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Libro de Texto de Diagnóstico Físico. Historia y Examen
Libro de Texto de Diagnóstico Físico. Historia y Examen
Contenido
CAPÍTULO
CAPITULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO .
Las preguntas del entrevistador ............ 3 Principios bá sicos 3 Síntomas y signos 7
Realizació n de una entrevista 8 Técnicas bá sicas de entrevista 10 Formato de la historia 16
Pensamientos finales 31
96
Uniendo la historia ........ 101 Entrevista del Sr. John Doe 101 Historia escrita del Sr. John
Doe 110
SECCIÓ N !! La ciencia del examen físico CAPÍTULO El examen físico ............ 115 Los
procedimientos bá sicos 115 Preparació n para el examen 117
CAPÍTULO
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO
CAPÍTULO
CAPÍTULO
119
268
La cavidad oral y la faringe ...... 285 Consideraciones generales 285 Estructura y fisiología
286 Revisió n de síntomas específicos 290 Impacto de un trastorno de la voz en el paciente
293 Examen físico 294 Correlaciones clinicopatoló gicas 306
xviii CONTENIDOS
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO I 7
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
El sistema nervioso ........... 579 Consideraciones generales 579 Estructura y fisiología 580
Revisió n de síntomas específicos 589 Impacto de la enfermedad neuroló gica cró nica en el
paciente 596 Examen físico 596 Correlaciones clinicopatoló gicas 630
SECCIÓ N !!!
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
El paciente pediá trico ............... 671 Consideraciones generales 671 La historia pediá trica
672 Examen del recién nacido 681 Examen del lactante 700
CONTENIDO
CAPÍTULO 25
Examen del niñ o pequeñ o 711 Examen del niñ o mayor 719 Examen del adolescente 722
Correlaciones clinicopatoló gicas 726
El paciente geriá trico ................... 733 Consideraciones generales 733 Estructura y fisiología
734 Principios bá sicos de la medicina geriá trica 738 La historia geriá trica 739 Impacto del
envejecimiento en el paciente 742 Física Exploració n 742 Correlaciones clinicopatoló gicas
744
El paciente agudamente III ............... 747 Encuesta primaria 748 Encuesta secundaria 750 La
emergencia pediá trica 753
EPILOGO 783
ANEXOS Apéndice. Drogas de uso comú n .............. 787 Apéndice B Signos y síntomas en
estados carenciales .................. ..................... 789 Apéndice C Tablas de conversió n .......................
792 Índice .................................................. .............. 795
Razonamiento diagnó stico en el diagnó stico físico ................................. 759 Arte, ciencia y
observació n 759 Razonamiento diagnó stico a partir de signos y síntomas 761
El entrevistador
Preguntas
Bá sico
Príncipe
iplés
Las buenas habilidades de comunicació n son la base de una excelente atenció n médica.
Incluso con la nueva tecnología emocionante que ha aparecido en la ú ltima década, el
comportamiento comunicativo sigue siendo primordial en el cuidado de los pacientes. Los
estudios han demostrado que una buena comunicació n mejora los resultados de salud al
resolver los síntomas y reducir la angustia y la ansiedad psicoló gicas de los pacientes. La
medicina tecnoló gica no puede sustituir las palabras y los comportamientos al servicio de
los enfermos. La calidad de la atenció n al paciente depende en gran medida de las
habilidades de entrevista, porque la relació n que tiene un paciente con un médico es
probablemente la relació n má s extraordinaria entre dos seres humanos. En cuestió n de
minutos, dos extrañ os, el paciente y el sanador, comienzan a discutir detalles íntimos sobre
la vida de una persona. Una vez que se establece la confianza, el paciente puede sentirse
có modo para discutir los detalles má s personales de la enfermedad. Claramente, se debe
haber establecido un vínculo fuerte, una alianza terapéutica. El objetivo principal de una
entrevista es recopilar toda la informació n bá sica pertinente a la enfermedad del paciente y
la adaptació n del paciente a la enfermedad. A continuació n, se puede realizar una
evaluació n del estado del paciente. Un entrevistador experimentado considera todos los
aspectos de la presentació n del paciente y luego sigue las pistas que parecen merecer la
mayor atenció n. El entrevistador también debe ser consciente de la influencia de los
factores sociales, econó micos y culturales en la configuració n de la naturaleza de los
problemas del paciente. Otros aspectos importantes de la entrevista son la educació n del
paciente sobre el diagnó stico, la negociació n de un plan de tratamiento y el asesoramiento
sobre los cambios de comportamiento. Cualquier paciente que busque la consulta de un
médico necesita ser evaluado en el sentido má s amplio. El clínico debe ser muy consciente
de todas las pistas, sutiles u obvias. Aunque el lenguaje corporal es importante, la palabra
hablada sigue siendo la herramienta de diagnó stico central en medicina. Por ello, el arte de
hablar y escuchar sigue siendo parte central de la interacció n médico-paciente. Una vez que
se han recopilado todas las pistas de la historia, la asimilació n de esas pistas en un
diagnó stico final es relativamente fá cil. La comunicació n es la clave para una entrevista
exitosa. El entrevistador debe poder hacer preguntas al paciente libremente. Estas
preguntas siempre deben entenderse fá cilmente y adaptarse a la sofisticació n médica del
paciente. Si es necesario, se pueden usar palabras de la jerga que describan ciertas
condiciones para facilitar la comunicació n y evitar malentendidos.
Para cualquier paciente que hable un idioma que no sea el del médico, es importante
buscar la ayuda de un intérprete médico capacitado. A menos que domine el idioma y la
cultura del paciente, el médico siempre debe utilizar un intérprete. Se puede considerar al
intérprete como un puente que une las ideas, las costumbres, los prejuicios, las emociones
y los problemas del médico y del paciente. La comunicació n está muy influenciada por la
medida en que el paciente, el intérprete y el médico comparten la misma comprensió n y
creencias con respecto al problema del paciente. Los mejores intérpretes son aquellos que
está n familiarizados con la cultura del paciente. La presencia del intérprete, sin embargo,
añ ade otra variable en la relació n médico-paciente. Por ejemplo, un miembro de la familia
que traduce para el paciente puede alterar el significado de lo que se ha dicho. Cuando un
miembro de la familia es el intérprete, el paciente puede mostrarse reacio a brindar
informació n sobre temas delicados, como antecedentes sexuales o abuso de sustancias. Por
lo tanto, es ventajoso que un observador objetivo actú e como intérprete. En ocasiones, el
paciente puede solicitar que un familiar sea el intérprete. En tal caso, respete los deseos del
paciente. Aunque son ú tiles en tiempos de emergencia, se debe evitar que los amigos del
paciente sirvan de traductores porque se desconocen sus habilidades y la confidencialidad
es una preocupació n. El médico también debe dominar una serie de palabras y frases clave
en varios idiomas comunes para ganarse el respeto y la confianza de los pacientes. Cuando
use un intérprete, recuerde las siguientes pautas: 1. Elija una persona capacitada en
terminología médica 2. Elija una persona del mismo sexo que el paciente y de edad
comparable 3. Hable con el intérprete de antemano para establecer un enfoque 4. Al hablar
al paciente, observe al paciente, no al intérprete 5. No espere una traducció n palabra por
palabra 6. Pregunte al intérprete sobre los temores y expectativas del paciente 7. Utilice
preguntas breves 8. Utilice un lenguaje sencillo 9. Sea breve en sus explicaciones 10. Evite
las preguntas con "si". "haría." y podría." porque estos requieren matices de lenguaje 11.
Evitar expresiones idiomá ticas Al hablar con el paciente, el entrevistador debe determinar
no só lo los principales problemas médicos sino también la reacció n del paciente ante la
enfermedad. Esto es de gran importancia. ¿Có mo ha afectado la enfermedad al paciente?
¿Có mo ha reaccionado él o ella? ¿Qué impacto ha tenido en la familia? ¿Trabajar? ¿Vida
social? La mejor entrevista es realizada por un entrevistador alegre, amistoso y
genuinamente preocupado por el paciente. Este tipo de enfoque es claramente mejor que el
del entrevistador que actú a como un interrogador lanzando preguntas de una lista
está ndar al paciente pobre e indefenso. Bombardear a los pacientes con preguntas rá pidas
es una técnica que no debe utilizarse. Al principio, el paciente traerá a colació n los temas
que son má s fá ciles de discutir. Se pueden obtener experiencias má s dolorosas mediante
preguntas discretas. El entrevistador novato necesita ganar experiencia para sentirse
có modo haciendo preguntas sobre temas que son má s dolorosos, delicados o
desagradables. El momento de tales preguntas es crítico. Un principio cardinal de la
entrevista es permitir que los pacientes expresen sus historias con sus propias palabras. La
forma en que los pacientes cuentan sus historias revela mucho sobre la naturaleza de sus
enfermedades. La observació n cuidadosa de las expresiones faciales de un paciente, así
como de los movimientos corporales, puede proporcionar valiosas pistas no verbales. El
entrevistador también puede usar lenguaje corporal como una sonrisa, un movimiento de
cabeza, un silencio, un gesto con la mano o una mirada inquisitiva para animar al paciente a
continuar con la historia. Escuchar sin interrupció n es importante y requiere habilidad. Si
se les da la oportunidad, los pacientes a menudo revelan sus problemas espontá neamente.
Los entrevistadores necesitan escuchar lo que se dice. Con demasiada frecuencia, una
entrevista puede no revelar todas las pistas porque el entrevistador no escuchó al paciente.
Varios estudios han demostrado que los médicos comú nmente no escuchan a sus pacientes.
Son bruscos, parecen desinteresados en la angustia del paciente y tienden a controlar la
entrevista. La mejor entrevista clínica se centra en el paciente, no en la agenda del médico.
Una regla importante para mejorar las entrevistas es escuchar má s, hablar menos e
interrumpir con poca frecuencia. Interrumpir interrumpe el tren de pensamiento del
paciente. Permita que el paciente, al menos en parte, controle la entrevista.
Los entrevistadores deben estar atentos a có mo los pacientes usan sus palabras para
ocultar o revelar sus pensamientos e historia. Los entrevistadores deben tener cuidado con
declaraciones rá pidas y muy positivas como. "Todo está bien." "Estoy muy feliz" o "No hay
problema". Si los entrevistadores tienen razones para dudar de estas afirmaciones, pueden
responder diciendo: "'¿Está todo realmente tan bien como podría estar?" Si la historia dada
es vaga, el entrevistador puede usar preguntas directas. Preguntar "có mo", "dó nde" o
"cuá ndo" es generalmente má s efectivo que preguntar "por qué", lo que tiende a poner a los
pacientes a la defensiva. El entrevistador debe tener especial cuidado de no desaprobar
ciertos aspectos de la entrevista. la historia del paciente. Las diferentes culturas tienen
diferentes costumbres, y el entrevistador debe escuchar sin ninguna sugerencia de
prejuicio. Siempre trate al paciente con respeto. No contradiga ni imponga sus normas
morales al paciente. El conocimiento de los antecedentes sociales y econó micos del
paciente hará que la la entrevista progrese con mayor facilidad Respete a todos los
pacientes independientemente de su edad, género, creencias, inteligencia, antecedentes
educativos, estatus legal, prá cticas, cultura, enfermedad, constitució n corporal, condició n
emocional o estado econó mico. y debe ser compasivo e interesado en la historia del
paciente. Deben crear una atmó sfera de apertura en la que el paciente se sienta có modo y
se anime a describir el problema. Estas pautas sientan las bases para una entrevista eficaz.
La apariencia del entrevistador puede influir en el éxito de la entrevista. Los pacientes
tienen una imagen de los médicos. La pulcritud cuenta. Un entrevistador desaliñ ado puede
ser considerado inmaduro o descuidado, y su competencia puede ser cuestionada desde el
principio. Las encuestas a los pacientes indican que los pacientes prefieren que el personal
médico vista batas blancas y use zapatos en lugar de zapatillas. Como una regla. a los
pacientes les gusta responder a las preguntas de una manera que satisfaga al médico para
obtener su aprobació n. Esto puede representar miedo por parte de los pacientes. El clínico
debe ser consciente de este fenó meno. El entrevistador debe poder interrogar a los
pacientes sobre temas que puedan resultar angustiantes o vergonzosos para el
entrevistador, el paciente o ambos. Las respuestas a muchas preguntas rutinarias pueden
avergonzar a los entrevistadores y dejarlos sin palabras. Por lo tanto, existe una tendencia
a evitar tales preguntas. La habilidad del entrevistador para ser abierto y franco sobre tales
temas promueve la posibilidad de discusió n en esas á reas. Muy a menudo, los pacientes se
sienten có modos discutiendo lo que un entrevistador consideraría un comportamiento
antisocial. Esto puede incluir adicció n a las drogas, acciones ilegales o "aberraciones" del
comportamiento sexual. Los entrevistadores deben tener cuidado de no juzgar este
comportamiento "inusual". Si un entrevistador emite un juicio, el paciente puede
rechazarlo como un oyente inadecuado. La aceptació n, sin embargo, le indica al paciente
que el entrevistador es sensible. Puede ser apropiado que el entrevistador asienta con la
cabeza y diga. "Entiendo." (Algunos pacientes pueden interpretar la declaració n "Entiendo"
como una señ al de que el entrevistador ha escuchado suficiente, por lo que debe usarse con
cuidado). También es importante no implicar aprobació n del comportamiento; esto puede
reforzar un comportamiento que en realidad es destructivo. Siga la "regla de las cinco
vocales" al realizar una entrevista. Esta regla establece que una buena entrevista contiene
los elementos de audició n, evaluació n, indagació n, observació n y comprensió n. La audició n
le recuerda al entrevistador que escuche atentamente la historia del paciente. La
evaluació n se refiere a separar los datos relevantes de los irrelevantes ya la importancia de
los datos. La indagació n lleva al entrevistador a indagar en á reas significativas que
requieren má s aclaració n. La observació n se refiere a la importancia de la comunicació n no
verbal, independientemente de lo que se diga. Comprender las preocupaciones y temores
del paciente permite que el entrevistador desempeñ e un papel má s empá tico. Los patrones
del habla, denominados componentes del paralenguaje, son relevantes para la entrevista.
Al manipular la entonació n, la velocidad, el énfasis y el volumen del discurso, tanto el
entrevistador como el paciente pueden transmitir un significado emocional significativo a
través de su diá logo. Al controlar la entonació n, el entrevistador o el paciente pueden
cambiar todo el significado de las palabras. Debido a que muchas de estas características no
está n bajo control consciente, pueden proporcionar una declaració n importante sobre los
atributos personales del paciente. Estos pará metros audibles son ú tiles para detectar la
ansiedad o la depresió n de un paciente, así como otros estados emocionales y efectivos. El
uso por parte del entrevistador de un tono cá lido y suave tranquiliza al paciente y mejora la
comunicació n. Se ha desarrollado un amplio interés en el lenguaje corporal. Este tipo de
comunicació n no verbal, en asociació n con el lenguaje hablado, puede brindar una imagen
má s completa del
6 SECCIÓ N I EL ARTE DE ENTREVISTA
El paciente que es probable que demande se ha vuelto insatisfecho con el médico y puede
haber perdido el respeto por él o ella. Desde el punto de vista del paciente, las barreras má s
serias para una buena relació n son la falta de tiempo del médico; aparente falta de
preocupació n por el problema del paciente: incapacidad para ser contactado; actitud de
superioridad, arrogancia o indiferencia; y falta de informació n adecuada al paciente sobre
su enfermedad. El no hablar de la enfermedad y el tratamiento del paciente en términos
comprensibles se considera un rechazo por parte del paciente. Ademá s, la simpatía y la
competencia del personal del consultorio de un médico pueden contribuir en gran medida
a evitar demandas por mala praxis. Aquellos médicos que nunca han sido demandados
orientan a sus pacientes sobre el proceso de la visita, usan comentarios facilitadores, piden
opiniones al paciente, usan el aprendizaje activo, usan el humor y la risa, y tienen visitas
má s largas. Por lo tanto, se reconoce que una relació n médico-paciente basada en la
honestidad y la comprensió n es esencial para la buena prá ctica médica y el bienestar del
paciente. A veces es difícil para un entrevistador novato recordar que no es necesario tratar
de hacer un diagnó stico a partir de toda la informació n obtenida de la entrevista. Acepte
todas las pistas y trabaje con ellas má s adelante cuando trate de establecer un diagnó stico.
Si durante la entrevista no puede responder a una pregunta, no lo haga. Siempre puede
actuar como defensor del paciente: escuche la pregunta y luego encuentre a alguien que
pueda proporcionar una respuesta adecuada. Una tarea muy importante de la
comunicació n es involucrar al paciente. Una forma ú til de establecer una buena relació n
con su paciente es sentir curiosidad por la persona en su conjunto. Pregunta: "Antes de
comenzar, cuéntame algo sobre ti". Cuando el paciente regrese, mencione algo personal que
haya aprendido de una visita anterior. "¿Có mo estuvo tu viaje a Seattle para ver a tu hijo?"
Otra parte del compromiso es determinar las expectativas del paciente de la visita. Pedir.
"¿Qué esperabas lograr hoy?" Al finalizar la visita, pregunte "¿Hay algo má s que le
preocupara?" Si el paciente tiene varios problemas, es aceptable decir: "Es posible que
necesitemos discutir ese problema en otra visita. Quiero estar seguro de que hoy
evaluaremos completamente su principal preocupació n". En resumen, la entrevista médica
es una combinació n de las habilidades cognitivas y técnicas del entrevistador y los
sentimientos y personalidades tanto del paciente como del entrevistador. La entrevista
debe ser flexible y espontá nea y no interrogativa. Cuando se usa correctamente, es una
poderosa herramienta de diagnó stico.
Síntomas
y Signos
El médico debe ser capaz de obtener y reconocer una amplia variedad de síntomas y signos.
El síntoma se refiere a lo que siente el paciente. Los síntomas son descritos por el paciente
para aclarar la naturaleza de la enfermedad. Dificultad para respirar, dolor en el pecho,
ná useas, diarrea y visió n doble son síntomas. Estas etiquetas ayudan al paciente a describir
la incomodidad o angustia que está experimentando. Los síntomas no son absolutos; está n
influenciados por la cultura, la inteligencia y el entorno socioeconó mico. Como ejemplo,
considere el síntoma del dolor: los pacientes tienen diferentes umbrales de dolor. Esto se
analiza con má s detalle en el Capítulo 3. El cuidado de los pacientes en una sociedad
culturalmente diversa. Constitucional se refiere a aquellos síntomas que comú nmente
ocurren con problemas en cualquiera de los sistemas del cuerpo, como fiebre, escalofríos,
pérdida de peso o sudoració n excesiva. Signo se refiere a lo que encuentra el examinador.
Los signos pueden ser observados y cuantificados. Ciertos signos también son síntomas.
Por ejemplo, un paciente puede describir episodios de sibilancias; esto es un síntoma.
Ademá s, un examinador puede escuchar sibilancias durante el examen físico de un
paciente; esto es una señ al La principal tarea del entrevistador es clasificar los síntomas y
signos asociados con una enfermedad específica. Una gran ventaja que tiene el
entrevistador experimentado sobre el principiante es una mejor comprensió n de la
fisiopatología de los estados de enfermedad. El novato opera bajo la limitació n de no
conocer todos los signos y síntomas de las enfermedades asociadas. Con experiencia y
educació n, el novato reconocerá la combinació n de síntomas y signos relacionados con la
enfermedad subyacente. Para cualquier enfermedad dada, generalmente hay una
agrupació n de sym. ptos y signos que tienden a ocurrir juntos. Cuando solo hay un síntoma
aislado, el entrevistador debe tener cuidado al hacer una evaluació n definitiva.
8 SECCIÓ N I EL ARTE DE ENTREVISTA
Entrevista
"Buenos días, Sr. Smith, soy Mary Jones, estudiante de medicina en la... Escuela de Medicina.
Me han pedido que lo entreviste y lo examine en la pró xima hora".
En general, se debe evitar el término estudiante de medicina, porque es posible que los
pacientes no entiendan realmente este término; es posible que solo escuchen la palabra
doctor. La introducció n también incluye una declaració n del propó sito de la visita. El
apretó n de manos de bienvenida puede servir para relajar al paciente. Es apropiado
dirigirse a los pacientes por sus títulos correctos: Sr., Sra., Dr., Sra., a menos que sean
adolescentes o má s jó venes. Una direcció n formal aclara la naturaleza profesional de la
entrevista. No se deben usar sustitutos del nombre como "querido", "cariñ o" o "abuelo". Si
no está seguro de la pronunciació n, pregú ntele al paciente có mo decir su nombre
correctamente. El paciente puede dirigirse al entrevistador. como la Sra. Jones, por ejemplo,
o podría optar por usar el nombre de pila del entrevistador. No es correcto que el
entrevistador se dirija al paciente por su nombre de pila, porque esto cambia la naturaleza
profesional de esta primera reunió n. Si el paciente está comiendo, pregunte si puede
regresar cuando él o ella haya terminado de comer. Si el paciente está usando un orinal o
un orinal, permita privacidad. No comience una entrevista en este entorno. Si el paciente
tiene un visitante, puede preguntar si el paciente desea que el visitante se quede. No asuma
que el visitante es un miembro de la familia. Permita que el paciente le presente a la
persona. La entrevista puede verse favorecida o dificultada por el entorno físico en el que
se lleva a cabo. Si es posible , la entrevista debe llevarse a cabo en un lugar tranquilo y bien
habitació n iluminada. Desafortunadamente, la mayoría de las habitaciones de los hospitales
no permiten ese lujo. El hospital universitario con cuatro pacientes en una habitació n rara
vez es propicio para buenas interacciones humanas. Por lo tanto, aproveche al má ximo el
entorno existente. Las cortinas deben correrse alrededor de la cama del paciente para crear
privacidad y minimizar las distracciones. Puede solicitar que se baje el volumen de las
radios o televisores de los pacientes vecinos. Las luces y las cortinas de las ventanas se
pueden ajustar para eliminar el brillo o la sombra excesivos. Disponga la luz de la cama del
paciente de modo que no se sienta como si estuviera bajo interrogatorio. Debe hacer que el
paciente se sienta lo má s có modo posible. Si se quitaron los anteojos, los audífonos o la
dentadura postiza del paciente, pregú ntele si le gustaría usarlos. Puede ser ú til usar su
estetoscopio como audífono para pacientes con discapacidad auditiva. Las olivas se colocan
en los oídos del paciente y se utiliza el diafragma como micró fono. El paciente puede estar
en una silla o acostado en la cama. Permita que el paciente elija la posició n. Esto hace que el
paciente sienta que usted está interesado y preocupado, y le permite cierto control sobre la
entrevista. Si el paciente está en la cama, es un buen gesto preguntar si las almohadas
deben arreglarse para que se sienta má s có modo antes de comenzar la entrevista.
Normalmente, el entrevistador y el paciente deben sentarse có modamente al mismo nivel.
A veces es ú til que el paciente se siente incluso má s alto que el entrevistador para darle al
paciente una ventaja visual. En esta posició n, al paciente le puede resultar má s fá cil abrirse
a las preguntas. El entrevistador debe sentarse en una silla directamente frente al paciente
para hacer un buen contacto visual. Sentarse en la cama es demasiado familiar y no
apropiado. Por lo general, se prefiere que el entrevistador se siente a una distancia de
aproximadamente 3 a 4 pies del paciente. Las distancias superiores a 5 pies son
impersonales y las distancias inferiores a 3 pies interfieren con el "espacio privado" del
paciente. El entrevistador debe sentarse en una posició n relajada sin cruzar los brazos
sobre el pecho. La posició n de brazos cruzados no es adecuada, ya que este lenguaje
corporal proyecta una actitud de superioridad y puede interferir con el desarrollo de la
entrevista.
Si el paciente está postrado en cama, levante la cabecera de la cama o pídale que se siente
para que sus ojos y los ojos del paciente estén al mismo nivel. Evite pararse sobre el
paciente. Intente bajar la barandilla de la cama para que no actú e como una barrera de
comunicació n. Recuerde volver a colocarlo al final de la sesió n. Independientemente de si el
paciente está sentado en una silla o acostado en la cama. asegú rese de que él o ella esté
apropiadamente cubierto con una sá bana o bata. Una vez que se haya hecho la
presentació n, puede comenzar la entrevista con una pregunta general y abierta, como
"¿Qué problema médico lo ha llevado al hospital?" Este tipo de comentario de apertura
permite que el paciente hable primero. El entrevistador puede entonces determinar la
queja principal del paciente o el problema que se considera primordial. Si el paciente dice:
"¿No has leído mis registros?" es correcto decir: "No, me han pedido que lo entreviste sin
ninguna informació n previa". Alternativamente, el entrevistador podría decir, "Me gustaría
escuchar su historia en sus propias palabras". Los pacientes pueden determinar muy
rá pidamente si usted es amigable y está personalmente interesado en ellos. Es posible que
desee establecer una relació n preguntá ndoles algo sobre ellos mismos. antes de comenzar
su interrogatorio de diagnó stico. Tó mese unos minutos para conocer a su paciente. Si el
paciente no está gravemente enfermo, puede decirle: "Antes de que me entere de su dolor
de cabeza, cuénteme un poco sobre usted". La técnica tranquiliza al paciente y lo hace
hablar. El paciente generalmente habla de cosas felices en lugar de problemas médicos.
También dice que está interesado en el paciente como persona, no solo como un vehículo
de enfermedad.
La narrativa
Los entrevistadores novatos a menudo se preocupan por recordar la historia del paciente.
Es de mala educació n escribir notas extensas durante la entrevista. La atenció n debe
centrarse má s en lo que dice la persona y menos en la palabra escrita. Ademá s, al tomar
notas, el entrevistador no puede observar las expresiones faciales y el lenguaje corporal
que son tan importantes para la historia del paciente. Se puede usar un bloc de papel para
anotar fechas o nombres importantes durante la sesió n. Después de la pregunta
introductoria, el entrevistador debe continuar con las preguntas relacionadas con la queja
principal. Estos deberían evolucionar naturalmente hacia preguntas relacionadas con las
otras partes formales de la historia médica, como la enfermedad actual, las enfermedades
pasadas, la historia social y familiar y la revisió n de los sistemas corporales. En gran
medida, se debe permitir que los pacientes conduzcan la narració n a su manera. El
entrevistador debe seleccionar ciertos aspectos que requieren mayor detalle y orientar al
paciente hacia ellos. Debe evitarse el exceso de direcció n, porque sofoca la entrevista y
evita que se aclaren puntos importantes. La charla trivial es un método ú til para mejorar la
narrativa. Las conversaciones triviales no son aleatorias ni inú tiles, y los estudios de
aná lisis de conversaciones indican que son realmente ú tiles en la comunicació n. Se ha
demostrado que durante las conversaciones, el individuo que cuenta una anécdota
humorística es quien tiene el control. Por ejemplo, si un entrevistador intercala un
comentario humorístico durante una entrevista y el paciente se ríe, el entrevistador tiene el
control de la conversació n. Si el paciente no se ríe, el paciente puede tomar el control. Esté
atento a un paciente que dice: "Déjeme hacerle una pregunta hipotética" o "Tengo un amigo
con..., ¿qué piensa usted sobre w?" En cada caso, la pregunta probablemente esté
relacionada con las propias preocupaciones del paciente. Un paciente a menudo usa
palabras como "uh", "ah" y "bueno" para evitar temas desagradables. Es natural que un
paciente se demore en hablar sobre una situació n o condició n desagradable. Las pausas
entre palabras, así como el uso de estas Las palabras proporcionan un medio para que el
paciente posponga la discusió n de un tema doloroso. Cuando los pacientes usan términos
vagos como "a menudo", "algo", "un poco", "regular", "razonablemente bien", "a veces",
"rara vez", ” o “promedio”, el entrevistador siempre debe pedir una aclaració n. Pregunte:
“¿Qué significa 'a veces'?” O, “¿Con qué frecuencia es 'frecuentemente'?” Incluso términos
como “mareado”, “débil”. diarrea." y "cansado" necesitan má s explicació n. La comunicació n
precisa siempre es deseable, y estos términos, entre otros, tienen variaciones significativas
en el significado. El entrevistador debe estar alerta a las sub tle pistas del paciente para
guiar má s la entrevista. Hay una variedad de técnicas para animar y sostener la narrativa.
Estas pautas consisten en la facilitació n verbal y no verbal, la reflexió n, la confrontació n, la
interpretació n y el cuestionamiento dirigido. Estas técnicas se analizan má s adelante en
este capítulo.
10 SECCIÓ N I EL ARTE DE ENTREVISTA
El cierre
Bá sico
Técnicas de entrevista
La entrevista exitosa es fluida y espontá nea. El entrevistador debe ser consciente de las
sutilezas y ser capaz de captar estas pistas. El entrevistador exitoso sostiene la entrevista.
Se pueden usar varias técnicas para animar a alguien a que continú e hablando, y esta
secció n analiza esas técnicas de entrevista. Cada uno de ellos tiene sus limitaciones, y no
todos se utilizan en todas las entrevistas.
Interrogatorio
Preguntas abiertas Las preguntas abiertas se utilizan para pedir al paciente informació n
general. Este tipo de pregunta es má s ú til para abrir la entrevista o para cambiar el tema a
discutir. Una pregunta abierta permite que el paciente cuente su historia de forma
espontá nea y no presupone una respuesta específica. Puede ser ú til permitir que el
paciente "divague". Ejemplos de preguntas abiertas son los siguientes:
"¿Qué tipo de problema médico tienes?" "¿Có mo ha estado tu salud?" "¿Tienes dolor de
estó mago? Cuéntamelo". "Há blame de tu dolor de cabeza". "¿Có mo estaba su salud antes de
su ataque al corazó n?" "¿Puedes describir tus sentimientos cuando sientes el dolor?"
"Tengo curiosidad por.
Demasiadas divagaciones, sin embargo, deben ser controladas por el entrevistador de una
manera sensible pero firme. Obviamente, esta libertad de expresió n debe evitarse con
pacientes que hablan demasiado, mientras que debe usarse a menudo con pacientes
silenciosos.
Ubicació n corporal
"¿Dó nde en tu espalda?" "¿Puedes decirme dó nde sientes el dolor?" "¿Lo sientes en algú n
otro lugar?" Inicio (Cronología)
"¿Cuá ndo lo notaste por primera vez?" "¿Cuá nto duró ?" "¿Has tenido el dolor desde
entonces?" "¿Y luego qué pasó ?" "¿Has notado que es peor durante tu período menstrual?"
"Cuando tienes el dolor, ¿es constante o cambia?"
Factores precipitantes
"¿Qué lo hace peor?" "¿Qué parece provocar el dolor?" "¿Has notado que ocurre en un
momento determinado del día?" "¿Hay algo má s ademá s del ejercicio que lo empeore?" "¿El
ejercicio aumenta la dificultad para respirar?" "¿El estrés precipita el dolor?"
Factores paliativos
Calidad
"¿Có mo se siente?" "¿Puedes describir el dolor?" "¿Qué quieres decir con un 'dolor
punzante'?" "¿Fue agudo, sordo o doloroso?"
Radiació n
"Cuando te duele el pecho, ¿lo sientes en alguna otra parte del cuerpo?" "Cuando
experimenta su dolor abdominal, ¿tiene dolor en alguna otra á rea de su cuerpo?"
Gravedad (Cantidad)
"¿Cuá ntas toallas sanitarias usas?" "¿Qué quieres decir con 'mucho'?" "¿Cuá ntas veces
vomitaste?" "¿Qué tipo de efecto tiene el dolor en tu trabajo?" "¿Có mo se compara el dolor
con el momento en que te rompiste la pierna?" "¿Puedes quedarte dormido con el dolor?"
"¿Có mo ha afectado el dolor tu estilo de vida?" "En una escala del 1 al 10, siendo 10 el peor
dolor que puedas imaginar, ¿có mo calificarías este dolor?"
Ajuste
"¿Alguna vez ocurre en reposo?" "¿Alguna vez sientes dolor cuando está s emocionalmente
alterado?" "¿Dó nde estabas cuando ocurrió ?" "'¿El dolor ocurre con tu ciclo menstrual?"
"¿Te despierta del sueñ o?" "¿Has notado alguna relació n con la comida?" Manifestaciones
asociadas
"¿Alguna vez has tenido ná useas con el dolor?" "¿Has notado otros cambios que ocurren
cuando empiezas a sudar?" "Antes de que te dé dolor de cabeza, ¿alguna vez experimentas
un sabor u olor extrañ o?" El mnemotécnico OPQRST, que significa inicio (cronología),
precipitació n (paliativo), calidad, radiació n, gravedad (marco) y temporal, es ú til para
ayudarlo a recordar estas importantes dimensiones de un síntoma.
Tipos de preguntas que se deben evitar Hay varios tipos de preguntas que se deben evitar.
Una es la pregunta sugerente, que proporciona la respuesta a la pregunta. Por ejemplo,
"¿Sientes el dolor en el brazo izquierdo cuando lo tienes en el pecho?" Una mejor manera
de hacer la misma pregunta sería: "Cuando siente dolor en el pecho, ¿lo nota en algú n otro
lugar?" La pregunta de por qué lleva tonos de acusació n. Este tipo de pregunta casi siempre
le pide al paciente que explique su comportamiento y tiende a poner a la persona a la
defensiva. Por ejemplo, "¿Por qué dejó de tomar el medicamento?" "¿Por qué esperaste
tanto para llamarme?" Trate de reformular la pregunta "por qué" a "¿Cuá l es la razó n...?" La
pregunta "por qué" es ú til en nuestra vida diaria con amigos y familiares, pero no la use con
los pacientes. También se debe evitar la pregunta mú ltiple o rá pida. En este tipo de
pregunta, hay má s de un punto de indagació n. El paciente puede confundirse fá cilmente y
responder incorrectamente, sin responder adecuadamente ninguna parte de la pregunta. El
paciente puede responder só lo a la ú ltima consulta escuchada. Por ejemplo. "¿Ha tenido
sudores nocturnos, fiebre o escalofríos?" "¿Cuá ntos hermanos y hermanas tienes, y alguno
de ellos ha tenido alguna vez asma, enfermedad cardíaca, neumonía o tuberculosis?" Las
preguntas deben ser concisas y fá cilmente comprensibles. El contexto debe estar libre de
jerga médica. Frecuentemente, los entrevistadores novatos tratan de usar sus nuevos
vocabularios médicos. A veces pueden responder al paciente con términos técnicos,
dejando al
Esta técnica es má s ú til con pacientes silenciosos. Nunca se debe usar el silencio con
pacientes que hablan demasiado, porque dejarles "'tener la palabra" no permitiría que el
entrevistador controle la entrevista. Este tipo difícil de comunicació n bf, cuando se usa cor-
Rectamente, puede indicar interés y apoyo. El silencio por parte del paciente puede estar
relacionado con hostilidad, timidez o vergü enza. El entrevistador debe permanecer en
silencio, manteniendo el contacto visual directo y la atenció n. El entrevistador puede
inclinarse hacia adelante e incluso asentir. Después de no má s de 2 minutos de silencio, el
entrevistador puede decir:
"¿Qué está s pensando?" "Estabas diciendo . . ." "Es difícil hablar de estas cosas". "Estabas a
punto de decir"
Si el paciente permanece en silencio, se debe elegir otro método para sostener la entrevista.
El entrevistador debe usar el silencio cuando el paciente se siente abrumado por la
emoció n. Este acto le permite al paciente liberar parte de la tensió n provocada por la
historia y le indica que está bien llorar. Entregar al paciente una caja de pañ uelos es un
gesto de apoyo. Es inapropiado que el entrevistador diga "No llores" o "Contró late", porque
estas afirmaciones implican que el paciente está perdiendo el tiempo del entrevistador o
que es vergonzoso mostrar emociones. Es importante usar el silencio correctamente. Un
entrevistador que permanece en silencio, se pone nervioso, revisa notas o hace una
expresió n facial de evaluació n inhibirá al paciente. El paciente puede percibir el uso
frecuente del silencio por parte del entrevistador como distanciamiento o falta de
conocimiento.
Facilitació n
Confrontació n
La confrontació n es una respuesta basada en una observació n por parte del entrevistador
que señ ala algo llamativo sobre el comportamiento del paciente o declaració n previa. Esta
técnica de entrevista dirige la atenció n del paciente a algo de lo que él o ella puede o no ser
consciente. La confrontació n puede ser una afirmació n o una pregunta. Por ejemplo,
"Te ves molesto." "¿Hay alguna razó n por la que siempre miras hacia otro lado cuando
hablas conmigo?" "Está s enojado." "Suenas incó modo al respecto", "¿Cuá l es la razó n por la
que no respondes a mis preguntas?" "Parece que vas a llorar".
Interpretació n
La interpretació n es un tipo de confrontació n que se basa en la inferencia má s que en la
observació n. El entrevistador interpreta el comportamiento del paciente, animando al
paciente a observar su propio papel en el problema. El entrevistador debe comprender
completamente las pistas que el paciente ha dado antes de poder ofrecer una
interpretació n. El entrevistador debe buscar signos de miedo o ansiedad subyacentes que
puedan estar indicados por otros síntomas, como dolor recurrente, mareos, dolores de
cabeza o debilidad. Una vez que se han descubierto estos miedos subyacentes, se puede
llevar al paciente a reconocer el evento incitador durante futuras entrevistas. La
interpretació n frecuentemente abre líneas de comunicació n previamente no reconocidas.
Ejemplos son los siguientes:
"Pareces estar muy feliz por eso". "Suena como si estuvieras asustado". "¿Tienes miedo de
haber hecho algo malo?" "Su mareo parece estar agravado por sus discusiones con su
esposa".
Reflexió n
La reflexió n es una respuesta que refleja o hace eco de lo que acaba de ser expresado por el
paciente. El tono de voz es importante en la reflexió n. La entonació n de las palabras puede
indicar significados completamente diferentes. Por ejemplo,
En este ejemplo, el énfasis debe estar en "1999". Esto le pide al paciente que describa las
condiciones que no le permitieron trabajar. Si el énfasis se coloca incorrectamente en
"trabajó ", el entrevistador inmediatamente pone al paciente a la defensiva, lo que implica:
"¿Qué hizo con su tiempo?" Aunque generalmente es muy ú til, la reflexió n puede
obstaculizar el progreso de una entrevista si se usa de manera incorrecta.
Apoyo
El apoyo es una respuesta que indica un interés o una comprensió n del paciente. Los
comentarios de apoyo promueven un sentimiento de seguridad en la relació n médico-
paciente. Una respuesta de apoyo podría ser: "Entiendo". Un momento importante para
usar el apoyo es inmediatamente después de que el paciente haya expresado sentimientos
fuertes. El uso de apoyo cuando un paciente comienza a llorar repentinamente fortalece la
relació n médico-paciente. Dos subgrupos importantes de apoyo son la tranquilidad y la
empatía.
Seguridades
La tranquilidad es una respuesta que transmite al paciente que el entrevistador entiende lo
que se ha expresado. También puede indicar que el entrevistador aprueba algo que el
paciente ha hecho o pensado. Puede ser una herramienta poderosa, pero la falsa
tranquilidad puede ser devastadora. Ejemplos de tranquilidad son los siguientes:
Formato de la Historia
queja principal
La queja principal es la breve declaració n del paciente que explica por qué buscó atenció n
médica. Es la respuesta a la pregunta: "¿Cuá l es el problema que te trajo al hospital?" En la
historia escrita, frecuentemente es una declaració n citada del paciente; por ejemplo,
"Dolor en el pecho durante las ú ltimas 5 horas". "Ná useas y vó mitos terribles durante 2
días". "Dolor de cabeza durante la ú ltima semana, intermitentemente". "Examen de rutina
para la escuela". Los pacientes a veces usan términos médicos. El entrevistador debe
pedirle al paciente que defina dichos términos para determinar qué quiere decir el paciente
con ellos.
Cleeland et al (1997) informaron que es probable que los miembros de grupos étnicos
minoritarios reciban un tratamiento inadecuado para el dolor. Su estudio mostró que los
pacientes de minorías tenían tres veces má s probabilidades de recibir tratamiento
insuficiente para el dolor. El sesenta y cinco por ciento de los pacientes pertenecientes a
minorías no recibieron las prescripciones de analgésicos recomendadas por la guía. Los
pacientes latinos reportaron menos alivio del dolor que los pacientes afroamericanos.
Morrison et al (2000) observaron la disponibilidad de analgésicos opioides comú nmente
recetados en las farmacias de la ciudad de Nueva York. El estudio mostró que el 50% de
una muestra aleatoria de farmacias encuestadas no tenían suficientes medicamentos para
tratar adecuadamente a los pacientes con dolor intenso. Las farmacias en á reas no blancas
tenían menos probabilidades de almacenar analgésicos opioides que las farmacias en
vecindarios predominantemente blancos. Cualquiera que sea la causa del dolor, los
profesionales de la salud deben preguntar repetidamente sobre la presencia de dolor y la
idoneidad de su control. Pregú ntele al paciente: "¿Tiene dolor?" "¿Ha tenido dolor en la
ú ltima semana?" "Dime dó nde se encuentra tu dolor o dolores". "¿Có mo ha afectado el
dolor a tu vida?" "¿Está satisfecho con su control del dolor?" "Cuéntame un poco má s sobre
tu dolor". Con los pacientes geriá tricos suele ser ú til decir: "Mucha gente tiene dolor. ¿Hay
algo que le gustaría contarme?" En pacientes con deterioro cognitivo, pregunte sobre la
evaluació n del dolor en tiempo real: dolor ahora, no dolor en los ú ltimos 3 días. Los
pacientes deben ser capaces de evaluar el dolor con escalas de calificació n fá ciles de
administrar y deben documentar la eficacia del alivio del dolor a intervalos regulares
después del inicio o la modificació n.
No Leve Moderado Severo Muy Peor dolor dolor dolor dolor severo posible dolor dolor
Sin dolor
ESCALA DE CARA
Si se utiliza como escala de calificació n grá fica, se recomienda una línea de base de 10 cm.
2Se recomienda una línea de base de 10 cm para las escalas VAS.
FIGURA 1-1. Ejemplos de escalas de dolor. A, Escala Descriptiva Simple de Intensidad del
Dolor. B, Escala Numérica de Intensidad del Dolor 0-10. C, Escala Analó gica Visual. D, escala
facial.
ció n del tratamiento. Ademá s, es vital enseñ ar a los pacientes y sus familias có mo
promover un manejo efectivo del dolor en el hogar. Pida a los pacientes que cuantifiquen su
dolor. Trate de usar algú n tipo de escala de calificació n del dolor. Hay cuatro de uso comú n.
• Escala descriptiva simple de intensidad del dolor • Escala numérica de intensidad del
dolor 0-I0 • Escala analó gica visual • Escala facial
* Beba má s de lo que pretendía o tome un trago adicional después de haber decidido que ya
había bebido suficiente. Como cura para la ansiedad, la depresió n o los "temblores". :
Comprar suficiente alcohol por si llega "compañ ía".
22 SECCIÓ N I EL ARTE DE ENTREVISTA
Se deben anotar todos los medicamentos actuales. Si es posible, pídale al paciente que le
muestre los frascos y le diga có mo se toman los medicamentos. Tenga en cuenta si el
paciente los está tomando de acuerdo con las instrucciones del frasco. Pregú ntele al
paciente si está tomando otros medicamentos. Con frecuencia, los pacientes consideran que
no vale la pena mencionar los medicamentos de venta libre, como vitaminas, laxantes,
antiá cidos o remedios para el resfriado. Pregunte específicamente sobre cada uno de estos
tipos de medicamentos. Determine el tipo de anticonceptivo utilizado, si lo hay, y si una
mujer ha usado o usa píldoras anticonceptivas. El uso de terapias alternativas es
extremadamente comú n, como se discutirá en el Capítulo 3, Cuidado de pacientes en una
sociedad culturalmente diversa. El paciente y el proveedor de atenció n médica deben
sentirse có modos con la forma en que se formulan las preguntas sobre estas terapias. Evite
usar los términos otras terapias, no ortodoxos o medicina alternativa. Estas etiquetas
pueden percibirse como críticas y podrían inhibir la discusió n libre. Puede comenzar
diciendo: "Muchos pacientes usan con frecuencia otros tipos de terapia cuando tienen los
síntomas que usted describió . ¿Ha usado o ha pensado en usar masajes, hierbas,
quiroprá ctica, acupuntura, vitaminas u otras terapias para su problema o para cualquier
otro problema?" ¿razones?"
Informació n biográ fica La informació n biográ fica incluye la fecha y lugar de nacimiento,
sexo, raza y antecedentes étnicos.
Historia familiar
'er,e, ,r_ ,kr taia ,a .histo_ sexual. x,u .dri .es ,un indicador .sasitiw del bienestar general. La
ansiedad, la depresió n y la ira pueden relacionarse con la disfunció n sexual; sin embargo,
muchos síntomas físicos pueden conducir a problemas sexuales. Ademá s, es crítico
identificar los comportamientos de riesgo. Una historia sexual bien realizada permite al
examinador establecer normas de sexualidad para el paciente. Abrir la entrevista a temas
de sexualidad le permite al entrevistador educar al paciente sobre las enfermedades
relacionadas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), las enfermedades de
transmisió n sexual y la prevenció n del embarazo. Es una excelente oportunidad para
brindar informació n ú til al paciente. Es importante preguntar sobre la actividad sexual
tanto en niñ os como en adultos mayores. El abuso infantil es muy comú n y el entrevistador
debe identificarlo lo antes posible. No asuma que una persona mayor es sexualmente
inactiva. La sexualidad es parte de la vida normal y muchos adultos mayores disfrutan del
contacto sexual. Adapte sus preguntas y términos a cada entrevista específica. ¿Se pueden
utilizar términos verná culos en la entrevista? Los pacientes y los entrevistadores pueden
temer el uso de estos términos debido a su carga emocional. A veces, los pacientes, debido a
la vergü enza de usar estos términos, pueden tratar de expresar sus síntomas con una
terminología médica inexacta. A menudo, el uso del lenguaje de la calle lleva a una
discusió n má s relajada e informativa, especialmente con los adultos má s jó venes. El
entrevistador debe preguntar acerca de las relaciones sexuales sin juzgar. Las preguntas
directas sobre sexo oral y anal, contactos sexuales y problemas sexuales son muy
importantes. Con frecuencia, los pacientes se muestran menos inhibidos que los
entrevistadores novatos al hablar sobre el comportamiento sexual. Si la preferencia sexual
de un paciente está en duda, el término pareja en lugar de un término específico de género
es apropiado. No hay una manera fá cil de preguntar sobre la preferencia sexual, pero es
vital saberlo. Es apropiado preguntar al paciente si ha tenido algú n contacto con personas
con SIDA o enfermedades relacionadas con el SIDA. Debe evitarse el término homosexual
como adjetivo de género (p. ej., hombre homosexual). Hay varias preguntas generales que
pueden ayudar a abordar el tema de la actividad sexual. Comience preguntando. "¿Eres
sexualmente activo?" Si la respuesta es no, pregunte: "¿Ha sido sexualmente activo alguna
vez?" Si la respuesta es afirmativa, pregunte: "¿Sus parejas son hombres, mujeres o
ambos?". Algunas de las siguientes preguntas también pueden ser ú tiles.
"¿Tienes algú n problema sexual?" "¿Está satisfecho con su rendimiento sexual?" "¿Crees
que tu pareja lo es?" Si no, "¿Qué es insatisfactorio para usted (o su pareja)?" "¿Ha tenido
alguna dificultad para alcanzar el orgasmo?" "¿Con qué frecuencia ocurre que tu pareja
desea tener relaciones sexuales y tú no?" "¿Qué actividades y posiciones incluye tu sexo?"
"¿Hay alguna pregunta relacionada con su desempeñ o sexual que le gustaría discutir?" "La
mayoría de las personas experimentan alguna decepció n en su funció n sexual. ¿Puede
decirme qué decepciones podría tener?" "Muchas personas experimentan lo que otros
pueden considerar pensamientos sexuales inusuales o desean realizar actos sexuales que
otros consideran anormales. A menudo nos molestan estos pensamientos. ¿Cuá l ha sido su
experiencia?" "¿Tienes sexo protegido?" "¿Alguna vez ha tenido una enfermedad de
transmisió n sexual?" "¿Te has hecho la prueba del VIH?" En caso afirmativo, "¿Cuá l fue el
resultado?"
• Lesió n en la cabeza, el cuello, los senos, el abdomen o los genitales • Lesiones mú ltiples •
Retraso en buscar tratamiento • Explicació n inusual de la lesió n • Lesió n durante el
embarazo
• Síndrome de dolor cró nico • Malestar psicoló gico • Una pareja que parece demasiado
protectora Cualquiera de estas lesiones debe tener una explicació n plausible. Si no, es
apropiado hacer má s preguntas, pero asegú rese de que la pareja no esté presente. Podrías
decir: "Parece que te lastimaron. ¿Puedes decirme có mo sucedió ?". Otro enfoque podría
ser: "A veces, cuando las personas se sienten como tú , es porque pueden haber sufrido
abusos. ¿Te está pasando esto a ti?". Incluso si una mujer se encuentra en un entorno
abusivo y no lo reconoce una vez que le ha brindado la oportunidad, permítale volver para
discutirlo en una fecha posterior. Las lesiones graves y el homicidio a menudo resultan
cuando una mujer intenta dejar a su pareja abusiva. Deja que ella tome la decisió n. Le has
indicado tu apoyo. En 1986, má s de 1,5 millones de niñ os en todo el país fueron
denunciados como abusados, un aumento del 74% desde 1980. Los informes de abuso
sexual infantil se han triplicado desde 1980, a má s de 350.000 casos por añ o. Una historia
de abuso sexual infantil casi siempre se asocia con secuelas físicas y psicoló gicas duraderas.
Hay muchos trastornos somá ticos que pueden resultar después del abuso. Estos incluyen
eccema, trastornos del sueñ o, disfunció n sexual, abuso de sustancias, trastornos
alimentarios, dolores de cabeza, dolor "misterioso", depresió n, asma y una amplia variedad
de fobias. Los proveedores de atenció n de la salud tienen la responsabilidad ética y legal de
denunciar todos los casos de sospecha de abuso infantil y de proteger al niñ o de nuevos
abusos. Cualquier lesió n que no pueda explicarse adecuadamente debe suscitar
preocupació n sobre lesiones no accidentales o negligencia. Se observan lesiones en la piel
en el 90% de los niñ os maltratados (ver Figura 23-20). Las lesiones mú ltiples en varias
etapas de curació n casi siempre indican palizas repetidas. La violació n masculina también
va en aumento. Segú n el Centro de Crisis por Violació n del Distrito de Columbia, uno de
cada siete hombres en los Estados Unidos será violado antes de los 18 añ os. La mayoría de
las víctimas masculinas de violació n son violadas por otros hombres, en el sentido de que
se ven obligadas a someterse al coito anal, la masturbació n del agresor, el sexo oral u otro
acto sexual. La informació n sobre la violació n masculina es escasa porque las víctimas
masculinas, al igual que sus contrapartes femeninas, sienten humillació n y vergü enza y se
resisten a denunciarlo. Muchos hombres creen que si han sido violados por otro hombre,
implica que la víctima tiene tendencias homosexuales. La historia reproductiva y
ginecoló gica obtiene informació n sobre la edad de la menarquia de una mujer, la
regularidad del flujo menstrual y la duració n de los períodos. Ademá s, el nú mero de
embarazos, el nú mero de partos, el nú mero de abortos (espontá neos o inducidos) y las
complicaciones de los embarazos se incluyen en esta parte de la historia. También es vital
determinar si la mujer estuvo expuesta al dietilestilbestrol (DES) a través del uso de su
madre durante el embarazo. Esto es particularmente importante en cualquier mujer nacida
antes de 1975. Otras cuestiones importantes se analizan en el Capítulo 18, Genitales
femeninos. En la historia reproductiva de un hombre, es importante indagar sobre el
interés sexual, la funció n, la satisfacció n y cualquier problema sexual. ¿Ha sido incapaz el
hombre de procrear? Si es así, ¿es consciente de la razó n? En el Capítulo 17, Genitales
masculinos y hernias, se analizan otras preguntas para los hombres.
General Estado de salud habitual Fiebre Escalofríos Peso habitual Cambio de peso
Debilidad Fatiga Sudores Intolerancia al calor o al frío Historial de anemia Tendencias al
sangrado Transfusiones de sangre y posibles reacciones Exposició n a la radiació n
Erupciones en la piel Picazó n Urticaria Facilidad de tener moretones Historial de eccema
Sequedad Cambios en el color de la piel Cambios en la textura del cabello Cambios en la
textura de las uñ as Cambios en la apariencia de las uñ as Historial de trastornos cutá neos
anteriores Bultos Uso de tintes para el cabello "Mareos" en la cabeza Dolores de cabeza
Dolor Desmayos Historial de lesió n en la cabeza Accidente cerebrovascular Ojos Uso de
anteojos Visió n actual Cambio en la visió n Doble visió n Lagrimeo excesivo Dolor Exá menes
oculares recientes Dolor al mirar la luz Sensaciones inusuales Enrojecimiento Secreció n
Infecciones Historial de glaucoma Cataratas Lesiones Oídos Discapacidad auditiva Uso de la
audició n Secreció n "Mareos" Dolor Zumbido de oídos Infecciones
Genitales femeninos Lesiones en los genitales externos Comezó n Secreció n Ú ltima prueba
de Papanicolaou y resultado Dolor en las relaciones sexuales Frecuencia de las relaciones
sexuales Métodos anticonceptivos Habilidad para disfrutar de las relaciones sexuales
Problemas de fertilidad Hernias Historial de enfermedades venéreas y tratamiento
Historial de exposició n al dietilestilbestrol Edad de la menarquia Intervalo entre períodos
Duració n de períodos Cantidad de flujo Fecha del ú ltimo período Sangrado entre períodos
Nú mero de embarazos Abortos Partos a término Complicaciones de los embarazos
Descripció n(es) del parto Nú mero de hijos vivos Dolor menstrual Edad de la menopausia
Síntomas de la menopausia Sangrado posmenopá usico Debilidad musculoesquelética
Pará lisis Rigidez muscular Limitació n del movimiento Dolor articular Articulació n rigidez
Artritis Gota Problemas de espalda Calambres musculares Deformidades Neuroló gicas
Desmayos "Mareos" "Desmayos" Pará lisis Accidentes cerebrovasculares "Entumecimiento"
Hormigueo Ardor Temblores Pérdida de la memoria Trastornos psiquiá tricos Cambios de
humor Nerviosismo Trastornos del habla Inestabilidad de la marcha Comportamiento
general c Cambio Pérdida del conocimiento Alucinaciones Desorientació n
29
Cada uno de los capítulos específicos de ó rganos y sistemas que siguen analiza la revisió n
de los síntomas con má s detalle. También se proporcionan sugerencias sobre preguntas
específicas y características fisiopatoló gicas de los síntomas. A veces, un paciente puede
responder afirmativamente a todas las preguntas. Si el entrevistador detecta que esto está
ocurriendo, puede ser ú til hacer una pregunta sobre una condició n fisioló gicamente
imposible. Por ejemplo, si un paciente responde "sí" cuando se le pregunta "¿Sus heces
brillan en la oscuridad?" el entrevistador no debe continuar con la revisió n de los sistemas.
El entrevistador puede afirmar en la historia escrita o en la presentació n verbal que "el
paciente tiene una revisió n positiva de los sistemas". Debido a que el objetivo de la historia
clínica es adquirir la mayor cantidad de informació n posible sobre cada enfermedad, es
posible que se indiquen otras preguntas específicas relacionadas con el paciente en
particular. Mire al paciente que se muestra en la Figura 1-2. Si vio a un paciente así, podría
tratar de determinar cuá ndo ocurrieron los cambios faciales. En tal caso, podría
preguntarle al hombre si ha notado un cambio en el tamañ o de su sombrero y cuá ndo lo
notó por primera vez. Observe la figura 1-3, en la que se compara la mano derecha del
mismo paciente (a la derecha) con la mano derecha de un individuo normal. Preguntar
sobre un cambio en el tamañ o del guante sería ú til con este paciente en particular. Sería
apropiado preguntar si también ha habido un cambio en el tamañ o del zapato. Una
informació n ú til puede ser una fotografía antigua del paciente para ayudar a determinar
cuá ndo ocurrieron los cambios sospechosos. Compare la fotografía de la figura 1-4 (del
mismo paciente tomada 20 añ os antes) con la de la figura 1-2. Observe la frente abultada y
la mandíbula prominente en la fotografía posterior. El paciente tiene acromegalia, una
condició n de exceso anormal de hormona de crecimiento secretada por un tumor
hipofisario. Los cambios son insidiosos y ocurren durante muchos añ os. La fotografía fue
ú til para determinar los cambios en la estructura ó sea y de los tejidos blandos.
FIGURA 1-3. Acromegalia: características de las manos. Observe los dedos rechonchos del
paciente a la derecha en comparació n con los dedos de una mano normal a la izquierda.
FIGURA 1-4. Fotografía del paciente que se muestra en la Figura 1-2 tomada 20 añ os antes.
Compara los rasgos faciales en las dos fotografías.
Concluyendo
Pensamientos
Una historia clínica debe ser diná mica. Cada historia es diferente. A todos los pacientes se
les hacen las preguntas está ndar, pero cada paciente debe ser evaluado individualmente.
No hay límite para las preguntas que se pueden hacer. La historia escrita es un documento
legal permanente del historial de salud del paciente. La informació n que se registre debe
ser precisa y objetiva. Sobre la base de toda la informació n recopilada del historial del
paciente, el entrevistador resume cuidadosamente todos los datos en un formato legible.
Cualquier cosa que esté escrita en el registro de un paciente podría presentarse ante un
tribunal de justicia. Só lo se deben incluir datos objetivos. Deben evitarse las opiniones o
afirmaciones sobre cuidados y terapias anteriores. Por convenció n, cuando se declara o se
escribe la revisió n de sistemas, se indican en primer lugar todos los síntomas que ha
experimentado el paciente. Los síntomas nunca experimentados se indican después. Los
síntomas positivos pertinentes son síntomas que tienen posible relevancia para la
enfermedad presente. Los síntomas negativos pertinentes son síntomas que no está n
presentes pero que a menudo está n relacionados con la enfermedad presente. Si la
informació n en la revisió n de sistemas se ha descrito previamente en la historia de la
enfermedad actual, por ejemplo, es correcto indicar en la revisió n de sistemas de ese
síntoma, "ver historia de la enfermedad actual". A medida que avanza con la entrevista,
puede sentir que no va bien. ¿Está có modo el paciente? ¿Hay una barrera del idioma?
¿Dijiste o hiciste algo que interfirió con la relació n? ¿Está el paciente intimidado? ¿El
paciente está preocupado por la confidencialidad? ¿El paciente es reacio a hablar en
presencia de miembros de la familia? ¿El paciente es capaz de expresar sus sentimientos?
Estas son solo algunas de las razones comunes de la falta de progresió n de una entrevista.
Si puedes aliviar los problemas, hazlo. Tal vez entrevistar al paciente otro día con el mismo
enfoque tenga má s éxito.
La clave del éxito en una entrevista es la capacidad de tranquilizar al paciente. Para ello, el
entrevistador debe estar relajado. ¿Qué técnicas está n disponibles para que el
entrevistador y el paciente se relajen? Un enfoque ú til es la visualizació n del color. Por
ejemplo, si el entrevistador dijera. "Cierre los ojos y visualice el color azul", el paciente
sentiría una respuesta definida tanto en el cuerpo como en la mente. Si el paciente dejara
que esa imagen se disolviera, tomara algunas respiraciones, cerrara los ojos nuevamente y
visualizara el color rojo, notaría que la respuesta a este color es bastante diferente. El rojo
crea un estado mental diferente al que producen el azul, el verde, el amarillo, etc. Si esto es
enteramente el resultado de una asociació n psicoló gica es irrelevante para esta discusió n.
El punto es que debido a que las personas responden fuertemente al color, los
entrevistadores pueden influir en el estado mental de los pacientes y de ellos mismos al
sugerir una atmó sfera de color que calma, calienta, anima, refresca, etc., dependiendo de lo
que se requiera en la situació n. . Debido a que el color puede ayudar a un paciente a
relajarse, puede tener efectos beneficiosos sobre la presió n arterial, la frecuencia cardíaca y
otras funciones corporales. Lo mismo ocurre con la visualizació n de ambientes agradables,
hermosos y pacíficos. Hacer que el paciente se tome unos momentos, con los ojos cerrados,
para imaginarse a sí mismo en un jardín o en un bosque de pinos tranquilo puede disminuir
sustancialmente el nerviosismo y la tensió n. La conexió n entre la relajació n y la salud se
está comprendiendo y aceptando cada vez má s. Segú n estudios recientes en medicina del
comportamiento, la prá ctica de la meditació n tiene un efecto beneficioso en el tratamiento
de la hipertensió n, algunos problemas cardíacos, la depresió n y la ansiedad, entre otras
enfermedades. Muchas técnicas de visualizació n está n lejos de ser nuevas. En el enfoque
tibetano de la medicina, un sistema que se desarrolló entre los siglos IV y XII, existe una
conexió n directa entre el estado mental de una persona y el estado de su salud. En el
siguiente capítulo, se investigan las respuestas del paciente a las preguntas y se observa la
influencia de los antecedentes y la edad en esas respuestas.
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CAPÍTULO
Respuestas
Ansiedad
a la enfermedad
35
Depresió n
La depresió n es un término utilizado para describir un estado cró nico de disminució n del
estado de á nimo. Algunos pacientes tienen predilecció n por la depresió n, pero la depresió n
es un estado comú n que ocurre en má s del 20% de todos los pacientes con enfermedades
importantes, en particular el cá ncer. La depresió n es una reacció n psicoló gica a la pérdida
de la salud, de un ser querido o de la propia autoestima. Ciertos grados de depresió n
probablemente acompañ an a todas las enfermedades cró nicas. Hay muchos tipos de
depresió n: reactiva, neuró tica, maníaca, melancó lica y agitada son solo algunos tipos. En
general, los pacientes con depresió n tienen tonos pesimistas en el habla y una expresió n
facial abatida. Pueden expresar sentimientos de futilidad y autoacusació n. Responden a las
preguntas con respuestas breves. Su habla es lenta; su volumen es bajo; su tono es
monó tono. Los pacientes deprimidos se sienten inadecuados, inú tiles y derrotados.
También sufren profundos sentimientos de culpa. Un comentario como "Te ves triste"
invita a estos pacientes a hablar sobre su depresió n. El llanto puede aliviar los sentimientos
depresivos severos, aunque sea momentá neamente, y permite que los pacientes continú en
con su historia. Aunque el llanto puede ser provocado por la preocupació n de los pacientes
por su propia enfermedad, el llanto generalmente ocurre cuando los pacientes piensan en
la enfermedad o la muerte de un ser querido o en una posible pérdida. Suelen tener mucha
hostilidad y resentimiento y sufren rechazo y soledad. Los delirios de autoacusació n y
autodesprecio pueden ocurrir en pacientes severamente deprimidos. Cuando estos delirios
está n presentes, tales sentimientos de inutilidad son tan abrumadores que los pacientes
pueden creer que el suicidio es la ú nica salida. Un estudiante de derecho de 23 añ os está
sumido en la ansiedad cuando se entera de que ha adquirido el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Cuando sus amigos y familiares se enteran de la
enfermedad, inmediatamente queda excluido de todas las relaciones. Tiene sentimientos
extremos de culpa. Su depresió n se agrava cuando se entera de que su universidad le ha
pedido que suspenda sus estudios. Má s tarde lo encuentran ahorcado en el á tico de sus
padres. Su ú nica forma de sobrellevar su enfermedad era a través del suicidio. La depresió n
puede ser la reacció n má s comú n a la enfermedad, así como la que se pasa por alto con má s
frecuencia. Los síntomas diagnó sticos má s importantes de la depresió n son los siguientes: •
Interés o placer notablemente disminuidos en casi todas las actividades • Insomnio •
Cambios en el apetito o el peso • Fatiga o pérdida de energía • Agitació n • Sentimientos de
culpa o inutilidad • Disminució n de la capacidad para pensar o concentrarse •
Pensamientos de muerte o suicidio No ignore ninguna conversació n sobre suicidio. Si los
pacientes tienen pensamientos suicidas, obtenga la ayuda de alguien con experiencia en el
campo.
Negació n
La negació n es actuar y pensar como si una parte de la realidad no fuera cierta. La negació n
es uno de los mecanismos psicoló gicos de defensa má s comunes y se observa tanto en los
pacientes como en los proveedores de atenció n médica. La negació n suele ser una
respuesta emocional a la tensió n interna y evita que un conflicto doloroso produzca una
ansiedad manifiesta. En realidad, es una forma de autoengañ o. La negació n se ve a menudo
en pacientes con enfermedades terminales o con enfermedades cró nicas incurables. En
general, cuanto má s aguda es la enfermedad, mayor es la aceptació n del paciente; cuanto
má s insidiosa, mayor la negació n. Un paciente que muere lentamente de cá ncer puede
observar la disminució n de su peso y los efectos secundarios de sus medicamentos. Sus
frecuentes visitas al hospital para recibir quimioterapia o radioterapia confirman la
gravedad de su enfermedad; sin embargo, a pesar de todo esto, puede continuar negando
su enfermedad. Hará planes para el futuro y hablará sobre cuá ndo se curará . La negació n es
el mecanismo psicoló gico que mantiene a este paciente en marcha. El entrevistador no
debe confrontar su negació n a pesar de su aparente absurdo. Decirle a un paciente así que
"enfrente los hechos" es cruel. Romper la negació n en tal paciente solo sirve para aumentar
la miseria del paciente moribundo. Sin embargo, la familia del paciente debe comprender y
aceptar el mal pronó stico. La negació n a veces puede obstruir la atenció n médica adecuada.
Una mujer se presenta en una clínica de mamas con una masa del tamañ o de una naranja
en la mama. La masa ya ha comenzado a ulcerarse, con una infecció n maloliente resultante.
Cuando se le pregunta cuá nto tiempo ha tenido la masa, responde que la notó ayer. A
menudo es mejor entrevistar a un informante confiable cuando se reconoce al paciente con
negació n.
Proyecció n
La proyecció n es otro mecanismo de defensa comú n por el cual las personas rechazan
inconscientemente una característica emocional inaceptable en sí mismas y la "proyectan"
en otra persona. Es el principal mecanismo implicado en el desarrollo de los sentimientos
paranoides. Por ejemplo, los pacientes hostiles pueden decir a los entrevistadores. "¿Por
qué eres tan hostil conmigo?" En realidad, tales pacientes está n proyectando su hostilidad
sobre los entrevistadores. Los pacientes suelen proyectar sus ansiedades en los médicos.
Los pacientes que utilizan la proyecció n está n constantemente observando la cara de un
médico en busca de signos sutiles de sus propios miedos. Por ejemplo, una mujer de 42
añ os con un fuerte historial familiar de muerte por cá ncer de mama tiene miedos intensos
de desarrollar cá ncer. Durante la parte de inspecció n del examen físico, el paciente puede
estar mirando la cara del médico para obtener informació n. Si el médico frunce el ceñ o o
hace algú n tipo de gesto negativo, el paciente puede interpretarlo como "¡Ve algo mal!". El
médico puede haber hecho esta expresió n pensando en la cantidad de trabajo que queda
por hacer ese día o qué tipo de medicamento recetar para otro paciente. La paciente ha
proyectado su angustia sobre el físico. El médico debe ser consciente de estas
"conversaciones" silenciosas. En algunos casos, la proyecció n puede tener un valor
constructivo, evitando que el paciente se sienta abrumado por la enfermedad.
Regresió n
Respuestas
al entrevistador
Gran parte del disfrute de la prá ctica médica proviene de hablar con los pacientes. Cada
paciente presenta un desafío para el entrevistador. Así como no hay dos entrevistas
idénticas, no hay dos personas que entrevisten al mismo paciente de la misma manera. Esta
secció n describe algunos "tipos" de pacientes característicos y problemá ticos e indica
algunas estrategias sobre có mo se puede modificar la entrevista en cada caso. Muchos de
estos pacientes difíciles pueden despertar sentimientos intensamente negativos en el
entrevistador; como tal, a estos pacientes se les ha llamado colectivamente "el paciente
odioso". El entrevistador debe reconocer estos sentimientos y tratarlos directamente para
que no interfieran con la interacció n. El entrevistador debe reconocer temprano en la
interacció n las características generales de estos tipos de pacientes para que él o ella pueda
facilitar la entrevista apropiadamente. Desafortunadamente, se ha dado una variedad de
etiquetas peyorativas a muchos de estos tipos de pacientes. Las etiquetas solo sirven para
reducir el estrés del entrevistador mediante el uso del humor. Este humor es degradante
para los pacientes y, a menudo, no les permite recibir la atenció n médica adecuada.
El paciente silencioso
Algunos pacientes tienen un historial de timidez de por vida. Algunas de estas personas
carecen de confianza en sí mismas. Está n muy preocupados por su propia imagen y no
quieren decir o hacer algo incorrecto. Estos pacientes se avergü enzan fá cilmente. Otros
individuos se vuelven hostiles o silenciosos a medida que se desarrolla el miedo a la
enfermedad. El paciente silencioso con frecuencia se encuentra seriamente deprimido, lo
que puede ser una respuesta primaria como resultado de la propia enfermedad o una
respuesta secundaria a la misma. Estos pacientes comú nmente tienen muchos de los otros
signos de depresió n, como se ve en su actitud, expresiones faciales y postura. El uso de
preguntas abiertas con estos pacientes es generalmente de poco valor. Las preguntas
cuidadosamente dirigidas pueden proporcionar algunas de las respuestas.
El paciente seductor
una relació n íntima con su médico. Estos pacientes suelen ser atractivos y llamativos en la
forma en que se visten y caminan. y hablar. Por lo general, ofrecen cumplidos inapropiados
al entrevistador para llamar su atenció n. Los pacientes son frecuentemente
emocionalmente lá biles. No es raro que estos pacientes se expongan físicamente al
principio de la entrevista. El entrevistador puede optar por cubrir al paciente, pero por lo
general esto no tiene éxito. Hacer frente a los propios sentimientos cuando uno se siente
atraído por un paciente así es difícil. El sentimiento de atracció n es natural y el
entrevistador debe aceptarlo. Sin embargo, el entrevistador debe mantener siempre un
comportamiento estrictamente profesional. La empatía y la tranquilidad deben mantenerse
al mínimo, ya que estas técnicas de apoyo estimulan má s fantasías en el paciente. El
entrevistador debe mantener siempre la distancia profesional. Puede ser necesario decir,
gracias por sus agradables cumplidos, pero para que yo pueda ayudarlo, debemos
mantener nuestra relació n estrictamente profesional. Espero que lo entiendas.” Si es
necesario, el entrevistador debe obtener el consejo de alguien en quien confíe.
El paciente enojado Los pacientes enojados, desagradables u hostiles son comunes. Algunos
son degradantes o sarcá sticos, mientras que otros son exigentes, agresivos y
descaradamente hostiles. Algunos pacientes pueden permanecer en silencio durante la
mayor parte de la entrevista. En otras ocasiones, pueden hacer comentarios inapropiados
que son condescendientes con el novato o incluso con el clínico experimentado. El
entrevistador puede sentir resentimiento, ira, autoridad amenazada, impaciencia o
frustració n. Debe evitarse la hostilidad recíproca, ya que puede desarrollarse una lucha por
el poder. El entrevistador debe darse cuenta de que estas reacciones son las respuestas del
paciente a la enfermedad y no necesariamente una respuesta al entrevistador. Estas
reacciones pueden estar profundamente arraigadas en el pasado del paciente. Todo
entrevistador debe ser consciente de que las mismas emociones, como la ira, la envidia o el
miedo, está n presentes tanto en el paciente como en el entrevistador. Un paciente puede
expresar sus sentimientos hacia el entrevistador, quien debe actuar de manera profesional
e imparcial y no debe sentirse ofendido ni ponerse a la defensiva. A los estudiantes de las
profesiones de la atenció n de la salud se les puede haber enseñ ado que deben querer a sus
pacientes para poder tratarlos apropiadamente. La ambivalencia en el entrevistador puede
ser un problema. Los proveedores de atenció n médica deben tratar a los pacientes
médicamente de forma correcta y con respeto, pero de hecho no es necesario agradar al
paciente para brindar una buena atenció n. Debido a su enfermedad, los pacientes pueden
tener sentimientos de pérdida de control, autoridad amenazada y miedo. Su ira es el
mecanismo por el cual intentan manejar sus miedos. Una vez que los entrevistadores
obtienen esta percepció n y se vuelven conscientes de sus propios sentimientos, pueden
tratar mejor a estos pacientes. Los entrevistadores deben aceptar y contener sus propios
sentimientos negativos hacia los pacientes para que su juicio profesional no se distorsione.
La conciencia de los entrevistadores de sus propias ansiedades y sentimientos ayudará a
realizar una entrevista má s productiva. La expresió n consciente de los propios
sentimientos de una manera franca y no insultante facilitará el proceso de la entrevista. El
objetivo es la regulació n y el control de los sentimientos del entrevistador. La
confrontació n puede ser una técnica ú til para entrevistar a estos pacientes. Al decir:
"Suenas muy enojado", el entrevistador permite que los pacientes descarguen algunos de
sus temores. Otro enfoque de confrontació n es decir: "Obviamente está s enojado por algo.
Dime qué crees que está mal". Mantenga la ecuanimidad y evite ponerse a la defensiva. Si al
comienzo de la entrevista el paciente está enojado, intente calmarlo. Proceda lentamente
con las preguntas, evite las interpretaciones y haga preguntas que se limiten a la historia de
la enfermedad actual.
El paciente paranoico
El paciente insaciable Los pacientes insaciables nunca está n satisfechos. Tienen muchas
preguntas y, a pesar de las explicaciones adecuadas, sienten que el entrevistador no ha
respondido a todas sus preguntas. Tienden a ser personas muy sensibles y ansiosas. Estos
pacientes se manejan mejor con un finlandés. enfoque no condescendiente. Una declaració n
de cierre definitiva es ú til, como: "Hemos llegado al final de nuestro tiempo por hoy, pero
volveré". Alternativamente. el entrevistador podría decir, "'Hemos llegado al final de
nuestro tiempo por hoy. Voy a referir sus inquietudes al Dr.
el congraciar
Paciente
El paciente que rechaza la ayuda Los pacientes que rechazan la ayuda generalmente no son
hostiles. Describen haber sido vistos por muchos médicos "expertos" en busca de ayuda y
se sienten satisfechos al decirles a los entrevistadores que nadie puede averiguar qué les
pasa. Regresan una y otra vez a los consultorios médicos, indicando que las "sugerencias de
los médicos" no funcionaron. Comú nmente, cuando un síntoma parece aliviarse, aparece
otro repentinamente. Estos pacientes usan sus síntomas para mejorar su relació n con sus
médicos. Los pacientes a menudo está n muy deprimidos, aunque pueden negarlo. Creen
que han hecho muchos sacrificios y han tenido innumerables decepciones, que atribuyen a
su "enfermedad". El mejor enfoque para estas personas es un fuerte apoyo emocional y un
razonamiento suave. A pesar de la necesidad de ayuda psiquiá trica, estos pacientes
generalmente se niegan a aceptarla.
el compulsivo
Paciente
Los pacientes compulsivos está n preocupados por cada detalle de sus vidas. Estos
pacientes se enorgullecen de su capacidad para resolver todos los problemas, pero cuando
su salud se deteriora, pierden la compostura porque no pueden lidiar con la ambigü edad o
la incertidumbre.
El paciente dependiente El paciente dependiente encuentra la vida difícil sin la ayuda de los
demá s. Estas otras personas brindan el apoyo necesario, tanto emocional como físico. Si se
retira este apoyo, el paciente se siente herido y abandonado y exige aú n má s ayuda. Cuando
las personas dependientes enferman, imaginan que su enfermedad les llevará a perder sus
grupos de apoyo. Por lo tanto, los pacientes dependientes deben ser atendidos má s de
cerca. A veces, sin embargo, estos pacientes pueden aprovecharse de un proveedor de
atenció n médica compasivo exigiendo enormes cantidades de tiempo. Sea lo má s directo
posible a la hora de informar a dichos pacientes de los límites adecuados sin dejarlos
rechazados. El entrevistador podría decir: "Me has dado mucho en qué pensar. Tengo que
irme ahora. Por favor, no sientas que te estoy rechazando. Volveré má s tarde para hablar
sobre algunos de tus otros problemas".
El paciente masoquista
El paciente límite
Los pacientes borderline se definen como individuos con un trastorno de personalidad que
tienen inestabilidad en sus relaciones personales, comportamiento impulsivo y estados de
á nimo inestables. Las emociones intensas y fluctuantes de amor y odio son típicas de los
pacientes borderline. Necesitan apoyo emocional porque está n constantemente
amenazados por personas y circunstancias. A menudo es muy difícil desarrollar una buena
relació n médico-paciente con pacientes borderline porque los cambios de afecto son
rá pidos. Los pacientes límite siempre tienen miedo, pero este miedo puede estar
enmascarado por brotes de ira. Estos pacientes se manejan mejor con palabras
tranquilizadoras.
Influencia
Los niñ os tienden a estar siempre "en guardia". Los niñ os III son especialmente vulnerables
y cautelosos. En primer lugar, son sacados de su entorno familiar "amigable". En segundo
lugar, los médicos, las enfermeras y los estudiantes los miran constantemente con una
amplia variedad de expresiones faciales. Muchos niñ os mayores creen que el médico tiene
una especie de "ojo má gico" que puede
42 SECCIÓ N I EL ARTE DE ENTREVISTA
ver a través de ellos y saber todo acerca de ellos. Todo esto se suma a una experiencia
aterradora para los jó venes. Con frecuencia, las pruebas que pueden causar molestias
pueden tener que ser realizadas por esas "personas de blanco". Los proveedores de
atenció n médica se convierten en un símbolo de peligro y dolor. Cuando los médicos,
enfermeras o técnicos llevan al joven a una prueba, el niñ o experimenta su mayor temor: la
separació n de los padres. Esta separació n produce miedo y ansiedad intensos,
manifestados por llanto, irritabilidad y comportamiento agresivo. El miedo del niñ o
proviene de la preocupació n de no volver a ver a sus padres. Este miedo en realidad puede
ser subconsciente. Los proveedores de atenció n médica deben explicarle al niñ o, si tiene la
edad suficiente, que saben por qué llora y deben asegurarle que pronto verá a sus padres.
Se debe instar a los padres a que hablen con sus hijos, informá ndoles que el médico los va a
ayudar. Los padres deben tener cuidado de no indicar que el médico no lastimará al niñ o,
porque si el niñ o tiene dolor como resultado de una prueba. la relació n padre-hijo puede
verse comprometida. Se debe animar a los padres a quedarse con el niñ o en el hospital el
mayor tiempo posible e incluso a dormir en la habitació n del niñ o por la noche, si está
permitido. Los estudios han demostrado que cuando a los padres se les permite quedarse
con sus hijos, la recuperació n es má s rá pida y hay menos trauma emocional. Una parte
importante del cuidado de los niñ os es hablar con los padres. Si los padres entienden la
situació n, pueden hacer mucho para ayudar a la relació n médico-niñ o. Los niñ os
discapacitados, al igual que los adultos discapacitados, está n extremadamente preocupados
por la atmó sfera del hospital. Les recuerda experiencias anteriores. El entrevistador debe
tener tiempo para jugar con el niñ o mientras habla con el padre o la persona que acompañ a
al niñ o. Halagar al joven con afirmaciones como "Qué bonita está s" o "Qué bonito vestido
llevas" parece fomentar la buena voluntad. Estos niñ os anhelan amor, afecto y atenció n. Se
debe asegurar a los padres que los miembros del personal son confiables y afectuosos. Esto
le dará tranquilidad a los padres. Si un niñ o desea quedarse con su juguete o manta
favorita, no debería haber restricciones. La separació n del hogar y la familia es una
experiencia terrible para cualquier niñ o, pero má s aú n para el discapacitado que se
desenvuelve mejor en un entorno familiar.
El paciente viudo
Muchos pacientes viudos llegan al hospital solos, con la idea de que debido a que sus
có nyuges se han ido, nadie se preocupa por ellos. Pueden estar sufriendo de depresió n
como resultado de la soledad. El entrevistador debe preguntar amablemente si hay alguna
hijos, parientes o amigos a los que se pueda contactar o que vengan a visitar. Estos
pacientes pueden estar en desacuerdo con sus hijos y pueden preferir que no sepan que el
paciente ha ingresado en un hospital. En otros casos, la familia puede vivir lejos. Los
pacientes no quieren que su familia se preocupe, así que no se lo dicen a la familia. En estos
casos, es recomendable que el médico alerte al trabajador social de la situació n particular.
Los voluntarios que visitan al paciente, así como los miembros del clero, pueden brindarle
consejos tranquilizadores. Un cá lido apretó n de manos y tranquilidad son formas efectivas
de poner a este paciente en un estado mental relajado. Muchos pacientes viudos son
bastante activos. El médico no debe suponer que todas las personas viudas está n aisladas.
El paciente con trastorno de estrés postraumá tico Aunque los efectos de las calamidades
naturales y sus secuelas han sido reconocidos desde los tiempos de la antigua Grecia, es
solo desde 1980 que la Asociació n Estadounidense de Psiquiatría incluyó el trastorno de
estrés postraumá tico (TEPT) en su manual de psiquiatría. - tics, Manual Diagnó stico y
Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-III). Una de las primeras descripciones del
TEPT fue realizada por el historiador griego Heró doto. En el 490 a. C. describió , durante la
Batalla de Marató n, a un soldado ateniense que no sufrió heridas de guerra pero quedó
ciego de forma permanente después de presenciar la muerte de un compañ ero soldado. Los
proveedores de atenció n médica recién está n comenzando a reconocer el enorme costo que
el trauma puede tener en el sufrimiento personal y el deterioro funcional. El PTSD también
puede afectar a las generaciones futuras a través de los efectos sobre el comportamiento y
la competencia de los padres (o tutores). Durante muchos añ os, el PTSD se consideró solo
una aflicció n de tiempos de guerra. Se ha estimado que entre el 25 y el 30 % de los
veteranos de la Guerra de Vietnam padecen PTSD. Estos pacientes tienen una variedad de
síntomas, que incluyen pesadillas, trastornos del sueñ o, reacciones de evitació n, culpa,
recuerdos intrusivos y flashbacks disociativos. Ademá s, tanto como el 9-10% de la
població n de los EE. UU. puede tener alguna forma de PTSD. Los estudios han demostrado
que el PTSD se desarrolla en el 2 % de las personas expuestas a cualquier tipo de accidente,
el 30 % de las personas expuestas a un desastre comunitario, el 25 % de las personas que
han experimentado un duelo traumá tico, el 65 % de las personas que no sufren agresió n
sexual; 85% de las mujeres maltratadas en albergues; y 50-90% de las que fueron violadas.
De todos los trastornos psiquiá tricos, el PTSD plantea uno de los mayores desafíos para el
proveedor de atenció n médica debido a su complejidad y variabilidad de signos y síntomas.
En 1987, el DSM-III-R definió el PTSD como aquellos eventos traumá ticos que estaban
"fuera del rango de la experiencia humana habitual y que serían marcadamente
angustiosos para casi cualquier persona". El PTSD es una reacció n normal a una cantidad
anormal de estrés. Aunque el trauma generalmente se considera como una lesió n en una
parte del cuerpo, puede ser aú n má s devastador para la psique. Herir las emociones, el
espíritu, la voluntad de vivir, la dignidad y la sensació n de seguridad puede ser traumá tico.
Algunos eventos traumá ticos pueden durar meses o añ os, mientras que otros pueden
ocurrir en unos pocos segundos y tener los mismos efectos duraderos que los eventos má s
largos. En minutos, el sentido de sí mismo de una persona y el sentido del mundo como un
lugar seguro pueden hacerse añ icos. Un problema con la descripció n del DSM-III-R es que
no reconoce la importancia de la valoració n subjetiva del evento; esto incluye los aspectos
etnoculturales del PTSD. El nuevo DSM-IV ahora enumera el PTSD como el ú nico
diagnó stico que identifica el origen de los síntomas a partir de eventos externos en lugar de
dentro del individuo. Todos los siguientes criterios del DSM-IV deben cumplirse para hacer
un diagnó stico de PTSD: 1. Experiencia de un evento traumá tico 2. Reexperimentació n del
trauma 3. Evidencia de insensibilidad u otro comportamiento de evitació n 4. Exhibició n de
signos de hiperexcitació n 5. Evidencia de síntomas durante al menos 1 mes 6. Experiencia
de dificultades en el hogar, el trabajo o en otras á reas importantes de la vida como
resultado de los síntomas La vida está llena de muchas crisis, como perder a uno de los
padres o que le roben. Aunque estos eventos pueden ser estresantes, no se consideran
"traumá ticos". Un evento traumá tico se define como un acontecimiento inusual que no
forma parte de la experiencia humana normal y que evoca impotencia extrema, miedo y
desesperació n. Los ejemplos de eventos traumá ticos incluyen una catá strofe natural, como
un tornado, un huracá n, un volcá n, un terremoto, un incendio, un deslizamiento de tierra,
o inundació n; una catá strofe humana, como una guerra, campos de concentració n, campos
de refugiados, agresió n sexual, agresió n física u otras formas de victimizació n; presenciar
una muerte, violació n, tortura o paliza; el suicidio de un familiar o amigo cercano; y
cualquier exposició n al peligro de la seguridad y la vida de uno mismo. Volver a
experimentar el trauma puede tomar muchas formas, incluidos sueñ os, escenas
retrospectivas o situaciones que le recuerdan a la persona el evento traumá tico. Mientras
sueñ a, la persona puede gritar, temblar o revolverse en la cama. Aunque la persona se
despierte repentinamente, es posible que no recuerde la pesadilla, pero la sensació n
intensa puede persistir durante largos períodos. El adormecimiento psíquico o emocional
es una forma de autoprotecció n contra el dolor emocional insoportable. Después del
evento, el individuo puede experimentar períodos en los que se siente emocionalmente
muerto o entumecido. Esa persona puede tener grandes dificultades para expresar ternura
o sentimientos amorosos. El comportamiento de evitació n es otro aspecto importante del
PTSD. Las personas con PTSD a menudo se sienten alienadas y separadas de los demá s.
Pueden perder interés en actividades que alguna vez les dieron placer. Otros son incapaces
de recordar ciertos aspectos del evento traumá tico. Los síntomas de hiperexcitació n
incluyen dificultad para conciliar o permanecer dormido, irritabilidad, arrebatos de ira,
dificultad para concentrarse, sobreprotecció n de uno mismo o de los demá s y una
respuesta de sobresalto exagerada. Las personas que sufrieron abusos en una cama
comú nmente experimentan insomnio. Las personas con una respuesta de sobresalto
exagerada pueden saltar ante los ruidos fuertes o si alguien les toca la espalda. La duració n
de los síntomas es variable, pero segú n los criterios oficiales de PTSD, los síntomas deben
durar al menos 1 mes. El ú ltimo criterio se relaciona con el impacto del trauma psíquico en
el estilo de vida. Los sobrevivientes de catá strofes humanas, en general, sufren má s que los
sobrevivientes de catá strofes naturales. Ademá s, los efectos devastadores del trauma
emocional pueden verse influidos por la exposició n del individuo a uno o má s eventos
traumá ticos. La violació n es traumá tica, pero las violaciones mú ltiples son aú n má s
traumá ticas. ¿Los síntomas de la persona interfieren con su capacidad para trabajar,
estudiar, socializar o mantener relaciones familiares saludables? Se han reconocido
muchos trastornos relacionados con el trauma e incluyen psicosis reactiva breve, trastorno
de personalidad mú ltiple, fuga disociativa, amnesia disociativa, trastorno de conversió n,
trastorno de despersonalizació n, trastorno de ansiedad onírica, trastorno de somatizació n,
trastorno de personalidad límite y trastorno de personalidad antisocial. Se han postulado
muchos otros trastornos relacionados con el trauma. Estos trastornos y el trauma que los
puede preceder se indican a continuació n:
Psicosis reactiva breve: cualquier evento que sería estresante para cualquier persona
Trastorno de personalidad mú ltiple: abuso u otro trauma emocional infantil Fuga
disociativa: estrés psicoló gico grave, como peleas maritales, conflictos militares, desastres
naturales o rechazo personal Amnesia disociativa: Estrés psicoló gico grave, como la muerte
trá gica de un ser querido, abandono o amenaza de lesiones personales. Trastorno de
conversió n: estrés psicoló gico extremo, como una guerra o la muerte trá gica reciente de un
ser querido. Trastorno de despersonalizació n: estrés grave, como un combate militar. o un
accidente automovilístico Trastorno de ansiedad del sueñ o: cualquier estrés importante de
la vida, depresió n, abuso de sustancias o abstinencia de sustancias Trastorno de
somatizació n: abuso en la primera infancia Trastorno límite de la personalidad: trauma en
la primera infancia Trastorno antisocial de la personalidad abuso en la primera infancia
expuestos a eventos traumá ticos severos y repetidos que pueden servir como base
bioló gica para las fases de hiperexcitació n y adormecimiento del TEPT. Aunque casi
cualquier síntoma puede resultar del PTSD, algunos de los má s comunes son los siguientes:
El paciente discapacitado
Los pacientes discapacitados pueden llegar al hospital con gran aprensió n y desconfianza.
Por lo general, está n familiarizados con las deficiencias de los hospitales porque
probablemente han sido hospitalizados por pruebas dolorosas o cirugía. Pueden estar
agobiados por un complejo de inferioridad y pueden sentirse poco atractivos. El
entrevistador debe tener todo esto en cuenta y asegurar a los pacientes que se hará todo lo
posible para que se sientan có modos. El entrevistador debe diferenciar los problemas
emocionales de las personas discapacitadas de los físicos que los llevaron al hospital. Una
sonrisa amistosa o unas pocas palabras amables pueden ayudar a que estos pacientes
cooperen, asegurando así una mejor relació n médico-paciente. Muchas personas
discapacitadas han desarrollado sus propias rutinas que les funcionan. A menudo no
quieren que el personal médico imponga su forma de hacer algo si la forma del paciente
funciona. Los pacientes con discapacidad auditiva deben recibir un trato diferente al de
otros pacientes discapacitados. Siéntese directamente frente a estos pacientes para
permitirles beneficiarse de la lectura de labios. Asegú rate de que la iluminació n de la
habitació n sea la correcta para que tu cara esté bien iluminada. Es importante hablar
despacio con gestos y expresiones adecuadas para puntuar la pregunta. Pregunte a estos
pacientes si es necesario que levante la voz. Si usan audífonos, es posible que no sea
necesario levantar la voz. Si todo lo demá s falla, el uso de preguntas escritas puede ser ú til.
Otro tipo especial de paciente discapacitado es el paciente con discapacidad visual. Debido
a que el paciente con visió n limitada o nula no tiene ninguna referencia para usted en la
habitació n, es ú til que ocasionalmente toque al paciente en el brazo o el hombro. Esto se
puede hacer en lugar de las facilitaciones no verbales má s está ndar, que no tienen ningú n
valor en este paciente. El paciente con retraso mental severo debe estar acompañ ado por
un familiar o tutor para proporcionar una historia adecuada.
El paciente de SIDA
Los pacientes con SIDA temen por sus vidas y por ser estigmatizados como miembros de un
grupo indeseable. Son conscientes de que sus posibilidades de supervivencia son escasas.
El miedo y la incomprensió n comunes en los grupos de alto riesgo dan como resultado un
tratamiento médico tardío. La negació n es el factor importante en la mayoría de estos
pacientes. El paciente tiene un miedo intenso.
El paciente disfá sico El paciente disfá sico tiene un impedimento del habla y no puede
ordenar las palabras correctamente. La disfasia generalmente es causada por una lesió n
cerebral, como un derrame cerebral. El grado de disfasia puede variar enormemente, casi
hasta completar la afasia. Aunque los pacientes pueden parecer relativamente insensibles,
pueden ser totalmente conscientes de todas las conversaciones. Por lo tanto, todas las
conversaciones que se lleven a cabo en presencia de dichos pacientes deben hacerse con la
suposició n de que los pacientes pueden entender. Antes de la entrevista, el entrevistador
puede dar a los pacientes un lá piz y papel para determinar si pueden responder por escrito.
Las respuestas "Sí" y "No" se pueden dar asintiendo con la cabeza.
El paciente psicó tico Los pacientes psicó ticos tienen un deterioro de sus habilidades de
prueba de la realidad. Tienen una gran incapacidad para comunicarse de manera efectiva.
También pueden sufrir alucinaciones, delirios o sentimientos de persecució n. Los pacientes
psicó ticos no pueden lidiar con su miedo. Ellos está n constantemente luchando con las
demandas siempre cambiantes de su entorno. Es muy importante que el entrevistador
reconozca pronto al paciente psicó tico y mantenga la mayor calma posible. Si el paciente ha
tenido episodios violentos, tenga ayuda disponible. En general, entrevistar a pacientes
psicó ticos presenta una tarea difícil para el entrevistador inexperto. Algunos de estos
pacientes tienden a ser inarticulados y preocupados por fantasías, mientras que otros está n
razonablemente lú cidos. Los síntomas y signos de su psicosis no son claramente evidentes
en la primera evaluació n. Hay varias pistas sobre la existencia de una psicosis. Preste
especial atenció n al patró n del habla y su organizació n. ¿Hay un revoltijo de ideas? Los
pacientes psicó ticos se distraen fá cilmente y el entrevistador debe recordarles
constantemente el tema. Estos pacientes no logran completar ninguna cadena de
pensamiento y no pueden seguir ninguna idea hasta su finalizació n. Pueden tener
impresiones extrañ as sobre sus cuerpos. Pueden quejarse de que han notado que un brazo
se ha acortado recientemente o que sus genitales externos se han encogido o agrandado
repentinamente. Ademá s, pueden tener evidencia de un afecto inapropiado. El paciente
puede reírse mientras cuenta la muerte de un amigo o pariente. Un tipo especial de
trastorno psicó tico de la personalidad se encuentra en pacientes con síndrome de
Mnchausen. Tales pacientes son los clá sicos simuladores de hospital. Son mentirosos
patoló gicos y viajan de médico en médico, de hospital en hospital. Se quejan de una amplia
variedad de síntomas y, de hecho, crean signos de enfermedad para buscar una ventaja. Sus
historias está n bien ensayadas y tienen una perpetuació n masoquista de autolesiones. Por
ejemplo, el paciente de Mnchausen puede realmente pincharse la piel debajo de una uñ a
para que no sea obvio, dejar caer un poco de sangre en la orina y llamar al médico para
decirle que hay sangre en la orina. Estos pacientes buscan frecuentemente procedimientos
diagnó sticos y terapéuticos dolorosos. A veces, incluso pueden someterse a procedimientos
quirú rgicos.
Los pacientes alcohó licos son fisioló gica y psicoló gicamente dependientes del alcohol. La
mayoría de las veces, los entrevistadores realizan las sesiones cuando el paciente no está
ebrio. El consumo excesivo de alcohol suele ser un intento de amortiguar los sentimientos
de culpa y fracaso. Cuanto má s beben los pacientes, má s los abandonan sus familiares y
amigos.
castigado y solo. Se quedan con su ú nico "amigo": el alcohol. A menudo está n dispuestos a
hablar y su relato de sus há bitos de bebida puede ser interesante. Los alcohó licos
generalmente tienen una baja opinió n de sí mismos. Incluso pueden estar molestos por sus
persistentes há bitos de bebida. Su odio hacia sí mismos puede ser una manifestació n de un
deseo autodestructivo. Los pacientes alcohó licos también pueden tener temores sobre la
inadecuació n sexual o la homosexualidad. No es fá cil abrir estos temas, porque es probable
que estos pacientes respondan de manera explosiva. El entrevistador sensible debe
abordar estos temas de una manera que no sea condescendiente ni moralista.
El paciente psicosomá tico Así como la enfermedad física puede producir problemas
psicoló gicos, los problemas psicoló gicos pueden crear dolencias físicas. La interacció n
íntima de la mente y el cuerpo se demuestra claramente en el trastorno psicosomá tico. Los
pacientes psicosomá ticos expresan malestar emocional y angustia en forma de síntomas
corporales. Es posible que desconozcan por completo el estrés psicoló gico en sus vidas o la
relació n del estrés con los síntomas. Hay muchas maneras de tratar con pacientes
psicosomá ticos. En primer lugar, identifica el trastorno: no te pierdas el posible diagnó stico
de un trastorno afectivo o de ansiedad. El tratamiento de la somatizació n está dirigido a
enseñ ar al paciente a afrontar los problemas psicoló gicos. El médico debe ser consciente de
que la somatizació n opera inconscientemente; el paciente realmente está sufriendo. Sobre
todo, nunca le diga al paciente que su problema está "en su cabeza". La ansiedad, el miedo y
la depresió n son los principales problemas psicoló gicos asociados con la enfermedad
psicosomá tica. La lista de jarabe comú n asociado. toms y enfermedades es largo e incluye
dolor torá cico, dolores de cabeza, ú lcera péptica, colitis ulcerosa, síndrome del intestino
irritable, ná useas, vó mitos, anorexia nerviosa, urticaria, taquicardia, hipertensió n, asma,
migrañ a, síndromes de tensió n muscular, obesidad, erupciones cutá neas, y mareos
Respuestas a una pregunta abierta como "¿Qué ha estado pasando en tu vida?" a menudo
proporcionan una idea de los problemas. Finalmente, el entrevistador debe legitimar el
sufrimiento de los pacientes reconociendo que su sufrimiento es real. El entrevistador debe
ayudar a los pacientes a reconocer la forma en que el estrés puede generar sufrimiento
físico. Dar a los pacientes la libertad de hablar sobre sus esperanzas y temores suele ser
má s beneficioso que una receta escrita para los medicamentos.
enfermedad". Aunque la conversació n que sigue puede ser emocionalmente agotadora para
el entrevistador, es responsabilidad del entrevistador permitir que el paciente moribundo
hable. A veces, la respuesta má s apropiada a una expresió n de dolor es un período de
silencio reflexivo.
Bibliografía
CAPÍTULO 3
El cuidado de los pacientes en una sociedad culturalmente diversa
Lo que el bisturí es para el cirujano, lo son las palabras para el clínico. la conversació n entre
médico y paciente es el corazó n de la prá ctica de la medicina.
Los aspectos culturales del diagnó stico físico y la medicina se han vuelto cada vez má s
importantes. A mediados del siglo XXI, la mayoría de la població n de los Estados Unidos ya
no será blanca. Es imperativo que todos los miembros de las profesiones del cuidado de la
salud se concentren en la diversidad de creencias y prá cticas culturales que existen dentro
de la sociedad estadounidense. Todo proveedor de atenció n de la salud debe comprender
las dimensiones y complejidades del cuidado de personas de orígenes culturalmente
diversos. Igualmente importante es el conocimiento del proveedor de los factores
culturales y socioeconó micos que afectan el acceso del paciente y el uso de los recursos de
atenció n médica. Al tratar a inmigrantes recientes, es necesario ser consciente de que sus
actitudes hacia la enfermedad y el tratamiento pueden ser muy diferentes de las de la
població n indígena. Los inmigrantes de segunda generació n pueden tener una apreciació n
diferente. Estados Unidos alberga una de las poblaciones má s heterogéneas étnica y
culturalmente del mundo. Hay má s de 100 grupos étnicos y 400 tribus de nativos
americanos en los Estados Unidos, cada uno con prá cticas y creencias específicas. Este
capítulo proporciona una muestra de la diversidad cultural y tiene como objetivo
sensibilizar al proveedor de atenció n médica sobre la importancia de comprender el
impacto de la diversidad cultural en la prestació n de atenció n médica. Este capítulo no es
completo porque no todos los grupos está n representados; ninguna cultura fue omitida a
propó sito. El capítulo se divide en tres secciones principales: una discusió n de algunas
consideraciones generales en la prestació n de atenció n médica en una sociedad
multicultural; perspectivas interculturales seleccionadas; y una revisió n de la medicina
tradicional china. Los estudios han demostrado que la frecuencia de uso de terapias
médicas no convencionales o alternativas en los Estados Unidos es mucho mayor de lo que
se informó anteriormente. La medicina no convencional consiste en técnicas de relajació n,
imá genes, quiroprá ctica, masajes, sanació n espiritual, hierbas medicinales, acupuntura,
homeopatía, remedios caseros y oració n, por nombrar algunos. Se estima que una de cada
tres personas en la població n adulta de los EE. UU. usa estos y otros métodos de curació n
alternativos: ¡se estima que 80 millones de estadounidenses! El nú mero de visitas a los
proveedores de esta atenció n de salud es mayor que el nú mero de visitas a todos los
médicos de atenció n primaria a nivel nacional. Má s del 70% de estos pacientes nunca
mencionan el uso de una terapia alternativa a sus médicos. El dinero gastado en estas
visitas asciende a aproximadamente $13.700 millones, de los cuales $10.300 millones se
pagan de su bolsillo. Esta cifra es comparable a los $12,800 millones gastados de su bolsillo
anualmente para todas las hospitalizaciones en los Estados Unidos. Una de las razones por
las que los pacientes buscan terapias alternativas puede deberse a fallas en la relació n
médico-paciente. Los proveedores de atenció n médica a menudo no discuten el uso de
terapias alternativas porque carecen de los conocimientos adecuados en esta á rea. Esta
falta de comunicació n puede resultar perjudicial para el paciente, porque el uso de algunas
formas de medicina no convencional, si no se supervisa, puede ser peligroso para el
paciente.
51
General
Consideraciones
Segú n el censo de 2000, se contaron 281,4 millones de personas en los Estados Unidos, un
aumento del 13,2 por ciento con respecto a la població n del censo de 1990 de 248,7
millones. El crecimiento demográ fico de 32,7 millones de personas entre 1990 y 2000
representa el mayor aumento de censo a censo en la historia de Estados Unidos. El
aumento récord anterior fue de 28,0 millones de personas entre 1950 y 1960,
principalmente debido al baby boom posterior a la Segunda Guerra Mundial. De los 281,4
millones de personas, había 211,4 millones (75,1%) blancos: 34,6 millones (12,3%)
afroamericanos o negros; 10,2 millones (3,6%) asiá ticos; 2,4 millones (0,9%) nativos
americanos (indios americanos, inuit e inupiat y aleutianos); y 398.835 (0,1 %) nativos de
Hawá i y otras islas del Pacífico. Los individuos "blancos" son aquellas personas que tienen
orígenes en cualquiera de los pueblos originarios de Europa, Medio Oriente o Á frica del
Norte. Incluye a aquellas personas que indicaron su(s) raza(s) como "blanca" o inglesa,
italiana, francesa, holandesa, escocesa irlandesa, escocesa, irlandesa, sueca, noruega,
españ ola, alemana, italiana, polaca, libanesa, del Cercano Oriente o Á rabe. Los miembros de
la comunidad asiá tica son chinos, filipinos, indios asiá ticos, japoneses, coreanos,
vietnamitas y otros asiá ticos. Los nú meros reales son probablemente varios millones má s
altos, dado que muchas personas no se cuentan debido a su condició n de indocumentados
(es decir, sin papeles de inmigració n) y conteos inadecuados en el censo. Había 35.305.818
personas (12,5% de la població n total) de origen hispano/latino que componen un grupo
multicultural diverso. La definició n federal de hispano/latino es "una persona de cultura u
origen cubano, mexicano, puertorriqueñ o, sudamericano o centroamericano, u otra cultura
u origen españ ol, independientemente de la raza". Entre la població n hispana/latina, 66.1%
eran de origen mexicano; el 14,5% eran centro y sudamericanos; el 9,0% eran
puertorriqueñ os; el 4,0% eran cubanos; y el 6,4% restante eran de otros orígenes hispanos.
Estados Unidos ahora ocupa el sexto lugar en el mundo en términos del nú mero de latinos
que residen dentro de sus fronteras. Ha habido cambios significativos en la població n de
EE. UU. en las ú ltimas décadas: la mayoría blanca se está reduciendo y envejeciendo,
mientras que la proporció n de hispanos/latinos, afroamericanos, asiá ticos americanos y
nativos americanos es joven y está creciendo. Se ha proyectado que para el añ o 2010 habrá
una disminució n de 3,8 millones de jó venes blancos y un aumento de 44 millones de
jó venes no blancos. El idioma puede ser una barrera significativa para una buena atenció n
médica. Segú n el censo de 2000, hay má s de 15 millones de personas en los Estados Unidos
que tienen un "dominio limitado del inglés".* Má s del 5% de la població n de California,
Nueva York, Texas, Nuevo México y Hawá i tienen un inglés limitado. habilidades
lingü ísticas.
Raza, cultura y origen étnico La raza, tal como la define el diccionario colegiado de Merriam
Webster, décima edició n, es una "clase o tipo de personas unidas por una comunidad de
intereses, há bitos o características físicas heredadas". El término cultura tiene un
significado amplio. Se refiere a las creencias unificadoras de cualquier grupo de personas
de religió n, valores, actitudes, prá cticas rituales, estructura familiar, idioma o modo de
organizació n social similares. La cultura proporciona valores que son compartidos por los
miembros de una sociedad específica o un grupo social dentro de una sociedad. La cultura
socializa a sus miembros sobre có mo percibir el mundo, có mo comportarse en el mundo y
có mo experimentar el mundo emocionalmente. Elementos como el idioma, los roles
sociales o familiares y las creencias sobre el universo, la naturaleza del bien y el mal, la
vestimenta apropiada, los há bitos alimentarios e higiénicos, los modales y la comida
representan valores y nociones culturales. La cultura impregna todas las vidas y da forma a
toda la identidad humana. Todas las experiencias y normas personales se perciben a través
de la cultura de la que emergen. La cultura da forma a la percepció n humana de la realidad
e influye en las formas de conducta de la sociedad. Diferentes culturas refuerzan diferentes
comportamientos; lo que es aceptable en una cultura puede considerarse desviado en otra.
Los valores culturales, en parte, determinan có mo se comportará una persona como
paciente, los tipos de tratamiento aceptados y el seguimiento permitido, y quién tomará las
decisiones. Desde el punto de vista médico estadounidense, el médico y el paciente toman
las decisiones, pero cuando la familia del paciente ejerce una gran influencia, el panorama
puede ser muy diferente. En algunas culturas tradicionales, la familia asume este papel por
el paciente. Las figuras de autoridad, como los padres o los abuelos, a menudo tienen
prioridad. Por ejemplo, en el caso de los pacientes gitanos, es posible que el principal
responsable de la toma de decisiones ni siquiera sea un familiar. Entre los pacientes judíos
ortodoxos, solo se puede tomar una decisió n médica después de consultar con su rabino.
Entre los Amish, toda la comunidad puede desempeñ ar un papel en la toma de decisiones.
La etnicidad es el sentido de identificació n de un grupo cultural asociado con la herencia
social y cultural comú n del grupo. La Enciclopedia de Harvard de Grupos É tnicos
Estadounidenses define la etnicidad como "un origen geográ fico comú n, idioma, fe religiosa
y lazos culturales (por ejemplo, tradiciones compartidas, valores, símbolos, literatura,
mú sica y preferencias alimentarias)".
Cultura y salud Es fundamental que cualquier proveedor de atenció n médica tenga una
apreciació n de los valores familiares, el idioma, las normas, la religió n y la ideología política
transculturales. Se estima que entre el 80 y el 90 % de todos los episodios de enfermedad
reconocidos por uno mismo se tratan exclusivamente fuera de un sistema de atenció n de la
salud formal. Los curanderos tradicionales, los médiums, los grupos de autoayuda y los
practicantes religiosos proporcionan una proporció n sustancial de esta atenció n de salud.
Dentro de los Estados Unidos, hay muchos grupos culturalmente distintos. Incluso dentro
de estos grupos, existen muchas variables, como el logro educativo, la clase
socioeconó mica, el estado generacional y la relació n política entre el país de origen y los
Estados Unidos. Todos estos factores influyen en el establecimiento de la realidad diná mica
de un grupo étnico. Estar en un nivel socioeconó mico bajo parece ser un fuerte predictor de
si el origen étnico influirá en el comportamiento de dichos pacientes, independientemente
de si son recién llegados o nativos. Los siguientes factores son otros predictores del
comportamiento étnico: • Emigració n de á reas rurales • Visitas frecuentes de regreso al
á rea nativa • Falta de educació n formal • Inmigració n a los Estados Unidos a una edad
mayor • Una gran diferencia en la vestimenta o la dieta Inmigrantes recién llegados a
menudo experimentar prejuicios; el costo para su psique puede ser pesado. El cambio
cultural no se limita meramente a la inmigració n. Moverse dentro del mismo país o cambiar
de profesió n puede resultar fá cilmente en un choque cultural. La nueva cultura puede ser
vista como carente de empatía, cruel y crítica. El recién llegado experimenta con frecuencia
frustració n, irritabilidad, fatiga, pérdida de flexibilidad e incapacidad para comunicar sus
sentimientos a los demá s. Pueden desarrollarse desconfianza, tendencias paranoicas,
depresió n, ansiedad y enfermedades físicas y psicosomá ticas. Por lo tanto, es necesario
incluir el historial migratorio e inmigratorio del paciente y su familia en la evaluació n del
paciente. La familia es portadora de rasgos étnicos e identidad. Los matrimonios
interculturales pueden ofrecer lo mejor y lo peor de ambos mundos. La reconciliació n de
diferentes normas y tradiciones puede brindar una experiencia enriquecedora, pero el
choque de diferentes rasgos culturales puede conducir a relaciones tensas entre los
có nyuges y las familias. La influencia de la etnicidad y la cultura en la salud y las prá cticas
de creencias sobre la salud se ha reconocido desde hace mucho tiempo como resultado de
la presencia de enfermedades y síndromes relacionados con la raza, así como de
predisposiciones sociales a la enfermedad. Es muy importante indagar acerca de las
percepciones de los pacientes sobre sus síntomas y enfermedad. Para comprender mejor
las influencias culturales en el problema médico de un paciente, Lipkin et al. han sugerido
varias preguntas para obtener las explicaciones de los pacientes sobre sus síntomas o
prá cticas de creencias sobre la salud: • ¿Có mo llama usted a su problema? • ¿Qué causa su
problema? ? • ¿Por qué crees que comenzó cuando comenzó ? • ¿Có mo funciona? ¿Qué está
pasando en tu cuerpo? • ¿Qué tipo de tratamiento crees que sería mejor para este
problema? • ¿Có mo ha afectado este problema a tu vida? • ¿Qué es lo que má s le asusta o le
preocupa de este problema y tratamiento?
Enfermedades genéticas
TABLA 3--1. Enfermedad específica Incidencia má s alta Cá ncer de piel Este de Australia
Cá ncer de mejilla Sur de India Nueva Guinea Cá ncer de nasofar- Sudeste de Asia ynx Kenia
Norte de Francia (Bretañ a) Sudá frica Rhodesia oriental Kenia occidental Este del Mar
Caspio
Japó n Corea Finlandia oriental Regió n montañ osa de Colombia Zaire oriental Sudoeste de
Uganda
Cá ncer de colon América del Norte Europa occidental Cá ncer de hígado Á frica subsahariana
Linfoma de Burkitt Á frica (100 ° al norte y al sur del ecuador) Apendicitis América del
Norte América del Sur Europa Enfermedad diverticular América del Norte Europa
occidental Australia Nueva Zelanda Hemorroides América del Norte América del Sur
Europa Colelitiasis Sudoeste de Estados Unidos Estados Suecia Ú lcera duodenal
estenosante Sur de India Cer Este de Zaire Cardiopatía isquémica América del Norte
América del Sur Europa Finlandia
Incidencia má s alta Hipertensió n Japó n Taiwá n Trombosis venosa América del Norte
América del Sur Europa Venas varicosas América del Norte Diabetes América del Norte
América del Sur Europa Cá lculos en la vejiga Rural Tailandia Esclerosis mú ltiple Norte de
Estados Unidos Europa del Norte Rosá cea Gran Bretañ a, especialmente Escocia Vogt-
Koyanagi-Harada Síndrome de Japó n Italia Enfermedad de Takayasu Japó n Deficiencia de
lactasa Grecia El pueblo judío Afroamericanos Tailandia Esquimales Japó n
Parece que el sistema se basa en la temperatura, el estado térmico en el que se toman los
alimentos o medicamentos no es importante. Ciertos tipos de té de hierbas, que se sirven
calientes, se consideran fríos. mientras que la cerveza fría, por su contenido alcohó lico, se
considera caliente. En la teoría de la enfermedad frío-calor, las condiciones que son
calientes, como la ú lcera, el estreñ imiento, el embarazo, la diarrea y las erupciones
cutá neas, deben equilibrarse y tratarse con alimentos fríos, como el coco, el aguacate, la
cañ a de azú car y las habas. Las mujeres en período de menstruació n o posparto que creen
en la teoría del calor y el frío pueden evitar ciertas verduras y frutas "frías" porque estas
frutas son propensas a coagular su sangre menstrual "caliente", impidiendo su flujo,
haciendo que fluya hacia atrá s en el cuerpo y causar nerviosismo o locura. Las
enfermedades del resfriado, como la artritis o los dolores articulares, se tratan con terapia
de calor, como aspirina, tabletas de hierro, penicilina, chiles, chocolate, leche evaporada,
cebolla, ajo o canela. Como otro ejemplo, considere lo siguiente. Un paciente puede estar en
tratamiento con diuréticos y requerir suplementos de potasio. El médico puede aconsejar
al paciente que coma alimentos ricos en potasio, como naranjas o plá tanos. Si el paciente
contrae una infecció n de las vías respiratorias superiores, que es una enfermedad del
resfriado, puede dejar de comer estas frutas, que se clasifican como resfriadas, porque
comerlas solo empeorará el desequilibrio. Esta creencia debe reconocerse porque
contribuye significativamente al incumplimiento de la terapia por parte del paciente.
Pueden surgir problemas cuando un médico prescribe un medicamento "caliente" para una
enfermedad "caliente" o un medicamento "frío" para una enfermedad "fría". La teoría de
frío-calor es aú n má s compleja porque la asignació n de las cualidades "caliente" o "frío"
varía de una cultura a otra. A menudo es difícil para el proveedor de atenció n médica
recordar las diversas combinaciones de frío-calor. Si hay pacientes hispanos/latinos con
estas creencias, pregunte a los colegas hispanos/latinos del equipo médico o directamente
al paciente y la familia. Indagar respetuosamente sobre la cultura del paciente puede ser
eficaz para mejorar las relaciones médico-paciente. Para lograr los má ximos beneficios
terapéuticos para los pacientes que creen en la teoría de la enfermedad caliente-fría, se
aconseja al proveedor de atenció n médica trabajar dentro de su marco, si es posible, en la
prescripció n de medicamentos y dieta. Trate de consultar a colegas médicos, enfermeras y
trabajadores sociales que compartan los antecedentes del paciente. La creencia en la
brujería como causa de enfermedad está muy extendida. En la població n hispana/latina,
términos como real puesto, rnal de ojo, rnal artificial, brujería, hechicerfa y enfermedad
endaada se utilizan para describir la "enfermedad del dañ o"; alguien ha hecho algo para
causar lesiones, enfermedades o la muerte. Se cree que el mal de ojo es el resultado del
respeto o amor excesivo de otra persona, especialmente hacia los niñ os recién nacidos. Un
tema recurrente en la creencia en la brujería es que los animales está n presentes en el
cuerpo y se introducen por medios má gicos. Casi siempre, el animal ofensor es un reptil, un
insecto o un anfibio. Estos animales han sido secados y pulverizados, rociados sobre
alimentos y reconstituidos en el cuerpo de la víctima. Los síntomas a menudo se describen
como animales que se arrastran por el cuerpo o se retuercen por los intestinos. La creencia
es que esta es una expresió n má gica de amigos, parientes o extrañ os que desean que la
mala suerte llegue a un individuo. Un maleficio es un maleficio, una desgracia o un caso de
mala suerte que una persona puede imponer a otra. El uso de aceites má gicos, inciensos,
artículos religiosos y velas puede usarse para repeler el mal. En la comunidad
hispana/latina, una bot(nica, o tienda de artefactos religiosos, vende muchos de estos
artículos. El comerciante sirve como consultor en temas de salud y relacionados. Las
figuras 3-1 y 3-2 fueron tomadas en el Otto Chicas Rendó n Botá nica en la calle 116 en la
ciudad de Nueva York. A menudo, la entrada a una botnica, como se muestra en la Figura 3-
1, muestra predominantemente imá genes cató licas romanas. Velas, flores, plantas y
tazones de coco y melaza frecuentemente rodean las estatuas cristianas. Aviso la influencia
del cristianismo, así como de las culturas africana y á rabe en los ídolos que se muestran en
la figura 3-2 A mediados de 2000, había má s de 500 botnicas en las guías telefó nicas
comerciales de los Estados Unidos, con má s de 50 en Manhattan en la ciudad de Nueva
York. Probablemente hay muchos má s que no está n en la lista. Muy a menudo, los pacientes
que creen que son víctimas de brujería no buscará n atenció n médica de un médico. Ciertos
miembros de su comunidad pueden ser consultados para cantar oraciones especiales y
conjuros. ons para curar la enfermedad. En otras ocasiones, pueden requerir exorcismo o
alguna otra terapia dramá tica para expulsar la enfermedad del cuerpo. Otras "curas"
comunes incluyen trementina, queroseno, bolas de naftalina y tetracloruro de carbono.
FIGURA 3-1. Entrada a Otto Chicas Rendon Bottnica en 116th Street, New York City.
Los nativos americanos tienen una de las tasas de morbilidad y mortalidad má s altas: su
tasa de mortalidad es un 30% má s alta que la de la població n general de los Estados
Unidos. Este riesgo puede estar relacionado con el hecho de que los nativos americanos son
uno de los grupos étnicos má s desfavorecidos de los Estados Unidos. Tienen una alta
incidencia de síndrome alcohó lico fetal y efectos del alcoholismo fetal. Ademá s, la
incidencia de hiperplasia suprarrenal congénita es mayor en los nativos americanos que en
la població n blanca.
Específico
Perspectivas transculturales
Afroamericano
FIGURA 3-8.
Amuletos religiosos.
FIGURA 3-11.
Velas votivas.
interés por su vida y su salud. Los hispanos/latinos también disfrutan de una breve
conversació n social antes de hablar sobre su enfermedad. Esto ayuda a desarrollar un
sentido de confianza. La creencia en la santerfa se originó hace má s de 400 añ os en Cuba a
partir de las tradiciones del pueblo africano yoruba de Nigeria y Benin. Estas personas
fueron transportadas a Cuba para trabajar como esclavos en las plantaciones de azú car.
Desde Cuba, este culto religioso se extendió a las islas vecinas ya los Estados Unidos: llegó a
Nueva York a fines de la década de 1940. La santería combina elementos de las creencias de
Á frica occidental con el catolicismo romano. Una vez que fue solo una religió n de gueto,
Santerfa tiene un nú mero creciente de profesionales de clase media, incluidos blancos,
afroamericanos, latinos y asiá tico-americanos. Los seguidores creen en un Ser Supremo
pero también en divinidades africanas conocidas como orishas, cada una de las cuales
representa una característica humana, como el poder, y un aspecto de la naturaleza, como
el trueno. Cada una de estas deidades es adorada a imagen de un santo cató lico. Hay varios
orishas relacionados con problemas de salud: el orisha Chango está vinculado a Santa
Bá rbara*, quien es la diosa del trueno, el relá mpago y la muerte violenta; orisha Bacoso,
con San Cristó bal (infecciones); orisha Ira, con San Antonio (fertilidad). Las estatuas de
santos o deidades se compran comú nmente para el hogar. Las Figuras 3-2 y 3-12 muestran
algunas estatuas religiosas vendidas en una botnica. Los creyentes oran a estos ídolos para
que intervengan ante Dios para mejorar sus vidas y obtener bendiciones. Muchos de estos
ídolos se utilizan para oraciones por la salud. Note los elementos africanos mezclados con
el catolicismo en los ídolos. La figura sentada con la corbata roja es Maximó n, un
guatemalteco que se cree que tiene poderes para producir salud, tranquilidad, protecció n,
felicidad, riqueza y un mejor desempeñ o sexual. La figura de pie con traje negro a la
derecha es el médico venezolano, Dr. José Gregorio Herná ndez Cisnero. Era conocido por
sus milagros relacionados con la salud y los pacientes le rezan por su salud. La figura de la
tú nica rosa rojiza y dorada con la corona es la famosa estatua del Niñ o Jesú s de Praga
(también, Atacha), conocido en españ ol como El Niñ o Jesú s de Praga (también, Atacha). La
Figura 3-13 muestra al orisha Chango.
Hay una jerarquía muy estructurada en la prá ctica de la Santerfa. A cargo está el babalow;
le sigue el presidente, el médium principal; y el tercer practicante es el santero. Se dice que
el santero, un miembro importante y respetado de la comunidad latina, posee el poder
má gico de los orishas, conocido como ache. Devociones rituales que involucran ritmos y
bailes africanos; ofrendas de alimento y sacrificio de animales; adivinació n con conchas,
huesos y huevos; estados de trance; y se cree que otros ritos revelan las fuentes de los
problemas y ayudan a resolverlos. Durante el ritual, el santero se viste con tú nicas blancas
con collares y pulseras de cuentas. La santerfa se puede practicar en casas, parques,
escaparates o só tanos. La partera o la cornadrona es la partera tradicional o partera
tradicional de la cultura latina. Estas mujeres se describen como cá lidas, cariñ osas y
cooperativas. Su funció n es dar consejos a las mujeres embarazadas, tratar a las mujeres
embarazadas por enfermedades con hierbas y masajes, y estar presentes durante el trabajo
de parto y el parto. Las mujeres ofrecen apoyo tanto emocional como instrumental durante
y después del parto. La mayoría de las parteras tienen salas de parto en sus casas. Hay
varias enfermedades tradicionales o ligadas a la cultura de los latinos. Una enfermedad
ligada a la cultura es aquella que está culturalmente definida. Puede o no tener un
equivalente desde una perspectiva médica occidental. El trauma emocional y las emociones
fuertes se reconocen en toda América Latina como causas de enfermedad. Condiciones
tales como mal de ojo, mal de ojo, ataque de nervios, susto, male aire y caida de mollera son
ejemplos de síndromes latinos "ligados a la cultura". El mal de ojo* es el resultado de
peligrosos desequilibrios en las relaciones sociales; la enfermedad se atribuye a la "mirada
fuerte" de una persona envidiosa. La fiebre, el insomnio y los dolores de cabeza son
síntomas comunes. Ernpacho, o malestar estomacal, ocurre cuando un paciente latino está
estresado psicoló gicamente durante o inmediatamente después de comer. El síntoma
principal es una sensació n de "bola en el estó mago" asociada con dolor abdominal. El
ataque de nervios se manifiesta por un estallido repentino de gritos o palabrotas,
acompañ ado de una variedad de síntomas que incluyen disnea, opresió n en el pecho,
pérdida de memoria, temblores, sensació n de calor, palpitaciones, mareos y parestesias;
puede estar acompañ ada de, o debido a, hiperventilació n. A menudo se ve cuando el
paciente se enfrenta a eventos vitales estresantes, como un accidente, una enfermedad
grave aguda, un funeral o una muerte. Durante el episodio, la persona puede caer al suelo
con convulsiones o permanecer inmó vil. Un ataque de nervios puede progresar a susto, que
es una condició n prolongada que experimenta un paciente después de haber estado
expuesto a un evento traumá tico. El paciente está deprimido, carece de interés por vivir, es
introvertido y tiene una alteració n de los há bitos alimentarios e higiénicos. El susto, un
estado de fuga no cinético, es una reacció n de estrés comú n y puede describirse en parte
como un estado de desorientació n y confusió n. Las oraciones rituales y los remedios
herbales son el tratamiento comú n. Se dice que el mal aire, o mal aire, causa dolor,
espasmos faciales y pará lisis en los niñ os. A las madres les preocupa que sus niñ os
pequeñ os desarrollen aire caliente cuando se exponen al aire frío. Por lo tanto, es
importante
mantener a los niñ os latinos cubiertos durante un examen. Caida de rnollera, o fontanela
caída, afecta a los infantes; la fontanela se desplaza de su posició n normal en la parte
superior de la cabeza. La diarrea y la inquietud son síntomas asociados. Es importante
reiterar que las creencias en la curació n popular no se pueden generalizar a todos los
latinos. Estas creencias tradicionales varían de generació n en generació n y dependen en
gran medida del grado de asimilació n a la cultura dominante.
|" ,
testículos, carne de serpiente, caballitos de mar y cuernos de rinoceronte son otras curas
chinas populares. El entrevistador debe respetar la creencia del paciente y, al intentar
comprenderla, estará equipado para brindar una mejor atenció n. Muchos chinos y
vietnamitas, como otros, tienen un miedo intenso a ser admitidos en un hospital occidental.
Esta ansiedad proviene de la barrera del idioma, la imposibilidad de encontrar un
traductor, el miedo al aislamiento de la familia, las diferentes prá cticas e incluso la comida.
Muchos asiá ticos del sudeste son intolerantes a la lactosa. Explicar en detalle el plan de
tratamiento al paciente y a los miembros de la familia. Si se necesita un intérprete,
asegú rese de que el intérprete hable el mismo dialecto. Al igual que otras culturas
tradicionales, los estadounidenses de origen asiá tico tienen varios síndromes ligados a la
cultura importantes: hwa-byung, taijin kyofusho, hsieh-ping, amok, wagamama, shinkei-
shitsu y koro. Hwa-byung es un trastorno somá tico y psicoló gico comú n y mú ltiple que se
observa generalmente en mujeres coreanas casadas. El dolor epigá strico es el síntoma de
presentació n; se teme que el dolor lleve a la muerte, y el insomnio, la disnea, las
palpitaciones y los dolores musculares son síntomas asociados. A menudo parece que la ira
es la causa precipitante. Taijin kyofusho es un síndrome en pacientes japoneses en el que
los pacientes se quejan de que las partes o funciones de su cuerpo son ofensivas para los
demá s. Hsieh-ping es un estado similar al trance en el que los pacientes chinos creen que
está n poseídos por un pariente o amigo muerto a quien han ofendido. Amok, que afecta a
los hombres malayos. es una ola repentina de ataques violentos contra personas, animales
y objetos. Wagamama se observa en pacientes japoneses y presenta un comportamiento
infantil apá tico con arrebatos emocionales. Shinkeishitsu es una forma de ansiedad severa
y neurosis obsesiva que se observa en pacientes japoneses jó venes. Koro, un nombre de
origen malayo, es una condició n delirante que se observa en pacientes masculinos del
sudeste asiá tico y chino; el paciente de repente agarra su pene, temiendo que se retraiga
hacia su abdomen y finalmente le cause la muerte. Con frecuencia se pide a los miembros
de la familia que sostengan el pene. Este trastorno puede continuar durante varios días. La
condició n puede estar relacionada con otra creencia asociada llamada "ansiedad del
semen", en la que el paciente siente que tiene una deficiencia de semen, lo que se cree que
es una condició n fatal.
Los indios asiá ticos son personas de India, Pakistá n. Nepal, Bangladesh y Sri Lanka. Aunque
la mayoría de los indios asiá ticos hablan bien inglés, algunos modismos pueden generar
confusió n. Los grupos religiosos má s comunes entre los indios asiá ticos son los hindú es, los
musulmanes y los sikhs. Los hindú es creen que la vida es un círculo continuo sin principio
ni fin. También hay una fuerte creencia en la astrología. La familia hindú es una unidad muy
fuerte, y las decisiones sobre el cuidado de la salud generalmente las toman los miembros
mayores de la familia. La vaca se considera sagrada; comer carne de res o de ternera, por lo
tanto, está estrictamente prohibido. Los musulmanes siguen las enseñ anzas de Mahoma y
el Islam. Los principios fundamentales del Islam son la generosidad, la justicia, el respeto, la
limpieza y la honestidad. Está terminantemente prohibido fumar y el consumo de alcohol,
carne de cerdo o manteca de cerdo. La educació n sexual, las autopsias y la cremació n
también está n comú nmente prohibidas. Los pacientes musulmanes mayores pueden tener
una actitud fatalista, lo que puede interferir con el cumplimiento de la terapia médica. Las
mujeres musulmanas usan un velo sobre la cabeza cuando está n en presencia de hombres
fuera de la familia y prefieren a las mujeres proveedoras de atenció n médica. En algunos
casos, si el esposo de una paciente está presente, se puede permitir que un médico
masculino examine a la paciente. El sijismo comenzó en el siglo XV en el norte de la India.
Los sijs creen en un solo Dios y en la reencarnació n. Los sijs bautizados no se cortan el pelo
y no fuman ni beben alcohol; muchos son vegetarianos. Un saludo sij tradicional, similar al
de otros indios asiá ticos, es con las palmas de las manos juntas frente al pecho. Por lo
general, las mujeres no se dan la mano y el contacto visual puede considerarse una falta de
respeto. La població n asiá tico-india depende en gran medida de una farmacopea de amplio
alcance. Los remedios pueden provenir de casi cualquier sustancia natural. La medicina
ayurvédica es el antiguo sistema médico indio; enseñ a que el desequilibrio en los humores
del cuerpo da como resultado la enfermedad. El tratamiento es restablecer el equilibrio.
Aunque la medicina occidental es reconocida en la India, se estima que hay cerca de 4000
personas por cada médico enseñ ado en Occidente. Es importante que el médico reconozca
que el sabor y la comida son partes importantes de las creencias asiá tico-indias. Se cree que
cada sabor tiene propiedades especiales: el dulce aumenta la flema y aplaca el hambre y la
sed; el á cido aumenta la salivació n y mejora la digestió n; la sal purifica la sangre; la comida
picante provoca el apetito; comida amarga
El Pueblo Judío Aproximadamente 6 millones de judíos viven en los Estados Unidos. Hay
dos grandes grupos: los Ashkenazirn, cuyos orígenes se remontan al este o norte de
Europa, y los sefardíes, cuyos orígenes son de los países mediterrá neos o de la península
ibérica. La mayoría de los judíos en los Estados Unidos siguen las tradiciones Ashkenazi.
Los Ashkenazi está n vinculados lingü ísticamente a través del yiddish, y los sefardíes está n
vinculados por el ladino, el españ ol, el portugués, el francés o el á rabe. En los Estados
Unidos, existen tres divisiones principales del pueblo judío, basadas en la adhesió n a las
prá cticas tradicionales y la interpretació n de la ley judía: ortodoxa, conservadora y
reformista. Aunque la mayoría de los judíos se visten de manera indistinguible de los
demá s, muchas personas ortodoxas observan la ley judía cubriéndose la cabeza con un
casquete llamado yarrnulke o kipá . Muchas mujeres ortodoxas casadas se cubren la cabeza
con sombreros, pelucas o pañ uelos. Debido a la tradició n, los hombres y las mujeres suelen
estar separados en situaciones sociales. Otra divisió n del pueblo judío es el Hasidirn. Este
grupo se separó de la corriente principal del judaísmo en el siglo XVII para servir a Dios sin
la necesidad de sumergirse en el estudio religioso que era el está ndar en la comunidad
judía de Europa del Este en ese momento. Los jasidim suelen vestir tú nicas o trajes negros
del siglo XVII con sombreros negros. Los hombres se enrollan el cabello en tirabuzones a
los lados de la cara. Los jasidim son generalmente apasionados por su adoració n y se
adhieren estrictamente a las leyes bíblicas. Estas leyes incluyen restricciones con respecto
a los alimentos permitidos (leyes de Kashrut o Kosher*) y alimentos prohibidos (productos
de cerdo o mariscos).
* El pueblo esquimal se identifica por lugar de residencia. Los esquimales orientales viven
desde el este de Groenlandia hasta el norte de Alaska. Los esquimales occidentales viven al
oeste de Alaska: el mar de Bering, la isla de San Lorenzo y el Pacífico norte. Ahora se piensa
que el término esquimal es poco halagü eñ o. Los hablantes del idioma esquimal oriental se
llaman a sí mismos inuit, segú n el idioma inuit que hablan. Aunque el término inuit se ha
usado para describir a todos los esquimales, es apropiado solo para aquellos que hablan el
idioma oriental. En Alaska, los esquimales se hacen llamar inupiat, basado en el dialecto
inupiat del idioma inuit. Los esquimales occidentales ahora se conocen como yupik, segú n
el idioma que hablan. I Las reglas de la dieta kosher ordenan la exclusió n de mariscos y
productos de cerdo. Ademá s, solo se pueden comer pescados con escamas y aletas y solo
ciertos tipos de carne de animales con pezuñ a hendida y que rumian.
romaníes
Tradicional
Medicina china
Hay muchas prá cticas médicas tradicionales. De particular interés son los sistemas de
curació n chinos, ayurvédicos y griegos. Debido a las limitaciones de espacio en este
capítulo, se considera un sistema tradicional de curació n, la medicina china, que ha influido
en muchos otros sistemas.
Hay má s de 10 millones de personas que constituyen el grupo de asiá ticos e isleñ os del
Pacífico, que representan el tercer grupo mayoritario má s grande en los Estados Unidos. El
enfoque chino de la curació n es una tradició n rica y compleja. Enfatiza la importancia de
promover el equilibrio y la armonía en el cuerpo, la mente y el espíritu y se ha convertido
en la base de muchos otros sistemas médicos tradicionales. La medicina china tiene sus
orígenes hace má s de 2500 añ os y todavía se usa para tratar a millones de personas en
China y en todo el mundo. Como resultado, para los curanderos chinos, la medicina
alopá tica es nueva y experimental. La medicina china se basa en la idea de que el sistema
humano es un espejo microcó smico del universo macrocó smico. Ninguna cosa puede
existir sin la existencia de las demá s. Cada persona está sujeta a las mismas leyes que
gobiernan las estrellas, los planetas, los á rboles y la tierra. Tao, a veces traducido como "el
origen infinito", es la ú nica fuente unificada de la que se originaron toda la vida y el
universo entero; es el camino a la realidad ú ltima. Seguir las leyes de la naturaleza es ser
bendecido con buena salud, larga vida y buena fortuna. Dado que la naturaleza es la
manifestació n má s duradera de Tao, gran parte de la terminología tradicional de la
medicina china se deriva de fenó menos naturales, como el fuego y el agua, el viento y el
calor, y la sequedad y la humedad. Cuando los elementos en el cuerpo humano permanecen
en equilibrio, se dice que el "buen tiempo" prevalece en el cuerpo, y el ser humano está
bien tanto física como mentalmente. Tao creó dos fuerzas opuestas, yin y yang, que son los
opuestos que se combinan para crear todo en el mundo. Yin es una fuerza de la oscuridad y
se asocia con cualidades como la feminidad, el frío, el descanso, la pasividad, el vacío, la
interioridad y la energía negativa. Yang es una fuerza de brillo y está asociado con la
masculinidad, el calor. estimulació n, actividad, excitació n, vigor, plenitud, exterioridad y
energía positiva. La tabla 3-2 enumera los aspectos de la polaridad yin y yang. La medicina
china reconoce cinco ó rganos internos yin (corazó n, pulmones, bazo, hígado y riñ ones) y
seis ó rganos internos yang (vesícula biliar, estó mago, intestino delgado, colon, vejiga
urinaria y "triple quemador"). "Triple quemador" es la traducció n al inglés de este ó rgano,
cuya anatomía se desconoce. Se cree que es necesario para la regulació n del agua. La
funció n de los ó rganos yin es producir, transformar y regular las cinco sustancias
esenciales, que se enumeran en el siguiente pá rrafo. La funció n de los ó rganos yang es
recibir, descomponer y absorber aquella parte del alimento que se transforma en las
sustancias fundamentales y excretar la parte no utilizada. La medicina china reconoce las
siguientes categorías de enfermedades: • Exceso de yin por deficiencia de yang • Exceso de
yang por deficiencia de yin • Deficiencia de yang por exceso de yin • Deficiencia de yin por
exceso de yang Hay cinco sustancias esenciales de las que surge la vida y en las que la
armonía y la desarmonía existe: Qi, Shen, Jing, Xue y Jin-Ye. Qi (anglificado como chee) es la
fuerza vital de la vida que late en todo el universo. La idea de Qi es fundamental para el
pensamiento médico chino y ninguna palabra en inglés puede captar su verdadero
significado. En el cuerpo, el Qi tiene cinco funciones principales: es la fuente de todo
movimiento en el cuerpo; protege el cuerpo; es la fuente de la transformació n armoniosa
del cuerpo; mantiene los ó rganos en sus lugares apropiados; y calienta el cuerpo. Hay cinco
tipos principales de Qi: ó rgano, meridiano, nutritivo, protector y ancestral (pecho). Los
meridianos son una parte ú nica de la teoría médica china; son los canales a través de los
cuales el Qi fluye entre los ó rganos, ajustando y armonizando sus actividades. Los
meridianos, que no son vasos sanguíneos, tienen un diá metro de 20 a 50 milimicras (m/) y
unen todas las sustancias y ó rganos fundamentales. Son bilaterales y existen debajo de la
superficie de la piel. Los lugares en los que las ramas alcanzan la superficie de la piel se
designan como sitios de acupuntura. Cada meridiano tiene un punto de entrada y salida; la
energía entra por el punto de entrada y fluye hasta el punto de salida. Hay 12 meridianos
primarios del cuerpo, cada uno de los cuales corre verticalmente, llevando Qi y las otras
cuatro sustancias esenciales a partes específicas del cuerpo. Ninguna parte del cuerpo
carece de Qi; un bloqueo provoca un desequilibrio en el flujo de la fuerza vital. Shen es el
fluido, exclusivo de la vida humana, que es responsable del espíritu, la conciencia, las
emociones y los pensamientos. Se asocia con la fuerza de la personalidad humana. Jing es el
fluido que es la base de la reproducció n y el desarrollo. Xue (schwhey) se mueve en los
mismos canales que el Qi y es similar a la sangre pero es producido por los alimentos,
refinado en el bazo y transportado a los pulmones donde el Qi nutritivo lo convierte en Xue.
Jin Ye es todo
TABLA 3--2. Aspectos de la polaridad yin y yang Aspecto Yin Yang Cuerpos có smicos Tierra
Sol Luna Condició n energética Pasivo Mentalmente activo Dormido Débil Vacío Deficiente
Frío
Hora del día Noche Día Estació n Otoñ o Primavera Invierno Verano Polo magnético
Negativo Positivo Temperatura Frío Caliente Velocidad Lento Rá pido
Género Femenino Masculino Nú meros Par Impar Distancia Cercano Lejos Humedad
relativa Muy hú medo, saturado Seco Claro Oscuro Claro Á cido/base Alcalino Á cido
Velocidad Lento Rá pido Metabolismo Anabolismo Catabolismo Tipo psíquico
Contemplativo Activo Introvertido Extrovertido Amable Robusto
fluidos que no sean Xue. Incluye sudor, orina, saliva, moco, bilis y jugo gá strico. Estas cinco
sustancias esenciales son los fundamentos del sistema médico tradicional chino. Hay dos
conceptos principales en la medicina tradicional china. La primera es que la aparició n de la
enfermedad representa un fracaso en la atenció n preventiva de la salud. La segunda es que
la salud es una responsabilidad compartida a partes iguales por el paciente y el médico. Un
proverbio chino dice: "El médico superior enseñ a a sus pacientes a mantenerse saludables".
En la medicina tradicional china, los médicos tratan al paciente como un sistema completo
en lugar de tratar con partes separadas, como es comú n en la medicina occidental. Una
creencia importante es que la mente se dedica a controlar y guiar la energía para sanar y
reparar el cuerpo. La medicina china es un sistema para preservar la salud y curar
enfermedades que trata la mente, el cuerpo y el espíritu como un todo.
Mientras que el clínico occidental comienza con un síntoma e intenta buscar la causa de
una enfermedad específica, el clínico chino dirige su atenció n al paciente en su totalidad y
forma un "patró n de desarmonía". Este patró n describe la situació n de "desequilibrio" en el
cuerpo del paciente. El clínico chino no pregunta "¿Cuá l A está causando B?" sino "¿Cuá l es
la relació n entre A y B?" Los patrones de desarmonía proporcionan el marco para la
terapia. En la medicina china, una persona no contrae la gripe: una persona desarrolla una
falta de armonía. Si un paciente requiere un antibió tico, se pueden usar hierbas o
acupuntura para disipar la desarmonía. Independientemente de la dolencia, la mente, el
cuerpo y el espíritu deben tratarse como un todo. La curació n se logra reequilibrando el yin
y el yang y restaurando la armonía en toda la persona. El clínico chino tradicional
inspecciona a un paciente en cuatro etapas: mirar, escuchar u oler, preguntar y tocar. La
inspecció n de la lengua y la palpació n del pulso son los dos exá menes má s importantes. Se
cree que la lengua es el indicador má s claro de la naturaleza de la desarmonía. Los chinos
reconocen má s de 100 condiciones diferentes de desequilibrio energético interno, segú n el
color y la textura del "pelo" de la lengua. La condició n de los cinco principales sistemas de
energía de ó rganos se evalú a de acuerdo con sus á reas correspondientes en la lengua. Estos
sistemas son los riñ ones, el hígado, el bazo, los pulmones y el corazó n. En la medicina
tradicional china, el diagnó stico del pulso se evalú a en la arteria radial. Se cree que las
desarmonías del cuerpo dejan una impresió n específica en el pulso. Hay al menos 28 tipos
específicos de anomalías del pulso. El pulso se evalú a ejerciendo una presió n sutil con los
tres dedos medios en tres puntos del pulso radial. Cuando el pulso es fuerte y regular, se
considera que la persona goza de buena salud. El médico chino puede evaluar seis ó rganos
en cada muñ eca. La forma dominante de terapia en la medicina tradicional china es la
acupuntura. La acupuntura es una terapia utilizada para la prevenció n y el tratamiento de
enfermedades y para el mantenimiento de la salud mediante la manipulació n del flujo de Qi
y Xue a través de los canales del cuerpo. Aunque la mayoría de los médicos occidentales
han oído hablar de la acupuntura, pocos la entienden. Los chinos han utilizado la
acupuntura durante má s de 6000 añ os para estimular o despertar el poder natural dentro
del cuerpo. Se estima que hay de 9 a 12 millones de tratamientos al añ o en los Estados
Unidos. La acupuntura implica el uso de nueve agujas finas, cada una con un propó sito
específico. Hay hasta 2000 puntos específicos, cada uno de 3 mm de diá metro, a lo largo de
las líneas meridianas de la piel en las que se pueden insertar estas agujas. La mayoría de los
acupunturistas usan solo 150 de estos puntos. Los chinos tienen diferentes nombres para
cada punto de acupuntura. La figura 3-15 muestra un modelo masculino en el que se
indican los meridianos y los sitios de acupuntura. Las agujas actú an como antenas para
dirigir Qi a los ó rganos del cuerpo. En otras ocasiones, las agujas pueden drenar Qi cuando
es excesivo.
Dientes inferiores
Frente
Ojo
Amígdala
Oído interno
Dientes superiores
para condiciones en las que hay un exceso de yin y está contraindicado para desarmonías
de calor y exceso de yang. Los chinos han utilizado bolas de hierro para la salud desde la
dinastía Ming, que se remonta a 1368-1644. Originalmente só lidas, las bolas actualmente
son huecas con una placa de sonido dentro de ellas. Cada par tiene uno que produce un
tono alto y el otro un tono bajo. Se cree que las bolas de hierro mejoran la salud y el
bienestar del usuario. Al mover las bolas de hierro con los dedos, se estimulan varios
puntos de acupuntura de la mano, lo que aumenta la circulació n de energía vital y sangre a
los ó rganos internos. Quienes usan estas bolas creen que, con el uso diario, el cerebro se
puede mantener en buen estado de salud con una memoria mejorada, se aliviará la fatiga y
se prolongará la vida. Otro concepto importante en la medicina tradicional china es la
teoría de los cinco elementos, también conocida como las cinco fases (Wu Xing). Esta teoría
intenta clasificar los fenó menos en términos de cinco procesos por excelencia
representados por la madera, el fuego, la tierra, el metal y el agua. Cada fase tiene
cualidades y funciones que describen los diversos procesos en el cuerpo y sus interacciones
con el medio ambiente. Las fases son las siguientes: • Madera: adecuada y recta caracteriza
el hígado, la vesícula biliar, la ira, el sabor amargo y el clima ventoso • Fuego: ascendente y
floreciente; caracteriza el corazó n, el intestino delgado, la alegría, el sabor amargo y el
clima cá lido • Tierra: só lida y tranquila; caracteriza el bazo, el estó mago, la melancolía, el
sabor dulce y el clima hú medo. • Metal: firme y fuerte; caracteriza el pulmó n, colon, dolor,
sabor picante. y clima seco • Agua—hacia adentro y clara; caracteriza el riñ ó n, la vejiga
urinaria, el miedo, el sabor salado y el clima frío Los curanderos chinos tradicionales
utilizan esta teoría para diagnosticar y tratar enfermedades. A menudo trazadas en un
círculo, las cinco fases muestran una unidad en el mundo y en el cuerpo. Hay muchas
condiciones correspondientes a las cinco fases. La tabla 3-3 enumera algunas de las
asociaciones médicamente relevantes. La acupresió n y el masaje también son aspectos
importantes de las artes curativas tradicionales chinas. La acupresió n, o dian hsueh, es la
precursora de la técnica japonesa llamada shiatsu. La acupresió n es la técnica de transferir
energía del cuerpo del terapeuta directamente al sistema del paciente presionando el
pulgar y las manos en las á reas vitales del paciente. La acupresió n implica la aplicació n de
presió n profunda en los mismos puntos a lo largo de los canales utilizados en la
acupuntura. Una vez que se localiza un punto, se aplica presió n rotatoria durante 10 a 15
segundos, se libera y luego se repite tantas veces como el terapeuta lo considere necesario.
