy pronto no tenía su
dirección y ella no tenía la mía.

Él vio que mi taza estaba vacía y saltó por la cafetera, como si mantenerme alimentada y
llena de café ayudara a aliviar su culpa.

—Entonces, ¿cuánta gente hay en la familia? —pregunté, cambiando el tema—. Quiero


decir, ¿quién vive aquí, en Gloucester?

—Veamos —dijo Sam—. Mi madre, tu abuela. Su nombre es Evelyn. Mi padre murió


hace unos años al igual que mi tía. Pero está Ruth, su hija. Y ella tiene una hija de tu edad,
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llamada Brigid. Además, está el aquelarre, Róiseal. Todos somos familia, aunque no estamos
relacionados. Somos ocho en total. Mi madre es la líder.

—¿Puedo conocerla… quiero decir, a mi abuela? —dije entusiastamente. La madre de


mi madre. Apenas podía imaginármelo.

Sam pareció un poco sorprendido, aunque continuó sonriendo.

—Por supuesto —dijo—, puedo llevarte allí tan pronto en como termines de comer.

Me embutí el desayuno, queriendo terminar tan rápido como fuera posible. Sam parecía
genuinamente complacido por cuanto que disfrutaba de su comida.

—Lavaré los platos —dijo él—. Si quieres refrescarte, hay un baño junto a las escaleras.

—Gracias —dije.

Me preguntaba cómo me debía ver después de llorar toda la noche, y todo el sueño
perdido. Me cepillé los dientes y arreglé mi cabello, alejando un mechón de mi rostro y
moviéndolo hacia un lado, asegurándolo con una pinza que encontré en el bolsillo de mi
bolso. Minutos después estábamos en el antiguo Dodge de Sam, subiendo una carretera que
estaba junto al agua. Giramos y subimos una inclinación, adentrándonos en un área de
árboles densos. Luego los árboles se volvieron más delgados y pude ver que estábamos en
una carretera a gran altura encima de una playa rocosa.

—Aquí es —dijo Sam, estacionándose.

La casa era grande e impresionante. Daba hacia el agua y estaba pintada con un color
gris claro con persianas negras. Vi la terraza que tantas veces había escrito mi mamá y el
porche delantero con al menos una docena de escalones de piedra. Había un columpio en el
que ella solía sentarse y mirar hacia el agua. Una fila de árboles frondosos y arbustos
rodeando la propiedad y otros árboles altos que adornaban el jardín delantero y se alineaban
en el camino, creando una arboleda sombreada.

Dos carros ya estaban aparcados en el camino de entrada así que tuvimos que
estacionar en la calle. Sam desabrochó su cinturón pero esperó un momento antes de salir del
auto.

—Escucha —dijo—, mi mamá es un poco sensible respecto al tema de Sarah. No se lo


tomó bien. En verdad no habla de Sarah desde que se fue. Mi mamá también ha tenido

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mucho estrés últimamente. Están sucediendo muchas cosas aquí. Así que puede pasar que
ella necesite un minuto para superar el impacto.

—No te preocupes —dije—. Está bien. No puedo esperar a conocerla.

Sam asintió, pero su ceño permaneció fruncido. Cuando salí del auto, sentí una fuerte y
limpia briza saliendo del agua y en la distancia pude ver botes pesqueros saliendo del
muelle. Era una vista hermosa. Mi mamá debió haber amado crecer aquí. Un sonido de un
quebramiento atrajo mi atención. Sam se había movido hacia un lado para recoger un
periódico enrollado del camino de entrada para llevarlo adentro. La rama de un árbol justo
encima de su cabeza se había roto y estaba cayendo, era enorme, lo suficientemente grande
para causar un serio daño. Grité. Sam se enderezó, mirando hacia arriba y saltó hacia un
lado. El enorme trozo de madera hizo un enfermizo golpe contra el camino de entrada
empedrado y se rompió en dos.

—Diosa —dijo él, su voz llena de asombro. Miró de la rama al árbol, luego se agachó y
recogió un trozo roto de la madera.

—¿Estás bien? —pregunté, apresurándome hacia él.

—Estoy bien —dijo él, examinando la rama de cerca—. Pero es algo bueno que hayas
gritado.

Con una última mirada hacia el árbol, me tomó por el hombro y me apresuró a entrar a
la puerta.

Ramas caen de los árboles todo el tiempo, pensé. Pero pareció poco coincidente cuando
considerabas que una chica telequinética estaba pasando por ahí cuando sucedió.

¿Yo hice eso? ¿Casi mato a Sam?

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Capítulo 8
Bienvenida a casa
Traducido por ♥Ellie♥
Corregido por Kasycrazy

15 de agosto de 1950

He estado pasando más y más tiempo con Hugh recientemente. Es un buen hombre, muy
adecuado, de un aquelarre de Boston llamado Salldair. Aunque es diez años mayor que yo, al
parecer encajamos bien.

Hugh es un profesor de idiomas germánicos en la Universidad Simmons en Boston, y ha


escrito varios libros. Esto lo hace, más o menos, el marido ideal de una Rowanwand. Sé que
eso es lo que madre y padre piensan, de todos modos. Parecen ser aficionados a él.

En realidad no me siento lista para el matrimonio, pero sé que debo casarme. Luché
contra ello cuando me lo sugirieron por primera vez, pero ahora entiendo que fui egoísta e
insensata. Ya tengo diecinueve años. Debo aceptar mis responsabilidades. Por supuesto, es
inconcebible que abandone Gloucester. Nuestra familia está al mando de Ròiseal. Al ser la
hija mayor, tomaré el aquelarre cuando Madre y Padre ya no estén. Así es como ha sido
siempre.

—Aoibheann

A
diferencia de mi recepción amistosa en la puerta de Sam, mi entrada a la casa
de los Curtis fue atemorizante al principio. La mujer que abrió la puerta
apenas tenía una semejanza con Sam. Eran más o menos de la misma edad, y
su pelo corto era completamente rubio. Parecía desconcertada por mi presencia, como si
estuviera de pie desnuda ante ella.

61
—Esta es la hija de Sarah, Alisa —dijo Sam calladamente, olvidándose de cualquier
saludo.

—Diosa —susurró ella, retrocediendo—. Es como mirar a un fantasma.

—Ella es Ruth —me explicó Sam, señalando a la mujer en estado de shock—. Ruth y yo
somos primos.

Ruth recobró la compostura, pero su mirada fija seguía siendo un poco inquietante.

—Encantada de conocerte, Alisa —dijo.

—¿Está mi madre en casa? —preguntó Sam, enseñándome el interior de la casa.

—En el estudio… —contestó Ruth. Sus ojos llenos de preguntas silenciosas. Sam asintió,
diciéndole que se lo explicaría tan pronto como pudiera.

Dentro de la casa, todo era alarmantemente limpio. Los oscuros y pesados muebles de
madera brillaban. Los suelos de madera relucían. No había nada fuera de lugar, ni montones
de revistas, nada sobre las escaleras, ningún cúmulo de correo tirado en una mesa. Sólo una
leve brisa fresca recorriendo el austero pasillo, buscando inútilmente alguna mota de polvo
que soplar.

Sam me indicó que esperara, y tomó a Ruth por el codo, llevándola hasta lo que parecía
ser una cocina colonial. Vi una chimenea de ladrillo allí, junto con una gran mesa de trabajo.
Podía oír las voces hablando, en su volumen más bajo pero con tono urgente. Cuando
regresaron, Ruth lucía aún más nerviosa que antes. Mirando a Sam, ella golpeó la pared
suavemente. Pensé que eso era realmente extraño, pero entonces ella alcanzó una pequeña
manija escondida en los viejos paneles. Esos resultaron ser asideros de un antiguo panel de
madera deslizante. Al abrirlo, Ruth reveló otro cuarto, pequeño y más íntimo, casi repleto
por muebles antiguos. Me indicó que ingresara.

Había una mujer mayor trabajando en un gran escritorio. Aunque era domingo por la
mañana, estaba vestida elegantemente con una blusa azul intensa y pantalones negros. Su
cabello era color gris acero, pero de un tono casi blanco en su frente. Estaba cortado justo por
encima de sus hombros y sujetado elegantemente hacia atrás. Llevaba anillos de plata en
cuatro de sus largos dedos. Golpeteaba con uno de ellos el escritorio mientras trabajaba.

—Sam —dijo sin levantar la mirada— necesito que… —Se detuvo, y la vi notar mi
presencia. La sorpresa la golpeó físicamente, como si su silla se hubiera movido bajo su peso,

62
causando que se sacudiera. Me miró directamente. Sus pálidos ojos se estrecharon. No lucía
mucho más vieja que mi padre, pero yo sabía que debía de tener alrededor de setenta años.

Esta es Evelyn Curtis, mi abuela.

Un teléfono inalámbrico se cayó desde una de las mesas, provocando que todos menos
Evelyn se sobresaltaran. Sam lo tomó y lo regresó a su lugar.

—¿Sarah? —dijo, todo rastro de color huyendo de su rostro.

—No, tía Evelyn —dijo Ruth suavemente—. Ella es la hija de Sarah, Alisa.

O ellos tenían el reloj más sonoro del mundo, o la habitación se volvió realmente
silenciosa. Todo lo que podía oír era el tic-tac. Esta, pensé, es mi abuela. Las abuelas se
suponen que quieren verte todo el tiempo, para sostenerte y abrazarte, para darte regalos. La
mía me inspeccionaba, analizándome de pies a cabeza.

—Ya veo —dijo finalmente, sus ojos estrechándose apenas perceptiblemente—. Quizás
deberías sentarte. Ruth, ¿podrías traer algo de té? —La miró fugazmente y volvió a mí—.
¿Cómo llegaste hasta aquí? —preguntó—. ¿Estás con tu padre?

—No —expliqué, sintiendo escalofríos por todas partes—. Vine sola. Quería conocer a
la familia de mi… a mi familia.

Le dio a Sam una significativa —aunque no completamente amistosa— mirada.

—Alisa me contactó hace unos días —dijo Sam, estirándose hacia mí para tomar mi
mano—. Ella tomó la iniciativa para encontrarme. Quiere saber acerca de nosotros.

Evelyn se puso tiesa y se enderezó aún más. Recapitulé rápidamente acerca de lo que
Sam me había estado diciendo en el coche, dándome cuenta que no estaba ni remotamente
tan preparada como creí estarlo. Sam le dio a mi mano un ligero apretón, como si sintiera mi
confianza decaer.

—Ya veo —dijo Evelyn otra vez—. Quizás podríamos hablar a solas un minuto, Sam.

Sam contrajo su mandíbula, pero asintió.

—Sólo será un momento —dijo, girándose hacia mí—. ¿Por qué no vas a ver la antigua
habitación de tu madre?

63
—Seguro —asentí.

—Gira a la derecha al subir las escaleras —me dijo—. Está al final del pasillo.

Me excusé antes de salir y cerré las puertas de estudio detrás de mí. Mientras subía las
escaleras, sentimientos extraños comenzaron a fluir a través de mí, señales confusas y
cortadas, trozos de emociones que me convirtieron en un lío tembloroso. La casa de mi
madre. Aquí estaba, tal y como la había descrito. Las puertas corredizas de madera con los
cerrojos escondidos. La escalera por la que se había caído Sam. Incluso me agaché y vi la gran
marca en una de las barandillas que ella había provocado mientras acarreaba su bicicleta
luego de que Sam la hubiera escondido en la terraza. La barandilla había sido pintada
nuevamente, pero la marca aún estaba allí.

Esta era la casa de mi madre.

Encontré el cuarto al final del pasillo y abrí cuidadosamente la puerta. En mi


imaginación, esa habitación me llevaría hasta comienzos de los años setenta. Mi madre había
descrito su dormitorio en su Libro de las Sombras. Las paredes eran azules, y había pintado
estrellas amarillas en el cielorraso. Había una gruesa alfombra trenzada sobre en el duro piso
de madera. Tenía persianas de bambú en las ventanas y farolillos de papel. Su cama estaba
cubierta con un viejo edredón de retazos de la familia. Tenía un tocadiscos portátil y un
escritorio con una máquina de escribir. Había imágenes de sus estrellas de rock favoritas
pegadas a las puertas de su armario.

El cuarto en el que me encontraba ahora era pequeño y estéril, pintado de un simple


color blanquecino. Cualquier rastro de la decoración de mi madre se había ido. El piso estaba
cubierto por una afelpada alfombra color café. Había una ordenada mesa de trabajo junto a la
ventana, una estantería de libros, y un gabinete repleto de objetos Wiccan y suministros del
hogar. No quedaban ninguno de los muebles que mi madre había descrito, ni siquiera su
antigua cama. Nada. Se había ido, todas las huellas de mi madre habían sido borradas. No
pude evitar pensar en mi propia casa, con Hilary y sus planes de dominación doméstica
total.

Por primera vez en este loco viaje, el peso de todo ello me golpeó. Estaba perdida. Mi
abuela no estaba exactamente encantada de verme. Y algo simplemente no se sentía bien.
Todos estaban nerviosos, cautos. Pensé que encontraría a mi madre aquí de algún modo, o
por lo menos a algunos parientes cariñosos con tibios recuerdos. Pero esta habitación estéril
remarcaba la obviedad de que no había nada aquí para mí.

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Voces. Eché una mirada alrededor. Podía oír voces. ¿Me estaba volviendo loca ahora? No,
me di cuenta. Había una rejilla de ducto de aire en un rincón. Estaba escuchando la
conversación de abajo.

—¿...y simplemente se cayó? —preguntaba Ruth.

—Sí. Sin ninguna advertencia... bueno, excepto por Alisa. Por suerte ella estaba allí.

— ¿Cuán grande era?

—Lo suficientemente grande —dijo Sam—. Me habría dejado inconsciente o algo peor.

—Tía Evelyn —dijo Ruth, su voz llena de temor—. No podemos dejar que esto pase. Es
cada vez peor. Recuerda lo que pasó con Brigid y el horno. Y ahora esto. Los dos podrían
haber muerto.

¿Qué era eso? ¿De qué hablaban? Esto era por algo más que sólo una rama.

—El Consejo —agregó Sam, su voz firme—. Mamá, es hora de que los llamemos. Esto es
en realidad un asunto de ellos. Ellos tienen los recursos y a los especialistas…

—He trabajado con los especialistas —lo interrumpió Evelyn—. Ellos no hicieron nada,
yo trataré con esto...

El sonido de vidrio rompiéndose hizo que saltara sobre mis pies, y me giré para ver los
restos de lo que solía ser una lámpara. Ahora era una pila de trozos de vidrio dispersos en el
piso. Me apresuré a recogerlos. Oh, Dios. Otro ataque telequinético. La lámpara era claramente
in-arreglable.

Estaba tan desesperada que traté de repararla con un hechizo, pero la verdad era que no
conocía muchos, y mucho menos uno para reparar lámparas. No había nada que pudiera
hacer. La rama, el teléfono… y ahora había roto la lámpara de mi abuela.

Mientras luchaba contra las lágrimas, una chica rubia de aproximadamente mi edad se
asomó por la puerta. Tenía una cierta semejanza con Evelyn, pero sus ojos eran más
expresivos, como los de Sam. Los dorados cabellos estaban sujetos en un perfecto moño
encima de su cabeza.

—¿Quién eres tú? —me preguntó, mirándome allí parada, sujetando con las manos los
fragmentos de la lámpara. Rápidamente los dejé en una estantería.

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—Soy Alisa —dije, enjugándome los ojos—. La hija de Sarah Curtis.

La chica parecía confundida, y luego asombrada. —Sé quién es Sarah —dijo—. ¿Tuvo
una hija?

Asentí. Allí estaba yo, la prueba número uno.

—Diosa —exclamó—. Eso significa que somos primas. Soy Brigid. Ruth es mi mamá. La
tía Evelyn es mi tía-abuela. —Se calló e inclinó un poco la cabeza—. ¿Estás bien?

Por un momento, no supe a qué se refería, pero entonces me di cuenta de que mis ojos
probablemente aún estaban algo llorosos. Y estaba la lámpara rota, por supuesto.

—Oh. —Me alejé un paso de los trozos de vidrio verde—. Lo siento mucho por la
lámpara, yo… emmm… Estoy bien. Sólo estaba mirando el antiguo dormitorio de mi madre,
pero ya es suficiente.

—¿Esta era la habitación de tu mamá? —preguntó Brigid, echando una mirada


alrededor—. No lo sabía. Pensé que siempre había sido un taller.

Brigid, por lo menos, parecía algo interesada en mí: una nueva y desconocida prima que
se había aparecido de pronto, roto un par de cosas, y que parecía saber la historia de su casa.
Supuse que yo también estaría curiosa.

—¿Estás quedándote aquí? —preguntó, moviendo un montón de pulseras bordadas con


cuentas arriba y abajo de su brazo.

—No —respondí—, me estoy quedando en casa de Sam. Sólo vinimos a saludar. No sé


qué haremos ahora. Sam está ocupado hablando con… mi abuela.

—¿Una importante charla, o qué? —dijo con una sonrisa—. La tía Evelyn puede ser algo
intensa. Te lleva un tiempo el llegar a conocerla. Te ves algo perturbada.

Me reí nerviosamente, increíblemente agradecida de que alguien pareciera


comprender algo acerca de mi situación. —Lo estoy —admití—. Sólo un poco.

—Estaba a punto de salir —dijo—. Me encontraré con mi novio, Charlie, para almorzar.
Eres más que bienvenida a venir con nosotros. Yo no soy tan atemorizante, lo prometo.

Charlie, pensé. Ese debe ser el tipo del correo electrónico.

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—¿Es Charlie Findgoll? —pregunté—. Encontré el sitio web de su tienda y le escribí.
Así es como me puse en contacto con mi tío.

—Oh, cierto. —Asintió—. Me contó acerca de eso. Le alegraste el día. Él siempre se


queja de que nadie mira su sitio web. Deberías venir conmigo y conocerlo.

Eso sonaba genial. Cualquier cosa con tal de salir de aquí.

Brigid me acompañó abajo y abrió las puertas del estudio de un tirón. Evelyn, Sam y
Ruth estaban sentados alrededor del escritorio. Dejaron de hablar en el instante en que
aparecimos, lo que me inquietó aún más.

—Saldré a encontrarme con Charlie —dijo Bridig, al parecer sin sentirse afectada por el
aire opresivo del cuarto—. Pensé en llevar a Alisa. Ustedes lucen ocupados…

—Genial —dijo Sam, luciendo muy distraído—. Es una buena idea.

Por más que quería evitar el tema, tenía que decirles acerca de la lámpara.

—Yo, como que… rompí una lámpara. No sé cómo pasó. Se cayó del estante.

Ruth y Sam intercambiaron miradas.

—¿Qué? ¿Esa vieja lámpara verde? —dijo Sam—. Está bien. No te preocupes por ello.

Evelyn apretó los labios en una mueca y volvió a alinear los objetos sobre su escritorio.
—Estás invitada a cenar, Alisa —anunció—. Si es que quieres regresar.

Si esto fuera una película, justo en ese momento un rayo habría retumbado en el cielo y
un caballo habría relinchado. No había oído una invitación tan siniestra en mi vida.

—Gracias —dije, mi voz apenas un susurro.

—Los llamaremos —dijo Brigid alegremente, dirigiéndome hacia afuera.

—¡A las seis en punto! —indicó Ruth a nuestras espaldas.

Eso significaba que tendría que regresar… a menos, por supuesto, que decidiera
escapar por segunda vez en menos de veinticuatro horas.

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Capítulo 9
Atracción
Traducido por rihano
Corregido por Kasycrazy

21 de marzo de 1951

Madre y yo hemos estado trabajando duro en mi túnica de boda durante todo el día, y
ahora mis dedos están tan adoloridos de coser que casi no puedo sostener esta pluma. ¡El
vestido será la prenda más hermosa creada cuando esté completa! Lo estamos haciendo del
más delicado lino.

La parte difícil, por supuesto, está cosida con runas y símbolos en hilo color ostra,
deletreando cada puntada. Este es el trabajo que me ha dejado los dedos adoloridos. Y esta
no será la última vez.

Nos llevará hasta junio para terminar.

Hugh se las ha arreglado para conseguir una casa aquí en Gloucester. Le encanta estar
aquí, y está lo suficientemente cerca de Boston. También ha decidido tomar tiempo libre de
su trabajo de enseñanza para escribir otro libro. Por supuesto, estoy contenta de que todo
vaya bien. He estado un poco preocupada por otras cosas recientemente —padre ha estado
viéndose enfermo. Es bueno saber que nuestros planes de boda están siguiendo sin incidentes

—Aoibheann

—No te preocupes por la lámpara —dijo Brigid, regresando a su pequeño Toyota en la


calle—. Eso fue sólo el fantasma.

—¿Fantasma? —dije. Ella estaba bromeando, ¿verdad?

68
—Tenemos un problema de fantasmas —dijo ella, como si estuviera diciéndome
casualmente que la casa estaba llena de termitas—. Siempre los hemos tenido, sólo que se ha
vuelto peor recientemente. Es por eso que todo el mundo está tan tenso.

Eso explicaba la reacción de Sam a la rama. Había parecido preocupado, más de lo que
debería haber estado sólo por un extraño accidente. Al menos él no sospechaba de mí, su
espeluznante y telequinética sobrina, quien había aparecido de la nada; él sólo pensaba que
era el fantasma de la casa. ¿Qué demonios me estaba pasando? ¿En qué me había metido?

En ese momento me di cuenta de que estaba en un coche muy rápido. Brigid conducía
por las calles muy rápido, chillando en las esquinas mientras ella tocaba la consola, en busca
de algo. Yo me aferraba al asiento.

—La hija de Sarah —comentó Brigid con un movimiento de cabeza—. ¿Quién lo diría?

Ella sacó con éxito un CD, que deslizó en el equipo de sonido.

—¿Sabes acerca de mi mamá? —le pregunté.

Brigid asintió. —Nadie habla de ella, de verdad, pero todo el mundo sabe.

Su tono me lo dijo todo. Mi madre fue el escándalo del siglo. La innombrable. La


mancha oscura en el nombre de la familia.

Al ritmo en que Brigid iba, sólo tomó unos dos minutos manejar al centro de la ciudad.
Ella se detuvo en un lugar pequeño de mariscos llamado Tome-Una-Sopa.

—Parece cursi —dijo con una sonrisa—, pero es bueno. Vamos a almorzar, luego voy a
mostrarte todo el pueblo.

—Perfecto —dije, saliendo—. Eso suena muy bien.

Una vez dentro, nos sentamos. El lugar era un antiguo restaurante, lleno de casetas con
mesas de fórmica. Empezamos mirando el menú, el cual consistía principalmente (como yo
podría haber adivinado) en diferentes tipos de sopa, servidas en todos los tamaños y formas.
Si no fuera una fanática de la sopa, esto habría sido un mal lugar para venir. Brigid me
recomendó que tomara algo llamado sopa de queso cheddar, que llegó en un tazón de pan.

Por encima del menú, vi la puerta abrirse. Un tipo entró en el restaurante y examinó a la
gente en las mesas. Era alto, incluso más alto que Hunter, lo cual era el por qué podía verlo.

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Bajé el menú para tener una mejor visión. Su pelo era castaño oscuro rojizo con
mechones curvados de la longitud de un dedo. Usaba un par de pantalones de pana, una
camiseta gris con un diseño de estrella de cinco puntas, y una especie de chaqueta de tweed
de época. Lo que realmente llamó mi atención, sin embargo, fue su rostro. Era muy
expresivo, con una boca llena y profundas líneas de risa que florecieron mientras sonreía.

Algo me atravesó cuando entró. Era una emoción, pero tenía una carga eléctrica.

Había algo que me gustó de él inmediatamente.

También era un poco torpe. Al pasar por la puerta, se las arregló para conseguir que su
chaqueta quedara atrapada, lo que ocasionó que tropezara mientras se acercaba a nosotras.
Mientras recobraba el equilibrio, él atrapó mi mirada y sonrió. Yo estaba sorprendida
mientras seguía derecho hacia nosotras. Podía ver ahora que tenía pecas claras en lo alto de
sus mejillas y por encima de su nariz, y pequeñas puntas en las cejas. Cuando se sentó con
nosotras, supe que sólo podía significar una cosa, era Charlie, el novio de Brigid. Le dio un
ligero beso a Brigid. Traté de convencerme de que no estaba decepcionada.

—Esta es Alisa —dijo Bridig, señalándome.

—Hola —dijo él, confirmando mis sospechas—. Yo soy Charlie.

—Te escribí el correo —le dije en voz baja—. El de Sam Curtis.

—¿Esa eras tú? —preguntó alegremente en reconocimiento—. ¡Estaba tan emocionado!


Nadie mira en mi sitio.

—Aquí vamos —dijo Brigid, rodando sus ojos—. Charlie está obsesionado con ese sitio
web.

—Sólo trato de conseguir un poco más de negocios para la tienda —dijo con una
sonrisa—. Es por eso que mi jefe me ama.

—¿Y cuánta gente lo ha mirado —preguntó Brigid, incitándolo.

—Siete —dijo él—, pero estoy esperando por la gran ola. Está llegando un día de estos.

Incluso mientras estaba hablando, Charlie me miraba, como fascinado. Aunque habría
sido agradable si lo estuviera haciendo porque había caído instantáneamente enamorado de
mí, sabía la verdadera razón: yo emito una extraña vibración de medio-bruja. Debe ser como

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un tono alto que sólo los brujos completos pueden oír. Brigid, sin embargo, no pareció notar
nada extraño en mí, lo que era de algún modo extraño en sí mismo.

Soy tan terrible en las charlas insignificantes. Busqué en mi mente por algo más que
decir. —¿Ustedes, um, van a la misma escuela?

—Charlie ya no tiene que ir más a la escuela —intervino Erigid—. Él terminó después


del semestre de otoño. Consiguió los niveles más altos de todos. No había nada que le
quedara por hacer.

Ella se cruzó de brazos y lo miró con orgullo, como si fuera su ganador de cinta azul
entrando en la feria estatal. Él parecía avergonzado.

