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bienes de la iglesia en México, 1856-1875
INTERVENCIÓN Y DESAMORTIZACIÓN
DE LOS BIENES ECLESIÁSTICOS
EN PUEBLA Y VERACRUZ, 1856-1857
44
1, p. 11.
is Economía Política en México, Insurrección industrial, Documentos clá-
sicos vara la historia de la industria moderna.
Cuadro 5
LA INTERVENCIÓN
tos para creer que una parte considerable de los bienes eclesiásticos
se ha invertido en fomentar la sublevación ... 27
LA D~AMORTIZACIÓN
ción de las rentas al 6%, que ascendió en total a $ 596 388.66; por
tanto, los compradores habían logrado el descuento de $ 223 291.50,
o sea más de una tercera parte del valor de las fincas, calculado
sobre la base de los arrendamientos.
Un examen somero revela que entre los compradores figuran en
un lugar prominente varios funcionarios gubernamentales y varios
comerciantes, en particular extranjeros por la cuantía de sus com-
pras. Se ignora si los inquilinos comunes y corrientes solicitaron una
venta convencional; si lo hicieron, no les fue concedida, así que la
mayoría de las desamortizaciones se hizo mediante adjudicaciones.
Al parecer, la mayor parte de los inquilinos se apresuró a adjudi-
carse la casa porque, entre otras posibles razones, un porcentaje
creciente de la alcabala debería pagarse en efectivo (y un porcen-
taje cada vez menor en bonos) conforme pasaba el tiempo (artículo
32 de la ley). En cambio, uno o dos meses después de la expedición
del reglamento, el grupo influyente tuvo la idea de interpretar el
artículo 10 en su beneficio. Las llamadas ventas convencionales po-
blanas no se han encontrado en otras ciudades; al parecer la desamor-
tización se apegó, con la excepción descrita, a la Ley Lerdo.
De lo dicho en el párrafo anterior no debe deducirse que todos
los ricos o los funcionarios compraron por medio de una venta con-
vencional, ni que todos los compradores eran comerciantes o influ-
yentes. Por ejemplo, las grandes haciendas carmelitas en el Estado
de Puebla fueron desamortizadas sobre todo por comerciantes y fun-
cionarios, pero aproximadamente al precio ]egal: las cuatro hacien-
das carmelitas de Atlixco producían en 1843 (no se dispone de datos
posteriores) $ 7 230 al año; estas rentas capitalizadas al 6% arrojan
$ 120 500. En 1856 fueron adjudicadas en $ llO 176. La única hacien-
da de los carmelitas de Tehuacán producía en 1843 · $3 000, lo que
corresponde al capital de $ 50 000; en 1856, fue desamortizada en
$ 60 000 (al 5%). Las haciendas sostuvieron su valor.
A fin de ver si la ciudad de Puebla no formaba una excepción
en el Estado, se examinó también el protocolo de 1856 de la única
notaría de Atlixco, centro de una ;iquísima región agrícola situada
al pie del Popocatépetl, donde los conventos y los particulares po-
blanos tenían haciendas de trigo. En 1856, las ventas de las hacien-
das y los ranchos locales se hicieron casi siempre ante los escribanos
de la capital' del Estado, de modo que el protocolo de Atlixco con-
tiene, exceptuando algunos casos, adjudicaciones de las fincas urba-
nas locales. El protocolo revela que los adjudicatarios fueron casi
siempre los inquilinos y que el precio fue igual a la capitalización
de la renta al 6%. Los detalles se ven en el apéndice 4.
49 MH 1857, p. 165.
55 MH 1857, p. 10.
6" Del Valle, El viaiero en México, pp. 203 y 339; la ortografía correcta
es Viya.
r.s Lerdo, op, cit., pp. 591-601.
M Ibid.
u:; DUHG, apéndice, t. 2, 1856.
os MF 1857, cuadro.
111 DUHG, apéndice 3, 1856.
68 MF 1857, cuadro.
ºº DUHG, apéndice, t. 1, 1855.
70 Lerdo, op. cit., tomo 111, 1858, p. 118; no existe segunda edición <le
este tomo que contiene material único para un estudio social y económico
de Veracruz.
11 Ibid., pp. 59-61 y 48.
72 Ibid., pp. 57 y 62.
1a Ibid., pp. 155-181.
a Lo relativo a Veracruz está en las pp. 308-311.
75 Pp. 75-78.
1a Ibid., p. 45.
90 MJ 1826.
91 Ibid., 1844.
92 Ibid., 1851.
93 Lerdo, op. cit., t. 111, p. 78.
94 Ibid., pp. 32-33.
11s Ibid., pp. 45 y 78.