El masaje (tui na), por el contrario, se centra principalmente en los mú sculos, la oreja, el
abdomen, los pies y la columna vertebral. El masaje ofrece la energía de la acupuntura, la
serenidad de la meditació n y el refrigerio espiritual. Tui na estimula la circulació n y la
energía dentro del cuerpo. activa y drena la linfa, tonifica los mú sculos y mejora la funció n
nerviosa. La terapia Tui na se acompañ a de ventosas, una técnica llamada ba guan. Ba guan
usa vasos de vidrio o bambú que contienen pequeñ as cantidades de alcohol. Las copas se
aplican a las á reas de la enfermedad y se encienden, creando un vacío en el interior. El
tejido subyacente se hincha y la presió n del vacío extrae energías de calor, humedad o
viento. Esta técnica ha sido adaptada por muchos otros grupos étnicos.
TABLA 3--3. __ __ Madera Fuego Tierra Metal Agua Sabor Agrio Amargo Dulce Picante
Salado I Yinorgan Hígado Corazó n Bazo Pulmones Riñ ó n .Ó rgano Yang Vesícula biliar
Intestino delgado Estó mago Colon Vejiga urinaria _Orificio Ojos Lengua Boca Nariz Oídos I
Tendones Vasos sanguíneos Carne Piel Huesos
La terapia herbal china abarca ocho métodos: sudoració n, vó mitos, purgas, armonizació n,
calentamiento, eliminació n, suplementació n y reducció n. Hay 5767 remedios a base de
hierbas conocidos en la medicina tradicional china, menos del 10% de los cuales se usan
comú nmente en la actualidad. La mayoría se derivan de las plantas. A través de la
experiencia clínica, la medicina china reconoce que cada remedio a base de hierbas tiene
afinidad por un meridiano u ó rgano en particular. Si la enfermedad se debe al calor, se
utiliza el enfriamiento con terapia a base de hierbas; si es por carencia, con medicamentos
que restablezcan. En un manual de remedios herbales chinos, cada hierba se enumera
segú n la parte de la planta utilizada (P), el sabor y la naturaleza (T&N), el meridiano u
ó rgano afectado (M). las acciones (Act), la cantidad y forma de uso (A&F), y las
precauciones y contraindicaciones (C&C). Como ejemplo:* Acorus gramineus (bandera
dulce japonesa) Shichangpu P: Tallo de la raíz T&N: Acrid; ligeramente tibio M: Corazó n,
hígado, bazo Actuar: Abrir orificios y conductos, eliminar esputo, regular Qi, movilizar
sangre, dispersar viento, excretar humedad A&_F: 3-6 g (fresco 9-24 g) como decocció n,
píldora o polvo C&C: Yin menguante con yang creciente, inquietud con diaforesis, tos,
vó mitos de sangre, emisió n espontá nea de semen
La fotografía de la Figura 3-17 se tomó en una farmacia de hierbas tradicional china. Tenga
en cuenta la receta escrita en chino, que es necesaria para comprar estos medicamentos a
base de hierbas. Ha habido un interés creciente en todo el mundo en el uso de ingredientes
naturales para la salud. El té es la segunda bebida má s popular del mundo después del
agua. El té verde representa aproximadamente el 20% de todo el té consumido. Se ha
afirmado que el consumo de té verde puede mantener la salud general del cuerpo,
especialmente de la cavidad bucal. El té verde contiene polifenoles que se inactivan en el
proceso de fermentació n de la producció n de té negro. El té verde se ha consumido en el
Lejano Oriente, donde se han reclamado sus beneficios durante siglos. Los polifenoles del té
verde poseen propiedades antioxidantes y antivirales que explican sus beneficios; estos
beneficios incluyen la reducció n de la presió n arterial, la reducció n del colesterol, la
estabilizació n de la glucosa en sangre, la inhibició n del crecimiento bacteriano y el bloqueo
de muchos agentes cancerígenos. Recientemente, se ha demostrado que los polifenoles
inhiben el crecimiento de Streptococcus mutans, la principal bacteria etioló gica asociada
con la caries dental, y Porphyromonas gingivalis, la bacteria asociada con la enfermedad
periodontal.
* Adaptado de Warner JW, Fan, MD: A Manual of Chinese lerbal Medicine: Principles &
Practice for Easy Reference Shambhala Publications, 1996.
Conclusió n
No se puede esperar que los profesionales de la salud sepan todo sobre cada cultura; má s
bien, es importante que sepan que es importante tener en cuenta las consideraciones
culturales en el proceso de tratamiento y la relació n médico-paciente. La medicina
alternativa ha desempeñ ado durante mucho tiempo un papel clave en el cuidado de la
salud de las personas en los Estados Unidos. La mayoría de los proveedores de atenció n
médica no han reconocido la magnitud de estas formas de curació n. Muchas de las terapias
no se basan en ningú n conocimiento médico só lido. Algunos se han derivado de tradiciones
étnicas y populares, cultos semirreligiosos, movimientos metafísicos y grupos de atenció n
médica que se rebelan contra la tecnología y la impersonalizació n percibida de la atenció n
médica del siglo XX. Este capítulo ha presentado al proveedor de atenció n médica la
riqueza de varias de estas terapias alternativas. Idealmente, el médico puede estar mejor
preparado para tratar con pacientes que usan medicina alternativa y con los desafíos de
cuidar a los pacientes en una sociedad multicultural.
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CAPÍTULO
Evaluació n del Estado Nutricional
79
Historial médico
queja principal
A menudo, la queja principal está directamente relacionada con la nutrició n del paciente, lo
que puede afectar el tratamiento y el pronó stico. Las preocupaciones nutricionales má s
comú nmente expresadas son "pérdida de apetito", "pérdida de peso" y "debilidad". Los
cambios en la ingesta dietética y en el peso se encuentran entre los primeros signos de
problemas médicos. Estas quejas deben impulsar una investigació n detallada sobre la dieta
y los síntomas relacionados con la historia de la enfermedad actual.
Historial de la enfermedad actual Después de pedirle al paciente que describa los síntomas
o el problema médico que hizo que buscara atenció n médica, comience a explorar cualquier
relació n dieta-enfermedad que pueda existir. Las siguientes preguntas autodirigidas deben
guiar su consulta: • ¿Contribuye la nutrició n a la causa, la gravedad o el tratamiento de la
enfermedad? Por ejemplo, la diabetes tipo 2 se observa con mayor frecuencia entre
pacientes obesos y responde a la dieta. Se debe investigar el historial de peso corporal y la
dieta del paciente, incluido el contenido caló rico, el patró n y los tipos de alimentos
ingeridos y la relació n con los niveles de azú car en la sangre. • ¿Có mo ha afectado la
enfermedad la dieta y el estado nutricional del paciente? Por ejemplo, un paciente con
disfagia por cá ncer de esó fago normalmente experimenta una dificultad creciente para
tragar alimentos só lidos y vó mitos ocasionales. pérdida de peso y reducció n de la fuerza
muscular. • ¿El paciente ve una relació n entre la dieta y la enfermedad? Por ejemplo, ¿es
consciente un paciente con hipercolesterolemia de que el consumo de grasas saturadas,
á cidos grasos trans y colesterol en la dieta aumenta el colesterol en la sangre, mientras que
el consumo de fibra dietética lo reduce? • ¿Alguna vez se aconsejó al paciente que siguiera
una dieta especial o usara otra terapia nutricional, como suplementos de fó rmula definida,
alimentació n por sonda o nutrició n intravenosa (parenteral)? ¿Cuá les fueron los aspectos
particulares de esta terapia? ¿Cuá l fue la comprensió n del paciente sobre có mo funciona el
tratamiento? ¿Cuá l fue la comprensió n del paciente de su eficacia potencial? Por ejemplo,
un paciente celíaco debe aprender a seguir una dieta estricta sin gluten para controlar la
enfermedad. El paciente debe conocer las fuentes de gluten en la dieta, có mo leer las
etiquetas de los alimentos y có mo hacer sustituciones dietéticas. Esto requiere la
orientació n de un dietista registrado.
Historial del peso corporal El peso corporal es un indicador global de la salud en general.
Preguntar a un paciente si ha experimentado alguna pérdida de peso es una buena
indicació n general de la gravedad o la naturaleza sistémica de los síntomas que presenta,
ya sean agudos o cró nicos. Se ha demostrado que tanto el bajo peso corporal como la
pérdida de peso involuntaria predicen una mayor morbilidad y mortalidad. Aunque la
causa de la pérdida de peso a menudo está relacionada con el problema médico que se
presenta, a menudo no es aparente una causa física identificable. En todos los casos, el
Se deben explorar las razones subyacentes del cambio de peso y definir claramente la
cantidad de pérdida de peso. Las preguntas informativas incluyen las siguientes: "¿Ha
cambiado su peso, ya sea hacia arriba o hacia abajo, en las ú ltimas semanas o meses?" ¿Si es
así, de qué manera?" "¿Cuá nto peso perdiste o ganaste?" "¿Cuá l era su peso antes de que
comenzaran los síntomas?" "¿Durante qué período de tiempo experimentó la pérdida o el
aumento de peso?" "¿Có mo estuvo tu apetito esta vez?" "¿Sabes qué pudo haber
contribuido a tu cambio de peso?" El aumento rá pido de peso suele ser un indicador de
retenció n de líquidos y puede estar acompañ ado de edema o ascitis. Las enfermedades
comunes asociadas con el rá pido aumento de peso incluyen insuficiencia cardíaca
congestiva, enfermedad hepá tica y enfermedad renal. Por el contrario, la pérdida de peso
rá pida generalmente significa pérdida de tejido corporal, a menos que el paciente haya
estado sometido a diuresis terapéutica (en cuyo caso el paciente informaría un aumento
notable de la micció n) o esté experimentando deshidratació n (en cuyo caso el paciente
informaría una disminució n de la ingestió n de líquidos). , boca seca, debilidad y mareos). Si
el paciente ha experimentado pérdida de peso, es ú til pensar en términos del porcentaje de
peso perdido durante un período de tiempo específico. Para convertir libras absolutas en
porcentaje perdido, use la siguiente ecuació n simple:
Enfermedades
Pérdida del apetito (anorexia) o plenitud (saciedad) prematura Cambio en el gusto, boca
seca o dolor en la boca y la lengua Dificultad para masticar o tragar Ná useas o vó mitos
Incapacidad para alimentarse por sí mismo u obtener alimentos Dieta autoimpuesta
Insuficiencia pancreá tica Enteritis por radiació n Enfermedad de Crohn Síndrome del
intestino corto Intolerancia a la lactosa Enfermedad celíaca
Aumento de pérdidas/excreció n
Fístulas que supuran o heridas abiertas Diarrea Aumento de la orina Vó mitos excesivos
Historial médico pasado A medida que los pacientes enumeran sus enfermedades pasadas,
considere el papel de la nutrició n o la dieta en la causa o el tratamiento. Las enfermedades
comunes relacionadas con la dieta incluyen enfermedades cardiovasculares (enfermedad
de las arterias coronarias, enfermedad vascular periférica, enfermedad cerebrovascular),
hipertensió n, diabetes, hiperlipidemia, algunas formas de cá ncer y enfermedades
gastrointestinales (GI). Ademá s de preguntar có mo se diagnosticó la enfermedad y qué
tratamiento se brindó , pregú ntele al paciente si recibió asesoramiento dietético o modificó
su dieta en respuesta al diagnó stico. Trate de determinar la comprensió n del paciente del
papel que juega la dieta en la condició n.
Antecedentes quirú rgicos pasados Todos los procedimientos quirú rgicos deben registrarse
en esta secció n, junto con las complicaciones quirú rgicas graves, como fístulas de drenaje,
abscesos, heridas abiertas y pérdida cró nica de sangre. Estas complicaciones a menudo
conducen a la desnutrició n y la necesidad de apoyo nutricional especializado, incluida la
alimentació n enteral y parenteral. Si el paciente se encuentra actualmente en el período
postoperatorio, debe considerar el papel del soporte nutricional en el proceso de
recuperació n y có mo la cirugía en particular ha alterado los há bitos y requisitos dietéticos
del paciente. (Por ejemplo, un paciente con una gastrectomía total necesita modificar su
dieta para reducir los azú cares simples, comer varias comidas pequeñ as cada día y recibir
suplementos de vitamina B12 y hierro para mantener una buena salud nutricional).
medicamentos
TABLA 4--2. Hierbas de uso comú n y sus efectos secundarios Hierba Uso comú n Efecto
secundario e interacció n Echinacea Tratamiento y prevenció n de Erupció n superior,
prurito, mareos, infecciones respiratorias, resfriado comú n St. Johnswort Tratamiento de
malestar gastrointestinal leve a moderado, presió n de fotosensibilidad Gingko biloba
Tratamiento de demencia Molestias gastrointestinales leves, dolor de cabeza; puede tener
efectos anticoagulantes Ajo Tratamiento de la hipertensió n, hipertrofia gastrointestinal,
gases, reflujo, ná useas, recolesterolemia alérgica, acció n ateroscleró tica, efectos
antiplaquetarios Palma enana americana Tratamiento de la hipertensió n prostá tica
benigna Poco comú n perplasia Ginseng Promoció n de la salud general, energía Dosis altas
puede causar diarrea, hipertensió n, insomnio, nerviosismo Sello de oro Tratamiento de la
diarrea, hipertensió n, infecciones por vasoconstricció n de las vías respiratorias superiores,
resfriado comú n Aloe Aplicació n tó pica para dermatitis, Puede retrasar la cicatrizació n de
heridas después de la aplicació n tó pica diarrea herpes rhea e hipopotasemia con uso oral
Siberiano ginseng Similar al ginseng Puede alterar los niveles de digoxina Valeriana
Tratamiento del insomnio, ansiedad Fatiga, temblor, dolor de cabeza, insomnio paradó jico
Capítulo 4 Evaluació n del estado nutricional 8:3
debe ser una parte está ndar de la medicació n del paciente y del historial de estilo de vida.
Al obtener esta informació n, tenga cuidado de no juzgar ni acusar. Muchos pacientes no
revelan esta informació n por temor a ser censurados. Las preguntas sugeridas son: "¿Está
tomando vitaminas, minerales, hierbas u otros suplementos dietéticos, ya sea recetados o
de venta libre?" Si es así. "¿Cuá l es la dosis?" "¿Cuá l es la razó n por la que está tomando el
suplemento?" "¿Ha experimentado algú n efecto secundario o beneficio de los
suplementos?" "¿Alguien lo está controlando, como su médico, nutricionista o herbolario?"
Los medicamentos y los nutrientes interactú an de muchas maneras para afectar tanto el
estado nutricional como la eficacia de la terapia con medicamentos. Las drogas pueden
influir en el estado nutricional por varios mecanismos fisioló gicos: alterando la ingesta de
alimentos (cambios en el apetito, ná useas, sensaciones alteradas del gusto), produciendo
malabsorció n (alteraciones en la mucosidad intestinal, la motilidad o el pH; competencia
con los nutrientes por los sitios de absorció n). ; unió n de á cidos biliares), o modificando la
excreció n (reabsorció n o secreció n tubular renal). Las deficiencias de nutrientes inducidas
por fá rmacos generalmente se desarrollan lentamente y son má s probables en pacientes
que usan drogas cró nicamente, especialmente en los ancianos. Otros factores de riesgo
incluyen dosis altas de medicamentos, dosis mú ltiples de medicamentos, regímenes de
mú ltiples medicamentos, dietas deficientes y reservas marginales de nutrientes. La tabla 4-
3 enumera ejemplos de interacciones farmacoló gicas y metabolismo de nutrientes.
Historia social
Mú ltiples factores sociales afectan el estado dietético y nutricional de los pacientes. Por
ejemplo, el nivel socioeconó mico bajo, los ingresos fijos bajos, la falta de vivienda o la falta
de acceso a una variedad de opciones de alimentos pueden contribuir a las deficiencias
nutricionales. El alcoholismo cró nico y el consumo de drogas recreativas son dos
condiciones adicionales que ponen a las personas en alto riesgo nutricional. Las actitudes
del paciente sobre la comida y la nutrició n, así como las prá cticas religiosas, también
determinan los patrones de alimentació n y la selecció n o evitació n de alimentos
específicos. Es importante anotar y documentar esta informació n.
La secció n de há bitos de estilo de vida del historial médico incluye el historial dietético, el
historial de actividad física, el consumo de alcohol y el historial de tabaquismo. Las
preguntas relacionadas con el consumo de alcohol y el tabaquismo se discutieron en el
Capítulo 1, Las preguntas del entrevistador.
el día es diferente y no hay días típicos, luego pídale que describa uno o dos días como
ejemplos. El tercer método es la frecuencia de los alimentos. Aquí le interesa saber con qué
frecuencia el paciente consume determinados grupos de alimentos o nutrientes y sobre
otras prá cticas dietéticas. Los ejemplos de preguntas incluyen: "¿Con qué frecuencia come
frutas y verduras: diariamente, cada pocos días, semanalmente o rara vez? Cuando las
come, ¿cuá ntas porciones elige?" La misma pregunta cualitativa se puede extender al
consumo de productos lá cteos, panes y cereales integrales, carnes rojas, grasas visibles, etc.
Ejemplos de otras preguntas informativas para tomar un historial dietético son los
siguientes: "¿Cuá les son sus comidas y refrigerios favoritos?" "¿Sigue alguna dieta especial
(diabética, baja en sodio, baja en grasas, kosher, vegetariana, baja en proteínas,
comercial)?" Si es así, "¿Qué implica esta dieta?" "¿Con qué frecuencia se cocinan las
comidas en casa? ¿Quién prepara las comidas?" "¿Qué tipo de grasas o aceites (si los hay)
utiliza para cocinar?" "¿Con qué frecuencia comes fuera o pides comida?" (Las comidas
preparadas fuera del hogar son generalmente má s altas en calorías, grasas y sodio). "¿Có mo
se preparan los alimentos (al horno, a la parrilla, fritos, hervidos, al vapor, escalfados)?" Se
deben hacer preguntas específicas centradas en la enfermedad, segú n el historial médico
del paciente. Por ejemplo, si el paciente tiene osteoporosis, las preguntas pertinentes deben
investigar el consumo de alimentos que contienen calcio, como leche, queso, sardinas y
verduras. Para un paciente con hipercolesterolemia o enfermedad de las arterias
coronarias, preguntaría sobre la ingesta de grasas saturadas, productos lá cteos enteros,
yemas de huevo, alimentos fritos, aceites tropicales y fuentes de fibra. Para un paciente con
diabetes mellitus, usted preguntaría si las comidas y los refrigerios está n programados
para corresponder con las inyecciones de insulina, si el paciente sigue el sistema de
intercambio de grupos de alimentos de la Asociació n Estadounidense de Diabetes y cuenta
los gramos de carbohidratos, y si el paciente conoce el jarabe. toms de la hipoglucemia y
có mo tratarla. Se debe preguntar a los pacientes si leen las etiquetas de informació n
nutricional y, en caso contrario, instruirles sobre có mo leerlas. Desde mayo de 1994, el
etiquetado nutricional es obligatorio para casi todos los alimentos. Ahora hay definiciones
uniformes para los términos "libre", "bajo", "ligero", "reducido", "alto", "poco", "muy bajo",
etc. La etiqueta actual de los alimentos, conocida como Informació n Nutricional, permite a
las personas elegir alimentos má s saludables con mayor facilidad. El etiquetado nutricional
proporciona el "% del valor diario", que muestra có mo encaja un alimento en la dieta diaria
general. Este valor se basa en una dieta de 2000 calorías e informa al individuo si el
alimento es alto o bajo en el nutriente específico. Estas etiquetas deben incluir el tamañ o de
la porció n, las calorías totales, las calorías de las grasas, las grasas totales, las grasas
saturadas, el colesterol, el sodio, los carbohidratos totales, la fibra dietética, los azú cares y
las proteínas. El "% del valor diario" de cuatro vitaminas y minerales clave (vitamina A,
vitamina C, calcio y hierro) también es obligatorio en estas etiquetas. La informació n sobre
otras vitaminas y minerales es opcional. La informació n sobre tiamina, riboflavina y niacina
ya no es necesaria porque las deficiencias de estas vitaminas son raras en los Estados
Unidos. El "% del valor diario" es solo una guía; si un paciente ingiere má s de 2000 calorías
al día, el alimento contribuirá con un "% de valor diario" má s bajo a la dieta. En general, se
recomienda cumplir con las siguientes pautas para una dieta saludable: Carbohidratos: 50-
60 % de las calorías Grasas: menos del 30 % de las calorías (<10 % de grasas saturadas)
Proteínas: 15-20 % de las calorías Sodio: menos del 2400 mg de calorías Colesterol: menos
de 300 mg de calorías Como guía adicional, el Departamento de Agricultura de EE. UU. y el
Departamento de Salud y Servicios Humanos desarrollaron la Pirá mide de Alimentos para
reemplazar los cuatro grupos de alimentos bá sicos tradicionales en la educació n del
pú blico. Indica que una dieta saludable se basa en porciones abundantes de carbohidratos
complejos, junto con verduras y frutas. Los cinco grupos principales de alimentos de la
pirá mide y las porciones diarias recomendadas son los siguientes: Pan, cereales, arroz y
pasta: 6-11 porciones Vegetales: 3-5 porciones Frutas: 2-4 porciones
Leche, yogur y queso: 2-3 porciones Carne, pollo, pescado, frijoles secos, huevos y nueces:
2-3 porciones Las grasas, los aceites y los dulces deben usarse con moderació n. La Figura 4-
1 ilustra la Pirá mide Guía de Alimentos. La mayoría de las personas que siguen una dieta
equilibrada consumen alimentos que contienen todas las vitaminas y minerales que
necesitan. Algunas personas, sin embargo, podrían beneficiarse de los suplementos
vitamínicos. Estos individuos incluyen personas que hacen dieta habitualmente, los
enfermos (especialmente aquellos con pérdida de apetito o absorció n alterada), mujeres
embarazadas o lactantes, bebés con fó rmula, algunos vegetarianos y pacientes con anorexia
nerviosa.
Actividad Física Tanto la nutrició n como la actividad física regular juegan un papel
importante en la salud general del individuo. Se recomienda que todos los adultos tengan al
menos 30 minutos de actividad física diaria. Hay muchos beneficios de la actividad física
regular: aumento de la condició n física; construir y mantener huesos, mú sculos y
articulaciones saludables mejorando la resistencia y la fuerza muscular; reducir el riesgo de
ciertas enfermedades (p. ej., diabetes, enfermedades cardiovasculares, cá ncer de colon);
controlar la presió n arterial; promover y mejorar la sensació n de bienestar; reducir los
sentimientos de ansiedad y depresió n; y manejar los problemas de peso. Siempre pregunte
a los pacientes sobre su nivel actual de actividad física y funcionamiento. Algunas
preguntas ú tiles incluyen las siguientes: "¿Qué es lo má s activo físicamente que hace en el
transcurso del día?" "¿Có mo pasa su día de trabajo y su tiempo libre?" "¿Qué tipos de
actividad física disfrutas? ¿Con qué frecuencia las haces?"
"¿Haces ejercicio regularmente?" Si es así, "¿Qué ejercicios hace regularmente? ¿Con qué
frecuencia?" "¿Qué se interpone en su camino para hacer actividad física constantemente?"
"¿Cuá ntas horas de televisió n ves todos los días?" "¿Cuá ntas horas está s en una
computadora o escritorio todos los días?" "¿Perteneces (y asistes) a un club de salud o
clases de ejercicio?"
Examen
La ventaja del IMC es que es relativamente fá cil de calcular y se puede usar fá cilmente para
hacer comparaciones entre mujeres y hombres y personas de diferentes alturas. El IMC se
puede determinar fá cilmente a partir de tablas, como se muestra en la Figura 4-2. Una
desventaja de usar el IMC es que no mide directamente la composició n corporal y, por lo
tanto, puede generar una interpretació n falsa. Por ejemplo, un paciente desnutrido con
exceso de líquido puede clasificarse erró neamente como que tiene un IMC saludable. Una
persona con un IMC inferior a 18,5 kg/m 2 se considera bajo peso, entre 18,5 y 25,0 peso
saludable, entre 25,1 y 29,9 sobrepeso y 30 y má s obesidad.
Apariencia
Siempre se encuentra una descripció n del aspecto general del paciente al comienzo del
informe del examen físico. Por ejemplo, "En el examen, la Sra. B. es una mujer blanca,
delgada y bien desarrollada". Otros términos nutricionalmente descriptivos son Emaciado
Peso normal Caquéctico En forma Desnutrido Sobrepeso Delgado/delgado Obeso Bajo peso
Edematoso Los aspectos del examen físico orientados a la nutrició n se enfocan en la piel,
los ojos, la boca, el mú sculo esquelético y las reservas de grasa. La piel "proporciona un
excelente baró metro de la nutrició n clínica y es accesible para el proveedor de atenció n
médica en su totalidad. Emaciació n cró nica asociada con la pérdida de grasa subcutá nea
por deficiencia de calorías o proteínas
IMC 19 20 21 22
Altura (pulgadas)
58 91 96 100 105 59 94 99 104 109 60 97 102 107 112 61 100 106 111 116 62 104 109
115 120 63 107 113 118 124 64 110 116 122 128 65 114 120 120 126 132 66 118 124 130
136 67 121 127 134 140 68 125 131 138 144 69 128 135 142 149 70 132 139 146 153 71
136 143 150 150 157 72 140 147 154 162 73 144 151 159 166 74 148 155 163 171 75 152
160 168 176 76 156 164 172 180
23 24 25 26 27 28 29 30
110 115 119 124 129 134 138 143 114 119 124 124 128 133 138 143 148 118 123 123
133 138 143 148 153 122 127 132 137 143 148 153 158 126 131 131 136 142 142 153
158 158 164 130 135 141 146 152 158 163 139 134 134 140 145 151 157 163 169 174
138 144 150 156 162 168 174 180 142 148 155 161 161 167 173 179 186 146 153 159
166 172 178 185 191 151 158 164 171 177 184 190 197 155 169 176 182 189 196 203
160 167 17414 181 181 188 195 202 209 165 172 179 186 193 200 208 215 169 177 184
191 199 206 213 213 221 182 189 197 204 212 219 227 179 186 194 202 210 218 225
233 184 184 192 20028 216 224 232 240 189 197 205 213 221 230 238 246
31 o 32 33 34 35
148 153 158 162 167 153 158 163 168 173 156 163 168 174 179 164 164 169 174 180
185 169 175 180 186 191 175 180 186 191 197 180 186 192 197 204 186 192 192 19724
210 192 198 204 210 216 198 204 211 223 223 203 210 216 223 230 209 216 223 230
236 216 222 229 236 243 222 229 236 243 243 250 228 235 242 250 258 235 242 250
257 265 241 249 256 264 272 248 256 264 272 279 254 263 271 279 237
IMC 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54
58 172 177 181 186 191 196 201 205 210 215 220 224 229 234 239 244 248 253 258 258
59 178 183 188 193 198 203 208 212 217 222 227 232 237 242 247 252 257 262 267 60
184 189 194 194 204 209 215 220 225 230 235 240 245 250 255 261 266 271 276 61 190
195 201 206 211 217 222 227 232 232 238 243 248 254 259 269 269 275 280 285 62 196
202 207 213 218 224 229 229 235 240 246 251 251 262 267 273 278 284 295 295 295
295 295 295 295 295. 63 203 208 214 220 225 231 237 242 248 254 259 265 270 278 282
287 293 299 304 64 209 215 221 227 232 238 244 250 256 262 267 273 279 285 291 296
302 308 314 65 216 222 228 234 240 246 252 258 264 270 278 282 288 294 300 306 312
318 324 66 223 229 235 241 247 253 260 260 266 278 278 284 291 297 303 309 315 322
328 334 67 230 236 242 242 249 255 261 268 274 280 287 293 299 306 312 325 331 331
331 338 68 236 243 249 256 262 269 276 282 289 295 302 306 315 322 328 335 341 348
354 69 243 250 257 263 270 277 284 291 297 304 311 318 324 331 338 345 351 358 365
70 250 257 264 271 278 285 292 298 306 313 320 327 3 34 341 348 355 362 369 376 71
257 265 272 279 286 293 301 308 315 322 329 338 343 351 358 365 372 379 386 72 265
272 279 287 294 302 309 316 324 331 338 346 353 361 338 375 283 288 295 302 310
318 325 333 340 348 355 363 371 378 386 393 401 408 74 280 287 295 303 311 319 328
334 342 350 358 365 373 381 389 396 404 412 420 75 287 295 303 311 319 327 335 343
351 359 367 375 383 391 399 407 415 423 431 76 295 304 312 320 328 336 344 353 361
369 377 385 394 402 410 416 426 435 443
FIGURA 4-2. Tabla de índice de masa corporal. 1. Mire hacia abajo en la columna de la
izquierda para encontrar la altura (medida en pulgadas); 2, mire a través de esa fila y
encuentre el peso; y 3, busque en la parte superior de la columna para encontrar el nú mero
que es el índice de masa corporal (IMC).
Ojos Ceguera nocturna Vitamina A Palidez de la conjuntiva Hierro, vitamina B12, á cido
fó lico Boca Estomatitis angular Queilosis (labios secos, agrietados, ulcerados) Glositis
Mú sculos
Atrofia de los mú sculos interó seos, hombros encuadrados, agarre deficiente de las manos y
fuerza de las piernas
Poblaciones Especiales
Pacientes Obesos
Segú n la tercera Encuesta Nacional de Salud y Examen (1988-1994), el 55% de los adultos
estadounidenses se clasifican con sobrepeso u obesidad (definido como un IMC de 25 kg/m
2 o superior), lo que representa casi 100 millones de personas. Entre la població n, el 32%
se considera con sobrepeso (IMC 25-29,9) y el 22,5% se considera obeso (IMC 30 o
superior). Por lo tanto, la obesidad representa el problema de salud relacionado con la
dieta má s importante al que se enfrentan los profesionales de la salud. Hay varios factores
de estilo de vida que pueden predisponer a la obesidad. Cuando la ingesta de calorías
supera continuamente los requisitos, se produce obesidad. Lo contrario es igualmente
cierto. Menos del 1% de todos los casos de obesidad está n relacionados con causas
neuroendocrinas, y estas condiciones rara vez causan obesidad masiva. Estos síndromes
incluyen hipotiroidismo, hipopituitarismo, exceso adrenocortical, síndrome de ovario
poliquístico, insulinoma y tumores hipotalá micos o dañ o a esta parte del cerebro, así como
algunas enfermedades hereditarias raras. El síndrome de Prader-Willi es un síndrome de
microdeleció n cromosó mica poco comú n asociado con obesidad infantil masiva, retraso
mental y falta de desarrollo sexual. En la figura 4-3 se muestra un paciente con síndrome de
Prader-Willi y obesidad mó rbida.
y cuá l fue la respuesta al tratamiento. Esta informació n se puede obtener con las siguientes
preguntas: "¿Có mo le afecta su peso corporal?" "¿Hay algo que no pueda hacer debido a su
peso?" "¿Tu peso afecta tu propio sentido de autoestima?" "¿Ha participado en algú n
programa de control de peso en el pasado?" Si es así, "¿Cuá les fueron y có mo respondió ?"
Examen físico centrado en la obesidad De acuerdo con las pautas má s recientes del
Instituto Nacional del Corazó n y los Pulmones, la evaluació n del estado de riesgo debido al
sobrepeso y la obesidad se basa en el IMC del paciente, la circunferencia de la cintura y la
existencia de condiciones comó rbidas. Tener sobrepeso u obesidad aumenta
sustancialmente el riesgo de morbilidad y mortalidad por hipertensió n, diabetes mellitus
tipo 2, dislipidemia, arteriopatía coronaria, accidente cerebrovascular, cá lculos biliares,
osteoartritis, problemas respiratorios (incluida la apnea del sueñ o) y varios tipos de
cá ncer. Los riesgos de estos trastornos se asocian independientemente con el exceso de
grasa abdominal, que puede definirse clínicamente como una circunferencia de la cintura
superior a 40 pulgadas (102 cm) en hombres y superior a 35 pulgadas (88 cm) en mujeres.
Para medir la circunferencia de la cintura, se dibuja una marca horizontal justo encima del
borde lateral superior de la cresta ilíaca. Luego se coloca una cinta de tela o de metal en un
plano horizontal alrededor del abdomen al nivel de la marca (Fig. 4-4). La medició n se
realiza a una respiració n mínima normal. Tener una circunferencia de cintura aumentada
puede indicar un aumento
* Mida la circunferencia de la cintura justo por encima de la cresta lila. Una circunferencia
de cintura aumentada puede indicar un mayor riesgo de enfermedad incluso con un peso
normal. IMC, Índice de Masa Corporal. Adaptado de los Institutos Nacionales de Salud,
Instituto Nacional del Corazó n, los Pulmones y la Sangre: Pautas clínicas para la
identificació n, evaluació n y tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos. Rockville,
MD, Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., Servicio de Salud Pú blica,
1998.
Pacientes desnutridos
La desnutrició n se asocia con una cicatrizació n má s lenta de las heridas, un aumento de las
complicaciones, una estancia hospitalaria má s prolongada, unos costes sanitarios má s
elevados y una mayor mortalidad. Al realizar una historia clínica y un examen físico
centrados en la nutrició n, puede identificar a las personas
que está n en alto riesgo nutricional o está n desnutridos. Los elementos clave de la historia
y el examen físico se revisaron anteriormente en este capítulo. La Evaluació n Global
Subjetiva (SGA) proporciona una integració n de datos histó ricos y de examen físico para
llegar a una evaluació n del estado nutricional del paciente. Como se muestra en la figura 4-
5, se combinan cinco características de la historia y ocho características del examen físico
para evaluar el riesgo. Las características histó ricas son pérdida de peso, cambios en la
ingesta dietética, síntomas GI significativos, estado funcional o nivel de energía. y la
demanda metabó lica del estado patoló gico subyacente del paciente. Los hallazgos físicos se
califican como normales (0), leves (1+), moderados (2+) o graves (3+) e incluyen
agotamiento de la grasa subcutá nea en el tó rax y los tríceps, atrofia muscular en los
mú sculos cuá driceps y deltoides, y la presencia de edema o ascitis. Con base en los
hallazgos de la historia y el examen físico, los pacientes se clasifican de acuerdo con las
siguientes tres categorías: A, buena nutrició n; B, desnutrició n moderada o sospechada; y C,
desnutrició n severa. Pérdida de peso. la ingesta dietética deficiente, la pérdida de tejido
subcutá neo, el desgaste muscular y el deterioro funcional se consideran los factores má s
significativos. Estos nutricionales
94 SECCIÓ N I EL ARTE DE ENTREVISTA
Seleccione la categoría apropiada con una marca de verificació n o ingrese el valor numérico
donde se indica con A "#" A. Historial 1. Cambio de peso y altura Pérdida total en los
ú ltimos 6 meses: Amt. = #__ kg; % de pérdida = # __ Altura = #__cm Cambio en las ú ltimas 2
semanas:__ aumento, __ sin cambios, __ disminució n. 2. Cambio en la ingesta dietética (en
relació n con lo normal) __ Sin cambios. __ Cambiar __ duració n = #__ semanas. Tipo: __ dieta
só lida subó ptima, __ dieta líquida completa, __ líquidos hipocaló ricos, __ inanició n.
Suplemento: (círculo) cero, vitaminas, minerales, # __ frecuencia/semana. 3. Síntomas
gastrointestinales (que persistieron durante > 2 semanas) __ ninguno,_ ná useas, __ vó mitos,
__ diarrea, __ anorexia. 4. Capacidad funcional Sin disfunció n (p. ej., plena capacidad). __
Disfunció n: duració n #__ semanas. tipo: __ trabajando de manera subó ptima, _ ambulatorio,
__ postrado en cama. 5. Enfermedad y su relació n con los requerimientos nutricionales
Diagnó stico primario (especificar) Demanda metabó lica (estrés): __ sin estrés, __ estrés
bajo, __ estrés moderado, __ estrés alto. B. Físico (para cada rasgo, especifique: 0 = normal,
1+ = leve, 2+ = moderado, 3+ = grave) # ___ Pérdida de grasa subcutá nea (tríceps, tó rax) #
__ Ascitis # __ Atrofia muscular (cuá driceps, deltoides) , temporalis) # __ # __ Edema de
tobillo # __ # Edema sacro # __ C. Calificació n SGA (seleccione uno) Bien nutrido. __
Moderadamente (o sospechoso de estar) desnutrido. __ Gravemente desnutrido.
FIGURA 4-5. Evaluació n global subjetiva (SGA) (de Jeejeebhoy KN Clinical and Functional
Assessments In Shils ME, Olson JA, Shike M, eds: Modern Nutrition in Health and Disease,
8th ed. Philadelphia, Lea & Febiger, 1994, 805-811).
,!
FIGURA 4-6. A a C, Pérdida de grasa y mú sculo subcutá neos en tres pacientes con
desnutrició n proteico-energética.
Los ancianos representan un grupo diverso que está en riesgo específico de una variedad
de problemas nutricionales. Estos problemas son causados por una combinació n de
factores ambientales, sociales y econó micos y se ven agravados por numerosos cambios
fisioló gicos que ocurren a diferentes velocidades a medida que las personas envejecen. La
Iniciativa de Evaluació n Nutricional, un esfuerzo multidisciplinario para promover la
evaluació n nutricional y una mejor atenció n nutricional en el sistema de atenció n médica
de los Estados Unidos, ha identificado los siguientes factores de riesgo asociados con el
estado nutricional deficiente en los estadounidenses mayores: ingesta inadecuada de
alimentos, pobreza, aislamiento social, dependencia o discapacidad, enfermedades o
condiciones agudas o cró nicas y uso cró nico de medicamentos. Estos factores se han
incorporado a una lista de verificació n de factores de riesgo utilizando el acró nimo
DETEI;IIIINE, que identifica varias señ ales de advertencia para las personas en riesgo de
tener un estado nutricional deficiente.
FIGURA 4-8. A y B, estos dos pacientes con deficiencia de vitamina C tienen enfermedad
periodontal marcada
La deficiencia de C rara vez se encuentra en los Estados Unidos. El estado carencial clá sico
se conoce como escorbuto. Se caracteriza por depresió n, fatiga y anomalías generalizadas
en el tejido conectivo. Se observan con frecuencia lesiones orales (incluida la inflamació n
de las encías), petequias, hemorragia, cicatrizació n deficiente de heridas, hiperqueratosis y
sangrado en las cavidades corporales. La figura 4-8 muestra dos pacientes con escorbuto y
marcada enfermedad periodontal. La figura 4-9 muestra pú rpura perifolicular y equimosis
en un paciente con deficiencia de vitamina C. El folato es necesario para la síntesis de
nucleó tidos y el metabolismo de varios aminoá cidos. La inhibició n del metabolismo del
folato en bacterias y en el crecimiento de células cancerosas es el mecanismo de acció n de
los antibió ticos de sulfonamida y agentes quimioterapéuticos como metotrexato y 5-
fluorouracilo (5-FU). La deficiencia de folato se observa en mujeres en edad fértil y en
alcohó licos. Se presenta con una anemia megaloblá stica que refleja una síntesis de ADN
ineficaz. La depapilació n de la lengua y la diarrea son hallazgos comunes. La figura 4-10A
muestra la glositis clá sica por deficiencia de folato en un paciente alcohó lico; La figura 4-
10B muestra la lengua después del reemplazo de folato. La niacina, una vitamina del
complejo B, se requiere como coenzima para formar nicotinamida adenina dinucleó tido o
nicotinamida adenina dinucleó tido fosfato. Hay má s de 200 enzimas que requieren las
formas de coenzimas activas de la niacina como aceptores de electrones o donantes de
hidró geno. La deficiencia clá sica de niacina es la pelagra. Se ve en poblaciones
B
Capítulo 4 Evaluació n del estado nutricional 99
en China, Á frica e India, donde el maíz es la principal fuente de energía. Los síntomas má s
comunes son diarrea, demencia y dermatitis pigmentada en á reas expuestas al sol.
También son frecuentes la glositis, la estomatitis, el vértigo y las parestesias quemantes. La
figura 4-11A muestra un paciente alcohó lico con una marcada dermatitis pigmentada
secundaria a deficiencia de niacina; La figura 4-11B muestra al mismo paciente después de
la terapia de reemplazo. El zinc es un oligoelemento necesario para una variedad de
procesos metabó licos. Es un componente de má s de 100 enzimas, incluidas la ADN
polimerasa, la ARN polimerasa y la ARNt sintetasa. La deficiencia de zinc se asocia con
retraso del crecimiento e hipogonadismo en los niñ os. En adultos, la infertilidad, la mala
cicatrizació n de heridas, la diarrea y la dermatitis son síntomas frecuentes. La figura 4-12A
muestra una dermatitis descamativa generalizada secundaria a la deficiencia de zinc en un
paciente con malabsorció n de grasas. La figura 4-12B muestra al paciente después del
tratamiento con zinc.
Concluyendo
Bibliografía
CAPÍTULO
5
Uniendo la historia
En los primeros capítulos, se discutieron las preguntas del entrevistador y las respuestas
del paciente. En este capítulo, estos materiales se juntan para dar forma a una entrevista
simulada. En la entrevista subsiguiente, tenga en cuenta la forma en que el entrevistador
permite que el paciente hable y có mo se incorporan las diversas técnicas. Las notas al pie
se refieren al tipo de técnica utilizada oa algunos otros aspectos importantes de la
entrevista.
entrevista
Entrevistador
Paciente
Entrevistador
f Sr. John Doe El Sr. John Doe, el paciente, está acostado có modamente en una habitació n de
cuatro camas en el Hospital Mount Hope. Es un hombre blanco, ligeramente obeso y tiene
alrededor de 40 añ os. El Sr. Doe está viendo la televisió n. El entrevistador entra en la
habitació n, vestido con una bata blanca. (El entrevistador sonríe y extiende la mano para
un firme apretó n de manos) Buenos días, Sr. Doe. Soy Susan Smith, estudiante de segundo
añ o de medicina. Me han pedido que te entreviste y te examine hoy. (El paciente sonríe,
pareciendo amistoso) El Dr. James, mi residente, me dijo que vendría a verme. (El
entrevistador corre la cortina alrededor de la cama; acerca una silla al lado de la cama del
paciente y se sienta; piernas cruzadas, brazos en el regazo) ¿Le importaría si apagamos la
televisió n? (Paciente apaga la televisió n) En absoluto. ¿Có mo está s hoy? ESTÁ BIEN. Sin
dolor durante los ú ltimos 2 días. ¿Cuá l fue el problema que lo trajo al hospital, Sr. Doe?* He
tenido un dolor de pecho terrible durante los ú ltimos 6 meses... (pausa) * Indagar sobre la
queja principal usando una pregunta abierta.
101
Entrevistador Paciente
Entrevistador Paciente
Entrevistador
Paciente
Entrevistador Paciente
Supongo que debería empezar por el principio.... Hace unos 4 añ os. Empecé a tener esta
extrañ a sensació n en el pecho. No era dolor exactamente. . . era una incomodidad dolorosa
y sorda. No le presté atenció n. Supongo que debería haberlo hecho... Bueno, de todos
modos, pude ir a trabajar, jugar al tenis y divertirme. De vez en cuando, cuando discutía en
el trabajo, tenía esta sensació n. (mirando triste) Mi esposa nunca supo nada al respecto.
nunca le dije Nadie sabía. No quería molestarlos. Entonces, de repente, el 15 de julio de
2000, sucedió . (silencio) ¿Pasó ?* Sí. Tuve mi primer ataque al corazó n, estaba jugando al
tenis cuando tuve este dolor horrible. Nunca tuve algo así antes. Me estaba preparando
para servir cuando este dolor me golpeó . Todo lo que podía hacer era acostarme en la
cancha. Mi pareja corrió hacia mí y todo lo que recuerdo es ese dolor. Me desperté en el
Kings Hospital. (pausa) Me dijeron que perdí el conocimiento y que me llevaron al hospital
en ambulancia. Recuerdo que, cuando llegué al hospital, todavía tenía el dolor. Estuve allí
por 2 semanas. ¿Có mo te sentiste cuando saliste del hospital? Realmente me sentí bien. No
má s dolor en el pecho. Mi médico allí me había dado unas pastillas y dijo que estaría bien.
¿Y luego qué pasó ? Volví al trabajo después de unas 3 semanas. ¡Realmente me sentí genial!
(sonríe) ¿Qué tipo de trabajo haces? soy abogado Mencionaste que este fue tu primer
ataque al corazó n. ¿Has tenido otros? Lamentablemente (mirando hacia abajo) sí.
Cuéntame sobre eso. ' (incliná ndose hacia adelante) Seis meses después, tuve mi segundo
ataque. (pausa) ¿Qué estabas haciendo? Jugando tenis. (silencio) Esta vez no recuerdo
nada. . . ni siquiera el dolor. Recuerdo estar en la cancha y despertarme en la unidad de
cuidados intensivos del Kings Hospital. Dijeron que tuve un infarto masivo y que tenía una
irregularidad en el pulso que me hizo
Entrevistador Paciente
Entrevistador Paciente
Entrevistador Paciente
Entrevistador Paciente
Entrevistador Paciente
Entrevistador
Paciente
tenue. Pero salí del hospital en 3 semanas sintiéndome mucho mejor. Volví al trabajo
después de 3 semanas en casa. ¿Le hicieron alguna prueba mientras estuvo en el hospital?
No (pausa, mano sobre la boca) el médico me acaba de dar unas pastillas para fortalecer el
corazó n y para la irregularidad. (silencio, luego después de 10 segundos) Tu silencio me
hace pensar que quieres decirme algo.* Debería haberlo escuchado. (pausa, sacudiendo la
cabeza) ¿A quién? Mi médico sugirió después de mi primer ataque al corazó n que debería
hacerme un cateterismo cardíaco. Le dije que estaba bien, que no lo necesitaba. Incluso
después de mi segundo ataque, no lo escuché. (pausa) Espero que no sea demasiado tarde.
¿Demasiado tarde? Sí. Por eso estoy aquí. Voy a tener el cateterismo cardíaco mañ ana.
Emily finalmente me convenció de tenerlo. (pausa) Realmente no he podido hacer nada
durante los ú ltimos 6 meses. (pausa, mirando hacia abajo) Tuve que dejar mi trabajo en la
oficina. Claro, todavía me llaman para pedir consejo, pero no es lo mismo. (pausa, casi con
lá grimas en los ojos) Los desplazamientos en coche acaban de afectarme. (pausa) Mi hijo y
sus amigos gritando por la casa. (pausa má s larga) No puedo soportarlo má s. ¿Qué le dijo su
médico acerca de la prueba? El médico me dijo que si tengo alguna obstrucció n, me la opera
o me la arregla con un globo o una especie de Roto-Rooter. ¿Volveré a ser normal? (pausa)
Después del estudio, su médico estará en la mejor posició n para responder esa pregunta.
(pausa) Cuéntame sobre el dolor que has estado teniendo. Parece que tengo el dolor todo el
tiempo. Apenas puedo subir las escaleras en casa sin sentir dolor.
Entrevistador Paciente
Entrevistador Paciente Entrevistador Paciente Entrevistador Paciente
Entrevistador Paciente
¿Có mo es el dolor ahora? Es una opresió n horrible, como un tornillo de banco. (cierra el
puñ o sobre el pecho*) aquí mismo. Cuando te duele, ¿lo sientes en algú n otro lugar? Sí. Va
directo a mi espalda y mi brazo izquierdo. El brazo se siente tan pesado. ¿Hay otros
momentos en los que sienta dolor? Parece que lo consigo con el má s mínimo esfuerzo o
emoció n. ¿Te duele durante las relaciones sexuales? Tuve que parar incluso eso hace 6
meses. Sentiría el dolor justo cuando estaba a punto de correrme y tendría que parar. ¿Ha
tenido alguna dificultad para respirar? Cuando me duele, me falta el aire. ¿Alguna vez te
falta el aire sin el dolor? Me doy cuenta de que ya no puedo caminar mucho sin quedarme
sin aliento. ¿Cuá ntos bloques llanos puedes caminar ahora sin que te falte el aire? Sobre
una cuadra. ¿Cuá nto podías caminar hace 6 meses? Supongo que unas dos o tres cuadras.
Desde su ataque al corazó n, ¿ha tenido saltos o palpitaciones en su corazó n? No nunca.
¿Alguien le ha dicho alguna vez que su colesterol o grasas en su sangre estaban altos? No.
¿Ha fumado alguna vez? Me detuve después de mi primer ataque al corazó n. ¿Cuá nto
fumaste? Unos dos paquetes al día. ¿Por cuá nto tiempo? Oh, desde que tenía unos 18 añ os.
¿Puedo preguntarle su edad? l'rn 42. ¿Alguna vez ha tenido presió n arterial alta? Sí... Mi
médico me dio algunos medicamentos para eso, pero nunca volví a llenar las pastillas
después de que se terminaron. . Sentí línea. ¿Sabes qué tan alta era tu presió n? Realmente
caliente.
Entrevistador Paciente
Entrevistador
¿Tienes diabetes? Gracias a Dios, yo no... Mi padre sí, aunque... Ha estado bastante enfermo
ú ltimamente. . Tiene algú n tipo de problema con los ojos. El doctor dijo que es por su
diabetes. Va a ver a un especialista en un par de semanas... Ha tenido muchos problemas. Se
rompió la cadera hace unos añ os cuando paseaba a nuestro perro. Un tipo grande vino
sacando un carrito del supermercado y atropelló a mi padre. Estuvo hospitalizado durante
varias semanas porque realmente no podía cuidar de sí mismo. Su cadera está bien ahora.
Lo haría (el entrevistador interrumpe) Me alegro de que su cadera esté bien curada. ¿Hay
alguien má s en su familia que tenga diabetes?*
No. ¿Alguien que haya tenido un ataque al corazó n? Creo que el padre de mi madre murió
de un infarto. ¿Cuantos añ os tenía? Alrededor de 75. ¿Qué hay de tu madre? Murió cuando
tenía 64 añ os... cá ncer de estó mago. Ella realmente sufrió . ¿Tienes hermanos o hermanas?
Mi hermana tiene 37 añ os y está bien. ¿Algú n otro hermano? Mi hermano tiene 45 añ os.
Tuvo un infarto cuando tenía 40. ¿Tienes hijos? Un chico de 15 añ os. ¿Có mo está la salud de
su hijo? No hay problema, excepto que tiene un poco de sobrepeso. Está s casado. A una
gran chica. Emily fue quien me convenció de hacerme la prueba. ¿Alguien en su familia
tiene presió n arterial alta? No. ¿Asma? No. Tuberculosis? No.
justo después de mi primer ataque al corazó n. Ella tenía • Supongo que es una bendició n.
¿Crees que los medicamentos te ayudan? Supongo que sí. Creo que me siento mejor con
ellos. ¿Algú n otro medicamento? (pausa) Nitroglicerina cuando me da el dolor. ¿Cuá nto
tarda en hacer efecto la nitroglicerina? Muy rá pido. ¿Cuá nto tiempo es eso? Alrededor de 4
a 5 minutos.
¿sarampió n? ¿difteria?
Entrevistador
Entrevistador Paciente Entrevistador
Entrevistador Paciente
¿Toma algú n otro medicamento (pausa) de venta libre? ¿hierbas medicinales? (El paciente
piensa por un momento) Tomo Chlor-Trirneton cuando tengo un resfriado pero eso es
todo. ¿Alguna vez ha tenido otros problemas de salud? No. ¿Algú n problema con tu hígado?,
¿riñ ones? ¿estó mago? . (El paciente niega con la cabeza) ¿Có mo está su apetito? Bastante
bien. Ú ltimamente no he tenido mucha hambre. Comenzando con el desayuno de ayer, ¿qué
comiste? Tostadas, café y jugo para el desayuno (pausa) un sá ndwich de jamó n con Tab
para el almuerzo (pausa) oh sí, pastel de ará ndanos para el postre (pausa) y bistec con
papa al horno y ensalada para la cena ¿Algú n refrigerio entre comidas? Me comí una
magdalena con leche antes de acostarme. ¿Comes pescado? Algunas veces. Con qué
frecuencia. Tal vez (pausa) una vez cada 2 semanas. Me gustan los camarones, pero sé que
no son buenos para mí. ¿Ha tenido algú n cambio de peso recientemente? Perdí alrededor
de 10 libras en los ú ltimos 3 meses.
¿Algo má s?
¿pulmones?
Debido a que este paciente ha demostrado tanta negació n, el entrevistador desea preguntar
específicamente sobre las enfermedades de los ó rganos principales. Cada pregunta se hace
lentamente y el entrevistador hace una pausa después de cada pregunta. esperando por
una respuesta. I El entrevistador no está satisfecho con declaraciones cualitativas. Ella
persigue cada pregunta para cuantificar lo mejor posible. : A pesar de que sabe que los
camarones no son tan saludables como el pescado. todavía lo come. Esta es una negació n
má s de su enfermedad. § El entrevistador ahora ha captado algú n otro elemento somá tico
de la depresió n y ahora lo investigará .
Paciente
Entrevistador Paciente
Entrevistador
Paciente
Paciente
Entrevistador
Entrevistador Paciente
Entrevistador
Entrevistador Paciente
¿Bebes café o té? Unas tres tazas de café al día en el trabajo. Só lo tomo té cuando estoy
resfriado. ¿Alguna vez has consumido drogas recreativas? Probé la marihuana un par de
veces y nunca me hizo nada. . Nada má s. ¿Có mo es su día normal?* Antes de dejar de
trabajar en la oficina, me levantaba alrededor de las 5:30, me vestía y estaba en mi
escritorio en la oficina a las 7:30. Por lo general, salía de la oficina alrededor de las 7 y
llegaba a casa a las 8:15. Cenaríamos y estaría en la cama a las 11:30. después de la noticia.
Parece que tienes un día bastante ocupado. Sí, disfruto mi trabajo o al menos solía hacerlo.
¿Cuá nto tiempo lleva trabajando en su oficina actual? Empecé justo después de la facultad
de derecho. Supongo que he estado allí. unos 17 añ os. Soy uno de los socios principales.
(pausa) Me acaban de ascender. . Mucho bien que hará ahora. Ahora tengo varias preguntas
que me gustaría hacerle. Puedes responder solo
'sí" o "no" a cada una. f (pausa) ¿Ha tenido fiebre recientemente? No. ¿Escalofríos? No.
¿Sudores? No. ¿Erupciones? No. ¿Cambios en el cabello o las uñ as? No. ¿Dolor de cabeza?
Rara vez, aproximadamente una vez cada 2 o 3 meses. ¿Durante cuá nto tiempo ha tenido
dolores de cabeza? Añ os, supongo que alrededor de 20 a 25 añ os. ¿Me los puede describir?
Eso es difícil. Está n aquí. (señ alando el centro de su frente) Ellos duran alrededor de 1 a 2
horas.¿Qué los alivia?Generalmente, la aspirina.
* El entrevistador pregunta sobre el estilo de vida y la historia psicosocial del paciente. lEl
entrevistador ahora comenzará a pedir la revisió n de los sistemas. Preguntará acerca de
cada síntoma. Si el paciente responde afirmativamente, es apropiado realizar má s
preguntas.
Entrevistador de pacientes
Entrevistador Paciente
Entrevistador
¿Ha notado un cambio en el patró n o la gravedad de sus dolores de cabeza? No. ¿Ha tenido
alguna herida en la cabeza? Nunca. ¿Alguna vez has [aintido? No. ¿Tiene algú n problema
con. * (el entrevistador completa la revisió n de sistemas y luego pregunta) ¿Hay algo má s
que le gustaría decirme que no haya preguntado? No, ciertamente has sido muy minucioso.
Me gustaría resumir su historia brevemente para asegurarme de que tengo los detalles
correctos antes de proceder con su examen físico. Esta es su primera vez aquí en Mount
Hope Hospital. Tuviste tu primer infarto el 15 de julio de 2000, mientras jugabas al tenis.
Estuvo hospitalizado en Kings Hospital durante 2 semanas. Su segundo ataque al corazó n
fue 6 meses después. Usted fue nuevamente hospitalizado en el Kings Hospital. Sus
medicamentos desde entonces han sido Inderal LA 120 rng una vez al día y dinitrato de
isosorbida (Isordil) 20 rng, cuatro veces al día. Debido a un empeoramiento de su dolor
torá cico y un aumento de su dificultad para respirar en los ú ltimos 6 meses, ahora está
ingresado para un cateterismo cardíaco. ¿Es eso correcto, Sr. Doe? ¡Exactamente! ¿Tiene
alguna pregunta para mí antes de que comience su examen físico? No, no puedo pensar en
ninguno. (La entrevistadora se levanta, coloca el equipo en la mesa de luz y va al fregadero
a lavarse las manos. Luego comienza el examen físico.) (Entrevistador concluye el examen
físico) Quiero agradecerle su tiempo. Bueno . ¿qué piensas? ¿Lo lograré? (El entrevistador
abre la cortina alrededor de la cama del paciente) Ahora voy a reunirme con mi preceptor.
Después, volveremos.
Escrito
Antecedentes de la enfermedad actual: esta es la primera admisió n en Mount Hope del Sr.
John Doe, un abogado de 42 añ os con enfermedad de las arterias coronarias. Su historia se
remonta a aproximadamente 4 añ os antes del ingreso, cuando comenzó a experimentar
una vaga molestia en el pecho. Lo describe como "un dolor sordo", provocado por
trastornos emocionales en el trabajo. Sufrió su primer infarto el 15 de julio de 2000,
mientras jugaba al tenis. Estuvo hospitalizado durante 3 semanas en el Kings Hospital.
Después de 3 semanas en casa, volvió al trabajo. Seis meses después, sufrió su segundo
infarto, nuevamente mientras jugaba al tenis. Fue nuevamente hospitalizado en el Kings
Hospital y le dijeron que tenía una "irregularidad" en el corazó n. Se le iniciaron algunos
medicamentos para esta irregularidad. El paciente niega palpitaciones desde entonces.
Durante los ú ltimos 6 meses, el paciente ha tenido un dolor torá cico cada vez mayor con la
radiació n en el brazo izquierdo a pesar de Inderal LA 120 mg diarios y dinitrato de
isosorbida (Isordil) 20 mg qid.* El dolor torá cico del paciente es producido por el ejercicio,
las emociones y las relaciones sexuales. - curso. El paciente toma nitroglicerina segú n sea
necesario, con alivio a los 5 minutos. También se presenta disnea de esfuerzo de un bloque.
Esto ha empeorado en los ú ltimos 6 meses, antes de lo cual podía caminar de dos a tres
cuadras. Los factores de riesgo de enfermedad arterial coronaria del paciente incluyen
antecedentes de hipertensió n no tratada, antecedentes de tabaquismo de 40 paquetes por
añ o (2 paquetes por día durante 20 añ os) y un hermano con un infarto de miocardio a la
edad de 40 añ os. El hermano del paciente tiene ahora 45 añ os. El paciente niega
antecedentes de diabetes o hiperlipidemia. A pedido de su médico y de su esposa, ingresó al
hospital para un cateterismo cardíaco electivo. El paciente tiene una negació n significativa
de su enfermedad y una depresió n secundaria.* Aunque se sugirió el cateterismo cardíaco
después del primer infarto del paciente, se negó a aceptarlo hasta esta admisió n.
Antecedentes médicos anteriores: el paciente fue hospitalizado a los 15 añ os por una
apendicectomía en el Booth Hospital de Rochester, Nueva York. La cirugía fue realizada por
un Dr. Meyers. Las ú nicas otras hospitalizaciones fueron por los dos ataques cardíacos del
paciente, como se indicó anteriormente. El paciente es predominantemente un comedor de
carne roja con poco pescado en su dieta. Recientemente, presumiblemente debido a la
depresió n, ha habido una pérdida de apetito con una pérdida de peso de 10 libras. El
paciente admite tener un problema de sueñ o. Se duerme normalmente pero se despierta
temprano y no puede volver a dormirse. Sus ú nicos medicamentos está n indicados en la
historia de la enfermedad actual. No hay antecedentes de enfermedad renal, hepá tica,
pulmonar o gastrointestinal. No hay antecedentes de alergia. Antecedentes Familiares: El
padre del paciente tiene 75 añ os de edad y antecedentes de diabetes. Al parecer tiene algú n
problema ocular (cataratas o retinopatía). La madre del paciente murió a los 64 añ os de
cá ncer de estó mago. El hermano mayor del paciente, como se mencionó anteriormente,
tiene 45 añ os de edad y tiene enfermedad de las arterias coronarias. El paciente tiene una
hermana menor que tiene 37 añ os y se encuentra bien. No hay antecedentes de
enfermedad congénita. El paciente está casado y tiene un hijo de 15 añ os, que se encuentra
bien. Antecedentes psicosociales: El paciente es una personalidad "tipo A". Admite tener la
necesidad de beber alcohol de vez en cuando después del trabajo. Bebe café unas tres veces
al día. Ha consumido só lo marihuana en contadas ocasiones y niega el uso de otras drogas
recreativas. Revisió n de sistemas: Hay una historia de 20 a 25 añ os de dolores de cabeza
sin ningú n cambio reciente en su patró n o gravedad. El paciente niega cualquier lesió n en la
cabeza. Hay.. No hay antecedentes de claudicació n. El resto de la revisió n de sistemas es no
contributiva.”
CAPÍTULO
-- YO
Examen físico
Lo bá sico
Inspecció n
No toque al paciente: diga primero lo que ve; cultiva tus poderes de observació n.
Procedimientos
En los capítulos anteriores, se discutieron las reglas generales para dominar el arte de
tomar la historia. En este capítulo se analizan las habilidades específicas necesarias para
realizar un examen físico adecuado. Los cuatro principios del examen físico son los
siguientes: 1. Inspecció n 2. Palpació n 3. Percusió n 4. Auscultació n Para lograr la
competencia en estos procedimientos, el estudiante debe, en palabras de Sir William Osler,
"'enseñ ar al ojo a ver, al dedo para sentir, y el oído para oír". La capacidad de coordinar
toda esta informació n sensorial se aprende con el tiempo y la prá ctica. Aunque los
examinadores no usará n todas estas técnicas para cada sistema de ó rganos, deben pensar
en estas cuatro habilidades antes de pasar a la siguiente á rea a evaluar.
¿Cuá ntos contaste? La respuesta se da en una nota al pie al final de este capítulo. Este
ejemplo muestra claramente que los ojos deben estar entrenados para ver *
115
Mientras toma la historia, el examinador debe observar los siguientes aspectos del
paciente:
Palpació n
Percusió n
Auscultació n
La palpació n es el uso del sentido del tacto para determinar las características de un
sistema de ó rganos. Por ejemplo, se puede sentir un impulso anormal en el lado derecho
del tó rax que podría estar relacionado con un aneurisma de la aorta ascendente. Una masa
pulsá til en el abdomen podría ser un aneurisma abdominal. Una masa muy sensible en el
cuadrante superior derecho del abdomen que desciende con la inspiració n es
probablemente una vesícula biliar inflamada.
La auscultació n consiste en escuchar los sonidos producidos por los ó rganos internos. Esta
técnica proporciona informació n sobre la fisiopatología de un ó rgano. Se insta al
examinador a aprender tanto como sea posible de las otras técnicas antes de usar el
estetoscopio. Este instrumento debe corroborar los signos que fueron sugeridos por las
otras técnicas. La auscultació n no debe usarse sola para examinar el corazó n, el tó rax y el
abdomen. Esta técnica debe utilizarse junto con la inspecció n, percusió n y palpació n.
Escuchar los soplos carotídeos, oftá lmicos o renales puede proporcionar informació n para
salvar vidas. La ausencia de ruidos intestinales normales podría indicar una emergencia
quirú rgica.
TABLA 6--1. Equipo para examen físico Disponible en la mayoría de los pacientes
Requerido Á reas de cuidados opcionales Estetoscopio Iluminador nasal
Esfigmomanó metro Oto-oftalmoscopio Espéculo nasal Palas linguales Penlight Diapasó n:
512 Hz Varillas aplicadoras Martillo de reflejos Almohadillas de gasa Diapasó n: 128 Hz
Guantes Imperdibles o una caja de Gel lubricante recto alfileres* Cinta métrica Tarjeta de
guayaco para sangre oculta Tarjeta de agudeza visual de bolsillo Espéculo vaginal *Se debe
usar un alfiler nuevo para cada paciente como precaució n contra la transmisió n de los virus
del SIDA y la hepatitis. 1-Accesorio para el mango del otoscopio.
Los estudiantes y los médicos está n frecuentemente expuestos a pacientes con hepatitis o
síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). El miedo de los médicos a estas
enfermedades frecuentemente interfiere con el desarrollo de una buena relació n médico-
paciente. Una vez que se implementen procedimientos claramente definidos para
garantizar la seguridad de los trabajadores de la salud, este temor se puede manejar mejor.
Los Centros para el Control y la Prevenció n de Enfermedades (1986) y la Administració n
de Seguridad y Salud Ocupacional (1991) han establecido varias pautas de precaució n.
Todos los trabajadores de la salud deben seguir estas pautas de manera rutinaria siempre
que exista la posibilidad de exposició n a materiales potencialmente infecciosos, como
sangre u otros fluidos corporales. 1. El uso de guantes debe proporcionar una protecció n
adecuada al realizar el examen físico o al manipular sá banas o prendas de vestir sucias de
sangre o fluidos corporales.
los
Meta
El objetivo del examen físico es obtener informació n vá lida sobre la salud del paciente. El
examinador debe ser capaz de identificar, analizar y sintetizar la informació n acumulada en
una evaluació n integral. La validez de un hallazgo físico depende de muchos factores. La
experiencia clínica y la fiabilidad de las técnicas de exploració n son las má s importantes.
Los resultados falsos positivos o falsos negativos reducen la precisió n de las técnicas. La
variació n puede ocurrir cuando las técnicas son realizadas por diferentes examinadores,
con diferentes equipos, en diferentes pacientes. Los conceptos de validez y precisió n se
analizan con má s detalle en el Capítulo 26, Razonamiento diagnó stico en el diagnó stico
físico. El sesgo inconsciente es un concepto importante de entender. Es bien sabido que el
sesgo inconsciente en un examinador puede influir en la evaluació n de un hallazgo físico.
Por ejemplo, en pacientes con fibrilació n auricular rá pida, la frecuencia ventricular es
irregular y varía de 150 a 200 latidos por minuto. La frecuencia del pulso radial es
significativamente má s baja debido a un déficit de pulso (explicado en el Capítulo 13. El
corazó n). Si los examinadores registran primero la frecuencia cardíaca apical, encontrará n
que la frecuencia varía de 150 a 200 latidos por minuto. Si luego verifican el pulso radial,
detectará n una frecuencia de pulso má s rá pida que si hubieran medido el pulso radial
primero. La primera observació n, por lo tanto, sesga la segunda observació n.
Alternativamente, si los examinadores determinan primero el pulso radial y luego la
frecuencia cardíaca, la frecuencia cardíaca apical será má s lenta, pero la probabilidad de
sesgo es menor porque el error del observador es menor en el vértice. Es importante
revisar los conceptos de sensibilidad y especificidad. La sensibilidad es la frecuencia de una
prueba o técnica positiva en individuos con una enfermedad o condició n. La especificidad
es la frecuencia de una prueba o técnica negativa en individuos sin una enfermedad o
condició n. La sensibilidad y la especificidad se refieren a las propiedades de la prueba o
técnica, mientras que el profesional de la salud está interesado en las propiedades o
características de la prueba o técnica.
el paciente, que vienen dadas por los valores predictivos. El valor predictivo positivo es la
frecuencia de enfermedad en pacientes con resultados de prueba positivos. El valor
predictivo negativo es la frecuencia de ausencia de enfermedad en pacientes con resultados
de prueba negativos. La pregunta, "¿Cuá l es la posibilidad de que una mujer con una masa
mamaria dura como piedra tenga cá ncer?" aborda el valor predictivo positivo. El valor
predictivo depende de la prevalencia de la enfermedad en la població n respectiva, así como
de la sensibilidad y especificidad de la prueba. Una prueba positiva en un individuo de una
població n con una baja prevalencia de la enfermedad aú n arrojará un valor predictivo
positivo bajo. Por ejemplo, provocar la presencia de matidez cambiante es una técnica muy
sensible para detectar ascitis. Por lo tanto, un examinador que no detecta matidez
cambiante en el abdomen de un paciente puede estar razonablemente seguro de que este
hallazgo negativo descarta la ascitis. Por el contrario, el hallazgo de microaneurismas en el
á rea macular de la retina es un hallazgo muy específico de diabetes. De este modo. un
examinador que encuentra microaneurismas en el
Prefijo/raíz Perteneciente al ejemplo Definició n ab- lejos de la abducció n Lejos del cuerpo
ad- hacia la aducció n Hacia el cuerpo aden- adenopatía de las glá ndulas Enfermedad
glandular an- sin anosmia Sin el sentido del olfato aniso- anisocoria desigual Pupilas
desiguales asthen- astenopía débil Fatiga ocular contra- contra; contralateral opuesto
Perteneciente al lado opuesto diplo- doble diplopía Doble visió n duc- abducció n de plomo
Vuelta hacia afuera mala; mal disuria Dolor al orinar eso- en esotropia Ojo desviado hacia
adentro eu- bueno; eupnea Respiració n fá cil ventajosa exo- hacia fuera exotropía Ojo
desviado hacia afuera hemi- mitad hemiplejía Pará lisis de un lado del cuerpo hidro- agua
hidrofílica Absorció n de agua con facilidad
Capítulo 6 El examen físico 121
macula puede estar razonablemente seguro de que este hallazgo gobierna en la diabetes,
porque las personas normales sin diabetes no tienen microaneurismas maculares. Es decir,
el hallazgo de microaneurismas en la má cula tiene un alto grado de especificidad.
Desafortunadamente, una técnica rara vez es a la vez muy sensible y muy específica. Se
deben aplicar varias técnicas juntas para hacer una evaluació n adecuada. En resumen: 1. Se
puede utilizar con confianza una técnica o prueba con alta sensibilidad para descartar la
enfermedad en un paciente con un resultado negativo. 2. Una técnica o prueba con alta
especificidad se puede utilizar con confianza para descartar la enfermedad de un paciente
con un resultado positivo. Estos conceptos se analizan con má s detalle en el capítulo 26.
Razonamiento diagnó stico en el diagnó stico físico.
Bibliografía Chalmers TC: El ensayo clínico. Milbank Mere Fund Q 59:324, 1981. *
Respuesta al acertijo: Hay seis "f" en la oració n del recuadro Regrese y cuéntelas La
mayoría de las personas cuentan solo tres, sin incluir las "f" en las tres "de ."
CAPÍTULO 7
La piel
¿Qué es lo má s difícil de todo? Lo que tienes por má s simple; viendo con tus propios ojos lo
que se despliega ante ti.
General
Consideraciones
La piel, que es el ó rgano má s grande del cuerpo, es uno de los mejores indicadores de la
salud general. Incluso la persona no capacitada es capaz de detectar cambios en el color y la
textura de la piel. El examinador capacitado puede detectar estos cambios y al mismo
tiempo evaluar signos cutá neos má s sutiles de enfermedad sistémica. Las enfermedades de
la piel son comunes. Aproximadamente un tercio de la població n de los Estados Unidos
tiene un trastorno de la piel que requiere atenció n médica. Casi el 8% de todas las visitas
ambulatorias de adultos está n relacionadas con problemas dermatoló gicos. Los cá nceres de
piel no melanoma, los carcinomas de células basales y los carcinomas de células escamosas
son, con mucho, las neoplasias malignas má s comunes que ocurren en los Estados Unidos.
La Sociedad Estadounidense del Cá ncer estimó que hubo má s de 800.000 casos nuevos en
1996. La gran mayoría de estos casos ocurrieron en la cabeza y el cuello, lo que respalda la
importancia de la exposició n al sol como estímulo causal. Aunque la mayoría de estos
pacientes son tratados y curados, el cá ncer de piel todavía causa má s de 5000 muertes al
añ o. La incidencia del melanoma maligno está aumentando a un ritmo má s rá pido que el de
cualquier otro tumor. En el añ o 2000, la Sociedad Americana del Cá ncer estimó que hubo
47.700 casos nuevos diagnosticados y 7700 muertes por este tumor. La incidencia de
melanoma ha aumentado un 7% por añ o durante la ú ltima década, y se estima que la tasa
de desarrollo de melanoma durante la vida es de 1 en 75. Las razones de esto no está n
claras, pero la exposició n excesiva al sol es un factor importante. La detecció n temprana y
el tratamiento del melanoma maligno, como ocurre con la mayoría de los cá nceres, ofrece
la mejor posibilidad de curació n. Entre los pacientes con un melanoma superficial (menos
de 0,76 mm de profundidad), la tasa de supervivencia es superior al 99 %, mientras que
entre aquellos con una lesió n má s grande (má s de 3,64 mm de profundidad), la tasa de
supervivencia a 5 añ os es solo del 42 % . La naturaleza externa del melanoma brinda al
examinador la oportunidad de detectar estas pequeñ as lesiones curables. La funció n má s
importante de la piel es proteger el cuerpo del medio ambiente. La piel ha evolucionado en
los seres humanos para convertirse en una capa superficial relativamente impermeable
que evita la pérdida de agua, protege contra los peligros externos y aísla contra los cambios
térmicos. También participa activamente en la producció n de vitamina D. La piel parece
tener la permeabilidad al agua má s baja de cualquier membrana producida naturalmente.
Su barrera a la invasió n retarda la entrada de agentes potencialmente nocivos en el cuerpo
y causa dañ o interno. Esta barrera protege contra muchas tensiones físicas y prohíbe la
invasió n de microorganismos. Al observar pacientes con problemas extensos de la piel,
como quemaduras, se puede apreciar la importancia de este ó rgano.
123
Estrato có rneo Melanocitos Glá ndula sebá cea Capa de células basales Papilas dérmicas
Membrana basal
EPIDERMIS DERMIS
Glá ndula apocrina Folículo piloso Glá ndula ecrina Tejido adiposo Vasos sanguíneos
FIGURA 7-1. Secció n transversal de la piel que muestra las estructuras de la epidermis y los
tejidos subcutá neos.
Estructura
y Fisiología Las tres capas de tejido de la piel. representado en la figura 7-1. son la •
Epidermis • Dermis • Tejido subcutá neo La epidermis es la capa delgada y má s externa de
la piel. Está compuesto por varias capas de queratocitos o células productoras de queratina.
La queratina es una proteína insoluble que aporta a la piel sus propiedades protectoras. El
estrato có rneo es la capa má s externa y sirve como una barrera física importante. El estrato
có rneo está compuesto por células queratinizadas, que aparecen como escamas secas,
aplanadas, anucleares y adherentes. La capa de células basales es la capa má s profunda de
la epidermis. La capa de células basales forma una sola fila de células que proliferan
rá pidamente y migran lentamente hacia arriba, se queratinizan y finalmente se desprenden
del estrato có rneo. El proceso de maduració n, queratinizació n y desprendimiento dura
aproximadamente 4 semanas. Las células de la capa basal se entremezclan con melanocitos,
que producen melanina. El nú mero de melanocitos es aproximadamente igual en todas las
personas. La diferencia en el color de la piel está relacionada con la cantidad y el tipo de
melanina producida, así como con su dispersió n en la piel. Debajo de la epidermis se
encuentra la dermis, que es el estroma de tejido conjuntivo denso que forma la mayor parte
de la piel. La dermis está unida a la epidermis suprayacente por proyecciones en forma de
dedos que se proyectan hacia arriba en los huecos correspondientes de la epidermis. En la
dermis, los vasos sanguíneos se ramifican y forman un rico lecho capilar en las papilas
dérmicas. Las capas má s profundas de la dermis también contienen los folículos pilosos con
sus mú sculos y glá ndulas cutá neas asociadas. La dermis está provista de fibras nerviosas
sensoriales y autonó micas. Los nervios sensoriales terminan como terminaciones libres o
especiales.
Glá ndula ecrina Glá ndula apocrina FIGURA 7-2. Tipos de glá ndulas sudoríparas.
Folículo capilar
FIGURA 7-3. Relaciones estructurales del clavo: secció n transversal y desde arriba.
Matriz ungueal. Espacio paroniquial Á ngulo de Lovibond Placa ungueal /. Lecho ungueal
Pliegue ungueal proximal Lú nula Pliegue ungueal lateral
Las células epiteliales crecen en un patró n semilunar. Se extiende hacia afuera má s allá del
pliegue ungueal posterior y se llama lú nula. Las relaciones estructurales del clavo se
muestran en la figura 7-3. Un tallo piloso es una estructura queratinizada que crece fuera
del folículo piloso. Su extremo inferior, llamado matriz pilosa, consta de células epiteliales
en proliferació n activa. Las células en este extremo del folículo, junto con las de la médula
ó sea y el epitelio intestinal, son las células que se dividen y crecen má s rá pidamente en
nuestro cuerpo. Esta es la razó n por la cual la quimioterapia causa pérdida de cabello,
anemia, ná useas y vó mitos. El vello visible está presente en toda la superficie del cuerpo,
excepto en las palmas de las manos, las plantas de los pies, los labios, los pá rpados, el
glande y los labios menores. En á reas aparentemente sin pelo, los folículos pilosos son
pequeñ os y los tallos producidos son microscó picos. Los folículos pilosos muestran una
notable heterogeneidad morfoló gica y funcional. Los folículos y sus ejes en desarrollo
difieren de un lugar a otro en cuanto a la longitud, el color, el grosor, el rizo y la sensibilidad
a los andró genos. Algunos folículos, los de la axila y las zonas inguinales, son muy sensibles
a los andró genos, mientras que otros en la ceja son insensibles. Los mú sculos arrector pili
se adhieren al folículo debajo de la abertura de la glá ndula sebá cea. La contracció n de este
mú sculo eriza el cabello y provoca "piel de gallina". La estructura de un folículo piloso se
muestra en la figura 7-4.
Pelo
Sebá ceo g
arreglista
Pelo
Matriz de cabello
Revisar
de síntomas específicos
Erupció n o lesió n cutá nea Hay algunos puntos importantes que se deben aclarar al
entrevistar a un paciente acerca de una nueva erupció n o lesió n cutá nea. El momento
específico del inicio y la ubicació n de la erupció n o lesió n cutá nea son críticos. Una
descripció n cuidadosa de las primeras lesiones y cualquier cambio es vital. Al paciente con
una erupció n o una lesió n en la piel se le deben hacer las siguientes preguntas: "¿La
erupció n inicialmente era plana? ¿Levantada? ¿Con ampollas?" "¿La erupció n cambió de
cará cter con el tiempo?" "¿Ha habido nuevas á reas involucradas desde que comenzó la
erupció n?" "¿La erupció n pica o arde?" "¿La lesió n está sensible o entumecida?" "¿Qué hace
que la erupció n mejore? ¿empeore?" "¿La erupció n fue iniciada por la luz del sol?" "¿La
erupció n se agrava con la luz del sol?" "¿Qué tipo de tratamiento has probado?" "¿Tiene
dolores en las articulaciones? ¿Fiebre? ¿Fatiga?" "¿Alguien cerca de ti tiene un sarpullido
similar?" "¿Has viajado recientemente?" Si es así, "¿A dó nde?" "¿Ha tenido algú n contacto
con alguien que haya tenido un sarpullido similar?" "¿Hay antecedentes de alergia?" Si es
así, "¿Cuá les son sus síntomas?" "¿Tienes alguna enfermedad cró nica?" Tenga en cuenta si
el paciente ha usado algú n medicamento que pueda haber cambiado la naturaleza del
trastorno de la piel. Pregunte si el paciente usa algú n medicamento recetado o de venta
libre. Pregunte específicamente sobre aspirina y productos que contengan aspirina. Los
pacientes pueden desarrollar repentinamente una reacció n a los medicamentos que han
tomado durante muchos añ os. No ignore una prescripció n de larga data. ¿El paciente ha
recibido inyecciones recientes o ha tomado algú n medicamento nuevo? ¿El paciente usa
drogas "recreativas"? Preguntar al paciente sobre el uso de jabones, desodorantes,
cosméticos y colonias. ¿Ha cambiado el paciente alguno de estos elementos recientemente?
Se debe anotar un historial familiar de trastornos cutá neos similares. El efecto del calor, el
frío y la luz solar sobre el problema de la piel es importante. ¿Puede influir algú n factor
contribuyente, como la ocupació n, las alergias alimentarias específicas, el alcohol o la
menstruació n? ¿Hay antecedentes de trabajos de jardinería o reparació n del hogar? ¿Ha
habido algú n contacto con animales recientemente? El entrevistador también debe
recordar preguntar sobre los factores psicó genos que pueden contribuir a un trastorno de
la piel. Determinar la ocupació n del paciente, si no se conoce ya. Determinar las actividades
recreativas y recreativas. La informació n es importante incluso si el paciente ha estado
expuesto a productos químicos o agentes similares durante añ os. Los fabricantes cambian
con frecuencia los componentes bá sicos sin notificar al consumidor. También pueden pasar
añ os hasta que un paciente se sensibilice a una sustancia.
Cambios en la piel
Color Los pacientes pueden quejarse de un cambio generalizado en el color de la piel como
primera manifestació n de una enfermedad. La cianosis y la ictericia son ejemplos de este
tipo de problema. Determinar si el paciente es consciente de alguna enfermedad cró nica
que pueda ser responsable de estos cambios. Los cambios localizados en el color de la piel
pueden estar relacionados con el envejecimiento o con cambios neoplá sicos. Ciertos
medicamentos también pueden ser responsables de los cambios de color de la piel. El
examinador debe preguntar si el paciente está tomando o ha tomado recientemente algú n
medicamento.
Prurito
Cambios en el cabello
El entrevistador debe preguntar si ha habido pérdida de cabello o aumento de cabello.
Determinar cualquier cambio en la distribució n o textura. El entrevistador debe hacer las
siguientes preguntas: "¿Cuá ndo notó los cambios por primera vez?" "¿Ocurrió el cambio de
repente?" "¿La pérdida de cabello es simétrica?" "¿Se ha asociado el cambio con picazó n?
¿Fiebre? ¿Estrés reciente?" "¿Está al tanto de alguna exposició n a alguna toxina?
¿Compuestos comerciales para el cabello?" "¿Has cambiado tu dieta?" "¿Qué medicamentos
está tomando?" Los cambios en la dieta y los medicamentos suelen ser responsables de los
cambios en los patrones del cabello. El hipotiroidismo se asocia frecuentemente con la
pérdida del tercio lateral de las cejas. La enfermedad vascular en las piernas a menudo
causa pérdida de cabello en las piernas. Alternativamente, los tumores ová ricos y
suprarrenales pueden causar un aumento del vello corporal.
Cambios en las uñ as Los cambios en las uñ as pueden incluir divisió n, decoloració n, surcos,
engrosamiento o separació n del lecho ungueal. Há gale al paciente las siguientes preguntas:
"¿Cuá ndo notó por primera vez los cambios en las uñ as?" "¿Ha tenido alguna enfermedad
aguda recientemente?" "¿Tienes alguna enfermedad cró nica?" "¿Has estado tomando algú n
medicamento?" "¿Ha estado expuesto a productos químicos en el trabajo o en casa?" La
enfermedad fú ngica causará el engrosamiento de la uñ a. Se pueden encontrar indicios de
enfermedad sistémica mediante un examen minucioso del pliegue ungueal proximal, la
lú nula, el lecho ungueal, la lá mina ungueal y el hiponiquio. Las enfermedades agudas se
asocian con líneas y crestas en el lecho ungueal y la uñ a. Los medicamentos y los productos
químicos son notorios por causar cambios en las uñ as.
Sugerencias generales Se debe preguntar a todos los pacientes si ha habido algú n cambio
en los lunares, marcas de nacimiento o manchas en el cuerpo. Determine cualquier cambio
de color, crecimiento irregular, dolor, descamació n o sangrado. Cualquier crecimiento
reciente de una lesió n pigmentada plana es informació n relevante. Pregunte a todos los
pacientes si hay á reas de piel enrojecidas, escamosas o con costras que no sanan. ¿El
paciente ha tenido cá ncer de piel alguna vez? Si el paciente ha tenido cá ncer de piel, es
apropiado realizar má s preguntas sobre la ubicació n del cuerpo, el tratamiento y la
descripció n.
Impacto
Físico
Examen
El ú nico equipo necesario para el examen de la piel es una linterna. El examen de la piel
consiste en • Inspecció n • Palpació n El examen de la piel depende de la inspecció n, pero
también debe realizarse la palpació n de una lesió n cutá nea. Aunque la mayoría de las
lesiones cutá neas no son contagiosas, es prudente usar guantes para evaluar cualquier
lesió n cutá nea. Esto es especialmente cierto debido a la prevalencia de enfermedades de la
piel asociadas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). La palpació n de una
lesió n ayuda a definir sus características: textura, consistencia, fluidez, edema en el á rea
adyacente, sensibilidad y palidez. El paciente y el examinador deben estar có modos
durante el examen de la piel. La iluminació n debe ajustarse para producir la iluminació n
ó ptima. Es preferible la luz natural. Incluso en ausencia de molestias relacionadas con la
piel, se debe realizar un examen cuidadoso de la piel en todos los pacientes porque la piel
puede proporcionar indicios sutiles de una enfermedad sistémica subyacente. El examen de
la piel se puede realizar como un enfoque de sistema separado o, preferiblemente, se debe
examinar la piel cuando se evalú an las otras partes del cuerpo.
Principios generales El examinador debe sospechar de cualquier lesió n que el paciente
describa como que ha aumentado de tamañ o o ha cambiado de color. El desarrollo de
cualquier nuevo crecimiento merece atenció n. Al examinar la piel, se realiza la evaluació n
inicial para determinar los aspectos generales de la piel. Evaluar el color, la humedad, la
turgencia y la textura de la piel.
Exploració n con el paciente sentado Cuando el paciente esté sentado, examine el pelo y la
piel de las manos y las extremidades superiores.
Inspeccione el cabello El cabello y el cuero cabelludo se evalú an en busca de lesiones. ¿Hay
alopecia o hirsutismo presente? Preste atenció n al patró n de distribució n y textura del
cabello sobre el cuerpo. En ciertas enfermedades, como el hipotiroidismo, el cabello se
vuelve escaso y á spero. En contraste, los pacientes con hipertiroidismo tienen cabello de
textura muy fina. La pérdida de cabello ocurre en muchas condiciones: anemia;
envenenamiento por metales pesados; hipopituitarismo; y algunos estados de
enfermedades nutricionales, como la pelagra. En la enfermedad de Cushing se observan
patrones de cabello aumentados; síndrome de Stein-Leventhal; y varias condiciones
neoplá sicas, como tumores de las glá ndulas suprarrenales y las gó nadas.
LÍNEAS DE BEAU
LAS UÑ AS DE TERRY
Las líneas de Beau son surcos transversales o depresiones paralelas a la lú nula. A menudo
se asocian con infecciones (tifus, fiebre reumá tica aguda, paludismo, SIDA), trastornos
nutricionales (carencia de proteínas, pelagra); problemas circulatorios (infarto de
miocardio, enfermedad de Raynaud); estados dismetabó licos (diabetes, hipotiroidismo,
hipocalcemia); enfermedades digestivas (diarrea, enterocolitis, pancreatitis cró nica,
sprue); drogas (agentes de quimioterapia); operaciones; y alcoholismo. Las líneas de Beau
son causadas por condiciones que hacen que la uñ a crezca lentamente o incluso deje de
crecer por intervalos cortos. El punto de crecimiento detenido se ve como un surco
transversal en la uñ a. Estas líneas se ven má s comú nmente en las uñ as de los pulgares y de
los pies. La figura 7-6A muestra los dedos de un paciente con las líneas de Beau en las uñ as.
La figura 7-6B muestra las líneas de Beau en las uñ as de los pies de un paciente que se
sometió a una cirugía mayor 5 meses antes. Ocasionalmente, una línea o banda transversal
blanca resultará de un envenenamiento o una enfermedad sistémica aguda. Estas líneas,
llamadas bandas de Mees, está n histó ricamente asociadas con el envenenamiento cró nico
por arsénico. Estas líneas o bandas también son paralelas a la lú nula. Midiendo el ancho de
la línea y aproximando el crecimiento de la uñ a a 1 mm por semana, puede ser posible
determinar la duració n de la enfermedad aguda antecedente. La figura 7-7 muestra las
uñ as de un paciente que recibió quimioterapia varias semanas antes.
Las uñ as de Lindsay también se llaman "uñ as mitad y mitad". La porció n proximal del lecho
ungueal es blanquecina, mientras que la porció n distal es roja o rosada. La enfermedad
renal cró nica y la azotemia se asocian comú nmente con este tipo de anormalidad ungueal.
La figura 7-8 muestra un paciente con uñ as de Lindsay secundarias a insuficiencia renal
cró nica. Las uñ as de Terry son lechos ungueales blancos dentro de 1-2 mm del borde distal
de la uñ a. Estos hallazgos en las uñ as se asocian má s comú nmente con cirrosis,
hipoalbuminemia, insuficiencia cardíaca congestiva cró nica y diabetes mellitus del adulto.
La figura 7-9 muestra un paciente con las clá sicas uñ as de Terry. Las hemorragias en astilla
se forman por la extravasació n de sangre de los vasos sanguíneos longitudinales del lecho
ungueal hacia los canales adyacentes. Las hemorragias en astilla son muy comunes. Se ha
estimado que hasta el 20% de todos los pacientes hospitalizados tienen hemorragias en
astilla. Su presencia se relaciona con mayor frecuencia con traumatismos leves locales, pero
estas hemorragias se asocian comú nmente con enfermedades sistémicas. Asociadas
clá sicamente con endocarditis bacteriana subaguda, las hemorragias en astilla se pueden
observar en leucemia, vasculitis, infecció n, artritis reumatoide, lupus eritematoso
sistémico, enfermedad renal, enfermedad hepá tica y diabetes mellitus, por nombrar
algunas. En la figura 7-10 se muestra un paciente con hemorragias en astilla. ¿Está presente
la coiloniquia? La coiloniquia, o uñ a de cuchara, es un estado distró fico en el que la
superficie de la uñ a se adelgaza y se desarrolla una depresió n en forma de copa. Las uñ as
en cuchara se asocian má s comú nmente con la anemia por deficiencia de hierro, pero se
pueden observar en asociació n con el adelgazamiento de la superficie de la uñ a por
cualquier causa, incluidos los irritantes locales. La figura 7-11 muestra una uñ a normal
comparada con una uñ a con coiloniquia secundaria a anemia ferropénica.
FIGURA 7-9. Las uñ as de Terry. FIGURA 7-10. Hemorragias en astilla.
FIGURA 7-13. Técnica para evaluar la presencia de hipocratismo FIGURA 7-14. Psoriasis:
picaduras en las uñ as.
La Figura 7-15 ilustra una secció n transversal de picaduras. La figura 7-16A muestra otro
paciente con lesiones ungueales psoriá sicas. Observe los cambios ungueales
característicamente distró ficos debido a la hiperqueratosis subungueal. La figura 7-16B
muestra un primer plano de una uñ a típica con cambios psoriá sicos.
Inspeccione la piel de la cara y el cuello Evalú e cuidadosamente los pá rpados, la frente, las
orejas, la nariz y los labios. Evalú e las membranas mucosas de la boca y la nariz en busca de
ulceració n, sangrado o telangiectasias. ¿Es normal la piel del surco nasolabial y de la boca?
Inspeccione la piel de la espalda Examine la piel de la espalda del paciente. ¿Hay alguna
lesió n presente?
Examen con el paciente acostado Inspeccione la piel del tó rax, el abdomen y las
extremidades inferiores Pida al paciente que se acueste para completar el examen de la
piel. Inspeccione la piel del tó rax y el abdomen. Se debe prestar especial atenció n a la piel
del á rea inguinal y genital. Inspeccione el vello pú bico. Elevar el escroto. Inspeccione el
á rea perineal. Las á reas pretibiales se evalú an para detectar la presencia de ulceraciones o
depó sitos cerosos. Los pies y las plantas se examinan cuidadosamente para detectar
cualquier cambio en la piel. Los dedos de los pies deben estar separados para evaluar las
redes entre ellos a fondo. Se le pide al paciente que gire sobre el lado izquierdo para poder
examinar la piel de la espalda, los glú teos y las á reas perianales.
Descripció n
de lesiones
Si se encuentra una lesió n en la piel, se debe clasificar como lesió n primaria o secundaria y
se debe dar una descripció n de su forma y distribució n. Las lesiones primarias surgen de la
piel normal. Son el resultado de cambios anató micos en la epidermis, la dermis o el tejido
subcutá neo. La lesió n primaria es la lesió n má s característica del trastorno de la piel. Las
lesiones secundarias resultan de cambios en la lesió n primaria. Se desarrollan durante el
curso de la enfermedad cutá nea. El primer paso para identificar un trastorno de la piel es
caracterizar la apariencia de la lesió n primaria. En la descripció n de la lesió n cutá nea, anote
si la lesió n es plana o elevada y si es só lida o contiene líquido. Una linterna es a menudo ú til
para determinar si la lesió n está ligeramente elevada. Si se dirige una linterna a un lado de
una lesió n, se formará una sombra de acuerdo con la altura de la lesió n. La ubicació n de la
lesió n en el cuerpo es importante. Por lo tanto, la distribució n de la erupció n es crucial para
hacer un diagnó stico. Puede ser gratificante inspeccionar la ropa de un paciente cuando se
sospecha dermatitis de contacto o pediculosis (infestació n de piojos). Ocasionalmente, la
exposició n ocupacional puede dejar rastros de contaminació n con aceites u otros
materiales que pueden ser visibles en la ropa y ayudar en la evaluació n. Los tres criterios
específicos para un diagnó stico dermatoló gico se basan en la morfología, configuració n y
distribució n, siendo la morfología el má s importante. El propó sito de la siguiente secció n es
familiarizar al lector con la morfología de las lesiones primarias y secundarias y el
vocabulario asociado con ellas.
Lesiones cutá neas primarias No palpables, planas Lesió n Características Ejemplos Má cula
Menos de 1 cm Pecas, lunares Parche Mayor de 1 cm Vitíligo, manchas con leche
FIGURA 7-17.
Lesiones cutá neas primarias Masa só lida palpable Lesió n Características Ejemplos Pá pula
Menor de 1 cm Nevus, verruga Nó dulo 1-2 cm Eritema nodoso Tumor Mayor de 2 cm
Neoplasias Placa Pá pula plana, elevada, superficial con Psoriasis, queratosis seborreica
á rea superficial mayor que la altura Habó n Superficial á rea de edema cutá neo Urticaria,
picadura de insecto
FIGURA 7-18.
Ak PLACA
Lesiones cutá neas primarias Palpables, llenas de líquido Lesió n Características Ejemplos
Vesícula Menor de 1 cm; llena de líquido seroso Ampolla, herpes simple Bulla Mayor de 1
cm; lleno de ampolla serosa. líquido del pénfigo vulgar Pú stula Similar a una vesícula; llena
de pus Acné, impétigo
FIGURA 7-19.
Capítulo 7 La piel 137
Lesiones cutá neas primarias especiales Lesió n Características Ejemplos Comedó n Apertura
de glá ndula sebá cea tapada Espinilla Madriguera Tú nel elevado de menos de 10 carneros
Sarna Quiste Lesió n palpable llena de material semilíquido o líquido Quiste sebá ceo
Absceso Un tipo específico de lesió n primaria con acumulació n localizada de material
purulento en la dermis o subcutis. Generalmente, la acumulació n es tan profunda que el
pus no es visible desde la superficie de la piel. Furú nculo Un tipo específico de lesió n
primaria que es una forma necrosante de inflamació n de un folículo piloso Carbunco Una
coalescencia de varios furú nculos Milia Quistes diminutos llenos de queratina que
representan una acumulació n de queratina en la porció n distal de la glá ndula sudorípara
FIGURA 7-20.
QUISTE DE MADRIGUERA
Lesiones cutá neas secundarias Debajo del plano de la piel esió n Características Erosió n
hú meda Pérdida de parte o toda la epidermis; la superficie es Pérdida de epidermis y
dermis; puede brotar Fisura Grieta lineal de la epidermis a la dermis I. Excoriació n Un á rea
traumatizada superficial lineal, o "dougout", generalmente autoinducida Adelgazamiento
de la piel con pérdida de marcas en la piel Endurecimiento difuso o circunscrito de la piel
FIGURA 7-21.
Lesiones cutá neas secundarias Por encima del plano de la piel Lesió n Características
Ejemplos Descamació n Células queratinizadas acumuladas; epidermis exfoliada Caspa,
psoriasis Formació n de costras Residuo seco de pus, suero o sangre Costras, impétigo
FIGURA 7-22.
FIGURA 7-23.
Ejemplos
En forma de anillo Anillos parciales Patró n irregular o geográ fico no relacionado con
ninguna estructura anató mica subyacente Circular Las lesiones se juntan En forma de disco
sin aclaramiento central Las lesiones permanecen separadas Una inflamació n con
tendencia a formar vesículas y formar costras Extendida Lesiones agrupadas Círculo dentro
un circulo; una lesió n en ojo de buey Engrosamiento có rneo En líneas Má s de un tipo de
forma de lesió n Pá pulas o placas asociadas con descamació n Red en forma de encaje En
forma de serpiente, reptante Dilatació n relativamente permanente de los vasos sanguíneos
superficiales Compromiso de todo el cuerpo Disposició n lineal a lo largo una distribució n
nerviosa
Eczema
Soriasis
.- @ DISCOIDE CONFLUENTE
FIGURA 7-24.
LINEAL QUERATOTICO
clinicopata
correlaciones ló gicas
Los trastornos de la piel con frecuencia desconciertan al examinador. Cuando uno ve una
erupció n, el pensamiento comú n es: "¿Por dó nde empiezo?" Con demasiada frecuencia, el
examinador puede frustrarse y ni siquiera intentar hacer un diagnó stico. Los términos
dermatoló gicos son complicados y los nombres de los trastornos dermatoló gicos pueden
resultar intimidantes. A menudo, las descripciones de los trastornos de la piel en los libros
de texto son má s confusas que ú tiles. Hay má s de 2500 diagnó sticos dermatoló gicos
nombrados por separado. En vista de la baja frecuencia de la mayoría de estas
enfermedades, solo 10 a 15 condiciones comunes componen alrededor del 50% de todos
los diagnó sticos dermatoló gicos. Si se consideraran las 50 condiciones má s comunes, se
podría realizar un diagnó stico para má s del 95% de todos los pacientes. Al abordar una
lesió n cutá nea, haga lo siguiente: • Primero, identifique la lesió n primaria • Segundo,
identifique su distribució n • Tercero, identifique cualquier hallazgo asociado • Cuarto,
considere la edad del paciente Las enfermedades de la piel evolucionan y sus
manifestaciones cambian. Una lesió n puede evolucionar de ampolla a erosió n, de vesícula a
pú stula, o de pá pula a nó dulo o tumor. Hay muchos trastornos o lesiones comunes de la
piel con los que el examinador debe estar familiarizado. En las figuras de este capítulo se
ilustran ejemplos de algunas de estas afecciones; estos diagramas transversales ilustran las
ubicaciones de estas anomalías en la piel y la participació n de las diversas capas de la piel
en la patogenia de las condiciones. El texto describe las lesiones primarias. Una verruga
comú n es un crecimiento benigno comú n generalmente causado por una infecció n de una
célula epidérmica por un virus. Estos nó dulos firmes con superficies queratínicas á speras
varían en tamañ o desde la cabeza de un alfiler hasta el tamañ o de un guisante y pueden
coalescer para formar un lecho extenso. Hay vacuolizació n de la epidermis con
descamació n y crecimiento ascendente de la papila dérmica. La figura 7-25 muestra una
secció n transversal de una verruga. Las figuras 7-26A y B muestran dos ejemplos de
verrugas en los dedos. Las verrugas también pueden ocurrir en las plantas de los pies
(verruga plantar) donde tienen una apariencia distintiva debido a la presió n constante. Son
muy dolorosos debido a la presió n constante que fuerza el material queratinoso hacia el
tejido má s profundo. En la figura 7-27A se muestra un ejemplo de una verruga plantar en el
taló n. Observe la lesió n querató sica con un centro amarillo dentro del cual hay á reas
visibles 6f mú ltiples puntos rojos a negros que
FIGURA 7-25. Corte transversal a través de una verruga Obsérvese la epidermis engrosada
y la hiperqueratosis.
A y B, Verrugas.
Verruga plantar. A, Obsérvese la lesió n querató sica con el centro amarillo y las á reas de
hemorragia en su interior. B, después
Capítulo 7 La piel 143
AB
representan hemorragia de las puntas de las papilas dérmicas. Clá sicamente, también hay
una interrupció n de las líneas normales de la piel. La figura 7-27 muestra la lesió n
extirpada. Observe la profundidad de la lesió n cuando se ve horizontalmente. Dado que las
verrugas se encuentran en la epidermis, la escisió n hasta el nivel de la dermis es suficiente
para eliminarlas por completo con una cicatriz mínima o nula. Un carcinoma de células
escamosas es una neoplasia maligna de queratocitos en la epidermis y es localmente
invasivo en la dermis. El tumor da como resultado un nó dulo o una placa que se descama y
forma una costra que puede ulcerarse y sangrar. El carcinoma de células escamosas es una
lesió n potencialmente peligrosa que puede infiltrarse en las estructuras circundantes y
hacer metá stasis en los ganglios linfá ticos y otros ó rganos. Las causas varían, pero incluyen
radiació n ultravioleta, rayos X, hidrocarburos policíclicos (p. ej., alquitrá n, aceites
minerales, brea y hollín), enfermedades de las mucosas (p. ej., liquen plano y enfermedad
de Bowen), cicatrices, trastornos cró nicos de la piel, enfermedades genéticas. (p. ej.,
albinismo y xeroderma pigmentoso), y virus del papiloma humano. El tumor se desarrolla
predominantemente en á reas de piel expuestas a la luz solar. La latencia desde la
exposició n del carcinó geno hasta el desarrollo del tumor puede ser de 25 a 30 añ os. La
figura 7-28 muestra dos ejemplos de carcinoma de células escamosas de la piel. Obsérvese
que las lesiones está n ulceradas con un margen firme, elevado e indurado. La figura 7-29
muestra un carcinoma de células escamosas en el labio de otro paciente. Observe el tumor
ulcerado central redondo. La Figura 7-30 muestra una secció n transversal de un carcinoma
de células escamosas. Un carcinoma de células basales es una neoplasia maligna de las
células basales de la epidermis y es la neoplasia maligna má s comú n de la piel. La
epidermis está engrosada y la dermis puede estar invadida por las células basales malignas.
Puede manifestarse como una lesió n con un aspecto perlado,
FIGURA 7-30. Secció n transversal de una célula escamosa FIGURA 7-29. carcinoma.
Obsérvese la invasió n de la dermis.
FIGURA 7-33. Carcinoma de células basales Observe el margen enrollado y bien definido.
margen enrollado, bien definido y una depresió n central ulcerada. Aunque la luz solar es un
factor etioló gico importante, los carcinomas de células basales casi siempre se observan en
la cara y rara vez en otras á reas expuestas al sol. Son tumores de crecimiento lento y rara
vez metastatizan a diferencia de los carcinomas de células escamosas. Son localmente
invasivos y cuando se localizan cerca del ojo o la nariz pueden invadir la cavidad craneal. Si
se produce ulceració n, sangrado y formació n de costras, se dice que hay una ú lcera de
roedor. Cualquier lesió n que no cicatrice debe evaluarse cuidadosamente para detectar la
posibilidad de un carcinoma de células basales. Las figuras 7-31, 7-32 y 7-33 ilustran las
características típicas de un carcinoma de células basales. Un melanoma es una neoplasia
maligna de los melanocitos de la epidermis. Si no se trata o no se reconoce, un melanoma
causará metá stasis fatales. La mayoría de los melanomas tienen una fase de crecimiento
superficial u horizontal prolongada en la que hay una expansió n lateral progresiva. Con el
tiempo, el melanoma entra en la fase vertical o profunda al penetrar en la dermis y puede
ocurrir una diseminació n metastá sica. Los melanomas malignos son la neoplasia maligna
má s comú n vista por los dermató logos. La incidencia del melanoma maligno está
aumentando má s rá pidamente que la de cualquier otra forma de malignidad. La mayoría de
los melanomas tienen una pigmentació n atípica en la epidermis, como tonos de rojo,
blanco, gris, azul, marró n y negro, todo en una sola lesió n. Hay cuatro tipos de melanoma
maligno: melanoma lentigo maligno, melanoma de extensió n superficial, melanoma
maligno nodular y melanoma maligno acral-lentiginoso. La figura 7-34 muestra las
características típicas de un melanoma lentigo maligno en la cara. El melanoma lentigo
maligno se observa con frecuencia en la població n geriatrica. Este tipo de melanoma tiene
una fase de crecimiento horizontal prolongada y aparece en zonas de sol.
piel expuesta y dañ ada por el sol. La variedad de extensió n superficial, Figura 7-35, es el
tipo má s comú n de melanoma (70% de todos los melanomas). Por lo general, se observa
una placa de color irregular con muescas afiladas y pigmentació n abigarrada. Si se
diagnostica a tiempo, el pronó stico es excelente, con una supervivencia a los 5 añ os del
95%. La figura 7-36 ilustra una secció n transversal de un melanoma. El crecimiento vertical
y la invasió n profunda siguen a la fase de propagació n de los melanomas malignos
superficiales. La figura 7-37 muestra otro paciente con un melanoma de extensió n
superficial que ha desarrollado un crecimiento vertical. El melanoma nodular es el segundo
tipo má s comú n, visto en aproximadamente el 15% de los casos de melanoma. A diferencia
del tipo de propagació n superficial, estos melanomas suelen ser negros, marrones o azul
oscuro y tienden a crecer rá pidamente durante meses. Los melanomas ocurren en
individuos blancos y tienen predilecció n por la espalda en hombres y mujeres y las á reas
tibiales anteriores en mujeres. En general, las lesiones en la espalda, axilas,
FIGURA 7-36. Secció n transversal a través de un melanoma. Tenga en cuenta los nidos de
células de melanoma en la dermis.
FIGURA 7-37.
146
Acral-lentiginoso
FIGURA 7-39.
Melanoma de la uñ a.
el cuello y el cuero cabelludo (la llamada á rea BANS) tienden a tener peor pronó stico que
los melanomas en las extremidades. Un gran contraste entre el riesgo de adquirir
melanoma y carcinoma de células basales o escamosas es que los carcinomas de células
basales y escamosas ocurren con mayor frecuencia en personas que está n expuestas a la
luz solar constante, como marineros y trabajadores agrícolas. Los melanomas ocurren con
mayor frecuencia en personas de piel bastante clara que está n expuestas a una exposició n
solar breve e intensa, como la que se adquiere durante las vacaciones en las latitudes del
sur. Menos del 5% de todos los melanomas ocurren en la població n afroamericana. El
melanoma acral-lentiginoso es la forma má s comú n en los afroamericanos y se presenta en
las palmas de las manos, las plantas de los pies y el lecho ungueal. Estos melanomas tienen
una fase de crecimiento superficial corta y una fase de crecimiento vertical precoz y, como
tales, se asocian a un mal pronó stico. En la figura 7-38 se muestra un melanoma acral-
lentiginoso en la planta de un paciente afroamericano. El melanoma maligno del aparato
ungueal representa del 2% al 3% de todos los melanomas en individuos de raza blanca y
alrededor del 20% en individuos de piel oscura. El tipo patoló gico má s comú n es el
melanoma acral-lentiginoso. Con frecuencia se diagnostica en la sexta década, afectando
má s a las mujeres que a los hombres. El pulgar y el dedo gordo del pie son los sitios má s
comunes. La figura 7-39 muestra un paciente con un melanoma maligno clá sico de la uñ a.
Nó tese la ancha banda longitudinal con los colores abigarrados. La figura 7-40 muestra
otro paciente con un melanoma maligno del lecho ungueal. Observe que el ancho de banda
es má s ancho en la base que en la punta, lo que indica una lesió n de rá pido crecimiento.
Un lipoma es un crecimiento benigno de grasa subcutá nea y tiene una apariencia gomosa.
La epidermis es normal. Con frecuencia, un lipoma encapsulado puede crecer hasta un
tamañ o muy grande y elevar la dermis y la epidermis suprayacentes, como se muestra en la
figura 7-41; en la figura 7-42 se muestra una secció n transversal a través de un lipoma.
Tenga en cuenta que el examinador puede empujar fá cilmente el tumor de tejido blando.
Otro ejemplo de lipoma se muestra en el brazo del paciente en la figura 7-43. Las manchas
de Caf au lair son lesiones de parche bien delimitadas y de color marró n. Pueden ocurrir
como una marca de nacimiento solitaria en hasta el 10% de la població n normal. La má cula
o parche café con leche resulta de un mayor nú mero de melanocitos funcionalmente
hiperactivos. Mú ltiples parches de café con leche en un paciente pueden sugerir
neurofibromatosis. La figura 7-44 muestra un paciente con neurofibromatosis y un parche
café con leche. Un neurofibroma es un tumor producido por una proliferació n focal de
tejido neural en la dermis. La epidermis es normal. Los neurofibromas pueden aparecer
como pá pulas o nó dulos. Los neurofibromas cutá neos son de consistencia blanda. La
neurofibromatosis es un trastorno en el que está n presentes mú ltiples neurofibromas, a
veces hasta varios cientos. Aunque los tumores son benignos, la aparició n de estas lesiones
ocupantes de espacio puede producir desfiguració n grave y/o enfermedad neuroló gica.
Otras características dermatoló gicas de
FIGURA 7-44. Mancha café con leche en un paciente con neurofi- FIGURA 7-43. Lipoma de
brazo. bromatosis.
I1111111 i1 crn t 2 5 4 5 6 7 8 9
neurofibromatosis incluyen mú ltiples parches café con leche y pecas axilares. La Figura 7-
45 muestra varios neurofibromas en un paciente con neurofibromatosis; una vista
transversal se muestra en la Figura 7-46. La figura 7-47 muestra pecas axilares (signo de
Crowe) en un paciente con neurofibromatosis. La figura 7-48 muestra mú ltiples
neurofibromas en la cara de otro paciente con neurofibromatosis. La dermatitis de contacto
es una reacció n inflamatoria de la piel que se precipita por el contacto con un irritante o
alérgeno, como detergentes, á cidos, á lcalis, plantas, medicamentos y solventes. Se producen
vesículas en la epidermis e inflamació n perivascular. La Figura 7-49 muestra un paciente
con dermatitis de contacto por hiedra venenosa; el á rea se muestra en secció n transversal
en la Figura 7-50. Obsérvese la característica distribució n lineal de pá pulas, vesículas y
bullas en la pantorrilla de este paciente donde las hojas de la lant tocaban la pierna. La
distribució n de las lesiones ampollosas junto con su localizació n es fuertemente sugestiva
del diagnó stico, que fue confirmado por biopsia.
mi
La tiñ a corporal es una infecció n por "tiñ a". Las infecciones fú ngicas de la piel producen un
parche eritematoso descamativo, a menudo con un borde enrojecido, elevado y
serpiginoso. El término tinea indica la causa fú ngica, mientras que la segunda palabra
denota el á rea del cuerpo involucrada: tinea corporiso body: tinea pedis, foot: tinea faciale,
face; tiñ a de la barba, á rea de la barba y el bigote en los hombres; tinea cruris, ingle; tinea
capitis, cabeza. En todos los casos, la epidermis está engrosada, con el estrato có rneo
infiltrado por hifas fú ngicas. La dermis subyacente muestra una inflamació n leve. Las
figuras 7-56 y 7-57 muestran la clá sica lesió n anular de la tiñ a del cuerpo con su borde
eritematoso elevado y aclaramiento central. La figura 7-58 muestra otro ejemplo de tinea
corporis. En la figura 7-59 se muestra un niñ o con tiñ a facial. La figura 7-60 muestra un
paciente con tinea cruris. Esta lesió n pruriginosa comú n se ve comú nmente en hombres
jó venes: es inusual en mujeres. Se extiende desde la ingle hacia el muslo, dejando una
pigmentació n posinflamatoria. El borde de avance está bien definido, rojo, escamoso y
ligeramente elevado. Si no se trata, la erupció n puede extenderse a la parte inferior del
abdomen, como se muestra, y las nalgas. La figura 7-61 muestra el pie de un paciente con
tinea pedis. Nó tese la maceració n con erosiones y descamació n. La pitiriasis rosada es una
enfermedad inflamatoria comú n, aguda y autolimitada de causa desconocida que
generalmente ocurre durante la primavera. La erupció n generalizada está precedida por
una "placa heraldo", que es una lesió n ú nica que se asemeja a la tiñ a corporal. En varios
días aparece la erupció n generalizada. Las placas papuloescamosas aparecen sobre el
tronco y rara vez en la cara y extremidades distales. Aunque los pacientes pueden quejarse
de picazó n leve, se sienten bastante bien. El cuadro completo se desarrolla lentamente
durante 5 a 10 días y dura aproximadamente de 3 a 6 semanas. Se produce una ligera
hiperqueratosis de la epidermis con moderada infiltració n dérmica perivascular. La figura
7-62 muestra un parche heraldo y las lesiones características de la pitiriasis rosada; vea la
Figura 7-63 para una vista transversal.
FIGURA 7-63. Corte transversal a través de una lesió n de pityria- FIGURA 7-62. Pityriasis
rose& Tenga en cuenta el parche heraldo, sis rosea.
FIGURA 7-66. Secció n transversal de una de las vesículas del herpes zoster. Obsérvense las
grandes ampollas epidérmicas con las clá sicas células multinucleares.
FIGURA 7-69.
Acné.
FIGURA 7-70.
Dolor.
El acné es una enfermedad pustulosa que afecta los folículos pilosos y las glá ndulas
sebá ceas. En esta condició n, las lesiones primarias son pú stulas, pá pulas y comedones. Hay
colecciones de neutró filos intradérmicos e intrafoliculares. Dentro de la dermis, el folículo
piloso está ocluido por una colecció n de queratina, sebo y células inflamatorias. El folículo
piloso a menudo se rompe en la dermis como resultado del aumento de la presió n, lo que
provoca una mayor inflamació n dérmica (figs. 7-68, 7-69, 7-70 y 7-71). La tiñ a versicolor es
una infecció n fú ngica superficial, no inflamatoria y no contagiosa de la piel de adultos
jó venes que se presenta con má s frecuencia durante el verano. El embarazo, el clima cá lido,
los corticoides y la debilidad parecen ser factores predisponentes. Las personas mayores
de 40 añ os rara vez se ven afectadas. La lesió n consta de parches escamosos muy finos que
se unen a medida que aumentan de tamañ o. Las lesiones hipopigmentadas se observan con
frecuencia en á reas seborreicas del cuerpo: cuello, parte superior del tronco, parte superior
de los brazos, hombros y ocasionalmente en la ingle. Las lesiones suelen ser asintomá ticas,
pero pueden ser levemente pruriginosas. La figura 7-72 muestra la espalda de un paciente
con las clá sicas placas hipopigmentadas de tiñ a versicolor. La figura 7-73 muestra otro
paciente con tiñ a versicolor. Un quiste de ganglio es una lesió n cró nica e indolora en el
dorso de la muñ eca o el tobillo. Contiene líquido procedente de la fuga de líquido sinovial a
través de la vaina del tendó n de la cá psula de la articulació n. Este líquido finalmente se
encapsula y se forma un quiste. La figura 7-74 muestra un ganglio en la ubicació n típica.
Un angioma de arañ a es una lesió n comú n de color rojo pá lido, generalmente de menos de
2 cm de diá metro, con una arteriola central pulsá til, a menudo elevada, rodeada de eritema
y piernas radiantes. Si se ejerce presió n sobre el cuerpo central, se produce el
blanqueamiento de las patas de la arañ a. Estas lesiones benignas se ven comú nmente en la
cara, el cuello, los brazos y la parte superior del tronco; rara vez se ven en las extremidades
inferiores. Aunque se observan en individuos normales, los angiomas de arañ a se
encuentran con mayor frecuencia en mujeres embarazadas y en pacientes con enfermedad
hepá tica o deficiencia de vitamina B. Estos angiomas frecuentemente se vuelven má s
evidentes durante varios momentos del ciclo menstrual de una mujer. La figura 7-75
muestra a una mujer joven con un angioma en forma de arañ a en la cara. Observe la
arteriola central con el rubor periférico.
FIGURA 7-81. Lesiones en diana en palmas y manos en un paciente con eritema multiforme.
FIGURA 7-82.
Eritema multiforme.
FIGURA 7-83.
Eritema multiforme.
ocm 1
El pioderma gangrenoso es una afecció n cutá nea que consiste en ú lceras necró ticas,
dolorosas y grandes que tienen un borde saliente violá ceo con una base purulenta. Las
lesiones se observan con mayor frecuencia en la cara, la parte inferior de las piernas y el
abdomen. Aunque la mayoría de las veces se asocia con enfermedad inflamatoria intestinal,
esta afecció n también se observa en asociació n con varias discrasias sanguíneas
(especialmente mieloma mú ltiple), hepatitis cró nica activa, artritis reumatoide, lupus
eritematoso sistémico y leucemias agudas. Sin embargo, aproximadamente el 10% de todos
los pacientes con colitis ulcerosa tienen manifestaciones cutá neas, especialmente pioderma
gangrenoso. Las lesiones cutá neas del pioderma gangrenoso está n estrechamente
relacionadas con la enfermedad intestinal; las exacerbaciones de los síntomas intestinales
se asocian con la extensió n de las lesiones existentes o el desarrollo de otras nuevas. La
extirpació n del intestino enfermo a menudo conduce a una mejoría de las manifestaciones
cutá neas. La figura 7-88 muestra un paciente con enteritis regional y las clá sicas lesiones
de pioderma gangrenoso en la espinilla. Véase también la figura 16-6, que muestra otro
paciente con una exacerbació n de colitis ulcerosa y pioderma gangrenoso de la espinilla.
Las picaduras de insectos son comunes y siempre deben considerarse cuando un paciente
se queja de una erupció n cutá nea pruriginosa. Pá pulas, vesículas y ronchas en medio de
excoriaciones sugieren el diagnó stico. Las pá pulas en una disposició n agrupada o lineal en
un brazo o la cara sugieren picaduras de chinches. Estos insectos, que viven en las grietas
de los muebles, evitan la luz y se alimentan de noche en las á reas expuestas del cuerpo.
Muerden y luego caminan solo para volver a morder. La figura 7-89 muestra las pá pulas
lineales en el brazo de un paciente que fue picado por chinches. La figura 7-90 muestra otro
paciente con pá pulas eritematosas persistentes como resultado de chinches. Las picaduras
de pulgas fueron la causa de la erupció n prudencial en los pies del paciente que se muestra
en la figura 7-91. Note las excoriaciones. La parte inferior de las piernas y los pies son sitios
comunes para las picaduras de pulgas. El sarcoma de Kaposi (KS) es una neoplasia
caracterizada por má culas, pá pulas, nó dulos y placas de color azul oscuro-pú rpura. La
forma clá sica de la enfermedad es una neoplasia rara de crecimiento lento que se presenta
principalmente en las extremidades inferiores, especialmente en los tobillos y las plantas
de los pies, de hombres ancianos de ascendencia mediterrá nea o judía de Europa oriental.
La relació n hombre-mujer es de 10-15:1, y la mayoría de los pacientes tienen entre 60 y 80
añ os de edad. La figura 7-92 muestra una placa grande de color rojizo, de crecimiento lento,
en la planta del pie de un hombre de 60 añ os de origen europeo oriental. Actualmente, el KS
es la neoplasia má s frecuente que se presenta en pacientes con SIDA. Aproximadamente el
35% de los pacientes con SIDA que adquirieron la enfermedad por contacto sexual se ven
afectados, a diferencia de alrededor del 5% de los pacientes cuya infecció n fue adquirida
por el uso de drogas por vía intravenosa. En general, el 24% de todos los pacientes con
SIDA desarrollan esta forma rá pidamente progresiva de la enfermedad, también conocida
como forma epidémica asociada al VIH. Las lesiones ampliamente diseminadas está n
presentes en las piernas, el tronco, los brazos, el cuello y la cabeza. Comienzan como
pá pulas o nó dulos de color claro y se fusionan en lesiones má s grandes y oscuras. A
diferencia de la forma clá sica, la forma epidémica asociada al VIH se asocia comú nmente
con compromiso visceral, lesiones orales frecuentes y linfadenopatía. La duració n media de
la supervivencia del paciente desde el inicio de la enfermedad es de 18 meses. Las lesiones
cutá neas del sarcoma de Kaposi asociado al VIH epidémico se muestran en la figura 7-93.
La figura 7-93A muestra un paciente con el
AB
lesiones típicas en el brazo y el pecho; La figura 7-93B muestra las lesiones de placa
ampliamente diseminadas que varían en color de rojo oscuro a violeta; La figura 7-93C
muestra una lesió n violá cea en la cara lateral del pá rpado inferior; La figura 7-93D muestra
una gran placa confluente de KS en el paladar duro; La figura 7-93E muestra una lesió n
nodular de KS de color rojo pú rpura en la encía y una lesió n tumoral violá cea infiltrante de
la nariz. La figura 7-94 demuestra la rapidez del crecimiento del KS epidémico. La figura 7-
94A muestra la espalda de un hombre homosexual de 36 añ os que presentaba solo unas
pocas lesiones maculares de KS en la espalda; una fotografía de seguimiento, tomada solo 6
meses después, muestra las placas violá ceas de KS ampliamente diseminadas (fig. 7-94B).
La esclerodermia, también conocida como esclerosis sistémica progresiva, es una
importante enfermedad reumá tica caracterizada por el endurecimiento de la piel. Los
cambios vasculares ocurren con compromiso visceral e involucran los microvasos y las
arterias pequeñ as. El inicio de la enfermedad a menudo es anunciado por el desarrollo del
fenó meno de Raynaud, que se comenta en el capítulo 14, El sistema vascular periférico. Las
manifestaciones cutá neas de la esclerodermia implican tirantez de la piel, especialmente en
la cara y las manos. Como resultado de las contracturas del endó n, se produce la flexió n de
los dedos. Mire los dedos del paciente con esclerodermia que se muestra en la figura 7-95.
Observe que la piel está fuertemente unida y oscurece la vasculatura superficial. Las líneas
de la piel está n ausentes. La figura 7-96 muestra el rostro del mismo paciente. Observe la
tirantez y las arrugas de la piel alrededor de la boca y el semblante fijo e inexpresivo como
resultado del aplanamiento de los pliegues nasolabiales. La paciente tenía gran dificultad
para abrir la boca. La piel alrededor de la boca tiene muchos surcos que se extienden hacia
afuera, dando una apariencia similar a la de un rató n conocida como "mauskopf".
Erytherna nodosurn es una reacció n comú n asociada con infecciones estreptocó cicas,
sarcoidosis, tuberculosis, enfermedades inflamatorias del intestino y enfermedades
fú ngicas. Se asocia con poca frecuencia a trastornos reumá ticos. Los pacientes,
principalmente mujeres jó venes, buscan atenció n médica después de la aparició n de
nó dulos eritematosos extremadamente dolorosos en la parte inferior de las piernas,
especialmente sobre la tibia anterior. Las lesiones varían en tamañ o de 1 a varios
centímetros de diá metro. Las lesiones pueden fusionarse y extenderse por toda la pierna.
Las lesiones de eritema nodoso comienzan a retroceder después de 1-2 semanas. A medida
que desaparecen, sufren una serie de cambios de color característicos: eritema brillante a
tonos de pú rpura, amarillo y verde. La figura 7-97 muestra las lesiones tempranas de
eritema nodoso en una mujer de 33 añ os a quien se le diagnosticó sarcoidosis 3 meses
después. El liquen plano es un trastorno de la piel relativamente comú n de causa
desconocida. La lesió n primaria es una pá pula poligonal, brillante, plana en la parte
superior, de color violá ceo. Las lesiones pruriginosas se pueden ver en cualquier parte del
cuerpo, pero tienen predilecció n por la parte anterior de las muñ ecas y los antebrazos, el
dorso de las manos, los tobillos, las espinillas, los genitales y las zonas lumbares. Las
lesiones varían en tamañ o desde 2 mm hasta má s de 1 cm. La figura 7-98A muestra a un
paciente con el exantema característico en el ano. Son visibles finas escamas reticuladas
(Figura 7-98B). Las lesiones orales se observan en el 50% de todos los pacientes con liquen
plano y consisten en una red blanca como encaje en la mucosa bucal. En ocasiones, la
afectació n de la boca puede ser la ú nica afectació n del liquen plano. El paciente suele
experimentar un dolor intenso a medida que las lesiones se ulceran. La figura 11-15
muestra un paciente con liquen plano de la mucosa bucal. El liquen plano también puede
afectar los genitales. La figura 7-99 muestra un paciente con liquen plano del pene. Tenga
en cuenta las marcas reticulares en el pene. La figura 17-10 muestra otro paciente con
liquen plano del pene. Nó tense las finas marcas reticulares. La dermatitis seborreica es un
trastorno papuloescamoso asociado con hiperplasia epidérmica y descamació n. Las
lesiones tienen una escama de aspecto "graso" en una distribució n seborreica: cuero
cabelludo, cejas, surco nasolabial, á rea perioral, medio pecho e ingles. La dermatitis
seborreica es una de las afecciones de la piel má s comunes asociadas con la infecció n por
VIH; se estima que el 85% de los pacientes infectados por el VIH presentan esta lesió n
cutá nea en algú n momento. En algunos pacientes, el desarrollo de dermatitis seborreica es
el primer signo de infecció n por VIH. La figura 7-100 muestra un paciente con sida y las
típicas escamas grasosas de la dermatitis seborreica en la cara.
AB FIGURA 7-98. A y B, liquen plano. Observe las finas escamas blancas reticuladas.
FIGURA 7-99. Liquen plano del pene FIGURA 7-100. Dermatitis seborreica.
FIGURA 7-101.
Queratosis seborreica.
Las verrugas seborreicas son tumores cutá neos benignos comunes que se observan en
personas de piel clara; ocurren con má s frecuencia con la edad avanzada. También
conocidas como queratosis seborreicas (Figura 7-101), las verrugas seborreicas pueden ser
lesiones solitarias o mú ltiples. Ocurren en cualquier á rea del cuerpo expuesta a la luz
ultravioleta. Las lesiones está n bien definidas, sobreelevadas y tienen una superficie
fisurada. Las lesiones resultan de una falla en la maduració n normal de los queratinocitos,
lo que produce una acumulació n de células inmaduras dentro de la epidermis. A veces las
lesiones pueden ser pedunculadas. Una condició n similar conocida como dermatosis
papulosis nigra se observa en los afroamericanos. La figura 7-102 muestra un primer plano
del aspecto característico de una verruga seborreica. Un queloide es una respuesta
hiperproliferativa del tejido fibroso a una lesió n, inflamació n o infecció n. Tiene un aspecto
liso con una superficie brillante y está elevado y firme a la palpació n. Se ve má s
comú nmente en personas de piel oscura. La lesió n característicamente se extiende má s allá
del sitio del factor iniciador. La figura 7-103 muestra un queloide extenso en el hombro.
Los nevos son anomalías comunes y localizadas de la piel que pueden estar presentes al
nacer o aparecer en las primeras décadas de vida. A veces llamados "lunares", los nevos
pueden surgir de casi cualquier á rea de la piel. Son bien definidos, de superficie lisa y forma
redondeada (fig. 7-104). A veces, el cabello puede sobresalir de la superficie. Un nevus de
fresa es un tumor vascular o hemangioma que ocurre poco después del nacimiento y es
rojo y elevado. É stos crecen rá pidamente y se ven a menudo en la cara de un niñ o. Pueden
sangrar y ulcerarse. Afortunadamente, la mayoría de los nevus de fresa involucionan a la
edad de 6 o 7 añ os. La figura 23-8 muestra a un niñ o con nevus en fresa. La figura 23-9
muestra a otro niñ o con un hemangioma.
FIGURA 7-105. A y B, Pénfigo vulgar. B muestra una forma vegetativa a veces llamada
pénfigo vegetante.
FIGURA 7-108.
Penfigoide ampolloso
FIGURA 7-109.
Penfigoide ampolloso; primer plano de tiempo
FIGURA 7-110. Dermatitis ató pica FIGURA 7-111. Dermatitis ató pica
tu (23%). Las figuras 7-112 y 7-113 muestran el eritema migratorio clá sico de la
enfermedad de Lyme. Obsérvese la lesió n central en la figura 7-113 que era el á rea de la
picadura de la garrapata. Como se indicó en este capítulo, existen muchas manifestaciones
cutá neas del SIDA. Tres de estas lesiones comunes se muestran en la cara de un paciente
con sida en la figura 7-114. Las pá pulas blancas umbilicadas en y alrededor de los labios, la
nariz y las mejillas son lesiones de molusco contagioso. La pá pula verrugosa en el labio
superior es una verruga. Las lesiones violá ceas del KS está n presentes en los labios y el
mentó n. Las infecciones fú ngicas de las uñ as y el cabello son muy comunes. Los principales
hongos responsables de las enfermedades del cabello y las uñ as son los dermatofitos de los
géneros Trichophyton, Microsporum y Epidermophyton. La onicomicosis es una infecció n
en la que organismos fú ngicos invaden el lecho ungueal y es el trastorno ungueal má s
comú n. Representa casi el 50% de todos los problemas de las uñ as. Su prevalencia en la
població n general oscila entre el 2% y el 14%. Esta infecció n provoca cambios progresivos
en el color, estructura y textura de la uñ a. Rara vez se resuelve espontá neamente e, incluso
con tratamiento, puede tardar meses o añ os en desaparecer. Las figuras 7-115 y 7-116
muestran ejemplos de onicomicosis subungueal distal/lateral, la forma má s comú n de
infecció n de las uñ as, causada por Trichophyton rubrum. La onicomicosis da como
resultado la inflamació n del lecho ungueal, lo que promueve la hiperqueratosis del epitelio
y el engrosamiento del lecho ungueal. Esto puede provocar que la placa de la uñ a se
levante, como se muestra en la Figura 7-117.
ACNÉ COMÚ N
ERUPCIONES FOTOSENSIBLES
PITIRIAS ROSEA
SORIASIS
DERMATITIS SEBORREICA
La distribució n típica de las lesiones en seis trastornos cutá neos comunes se muestra en la
figura 7-118. El cuadro 7-1 describe el diagnó stico diferencial de las enfermedades
maculopapulares comunes. La tabla 7-2 enumera la diferenciació n de algunos trastornos
eccematosos comunes y brinda algunas sugerencias especiales sobre sus causas derivadas
de la historia. El cuadro 7-3 proporciona un diagnó stico diferencial de las enfermedades
vesiculoampollosas. El cuadro 7-4 clasifica algunos de los tumores benignos comunes por
colores. La tabla 7-5 enumera algunos de los alérgenos comunes asociados con la
dermatitis de contacto.
Color de piel
Verrugas (ver Figs. 7-26 y 7-27) Quistes Queloides (ver Fig. 7-103) Nevos (ver Fig. 7-104)
Hemangiomas rosados o rojos (v. figs. 23-8 y 23-9) Queloides (v. fig. 7-103) Queratosis
seborreicas marrones (v. fig. 7-101) Nevos (v. fig. 7-104) Lentiginos (v. fig. 7-101)
Dermatofibromas (v. fig. 7-48) Xantomas de color amarillo bronceado (v. figs. 13-12, 13-13,
13-14 y 13-15) Xantelasma (v. fig. 13-18) Verrugas (v. Fig. 7-26A) Queloides (ver Fig. 7-
103)
• TABLA 7--5.
Localizació n Posible Alérgeno Cuero cabelludo Tintes para el cabello Champú s Tó nicos
Pá rpados Maquillaje de ojos Aerosoles para el cabello Lociones para después del afeitado
de cuello Perfumes Jabones Lavantes Joyas de níquel Tronco Ropa Lavantes Axilas
Desodorantes Jabones Genitales Jabones Anticonceptivos Desodorantes Lavantes Pies
Zapatos Zapatillas Desodorantes Calcetines Lavamanos Manos Joyas de níquel Jabones
Tintes Plantas
Capítulo 7 La piel 177 Vocabulario ú til A continuació n se enumeran las raíces específicas
que son importantes para comprender la terminología relacionada con las enfermedades
de la piel. Raíz Perteneciente a Ejemplo Definició n querato(o)- queratoma có rneo
Crecimiento có rneo derm(a)- dermatitis de la piel Inflamació n de la piel tricoide(o)-
tricoide del cabello Semejanza del cabello seb(o)- seborrea del sebo Exceso de flujo de sebo
hidr(o)- hidradenitis sudorípara Inflamació n de las glá ndulas sudoríparas onico(o)- uñ as
onicomicosis Enfermedad de las uñ as causada por hongos m I
Bibliografía Adams RM: Enfermedades cutá neas ocupacionales, 3.ª ed., Filadelfia, WB
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Enfermedad de la piel: diagnó stico y tratamiento. San Luis, Mosby. 2000. Hordinsky MK,
Sawaya ME, Scher RK: Atlas de cabello y uñ as. Filadelfia, Churchill Livingstone, 2000.
Jordan RE: Atlas of Bullous Disease. Nueva York, Churchill Livingstone, 2000. Lebwohl MG:
Atlas de la Piel y Enfermedades Sistémicas. Nueva York Churchill Livingstone, 1995. Lynch
PJ, Edwards L: Dermatología genital. Nueva York, Churchill Livingstone, 1994.
Apéndice
Debido a los trá gicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 y los días siguientes,
se ofrece lo siguiente como anexo a este capítulo. Á ntrax Á ntrax (del griego, á ntrax,
"carbó n") es una enfermedad causada por Bacillus anthracis. La manifestació n má s comú n
de la enfermedad es la forma cutá nea. Por lo general, alrededor de tres días después de la
exposició n, aparece una pá pula elevada e inflamada. La pá pula puede volverse pruriginosa
y se forman rá pidamente vesículas alrededor de la lesió n (fig. 7-119). Es comú n el edema
extenso del á rea (fig. 7-120). Los ganglios linfá ticos adyacentes se hinchan y pueden
volverse sensibles. Las vesículas aumentan de tamañ o y se rompen, con la formació n de
una costra o escara negra, dura y adherente, que se forma en el centro de la lesió n en
desarrollo (fig. 7-121). La forma de á ntrax por inhalació n o pulmonar generalmente ocurre
dos o tres días después de la exposició n, aunque los períodos de incubació n má s largos
pueden seguir a grados má s leves de exposició n. Durante la etapa inicial de la enfermedad,
los síntomas similares a los de la influenza son comunes: mialgias, fiebre, tos, dificultad
para respirar. Por lo general, sigue un período de uno a dos días de mejoría seguido de una
rá pida progresió n de tos severa y colapso cardiovascular, a menudo con un desenlace fatal
en dos o tres días. La diseminació n de persona a persona no es un riesgo significativo, ya
que las principales lesiones se encuentran en los ganglios linfá ticos mediastínicos y el
tejido circundante. B. anthracis es sensible a los antibió ticos comunes, como la penicilina,
las tetraciclinas o la ciprofloxacina, y la recuperació n de la forma cutá nea suele ser
excelente. La forma de inhalació n conlleva un mal pronó stico y puede ser mortal en el 80-
90% de los casos.
Á ntrax. Nota la
Viruela La viruela es una enfermedad viral altamente contagiosa causada por el virus de la
viruela. Hay un período de incubació n de 10 a 12 días después de la exposició n. El ú ltimo
caso natural de viruela fue en 1977 en Somalia. En 1980, la Organizació n Mundial de la
Salud declaró oficialmente que la viruela había sido erradicada en todo el mundo como
resultado de un programa mundial de vacunació n. La enfermedad comienza con los
síntomas de fiebre, fatiga y mialgias. Luego se desarrolla un exantema vesicular distintivo,
de distribució n centrífuga, durante los siguientes 1 a 2 días, y las lesiones aparecen
temprano en la cara (fig. 7-122) y los brazos con relativa preservació n del tronco. A medida
que avanza la enfermedad, aparecen lesiones en el tronco. Las lesiones son uniformes en su
etapa de desarrollo ya menudo está n umbilicadas (fig. 7-123). Después de un par de
semanas, estas lesiones forman costras, que eventualmente se caen después de 3 a 4
semanas. La tasa de letalidad es del 30-40%. Aunque la viruela se ha temido durante mucho
tiempo como una de las enfermedades infecciosas má s devastadoras, su potencial
devastació n hoy en día es mucho mayor que nunca. En una població n mó vil ahora
altamente susceptible, médicamente ignorante de esta infecció n que alguna vez se
consideró obsoleta, la viruela podría propagarse amplia y rá pidamente por todo el mundo.
FIGURA 7-122. (Izquierda) Viruela. Nó tese la etapa uniforme de desarrollo de las vesículas.
CAPÍTULO 8
La cabeza y el cuello
General
Una señ ora, de veinte añ os, se vio afectada por unos síntomas que se suponía histéricos.. .
Después de haber estado en este estado nervioso unos tres meses, se observó que su pulso
se había vuelto singularmente rá pido... Luego se quejó de debilidad por el esfuerzo y
comenzó a verse pá lida y delgada... Se observó que los ojos adquirieron una apariencia
singular, pues los globos oculares aparentemente estaban agrandados. A los pocos meses...
apareció un tumor, en forma de herradura, en la parte anterior de la garganta y
exactamente en la situació n de la glá ndula tiroides.
Consideraciones
179
180 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
Estructura y Fisiología
La cabeza
El crá neo está compuesto por 22 huesos, 14 solo en la cara. Esta estructura ó sea actú a
como soporte y protecció n para los tejidos má s blandos del interior. El esqueleto facial está
compuesto por la mandíbula, el maxilar y los huesos nasal, palatino, lagrimal y vó mer. La
mandíbula no apareada forma la mandíbula inferior. El maxilar es un hueso irregular y
forma la mandíbula superior a cada lado. Los huesos nasales forman el puente de la nariz.
Los otros huesos no son relevantes para esta discusió n. Los huesos principales del
esqueleto craneal incluyen los huesos frontal, temporal, parietal y occipital. Los huesos
frontales forman la frente. Los huesos temporales forman las paredes anterolaterales del
cerebro. La apó fisis mastoides, que forma parte del hueso temporal, es especialmente
importante en las enfermedades del oído y se comenta en el capítulo 10, El oído y la nariz.
Los huesos parietales forman las porciones superior y posterolateral del crá neo. Los
huesos occipitales forman la porció n posterior del crá neo. Los huesos de la cara y el crá neo
se muestran en la figura 8-1. El mú sculo principal de la boca es el orbicularis oris. Este
ú nico mú sculo rodea los labios, con muchos otros mú sculos faciales insertá ndose en él. La
acció n del orbicularis oris es cerrar los labios. El mú sculo orbicularis oculi rodea el ojo. Su
funció n es cerrar los pá rpados. Este mú sculo y su acció n se analizan con má s detalle en el
Capítulo 9, El ojo. El platisma es un mú sculo delgado y superficial del cuello que cruza el
borde exterior de la mandíbula y se extiende sobre la porció n anterior inferior de la cara.
La acció n principal del platisma es tirar de la mandíbula hacia abajo y hacia atrá s, lo que da
como resultado una expresió n facial triste. Los mú sculos de la masticació n incluyen el
masetero, el pterigoideo y el temporal. Estos mú sculos se insertan en la mandíbula y
efectú an la masticació n. El masetero es un mú sculo fuerte y grueso y es uno de los
mú sculos má s poderosos de la cara. La acció n del masetero es cerrar la mandíbula
elevando y tirando de la mandíbula hacia atrá s. La tensió n en el masetero se puede sentir
apretando la mandíbula. Aunque son importantes para la funció n mandibular, los otros
mú sculos de la masticació n no son clínicamente relevantes para el diagnó stico físico y no se
analizan aquí. Las ubicaciones de estos mú sculos se muestran en la figura 8-2. El nervio
trigémino o quinto craneal transporta fibras sensoriales de la cara, la cavidad oral y los
dientes y transporta fibras motoras eferentes a los mú sculos de la masticació n. Las
principales divisiones de este nervio se analizan en capítulos posteriores.
Vó mer palatino
" J' Orbicularis oris muscle Mú sculo temporal . Mú sculo masetero \ Mú sculo
esternocleidomastoideo
mú sculo trapecio
; mú sculo platisma
FIGURA 8-2. Mú sculos de la cara y el crá neo. A, Los mú sculos má s superficiales. B, Los
mú sculos subyacentes
El cuello
POSTERIO TERIOR ." Cabeza clavicular Sternocleidonastoi6 musde '" "} Cabeza esternal
Auricular anterior
Submentoniano
cervical profunda
Revisar
de Síntomas Específicos Los síntomas má s comunes relacionados con el cuello son • Masa
en el cuello • Rigidez en el cuello
Masa en el cuello
Rigidez en el cuello
La rigidez del cuello suele estar causada por un espasmo de los mú sculos cervicales y suele
ser la causa de la cefalea tensional. La aparició n repentina de rigidez en el cuello, fiebre y
dolor de cabeza debe hacer sospechar una posible irritació n meníngea. El dolor de cuello
puede estar asociado con dolor referido desde el pecho. Los pacientes con angina o infarto
de miocardio pueden quejarse de dolor de cuello.
Impacto
*Un quiste tirogloso puede surgir en cualquier lugar a lo largo de la ruta de descenso de la
glá ndula tiroides desde el agujero ciego de la lengua hasta su ubicació n adulta en el cuello.
La glá ndula tiroides es una estructura mó vil e indolora que se mueve al tragar o con el
movimiento de la lengua. Consulte la figura 23-24.
Físico
Examen
Inspecció n
Inspeccione la posició n de la cabeza. ¿El paciente mantiene la cabeza erguida? ¿Hay alguna
asimetría de la estructura facial? ¿Está la cabeza en proporció n con el resto del cuerpo?
Inspeccione el cuero cabelludo en busca de lesiones. Describa el cabello. ¿Hay masas
presentes? Si es así, describe su tamañ o, consistencia y simetría. Mire la figura 23-24, que
muestra a un niñ o con un quiste en el conducto tirogloso en la línea media. Este quiste
resulta de la falla en la obliteració n del tracto embrioló gico a lo largo del cual la tiroides
desciende desde la base de la lengua hasta la parte anterior del cuello, dejando tejido
tiroideo activo a lo largo del trayecto. El quiste es liso, firme y de línea media. Cuando se le
pide al paciente que trague o saque la lengua, el quiste del conducto tirogloso se mueve
hacia arriba. Inspeccione los ojos en busca de proptosis (desplazamiento hacia adelante o
protuberancia del globo ocular). La proptosis puede ser causada por una disfunció n
tiroidea o por una masa en la ó rbita. Inspeccione el cuello en busca de á reas de asimetría.
Pida al paciente que extienda el cuello. Inspeccione el cuello en busca de cicatrices,
asimetría o masas. La tiroides normal es apenas visible. Pida al paciente que trague
mientras observa cualquier movimiento ascendente de la tiroides al tragar. Una glá ndula
tiroides difusamente agrandada a menudo causa un agrandamiento generalizado del cuello.
Mire al paciente con tiromegalia difusa que se muestra en la figura 8-6. Este paciente tiene
la enfermedad de Graves con proptosis bilateral. ¿Hay nodularidad del cuello presente? En
la figura 8-7 se muestra un paciente con masas nodulares en el cuello debidas a un bocio
multinodular. ¿Está presente la distensió n venosa superficial? Es importante evaluar la
distensió n venosa en el cuello, ya que este hallazgo puede estar asociado con un bocio.
Palpació n
FIGURA 8-6.
La enfermedad de Graves.
FIGURA 8-7.
Bocio multinodular.
Se deben palpar todas las á reas del crá neo en busca de sensibilidad o masas. Las yemas de
los dedos del examinador deben hacer rodar la piel subyacente sobre el crá neo con
movimientos circulares para evaluar su contorno y sentir la presencia de ganglios linfá ticos
o masas. A partir de la regió n occipital, las manos del examinador se mueven hacia la regió n
auricular posterior, que es superficial al proceso mastoideo; hacia abajo en el triá ngulo
posterior para palpar la cadena cervical posterior; a lo largo del mú sculo
esternocleidomastoideo para palpar la cadena cervical superficial; enganchar alrededor del
mú sculo esternocleidomastoideo para palpar la cadena cervical profunda hasta el mú sculo;
en la regió n del triá ngulo anterior; hasta el margen de la mandíbula para palpar el grupo
amigdalino; a lo largo de la mandíbula para palpar la cadena submaxilar; hasta la punta de
la mandíbula para los ganglios submentonianos; y hasta la cadena auricular anterior por
delante de la oreja. Esta secuencia de examen se muestra en la figura 8-9.
mú sculo esternocleidomastoideo
FIGURA 8-9. Enfoque sugerido para la palpació n de los ganglios linfá ticos del cuello.
186 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
Palpar la glá ndula tiroides Hay dos enfoques para palpar la glá ndula tiroides. El abordaje
anterior se realiza con el paciente y el examinador sentados frente a frente. Flexionando el
cuello del paciente o girando el mentó n ligeramente hacia la derecha, el examinador puede
relajar el mú sculo esternocleidomastoideo de ese lado, lo que facilita la realizació n del
examen. La mano izquierda del examinador debe desplazar la laringe hacia la izquierda y,
durante la deglució n, se palpa el ló bulo tiroideo izquierdo desplazado entre el pulgar
derecho del examinador y el mú sculo esternocleidomastoideo izquierdo. Esto se demuestra
en la Figura 8-11. Después del ló bulo izquierdo
• TABLA 8-1.
Oftalmopatía
* Ver Figuras 8-6 y 8-15. tConsulte la Figura 8-7. :1: Consulte la Figura 9-27.