—Estoy tomando algunas clases en la universidad comunitaria —explicó—. No es que


soy libre de hacer lo que quiera. Pero mi horario es un poco más abierto. Tengo un trabajo en
“Bell, Book and Candle” entre las horas de clase. Funciona bastante bien. Podría incluso ser
capaz de transferir algunos créditos cuando empiece la universidad en el otoño.

—Vaya —dije, impresionada.

—Es sólo que, ya sabes, somos Rowanwand. —Él se encogió de hombros—. Lo


académico es lo que hacemos mejor.

—Habla por ti —dijo Brigid, haciendo señas a la camarera.

—Entonces —dijo él, cambiando de tema—. ¿Eres la sobrina de Sam? Llegaste aquí
rápidamente. Acababas de enviar esa nota.

—Bueno... —dije—. Sabes, ¿por qué esperar?

Afortunadamente la camarera se acercó en ese momento, impidiéndome tener que


explicar algo más. Brigid y yo pedimos nuestra sopa y queso cheddar. Charlie pidió algo
llamado “la hora de poder de la super-sopa”.

—Sam y Alisa tuvieron un momento Oona cuando llegaron a la casa —dijo Brigid—.
Una rama casi cae sobre la cabeza de Sam.

Charlie se volvió hacia mí con preocupación. —¿Está bien él? —preguntó.

—Está bien —asentí—. ¿Pero qué es un momento Oona?

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—Supongo que no sabrías nada de Oona —dijo él—. ¿Te ha algo explicado Brig?

—Acababa de empezar —dijo Brigid—. No llegué tan lejos. Puedes explicárselo tú.

—Oona —dijo Charlie, sacándose la chaqueta— es un pariente tuyo. Supongo que sería
tu abuela T5.

—¿T5?

—Tatara-tatara-tatara-tatara-abuela. Esa es su relación con Brigid, por lo que sería lo


mismo para ti. Es su espíritu del que ellos están hablando.

Fantasmas. Ajá. ¿Y ahora qué? ¿Tenían vampiros en el sótano? ¿Unicornios en el patio?

—¿Me estás diciendo que los fantasmas son reales? —le dije con incredulidad—.
Todavía estoy acostumbrándome a las brujas.

—Ella es una energía —explicó él, haciendo estallar el envoltorio de una pajita—. Una
fuerza. Ha estado presente durante años, causando todo tipo de pequeños problemas. Solía
lanzar cosas de las mesas, romper una ventana de vez en cuando, rasgar las cortinas. Ese tipo
de cosas. Ahora los objetos no sólo se están moviendo o rompiendo, parece que están
atacando a la gente.

—¿Atacando a la gente?

Uh. La parte buena de esta historia es que no sonaba como si yo fuera la responsable
por lo que le había pasado a Sam. Al menos, no lo creía. Lo malo era que yo parecía estar
entrando en otra serie de situaciones escalofriantes. La diversión nunca se detenía.

—La historia va así —explicó él—. El esposo de Oona, tu abuelo T5, y sus dos hijos
murieron en una epidemia de gripe de mediados a finales de 1800. Oona perdió la razón. Es
malo cuando alguien pierde la razón, pero cuando le pasa a una bruja es realmente malo. Si la
persona no puede ser curada, su aquelarre llevará a cabo un hechizo de retención para
proteger a todos, incluyendo a los afligidos. En casos muy malos, la persona será despojada
de sus poderes. Ese es un proceso horrible. Mairin, su hija, pudo no haber sido capaz de
soportar la idea de que su madre pasara por esto, así que ella trató de mantener la
enfermedad oculta. Fue un gran error. Oona terminó suicidándose.

—Oh, Dios mío —dije.

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—Nadie sabe qué hechizos lanzó Oona después de que se volvió loca —continuó él—,
pero parece que uno de ellos debe haber terminado por mantener su energía en la casa.
Mairin describe todo tipo de problemas que comenzaron al minuto en que Oona murió.

—¿Cómo sabes todo esto? —le pregunté, sintiendo los pelos de mi cuello comenzar a
erizarse.

—La tía Evelyn encontró el Libro de las Sombras de Mairin hace años —dijo Brigid,
aplastando un paquete de galletas en la sopa—. Pero desapareció de su habitación al día
siguiente. Tal vez Oona lo tomó.

—De lo que Evelyn ha dicho —intervino Charlie—, hubo problemas cuando Evelyn era
una niña. Luego se calmaron durante años y comenzaron de nuevo... en el, um, principios de
los años setenta. Además de los otros problemas de la familia.

Él estaba diciendo que habían comenzado por la época en que mi madre se fue de casa.
Durante la pausa incómoda que siguió, la camarera trajo nuestra comida. Tuve que admitir
que, aunque el menú era un poco demasiado, la sopa era increíble.

—¿Qué pasó después de que mi madre se fue? —pregunté, tomando una cucharada
grande y asintiendo con la cabeza para que Charlie continuara.

—Fue malo al principio, creo —contestó Charlie, cogiendo el plato de galletas—. Creo
que hubo un pequeño incendio y, definitivamente, algunas ventanas rotas. Entonces el
problema se calmó de nuevo. Creo que sólo apareció de vez en cuando durante los años
setenta y ochenta. Pero en los últimos meses se ha salido de contexto. Una de las paredes
desarrolló una grieta. Algunas barandillas cayeron de la terraza. Hace dos semanas, la línea
de gas al final fue agujereada cuando Brigid estaba sola en la casa. Podría haber sido muy
grave, pero afortunadamente ella olió el gas y salió.

—Hemos hecho casi todo tipo de hechizos en los que podemos pensar —agregó
Brigid—. Ahora mamá está aún tratando de hablarle a la tía Evelyn de vender la casa. Pero la
tía Evelyn no hará eso. Hemos sido dueños de la casa durante más de cien años, y ella es
demasiado terca como para dejar de tratar de resolver el problema. Ella está segura que con
nuestros poderes combinados, podemos hacerlo. Oh, pero... —Ella me miró con lo que pensé
era una lástima un poco exagerada—. Tú no sabrías nada de eso. No tienes ningún poder.

No era una mala suposición, ya que no debería tener ningún poder. Simplemente resultó
que lo tenía.

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Yo podría haberle dicho, pero de alguna manera, “acabo de vencer a una ola oscura” no
iba a deslizarse en la conversación.

—Debe ser terrible para ti —siguió Brigid—. ¿Cuánto tiempo hace que has sabido que
tu madre era una bruja?

—Solo un par de semanas —le dije, excavando en mi sopa—. Me uní a un aquelarre, y


luego me enteré más tarde. Fue una sorpresa.

—Bueno —dijo ella—. Creo que es genial que te hayas decidido a unirte a un aquelarre.
Quiero decir, teniendo en cuenta que no puedes hacer lo que nosotros podemos hacer. Pero a
pesar de que no eres una bruja de verdad, sin duda puedes ser una parte de la Wicca. Está
abierto a todo el mundo.

Charlie empezó a mecer su cuchara en la mesa y se quedó mirando la pared al lado de


nosotras. No creo que a él le gustara el tono condescendiente que Brigid estaba usando, pero
realmente no quería intervenir.

—Te voy a mostrar algo, Alisa —dijo ella—. ¿Quieres verme trabajar con el ritmo de las
olas?

—Brig —dijo Charlie, sus cejas se levantaron—. ¿Estás, um…?

—No te preocupes —dijo ella—. Este es un nuevo hechizo en el que he trabajado.


Enviando la energía hacia el agua. En realidad es una versión suave de un hechizo de retorna
a mí. Me gustaría mostrarle a Alisa algo de magia. Ella probablemente nunca lo ha visto.

Ya que yo había pasado por suficientes fenómenos mágicos terroríficos para que me
durara toda la vida, era lo único que podía hacer para no reírme a carcajadas. Y teniendo en
cuenta que mi tío había matado accidentalmente a varias personas al tratar de ayudar con la
lluvia, esta parecía la peor clase de magia arrogante y necia del mundo. ¿Un truco de fiesta
usando el océano? Yo no era una bruja entrenada, pero tenía el suficiente sentido común para
saber que era una idea muy mala.

Charlie palideció. Al parecer, no creía mucho en la idea, tampoco.

Hunter me había enseñado unas pocas deflexiones básicas mientras yo estaba


aprendiendo el hechizo de la ola oscura. Probé a encontrarlas en mi memoria, donde estaban
guardadas. Nalnithrac, tarais di cair na, clabsaoil... ¿cuáles eran las palabras correctas? Era como

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si estuviera agarrando cientos de tarros de especias exóticas sin marcar, cada uno tentador y
abrumadora punzante, y tratando de averiguar la mejor manera de combinarlos.

De repente oí la voz de Morgan en algún lugar de mi mente, como lo había hecho


cuando habíamos unido nuestras mentes, dándome las palabras de un hechizo que nunca
había escuchado antes. Ellas pasaron por mi cabeza, como una vieja canción: Sguirbhurire,
cunnartachsgeò, car fàilidh, aguseirmistèarantesgot. No tenía ni idea de lo que significaban las
palabras, pero entendía cómo funcionaban. Yo estaba buscando un lugar seguro para
redirigir la energía que Brigid estaba enviando a las olas. Yo estaba mirando a la sal, así que
la puse ahí.

El salero empezó a rebotar. Brigid, quien se había concentrado en las olas golpeando en
el malecón fuera de la ventana, miró hacia el ruido. El salero se tambaleaba por la mesa y el
piso. Desde allí rodó inestable hacia la pared junto a la ventana y se detuvo, incapaz de ir
más allá.

Cuando levanté la vista, los ojos ámbar de Charlie se encontraron con los míos y no se
inmutó. Su expresión era ilegible, no antipática pero definitivamente seria. Sentí una oleada
de electricidad ondear a través de mí, ocasionándome piel de gallina. Él tenía poder, mucho,
y estaba enviando algo en mi dirección, extendiendo sus sentidos como Morgan y Hunter lo
hacían. De repente me sentí muy cohibida.

En un segundo, el suceso había pasado. Brigid estaba sonrojada de vergüenza.

—Bueno, eso no funcionó bien— dijo ella.

—Estaba bien —dijo Charlie gentilmente—. La sal estaba tratando de volver a conectar
con el agua de mar, se vio afectada debido a que era más ligera y más cercana a ti. Trabajar
con el océano es difícil.

—Fue bueno —asentí de acuerdo—. Fue interesante.

Lo que sea para que se detuviera.

Brigid empezó a mover todo a su lugar alrededor del mantel, pareciendo incómoda.

Convenientemente, su teléfono celular sonó. Me pregunté si ella se las había arreglado


para hechizarlo, también.

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—Maldita sea —dijo, colgando después de una conversación rápida—. Esa era Karen,
mi jefa. Me necesita en la tienda. Lo siento, Alisa. Supongo que no puedo mostrarte todo
después de todo. ¿Puedes hacerlo tú, Charlie?

—Claro. —Él me sonrió—. Estoy libre hoy.

—Bien —dijo Brigid, metiendo su teléfono en el bolso—. Alisa debe volver para la cena,
a las seis de la tarde.

—¿Esto te parece bien? —preguntó él, sacando las llaves.

—Claro —dije, esperando que no sonara demasiado ansiosa—. Vamos.

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Capítulo 10
Charlie
Traducido por ♥Ellie♥
Corregido por Kasycrazy

23 de junio de 1951

Me desperté esta mañana con por el sonido de algo rasgándose. Cuando abrí los ojos, vi
que Oona había roto el frente de mi túnica nupcial, justo desde el cuello hasta cerca de veinte
centímetros por encima del dobladillo inferior. ¡Mi hermosa túnica! No pude evitarlo,
empecé a llorar incontrolablemente. Mi madre vino corriendo directamente a mi cuarto. Me
sentí tan desesperada que no supe qué hacer. Ella remendó la rasgadura con hilo grueso.
Parecía la túnica de Frankenstein, llena de feas cicatrices. Entonces me preparó un baño
caliente con romero y lavanda, y me instruyó a que permaneciera allí durante una hora,
repitiendo las bendiciones que diría durante mi boda. Cuando salí y regresé a mi cuarto, la
túnica estaba como nueva. De hecho, parecía aún más hermosa que antes. Mi madre había
lanzado un hechizo que ocultaba la ruptura.

Estoy lista ahora, y saldremos pronto.

No tengo tiempo de escribir nada más.

—Aoibheann

A
diviné instantáneamente cuál era el coche de Charlie. Era un pequeño
Volkswagen verde, obviamente de hace varios años. Tenía un montón de
calcomanías pegadas en la parte trasera de diferentes bandas irlandesas y
celtas, incluyendo a TheFianna. Aunque lo que en verdad lo delató fue la que decía: 2+2=5...
Para Valores Extremadamente Grandes de 2. Sólo supe que era de él. No me preguntes por
qué.

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Condujimos alrededor del puerto, mirando los barcos pesqueros y la actividad en el
muelle. Me contó todo acerca de Ròiseal, de cómo suelen trabajar mucho con la energía del
mar, y cómo a menudo hacían círculos en la playa a la luz de la luna. También me explicó
cómo su aquelarre estaba constituido y cómo trabajaban. Ya que todas eran experimentadas
brujas de sangre, hacían cosas mucho más complicadas que las que hacíamos nosotros en los
círculos de Kithic. Comencé a preguntarme si Hunter se sentía frustrando por trabajar con
nosotros. En comparación con ellos, liderar Kithic debe ser como mirar a un montón de niños
de jardín de infantes, tratando de asegurarse de que no se coman las cerillas.

—Cada uno de nosotros tiene un cierto legado de magia —explicó Charlie—, y cada
uno tiene un área de especialidad para ayudar a equilibrar el aquelarre. Somos estudiantes
para toda la vida, por supuesto, porque somos Rowanwand. De esta forma nos dividimos la
carga de estudio. Ruth hace muchos trabajos curativos. Brigid se está entrenando para hacer
lo mismo. Evelyn trabaja con la adivinación. Kate y James trabajan magias defensivas y
deflectivas.

—¿Qué hay de ti?

—Hechizos —dijo—. Cómo se hacen, cómo pueden romperse, cómo restringirlos. Mi


padre trabaja en la misma área pero a un nivel menos práctico que yo. Yo trabajo
generalmente con la clase de magia diaria. Él trabaja con cosas matemáticas relacionadas a la
astronomía, al dibujo de sigils, la Llave de Solomon3, esas cosas, justo en el ámbito de las
matemáticas abstractas, donde los números se convierten en sonidos y colores y formas...
cosas realmente difíciles. Y también estudia algunas cosas muy oscuras para tener
referencias. Magia académica.

Aparcó el coche, y caminamos a lo largo de Western Avenue, junto al agua, hasta llegar
al área de compras. Mientras caminábamos, vi que pasaba por muchos de los lugares que mi
madre había descrito en su Libro de las Sombras. Estaba la tienda de dulces donde ella
compraba tortugas de chocolate y dulces de mantequilla de maní con chocolate. Estaba el
edificio del ayuntamiento, y cruzando la calle estaba la biblioteca donde Sam había
encontrado el libro de Harris Stoughton. Sentí el delicioso aroma de la Pizzería de Rocconi en
Middle Street, donde ella se encontraba con sus amigos después de la escuela. Y en la antigua
floristería en Main Street, la ventana estaba repleta de lilas, su flor favorita. Todo era tan
extraño, tan irreal. Me sentía tan cerca de ella. Por primera vez en mucho tiempo, la
extrañaba con un dolor casi físico.

3 La Llave de Solomon: también conocido como Lemegeton, es un grimorio anónimo del siglo XVII, y uno de los
libros de demonología judeo-cristiana más populares.
78
Empezó a llover otra vez, tomándonos completamente desprevenidos. No fue una
llovizna de advertencia que lleva a un aguacero más grande; fue como si miles de cubetas
con agua fueran vaciadas sobre nosotros, repentinamente y sin aviso. Charlie me tomó del
codo y nos dirigimos a través de la lluvia hasta una cafetería cercana. Nos acercamos al
mostrador para inspeccionar los bocadillos. Cuando tomé mi cartera, Charlie me detuvo.

—Por favor —dijo—. Yo invito. ¿Qué quieres ordenar?

—Gracias —dije—. Sólo café. Con mucha leche y azúcar.

—Entendido —dijo.

Me dirigí a una mesa junto a la ventana con dos asientos mullidos y se senté a
considerar el significado de su acción. Ningún chico que yo hubiera conocido me había
comprado cosas. Ni siquiera conocía a mucha gente que le pagara a la otra en las citas. ¿De
qué se trataba esto? Uno simplemente no compra cafés para alguien que no te gusta,
¿verdad? Debo de gustarle a Charlie. No gustarle-gustarle… pero él podía tolerarme. O eso
parecía.

Me ocupé a mí misma con este estúpido diálogo interno hasta que él llegó con dos tasas
grotescamente grandes de algo espumoso y dos pastelillos envueltos en una servilleta.

—¿Qué es eso? —dije, aceptando una de las tazas con una pequeña sonrisa de
agradecimiento.

—No tengo la menor idea —dijo, tocando sospechosamente con un dedo la espuma,
como probando que no estuviera viva—. Cappufrappes grandes o algo así. Les dije que
quería algo grande y caliente, con mucha leche. Me dieron éstos. Asumo que son cafés.

Sostuvo arriba su “jarra” espumosa e hizo una mueca teatral. Tuve que reírme.

Nos sentamos en la cafetería durante horas, sólo hablando. Generalmente no soy muy
buena estando alrededor de personas a quienes no conozco muy bien. Soy la chica tímida
que atraviesa una crisis cada vez que tiene que preguntarle a alguien dónde está el baño en
un restaurante. Así que mi comodidad con Charlie era extraña. Por alguna razón, sentí como
si pudiera hablar con él acerca de cualquier cosa. Me encantaba la forma en que él podía estar
todo serio, y entonces algo gracioso se le ocurriría, y saltaría de su asiento y se inclinaría
hacia delante con entusiasmo, rompiendo en carcajadas. Mientras me contaba una historia, se
puso tan animado que tiró la azucarera fuera de la mesa tres veces.

79
—Entonces —dije, continuando con nuestra conversación previa a la lluvia—, ¿tu padre
es una especie de genio?

—Más o menos —dijo—. Es un teórico matemático. Es el típico profesor distraído.


Increíblemente brillante, pero literalmente se olvida de sí mismo.

—¿Y tú te graduaste de la secundaria más temprano? También debes de ser bastante


inteligente.

—No es la gran cosa —dijo, batiendo lo que quedaba de su café—. Me fue bien, pero no
era nada emocionante. Y mi padre fue un muy, muy buen tutor de matemáticas.

—¿Qué hay de tu mamá? —pregunté.

—Oh… —Se encogió de hombros incómodamente—. Ella murió hace unos años.

—Lo siento —dije, entendiendo su reacción—. Mi mamá también murió, y odio tener
que explicárselo a las personas. Siempre me dan esa mirada. Como de simpatía, pero que en
su mayor parte son sólo nervios. Como si pensaran que han abierto una herida, y que en
cualquier momento empezarás a llorar o algo.

—¡Esa misma! —dijo sonriendo.

—Así que pasas mucho tiempo solo… —dije.

—No. —Sacudió la cabeza—. Paso mucho de mi tiempo con Brigid y su familia. Tengo
una invitación permanente para cenar, lo que es agradable. —Apoyó sus pies en la silla vacía
de nuestra mesa y se recostó en su silla para mirarme—. Así que —dijo—. ¿Qué hay de ti?
¿Tu padre no sabe nada acerca de la Wicca?

—Sabe que lo hace sentir incómodo —dije—. Eso es básicamente todo. Estoy segura que
piensa que es alguna clase de fase que estoy atravesando. Una fase del estilo mejor-la-Wicca-
que-las-drogas, supongo.

—Pero si a él no le agrada la Wicca, ¿por qué te permitió venir aquí?

—Umm… mi padre no sabe exactamente dónde estoy —confesé.

—¿Qué significa eso? —preguntó él, arqueando una ceja.

—Significa que me escapé.

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Listo. Ya estaba. Alguien lo sabía. Rompí los restos de mi pastelillo con mis dedos con la
mayor indiferencia posible, preguntándome si Charlie iba a saltar de la silla y llamar a gritos
a la policía. En vez de hacer eso, exhaló y se recostó contra su respaldo de terciopelo rojo.

—¿Por qué? —preguntó tranquilamente.

—Por muchas razones. Más que nada por cosas que me sucedían… Tenía sueños acerca
de este lugar. El Libro de las Sombras de mi madre simplemente apareció frente a mí un día.
Las cartas de Sam se cayeron de una caja de música. Entonces te escribí, e hice contacto con
él. Todo se sintió como si debiera ser.

—Y, por supuesto, no podías decirle nada de esto a tu padre.

—Correcto —dije, pasando las manos por mi cabello—. Había otras razones también…

—¿Como cuáles?

—Tengo estos poderes… —dije—. Llegaron de repente y me asustaron.

Él dejó caer sus pies al piso y se inclinó hacia mí.

—¿Cómo es eso posible? —dijo, sus ojos brillando maravillados—. Tu padre no es una
bruja, y tu madre se… —Se detuvo y sacudió la cabeza—. Oh. Soy un imbécil. No puedo
creer que dije eso. Lo siento.

—Está bien —dije, ondeando una mano con desdén—. Sé que es extraño. El padre del
líder de mi aquelarre cree que quizás sea justamente porque mi madre se despojó a si misma
de sus poderes, así que tal vez ellos se concentraron de alguna manera en mí.
Definitivamente tengo más de los que puedo manejar. Tienden a hacer cosas. Lo último que
hice antes que escapar fue causar una especie de explosión de agua en la casa del líder de mi
aquelarre. Estábamos haciendo un hechizo de liberación para deshacernos de las emociones
negativas, y…

Dejé caer mi cabeza. Charlie era tan experimentado… yo era una idiota. Aun así él me
escuchaba atentamente, y supe que podía contarle lo que me sucedió. Otra vez, no me
preguntes por qué.

—Yo casi inundé su casa. Fue horrible. Fue el momento más embarazoso de mi vida, y
eso es decir mucho. Empecé a llorar y simplemente no pude parar.

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Estuvo callado por un minuto. Yo no podía levantar la cabeza y mirarlo. Sólo me
mantuve mirando fijamente la mesa.

—Confía en mí —dijo—. Sé lo difícil y embarazoso que puede ser cuando comienzas a


intentar utilizar tus poderes. Todo el mundo mete la pata. Todas las brujas lo saben.

—No puedo imaginar a las brujas de mi aquelarre metiendo la pata —contesté,


imaginando a todas las experimentadas brujas de sangre que conocía: Sky, Hunter, el Sr.
Naill. Ellos probablemente nacieron siendo tranquilos, controlados y talentosos. Y, seguro,
Morgan era algo errática, pero también era súper-poderosa, y fui capaz de ver algunas de las
cosas maravillas de las que ella era capaz cuando unimos nuestras mentes. Yo sólo era
regular e inadecuada.

—Lo hicieron —dijo con convicción—. Lo prometo. Sé que yo lo hice en grande.

Él pudo ver que yo lo dudaba seriamente.

—Te daré un ejemplo —ofreció—. Muchos aquelarres se juntan para celebrar círculos y
dar lecciones a los pre-iniciados. Nuestra tarea una semana fue realizar un nochd sencillo. Un
nochd es un hechizo revelador. Nuestros maestros ocultarían algo, y nosotros utilizaríamos
ese hechizo para encontrarlo. Cuando era niño siempre trataba de demostrar a todos cuán
listo era. Quise hacer el nochd más asombroso y complicado de todos. Busqué en todos
nuestros libros durante una semana completa. Finalmente encontré uno que tenía cientos de
años de antigüedad y que estaba seguro que nadie más conocería. Aún puedo recordarlo. Era
muy largo y complicado. Todos estaban impresionados. Desafortunadamente, lo que no
sabía era que no todos los nochds son iguales. El término tiene muchos significados, y tienen
diferentes propósitos. No fui lo suficientemente listo para entenderlo hasta que fue
demasiado tarde.

—¿Qué sucedió? —pregunté, mirándolo con interés.

—Cuando por fin terminé… Silencio. Todos simplemente me miraban fijo. Y me refiero
a realmente fijo. Y entonces todos rompieron a reír. Y me di cuenta que la habitación se había
puesto algo fría.

—¿Hiciste alguna clase de hechizo del clima? —pregunté.

—Un nochd —dijo con una mueca— es también un hechizo de desnudez, para revelar
completamente a quien lo realiza.

82
Se me escapó una risa repentina y me tapé la boca con una mano rápidamente.

—Pero —continuó Charlie— como yo era joven y estúpido, no me di cuenta en seguida


que estaba completamente desnudo en frente de todos mis amigos. Estaba tan ocupado
mirando a mí alrededor para saber qué había revelado, que me tomó un rato el mirar abajo
hacia mí mismo y ver lo que todos los demás miraban.

—¿Pero no se supone que los Wiccans están bien con eso? —pregunté, aun riéndome—.
Quiero decir, ¿con todo el asunto de la desnudez?

—Seguro —dijo—. No iba a meterme en problemas ni nada. Pero yo seguía siendo un


chico de trece años. Y tener trece años y estar desnudo delante de todos tus amigos, tanto
chicos como chicas… se siente igual para todo el mundo.

—¿Y qué hiciste? —pregunté.

—Me congelé —dijo—. No tenía la menor idea de qué hacer. Uno de los maestros
deshizo rápidamente el hechizo, pero estuve ahí parado lo suficiente para que todos
consiguieran un buen vistazo. Allí estaba: el brillante y desnudo Charlie.

No pareció importarle que yo me revolcara de la risa por la historia de su trauma de la


niñez. Incluso hizo una pequeña reverencia.

—De modo que meter la pata es una cosa. Los verdaderos problemas llegan cuando
intentas impresionar a las personas con magia que no sabes cómo controlar. Como lo que
intentaba hacer Brigid en el restaurante —dijo, mirándome directamente a los ojos—, justo
antes de que tú la detuvieras.

