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AMBIENTE Y DESARROLLO

Actualmente, hablar de Desarrollo establece una serie de connotaciones que


trascienden lo económico, lo social y lo político, y replantean la naturaleza misma de los
recursos disponibles, estableciéndoles nuevas valoraciones. Convendría entonces,
redimensionar el marco referencial sociohistórico y geopolítico del Desarrollo, en lo que
podríamos establecer como sus nuevos paradigmas: el Manejo Integral de los Recursos
Naturales, la Sustentabilidad de su Explotación, la Globalización de la Economía y los
Desarrollos Locales.
Es lugar común referirse a la necesidad de Conservar el Ambiente, establecer los
Impactos Ambientales de las actividades del Hombre, y mas recientemente a la
Sensibilidad del Ambiente. Todo ello en razón del cuestionamiento a las tendencias
probadas de deterioro de las condiciones de vida, como producto del Progreso
Tecnológico - Industrial y de sus requerimientos de Consumo. Particularmente se ha
venido insistiendo en el cuestionamiento a los modelos de desarrollo mas recientes, que
han privilegiado la concentración de población, bienes, servicios, capitales y empleo, en
algunos lugares históricamente favorecidos, asumiendo que ello traduce Ventajas
Comparativas para el Crecimiento Económico, pero que de hecho han significado una
enorme distorsión en la integración territorial y en la organización de los espacios
geográficos.
Se replantean las opciones del desarrollo, enfatizando la necesidad de promover
nuevas formas de manejo de los recursos naturales, que permitan su uso y explotación,
su conservación y una rentabilidad económica que responda a las exigencias de las
economías de mercado, en el marco de las nuevas integraciones que plantean los
procesos de Globalización de la Economía Mundial.
Esto que, de hecho, implica cambios cualitativos importantes en la División
Internacional del Trabajo, requiere de adecuaciones también importantes en la Gestión
Político - Administrativa representados actualmente en las Reforma del Estado y los
procesos de Descentralización.
Paradójicamente, las nuevas opciones para el manejo de los Recursos Naturales,
se plantean por la vía de la revalorización ecológica, social y económica de sistemas
tradicionales de uso y explotación de los recursos, de probada eficiencia en la
conservación de los mismos y cuyo fundamento ha sido el Uso Múltiple de los Recursos.
Establecer los roles de los recursos disponibles dentro del marco de una opción
de desarrollo que explicite sus consecuencias ambientales, nos remite al instrumento
político - administrativo de Gestión Territorial y del Ambiente, cual es Plan de
Ordenamiento, y necesariamente Valoraciones del Territorio:
 Valoración Ecológico - Ambiental
 Valoración Socio - cultural
 Valoración Económica
 Valoración Geopolítica
Son estas valoraciones las que permiten dimensionar los Recursos Naturales y
los Recursos Humanos y explicar la dinámica espacial del desarrollo en sus diversas
expresiones rurales y urbanas. Se trata entonces de entender e interpretar los procesos
productivos en sus expresiones locales, regionales y transnacionales, en sus
requerimiento propios y en los impactos que ellos conllevan, es decir, en los diferentes
ambientes a que ellos dan lugar, para calificar la tendencia dominante o la prevalencia de
valoraciones territoriales o de los recursos, la definición de su función social y las
tolerancias que las sociedades a si mismas se otorgan o legitimizan para transformar o
modificar el medio natural. Los ambientes que así se generan, obviamente, son entonces
una elaboración social que dista mucho de del hecho ecológico ambiental en su instancia
primigenia, como se ha venido proponiendo en las diferentes instancias políticas y
sociales del mundo.
Definir estas alternativas como opciones para generar mejores condiciones de
Calidad de Vida, es lo que finalmente debería conducir a un proceso de desarrollo
equilibrado, que permita armonizar las desigualdades espaciales y las diferenciaciones
urbano - rurales.
La Gestión del Territorio implica la toma de decisiones para el manejo de los
recursos disponibles y la implementación de los Planes de Ordenamiento como pauta
para orientar el desarrollo pero también implican la definición de modelos de
organización espacial, a partir del cual se definen los roles, formas y mecanismos de
integración de los espacios locales y regionales.
Siendo así, cabe destacar que cada cultura, cada sociedad, establece
valoraciones a sus territorios y a sus recursos, es decir a su Base Territorial y, sobre
todo, a sus potencialidades. Lo importante, en todo caso, es que en estos valores, es
donde conseguimos las respuestas y las soluciones a los problemas del desarrollo, y
muy particularmente, las decisiones políticas que toma el Estado, vale decir la sociedad,
para orientar y resolver su relación con sus Recursos, con sus medios naturales, para
dar lugar a los diferentes tipos de Ambiente que le son más favorables, tanto para sus
procesos productivos como para sus opciones de Desarrollo y la calidad de vida de su
población.
De acuerdo a lo que cada sociedad valoriza y en razón de lo que valoriza, se
establece el hecho político y su naturaleza, expresados en la toma decisiones. Se trata
entonces de definir cuál es la mejor alternativa para responder a los requerimientos
sociales, en base al proyecto político propuesto, en el cual se estipula la importancia de
los recursos disponibles, así como sus valoraciones.
De acuerdo a la opción de desarrollo; de acuerdo a la manera como se utilizan
los recursos y como se ordena el territorio, se generan una cantidad de Espacios
Geográficos diferentes con niveles de integración nacional o internacional, también
diferentes.
El Ordenamiento lo que trata de generar justamente, es que esta integración sea
lo mas armónica posible. Que dentro de un país no hayan esos desequilibrios entre unos
lugares donde se concentra todo y unos lugares donde no hay nada; sino que en todos