Síntomas
y signos de hipotiroidismo Síntoma Signo General Aumento de peso con una dieta regular
Obesidad Escalofríos mientras que otros tienen calor Gastrointestinal Estreñ imiento
Agrandamiento de la lengua Cardiovascular Fatiga Hipotensió n Bradicardia Nervioso
Trastornos del habla Hiporreflexia Breve lapso de atenció n Resumen defectuoso Temblor
de razonamiento Espasticidad Temblor Depresió n afectiva
Musculoesquelético Letargo Hipotonía Piel engrosada y seca Cara hinchada Caída del
cabello Uñ as quebradizas Calambres en las piernas Pá rpados hinchados Mejillas hinchadas
Reproductiva Menstruaciones má s copiosas Disminució n de la fertilidad
• Vocabulario ú til Aquí se enumeran las raíces específicas que son importantes para
comprender la terminología relacionada con las enfermedades de la cabeza y el cuello. Raíz
Perteneciente a Ejemplo Definició n capit- cabeza capitada Cefalometría de la cabeza en
forma de cabeza Medició n de la cabeza cleido- garra cleidomastoideo Relativo a la clavícula
y el proceso mastoideo crá neo- crá neo craneomalacia Reblandecimiento anormal del
crá neo occipito- porció n posterior del occipitoparietal Relativo a los huesos occipital y
parietal el odont(o)- diente del crá neo; dientes odontorragia Hemorragia después de la
extracció n del diente glá ndula tiroides tiromegalia Agrandamiento de la glá ndula tiroides
Redacció n del examen físico que se enumeran aquí son ejemplos de la redacció n para el
examen de la cabeza, el cuello y la tiroides. • La cabeza es normocefá lica sin evidencia de
trauma. El cuello es flexible, con un rango completo de movimiento. No hay adenopatías en
el cuello. La tiroides no es dolorosa y no está agrandada. No se palpan nó dulos tiroideos. •
La cabeza es normocefá lica y atraumá tica. Hay una masa gomosa no dolorosa de 2 cm en la
cadena cervical superficial del lado izquierdo. La masa se mueve libremente y no está fijada
a la piel o al mú sculo subyacente. Se palpa otra masa gomosa no dolorosa de 4 cm en la fosa
supraclavicular derecha. La tiroides es normal. • Hay protuberancia frontal de la cabeza con
prominencia de los pó mulos. No hay evidencia de trauma. El cuello es flexible, sin presencia
de adenopatías. Hay un nó dulo tiroideo blando e indoloro de 2 cm que se palpa a 3 cm de la
línea media en la parte superior del ló bulo derecho (aproximadamente a las 10 en punto).
El nó dulo no está fijado a la piel o los mú sculos que lo recubren.
Bibliografía
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malignidad en los nó dulos tiroideos. Am J Surg 131:707. 1976. Kendall LW, Condon RE:
Predicció n de malignidad en nó dulos tiroideos solitarios. Lancet 1:1019, 1976. Murphy SL:
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Centro Nacional de Estadísticas de Salud, 2000. Wallace C, Siminoski K: El signo de
Pemberton. Ann Intern Med 125:568, 1996.
CAPÍTULO
El ojo
Histó rico
Estructura un
¿Quién iba a creer que un espacio tan pequeñ o pudiera contener las imá genes de todo el
universo? ¡Oh poderoso proceso!
Consideraciones
Los ojos son las ventanas humanas al mundo. La mayor parte de la entrada sensorial al
cerebro es a través de los ojos. Durante siglos, el ojo ha sido considerado la esencia de la
persona, representando el "yo". En la mitología y los escritos de la antigü edad, el ojo es un
ó rgano asociado a poderes místicos. El ojo se ha asociado durante mucho tiempo con dioses
míticos. En el antiguo Egipto, el ojo era el símbolo de la Gran Diosa. Se creía que el Ojo de
Horus protegía contra todo mal y aseguraba el éxito. El "mal de ojo" del mito de Medusa era
una expresió n de envidia y codicia (ver Fig. 3-3). Otra asociació n interesante es la
vinculació n subconsciente del "globo ocular" con los genitales. La ceguera puede simbolizar
la castració n, ya que los testículos y los globos oculares tienen la misma forma y son
importantes en el desarrollo del sentido de identidad. Esta vinculació n se remonta a la
leyenda de Edipo, quien se perforó los ojos cuando descubrió que había estado casado con
su madre y había matado a su padre. Esto puede considerarse como un acto de
autocastració n, así como un medio para aislarse de todas las relaciones mundanas. A lo
largo de la literatura, el cegamiento de un individuo era frecuentemente una forma de
castigo por la lujuria. La antigua noció n de que la masturbació n causará ceguera sirve para
reforzar aú n má s esta estrecha asociació n de ó rganos.
y fisiología
Los puntos de referencia externos del ojo se muestran en la figura 9-1 y la anatomía
transversal del ojo se muestra en la figura 9-2.
Pá rpado superior
canto medial
195
Los pá rpados y las pestañ as sirven para proteger los ojos. Los pá rpados cubren el globo y
lubrican su superficie. Las glá ndulas de Meibomio, que son glá ndulas sebá ceas modificadas
en los pá rpados, secretan una sustancia lubricante aceitosa para retardar la evaporació n.
Las aberturas de estas glá ndulas está n en los má rgenes de los pá rpados. El mú sculo
orbicularis oculi rodea los pá rpados y es responsable de su cierre. Este mú sculo está
inervado por el nervio facial o séptimo craneal. El mú sculo elevador del pá rpado sirve para
elevar los pá rpados y está inervado por el oculomotor o tercer crá neo. nervio. El mú sculo
de M/311er es una pequeñ a parte del mú sculo elevador, que tiene una funció n interna
simpá tica. El globo tiene seis mú sculos extraoculares que controlan su movimiento. Hay
cuatro mú sculos rectos y dos oblicuos: el recto medial, el recto lateral, el recto superior, el
recto inferior, el oblicuo superior y los mú sculos oblicuos inferiores. Estos seis mú sculos
extraoculares se muestran en la figura 9-3. Los mú sculos extraoculares trabajan de manera
paralela y conjugada para mantenerse solos. visió n binocular. Cuando la cabeza se gira para
mirar a la izquierda. por ejemplo, el recto lateral izquierdo y el recto medial derecho se
contraen para girar los ojos hacia la izquierda. Las acciones e inervaciones de los mú sculos
extraoculares se muestran en el cuadro 9-1 y los movimientos extraoculares se ilustran en
la figura 9-4. El mú sculo recto lateral, que está inervado por el nervio motor ocular externo,
abduce el ojo (lo gira lateralmente), al igual que ambos mú sculos oblicuos.
TABLA 9--1.
Mú sculo
Oculomotor (111)
recto lateral
Abducció n (el ojo se mueve temporalmente [alejá ndose de la nariz])
Abducens (VI)
recto inferior
Depresió n (el ojo se mueve hacia abajo) Extorsió n (la posició n de las 12 en punto en la
có rnea rota temporalmente) Aducció n
Oculomotor (111)
recto superior
Elevació n (el ojo se mueve hacia arriba) Intorsió n (la posició n de las 12 en punto en la
có rnea gira nasalmente) Aducció n
Oculomotor (enfermo)
Oblicuo superior
Troclear (IV)
oblicuo inferior
Oculomotor (111)
* Recuerde "LR6SO4". Este nemotécnico establece que el mú sculo recto lateral (LR) está
inervado por el sexto nervio craneal, y el mú sculo oblicuo superior (SO) está inervado por
el cuarto nervio craneal. Todos los demá s mú sculos está n inervados por el tercer nervio
craneal.
extorsió n
Secuestro
Elevació n
La glá ndula lagrimal produce lá grimas acuosas y está situada por encima y ligeramente
lateral al globo ocular. La secreció n ocurre principalmente como un reflejo de lagrimeo o
llanto. Las lá grimas drenan a través de los puntos lagrimales en los pá rpados y hacia los
canalículos superior e inferior. Estos canalículos se unen y entran en el saco lagrimal,
ubicado en el canto interno del ojo. El conducto nasolagrimal drena el saco hacia la nariz.
Del aparato lagrimal, solo los puntos lagrimales son visibles en el examen de rutina. La
escleró tica es la capa exterior blanca y fibrosa del globo ocular que se ve justo debajo de la
conjuntiva. Los mú sculos extraoculares se insertan en la escleró tica. La có rnea es un tejido
avascular transparente y liso que cubre el iris y las iones con la escleró tica y el reflejo
conjuntival en el limbo. La có rnea funciona como una ventana protectora que permite el
paso de la luz al ojo. La có rnea está ricamente inervada por el trigémino o quinto nervio
craneal y, por lo tanto, es exquisitamente sensible al tacto. La cá mara anterior, o espacio
entre la có rnea por delante y el iris por detrá s, está lleno de humor acuoso claro. El humor
acuoso es producido por el cuerpo ciliar en la cá mara posterior, el á rea detrá s del iris y
delante del cristalino. El humor acuoso circula desde la cá mara posterior a través de la
pupila hacia la cá mara anterior y se extrae a través del canal de Schlemm, desde donde
finalmente ingresa al sistema venoso. La presió n dentro del ojo está regulada por esta
filtració n. El á ngulo es el formado por la unió n de la có rnea y el iris en el lumbus. En la
figura 9-6 se muestra una secció n del ojo a este nivel. El iris es la porció n circular y
coloreada del ojo. La pequeñ a abertura redonda en el medio del iris es la pupila. La pupila
funciona como la apertura de una cá mara, controlando la cantidad de luz que entra al ojo.
Cuando se ilumina un ojo con una luz, ambas pupilas se contraen de forma consensuada.
Esta constricció n es el reflejo pupilar a la luz. Para comprender este reflejo, es necesaria
una breve revisió n de la neuroanatomía. La figura 9-7 ilustra las vías del reflejo pupilar a la
luz. Los nervios ó pticos, o segundos craneales, está n compuestos por un 80% de fibras
visuales y un 20% de fibras pupilares aferentes. Los nervios ó pticos salen de ambas retinas
y recorren un trayecto corto hasta donde se unen entre sí. Esta unió n es el quiasma ó ptico.
En el quiasma ó ptico, las fibras nasales se cruzan y se unen a las fibras no cruzadas del otro
lado, formando el tracto ó ptico. Las fibras visuales continú an en el tracto ó ptico hasta el
cuerpo geniculado lateral, donde se producen las sinapsis, cuyos axones terminan en la
corteza visual primaria del ló bulo occipital. Las fibras pupilares aferentes pasan por alto el
cuerpo geniculado y terminan en el colículo superior y el á rea pretectal del mesencéfalo.
Los impulsos de luz hacia el ojo hacen que la retina transmita impulsos nerviosos al nervio
ó ptico, el tracto ó ptico, el mesencéfalo y la corteza visual de los ló bulos occipitales. Esta es
la rama aferente del reflejo de luz. En el mesencéfalo, las fibras pupilares divergen y se
transmiten mediante fibras cruzadas al nú cleo de Edinger-Westphal opuesto del nervio
oculomotor o tercer nervio craneal. Algunas fibras permanecen en el mismo lado. El tercer
nervio craneal es la rama eferente, que va a través del cuerpo ciliar al mú sculo del esfínter
del iris para que se contraiga. El efecto directo es la constricció n de la pupila del ojo sobre
el cual se proyecta la luz (el ojo ipsilá tero). El consenso! El efecto es la constricció n
simultá nea de la pupila opuesta (el ojo contralateral).
FIGURA 9-6. Secció n transversal de las estructuras de á ngulo normal, que muestra el flujo
de humor acuoso.
Nervio ó ptico
Quiosco ó ptico
/%, f Edinger-Westphal Fibras pupilares // ,.. " Á rea pretectal k " Cuerpo geniculado lateral
El reflejo cercano se produce cuando el sujeto mira a un objetivo cercano. Las tres partes
del reflejo cercano son la acomodació n, la convergencia y la constricció n pupilar. La
acomodació n se define como el enfoque cercano del ojo, que se efectú a aumentando la
potencia del cristalino mediante la contracció n del mú sculo ciliar, inervado por el tercer
par craneal. También hay inervació n autonó mica de los ojos. El iris está inervado por fibras
simpá ticas y parasimpá ticas. Cuando se estimulan las fibras simpá ticas, se produce la
dilatació n pupilar y la elevació n del pá rpado. Piensa en el gato acechando a su presa, con
las pupilas dilatadas, listo para saltar en la oscuridad. El gato necesita toda la luz que pueda
conseguir. El reflejo es puramente simpá tico. Cuando se estimulan las fibras parasimpá ticas
del nervio oculomotor, se produce la constricció n pupilar. La lente se encuentra
directamente detrá s del iris. Es una estructura biconvexa, avascular e incolora que cambia
de forma para enfocar la imagen sobre la retina. La forma es cambiada por los mú sculos del
cuerpo ciliar. El humor vítreo es el gel transparente y avascular que se encuentra detrá s del
cristalino y delante de la retina. Ocupa el 80% del volumen del ojo. Esta matriz
transparente se compone de colá geno, á cido hialuró nico y agua. Está delimitado por la
cá psula posterior del cristalino en la parte anterior y la retina en la parte posterior. La
coroides es la capa vascular media del globo ocular entre la escleró tica y la retina. Actú a
como fuente de nutrició n y como disipador de calor, sirviendo para eliminar el calor
extremo producido por la energía de la luz que ingresa al ojo. La membrana de Bruch
separa la coroides de la retina. Superficial a la membrana de Bruch (má s cerca de la retina)
se encuentra el epitelio pigmentario de la retina (EPR). El RPE es una monocapa de células
entre la membrana de Bruch y la retina. Algunas de las funciones importantes del RPE son
absorber la luz que pasa a través de la retina y regenerar los pigmentos visuales. La retina
es la capa má s interna, o "película de cá mara", del ojo. La retina está unida firmemente a la
coroides subyacente en el nervio ó ptico en la parte posterior y en la ora serrata en la parte
anterior. Entre estos dos puntos, la retina está en contacto con la coroides pero no está
adherida. La ora serrata es la unió n de la retina y el cuerpo ciliar. La retina tiene solo 0,4
mm de espesor y es má s delgada en la regió n de la má cula. Histoló gicamente, la retina se
compone de diez capas distintas. Bá sicamente, la retina detecta la luz a través de los
bastones y conos en su capa externa (la má s cercana al RPE), realiza el procesamiento de la
señ al inicial en su capa intermedia y codifica y transmite los datos en su capa interna, la
capa de fibra nerviosa. La capa de fibras nerviosas está directamente debajo de la
membrana limitante interna de la retina, la capa má s cercana al vítreo. Estas fibras
nerviosas discurren a lo largo de la porció n interna de la retina para agregarse y formar el
nervio ó ptico. Al salir del ojo, las fibras nerviosas se mielinizan.
Dentro de la retina hay varias estructuras importantes: el disco ó ptico, los vasos retinianos
y la má cula. La figura 9-8 ilustra la retina del ojo izquierdo. El disco ó ptico se encuentra en
la cara nasal del polo posterior de la retina. Esta es la cabeza del nervio ó ptico, desde donde
las fibras nerviosas de la retina salen del ojo. El disco ó ptico tiene 1,5 mm de diá metro y es
ovoide. Es má s claro que la retina circundante y aparece de color rosa amarillento. Los
má rgenes del disco son nítidos con algo de borrosidad normal de la porció n nasal. Los
pacientes afroamericanos pueden tener pigmentació n en los má rgenes. La copa fisioló gica
es el centro del disco, donde penetran los vasos retinianos. Esta pequeñ a depresió n
normalmente ocupa alrededor del 30% del diá metro del disco. Los vasos retinianos
emergen del disco y arborizan en la superficie retiniana. Las arterias son de un rojo má s
brillante y má s delgadas que las venas. Una relació n arteria-vena de 2:3 es normal. La
má cula es un á rea pequeñ a y redonda, aproximadamente del tamañ o del disco, ubicada a
3,5 mm temporal y 0,5 mm por debajo del disco. La má cula se ve fá cilmente porque carece
de vasos retinianos. En el centro de la má cula se encuentra la fó vea, un á rea deprimida
compuesta ú nicamente por conos. Los conos proporcionan una visió n detallada y una
percepció n del color. Las á reas restantes de la retina contienen principalmente bastones,
que componen el otro elemento neurosensorial de la retina. Las varillas son responsables
de la detecció n de movimiento y la visió n nocturna. Cabe recordar que la imagen en la
retina está al revés e invertida de izquierda a derecha. El mundo derecho se proyecta en la
mitad izquierda de la retina. El mundo izquierdo se proyecta en la mitad derecha de la
retina. Una imagen en el mundo superior incidirá en la parte inferior de la retina y
viceversa. Este concepto se muestra en la Figura 9-9. Al nacer, hay poco pigmento en el iris,
por lo que todos los bebés nacen con ojos azules. A los 6 meses, la pigmentació n se
completa. El cristalino es má s esférico al nacer que en la edad adulta. La mayoría de los
bebés nacen hipermétropes (hipermetropía). A los 3 meses del nacimiento, se completa el
proceso de medulació n del nervio ó ptico. A medida que el niñ o crece, la hipermetropía
aumenta hasta los 8 añ os y luego disminuye gradualmente. Después de los 8 añ os, la miopía
(visió n corta) parece aumentar. Con el avance de la edad, se produce una pérdida gradual
de elasticidad de la piel alrededor de los ojos. La có rnea puede mostrar una infiltració n de
material degenerativo alrededor del limbo, lo que se conoce como arcus senilis. La
consistencia de la lente cambia de plá stica a rígida, lo que hace cada vez má s difícil cambiar
su forma para enfocar objetos cercanos. Esta condició n es la presbicia. El cristalino puede
sufrir cambios derivados de trastornos metabó licos que provocan su opacificació n; esta
condició n se llama catarata. El humor vítreo puede desarrollar condensaciones, llamadas
flotadores. Las arterias retinales pueden desarrollar aterosclerosis, con isquemia o infarto
retinal resultante.
Mundo superior Retina superior / / .x,,",- _ Mundo izquierdo Retina inferior Mundo inferior
Repaso de
Síntomas específicos Los principales síntomas de la enfermedad ocular son los siguientes: •
Pérdida de la visió n • Dolor ocular • Diplopía (visió n doble) • Lagrimeo o sequedad •
Secreció n • Enrojecimiento
Pérdida de visió n
Cuando un paciente se queja de pérdida de visió n, se deben hacer las siguientes dos
preguntas: "¿La pérdida de visió n ocurrió repentinamente?" "¿Te duele el ojo?" Es
extremadamente importante determinar la agudeza de la pérdida de visió n y la presencia o
ausencia de dolor. La pérdida repentina e indolora de la visió n puede deberse a una
oclusió n vascular retiniana o un desprendimiento de retina. La pérdida repentina y
dolorosa de la visió n ocurre en los ataques de glaucoma agudo de á ngulo estrecho. La
pérdida gradual e indolora de la visió n ocurre comú nmente en el glaucoma cró nico simple.
Dolor de ojo
el dolor puede deberse a una variedad de causas. Há gale al paciente las siguientes
preguntas: "¿Puede describir el dolor?" "¿El dolor apareció de repente?" "¿Te molesta la luz
en el ojo?" "¿Tienes dolor cuando parpadeas?" "¿Tienes la sensació n de algo en el ojo?"
"¿Tienes dolores de cabeza?" "¿Tiene dolor al mover el ojo?" "¿Tiene dolor en la frente del
mismo lado?"
diplopía
La diplopía, o visió n doble, es una queja comú n. La diplopía resulta de una alineació n
defectuosa de los ojos. Normalmente, cuando los ojos se fijan en un objeto, el objeto se ve
claramente a pesar de que las dos imá genes retinianas no se superponen exactamente.
Estas imá genes ligeramente diferentes, sin embargo, son fusionadas por el cerebro; es esta
fusió n la que produce la visió n binocular, o la percepció n de la profundidad. Cuando los
ojos está n desalineados, las dos imá genes caen en diferentes partes de la retina, y solo una
cae normalmente en la fó vea. El campo de visió n del ojo desviado es diferente, por lo que su
imagen no se proyecta sobre su fó vea; por tanto, esta segunda imagen será diferente y no
superponible. El paciente puede cerrar un ojo para aliviar esta angustiosa situació n. El
paciente puede utilizar una postura compensatoria de la cabeza para aliviar la visió n doble
(v. fig. 9-115). Se utilizará la elevació n o depresió n del mentó n del paciente para superar
una desviació n vertical. La inclinació n de la cabeza se utiliza a menudo para contrarrestar
la desviació n torsional y vertical. Las preguntas sugeridas para el paciente con diplopía se
encuentran en el Capítulo 20, El sistema nervioso.
Lagrimeo o Sequedad Lagrimeo excesivo o sequedad de los ojos es una queja comú n. El
lagrimeo anormal puede deberse a una producció n excesiva de lá grimas oa una
obstrucció n del flujo de salida. La sequedad resulta de la secreció n defectuosa de las
glá ndulas lagrimales o lagrimales accesorias. Una causa comú n es el síndrome de Sjgren,
que es una falla generalizada de las glá ndulas secretoras. Este síndrome está asociado con
una variedad de estados de enfermedad.
Descarga
La secreció n del ojo puede ser acuosa, mucoide o purulenta. Una secreció n acuosa o
mucoide a menudo se asocia con condiciones alérgicas o virales, mientras que una
secreció n purulenta ocurre en asociació n con infecciones bacterianas.
Enrojecimiento
El síntoma del ojo rojo es muy comú n. El entrevistador debe hacer las siguientes preguntas:
"¿Ha tenido alguna lesió n en el ojo?" "¿Alguien má s en la familia tiene un ojo rojo?" "¿Ha
tenido ataques de tos recientes? ¿Vó mitos?" "¿Ha tenido algú n dolor ocular asociado?"
"¿Hay alguna descarga asociada?" El ojo puede aparecer inyectado en sangre. El
enrojecimiento puede deberse a un traumatismo, una infecció n, una alergia o un aumento
de la presió n en el ojo. Los accesos de tos intensos o los vó mitos recurrentes pueden
provocar una hemorragia conjuntival en el paciente. Un familiar o amigo con conjuntivitis
viral puede ser el origen del ojo rojo de este paciente. El dolor ocular y un ojo rojo pueden
indicar glaucoma agudo de á ngulo estrecho. (Consulte el cuadro 9-2 para ver un resumen
del diagnó stico diferencial del ojo rojo).
Capítulo 9 El ojo 203 • TABLA 9--2. Diagnó stico diferencial de ojo rojo* Presentació n
Conjuntivitis aguda t Iritis aguda** Glaucoma de á ngulo estrecho Abrasió n corneal Historial
Inicio repentino Inicio bastante repentino Inicio rá pido Trauma Exposició n al conjunto A
veces historia de Dolor juntivitis A menudo recurrente ataque anterior Incidencia má s alta
entre judíos, suecos, y los inuit
Secreció n ocular Mucopurulenta o acuosa Acuosa Acuosa Acuosa o muco- purulenta Efecto
sistémico Ninguno Pocos Muchos Ninguno Pronó stico Autolimitado Mal si no se trata Mal si
no se trata Bueno si no hay infecció n
* Ver Figura 9-68. ** Consulte la Figura 9-42. 1 Puede ser viral, bacteriano o alérgico. : Ver
"arcoíris" puede ser un síntoma temprano durante un ataque agudo. § El examen con
lá mpara de hendidura que revela células en la cá mara anterior es diagnó stico
TABLA 9--3. Síntomas comunes del ojo visual y estados de enfermedad Síntoma visual
Causas posibles
Pérdida de visió n
TABLA 9--4. Síntomas oculares dolorosos no visuales comunes y estados patoló gicos
Síntoma doloroso no visual Causas posibles
Sensació n de cuerpo extrañ o Cuerpo extrañ o Abrasió n corneal Ardor Error de refracció n
no corregido Conjuntivitis Síndrome de SjOgren Palpitaciones, dolor Iritis aguda
(inflamació n del iris) Sinusitis (inflamació n de los senos paranasales) Sensibilidad
Inflamació n de los pá rpados Conjuntivitis Iritis Dolor de cabeza Errores de refracció n
Migrañ a Snusitis Sensació n de tirantez Errores de refracció n no corregidos
Capítulo 9 El ojo 205
TABLA 9--5. Síntomas oculares comunes no visuales e indoloros y estados patoló gicos
Síntoma doloroso no visual Causas posibles
Picazó n Ojos secos Fatiga ocular Alergias Lagrimeo Estados emocionales Hipersecreció n de
lá grimas Obstrucció n del drenaje Sequedad Síndrome de SjOgren Disminució n de la
secreció n como resultado del envejecimiento Arenoso, sensació n de arenilla Conjuntivitis
Plenitud de los ojos Proptosis (abultamiento del globo ocular) Cambios de envejecimiento
en los pá rpados Sacudidas Fibrilació n del orbicular de los pá rpados pesadez Fatiga Edema
palpebral Mareos Error de refracció n Enfermedad cerebelosa Enfermedad vestibular
Parpadeo excesivo Irritació n local Tic facial Pá rpados pegados Enfermedad inflamatoria de
pá rpados o conjuntivas
Impacto
de la ceguera en el paciente
Sufrió una de las mayores penalidades (ceguera) y sin embargo vivió con energía y
entusiasmo. Cuando aparentemente se eliminó su discapacidad, como por milagro, perdió
la paz y el respeto por sí mismo.
206 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
Del mismo modo, el paciente con visió n normal puede desarrollar problemas oculares
psicosomá ticos como consecuencia de la ansiedad. Cabe mencionar la pérdida de visió n
que puede acompañ ar a los trastornos de pá nico. Estas personas pueden tener pérdida
parcial o total de la visió n en uno o ambos ojos. La atenció n de apoyo del problema
primario por lo general resulta en el retorno de la visió n.
Físico
Examen
El equipo necesario para el examen del ojo es el siguiente: un oftalmoscopio, una linterna,
una tarjeta de agudeza visual de bolsillo y una tarjeta de 3 x 5 pulgadas. El examen físico del
ojo incluye lo siguiente: • Agudeza visual • Campos visuales • Movimientos oculares •
Estructuras externas e internas del ojo • Examen oftalmoscó pico
Agudeza visual
La agudeza visual se expresa como una proporció n, como 20/20. El primer nú mero es la
distancia a la que el paciente lee el grá fico. El segundo nú mero es la distancia a la que una
persona con visió n normal puede leer la misma línea del grá fico. La abreviatura OD se
refiere al ojo derecho; OS se refiere al ojo izquierdo OU se refiere a ambos ojos.*
Uso de la tabla está ndar de Snellen Si hay disponible una tabla está ndar de Snellen, el
paciente debe pararse a 20 pies de la tabla. Si el paciente usa anteojos, debe usarlos para el
examen. Se le pide al paciente que se tape un ojo con la palma* y lea la línea má s pequeñ a
posible. Si lo mejor que puede ver es la línea 20/200, la visió n del paciente en ese ojo es
20/200; esto significa que a 20 pies el paciente puede ver lo que una persona con visió n
normal puede ver a 200 pies. Si un paciente a 20 pies no puede ver la línea 20/200, se le
acercará hasta que reconozca las letras. Si el paciente puede leer estas letras a 5 pies, la
agudeza visual del paciente en ese ojo es 5/200.
*Las abreviaturas son latinas: OD oculus dexter: OS = oculus sinister; OU = ó culo externo.
Pida siempre al paciente que se cubra el ojo con la palma de la mano. Cuando se usan los
dedos para cubrir el ojo, un paciente puede mirar entre los dedos.
Para las personas que no saben leer, como los niñ os pequeñ os o los analfabetos, es ú til el
uso de la letra "E" en diferentes tamañ os y direcciones. El examinador le pide al paciente
que señ ale la direcció n de la letra: arriba, abajo, derecha, izquierda.
Campos Visuales
Las pruebas de campo visual son ú tiles para determinar las lesiones de la vía visual.
Muchas técnicas se utilizan para este propó sito. El examinador debe aprender a realizar la
técnica conocida como prueba de campo visual de confrontació n. En esta técnica, el
examinador compara su visió n periférica con la del paciente.
AB FIGURA 9-10. Pruebas de campo visual de confrontació n. A, Vista del paciente durante
el examen de los campos inferiores del ojo izquierdo del paciente. B, Posició n del
examinador durante el examen de los campos superiores del ojo izquierdo del paciente.
Anomalías del campo visual Se pueden apreciar escotomas patoló gicos en las pruebas del
campo visual. Los escotomas pueden ser el resultado de una enfermedad ocular primaria,
como el glaucoma, o de lesiones en el sistema nervioso central, como los tumores. La figura
9-11 ilustra algunos de los defectos comunes. La pérdida total de la visió n en un ojo es un
ojo ciego, como resultado de una enfermedad del ojo o una lesió n del nervio ó ptico. La
hemianopsia se refiere a la ausencia de la mitad de un campo visual. Un defecto en ambos
campos temporales se denomina hernianopsia biterporal. Es el resultado de una lesió n que
involucra los nervios ó pticos a nivel del quiasma ó ptico. Los tumores pituitarios son causas
comunes. Una hemianopsia homó nima resulta del dañ o al tracto ó ptico, radiació n ó ptica. o
corteza occipital. El término homó nimo indica que la pérdida visual se encuentra en
campos similares. Un paciente con hemianopsia homó nima izquierda no puede ver la mitad
izquierda de los campos de ambos ojos. Este defecto ocurre con dañ o en el tracto ó ptico
derecho. La hemianopsia homó nima es la forma má s comú n de pérdida de campo y ocurre
con frecuencia en pacientes con accidentes cerebrovasculares. Una cuadrantanopsia es una
pérdida de campo en un cuadrante. Un paciente con cuadrantanopsia homó nima superior
izquierda tiene dañ o en las radiaciones ó pticas inferiores derechas o en la regió n occipital
inferior derecha. La visió n de tú nel puede ocurrir en el glaucoma avanzado. Sin embargo,
los campos visuales aumentan con el aumento de la distancia de prueba, en contraste con la
histeria, en la que el tamañ o del campo suele permanecer igual en todo momento.
Hemianopsia bitemporal
Hernianopsia homó nima izquierda
Los ojos se mueven rá pidamente de un lado a otro mientras la persona trata de fijar su
atenció n en el letrero de una estació n. La presencia de OKN indica continuidad fisioló gica
de las vías ó pticas desde la retina hasta la corteza occipital. La OKN se puede obtener en la
sala de exploració n haciendo que el paciente se fije en los nú meros de una cinta métrica
mientras usted retira rá pidamente la cinta. Debido a que la OKN es involuntaria, una
respuesta positiva proporciona una excelente verificació n de que el paciente está fingiendo
ceguera.
Movimientos Oculares
Evalú e las seis posiciones diagnó sticas de la mirada Una causa importante de un ojo
desviado son los mú sculos extraoculares paréticos (débiles) o paralizados. La pará lisis de
estos mú sculos se detecta mediante el examen de las seis posiciones diagnó sticas de la
mirada. Debido a que las acciones de rotació n de los mú sculos oblicuos y rectos verticales
no se pueden evaluar fá cilmente, el ojo debe moverse en seis posiciones de diagnó stico de
la mirada que mejor se adapten a sus necesidades.
aislar las acciones verticales de estos mú sculos para probar sus inervaciones. Los mú sculos
oblicuos se prueban en aducció n para maximizar su acció n vertical. Por el contrario, los
mú sculos rectos verticales se prueban en abducció n; en estas posiciones, el recto superior
actú a ahora como puro elevador y el recto inferior como puro depresor. Sostenga la
barbilla del paciente con la mano izquierda y pídale que siga la mano derecha trazando una
gran "H" en el aire. Sostenga el dedo índice derecho a unas 15 a 18 pulgadas de la nariz del
paciente. Desde la línea media, mueva el dedo alrededor de un pie a la izquierda del
paciente y haga una pausa; luego suba unas 8 pulgadas y haga una pausa, como se muestra
en la Figura 9-13; baje unas 16 pulgadas y haga una pausa; hacia arriba unas 8 pulgadas, y
luego lentamente de regreso a la línea media. Invierta sus manos, ahora sosteniendo la
barbilla con su mano derecha. Cruza la línea media y repite el movimiento de los dedos del
otro lado. Estas son las seis posiciones diagnó sticas de la mirada. Observe el movimiento de
ambos ojos, que debe seguir el dedo suavemente. Busque los movimientos paralelos de los
ojos en todas las direcciones. Ocasionalmente, cuando se mira hacia el lado extremo, los
ojos desarrollan un movimiento rítmico llamado nistagmo de punto final. Hay un
movimiento rá pido en la direcció n de la mirada. que es seguido por un retorno lento. Esta
prueba diferencia el nistagmo de punto final del nistagmo patoló gico, en el cual el
movimiento rá pido es siempre en la misma direcció n, independientemente de la mirada. Si
el ojo y el pá rpado no se mueven juntos, hay retraso del pá rpado. Las seis posiciones
diagnó sticas de la mirada se muestran en la figura 9-14 y el cuadro 9-6 resume la motilidad
ocular anormal causada por los mú sculos paréticos. Las imá genes proyectadas en la retina
pueden ser interpretadas por el cerebro de tres maneras: fusió n, diplopía o supresió n. Ya
se han comentado la fusió n y la diplopía. En los niñ os, el estrabismo conduce a la diplopía,
que conduce a la confusió n, luego a la supresió n de la imagen y finalmente a la ambliopía.
La ambliopía es la pérdida de la agudeza visual
TABLA 9--6.
El ojo del mú sculo parético no gira Recto medial Nasal Oblicuo inferior Arriba y nasal
Oblicuo superior Abajo y nasal Recto lateral Temporal Recto superior Arriba y temporal
recto inferior
Abajo y temporal
Evalú e el reflejo de luz pupilar El examinador debe pedirle al paciente que mire a lo lejos
mientras él o ella dirige una luz brillante en el ojo del paciente. La fuente de luz debe
provenir del costado, la nariz se usa como una barrera para la luz hacia el otro ojo. El
examinador debe observar las respuestas pupilares directas y consensuales. Luego, el
examinador repite la prueba en el otro ojo. La prueba de luz oscilante es una modificació n
para probar el reflejo de luz pupilar. Esta prueba revela diferencias en la respuesta a
estímulos aferentes de los dos ojos. El paciente se fija en un objetivo distante mientras el
examinador mueve rá pidamente una luz de un ojo al otro, observando la constricció n de las
pupilas. En algunas condiciones, hay una dilatació n paradó jica de la pupila sobre la que se
ilumina la luz. Esta condició n, llamada pupila de Marcus Gunn, está asociada con un defecto
de la extremidad aferente en el ojo que se está iluminando. El ejemplo má s extremo de un
ojo que muestra el fenó meno de Marcus Gunn es un ojo ciego. Cuando la luz brilla en el ojo
ciego, no hay una respuesta directa ni consensuada. Cuando la luz se mueve hacia el otro
ojo, hay una respuesta tanto directa como consensuada porque tanto las vías aferentes
como las eferentes son normales. Cuando la luz vuelve al ojo ciego, la retina (aferente) no
recibe ningú n impulso. y la pupila del ojo ciego ya no permanece contraída: se dilata.
Existen diferentes grados de severidad de las pupilas de Marcus Gunn, dependiendo de la
afectació n del nervio ó ptico.
El reflejo cercano se prueba haciendo que el paciente mire primero a un objetivo distante y
luego a un objetivo colocado a unas 5 pulgadas de su nariz. Cuando el paciente enfoca el
objetivo cercano, los ojos deben converger y las pupilas deben contraerse.
Estructuras externas e internas del ojo El examen de las estructuras externas del ojo
incluye lo siguiente: • Pá rpados y ó rbitas • Conjuntiva • Escleró tica • Có rnea • Pupilas • Iris
• Cá mara anterior • Cristalino • Aparato lagrimal
Inspeccione las ó rbitas y los pá rpados ¿Está n presentes los globos en las ó rbitas? La figura
9-15 muestra un paciente con enucleació n del ojo izquierdo. La extirpació n de todo el globo
ocular de la ó rbita puede deberse a un traumatismo, una cirugía, como en el caso de una
rotura del globo ocular, o una lesió n autoinducida por una persona psicó tica. Examine los
pá rpados en busca de signos de caída, infecció n, eritema, hinchazó n, formació n de costras,
masas u otras anomalías. Tenga en cuenta la posició n de los pá rpados. Cuando el ojo está
abierto, el pá rpado superior normalmente cubre solo el margen superior del iris. Cuando el
ojo está cerrado, los pá rpados deben aproximarse completamente. La distancia entre los
pá rpados superior e inferior es la fisura palpebral. La caída del pá rpado se conoce como
blefaroptosis o ptosis. La figura 9-16 muestra a un paciente con una marcada ptosis
bilateral y una fisura palpebral estrechada debido a un trastorno que debilita los mú sculos,
la rniastenia gravis. Un entropió n es un giro hacia adentro del margen del pá rpado de tal
manera que las pestañ as desgastan la có rnea y el globo ocular. La figura 9-17 muestra un
paciente con entropió n. Un ectropió n es una desviació n del margen del pá rpado hacia
afuera. En la figura 9-18 se muestra un paciente con ectropió n. Tanto los entropiones como
los ectropiones pueden verse como cambios involutivos asociados con el envejecimiento.
Un chalazió n es una reacció n granulomatosa a las secreciones espesas de las glá ndulas de
Meibomio en el pá rpado. Se presenta como una masa localizada en el pá rpado alrededor
del orificio de la glá ndula, generalmente indolora cuando es cró nica. La figura 9-19 muestra
un paciente con un chalazió n. La figura 9-20 muestra un paciente con chalaziones
bilaterales.
FIGURA 9-21.
FIGURA 9-22. Ojos de mapache secundarios a una fractura del piso orbitario.
En el herpes zoster oftá lmico, hay filas de vesículas, ú lceras y costras con costras que se
encuentran dispersas a lo largo de una o má s de las ramas de la divisió n oftá lmica del
nervio facial trigémino. El dolor puede ser insoportable. Consulte la Figura 9-21, que
muestra un paciente con síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y herpes zoster
oftá lmico. ¿Hay pigmentació n orbitaria? La pigmentació n orbital, también conocida como
ojos de mapache, es un signo importante de una fractura orbital. Esta decoloració n es
causada por sangre extravasada de la fractura de la base del cerebro. Este es un signo
importante para reconocer, especialmente en un paciente inconsciente, cuando no se puede
obtener un historial. La figura 9-22 muestra un paciente con una fractura del suelo de la
ó rbita. Obsérvense también las hemorragias subconjuntivales en las caras laterales. Haga
que el paciente abra y cierre los pá rpados. El movimiento debe ser suave y simétrico.
Inspeccione los pá rpados en busca de xantelasrna. Aunque no son específicas de la
hipercolesterolemia, estas placas amarillentas se asocian comú nmente con anomalías de
los lípidos y son causadas por el depó sito de lípidos en la piel periorbitaria. En la figura 9-
23 se muestra un paciente con xantelasma.
Capítulo 9 El ojo 215
solo se ve un pequeñ o nú mero de vasos. Pida al paciente que mire hacia arriba y tire hacia
abajo de los pá rpados inferiores. Compare la vascularidad en los dos ojos. La figura 9-26
muestra un paciente con una gran hemorragia subconjuntival. La conjuntiva está unida a la
episclera por conexiones sueltas. Este espacio potencial puede llenarse fá cilmente con
fluidos como sangre o suero. La quernosis es la presencia de líquido en este espacio. Los
traumatismos, las alergias y la exposició n cró nica, como se observa en el hipertiroidismo y
los déficits neuroló gicos, son causas importantes de quemosis. La figura 9-27 muestra un
paciente con quemosis secundaria a fiebre del heno. Otro paciente que se muestra en la
figura 9-28 tiene quemosis hemorrá gica. Este hombre de 42 añ os tenía una historia de 10
añ os de proptosis progresiva secundaria a un melanoma. Dos crecimientos benignos
comunes en la conjuntiva son la pinguécula y el pterigió n. Una pinguécula es un
crecimiento nodular triangular de color amarillo blanquecino en la conjuntiva bulbar
adyacente a la unió n có rneo-escleral (limbo); no cruza a la có rnea como se ve en la figura 9-
29. Un pterigió n es un crecimiento má s vascular en la conjuntiva bulbar que comienza en el
canto medial y se extiende má s allá de la unió n có rnea-escleró tica hasta la có rnea. Este
tejido conjuntivo fibrovascular típicamente en forma de triá ngulo puede causar
astigmatismo o incluso disminució n de la visió n si se extiende a través del margen pupilar.
Se desconoce la causa del pterigió n, pero su frecuencia es mayor entre las personas que
viven cerca del ecuador. La figura 9-30A muestra un paciente con pterigió n. La figura 9-30B
muestra un primer plano de otro paciente con pterigió n. Observe la vascularizació n y sus
posiciones a través del limbo. La melanomasis primaria adquirida es una afecció n
unilateral en la que se desarrolla una pigmentació n melanó tica en el epitelio conjuntival.
Comienza insidiosamente durante la mediana edad. A menudo se necesita una biopsia para
descartar un melanoma maligno. La figura 9-31 muestra un paciente con melanosis ocular.
FIGURA 9-28.
FIGURA 9-29.
Pingü écula.
trastornos de los tejidos. Puede ser difuso o localizado y nodular. La escleritis nodular se
caracteriza por manchas azules oscuras localizadas en la porció n anterior de la escleró tica,
como resultado de la visibilidad de la coroides a través de la escleró tica translú cida. La
condició n puede resolverse espontá neamente. La figura 9-34 muestra un paciente con
escleritis nodular.
Inspeccione la có rnea La có rnea debe estar clara y sin turbidez, ulceració n u opacidad. Un
anillo blanquecino en el perímetro de la có rnea es probablemente un arcus senilis. En
pacientes mayores de 40 añ os, este hallazgo suele ser un fenó meno de envejecimiento
normal. Aunque hay muchos hallazgos falsos positivos, los pacientes menores de 40 añ os
pueden tener hipercolesterolemia. En el paciente de la figura 9-35 se ve un arcus senilis.
Otro ejemplo de un paciente con arcus senilis se ve en la figura 9-36. Un anillo amarillo
verdoso anormal cerca del limbo, má s evidente en la parte superior e inferior, es un anillo
de Kayser-Fleischer. Este anillo es un signo específico y sensible de la enfermedad de
Wilson, que es una degeneració n hepatolenticular como resultado de un trastorno
hereditario del metabolismo del cobre. El anillo de Kayser-Fleischer se debe al depó sito de
cobre en la có rnea. Las ú lceras corneales son lesiones extremadamente dolorosas debido a
la pérdida de sustancia de la có rnea por erosió n progresiva y necrosis del tejido. Estas
ú lceras pueden ser causadas por una variedad de agentes, que incluyen bacterias, virus,
hongos y reacciones de hipersensibilidad. El neumococo es una bacteria comú n asociada
con la ulceració n corneal. La infecció n por Pseudomonas es menos comú n pero se asocia
con una rá pida diseminació n y perforació n de la có rnea. El virus del herpes simple (HSV) es
otra causa comú n de ulceració n corneal y es la causa má s comú n de ceguera relacionada
con la có rnea. Casi siempre es unilateral y puede afectar a cualquier grupo de edad. La
queratitis se asocia comú nmente con dolor, lagrimeo y fotofobia. Los ataques recurrentes
pueden ser menos dolorosos o indoloros a medida que se desarrolla la anestesia corneal
generalizada. Los pacientes con SIDA u otra inmunosupresió n son muy susceptibles a esta
infecció n recurrente. La figura 9-37 muestra un paciente con una ulceració n corneal.
FIGURA 9-38. Queratitis por virus del herpes simple. El ojo ha sido teñ ido con rosa de
bengala.
Inspeccione las pupilas Las pupilas deben ser del mismo tamañ o, redondas y reactivas a la
luz y la acomodació n. En alrededor del 5% de los individuos normales, el tamañ o pupilar
no es igual; esto se llama anisocoria. La anisocoria puede ser una indicació n de enfermedad
neuroló gica. El agrandamiento pupilar, o midriasis, se asocia con la ingestió n de agentes
simpaticomiméticos o con la administració n de gotas dilatadoras. En el glaucoma de cierre
de á ngulo agudo se puede observar una pupila medio dilatada y perezosa. La constricció n
pupilar, o rniosis, ocurre con la ingestió n de fá rmacos parasimpaticomiméticos, con la
inflamació n del iris y con el tratamiento farmacoló gico del glaucoma. Muchos
TABLA 9--7. Anomalías pupilares | Síndrome de Argyll Robertson Horner I ____ Síndrome de
la pupila tó nica de Adie I Lateralidad A menudo unilateral Bilateral Unilateral I No reactivo
Reactivo _Acomodació n Lentamente reactivo Reactivo Reactivo I Mió tico Mió tico I Otros
signos Tendó n ausente o disminuido Ausencia de articulació n de la rodilla Ptosis leve tt
reflejos reflejos Anhidrosis I 1 La ptosis es leve, debido a la interrupció n de la cadena
simpá tica que inerva solo la porció n del mú sculo I de m011er del elevador del pá rpado. El
resto del elevador del pá rpado funciona normalmente; por lo tanto, la ptosis no es grave.
Iris col-
La inflamació n del iris, iritis o iridociclitis, se asocia con dolor intenso, fotofobia, lagrimeo,
disminució n de la visió n y congestió n circuncorneal. Esta congestió n se debe a la inyecció n
de los vasos epiesclerales profundos (rubor ciliar). La dilatació n de los vasos del iris
conduce a la trasudació n de proteínas al humor acuoso y al depó sito de células
inflamatorias en el endotelio corneal conocidas como precipitados querá ticos. Como
resultado de esta deposició n, el iris se vuelve borroso y pierde su apariencia radial
distintiva y se denomina "iris fangoso". Hay muchas causas de iritis, incluida la infecció n
exó gena por lesiones perforantes; infecció n secundaria de la có rnea, la escleró tica o la
retina; infecciones endó genas tales como tuberculosis, gonorrea, sífilis e infecciones virales
y micó ticas; y enfermedades sistémicas tales como artritis reumatoide, lupus eritematoso
sistémico, enfermedad de Reiter, síndrome de Behget y policondritis recidivante. La figura
9-42 muestra un paciente con las características clá sicas de la iritis aguda. Como resultado
de la reacció n inflamatoria del iris, el iris puede adherirse a la có rnea, formando sinequias
anteriores; Las sinequias posteriores son adherencias entre el iris y el cristalino. El
glaucoma es una conocida secuela de la iritis y la formació n de sinequias.
Inspeccione la cá mara anterior ¿Está despejada la cá mara anterior? Si no, ¿está lleno de pus
o sangre? La figura 9-37 muestra un paciente con queratitis por HSV y pus en la cá mara
anterior, lo que se conoce como hipopió n. En la figura 9-43 se muestran otros ejemplos de
hipopió n. La figura 9-43B muestra un gran hipopió n junto con una intensa inyecció n
conjuntival. ¿Hay sangre en la cá mara anterior? Esta condició n, conocida como hypherna,
se ilustra en las figuras 9-44A y B. Obsérvese la hemorragia subconjuntival también en la
paciente de la figura 9-44A. Un hifema siempre indica que el ojo ha sufrido un traumatismo
significativo que ha provocado sangrado. El sangrado proviene del á ngulo de la cá mara
anterior o del iris y, como tal, las anomalías pupilares son comunes. La figura 9-45 muestra
un ejemplo de un hipema en "bastó n de caramelo" resultante de la neovascularizació n del
iris como consecuencia de una oclusió n de la vena central de la retina. La fotografía
muestra productos de descomposició n de la sangre entremezclados con sangre fresca.
Evaluar la profundidad de la cá mara anterior. Haciendo brillar una luz oblicuamente sobre
el ojo, se puede hacer una estimació n aproximada de la profundidad de la cá mara. Si se ve
una sombra en forma de media luna en la parte má s alejada del iris, la cá mara anterior
puede ser poco profunda. El sombreado de la cá mara anterior se refiere a la disminució n
del espacio entre el iris y la có rnea. La técnica para estimar la profundidad de la cá mara
anterior se ilustra en la figura 9-46. La presencia de una cá mara anterior poco profunda
predispone a un individuo a una condició n llamada glaucoma de á ngulo estrecho. El
término glaucoma se refiere a un complejo de síntomas que ocurre en una variedad de
estados de enfermedad. El hallazgo característico en todos los tipos de glaucoma es un
aumento de la presió n intraocular. Esto se puede medir con el tonó metro de Schiotz, que es
un instrumento pequeñ o y portá til que se utiliza para la evaluació n cuantitativa de la
presió n intraocular. La palpació n del globo para determinar la presió n intraocular es una
técnica de baja sensibilidad. La palpació n, si se realiza incorrectamente, puede ser
perjudicial, especialmente en un ojo que ha sido sometido a una cirugía reciente, porque
puede resultar en un desprendimiento de retina. Por lo tanto, no se debe realizar la
palpació n del ojo.
FIGURA 9-45.
Có rnea./.Anterior r. cá mara
Á NGULO NORMAL
FIGURA 9-47. Catarata del ojo izquierdo. FIGURA 9-48. catarata nuclear densa
Una catarata es cualquier opacificació n del cristalino, una opacidad que provoca una
disminució n de la agudeza visual o una opacidad que interfiere en la vida cotidiana del
paciente. La figura 9-47 muestra a un paciente con una catarata densa en el ojo izquierdo.
Obsérvese la leucocoria relacionada con la catarata. La figura 9-48 muestra otro paciente
con una catarata central o nuclear densa del ojo izquierdo. El reflejo rojo, descrito en la
siguiente secció n sobre oftalmoscopia, está ausente en estos pacientes. ¿Está la lente en la
posició n normal o está dislocada? El cristalino puede dislocarse anteriormente,
presionando el iris contra la có rnea posterior y bloqueando la salida del humor acuoso, o
puede dislocarse posteriormente. Puede resultar en glaucoma secundario. El síndrome de
Marfan es una condició n autosó mica dominante, a menudo con expresió n incompleta, en la
que hay aumento de la longitud de los huesos largos. Las complicaciones oculares incluyen
la luxació n o subluxació n del cristalino, generalmente en la parte superior y nasal. La figura
9-49 muestra un paciente con una subluxació n del cristalino secundaria al síndrome de
Marfan. Esta es la pupila del ojo izquierdo del paciente. Tenga en cuenta el borde inferior
de la lente y las zó nulas adheridas que son evidentes entre las 3 y las 7 en punto (líneas
blancas). El rojo detrá s de estas líneas es el reflejo rojo de la retina en el fondo. Muchos
pacientes ahora tienen implantes de lentes intraoculares después de la extracció n de una
lente con cataratas. La figura 9-50 muestra un implante de lente intraocular dislocado.
Tenga en cuenta el accesorio de cable dislocado.
OJO IZQUIERDO
Lente
- Alumno
zó nulas
-"- f
FIGURA 9-51. Agrandamiento bilateral de glá ndulas lagrimales. Observe la clá sica forma
sigmoidea de los pá rpados.
Examen oftalmoscó pico El oftalmoscopio Antes de discutir el examen del fondo de ojo, se
imponen algunas palabras sobre el oftalmoscopio. El oftalmoscopio es un instrumento con
un sistema ó ptico de espejo para la visualizació n de la anatomía interior del ojo. Hay dos
diales en el oftalmoscopio: uno ajusta las aberturas de luz y los filtros, y el otro cambia las
lentes para corregir los errores de refracció n tanto del examinador como del paciente.
FIGURA 9-54. A y B, Posició n correcta para sujetar el oftalmoscopio y el ojo del paciente. El
panel B muestra el oftalmoscopio Pan©ptic.
Las aperturas y filtros má s importantes son la apertura pequeñ a, la apertura grande y el
filtro libre de rojo (verde). La abertura pequeñ a es para una pupila no dilatada; la abertura
grande es para una pupila dilatada; y el filtro libre de rojo excluye los rayos de luz roja y
está diseñ ado para la visualizació n de vasos sanguíneos y hemorragias. Con este filtro, la
retina aparece gris, el disco aparece blanco, la má cula aparece amarilla y la sangre aparece
negra.
*Unidad de potencia ó ptica de una lente para hacer divergir o converger los rayos de luz.
pupila si el camino de la luz no está obstruido por una lente opaca. El examinador debe
notar cualquier opacidad en la có rnea o el cristalino. Al acercarse al paciente a lo largo de la
misma línea de 20°, el examinador comenzará a ver los vasos sanguíneos de la retina. El
examinador debe acercarse al paciente, acercando la mano que sostiene el oftalmoscopio a
la mejilla del paciente. A medida que se establece contacto con el paciente, se verá n el disco
ó ptico o los vasos. Al girar la rueda de dioptrías con el dedo índice, el examinador enfocará
estas estructuras con nitidez. La Figura 9-55 muestra la posició n correcta del examinador y
el paciente; La figura 9-56 muestra un fondo de ojo normal; La Figura 9-56A muestra el ojo
derecho y la Figura 9-56B muestra el ojo izquierdo. Observe que la má cula es temporal al
disco ó ptico. Después de examinar el ojo derecho, el oftalmoscopio se sostiene en la mano
izquierda del examinador y el examinador usa su ojo izquierdo para examinar el ojo
izquierdo del paciente. La evaluació n cuidadosa del fondo ó ptico es importante por varias
razones. El fondo ó ptico es la ú nica zona donde se pueden ver los vasos sanguíneos in vivo;
puede dar una excelente idea del estado de la vasculatura de otros ó rganos. Ademá s, el
fondo ó ptico a menudo se ve afectado por manifestaciones de enfermedades sistémicas
como SIDA, endocarditis infecciosa, hipertensió n y diabetes; una evaluació n minuciosa del
fondo de ojo puede proporcionar pistas valiosas para su diagnó stico. Finalmente, debido a
que el ojo es una extensió n del sistema nervioso central, la evaluació n del fondo ó ptico
puede proporcionar informació n sobre muchos trastornos neuroló gicos. El fondo ó ptico
debe evaluarse metó dicamente, comenzando por el disco ó ptico, siguiendo los vasos
retinianos que emergen de él. inspeccionar la má cula y evaluar el resto de la retina.
B Arteria Vena Disco ó ptico Fotografía de las retinas de los ojos derecho (A) e izquierdo (B)
Inspecció n del disco ó ptico La marca má s llamativa de la retina es el disco ó ptico (fig. 9-57).
El disco ó ptico es la porció n intraocular del nervio ó ptico y se ve con el oftalmoscopio.
Deben determinarse sus má rgenes, color y relació n copa-disco. El disco debe ser redondo o
ligeramente ovalado con el eje largo generalmente vertical y con bordes bien definidos. El
borde nasal normalmente está ligeramente borroso. El disco es de color rosado en las
personas de piel clara y de color naranja amarillento en las personas de piel má s oscura. La
palidez relativa del disco ó ptico es causada por el reflejo de la luz de las vainas de mielina
del nervio ó ptico. En el centro del disco ó ptico normal, hay una depresió n en forma de
embudo conocida como copa fisioló gica. La copa es la porció n del disco que es central, de
color má s claro y penetrada por los vasos retinianos. La relació n normal entre el diá metro
de la copa y el disco varía de 0,1 a 0,5. El examinador debe verificar la simetría de la
relació n copa-disco en ambos ojos. Las fibras nerviosas mielinizadas o medulares son una
afecció n benigna que se observa en el 0,3-0,6% de todos los individuos. En esta condició n,
la capa de fibras nerviosas continú a hacia la médula en la retina má s allá de la lá mina
cribosa. Las fibras aparecen como parches blancos con bordes plumosos que se irradian
desde el disco ó ptico y oscurecen los vasos retinianos por los que pasan. La afecció n está
presente al nacer, no cambia y, por lo general, no causa discapacidad visual. La figura 9-58
muestra la retina de un paciente con fibras nerviosas medulares.
Inspecció n de los vasos de la retina Los vasos de la retina se evalú an a medida que
arborizan sobre la retina. La arteria central de la retina entra en el globo a través de la copa
fisioló gica. Se divide dentro de la copa y nuevamente en la superficie, dando lugar a cuatro
ramas principales que irrigan los cuadrantes temporal y nasal superior e inferior del fondo
ó ptico. Las arterias tienen de dos tercios a cuatro quintos del tamañ o de las venas en
diá metro y tienen un reflejo de luz prominente. Este reflejo de luz es un reflejo de la luz del
oftalmoscopio en la pared arterial y normalmente tiene aproximadamente un cuarto del
diá metro de la columna de sangre. Las venas presentan pulsaciones espontá neas en el 85%
de los pacientes. Esto se puede demostrar mejor cuando la vena retiniana entra en el nervio
ó ptico, donde se puede ver de punta. A medida que todos los vasos se alejan del disco,
parecen estrecharse. El cruce de las arterias y venas ocurre dentro de 2 diá metros de disco
desde el disco. La pared normal del vaso es invisible, con su delgado reflejo de luz. En la
hipertensió n, el vaso puede tener á reas focales o generalizadas de estrechamiento o
espasmo, lo que hace que el reflejo de la luz se estreche. Con el tiempo, la pared del vaso se
vuelve má s gruesa y escleró tica, y hay un ensanchamiento del reflejo de la luz a má s de la
mitad del diá metro de la columna de sangre. El reflejo de la luz desarrolla una apariencia
metá lica anaranjada llamada cableado de cobre (Fig. 9-61). Cuando una arteria de este tipo
cruza una vena, parece haber una discontinuidad de la columna venosa como resultado de
la pared arterial ensanchada, pero invisible. Esto se denomina mella arteriovenosa. Siga los
vasos en las cuatro direcciones: temporal superior, nasal superior, nasal inferior y temporal
inferior. Recuerde mover la cabeza y el oftalmoscopio como una sola unidad.
Describa cualquier lesió n retinal Cuando se observa una lesió n, su color y forma son
importantes para determinar su causa. ¿Es rojo, negro, gris o blanquecino? Las lesiones
rojas suelen ser hemorragias. Se pueden ubicar
FIGURA 9-62.
mejor utilizando el filtro de contraste verde del oftalmoscopio. Las hemorragias lineales o
en forma de llama ocurren en la capa de fibras nerviosas de la retina (fig. 9-63), mientras
que las hemorragias redondas se localizan en capas intrarretinianas má s profundas. ¿Los
bordes de las lesiones son nítidos o borrosos? Un hallazgo retiniano benigno comú n es la
hipertrofia congénita del epitelio pigmentario de la retina (EPR). Esto aparece como una
lesió n pigmentada dramá ticamente oscura, redonda, a menudo de uno a varios diá metros
de disco de tamañ o. La superficie es plana y los bordes son muy afilados. En su interior
suelen estar presentes varios agujeros perforados pequeñ os. Los vasos retinianos parecen
normales. Esta es una lesió n asintomá tica y suele ser unilateral; puede ocurrir en cualquier
posició n en la retina. Su reconocimiento es importante y no debe ser mal diagnosticado
como un melanoma maligno. La figura 9-64 muestra una retina con hipertrofia congénita
del epitelio pigmentario de la retina. Las lesiones negras que tienen forma de espículas
ó seas se asocian con retinosis pigmentaria. En esta condició n, la melanina tiende a
desenvainar los vasos retinianos. A menudo se encuentra una lesió n en forma de rosquilla
en la coriorretinitis inactiva cró nica. Un pigmentado, levantado. lesió n en forma de disco
sugiere un melanoma. El manchado difuso de la retina es a menudo un estado
degenerativo. Las lesiones planas y grises suelen ser nevus benignos. Las lesiones blancas
pueden aparecer como á reas blandas algodonosas o pueden ser densas. Las exudaciones o
manchas algodonosas blandas son causadas por infartos de la capa de fibras nerviosas de la
retina.
232 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO TABLA 9--8. Diferenciació n de lesiones
blanquecinas del fondo de ojo Manchas algodonosas* Prueba de exudado graso Drusas*
Coriorretinitis Etiología
Diabetes mellitus Puede ser normal con Toxoplasmosis Envejecimiento venoso retiniano
Sarcoidosis Oclusió n Macular relacionada con la edad Citomegalovirus Retinopatía
degenerativa hipertensiva
Borde borroso Bien definido Bien definido, no A menudo grande con borde irregular
pigmentado, muy pigmentado Forma Irregular Pequeñ o, irregular Redondo, bien
delimitado Patrones muy variables trazados Variable A menudo agrupado Variable;
simétrica Variable en círculos o cal en ambos ojos estrellas Comentarios Causada por una
isquemia en retina profunda A menudo se confunde con aguda con exudado blanco; fart de
los exudados grasos de la capa de fibra nerviosa; lesió n curada con cerdo- capa de la retina;
oh- profunda a la cicatriz mental retiniana (toxoplasma) sels; por lo general varios en
nú mero
* Ver Figuras 9-61 y 9-63. 1 También conocido como "residuos de edema". Ver Figuras 9-83
y 9-84. $ También conocidos como "cuerpos coloides". Consulte la Figura 9-97. §Las
enfermedades señ aladas no comprenden una lista etioló gica completa. Só lo se indican las
causas má s comunes. I] Ver figuras 9-100 a 9-106.
(ver Figuras 9-61 y 9-63). Las lesiones blancas son comunes y frecuentemente se asocian
con hipertensió n o diabetes. La diferenciació n de las lesiones blancas de la retina se resume
en el cuadro 9-8.
Dificultades en el uso del oftalmoscopio Con frecuencia surgen dificultades en el uso del
oftalmoscopio. Estos incluyen los siguientes: • Pupila pequeñ a • Luz extrañ a • Uso
inadecuado del oftalmoscopio • Miopía en el paciente • Catarata en el paciente Es
importante el uso de gotas midriá ticas para visualizar mejor la retina. Muchos estudiantes
de medicina temen que estas gotas precipiten un ataque de glaucoma de á ngulo estrecho.
Está claro a partir de los datos que se pierden má s hallazgos retinianos al no dilatar las
pupilas que cuando las gotas precipitan tal ataque. Incluso si el 0,1% de las personas que
tienen esta reacció n tuvieran un ataque de glaucoma, se encuentran en las mejores
instalaciones posibles para recibir tratamiento. El examinador debe utilizar una gota de
tropicamida al 0,5% en cada ojo. Se debe tener cuidado de colocar la gota en el interior del
pá rpado inferior y no en la có rnea. Se debe informar al paciente que la gota picará
levemente y causará fotofobia a la luz del sol. La duració n de la acció n midriá tica depende
principalmente de la sensibilidad del paciente a la medicació n: un iris má s pigmentado
requiere má s tiempo para lograr la midriasis. La acció n ciclopégica dura unas 6 horas. Estas
gotas se pueden
utilizado en pacientes que usan lentes de contacto. Debe evitarse la atropina, porque su
efecto dura hasta 2 semanas. La gran apertura del oftalmoscopio se utiliza cuando el ojo
está dilatado. Registre en la tabla que el(los) ojo(s) del paciente estaban dilatados y qué
medicamentos se usaron. La habitació n debe oscurecerse tanto como sea posible para
facilitar la evaluació n de la retina. Otro problema comú n es el reflejo comeal. A menudo, la
luz se refleja desde la có rnea, lo que dificulta el examen. El uso de la abertura pequeñ a o un
filtro polarizador, que incluyen muchos oftalmoscopios, puede ser ú til. Los pacientes con
miopía presentan la mayoría de los problemas para el examinador novato. En los ojos
miopes, la imagen de la retina se agranda, lo que a veces dificulta la visualizació n adecuada
de la retina. Si el paciente es severamente miope, puede ser necesario que el paciente use
lentes correctivos mientras se lo examina. Una catarata no permite una adecuada
visualizació n de la retina, especialmente si la catarata es central.
Hay muchas condiciones oftalmoscó picas con las que el examinador debe estar
familiarizado. Normalmente, una imagen se enfoca directamente en la retina. Cuando la
imagen no está enfocada en la retina, existe un error de refracció n. Los lentes se utilizan
para corregir los errores de refracció n. La ausencia de un error de refracció n se denomina
emmetropía. Los errores de refracció n son extremadamente comunes. A continuació n se
enumeran los errores de refracció n comunes y sus causas: Hipermetropía (hipermetropía):
la luz se enfoca en la parte posterior de la retina. Miopía (visió n corta): la luz se enfoca por
delante de la retina. Astigmatismo: la luz no se enfoca uniformemente en todas las
direcciones. El astigmatismo se debe comú nmente a una có rnea que no es perfectamente
esférica. Presbicia: Disminució n progresiva de la visió n cercana como resultado de una
disminució n en la capacidad de acomodació n del ojo. La presbicia ocurre después de los 40
añ os. La figura 9-65 ilustra ojos emétropes, hipermétropes, miopes y astigmá ticos.
HIPERMETROPÍA
ASTIGMATISMO
OJO NORMAL
MIOPÍA
AB
Las cataratas (v. figs. 9-47, 9-48) son la causa má s frecuente de ceguera. Una catarata es un
tipo de enfermedad ocular degenerativa. Uno de los primeros síntomas que experimentan
los pacientes con cataratas es una visió n borrosa. Los pacientes suelen dar una historia en
la que la visió n se ha vuelto "como mirar a través de una ventana sucia". A medida que
aumenta la opacidad lenticular con el tiempo, hay una disminució n de la agudeza visual
asociada con el deslumbramiento en luz brillante. Este efecto se debe a la constricció n
pupilar que limita los rayos de luz que pasan a través del cristalino a la parte central del
cristalino, donde la opacidad suele ser má s densa. Estos pacientes pueden llevar gafas
oscuras y mantener la cabeza baja para evitar el exceso de luz. El glaucoma de á ngulo
estrecho resulta de una obstrucció n al drenaje del humor acuoso en el canal de Schlemm.
Los pacientes con glaucoma de á ngulo estrecho tienen ataques perió dicos de elevació n
aguda de la presió n intraocular causada por obstrucció n intermitente. Esto se asocia con
dolor, halos y mala visió n. Este tipo de glaucoma comú nmente ocurre en una habitació n
oscura, cuando ocurre la dilatació n pupilar. Cuando la pupila está completamente dilatada
en una persona con un á ngulo estrecho, los pliegues redundantes del iris en su base
provocan una mayor obstrucció n y una disminució n del drenaje. El glaucoma primario de
á ngulo abierto o cró nico simple, por el contrario, se asocia con un á ngulo abierto. Hay
muchas causas para el glaucoma simple, que es una de las principales causas de ceguera
lentamente progresiva. La diferencia diagnó stica má s importante con respecto al glaucoma
de á ngulo estrecho es que en el glaucoma cró nico simple no hay dolor. Los pacientes tienen
una salida reducida de humor acuoso a través de la malla trabecular y hacia el canal de
Schlemm, lo que resulta en una presió n intraocular elevada. Como resultado, se produce un
ahuecamiento progresivo del nervio ó ptico (es decir, pérdida de sustancia nerviosa) y el
campo visual
FIGURA 9-67. Ahuecamiento glaucomatoso de la cabeza del nervio ó ptico. La relació n copa-
disco es de aproximadamente 50-60%.
se producen cambios. Aunque el á ngulo abierto primario suele ser bilateral, su inicio
asimétrico da lugar a una diferencia en el tamañ o de la copa ó ptica entre los dos ojos, uno
de los signos tempranos má s característicos (fig. 9-66). Los defectos del campo periférico,
especialmente en el aspecto nasal, son comunes en las primeras etapas de la enfermedad.
La visió n se deteriora cada vez má s a medida que continú a la atrofia progresiva del nervio
ó ptico debido al aumento de la presió n intraocular. Al final de la enfermedad, puede quedar
só lo una pequeñ a á rea en la cara nasal de la cabeza del nervio. La figura 9-67 muestra un
primer plano del disco ó ptico de un paciente con un 50-60% de copa en la cabeza del
nervio ó ptico. La tabla 9-9 enumera las principales características de ambos tipos de
glaucoma. Las inflamaciones oculares agudas son comunes. Pueden estar asociados con
enfermedades locales o sistémicas. El diagnó stico diferencial del ojo rojo es importante. La
presencia de dolor, pérdida visual e irregularidades de las pupilas son signos importantes
que indican un trastorno grave y potencialmente cegador. La figura 9-68 muestra un
paciente con un ojo rojo. La tabla 9-2 proporciona un enfoque para el diagnó stico del ojo
rojo. La retinopatía diabética es la principal causa de ceguera en los estadounidenses de 20
a 75 añ os. Se estima que má s de 12 millones de estadounidenses tienen diabetes. La
retinopatía diabética es una complicació n vascular muy específica de la diabetes mellitus
tipo I y tipo II y está directamente relacionada con la duració n de la enfermedad. 25 añ os
después
TABLA 9--9.
ventosas de disco
campos visuales
la aparició n de la diabetes, casi todos los pacientes con diabetes tipo I y el 65% de los
pacientes con diabetes tipo II tienen algú n grado de retinopatía. Los hallazgos retinianos de
la retinopatía diabética son el resultado de una microangiopatía retiniana. Como resultado
de esta microangiopatía, existe un aumento de la permeabilidad vascular que produce
edema macular y disminució n de la visió n. Ademá s, los cambios oclusivos vasculares dan
como resultado proliferació n fibrovascular, hemorragia y cicatrizació n. Los primeros
cambios de la retinopatía no proliferativa son microaneurismas capilares, dilatació n,
tortuosidad de los vasos y falta de perfusió n de á reas de la retina. A medida que la
enfermedad progresa a retinopatía proliferativa. la neovascularizació n retiniana aparece
en el disco ó ptico (NVD) o en otra parte de la retina (NVE). La neovascularizació n puede
disminuir aú n má s la visió n por hemorragia vítrea o desprendimiento por tracció n de la
retina. La retinopatía no proliferativa o de fondo es la primera etapa de la retinopatía
diabética. Un signo temprano es el desarrollo de microaneurismas. Estos generalmente
tienen bordes suaves y formas redondas y afiladas. Ademá s, las hemorragias
intrarretinianas resultan de la ruptura de microaneurismas, capilares y vénulas. La
ubicació n de la hemorragia dentro de las capas de la retina determina la forma de la
hemorragia: las hemorragias en la capa de fibras nerviosas suelen tener forma de llama con
bordes plumosos, mientras que las hemorragias en las á reas profundas de la retina tienen
una apariencia borrosa en forma de mancha. . Los exudados pueden aparecer como
racimos, rayas o anillos alrededor de la má cula. Estos exudados resultan de fugas a través
de las paredes capilares anormalmente permeables. Comú nmente, estos microaneurismas,
hemorragias y exudados ocurren cerca de la má cula. Los hallazgos retinianos en un
paciente con retinopatía diabética no proliferativa se muestran en la figura 9-69.
Exudados
hemorragias
Obsérvense las hemorragias y los exudados. La figura 9-70 muestra la marcada tortuosidad
de los vasos en otro paciente con retinopatía de fondo. La figura 9-71 muestra las
hemorragias y exudados en forma de llama que son característicos de la retinopatía
diabética no proliferativa. La figura 9-72 muestra un paciente diabético con retinopatía
circinada. La retinopatía diabética proliferativa se caracteriza por la neovascularizació n, es
decir, nuevos vasos sanguíneos que surgen de los vasos de la retina y del disco ó ptico. La
neovascularizació n aparece como una fina red (mechones o bucles) de vasos sanguíneos
que parecen brotar de otros vasos. NVD se muestra en la Figura 9-73; NVE se muestra en la
Figura 9-74. Estos vasos proliferan a lo largo de la superficie de la retina y hacia el humor
vítreo, a menudo con componentes de bandas fibrosas. Los vasos a menudo se adhieren al
vítreo posterior y se producirá n hemorragias prerretinianas como resultado de la
separació n vitreorretiniana que tira de los vasos friables. La sangre resultante de una
hemorragia prerretiniana quedará atrapada dentro del espacio potencial entre la retina y el
vítreo (debajo de la membrana limitante interna) formando una hemorragia clá sica en
forma de bote (fig. 9-75). Un tiró n adicional en la retina puede progresar a desgarros de
retina y desprendimientos de retina por tracció n. Las figuras 9-76, 9-77 y 9-78 muestran
hebras vítreas en pacientes con retinopatía diabética proliferativa. La figura 9-78 muestra
una tracció n del vítreo y un agujero macular. Tenga en cuenta el á rea de color claro que
rodea la má cula.
-- - Hemorragia prerretiniana
r = Bandas de tracció n
FIGURA 9-81. Cambios retinales en un paciente con hipertensió n de larga data. Obsérvense
las manchas algodonosas y las hemorragias en forma de llama. Parte de una estrella
macular se ve en la parte inferior derecha.
FIGURA 9-82. Retinopatía hipertensiva. Nó tense los vasos marcadamente tortuosos vistos a
través del filtro de contraste verde.
FIGURA 9-84.
Foto (A) y esquema (B) que muestran los cambios retinianos en el papiledema.
* Edema del disco ó ptico resultante del aumento de la presió n intracraneal. Ver Figuras 9-
86 y 9-87. 1- Inflamació n del disco ó ptico. :1: Consulte la figura 9-96. § Mielinizació n del
nervio ó ptico termina en el disco ó ptico. Cuando continú a hacia la retina, á reas blancas en
forma de llama oscurecen los má rgenes del disco. Ver Figuras 9-58 y 9-59. II Véanse las
Figuras 9-94 y 9-95.
manchas de roth
los cambios retinianos en el papiledema cró nico. La figura 9-87 muestra otro paciente con
papiledema. Observe la borrosidad de los má rgenes del disco y la hiperemia del disco. Hay
otras causas de un margen de disco borroso. La tabla 9-10 proporciona una diferenciació n
de los má rgenes borrosos del disco. Las discrasias sanguíneas se diagnostican con
frecuencia a partir del examen de la retina. La figura 9-88 muestra la retina de un paciente
con leucemia. Obsérvense las hemorragias mú ltiples, los infiltrados perivasculares de las
arteriolas retinianas y las manchas de Roth. Estos puntos tienen un centro blanco claro y
está n rodeados de hemorragia; se cree que son á reas de émbolos e infartos retinianos.
También se ven en la endocarditis infecciosa. Los trastornos oclusivos de la circulació n
retiniana son dramá ticos. Una oclusió n de la arteria central de la retina (CRAO, por sus
siglas en inglés) generalmente es causada por un émbolo del corazó n o una arteria grande.
Resulta en la pérdida repentina e indolora de la visió n en un ojo. Se pierde el reflejo pupilar
directo a la luz y no hay pulsaciones venosas espontá neas. En cuestió n de minutos, la retina
se vuelve pá lida y de color blanco lechoso con arterias estrechadas y aparece una mancha
rojo cereza en la má cula. Esta mancha rojo cereza es el resultado del hecho de que en el
á rea foveal la retina es delgada, lo que permite la visibilidad de la circulació n coroidea
subyacente que está oscurecida en otras partes por el edema retiniano. Esta es una
verdadera emergencia ocular porque si se trata dentro de los 45 minutos, se puede salvar
parte de la retina. La figura 9-89 muestra la retina derecha de un paciente con CRAO.
Observe la retina pá lida con la mancha rojo cereza en la má cula. La figura 9-90 muestra la
retina de otro paciente con un CRAO con conservació n de la arteria ciliorretiniana. Las
arterias ciliorretinianas está n presentes en el 40% de los individuos normales. Se derivan
de la circulació n ciliar posterior y por lo general emergen de la temporal
FIGURA 9-90. Oclusió n de la arteria central de la retina con cilio- RGURA 9-89. Oclusió n de
la arteria central de la retina, conservació n de la arteria retiniana.
cara del disco para irrigar una pequeñ a porció n de la retina. Observe el á rea de retina
preservada debido a la perfusió n de la arteria ciliorretiniana. La figura 9-91 muestra un
tercer paciente con CRAO. Observe que en este ejemplo la retina también está pá lida
(isquémica y edematosa), pero el á rea de la mancha rojo cereza en la má cula está muy
pigmentada. Este es el hallazgo en individuos de piel oscura con CRAO. Las placas de
Hollenhorst son émbolos de colesterol que se encuentran en la bifurcació n de las arterias
de la retina. La fuente de estos émbolos suele estar en el corazó n o en las arterias caró tidas.
Suelen ser unilaterales y ocurren en personas de edad avanzada con aterosclerosis
avanzada. Síntomas de alteraciones fugaces de la visió n pueden acompañ ar a estos
émbolos. La figura 9-92 muestra un ejemplo clá sico de una placa de Hollenhorst. La figura
9-93 muestra una oclusió n de una rama de la arteria retiniana (BRAO). Obsérvese el á rea
de la retina isquémica y las manchas algodonosas y la hemorragia adyacente en forma de
llama. La oclusió n venosa es uno de los trastornos vasculares de la retina má s comunes. Se
produce una oclusió n venosa central de la retina (OVCR) en la lá mina cribosa. El paciente
experimenta pérdida indolora de la visió n en un ojo. El fondo muestra dilatació n venosa y
tortuosidad, edema del disco, hemorragias en forma de llama en todos los cuadrantes, disco
ó ptico borroso, manchas algodonosas y, a menudo, una gran hemorragia en la má cula. El
disco suele estar edematoso con má rgenes borrosos. El fondo en una CRVO se ha descrito
como una "pizza lanzada contra una pared". Los pacientes suelen tener entre 70 y 80 añ os
de edad. Las causas de la OVCR son muchas: hipertensió n, glaucoma, aterosclerosis,
diabetes y síndromes de hiperviscosidad. La figura 9-94 muestra la retina de un paciente
con oclusió n venosa central de la retina. Observe las venas retinianas oscuras, hinchadas,
tortuosas y de color oscuro. Las oclusiones de las ramas venosas de la retina (BRVO, por
sus siglas en inglés) ocurren en el sitio de los cruces arteriovenosos de la retina. La BRVO
se asocia comú nmente con pacientes con hipertensió n sistémica, aunque cualquier
enfermedad sistémica asociada con hipercoagulabilidad puede predisponer a la oclusió n de
una rama venosa. Distal al sitio de la oclusió n, la vena retiniana se hincha y se vuelve
tortuosa con disfunció n capilar asociada que conduce a edema intrarretiniano y
hemorragia. La figura 9-95 muestra dos ejemplos de retinas de pacientes con una BRVO.
- Manchas algodonosas
- Má cula Drusas
Las drusas del disco ó ptico son depó sitos hialinos calcificados acelulares dentro de la
sustancia del nervio ó ptico que se producen como consecuencia de la degeneració n axonal.
Los má rgenes del disco son irregulares o borrosos. Las drusas son bilaterales en 70% de
los pacientes y la afecció n se transmite como un rasgo dominante irregular con penetrancia
incompleta. Las drusas ocurren casi exclusivamente en individuos blancos. La figura 9-96
muestra las drusas del disco ó ptico. Observe la apariencia festoneada del borde del nervio
ó ptico. Debido al borde irregular del disco, las drusas del disco ó ptico a veces se pueden
confundir con papiledema. La ausencia de hiperemia del disco ó ptico, exudados y
congestió n venosa diferencia las drusas del papiledema. Las drusas del disco ó ptico no
deben confundirse con las drusas retinianas que forman parte del trastorno conocido como
degeneració n macular relacionada con la edad (AMD). AMD es la causa má s comú n de
ceguera en pacientes mayores de 60 añ os en los Estados Unidos. Las drusas retinianas son
lesiones redondas de color blanco amarillento que pueden variar en tamañ o y que con
frecuencia se concentran en el polo posterior. La figura 9-97 muestra la retina de un
paciente con AMD y neovascularizació n subretiniana (coroidea). Estos nuevos vasos
sanguíneos crecen desde la coroides entre ésta y el epitelio pigmentario de la retina. Los
vasos en crecimiento filtran sangre, lípidos y suero debajo de la capa de la retina sensorial
que estimula la formació n de una cicatriz fibrosa, dañ ando aú n má s las capas de la retina
sensorial. La figura 9-98 muestra un primer plano de las drusas maculares en otro paciente.
La atrofia ó ptica es la reducció n del tamañ o y la sustancia del nervio ptico causada por la
pérdida de axones y vainas de mielina. La atrofia ó ptica puede resultar de una lesió n en
cualquier parte del
vía visual anterior entre la retina y el cuerpo geniculado lateral. El sello oftalmoscó pico de
la atrofia ó ptica es la palidez del disco ó ptico. El paciente puede tener una pérdida de
agudeza visual, campos visuales reducidos, déficit en la visió n del color o un defecto
aferente. La palidez del disco se debe a la pérdida de su red capilar ya la formació n de
tejido glial. Hay dos tipos bá sicos de atrofia ó ptica: "primaria", que tiene palidez de disco
con un margen claramente definido debido a enfermedad retrobulbar o intracraneal; y
"secundario", que tiene palidez de disco con un margen de disco borroso debido a neuritis
ó ptica o papiledema cró nico. La figura 9-99 muestra la retina derecha de un paciente con
atrofia ó ptica. Obsérvese la palidez de la cara temporal del disco. La coriorretinitis es un
proceso inflamatorio que se origina en los tejidos coroideos y posteriormente se propaga
para involucrar la retina. La mayoría de los cambios inflamatorios en la coroides son de
origen endó geno, incluyendo tuberculosis, sífilis, fiebre Q, virus de inmunodeficiencia
humana, herpes zoster, citomegalovirus, sarampió n, sarcoidosis, histoplasmosis,
Aspergillus, Candida, criptococosis, coccidioidomicosis, toxoplasmosis, Toxocara,
oncocercosis y retinoblastoma. En la coriorretinitis aguda, hay visió n nublada como
resultado de una neblina vítrea, destellos de luz y mú ltiples manchas flotantes. La pérdida
de la visió n puede ocurrir si la má cula está involucrada. En la coriorretinitis cró nica, hay
acumulació n de pigmento alrededor de las lesiones, que se ven blanquecinas debido a la
presencia de tejido cicatricial y la escleró tica subyacente que es visible debido a la
destrucció n de la retina y la coroides. La toxoplasmosis, causada por el organismo
Toxoplasma gondii, suele ser una afecció n congénita, transmitida al feto por la madre
durante el primer trimestre del embarazo. Las primeras lesiones curan una vez que los
organismos se enquistan; só lo se observa cicatrizació n retinocoroidea en la oftalmoscopia
de rutina. La recurrencia puede ocurrir con la liberació n de los organismos enquistados y
mayor dañ o retiniano. La figura 9-100 muestra la retina del ojo derecho de un paciente con
sida y coriorretinitis aguda por toxoplasmosis. Las lesiones agudas son redondas y tienen
un color amarillento suprayacente.
neblina blanca; las lesiones agudas se han descrito como un "faro en la niebla". Observe las
á reas multifocales de afectació n retiniana. Este paciente tenía lesiones multifocales
similares en el ojo izquierdo. Las á reas multifocales y la bilateralidad son típicas de la
retinitis aguda por toxoplasmosis en el paciente con sida. La figura 9-101 muestra la retina
de otro paciente con una lesió n curada e inactiva de coriorretinitis por toxoplasmosis en la
má cula. Una lesió n en la má cula sugiere toxoplasmosis congénita. El síndrome de
histoplasmosis ocular presunta (POHS, por sus siglas en inglés) tiene una apariencia
retiniana distinta caracterizada por pequeñ as á reas atró ficas en la retina. La histoplasmosis
es causada por una levadura dimó rfica, Histoplasma capsulatum. Existe en los humanos en
forma de levadura y en el suelo como forma de moho. Es endémica en el suelo a lo largo de
los valles de los ríos Ohio y Mississippi y en Maryland, Florida y Texas. La histoplasmosis
ingresa al cuerpo a través de la inhalació n de las esporas. La infecció n puede ser
asintomá tica o puede causar un síndrome similar a la gripe leve. Puede ocurrir
diseminació n por todo el cuerpo. Las infecciones por histoplasmosis en pacientes
inmunocomprometidos pueden causar una infecció n sistémica fulminante y
potencialmente mortal. En POHS, hay un anillo de cicatrizació n atró fica pigmentada que
rodea el nervio ó ptico. La má cula también puede verse afectada. El POHS se llama así
porque el organismo nunca se ha aislado de la coroides de individuos que han estado
enfermos con histoplasmosis y han desarrollado lesiones retinianas. La figura 9-102
muestra la lesió n clá sica de POHS. La coriorretinitis por citomegalovirus (CMV) es la
infecció n oportunista ocular má s comú n en pacientes con sida. Los estudios de autopsia
han demostrado que má s del 95% de los virus
FIGURA 9-103. Retinitis por CMV en un paciente con sida, retina derecha.
contiene el gran tumor blanco endo- o exofítico. La figura 9-108 muestra las retinas
derecha (A) e izquierda (B) de un niñ o con retinoblastomas bilaterales. Obsérvese la gran
masa tumoral en la retina izquierda (Figura 9-108B). Los dos tumores má s importantes de
la coroides son el nevo coroideo y el melanoma coroideo. El nevo coroideo es el tumor de
fondo de ojo má s frecuente. Suele ser una lesió n plana de color gris pizarra con un borde
ligeramente mal definido. La figura 9-109 muestra un paciente con nevus coroideo. Un
nevus debe diferenciarse de un melanoma coroideo. El melanoma coroideo es la neoplasia
maligna intraocular primaria má s comú n. Ocurre en alrededor de 6 por un milló n de
personas por añ o. No tiene predisposició n sexual y generalmente no es familiar. Es raro en
afroamericanos y es má s comú n en personas blancas. A diferencia del nevus coroideo, el
melanoma coroideo tiene profundidad y con frecuencia tiene forma de cú pula o de hongo.
La figura 9-110 muestra la retina de un paciente con melanoma coroideo. Los colobomas de
la retina y la coroides son defectos congénitos en estos tejidos causados por la falta de
fusió n adecuada de la fisura embrionaria. Los colobomas aparecen como grandes á reas
blancas de ausencia de retina o coroides que permiten ver la escleró tica blanca. Los vasos
retinales pueden cruzar hacia la lesió n. Por lo general, los colobomas se ven en la cara
inferior del fondo de ojo, ya que la fisura embrionaria es inferonasal en el ojo en desarrollo.
Figura 9-III
FIGURA 9-113. Pará lisis aguda del nervio oculomotor derecho. A, cuando se le pide al
paciente que mire al frente, el ojo derecho se gira lateralmente (observe la posició n de los
reflejos de luz de la có rnea). La fisura palpebral derecha está marcadamente estrechada, lo
que requiere elevar el pá rpado para visualizar la posició n del ojo. B, cuando se le pide al
paciente que mire hacia el extremo derecho, ambos ojos pueden moverse en esa direcció n.
Obsérvese la marcada ptosis del pá rpado derecho. C, Cuando se le pide al paciente que mire
hacia el extremo izquierdo, el ojo derecho no puede cruzar la línea media.
FIGURA 9-114. Pará lisis aguda del abducens izquierdo. A. Cuando se le pide al paciente que
mire al frente, ambos ojos está n rectos. B, Cuando se le pide al paciente que mire a la
derecha, ambos ojos giran normalmente. C, Cuando se le pide al paciente que mire a la
izquierda, el ojo izquierdo no puede cruzar la línea media, lo que indica pará lisis del
abducens izquierdo.
CD
FIGURA 9-115. Posiciones clá sicas de inclinació n de la cabeza en pacientes con pará lisis de
los mú sculos oblicuos. A, Oblicuo superior derecho; B, oblicuo superior izquierdo; C,
oblicuo inferior derecho; D, oblicuo inferior izquierdo.
Hallazgos secundarios
Polo posterior
A lo largo de la retina
Exudados duros y blandos Oclusiones venosas de la retina Estrellas maculares (v. fig. 9-84)
Hemorragias Neovascularizació n
Exudados
Esclerosis arteriolar
A lo largo de la retina
Hemorragias difusas Dilatació n venosa, manchas de Roth comunes (lesiones hemorrá gicas
con centros blancos)
*Un crecimiento de una lá mina de color claro de tejido conjuntivo opaco sobre la superficie
interna de la retina. Se observa neovascularizació n del tejido con vasos tortuosos. Estos
vasos sangran fá cilmente. Exudado es el término utilizado para las pequeñ as lesiones
intrarretinianas causadas por alteraciones retinianas en una variedad de trastornos.
254 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
• Vocabulario ú til Aquí se enumeran las raíces específicas que son importantes para
comprender la terminología relacionada con las enfermedades de los ojos. Raíz
Perteneciente al Ejemplo Definició n blefaro- blefaroplastia del pá rpado Reparació n
quirú rgica de la coroiditis coroidea del pá rpado Inflamació n de la coroides anisocoria
pupilar Desigualdad de las pupilas Cicloplejía del cuerpo ciliar Pará lisis de la acomodació n
Dacrio- Dacriocistitis lagrimal Inflamació n del saco lagrimal -ducció n a la abducció n del
cable Volviendo hacia afuera irid- iridectomía del iris Escisió n quirú rgica de parte del iris
querato- có rnea queratopatía Enfermedad de la có rnea lacri- lá grimas lagrimales Relativo a
las lá grimas nyct- noche nyctalopa Ceguera nocturna -ocular- ojo intraocular Dentro del ojo
oftalmoscopio- ojo oftalmoscopio Instrumento para visualizar la retina -opsia visió n
hemianopsia Ceguera en la mitad del campo visual -phak(os)- lente afalda Sin lente foto-
fotosensible a la luz Sensible a la luz presbicia- presbicia antigua Deterioro de la visió n
como resultado del aumento de la edad tarsorrafia de la estructura del pá rpado Quirú rgico
sutura del pá rpado -trop- gire esotropía Ojo girado hacia adentro
Bibliografía
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CAPÍTULO
El oído y la nariz
General
Sin embargo, no me era posible decirle a la gente: "Habla má s fuerte, grita, que soy sordo".
Consideraciones
estructura la oreja
y fisiología
El oído se puede dividir en las cuatro partes siguientes: I. Oído externo 2. Oído medio 3.
Oído interno 4. Inervació n nerviosa En la figura I0-I se muestra una secció n transversal del
oído. El oído externo está formado por el pabelló n auricular y el conducto auditivo externo.
El pabelló n está compuesto de cartílago elá stico y piel. La figura 10-2 ilustra las partes del
pabelló n auricular. El conducto auditivo externo tiene una longitud de aproximadamente 1
pulgada. Su tercio externo es cartilaginoso y sus dos tercios internos está n compuestos de
hueso. Dentro de la porció n cartilaginosa, hay folículos pilosos, glá ndulas pilosebá ceas y
glá ndulas ceruminosas o productoras de cera.
257
Hueso temporal
Hélice
-- Antihelix
ló bulo
Las secreciones de estas glá ndulas ceruminosas, los desechos y la queratina descamada son
"cerumen". Las glá ndulas secretan su producto alrededor de la base de los pelos, como se
muestra en la figura 10-3. La figura 10-4 muestra cerumen en el conducto auditivo externo.
El color y la consistencia del cerumen dependen del tipo de cerumen secretado, la cantidad
de queratina presente y la presencia de residuos. La forma marró n suave que se muestra
aquí es el tipo má s comú n. La porció n cartilaginosa se continú a con el pabelló n auricular. El
canal se curva ligeramente y se dirige hacia adelante y hacia abajo. La inervació n de la
mayor parte del canal externo es a través del nervio trigémino o quinto craneal. La porció n
má s interna del canal está inervada por el nervio vago o décimo nervio craneal.*
* Ocasionalmente, cuando se limpia el canal externo distal, se puede producir tos. Este
reflejo de la tos está mediado por el nervio vago.
El oído medio, o cavidad timpá nica, consta de conexiones con el antro mastoideo y sus
células de aire de conexió n y, a través de la trompa de Eustaquio, con la nasofaringe. La
funció n de la trompa de Eustaquio es proporcionar un paso de aire desde la nasofaringe
hasta el oído para igualar la presió n en ambos lados de la membrana timpá nica. La trompa
de Eustaquio normalmente está cerrada, pero se abre durante la deglució n y el bostezo. La
membrana timpá nica forma el límite lateral del oído medio. El límite medial está formado
por la có clea. La membrana timpá nica es gris, con vasos sanguíneos en su periferia. Se
compone de dos partes: la pars flaccida y la pars tensa. La pars flaccida es la porció n
superior y má s pequeñ a de la membrana timpá nica. La pars tensa compone el resto de la
membrana. El mango del martillo es un hito prominente y divide la pars tensa en los
pliegues anterior y posterior. La membrana timpá nica está ligeramente inclinada hacia el
canal externo. La porció n inferior es má s medial que la porció n superior. La figura 10-5
ilustra la membrana timpá nica izquierda. El sonido se conduce desde la membrana
timpá nica hasta el oído interno a través de tres huesecillos auditivos: el martillo, el yunque
y el estribo. El martillo es el osículo má s grande. En su extremo superior está el proceso
corto, que aparece como una pequeñ a protuberancia. El mango (proceso largo) del
martillo, o manubrio, se extiende hacia abajo hasta su punta, llamada umbo. El proceso
corto y el mango del martillo se adhieren directamente a la membrana timpá nica. En el otro
extremo del martillo está su cabeza, que se articula con el yunque. Luego, el yunque se
articula con la cabeza del estribo, cuya base se une a la ventana oval del oído interno.
Proceso corto __Pars flaccida del martillo / Pliegue anterior / /Pliegue posterior Reflejo de
luz _ ,,'/ Mango del martillo
El oído medio también contiene dos mú sculos: el tensor del tímpano y el estapedio. El
mú sculo tensor del tímpano se une al martillo y el mú sculo estapedio se une al cuello del
estribo. El mú sculo tensor del tímpano está inervado por el nervio trigémino, y el mú sculo
estapedio está inervado por el nervio facial o séptimo craneal. Ambos mú sculos se contraen
en respuesta a un sonido de alta intensidad. El nervio facial pasa por el oído medio y
proporciona, ademá s del nervio del mú sculo estapedio, el nervio de la cuerda del tímpano.
La cuerda del tímpano viaja a través del oído medio entre el yunque y el martillo y sale
cerca de la articulació n temporomandibular. Transmite la sensació n gustativa de los dos
tercios anteriores de la lengua. El oído interno es el ó rgano terminal para la audició n y el
equilibrio. Está situado en la porció n petrosa del hueso temporal y consta de los tres
canales semicirculares, el vestíbulo y la có clea. Cada una de estas estructuras se compone
de tres partes: el laberinto ó seo, el laberinto membranoso y el espacio intermedio. El
laberinto ó seo es la cubierta exterior del hueso. El laberinto membranoso interno está
dentro del laberinto ó seo y contiene un líquido llamado endolinfa y las estructuras
sensoriales. El espacio entre estos dos laberintos está lleno de otro líquido, llamado
perilinfa. En la Figura 10-6 se muestra una secció n transversal a través de esta á rea. Los
tres canales semicirculares se dirigen hacia atrá s, hacia arriba y horizontalmente. Cada
canal tiene un extremo dilatado, la ampolla, que es el ó rgano final sensorial para el
equilibrio. La có clea es una estructura en forma de concha de caracol compuesta por 23/4
vueltas. Dentro de su laberinto membranoso se encuentra el ó rgano final de la audició n. El
nervio acú stico, u octavo nervio craneal, consta de dos partes: las divisiones vestibular y
coclear. Estos se conectan a los canales semicirculares y la có clea, respectivamente. Se unen
y pasan a través del conducto auditivo interno al tronco encefá lico. Las ondas sonoras
estimulan las fibras aferentes por conducció n ó sea o por conducció n aérea. La conducció n
ó sea es directamente a través de los huesos del crá neo. La conducció n del aire es a través
del conducto auditivo externo, la membrana timpá nica y los huesecillos hasta la ventana
oval. La mayor parte de la audició n está mediada por la conducció n aérea. Las ondas
sonoras generan vibraciones que ingresan al canal externo y se transmiten a los
huesecillos, que vibran. Esta vibració n provoca un movimiento hacia adentro de la base del
estribo y deforma la ventana oval. Se crean ondas en el líquido perilinfá tico del laberinto.
Estos cambios en el movimiento de los fluidos se transmiten en forma de ondas al fluido
endolinfá tico, lo que provoca la distorsió n de las células pilosas del ó rgano de Corti. Estas
células ciliadas convierten la fuerza mecá nica en una señ al electroquímica que se propaga
por el nervio acú stico y finalmente se interpreta como sonido. Se ha estimado que existen
má s de 30.000 de estas fibras capilares aferentes, que constituyen la divisió n auditiva.
Después de muchas sinapsis, el impulso llega a la corteza temporal, donde se produce la
apreciació n del sonido. En la figura 10-7 se muestra una secció n transversal del conducto
coclear.
Canal semicircular .. Laberinto membranoso , _ \:- , ,:, Ampolla.:. o.-" --/ _Endolymph .? " -,?
o.. ._ Vest bu,e "Coch,ea Laberinto ó seo / Perilinfa
endolinfa
gan de corti
perilinfa
El sentido del equilibrio se logra mediante los sentidos visual, vestibular y propioceptivo*.
La pérdida de uno de estos sentidos suele pasar desapercibida. El aparato vestibular parece
ser el má s importante. El movimiento dentro del líquido endolinfá tico estimula las células
ciliadas dentro de la ampolla de los canales semicirculares. Los impulsos eléctricos se
transmiten a la porció n vestibular del octavo par craneal. Las sinapsis ocurren en los
nú cleos vestibular y oculomotor, que envían fibras eferentes a los mú sculos extraoculares y
esqueléticos. Esto produce una desviació n de los ojos con rá pidos movimientos
compensatorios para mantener la mirada y un aumento del tono en los mú sculos
esqueléticos. Cualquier alteració n en el mecanismo endolinfá tico puede afectar el control
de los ojos. El nistagmo es un movimiento rá pido e involuntario de los ojos hacia adelante y
hacia atrá s, que puede ser horizontal, vertical, rotatorio o mixto. La direcció n del nistagmo
está determinada por la direcció n del componente rá pido. Las anomalías del laberinto
tienden a producir nistagmo horizontal; los trastornos del tronco encefá lico a menudo
producen nistagmo vertical: las lesiones retinianas pueden producir nistagmo ocular, que
es lento y da una calidad de bú squeda irregular a los ojos.
La nariz
El esqueleto nasal externo consta de los huesos nasales, parte del maxilar y el cartílago. El
tercio superior del esqueleto está compuesto por huesos nasales, que se articulan con el
maxilar y los huesos frontales. Los dos tercios inferiores está n hechos de cartílago. La
porció n interna de la nariz consta de dos cavidades divididas por el tabique nasal, que
forma la pared medial de la cavidad nasal. Sobresaliendo de la pared lateral hay tres
cornetes o cornetes. El cornete inferior es el má s grande y contiene
* Estimulació n sensorial desde dentro de los tejidos del cuerpo en relació n con su
movimiento o posició n.
SlJ
meato medio
tabique m
meato inferior
tejido semieréctil. Inferior a cada cornete se encuentran las aberturas de los senos
paranasales: cada abertura se conoce como meato. Cada meato lleva el nombre del cornete
que tiene encima. El conducto nasolacrirnal desemboca en el meato inferior. El meato
medio, debajo del cornete medio, contiene las aberturas de los senos frontal, maxilar y
etrnoideo anterior. El seno etmoidal posterior drena en el meato superior. La regió n
olfativa se encuentra en la parte superior de la nariz entre el tabique nasal y el cornete
superior. La figura 10-8 ilustra la pared lateral de la nariz. El suministro de sangre a la nariz
se deriva de las arterias caró tidas interna y externa. Los cornetes son vasculares y
contienen grandes espacios vasculares. Los vasos sanguíneos del tabique nasal anterior se
encuentran en un á rea de aproximadamente 1 pulgada de la unió n mucocutá nea, conocida
como á rea de Little. Esta es el á rea generalmente responsable de la epistaxis o hemorragia
nasal. Los vasos sanguíneos está n bajo el control del sistema nervioso autó nomo. Si hay un
exceso de estimulació n simpá tica, los vasos sanguíneos se contraen y los espacios
vasculares de los cornetes se encogen. Si hay un aumento en el tono parasimpá tico, la
sangre se acumula en los cornetes, lo que provoca su hinchazó n y obstrucció n del flujo de
aire. y elaboració n de una descarga acuosa. La inervació n de la parte interna de la nariz
proviene de ramas del nervio trigémino. El epitelio olfativo está inervado por el nervio
olfativo o primer nervio craneal. El aire hú medo con las partículas olorosas disueltas actú a
como estímulo. Las fibras nerviosas de esta á rea perforan la placa cribosa hasta el bulbo
olfatorio del cerebro. En los seres humanos, la capacidad de los receptores olfativos para
discernir un estímulo disminuye rá pidamente con la exposició n al estímulo. Las principales
funciones de la nariz son proporcionar lo siguiente: • Una vía aérea • Olfato •
Humidificació n del aire inspirado • Calentamiento del aire inspirado • Filtrado del aire
inspirado El aire inspirado fluye por encima y por debajo del cornete medio. Esto produce
corrientes de Foucault que sirven para proteger el epitelio olfativo en la parte superior de
la nariz. La mucosa nasal produce mucosidad, lo que aumenta la humedad relativa hasta
casi el 100%. Esto evita la desecació n del epitelio y una posible infecció n. El aire, por su
circulació n alrededor de los cornetes, se calienta casi a la temperatura corporal cuando
ingresa a la nasofaringe. La mucosidad y los vellos nasales, o vibrisas, evitan que las
partículas entren en el tracto respiratorio distal. El manto mucoso es barrido
posteriormente por los cilios y se traga. El moco también contiene inmunoglobulinas y
enzimas, que sirven como línea de defensa.
Nasal
en nosotros
en nosotros
Revisa el oído
de síntomas específicos
Los principales síntomas de la enfermedad del oído son los siguientes: • Pérdida de la
audició n • Vértigo • Tinnitus • Otorrea • Otalgia • Prurito
Vértigo El vértigo es una sensació n de dar vueltas o dar vueltas mientras está en una
posició n de reposo. Con frecuencia se asocia con una pérdida de la funció n vestibular, como
inestabilidad en la marcha. Para cualquier paciente con vértigo, haga las siguientes
preguntas: "¿Cuá nto hace que tiene esta sensació n?" "¿Ha tenido ataques repetidos?"
"¿Cuá nto dura un ataque? ¿Segundos? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días?" "¿El inicio de un ataque es
abrupto?" "¿La sensació n fue provocada o empeorada por los cambios de posició n?" "¿La
sensació n de giro progresa durante un ataque?" "¿Hay alguna posició n que te haga sentir
mejor?" “Durante un ataque, ¿ha tenido visió n doble? ¿Pérdida de fuerza? ¿Disminució n de
la audició n? "¿Qué tipo de medicamentos está tomando actualmente?" "¿Sabe si alguna vez
le han dado un antibió tico llamado estreptorinicina o gentarnicina?" El vértigo puede
deberse a causas otoló gicas, neuroló gicas, psicoló gicas o iatrogénicas. La enfermedad de
Mni#re causa vértigo paroxístico severo como resultado de lesiones laberínticas. El vértigo
tiene un inicio abrupto y puede durar varias horas. A menudo se asocia con ná useas,
vó mitos, dolor de cabeza, sensació n de zumbido en el oído y disminució n de la audició n.
Las anomalías auditivas con frecuencia anteceden al vértigo. El vértigo asociado con un
neuroma acú stico generalmente es leve. Algunos antibió ticos, como la gentamicina, la
estreptomicina y la kanamicina, son vestibulotó xicos y causan vértigo. Las causas
neuroló gicas del vértigo se comentan con má s detalle en el capítulo 20, El sistema nervioso.
Tinnitus
El tinnitus es la sensació n de escuchar un sonido, como un zumbido o un timbre, en
ausencia de informació n ambiental. A menudo se asocia con una pérdida auditiva
conductiva o neurosensorial. Por lo general, la descripció n del tipo de tinnitus (p. ej.,
"zumbido" o "zumbido") es de poca ayuda para determinar su causa. Las causas má s
comunes son las enfermedades del oído interno, como la enfermedad de Mnire, los
traumatismos por ruido, los fá rmacos ototó xicos y la otosclerosis. Ocasionalmente, los
pacientes describen tinnitus pulsá til. Este tipo de tinnitus late al mismo ritmo que el
corazó n y puede ser un síntoma de un tumor vascular de la cabeza o el cuello. Consulte la
Tabla 10-1 para obtener una lista de causas comunes de tinnitus.
no pulsá til
Oído externo
Oído medio
Oído interno
anomalías vasculares
Otosclerosis coclear Enfermedad de Meniere Laberintitis Trauma por ruido Toxicidad por
fá rmacos Presbiacusia
Otorrea La otorrea, o secreció n del oído, generalmente indica una infecció n aguda o
cró nica. A cualquier paciente que se queje de una secreció n del oído se le debe preguntar lo
siguiente: "¿Puede describir la secreció n?" "¿Has tenido episodios similares?"
"¿Experimentas mareos?" "¿Tienes dolor de oído?" "¿Ha tenido una infecció n reciente de
oído o garganta?" "¿Ha tenido algú n cambio en su audició n?" '¿Ha usado gotas para los
oídos?' '¿Ha estado nadando recientemente?' '¿Ha tenido alguna lesió n reciente en la
cabeza o en el oído?' Una descarga sanguinolenta puede estar asociada con carcinoma o
trauma. Una secreció n clara y acuosa puede indicar una fuga de líquido cefalorraquídeo.
Determine cuá nto tiempo ha estado presente la descarga, así como su color, su olor y su
relació n con la picazó n, el dolor o el trauma.
Otalgia La otalgia, o dolor de oído, puede estar relacionada con condiciones inflamatorias
en o alrededor del oído o puede ser referida* desde sitios anató micos distantes en la cabeza
y el cuello. La otitis externa y la otitis media son infecciones del oído externo y medio,
respectivamente, y son causas comunes de dolor producido localmente. El dolor de los
dientes, la faringe y la columna cervical comú nmente se refiere al oído. La inflamació n, el
traumatismo y las neoplasias en cualquier lugar a lo largo del trayecto de los nervios
craneales trigémino, facial, glosofaríngeo y vago o los nervios cervicales C2 o C3 pueden ser
responsables del dolor referido al oído ipsolateral.
Picazó n El prurito (picazó n) del oído puede deberse a un trastorno primario del oído
externo oa una secreció n del oído medio. Una enfermedad sistémica, como diabetes,
hepatitis o linfoma, también puede ser la causa.
La nariz
Los síntomas específicos relacionados con la nariz son los siguientes: • Obstrucció n •
Secreció n • Sangrado
* El dolor referido se siente en un á rea que está separada del á rea que realmente es la
fuente del dolor. Por ejemplo, el dolor de la enfermedad de la vesícula biliar se siente con
frecuencia en el hombro derecho. El capítulo 16, El abdomen, analiza otros aspectos del
dolor referido.
Hemorragia La epistaxis, o hemorragia, suele deberse a la rotura traumá tica o espontá nea
de los vasos mucosos superficiales en el á rea de Little. Para excluir otras causas, determine
si la epistaxis está relacionada con un traumatismo o con un trastorno hemorrá gico.
También puede ser el resultado de una sinusitis cró nica o malignidad dentro de los senos
paranasales. La causa má s comú n de epistaxis es hurgarse la nariz. Otro factor causal
prevalente es el abuso de cocaína.
La tabla 10-2 resume la ubicació n del dolor asociado con la enfermedad de los senos
paranasales. La tabla 10-3 enumera los otros signos y síntomas clínicos asociados con la
enfermedad de los senos paranasales
TABLA 10--2. Ubicació n del dolor asociado con la enfermedad de los senos Senos afectados
Dolor local Dolor referido
Maxilar Detrá s del ojo Dientes Mejilla Retrobulbar Nariz Dientes superiores Labio superior
TABLA 10--3.
Maxilar
Etmoides
Obstrucció n nasal y rinorrea Sensibilidad sobre el seno frontal Pus en el meato medio
Signos de meningitis
Impacto de
Sordera en el paciente
¡Oh, ustedes, hombres que piensan que soy malévolo, terco o misá ntropo, cuá nto me
agravian! No conoces la causa secreta que me hace parecerte así. . Para mí no puede haber
relajació n con mis semejantes, ni conversaciones refinadas, ni intercambio mutuo de ideas.
Debo vivir solo, como quien ha sido desterrado. Qué humillació n para mí cuando alguien
parado a mi lado escuchó una flauta en la distancia, y yo no escuché nada má s de eso y
hubiera terminado con mi vida, era solo mi arte lo que me detenía.
Las personas con discapacidad auditiva también tienen problemas de identidad social. Con
frecuencia se apartan de asociaciones anteriores. Si usan el lenguaje de señ as, ya no pueden
disfrutar de la compañ ía de personas que no conocen el lenguaje de señ as. Es posible que
haya que modificar el trabajo o la carrera. El estigma asociado con el uso de audífonos
puede reforzar el sentimiento de alienació n de los demá s. Un paciente puede evitar usar un
audífono por temor a ser estigmatizado. Los niñ os sordos presentan problemas aú n má s
graves. Su falta de informació n auditiva influye en el cará cter, las experiencias de la
primera infancia, las actitudes y las relaciones interpersonales. Está n privados de muchos
de los sonidos tranquilizadores, amorosos y reconfortantes que facilitan el desarrollo de la
personalidad. Son incapaces de obtener señ ales verbales del afecto de los padres. Tampoco
pueden ser alertados por señ ales auditivas de peligro. Los problemas psicoló gicos, la
inadecuació n social y el retraso educativo son comunes entre los niñ os sordos. Cuanto peor
es la discapacidad, peores son las implicaciones psicoló gicas y educativas. Un niñ o pequeñ o
con problemas de audició n que muestra un retraso en el desarrollo del lenguaje puede ser
diagnosticado como retrasado. En general, los niñ os que son sordos congénitos o que
sufren una discapacidad auditiva severa antes de los 3 añ os de edad son los que má s
sufren. A medida que el tipo de lesió n que causa la sordera avanza desde la periferia hacia
adentro, aumentan los efectos deletéreos.
Físico
Examen
El equipo necesario para el examen del oído y la nariz es el siguiente: otoscopio, elecció n de
espéculos, linterna y diapasó n de 512 Hz. Un accesorio iluminador nasal para el otoscopio y
un espéculo nasal son opcionales. El examen físico del oído y la nariz se realiza con el
examinador sentado frente al paciente.
La oreja
Examen externo
Inspeccione las estructuras del oído externo Un pequeñ o hoyuelo frente al trago suele ser
un remanente del primer arco branquial. Se inspecciona el oído externo en busca de
deformidades, nó dulos, inflamació n o lesiones. La presencia de tofos es un signo de gota
altamente específico pero no sensible. Los tofos son depó sitos de cristales de á cido ú rico.
Aparecen como nó dulos duros en el hélix o antihélix. En casos raros, se puede ver una
secreció n blanca en asociació n con ellos. Una "oreja de coliflor" es un pabelló n auricular
que está nudoso como resultado de un trauma repetido. Inspeccione para ver si hay
descarga. Si hay secreció n presente, anote sus características, como el color. consistencia y
claridad.
Palpar las estructuras del oído externo Se palpa el pabelló n auricular en busca de
sensibilidad, hinchazó n o nó dulos. Si se provoca dolor al tirar hacia arriba y hacia abajo del
pabelló n auricular o al presionar el trago, es probable que haya una infecció n del canal
externo. La regió n auricular posterior debe inspeccionarse en busca de cicatrices o
hinchazó n. El examinador debe aplicar presió n en la punta de la mastoides, que debe ser
indolora. La sensibilidad puede indicar un proceso supurativo del hueso mastoideo.
Prueba de agudeza auditiva La prueba de agudeza auditiva es la siguiente parte del examen
físico. El método má s fá cil de evaluar una pérdida auditiva grave es que el examinador
ocluya un canal externo presionando el trago hacia adentro y hable suavemente en el otro
oído. El examinador debe ocultar su boca para evitar que el paciente lea los labios. El
examinador debe susurrar palabras como "parque", "oscuro" o "soñ ar despierto" en el oído
no ocluido y determinar si el paciente puede oírlas. Este procedimiento se repite luego con
el otro oído. Preguntar a un paciente si oye el tictac de un reloj pegado a la oreja
generalmente no tiene sentido, porque el paciente sabe qué esperar. El uso de la prueba del
diapasó n para la pérdida auditiva es má s preciso y debe realizarse independientemente de
los resultados de la prueba del susurro. Aunque hay varias frecuencias de diapasó n
disponibles, la mejor para evaluar la audició n es el diapasó n de 512 Hz.* Un diapasó n se
sostiene por su vá stago y los dientes se golpean enérgicamente contra la palma de la mano.
Nunca debe golpearse con un objeto só lido de madera o metal. Las dos pruebas de
diapasó n para evaluar la audició n son la prueba de Rinne y la prueba de Weber.
Prueba de Rinne
La prueba de Rinne compara la conducció n aérea con la conducció n ó sea. Cada oído se
prueba por separado. El examinador debe golpear un diapasó n de 512 Hz y colocar su
mango en la punta mastoidea cerca del meato auditivo externo. Luego se le pregunta al
paciente si escucha el sonido y que indique cuá ndo ya no lo escucha. Cuando el paciente ya
no puede escuchar el sonido, los dientes del diapasó n vibratorio se colocan frente al
conducto auditivo externo del mismo oído y se le pregunta al paciente si todavía puede
escuchar el sonido. Los dientes del diapasó n vibratorio no deben tocar ningú n cabello, ya
que el paciente puede tener una discapacidad auditiva pero aú n así sentir la vibració n. La
prueba de Rinne se muestra en la figura 10-11. Normalmente, la conducció n aérea (AC) es
mejor que la conducció n ó sea (BC), y los pacientes pueden escuchar el diapasó n en el
meato auditivo externo después de que ya no pueden escucharlo en la punta mastoidea;
esta es una prueba Rinne positiva (AC > BC). Sin embargo, los pacientes con pérdida
auditiva conductiva tienen una conducció n ó sea mejor que la conducció n aérea.
* Diferentes examinadores prefieren diapasones de diferentes frecuencias para detectar la
agudeza auditiva. Un diapasó n de una frecuencia demasiado alta se desvanecerá demasiado
rá pido.
AB
ció n: una prueba de Rinne negativa (BC > AC). Los pacientes con sordera neurosensorial
tienen alteració n de la conducció n aérea y ó sea, pero mantienen la respuesta normal (AC >
BC). El oído medio amplifica el sonido en ambas posiciones. Si hay sordera total en un oído,
el paciente puede escuchar el diapasó n incluso cuando se coloca en la apó fisis mastoides
del oído sordo. Esto se debe a la transmisió n de vibraciones por el hueso a través del
crá neo hacia el lado opuesto, donde son percibidas por el oído sano. Esto se denomina
Rinne falso negativo.
Prueba de Weber
En resumen, considere los siguientes dos ejemplos: • Ejemplo 1 Oído derecho: AC > BC
(Rinne positivo) Oído izquierdo: BC > AC (Rinne negativo) Weber: lateralizació n al oído
izquierdo Diagnó stico: sordera conductiva izquierda • Ejemplo 2 Oído derecho: AC > BC
(Rinne positivo) Oído izquierdo: AC > BC (Rinne positivo) Weber: lateralizació n al oído
derecho Diagnó stico: sordera neurosensorial izquierda
Examen otoscó pico El resto del examen del oído se realiza con el otoscopio. El otoscopio
incorpora una fuente de luz haló gena y una distribució n circunferencial de la luz de fibra
ó ptica. Esto proporciona un anillo de 360 ° de fibras conductoras de luz dentro de la
cubierta del otoscopio a través del cual el observador ve las estructuras internas del oído.
La mayoría de los otoscopios se iluminan con una bombilla haló gena de cuarzo brillante
que requiere una fuente de alimentació n de 3,5 V. Los espéculos desechables o reutilizables
de polipropileno especialmente diseñ ados se deslizan sobre la punta del instrumento. La
mayoría de las cabezas otoscó picas se pueden usar con una pera de goma para otoscopia
neumá tica (descrita má s adelante en este capítulo). Tenga cuidado en el uso del otoscopio.
La mejor visualizació n de la estructura no requiere que el espéculo esté encajado en el
canal. Sea cuidadoso para lograr la mejor vista de la anatomía. Elija el tamañ o de espéculo
correcto: lo suficientemente pequeñ o para evitar molestias al paciente y lo suficientemente
grande para proporcionar un haz de luz adecuado. Por lo general, se utiliza un diá metro de
punta de 4 a 6 mm para adultos, de 3 a 4 mm para niñ os y de 2 mm para bebés.
Las Técnicas Para examinar el oído derecho del paciente, el examinador sostiene el
otoscopio en la mano derecha. El canal se endereza con la mano izquierda del examinador
tirando del pabelló n auricular hacia arriba, hacia afuera y hacia atrá s. Cuanto má s recto sea
el canal, má s fá cil será la visualizació n y má s có modo será el examen para el paciente. En un
niñ o, el canal debe enderezarse tirando del pabelló n auricular hacia abajo y hacia atrá s. Se
le pide al paciente que gire la cabeza ligeramente hacia un lado para que el examinador
pueda examinar el oído con mayor comodidad. El otoscopio se puede sostener en
cualquiera de dos posiciones. La primera y preferida posició n implica sostener el otoscopio
como un lá piz, entre el pulgar y el índice, en una posició n hacia abajo con la cara cubital de
la mano del examinador apoyada contra el costado de la cara del paciente. Esta posició n
proporciona un amortiguador contra movimientos repentinos del paciente. Sosteniendo el
extremo del mango del otoscopio, el examinador inclina el espéculo hacia el canal externo.
Esta técnica al principio se siente má s engorrosa que la técnica alternativa, pero es má s
segura. especialmente para los niñ os. Esta técnica se muestra en la figura 10-13. La
segunda posició n consiste en sostener el otoscopio hacia arriba mientras se introduce el
espéculo en el canal. Esta técnica se siente má s có moda, pero un movimiento repentino del
paciente puede causarle dolor y lesiones. Esta técnica se muestra en la figura 10-14.
FIGURA 10-13. Técnica para el examen otoscop=c. Observe que la oreja se tira hacia arriba,
hacia afuera y hacia atrá s.
FIGURA 10-14. Técnica alternativa para el examen otoscó pico. La oreja se tira hacia arriba,
hacia afuera y hacia atrá s.
FIGURA 10-16.
Fotografía (A) y esquema etiquetado (B) que muestran una membrana timpá nica derecha
normal.
la membrana timpá nica que se muestra en la figura 10-17. A pesar del tamañ o de estas
lesiones, por lo general no afectan la audició n y rara vez tienen importancia clínica. Sin
embargo, si la lesió n se extiende hacia el oído medio, puede resultar en sordera conductiva.
¿La membrana timpá nica está abultada o retraída? El abultamiento de la membrana puede
indicar líquido o pus en el oído medio. No deben verse burbujas ni líquido detrá s de la
membrana timpá nica en el oído medio. Una membrana timpá nica se retrae cuando se
reducen las presiones de la cavidad intratimpá nica, por ejemplo, cuando se obstruye la
trompa de Eustaquio. La figura 10-18 muestra una "bolsa de retracció n" justo encima de la
apó fisis lateral del martillo, una condició n conocida como retracció n del á tico. En
ocasiones, toda la membrana timpá nica puede retraerse sobre los huesecillos del oído
medio. Los huesecillos pueden erosionarse con el desarrollo de una pérdida auditiva
conductiva. Si la membrana timpá nica está perforada, describa las características. La
perforació n de la membrana timpá nica puede ocurrir después de un traumatismo o una
infecció n. La posició n normal de la membrana timpá nica es oblicua al canal externo. El
margen superior está má s cerca del ojo del examinador. Con frecuencia, esto se ve mejor en
los bebés que en los adultos. En el oído normal, el mango del martillo unido a la membrana
timpá nica es el punto de referencia principal. Con frecuencia, el largo proceso del yunque
puede verse posterior al martillo. El nervio de la cuerda del tímpano, que suministra el
gusto a los dos tercios anteriores de la lengua, suele verse en el cuadrante superior
posterior; pasa horizontalmente a través del oído medio detrá s de la membrana timpá nica
entre el proceso largo del yunque y el mango del martillo. Los parches de queratina
aparecen como mú ltiples parches blancos discretos en la membrana timpá nica de todas las
membranas normales; si ilumina-
Determinar la movilidad de la membrana timpá nica Si hay duda de infecció n del oído
medio, se debe realizar una otoscopia neumá tica Esta técnica requiere el uso de un
espéculo lo suficientemente grande como para encajar perfectamente en el canal externo
para establecer una cá mara de aire cerrada entre el canal y el interior de la cabeza
otoscó pica. Se adjunta una pera de presió n de goma a la cabeza otoscó pica. Al apretar el
bulbo, se puede aumentar la presió n de aire en el canal. La otoscopia neumá tica debe
realizarse con cuidado y se debe informar al paciente que puede experimentar un ruido de
soplo durante el procedimiento. Cuando se aumenta la presió n en la cabeza otoscó pica al
apretar el bulbo, la membrana timpá nica normal muestra un rá pido movimiento hacia
adentro. En pacientes con una trompa de Eustaquio obstruida, la membrana timpá nica se
mueve lentamente hacia adentro. Si hay líquido en el oído medio, se detectará una marcada
disminució n o ausencia de movimiento. La reducció n del movimiento de la membrana
timpá nica aumenta la probabilidad de infecció n del oído medio hasta en un 40%. Esta
sencilla técnica puede proporcionar una ayuda inestimable en el diagnó stico precoz de
muchos problemas del oído medio.
La nariz
FIGURA 10-21. Uso de un iluminador nasal para inspeccionar las estructuras internas de la
nariz.
cea, que es una condició n asociada comú n que consiste en pá pulas, pú stulas y eritema de la
cara. Se desconoce la causa. La erupció n empeora con las bebidas calientes, los alimentos
muy condimentados y el alcohol.
Palpar los senos paranasales La palpació n de los senos frontales y maxilares puede revelar
sensibilidad que indica sinusitis.
Examen interno La clave para el examen interno es la posició n adecuada de la cabeza. Pida
al paciente que mantenga la cabeza hacia atrá s. El examinador coloca la mano izquierda
firmemente sobre la cabeza del paciente y usa el pulgar izquierdo para elevar la punta de la
nariz del paciente. De esta manera, cambie la posició n de la cabeza del paciente para
visualizar las estructuras intranasales. Utilice una fuente de luz para iluminar las
estructuras internas. Esta técnica se muestra en la figura 10-20. Inspeccione la posició n del
tabique a los cartílagos laterales de cada lado. Examine el vestíbulo en busca de inflamació n
y el tabique anterior en busca de desviació n o perforació n. Se debe evaluar el color de la
mucosa nasal. Las membranas mucosas nasales normales son de color rojo opaco y
hú medo y tienen una superficie lisa y limpia. La mucosa nasal suele ser de color má s oscuro
que la mucosa oral. Inspeccione en busca de exudado, hinchazó n, sangrado y trauma. Si se
ha producido epistaxis, se debe examinar el á rea de Little en busca de congestió n vascular o
formació n de costras. ¿Hay una descarga presente? Si es así, debe describirse como
purulento, acuoso, turbio o sanguinolento. ¿Está presente la formació n de costras? ¿Hay
masas o pó lipos presentes? Incline la cabeza del paciente má s hacia atrá s y compruebe si
hay desviació n o perforació n en el tabique posterior. Debe anotarse el tamañ o y el color de
los cornetes inferiores. Los dos cornetes inferiores rara vez son simétricos. Inspeccione el
tamañ o, el color y el estado de la mucosa de los cornetes medios. ¿Hay pó lipos presentes?
La mayoría de los pó lipos se encuentran en el meato medio.
FIGURA 10-22. Uso de un espéculo nasal para inspeccionar las estructuras internas de la
nariz. Tenga en cuenta la posició n del dedo índice izquierdo.
FIGURA 10-23. Transiluminació n del seno maxilar. Tenga en cuenta el brillo rojo que se ve
en el paladar duro.
clinicopata
correlaciones ló gicas
Las enfermedades infecciosas, inflamatorias, traumá ticas y neoplá sicas son comunes en los
ó rganos del oído y la nariz. En esta secció n se analizan algunas de las infecciones de oído
má s comunes. La otitis externa aguda es una afecció n inflamatoria comú n del conducto
auditivo externo, causada con mayor frecuencia por Pseudornonas aeruginosa. El síntoma
má s destacado es el dolor de oído intenso (otalgia) que se acentú a con la manipulació n del
pabelló n auricular y, en especial, con la presió n sobre el trago. El edema del conducto
auditivo externo, el eritema y una secreció n de color verde amarillento son signos
destacados de esta enfermedad. Por lo general, el canal está tan sensible e hinchado que es
imposible una visualizació n adecuada de todo el canal y la membrana timpá nica. El "oído
de nadador" es una forma de otitis externa en la que hay una pérdida del cerumen
protector y se produce irritació n cró nica y maceració n por agua y bacterias. La picazó n es
un precursor comú n de la otalgia. La figura 10-24 muestra el conducto auditivo externo de
un paciente con otitis externa aguda. Observe la apariencia folicular del canal debido a la
inflamació n epitelial. A medida que avanza la condició n, la luz puede ocluirse, produciendo
sordera conductiva. La miringitis ampollosa es una forma localizada de otitis externa,
comú nmente asociada con una infecció n viral aguda de las vías respiratorias superiores.
Hay otalgia severa. Esto se debe a lesiones ampollosas, a menudo hemorrá gicas, en la piel
en el conducto auditivo externo profundo y en la membrana timpá nica. También puede
ocurrir una descarga teñ ida de sangre. Afortunadamente, la miringitis ampollosa es una
afecció n autolimitada. La figura 10-25 muestra la membrana timpá nica de un paciente con
mydngitis ampollosa. Observe las ampollas llenas de sangre en la membrana. La figura 10-
26 muestra el oído izquierdo de otro paciente con miringitis ampollosa. Obsérvese la
enorme bulla llena de líquido serosanguinolento que surge del suelo del conducto auditivo
externo ó seo. La bulla es tan grande que oscurece la membrana timpá nica a la vista.
FIGURA 10-24. Otitis extrema aguda.
La otitis media aguda es una infecció n bacteriana del oído medio, que se observa con mayor
frecuencia en niñ os. Hasta el 50% de todos los niñ os experimentan un ataque de otitis
media aguda antes de cumplir 1 añ o de edad, y el 75% de los niñ os se ven afectados antes
de su segundo cumpleañ os. Después de los 5 añ os de edad, la incidencia disminuye
rá pidamente. Los pacientes afectados sufren dolor de oído y tienen síntomas
constitucionales de fiebre y malestar general, a menudo asociados con problemas
gastrointestinales y pérdida auditiva conductiva. A diferencia de la otitis externa, en la que
se produce dolor al tirar del pabelló n auricular y del trago, no se produce dolor cuando
estas maniobras se realizan en un paciente con otitis media aguda. La merebrana timpá nica
se inyecta y toda la membrana es de un rojo intenso. Un exudado mucopurulento en el oído
medio hace que la membrana sobresalga hacia afuera. En la mayoría de los casos. la terapia
con antibió ticos resuelve la condició n y restaura la audició n normal. La figura 10-27
muestra la membrana timpá nica de un niñ o pequeñ o con las características clá sicas de la
otitis media aguda. Nó tese el eritema, debido a la inflamació n aguda, y la turbidez y
abombamiento de la membrana timpá nica, debido al exudado del oído medio. La ruptura
espontá nea de la membrana timpá nica puede ocurrir por el aumento de la presió n, con
descarga del exudado mucopurulento en el conducto auditivo externo. Si esto ocurre, se
dice que hay otitis media aguda avanzada. La figura 10-28 muestra una membrana
timpá nica que se ha perforado como resultado de una otitis media. Las perforaciones
pueden ser centrales o marginales y pueden deberse a otitis media o traumatismo. Una
perforació n central no afecta el margen o el anillo de la membrana timpá nica; una
perforació n marginal involucra el margen. Las perforaciones marginales son má s graves
porque predisponen al paciente al desarrollo de una colesteatorna, que es una afecció n
cró nica del oído medio. Una perforació n marginal permite que el epitelio escamoso del
canal externo crezca hacia el oído medio. A medida que estas células invaden, se descaman
y los desechos se acumulan en el oído medio. formando un colesteatoma. El agrandamiento
lento del colesteatoma conduce a la erosió n de los huesecillos y la expansió n hacia el antro
mastoideo. La figura 10-29 muestra un colesteatoma.
nervioCorda tímpano articulació n edial Punta del martillo Anillo fibroso Nicho de ventana
redonda "Pared medial del oído medio B
FIGURA 10-28. Fotografía (A) y esquema etiquetado (B) que muestra una perforació n
central de la membrana timpá nica derecha
FIGURA 10-29. Fotografía (A) y esquema etiquetado (B) que muestra un colesteatoma del
oído izquierdo que resultó de una perforació n marginal de la membrana timpá nica.
Obsérvese la inyecció n del canal externo distal.
yunque estribo
Maleo
Margen de perforació n
timpanoesclerosis
282 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
FIGURA 10-32. Fotografía (A) y esquema etiquetado (B) que muestran otitis media serosa
del oído derecho. Note la burbuja de aire en el oído medio detrá s de la membrana
timpá nica.
gran parte del aire, produciendo un vacío que atrae o retrae la membrana timpá nica. Se
produce la sensació n de "oídos tapados". Si no se alivia la presió n, este vacío extrae líquido
seroso no purulento de los vasos sanguíneos hacia el oído medio. La membrana timpá nica
aparece de color naranja amarillento como resultado del líquido de color á mbar, y los
puntos de referencia se ven claramente cuando la membrana se retrae contra estas
estructuras. La obstrucció n parcial de la trompa de Eustaquio produce burbujas de aire o
un nivel hidroaéreo en el oído medio. La figura 10-32 muestra la membrana timpá nica de
un paciente con otitis media serosa. Las infecciones recurrentes del oído medio y la ruptura
de la membrana timpá nica pueden provocar otitis media cró nica. Las infecciones cró nicas
pueden producir una secreció n maloliente, que es el síntoma principal de la otitis media
cró nica; el dolor generalmente no está presente. Puede desarrollarse erosió n de los
huesecillos y tejido cicatricial, lo que provoca una pérdida auditiva conductiva. La figura
10-33 muestra la membrana timpá nica derecha de un paciente adulto con disfunció n
cró nica de la trompa de Eustaquio. Se observa una bolsa de retracció n temprana de pars
flaccida. Estas bolsas de retracció n resultan de la presió n negativa cró nica dentro del oído
medio y pueden progresar hasta formar un colesteatoma adquirido. Se ha colocado un tubo
de compensació n de presió n, llamado tubo de timpanostomía o tubo en T, para eliminar la
presió n negativa del oído medio. La figura 10-34 muestra la membrana timpá nica derecha
de otro paciente con disfunció n de la trompa de Eustaquio desde hace mucho tiempo cuyo
oído medio se ventila con un tubo en T cró nico. Se observa otitis extema leve en resolució n,
con eritema de la piel del canal y descamació n del epitelio. La tabla 10-4 resume las
características comparativas de la sordera conductiva y neurosensorial. La tabla 10-5
enumera las causas comunes de sordera. El cuadro 10-6 diferencia la otitis externa aguda
de la otitis media aguda.
Maleo
Otitis externa
• Tubo en T
Maleo
tubo timpanosto
FIGURA 10-34. Membrana timpá nica ventilada con FIGURA 10-33. Disfunció n cró nica de la
trompa de Eustaquio. tubo en T.
Patología Canal externo Có clea Oído medio Nervio coclear Tronco cerebral Volumen del
habla Má s bajo de lo normal Má s alto de lo normal Canal externo Puede ser anormal
Normal Membrana timpá nica Generalmente anormal Normal Prueba de Rinne Negativo
Positivo Prueba de Weber Se escucha en el lado "sordo" Se escucha en el lado mejor (solo
en pérdida unilateral) TABLA 10--5. Causas comunes de sordera Paciente Sordera
conductiva Sordera neurosensorial Niñ o Congénita Congénita Otitis media aguda Paperas
laberintitis Otitis media cró nica Rubéola materna durante el primer trimestre Cerumen
Traumatismo de nacimiento Trauma Sífilis congénita
Adulto
Otitis media serosa Otitis media cró nica Otitis externa Cerumen Obstrucció n de la trompa
de Eustaquio Miringitis viral Colesteatoma Otosclerosis
Enfermedad de M#nire congénita de aparició n tardía Fá rmacos ototó xicos Laberintitis viral
Neuroma del acú stico Presbiacusia (sordera relacionada con la edad)
TABLA 10--6. Diferenciació n entre otitis externa aguda y otitis media aguda Signos y
síntomas Otitis externa aguda* Otitis media aguda Presió n en el trago Dolorosa Sin dolor
Linfadenopatía Frecuente Ausente Conducto externo Edematosa Normal Estació n Verano
Invierno Membrana timpá nica Normal Líquido detrá s del tímpano brana posiblemente
perforada Fiebre Sí Sí Pérdida auditiva Ligero o normal Disminuido *Ver Figura "10-24. 1-
Ver Figura 10-27.
Bibliografía
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1990. Hawke M, Kwok P: Un mini-atlas de patología del tímpano. Can Fam Physician
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Manticore Communication, 1995. Orlans H (ed): Adaptació n a la pérdida auditiva en
adultos. San Diego, College-Hill Press, 1985. Williams JW, Simel DL: ¿Este paciente tiene
sinusitis? Diagnó stico de la sinusitis aguda por la historia y el examen físico. JAMA
270:1242, 1993. Williams JW, Simel DL, Roberts L, et al: Evaluació n clínica para la sinusitis:
Realizació n del diagnó stico por anamnesis y examen físico. Ann Intern Med 117:705, 1992.
--CAPÍTULO
General
Mira a tu boca; Aquí entran las enfermedades.
Consideraciones
Las personas utilizan la boca y la cavidad bucal para expresar toda la gama de emociones.
Ya en la infancia, la boca proporciona gratificació n y placer sensorial. Aproximadamente el
20% de todas las visitas a los médicos de atenció n primaria está n relacionadas con
problemas de la cavidad oral y la garganta. La mayoría de los pacientes con estos
problemas presentan dolor de garganta, que puede ser agudo y estar asociado con fiebre o
dificultad para tragar. Un dolor de garganta puede ser el resultado de una enfermedad local
o puede ser una manifestació n temprana de un problema sistémico. Se ha estimado que
má s del 90% de los pacientes infectados con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)
tendrá n al menos una manifestació n oral de su enfermedad. Parece que a medida que se
desarrolla un mayor deterioro inmunoló gico, aumenta el riesgo de lesiones orales. Hay
varias manifestaciones orales importantes que está n altamente asociadas con la infecció n
temprana por VIH. La presencia de cualquiera de ellos exige la prueba del VIH. El cá ncer de
cavidad oral y faringe es responsable de 7800 muertes por añ o. con una relació n hombre-
mujer de 2:1. La Sociedad Estadounidense del Cá ncer estimó que hubo 30.200 casos nuevos
en 2000: 6.900 casos de cá ncer de lengua; 10.900 de la boca; 8200 de la faringe; y 4200 en
otros sitios orales. Muchas visitas al médico por problemas orales está n asociadas con
trastornos psiquiá tricos. A menudo, los síntomas de la enfermedad psicosomá tica se
centran en la boca. Los pacientes con enfermedades psicosomá ticas pueden quejarse de
"ardor" o "sequedad" de la boca o la lengua. El bruxismo, o el rechinar de los dientes que no
sean para masticar, ocurre especialmente durante el sueñ o. Este uso excesivo de los
mú sculos de la masticació n a menudo se ha interpretado como una manifestació n de ira o
agresió n que no se muestra abiertamente; también puede ser una respuesta infantil para
reducir la tensió n psíquica. El bruxismo puede producir dolor facial, lo que provoca má s
espasmos de los mú sculos y bruxismo continuo, lo que da como resultado un círculo
vicioso. Las personas que habitualmente tienen algo en la boca, como una pipa, un pulgar o
un lá piz, en realidad pueden causar dañ o a sus cavidades bucales. Aunque a menudo se
piensa que la cavidad bucal es examinada ú nicamente por dentistas, otros profesionales de
la salud deben ser competentes para evaluar esta importante regió n del cuerpo. El
proveedor de atenció n médica debe ser capaz de hacer lo siguiente: 1. Evaluar la higiene
oral 2. Reconocer la caries dental y la enfermedad periodontal 3. Reconocer la presencia de
lesiones orales, así como trastornos de los ganglios linfá ticos regionales, las glá ndulas
salivales y las estructuras ó seas 4. Reconocer manifestaciones orales de enfermedades
sistémicas 5. Reconocer problemas sistémicos causados por enfermedades y
procedimientos orales 6. Evaluar hallazgos físicos relacionados con el rango y la suavidad
del movimiento de la mandíbula 7. Identificar aparatos dentales 8. Saber cuá ndo se
requiere o debe una consulta dental posponerse debido a un problema médico
285
286 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
Estructura y Fisiología
La Cavidad Oral
La cavidad bucal consta de lo siguiente: • Mucosa bucal • Labios • Lengua • Paladar duro y
blando • Dientes • Glá ndulas salivales La cavidad bucal se extiende desde la superficie
interna de los dientes hasta la faringe oral. Formando el techo de la boca está n los
paladares duro y blando. El paladar blando termina posteriormente en la ú vula. La lengua
forma el suelo de la boca. En el aspecto má s posterior de la cavidad oral se encuentran las
amígdalas entre los pilares anterior y posterior. La cavidad oral se muestra en la figura 11-
1. La mucosa bucal es una membrana mucosa que se continú a con la encía y recubre el
interior de las mejillas. La línea alba, o línea de mordida, es una línea pá lida o blanca a lo
largo de la línea de oclusió n dental. Puede estar ligeramente elevado y mostrar impresiones
de los dientes. Los labios está n rojos como resultado del aumento del nú mero de papilas
dérmicas vasculares y la delgadez de la epidermis en esta zona. Un aumento de la
hemoglobina desaturada, cianosis, se manifiesta como labios azules. La decoloració n azul
comú n de los labios en un ambiente frío está relacionada con la disminució n del suministro
de sangre y el aumento de la extracció n de oxígeno. La lengua se encuentra en el piso de la
boca y está unida al hueso hioides. Es el ó rgano principal del gusto, ayuda en el habla y
cumple una funció n importante en la masticació n. El cuerpo de la lengua contiene mú sculos
intrínsecos y extrínsecos y contiene el mú sculo má s fuerte del cuerpo. La lengua está
inervada por el nervio hipogloso, o duodécimo nervio craneal. El dorso de la lengua tiene
una superficie convexa con un surco mediano. La figura 11-2 muestra la lengü eta vista
desde arriba. En la parte posterior del surco se encuentra el forarnen cecum, que marca el
á rea de origen de la glá ndula tiroides. Detrá s del agujero ciego hay glá ndulas secretoras de
mucina y un agregado de tejido linfá tico llamado amígdalas linguales. La textura rugosa de
la lengua se debe a la presencia de papilas. las mayores de las cuales son las papilas
circunvaladas (fig. 11-3). Hay aproximadamente 10 de estas papilas redondas, que está n
ubicadas justo en frente del foramen.
ala Paladar blando / Ú vula - Pilar posterior Pilar anterior Amígdalas - Lengua
=(_.. Epiglotis Amígdala palatina Amígdalas linguales " Agujero ciego Papilas fungiformes
Papilas filiformes Medan sulcus
FIGURA 11-1. La cavidad bucal. FIGURA 11-2. La lengua vista desde arriba
ciego y dividir la lengua en los dos tercios anteriores y el tercio posterior. Las papilas
filiformes son las papilas má s comunes y está n presentes sobre la superficie de la porció n
anterior de la lengua. Las papilas fungiformes se encuentran en la punta y los lados de la
lengua. Estas papilas se pueden reconocer por su color rojo y su amplia superficie. Las
papilas gustativas se ubican a los lados de las papilas circunvaladas y fungiformes. El gusto
se percibe desde los dos tercios anteriores de la lengua por el nervio corda tyrnpani, una
divisió n del nervio facial. El nervio glosofangeo, o noveno nervio craneal, percibe la
sensació n gustativa del tercio posterior de la lengua. Hay cuatro sensaciones gustativas
bá sicas: dulce, salado, agrio y amargo. El dulzor se detecta en la punta de la lengua. La
salinidad se siente en los má rgenes laterales de la lengua. La acidez y el amargor se
perciben en la cara posterior de la lengua y son transportados por el nervio glosofaríngeo.
Cuando se eleva la lengua, se puede ver una unió n mucosa, el frenillo, debajo de la lengua
en la línea media que conecta la lengua con el piso de la boca. El paladar de rebañ o es una
estructura ó sea có ncava. La porció n anterior tiene pliegues elevados o rugosidades. La
figura 11-4 muestra las arrugas palatinas. El paladar blando es un á rea muscular y flexible
posterior al paladar duro. El margen posterior termina en la uula. La ú vula ayuda a cerrar
la nasofaringe durante la deglució n. Los dientes está n compuestos por varios tejidos:
esmalte, dentina, pulpa y cernenturn. El esmalte cubre el diente y es el tejido má s
calcificado del cuerpo. La mayor parte del diente es la dentina. Debajo de la dentina se
encuentra la pulpa, que contiene ramas del nervio trigémino o quinto craneal y vasos
sanguíneos. El cemento cubre la raíz del diente y lo une al hueso. La figura 11-5 muestra
una secció n transversal de un diente molar.
Esmalte
dentina
Pulpa
cemento
La dentició n temporal, o deciduos, consta de 20 dientes que erupcionan entre los 6 y los 30
meses de edad. La dentició n temporal por cuadrante de la mandíbula consta de dos
incisivos, un canino y dos premolares. Estos dientes se caen entre los 6 y los 13 añ os de
edad. La dentició n secundaria, o dientes permanentes, consta de 32 dientes que erupcionan
entre los 6 y los 22 añ os de edad. La dentició n secundaria por cuadrante de la mandíbula
consta de dos incisivos, un canino, dos premolares y tres molares. La figura 11-6 ilustra la
dentició n primaria y secundaria, y la tabla 23-5 resume la cronología de la dentició n.
Aunque no forman parte de la cavidad oral propiamente dicha, las glá ndulas salivales se
consideran parte de la boca. Hay tres glá ndulas salivales principales: la paró tida, la
submandibular y las glá ndulas sublinguales. La glá ndula paró tida es la má s grande de las
glá ndulas salivales. Se encuentra anterior a la oreja en el lado de la cara. El nervio facial, o
séptimo craneal, discurre a través de la glá ndula. El conducto de la glá ndula paró tida se
llama conducto de Stensen y entra en la cavidad oral a través de una pequeñ a papila
opuesta al primer o segundo molar superior. La glá ndula submandibular es la segunda
glá ndula salival má s grande. Se encuentra debajo y delante del á ngulo de la mandíbula. El
conducto de la glá ndula submandibular se llama conducto de Wharton y termina en una
papila a cada lado del frenillo en la base de la lengua. La glá ndula sublingual es la má s
pequeñ a de las principales glá ndulas salivales. Se encuentra en el piso de la boca debajo de
la lengua. Hay numerosos conductos de la glá ndula sublingual, algunos de los cuales
desembocan en el conducto de Wharton. Ademá s de estas glá ndulas salivales mayores, hay
cientos de glá ndulas salivales muy pequeñ as ubicadas en toda la cavidad oral.
la faringe
DENTICIÓ N PRIMARIA
DENTICIÓ N SECUNDARIA
',i:\',, ,," ' ",_-xx, hueso hioides . l/lil thyr°id n°tch Cailaje tiroideo . CadJlage desnudo de la
membrana cricotiroidea
la laringe
La laringe se encuentra en el margen superior de la trá quea y debajo del hueso hioides, que
se encuentra en la base de la lengua. La laringe está al nivel de la cuarta a la sexta vértebra
cervical. La laringe funciona como resguardo contra la entrada de só lidos y líquidos a la
trá quea, ademá s de ser el ó rgano de producció n de la voz. La epiglotis se une por encima de
la laringe. Generalmente se cree que la funció n de la epiglotis es la protecció n de las vías
respiratorias durante la deglució n. El cuerpo de la laringe consta de una serie de
estructuras cartilaginosas: los cartílagos cricoides, tiroides y aritenoides. El cartílago
tiroides forma la mayor parte de la estructura de la laringe y produce la prominencia en el
cuello conocida como nuez de Adá n. Hacia la parte superior del cartílago tiroides se
encuentra la muesca tiroidea. Má s abajo en el cartílago tiroides, hay un espacio, el espacio
cricotiroideo y la membrana. Esto separa el cartílago tiroides del cartílago cricoides. El
cartílago cricoides se articula con la membrana cricotiroidea superiormente y con la
trá quea inferiormente. Es el ú nico anillo completo de cartílago en la laringe. Los cartílagos
aritenoides emparejados proporcionan un á rea importante para la unió n de las cuerdas
vocales. En la figura 11-8 se muestra una proyecció n de los cartílagos tiroides y cricoides
sobre el cuello, y en la figura 11-9 se muestra el esqueleto laríngeo. Las cuerdas vocales
vibran para generar el habla. El sonido es producido por la rá pida vibració n de las cuerdas
vocales excitadas por la corriente de aire exhalada. Las cuerdas vocales se aproximan y su
tensió n cambia por la acció n de varios mú sculos laríngeos. La inervació n de la laringe se
deriva de las ramas laríngeas superior y recurrente del nervio vago o décimo nervio
craneal. La voz producida en la laringe es modificada por la faringe y la cavidad oronasal.
de síntomas específicos
A todos los pacientes se les debe preguntar lo siguiente: "¿Cuá ndo fue la ú ltima vez que
visitó a un dentista?" "¿Qué hizo el dentista?" "¿Te sangran las encías?" "¿Tiene algú n dolor,
llagas o masas en la boca?" "¿Ha tenido algú n problema después de la extracció n de un
diente?"
Masa
Si un paciente se queja o en el examen físico se encuentra que tiene una masa intraoral o
una masa en la regió n de una glá ndula salival, determine su duració n y si la masa es
dolorosa. Una masa indolora suele ser un signo de un tumor. ¿Existen síntomas asociados
como salivació n excesiva, conocida como ptialismo, o sequedad de boca, conocida como
xerostomía? ¿Hay disfagia (dificultad para tragar) presente?
la faringe
Obstrucció n nasal
Dolor
El dolor puede resultar de la inflamació n de las amígdalas o faringe posterior, así como de
un tumor en esta á rea. El dolor de garganta agudo puede ser causado por procesos
inflamatorios o lesiones. Un cuerpo extrañ o en la faringe a menudo produce un dolor
intenso que empeora al tragar. A menudo, el dolor de garganta puede referirse al oído
ipsolateral. El dolor de garganta cró nico puede ser causado tanto por procesos
inflamatorios como por neoplasias. Los ló bulos tiroideos agrandados o el agrandamiento
tiroideo difuso pueden causar dolor de garganta asociado con disfagia. La histeria es otra
causa de dolor de garganta cró nico.
