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Primera solemne

Antropología
Filosófica

Profesor: Gustavo Víctor Cataldo Sanguinetti

Alumnos: Alberto Rubilar Escobar – Alfonso López Madrid

Fecha: 24/04/2023
1) El animal con palabra: El hombre
El hombre según Aristóteles es un animal por naturaleza dotado de “Lógos”, de razón,
gracias a ésta, tiene la característica de poseer palabra. Aristóteles afirma que, a diferencia
de los animales, estos poseen solo “voz”, pues les sirve solo para transmitir signos de dolor
y de placer; el hombre en cambio posee “la razón” y esta necesita de la palabra para ser
expresada Aristóteles (355 a.C.) : La palabra para manifestar lo conveniente y lo
perjudicial (Referente al hombre), así como lo justo y lo injusto (…) poseer, él solo, el
sentido el bien y del mal”; quiere decir esto que el hombre siempre tomará decisiones para
el sentido de su bienestar, el buen vivir y lograr su autosuficiencia.

Aristóteles afirma que el hombre es un “animal social” ya que, al poseer logos,


naturalmente éste necesita de otros, en un comienzo el macho con la hembra, quienes no
pueden subsistir sin el otro. Y luego la aldea, la primera comunidad formada de varias casas
para satisfacer necesidades no cotidianas. Gracias a la conformación de varias aldeas nace
la comunidad perfecta, “La Ciudad”, la cual como habíamos dicho anteriormente, se forma
de manera natural para crear el nivel mas alto de autosuficiencia y subsiste para el vivir
bien del hombre.

Afirma Aristóteles el gran valor que tiene la ciudad ya que la conformación de ésta ayuda a
la realización plena y a su desarrollo dedicado al ser humano. En la ciudad existe el sentido
de la justicia, la ley y la razón, en la cual también se establece una jerarquía por naturaleza,
donde según Aristóteles, se rigen entre gobernantes y otros en subordinados. El hombre
sería el gobernante de todo y necesita de subordinados para servirse (La hembra, el esclavo)
para poder vivir bien; es aquí donde Aristóteles declara que la esclavitud es un derecho
natural, Aristóteles (355 a.C.) “Mandar y obedecer no son solo cosas necesarias, sino
también convenientes, y ya desde el nacimiento algunos están destinados a obedecer y
otros a mandar. (…) por que la obra llevada a cabo con mejores elementos es mejor”. En
verdad no nos quisiéramos detener en éste especifico punto en el consentimiento a la
esclavitud u al machismo de la época, sino hacer la unión y relación sobre lo siguiente a lo
cual llega Aristóteles; que en el ser vivo también existe una cierta jerarquía, entre el alma y
el cuerpo. Nosotros interpretamos el alma, como la esencia, la lógica, la razón, y ésta por
obligación debe mandar al cuerpo por naturaleza, pues esto no solo sería necesario, sino
conveniente. Pues la corrupción de esta jerarquía, cuerpo que manda al alma, crearía
comportamientos malvados antinaturales, bestias, ya que suprimiríamos nuestra razón,
nuestro logos, por un impulso dado por el cuerpo, sería caos.

Es un claro hecho que la razón es fundamental en nosotros los seres humanos, ya que nos
hace ser, nos domina, ya que es nuestra propia razón y conciencia. Esta razón es transmitida
gracias a la palabra. Esta palabra esta situada en un contexto que podríamos decir que sería
el lenguaje, donde tenemos diferentes tipos, el lenguaje expresivo: se utiliza para expresar
emociones, sentimientos y opiniones personales (expresar el sentir), lenguaje directivo:
lenguaje que se utiliza para dar órdenes, instrucciones o sugerencias (influir en el
comportamiento) y el lenguaje informativo: se utiliza para comunicar información objetiva
y neutral, sin opiniones ni juicios de valor (transmite hechos y acontecimientos).

Dentro de los componentes del lenguaje, la palabra es un instrumento fundamental para la


comunicación y el pensamiento humano, ésta en su concepción, no solo es un sonido (como
la voz en los animales), sino que también tiene un significado y una representación mental
que permite a los seres humanos comunicarse entre sí y expresar sus pensamientos e ideas.
En nuestra opinión concluimos que un buen desarrollo del lógos es esencial para la claridad
y la precisión en el uso de la palabra; una palabra clara y precisa permite una comunicación
más efectiva y evita confusiones o malentendidos lo cual era muy importante para
Aristóteles.