los sitios haya la posibilidad de crear una condición que le permita generar un proceso
local, para que se pueda integrar con posibilidades de éxito, en la Región, en el País y
aún en el mundo internacional.
El análisis de los conceptos medio ambiente y desarrollo sostenible, su relación
e inserción en tiempo y espacio en los procesos de desarrollo económico y social
serán los objetivos de nuestra plática.
El origen del concepto de medio ambiente – según Pérez (1999) – se remonta a
los trabajos del biólogo francés Geoffrey. ST. Hilarie, en “Estudios progresivos para
un naturalista”, en el cual utiliza este concepto para referirse a las relaciones entre las
especies vegetales y animales con su entorno.
La génesis de las múltiples interpretaciones y conflictos en relación a la esencia
de este concepto puede encontrarse en el enfoque unidisciplinar y segmentado que ha
predominado en su estudio durante el último siglo
El medio ambiente desde la posición de la geografía, se estudia como “el medio
global, formado por tres subsistemas fundamentales, el natural, el antropo-tecnógeno
y el sico- social”
¿Cómo definen y establecen el alcance de este concepto otras fuentes
consultadas?
El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (1992) define el
término ambiente en una de sus acepciones como “... las condiciones o circunstancias
físicas, sociales, económicas, etc., de un lugar, una colectividad o una época”. Méndez
(1999), al referirse a esta concepción destaca que en el mismo “se incluyen las
condiciones físico-bióticas como entorno natural donde se desenvuelven las
comunidades en sus elementos de carácter social y económico, en un momento
histórico dado”.
Beltrán, 1995 (citado por Méndez, 1999), considera que el ambiente “... es el
entorno biofísico sobre el cual y en el cual se desarrolla un grupo social mediante el
trabajo, la cultura y el poder”. Estas nociones de ambiente – según Méndez (ob. cit) -
se colocan por encima de la concepción estrictamente físico-biótica, muy arraigada en
la visión ecológica de ecosistema, que considera a éste como una unidad dinámica y
compleja de elementos bióticos y abióticos, asociados a través de relaciones
ecológicas y que interactúan mediante flujos de materia, energía e información.
La norma cubana define este concepto – según Pérez (ob. cit) - “como el
sistema de elementos bióticos, abióticos y socioeconómicos con los que interactúa el
hombre a la vez que se adapta al mismo, lo transforma y lo utiliza de manera
sostenible, para satisfacer sus necesidades”.
Llegamos por esta vía a la conclusión necesaria de que el medio ambiente es
un tema transdisciplinar que contempla la totalidad, y que llama a la integración donde
se engloban todas las formas de existencia y producción social que puede concebir la
mente humana.
De lo anterior se desprende la urgente necesidad de utilizar el enfoque holístico
e integral para abordar los problemas relacionados con el medio ambiente, basados
en el hecho de que todas las soluciones referidas al desarrollo de la sociedad
contemporánea implican una interrelación entre aspectos de diversa naturaleza
En resumen, podríamos decir que los estilos y modelos de desarrollo,
asociados a los excesos de la riqueza o a la carencia propia de la pobreza, han
introducido cambios ambientales y sociales a escala global. En ambos casos, se ha
dado por supuesta la existencia de un capital natural infinito y consumible, lo que ha
originado que se estén alcanzando umbrales de insostenibilidad generalizada.
Por tanto, la concepción del desarrollo sostenible abre una nueva etapa a las
teorías del desarrollo. Las mismas ya no serán exclusivamente aplicables a los países
subdesarrollados, sino que también tendrán que reformularse para reorientar los
estilos y modelos de desarrollo de los países industrializados.
La respuesta a este fenómeno se formula en base al concepto de sostenibilidad
y desarrollo sostenible. Se inicia de esta forma el largo peregrinaje de un concepto
plagado de contradicciones tanto en su enunciado como en su contenido. Ello nos
recuerda lo acontecido con el concepto de medio ambiente al cual hicimos referencia
anteriormente.
El concepto de desarrollo sostenible, aunque enunciado desde hace tiempo de
forma implícita o explícita, irrumpe de manera generalizada como término de uso
frecuente en los medios de comunicación y en los entes responsables de la toma de
decisiones a raíz de la publicación del conocido “Informe Brundtland”.
Paralelamente, durante el proceso de formulación de estrategias de desarrollo
sostenible, se han esclarecido algunos factores de carácter global, que frenan y
entorpecen la implementación de sus principios:
 Recursos financieros limitados.
 Pobre o casi nula transferencia tecnológica entre países con diferentes niveles
de desarrollo.
 Ausencia de condiciones para la implementación de tecnologías
ambientalmente compatibles y apropiadas.
 Dificultad para promover la transmisión económico - social en un contexto de
integración nacional que permita la implementación de políticas productivas que
sean ambientalmente sostenibles.
 un consumo excesivo de recursos, tanto físicos como de servicios ambientales
que determinan un impacto y carga diferenciada sobre los sistemas
ambientales.
Todos estos factores se agudizan en el actual período histórico marcado por
una revolución tecnológica que posibilita de manera creciente la globalización de la
producción y del consumo, de las finanzas y, en su sentido más amplio, de la
economía, sustentada ésta en el neoliberalismo como herramienta doctrinal. Esta
situación reafirma la importancia de la búsqueda de un modelo de desarrollo
alternativo que podría encontrarse en la esencia de lo que hoy todos denominamos
“desarrollo sostenible”.
Retornando a la idea de la determinación de la sostenibilidad. ¿Cómo
podríamos encontrar algún procedimiento para determinar ese grado de
sustentabilidad y, por tanto, estar en condiciones de evaluar desde esa óptica las
políticas de desarrollo o los sistemas productivos? (Cendrero, 1997).