Capítulo 11 La cavidad oral y la faringe 29:3
Roncar El roncar es una queja comú n. Un problema importante que a menudo se asocia con
los ronquidos intensos es la apnea obstructiva del sueñ o. Muchos pacientes afectados
tienen sobrepeso y antecedentes de somnolencia diurna excesiva. Un compañ ero de cama
puede describir al paciente durmiendo tranquilamente; luego se produce una transició n a
ronquidos má s fuertes, seguido de un período de cese de los ronquidos, durante el cual el
paciente se vuelve inquieto, tiene movimientos de jadeo y parece estar luchando por
respirar. Este período termina con un fuerte resoplido y la secuencia puede comenzar de
nuevo. Es comú n que los pacientes con apnea del sueñ o tengan muchos de estos episodios
cada noche.
la laringe
Impacto de
Físico
Examen El equipo necesario para el examen de la cavidad oral consta de una linterna,
gasas, guantes, bastoncillos aplicadores y bajalenguas.
La Cavidad Oral
El examen físico de la cavidad oral incluye la inspecció n y palpació n de: • Labios • Mucosa
bucal • Encías • Dientes • Lengua • Piso de la boca • Paladar duro y blando • Glá ndulas
salivales • Nervio craneal XII El paciente debe estar sentado con el examinador sentado o
pararse directamente frente a él o ella. La cara del paciente debe estar bien iluminada. El
examinador debe trabajar sistemá ticamente de adelante hacia atrá s para que no se omitan
á reas. El examinador debe ponerse un par de guantes al palpar cualquier estructura en la
boca. Cuando se encuentra alguna lesió n, se debe anotar su consistencia y sensibilidad. Si el
paciente lleva dentaduras postizas, se le debe pedir que se las quite. Inspeccione la cara y la
boca en busca de asimetrías y anomalías. Evalú a la respiració n. ¿Hay algú n olor
característico en el aliento del paciente? Esto puede sugerir una mala higiene bucal o una
enfermedad sistémica. Un olor fétido puede ser causado por caries extensas o enfermedad
periodontal. Haga que el paciente abra la boca. Si la boca se puede abrir mucho má s allá de
35 mm, puede existir subluxació n de la mandíbula. La desviació n de la mandíbula sugiere
un problema de la articulació n neuromuscular o temporomandibular.
FIGURA 11-10.
Un mucocele del labio es una lesió n azulada comú n, de apariencia quística, indolora,
translú cida, inducida traumá ticamente. Los mucoceles, que ocurren principalmente en el
labio inferior, varían en tamañ o desde varios milímetros hasta varios centímetros y surgen
de la obstrucció n o ruptura de la glá ndula salival menor. Cuando se rompe, libera un
líquido claro y espeso. La figura 11-13 muestra un paciente con mucocele del labio inferior.
Inspeccione la mucosa bucal Se debe pedir al paciente que abra la boca ampliamente. La
boca debe iluminarse con una fuente de luz. La mucosa bucal debe evaluarse en busca de
lesiones o cambios de color, y la cavidad bucal debe inspeccionarse en busca de evidencia
de asimetría o á reas de inyecció n (vasos dilatados que generalmente indican inflamació n).
La mucosa bucal, los dientes y las encías se evalú an fá cilmente utilizando un bajalenguas
para separar la mejilla de las encías, como se muestra en la figura 11-14. Inspeccione en
busca de decoloraciones, evidencia de traumatismo y el estado del orificio del conducto
parotídeo. ¿Hay ulceraciones de la mucosa bucal? ¿Hay lesiones blancas en la mucosa
bucal? Una lesió n blanca comú n e indolora en la boca es el liquen plano, que aparece como
una erupció n reticulada o similar a un encaje bilateral en la mucosa bucal. Una variante
erosiva y dolorosa es similar en apariencia excepto por la presencia de lesiones
hemorrá gicas y ulceradas. El liquen plano no erosivo se muestra en la figura 11-15. ¿Hay
leucoplasia presente? En la boca, la leucoplasia puede presentarse como una placa blanca
precancerosa e indolora en las mejillas, las encías y la lengua. La figura 11-16 muestra un
paciente con leucoplasia de las encías. A lo largo de 15 añ os, esta lesió n se convirtió en
hiperplasia verrugosa, carcinoma verrugoso y, finalmente, carcinoma de células escamosas.
Se requirió una resecció n del maxilar y el paladar. La figura 11-17 muestra otro paciente
con leucoplasia de la lengua. Observe las placas gruesas, blancas y adherentes que está n
bien delimitadas y no se pueden quitar de la lengua.
FIGURA 11-16.
Leucoplasia de la
FIGURA 11-19.
Las pequeñ as pá pulas amarillas, del tamañ o de una cabeza de alfiler, en la membrana
mucosa bucal suelen ser manchas o grá nulos de Fordyce. Las manchas de Fordyce son
glá ndulas sebá ceas ectó picas, prominentes y normales que se ven comú nmente en los
labios o en la mucosa bucal cerca de la salida del conducto parotídeo. Estas lesiones son
probablemente la anormalidad má s comú n en la boca. La figura 11-18 muestra las manchas
de Fordyce en la mucosa bucal. También se pueden encontrar glá ndulas sebá ceas ectó picas
en el eje del pene (v. fig. 17-11) y en los labios (v. fig. 18-13). La figura 11-19 muestra
angioqueratomas de la mucosa bucal en un paciente con enfermedad de Fabry o
angioqueratoma corporis diffusum. Consulte la Figura 17-18. que muestra
angioqueratomas en el escroto del mismo paciente.
Inspeccione las encías Las encías normales está n punteadas, rosadas y firmes. ¿El tejido
gingival ocupa completamente el espacio interdental? ¿Son visibles las raíces de los dientes,
lo que indica una recesió n del tejido periodontal? ¿Hay pus o sangre a lo largo del margen
gingival? ¿Está n inflamadas las encías? ¿Hay evidencia de sangrado? ¿Hay inflamació n
gingival presente? ¿Hay una coloració n anormal presente? La eritroplasia es un á rea de la
membrana mucosa en la que hay pá pulas granulares y eritematosas que sangran. La
eritroplasia tiene un mayor potencial maligno que la leucoplasia. La figura 11-20 muestra
un paciente con eritroplasia de la encía (a la derecha) y gingivitis inflamatoria (a la
izquierda). ¡Hay muchas causas de encía! hiperplasia, incluida la herencia, desequilibrios
hormonales de la pubertad y el embarazo, medicamentos y leucemia. La hiperplasia
gingival se observa comú nmente en pacientes que toman fenitoína (Dilantin), un
medicamento contra la epilepsia, y nifedipina, un bloqueador de los canales de calcio. Se ha
estimado que el 30-50% de todos los pacientes que toman fenitoína desarrollan hiperplasia
gingival. La encía hiperplá sica
los cambios de los desequilibrios hormonales generalmente retroceden una vez que las
hormonas han regresado a sus niveles normales má s bajos. La figura 11-21 muestra una
marcada hiperplasia gingival en un paciente que tomaba fenitoína. La infiltració n leucémica
densa de la encía se observa con frecuencia en la leucemia monocítica aguda y
monomielocítica aguda. La figura 11-22 muestra agrandamiento gingival y sangrado
causado por infiltració n leucémica monomielocítica aguda.
Inspeccione los dientes Hay 32 dientes en la dentició n adulta completa. ¿La dentició n es
adecuada para la edad del paciente? Los dientes deben ser inspeccionados en busca de
caries y maloclusió n. ¿Está n limpios los dientes, especialmente alrededor de la línea de las
encías? ¿Hay decoloració n de los dientes? ¿Hay pérdida de dientes? La inspecció n de los
dientes a menudo proporciona informació n sobre la actitud del paciente hacia la higiene
general. ¿Está n los dientes alineados correctamente? Pida al paciente que muerda con
normalidad mientras usted retrae la mucosa bucal con un bajalenguas. Cuá ntos dientes
soportan fuerza en la masticació n. Repita en el otro lado. ¿Los dientes maxilares se
superponen a los mandibulares y está n en contacto con ellos? Si es así, la mordedura es
probablemente normal. Si el paciente usa aparatos dentales, como dentaduras postizas o
puentes, pídale que se los quite para una evaluació n completa.
lengua. Las fisuras se desarrollan por primera vez al final de la niñ ez y se vuelven má s
profundas con la edad. El patró n de fisura es bastante variable. Los restos de comida
pueden acumularse en las fisuras y causar inflamació n, pero por lo demá s la afecció n es
benigna. La halitosis puede ser un problema. La figura 11-25 muestra estas tres variantes
normales de la lengua. ¿Hay candidiasis presente? La candidiasis, también conocida como
moniliasis o aftas, es una infecció n micó tica oportunista. Con frecuencia involucra la
cavidad oral, el tracto gastrointestinal, el perineo o la vagina. Las lesiones aparecen como
membranas blancas, poco adheridas,
A"-C
FIGURA 11-25. Tres variantes normales de la lengua. A, lengua geográ fica. B, Lengua peluda
negra. C, Lengua escrotal o fisurada.
Palpe la lengua Después de una inspecció n minuciosa de la lengua, el examen continú a con
la palpació n. El paciente saca la lengua sobre un trozo de gasa. Luego, la lengua se sujeta
con la mano derecha del examinador mientras se inspeccionan y palpan los lados de la
lengua con la mano izquierda. Esto se ilustra en la figura 11-28. Para examinar el otro lado
de la lengua, invierta las manos. Los dos tercios anteriores y los má rgenes laterales de la
lengua se pueden evaluar sin causar un reflejo nauseoso. Palpe los má rgenes laterales de la
lengua, porque má s del 85% de todos los cá nceres linguales surgen en esta á rea. Todas las
lesiones blancas deben palparse. ¿Hay evidencia de induració n (dureza)? La induració n o
ulceració n sugiere fuertemente carcinoma. Después de palpar la lengua, se desenvuelve la
lengua y se desecha la gasa. Cualquier lesió n, ú lcera o masa intraoral presente por má s de 2
semanas debe ser examinada por biopsia y evaluada por un pató logo oral.
Inspecció n del suelo de la boca El suelo de la boca se inspecciona pidiendo al paciente que
levante la lengua hasta el techo de la boca. ¿Hay edema en el piso de la boca? La apertura de
la glá ndula submandibular. Debe observarse el conducto de Wharton. Busque leucoplasia,
eritroplasia o una masa. Una rá nula es un gran quiste de retenció n mucoso en el piso de la
boca en asociació n con glá ndulas submandibulares y sublinguales. La lesió n es unilateral,
indolora y de color azulado. Es lateral al frenillo y típicamente es má s grande que un
mucocele. A medida que una rá nula aumenta de tamañ o, puede haber una reducció n en el
movimiento de la lengua y dificultad para hablar y tragar. En la figura 11-29 se muestra un
ejemplo de rá nula.
Inspeccione los paladares duro y blando Inspeccione las rugosidades y la forma de bó veda
de los paladares. Los paladares también deben inspeccionarse en busca de ulceraciones y
masas. Las masas suelen ser tumores menores de las glá ndulas salivales, en su mayoría
malignos. ¿Hay placas blancas presentes? ¿El paladar blando está edematoso? ¿Está la
ú vula en
AB
la línea media? La figura 11-31 muestra un paciente con sida y candidiasis seudonervial del
paladar y la ú vula. Candida albicans es un organismo comensal normal del tracto
gastrointestinal. En pacientes con inmunidad alterada, o en aquellos cuya flora microbiana
ha sido alterada por antibió ticos, este organismo puede volverse altamente invasivo, como
se ve en este paciente. ¿Hay petequias presentes? Las petequias se observan comú nmente
en asociació n con endocarditis infecciosa, leucemia, sexo oral e infecciones virales como la
mononucleosis infecciosa. La felació n suele producir petequias, de manera característica en
la unió n de los paladares duro y blando, como se muestra en la figura 11-32. Un hallazgo
comú n es un torus palatinus, que es una hinchazó n discreta, lobulada y dura en la línea
media de la porció n posterior del paladar duro. Esta lesió n benigna es un crecimiento
excesivo del hueso palatino. Es indoloro y asintomá tico y ocurre dos veces má s en mujeres
que en hombres. Puede pasar desapercibido hasta la mediana edad, cuando puede
interferir con el ajuste de una dentadura postiza. Má s del 20% de la població n tiene al
menos un pequeñ o torus palatinus. La figura 11-33 muestra un paciente con un torus
palatinus. Un torus mandibularis es una tumefacció n dura, ó sea, a menudo bilateral, que
sobresale de la superficie lingual de la mandíbula al nivel de los premolares. Es mucho
menos comú n que un torus palatinus. Alrededor del 5-10% de la població n tiene un torus
mandibularis; sin embargo, una quinta parte de los toros mandibulares son unilaterales. La
figura 11-34 muestra un paciente con tori mandibular bilateral.
La figura 11-35 muestra a un paciente con eritroplasia invasiva temprana (placa roja) del
paladar.
Inspecció n de las glá ndulas salivales Se deben visualizar los orificios ductales de la glá ndula
paró tida y la glá ndula submandibular. Inspeccione el estado de las papilas. ¿Hay un flujo de
saliva? Esto se evalú a mejor secando la papila con un aplicador de algodó n y observando el
flujo de saliva producido al ejercer presió n externa sobre la propia glá ndula. Las glá ndulas
salivales no suelen ser visibles. La observació n cuidadosa de la cara determina cualquier
asimetría que se deba a un agrandamiento unilateral de las glá ndulas salivales. La
obstrucció n al flujo o la infiltració n de la glá ndula da como resultado un agrandamiento
glandular. La figura 11-36 ilustra a un paciente con agrandamiento de la paró tida izquierda
como resultado de la obstrucció n del flujo por un cá lculo. Palpe las glá ndulas paró tidas y
submandibulares. Determinar la consistencia de cada glá ndula. ¿Está presente la ternura?
Inspeccione el nervio craneal Xll Pida al paciente que saque la lengua. ¿La lengua se desvía
hacia un lado? Una pará lisis del nervio hipogloso, o del duodécimo nervio craneal, no
permite que los mú sculos linguales del lado afectado se contraigan normalmente. En
consecuencia, el lado contralateral "empuja" la lengua hacia el lado de la lesió n.
FIGURA 11-35. Eritroplasia del paladar. FIGURA 11-36. Agrandamiento de la paró tida
izquierda.
304 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
FIGURA 11-37. A, Uso del bajalenguas para inspeccionar la faringe. B, Uso del aditamento
depresor de lengua para inspeccionar la faringe oral.
la faringe
Inspeccione la pared faríngea posterior ¿Hay secreció n, masa, ulceració n o infecció n? Pida
al paciente que diga "aahhh" mientras observa la elevació n del paladar blando.
Uso del espejo laríngeo Se sujeta la lengua mientras se introduce en la boca un pequeñ o
espejo ligeramente calentado. El espejo no debe estar excesivamente caliente y debe
evitarse el contacto con la lengua. Se le pide al paciente que respire normalmente por la
boca. El espejo debe empujarse hacia arriba contra la ú vula y colocarse en la orofaringe.
Luego, un haz de luz puede reflejarse en el espejo hacia las estructuras laríngeas internas.
Esta técnica se muestra en la figura 11-39. Aunque el examen de la laringe es importante, la
laringoscopia indirecta por lo general solo la realizan especialistas. Ciertamente, cualquier
paciente que presente síntomas de enfermedad laríngea debe ser evaluado má s a fondo.
FIGURA 11-39. Laringoscopia en espejo. A. Técnica adecuada para sujetar la lengü eta y
colocació n del espejo. B, Vista transversal a través de la faringe, que ilustra la colocació n del
espejo. C, Reflexió n en espejo de las cuerdas vocales.
Cuerdas vocales
Las lesiones de la cavidad oral son comunes. La ú lcera oral aguda má s comú n es la ú lcera
traumá tica; la ú lcera aftosa, o afta, es la siguiente má s comú n. Las lesiones traumá ticas y
aftosas varían mucho en tamañ o, aunque estas ú ltimas suelen tener menos de 1 cm de
diá metro. Ambos son relativamente superficiales con bordes elevados. Las ú lceras aftosas
generalmente se localizan en la mucosa bucal o labial laxa, mientras que las ú lceras
traumá ticas pueden ocurrir en cualquier lugar. A pesar del pequeñ o tamañ o de muchas de
estas ú lceras, pueden ser extremadamente dolorosas. Ademá s, las ú lceras aftosas pueden
reaparecer en muchos pacientes. Ambos tipos de ú lceras suelen sanar en 2 a 3 semanas sin
dejar cicatrices. En la figura 11-40 se muestra una ú lcera aftosa solitaria o gigante del
paladar. Este paciente tiene periadenitis mucosa necró tica recurrente, también conocida
como ú lcera aftosa mayor. Estas lesiones son má s grandes que las ú lceras aftosas mú ltiples
y comienzan como lesiones submucosas que se rompen para formar ú lceras que pueden
persistir durante muchas semanas antes de curar por segunda intenció n. Cualquier parte
de la orofaringe puede verse afectada, pero las amígdalas y el paladar blando son los sitios
má s comunes. Las ú lceras mú ltiples agudas que está n precedidas por vesículas o asociadas
con ellas pueden tener causas infecciosas o inmunoló gicas. El herpes simple primario, el
herpes zoster, el virus coxsackie y el VIH son agentes causales en la categoría infecciosa.
Estomatitis alérgica, penfigoide benigno de las mucosas, pénfigo vulgar. La enfermedad de
Behqet y el eritema multiforme son causas inmunoló gicas frecuentes. La radioterapia o la
quimioterapia pueden predisponer a un individuo al desarrollo de ú lceras mú ltiples
agudas. La pernfigoide benigna de las mucosas, o pernfigoide cicatricial, es una enfermedad
ampollosa mucocutá nea cró nica de los ancianos en la que las lesiones suelen limitarse a la
cavidad oral y la conjuntiva. Está n presentes ampollas subepidérmicas, de hasta 2 cm, y
autoanticuerpos contra la membrana basal; la erosió n también puede estar presente.
compromiso de la piel-
ment es raro y por lo general no grave. El signo de Nikolsky suele ser positivo; en este
signo, la ampolla o capa externa de la membrana mucosa o la piel se separa fá cilmente del
tejido subyacente mediante una ligera fricció n. La figura 11-41 muestra un paciente con
penfigoide benigno de las mucosas. Obsérvese la denudació n de la encía. La figura 11-42
muestra un paciente con penfigoide cicatricial. El hallazgo oral má s comú n es la gingivitis
descamativa parcheada, como se ve en este paciente. Pernphigus vulgaris afecta la cavidad
oral en el 75% de los casos. Los autoanticuerpos está n presentes contra la sustancia
intercelular epitelial. El signo de Nikolsky es negativo. Las lesiones son casi siempre
dolorosas. La figura 11-43 muestra un paciente con pénfigo vulgar; observe la gingivitis
descamativa. En la figura 11-44 se ve otro paciente con pénfigo. Obsérvense las
ulceraciones grandes y confluentes, que eran dolorosas, en el paladar blando. Las ú lceras
ú nicas cró nicas grandes pueden deberse a infecciones fú ngicas como la aspergilosis o la
histoplasmosis. Las infecciones por virus del herpes simple, citomegalovirus,
Mycobacteriurn (causante de tuberculosis) y Treponerna pallidurn (causante de sífilis)
también son causas bien conocidas de este tipo de ú lcera. Los trastornos inmunoló gicos
como el pénfigo, el lupus eritematoso sistémico, el penfigoide ampolloso y el liquen plano
erosivo suelen ser la causa de las ú lceras mú ltiples cró nicas. El cá ncer de la cavidad oral es
comú n. El carcinoma de labio representa el 30% de todos los cá nceres en esta á rea y
aproximadamente el 0,6% de todos los cá nceres. La mayoría de estos tumores malignos
son carcinomas de células escamosas. El labio inferior es el sitio má s frecuentemente
afectado (95%). Los pacientes suelen tener entre 50-70 añ os de edad, con un fuerte
predominio masculino (95%). El carcinoma de células escamosas se caracteriza por una
ú lcera dura, infiltrante y generalmente indolora. Los factores de riesgo que predisponen al
carcinoma de células escamosas de la cavidad oral son los mismos que para la leucoplasia:
tabaquismo, bebidas espirituosas (alcohol), especias, sífilis y clavos (dentaduras postizas
mal ajustadas), las "5 S". La figura 11-45 muestra un paciente con carcinoma de células
escamosas del labio inferior.
308
SECCIÓ N
Carcinoma de lengua.
El carcinoma lingual a menudo se pasa por alto fá cilmente porque, en sus primeras etapas,
generalmente es indoloro. Ocurre en los aspectos laterales de la lengua o en su superficie
inferior; comú nmente puede haber extensió n a la lengua desde una lesió n en el piso de la
boca. La figura 11-46 muestra un paciente con carcinoma del borde lateral derecho de la
lengua. La figura 11-47 muestra otro paciente con carcinoma epidermoide del borde lateral
derecho de la lengua, con extensió n al suelo de la boca. El carcinoma del piso de la boca
representa del 10 al 15% de todos los cá nceres orales y es el sitio má s comú n de cá ncer
oral en los afroamericanos. Ocurre principalmente en hombres que tienen un promedio de
65 añ os de edad. Aproximadamente el 20% de los pacientes con carcinoma del piso de la
boca tienen un segundo tumor primario. Es particularmente importante examinar el á rea
detrá s del ú ltimo molar y el piso de la boca y la base de la lengua asociados; esta á rea a
menudo se conoce como la "esquina del ataú d". La figura 11-48 muestra un paciente con
carcinoma de células escamosas del piso de la boca. Las neoplasias de las glá ndulas
salivales no son infrecuentes. Ocurren con una incidencia anual de 6 por cada 100.000
individuos. Má s del 70% ocurren en la glá ndula paró tida. Hay má s de 50 tumores
diferentes de las glá ndulas salivales. El tumor de las glá ndulas salivales má s comú n (65%)
es el adenoma pleomó rfico, y el 20% de estos tumores de células mixtas son malignos. Los
tumores de la glá ndula submandibular son mucho menos frecuentes, pero el 40% de estos
tumores son malignos. Los tumores de las glá ndulas sublinguales son raros. pero cuando se
desarrollan, por lo general son malignos. La gingivoestomatitis herpética es la infecció n de
las encías y la mucosa oral por el virus del herpes simple. Se forman pequeñ as vesículas en
la membrana mucosa oral y se descomponen rá pidamente en ú lceras dolorosas sobre una
base intensamente eritematosa. La Figura 11-49 muestra un
FIGURA 11-52.
Queilitis angular.
FIGURA 11-53.
Una manifestació n oral comú n de la infecció n por VIH es la queilitis angular, también
conocida como perl#che. Esta condició n dolorosa se caracteriza por lesiones maceradas,
fisuradas, erosionadas, incrustantes, blanquecinas (ocasionalmente eritematosas) en las
comisuras de la boca. Las acumulaciones de saliva se acumulan en los pliegues de la piel y
posteriormente son colonizados por organismos de levadura como C. albicans. La queilitis
angular puede estar asociada con candidiasis intraoral. Los pacientes con inmunidad
normal que usan dentaduras postizas mal ajustadas o dentaduras postizas durante la noche
también pueden desarrollar queilitis angular. En la figura 11-52 se muestra un paciente con
queilitis angular. Las figuras 11-26 y 11-31 muestran pacientes con candidiasis oral, otra
condició n extremadamente comú n asociada con la infecció n por VIH. La candidiasis oral se
caracteriza por un dolor intenso y cró nico en la garganta que empeora al tragar o comer.
Las placas blancas parecidas a cuajada son suaves y friables y se pueden limpiar fá cilmente,
dejando un á rea de mucosa intensamente eritematosa. La figura 11-27 muestra un paciente
con leucoplasia vellosa oral. Como se mencionó anteriormente, esta lesió n se observa con
mayor frecuencia de forma unilateral o bilateral en los má rgenes laterales de la lengua. La
lesió n es blanca, no se borra y, en ocasiones, aparece en otras partes de la boca y la
orofaringe. Aunque no se correlaciona con la etapa de la infecció n por VIH, la leucoplasia
vellosa oral puede ser el primer signo de infecció n. Se ve má s comú nmente en hombres
homosexuales y bisexuales infectados con el VIH. Se ha sugerido que Epstein-Barr vires
puede ser un cofactor en el desarrollo de leucoplasia vellosa oral. El hallazgo de leucoplasia
vellosa oral exige la prueba del VIH. Como se comenta en el capítulo 7, La piel, las lesiones
orales del sarcoma de Kaposi son frecuentes. La figura 7-93 muestra algunas de las lesiones
orales típicas. Las lesiones del sarcoma de Kaposi de la lengua (fig. 11-53) y el paladar duro
(fig. 11-54) se encuentran con frecuencia en pacientes con sida. La tabla 11-1 resume los
signos y síntomas importantes de algunas de las lesiones orales má s comunes. En el cuadro
11-2 se revisan las lesiones orales má s frecuentes que se observan durante las etapas de la
infecció n por VIH. La tabla 23-5 enumera la cronología de la dentició n.
Capítulo 11 La cavidad bucal y la faringe 311 TABLA 11--1. Síntomas y signos de lesiones
orales Lesió n Síntomas Signos Otra informació n
Llaga blanca recurrente y dolorosa con borde rojo en los labios, la cara interna de las
mejillas, la punta y los lados de la lengua o el paladar
Lesió n ú nica de 0,5 a 2 cm de diá metro que primero es maculopapular pero luego se ulcera
y tiene un á rea de eritema en su borde; lesiones por lo general só lo en á reas mucosas
mó viles
El 60% de la població n tiene aftas perió dicas que duran hasta 2 semanas; se desconoce la
causa
Ú lcera herpética (herpes labial, ampolla febril) (v. figs. 11-10, 11-49, 11-50)
Mú ltiples vesículas, pá pulas o ú lceras en la unió n mucocutá nea, paladar duro o encías; a
medida que las ampollas se rompen, se forman costras
Infecció n herpética primaria en niñ os; lesiones mú ltiples en racimos en membranas
mucosas fijas; vesículas pequeñ as, discretas, blanquecinas antes de la ulceració n; ú lceras
de aproximadamente 1 mm de diá metro, que pueden coalescer; linfadenopatía dolorosa,
fiebre y malestar presente; las lesiones labiales representan la forma recurrente, comú n en
adultos; enfermedad autolimitada, 1-2 semanas, en las formas primaria y recurrente
Chancro
Lesió n ulcerada ú nica con borde indurado; lesió n sin material necró tico central;
linfadenitis sensible puede estar presente
Llaga ulcerada en los labios, el piso de la boca o la lengua (especialmente en los bordes
laterales) Eritroplasia del piso de la boca, paladar blando
Lesió n ú nica indurada con borde indurado y elevado; a menudo en un á rea de leucoplasia o
eritroplasia; ausencia de material necró tico en el crá ter; base a menudo eritematosa;
pueden producirse alteraciones del habla si la lesió n es grande: puede haber linfadenopatía
indolora en el cuello; puede haber evidencia de metá stasis a distancia
Eritema multiforme
hiperplasia de la dentadura
Los pacientes suelen ser hombres mayores de 40 añ os; relacionado con el tabaquismo, el
SIDA, el alcoholismo y el tabaco de mascar
Por lo general, sin síntomas; la forma erosiva causa llagas dolorosas y ardientes en la cara
interna de las mejillas o la lengua
Lesiones blancas en mucosa bucal bilateralmente en forma de pá pulas reticuladas en
patró n de encaje; la forma erosiva aparece como una lesió n ulcerada hemorrá gica con
posibles á reas blancas o ampollas; la pseudo-membrana puede estar presente sobre la
lesió n
Lesió n ú nica con eritema elevado en su borde; centro a menudo con restos necró ticos;
ocasionalmente purulenta; puede haber linfadenitis leve
El paciente puede relatar con frecuencia la causa (p. ej., morderse la mejilla mientras come)
Hinchazó n intermitente e indolora del labio inferior o del interior de la mejilla; ligeramente
azulado; ocasionalmente se rompe
Está relacionado con un traumatismo en el sistema ductal de las glá ndulas salivales labiales
menores.
Elongació n de papilas filiformes en el dorso de la lengua con cambio de color a casi negro o
marró n
Son frecuentes los antecedentes de uso excesivo de antibió ticos, uso excesivo de enjuagues
bucales, mala higiene bucal, tabaquismo o alcohol.
Ninguna
Grupos de lesiones pequeñ as, amarillentas y elevadas que se ven mejor en la mucosa bucal
opuesta a los molares.
Comú n en personas mayores; son glá ndulas sebá ceas hiperplá sicas normales
Capítulo 11 La cavidad bucal y la faringe ;313
Ocurrencia durante Ocurrencia durante Ocurrencia durante VIH primario VIH temprano
VIH avanzado Candidiasis (ver Comú n Ocasional Muy comú n Figs. 11-26, 11-31) Infecció n
de lesiones orales enfermedad Candidiasis No Ocasional Muy comú n plaquia (ver Fig. 11-
27) Sarcoma de Kaposi No Raro Muy comú n (ver Figs. 7-93, 11-53, 11-54) Ery gingival
lineal No Comú n Muy comú n thema Gingivitis necrotizante No Raro Comú n (ver Fig. 11-51)
Estomatitis necrotizante No No Frecuentes Herpes simplex (ver No Ocasionales Frecuentes
Figs. 11 - 10, 11-49, 11-50) Ú lceras aftosas (ver Frecuentes Ocasionales Muy frecuentes Fig.
11-40)
• Vocabulario ú til Aquí se enumeran las raíces específicas que son importantes para
comprender la terminología relacionada con las enfermedades de la boca y la faringe. Raíz
Perteneciente a Ejemplo Definició n aritenoide- aritenoiditis en forma de jarra Inflamació n
del cartílago aritenoideo buco- mejilla bucofaríngea Relativo a la mejilla y faringe cheil(o)-
labio queilitis Inflamació n del labio dent- diente dental Relativo a los dientes gingiv-
gingiva(e ) gingivectomía Escisió n quirú rgica de encía enferma(e) glosa(o)- lengua
glosoplejía Pará lisis de la lengua -labi- labios nasolabiales Relativo a la nariz y los labios
leuco- leucoplasia blanca Mancha blanca en la membrana mucosa; a menudo lengua
premaligna linguo- lengua linguopapilitis Ú lceras dolorosas alrededor de las papilas de la
lengua - placa de plaquia eritroplasia Placa roja en la membrana mucosa; a menudo
ptialismo salival ptialismo premaligno Salivació n excesiva estoma- boca; estomatitis
abierta Inflamació n de la boca
Bibliografía
CAPÍTULO l 12_
El pecho
General
Al principio, la enfermedad (tuberculosis) es má s fá cil de curar pero difícil de detectar,
pero luego se vuelve fá cil de detectar pero difícil de curar.
Consideraciones
El oxígeno permite el aliento de la vida: sin una funció n pulmonar adecuada, la vida no
puede sostenerse. Los pacientes con enfermedad pulmonar deben trabajar má s para una
oxigenació n adecuada. Estos pacientes se quejan de "hambre de aire" o "muy poco aire".
Cualquiera que haya viajado a zonas de gran altitud, donde la concentració n de oxígeno es
reducida, ha experimentado dificultad para respirar. La magnitud de la enfermedad
pulmonar es enorme. En 1998, hubo 112.584 muertes por enfermedad pulmonar
obstructiva cró nica, má s de 5 millones de personas tenían algú n grado de discapacidad
pulmonar y má s de 20 millones tenían jarabes pulmonares. Ademá s, hubo 91.871 muertes
por neumonía e influenza. El asma representó má s de 5.400 muertes. En 1967, el costo
estimado de morbilidad y mortalidad por enfermedad pulmonar fue de 1.800 millones de
dó lares. En el añ o 2000, esta cifra se disparó a má s de 60 mil millones de dó lares. El cá ncer
de pulmó n y bronquios es la principal causa de muerte por cá ncer en los Estados Unidos.
La Sociedad Americana del Cá ncer estimó que en 2000 se diagnosticaron 164.100 nuevos
casos de cá ncer de pulmó n, con 156.900 muertes. La mayor tasa de incidencia y tasa de
mortalidad por cá ncer de pulmó n y bronquios se encuentra en los afroamericanos: 73,9
por 100.000 y 60,5 por 100.000, respectivamente. La probabilidad de desarrollar cá ncer de
pulmó n y bronquios desde el nacimiento hasta los 80 añ os es del 8,1% (1 en 12) en
hombres y del 5,7% (1 en 18) en mujeres. Las enfermedades pulmonares surgen cuando
los pulmones no pueden proporcionar una oxigenació n adecuada o eliminar el dió xido de
carbono. Cualquier alteració n de estas funciones indica una funció n respiratoria anormal.
Durante un período de 24 horas, los pulmones oxigenan má s de 5700 litros de sangre con
má s de 11400 litros de aire en los pulmones. El á rea de superficie total de los alvéolos de
los pulmones comprende un á rea má s grande que una cancha de tenis.
Estructura y Fisiología
El tó rax forma la caja ó sea que alberga y protege los pulmones, el corazó n y el esó fago a
medida que pasa al estó mago. El esqueleto ó seo del tó rax consta de 12 vértebras torá cicas,
12 pares de costillas, la clavícula y el esternó n. La estructura ó sea se muestra en la figura
12-1.
315
á ngulo
cartílagos
proceso
Los pulmones continuamente proporcionan oxígeno y eliminan el dió xido de carbono del
sistema circulatorio. La fuerza necesaria para respirar procede de los mú sculos
intercostales y del diafragma. La acció n integrada de estos mú sculos actú a como un fuelle
para aspirar aire hacia los pulmones. La caducidad es pasiva. El control de la respiració n es
complejo y está controlado por el centro de respiració n en la médula del cerebro. El aire
inspirado es calentado, filtrado y humidificado por las vías respiratorias superiores.
Después de atravesar el cartílago cricoides de la laringe, el aire viaja a través de un sistema
de tubos flexibles, la trá quea. A nivel de la cuarta o quinta vértebra torá cica, la trá quea se
bifurca en los bronquios izquierdo y derecho. El bronquio derecho es má s corto, má s ancho
y má s recto que el bronquio izquierdo. Los bronquios continú an subdividiéndose en
bronquios má s pequeñ os y luego en bronquiolos dentro de los pulmones. Cada bronquiolo
respiratorio termina en un conducto alveolar, del cual se ramifican muchos sacos
alveolares. Se estima que hay má s de 500 millones de alvéolos en los pulmones. Cada pared
alveolar contiene fibras de elastina que permiten que el saco se expanda con la inspiració n
y se contraiga con la espiració n por retroceso elá stico. Este sistema de pasajes conductores
de aire se muestra en la Figura 12-2. Los pulmones se subdividen en ló bulos: superior,
medio e inferior a la derecha, y superior e inferior a la izquierda. Los pulmones está n
envueltos en un saco delgado, la pleura. La pleura visceral cubre el parénquima pulmonar,
mientras que la pleura parietal recubre la pared torá cica. Las dos superficies pleurales se
deslizan una sobre la otra durante la inspiració n y la espiració n. El espacio entre la pleura
es la cavidad pleural. Para describir con precisió n los signos físicos dentro del tó rax, el
examinador debe comprender los puntos de referencia topográ ficos de la pared torá cica.
Los puntos de referencia de importancia clínica son los siguientes: • Esternó n • Clavícula •
Muesca supraesternal • Á ngulo esternomanubrial • Línea medioesternal • Líneas
medioclaviculares • Líneas axilares anteriores • Líneas medioaxilares
bronquio derecho
Trá quea
bronquio izquierdo
-- Conducto alveolar
-- Sacos alveolares
FIGURA 12-3. Puntos de referencia de la caja torá cica. A, Marcas topográ ficas del tó rax
anterior. B, Marcas en la vista lateral.
B
.ll i '1 Escapulalines Línea media espinal
Solo las siete primeras costillas se articulan con el esternó n. Las costillas octava, novena y
décima se articulan con el cartílago superior. Las costillas undécima y duodécima son
costillas flotantes y tienen una porció n anterior libre. Las fisuras interlobulares, que se
muestran en la figura 12-5, está n situadas entre los ló bulos de los pulmones. Tanto el
pulmó n derecho como el izquierdo tienen una fisura oblicua, que comienza en la parte
anterior del tó rax al nivel de la sexta costilla en la línea medioclavicular y se extiende
lateralmente hacia arriba hasta la quinta costilla en la línea medioaxilar, terminando en la
parte posterior del tó rax en la línea espinosa. proceso de T3. El ló bulo inferior derecho se
encuentra debajo de la fisura oblicua derecha; los ló bulos superior y medio derechos son
superiores a la fisura oblicua derecha. El ló bulo inferior izquierdo está debajo de la fisura
oblicua izquierda; el ló bulo superior izquierdo es superior a la fisura oblicua izquierda. La
fisura horizontal está presente solo a la derecha y divide el ló bulo superior derecho del
ló bulo medio derecho. Se extiende desde la cuarta costilla en el borde esternal hasta la
quinta costilla en la línea axilar media. Los pulmones se extienden superiormente unos 3-4
cm por encima del extremo medial de las clavículas. Los má rgenes inferiores de los
pulmones se extienden hasta la sexta costilla en la línea medioclavicular, la octava costilla
en la línea medioaxilar y entre T9 y T12 posteriormente. Esta variació n está relacionada
con la respiració n. La bifurcació n de la trá quea, la carina, está ubicada detrá s del á ngulo de
Louis aproximadamente en el nivel T4 en la parte posterior del tó rax. El hemidia derecho
A Ló bulo medio derecho Fisura horizontal [--- / ':li-; Z ... Ló bulo superior izquierdo ..... .. /
" /:J &k' Ló bulo superior derecho N Apó fisis pinosa oblicua derecha de T31g rI ló bulo
inferior , Espinosa pro//..de C7;, ( Inferior izquierda Io " Ló bulo inferior derecho Fisura
oblicua derecha
fisura horizontal
Revisar
de síntomas específicos
los
Los principales síntomas de la enfermedad pulmonar son los siguientes: • Tos • Producció n
de esputo • Hemoptisis (tos con sangre) • Disnea (dificultad para respirar) • Sibilancias •
Cianosis (coloració n azulada de la piel) • Dolor torá cico • Apnea del sueñ o
Tos
El síntoma má s comú n de la enfermedad pulmonar es la tos. La tos es tan comú n que con
frecuencia se la considera una queja trivial. El reflejo de la tos es un mecanismo de defensa
normal de los pulmones que los protege de cuerpos extrañ os y secreciones excesivas. Las
infecciones de las vías respiratorias superiores se asocian con tos que suele mejorar en 2-3
semanas. Una tos persistente requiere má s investigació n. La tos es una espiració n forzada
coordinada, interrumpida por el cierre repetido de la glotis. Los mú sculos espiratorios se
contraen contra la glotis parcialmente cerrada, creando una alta presió n dentro de los
pulmones. Cuando la glotis se abre repentinamente, hay una rá faga explosiva de aire que
despeja las vías respiratorias. Cuando un paciente se queja de tos, haga estas preguntas:
"¿Puede describir su tos?" "¿Cuá nto tiempo hace que tienes tos?" "¿Hubo un inicio
repentino de tos?" "¿Fumas?" Si es así, "¿Qué fumas?" "¿Cuá nto y por cuá nto tiempo?" "¿Tu
tos produce esputo?" Si es así, "¿Puede estimar la cantidad de sus expectoraciones? ¿De qué
color es el esputo? ¿Tiene mal olor el esputo?" "¿La tos ocurre por períodos prolongados?"
"¿La tos ocurre después de comer?" "¿La tos es peor en alguna posició n?" "¿Qué alivia la
tos?" "¿Hay otros síntomas asociados con la tos? ¿Fiebre? ¿Dolor de cabeza? ¿Sudores
nocturnos? ¿Dolor en el pecho? ¿Secreció n nasal? ¿Falta de aire? ¿Pérdida de peso?
¿Ronquera? ¿Pérdida del conocimiento?" "¿Tienes algú n pá jaro como mascota? ¿Alimentas
a las palomas?" "¿Alguna vez ha estado expuesto a alguien con tuberculosis?" La tos puede
ser voluntaria o involuntaria, productiva o no productiva. En una tos productiva, se expulsa
moco u otros materiales. Una tos seca no produce secreciones. Fumar es probablemente la
causa má s comú n de tos cró nica. La tos del fumador resulta de la inhalació n de irritantes en
el tabaco y es má s marcada por la mañ ana. La tos normalmente disminuye durante el
sueñ o. Cuando el fumador se despierta por la mañ ana, la tos productiva tiende a despejar
las vías respiratorias. La tos disminuye y puede desaparecer en pacientes que dejan de
fumar. La tos también puede ser psicó gena. Esta tos improductiva ocurre en personas con
estrés emocional. Cuando se le llama la atenció n, la tos aumenta. Durante el sueñ o, o
cuando el paciente está distraído, la tos cesa. La tos psicó gena es una
Capítulo 12 El Cofre 321
diagnó stico de exclusió n: solo después de que se hayan eliminado todas las demá s causas
se puede hacer este diagnó stico. Hay muchos términos usados por pacientes y médicos
para describir la tos. La Tabla 12-I proporciona una lista de algunos de los descriptores má s
comunes y sus posibles causas.
hemoptisis
• TABLA 12--2. Aspecto del esputo Aspecto Posibles causas Mucoide Asma, tumores,
tuberculosis, enfisema, neumonía Mucopurulento Asma, tumores, tuberculosis, enfisema,
neumonía Amarillo verdoso, purulento Bronquiectasia, bronquitis cró nica Color ó xido,
purulento Neumonía neumocó cica Gelatina de grosella Klebsiella pneumoniae Infecció n
Mal olor Absceso pulmonar Rosa, teñ ida de sangre Neumonía estreptocó cica o
estafilocó cica Grava Broncolitiasis Rosada, espumosa Edema pulmonar Profuso, incoloro
(también conocido como carcinoma de células alveolares como broncorrea) Sanguinolento
É mbolos pulmonares, bronquiectasias, abscesos, tuberculosis, tumor, causas cardíacas ,
trastornos hemorrá gicos
"¿Qué parece provocar la tos con sangre? ¿Vó mitos? ¿Tos? ¿Na usea?" "¿Ha tenido
tuberculosis alguna vez?" "¿Hay antecedentes familiares de tos con sangre?" "¿Ha tenido
una cirugía reciente?" "¿Tomas algú n 'diluyente de la sangre'?" "¿Es usted consciente de
alguna tendencia al sangrado?" '¿Ha tenido algú n viaje reciente en avió n?' '¿Ha tenido
sudores nocturnos? ¿dificultad para respirar? palpitaciones? latidos del corazó n
irregulares? ¿ronquera? ¿pérdida de peso? ¿Inflamació n o dolor en las piernas? ¿Sintió
alguna sensació n inusual en el pecho después de toser sangre? ¿Si es así, donde?" Para una
mujer con hemoptisis, "¿Usa anticonceptivos orales?" Cualquier proceso supurativo
(asociado a la producció n de pus) de las vías respiratorias o de los pulmones puede
producir hemoptisis. La bronquitis es probablemente la causa má s comú n de hemoptisis.
Las bronquiectasias y el carcinoma broncogénico también son causas importantes. La
hemoptisis resulta de la invasió n de la mucosa, la necrosis tumoral y la neumonía distal a la
obstrucció n bronquial por el tumor. La neumonía neumocó cica característicamente
produce esputo de color herrumbre. El esputo rosado y espumoso puede resultar del
edema pulmonar. Ocasionalmente, los pacientes tienen una sensació n de calor dentro del
tó rax en el lugar donde se originó la hemoptisis. Por lo tanto, es ú til preguntar a los
pacientes con hemoptisis reciente si experimentaron tal sensació n. Esta informació n puede
conducir a una revisió n má s cuidadosa del examen físico y las radiografías de esa á rea. Los
pacientes que se han sometido a una cirugía reciente o que han viajado durante largos
períodos de tiempo en un avió n tienen riesgo de tromboflebitis venosa profunda con
embolia pulmonar. Las mujeres que toman anticonceptivos orales también corren el riesgo
de sufrir una enfermedad embó lica pulmonar. La hemoptisis ocurre cuando la embolia
pulmonar resulta en infarto, con necrosis del parénquima pulmonar. Los episodios
recurrentes de hemoptisis pueden deberse a bronquiectasias, tuberculosis o estenosis
mitral. La fibrilació n auricular es una causa comú n de "latidos cardíacos irregulares" y
fenó menos embó licos. A veces, puede ser difícil determinar si el paciente tosió o vomitó
sangre. La mayoría de los pacientes pueden proporcionar una historia suficientemente
clara. La tabla 12-3 enumera las características que ayudan a distinguir la hemoptisis de la
hematemesis (vó mitos de sangre).
Capítulo 12 El Cofre 323
disnea
CAPÍTULO 12--4.
ortopnea
Insuficiencia cardíaca congestiva Enfermedad de la vá lvula mitral Asma grave (rara vez)
Enfisema (rara vez) Bronquitis cró nica (rara vez) Enfermedades neuroló gicas (rara vez)
sibilancias
Cianosis
"¿Qué empeora la dificultad para respirar? ¿Qué la alivia?" "¿Cuá ntas cuadras llanas puedes
caminar sin que te falte el aire?" "¿Cuá ntos bloques llanos podías caminar hace 6 meses?"
"¿La dificultad para respirar se acompañ a de sibilancias? ¿Fiebre? ¿Tos? ¿Tos con sangre?
¿Dolor en el pecho? ¿Palpitaciones? ¿Ronquera?" "¿Fumas?" Si es así, "¿Cuá nto? ¿Por cuá nto
tiempo?" "¿Ha tenido alguna exposició n al asbesto? ¿Lijado con chorro de arena? ¿Crianza
de palomas?" "¿Ha tenido alguna exposició n a personas con tuberculosis?" "¿Ha vivido
alguna vez cerca del Valle de San Joaquín? ¿Medio oeste o sureste de los Estados Unidos?"
Es fundamental tratar de cuantificar la disnea. Preguntas como "¿Cuá ntos bloques de nivel
puedes caminar?" proporcionar un marco para la tolerancia al ejercicio. Por ejemplo, si el
paciente responde "dos bloques", se dice que tiene disnea de esfuerzo de dos bloques. El
entrevistador puede entonces preguntar: "¿Cuá ntos bloques de nivel podías caminar hace 6
meses?" El entrevistador puede así hacer una evaluació n aproximada de la progresió n de la
enfermedad o la eficacia de la terapia. El interrogatorio cuidadoso con respecto a la
exposició n industrial es primordial en cualquier paciente con disnea inexplicable. En el
Capítulo 1, Las preguntas del entrevistador, se analizan ejemplos de otras preguntas
relacionadas con la historia ocupacional y ambiental. La exposició n a las palomas puede
provocar psitacosis. Se han producido brotes de coccidioidomicosis en personas que viven
en el suroeste de los Estados Unidos. Vivir en el medio oeste y sureste de los Estados
Unidos se ha relacionado con brotes de histoplasmosis.
La sibilancia es un ruido anormalmente agudo que resulta de una vía aérea parcialmente
obstruida. Suele estar presente durante la espiració n cuando se produce fisioló gicamente
una ligera broncoconstricció n. Las causas habituales son broncoespasmo, edema de la
mucosa, pérdida del soporte elá stico y tortuosidad de las vías respiratorias. El asma causa
broncoespasmo, lo que provoca las sibilancias asociadas con esta afecció n. La obstrucció n
por material intraluminal, como cuerpos extrañ os aspirados o secreciones, es otra causa
importante de sibilancias. Una sibilancia bien localizada, sin cambios al toser, puede indicar
que un bronquio está parcialmente obstruido por un cuerpo extrañ o o un tumor. Cuando
un paciente se queja de sibilancias, el examinador debe determinar lo siguiente: "¿A qué
edad comenzaron las sibilancias?" "¿Con qué frecuencia se presenta?" "¿Hay algú n factor
precipitante, como alimentos, olores, emociones, animales, etc.?" "¿Qué suele detener el
ataque?" "¿Han empeorado los síntomas con los añ os?" "¿Hay algú n síntoma asociado?"
"¿Hay antecedentes de pó lipos nasales?" "¿Cuá l es su historial de tabaquismo?" "¿Hay
antecedentes de enfermedades del corazó n?" Un axioma importante para recordar es: el
asma se asocia con sibilancias, pero no todas las sibilancias son asma. No equipare las
sibilancias con el asma. Aunque la insuficiencia cardíaca congestiva generalmente se asocia
con sonidos respiratorios anormales llamados crepitantes (que se analizan má s adelante),
a veces hay un broncoespasmo tan severo en la insuficiencia cardíaca que el hallazgo físico
principal es una sibilancia en lugar de un crepitante. Una disminució n de las sibilancias
puede deberse a la apertura de las vías respiratorias o al cierre progresivo de las mismas.
Un tó rax "silencioso" en un paciente con un ataque asmá tico agudo generalmente es una
mala señ al: indica un empeoramiento de la obstrucció n.
derivar los pulmones (p. ej., derivació n intracardíaca) son con frecuencia los factores
causales. La decoloració n azulada se ve mejor en las membranas mucosas de la boca (p. ej.,
el frenillo) y los labios. La cianosis periférica resulta de una extracció n excesiva de oxígeno
en la periferia. Se limita a la cianosis de las extremidades (p. ej., los dedos de las manos y
los pies, la nariz). Haz las siguientes preguntas:
"¿Dó nde está presente la cianosis?" "¿Cuá nto tiempo ha estado presente la cianosis?" "¿Está
al tanto de algú n problema pulmonar? ¿Problema cardíaco? ¿Problema sanguíneo?" "¿Qué
hace que la cianosis empeore?" "¿Hay dificultad para respirar asociada? ¿tos? ¿sangrado?"
"¿Qué tipos de trabajo has realizado?" "¿Hay alguien má s en su familia que tenga cianosis?"
Dolor de pecho
El dolor torá cico relacionado con una enfermedad pulmonar generalmente se debe a la
afectació n de la pared torá cica o la pleura parietal. Las fibras nerviosas son abundantes en
esta zona. El dolor pleurítico es un síntoma comú n de la inflamació n de la pleura parietal.
Se describe como un dolor agudo y punzante, que generalmente se siente durante la
inspiració n. Puede estar localizado en un lado y el paciente puede entablillarse para evitar
el dolor. El Capítulo 13, El corazó n, resume las preguntas importantes que debe hacerle a
un paciente que se queja de dolor torá cico. La dilatació n aguda de la arteria pulmonar
principal también puede producir un sensació n de presió n, a menudo indistinguible de la
angina de pecho. Esto resulta de las terminaciones nerviosas que responden al
estiramiento de la arteria pulmonar principal. Aunque el dolor torá cico ocurre en la
enfermedad pulmonar, el dolor torá cico es el síntoma cardinal de la enfermedad cardíaca y
se analiza con má s detalle en el Capítulo 13, El corazó n.
* Entablillar es poner rígidos los mú sculos del tó rax para evitar el movimiento de esa
"parte del tó rax".
Un paciente que sufre un ataque de asma se vuelve ansioso y temeroso, lo que tiende a
perpetuar el ataque. La hiperventilació n puede contribuir a la disnea del paciente asustado.
A pesar de recibir la terapia médica adecuada, estos pacientes continú an disneicos. En tales
pacientes, es la ansiedad y sus causas lo que requiere atenció n. Necesitan apoyo médico y
psicoló gico continuo después de un ataque agudo. Ya en el siglo XII, Maimó nides reconoció
que "la mera dieta y el tratamiento médico no pueden curar por completo este trastorno".
Los niñ os con asma presentan un problema especial. La ansiedad, el bajo rendimiento, la
presió n de los compañ eros y el incumplimiento de los medicamentos pueden exacerbar los
episodios de asma. Estos niñ os faltan a la escuela má s que sus compañ eros no asmá ticos, lo
que hace que el trabajo escolar se resienta: esto crea un círculo vicioso. La incidencia de
trastornos emocionales es má s del doble en niñ os asmá ticos en edad escolar en
comparació n con la població n general. El asma puede afectar la funció n sexual de una
persona tanto fisioló gica como psicoló gicamente. Los pacientes asmá ticos pueden volverse
má s disneicos como resultado de las mayores demandas físicas de las relaciones sexuales.
Puede ocurrir broncoespasmo debido a la excitació n, la ansiedad o el pá nico. La ansiedad
por precipitar un ataque de asma durante las relaciones sexuales empeora la disnea y el
desempeñ o sexual del paciente; se pone en marcha otro círculo vicioso. Los pacientes
pueden entonces tender a evitar las relaciones sexuales.
Físico
Examen
Evaluació n general Inspeccione la expresió n facial del paciente ¿Está el paciente muy
angustiado? ¿Hay aleteo nasal o respiració n con los labios fruncidos? El aleteo nasal es el
movimiento hacia afuera de las fosas nasales durante la inhalació n. Esto se ve en cualquier
condició n que cause un aumento en el trabajo de la respiració n. ¿Hay signos audibles de
respiració n, como estridor y sibilancias? Estos está n relacionados con la obstrucció n al
flujo de aire. ¿Hay cianosis presente?
Inspeccione la postura del paciente Los pacientes con enfermedad obstructiva de las vías
respiratorias tienden a preferir una posició n en la que puedan apoyar los brazos y fijar los
mú sculos de los hombros y el cuello para facilitar la respiració n. Una técnica comú n que
utilizan los pacientes con obstrucció n bronquial es sujetar los costados de la cama y usar el
mú sculo dorsal ancho para ayudar a superar la mayor resistencia al flujo de salida durante
la espiració n. Los pacientes con ortopnea permanecen sentados o se acuestan sobre varias
almohadas.
Inspeccione el cuello ¿La acció n de los mú sculos accesorios ayuda a la respiració n del
paciente? El uso de los mú sculos accesorios es uno de los primeros signos de obstrucció n
de las vías respiratorias. en respiratorio
FIGURA 12-6.
Cifoescoliosis severa
FIGURA 12-7.
Tó rax en embudo.
Inspeccione la configuració n del tó rax Una variedad de condiciones pueden interferir con la
ventilació n adecuada y la configuració n del tó rax puede indicar una enfermedad pulmonar.
En la enfermedad pulmonar obstructiva cró nica avanzada se observa un aumento del
diá metro anteroposterior. El diá metro anteroposterior tiende a ser igual al diá metro lateral
y se produce un tó rax en tonel. Las costillas pierden su á ngulo de 45° y se vuelven má s
horizontales. Un tó rax inestable es una configuració n de tó rax en la que una pared torá cica
se mueve paradó jicamente hacia adentro durante la inspiració n. Esta condició n se ve con
mú ltiples fracturas de costillas. La cifoescoliosis por deformidad espinal da como resultado
un diá metro anteroposterior anormal y una curvatura lateral de la columna que restringe
gravemente la expansió n del tó rax y los pulmones. La figura 12-6 muestra un paciente con
cifoescoliosis grave. El pectus excavatum, o tó rax en embudo, es una depresió n del
esternó n que produce un problema pulmonar restrictivo solo si la depresió n es marcada.
Los pacientes con pectus excavatum pueden tener anomalías de la vá lvula mitral,
especialmente prolapso de la vá lvula mitral. La figura 12-7 muestra un paciente con pectus
excavatum. El pectus carinatum, o pecho de paloma, que resulta de una protrusió n anterior
del esternó n, es una deformidad comú n pero no compromete la ventilació n. La figura 12-8
muestra un paciente con pectus carinatum. Observe la cresta esternal prominente y las
costillas cayendo abruptamente a ambos lados. La figura 12-9 ilustra las diversas
configuraciones de la caja.
TÓ RAX EN EMBUDO
PECTUS CARINATUM
Inspeccione las manos ¿Hay hipocratismo? La técnica para evaluar las discotecas se
describe en el Capítulo 7, La piel. El hallazgo má s temprano de acropaquia es la pérdida del
á ngulo entre la uñ a y la falange terminal. Mire la figura 7-12, en la que se compara un dedo
índice normal con un dedo índice gravemente golpeado en palillo de tambor de un paciente
con carcinoma broncogénico. Las discotecas se han asociado con una serie de trastornos
clínicos, como los siguientes: • Tumores intratorá cicos • Derivaciones venosas a arteriales
mixtas • Enfermedad pulmonar cró nica • Fibrosis hepá tica cró nica La patogenia de las
discotecas no está clara. En muchas condiciones, sin embargo, se produce desaturació n
arterial. Esto, de alguna manera, puede ser el problema de fondo. En algunas personas, las
discotecas pueden heredarse sin ningú n proceso patoló gico.
Cofre posterior
Ahora muévase hacia la parte posterior del paciente para examinar el tó rax posterior.
Palpació n La palpació n se utiliza para evaluar lo siguiente: • Á reas de sensibilidad •
Simetría de la excursió n torá cica • Frémito tá ctil
AB
FIGURA 12-11. Técnica para evaluar la excursió n torá cica posterior. A, Colocació n de las
manos durante la espiració n normal. B, Colocació n de las manos después de una
inspiració n normal.
Palpe en busca de sensibilidad Palpe firmemente con los dedos cualquier á rea del tó rax
donde el paciente experimente sensibilidad. Una queja de "dolor torá cico" puede estar
relacionada solo con una enfermedad musculoesquelética local y no con una enfermedad
del corazó n o los pulmones. Sea meticuloso al evaluar las á reas sensibles.
El grado de simetría de la excursió n del tó rax puede determinarse colocando las manos
planas contra la espalda del paciente con los pulgares paralelos a la línea media
aproximadamente al nivel de la décima costilla y tirando ligeramente de la piel subyacente
hacia la línea media. Se pide al paciente que inhale profundamente y se anota el
movimiento de las manos. El movimiento de la mano debe ser simétrico. La enfermedad
pulmonar localizada puede hacer que un lado del tó rax se mueva menos que el lado
opuesto. La ubicació n de las manos se muestra en la figura 12-11.
Evaluar Frémitus tá ctil El habla crea vibraciones que se pueden escuchar cuando se
escucha el pecho y los pulmones. Estas vibraciones se denominan frenitus vocal. Cuando
uno palpa la pared torá cica mientras un individuo está hablando, estas vibraciones se
pueden sentir y se denominan frenitos tá ctiles. El sonido se conduce desde la laringe a
través del á rbol bronquial hasta el parénquima pulmonar y la pared torá cica. El frémito
tá ctil proporciona informació n ú til sobre la densidad del tejido pulmonar subyacente y la
cavidad torá cica. Las condiciones que aumentan la densidad del pulmó n y lo hacen má s
só lido, como la consolidació n, aumentan la transmisió n del frémito tá ctil. Los estados
clínicos que disminuyen la transmisió n de estas ondas sonoras dan como resultado una
reducció n del frémito tá ctil. Si hay exceso de tejido adiposo en el pecho, aire o líquido en la
cavidad torá cica, o sobreexpansió n del pulmó n, el frémito tá ctil disminuirá . El frémito tá ctil
se puede evaluar de dos maneras. En la primera técnica, el examinador coloca el lado
cubital de la mano derecha contra la pared torá cica del paciente, como se muestra en la
figura 12-12, y le pide al paciente que diga "noventa y nueve". Se evalú a el frémito tá ctil y
se mueve la mano del examinador a la posició n correspondiente del otro lado. Luego se
evalú a y compara el frémito tá ctil en el lado opuesto. Moviendo la mano de lado a lado y de
arriba abajo, el examinador puede detectar diferencias en la transmisió n del sonido a la
pared torá cica. "Noventa y nueve" es una de las frases utilizadas porque provoca buenos
tonos vibratorios. Si el paciente habla má s alto o má s profundo, se mejora la sensació n
tá ctil. El frémito tá ctil debe evaluarse en las seis ubicaciones que se muestran en la figura
12-13.
FIGURA 12-12.
FIGURA 12-13. Ubicaciones en la parte posterior del tó rax para evaluar el frémito tá ctil.
El otro método para evaluar el frémito tá ctil es usar las yemas de los dedos en lugar del
lado cubital de la mano. Se utilizan las mismas posiciones de lado a lado y de arriba a abajo
que se muestran en la Figura 12-13. La evaluació n del frémito tá ctil debe realizarse
utilizando solo una de estas técnicas. El examinador debe probar ambos métodos
inicialmente para determinar cuá l es preferible. El cuadro 12-5 enumera algunas de las
causas patoló gicas importantes de los cambios en el frémito tá ctil.
Neumonía
nota timpá nica, aguda, de calidad hueca. La percusió n sobre una gran masa muscular, como
el muslo, produce una nota plana y aguda. Normalmente, en el pecho, se escuchan y se
sienten embotamiento sobre el corazó n y resonancia sobre los campos pulmonares. A
medida que los pulmones se llenan de líquido y se vuelven má s densos, como en la
neumonía, la resonancia es reemplazada por embotamiento. El término hiperresonancia se
ha aplicado a la nota de percusió n obtenida de un pulmó n con densidad disminuida, como
la que se encuentra en el enfisema. La hiperresonancia es una nota resonante sostenida de
tono bajo, de calidad hueca, que bordea el timpanismo. En la percusió n del tó rax, el
examinador coloca firmemente el dedo medio de una mano contra la pared torá cica del
paciente, paralelo a las fibrilas en un espacio intermedio, con la palma y los otros dedos
separados del tó rax. La punta del dedo medio de lucha de la otra mano asesta un golpe
rá pido y agudo a la falange terminal del dedo izquierdo en la pared torá cica. El movimiento
del dedo que golpea debe provenir de la muñ eca y no del codo. Los jugadores de pá del usan
este movimiento de forma natural, mientras que los jugadores de tenis deben aprender a
concentrarse en usar este movimiento de muñ eca. La técnica de percusió n se esquematiza
en la figura 12-14 y se muestra en la figura 12-15.
FIGURA 12-15. A, Posició n de la mano derecha lista para percutir. B, Ubicació n de las aletas
después del golpe. Note que el movimiento es de la muñ eca.
FIGURA 12-16. Ubicaciones en la parte posterior del tó rax para percusió n y auscultació n.
Prueba la percusió n tú mismo. Percuta sobre el pulmó n derecho (resonante), el estó mago
(timpá nico), el hígado (sordo) y el muslo (plano).
Los sitios en la parte posterior del tó rax para la percusió n está n por encima, entre y por
debajo de las escá pulas en los espacios intercostales, como se muestra en la figura 12-16.
Las escá pulas ó seas no se percuten. El examinador debe comenzar en la parte superior y
trabajar hacia abajo, procediendo de lado a lado, comparando un lado con el otro.
FIGURA 12-17. Técnica para evaluar el movimiento diafragmá tico. Durante la inspiració n,
en el ejemplo de la izquierda, la percusió n en el séptimo espacio posterior derecho en la
línea medioescapular sería resonante como resultado de la presencia del pulmó n
subyacente. Durante la espiració n, en el ejemplo de la derecha, el hígado y el diafragma se
mueven hacia arriba. La percusió n en la misma zona ahora sería sorda, debido a la
presencia del hígado subyacente.
INSPIRACIÓ N CADUCIDAD
Pecho anterior
El examinador ahora debe moverse al frente del paciente. La primera parte del examen del
tó rax anterior se realiza con el paciente sentado, después de lo cual se le pide que se
acueste.
Evalú e la posició n de la trá quea La posició n de la trá quea se puede determinar colocando el
dedo índice derecho en la muesca supraesternal y moviéndolo ligeramente lateralmente
para sentir la ubicació n de la trá quea. Esta técnica se repite moviendo el dedo desde la
escotadura supraesternal hacia el otro lado. El espacio entre la trá quea y la clavícula debe
ser igual. Un desplazamiento del mediastino puede desplazar la trá quea hacia un lado. Esta
técnica se muestra en la figura 12-20. Mire al paciente que se muestra en la figura 12-21.
Nó tese que la trá quea está marcadamente desplazada hacia la derecha en esta mujer muy
caquéctica. Se sugiere el diagnó stico de una masa que empuja o tira de la trá quea hacia la
derecha. Ahora pídale al paciente que se acueste boca arriba durante el resto del examen
del tó rax anterior. Los brazos del paciente está n a los lados. Si la paciente es una mujer,
pídale que eleve los senos o que los desplace usted mismo segú n sea necesario durante la
palpació n, la percusió n y la auscultació n. Estos exá menes no deben realizarse sobre tejido
mamario.
La percusió n del tó rax anterior incluye las fosas supraclaviculares, la axila y los espacios
intermedios anteriores, como se muestra en la figura 12-22. La nota de percusió n de un
lado siempre se compara con la obtenida en la posició n correspondiente del otro lado. Se
puede notar matidez en los espacios intercostales tercero a quinto a la izquierda del
esternó n, lo cual está relacionado con la presencia del corazó n. Percuta en la parte alta de
la axila porque los ló bulos superiores se evalú an mejor en estas posiciones. La percusió n
axilar a veces es má s fá cil de realizar mientras el paciente está sentado.
TABLA 12--8. Condiciones comunes asociadas con disnea Condició n Disnea Otros síntomas
Asma Episó dico, síntoma- Sibilancias, dolor torá cico, tos productiva libre entre ataques
Neumonía Comienzo insidioso Tos Edema pulmonar Abrupto Taquipnea, tos, ortopnea y
disnea nocturna paroxística con estado cró nico Fibrosis pulmonar Taquipnea progresiva,
seca tos Neumonía Esfuerzo Tos productiva, dolor pleurítico Neumotó rax Repentino,
moderado a Repentino dolor pleurítico severo Enfisema Comienzo insidioso, severo Tos a
medida que la enfermedad progresa Bronquitis cró nica A medida que la enfermedad
progresa Tos productiva cró nica y con infecció n Obesidad Esfuerzo
Capítulo 12 El Cofre :341 TABLA 12--9. Diferenciació n de afecciones pulmonares comunes
Condició n Signos vitales Inspecció n Palpació n Percusió n Auscultació n Asma* Taquipnea;
disnea; uso de A menudo normal; A menudo normales; expita- taquicardia accesoria
prolongada mus- hiperresonante disminuida; racionar; sibilancias; claves; posible fremitus
diafragma bajo disminució n cianosis pulmonar; inflació n de hipersonidos
Broncocró nica Taquicardia Posible ciano- A menudo normal A menudo normal Crepitantes
tempranos; chitis hermana; individuo bajo, ronchi fornido
Neumonía Taquicardia; re- Posible ciano- Aumento de tac- Crepitaciones tardías sordas;
ver; taquipnea sis; posible respiració n bronquial fremitus azulejo entablillado en el lado
afectado
Taquicardia respiratoria del adulto; Uso de acce- Usualmente normal A menudo normal
Normal inicialmente; angustia sin- taquipnea mú sculos dolorosos; crepitantes y drome
cianosis disminució n de los ruidos pulmonares,
* A menudo, los hallazgos físicos en el asma no son confiables para predecir su gravedad. 1-
La broncofonía, la pectoriloquia y la egofonía también suelen estar presentes. :1: distensió n
venosa yugular elevada, edema de los pies, hepatomegalia.
:342 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO Vocabulario ú til A continuació n se
enumeran las raíces específicas que son importantes para comprender la terminología
relacionada con las enfermedades del tó rax. Raíz Perteneciente a Ejemplo Definició n
bronco- bronquio bronquitis Inflamació n del bronquio - capnia dió xido de carbono
hipercapnia Exceso de dió xido de carbono en la sangre condro- cartílago crondroma
Crecimiento hiperplá sico del cartílago costo- costillas costocondritis Inflamació n del
cartílago costal muco(o)- moco mucolítico Agente que disuelve el moco fren- diafragma
frenhepá tico Relativo al diafragma y al hígado pleur(o)- pleura pleurítica Relativo a la
inflamació n de la pleura -pne(o)- respiració n disnea Dificultad para respirar; dificultad
para respirar neumo- pulmones neumonectomía Extirpació n quirú rgica de tejido pulmonar
espiro- para respirar espirograma Un seguimiento de los movimientos respiratorios -
stern(o)- esternó n costoesternal Relativo a las costillas y el esternó n
Bibliografía
CAPÍTULO
El corazó n
General
• . . Porque es el corazó n por cuya virtud y pulso la sangre se mueve, se perfecciona, se hace
apta para nutrir y se preserva de la corrupció n y la coagulació n. . De hecho, es la fuente de
la vida, la fuente de toda acció n.
Consideraciones
El corazó n no descansa má s de una fracció n de segundo cada vez• Durante toda la vida, se
contrae má s de 4 mil millones de veces• Para mantener este estado activo, las arterias
coronarias suministran má s de 10 millones de litros de sangre al corazó n. miocardio y má s
de 200 millones de litros a la circulació n sistémica. El gasto cardíaco puede variar en
condiciones fisioló gicas de 3 a 30 L/lluvia, y el flujo sanguíneo regional puede variar en un
200%. Este amplio rango ocurre sin ninguna pérdida de eficiencia en el estado normal. Las
enfermedades del corazó n son comunes. Las principales categorías de enfermedades son la
cardiopatía coronaria, la hipertensió n, la cardiopatía reumá tica, la endocarditis bacteriana
y la cardiopatía congénita. Las consecuencias clínicas de estas condiciones son
generalmente serias. La enfermedad cardíaca coronaria (CHD, por sus siglas en inglés) es la
principal causa de muerte en los Estados Unidos. En 1998 hubo 940.565 muertes por
enfermedades cardiovasculares, incluidas 459.841 muertes relacionadas con cardiopatía
isquémica. A la edad de 60 añ os, casi uno de cada cinco hombres estadounidenses tiene
CHD sintomá tica causada por aterosclerosis coronaria. Los estudios de autopsias durante la
Guerra de Corea mostraron que el 40% de todos los soldados estadounidenses que
murieron cuando tenían poco má s de veinte añ os tenían afectació n ateromatosa de una o
má s de sus arterias coronarias. La cardiopatía coronaria también es la principal causa de
mortalidad en las mujeres en los Estados Unidos y es responsable de la muerte de casi
250,000 mujeres cada añ o. Se cobra má s vidas que las siguientes 14 causas de muerte
combinadas. En mujeres. CHD es altamente dependiente de la edad; una de cada ocho o
nueve mujeres de 45 a 64 añ os tiene evidencia clínica de CHD, mientras que una de cada
tres mujeres mayores de 65 añ os está afectada• Entre las mujeres de 55 a 64 añ os con CHD
clínicamente significativa, el 36% está discapacitada por sus síntomas; esta discapacidad
aumenta al 55% para las mujeres mayores de 75 añ os. Numerosos estudios han
demostrado que la mortalidad por infarto de miocardio es peor para las mujeres que para
los hombres, aunque má s hombres mueren repentinamente a causa de un infarto de
miocardio. el riesgo de por vida de morir por cá ncer de mama es del 2,8%. En los Estados
Unidos en 1998, se sufrieron má s de un milló n de infartos de miocardio, lo que resultó en
203 551 muertes, la mitad de las cuales fueron repentinas• Otras 158 448 personas
murieron por accidentes cerebrovasculares y enfermedades cerebrovasculares
relacionadas• El costo total de las enfermedades cardiovasculares en 1999. productividad y
muerte prematura, se ha estimado en 286.500 millones de dó lares. A diferencia de otras
formas de enfermedad cardíaca, la CC puede ser grave y potencialmente mortal a pesar de
los resultados normales en el examen físico, el electrocardiograma y la radiografía de
tó rax•
345
Estructura
y fisiología
La funció n principal del sistema cardiovascular es entregar nutrientes y eliminar
metabolitos de cada célula del cuerpo. Este sistema de intercambio metabó lico es
producido por un sistema de suministro de alta presió n, un á rea de intercambio y un
sistema de retorno de baja presió n. El sistema de suministro de alta presió n es el lado
izquierdo del corazó n y las arterias, y el sistema de retorno de baja presió n incluye las
venas y el lado derecho del corazó n. La circulació n de la sangre a través del corazó n se
ilustra en la figura 13-I.
Aorta
a los pulmones
vá lvula
De las extremidades inferiores FIGURA 13-1. Circulació n de la sangre a través del corazó n.
Nó dulo auriculoventricular
paquete de su
fibras de Purkinje
rama
El corazó n está envuelto por un delgado saco pericá rdico. La parte inferior de este saco está
adherida al diafragma y la parte superior está flojamente unida a la parte superior del
esternó n. El pericardio visceral es la capa epicá rdica, o má s externa, de células del corazó n.
El pericardio parietal es el saco exterior. Entre estas dos superficies, una pequeñ a cantidad
de líquido pericá rdico en el saco pericá rdico proporciona una interfaz lubricante para el
corazó n en constante movimiento. El pericardio parietal está inervado por el nervio
frénico, que contiene fibras de dolor. El pericardio visceral es insensible al dolor. La
contracció n sincró nica del corazó n resulta de la conducció n de impulsos generados por el
nó dulo sinoauricular (SA) y propagados a través del sistema de conducció n. El nó dulo SA se
encuentra en la unió n de la vena cava superior y el atrio de lucha. El impulso SA se propaga
concéntricamente desde su punto de origen. Cuando el impulso llega al nó dulo
auriculoventricular (AV), en el tabique interauricular cerca de la entrada del seno
coronario, el impulso se ralentiza. Luego se transmite al tejido de conducció n especializado
conocido como las ramas derecha e izquierda del haz, que conducen el impulso a las vías de
conducció n especializadas dentro de los ventrículos, las fibras de Purkinje. El impulso se
propaga desde la superficie endocá rdica a la epicá rdica del corazó n. Estas vías de
conducció n se ilustran en la figura 13-2. El corazó n está inervado extensamente por ramas
del sistema nervioso autó nomo. Tanto las fibras simpá ticas como las parasimpá ticas está n
presentes en los nó dulos SA y AV. El mú sculo auricular también está inervado por ambos
tipos de fibras. La musculatura ventricular está inervada predominantemente por el
sistema nervioso simpá tico. Las fibras parasimpá ticas viajan a lo largo del nervio vago o
décimo nervio craneal. Las fibras simpá ticas descienden en la médula espinal hasta el nivel
de T1-TS, donde emergen a través de las raíces ventrales para formar una sinapsis en los
ganglios simpá ticos torá cicos y cervicales. Las fibras posganglionares viajan a través de los
nervios cardíacos cervicales para unirse a las fibras parasimpá ticas y formar el plexo
cardíaco, que se encuentra cerca del cayado aó rtico y la bifurcació n traqueal. Estas vías
neurales se muestran en la figura 13-3. La estimulació n simpá tica por la norepinefrina
produce incrementos notables en la frecuencia cardíaca y la contractilidad. La estimulació n
parasimpá tica mediada por la acetilcolina enlentece la frecuencia cardíaca y disminuye la
contractilidad. Ademá s, varios sitios receptores proporcionan informació n circulatoria al
centro cardiovascular medular del cerebro. Este centro cuenta con cardioexcitadores y
cardioinhibidores.
-- Nervio vago
T1 T2 T3 T4 T5
-- Nervios cardíacos
Plexo cardíaco
á reas tory que regulan la salida neural a las fibras simpá ticas y parasimpá ticas. Los
receptores de estiramiento en el arco aó rtico y en el seno carotídeo monitorean la presió n
arterial. Estos barorreceptores responden a una disminució n de la presió n arterial al
disminuir sus impulsos al centro medular. El centro detecta esta actividad disminuida y
aumenta su actividad eferente simpá tica y disminuye su actividad eferente parasimpá tica.
El resultado neto es aumentar la frecuencia cardíaca y la contractilidad. Un aumento de la
presió n arterial provoca un aumento de la actividad aferente al centro y se producen los
cambios opuestos. Para describir los signos físicos, el examinador debe ser capaz de
identificar los hitos topográ ficos de la superficie importantes. Capítulo 12. El Cofre.
describe las á reas principales. Estas á reas deben ser revisadas en este momento. La
proyecció n superficial del corazó n y los grandes vasos se muestra en la figura 13-4. La
mayor parte de la superficie cardíaca anterior es el ventrículo derecho. La aurícula derecha
forma un borde estrecho desde la tercera a la quinta costilla a la derecha del esternó n. El
ventrículo izquierdo se encuentra a la izquierda y detrá s del ventrículo derecho. El vértice
del ventrículo izquierdo normalmente se encuentra en el quinto espacio intercostal en la
línea medioclavicular. Esta ubicació n se suele escribir como 51CS-MCL. Este impulso apical
se denomina punto de má ximo impulso (PMI). Las otras cá maras y vasos del corazó n por lo
general no son identificables en el examen. Las cuatro á reas auscultatorias clá sicas
corresponden a puntos sobre el precordio, en los que se escuchan mejor los eventos que se
originan en cada vá lvula. Las á reas no está n necesariamente relacionadas con la posició n
anató mica de la vá lvula, ni se escuchan todos los sonidos en el á rea directamente
producidos por la vá lvula que da nombre al á rea. Las á reas normales son las siguientes:
FIGURA 13-4. Topografía superficial del corazó n. (5 ICS-MCL = quinto espacio intercostal
en la línea medioclavicular).
á rea tricuspídea
hay k recordar que la auricula izquierda es la porcion mas posterior del corazon. Cuando la
aurícula izquierda se agranda, se extiende hacia atrá s y hacia la derecha.
El ciclo cardíaco Para comprender el ciclo cardíaco, se debe revisar el movimiento de las
vá lvulas y las presiones dentro de las cá maras. Las interrelaciones del movimiento de las
vá lvulas son de vital importancia y deben comprenderse. Solo con el conocimiento de estos
ciclos puede comprender completamente el examen físico cardíaco y los sonidos cardíacos.
Los trazados de presió n y los movimientos de la vá lvula se muestran en la Figura 13-6.
Normalmente, solo se puede escuchar el cierre de las vá lvulas cardíacas. El cierre de las
vá lvulas auriculoventriculares, la tricú spide y la mitral, produce el primer ruido cardíaco
($I). El cierre de las vá lvulas semilunares, la aó rtica y la pulmonar, produce el segundo
ruido cardíaco ($2). La apertura de las vá lvulas solo se puede escuchar si está n dañ adas.
Cuando una vá lvula auriculoventricular está estrechada o estenó tica, la apertura de la
vá lvula puede escucharse y se denomina chasquido de apertura. Si una vá lvula semilunar
está estenó tica, la apertura puede escucharse y se denomina clic de eyecció n. Cabe señ alar
en la figura 13-6 que el término chasquido de apertura se refiere a la apertura de una
vá lvula auriculoventricular con dañ o patoló gico que se produce durante la diá stole; el
término clic de eyecció n se refiere a la apertura de una vá lvula semilunar dañ ada que se
produce durante la sístole. La secuencia de apertura y cierre de las cuatro vá lvulas es la
siguiente:
MVcTVcPVoAVoAVcPVcTVoMVo
electrocardiograma
Movimiento/sonidos de vá lvula
FIGURA 13-6. El ciclo cardiaco. (TV c = cierre de la vá lvula tricú spide, PVo = apertura de la
vá lvula pulmonar, MVo = cierre de la vá lvula mitral, AVo = apertura de la vá lvula aó rtica, EC
= chasquido de eyecció n, OS = chasquido de apertura y $1-$4 = primer a cuarto ruidos
cardíacos)
352 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
S $2 $3 S $2 $3 S $2 $3
El pulso arterial El pulso arterial se produce por la eyecció n de sangre hacia la aorta. La
configuració n normal del pulso consiste en un ascenso suave y rá pido que comienza unos
80 mseg después del primer componente de S. A veces hay una pequeñ a muesca en la
pulsació n arterial hacia el final del período de eyecció n rá pida. Esto se llama muesca
anacró tica. El pico del pulso es suave, tiene forma de cú pula y ocurre alrededor de 100 ms
después del inicio del pulso. La rama descendente desde el pico es menos empinada. Hay
un descenso gradual hasta la escotadura dicró tica, que representa el cierre de la vá lvula
aó rtica. El contorno y el volumen del pulso arterial está n determinados por varios factores,
incluido el volumen sistó lico del ventrículo izquierdo, la velocidad de eyecció n, la
distensibilidad y capacidad relativas de las arterias y las ondas de presió n que resultan del
flujo sanguíneo anteró grado. La figura 13-8 muestra un pulso arterial característico. A
medida que el pulso arterial se desplaza hacia la periferia, se producen varios cambios. El
ascenso inicial se vuelve má s pronunciado, el pico sistó lico es má s alto y la muesca
anacró tica se vuelve menos evidente. Ademá s, la muesca dicró tica se produce má s tarde en
el pulso periférico. Esto ocurre aproximadamente 300 ms después del inicio del pulso. La
onda positiva que sigue a la muesca dicró tica se llama onda dicró tica. Comú nmente, dos
ondas pueden estar presentes en el pulso arterial, que precede a la muesca dicró tica. La
onda de percusió n es la onda anterior y está asociada con la tasa de flujo en la arteria. La
onda de percusió n se produce durante la velocidad má xima de flujo. La onda de marea es la
segunda onda, está relacionada con la presió n en el vaso y se produce durante la presió n
sistó lica má xima. La onda de marea suele ser má s pequeñ a que la onda de percusió n, pero
puede aumentar en pacientes hipertensos o de edad avanzada.
Vencimiento
S 1 S 2 A2 P2
Inspiració n
S1S2
ola de sion
Presió n arterial
La presió n sanguínea arterial es la presió n lateral ejercida por una columna de sangre
contra la pared arterial. Es el resultado del gasto cardíaco y la resistencia vascular
periférica. La presió n arterial depende del volumen de sangre expulsado, su velocidad, la
distensibilidad de la pared arterial, la viscosidad de la sangre y la presió n dentro del vaso
después de la ú ltima eyecció n. La presió n arterial sistó lica es la presió n má xima en las
arterias. Está regulado por el volumen sistó lico y la distensibilidad de los vasos sanguíneos.
La presió n arterial diastó lica es la presió n má s baja en las arterias y depende de la
resistencia periférica. La diferencia en la presió n sistó lica y diastó lica es la presió n del
pulso. La presió n arterial sistó lica en las piernas es de 15 a 20 mm Hg mayor que en los
brazos, incluso cuando el individuo está acostado. Esto está en parte relacionado con la ley
de Poiseuille, que establece que la resistencia total de los vasos conectados en paralelo es
mayor que la resistencia de un solo vaso grande. La presió n sanguínea en la aorta es menor
que la presió n sanguínea en las arterias ramificadas de las extremidades inferiores. La
presió n arterial varía mucho, de acuerdo con el grado de excitació n del paciente, el grado
de actividad, los há bitos de fumar, el dolor, la distensió n de la vejiga y el patró n dietético.
Normalmente hay una disminució n inspiratoria de hasta 10 mm Hg en la presió n arterial
sistó lica durante la respiració n tranquila.
Presió n ventricular: onda "a" ] Descenso "x" Descenso "x'" Descenso "y"
Pulso venoso yugular El pulso venoso yugular proporciona informació n directa sobre las
presiones en el lado derecho del corazó n, porque el sistema yugular está en continuidad
directa con la aurícula derecha. Durante la diá stole, cuando la vá lvula tricú spide está
abierta, las venas yugulares también se continú an con el ventrículo derecho. Si no hay
lesió n estenó tica en las vá lvulas pulmonar o mitral, el ventrículo derecho controlará
indirectamente las presiones en la aurícula izquierda y el ventrículo izquierdo. La causa
má s comú n de insuficiencia cardíaca del lado derecho es la insuficiencia cardíaca del lado
izquierdo. El examen de las venas del cuello también proporciona informació n sobre el
ritmo cardíaco. La comprensió n de la fisiología normal es importante en la consideració n
de la pulsació n venosa yugular. La figura 13-9 es una ampliació n de las curvas de presió n
auricular y ventricular que se muestran en la figura 13-6. La onda "a" del pulso venoso
yugular se produce por la contracció n de la aurícula derecha. Cuando la onda "a" se
sincroniza con el electrocardiograma, se encuentra que ocurre alrededor de 90 ms después
del inicio de la onda P. Este retraso de tiempo está relacionado con el tiempo que
transcurre desde la estimulació n eléctrica de las aurículas hasta la contracció n auricular y
la onda resultante que se propaga en el cuello. El descenso x es causado por la relajació n
auricular, que ocurre justo antes de la contracció n ventricular. Esta caída en la presió n de la
aurícula derecha termina con la onda "c". Este aumento de la presió n auricular derecha se
debe al cierre de la vá lvula tricú spide secundario a la contracció n del ventrículo derecho. El
descenso de los anillos de la vá lvula auriculoventricular, también conocido como descenso
de la base del corazó n, produce el siguiente cambio en la presió n de la aurícula derecha,
llamado descenso x prime. A medida que la pared libre del ventrículo derecho se acerca al
tabique durante la contracció n, los anillos de la vá lvula auriculoventricular descienden
hacia el vértice a medida que avanza la contracció n. Esto aumenta el tamañ o de la aurícula,
provocando una caída en su presió n (de ahí el descenso "x prime"). Durante la sístole
ventricular, la aurícula derecha comienza a llenarse de sangre que regresa a través de las
venas cavas. Este aumento de la presió n en la aurícula derecha como consecuencia de su
llenado produce la rama ascendente de la onda "v". Al final de la sístole ventricular, la
presió n del ventrículo derecho cae rá pidamente. En el punto en el que cae por debajo de la
presió n de la aurícula derecha, se abre la vá lvula tricú spide. Esta caída en la presió n de la
aurícula derecha produce el descenso y. Normalmente, solo las ondas "a'" y "'v" son visibles
en el examen. Debido a que la onda "c" con frecuencia no se observa, los descensos primos
x y x se suman en un solo descenso x. Ocasionalmente, la porció n posterior de la onda "c"
puede agrandarse por un artefacto de pulsació n de la arteria caró tida. La evaluació n del
pulso venoso yugular proporciona informació n sobre el nivel de presió n venosa y el tipo de
patró n de onda venosa. Estos se describen en una secció n posterior.
Repaso de
Dolor de pecho
* En general, es mejor dejar que el paciente describa el cará cter del dolor. Estas
descripciones se proporcionan para que el entrevistador las use solo cuando el paciente no
puede caracterizar el dolor.
Lev-
Cuando el dolor torá cico está relacionado con una causa cardíaca, la a[heroesclerosis
coronaria y la enfermedad valvular aó rtica son las má s comunes. La tabla 13-2 enumera
algunas causas frecuentes de dolor torá cico.
palpitaciones
Las palpitaciones son sensaciones incó modas en el pecho asociadas con una variedad de
arritmias. Los pacientes pueden describir las palpitaciones como "aleteo", "latidos
saltados", "golpes", "saltos", "paradas" o "irregularidad". Determinar si el paciente ha
tenido episodios similares y qué se hizo para extinguirlos. Las palpitaciones son comunes y
no necesariamente indican una enfermedad cardíaca grave. Cualquier condició n en la que
haya un aumento del volumen sistó lico, como en la regurgitació n aó rtica, puede estar
asociada con una sensació n de "contracció n forzada". Cuando un paciente se queja de
palpitaciones, haga las siguientes preguntas: "¿Cuá nto tiempo hace que tiene
palpitaciones?" "¿Tiene ataques recurrentes?" Si es así, "¿Con qué frecuencia ocurren?"
"¿Cuá ndo comenzó el ataque actual?" '¿Cuá nto duró ?' '¿Có mo se sintió ?' '¿Alguna maniobra
o posició n lo detuvo?' '¿Se detuvo abruptamente?' '¿Podrías contar tu pulso durante el
ataque?' ¿Có mo era el ritmo en la mesa? ¿Notó palpitaciones después de un ejercicio
intenso? ¿En el esfuerzo? ¿Estando acostado sobre su lado izquierdo? ¿Después de una
comida? ¿Cuando estaba cansado? "Durante las palpitaciones, ¿alguna vez se ha
desmayado? ¿Ha tenido dolor en el pecho?" "¿Hubo rubor, dolor de cabeza o sudor
asociados con las palpitaciones?"* "¿Ha notado intolerancia al calor? ¿al frío?" "¿Qué tipo de
medicamentos está s tomando?" "¿Toma algú n medicamento para sus pulmones?"
Síntomas asociados con un feocromocitoma.
Cardíaco
* Síndrome de Tietze, que es una inflamació n de los cartílagos costales. 1 Herpes zó ster,
que es una invasió n viral de los nervios periféricos en una distribució n dermatomal.
"¿Está s tomando algú n medicamento para la tiroides?" "¿Alguna vez te han dicho que tienes
un problema con la tiroides?" "¿Cuá nto té, café, chocolate o refrescos de cola consume al
día?" "¿Fumas?" En caso afirmativo, "¿Qué fumas?" "¿Tomas bebidas alcohó licas?" "¿Notó
que después de las palpitaciones tenía ganas de orinar?"* Ademá s de las causas
cardiovasculares primarias, la tirotoxicosis, la hipoglucemia, la fiebre, la anemia, el
feocromocitoma y los estados de ansiedad se asocian comú nmente con las palpitaciones. El
hipertiroidismo es una causa importante de alteraciones del ritmo que se originan fuera del
sistema cardiovascular. La cafeína, el tabaco y las drogas también son factores importantes
en la arritmogenicidad. Las aminas simpaticomiméticas utilizadas en el tratamiento de la
broncoconstricció n también son potentes estímulos para la arritmia. En pacientes con
trastornos de pá nico y otros estados de ansiedad, la sensació n de palpitaciones puede
ocurrir durante períodos de frecuencia y ritmo normales. A los pacientes que han tenido
ataques previos de palpitaciones se les debe preguntar lo siguiente: "¿Có mo terminó su
ataque anterior?" "¿Con qué frecuencia tienes los ataques?" "¿Eres capaz de acabar con
ellos?" ¿Si es así, có mo?" "¿Alguna vez le han dicho que tiene el síndrome de Wolff-
Parkinson-White?"
disnea
La queja de disnea es importante. Los pacientes informan que tienen "dificultad para
respirar" o que "no pueden obtener suficiente aire". La disnea se relaciona comú nmente
con afecciones cardíacas o pulmonares. Las preguntas relacionadas con la disnea se
analizan en el capítulo 12, El tó rax. Esta secció n delinea má s la disnea como un síntoma
cardíaco. La disnea paroxística nocturna (DPN) ocurre por la noche o cuando el paciente
está en decú bito supino. Esta posició n aumenta el volumen de sangre intratorá cica y es
posible que un corazó n debilitado no pueda manejar esta mayor carga; puede resultar en
insuficiencia cardiaca congestiva. El paciente se despierta unas 2 horas después de haberse
quedado dormido, presenta marcada disnea, a menudo tose y busca alivio corriendo hacia
una ventana para "tomar má s aire". Los episodios de PND son relativamente específicos
para la insuficiencia cardíaca congestiva. El síntoma de PND a menudo se asocia con el
síntoma de ortopnea, la necesidad de usar má s almohadas para dormir. Pregunte a todos
los pacientes: "¿Cuá ntas almohadas necesita para dormir?" Para ayudar a cuantificar la
ortopnea, puede indicar, por ejemplo, "ortopnea de 3 almohadas durante los ú ltimos 4
meses". La disnea de esfuerzo (DOE) generalmente se debe a insuficiencia cardíaca
congestiva cró nica o enfermedad pulmonar grave. Cuantifique la gravedad de la disnea
preguntando: "¿Cuá ntos bloques planos puede caminar ahora?... ¿Cuá ntos bloques planos
podía caminar hace 6 meses?" El examinador puede ahora intentar cuantificar la disnea:
por ejemplo, "El paciente ha tenido DOE de bloque l durante los ú ltimos 6 meses. Antes de
hace 6 meses, el paciente podía caminar 4 cuadras sin tener dificultad para respirar.
Ademá s , durante los ú ltimos 3 meses el paciente ha notado ortopnea de 4 almohadas.
La trepopnea es una forma rara de disnea posicional en la que el paciente disneico tiene
menos disnea mientras está acostado sobre el lado izquierdo o derecho. La fisiopatología
de la trepopnea no se conoce bien. El cuadro 13-4 enumera las causas frecuentes de disnea.
Síncope
Fatiga
La fatiga es un síntoma comú n de la disminució n del gasto cardíaco. Los pacientes con
insuficiencia cardíaca congestiva y enfermedad de la vá lvula mitral se quejan con
frecuencia de fatiga. Sin embargo, la fatiga no es específica de los problemas cardíacos. Las
causas má s comunes de fatiga son la ansiedad y la depresió n. Otras condiciones asociadas
con la fatiga incluyen anemia y enfermedades cró nicas. El examinador debe intentar
diferenciar la fatiga orgá nica de la psicó gena. Haga las siguientes preguntas: "¿Cuá nto
tiempo ha estado cansado?" "¿Fue el comienzo abrupto?" "¿Te sientes cansado todo el día?
¿Por la mañ ana? ¿Por la noche?"
Capítulo 13 El corazó n 361
"¿Cuá ndo te sientes menos cansado?" "¿Te sientes má s cansado en casa que en el trabajo?"
"¿Se alivia la fatiga con el descanso?"
Los pacientes con fatiga psicó gena está n cansados "todo el tiempo". Suelen estar má s
cansados en casa que en el trabajo, pero en ocasiones describen estar má s cansados por la
mañ ana. Pueden sentirse mejor al final del día, que es cuando la mayoría de los pacientes
con causas orgá nicas se sienten peor.
Edema dependiente La hinchazó n de las piernas, una forma de edema dependiente, es una
queja frecuente de los pacientes. El entrevistador debe preguntar: "¿Cuá ndo se notó la
hinchazó n por primera vez?" "¿Está n ambas piernas hinchadas por igual?" "¿La hinchazó n
apareció de repente?" "¿Empeora la hinchazó n en cualquier momento del día?"
"¿Desaparece después de una noche de sueñ o?" "¿La elevació n de los pies reduce la
hinchazó n?" "¿Qué tipo de medicamentos está s tomando?" "¿Hay antecedentes de
enfermedad renal, cardíaca o hepá tica?" "¿Tienes dificultad para respirar?" Si es así, "¿Qué
fue primero, el edema o la dificultad para respirar?" "¿Tienes dolor en las piernas?"
"¿Tienes alguna ú lcera en las piernas?" Si [el paciente es una mujer], "¿Está tomando
anticonceptivos orales?" "¿El edema está asociado con los cambios menstruales?" El
paciente con insuficiencia cardíaca congestiva tiene edema simétrico de las extremidades
inferiores que empeora a medida que avanza el día. Es menor por la mañ ana después de
dormir con elevació n de las piernas en la cama. Si el paciente también se queja de disnea, es
ú til determinar qué síntoma apareció primero. En pacientes con disnea y edema secundario
a causas cardíacas, la disnea suele preceder al edema. Los pacientes postrados en cama
pueden tener edema dependiente en el á rea sacra.
hemoptisis
Cianosis
La cianosis también se analiza en el Capítulo 12, El tó rax. Las preguntas importantes con
respecto a la cianosis se indican en [hat chapter. Ocasionalmente, se observa cianosis solo
en las extremidades inferiores. Esto se denomina cianosis diferencial. Está relacionado con
un cortocircuito de derecha a izquierda a través de un conducto arterioso permeable
(PDA). En un cortocircuito de derecha a izquierda por hipertensió n pulmonar, la sangre de
la arteria pulmonar cruza el PDA, que se encuentra por debajo del nivel de las arterias
caró tida y subclavia izquierda; la sangre desoxigenada se bombea solo a la extremidad
inferior, lo que produce cianosis solo en esa ubicació n. Parte de la sangre llega a los
pulmones para la oxigenació n y, finalmente, se bombea a través de la aorta para producir
un color de piel normal en la extremidad superior. Mire la figura 13-11. El paciente es un
inmigrante ruso de 30 añ os que fue evaluado en los Estados Unidos por cianosis. Hasta la
edad de 20 añ os, había marcado "'decoloració n azulada" de sus extremidades inferiores y
color relativamente normal en sus extremidades superiores. Durante los siguientes diez
añ os, hubo un oscurecimiento gradual de su parte superior
extremidades Nó tese una marcada cianosis de las extremidades y lechos ungueales de los
dedos de manos y pies. El paciente tenía un CAP con marcada hipertensió n pulmonar.
Impacto
Los pacientes cardíacos son intensamente temerosos. Una vez que se ha diagnosticado la
enfermedad cardíaca, se producen una serie de reacciones. El miedo, la depresió n y la
ansiedad son los resultados. Los pacientes, que estaban totalmente asintomá ticos hasta su
episodio de "muerte sú bita" por oclusió n coronaria, está n asustados. Fueron resucitados la
primera vez; ¿ocurrirá de nuevo? ¿Cuá ndo? Durante la recuperació n en el hospital, tienen
miedo de salir de la unidad de cuidados intensivos por temor a que "nadie los esté
mirando". En el momento del alta del hospital, está n llenos de ansiedad. Aunque desean
desesperadamente irse a casa, se preguntan: "¿Qué pasará si tengo dolor en el pecho en
casa? ¿Quién me brindará asistencia médica?". Pasan por un período de depresió n,
reconociendo lo que han pasado. Después de la convalecencia, se vuelven temerosos de las
situaciones cotidianas que pueden provocar otro ataque. ¿Pueden volver a los "problemas"
diarios en el trabajo? ¿Es seguro tener relaciones sexuales? A pesar de las garantías
apropiadas del médico, su nivel de ansiedad puede permanecer alto. El "lisiado cardíaco" se
ha desarrollado. Los pacientes cardíacos que presenciaron un paro cardíaco fatal de otro
paciente en su habitació n a menudo se niegan a admitir cuá n estresante fue realmente este
evento. Los pacientes discuten libremente sobre la eficiencia del equipo de paro cardíaco o
se quejan de que el ruido les impide dormir. Se niegan a identificarse con el paciente
fallecido. El paciente cardíaco que se acerca a la cirugía tiene los mismos temores que todos
los pacientes quirú rgicos; estos temores se analizan en el Capítulo 2, Las respuestas del
paciente. Sin embargo, los procedimientos quirú rgicos para el paciente cardíaco involucran
el "nú cleo" del cuerpo. El médico concienzudo se tomará tiempo para explicar la naturaleza
del problema y el abordaje quirú rgico. Antes del procedimiento, el médico debe permitir
que el paciente, y especialmente la familia, visiten la unidad de cuidados intensivos donde
el paciente estará unos días después de la cirugía. Se debe asegurar a los pacientes que se
hará todo lo posible por ellos. Su coraje y determinació n y el apoyo del médico son
esenciales.
Físico
Examen El equipo necesario para el examen del oído es un estetoscopio, una linterna y un
aplicador.
El examen físico del corazó n incluye lo siguiente: • Inspecció n del paciente • Evaluació n de
la presió n arterial • Evaluació n del pulso arterial • Evaluació n del pulso venoso yugular •
Percusió n del corazó n • Palpació n del corazó n • Auscultació n del corazó n • Examen de
edema dependiente El paciente debe estar en decú bito supino y el examinador debe
pararse en el lado derecho de la cama. La cabecera de la cama puede elevarse ligeramente
si el paciente se siente má s có modo en esta posició n.
Inspecció n
Evaluar la apariencia general La inspecció n general del paciente ofrece pistas para el
diagnó stico cardíaco. ¿Está el paciente en angustia aguda? ¿Có mo es la respiració n del
paciente? ¿Está trabajado? ¿Se utilizan mú sculos accesorios?
Inspeccione la piel La piel puede revelar muchos cambios asociados con la enfermedad
cardíaca. Inspeccione el color de la piel. ¿Hay cianosis presente? Si es así, ¿aparece central o
periférico? ¿Está presente la palidez? La temperatura de la piel puede reflejar una
enfermedad cardíaca. La anemia grave, el beriberi y la tirotoxicosis tienden a calentar la
piel; la claudicació n intermitente se asocia con frialdad de la extremidad inferior en
comparació n con la extremidad superior. ¿Está n presentes las xanthornatas? Los xantomas
tendinosos son masas duras como la piedra, ligeramente amarillentas, que se encuentran
comú nmente en los tendones extensores de los dedos y son patognomó nicas de la
hipercolesterolemia familiar. El tendó n de Aquiles y los tendones plantares de las plantas
también son ubicaciones comunes para los xantomas tendinosos. La figura 13-12 muestra
xantomas tendinosos en las superficies extensoras de los dedos de un paciente con una
concentració n de colesterol total superior a 450 mg/dl.*
La figura 13-13 muestra otro paciente con mú ltiples xantomas tuberosos de la mano. Este
paciente tenía cirrosis biliar primaria y niveles de colesterol extremadamente elevados. La
cirrosis biliar primaria es una enfermedad hepá tica rara, progresiva y, a menudo, mortal
que se observa principalmente en mujeres. El prurito es un síntoma comú n. Los xantomas
se desarrollan en aproximadamente el 15-20% de los pacientes y normalmente se
encuentran en las palmas de las manos, las plantas de los pies, las rodillas, los codos y las
manos. El colesterol, por lo general en lipoproteínas de alta densidad, suele ser tan alto
como 1000-1500 mg/dL. El anticuerpo antimitocondrial está presente en casi el 90% de los
pacientes. La xanthornata eruptiva se observa en varios trastornos familiares del
metabolismo de las grasas, específicamente en la hiperlipidemia tipos I y IV. El pecho, las
nalgas, el abdomen, la espalda, la cara y los brazos son los má s afectados. La figura 13-14
muestra xantomas eruptivos en el abdomen de un paciente con diabetes mellitus no
controlada e hipertrigliceridemia. El xantoma eruptivo en la cara de un paciente se muestra
en la figura 13-15. Los xantomas eruptivos resultan de elevaciones en los triglicéridos
plasmá ticos, por lo general má s de 1500 rag/dl.* Después de un consumo excesivo de
alcohol, este paciente desarrolló estas lesiones; sus triglicéridos séricos excedieron los
2000 mg/dL. Las lesiones, frecuentemente encontradas en el abdomen, glú teos, codos,
rodillas y espalda, son pequeñ as pá pulas amarillentas de 1-3 mm de diá metro sobre una
base eritematosa. Con la reducció n en el nivel de triglicéridos, las lesiones pueden
retroceder.
¿Hay una erupció n presente? La presencia de eritema arnarginoso (eritema en el que las
á reas enrojecidas tienen forma de disco con bordes elevados) en un paciente febril sugiere
fiebre reumá tica aguda. ¿Hay lesiones dolorosas en los dedos de las manos o de los pies?
Los nó dulos de Osler son lesiones dolorosas que se producen en los mechones de los dedos
de las manos y los pies en pacientes con endocarditis infecciosa. Son evanescentes, pero se
dice que ocurren en 10 a 25% de los pacientes con endocarditis infecciosa.
Inspeccione las uñ as Con frecuencia, las hemorragias en astilla son visibles como pequeñ as
líneas de color marró n rojizo en el lecho ungueal. Estas hemorragias discurren
proximalmente desde el margen libre y clá sicamente se asocian con endocarditis
infecciosa. Sin embargo, el hallazgo es inespecífico porque se encuentra en muchas otras
condiciones, incluso en traumatismos locales en la uñ a. En la figura 13-16 se muestra un
clavo que muestra hemorragias en astilla en un paciente con endocarditis.
Inspeccione la facies Las anomalías del corazó n también pueden estar asociadas con
peculiaridades de la cara y la cabeza. La estenosis aó rtica supravalvular, un problema
congénito, ocurre en asociació n con ojos muy separados, estrabismo, orejas de
implantació n baja, nariz respingona e hipoplasia de la mandíbula. La cara de luna llena y los
ojos muy separados son sugestivos de estenosis pulmonar. En el hipotiroidismo se observa
facies inexpresiva con pá rpados hinchados y pérdida del tercio externo de la ceja. Las
personas afectadas pueden tener una miocardiopatía. El pliegue del ló bulo de la oreja, o
signo de Lichtstein, es un pliegue oblicuo, a menudo bilateral, que se observa con
frecuencia en pacientes mayores de 50 añ os con cardiopatía coronaria significativa. Este
signo se muestra en la Figura 13-17. Aunque es un signo ú til, hay demasiados resultados
falsos positivos y falsos negativos para que este signo sea muy fiable.
Inspeccione la configuració n del tó rax La inspecció n del tó rax a menudo revela informació n
sobre el corazó n. Debido a que el tó rax y el corazó n se desarrollan aproximadamente al
mismo tiempo durante la embriogénesis, no sorprende que cualquier cosa que interfiera
con el desarrollo del tó rax pueda interferir con el corazó n. En el síndrome de Marfan y en el
prolapso de la vá lvula mitral se observa un pectus excavaturn, o tó rax hundido (v. fig. 12-
7). El pectus carinaturn, o pecho de paloma, también se relaciona con el síndrome de
Marfan (v. fig. 12-8). ¿Hay movimientos cardíacos visibles?
Inspeccione las extremidades Algunas anomalías congénitas del corazó n se asocian con
anomalías de las extremidades. Los pacientes con comunicació n interauricular pueden
tener una falange adicional, un dedo adicional o un dedo adicional del pie. Los dedos largos
y delgados sugieren síndrome de Marfan y posible regurgitació n aó rtica. La baja estatura, el
cú bito en valgo y la desviació n medial del antebrazo extendido son típicos de los pacientes
con síndrome de Turner.
* Estatura baja, desarrollo sexual retardado y cuello palmeado en una mujer, asociado con
una anomalía de los cromosomas sexuales (45,XO). Síndrome de Male Turner (46,XY).
o se palpa la arteria radial derecha mientras se infla el manguito por encima de la presió n
necesaria para obliterar el pulso. El tornillo ajustable se abre lentamente para desinflarlo.
La presió n sistó lica se identifica por la reaparició n del pulso braquial. Tan pronto como se
siente el pulso, el tornillo ajustable se abre para desinflarlo rá pidamente. Esta es la presió n
arterial sistó lica. Esto se muestra en la Figura 13-20.
Descarte la hipotensió n ortostá tica Después de que el paciente haya estado acostado
durante al menos 5 minutos, mida la presió n arterial y el pulso de referencia. Luego haga
que el paciente se ponga de pie y repita las mediciones inmediatamente.
La hipotensió n ortostá tica se define como una caída de la presió n arterial sistó lica de 20
mm Hg o má s al adoptar la posició n de pie en asociació n con el desarrollo de síntomas
como mareos o síncope. En la mayoría de los pacientes, también hay un aumento en la
frecuencia cardíaca.
Palpe la arteria caró tida Evalú e el pulso de la arteria caró tida colocá ndose al lado derecho
del paciente, con el paciente acostado boca arriba. Auscultar primero las arterias caró tidas
en busca de soplos (véase el capítulo 14, El sistema vascular periférico). Si hay un soplo, no
palpe la arteria caró tida. Si hay una placa de colesterol, la palpació n puede producir un
émbolo. Para palpar la arteria caró tida, coloque los dedos índice y anular sobre el cartílago
tiroides y deslícelos lateralmente entre la trá quea y el mú sculo esternocleidomastoideo.
Debería poder sentir las pulsaciones de la caró tida medialmente al mú sculo
esternocleidomastoideo. La palpació n debe realizarse en la parte baja del cuello para evitar
la presió n sobre el seno carotídeo, lo que provocaría una caída refleja de la presió n arterial
y la frecuencia cardíaca. Cada arteria caró tida se evalú a por separado. Nunca presione
ambas arterias caró tidas al mismo tiempo. Después de evaluar la arteria caró tida derecha,
pá rese en la misma posició n y vuelva a colocar los mismos dedos sobre la trá quea y
deslícelos lateralmente hacia la izquierda para palpar la arteria caró tida izquierda. Esta
técnica se muestra en la figura 13-23.
AB
La arteria caró tida se utiliza para la evaluació n del contorno y la amplitud del pulso. El
contorno es la forma de la onda. Con frecuencia se describe como la velocidad de la
pendiente ascendente, la pendiente descendente y la duració n de la ola. El examinador
debe colocar una mano firmemente contra la arteria caró tida hasta sentir la fuerza má xima.
En este momento, la forma de onda debe ser discernible. El pulso puede describirse como
normal, disminuido, aumentado o con doble pico. La onda del pulso carotídeo normal es
suave, con un recorrido ascendente má s pronunciado y má s rá pido que el recorrido
descendente. Un pulso disminuido es un pulso pequeñ o y débil. El dedo que palpa siente un
aumento suave de la presió n con un pico distintivo. Un aumento del pulso es un pulso
grande, fuerte e hipercinético. El dedo que palpa siente un aumento de la tasa de ascenso
de la rama ascendente del pulso y un golpe rá pido en su punto má ximo. Un pulso de doble
pico tiene una percusió n prominente y una onda de marea con o sin onda dicró tica. En la
figura 13-24 se presenta un resumen de las anomalías del pulso arterial.
El pulso venoso yugular La vena yugular interna proporciona informació n sobre las formas
de onda y la presió n de la aurícula derecha. Las pulsaciones de la vena yugular interna
está n debajo del mú sculo esternocleidomastoideo y son visibles a medida que se
transmiten a través del tejido circundante. La vena en sí no es visible. Debido a que la vena
yugular interna derecha es má s recta que la izquierda, solo se evalú a la vena yugular
interna derecha. El sistema yugular externo, que es má s fá cil de visualizar, es mucho menos
preciso y no debe usarse.
Determinació n de las formas de las ondas yugulares Para visualizar las formas de las ondas
yugulares, el examinador debe hacer que el paciente se acueste sin almohada para que el
cuello no se flexione e interfiera con las pulsaciones. El tronco del paciente debe estar
aproximadamente a 25° con la horizontal. Cuanto mayor sea la presió n venosa, mayor será
la elevació n que se requerirá ; cuanto menor sea la presió n, menor será la elevació n
necesaria. La cabeza del paciente debe girarse ligeramente hacia la derecha y ligeramente
hacia abajo para relajar el mú sculo esternocleidomastoideo derecho. De pie sobre el lado
derecho del paciente, el examinador debe colocar la mano derecha, sosteniendo una
pequeñ a linterna de bolsillo, sobre el esternó n del paciente y hacer brillar la luz
tangencialmente a través del lado derecho del cuello del paciente. Las sombras de las
pulsaciones se proyectará n sobre la sá bana detrá s del paciente. La luz y las sombras
magnifican las formas de onda. Esta técnica se muestra en la figura 13-25. Si no se ven
formas de onda, se debe reducir el á ngulo de elevació n de la cabecera de la cama. Para
ayudar a identificar las formas de onda, el examinador puede cronometrar el ciclo cardíaco
palpando el impulso cardíaco debajo de la mano derecha o sintiendo el impulso carotídeo
izquierdo con la mano izquierda. Los descensos, má s que las olas en sí, tienden a ser má s
evidentes. Si las venas del cuello son visibles en el margen de la mandíbula mientras el
paciente está sentado, el examinador debe observar las formas de onda en el á ngulo de la
mandíbula con el paciente sentado en posició n vertical. El pulso yugular debe diferenciarse
de la pulsació n de la arteria caró tida. La tabla 13-6 enumera las diferencias características
má s importantes de estos pulsos.
Estimar la Presió n Venosa Yugular Para evaluar la presió n en el lado derecho del corazó n,
es necesario establecer un nivel de referencia. La referencia está ndar es el á ngulo
manubrioesternal. En cualquier grado de elevació n, esta posició n se usa para medir la
presió n en el sistema yugular interno. El examinador primero debe determinar la altura de
la distensió n venosa observando la parte superior de las formas de onda en las pulsaciones
venosas yugulares internas. Luego se dibuja una línea horizontal imaginaria desde esta
altura hasta el á ngulo esternal. Luego, el examinador debe medir la distancia desde el
á ngulo esternal hasta esta línea imaginaria. También se estima el á ngulo de elevació n de la
cabecera de la cama. Podría decirse: "A 45° de elevació n, el pulso yugular está 7 cm por
encima del á ngulo esternal". A 45°, el límite superior de la normalidad es de 4-5 cm por
encima del á ngulo esternal: si el paciente está a 30°, el límite superior de la normalidad es
de 6 cm. Cuando la altura de la columna venosa es igual o inferior al á ngulo esternal en
posició n supina, la presió n venosa suele ser normal. Hay una gran imprecisió n al intentar
determinar la presió n en la aurícula derecha con el manó metro yugular, como se acaba de
indicar. "Se ha demostrado numerosos
Tipo Descripció n Causa Anacró tico* Pulso de estenosis aó rtica retardado, de aumento
lento, pequeñ o, con una muesca o un hombro en la rama ascendente Martillo de ariete
Expansió n de la regurgitació n aó rtica sistó lica rá pida y repentina Bisferiens Pulso de doble
pico con un descenso mesosistó lico
Insuficiencia aó rtica Estenosis aó rtica combinada e insuficiencia aó rtica Estenosis
subaó rtica hipertró fica idiopá tica (IHSS)
electrocardiograma
NORMAL
ANACROTICO
GOLPE DE AGUA
BISFERIENS
ALTERNOS
PARADÓ JICO
TABLA 13--6. Diferenciació n de formas de onda yugular y carotídea ____ __ Pulso yugular
interno __ Pulso carotídeo Palpació n __ No palpable __ Palpable Forma de onda__s
Multiforma: 2 o 3 componentes Calidad ú nica Suave, ondulante Presió n vigorosa* Formas
de onda borradas Sin efecto Inspiració n Disminució n de la altura de las formas de onda Sin
efecto Sentado __ Disminució n de la altura de las formas de las olas Sin efecto Maniobra de
Valsalva Aumento de la altura de las formas de las olas Sin efecto I *Presió n leve en el vaso
por encima del extremo esternal de la clavícula
veces que la sensibilidad y la especificidad de esta prueba son bajas, lo que hace que esta
prueba sea inexacta para predecir presiones elevadas. La ú nica afirmació n precisa es que la
presió n de la aurícula derecha es alta cuando hay distensió n de las venas del cuello hasta el
margen de la mandíbula mientras el paciente está sentado a 90°. En este momento, la
presió n en la aurícula derecha generalmente supera los 15 mm Hg. El paciente que se
muestra en la figura 13-26 tenía las venas del cuello distendidas hasta el á ngulo de la
mandíbula mientras estaba sentado en posició n vertical. Su presió n auricular derecha era
de 21 mm Hg.
Evalú e el reflujo hepatoyugular Una prueba ú til para evaluar la presió n venosa yugular alta
es el reflujo hepatoyugular, también conocido como compresió n abdominal. Al aplicar
presió n sobre el hígado, el examinador puede evaluar macroscó picamente la funció n del
ventrículo derecho. Los pacientes con insuficiencia ventricular derecha tienen sinusoides
dilatados en el hígado. La presió n sobre el hígado empuja la sangre fuera de estos
sinusoides hacia la vena cava inferior y el corazó n derecho, lo que provoca una mayor
distensió n de las venas del cuello. El procedimiento se realiza con el paciente acostado en
cama, con la boca abierta, respirando normalmente; esto evita una maniobra de Valsalva. El
examinador coloca la mano derecha sobre el hígado en el cuadrante superior derecho y
aplica una presió n firme y progresiva. La compresió n se mantiene durante 10 segundos. La
respuesta normal es que las venas yugulares interna y externa muestren un aumento
transitorio de la distensió n durante los primeros ciclos cardíacos, seguido de una caída a
los niveles basales durante la ú ltima parte de la compresió n. En pacientes con insuficiencia
ventricular derecha o presió n de enclavamiento arterial pulmonar elevada, las venas del
cuello permanecen distendidas durante todo el período de compresió n; esta distensió n cae
rá pidamente (al menos 4 cm) al soltar repentinamente la mano que comprime. Si el
examen se realiza incorrectamente con la boca del paciente cerrada, se producirá una
maniobra de Valsalva y producirá resultados inexactos de la prueba de reflujo
hepatoyugular. Como la mayoría de las otras maniobras clínicas, el reflujo hepatoyugular
debe realizarse de manera estandarizada. Si se realiza correctamente, esta prueba puede
tener un valor considerable en la evaluació n del paciente al lado de la cama. El resultado de
la prueba se correlaciona mejor con la presió n de enclavamiento de la arteria pulmonar y,
como tal, es un reflejo del aumento del volumen sanguíneo central. Ewy evaluó esta prueba
y mostró que, en ausencia de insuficiencia ventricular derecha, un resultado positivo de la
prueba sugiere una presió n de enclavamiento de la arteria pulmonar de 15 mm Hg o má s.
Percusió n
Palpació n
Palpar el PMI El examinador debe pararse del lado derecho del paciente, con la cama a un
nivel có modo para el examinador. La palpació n del PMI se realiza má s fá cilmente con el
paciente sentado. Solo las yemas de los dedos deben aplicarse al tó rax en el quinto espacio
intercostal, línea medioclavicular, porque son las má s sensibles para evaluar el movimiento
localizado. El PMI debe tenerse en cuenta. Esta técnica se demuestra en
Vibraciones cutá neas de baja frecuencia asociadas con soplos cardíacos fuertes.
Figura 13-27. Si no se siente el impulso apical, el examinador debe mover las yemas de los
dedos en el á rea del vértice cardíaco. El PMI suele estar dentro de los 10 cm de la línea
medioesternal y no tiene má s de 2-3 cm de diá metro. Un PMI que se desplaza lateralmente
o se siente en dos espacios intermedios durante la misma fase de la respiració n sugiere
cardiomegalia. El PMI se siente en aproximadamente el 70% de las personas normales
mientras está n sentados. Si no se puede sentir en la posició n sentada, el paciente debe ser
reevaluado en posició n supina y en decú bito lateral izquierdo. La posició n del PMI en
decú bito lateral izquierdo debe evaluarse sabiendo que el impulso cardíaco normal ahora
se desplazará ligeramente hacia la izquierda. Si en decú bito lateral izquierdo el PMI no está
desplazado lateralmente, el examinador puede sospechar que no hay cardiomegalia. En un
paciente sin condiciones que predispongan a la hipertrofia ventricular izquierda, se dice
que un impulso apical palpable sentido en decú bito lateral izquierdo mayor de 3 cm es un
indicador específico (91%) y sensible (92%) de hipertrofia ventricular izquierda.
ampliació n. Un diá metro apical de má s de 3 cm predice (86%) un aumento del volumen
telediastó lico del ventrículo izquierdo. En pacientes con un diá metro apical de menos de 3
cm y un volumen diastó lico final del ventrículo izquierdo normal, el valor predictivo
negativo es del 95%. Aunque el PMI generalmente corresponde al vértice del ventrículo
izquierdo, en pacientes con un ventrículo derecho agrandado, el corazó n gira en el sentido
de las agujas del reloj, visto desde abajo, y el PMI en realidad puede ser producido por el
ventrículo derecho. Esta rotació n gira el ventrículo izquierdo hacia atrá s y dificulta la
palpació n. El impulso apical del ventrículo derecho es má s difuso que el del ventrículo
izquierdo, que tiende a ser má s localizado. En pacientes con enfermedad pulmonar
obstructiva cró nica, la sobreinflació n de los pulmones desplaza el PMI hacia abajo y hacia la
derecha. El PMI en tales pacientes se siente en el á rea epigá strica, en el extremo inferior del
esternó n. En pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva cró nica, un PMI en la
ubicació n normal sugiere cardiomegalia.
Palpar en busca de movimiento localizado Ahora se debe indicar al paciente que se acueste
para poder realizar la palpació n de las cuatro á reas cardíacas principales. El examinador
utiliza las yemas de los dedos para evaluar cualquier movimiento localizado. Esta técnica se
muestra en la figura 13-28.
Palpe el movimiento generalizado Después de palpar el tó rax con las yemas de los dedos, el
examinador usa la parte proximal de la mano para palpar cualquier á rea grande de
movimiento sostenido hacia afuera, lo que se denomina levantamiento o levantamiento. El
examinador vuelve a palpar cada una de las cuatro á reas cardíacas principales. La técnica
para evaluar los movimientos se muestra en la Figura 13-29. La presencia de una roca RV,
que es un impulso paraesternal izquierdo sostenido asociado con retracció n lateral, sugiere
un ventrículo derecho grande. Cualquier condició n que aumente la tasa de llenado
ventricular durante la diá stole temprana puede producir un impulso palpable que ocurre
después del impulso ventricular izquierdo principal. Este segundo impulso en la zona del
punto de má ximo impulso suele sentirse en asociació n con un $3. Con frecuencia, un $3 se
siente má s fá cilmente que se escucha. El uso de un depresor de lengua o un bastoncillo
aplicador puede ser ú til para reforzar visualmente lo palpado. La punta del palo se coloca
directamente sobre el á rea y se mantiene en su lugar con el dedo del examinador. Esto
actú a como punto de apoyo y los movimientos tienden a ser magnificados por el
movimiento del palo. La técnica se muestra en la figura 13-30.
Palpar en busca de emociones Las emociones son las sensaciones vibratorias superficiales
que se sienten en la piel que recubre un á rea de turbulencia. La presencia de un escalofrío
indica un fuerte murmullo. Las emociones se sienten mejor usando las cabezas de los
huesos metacarpianos en lugar de las yemas de los dedos y aplicando una presió n muy
suave sobre la piel. Si se aplica demasiada presió n, no se sentirá n emociones. La palpació n
del frémito es generalmente de poca importancia, porque la auscultació n revelará la
presencia del soplo fuerte que ha producido el frémito. Por lo tanto, el hallazgo de un
frémito agrega poco al diagnó stico, pero es un signo físico interesante para alertar al
examinador sobre lo que se escuchará .
Auscultació n
El examinador debe estar del lado derecho del paciente mientras el paciente yace plano
sobre la espalda. Si aú n no está a la altura adecuada, la cama debe ajustarse para que el
examinador se sienta có modo. El examinador debe escuchar en las á reas aó rtica, pulmonar,
tricuspídea y mitral. Sin embargo, el examinador no debe limitar la auscultació n
ú nicamente a estas á reas. El examinador debe comenzar en cualquier á rea y "pulgadas" el
estetoscopio sobre el precordio de un á rea a otra. Las á reas se han establecido para
proporcionar cierto grado de estandarizació n. Mientras escucha en el vértice y borde
esternal inferior izquierdo con la campana. el examinador debe determinar si está presente
un $3 o un $4. Los soplos cardíacos pueden irradiarse ampliamente. Determine dó nde los
sonidos son má s fuertes o se escuchan mejor. No hay paredes acú sticas en el cofre. Un
soplo que normalmente se escucha en el vértice con radiació n a la axila puede escucharse
en el cuello, si es lo suficientemente fuerte. El soplo en este ejemplo probablemente sea
má s fuerte en el vértice y la axila.
Las posiciones de auscultació n está ndar Las cuatro posiciones de auscultació n está ndar se
muestran en la figura 13-31. Son los siguientes: • Supino • Decú bito lateral izquierdo • De
pie • De pie, inclinado hacia adelante Todas las á reas precordiales se examinan mientras el
paciente está en decú bito supino. Usando un enfoque sistemá tico, el examinador comienza
en el á rea aó rtica o en el vértice y escucha atentamente los sonidos del corazó n. Después de
examinar todas las á reas, se le indica al paciente que gire hacia el lado izquierdo. El
examinador debe ahora escuchar en el vértice el soplo diastó lico de tono bajo de la
estenosis rnitral, que se escucha mejor con la campana del estetoscopio. El examinador
hace que el paciente se siente derecho y examina todas las á reas con el diafragma del
estetoscopio. Finalmente, le pedí al paciente que se sentara y se inclinara hacia adelante. Se
le pide al paciente que exhale y contenga la respiració n mientras el examinador, usando el
FIGURA 13-31. Posiciones para auscultació n. A, La posició n supina, utilizada para escuchar
todas las á reas. B. La posició n de decú bito lateral izquierdo, utilizada para escuchar con la
campana en el á rea mitral. C, La posició n vertical, utilizada para escuchar todas las á reas. D,
La posició n vertical, inclinada hacia adelante, utilizada para escuchar con el diafragma en
las posiciones bá sicas.
diafragma, ausculta el soplo diastó lico agudo de regurgitació n aó rtica en el segundo y
tercer espacios intercostales derecho e izquierdo.
Para interpretar con precisió n los sonidos cardíacos, el examinador debe poder
cronometrar los eventos del ciclo cardíaco. La forma má s fiable de identificar $I y $2 es
cronometrar los sonidos palpando la arteria caró tida. Mientras la mano derecha del
examinador coloca el
estetoscopio, la mano izquierda se coloca sobre la arteria caró tida del paciente. Esta técnica
se muestra en la figura 13-32. El sonido que precede al pulso carotídeo es el $I. El $2 sigue
el pulso. Debe usarse el pulso carotídeo, no el radial. El retraso de tiempo desde $2 hasta el
pulso radial es significativo y se producirá n errores en la sincronizació n.
Describa cualquier soplo presente Si hay un soplo presente, se debe prestar atenció n a las
siguientes características: • Momento en el ciclo cardíaco • Ubicació n • Radiació n •
Duració n • Intensidad • Tono • Calidad • Relació n con la respiració n • Relació n con la
posició n del cuerpo
El momento de los soplos en cuanto a sístole y diá stole es primordial. ¿El soplo sistó lico
comienza con o después de $I? ¿Termina antes, con o después de $2? ¿El soplo ocupa todo
el período sistó lico? Los soplos que ocurren a lo largo de la sístole se denominan
holosistó licos o pansistó licos. Estos murmullos comienzan con $I y terminan después de
$2. Un soplo de eyecció n sistó lico comienza después de S y termina antes de $2. ¿El soplo
ocurre solo en la sístole temprana, mesosístole o sístole tardía? ¿Persiste el soplo durante
todo el período diastó lico? Estos soplos se denominan holodiastó licos. ¿En qué á rea se
escucha mejor el soplo? La radiació n del soplo puede proporcionar una pista sobre su
causa. ¿Irradia a la axila? ¿el cuello? ¿la parte de atrá s? La intensidad de un soplo se
clasifica de I a VI. basado en el aumento de la sonoridad. El siguiente sistema de
clasificació n, aunque anticuado, sirve como medio para comunicar a otros la intensidad del
soplo: I Intensidad má s baja, a menudo no escuchada por oyentes inexpertos II Intensidad
baja, generalmente audible por oyentes inexpertos III Intensidad media sin
estremecimiento IV Intensidad media con frémito V El soplo má s fuerte que se escucha
cuando se coloca el estetoscopio en el tó rax. Asociado a una emoció n. Vl Intensidad má s
alta: audible cuando se retira el estetoscopio del tó rax. Asociado con una emoció n. Los
soplos se pueden describir, por ejemplo, como "grado II/VI", "grado IV/VI" o "grado
II-III/VI". Cualquier soplo asociado a un frémito debe ser al menos de grado IV/VI. Un soplo
de grado IV/VI es má s fuerte que un soplo de grado II/VI solo porque hay má s turbulencia;
ambos o ninguno pueden tener importancia clínica. El "/VI" se usa porque hay otro sistema
de calificació n menos popular que usa solo cuatro categorías. Un axioma importante a
recordar es el siguiente:
En general, la intensidad de un soplo no dice nada sobre la gravedad del estado clínico.
Describa cualquier frotamiento pericá rdico Los frotamientos por fricció n son sonidos
extracardíacos de corta duració n que tienen una cualidad ú nica similar al sonido de rascar
papel de lija. Los roces pueden deberse a la irritació n de la pleura (es decir, un roce pleural)
o del pericardio (es decir, un roce pericá rdico). Los roces pericá rdicos suelen tener tres
componentes: uno sistó lico y dos diastó licos. El componente sistó lico ocurre durante la
eyecció n; los dos componentes diastó licos ocurren durante el llenado rá pido y la
contracció n auricular. Los roces pericá rdicos se escuchan mejor con el paciente sentado
mientras contiene la respiració n durante la espiració n. Los pacientes con roce pericá rdico
comú nmente tienen dolor torá cico que se alivia al sentarse hacia adelante. Un roce que
desaparece mientras el paciente contiene la respiració n se origina en la pleura.
Con experiencia, el examinador podrá escuchar todas las partes del ciclo cardíaco en un
á rea y comparar los sonidos y eventos con los de otras á reas. Normalmente, $I es má s
fuerte en el vértice y S es má s fuerte en la base. La divisió n de S en A2 y P2 durante la
inspiració n se escucha mejor en el á rea pulmonar con el paciente acostado boca arriba.
Esto aumenta el retorno venoso y amplía la divisió n A2-P.
AB
FIGURA 13-33. Técnica para probar el edema con fó vea. A muestra al examinador
presionando en el á rea de la espinilla. B muestra la muesca que se produce después de que
se levantan los dedos cuando hay edema con fó vea.
examen para
Prueba de edema
Para probar el edema con fó vea, los dedos se presionan en un á rea dependiente, como la
espinilla, durante 2 a 3 segundos. Si hay edema con fó vea, los dedos se hundirá n en el tejido
y, cuando se extraigan los dedos, permanecerá la impresió n de los dedos. Esta técnica se
muestra en la figura 13-33. El edema con fó vea generalmente se cuantifica de 1+ a 4+,
dependiendo de cuá nto tiempo persista la hendidura. El má s notable es 4+. En pacientes
postrados en cama, la zona dependiente suele ser el sacro y no las espinillas. El examinador
debe evaluar si hay edema sobre el sacro en estos pacientes. La figura 13-34 ilustra el
edema sacro 4+ en un paciente postrado en cama.
FIGURA 13-34. Técnica para probar el edema con fó vea sobre el sacro A muestra al
examinador presionando el sacro B muestra el edema con fó vea en este paciente postrado
en cama
382 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
La discusió n ahora se enfoca en los cambios patoló gicos que resultan en lo siguiente: •
Anomalías del primer ruido cardíaco • Anomalías del segundo ruido cardíaco • Clics
sistó licos • Crujidos de apertura diastó lica • Soplos
Anomalías del primer sonido cardíaco Anomalías de la intensidad de $1 Los factores que
son responsables de la intensidad de $I son los siguientes: • La tasa de aumento de la
presió n ventricular • El estado de la vá lvula • La posició n de la vá lvula • La distancia del
corazó n a la pared torá cica Cuanto mayor sea la tasa de aumento de la presió n del
ventrículo izquierdo, má s fuerte será el componente mitral de S]. El aumento de la
contractilidad aumentará la intensidad de $2. La contractilidad disminuida ablandará $I.
Cuando la vá lvula auriculoventricular se endurece como consecuencia de una fibrosis o
calcificació n, su cierre será má s ruidoso. La vá lvula patoló gicamente deformada de la
estenosis mitral producirá una S acentuada o má s fuerte. Después de muchos añ os, a
medida que la vá lvula se vuelve má s y má s calcificada, no podrá moverse, lo que hará que la
S se ablande. La posició n de la vá lvula en el momento de la contracció n ventricular afecta la
intensidad de S. El arco de coaptació n es el á ngulo por el que se cierra la vá lvula. Si la
vá lvula está en una posició n media, su recorrido es menor que cuando se cierra desde una
posició n completamente abierta. Cuanto má s se abre, má s ancho es el arco de coaptació n y
má s fuerte es S. Esto está directamente relacionado con la presió n en la aurícula izquierda
en el momento en que la presió n del ventrículo izquierdo la supera y cierra la vá lvula. Esto
se puede ver en condiciones en las que hay un intervalo PR acortado en el
electrocardiograma. La vá lvula mitral se abre normalmente durante la diá stole para el
llenado ventricular. La onda P del electrocardiograma corresponde a la contracció n
auricular, que eleva la presió n de la aurícula izquierda (la onda "a" del trazado de la
aurícula izquierda), abriendo aú n má s la vá lvula mitral en la diá stole tardía. Si el intervalo
PR es corto, la contracció n ventricular se produce tan rá pidamente después de la
contracció n auricular que la presió n auricular sigue siendo alta cuando la presió n del
ventrículo izquierdo la supera. La vá lvula mitral permanece abierta má s tiempo y se cierra
má s tarde de lo normal, durante el rá pido aumento de la presió n del ventrículo, que
acentú a $I. En general, cuanto má s largo es el intervalo PR, má s suave es la S. El
alargamiento de los intervalos PR, como se ve en el fenó meno de Wenckebach*, produce
una $I que se suaviza hasta que se produce el latido caído. Siempre que el corazó n esté má s
alejado de la pared torá cica, S será má s suave de lo normal. En pacientes muy obesos o con
enfermedad pulmonar obstructiva cró nica, la intensidad de S será má s suave de lo normal.
En pacientes con gran derrame pericá rdico, S será igualmente blanda.
Los chasquidos de eyecció n son sonidos agudos que ocurren temprano en la sístole al inicio
de la eyecció n y son producidos por la apertura de vá lvulas semilunares patoló gicamente
deformadas. La estenosis pulmonar o aó rtica puede producir chasquidos de eyecció n. Los
sonidos son cortos y tienen la calidad de un "clic". Los chasquidos de eyecció n pulmonar se
escuchan mejor en el á rea pulmonar, y los chasquidos de eyecció n aó rtica se escuchan en el
á rea aó rtica. A medida que avanza la calcificació n, la movilidad de la vá lvula disminuye y
desaparece el clic de eyecció n. Los clics mesosistó licos no son clics de eyecció n. Ocurren en
la mitad de la sístole. Pueden ser ú nicos o mú ltiples y pueden cambiar de posició n durante
el ciclo cardíaco con diversas maniobras que modifican la geometría ventricular. La
condició n má s comú n asociada con un clic mesosistó lico es el prolapso de la vá lvula mitral
o tricú spide.
INSPIRACIÓ N CADUCIDAD
DIVISIÓ N NORMAL
$1 A2 L P2
FIGURA 13-35. Anomalías del desdoblamiento del segundo ruido cardíaco. (BRD = bloqueo
de rama derecha; VSD = comunicació n interventricular; PDA = conducto arterioso
permeable; BRI = bloqueo de rama izquierda).
El intervalo entre $2 y el chasquido de apertura se denomina intervalo $2-0S y tiene un
significado específico en cuanto a la gravedad de la estenosis. A medida que empeora la
estenosis mitral, aumentan la resistencia y la obstrucció n al flujo. La presió n en la aurícula
izquierda aumenta y el gradiente a través de la vá lvula mitral aumenta. La vá lvula mitral,
por lo tanto, se abre antes de lo normal cuando la presió n del ventrículo izquierdo cae por
debajo de la presió n de la aurícula izquierda. El tiempo de $2-OS se acorta a medida que
aumenta la gravedad. Intenta decir "ma-da" lo má s rá pido posible. Este intervalo es de unos
50-60 ms y se aproxima a un intervalo Sa-OS muy corto, como se escucha en la estenosis
mitral grave.
Soplos
Los soplos se producen cuando hay energía turbulenta en las paredes del corazó n y los
vasos sanguíneos. La obstrucció n al flujo o el flujo desde un vaso de diá metro estrecho a
uno de mayor diá metro produce turbulencia. La turbulencia crea remolinos que golpean las
paredes para producir vibraciones que el examinador reconoce como un murmullo.
También se pueden producir soplos cuando hay un gran volumen de sangre por una
abertura normal. En esta circunstancia, la apertura normal es relativamente estenó tica
para el aumento de volumen. Los soplos de "soplo" son producidos por grandes gradientes
con volú menes de flujo variables. Los soplos "retumbantes" resultan de á reas de pequeñ os
gradientes que dependen del flujo. Los soplos "fuertes" resultan de grandes gradientes y
alto flujo. Un soplo de eyecció n es un soplo producido por la turbulencia a través de una
vá lvula semilunar durante la sístole, como en la estenosis aó rtica o la estenosis pulmonar.
Los soplos de eyecció n tienen forma de diamante y se describen como "crescendo-
decrescendo". Comienzan un poco después de $I y terminan antes de Sa. Un chasquido de
eyecció n por estenosis de la vá lvula semilunar puede preceder al soplo. Estos soplos son de
tono medio y se escuchan mejor con el diafragma del estetoscopio. Debido a que se basan
en el flujo, la intensidad de estos soplos no indica el grado de severidad. El aumento del
flujo a través de una vá lvula aó rtica mínimamente estrechada produce un soplo fuerte; la
disminució n del flujo a través de una vá lvula aó rtica severamente estenó tica puede
producir un soplo apenas audible. Cualquier aumento en el flujo o el volumen puede
producir un soplo de eyecció n incluso en presencia de una vá lvula normal. Un soplo de
eyecció n como signo de estenosis aó rtica es un hallazgo de alta sensibilidad pero baja
especificidad. La figura 13-36 ilustra un soplo de eyecció n.
Aoda
FIGURA 13-36. Un soplo sistó lico de eyecció n como el que ocurre en la estenosis aó rtica.
S1 S2 S3
FIGURA 13-37. Un soplo sistó lico de regurgitació n como el que ocurre en la regurgitació n
mitral.
Los soplos sistó licos de regurgitació n se producen por flujo retró grado desde un á rea de
mayor presió n a un á rea de menor presió n durante la sístole, como en la regurgitació n
mitral o tricuspídea. Estos soplos son holosistó licos o pansistó licos. Comienzan con $I y
terminan después. Estos soplos se extienden má s allá de $2 porque la presió n ventricular
es má s alta que la presió n auricular. incluso después del cierre de la vá lvula semilunar. A
menudo se escucha un $3 indicativo de sobrecarga de volumen en el ventrículo. Estos
soplos son agudos y se escuchan mejor con el diafragma. Los términos regurgitació n,
incompetencia e insuficiencia a menudo se usan como sinó nimos para este tipo de soplo. El
término preferido es regurgitació n, porque implica la direcció n retró grada del flujo. El
soplo holosistó lico de insuficiencia valvular auriculoventricular es un hallazgo de alta
sensibilidad. La figura 13-37 ilustra un soplo regurgitante. Los soplos auriculoventriculares
diastó licos comienzan un tiempo finito después de $2 con la apertura de la vá lvula
auriculoventricular. La estenosis mitral y la estenosis tricuspídea son ejemplos de este tipo
de soplo. Hay una pausa entre S y el comienzo del soplo. La relajació n isovolumétrica se
produce durante este período. El soplo tiene una forma decrescendo, comenzando con un
chasquido de apertura, si la vá lvula es mó vil. Estos soplos son de tono bajo y se escuchan
mejor con la campana del estetoscopio, con el paciente acostado en decú bito lateral
izquierdo. Debido a que la vá lvula auriculoventricular está estenó tica, no se produce un
llenado rá pido y persiste un gradiente a lo largo de la diá stole. Si el paciente está en ritmo
sinusal normal, la contracció n auricular aumentará el gradiente al final de la diá stole, o
presístole, y habrá un aumento del soplo en este momento. El soplo auriculoventricular
diastó lico es un signo sensible y específico de estenosis de la vá lvula auriculoventricular. El
primer sonido del corazó n es el sonido má s fuerte. La cadencia y el énfasis de los sonidos se
escuchan mejor diciendo el siguiente mnemó nico: MIT'-- ral-vaaaaalve MIT'--ral-vaaaaalve
$I $2 OS DM $I $2 OS DM OS es el chasquido de apertura mitral, y DM es el soplo diastó lico.
El "aaaalve" es la acentuació n presistó lica que se escucha cuando un paciente con estenosis
mitral se encuentra en ritmo sinusal normal. La figura 13-38 ilustra un soplo
auriculoventricular diastó lico. Los soplos semilunares diastó licos comienzan
inmediatamente después de $2, como se escuchan en la regurgitació n aó rtica o pulmonar. A
diferencia de los soplos auriculoventriculares diastó licos, no hay retraso
Aorta
Aurícula izquierda
Ventrículo izquierdo
Aorta
S1
FIGURA 13-38. Un soplo auriculoventricular diastó lico como el que ocurre en la estenosis
mitral.
TABLA 13--8. Sonidos cardíacos Ciclo cardíaco Sonido Sistó lico temprano Clic de eyecció n
Sonido de apertura de la vá lvula protésica aó rtica* Sistó lico tardío Clic mesosistó lico Frotar
Diastó lico temprano Chasquido de apertura S3 Sonido de apertura de la vá lvula protésica
mitral t Tumor plop Mesodiastó lico S3 Suma galopante Diastó lico tardío (a veces llamado
S4 presistó lico) Sonido de marcapasos
después de $2 hasta el comienzo del murmullo. El soplo agudo tiene una forma
decrescendo y se escucha mejor con el diafragma del estetoscopio mientras el paciente está
sentado e inclinado hacia adelante. Un soplo semilunar diastó lico es un signo de baja
sensibilidad pero alta especificidad. La figura 13-39 ilustra las curvas de presió n
responsables de la generació n de un soplo semilunar diastó lico. La tabla 13-8 enumera los
sonidos cardíacos importantes segú n el ciclo cardíaco. La figura 13-40 enumera
características importantes de los soplos sistó licos de estenosis aó rtica e insuficiencia
mitral. El cuadro 13-9 resume la diferenciació n de algunos soplos sistó licos adicionales. La
figura 13-41 enumera características importantes de los soplos diastó licos de estenosis
mitral e insuficiencia aó rtica.
_Pitch I Calidad
Estenosis aó rtica Regurgitació n mitral Á rea aó rtica Á pice Cuello Axila Diamante
Holosistó lico Medio Alto Soplo severo
FIGURA 13-40. Soplos sistó licos. A, Fisiopatología de la estenosis aó rtica. Tenga en cuenta
la divisió n paradó jica del segundo sonido del corazó n (S), el $ 4 y el clic de eyecció n. B.
Insuficiencia mitral. Observe que el murmullo termina después de S y observe la presencia
de $3. (PMI = punto de má ximo impulso.)
TABLA 13--9. Diferenciació n de otros soplos sistó licos Pulmó nico Tricuspídeo Estenosis
ventricular Regurgitació n Defecto septal Zumbido venoso Soplo inocente Localizació n Á rea
pulmonar Á rea tricuspídea Á rea tricuspídea Por encima de la clavícula Extendido*
Radiació n Cuello Derecho del esternó n Derecho del esternó n Cuello derecho Mínima Forma
Diamante Holosistó lico Holosistó lico Continuo Paso de diamante Medio Alto Alto Alto
Medio Calidad Duro Soplado Duro Rugido; tarareo Twanging; vibratorio * Generalmente
entre el vértice y el borde esternal inferior izquierdo. Soplos diastó licos Estenosis mitral
Regurgitació n aó rtica Ubicació n Á pice Á rea aó rtica Radiació n No No Forma Decrescendo
Decrescendo Tono Bajo Alta calidad Retumbo Soplo Signos asociados
83 PMI desplazado lateralmente Presió n de pulso amplia* Pulsos saltones Soplo de Austin
Flint* Soplo de eyecció n sistó lico*
* La presió n del pulso amplia es la causa de muchos signos físicos de insuficiencia aó rtica:
pulso de Quincke, signo de De Musset, signo de Duroziez, pulso de Corrigan, etc. 1 Un soplo
diastó lico apical que se escucha en asociació n con la insuficiencia aó rtica simulando una
estenosis mitral. :1: Un soplo de flujo a través de una vá lvula que es relativamente estrecha
para el aumento del volumen de sangre como resultado de la regurgitació n aó rtica. Es
relativamente estenó tica y no necesita ser anató micamente estenó tica, como en la
estenosis aó rtica verdadera. § Impulso ventricular derecho en el borde esternal inferior
izquierdo.
A
$1 S 2 Broche de apertura
388
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CAPÍTULO
14
Venas que por el engrosamiento de sus tú nicas en los ancianos restringen el paso de la
sangre, y por esta falta de alimento destruyen su vida sin fiebre alguna, llegando los
ancianos a decaer poco a poco en una muerte lenta.
General
Consideraciones
Las enfermedades del sistema vascular periférico son comunes y pueden afectar las
arterias, las venas o los vasos linfá ticos. Las afecciones arteriales incluyen enfermedades
oclusivas y aneurismá ticas cerebrovasculares, aortoilíacas, femoropoplíteas, renales y
aó rticas. Las dos enfermedades má s importantes de las arterias periféricas son la
aterosclerosis de las arterias má s grandes y la enfermedad microvascular. La causa má s
frecuente de enfermedad oclusiva arterial periférica es la aterosclerosis que afecta a los
vasos medianos y grandes de las extremidades. El estrechamiento del vaso provoca una
disminució n del suministro de sangre, lo que resulta en isquemia. Ademá s, la aterosclerosis
puede manifestarse por dilatació n aneurismá tica. La aorta abdominal es la arteria má s
frecuentemente involucrada. El aneurisma suele estar por debajo de las arterias renales y
puede extenderse hasta las arterias ilíacas externas. A menudo, este aneurisma produce
pocos o ningú n síntoma. El examinador puede descubrir una masa pulsá til como hallazgo
incidental. Con frecuencia, la primera manifestació n es la rotura catastró fica del aneurisma.
Un aneurisma aó rtico abdominal de má s de 5 cm de diá metro conlleva un riesgo del 20 %
de ruptura dentro del primer añ o del descubrimiento y un riesgo del 50 % de ruptura
dentro de los 5 añ os. Sin embargo, no fue sino hasta 1951 que un aneurisma abdominal fue
tratado quirú rgicamente mediante resecció n e injerto. Desde 1951, se han logrado grandes
avances en la comprensió n de la historia natural de la enfermedad vascular, así como en el
desarrollo de nueva tecnología para ayudar a diagnosticarla y tratarla. La enfermedad
arterial microvascular ocurre en pacientes con diabetes. Se desarrollan cambios en las
arteriolas pequeñ as que alteran la circulació n hacia la piel o los nervios, especialmente de
las extremidades inferiores, produciendo síntomas de isquemia. La neuropatía periférica es
una secuela comú n de la enfermedad microvascular. Esta neuropatía puede manifestarse
como un defecto en el sistema sensorial, motor o autó nomo. La enfermedad microvascular
afecta a má s de 15 millones de personas en los Estados Unidos. La enfermedad venosa
periférica a menudo progresa a estasis venosa y trastornos trombó ticos. Una de las
temibles complicaciones de la enfermedad trombó tica es la embolia pulmonar. En los
Estados Unidos, má s de 175 000 muertes por añ o se atribuyen a la embolia pulmonar
aguda.
391
Estructura
y fisiología
Las enfermedades del sistema arterial periférico causan isquemia de las extremidades.
