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¿Qué hacer con los residuos? ¿basta con reciclar? Son preguntas que en el
escenario actual resultan importantes de formular, especialmente considerando
que todas las actividades que realizamos generan basura. Analizar la importancia
de cuestionar el modelo social que llama al consumo constante pues genera mucha
basura, así como la necesidad de repensar los vínculos entre individuos y
desperdicios, y darles mayor importancia a las comunidades en la toma de
decisiones sobre qué hacer o cuál es la finalidad de los residuos.
Desde los alimentos, hasta la ropa e incluso los celulares descontinuados y que
ya no sirven, casi todo lo utilizado -en algún momento- por las personas se
transforma en basura porque pierden su utilidad. Hay distintos tipos de basura: los
residuos, residuos sólidos, los residuos inorgánicos, los residuos de manejo especial
y los residuos peligrosos, pero finalmente todos caen a vertederos o, peor aún,
basurales ilegales y microbasurales.
Según el Informe del Estado del Medio Ambiente 2020, en Chile el 2018 se
generó un total de 19,6 millones de toneladas de residuos sólidos anuales, de los
cuales, el 55% es de origen industrial y el 42% domiciliarios (municipales). El
destino de estos residuos se distribuye de dos formas: 22% se valoriza o recicla y el
78% se va a eliminación, de este modo los basurales, rellenos sanitarios,
microbasurales u otros espacios destinados a la disposición final, no hacen más que
crecer.
Por otro lado, detalla María Elena Acuña, se está apostando con mucha
recurrencia a una estrategia de economía circular e innovación basada en
pequeños emprendimientos expresados a través de Apps, pero con un desarrollo
poco claro ya que si bien contribuyen a que algunos hogares puedan reciclar, no
hay industrias suficientes que requieran algunos residuos como los plásticos como
materia prima.
Sin embargo, más importante aún en el manejo de residuos, son los cambios
culturales que como ciudadanos(as) “requerimos para insertarnos en esta nueva
forma de mirar los residuos que producimos en nuestra vida cotidiana. Ahí el
reciclaje me parece que debiera ser la última opción, pues -primero- debiéramos
reducir nuestro consumo, luego reparar, reutilizar y al final reciclar”, comenta
María Elena Acuña.
No cabe duda de que es necesario saber cuántas son las toneladas de residuos
que se producen en distintas zonas y su contenido, pero además de eso, una de las
labores más importantes -y en la cual se encuentra trabajando hace unos tres años
el Observatorio Social de Residuos- radica en potenciar y desarrollar el vínculo
personal que se tiene con la huella de residuos que van generando los individuos.
Por ejemplo, una mala práctica era lo que antes se consideraba una buena
práctica como el ser ordenados(as) y colocar la basura en contenedores, que luego
iba a camiones y se vertía en rellenos sanitarios. Eso constituye una antigua
convicción de “lo correcto”, mas hoy “sabemos con certeza que no es bueno
debido al impacto ambiental y social asociado”, apela Cerda. Esta situación se da
en una ciudad grande como Santiago, no obstante, en otras ciudades las prácticas
sobre basuras son aún peores, donde ni siquiera existen rellenos sanitarios, sino
que basurales a cielo abierto cuyo contenido es -inclusive- desconocido.
“Nosotros, desde las Ciencias Sociales, tenemos una tarea muy importante de
desarrollar conocimiento sobre lo que estamos generando, pero también es una
tarea política relativa a cómo darle gobernanza a nuestra vida cotidiana y al futuro.
El problema es que pareciera ser que mientras detrás de esto no exista lucro, no se
avanzará al respecto. Por tanto, pasa a ser muy importante lo que hagamos con el
Estado y lo que podamos hacer nosotros como colectivos”, subraya el académico
Cerda.
Para cambiar hábitos culturales, las comunidades son muy importantes a la hora
de generar consciencia, pero sobre todo para gestionar el uso y finalidad de los
residuos cotidianos. El Observatorio Social de Residuos de la Facultad de Ciencias
Sociales ha desarrollado un trabajo en este sentido de vinculación con entidades
conectadas con la realidad municipal. Sostienen un convenio de colaboración con
la Empresa Intermunicipal Metropolitana de Disposición y Tratamiento de
Residuos Sólidos (Emeres) y Emesur, a través de la Dirección de Extensión de la
Facultad, realizando iniciativas con asociaciones de municipios de Santiago, las
cuales responden a realidades distintas, según su tamaño, composición social e
ingresos, o, si se tratan de realidades urbanas o rurales.
En tanto, reciclar (69%) es la acción personal que según los encuestados tendría
mayor impacto en la lucha contra este fenómeno y que “las personas” (27%) es el
sector que debe hacer el mayor esfuerzo para enfrentarlo, 10 puntos por encima
de la “industria” (17%).
Los cambios en las cifras se deben a que «la Calidad del Aire en la Región
Metropolitana ha mejorado muchísimo. En los últimos tres años no ha habido
ninguna emergencia ambiental», expresó el Seremi del Medio Ambiente RM, Diego
Riveaux. Asimismo, señaló la autoridad ambiental que «antes del estallido social,
hubo un auge en las temáticas medioambientales, especialmente la generación de
residuos domiciliarios emergió como un tema importante por el impacto que tiene
en los ciudadanos a diario «, puntualizó.
Por su parte, el Dr. Iván Franchi, investigador del CIS, agrega que “es llamativo
cómo se han territorializado los problemas ambientales, que es fundamentalmente
lo que sucede con la gestión de residuos (basura) y el cambio climático, dos
fenómenos que se instalan en la percepción ambiental nacional, probablemente a
partir del reconocimiento del impacto que ellos generan a escala local y global”.
A finales del siglo XX, los rellenos sanitarios cumplían un rol metropolitano que
no estaba plenamente regulado por los instrumentos de planificación territorial.
El proceso de adopción del modelo de los rellenos sanitarios puede ser visto
como un proceso de cambios normativos y técnicos en torno a la gestión ambiental
de la basura. No obstante, su modernización tuvo como anverso el surgimiento de
conflictos socioambientales debido a la producción de espacios bajo menoscabo
ambiental. Tal ha sido el caso de los rellenos sanitarios de Cerros de Renca,
Lepanto y Lo Errázuriz, cuya historia ambiental evidencia una inadecuada gestión
de riesgos, así como también se advierten procesos inconclusos de restauración
ambiental y reinserción de estos lugares de la ciudad.
A. Cerros de Renca