Para ello es muy conveniente contar con algún tipo de indicadores de carácter
cuantitativo, que reflejen características o cualidades significativas y que se puedan
combinar para obtener índices numéricos, de tal forma que proporcionen una base útil
para la toma de decisiones en relación con las políticas ambientales y de desarrollo.
Esos indicadores e índices, aunque no permitan establecer de manera taxativa que
una política de desarrollo es sostenible, sí pueden servir para determinar si es más o
menos sostenible que otras, o bien establecer si evoluciona hacia una situación de
mayor o de menor grado de sustentabilidad.
Al respecto, Cendrero (ob. cit.), destaca que “sea cual sea su plasmación
práctica el desarrollo sostenible para serlo verdaderamente, habrá de reunir las
siguientes características:
 Ambientalmente realista (acorde con el funcionamiento y limitaciones de los
sistemas naturales).
 Socialmente justo (evitando desigualdades que no son éticamente admisibles y
que pueden dar lugar a tensiones que hagan el sistema inviable).
 Económicamente viable (de forma que no requiera recursos muy cuantiosos o
exija sacrificios dolorosos).
 Políticamente aceptable (que no sea rechazado por la sociedad)”.

A su vez, puntualiza Cendrero (ob. cit.), “un conjunto de indicadores de


desarrollo sostenible deberá reunir las siguientes características:
a. Deben ser limitados en número y manejables de modo que se puedan aplicar
de inmediato y en cualquier país, a ser posible acudiendo a información que ya
se recoja habitualmente o que sea fácil de obtener. En este sentido, es
importante disponer de indicadores sencillos y que tengan un alto grado de
agregación.
b. Los indicadores deben ser multidisciplinares, no sectoriales, tratando de cubrir
las distintas dimensiones de la sustentabilidad.
c. Es conveniente que los indicadores contemplen la gran diversidad de
situaciones existentes en los distintos países, tanto socioeconómicas como del
medio natural.
d. A fin de aumentar la aplicabilidad y flexibilidad del sistema de indicadores, sería
deseable disponer de un “núcleo” mínimo común y de un “menú” opcional”.

El significado del "nivel de sostenibilidad" de un determinado recurso natural


dependerá del grado de información y de conocimiento que se tenga del mismo, Pero,
sobre todo, de la evaluación de todos los fenómenos exógenos que lo afectan, en
especial, los de índole económico y social. Evidentemente la presión de la población y
de las estructuras y modelos socio-económicos son fenómenos exógenos al propio
patrón natural del recurso en cuestión.

De esta manera, alcanzar un desarrollo sostenible requiere compatibilizar los


enfoques relativos al recurso mismo, y los que agregan al anterior la participación de
los que utilizan el recurso.

Ejemplo de ello lo tenemos al determinar los niveles de complejidad para el


análisis de la sostenibilidad de los ecosistemas agrarios.

Nivel de análisis: Unidad de producción.


 Características típicas de sostenibilidad: Cosechas productivas, conservación
del suelo y agua, bajos niveles en plagas y enfermedades.
 Determinantes: Gestión del suelo y del agua, control biológico de plagas,
utilización de compuestos orgánicos, fertilizantes, pesticidas y variedades de
cultivos.

Nivel de análisis: Granja


 Características típicas de sostenibilidad: Concientización individual, satisfacción
de necesidades económicas y sociales, sistemas viables de producción.
 Determinantes: Acceso al conocimiento y a los mercados.

Nivel de análisis: País


 Características típicas de sostenibilidad: Concientización pública, desarrollo del
potencial agro-ecológico, conservación de los recursos.
 Determinantes: Políticas de desarrollo agrario, presión de la población,
educación, investigación y difusión.

