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nervioso. Siendo esto así, ninguna palabra puede decir “la verdad” sobre ese
Hasta aquí hemos visto como Nietzsche niega toda posibilidad de creer
que el lenguaje nos permite acceder a la verdad, en su libro El
crepúsculo de los ídolos, dice que “no nos liberaremos de Dios mientras
sigamos creyendo en la gramática”, esta afirmación se refiere, sin
duda, a lo ya analizado en el punto anterior; pero su significación es aún
más profunda.
cómo seguir gozando a menudo— y justo para ello debe pensar. (Nietzsche,
1984, p 61)
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la de cada uno, es un hecho bruto que se nos impone, que no hemos decidido
me he encontrado con este hecho bruto, inexplicable: que existo. Hecho que,
2004, p 426)
palabra “ser”, lo ha entendido a éste siempre como un ente. Por ello, es por lo
un ente, el ente supremo (ens summum), aquel ente que cada filósofo
p 429)
manejarlos, y sufrir y luchar con los entes. En este sentido el ser nos domina,
nos de-termina, nos hace ser lo que (en cada caso) somos. (Carpio, 2004, p
433)
modo cómo es el Dasein. Entonces podrá decir que sólo el hombre existe.
solamente puede trabar la relación con los entes, pues sólo en relación con el
En este punto tenemos que ser muy claros, no estamos hablando, como
en el caso del pensamiento de Kant, de un sujeto que gracias a sus
impresiones y a sus estructuras racionales crea sus objetos de
conocimiento que son los que conforman su realidad, y dado que este
sujeto es universal, constituye una realidad trascendental. Muy por el
contrario, Heidegger ataca de plano esta idea. No hay un sujeto dado que
es creador del objeto, sino que el Dasein (hombre) se constituye como
tal, en tanto comprende al ser, es decir, en tanto existencia que se
caracteriza por estar abierta al ser. Pero, como ya dijimos, el ser
siempre es ser de algo, ser de un ente (cosa); por lo cual, esta apertura
del hombre al ser implica su apertura a los entes o cosas que
constituyen su realidad. Ahora bien, no tenemos que olvidar que esta
comprensión no es racional, en realidad, Heidegger la denomina “pre-
comprensión”, para aludir con dicho término a un modo de ser del
hombre en el mundo.
La existencia (la comprensión-del-ser) no es algo que el hombre ‘tenga’, a la
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El hombre siempre existe con otros, pero estos otros no son individuos
aislados, sino que conforman una masa uniforme, al que Heidegger
denomina “uno” y que es impersonal. El impersonal uno indica valores,
criterios, normas y pautas de acción. “El impersonal, el uno, ‘prescribe
la forma de ser de la cotidianeidad’ [del Dasein], su mundo; ‘regula
inmediatamente toda interpretación del mundo y del Dasein, y tiene en
todo razón” (Carpio, 2004, p 456). Por lo cual, cuando el hombre se
entrega a una existencia irreflexiva, vive según el mandato de este
“uno”, dicho de otro modo, el hombre vive según “se” debe, “se” dice,
“se” usa; es decir, vive según cómo consideran los otros que debe vivir.
Esta forma de vida es una existencia inauténtica. Por el contrario,
cuando el hombre se anima a tomar el mando de su propia existencia y
vivir según las necesidades y deseos que le son propios, cuando puede
tomar una postura reflexiva y crítica frente al impersonal “se”, su
forma de vida va a ser una existencia auténtica. Aquí la pregunta que
cabe es: ¿por qué el hombre, muchas veces se entrega sin más a una
existencia inauténtica? La respuesta va a estar dada por la angustia.
Hace un rato hablamos del Dasein como proyecto, es decir, como plexo
de posibilidades de desarrollo de la propia vida; pero todas las
posibilidades de cada hombre terminan en una única posibilidad
infalible: la muerte. El Dasein en tanto ser como proyecto, es ser para la
muerte.
La existencia no logra su totalidad mientras existe: en su naturaleza radica el
muerte es, en efecto, una posibilidad de ser, pero la más genuina, señera e