Está en la página 1de 21

Juan José Iglesias Rodríguez

Rafael M. Pérez García


Manuel F. Fernández Chaves
(eds.)

COMERCIO Y CULTURA
EN LA EDAD MODERNA

Contiene los textos de las comunicaciones


de la XIII Reunión Científica de la Fundación
Española de Historia Moderna

EDITORIAL UNIVERSIDAD DE SEVILLA


COMERCIO Y
CULTURA EN LA
EDAD MODERNA
Juan José Iglesias Rodríguez
Rafael M. Pérez GarcÍa
Manuel F. Fernández Chaves
(eds.)

COMERCIO Y
CULTURA EN LA
EDAD MODERNA
COMUNICACIONES DE LA XIII REUNIÓN
CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN
ESPANOLA DE HISTORIA MODERNA

t.~SID",~

Íl~}eUS
Editorial Universidad de Sevilla

Sevilla 2015
Serie: Historia y Geografia
Núm.: 291

COMrrÉ EDITORIAL:
Antonio Caballos Rutino
(Director de la Editorial Universidad de Sevilla)
Eduardo Ferrer Albelda
(Subdirector)
Manuel Espejo y Lerdo de Tejada
Juan José Iglesias Rodríguez
Juan Jiménez-Castellanos Ballesteros
Isabel López Calderón
Juan Montero Delgado
Lourdes M\mduate Jaca
Jaime Navarro Casas
M' del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado
Adoración Rueda Rueda
Rosario Villegas Sánchez

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro pue-


de reproducirse o transmitirse por ning(m procedimiento electrónico o
mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier aJma-
cenamiento de infonnación y sistema de recuperación, sin penniso escrito
de la Editorial Universidad de Sevilla.

Obra editada en colaboración con la Flmdación Española de Historia Moderna

Motivo de cubierta: Vista de ,5e}·iIla el! el siglo XVI, por A. Sánchez Coel1o

o Editorial Universidad de Sevilla 2015


CI Porvenir, 27 - 41013 Sevilla.
Tlfs.: 954487447; 954 487 451; Fax: 954 487 443
Correo electrónico: eus4@us.es
Web: <hltp:/Iwww.editorial.us.es>

o POR LOS TEXTOS, SUS AUTORES 2015

O JUAN JaSE IGLESIAS RODRÍGUEZ, RAFAEL M. PEREZ


GARCÍA Y MANUEL F. FERNÁNDEZ CHAVES (EDS.) 2015

Las comunicaciones presentadas en la XIII Reunión Científica de la Flm-


dación EspaiíoJa de Historia Moderna e incluidas en fomlato digitaJ en
la presente obra han sido sometidas a la evaluación de dos expertos,
por el sistema de doble ciego, según el protocolo establecido por el
comité organizador del congreso.

Impreso en papel ecológico


Impreso en Espafla-Printed in Spain
ISBN: 978-84-472-1746-5
Depósito Legal: SE 929-2015
Impresión: Kadmos
COMllÉ CJENTIFICO DEL CONGRESO

María de los Ángeles Pérez Samper


Eliseo Serrano Martín
Mónica Bolufer Peruga
Virgina León Sanz
Francisco Fernández Izquierdo
Félix Labrador Arroyo
Isidro Dubert García
Francisco García González
Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz
Maria José Pérez Álvarez

COMllÉ ORGANIZADOR DEL CONGRESO

Juan José Iglesias Rodriguez


(director de la XIII Reunión Científica)
Francisco Núñez Roldán
Carlos Alberto González Sánchez
Juan Ignacio Carmona García
Mercedes Gamero Rojas
José Antonio Ollero Pina
José Jaime García Bernal
Fernando Javier Campese Gallego
Rafael M. Pérez García
(secretaría científica)
Antonio González Polvillo
Manuel F. F ernández Chaves
(secretaria ejecutiva)
Clara Bejarano Pellicer
COMERCIO Y ASCENSO SOCIAL EN EL
SIGLO XVIII: ESTUDIO DE TRAYECTORIAS'

