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Atanasio de Alejandría,
fue obispo de Alejandría, nacido
alrededor del año 296 y fallecido el 2 de
mayo del año 373. Se considera santo en
la Iglesia copta, en la Iglesia católica, en
la Iglesia ortodoxa, en la Iglesia
luterana y en la Iglesia anglicana,
además de doctor de la Iglesia
católica y padre de la Iglesia Oriental.
En el año 328, contando con treinta y cinco años, fue elegido obispo de Alejandría,
siendo el vigésimo Patriarca de Alejandría título que precede al de papa de la Iglesia
copta o Patriarca de la Iglesia ortodoxa previo al cisma del año 451 (tras el desacuerdo
del Concilio de Calcedonia).
Entre sus prioridades destacó la evangelización del sur de Egipto, donde designó como
primer obispo de Filé al antiguo inspector de tropas Macedonio, extendiendo su
actividad fuera de las fronteras egipcias, hasta Etiopía, donde nombró a Frumencio,
obispo de Axum.
De su etapa de destierro entre los monjes del desierto egipcio, adquirió un gran interés
por el monacato, influyendo en el acceso de los monjes al sacerdocio, y convirtiéndose
en biógrafo de Antonio Abad, de quien escribió la Vida de Antonio.
En su lucha contra las herejías de su tiempo usó, según diversas fuentes, métodos
discutibles: El obispo Arsenio, seguidor del melecianismo, murió quemado vivo por
orden suya; y fue acusado de asesinato en el concilio de Tiro en 335. Llegó a falsificar
una carta de Constantino a la muerte de este, supuestamente dirigida a este mismo
concilio, donde se decía que había que condenar a muerte a quien tuviera en su poder
escritos de Arrio. El historiador Amiano acusó a Atanasio de haberse entregado a
persecuciones impropias de su carácter de sacerdote.
Autor capital y admirado en la historia del dogma, San Atanasio escribió numerosas
obras sobre las controversias arrianas, como su Discurso sobre la Encarnación del
Verbo; es autor también del documento más importante del cristianismo primitivo
sobre el monacato, la Vida de San Antonio. Hombre de carácter impetuoso y tenaz,
tuvo amigos entusiastas y enemigos encarnizados; en su fe, alimentada por un
misticismo fervoroso y por una rígida moral, se preocupó ante todo de defender la
realidad de la Redención por la encarnación de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero
hombre, y la independencia de la Iglesia de la autoridad política. Fue el duro y tenaz
luchador que requerían el tiempo y las circunstancias.
Repartida su hacienda entera entre la Iglesia y los pobres, San Ambrosio se entregó
totalmente al ejercicio de su alta misión. Y en el cuidado de su grey, así como en la
defensa de la Iglesia contra los paganos y los herejes, demostró una energía, una
voluntad y un valor insospechables en su débil constitución física. Luchó contra los
paganos para impedir la restauración de sus cultos idolátricos; es famosa su disputa
con Símaco, que quería restablecer en el Senado el Ara de la Victoria (384).
Escribió contra los arrianos De la encarnación del Señor, y desarrolló, a través de
concilios y con una densa red de relaciones con otros obispos, una acción tendente a
truncar su actividad desintegradora; cuando un decreto de Valentiniano III ordenó que
se entregaran a los herejes algunas basílicas católicas, San Ambrosio se opuso con
firmeza, apoyado por el pueblo, que ocupó los edificios disputados (386).
Por una lucha u otra, San Ambrosio de Milán hubo de entrar al fin en relación con los
emperadores, cerca de los cuales, desde Valentiniano I hasta Teodosio I el Grande,
supo ejercer decisiva influencia; dedicó al joven emperador Graciano dos obras
teológicas: De la fe y Del Espíritu Santo. Con él se fueron elaborando los principios
fundamentales para regular las relaciones entre la Iglesia y el Estado, después de la
situación creada por Constantino.
A su celo pastoral se debe la mayor parte de sus obras, que son, por lo general,
predicaciones, revisadas y publicadas. Así, el famoso Hexamerón, las exégesis sobre
figuras del Antiguo Testamento o sobre el Evangelio de San Lucas, los escritos
morales Los deberes de los ministros de Dios, los escritos ascéticos como el De las
vírgenes y los dogmáticos De los misterios y De los Sacramentos. San Ambrosio de
Milán dejó, además, noventa y una cartas y algunos himnos incluidos en el Breviario.
San Juan Crisóstomo nació en Antioquía, Asia Menor, hacia el año 347. Hijo de un
destacado militar, estudió filosofía y retórica y a los dieciocho años decidió entregarse
al servicio de la iglesia. Después de ser bautizado, se retiró a la meditación en las
montañas de las afueras de la ciudad, donde pasó seis años, pero ante su delicada
salud se vio obligado a regresar a Antioquía.
En el 386 fue ordenado sacerdote. Durante doce años realizó una gran labor pastoral
como predicador, ya que su exposición y sus enseñanzas morales resultaban siempre
aplicables a la vida cristiana. El año 398, pese a su resistencia a ello, se le consagró
arzobispo de Constantinopla. Los grandes conflictos que sacudían al Imperio Romano
de Oriente y a la iglesia repercutieron dolorosamente en la vida de San Juan
Crisóstomo, que fue atacado tanto por sus propios hermanos en el episcopado como
por el poder civil debido a su firme actitud en defensa de la austeridad y de la moral.
Poco después inició un período que duró dos años como eremita en el desierto de
Calcis, en busca de paz interior. Entregado a la oración y al ayuno, estudió también
griego y hebreo. Como consecuencia del cisma de Antioquía, San Jerónimo dejó el
desierto para trasladarse a aquella ciudad. Allí fue ordenado presbítero y el año 382
regresó a Roma como secretario del papa Dámaso I. Durante este período inició la
revisión de la versión latina del Antiguo Testamento, obra en la que trabajaría toda su
vida.
Tras la muerte del papa en el 385 marchó a Belén, en Palestina, donde fundó un
monasterio en el que permanecería más de treinta años hasta su muerte. Por la
indiscutida autoridad de que gozaría durante siglos en el seno de la Iglesia, su
traducción al latín de la Biblia, la Vulgata, es considerada una de las obras cruciales de
la historia del cristianismo. De entre sus tratados religiosos cabe destacar sus
numerosos escritos en torno a temas bíblicos y el De viris illustribus (Sobre los
varones ilustres), colección de vidas de autores cristianos. Combatió las herejías
de Orígenes y Pelagio, y mantuvo también una extensa correspondencia en la que
defendió los ideales de la vida ascética. Su festividad se celebra el 30 de septiembre.
San Agustín de Hipona (354-430
d.C.)
Padres
Estudios
Hasta los once años permaneció en Tagaste y asistió a la escuela del pueblo. Cursó
estudios en Madaura, más tarde se trasladó a Cartago para concluir su preparación
académica. A los veinte años regresó a Tagaste, como profesor de Gramática.
Filósofo
Conversión al cristianismo
Por fin, la paz de un jardín y las palabras de la Biblia: "Andemos decorosamente como
en pleno día, no en comilonas ni borracheras, no en fornicaciones ni desenfrenos, no
en rivalidades ni envidias, sino revestíos del Señor Jesucristo" (Rom. 13,13) dieron a
Agustín el empujón que necesitaba para convertirse en un "hombre nuevo". Él mismo
ilustró esta profunda experiencia de conversión: "No quise leer más. Al terminar de
leer esa frase sentí en mi corazón como una luz de serenidad que disipó todas las
tinieblas de mi vacilación.
Sacerdote y Obispo
Obras
Muerte