Cuando el cuerpo está en reposo, los vasos sanguíneos colaterales pueden proporcionar
una circulació n adecuada. Durante el ejercicio, cuando aumenta la demanda de oxígeno,
esta circulació n puede no ser suficiente para los mú sculos que se contraen activamente, lo
que produce isquemia. El sistema venoso consta de una serie de vasos de capacitancia de
baja presió n. Casi el 70% del volumen de sangre está contenido en este sistema. Aunque
ofrecen poca resistencia, las venas está n controladas por una variedad de estímulos
neurales y humorales que mejoran el retorno venoso al lado derecho del corazó n. Ademá s,
las vá lvulas ayudan en el retorno de la sangre. Cuando un individuo está en posició n
erguida, la presió n venosa en la extremidad inferior es má xima. Durante muchos añ os, la
dilatació n de las venas se produce como resultado del debilitamiento de sus paredes. A
medida que las paredes se dilatan, las venas no pueden cerrarse adecuadamente y se
produce un reflujo de sangre. Ademá s, la bomba venosa se vuelve menos eficiente para
devolver la sangre al corazó n. Ambos factores son responsables de la estasis venosa que se
observa en pacientes con insuficiencia venosa cró nica. Las complicaciones de la estasis
venosa incluyen pigmentació n, dermatitis, celulitis, ulceració n y formació n de trombos. El
sistema linfá tico es una extensa red vascular y es responsable de devolver el líquido tisular
(linfa) al sistema venoso. Las extremidades está n ricamente provistas de tejido linfá tico.
Los ganglios linfá ticos, muchos de los cuales está n ubicados entre las principales
articulaciones proximales, ayudan a filtrar el líquido linfá tico antes de que ingrese a la
sangre. Los síntomas clínicos má s importantes de la obstrucció n linfá tica son el linfedema y
la linfangitis.
Revisar
de síntomas específicos
Muchos pacientes con enfermedad vascular periférica son asintomá ticos. Cuando los
pacientes son sintomá ticos, la enfermedad vascular causa lo siguiente: • Dolor • Cambios
en la temperatura y el color de la piel • Edema • Ulceració n • É mbolos • Accidente
cerebrovascular • Mareos
Dolor
Cambios en la piel
Los cambios de color son comunes con la enfermedad vascular. La insuficiencia arterial
cró nica produce una extremidad fría y pá lida. La insuficiencia venosa cró nica produce una
extremidad má s caliente de lo normal. La pierna se vuelve eritematosa y las erosiones
producidas por excoria-
resultado de la ció n. Con la insuficiencia cró nica, los cambios de estasis producen un
aumento de la pigmentació n, la hinchazó n y un "dolor" o "pesadez" en las piernas. Estos
cambios ocurren característicamente en el tercio inferior de la extremidad y son má s
prominentes medialmente. Cuando ocurre insuficiencia venosa, se produce edema de las
á reas dependientes. Los pacientes con trombosis venosa profunda aguda tienen una
inflamació n secundaria del tejido que rodea la vena. Esto produce signos de inflamació n:
calor, enrojecimiento y fiebre. La hinchazó n es el síntoma y signo má s confiable asociado
con la obstrucció n venosa. Este hallazgo es indicativo de obstrucció n venosa profunda
severa, porque las venas superficiales de la extremidad inferior transportan solo el 20% del
drenaje total y no se asocian con hinchazó n. Deben compararse las extremidades y debe
considerarse significativa una diferencia de 2 cm de circunferencia en el tobillo o en la
mitad de la pantorrilla.
Edema
El linfedema es el resultado de una anomalía primaria en el desarrollo del sistema linfá tico
o de una obstrucció n adquirida del flujo. Ya sea que se trate de la forma congénita o
adquirida, el resultado neto es la estasis del líquido linfá tico en los tejidos, lo que produce
un edema firme sin fó vea. Durante varios añ os, la piel adquiere una consistencia rugosa
similar a la piel de cerdo. Como el linfedema suele ser indoloro, el ú nico síntoma es la
"pesadez" de la extremidad.
Ulceració n
émbolos
Un paciente con insuficiencia arterial cró nica tiene un empeoramiento del dolor al caminar.
A medida que avanza la afecció n, se desarrolla la ulceració n de los dedos de los pies, los
pies y las á reas susceptibles a traumatismos, como las espinillas. El dolor puede volverse
insoportable. Puede desarrollarse gangrena de un dedo del pie, y la amputació n del dedo
del pie frecuentemente es seguida por la amputació n del pie y la pierna. El paciente se
deprime cada vez má s por la continua mutilació n del cuerpo.
Físico
Examen
El paciente se acuesta en decú bito supino, con el examinador de pie a la derecha de la cama.
La evaluació n del sistema vascular periférico incluye lo siguiente: • Inspecció n • Examen de
los pulsos arteriales • Examen del sistema linfá tico • Otras técnicas especiales
Inspecció n
Inspeccione las varicosidades Pida al paciente que se ponga de pie e inspeccione las
extremidades inferiores en busca de varicosidades. Fíjate en la zona del anillo femoral
proximal, así como en la porció n distal de las piernas. Las venas varicosas en estos lugares
pueden no haber sido visibles cuando el paciente estaba acostado.
Mire la figura 14-5. La paciente es una mujer de 37 añ os con insuficiencia cardiaca derecha
severa. Nó tense las marcadas venas dilatadas y tortuosas en la fosa poplítea. Observe
también el aumento de la pigmentació n de la piel sobre la parte inferior de las piernas.
Palpar el pulso radial El examinador debe pararse frente al paciente. Los pulsos radiales se
evalú an sujetando ambas muñ ecas del paciente y palpando los pulsos con los dedos índice,
medio y anular. El examinador sujeta la muñ eca derecha del paciente con los dedos de la
mano izquierda y la muñ eca izquierda del paciente con los dedos de la mano derecha, como
se muestra en la figura 13-22. La simetría de los pulsos se evalú a para el tiempo y la fuerza.
Palpe el pulso braquial Debido a que el pulso braquial es má s fuerte que los pulsos
digitales, el examinador puede usar los pulgares para palpar los pulsos braquiales del
paciente. La arteria braquial se puede palpar medialmente justo debajo del vientre o el
tendó n del mú sculo bíceps. Con el examinador aú n de pie frente al paciente, ambas arterias
braquiales se pueden sentir simultá neamente. La mano izquierda del examinador sostiene
el brazo derecho del paciente y la mano derecha del examinador sostiene el brazo
izquierdo del paciente. Una vez que se siente la pulsació n braquial con los pulgares, el
examinador debe aplicar presió n progresiva hasta sentir la fuerza sistó lica má xima. Esto se
muestra en la Figura 14-6. El examinador ahora debería poder evaluar su forma de onda.
Auscultar la arteria caró tida La auscultació n de los soplos carotídeos* se realiza colocando
el diafragma del estetoscopio sobre la arteria caró tida mientras el paciente está en decú bito
supino. Esto se muestra en la Figura
*Un soplo es un sonido o murmullo que se escucha en un buque como resultado del
aumento de la turbulencia
14-7. La cabeza del paciente debe estar ligeramente elevada sobre una almohada y alejada
ligeramente de la arteria caró tida que se está evaluando. A menudo es ú til que el
examinador le pida al paciente que contenga la respiració n durante la auscultació n.
Normalmente, no se escucha nada o se escuchan los sonidos del corazó n transmitidos.
Después de evaluar una arteria caró tida, se examina la otra. Después de la auscultació n de
las arterias caró tidas, se palpan (véase el capítulo 13, El corazó n). Debe notarse la
presencia de un soplo. Esto puede ser un soplo resultante de la enfermedad ateroscleró tica
de la arteria caró tida. Ocasionalmente, los soplos fuertes que se originan en el corazó n
pueden transmitirse al cuello. Con experiencia, el examinador podrá determinar si el
trastorno es local en el cuello o distal en el corazó n.
El paciente debe estar en decú bito supino. El examinador coloca el diafragma del
estetoscopio en la línea media del abdomen a unas 2 pulgadas por encima del ombligo y
escucha atentamente en busca de un soplo aó rtico. Esta técnica se muestra en la Figura 14-
8
FIGURA 14-8. Técnica de auscultació n de la aorta abdominal.
Un soplo renal puede ser el ú nico indicio de estenosis de la arteria renal. La auscultació n
debe realizarse aproximadamente 2 pulgadas por encima del ombligo y 1-2 pulgadas
lateralmente a la derecha ya la izquierda de la posició n media. Los soplos abdominales que
está n presentes só lo durante la sístole suelen tener poco valor clínico, porque se
encuentran tanto en individuos normales como en pacientes con hipertensió n esencial. Sin
embargo, la presencia de un soplo abdominal sistó licodiastó lico debe hacer sospechar
hipertensió n renovascular. Casi el 60% de todos los pacientes con hipertensió n
renovascular tienen este soplo. La presencia de un soplo abdominal combinado sistó lico-
diastó lico tiene una sensibilidad del 39% y una especificidad del 99% para detectar
hipertensió n renovascular. La presencia de este tipo de soplo tiene una razó n de
verosimilitud positiva (LR+) de 39 y, en caso de ausencia, una razó n de verosimilitud
negativa (LR-) de 0,6. En un estudio que evaluó la presencia de cualquier soplo epigá strico
o de flanco y su asociació n con hipertensió n renovascular, la sensibilidad fue del 63%, pero
la especificidad descendió al 90%. La presencia de cualquier soplo abdominal confiere un
LR+ mucho má s bajo para la hipertensió n renovascular (es decir, 6,4).
Palpar el pulso femoral El pulso femoral se evalú a con el paciente acostado boca arriba y el
examinador a su lado derecho. Se observan y palpan los á ngulos laterales del triá ngulo del
vello pú bico. La arteria femoral debe pasar oblicuamente a través de la esquina del
triá ngulo del vello pú bico inferior al ligamento inguinal en un punto a medio camino entre
el tubérculo pú bico y la espina ilíaca anterosuperior. Ambos pulsos femorales pueden
compararse simultá neamente. La técnica se muestra en la figura 14-9. Si uno de los pulsos
femorales está disminuido o ausente, es necesaria la auscultació n de un soplo. El diafragma
del estetoscopio se coloca sobre la arteria femoral. La presencia de un soplo puede indicar
enfermedad aortoiliofemoral obstructiva.
AB
tendó n lateral del bíceps femoral, como se muestra en la figura 14-11. El examinador debe
sostener la pierna en un leve grado de flexió n. No se debe pedir al paciente que eleve la
pierna, porque esto tensará los mú sculos y hará que sea má s difícil sentir el pulso. Ambas
manos deben apretar la fosa poplítea. Por lo general, se requiere una presió n firme para
sentir la pulsació n.
Palpar el pulso dorsal del pie El pulso dorsal del pie se siente mejor mediante la
dorsiflexió n del pie. La arteria dorsal del pie pasa a lo largo de una línea desde el retiná culo
extensor del tobillo hasta un punto justo lateral al tendó n extensor del dedo gordo del pie.
Por lo general, se palpa fá cilmente en el surco entre el extensor largo de los dedos y el
tendó n largo del dedo gordo. Los pulsos dorsalis pedis se pueden sentir simultá neamente,
como se muestra en la figura 14-12.
Palpar el pulso tibial posterior La arteria tibial posterior puede palparse justo por detrá s
del maléolo medial entre el tendó n del tibial posterior y el tendó n del flexor largo de los
dedos. Ambas arterias se pueden evaluar simultá neamente. La figura 14-13 muestra este
procedimiento. Aunque el pulso tibial posterior está ausente en el 15% de los sujetos
normales, el signo má s sensible de enfermedad arterial periférica oclusiva en pacientes
mayores de 60 añ os es la ausencia del pulso tibial posterior.
FIGURA 14-12. Técnica de palpació n del dorsalis FIGURA 14-13. Técnica de palpació n de
las arterias posteriores del pie, arterias tibiales
Examen del sistema linfá tico Los signos físicos de la enfermedad del sistema linfá tico
incluyen los siguientes: • Ganglios linfá ticos palpables • Linfangitis • Linfedema Los
ganglios linfá ticos deben describirse como indoloros o sensibles y como ú nicos o
apelmazados. La linfadenopatía generalizada y la linfadenopatía localizada sugieren
diagnó sticos diferentes. La linfadenopatía generalizada es la presencia de ganglios
linfá ticos palpables en tres o má s cadenas de ganglios linfá ticos. El linfoma, la leucemia, los
trastornos vasculares del colá geno y las infecciones bacterianas, virales y protozoarias
sistémicas pueden ser responsables. La linfadenopatía localizada suele ser el resultado de
una infecció n o neoplasia localizada. La linfangitis es una diseminació n linfá tica que se
manifiesta por finas rayas rojas en la piel. La obstrucció n del flujo linfá tico produce
linfedema, que suele ser indistinguible de otros tipos de edema. Mire la figura 15-8. Esta
paciente tiene un linfedema marcado en el brazo izquierdo secundario a un carcinoma de
mama inflamatorio. Los exá menes para la linfadenopatía de la cabeza, el cuello y las á reas
supraclaviculares se describen en el Capítulo 8, La cabeza y el cuello, y el Capítulo 12, El
tó rax. El capítulo 15, La mama, describe el examen para palpar adenopatías axilares.
Capítulo 17, Genitales masculinos y hernias. describe la técnica para palpar los ganglios
linfá ticos inguinales. La ú nica otra cadena importante de ganglios linfá ticos son los ganglios
epitrocleares, que se analizan en la siguiente secció n.
Palpar los ganglios epitrocleares Los ganglios epitrocleares se palpan haciendo que el
paciente flexione el codo unos 90°. El examinador palpa los ganglios de la fosa a unos 3 cm
proximales al epicó ndilo medial del hú mero, en el surco entre los mú sculos bíceps y
tríceps. Los ganglios epitrocleares rara vez son palpables, pero si está n presentes, se debe
describir su tamañ o, consistencia y sensibilidad. Las infecciones agudas de la cara cubital
del antebrazo y la mano pueden ser responsables de la adenopatía epitroclear. Los ganglios
epitrocleares también se observan en el linfoma no Hodgkin.
Otras técnicas especiales Todas las pruebas especiales descritas aquí se deben usar junto
con otras formas de prueba. Cada una de estas técnicas vasculares está asociada con
muchos hallazgos falsos positivos y falsos negativos. Los resultados, por lo tanto, deben ser
considerados como parte de la evaluació n total.
Los signos de una oclusió n arterial aguda son las cinco p: dolor. palidez, parestesia.
pará lisis y falta de pulso. La enfermedad progresiva cró nica de los vasos pequeñ os es
característica de la diabetes mellitus. Se observa comú nmente que los pulsos arteriales
está n presentes después de una extremidad gangrenosa. Mire la figura 14-14. El paciente,
que era diabético, tenía gangrena seca en los dedos de los pies.
La diabetes se ha asociado con muchos trastornos de la piel. El sello cutá neo de la diabetes
es una lesió n cerosa, de color amarillo o marró n rojizo, bien delimitada, similar a una placa,
conocida como necrobiosis lipoidica diabeticorum. Estas lesiones se encuentran
clá sicamente en la superficie anterior de la parte inferior de las piernas. Son brillantes y
atró ficos, con marcadas telangiectasias en su superficie. Las lesiones tienen tendencia a
ulcerarse y las ú lceras, una vez presentes, cicatrizan muy lentamente. La necrobiosis
lipoidica diabeticorum a menudo es anterior al desarrollo franco de la diabetes. La
severidad de la lesió n cutá nea no está relacionada con la severidad de la diabetes. La Figura
14-15 muestra un paciente con necrobiosis lipoídica diabeticorum; La figura 14-16
muestra un primer plano de la lesió n en otro paciente con diabetes. La trombosis venosa
profunda de una extremidad inferior se diagnostica cuando hay inflamació n marcada
unilateral, distensió n venosa, eritema, dolor, aumento del calor y sensibilidad.
CAPÍTULO 14--2.
TABLA 14--4. Diagnó stico diferencial de las principales enfermedades vasculares que
causan gangrena Tromboangeítis I .Característica Diabetes Aterosclerosis obliterante
Enfermedad de Raynaud Edad Cualquiera Mayor de 60 añ os Menor de 40 Menor de 40
añ os añ os I Sexo Cualquiera Cualquiera Masculino Femenino I Inicio Gradual Gradual
Gradual Gradual I Dolor Moderado Moderado Severo Moderado I .Pulsos distales Puede
estar ausente Puede estar ausente Puede estar ausente Presente I *La arteria afectada no
tiene pulsació n.
Bibliografía
Grim CE, Luft FC, Myron H, et al: Sensibilidad y especificidad de las pruebas de detecció n
para la hipertensió n vascular renal. Ann Intern Med 91:617, 1979. Lederle FA, Walker JM,
Reinke DB: Detecció n selectiva de aneurismas aó rticos abdominales con exploració n física
y ecografía. Arch Intern Med 148:1753, 1988. Tumbull JM: ¿Es ú til escuchar los soplos
abdominales en la evaluació n de la hipertensió n? JAMA 274:1299, 1995.
CAPÍTULO
La mama
General
La forma del pecho es como una calabaza. Son redondos para contener la sangre que se
transformará en leche. Tienen tetinas, para que el niñ o recién nacido pueda mamar de ellas.
Consideraciones
En Estados Unidos, el Instituto Nacional del Cá ncer estima que una mujer de cada 8
(aproximadamente el 12,6%) desarrollará cá ncer de mama a lo largo de su vida. Entre las
enfermedades malignas en las mujeres, el cá ncer de mama es el cá ncer má s comú n que se
desarrolla y es la segunda causa de muerte por cá ncer má s comú n. Representa el 26% de
los nuevos cá nceres en mujeres estadounidenses y el 18% de las muertes por cá ncer. En
2000, hubo 184.200 casos nuevos con 41.200 muertes en los Estados Unidos. La incidencia
de cá ncer de mama es mayor en los Estados Unidos que en los países europeos o asiá ticos.
Está bien establecido que las mujeres en países subdesarrollados tienen tasas má s bajas de
cá ncer de mama que las mujeres de sociedades má s pró speras. Entre los grupos
raciales/étnicos, las mujeres blancas y afroamericanas tienen las tasas de incidencia má s
altas de riesgo de cá ncer de mama (113,2 y 99,3 por 100.000 habitantes, respectivamente).
Las mujeres asiá ticas/isleñ as del Pacífico y latinas tienen un riesgo menor (72,6 y 69,4 por
100.000 habitantes, respectivamente). El nivel má s bajo de riesgo ocurre entre los nativos
americanos (33,9 por 100.000 habitantes). La tasa de mortalidad por cá ncer de mama es
má s alta en las mujeres afroamericanas (31,4 por 100 000) en comparació n con la de las
mujeres blancas (25,7 por 100 000). La tasa de mortalidad má s baja por cá ncer de mama se
encuentra en las mujeres asiá ticas/isleñ as del Pacífico (11,4 por 100.000). Una vez que se
ha producido cá ncer de mama en una familia, el riesgo de que otras mujeres de la misma
familia desarrollen cá ncer de mama es significativamente mayor. Los parientes de primer
grado, como hermanas o hijas, tienen má s del doble de riesgo de desarrollar cá ncer de
mama si la paciente original desarrolló cá ncer en una mama después de la menopausia. Las
mujeres con antecedentes familiares de cá ncer de mama premenopá usico en un seno
tienen tres veces má s riesgo. Si la paciente original tenía cá ncer posmenopá usico en ambos
senos, los familiares de primer grado tienen má s de cuatro veces el riesgo. Los familiares de
primer grado de pacientes con cá ncer en ambos senos antes de la menopausia tienen un
riesgo casi nueve veces mayor. La edad de inicio de la menarquia y el ciclo reproductivo
parecen desempeñ ar algú n papel en el desarrollo del cá ncer de mama. En mujeres con
menarquia antes de los 12 añ os, la incidencia de cá ncer de mama parece ser mayor. Las
mujeres que tuvieron su primer hijo a la edad de 30 añ os o má s tienen tres veces má s
riesgo que aquellas que tienen su primer hijo a una edad má s temprana. La mayoría de los
cá nceres de mama se detectan como masas indoloras detectadas por el paciente o el
examinador durante un examen físico de rutina. Cuanto má s temprano sea el diagnó stico,
mejor será el pronó stico. La detecció n del cá ncer de mama se realiza mejor mediante un
examen clínico completo de las mamas, un autoexamen de las mamas y una mamografía. La
mamografía es el método má s sensible para la detecció n del cá ncer de mama y se ha
demostrado que reduce la tasa de mortalidad por cá ncer de mama.
407
Estructura
y fisiología
Las glá ndulas mamarias son la característica distintiva de todos los mamíferos. Los senos
humanos tienen forma có nica y, a menudo, son de tamañ o desigual. La mama se extiende
desde la segunda o tercera costilla hasta la sexta o séptima costilla, desde el borde esternal
hasta la línea axilar anterior. La "cola" del seno se extiende hacia la axila y tiende a ser má s
gruesa que las otras á reas del seno. Este cuadrante superior externo contiene la mayor
parte del tejido mamario y es frecuentemente el sitio de neoplasia. La figura 15-1 ilustra la
mama normal. El seno normal consta de tejido glandular, conductos, tejido muscular de
soporte, grasa, vasos sanguíneos, nervios y linfá ticos. El tejido glandular consta de 15-25
ló bulos. cada uno de los cuales drena en un conducto excretor separado que termina en el
pezó n. Cada conducto se dilata al entrar en la base del pezó n para formar un seno de leche.
Esto sirve como depó sito de leche durante la lactancia. Cada ló bulo se subdivide en 50-75
ló bulos, que drenan en un conducto que desemboca en el conducto excretor del ló bulo.
Tanto el pezó n como la areola contienen mú sculo liso que sirve para contraer la areola y
comprimir el pezó n. La contracció n del mú sculo liso hace que el pezó n esté erecto y firme,
lo que facilita el vaciado de los senos mamarios.
axilar central
subclavia
Supraclavicular
Lateral
Subescapular (posterior)
pectoral (anterior
La piel del pezó n está profundamente pigmentada y sin pelo. Las papilas dérmicas
contienen muchas glá ndulas sebá ceas, que se agrupan cerca de las aberturas de los senos
mamarios. La piel de la areola también está profundamente pigmentada pero. a diferencia
de la piel del pezó n, contiene folículos pilosos ocasionales. Sus glá ndulas sebá ceas se ven
comú nmente como pequeñ os nó dulos en la superficie areolar y se denominan tubérculos
de Montgomery. Los ligamentos de Cooper son proyecciones del tejido mamario que se
fusionan con las capas externas de la fascia superficial y sirven como estructuras
suspensorias. El suministro de sangre al seno es llevado por la arteria mamaria interna. La
mama tiene una extensa red de drenaje venoso y linfá tico. La mayor parte del drenaje
linfá tico desemboca en los ganglios de la axila. Otros ganglios se encuentran debajo del
margen lateral del mú sculo pectoral mayor, a lo largo del lado medial de la axila y en la
regió n subclavicular. Las principales cadenas de ganglios linfá ticos y el drenaje linfá tico de
la mama se muestran en la figura 15-2. Varios cambios fisioló gicos ocurren en el seno.
Estos cambios son el resultado de los siguientes factores: • Crecimiento y envejecimiento •
El ciclo menstrual • Embarazo Al nacer, los senos contienen un sistema ramificado de
conductos que desembocan en un pezó n desarrollado. Hay elevació n de só lo el pezó n en
esta etapa. Poco después del nacimiento, hay una ligera secreció n de material lechoso.
Después de 5 a 7 días, esta actividad secretora se detiene. Antes de la pubertad, hay una
elevació n de la mama y el pezó n, lo que se denomina etapa de botó n mamario. La areola ha
aumentado de tamañ o. Al comienzo de la pubertad, la areola se agranda aú n má s y se
oscurece. Una masa distinta de tejido glandular comienza a desarrollarse debajo de la
areola. Al comienzo de la menstruació n, los senos está n bien desarrollados y hay una
proyecció n hacia adelante de la areola y el pezó n en el á pice del seno. Uno o dos añ os má s
tarde, cuando el seno ha alcanzado la madurez, só lo el pezó n se proyecta hacia adelante; la
areola ha retrocedido al contorno general del seno. Las etapas del desarrollo de los senos
Prepubertad infantil
ment desde el nacimiento hasta la edad adulta se ilustran en la figura 15-3. La figura 23-29
(Capítulo 23, El paciente pediá trico) ilustra y describe con má s detalle las etapas de
desarrollo mamario. La nodularidad, la densidad y la plenitud de la mama adulta dependen
de varios factores. Lo má s importante es la presencia de exceso de tejido adiposo. Debido a
que la glá ndula mamaria se compone principalmente de tejido adiposo, las mujeres con
sobrepeso tienen senos má s grandes. El embarazo y la lactancia también alteran el cará cter
de los senos. Las mujeres que han amamantado a menudo tienen senos má s suaves y
menos nodulares. Sin embargo, debido a que el tejido glandular es aproximadamente igual
en todas las mujeres, el tamañ o del seno no está relacionado con la lactancia. Con la
menopausia, los senos disminuyen de tamañ o y se vuelven menos densos. Hay un aumento
asociado en el tejido elá stico a medida que las mujeres envejecen. El principal cambio
fisioló gico relacionado con el ciclo menstrual es la ingurgitació n, que ocurre de 3 a 5 días
antes de la menstruació n. Este es un aumento en el tamañ o, la densidad y la nodularidad de
los senos. También hay una mayor sensibilidad de los senos en este momento. Debido a que
aumenta la nodularidad de las mamas, el examinador no debe intentar diagnosticar una
masa mamaria en este momento. El paciente debe ser reevaluado durante el período medio
del pró ximo ciclo. Con el embarazo, los senos se vuelven má s llenos y firmes. La areola se
oscurece y los pezones se vuelven erectos a medida que aumentan de tamañ o. A medida
que la mujer se acerca al tercer trimestre, se puede notar una secreció n delgada y
amarillenta, llamada calostro. Después del nacimiento del niñ o, si la madre comienza a
amamantar dentro de las 24 horas, la secreció n de calostro se detendrá y comenzará la
secreció n de leche. Durante la lactancia, los senos se hinchan notablemente. Después de
que la mujer haya dejado de amamantar, la lactancia continuará por un período breve. El
control neuroendocrino de las mamas se puede resumir de la siguiente manera. La succió n
produce impulsos nerviosos que viajan al hipotá lamo. El hipotá lamo estimula a la hipó fisis
anterior para que secrete prolactina, que actú a sobre el tejido glandular de la mama para
producir leche. El hipotá lamo también estimula la hipó fisis posterior para que produzca
oxitocina, que estimula las células musculares que rodean el tejido glandular para que se
contraigan y fuercen la leche hacia el sistema ductular. Muchas anomalías de la mama está n
relacionadas con su embriología. Una cresta epitelial, llamada línea de la leche, se forma a
lo largo de cada lado del cuerpo desde la axila hasta la regió n inguinal. A lo largo de esta
línea de leche hay mú ltiples rudimentos para el futuro desarrollo de los senos. En los seres
humanos, solo persiste un par rudimentario en la regió n pectoral y eventualmente se
convierte en senos normales. Los senos o pezones accesorios ocurren en hasta el 2% de las
mujeres blancas. Los senos accesorios pueden existir como tejido glandular, pezó n o solo la
areola. La axila es el sitio má s comú n para estas estructuras anó malas, seguido por
un sitio justo debajo del seno normal. En má s del 50% de todas las pacientes con tejido
mamario accesorio, las anomalías son bilaterales. En general, el tejido mamario accesorio
tiene poca importancia clínica. Por lo general, no tiene una funció n fisioló gica y rara vez se
asocia con enfermedad. La figura 15-4 ilustra la línea de leche. La figura 15-5 muestra a una
mujer con un pezó n accesorio.
Repaso de
Masa o hinchazó n Durante el autoexamen, una paciente puede descubrir una masa
mamaria. Haga las siguientes preguntas: "¿Cuá ndo notó el bulto por primera vez?" "¿Has
notado que la masa cambia de tamañ o durante tus períodos menstruales?" "¿La misa es
tierna?" "¿Alguna vez has notado una masa en tu seno antes?" "¿Has notado algú n cambio
en la piel del seno?" "¿Ha tenido alguna lesió n reciente en el seno?" "¿Hay alguna secreció n
del pezó n? ¿Retracció n del pezó n?" "¿Tienes implantes mamarios?" Si es así, "¿De qué está n
hechos?"
Si el bulto aumenta de tamañ o durante las etapas premenstrual y menstrual del ciclo, es
probable que la mujer esté detectando solo una nodularidad fisioló gica. La asociació n de
secreció n del pezó n, inversió n del pezó n o cambios en la piel que recubre la masa sugiere
fuertemente una neoplasia. La figura 15-6 muestra a una paciente con una gran masa
mamaria encontrada en el autoexamen.
Dolor
El dolor o la sensibilidad en los senos es un síntoma comú n. Muy a menudo, estos síntomas
se deben al ciclo fisioló gico normal. Haga las siguientes preguntas a cualquier paciente con
dolor en los senos: "¿Puede describir el dolor?" "¿Cuá ndo experimentaste el dolor por
primera vez?" "¿Hay algú n cambio en el dolor con tu ciclo menstrual?" "¿Tienes dolor en
ambos senos?" "¿Ha tenido alguna lesió n en el pecho?" "¿El dolor está asociado con una
masa en el seno? ¿Secreció n del pezó n? ¿Retracció n del pezó n?" "¿Ha habido un cambio en
tu talla de sostén?" Los quistes que crecen rá pidamente pueden ser dolorosos. La
enfermedad quística de las mamas suele ser indolora. Aunque el dolor mamario es una
presentació n relativamente poco frecuente del cá ncer de mama, su presencia no excluye el
diagnó stico. Nunca demore la evaluació n de una masa mamaria dolorosa.
Secreció n del pezó n La secreció n del pezó n no es un síntoma comú n, pero siempre debe
despertar la sospecha de una enfermedad mamaria, especialmente si la secreció n ocurre
espontá neamente. A cualquier paciente que describa una secreció n del pezó n se le deben
hacer las siguientes preguntas: "¿De qué color es la secreció n?" "¿Tiene secreció n de ambos
senos?" "¿Cuá ndo notaste la descarga por primera vez?" "¿La descarga está relacionada con
su ciclo menstrual?" "¿Cuá ndo fue tu ú ltimo ciclo menstrual?" "¿La secreció n está asociada
con la retracció n del pezó n? ¿Masa en los senos? ¿Sensibilidad en los senos?"
"¿Tienes dolores de cabeza?" "¿Estas tomando alguna medicació n?" "¿Está s usando
anticonceptivos orales?" Si la mujer ha dado a luz recientemente, "¿Hubo algú n problema
durante el parto de su ú ltimo hijo?" Los tipos má s comunes de flujo son serosos y
sanguinolentos. Una secreció n serosa es fina y acuosa y puede aparecer como una mancha
amarillenta en la ropa del paciente. Esto comú nmente resulta de un papiloma intraductal
en uno de los grandes conductos subareolares. Las mujeres que toman anticonceptivos
orales pueden quejarse de secreció n serosa bilateral. Una secreció n serosa también puede
ocurrir en mujeres con carcinoma de mama. Una secreció n sanguinolenta se asocia con un
papiloma intraductal, que es comú n entre las mujeres embarazadas y que menstrú an. Sin
embargo, puede estar asociado con un carcinoma papilar intraductal maligno. La presencia
de cualquier secreció n del pezó n es má s importante que su cará cter, porque ambos tipos de
secreció n está n asociados con enfermedades benignas o malignas. Una secreció n lechosa
suele ser leche. Es comú n que las mujeres continú en secretando leche durante algunos
meses después de dejar de amamantar. En raras ocasiones, la secreció n puede continuar
durante un añ o. La lactancia persistente, también conocida como galactorrea, puede ser el
resultado de una hemorragia masiva que ocurre durante el parto y produce necrosis
hipofisaria. La lactancia anormal también puede deberse a un tumor pituitario que
interfiere con el circuito de retroalimentació n hipotá lamo-pituitaria normal o al uso de
ciertos medicamentos tranquilizantes. La estimulació n mecá nica o la succió n pueden
producir estimulació n fisioló gica.
"¿Te has hecho una mamografía?" Si es así, "¿Cuá ndo y cuá l fue el resultado?" "¿Ha tenido
cá ncer de mama?" "¿Ha tenido cá ncer de mama sin la extirpació n de su mama?" "¿Tienes
implantes mamarios?" "¿Ha tenido alguna biopsia de mama o cirugía de mama?" "¿Alguna
vez ha tenido tratamientos de radiació n en sus senos?" "¿Tu madre natural tenía cá ncer de
mama?" En caso afirmativo, "¿Premenopá usica o posmenopá usica? ¿A qué edad se le hizo
el diagnó stico?" "¿Tiene una hermana o una hija con cá ncer de mama?" En caso afirmativo,
"¿Premenopá usica o posmenopá usica? "¿A qué edad se hizo su diagnó stico?" "¿Usas
pastillas anticonceptivas?" "¿Tomas terapia de reemplazo de estró geno?"
Impacto
de la enfermedad mamaria en el paciente
Los problemas psicosociales derivados del cá ncer de mama son de gran alcance. Si bien la
pérdida de una extremidad es má s incapacitante en la vida cotidiana, la pérdida de un seno
produce intensos sentimientos de pérdida de la identidad femenina. Muchas mujeres que
pierden un seno se deprimen porque sienten que se les ha quitado su símbolo de
feminidad. Temen que ya no sean consideradas mujeres "íntegras" porque sus cuerpos han
sido mutilados. Temen que ya no puedan ser amados normalmente y que ya no puedan
experimentar satisfacció n sexual. Temen mirarse en un espejo y se perciben feos. La
asimetría a menudo se describe como "mutilació n" o "crá ter de bomba". Después de la
mastectomía, las mujeres a menudo sufren inhibició n sexual y frustració n sexual. Una vez
que una mujer ha descubierto una masa en su seno, se vuelve intensamente temerosa. El
miedo al cá ncer de mama es doble: es un cá ncer, muchas veces de mal pronó stico, y está
asociado a la desfiguració n. Por estas razones, el paciente suele negar la presencia de la
masa y demora en buscar atenció n médica. No es raro que un paciente busque asistencia
médica por primera vez con una gran masa tumoral del tamañ o de una naranja que se ha
erosionado a través de la piel y se ha infectado. Cuando se le pregunta cuá nto tiempo ha
estado presente la masa, la mujer podría responder que "la descubrió ayer". Después de
una mastectomía, la paciente probablemente sufrirá depresió n y baja autoestima. El
paciente debe ser apoyado y aconsejado si es necesario. La comunicació n abierta y el
intercambio de sentimientos entre la paciente, el esposo, la pareja, el médico y la familia
son factores importantes en la rehabilitació n psicoló gica de la mujer. Mire la figura 15-8. La
paciente tiene un carcinoma inflamatorio de la mama izquierda, con linfedema masivo del
brazo izquierdo. La paciente había notado que su brazo había estado hinchado durante los
ú ltimos meses y ahora necesitaba apoyo para levantarlo. Acudió a la clínica quejá ndose
ú nicamente de la pesadez de su brazo. Cuando el examen reveló la lesió n mamaria, afirmó
que había notado los cambios mamarios "hace só lo unos días". Esta es la historia de la
negació n. Má s comú nmente, las mujeres con cá ncer de mama invasivo y compromiso de los
ganglios linfá ticos axilares requerirá n quimioterapia durante períodos de hasta 6 o 7 meses
después de la mastectomía. Muchos de los agentes usados para tratar al paciente tienen
efectos secundarios significativos que incluyen ná useas, vó mitos y alopecia. Hay
medicamentos disponibles para ayudar a controlar las ná useas y los vó mitos, pero la
alopecia presenta otro problema especial. Aunque la mujer reconoce que perderá el cabello
y sabe que volverá a crecer, sufre aú n má s de baja autoestima. En nuestra sociedad, el
cabello es la "persona" de una mujer: un hombre calvo es aceptable; una mujer calva no lo
es. Finalmente al final de la quimioterapia-
FIGURA 15-8.
Físico
Examen
Inspecció n
Inspecció n de los senos La inspecció n se realiza primero con los brazos de la paciente a los
costados, como se muestra en la figura 15-10. Dígale a la paciente: "Estoy inspeccionando
los senos en busca de cambios en la piel, el contorno o la simetría". Los senos se
inspeccionan en cuanto a tamañ o, forma, simetría, contorno, color y edema. Los pezones se
inspeccionan en cuanto a tamañ o, forma, inversió n, eversió n o secreció n. Los pezones
deben ser simétricos. ¿Hay algú n abultamiento anormal presente? La piel de la mama se
observa en busca de edema. El edema de la piel de la mama que recubre un tumor maligno
puede mostrar piel de naranja. ¿Hay eritema presente? El eritema se asocia con infecció n y
con carcinoma inflamatorio de mama. La figura 15-11 muestra un eritema marcado de la
mama secundario a un carcinoma mamario inflamatorio. La cicatriz encima de la areola es
de una biopsia previa de una masa mamaria benigna.
¿Hay hoyuelos presentes? El examinador debe inspeccionar las mamas para detectar la
presencia de fenó menos de retracció n. La formació n de hoyuelos es un signo de los
fenó menos de retracció n que se deben a una neoplasia subyacente y su respuesta fibró tica.
La retracció n de la piel se asocia comú nmente con malignidad que causa una tracció n
anormal en los ligamentos de Cooper. El acortamiento de los conductos mamarios má s
grandes por cá ncer produce aplanamiento o inversió n del pezó n. Un cambio en la posició n
del pezó n es importante, porque muchas mujeres tienen un pezó n invertido
congénitamente en uno o ambos lados. La formació n de hoyuelos en la mama de la figura
15-12 se relaciona con secreció n sanguinolenta del pezó n; ambos son secundarios a
carcinoma. ¿Hay una placa roja, escamosa y con costras alrededor de un pezó n, areola o
piel circundante? La enfermedad de Paget de la mama es una manifestació n superficial
asociada invariablemente con un carcinoma invasivo o intraductal subyacente. La lesió n
parece eccematosa, pero a diferencia del eccema, es unilateral. La piel también puede llorar
y erosionarse. Una forma mucho menos comú n es la enfermedad de Paget extramamaria,
que se observa alrededor del ano o los genitales y por lo general se asocia con una
enfermedad maligna de los anexos, el intestino o el tracto genitourinario. La figura 15-13
muestra una paciente con enfermedad de Paget de la mama; un adenocarcinoma ductal
subyacente estaba presente.
Examen axilar El examen axilar se realiza con el paciente sentado frente al examinador. La
exploració n de la axila se realiza mejor relajando los mú sculos pectorales. Para examinar la
axila derecha, el antebrazo derecho del paciente se sostiene con la mano derecha del
examinador. Las puntas de los dedos de la mano izquierda del examinador comienzan en la
parte baja de la axila,
y, a medida que el brazo derecho del paciente se tira medialmente, el examinador avanza la
mano izquierda hacia la axila. Esta técnica se muestra en la figura 15-16. Palpe las regiones
supraclavicular, subclavia y axilar. La técnica de usar pequeñ os movimientos circulares de
los dedos sobre las costillas se usa para detectar adenopatías. Los ganglios de 3 a 5 mm de
diá metro que se mueven libremente son comunes y suelen ser indicativos de linfadenitis
secundaria a un traumatismo menor en la mano y el brazo. Después de examinar una axila,
la otra se evalú a con la mano opuesta del examinador.
Palpació n
Se le pide a la mujer que se acueste y se le dice que lo siguiente es la palpació n del seno. El
examinador se coloca en el lado derecho de la cama del paciente. Aunque el examinador
normalmente puede palpar cada seno desde el lado derecho de la paciente, a menudo es
mejor en mujeres con senos grandes examinar el seno izquierdo desde el lado izquierdo. La
mama se palpa mejor dejá ndola reposar uniformemente distribuida sobre la pared
torá cica. Las mujeres de senos pequeñ os pueden acostarse con los brazos a los costados; a
las mujeres con senos má s grandes se les debe indicar que coloquen las manos detrá s de la
cabeza. Una almohada colocada debajo del hombro del lado que se examina facilita el
examen.
Palpació n de la mama En la palpació n de la mama, el examinador debe utilizar tanto la
palma de la mano como la punta de los dedos, como se muestra en la figura 15-17. La
palpació n debe ser realizada por los "radios
AB
FIGURA 15-18.
tres presiones. Aunque se ha demostrado que este método es superior a los otros tipos
tradicionales de palpació n mamaria, requiere má s tiempo y puede ser mejor utilizado por
las mujeres para el autoexamen mamario. El examinador debe tener cuidado al evaluar el
pliegue inframamario. Este pliegue se observa comú nmente en mujeres mayores y es el
á rea donde el tejido mamario se une firmemente a la pared torá cica. A menudo, esta cresta
se confunde con un trastorno mamario.
Describa los hallazgos Si se palpa una masa, se deben describir las siguientes
características: 1. El tamañ o de la masa en centímetros y su posició n. 2. La forma de la
masa. 3. La delimitació n, referida a los límites de la masa. ¿Está bien delimitado, como un
quiste? ¿Los bordes son difusos, como en un carcinoma? 4. La consistencia, que describe la
"dureza" de la masa. Un carcinoma es a menudo duro como una piedra. Un quiste tiene
algunas cualidades elá sticas. 5. La movilidad de la lesió n. ¿La lesió n es mó vil en el tejido
que la rodea? Los tumores benignos y los quistes se mueven libremente. Los carcinomas
generalmente se fijan a la piel, al mú sculo subyacente oa la pared torá cica.
Si se detecta una masa, el moldeado de la piel puede ser ú til para determinar si el fenó meno
de retracció n está presente. El examinador debe elevar la mama alrededor de la masa. La
formació n de hoyuelos puede ocurrir si hay un carcinoma presente. La figura 15-19
muestra la técnica de moldeado y su resultado en una paciente con carcinoma de mama.
Note el marcado hoyuelo del seno. Esta paciente también tiene lesiones metastá sicas de
carcinoma de mama en el brazo junto con linfedema. Se presentó en la clínica diciendo que
había descubierto el brazo hinchado el día anterior.
Palpe el á rea subareolar El á rea subareolar, el á rea directamente debajo de la areola, debe
palparse mientras el paciente está en decú bito supino. En el á rea subareolar, el tejido
mamario es menos denso. Un absceso de las glá ndulas de Montgomery en la areola puede
causar una masa sensible en esta á rea.
Examinar el pezó n El examen del pezó n concluye el examen de la mama. Inspeccione si hay
retracció n del pezó n, fisuras y descamació n. Para examinar si hay descarga, coloque cada
mano sobre
El examen de la mama debe realizarse en todos los hombres. Se deben inspeccionar los
pezones en busca de hinchazó n, secreció n y ulceració n. La areola y el tejido subareolar
deben palparse en busca de masas. El examen axilar es como se indica para las mujeres.
Correlaciones clinicopatoló gicas Cá ncer de mama Se han identificado dos genes, BRCA1 y
BRCA2, como genes de susceptibilidad al cá ncer de mama. Los portadores de mutaciones
de la línea germinal en BRCA1, ubicado en el cromosoma 17, o BRCA2, ubicado en el
cromosoma 13, se asocian con una mayor incidencia de cá ncer de mama y de ovario
familiar de aparició n temprana. Ambos genes son genes autosó micos dominantes. Se han
encontrado mutaciones en estos genes supresores de tumores en el 12 % o má s de las
mujeres con cá ncer de mama de aparició n temprana. Si está presente una mutació n en el
gen BRCA1, se estima que el riesgo de la mujer de desarrollar cá ncer de mama puede llegar
al 85-90%. El hallazgo de una masa mamaria a la palpació n, incluso en presencia de una
mamografía normal, requiere una biopsia. Sin embargo, la palpació n mamaria tiene una
tasa de verdaderos positivos (sensibilidad) mucho má s baja que la mamografía. Hay
muchos resultados falsos negativos en la palpació n mamaria. Este error está relacionado
con la dificultad de palpar una masa pequeñ a en mamas grandes, las propiedades
inherentes del tejido mamario y una técnica deficiente. Las limitaciones de la exploració n
física y la mamografía se muestran en el cuadro 15-1. El examen físico es de gran
importancia para determinar la probabilidad de que una masa sea cancerosa. Cualquier
bulto detectado por el paciente o el examinador conlleva un 20% de riesgo de cá ncer. Como
se indica en el cuadro 15-2, las lesiones benignas por lo general se mueven libremente,
tienen bordes bien delimitados y se sienten blandas o quísticas. Sin embargo, de todos los
cá nceres de mama, el 60 % se mueve libremente, el 40 % tiene bordes bien delimitados y el
50 % se siente blando o quístico. Una lesió n fija tiene un 50% de probabilidad de
malignidad. Si esta lesió n tuviera bordes irregulares, la probabilidad de malignidad se eleva
al 60%. En el cuadro 15-3 se muestran la sensibilidad y la especificidad de ciertos hallazgos
físicos al evaluar una masa mamaria en busca de malignidad.
TABLA 15--3. Característica Masa fija Masa mal delimitada Masa dura
40 90 60 90 62 90
Bibliografía
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CAPÍTULO "1 6
El abdomen
Un buen comedor debe ser un buen hombre; porque un buen comedor debe tener una
buena digestió n, y la buena digestió n depende de una buena
Las enfermedades del abdomen son comunes. En los Estados Unidos, aproximadamente el
10% de la població n masculina adulta se ve afectada por la ú lcera péptica. El cinco por
ciento de la població n mayor de 40 añ os tiene enfermedad diverticular. El cá ncer del
intestino grueso es la tercera neoplasia maligna má s comú n que afecta a los
estadounidenses y la tercera causa má s comú n de muerte por cá ncer en hombres y
mujeres. En el añ o 2000 se diagnosticaron aproximadamente 130.000 nuevos casos de
cá ncer de colon y má s de 56.000 muertes por cá ncer colorrectal. En la població n
estadounidense en general, la probabilidad de desarrollar cá ncer colorrectal entre el
nacimiento y los 80 añ os es de aproximadamente 5,5 %, o 1 de cada 18 personas. El riesgo
de este tipo de cá ncer difiere ampliamente entre los individuos. La mayor incidencia se da
en afroamericanos, que tienen una tasa de 50,4 casos por 100.000 habitantes. La incidencia
para la població n blanca es la segunda, con 43,9 por 100.000. La incidencia má s baja se
encuentra en los nativos americanos, 16,4 por 100.000. Algunos pacientes, como los que
tienen poliposis congénita o colitis ulcerosa, tienen predisposició n al desarrollo de cá ncer
de colon, frecuentemente a edades tempranas. El riesgo de por vida de cá ncer de colon en
pacientes con poliposis coli es del 100%. La incidencia de poliposis en la població n de los
Estados Unidos varía de 1 en 7000 a 1 en 10 000 nacidos vivos. El riesgo de desarrollar
cá ncer de colon en pacientes con colitis ulcerosa es del 20% por década. Se ha demostrado
que la dieta tiene una relació n con la incidencia de cá ncer de colon. Las personas con una
dieta baja en fibra y alta en grasas tienen un mayor riesgo. El sistema digestivo representó
226.600 nuevos casos de cá ncer en 2000 y 129.800 muertes. Aunque la distribució n por
sexo es casi igual, hubo un poco má s de casos nuevos y muertes en los hombres. Se ha
demostrado claramente que el diagnó stico físico má s temprano reduce las tasas de
mortalidad por cá ncer colorrectal.
Estructura
y fisiología
427
Superior derecho-- .,,, ,._<i/",_._ ____,L.-- Cuadrante superior izquierdo I, ,,' 'r"-...' cuadrante
FIGURA 16-1.
/. ---/" "1 Derecho [.._.--, Epigá strico . k hipocondrio -- I - Izquierda II hipocondrio Lumbar
derecha I Umbical J Lumbar izquierda Inguinal derecha 'i.uprapu " Inguinal izquierda
FIGURA 16-2. Las nueve á reas abdominales.
Otro método de descripció n divide el abdomen en nueve á reas: epigá strica, umbilical,
suprapú bica, hipocondríaca derecha e izquierda, lumbar derecha e izquierda e inguinal
derecha e izquierda. Se dibujan dos líneas imaginarias extendiendo las líneas
medioclaviculares hasta la mitad de los ligamentos inguinales. Estas líneas forman la
extensió n lateral de los mú sculos rectos abdominales. En á ngulo recto con estas líneas, se
dibujan dos líneas paralelas: una en los má rgenes costales y la otra en las espinas ilíacas
anterosuperiores. El sistema de nueve á reas se muestra en la figura 16-2. El examinador
debe reconocer las estructuras abdominales que se encuentran en cada zona. La tabla 16-1
enumera los ó rganos presentes en cada uno de los cuatro cuadrantes. Debido a que los
riñ ones, el duodeno y el pá ncreas son ó rganos posteriores, es poco probable que se puedan
sentir anomalías en estos ó rganos en adultos. En los niñ os, en quienes los mú sculos
abdominales está n menos desarrollados, a menudo se pueden sentir masas renales,
especialmente en el lado derecho. Una descripció n detallada de la fisiopatología del sistema
gastrointestinal está má s allá del alcance de este texto. Una breve declaració n sobre la
fisiología bá sica servirá para integrar los signos y síntomas de la enfermedad abdominal. A
medida que la comida pasa al esó fago, una lesió n obstructiva puede producir disfagia o
dificultad para tragar. El reflujo gastroesofá gico puede provocar acidez estomacal. Tras la
entrada de alimentos parcialmente digeridos en el estó mago, se produce la relajació n del
estó mago. Una falla en esta relajació n puede conducir a saciedad o dolor tempranos. El
estó mago funciona como un reservorio de alimentos, secreta jugo gá strico y proporciona
actividad peristá ltica con su pared muscular. El revestimiento del estó mago produce
diariamente de 2 a 3 litros de jugo gá strico y afecta la digestió n de las proteínas. El material
semilíquido y cremoso producido por la digestió n gá strica de los alimentos se llama quimo.
La secreció n de jugo gá strico puede producir dolor si hay una ú lcera gá strica. El
vaciamiento intermitente del estó mago ocurre cuando la presió n intragá strica supera la
resistencia del esfínter piló rico. El vaciamiento normalmente se completa dentro de las 6
horas después de comer. Cualquier obstrucció n al vaciamiento gá strico puede producir
vó mitos. La entrada de quimo desde el estó mago hacia el duodeno estimula la secreció n de
enzimas pancreá ticas y la contracció n de la vesícula biliar. El flujo de jugo pancreá tico es
má ximo aproximadamente 2 horas después de una comida; la producció n diaria es de 1-2
litros. Sus tres enzimas, lipasa, amilasa y tripsina, son responsables de la digestió n de
grasas, almidones y proteínas, respectivamente. En casos de insuficiencia pancreá tica, las
heces son pá lidas y voluminosas y tienen un olor má s desagradable. El quimo y el
neutralizante
TABLA 16--1.
El efecto de estas enzimas reduce la acidez del contenido duodenal y alivia el dolor de la
ú lcera péptica duodenal. El dolor de una vesícula biliar agudamente inflamada o de
pancreatitis empeora en esta fase del ciclo digestivo. El alimento digerido continú a su curso
a través del intestino delgado, donde se produce una mayor digestió n y absorció n. La falla
en la producció n de bilis o su liberació n de la vesícula biliar da como resultado una
digestió n y absorció n de grasas disminuidas, lo que lleva a la diarrea. Los cá lculos biliares
pueden formarse como resultado de la dieta o de una predisposició n hereditaria. El hígado
funciona para producir bilis, desintoxicar los subproductos de la digestió n de los alimentos
y metabolizar proteínas, lípidos y carbohidratos. La producció n diaria de bilis es de
aproximadamente 1 litro. En ausencia de una funció n hepá tica normal, pueden producirse
ictericia, ascitis y coma. El yeyuno y el íleon digieren y absorben má s los nutrientes. Los
á cidos biliares y la vitamina B12 se absorben en el íleon. El color oscuro de las heces se
debe a la presencia de estercobilina, un metabolito de la bilirrubina, que se secreta en la
bilis. Si la bilis no fluye hacia el intestino delgado, las heces se vuelven de color marró n
pá lido a gris y se denominan acó licas o libres de bilis. El colon funciona para eliminar gran
parte del agua y los electrolitos restantes del quimo. Aproximadamente 600 ml de líquido
ingresan al colon diariamente y solo 200 ml de agua se excretan en las heces diariamente.
La funció n coló nica anormal conduce a la diarrea o al estreñ imiento. Las bolsas
aneurismá ticas de la mucosa coló nica pueden causar sangrado; si está n infectados, se
produce dolor. La obstrucció n coló nica produce dolor intenso. Los tumores pueden causar
obstrucció n o sangrado.
Repaso de
Dolor
El dolor es probablemente el síntoma má s importante de la enfermedad abdominal.
Aunque la neoplasia abdominal puede ser indolora, la mayoría de las enfermedades
abdominales se manifiestan con algo de dolor. El dolor puede deberse a irritació n de la
mucosa, espasmo del mú sculo liso, irritació n peritoneal, hinchazó n capsular o estimulació n
nerviosa directa. El dolor abdominal requiere un diagnó stico y una terapia rá pidos. Cuando
un paciente se queja de dolor abdominal, haga las siguientes preguntas: "¿Dó nde está el
dolor?" "¿El dolor ha cambiado de ubicació n desde que comenzó ?" "¿Sientes el dolor en
alguna otra parte de tu cuerpo?" "¿Cuá nto tiempo has tenido el dolor?" "¿Ha tenido
episodios recurrentes de dolor abdominal?" "¿El dolor comenzó de repente?" "¿Puedes
describir el dolor? ¿Es agudo? ¿Quema? ¿Có licos?" "¿Es continuo el dolor?" "¿Ha habido
algú n cambio en la gravedad o la naturaleza del dolor desde que comenzó ?" "¿Qué lo hace
peor?" "¿Qué lo hace mejor?" "¿El dolor está asociado con ná useas, vó mitos, sudoració n,
estreñ imiento, diarrea, heces con sangre, distensió n abdominal, fiebre, escalofríos, comer?"
"¿Alguna vez ha tenido cá lculos biliares? ¿Cá lculos renales?" Si el paciente es una mujer,
pregunte "¿Cuá ndo fue su ú ltimo período?" Tenga en cuenta la hora exacta en que comenzó
el dolor y lo que estaba haciendo el paciente en ese momento. El dolor intenso y repentino
que despierta a un paciente puede estar asociado con una perforació n aguda, inflamació n o
torsió n de un ó rgano abdominal. Un cá lculo en las vías biliares o renales también provoca
un dolor intenso. Tenga en cuenta la agudeza del dolor. Rotura aguda de una trompa de
Falopio por un embarazo ectó pico, perforació n de una ú lcera gá strica. la peritonitis y la
pancreatitis aguda causan un dolor tan intenso que puede provocar desmayos. Es
fundamental determinar la ubicació n del dolor en su inicio, su localizació n, su cará cter y su
radiació n. Comú nmente, cuando se rompe un ó rgano abdominal, el dolor se siente "en todo
el vientre", sin localizació n en un á rea específica. El dolor que surge del intestino delgado se
siente comú nmente en las regiones umbilical o epigá strica: por ejemplo, el dolor de la
apendicitis aguda comienza en el ombligo. Después de un tiempo, el dolor puede localizarse
en otras á reas. El dolor de la apendicitis aguda se desplaza desde el ombligo hasta el
cuadrante inferior derecho aproximadamente de 1 a 3 horas después del evento inicial. El
dolor en el pecho seguido de dolor abdominal debe hacer sospechar un aneurisma aó rtico
disecante. Tenga en cuenta la naturaleza del dolor. El dolor causado por una ú lcera gá strica
perforada a menudo se describe como "quemante"; el aneurisma disecante como
"desgarrador"; la obstrucció n intestinal como "presionante"; la pielonefritis como "dolor
sordo"; el có lico biliar o renal, como "calambres, constricció n". " El dolor referido a menudo
brinda informació n sobre la causa. El dolor referido es un término que se usa para describir
el dolor que se origina en los ó rganos internos, pero que el paciente describe como si
estuviera ubicado en la pared abdominal o torá cica, el hombro, la mandíbula u otras á reas
irrigadas por el nervios somá ticos El dolor parece originarse en á reas inervadas por los
nervios somá ticos
infarto
/ -. J apendicitis
FIGURA 16-3. Á reas comunes de dolor referido. El á rea punteada está en la parte posterior
del pecho.
entrando en la médula espinal en el mismo segmento que los nervios sensoriales del
ó rgano responsable del dolor. Por ejemplo, el dolor en el hombro derecho puede deberse a
una colecistitis aguda; el dolor testicular puede deberse a un có lico renal oa una
apendicitis. Los sitios comunes para el dolor referido se muestran en la figura 16-3. La
localizació n del dolor en la enfermedad abdominal se resume en el cuadro 16-2.
TABLA 16--2. Localizació n del dolor en la enfermedad abdominal Á rea del dolor Ó rgano
afectado Ejemplo clínico
Epigá strico
Estó mago Ú lcera péptica gá strica Duodeno Ú lcera péptica duodenal Vesícula biliar
Colecistitis Hígado Hepatitis Vías biliares Colangitis Pá ncreas Pancreatitis
Escá pula derecha Tracto biliar Có lico biliar Espalda media Aorta Disecció n aó rtica Pá ncreas
Pancreatitis Periumbilical Intestino delgado Obstrucció n Hipogastrio Colon Colitis ulcerosa
Diverticulitis Sacro Recto Proctitis Absceso perirrectal
TABLA 16--3. Maniobras para aliviar el dolor abdominal Maniobra Ó rgano afectado
Ejemplo clínico Eructos Estó mago Distensió n gá strica Comer Estó mago, duodeno Ú lcera
péptica Vó mitos Estó mago, duodeno Obstrucció n piló rica Inclinació n hacia adelante
Estructuras retroperitoneales Cá ncer de pá ncreas Pancreatitis Flexió n de rodillas
Peritoneo Peritonitis Flexió n del muslo derecho Mú sculo psoas derecho Apendicitis Flexió n
del muslo izquierdo Diverticulitis del mú sculo psoas izquierdo
El momento de aparició n y los factores que agravan o alivian los síntomas (p. ej., comidas o
defecació n) son particularmente importantes. El dolor epigá strico perió dico que ocurre
1/2 a 1 hora después de comer es un síntoma clá sico de las ú lceras pépticas gá stricas. Los
pacientes con ú lcera péptica duodenal tienen dolor de 2 a 3 horas después de comer o
antes de la siguiente comida. La comida tiende a disminuir el dolor, especialmente en las
ú lceras duodenales. La perforació n de una ú lcera duodenal al pá ncreas puede producir
dolor de espalda simulando un problema ortopédico. El dolor nocturno es un síntoma
clá sico de la ú lcera péptica duodenal. El dolor después de comer también puede estar
asociado con la enfermedad vascular de las vísceras abdominales. Los pacientes con esta
condició n son mayores y tienen dolor posprandial, anorexia y pérdida de peso. Esta tríada
se observa en la angina abdominal resultante de enfermedad vascular obstructiva en el eje
celíaco o en la arteria mesentérica superior. El cuadro 16-3 proporciona un resumen de las
maniobras importantes para aliviar el dolor abdominal.
Ná useas y vó mitos Los vó mitos pueden ser causados por una irritació n severa del
peritoneo como resultado de la perforació n de un ó rgano abdominal; obstrucció n del
conducto biliar, uréter o intestino; o toxinas. Los vó mitos resultantes de una perforació n
rara vez son masivos. La obstrucció n de la vía biliar u otro conducto produce estiramiento
de la pared muscular, lo que resulta en vó mitos episó dicos que ocurren en el punto á lgido
del dolor. La obstrucció n intestinal impide que el contenido intestinal pase distalmente; en
consecuencia, el vó mito puede resultar en la expulsió n del contenido intestinal. Las toxinas
generalmente causan vó mitos persistentes. No todas las emergencias abdominales causan
vó mitos. Puede ocurrir sangrado intraperitoneal en ausencia de vó mitos. Con frecuencia,
los vó mitos también son causados por la inflamació n de las estructuras intraabdominales,
así como por afecciones extraabdominales, que incluyen toxicidad por fá rmacos, trastornos
del sistema nervioso central, infarto de miocardio y embarazo. Haga las siguientes
preguntas si un paciente se queja de ná useas, vó mitos o ambos: "¿Cuá nto tiempo hace que
tiene ná useas o vó mitos?" "¿De qué color es el vó mito?" "¿Hay algú n olor inusualmente
desagradable en el vó mito?" "¿Con qué frecuencia vomitas?" "¿El vó mito está relacionado
con comer?" Si es así. "¿Qué tan pronto vomita después de comer? ¿Vomita solo después de
comer ciertos alimentos?" "¿Tiene ná useas sin vó mitos?" "¿Las ná useas o los vó mitos está n
asociados con dolor abdominal? ¿estreñ imiento? ¿diarrea? ¿pérdida de apetito? ¿un cambio
en el color de sus heces? ¿un cambio en el color de su orina? ¿fiebre? ¿dolor en el pecho?"
"¿Has notado un cambio en tu capacidad auditiva?" "¿Has notado un zumbido en los oídos?"
La relació n del dolor con los vó mitos es importante y puede ayudar a establecer el
diagnó stico. En la apendicitis aguda, el dolor suele preceder al vó mito unas horas. El
cará cter del vó mito puede ayudar a determinar su causa. La gastritis aguda hace que el
paciente vomite el contenido del estó mago. El có lico biliar produce vó mito bilioso o
amarillo verdoso. La obstrucció n intestinal a menudo hace que el paciente vomite vó mitos
biliosos seguidos de líquido con olor feculento. El vó mito feculento generalmente se debe a
una obstrucció n intestinal. Las ná useas sin vó mitos son un síntoma comú n en pacientes con
enfermedad hepatocelular, embarazo y enfermedad metastá sica. Las ná useas pueden estar
asociadas con pérdida de audició n y tinnitus en pacientes con la enfermedad de Mnire.
Cambio en las evacuaciones intestinales Tome una historia cuidadosa de los há bitos
intestinales. Un cambio en las deposiciones requiere mayor elaboració n. Há gale estas
preguntas al paciente con inicio agudo de diarrea: "¿Cuá nto tiempo hace que tiene
diarrea?" "¿Cuá ntas deposiciones tiene al día?" "¿La diarrea comenzó de repente?" "¿La
diarrea comenzó después de una comida?" Si es así, "¿Qué comiste?" "¿Son las heces
acuosas? ¿Con sangre? ¿Malos olores?" "¿La diarrea está asociada con dolor abdominal?
¿pérdida de apetito? ¿ná useas? ¿vó mitos?" La aparició n aguda de diarrea después de una
comida sugiere una infecció n aguda o una toxina. Las heces acuosas a menudo se asocian
con procesos inflamatorios del intestino delgado y el colon. La shigelosis es una
enfermedad del colon que produce diarrea sanguinolenta. La amebiasis también se asocia
con diarrea sanguinolenta. Al paciente con diarrea cró nica se le debe preguntar lo
siguiente: "¿Cuá nto tiempo hace que tiene diarrea?" "¿Tiene periodos de diarrea alternados
con estreñ imiento?" "¿Son las heces acuosas? ¿Sueltas? ¿Flotantes? ¿Maloolientes?" "¿Has
notado sangre en las heces? ¿Mucosidad? ¿Comida sin digerir?" "¿De qué color son las
heces?" "¿Cuá ntas deposiciones tiene al día?" "¿La diarrea ocurre después de comer?"
"¿Qué pasa cuando ayunas? ¿Todavía tienes diarrea?" "¿La diarrea está asociada con dolor
abdominal? ¿Distensió n abdominal? ¿Ná useas? ¿Vó mitos?" "¿Has notado que la diarrea es
peor en ciertos momentos del día?" "¿Có mo está tu apetito?" "¿Ha habido algú n cambio en
su peso?" La alternancia de diarrea y estreñ imiento se observa con frecuencia en pacientes
con cá ncer de colon o diverticulitis. Las evacuaciones sueltas son comunes en las
enfermedades del colon izquierdo, mientras que las evacuaciones acuosas se observan en
la enfermedad inflamatoria intestinal grave y en las enteropatías con pérdida de proteínas.
Las heces flotantes pueden resultar de síndromes de malabsorció n. Los pacientes con
colitis ulcerosa suelen tener heces mezcladas con sangre y mucosidad. Cualquier proceso
inflamatorio del intestino delgado o del colon puede manifestarse con sangre mezclada con
heces o alimentos no digeridos. El síndrome del intestino irritable clá sicamente produce
má s diarrea por la mañ ana. A los pacientes que se quejan de estreñ imiento se les debe
hacer estas preguntas: "¿Cuá nto tiempo ha estado estreñ ido?" "¿Con qué frecuencia tiene
una evacuació n intestinal?" "¿De qué tamañ o son tus heces?" "¿De qué color son tus heces?"
"¿Las heces alguna vez se mezclan con sangre? ¿Mucosidad?" "¿Ha notado períodos de
estreñ imiento alternados con períodos de diarrea?" "¿Has notado un cambio en el calibre
del taburete?" "¿Tienes mucha gasolina?" "¿Có mo está tu apetito?" "¿Ha habido algú n
cambio en su peso?"
El cambio en el calibre de las heces es significativo. Las heces con diá metro de "lá piz"
pueden deberse a un carcinoma anal o rectal distal. Un cambio en el color de las heces es
importante. Como se discutirá má s adelante, las heces de color marró n pá lido a gris indican
ausencia de bilis. Esto puede deberse a una obstrucció n del flujo de bilis desde la vesícula
biliar oa una menor producció n de bilis. Los cambios de peso son importantes con el
síntoma de estreñ imiento. Un aumento de peso puede indicar una disminució n del
metabolismo que se observa en el hipotiroidismo; una disminució n de peso puede estar
asociada con cá ncer de colon u otras condiciones hipermetabó licas.
Sangrado rectal
El sangrado rectal puede manifestarse por sangre de color rojo brillante, sangre mezclada
con heces o heces negras y alquitranadas. La sangre roja brillante por recto (BRBPR),
también conocida como hematoquecia, puede ocurrir a partir de tumores coló nicos,
enfermedad diverticular o colitis ulcerosa. La sangre mezclada con heces puede ser el
resultado de colitis ulcerosa, enfermedad diverticular, tumores o hemorroides. Pregú ntele
al paciente que describe el sangrado rectal las siguientes preguntas: "¿Cuá nto tiempo ha
notado sangre roja brillante en sus heces?" "¿La sangre está mezclada con las heces?" "¿Hay
rayas de sangre en la superficie de las heces?" "¿Has notado un cambio en tus há bitos
intestinales?" "¿Has notado una sensació n en el recto que te obliga a defecar pero no
puedes?" El tenesmo es el esfuerzo doloroso, continuo e ineficaz para defecar. Es causada
por inflamació n o tumor en el recto distal o el ano. El sangrado hemorroidal es una causa
comú n de hematoquecia y estrías de sangre en las heces. La melena es una materia fecal
negra y alquitranada que resulta del sangrado por encima de la primera secció n del
duodeno, con digestió n parcial de la hemoglobina. Indagar sobre la presencia de melena.
Una forma ú til de hacer preguntas es mostrarle al paciente el tubo negro del estetoscopio y
preguntarle: "¿Alguna vez sus deposiciones han sido de este color?". Si se le pregunta
directamente si las evacuaciones intestinales han sido alguna vez negras, el paciente puede
responder afirmativamente, equiparando las heces oscuras (normales) con heces negras.
Há gale estas preguntas a un paciente que describa melena: "¿Ha tenido má s de una
deposició n negra y alquitranada?" ¿Si es así cuando?" "¿Cuá nto tiempo ha estado teniendo
heces negras y alquitranadas?" "¿Has notado que te sientes mareado?" "¿Ha tenido alguna
ná usea asociada con estas heces? ¿Vó mito? ¿Diarrea? ¿Dolor abdominal? ¿Sudoració n?" Las
respuestas a estas preguntas pueden proporcionar alguna informació n sobre la gravedad y
la magnitud de la hemorragia. Aturdimiento. se observan ná useas y diaforesis con sangrado
gastrointestinal rá pido e hipotensió n. La presencia de heces de color plateado es rara pero
patognomó nica de heces acó licas con melena, una condició n que resulta del cá ncer de la
ampolla de Vater en el duodeno. El cá ncer produce obstrucció n biliar y las frondas
cancerosas se desprenden, causando melena.
Ictericia
"¿Usas alguna droga recreativa?" Si es así, "¿Usa alguna droga por vía intravenosa?"
"¿Comes mariscos crudos? ¿Ostras?" "¿Ha viajado al extranjero en el ú ltimo añ o?" ¿Si es así,
donde?" "¿Bebiste agua sucia?" "¿Ha tenido ictericia antes?" "¿Tu orina ha cambiado de
color desde que notaste que tenías ictericia?" "¿De qué color son tus heces?" "¿Tiene algú n
amigo o pariente que también tenga ictericia?" "¿Qué tipo de trabajo haces?" "¿Qué otros
tipos de trabajo has hecho?" "¿Cuá les son tus aficiones?" La hepatitis viral se asocia con
ná useas, vó mitos, pérdida de apetito y aversió n a fumar. La hepatitis A tiene una ruta de
transmisió n fecal-oral y un período de incubació n de 2 a 6 semanas. Puede estar
relacionado con la ingestió n de mariscos crudos. La hepatitis B se transmite por la sangre y
tiene un período de incubació n de i-6 meses. Los profesionales de la salud tienen un mayor
riesgo de contraer hepatitis. Cualquier contacto con una persona con hepatitis viral
aumenta el riesgo de contraer hepatitis viral. El virus de la hepatitis C (VHC) es la infecció n
cró nica transmitida por la sangre má s comú n en los Estados Unidos. Los Centros para el
Control y la Prevenció n de Enfermedades han estimado que durante la década de 1980
pueden haber ocurrido hasta 230,000 nuevas infecciones en este país. Se estima que hasta
3,9 millones de estadounidenses tienen anticuerpos contra el VHC y actualmente son
asintomá ticos. Sin embargo, corren el riesgo de sufrir una enfermedad hepá tica cró nica, la
décima causa principal de muerte en los Estados Unidos. Alrededor del 40 % de las
enfermedades hepá ticas cró nicas está n relacionadas con el VHC y provocan entre 8000 y
10 000 muertes al añ o. La enfermedad del río en etapa terminal secundaria a la infecció n
por VHC es la indicació n má s comú n para el trasplante de hígado. Debido a que la mayoría
de estas personas tienen menos de 50 añ os, se prevé que en los pró ximos 15 a 20 añ os
habrá un marcado aumento de pacientes con enfermedad hepá tica cró nica. La ictericia de
desarrollo lento que se acompañ a de heces de color pá lido y orina de color cola es ictericia
obstructiva, ya sea intra o extrahepá tica. La ictericia acompañ ada de fiebre y escalofríos se
considera colangitis hasta que se demuestre lo contrario. La colangitis puede resultar de
estasis de bilis en el conducto biliar que resulta de un cá lculo biliar o de cá ncer de la cabeza
del pá ncreas. Determinar si se utilizan productos químicos en la ocupació n o pasatiempos
del paciente, ya que pueden estar relacionados con la causa de la ictericia. Muchos
productos químicos industriales y medicamentos se han asociado con enfermedades
hepá ticas. Estos agentes pueden ser responsables de una enfermedad similar a la hepatitis
viral, colestasis, granulomas o tumores hepá ticos. Es bien sabido que la exposició n
ocupacional al tetracloruro de carbono y al cloruro de vinilo causa enfermedades hepá ticas.
Haga preguntas relacionadas con el abuso del alcohol. Estos se describen en el Capítulo 1,
Las preguntas del entrevistador.
disminució n de la capacidad pulmonar debido a ascitis por otra causa. Las preguntas
relacionadas con el abuso de alcohol son las má s apropiadas y se describen en el Capítulo 1.
Masa
Una masa abdominal puede ser una neoplasia o una hernia. Una hernia abdominal se
refiere a una protuberancia de la cavidad peritoneal en la que se extruyen los contenidos
peritoneales. El contenido puede ser epipló n, intestino o pared vesical. Una hernia
abdominal puede ser inguinal, femoral, umbilical o interna, segú n su ubicació n. La queja
má s comú n es la hinchazó n, que puede o no ser dolorosa. Una hernia inguinal puede
manifestarse como una masa en la ingle o el escroto. Las principales complicaciones de una
hernia son la obstrucció n intestinal y la estrangulació n intestinal por la interferencia del
suministro de sangre. Una hernia se denomina reducible cuando se puede vaciar de su
contenido mediante presió n o un cambio de postura. Un síntoma de una masa abdominal
pulsá til debe alertar al examinador sobre la posibilidad de un aneurisma aó rtico.
Prurito
impacto
de yo
Físico
Examen
Si el paciente se ha quejado de dolor abdominal, examine el á rea del dolor en ú ltimo lugar.
Si el examinador toca el á rea de má ximo dolor, los mú sculos abdominales se contraerá n y
el examen será má s difícil. El examen físico del abdomen incluye lo siguiente: • Inspecció n •
Auscultació n • Percusió n • Palpació n • Examen rectal • Técnicas especiales
Inspecció n
Inspeccione la piel Inspeccione la piel y la escleró tica en busca de ictericia. Siempre que sea
posible, se debe evaluar al paciente en busca de ictericia con luz natural, ya que la luz
incandescente frecuentemente enmascara la existencia de ictericia. La ictericia se
manifiesta cuando el nivel de bilirrubina sérica supera los 2,5 mg/dl en adultos o los 6,0
mg/dl en recién nacidos. La figura 16-5 muestra un paciente con ictericia. Note la ictericia
escleral así como la decoloració n amarilla de la piel. La hiperbilirrubinemia también puede
provocar un intenso prurito generalizado. Inspeccione en busca de angiomas de arañ a. Los
angiomas en arañ a tienen un alto grado de sensibilidad en pacientes con cirrosis alcohó lica,
pero son inespecíficos porque también ocurren en el embarazo y en trastornos vasculares
del colá geno (v. fig. 7-75). La figura 16-6 muestra la pierna de un paciente con pioderma
gangrenoso. Note la ulceració n necró tica socavada con pus. Estas ulceraciones dolorosas,
comú nmente en la
Inspeccione las manos ¿Hay pérdida muscular en los mú sculos pequeñ os de las manos?
Esto está asociado con el desgaste. Las uñ as se examinan en busca de cambios en el lecho
ungueal, especialmente un aumento en el tamañ o de la lú nula. En la figura 16-7 se
muestran los dedos de un paciente con cirrosis que muestra uñ as "mitad y mitad". Consulte
también la Figura 7-8.
Inspeccione la cara ¿Está n hundidos los ojos? ¿Está presente el desgaste temporal? Estos
signos indican emaciació n y mala nutrició n. La piel alrededor de la boca y la mucosa oral
pueden proporcionar evidencia de trastornos gastrointestinales. El depó sito de melanina
alrededor y dentro de la cavidad oral, especialmente en la mucosa bucal, sugiere síndrome
de Peutz-Jeghers. La figura 11-12 muestra los labios de un paciente con los clá sicos
cambios pigmentarios marrones del síndrome de Peutz-Jeghers. Este es un trastorno
autosó mico dominante caracterizado por poliposis hamartomatosa gastrointestinal
generalizada y pigmentació n mucocutá nea. Los pó lipos benignos son má s comunes en el
yeyuno y rara vez se vuelven malignos. Los pó lipos, sin embargo, pueden sangrar, causar
intususcepció n u obstrucció n. Las telangiectasias de los labios y la lengua sugieren un
síndrome de Osler-Weber-Rendu (v. fig. 11-11), en el que hay mú ltiples telangiectasias en
todo el tubo digestivo. Estas lesiones pueden sangrar insidiosamente, causando anemia. Las
lesiones orales clá sicas de un paciente con síndrome de Osler-Weber-Rendu también se
muestran en la figura 16-8. El hipercortisolismo, o síndrome de Cushing, tiene una variedad
de manifestaciones clínicas. Los má s comunes son la obesidad, la plétora facial, el
hirsutismo y la hipertensió n. La obesidad ocurre en el 90% de los pacientes. La mayoría de
los pacientes con hipercortisolismo tienen caras redondas, hinchadas y rojas llamadas
facies de luna llena. También tienen depó sitos de grasa prominentes en
yo
Yo
Cholecystectornyl)// .... I ' Laparotorny rn" /-I COIonHer resecciones' Appendecto Cirugía
de vá lvula mitral Adrenalectorny-- Nephrectorny /
- Histerectomía
laminectoria
ven abdominal
FIGURA 16-15.
Inspeccione si hay hernias Se debe pedir al paciente acostado en la cama que tosa mientras
el examinador inspecciona las á reas inguinal, umbilical y femoral. Esta maniobra, al
aumentar la presió n intraabdominal, puede producir un abultamiento repentino en estas
zonas, que puede estar relacionado con una hernia. Si el paciente ha tenido cirugía, la tos
puede mostrar un abultamiento a lo largo de la cicatriz abdominal de la incisió n anterior.
Ademá s, la tos puede provocar dolor localizado en un á rea específica. Esta técnica permite
al examinador identificar el á rea de má xima sensibilidad y realizar la mayor parte del
examen abdominal sin demasiada incomodidad para el paciente. La ascitis secundaria a
carcinoma de mama metastá sico y una hernia umbilical se muestran en la figura 16-13.
Inspeccione las venas superficiales El patró n venoso del abdomen suele ser apenas
perceptible. Si es visible en el individuo normal, el drenaje de los dos tercios inferiores del
abdomen es hacia abajo. En presencia de obstrucció n de la vena cava, las venas
superficiales pueden dilatarse y las venas drenan cefá licamente (hacia la cabeza). En
pacientes con hipertensió n portal, las venas dilatadas parecen irradiar desde el ombligo.
Esto se debe al reflujo a través de las venas colaterales dentro del ligamento falciforme, y
este patró n se denomina caput medusae. Si las venas superficiales está n distendidas, evalú e
la direcció n del drenaje mediante la siguiente técnica. Coloque las puntas de sus dedos
índices en una vena que esté orientada cefá lica-caudalmente, no transversal, y comprímala.
Usando presió n continua, deslice los dedos índices para separarlos alrededor de 3 a 4
pulgadas. Retire un dedo y observe el relleno en la direcció n del flujo. Repita este
procedimiento, pero esta vez quite el otro dedo
y observe la direcció n del flujo. La figura 16-14 muestra el abdomen de un paciente con
hipertensió n portal intrahepá tica. Observe las venas paraumbilicales congestionadas: el
flujo se alejaba del ombligo hacia el sistema de la cava.
Auscultació n
Un roce peritoneal, como un roce pleural o pericá rdico, es un sonido que indica
inflamació n. Durante el movimiento respiratorio, se puede escuchar un roce por fricció n en
los cuadrantes superiores derecho o izquierdo en presencia de un trastorno hepá tico o
esplénico.
Percusió n
Percutir el Abdomen
El paciente se acuesta en decú bito supino. Los cuatro cuadrantes del abdomen se evalú an
por percusió n. El timpanismo es la nota de percusió n má s comú n en el abdomen. Se debe a
la presencia de gas en el estó mago, el intestino delgado y el colon. El á rea suprapú bica
cuando se percute puede sonar apagada si la vejiga urinaria está distendida o, en una
mujer, si el ú tero está agrandado.
Percutir el hígado
Hay varios problemas con la predicció n del tamañ o del hígado por percusió n. Si hay ascitis,
el examinador solo puede especular sobre el tamañ o correcto del hígado. Una causa má s
comú n de sobreestimació n del tamañ o del hígado (medició n de falso positivo) es alguna
forma de enfermedad pulmonar obstructiva cró nica. Esto dificulta la percusió n del borde
superior del hígado. La obesidad puede causar problemas tanto en la percusió n como en la
palpació n. La distensió n del colon puede oscurecer la embotamiento del hígado inferior.
Esto puede resultar en una subestimació n del tamañ o del hígado (medició n de falso
negativo).
Percusió n del bazo Aunque el tamañ o del bazo suele ser difícil de determinar, la evaluació n
del bazo debe comenzar con la percusió n del tamañ o del bazo. En individuos normales, el
bazo se encuentra escondido dentro de la caja torá cica contra la pared posterolateral de la
cavidad abdominal en el espacio de Traube. El espacio de Traube está definido por la sexta
costilla superiormente, la línea axilar anterior izquierda lateralmente y el margen costal
inferiormente. A medida que el bazo se agranda, permanece cerca de la pared abdominal y
la punta se mueve hacia abajo y hacia la línea media. Debido a que el agrandamiento inicial
es en direcció n anteroposterior, puede ocurrir un agrandamiento considerable sin que sea
palpable por debajo del margen costal. Se considera que la matidez a la percusió n en el
espacio de Traube (la pérdida del timpanismo del colon y el estó mago llenos de aire por el
agrandamiento del bazo) es un signo ú til para determinar el agrandamiento del bazo. Haga
que el paciente se acueste en posició n supina. Con el paciente respirando normalmente,
percuta en el espacio intercostal má s bajo en la línea axilar anterior izquierda. La percusió n
normal produce una nota resonante o timpá nica. Una prueba positiva de esplenomegalia se
diagnostica cuando la nota de percusió n es sorda. Utilizando la ecografía como está ndar, la
percusió n esplénica tiene una sensibilidad del 62% y una especificidad del 72%. En
individuos má s delgados que no habían comido en las 2 horas anteriores, la sensibilidad
fue del 78% y la especificidad del 82%.
Descartar ascitis En pacientes en los que se cree que hay ascitis, se puede realizar una
prueba de percusió n especial para detectar matidez cambiante. Mientras el paciente está
acostado boca arriba, el examinador determina los límites de timpanismo y matidez. El á rea
de timpanismo está presente sobre el á rea de matidez y se debe al gas en el intestino que
flota sobre la ascitis. Luego se le pide al paciente que se gire de lado y el examinador
determina nuevamente los bordes de las notas de percusió n. Si hay ascitis, la matidez
"cambiará " a una posició n má s dependiente; el á rea alrededor del ombligo que inicialmente
era timpá nica se volverá opaca. La matidez cambiante tiene una sensibilidad del 83-88 % y
una especificidad del 56 %. La prueba para cambiar la matidez se ilustra en la figura 16-18.
Una prueba adicional para la ascitis es la presencia de una onda de fluido. La mano de otro
examinador o la mano del propio paciente se coloca en el medio del abdomen del paciente.
La sangría de la pared abdominal detendrá la transmisió n de un impulso por parte del
tejido adiposo subcutá neo. Luego, el examinador golpea un flanco mientras palpa el otro
lado. La detecció n de una onda de fluido sugiere ascitis. Esta técnica se ilustra en la figura
16-19. La presencia de una onda de líquido prominente es la má s específica de todas las
pruebas de diagnó stico físico para la ascitis y tiene una especificidad del 82-92 %, segú n
varios estudios. Se puede obtener un resultado falso positivo en personas obesas y se
puede obtener un resultado falso negativo cuando la ascitis es de pequeñ a a moderada.
Otro hallazgo físico con ascitis es la presencia de flancos abultados. Este cambio ocurre
cuando el peso del líquido abdominal libre es suficiente para empujar los flancos hacia
afuera. Tiene una sensibilidad del 93% para detectar ascitis y una especificidad del 54%. El
signo má s sensible de ascitis es la presencia de matidez cambiante, mientras que el signo
má s específico es la presencia de una onda de líquido prominente. Para un paciente
individual, el examinador debe conocer la prevalencia de la enfermedad o la probabilidad
previa a la prueba para aplicar sensibilidad y especificidad. Varios estudios han revisado
las características operativas de las pruebas de examen físico para la ascitis. En el cuadro
16-4 se resumen sus relaciones combinadas de sensibilidad, especificidad y probabilidad
para la presencia de ascitis. La presencia de una ola de líquido prominente o una matidez
cambiante aumenta má s la probabilidad de presencia de ascitis; la ausencia de flancos
abultados, flancos flacos o flancos cambiantes disminuye la probabilidad. Entre los
elementos histó ricos má s comunes percibidos por los pacientes, un aumento en la
circunferencia abdominal o un aumento de peso reciente tienen la mayor probabilidad de
aste. Un aumento en
FIGURA 16-18. Técnica para la prueba de matidez cambiante. Las á reas coloreadas
representan las á reas de timpanismo.
CUADRO 16--4. Características de los signos físicos (datos agrupados) para la detecció n de
ascitis* | Sensibilidad (%) Especificidad (%) I .Signo físico Rang _Rango LR+ LR- | Flancos
abultados 81 59 2.0 0.3 I . 69-93 50-68 |Matez de flanco 84 59 2,0 0,3 80-94 47-71 I Materia
cambiante 86 72 2,7 0,3 I 64-90 __ 63-81 I Onda fluida prominente 62 90 6,0 0,4 I *
Intervalo de confianza de 95°/° ; datos recopilados de Cummings et al (1985), Simel et al
(1988), Cattau et al (1982) y Williams y Simel (1992).
Palpació n
Palpació n ligera La palpació n ligera se utiliza para detectar sensibilidad y á reas de espasmo
muscular o rigidez. Todo el abdomen debe palparse sistemá ticamente utilizando la parte
plana de la mano derecha o las yemas de los dedos, no las yemas de los dedos. Los dedos
deben estar juntos y se deben evitar los golpes repentinos. La mano debe levantarse de un
á rea a otra en lugar de deslizarse sobre la pared abdominal. La palpació n ligera se muestra
en la figura 16-20. Con los pacientes que tienen cosquillas, puede ser ú til que mantengan su
mano sobre la mano del examinador, como se muestra en la figura 16-21. Durante la
espiració n, los mú sculos rectos suelen relajarse y ablandarse. Si hay poco cambio, se dice
que hay rigidez. La rigidez es un espasmo involuntario de los mú sculos abdominales y es
indicativo de irritació n peritoneal. La rigidez puede ser difusa, como en la peritonitis difusa,
o localizada, como en un apéndice o una vesícula biliar inflamados. En pacientes con
peritonitis generalizada, el abdomen se describe como "en forma de tabla". En pacientes
que se quejan de dolor abdominal, la palpació n debe realizarse con suavidad. Acariciar
ligeramente el abdomen con un alfiler puede revelar un á rea de mayor sensibilidad que se
debe a la inflamació n del peritoneo visceral o parietal. Esto es hiperestesia. Se le pide al
paciente que determine si el clavo se siente má s afilado en un lado del abdomen que en el
á rea correspondiente del otro lado. Aunque ú til, la presencia o ausencia de este hallazgo
debe considerarse a la luz de todos los demá s hallazgos.
FIGURA 16-20.
FIGURA 16-21. Técnica utilizada para pacientes con cosquillas. La mano del paciente se
intercala entre las manos del examinador.
Palpació n del hígado La palpació n del hígado se realiza colocando la mano izquierda del
examinador en la parte posterior entre la 12ª costilla derecha del paciente y la cresta ilíaca,
lateral a los mú sculos paraespinales. La mano derecha se coloca en el cuadrante superior
derecho paralela y lateral a los mú sculos rectos y debajo del á rea de matidez hepá tica. Se le
indica al paciente que respire profundamente mientras el examinador presiona hacia
adentro y hacia arriba con la mano derecha y tira hacia arriba con la mano izquierda. Se
puede sentir que el borde hepá tico se desliza sobre las yemas de los dedos de la mano
derecha mientras el paciente respira. Comience tan bajo como el borde pélvico y trabaje
gradualmente hacia arriba. Si el examen no comienza bajo, se puede pasar por alto un
borde hepá tico marcadamente agrandado. La técnica de palpació n del hígado se muestra
en la figura 16-23. El borde del hígado normal tiene una cresta firme y regular, con una
superficie lisa. Si no se siente el borde del hígado, repita la maniobra después de reajustar
la mano derecha má s cerca del margen costal. El agrandamiento del hígado resulta de la
congestió n vascular, hepatitis. neoplasia o cirrosis. Otra técnica para la palpació n del
hígado es el método de "gancho". El examinador se para cerca de la cabeza del paciente y
junta ambas manos debajo del margen costal derecho y el á rea de matidez. El examinador
presiona hacia adentro y hacia arriba y "engancha" alrededor del borde del hígado
mientras el paciente inhala profundamente. La técnica de enganchar el hígado se muestra
en la figura 16-24.
FIGURA 16-24. Técnica de "enganche" del hígado.
FIGURA 16-25. La prueba del rascado para determinar el tamañ o del hígado.
En ocasiones, el hígado parece estar agrandado, pero el borde real es difícil de determinar.
La prueba del rascado puede ser ú til para determinar el borde del hígado. El diafragma del
estetoscopio se sujeta con la mano izquierda y se coloca por debajo del margen costal
derecho sobre el hígado. Mientras el examinador escucha a través del estetoscopio, el dedo
índice derecho "rasca" la pared abdominal en puntos de un semicírculo equidistantes del
estetoscopio. A medida que el dedo rasca el borde del hígado, habrá un marcado aumento
en la intensidad del sonido. Esta técnica se ilustra en la figura 16-25. Un hígado palpable no
necesariamente está agrandado o enfermo; sin embargo, un hígado palpable aumenta la
posibilidad de hepatomegalia. Un hígado no palpable no descarta la hepatomegalia, pero
reduce la probabilidad de que haya un hígado agrandado. El LR+ para hepatomegalia, dado
un hígado palpable, es de 2,5; el LR- en ausencia de un hígado palpable para la presencia de
un hígado agrandado detectado por gammagrafía es de 0,45.
Descartar sensibilidad hepá tica La sensibilidad hepá tica se provoca colocando la palma de
la mano izquierda sobre el cuadrante superior derecho y golpeá ndolo suavemente con la
superficie cubital del puñ o de la mano derecha. Los procesos inflamatorios que involucran
el hígado o la vesícula biliar producen sensibilidad a la palpació n del puñ o. La figura 16-26
muestra esta técnica. Ocasionalmente, durante la palpació n del hígado, se provoca dolor
durante la inspiració n y el paciente detiene repentinamente los esfuerzos inspiratorios.
Esto se denomina signo de Murphy y sugiere colecistitis aguda. Al inspirar, la vesícula biliar
inflamada desciende contra la mano que palpa, se produce dolor y hay parada inspiratoria.
Palpació n del bazo La palpació n del bazo es má s difícil que la palpació n del hígado. El
paciente se acuesta boca arriba, con el examinador a su lado derecho. "El examinador
coloca la mano izquierda sobre el pecho del paciente y eleva la caja torá cica izquierda del
paciente. La mano derecha está
FIGURA 16-26. Técnica de toque hepá tico para evaluar la sensibilidad del hígado.
colocado plano debajo del margen costal izquierdo y presiona hacia adentro y hacia arriba,
hacia la línea axilar anterior. La mano izquierda ejerce una fuerza anterior para desplazar
el bazo anteriormente. La figura 16-27 ilustra las posiciones de las manos para la palpació n
esplénica. Se le indica al paciente que respire profundamente mientras el examinador
presiona hacia adentro con la mano derecha. El examinador debe intentar sentir la punta
del bazo a medida que desciende durante la inspiració n. La punta de un bazo agrandado
levantará los dedos de la mano derecha hacia arriba. El examen del bazo se repite con el
paciente acostado sobre el lado derecho. Esta maniobra permite que la gravedad ayude a
llevar el bazo anterior y hacia abajo a una posició n má s favorable para la palpació n. El
examinador coloca la mano izquierda sobre el margen costal izquierdo del paciente
mientras que la mano derecha palpa en el cuadrante superior izquierdo. La técnica se
muestra en la figura 16-28. Debido a que el bazo crece en diagonal en el abdomen desde el
cuadrante superior izquierdo hacia el ombligo, la mano derecha siempre debe palpar cerca
del ombligo y moverse gradualmente hacia el cuadrante superior izquierdo. Esto es
particularmente importante si el bazo está muy agrandado, porque comenzar la palpació n
demasiado alto puede hacer que el examinador pase por alto el borde esplénico. El bazo no
es palpable en condiciones normales, pero deben utilizarse ambas técnicas en un intento de
palparlo. El agrandamiento del bazo (esplenomegalia) puede deberse a hiperplasia,
congestió n, infecció n o infiltració n por elementos tumorales o mieloides. La
esplenomegalia masiva en un paciente con leucemia mielocítica cró nica se muestra en la
figura 16-29.
FIGURA 16-29.
Palpació n del riñ ó n La mayoría de las veces, ninguno de los riñ ones puede palparse en el
adulto. La técnica, sin embargo, es importante saber. La palpació n del riñ ó n derecho se
realiza mediante palpació n profunda por debajo del reborde costal derecho. El examinador
se para al lado derecho del paciente y coloca la mano izquierda detrá s del flanco derecho
del paciente, entre el margen costal y la cresta ilíaca. La mano derecha se coloca justo
debajo del margen costal con las puntas de los dedos apuntando hacia la izquierda del
examinador. El método de palpació n renal se muestra en la figura 16-30. La palpació n muy
profunda puede revelar el polo inferior del riñ ó n derecho a medida que desciende durante
la inspiració n. El polo inferior se puede sentir como una masa suave y redondeada. Se usa
el mismo procedimiento para el riñ ó n izquierdo excepto que el examinador está del lado
izquierdo del paciente. Debido a que el riñ ó n izquierdo es má s superior que el derecho, el
polo inferior de un riñ ó n izquierdo normal rara vez es palpable. Ocasionalmente, el bazo
puede confundirse con un riñ ó n izquierdo agrandado. La muesca medial del bazo es ú til
para diferenciarlo del riñ ó n (v. fig. 16-29). Descartar hipersensibilidad renal Para esta
parte del examen, el paciente debe estar sentado. El examinador debe cerrar el puñ o y
golpear suavemente el á rea que recubre el á ngulo costovertebral en cada lado. La figura 16-
31 muestra la técnica. Los pacientes con pielonefritis suelen tener extrema
FIGURA 16-30.
dolor incluso a la percusió n leve en estas á reas. Si se sospecha pielonefritis, solo se debe
usar presió n digital. Como se describe en el Capítulo 21, Preparació n del examen, esta parte
del examen abdominal generalmente se realiza cuando se examina el tó rax posterior.
Examen rectal
El examen abdominal de rutina concluye con el examen digital del recto. Debido a que el
recto anterior tiene una superficie peritoneal, el examen rectal puede revelar sensibilidad
si hay inflamació n peritoneal. El examen rectal para el varó n se discute aquí; para la mujer,
se analiza en el Capítulo 18. Genitales femeninos.
Posicionamiento del paciente El examen del recto en el hombre se puede realizar con el
paciente acostado boca arriba, acostado sobre el lado izquierdo o de pie, inclinado sobre la
mesa de examen. La posició n de litotomía modificada (paciente boca arriba con las rodillas
flexionadas) se usa cuando el paciente tiene dificultad para pararse o cuando no se
requiere un examen detallado del ano. El examinador pasa la mano derecha por debajo del
muslo derecho del paciente. El dedo índice en el recto del paciente se usa junto con la mano
izquierda del examinador, que se coloca sobre el abdomen. Este abordaje bimanual es ú til y
causa molestias mínimas al paciente enfermo. La posició n prona lateral izquierda, llamada
posició n de Sims, se usa comú nmente en pacientes débiles y confinados a la cama. En esta
posició n, la parte superior de la pierna derecha debe estar flexionada mientras que la parte
inferior de la pierna izquierda está semiextendida. La litotomía modificada y las posiciones
prona lateral izquierda se muestran en la figura 16-32.
La posició n de pie es la má s utilizada por los hombres y permite una inspecció n minuciosa
del ano y la palpació n del recto. Se le indica al paciente que se pare inclinado, con los
hombros y los codos apoyados en la cama o mesa de examen. El examinador usa una mano
derecha enguantada para examinar el ano y el tejido que lo rodea mientras que la mano
izquierda separa cuidadosamente las nalgas. Si se sospecha infecció n, el examinador debe
usar guantes en ambas manos. Se inspecciona la piel anal en busca de signos de
inflamació n, excoriació n, fisuras, nó dulos, fístulas, cicatrices, tumores y hemorroides.
Cualquier á rea anormal debe ser palpada. Se le pide al paciente que haga fuerza mientras el
examinador inspecciona el ano en busca de hemorroides o fisuras. La figura 16-33 muestra
un paciente con hemorroides internas prolapsadas.
AB
FIGURA 16-34. Técnica del tacto rectal El dedo se inserta con la palma de la mano hacia
abajo
Capítulo 16 El abdomen 455
AB
FIGURA 16-35. Ilustració n del examen rectal. A, el esfínter se relaja ejerciendo una presió n
suave con la superficie palmar del dedo del examinador. B, Con la mano izquierda del
examinador separando las nalgas del paciente, el examen se realiza con el dedo índice
derecho del examinador.
Palpar las paredes del recto Se palpan las paredes lateral, posterior y anterior del recto. Las
paredes laterales se palpan girando el dedo a lo largo de los lados del recto, como se
muestra en la figura 16-36. Las espinas isquiá ticas, el có ccix y la parte inferior del sacro se
pueden sentir fá cilmente. Se palpan las paredes en busca de pó lipos, que pueden ser sésiles
(unidos por una base) o pedunculados (unidos por un tallo). Debe anotarse cualquier
irregularidad o sensibilidad indebida. La ú nica forma de examinar completamente la
circunferencia completa de la pared rectal es darle la espalda al paciente, lo que le
permitirá hiperpronar la mano. A menos que lo haga, no podrá examinar la parte de la
pared rectal entre las posiciones de las 12 y las 3 en punto. Una pequeñ a lesió n en este
cuadrante puede pasar desapercibida. Las metá stasis intraperitoneales pueden palparse
por delante del recto. Estos tumores son duros y una estructura en forma de estante se
proyecta hacia el recto como resultado de la infiltració n de la bolsa de Douglas con células
neoplá sicas. Este es el estante de Blurner.
FIGURA 16-36. Técnica para el examen rectal. Tenga en cuenta la posició n de la mano
izquierda del examinador.
Glá ndula prostá tica
uretero
Vesícula seminal
FIGURA 16-37.
FIGURA 16-38. Relació n del tamañ o de la pró stata con el dedo examinador.
Palpar la glá ndula prostá tica La glá ndula prostá tica se encuentra anterior a la pared del
recto. Debe evaluarse el tamañ o, la superficie, la consistencia, la sensibilidad y la forma de
la glá ndula prostá tica. La pró stata es una estructura bilobulada en forma de corazó n de
aproximadamente 4 cm de diá metro. Normalmente es suave y firme y tiene la consistencia
de una pelota de goma dura. El vértice de la forma de corazó n apunta hacia el ano.
Identifique el surco medio y los ló bulos laterales. Tenga en cuenta cualquier masa,
sensibilidad y nó dulos. Só lo es palpable la parte inferior del vértice de la glá ndula. El
margen superior es generalmente demasiado alto para alcanzarlo. El examen de la pró stata
se ilustra en la figura 16-37. El tamañ o de la pró stata en relació n con el dedo del
examinador se muestra en la figura 16-38.
Un nó dulo duro e irregular produce asimetría de la glá ndula prostá tica y es sugestivo de
cá ncer. El carcinoma de pró stata afecta con frecuencia al ló bulo posterior, que puede
identificarse fá cilmente durante el tacto rectal. El carcinoma de pró stata es la segunda
causa principal de muerte en los hombres en los Estados Unidos. En el añ o 2000 hubo
32.000 muertes por cá ncer de pró stata. La detecció n temprana generalmente se limita a la
detecció n de una anomalía en el examen rectal digital. La hipertrofia prostá tica benigna
produce una glá ndula blanda agrandada simétricamente que sobresale hacia la luz rectal.
Este agrandamiento difuso es comú n entre los hombres mayores de 60 añ os. Una pró stata
blanda, fluctuante o sensible puede indicar una prostatitis aguda. Las vesículas seminales
se encuentran por encima de la glá ndula prostá tica y rara vez se palpan, a menos que estén
agrandadas. El examen rectal se concluye informando al paciente que ahora va a retirar el
dedo. Retire suavemente el dedo examinador y déle al paciente pañ uelos para que se
limpie.
FIGURA 16-39. La prueba del iliopsoas. FIGURA 16-40. La prueba del obturador.
El cuadro 16-2 enumera las localizaciones clá sicas del dolor derivado de las estructuras
abdominales. El cuadro 16-3 resume las maniobras para aliviar el dolor abdominal. La tabla
16-4 resume las sensibilidades y especificidades de las diversas maniobras utilizadas para
detectar la ascitis. El cuadro 16-5 es una comparació n de las manifestaciones clínicas de la
enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. El cuadro 16-6 enumera las características
clínicas del cá ncer de estó mago, pá ncreas y colon. El cuadro 16-7 enumera la variació n de
los síntomas en el cá ncer de colon del lado derecho e izquierdo y en el cá ncer de recto. El
cuadro 16-8 compara los síntomas y signos de la cirrosis, que son numerosos, ya que se
relacionan con insuficiencia hepatocelular e hipertensió n portal.
TABLA 16--7. Variació n de los síntomas del cá ncer de colon derecho, colon izquierdo y
recto Cá ncer de Síntoma colon derecho Cá ncer de colon izquierdo Cá ncer de recto
• CUADRO 16--8.
Arañ a angioma Ascitis Ginecomastia Vá rices: esofá gico Eritema palmar Hemorroides
Ascitis Caput medusae Ictericia Esplenomegalia Atrofia testicular Disfunció n eréctil
Problemas de sangrado Cambios en la funció n mental
• Vocabulario ú til Aquí se enumeran las raíces específicas que son importantes para
comprender la terminología relacionada con la enfermedad abdominal. Raíz Perteneciente
a la Definició n de Ejemplo aer(o)- aire; gas aerofagia Deglució n de aire celi(o)- abdomen
celiaco Relativo al abdomen chol(e)- bilis colelito Cá lculo biliar quiste- saco que contiene
colecistitis Inflamació n del líquido de la vesícula biliar enter(o)- intestinos enteritis
Inflamació n del intestino delgado gastr(o)- gastrectomía estomacal Extirpació n quirú rgica
del lapar(o)- lomo del estó mago; laparotomía de flanco Incisió n quirú rgica a través del
flanco; generalmente, cualquier incisió n abdominal -fago- come fagocito Cualquier célula
que ingiere otras células o microorganismos -tripsia ondas de choque litotricia Técnica no
invasiva para romper cá lculos mediante el uso de ondas de choque
Bibliografía Alter MJ, Kruszon-Moran D, Nainan OV, et al: La prevalencia de la infecció n por
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paciente tiene ascitis? Có mo adivinar líquido en el abdomen. JAMA 267: 2645, 1992.
CAPÍTULO
compañ ía general
consideraciones
Desde el comienzo de la historia registrada, los genitales externos y el sistema uroló gico
han sido de especial interés para las personas. Los cá lculos renales y la cirugía uroló gica
estaban bien descritos en la antigü edad. Uno de los primeros cá lculos renales informados
se encontró en un niñ o que vivió alrededor del añ o 7000 a. Aunque la circuncisió n se ha
considerado una cuestió n de higiene, hay muchas pruebas de que se trataba de un acto
ritual. La circuncisió n a menudo se representa en las paredes de los templos que datan del
3000 a. En el Libro de los Muertos egipcio está escrito: "La sangre cae del falo del Dios Sol
cuando comienza a incidirse". Los hindú es consideraban el pene y los testículos como
símbolo del centro de la vida y sacrificaban el prepucio como ofrenda especial a los dioses.
La Biblia tiene muchas referencias uroló gicas. En Génesis 17:7, Abraham hace un pacto con
Dios para los judíos. Se le dice en Génesis 17:14: "Y el varó n incircunciso que no fuere
circuncidado en la carne de su prepucio, esa alma será cortada de su pueblo; ha
quebrantado mi pacto". En Levítico 12:3 se les dijo a los judíos: "Y al octavo día será
circuncidada la carne de su prepucio". Levítico 15:2-17 trata de las secreciones que vuelven
inmundo al hombre. La Biblia, la literatura hindú y los papiros egipcios describen una
enfermedad que ahora se supone que es la gonorrea. Las tablillas mesopotá micas
describían una variedad de curas, tales como: "Si el pene de un hombre en ocasiones de su
placer lo lastima, hierva cerveza y leche y ú njalo desde el pubis". El Canon de Medicina de
Avicena (1000 dC) fue considerado el texto médico autorizado durante siglos y describía la
colocació n de un piojo en el pene para contrarrestar la secreció n del pene. La gonorrea
probablemente fue nombrada por primera vez por Galeno en el siglo II d.C. La gonorrea es
la traducció n griega de "un flujo de descendencia". Galen aparentemente pensó que la
secreció n purulenta era una fuga de semen. Se han utilizado muchos términos para
describir la gonorrea a lo largo de los añ os. Quizá s el má s comú n sea clap, un nombre usado
durante los ú ltimos 400 añ os. Se cree que el término clap se derivó del barrio rojo de París,
llamado "Le Clapier". No está claro cuá ndo comenzó el flagelo de la sífilis. Había mucha
confusió n entre la sífilis y la gonorrea. Se pensaba que la gonorrea era la primera etapa de
la sífilis. La causa de estas enfermedades también se desconocía. Muchos creían que la
sífilis era causada por inundaciones, comer carne humana disfrazada o beber agua
envenenada. No fue hasta 1500, cuando la sífilis era una pandemia en Europa, que se
entendieron los orígenes venéreos de ambas enfermedades. Ahora se cree que la sífilis fue
introducida en el continente europeo en 1492 por los marineros que regresaban y viajaban
con Coló n. Después de la invasió n de Italia por parte de Francia y el sitio de Nples en 1495,
la sífilis se extendió por toda Europa. La viruela del rey y la viruela francesa eran términos
comunes para la sífilis. 461
La hiperplasia prostá tica benigna (HPB) es la neoplasia benigna má s comú n en los hombres
que envejecen. Se ha estimado que a los 60 añ os la prevalencia es mayor al 50% ya los 85
añ os la prevalencia se aproxima al 90%. Ademá s, a los 80 añ os de edad, uno de cada cuatro
hombres requerirá algú n tipo de tratamiento para aliviar la HPB sintomá tica. Anualmente
se realizan má s de 300 000 procedimientos quirú rgicos en los Estados Unidos para la BPH,
má s comú nmente una resecció n transuretral de la pró stata, comú nmente conocida como
RTUP. El cá ncer del sistema genitourinario es comú n. En los Estados Unidos se estima que
el cá ncer de pró stata representa el 29 % de todos los cá nceres en los hombres y los
cá nceres del tracto urinario representan un 6 % adicional. El cá ncer de pró stata representa
el 11% de todas las muertes por cá ncer, mientras que otras neoplasias genitourinarias
representan el 3%. En 2000, la Sociedad Estadounidense del Cá ncer estimó que hubo 180
400 casos nuevos de cá ncer de pró stata y 31 900 muertes por la enfermedad en los Estados
Unidos, lo que hace que este diagnó stico sea la neoplasia maligna no dermatoló gica má s
comú n que se desarrolla en los hombres y la segunda causa má s comú n de muerte por
cá ncer. en hombres Esto es má s del doble de la cantidad de casos nuevos de cá ncer de
pulmó n y bronquios, la segunda neoplasia maligna má s comú n en los hombres. La tasa de
incidencia má s alta de cá ncer de pró stata se encuentra en los afroamericanos (54,8 por
100.000); para los blancos, es 23,7 por 100.000. La tasa de incidencia má s baja se
encuentra en los asiá ticos/isleñ os del Pacífico (10,7 por 100.000). La probabilidad de
desarrollar cá ncer de pró stata desde el nacimiento hasta los 80 añ os es del 15,9% (uno de
cada seis). Para un hombre de 50 añ os con una expectativa de vida de 25 añ os, el riesgo de
por vida de desarrollar cá ncer de pró stata microscó pico es del 42%; el riesgo de
desarrollar cá ncer de pró stata clínicamente evidente es del 10%; y el riesgo de desarrollar
cá ncer de pró stata mortal es del 3%. Aproximadamente el 95% de todos los cá nceres de
pró stata surgen de un á rea de la glá ndula donde se puede detectar fá cilmente mediante un
examen rectal. Aunque el cá ncer testicular representa solo el 1% de todos los cá nceres en
los hombres, el carcinoma testicular es el cá ncer má s comú n en los hombres en el grupo de
edad de 15 a 35 añ os. En 2000, la Sociedad Americana del Cá ncer estimó que hubo 6.900
casos nuevos y 300 muertes por carcinoma testicular. Aproximadamente el 90% de todos
los tumores testiculares se manifiestan como una masa testicular asintomá tica. Una vez que
se detectan estos tumores y se inicia el tratamiento, la tasa de curació n puede acercarse al
90%. Se ha demostrado que el factor pronó stico má s importante es la detecció n temprana
mediante el examen físico de rutina y el autoexamen. Todos los hombres deben ser
instruidos en el autoexamen testicular. La disfunció n eréctil (DE) es un problema
extremadamente comú n. Se ha estimado que má s de 30 millones de hombres
estadounidenses tienen algú n grado de disfunció n eréctil. Se ha estimado que se puede
esperar que se desarrollen casi un milló n de nuevos casos anualmente. Estudios recientes
han demostrado que la disfunció n eréctil no solo afecta la satisfacció n física y sexual de un
hombre, sino también su calidad de vida en general, con vínculos especialmente fuertes con
la depresió n. En el Estudio de Envejecimiento Masculino de Massachusetts, el 52% de los
hombres entre 40 y 70 añ os tenían algú n grado de disfunció n eréctil. El diecisiete por
ciento informó disfunció n mínima, el 25% informó disfunció n moderada y el 10% informó
disfunció n completa. Este mismo estudio reveló la naturaleza progresiva de la DE con el
aumento de la edad. A los 40 añ os de edad, el 5 % de la població n masculina
estadounidense tiene DE completa, y a los 70 añ os de edad, el 15 % de la població n tiene
DE completa. El sesenta y siete por ciento de los hombres de 70 añ os tienen algú n grado de
DE. A medida que la població n continú a envejeciendo, los médicos tratará n a má s y má s
pacientes masculinos por disfunció n eréctil en el futuro.
Estructura
y fisiología
un pú bico
Glá ndula prostá tica
Uretra
deferentes
)ididimis
Testículo
glande tiene un margen prominente en su cara dorsal, la corona. Una abertura en forma de
hendidura en la punta del glande es el meato externo de la uretra. La piel del pene es suave,
delgada y sin vello. En el extremo distal del pene, un pliegue libre de piel llamado prepucio
(prepucio) cubre el glande. La mucosidad secretada y las células epiteliales desprendidas
llamadas esmegma se acumulan entre el prepucio y el glande, proporcionando un
lubricante durante las relaciones sexuales. El prepucio se puede retraer para exponer el
glande hasta la corona. Durante la circuncisió n, se extrae el prepucio. La raíz del pene se
encuentra en lo profundo del escroto, en el perineo. En la raíz, los cuerpos cavernosos
divergen unos de otros. Cada cuerpo cavernoso está envuelto en una densa cubierta
fibroelá stica llamada tú nica albugínea, y estas tú nicas se fusionan para formar el tabique
medio del pene. En la figura 17-2 se muestra una secció n transversal del pene. El
suministro de sangre al pene proviene de la arteria pudenda interna, de la cual se derivan
las arterias dorsal y profunda de los cuerpos cavernosos. Las venas drenan en la vena
dorsal del pene. En estado flá cido, los conductos venosos y las anastomosis arteriovenosas
son ampliamente permeables, mientras que las arterias está n parcialmente constreñ idas.
La erecció n es un evento hemodiná mico y neuropsioló gico complejo. En estado flá cido, los
mú sculos lisos de las arterias del pene y los espacios sinusoides se contraen. los
Vena dorsal superficial Vena dorsal Tú nica albugínea,/_ Arteria dorsal /// Nervio
Uretra , ::: " Cuerpo esponjoso Cuerpo cavernoso
FIGURA 17-2. Vista transversal a través del pene.
El estado eréctil comienza en el cerebro y requiere la relajació n de los mú sculos lisos del
pene. Desde el centro del cerebro, las señ ales neuronales se envían a los cuerpos
cavernosos, donde se produce la síntesis y liberació n del neurotransmisor ó xido nítrico.
Este es el principal mediador responsable de la relajació n del mú sculo liso endotelial y
cavernoso. El ó xido nítrico activa la guanilato ciclasa para producir monofosfato de
guanosina cíclico (cGMP), que disminuye el calcio intracelular, lo que permite la relajació n
del mú sculo liso y un aumento del flujo arterial y la oclusió n venosa corporal en el pene. El
flujo venoso disminuye porque la distensió n de los espacios sinusoidales llenos de sangre
comprime las venas contra la capa interna de la tú nica albugínea rígida. En estado erecto,
los canales arteriovenosos está n cerrados y las arterias está n ampliamente abiertas. Los
pilares musculares está n presentes en las paredes de las arterias, venas y anastomosis
arteriovenosas, que ayudan a ocluir la luz. La fosfodiesterasa (PDE), predominantemente
de tipo V en el tejido del pene, cataliza la conversió n de cGMP a GMP y da como resultado la
detumescencia. Hay algunos medicamentos nuevos que inhiben selectivamente la PDE V.
Estos agentes mejoran el efecto del aumento de los niveles de cGMP mediado por el ó xido
nítrico y mejoran significativamente la funció n eréctil y la funció n sexual en los hombres.
La anatomía de la erecció n se ilustra en la figura 17-3.
FLÁ CIDO
ERGUIDO
La uretra se extiende desde el meato urinario interno de la vejiga hasta el meato externo
del pene. La uretra se puede dividir en tres porciones: la porció n prostá tica (posterior), la
porció n membranosa y la porció n cavernosa (anterior). La porció n posterior corta pasa a
través de la glá ndula prostá tica. El conducto eyaculador comú n y varios conductos
prostá ticos entran en el extremo distal de esta porció n. El esfínter uretral externo rodea la
uretra membranosa y, a ambos lados, se encuentran las glá ndulas bulbouretrales de
Cowper. La uretra anterior es la porció n má s larga y pasa a través del cuerpo esponjoso.
Los conductos de las glá ndulas de Cowper entran en la uretra anterior cerca de su extremo
proximal. El escroto es la bolsa que contiene los testículos; está suspendido externamente
del perineo. El escroto está dividido en dos mitades por el tabique interescrotal, con un
testículo a cada lado. La pared del escroto contiene mú sculo liso involuntario y mú sculo
estriado voluntario. Una funció n importante del escroto es la regulació n de la temperatura
de los testículos. Los testículos se mantienen unos 2°C por debajo de la cavidad peritoneal,
condició n necesaria para la espermatogénesis. El tamañ o del escroto es variable segú n el
individuo y su respuesta a la temperatura ambiente. Durante la exposició n a temperaturas
frías, el escroto se contrae y se vuelve muy rugoso. En un ambiente cá lido, el escroto se
vuelve colgante y má s suave. Los testículos, o testículos, son ovoides, lisos y de
aproximadamente 3,5 a 5 cm de largo. El testículo izquierdo comú nmente se encuentra má s
bajo que el derecho. Los testículos está n cubiertos con una capa fibrosa dura llamada tú nica
albugínea testicular. Cada testículo tiene un eje largo dirigido ligeramente hacia delante y
hacia arriba y contiene tú bulos seminíferos largos, microscó picos y contorneados que
producen esperma. Los tú bulos terminan en el epidídimo, que tiene forma de coma y se
encuentra en el borde posterior del testículo. Consiste en una cabeza que está hinchada y
sobresale por encima del polo superior del testículo. La porció n inferior, o cola, del
epidídimo continú a hacia el conducto deferente. La arteria testicular entra en el testículo
en su porció n media posterior. Las venas que drenan el testículo forman una red densa
llamada plexo pampiniforme, que drena en la vena testicular. La vena testicular derecha
drena directamente en la vena cava inferior, mientras que la izquierda drena en la vena
renal izquierda. El drenaje linfá tico de los testículos es a los ganglios preaó rticos y
precavos, no a los ganglios inguinales. Esto es importante de reconocer, porque los
testículos son embrioló gicamente ó rganos intraabdominales, y las neoplasias e
inflamaciones de los testículos producen adenopatías de estas cadenas ganglionares. En
general, la adenopatía inguinal es rara. La relació n del testículo y el epidídimo se muestra
en la figura 17-4. El conducto deferente es una estructura en forma de cordó n que se palpa
fá cilmente en el escroto. Los conductos deferentes, las arterias testiculares y las venas
forman el cordó n espermá tico, que entra en el canal inguinal. El conducto deferente pasa a
través del anillo interno y, después de un recorrido tortuoso, llega al fondo de la vejiga.
Pasa entre el recto y la vejiga y
retra
se acerca a los conductos deferentes del lado opuesto cerca de las vesículas seminales.
Cerca de la base de la pró stata, el conducto deferente se une con el conducto de la vesícula
seminal correspondiente para formar el conducto eyaculador, que atraviesa la glá ndula
prostá tica para entrar en la uretra posterior. La glá ndula prostá tica tiene
aproximadamente el tamañ o de dos almendras, o aproximadamente 3,5 cm de largo por 3
cm de ancho. Atravesando la glá ndula en la línea media se encuentra la uretra posterior. A
cada lado hay un conducto eyaculador. La pró stata se divide comú nmente en cinco ló bulos.
El ló bulo posterior es clínicamente importante, porque el carcinoma afecta con frecuencia a
este ló bulo. En presencia de cá ncer, el surco de la línea media entre los dos ló bulos
laterales puede quedar obliterado. Los ló bulos medio y lateral está n por encima de los
conductos eyaculadores y suelen estar afectados por una hipertrofia benigna. El ló bulo
anterior tiene poca importancia clínica. Los genitales masculinos que muestran las fuentes
y la direcció n del flujo de líquido seminal se ilustran en la figura 17-5. Es importante
revisar el descenso de los testículos en este momento. En el lactante varó n normal nacido a
término, ambos testículos se encuentran en el escroto al nacer. Los testículos descienden a
esta posició n justo antes del nacimiento. Alrededor de la semana 12 de gestació n, el
gubernaculum se desarrolla en el pliegue inguinal y crece a través de la pared del cuerpo
hasta un á rea que finalmente se ubicará en el escroto. Este tramo marca la ubicació n del
futuro canal inguinal. Un hoyuelo llamado proceso vaginal se forma en el peritoneo y sigue
el curso del gubernaculum. Hacia el séptimo mes de gestació n, el proceso vaginal ha
alcanzado la aponeurosis del mú sculo oblicuo externo. Luego, cada testículo comienza su
descenso desde la cavidad abdominal a través del anillo interno para descansar en la pared
abdominal. Durante el octavo mes, los testículos descienden a lo largo del canal inguinal; al
nacer, está n en el escroto. Al nacer, apenas se distingue el gubernaculum y el proceso
vaginal se oblitera dentro del cordó n espermá tico. En aproximadamente el 5% de los bebés
varones, existe un descenso imperfecto de los testículos (criptorquidia). El descenso de los
testículos se ilustra en la figura 17-6. Las etapas de desarrollo genital de los niñ os se
ilustran en la figura 23-27 (y se analizan en el capítulo 23, El paciente pediá trico).
Repaso de
FETO DE 12 SEMANAS
j Proceso vaginal
Guberná culo
RECIÉ N NACIDO
FIGURA 17-6. Descenso de los testículos
Dolor
disuria
La distensió n sú bita del uréter, la pelvis renal o la vejiga puede causar dolor en el flanco. A
cualquier paciente con dolor en el costado se le deben hacer las siguientes preguntas:
"¿Cuá ndo comenzó el dolor?" "¿Dó nde comenzó el dolor?" "¿Puedes señ alar el á rea?"
"¿Sientes el dolor en alguna otra parte de tu cuerpo?" "¿El dolor comenzó de repente?"
"¿Alguna vez has tenido este tipo de dolor antes?" "¿El dolor es constante?" "¿Qué parece
empeorar el dolor? ¿Menos?" '¿Cambió el color de su orina?' '¿El dolor está asociado con
ná useas? vó mitos? ¿distensió n abdominal? ¿fiebre? ¿escalofríos? ¿ardor al orinar?" El
agrandamiento gradual de un ó rgano generalmente es indoloro. Un dolor doloroso en el
á ngulo costovertebral puede estar relacionado con la distensió n repentina de la cá psula
renal, que resulta de una pielonefritis aguda o hidronefrosis obstructiva. El dolor có lico
espasmó dico de la parte superior la dilatació n ureteral puede causar dolor referido al
testículo del mismo lado. La dilatació n ureteral inferior puede causar dolor referido al
escroto. El dolor de la distensió n ureteral es intenso y el paciente está inquieto e incó modo
en cualquier posició n. La distensió n de la vejiga provoca plenitud abdominal inferior. y
dolor suprapú bico, con un intenso deseo de orinar El dolor en la ingle puede deberse a
procesos patoló gicos en el cordó n espermá tico, el testículo o la glá ndula prostá tica, a
linfadenitis de cualquier causa, a una hernia, a un herpes zoster o a un trastorno que es de
origen neuroló gico. El dolor testicular puede resultar de casi cualquier enfermedad de los
testículos o del epidídimo. Tales enfermedades incluyen epididimitis, orquitis, hidroc ele,
torsió n del cordó n espermá tico y tumor. Siempre se debe considerar el dolor referido del
uréter ipsilateral. El priapismo es una erecció n persistente y dolorosa del pene que no es
resultado de la excitació n sexual. La erecció n sostenida resulta de la trombosis de las venas
en los cuerpos cavernosos. Esto ocurre en pacientes con anemia de células falciformes o
leucemia. Se desconoce el mecanismo exacto, pero parece ser el resultado de un bloqueo
del drenaje venoso del pene mientras las arterias permanecen permeables. El priapismo
cró nico a menudo resulta en disfunció n eréctil orgá nica.
El dolor al orinar, llamado disuria, se describe con frecuencia como "ardor". La disuria es
evidencia de inflamació n del tracto urinario inferior. El paciente puede describir molestias
en el pene o en el á rea suprapú bica. La disuria también implica dificultad para orinar. Esto
puede deberse a una estenosis del meato externo oa una estenosis uretral. El dolor al
orinar generalmente se asocia con frecuencia y urgencia urinaria. Cuando el paciente
describa dolor o dificultad para orinar, haga las siguientes preguntas: "¿Cuá nto tiempo ha
notado ardor al orinar?" "¿Con qué frecuencia orina todos los días?" "¿Có mo se siente
diferente al orinar?" "¿Tu orina es clara?" "¿La orina huele mal?" "¿Tiene una secreció n de
su pene?" "¿Parece que la orina tiene burbujas de gas?" "¿Has notado alguna partícula
só lida en tu orina?" '¿Ha notado pus en la orina?' La neumaturia es el paso de aire en la
orina, que produce lo que el paciente describe como "burbujas de gas" en la orina. El aire o
el gas generalmente se emite al final de la micció n. Normalmente, no hay gas en el tracto
urinario.El síntoma de neumaturia indica la introducció n de aire por instrumentació n, una
fístula al intestino o una infecció n del tracto urinario por bacterias formadoras de gas,
como Escherichia coli o Clostridia.La fecaluria es la presencia de materia fecal en la orina y
es raro.El paso de material con olor feculento resulta de una fístula intestinovesicular o una
fístula uretro-rectal.Estas fístulas ocurren como consecuencia de la ulceració n del intestino
al tracto urinario.Diverticulitis, carcinoma y La enfermedad de Crohn son causas
frecuentes. Pus en la orina, o piuria, es la respuesta del cuerpo a la inflamació n del tracto
urinario. Las bacterias son la causa má s comú n de inflamació n que resulta en piuria,
también
aunque también se observa piuria en pacientes con neoplasias y cá lculos renales. La cistitis
y la prostatitis son causas comunes de piuria.
"¿Qué pasa si no bebes? ¿Todavía tendrá s que orinar?" "¿Có mo está tu apetito?" "¿Tienes
algú n problema visual? ¿Dolor de cabeza?" "¿Eres consciente de algú n problema
emocional?" Los pacientes con diabetes mellitus tienen una carga osmó tica alta y tienen
poliuria. El aumento del apetito también es comú n. La diabetes insípida se debe a una
deficiencia de vasopresina relacionada con una lesió n en el hipotá lamo o la hipó fisis. En
estos pacientes, la orina no puede concentrarse a pesar de un aumento de la osmolaridad
plasmá tica. Los pacientes con diabetes insípida psicó gena, que es má s comú n, tienen
poliuria relacionada con el consumo compulsivo de agua. Se ve en pacientes con problemas
psicoló gicos. El inicio de la poliuria es abrupto en pacientes con diabetes insípida
psicó gena, y no tienen preferencia por el tipo de líquido que beben. Por el contrario, los
pacientes con diabetes insípida verdadera prefieren el agua. Debido a que la verdadera
diabetes insípida está relacionada con lesiones intracraneales, no es sorprendente que
estos individuos sufran dolores de cabeza y trastornos visuales, especialmente anomalías
del campo visual.
orina roja
La orina roja a menudo indica hematuria o sangre en la orina. Sin embargo, hay muchas
causas de orina roja, y no se debe suponer automá ticamente que la orina roja indica
sangrado. Los colorantes vegetales, las drogas como la fenazopiridina (Pyridium) y la
ingestió n excesiva de remolacha pueden causar orina roja. Cuando se determina que la
orina es roja como resultado de la presencia de sangre, la hematuria se denomina
hematuria macroscó pica. La hematuria puede ser el primer síntoma de una enfermedad
grave de las vías urinarias. Haga las siguientes preguntas a cualquier paciente con el
síntoma de orina roja: "¿Cuá nto tiempo ha notado orina roja?" "¿Ha tenido orina roja
anteriormente?" "¿Ha notado que la orina comienza roja y luego se aclara? ¿Empieza clara y
luego se vuelve roja? ¿Está roja por todas partes?" '¿Ha notado coá gulos de sangre en la
orina?' '¿Ha realizado alguna actividad física severamente extenuante recientemente, como
caminatas, carreras o marchas prolongadas?' '¿Tuvo una infecció n de las vías respiratorias
superiores o dolor de garganta hace unas semanas? ?" "¿La orina roja está asociada con
dolor en el costado? ¿dolor abdominal? ardor al orinar? ¿fiebre? pérdida de peso?" "¿Tiene
algú n problema de sangrado?" "¿Está tomando algú n medicamento?" "¿Come remolachas
con frecuencia?" Las personas que participan en actividades extenuantes pueden
traumatizar las células sanguíneas cuando estas células viajan a través de los pies. Puede
resultar en una condició n llamada hemoglobinuria de marcha, que causa hemó lisis
intravascular y hemoglobinuria. La relació n temporal de la sangre en la orina es un factor
importante. La sangre só lo al principio, o hematuria inicial, generalmente tiene una fuente
en la uretra. Sangre só lo al final de la micció n, o hematuria terminal, indica un trastorno en
el cuello de la vejiga o la uretra posterior.La sangre distribuida uniformemente a lo largo de
la micció n es hematuria total e implica enfermedad por encima de la glá ndula prostá tica o
una hemorragia masiva en cualquier nivel.Manchas de sangre en la ropa interior sin sangre
en la orina indica procesos patoló gicos en el meato uretral externo. En el carcinoma de
células renales se observa pérdida de peso y hematuria. Orina roja que se produce rs 10-14
días después de una infecció n de las vías respiratorias superiores puede indicar
glomerulonefritis aguda.
Secreció n del pene La secreció n del pene es un flujo continuo o intermitente de líquido
procedente de la uretra. Pregú ntele al paciente si alguna vez ha tenido flujo y, si lo ha
tenido, si era sanguinolento o purulento. Las secreciones sanguinolentas del pene se
asocian con ulceraciones, neoplasias o uretritis. Las secreciones purulentas son espesas y
de color verde amarillento y pueden estar asociadas con uretritis gonocó cica o prostatitis
cró nica. Determine cuá ndo
Lesiones Penianas
Una historia de lesiones en el pene debe alertar al examinador sobre la posibilidad de una
enfermedad venérea. Pregú ntele al paciente si ha tenido gonorrea, sífilis, herpes,
tricomoniasis u otras enfermedades de transmisió n sexual.
Erupciones genitales
Las erupciones genitales masculinas son muy comunes. Pueden ser confusos de identificar
y, a menudo, difíciles de tratar. Algunas erupciones pueden ocurrir exclusivamente en los
genitales; otros, que típicamente se encuentran en otras partes del cuerpo, tienen una
apariencia atípica cuando está n presentes en los genitales. La piel sobre los genitales es
delgada y hú meda, por lo que es posible que no se presente la descamació n seca típica. La
reacció n inflamatoria má s comú n que afecta los genitales masculinos es la psoriasis. El
paciente desarrolla placas descamativas bien definidas, de color rojo brillante. A menudo,
todo el escroto, los pliegues inguinales y el pene está n involucrados. La figura 17-8 muestra
la psoriasis del pene. Otra forma de erupció n genital es la dermatitis de contacto, s. Puede
desarrollarse a partir de jabones o desinfectantes. Los irritantes utilizados para las
queratosis actínicas faciales pueden transferirse inadvertidamente a los genitales. La
picazó n es un síntoma importante.
FIGURA 17-9.
Masa o hinchazó n en la ingle Si un paciente describe una masa en la ingle, haga las
siguientes preguntas: "¿Cuá ndo la notó por primera vez?" "¿La masa es dolorosa?"
"¿Cambia de tamañ o con diferentes posiciones?" "¿Has tenido alguna enfermedad
venérea?" La causa má s comú n de hinchazó n en la ingle es una hernia. Las hernias se
reducen de tamañ o después de que el paciente se ha acostado. La adenopatía por cualquier
infecció n de los genitales externos puede producir tumefacció n inguinal. El carcinoma de
testículo produce agrandamiento de los ganglios inguinales solo si la piel del escroto está
involucrada.
Algunas otras preguntas pueden ayudar a determinar la causa de la disfunció n eréctil. Las
causas psicó genas de la disfunció n eréctil deben sospecharse en hombres que tienen
antecedentes de ansiedad, estrés o abuso sexual inusuales o en aquellos con inhibiciones
étnicas, culturales, sexuales o religiosas. La disfunció n eréctil suele ser psicó gena en
hombres menores de 40 añ os. Haga las siguientes preguntas: "¿Tiene erecciones temprano
en la mañ ana o emisiones nocturnas?" "¿Te excitan otras personas ademá s de tu pareja?"
"¿Eres capaz de masturbarte hasta una erecció n o clímax?" Una respuesta afirmativa a
cualquiera de estas preguntas asegura al entrevistador que el ED es probablemente de
origen psicoló gico. Permitir que el paciente discuta sus problemas puede permitirle
desahogar algunas de sus ansiedades, pero primero se debe asegurar la confianza del
paciente garantizando la confidencialidad. El entrevistador también debe resolver sus
propias ansiedades sexuales para tener una conversació n segura y directa. Un diá logo
abierto sobre las ansiedades que rodean las relaciones sexuales puede ser productivo. Sin
embargo, el entrevistador debe tener cuidado de no imponer sus propios está ndares
morales al paciente. También es ú til mejorar la comunicació n entre los socios.
Esterilidad
Impacto
Físico
Examen
El ú nico equipo necesario para el examen de los genitales masculinos son los guantes de
lá tex. Aunque el uso de guantes protectores puede disminuir la sensibilidad del
examinador, siempre se deben usar guantes de lá tex desechables. Muchos estudiantes
está n preocupados por la posibilidad de que un paciente tenga una erecció n durante el
examen. Aunque esto es posible, es raro que un hombre se excite sexualmente, porque
generalmente se siente algo incó modo en estas circunstancias. Si el examen se realiza de
manera objetiva, no debe ser una fuente de estimulació n para el paciente. El examen de los
genitales masculinos se realiza con el paciente primero acostado y luego de pie. Este
cambio postural es importante, porque las hernias o las masas escrotales pueden no ser
evidentes en la posició n acostada. El examen de los genitales masculinos consiste en lo
siguiente: • Inspecció n y palpació n con el paciente acostado • Inspecció n y palpació n con el
paciente de pie • Examen de hernia
FIGURA 17-11.
La figura 17-11 muestra glá ndulas sebá ceas ectó picas en el cuerpo del pene. Las glá ndulas
aparecen como pá pulas de color amarillo blanquecino del tamañ o de una cabeza de alfiler.
Estos se ven comú nmente en hombres normales en la corona, el prepucio interno y el eje
del pene. Su aspecto es muy similar al de las manchas de Fordyce de la mucosa bucal (v. fig.
11-18). Las glá ndulas sebá ceas ectó picas también pueden encontrarse en mujeres
normales en los labios menores y los labios mayores (v. fig. 18-13). Las pá pulas nacaradas
del pene son muy comunes alrededor del surco coronal y no tienen predilecció n racial. Se
cree que son restos embrionarios de un ó rgano prensil copulativo. Estas pá pulas finas son
pequeñ as lesiones asintomá ticas que se desarrollan después de la pubertad en el 10-15%
de los hombres adultos. Son del color de la piel, de forma filiforme y está n dispuestas en
filas en la unió n del glande del pene y el surco coronario; son má s comunes en hombres no
circuncidados. No deben confundirse con los condilomas acuminados. La figura 17-12
muestra un paciente con pá pulas perladas en el pene. La figura 17-13 muestra el pene de
un paciente con chancro de sífilis primaria. Aunque el chancro sifilítico típico se describe
como no doloroso, aproximadamente el 30% de los pacientes con sífilis primaria describen
algo de dolor o hipersensibilidad. Por lo general, solo se presenta una sola lesió n. El borde
del chancro suele estar indurado. Adenopatía inguinal moderada no dolorosa estaba
presente en este paciente.
La figura 17-14 muestra dos pacientes con chancroide. En contraste con el chancro de la
sífilis, la ulceració n del chancroide es extremadamente dolorosa. La ulceració n tiene una
superficie purulenta, grisá cea, que se vuelve granulosa. De manera característica, la base de
la ú lcera y sus alrededores no está n infiltrados. Por lo general, hay adenopatía dolorosa
moderada asociada con las lesiones genitales. Otra diferencia importante entre la
ulceració n del chancroide y el chancro de la sífilis es la presencia frecuente de mú ltiples
lesiones en el primero, como se muestra en la figura 17-14A. La figura 17-14B muestra otro
paciente con chancroide; tenía una lesió n similar en el otro lado de su pene. Las verrugas
venéreas, condylornata acurninata, se pueden encontrar cerca del meato, en el glande, en el
perineo, en el ano y en el cuerpo del pene. Los condilomas acuminados son las lesiones
características de la infecció n por el "virus del papiloma humano". Típicamente, estas
pá pulas tienen una superficie verrugosa parecida a la coliflor. Está n altamente
contaminadas.
FIGURA 17-16.
giosa, con transmisió n que ocurre en el 30-60% de los pacientes después de una sola
exposició n. La figura 17-15 muestra a un paciente con condilomas acuminados en el cuerpo
del pene. ¿Hay pá pulas en el pene o el escroto? La figura 17-16 muestra las lesiones
papulares genitales clá sicas en un paciente con sarna. La balanitis es la inflamació n del
glande del pene. Con mayor frecuencia es causada por Candida y se encuentra
principalmente en hombres no circuncidados. El calor y la humedad en esta á rea facilitan el
crecimiento de los organismos de levadura. La infecció n comienza como un eritema plano
en la cara interna del prepucio y el glande. Se desarrollan pú stulas que se abren y dejan una
superficie hú meda, de color rojo brillante y erosionada. Si la infecció n involucra el glande y
el prepucio, se usa el término balanopostitis. La figura 17-17 muestra un paciente con
balanitis por Candida. Observe las erosiones en el eje distal y el glande. El prepucio se ha
retraído.
Palpar los ganglios inguinales Al pasar los dedos por el ligamento inguinal, el examinador
puede evaluar la presencia de adenopatía inguinal. Comú nmente, pequeñ o (0,5 cm). Los
ganglios linfá ticos mó viles libremente está n presentes en esta á rea. Debido a que los vasos
linfá ticos del perineo, las piernas y los pies drenan en esta á rea, no sorprende que se
encuentren con frecuencia pequeñ os ganglios linfá ticos.
Inspeccione si hay masas en la ingle Pida al paciente que tosa o se esfuerce mientras
inspecciona la ingle. Un bulto repentino puede indicar una hernia inguinal o femoral.
Inspecció n y palpació n con el paciente de pie Se le pide al paciente que se ponga de pie
mientras el examinador se sienta frente a él.
Inspecció n del meato externo El examinador debe observar la posició n del meato uretral
externo. Debe ser central en el glande. Para inspeccionar el meato, el examinador coloca
sus manos a ambos lados del glande y abre el meato. La técnica para examinar el meato se
muestra en la figura 17-20. Debe observarse el meato en busca de secreció n, verrugas y
estenosis. La figura 17-21 muestra un paciente con condiloma acuminado del meato.
Ocasionalmente, el meato uretral se abre en la superficie ventral del pene; esta condició n se
llama hipospadias. Una condició n menos comú n es el epispadias, en el que el meato se
encuentra en la superficie dorsal del pene.
Palpe el pene Palpe el eje desde el glande hasta la base del pene. Debe anotarse la presencia
de cicatrices, ú lceras, nó dulos, induració n y signos de inflamació n. La palpació n de los
cuerpos cavernosos se realiza sosteniendo el pene entre los dedos de ambas manos y
usando los dedos índices para notar cualquier induració n. La figura 17-22 ilustra el método
de palpació n del eje del pene. La presencia de induració n no dolorosa o á reas fibró ticas
debajo de la piel del eje sugiere enfermedad de Peyronie. Los pacientes con esta afecció n
también pueden quejarse de desviació n del pene durante la erecció n. El pene erecto tiene
una desviació n en el eje longitudinal, lo que dificulta o imposibilita las relaciones sexuales.
El paciente o su pareja también pueden quejarse de dolor. El sitio de predilecció n es la
aspdct dorsal del pene, especialmente en el tercio medio o proximal. La figura 17-23
muestra un paciente con enfermedad de Peyronie.
Palpar la uretra La uretra debe palparse desde el meato externo a través del cuerpo
esponjoso hasta su base. Para palpar la base de la uretra, el examinador eleva el pene con la
mano izquierda mientras que el dedo índice derecho invagina el escroto en la línea media y
palpa profundamente hasta la base del cuerpo esponjoso. La yema del dedo índice derecho
debe palpar todo el cuerpo esponjoso desde el meato hasta su base. Esta técnica se muestra
en la figura 17-24. Si hay una secreció n presente, "ordeñ ar la uretra" puede permitir que se
coloque una gota en un portaobjetos de vidrio para una evaluació n microscó pica. El
prepucio, si está retraído, debe ser reemplazado. La parafirnosis es una afecció n en la que
el prepucio se puede retraer pero no se puede reemplazar y queda atrapado detrá s del
coroFII.
Inspeccione el escroto Ahora se vuelve a evaluar el escroto mientras el paciente está de pie.
Observe el contorno y el contenido del escroto. Deben estar presentes dos testículos.
Normalmente, el testículo izquierdo está má s bajo que el derecho. Debe anotarse la
presencia de cualquier plenitud que no se haya visto mientras el paciente estaba acostado.
Palpe los testículos Cada testículo se palpa por separado Use ambas manos para sujetar el
testículo suavemente. Mientras que la mano izquierda sostiene los polos superior e inferior
del testículo, la mano derecha
palpa las superficies anterior y posterior. La técnica de palpació n del testículo se muestra
en la figura 17-25. Tenga en cuenta el tamañ o, la forma y la consistencia de cada testículo.
No debe haber sensibilidad ni nodularidad. Los testículos normales tienen una consistencia
firme y gomosa. Se compara el tamañ o y la consistencia de un testículo con los del otro. ¿Un
testículo se siente má s pesado que el otro? Si hay una masa presente, ¿puede el dedo
examinador pasar por encima de la masa dentro del escroto? Debido a que las hernias
inguinales surgen de la cavidad abdominal, el dedo examinador no puede pasar por encima
de esa masa. Por el contrario, el dedo examinador con frecuencia puede pasar por encima
de una masa que surge dentro del escroto.
484
SECCIÓ N
hidrocele cruzado
Examen de hernias Inspeccione las á reas inguinal y femoral Aunque las hernias pueden
definirse como cualquier protuberancia de una víscera, o parte de ella, a través de una
abertura normal o anormal, el 90% de todas las hernias se localizan en el á rea inguinal. Por
lo general, es mejor ver un impulso herniario que sentirlo.
Indique al paciente que gire la cabeza hacia un lado y que tosa o se esfuerce. Inspeccione las
á reas inguinal y femoral en busca de hinchazó n repentina al toser, lo que puede indicar una
hernia. Si se ve un bulto repentino, pídale al paciente que tosa nuevamente y compare el
impulso con el del otro lado. Si el paciente se queja de dolor al toser, determine la ubicació n
del dolor y reevalú e el á rea.
clinicopata
correlaciones ló gicas
La hematuria macroscó pica que suele ser indolora suele ser el primer indicio de un tumor
en las vías urinarias, que suele localizarse en la vejiga. El cuadro 17-1 enumera las causas
comunes de hematuria macroscó pica en diferentes grupos de edad y por sexo. Los
trastornos escrotales son relativamente comunes. En un hombre con inflamació n del
escroto, una anamnesis cuidadosa y un examen físico completo a menudo brindan
suficiente informació n para un diagnó stico correcto. Las masas intraescrotales son
hallazgos comunes en el examen físico. Aunque la mayoría de las masas son benignas, el
cá ncer testicular es la principal neoplasia maligna só lida en hombres menores de 35 añ os.
Algunas de las consideraciones importantes en la historia incluyen la edad del paciente, el
momento del inicio de los síntomas (si los hay), problemas asociados (p. ej., fiebre, pérdida
de peso, disuria), antecedentes médicos e historial sexual. Las masas intraescrotales se
pueden categorizar como agudas o no agudas, intra o extratesticulares y neoplá sicas o no
neoplá sicas. Los trastornos patoló gicos má s comunes en la categoría de lesiones agudas no
neoplá sicas incluyen torsió n testicular, epididimitis y traumatismo. La torsió n testicular es
una urgencia quirú rgica en la que una torsió n del testículo provoca obstrucció n venosa,
edema y, finalmente, obstrucció n arterial. El reconocimiento rá pido (dentro de 10 a 12
horas) de esta afecció n permite a los médicos salvar el testículo en el 70 al 90% de los
casos. La torsió n se observa con mayor frecuencia en adolescentes de 12 a 18 añ os de edad.
Los pacientes se quejan de dolor testicular unilateral agudo que a menudo se acompañ a de
ná useas y vó mitos. En el examen físico, los testículos está n agrandados y extremadamente
sensibles. Puede estar retraído y, a menudo, se encuentra en posició n horizontal.
TABLA 17--1. Causas de hematuria por edad y sexo Edad (añ os) Hombre Mujer Menor de
20 Anomalía congénita del tracto urinario Glomerulonefritis aguda Infecció n aguda del
tracto urinario 20-40 Infecció n aguda del tracto urinario Cá lculo renal Tumor vesical 40-60
Tumor vesical Infecció n aguda del tracto urinario Cá lculo renal Cá lculo renal Infecció n
urinaria aguda Tumor vesical Mayores de 60 Trastorno prostá tico Tumor vesical Tumor
vesical Infecció n urinaria aguda Infecció n urinaria aguda
TABLA 17--2. Diagnó stico diferencial de inflamaciones escrotales comunes Edad habitual
Diagnó stico escrotal (añ os) Eritema por transiluminació n Dolor Epididimitis Cualquiera No
Sí Severidad creciente y severa Torsió n de testículos <20 No Sí Repentino y severo Tumor
testicular 15-35 No No Mínimo o ausente Hidrocele (ver Fig. Cualquiera Sí (ver Fig. No
Ninguna 17-28) 17-29) Espermatocele Cualquiera Sí No Ninguna Hernia (ver Figs.
Cualquiera No No Ninguna a moderada* 17-41 y 17-42) Varicocele (ver > 15 No No
Ninguna Fig. 17-27) * A menos que esté encarcelado, momento en el que el dolor puede ser
intenso.
FIGURA 17-34. Virus del herpes simple tipo 2. FIGURA 17-35. Virus del herpes simple tipo
2.
FIGURA 17-37. Primer plano de las lesiones umbilicadas del molusco contagioso
era comú n, y el herpes era raro; hoy en día, el virus del herpes simple tipo 2 (HSV-2) es
comú n y el chancroide es raro. La figura 17-34 muestra la etapa vesicular de una infecció n
herpética. Otro ejemplo de infecció n por HSV-2 se muestra en la figura 17-35. Las lesiones
ulcerosas anales son cada vez má s comunes, particularmente entre la població n gay. El
molusco contagioso es una erupció n cutá nea comú n, generalmente autolimitada, que afecta
la piel y las membranas mucosas. A menudo se observa en la població n pediá trica y es
causada por un gran poxvirus de ADN. Los adultos pueden adquirir la infecció n a través del
contacto sexual. Las lesiones características son pá pulas de color carne que varían en
tamañ o desde puntiformes hasta 1 cm de diá metro. La depresió n central es el signo
diagnó stico má s importante. Las lesiones dolorosas pueden ocurrir en cualquier parte del
cuerpo: en la cara y el tronco en los niñ os y alrededor de los genitales en los adultos.
Cualquier adulto con esta enfermedad debe someterse a pruebas de detecció n de otras
enfermedades de transmisió n sexual. Las lesiones, como su nombre lo indica, son
altamente infecciosas. A medida que se desarrollan las lesiones, puede haber un parche
circundante de eccema. En pacientes con SIDA, las lesiones se diseminan, alcanzando
tamañ os de hasta 1-2 cm de diá metro. La figura 17-36 muestra un paciente con lesiones de
molusco contagioso del pene. La figura 17-37 muestra un primer plano de las clá sicas
lesiones umbilicadas del molusco contagioso. El cuadro 17-3 enumera un diagnó stico
diferencial de las lesiones papulares genitales. La lesió n primaria de la sífilis es el chancro
(v. fig. 17-13). que ocurre de 10 días a 3 semanas después de la infecció n en el sitio de la
inoculació n. El chancro es una ú lcera indolora con un borde indurado. Suele curarse
espontá neamente en un mes. Si el paciente no recibe tratamiento para la sífilis, la
enfermedad puede evolucionar a la etapa secundaria.