TRADE AND SOCIAL ASCENT IN THE EIGHTEENTH


CENTURY: STUDY üF CAREERS

MARÍA DEL MAR FELICES DE LA FUENTE


Universidad de Atmert'a

Resumen: A lo b.rgo de la primera mitad del siglo XVIII (1701-1750),


fueron numerosos los individuos que, enriquecidos fundumentalmente l.l trovés
del comercio, lograron alcanzar la cima de b. jerarquía social mediante la obten-
ción de un título nobiliario. Asentados en la Península o en el Nuevo Mundo,
donde las posibilidl1des de hacer fortuna y de encumbrarse se multipli~b:lll,
estos hombres, de origen humilde en su mayoría, siguieron marcadas estrntegil1s
de ascenso social cuyo motor principal fueron los beneficios pecuniurios que
percibían en virtud del ejercicio del comercio. Estas ganancias, Mbilmente rein-
vertidas en otras ocupaciones rentables, en la compra de cargos, de propiedades
y bienes raíces, y en la adopción de un estilo de vida noble, fueron las que les
permitieron conquistu y acceder II nuevos espacios de poder político y econó-
mico que les abrieron a su vez nueVllS oportunidades de promoción. Integrados
ya en influyentes círculos y relacionados incluso, en algunos CllSOS, con la pro-
pill Corona, merced a las actividjdes mercantiles, económiClls y financieras que
desempeñaban, estos hombres, gracias a sus vínculos personllles y a su caudjl,
dieron el salto hasta la nobleza titulada, colmando así sus llspiraciones sociales.
Palabras c1a\·e: comercio, ascenso social, títulos nobiliarios, siglo XVIII,
Espllña, América.

1. El presente estudio se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación


de I+D El poder del dinero. Dimensiones de la '/-'/mlllidad en los siglos XVII y XVlII
(HAR2üll-23105), financiado por el Ministerio de Economia y Competitividad.
334 MARÍA DEL MAR PELICESDE LA PUENTE U.i"...nd.UiÚAJnur"

Abst r:lCt: Along the first half of the 18th century (1701-175 O), there were
11large number of persons enriched principl1l1y across the trade, who managed
to rel1ch the top ofthe social hierarchy by the obtaining of nobility tides. These
men in the main of humble origins, they were sel1ted in Spain or in America,
where the possibilities of doing fortune l1nd of l1scending socially were major,
l1nd they remained marked strategies of socil1l ascent which principal engine
was the economic benefits thl1t they perceived ofthe trude. These earnings that
they reinvested in other economic l1ctivities, in the purchase of charges, in the
l1cquisition of properties and bnds, and in the adoption of 11 noble way of life,
were those who allowed to these men to accede to new spaces of politicall1nd
economic power, which opened them in turn new opportunities of social pro-
motion. These men who were integrated in influential circles and related even,
in sorne cases, with the Crown, across the commercil1l, economic l1nd financil1l
l1ctivities that they were pructising, they gl1ve the jump up to the nobility tides
thanks to his personl1l Iinks and to his fortune, achieving this Wl1Y his social
l1spirations.
Keywords: trude, socil1l ascent, nobility tides, eighteenth century, Spain,
America.

"[...] Vengl1 denodada, vengl1 b humilde plebe en irrupción,


y usurpe lustre, nobleza, títulos y honores 2"

D urante el siglo XVIII, como )'ll. venía sucediendo desde el siglo ante-
rior, fueron numerosos los hombres que, dedicados al comercio, logra-
ron acumular grandes capitales que les permitieron mejorar su consideración
social. Algunos de ellos lograron acceder incluso hasta la nobleza titulada
mediante la obtención de títulos de condes o marqueses, distinciones que
en otros tiempos les habían estado vedadas a individuos de similar origen
y ocupación. Así lo demuestra, por ejemplo, el rechazo que manifestaron
instituciones como el Consejo de Estado, la Cámara de Castilla o distin-
tas juntas de ministros, que se opusieron radicalmente a las medidas que en
1625 planteaba el Conde Duque de Olivares, quien proponía la concesión
de honores a quienes hubieran servido al rey en sus ejércitos o annadas, o
a quienes hubieran dedicado sus vidas al comercio. Su planteamiento im-
plicaba, además, que los servicios militares o mercantiles pudieran eliminar
cualquier .·:mancha de raza.., dando así acceso directo a los títulos de nobleza
a todo aquel que lo mereciera, lo que fue interpretado como una amenaza al
sistema, teniendo en cuenta las serias consecuencias que podrían seguirse de

2. Fernando Baras Escolá, El rdbnnismo po/íh'co de jO'l:d1t1nw. Noblrztl y poder en ItI


EsptlíÍtI dd Siglo XVIII, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1993, pp. 146-147.
COMERCIO Y ASCENSO SOClAL EN EL SIGLQ XVIII: ESTUDIO DE TRAYECTORIAS .3.35