Casi me caí de la silla. Aunque pasara una y otra vez, simplemente no podía
acostumbrarme al hecho de que otras brujas siempre parecían saber lo que estabas haciendo
y pensando.

—Yo… yo no lo… —balbuceé—. Quiero decir, sí, lo hice, pero no intentaba


avergonzarla…

—No —dijo, ondeando la mano—. Está bien. Hiciste lo correcto. Podría haber sido
peligroso.

—¿Cómo lo supiste? —dije.

—Sentí que tu energía salía de ti. Y la sentí re-direccionándose hacia ella.


83
Era extraño. Él y yo podíamos sentir la energía, pero Brigid aparentemente no. Me
pregunté si algo estaba mal con sus poderes. Quizá eran más débiles. Y por eso ella trataba
de demostrarse tanto ante los demás.

—¿Cómo lo hiciste exactamente? —preguntó Charlie—. ¿Qué hechizo utilizaste?

—No lo sé —contesté, sacudiendo la cabeza—. Sólo vino a mí. Hice esta cosa hace más o
menos una semana… un tàth meànma… algo. Como que uní mi mente con la de alguien, una
bruja muy poderosa.

—¿Un tàth meànma brach? —dijo, sus ojos muy abiertos.

—Sí, eso. No me di cuenta en ese momento, pero yo… aprendí cosas por ello, supongo.
Cuando vi lo que Brigid hacía, sentí miedo y quise detenerla. De repente fue como si
escuchara la voz de mi amiga en algún lugar profundo en mi mente. Simplemente supe qué
hacer.

Charlie me miraba fijamente, como si me acabaran de brotar alas y un gran pico.

—¡¿Qué?! —pregunté con preocupación—. ¿Qué hice?

—¿Hiciste un brach? —repitió.

—¿Es extraño? —pregunté, hundiéndome en mi silla.

—No... —dijo, tirando distraídamente en un puñado de sus rizos alocados—. Bueno, no


de una mala manera. Es raro. Y difícil. Y peligroso. ¿Por qué hiciste un brach?

—Oh. No fue mi idea… se le ocurrió al líder de mi aquelarre, y él es ridículamente


cuidadoso. Es un Buscador.

—¿¿El líder de tu aquelarre es un Buscador??

—Sí. —Asentí vigorosamente—. Es el Buscador más joven de la historia. Tiene


diecinueve años.

Charlie dejó de hablar. Su boca colgaba ligeramente abierta. Esperaba a que yo


continuara.

84
—Hubo una emergencia —dije—. Algo realmente malo había sucedido, y necesitaban
que yo los ayudara con un hechizo. La única forma de hacerlo era consiguiendo información
de mi amigo. Así que hicimos un tàth meànma brach.

Charlie se sentó en silencio, contemplando esto por un momento. Miré el reloj. Eran las
seis y diez.

—Se nos hizo tarde —dije alarmada—. Son más de las seis.

Él asintió, aún inmerso en sus pensamientos. Tomamos nuestras cosas y nos dirigimos a
su coche. La lluvia aún era muy fuerte, y las calles estaban cubiertas de niebla. Una vez que
entramos a su coche, empapados, me giré hacia él. Su pelo era muy oscuro, y algunos rizos se
adherían a su rostro muy atractivamente. Quería preguntarle algo, pero al mirarlo sentí que
mi lengua se entumecía.

—¿Qué pasa? —dijo, presintiendo inmediatamente mi pregunta. Se pasó las manos por
la cara para quitarse el agua, y luego buscó en la guantera. Sacó un puñado de pañuelos de
papel, con los que nos secamos lo mejor que pudimos.

—¿Vendrás esta noche, o sólo me dejarás a mí en la casa? —pregunté rápidamente.

Me miró con interés. —Podría ir… —dijo—. ¿Por qué? ¿No te has cansado de mi
asombrosa compañía?

—Aún no —me reí—. Es sólo que Evelyn... mi abuela... no creo que yo le agrade. Luce
enojada de que yo esté allí. Sería bueno tener una cara amistosa.

Eso no pareció sorprender a Charlie.

—Seguro —dijo—. Estaría más que feliz de ir. Te ayudaré a sobrevivir la cena.

Aunque seguramente yo lucía terrible en ese momento, me sentí un millón de veces


mejor mientras nos dirigíamos de regreso a la casa.

85
Capítulo 11
Añicos
Traducido por flochi
Corregido por Haushiinka

30 de julio de 1951

Mi padre murió de un ataque al corazón hace cinco días. Fue repentino, y nadie estaba
en casa. No se pudo hacer nada. Hugh y yo hemos dejado de buscar una casa. Viviremos aquí.
Mamá necesita apoyo y ayuda con Tioma. Para empeorar las cosas, esto ha alterado a
Oona. Ha destrozado las cortinas de la sala de estar y roto los cristales de vidrio de nuestra
puerta. Mi madre y yo vimos cómo sucedía. Ella lloraba sin cesar. Tengo que ser fuerte.

Diosa, sé lo que das, y lo que debes quitar. Te venero, aunque mi corazón está roto.

—Aoibheann

—V
ine —dijo Charlie, quitándose la chaqueta empapada cuando
entramos en el vestíbulo—. Espero que todo esté bien.

—Por supuesto —dijo Ruth con una sonrisa—. Siempre. Lo


pondré en otra parte.

—Yo lo hago —dijo él, deslizándose otra vez hacia la cocina—. No te preocupes por
ello, Ruth.

Ruth asintió, mirándome amablemente. —Alisa, el baño está justo junto a la puerta
principal. Puedes lavarte las manos y secarlas allí.

—Gracias —dije. Ruth regresó a la cocina, y encontré el tocador, el cual era lo bastante
grande para que cupiera un inodoro y un lavabo muy pequeño. Yo parecía una rata ahogada.

86
Mi cabello estaba completamente empapado, y colgaba de mi cabeza. Mis ropas estaban
realmente pantanosas. Había un frasco de cristales de sal y jabón de cera de abejas para
lavarse las manos. Usé ambos, frotando los cristales en mi piel con ansiedad, como si pudiera
impresionar a mi abuela al tener las manos más limpias entre las personas que conoció
alguna vez. Cuando salí, mis manos se habían vuelto rojas por el esfuerzo, y todos estaban
reunidos en el comedor, esperándome.

La sala estaba llena con una mesa ovalada y un enorme aparador, ambos parecían como
de un siglo de antigüedad. La mesa estaba cargada con comida, servida en delicadas piezas
de porcelana china azul y blanca. Había un asado que olía increíble, con grandes recipientes
de esponjosas patatas, espárragos y zanahorias asadas. La salsa era tan espesa y aromática
que debía ser casera, y las suaves galletas ya estaban a rebosar de mantequilla. Por lo que
había visto hasta ahora, los Curtis eran muy buenos cocineros.

Todos nos sentamos. Yo había sido puesta junto a Sam. Charlie encontró su lugar junto
a Brigid. Evelyn y Ruth tenían extremos opuestos. Con un chasquido de sus dedos, Evelyn
encendió las dos altas velas cónicas en candelabros de plata. Tuve la sensación de que ese
pequeño truco fue para mi beneficio.

—¿Cuándo vas a regresar a casa, Alisa? —me preguntó Evelyn, más bien correctamente,
cuando pasó a Ruth las papas. Genial. Acababa de llegar aquí, y ella quería saber cuándo me
iba a ir.

—En… unos cuantos días —dije—. Es mi receso de primavera.

—Bueno —dijo Sam—, espero que te quedes para nuestro círculo el miércoles. Es
nuestra celebración anual de la fundación de Ròiseal. Vamos a juntarnos la noche anterior
también, por el cumpleaños de Ruth.

—Es una gran semana.

—Sí —estuvo de acuerdo Brigid—. Tienes que venir.

—Me gustaría —dije, sin estar segura realmente de si eso era cierto. Sam, Charlie, Brigid
y Ruth eran fantásticos… pero Evelyn era tan seriamente aterradora que me tuve que
preguntar por cuánto tiempo realmente quería quedarme. Bueno, al menos el círculo del
miércoles me daba algo para planear acerca de ello.

Evelyn no dijo nada, solo miraba el progreso de la comida alrededor de la mesa.


Cuando todos tenían sus platos llenos, ella asintió, y vi que todos tomaron sus cubiertos.
87
Seguí el juego. Mi madre no había mencionado lo formales que eran las cenas familiares.
Probablemente ella no lo había notado.

A diferencia de mí, ella no había tenido a una Hilary dejando la mesa para vomitar cada
quince minutos. Ella no tenía ninguna base de comparación.

Evelyn empezó a hablar nuevamente a todos excepto a mí. Le preguntó a Charlie sobre
la escuela, su trabajo, su padre, y sus planes para la Universidad. Le preguntó a Brigid si algo
interesante había sucedido en la tienda y cómo estaba yendo su entrenamiento.

—Brigid ha estado entrenando con una curandera —me explicó Sam, intentando
incluirme en la conversación.

—Es genial —le dije a Brigid, quien sonrió con orgullo—. ¿Necesitas estudiar un
montón?

—Algo —dijo ella—. Muchos son ejercicios para canalizar la energía. Luego súmale las
hierbas y los aceites, pero solo después de que aprendas a sentir el problema o la lesión.

—No lo entenderías, Alisa —dijo Evelyn, volviéndose a mí—. Involucra magia.

Charlie me miró significativamente. Podía decir que estaba preguntando cuál de


nosotros debería contarles de mis poderes. Sacudí la cabeza rápidamente. Realmente no
quería involucrarlos. Entendió el mensaje y optó por cambiar el curso de la conversación.

—Entonces —dijo—, eres de Texas, ¿cierto?

Se lo había dicho esta tarde.

—Eso es correcto —dije, rompiendo un humeante bizcocho—. Es donde nací. Vivimos


allí hasta hace poco.

—¿Qué tanto te gustan los inviernos aquí? —preguntó Sam alegremente.

—No me gustan —dije con una sonrisa—, salvo por la nieve, pero mi padre no puede
conducir en ella. Nunca aprendió cómo. Así que incluso en las nevadas ligeras, mi futura
monst… madrastra tiene que conducir. Si no está en casa, estamos varados.

Recibí una sonrisa amable de todos menos de Evelyn, quien estaba en comunión con
sus zanahorias asadas. Sam, Ruth, Charlie y Brigid siguieron preguntándome sobre mi vida.
En su mayor parte solo estaban haciendo conversaciones amables, sin ir hacia nada

88
profundo. Evelyn deliberadamente no dijo nada. Noté que los demás la miraban de soslayo,
pero eso no parecía penetrar su exterior de acero. No estaba interesada en hablarme. Punto.

Acababa de terminar de decirles un poco del trabajo de papá y mis abuelos en Buenos
Aires cuando Evelyn levantó repentinamente la cabeza y se enfocó en mí, con fuerza y
rápido.

—¿Cómo se siente tu padre sobre tu brujería? —dijo.

—¿Brujería? —repetí—. ¿Te refieres a la Wicca?

—Así es.

—No creo que esté contento con mi participación en ello —respondí sinceramente—.
Pero realmente no sabe mucho al respecto. Creo que asume que es un capricho en nuestra
secundaria.

—¿Un capricho en tu secundaria?

—Muchos de mis amigos están en mi aquelarre —expliqué, agarrando temerosa mi


platería—. Solo sabe que es a donde voy los sábados. Rotamos al anfitrión del círculo,
aunque probablemente yo no seré la anfitriona de ninguno. Sin embargo llevo bocadillos.

—Los bocadillos son buenos —dijo Sam con un asentimiento—. Las brujas aman los
bocadillos, en especial los dulces.

—Así que contribuyes con bocadillos en los círculos Wicca —dijo ella.

Fue un giro flagrante de mis palabras, diseñado para que me vea como una tonta. No
podía creerlo. Era tan innecesario, este tranquilo comportamiento violento. Ella era tan
serena, paseándose alrededor de su asado y su salsa y solo haciéndole daño a su nieta. A mi
alrededor sentí pequeños zarcillos de emociones mientras los otros se acercaban a mí. Era
lindo de su parte, pero no quitaba la dolorosa realidad de la situación.

Entonces, con esos gestos de antipatía, algo más llegó. No fue un sonido, pero de alguna
manera fue tan claro para mí como si alguien me estuviera gritando en el oído.

Algo está mal.

89
¿Qué demonios era eso? Un vicioso escalofrío atravesó mi cuerpo, como si alguien
acaba de conectar una intravenosa de agua fría en mis venas. Hubo un sonido chirriante y un
chasquido del viento.

Antes de que supiera lo que estaba pasando, Charlie saltó y empujó a Brigid de la mesa.

—¡Ruth! —gritó él, estirando su mano y señalándola. Un rayo de energía, blanco pálido,
salió de su mano y lanzó a Ruth hacia atrás a la pared. En el mismo instante todas las luces en
la habitación se apagaron en una nube de chispas eléctricas mientras la araña por encima de
nosotros se liberaba e impactaba contra la mesa, rompiendo el vidrio y astillando la madera.
Los cables rotos bailaban sobre nuestras cabezas como serpientes enojadas, todavía latiendo
con corriente. Evelyn, ya de pie, levantó la mano e hizo que se quedaran quietos. Con otro
destello de movimiento exterminó todas las chispas que seguían llegando de la araña. Ahora
todo estaba a oscuras, y el aroma acre a quemado flotaba en el aire.

—¿Todos están bien? —gritó Charlie.

—Yo sí —dije, mi voz temblando—. Sam también.

Evelyn encendió de golpe algunas velas más en el aparador. Pude ver que Ruth había
sido lanzada lo bastante lejos como salvar su cabeza, pero sus brazos seguían estando muy
cerca. La cosa había caído sobre ellos, sujetándola a la mesa. Brigid estaba al lado de su
madre, llorando, murmurando hechizos que no tenían ningún efecto visible. Ruth parecía
como si tuviera demasiado dolor para hablar. Su rostro estaba cubierto de pequeños senderos
de sangre, probablemente cortes de cuando voló el vidrio.

Sam se unió a Charlie, quién había pronunciado un hechizo rápido que pareció hacer al
pesado accesorio un poco más fácil de levantar. Movieron con cautela a Ruth, haciendo
mucho esfuerzo para no seguir lastimándola. Brigid empezó a hacer algún trabajo de
sanación, pero Evelyn llegó y la tomó del hombro.

—Enciende el coche, Brigid —dijo ella—. Necesita ir al hospital. Charlie, ¿puedes


llevarla?

Charlie asintió y corrió por su chaqueta.

—Creo que deberíamos llamar al Consejo —dijo Sam—. Esto ha ido lo bastante lejos.

—Conozco un Buscador —me encontré diciendo—. Si lo llamo, podrá estar aquí en


cuestión de unas horas.

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Evelyn miró a Sam y miró en mi dirección.

—Creo que sería mejor que te fueras —dijo—. La llevaremos al hospital.

Charlie volvió justo a tiempo para coger el extremo de la conversación. Sus cejas se
alzaron, y su expresión naturalmente alegre desapareció en una de sorprendida repugnancia.
Tuve la impresión de que si la situación no hubiera sido tan grave, podría haber hablado en
mi nombre. Pero no había tiempo esta vez. Se agachó y levantó a Ruth, sosteniéndola contra
su pecho. Ella lloraba silenciosamente por dolor y miedo, y lo escuché tranquilizarla mientras
la llevaba a través del vestíbulo hacia la puerta.

Sam, estupefacto ante su despido, se quedó allí mirando a su madre. Ella se dio la
vuelta y siguió a Charlie hasta el vestíbulo. Sam puso su brazo alrededor de mis hombros y
me llevó por la puerta principal. Nos quedamos parados en el porche mirando cómo Brigid
sacaba el coche, aceleraba por la calle y salía de nuestra vista. Sam sacó en silencio una llave
de su bolsillo y cerró la puerta.

—¿Estás segura de que estás bien? —dijo él.

—Estoy bien —le aseguré—. ¿Qué hay de ti?

—Pudo haberla matado —dijo, en vez de responder lo que le había preguntado—.


Gracias a la Diosa por la rapidez de Charlie.

Entramos en su coche. Por un momento Sam solo se quedó sentado en el asiento del
conductor, las manos sobre el volante, pareciendo demasiado tenso para poner la llave en la
ignición.

—Evelyn pareció enojarse cuando mencioné llamar a un Buscador —dije—. ¿Por qué?

—No a todos les gusta el Consejo —respondió, su expresión sombría. Tengo la


sensación de que esta era una regular espina de discordia—. Algunas personas se sienten
ofendidas que un grupo de brujas asuma el gobierno sobre otras brujas, para emitir juicio. Yo
creo que el Consejo ha hecho un muy buen trabajo. Podríamos utilizar su ayuda.

Suspiró, soltó un pequeño sonido sobre el volante, entonces arrancó el coche. Miré a las
personas caminando a lo largo del sendero de la playa y dirigiéndose a los bares por la
noche. Al parecer algunas personas de esta ciudad tenían una vida normal.

—Charlie y Brigid me contaron de Oona —dije.

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Sam me miró. —¿Sí? —dijo—. Dios. Me estaba preguntando cómo explicarte lo que
acababa de pasar.

—¿Cosas como esas han pasado antes? —pregunté.

—Esta fue la peor hasta ahora —contestó—. Pero el fenómeno ha estado empeorando
últimamente. Ciertamente mi madre quiere esperar hasta que alguien sea asesinado antes de
pedir ayuda.

El trasfondo de rabia era palpable, así que me quedé en silencio y dejé que tenga unos
minutos para pensar las cosas.

—Lo siento, Alisa —dijo mientras se detenía en su camino de entrada—. Lamento la


manera en que tu abuela te trató. Ni siquiera sé que decir acerca de ello.

—Es como dijiste, supongo —respondí, intentando ser diplomática—. Es solo extraño
que haya aparecido.

—Aun así, no tiene derecho a comportarse así. Solo quiero que sepas que ella y yo nos
sentimos de manera muy diferente sobre tu presencia aquí. Puedes quedarte conmigo tanto
como quieras… y tanto como tu papá te deje.

Esto desencadenó mi memoria. Veinticuatro horas… El sigil de vigilancia en mi cuello.


Tenía que llamar a Morgan.

—Oh —dije, tan casualmente como pude—, ¿estaría bien si uso el teléfono? Necesito
reportarme. Es larga distancia, pero será rápido.

—Tómate tu tiempo —dijo Sam—. Estoy seguro de que a tu papá le gustaría ponerse al
día.

Una expresión extraña cruzó su rostro, pero decidí no intentar leer demasiado en él. Por
todo lo que sabía, Sam había estado enterado de mí desde el principio.

—Me voy al trabajo a primera hora en la mañana —dijo él—. Duerme. Te dejaré las
llaves para que puedas entrar y salir cuando quieras. Estaré en casa alrededor de las cinco.
Haremos algo diferente mañana a la noche, como ver una película.

—Gracias —dije—. Eso sería fantástico.

92
Astrophe y Mandu se abalanzaron sobre nosotros en el momento en que atravesamos la
puerta. Sam los alimentó, y luego subió. Tomé el teléfono en la cocina para cierta privacidad.
Tuve suerte. Morgan respondió, no Mary K.

—Soy yo —dije—. Alisa. Sé que casi estoy fuera de hora, pero lo hice.

—Oh, hola… —dijo casualmente. La escuché moverse rápidamente a un lugar más


tranquilo y cerrarse una puerta—. Alisa —dijo en voz baja—, ¿cómo estás? ¿Todo está bien?

—Um —dije dudando—. Un poco raro, en realidad. Mi tío es fantástico. Mi abuela me


mira como si fuera una convicta fugada que se está escondiendo en su casa. Y hay un
fantasma asesino suelto…

—¿Qué?

Le conté los cuentos nefastos como se revelaron hasta el momento.

—Tenías razón —dijo ella—. Algo raro definitivamente está pasando. ¿Crees que de eso
trataban los sueños?

—No lo sé —dije cuando Astrophe saltó en mi regazo—. Voy a tener que quedarme
unos cuantos días para averiguarlo. Supongo que tengo la semana de las vacaciones de
primavera, por lo menos. Así que, ¿cuán malo está allí?

—Bien —dijo con un suspiro—, tu papá está molesto. Frenético, en realidad. Llamó aquí
como una hora después que volví. —Mi estómago dio un vuelco—. También le dije a Hunter
lo que sucedía —continuó—. Entiendo lo que estás haciendo, pero también está realmente
preocupado. Le alegrará saber que has llamado.

Tuve que prometerle volver a llamar pronto antes que me dejara desconectar el
teléfono. Una siempre puede conseguir salir de algo que tus padres intentan hacer que hagas,
pero cuando una bruja poderosa te pone un sigil en el cuello, estás prácticamente fregada.

Un rato más tarde, luego de haberme acomodado para pasar la noche en el sofá de Sam
y hojear el Libro de las Sombras de mi madre preparándome para ir a dormir, el teléfono
sonó. Luego de un minuto Sam gritó que contestara el teléfono.

—Hey —dijo una voz—. Lamento llamar tan tarde.

93
Era Charlie. Sonaba cansado, y pude escucharlo subiendo a la cama mientras hablaba.
Gracias a Dios no podía verme, yo estaba sonriendo como una idiota. ¡Charlie me estaba
llamando!

—Solo pensé que podría gustarte saber —continuó—, el brazo de Ruth está roto, pero
por otra parte se encuentra bien. Golpeada y molesta, claro, pero intacta.

—Me… me alegra —dije, tartamudeando de emoción—. O sea, me alegra que esté bien.

—¿Qué hay de ti? —preguntó.

—¿Qué hay de mi? No aterrizó sobre mí.

—No, la araña no —dijo—. Pero toda esa cena fue algo ruda.

—Oh. Estoy bien —dije, muy poco convincente—. No hay problema.

—Supongo que no te has dado cuenta aún que es prácticamente inútil mentirle a las
brujas —dijo.

En realidad, eso lo había averiguado por mí misma. Sabía que la mayoría de las otras
brujas podían leerme como un libro. Pero lo que me sorprendía era que yo también podía
leerlas, y su preocupación me asombró, era profunda. Profunda hasta el punto que podía
sentirla a través de la ciudad, físicamente, como si un abrazo pudiera viajar por la línea del
teléfono.

—No fue la bienvenida que quería —confesé—. Pero fue agradable que estuvieras allí.
Gracias por venir.

Dejó la línea en silencio por un momento. No intentó decirme que todo estaría bien,
porque no parecía que lo llegara a estar.

—¿Qué vas a hacer mañana? —preguntó.

—Sam trabaja —dije, lanzando mis piernas sobre el sofá y colgándolas hacia abajo—.
No lo sé. Quedarme aquí, supongo. No creo que Evelyn quiera invitarme pronto.

—¿Quieres algo de compañía? Estamos en vacaciones de primavera, también, y tengo el


día libre en la tienda.

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¿Todo un día con Charlie? No podía pensar en nada que quisiera más. ¿Pero eso no era
raro? Este era el novio de mi prima. ¿Debería pasar tanto tiempo con él?

—¿Qué hay de Brigid? —pregunté—. ¿No está de vacaciones en la escuela también?

—Así es —dijo—, pero va a trabajar. —Cuando no respondí directamente, se puso un


poco nervioso—. No tenemos que hacerlo —dijo—. Solo pensé…

¿Qué demonios estaba mal conmigo? Solo porque Charlie me ponía débiles las rodillas
no significaba que iba a deshacerse de mi prima y fugarse conmigo.

—No, no —di marcha atrás rápidamente—, sí quiero. O sea, me encantaría. En realidad,


me gustaría hacer algunas investigaciones sobre mis antepasados. Hay muchas cosas sobre
las que tengo preguntas, cosas de familia. Hay una biblioteca sobre la que mi mamá sigue
refiriéndose en su Libro de las Sombras. Está en la casa. Eso sería perfecto, pero suena como
un secreto.

—¡Investigación! —dijo—. Con eso puedo ayudarte. En cuanto a la biblioteca, nunca la


he visto, pero estoy seguro de que existe. Todos los Rowanwands tienen una colección de
libros en alguna parte y, como cabeza del aquelarre, estoy seguro de que Evelyn tiene miles
de libros. La puerta probablemente esté hechizada, por lo que no puedes verla a menos que
alguien te muestre dónde está. Apuesto a que podremos encontrarla, podría tomar un
tiempo, pero puede hacerse.

—¿Cómo?

—Los hechizos dejan rastros. Habrá runas o sigils para marcar la puerta. Solo tendremos
que reducir el área de la casa donde buscar porque puede tomar un rato encontrarlos. ¿Ella
dice algo sobre dónde podría estar?

Para este momento me conocía el libro casi de memoria, y automáticamente pasé a


través de las páginas que mencionaban la biblioteca de la familia.

—Bueno —dije, encontrando una página—, dice en una que estaba escribiendo en el
estudio, y luego bajó a la biblioteca.

—Así que está en el sótano —dijo—. Estupendo. Ahí es donde empezaremos.

—¿Empezar?

95
—Vamos a ir allí y encontrarlo —dijo con la mayor naturalidad—. Si Evelyn no está
dispuesta a ayudarte, yo sí. Te recogeré a primera hora de la mañana.

96
Capítulo 12
Revelaciones
Traducido por Dai
Corregido por Haushiinka

Mabon, 1952.

Cinco años de adivinar acerca de Oona no han dado frutos. Cada hechizo ha sido
probado y re-probado. Sólo hay una opción más: tengo que abrir un portal al inframundo, y
abrirlo hacia la tierra de los muertos.

Este es un procedimiento difícil y peligroso, pero es la única opción que puedo ver. He
estado investigando este proceso hace más de un año, y creo que es hora de seguir adelante.

Tioma quiere que pida permiso al Consejo. ¿Al Consejo? ¿Quiénes son los miembros del
Consejo, sino un grupo de entrometidos que no tienen nada mejor que hacer que entrometerse
en los asuntos de los demás? Su tiempo sería mejor gastado perfeccionando su propio arte.
Como bruja y como Rowanwand, asumo la responsabilidad de mis propias decisiones y
acciones.