Nivel de análisis: Región, Continente, Mundo


 Características típicas de sostenibilidad: Calidad de los recursos naturales,
mecanismos de equidad y bienestar social, investigación y desarrollo de la
agricultura internacional.
 Determinantes: Control de la contaminación, estabilidad climática, comercio y
distribución internacional.

SALUD INTEGRAL

Cualquier efecto en la salud repercute en todos los ámbitos de la vida y afecta


física, mental y socialmente
La Organización Mundial de la Salud define a la salud como el mejor estado de
bienestar integral, físico, mental y social, que una persona pueda alcanzar y no
solamente como la ausencia de enfermedades.
La salud integral es la principal condición del desarrollo humano y lo cierto es
que poco nos preocupamos por cuidarla, conservarla y potenciarla.
Se le dice salud integral, porque el estado de bienestar ideal, solamente se
logra cuando hay un equilibrio entre los factores físicos, biológicos, emocionales,
mentales, espirituales y sociales, que permiten un adecuado crecimiento y desarrollo
en todos los ámbitos de la vida.
La salud permite el desarrollo de las habilidades y capacidades que cada ser
humano tiene, como persona individual y única y a pesar o a favor de las diferencias
que existen entre cada uno.
La individualidad es uno de los factores que más peso tiene en la salud integral,
ya que ninguna persona puede compararse a otra, cada uno ha crecido bajo diferentes
circunstancias, ha tenido diferentes oportunidades, sus condiciones físicas son
diferentes y sus reacciones físicas y emocionales a los factores ambientales, a los
medicamentos y/o a los tratamientos médicos también lo son.
Sin embargo, y aunque cada persona, familia, comunidad otorga a la salud un
valor diferente, para todos es claro que ella significa estar bien, verse bien, sentirse
bien, actuar bien, ser productivos y relacionarse adecuadamente con los demás.
Afortunadamente en estos momentos podemos contar con mucha información
sobre el cuidado de nuestra salud, sin embargo de nada sirve, si no la hacemos
propia, es decir nos empoderamos o apoderamos de ella para hacerla nuestra.
La información nos da el poder de decidir y de actuar, ya que ninguna persona,
de ningún medio, raza, edad, situación socioeconómica o religión está exenta de
perderla.
SALUD INTEGRAL
Es fundamental saber que cualquier consecuencia en la salud integral
trasciende en todos los perímetros de la vida y afecta de forma física, mental y social.
Estudiamos la salud integral, porque es el estado de bienestar ideal, que sólo
se logra cuando existe un equilibrio entre los factores biológicos, físicos, mentales,
emocionales, espirituales y sociales, que admiten un conveniente desarrollo y
crecimiento en todos los recintos de la vida.
La salud concede el desarrollo de las capacidades y habilidades que cada ser
humano tiene, como ser individual y único.
Nos gustaría subrayar algunos puntos de vista actuales del concepto de salud.
Como por ejemplo, la salud como bienestar y la relación salud - vida - trabajo.
La salud como bienestar o salud integral, manifiesta la necesidad de actuar
adecuadamente y de complacerse del entorno, como percepción y sensación
satisfactoria y atractiva, como garantía y deleite de una vivencia digna mediante la
satisfacción de necesidades básicas.

LAS DESIGUALDADES TERRITORIALES Y LAS POLÍTICAS DE


MEDIO AMBIENTE EN EL ÁMBITO DE LOS PROCESOS
DE MUNDIALIZACIÓN VS. «GLOBALIZACIÓN»