otorgar cartas de nobleza y limpieza de sangre a quienes no las poseyeran J ,


No obstante, a la altura del siglo de las luces, el ennoblecimiento de las elites
económicas dedicadas al comercio y a otras actividades igualmente lucrativas
era algo ya común, pues eran numerosas las familias que habían accedido a la
nobleza titulada merced, fundamentalmente, a sus importantes fortunas y a
los servicios financieros prestados a la Corona" quien vio en estos grupos de
poder un sólido apoyo tanto político como económico,
Siguiendo con esta práctica de conceder títulos nobiliarios a los miem-
bros de las elites económicas, a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII
continuaron siendo muchos los individuos provenientes del mundo de los ne-
gocios que fueron recompensados con estos honores, pues del total de títulos
concedidos durante aquel periodo, casi un tercio fueron a parar a elloss, Este
grupo de titulados estuvo confonnado, en líneas generales, por quienes se
dedicaron principalmente al comercio -aunque también desarrollaron otras
actividades económicas-, y por aquellos que estuvieron más orientados hacia
el mundo de las finanzas, el préstamo o los asientos, En la presente aporta-
ción nos vamos a centrar en el primer conjunto, es decir, en los individuos
que se dedicaron mayoritariamente al comercio, los cuales, a pesar de contar
con diferentes trayectorias y de diversificar sus ocupaciones en algunos ca-
sos, tuvieron como elemento en común el hecho de que el comercio fuera el
motor de su ascenso social y su principal dedicación, a partir de la cual irían
desarrollando otras actividades e irían conquistando otros espacios de poder
económico, político y social.
Es preciso señalar, que los 61 individuos que se han considerado para
realizar este trabajo son personas que obtuvieron sus títulos nobiliarios entre

3. John H. Ellion, El ronde-durjue de Olit'ares. El po/úiro m una época de dccadm-


cia, Barcelona, Crítica, 2005, pp. 199 Y303.
4. Son múltiples los trabajos que han tratado sobre el ennoblecimiento de familias de
comerciantes a lo largo del siglo XVII. VéallSe, entre otros, los de Juan J. Iglesias Rodríguez,
El drhol de Sinople. Familia y patn'nwnio mtre Andtlluday Toscana m la Edad jlfodema.
Sevilla, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2008; José M. Díaz Blan-
co, "Del «tratar noblemente» al trato de nobleza: el acceso al señorío de linajes extranjeros en
Sevilla (ss. XVI-XVII!)", en Francisco Andújar Castillo y Julián P. Díaz López (coords.), Los
sciíoríos m la Anda/uda Afoderntl. El Alt1rrjuesaiÚJ de los VrIez, Almería, Instituto de Estu-
dios Almerienses, 2007, pp. 623-638; "El ennoblecimiento en la Carrera de Indias: el caso de
la familia Peralta, marqueses de Íscar", en Julián P. Díaz López, Francisco Andújar Castillo
y Ángel Galán Sánchez (eds.), Casas, FtlmilitlsJ' Rmttls. LtI nobleztl del Reino de GrantldtJ
mtre los siglos XV-XVlII, Granada, Editorial Universidad de Granada, 2010, pp. 55-72;
algunas referencias más en María del Mar Felices de la Fuente, "Recompensar servicios con
honores: el crecimiento de la nobleza titulada en los reinados de Felipe IV y Carlos 11", Studitl
Hidon·ctl. Hisroritl Moderlltl, 35 (2013), pp. 379-405.
5. María del Mar Felices de la Fuente, LtI nU81:'tI nobleztl tituitldtJ de Esptliítl J'
Amérim m el siglo XV¡II (1701-1146). Entre el mirttoJ' ItI '1-'I:na/idtl'" Almería, Editorial
Universidad de Almería,2012, p.166.
336 MARÍA DEL MAR PELICES DE LA PUENTE U.i"...nd.U tÚ Al_O.

1701 Y 1750, Y que tuvieron el comercio -principalmente el comercio con


AmériC3 y desde América- como auténtica base de su ascenso social. Por
ende, no se han tenido en cuenta a aquellos titulados que ejercieron el co-
mercio de forma puntual o coyuntural a lo largo de su vida, y que estuvieron
dedicados en mayor medida a otras actividades económicas, ya que en estos
casos no fue el comercio la clave del ascenso, sino que fueron otras ocupa-
ciones las que les reportaron la riqueZll. y el acceso al título nobiliario. Deli-
mitado el objeto de estudio, en esta aportación analizaremos, por tanto, las
trayectorias de ascenso de un grupo de individuos, dedicados al comercio,
con una gran fuerZll. económica, que ansiaron desde el comienzo de sus C3-
rreras distinguirse con los más altos honores que otorgaba el monarca y que
conllevaban el reconocimiento de toda la sociedad. Esta tendencia, ya inicia-
da en el siglo anterior, continuaría y se intensificaría igualmente durante todo
el siglo XVIII, como demostró Lidia Anes Fernández en un trabajo donde
estudió los procesos de ascenso social hasta la nobleZll. titulada que siguieron
numerosos comerciantes asentados en CádiT'.