La necesidad es real. Oona está atrapada aquí y debe ser liberada, por el bien de todos.
Abriendo el portal, es posible que podamos ofrecerle un canal a través del cual podrá volver
al mundo de los espíritus. La ceremonia se llevará a cabo en dos días, cuando la luna esté
llena. Se ha tomado gran cuidado para limitar el hechizo, por lo que debe ser escrito con
absoluta precisión. Claire Findgoll me ha estado ayudando con la tarea. Su colección de
libros sobre conjuros lunares y sobre restricciones de hechizos es incomparable.

Yo había planeado decirle a mi madre acerca del portal, pero ella no ha estado bien
últimamente, y no quiero preocuparla. Mejor que siga sin saberlo.

—Aoibheann

97
M
e desperté con el sonido de la puerta cerrándose. Oí el motor de un coche
arrancar y el sonido del coche bajando por la calle. Sam se había ido a
trabajar. Astrophe y Mandu estaban enredados juntos y durmiendo en el
espacio entre mi espalda y el sofá. Con cuidado, para no molestarlos, salí de debajo de la
manta.

Quería estar completamente lista para cuando Charlie se presentara, y no tenía ni idea
de cuándo sería. Corrí al pequeño cuarto de baño y me di una ducha. Era obvio cuando
revisé mi bolsa que había estado bastante distraída cuando empaqué. Ocho pares de ropa
interior, tres conjuntos de pijamas, tres sujetadores, y una camiseta. Ni calcetines limpios ni
pantalones. Buen trabajo, Alisa.

Me puse la camiseta y agarré los calcetines, los jeans y el suéter encapuchado que había
estado usando por las últimas treinta y seis horas, e hice lo mejor que pude para arreglarme
un poco.

Vestida completamente, me dirigí a la cocina. En la mesa encontré las llaves, una lista
de puntos de intereses locales, un pequeño mapa dibujado a mano, y una nota con el número
de la oficina de Sam. Me hice unos huevos revueltos y pan tostado y puse un programa de
debate matutino. Ya estaba llegando a la emocionante conclusión de un debate sobre las
nuevas tendencias en accesorios de iluminación cuando el timbre de la puerta sonó. A través
de la cortina pude ver el pequeño Volkswagen verde en la calle.

Pánico. ¿Tenía mermelada en la cara? ¿Notaría que básicamente estaba usando la


misma ropa, que era de cierta forma algo muy desagradable, desde el día anterior? No hay
tiempo para hacer nada al respecto ahora. Abrí la puerta.

Charlie tenía un suéter de pescador muy gastado, y su pelo todavía estaba un poco
húmedo, sacando a relucir sus rizos. Estaba esperando en el escalón, sosteniendo dos tazas
de papel de la tienda de café donde habíamos parado ayer.

—Café —dijo él, sonriendo y sosteniendo una en mi dirección—. Cuatro de azúcar.


Leche extra.

—Perfecto, gracias. —Acepté con entusiasmo la taza—. ¿Qué pasa ahora? —le pregunté
después de tomar un sorbo—. ¿Cómo sabemos cuándo todo el mundo en la casa de Evelyn
esté fuera?

98
—Lo están ahora —dijo—. Lo verifiqué. Ruth y Brigid están trabajando. Evelyn salió a
Boston todo el día. Ella se reúne con otras brujas allí una vez a la semana para estudiar
nuevos hechizos de adivinación. Podemos salir cuando estés lista.

—¿Estás seguro de esto? —le pregunté, de repente sintiéndome un poco nerviosa.

—Completamente —dijo.

Nos dirigimos a su coche. La operación “Encuentra la Biblioteca” estaba en marcha.

Nos aparcamos más adelante en la calle de la casa y caminamos de regreso. Charlie hizo
casualmente estos pequeños hechizos que llamó no-me-veas, los cuales me aseguró
impedirían que alguien nos vea.

—Entonces —dije con una sonrisa nerviosa mientras estábamos en el porche de la casa
de Evelyn—, ¿cómo hacemos para entrar? ¿Magia?

—Así es. —Él me devolvió la sonrisa, metiendo la mano en el bolsillo. Rebuscó por un
momento y sacó una llave—. ¡Ta-rá!

Sacudí la cabeza con disgusto fingido.

—Esta es mi llave —admitió—. Tengo permitido entrar y salir cuando quiera. Arreglo la
computadora, cavo en la nieve, saco las hierbas del jardín. Casi vivo aquí la mitad del
tiempo. Entrar no será tan emocionante como podría haberlo hecho sonar.

—Por favor —le dije mientras abría la puerta—. Dame un día aburrido. Tengo suficiente
emoción en mi vida.

Como medida de precaución, Charlie llamó a la casa para ver si había alguien. Cuando
no hubo respuesta, nos deslizamos en el interior y cerramos la puerta detrás de nosotros. La
casa estaba quieta y soleada. Nos apresuramos hacia la puerta del sótano, que estaba en la
cocina. Un tramo estrecho y empinado de escaleras conducía al sótano sin terminar. El
espacio con techo bajo estaba lleno de palas para nieve, trineos, botas viejas, y algunos
estantes bien organizados que sostienen elementos comunes del hogar como macetas y
bolsas de tierra para plantas. Había un viejo tobogán desvencijado en la esquina y una
pequeña caja con un juego de bádminton.

Estuve estremeciéndome desde el momento en que entramos en esta parte de la casa.


Parecía como si la presencia de mi madre no hubiese sido lavada de aquí. Algunas de estas

99
cosas sabía eran de ella. A pesar de que era bastante extraño y doloroso, sentí a mis sentidos
expandirse, como si creciera con su energía. Había algo aquí abajo que parecía gritarme.

—Es aquí —dije de repente.

Se volvió a mirarme. —¿Lo sientes? —dijo.

—Sí —le contesté, mirando alrededor, buscando algún signo de una puerta. A no ser
que lo tuvieran en una vieja caja bajo los dardos para el jardín, no veía ningún lugar donde
pudieran estar ocultando una biblioteca en este lugar.

—Está bien —dijo, también mirando a su alrededor—. Tenemos que mover todo esto
lejos de las paredes.

Con un movimiento rápido se quitó el suéter. Debajo llevaba una remera azul oscura
con la palabra FRED estampada en ella. Me di cuenta de que tenía los brazos cubiertos por
pecas muy ligeras y que estaban sorprendentemente bien definidos. Supuse que hacía más
que simplemente trabajar en problemas de matemáticas, o que tenía unos lápices muy
pesados. Entonces decidí dejar de mirar boquiabierta a sus brazos y lucir como si estuviera
aquí realmente para ayudar. Me quité el suéter y lo tiré hacia abajo sobre el suyo.

Juntos movimos todo lejos de la pared por lo menos uno o dos pies. Cuando
terminamos, Charlie sacó la daga de su bolsa de mensajero. Estaba hecha enteramente de
plata pulida, con un grabado celta alrededor del mango y una pieza redonda de ónix negro
fijada en la parte superior. Poco a poco, trabajando justo debajo del techo, movió el athame en
torno a las paredes, moviéndose un poco cada vez que hacía una vuelta completa. Tuvo que
dar la vuelta alrededor de dos docenas de veces para cubrir toda el área.

Cuando eso no reveló nada, comenzó con el suelo, pasando el athame cuidadosamente
sobre cada pulgada. Tuvo que detenerse cada pocos minutos para que pudiéramos
reorganizar los muebles. Otra vez, nada; la enderezó y miró hacia el suelo, perplejo. Luego se
encorvó contra la pared y miró alrededor con una expresión decidida, dando golpecitos con
el athame en su palma.

—Tengo una idea —dijo finalmente—. Pero se trata de los dos de nosotros. Es posible
que debido a que eres un pariente de sangre, la puerta se revelará a ti con más facilidad. Así
que juntos vamos a hacer un nochd.

—¿Debería cerrar los ojos? —dije, manteniendo la cara impasible.

100
—Esperaba eso —contestó él con una sonrisa irónica—. Aquí. —Me tendió la daga, el
mango primero.

Señalé el athame. —¿Puedo… sostener eso? Quiero decir, ¿es sagrado o algo así?

—Bueno —dijo—, es una herramienta mágica… así que, sí. Es sagrado. Pero me
pertenece a mí, y no tengo problema con que lo uses. Funcione o no en ti. Las herramientas
mágicas funcionan cuando el usuario lleva su magia hacia ellas.

—¿Quieres decir, como una tostadora que sólo funciona cuando la enchufas? Entonces
puede usar su poder para tostar pan.

—Exactamente. —Él asintió con una sonrisa—. La herramienta es la tostadora. Tú eres


el enchufe.

Acepté el athame, y él buscó en su bolso y sacó una vela blanca y un pedazo de tiza.

—Voy a lanzar el hechizo —dijo—. Vamos a ver si tu energía puede disfrazarnos. Voy a
guiarte mientras vayamos, así que no te preocupes.

—Está bien —estuve de acuerdo, sintiéndome extraña con el athame pesado en mi


mano—. ¿Cómo lo sostengo? Hacia arriba, hacia abajo o hacia fuera...

—Sólo deja que tu brazo caiga de forma natural a tu lado —dijo, dibujando
expertamente un círculo alrededor de nosotros.

Luego puso la vela en el medio, entre nosotros, y dibujó con tiza una serie de runas
alrededor de ella. De pie, ligeramente sujetó mi muñeca derecha, justo por debajo del mango
del athame. Me lanzó una mirada para ver si yo estaba lista y asentí.

—Aingeal —entonó.

La vela cobró vida. Creo que no debería haber estado tan perpleja. Había visto tanto a
Morgan como a Evelyn hacer eso. Sin embargo, ver a Charlie hacerlo me sorprendió.

—Sinn sir ni keillit —continuó. El metal del athame entró en calor. Apretó el agarre en mi
muñeca… no lo suficiente como para hacerme daño, pero sí para tener un agarre firme—.
Tarerahs, seálheen.

101
Vi ahora por qué había apretado su agarre. Mi brazo comenzó a temblar, y por un
momento pensé que podría dejar caer el athame. Cerró la mano alrededor de la mía y me
miró.

La magia estaba fluyendo a través de nosotros, entre nosotros. Podía sentir su fuerza
mientras controlaba su flujo.

No estoy segura de si era la magia o simplemente estar tan cerca de él, pero mi corazón
comenzó a latir como loco. Parecía tan fuerte que realmente pensé que él sería capaz de
escucharlo.

En un movimiento, nuestros brazos subieron juntos… los míos empezaron a venir hacia
adelante, empujando a los de él hacia atrás. El athame señalaba a un punto en el suelo. No lo
podía ver porque estaba detrás de él, pero un cuadrado apareció en ese lugar. Estaba hecho
de símbolos dibujados muy finamente con una luz azulada. Quería decir algo, pero pensé
que podría arruinar el hechizo. Así, él parecía darse cuenta de que algo estaba pasando, a
pesar de que no pudiera ver lo que yo vi.

Dando gracias a la Diosa y al Dios, él terminó el hechizo, pero se aferró a mi mano por
un momento. No dijimos nada… sólo nos quedamos allí, mirándonos el uno al otro. Sentí el
calor de su cuerpo y pude oler el débil aroma a detergente para la ropa, algún tipo de
desodorante con olor a hombre y débil rastro de humo de salvia. Aroma a Charlie. Tan
agradable. Mientras me miraba, me di cuenta de que él era la única persona que realmente
podía mirarme así sin que yo quisiera darle la espalda o esconder mi cara. De hecho, podía
mirarlo directamente a los ojos y no parpadear.

Aunque su expresión era seria y decidida, su boca todavía conservaba su curva amplia
y feliz. Era como si hubiera nacido para sonreír y hacer sonreír a los demás. Una boca tan
agradable.

Tan, ¿qué? ¿En qué estaba pensando?

Sin querer, me alejé. Él retrocedió, como si yo lo hubiera sobresaltado. Tenía la cara


enrojecida, y no parecía saber a dónde mirar por un momento.

—Hay una... cosa en el suelo —murmuré, señalando.

—¡Bien! —dijo, arrodillándose rápidamente y chasqueando la llama de la vela con los


dedos—. Eso es lo que tenía que suceder. Lo hicimos. Buen trabajo.

102
Borré el círculo de tiza mientras Charlie se tendía en el suelo para examinar los
símbolos de cerca. Lo vi trabajando alrededor del cuadrado. Por ahora mi mente estaba en
todas partes donde no debería estar. Sólo podía ver el largo de su cuerpo, la forma en que las
mangas de su camiseta se apretaban alrededor de sus brazos, la velocidad de sus
movimientos.

El novio de tu prima, me decía a mí misma una y otra y otra vez.

—Está bien —dijo él, arrodillándose—. Esto no debería ser demasiado malo.
Encontrarlo era la parte difícil. El propio sello no es trabajo muy complicado. —Se dio la
vuelta por su bolsa y comenzó a buscar de nuevo en ella, sacando un puñado de runas.

—¿Tienes una tienda de magia completa ahí dentro? —le pregunté.

—No, señora —dijo—. Sólo lo básico. Algunas velas, tiza, athame, runas. Todas las cosas
sin las que una bruja no debería viajar, especialmente cuando están tratando de entrar en la
biblioteca privada de otra bruja.

Tragué saliva, sintiendo una punzada de culpa cuando puso una runa en cada esquina
de la caja, y luego una vela blanca en el centro. Murmuró un hechizo en voz baja para sí
mismo. La vela cobró vida, y durante los siguientes minutos, mientras él hechizaba y pasaba
su athame por todo el perímetro, el parche en el piso polvoriento se reveló a sí mismo como
una puerta de madera con un mango redondo.

—Voilà —dijo, mirando hacia arriba con satisfacción—. Una puerta trampa.

—Fue increíble —le dije, completamente asombrada—. Eres como un ladrón de cajas
fuertes.

Él no respondió, sólo dejó escapar una risita nerviosa.

Cuando abrimos la puerta de madera, encontramos un interruptor que encendió una


serie de luces sobre nuestras cabezas. Revelaron unos pequeños escalones que bajaban casi en
línea recta hacia una habitación más oscura. Charlie bajó primero, y luego me ofreció su
mano para ayudarme. Tuvo que inclinarse ya que el techo bajo no le daba mucho espacio.

Uno pensaría que una habitación bajo una casa como esta estaría mohosa y sucia, pero
estaba impecablemente limpia. Las paredes y el suelo de piedra eran lisos. Había un filtro de
aire y un deshumidificador. Cada centímetro de espacio fue utilizado con cuidado. Las
paredes estaban completamente armadas con estantes, y varios libreros independientes que

103
iban desde el piso hasta el techo acomodados en ocho filas, el espacio entre las hileras era
estrecho, lo suficientemente grande para que una persona pasara con un taburete. En un
rincón había una pequeña mesa de lectura antigua con una lámpara de mesa y dos sillas.

—Este lugar es genial —dijo, su expresión fusionándose a una de asombro ante la visión
de todos los libros. Era como ver a un niño en un parque de diversiones, el delirio excitante
de no saber a dónde dirigirse en primer lugar. En su entusiasmo, tropezó, pero se sostuvo de
una de las estanterías—. Es mi entrenamiento de ballet intentando salir —dijo con una
sonrisa mientras su rostro se volvía encantadoramente rosa. Luego saltó hacia las estanterías.

Mientras Charlie devoraba los títulos en los estantes, caminé alrededor en silencio,
disfrutando de la magnitud y el esplendor de la colección. Muchos de los libros, aunque
antiguos, no estaban particularmente delicados. Habían estado tan bien cuidados que la edad
sólo los había afectado un poco.

Había libros impresos con forma de extraños cuadrados, que databan de principios de
1600. Había libros en todo tipo de idiomas, en misteriosas impresiones y símbolos. Algunas
secciones estaban llenas de títulos sosos que sonaban académicos. Otros estaban llenos de
libros tan exóticos que yo tenía miedo de tocarlos.

Cuando me volví por un pasillo, era como si los libros estuvieran susurrándome. Miré
los títulos. No podía leer ninguno de ellos. Parecía alemán para mí, un montón de palabras
largas que comenzaban con das o der. Sin embargo, a pesar de que no podía entenderlos,
quería tocarlos. Yo quería sacarlos de los estantes. Quería éste “Edelsteine und Metalle”, lo
que sea que significara. Necesitaba este libro. Suavemente lo saqué del estante. Parecía
caliente al tacto, como si hubiera estado sosteniéndolo durante mucho tiempo.
Sorprendentemente, no había nada en la parte delantera de la cubierta. Era un libro verde,
cubierto de tela, obviamente muy viejo. Lo giré hacia atrás y volví a mirar el lomo, pero
ahora no veía nada escrito allí.

Casi se me cae el libro en shock.

—¡Charlie! —dije, mi voz ronca.

Llegó justo por la fila de atrás. Le expliqué lo que había visto y le ofrecí el libro. Lo
tomó, lo examinó por todos lados.

—Edelsteine und Metalle —dijo, sosteniendo la espina dorsal fuera para que yo lo
viera—. Algo y Metales.

104
Miré el lomo de nuevo. Allí estaba el título, en letras doradas sobre la tela negra
verdosa. No había estado allí hace un segundo. Yo estaba temblando un poco, y él puso su
mano sobre mi hombro para estabilizarme.

—Debe haber sido escrito con algún tipo de hechizo de glamour o de ocultamiento —
dijo—. Eso es todo. No estás volviéndote loca. Vamos a echar un vistazo y averiguar por qué
se estaba ocultando. Es una biblioteca privada de la familia, por lo que es un poco extraño
para un Rowanwand ocultar un libro de un familiar.

Lo llevamos a la mesa de lectura y encendimos la luz. Charlie comenzó a hojear el libro.


En el primer momento pudimos ver que sin duda no era un libro de texto en alemán de “algo
y metales”. Estaba escrito a mano, en inglés. Parecía un Libro de las Sombras, con fechas en la
parte superior de las páginas. Los ojos de Charlie aumentaron de tamaño con cada página.

—Este es el libro de Mairin —dijo él, mirando hacia arriba, con los ojos llenos de
asombro—. La hija de Oona. Nadie ha visto este libro en años. ¿Cómo demonios…?

El libro de Mairin. Eso era lo que había encontrado. La historia de la bruja de la familia,
aquí abajo, en la biblioteca secreta de la familia Curtis. Aquí fue donde mi madre había
sufrido un terrible episodio telequinético. Había demasiada magia, demasiados sentimientos
ligados a esta casa. Elegí este momento para estar completamente abrumada. A pesar de que
traté de contenerlo, sentí las lágrimas detrás de mis ojos. Charlie levantó la vista con alarma y
vio mis ojos brillando.

—¿Qué sucede? —dijo, poniendo su mano en mi hombro.

—Todos estos sentimientos extraños —respondí, frotándome los ojos—. Todas estas
cosas extrañas que no entiendo.

Por mucho que sabía que él estaba muriendo por mirar libro, se deslizó a un lado y
volvió toda su atención hacia mí. —Debe de ser muy duro tener que lidiar con tanta magia a
la vez —dijo—. Sólo trata de relajarte. Estoy justo aquí. Nada de lo que ha pasado es
demasiado fuera de lo común.

—Todo está fuera de mi común —gemí.

En lugar de leer, nos sentamos allí por un tiempo, hablando. Me encontré contándole
sobre la ola oscura y lo asustada que había estado. Le hablé de Hilary y todas las cosas que
me habían llevado a huir… todas las cosas realmente personales que había dejado fuera de

105
mi primera explicación. Finalmente le expliqué que tenía un problema con la telequinesis y
que era sobre ello que estaba tratando de encontrar más información.

—Lo nuevo—le expliqué, sintiendo a mis defensas colapsar bajo el peso de su calmante
mano sobre mi hombro—, es que puedo sentir a otras brujas a mi alrededor. Puedo sentir sus
sentimientos. Yo puedo sentir a mi madre aquí, a pesar de que se ha ido. Me gusta la
sensación de conexión, pero también me asusta. Todo viene tan rápido ahora. Nunca estoy
esperándolo.

Luego se inclinó, y su mirada adquirió un nuevo nivel de gravedad.

—¿Puedes sentir mis sentidos en este momento? —dijo.

Mi cuerpo pareció congelarse en el tiempo. Mi corazón se detuvo. No respiraba, no me


movía. Todo era expectación. Podía sentirlo. Iba a... ¿qué?

Se acercó, me tomó la cara en una de sus manos, y me besó.

Nunca me habían besada antes, y me había preocupado un poco no saber qué hacer
cuando —y si— alguna vez pasaba. Por suerte no me asusté o accidentalmente lo mordí ni
nada. Me presioné contra su boca y respondí de forma natural. Puso las manos detrás de mi
cuello y me atrajo más cerca. El calor... tanto calor. Un universo de calidez. Cuando él se
apartó, me miró con sorpresa y felicidad.

—Yo… —Parecía atraparse hablando, pero yo no sabía qué decir—. He estado


queriendo hacerlo desde que te vi ayer.

¿Podía hablar? ¿Acaso mi boca todavía funcionaba? ¿Mi voz iba a salir extraña? Sólo
había una manera de averiguarlo.

—Yo también —le dije—. Quiero decir, no besarme a mí. Ya sabes. A ti.

Genial, Soto. Genial.

Preocupación fugaz atravesó mi cerebro. ¿Qué pasa con Brigid? ¿Qué significa esto?
Aquellos sentimientos se adormecieron cuando sentí la sensación de nuevo. Quería tirar de
mí hacia él, y quería que me envolviera con sus brazos. Pero el flujo se enfrío rápidamente,
como si hubiésemos quemado un fusible y toda la potencia se hubiera reducido. Debimos
habernos vuelto conscientes en el mismo momento. Nos quedamos quietos y escuchamos.

Alguien estaba arriba.


106
Capítulo 13
Ataque
Traducido por Otravaga
Corregido por Haushiika

24 de Septiembre de 1952

Diosa, diosa, ¿dónde he estado? Apenas ahora estoy consiguiendo la fuerza para
levantarme de la cama y reanudar mis actividades diarias.

Abrimos el bith dearc hace dos noches. Claire Findgoll y yo, abajo en la playa detrás de
la casa. Es una cosa terrible y sin embargo fascinante, este pequeño agujero que rasga a
través de la estructura del universo y parece seguir eternamente. Mantuve el dearc mientras
Clair condujo el hechizo para tratar de sacar a Oona de la casa por la abertura. Me alegro de
que Claire se parara lejos de él, ya que posee una fuerza devastadora. En realidad te drena la
energía vital. Me siento como si hubiese sido envenenada.

No hemos tenido ninguna visita desde que realizamos el hechizo, pero sólo el tiempo
dirá si hemos tenido éxito.

Oh, tengo que ir a dormir de nuevo. No me queda nada. Ninguna energía en absoluto.

—Aoibheann

—¿H
ola? —gritó una voz femenina—. ¿Mamá?

—Es Brigid —susurró Charlie, todo el color drenándose de su


rostro—. Ella está en casa temprano.

—¿Debería… esconderme aquí abajo mientras subes? —ofrecí. Buena esa, Alisa. La
comedia de la situación siempre funciona tan bien en la vida real.

—No —respondió, sacudiendo la cabeza—. Ella sabe que estamos aquí.


107
Me había imaginado que Brigid no era una bruja poderosa… pero aún era una bruja.
Sentir la presencia de alguien más en la casa parecía como algo que ella muy bien podría ser
capaz de hacer. Nos dirigimos hacia ella caminando a través de la cocina y luego abriendo la
puerta del sótano.

—Está bien —admitió Charlie—, esto es medio malo.

—¿Qué vamos a hacer? —pregunté.

Él me apretó la mano con rapidez, como una especie de disculpa por lo que
probablemente iba a ocurrir a continuación.

—No tengo idea —dijo.

—¿Hola? —dijo Brigid en voz alta de nuevo. Se acercó a la puerta de la biblioteca, que
aún estaba abierta detrás de nosotros—. ¿Tía Evelyn? —dijo Brigid. Bajó las escaleras y nos
miró a los dos, primero con confusión y luego con una creciente oleada de emoción.

—¿Charlie? ¿Alisa? —dijo, con voz temblorosa—. ¿Qué están haciendo aquí?

—Investigando —dijo Charlie simplemente.

—¿Investigando? —dijo—. Entraron mientras no estábamos aquí… ¿ustedes dos?

Ya sea a través de la magia o la intuición femenina normal (que también puede ser
magia, no lo sé), Brigid parecía saber de inmediato que había un problema. Se sentó en el
primer escalón, bloqueándonos la salida. ¿Besarse con una bruja dejaba una marca en la
boca? ¿Mis labios brillaban? ¿Ella podría ver algún tipo de marca?

—Alisa necesitaba ayuda —dijo Charlie—. Ella está tratando de averiguar sobre sus
antepasados, y Evelyn definitivamente no iba a darle una mano. Lo siento. Tuvimos que
entrar mientras Evelyn no estuviera aquí.

—Podrían haberme dicho —dijo ella—. Los habría ayudado.

Oh. Si no nos sentíamos mal antes…

—Entonces —dijo ella, mirándome duramente—, ¿encontraste algo?

108
—Un libro —dije inmediatamente, dándome cuenta de lo estúpida que era esa
respuesta. Fui a una biblioteca y encontré… un libro. No por primera vez en mi vida, deseaba
que el suelo se abriera bajo mis pies y me tragara entera.

Después de unos momentos de silencio, finalmente se me ocurrió que debería dejarlos


solos. No quería echar a Charlie a los lobos o cualquier cosa, pero yo no tenía lugar aquí.
Ellos tenían que hablar. Y tenía la sensación de que Charlie iba a hacerse responsable por lo
que acababa de ocurrir.

—Probablemente debería irme —dije—, antes que Evelyn llegue a casa, como dijiste.
Ella estaría furiosa de encontrarme aquí.

—Esa es una buena idea. —Charlie asintió. Probablemente nos dimos cuenta en el
mismo momento que él me había traído en auto hasta acá.

—Caminaré de regreso —añadí—. Me vendría bien un poco de aire fresco. —Metí el


libro en mi bolsa—. Le devolveré esto a Sam —le dije a Brigid—. Él lo pondrá de nuevo en la
biblioteca. —Entonces hice mi caminata de la vergüenza, cruzando la habitación y
dirigiéndome hacia donde ella estaba sentada.