Hoy nadie duda que mundialización y globalización son procesos de similar


estructura pero aplicada a campos categoriales diferentes. El término globalización se
aplicaría a la categoría económica; con ella se designaría al proceso de totalización
económica e instrumental, llevado a cabo sobre todo a raíz del hundimiento de la
Unión Soviética y, con ella, la política bilateral de bloques de la «guerra fría» y la
consolidación de un mercado mundial continuo, descolocación de las empresas
multinacionales, abaratamiento de costos,...
La mundialización es un proceso literalmente opuesto al de la globalización. Y
el único criterio de distinción relativa será éste: el globo es cerrado en sí mismo,
mientras que el mundo desborda toda globalización.
Por ello, si la globalización se aplica a las categorías económicas, la
mundialización desbordará estas categorías y acogerá a otras diferentes, de carácter
social, político, religioso, cultural,... La mundialización no es una categoría de la
ciencia social definida por una construcción analítica. El término «mundialización», en
primer lugar, desde una perspectiva económica, supone el desarrollo de intercambios
y de la división mundial del trabajo, por una lado, y la globalización financiera, por otro.
En segundo lugar, la puesta en cuestión de un Estado-nación que se mostraría
impotente ante flujos que no puede controlar y, por último, una mundialización de la
comunicación que desembocaría en la formación de una cultura mundial global ante la
que parece imposible resistirse a la vista del poder y la capacidad de atracción de los
grandes conglomerados mediáticos.
La globalización es un fenómeno, eminentemente, espacial; ocupa un espectro
que iría, por un lado, de lo local a lo nacional, por otro, de lo supranacional a lo global.
La globalización genera flujos de actividad, interacción y poder extrarregionales y
transcontinentales; se trata de interconexiones en campos que van desde lo penal, a
lo cultural, pasando por lo financiero y lo medioambiental (aunque para algunos
estudiosos no deja de ser un mito; el actual orden económico mundial, considerado en
términos históricos, seguiría lejos de estar estrechamente integrado, pues los flujos
netos entre las principales economías son hoy notablemente menores a las de hace
un siglo).
Estos campos se valoran según su alcance, intensidad, velocidad e impacto del
cambio; observando en cada uno de ellos, al separarlos, diferentes formas históricas
de globalización, en la intensidad del ritmo de los efectos, y subrayando la importancia
de las interacciones sociales y de los flujos interregionales.
Además, a lo largo de las últimas décadas se ha generado un fenómeno que
hasta ahora no se había dado: la reorganización de las economías nacionales con
base en bloques mundiales de integración; los Estados-nación están en vías de
transformación y algunos afirman que están en vías de desaparición ya que las
nuevas estructuras de organización económica, de intercambio comercial, social,
valorativo, cultural, educativo, medioambiental,..., se generan en bloques conformados
por unidades «geoeconómicas mundiales» (sobre las que tienen notable influencia las
grandes empresas multinacionales y algunas instituciones como el Banco Mundial, El
Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio).

LAS POLÍTICAS DE MEDIO AMBIENTE Y


EL DESARRROLLO LOCAL

Los viejos impactos locales se han desbordado y se interrelacionan ya con una


serie de problemas ambientales de carácter global entre los que destacan:
 El cambio climático,
 La reducción de la capa de ozono,
 La deforestación,
 La pérdida de biodiversidad terrestre y marítima,
 Una estructura de producción y consumo con patrones de creciente
utilización de recursos y generación de desechos,
 una organización de lo social en el ámbito mundial con una desigual
distribución de la riqueza.
En este contexto, las ciudades siempre han establecido, y a la vez han
reflejado, los valores dominantes en el seno de las civilizaciones, desde las
sociedades urbanas se han venido estableciendo los patrones de desarrollo
dominantes en períodos de la Historia.
Hoy, más que nunca, el mundo se globaliza, organiza y gestiona a través de
una red de sistemas urbanos que a su vez concentra los principales centros de
información y decisión, residencia, producción, distribución y consumo del Planeta. De
cómo se interrelacione esta red, cómo se interrelacionen las estrategias globales y
locales, y cómo se configuren los próximos patrones de comportamiento de sus
poblaciones urbanas en los próximos decenios, con relación a su compatibilidad con
los equilibrios ambientales, sociales y económicos, dependerá en gran medida las
condiciones de vida y supervivencia inmediata del Planeta.
La Conferencia de Río de 1992 y el VI Programa Comunitario han impulsado el
debate en la sociedad europea sobre la necesidad de establecer nuevas políticas
generales y locales orientadas hacia la sostenibilidad.
La Unión Europea ha impulsado desde el «Grupo de Ciudades Europeas hacia
la Sostenibilidad», que se ha desarrollado en torno a los principios recogidos en la
primigenia «Carta de Aalborg» suscrita el 27 de mayo de 1994, por ochenta municipios
europeos.
Para estos municipios: La sostenibilidad ambiental significa preservar el capital
natural. Requiere que nuestro consumo de recursos materiales, hídricos y energéticos
renovables no supere la capacidad de los sistemas naturales para reponerlos, y que la
velocidad a la que consumimos recursos no renovables no supere el ritmo de
sustitución de los recursos renovables duraderos. La sostenibilidad ambiental significa
asimismo que el ritmo de emisión de contaminantes no supere la capacidad del aire,
del agua y del suelo de absorberlos y procesarlos. La sostenibilidad ambiental implica
además el mantenimiento de la diversidad biológica, la salud pública y la calidad del
aire, el agua y el suelo a niveles suficientes para preservar la vida y el bienestar
humanos, así como la flora y la fauna, para siempre.
El concepto desarrollo sostenible reclama una mayor equidad y justicia, una
visión integrada del desarrollo en contraste con la tradicional «sectorialización» de las
políticas ambientales. El desarrollo sostenible no es un concepto exclusivamente
ecológico, sino que tal como plantea el Banco Mundial es un triángulo de equilibrios
entre lo ecológico, lo económico y lo social, cuyo resultado es la solidaridad.
La sostenibilidad local requiere de un proceso planificado de actuación que
debe implicar a toda la actuación municipal en la toma de decisiones y que requiere
una retroalimentación y evaluación constante.
La implantación de la Agenda 21 Local necesita de sistemas innovadores de
gestión municipal que favorezcan la información y la participación ciudadana, que
integren la variable ambiental en el proceso de toma de decisiones sobre la base de
elementos objetivos que permitan evaluar su eficacia en la consecución de objetivos.
Es necesario establecer políticas eficaces de ordenación del territorio que
impliquen una evaluación ambiental estratégica de todos los planes urbanísticos bajo
los criterios de sostenibilidad.
El fin de la planificación del espacio es regular en interés público el uso del
suelo. Las autoridades locales deben aprovechar las oportunidades que ofrecen las
concentraciones urbanas más grandes, de proporcionar eficaces servicios públicos de
transporte y de suministro de energía, manteniendo la dimensión humana de un
desarrollo económico equilibrado.
El concepto de «interdependencia regional sostenible» debe permitir equilibrar
los flujos entre el campo y la ciudad e impedir a las ciudades una mera explotación de
los recursos de las zonas periféricas.
Breheny [Breheny, 1994] se refiere a capacidad ambiental a efectos de la planificación
del espacio, señalando que: «requiere la determinación del máximo nivel de desarrollo
que un entorno local (población, ciudad, región) puede sustentar indefinidamente,
manteniendo al mismo tiempo dentro del mismo el capital natural crítico y constante y
el inapreciable capital construido por el hombre«.
Por otra parte, el compromiso con el desarrollo sostenible implica aumentar la
prioridad concedida a las consideraciones ambientales en la formulación del
planeamiento urbanístico y en la toma de decisiones de planificación.
a. Una movilidad urbana sostenible;
b. políticas locales de prevención de la contaminación y de gestión sostenible de
los recursos naturales;
c. Políticas locales y aspectos socioeconómicos de la sostenibilidad.