EL COMERCIO COMO MOTOR DEL ASCENSO SOCIAL


Los comerciantes titulados desarrollaron sus carreras en dos contextos
geográficos bien distintos: la Península y el Nuevo Mundo, aunque bien es
cierto que en su mayoría estuvieron asentados en América, pues del total,
42 residían en aquellos territorios, mientras que los 19 restantes vivían en
la Península, fundamentalmente en Cádiz y Sevilla, principales centros mer-
cantiles. Debemos destacar además que de los 42 residentes en América,
sólo 10 habían nacido allí -siendo casi en su totalidad originarios del virrei-
nato de Perú-, por lo que el grupo de comerciantes titulados asentados en
Indias estuvo confonnado mayonnente por hombres que habían emigrado
desde la Península, sobre todo de las regiones del norte (actuales territorios
de Asturias, Cantabria y País Vasco), y en menor medida también del sur
andaluz. Este hecho se explica si tenemos en cuenta que el Nuevo Mundo
se presentaba como una tierra de oportunidades, donde poder promocionar
social y profesionalmente en busca de un futuro mejor -ya fuera empleando
el dinero o no-, y donde el ennoblecimiento eran más viable, pues una vez
dejada atrás la Península fue más fácil aducir orígenes nobles, llevar un modo
de vida acorde al poder económico acumulado merced a actividades como el
comercio, y hasta incluso acceder a la nobleza titulada.
En lo que respecta al conjunto de peninsulares, en su seno, podríamos
diferenciar distintos grupos con perfiles o trayectorias algo distintas en base

6. Lidia Anes Fernández, "Comercio con América y tÍtulos de nobleza: Cádiz en el


siglo XVIII", Cuadrrnw DiccfochiJtas, 2 (2001), pp. 109-149.
COMERCIO Y ASCENSO SOClAL EN EL SIGLQ XVIII: ESTUDIO DE TRAYECTORIAS .3.37

a su dedicación al comercio. Uno de ellos, de fácil delimitación y reducido


número, pues está compuesto sólo por cinco miembros 7 , es el de los comer-
ciantes que estuvieron asentados en Cádiz y que tuvieron un intenso tráfico
comercial con AmériC3, siendo esta su principal actividad. Ellos fueron, a la
postre, los primeros representantes de un fenómeno que encontró su mayor
apogeo a partir del reinado de Carlos JII, cuando las plusvalías del comercio
fluyeron de forma masiva hacia la compra de toda suerte de honores y, entre
ellos, los títulos nobiliarios8 •
En sus inicios, estos comerciantes desempeñaron oficios relacionados
con el tráfico de Indias y trabajaron para comerciantes ya establecidos hasta
poder empezar a enviar productos a AmériC3 por sí mismos, o incluso hacer-
se con la propiedad de barcos para el tráfico comercial. Junto al comercio con
AmériC3, ejercieron además otras actividades económicas que les propor-
cionaron igualmente ingresos, y se lanzaron a ocupar puestos en los cabildos
municipales que les reportaran poder y prestigio social, como es el caso del
comerciante Guillermo Tirry, marqués de la Cañada (1730), quien compró
una plaza de regidor y alférez mayor del Puerto de Santa María9, o del mar-
qués de Casa Recaño (1723), Bernado Recaño, quien al parecer gozaba de
una regiduría perpetua en CádizlO y adquirió además al colegio de la Com-
pañía de Jesús de Granada un puesto de alguacil mayor de la Chancillería de
aquella ciudad l l . Distinguidos como nobles mediante el reconocimiento de la
hidalguía o el disfrute de hábitos de las Órdenes Militares -fundamentalmen-
te de la orden de Santiago-, estos comerciantes destinaron parte de su capital
a comprar un título nobiliario y a imitar las formas de vida de la nobleza más
tradicional, por lo que adquirieron haciendas rústicas y propiedades urbanas,
muchas de las cuales arrendaron para percibir cuantiosas rentas. Estas pose-
siones quedarían vinculadas en mayorazgos.
Otro pequeño grupo, fue el de aquellos comerciantes con América
que merced a sus fortunas llegaron incluso a prestar servicios económicos
a la Corona como financieros. Los méritos y servicios de estos hombres,

7. Estos cinco comerciantes fueron: Bernardo Recaño, marqués de Casa Recaño


(1723); Guillermo Tiny, marqués de la Cañada (1?J0}, Marcos del Hierro, conde del Pi-
nar (1735}, Francisco Sánchez Madrid, marqués de Casa Madrid (1738}, y Jacinto Arizón,
marqués de Casa Arizón (1744).
8. L. Anes Fernández, "Comercio con AmériC'a...".
9. Francisco Andújar Castillo, "Vender cargos y honores. Un recurso extraordinario
para la financiación de la Corte de Felipe V", en Juan L. Castellano y Miguel L. López-Gua-
dalupe Muñoz (coords.), Homlmaje a don Antonio Domínguez Orliz, Granada, Editorial
Universidad de Granada, 2008, p. 103.
10. Archivo General de Simancas [AGS], Dirección General del Tesoro [DGT], Inv.
3, Leg. 2.
11. Inés Gómez González, La judida en almoneda. La '¿'rnfa dI! oficios en la Chanci-
llería dI! Granada (1505- 1834), Granada, Editorial Comares, 2000, p. 126.
338 MARÍA DEL MAR PELICESDE LA PUENTE U.i"...nd.UiÚAJnur"