La proposición es otro componente del lenguaje, ésta es una afirmación que expresa una
relación entre dos términos, un sujeto y un predicado, y que puede ser verdadera o falsa,
además, éstas se unen a través de la copula verbal (se utiliza para relacionar el sujeto de una
oración con una descripción, estado o condición; verbo ser o estar se ocupan generalmente).
Podríamos decir que la proposición es referente a un juicio une al afirmar o separa al negar
con respecto del sujeto y el predicado, por lo tanto seria la unidad básica de pensamiento y
la comunicación. Existen proposiciones afirmativas, negativas, universales y particulares.
Ejemplo: Pedro es alto – Pedro no es alto

Y por último nos encontramos con la argumentación, proceso mediante el cual se presenta
una serie de razones o pruebas que llevan a una conclusión. Estas frases son de carácter
más complejo. Aristóteles a través de su famosa proposición universal “Todo hombre es
mortal” sostenía que todos los seres humanos comparten una naturaleza común que los
hace susceptibles a la muerte. Por lo tanto, según Aristóteles, todo hombre es mortal. "Todo
A es B". En este caso, "A" representa a los hombres y "B" representa a la mortalidad.
Aristóteles creía que esta proposición es verdadera por definición, ya que la mortalidad es
una característica inherente a la naturaleza humana. Esto es llamado silogismo es un
argumento deductivo en el que se infiere una conclusión a partir de dos premisas. Un
silogismo contiene tres términos: el mayor (“Todo hombre es mortal”), el menor (“Sócrates
es hombre”) y la conclusión (“Sócrates es mortal”).

2) Hombre como conciencia


La consciencia como una forma de asumir que por su propia existencia nos
hace a la vez existir.

Partiendo por decir que el Discurso del Método es un libro que consta de seis partes, en
donde René Descartes describe su método para encontrar la verdad de las cosas. Este
método consiste, en sí mismo, dentro de lo que se puede definir de modo general, a dudar.
Esta duda es metódica, tal como lo dice su título, la cual como nombra en varias ocasiones,
no es una duda escéptica como lo es la del escepticismo, en donde el fin mismo de la duda
no es ser resuelta. Es importante esta diferencia dentro de lo que difiere en su naturaleza la
duda cartesiana, esta misma busca la resolución de la duda, investigando siempre la verdad.
Esta verdad, para ser entendida en lo que respecta a su búsqueda, se debe aclarar que, como
puede parecer a simple lectura, no es solo una verdad de un tópico. Es la verdad que busca
entender la naturaleza, dentro de esta misma cabe el hombre, como especie, como ser, y su
relación con esta. Dicho esto, se abordará ahora el tema que concierne este ensayo.