TABLA 17--3. Diagnó stico diferencial de pá pulas genitales Condició n Apariencia Dolor
Linfadenopatía Herpes (ver Figs. 17-34 y Mú ltiples, ú lceras, vesículas Dolorosas Presente
17-35) Condilomas planos (ver Fig. Mú ltiples, hú medos, planos, redondos Dolorosos
Presentes 17-39) Condilomas acuminados (ver Mú ltiple, verrugoso Ausente Ausente Figs.
17-15 y 17-21) Molusco contagioso (ver pá pulas umbilicadas de 1-5 mm, a menudo en
Doloroso Rara vez Figs. 17-36 y 17-37) racimos; material caseoso expresable desde el
centro
FIGURA 17-38.
Esto ocurre alrededor de 2 meses después de la aparició n del chancro. El paciente puede
presentar una erupció n maculopapular no pruriginosa generalizada en los genitales, el
tronco, las palmas de las manos y las plantas de los pies. Hay una tendencia al recorte de las
lesiones. El chancro curado aú n puede ser evidente. También hay linfadenopatía
generalizada. En las á reas genital y perianal, las pá pulas pueden fusionarse y erosionarse.
Estas pá pulas grandes, hú medas y dolorosas, que parecen "pegadas" a la piel, se denominan
condylornata lata.
Yo Interno Yo llamo
HERNIA FEMORAL
Afectació n escrotal Rara vez Comú nmente Nunca Ubicació n del impulso En el costado del
dedo En la punta del dedo No se siente con el dedo en el canal inguinal canal inguinal canal
inguinal; masa debajo del canal *Vea la figura 17-42. 1-Ver Figura 17-41.
CAPÍTULO
Genitales femeninos
compañ ía general
En las muchachas jó venes, como dije, y en las mujeres que ya no pueden tener hijos, [el
ú tero] está sin sangre, y como del tamañ o de un frijol. En una virgen casable tiene la
magnitud y forma de una pera. En las mujeres que han dado a luz y aú n son fecundos,
equivale en volumen a una calabaza pequeñ a o a un huevo de ganso; al mismo tiempo,
junto con los senos, se hincha y se ablanda, se vuelve má s carnoso y aumenta el calor.
consideraciones
La ginecología y la obstetricia tuvieron sus inicios con el origen de la raza humana. Segú n
un aná lisis estadístico de las poblaciones mundiales en 1982, se han producido má s de 4,7
millones de nacimientos vivos cada añ o: má s de 12 000 por día, má s de 600 por hora y má s
de 10 por minuto. Casi el 98% de todos los bebés nacidos vivos sobreviven. Se espera que
la població n de 1982 se duplique para el añ o 2010. Los registros de obstetricia y
ginecología se remontan a la época de Hipó crates en el añ o 400 a. Probablemente fue el
primer médico que describió la partería, la menstruació n, la esterilidad, los jarabes del
embarazo y las infecciones puerperales (el período posterior al parto). La mayor parte de la
historia ginecoló gica temprana proviene de Soranus en el siglo II d.C. Sus obras incluyeron
capítulos sobre anatomía, menstruació n, fertilidad, signos de embarazo, parto, cuidado del
lactante, dismenorrea (menstruació n dolorosa), hemorragia uterina e incluso el uso de
espéculos vaginales. William Harvey, el "padre" de la teoría de la circulació n sanguínea,
también fue responsable de un tratado monumental sobre obstetricia. Este trabajo,
publicado en 1651, incluía una evaluació n detallada de los cambios uterinos a lo largo de la
vida. El siglo XVIII vio una mayor comprensió n del embarazo, el parto y la fertilidad. Sin
embargo, no fue hasta el siglo XIX que se comprendieron mejor las enfermedades de los
genitales femeninos. Recientemente, en 1872, Noeggerath publicó sus investigaciones
sobre la gonorrea, que finalmente cambiaron la opinió n del mundo médico sobre la
importancia de este trastorno. Fue el primero en sugerir que la "gonorrea latente" estaba
asociada con la esterilidad en las mujeres. Aunque la primera cesá rea fue descrita en 1596
por Mercurio, el desarrollo de la técnica actual de Max Sger se describió en fecha tan
reciente como 1882. Desde mediados de la década de 1960, las muertes por cá ncer de
ú tero y cuello uterino en los Estados Unidos han disminuido en un 57 % En 2000, el cá ncer
de ú tero representó el 6% de todos los cá nceres y el 2,5% de todas las muertes por cá ncer
en mujeres. En 1999 hubo 12.800 casos nuevos de cá ncer cervicouterino invasivo y 4.600
mujeres fallecieron a causa de esta enfermedad. La disminució n de la mortalidad por
cá ncer de cuello uterino se atribuye en gran medida a la detecció n temprana mediante
examen físico. En los Estados Unidos, el uso generalizado de la prueba de Papanicolaou
(Pap) ha disminuido la tasa de incidencia y mortalidad en un 40% desde mediados de la
década de 1970. Una mujer estadounidense tiene un riesgo de por vida de 0,83 de
desarrollar cá ncer de cuello uterino y un 0,27%
495
riesgo de morir por la enfermedad. De los muchos factores de riesgo que se han evaluado,
la edad joven en la primera relació n sexual, las mú ltiples parejas sexuales, la infecció n por
el virus del herpes simple, la infecció n por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH),
la inmunosupresió n y los antecedentes de displasia cervical se asocian con mayor
frecuencia a una mayor riesgo de cá ncer de cuello uterino. En los Estados Unidos, la tasa de
incidencia má s alta de cá ncer de cuello uterino relacionada con la edad se presenta entre
las mujeres vietnamitas (43 por 100 000). Se presenta una tasa de incidencia de 15 por 100
000 o má s en mujeres nativas de Alaska, coreanas y latinas. Para todas las mujeres
estadounidenses, la tasa de incidencia es de aproximadamente 8 por 100.000. Aunque el
carcinoma de ovario representa solo el 3 % de todos los cá nceres en las mujeres, causa má s
del 5 % de todas las muertes por cá ncer en las mujeres. Es la cuarta causa principal de
muerte por cá ncer y la principal neoplasia maligna ginecoló gica en mujeres en los Estados
Unidos. Entre las malignidades ginecoló gicas, el cá ncer de ovario representa casi el 50% de
todas las muertes debidas al cá ncer. En el añ o 2000, la Sociedad Americana del Cá ncer
estimó que habría 23.100 nuevos casos de cá ncer de ovario y 14.000 muertes a causa del
mismo. El riesgo de por vida de desarrollar cá ncer de ovario es de 1 en 70; la incidencia es
de 1,4 por 100.000 mujeres menores de 40 añ os, pero aumenta a 45 por 100.000 mujeres
mayores de 60 añ os. Se ha demostrado que el examen pélvico cuidadosamente realizado es
la piedra angular del diagnó stico del cá ncer de ovario.
Estructura y Fisiología
Los genitales femeninos externos se muestran en la figura 18-1. La vulva está formada por
el monte de Venus, los labios mayores, los labios menores, el clítoris, el vestíbulo y sus
glá ndulas, el meato uretral y el introito vaginal. El rnons veneris es una prominencia
redondeada de tejido graso que recubre la sínfisis del pubis. Los labios mayores son dos
pliegues cutá neos anchos que forman los límites laterales de la vulva. Se encuentran
anteriormente en el
Mons.
Vestíbulo Uretral Labia ma Labia Introito vaginal - Himen Orificio del conducto c de
Bartholin Fourchette Perineurn
Ano
Trompa de Falopio Ovario Ú tero Orina Cuello uterino Uretra Vagina Ligamento ová rico
Ovario.
Cul-de-sac / Recto
FIGURA 18-2. A, Vista transversal de los genitales femeninos internos. B, Vista frontal del
ú tero, las trompas de Falopio y los ovarios.
mons veneris para formar la comisura anterior. Los labios mayores y el mons veneris
tienen folículos pilosos y glá ndulas sebá ceas. Los labios mayores corresponden al escroto
en el varó n. Los labios menores son dos pliegues cutá neos estrechos y pigmentados que se
encuentran entre los labios mayores y encierran el vestíbulo, que es el á rea que se
encuentra entre los labios menores. Anteriormente, los dos labios menores forman el
prepucio del clítoris. El clítoris, aná logo al pene, consta de tejido eréctil y un rico suministro
de terminaciones nerviosas. Tiene un glande y dos cuerpos cavernosos. El meato uretral
externo se encuentra en la porció n anterior del vestíbulo debajo del clítoris. Las glá ndulas
parauretrales, o glá ndulas de Skene, son glá ndulas pequeñ as que se abren lateralmente a la
uretra. La secreció n de glá ndulas sebá ceas en esta á rea protege los tejidos vulnerables
contra la orina. Las principales glá ndulas vestibulares se conocen como glá ndulas de
Bartolino o glá ndulas vulvovaginales. Estas glá ndulas del tamañ o de un guisante
corresponden a las glá ndulas de Cowper en el macho. Cada glá ndula de Bartolino se
encuentra posterolateralmente al orificio vaginal. Durante las relaciones sexuales, se
secreta un líquido acuoso que sirve como lubricante vaginal. Inferiormente, los labios
menores se unen en la comisura posterior para formar la horquilla. El perineo es el á rea
entre la horquilla y el ano. El himen es un pliegue circular de tejido que ocluye
parcialmente el introito vaginal. Hay marcadas variaciones en su tamañ o, así como en el
nú mero de aberturas en el mismo. El introito vaginal es el límite entre los genitales
externos e internos y se encuentra en la parte inferior del vestíbulo. El suministro de
sangre a los genitales externos y al perineo proviene predominantemente de las arterias
pudendas internas. El drenaje linfá tico se encuentra en los ganglios inguinales superficiales
y profundos. Los genitales internos se muestran en la figura 18-2. "La vagina es un canal
hueco de paredes musculares que pasa hacia arriba y ligeramente hacia atrá s, en á ngulo
recto con el ú tero.
498 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO Fundus:Cervix 1:3 1:2.5 1:1 1.5:1 2:1
2.5:1 3:1
cm 8 7 6 5 4 3 2 1
La vagina se encuentra entre la vejiga urinaria por delante y el recto por detrá s. Las
paredes vaginales se arrojan en rugosidades o pliegues transversales. La parte inferior del
cuello uterino se proyecta hacia la parte superior de la vagina y la divide en cuatro fondos
de saco. El fó rnix anterior es poco profundo y está justo por detrá s de la vejiga. El fó rnix
posterior es profundo y está justo por delante de la bolsa rectovaginal, conocida como
fondo de saco (bolsa) de Douglas, y las vísceras pélvicas se encuentran inmediatamente por
encima de esta bolsa. Los fondos de saco laterales contienen los ligamentos anchos. Las
trompas de Falopio y los ovarios pueden palparse en los fondos de saco laterales. Las
células superficiales de la vagina contienen glucó geno, sobre el cual actú a la flora vaginal
normal para producir á cido lá ctico. Esto es en parte responsable de la resistencia de la
vagina a la infecció n. La irrigació n arterial de la vagina se deriva de las arterias ilíaca
interna, uterina y hemorroidal media. Los canales linfá ticos del tercio inferior de la vagina
drenan hacia los ganglios inguinales. Los canales linfá ticos de los dos tercios superiores
ingresan a los ganglios hipogá stricos y sacros. El ú tero es un ó rgano muscular hueco con
una pequeñ a cavidad central. El extremo inferior es el cuello uterino; la parte superior es el
fondo. El tamañ o del ú tero es diferente durante las distintas etapas de la vida. Al nacer, el
ú tero mide solo 3-4 cm de largo. El ú tero adulto mide 7-8 cm de largo y 3,5 cm de ancho,
con un grosor de pared promedio de 2-3 cm. El crecimiento del ú tero y la relació n del
tamañ o del fondo con el tamañ o del cuello uterino se muestran en la figura 18-3. La cavidad
uterina triangular tiene una longitud de 6 a 7 cm y está limitada por el orificio cervical
interno en la parte inferior y las entradas de las trompas de Falopio en la parte superior.
Normalmente, el eje longitudinal del ú tero se dobla hacia adelante sobre el eje longitudinal
de la vagina. Esto es anteversió n. El fundus también está ligeramente inclinado hacia
adelante sobre el cuello uterino. Esto es anteflexió n. El ú tero se mueve libremente y está
ubicado en el centro de la cavidad pélvica. Se apoya en los ligamentos ancho y uterosacro,
así como en el suelo pélvico. El peritoneo cubre el fondo anteriormente hasta el nivel del
orificio cervical interno. Posteriormente, el peritoneo cubre el ú tero hasta la bolsa de
Douglas. La funció n del ú tero es tener hijos. En la figura 18-4 se muestra una
representació n anató mica detallada del ú tero. El cuello uterino es la porció n vaginal del
ú tero. La mayor parte del cuello uterino no tiene cubierta peritoneal. El canal cervical se
extiende desde el orificio cervical externo hasta el orificio cervical interno. donde continú a
hacia la cavidad del fundus. El orificio cervical externo en mujeres que no han dado a luz
por vía vaginal es pequeñ o y circular. En las mujeres que han tenido partos vaginales, el
orificio cervical externo es lineal u ovalado. Con el aumento de los niveles de estró genos, el
orificio cervical externo comienza a dilatarse y la secreció n de moco cervical se vuelve clara
y acuosa. Con altos niveles de estró genos,
Trompa de Falopio
Ovario
SO
11ha
El moco cervical, cuando se coloca entre dos portaobjetos de vidrio que luego se separan,
se puede estirar de 15 a 20 cm antes de romperse. Esta propiedad del moco cervical, la
capacidad de convertirse en un hilo fino, se denomina spinnbarkeit. Cuando la mucosidad
cervical se deja secar en un portaobjetos de vidrio y se examina con un microscopio ó ptico
de baja potencia, se puede ver un patró n de helecho formado por cristales de sal.
Spinnbarkeit y ferning alcanzan un má ximo en el punto medio del ciclo menstrual. Los
espermatozoides pueden penetrar má s fá cilmente en las mucosidades de estas
características. El suministro de sangre al ú tero proviene de las arterias uterina y ová rica.
Los linfá ticos del fundus entran en los ganglios lumbares. Las trompas de Falopio, u
oviductos, ingresan al fondo en su aspecto superior. Son pequeñ os tubos musculares que se
extienden hacia afuera en el ligamento ancho hacia la pared pélvica. El otro extremo del
oviducto se abre hacia la cavidad peritoneal cerca del ovario. Estos extremos está n
rodeados por proyecciones en forma de franjas llamadas fimbrias. La funció n palmar de la
trompa de Falopio es proporcionar un conducto y transportar el ó vulo desde el ovario
correspondiente hasta el ú tero, un viaje que dura varios días. Los espermatozoides
atraviesan el oviducto en la direcció n opuesta y, por lo general, es en el oviducto donde
tiene lugar la fertilizació n. Los ovarios son estructuras en forma de almendra de unos 3-4
cm de largo y está n unidos al ligamento ancho. Las funciones principales del ovario son la
ovogénesis y la producció n de hormonas. Los ovarios, las trompas de Falopio y los
ligamentos de sostén se denominan anexos. El sistema reproductor femenino está bajo la
influencia del hipotá lamo, cuyos factores liberadores controlan la secreció n de las
hormonas gonadotró picas de la hipó fisis anterior: hormona estimulante del folículo y
hormona luteinizante. En respuesta a estas hormonas, el folículo de Graaf del ovario
secreta estró genos y descarga su ó vulo. Después de la ovulació n, el folículo ová rico se
denomina cuerpo lú teo, que secreta estró genos y progesterona. Con la secreció n de
progesterona, la temperatura basal del cuerpo aumenta. Este es un signo confiable de
ovulació n. Bajo la influencia de las hormonas ová ricas. el ú tero y las mamas sufren los
cambios característicos del ciclo menstrual. Si no se produce el embarazo, el cuerpo lú teo
retrocede y el nivel de hormonas ová ricas comienza a descender. En este momento, antes
de la menstruació n, muchas mujeres tienen síntomas de debilidad, depresió n e
irritabilidad. La sensibilidad en los senos también es comú n. Estas
ºC
39.6
crn
15- 10-
344322111
TRANSPARENCIA
HELECHO
PENETRACIÓ N DE ESPERMA
I 2 4 6 8 IIIIII
10 12 14 16 18 20 22 24 i 261/8
FIGURA 18-5. Cambios fisioló gicos asociados con el ciclo menstrual. Los nú meros 0-4
indican una característica creciente del moco cervical. Tenga en cuenta que el helecho, la
transparencia y la penetració n de los espermatozoides son má ximos a mitad del ciclo.
ciclo, llamado menarquia, ocurre al final de la pubertad alrededor de los 12,5 añ os de edad.
Sin embargo, existe una amplia variació n en la edad de la menarquia. Los ciclos continú an
aproximadamente cada 28 días, con un flujo que dura de 3 a 5 días. El primer día del
período se considera el primer día del ciclo. Es raro que una mujer sea absolutamente
regular, y los ciclos de 25 a 34 días se consideran normales. En el momento de la
menarquia, el ciclo menstrual suele ser anovulatorio* e irregular. Después de 1-2 añ os,
comienza la ovulació n. Después de la estabilizació n de la menstruació n, la ovulació n ocurre
alrededor de la mitad del ciclo en una mujer con un ciclo regular. La menopausia marca el
final de la menstruació n. La menopausia se define como el ú ltimo sangrado uterino
inducido por la funció n ová rica. Suele presentarse entre los 45 y 55 añ os de edad. Ya no se
produce la ovulació n ni la formació n del cuerpo lú teo, y los ovarios disminuyen de tamañ o.
El período posterior a la menopausia se denomina posmenopá usica.
Revisar
de síntomas específicos
Sangrado vaginal anormal Há gale estas preguntas a cualquier mujer con sangrado vaginal
anormal: "¿Cuá nto hace que ha notado el sangrado vaginal?" "¿Qué tipos de anticonceptivos
usa?" "¿Con qué frecuencia son sus períodos?" "¿Cuá l es la duració n de su flujo menstrual?"
"¿Cuá ntos tampones o toallitas usa cada día de su flujo?" "¿Hay algú n coá gulo de sangre?"
"¿Cuando fue tu ú ltima menstruació n?" "¿Ha notado sangrado entre sus períodos?" "¿Tiene
dolor abdominal durante sus períodos?" "¿Tienes sofocos? ¿Sudores fríos?" "¿Tienes hijos?"
Si es así, "¿Cuá ndo nació el ú ltimo?" "¿Usted cree que puede estar embarazada?" "¿Está s
bajo algú n estrés emocional inusual?" "¿Has notado intolerancia al frío? ¿Calor?" "¿Has
notado un cambio en tu visió n?" "¿Ha tenido dolores de cabeza? ¿Ná useas? ¿Cambio en el
patró n del cabello? ¿Secreció n de leche de sus pezones?" "¿Có mo es tu dieta?" El sangrado
anormal, también conocido como sangrado uterino disfuncional, incluye amenorrea,
menorragia, metrorragia y sangrado posmenopá usico. La amenorrea es el cese o no
aparició n de la menstruació n. Antes de la pubertad, la amenorrea es fisioló gica, al igual que
durante el embarazo y después de la menopausia. En la amenorrea primaria, nunca ha
ocurrido la menstruació n: en la amenorrea secundaria, la menstruació n ha ocurrido pero
ha cesado, como en el embarazo. Corredores de largas distancias, anoréxicos o cualquier
mujer con anomalías
La grasa corporal muy baja puede tener amenorrea secundaria. Las enfermedades del
hipotá lamo, la glá ndula pituitaria, el ovario, el ú tero y la glá ndula tiroides está n asociadas
con la amenorrea. La galactorrea, o secreció n de leche de los pezones, se observa con
frecuencia en muchas personas con tumores hipofisarios. La enfermedad cró nica también
se asocia frecuentemente con amenorrea secundaria. La menorragia es un sangrado
excesivo en el momento del ciclo menstrual. Se puede aumentar el flujo, se puede aumentar
la duració n, o ambos. El nú mero de toallas higiénicas o tampones que usa una paciente
cada día del ciclo ayuda a cuantificar el flujo. La menorragia en algunos casos puede estar
asociada con trastornos sanguíneos como leucemia, anomalías hereditarias de la
coagulació n y disminució n de los estados plaquetarios. Los fibromas uterinos son una de
las principales causas de menorragia. La menorragia secundaria a fibromas está
relacionada con la gran superficie del endometrio desde donde se produce el sangrado. La
metrorragia es el sangrado uterino de cantidad normal a intervalos irregulares no cíclicos.
Los cuerpos extrañ os, como los dispositivos intrauterinos, así como los tumores ová ricos y
uterinos, pueden causar metrorragia. A menudo hay un aumento del sangrado entre ciclos,
así como períodos má s intensos: esto se denomina menometrorragia. El sangrado
posmenopá usico ocurre después de 6 a 8 meses de amenorrea después de la menopausia.
Cualquier sangrado posmenopá usico debe ser investigado. Los fibromas uterinos o los
tumores del cuello uterino, el ú tero o el ovario pueden ser los responsables.
dismenorrea
Masas o lesiones Las masas o lesiones de los genitales externos son comunes. Pueden estar
relacionados con enfermedades venéreas, tumores o infecciones. Haga estas preguntas a
cualquier mujer con una lesió n en los genitales: "¿Cuá ndo notó por primera vez la masa
(lesió n)?" "¿Es doloroso?" "¿Ha cambiado desde que lo notaste por primera vez?" "¿Lo has
tenido antes?" "¿Ha estado expuesto a alguien con enfermedades venéreas?" La sífilis
puede resultar en un chancro en los labios. A menudo pasa desapercibido, es un nó dulo o
ú lcera pequeñ o e indoloro con un borde bien delimitado. Las ú lceras pequeñ as y muy
dolorosas pueden ser chancroide o herpes genital. Una paciente con un absceso de la
glá ndula de Bartholin puede presentar una masa extremadamente sensible en la vulva. Los
tumores benignos, como las verrugas venéreas (condylomata acuminata), y las condiciones
malignas se presentan como una masa en los genitales externos. Algunos pacientes se
quejan de una sensació n de plenitud o masa en la pelvis como resultado de la relajació n
pélvica. La relajació n pélvica se aplica al descenso o protrusió n de las paredes vaginales o
del ú tero a través del introito vaginal. Esto es causado por un debilitamiento de los
soportes pélvicos. La pared vaginal anterior puede descender, produciendo un cistocele
que
Secreció n vaginal Las secreciones vaginales, también conocidas como leucorrea, son
comunes. ¿Hay un mal olor asociado? Aunque normalmente hay una secreció n blanquecina,
una secreció n fétida a menudo indica un problema patoló gico. El olor patoló gico má s
comú n es el de una peste. olor a pescado relacionado con la volatilizació n de aminas que se
producen por el metabolismo anaeró bico. ¿El picor también está presente? Las mujeres con
moniliasis (candidiasis) se quejan de una secreció n blanca y seca que parece requesó n y
prurito intenso. ¿La mujer ha tomado algú n medicamento, como antibió ticos,
recientemente? Los antibió ticos cambian la flora vaginal normal y puede resultar en un
crecimiento excesivo de Candida. El cuadro 18-1 resume las características importantes del
flujo vaginal.
picazó n vaginal
Dolor abdominal
Haga las siguientes preguntas, ademá s de las enumeradas en el Capítulo 16, El abdomen, de
cualquier mujer con dolor abdominal: "¿Cuá ndo fue su ú ltimo período?" "¿Alguna vez has
tenido algú n tipo de enfermedad venérea?"
dispareunia
Cambios en el cabello
"¿El dolor está relacionado con tu ciclo menstrual?" Si es así, "¿En qué momento de su ciclo
ocurre?" "¿Experimentas ardor al orinar?" El dolor abdominal puede ser agudo o cró nico.
¿La paciente está embarazada? El dolor abdominal agudo puede ser una complicació n del
embarazo. El aborto espontá neo, la perforació n uterina y el embarazo tubá rico ectó pico
son situaciones que ponen en peligro la vida. La inflamació n aguda por gonococos de las
trompas de Falopio y ovario, salpingo-ooforitis, puede producir intenso dolor abdominal
bajo. El dolor abdominal inferior agudo localizado en un lado que ocurre en el momento de
la ovulació n se denomina mittelschmerz. Este dolor está relacionado con una pequeñ a
cantidad de sangrado intrapedtoneal en el momento de la liberació n del ó vulo. La infecció n
del tracto urinario también puede causar dolor agudo. Los pacientes con infecciones del
tracto urinario suelen tener síntomas urinarios asociados de ardor o polaquiuria. El dolor
abdominal cró nico puede deberse a tejido endometrial ectó pico, enfermedad inflamatoria
pélvica cró nica de las trompas de Falopio y los ovarios, y relajació n de los mú sculos
pélvicos con protrusió n de la vejiga, el recto o el ú tero.
FIGURA 18-6. Aumento del crecimiento del cabello en una paciente con síndrome de ovario
poliquístico.
FIGURA 18-7. aumento del crecimiento del cabello en una paciente con un tumor de ovario
secretor de andró genos.
FIGURA 18-8. Aumento del crecimiento del cabello debido a la terapia antihipertensiva con
minoxidil.
Cambios en el patró n urinario Los cambios en los patrones de micció n son comunes. El
Capítulo 17, Genitales masculinos y hernias, revisa muchos de los síntomas asociados con
los cambios en el patró n urinario. Estos síntomas también pueden ocurrir en mujeres. La
incontinencia de esfuerzo es la incontinencia urinaria al hacer fuerza o toser. La
incontinencia de esfuerzo es má s comú n entre las mujeres que entre los hombres. La vejiga
urinaria y la uretra femeninas se mantienen en posició n gracias a varios soportes
musculares y fasciales.
Se ha postulado que los estró genos pueden ser responsables, al menos en parte, del
debilitamiento del soporte pélvico. Con el envejecimiento, disminuyen el soporte del cuello
de la vejiga, la longitud de la uretra y la capacidad del piso pélvico. Los partos vaginales
repetidos, el ejercicio extenuante y la tos cró nica aumentan la posibilidad de incontinencia
de esfuerzo. Há gale al paciente estas preguntas: "¿Pierde orina al hacer fuerza? ¿Toser? ¿Al
levantarla? ¿Al reír?" "¿Pierdes orina constantemente?" "¿Pierdes pequeñ as cantidades de
orina?" "¿Es usted consciente de una vejiga llena?" "¿Tienes que presionar tu abdomen para
orinar?" "¿Es usted consciente de alguna debilidad en sus extremidades?" "¿Ha tenido
alguna vez una pérdida de visió n?" "¿Tienes diabetes?" Los pacientes con incontinencia de
esfuerzo pura describen la pérdida de orina sin urgencia que ocurre durante cualquier
actividad que aumenta momentá neamente la presió n intraabdominal. Aunque la
incontinencia de esfuerzo es comú n entre las mujeres, es importante descartar otros tipos
de incontinencia, como la neuroló gica, por rebosamiento y psicó gena. La incontinencia
neuroló gica puede deberse a disfunció n cerebral, enfermedad de la médula espinal y
lesiones de los nervios periféricos. La esclerosis mú ltiple es un trastorno neuroló gico
cró nico recurrente que causa incontinencia urinaria. La mayoría de las personas sufren un
episodio de pérdida temporal de la visió n como síntoma inicial. La incontinencia por
rebosamiento ocurre cuando la presió n en la vejiga excede la presió n uretral en ausencia
de contracció n de la vejiga. Esto puede ocurrir en pacientes con diabetes y vejiga ató nica.
En la incontinencia psicó gena, se sabe que los individuos orinan en la cama por la noche
para "calentarse" o durante el día en entornos grupales para llamar la atenció n.
Esterilidad
La infertilidad puede resultar de la falta de ovulació n, llamada anovulació n, o de una
funció n inadecuada del cuerpo lú teo. Ambas condiciones pueden ocurrir en mujeres con
sangrado menstrual cíclico. Por lo tanto, tener un período no indica fertilidad. A una mujer
con el síntoma de infertilidad se le deben hacer estas preguntas: "¿Tiene períodos
menstruales regulares?" "¿Has mantenido un grá fico de tu temperatura corporal basal?"
"¿Alguna vez has tenido una enfermedad venérea?" "¿Te han hecho la prueba de la
enfermedad de la tiroides?" "¿Ha tomado algú n medicamento para promover la fertilidad?"
Registrar la temperatura corporal basal es un método confiable para detectar la ovulació n.
La enfermedad gonocó cica en una mujer puede provocar salpingo-ooforitis, con
cicatrizació n de las trompas de Falopio e infertilidad. El hipotiroidismo es una causa bien
conocida de infertilidad.
puede resumirse como CAT 12 x 29 x 5. La fecha del ú ltimo período menstrual puede
abreviarse como FUM: 10 de marzo de 2001. Cualquier síntoma medio cíclico recurrente
asociado con el período menstrual, como sensibilidad en los senos, hinchazó n, etc. se
denomina molimen. La presencia de molimen se correlaciona con la ovulació n, aunque no
todas las mujeres experimentan molimen cuando ocurre la ovulació n. Por lo tanto,
molimen es un signo específico pero no sensible de la ovulació n. El siguiente grupo de
preguntas está relacionado con la historia obstétrica. "¿Alguna vez has estado
embarazada?" "¿Cuá ntos embarazos a término ha tenido?" '¿Ha tenido hijos prematuros?'
'¿Alguna vez ha tenido un aborto espontá neo o un aborto electivo?' '¿Alguno de sus hijos
nació muerto?' '¿Cuá ntos hijos vivos tiene?' , cesá rea)?" "¿Cuá l fue el peso al nacer de sus
hijos?" El historial obstétrico incluye el nú mero de embarazos, conocido como gravidez, y el
nú mero de partos, conocido como paridad. Si una mujer ha tenido tres bebés a término
( nacido con 37 semanas o má s de gestació n), dos bebés prematuros (nacidos con menos de
37 semanas de gestació n), un aborto espontá neo (o aborto) y cuatro niñ os vivos, su
historial obstétrico se puede resumir como pá rrafo 3-2-1- 4. Una manera fá cil de recordar
este có digo de paridad de cuatro dígitos es con el mnemotécnico Florida Power And Light,
que significa abortos a término, prematuros (abortos espontá neos), en vida. mujer acerca
de la fecha de su ú ltimo período menstrual, nunca asuma que ha ocurrido la menopausia. a
una mujer de 62 añ os se le debe preguntar cuá ndo tuvo su ú ltima menstruació n. Permita
que la paciente diga que no ha tenido un período en, por ejemplo, 12 añ os. Una historia
sexual cuidadosa es importante. El Capítulo 1. Las preguntas del entrevistador, proporciona
varias formas de abordar el tema. El entrevistador podría comenzar preguntando: "¿Está
satisfecho con su vida sexual?". Es importante que el examinador determine el estado civil
del paciente. ¿El paciente está casado? ¿Cuantas veces? ¿Por cuá nto tiempo? ¿Hay otras
parejas sexuales? Si la paciente no está casada, ¿tiene actualmente relaciones sexuales?
¿Qué tipo de control de la natalidad se está utilizando? Es importante preguntar a todas las
mujeres sexualmente activas lo siguiente: "¿Con qué facilidad puedes llegar al orgasmo o al
clímax?" "¿Qué tan fuerte es tu deseo sexual?" "¿Con qué facilidad te excitas sexualmente?"
"¿Con qué facilidad se humedece tu vagina durante el sexo?" "¿Tus orgasmos son
satisfactorios?" Siempre determine si la madre de la paciente recibió dietilestilbestrol
(DES)" durante su embarazo. Use palabras que la paciente pueda entender. Puede ser
necesario usar términos tales como "labios" para referirse a los labios o "privados" para
referirse a los labios mayores. genitales.
Impacto
de infertilidad en el paciente
El problema de la infertilidad no es nuevo. Desde la antigü edad, las culturas han practicado
ritos de fertilidad para asegurar la supervivencia de sus pueblos. Muchas sociedades
consideraban el valor de una mujer en términos de su capacidad para tener hijos. La "mujer
estéril" fue frecuentemente desterrada. El tiempo promedio que tarda una mujer en
concebir es de 4 a 5 meses. La Sociedad Estadounidense de Fertilidad define la infertilidad
como la incapacidad de concebir "después de un añ o de
* DES se administró a muchas mujeres embarazadas entre 1940 y 1975 por diversas
razones, como amenaza de aborto y parto prematuro. La afectació n vaginal por adenos se
desarrolla a menudo en hijas expuestas. Ocasionalmente también se ha informado
carcinoma de vagina o cuello uterino, así como insuficiencia cervical, en la descendencia.
coito sin anticoncepció n”. Durante este período, má s del 80% de las mujeres conciben.
Después de 3 añ os de relaciones sexuales regulares, el 98% de las mujeres quedan
embarazadas. Se ha estimado que aproximadamente una de cada seis parejas en los
Estados Unidos tiene algú n problema con la fertilidad. La infertilidad debe considerarse un
problema tanto de hombres como de mujeres. Anteriormente se pensaba que la infertilidad
era funcional (sin trastorno orgá nico demostrable) en el 30-50% de todos los casos, pero
ahora se reconoce que má s del 90% de los pacientes infértiles las parejas tienen una causa
patoló gica. Sin embargo, solo alrededor del 50% de estas parejas logran el embarazo. El
50% de la infertilidad está relacionada con un problema femenino,* el 30% con un
problema masculino* y el 20% con un problema combinado. La infertilidad es uno de
varias crisis importantes del desarrollo de la vida adulta. El impacto de la infertilidad en
una mujer puede ser severo. La influencia del sistema nervioso superior en la ovulació n es
bien conocida, pero solo parcialmente comprendida. Cuando a una mujer se le dice que es
infértil, ella puede estar conmocionada y angustiada por la pérdida de una funció n
importante de su cuerpo. Esta lesió n psicoló gica tiene una duració n variable de tiempo. A
menudo, la mujer se siente defectuosa o inadecuada. Esto se extiende a sus interacciones
con los demá s, ademá s de su funció n sexual. Su actitud hacia su trabajo puede cambiar; su
productividad laboral puede disminuir. Hay una disminució n significativa en el deseo
sexual. La depresió n, la pérdida de la libido y la preocupació n sobre si alguna vez se
producirá la concepció n se combinan para hacer que el sexo sea una actividad menos
placentera y disminuir la posibilidad de una ovulació n normal. Suele ocurrir un período de
luto y frustració n. A menudo, la mujer se preocupa por sus períodos menstruales. ¿Cuá ndo
llegará el pró ximo? ¿Está embarazada? ¿Tenía algú n síntoma de ovulació n? Cuando ocurre
el pró ximo ciclo menstrual, la mujer sufre má s dolor. La mujer infértil puede temer que su
pareja esté resentida con ella y puede sentirse alienada de él. Puede experimentar celos y
resentimiento hacia amigos o parientes que tienen hijos. Su infertilidad reduce su
autoestima y puede hacerle sentir que no es apta para ser madre. Independientemente de
la causa de la infertilidad, el tratamiento debe funcionar para disminuir los efectos
secundarios psicoló gicos. Ambos socios deben ser alentados a comunicarse. La educació n
sobre el problema físico es importante durante todo el proceso médico. La comunicació n
entre los socios y el médico es primordial. La paciente necesita ser protegida de sus propias
inseguridades y tratada con empatía y compasió n. En algunas mujeres, los factores
psicó genos pueden ser la ú nica causa de infertilidad. Dichos factores pueden actuar en
varias fases del proceso reproductivo. Estas mujeres pueden tener personalidades
inmaduras y temer las responsabilidades de la maternidad. Utilizan su infertilidad como
mecanismo de defensa. En otros casos, los conflictos emocionales pueden dar lugar a
síntomas y signos somá ticos. El vaginismo es el trastorno psicosomá tico má s comú n que
causa infertilidad. En esta condició n, el introito puede contraerse tanto que inhibe la
entrada del pene. El vaginismo protege a la paciente desde la concepció n. Muchas de estas
mujeres ven las relaciones sexuales como explotadoras y degradantes. El coito es temido
porque es doloroso. A estos pacientes les va bien con la psicoterapia que les permite
expresar sus temores sobre las relaciones sexuales, los genitales y la maternidad.
Físico
Examen
Consideraciones Generales
A diferencia de la mayoría de las otras partes del examen físico, el examen pélvico a
menudo es visto con aprensió n por parte del paciente. Esto está frecuentemente
relacionado con una mala experiencia previa. Un examen realizado lenta y suavemente con
explicaciones adecuadas
Preparació n para el examen Se debe indicar a la paciente que vacíe la vejiga y los intestinos
antes del examen. Se ayuda a la paciente a sentarse en una mesa de exploració n con las
nalgas colocadas cerca del borde. Se extienden los apoyos para los talones de la mesa y se
indica a la paciente que coloque los talones en ellos. Si es posible, se debe colocar alguna
tela sobre los restos. Alternativamente, se le puede dar a la paciente botines de espuma
plá stica para proteger sus pies de los talones de metal frío. Acortar los soportes de
descanso del taló n ayuda a la mujer a doblar las rodillas para bajar la posició n del cuello
uterino. Un paciente mayor con osteoartritis puede necesitar que los apoyos para los
talones sean má s largos, porque puede tener un movimiento limitado de la cadera y la
rodilla. Ofrezca a la paciente un espejo que pueda usar para observar el examen. La
cabecera de la mesa de examen debe estar elevada para que pueda haber contacto visual
entre el médico y el paciente. Por lo general, se cubre con una sá bana la parte inferior del
abdomen y las rodillas del paciente. Algunos pacientes prefieren que no se use la sá bana. Se
debe preguntar al paciente su preferencia. Las rodillas se levantan lo suficiente para relajar
los mú sculos abdominales mientras se abducen los muslos. Pida a la paciente que deje caer
las piernas hacia los lados o que deje caer las rodillas a cada lado. Nunca le diga a un
paciente que "separe las piernas". Se deben usar guantes para el examen de los genitales
femeninos. El examinador debe estar sentado en un taburete entre las piernas del paciente.
Es esencial una buena iluminació n, incluida una fuente de luz dirigida hacia la vagina. El
examen de los genitales femeninos consiste en lo siguiente: • Inspecció n y palpació n de los
genitales externos • Examen con espéculo • Palpació n bimanual • Palpació n rectovaginal
Liquen escleroso
temprano
FIGURA 18-10. Liquen escleroso, etapa posterior. Obsérvese el clá sico arrugamiento
blanquecino de la piel y la reabsorció n de los labios y el clítoris.
son típicos, así como las arrugas finas de la piel. El prurito es un síntoma comú n y la piel
frá gil es susceptible a una infecció n secundaria. Aunque es má s comú n en mujeres
posmenopá usicas blancas y latinas, el liquen escleroso se puede observar en pacientes de
todas las edades. Es raro en mujeres afroamericanas. El liquen escleroso se debe considerar
como una lesió n premaligna, porque una complicació n es el desarrollo de carcinoma de
células escamosas. La figura 18-9 muestra una paciente con las primeras etapas de liquen
escleroso. Note la reabsorció n de los labios menores; el clítoris está preservado. Figura 18-
I0
muestra una etapa posterior en otro paciente. Note el clá sico arrugamiento blanquecino de
la piel y la reabsorció n de los labios y el clítoris. La figura 18-11 muestra otra paciente con
carcinoma de células escamosas de la vulva con antecedentes de liquen escleroso.
Inspeccione los labios Dígale a la paciente que ahora va a tocar y separar los labios, como se
muestra en la figura 18-12. Se inspecciona el introito vaginal. Los labios menores pueden
mostrar una amplia variació n en tamañ o y forma; pueden ser asimétricos. Ocasionalmente,
se pueden ver pá pulas asintomá ticas de color blanco amarillento en la parte interna de los
labios menores. Estos se llaman manchas de Fordyce y son normales; representan
glá ndulas sebá ceas ectó picas. La figura 18-13 muestra un paciente con manchas de
Fordyce. Las glá ndulas sebá ceas ectó picas también son comunes en la boca (ver Fig. 11-18)
y en el cuerpo del pene (ver Fig. 17-11).
Condilomas acuosos
Inspeccione el Á rea de las Glá ndulas de Bartolino Dígale al paciente que va a palpar las
glá ndulas de los labios. Con un guante humedecido, palpe el á rea de la glá ndula derecha (en
la posició n de las 7 u 8 en punto) sujetando la porció n posterior de los labios mayores
derechos entre el dedo índice derecho en la vagina y el pulgar derecho en la parte externa,
como se muestra en la figura 18-16. ¿Hay sensibilidad, hinchazó n o pus presente?
Normalmente, las glá ndulas de Bartholin no se pueden ver ni sentir. Use la mano izquierda
para examinar el á rea de la glá ndula izquierda (en la posició n de las 4-5 en punto). La
figura 18-17 muestra un paciente con un absceso en la glá ndula de Bartolino izquierda.
FIGURA 18-16.
Mientras separa suavemente los labios y presiona el perineo, pídale a la paciente que puje o
tosa. Si hay relajació n vaginal, se puede observar un abombamiento de las paredes anterior
o posterior. El abultamiento de la pared anterior se relaciona con un cistocele; el
abultamiento de la pared posterior indica un rectocele. Si hay incontinencia de esfuerzo, la
tos o el pujo pueden desencadenar un chorro de orina por el orificio uretral.
Examen con preparació n con espéculo El examen con espéculo inspecciona la vagina y el
cuello uterino. Hay varios tipos de espéculos. El espéculo cusqueñ o o bivalvo de metal es el
má s popular. Este espéculo consta de dos hojas o picos que se introducen cerrados en la
vagina y luego se abren apretando el mecanismo del mango. Las paredes vaginales se
mantienen separadas por los picos y se logra una visualizació n adecuada de la vagina y el
cuello uterino. Existen bá sicamente dos tipos de espéculos bivalvos: los de Graves y los de
Pedersen. El espéculo de Graves es má s comú n y se usa para la mayoría de las mujeres
adultas. Los picos son má s anchos y está n curvados a los lados. El espéculo de Pedersen
tiene picos má s angostos y planos y se usa para mujeres con introito pequeñ o. El espéculo
bivalvo desechable de plá stico es cada vez má s comú n. Una desventaja de su uso es el
fuerte chasquido que se produce cuando el pico inferior se desengancha durante la
extracció n de la vagina. Si se utiliza un espéculo de plá stico, se debe informar al paciente
que se producirá este sonido. Revisa los billetes para asegurarte de que no tengan
asperezas. Antes de usar el espéculo en un paciente, practique abrirlo y cerrarlo. Si el
paciente nunca ha tenido un examen con espéculo, muéstrele el espéculo. Debe calentar el
espéculo con agua tibia y luego tocarlo con el dorso de la mano para asegurarse de que la
temperatura sea la adecuada. No se debe usar gel lubricante porque puede interferir con la
determinació n citoló gica cervical y los cultivos gonocó cicos. Dígale al paciente que ahora va
a realizar la palmadita con espéculo del examen interno.
FIGURA 18-18. Técnica de inserció n del espéculo vaginal. Note los dedos del examinador
presionando hacia abajo sobre el perineo.
FIGURA 18-19. Técnica de inserció n del espéculo vaginal. Tenga en cuenta que el espéculo
se desplaza sobre los dedos del examinador, evitando el contacto con el meato uretral
externo y el clítoris.
Técnica Mientras los dedos índice y medio izquierdos del examinador separan los labios y
presionan con firmeza el perineo, el espéculo cerrado, sostenido en la mano derecha del
examinador, se introduce lentamente en el introito en un á ngulo oblicuo de 45° con
respecto a la vertical por encima de la mano del examinador. dedos izquierdos. Este
procedimiento se muestra en las Figuras 18-18 y 18-19 y está diagramado en la Figura 18-
20. No introduzca el espéculo verticalmente, ya que se pueden producir lesiones en la
uretra o el meato.
FIGURA 18-21. Técnica para inspeccionar el cuello uterino. A, Apertura de las puntas del
espéculo después de que el espéculo se haya insertado completamente y girado a la
posició n transversal. B, Vista interna del cuello uterino cuando el espéculo está
correctamente insertado.
Inspeccione las paredes vaginales Se le dice a la paciente que ahora se retirará el espéculo.
El tornillo de fijació n se suelta con el dedo índice derecho del examinador y el espéculo se
gira de nuevo a la posició n oblicua original. A medida que se retira y cierra lentamente el
espéculo, se inspeccionan las paredes vaginales en busca de masas, laceraciones,
leucoplasia y ulceraciones. Las paredes deben ser lisas y no tiernas. Suele haber una
cantidad moderada de mucosidad incolora o blanca.
Palpació n bimanual El examen bimanual se utiliza para palpar el ú tero y los anexos. Baje la
cabecera de la mesa de exploració n a 15° o plana, segú n la preferencia del paciente. En este
examen, los dedos del examinador se colocan en la vagina y el abdomen de la paciente, y se
palpan las estructuras pélvicas entre las manos. En general, la mano derecha se inserta en
la vagina y la mano izquierda palpa el abdomen, pero esto es una cuestió n de preferencia
personal.
Técnica El médico debe colocarse entre las piernas del paciente. Si se va a utilizar la mano
derecha por vía vaginal, el examinador coloca el pie derecho sobre un pequeñ o reposapiés
o taburete. Se sostiene un lubricante de gelatina adecuado en la mano izquierda y se deja
caer una pequeñ a cantidad del tubo sobre los dedos índice y medio derechos enguantados
del examinador. El examinador no debe tocar los guantes con el tubo de lubricante porque
el lubricante se contaminará . Se le dice al paciente que ahora comenzará el examen interno.
Mientras se realiza el examen bimanual, el examinador debe observar la cara del paciente.
Su expresió n revelará rá pidamente si el examen es doloroso. Los labios se separan y los
dedos índice y medio derechos lubricados del examinador se introducen verticalmente en
la vagina. Se aplica una presió n hacia abajo hacia el perineo. Los dedos anular y quinto
derechos se flexionan hacia la palma de la mano. El pulgar derecho está extendido. No se
debe tocar el á rea alrededor del clítoris. los
* Llamado así por George N. Papanicolaou, el médico que desarrolló esta técnica de
detecció n. Cuando se realiza correctamente, la prueba de Papanicolaou puede diagnosticar
con precisió n el carcinoma de cuello uterino en el 98 % de los casos y puede detectar el 80
% de los casos de carcinoma de endometrio.
FIGURA 18-23. Un cuello uterino normal Obsérvese el orificio cervical externo redondo en
una mujer nulípara
FIGURA 18-26. Posiciones del examinador, asistente y paciente para el examen bimanual.
El examinador ahora puede descansar el codo derecho sobre su rodilla derecha para que no
se ejerza una presió n indebida sobre el paciente. No es necesario palpar profundamente
con la mano abdominal si el ú tero está suficientemente elevado con la mano vaginal. Las
posiciones correctas del médico, asistente y paciente se muestran en la figura 18-26. Las
paredes vaginales se palpan en busca de nó dulos, cicatrices e induració n. Una vez insertada
en la vagina, la mano derecha del examinador se gira 90° en el sentido de las agujas del
reloj para que la palma quede hacia arriba. Algunos médicos prefieren no rotar la mano
vaginal porque esto puede disminuir la profundidad de la penetració n. La mano izquierda
ahora se coloca sobre el abdomen aproximadamente a un tercio del camino hacia el
ombligo desde la sínfisis pú bica. La muñ eca de la mano abdominal no debe estar flexionada
ni supinada. La mano derecha (vaginal) empuja los ó rganos pélvicos fuera de la pelvis y los
estabiliza mientras son palpados por la mano izquierda (abdominal). Es la mano
abdominal, no la vaginal, la que realiza la palpació n. La técnica o el examen bimanual se
muestra en la figura 18-27 y se esquematiza en la figura 18-28.
FIGURA 18-28. Vista transversal del examen bimanual a través de los ó rganos pélvicos. El
ú tero se coloca entre las manos examinadoras. Tenga en cuenta la posició n del pulgar
derecho, alejado del clítoris.
FIGURA 18-29. Técnica de palpació n de los anexos izquierdos. A, Vista transversal a través
de los ó rganos pélvicos. B, Posició n del ovario y la trompa de Falopio entre las manos
examinadoras. C, Posició n de las manos del examinador.
se mueve al cuadrante inferior izquierdo del paciente. Los dedos vaginales levantan los
anexos hacia la mano abdominal. que intenta palpar las estructuras anexiales. Esto se
ilustra en la figura 18-29. Los anexos deben explorarse en busca de masas. Describa el
tamañ o, la forma, la consistencia y la movilidad, así como cualquier sensibilidad, de las
estructuras de los anexos. El ovario normal es sensible a la presió n cuando se aprieta.
Después de examinar el lado izquierdo, se palpan los anexos derechos moviendo la mano
derecha (vaginal) hacia el fó rnix lateral derecho y la mano izquierda (abdominal) hacia el
cuadrante inferior derecho del paciente. En muchas mujeres, las estructuras anexiales no
se pueden palpar. En mujeres delgadas, los ovarios son frecuentemente palpables. La
hipersensibilidad o el agrandamiento de los anexos son relativamente específicos de un
estado patoló gico. Después de completar el examen de los anexos, los dedos vaginales que
examinan se mueven hacia el fó rnix posterior para palpar los ligamentos uterosacros y la
bolsa de Douglas. La sensibilidad marcada y la nodularidad sugieren endometriosis.
Si la paciente ha tenido hijos, el examinador no debería tener dificultad para usar los dedos
índice y medio derechos en la vagina para la palpació n bimanual. Si el introito es pequeñ o,
el examinador debe introducir primero el dedo medio derecho y empujar suavemente
hacia abajo, hacia el ano. Al estirar el introito, el dedo índice derecho puede introducirse
con pocas molestias. Si el paciente es virgen, solo se debe usar el dedo medio derecho.
Palpació n rectovaginal Palpe el tabique rectovaginal Dígale a la paciente que ahora
examinará la vagina y el recto. El examen rectovaginal permite una mejor evaluació n de la
porció n posterior de la pelvis y el fondo de saco que el examen bimanual solo. A menudo,
puede obtener 1-2 cm má s arriba en la pelvis con el examen rectovaginal. Retire los dedos
de la vagina y cambie su guante. Explíquele a la paciente que el examen la hará sentir como
si fuera a defecar, pero no lo hará . Lubrique los dedos índice y medio enguantados.
Inspeccione el ano en busca de hemorroides, fisuras, pó lipos, prolapso u otros
crecimientos. Inserte el dedo índice nuevamente en la vagina mientras que el dedo medio
se introduce en el ano. El dedo índice derecho examinador se coloca lo má s arriba posible
de la superficie posterior de la vagina. Esta técnica se muestra en la figura 18-30 y se
diagrama en la figura 18-31. Se palpa el tabique rectovaginal. ¿Está espesa o tierna? ¿Hay
nó dulos o masas presentes? El dedo medio derecho debe palpar si hay sensibilidad, masas
o irregularidades en el recto. Se le dice al paciente que se completó el examen interno y que
está a punto de quitarse los dedos. Cuando retire los dedos, inspecció nelos en busca de
secreció n o sangre. Ofrezca a la mujer pañ uelos para limpiar cualquier exceso de
lubricante.
Prueba de heces para sangre oculta Cualquier material fecal en el dedo medio (rectal) debe
analizarse con la tarjeta de aná lisis de sangre oculta y el revelador hemoccult.
Pídale a la mujer que se mueva hacia atrá s en la mesa de examen, retire las piernas de los
talones y luego se siente lentamente. Quítese los guantes y lá vese las manos. Esto concluye
el examen de los genitales femeninos.
clinicopata
correlaciones ló gicas
La vaginitis es una inflamació n de la vagina y la vulva que se caracteriza por dolor, picazó n
y flujo vaginal. El flujo vaginal normal consiste en secreciones mucosas del cuello uterino y
la vagina, así como células vaginales exfoliadas. Un flujo vaginal normal es delgado y
transparente y tiene poco olor. Cuando se altera la flora bacteriana normal en la vagina,
uno o má s organismos pueden multiplicarse fuera de sus proporciones normales. Este
cambio en la flora normal también puede hacer que la vagina sea má s susceptible a otros
organismos invasores. El rá pido crecimiento de los organismos produce un exceso de
productos de desecho que irritan los tejidos, provocan ardor y picazó n, y producen una
secreció n con olor desagradable. Las descargas causadas por diferentes organismos tienen
diferentes apariencias. Las lesiones de la vulva son muy comunes. La figura 18-32 muestra
la etapa vesicular de la infecció n por herpes simple. La figura 18-33 muestra un chancro en
una mujer con sífilis primaria. El chancroide es una enfermedad en la que de 5 a 15 días
después de la exposició n aparecen pequeñ as pá pulas o vesículas que se descomponen para
formar ú lceras dolorosas y no induradas. Se desarrolla linfadenopatía. La figura 18-34
muestra la ulceració n clá sica del chancroide vulvar. La figura 18-35 muestra varias de las
posiciones uterinas comunes.
Normal
elemento D
descenso uterino
FIGURA 18-36. Secuelas de la relajació n del suelo pélvico. A. Anatomía normal. B, Cistocele,
que es una protrusió n de la pared de la vejiga urinaria a través de la vagina. C, Rectocele,
que es una protrusió n de la pared rectal a través de la vagina. D, Descenso uterino, que es
una protrusió n del ú tero a través de la vagina.
una normalidad
Día
8 15 22 1 8
B Amenorrea
C menorragia
D
metrorragia
FIGURA 18-37. Tipos de sangrado uterino disfuncional. A, ciclo normal de 28 días. Tenga en
cuenta que el flujo menstrual ocurre el día 1 y dura aproximadamente 5 días. B. Amenorrea.
Después de un flujo menstrual de 5 días, el período no se repite. C, Menorragia. Tenga en
cuenta que el flujo se produce a intervalos de 28 días, pero la cantidad de flujo es mayor y
su duració n es má s larga de lo normal. D, Metrorragia. En esta condició n, el flujo es regular,
pero hay sangrado entre los ciclos de flujo menstrual normal.
524
TABLA 18--2. Características clínicas de las ú lceras genitales Característica genital herpes*
Sífilis primaria t Chancroide* Periodo de incubació n 3-5 días 9-90 días 1-5 días Nú mero de
ú lceras Mú ltiple Ú nica Mú ltiple Apariencia al inicio Vesícula Pá pula Pá pula/pú stula
Aparició n posterior Pequeñ as, agrupadas Redondas, induradas Irregular, desgarrado Dolor
de ú lcera Presente Ausente Presente Adenopatía inguinal Presente, sensible Presente, sin
dolor Presente, doloroso Curació n en 2 semanas Lentamente durante semanas Lentamente
durante semanas Recurrencia (incluso si no es comú n Infrecuente Comú n infectado) *
Consulte la figura 18-32. 1-Ver Figura 18-33. :l:Vea la Figura 18-34.
• Vocabulario ú til Aquí se enumeran las raíces específicas que son importantes en la
terminología relacionada con las enfermedades de los genitales femeninos.
Raíz Perteneciente a Ejemplo Definició n amni(o)- amniorrexis Ruptura del amnios colp(o)-
vagina colposcopia Examen de vagina (y cuello uterino) -cyesis embarazo pseudociesis
Embarazo falso gyn(e)- ginecología de la mujer Rama de la medicina que se ocupa del
tratamiento enfermedades del tracto genital en mujeres hister(o)- ú tero histerectomía
Extirpació n quirú rgica del ú tero metro- ú tero metrorragia Sangrado uterino oophor(o)-
ovario ooforotomía Incisió n de un ovario ov- ovulació n del ó vulo Descarga de un ó vulo del
ovario salping(o )- salpingitis de las trompas de Falopio Inflamació n de las trompas de
Falopio
526 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
Bibliografía
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CAPÍTULO
El sistema musculoesquelético
General
La mano del Señ or estaba sobre mí... y me puso en medio del valle que estaba lleno de
huesos. . . he aquí, eran muchos en el valle abierto; y, Io, estaban muy secos. Así ha dicho
Jehová el Señ or a estos huesos: He aquí, yo haré entrar espíritu en vosotros. y viviréis. Y
pondré sobre vosotros tendones, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré con piel, y
pondré aliento en vosotros. y viviréis.., hubo un ruido, y he aquí una conmoció n, y los
huesos se juntaron, hueso con hueso.., y la piel los cubrió . . . y entró espíritu en ellos, y
vivieron, y se levantaron sobre sus pies.
EZEI41EL 37:1 - 10
Consideraciones
Las enfermedades del sistema musculoesquelético ocupan el primer lugar entre las
enfermedades que alteran la calidad de vida. Esto está relacionado con la limitació n de la
actividad, la discapacidad y la deficiencia. En Estados Unidos, una de cada siete personas
sufre algú n tipo de trastorno musculoesquelético, cuyo costo supera los 60 mil millones de
dó lares anuales. Esto incluye pérdida de ingresos y gastos médicos. Las enfermedades del
sistema musculoesquelético se dividen en dos categorías: sistémicas y locales. Los
pacientes con enfermedades sistémicas, como artritis reumatoide, lupus eritematoso
sistémico o polimiositis, pueden parecer enfermos cró nicos. con debilidad generalizada,
dolor y rigidez episó dica de las articulaciones. Los pacientes con enfermedad local son
bá sicamente individuos sanos que sufren restricció n de movimiento y dolor en una sola
á rea. Se incluyen en este grupo los pacientes que sufren de dolor de espalda, codo de
tenista, artritis o bursitis. AI- aunque estos pacientes pueden tener solo síntomas locales, su
discapacidad puede limitar en gran medida su capacidad de trabajo y la enfermedad puede
tener un impacto severo. Las enfermedades del sistema musculoesquelético ocupan el
primer lugar en costo para las compañ ías de seguros de compensació n para trabajadores.
Cerca de 100.000 trabajadores reciben prestaciones por invalidez anualmente, con un coste
total para los transportistas de má s de 200.000 millones de dó lares anuales. Se ha estimado
que los problemas musculoesqueléticos ocupan el segundo lugar (después de los
trastornos cardiovasculares) en cuanto a las visitas a los internistas y el tercero entre los
procedimientos quirú rgicos en los hospitales.* Segú n una encuesta de Gallup de 1992, casi
el 75% de las personas mayores de 18 añ os de edad edad se quejó de dolor en el pie en
algú n momento. Anualmente se gastan má s de 300 millones de dó lares en plantillas,
remedios para los callos, removedores de juanetes, otros productos para los pies y
medicamentos de venta libre para el cuidado de los pies. A pesar de este problema
generalizado, ¡menos del 50% de los médicos saben có mo examinar un pie correctamente!
Aunque no suelen ser trastornos mortales, las afecciones musculoesqueléticas afectan la
calidad de vida. Los estudios indican que el dolor de espalda es experimentado por má s del
80% de todos los estadounidenses.
527
528 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO
en algú n momento de sus vidas. Los pacientes con dolor de espalda durante má s de 6
meses constituyen una gran parte de las personas con discapacidad permanente. Má s del
50% de estos pacientes nunca regresan al trabajo. Má s de 25 millones de estadounidenses
sufren de artritis que requiere atenció n médica. La artritis ocupa el segundo lugar después
de la enfermedad cardíaca como causa de limitació n de la actividad. En los Estados Unidos,
al menos el 10% de la població n experimenta anualmente una fractura, dislocació n o
esguince de hueso. Cada añ o, má s de 1,2 millones de fracturas son sufridas por mujeres
mayores de 50 añ os. Cada añ o se producen má s de 200 000 fracturas de cadera, y éstas se
asocian con una discapacidad prolongada. La osteoporosis" es el trastorno
musculoesquelético má s comú n en el mundo y ocupa el segundo lugar después de la artritis
como causa principal de morbilidad en la població n geriá trica. La osteoporosis
posmenopá usica y la osteoporosis relacionada con la edad aumentan el riesgo de fracturas
en la població n de mayor edad. Hay má s de 40 millones de mujeres en los Estados Unidos
mayores de 50 añ os, y má s del 50% de ellas tienen evidencia de osteoporosis espinal Casi
el 90% de las mujeres mayores de 75 añ os tienen evidencia radiográ fica significativa de
osteoporosis La alta prevalencia de enfermedad musculoesquelética en pacientes de edad
avanzada que requieren asistencia tiene un impacto significativo en la economía
estadounidense. El costo anual de la atenció n domiciliaria para pacientes con
enfermedades musculoesqueléticas es de casi 75 mil millones de dó lares. Má s de 10
millones de personas en los Estados Unidos tienen algú n tipo de artritis inflamatoria.
siendo la má s prevalente la artritis reumatoide, se estima que má s de 7 millones de
pacientes padecen esta forma de artritis es. Aunque los traumatismos en la médula espinal
que producen paraplejía o cuadriplejía son raros, el costo promedio total de por vida por
paciente supera los $150,000. Los problemas musculoesqueléticos tienen el impacto
financiero má s significativo en la població n anciana. Medicare gasta anualmente má s de mil
millones de dó lares en la hospitalizació n de pacientes con estas afecciones. Esto representa
el 20% de todos los pagos de Medicare.
Estructura
y fisiología
Las funciones principales del sistema musculoesquelético son apoyar y proteger el cuerpo
y provocar el movimiento de las extremidades para la locomoció n y la realizació n de tareas.
Las partes del sistema musculoesquelético está n compuestas por formas variables de tejido
conectivo denso, que incluyen lo siguiente: • BOFIe • Mú sculo esquelético • Ligamentos y
tendones • Cartílago El hueso está compuesto por una matriz orgá nica que consta de fibras
de colá geno incrustadas en un gel cementante hecho de calcio y fosfato. El hueso es un
tejido que cambia activamente y está en constante remodelació n mientras se reapropia de
sus reservas minerales y matriz de acuerdo con las tensiones mecá nicas. El hueso normal
se compone de fibras de colá geno alineadas paralelamente a las tensiones a las que está
expuesto el hueso. Los huesos largos de los adultos está n compuestos por tubos de hueso
cortical o compacto que rodean una cavidad medular de hueso esponjoso o esponjoso. El
hueso cortical existe en á reas donde es necesario el soporte, mientras que el hueso
esponjoso se encuentra en á reas donde se produce la hematopoyesis y la formació n de
hueso. En hueso cortical. las células ó seas, u osteocitos, está n encerradas en lagunas, que
son espacios en las lá minas de tejido ó seo llamados lamelas. Varias lá minas está n
dispuestas concéntricamente alrededor de un canal vascular y se denominan canal de
Havers. En el hueso esponjoso, las laminillas no está n dispuestas en sistemas haversianos
sino que está n organizadas en una red esponjosa llamada trabéculas. Estas trabéculas se
alinean a lo largo de las líneas de tensió n. Los extremos de los huesos largos, llamados
epífisis, se expanden cerca de las superficies articulares y está n compuestos de hueso
esponjoso. El eje del hueso largo, la diá fisis, está cubierto con una capa de periostio. La
cavidad interna del hueso largo está revestida de endosteuro y llena de médula.
Durante un período de tiempo, existe una capa de cartílago entre la diá fisis y la epífisis.
Este cartílago se conoce como placa de crecimiento o placa epifisaria. El propó sito de la
placa de crecimiento es determinar el crecimiento longitudinal del hueso. Las partes de un
hueso largo se ilustran en la figura 19-1. Las células del periostio pueden convertirse en
osteoblastos, que depositan hueso nuevo, o en osteoclastos, que reabsorben el hueso. Los
traumatismos, las infecciones y los tumores estimulan el desarrollo de osteoblastos. Los
osteoblastos secretan la matriz que se remodela en laminillas y se organiza para soportar
las tensiones mecá nicas a las que se somete el hueso. Un proceso patoló gico que interfiere
con la arquitectura normal del hueso tiende a debilitarlo. La enfermedad de Paget es una
enfermedad del hueso en la que hay una alteració n de la arquitectura normal. Los pacientes
con esta afecció n son extremadamente susceptibles a las fracturas patoló gicas. El mú sculo
esquelético es un ó rgano cuya contracció n produce movimiento. Los ligamentos unen
hueso con hueso y los tendones unen mú sculo con hueso. Ambos son tejidos conectivos
densos que ofrecen una gran resistencia a las fuerzas de tracció n. El cartílago es un tipo de
tejido conectivo con gran capacidad de recuperació n. Desempeñ a un papel importante en la
funció n articular y en la determinació n de la longitud ó sea. La unidad funcional bá sica del
sistema musculoesquelético es la articulació n. Una articulació n es la unió n de dos o má s
huesos. Hay varios tipos de articulaciones en el cuerpo. Pueden ser • Inmuebles •
Ligeramente mó viles • Mó viles
epífisis
metá fisis
diá fisis
metá fisis
epífisis
Hueso cortical
Cavidad medular
Las articulaciones inmó viles se fijan como resultado de bandas de tejido fibroso. Ejemplos
de este tipo de articulació n son las suturas del crá neo. Las articulaciones ligeramente
mó viles se denominan sínfisis. En este tipo de articulació n, el fibrocartílago une los huesos
articulares. La sínfisis del pubis es un ejemplo de articulació n ligeramente mó vil. El tipo
má s comú n de articulació n es la articulació n mó vil. El cuerpo tiene muchos tipos diferentes
de articulaciones mó viles, también conocidas como articulaciones sinoviales. En las
articulaciones sinoviales, las estructuras ó seas está n en contacto entre sí y está n
recubiertas de cartílago articular hialino. Una cá psula rodea la articulació n uniéndose a los
huesos a cada lado de la articulació n. Dentro de la cá psula hay una pequeñ a cantidad de
líquido sinovial, que desempeñ a un papel en la lubricació n de las articulaciones y la
nutrició n del cartílago articular. Las articulaciones sinoviales se clasifican segú n el tipo de
movimiento que permite su estructura. Las clasificaciones incluyen lo siguiente:
El lector debe estar familiarizado con ciertos términos anató micos que se refieren a la
posició n (cuadro 19-1). El plano medio divide el cuerpo en mitades derecha e izquierda. Un
plano paralelo al plano medio es un plano sagital. Los términos rmedial y laterQl se utilizan
en referencia al plano sagital. Una posició n má s cercana al plano medio es medial; má s lejos
del plano medio es lateral. En el miembro superior, cubital a menudo se sustituye por
medial y radial se usa para denotar lateral. En el miembro inferior, tibial se usa para
denotar medial y peronea. o fibular se sustituye por lateral. Estos términos anató micos se
ilustran en la figura 19-3. El frente del cuerpo es la superficie anterior o ventral, y la parte
posterior del cuerpo es el lado posterior o dorsal. El aspecto palnar o volar de la mano es la
superficie anterior. La cara dorsal del pie mira hacia arriba y la cara plantar es la planta del
pie. Proximal se refiere a la parte de una extremidad que está má s cerca de su raíz; distal se
refiere a la parte má s alejada de la raíz. Los términos má s importantes relacionados con las
deformidades de la estructura ó sea son varo y varo. En una deformidad en valgo, la porció n
distal del hueso se desplaza alejá ndose de la línea media y la angulació n es hacia la línea
media. En una deformidad en varo, la porció n distal de la extremidad se desplaza hacia la
línea media y la angulació n se aleja de la línea media. El nombre de la deformidad está
determinado por la articulació n involucrada. Una deformidad en valgo de las rodillas se
denomina genu valgurn. Una deformidad en varo de la rodilla es pierna arqueada,
denominada genu varurn.
PIVOTE
PELOTA Y ENCHUFE
SILLÍN CONDILOIDES
TABLA 19--1.
Términos anató micos para el miembro superior e inferior Miembro Medial Lateral
Superior Cubital Radial Inferior Tibial Peroneo Fibular
CORONAL MEDIANO
proximal
Distal
--POSTERIOR
180 °
//IIIII
90 ° \ \
Posició n cero 10 °
5:34 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO • TABLA 19--2. Movimiento articular
Movimiento Definició n Ejemplo Flexió n Movimiento que se aleja de la posició n cero La
mayoría de las articulaciones Extensió n Movimiento de regreso a la posició n cero* La
mayoría de las articulaciones Dorsiflexió n Movimiento en direcció n dorsal Tobillo, dedos
de los pies, muñ eca, superficie de los dedos Movimiento plantar (o palmar) en la direcció n
de la superficie plantar Tobillo, dedos de los pies (muñ eca, dedos) flexió n (o superficie
palmar) Aducció n Movimiento hacia la línea media Hombro, cadera, articulaciones
metacarpofalá ngicas, metatarsofalá ngicas Abducció n Movimiento que se aleja de la línea
media Hombro, cadera, articulaciones metacarpofalá ngicas, metatarsofalá ngicas Inversió n
Giro de la superficie plantar de del pie Articulaciones subastragalina y mediotarsiana del
pie hacia adentro Eversió n Giro de la superficie plantar del pie Articulaciones
subastragalina y mediotarsiana del pie hacia afuera Rotació n interna Giro de la superficie
anterior de una extremidad Hombro, recompensa de cadera Rotació n externa Giro de la
superficie anterior de un Extremidad Hombro, cadera hacia afuera Pronació n Rotació n
para que la superficie palmar del codo, la muñ eca la ha nd se dirige hacia abajo Supinació n
Rotació n de modo que la superficie palmar del codo, la muñ eca la mano se dirige hacia
arriba * Si el movimiento va má s allá de la posició n cero, se dice que hay hiperextensió n. 1
En la mano o el pie, la línea media es una línea que pasa por el dedo medio o el dedo medio
del pie, respectivamente.
articulació n escapular
Aducció n
Extensió n
Flexió n
Radial
proceso
Jlna
\ J Supinació n AB
Pronació n
tercero
IV
falange falange
falange
- Metacarpiano
trapezoide
C Escafoides
Hamate neutral
lunado
Extensió n
Flexió n
Pronació n
Los movimientos en los dedos son abducció n, aducció n y flexió n. Estos movimientos se
ilustran en la figura 19-11. Los movimientos articulares del pulgar son de flexió n, extensió n
y oposició n. Estos movimientos se ilustran en la figura 19-12. La anatomía de la cadera se
ilustra en la figura 19-13. Los movimientos articulares de la cadera son flexió n y extensió n,
abducció n y aducció n, y rotació n interna y externa. Estos movimientos se ilustran en la
figura 19-14.
Aducció n, \ A
FIGURA 19-11. Rango de movimiento en las articulaciones de los dedos. A, Abducció n y
aducció n. B, Flexió n.
xió n
Sacro
Antero- superior \\\\ \ " ' i,i os en la FIGURA 19-13. Anatomía de la articulació n de la
cadera.
/ Extensió n Flexió n
B Secuestro
C.A.
Aducció n
Rotació n interna
Tibia
FIGURA 19-15.
Fémur
Ró tula
-- Peroné
Talus Navicular ...Jr__... 1er Metatarsiano cuneiforme .. . .i- "'---" ,,' Falanges__ .' B Cara lateral
Calcá neo
FIGURA 19-17. Anatomía de las articulaciones del tobillo y del pie. A, Vista desde arriba. B,
Vista medial.
la parte delantera La articulació n mediotarsiana está formada por las articulaciones del
navicular al astrá galo y del calcá neo al cuboides. El hueso tarsal má s grande es el calcá neo.
La unió n del pie a la pierna se produce a través del astrá galo. Los movimientos articulares
en el tobillo son dorsiflexió n y flexió n plantar y eversió n e inversió n. Estos movimientos se
ilustran en la figura 19-18. La anatomía de la columna cervical se muestra en la figura 19-
19. Los movimientos articulares del cuello son flexió n y extensió n, rotació n y flexió n lateral.
Estos movimientos se ilustran en la figura 19-20.
sió n
)/ Inverso
Cuerpo vertebral
541
proceso espinoso
Cuerpo vertebral
Extensió n lateral
Revisar
Dolor
El dolor puede deberse a trastornos de los huesos, los mú sculos o las articulaciones. Haga
las siguientes preguntas: "¿Cuá ndo se dio cuenta del dolor por primera vez?" "¿Dó nde
sientes el dolor? Señ ala el lugar má s doloroso con un dedo". "¿El dolor ocurrió de repente?"
"¿El dolor ocurre todos los días?" "¿Durante qué parte de las 24 horas del día empeora su
dolor: por la mañ ana? ¿por la tarde? ¿por la noche?" "¿Una enfermedad reciente precedió al
dolor?" "¿Qué hace que el dolor empeore?" "¿Qué haces para aliviar el dolor?" "¿El dolor se
alivia con el descanso?" "¿Qué tipo de medicamentos ha tomado para aliviar el dolor?"
"¿Has notado que el dolor cambia segú n el clima?" "¿Tiene alguna dificultad para ponerse
los zapatos o el abrigo?" "¿Alguna vez el dolor te despierta del sueñ o?" "¿El dolor se dispara
a otra parte de tu cuerpo?" "¿Has notado que el dolor se mueve de una articulació n a otra?"
"¿Ha habido alguna lesió n, uso excesivo o tensió n?" "¿Has notado alguna hinchazó n?" "¿Hay
otros huesos, mú sculos o articulaciones involucrados?" "¿Has tenido un dolor de garganta
reciente?" El dolor ó seo puede ocurrir con o sin trauma. Por lo general, se describe como
"profundo", "aburrido", "aburrido" o "intenso". El dolor puede ser tan intenso que el
paciente no puede dormir. Por lo general, el dolor ó seo no está relacionado con el
movimiento a menos que haya una fractura. El dolor de un hueso fracturado a menudo se
describe como "agudo". El dolor muscular se describe con frecuencia como "calambres".
Puede durar só lo brevemente o por períodos má s largos. El dolor muscular en la
extremidad inferior al caminar, descrito en el capítulo 14, El sistema vascular periférico,
sugiere isquemia de los mú sculos de la pantorrilla o la cadera. El dolor muscular asociado
con debilidad es sospechoso de un trastorno muscular primario. El dolor articular se siente
alrededor o en la articulació n. En algunas condiciones, la articulació n puede ser
exquisitamente sensible. El movimiento suele empeorar el dolor, excepto en la artritis
reumatoide, en la que el movimiento suele reducir el dolor. El dolor de varios añ os de
duració n descarta un proceso séptico agudo y, por lo general, malignidad. La infecció n
cró nica debida a tuberculosis o infecciones fú ngicas puede latente durante añ os antes de
que se presente el dolor. La gravedad del dolor a menudo se puede evaluar determinando
el intervalo entre el inicio del dolor y la bú squeda de atenció n médica por parte del
paciente. La hora del día en que el dolor empeora puede ser ú til para diagnosticar el
trastorno. El dolor de muchos trastornos reumá ticos tiende a acentuarse por la mañ ana,
particularmente al levantarse. La tendinitis empeora durante las primeras horas de la
mañ ana y desaparece al mediodía. La osteoartritis empeora a medida que avanza el día. La
aparició n repentina de dolor en una articulació n metatarsofalá ngica debe hacer sospechar
de gota. Los síndromes de atrapamiento tienden a irradiar dolor distalmente. El dolor
intenso puede despertar al paciente del sueñ o. La artritis reumatoide y la tendinitis a
menudo provocan un despertar temprano debido al dolor, particularmente cuando el
paciente está acostado sobre la extremidad afectada.
La fiebre reumá tica aguda, la leucemia, la artritis gonocó cica, la sarcoidosis y la artritis
reumatoide juvenil se asocian comú nmente con la poliartritis migratoria, en la cual se
afecta una articulació n, la enfermedad cede y luego se involucra otra articulació n. Las
enfermedades virales se asocian comú nmente con dolores y molestias musculares. Una
historia reciente de dolor de garganta, con dolor en las articulaciones que ocurre 10 a 14
días después, es sospechosa de fiebre reumá tica. Si el descanso no alivia el dolor, puede
haber una enfermedad musculoesquelética grave. El entrevistador debe tener en cuenta la
posibilidad de dolor referido. El dolor de un trastorno de la cadera con frecuencia se refiere
a la rodilla, especialmente en un niñ o.
Debilidad
Deformidad
Limitació n de movimiento
Rigidez
Clic conjunto
Impacto
Físico
Examen
No se necesita equipo especial para el examen del sistema musculoesquelético. El propó sito
del examen musculoesquelético del internista es como un examen de detecció n para
indicar o excluir el deterioro funcional del sistema musculoesquelético. El examen debe
tomar só lo unos minutos y debe ser parte del examen de rutina de todos los pacientes. Si se
observa una anomalía o si el paciente tiene síntomas específicos atribuibles a una
articulació n en particular, está indicado un examen má s detallado de esa á rea. Una
descripció n detallada del examen de articulaciones específicas sigue a la discusió n del
examen de detecció n.
evaluar la marcha
Evalú e la fuerza de las extremidades inferiores Para evaluar la funció n de todas las
articulaciones principales de las extremidades inferiores, pá rese frente al paciente. Haga
que el paciente se ponga en cuclillas, con las rodillas y las caderas completamente
flexionadas. Ayude al paciente tomá ndolo de las manos para mantener el equilibrio. Esto se
muestra en la Figura 19-26. Pida al paciente que se ponga de pie. La observació n de la
forma en que el paciente se pone en cuclillas y luego se pone de pie proporciona una
excelente impresió n de la fuerza muscular y la acció n articular de las extremidades
inferiores. Ademá s, la evaluació n de grupos musculares específicos se puede realizar e
integrar en el examen artrométrico. La fuerza muscular se puede graduar segú n la escala
descrita en el Capítulo 20, El sistema nervioso. Medir los flexores dorsales y flexores
plantares. Con el paciente sentado, haga que el paciente flexione el pie en flexió n dorsal y
plantar contra resistencia. Esto también se puede lograr pidiéndole al paciente que camine
hacia usted y se aleje de usted sobre los talones y luego
Capítulo 19 El sistema musculoesquelético 547
Fase de contacto Fase de soporte medio Apoyo del taló n Antepié --,- Completo --., Elevació n
del taló n Movimiento de la articulació n subastragalina: pie de carga Supinació n
Normal Pie rígido para propulsió n ........... b-rormal ....... Pie flexible para patología de
propulsió n
en los dedos de los pies La lesió n del nervio peroneo comú n provoca debilidad del grupo
muscular anterior, con una capacidad disminuida para la dorsiflexió n del pie. La lesió n del
tendó n de Aquiles o del complejo gastrosó leo altera la flexió n plantar. Medir inversores y
evertores. Con el paciente sentado, pídale que invierta y luego evierta el pie contra
resistencia. Medir los cuá driceps y los isquiotibiales. Con el paciente sentado, pídale que
extienda y luego flexione la rodilla contra resistencia. Medir los flexores y extensores de la
cadera. Con el paciente sentado, pídale que levante la rodilla de la mesa de examen contra
la fuerza opuesta hacia abajo del examinador. Los extensores de la cadera se pueden
evaluar pidiendo al paciente que se levante de una posició n sentada sin ayuda. La miopatía
relacionada con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) afecta primero a los grupos
musculares proximales, y los pacientes pueden quejarse inicialmente de dificultad para
levantarse de una silla o subir escaleras.
Se le indica al paciente que se siente y se evalú a el rango de movimiento del cuello. Se pide
al paciente que apoye la barbilla sobre el pecho, con la boca cerrada, como se muestra en la
figura 19-27. Esto prueba la flexió n completa del cuello.
Para probar la extensió n completa del cuello, coloque su mano entre el occipucio y las
apó fisis espinosas de C7. Indique al paciente que atrape su mano extendiendo el cuello.
Esto se muestra en la Figura 19-28.
La rotació n del cuello se evalú a pidiendo al paciente que gire el cuello hacia un lado y que
toque el mentó n con el hombro. Esto se muestra en la Figura 19-29. Luego se repite el
examen en el otro lado.
Se indica al paciente que estire los brazos, con los dedos separados. El examinador intenta
comprimir los dedos contra resistencia, como se muestra en la figura 19-30. Esto prueba
los mú sculos intrínsecos de las manos.
Para probar el rango funcional de rotació n del hú mero, así como las articulaciones del
hombro, acromioclavicular y esternoclavicular, indique al paciente que abduca los brazos
por completo y coloque las palmas de las manos juntas por encima de la cabeza. Los brazos
deben tocar las orejas del paciente con la cabeza y la columna cervical en posició n vertical.
Esto se muestra en la Figura 19-31.
Evaluar la rotació n interna del brazo
Luego se le pide al paciente que coloque sus manos en la espalda entre las escá pulas. Las
manos normalmente deben alcanzar el nivel del á ngulo inferior de las escá pulas. Esto se
muestra en la Figura 19-32. Esta maniobra prueba la rotació n interna del hú mero y el
rango de movimiento del codo.
!YO
Evaluar la fuerza de las extremidades superiores La prueba final del examen de detecció n
evalú a la fuerza de los principales grupos de mú sculos de las extremidades superiores. Se
le pide al paciente que sujete los dedos índice y medio del examinador en cada mano. El
examinador le indica al paciente que resista el movimiento hacia arriba, hacia abajo, lateral
y medial. Esta posició n se muestra en la Figura 19-33. Esto completa el examen de
detecció n musculoesquelético bá sico. El resto de este capítulo describe los síntomas y el
examen de articulaciones específicas.
Síntomas del hombro Si bien el dolor de hombro puede estar relacionado con un trastorno
primario del hombro, considere siempre la posibilidad de que el dolor de hombro provenga
del tó rax o del abdomen. La enfermedad de las arterias coronarias, los tumores pulmonares
y la enfermedad de la vesícula biliar se asocian comú nmente con dolor referido al hombro.
El dolor es el principal síntoma de los trastornos del hombro. La inflamació n del mú sculo
supraespinoso provoca un dolor que suele empeorar por la noche o cuando el paciente se
acuesta sobre el hombro afectado. El dolor a menudo se irradia por el brazo hasta el codo.
El dolor comú nmente se refiere a la parte inferior del á rea del deltoides y se agrava de
manera característica al peinarse el cabello, colocarse una brasa o meterse la mano en el
bolsillo trasero. La sensibilidad difusa del hombro asociada con dolor al mover el hú mero
hacia atrá s se asocia con trastornos de los mú sculos redondo menor, infraespinoso y
subescapular. En este caso, el dolor generalmente no se irradia hacia el brazo y
generalmente está ausente cuando el brazo es dependiente. Los movimientos del hombro
se producen en las articulaciones glenohumeral, toracoescapular, acromioclavicular y
esternoclavicular. La articulació n glenohumeral es una articulació n esférica. A diferencia de
la articulació n de la cadera, que también es una articulació n esférica, en la articulació n
glenohumeral el hú mero se asienta en la cavidad glenoidea muy poco profunda. Por lo
tanto, la funció n de la articulació n depende de los mú sculos que rodean la cavidad para su
estabilidad. Estos mú sculos y sus tendones forman el manguito rotador del hombro. Por
esta razó n, muchos problemas del hombro son de origen muscular, no ó seo o articular.
Síntomas del codo El síntoma má s comú n de los trastornos del codo es el dolor de codo
bien localizado. Aunque es una articulació n en bisagra simple, el codo es la articulació n má s
complicada de la extremidad superior. El extremo distal del hú mero se articula con la parte
proximal del cú bito y el radio. La flexió n y extensió n del codo se efectú an a través de la
porció n humerocubital de la articulació n. El radio juega un papel pequeñ o en esta acció n;
su papel es principalmente en la pronació n y supinació n del antebrazo. El nervio cubital se
encuentra en una posició n vulnerable cuando pasa alrededor del epicó ndilo medial del
hú mero.
AB FIGURA 19-35. Técnica para evaluar la pronació n y supinació n del codo. A, Pronació n. B,
Supinació n.
Para probar la pronació n y la supinació n, los codos deben flexionarse a 90° y colocarse
firmemente sobre una mesa. Se le pide al paciente que rote el antebrazo con la muñ eca
hacia abajo (pronació n), como se muestra en la figura 19-35A, y la muñ eca hacia arriba
(supinació n), como se muestra en la figura 19-35B. Se observa cualquier limitació n del
movimiento o dolor. El codo de tenista, también conocido como epicondilitis lateral, es una
condició n comú n caracterizada por dolor en la regió n del epicó ndilo lateral del hú mero. El
dolor se irradia hacia la superficie extensora del antebrazo. Los pacientes con codo de
tenista a menudo experimentan dolor al intentar abrir una puerta o al levantar un vaso.
Para evaluar el codo de tenista, el examinador debe flexionar el codo y pronar
completamente la mano. El dolor sobre el epicó ndilo lateral al extender el codo es
diagnó stico de codo de tenista. Otra prueba implica que el paciente apriete el puñ o, flexione
la muñ eca y extienda el codo. El dolor se provoca al intentar forzar la flexió n palmar de la
mano en dorsiflexió n.
Síntomas de la muñ eca Los síntomas de los trastornos de la muñ eca incluyen dolor en la
muñ eca o la mano, entumecimiento u hormigueo en la muñ eca o los dedos, pérdida de
movimiento y rigidez y deformidades. Debe recordarse que el dolor en la mano puede estar
referido desde el cuello o el codo. La muñ eca está compuesta por la articulació n del
extremo distal del radio con la fila proximal de los huesos del carpo. La estabilidad de la
muñ eca se debe a la unió n de estos huesos por fuertes ligamentos. El cú bito distal no se
articula con ninguno de los huesos del carpo. En la cara volar de la muñ eca, los huesos del
carpo está n conectados por el ligamento del carpo. El pasaje debajo de este ligamento es el
tú nel carpiano, a través del cual pasan el nervio mediano y todos los flexores de la muñ eca.
El atrapamiento del nervio, conocido como síndrome del tú nel carpiano, produce síntomas
de entumecimiento y hormigueo.
Exploració n Palpe la articulació n de la muñ eca del paciente entre los dedos pulgar e índice
y observe la sensibilidad, la hinchazó n o el enrojecimiento (fig. 19-36). Se observa el rango
de movimiento de la dorsiflexió n y la flexió n palmar. Con los antebrazos fijos, se evalú a el
grado de supinació n y pronació n. ¿Hay desviació n cubital o radial?
Cuando se sospecha el diagnó stico del síndrome del tú nel carpiano, un golpe fuerte o
presió n directamente sobre el nervio mediano puede reproducir las parestesias del
síndrome del tú nel carpiano, llamado signo de Tinel. Otra prueba ú til es que el examinador
estire el nervio mediano extendiendo el codo del paciente y dorsiflexionando la muñ eca. El
desarrollo de dolor o parestesias sugiere el diagnó stico. Una tercera prueba consiste en que
el paciente sostenga ambas muñ ecas en una posició n palmar-fija por completo durante 2
minutos. El desarrollo o exacerbació n de parestesias es sugestivo de síndrome del tú nel
carpiano.
Examen
Examen La columna cervical se puede examinar con el paciente sentado. Debe inspeccionar
la columna cervical desde el frente, la espalda y los lados para detectar deformidades y
posturas inusuales. Prueba de rango de movimiento de la columna cervical. Palpe los
mú sculos paravertebrales en busca de sensibilidad y espasmos. La columna toracolumbar
se examina con el paciente de pie frente a usted. Inspeccione la columna vertebral en busca
de deformidades o hinchazó n. Inspeccione la columna desde un lado para detectar una
curvatura anormal. Prueba rangos de movimiento. Palpar los mú sculos paravertebrales en
busca de sensibilidad. Percuta cada apó fisis espinosa en busca de sensibilidad. Los rangos
de movimiento evaluados en la columna vertebral son flexió n hacia adelante, extensió n,
flexió n lateral y rotació n. La presencia de una costilla cervical puede causar frialdad,
decoloració n y cambios tró ficos como resultado de la isquemia de una extremidad
superior. Para probar una costilla cervical, palpe el pulso radial. Mueva el brazo a través de
su rango de movimiento. La obliteració n del pulso por esta maniobra sugiere una costilla
cervical. Pida al paciente que gire la cabeza hacia el lado afectado y respire profundamente
mientras palpa el pulso radial del mismo lado. La obliteració n del pulso por esta maniobra
también sugiere una costilla cervical. A menudo, la auscultació n sobre la arteria subclavia
revela un soplo que sugiere obstrucció n mecá nica por una costilla cervical. Repita
cualquiera de estas pruebas en el lado opuesto. Las costillas cervicales rara vez son
bilaterales. El dolor por atrapamiento del nervio ciá tico se llama ciá tica. Los pacientes con
ciá tica describen dolor, ardor o dolor en las nalgas que se irradia hacia la parte posterior
del muslo hasta la cara posterolateral de la pantorrilla. El dolor empeora al estornudar, reír
o hacer fuerza para defecar. Una de las pruebas para la ciá tica es la prueba de elevació n de
la pierna recta. Se pide al paciente que se acueste en decú bito supino mientras el
examinador flexiona la pierna extendida hacia el tronco a la altura de la cadera. La
presencia de dolor es una prueba positiva. Se le pide al paciente que flexione plantar y
dorsiflexione el pie. Esto estira aú n má s el nervio ciá tico. Si la ciá tica está presente, esta
prueba reproduce el dolor en la pierna. La prueba se ilustra en la figura 19-39. Otra prueba
para la ciá tica es la prueba de extensió n de rodilla sentado. El paciente se sienta a un lado
de la cama y flexiona el cuello, colocando la barbilla sobre el pecho. El examinador fija el
muslo sobre la cama con una mano mientras que con la otra mano extiende la pierna. Si hay
ciá tica, el dolor se reproduce a medida que se extiende la pierna. Esta prueba se muestra en
la figura 19-40.
B
FIGURA 19-41. Prueba de Trendelenburg. A, Posició n de las caderas al pararse sobre la
pierna izquierda normal. Tenga en cuenta que la cadera se eleva como resultado de la
contracció n de la musculatura de la cadera izquierda. B, Posició n de las caderas al pararse
sobre la pierna derecha anormal. Tenga en cuenta que la cadera izquierda cae como
resultado de la falta de contracció n adecuada de los mú sculos de la cadera derecha.
C
FIGURA 19-44. Técnica para la prueba de derrame de la articulació n de la rodilla. A,
Posició n de la mano al expulsar líquido de la bursa. B y C, Posició n para golpear la ró tula.
FIGURA 19-45. Técnica para probar los ligamentos colaterales. Obsérvese la rotura del
ligamento colateral medial en la ilustració n inferior.
La ú nica queja del paciente puede ser el desgaste del calzado. Durante el uso normal, la
suela se desgasta de manera bastante uniforme. Los lados laterales pueden mostrar un
desgaste má ximo. Los pacientes con pie plano desgastan la suela del lado medial que se
extiende hasta la punta del zapato. La parte exterior del taló n también se desgasta antes.
Las marcas de desgaste suelen estar presentes en los lados mediales de los zapatos. Los
pacientes con arcos inusualmente altos tienen un desgaste excesivo debajo del á rea de la
cabeza del metatarsiano. También hay un desgaste excesivo en la parte posterior de los
talones.
Examen
El examen del tobillo y el pie se realiza con el paciente de pie, caminando y luego sentado.
Pida al paciente que se ponga de pie. Inspeccione los tobillos y los pies en busca de
hinchazó n y deformidades. Debe anotarse el nú mero y la posició n de los dedos de los pies.
Los dedos de los pies deben estar rectos, planos y proporcionales entre sí en comparació n
con el otro pie. Compara un pie con el otro con respecto a la simetría. ¿Se superponen
algunos dedos de los pies? Describir anormali-
Capítulo 19 El sistema musculoesquelético 563
FIGURA 19-47.
lazos del arco longitudinal. Un pie cavo tiene un arco anormalmente alto. En el pie plano, el
arco longitudinal es má s plano de lo normal. Las anormalidades comunes del pie se ilustran
en la figura 19-48. Pida al paciente que camine sin zapatos ni calcetines y observe la
marcha. El paciente debe poder caminar normalmente, sobre los talones, sobre los dedos
de los pies y un pie delante del otro (caminar en tá ndem). Tenga en cuenta cualquier
deformidad, como el ancho o la longitud de los pies. varo o valgo del taló n, atrofia de la
pantorrilla, venas varicosas y dedos hacia adentro o hacia afuera. Tome nota de la postura
del paciente y cualquier movimiento u otra anormalidad. Pídale al paciente que se siente
con los pies colgando del costado de la cama. Normalmente, hay una leve flexió n plantar e
inversió n de los pies. Palpar los maléolos medial y lateral. La porció n distal del peroné
constituye el maléolo lateral. Se extiende má s distalmente que el maléolo medial. Palpe el
tendó n de Aquiles. ¿Hay nó dulos presentes? ¿Hay ternura presente?
ARCO NORMAL
FIGURA 19-54.
ping hallux. Un ataque agudo de gota comú nmente se presenta con dolor severo, hinchazó n
e inflamació n en la primera articulació n metatarsofalá ngica, una condició n denominada
podagra. En la figura 19-54 se muestra un paciente con gota aguda y podagra. Obsérvese el
eritema del hallux izquierdo y la tumefacció n generalizada del pie izquierdo. Examinar las
articulaciones metatarsofalá ngicas menores. Sujete las articulaciones metatarsofalá ngicas
entre el pulgar y el índice e intente comprimir el antepié. El dolor provocado por esta
maniobra suele ser un signo temprano de artritis reumatoide. Esta prueba se muestra en la
figura 19-55.
FIGURA 19-58. Osteoartritis Note Heberden y FIGURA 19-59. Gota. Nó tense los tofos en los
codos y los nó dulos de Bouchard en las manos
se desarrollan con frecuencia sobre las articulaciones interfalá ngicas distales de los dedos y
en el olécranon y la bursa prerrotuliana. La figura 19-60 muestra las manos de un paciente
con tofos en los dedos. Como se discutió en el Capítulo 7, La piel, la psoriasis es una de las
enfermedades de la piel má s comunes en los Estados Unidos. La variante pustulosa se
caracteriza por pú stulas localizadas en las palmas de las manos y las plantas de los pies. El
paciente puede estar bastante tó xico, con fiebre y leucocitosis. La figura 19-61 muestra un
paciente con psoriasis pustulosa de las plantas de los pies. Obsérvese la hiperqueratosis
sobre una base eritematosa. Aproximadamente el 7% de los pacientes con psoriasis
desarrollan enfermedad articular. La forma má s comú n de artritis psoriá sica (70%) es la
artritis asimétrica que involucra solo dos o tres articulaciones a la vez. La artritis mutilante
es el tipo de artritis psoriá sica má s deformante. En los casos má s graves, hay osteó lisis de
las articulaciones de las falanges y los metacarpianos, lo que da como resultado una
deformidad "'telescó pica de los dedos'", también conocida como deformidad en "objeto de
ó pera". En la figura 19-62 se muestran las manos de un paciente con este tipo deformante
de artritis psoriá sica. La esclerosis tuberosa es un trastorno hamartomatoso
predominantemente hereditario que se caracteriza por retraso mental, convulsiones,
lesiones oculares y lesiones cutá neas. La tríada clá sica de
AB
Los síntomas son retraso mental, convulsiones y adenoma sebá ceo. El adenoma sebá ceo
ocurre cerca de los pliegues nasolabiales y sobre las mejillas. Estas lesiones son
angiofibromas faciales. Otras lesiones cutá neas frecuentes son los fibromas periungueales y
subungueales. La figura 19-63A muestra un paciente con esclerosis tuberosa y fibromas
periungueales. La figura 19-63B muestra otro paciente con esclerosis tuberosa y fibromas
subungueales. Las lesiones del sarcoma de Kaposi se ven con frecuencia en los pies. La
figura 19-64 muestra el pie de un paciente que presentó esta lesió n entre el cuarto y el
quinto dedo. Una biopsia de la lesió n confirmó el diagnó stico de sarcoma de Kaposi. Esta
fue la primera manifestació n del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) del
paciente. La figura 19-65 muestra el arco plantar de otro paciente que presentó nó dulos
dolorosos. Una biopsia confirmó el diagnó stico de sarcoma de Kaposi.
FIGURA 19-64.
AB
FIGURA 19-66. A, Exostosis en la articulació n metatarsocuneiforme. B, película de rayos X
de la articulació n metatarsocuneiforme.
Otra queja podoló gica comú n es una exostosis en la articulació n metatarsocuneiforme, que
produce una lesió n dorsal dolorosa. La figura 19-66A muestra un paciente con este tipo de
problema; La figura 19-66B es una radiografía del pie que muestra la anomalía ó sea. La
figura 19-67 muestra un paciente con paroniquia grave con tejido de granulació n
exuberante. Estas lesiones deben diferenciarse de los melanomas amelanó ticos. Aunque los
carcinomas de células escamosas suelen encontrarse en á reas expuestas al sol, el paciente
que se muestra en la figura 19-68 tiene una lesió n de este tipo en la cara plantar del pie.
También hay un callo debajo de la cabeza del primer metatarsiano. Las ú lceras
neurotró ficas del pie son muy comunes en pacientes diabéticos. La figura 19-69 muestra un
paciente con ú lceras neurotró ficas bilaterales. Las ú lceras plantares indoloras cicatrizan
lentamente después de un trauma aparentemente insignificante. El "pie diabético" se
caracteriza por neuropatía sensoriomotora cró nica, neuropatía autonó mica y mala
circulació n periférica. La neuropatía sensitivomotora resulta en una pérdida de la
sensibilidad normal que impide la detecció n de eventos traumá ticos.
FIGURA 19-68. ,Vehículo de células escamosas- FIGURA 19-67. Paroniquia con extenso
cinoma de granulació n en la superficie plantar
Es comú n que los diabéticos, con sensibilidad disminuida en los pies, presenten cuerpos
extrañ os en los dedos o pies. La figura 19-70 muestra el pie derecho de un paciente
diabético y un cuerpo extrañ o que sobresale de la punta del tercer dedo. Este paciente
había dejado caer una aguja en la alfombra y luego pisó la aguja, que penetró el dedo del
pie. Solo después de notarlo, el paciente buscó atenció n médica. La esclerodermia, o
esclerosis sistémica progresiva, es una enfermedad multisistémica cró nica que se
manifiesta por engrosamiento de la piel y diversos grados de afectació n de ó rganos. Existe
un amplio espectro de manifestaciones de la enfermedad de la esclerodermia, que van
desde lesiones cutá neas limitadas asociadas con calcinosis, fenó meno de Raynaud,
problemas de motilidad esofá gica, esclerodactilia y telangiectasia (variante CREST) hasta el
encapsulamiento total del cuerpo por esclerosis difusa. La calcificació n de los tejidos
blandos puede producir un tejido duro como la piedra y puede variar desde una pequeñ a
á rea de afectació n hasta depó sitos masivos de calcio. La figura 19-71A muestra a un
paciente con síndrome CREST con fenó meno de Raynaud y calcinosis cutá nea. Obsérvense
las telangiectasias de las yemas de los dedos. La figura 19-71B muestra al mismo paciente
con calcinosis en rizos del taló n. Por lo general, la yema del dedo distal asume una
apariencia có nica, con un mechó n de tejido cicatrizado entre la yema del dedo y el lecho
ungueal.
FIGURA 19-71. Síndrome CREST. A, Telangiectasias de las yemas de los dedos. B. Calcinosis
cutis del taló n
También puede ocurrir ulceració n, lo que puede conducir a la osteomielitis. La figura 19-72
muestra la vista plantar del hallux en el mismo paciente con síndrome CREST; obsérvese el
estrechamiento característico del dedo y el pterigió n inverso (crecimiento de tejido blando
a lo largo de la cara ventral de la lá mina ungueal). La figura 19-73 muestra una
presentació n subungueal de melanoma maligno del hallux. Determinar la causa de todas las
lesiones pigmentadas subungueales. El dolor en el taló n y el dolor en las primeras
articulaciones metatarsofalá ngicas son quejas comunes, la mayoría de las veces causadas
por factores mecá nicos. Sin embargo, el dolor puede ser secundario a varias otras causas. El
cuadro 19-3 enumera los trastornos má s comunes asociados con el dolor de taló n; El
cuadro 19-4 enumera los trastornos relacionados con el dolor de la primera articulació n
metatarsofalá ngica. El cuadro 19-5 resume las características clínicas que diferencian la
artritis reumatoide de la osteoartritis. El cuadro 19-6 resume algunas de las características
de las enfermedades que afectan las manos y las muñ ecas. El cuadro 19-7 describe las
características clínicas que diferencian los trastornos musculoesqueléticos comunes que
afectan el codo. El cuadro 19-8 enumera las características clínicas que diferencian
enfermedades significativas que afectan la rodilla. El cuadro 19-9 enumera las
características clínicas que diferencian las enfermedades del pie. La tabla 19-10 resume los
rangos normales de movimiento de las articulaciones.
TABLA 19--3.
Trastornos que causan dolor en el taló n Espoló n calcá neo plantar (entesopatía)
Fascitis plantar Bursitis del calcá neo inferior Atrofia de la almohadilla de grasa plantar
Artritis reumatoide Espondilitis anquilosante Síndrome de Reiter Gota Fractura Neoplasia
Cuerpo extrañ o Atrapamiento de nervio
* Las picaduras de aguja en las uñ as a menudo se asocian con la artritis psoriá sica. Ver
Figuras 7-14 y 7-15 tVer Figura 19-54. tConsulte la figura 19-57. §Ver Figura 19-56_ "Ver
Figura 19-62. Ver Figura 19-58. DIP, articulació n interfalá ngica distal; MCP, articulació n
metacarpofalá ngica; PIP, articulació n interfalá ngica proximal; RA, artritis reumatoide.
576 SECCIÓ N II LA CIENCIA DEL EXAMEN FÍSICO TABLA 19--9. Características clínicas que
diferencian las enfermedades que afectan al pie Reumatoide Reiter Características clínicas
Artritis Artritis psoriá sica Gota aguda Síndrome de artrosis Edad (añ os) 3-80 10-60 30 80
50-80 10-80 (má ximo 30 s) Sexo Mujer Hombre Hombre Mujer Hombre Inicio del dolor
Gradual Gradual Abrupta Gradual Gradual Rigidez Muy frecuente Frecuente Frecuente
Frecuente Frecuente Inflamació n Frecuente Frecuente Muy frecuente Poco frecuente
Frecuente Enrojecimiento Poco frecuente Poco frecuente Muy frecuente Poco frecuente
Frecuente
DIP, articulació n interfalá ngica distal; MTP, articulació n metatarsofalá ngica. TABLA 19--10.
Rangos de movimiento articular Articulació n lateral Flexió n Extensió n flexió n Rotació n
Columna cervical 45° 55° 40° 70° Columna torá cica y 75° 30° 35° 30° columna lumbar
Abducció n Aducció n Hombro 180° 50° 180° 50° Pronació n Supinació n Codo 150° 180° 80 °
80 ° Movimiento radial Movimiento cubital Muñ eca 80 ° 70 ° 20 ° 55 ° MCP 90 ° 20 ° Cadera
90 ° con rodilla 30 ° con rodilla 40 ° 45 ° extendida extendida
120° con Abducció n Aducció n rodilla flexionada 45° 30° Rodilla 135° 0-10° Tobillo 50° 15°
Inversió n Eversió n Subtalar 20° 10° Primera MTF 40° 65-75° MCF, articulació n
metacarpofalá ngica; MTP, articulació n metatarsofalá ngica.
Capítulo 19 El sistema musculoesquelético 577 Vocabulario ú til Aquí se enumeran las
raíces específicas que son importantes en la terminología relacionada con las
enfermedades musculoesqueléticas. rayo de una articulació n quir(o)- quirospasmo de la
mano Calambre del escritor dactyl(o)- dactiloespasmo de los dedos de las manos o de los
pies Calambres de un dedo mio- miopatía muscular Enfermedad del mú sculo oste(o)-
osteomalacia ó sea Una condició n caracterizada por el ablandamiento de los huesos pod-
podó logo del pie Especialista en afecciones del pie escolio- escoliosis torcida Desviació n
lateral de la columna vertebral spondyl(o)- espondilitis de las vértebras Inflamació n de las
vértebras teno- tendó n tenotomía Corte quirú rgico de un tendó n
Bibliografía
Bitter RB, DellaCorte MP, Grisafi PJ: Problemas comunes de los pies en atenció n primaria.
San Louis. Mosby-Year Book, 1992. Kosinski MA, Stewart D: Cambios en las uñ as asociados
con enfermedades sistémicas e insuficiencia vascular. Clin Podiatr Med Surg 6:295, 1989.
Swartz MH: Fundamentos de un examen físico completo. Clin Podiatr Med Surg 15:619,
1998.
CAPITULO 2:0
El sistema nervioso
General
A medida que aumenta la debilidad y se desvanece la influencia de la voluntad sobre los
mú sculos, la agitació n trémula se vuelve má s vehemente. Ahora rara vez lo deja por un
momento; pero incluso cuando la naturaleza exhausta se apodera de una pequeñ a porció n
del sueñ o, el movimiento se vuelve tan violento que no só lo hace temblar las cortinas de la
cama, sino también el suelo y los marcos de la habitació n. El mentó n está ahora casi inmó vil
doblado sobre el esternó n. Las bazofias con que se intenta alimentarlo. con la saliva, gotean
continuamente de la boca. Se pierde el poder de articulació n. La orina y las heces se
expulsan involuntariamente; y al final, un sueñ o constante, con ligero delirio y otras
señ ales de extremo agotamiento, anuncian la ansiada liberació n.
Consideraciones
Hacia el siglo II d.C. Galen ya había descrito los ventrículos cerebrales. 7 de los 12 nervios
craneales y las circunvoluciones cerebrales. Sin embargo, hubo poco interés adicional en la
anatomía y fisiología del sistema neuroló gico hasta el siglo XVI. En 1543 Vesalio ilustró los
ganglios basales y en 1552 Eustaquio describió los pedú nculos cerebelosos y la
protuberancia. El siglo XVII vio descripciones e ilustraciones de Willis sobre la circulació n
cerebral. el "cuerpo estriado" y la cá psula interna. Bartholin y otros pensaron que la
funció n de la corteza cerebral era proteger los vasos sanguíneos, mientras que otros
investigadores creían que el cerebro poseía funciones superiores. Pourfour du Petit
enfatizó que la corteza era responsable de la actividad motora. Este concepto permaneció
latente hasta finales del siglo XIX. Las descripciones anató micas cuidadosas de los tractos,
nú cleos y circunvoluciones se encuentran en los escritos de los científicos del siglo 18 y
principios del 19. Reil y Burdach proporcionaron nombres para muchas estructuras
anató micas macroscó picas que habían sido ilustradas por otros en siglos anteriores. A Reil
se le atribuye el nombramiento de la ínsula, cá psula. fascículos uncinados y cingulados, y
tapetum. El uncus, el nú cleo lenticular, el pulvinar y el gyrus dnguli fueron nombrados por
Burdach. Durante este mismo período, Soemmering, Vicq d'Azyr, Gall, Gratiolet y Rolando
realizaron muchas ilustraciones detalladas de los patrones convolucionales cerebrales. El
siglo XIX vio las primeras descripciones de varios estados de enfermedad. En 1817, James
Parkinson escribió un ensayo que describía la "pará lisis temblorosa" que ahora lleva su
nombre. En 1829, Charles Bell escribió : El siguiente caso fue el de un hombre herido por el
cuerno de un buey. La punta entraba por debajo del á ngulo de la mandíbula y salía por
delante de la oreja...
579
Queda ahora una prueba singular de los efectos de la pérdida de funció n en los mú sculos de
la cara por la divisió n de este nervio. La frente del lado correspondiente no se mueve, los
pá rpados permanecen abiertos, la fosa nasal no tiene movimiento al respirar y la boca se
dirige hacia el lado opuesto.
Esta es la descripció n clá sica de la pará lisis del nervio facial (séptimo nervio craneal),
también conocida como pará lisis de Bell. A mediados del siglo XIX, se desarrolló un interés
por la neuroanatomía microscó pica. Purkinje. Schwann y Helmholtz fueron algunos de los
muchos neuroanatomistas que contribuyeron con informació n valiosa sobre las
complejidades del sistema nervioso. Sin embargo, no fue sino hasta finales del siglo XIX que
Golgi, Marchi y Nissl desarrollaron técnicas de tinció n específicas, lo que condujo a nuestra
comprensió n actual de la enfermedad neuronal. La célula nerviosa finalmente había sido
descubierta. El siglo XX vio un mayor progreso en la descripció n de la corteza cerebral, la
comisura anterior, el tá lamo y el hipotá lamo. Un gran avance provino del trabajo de Cajal
en 1904. Su exploració n histoló gica aclaró las complejidades de la neurona. No fue sino
hasta 1925 que se describieron las conexiones hipofisio-hipotalá micas, e incluso hoy en
día, la funció n del hipotá lamo no se comprende completamente. Se ha sugerido que má s del
40% de los pacientes que acuden a los internistas tienen síntomas atribuibles a
enfermedades neuroló gicas. El internista debe ser capaz de identificar los primeros signos
y síntomas de la enfermedad neuroló gica e iniciar la terapia adecuada. Con demasiada
frecuencia, los signos y síntomas sutiles pueden ser ignorados y no se realiza un
diagnó stico hasta que la discapacidad avanzada es evidente. La enfermedad
cerebrovascular es muy comú n. El accidente cerebrovascular sigue siendo la tercera causa
principal de muerte en los Estados Unidos. Estudios recientes estiman que hay entre
650.000 y 700.000 casos nuevos al añ o. En 1998 hubo 158.448 muertes por enfermedad
cerebrovascular, incluidas 26.230 muertes relacionadas con hemorragia intracerebral
aguda y 120.690 muertes por efectos tardíos de hemorragia. Las consecuencias debilitantes
del accidente cerebrovascular y el impacto econó mico en la sociedad son enormes. El
médico generalista o internista ocupa una posició n importante, porque un paciente con un
problema neuroló gico suele buscar primero la ayuda de ese médico. Un conocimiento
profundo de la neuroanatomía y la fisiología bá sicas es la piedra angular del diagnó stico
neuroló gico.
Estructura
y fisiología
El cerebro, que está encerrado en el crá neo y rodeado por las meninges, es el centro del
sistema nervioso. El encéfalo se puede dividir en dos hemisferios cerebrales, ganglios
basales, diencéfalo (tá lamo e hipotá lamo), tronco encefá lico y cerebelo. Los dos hemisferios
cerebrales constituyen la porció n má s grande del cerebro. Cada hemisferio se puede
subdividir en cuatro ló bulos principales llamados así por los huesos craneales que los
recubren: frontal, parietal, occipital y temporal. Las fisuras y surcos dividen la superficie
cerebral. Una profunda fisura longitudinal en la línea media separa los dos hemisferios. Las
circunvoluciones, o circunvoluciones, se encuentran entre los surcos. En la figura 20-1 se
muestra una vista lateral del hemisferio cerebral izquierdo. La figura 20-2 muestra una
vista medial del hemisferio cerebral derecho. En la figura 20-3 se muestra una vista basal
de los hemisferios cerebrales. El cerebro es responsable de las funciones motoras,
sensoriales, asociativas y mentales superiores. La corteza motora primaria se encuentra en
la circunvolució n precentral. Las neuronas en esta á rea controlan los movimientos
voluntarios de los mú sculos esqueléticos en el lado opuesto del cuerpo. Una lesió n irritativa
en esta á rea puede causar convulsiones o cambios en la conciencia. Las lesiones
destructivas en esta á rea pueden producir paresia o pará lisis flá cida contralateral. La
corteza sensorial primaria se encuentra en la circunvolució n poscentral. Las lesiones
irritativas en esta á rea pueden producir parestesias ("entumecimiento" o una sensació n de
"alfileres y agujas") en el lado opuesto. Las lesiones destructivas producen un deterioro en
la sensibilidad cutá nea en el lado opuesto.
Ló bulo frontal
ló bulo ital
surco lateral
FIGURA 20-1.
Ló bulo temporal
Puente de Varolio
giro cingulado
Cuerpo calloso
fisura calcarina
cuarto ventrículo
Fisura longitudinal
Ló bulo temporal
pituitaria
ló bulo pital
Colículo superior
Cuerpo pineal
colli inferior
pedú nculo
Nervio troclear
El bulbo raquídeo es la porció n del tronco encefá lico entre la protuberancia y la médula
espinal. Los nú cleos de los nervios accesorio hipogloso, vago, glosofaríngeo y espinal se
encuentran dentro de la médula. Es dentro de la médula donde la mayoría de las fibras de
los tractos corticoespinales cruzan hacia el lado opuesto. Las lesiones destructivas en la
médula producen síntomas que son atribuibles a los tractos interrumpidos por la lesió n.
Algunos síndromes clínicos son los siguientes: • Hemiplejía contralateral con pará lisis del
hipogloso ipsilateral • Pará lisis vagal ipsilateral* con pérdida contralateral del sentido del
dolor y la temperatura • Pará lisis vagal ipsilateral con pará lisis espinal accesoria
ipsilateral* • Pará lisis vagal ipsilateral con pará lisis del hipogloso ipsilateral • Pará lisis
vagal ipsilateral, pará lisis espinal accesoria ipsilateral y pará lisis del hipogloso ipsilateral
Hay muchos má s síndromes clínicos que está n má s allá del alcance de este texto. Se
recomienda al lector que revise má s la neuroanatomía para comprender las complejidades
de estos síndromes neuroló gicos. El cerebelo se encuentra en la fosa posterior del crá neo y
está compuesto por un pequeñ o vermis en la línea media y dos grandes hemisferios
laterales. El cerebelo actú a para mantener al individuo orientado en el espacio y para
detener o controlar los movimientos. El cerebelo también es responsable de los
movimientos finos de las manos. Esencialmente, el cerebelo coordina y refina la acció n de
los grupos musculares para producir movimientos constantes y precisos. Las lesiones
destructivas del cerebelo causan balanceo, tambaleo, temblores intencionales e
incapacidad para cambiar de movimiento rá pidamente. El suministro de sangre al cerebro
es 80% a través de las arterias caró tidas internas y 20% a través de las arterias basilares
vertebrales. Cada arteria caró tida interna termina en las arterias cerebral anterior y
cerebral media. La arteria cerebral posterior surge de la arteria basilar, que se une con la
arteria comunicante posterior, una rama de la arteria caró tida interna. Las dos arterias
cerebrales anteriores está n unidas por la arteria comunicante anterior. Esta red vascular
forma el círculo de Willis, ubicado en la base del cerebro. Esto se ilustra en la Figura 20-5.
Contigua a la médula se encuentra la médula espinal, una masa cilíndrica de tejido neuronal
que mide entre 40 y 50 cm de longitud en los adultos. Su extremo distal se une al primer
segmento del có ccix. La médula espinal está dividida en dos mitades simétricas por la fisura
mediana anterior y el surco mediano posterior. Cada mitad contiene materia blanca y gris,
que se pueden subdividir aú n má s. Esto se ilustra en la figura 20-6. En el centro de la
médula espinal se encuentra la materia gris. La sustancia gris anterior, o asta anterior, es la
porció n motora de la médula espinal y contiene células multipolares de origen de las raíces
anteriores de los nervios periféricos. El asta lateral (neuronas preganglionares simpá ticas)
se encuentra en los niveles espinales T1-L2. La sustancia gris posterior, o el cuerno
posterior, es la porció n receptora de la médula espinal. La sustancia blanca de la médula
espinal consta de tractos que unen segmentos de la médula espinal y los conectan con el
cerebro. Hay tres columnas principales (funiculi). Entre la fisura mediana anterior y el
surco anterolateral se encuentra la columna blanca anterior, que contiene las fibras
descendentes del tracto corticoespinal ventral y las fibras ascendentes del tracto
espinotalá mico ventral. El tracto corticoespinal ventral está involucrado con el movimiento
voluntario, y el tracto espinotalá mico ventral transporta el tacto ligero. El cordó n blanco
lateral está situado entre los surcos anterolateral y posterolateral y contiene las fibras
descendentes del tracto corticoespinal lateral y los tractos espinocerebeloso ascendente y
espinotalá mico lateral. El tracto corticoespinal lateral es responsable del movimiento
voluntario; los tractos espinocerebelosos transportan propiocepció n refleja; el tracto
espinotalá mico lateral transporta la sensació n de dolor y temperatura.
* Pará lisis de los mú sculos de la lengua del mismo lado de la lesió n. La lengua se desvía
hacia el lado de la lesió n cuando se le pide al paciente que saque la lengua. Pará lisis del velo
del paladar y dificultad para hablar, denominada disartria. { Pará lisis de los mú sculos
esternodeidomastoideo y/o trapecio. Esto da como resultado la incapacidad de girar la
cabeza hacia el lado opuesto a la lesió n y de encoger los hombros. §Temblores que resultan
cuando el individuo mueve las manos para hacer algo pero que pueden no estar presentes
en reposo.
, Anteriores | __J; Arteria comunicante ,t jll /Arteria cerebral anterior :::;::, J //."5, / Arteria
caró tida interna - '] '/-/ / Arteria cerebral media "' Posterior J "--/ / Arteria comunicante " '
Arteria cerebral posterior Arteria basilar
arteria vertebral
Surco medio posterior \ Fasciculus gracilis .. Fasciculus cuneatus Asta posterior / , t / \ '
Sustancia blanca //',\, / _ / Sustancia gris Antenor root Antenor nora glion Fisura mediana
anterior
FIGURA 20-6. Vista transversal a través de la médula espinal.
O1
C4
C8 T1
T6
L1
T12
L2
L3
L4 L5
nervio coccígeo
$1 $2 $3 $4 $5
neurona aferente
neurona eferente
Puente de Varolio
Al cerebelo Al cerebelo
Repaso de
Síntomas específicos Los síntomas má s comunes de la enfermedad neuroló gica son los
siguientes: • Dolor de cabeza • Pérdida del conocimiento • "Mareos" • Ataxia • Cambios en
el conocimiento • Alteració n visual • Disfasia • Insuficiencia cerebral • Accidente
cerebrovascular • Alteració n de la marcha • Temblor • "Entumecimiento" • "Debilidad" •
Dolor
Dolor de cabeza
Las cefaleas en racimo se asocian con alteraciones oculosimpá ticas. El paciente suele ser un
hombre de mediana edad que se queja de episodios recurrentes de dolor centrados
alrededor del ojo que duran hasta 1 hora. Clá sicamente, las cefaleas en racimo despiertan al
paciente del sueñ o en noches sucesivas durante 2 a 4 semanas. Hay miosis ipsilateral,
ptosis, edema conjuntival, lagrimeo y congestió n nasal durante la cefalea. Se cree que el
alcohol puede precipitar tales ataques. El dolor de cabeza puede ser el resultado de dolor
referido por infecciones de los senos nasales, enfermedad ocular o enfermedad dental. Las
condiciones sistémicas como las infecciones virales, la enfermedad pulmonar obstructiva
cró nica y el envenenamiento pueden producir dolores de cabeza. Determine si el paciente
está tomando algú n medicamento que pueda estar produciendo el dolor de cabeza.
(Consulte el cuadro 20-2, que proporciona un enfoque para los pacientes con síntomas de
dolor de cabeza).
"Mareo"
Una gran convulsió n real es una convulsió n motora mayor generalizada. Los pacientes
pierden el conocimiento y muchos caen rígidos al suelo. En el 50% de los pacientes con
convulsiones de gran mal, hay un aura de vértigo, espasmos involuntarios, cambios de
humor, confusió n o malestar epigá strico cuando comienza la convulsió n. Algunos pacientes
pueden gritar inicialmente. Durante esta fase tó nica, hay un aumento en el tono muscular,
lo que resulta en una postura rígida y flexionada y luego una postura rígida y extendida. El
paciente puede volverse apneico y cianó tico. Los ojos pueden abrirse y mirar fijamente o
pueden estar desviados hacia un lado. Sigue la fase cló nica, con movimientos involuntarios
del cuerpo. Estos a menudo se asocian con salivació n, ojos en blanco e incontinencia.
Morderse la lengua es comú n. Después de la fase cló nica, el individuo pasa a una fase
parecida al sueñ o de la que no puede despertar fá cilmente. Postictalmente, o después de la
convulsió n, el paciente puede estar confuso y con frecuencia cae en un sueñ o profundo que
dura horas. El dolor muscular y el dolor de cabeza que lo acompañ an son comunes. Una
convulsió n miocló nica es una convulsió n motora menor caracterizada por contracciones
musculares repentinas de la cara y las extremidades superiores. Los pá rpados y antebrazos
son comú nmente afectados. No hay pérdida detectable de la conciencia. Las convulsiones
febriles son comunes en niñ os de 6 meses a 6 añ os de edad y son similares a las
convulsiones de gran mal. Cuando un niñ o tiene fiebre alta, puede ocurrir una convulsió n
que dure menos de 10 minutos. Cuanto má s pequeñ o sea el niñ o en el momento de la
primera convulsió n febril, mayor será la probabilidad de que las convulsiones se repitan.
El mareo es un término usado con frecuencia por los pacientes y debe ser evitado por el
entrevistador. El mareo puede ser la descripció n del paciente de vértigo, ataxia o
aturdimiento. Siempre que el paciente utilice el término mareo, debe aclararse mediante
preguntas adicionales, ya que pueden ser responsables diferentes mecanismos
fisiopatoló gicos. El entrevistador necesita diferenciar el vértigo de la ataxia. Si el paciente
se queja de "mareo", es importante hacer estas preguntas: "¿Describiría el mareo como una
extrañ a sensació n de dar vueltas en su cabeza?" "¿La habitació n giraba o se sentía como si
estuvieras girando?" "¿Estuviste inestable al caminar?" El vértigo se analiza parcialmente
en el Capítulo 10, El oído y la nariz. El vértigo es la alucinació n del movimiento. El vértigo
agudo puede estar asociado con ná useas, vó mitos, transpiració n y sensació n de ansiedad.
Pregunte a los pacientes si tienen la sensació n de que los objetos se mueven a su alrededor
o si giran o se mueven. Ademá s de las preguntas del Capítulo 10, pregunte lo siguiente:
"Durante el ataque, ¿experimentó ná useas o vó mitos?" "¿Ha notado algú n problema con su
audició n o zumbido en sus oídos?" "¿Alguna vez te han dado un antibió tico llamado
gentamicina?" La enfermedad de Mnire puede resultar en ataques prolongados de vértigo
severo asociado con vó mitos. Los pacientes con la enfermedad de Mnire a menudo tienen
síntomas asociados de tinnitus y pérdida de audició n. Durante el ataque, el paciente está
inestable, con nistagmo horizontal que se aleja del oído afectado. Ciertos medicamentos
(como la gentamicina) está n asociados con cambios en el laberinto del oído y pueden
causar vértigo y sordera.
Ataxia
"¿En qué consiste tu dieta? ¿Qué comiste ayer?" "¿Alguna vez has tenido sífilis?" La
informació n propioceptiva anormal de las extremidades inferiores puede causar ataxia. El
dañ o grave de la columna posterior por sífilis, deficiencia de vitamina B12 o esclerosis
mú ltiple puede producir una ataxia "sensorial" que da como resultado una marcha de base
amplia y pasos altos. La marcha empeora cuando el paciente cierra los ojos y mejora
cuando el paciente observa los pies. La deficiencia de vitamina B12 puede deberse a una
anemia perniciosa oa una ingesta inadecuada, aunque la mala nutrició n es una causa rara.
La ataxia "motora" resulta de una anomalía en el cerebelo y las vías vestibulares centrales.
Se caracteriza por una colocació n irregular de los pies con una base ancha y una colocació n
deficiente del centro de gravedad, con un tambaleo hacia ambos lados.
Alteració n visual Las alteraciones visuales son síntomas neuroló gicos comunes de
presentació n. Los síntomas má s importantes son la pérdida visual aguda, la pérdida visual
cró nica y la visió n doble. Haga las siguientes preguntas a cualquier paciente que se queje de
trastornos visuales: "¿Cuá nto hace que ha notado estos cambios visuales?" "¿La pérdida
visual está asociada con el dolor?" "¿Ocurrió de repente?" "¿Tiene antecedentes de
glaucoma?" "¿Alguna vez te han dicho que tienes un problema de tiroides?" "¿Tienes
diabetes?" La pérdida de visió n aguda e indolora es causada por un accidente vascular o
por un desprendimiento de retina. El glaucoma agudo de á ngulo estrecho también puede
ser responsable de la pérdida transitoria de la visió n asociada con dolor ocular intenso. La
pérdida indolora de la visió n durante un período prolongado se observa con la compresió n
del nervio ó ptico o el tracto o la radiació n. El glaucoma es a menudo la causa de la pérdida
de visió n cró nica, insidiosa e indolora. Los episodios de migrañ a pueden producir episodios
transitorios de pérdida visual antes del desarrollo del dolor de cabeza. La amaurosis fugaz
es una pérdida transitoria de la visió n que dura hasta 3 minutos y es una característica de
la enfermedad de la arteria caró tida interna. La diplopía se analiza en el Capítulo 9, El ojo.
Las pará lisis motoras oculares, las anomalías tiroideas, la miastenia grave y las lesiones del
tronco encefá lico son causas bien conocidas de diplopía.
Las pará lisis motoras oculares se observan en traumatismos, esclerosis mú ltiple, miastenia
grave, aneurismas del polígono de Willis, diabetes y tumores. Haga las siguientes preguntas
a cualquier paciente que se queje de diplopía:
"¿Eres diabético?" "¿En qué campo de la mirada tienes visió n doble?" "¿La visió n doble
ocurrió de repente?" "¿Hubo algú n dolor asociado con la visió n doble?" "¿Ha habido alguna
lesió n en la cabeza o en el ojo?" "¿Alguna vez le han dicho que su presió n arterial estaba
elevada?" "¿La visió n doble empeora cuando está s cansado?" "¿Ha estado expuesto al virus
del SIDA [síndrome de inmunodeficiencia adquirida]?"
Cuando se afecta un nervio craneal, lo que resulta en una pará lisis de los mú sculos
extraoculares, el paciente puede quejarse de diplopía en un campo de la mirada cuando el
ojo afectado no puede moverse conjugadamente con el otro. Las pará lisis oculares
involucran los nervios craneales tercero, cuarto y sexto. Una pará lisis completa del tercer
par craneal provoca ptosis, midriasis y pérdida de todos los movimientos extraoculares
excepto la abducció n. Los traumatismos, la esclerosis mú ltiple, los tumores y los
aneurismas son las causas má s frecuentes. Los aneurismas de la arteria comunicante
posterior pueden afectar al tercer nervio, ya que este nervio pasa cerca de la arteria en su
camino hacia el seno cavernoso. Trombosis del seno cavernoso, no pocas veces vista en
pacientes con SIDA. también puede producir una pará lisis completa del tercer nervio. En
los diabéticos y en los pacientes con hipertensió n prolongada se observan pará lisis del
tercer nervio, del nervio troclear y del nervio motor ocular externo con preservació n de la
pupila. Los pacientes con miastenia gravis a menudo tienen diplopía al final del día cuando
los mú sculos se cansan y se debilitan.
disfasia
Las anomalías del habla, o disfasia, pueden ser no fluidas (expresivas) o fluidas
(receptivas). En la afasia expresiva, el patró n del habla es vacilante y laborioso, con mala
articulació n. El paciente no tiene ningú n problema con la comprensió n. Cuando se le pide
que diga "no si, y ni pero", el paciente tiene grandes dificultades. En la afasia receptiva, el
habla es rá pida y parece fluida pero está llena de errores de sintaxis, con la omisió n de
muchas palabras. Los cambios en la escritura son inespecíficos pero indican un deterioro
del control neuromuscular. Haz las siguientes preguntas:
"¿Has notado algú n cambio reciente en tu forma de hablar, como dificultad para hablar?"
"¿Tienes problemas para entender las cosas que te dicen?" "¿Ha tenido alguna dificultad
para encontrar la palabra correcta en una conversació n?" "¿Ha cambiado tu letra
recientemente?"
Insuficiencia cerebral
"¿Has notado algú n cambio en tu memoria ú ltimamente?" "¿Tiene dificultad para leer o
entender lo que ha leído?" "¿Có mo era la personalidad del paciente hace unos añ os?"
"¿Cuá ndo fue la ú ltima vez que el paciente parecía normal?" "¿En qué consiste la dieta del
paciente? ¿Come bien?" "¿Puede el paciente vivir solo?"
Accidente cerebrovascular
Alteració n de la marcha Las alteraciones de la marcha pueden ocurrir por una variedad de
razones. La marcha puede cambiar por dolor local en el pie, dolor en una articulació n,
claudicació n de la cadera o la pierna, enfermedad ó sea, problemas vestibulares y trastornos
extrapiramidales. La interrupció n de las vías corticoespinales en el cerebro después de un
accidente cerebrovascular produce una debilidad espá stica en la pierna contralateral. El pie
se arrastra y toda la pierna parece rígida y extendida. Las lesiones en la médula espinal
pueden producir una pará lisis espá stica que afecta ambas piernas. La marcha es lenta y
rígida, con pequeñ os pasos. Los pacientes que padecen la enfermedad de Parkinson
caminan encorvados, con pasos cortos, rá pidos y arrastrando los pies. A cualquier paciente
con un trastorno de la marcha se le debe preguntar lo siguiente: "¿Tiene dolor en la pierna
o en la cadera cuando camina?" "¿Tiene antecedentes de diabetes?" "¿Alguna vez has tenido
sífilis?" "¿Qué comes? Dime todo lo que comiste ayer". Los pacientes con enfermedad
oclusiva vascular de la cadera o la pierna pueden experimentar dolor al caminar y pueden
alterar su modo de andar. La diabetes, la sífilis y la anemia perniciosa pueden producir una
pérdida sensorial y cada afecció n puede provocar anomalías en la marcha.
Temblor
"¿El temblor empeora cuando intentas hacer algo?" "¿Hay antecedentes de enfermedad de
la tiroides?" "¿Alguna vez le han dicho acerca de algú n problema con su hígado o riñ ones?"
"¿Cuá l es su consumo diario de bebidas alcohó licas?" "¿Cuá nto café o té bebes?" "¿Cuá nto
chocolate comes?"
La corea son movimientos espasmó dicos involuntarios de la cara y las extremidades. Una
causa comú n es la enfermedad de Huntington, en la que la corea se acompañ a de
insuficiencia cerebral. Los pacientes presentan con frecuencia cambios de personalidad y
síntomas de insuficiencia cerebral.
"Entumecimiento"
Entumecimiento es otro término utilizado por los pacientes para indicar una variedad de
problemas. Los pacientes pueden utilizar "entumecimiento" para describir una sensació n
de "alfileres y agujas", frialdad. dolor o torpeza. El entrevistador debe asegurarse de aclarar
el significado. El examinador debe tener cuidado durante el examen físico para palpar los
pulsos distales en cualquier paciente que se queje de entumecimiento, porque la
insuficiencia arterial es una posible causa.
"Debilidad"
La debilidad puede ser un síntoma del sistema motor. Un paciente con debilidad motora
proximal del brazo se queja de dificultad para cepillarse el cabello, afeitarse o alcanzar los
estantes. Un paciente con debilidad en la parte distal del brazo se queja de dificultad para
poner un botó n a través de un ojal, usar llaves o escribir con un bolígrafo o un lá piz. La
debilidad de la parte proximal de las piernas se caracteriza por la dificultad para subir
escaleras o meterse en la cama o en la bañ era. El pie caído es un signo clá sico de debilidad
motora distal de la pierna. El Capítulo 19, El sistema musculoesquelético, revisa algunas de
las cuestiones importantes relacionadas con la debilidad.
Dolor
divisió n maxilar
Divisió n mandibular
Impacto
Las ramificaciones de la enfermedad neuroló gica cró nica en el paciente y su familia son
enormes. Todos los miembros de la familia experimentan dolor emocional al observar los
cambios clínicos progresivos. La familia soporta una inmensa carga personal a la hora de
ayudar al paciente a hacer frente a la discapacidad. Un ejemplo de una afecció n neuroló gica
progresiva es la enfermedad de Alzheimer. Un trastorno cró nico devastador de causa
desconocida, la enfermedad de Alzheimer es la degeneració n cerebral difusa má s comú n
que causa insuficiencia cerebral. Esta condició n se caracteriza por una degeneració n
cerebral progresiva y generalizada con un pronó stico desesperado. Los problemas de
memoria y el deterioro de la funció n intelectual son los principales síntomas de la
enfermedad de Alzheimer. La depresió n es comú n. Los pacientes pueden tener un
deterioro cognitivo significativo, arruinando su capacidad de negociació n en su entorno.
Pueden olvidar dó nde viven. Pueden olvidar apagar un quemador de gas en la estufa o
apagar un cigarrillo. Pueden deambular sin rumbo fijo por las calles. Los pacientes de
Alzheimer representan un espectro clínico desde la conciencia de la discapacidad hasta el
estado vegetativo. Muchos pacientes pierden el contacto con la realidad. Durante una
entrevista con un paciente de este tipo, puede quedar claro que incluso se ha perdido la
capacidad de describir el historial médico del propio paciente. Al principio del curso de la
enfermedad, los pacientes pueden usar una serie de circunloquios, como sustituir palabras
cuando no pueden encontrar otras má s apropiadas. Otro cambio temprano es la
desorientació n en el tiempo y el lugar. Las alucinaciones visuales son comunes. El
desinterés sexual es casi universal. El comportamiento motor disminuye progresivamente
a medida que aumenta el deterioro de la conciencia. Una característica importante es el
desarrollo de pensamientos y fantasías bizarros que llegan a dominar la conciencia. Los
delirios son comunes, especialmente los delirios de persecució n. En las primeras etapas de
la enfermedad, cuando los pacientes aú n son conscientes de su entorno pero han
experimentado el síntoma de pérdida de memoria, son comunes la depresió n leve, la
ansiedad y la irritabilidad. A medida que la enfermedad progresa, la apatía es la
característica dominante. En realidad, los pacientes pueden parecer indiferentes y
emocionalmente retraídos. En otros en los que hay un aumento de la actividad motora, la
ansiedad y el miedo son comunes. En estos individuos, los ataques de terror y pá nico no
son infrecuentes. La hostilidad y la paranoia se desarrollan rá pidamente. La regresió n y las
demostraciones repentinas de emociones muy cargadas son las respuestas a sus frecuentes
alucinaciones. En los casos má s leves, abundan la depresió n, la hipocondriasis y los rasgos
fó bicos. Pueden ocurrir reacciones de conversió n histérica, como la ceguera histérica. Se
pierde la interacció n social y el paciente puede explotar repentinamente de ira, ansiedad o
lá grimas. A medida que la enfermedad progresa, los intentos de suicidio son comunes. La
labilidad emocional suele ser extrema, con períodos de risa seguidos de llanto. Con la
enfermedad progresiva, se produce embotamiento del afecto y falta de respuesta
emocional a medida que se desarrolla una gran discapacidad neuroló gica. En las etapas
terminales, los pacientes con la enfermedad de Alzheimer pueden mostrar un desgaste
corporal severo con una falla cerebral profunda.
Físico
Examen
El equipo necesario para el examen neuroló gico consta de imperdibles, aplicadores con
punta de algodó n, diapasó n de 128 Hz, gasas, objetos familiares (monedas, llaves) y un
martillo de reflejos. El examen neuroló gico consiste en la evaluació n de lo siguiente:
Estado mental
El nivel de conciencia se puede evaluar tan pronto como se presente al paciente. ¿Está
despierto el paciente? ¿Alerta? ¿El sensorio del paciente está nublado por agresiones
exó genas o endó genas? ¿El paciente parece confuso? Si el paciente no responde a su
presentació n, sostenga la mano del paciente y diga suavemente: "Hola, Sr./Sra., ¿puede
escucharme? Si me escucha, apriéteme la mano". Si no hay respuesta, trate de sacudir
suavemente al paciente. Si aú n no hay respuesta y el paciente parece obnubilado, apretar el
pezó n o aplicar presió n con el pulgar en el borde ó seo debajo de la ceja es una maniobra
dolorosa que puede despertar al paciente. Si estas maniobras no logran despertar al
paciente, el paciente está en coma. Los pacientes que está n en coma está n completamente
inconscientes y no pueden ser despertados ni siquiera por estímulos dolorosos. Si se utiliza
cualquiera de los estímulos dolorosos, tenga cuidado de no pellizcar la piel ni magullar al
paciente. Si hay amigos o familiares presentes, asegú rese de explicarles lo que está
haciendo.
Evaluar el juicio La evaluació n del juicio se realiza pidiendo al paciente que interprete un
problema simple. Pregú ntele al paciente lo siguiente: "¿Qué haría si se encontrara con un
sobre con la direcció n y un sello sin sello en la calle cerca de un buzó n?" "¿Qué harías si
estuvieras en una sala de cine llena de gente y comenzara un incendio?" Una respuesta
correcta a la primera pregunta sería recoger la carta y enviarla por correo. Un ejemplo de
una respuesta incorrecta podría ser: "Lo tiraría a la basura". El juicio requiere una funció n
cerebral superior.
Evaluar la memoria Para evaluar la memoria, haga que el paciente recuerde el pasado
reciente y remoto. La memoria reciente se prueba fá cilmente presentando tres palabras al
paciente y pidiéndole que las repita 5 minutos después. Por ejemplo, dígale al paciente:
"Repita estas palabras después de mí y recuérdelas. Se las pediré má s tarde: collar, treinta y
dos, granero". Continú e con el examen del estado mental. Cinco minutos después,
pregú ntele al paciente: "¿Cuá les fueron esas palabras que le pedí que recordara?" Una
prueba de memoria má s simple es hacer que el paciente recuerde tantos elementos de una
categoría como sea posible. Solicite al paciente que haga una de las siguientes cosas:
"Nombre tantas flores como pueda". "Nombra tantas ocupaciones como puedas". "Nombra
tantas herramientas como puedas". Una anomalía en la memoria reciente puede estar
relacionada con una lesió n en el ló bulo temporal. Para probar la memoria pasada remota,
pregú ntele al paciente sobre eventos conocidos en el pasado. No pregunte sobre eventos
que no puede verificar.
Nervios craneales
El examen de los nervios craneales debe realizarse de manera ordenada. Varios de los
nervios craneales ya han sido evaluados. El cuadro 20-1 enumera los nervios craneales, sus
funciones y los hallazgos clínicos cuando existe una lesió n.
Nervio craneal I: olfativo El nervio olfativo inerva las terminaciones nerviosas del cornete
nasal superior y el tercio superior del tabique nasal. El nervio olfativo no se examina de
forma rutinaria. Sin embargo, en cualquier paciente con sospecha de trastorno del ló bulo
frontal, se debe evaluar el nervio olfatorio.
Prueba de olfato Se le pide al paciente que cierre los ojos y una fosa nasal mientras el
examinador acerca una sustancia de prueba a la otra fosa nasal del paciente. Se instruye al
paciente para que olfatee la sustancia de ensayo. La sustancia debe ser volá til y no irritante,
como clavo de olor, vainas de vainilla, café recién molido o lavanda. El uso de un agente
irritante como el alcohol afectaría tanto al nervio craneal V como al nervio craneal I, y los
resultados de la prueba serían inexactos.
TABLA 20--1. Pares craneales Funció n de los nervios craneales Hallazgos clínicos con
lesió n I: Anosmia olfativa del olfato I1: Amaurosis de la visió n ó ptica II1: Movimientos
oculares oculomotores; constricció n pupilar; acompañ amiento diplopía; ptosis; midriasis;
pérdida de acomodació n modal IV: Troclear Movimientos oculares Diplopía V: Trigémino
Sensació n general de cara, cuero cabelludo y dientes; "Entumecimiento" de la cara;
debilidad de los movimientos de masticació n de los mú sculos de la mandíbula VI: Abducens
Movimientos oculares Diplopía VII: Gusto facial; sensació n general del paladar y externa
Pérdida del gusto en las dos orejas anteriores; glá ndula lagrimal y submandibular y
subtercios de lengua; boca seca; pérdida de secreció n de la glá ndula lingual; expresió n
facial de lagrimeo; pará lisis de los mú sculos faciales VIII: Audició n vestibulococlear;
equilibrio Sordera; tinnitus; vértigo; nistagmo IX: gusto glosofaríngeo; sensació n general de
faringe y oído; La pérdida del gusto en la parte posterior eleva el paladar; secreció n de la
glá ndula paró tida tercio de la lengua; anestesia de faringe; boca parcialmente seca X: Gusto
vago; sensació n general de faringe, laringe y disfagia; ronquera; oído palatino; tragar;
fonació n; parasimpá tico a pará lisis de corazó n y vísceras abdominales XI: Fonació n espinal
accesoria; movimientos de cabeza, cuello y hombros Ronquera; debilidad de los mú sculos
de la cabeza, el cuello y los hombros XII: Movimientos de la lengua hipoglosa Debilidad y
atrofia de la lengua
Capítulo 20 El sistema nervioso 601
Cada fosa nasal se prueba por separado. El examinador le pide al paciente que identifique el
material de prueba. Una pérdida unilateral del olfato, conocida como anosmia unilateral, es
má s importante que una pérdida bilateral, porque indica una lesió n que afecta el nervio o
tracto olfatorio de ese lado.
Nervio craneal I1: Ó ptico El nervio ó ptico termina en la retina. Los exá menes de agudeza
visual y el examen oftalmoscó pico se analizan en el Capítulo 9, El ojo. Nervio craneal II1:
Oculomotor El nervio oculomotor inerva los mú sculos rectos medial, superior e inferior y el
mú sculo oblicuo inferior, que controlan la mayoría de los movimientos oculares. El tercer
nervio también inerva los mú sculos intrínsecos, controlando la constricció n y la
acomodació n pupilar. Los movimientos de los mú sculos extraoculares se analizan en el
capítulo 9, El ojo. En la figura 9-113 se muestra un paciente con pará lisis oculomotora. El
reflejo pupilar a la luz depende de la funció n de los nervios craneales II y III (ver Capítulo
9). Los campos visuales son parte tanto del examen ocular como del examen neuroló gico.
La técnica para la prueba del campo visual se analiza en el Capítulo 9, El ojo.
Nervio craneal IV: troclear El nervio troclear es responsable del movimiento del mú sculo
oblicuo superior. Los movimientos de los mú sculos extraoculares se analizan en el Capítulo
9, El ojo. Nervio craneal V: trigémino El nervio trigémino es responsable de proporcionar
sensibilidad a la cara, la mucosa nasal y bucal y los dientes. La divisió n motora inerva los
mú sculos de la masticació n. Las tres subdivisiones principales del nervio trigémino son el
oftá lmico, el maxilar. y la mandibular. Estas divisiones se muestran en la figura 20-10. La
divisió n oftá lmica proporciona sensibilidad a los senos frontales, la conjuntiva, la có rnea, el
pá rpado superior, el puente de la nariz, la frente y el cuero cabelludo hasta el vértice del
crá neo. La divisió n maxilar proporciona sensibilidad a la mejilla, el seno maxilar, las caras
laterales de la nariz, los dientes superiores, la faringe nasal, el paladar duro y la ú vula. La
divisió n mandibular proporciona sensibilidad al mentó n, la mandíbula inferior, los dos
tercios anteriores de la lengua, los dientes inferiores, las encías y el piso de la boca y la
mucosa bucal de la mejilla. La divisió n motora inerva los mú sculos de la masticació n y el
tensor del tímpano. El examen del nervio trigémino consiste en lo siguiente: • Prueba del
reflejo corneal • Prueba de la funció n sensorial • Prueba de la funció n motora
El reflejo corneal depende de la funció n de los nervios craneales V y VII. Para evaluar el
reflejo de la có rnea, el examinador usa un aplicador con punta de algodó n, cuya punta ha
sido estirada en una hebra delgada de aproximadamente 1/2 pulgada de largo. El
examinador estabiliza la cabeza del paciente colocando una mano sobre la ceja y la cabeza
del paciente. Se le pide al paciente que mire hacia el lado derecho mientras se introduce la
punta de algodó n desde el lado derecho para tocar suavemente la có rnea derecha. Esto se
muestra en la Figura 20-11. La respuesta normal es un rá pido cierre reflejo bilateral de los
pá rpados. El examen se repite en el otro lado invirtiendo las direcciones. Se comparan las
respuestas de los dos lados. La rama sensorial del reflejo corneal es la divisió n oftá lmica del
nervio trigémino: la rama motora se conduce a través del nervio facial. Al realizar la prueba
del reflejo corneal, toque la có rnea y no las pestañ as o la conjuntiva, lo que dará un
resultado inexacto.
la frente y luego a la posició n correspondiente en el otro lado. Luego, esta prueba se realiza
en las mejillas y la mandíbula, probando las tres subdivisiones del nervio. También se le
pregunta al paciente si un lado se siente igual o diferente al otro lado. El examen se muestra
en la figura 20-12. El procedimiento se repite con un alfiler afilado, alternando entre los
lados.
La funció n motora del nervio trigémino se evalú a haciendo que el paciente muerda o
apriete los dientes mientras se palpan bilateralmente los mú sculos masetero y temporal.
Esto se muestra en la Figura 20-13. La debilidad unilateral hace que la mandíbula se desvíe
hacia el lado de la lesió n.
FIGURA 20-12. Técnica para probar la funció n sensorial FIGURA 20-13. Técnica'para
probar la funció n motora del nervio trigémino, del nervio trigémino.
Nervio craneal VI: Abducens El nervio abducens es responsable del movimiento del
mú sculo recto lateral. Los movimientos de los mú sculos extraoculares se analizan en el
Capítulo 9, El ojo.
Nervio craneal VII: facial El nervio facial inerva los mú sculos faciales y proporciona el gusto
a los dos tercios anteriores de la lengua. Un pequeñ o componente también proporciona
sensació n general al oído externo. El nervio facial transporta fibras motoras parasimpá ticas
a las glá ndulas salivales y la cuerda del tímpano. Las pruebas para anomalías del gusto
generalmente no las realiza un internista.
Prueba de funció n motora Se le pide al paciente que descubra los dientes mientras el
examinador observa si hay asimetría. Se le pide al paciente que hinche las mejillas contra
resistencia y luego que arrugue la frente. Es ú til que el examinador realmente demuestre
estas maniobras al paciente. Estas maniobras se muestran en la Figura 20-14. Luego se le
pide al paciente que cierre los ojos con fuerza mientras el examinador intenta abrirlos. Se le
dice al paciente que cierre los ojos lo má s fuerte posible. El examinador puede decir: "No
me dejes abrirlos". Este procedimiento se demuestra en la figura 20-15A. Cada ojo se
examina por separado y se comparan los puntos fuertes. Normalmente, el examinador no
debería poder abrir los ojos del paciente. Mire al paciente de la figura 20-15B. Obsérvese la
marcada debilidad del mú sculo orbicular de los pá rpados izquierdo como resultado de un
accidente cerebrovascular que afecta al nú cleo facial. Las inervaciones del nervio facial se
muestran en la figura 20-16. Hay dos tipos de debilidad facial. Las lesiones de la neurona
motora superior, como un accidente cerebrovascular que afecta las vías corticobulbares,
producen debilidad contralateral de la cara inferior, con funció n normal de la cara superior.