fundamentalmente económicos, les procuraron no sólo la obtención de un


título nobiliario, sino también el acceso a diversos cargos que mejoraron su
consideración social y les abrieron nuevos espacios de poder donde desarro-
llar sus intereses. Tal es el caso del sevillano José Fernández de Santillán, con-
de de Casa Alegre (1704), del gaditano Nicolás de la Rosa Suárez, conde de
la Vega Florida (1706), o de Manuel López Pintado, marqués de Torreblanca
de Aljarafe (1737), quien estuvo asentado en Sevilla, aunque era de origen
toledano. Gracias a sus actividades comerciales y a sus servicios financieros
a la monarquía, todos ellos alcanZll.ron importantes puestos en la Carrera de
Indias, pues José Fernández de Santillán, merced a sus préstamos, recibió los
empleos de general de la flota para Nueva España (1680) y la futura de gene-
ral de galeones (1690) -a los que añadió el de general de la Armada de Tierra
Firme, por el que pagó 8.000 pesosI 2 _; y Nicolás de la Rosa Suárez, quien
contaba con méritos militares, obtuvo, entre otros, la futura de gobernador
del Tercio de la Annada de la Guardia de la Carrera de Indias D • Más intere-
sante fue la carrern de Manuel López Pintado, que ocupó puestos elevados
de la Armada, no tanto por su dedicación y servicio al frente de empleos de la
marina, como por su participación en la Carrern de Indias, la que le permitió,
a cambio de préstamos y asientos con la Corona, escalar posiciones dentro
de la jerarquía de la Annada y acumular una importante fortuna merced al
comercio, con la que adquirió cargos municipales, como una veinticuatría
perpetua en el Ayuntamiento de Sevilla, propiedades, y otros bienes que le
permitieron, junto a la obtención de honores, situarse entre lo más granado
de la elite sevillana H •
Más apegados al mundo de las finanzas, los asientos y el préstamo, hubo
individuos que, a partir de la dedicación al comercio con América, derivaron
parte de sus capitales al ejercicio de otrns actividades económicas muy renta-
bles, lo que les permitió, en algunos casos, poner sus fortunas al servicio del
rey, y promocionar social y profesionalmente hasta empleos de la Adminis-
tración 1s• Destacable es la trayectoria de Mateo Pablo Díaz Lavandero, mar-
qués de Torrenueva (1732), quien asentado en Sevilla, donde desempeñó su

12. María del Mar Felices de la Fuente, Condes, mtlri!ursrs J' dw!urs. BiograjíM de no-
bfrs titulados durante d reinado de Fdipe 1{ Madrid, Editorial Doce Calles, 2013, pp. 73-74.
13. Manuel J. Parodi Álvarcz y Manuel J. Izco Reina, "Un ejemplo de la nueva ar-
istocracia borbónica: un militar ennoblecido por Felipe V, Don Nicolás de la Rosa Suárcz,
Conde de Vega Florida", en José L. Pereira Iglesias (coord.), Fdipe V de Borbón, 1701-1746.
Altas dd Congr8.lV de San Fernando (Cddiz), de 27 de noviembre a 1 de diciembre de 2000.
Córdoba, Universidad de Córdoba, 2002, pp. 655-672.
14. M. M. Felices de la Fuente, Condrs, marqursesy duques..., pp. 246-248.
15. Tal es el caso de Mateo Pablo Díaz Lavandero, marqués de TOlTenueva (1732), de
Miguel de Arizcun, marqués de Iturbieta (1740), o de AgustÍn Ramírez Ortuño, marqués de
Villareal de Purullena (1751).
COMERCIO Y ASCENSO SOClAL EN EL SIGLQ XVIII: ESTUDIO DE TRAYECTORIAS .3.39