Brigid se deslizó a un lado para dejarme pasar. No dijo nada. No quería —o no podía—
siquiera mirarme. Cuando la pasé, mi pierna se rozó contra ella. Casi salté cuando una ráfaga
atravesó la mitad de mi cuerpo. Sentí una oleada de pura emoción cruda viniendo de ella.
Podría parecer furiosa, pero en su interior, todo en ella estaba llorando.

Fue una larga caminata a casa a través de la niebla y la humedad, con mi cerebro
resonando entre la euforia y la culpa.

Quiero decir, él me besó. ¿Qué se supone que debía hacer? Abofetearlo, como lo hacen en
las películas antiguas. Llamarlo un canalla. Yo no había hecho nada malo… no fue mi
culpa…

Pero luego examiné mis motivos. ¿Quería que Charlie me besara? Sí. ¿Él era el novio de
mi prima? Sí.

Culpable.

Yo apestaba. Apestaba, apestaba, apestaba.

109
Pero aun así había sido el mejor momento de mi vida. Había tocado su rostro y había
sentido los pequeños y suaves rizos en la parte posterior de su cabeza, hacia abajo cerca de su
cuello. Había sido bueno, tan bueno, demasiado bueno. Todavía me sentía como si estuviera
caminando a través de un increíble sueño.

Sin embargo, los sentimientos de Brigid eran tan cercanos, tan fuertes. Ella amaba a
Charlie, ¿quién no lo haría? Él era adorable y gracioso e inteligente. Alto. Poderoso. Ella
había dado su espalda por un momento —para ser responsable e ir a trabajar, no menos— y
luego su extraña prima de otra ciudad apareció, irrumpió en su casa y se besuqueó con su
novio.

Caminé arduamente, con gaviotas chillando encima de mi cabeza, mi cabello poco a


poco recogiendo la humedad del aire. Me tomó unos cuarenta y cinco minutos llegar de
nuevo a lo de Sam. Cuando llegué allí, él ya estaba cocinando y había un delicioso olor a ajo,
pescado y tomates cocinándose que venían de la cocina. Sam obviamente se había tomado la
molestia de asegurarse de que regresara con una agradable bienvenida: y regresé como “la
otra mujer”, la destructora del aquelarre…

—¿Tuviste un buen día? —preguntó Sam, poniendo un tazón de ensalada en la mesa.

—Genial —dije con forzado entusiasmo.

—¿Qué hiciste?

—Oh —dije, recogiendo a Mandu y dejándolo subir en mi hombro—, sólo salí con
Charlie.

—Charlie es un gran chico. —Sam asintió—. Una bruja fantástica, también.

No tienes idea, pensé. Sam me miró extrañamente y desterré todos los pensamientos de
Charlie de mi mente y puse una expresión seria y firme en mi rostro.

—Antes de que lo olvide —dijo—, encontré algunas fotos de tu madre que quería
mostrarte. ¿Podrías vigilar la estufa por un segundo? Y siéntete libre de comenzar la
ensalada.

—Seguro —dije, poniendo al gato en el suelo. Cuando Sam se dirigió hacia las escaleras,
empecé a hacer la ensalada, vertiendo la mezcla de hojas verdes en el tazón y reproduciendo
el beso una y otra vez en mi mente. Lo comparé con la música, sintiendo una oleada de

110
felicidad rasgando a través de mi cuerpo. Charlie era tan guapo, tan alto, tan divertido, tan
agradable, tan inteligente, tan…

Tomado. Por mi prima. ¿En qué estaba pensando?

Eché un poco de vinagreta en las hojas verdes más agresivamente de lo que era
realmente necesario. Los gatos ladearon la cabeza hacia mí.

Tal como lo había hecho la noche anterior, repentinamente sentí algo en la boca del
estómago que me decía que algo andaba mal, muy mal. Miré hacia arriba, con todos los
sentidos alerta. Algo estaba aquí. Una presencia. Algo muy malo. Solté las tenazas para
ensalada y miré alrededor de la cocina.

Y entonces sucedió.

El primer golpe fue en mi brazo izquierdo, y me envió tambaleándome hacia atrás, el


dolor cortando todo el camino hasta mi mano. Escuché cristales rompiéndose detrás de mí.
Me di la vuelta para ver todos los platos volando fuera del estante abierto bajo los gabinetes,
y todos venían hacia mí, uno tras otro. No tuve tiempo de moverme o pensar. Algo se rompió
contra mi cabeza. El cristal cayó sobre mis párpados. Lancé los brazos hacia arriba para
proteger mi rostro y mi cabeza lo mejor que pude, pero los golpes estaban viniendo con más
fuerza, empujándome contra la pared.

Algo dentro de mí se agitó, listo para la batalla. Sentí cada fibra de mi ser
hormigueando. Yo podía detener esto. Yo podía…

Me concentré con fuerza. Algunos de los platos comenzaron a estallar y astillarse en el


aire, antes de llegar a mí. Era como si estuvieran estrellándose contra una pared invisible, y
sabía que yo estaba haciéndolo. Ni idea de cómo… pero estaba haciéndolo. Algunos todavía
conseguían atravesarla. Había tantos. Los cajones estaban traqueteando, soltándose, viniendo
hacia mí. Me dejé caer al suelo y me arrastré por la mesa, abriéndome paso a codazos a través
de los fragmentos.

Podía ver a Sam tratando de llegar a mí, pero me sentía cada vez más débil. Todo se
volvió negro y blanco, y un zumbido en mis oídos ahogaba cualquier otro sonido. Me di
cuenta de que me estaba desmayando.

Lo siguiente que supe es que Sam me estaba poniendo en el sofá. Mi ropa brillaba con
trozos de platos y vasos.

111
—Estoy toda llena de vidrios —dije con lágrimas inundando mis ojos—. Sam, estoy
toda llena de vidrios.

—Lo sé —dijo él, comprobando mi cabeza, mi rostro, mis ojos—. Mírame, Alisa.
Mírame.

Fue difícil, pero me concentré en su rostro. Él me estudió.

—Voy a quitarme la ropa —dije, levantándome vacilantemente y tambaleándome de un


pie a otro. Por alguna razón, el cristal en mi ropa realmente estaba preocupándome—. Tengo
que conseguir quitarme esta cosa.

—Cálmate ahora, cariño. —Le echó un vistazo a los fragmentos que colgaban como
carámbanos de mi ropa. Sacó un par de pijamas de la parte superior de mi bolso y las dejó
encima—. Cámbiate. Vuelvo en un segundo.

Le escuché correr escaleras arriba, oí el golpe de la puerta del armario. Me quité los
pantalones y la camiseta y los arrojé en el centro de la habitación. Entonces me puse unos
pantalones de lana suaves y la camisola del pijama. Eso estaba mejor. Mucho mejor.
Miré hacia abajo y vi que mis antebrazos estaban goteando con sangre.

El sofá se cernió sobre mí y me aferré a él, sosteniendo con fuerza los cojines para
mantener el equilibrio. Y luego todo se volvió negro otra vez.

Las luces de la sala eran tenues. Me estaba despertando. Estaba bajo una manta. ¿Era de
mañana? No lo creía.

¿Dónde estaba?

En lo de Sam, me di cuenta después de un momento. Los platos. Lo recordaba ahora.


Miré hacia arriba para ver a Ruth sentada a mi lado, sosteniendo una bolsa de hielo en mi
frente con el brazo que no estaba enyesado. Intenté incorporarme, pero ella puso una mano
en mi hombro.

—Quédate ahí, Alisa —dijo.

—¿Qué pasó? —pregunté.

—No lo sé. —Ruth alisó mi cabello—. Nosotros estamos tratando de averiguarlo.

—¿Nosotros? —pregunté.

112
—Charlie estuvo aquí mientras estuviste fuera —dijo—. Él puso un aro de hechizos de
protección alrededor de la casa.

—¿Mientras estuve fuera?

—Has estado inconsciente durante horas —explicó—. Son casi las diez. Kate Giles está
aquí ahora. Ella es otro miembro de Ròiseal. Ella trabaja en la magia defensiva.

—¿Dónde está Sam? —dije, tratando de levantar la cabeza para mirar alrededor.

—Haciendo un hechizo de adivinación para ver si puede averiguar qué causó esto —
respondió ella, indicando que debería descansar de nuevo—. Él está bien.

Hice un inventario de mí misma. Mis dos brazos estaban envueltos en gasa desde mis
manos hasta mis codos. Sentí algo en mi cabeza también. No tenía la camisola puesta, que
probablemente era por lo cual estaba debajo de la manta. Había pequeñas cosas blandas
colocadas sobre varios puntos de mi estómago y el pecho, se sentían como pequeñas bolsas
de tela. Supuse que estaban llenos de hierbas o ungüentos de brujas. En general estaba un
poco adolorida, pero nada se sentía roto.

Había hecho un montón de extrañas cosas telequinéticas en las últimas semanas, pero
nunca me había atacado a mí misma. Además, lo que había sentido justo antes de que los
platos comenzaran a volar no había venido de mi interior. Había sentido algo en el exterior,
como una corriente mágica. Esta vez no había sido yo. ¿Qué estaba pasando? Pensé en llamar
a Hunter. Él sabría qué hacer. Esta era su tipo de trabajo.

Hubo fuertes sonidos de tacones en los escalones. Una mujer joven, tal vez sólo
alrededor de la edad de Hilary, entró en la habitación.

—Está despierta —dijo Ruth—. Ven aquí.

La mujer se acercó. Ella era impresionante, definitivamente dejaba en las sombras a


Raven. Tenía el pelo largo y castaño, con un espectacular mechón rubio en la parte delantera.
Tenía un cuerpo poderoso, con los brazos elegantes y definidos y un tatuaje celta cerca de su
hombro derecho. El efecto general era resaltado por los pantalones negros ajustados a su
figura, la camiseta sin mangas y las botas negras que llevaba. Era Kate, supuse. Ella lucía
realmente ruda, pero también femenina. Casi exactamente como uno piensa que una mujer
experta en magia defensiva debe lucir: dura y genial.

—Alisa, esta es Kate —dijo Ruth, confirmando mi sospecha.

113
—Hola Alisa —dijo Kate, y se sentó en el suelo junto a mí—. ¿Cómo te sientes?

—Como si me acabaran de golpear en la cabeza con un montón de platos.

Ella sonrió. —Bueno, al menos tu sentido del humor sigue intacto. Esa es una buena
señal. —Miró a Ruth—. ¿Sam consiguió algo?

—Todavía no. —Ruth sacudió la cabeza—. Entonces, ¿qué opinas?

—Bueno —dijo Kate, retorciendo uno de sus muchos anillos de plata—, se parece un
poco a Oona. Estoy encontrando la misma perturbación de energía residual que suelo ver
después de que ella nos honra con su presencia. No es exactamente la misma, pero está lo
suficientemente cerca.

—¿Pero cómo puede Oona estar aquí? —preguntó Ruth, llevándose la mano a la cabeza
con preocupación.

—Ve tú a saber —respondió Kate—. Ella nunca antes ha transferido su energía así. Esto
es totalmente nuevo. Charlie cubrió bien este lugar, pero voy a añadir otra capa de hechizos
de protección antes de irme. Es todo lo que se me ocurre hacer.

—Diosa —gimió Ruth, con pánico en su voz—. Oh, Diosa. Se está extendiendo.

Sam vino de la cocina. Miró a Kate, y ella repitió lo que acababa de decirle a Ruth.
Luego se acercó a mí.

—Hola, peque —dijo él, agachándose.

—Lamento lo de tus platos —dije.

Él esbozó una sonrisa infantil y me acarició el cabello.

—Está bien —dijo Kate—, será mejor que vuelva. No te preocupes, Alisa. Hemos estado
hechizando esta casa durante horas. Descansa tranquila esta noche. Si tienen más problemas,
Sam, estoy a una llamada telefónica de distancia.

Kate le dio a Ruth una suave palmada en el hombro, se puso una chaqueta negra de
cuero y un par de guantes, y se dirigió a la salida.

—¿Quieres que me quede? —preguntó Ruth—. O estoy segura de que la tía Evelyn está
en casa ahora. Podemos llamarla…

114
—No —dijo Sam, levantándose—. Mejor no. Hemos hecho todo lo que podemos hacer.
Alisa sólo tiene que descansar. Ya no queda nada aquí. No veo ninguna amenaza inmediata.

Ella y Sam compartieron una larga mirada, como si se estuviesen comunicando


telepáticamente. (Lo cual puede que sean capaces de hacer, yo no tenía idea.) Ruth
finalmente asintió.

—Deja esos paquetes durante otra media hora —le dijo a Sam—. Además, pon un poco
de tisana de caléndula y vinagre de sidra de manzana en un paño. Puedes aplicarle eso a los
moretones mañana. Sin embargo revisaré y veré cómo van las cosas.

Después que Ruth se hubiese ido, Sam y yo nos sentamos a la mesa y bebimos té en
algunos vasos de papel que le habían quedado de un día de campo. Me prestó una ceñida
bata de baño, ya que no podía ponerme mi camisola de nuevo sobre los paquetes que Ruth
había adherido a mi pecho con cinta médica. La cocina se veía más o menos normal, salvo
por los montones de cristales rotos barridos hacia las esquinas.

—Mañana —dijo él— voy a tomar el día libre. ¿Qué tal si vamos a Salem? Ya sabes, salir
de aquí por un rato.

—Suena genial —dije, tendiéndole una mano vendada para aceptar una galleta que me
pasó en la encimera. Parecía como si quisiera decir algo pero no sabía muy bien cómo
expresarlo.

—¿Qué pasa? —pregunté, rompiendo la galleta en dos.

—Algunos de esos platos —dijo, sus grandes ojos azules se fijaron en mí con fuerza—.
Vi que estallaron en el aire. Estaban siendo desviados.

—Tengo poderes —dije en voz baja. Aunque no había nada malo en ello, lo trataba
como si fuese mi pequeño secreto sucio. Todavía se sentía extraño.

—Eso no es posible —respondió él, negando con la cabeza.

—No sé por qué o cómo, pero los tengo —dije—. De verdad.

—Diosa —dijo—. Así que todo este tiempo, ¿has sido completamente capaz de hacer
magia?

—Sí —dije, mordiendo mi galleta—. Malamente, pero puedo.

115
Ahora que pensaba en ello, Sam sería la persona perfecta para enseñarme a adivinar el
futuro en una bola de cristal. Leer una bola de cristal parecía una manera perfecta de
conseguir un poco de información, tal vez descubrir algo acerca de por qué se suponía que
debía venir a Gloucester.

—Tú trabajas en la adivinación, ¿no? —dije.

—En su mayoría —respondió.

—¿Puedes enseñarme a adivinar en una bola de cristal?

—¿Leer una bola de cristal? —Él se encogió de hombros—. Seguro. Puedo intentarlo.
No todas las brujas pueden adivinar en una bola de cristal con éxito. Es una cosa personal, y
hay un montón de métodos diferentes. Tienes que averiguar cuál es el adecuado para ti.
Intentaremos el primer método. Estamos emparentados, por lo que podríamos utilizar el
mismo elemento.

Se levantó, entró en la sala y regresó con un cuenco grande y negro. Lo llenó con el
contenido de un frasco que sacó de uno de los armarios de la cocina.

—Es agua de mar —dijo, poniendo el cuenco sobre la mesa—. Recojo una jarra semanal.
Una regla importante de la Wicca: nunca tomes más recursos naturales de los que necesitas,
incluso de algo tan inmenso como el océano.

Sam me dio un discurso sobre lo básico. Me quedé impresionada con la profundidad de


su conocimiento. Una parte de mí siempre vio a Sam como el chico torpe que mi madre había
descrito en su libro. Ahora veo lo que realmente era: una bruja madura e increíblemente
responsable con años de entrenamiento. Él colocó cinco velas blancas alrededor del cuenco,
elevándolas sobre pilas de libros para que quedaran justo por encima del borde. Después de
encenderlas con un fósforo, apagó la luz del techo.

—Está bien —dijo, tomando mis manos—. Relájate. Respira profundo. Enfócate en el
agua.

Lo hice. Al principio no pasó nada. Éramos sólo nosotros dos, sentados en la oscuridad,
mirando un cuenco con agua durante unos veinte minutos. Entonces me di cuenta de que
estaba mirando hacia abajo a través de una forma cuadrada, como si estuviese mirando
dentro de una caja. Hubo un destello de púrpura, y luego volvimos al agua. Había estado
esperando ver gente, escucharlos decir cosas inteligentes y crípticas. Todo lo que conseguí es
una caja llena de color púrpura.
116
—Creo que he tenido suficiente, Sam —dije, con un suspiro.

—¿Viste algo? —preguntó.

—No creo que fuese nada —dije—. Sólo un destello de color.

—Probablemente estés agotada. —Se levantó y encendió la luz—. Vamos a intentarlo de


nuevo cuando te sientas mejor. Por ahora, creo que ambos necesitamos descansar un poco.

117
Capítulo 14
Juicio de las Brujas
Traducido por Mona
Corregido por Curitiba

21 de Marzo de 1953

Ostara ya. He estado tan ocupada los últimos meses que apenas he notado cómo el
tiempo ha pasado desde el dearc. Ninguna visita de Oona, gracias a la Diosa. Parece que
hemos tenido un éxito completo.

Mientras tanto el pequeño niño crece dentro de mí. Es una niña, de eso estoy segura.
Nunca supe la completa alegría que la maternidad me traería. Me he vuelto más consciente
de las vueltas de la rueda y las fases de la luna. Siento su movimiento cuando la luna está
llena. Ella tiende a estar soñolienta cuando esta disminuye.

—Aoibheann.

S
alem está sólo a una corta distancia, y Sam tomó una ruta espectacular a lo largo
del agua. El cielo estaba finalmente claro, y había mucho viento. Aparte de unos
pequeños dolores, cortes y moretones, estaba bien. Era agradable salir a solas con
Sam.

Entrando en la ciudad, estaba asombrada por todos los Wiccanos que vi en las calles.
Cada uno parecía tener un collar de pentáculos o tatuaje, o alguna clase de maleficio. De
hecho, la cosa del maleficio parecía estar hecha para la muerte. Cada escaparate parecía
contar con una imagen de una pequeña figura en un sombrero negro puntiagudo, montando
una escoba. Sam aparcó su auto en un lote cerca del centro de visitantes.

—Vamos —dijo él—. Hay algo que quiero mostrarte.

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Metido detrás de algunos edificios al lado del lote estaba un antiguo cementerio, con
piedras angulares delgadas, frágiles… algunas hundidas hasta la mitad en la tierra. Al lado
de esto estaba una plaza seccionada por una pared baja de piedra. Pesadas losas de piedra
salían de la pared en intervalos iguales, formando bancos.

—Este es un parque extraño —dije cuando entramos en la plaza.

—Tiene buen aspecto —me dijo Sam, señalando al primer banco. Fui hacia ello. Allí
había escritura. Decía: “Bridget Bishop, ahorcada, el 10 de junio de 1962”. Continué
alrededor, mirando cada banco. Sam siguió detrás de mí. “Sarah Wildes, ahorcada. Elizabeth
Howe, ahorcada. Susannah Martin, Sarah Good, Rebecca Nurse, George Burroughs, Martha
Carrier…” todos ahorcados. Giles Corey, presionado hasta la muerte. Había más todavía, sus
nombres esculpidos a grandes rasgos en las piedras. Era tan duro, tan inquietante.

—Este es el Monumento al Juicio de las Brujas —explicó Sam—. Estos son los nombres
de las personas que fueron ejecutadas.

Yo sabía un poco sobre los juicios de las brujas por la escuela y de alguna lectura que
había hecho por mi cuenta.

Dos chicas jóvenes habían hecho afirmaciones de que ellas estaban embrujadas. Desde
allí, las acusaciones volaron y se instaló un tribunal. La gente fue arrastrada para declarar.
Las chicas continuaron y parecieron volverse locas. Más personas se acercaron, diciendo que
ellos también habían sido atacados. Al final, veinte personas fueron ejecutadas y decenas más
acusados o afectados. Todo el asunto había terminado en algunos meses; entonces la gente
que controlaba el tribunal fue forzada a cerrarlo y pedir disculpas por lo que habían hecho.

Con un temblor pensé en mi propio comportamiento, cómo había querido escribir una
carta al Diario Widow's Vale y "exponer" la Wicca. Aunque nadie habría sido juzgado o
ejecutado, podía haber causado muchos problemas a Morgan, Hunter, al señor Niall... y
tantos otros. Gracias a Dios, Mary K. y yo en realidad no habíamos hecho nada.

—¿Sabes qué es lo más extraño? —dijo Sam, mirando hacia abajo a la losa más
cercana—. Allí las personas no eran brujos en absoluto. Algunos eran forasteros, solamente
un poco extraños a los ojos de la sociedad. Algunos eran ciudadanos prominentes. Sin
motivo o razón para ello.

—¿Entonces qué pasó? —pregunté—. ¿Alguien realmente lo entiende?

119
—No realmente —dijo él, apartando cuidadosamente algunas hojas muertas que
oscurecían el nombre sobre el banco debajo de nosotros—. Fue la histeria. La gente señalaba a
cualquiera a la vista, alegando cualquier cosa que los jueces les pidieran reclamar… si sólo se
les permitía vivir. La gente admitía cosas que ellos no hicieron. Si no confesabas, ellos te
ejecutaban. Esa gente, —indicó los bancos alrededor del cuadrado—, no confesaron cosas que
no habían hecho. Ellos fueron muy desafortunados y muy valientes.

—Pero ahora la ciudad está llena de brujas —dije—. ¿Por qué venir aquí cuando las
personas que murieron ni siquiera eran wiccanos?

—La idea todavía se mantiene que la brujería es mal y oscuridad. Supongo que
sentimos la necesidad de venir aquí y poner las cosas claras.

—Todo esto —dije, temblando mientras echaba una mirada a los tristes bancos de
piedra—, solamente porque algunas chicas inventaron historias sobre brujas.

—Fue más insidioso que eso —dijo Sam—. El pueblo estaba preparado para ir a juicio,
incluso para matar, para exorcizar sus propios pensamientos oscuros y miedos. Ahora todos
reflexionan sobre eso, sin comprender cómo podía haber pasado. Pero la gente todavía
persigue y hace daño a otros sobre cosas que personalmente no pueden entender.

—Supongo que tal vez tú sabes algo sobre eso —dije.

Él asintió, entendiendo lo que quería decir.

—Supongo que sí. Siempre me he sentido como una bruja, e hice pública mi sexualidad
temprano también. Rechazo mentir.

—Mi mamá nunca mencionó que tú eras gay. ¿Lo sabía ella?

—Bueno… —él exhaló y metió sus manos en los bolsillos de sus vaqueros—, lo hice
público cuando tenía dieciocho años, unos años después de que tu madre se marchó. Pero
ella siempre lo supo. Me di cuenta. Ella era increíblemente comprensiva. Ella probablemente
no pensó que eso fuera gran cosa; imagino que por eso ella no lo mencionó.

Mi madre era comprensiva. Ella podía sentir a otras personas, sentir sus emociones…
justo como yo lo he estado haciendo cada vez más desde que he estado aquí. Me gustaba esa
parte de ser una bruja. Pero la mención de mi madre también devolvió mi atención al
cementerio con sus lápidas deterioradas. Caminamos silenciosamente alejándonos del
monumento.

120
—Entonces —dije—, ¿tienes un novio, o...?

—Lo tenía —dijo él—. Nos separamos hace aproximadamente dos meses.

—Oh. —Empujé algunas hojas con mi pie—. Lo siento.

—No lo hagas —dijo sinceramente—. Shawn y yo decidimos que necesitábamos estar


separados por un tiempo.

—¿Shawn... él era un brujo? —pregunté.

—Sí. —asintió Sam, mirando fijamente hacia la calle—. Vive en Holyoke. Está cerca. —
Él regresó a su comportamiento normal, divertido—. Okey —dijo—, nos estábamos poniendo
demasiado serios. Déjame mostrarte las cosas geniales.

Seguí a Sam a su lado, y señaló sus restaurantes favoritos, tiendas, y casas. Pasamos
Bell, Book, y la tienda de velas donde Charlie trabajaba. Entramos, pero él no estaba allí.
Tuve que ocultar mi profunda decepción. No era como que los golpes en mi cabeza me
hubieran dado amnesia. El incidente en la biblioteca había estado en mi mente más o menos
sin parar desde el momento en que me desperté. Me pregunté qué había pasado entre
Charlie y Brigid. No podía haber sido bueno. Tal vez, pensé, retorciéndome con la culpa… tal
vez él estaba rompiendo con ella en este momento. Tal vez es por eso que él no estaba en el
trabajo.

Probablemente no.

Uggggh. Demasiado para pensar. Todavía me sentía culpable. Tal vez fue algo bueno
que los platos me golpearan estúpidamente esa noche. Probablemente sería un caso perdido
de otra manera. Después de escoger un regalo de cumpleaños para Ruth, Sam me llevó a un
viejo hotel para el almuerzo. Él me contó historias sobre mi madre, toda clase de grandes
travesuras hermana hermano. Mientras hablábamos y disfrutábamos de nosotros mismos,
me di cuenta de cuán bueno estaba siendo Sam para mí. Él me dio alojamiento y se
preocupaba por mí sin aviso previo alguno. Se había enfrentado a su familia para
defenderme. Le debía honestidad. Hubo una pausa conveniente en la conversación mientras
Sam comía, me decidí a usarla.

—Mi papá no sabe dónde estoy —dije, sin levantar la vista—. Me escapé.

Sam paró de comer, dejó su tenedor, y esperó que continuara. No lucía del todo
sorprendido. Con aquella sorprendente introducción, procedí a contarle toda la historia, y

121
quiero decir la historia completa. Todo desde la onda oscura hasta Hilary a la noche que me
escapé. La telenovela completa de Alisa Soto.