RELACIÓN SOCIEDAD-MEDIO AMBIENTE

El medio ambiente natural desempeña un papel fundamental en la localización


y distribución de población en el mundo y en la forma como esa población se organiza.
En tal sentido, los factores clima, fertilidad de los suelos, temperatura, precipitaciones,
etc., actúan como principios ecológicos que determinan la distribución de las especies
vegetales y animales en la superficie de la tierra. En la medida en que diferentes
pueblos pueden adaptarse o vivir en medios naturales con características comunes,
pueden adoptar actitudes socioculturales o patrones de vida muy similares.

Así, por ejemplo, el Sahel es caliente y seco, con muy escasas precipitaciones
anuales, lo que confiere a la agricultura un carácter claramente marginal, y --aunque
ese clima permite la manutención de rebaños de diferentes especies-- la escasez de
las lluvias y la sequedad obliga a los pueblos de la región a una trashumancia
permanente, situación más acentuada en el Sahara. Por lo tanto, los diferentes
pueblos del área han tenido que adaptarse a condiciones ambientales muy
específicas, con el resultado de que sus sistemas socioculturales tienen
aparentemente gran similitud.

Siempre que un sistema entra en contacto con otro sufre un impacto. En la


medida en que un sistema social ve afectado su funcionamiento debido a esta acción
externa, altera su relación con su medio ambiente natural. Se rompe así una armonía
que tradicional e históricamente cada pueblo había buscado con su entorno.

El imperio romano imponía sobre la tierras dominadas un patrón de desarrollo


que definía la relación grupo-medio ambiente, no en función de la armonía entre el
grupo que habitaba un determinado sistema natural y este último, sino en función de la
posibilidad de beneficiar al sistema social dominante con la producción del sistema
social dominado.

A través de la historia, el proceso de influencia mutua ha ido en aumento, hasta


configurar un sistema mundial caracterizado por un centro dominante y un subsistema
periférico dependiente, siendo el primero de ellos el que impone sus patrones sobre el
segundo. Los últimos, en parte forzados y en parte conscientemente, buscan la
adaptación de un sistema económico y la utilización de su medio ambiente natural a
las exigencias del centro dominante.
En el caso de los países en desarrollo el primer impacto se presenta bajo la
forma de dominio colonial, que alteraría violentamente la relación hombre-medio
ambiente, en la búsqueda de la satisfacción de las demandas del centro.

El dominio colonial impuso estructuras comerciales, políticas e institucionales,


en función de los intereses de la metrópoli y no de las colonias. Skurnik 1 se refiere a la
creación de la Federación Africana del Oeste en los siguientes términos: «was created
to serve French interest and only indirectly those of separed colonies». En general,
podemos afirmar que el sistema colonial organiza la sociedad local para producir en
las mejores condiciones posibles, desde el punto de vista de la metrópoli, los bienes
de exportación, sobre la base de una explotación intensiva del medio ambiente natural
y una baja remuneración del trabajo. Así, lo que interesaba al dominio francés en
África occidental era producir granos para la metrópoli, y ello suponía una
reestructuración institucional y cultural, ya que el trigo no formaba parte del ciclo
agrícola tradicional.