actividad como cargador a Indias -siendo en 1729 reconocido como uno de


los cosecheros que más barriles había embarcado en la flota de Indias-, optó
inicialmente por integrarse en el poder local, adquiriendo una veinticuatría
en 1711, pam más tarde ser nombrado administrador geneml de las aduanas
de Sevilla y alguacil mayor de la Inquisición. A partir de entonces, merced a
sus servicios financieros como asentista de la Corona, fue promovido a pues-
tos relacionados con el manejo de caudales, siendo nombrado tesorero de la
Tesorería General de la Guerm y director general de la Renta del Tabaco. Su
trayectoria y servicios le proporcionaron además una plaza supernumeraria
en el Consejo de Hacienda de capa y espada, y un puesto de vocal en la Junta
General de Comercio y Moneda l6 •
Algo más numeroso fue el conjunto de oligarcas locales y miembros
de los patriciados urbanos que, dedicados a comerciar con América, o bien,
a comerciar a nivel local o regional con lo que producían sus propiedades
rumies, logmron acumular importantes capitales que invirtieron de forma
posterior en actividades económicas como el préstamo a particulares, o en la
adquisición de tierras y ganados que les procuraron asimismo más ganancias,
pues amén de comerciar con sus productos, también arrendaban estas propie-
dades para aumentar sus beneficios económicos 17• Eran grupos de poder en
ascenso ---euyos antepasados más inmediatos, en algunos casos, habían estado
igualmente dedicados al comercio- que controlaban además las instituciones
de gobierno local, pues en buena parte ocupaban plazas en los cabildos que
habían conseguido por herencia, por matrimonio, o por compm. Revestidos
de la nobleza y la distinción que reportaba el ejercicio de puestos munici-
pales, como corregimientos, regidurías y veinticuatrías, o el desempeño de
puestos honoríficos como los de familiares de la Inquisición, estos hombres,
mayoritariamente sevillanos y de otras ciudades andaluzas, como Málaga,
consolidaron su posición recién adquirida de nobles titulados con la funda-
ción de mayorazgos y la construcción de palacios, capillas y enterramientos.
Gmn poder e influjo tuvieron en su ciudad de origen, Sevilla, titulados como
Juan Ortiz de Zúñiga, marqués de Montefuerte (1705), Jerónimo Ortiz de
Sandoval, conde de Mejomda (1705), Lope Tous Monsalve, marqués de
Tous (1711), o Fernando Espinosa Maldonado, conde del Águila (1728),
quienes pertenecientes a lo que podríamos considemr una nobleza media, y
miembros del cabildo municipal, comerciaron con América acumulando un

16. M. M. Felices de la Fuente, La nuC'Vtl noblrza titulada ..., pp. 225-226.


17. Dentro de este grupo podemos incluir a Juan Ortiz de Zúñiga, marqués de Monte-
fuerte (170S}, Jerónimo Ortiz de Sandoval, conde de Mejorada (170S}, Lope Tous MOllSalve,
marqués de Tous (l7ll}, Antonio Chinchilla FollSeca, marqués de CaSI! Chinchilla (1713},
Fernando Espinosa Maldonado, conde del Águila (1728); Miguel Topete Venegas, marqués
de Pilares (1738}, Luis Frnncisco de la Cruz Me.sía, marqués de Dos Fuentes (1741}, y a José
Joaquín Castejón Ibáñez, conde de Fuerteventura (1746).
340 MARÍA DEL MAR PELICESDE LA PUENTE U.i"...nd.UiÚAJnur"

importante capital que les ayudó considerablemente a reforzar su posICión


dentro de la sociedad sevillana, Otros miembros de estas oligarquías locales
andaluzas en ascenso no comerciaron con América, pero sí con lo que pro-
ducían sus propias haciendas, Es e! caso de José Migue! Topete Venegas,
marqués de Pilares (1738), quien estuvo dedicado a comerciar con trigo de
su propiedad, pues poseía 1.500 fanegas que suponían e! 13% de! total de
trigo en manos de propietarios seculares de la villa de Morón de la Frontera,
de donde era natural 16,
Por su parte, el conjunto de comerciantes titulados que estuvo asentado
en América ascendió, como ya señalamos, a un total de 42 individuos, los
cuales estuvieron instalados en su mayoría en e! virreinato peruano, siendo
tan sólo 15 los que residían en el virreinato de Nueva España, dato que
coincide plenamente con los aportados por Paul Rizo-Patrón quien afirmó
hace tiempo que este territorio presentaba un volumen de títulos nobiliarios
superior al de cualquier otro virreinato de la América hispana, concentrado
principalmente en Lima l9 , La mayor parte de estos comerciantes se caracte-
rizaron por seguir trnyectorias muy similares entre sí, basadas en la diversi-
ficación de actividades económicas, pues junto al comercio, desempeñaron
otrns ocupaciones igualmente lucrativas como fue la explotación de minas
y de grandes extensiones de tierra, la cría de ganado, o e! préstam02D, Sus