El paciente todavía puede arrugar la frente. Esto está relacionado con la inervació n
bilateral de la cara superior por las fibras corticobulbares. La parte inferior de la cara solo
tiene inervació n unilateral de los centros corticales contralaterales. Este tipo de lesió n de la
neurona motora superior se ilustra con la lesió n A en la figura 20-16. El segundo tipo de
debilidad facial produce una afectació n total de los mú sculos faciales ipsilaterales, sin que
se respete ninguna zona. Esto puede deberse a lesiones del nervio cuando sale del crá neo
oa la afectació n del nú cleo facial en la protuberancia, como se muestra en la lesió n B de la
figura 20-16. Mire al paciente de la figura 20-17. Cuando se le pidió que sonriera, el lado
derecho de su cara se dibujó hacia la izquierda. Este paciente tiene pará lisis facial derecha,
también conocida como pará lisis de Bell derecha. Las maniobras posteriores revelaron que
tenía afectado todo el lado derecho de la cara como consecuencia de una lesió n que
afectaba al nú cleo facial derecho.
FIGURA 20-14. Prueba del nervio facial. A y B, Pruebas C para la divisió n inferior. C, Prueba
para la divisió n superior.
CORRECTO
IZQUIERDA
FIGURA 20-15. Prueba de la fuerza del cierre del pá rpado A, respuesta normal. Tenga en
cuenta que el examinador no puede abrir los pá rpados. B, Prueba en un paciente con un
accidente cerebrovascular que afectó al nú cleo del nervio facial. Tenga en cuenta la pérdida
de fuerza del mú sculo alrededor del ojo izquierdo.
fibras
JPPER
FIGURA 20-16. Tipos de debilidad facial. La lesió n A produce una pará lisis del nervio motor
superior que causa debilidad contralateral de la parte inferior de la cara pero respeta la
frente contralateral. La lesió n B produce una pará lisis del nervio motor inferior que
provoca una pará lisis total de la cara ipsilateral.
FIGURA 20-17.
Nervio craneal X: vago El nervio vago suministra fibras parasimpá ticas a las vísceras del
tó rax y el abdomen; fibras motoras a la faringe y laringe_- y fibras sensoriales al conducto
auditivo externo, meninges de la fosa craneal posterior, faringe, laringe y vísceras de las
cavidades corporales por encima de la pelvis. El examen del nervio vago se realizó durante
la evaluació n del nervio glosofaríngeo. La disfonía o la disartria pueden resultar de la
pará lisis del nervio vago.
Nervio craneal XI: Accesorio espinal El nervio accesorio espinal es un nervio motor que
inerva los mú sculos esternocleidomastoideo y trapecio.
El nervio espinal accesorio izquierdo se examina pidiendo al paciente que gire la cabeza
hacia la derecha contra la resistencia de la mano del examinador. Esto se muestra en la
Figura 20-18. El nervio espinal accesorio derecho se examina invirtiendo las direcciones.
Una prueba alternativa es evaluar los mú sculos trapecios. El examinador coloca ambas
manos sobre los mú sculos trapecios del paciente. Ambos mú sculos se palpan entre los
dedos pulgar e índice. Luego se le pide al paciente que encoja los hombros contra la
resistencia de las manos del examinador. Ambos lados deben ser iguales. Esta técnica se
muestra en la figura 20-19.
Nervio craneal XII: hipogloso El nervio hipogloso suministra fibras motoras a los mú sculos
de la lengua. El examen del nervio hipogloso se realiza pidiendo al paciente que abra la
boca, con la lengua descansando tranquilamente sobre el suelo de la boca. Se realiza una
inspecció n de fasciculaciones". Las fasciculaciones son indicativas de una lesió n de la
neurona motora inferior del hipogloso.
Prueba de funció n motora Pida al paciente que abra la boca y saque la lengua.
Normalmente, la lengua sobresale y se encuentra en la línea media. Esto se muestra en la
Figura 20-20. La desviació n de la lengua hacia ambos lados es anormal. Debido a que los
mú sculos de la lengua empujan en lugar de tirar, la debilidad de un lado hace que la lengua
sea empujada por el lado normal hacia el lado de la lesió n. Mire la lengua del paciente en la
figura 20-21. Observe el festoneado marcado de la superficie de la lengua. Este es un
paciente con una enfermedad neuroló gica cró nica conocida como esclerosis lateral
amiotró fica, caracterizada por una degeneració n progresiva de las neuronas motoras. Este
paciente tiene las características típicas de una pará lisis bulbar de la neurona motora
inferior que afecta el nú cleo hipogloso: atrofia de la lengua con fasciculaciones.
Funció n motora
* Esta enfermedad también se llama enfermedad de Lou Gehrig, en honor al famoso jugador
de béisbol que fue una de sus víctimas.
El examen motor comienza con la inspecció n de cada á rea que se está probando. Compara
los contornos de masas musculares simétricas. La inspecció n se utiliza para detectar atrofia
muscular y la presencia de fasciculaciones. Pruebe la fuerza muscular haciendo que el
paciente se mueva activamente contra su resistencia. Compara un lado con el otro. La
siguiente es una escala arbitraria que se usa comú nmente para clasificar la fuerza
muscular: 0 Ausencia, no se detecta contracció n 1 Se detecta una mínima contracció n 2
Débil: se elimina el movimiento por gravedad 3 Aceptable: movimiento contra la gravedad
4 Bueno: movimiento contra la gravedad con algo resistencia 5 Movimiento normal contra
la gravedad con resistencia total Si se encuentra debilidad muscular, compare las fuerzas
proximales y distales. En general, la debilidad proximal se relaciona con enfermedad
muscular; la debilidad distal está relacionada con una enfermedad neuroló gica. El tono se
puede definir como la ligera tensió n residual en un mú sculo voluntariamente relajado. El
tono se evalú a por la resistencia al movimiento pasivo. Pida al paciente que se relaje.
Realizar el movimiento pasivo del mú sculo. Compara un lado con el otro. Las lesiones de la
neurona motora superior producen espasticidad*, hiperreflexia, clonus* y el signo de
Babinski.+ Las lesiones de la neurona motora inferior producen atrofia, fasciculaciones,
disminució n del tono e hiporreflexia. Ambos tipos de lesiones resultan en debilidad. Las
fasciculaciones pueden volverse má s evidentes golpeando suavemente el mú sculo con un
martillo de reflejos. No es prá ctico evaluar todos los mú sculos durante el examen
neuroló gico. Al evaluar los grupos musculares clave, el examinador puede determinar si
existe un déficit grave. Entonces pueden ser necesarias má s pruebas de mú sculos
específicos y raíces nerviosas. Se remite al estudiante a los muchos libros de texto sobre
neurología para estos exá menes detallados. En la evaluació n de la funció n motora, primero
se examinan las extremidades superiores.
Pida al paciente que extienda los brazos, con las palmas hacia abajo. Coloque las manos en
la cara lateral de los brazos del paciente. Indique al paciente que abduca los brazos contra
resistencia. Esto prueba la abducció n del brazo por el nervio axilar desde las raíces C5-C6.
Esta prueba se muestra en la figura 20-22.
Haga que el paciente cierre el puñ o y flexione el antebrazo. Sostenga el puñ o o la muñ eca
del paciente. Pida al paciente que tire del brazo contra su resistencia. Esto prueba la flexió n
del antebrazo por el nervio musculocutá neo de las raíces C5-C6. Esta prueba se muestra en
la figura 20-23.
Pida al paciente que abduca el brazo y lo sostenga a medio camino entre la flexió n y la
extensió n. Sostenga el brazo del paciente sujetá ndolo por la muñ eca. Indique al paciente
que extienda el brazo contra su resistencia. Esto prueba la extensió n del antebrazo por el
nervio radial desde las raíces C6-C8. Esta prueba se muestra en la figura 20-24.
Se le pide al paciente que cierre el puñ o y flexione la muñ eca mientras intenta tirar de ella
hacia abajo. Esto prueba la flexió n de la muñ eca por el nervio mediano de las raíces C6-C7.
Esta prueba se muestra en la figura 20-26.
Prueba de aducció n de los dedos Se le pide al paciente que sujete los dedos índice y medio
extendidos y que los apriete lo má s fuerte posible. Compara las fuerzas de ambas manos.
(Es importante que el examinador se quite los anillos, lo que puede producir molestias).
Esto prueba la aducció n de los dedos por el nervio mediano de las raíces C7-T1. Este
procedimiento se muestra en la figura 20-27.
:F
Prueba de abducció n de los dedos Pida al paciente que extienda la mano con la palma hacia
abajo y que separe los dedos tanto como sea posible. Dígale al paciente que se resista a su
intento de juntar los dedos. Esto prueba la abducció n de los dedos por el nervio cubital
desde las raíces C8-T1. Esto se muestra en la Figura 20-28.
Se indica al paciente que toque la base del dedo meñ ique con la punta del pulgar contra
resistencia mientras la uñ a del pulgar permanece paralela a la palma. Esto prueba la
aducció n del pulgar por el nervio mediano desde las raíces C8-T1. Esta prueba se muestra
en la figura 20-29.
Evaluar el tono de las extremidades superiores El tono se evalú a en las extremidades
superiores del paciente flexionando y extendiendo pasivamente las extremidades para
determinar la cantidad de resistencia a los movimientos del examinador. El aumento de la
resistencia, como en la rigidez o la espasticidad muscular, significa un aumento del tono
muscular. La disminució n de la resistencia, como en la flacidez o la flacidez, significa una
disminució n del tono muscular. El tono normal tiene una sensació n suave. En la
enfermedad extrapiramidal, la palpació n de un mú sculo proximal durante el movimiento
pasivo detecta la presencia de ruedas dentadas, que es una sacudida brusca del
movimiento.
Prueba de aducció n de cadera Pida al paciente que separe las piernas. Coloque las manos
sobre la cara medial de las rodillas del paciente. Indique al paciente que cierre las piernas
contra su resistencia. Esto prueba la aducció n de las caderas por el nervio obturador de las
raíces L2-L4. Este procedimiento se muestra en la Figura 20-30. Prueba de abducció n de
cadera Coloque las manos en los má rgenes laterales de las rodillas del paciente. Pida al
paciente que abra las piernas contra su resistencia. ¡Esto prueba la abducció n de las
caderas por los glú teos superiores! nervio de las raíces L4-$1. Esta prueba se muestra en la
figura 20-31. Pruebe la flexió n de la rodilla Pida al paciente que eleve una rodilla, con el pie
apoyado en la cama. Indique al paciente que sostenga el pie mientras intenta extender la
pierna. Esto prueba la flexió n de la rodilla por el nervio ciá tico desde las raíces L4-$1. Esta
prueba se muestra en la figura 20-32.
Indique al paciente que eleve la rodilla, con el pie apoyado en la cama. Coloque su mano
izquierda debajo de la rodilla. Pida al paciente que estire la pierna contra la resistencia de
su mano derecha, que se coloca sobre la espinilla del paciente. Este procedimiento prueba
la extensió n de la rodilla por el nervio femoral desde las raíces L2-L4. Esta prueba se
muestra en la figura 20-33.
Coloque las manos sobre el dorso del pie y pida al paciente que flexione el pie por el tobillo
contra su resistencia. Esto prueba la dorsiflexió n del tobillo por el nervio peroneo profundo
de las raíces L4-L5. Esta maniobra se muestra en la figura 20-34.
Coloque su mano en la suela y pídale al paciente que flexione plantar el pie en el tobillo
contra su resistencia. Esto prueba la flexió n plantar del tobillo por el nervio tibial desde las
raíces L5-$2. La prueba se muestra en la figura 20-35.
FIGURA 20-34. Técnica para probar la dorsiflexió n del tobillo FIGURA 20-35. Técnica para
probar la flexió n plantar
FIGURA 20-37. Técnica para probar la flexió n plantar del dedo gordo del pie.
FIGURA 20-36. Técnica para probar la dorsiflexió n del dedo gordo del pie.
Coloque su mano sobre la cara dorsal del dedo gordo del pie del paciente. Pida al paciente
que flexione el dedo gordo del pie contra su resistencia. Esto prueba la dorsiflexió n del
dedo gordo del pie por el nervio peroneo profundo de las raíces L4-$1. Esta prueba se
muestra en la figura 20-36.
Coloque su mano sobre la superficie plantar del dedo gordo del pie del paciente. Pida al
paciente que flexione plantar el dedo gordo contra su resistencia. Esto prueba la flexió n
plantar del dedo gordo del pie por el nervio tibial posterior desde las raíces L5-$2. Esta
prueba se muestra en la figura 20-37.
Evaluar el tono de las extremidades inferiores El tono de las extremidades inferiores se
evalú a como en las extremidades superiores. Sujete el pie y dorsiflexione y plantarflexione
pasivamente varias veces, terminando con la dorsiflexió n del pie. Si se produce una
dorsiflexió n involuntaria rítmica repentina y una flexió n plantar, existe un clonus del
tobillo. Esto ocurre con frecuencia en condiciones de aumento del tono. Si se observa
alguna anormalidad en la fuerza motora de la extremidad superior o inferior, se debe
realizar un examen má s detallado. La tabla 20-7 enumera las inervaciones musculares y sus
acciones.
reflejos
Principios bá sicos Se prueban dos tipos principales de reflejos. Son los reflejos de
estiramiento, o tendinosos profundos, y los reflejos superficiales. Para provocar un reflejo
de estiramiento, sostenga la articulació n que se está probando para que el mú sculo esté
relajado. El martillo de reflejos se sujeta entre el pulgar y el índice y se balancea con el
movimiento de la muñ eca, no del codo. En general, se utiliza el extremo puntiagudo de un
martillo de reflejos triangular. Un golpe suave sobre el tendó n que se está probando
debería producir mú sculo.
FIGURA 20-39. Técnica para probar el reflejo del tendó n del bíceps.
Pruebe el reflejo del tendó n del bíceps El reflejo del tendó n del bíceps se evalú a haciendo
que el paciente relaje el brazo y prone el antebrazo a medio camino entre la flexió n y la
extensió n. El examinador debe colocar un pulgar firmemente sobre el tendó n del bíceps.
Luego se golpea el martillo en el pulgar del examinador. Esto se muestra en la Figura 20-39.
El examinador debe observar la contracció n del bíceps seguida de la flexió n del codo. El
examinador también puede palpar la contracció n del mú sculo. Este reflejo pone a prueba
los nervios en las raíces C5-C6.
Pruebe el reflejo del tendó n braquiorradial El reflejo del tendó n braquiorradial se realiza
manteniendo el antebrazo del paciente en semiflexió n y semipronació n. El brazo debe
descansar sobre la rodilla del paciente. Si se utiliza un martillo de reflejos triangular, el
extremo ancho debe golpear la apó fisis estiloides del radio aproximadamente 1-2 pulgadas
por encima de la muñ eca. El examinador debe observar la flexió n del codo y la supinació n
simultá nea del antebrazo. La posició n se muestra en la Figura 20-40. Este reflejo pone a
prueba los nervios en las raíces C5-C6.
FIGURA 20-42.
Pruebe el reflejo del tendó n del tríceps El reflejo del tendó n del tríceps se prueba
flexionando el antebrazo del paciente a la altura del codo y tirando del brazo hacia el pecho.
El codo debe estar a mitad de camino entre la flexió n y la extensió n. Golpee ligeramente el
tendó n del tríceps por encima de la inserció n del olécranon del cú bito aproximadamente 1-
2 pulgadas por encima del codo. Debe haber una pronta contracció n del tríceps con
extensió n en el codo. Esta técnica se muestra en la figura 20-41. Este reflejo pone a prueba
los nervios en las raíces C6-C8. Si el reflejo del tríceps no se puede provocar con esta
maniobra, intente colgar el brazo del paciente sobre el suyo, como se muestra en la figura
20-42. Golpear el tendó n del tríceps en esta posició n a menudo provoca el reflejo.
Pruebe el reflejo del tendó n rotuliano Realice el reflejo patelar, también conocido como
reflejo rotuliano, haciendo que el paciente se siente con las piernas colgando a un lado de la
cama. Coloque su mano sobre el mú sculo cuá driceps del paciente. Golpee firmemente el
tendó n rotuliano con la base del martillo de reflejos. Se debe sentir una contracció n del
cuá driceps y se debe observar la extensió n de la rodilla. Esta técnica se muestra en la figura
20-43. Este reflejo pone a prueba los nervios en las raíces L2-L4.
El reflejo de Aquiles, también conocido como reflejo del tobillo, se provoca haciendo que el
paciente se siente con los pies colgando del costado de la cama. La pierna debe estar
flexionada a la altura de la cadera y la rodilla. El examinador coloca una mano debajo del
pie del paciente para flexionar el tobillo. El tendó n de Aquiles se golpea justo por encima de
su inserció n en la cara posterior del calcá neo con el extremo ancho del martillo de reflejos.
Esto se muestra en la figura 20-44. El resultado es la flexió n plantar del tobillo. Esto prueba
los nervios en las raíces $1-$2. Otro método para evaluar el reflejo de Aquiles es hacer que
el paciente se acueste en la cama. Flexione una de las piernas del paciente a la altura de la
cadera y la rodilla, y gire la pierna hacia afuera para que descanse sobre la espinilla
opuesta. Dorsiflexionar el tobillo mientras se golpea el tendó n. Esta prueba se muestra en
la figura 20-45A. A un paciente con un reflejo de Aquiles deprimido se le debe pedir que se
arrodille, si es posible, en la cama con los pies colgando a un lado, como se muestra en la
figura 20-45B. Toque el tendó n de Aquiles y observe la respuesta refleja en esta posició n.
FIGURA 20-45. A, Técnica alternativa para evaluar el reflejo del tendó n de Aquiles. B,
Técnica para evaluar el reflejo del tendó n de Aquiles cuando el reflejo parece estar
deprimido.
El signo o reflejo de Babinski es un reflejo patoló gico. Normalmente, cuando se frota la cara
lateral de la planta del pie desde el taló n hasta la bola del pie y se curva medialmente a
través de las cabezas de los huesos metatarsianos, hay flexió n plantar del dedo gordo del
pie. Esto prueba las raíces nerviosas en L5-$2. El pie debe ser acariciado con un estímulo
como una tecla. Nunca se debe usar un alfiler. En presencia de enfermedad del tracto
piramidal, cuando se realiza el movimiento descrito, hay dorsiflexió n del dedo gordo del
pie, con abanico de los otros dedos. Este es el reflejo de Babinski. Debido a que el signo de
Babinski es un reflejo anormal, solo se debe comentar que el signo de Babinski está
presente; nunca está ausente. Es correcto describir el reflejo plantar como flexió n plantar
(normal) o dorsiflexió n (anormal, de Babinski). La técnica para evaluar el reflejo plantar se
muestra en la figura 20-46. La enfermedad del tracto piramidal también se sugiere cuando
el dedo gordo del pie se dorsiflexiona al acariciar la cara lateral del pie. Este es el signo de
Chaddock. En presencia de enfermedad del tracto piramidal, la presió n hacia abajo a lo
largo de la espinilla también hace que el dedo gordo del pie se dorsiflex. Este es el signo de
Oppenheim. La obtenció n de estos signos es menos sensible que acariciar la superficie
plantar. Otro reflejo anormal asociado con la enfermedad del tracto piramidal es el signo de
Hoffmann. Para obtener este signo, la mano del paciente está en pronació n y el examinador
toma la falange terminal del dedo medio entre el índice y el pulgar. Con un tiró n brusco, la
falange se flexiona pasivamente y se suelta repentinamente. Una respuesta positiva
consiste en la aducció n y flexió n del pulgar, así como la flexió n de los otros dedos.
partes de la mano má s comú nmente usadas para sentir. El nervio cubital proporciona
sensibilidad solo al dedo y medio cubital. El nervio radial tiene su distribució n sensorial en
el dorso de la mano. Hay una considerable superposició n en la inervació n. Las á reas
cutá neas má s confiables para evaluar estos nervios se ilustran en la figura 20-47. Estas
á reas tienen la menor probabilidad de superponer la inervació n.
Prueba de toque ligero El toque ligero se evalú a tocando ligeramente al paciente con una
pequeñ a gasa. Pídale al paciente que cierre los ojos y que le diga cuá ndo siente el contacto.
Trate de tocar al paciente en los dedos de los pies y de las manos. Esto se muestra en la
figura 20-48. Si la sensació n es normal, continú e con la siguiente prueba. Si la sensació n es
anormal, trabaje proximalmente hasta que se pueda determinar un nivel sensorial. Un nivel
sensorial es un nivel de la médula espinal por debajo del cual hay una marcada disminució n
de la sensació n. La figura 20-49 muestra la distribució n segmentaria de los nervios
raquídeos que transmiten sensaciones a la médula espinal.
FIGURA 20-47. Sensació n de la mano. FIGURA 20-48. Técnica fop prueba toque ligero.
C5
C6
C2
plexo
Braquial cutá neo Medial Lateral Antebraquial cutá neo Medial Lateral Iliohipogá strico
plexo cervical
I "llioinguinal ' Genitofem Lateral braquial i, Lateral femoral ' cutá neo Medial braquial "-
Obturador Intercostok $1 ), /( "Saphenous Superficial peroneal
Comú n
latl
femoral posterior
tibiales 5
CD FIGURA 20-50 AD, técnica para evaluar la sensació n de dolor. El examinador debe
sujetar el alfiler como se muestra en A y C y decir: "Esto es afilado". "Esto es aburrido" se
ilustra en B y en D
FIGURA 20-51. Técnica para probar la sensació n de vibració n. A, Posició n correcta para
evaluar la sensació n de vibració n en el dedo. B, Técnica para el dedo del pie.
FIGURA 20-55.
La localizació n tá ctil, también conocida como doble estimulació n simultá nea, se evalú a
haciendo que el paciente cierre los ojos e identifique dó nde sintió su toque. Toque al
paciente en la mejilla derecha y el brazo izquierdo. Luego se le pregunta al paciente:
"¿Dó nde te toqué?" Esto se muestra en la Figura 20-53. Normalmente, los pacientes no
tienen problemas para identificar ambas á reas. Un paciente con una lesió n en el ló bulo
parietal puede sentir los toques individuales pero puede "apagar" la sensació n en el lado
contralateral al lado de la lesió n. Este es el fenó meno denominado extinció n.
discriminar 1 mm, los dedos de los pies 3-8 ram, las palmas 8-12 ram, y la espalda 40-60
ram. Una lesió n en el ló bulo parietal dificulta la discriminació n de dos puntos.
La localizació n de puntos es la capacidad de señ alar un á rea donde se tocó . Haga que el
paciente cierre los ojos. Toca al paciente. Pida al paciente que abra los ojos y señ ale el á rea
tocada. Las anomalías de la corteza sensorial afectan la capacidad de localizar el á rea
tocada.
Funció n del cerebelo La funció n del cerebelo se prueba mediante lo siguiente: • Prueba del
dedo a la nariz • Prueba del taló n a la rodilla • Movimiento de alternancia rá pida • Prueba
de Romberg • Marcha
Realice la prueba del dedo a la nariz La prueba del dedo a la nariz se realiza pidiéndole al
paciente que toque su propia nariz y el dedo del examinador alternativamente de la
manera má s rá pida, precisa y suave posible. El examinador sostiene un dedo a la distancia
de un brazo del paciente. Se le indica al paciente que toque el dedo y luego la nariz. Esto se
repite varias veces, después de lo cual se le pide al paciente que realice la prueba con los
ojos cerrados. Esto se demuestra en la figura 20-56. Los pacientes con enfermedad
cerebelosa superan persistentemente el objetivo, una condició n conocida como apuntar
pasado. También pueden tener un temblor cuando el dedo se acerca al objetivo.
J II
La prueba del taló n a la rodilla se realiza haciendo que el paciente se acueste boca arriba.
Se indica al paciente que deslice el taló n de una extremidad inferior por la espinilla de la
otra, comenzando por la rodilla. Debe verse un movimiento suave, con el taló n apoyado en
la espinilla. Esto se muestra en la Figura 20-57. En pacientes con enfermedad cerebelosa, el
taló n se tambalea de lado a lado.
FIGURA 20-58.
flexionado en el codo a través del abdomen mientras el paciente camina. Un paciente con
enfermedad de Parkinson arrastra los pies, con pasos cortos y apresurados. La cabeza está
inclinada, con la espalda inclinada hacia adelante. Un paciente con ataxia cerebelosa camina
con una marcha de base ancha. Los pies está n muy separados ya que el paciente se
tambalea de un lado a otro. Un paciente con pie caído tiene una forma de andar
característica que resulta de la debilidad de los flexores dorsales del tobillo. Un paciente
con ataxia sensorial tiene una marcha de pasos altos. Tal persona golpea los pies con
firmeza, como si no estuviera seguro de su ubicació n. La figura 20-59 ilustra estos pasos.
POSTURA DE DESCEREBRAR
POSTURA DECORTADA
El fondo del ojo puede proporcionar una pista sobre la causa del coma. Si no hay evidencia
de una fractura de la columna cervical, se deben evaluar los reflejos oculocefá licos. Si la
cabeza de un paciente comatoso se gira rá pidamente hacia un lado mientras los pá rpados
se mantienen abiertos, los ojos deben moverse conjugadamente hacia el otro lado. Este
reflejo se denomina ojos de muñ eca. En un paciente con una lesió n en el tronco encefá lico,
el reflejo de los ojos de muñ eca está ausente. El reflejo de los ojos de la muñ eca só lo se
puede provocar en un paciente comatoso, porque las personas alertas se fijará n en un
objeto y anulará n este reflejo. La estimulació n caló rica se usa para mejorar el reflejo de los
ojos de la muñ eca o para probar los movimientos en un individuo con una columna cervical
rota. El paciente debe colocarse con la cabeza flexionada a 30°. Esto orienta el canal
semicircular en una posició n horizontal. Una jeringa de gran calibre se llena con 20-30 ml
de agua helada y el agua se exprime en uno de los conductos auditivos externos. La
respuesta normal es el desarrollo de nistagmo. Lentamente, los ojos se mueven de forma
conjugada hacia el lado ipsilateral, seguido por un movimiento rá pido (nistagmo) de los
ojos hacia la línea media. El uso de agua fría provoca nistagmo hacia el lado opuesto. Si se
usa agua tibia, los ojos se moverá n rá pidamente hacia el lado que se está irrigando. Esto se
puede recordar fá cilmente usando el mnemotécnico VACAS, que significa lo opuesto frío, lo
mismo cá lido. Se observa una ausencia de la respuesta caló rica en pacientes con una
interrupció n de las conexiones entre los nú cleos vestibulares y el nú cleo del sexto nervio a
nivel del tronco encefá lico.
TABLA 20--2. Diagnó stico diferencial de la cefalea Tipo Epidemiología Localizació n Signos y
síntomas Migrañ a Antecedentes familiares Bifrontal Ná useas Adultos jó venes Vó mitos
Mujeres Posibles déficits neuroló gicos Racimo Varones adolescentes Orbitofrontal
Congestió n nasal unilateral Unilateral Lagrimeo Tensió n Mujeres Bilateral Generalizada u
occipital Hiperlensiva Antecedentes familiares Variable Retinopatía hipertensiva Posible
papiledema Aumento de la presió n intracraneal Variable Ná useas Vó mitos Papiledema
Meningitis Bilateral Rigidez de nuca A menudo occipital Fiebre Artentis temporal* Adultos
Unilateral Arteria temporal sensible Sobre la arteria temporal Pérdida de la visió n en el ojo
ipsilateral * Consulte el Capítulo 24, El paciente geriá trico.
TABLA 20--3. Efectos de varias lesiones Extrapiramidal Neurona motora inferior Tracto
piramidal Efecto principal Pará lisis flá ccida Pará lisis espá stica Pará lisis I/o Reflejos
hiperactivos Apariencia muscular Atrofia Atrofia leve por Temblor de reposo Desuso de
fasciculaciones Tono muscular Disminuido Aumentado Aumentado Fuerza muscular
Disminuido o ausente Disminuido o ausente Normal Coordinació n Ausente o deficiente
Ausente o deficiente Ralentizado
Signos y síntomas
Fatiga muscular generalizada Ptosis bilateral Diplopía Dificultad para tragar Debilidad en la
voz
En el cuadro 20-5 se muestra una comparació n de los efectos de las lesiones de las
neuronas motoras superiores e inferiores. La paraplejía y la cuadriplejía son defectos de las
neuronas motoras superiores. También pueden afectar a las neuronas motoras inferiores.
La lesió n de la médula espinal puede producir pará lisis parcial o completa. En pacientes
con lesiones cervicales o torá cicas, la espasticidad está presente por debajo del nivel de la
lesió n y la flacidez está presente en todos los mú sculos inervados por los arcos reflejos al
nivel de la lesió n. En presencia de lesiones sacras, se produce una pará lisis flá cida. El
cuadro 20-6 resume la afectació n motora en las lesiones de la médula espinal. A menudo,
un paciente puede quejarse de una capacidad disminuida para realizar una tarea. El
examen físico puede revelar disminució n de la fuerza motora. La tabla 20-7 resume las
principales acciones de los mú sculos má s comunes y sus segmentos de médula
correspondientes.
CAPAZ 20--5. Comparació n de esiones Efecto __ Control voluntario Tono muscular Arcos
reflejos Reflejos patoló gicos Atrofia muscular
efectos de la lesió n de la neurona motora superior y superior Perdida Espá stica, aumentada
Presente Presente Poco o nada
neurona motora inferior Lesió n de la neurona motora inferior Perdida Flá cida, disminuida
Ausente No presente Significativo
TABLA 20--7. Funció n motora segú n los segmentos del cordó n Á rea del cuerpo Acció n
probada Segmento del cordó n Hombro Flexió n, extensió n o rotació n del cuello C1-C4 Brazo
Aducció n del brazo C5-C8, T1 Abducció n del brazo C4-C6 Flexió n del antebrazo C5-C6
Extensió n del antebrazo C6 -C8 Supinació n del antebrazo C5-C7 Pronació n del antebrazo
C6-C7
Dedo
Cadera
Abducció n del pulgar C7-C8, T1 Aducció n del pulgar C8, T1 Abducció n del meñ ique C8, T1
Oposició n del pulgar C8, T1
Flexió n de cadera L1-L3 Extensió n de pierna L2-L4 Flexió n de pierna L4-L5, $1-S2
Aducció n de muslo L2-L4 Abducció n de muslo L4-L5, Sl-S2 Rotació n medial de muslo L4
L5, Sl Rotació n lateral de muslo L4-L5, Sl-S2 Flexió n del muslo L4-L5
Pie Dorsiflexió n del pie L4-L5, Sl Flexió n plantar del pie L5, Sl-S2 Extensió n del dedo del pie
del dedo gordo del pie L4-L5, Sl Flexió n del dedo gordo del pie L5, Sl-S2 Separació n de los
dedos del pie Sl S2
• Vocabulario ú til Aquí se enumeran las raíces específicas que son importantes en la
terminología relacionada con las enfermedades neuroló gicas.
Bibliografía
dh CAPÍTULO
Armando el examen
los
Un médico no es só lo un científico o un buen técnico. Debe ser má s que eso: debe tener
buenas cualidades humanas. Tiene que tener una comprensió n personal y simpatía por el
sufrimiento de los seres humanos.
Técnicas
637
Se aconseja al lector ahora que mire la presentació n en video en el CD-ROM para repasar el
examen físico completo del hombre y los exá menes pélvico y de mamas de la mujer. El CD-
ROM le ayudará a armar el examen.
Inspeccione la expresió n facial del paciente (consulte los Capítulos 12, El tó rax: 13, El
corazó n y 16, El abdomen)
Signos vitales (Cap. 13, El corazó n) 1. Palpar la presió n arterial en el brazo derecho 2.
Auscultar la presió n arterial en el brazo derecho 3. Auscultar la presió n arterial en el brazo
izquierdo*
Hacer que el paciente se siente en la cama. Signos vitales Verificar cambios ortostá ticos en
el brazo izquierdo (consulte el Capítulo 13, El corazó n)
Pida al paciente que se gire y se siente con las piernas colgando del costado de la cama
Signos vitales 1. Palpe el pulso radial para determinar la frecuencia y la regularidad
(consulte el Capítulo 14, El sistema vascular periférico) 2. Determine la frecuencia y el
patró n respiratorios (consulte el Capítulo 12, El tó rax)
2. Comprobar los campos visuales, ambos ojos 3. Determinar la alineació n de los ojos,
ambos ojos 4. Comprobar la funció n de los mú sculos extraoculares, ambos ojos 5.
Comprobar la respuesta pupilar a la luz, ambos ojos 6. Comprobar la convergencia 7.
Inspeccionar las estructuras oculares externas, ambos ojos 8 .Realizar examen
oftalmoscó pico, ambos ojos
Nariz (Cap. 10, El oído y la nariz) 1. Inspeccione la nariz 2. Palpe el esqueleto nasal 3. Palpe
los senos paranasales (frontal, maxilar), ambos lados 4. Inspeccione el tabique nasal, ambos
lados 5. Inspeccione los cornetes, ambos lados
Oídos (Cap. 10, El oído y la nariz) 1. Inspeccione las estructuras del oído externo, ambos
lados.
2. Palpar las estructuras del oído externo, ambos lados 3. Evaluar la agudeza auditiva,
ambos lados 4. Realizar la prueba de Rinne, ambos lados 5. Realizar la prueba de Weber 6.
Realizar un examen otoscó pico, ambos lados 7. Inspeccionar el canal externo, ambos lados
8. Inspeccionar el tímpano membrana, ambos lados
Boca (cap. 11, La cavidad bucal y la faringe) 1. Inspeccione las superficies interna y externa
de los labios.
Cuello (Cap. 8, La cabeza y el cuello) 1. Inspeccione el cuello, ambos lados 2. Palpe el cuello,
ambos lados 3. Palpe los ganglios linfá ticos de la cabeza y el cuello, ambos lados 4. Palpe la
glá ndula tiroides por abordaje anterior 5. Evalú e la posició n de trá quea (ver Capítulo 12. El
Pecho)
Cuello* (Cap. 8, La cabeza y el cuello) 1. Palpe la glá ndula tiroides por abordaje posterior 2.
Palpe los ganglios linfá ticos supraclaviculares, ambos lados
Tó rax posterior (Cap. 12, El tó rax) 1. Inspeccione la espalda, ambos lados 2. Palpe la
espalda en busca de sensibilidad, ambos lados 3. Evalú e la excursió n del tó rax, ambos lados
4. Palpe el frémito tá ctil, ambos lados 5. Percuta la espalda, ambos lados 6. Evalú e la
excursió n diafragmá tica, lado derecho 7. Ausculte la espalda, ambos lados 8. Palpe si hay
sensibilidad en el á ngulo costovertebral, ambos lados (consulte el Capítulo 16, El abdomen)
Prueba de edema
Tó rax anterior* (Cap. 12, El tó rax) 1. Inspeccione la postura del paciente 2. Inspeccione la
configuració n del tó rax 3. Inspeccione el tó rax, ambos lados 4. Palpe el tó rax en busca de
frémito tá ctil, ambos lados
Mama femenina (Cap. 15, La mama) 1. Inspeccione la mama, ambos lados 2. Inspeccione la
mama durante las maniobras para tensar los mú sculos pectorales, ambos lados
Corazó n 1. 2. 3.
(Cap. 13, El corazó n) Inspeccionar si hay movimientos torá cicos anormales Palpar el punto
de má ximo impulso Auscultar los ruidos cardíacos, las cuatro posiciones
Axila (Cap. 15, La mama) 1. Inspeccione la axila, ambos lados 2. Palpe la axila, ambos lados
3. Palpe los ganglios epitrocleares, ambos lados (consulte el Capítulo 14, El sistema
vascular periférico)
Pida al paciente que incline el corazó n hacia adelante (cap. 13, El corazó n) Ausculte con el
diafragma en la base del corazó n
Pida al paciente que se acueste en decú bito supino con la cabecera de la cama elevada unos
30° Vasos del cuello (Cap. 13, El corazó n) 1. Inspeccione la forma de onda de la vena
yugular, lado derecho 2. Ausculte la arteria caró tida, ambos lados 3. Palpe la arteria
caró tida, cada lado por separado
Senos masculinos y femeninos (Cap. 15, El seno) 1. Inspeccione el seno, ambos lados 2.
Palpe el seno, ambos lados 3. Palpe el á rea subareolar, ambos lados 4. Palpe el pezó n,
ambos lados
Tó rax (Cap. 12, El Tó rax) 1. Inspeccione el tó rax, ambos lados 2. Evalú e la excursió n del
tó rax, ambos lados 3. Palpe el frémito tá ctil, ambos lados 4. Percuta el tó rax, ambos lados 5.
Ausculte los sonidos respiratorios, ambos lados
Corazó n 1. 2.
(Cap. 13, El corazó n) Inspeccionar los movimientos Palpar los movimientos localizados, las
cuatro posiciones
El examinador ahora debe ir al frente del paciente mientras el paciente permanece sentado
con las piernas colgando del costado de la cama.
Haga que el paciente gire el lado izquierdo del corazó n (cap. 13, El corazó n) Ausculte con
una campana en el vértice cardíaco
Haga que el paciente se acueste en decú bito supino con la cama plana
Haga que el hombre se dé la vuelta y se incline sobre la cama Recto (Cap. 16, El abdomen)
1. Inspeccione el ano 2. Inspeccione el ano mientras el paciente hace fuerza 3. Palpe el
esfínter anal 4. Palpe las paredes del recto 5. Palpe la glá ndula prostá tica 6. Analice las
heces para detectar sangre oculta
Ayude a la mujer a colocar los genitales femeninos mediante litotomía (Cap. 18, Genitales
femeninos) 1. Inspeccione la distribució n de la piel y el cabello 2. Inspeccione los labios
mayores
3. Palpe los labios mayores 4. Inspeccione los labios menores, el clítoris, el meato uretral y
el introito 5. Inspeccione el á rea de las glá ndulas de Bartholin, ambos lados 6. Inspeccione
el perineo 7. Pruebe la relajació n pélvica 8. Realice un examen con espéculo 9. Inspeccione
el cuello uterino 10. Obtenga Papanicolaou 11. Inspeccionar las paredes vaginales 12.
Realizar un examen bimanual 13. Palpar el cuello uterino y el cuerpo uterino 14. Palpar los
anexos, ambos lados 15. Palpar el tabique rectovaginal 16. Analizar las heces para detectar
sangre oculta
Haga que el paciente se siente en la cama con las piernas fuera del costado Estado mental
Haga preguntas de rutina (ver Capítulos 1, Las preguntas del entrevistador; 20, El sistema
nervioso; y 24, El paciente geriá trico)
Cara (Cap. 20, El sistema nervioso) 1. Pruebe la funció n motora del nervio trigémino,
ambos lados.
2. Evaluar la funció n sensorial del nervio trigémino, ambos lados 3. Evaluar el reflejo
corneal, ambos ojos 4. Evaluar el nervio facial, ambos lados 5. Evaluar el nervio espinal
accesorio, ambos lados 6. Evaluar la estimulació n simultá nea doble, ambos lados prueba de
nariz
Cuello
Manos y muñ ecas (caps. 19, El sistema musculoesquelético y 20, El sistema nervioso) 1.
Inspeccione la mano y la muñ eca, ambos lados 2. Inspeccione las uñ as, ambos lados
(consulte el Capítulo 7, La piel) 3. Palpe la articulació n del hombro, ambos 4. Palpe las
articulaciones interfalá ngicas, ambos lados 5. Palpe las articulaciones metacarpofalá ngicas,
ambos lados 6. Pruebe el tacto ligero, ambos lados 7. Pruebe el sentido de vibració n, ambos
lados 8. Pruebe el sentido de posició n, ambos lados 9. Pruebe la identificació n del objeto,
ambos lados 10 Pruebe la grafestesia, ambos lados 11. Pruebe la discriminació n de dos
puntos, ambos lados 12. Evalú e los movimientos alternos rá pidos, ambos lados
espinillas
I. Inspeccione la piel, ambos lados 2. Realice una prueba de edema, ambos lados (consulte
el Capítulo 13, El corazó n)
Una vez completado el examen, el examinador debe ser capaz de registrar objetivamente
todos los hallazgos de inspecció n, palpació n, percusió n y auscultació n. Sea preciso al
indicar la ubicació n de las anomalías. Los dibujos pequeñ os pueden ser ú tiles para
describir mejor una forma o ubicació n. Cuando describa el tamañ o de un hallazgo, indique
el tamañ o en milímetros o centímetros en lugar de compararlo con una fruta o una nuez,
por ejemplo, ya que estos pueden variar mucho en tamañ o. Es mejor no usar abreviaturas,
porque pueden significar diferentes cosas para diferentes lectores. Sin embargo, las
abreviaturas utilizadas en los siguientes ejemplos son está ndar y se pueden utilizar.
Finalmente, no haga declaraciones de diagnó stico en la redacció n; guá rdelos para el
resumen al final. Por ejemplo, es mejor afirmar que está presente "un soplo holosistó lico de
grado III/VI en el vértice con radiació n a la axila" que "un soplo de insuficiencia mitral".
Trufa: Nariz recta sin masas; patentar bilateralmente; mucosa rosada con una secreció n
clara presente; cornete inferior derecho ligeramente edematoso. Senos paranasales: no se
detecta sensibilidad en los senos frontales y maxilares. Garganta: Labios ligeramente
cianó ticos sin lesiones; el paciente usa una dentadura postiza superior; mucosa bucal
rosada sin inyecció n; todos los dientes inferiores está n presentes y en buenas condiciones;
sin caries obvias; encías normales; línea media de la lengua sin fasciculaciones; no se ven ni
se palpan lesiones en la lengua; inyecció n leve de la faringe posterior con secreció n blanca
amarillenta presente en la faringe posterior y las amígdalas; amígdalas mínimamente
agrandadas; la ú vula se eleva en la línea media; reflejo nauseoso intacto. Cuello: flexible con
rango completo de movimiento; línea media de la trá quea; los ganglios linfá ticos pequeñ os
(1-2 cm) está n presentes en las cadenas de ganglios cervicales y amigdalinos superficiales;
bordes tiroideos palpables; no se observaron nó dulos tiroideos ni aumento de tamañ o; no
hay distensió n anormal de la vena del cuello presente; venas del cuello planas mientras el
paciente está sentado erguido. Tó rax: diá metro anteroposterior (AP) aumentado; excursió n
simétrica bilateralmente; frémito tá ctil normal bilateralmente; pecho resonante
bilateralmente; ruidos respiratorios vesiculares bilateralmente; ruidos respiratorios
á speros con crepitantes ocasionales presentes en las bases. Mamas: ginecomastia leve, L >
R; sin masas ni descargas presentes. Corazó n: Punto de má ximo impulso, sexto espacio
intercostal (PMI 61CS) 2 cm lateral a la línea medioclavicular (MCL); desdoblamiento
fisioló gico normal presente; no hay arcadas ni escalofríos; $I y $2 distantes; se escucha un
soplo holodiastó lico de tono alto grado II/VI en el 21CS en el borde esternal superior
derecho; se escucha un soplo sistó lico creciente-decreciente grado I/VI de tono medio en el
á rea aó rtica; el soplo sistó lico está en el punto medio (fig. 21-1). Vascular: un soplo
carotídeo está presente a la derecha; no se escuchan soplos sobre las arterias caró tida
izquierda, renal, femoral o abdominal; las extremidades inferiores está n ligeramente frías
en comparació n con las extremidades superiores; 1+ hay edema pretibial en la extremidad
inferior derecha; 2+ hay edema pretibial en el lado izquierdo; varicosidades venosas leves
está n presentes desde la mitad del muslo hasta la pantorrilla bilateralmente; no hay
cambios de ulceració n o estasis presentes; no hay sensibilidad en las pantorrillas.
Abdomen: El abdomen es escafoides; una cicatriz de apendicectomía en el cuadrante
inferior derecho (RLQ) y una cicatriz de herniorrafia en el cuadrante inferior izquierdo
(LLQ); ambas cicatrices está n bien curadas; se observa una masa de 3 × 3 cm en el RLQ
después de toser o hacer fuerza; no hay vigilancia, rigidez o ternura; no hay pulsaciones
visibles presentes; hay ruidos intestinales; la nota de percusió n es timpá nica en todo el
abdomen excepto en la regió n suprapú bica, donde la nota de percusió n es sorda; la
envergadura del hígado es de 10 cm de arriba a abajo en el MCL; bazo percutido en el
cuadrante superior izquierdo pero no palpado; riñ ones no sentidos; no hay sensibilidad del
á ngulo costovertebral (CVAT) presente; Se palpa en el anillo externo una hernia inguinal
indirecta derecha fá cilmente reducible.
TABLA 21--1.
Reflejos tendinosos profundos del paciente John Henry Bíceps Tríceps Rodilla Aquiles
¡Vale! 1 + 0 2+ 1 + Izquierda 2+ 1 + 3+ 2+
Rectal: esfínter anal normal; sin hemorroides presentes; pró stata no dolorosa agrandada
simétricamente; pró stata firme sin sentir nó dulos: no se sienten masas luminales en el
recto; heces negativas para sangre. Genitales: varó n circuncidado con genitales normales;
pene sin induració n; hemiescroto izquierdo 4-5 cm por debajo del derecho; la palpació n del
hemiescroto izquierdo revela dilatació n del plexo pampiniforme; Los testículos suaves 2 x
3 x 1 cm bilateralmente. Linfá tico: Nodos en cadenas triangulares anteriores ya señ alados;
dos nó dulos firmes, de 1-2 cm, gomosos, que se mueven libremente en el á rea femoral
izquierda; no se palpan ganglios epitrocleares, axilares o supraclaviculares.
Musculoesquelético: agrandamiento de la articulació n interfalá ngica distal en ambas
manos, que causa dolor al cerrar el puñ o, L > R; sin sensibilidad ni eritema presente;
articulaciones proximales normales; cuello, brazos, caderas, rodillas y tobillos con rango
completo de movimiento activo y pasivo; los mú sculos parecen simétricos; cifosis leve
presente. Neuroló gico: Orientado a persona, lugar y tiempo; nervios craneales I-XII
intactos; fuerza sensorial y motora gruesa intacta; funció n cerebelosa normal: reflejos
plantares disminuidos; marcha normal: reflejos tendinosos profundos, como se muestra en
el cuadro 21-1. Resumen: El Sr. Henry es un hombre de 65 añ os sin angustia aguda. El
examen físico revela hipertensió n sistó lica, cambios en la retina que sugieren hipertensió n
sostenida, catarata leve en el ojo derecho, pérdida auditiva conductiva en el oído derecho,
faringoamigdalitis y ginecomastia. El examen cardíaco revela insuficiencia aó rtica. El
examen vascular periférico revela probable enfermedad ateroscleró tica de la arteria
caró tida derecha y enfermedad venosa leve de las extremidades inferiores. El paciente
tiene una hernia inguinal derecha fá cilmente reducible. Un varicocele del lado izquierdo
está presente. También hay osteoartritis leve de las manos.
Paciente: Mary Jones* Aspecto general: la paciente es una mujer negra de 51 añ os que está
sentada en la cama con dificultad respiratoria leve. Ella es obesa y parece tener la edad
indicada. Está bien arreglada y alerta, pero constantemente se queja de su dificultad para
respirar. Signos vitales: PA, 130/80/75 brazo derecho (acostado), 125/75/70 brazo
izquierdo (acostado), 120/75/70 (sentado); ritmo cardiaco. 100 y regulares; respiraciones,
20. Piel: Extremidades superiores ligeramente oscuras en comparació n con las
extremidades inferiores; buena turgencia tisular; la paciente lleva una peluca para cubrir
su marcada calvicie total; escudo femenino normal. Cabeza: normocefá lica sin evidencia de
trauma; la cara parece edematosa; no se nota ternura. Ojos: agudeza visual usando tarjeta
de cerca: OD, 20/40, OS, 20/30; campos visuales completos bilateralmente: EOM intactos;
PERRLA: cejas delgadas bilateralmente: conjuntivas rojas bilateralmente con inyecció n
presente; lentes transparentes; ambos discos aparecen nítidos con algo de borrosidad
nasal; la relació n copa-disco es de 1:3 bilateralmente y las copas son simétricas; las venas
de la retina aparecen dilatadas bilateralmente. Orejas: Pinnas en posició n normal; sin dolor
en la mastoides ni en el canal externo; canales sin inyecció n ni descarga; en la prueba de
Rinne, AC > BC bilateralmente; en la prueba de Weber, no
Este nombre es ficticio. Cualquier similitud con cualquier persona viva o muerta con este
nombre es pura coincidencia.
• TABLA 21--2.
Reflejos tendinosos profundos del paciente Mary Jones Bíceps Tríceps Rodilla Aquiles
Derecha 2+ 2+ 2+ 1 + Izquierda 2+ 1 + 2+ 2+
Bibliografía Wiener S, Nathanson M: Examen físico: observar con frecuencia] errores. JAMA
236:852, 1976.
SECCIÓ N III
CAPÍTULO 22
La paciente embarazada
General
Consideraciones
En 1991 hubo 4,1 millones de nacidos vivos en Estados Unidos, lo que representó el mayor
nú mero de nacimientos registrado desde 1964. La tasa de fecundidad, que es el nú mero de
nacidos vivos por cada 1000 mujeres entre 15 y 44 añ os, fue de 64,9 en 1986 y 70,9 en
1991. Este aumento se relacionó en parte con un aumento en el nú mero de mujeres en
edad fértil (baby boomers de posguerra), así como con un ligero aumento en su fecundidad.
Un estudio de 1991 realizado por la Organizació n Mundial de la Salud estimó que casi
500.000 mujeres mueren anualmente por afecciones relacionadas con el embarazo. La
mayoría de estas muertes ocurren en países en desarrollo. Se ha estimado que la tasa de
muertes relacionadas con el embarazo en Á frica es de 1 en 20. En los Estados Unidos, la
cantidad de muertes maternas ha disminuido significativamente desde la década de 1930.
En 1935 hubo 582,1 defunciones por 100.000 nacidos vivos; en 1998 la cifra fue de 7,1
muertes por 100.000 nacidos vivos. La tasa de mortalidad materna má s alta en los Estados
Unidos se observa en las mujeres afroamericanas. En 1998, la tasa de mortalidad materna
de las mujeres afroamericanas era de 17,1. má s de tres veces la tasa de 5. I para mujeres
blancas. Para la toxemia del embarazo, la tasa de mujeres afroamericanas fue de 3,6
muertes por cada 100.000 nacidos vivos, má s de cinco veces la tasa de 0,7 de las mujeres
blancas. Debido a sus condiciones econó micas y sociales generalmente desfavorables, las
mujeres afroamericanas tienden a recibir menos atenció n antes del parto que las mujeres
blancas. Las tasas de mortalidad también varían con la edad de la madre,
independientemente de la raza; entre las mujeres mayores, la tasa de mortalidad es mayor.
Las principales causas de muerte materna en los Estados Unidos entre 1995 y 2000 fueron
embolia (17 %), hipertensió n (12 %), embarazo ectó pico (10 %), hemorragia (9 %),
accidente cerebrovascular (8 %), complicaciones de la anestesia ( 7 %), complicaciones
relacionadas con el aborto (5 %), miocardiopatía (4 %) e infecció n (3,5 %). Cualquier mujer
en edad reproductiva que presente síntomas, incluso si no está n directamente relacionados
con el abdomen, debe ser evaluada para el embarazo. Piense que el embarazo debe ser su
lema en la evaluació n de este tipo de pacientes. Esto es extremadamente importante
porque el diagnó stico o tratamiento del problema médico o quirú rgico de una mujer puede
ser perjudicial para el desarrollo del feto si está embarazada. Como se comenta má s
adelante en este capítulo, muchos de los síntomas del embarazo son inespecíficos y pueden
interpretarse erró neamente si no se reconoce el embarazo. Por ejemplo, la frecuencia
urinaria que es comú n al principio del embarazo podría confundirse fá cilmente con cistitis.
El paciente podría entonces recibir un agente antibacteriano como una sulfonamida o una
quinolona, que es potencialmente tó xico para el feto en desarrollo. Cuando los síntomas
urinarios no responden a la medicació n, la paciente puede ser remitida para una pielografía
intravenosa, lo que añ ade el riesgo de radiació n a un embarazo temprano.
651
Estructura
y fisiología
Ya se discutieron la anatomía y los cambios fisioló gicos que ocurren en la mujer no
embarazada. Este capítulo revisa las alteraciones fisioló gicas resultantes del embarazo y la
anatomía pélvica funcional.
Anatomía funcional del nacimiento La cavidad pélvica está delimitada arriba por el plano
del borde (el promontorio sacro interno a los bordes superior e interno de la sínfisis del
pubis), abajo por el plano de salida (los bordes inferior e interno de la sínfisis pú bica).
sínfisis del pubis hasta el final del sacro o có ccix), posteriormente por el sacro, lateralmente
por los ligamentos sacrosciá ticos y los huesos isquiá ticos, y anteriormente por las ramas
pú bicas. El canal de parto, a través del cual sale el bebé, se puede considerar como un
pasaje cilíndrico con paredes compuestas parcialmente por partes (la pelvis ó sea) y
Blastocisto
Morula
Falopio
Cigoto
Fertilizació n
Decidua vera
Vera An
parcialmente de partes blandas (los mú sculos del piso pélvico y los ligamentos pélvicos). La
secció n transversal del cilindro es ovalada, en lugar de circular, para acomodar la secció n
transversal ovalada de la parte fetal que ingresa (p. ej., la cabeza) a medida que desciende a
través de la pelvis como resultado del efecto expulsivo de las contracciones uterinas. Este
mecanismo de parto y su correspondiente anatomía se entenderían fá cilmente si no fuera
por el hecho de que el eje largo del ó valo esquemá tico, que se encuentra transversalmente
en la entrada de la pelvis, pasa a estar en el eje anteroposterior en la pelvis media. Por lo
tanto, la parte fetal que ingresa debe descender en una trayectoria en espiral a medida que
avanza a través del canal de parto. El proceso de nacimiento varía mucho, dependiendo de
las relaciones (posició n, presentació n, actitud y posició n) del feto con la anatomía materna.
Es importante definir estas relaciones con precisió n para seguir el proceso de nacimiento.
El término mentira se refiere a la relació n del eje longitudinal del feto con el de la madre.
En má s del 99% de los embarazos a término, la posició n se encuentra en el mismo plano o
paralela al eje longitudinal de la madre, una posició n longitudinal. En casos raros, el eje
longitudinal del feto es perpendicular a la pelvis materna, una posició n transversal. El
término presentació n se refiere a la parte del feto en el polo inferior del ú tero que recubre
el borde pélvico (p. ej., cefá lica, vértice, nalgas) y se puede sentir a través del cuello uterino.
Por lo general, la cabeza del feto se flexiona de modo que la barbilla esté en contacto con el
pecho. En este caso, la fontanela occipital es la parte de presentació n, y la presentació n se
denomina presentació n de vértice.
Extensió n
La actitud, o habitus, del feto es la postura del feto: flexió n, deflexió n o extensió n. En la
mayoría de los casos, el feto se dobla de modo que la espalda es convexa, la cabeza se
flexiona bruscamente sobre el pecho, los muslos se flexionan sobre el abdomen y las
piernas se doblan a la altura de las rodillas. Esta es la descripció n de la actitud fetal de
flexió n. La figura 22-2 ilustra estas posturas. La posició n es la relació n de una porció n
elegida arbitrariamente de la parte de presentació n del feto con la pelvis materna. Por
ejemplo, en una presentació n de vértice, la porció n elegida es el occipucio fetal; en
presentació n de nalgas, es el sacro; y en una presentació n de cara, es el mentó n,
denominado rneturn. La pelvis materna se divide en ocho partes con el fin de definir mejor
la posició n. Estas divisiones se muestran en la figura 22-3. Debido a que la porció n elegida
arbitrariamente de la presentació n puede ser izquierda o derecha, la porció n puede
describirse como occipucio izquierdo (LO), occipucio derecho (RO), sacro izquierdo (LS),
sacro derecho (RS), mentoniano izquierdo (LM). ), o derecho mental (RM). Esta parte
también se dirige anteriormente (A), posteriormente (P) o transversalmente (T). Para cada
una de las tres presentaciones (vértice, nalgas y cara), hay por lo tanto seis variedades de
posició n. por ejemplo, en
FIGURA 22-4. Posiciones clínicas comunes de los vértices. Para cada posició n que se
muestra, el diagrama superior es la vista desde arriba de la sínfisis del pubis; la parte
inferior es la vista desde debajo de la sínfisis del pubis. "Derecha" e "izquierda" se refieren
al lado de la madre. "Anterior", "posterior" y "transversal" se refieren a la pelvis materna. El
á rea resaltada es el occipucio fetal. LOA, occipucio anterior izquierdo: LOP, occipucio
posterior izquierdo; LOT, occipucio izquierdo transversal; RE)A, occipucio anterior
derecho; RE)P, occipucio posterior derecho; ROT, occipucio derecho transverso.
ginecoide
yo
Antropoide
Androide
platipeloide
FIGURA 22-5. Tipos bá sicos de anatomía pélvica La vista superior es desde arriba, mirando
hacia abajo a la entrada; la vista del medio es lateral; la vista inferior es desde el frente.
Repaso de
Síntomas específicos Los síntomas má s comunes del embarazo son los siguientes: •
Amenorrea • Ná useas • Cambios en los senos • Acidez estomacal • Dolor de espalda •
Agrandamiento abdominal • Aceleració n • Cambios en la piel • Alteraciones al orinar •
Flujo vaginal • Fatiga
amenorrea
La amenorrea resulta de los altos niveles de estró geno, progesterona y hCG, que aumentan
el endometrio uterino y no permiten que el endometrio se desprenda como sangrado
menstrual.
Ná useas
Las ná useas, con o sin vó mitos, son las llamadas ná useas matutinas del embarazo. Como su
nombre lo indica, el síntoma suele empeorar durante la primera parte del día y suele pasar
en unas pocas horas, aunque puede durar má s. Má s del 50% de todas las mujeres
embarazadas en su primer trimestre tienen síntomas gastrointestinales. Aunque se
desconoce la causa, se han implicado en su desarrollo altos niveles de estró geno y hCG. Las
mujeres embarazadas también son hipersensibles a los olores y pueden experimentar
alteraciones en el gusto. Las ná useas matutinas generalmente mejoran después de 12 a 16
semanas, cuando los niveles de hCG caen. Se pueden presentar vó mitos intensos, lo que
resulta en deshidratació n y cetosis, pero esto es poco comú n y ocurre en menos del 2% de
los embarazos.
Varios cambios en el seno ocurren con el embarazo. Uno de los primeros síntomas es un
aumento de la vascularizació n de la mama, asociado a una sensació n de pesadez, casi dolor.
Esto ocurre alrededor de la sexta semana. Para la octava semana, el pezó n y la areola se han
vuelto má s pigmentados y el pezó n se vuelve má s eréctil. Los tubérculos de Montgomery se
vuelven prominentes como nó dulos rojos rosados elevados en la areola. Para la semana 16,
se secreta un líquido claro llamado calostro y puede ser exprimido del pezó n. Para la
semana 20, se han desarrollado má s pigmentació n y manchas en la areola. La figura 22-6
ilustra los cambios en la mama.
Acidez
La acidez estomacal en el embarazo se produce porque la progesterona provoca la
relajació n del esfínter gastroesofá gico. Otra causa de acidez estomacal en el tercer
trimestre es el empuje hacia arriba del ú tero agrandado. Este desplazamiento hacia arriba
ejerce presió n sobre el estó mago. Hay una disminució n de la motilidad gá strica, así como
una disminució n de la secreció n de á cido gá strico, lo que retrasa la digestió n.
Dolor de espalda
FIGURA 22-7. Cambios en la piel debido a los altos niveles de hormonas ová ricas,
placentarias y pituitarias. A, Línea negra. B, Cloasma.
vivificació n
Cambios en la piel
Alteraciones en la micció n
A partir de la sexta semana, los síntomas de la vejiga urinaria son comunes. Se cree que el
aumento de la frecuencia de la micció n es causado por el aumento de la vascularizació n de
la vejiga, así como por la presió n del ú tero en crecimiento sobre la vejiga. A medida que el
ú tero se eleva por encima de la pelvis, los síntomas tienden a remitir. Sin embargo, a corto
plazo, los síntomas urinarios reaparecen cuando la cabeza fetal se asienta en la pelvis
materna y afecta la capacidad de volumen de la vejiga urinaria.
Flujo vaginal Un flujo vaginal asintomá tico, blanco y lechoso es comú n ya que los niveles
elevados de estró geno aumentan la producció n de moco cervical y secreciones de las
paredes vaginales.
FIGURA 22-8. Estrías gravídicas del abdomen. Nó tese también la línea negra.
FIGURA 22-9. Estrías gravídicas de las mamas Nó tese también la marcada pigmentació n de
las areolas.
Chl
gravidarurr
Lin nigra
Fatiga
La fatigabilidad fá cil es comú n durante el embarazo temprano. Algunos médicos creen que
el estró geno tiene un efecto soporífero y es la causa de la fatiga.
Otros síntomas Varios otros síntomas se observan con frecuencia en mujeres embarazadas.
Estos incluyen venas varicosas, dolor de cabeza, calambres en las piernas, hinchazó n de los
pies y las manos, estreñ imiento, sangrado de las encías, insomnio y "mareos".
Obstétrico
Evaluació n de riesgos
Añ os
Las mujeres mayores tienen un mayor riesgo de concebir fetos con anomalías
cromosó micas. La posibilidad de tener un hijo con anomalías cromosó micas es de
aproximadamente 1 en 200 a los 35 añ os y alcanza aproximadamente 1 en 20 a los 44 añ os.
Las mujeres menores de 20 añ os generalmente dan a luz a má s bebés prematuros y bebés
con menor peso al nacer que las mujeres de 25 añ os. -35 añ os de edad.
Paridad
Las mujeres que han tenido má s de cinco hijos tienen un mayor riesgo de placenta previa y
placenta acreta, posiblemente debido a la cicatrizació n del endometrio. La hemorragia
posparto y la ruptura uterina también son má s comunes en este grupo de mujeres.
Altura
Las mujeres que miden menos de 5 pies de altura generalmente tienen pelvis pequeñ as y,
por lo tanto, pueden ser propensas a la desproporció n cefalopélvica* y pueden requerir
cesá reas.
Peso durante el embarazo La mortalidad perinatal aumenta entre las mujeres cuyo peso
inicial antes del embarazo es inferior a 120 libras, especialmente si su aumento de peso
durante el embarazo es inferior a 11 libras.
* Disparidad entre el tamañ o de la pelvis materna y la cabeza fetal que impide el parto
vaginal.
Infecciones de transmisió n sexual Debido a que la terapia médica para una madre con virus
de inmunodeficiencia humana (VIH) positivo puede reducir la transmisió n de la infecció n al
feto en má s de dos tercios, es obvio que la identificació n de las madres con VIH es esencial.
Aunque no se le puede exigir a la madre que se haga la prueba del VIH, es obligatorio que se
le aconseje sobre el valor de la prueba. Una historia de herpes simple genital requiere la
detecció n de recurrencias cerca del momento del parto, ya que puede ser necesario realizar
una cesá rea para prevenir la transmisió n al recién nacido.
Una pregunta que la mayoría de las mujeres tienen después de que les dicen que está n
embarazadas es: "¿Cuá ndo debo esperar?". Para calcular la fecha esperada de parto (EDC),
primero determine la fecha de inicio del ú ltimo período menstrual (FUM) y luego calcule la
EDC de la siguiente manera: FUM 29/12/00 Retroceda 3 meses 29/9/00 Agregar 1 añ o
29/09/01 Agregar 7 días 06/10/01 = EDC Alternativamente, el EDC se puede calcular
agregando 9 meses y 7 días al primer día del LMP. Este cá lculo se basa en una gestació n de
280 días y se conoce como la regla de N(gele. Al conocer el EDC, el examinador puede
predecir el tamañ o del ú tero en el examen físico, siempre que el FUM sea correcto y que la
concepció n realmente haya ocurrido. Si el tamañ o del ú tero difiere significativamente del
esperado segú n la EDC, se deben determinar las causas, la ecografía y otras pruebas de
diagnó stico pueden ser ú tiles para fechar un embarazo.
Impacto
El embarazo puede ser uno de los momentos má s emocionantes en la vida de una mujer o
uno de los peores. Incluso una mujer que experimenta alegría al quedar embarazada puede
sufrir ansiedad durante el embarazo. "¿Será normal el bebé?... ¿Có mo toleraré el parto?...
¿Có mo cambiará mi vida el bebé?... He engordado tanto. ¿Seré capaz de soportarlo algú n
día?" ¿apagado?" Estas son solo algunas de las muchas preguntas que comú nmente hacen
las mujeres embarazadas, y estos problemas causan gran parte de su ansiedad. La ansiedad
por la imagen corporal es comú n a medida que avanza el embarazo. El embarazo puede
empeorar una enfermedad psiquiá trica existente, y el embarazo y el período posparto
pueden ser lo suficientemente estresantes como para inducir una enfermedad psiquiá trica.
Se ha estimado que una de cada cinco mujeres embarazadas desarrolla algú n tipo de
problema de salud mental durante el embarazo. Ademá s, se produce un episodio psicó tico
grave en 1-2 mujeres por cada 1000 nacidos vivos. La depresió n es comú n durante el
embarazo; casi el 15% de todas las mujeres embarazadas sufren algú n grado de depresió n
durante el embarazo, y el 8% sufre depresió n durante el puerperio. La tristeza posparto
puede estar relacionada con la bajada después del parto, la pérdida de sueñ o durante el
trabajo de parto, la ansiedad sobre la capacidad de cuidar al niñ o, el dolor perineal, las
dificultades para alimentarse y la preocupació n por la apariencia. Afortunadamente, la
depresió n posparto suele ser autolimitada y remite en una semana. Las mujeres con mayor
riesgo de desarrollar depresió n posparto son aquellas con un embarazo no deseado y
aquellas con dificultades maritales. La tranquilidad y el apoyo comprensivos pueden
ayudar a una mujer a volver a su estado inicial. En pacientes previamente psicó ticas, es
probable que ocurra depresió n o esquizofrenia durante el período posparto. Confusió n.
pueden producirse delirios paranoides y desorientació n. Un síntoma importante es la
aversió n al bebé. Debido a que el abuso infantil es comú n en este grupo de pacientes, sus
síntomas deben identificarse rá pidamente.
Físico
Examen
El equipo necesario para el examen de la mujer embarazada es el mismo que para la mujer
no embarazada. Ademá s, se pueden usar instrumentos especializados como un escá ner
Doppler ultrasó nico o ultrasó nico o un fetoscopio para escuchar el corazó n del feto. El
escá ner ultrasó nico puede detectar los latidos del corazó n del feto desde las semanas 6-7;
se usa un escá ner Doppler ultrasó nico alrededor de la semana 10; y se puede usar un
fetoscopio o un estetoscopio después de la semana 20 para auscultar los latidos cardíacos
fetales. Trate siempre de que el paciente esté lo má s có modo posible. Debe ser examinada
en un ambiente có modo, con atenció n a la privacidad. Comente con ella todos los
procedimientos que va a realizar. La bata del paciente debe abrirse por delante para
facilitar la exploració n. Cubrir al paciente es lo mismo que se discutió en los capítulos
anteriores. Si la paciente se encuentra en avanzado estado de gestació n, evite que se
acueste boca arriba durante mucho tiempo, ya que el ú tero grá vido disminuirá el retorno
venoso y producirá hipotensió n en decú bito supino. Es ú til que la mujer orine antes del
examen pélvico. Como siempre. lá vese las manos antes de comenzar el examen. Asegú rese
de que sus manos estén calientes y secas. Debido a que el examen de la mujer embarazada
es idéntico a los exá menes descritos en los otros capítulos de este libro, aquí solo se
analizan técnicas especiales y modificaciones para el embarazo.
• Inspecció n de los dientes y las encías • Palpació n de la glá ndula tiroides • Auscultació n
del corazó n y los pulmones • Examen de las mamas y los pezones • Examen del abdomen •
Examen de las piernas en busca de varices y edema • Examen de la pelvis • Inspecció n de
los vagina y cuello uterino • Estudio citoló gico (prueba de Papanicolaou) • Muestra de
clamidia y gonorrea Siempre que sea posible, se debe realizar una ecografía alrededor de
las 16 a 20 semanas para confirmar que el embarazo está progresando normalmente, para
detectar fetos mú ltiples, para estimar la madurez de el feto y para reconocer cualquier
anormalidad importante.
Cabeza, ojos, oídos, nariz, garganta y cuello Inspeccione la cara. ¿Está presente el cloasma?
¿Cuá l es la textura del cabello y la piel? Inspeccione la boca. ¿Cuá l es el estado de los dientes
y las encías? Palpar la tiroides. ¿Está agrandado simétricamente?
Tó rax Inspeccione, palpe y ausculte el tó rax. ¿Hay alguna evidencia de dificultad para
respirar?
Corazó n
Palpe el punto de má ximo impulso (PMI). ¿Está desplazado lateralmente? Durante las
ú ltimas etapas del embarazo, el ú tero grá vido empuja hacia arriba el diafragma y el PMI se
desplaza lateralmente. Auscultar el corazó n. Los soplos de eyecció n sistó licos son comunes
durante el embarazo como resultado del estado hiperdiná mico. Los soplos diastó licos son
siempre patoló gicos.
Pechos
Abdomen Inspeccione la línea nigra y las estrías gravídicas. Fíjate en el contorno del
abdomen. Palpar el abdomen. El examinador puede sentir el movimiento fetal después de
24 semanas. ¿Hay contracciones uterinas? Sostenga su mano sobre el abdomen mientras el
ú tero se relaja. Utilice una cinta métrica para evaluar la altura del fondo. La medida debe
tomarse desde la parte superior de la sínfisis del pubis en línea recta hasta la parte
superior del fundus, con la vejiga vacía. La figura 22-11 muestra la técnica. Entre las
semanas 18 y 32, la medida superior-inferior en centímetros debe ser igual al nú mero de
semanas de gestació n. El ú tero se eleva y entra en el abdomen a las 12 semanas. Alcanza el
ombligo a las 24 semanas y está justo debajo del margen costal a las 36 semanas. La
reducció n de la altura del fondo uterino que generalmente ocurre entre las semanas 38 y
40 se llama aligeramiento y es el resultado del descenso del feto a la pelvis, o "caída". La
figura 22-12 muestra el tamañ o aproximado del ú tero por semanas. Auscultar el corazó n
fetal y determinar la frecuencia cardíaca fetal (FCF) y anotar su ubicació n. A lo largo del
embarazo, la FHR es de aproximadamente 120-160 latidos por minuto. Desde la semana 12
a la 18, la FCF suele detectarse en la línea media del abdomen inferior. Después de las 30
semanas, la FCF se escucha mejor sobre el tó rax o la espalda del feto. Conocer la ubicació n
de la espalda fetal es ú til para determinar dó nde escuchar la FCF.
Genitales Inspeccione los genitales externos. ¿Hay alguna lesió n presente? Inspeccione el
ano. ¿Hay varicosidades presentes?
664
Con los guantes puestos, realice un examen con espéculo como se describe en el Capítulo
18, Genitales femeninos. Inspeccione el cuello uterino. Un color azul oscuro es
característico del embarazo y ocurre entre las semanas 6 y 8 de gestació n. ¿Está dilatado el
cuello uterino? Si es así, las membranas fetales pueden verse dentro. Tenga en cuenta el
cará cter de las secreciones vaginales. Obtenga estudios citoló gicos para una prueba de
Papanicolaou y un hisopo para Clamidia y gonorrea. A medida que se retira el espéculo.
inspeccionar las paredes vaginales. Las paredes vaginales son comú nmente violá ceas en el
embarazo. Retire el espéculo con cuidado. Realice un examen bimanual digital, prestando
especial atenció n a la consistencia, longitud y dilatació n del cuello uterino; la parte de
presentació n fetal (en embarazo avanzado); la estructura de la pelvis; y cualquier anomalía
de la vagina y el perineo. ¿Está cerrado el cuello uterino? Un cuello uterino nulíparo debe
cerrarse, mientras que un cuello uterino multípara puede permitir que la punta de un dedo
atraviese el orificio externo. Calcule la longitud del cuello uterino palpando el lado lateral
del cuello uterino desde la punta cervical hasta el fó rnix lateral. Solo a término debe
acortarse o borrarse el cuello uterino. La longitud normal del cuello uterino es de 1,5 a 2,0
cm. Palpar el ú tero en busca de tamañ o, consistencia y posició n. Un signo temprano de
embarazo, alrededor de las 6 a 12 semanas, es el ablandamiento de todo el istmo del cuello
uterino y se conoce como signo de Hegar. Durante el examen bimanual del ú tero, el
examinador notará un reblandecimiento extremo del segmento uterino inferior. Esto
produce una sensació n de proximidad de los dedos de las manos vaginales (internas) y
abdominales (externas). La técnica para evaluar la presencia del signo de Hegar se ilustra
en la figura 22-13. La palpació n bimanual del ú tero es ú til hasta las 12-14 semanas de
gestació n. Después de eso, el ú tero se puede palpar abdominalmente. Las partes fetales
generalmente se palpan a partir de las 26 a 28 semanas de gestació n mediante un examen
abdominal (descrito má s adelante). Palpar los anexos. Al principio del embarazo, el cuerpo
lú teo puede palparse como una masa quística en un ovario. A medida que retira la mano de
la vagina, evalú e los mú sculos pélvicos. Un examen rectovaginal no está indicado a menos
que la mujer tenga un ú tero en retroversió n o retroflexió n.
Extremidades Inspeccione si hay vá rices. ¿Hay edema presente? Esto completa el examen
inicial de rutina.
Exá menes prenatales subsiguientes Los exá menes prenatales subsiguientes son
importantes para detectar alteraciones del crecimiento fetal, presentaciones anó malas,
anemia, preeclampsia y otros problemas. Todas las partes del examen que acabamos de
describir se realizan de forma rutinaria durante cada visita. Esta secció n se refiere al
examen abdominal. El examen físico debe confirmar que el crecimiento fetal es consistente
con la edad gestacional. Luego se debe prestar atenció n a la evaluació n de la posició n y la
presentació n del feto. Desde la semana 28 de gestació n hasta el término, las siguientes
cuatro maniobras, conocidas como maniobras de Leopold, brindan informació n vital para
el examinador sobre estas preguntas importantes. El paciente se acuesta en decú bito
supino para estas maniobras. La primera maniobra se utiliza para evaluar el polo superior
y define la parte fetal en el fondo del ú tero. Pá rese frente a la paciente a su lado y palpe
suavemente el fondo uterino superior con los dedos para determinar qué polo fetal está
presente. Esta técnica se muestra en la figura 22-14. Por lo general, las nalgas fetales se
palpan en el polo superior. Se sienten firmes pero irregulares. En una presentació n de
nalgas, la cabeza está en el polo superior. La cabeza se siente dura y redonda y suele ser
movible. La segunda maniobra se utiliza para localizar la posició n de la espalda fetal. De pie
en el mismo lugar que en la primera maniobra, coloque las palmas de las manos a ambos
lados del abdomen y aplique una presió n suave sobre el ú tero para identificar la espalda y
las extremidades fetales, como se muestra en la figura 22-15. Por un lado, se palpa la
espalda fetal: redondeada, lisa y dura. En el otro lado está n las extremidades, que son
nodulares o abultadas, y se pueden sentir patadas. La tercera maniobra es palpar el polo
inferior del feto. Desde la misma posició n que en las dos primeras maniobras, utilice el
pulgar y los dedos de una mano para sujetar la parte inferior del abdomen materno justo
por encima de la sínfisis del pubis. Esta maniobra se ilustra en la figura 22-16. Si la porció n
de presentació n no está enganchada, se palpa una parte mó vil, generalmente la cabeza del
feto. Si la porció n de presentació n está enganchada, esta maniobra indica que el polo
inferior del feto está fijo en la pelvis. La cuarta maniobra se realiza para confirmar la
porció n de presentació n y localizar el lado de la prominencia cefá lica. Ahora debe pararse
al lado del paciente, de frente
AB
Primera maniobra
FIGURA 22-15. Segunda maniobra de Leopoldo. A, Posició n de las manos sobre el abdomen.
B, Ilustració n de la relació n de las manos y el feto.
AB
Cuarta maniobra
sus pies. Coloque sus manos a cada lado de la parte inferior del abdomen. Con la punta de
los dedos, ejerza una presió n profunda en la direcció n de la entrada de la pelvis, como se
indica en la figura 22-17. Si la porció n de presentació n es la cabeza y la cabeza se flexiona
normalmente, la prominencia cefá lica detendrá una mano mientras la otra mano desciende
má s adentro de la pelvis. En una presentació n de vértice, la prominencia cefá lica está del
mismo lado que las partes pequeñ as del feto. En una presentació n de vértice con la cabeza
extendida, la prominencia está en el lado de la espalda. El parto es el proceso de
nacimiento. El diagnó stico y el mecanismo del trabajo de parto son temas complejos y está n
má s allá del alcance de este libro. Se remite al lector a las referencias al final de este
capítulo para las discusiones de estos temas.
El sangrado durante el embarazo es comú n. Las causas pueden ser benignas o graves y
varían segú n la etapa del embarazo. El sangrado del primer trimestre puede indicar la
implantació n del ó vulo, o puede indicar cervicitis o varicosidades vaginales. Má s
gravemente, podría indicar una amenaza, un aborto inevitable, incompleto o completo.
Siempre se debe considerar una amenaza de aborto cuando se presenta sangrado vaginal
en las primeras 20 semanas de embarazo. Se puede diagnosticar un aborto inevitable si una
paciente presenta durante la primera mitad del embarazo sangrado y dolor abdominal tipo
có lico en asociació n con un cuello uterino dilatado y/o un chorro de líquido (rotura de
membranas) sin salida de los productos de la concepció n. Un aborto incompleto o completo
ocurre cuando parte o la totalidad de los productos de la concepció n se expulsan a través
del cuello uterino hacia la vagina y se eliminan del cuerpo. El sangrado del segundo o tercer
trimestre se observa en aproximadamente el 3% de todos los embarazos. Alrededor del
60% de estos episodios de sangrado son el resultado de placenta previa o desprendimiento
prematuro de placenta. Ambas condiciones pueden poner en grave peligro a la madre y al
feto.
• Vocabulario ú til Aquí se enumeran las raíces específicas que son importantes en la
terminología relacionada con la paciente embarazada. Raíz Perteneciente a la definició n del
ejemplo -par(ere) parity multipara Una mujer que ha tenido dos o má s embarazos que
dieron como resultado descendencia viable -embarazo grá vido primigrá vida Una mujer
embarazada por primera vez part- partus par/urient Dando a luz; una mujer en trabajo de
parto puer- puerperium puerpera Una mujer que acaba de dar a luz -cyesis embarazo
pseudocyesls Embarazo falso -tocia trabajo distocia Trabajo de parto anormal -natal parto
prenatal Antes del nacimiento Iochi- posparto Iochiorrhea Secreció n anormalmente
profusa de Iochia flujo vaginal
Bibliografía
Andolsek KM: Atenció n obstétrica: está ndares de manejo prenatal, intraparto y posparto.
Philadelphia, Lea & Febiger, 1990. Cunningham FG, MacDonald PC, Gant NF, et al: Williams
Obstetrics, 19th ed. Norwalk, CT, Appleton y Lange. 1993. Dawes MC, Ashurst H: pesaje de
rutina en el embarazo. BMJ 304:487, 1992. Herbert WNP, Bruninghaus HM, Barefoot AB, et
al: Aspectos clínicos de la auscultació n cardíaca fetal. Obstet Gynecol 69:574, 1987. Murphy
SL: Deaths: Final Data for 1998. National Vital Statistics Report. Vol. 48 (II). Hyattsville, MD,
Centro Nacional de Estadísticas de Salud, 2000. Servicio de Salud Pú blica, Departamento de
Salud y Servicios Humanos de EE. UU.: Cuidando Nuestro Futuro: El Contenido de la
Atenció n Prenatal. Washington, DC, Imprenta del Gobierno de EE. UU., 1989.
CAPÍTULO 23
Los niñ os no son como los hombres ni las mujeres; son criaturas casi tan diferentes, en
muchos aspectos, como si nunca hubieran de ser lo uno o lo otro; son tan diferentes como
los capullos son diferentes de las flores, y casi como las flores son diferentes de los frutos.
Consideraciones Generales
Datos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud, 3700 East-Weft Highway, Hyattsville,
MD 20782.
671
los
La historia pediá trica, al igual que la historia adulta, se obtiene antes de realizar el examen.
Durante este período, el niñ o puede acostumbrarse al entrevistador. Sin embargo, a
diferencia de la historia del adulto, gran parte de la historia pediá trica se toma de los
padres o tutores. Si el niñ o tiene la edad suficiente, entrevístelo también. La buena
comunicació n con el niñ o es la clave para un trabajo exitoso, al igual que con un adulto. Un
bebé se comunica llorando y, al hacerlo, indica que algo anda mal. Aunque los niñ os
mayores pueden comunicarse a través del lenguaje, a menudo usan el llanto como
respuesta al dolor o para expresar malestar emocional. Este modo de comunicació n merece
atenció n. Los recién nacidos a menudo se comunican mediante arrullos y balbuceos. Esta
forma de comunicació n generalmente representa satisfacció n. En las primeras etapas, los
niñ os usan sonidos para imitar palabras, así como gestos para comunicarse. Alrededor de
los 10 a 12 meses de edad, los niñ os suelen decir su primera palabra, generalmente "papá "
o "mamá ". A los 2 añ os de edad, su vocabulario puede contener má s de 200 palabras. A los
3 añ os, los niñ os pueden armar oraciones de cinco o seis palabras de un vocabulario de
1500 palabras. Para cuando tengan 6 añ os de edad. pueden comunicarse en oraciones má s
largas, con un vocabulario de varios miles de palabras. El examinador debe prestar
atenció n a todo lo que dice un niñ o. Las interacciones entre el niñ o y el entrevistador
pueden ser mutuamente beneficiosas. Los niñ os son sensibles al tono de voz del
examinador, que debe modularse con cuidado. Una buena relació n con un niñ o comienza
por hacerse amigo de él o ella. No llevar bata blanca puede aliviar algunos de los miedos del
niñ o. Una de las mejores maneras de hacer que un niñ o se sienta có modo es mediante
elogios. Cuando uno está hablando con un niñ o, es ú til decir: "Gracias por quedarse quieto.
Eso hace que el examen sea má s fá cil". El uso de "Eres un buen chico" o "'Eres una chica
muy dulce" debe reducirse al mínimo, ya que esto puede producir vergü enza. Por lo tanto,
se debe elogiar el comportamiento del niñ o y no su personalidad.
Mientras se toma la historia del padre o del niñ o, a menudo es ú til establecer contacto físico
con el niñ o. Tocar un brazo o frotar su espalda contribuye en gran medida a establecer una
buena relació n. Aunque la mayor parte de la historia se obtiene de los padres o tutores, se
le hacen algunas preguntas al niñ o. Hay dos reglas simples para hacer preguntas a los
niñ os: 1. No haga demasiadas preguntas demasiado rá pido. 2. Utilice un lenguaje sencillo.
Los entrevistadores a menudo se sorprenden de lo bien que un niñ o puede responder a las
preguntas formuladas de acuerdo con estas reglas. Es ú til dedicar tiempo a observar al niñ o
mientras juega mientras entrevista a uno de los padres. También es gratificante permitir
que un niñ o pequeñ o juegue con un estetoscopio. depresor de lengua o linterna para
"hacerse amigo" del equipo que se utilizará má s adelante en el examen físico. La historia
pediá trica consiste en lo siguiente: • Queja principal • Historial de la enfermedad actual •
Historial médico pasado • Vacunas • Historial de nacimiento • Crecimiento y desarrollo •
Nutrició n • Historial social • Historial familiar • Revisió n de sistemas Bá sicamente, la queja
principal y la historia de la enfermedad presente se obtienen de la misma manera que con
el paciente adulto. La secció n de historial médico anterior contiene informació n má s
detallada sobre vacunas y la gravedad y complicaciones de cualquier enfermedad infantil
que la secció n de adultos. El calendario de vacunació n recomendado actual se muestra en la
Tabla 23-1. Haga las siguientes preguntas: "¿Ha recibido el niñ o vacunas DPT*? ¿Cuá ntas?
¿En qué fechas?" "¿El niñ o recibió la vacuna contra la poliomielitis por vía oral? ¿Cuá ntas
veces? ¿Cuá les fueron las fechas?" "¿El niñ o ha recibido vacunas contra el sarampió n?
¿Paperots? ¿Sarampió n alemá n (rubéola)? ¿HIB*?" Si es así, registre las fechas para cada
uno. "¿Ha tenido el niñ o alguna reacció n a las inyecciones anteriores?" "¿El niñ o ha tenido
una prueba de tuberculosis? ¿Cuá ndo? ¿Cuá l fue el resultado?" "¿El niñ o ha recibido otras
inyecciones? ¿BCG? ¿Pneumocó cica? ¿Hepatitis B?" "¿El niñ o ha tenido otras vacunas o
pruebas?" "¿Ha tenido el niñ o alguna de las siguientes enfermedades: sarampió n, varicela,
tos ferina, paperas, difteria, sarampió n alemá n, estreptococos, fiebre reumá tica, neumonía,
tuberculosis?" Si es así, pregunte sobre la gravedad y las complicaciones. "¿Ha tenido el
niñ o algú n accidente grave? ¿Cirugía? ¿Algú n otro problema médico?" "¿Ha tenido el niñ o
alguna convulsió n?" "¿Ha mostrado el niñ o algú n apetito por cosas inusuales como arcilla,
tiza o pintura descascarada?" "¿El niñ o tiene asma?"
* Difteria. tos ferina y tétanos. vacuna contra Haernoplilus influenzae tipo B; esto se
recomienda para niñ os de 2 a 6 añ os de edad. HIB es la causa má s frecuente de meningitis y
es una de las principales causas de epiglotitis, artritis séptica, celulitis, pericarditis, sepsis y
neumonía en niñ os menores de 6 añ os. Los niñ os menores de 18 meses muestran una
respuesta inmunoló gica deficiente a esta vacuna de polisacá ridos; por lo tanto,
generalmente no se administra hasta los 2 añ os de edad. :Bacille Calmette-Gurin; esto se
usa para proteger contra las complicaciones de la tuberculosis primaria. Esta vacuna no se
administra en los Estados Unidos, pero se usa comú nmente en Europa y América Central y
del Sur.
Otra pregunta que hacer es. "¿Tiene el niñ o dificultad para seguir el ritmo de otros niñ os?"
La respuesta a esta pregunta puede proporcionar informació n valiosa sobre el desarrollo
del niñ o desde la perspectiva de los padres. Las alergias son pertinentes a la historia
médica pasada. Determinar la existencia de alergias a penicilinas, alimentos u otras
sustancias. El problema má s comú n asociado con las alergias a los medicamentos es el
desarrollo de una erupció n. Las erupciones, sin embargo, son comunes en los niñ os y
pueden haber ocurrido coincidentemente en el momento en que se recetó un
medicamento. Por lo tanto, determine si el medicamento fue la causa de la erupció n.
También es bien conocido que ciertos estados virales "sensibilizan" a un paciente a un
medicamento. El medicamento puede administrarse en otros momentos sin ningú n
problema. Cada vez que un padre describa una "alergia a un medicamento", haga las
siguientes preguntas: "¿Có mo sabe que el niñ o es alérgico a...?" "¿Có mo fue el sarpullido?"
"¿Tuvo el niñ o algú n problema ademá s de la erupció n?" "¿Cuá nto tiempo después de
comenzar el medicamento* apareció la erupció n?" "Después de suspender el medicamento,
¿cuá nto tiempo duró la erupció n?" "¿El niñ o ha vuelto a tomar el medicamento con
recurrencia de la erupció n?" Una parte importante de la historia pediá trica es la historia
del nacimiento. Una apertura como "¿Có mo estuvo tu embarazo?" puede ser un [[ que se
necesita para iniciar esta parte de la historia clínica. Determinar cualquier problema
materno, medicamentos tomados, enfermedades, sangrado y si se tomaron radiografías
durante el embarazo. Haga las siguientes preguntas: "¿Tuvo alguna enfermedad durante su
embarazo?" Si es así, pídale a la madre que los describa. "¿Cuá nto peso subiste durante tu
embarazo?" "Durante su embarazo, ¿tomó alguna droga, recreativa o de otro tipo? ¿Bebió
alcohol? ¿Se hizo alguna radiografía? ¿Tuvo algú n sangrado anormal?" "¿Le dijeron durante
su embarazo que tenía presió n arterial alta? ¿Diabetes? ¿Proteína en la orina?" "¿Cuá nto
duró su trabajo de parto? ¿Hubo algú n problema inusual con él?" "¿Qué tipo de parto
tuviste, vaginal o cesá rea?" En caso de cesá rea, pregunte si el procedimiento se realizó
debido a un parto por cesá rea anterior. "¿Cuá l fue el peso del niñ o al nacer?" "¿El bebé salió
de cabeza o de pies?" "¿Se usaron fó rceps durante el parto?" "¿Le informaron de alguna
anormalidad al nacer?" "¿Le dijeron las puntuaciones de Apgar?" "¿Experimentó el niñ o
algú n problema en la sala de recién nacidos, como dificultades para respirar? ¿Color?
¿Alimentació n?" "¿El niñ o recibió oxígeno en la guardería?" "¿El niñ o se fue a casa contigo?"
Si no, pregunta por qué no. Las características del niñ o durante la infancia indican un
progreso temprano en el desarrollo. Los hitos del desarrollo son ú tiles para determinar
patrones normales. Estos hitos del desarrollo reflejan la capacidad del niñ o en cuatro á reas:
motricidad gruesa, lenguaje, motricidad fina y desarrollo personal. Se deben hacer las
siguientes preguntas: "¿El niñ o fue amamantado? ¿Alimentado con biberó n? ¿Durante
cuá nto tiempo?" "¿Describiría a su hijo como activo, promedio o tranquilo?" "¿Ha tenido
alguna vez el niñ o problemas de vó mitos, diarrea, estreñ imiento, có licos?" "¿Alguna vez el
niñ o no logró progresar o alguna vez perdió alguna habilidad que alguna vez tuvo?"
"¿Cuá ndo fue la primera vez que el niñ o durmió toda la noche?"
* El sarpullido típico de ampicillin ocurre alrededor de 7-8 días después de que se inicia el
medicamento y no se considera una alergia a la penicilina. IA Determinació n rá pida del
estado cardiopulmonar del niñ o al nacer. Esto se analiza má s adelante en el capítulo.
"¿A qué edad el niñ o se sentó sin apoyo? ¿Agitó 'adió s'? ¿Reconoció objetos por su nombre?
¿Caminaba sin apoyo? ¿Aprendió a hablar? ¿Subió y bajó escaleras sin apoyo? ¿Aprendió a
vestirse solo? ¿Aprendió a amarrarse los zapatos? ? hacer oraciones de tres a cinco
palabras?" "¿A qué edad fue entrenado el niñ o para ir al bañ o?" "¿Qué edad crees que tu
hijo actú a ahora?" El Denver Developmental Screening Test fue desarrollado para detectar
retrasos en el desarrollo en los primeros 6 añ os de vida de un niñ o, con especial énfasis en
los primeros 2 añ os. Está estandarizado sobre la base de los hallazgos de un gran grupo de
niñ os en el á rea de Denver. Se prueban las cuatro á reas principales de desarrollo indicadas
anteriormente. La figura 23-1 muestra esta prueba. Se traza una línea de arriba a abajo
segú n la edad del niñ o. Prueba cada uno de los hitos atravesados por esta línea. Cada hito
tiene una barra que indica el porcentaje de la població n "está ndar" que debería poder
realizar esta tarea. La falta de ejecució n de un ítem aprobado por el 90% de los niñ os es
significativa. Dos fallas en cualquiera de las cuatro á reas principales indican un retraso en
el desarrollo. Esta prueba es un dispositivo de detecció n de retrasos en el desarrollo; no es
una prueba de inteligencia. El funcionamiento actual del niñ o proporciona una idea de las
características presentes. El desarrollo social, motor y del lenguaje del niñ o, así como la
maduració n, se reflejan en el comportamiento actual. Una buena manera de abordar este
tema es preguntar: "¿Có mo describiría a su hijo como persona?" Sobre la base de la
respuesta de los padres, es ú til hacer estas preguntas: "¿Qué es lo que má s disfruta de su
hijo? ¿Qué es lo que menos?" "¿Su hijo generalmente completa lo que comienza?" "¿Có mo
se lleva su hijo con otros niñ os de su edad?" "¿Cuá ntas horas duerme su hijo cada noche?"
"¿El niñ o tiene pesadillas recurrentes?" "¿El niñ o tiene rabietas?" "¿Qué tipo de
responsabilidad se le puede dar?" "¿Qué edad tenía su hijo cuando comenzó la escuela?"
"¿En qué grado está él o ella ahora?" "¿Có mo le va en la escuela?" "¿É l o ella alguna vez se
ha quedado atrá s?" "¿Cuá l es el nivel de grado de lectura de su hijo? ¿Matemá ticas?" "¿Qué
le gusta hacer a su hijo durante su tiempo libre?" "¿Qué tipo de cosas le asustan?" "¿Có mo
se lleva el niñ o con sus hermanos y hermanas?" Es ú til preguntar si el niñ o tiene algú n
há bito perturbador. Esta pregunta le permite al padre o tutor ventilar cualquier inquietud
no expresada anteriormente. Esto se puede preguntar de la siguiente manera: "¿Hay algo
en el comportamiento del niñ o que le preocupa o que es diferente al de otros niñ os?" Las
preguntas apropiadas para la edad relacionadas con la nutrició n son importantes. Las
consecuencias a largo plazo de la desnutrició n incluyen desarrollo neuroló gico defectuoso,
retraso en el crecimiento y disminució n de la inmunocompetencia. Comer en exceso con
una dieta desequilibrada puede ser igualmente perjudicial. Por lo tanto, el conocimiento de
la nutrició n durante la infancia y la niñ ez es vital. Para el recién nacido, determine lo
siguiente: "¿El niñ o está siendo amamantado?" Si es así, "¿Con qué frecuencia?" "¿Se
administra fluoruro suplementario?" "¿Cuá ntas onzas de fó rmula* se le da al bebé al día?"
Hasta que el bebé cumpla 1 añ o, la leche materna o fó rmula infantil debe ser su alimento
principal. La leche de vaca puede estar bien para los niñ os mayores, pero es demasiado
dura para el sistema digestivo de los bebés. Ademá s, no cubre las necesidades nutricionales
del niñ o durante el primer añ o de vida. Existen algunas diferencias importantes entre la
leche de vaca y la leche materna: la leche de vaca tiene demasiada proteína, muy poco
hierro y demasiado sodio; la cantidad de
denver ii
MESES I
SELECCIONE LÍNEA MÁ S LARGA COPIAR - DIBUJAR PERSONA SP$ COPIAR ' TOWERFB Ll
PRUEBA DE COMPORTAMIENTO
(Marque las casillas para la 1.ª, 2.ª o 3.ª prueba) Típica 1 2 3 Sí III No Cumplimiento (Ver
Nota 31) 1 2 3 Siempre Cumple Usualmente Cumple Rara vez Cumple Interés en el entorno
123
MESES 2 4 6 9 12 15 18 24 3 4 5 AÑ OS
FIGURA 23-1. Prueba de detecció n del desarrollo de Denver. (Reimpreso con autorizació n
de William K. Frankenburg, MD, Denver Developmental Materials, Inc., Denver, CO.)
1. Trate de hacer que el niñ o sonría sonriendo, hablando o saludando con la mano. No lo
toques. 2. El niñ o debe mirar la mano varios segundos. 3. Los padres pueden ayudar a guiar
el cepillo de dientes y poner pasta de dientes en el cepillo. 4. El niñ o no tiene que poder
atarse los zapatos ni abotonarse/cerrarse la cremallera en la espalda. 5. Mueva el hilo
lentamente en un arco de un lado al otro, aproximadamente 8" por encima de la cara del
niñ o. 6_ Pase si el niñ o agarra el cascabel cuando se lo toca con el dorso o la punta de los
dedos. 7. Pase si el niñ o trata de ver dó nde está el hilo El hilo debe dejarse caer
rá pidamente fuera de la vista de la mano del probador sin mover el brazo 8. El niñ o debe
transferir el cubo de una mano a otra sin la ayuda del cuerpo, la boca o la mesa.
9. Aprobar si el niñ o coge pasas con cualquier parte del pulgar y el índice. 10 La línea puede
variar solo 30 grados o menos de la línea del evaluador.{// 11. Cierre el puñ o con el pulgar
apuntando hacia arriba y mueva solo el pulgar. Aprobar si el niñ o imita y no mueve ningú n
otro dedo
que el pulgar.
I 12. Pase cualquier 13. ¿Qué línea es má s larga? 14. Pasa cualquier formulario de líneas.
Fail continuo (no má s grande). Gire el cruce de papel cerca de los movimientos redondos, al
revés y repita, en el punto medio. (pasar 3 de 3 o 5 de 6) Al dar los ítems 12, 14 y 15, no
nombre las formas. No demuestre 12 y 14. 16. Al anotar, cada par (2 brazos, 2 piernas, etc.)
cuenta como una parte. 17. Coloque un cubo en una taza y sacú dalo suavemente cerca del
oído del niñ o, pero fuera de la vista. Repita para el otro oído. 18. Señ ale la imagen y pídale
al niñ o que la nombre. (No se otorga crédito solo por los sonidos). Si se nombran
correctamente menos de 4 imá genes, pídale al niñ o que señ ale la imagen a medida que el
evaluador nombra cada una.
19. Usando una muñ eca, dígale al niñ o: Muéstrame la nariz, los ojos, las orejas, la boca, las
manos, los pies, la barriga, el cabello. Pase 6 de 8. 20. Usando dibujos, pregunte al niñ o:
¿Cuá l vuela?.., dice miau?.., habla?.., ladra?.., galopa? Pasar 2 de 5, 4 de 5. 21. Preguntar al
niñ o: ¿Qué haces cuando tienes frío?., ¿despedida?.., ¿hambre? Pase 2 de 3, 3 de 3. 22.
Pregú ntele al niñ o: ¿Qué haces con una taza? ¿Para qué sirve una silla? ¿Para qué sirve un
lá piz? Las palabras de acció n deben incluirse en las respuestas. 23. Pase si el niñ o coloca
correctamente y dice cuá ntos bloques hay en el papel. (1,5). 24. Dígale al niñ o: Ponga el
bloque sobre la mesa; bajo la mesa; delante de mí, detrá s de mí. Pase 4 de 4. (No ayude al
niñ o señ alando, moviendo la cabeza o los ojos.) 25. Pregunte al niñ o: ¿Qué es una pelota?...
¿lago?... ¿escritorio?... ¿casa?... ¿plá tano?. ., cortina?.., valla?.., techo? Aprobado si se define en
términos de uso, forma, de qué está hecho o categoría general (por ejemplo, el banano es
una fruta, no solo amarillo). Pase 5 de 8, 7 de 8. 26. Pregú ntele al niñ o: ¿Si un caballo es
grande, un rató n es __? ¿Si el fuego es caliente, el hielo es __? ¿Si el sol brilla durante el día, la
luna brilla durante el __? Pase 2 de 3. 27. El niñ o puede usar la pared o la baranda
solamente, no la persona. No puede gatear. 28. El niñ o debe lanzar la pelota por encima de
la cabeza a 3 pies al alcance del brazo del evaluador. 29. El niñ o debe realizar un salto largo
de pie sobre el ancho de la hoja de prueba (8 1/2 pulgadas). 30. Dígale al niñ o que camine
hacia adelante, =::)::3(:::)(-- taló n a 1 pulgada de la punta del pie. El evaluador puede
demostrar. El niñ o debe caminar 4 pasos consecutivos. 31. En el segundo añ o, la mitad de
los niñ os normales son incumplidores OBSERVACIONES:
la vitamina C, el cobre y el zinc en la leche de vaca son demasiado bajos para los bebés en
desarrollo, y los bebés absorben poco el tipo de grasa en la leche de vaca. Determine
cuá ntas onzas de leche y jugo bebe un niñ o pequeñ o. Infó rmese sobre el consumo diario de
verduras, frutas y proteínas. Al evaluar a niñ os mayores y adolescentes, haga las mismas
preguntas ademá s de preguntar sobre el consumo de comida chatarra y suplementos
vitamínicos. Diferenciar la diarrea de las heces líquidas. Si el bebé es amamantado, las
heces suelen ser un líquido amarillo o de color mostaza. Si el bebé se alimenta con biberó n,
es má s probable que las heces sean de color tostado amarillento. Los bebés frecuentemente
tienen heces verdes, marrones o grisá ceas. Las heces normales pueden ser sueltas o de
consistencia líquida, especialmente en bebés lactantes; esto no es lo mismo que la diarrea.
Con la diarrea, las heces son má s frecuentes y todas líquidas, y comú nmente quedan anillos
acuosos en el pañ al del bebé. Los cambios menores en las heces son comunes. Los bebés
normales tienen varias deposiciones al día, pero pueden pasar 1 o 2 días sin defecar. Las
heces pequeñ as como guijarros indican estreñ imiento. La historia social debe incluir las
ocupaciones de los padres, así como las condiciones de vida actuales. Haz estas preguntas:
"¿En cuá ntas habitaciones vives?" "¿Hay alguna mascota?" "¿Quién vive en la casa?" "¿El
niñ o duerme en su propia habitació n?" "¿Se cuida al niñ o en alguna otra casa?" "¿Quién
supervisa al niñ o durante el día?" "¿Có mo se divierte la familia junta?" "¿Los padres del
niñ o comparten la vida familiar?" "¿Cuá l es la condició n de la pintura y el yeso en su casa?"
"¿Ha tenido el niñ o alguna exposició n conocida al plomo?" El polvo y las virutas del
deterioro de la pintura a base de plomo son las fuentes má s comunes de exposició n al
plomo en los niñ os pequeñ os. El envenenamiento infantil por plomo sigue siendo un
problema en todo el mundo. En la ciudad de Nueva York, má s del 75 % de las unidades de
vivienda se construyeron antes de 1960, añ o en que se prohibió la pintura a base de plomo
para uso residencial. Los efectos del envenenamiento por plomo son má s generalizados y
duraderos en los niñ os de lo que se creía anteriormente. El envenenamiento por plomo
puede ser dañ ino para el desarrollo cognitivo y conductual de un niñ o. Los estudios han
demostrado que puede contribuir al aumento de la tasa de deserció n escolar en la escuela
secundaria. Incluso los niveles moderados de plomo pueden contribuir a las discapacidades
de lectura. Los niveles bajos se han relacionado con una inteligencia má s baja y con
deficiencias en el habla y la audició n. La exposició n prenatal y la exposició n en niñ os de 2 a
3 añ os de edad son motivo de especial preocupació n. Los Centros para el Control y la
Prevenció n de Enfermedades estiman que casi 750 000 niñ os en los Estados Unidos tienen
un exceso de plomo en el torrente sanguíneo. Niñ os menores de 6 añ os. especialmente los
niñ os de 1 y 2 añ os corren mayor riesgo. Aunque la pica (un deseo mó rbido de ingerir
sustancias no alimenticias como la tiza o el carbó n) se ha relacionado con el
envenenamiento por plomo, es má s comú n que los niñ os ingieran polvo que contiene
plomo a través de la actividad normal de llevarse la mano a la boca. Pregú ntele al padre o
tutor: "¿El niñ o vive o visita una casa que se construyó antes de 19607?" "¿Tiene el niñ o un
hermano, compañ ero de casa o amigo con un nivel sanguíneo elevado?" "¿Ha visitado el
niñ o otros países durante períodos de tiempo considerables?" "¿Vive el niñ o cerca de una
carretera principal, puente o tren elevado muy transitado?" "¿La familia usa cerá mica de
otro país?" "¿El niñ o entra en contacto con un adulto cuyo trabajo o pasatiempo implica la
exposició n al plomo?" Si la respuesta a alguna de estas preguntas es afirmativa, el niñ o
debe someterse a una prueba directa de plomo en sangre. Los niñ os con privació n sensorial
van con frecuencia a sus habitaciones y se mecen de un lado a otro. Un enfoque no
amenazante para averiguar si un niñ o hace esto sería decir: "Algunos niñ os tienen la
costumbre de mecerse de un lado a otro cuando está n solos. ¿Alguna vez ha notado que su
hijo hace esto?"
(?)
87 72 CC CC CC
70 72 CC HTA Obesidad
53 CC
56 80 Colon Ca CVA
HT
7O Cataratas
40 A y W
10 A y W
39 A&N
??
FIGURA 23-2. Á rbol de familia. A&W, vivo y bien; Ca, cá ncer; CC, cardiopatía coronaria;
ACV: accidente cerebrovascular; HTA, hipertensió n.
La historia familiar pediá trica es bá sicamente la misma que la del adulto. Obtenga los
nombres de ambos padres. No asuma que un hombre y una mujer que está n con el niñ o son
los padres o que está n casados. Siempre pregunte quiénes son los padres del niñ o.
Determinar la consanguinidad. Las enfermedades con tendencias familiares, como la
diabetes, la enfermedad de las arterias coronarias, la hipertensió n y el cá ncer, deben
incluirse en la historia clínica. Pregunte siempre si existe un patró n genético o familiar de
alguna enfermedad en algú n familiar. Dichas enfermedades incluyen hemofilia, enfermedad
de Tay-Sachs, distrofia muscular y corea de Huntington. Si hay una historia genética
anormal, se debe dibujar un á rbol genealó gico completo. En la Figura 23-2 se muestra un
ejemplo de un á rbol genealó gico. Se debe verificar la salud de todos los hermanos. Tenga en
cuenta también los padres de todos los hermanos. La revisió n de los sistemas es
esencialmente la misma que en la historia de adultos. En la historia del niñ o, sin embargo,
debe haber mayor énfasis en los síntomas relacionados con los sistemas respiratorio,
gastrointestinal y genitourinario. La alta incidencia de síntomas y enfermedades
relacionadas con estos sistemas obliga al entrevistador a ser metó dico en estas á reas. Haga
las siguientes preguntas: "¿Su hijo tiene dolores de garganta frecuentes? ¿dolores de
cabeza? ¿infecciones de oído? ¿sangrado nasal? ¿secreció n de oídos? ¿tos? ¿pulmonía?
¿secreció n nasal?" "¿Su hijo ronca? ¿Sibilancias?" "¿Alguna vez ha notado que su hijo deja
de respirar por má s de 5 segundos:?" "¿Alguna vez su hijo se ha despertado sin aliento?"
"¿Has notado que tu hijo duerme inquieto?" "¿Le han dicho que su hijo duerme mientras
está en la escuela?" "¿El niñ o respira por la boca?" "¿Có mo está el apetito del niñ o?" "¿Su
hijo tiene dolores de estó mago frecuentes? ¿diarrea? ¿estreñ imiento? ¿vó mitos?"
Esta es una característica de la apnea del sueñ o. I A menudo, una señ al de que el niñ o puede
tener apnea del sueñ o y sueñ o inquieto por la noche.
"¿Se ha quejado alguna vez el niñ o de ardor al orinar?" "¿Su hijo ha producido alguna vez
orina roja?" "¿El niñ o orina con frecuencia?" La pregunta final en la revisió n de los sistemas
le permite al padre discutir cualquier otra preocupació n que aú n no se haya cubierto. Un
ejemplo de tal pregunta es la siguiente: "¿Hay algo má s acerca de su hijo que le gustaría
decirme?" Hay 36 millones de adolescentes en los Estados Unidos, y constituyen casi el
15% de la població n total. Los pacientes adolescentes son demasiado mayores para ser
considerados niñ os pero demasiado jó venes para ser considerados adultos. Generalmente
es una época de crecimiento y desarrollo, no de enfermedad, aunque el 20% tiene algú n
tipo de problema de salud. Es durante la adolescencia que ocurre el segundo gran
crecimiento, tanto emocional como físico. Los adolescentes tienen muchos problemas.
Físicamente, pueden estar desarrollá ndose má s rá pido o má s lento que sus amigos; en
cualquier caso, son diferentes e incó modos. Tienen muchas preocupaciones acerca de los
cambios que ocurren en sus cuerpos. Hay muchos ajustes psicosociales durante la
adolescencia; estos incluyen establecer una imagen propia y un rol sexual adulto, lograr la
independencia de los padres y elegir una carrera. Los adolescentes tienen muchas
preguntas, pero con frecuencia tienen dificultades para obtener respuestas porque pueden
sentirse demasiado avergonzados para preguntarles a sus padres. Por lo general, la
entrevista y el examen físico de los adolescentes se realizan sin la presencia del padre o
tutor. El entrevistador debe asegurar al paciente que la entrevista será estrictamente
confidencial. El entrevistador podría comenzar la entrevista diciendo: "Durante esta
entrevista, le haré algunas preguntas muy personales para conocerlo mejor. Las respuestas
son muy importantes para su salud. Debido a que las respuestas son sensibles y personales,
lo prometo". que se mantendrá n confidenciales, só lo entre usted y yo. Espero que confíe en
mí". Con esto como introducció n, la mayoría de los adolescentes se sienten có modos
discutiendo sus problemas porque se garantiza la confidencialidad. La depresió n es comú n
entre la població n adolescente, especialmente en las niñ as. La preocupació n por sus
cuerpos es una de las razones por las que la adolescencia es má s estresante
emocionalmente para las niñ as que para los niñ os. Aunque las tasas de depresió n antes de
la pubertad son las mismas en niñ os y niñ as, las tasas son má s altas entre las niñ as entre
los 12 y los 13 añ os. Varios estudios han demostrado que la preocupació n de las niñ as por
su aspecto explica la mayor parte del aumento. Pueden estar convencidos de que son
demasiado bajos o demasiado altos, que su cabello es demasiado rizado o demasiado liso,
que son demasiado gordos o que tienen mal cutis. Hay algunos signos comunes de
depresió n en los adolescentes. Aunque tanto niñ os como niñ as pueden presentar estos
síntomas, suelen ser má s comunes en un sexo u otro. Má s comunes entre las niñ as son los
siguientes: • Distorsió n de la imagen corporal • Pérdida de apetito y peso • Falta de
satisfacció n Má s comunes entre los niñ os son los siguientes: • Irritabilidad • Aislamiento
social • Disminució n del rendimiento escolar El entrevistador debe abordar las á reas
generales de preocupació n y permitir que el adolescente responda. Un enfoque para
entrevistar al adolescente podría ser formular algunas o todas las siguientes preguntas: "La
mayoría de los adolescentes tienen algunas preocupaciones sobre el tamañ o y el desarrollo
de sus cuerpos. ¿Qué piensas?" "¿Crees que hay algo mal con el desarrollo de tu cuerpo?"
"¿Crees que hay algo gravemente mal con tu salud?" "¿Crees que hay algo malo con tus
sentimientos sobre el sexo?" "¿Có mo te describirías a ti mismo? ¿Tus estados de á nimo?"
"El estrés afecta a todos. ¿Qué te hace sentir má s estresado?" Los adolescentes a menudo
tienen muchas preguntas sobre las drogas recreativas, el control de la natalidad y las
enfermedades venéreas, pero tienen miedo de preguntarles a sus padres. El embarazo
adolescente sigue siendo un
Evaluació n general
Puntaje
Signo 0 1 2 Color Azul pá lido Cuerpo rosado con extremidades completamente rosadas azul
Frecuencia cardíaca Ausente Debajo de 100 Má s de 100 Irritabilidad refleja* Sin respuesta
Mueca Estornudo o tos Tono muscular Flacidez Cierta flexió n de las extremidades Buena
flexió n de las extremidades Esfuerzo respiratorio Ausente Débil, irregular bien, llorando
El acró nimo APGAR es ú til para recordar los exá menes de la prueba APGAR: Aspecto: color
Pulso: frecuencia cardíaca Mueca: irritabilidad refleja Actividad: tono muscular
Respiratorio: esfuerzo respiratorio
Piel
El color de la piel en los recién nacidos está parcialmente relacionado con la cantidad de
grasa presente. Los bebés prematuros generalmente se ven má s rojos porque tienen menos
grasa subcutá nea que los bebés a término. El recién nacido tiene inestabilidad vasomotora,
y el color de la piel puede variar mucho de un momento a otro y de una zona del cuerpo a
otra. A menudo se observa que cuando el bebé está acostado sobre un lado por un tiempo,
aparece una demarcació n de color nítida: el Texto continú a en la pá gina 688
POSTURA
VENTANA CUADRADA
RETROCESO DE PIERNA
Á NGULO POPLÍTEO
TALÓ N A LA OREJA
BUFANDA SIGNO
RETRASO DE CABEZA
SUSPENSIÓ N VENTRAL
90 °
180 °
180 °
180 °
75 °
90-180 °
90-180
160 °
<90°
FIGURA 23-3.
Color de la piel Rojo oscuro Rosa uniforme Rosa pá lido; vari- pá lido; rosa solo disponible
sobre el cuerpo sobre las orejas, los labios, las palmas de las manos o las plantas de los pies
Opacidad de la piel Numerosas venas Venas y tribu- Unas pocas ves- Unas pocas ves- No
hay vasos sanguíneos (tronco) y vénulas claramente sels sels sels claramente sels sels sels
sels sels sels sels sels sels sels sels se ve claramente sels sels sels sels sels sels sels sels sels
sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels
sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels sels
se ve indis- sels sels se ve indis- se ve, especialmente sobre el abdomen tintly sobre el ab-
sobre el domen del abdomen
Lanugo (sobre No lanugo Abundante; pelo largo Adelgazamiento, es- Pequeñ a cantidad de
Al menos la mitad de la espalda) y grueso sobre especialmente sobre lanugo y espalda calva
desprovista de toda la espalda á reas bajas de la espalda lanugo
Pliegues plantares Sin pliegues en la piel Marcas rojas tenues Indentaciones rojas definidas
sobre Marcas internas profundas definidas sobre anteriores sobre >an- >terceras
dentaduras anteriores sobre la mitad de la mitad anterior de la suela; inden- > tercio
anterior raciones sobre < tercio anterior
formació n de pezones
Pezó n apenas visi- Pezó n bien de- Areola punteada, Areola punteada, ble; sin areola fina;
borde de la areola no elevado, borde elevado, di- liso y plano, diá metro <0 75 ameter >0,75
diá metro <0,75 cm cm cm
Sin tejido mamario Tejido mamario sobre Tejido mamario sobre Tejido mamario palpable
en uno o ambos lados; uno ambos lados; un lado <0,5 cm o ambos 0,5-1 o ambos >1 cm
diá metro cm
forma de oreja
Pabelló n plano e Incurvado de la parte Incurvado parcial Bien definido en- sin forma,
pequeñ o o del borde del pabelló n de la totalidad de la curvatura hacia arriba del conjunto
sin incurvació n del borde superior del pabelló n auricular
Pabelló n suave, fá cilmente Cartílago a Pabelló n auricular firme, cartílago a Pabelló n suave,
fá cilmente doblado, sin retroceso ly plegado, borde lento del pabelló n auricular, largo a
borde: retroceso pero suave en lugares de retroceso instantá neo; bobina lista
Genitales Masculino
Ningú n testículo en Al menos un tes- Al menos un tes- escroto ticle alto en ticle
completamente des- escroto ascendido
Mujer (con Labia majora ampliamente Labia majora al- Labia majora caderas medio
separadas, labia la mayor parte de los labios cubre completamente los labios con
conductos) minora protuberante minora labia minora
686
FIGURA 23-4. Grá fica para determinar la edad gestacional en base a criterios neuroló gicos
y signos externos.
44-
42-
40-
30
28
26
10 20 30 40 50 60 70 Puntuació n total
FIGURA 23-5. Clasificació n de los recién nacidos por peso al nacer y edad gestacional.
GRAMOS 5000 4750 4500 4250 4000 3750 3500 3250 3000 2750 2500 2250 2000 1750
1500 1250 1000 750 500
10%
24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 38 40 41 42 43 44 45 46 SEMANAS DE
GESTACIÓ N
687
la mitad inferior del cuerpo se vuelve roja y la mitad superior pá lida. Esto se ha
denominado cambio de color arlequín y es benigno. Este cambio de color se observa en el
10-15% de los bebés, especialmente en los bebés prematuros. Los ataques pueden persistir
de 30 segundos a 30 minutos. Inspeccione en busca de cianosis o acrocianosis. La
acrocianosis es una afecció n benigna en la que las extremidades está n cianó ticas y frías,
pero el tronco está rosado y cá lido. Esta condició n es comú n entre los recién nacidos. ¿Hay
plétora presente? La plétora en el recién nacido generalmente indica niveles altos de
hemoglobina. ¿Está presente la palidez? La palidez puede estar asociada con anemia o, má s
comú nmente, con estrés por frío y vasoconstricció n periférica. La palidez también puede
representar asfixia, shock o edema. Debe reconocerse que la presencia de palidez puede
enmascarar la cianosis en un recién nacido con insuficiencia circulatoria. ¿Hay alguna
evidencia de trauma de nacimiento, manifestado por petequias, equimosis o laceraciones?
La ictericia fisioló gica se encuentra en casi el 50% de todos los recién nacidos a término al
tercer o cuarto día de vida. Este hallazgo es aú n má s frecuente entre los bebés prematuros.
La aparició n de ictericia antes del tercer día puede indicar incompatibilidad de grupos
sanguíneos y enfermedad hemolítica. Observa la pigmentació n. Las á reas de pigmentació n
grandes, de color azul pizarra y bien delimitadas cerca de las nalgas se denominan manchas
de Mongolia y tienen poco significado. Dentro de los primeros añ os de vida, estas manchas
generalmente se desvanecen y pueden desaparecer. Las manchas de Mongolia está n
presentes en má s del 80 % de los bebés afroamericanos y asiá ticos americanos, pero en
menos del 10 % de los recién nacidos blancos. Las telangiectasias en los pá rpados, la
glabela o la nuca son comunes y frecuentemente desaparecen durante los primeros añ os de
vida. El pú blico a menudo se refiere a ellos como "mordeduras de cigü eñ a" o "besos de
á ngel". Los nevus vasculares pueden ser defectos aislados o formar parte de un síndrome y
pueden clasificarse como malformaciones o hemangiomas. Los hemangiomas son los
tumores má s frecuentes de la infancia. Pueden ser planas y comú nmente causadas por
capilares dilatados, o pueden ser lesiones masivas y consistir en grandes cavidades llenas
de sangre. La mancha en vino de Oporto, también conocida como nevus flammeus, consiste
en capilares dilatados y se presenta como una lesió n macular de color rosa a pú rpura de
tamañ o variable. Puede ser tan grande como la mitad del cuerpo. Siempre está presente al
nacer y representa un defecto permanente. La cara es un sitio comú n. Si el ojo está
afectado, se debe descartar el glaucoma. La figura 23-6 muestra a un niñ o con una mancha
en vino de Oporto que afecta la divisió n oftá lmica del nervio trigémino. A menudo, los niñ os
con manchas en vino de Oporto en esta á rea tienen hemangiomas capilares asociados de las
meninges ipsilaterales y la corteza cerebral, una condició n conocida como síndrome de
Sturge-Weber. El retraso mental, las convulsiones, la hemiparesia, la hemianopsia
contralateral y el glaucoma son
Sturge-Weber syn-
FIGURA 23-8.
Nevus de fresa.
visto a menudo en [los primeros añ os de vida. La figura 23-7 muestra a un niñ o con
síndrome de Sturge-Weber. El nevus de fresa, o hernangiorna capilar, es una lesió n
protuberante de color rojo brillante que se observa comú nmente en la cara, el cuero
cabelludo, la espalda o el á rea anogenital. Puede estar presente al nacer, pero se desarrolla
má s comú nmente dentro de los primeros 2 meses de vida. Las niñ as se ven má s afectadas
que los niñ os. Puede expandirse rá pidamente, alcanzar un período estacionario y luego
retroceder. Má s del 60% de los hemangiomas capilares se involucionan cuando el niñ o
tiene 5 añ os y el 95% se involucionan a los 9 añ os. La figura 23-8 muestra a un niñ o con
nevus en fresa. El hernangioma cavernoso está má s profundamente situado y es una lesió n
quística, a menudo comprimible, má s difusa y mal definida que el hemangioma capilar. La
piel que la recubre puede tener un color normal o puede tener un tono azulado. Al igual que
el hemangioma capilar, el hemangioma cavernoso tiene una fase de crecimiento seguida de
un período de involució n. Si está ubicado cerca de la trá quea, puede resultar en una
compresió n potencialmente mortal cuando el hemangioma se agranda. Mire la figura 23-9.
Este niñ o tiene una combinació n de nevus de fresa y hemangioma cavernoso. La lesió n en
fresa se superpone a la
cara. cuello, tronco o extremidades. La figura 23-12 muestra a un niñ o con el clá sico
sarpullido de rubéola congénita en forma de "panecillo de ará ndanos". La sífilis congénita
puede presentarse como una erupció n maculopapular eritematosa que luego se vuelve
marró n o se convierte en una erupció n vesicular hemorrá gica. Las ampollas superficiales
dispersas en las extremidades superiores y los labios se denominan ampollas de succió n y
se presume que son causadas por succió n vigorosa en el ú tero. Estos se ven con mayor
frecuencia en la cara radial de los antebrazos, los pulgares y el centro del labio superior. La
resolució n sin secuelas es la regla. ¿Hay pelo presente? La piel de un recién nacido puede
estar cubierta por un vello fino, suave e inmaduro, conocido como vello lanugo. El cabello
lanugo cubre con frecuencia el cuero cabelludo y la frente en los bebés prematuros, pero
por lo general está ausente en los bebés nacidos a término. El pelo de lanugo puede estar
presente en las orejas y los hombros. Inspeccione el á rea lumbosacra en busca de
mechones de cabello. El pelo en esta á rea sugiere la presencia de una espina bífida oculta o
un tracto sinusal. Examina las uñ as. En un bebé nacido después de término, las uñ as son
largas y pueden teñ irse de amarillo si hay meconio presente en el líquido amnió tico.
Examinar los dermatoglifos de los dedos, palmas y plantas. Ademá s de su valor para fines
de identificació n, estos patrones son indicadores importantes de anomalías genéticas. Los
patrones dermatoglíficos de los dedos normales son el bucle, el verticilo y el arco. El bucle
es normalmente el patró n má s frecuente. El arco es el patró n menos prevalente y la
presencia de má s de cuatro arcos generalmente es anormal. Un solo pliegue palmar,
conocido como pliegue simiesco, se encuentra con frecuencia en individuos con anomalías
cromosó micas como la trisomía 21.
Cabeza
Fontanela anterior Sutura coronal Sutura sagital jt Fontanela posterior Sutura lambdoidea
Caput succedaneurn es el edema de los tejidos blandos sobre el vértice del crá neo que está
relacionado con el proceso de nacimiento. Esta hinchazó n atraviesa las suturas y
desaparece al cabo de unos días. El caput succedaneum debe diferenciarse de un
cefalohernatorna, que es una hemorragia subperió stica limitada a un hueso craneal,
generalmente el parietal. No hay decoloració n del cuero cabelludo suprayacente y la
hinchazó n no cruza la línea de sutura. La hinchazó n generalmente no es visible hasta varias
horas después del nacimiento. Inspeccione el crá neo por simetría. La transiluminació n del
crá neo se utiliza para detectar derrames subdurales y defectos congénitos como los quistes
porencefá licos, que son quistes en el parénquima cerebral que se comunican con el espacio
aracnoideo. La transiluminació n se realiza mediante el uso de una fuente de luz fuerte y
alumbrá ndola contra el crá neo en varias á reas. Se debe colocar un collar de espuma suave
en el extremo iluminado. Un halo de 2-3 cm alrededor de la circunferencia de la luz cuando
se coloca en el á rea frontoparietal es normal; también es normal un halo de 1-2 cm en la
zona occipital. Los puntos brillantes localizados pueden indicar un trastorno. La
hidrocefalia se indica mediante un resplandor sobre todo el crá neo. Inspeccione la cara por
simetría. Los pliegues de los ojos deben ser iguales. Observe al bebé mientras succiona o
llora. La boca debe permanecer en un plano nivelado. Si es asimétrica, sospeche una
pará lisis facial. La cara puede revelar rasgos anormales como pliegues epicá nticos, ojos
muy separados u orejas de implantació n baja, cada uno de los cuales puede estar asociado
con defectos congénitos.
Ojos
Pueden ser necesarios varios intentos para evaluar los ojos del recién nacido. El edema
palpebral relacionado con el proceso del parto, medicamentos o infecció n dificulta esta
parte del examen. Inspeccione los ojos en busca de simetría. Los ojos deben ser del mismo
tamañ o y deben estar a la misma profundidad en las ó rbitas. Los ojos saltones pueden ser
un signo de glaucoma congénito. La microcó rnea puede resultar de la rubéola congénita.
Inspeccione los pá rpados en busca de evidencia de trauma. Utilice un pañ o suave para
eliminar suavemente el vérnix caseoso y cualquier exudado conjuntival. Los recién nacidos
rara vez tienen cejas, pero con frecuencia hay pestañ as largas. Los pliegues del epicanto
medial se ven con frecuencia en individuos con trisomía 21. El mejor método para evaluar
los ojos de un recién nacido es sostener al bebé con el brazo extendido mientras lo rota
lentamente en una direcció n. Los ojos del bebé generalmente se abren espontá neamente.
Inspeccione la có rnea. La có rnea debe ser clara. La opacidad o un diá metro corneal mayor a
1 cm pueden indicar glaucoma congénito. Inspeccione el iris. El iris de un recién nacido es
pá lido porque la pigmentació n completa no ocurre antes de los 10 a 12 meses de vida. ¿Hay
una hendidura ventral anormal presente en el iris? Esta hendidura, conocida como
coloborna, se asocia con defectos en el cristalino y la retina (v. figs. 9-41 y 9-111). Un
coloboma se asocia comú nmente con anomalías cromosó micas como la trisomía 13 o 18.
¿Hay un anillo de puntos blanquecinos en la periferia del iris? Estos puntos se ven mejor en
un examen con lá mpara de hendidura realizado por un oftalmó logo, pero el anillo a veces
es visible a simple vista. Estos puntos, llamados puntos del campo de cepillo, pueden estar
asociados con la trisomía 21 o pueden ser normales. Inspeccione las conjuntivas. Las
hemorragias conjuntivales pequeñ as son comunes. Como resultado de las gotas de
eritromicina* instiladas al nacer, puede haber cierta inflamació n de las conjuntivas, así
como edema de los pá rpados. Las pupilas de los recién nacidos suelen estar constreñ idas
hasta aproximadamente la tercera semana de vida. Las respuestas pupilares no deben
interpretarse en este grupo de edad. Gire al bebé lentamente hacia un lado. Los ojos deben
girar en la direcció n hacia la que él o ella está siendo girado. Al final del movimiento, los
ojos deben mirar rá pidamente hacia atrá s en la direcció n opuesta después de algunos
movimientos nistagmoides rá pidos y no sostenidos. Esto se denomina respuesta rotacional.
Coloque al bebé boca arriba.
* Como profilaxis contra la conjuntivitis gonorreica, también conocida como oftalmía
neonatal.
Para probar la agudeza visual en el recién nacido, el examinador debe confiar en métodos
indirectos como la respuesta a una luz brillante, conocida como reflejo de parpadeo ó ptico.
Este reflejo normalmente se observa cuando una luz brillante se enciende en cada ojo: el
recién nacido parpadea y dorsiflexiona la cabeza. Aunque en realidad nunca se probó , la
agudeza visual del recién nacido se ha estimado en aproximadamente 20/600. Un examen
de fondo de ojo de todos los bebés es importante. Sin embargo, el examen puede
posponerse hasta que el bebé tenga 3 o 4 meses de edad, cuando puede ser má s
cooperativo, si se ha descartado la presencia de trastornos intraoculares. En todos los
recién nacidos, la presencia del reflejo rojo bilateral sugiere ojos macroscó picamente
normales y la ausencia de glaucoma o trastornos intraoculares. Determine la presencia del
reflejo rojo sosteniendo el oftalmoscopio a una distancia de 10 a 12 pulgadas de los ojos. La
presencia del reflejo rojo indica que no existe una obstrucció n grave a la luz entre la có rnea
y la retina. Si no hay reflejo rojo, se requiere un examen de fondo de ojo en este momento.
Para inspeccionar la retina, inculque un midriá tico en los ojos. Coloque una gota de
fenilefrina al 2,5 % y una de tropicamida (Mydriacyl) al 1 % en cada ojo y espere de 15 a 20
minutos. Al final de este período, coloque al bebé boca arriba y pídale ayuda a los padres oa
una enfermera. Use un chupete para ayudar a calmar al niñ o. Sostenga el oftalmoscopio de
la misma manera que cuando examina a un adulto. La có rnea generalmente se puede
visualizar cuando el oftalmoscopio se ajusta a -20 dioptrías, el cristalino se visualiza a +15
dioptrías y la retina se visualiza a 0 dioptrías. Inspeccione el disco ó ptico y los vasos. En el
recién nacido, el disco aparece má s pá lido que en el adulto. El reflejo puntiforme de la luz
en la fó vea está ausente porque la fó vea no está completamente desarrollada hasta los 4 o 5
meses de edad. ¿Hay hemorragias presentes? El papiledema rara vez se observa en niñ os
menores de 2 o 3 añ os. Debido a que las fontanelas está n abiertas hasta esta edad,
cualquier aumento de la presió n intracraneal se disipará con estas suturas abiertas y los
discos ó pticos no se verá n afectados. ¿Hay alguna pigmentació n anormal presente? La
rubéola congénita y la toxoplasmosis a menudo se asocian con una pigmentació n anormal
de la retina. El examen oftalmoscó pico de los recién nacidos es difícil. Es posible que se
requieran varios intentos.
Orejas
Inspeccione el oído externo. Una línea imaginaria trazada desde el canto interno y externo
del ojo hacia el vértice debe estar al nivel de la inserció n superior de la oreja o por debajo
de este. Las orejas de implantació n baja a menudo se asocian con defectos renales
congénitos u otros trastornos cromosó micos. Con frecuencia, las orejas se pueden
deformar como resultado de la colocació n intrauterina. Tal deformació n generalmente se
resuelve dentro de 1 a 2 días. ¿Hay etiquetas de piel presentes? Un apéndice o hendidura
en la piel frente al trago a menudo representa un remanente de la primera hendidura
branquial. La audició n en los recién nacidos puede evaluarse utilizando el reflejo de
parpadeo acú stico primitivo. El parpadeo de los ojos en respuesta al chasquido de los
dedos oa un ruido fuerte indica que el recién nacido puede oír. Esta es una prueba cruda
con baja sensibilidad. Una respuesta negativa debe probarse má s con un dispositivo de
detecció n de tonos puros específico. El canal externo debe ser inspeccionado. Sostenga el
otoscopio (como se indica en el Capítulo 10, El oído y la nariz) apoyá ndolo contra la frente
del niñ o. Debido a que el canal externo del recién nacido se dirige hacia abajo, inserte el
otoscopio tirando suavemente del pabelló n auricular hacia abajo. El canal externo suele
estar lleno de vérnix caseosa, por lo que es posible que no se vea la membrana timpá nica. Si
se puede ver la membrana timpá nica, generalmente solo se visualiza la porció n má s
superior. La membrana timpá nica puede parecer abultada con líquido amnió tico detrá s.
Esta es una condició n normal. La rotació n de la membrana timpá nica a una posició n
anató mica normal ocurre dentro de las 6 a 12 semanas.
Nariz
Boca y faringe Pruebe el reflejo de succió n. Pó ngase un guante e inserte su dedo índice en la
boca del recién nacido. Debe haber un fuerte reflejo de succió n. El reflejo de succió n es
fuerte a las 34 semanas de gestació n y desaparece a los 9-12 meses de edad. Inspeccione
las encías. Las encías deben estar elevadas, lisas y rosadas. Inspeccione la lengua. El frenillo
puede ser corto o puede extenderse casi hasta la punta de la lengua. Debido a que la
producció n de saliva es limitada en los primeros meses de vida, la presencia de exceso de
saliva en la boca sugiere atresia esofá gica. Inspeccione el paladar. ¿Hay paladar hendido?
Una ú vula bífida puede estar asociada con un paladar hendido submucoso. ¿El paladar
tiene un arco alto? Las petequias se encuentran comú nmente en los paladares duro y
blando. Las lesiones redondeadas, de color amarillo blanquecino, en forma de cabeza de
alfiler, a ambos lados del rafe en el paladar duro son perlas de Epstein. Estos son quistes de
retenció n mucosa y desaparecen dentro de las primeras semanas de vida. Quistes similares
pueden estar presentes en las encías. Una membrana blanca patulosa en la lengua o el
paladar puede representar aftas o candidiasis oral. Inspeccione los dientes neonatales.
Estos dientes tienen sistemas radiculares deficientes. y es posible que deba retirarse para
evitar la aspiració n accidental. Inspeccione la orofaringe. Esto se puede realizar mientras el
bebé está llorando. El tejido amigdalino no es visible en el recién nacido. Pequeñ as ú lceras
o grupos de pequeñ os folículos de color amarillo blanquecino sobre una base eritematosa
se ven comú nmente en los pilares amigdalinos anteriores. Se desconoce la causa y
desaparecen en la primera semana de vida. Escucha el llanto del niñ o. Evalú e el grito por su
naturaleza, tono, intensidad y esfuerzo. Un niñ o sano tiene un llanto fuerte, indicativo de un
funcionamiento normal de las vías respiratorias. El llanto varía en intensidad con la
respiració n. Se observa un llanto agudo y estridente en enfermedades asociadas con
aumento de la presió n intracraneal. Los niñ os nacidos de madres adictas a las drogas
suelen tener un llanto agudo. Un llanto ronco y de tono bajo que es poco frecuente y de baja
intensidad a menudo se asocia con hipotiroidismo o tetania hipocalcémica. Un "cri du chat"
suena como el maullido de un gato y puede estar asociado con anomalías cromosó micas. La
ausencia de llanto sugiere una enfermedad grave o retraso mental.
Cuello
El cuello de un recién nacido parece relativamente corto. ¿El cuello es simétrico con
respecto a la línea media? Gire la cabeza del bebé. Normalmente, la cabeza del bebé debe
girarse fá cilmente hacia cualquier lado para que la barbilla pueda tocar cualquiera de los
hombros. La tortícolis es una afecció n en la que la cabeza se inclina hacia un lado mientras
que el mentó n se gira hacia el otro hombro. En el recién nacido, un hematoma del mú sculo
esternocleidomastoideo como resultado de una lesió n en el nacimiento puede producir
esta condició n. Palpe en busca de una masa en el á rea del mú sculo esternocleidomastoideo
si hay tortícolis. Palpe las clavículas para descartar una fractura. Debe sentir la crepitació n
de una clavícula fracturada. Las fracturas de clavícula como resultado de una lesió n en el
nacimiento generalmente ocurren en la unió n de los tercios medio y externo del hueso. La
disminució n del movimiento en la extremidad superior puede estar asociada con una
fractura de clavícula. Palpar en busca de masas. Una masa en la línea media puede ser un
quiste tirogloso. ¿Está presente la cincha del cuello? La telarañ a es una característica del
síndrome de Turner y otras anomalías congénitas.
Cofre
La percusió n del tó rax se realiza usando un dedo para golpear el tó rax o el método
discutido para adultos (ver Capítulo 12, El tó rax). Normalmente, el tó rax de un recién
nacido es hiperresonante en todas partes. La matidez puede indicar un derrame o
consolidació n. Auscultar el tó rax con la campana o con el pequeñ o diafragma del
estetoscopio. Los ruidos respiratorios broncovesiculares deben escucharse con facilidad en
todos los campos pulmonares y tienen un tono má s alto que en los adultos. En general, la
auscultació n del tó rax en recién nacidos tiene baja sensibilidad.
Seno
Inspeccione los senos. Los senos de los recién nacidos masculinos y femeninos se agrandan.
Comú nmente, puede haber una secreció n lechosa del pezó n, conocida como leche de bruja.
Este es el efecto del estró geno materno y está presente durante 1-2 semanas después del
nacimiento. Los pezones supernumerarios pueden estar presentes a lo largo de la línea de
la leche. Pueden o no tener areolas. A menudo se confunden con nevus congénitos y no
tienen importancia clínica.
Corazó n
Inspeccionar en busca de cianosis. Si la cianosis está presente dentro de las primeras horas
o días del nacimiento. sospeche atresia de una de las vá lvulas cardíacas, transposició n de
los grandes vasos o circulació n fetal persistente. Inspeccione en busca de evidencia de
insuficiencia cardíaca congestiva. En los recién nacidos, los signos má s importantes de
insuficiencia cardíaca son taquicardia persistente de 200 latidos por minuto, taquipnea y
agrandamiento del hígado. Los crepitantes no son indicadores sensibles de insuficiencia
cardíaca en los recién nacidos. La insuficiencia cardíaca durante los primeros días de vida
es frecuentemente causada por el síndrome del corazó n izquierdo hipoplá sico. Palpe el
punto de má ximo impulso. En los recién nacidos de menos de 48 horas, el punto de má ximo
impulso suele estar en la regió n del xifoides. Después de este período y durante varios
añ os, el punto de má ximo impulso debe estar en el cuarto espacio intercostal izquierdo,
justo lateral a la línea medioclavicular. Un punto de má ximo impulso en el lado derecho
sugiere dextrocardia. Auscultar el corazó n en los mismos lugares que en los adultos usando
el diafragma pequeñ o y la campana del estetoscopio. Debido a que la frecuencia
respiratoria es tan rá pida en los recién nacidos, a menudo es difícil distinguir los eventos
respiratorios de los cardíacos. A veces, la oclusió n de las fosas nasales durante unos
segundos puede ayudar a dilucidar los sonidos. La auscultació n en recién nacidos tiene un
bajo grado de sensibilidad para detectar cardiopatías congénitas. Muchos soplos
"normales" que se escuchan en el período neonatal temprano está n relacionados con
cambios marcados en la circulació n después del nacimiento. Se ha sugerido que hay menos
de una posibilidad entre 10 de que un soplo que se escucha en el período neonatal sea
consecuencia de una cardiopatía congénita real. El soplo continuo de la maquinaria de un
conducto arterioso permeable suele escucharse al nacer, pero desaparece al segundo o
tercer día de vida a medida que el conducto se cierra espontá neamente. Esta condició n se
asocia frecuentemente con un precordio hiperdiná mico. Si hay soplos presentes, deben
anotarse y describirse como se indica en el Capítulo 13, El corazó n.
Pulsos
Palpe los pulsos femorales. Un retraso en el pulso femoral en comparació n con el pulso
radial debe hacer sospechar una coartació n de la aorta. Los pulsos saltones pueden indicar
un conducto arterioso permeable.
Abdomen
¿Hay una hernia umbilical presente? La pared abdominal es relativamente débil en los
recién nacidos, especialmente en los prematuros. Las hernias umbilicales son comunes en
los bebés afroamericanos. Una hernia umbilical en un niñ o no afroamericano puede ser un
indicio de hipotiroidismo. Inspeccione el muñ ó n del cordó n umbilical. ¿Hay evidencia de
tinció n amarilla por meconio como resultado del sufrimiento fetal? El cordó n umbilical
normal contiene dos arterias de pared gruesa ubicadas ventralmente y una vena de pared
delgada ubicada dorsalmente. Los recién nacidos con una sola arteria a menudo tienen
anomalías renales congénitas. El drenaje de una secreció n clara del ombligo sugiere la
presencia de un uraco permeable* o posiblemente un conducto onfalomesentérico.
Auscultar el abdomen. El abdomen de un recién nacido es timpá nico, con tintineos
metá licos que se escuchan cada 15-20 segundos. Palpar el abdomen. Para relajar el
abdomen, use su mano izquierda para sostener las caderas y las rodillas en una posició n
flexionada mientras el niñ o succiona y palpe con su mano derecha. En general, el borde del
hígado se puede sentir hasta 2 cm por debajo del margen costal derecho en el recién
nacido. Un borde hepá tico de má s de 3 cm por debajo del reborde costal derecho sugiere
hepatomegalia. La extensió n del hígado se puede medir por percusió n, y esta medida es
má s precisa que las medidas abdominales porque las condiciones respiratorias podrían
inflar los pulmones y empujar un hígado normal hacia la cavidad abdominal. La palpació n
de la punta del bazo es menos comú n. Palpar los riñ ones. Coloque su mano izquierda
debajo del lado derecho de la espalda del niñ o y levá ntela hacia arriba. Al mismo tiempo,
coloque su mano derecha en el cuadrante superior derecho y palpe el riñ ó n derecho.
Invierta las manos para palpar el riñ ó n izquierdo. A menos que esté clínicamente indicado,
no se examina el recto. La permeabilidad del tracto gastrointestinal se confirma por el paso
de meconio, que generalmente ocurre dentro de las primeras 12 horas después del
nacimiento. Si hay ausencia de heces meconiales en las primeras 24 horas. sospechar
fibrosis quística o enfermedad de Hirschspmng. En cualquier caso, examine el recto.
Coloque un guante y lubríquese bien el quinto dedo derecho e insértelo en el recto del bebé
mientras su mano izquierda sostiene los pies del bebé juntos y flexiona las caderas.
Entonces puede usar su mano izquierda para la palpació n bimanual del abdomen del bebé
junto con su mano derecha. Palpar en busca de masas. Cuando se quita el dedo del recto del
bebé, puede ocurrir algo de sangrado rectal.
Genitales
Inspeccione los genitales externos en busca de ambigü edad. En el varó n nacido a término,
el escroto es relativamente grande y rugoso. El prepucio del pene está apretado y adherido
al glande. Inspeccione el glande en busca de la ubicació n del meato uretral externo. La
hipospadias es una condició n en la cual el meato se encuentra en una posició n ventral
anormal. El meato se puede encontrar en cualquier lugar desde la punta del pene hasta el
escroto. Es importante detectar el hipospadias en el período neonatal porque representa
una contraindicació n para la circuncisió n. La erecció n es comú n y no tiene importancia
clínica. Los testículos deben descender al escroto oa los canales inguinales. Palpe los
testículos con un movimiento hacia abajo, lo que contrarresta el reflejo cremastérico activo.
¿Hay masas presentes? Los hidroceles o hernias son comunes en los recién nacidos. Un
hidrocele debe evaluarse hasta que el niñ o tenga 6 meses de edad. Si todavía está presente,
el hidrocele por lo general debe repararse. Una hernia debe repararse lo antes posible. En
la mujer a término, los labios mayores deben cubrir los labios menores y el clítoris. Debe
haber un espacio en la yema del dedo entre la vagina y el ano. Si no, existe la posibilidad de
ambigü edad sexual. Un flujo vaginal serosanguinolento blanquecino es comú n durante los
primeros días de vida y se debe al efecto de los estró genos. El examinador debe
inspeccionar el meato uretral y el orificio vaginal colocando el pulgar y el índice
enguantados en el perineo del niñ o mientras presiona hacia abajo y lateralmente las nalgas.
En un niñ o de sexo masculino o femenino nacido después de una presentació n de nalgas,
los genitales externos a menudo está n eritematosos y edematosos como resultado del
trauma relacionado con el proceso de parto.
*Esta maniobra hacia abajo es la variació n de Barlow. La cadera normal no se disloca como
resultado de esta presió n.
Test de automatismos infantiles. Estos son fenó menos reflejos primitivos que pueden estar
presentes al nacer, dependiendo de la edad gestacional. pero desaparecen poco después.