El neocolonialismo y la dominación se manifiestan en el siglo XX en forma


diferente, pero con efectos similares, llavando a extremos el proceso de
homogeneización de cultivos que se insinuaba ya en el periodo colonial: los
subsistemas dependientes producen para el centro y no para ellos. El centro exige
granos y, si ellos cultivaban mijo, tratarán de adaptar su economía a una explotación
intensiva que permita satisfacer el mercado mundial, prescindiendo, por un lado, de
los efectos sobre la estructura del suministro interno de alimentos y alterando
eventualmente los patrones de consumo interno, incluso la dieta alimentaria, e
ignorando, por otro lado, el impacto que esta nueva alternativa tecnológica,
proveniente del exterior, tenga sobre el medio ambiente natural.

Un ejemplo interesante es el desarrollo de la producción y exportación de piña


enlatada y casabé (tapioca o yuca) desde paíese en vías de desarrollo hacia países
desarrollados. Para ilustrarlo se puede tomar el caso de Tailandia. La dieta tradicional
teilandesa está constituida por arroz, verduras, pequeñas cantidades de carne y
pescado. El arroz contribuye con dos tercios del total de calorías de la alimentación
tailandesa y es además la principal fuente de proteína. Ahora bien, el área cultivada
con arroz muestra una disminución relativa entre los años 1965 y 1978; en 1965-1966
representaba 70% del área total cultivada en el país; en 1977-1978 dicho porcentaje
se había reducido a 60.5%, y esto a pesar de la apertura de nuevas tierras a la
producción agrícola, en otras palabras, el cultivo de otros productos destinados
principalmente a la exportación había absorbido el aumento de hectáreas de tierra
cultivada y estos productos han sido principalmente casabé y piña. El área cultivada
con yuca aumentó de 64 000 en 1959-1960 a 1 042 000 hectáreas en 1979-1980, y
figuraba en segundo lugar --después del arroz-- en términos de hectáreas cultivadas.

De la producción de yuca, 90% se exportaba a Europa en forma de pellets para


alimentación de ganado. Tailandia es el quinto productor mundial de yuca y el mayor
exportador del mundo. Desde el punto de vista ambiental, se pueden comentar los
siguientes aspectos: el cultivo de yuca tiende a agotar los suelos y ello se ha traducido
en un incremento en la utilización de fertilizantes, con las consiguientes alzas de
costos y la caída de la productividad en la mayoría de las áreas. La consecuencia
inmediata ha sido la habilitación de nuevas tierras mediante la deforestación del
bosque tropical tailandés. En 1964 el área forestal representaba 53% del país. En
1979 dicho porcentaje se había reducido a 38%. Aproximadamente 500 000 hectáreas
de bosque se quemaban en Tailandia para habilitar tierras destinadas al cultivo de
yuca.2 Lo anterior, a su vez, ha traído como consecuencia cambios en el clima: los
periodos de sequía se han alargado junto con problemas de erosión de suelos en la
mayoría de las áreas cultivadas con yuca.

En el caso de la piña las estadísticas indican que en 1967 la producción


tailandesa alcanzaba apenas unas mil toneladas, destinadas al mercado interno. En
1977 había aumentado a 88 000 toneladas, de las cuales 95% estaban destinadas a la
exportación. Esta producción ocupaba un área aproximada de 80 000 hectáreas en
1979, contra 27 400 hectáreas en 1970.3

La piña es una planta que tiende a agotar los suelos y requiere cantidades
apreciables de fertilizantes y pesticidas. La expansión del área cultivada ha sido
principalmente a expensas del bosque tropical. El uso intensivo de fertilizantes y
pesticidas se ha traducido en un acentuado proceso de contaminación química. Por
ejemplo, se ha constatado en algunas áreas 14 kilogramos de residuos químicos por
0.22 hectáreas en varias áreas cultivadas con piña. Al mismo tiempo, se ha
comprobado la contaminación del agua de riego por los pesticidas y fertilizantes
utilizados en los cultivos de piña. Esta contaminación se acentúa por el elevado
porcentaje de desechos de la piña no utilizados (cáscara, jugos, etc.) que se
descargan en los ríos y otros cuerpos de agua, y que finalmente afectan cultivos como
arroz, plátano y caña de azúcar, así como a la población piscícola de esos ríos.

Las condiciones antes favorables de los mercados internacionales de ambos


productos se han visto seriamente deterioradas. Por un lado, el mercado de la piña
enlatada sigue estancado y, en el caso tailandés, incluso se ha reducido por la política
de diversificación de algunos países, fundamentalmente Estados Unidos. Por otro
lado, los países de la Comunidad Europea no sólo presentan una situación de
estancamiento, sino que además imponen elevadas tarifas aduaneras: de 15 a 22% y
restricciones de cuotas en favor de los productores signatarios de la convención de
Lomé.