18. Francisco José Gutiém:z Núñez, "El marqueSlldo de Pilares: Herencia de linajes
moronenses (siglos XVIII-XIX)" en Juan Diego Mata Marchena (coord.),AdM de las VI
}ornadlls de TemM Aloronenses, (29 de srptiembre al 3 de octubre de 2003), Morón de la
Frontera (Sevilla), Fundación Fernando Villalón - Excmo. Ayto. de Morón de la Frontera,
2005, pp. 335-361.
19. Paul Rizo-Patrón Boylan, "La nobleza de Lima en tiempos de los Borbones",
Bulktin de !'IMitu! Frtlllftlis d'Études Andinrs, 19-1 (1990), p. 159.
20. En este grupo podemos incluir a los siguientes comerciantes indianos: José de la
Puente y de la Peña, marqués de Villapuente de la Peña (1703}, Francisco Aranaz Berroterán,
marqués del Valle de Santiago (1703}, Martín de Ursúa Arizmendi, conde de Lizarraga
(1703); Jerónimo de Estrada Nava, marqués de Casa Estrada (1704}, Tomás Casimiro Rozas,
conde de Castel Blanco (1706}, Domingo Ruizde Tagle, marqués de la Sierra Nevada (1708},
Juan José Fernández Campero, marqués de Valle de Tojo (1708); Laureano Torres de Ayala,
marqués de Casa Torres (1708}, Simón Venegas Espinosa, conde de la Mejorada (1710); José
Cosio y Campa, marqués de Torrecampo (1714}, Diego Jiménez Morales, marqués de Santa
Rosa de Lima (1719}, José Bayona Chacón, conde de CaSll Bayona (1720}, Jorge Negreiros
Silva, marqués de Negreiros (1721}, Manuel Urbina Landaeta, marqués de Torre Casa (1721},
Diego Calvo de Encalada, marqués de Villapalma de Encalada (1728}, José Bernardo Tagle
Bracho, marqués de Torre Tagle (1730}, Juan José Ovejas, marqués de Casa Torre (1731},
Antonio Pacheco Tovar, conde de San Javier (1732}, Gaspar Fernández Montejo, marqués
de Casa Montejo (1732); Bernardo Rodríguez del Toro, marqués del Toro (1732}, Ángel
Ventura Calderón, marqués de Casa Calderón (1733}, Jerónimo Boza &>lís, marqués de Casa
Boza (1736}, Matías Astoraica, conde de San Miguel de Carma (1738); Agustín Moreno
Beltrán, marqués de Valle Ameno (1740); Juan Bautista Mier y Torres, marqués de Santa
Coa (1744}, José Muñoz Bernaldo Quirós, marqués de Bellavisra (1744); Juan Antonio Tagle
COMERCIO Y ASCENSO SOClAL EN EL SIGLQ XVIII: ESTUDIO DE TRAYECTORIAS .341

ganancias las invirtieron de fonna posterior en la obtención de puestos de la


milicia, en la compra de regidurías y corregimientos en las principales ciuda-
des Americanas, o incluso en conseguir cargos de gobierno político-militar,
empleos que les confirieron poder y prestigio social a nivel local, municipal
y regionaL En lo que respecta a los puestos de la milicia, estos los obtuvieron
fundamentalmente como recompensa por los servicios desempeñados en los
territorios americanos -reprimiendo revueltas de indígenas, por ejemplo-,
o bien por compra, ya que la propia Corona brindaba la posibilidad de in-
corporarse al mundo castrense a cambio de desembolsar una cantidad de
dinero o de costear la leva de un determinado número de hombres. Fuera de
un modo u otro, lo cierto es que la mayor parte de los comerciantes indianos
estuvieron interesados en desempeñar C3rgos militares por los privilegios y
el prestigio social que comportaban, ya que revestían de la nobleza necesaria
parn ir ascendiendo en la escala de los honores. Los puestos más comunes
entre estos hombres fueron los de capitán de infantería y capitán de caballos,
aunque algunos de ellos lograron cargos más elevados como los de sargento
mayor o maestre de campo. Desde el siglo XVII se crearon además los lla-
mados "batallones del Comercio" que estuvieron al mando de importantes
comerciantes y hombres de negocios a los que se les daban grados militares
dentro de estas nuevas formaciones.
En cuanto a los empleos políticos, administrntivos, de hacienda o jus-
ticia, al igual que los militares, se podían conseguir por dinero, a cambio de
financiar y equipar milicias urbanas o provinciales -lo que comportaba un
pago "en especie"-, o incluso, como reconocimiento honorífico por servicios
de diversa índole prestados a la Monarquía. No obstante, buena parte de ellos
fueron adquiridos por comprn, de modo que la venta de cargos pennitió a
estas elites comerciantes americanas introducirse en la administración colo-
nial, controlar sus resortes, e intervenir en los ámbitos políticos directamente
relacionados con sus intereses comerciales o económicos. Nada mejor para
estos hombres de negocios que hacerse con un puesto en aquellos lugares
donde ejercían sus actividades. Entre los empleos políticos más destacados
estuvieron los de alC3lde mayor, regidor, corregidor y gobernador provincial,
que a su vez solía aparejar el cargo de capitán genernl.
Dentro de este conjunto de comerciantes americanos titulados durante
la primera mitad del siglo XVIII, mención especial merecen un reducido