—He estado llamando a alguien de mi aquelarre —dije, llegando al final—. Ella colocó
un reloj de vigilancia sobre mí de modo que fuera capaz de encontrarme si yo no estuviera en
contacto.

—Eso es algo, supongo —dijo él, procesando la información durante un momento.


Entonces buscó en el bolsillo de su chaqueta de ante marrón, sacó un pequeño teléfono, y lo
dejó caer sobre la mesa.

Capté la pista.

Cuando el primer sonido que escuché fue la voz de Hilary, estuve a punto de cerrar el
teléfono otra vez, pero entonces lo pensé mejor. Sam confiaba en mí para llamar a mi
familia… y Hilary, nos guste o no, era de la familia ahora.

—Hola, Hilary —dije, tratando de sonar alegre, como si esta fuera la llamada más
normal en el mundo.

—¿Alise? ¿Eres tú? —Ella sonaba entrecortada, realmente alarmada.

—Soy yo. Hola.

—¿Dónde estás?

—Segura —dije firmemente—. Bien. Alojada en una casa agradable, cálida, comiendo
tres comidas por día. Nada de qué preocuparse.

—¿Nada de qué preocuparse? Alisa, tu padre está a punto de tener un infarto, y... —La
escuché detenerse y tranquilizarse. Ella debe haber sabido que yo podía estar asustada.

—Solamente llamé para contarles que estaba bien —dije—. Eso es todo. ¿Está papá por
ahí?

—No, él está en el trabajo, cariño… Alisa.

Se contuvo tan bruscamente, que en realidad me sentí mal, como si yo hubiera sido
demasiado tosca con ella. Sabía que no era del todo mala.

—¿Cómo te sientes? —pregunté.

122
—¿Cómo me siento? —Estaba sorprendida—. Oh, estoy bien. Bueno. Un poco nerviosa
los últimos días.

Realmente tuvimos una breve charla durante los siguientes minutos. Pienso que incluso
fui capaz de convencerla de que yo estaba bien. No sonaba loca o hecha un manojo de
nervios. De hecho, yo estaba aproximadamente un millón de veces más tranquila de lo que
normalmente estaba en casa. Ella me dijo que habían dejado de hacer cualquier planificación
o movimiento durante el tiempo que yo había estado fuera, pero que ella se había hecho un
ultrasonido. Yo iba a tener un hermanito. Estas noticias no me dieron tantas náuseas como
me había imaginado, e incluso la felicité con algo de verdadero entusiasmo. Cuando dije
¡adiós!, me sentí una mujer cambiada. Ella probablemente recomendaría a mi papá que me
permitiera escapar más a menudo. Le pregunté a Sam si podía hacer más una llamada
rápida, y él estuvo de acuerdo. Marqué el número de Hunter.

Hunter, me di cuenta, sonaba incluso más adulto y más británico en el teléfono. Su voz
era más profunda, y yo podía sentirlo caminar de un lado al otro.

—¡Alisa! —dijo él, exhalando fuerte.

Lo puse al corriente sobre la situación hasta ahora, y él ¡hum! Y ¡Ah! en la manera


característica de Hunter.

Él había conseguido la mayor parte de la historia de Morgan, entonces no tuve que


comenzar desde el principio.

—¿Has hablado con tu padre? —preguntó, solamente con un borde ligeramente


paternal en su voz.

—Morgan me dijo que está muy molesto, naturalmente.

—Precisamente hablé con Hilary hace algunos minutos —dije—. Todo está bien.

—Bien —dijo, evidentemente no tan seguro de si él creía en esta última declaración


mía—, también tengo una noticia, y se ajusta bastante bien con lo que acabas de decirme.
Hablé con ambos Ardán Rourke y Jon Vorwald. Jon dijo que es posible que tengas un
elemento desencadenante, pero tendrá que probarlo en persona para averiguar lo que podría
ser. También dijo que se había enterado de un caso, en los años cincuenta, de un poder de
telequinesis que parecía ser transmitido vía las primogénitas mujeres.

123
—¿Primogénitas mujeres? —Fruncí el ceño. Realmente, sería por eso que mi madre y yo
teníamos telequinesis, pero no Sam o Ruth. Pero si fue transmitido a mi madre... entonces
Evelyn...

—Así es. —La voz nítida de Hunter interrumpió mis pensamientos—. También, y eso es
muy interesante, Ardàn sabía al menos de un caso de una bruja en los años de 1800 que tenía
la telequinesis. Lo interesante sobre ella es que cuando se hizo mayor, tal vez sesenta o
setenta años, sus incidentes de telequinesis se hicieron más violentos, más difíciles de
controlar. Él piensa que es posible que a medida que las brujas se hacen mayores, pierden
algunas de sus inhibiciones. Sus emociones se hacen más fuertes y más difíciles de gobernar.

—No entiendo —dije—. ¿Qué tiene que ver eso conmigo? Tengo quince años.

—Piensa en ello —dijo él—. Tú tienes telequinesis. Tu madre lo tenía. Es bastante


posible, entonces, que tu abuela lo tuviera. Tú acabas de decir que los incidentes fueron
empeorando con el tiempo y que ellos también estallaron en tiempos de crisis familiar.

Evelyn. Contuve la respiración. Eso podía ser por Evelyn. Eso tenía mucho sentido…
para mí de todas maneras. Cuando Evelyn estaba molesta o bajo tensión, era cuando Oona
estaba en su peor momento. ¿Pero qué podía hacer con esta información? Si ella no me odiara
ya, Evelyn se volvería loca si me acercara y sugiriera que ella era responsable de todas las
cosas horribles que le habían pasado a su familia. Además de eso, yo no tenía suficientes
pruebas para estar segura de que fuera cierto.

—¿Hola? —Hunter me llevó de vuelta a la realidad—. ¿Alisa?

—Todavía estoy aquí —dije, agarrando la pared de vestíbulo—. Dios, Hunter. ¿Qué
hago ahora?

—No podemos estar seguros de que esto sea lo que realmente está sucediendo. Esto
solamente es una teoría. Ardán está analizando el asunto un poco más. Tu caso realmente le
interesó, y quiere venir y conocerte.

—¿Qué puedo decir? –dije—. Soy fascinante.

—Entonces —dijo él—, ¿cuándo podemos verte?

—Uh... —Cambié de un pie al otro pie—. Pronto. Lo prometo. Las vacaciones de


primavera ya casi terminan. Sólo necesito un poco más de tiempo.

124
Al final, tuve que prometerle que lo llamaría la siguiente noche, después del círculo de
Ròiseal. Conmovida por lo que acababa de enterarme, me dirigí al comedor. ¿Debería decirle
a Sam? No, Hunter había dicho que esperara hasta que él tuviera más información. Esperar.
No es mi fuerte. Cuando entré en el comedor, la camarera se acercó a nuestra mesa con el
helado brownie más grande que yo alguna vez había visto. Suspiré. Sam es el mejor.

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Capítulo 15
Ròiseal
Traducido por Niii
Corregido por Curitiba

3 de Febrero de 1955

El bebé llegará en cualquier día. En la celebración de Imbolic de anoche, todos los


Ròiseal realizaron un ritual para asegurar un parto seguro.

De igual forma que sabía que Sorcha era una niña, sé que este es un niño… un pequeño
juguetón, eso es. ¡Por la forma en que patea, tiendo a pensar que no dejará en paz a su
hermana! ¡Es tan inquieto! Hemos decidido llamarlo Somhairle.

Sorcha parece saber que algo ocurre. Puedo decirlo por la mirada en sus ojos. Le gusta
venir y tocar mi estómago, luego se ríe y se aleja corriendo. A veces arrastra a Hugh hasta mí
y apunta, sus ojos llenos de alegría. Mi pequeña… está tan llena de la Diosa.

—Aoibheann

— Parece que somos los últimos aquí —dijo Sam mientras nos estacionábamos entre
el Volkswagen de Charlie y una motocicleta roja. Sólo la vista del auto de Charlie me
convirtió en una mujer de gelatina, con piernas temblorosas y mirada desenfocada, pero
logré controlarme lo suficiente para ser capaz de caminar hasta la puerta principal como un
humano normal.

Sam nos dejó entrar de inmediato y dirigirnos a la sala, donde todos estaban ya
reunidos. Un fuego ardía con fuerza en la chimenea. En medio de la habitación había un
caldero lleno de agua fría y capullos de flores. El pastel de cumpleaños de Ruth estaba en una
pequeña mesa, sin cortar.

126
No era exactamente una gran fiesta. Brigid, Ruth y Evelyn se sentaban juntas en un
enorme sofá, todas viéndose incómodas. El pesado yeso de Ruth le estaba picando. Brigid
lucía cansada y pensativa. Evelyn estaba en su resplandeciente humor usual. Las tres
mantenían una tranquila conversación con Kate Giles. Ruth y Kate me dieron un abrazo
cuando me vieron. Brigid y Evelyn me dieron una gran y desagradable mirada.

Luego de darle a Ruth su regalo, Sam se instaló al otro lado de la habitación, donde
Charlie se sentaba con un hombre mayor. Intenté verme lo más casual posible cuando me uní
a él ahí… mi mente, de todas formas, seguía reproduciendo nuestro beso. Tenía en
reproducción la versión DVD, con múltiples ángulos, el tráiler con la iluminación, y el corte
del director. Charlie vio el moretón cerca de mi ojo, y asentí para indicar que estaba bien.

El hombre junto a Charlie estaba vestido formalmente en un traje gris con un suéter
claro color crema bajo la chaqueta. Era igual de alto, pero más pesado. Se veía como él, con el
mismo tipo de rostro y cejas encantadoramente arqueadas, y aunque su cabello estaba
marcado con hebras plateadas, se enroscaba desafiante. Supe instantáneamente que era su
padre.

—¡Tú eres Alisa! —exclamó el hombre, mirándome directamente. Hablaba tan fuerte
que alarmó a algunos de los otros. No se necesitaba ninguna tímida introducción aquí. Todos
deberían tener una extraña vibra bruja. Hace todo mucho más fácil.

—Mi papá —dijo Charlie.

—¡Entiendo que fuiste criada por no-brujas, Alisa! Me encantaría escuchar cómo fue —
agregó su papá.

Los ojos de Charlie se abrieron mucho, luego inclinó su cabeza hacia atrás como mueca.
—Mi papá —repitió Charlie, conteniendo un suspiro exasperado—. Directo al punto.

—¿Dije algo malo? —preguntó inocentemente su padre. Por la descripción de Charlie


de su padre, pude ver fácilmente que tenía unas extrañas habilidades con la gente.

—Está bien. —Reí—. Si tiene algunos días libres, puedo contarle toda la historia.

—No estoy seguro de si tengo un par de días enteros —dijo, sorbiendo té y


pensándolo—, pero puedo despejar mi horario. Tal vez podemos charlar por un par de horas
en el transcurso de una semana.

127
De acuerdo. Él era muy literal también, pero parecía agradable. No podía imaginarme a
Charlie viniendo de una familia que no fuera agradable.

—Iba a buscar algo de beber —dijo Charlie, poniéndose de pie—. ¿Les gustaría algo?

Terminó tomando órdenes de casi todos en la sala, así que inmediatamente me levanté
y le ofrecí ayuda, rezando porque no pareciera demasiado obvio. Sin embargo, noté a Brigid
dándome una mirada de acero cuando salí.

Seguí a Charlie a la cocina. Estaba en el mostrador, acomodando los vasos. Se veía tan
bien, simplemente vestido en una camisa abotonada azul y jeans. Parecía más alto, y lucía
mucho más adulto que yo. No había forma de que yo lo hubiera besado. Debo haber estado
delirando.

—Hola —dije finalmente. Eso fue lo mejor que logré. Las palabras me estaban fallando.

—Hola —dijo, dándome una pequeña sonrisa, no su usual sonrisa-ilumina-


habitaciones—. ¿Cómo estás? ¿Estás bien? —Pensé que vi su mano moverse, como si fuera a
tocarme, pero la retiró y movió los vasos en lugar de eso.

—Estoy bien. —Asentí—. Gracias por venir anoche, me sentí mucho más segura
sabiendo que protegías la casa. Lamento haber estado, um… inconsciente.

—No te preocupes por eso —dijo él—. Supongo que fue por haber sido golpeada en la
cabeza por todas las cosas de la cocina.

—Algo así —estuve de acuerdo.

Pude ver las bolsas bajo sus ojos en el cálido brillo de la luz de la cocina. Sentí calidez
emergiendo de él pero también algo más; dolor, tal vez. Definitivamente estrés. Me hizo
querer… no lo sé, darle un gran abrazo o algo. No parecía él mismo.

—¿Tal vez podemos hablar? —dije.

—Realmente este no es un buen momento —dijo, abriendo el refrigerador y sacando


algunas bebidas.

Su frente se frunció, como si tuviera que concentrarse para servir los brebajes.

—¿Está bien todo? —pregunté.

128
—Todo está bien.

No era verdad. Podía verlo.

—Se supone que no tienes que mentirle a las brujas —dije—. ¿Recuerdas? Ni siquiera se
supone que digas medias-verdades a medias-brujas.

—Cierto. —Suspiró, poniendo las bebidas en el mostrador e inclinándose contra el


refrigerador—. Buen punto. Lo siento.

—Entonces —dije—, ¿qué ocurre?

—Mira —dijo, como si estuviera buscando las palabras—, no puedo hablar en este
momento.

—Está bien —dije insegura—. ¿Quieres llamarme más tarde?

—Voy a estar ocupado esta noche. —Suspiró otra vez—. Tal vez mañana, ¿sí?

Con Brigid. Eso es lo que no estaba diciendo. Iba a estar hablando con Brigid. Su novia.
La persona con la que se suponía tenía que estar hablando.

—Oh, seguro —dije. Aunque intenté seguir sonriendo, sentí mi rostro caer. Estaba
volviendo rápidamente a mis sentidos. ¿Por qué lo había seguido? ¿Qué había estado
esperando que dijera? ¿Pensaba que iba a saltar de alegría y me diría que había dejado a
Brigid? En la mejor probabilidad, nuestro beso había causado grandes problemas. En la peor,
estaba lamentando haberme conocido. ¿Pero, quién podría decirlo? Tal vez había algo incluso
peor que eso.

Me giré y empecé a llenar los vasos rápidamente.

—Alisa… —dijo. Otra vez vi su mano moverse, como si quisiera sostenerme. Otra vez
se retiró. Había una ola de frustración viniendo de él.

—Está bien —le dije, volviendo a mover mis labios en una sonrisa—. Mañana o cuando
tengas tiempo. Sólo llámame.

Vi que estaba a punto de responder, pero levanté algunos de los vasos y salí. Una
palabra más y sabía que comenzaría a llorar. No podía arriesgarme.

129
De regreso a la sala, pasé las bebidas y me senté junto a Sam, quien me dio una mirada
extraña. Sabía que tenía que haber notado que estaba molesta por algo, pero probablemente
asumió que estaba relacionado con Evelyn. Se inclinó más cerca de mí, y me sentí un poco
mejor teniéndolo a mi lado. Charlie siguió un momento después y entregó las otras copas.

—Está un poco frío aquí adentro —observó Ruth, poniendo su suéter alrededor de su
brazo sin yeso.

Como Charlie estaba junto a la chimenea, alargó la mano y puso otro tronco en el fuego.
Yo estaba sentada junto a la chimenea, y él levantó la mirada y atrapó la mía por un
momento. No pude encontrar sus ojos, así que fijé mi atención al otro lado de la habitación.
Por supuesto, miré justo a Evelyn. Me estaba mirando fijamente. La habitación estaba fría.
Muy fría. Y la fuerza de su mirada la enfriaba incluso más.

Repentinamente Ruth gritó, y sentí una oleada de extremo calor cortando a través del
frío. Como si hubiera sido incitado por alguna brisa innatural, las llamas en la chimenea
saltaron, azules con el calor. Se estiró en busca de Charlie, lamiendo sus ropas, su piel. Sentí
el miedo elevarse en mí. Charlie iba a resultar herido… gravemente.

No, no podía dejar que esto sucediera.

Agua… pensé, mi cuerpo levantándose y mi mano elevándose sin mi voluntad de


hacerlo. Apunté al caldero, y se levantó del lugar en que reposaba. El tiempo era lento
ahora… no me afectaba. El agua haría lo que yo necesitaba que hiciera; tenía que pedirlo.
Una vez más las palabras me llegaron del fondo de mi mente, en un eco de la voz de una
mujer, una voz que no podía ubicar.

—Cuir as a srad —dije, moviendo mi dedo para apuntar a Charlie—. Doirt air.

El caldero se desplazó a través de la habitación, más allá de Charlie, y se estrelló contra


la pared de ladrillos de la chimenea, derramando todas las flores y el agua sobre él. Tambaleó
mientras se lanzaba al piso y comenzaba a rodar hacia atrás y adelante.

El sonido me trajo de regreso a todo, y me lancé hacia delante, como si estuviera en un


auto que hubiera parado de golpe. Charlie rodó rápidamente lejos de la chimenea y se miró
con sorpresa. Estaba empapado y cubierto de marchitos trozos de flores. Sus manos estaban
chamuscadas, pero el agua lo había protegido de alguna manera, evitando que sus ropas se
encendieran.

130
—Estoy bien —dijo, tocando su cuerpo y buscando heridas—. Estoy bien. —Brigid y
Ruth descendieron sobre él, arrastrándolo a la cocina para atender las quemaduras. Todo
había sucedido en menos de un segundo.

—Diosa —dijo Kate una vez que se fueron—, ¿vieron eso?

Me hice consciente de que todos los que quedaban en la habitación me estaban


mirando. Mi mano todavía estaba extendida. La metí tras mi espalda.

El padre de Charlie estaba junto a mí. Todos los rastros de diversión borrados de su
rostro.

—Gracias —dijo, estirando la mano para apretarme el brazo. Su rostro todavía estaba
pálido por el shock—. Nunca he visto a nadie hacer una desviación tan rápido antes.

—De nada —murmuré—. Quiero decir… sólo lo hice.

A veces simplemente me sorprendo con mis habilidades lingüísticas.

—Sabes que —dijo seriamente—, moviste ese caldero casi simultáneamente con la llama
matando su progreso ¿verdad?

—¿Lo hice? —dije, sintiéndome muy torpe.

—Hiciste un hechizo comando —dijo el padre de Charlie—. Muy sencillo. La energía


fue canalizada a través del agua. La carga Gaélica era básica. Pero fue muy, muy rápida, y
conjuraste mucha energía en un instante.

Me tambaleé, y Sam amablemente me ayudó a sentarme. Evelyn, noté, había regresado


y me miraba de arriba abajo, y a los lados.

—Tienes poderes —dijo ella.

No sonaba feliz, o sorprendida, o impresionada, o agradecida. Sonaba desconfiada.

—No sólo tiene poderes —agregó el padre de Charlie—, es fuerte. Muy fuerte. Y rápida.
Y tiene un control sorprendente sobre los hechizos de lenguaje.

—¿Has estado estudiando con alguien? —preguntó Kate, tomando una otomana y
sentándose cerca de mí.

—Un Buscador —dije, mirando nerviosamente alrededor.


131
—¿Un Buscador? —dijo ella—. Diosa. ¿Por cuánto tiempo?

—Un par de semanas. De manera esporádica el último par de meses.

—¿Un par de semanas? —repitió otra vez—. ¿Eso es todo?

—Así que —dijo Evelyn—, tienes poderes, de algún modo, y has estado estudiando con
alguien del Consejo.

Evelyn no había estado enviándole notas de amor al Consejo. Me di cuenta que acababa
de cometer otro enorme error a sus ojos.

—Él es del Consejo —dije, intentando defenderme—, pero no me está enseñando como
un representante del Consejo. Quiero decir, él es sólo el líder de mi aquelarre…

Ruth se asomó por la puerta.

—Charlie está bien —dijo—. Las quemaduras en sus manos son menores. Lo traté con
algo de aloe, bueno, añadido a una preparación de caléndula y cantaria. Brigid está haciendo
la mezcla ahora.

Hubo un murmullo de alivio de parte de todos. Sentí que necesitaba aire. Estaba con
sobrecarga emocional. Tiré de la manga de Sam, esperando que entendiera el mensaje de
“podemos irnos”. Afortunadamente, él es perceptivo.

—Creo —dijo, poniéndose de pie y sacando las llaves de su bolsillo—, que deberíamos
dar la noche por terminada. Alisa todavía está agotada por lo de anoche, y ha sido un largo
día.

Asentí en señal de confirmación. Era una salida extraña pero, por supuesto, esta era la
Casa de los Sucesos Extraños. Sam no dijo nada, sólo me llevó a casa y me dejó pasar algunos
momentos con mis pensamientos. Ciertamente había tenido suficiente de ellos.

Luego que Sam se fue a la cama, descubrí que todavía estaba completamente despierta.
Miré el teléfono por un rato, intentando que sonara a fuerza de voluntad. Pensé en llamar a
Charlie, aunque me había indicado claramente que no quería hablarme esta noche. Mala
idea.

Iba a volverme loca si no pensaba en algo que hacer. Primero intenté adivinar otra vez,
pero fue incluso menos exitoso que la noche anterior. Renunciado a eso, fui por mi bolso y
saqué el libro de Màirin. Lo dejé junto al cuenco de adivinación y comencé a leer. Mientras lo
132
hacía, Astrophe saltó a mi regazo, sorprendiéndome. Mi codo golpeó el cuenco, causando
que el agua salpicara las páginas. La tinta se comenzó a correr. Casi grité.

Revolví alrededor, buscando toallitas de papel, cualquier cosa para secar el agua. No
podía encontrar nada. Todo debe haber sido usado en la limpieza de la noche anterior.
Frenética, corrí otra vez hacia el libro e intenté sacar el agua con mis manos, sólo para tener
un sorprendente descubrimiento: Algo estaba ahí que no había estado antes.

Se volvió más claro a medida que el agua pasaba sobre ello. Había algo escrito ahí,
garabateado por todos los márgenes, apretado en cada centímetro de espacio. Eran
combinaciones de runas, pequeños simbolismos de Gaélico, y palabras en inglés:

Incontrolable magia… Rowanwand… estabilización de energías, previeron que el…

El agua estaba secándose. Si quería llenar el pasaje, mi única opción sería mojarlo más.
Usando una cuchara, lo intenté muy cuidadosamente, dejándola caer gota a gota. Al hacer
esto, un pasaje se volvió lo suficientemente claro para leerlo:

…esta plaga de magia incontrolable, las raíces de las cuales son demasiado humanas,
olvidadas por el hechizo oscuro de nuestro pobre ancestro torturado. Siendo Rowanwand,
nos enorgullecemos de nuestra habilidad de dominar el conocimiento y controlar nuestro
destino. El orgullo, por supuesto, es bien conocido como uno de los más letales vicios. El
miedo es otro. Ambos estaban funcionando cuando destruí las páginas en un arranque de
rabia. Tenía quince años en ese momento. Ahora espero rectificar mis errores y agregar esto a
nuestras reservas de conocimiento…

Continuaba en gaélico y símbolos. Vi una ocasional palabra en inglés aquí y allá, pero
ningún pasaje era completamente claro, y estaba preocupada por acabar destruyendo el libro
en mis intentos de extraer la información.

Aunque me sentía culpable por hacer una llamada a larga distancia sin consultarle a
Sam antes, sabía que tenía que contarle a alguien sobre esto justo ahora. Esto era enorme.
Además, eran después de las nueve. Las tarifas eran más baratas. Llamé a Hunter. Para mi
irritación, sin embargo, no estaba en casa, y tampoco estaba su padre. Dejé un mensaje
balbuceado para él, intentando explicar frenéticamente lo que había visto.

¿Ahora qué? Sabía que esto era importante. Alguien tenía que ver esto. Tal vez
incluso… ¿Evelyn?

133
Sam mantenía una bicicleta a un lado de la casa. Si la usaba, podía ir con Evelyn y
regresar sin mayor retraso. Las colinas serían una molestia al subir, pero regresaría realmente
rápido. Ya que esta parecía ser mi gran semana para el comportamiento impulsivo, decidí
hacerlo. Comparado con lo que había hecho hasta ahora, tomar una bicicleta para un paseo
de medianoche no era nada. Puse el libro en mi bolso y salí.

La ciudad era hermosa de noche. Avancé junto al agua. Había bastante luz por los
barcos y los reflejos de la luna en la bahía. La brisa estaba húmeda y pesada, con el oscuro y
tranquilo mar, y la luna de cera colgando en el cielo. Por supuesto, no había sirenas.

La última colina hacia la casa de Evelyn era horrible, me dolería en la mañana, pero
necesitaba el ejercicio de todos modos. La casa estaba completamente oscura. Caminé con la
bicicleta hasta el porche, mirando por encima de mí en busca de ramas, tejas o casetas
postales. Cuidadosamente puse el libro entre la rejilla y la puerta, me apresuré de regreso a la
bicicleta y me fui, intentando volver tan rápido como fuera posible.

Desperté a las ocho de la mañana con el sonido de un teléfono sonando. Sam gritó
desde su habitación para decirme que la llamada era para mí. Había una extraña nota en su
voz: Cautela.

Levanté el teléfono.

—Alisa.

Era Evelyn. Yikes.

—¿Sí?

—Quiero hablar contigo. Esta mañana, ¿puedes estar aquí a las diez?

—Seguro —dije, temblorosa.

—Bien. Adiós.

Y eso fue todo. Me quedé mirando el teléfono.

134
Capítulo 16
Linaje
Traducido por Susanauribe
Corregido por Curitiba

3 de Octubre de 1971

Hoy hubo un incidente en la cocina.

Sorcha vino a mí, totalmente molesta. Estaba hablando salvajemente sobre el hechizo,
diciendo que era peligroso y que no deberíamos tener tanto poder como lo teníamos. Atribuí
los comentarios a una reacción emocional a la tormenta. Somhairle y Sorcha parecían haber
sido afectadas por ello.

Mientras estábamos hablando, uno de los cajones se sacó solo y voló por la habitación,
directamente hacia Sorcha. Ella se movió hacia un lado y cayó al suelo. En el mismo
momento, los cajones empezaron a abrirse y los platos volaron hacia nosotros. Tuvimos que
tirarnos al suelo.

