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MI APORTACIÓN

Después de leer el artículo, la calidad de la educación parece depender únicamente del


trabajo de los docentes. Sin embargo, es esencial subrayar que el alumnado de Singapur
obtiene las mejores calificaciones no sólo por el diseño de un adecuado modelo de
desarrollo profesional docente (DPD), sino también, por ejemplo, por unos factores
socioculturales apropiados o una crianza de calidad en el ámbito familiar.

Una reforma en el plan de estudio es lo que necesita la educación, y por tanto los
centros educativos, para garantizar un crecimiento satisfactorio entre los estudiantes. La
reducción del contenido teórico de las asignaturas y el cambio de la metodología de
evaluación son fundamentales para que el profesorado pueda volcarse más en la
transmisión de los valores y las competencias básicas. Además, modificar las
instalaciones y utilizar un material innovador también puede ser factible para la mejora
de la enseñanza y el rendimiento en las escuelas. Asimismo, endurecer las relaciones
entre los colegios y los padres es primordial para el progreso de los jóvenes.

Volviendo a la preparación de profesionales, personalmente apostaría por un DPD que


tiene como objetivo básico ofrecer actividades variadas que se ajustan a diferentes
inquietudes, intereses y objetivos profesionales de los profesores. Singapur es un gran
ejemplo para nuestro país dado que ofreciendo estas oportunidades ha conseguido
aumentar la participación del profesorado en estos programas y así lograr una educación
casi perfecta.

Estas son las tres preguntas que formularía a los autores de este texto:
- ¿Funcionaría el modelo de desarrollo profesional docente de Singapur en España? En
caso contrario, ¿cómo lo amoldaríais?
- ¿El modelo de selección y contratación de profesores de Singapur motiva a los
candidatos a aprender y cultivarse? ¿O hacen que estos futuros docentes vean su
desarrollo personal como un simple proceso para superar esas pruebas?
- Los profesores singapurenses disponen de hasta 100 horas de actividades de DPD por
año. ¿Estas horas forman parte de su horario laboral? Y si no es así, ¿cómo recompensa
el sistema educativo a estos maestros?

RESPUESTA A OTRO COMPAÑERO

Buenos días Sara.

Antes de todo, gracias por compartir tu punto de vista con todos nosotros.

Creo que mezclar el concepto de los contenidos con conductas competitivas o


calificaciones y evaluaciones numéricas es algo usual. Personalmente, considero que la
existencia de algunas asignaturas obligatorias es fundamental; los jóvenes tienen que
conocer la historia de La Segunda Guerra Mundial y aprender las leyes generales de
acentuación. El problema de la educación está en la presentación y la evaluación de
dichos contenidos.

El aula tiene que convertirse en un lugar donde esos conceptos, junto a unos valores
específicos, sirvan para formar ciudadanos ejemplares. Para ello, es importante la
conducta del profesorado; los alumnos observan y repiten, y, por tanto, los docentes
necesitan actuar de una manera correcta y apropiada a la hora de dar las clases y
corregir los malos comportamientos de los discípulos y estimular los buenos. Además,
los contenidos que se enseñan tienen que ser realmente enriquecedores y útiles para los
jóvenes. La historia sirve para conocer los errores del pasado y mejorar en un futuro; un
buen uso del idioma facilita la redacción de esa carta que todos los estudiantes tendrán
que escribir en algún momento de su vida para solicitar trabajo. Por último, hay que
centrarse en la interiorización de estos conceptos y valores, y no en valorar la facilidad o
capacidad de los alumnos para realizar un examen; un número o una calificación no
puede determinar su sabiduría.

Estamos de acuerdo en que es importante que los profesores asistan a seminarios de


formación continuada, y reducir estos contenidos sería una buena opción para que esto
fuera posible y además tuvieran tiempo suficiente para otras tareas como la corrección
de trabajos u horas de tutoría. La disminución de conceptos ayudaría no sólo en la
focalización de temarios beneficiosos para el desarrollo del estudiante como ciudadano,
sino también en formar profesionales con adecuadas competencias para trasmitir los
valores necesarios a la hora de dar las clases.

Comparto tu opinión en cuanto a la importancia de la diversidad de cursos en el modelo


de desarrollo profesional docente. Cuando una persona se cultiva de una manera
voluntaria, las horas siempre son más productivas. Por tanto, si la variedad de las
actividades es amplia, muchos profesores se sentirán motivados para acudir a esos
talleres y cursillos y aprender para luego poder enseñar pudiendo alcanzar una
educación de calidad.

En cuanto a tus primeras dos preguntas, considero que ya las he contestado


anteriormente. Una nota media no puede determinar la capacidad de un discípulo. Hay
que ir mucho más allá; observar la continuación, la mejora, el desarrollo y la evolución
de los jóvenes durante el cuatrimestre, o incluso, durante el curso; enfocarse en la
interiorización de los conceptos y los valores, y valorar o evaluar los éxitos y triunfos de
maneras diferentes en cada estudiante. Además, se necesitan otras metodologías para
comunicar a las familias sobre el rendimiento de sus descendentes.

En mi parecer, el modelo de Singapur puede ser factible en España. Una gran inversión
en la formación del profesorado es necesario teniendo en cuenta la función que estos
cumplen en la sociedad siendo esta la principal preocupación de la educación; el
desarrollo de los futuros ciudadanos esta en manos de los centros educativos, en manos
de los docentes.

El proceso que realizan para contratar maestros en Singapur es excesivo, y además poco
significativo ya que se delimita a valorar a los profesionales dependiendo de sus
calificaciones en distintas pruebas. Abocetar estrategias para la inducción de los
profesores de escuelas primarias y secundarias es necesaria en este país, pero tiene que
ser algo más práctico y activo. En cuanto a los que ya están ejerciendo, se necesita
invertir dinero para crear cursos y programas que sean lo suficientemente atractivos y
estimulen la motivación de estos profesores para ofrecer una educación mejor, de
calidad.

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