La “Cuarta Parte”
Descartes comienza hablando de las meditaciones metafísicas. Con esto ya podemos ir
encendiendo la luz de lo que concierne este viaje reflexivo y postulante a modo de ensayo.
No aborda en exceso sus meditaciones, pero, si las toma a momentos para poder hablar en
un ambiente de realidad física y metafísica. Con esto puede permitirse acomodar esta casa
imaginaria en la cual Descartes construye las paredes, las puertas, las ventanas, con las que
trabaja su método. Esta realidad metafísica en la cual Descartes entra y sale constantemente
permite entender mejor sus ideas en lo que trata esta parte. Ahora es cuando este viaje en
palabras comienza a tener sus primeros destellos respecto a aquellas ideas; los sentidos lo
engañan dice Descartes, de modo que, cualquier cosa que estos se presentan en la
imaginación, no hay certeza completa de que sean tal cual son expuestos; a la vez que hay
hombres que se equivocan al razonar en lo que concierne a cosas sencillas incluso en las
cuestiones geométricas; esto da a entender a Descartes que, como cualquier otro, puede
estar expuesto a la equivocación, por ende la duda se hace presente, rechazando cualquier
razón que anteriormente tuviera por evidente, usando esto como sustento de la siguiente
idea respecto a los sueños. Plantea una comparativa entre el pensamiento despierto y el
pensamiento de los sueños, diciendo que todos los pensamientos que llegan cuando estamos
despiertos, también pueden llegar cuando estamos dormidos; esto puede conducir a una
visión caótica de la realidad, ya que al relativizar de esta manera el pensamiento no
tenemos certeza de cuál de las dos polaridades es la que representa de manera efectiva a la
realidad, quiere decir esto que todo puede ser falso. Es aquí donde Descartes se da cuenta
de que ya por tener pensamiento, él debe ser algo. Además, de que su premisa que entiende
por verdad: “Yo pienso, después soy”, es lo suficientemente verdadera para que no pueda
ser conmovida hasta por los más escépticos, de modo que, puede ser recibida en su
totalidad para dar principio a la filosofía que estaba buscando. Consecuencia de estas
reflexiones e ideas, da cuenta de que puede, en sí mismo, imaginar que no tiene cuerpo
físico alguno, o que no se haya físicamente en algún lugar, pero que no por estas
aseveraciones imaginativas, puede en sí afirmar que él no es; porque ya que, con el hecho
de dudar de la verdad de las cosas, él es. Con esto, a su vez, se da cuenta que, si dejase de
pensar, no había razón alguna que le indicase que él continuaría siendo. Con esto Descartes
plantea un paralelismo entre lo que es el pensamiento, y lo que es el cuerpo, este mismo
dependiendo del primero, ya que, por el hecho de pensar y tener una conciencia que al
momento de existir da certeza de que está siendo, es el pensamiento mismo el que hace
consciente de la existencia del cuerpo, “Yo pienso, luego soy” y no al revés; por lo tanto la
esencia del ser es el pensamiento.
A continuación, Descartes comienza a pensar que por el hecho de dudar, él no es un ser
perfecto, porque de por sí encuentra en la duda imperfección, por ende la calidad de tener la
certeza de las cosas es relación directa con un ser perfecto. Este punto es importante para
dar a entender la búsqueda que comienza hacia este ser perfecto, del cual es sufragáneo de
su existencia no perfecta. Esta existencia no puede venir de la nada, por lo que todas las
cosas imperfectas tienen en su esencia misma la dependencia en algo más perfecto. Esto
conduce al siguiente camino, el cual apunta hacia la existencia de Dios como el ser
perfecto. No hay duda alguna para Descartes en este punto, ya que bajo sus reflexiones es
totalmente necesario que para su propia existencia imperfecta debe existir una más perfecta,
que no cuente con todas las imperfecciones que reconoce y asume de sí mismo. Si esta
existencia no dependiera de nadie más, esta sería en efecto perfecta, pero al asumir que
tienes tantas imperfecciones, dentro de estas, la duda, y el no tener la certeza de la verdad
de las cosas, no cabe como verdad que sea perfecta. Por ende, todo lo que antecede y se
sabe como verdades, deben provenir de un ser más perfecto; Dios para descartes lo es,
porque en él no puede encontrar imperfección alguna de las cuales lo aquejan.
Se puede comprender entonces que Descartes primero que todo plantea la duda como base
de su método, en base a este comienza a cuestionar su entorno, su cuerpo, y lo que hasta ese
momento tenía por certezas, por lo que comienza a ver de cuales cosas puede dudar
tajantemente sin dejar de ser fiel a su premisa “Yo pienso, luego soy”, llegando a generar
paralelismos, que, de no ser comprendidos, pueden darnos una sensación de que todo puede
ser falso; es por eso que Descartes se aferra a su postulado de que el hecho de poder estar
pensando es a la vez causa de su misma existencia. Descartes se asume como un ser
imperfecto, el cual al serlo, este debe depender de uno más perfecto que él, al que
fundamenta como Dios.
Bibliografía
-Aristóteles (355 a.C). Política, Libro Primero. Comunidad política y comunidad

familiar. (Traducción Manuela García Valdez). Titivillus ediciones.

-Descartes, R. (1637). El discurso del método (2015th ed.). Plutón ediciones X, s.

1.,.

-Descartes, R. (1637). El discurso del método Cuarta parte (2015th ed.). Plutón ediciones

X, s. 1.,.

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