Esto sólo podía significar una cosa… Oona había regresado.

Ya había llamado a Claire Findgoll y Patience Stamp. Van a venirme a ayudarme con
los hechizos de protección esta tarde. Patience no tenía quién cuidara a su hija pequeña,
Kate, así que podía ser capaz de distraer a Somhairle y Sorcha con cuidar a los niños. Sin
embargo, mi mente estaba pensando rápidamente. ¿Se me forzaría a reabrir el dearc? ¿Y
cómo es posible que Oona hubiera regresado, después de tanto tiempo y por qué después de
esta terrible tormenta?

Tengo una sensación terrible en la boca de mi estómago.

—Aoibheann

135
S
am estaba callado mientras me regresaba a la casa de Evelyn. Podía ver que
estaba afectado por la repentina visita matutina y mi cerebro estaba muy
confundido para ser capaz de explicar. Evelyn se encontró conmigo en la puerta y
me llevó directamente a su estudio sin decir una palabra. Me indicó que me sentara.

—Me dejaste algo muy interesante para leer —dijo ella—. Necesitamos discutirlo.

Asentí rígidamente. Ni siquiera iba a preguntar cómo sabía que había sido yo. Cruzó su
escritorio y recogió el Libro de las Sombras de Máirin y su athame. Pasó el athame por la
portada y el lomo del libro y adquirió una desvanecida calidad fluorescente.

—He examinado esto muy a fondo esta mañana —dijo ella, volteándolo en sus manos,
cubriendo cada centímetro con el athame—. Veo unos cuantos hechizos en este libro. Uno de
ellos es de atracción, diseñado para que aquellos que buscan una respuesta para nuestra
dificultad familiar, la encuentren. Estoy segura de que te ayudó. ¿Dónde estaba?

—En tu biblioteca —dije tímidamente.

No parecía sorprendida de que hubiera estado allí, aunque eso significaba que yo había
entrado a su casa sin permiso y husmeado por el lugar. Ella asintió pensativamente.

—¿Estaba escondido? —preguntó.

—Bueno… —Negué con mi cabeza—, más o menos. Estaba mal nombrado y mal
archivado. Esto es todo. —Miré el lomo. La escritura alemana no estaba—. Tenía alemán en el
lomo —dije, confundida—. Desaparecía y aparecía.

Eso tampoco pareció sorprenderla.

—Hay unos cuantos glamoures en este libro —dijo.

Estaba esperando a que ella explicara la escritura verde pero siguió examinando la
portada, como si fuera la cosa imaginable más interesante.

—Encontré este libro cuando era una niña —dijo ella, el rastro de una extraña sonrisa
apareciendo en sus labios delgados—. Se desapareció de mi habitación antes de que tuviera
oportunidad de mirarlo exhaustivamente.

—¿Qué sucedió? —pregunté.

136
—Lo más probable —dijo ella—, es que mi mamá se lo llevó. Podía ver cuán agitada me
puso, así que decidió que era mejor que no lo leyera. Pero aparte de la historia de Oona, la
cual es muy trágica, no vale la pena esconderlo. El hecho de que alguien haya arrancado unas
páginas, sin embargo, sugiere un problema muy serio. Ningún Rowanwand destruye un
libro, especialmente un Libro de las Sombras de un ancestro.

—¿Quién crees que arrancó las páginas? —dije.

—No lo sé —respondió Evelyn—. Las páginas estaban arrancadas cuando lo encontré.


Parecía ser la misma bruja que escribió el hechizo con lenguaje secreto pero no conozco su
identidad y veo que la tinta ahora está regada. No lo estaba cuando lo encontré. Alguien más
está tratando de hacer el libro incomprensible.

—No. —Negué con mi cabeza—. Esa fui yo, y fue un accidente. ¿No pudiste verlo?

Sus ojos se entrecerraron en mi dirección.

—¿Ver qué? —preguntó.

—La escritura —dije—. La escritura verde.

Se veía como si le hubiera dado un choque de electricidad estática.

—¿Qué escritura verde?

Me levanté y tomé el libro de sus manos, rápidamente pasando las hojas.

—Se ha ido —dije, apresurándome—. Estaba ahí y se ha ido.

Me miró, exigiendo más explicación y le dije sobre el agua derramada en el libro y la


escritura misteriosa que había salido como enredaderas por toda la página.

—Lo vi —le juré—. Ya se ha ido.

—El hechizo podía ser viejo —dijo ella, sus ojos brillando—. Podía ser frágil. O tal vez
los hechizos pueden estar contrarrestándose. Eso podría ser para el desvanecimiento. Digo
que podríamos mojarlo de nuevo pero puede que lo destruya.

—Eso era lo que me temía. —Asentí.

—¿Le diste un vistazo a las páginas? —preguntó ella.

137
—A fondo. Pero no entendí todas las palabras. Algunas de las escrituras estaban en
diferentes lenguas.

—Entonces tengo una idea. ¿Alguna vez has escuchado de un ritual llamado tàth
meànma?

—He hecho uno —dije—. Hice un tàth meànma brach.

Evelyn alzó la mirada con el entrecejo fruncido.

—De alguna manera, dudo eso —dijo ella. Por la reacción de Charle, sabía que
probablemente parecía improbable. Pronto sabría ella que yo decía la verdad—. Es un
hechizo de conexión muy intenso que sólo puede ser realizado por…

—Sé que es —dije, comenzando a sentirme un poco irritada—. Hice uno.

Parecía un poco sorprendida pero aparentemente le gustaba el hecho de que mostraba


que tenía un poco de dureza de vez en cuando.

—Está bien —respondió, todavía escéptica—, ¿cómo te sientes al respecto de realizar un


tàth meànma para que yo pueda mirar las páginas?

La idea de tener a Evelyn en mi mente era más que un poco tenebrosa, pero sabía que
era la única forma de llegar al fondo de la historia.

—Está bien —dije.

Evelyn me dijo que sentara y meditara por unos minutos mientras preparaba un poco
de té ritual. Me senté de piernas cruzadas en el suelo e hice unos ejercicios de respiración que
me había enseñado en el círculo. Le mostraría, tàth meànma… ¡Vamos!

Regresó unos minutos después y me indicó que debería ir a la cocina. Me puse de pie y
la seguí.

—Bébelo todo —dijo ella, señalando una enorme taza de té.

La cosa era desagradable. Complemente asquerosa. Sabía como si estuviera lamiendo


un árbol lodoso infestado de insectos. Pero lo tragué, determinada a no mostrar ningún signo
de debilidad. Ella bebió uno y la vi hacer una mueca. Cuando terminamos, nos sentamos con
las piernas cruzadas en el piso de madera pulida, nos tomamos de las manos y pusimos
nuestras frentes juntas.

138
—Relájate —dijo ella—. Solamente respira.

Al principio, sentí mi trasero entumeciéndose y escuché el sonido del refrigerador.


Gradualmente me volví consciente de que ya no estaba en la cocina. No estaba segura de
dónde estaba. Podría estar en la costa porque creía poder escuchar el sonido del océano. El
suelo era suave, como arena mojada y fría

—Ven, Alisa.

La voz de Evelyn estaba en algún lugar de mi mente, pero no en sonido. Podía sentir las
palabras. Comencé a caminar, sin saber a dónde ir. Luego vi que Evelyn estaba junto a mí.
Podía notar que ella de alguna manera estaba en control de la experiencia, que era la guía. Lo
que llegó a continuación fue una extraña combinación de imágenes: muebles caídos, el
sonido de madera astillándose y tela rompiéndose. Una tormenta. Un bebé. Evelyn, o ambas,
estábamos sosteniendo un bebé. Su nombre era Sorcha… Sorcha… Sarah… mi madre. Evelyn
me alejó de esta imagen. Había un amor sobrecogedor de la diosa. Podía sentir su poder
alrededor de mí, especialmente en el océano. Y sentí paredes… rabia, tristeza, una pérdida
terrible… un padre, una madre, una hermana llamada Tioma, también llamada Jessica,
fallecidos en un accidente automovilístico, un esposo muriendo silenciosamente en su suelo,
una hija que se había ido para siempre… una tristeza insoportable…

Estábamos abandonando a Evelyn y ella estaba entrando en mí. Ella bebió mi vida,
tomando todo. Me vio a los tres años, tratando de entender la explicación de mi padre de que
mi mamá se había ido y que nunca iba a regresar. Vio mi vida en Texas, la larga tierra plana y
el constante calor del sol. Luego Nueva York, Widow’s Vale, tan frío, solitario y sombrío.

Sentí su atención ir hacia remolino de eventos que siguieron; descubrir la Wicca, mis
miedos al ver lo que mi magia podía hacer, mi hospitalización. Encontrar el Libro de las
Sombras de mi madre y darme cuenta que era una bruja de sangre. Cuando llegamos al
punto en que yo estaba sola, mientras la oscuridad se acercaba, unida a Morgan por el brach,
la sentí acelerar, cayendo por mi mente. Ella no podía tomar suficiente, y apenas podía creer
lo que estaba viendo. No podía llegar a todo lo que había aprendido a través de Morgan,
pero el poder que vio era diferente a todo lo que había encontrado en su vida. Me vio
terminar el hechizo mientras la oleada oscura se acercaba, y sentí su orgullo.

Hubo una pausa interesante mientras veía un destello de mis extraños sueños sobre
Gloucester y la sirena. Sentí su mente engancharse en las imágenes y procesarlas de una
forma. ¿Y yo era telequinética? Chispas de sorpresa mientras vio los objetos caer, volar y
quebrarse…
139
Después de eso, sus emociones cambiaron, se suavizaron. Me encontré con algo crudo
dentro de ella. Me sintió mientras regresábamos a la casa donde nadie entendía qué me había
pasado o qué había visto. Estaba conmigo en el suelo de la casa de Hunter mientras lloraba
de frustración y dolor. Luego me vio alejándome, viniendo hacia ella y cuán rechazada me
sentí. Su culpabilidad era fuerte, asfixiante. Imágenes de mi madre pasaron por nuestras
mentes.

Ahora se estaba moviendo más rápido, pasando por los eventos de los últimos días.
Nos encontramos con Charlie. Mi oleada de emoción al conocerlo, nuestro beso en la
biblioteca. Me estremecí… ¡cuán vergonzoso! El libro. Eso era lo que ella quería ver.
Finalmente nos encontramos con el libro y su extraña impresión verde. Se acercó y leyó las
páginas. Lo extraño era que ahora podía ver más escritura que antes había sido invisible,
junto con los pasajes que había sido capaz de descubrir. Telequinesis…. Estaba pensando de
nuevo… magia sin control… incontrolable… la palabra la estaba poniendo incómoda.

Luego ella vio lo que yo había concluido, lo que le había pedido a Hunter que mirara, lo
que Ardán Rourke había sugerido, que ella también sufría de telequinesis. No había
fantasma. Ninguna Oona. No…

Todo estaba viniendo hacia mí, una oleada de gravedad presionando mi cabeza,
haciendo que mi estómago girara. Quería levantarme, moverme, estirarme y sentir la sangre
fluyendo por mis venas. Pero ella puso una mano en mi hombro.

—Siéntate —dijo ella—. Llegará a ti.

Me senté. Llegó a mí. Me pregunté si iba a vomitar.

—¿Tú —dijo ella—, eres telequinética?

Asentí y me estabilicé.

—¿Y el Buscador está tratando de averiguar si es hereditario?

Asentí de nuevo.

—Él cree que puede ser pasado por las mujeres primogénitas. Como mi madre, yo… y
tú. —Miré a Evelyn—. Piénsalo —dije suavemente—. ¿Cuando tenías los mayores problemas
con Oona? ¿Cuando sucedía algo malo? ¿Cuando estabas enojada o confundida? Ahí es
cuando me sucede a mí.

140
Sin respuesta. Miró unas aves que habían venido a comer a un comedero de pájaros
afuera de su ventana.

—Lo que viste en el libro —dijo Evelyn—, entendí lo que decía. El pasaje sugiere que
Oona hizo un hechizo, probablemente un poco de magia. El resultado trajo telequinesis a
nuestra familia, comenzando con Máirin.

—¿Qué más decía? —pregunté, mi voz ronca.

—No hay cura, al menos, no que la escritora conozca. Los ataques son causados por las
emociones reprimidas, así que la única solución es no embotellarlas. Entre más se mantengan
bajo presión, mayor serán las explosiones.

—¿Qué hay con las páginas que faltan?

—La escritora admite haber arrancado cualquier página relacionada con la descripción
de la telequinesis. Después se arrepintió. Pasó muchos años investigando el problema, con
poco éxito.

—¿Pero por qué los destruyó? —pregunté, negando con mi cabeza—. No lo entiendo.

—A todas las buenas brujas se enorgullecen del control. —Suspiró Evelyn—. A las
Rowanwand especialmente. Nos apoyamos en el poder que nuestro conocimiento nos da y el
control que obtenemos de este. Cuando el control de una bruja está en cuestión, el poder de
ella o él debe ser controlado. La mayoría de nosotros haría cualquier cosa para evitar ese
destino, incluso mentir cuando estamos enfermos o débiles. La mujer que escribió esas
palabras era lo suficientemente inteligente para saber que si su propio miedo y orgullo
podían causarle el arrancar las hojas en un libro que describía una aflicción familiar, había
una buena oportunidad de que una de sus descendientes hiciera lo mismo. Así que escondió
sus escritos y encantó el libro para que sólo pudiera ser encontrado por las personas
adecuadas, personas listas para enfrentar la verdad, para admitir que no tenían control sobre
lo que pensaban que tenían.

Ella se recostó contra el refrigerador, las piernas arqueadas, viéndose más como una
adolescente impactada que como la mujer matrona e impositora que había conocido.

—Es por eso que no pude ver el libro por años —añadió—. Estaba abierta a las ideas la
primera vez que lo encontré. Cuando mi mente se cerró, el libro se volvió invisible. Todos
estos años… —Ella negó con su cabeza, consciencia iluminando sus ojos—. Podría haber
hecho algo sobre esos problemas. Oh, Diosa, Sorcha…
141
De repente, la compostura de Evelyn la abandonó por completo y su rostro se
contorsionó con un sollozo.

—Sarah, tu madre —sollozó mientras su edad finalmente se mostraba—, también lo


tuvo. Se los quitó porque estaba asustada por sus poderes. Su telequinesis. —Evelyn cerró
sus ojos y sollozó de nuevo—. Oh, Diosa, podría haberla salvado…

Negué con mi cabeza, estirándome para tomar su mano.

—No lo sabías —dije.

—Debería haberlo sabido —susurró—. Todo estaba ahí para que yo lo uniera. Si
hubiera sido honesta con ella, si le hubiera dicho lo que me estaba pasando, en vez de
alejarla…

—No podías saber qué estaba planeando —dije, apretando su mano—. Ella estaba
asustada y no te dijo cuán profundo era su miedo.

Evelyn suspiró con cansancio.

—Podía ver cuán asustada estaba, pero pensé que podía encargarme de Oona yo sola.
—Me miró a los ojos—. Yo alejé a mi hija —concluyó, limpiándose sus ojos con el dorso de la
mano—. Y la perdí.

Me miró, lentamente recuperando la compostura. Abrí mi boca para decir algo pero
nada salió. De repente estaba muy consciente de que podía pasarle la telequinesis a mi hija, si
alguna vez tenía una. Mirando a la cara de Evelyn llena de lágrimas, me juré que siempre
sería honesta con mis hijos. Y abierta. Siempre.

—Tendré que decirles la verdad —dijo ella, sentándose derecha de nuevo—. No hay
ninguna Oona.

—No —dije—. Tenías razón. Ella era real y el hechizo que conjuró nos está afectando.

—Supongo —respondió—. Todos estos años, pensé que era algo completamente
externo a mí, algo que eventualmente podría controlar. No algo saliendo de mí. Siempre fui
yo.

Podía notar que había más de lo que ella podía controlar.

142
—¿El Buscador —dijo ella—, está trabajando con un especialista en caos en Londres
para encontrar un remedio?

—¿Un especialista en caos?

—Así es como se llama a alguien especializado en magia incontrolable. —Sonrió


secamente.

—Sí —respondí, un poco estremecida por el término “especialista en caos”. Sonaba


malo. Obviamente, Hunter había tratado de ser delicado—. Lo está.

—Bueno, entonces —dijo ella—. Supongo que tendremos que esperar a ver con qué
resulta. —Se paró del suelo, moviéndose rígidamente.

—No voy a decirle a nadie sobre esto —dije mientras la veía—. Sólo voy a decirle a la
gente de mi aquelarre y ese hombre Ardán. Esto es entre nosotras. Les diremos que
encontramos algo que puede controlar a Oona parcialmente.

Los ojos de Evelyn se veían pálidos y bordeados de rojo por la luz llegando de la
ventana. Se volteó hacia mí. Por primera vez, sentí algo saliendo de ella, algo cálido.

—Gracias —dijo simplemente.

—Debería irme —dije, recogiendo mis cosas—. Quiero decir… debería descansar antes
del Círculo.

Evelyn asintió y puso su mano en mi hombro mientras me acompañaba a la puerta.

—Que descanses, Alisa. Y gracias. —Me miró a los ojos—. Soy muy afortunada de que
hubieras decidido visitarme.

—Con gusto —susurré y caminé lentamente hacia los escalones y por la carretera hacia
la casa de Sam.

No estaba muy cansada. Simplemente pensé que Evelyn necesitaba tiempo a solas. Ella
acababa de aprender cosas muy serias respecto a mi madre y su partida, y sabía que le
tomaría un largo tiempo estar bien con ellas.

Si alguna vez lo estaba.

143
Capítulo 17
Sirena
Traducido por Dai
Corregido por Susanauribe

14 de noviembre de 1971

Sorcha se ha ido por un mes. Hugh y yo hemos decidido que no vamos a adivinar más
sobre dónde está. Se ha ido.

Somhairle se enojó cuando le dijimos de nuestra decisión. Gritó. También amenazó con
marcharse, con ir a buscarla él mismo. Luego salió de la casa para alejar un poco de su ira.
Pronto, creo, sus emociones se autorregularán y lo entenderán.

Sorcha ha renunciado voluntariamente a su poder. Ella se ha negado a la bendición de


la Diosa y le dio su espalda a su herencia. Cuando una bruja se separa, se entiende: esa bruja
ya no será uno de nosotros. Sorcha lo había hecho más fácil para todos alejándose. Aunque
sé lo que debo hacer, y aunque sé que tengo razón, mi corazón está roto. Me siento hueca,
como si un agujero me hubiera perforado y todo sentimiento se ha ido para siempre. Hugh
luce grisáceo y me preocupo por su salud. Esto ha tenido un efecto enorme sobre él.

Después de que Somhairle se fue, oímos ruido en la habitación de arriba de Sorcha. La


encontramos con el edredón hecho jirones, sus libros sobre el suelo, y la ventana de su
dormitorio rota. Hugh y yo nos quedamos allí, mirándonos el uno al otro, incapaces de
expresar la oscuridad que se ha apoderado de nuestras vidas.

—Aoibheann

N
os encontramos en la casa de Evelyn a las ocho en punto. Kate y el papá de
Charlie estaban en el pasillo hablando, esperando por el cuarto de baño para
poder ponerse sus togas.
144
Evelyn bajó por el pasillo en dirección a la cocina, elegante en un vestido púrpura largo
con mangas anchas y amplias. Tenía una hermosa estrella de cinco puntas de plata alrededor
de su cuello. Ella vino directo hacia mí, con el rostro sereno, y me besó en la frente. Me di
cuenta de que se detuvo la conversación que Kate y Sam habían comenzado. No creo que el
papá de Charlie lo haya notado.

—Ven conmigo un minuto, Alisa —dijo Evelyn, dirigiéndome hacia el estudio y


cerrando las puertas detrás de nosotras.

Sobre su mesa había una caja grande, vieja y polvorienta. Caminó hacia ella y abrió las
solapas en la parte superior.

—Es hora de que vuelvan a ver la luz del día —dijo, mirando abajo al contenido.
Parecía perdida en lo que fuera que estaba mirando, y luego me hizo señas con la mano y
empujó la caja hacia mí.

—Esto es para ti —dijo.

Dentro había un bulto de tela púrpura. ¡Yo había visto esto! ¡Una caja, algo morado!
Ansiosamente, abrí el paquete. Cuando toqué los pliegues con mis manos, recibí una fuerte
chispa de electricidad y aparté mi mano. Evelyn asintió con la cabeza para que yo continuara,
así que la alcancé de nuevo. Mi mano se encontró con algo liso y plano. Lo saqué. Era un
plato de cerámica, hecho a mano… muy de los años setenta, con un grueso pentagrama
dibujado en la superficie. Metí la mano de nuevo y encontré un cáliz de plata, con un vástago
de figuras de la luna y las estrellas. Un trozo de cuarzo envuelto en seda amarilla. Un
Bolline… el cuchillo de mango blanco utilizado para preparar hierbas y otros elementos
mágicos. Muchos de estos artículos estaban dentro de un pequeño caldero, el cual tuve que
sacar con las dos manos.

Estas eran las cosas de mi madre. Se calentaron en mis manos mientras las tocaba.

Miré a Evelyn, incapaz de hablar.

—Hay algo más —dijo ella, asintiendo con la cabeza para que buscara una vez más. En
la parte inferior del paquete había una túnica de lino verde pálido, finamente bordada con
runas—. Ella hizo esto a mano —dijo Evelyn, pasando los dedos sobre el bordado—. Cada
puntada es sagrada.

Lo cogí, pero era sorprendentemente pesado. Algo estaba envuelto en su interior.


Cuando lo desdoblé, vi un destello de metal. Contuve mi respiración por la sorpresa.
145
—¿Te parece familiar? —dijo Evelyn, mirándome con ojos brillantes.

Era un athame con empuñadura de plata brillante. Estaba fundida con forma de una
sirena… una sirena de acero grisáceo.

Pasé la mano por el mango esculpido con lágrimas en mis ojos. La sirena… esto era lo
que me había estado llamando aquí, y ahora lo tenía. El athame era hermoso y era de mi
madre. La imaginé sosteniéndolo en la mano, vestida con la túnica color verde claro mientras
trabajaba en alguna magia hermosa. Antes de la tormenta. Antes de que todo cambiara para
ella. Miré de nuevo a Evelyn mientras unas lágrimas empezaron a resbalar por mi cara.

—No puedo creerlo —susurré.

—La diosa nos habla con frecuencia en nuestros sueños —dijo.

Evelyn me instruyó para que me quitara toda mi ropa, incluso mi ropa interior, antes de
colocarme la túnica. Pensé que tendría mucho frío, especialmente con la brisa del mar que
soplaba por todo el lugar, pero estaba cómodo en el lino fino. El talle era perfecto… mi madre
y yo debíamos de haber sido de la misma altura. Allí, de pie en mi túnica y sosteniendo el
athame, mis pies descalzos sobre la hierba fresca en la noche, me sentí tan bruja... y tan
natural.

La casa tenía un patio grande, que yo no lo había visto antes. Estaba rodeado de árboles,
así que estábamos en una pequeña bóveda circular. Luces blancas habían sido colgadas
alrededor, haciendo a la escena romántica. El gran caldero contenía un fuego de olor dulce,
mezclado con hierbas y madera fragante. Tomé mi lugar en la apertura del grupo, al lado de
Sam, que se veía bastante apuesto en su traje de seda carmesí. Charlie estaba justo frente a
mí, luciendo increíble con una túnica de color amarillo pálido. Él asintió con la cabeza
ligeramente con aprobación en mi dirección. Evelyn se adelantó y presentó los cuatro
elementos: la vela, el incienso, el cuenco de agua, y el plato de sal marina que los
representarían.

—Alisa —dijo ella—, por favor, si pudieras sacar tu athame, me gustaría que iniciaras el
Círculo.

Me tendió un tazón de agua y me indicó que sumergiera mi athame en él. Cuando lo


hice, colocó los elementos en sus respectivos lugares y asintió con la cabeza para que yo
comenzara. Nunca antes había hecho esto, así que estaba un poco nerviosa. Se supone que
debes tratar de hacer que el círculo tan perfectamente redondo como sea posible. Con mi

146
mano derecha sostenía el athame frente a mí. Caminé alrededor del grupo en el sentido de las
agujas del reloj, me concentré en la sensación de su poder y visualicé la pared de energía que
estaba dibujando. Automáticamente empecé a hablar, sin saber realmente dónde había
encontrado la invocación. Supuse que tal vez lo había leído en alguna parte, pero salió de mí
naturalmente, como si estuviera diciendo mi nombre:

—Yo te conjuro, círculo, para ser un espacio protegido, acercándote amenazadoramente


a través de la tierra y elevándote al cielo. Echo todo lo que es impuro. Dentro de su abrazo
protector, podemos honrar a la Diosa y al Dios.

Evelyn sonrió y tomé mi lugar. Vi un buen número de miradas sorprendidas pasando


de Evelyn a mí. El Círculo estaba muy tranquilo… no había tuberías rotas, ni inundaciones.
Cuando hubo terminado, todo el mundo se dirigió a una mesa que había sido instalada junto
a la casa. Había galletas, brownies, y pequeños cuencos de leche y budín de agua de rosas
adornado con pétalos de rosa.

Alguien encendió un poco de música celta. Me quedé con Sam la mayor parte del
tiempo, o charlando con Kate, pero realmente estaba buscando a Charlie por el patio. Se
desvaneció en el aire en el momento en que el Círculo había terminado.

Cuando me quedé sola por un minuto junto a la mesa, Brigid se acercó a mí,
pasándome para tomar una torta de avena. Sentí una energía fría y frágil viniendo de ella.

—Hola —le dije—. Este Círculo… fue genial. Hermoso.

Rebuscó muy deliberadamente entre todos los pasteles antes de elegir uno. Al fin,
levantó la vista hacia mí.

—Salvaste a Charlie anoche. Gracias.

Abrí la boca para responder, pero rápidamente me di cuenta de que no tenía idea de
qué decir. No me sentía como si debiera estar aceptando las gracias por algo así. Por último,
me limité a asentir.