Hay muchos automatismos, y no todos tienen que probarse. Entre los má s importantes se
encuentran los siguientes: • Respuesta de enraizamiento • Prensió n plantar • Prensió n
palmar • Reflejo de Moro • Reflejo de Galant • Reflejo de Pérez • Respuesta de colocació n •
Respuesta de paso La respuesta de rotació n, el reflejo de parpadeo ó ptico, la respuesta de
parpadeo acú stico y la respuesta de succió n también son automatismos y se discutieron
anteriormente en este capítulo. Los siguientes reflejos se provocan mientras el recién
nacido está acostado en decú bito supino sobre la mesa de examen. La respuesta de
bú squeda se provoca haciendo que el bebé se acueste con las manos contra el pecho. Luego,
el examinador toca la comisura de la boca o la mejilla del bebé. La respuesta normal es
girar la cabeza hacia el mismo lado y abrir la boca para agarrar el dedo. Este reflejo está
ausente en los lactantes con enfermedad grave del sistema nervioso central. Si solo se toca
el labio superior, la cabeza se retroflexionará ; si solo se toca el labio inferior, la mandíbula
caerá . La respuesta de enraizamiento es buena a las 32 semanas de gestació n y
generalmente desaparece después de 3-4 meses. Esta respuesta primitiva es para
garantizar la lactancia. El agarre plantar se obtiene flexionando la pierna a la altura de la
cadera y la rodilla. Dorsiflexione el pie del bebé con su mano. La respuesta normal es la
flexió n plantar de los dedos de los pies sobre la mano. Esta respuesta desaparece después
de 9-12 meses. El agarre palmar se obtiene estabilizando la cabeza del bebé en la línea
media. Coloque su dedo índice en la palma del recién nacido desde el lado cubital. La
respuesta normal es la flexió n de todos los dedos para agarrar el dedo índice. Si el reflejo es
lento, permita que el niñ o succione. que normalmente facilita la respuesta de agarre. El
agarre palmar generalmente se establece a las 32 semanas de gestació n y generalmente
desaparece después de 3 a 5 meses. La ausencia de esta respuesta en un recién nacido o su
persistencia después de los 5 meses es sugestiva de enfermedad cerebral. El recién nacido
comú nmente tiene la mano en un puñ o. Sin embargo, después de 2 meses, la presencia de
este signo sugiere enfermedad neuroló gica. El bebé ahora es levantado y sostenido en
decú bito supino en las manos del examinador. El reflejo de Moro, o reflejo de sobresalto, se
provoca al sostener el cuerpo del bebé con la mano derecha y la cabeza con la mano
izquierda. La cabeza se deja caer repentinamente unos pocos centímetros. El reflejo de
Moro consiste en la abducció n simétrica de las extremidades superiores a la altura de los
hombros y la extensió n de los dedos. La aducció n del brazo a la altura del hombro completa
el reflejo. Por lo general, el bebé emite entonces un fuerte llanto. El reflejo de Moro es uno
de los automatismos motores má s importantes. La respuesta normal indica un sistema
nervioso central intacto, que suele estar completo a las 28 semanas de gestació n. El reflejo
normalmente desaparece a los 3-5 meses de edad. La persistencia má s allá de los 6 meses
puede indicar enfermedad neuroló gica. Ahora se da vuelta al bebé y se lo sostiene en
posició n prona en una de las manos del examinador. El reflejo de Galant se provoca
frotando un lado de la espalda a lo largo de una línea paravertebral de 2 a 3 cm desde la
línea media desde el hombro hasta las nalgas. La respuesta normal es la curvatura lateral
del tronco hacia el lado estimulado, con el hombro y la cadera moviéndose hacia el lado
acariciado. El reflejo de Galant normalmente desaparece después de 2-3 meses. Este reflejo
está ausente en los lactantes con lesiones transversas de la médula espinal. El reflejo de
Pérez se provoca colocando el pulgar en el sacro del bebé y frotá ndolo firmemente a lo
largo de la columna hacia la cabeza del bebé. La respuesta normal es la extensió n de la
cabeza y la columna con flexió n de las rodillas. Con frecuencia, el recién nacido también
orina. Este reflejo normalmente está presente hasta los 2-3 meses de edad. Su ausencia
sugiere una enfermedad neuroló gica grave del cerebro o de la médula espinal cervical o
una miopatía. El niñ o ahora se acuesta en la mesa de examen y luego el examinador lo
levanta, sosteniéndolo en posició n vertical. Las manos del examinador deben estar
alrededor del pecho del bebé, con el corazó n apoyado. La respuesta de colocació n y la
respuesta de paso se obtienen al permitir que el dorso de uno de los pies del bebé toque
ligeramente la superficie inferior de una mesa. Lo normal
Evaluació n general Observe la actividad y el estado de alerta del bebé. ¿Hay algú n olor
corporal distintivo presente? Los errores congénitos del metabolismo se asocian con olores
característicos, como el olor a jarabe de arce en la enfermedad de la orina de jarabe de arce,
los pies sudorosos en la isovalericacidemia, el pescado en las aberraciones del metabolismo
de la metionina y la acetona en la cetoacidosis diabética. Estos olores, sin embargo, rara vez
se observan. El pulso medio de un niñ o durante los primeros 6 meses de vida es de 130,
con un rango de 80-160 en reposo. La frecuencia cardíaca promedio en reposo durante los
segundos 6 meses de vida es de 110, con un rango de 70 a 150. La frecuencia respiratoria
normal varía de 20 a 40. La presió n arterial es difícil de evaluar en este grupo de edad, pero
puede determinarse mediante el método de lavado. En esta técnica, se eleva el brazo
mientras se aplica al brazo el manguito infantil desinflado. Luego se "ordeñ a" el brazo
desde los dedos hasta el codo para que se observe el blanqueo. El manguito se infla un poco
má s allá de una presió n arterial estimada. Luego se coloca el brazo pá lido al costado del
bebé y se permite que la presió n del manguito disminuya lentamente. Se produce un rubor
repentino de color a un nivel ligeramente inferior a la presió n sistó lica real. La presió n
arterial sistó lica de un bebé de 1 día determinada por el método de descarga es de 50 mm
Hg. En la segunda semana de vida, la presió n arterial sistó lica se ha elevado a 80 mm Hg. Al
final del primer añ o, la presió n arterial sistó lica es de 95 mm Hgo. Se dispone de una
evaluació n de la presió n arterial Doppler má s precisa para determinaciones críticas.
Determinar la longitud y el peso del bebé. Trace estas medidas en las tablas de crecimiento
está ndar. Las tablas de crecimiento se utilizan para determinar si un niñ o está creciendo y
desarrollá ndose de acuerdo con un grupo de está ndares. Má s importante que un solo valor
es el uso de estos grá ficos para seguir la tasa de cambio en los exá menes posteriores. El
Centro Nacional de Estadísticas de Salud publica una variedad de tablas de crecimiento
para niñ os y niñ as en dos grupos de edad: desde el nacimiento hasta los 36 meses y de 2 a
18 añ os. En las Figuras 23-16 y 23-17 se muestran ejemplos de estos grá ficos. El
crecimiento somá tico es una de las partes má s importantes del examen pediá trico. Estos
pará metros deben determinarse en cada visita. Las desviaciones de las curvas está ndar
suelen ser indicadores sensibles tempranos de un proceso patoló gico. Los niñ os con una
discrepancia entre la longitud y el peso de má s de dos líneas porcentuales también
requieren una evaluació n adicional.
Piel
NOMBRE
REGISTRO
FIGURA 23-16. Grá ficos de crecimiento del Centro Nacional de Estadísticas de Salud
(NCHS), desde el nacimiento hasta los 36 meses de edad A, percentiles NCHS para niñ os.
"54 "52 20" 51 - 50 4ø 19- 48 -47 18- '46 - "45 17- 43 - 42 41 -40 L 3ø 15- "38 '37 13- 33
"32 o En cm -5 8- 4--2 Ib kg
25
REGISTRO DE NOMBRE
NOMBRE
REGISTRO #
REGISTRO DE NOMBRE
90 II 25 26 36 37
CDMMENT
REGISTRO
18
FIGURA 23-17. Tablas de crecimiento del Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS),
de 2 a 18 añ os de edad. A, percentiles NCHS para niñ os.
NOMBRE REGISTRO #.
ESTATURA DE LA MADRE
COMENTARIO
FIGURA 23-17. Continuado. B, Estadísticas para niñ as.
cuello, axila e ingle. A menudo, todo el cuerpo está afectado por una dermatitis seca,
escamosa y no pruriginosa. La figura 23-18 muestra a un niñ o con eczema infantil. Observe
la dermatitis supurante en las mejillas y la frente. La dermatitis seborreica se puede
diferenciar de la dermatitis ató pica por su inicio temprano, ausencia de prurito y ausencia
de vesículas. La dermatitis ató pica es la causa má s comú n de eccema en los niñ os. Se
caracteriza por prurito, pá pulas y vesículas eritematosas, secreció n serosa y formació n de
costras. La piel ató pica es seca y con comezó n. El sitio habitual en los niñ os de 6 meses de
edad es la cara, mientras que las superficies extensoras de los brazos y las piernas son los
sitios má s comunes en los bebés de 8 a 10 meses. Los pacientes con dermatitis ató pica
tienden a tener un surco adicional en el pá rpado inferior, llamado pliegue ató pico. Esta
característica sugerente se muestra en el niñ o de 6 meses con dermatitis ató pica en la
figura 23-19. ¿Hay alguna lesió n vascular presente? Palpe la piel y evalú e la turgencia de la
piel. Levante de 1 a 2 pulgadas de piel sobre el abdomen y suéltela. Debería volver
rá pidamente a su posició n normal. Una respuesta disminuida se denomina tentació n y
sugiere deshidratació n. ¿Hay alguna evidencia de abuso físico infantil? ¿Hay moretones,
ronchas, laceraciones o cicatrices inusuales? Inspeccione las nalgas y la espalda baja en
busca de evidencia de moretones. Los hematomas en forma de media luna emparejados
uno frente al otro en cualquier parte del cuerpo pueden representar marcas de mordeduras
humanas. ¿Hay evidencia de alopecia traumá tica por arrancarse el cabello? El cabello
dañ ado se rompe en varias longitudes. ¿Hay lesiones circulares en sacabocados de tamañ o
uniforme? Estos pueden representar quemaduras de cigarrillos. Una quemadura de tipo
circular en las nalgas y los muslos puede ser el resultado de sumergir a los bebés en agua
hirviendo.
Mire al niñ o en la Figura 23-20. Este niñ o tiene quemaduras de primer y segundo grado en
el pene, los muslos y las á reas inguinal y suprapú bica. Las nalgas y el sacro se salvaron.
Estas quemaduras fueron causadas por sostener al niñ o bajo el agua caliente del grifo. El
diagnó stico de abuso físico infantil es especialmente importante en los primeros 6 meses
de vida, porque el riesgo de un desenlace fatal es muy alto si se pasa por alto el diagnó stico.
En caso de sospecha de abuso infantil, realice varias pruebas de laboratorio, como una
determinació n de plaquetas, para descartar cualquier causa orgá nica del aumento de
hematomas. Si se verifica abuso infantil, se debe notificar a las autoridades de salud.
Cabeza
Mida el perímetro cefá lico occipitofrontal, como se indicó anteriormente, y regístrelo en las
tablas de crecimiento está ndar (v. fig. 23-16). Una cabeza que crece demasiado rá pido debe
evaluarse para detectar hidrocefalia. La microcefalia es un defecto en el que el tamañ o de la
cabeza está tres desviaciones está ndar por debajo de la media normal y está relacionado
con un defecto en el crecimiento del cerebro. Compruebe si hay asimetría. ¿La cara es
simétrica? Una manera fá cil de determinar la pará lisis facial como resultado de una lesió n
en el nacimiento es observar al niñ o cuando llora. El lado debilitado o paralizado parece
inexpresivo en comparació n con el lado normal.
Ojos
FIGURA 23-21. Retina de bebé sacudido. Tenga en cuenta las hemorragias masivas,
meses de edad en adelante usando un pañ o largo a rayas y pasá ndolo rá pidamente de un
lado al otro a la vista del niñ o. El desarrollo de nistagmo cuando el niñ o intenta mantener la
fijació n en una raya es la respuesta normal, lo que indica vías visuales normales. A los 5-6
meses de edad, el niñ o debería poder enfocar los objetos pero tiene hipermetropía. El niñ o
debe ser capaz de alcanzar un objeto y agarrarlo. El reconocimiento de objetos y caras a los
4-6 meses de edad sugiere una agudeza visual normal. Observe la motilidad ocular en un
niñ o de 3 meses de edad o má s. Haga que el niñ o siga un objeto en las distintas posiciones
de la mirada. La alineació n de los ojos se determina mejor mediante la simetría del reflejo
de luz corneal y la prueba de cobertura alternativa, que se describieron en el capítulo 9, El
ojo. El niñ o es má s susceptible a la ambliopía dentro de los primeros 2 añ os de vida, aunque
el riesgo está presente hasta los 6-7 añ os. Si hay sospecha de abuso infantil, examine la
retina. Aunque el examen de la retina no es rutinario en este grupo de edad, la visualizació n
de la retina puede revelar evidencia de abuso infantil. Un bebé sacudido puede tener
hemorragias retinianas características, como se muestra en la figura 23-21.
Nariz
Eleve la punta de la nariz para ver el tabique nasal, el piso de la nariz y los cornetes. ¿Hay
masas o cuerpos extrañ os presentes? Se debe sospechar un cuerpo extrañ o en cualquier
niñ o con secreció n nasal cró nica.
Cuello
Palpar en busca de linfadenopatía en las mismas á reas que en el adulto. Cualquier niñ o con
una enfermedad aguda debe ser examinado en busca de rigidez de nuca, como resultado de
la irritació n meníngea. Las pruebas de Brudzinski y Kernig se describen en el Capítulo 20,
El sistema nervioso.
Cofre
El examen del tó rax se realiza mejor mientras el bebé duerme o está en brazos de uno de
los padres. A menudo, los ruidos respiratorios traqueales se transmiten al tó rax. No
malinterprete estos sonidos como crujidos. ¿El niñ o tiene dificultad respiratoria? Los
signos má s importantes de angustia son el uso de los mú sculos accesorios, el balanceo de la
cabeza y el ensanchamiento de las alas nasales. Las retracciones intercostales también
está n presentes con frecuencia. Percutir y auscultar los campos pulmonares.
Corazó n
Abdomen
Genitales
Inspeccione los genitales externos. Compruebe si hay genitales ambiguos. ¿Está presente la
dermatitis del pañ al? El prepucio no es completamente retrá ctil hasta el añ o de edad. La
dermatitis del pañ al puede causar balanitis, que es una inflamació n aguda del glande del
pene. Los hombres que no está n circuncidados pueden desarrollar fimosis después de la
balanitis. Observe la posició n del meato uretral. Inspeccione el escroto. ¿Hay hinchazó n
unilateral presente? El agrandamiento puede representar una hernia o un hidrocele.
Transiluminar cualquier masa. Recuerde que los hidroceles transiluminan, pero las hernias
no. Auscultar la masa. Escuchar un intestino que contiene una hernia puede revelar ruidos
intestinales. Palpar los testículos. ¿Está n ambos en el escroto? ¿Se puede palpar un testículo
no descendido en el canal inguinal? De lo contrario, mientras el bebé está acostado en la
mesa de examen, presione el abdomen mientras trata de palpar el testículo no descendido
en el canal inguinal con la otra mano. En el bebé femenino, ¿hay flujo vaginal presente?
Comú nmente, hay una secreció n blanquecina, a menudo teñ ida de sangre, que dura un mes
después del nacimiento. Esto está relacionado con la transferencia placentaria de
hormonas maternas. Inspeccione el perineo en busca de erupciones o lesiones.
Exploració n neuroló gica Hacia el cuarto mes, cuando se coloca al lactante en decú bito
supino para que se siente, no debe haber retraso de la cabeza. Para el octavo mes, el bebé
debería poder sentarse sin apoyo. La coordinació n de las manos comienza alrededor de los
5 meses, cuando los bebés pueden alcanzar y agarrar objetos. A los 7 meses, pueden
transferir estos objetos de mano en mano. A los 8-9 meses, deberían poder utilizar un
agarre de pinza para recoger objetos pequeñ os.
Orejas
El niñ o puede ser colocado en la mesa de examen o sostenido por uno de los padres. Para
examinar el oído derecho, utilice la mano izquierda para tirar del pabelló n auricular hacia
afuera, hacia atrá s y hacia abajo mientras la mano derecha sujeta firmemente el otoscopio
contra la frente del niñ o. Utilice siempre el espéculo má s grande posible. El espéculo se
introduce lentamente en el canal externo. El cerumen, si está presente, debe ser eliminado
solo por alguien con experiencia en dicha eliminació n. La membrana timpá nica debe
visualizarse fá cilmente. ¿La membrana timpá nica está eritematosa? ¿Abultado? Compruebe
si hay un reflejo de luz. Su presencia, sin embargo, no descarta la otitis media. ¿Se ven los
niveles de aire y líquido detrá s del tambor? Estos signos sugieren otitis media.
Boca y faringe El examen de la boca y la faringe es la ú ltima parte del examen en este grupo
de edad. El niñ o debe estar sentado en el regazo de los padres, con el padre sosteniendo la
cabeza del niñ o. Por lo general, se puede examinar a un bebé que llora sin usar el
bajalenguas. Un niñ o asustado que mantiene la boca bien cerrada puede ser examinado si
usted le tapa la nariz; esto hará que el niñ o abra la boca. El bajalenguas se puede deslizar
entonces entre los dientes y sobre la lengua. Sé rá pido si debes ser contundente.
Inspeccione las encías. La ulceració n gingival es frecuentemente el resultado de una
infecció n herpética primaria. Pequeñ as vesículas blanquecinas discretas también está n
presentes antes de la ulceració n. Se encuentran en la mucosa bucal, el paladar y la lengua.
Los casos severos pueden producir lesiones alrededor de la boca. ¿Hay algú n diente
presente? Los primeros dientes en erupcionar son los incisivos centrales inferiores
alrededor de los 6 meses. Estos son seguidos por los incisivos laterales inferiores a los 7
meses y los dientes centrales superiores a los 7-8 meses. Los dientes laterales superiores
comienzan a erupcionar alrededor de los 9 meses. El aumento de la salivació n ocurre
temporalmente con la erupció n de nuevos dientes. (En el cuadro 23-5 al final del capítulo
se encuentra un resumen de la cronología de la dentició n.)
Examen
contarle a un niñ o pequeñ o una fantasía simple sobre animales imaginarios. Há gale
preguntas al niñ o sobre estos personajes. Una voz tranquilizadora contribuye en gran
medida a que el niñ o se sienta có modo. A medida que avanza con el examen, descríbale al
niñ o lo que se está haciendo, por ejemplo, "Ahora voy a escuchar los latidos de su corazó n".
Los niñ os también parecen tranquilizarse con las conversaciones con sus padres durante el
examen. Los jó venes responden mejor a un examinador que no lleva bata blanca. Los niñ os
menores de 3 añ os se examinan mejor en el regazo de los padres. El niñ o debe estar
completamente desnudo para el examen. Si el niñ o es modesto, quítele só lo la ropa
necesaria para el examen. La modestia varía mucho entre los niñ os de este grupo de edad.
Respetar el pudor del niñ o. Comience el examen lavá ndose las manos con agua tibia. Las
manos calientes son má s có modas para el niñ o. Si el niñ o está en una mesa de examen, haga
que el padre se pare a los pies del niñ o. Cualquier niñ o con dificultad respiratoria es má s
fá cil de examinar en la posició n má s có moda, generalmente sentado o acostado boca abajo.
Al niñ o siempre se le debe decir qué hacer en lugar de pedirle que haga algo. Por ejemplo,
es mejor decir: "Por favor, ponte de espaldas" en lugar de "¿Podrías por favor ponerte de
espaldas?". En un niñ o que parece no cooperar, se debe realizar primero la auscultació n del
corazó n y los pulmones, porque esto requiere la cooperació n del niñ o y debe realizarse
temprano cuando el niñ o puede ser má s cooperativo. Debido a que es probable que la vista
de los instrumentos médicos asuste a un niñ o, utilícelos al final. Proceda con el examen en
el siguiente orden para un niñ o cooperativo: • Tome medidas • Inspeccione la piel •
Examine la cabeza • Inspeccione los pies y las manos • Examine el cuello • Examine el
pecho • Examine el corazó n • Examine el abdomen • Examine los genitales • Examinar los
ojos • Examinar la nariz • Examinar los oídos • Examinar la boca y la faringe • Medir la
presió n arterial, si está indicado • Evaluar los reflejos tendinosos profundos, si está
indicado • Tomar la temperatura, si está indicado
Piel
El examen de la piel es el mismo para niñ os que para adultos. Las descripciones cuidadosas
de las numerosas erupciones que se observan en este grupo de edad son fundamentales
para el diagnó stico. Hay muchas enfermedades exantemá ticas de la infancia. Estas
erupciones pueden
sistó lica
PERCENTIL I
4 6 8 10 12 14 16 18 2 8 10 12 14 16 18 EDAD B EDAD
FIGURA 23-22. Mediciones de presió n arterial del Instituto Nacional del Corazó n, los
Pulmones y la Sangre. A, Percentiles para niñ os. B, Percentiles para niñ as.
FIGURA 23-23. Impétigo.
consisten en má culas, pá pulas, vesículas, pú stulas o petequias. (En el cuadro 23-6 al final
del capítulo se ofrece un resumen de las enfermedades víricas y bacterianas má s
importantes.) El impétigo es una de las afecciones cutá neas má s frecuentes en los niñ os de
este grupo de edad. Es una infecció n superficial de la piel altamente contagiosa causada por
un estreptococo beta-hemolítico, Staphylococcus aureus o ambos. La lesió n primaria es una
pú stula; una vez que se ha roto, produce una costra de color miel. Las lesiones pueden
verse en cualquier parte del cuerpo. pero la cara es un lugar comú n. El niñ o que se muestra
en la figura 23-23 tiene las clá sicas lesiones supurantes e incrustadas de impétigo. Examine
la columna vertebral. Los mechones de cabello a lo largo de la columna, especialmente
sobre el sacro, pueden marcar la ubicació n de una espina bífida oculta. ¿Hay evidencia de
trauma o abuso infantil? Los "signos de abuso físico infantil se discutieron en la secció n
anterior.
Cabeza
Examine los ganglios linfá ticos. Todas las cadenas (como se indica en el Capítulo 8. La
Cabeza y el Cuello) deben ser examinadas. Con frecuencia se encuentran ganglios pequeñ os
(2 a 4 mm), mó viles, no dolorosos y discretos. Los ganglios linfá ticos calientes y sensibles
generalmente indican infecció n. Inspeccione la forma de la cabeza. Palpe las suturas en el
niñ o de 1 a 3 añ os. ¿Está n deprimidos? ¿Elevado? Palpe sobre los senos frontales y
maxilares en niñ os mayores de 2 añ os. La sensibilidad puede indicar sinusitis. Inspeccione
el á rea de las glá ndulas paró tidas. La hinchazó n localizada se puede detectar mejor
diciéndole al niñ o que mire hacia el techo mientras está sentado. Tenga en cuenta cualquier
hinchazó n debajo del á ngulo de la mandíbula. Palpe la zona. Una glá ndula paró tida
agrandada a menudo empuja el pabelló n de la oreja lejos del costado de la cabeza cuando
se observa al niñ o desde atrá s.
Cuello
Inspeccione el tamañ o y la forma del cuello. Compruebe si hay un quiste del conducto
tirogloso. El niñ o pequeñ o de la figura 23-24 tiene un quiste del conducto tirogloso en la
línea media. Palpar los triá ngulos anterior y posterior en busca de linfadenopatía como en
adultos. La adenopatía cervical se asocia con la inflamació n de los senos paranasales, los
oídos, los dientes o la faringe. Los estreptococos beta-hemolíticos del grupo A son las
causas má s frecuentes de faringitis en niñ os. La faringitis estreptocó cica también es la
causa de la fiebre reumá tica. En la predicció n de un cultivo bacteriano positivo, se informa
que el signo diagnó stico má s importante es la linfadenopatía cervical anterior dolorosa.
Palpar el mú sculo esternocleidomastoideo. Inspeccione la ubicació n de la trá quea. es linea
media? Palpar la glá ndula tiroides. Por lo general, esto se hace mejor con el niñ o en
posició n supina usando el pulgar y el índice para palpar la glá ndula.
Cofre
Corazó n
Abdomen
El examen del abdomen es a menudo una de las primeras partes del examen de un niñ o
pequeñ o, porque no requiere má s instrumentos que el estetoscopio y generalmente es
indoloro. Inspeccione el abdomen. A medida que los niñ os crecen, el abdomen
protuberante se vuelve má s escafoides, excepto en los niñ os obesos. Inspeccione el
ombligo. Dígale al niñ o que tosa. ¿Hay alguna masa abultada en el ombligo? Auscultar los
sonidos peristá lticos. ¿Hay algú n soplo presente? La presencia de un soplo abdominal
puede sugerir coartació n, especialmente en presencia de hipertensió n en las extremidades
superiores y pulsos femorales reducidos o retrasados. Utilice el estetoscopio para escuchar
por encima de los riñ ones en la parte posterior. La presencia de un soplo en esta
localizació n sugiere estenosis de la arteria renal.
Percutir el abdomen por matidez anormal. La palpació n ligera se realiza como se describe
en el examen de adultos. ¿Se nota ternura? Observe la cara del paciente mientras palpa. Las
expresiones faciales son má s ú tiles que preguntarle al niñ o: "¿Te duele?" También se
realiza palpació n profunda como en los adultos. Palpe el hígado y el bazo como se describe
en el Capítulo 16, El abdomen. La envergadura del hígado de un niñ o de 3 añ os es de
aproximadamente 4 cm. A los 5 añ os de edad, la envergadura ha aumentado a 5 cm. Los
riñ ones son frecuentemente palpables por boleta en niñ os de hasta 5-6 añ os de edad.
Coloque su mano izquierda debajo del margen costal derecho en el á ngulo costovertebral.
Su mano derecha se coloca sobre la posició n media del abdomen derecho. Golpee
firmemente el abdomen para tratar de sentir el tamañ o del riñ ó n. Las manos deben
invertirse para sentir el riñ ó n izquierdo. Palpe los pulsos femorales. Coloque las puntas de
los dedos a lo largo del ligamento inguinal, a mitad de camino entre la sínfisis del pubis y la
cresta ilíaca. Cronometre el pulso con el pulso radial; deben alcanzar su punto má ximo al
mismo tiempo. Palpar los ganglios linfá ticos femorales. Es comú n encontrar varios nó dulos
de 0,5 l cm. Inspeccione el ano. ¿Está presente la dermatitis del pañ al? ¿Hay evidencia de
excoriaciones? La infestació n por oxiuros comú nmente causa prurito y excoriaciones. El
examen rectal generalmente no forma parte del examen está ndar en este grupo de edad.
Solo los niñ os con dolor abdominal o síntomas atribuibles al tracto gastrointestinal inferior
requieren un examen rectal. Indique al niñ o que se acueste boca arriba y flexione las
rodillas. Dígale al niñ o que el examen será como "tomarle la temperatura". Debe usar su
quinto dedo, enguantado y bien lubricado, para el examen. Se determina la sensibilidad y el
tono del esfínter, así como la presencia de una masa.
Genitales
Si el niñ o es varó n, inspeccione el pene. Compruebe si hay fimosis. Al final del primer añ o,
el prepucio se puede retraer en la mayoría de los hombres no circuncidados. A los 4 añ os
de edad, el prepucio se retrae fá cilmente en el 80% de todos los varones no circuncidados.
Inspeccione el meato uretral. Inspeccione el escroto. ¿Hay alguna ampliació n unilateral
presente? Sospeche hidrocele o hernia si el escroto parece grande. Transiluminar y
auscultar cualquier masa escrotal. Palpar los testículos. ¿Está n ambos presentes en el
escroto? En este grupo de edad, los testículos a menudo se retraen hacia el canal inguinal.
Si uno o ambos testículos no se sienten en el escroto, dígale al niñ o que se siente en una
silla con los pies en el asiento. Indícale que agarre sus rodillas. Repita la palpació n. Esta
presió n abdominal adicional puede forzar un testículo retraído o no descendido hacia el
escroto. Las manos calientes y una habitació n cá lida a menudo ayudan en este
procedimiento. Otra maniobra ú til para contrarrestar un reflejo cremastérico activo es
hacer que el niñ o se acueste y flexione la pierna a la altura de la rodilla, colocando el pie
sobre la pierna opuesta. Esta "posició n de sastre" lleva el tendó n del mú sculo sartorio
sobre el canal inguinal e impide que un reflejo activo retraiga el testículo. La palpació n de
una hernia inguinal generalmente se puede realizar en niñ os de 4 añ os de edad y mayores.
El procedimiento es el mismo que en los adultos y debe realizarse con el niñ o de pie. Si el
niñ o es mujer, inspeccione el á rea vaginal. ¿Hay una erupció n presente? Las erupciones
pueden estar relacionadas con los bañ os de burbujas. ¿Hay una descarga presente? Una
secreció n en niñ as de 2 a 6 añ os de edad se relaciona comú nmente con un cuerpo extrañ o
vaginal. A menudo se usa un espéculo nasal para inspeccionar la vagina en busca de la
causa de la secreció n. Busque un himen intacto y una abertura vaginal suave. Esté atento a
los abusos sexuales. Los signos má s importantes de abuso incluyen dificultad para caminar,
infecciones vaginales o anales, irritació n o hinchazó n genital, ropa interior rasgada o
manchada, sangrado vaginal o anal y hematomas.
Ojos
Nariz
Inspeccione las fosas nasales. ¿Está presente el ensanchamiento de las fosas nasales? El
ensanchamiento se produce en cualquier tipo de dificultad respiratoria. Inspeccione la
punta de la nariz. ¿Hay un pliegue transversal permanente cerca de la parte inferior de la
nariz que dirige la punta hacia arriba? Esto se ve comú nmente en personas alérgicas. Este
signo inequívoco es causado por el saludo alérgico: usar la palma de la mano o el dedo
índice extendido para frotar la nariz hacia arriba y hacia afuera. Eleve la punta de la nariz e
inspeccione la mucosa nasal. ¿Hay secreciones presentes? Las secreciones purulentas por
encima y por debajo del cornete medio sugieren sinusitis. La secreció n acuosa puede
indicar alergia o infecció n viral de las vías respiratorias superiores. La epistaxis
generalmente se debe a un traumatismo local. En niñ os con traumatismo craneoencefá lico,
la presencia de una secreció n clara por la nariz sugiere una fuga de líquido cefalorraquídeo.
Busca pó lipos nasales. Estos pueden estar asociados con alergias o fibrosis quística.
Orejas
¿Hay alguna secreció n presente? Las descargas purulentas pueden estar relacionadas con
una infecció n bacteriana. El eczema puede causar descamació n y grietas detrá s de las
orejas. Una secreció n sanguinolenta puede deberse a irritació n, lesió n, cuerpo extrañ o o
fractura de la base del crá neo. Use el otoscopio para inspeccionar el canal externo y la
membrana timpá nica. Un niñ o cooperativo de 2-3 añ os puede estar sentado o acostado
boca abajo en la mesa de examen con la cabeza girada hacia un lado. Un niñ o que no
coopera puede ser sostenido en los brazos de sus padres o boca abajo. El otoscopio debe
sujetarse como se indicó anteriormente. Utilice el espéculo má s grande posible. Inserte la
punta del espéculo a solo 1/2 pulgada. Inspeccione la membrana timpá nica. El
enrojecimiento es la anomalía má s comú n de la membrana. La infecció n, el trauma o
incluso el llanto pueden ser responsables. En la otitis media supurativa, el tímpano se
abulta hacia afuera y se vuelve eritematoso difuso, la audició n disminuye y el reflejo de la
luz puede perderse. ¿Está perforada la membrana timpá nica? ¿La membrana timpá nica se
mueve con la insuflació n? Se observa un tímpano inmó vil en la otitis media supurativa o
serosa. Palpe la punta mastoidea. ¿Es tierno? La sensibilidad sugiere mastoiditis. ¿Está n
presentes los ganglios linfá ticos auriculares posteriores? Estos ganglios se encuentran
clá sicamente en niñ os con rubéola. También se encuentran en niñ os con sarampió n,
roséola, varicela o inflamaciones del cuero cabelludo. Comprobar audiencia. La audició n es
necesaria para el desarrollo normal del lenguaje má s allá de la etapa de una sola palabra.
Como prueba de detecció n, ocluya un oído y susurre un nú mero en el otro oído del niñ o.
Pregú ntele al niñ o qué nú mero escuchó . Repita la prueba con el otro oído. Si se sospecha
una pérdida auditiva, realice las pruebas de Weber y Rinne como se describe en el Capítulo
10, El oído y la nariz. Si hay una pérdida auditiva, el niñ o debe ser programado para una
prueba audiométrica tan pronto como sea posible.
Boca y faringe La evaluació n de la boca y la faringe suele ser la ú ltima parte del examen del
niñ o pequeñ o. Inspeccione los labios en busca de lesiones y color. Dígale al niñ o: "Abre la
boca. Voy a contar tus dientes". Inspeccione los dientes en busca de nú mero y caries. Los
primeros molares inferiores erupcionan aproximadamente al añ o de edad. A estos les
siguen los primeros molares superiores a los 14 meses, los caninos inferiores a los 16
meses, los caninos superiores a los 18 meses, los segundos molares inferiores a los 20
meses y los segundos molares superiores a los 2 añ os. Esto completa la dentició n primaria
de 20 dientes. Los bordes aplanados se ven en niñ os que rechinan los dientes. (La tabla 23-
5 al final de este capítulo resume las edades de erupció n de los dientes.) Las caries
mú ltiples son a menudo una indicació n de caries de la leche. Se producen porque el niñ o se
va a dormir con un biberó n de leche o zumo en la boca. La niñ a que se muestra en la figura
23-25 tiene caries de leche graves que requieren la extracció n de toda su dentició n
temporal. Inspecciona la mordida. La protrusió n maxilar se denomina sobremordida y es la
posició n normal; la protrusió n mandibular se denomina submordida. Haga que el niñ o
muerda mientras inspecciona la oclusió n. Normalmente, los dientes superiores anulan a los
inferiores. Inspeccione las encías en busca de lesiones. Inspeccione la mucosa bucal. En el
sarampió n, en el segundo o tercer día de la enfermedad, a menudo se ven puntos blancos
puntiformes en la mucosa bucal al nivel de los dientes inferiores. Estas manchas se llaman
manchas de Koplik y son patognomó nicas del sarampió n. Las vesículas sobre una base
eritematosa sugieren infecció n por herpes simple. Vesículas similares en el paladar blando
sugieren herpangina causada por infecciones por virus coxsackie. Las manchas rojas
oscuras de aproximadamente 1-3 mm en la mucosa bucal y el paladar son un signo
temprano de rubéola. Estas lesiones orales dispersas de forma difusa, conocidas como
manchas de Forschheimer, aparecen en la parte posterior del paladar duro y blando y se
desarrollan al final de la etapa prodró mica o al comienzo de la erupció n cutá nea. La figura
23-26 muestra las manchas de rubéola de Forschheimer. Inspeccione la lengua. La lengua
geográ fica es una variació n normal (v. fig. 11-25A). La sequedad se observa en la
deshidratació n y en los respiradores bucales cró nicos. La lengua de fresa es indicativa de
escarlatina. El niñ o debe estar sentado durante esta parte del examen para una mejor
visualizació n de la faringe posterior. Dígale al niñ o que le va a mirar el interior de la
garganta y que debe abrir la boca lo má s que pueda. Si el niñ o no coopera, pídale que se
acueste boca arriba en la mesa de examen. El padre debe pararse en la cabecera de la mesa,
levantar las manos del niñ o sobre la cabeza y apretar los codos del niñ o contra la cabeza
para que la cabeza no se mueva. Luego, el examinador puede inclinarse sobre el niñ o,
sosteniendo un depresor de lengua en una mano y una luz en la otra.
Los niñ os de 6 a 12 añ os suelen ser fá ciles de examinar. Entienden el propó sito del examen
y rara vez presentan problemas. A menudo es ú til entablar una conversació n con el niñ o
sobre la escuela, los amigos o los pasatiempos. La conversació n ayuda a relajar al niñ o
incluso si no parece aprensivo. Permita que el niñ o use una bata o una cortina. El orden del
examen es esencialmente el mismo que en los adultos. Si el niñ o se queja de dolor en cierta
á rea, esa á rea debe examinarse en ú ltimo lugar. Al igual que con los niñ os má s pequeñ os, a
los niñ os mayores se les deben dar breves explicaciones sobre cada parte del examen.
Lá vese las manos con agua tibia y jabó n antes de comenzar el examen.
Ojos
Orejas
El examen de los ojos es esencialmente el mismo que en los adultos, con énfasis en la
agudeza visual. Es necesaria una prueba con una tabla optométrica está ndar de Snellen.
El examen de los oídos es el mismo que en los adultos, con énfasis en la agudeza auditiva.
Las pruebas audiométricas deben realizarse en todos los niñ os en edad escolar.
Nariz
Boca y Faringe Los dientes deben ser examinados con respecto a su condició n y
espaciamiento. Haga que el niñ o muerda y observe la mordida. (Consulte el cuadro 23-5,
que resume las edades en las que se produce la caída de los dientes primarios, así como las
edades de erupció n de los dientes secundarios). Inspeccione la lengua en busca de
sequedad, tamañ o y lesiones. Los surcos profundos son comunes y no tienen significado
clínico. Inspeccione el paladar en busca de petequias. Inspeccione las amígdalas en busca
de agrandamiento, inyecció n y exudació n.
Cuello
Palpar la tiroides en busca de nó dulos. La tiroides rara vez es palpable en niñ os normales
en este grupo de edad. Palpar en busca de linfadenopatía. Los ganglios cervicales anteriores
se observan en asociació n con infecciones de las vías respiratorias superiores e infecciones
dentales. La adenopatía posterior se observa con infecciones del oído medio y del cuero
cabelludo. La adenopatía generalizada se observa en enfermedades virales como la
mononucleosis infecciosa, el sarampió n y la rubéola. ¿Está la trá quea en la línea media?
Cofre
Corazó n
El examen del corazó n es el mismo que en los adultos.
Abdomen
El orden del examen abdominal es el mismo que en los adultos. La envergadura del hígado
a los 8 añ os de edad es de 5-5,5 cm; a los 12 añ os, la envergadura es de aproximadamente
5,5-6,5 cm.
Genitales
La edad de desarrollo de los caracteres sexuales secundarios varía mucho. Como se indicó
en el Capítulo 15, El seno, el desarrollo de los senos en las niñ as puede comenzar a los 8
añ os y continuar durante los siguientes 5 añ os. El desarrollo del vello pú bico en las niñ as
ocurre al mismo tiempo. El desarrollo testicular en los niñ os comienza un poco má s tarde,
alrededor de los 9-10 añ os de edad. El vello pú bico comienza a desarrollarse en los niñ os
alrededor de los 12 añ os y continú a desarrollá ndose hasta los 15 añ os. El crecimiento del
pene comienza aproximadamente un añ o después del comienzo del agrandamiento
testicular, a los 10-11 añ os de edad.
añ os. Mientras que el crecimiento acelerado en las niñ as ocurre alrededor de los 12 añ os de
edad, este crecimiento acelerado no se observa hasta alrededor de los 14 añ os en los niñ os.
Tanner estableció las clasificaciones de madurez sexual para hombres y mujeres en 1962.
En los hombres, el crecimiento del vello pú bico y el desarrollo del pene, los testículos y el
escroto se utilizan para asignar una clasificació n de madurez sexual del 1 al 5. El
examinador debe Registre dos clasificaciones: una para el vello pú bico y otra para los
genitales. Si el desarrollo del pene difiere del de los testículos y el escroto, se debe
promediar las dos calificaciones. Las clasificaciones de madurez sexual para el desarrollo
genital en los niñ os se ilustran y resumen en la figura 23-27.
45
Las clasificaciones de madurez sexual para el desarrollo del vello pú bico en niñ os y niñ as se
ilustran y resumen en la figura 23-28. Las clasificaciones de madurez sexual para las niñ as
se basan en el crecimiento del vello pú bico y el desarrollo de los senos. Se observan cinco
etapas para cada uno. El examinador debe registrar dos calificaciones: una para los senos y
otra para el vello pú bico. Las clasificaciones de madurez sexual para el desarrollo de los
senos en las niñ as se ilustran y resumen en la figura 23-29. En la figura 23-30 se representa
un resumen de la secuencia de desarrollo de los niñ os; en la Figura 23-31 se da un resumen
para las niñ as. El joven debe recibir una bata para evitar la vergü enza frente a un padre.
Inspeccione los genitales externos. ¿Hay vello pú bico presente? ¿Cuá les son las
clasificaciones de madurez sexual? ¿Hay alguna lesió n presente? ¿Hay evidencia de abuso
sexual? Palpar los testículos. ¿Hay una hernia inguinal presente? Los exá menes pélvicos no
son rutinarios en este grupo de edad, a menos que estén clínicamente indicados. El
sangrado vaginal en niñ as menores de 9 añ os se debe a infecció n por cuerpos extrañ os en
má s del 66% de los casos. El trauma representa un 16% adicional.
Examen musculoesquelético
Piel
23
45
Desarrollo del vello pú bico. A, Desarrollo en los niñ os. B, Desarrollo en niñ as. Los nú meros
indican el sexo
724 SECCIÓ N III EVALUACIÓ N DE PACIENTES ESPECÍFICOS
FIGURA 23-29. Desarrollo mamario en niñ as. Los nú meros indican calificaciones de
madurez sexual.
tercero
salto de altura
Pene
10,5-14,5 12,5-16,5
testículos
FIGURA 23-30.
17
salto de altura
Menarquia • 10-16.5
Seno
2345 8-13 13-18
2111111111131111111141111111111111115
FIGURA 23-31.
Añ os de edad
Seno
Determine la calificació n de madurez sexual de Tanner de los senos en las niñ as. El
desarrollo de los senos ocurre tanto en niñ os como en niñ as. A un niñ o con ginecomastia
unilateral se le debe asegurar que este cambio es parte de la pubertad normal y será
transitorio. El desarrollo asimétrico de los senos en las niñ as es comú n. Tranquilice al
paciente diciéndole que la pubertad está progresando normalmente.
Abdomen
Genitales
Determinar las clasificaciones de madurez sexual del vello pú bico y los genitales para
pacientes masculinos. Determinar la calificació n de madurez sexual del vello pú bico para
pacientes femeninas. El examinador debe evaluar al paciente y tratar de asegurarle que los
cambios corporales está n relacionados con la pubertad normal. Si es necesario un examen
pélvico interno para una adolescente, se requiere un enfoque extremadamente suave. El
uso de un espéculo de Pedersen a menudo hace que el examen sea menos incó modo. Una
enfermera debe estar presente si el examinador es un hombre.
Examen musculoesquelético
Las enfermedades virales exantemá ticas de la infancia son extremadamente comunes. Hay
vacunas para muchos de ellos. En los primeros añ os del siglo XX, los pediatras se referían
con frecuencia a muchas enfermedades infantiles por nú mero. La escarlatina y el
sarampió n fueron los nú meros uno y dos, respectivamente; la rubéola pasó a ser conocida
como la tercera enfermedad; la cuarta enfermedad era probablemente una combinació n de
escarlatina y rubéola y no representaba una entidad distinta; la quinta enfermedad se
conoce como eritema infeccioso; finalmente, la sexta enfermedad se conoce como roséola.
La rubéola, o sarampió n alemá n, es una enfermedad transmisible comú n causada por un
togavirus y caracterizada por síntomas constitucionales leves, sarpullido y agrandamiento
generalizado y sensibilidad de los ganglios linfá ticos de la cabeza y el cuello. se transmite
FIGURA 23-33.
FIGURA 23-35.
Varicela.
FIGURA 23-37.
Gingjivoestomatitis herpética
El virus del herpes simple es una causa comú n de lesiones orales dolorosas en los niñ os,
especialmente en los niñ os pequeñ os y en edad escolar. La figura 23-37 muestra a un niñ o
de 6 añ os con gingivoestomatitis herpética. Son comunes vesículas, pú stulas y erosiones
peribucales extensas. Las encías se vuelven marcadamente edematosas y eritematosas y
sangran con facilidad. Son frecuentes la fiebre, la irritabilidad y las adenopatías cervicales y
submaxilares. La fase aguda dura de 4 a 9 días y es autolimitada. Las vesículas se rompen y
se incrustan. La descamació n y la cicatrizació n suelen completarse en 10 a 14 días. La
enfermedad de Kawasaki, o síndrome de ganglios linfá ticos mucocutá neos, es una
enfermedad febril aguda de los niñ os pequeñ os. Casi todos los niñ os son menores de 5 añ os
y la mayoría son menores de 3 añ os. Se desconoce la causa, aunque se sospecha un agente
viral o rickettsial. La proporció n hombre-mujer es de 2,5:1, y la frecuencia general es má s
alta entre los asiá ticos. La enfermedad de Kawasaki es la causa má s frecuente de
cardiopatía adquirida en niñ os de 1 a 5 añ os. La condició n histopatoló gica es una
vasculitis con predilecció n por la enfermedad aneurismá tica de las arterias coronarias. Esta
tromboarteritis coronaria conlleva una tasa de morbilidad de hasta el 30%. Se estima que
la incidencia anual en los Estados Unidos es de 4,5 a 8,5 por cada 100.000 niñ os. La
enfermedad ocurre má s comú nmente durante el invierno y la primavera. La fiebre alta,
alrededor de 40°C, suele ser el primer signo y dura al menos 5 días. A los pocos días se
desarrolla una erupció n macular morbiliforme irregular en el tronco y las piernas. La figura
23-38 muestra el exantema típico en un paciente con la enfermedad de Kawasak. También
se puede observar eritema multiforme (fig. 23-39). La descamació n de la palma, la planta
del pie y la punta de los dedos ocurre 10 a 18 días después del inicio de la fiebre; este es
uno de los rasgos má s característicos de la enfermedad. La figura 23-40 muestra esta
descamació n en las manos de un niñ o con la enfermedad de Kawasaki. La conjuntiva se
inyecta y aparece un enrojecimiento punteado del paladar y la lengua de fresa (fig. 23-41).
El edema periférico y la linfadenopatía cervical asimétrica se observan temprano en la
enfermedad en el 75% de los pacientes. La artritis está presente en el 40% de los casos.
Aunque la mayoría de las personas se recuperan sin problemas
Incisivos centrales 6-8 5 7 7-8 6-7 7-8 6-7 Incisivos laterales 8-11 7-10 8-9 7-8 8-9 7-8
Caninos 16-20 16-20 11-12 9 -11 11-12 9-11 Primeros premolares .... 10-11 10-12
Segundos premolares .... 10-12 11-13 Primeros molares 10-16 10-16 10-11 10-12 6-7 6 -7
Segundos molares 20-30 20-30 10-12 11-13 12-13 12-13 Terceros molares .... ° 17-22 17-
22
Capítulo 23 El paciente pediá trico 7'31 TABLA 23--6. Enfermedades exantemá ticas de la
infancia Enfermedad cutá nea mucosa lesió n Localizació n membranas Componentes
sistémicos Varicela Maculopapular; Tronco, cara y cuero cabelludo; centrifu- Sí Trastorno
febril leve; (varicela) "gota de lá grima" vesical* malestar generalizado; erupció n precedida
(ver Figs. 23- cles en un erupciones por un pró dromo de 24 hr de 34, 23-35 y dolor de
cabeza y malestar de base temá tica; 23-36) todos los estadios y tamañ os de lesiones
encontradas al mismo tiempo y en el misma area; prurito
Sarampió n (rube- Eritematoso, cuero cabelludo, línea del cabello, frente, be- Sí t ola)
maculopapular, orejas traseras, parte superior del cuello; erupció n de color rojo pú rpura
que comienza en la cabeza y se propaga rá pidamente a las extremidades superiores y luego
a las extremidades inferiores; erupció n a menudo levemente hemorrá gica; a medida que la
erupció n se desvanece, se produce una decoloració n marró n y luego desaparece en 7 a 10
días
Pró dromo de 3-4 días de fiebre alta, escalofríos, cefalea, malestar general, tos, fotofobia,
conjuntivitis; 2 días antes de que se desarrolle la erupció n, se pueden ver las manchas t de
Koplik
Rubéola (Rosa alemana, rayita, cara, cuello, tronco, ex- Sí sarampió n) temblores pequeñ os e
irregulares; propagació n centrípeta; má culas y rá pidamente compromete el cuerpo en
pá pulas de 24 horas; sarpullido y tiende a desvanecerse a medida que se propaga es la
primera evidencia de la enfermedad
Fiebre leve presente, si la hay; dolor de cabeza, dolor de garganta, infecció n leve de las vías
respiratorias superiores; presencia de ganglios linfá ticos suboccipital y auricular posterior
Cara, parte superior del brazo, muslos; sarpullido repentino en un niñ o asintomá tico que
da una apariencia de "mejilla abofeteada"; erupció n maculopapular en las extremidades
superiores al día siguiente; varios días má s tarde, una erupció n de encaje en las
extremidades proximales
No
Má culas, rosadas, de 2-3 mm; la erupció n aparece al final del período febril; duració n de la
erupció n solo 24 horas
Tronco Raramente
Escarlatina Fina punteada, Cara, a lo largo de los pliegues cutá neos, nalgas, Sí" esternó n
eritematoso, entre las escá pulas lesió n que palidece a la presió n
La enfermedad resulta de la toxina producida por los estreptococos del grupo A como
resultado de una infecció n faríngea: inicio abrupto de fiebre, dolor de cabeza, dolor de
garganta, vó mitos; 12 a 48 horas má s tarde, aparece la erupció n.
* Moviéndose hacia afuera desde el centro. Las manchas de Koplik son altamente
diagnó sticas; estos aparecen en la mucosa bucal frente a los primeros molares; a menudo
aparecen como pá pulas puntiformes de color blanco azulado sobre una base eritematosa.
El signo de Forschheimer consiste en petequias o manchas rojizas en el paladar blando
durante el primer día de la enfermedad (v. fig. 23-26). § Moverse hacia el centro. "Lesiones
de color rojo brillante, a menudo en las amígdalas y el paladar blando.
Bibliografía
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General
Consideraciones
733
Estructura y fisiología Esta secció n cubre algunos de los cambios anató micos y fisioló gicos
que se atribuyen al envejecimiento, así como algunos de los hallazgos físicos resultantes.
Piel
Hay atrofia de la epidermis, los folículos pilosos y las glá ndulas sudoríparas, lo que provoca
un adelgazamiento de la piel. La piel se vuelve frá gil y decolorada. Las arrugas y la
sequedad resultan de la reducció n de la turgencia de la piel. Ademá s, las uñ as se vuelven
delgadas y quebradizas, con surcos marcados. Hay una disminució n de la vascularizació n
de la dermis, lo que contribuye a prolongar el tiempo de curació n. Hay cambios
pigmentarios comunes, como el desarrollo de lentigos seniles o manchas hepá ticas. Estas
má culas marrones se encuentran comú nmente en el dorso de las manos, los antebrazos y la
cara. Son causados por una hiperplasia epidérmica leve localizada, en asociació n con un
mayor nú mero de melanocitos y una mayor producció n de melanina. La figura 24-1
muestra léntigos seniles en los antebrazos de una mujer de 87 añ os. Otro cambio comú n en
la piel es la queratosis senil (solar), que es una pá pula o placa bien definida y elevada de
hiperqueratosis epidérmica. La escala superficial varía en color de amarillo a marró n. Estas
lesiones son comunes en la cara, el cuello, el tronco y las manos. La figura 24-2 muestra
varias queratosis seniles en un hombre de 82 añ os.
FIGURA 24-1. Lentigos seniles en una mujer de 87 añ os. Obsérvense las má culas de color
negro parduzco bien delimitadas.
FIGURA 24-5. Una ú lcera por presió n en etapa IV en el á rea sacra de un hombre de 85 añ os.
Obsérvese el sacro (á rea blanca) y los mú sculos circundantes necró ticos.
Comú nmente hay una degeneració n de las fibras elá sticas y colá geno de la piel, resultando
en una pérdida de elasticidad y el desarrollo de pú rpura senil. Estas má culas moradas,
comú nmente vistas en el dorso de las manos o en los antebrazos, son el resultado de la
extravasació n de sangre a través de los capilares que han perdido su soporte elá stico. La
figura 24-3 muestra pú rpura senil en el antebrazo de una mujer de 90 añ os. La hiperplasia
de las glá ndulas sebá ceas, especialmente en la frente y la nariz, es comú n. Estas glá ndulas
amarillentas varían en tamañ o de 1 a 3 mm y tienen un poro central. Es importante
diferenciar estas lesiones benignas de los carcinomas basocelulares. El cabello pierde su
pigmento, lo que comú nmente resulta en "canas" del cabello. Con la reducció n en el nú mero
de folículos pilosos, hay pérdida de cabello en todo el cuerpo: cabeza, axila, á rea pú bica y
extremidades. Con la reducció n de estró genos, muchas mujeres mayores pueden
desarrollar un aumento de vello, especialmente en la barbilla y el labio superior. En la
figura 24-4 se muestra una mujer de 79 añ os con pelos en la barbilla. Como resultado de la
reducció n del tejido subcutá neo, hay menos aislamiento y menos relleno sobre las
superficies ó seas. Esto predispone a la hipotermia y al desarrollo de ú lceras por presió n o
ú lceras por decú bito. La figura 24-5 muestra una ú lcera por presió n que se desarrolló en un
hombre de 85 añ os en 1 semana. El m&n se vio 1 semana antes cuando se notó una
pequeñ a á rea eritematosa intacta sobre su á rea sacra. fue traído de vuelta
a urgencias 7 días después con la ú lcera de decú bito que se ve en la figura. La ulceració n se
ha erosionado a través de la piel y el mú sculo, hacia el sacro y hacia el intestino, con el
desarrollo de una fístula rectovesicular.
Ojos
Como resultado de una reducció n de la grasa orbitaria, los ojos aparecen hundidos. A
menudo se desarrolla laxitud de los pá rpados o ptosis senil. Se puede desarrollar ectropió n
o entropió n, causados por la caída o caída del pá rpado inferior, respectivamente. También
puede haber una obstrucció n del conducto lagrimal, lo que resulta en epífora o lagrimeo.
Los depó sitos de grasa en la có rnea pueden producir un arcus senilis, que se ve en las
figuras 9-35 y 9-36. La producció n inadecuada de lá grimas mucosas por la conjuntiva
puede predisponer a ú lceras corneales, queratitis por exposició n. o síndrome del ojo seco.
Una acumulació n de pigmento amarillo en el cristalino altera la percepció n del color. Una
pérdida de elasticidad en el cristalino da como resultado la presbicia. La esclerosis nuclear
del cristalino se convierte en la formació n de cataratas. Los pacientes experimentan una
disminució n de la agudeza visual y comú nmente se quejan de sensibilidad al
deslumbramiento de las luces interiores, la luz solar o el reflejo de los pisos. Los cambios
degenerativos en el iris, el humor vítreo y la retina pueden afectar la agudeza visual,
reducir los campos de visió n y provocar el desarrollo de moscas volantes (muscae
volitantes). La degeneració n macular senil (v. figs. 9-97 y 9-98) y las hemorragias
retinianas son otras causas importantes desde el punto de vista médico de la disminució n
de la agudeza visual.
Orejas
Nariz y Garganta
Boca
Pulmones
La falta de distensibilidad de las arterias periféricas puede causar hipertensió n con una
presió n de pulso ampliada. La presió n arterial sistó lica aumenta progresivamente con la
edad, mientras que la presió n diastó lica se nivela en la sexta década de la vida: estos
desarrollos conducen a una mayor prevalencia de hipertensió n sistó lica aislada. La
aterosclerosis coronaria puede producir angina, infarto de miocardio o síntomas
inespecíficos como confusió n o cansancio. . También hay disminuciones en el volumen
plasmá tico, el tiempo de llenado ventricular y la sensibilidad barorrefleja.
Pechos
Gastrointestinal
Sistema La atrofia de la mucosa gastrointestinal se produce con una reducció n del nú mero
de glá ndulas estomacales e intestinales, provocando alteraciones en la secreció n, motilidad
y absorció n. Los cambios en el tejido elá stico y las presiones coló nicas pueden provocar
diverticulosis, que puede conducir a diverticulitis. La atrofia acinar pancreá tica es comú n,
al igual que la disminució n de la masa hepá tica, el flujo sanguíneo hepá tico y la actividad de
las enzimas microsomales. Estas disminuciones dan como resultado un aumento de la vida
media de los fá rmacos solubles en lípidos.
Sistema musculoesquelético Hay atrofia general de los mú sculos, lo que provoca una
disminució n de la fuerza. La atrofia muscular se observa con mayor frecuencia en las
extremidades distales, especialmente en los mú sculos interó seos dorsales. La actividad
osteoclá stica es mayor que la actividad osteoblá stica. Un agrandamiento de los espacios del
hueso esponjoso y un adelgazamiento de las trabéculas dan como resultado osteoporosis.
Son frecuentes la cifosis y la pérdida de altura (v. fig. 12-6). Se producen cambios
degenerativos y una pérdida de tejido elá stico en las articulaciones, los ligamentos y los
tendones. Esto frecuentemente resulta en rigidez articular. Los cambios degenerativos en
los huesos pueden resultar" en quistes ó seos y erosiones, haciendo
Sistema nervioso
Sistema inmunitario
Hay un nú mero reducido de linfocitos T recién formados y una capacidad reducida de los
linfocitos T para proliferar en respuesta a mitó genos o antígenos. La inmunidad humoral
está alterada y el nú mero de linfocitos T supresores está disminuido.
Bá sico
Un paciente mayor con apendicitis aguda podría no sufrir dolor abdominal y un paciente
mayor con neumonía podría no tener dificultad para respirar; la confusió n puede ser el
ú nico síntoma. Un segundo principio es la presentació n inespecífica de la enfermedad.
Cuando una persona mayor se enferma, un miembro de la familia comú nmente informa
que el paciente "simplemente no se ha levantado de la cama". El paciente puede irse a la
cama y permanecer allí. El paciente puede no querer comer y puede tener solo quejas
inespecíficas. Un tercer principio es el subregistro de enfermedades. Cuando un
entrevistador le pregunta a un paciente geriá trico acerca de varios síntomas, es posible que
el paciente no informe ceguera causada por cataratas, sordera causada por otosclerosis,
dolor en las piernas por la noche, incontinencia urinaria, estreñ imiento, confusió n, etc. El
paciente geriá trico puede creer que estos síntomas son normales para una persona de 75 u
80 añ os. Los pacientes geriá tricos suelen confundir el dolor abdominal y otras molestias
gastrointestinales, como el aumento de gases, con una parte normal del envejecimiento. A
veces, un paciente puede decir: "No se puede hacer nada al respecto, así que no quiero
molestar a nadie al mencionarlo". Un cuarto principio es el reconocimiento de que pueden
estar presentes mú ltiples condiciones patoló gicas en un paciente geriá trico. Tal paciente
puede haber recibido mú ltiples medicamentos o terapias. Un medicamento puede tener
efectos nocivos en un paciente si existe alguna otra condició n. Por supuesto, esto puede
ocurrir con cualquier paciente, pero es má s probable que ocurra en pacientes mayores que
probablemente tengan varias condiciones patoló gicas. Un quinto principio es la
polifarmacia, que se define como la administració n de tres o má s medicamentos. Es
fundamental que el entrevistador vea y conozca todos los medicamentos que toma el
paciente. Indique al paciente oa la familia que traiga todos los medicamentos, tanto con
receta como sin receta, y pregú ntele al paciente có mo los está tomando. Comú nmente
existe una discrepancia significativa entre la receta escrita y la dosis que el paciente
realmente toma. Los estadounidenses mayores de 65 añ os usan alrededor del 25 % de
todos los medicamentos recetados que se consumen en los Estados Unidos y, en cualquier
momento, el paciente geriá trico promedio usa 4.5 medicamentos recetados. El residente
promedio de un hogar de ancianos consume la mayor cantidad de medicamentos, con un
promedio de ocho medicamentos en cualquier momento. El uso de fá rmacos que alteran el
estado de á nimo es comú n en la població n geriá trica. Aproximadamente el 7% de los
residentes de hogares de ancianos está n tomando tres o má s caladas psicoactivas.
Finalmente, ¿cuá l es la queja principal del paciente? Esto a veces se denomina "el mito de la
queja principal". Muchos pacientes geriá tricos no tienen una sola queja. Puede haber varios
problemas relacionados con sus muchas condiciones. De hecho, como ya se discutió , si se
da una queja principal, es posible que no tenga relació n con el sistema orgá nico
involucrado. Tenga cuidado en la evaluació n de la queja principal cuando trate con
pacientes mayores. Las directivas anticipadas son críticas para todos los pacientes,
especialmente aquellos en el grupo de edad geriá trica. Las directivas anticipadas utilizadas
en los Estados Unidos toman dos formas: el testamento en vida y el poder de salud. El
testamento en vida es una directiva de tratamiento que enumera las intervenciones que el
paciente desea o no desea que se realicen en caso de que no pueda tomar tales decisiones.
El apoderado de salud, también conocido como el poder notarial duradero para el cuidado
de la salud, asigna un sustituto para la toma de decisiones en quien los pacientes confían
para que tome decisiones por él o ella en caso de que él o ella no pueda tomarlas. Por ley,
esa persona no puede ser el médico del paciente. Estos documentos importantes
proporcionan una vía de comunicació n entre el médico y el paciente sobre la atenció n al
final de la vida del paciente. Si estos documentos no se han archivado, con demasiada
frecuencia puede haber incertidumbre sobre los deseos del paciente, y el médico y la
familia se quedan en la oscuridad.
los
Historia geriá trica
Los componentes principales de la historia clínica son bá sicamente los mismos para
pacientes geriá tricos que para pacientes má s jó venes, excepto por la queja principal y los
antecedentes familiares. Con la excepció n de los antecedentes familiares de la enfermedad
de Alzheimer, los antecedentes familiares son menos importantes para los pacientes
geriá tricos que para los pacientes má s jó venes. Por ejemplo, el hecho de que un familiar
muera de un infarto de miocardio a los 60 añ os es relativamente poco importante para un
paciente que ya tiene 80 añ os. También suele ser difícil para un paciente mayor recordar
có mo y cuá ndo murieron sus familiares.
Antes de comenzar con la historia, determine si hay una deficiencia auditiva, visual o
cognitiva. Una comprobació n rá pida de estas tres funciones es obligatoria. Pregú ntele al
paciente si usa algú n dispositivo de asistencia (p. ej., audífono, anteojos, bastó n, andador,
silla de ruedas). Si es así, evalú e la condició n del dispositivo. ¿El paciente está utilizando el
dispositivo correctamente? Preguntar al paciente có mo se obtuvo el dispositivo; a menudo,
estos dispositivos han sido entregados al paciente por amigos o familiares o han sido
dejados por có nyuges fallecidos. Si hay una discapacidad auditiva, siéntese frente al
paciente, lo má s cerca posible y al nivel del oído del paciente. Asegú rese de que el paciente
esté usando, si es necesario, el audífono u otro dispositivo de asistencia. Trate de minimizar
las distracciones tanto audibles como visuales. Hable en un tono de voz lento, bajo y
moderadamente alto. Permita que el paciente observe sus labios mientras habla.
Finalmente, confirme con el paciente que él o ella está siendo entendido repitiendo
porciones de la historia. Debido a que muchos pacientes mayores tienen déficit de memoria
o demencia, con frecuencia es necesario obtener un historial de confirmació n de un familiar
o cuidador. Todos los sistemas de apoyo deben ser evaluados. Estos incluyen familiares,
amigos y servicios profesionales. Determinar la dieta, porque muchos pacientes mayores
tienen dietas poco equilibradas. Una evaluació n geriá trica integral es un componente
esencial de la historia. Garantiza que se evalú en y satisfagan las mú ltiples y complejas
necesidades de atenció n médica del paciente. Toda historia geriá trica debe incluir una
evaluació n integral de las actividades. Deben recopilarse medidas de la capacidad del
paciente para realizar actividades bá sicas, llamadas actividades de la vida diaria (AVD).
Estas actividades incluyen bañ arse, vestirse, ir al bañ o, continencia, alimentació n y
trasladarse dentro y fuera de la cama o de una silla. También se evalú a la capacidad para
realizar tareas má s complejas, llamadas actividades instrumentales de la vida diaria (IADL).
Estas tareas incluyen la preparació n de alimentos, compras, tareas domésticas, lavandería,
administració n financiera, administració n de medicamentos, uso del transporte y uso del
teléfono. Otras á reas que deben evaluarse para todos los pacientes geriá tricos son las
siguientes: • Abuso y negligencia • Trastornos afectivos • Estrés del cuidador • Deterioro
cognitivo • Ú lceras de decú bito • Deterioro dental • Discusió n de directivas anticipadas* •
Caídas • Deterioro de la alimentació n • Anomalías de la marcha • Mantenimiento de la
salud • Discapacidad auditiva • Incontinencia (fecal y urinaria) • Infecciones (recurrentes)
• Evaluació n nutricional • Osteoporosis • Trastornos podoló gicos • Polifarmacia •
Evaluació n preoperatoria, si corresponde • Necesidades de rehabilitació n • Trastornos del
sueñ o • Discapacidad visual Ciertos cuestionarios y escalas han sido validados en ancianos
y puede usarse para examinar a los pacientes en busca de trastornos afectivos tales como
depresió n o demencia. Un ejemplo es la Escala de depresió n geriá trica de Yesavage, que
consta de 30 ítems (cuadro 24-1). Cada una de las respuestas del paciente que coincida con
la hoja de puntuació n se califica con 1 punto. Una puntuació n total de 0 a 9 indica que no
hay depresió n; de 10 a 19, depresió n leve; y de 20 a 30, depresió n severa.
TABLA 24--1. Escala de depresió n geriá trica de Yesavage 1. ¿Está bá sicamente satisfecho
con su vida? sí/no 2. ¿Ha abandonado muchas de sus actividades e intereses? si/no 3.
¿Sientes que tu vida está vacía? sí/no 4. ¿Te aburres a menudo? sí/no 5. ¿Tiene esperanzas
en el futuro? sí/no 6. ¿Le molestan los pensamientos que no puede quitarse de la cabeza?
sí/no 7. ¿Está de buen humor la mayor parte del tiempo? si/no 8. ¿Tienes miedo de que te
pase algo malo? si/no 9. ¿Se siente feliz la mayor parte del tiempo? sí/no 10. ¿A menudo se
siente impotente? sí/no 11. ¿Con frecuencia se siente inquieto e inquieto? sí/no 12.
¿Prefiere quedarse en casa, en lugar de salir y hacer cosas nuevas sí/no? 13. ¿Te preocupas
con frecuencia por el futuro? sí/no 14. ¿Cree que tiene má s problemas de memoria que la
mayoría? si/no 15. ¿Crees que es maravilloso estar vivo ahora? sí/no 16. ¿A menudo se
siente desanimado y triste? sí/no 17. ¿Se siente bastante inú til tal como es ahora? si/no 18.
¿Te preocupas mucho por el pasado? sí/no 19. ¿Cree que la vida se vuelve muy
emocionante? si/no 20. ¿Te cuesta empezar nuevos proyectos? si/no 21. ¿Se siente lleno de
energía? si/no 22. ¿Sientes que tu situació n es desesperada? sí/no 23. ¿Crees que la
mayoría de la gente está mejor que tú ? si/no 24. ¿Se enfada con frecuencia por pequeñ as
cosas? si/no 25. ¿Tiene ganas de llorar con frecuencia? si/no 26. ¿Tiene problemas para
concentrarse? si/no 27. ¿Le gusta levantarse por la mañ ana? si/no 28. ¿Prefiere evitar las
reuniones sociales? si/no 29. ¿Le resulta fá cil tomar decisiones? sí/no 30. ¿Está su mente
tan clara como antes? Hoja de puntuació n* 1. No 2. Sí 3. Sí 4. Sí 5. No 6. Sí 7. No 8. Sí 9. No
10. Sí 11. Sí 12. Sí 13. Sí 14. Sí 15. No 16. Sí 17. Sí 18. Sí 19. No 20. Sí 21. No 22. Sí 23. Sí 24. Sí
25. Sí 26. Sí 27. No 28. Sí 29. No 30. No * Ver texto para interpretació n. Reimpreso de
Yesavage JA, Brink TL, Rose, TL, et al: Deyelopment and Validation of a Geriatric Depression
Rating Scale: A Preliminary Report. J Psychiatr Res 17:37, 1983. Copyright 1983, con la
amable autorizació n de Pergamon Press Ltd., Headington Hill Hall, Oxford 0X3 0BW, Reino
Unido.
741
742 SECCIÓ N III EVALUACIÓ N DE PACIENTES ESPECÍFICOS
Impacto
de envejecer en el paciente
Envejecer puede traer grandes alegrías y satisfacciones: tiempo libre para iniciar nuevas
aficiones o nuevas ocupaciones; tiempo para viajar; tiempo para conocer nuevos amigos;
tiempo para escribir sobre experiencias de toda la vida; tiempo para volverse creativo;
tiempo para impartir sabiduría a las generaciones má s jó venes; tiempo para disfrutar de
ser abuelos, bisabuelos o incluso tatarabuelos. Entre las personas mayores de 65 añ os, el
94% son abuelos y el 46% son bisabuelos. Convertirse en abuelo puede darle a una
persona mayor una nueva oportunidad de vida y permitirle revivir los recuerdos de añ os
anteriores. La vejez puede permitir que el individuo utilice los conocimientos adquiridos a
lo largo de la vida para perseguir metas que, tal vez por limitaciones de tiempo o
econó micas, no pudo alcanzar antes. Todo esto es cierto si la salud del paciente lo permite.
Sin embargo, la salud física y mental de la persona puede limitar el disfrute de este período
de la vida. Como ya se discutió , muchos cambios físicos ocurren con el envejecimiento. Las
discapacidades específicas, como las afecciones locomotoras, pueden ser especialmente
perjudiciales en presencia de un funcionamiento cognitivo normal. La pérdida de la visió n o
la audició n puede conducir al aislamiento social. Estos cambios físicos pueden tener un
efecto profundo en la salud emocional del individuo. La pérdida de amigos y seres queridos
también puede afectar al paciente. De los 35 millones de estadounidenses mayores de 65
añ os, se estima que entre el 12 y el 15 % sufre algú n trastorno psiquiá trico funcional, que
va desde la ansiedad y la depresió n hasta el delirio grave y otros estados psicó ticos. La
depresió n puede resultar de la pérdida, que es comú n entre los pacientes geriá tricos:
pérdida de salud, amigos, có nyuges y parientes, o pérdida de estatus o participació n en la
sociedad. Estas pérdidas y otras pueden ser devastadoras para el paciente mayor. El
paciente puede sentirse atrapado dentro de un cuerpo envejecido. Dolor. se puede
desarrollar una sensació n de impotencia o una sensació n de vacío. También pueden
desarrollarse sentimientos de culpa: "'¿Por qué sobreviví...?'" En las personas mayores,
como en los niñ os, quedarse solos provoca terror e ira debido a una sensació n de
vulnerabilidad. La depresió n y la pérdida de autoestima pueden contribuir al suicidio, con
tasas má s altas entre los hombres blancos de 80 añ os. Finalmente, las preocupaciones y los
miedos relacionados con la propia muerte son importantes. Es interesante el hecho de que
la mayoría de las personas mayores temen menos a la muerte que las personas má s
jó venes. Lo que temen las personas mayores no es cuá ndo van a morir sino có mo van a
morir. ¿Estará n dolidos? ¿Estará n solos? El proveedor de atenció n médica debe abordar
estas preguntas directamente para que la ansiedad y la depresió n tan comú nmente
relacionadas con estos problemas puedan disiparse.
Físico
Examen
El examen físico del paciente geriá trico no difiere del ya descrito en la Secció n II de este
libro. Sin embargo, se debe prestar especial atenció n a las siguientes á reas.
Evaluació n de signos vitales Realice una evaluació n de rutina, incluidos los cambios
ortostá ticos en el pulso y la presió n arterial. Tenga cuidado si el paciente se queja de
mareos o molestias en el pecho. Si esto ocurre, haga que el paciente se acueste
inmediatamente. Obtener la temperatura corporal. Si el paciente es hipometabó lico, como
ocurre en el hipotiroidismo o en la hipotermia de exposició n, la temperatura puede ser
inferior a 36°C. En la població n geriá trica, la temperatura normal se encuentra
comú nmente en pacientes con infecciones graves. Se deben tomar pesos exactos y
observarlos a lo largo del tiempo.
Piel
Observe la piel en busca de cambios malignos, ú lceras por presió n, evidencia de prurito y
equimosis que sugieran caídas o abuso.
Cabeza, ojos, oídos, nariz, garganta y cuello Evalú e al paciente en busca de evidencia de
trauma craneal. Palpe las arterias temporales superficiales, que se encuentran
anterosuperiores al trago. En pacientes que se quejan de síntomas visuales, cefaleas o
síntomas polimiá lgicos, debe sospecharse polimialgia reumá tica o arteritis temporal (de
células gigantes) (consulte la secció n Correlaciones clinicopatoló gicas al final de este
capítulo). ¿Hay entropió n (v. fig. 9-17) o ectropió n (v. fig. 9-18)? Determinar la agudeza
visual, si aú n no se ha probado. Debe comprobarse el movimiento de los ojos en busca de
pará lisis de la mirada. La capacidad de mirar hacia arriba disminuye con el aumento de la
edad. ¿Hay cataratas (v. figs. 9-47 y 9-48)? Examinar la retina, si no existe catarata. ¿Hay
degeneració n macular presente (ver Figs. 9-97 y 9-98)? ¿Hay cerumen impactado en el
conducto externo (v. fig. 10-4)? Evaluar la agudeza auditiva, si no se ha hecho ya. Pida al
paciente que se quite las dentaduras postizas, si las tiene. Examinar la boca en busca de
sequedad, lesiones (v. figs. 11-16, 11-17 y 11-20), estado de los dientes, ú lceras bucales (v.
fig. 11-40) y tumores malignos (v. figs. 11-45 a 11-48). Las dentaduras postizas mal
ajustadas pueden causar pérdida de peso como resultado de la dificultad para comer y
masticar. Examine la lengua en busca de malignidad (v. fig. 11-46). Auscultar el cuello. ¿Hay
soplos carotídeos presentes? Palpar la tiroides. ¿Hay nó dulos presentes? ¿La tiroides está
difusamente agrandada?
Pechos
Examine los senos en busca de hoyuelos, secreció n y masas. La incidencia del cá ncer de
mama aumenta con la edad. La incidencia má s alta ocurre entre mujeres de 85 añ os de
edad y mayores. Consulte la Figura 15-6.
Cofre
Inspeccione la forma del cofre. ¿Está presente la cifoescoliosis? Auscultar el tó rax. ¿Hay
algú n sonido adventicio presente?
Abdomen
Realizar palpació n y percusió n de rutina del abdomen. ¿Está agrandada la vejiga? ¿Hay una
masa abdominal pulsá til presente? Palpar en busca de hernias inguinales y femorales. ¿Hay
evidencia de pérdidas de orina en la ropa interior? Realice un examen rectal. Examine las
heces en busca de sangre. En un hombre, ¿la pró stata está agrandada?
Examen musculoesquelético
Examina las articulaciones. Pida al paciente que se levante de una posició n sentada y
observe cualquier dificultad. ¿Puede el paciente levantar las manos sobre la cabeza para
cepillarse el cabello? Las extremidades deben examinarse en busca de artritis, deterioro del
rango de movimiento y deformidades. Deben inspeccionarse los pies en busca de cuidado
de las uñ as (v. fig. 19-67), callosidades, deformidades (v. figs. 19-51 y 19-52) y ulceraciones
(v. figs. 19-68 y 19-69). Evaluar los pulsos periféricos.
clinicopata
correlaciones ló gicas
Muchos problemas del sistema de ó rganos se observan en el grupo de edad geriá trico. Esta
secció n cubre varios trastornos y estados funcionales que son especialmente comunes
entre las personas mayores y no se tratan en otros capítulos de este libro. La degeneració n
macular senil ocurre en casi el 10% de la població n geriá trica, y afecta a má s mujeres que
hombres. Representa la causa má s comú n de ceguera legal en los Estados Unidos. Hay
pérdida indolora y progresiva de la visió n central. El paciente se queja con frecuencia de
dificultad para leer. Debido a que só lo está involucrada la má cula, se respeta la visió n
periférica y no se produce ceguera total. Ver Figuras 9-97 y 9-98. La arteritis temporal y la
polimialgia reumá tica son exclusivas del grupo etario geriá trico y lo má s probable es que
sean manifestaciones de una afecció n conocida como arteritis de células gigantes. Se estima
que la polimialgia reumá tica ocurre en el 40-50% de los pacientes con arteritis temporal.
Ambas condiciones son de tres a cuatro veces má s frecuentes entre las mujeres que entre
los hombres. Los síntomas de la arteritis temporal incluyen dolor de cabeza, que con
frecuencia se asocia con sensibilidad en el cuero cabelludo; la arteria temporal también
puede estar sensible. También hay varios síntomas generalizados, como fiebre, pérdida de
peso, anorexia y fatiga. Los trastornos visuales incluyen pérdida de visió n, visió n borrosa,
diplopía y amaurosis fugaz. A veces, los pacientes también pueden quejarse de dolor al
masticar los alimentos. El diagnó stico se realiza a partir de la biopsia de la arteria temporal,
que tiene una sensibilidad del 90% y una especificidad del 100%. Muchos pacientes con
polimialgia reumá tica se quejan de dolor simétrico, especialmente por la mañ ana, y rigidez
del cuello, los hombros, la regió n lumbar y la cintura pélvica. A menudo les resulta difícil
cepillarse el pelo. Los grupos musculares proximales de las extremidades superiores y la
cintura pélvica suelen verse afectados. Las ú lceras por presió n, o ú lceras por decú bito, son
problemas graves que pueden provocar dolor. una estadía má s prolongada en el hospital y
una recuperació n má s lenta. Son causados por una presió n no aliviada que resulta en dañ o
al tejido subyacente. Afectan hasta a 3 millones de individuos
anual. Los gastos sanitarios anuales por estas lesiones superan los 5.000 millones de
dó lares. Se ha estimado que el costo de curar una ú lcera de decú bito oscila entre $5,000 y
$50,000. En los centros de atenció n de la salud a largo plazo, la prevalencia de las ú lceras
de decú bito es del 15 al 25 %, mientras que la prevalencia en la comunidad es del 5 al 15 %.
Hay miles de casos legales cada añ o como resultado del desarrollo de ú lceras por presió n y
la morbilidad y mortalidad relacionadas. La bacteriemia es comú n y la osteomielitis ocurre
en má s del 25% de todos los pacientes con ú lceras de decú bito que no cicatrizan. Las
ú lceras por decú bito resultan de la presió n prolongada sobre las prominencias ó seas. Se
piensa que esta presió n provoca una disminució n de la perfusió n de la zona, dando lugar a
la acumulació n de productos tó xicos, con la consiguiente necrosis de la piel. mú sculo, tejido
subcutá neo y hueso. La humedad, causada por la incontinencia fecal o urinaria o por la
transpiració n, también está implicada porque provoca la maceració n de la epidermis y
permite que se produzca la necrosis tisular. La fuerza de corte también es un factor. El
cizallamiento se genera cuando se eleva la cabecera de una cama, lo que hace que el torso
se deslice hacia abajo y transmita la presió n al sacro. El estado nutricional deficiente y el
retraso en la cicatrizació n de heridas son otros factores contribuyentes generalizados. Las
ú lceras por presió n se clasifican en etapas para clasificar el grado de dañ o observado. Las
cuatro etapas clínicas de las ú lceras de decú bito son las siguientes:
centros de atenció n cró nica, la prevalencia es superior al 50% de todos los pacientes
hospitalizados. A pesar de su prevalencia, la demencia a menudo no se reconoce en sus
primeras etapas. Las causas má s comunes de demencia son los accidentes
cerebrovasculares y la enfermedad de Alzheimer. El inicio y el curso de los síntomas a
menudo brindan pistas sobre la causa de la demencia. Un inicio repentino casi siempre está
relacionado con un accidente cerebrovascular. Un curso subagudo e insidioso puede estar
relacionado con un tumor, la enfermedad de Jakob-Creutzfeldt o la enfermedad de
Alzheimer. La demencia con rigidez y bradicinesia sugiere fuertemente la enfermedad de
Parkinson. En la hidrocefalia se observa demencia asociada con incontinencia urinaria y
marcha magnética espá stica. El desarrollo de demencia después de una caída debe hacer
sospechar un hematoma subdural. Algunos de los síntomas que pueden indicar demencia
son las siguientes: • Aprendizaje y retenció n de nueva informació n • Manejo de tareas
complejas • Capacidad de razonamiento • Capacidad y orientació n espacial • Lenguaje •
Comportamiento Las caídas son un problema comú n en el grupo de edad geriá trica . La
mayoría de las caídas no está n asociadas con fracturas, pero la mayoría de las fracturas de
cadera (>90%) está n asociadas con caídas. Las caídas son el resultado de una disminució n
de la visió n, el equilibrio, la percepció n sensorial, la fuerza y la coordinació n y, a menudo,
son provocadas por medicamentos. La mayoría de las caídas son sufridas por pacientes que
han tomado sedantes hipnó ticos de acció n prolongada, antidepresivos o tranquilizantes
mayores. Siempre que sea posible, trate de reducir la cantidad de medicamentos. Las caídas
son la principal causa de muerte por lesiones en personas de 65 añ os o má s. Dos tercios de
las muertes relacionadas con lesiones notificadas en pacientes de 85 añ os o má s son
causadas por caídas. También es comú n el miedo a caer; El 50-60% de todos los pacientes
mayores de 65 añ os tienen este miedo.
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El objetivo de este capítulo es proporcionar un enfoque prá ctico para los pacientes con
enfermedades agudas. El énfasis está en el diagnó stico, no en la terapia. En la evaluació n de
pacientes con enfermedades agudas, el tiempo es un factor crítico. A diferencia de la
evaluació n de pacientes estables, la evaluació n de pacientes con enfermedades agudas no
implica lograr un diagnó stico específico, sino má s bien identificar una anomalía
fisiopatoló gica que puede ser idéntica para varios diagnó sticos. En la evaluació n de
pacientes con enfermedades agudas, siempre pregú ntese: "¿Cuá l es la amenaza má s grave
para la vida y la he descartado?" Recuerda, ademá s, que tu salud es importante. La
exposició n a sustancias corporales lo pone en riesgo. La precaució n mínima de aislamiento
para una respuesta de emergencia es el uso de guantes de lá tex. Cuando brinde atenció n
médica en el campo, y tal vez incluso en el hospital, cuando se acerque a la víctima
aparente, siempre realice una breve evaluació n para determinar si se encuentra en un
entorno seguro; de lo contrario, protéjase a sí mismo y a su paciente para limitar la
exposició n a posibles lesiones. Esta puede ser una situació n rara, pero en circunstancias en
las que es probable que el rescatista pueda lesionarse o morir mientras brinda atenció n, el
rescatista debe esperar hasta que la situació n sea segura. Por ejemplo, en un accidente
automovilístico, un paciente atrapado en un automó vil en un carril muy transitado no debe
recibir primeros auxilios hasta que se puedan colocar bengalas o conos de seguridad para
evitar accidentes secundarios. Durante esta evaluació n, busque otras víctimas que puedan
estar ocultas a medida que se acerca a la escena del accidente. También debe tratar de
determinar los mecanismos de la lesió n e intentar memorizar la escena para su posterior
reconsideració n en el departamento de emergencias y tal vez como testigo de la parte
lesionada. La tarea del médico al abordar a la mayoría, si no a todos, los pacientes en
situaciones agudas es, primero, asegurarse de que no estén en paro cardiopulmonar y que
no tengan perturbaciones importantes de sus signos vitales hasta el punto de que su
viabilidad continua se vea amenazada. El enfoque general para estos encuentros agudos e
indefinidos es considerar que el paciente es inestable hasta que pueda confirmar, a través
de una serie de pasos de diagnó stico, que el paciente está lo suficientemente bien como
para que usted se tome el tiempo de realizar un historial y un examen físico má s rigurosos
y completos. . Esta estrategia implica moverse a través de una serie de algoritmos simples,
que se agrupan en dos categorías denominadas encuestas primarias y secundarias. La
encuesta primaria es un control de las condiciones que son una amenaza inmediata para la
vida del paciente. Esta evaluació n inicial no debe tomar má s de 30 segundos. La encuesta
primaria se subdivide en una encuesta de reanimació n cardiopulmonar (RCP) y una
evaluació n de las funciones vitales clave. Los algoritmos para la encuesta primaria se
muestran en las Figuras 25-1 y 25-2. La encuesta secundaria es una verificació n de las
condiciones que podrían convertirse en problemas que amenazan la vida si no se
reconocen y atienden. Las encuestas primaria y secundaria se utilizan tanto para pacientes
adultos como pediá tricos, así como para problemas médicos y relacionados con lesiones. El
proceso de tratamiento está integrado en el proceso de diagnó stico. Por ejemplo, si el
paciente no está respirando, las ventilaciones se inician inmediatamente, antes de pasar al
siguiente paso de diagnó stico en el algoritmo.
747
¿Víctima rousable? {
No
Puse presente?
No
Sí
Sí
Sí
>1 1 - Mantener las vías respiratorias del °pen 2 - Monitorear el flujo de aire
- Iniciar compresiones torá cicas cerradas] - Ventilar boca a boca o mascarilla - Iniciar 0 2, si
está disponible
Sí
Encuesta
No se debe suponer que cualquier paciente que no esté interactuando obviamente con su
entorno simplemente está durmiendo. A los efectos de este abordaje, el paciente se
encuentra en parada cardiopulmonar hasta que se demuestre lo contrario. A medida que se
acerque al paciente, obsérvelo de cerca, en busca de respiració n o movimientos
espontá neos. Si estos no son perceptibles, estimule al paciente hablá ndole en voz alta. Si es
necesario, grite "¿ESTÁ S BIEN?"
Si no hay respuesta, obtenga una vía aérea abierta mediante la maniobra de elevació n del
mentó n/inclinació n de la cabeza y mire, escuche y sienta (sienta el movimiento del aire
contra su mejilla) para respirar. Para abrir las vías respiratorias de una víctima
inconsciente, hiperextienda la cabeza y levante la barbilla; coloque una mano en la frente y
la otra detrá s del occipucio e incline la cabeza hacia atrá s. Esta maniobra aleja la lengua de
la parte posterior de la garganta, permitiendo que el aire pase alrededor de la lengua y
hacia la trá quea. Se debe tener precaució n con cualquier paciente del que se sospeche una
lesió n en el cuello. Con tal paciente, trate de abrir las vías respiratorias levantando el
mentó n sin inclinar la cabeza hacia atrá s: sujete los dientes inferiores y tire de la mandíbula
hacia adelante. Si es necesario, incline la cabeza hacia atrá s muy ligeramente. Si un paciente
lleva dentaduras postizas, retírelas solo si obstruyen las vías respiratorias. Si no hay
evidencia de respiració n espontá nea, administre dos respiraciones completas con
ventilació n boca a boca. A continuació n, pide ayuda de cualquier manera que puedas sin
dejar al paciente, ya que tu paciente está in extremis; es poco probable que pueda manejar
toda la reanimació n por sí mismo. Determinar si existe una funció n cardíaca espontá nea
palpando el pulso carotídeo o, en un lactante, palpando el precordio en busca de un
impulso cardíaco. Si no hay pulso, comience las compresiones torá cicas externas e
intercá lelas con ventilaciones; en otras palabras, comience la RCP.
Encuesta de evaluació n de funciones vitales clave Una vez que se ha determinado que el
paciente no necesita RCP o que el paciente ha recuperado la actividad cardiopulmonar
espontá nea, determine si las funciones vitales clave son adecuadas y estables o requieren
aumento u otras medidas de apoyo. En la visió n general inicial del paciente, dos
observaciones pueden ahorrar una gran cantidad de
Encuesta secundaria
En la encuesta secundaria, tome la historia del paciente, los familiares del paciente, el
personal de la sala de emergencias o los transeú ntes. La encuesta secundaria es un método
sistemá tico para determinar si hay otras condiciones o lesiones presentes y necesitan
atenció n. Esta encuesta consiste en una entrevista rá pida, un chequeo de los signos vitales
y un examen físico enfocado
Cabeza y cuello
Abdomen
Inspeccione el abdomen. ¿Hay distensió n abdominal presente? ¿Hay evidencia de
traumatismo abdominal cerrado, como equimosis, abrasió n o herida abdominal? El signo
de Cullen es una coloració n azulada alrededor del ombligo que indica hemorragia
intraabdominal o traumatismo. El signo de Gray Turner es una decoloració n equimó tica
alrededor de los flancos, lo que sugiere una hemorragia retroperitoneal. La hinchazó n o la
equimosis a menudo se presentan tarde; por lo tanto, su presencia es sumamente
importante. Palpe suavemente el abdomen, notando la presencia de sensibilidad. Si la
paciente es una mujer en edad fértil, considere siempre la posibilidad de que pueda estar
embarazada. Inspeccione el ano y el perineo. Inspeccione el raeatus uretral en busca de
sangre. Realice un examen rectal para evaluar el tono del esfínter anal, determinar si hay
sangre y verificar que la pró stata esté en su posició n normal.
TABLA 25--1. Signos oculares en un paciente comatoso* Signo ocular Causas posibles
Pupilas reactivas, ojos dirigidos al frente, reflejo oculocefá lico normal (OCR) t
Tó xico/metabó lico
Pupilas precisas
Envenenamiento por narcó ticos (OCR intacto) Hemorragia pontina o cerebelosa (OCR
ausente) Hemorragia talá mica Colirios mió ticos
Desviació n no conjugada de los ojos Lesió n estructural del tronco encefá lico Desviació n
lateral conjugada de los ojos Infarto pontino ipsolateral Infarto hemisférico frontal
contralateral Pupila dilatada unilateral pupila fija con lesió n de masa supratentorial sin
respuestas consensuales Hernia cerebral inminente Aneurisma comunicante posterior
Pupilas en posició n media bilateral, pupilas fijas Lesió n en el mesencéfalo Hernia cerebral
inminente Ojos de mapache (equimosis periorbitaria) Fractura de la base del crá neo * Los
signos oculares son difíciles de evaluar en pacientes con lentes artificiales, pró tesis
oculares, lentes de contacto o cataratas, o después de una cirugía de cataratas. 1- "Ojos de
muñ eca": Gira la cabeza rá pida pero suavemente de lado a lado. En un paciente
inconsciente con un tronco encefá lico intacto, los ojos se mueven conjugadamente en una
direcció n opuesta al giro de la cabeza.
Pelvis
Utilice las palmas de las manos para aplicar una presió n suave hacia abajo sobre la espina
ilíaca anterosuperior y sobre la sínfisis del pubis. ¿Está presente la ternura? Si es así, puede
haber una fractura del anillo pélvico.
extremidades
atrá s
Signos vitales
Al evaluar a un niñ o con una enfermedad aguda, siempre considere las similitudes y
diferencias entre el grupo de edad pediá trica y los pacientes adultos; aborde la era de
emergencia pediá trica como lo haría con una era de emergencia en un adulto, pero
reconozca el tamañ o má s pequeñ o del paciente y la diferencia en las respuestas fisioló gicas
a enfermedades y lesiones agudas. La evaluació n primaria de un niñ o es la misma que la de
un adulto. La emergencia pediá trica potencialmente mortal má s importante es la dificultad
respiratoria. La dificultad respiratoria en un paciente pediá trico puede surgir de una
variedad de condiciones que resultan de la enfermedad de las vías respiratorias superiores
o inferiores. Los problemas respiratorios pediá tricos de Comraon de las vías respiratorias
superiores incluyen crup (laringotraqueobronquitis), epiglotitis, cuerpos extrañ os y
traqueítis bacteriana. La obstrucció n de las vías respiratorias bajas puede ser el resultado
de asma, neumonía, bronquiolitis y cuerpos extrañ os. Las características distintivas de la
dificultad respiratoria son taquipnea, aleteo nasal, retracciones, estridor, cianosis,
movimiento de la cabeza, espiració n prolongada y gruñ idos. Los niñ os con enfermedad de
las vías respiratorias superiores casi siempre presentan estridor. En un niñ o con estridor,
distinga entre crup y epiglotitis; un niñ o con epiglotitis puede tener una rá pida progresió n
a insuficiencia respiratoria. Afortunadamente. la incidencia de epiglotitis ha disminuido,
presumiblemente debido a la vacuna Haernophilus influenzae tipo B (HIB). Si se sospecha
epiglotitis, no examine las vías respiratorias sin estar preparado para proporcionar
estabilizació n de las vías respiratorias en caso de emergencia. La manipulació n de las vías
respiratorias del niñ o puede provocar una obstrucció n completa de las vías respiratorias.
La tabla 25-2 compara algunas de las diferencias importantes entre la epiglotitis y el crup.
El momento pico para la aspiració n de cuerpos extrañ os es de 1 a 2 añ os de edad. En un
niñ o, considere el alivio de la obstrucció n de las vías respiratorias si: • Hay asfixia • La tos
se vuelve ineficaz • La respiració n se vuelve estridente • Hay pérdida del conocimiento • El
niñ o se vuelve cianó tico
TABLA 25--2. Diferenciació n entre epiglotitis y crup Características Epiglotitis Crup Causa
H. influenzae tipo B Viral, generalmente virus parainfluenza Edad del niñ o Cualquier edad
(má ximo 3-7 añ os) 3 meses-3 añ os Aspecto clínico Tó xico No tó xico Estació n Sin
preferencia estacional Otoñ o e invierno Inicio clínico Rá pido Insidioso Tracto respiratorio
superior Raro Frecuente Infecció n Fiebre > 104 °F (40 °C) < 103 °F (39,5 °C) Dolor de
garganta Severo Variable Tos No "ladra", todo el tiempo "Ladra" durante el día durante la
noche Babeo Prominente Ninguno Estridor Inspiració n Inspiració n y espiració n Posició n
Sentado hacia adelante con el cuello Extensió n variable y boca abierta Epiglotis Rojo
brillante Normal
Inmediatamente coloque al niñ o boca abajo, con la cabeza má s baja que el torso, sobre su
brazo. que se coloca en el muslo. Sostenga la cabeza del niñ o sosteniendo su mandíbula. Dé
cinco golpes fuertes en la espalda con la base de la mano entre los omó platos del niñ o.
Voltee al niñ o boca arriba mientras sostiene la cabeza del niñ o. Coloque dos yemas de los
dedos en la parte media del esternó n, un dedo por debajo de los pezones. Deprimir el
esternó n i pulgadas. Repite esta maniobra hasta cinco veces. Intente eliminar cualquier
material visible de la faringe. Repita los golpes en la espalda y las compresiones en el pecho
hasta que se desprenda el objeto. Si el niñ o pierde el conocimiento, revise la boca en busca
de un cuerpo extrañ o. y luego realice la respiració n boca a boca. Incline suavemente la
cabeza del niñ o hacia atrá s mientras coloca los otros dedos debajo de la mandíbula en el
mentó n y levante el mentó n hacia arriba. Sella la boca y la nariz del niñ o con tu boca.
Administre dos respiraciones, observando có mo se eleva el tó rax. Repita los golpes en la
espalda y las compresiones en el pecho. Haga que alguien llame para pedir ayuda. La
deshidratació n es otra emergencia pediá trica importante. Las causas má s comunes son los
vó mitos y la diarrea. En un niñ o con deshidratació n leve (<5%), puede haber solo una
ligera disminució n de la humedad de la membrana mucosa. En deshidratació n severa
(15%). los siguientes se encuentran comú nmente: • Membranas mucosas resecas; sin
lá grimas • Turgencia de la piel notablemente disminuida • Fontanelas hundidas • Globos
oculares hundidos • Taquipnea • Relleno capilar" mayor a 2 segundos • Piel fría y hú meda •
Hipotensió n ortostá tica; presió n sistó lica menor a 80 mm Hg • Taquicardia; mayor a 130
latidos por minuto
TABLA 25--3.
Se debe iniciar la infusió n intravenosa inmediata de líquidos isotó nicos en niñ os con
deshidratació n severa. La evaluació n secundaria descrita anteriormente y la regla
mnemotécnica AVPU son tan importantes para los niñ os como para los adultos. La tabla 25-
3 proporciona una referencia ú til para la RCP.
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SECCIÓ N O"TI V
CAPÍTULO 26
Arte,
ciencia
e, y Observació n Este es uno de los capítulos má s importantes del libro, porque considera
los métodos y conceptos de evaluació n de los signos y síntomas involucrados en el
razonamiento diagnó stico. Los capítulos anteriores discuten la "ciencia" de la medicina al
explicar las técnicas para entrevistar y realizar el examen físico. La capacidad de tomar la
"mejor" decisió n ante la incertidumbre es el "arte" de la medicina. Pero existen reglas y
normas para la prá ctica de este arte, y éstas son el enfoque de este capítulo. Los pasos
principales de este proceso incluyen lo siguiente: • Recopilació n de datos • Procesamiento
de datos • Elaboració n de una lista de problemas La recopilació n de datos es el producto de
la anamnesis y el examen físico. Estos se pueden complementar con resultados de
laboratorio y otras pruebas, como perfiles de química sanguínea, hemogramas completos,
cultivos bacterianos, electrocardiogramas y radiografías de tó rax. La historia, que es el
elemento má s importante de la base de datos, representa má s del 70% de la lista de
problemas. El examen físico aporta un 20-25% adicional de la base de datos; menos del
10% de la base de datos está relacionada con pruebas de laboratorio y de otro tipo. El
procesamiento de datos es la agrupació n de datos obtenidos de la historia, el examen físico
y los estudios de laboratorio y de imá genes. Es raro que los pacientes tengan un síntoma o
signo solitario de una enfermedad. Se quejan má s comú nmente de mú ltiples síntomas. y el
examinador puede encontrar varios signos relacionados durante el examen físico. El
trabajo del observador astuto es encajar la mayor cantidad posible de estas pistas en una
relació n fisiopatoló gica significativa. Esto es procesamiento de datos.
Este capítulo fue escrito en colaboració n con Jerry A. Colliver, PhD y Ethan D. Fried, MD. El
Dr. Colliver es Director de Consultoría de Estadística e Investigació n y Profesor de
Educació n Médica en la Facultad de Medicina de la Universidad del Sur de Illinois. El Dr.
Fried es Profesor Asistente de Medicina en el Colegio de Médicos y Cirujanos de Columbia.
759
Por ejemplo, suponga que el entrevistador obtiene antecedentes de disnea, tos, dolor de
oído y hemoptisis. La disnea, la tos y la hemoptisis pueden agruparse como síntomas de
jarabe sugestivos de enfermedad cardiopulmonar. El dolor de oído no encaja con los otros
tres síntomas y puede indicar otro problema. Para otro paciente que se queja de ardor
epigá strico que se alivia al comer y cuya materia fecal contiene sangre, este síntoma y signo
deben estudiarse juntos. Estos datos sugieren una anormalidad del tracto gastrointestinal,
posiblemente una ú lcera duodenal. Aunque los pacientes suelen tener mú ltiples síntomas o
signos de una condició n patoló gica, es posible que no siempre manifiesten todos los
síntomas o signos de la enfermedad que se está considerando. Por ejemplo, la presencia de
poliuria y polidipsia en un paciente con antecedentes familiares de diabetes es suficiente
para plantear la sospecha de que una pará lisis del recto lateral puede estar relacionada con
la diabetes, incluso si la diabetes no se ha diagnosticado previamente en este paciente. En
otro paciente, una pérdida de peso de 30 libras. la anorexia, la ictericia y un ganglio
linfá tico supraclavicular izquierdo sugieren un carcinoma gá strico con metá stasis hepá tica
a la porta hepá tica. Esto ilustra el concepto de procesamiento de datos de mú ltiples
síntomas en un solo diagnó stico. En ocasiones, el proceso se ha comparado con la regla de
la navaja de Occarn, que establece que es preferible la teoría má s simple; en este caso, que
todos los síntomas pueden explicarse mediante un diagnó stico. Aunque es una regla ú til a
tener en cuenta, no siempre es correcta. El desarrollo de la lista de problemas da como
resultado un resumen de las condiciones físicas, mentales, sociales y personales que
afectan la salud del paciente. La lista de problemas puede contener un diagnó stico real o
solo un síntoma o signo que no se puede agrupar con otros bits de datos. Se anota la fecha
en que se desarrolló cada problema. Esta lista refleja el nivel de comprensió n del médico
sobre los problemas del paciente, que deben enumerarse en orden de importancia. La
Tabla 26-I es un ejemplo de una lista de problemas. La presencia de un síntoma o signo
relacionado con un problema específico es un positivo pertinente. Por ejemplo, un historial
de gota y aumento del nivel de á cido ú rico son aspectos positivos pertinentes en un hombre
que sufre de un dolor de espalda insoportable que se irradia a su testículo. Este paciente
puede estar sufriendo de có lico renal secundario a un cá lculo renal de á cido ú rico. La
ausencia de un síntoma o signo que, de estar presente, sería sugestivo de un diagnó stico es
un negativo pertinente. Una negativa pertinente puede ser tan importante como una
negativa pertinente.
positivo; la moda de que un hallazgo clave no está presente puede ayudar a descartar un
diagnó stico determinado. Por ejemplo, la ausencia de taquicardia en una mujer con pérdida
de peso y temblor hace que el diagnó stico de hipertiroidismo sea menos probable; la
presencia de taquicardia reforzaría el diagnó stico de hipertiroidismo. Una consideració n
importante en cualquier base de datos es la informació n demográ fica del paciente: sexo,
edad, etnia y á rea de residencia. Es probable que un hombre con un trastorno hemorrá gico
desde el nacimiento tenga hemofilia. Una persona de 65 añ os con dolor torá cico por
esfuerzo probablemente padezca, estadísticamente, una enfermedad de las arterias
coronarias. Un afroamericano con episodios de dolor ó seo severo puede estar sufriendo de
anemia de células falciformes. Una persona que vive en el Valle de San Joaquín y tiene
síntomas pulmonares puede tener coccidioidomicosis. Esta informació n a menudo sugiere
un diagnó stico unificador, pero la ausencia de un hallazgo "habitual" nunca debe excluir
por completo un diagnó stico. Se ha dicho: "Las enfermedades comunes son comunes". Esta
afirmació n aparentemente simplista tiene un gran mérito, porque subraya el hecho de que
el observador no debe asumir un diagnó stico exó tico si uno comú n explica con precisió n el
estado clínico. (Por el contrario, si un diagnó stico comú n no puede dar cuenta de todos los
síntomas, busque otro diagnó stico menos comú n). También es un á rbol que "los signos
poco comunes de enfermedades comunes son má s comunes que los signos comunes de
enfermedades poco comunes". Finalmente, “Una enfermedad rara no es rara para el
paciente que la padece”. Si los síntomas y signos de un paciente sugieren una condició n
poco comú n, ese paciente puede ser el 1 en 10,000 con la enfermedad. Sin embargo, las
estadísticas basadas en grupos de població n proporcionan una guía ú til para abordar la
toma de decisiones clínicas para pacientes individuales.
Diagnó stico
Desafortunadamente, las decisiones en medicina rara vez se pueden tomar con un 100% de
certeza. La probabilidad pesa la decisió n. Solo si el grupo de síntomas, signos y resultados
de las pruebas es inequívoco, el médico puede estar seguro de un diagnó stico. Esto no
ocurre a menudo. Entonces, ¿có mo puede el médico tomar la "mejor" decisió n, la mejor a la
luz del conocimiento y la investigació n actuales? Las pruebas de laboratorio vienen
inmediatamente a la mente. Pero los signos y síntomas obtenidos de la historia y el examen
físico del paciente cumplen la misma funció n que las pruebas de laboratorio, y la
informació n y los resultados obtenidos de los signos, síntomas y pruebas se evalú an de la
misma manera y está n sujetos a las mismas reglas y está ndares de evidencia. para el
razonamiento diagnó stico. Y los signos y síntomas en realidad representan una mayor
parte de la lista de problemas en desarrollo (>90 %) que los resultados de las pruebas de
laboratorio (<10 %).
Sensibilidad y especificidad A lo largo de este texto se han descrito los signos y síntomas
segú n sus características operativas: sensibilidad y especificidad. Estas características
operativas, que también se aplican a las pruebas de laboratorio, indican la utilidad del
signo, síntoma o prueba para que el médico haga un diagnó stico. La sensibilidad es igual a
la tasa de verdaderos positivos, o la proporció n de resultados positivos en las pruebas en
personas con una enfermedad. La sensibilidad, por lo tanto, se basa ú nicamente en
pacientes con la enfermedad. La especificidad es igual a la tasa de verdaderos negativos, o
la proporció n de resultados negativos de la prueba en individuos sin una enfermedad. La
especificidad, por lo tanto, se basa ú nicamente en individuos sin la enfermedad. Un falso
positivo se refiere a un resultado positivo de la prueba en un individuo sin la enfermedad o
condició n. Así, un signo, síntoma o prueba con una especificidad del 90% puede identificar
correctamente a 90 de 100 individuos normales; los otros 10 individuos son falsos
positivos y la tasa de falsos positivos es del 10%. Si una prueba u observació n es negativa
en una persona con la enfermedad, el resultado se denomina falso negativo. La tabla de 2 x
2 es ú til para representar la relació n de una prueba, síntoma o signo con una enfermedad.
D+ indica la presencia de la enfermedad; D- indica la ausencia de la enfermedad; T+ es un
resultado positivo de la prueba o la presencia de un síntoma o signo; T- es la ausencia de un
resultado positivo en la prueba o la ausencia de un síntoma o signo. Cada una de las celdas
de la tabla representa un conjunto de pacientes. Considere la siguiente tabla 2 × 2:
Prueba positiva T+
Prueba T negativa
FN negativo)
T+
65 (PT)
35 .3s%) .FN)
900 (90%)
100 1000
La celda superior izquierda de la tabla 2 x 2 indica que 65 de 100 pacientes con cierta
enfermedad (65%) tuvieron un determinado resultado positivo en la prueba, síntoma o
signo. Por lo tanto, la prueba tiene una tasa de verdaderos positivos de 0,65 o una
sensibilidad del 65 %. La verdadera tasa negativa es .90. como se indica en la celda inferior
derecha: esto muestra que 900 de 1000 personas sin la enfermedad (90%) no tuvieron un
resultado positivo en la prueba, síntoma o signo. Por lo tanto, la especificidad de la prueba
es del 90%. La tasa de falsos positivos es de 0,10, lo que muestra que 100 de 1000 en la
població n normal (10 %) tuvieron el hallazgo por alguna razó n, sin tener la enfermedad en
cuestió n. Esto se muestra en la celda superior derecha.
Índice de probabilidad
Valores predictivos positivos y negativos SnNout y SpPin son bastante ú tiles en esos dos
casos especiales, pero generalmente el médico quiere predecir la probabilidad real de
enfermedad para un paciente con un resultado positivo o la probabilidad de no enfermedad
para un individuo con un resultado negativo. El primero se estima por el valor predictivo
positivo (PV+), que es igual al nú mero de verdaderos positivos dividido por el nú mero total
de resultados positivos en la població n a la que pertenece el paciente (los verdaderos
positivos má s los falsos positivos). ):
y el PV - es el siguiente:
Así, la probabilidad prevista de que una persona con un resultado positivo tenga la
enfermedad es del 39%. La probabilidad prevista de que una persona con resultado
negativo no tenga la enfermedad es del 96%. En el ejemplo hipotético, la probabilidad de
que un paciente con síncope realmente tenga estenosis aó rtica es solo del 39%, mientras
que la probabilidad de que una persona sin síncope no tenga estenosis aó rtica es del 96%.
El alto PV- del 96% es consistente con la alta especificidad de la prueba del 90%.
Predominio
0.0
FIGURA 26-1.
1,0 0,5 c IJJ 0,4 a_ IJJ 0,3 < 0,2 IJJ 0,1 z 0,0
Teorema de Bayes
Las fó rmulas para PV+ y PV- son apropiadas solo si los datos en la tabla 2 × 2 son para toda
la població n o una muestra representativa de esa població n, en cuyo caso la prevalencia de
la enfermedad en la població n se refleja con precisió n en la tabla. Má s
Ruta
VP + -
(1) + (3)
(presa x sentido) + (1 - anterior)(1 - especificació n)
• PV- se puede obtener dividiendo el término representado por la vía (4) por la suma de los
términos representados por las vías (2) y (4):
PV- -
(4) (1 - anterior)(espec.)
VP + =
(.80)(.65)
PV- --
(1 - .80)(.90)
VP + =
(.20)(.65)
PV- =
(1 - .20)(.90)
Observe que el PV+ ha caído del 96 % (cuando la prevalencia era del 80 %) al 62 % (con
una prevalencia reducida al 20 %). Cuando la prevalencia de una enfermedad es bastante
baja, el valor predictivo positivo de una prueba, signo o síntoma es extremadamente bajo,
incluso si la sensibilidad y la especificidad son altas. También. observe que PV- ha
aumentado del 39 % (cuando la prevalencia era del 80 %) al 91 % (con una prevalencia
reducida al 20 %). La baja prevalencia de la enfermedad implica un alto valor predictivo
negativo. En general, con má s enfermedad (Presa I' ), má s personas con resultados
positivos tendrá n la enfermedad (PV+ I' ), y má s personas con resultados negativos
tendrá n la enfermedad (y menos no tendrá n la enfermedad [PV- , ] ). En resumen, como
Presa 1', PV+ 1' pero PV-. Nomograma Para simplificar las cosas, en la figura 26-3 se
proporciona un nomograma de Bayes, que se puede copiar y utilizar en la clínica o el
consultorio. El nomograma proporciona los valores predictivos sin requerir los cá lculos del
teorema de Bayes. Para usar el nomograma, primero ubique en los ejes relevantes los
puntos que corresponden a (1) la prevalencia de la enfermedad para la població n del
paciente y (2) el LR para el signo, síntoma o prueba. Recuerde que el LR es la relació n entre
la tasa de TP (sensibilidad) y la tasa de FP (1 - especificidad). A continuació n, coloque una
regla sobre el nomograma para conectar los puntos. El PV+ viene dado por el punto en el
que la regla se cruza con el eje del valor predictivo. Por ejemplo, con Prey = .80 y LR
= .65/.10 = 6.50, el PV+ = .96, como se calculó anteriormente con el teorema de Bayes. Para
determinar el PV-, utilice 1 - prevalencia y tasa TN/tasa FN en lugar de prevalencia y LR.
.1 .2 .5 1- 2 10- 2O % 30 4O 5O 6O 7O 8O 9O 95
99 Prevalencia
FIGURA 26-3.
99
95 9O 8O 7O 6O 5O 4O 3O 2O 10 5 2 1 .5 .2 .1
1er Hallazgo D+ T+
2do Hallazgo T-
T+ T- T-
Vía (1) .0039 (2) .0o87 (3) .0054 (4) .0120 (5) .0064 (6) .1003 (7) .0518 (8) .8115
FIGURA 26-4. Diagrama de á rbol extendido. D+, con enfermedad; D-, sin enfermedad; T+,
prueba positiva; T-, prueba negativa.
PV + (1) 0039 p (Enfermedad dados ambos hallazgos) - = (1) + (5) .0039 + .0064
PV-
.0087 + .0054 + .1003 + .0518 (4) .0120 (4) + (8) .0120 + .8115
= .38
= .08
= .01
p (Ninguna enfermedad dada ni _ (8) .8115 = .99 hallazgos) (4) + (8) = .0120 + .8115
Observe que el valor predictivo positivo de enfermedad cuando ambos hallazgos son
positivos (38 %) es de dos a tres veces mayor que el valor predictivo positivo para un
nó dulo duro solo (11 %) o para un nó dulo fijo solo (14 %). En la prá ctica, los mú ltiples
signos, síntomas y hallazgos de las pruebas no suelen ser independientes, porque la
presencia de un hallazgo aumenta la probabilidad de la presencia de otro hallazgo. Por
supuesto, también es posible lo contrario, en el sentido de que el segundo hallazgo puede
ser menos probable en presencia del primero. De cualquier manera, se viola la suposició n
de independencia y la prá ctica de calcular productos de sensibilidades en á rboles
bayesianos compuestos (p. ej., 0,42 x 0,31 en la primera ruta) no produce valores
predictivos precisos. En su lugar, se debe conocer la sensibilidad y la especificidad del
hallazgo compuesto real, como la probabilidad del hallazgo combinado de un nó dulo duro y
fijo. En la actualidad, esta informació n es limitada en la literatura de investigació n clínica,
pero los estudios de hallazgos compuestos con sus sensibilidades y especificidades está n
aumentando. Se espera que esta informació n esté disponible para la prá ctica clínica en un
futuro previsible. Aná lisis de decisiones El razonamiento diagnó stico es só lo el primer paso
en la toma de decisiones clínicas. Después de tomar una decisió n sobre un diagnó stico, el
médico debe decidir sobre un plan de tratamiento y manejo para el paciente en particular.
Estas decisiones deben tener en cuenta la probabilidad y la utilidad (es decir, valor o valor)
de cada posible resultado del tratamiento o plan de manejo, dada la població n del paciente
(sexo, edad, etnia, paciente hospitalizado o ambulatorio, etc.). De manera similar, el médico
puede}) necesitar decidir si ordena
pruebas de laboratorio para confirmar un diagnó stico só lo sugerido por los signos y
síntomas obtenidos durante el examen clínico. Estas decisiones de solicitud de pruebas
deben basarse en la probabilidad y la utilidad de los posibles resultados de la prueba
(posiblemente invasivos y costosos), nuevamente teniendo en cuenta la població n de
pacientes. El propó sito de esta secció n es ampliar la discusió n sobre la toma de decisiones
clínicas para incluir la toma de decisiones sobre la solicitud de pruebas, el tratamiento y la
gestió n. Por lo general, se utiliza un á rbol de decisiones para representar las diversas
alternativas, con probabilidades asignadas a las alternativas y utilidades adjuntas a los
posibles resultados. Sackett y colegas (1991) presentan una excelente y detallada discusió n
sobre la toma de decisiones clínicas. La siguiente discusió n se basa en su ejemplo de
solicitud de pruebas y toma de decisiones. Su ejemplo involucra a "un hombre de 35 añ os
con 'acidez estomacal' durante varios añ os, sin factores de riesgo coronario, y un historial
de 6 semanas de dolor torá cico opresivo y sin esfuerzo profundo en la parte inferior del
esternó n y el epigastrio, que generalmente se irradia directamente a la espalda y es má s
probable que ocurra cuando se acuesta después de una comida copiosa. Tiene un examen
físico negativo". El médico del ejemplo concluye que el espasmo esofá gico es el mejor
diagnó stico y que la estenosis coronaria significativa es muy poco probable, tal vez un 5%
como má ximo para la població n de este paciente. Para abordar la ú ltima posibilidad (grave,
aunque poco probable), el médico considera que un electrocardiograma de ejercicio (E-
ECG) es seguro, sabiendo que para una estenosis superior al 70%, la sensibilidad y la
especificidad del E-ECG son 60% y 91%, respectivamente. Usando esta informació n y el
teorema de Bayes o el nomograma, PV+ -- .26 y PV- = .98.
Para decidir si realizar la prueba con el E-ECG, el médico realiza un aná lisis de decisió n,
primero mediante la construcció n del á rbol de decisió n de la figura 26-5, que representa la
situació n de toma de decisiones. El médico decidirá si ordenar un E-ECG, como se indica a
la izquierda por la bifurcació n en el nodo de "decisió n" en forma de caja. Si el médico
ordena el E-ECG, los resultados pueden ser positivos o negativos, como se muestra en la
siguiente bifurcació n del nodo circular "casual"; en cualquier caso, el paciente puede o no
tener estenosis coronaria, como lo muestran las ramificaciones en los siguientes dos
nó dulos "casuales". Si el médico decide no ordenar el E-ECG, el paciente puede o no tener la
enfermedad, como se muestra en la ramificació n en el nó dulo "oportunidad" inferior
derecho.
ECG positivo
ECG negativo
Estenosis
Sin estenosis
• Estenosis excluida
Asignar probabilidades A continuació n, se asigna una probabilidad a cada rama del á rbol,
como se muestra en la figura 26-6. Idealmente, las probabilidades deberían basarse en
só lidos estudios de investigació n clínica. Se sabe que las proporciones de pacientes con E-
ECG positivos y negativos son del 12 % y el 88 %, respectivamente. De aquellos con
resultados positivos, el 26% tiene estenosis y el 74% no. Nó tese que esta primera
probabilidad es el valor predictivo positivo (PV+), que muestra la proporció n de individuos
con una prueba positiva que de hecho tienen estenosis; la segunda proporció n es 1 - PV+.
De aquellos con resultados negativos, las probabilidades son del 2% y 98%,
respectivamente. La segunda probabilidad aquí es el valor predictivo negativo (PV-), y la
primera es 1 - PV-. En la població n general a la que no se le realiza un E-ECG, el 5% tiene
estenosis y el 95% no.
Adjuntar utilidades Luego se adjunta una utilidad a cada uno de los posibles resultados, que
está n representados por las rutas a través del á rbol. La utilidad se refiere al valor, o valor,
del resultado. Las utilidades pueden ser objetivas, expresadas en términos monetarios o
añ os de vida esperados, o subjetivas, expresadas en términos relativos de valor anticipado
para el paciente o la sociedad. En el ejemplo, hay seis resultados (vías a través del á rbol),
con una descripció n o etiqueta para cada resultado a la derecha de la vía. Un E-ECG positivo
para un paciente con estenosis, por ejemplo, se denomina "estenosis diagnosticada". A la
derecha de estas etiquetas está n las utilidades asignadas por Sackett y colegas. Estas
utilidades son subjetivas, pero muestran claramente el valor relativo de cada uno de los
resultados: estenosis excluida (1,00, el má s valioso), estenosis mal diagnosticada (0,75),
estenosis diagnosticada (0,50), estenosis no detectada (0,25, el menos valioso) . El valor
numérico exacto de cada utilidad subjetiva es arbitrario, pero el orden de los resultados
dado por las utilidades no lo es. Es decir, se llegaría a la misma decisió n si las utilidades
fueran, digamos, 4, 3, 2 y 1, respectivamente. Por supuesto, si el valor de un resultado es
mucho mayor que el de un segundo, y el valor del segundo es similar a los del tercero y
cuarto, la diferencia entre las utilidades del primer y segundo resultado debería ser mucho
mayor que que entre el segundo resultado y el tercero y cuarto resultados (por ejemplo,
1,00, 0,50, 0,45, 0,40). Esta asignació n de utilidades podría afectar la decisió n a la que se
llegue.
Estenosis E-ECG Positivo OЈ No Estenosis ,e, . Estenosis [ \ E-ECG Negativo (. Sin Estenosis
'O', Estenosis /% Sin Estenosis
Calcule los valores esperados El valor esperado para cada camino a través del á rbol es igual
al producto de las probabilidades y la utilidad para ese resultado. Para la primera vía, el
valor esperado viene dado por .12 × .26 × .50 = .0156. Entonces, los valores esperados para
las seis vías son .0156, .0666, .0044, .8622, .0125 y .9500. El valor esperado de cada nodo
de decisió n se calcula sumando los valores esperados de los resultados que se originan en
ese nodo. Para la decisió n de ordenar un E-ECG, el valor esperado es la suma de los valores
esperados para los primeros cuatro resultados: .0156 + .0666 + .0044 + .8624 = .949. Para
la decisió n de no ordenar un E-ECG, el valor esperado es la suma de los dos ú ltimos
resultados: .0125 + .9500 = .962.
Tomar una decisió n El valor esperado de la decisió n de no pedir un E-ECG (.962) es mayor
que el de pedir uno (.949). El aná lisis de decisió n muestra que la "'mejor'" decisió n para
este paciente es no realizar la prueba. La decisió n habría sido la misma si las utilidades
hubieran sido 4, 3, 2, 1 en lugar de 1,00, 0,75, 0,50, 0,25; los valores esperados para probar
versus no probar habrían sido 3.796 y 3.850. Si las utilidades hubieran sido 1,00, 0,50, 0,45
y 0,40, los valores esperados habrían sido 0,928 y 0,970. Claramente, las utilidades son el
taló n de Aquiles del aná lisis de decisiones, en particular las utilidades subjetivas, aunque
incluso las utilidades objetivas pueden ser algo arbitrarias. Los valores esperados de la
decisió n se ven afectados por las utilidades elegidas para el aná lisis, y diferentes utilidades
pueden conducir a decisiones diferentes. Ademá s, las probabilidades asignadas a las ramas
del á rbol afectan el resultado del aná lisis de decisiones, pero las probabilidades suelen ser
menos subjetivas que las utilidades, ya que se basan en valores reales como sensibilidades,
especificidades y valores predictivos positivos y negativos obtenidos de la literatura de
investigació n clínica. Debido a que la variabilidad en las utilidades y probabilidades puede
afectar la conclusió n del aná lisis de decisió n, se ha sugerido que quien toma la decisió n
varíe sistemá ticamente las utilidades y probabilidades dentro del rango razonable para el
paciente en cuestió n. Esto prueba la vulnerabilidad de la decisió n a una variació n razonable
en las utilidades y probabilidades. Esto se llama aná lisis de sensibilidad (aunque el aná lisis
de vulnerabilidad podría ser un mejor término, para evitar confusiones con la sensibilidad
de la prueba convencional). Si la decisió n de probar o no probar es consistente con estas
variaciones en utilidades y probabilidades, el médico puede tener má s confianza en la
decisió n. De lo contrario, la decisió n se reduce a un "tow-up" entre las alternativas. En el
ejemplo de Sackett, los valores esperados para las decisiones de probar o no probar eran
bastante cercanos (.949 y .962), pero parecen informativos, al menos intuitivamente,
posiblemente porque, sorprendentemente, muestran un mayor valor para no probando
Como mínimo, el aná lisis de decisió n muestra que evaluar a este paciente no es mejor que
no evaluarlo. Pero, ¿y si los resultados fueran invertidos, con los valores esperados para
probar o no probar iguales a .962 y .949, o con valores esperados para cirugía o no cirugía
en .962 y .949? Valores cercanos como este no son infrecuentes en el aná lisis de decisiones
e ilustran la necesidad de pensar claramente sobre el significado subjetivo de la escala de
utilidad, que se da en términos de la naturaleza de los resultados a los que se vinculan las
utilidades. Por ejemplo, considere una escala de cuatro puntos en la que 4 representa
estenosis excluida, 3 representa estenosis mal diagnosticada, y así sucesivamente; los
valores esperados para probar y no probar de 3,796 y 3,850, respectivamente, difieren en
solo 0,054 de la unidad de distancia entre la estenosis excluida (4) y la estenosis mal
diagnosticada (3). Las dos decisiones son muy valoradas. Sin embargo, en ausencia de
cualquier otra informació n, la "mejor" decisió n es no probar, lo que significa simplemente
que, a la larga, con decisiones cercanas como esta, hay una ligera ventaja en actuar de
acuerdo con la decisió n. aná lisis.
En 1992, el Journal of the American Medical Association inició una serie de artículos sobre
el examen clínico racional. Esta serie subraya los puntos tratados en este capítulo, a saber,
que los signos y síntomas brindan informació n crítica en el razonamiento diagnó stico y que
las características operativas (sensibilidad y especificidad) de los signos y síntomas deben
considerarse en el proceso de razonamiento, al igual que la prevalencia. de la enfermedad
en cuestió n. En otras palabras, el examen clínico puede y debe ser
Bibliografía
La Historia Clínica
Poniendo el
Mayo ! Nunca olvides que el paciente es una criatura humana que sufre. Que nunca
considere al paciente como un mero recipiente de enfermedad.
Hasta este punto, hemos tratado por separado la historia y el examen físico. Los capítulos 1
a 5 ofrecen un aná lisis en profundidad de las técnicas de obtenció n de la historia clínica.
Los capítulos 6 a 20 analizan los muchos elementos del examen físico, y el capítulo 21
sugiere un enfoque para realizar el examen completo y su redacció n. Los capítulos 22 a 25
cubren la evaluació n de pacientes específicos. El Capítulo 26 trata sobre la recopilació n y el
aná lisis de datos. Este capítulo sugiere có mo la historia y el examen físico pueden
integrarse en una declaració n sucinta sobre el paciente. Al escribir la historia y el examen
físico, el examinador debe seguir varias reglas: • Registrar todos los datos pertinentes •
Evitar datos superfluos • Usar términos comunes • Evitar abreviaturas no está ndar • Ser
objetivo • Usar diagramas cuando se indique El registro médico del paciente es un
documento legal . Los comentarios sobre el comportamiento y las actitudes del paciente no
deben formar parte del registro a menos que sean importantes desde un punto de vista
médico o científico. Describa todas las partes del examen que realizó e indique las que no
realizó . Una declaració n como "el examen del ojo es normal" es mucho menos precisa que
"el fondo es normal". En el primer caso, no está claro si el examinador realmente intentó
mirar el fondo de ojo. Si no se realizó una parte del examen, indique que fue "diferido" por
cualquier motivo. Finalmente, no es necesario indicar todas las anomalías posibles si no
está n presentes. Es aceptable afirmar que "la faringe era normal" en lugar de "no se inyectó
la faringe y no hubo evidencia de secreció n, erosió n, masas u otras lesiones". Está claro
desde la primera declaració n que el examinador inspeccionó la faringe y creyó que era
normal. Ahora volvemos a nuestro paciente, el Sr. John Doe, cuya entrevista se registró en
el capítulo 5, Uniendo la historia. El siguiente texto describe la historia completa y el
examen físico de este abogado de 42 añ os.
775
Historia
Medicamentos actuales:
lnderal LA 120 mg una vez al día Isordil 20 mg qid Nitroglicerina 1/150 granos prn Chlor-
Trimeton para resfriados Aspirina para dolores de cabeza Multivitaminas con hierro
diariamente
Padre, 75, diabetes, fractura de cadera Madre muerta, 64, cá ncer de estó mago Hermano, 45,
infarto a los 40 añ os Hermana, 37, viva y bien Hijo, 10, viva y bien Esposa, 41, viva y bien
FIGURA 27-1. Á rbol genealó gico del paciente John Doe. A&W, vivo y bien; Ca, cá ncer; CC,
enfermedad coronaria.
10 A y W
41 A&O
Revisió n de sistemas General: Deprimido durante los ú ltimos 6 meses como resultado de su
mala salud Piel: Sin erupciones u otros cambios. Cabeza: sin antecedentes de lesió n en la
cabeza. Ojos: Usa anteojos para leer; sin cambios en la visió n recientemente; vio al
oftalmó logo hace 1 añ o para un examen de rutina; sin antecedentes de dolor ocular,
lagrimeo, secreció n o halos alrededor de las luces. Oídos: el paciente no es consciente de
ningú n problema auditivo; sin mareos, secreció n o dolor presente. Nariz: Infecció n
ocasional de las vías respiratorias superiores, dos o tres veces al añ o, que dura de 3 a 5
días; sin fiebre del heno, sinusitis. Boca y garganta: dolores de garganta ocasionales y aftas
asociadas con resfriados; sin dificultad para masticar o comer; cepillarse los dientes y usar
hilo dental dos veces al día; ve al dentista dos veces al añ o; sin sangrado gingival. Cuello:
Sin masas ni sensibilidad. Pecho: Antecedentes de esputo teñ ido de sangre y tos
ocasionales por la mañ ana cuando el paciente fumaba, pero no recientemente; ú ltima
radiografía de tó rax hace 1 añ o, me dijeron que era normal; un bloque de disnea de
esfuerzo (como se indica en Historia de la enfermedad actual): sin antecedentes de
sibilancias, asma, bronquitis o tuberculosis. Mamas: No se observaron masas ni secreció n
del pezó n. Cardíaco: como se indica en Historia de la enfermedad actual. Vascular: Sin
antecedentes de accidentes cerebrovasculares o claudicació n. Gastrointestinal:
Disminució n reciente del apetito con pérdida de peso de 10 libras en los ú ltimos meses; no
usa laxantes; sin antecedentes de diarrea, estreñ imiento, ná useas o vó mitos; no se nota
sangrado. Genitourinario: orina de cuatro a cinco veces al día; la orina es de color amarillo
claro, nunca roja; nicturia h1; sin cambios en la corriente; sin antecedentes de infecciones
urinarias; ausencia de relaciones sexuales en los ú ltimos 6 meses, debido a angina durante
las relaciones sexuales; sin antecedentes de enfermedades venéreas. Musculoesquelético
Sin síntomas articulares o ó seos; ninguna debilidad; sin antecedentes de problemas de
espalda o gota. Neuroló gico: sin antecedentes de convulsiones o dificultades para caminar o
mantener el equilibrio; sin antecedentes de síntomas motores o sensitivos. Endocrino: No
se conocen nó dulos tiroideos; sin antecedentes de intolerancia a la temperatura; sin
cambios de cabello; sin antecedentes de polidipsia o poliuria. Psiquiá trico: Deprimido y
muy ansioso por su mala salud; también ansioso por los resultados del pró ximo
cateterismo cardíaco; preguntó : "¿Qué me va a pasar?"
Ojos: agudeza visual con anteojos para leer usando tarjeta de cerca: ojo derecho (OD)
20/40, ojo izquierdo (OS) 20/30; confrontació n campos visuales completos bilateralmente;
movimientos extraoculares (MOE) intactos; las pupilas son iguales, redondas y reactivas a
la luz (PERRL); cejas normales; rosa conjuntiva; discos afilados; marcado arteriovenoso
(AV) muesca presente bilateralmente; cableado de cobre presente bilateralmente; una
mancha algodonosa está presente en la posició n de la 1 en punto (nasal superior) en el ojo
derecho y en la posició n de las 5 en punto (temporal inferior) en el ojo izquierdo; no hay
hemorragias presentes. Orejas: Posició n normal; sin sensibilidad presente; canales
externos normales; en la prueba de Rinne, conducció n aérea > conducció n ó sea (AC > BC)
bilateralmente: en la prueba de Weber, sin lateralizació n; ambas membranas timpá nicas
parecen normales, con puntos de referencia normales claramente visibles. Trufa: Recta, sin
masas: patente bilateralmente; mucosa rosada. sin descarga; los cornetes inferiores
parecen normales. Senos paranasales: No hay sensibilidad presente sobre los senos
paranasales frontales o maxilares. Boca y garganta: Labios rosados; mucosa bucal rosada;
todos los dientes en buen estado, sin caries evidentes; encías normales, sin sangrado;
lengua línea media y sin masas; la ú vula se eleva en la línea media; reflejo nauseoso intacto;
faringe posterior normal. Cuello: Flexible, con rango completo de movimiento; línea media
de la trá quea y libremente mó vil; sin adenopatía presente; tiroides no se siente; onda "a"
prominente vista en las venas del cuello mientras se está acostado a 45°; venas del cuello
planas mientras está sentado derecho. Tó rax: diá metro anteroposterior (AP) normal;
excursió n simétrica bilateralmente; frémito tá ctil normal bilateralmente; pecho resonante
bilateralmente; claro en percusió n y auscultació n. Mamas: Varó n normal, sin masas,
ginecomastia, ni secreció n. Corazó n: Punto de má ximo impulso (PMI), quinto espacio
intercostal, línea medioclavicular (51CS-MCL); $I y $2 normales; desdoblamiento
fisioló gico normal presente; un fuerte $4 está presente en el vértice cardíaco; no se
escuchan soplos ni roces (fig. 27-2). Vascular: hay pulsos presentes y simétricos hasta el
dorsal del pie bilateralmente: no hay soplos sobre las arterias caró tida o femoral; no hay
soplos abdominales presentes; no hay edema presente. Abdomen: una cicatriz de
apendicectomía bien curada está presente en el cuadrante inferior derecho (RLQ); el
abdomen es ligeramente obeso; no hay masas presentes; no hay sensibilidad, protecció n,
rigidez o rebote. Rectal: esfínter anal normal; sin hemorroides presentes; pró stata
ligeramente agrandada y blanda; no se sentían masas prostá ticas; sin heces en la ampolla.
Genitales: varó n circuncidado con genitales normales; pene normal sin induració n;
testículos, 4 × 3 × 2 cm (derecha) y 3 × 6 × 4 cm (izquierda) con consistencia normal.
84
TABLA 27--1. Reflejos tendinosos profundos del paciente John Doe Bíceps Tríceps Rodilla
Aquiles Derecha 2+ 2+ 2+ 1 + Izquierda 2+ 2+ 1 + 1 +
Resumen El Sr. Doe es un hombre de 42 añ os "tipo A" con antecedentes de dos infartos de
miocardio, cuyo ingreso actual es para un cateterismo cardíaco electivo. Sus factores de
riesgo para la enfermedad de las arterias coronarias son la hipertensió n no tratada y una
larga historia de tabaquismo. El paciente tiene un hermano que sufrió un infarto de
miocardio a la edad de 40 añ os. El examen físico revela un hombre levemente obeso con
hipertensió n y sus cambios funduscó picos tempranos a intermedios asociados. El examen
cardíaco revela un cuarto ruido cardíaco fuerte, que sugiere un ventrículo no distensible
(rígido). Esto puede ser una manifestació n de cardiopatía isquémica o hipertrofia
ventricular secundaria a la hipertensió n. Aunque el paciente no es consciente de ninguna
anomalía lipídica, hay numerosos xantomas tendinosos en las manos, que son muy
sugestivos de hipercolesterolemia, un factor de riesgo adicional para la enfermedad arterial
coronaria prematura. La lista de problemas que contiene todos los problemas de salud del
Sr. Doe, identificados con sus fechas de reconocimiento y resolució n, podría parecerse a la
tabla 27-2. Esta lista se utiliza cada vez
TABLA 27--2. Lista de problemas del paciente John Doe Problema Fecha de resolució n 1.
Dolor torá cico 1997 2. Infarto de miocardio 15 de julio de 2000 6 semanas después 3.
Infarto de miocardio 9 de enero de 2001 3 semanas después 4. Hipertensió n Añ os 5.
Tabaquismo 1980 15 de julio de 2000 6. ¿Xantomas tendinosos? 7. Galope de $4 8. Disnea
de esfuerzo hace 6 meses 9. Depresió n hace 3 meses Pérdida de peso Alteració n del sueñ o
10. Modificació n de la dieta 11. Apendicectomía 1975
el paciente es visto y examinado. Para cada problema, el clínico debe desarrollar una
estrategia para su resolució n final. Cada problema debe tener los siguientes cuatro
componentes: • Datos subjetivos • Datos objetivos • Evaluació n • Plan Este es el formato
SOAP (Weed, 1967), que contiene una actualizació n de los datos subjetivos y objetivos, así
como la evaluació n de los problema y el plan para su resolució n.
los
Humano
Dimensió n
Bibliografía Weed LL: Registros médicos que orientan y enseñ an. N Engl J Med 278:593,
652, 1967.
Epílogo
É tico
! usaré el tratamiento para ayudar a los enfermos de acuerdo con mi capacidad y juicio,
pero nunca con miras a causar dañ o y maldad.
¡Y lo que sea! veré u oiré en el curso de mi profesió n en mi discurso con otros, . Nunca
divulgaré, sosteniendo tales cosas como secretos sagrados.
Desafíos
Los ú ltimos 30 añ os han visto una mayor conciencia e interés en la ética médica. Con la
primera operació n de trasplante de corazó n humano realizada por el Dr. Christiaan
Barnard en 1967, la declaració n de la Corte Suprema de los EE. UU. en 1973 de que las
leyes estatales que prohibían el aborto eran inconstitucionales, y la controversia en 1975
sobre la eliminació n del respirador de un paciente con dañ o cerebral irreversible en el caso
de Karen Ann Quinlan. nació la ética médica moderna. Tocando tres temas clave: el
trasplante de ó rganos, el aborto y los está ndares de muerte, estos casos emblemá ticos
preparan el escenario para los pensamientos actuales sobre las dimensiones éticas de la
atenció n médica. Desde entonces, ha habido muchos otros desafíos éticos para el sistema
de atenció n de la salud. En 1978, Louise Brown se convirtió en el primer bebé en ser
concebido en un tubo de ensayo. En 1982, el Dr. Barney Clark fue la primera persona en
recibir un corazó n artificial mecá nico, el Jarvik-7. En 1984, el bebé Baby Fae recibió un
corazó n trasplantado de un babuino. En 1988, el caso Baby M involucró las cuestiones
éticas de la "maternidad subrogada" de Mary Beth Whitehead para William Stern. Como
médicos del siglo XXI, se enfrentará n a muchos problemas éticos: está ndares de muerte
cerebral, muerte voluntaria asistida, fertilizació n in vitro, consentimiento informado,
maternidad subrogada, confidencialidad, aborto, trasplante interracial, asignació n de
recursos médicos escasos, "hacer sonar el silbato" sobre colegas poco éticos, pacientes
como sujetos de investigació n, pruebas obligatorias para el síndrome de inmunodeficiencia
adquirida (SIDA) e ingeniería genética. Uno de los primeros problemas éticos que puede
enfrentar es el uso de pacientes como "herramientas de enseñ anza". Un problema ético
actual es la prueba obligatoria del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). ¿Debería
exigirse una prueba de VIH como parte de las pruebas prematrimoniales, preingreso a
hospitales, exá menes previos al seguro o pruebas previas al empleo? Ha habido varios
argumentos a su favor, incluido el derecho de una persona a donar sangre, el rastreo de
posibles contactos infectados, la determinació n de la incidencia y la tasa de propagació n del
VIH. cuarentena de los infectados y tatuaje de los infectados. Los argumentos en contra de
las pruebas obligatorias incluyen la discriminació n, la "purificació n social", la violació n de
la privacidad de una persona, los resultados falsos positivos de las pruebas y las
dificultades con el seguro médico.
783
784 EPILOGO
Un problema ético es aquel en el que dos o má s normas o principios crean un desafío sobre
qué hacer. Hay muchos tipos de problemas éticos. Estos problemas se pueden dividir en
cuatro grupos principales: 1. Angustia ética: un individuo conoce el curso de acció n, pero
una barrera impide su realizació n. 2. Dilema ético: existen dos o má s cursos de acció n, cada
uno de los cuales es correcto o incorrecto, y seleccionar uno comprometerá el resultado
final. 3. Justicia distributiva: Los beneficios se otorgan a varios individuos, pero no a todos.
¿Sobre qué base debe hacerse la distribució n? 4. Locus de autoridad: Hay dos o má s
autoridades, todas creyendo que saben qué resultado beneficiará mejor al paciente, pero
solo una prevalecerá . Considere los siguientes ejemplos de problemas contemporá neos en
ética médica: • Avia y Hal son recién casados. Quieren tener hijos, pero cada uno es de una
familia con una enfermedad hereditaria conocida. Cualquiera o todos sus hijos pueden
verse afectados. La alteració n genética puede ser una opció n. ¿Es correcto que tales parejas
se esfuercen por cambiar la composició n genética de sus futuros hijos? ¿Es la modificació n
de la biología natural un derecho humano? • Florencia tiene 31 añ os. Cuando Florence
quedó embarazada, se llenó de alegría. Ahora está en su segundo mes de embarazo.
Recientemente desarrolló fiebre, linfadenopatía dolorosa, erupció n cutá nea y dolor de
garganta. Le diagnosticaron rubéola. Aunque teme la idea de dar a luz a un niñ o retrasado,
ciego o con malformaciones congénitas, su religió n no permite el aborto. Aú n así, se
pregunta si es correcto tener un hijo que sabe que vivirá una vida de sufrimiento. • Sam,
uno de los principales benefactores del hospital, tiene 76 añ os. Tiene la enfermedad de
Parkinson y diabetes mellitus. Sam está en la sala de emergencias quejá ndose de un fuerte
dolor en el pecho. Brittany es una enfermera de 41 añ os con antecedentes de angina que
también se encuentra en la sala de emergencias quejá ndose de un fuerte dolor en el pecho.
Solo queda una cama en la unidad de cuidados intensivos coronarios. ¿Quién debe
conseguir la cama? • Ruth tiene 20 añ os y es madre soltera de dos hijos. Ella está en el
primer trimestre de su tercer embarazo. Los síntomas recientes de debilidad severa y
sangrado gingival la llevaron a recibir atenció n médica. Un estudio reveló leucemia
monomielocítica aguda y una anemia de 7,8 gramos de hemoglobina. La terapia para la
leucemia sería un gran riesgo para la vida del feto, pero la paciente se niega a interrumpir
su embarazo. Para complicar el asunto, su prometido, un Testigo de Jehová , ha convencido
a la paciente de rechazar cualquier transfusió n de sangre o productos sanguíneos. ¿Có mo
maneja usted, como su médico, esta situació n?
poco ético
Etiquetado de pacientes
EPILOGO 785
actitudes para interferir con el cuidado de los enfermos. Recuerde la cita de Peabody que
introduce este libro: "el secreto en el cuidado del paciente está en el cuidado del paciente".
Concluyendo
Pensamientos
Como profesional de la salud, se enfrentará a muchos tipos de problemas que implican una
toma de decisiones compleja. Siempre trate a sus pacientes y colegas con justicia, respeto y
dignidad. La atenció n brindada a los ancianos, pobres, discapacitados y enfermos
terminales debe ser la misma que se brinda a todos los demá s pacientes. La mayoría de las
personas que ingresan a la profesió n médica se esfuerzan por ser sanadores compasivos;
desafortunadamente, el ambiente educativo a menudo amortigua tal entusiasmo. Dedica tu
vida con honestidad y compasió n al cuidado de los enfermos.
Bibliografía
Napodano RJ: Valores en la Prá ctica Médica: Una Declaració n de Filosofía para Médicos y
un Modelo para Enseñ ar una Ciencia Curativa. Nueva York. Prensa de Ciencias Humanas.
1986. Pellegrino ED, Thomasma DC: Las virtudes en la prá ctica médica. Nueva York, Oxford
University Press, 1993 Pence GE: Casos clá sicos en ética médica: relatos de los casos que
han dado forma a la ética médica, con antecedentes filosó ficos, legales e histó ricos. Nueva
York, McGraw-Hill, 1990. Petrinovich L: Vivir y morir bien. Nueva York, Plenum Press,
1996. Purtilo R: Dimensiones éticas en las profesiones de la salud, 2ª ed. Filadelfia, WB
Saunders, 1993. Rosner F: Medicina moderna y ética judía, 2ª ed. Nueva York, Yeshiva
University Press, 1991. Seedhouse D, Lovett L: É tica médica prá ctica. Chichester, John
Wiley & Sons, 1992.
APÉ NDICE
Marijuana. hachís
Alcohol Alcohol, cerveza, alcohol Ingerido Coordinació n alterada Juicio alterado Nicotina
Humo, trasero, clavo de ataú d Ahumado Olor a tabaco Masticado Dientes manchados
Anfetaminas Speed, estimulantes, píldoras estimulantes Ingerido Pupilas dilatadas bennies,
dexies, black Inyectado Aumento de energía beauties, meth. cristal Inhalado Irritabilidad
Nerviosismo Marcas de agujas
Barbitú ricos Calmantes, pú as, chaquetas amarillas inyectadas, diablos rojos, diablos azules
ingeridos, doble problema
Pupilas contraídas Confusió n Deterioro del juicio Somnolencia Dificultad para hablar
Marcas de agujas
Metacualona Ludes, sopors, quaaludes Ingerido
Heroína, morfina Basura, scag, droga, caballo, Inyectado Pupilas contraídas golpe, soñ ador
Fumado Marcas de aguja Inhalado Somnolencia Piel reventada Nubosidad mental Codeína
Niñ o escolar Ingerido Pupilas contraídas Inhalado Somnolencia Demerol Ingerido Pupilas
contraídas Inyectado Metadona Ingerido Somnolencia Percodan Ingerido Nublado mental
Apéndice continuació n en la pá gina siguiente
787
788 APÉ NDICE A APÉ NDICE A. Drogas comú nmente abusadas Continuació n Droga Nombre
de la calle Có mo se usa Síntomas y signos Pentazocina Inyectada Marcas de agujas PCP
(fenciclidina) Polvo de á ngel, cerdo, asesino Fumado Pupilas dilatadas hierba, superhierba
Inhalada Dificultad para hablar Inyectada Alucinaciones Ingerida Visió n borrosa Falta de
coordinació n Agitació n Confusió n Comportamiento agresivo
LSD (á cido lisérgico Á cido, cubos, neblina pú rpura Dietilamida ingerida) Inyectada
Ó xido nitroso
nitrito de amilo
* El agente activo del pegamento para aviones y del diluyente de pintura es el tolueno. La
nafta, la metiletilcetona y la gasolina pueden producir síntomas similares.
APÉ NDICE
yo
Tiamina (beriberi)
Dermatitis extensa (comú n en partes del cuerpo expuestas a la luz solar o trauma
mecá nico; a menudo bilateral y simétrica) Glositis Estomatitis Hipertrofia cró nica con
induració n de la piel Pigmentació n en los puntos de presió n Fisuras en la piel Cambios
atró ficos en la piel Descamació n de la piel
7'90 ANEXO B
Riboflavina
Fotofobia Ardor en los ojos Prurito en los ojos Erupciones en la piel Fisuras en la boca
Apatía Anorexia Edema Cambios en el color y consistencia del cabello Cambios en el color
de la piel Agrandamiento abdominal Diarrea Esteatorrea
Folato (ver Anemia Palidez Fig. 4-10) Estomatitis Debilidad Glositis Diarrea Calcio
Osteoporosis Fracturas ó seas Osteomalacia Hierro Anemia Palidez Coiloniquia Debilidad
Glositis Fatigabilidad Disnea de esfuerzo Dolor de cabeza Palpitaciones Fisuras en las
comisuras de la boca Lengua dolorosa
Bocio de yodo
Pérdida del gusto Anorexia Problemas de conducta Erupciones en la piel Caída del cabello
Disminució n de la libido Disminució n de la fertilidad Diarrea Apéndice continú a en la
pá gina siguiente
Magnesio
nistagmo vertical
Arritmias de potasio
Tablas de conversió n
La temperatura*
Centígrados Fahrenheit
33.0 91.4 33.2 91.8 33.4 92.1 33.6 92.5 33.8 92.8 34.O 93.2 34.2 93.6 34.4 93.9 34.6 94.3
34.8 94.6 35.0 95.0 35.2 95.4 35.4 95.7 35.6 96.1 35.8 96.4 36.0 96.8 36.2 97.1 36.4 97.5
36.6 97.8 36.8 98.2 37.O 98.6 37.2 98.9 37.4 99.3 37,6 99,6
Centígrados Fahrenheit
37.8 100.0 38.0 1 OO.4 38.2 100.7 38.4 101.1 38.6 101.4 38.8 101.8 39.O 102.2 39.2 102.5
39.4 102.9 39.6 103.2 39.8 103.6 40.0 104.0 40.2 104.3 40.4 104.7 40.6 105.1 40.8 105.4
41.0 105.8 41.2 106.1 41.4 106.5 41.6 106.8 41.8 107.2 42.0 107.6 42.2 108,0 42,4 108,3
792
peso
Libra Kilogramo
1 0,5 2 0,9 4 1,8 6 2,7 8 3,6 10 4,5 20 9,1 3O 13,6 40 18,2 50 22,7 60 27,3 70 31,8 80 36,4 90
40,9 100 45,4 150 66,2 200 90,8
Libra kilogramo
1 2,2 2 4,4 3 6,6 4 8,8 5 11,0 6 13,2 8 17,6 10 22 20 44 3O 66 40 88 50 110 60 132 70 154
80 176 90 198 100 220
tPara convertir libras a kilogramos: libras × 0,454 kilogramos Para convertir kilogramos a
libras: kilogramos × 2,204 libras
Longitud
pulgadas centimetro
1 2.54 2 5.08 4 10.16 6 15.24 8 20.32 10 25.40 20 50.80 30 76.20 40 101.60 50 127.00 60
152.40 70 177.80 80 203.20 90 228.60 100 254.00 150 381.00 200 508.00
Centímetro
1 2 3 4 5 6 8 10 2O 3O 4O 5O 6O 7O 8O 9O 100
Pulgada
0,4 0,8 1,2 1,6 2,0 2,4 3,1 3,9 7,9 11,8 15,7 19,7 23,6 27,6 31,5 34,4 39,4
Tabla de contenido
comienzo