Las exportaciones de yuca, a su vez, se vieron afectadas por las medidas


proteccionistas de la Comunidad Europea, que era el principal mercado de este
producto. El pellet de yuca competía tan favorablemente con los cereales para la
alimentación de ganado que los productores cerealeros de la Comunidad pidieron
medidas proteccionistas que se concretaron, en noviembre de 1980, cuando ésta y el
gobierno tailandés llegaron a un acuerdo «voluntario» de limitación de exportación por
un periodo de seis años. Tailandia se comprometió a limitar su exportación a los
países de la CEE a sólo cinco millones de toneladas de pellets de yuca para los años
1981 y 1982 y reducir este volumen a 4.5 millones para los años 1983 y 1984, con
reducciones adicionales en los años siguientes. 4

Es evidente que la producción de ciertos cultivos como, por ejemplo, el mijo


responde a ciertas características propias del sistema natural a que se ha adaptado la
dieta alimenticia del grupo local. La producción de trigo significa, entonces, alterar el
funcionamiento tanto del sistema natural como del sistema social. Las posibilidades de
sobrevivir al impacto dependerán de la resiliencia interna y de la capacidad de
adaptación de ambos sistemas.

La homogeneización de los cultivos afectará tarde o temprano el ciclo natural


del ecosistema, cuyas modificaciones y eventual colapso tendrán efectos importantes
sobre el sistema social local. Uno de los casos más dramáticos son quizá el cacahuate
y, en general, los cultivos para producir aceites vegetales, con alta demanda en los
mercados internacionales. Aquellos países que aparentemente tenían condiciones
favorables de producción los incorporaron y fueron especializándose cada vez más en
su producción, con la esperanza de que esta especialización en un producto exigido
por el mercado produciría los tan ansiados ingresos de divisas para financiar el
proceso de desarrollo. Una visión economicista a corto plazo, basada en situaciones
coyunturales de mercado, orientó decisiones de política económica con profunda
incidencia en el medio ambiente natural, cuyos efectos no fueron tomados en cuenta.
Un caso similar es el de la palmera de aceite. El resultado ha sido el progresivo
empobrecimiento de los terrenos agrícolas, al igual que en los casos de la yuca y la
piña.

Por un lado, la concentración de cultivos ha deteriorado el medio ambiente


natural, disminuyendo la potencialidad del ecosistema para mantener la población, y,
por otro, ha hecho al sistema socioeconómico más dependiente política, económica y
socialmente. Una vez pasado el auge en los mercados mundiales, los beneficios
económicos se mostraron insuficientes, y sobre todo efímeros, para enfrentar los
requerimientos del desarrollo.

Los efectos sobre el ecosistema son más graves que los asociados a la simple
disminución de fertilidad, ya que el proceso de homogeneización redunda también en
una progresiva disminución de la diversidad del sistema natural, con lo cual su
capacidad de adaptación se va reduciendo, y el ecosistema se hace más frágil,
inestable y, sobre todo, vulnerable a los imprevistos.
Los efectos negativos se deben muchas veces a que los sistemas dominantes
imponen su racionalidad. Desarrollada ésta en función de las relaciones existentes
entre hombre y medio ambiente en condiciones específicas, no necesariamente es
válida en otros contextos sociales y/o naturales. Así, por ejemplo para el agricultor
europeo o norteamericano, la mecanización es un método racional y tiende a aplicarla
sin considerar las características de los diferentes ecosistemas. Las consecuencias
son desastrosas en algunos casos. Ejemplo de ello son algunos países de la región
sudano-saheliana, de tipo árido. La mecanización y la utilización del arado mecánico
han destruido en el curso de pocos años la muy delgada capa fértil de sus suelos,
dando lugar a un proceso progresivo de erosión y desertificación que se traduce en la
pérdida --a veces irreversible-- de esas tierras para la producción de alimentos. Es así
como criterios racionales de eficiencia y productividad, basados en experiencias de
otros lugares y en función de objetivos de corto plazo, pueden traducirse en la práctica
en una acción irracional, predatoria del medio ambiente y negativa desde el punto de
vista del desarrollo del sistema social en el largo plazo, al ser transferidos
indiscriminadamente a otros ambientes sociales y naturales.

La expansión del capitalismo europeo, que llevó a la colonización de las


regiones de ultramar, situó al hombre europeo en tierras nuevas, ricas y fértiles,
extensas y despobladas, así como en otras pobladas por antiguas culturas, fruto de un
largo proceso histórico, que asimismo ofrecían un enorme campo de explotación
abierto a todo tipo de oportunidades.

El proceso de colonización obedeció a un mismo objetivo: la explotación de la


colonia en beneficio de la metrópoli, la cual implicó la ruptura de una tendencia a la
armonización entre sistema natural y sistema social y la alteración de la relación
hombre-naturaleza.

Es un hecho incuestionable que la expansión comercial que acompaña al


capitalismo europeo propugna por doquier una nueva forma de relación del hombre
con su medio. Los desequilibrios resultantes en el sistema periférico son consecuencia
de la actitud etnocentrista y de dominación del medio orientada a la explotación y a la
acumulación en el corto plazo, sin consideración alguna con la dinámica del sistema
natural ni de sus características estructurales. Ese sistema natural era justamente el
que --en una u otra forma, y a veces quizá intuitivamente-- había orientado la acción y
organización de las comunidades autóctonas. éstas eran demasiado débiles y
sucumbieron a la mayor fuerza del sistema social externo con el que entraron en
contacto y por el que pasaron a ser dominadas.

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