—No estoy contenta con lo que ha pasado —dijo, verdadera tristeza desgarrando su
voz—, pero lo que hiciste fue bueno.

Una vez que dijo su parte, se fue. La vi entrar en la casa.

147
—¿Qué pasó? —dije en voz alta sin dirigirme a nadie en particular. Quería encontrar
desesperadamente a Charlie y preguntarle, pero su padre se acercó a mí en ese momento.

—He comprobado mi agenda —dijo—. No tuve unos pocos días complicados.

No tenía ni idea de qué estaba hablando.

—¿Disculpa? —dije.

—Me preguntaste si tenía un par de días para escuchar tu historia —explicó—. Los
tengo, pero no hasta Junio. Tal vez podríamos hablar por teléfono en su lugar. Me gustaría
mucho saber todas tus experiencias. Charlie me ha contado un poco, y estoy absolutamente
fascinado.

—Oh —me reí—. Así es. Claro.

—Maravilloso —dijo, tomando un plato de postre—. ¿Charlie tiene tu número de


teléfono?

—Se lo daré —le contesté—. ¿Lo ha visto?

—Oh, sí —dijo, mirando alrededor del patio—. Está en una de las bancas en la parte de
atrás.

Lejos en el fondo del patio había un pequeño grupo de cuatro arbustos altos. En medio
de estos había un pequeño banco de piedra blanca, y en ese banco estaba Charlie. Como de
costumbre, mi estómago se retorció, dando un giro completo.

—Me encontraste —dijo él, sonando algo parecido a contento.

—Se supone que debo darte mi número de teléfono —le dije, uniéndome a él en el
banquillo.

—¿Ah, sí? —dijo, arqueando las cejas.

—Tu papá lo quiere.

—¿Mi papá ha estado pidiéndote tu número? —Se rió—. ¿Está pasando algo que yo
debería saber?

Sentí que me sonrojaba.

148
—Um, escucha, siento lo de ayer —le dije—. No quise decir…

—No. —Él negó con la cabeza rápidamente—. ¡No! No te disculpes. —Miró a su


alrededor y después comprobó su reloj—. Voy a explicártelo, pero no aquí. ¿Puedo llevarte
de regreso a la casa de Sam? Las cosas han terminado aquí, de todos modos.

Mis arreglos para regresar estaban bien con Sam, así que volví a entrar para cambiarme
de ropa. Doblé cuidadosamente la toga y la puse con las herramientas de mi madre. Evelyn
me dio otro cálido abrazo y un beso en la frente cuando me fui.

—Tenemos mucho trabajo que hacer —me dijo en voz baja—. Tenemos que regresar a
esas herramientas al buen uso.

—Gracias… —dije, sin estar segura sobre cómo expresar mi gratitud.

—Llámame Abuela —dijo con una sonrisa—. Ese es mi nombre. O Abue. Abu. Lo que
quieras.

Yo sólo había tenido una abuela, y ella era de Buenos Aires. La llamaba Lita Soto.

—¿Qué tal Lita? —le pregunté—. Es un apodo para “abuelita” en español.

—Me gusta —dijo con una inclinación de cabeza satisfecha—. Me gusta mucho.

149
Capítulo 18
El castillo
Traducido por Rihano
Corregido por Susanauribe

3 de febrero de 1991

Me senté en la cama a las tres de la mañana y grité.

Pobre Ruth, creo que la asusté casi hasta la muerte. Desperté a la pequeña Brigid
también. Las dos aparecieron en mi puerta. Mientras yo les aseguraba que sólo tenía un mal
sueño, sabía que había algo más. Me dolía el corazón como si estuviera roto. Es difícil de
explicar, pero se sentía como si una vela que siempre ardía dentro de mí había sido apagada.
Sentí un vacío, una pérdida indescriptible.

Después de que Ruth y Brigid volvieron a la cama, caminé por toda la casa, tratando de
convencerme de que había una explicación razonable para mi perturbación. Caminé por el
sótano, la cocina y el estudio, orando a la Diosa para que yo encontrara alguna solución
trivial. Pero en mi corazón sabía que no lo haría, y mi corazón estaba en lo cierto.

En mi cuarto de trabajo, el viejo dormitorio de Sorcha, encontré todo en un caos. Los


estantes se habían derrumbado y todo lo que estaba almacenado se había destrozado. El
tapete estaba despedazado donde la cama solía estar. Supe entonces que mis peores
sospechas eran ciertas.

Mi hija, mi perdida Sorcha, está muerta.

—Aoibheann.

150
C
harlie guió el coche a través de las calles de Gloucester, pasó el enorme aviso de
neón de la pescadería de Gorton y los pubs abarrotados a lo largo de la línea de
la costa. Él no dijo nada al principio, sólo jugó con los limpiaparabrisas,
encendiéndolos y apagándolos, como si pudieran ayudarle a aclarar sus pensamientos. No
pude conseguir una buena lectura de lo que él estaba sintiendo. Se sentía como una sopa
completa de emociones.

—El lunes —dijo él finalmente—, en el sótano, le dije a Brigid lo que pasó.

Me acordé de la ola de emoción que había sentido viniendo de Brigid mientras pasaba,
toda esa mezcla desagradable de pánico, ira y tristeza. Me hizo sentir náuseas el pensar en
ello.

—Te refieres a lo que pasó en la biblioteca —dije.

—Así es. —Él asintió con la cabeza—. Y fue realmente malo. Ella estaba tan molesta.
Nunca he hecho algo como eso.

—Lo siento —le dije—. He causado un desastre...

—¡No! —dijo él, sacudiendo, sin querer, un poco el volante cuando se volvió para
mirarme—. No es que me arrepienta. Siento haber estado tan callado ayer. Sólo estaba
tratando de cuidar de las cosas.

—¿Cuidar de las cosas? —le pregunté.

—Ayer estuve pensando acerca de todo —continuó—. Hoy le dije que necesitaba un
poco de tiempo para pensar las cosas.

—¿Tú… rompiste con ella?

Él se detuvo en una luz roja y se volvió hacia mí. —Sí —dijo—. Creo que sí.

Asentí con la cabeza, sin saber qué decir. No pensé que, “¡genial!” sería apropiado, pero
por ahora estaba claro que teníamos algún tipo de vínculo, no obstante extraño e indefinido.

—Es lo mejor —dijo él—. Hemos estado juntos por dos años, desde que ella tenía
catorce. Ahora tiene dieciséis y yo tengo diecisiete. Me preocupo mucho por ella, pero ambos
hemos crecido y cambiado. Creo que no somos la mejor pareja el uno para el otro.

El semáforo se puso en verde, y él condujo a través de la intersección.

151
—Voy a ir a la universidad en el otoño. Voy a irme de Gloucester. —Su tono era de
dolor, como si estuviera tratando de convencerme y de convencerse a sí mismo de que había
hecho lo correcto. Se quedó en silencio durante un minuto, obviamente sin saber qué decir a
continuación.

—Evelyn y yo tuvimos una charla también —le dije.

Se metió en un estacionamiento y apagó el motor.

—¿Sobre qué? —dijo, desabrochando su cinturón de seguridad y volviéndose hacia


mí—. Quiero decir, todo pareció bien esta noche en el Círculo. Me preguntaba qué estaba
pasando.

Aunque no expliqué en detalle lo que había pasado, le dije que Evelyn y yo nos
habíamos reconciliado, y le expliqué lo que había pasado en el cuarto de la parte de atrás.

—Alisa. —Él esbozó una sonrisa y tomó mis manos—. Eso está muy bien. No puedo
creer que no me diera cuenta... Lo siento.

—Está bien —le dije, sonriendo también—. Tenías muchas cosas en tu mente. ¿Cómo te
sientes?

—Bueno —dijo—, me siento como un idiota por lo que le he hecho a Brigid, aunque
creo que es lo mejor. Y me siento muy feliz de que estés aquí.

Él me miró para ver qué efecto estaban teniendo sus palabras. Te diré qué efecto tenían:
casi me derretí. Besando la energía que iba en aumento.

—Yo quería mostrarte este lugar—dijo, señalando hacia las sombras—. Echa un vistazo.

Me incliné hacia delante y miré a través del parabrisas. Luego me froté los ojos y volví a
mirar. Era un castillo medieval, completo con torreones, puente levadizo, las fortificaciones.
Me pregunté si él había invocado alguna especie de ilusión.

—Se llama Castillo Hammond. Y es real —dijo Charlie, respondiendo a mi pregunta no


formulada—. Bueno, es un falso-real. Fue construido en 1920 por un inventor rico. Él quería
un lugar agradable para su colección de arte.

—Esto es realmente extraño —le dije—, pero genial.

Y absurdamente romántico, por supuesto.

152
—Por ahí —dijo él, y señaló hacia la negra oscuridad del agua, justo después del
castillo—, es uno de los lugares más famosos a lo largo de la costa. Es una roca llamada “La
aflicción de Norman”, el sitio de muchos naufragios y la inspiración para el poema “El
naufragio del Hesperus”, que ahora recitaré para ti.

Se irguió, como si estuviera a punto de dar un gran discurso. Lo miré sin comprender.

—Es broma —dijo rápidamente, rompiendo en una sonrisa—. Pero la fuerza del mar y
el espíritu de los marineros dan a este lugar un montón de energía. Es nuestro pozo local de
energía. He realizado magia increíble aquí.

Nos bajamos del auto y nos sentamos en un banco junto a una pequeña torre
campanario de piedra, donde podíamos oír el rugido del océano justo debajo. Los focos
iluminaban las torres por encima de nosotros y proyectaban sombras extrañas en el suelo.

—Un momento —dijo. Volvió a su auto y regresó con su bolsa de mensajero—.


¿Quieres aprender un pequeño hechizo? —preguntó.

—Siempre y cuando no haga que nada se caiga o se rompa —le dije—. ¡O haga
desaparecer mi ropa!

—No. —Se echó a reír—. Nada de eso. Éste atrae a algo que te hizo feliz una vez, una
buena experiencia. A veces sólo es algo así como comer tu comida preferida o ver un bello
atardecer. Es un hechizo pequeño, pero agradable. Te recuerda la alegría en tu vida.

—Eso suena bien —dije—. Claro. Muéstrame.

Él escribió en gaélico en un trozo de papel y se acercó a pronunciarlo conmigo. Lo


practiqué unas cuantas veces. Después de la ola oscura, memorizar estas pequeñas tres líneas
no era nada. Luego vertió alrededor de media taza de sal marina gruesa en mi mano.

—Está bien —dijo—. Voy a dibujar el círculo. Caminarás en el sentido de las agujas del
reloj tres veces. Dices una línea cada vez que gires. Después de que recites el hechizo, cierra
los ojos y lanza esto directo al aire, justo por encima de tu cabeza. Consigue elevarlo todo en
un tiro fuerte y rápido. Mantente con la cara levantada, déjalo caer sobre ti.

Tomando un poco más de sal, dibujó un círculo en el asfalto, dejándome un espacio


para entrar. Lo cerró detrás de mí. Luego dibujó signos en el aire que significaban los cuatro
elementos. Asintió con la cabeza hacia mí, para que empezara. Hice mis tres círculos,
recitando una línea cada vez.

153
Ar iobartarmiann

Ansólasgoit foad Hill

Tromhad tràth-sa.

Cerré los ojos y con un golpe rápido lancé la sal hacia el aire. Estaba esperando que
lloviera de regreso en mi cabeza, pero nunca llegó. En cambio, la brisa rompiente del océano
pareció detenerse. No podía oír las olas golpeando la orilla, y no podía oler el aire salado.

—¿Qué es esto? —dije, entrando en pánico de repente.

—Relájate —le oí decir—. Simplemente déjalo venir. Cierra los ojos y respira
lentamente.

Ahora el aire se sentía cálido para mí, como una abrumadora brisa de verano o como
todos los días en Texas, donde nací. Ahí cantaban las cigarras. Había hierba, hierba suave y
alta alrededor de mis tobillos. Me sentía insegura, pero un par de manos fuertes estaban
sosteniendo las mías, estirando mis brazos por encima de mi cabeza.

Olí lilas.

Mi madre. Mi madre me estaba enseñando a caminar. Ella me estaba llevando a una


maceta de flores. Empecé a correr hacia ellas y perdí el equilibrio, pero las manos me
atraparon. Oí la risa. Ella estaba animándome.

—Lo conseguiste, Alisa —estaba diciendo la voz. Su voz—. Buena chica. Lo hiciste.

Miré hacia arriba y la vi. Su rostro era como el mío.

—Lo lograste —repitió ella.

Animada, caminé de nuevo hacia las flores, pero estas desaparecieron de mi vista.

En un momento, el sonido del mar volvió, y el viento sopló de nuevo. El aroma se


levantó como la niebla y se disipó. Seguí tratando de respirar más profundamente, sólo para
conseguir un último soplo. Unas manos diferentes me sostuvieron. Manos más grandes, con
piel más fría y dedos más largos que pudieron agarrar mis brazos todo alrededor.

—¡Alisa!

154
Abrí los ojos. Me había inclinado hacia adelante y Charlie me había atrapado antes de
que cayera boca abajo en el suelo. Dijo una bendición para cerrar el círculo y me ayudó a
llegar al banco de piedra.

Mientras lo veía barrer la sal, mi visión se volvió más empañada. Ninguna magia en
esta ocasión, sino porque estaba llorando. Él parecía alarmado.

—¿Qué viste? —preguntó, acercándose y poniéndose en cuclillas delante de mí.

Negué con la cabeza. No podría describirlo.

—¿Fue algo malo? —dijo él, con el ceño fruncido—. Este es un hechizo suave. ¿Qué...?

—Fue mi madre —le dije.

Él exhaló con fuerza y sacudió la cabeza.

—Alisa —dijo—, lo siento. Estamos en la aflicción de Norman. Debería haberme dado


cuenta que el hechizo se intensificaría. Soy un idiota.

—No —dije, secándome los ojos—. No. Fue... bueno.

Él se sentó y simplemente me tomó en sus brazos. Escuchamos las olas golpeando la


orilla justo por debajo. Normalmente habría sido un desastre completo sentada ahí,
preguntándome si él iba a besarme de nuevo, preocupándome por lo que debería hacer o
decir. Pero mis pensamientos estaban en asuntos más grandes, y Charlie parecía entender
eso.

Ahora estaba claro para mí de qué se había tratado todo esto. Me había reconciliado con
mi abuela. Había conseguido el athame de mango de sirena y el resto de las herramientas de
mi madre. Había venido a enfrentarme con mi herencia. Estas eran todas las cosas que mi
madre había estado tratando de enseñarme.

Ahora, me di cuenta, podía ir a casa.

155
Capítulo 19
Círculo completo
Traducido por ♥Ellie♥
Corregido por Susanauribe

16 de febrero de 1991

Aún no le he dicho a nadie lo que sé: Sorcha se ha ido de verdad. He realizado múltiples
rituales de adivinación, y el resultado es siempre el mismo.

Somhairle sufrirá mucho por ello. Él nunca dejó de lamentar a su hermana perdida, y
creo que siempre tuvo la esperanza de que se reunirían nuevamente algún día. Pero eso no
será posible.

Tiempo atrás, Somhairle me dijo que supo que Sorcha tuvo un hijo, una niña a la que
llamó Alisa. La pobre niña ahora no tiene madre, con apenas tres años de edad. Ella nunca
conocerá la alegría de la magia, el indescriptible sentimiento de estar unida a la Diosa. Si
solo Sorcha no nos hubiera abandonado, si no le hubiese dado la espalda a su familia ni
hubiese negado los hermosos poderes que le concedió la Diosa. Ahora esta pobre niña nunca
sabrá de nosotros ni descubrirá la gran riqueza de su herencia de Rowanwand.

Yo quizás habría tenido una hermosa y poderosa nieta.

Ahora eso no podrá ser.

—Aoibheann

—Perdón por llamar tan tarde —dije tímidamente cuando llamé a Hunter—. No estabas
durmiendo, ¿verdad?

—No, aún me faltan horas —dijo Hunter—. ¿Cómo estuvo el Círculo esta noche?

156
Yo acababa de llegar a casa de Sam, y lo primero que hice fue tomar inmediatamente el
teléfono. No sólo le debía a Hunter una llamada, sino que ya le había dicho que volvería a
casa, y no podía retractarme. Tenía que hacerlo rápidamente antes de que perdiera el valor.

—Estuvo bueno —dije—. Diferente. Mi abuela me dio las herramientas de mi madre. Su


athame... tiene un asidero con forma de sirena.

Hunter dejó salir un bajo silbido. Morgan le había contado acerca de mis sueños.

—Oh —dijo—. Ya veo.

—Por lo menos ahora sé que no estoy loca —dije.

—Yo nunca pensé que estuvieras loca —dijo él simplemente.

—Lo sé, pero yo sí —dije, riendo—. En muchas ocasiones. Pero, Hunter… Yo…

—¿Sí?

—Debo regresar a casa, tan pronto como sea posible.

—Eso probablemente será lo mejor —dijo él, su voz poniéndose inmediatamente muy
tranquila—. Mientras más esperes, más problemas podrás llegar a tener.

—Quizá salga algún autobús esta noche —contesté, mirando a mi alrededor como si
Sam fuera a tener una inmensa cartelera de horarios de autobuses en la pared.

—No, no vendrás en autobús. Iré a buscarte —dijo, en un tono que sugería que yo no
tenía opción.

Pensé en lo largo que era el viaje, de unas cuatro horas de ida y de vuelta. —Hunter,
queda muy lejos. No tienes que…

—Sé que no “tengo que”. Pero quiero hacerlo. Partiré pronto. Dime exactamente dónde
estás.

Luego de escucharme durante cinco minutos dándole indicaciones vagas acerca de las
rutas para conducir hasta aquí, Hunter se aclaró la garganta y cortésmente me interrumpió.
—Está bien —dijo—. Encontraré la mejor ruta a Gloucester en un mapa. El sigil me indicará
hacia dónde ir cuando esté cerca.

157
—¿Y cómo sabré yo cuando llegues? —pregunté—. ¿Debería poner la alarma del
despertador?

—No es necesario —dijo—. Sólo lo sabrás. El sigil te lo dirá.

—Hunter… pues, gracias. Por todo. Por lo que hiciste la otra noche… por esto. Había
muchas cosas con las que necesitaba lidiar.

Él no contestó por un segundo. —Me complace ayudar —dijo, su voz muy suave—. Y,
Alisa, estoy feliz de que hayas encontrado lo que buscabas.

Cortamos la llamada poco después. Tendríamos tiempo de sobra para ponernos al día
durante el largo regreso a casa.

Me preparé para una segunda llamada. Sam tenía el número de Charlie en su pequeña
agenda junto al teléfono. Cuando él contestó, pude escuchar música de fondo. Sonaba
emocionado de que lo llamara tan pronto luego de vernos. Pero entonces pareció advertir
algo, quizá el tono de mi voz.

—Algo sucede —dijo.

—Sí —dije lamentablemente.

—No son buenas noticias —dijo—, ¿verdad?

—Tengo que regresar a casa. Necesito volver con mi familia.

—¿Cuándo?

—Mañana por la mañana.

Escuché el sonido de su cama cuando se sentó rápidamente en ella.

—¿Huelo mal o algo? —dijo, tratando de hacer que su voz sonara más ligera—. Porque
puedo ducharme si quieres…

—Lo siento. Me gustaría quedarme, pero tengo que regresar antes de que las cosas en
casa se pongan peor de lo que ya están. Mi padre está realmente enojado.

—Una fugitiva. —Suspiró—. Una convicta. Caí enamorado de una chica mala.

158
Cayó enamorado. Charlie se había caído enamorado de mí. Nadie se caía por mí. Yo me
caía, todo el tiempo… sobre las cosas. Yo causaba que las cosas cayeran a mi alrededor. Pero
nadie había caído por mí. Hasta ahora. Me hundí en una de las sillas de la cocina, luchando
contra el impulso de volver a llamar a Hunter y pedirle que no viniera.

—Pero —continuó Charlie—, tiene sentido. No quieres alterar más tu vida. Por más que
odie el pensar en que te vayas, debes hacerlo. No quiero que termines castigada y encerrada
en tu casa hasta que tengas noventa y cinco años.

—Pero si eso sucede —contesté—, vendrás a rescatarme, ¿no?

—¡Por supuesto! —dijo—. Pero por el momento te llevaré a casa. Puedo tomarme el día
libre sin ningún problema.

Siempre pensé que era un cliché, pero en realidad podía sentir mariposas en mi
estómago ante la idea de estar sola con Charlie en su coche durante cuatro horas. Pero mi
mente sabía que no era una buena idea.

—Bueno, el líder de mi aquelarre vendrá a recogerme —dije de mala gana—. Créeme,


es mejor así. Las cosas no serán bonitas cuando llegue a casa. Y esa no es la manera en que
me gustaría que conocieras a mi padre.

La música de fondo era lo único que pude escuchar durante un minuto.

—Estarás en contacto —dijo—, ¿verdad?

—Te molestaré con correos electrónicos todo el tiempo —dije—. Lo prometo.


Terminarás harto de mí.

—Eso espero —dijo. Casi podía escuchar la sonrisa en su voz mientras lo decía—.
Quiero informes periódicos acerca de toda la situación de Hilary.

—Oh —dije—, no te preocupes por eso. Los conseguirás. La gran boda se acerca
rápidamente.

Ninguno de los dos quería colgar el teléfono, así que hablamos por un rato más, ambos
tratando de sonar casuales. Tratándose de Charlie, él tenía que decir algunos chistes acerca
de cómo me estaba ahuyentado. Tratándose de mí, tuve que reír mucho. Prometió venir y
visitar Nueva York tan pronto como pudiera.

Ahora sólo me faltaba una triste conversación más.


159
Sam estaba sentado en su cama, leyendo, cuando golpeé a su puerta. Me hizo señas
para entrar. Su dormitorio era magnífico. Muy a lo Sam. Los muebles eran inmensos y
antiguos, con lámparas de vidrio con sutiles figuras de libélulas a ambos lados de la cama.
Los gatos jugueteaban entre ellos.

Me senté en su edredón cerca del pie de la cama.

—Tengo que volver a casa —dije, acariciando a Mandu cuando se subió a mi regazo—.
El líder de mi aquelarre viene por mí. Estará aquí por la mañana, probablemente bastante
temprano.

Sam dejó su libro y se quitó las gafas. —¿Mañana por la mañana? —repitió.

Asentí.

—Bueno… buena suerte, Alisa —dijo suavemente, acercándose para tomar mi mano—.
No me despediré, porque sé que regresarás. Mi puerta siempre estará abierta para ti.

—Gracias —dije, poniéndome toda sentimental una vez más. Estas despedidas eran
difíciles. Pude ver que sus ojos estaban rojos también. Me senté allí por unos momentos,
acariciando a los gatos, intentando alargar este momento con Sam.

—Estás cansada —dijo finalmente, mirándome a los ojos—. Deberías dormir un poco.

Él tenía razón, estaba agotada, pero también estaba demasiado nerviosa como para
poder descansar. Sam se levantó y me guió hasta abajo, su brazo sobre mis hombros. Luego
de que me hubo arropado firmemente en mi cama del sofá, apoyó una mano en mi frente, y
sentí al instante una relajación lenta y feliz. Se sentía como dormir sobre una cama inflable en
una piscina, el agua calma acunándome y empujándome poco a poco. Caí dormida en
segundos. Ni siquiera recuerdo a Sam apagando la luz o subiendo las escaleras, así que no
tengo la menor idea de cuánto tiempo estuvo allí.

Tuve otro sueño esa noche, pero no era como el de la sirena. Estaba de regreso en el
patio con mi madre, caminando hacia una cantera de flores. Una vez más miré hacia arriba,
pero esta vez podía verla claramente. Vi la forma almendrada de sus ojos, tan similares a los
míos. Su pálida piel estaba reluciente bajo el sol de Tejas.

—Lo lograste —dijo otra vez.

160
Entonces me di cuenta… ya no era pequeña. Era simplemente yo, tal y como soy ahora,
de pie frente a ella y sujetando sus manos.

—Tú me lo enseñaste —logré decir.

Ella sacudió la cabeza y no dijo nada más. Pero su sonrisa me lo dijo todo.

Fin

161
Siguiente libro

SWEEP 14: FULL CIRCLE


(Círculo Completo)

H
unter, Morgan y Alisa. Todos son brujas de sangre, y
cada uno tiene sus propios problemas. Hunter se
siente reprimido por su pequeño mundo en Widow's
Vale. Morgan está aterrorizada ante la posibilidad de tener que
vivir sin él. Y Alisa aún lucha por entender lo que significa ser
una bruja de sangre, y los atemorizantes poderes que ello
implica.

Una vez se unieron para derrotar al más terrible de los males


de la Wicca, y ahora deben enfrentarse a un peligro igualmente
mortal: un antiguo enemigo que creían muerto vuelve para
atormentarlos. Los tres deberán unir sus fuerzas para
enfrentarlo, pero no sin antes derrotar a sus propios demonios
internos.

162
Acerca de la Autora

Cate Tiernan

Escritora americana, Cate Tiernan es el seudónimo


utilizado por la autora Gabrielle Charbonnet para firmar
su obra literaria dedicada, principalmente, a un público
de jóvenes adultos.

Tiernan ha publicado más de 75 títulos bajo varios


nombres, aunque ha sido su obra Amor inmortal la que le
ha reportado un gran éxito internacional.

163
agradecimientos

Moderadora:
♥ Ellie ♥

STAFF DE TRADUCCIÓN:
♥ Ellie ♥ Mona
Dai Niii
Susanauribe Jo
rihano Jessy
flochi Little_jade
otravaga

STAFF DE CORRECCIÓN:
♥ Ellie ♥
Micca.F
Mlle_Janusa
Kasycrazy
Curitiba
Haushiinka
Susanauribe

REVISIÓN Y RECOPILACIÓN:
♥ Ellie ♥

DISEÑO:
Paovalera

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Para más lecturas, visita:
www.bookzinga.foroactivo.mx

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