9G Lerdo, op. cit., t. 11, p. 600.
97 Ibid., t. III, pp. 119-120.
9s Ibid., pp. 14 y el padrón en las pp. 155 y 156.
Cuadro 6
que tenían las mejores fincas; esto se puede apreciar por el hecho
de que los conventos poblanos tenían sólo una mitad de las fincas
que los conventos locales, pero su valor total era superior. Por con-
siguiente, cuando el gobierno federal quiso castigar al clero pabla-
no con el decreto de la intervención del 31 de marzo de 1856, ex-
tendió su validez a toda la diócesis. Sin embargo, el gobierno no
podía esperar sacar mucho por concepto de indemnización de los
inmuebles clericales veracruzanos, pues su valor ascendía apenas a
$ 800 000 en comparación con los cinco millones que la Iglesia poseía
en la capital de la diócesis.
Con motivo de la ley citada, la Secretaría de Justicia pidió al
gobierno del Estado de Veracruz datos sobre los bienes eclesiásticos,
no sólo inmuebles sino también muebles, esto es, préstamo~ hipote-
carios cuyos intereses deberían en lo futuro ingresar a las arcas fe-
derales, junto con las rentas de las fincas. Gracias a ello, se dispone
de una estadística de esos bienes en el puerto de Veracruz, en Ori-
zaba, en Córdoba y en Jalapa. La información sobre los capitales
eclesiásticos en la ciudad de Veracruz se presentará en el capítulo IV
cuando se discuta la nacionalización de los capitales eclesiásticos, de-
cretada en 1859.
Los datos sobre Orizaba 119 se clasificaron en bienes raíces y capi-
tales, por cada corporación. Aquí se tomarán en cuenta sólo los in-
muebles; los capitales se reservarán al capítulo correspondiente. La
corporación más rica en los bienes raíces era el oratorio de San
Felipe Neri, una congregación de eclesiásticos seculares, con fincas
por el valor de $ 62 700; bajo la supervisión de éstos vivían las mon-
jas de San Felipe Neri, cuyas fincas valían $ 4 000; total, $ 66 700.
El único convento de Orizaba era el carmelita cuyas fincas valían
$ 37 000, convento casi tan pobre como los veracruzanos.
Las fincas de Orizaba pertenecientes al convento poblano de
Santa Teresa valían $ 5 500, las de la mitra poblana ( colecturía del
diezmo) $ 5 000, las de la Tercera Orden de San Francisco $ 8 400,
las de las capellanías $ 12 600 y el resto, $ 93 515, pertenecían a las
cofradías. El total de los inmuebles clericales en Orízaba se estimó
en $228 715.
A juzgar por los datos de la Menwria de Hacienda de 1857, las
fincas municipales de Orizaba valían alrededor de $ 50 000, inclu-
yendo los bienes del hospital de San Juan de Dios.
99 "Estado que manifiesta las cantidades por lo~ diversos
ramos pertene-
cientes a los bienes eclesiásticos, fomlado con arreglo al artículo 8 de la parte
reglamentaria del Superior Decreto del 31 de marzo de 1856'', AGN, JE, t. 17.5,
ff. 176-177.
hay que agregar otros bienes con los que se sostenía el Ayunta-
miento; de modo que sus bienes probablemente no se quedaban
muy atrás de los eclesiásticos.
Los inmuebles eclesiásticos en las -prácticamente únicas- cuatro
ciudades del Estado de Veracruz ascendían en su valor a $1100 000
en números redondos, o sea aproximadamente una quint~ parte de
los in¡nuebles clericales tan sólo de la ciudad de Puebla; en vano
se buscaría en Veracruz una rica hacienda eclesiástica, como las que
había en el Estado de Puebla. En segundo lugar, los bienes de las
corporaciones civiles veracruzanas llegaban por lo menos a $ 650 000,
o sea aproximadamente al 60% del valor de los bienes eclesiásticos.
Pero probablemente los bienes municipales en Orizaba, Córdoba y
Jalapa eran aún mayores que las señaladas.
La pobreza de la Iglesia en el Estado de Veracruz y la riqueza
de sus ayuntamientos estaban seguramente relacionados con la men-
talidad liberal característica de esa región.
Cuadro 7
Valor
~omlnc de la corporacicí11 Cmms Precio de según
i:enta padrón
1119 Jbid., p. 14: lia~· 1111a cliforl'ncia rontahle de una casa, que no se ha
podido resolver.
llO lbid., p. J,'>,