Bracho, conde de Casa Tagle de Trassierrra (1744}, Gaspar Quijano Velarde, conde de Torre
Velarde (1745); Isidro Gutiérrez Cosio, conde de San Isidro (1745); Pedro Ortiz Foronda,
conde de Vallehennoso (1745}, Juan José Herrera Zarzosa, marqués de Herrera de Valle Her-
moso (1747); Manuel Rodríguez Saenz, conde de San Bartolomé de Jala (1749}, Ignacio José
Miranda Llanos, conde de Villamiranda (1749); Fernando Hoyos, marqués de Valdehoyos
(1750); y Álvaro Navia Bolaños, conde del Valle de Oscile o Valdeoselle (1750). Archivo
Histórico Nacional [AHN], Consejos [CON], Leg. 8976, 8977, 8978.
342 MARÍA DEL MAR PELICES DE LA PUENTE U.i"...nd.U tÚ Almoro.

grupo de hombres, procedentes todos ellos del norte peninsular, que em-
plearon parte de sus fortunas en hacer servicios económicos a la monarquía.
Su actividad como prestamistas de la Corona favoreció considerablemente
sus trnyectorias de ascenso social y profesional, pues tuvieron acceso a im-
portantes cargos de la Administrnción americana 21 • Significativa al respecto
es la trayectoria del cántabro Luis Sánchez de Tagle, marqués de Altamira en
1704. Instalado en Nueva España con algunos parientes y reconocido como
hidalgo notorio, se dedicó a la actividad comercial llegando a ocupar el cargo
de prior del Consulado de México en 1682, puesto que le permitió controlar
la justicia mercantil en Nueva España y que le procuró el grado de C3pitán
de infantería de toda la gente del comercio por haber atajado una subleva-
ción y haber mantenido a su costa y annado a los oficiales y soldados durante
la revuelta. Luis Sánchez de Tagle perteneció a los llamados «comerciantes
almaceneros" de la ciudad, junto a otros comerciantes que también formaron
parte del Tribunal del Consulado de México ---como Miguel Ubilla, futuro
marqués de Santa Sabina en 1707, o Lucas de Careaga, marqués de Santa Fe
también en 1707-, los cuales conformaron un grupo económico preeminen-
te a comienzos del siglo XVIII en aquellos territorios. Ellos eran los únicos
comerciantes con capacidad económica como para comprar el cargamento de
mercancías europeas que una vez al año trnía la flota al puerto de Veracruz,
o los productos asiáticos que anualmente desembarcaba el galeón de Manila,
al tiempo que acumulaban y concentraban la plata producida en toda la co-
lonia, para remitirla a España o a Manila en pago de sus importaciones. Fue
precisamente la producción argentífera lo que enriqueció a este mercader,
que logró encumbrnrse gracias a los negocios relacionados con la financiación
de la minería y la comprn de plata para amonedar, actividad que le reportó
una impresionante fortuna que invirtió, entre otrns cosas, en el préstamo con
la Corona y en la fundación de uno de los principales bancos de plata que
existieron en Nueva España 22 •

21. Es el caso de Luis Sánchez de Tagle, marqués de Altamira (1704}, Lucas de Carea-
ga, marqués de Santa Fe (1707}, Miguel de Ubilla, marqués de Santa Sabina (1707}, Juan
Núñez Castilla, marqués de San Felipe y Santiago de Bejucal (1713}, Fernando Antonio de
la Campa y Cos, conde de San Mateo de Valparaíso (1727}, José Francisco Valdiviesoy Mier,
conde de San Pedro del Álamo (1733); y Domingo José Fernández Miranda, marqués de
Premio Real (1740).
22. Ramón Maruri Villanueva, "De la vieja montaña a la Nueva España: los caminos
hacia la nobleza titulada (siglo XVIII)", en Francisco José Aranda Púez (coord.), Burgurses o
cr"udadanos 1m la EspaíÚ'l Alodrrna, Cuenca, Servicio de Publicaciones de la Universidad de
Castilla-La Mancha, 2003, p. 282; David A. Brading, Mineros y comerciantes en d A1éxr"co
borbónico (1763-1810), México, Fondo de Cultura Económica, 1975, p. 235; M. M. Fe-
lices de la Fuente, Omdes, mar'1ursrs)' duques... , pp. 43-44.
COMERCIO Y ASCENSO SOClAL EN EL SIGLQ XVIII: ESTUDIO DE TRAYECTORIAS .34.3

CULMINAR TRAYECTORIAS, EL ACCESO A LA NOBLEZA


TITULADA
Analizadas someramente las trayectorias profesionales de estos hombres
de negocios dedicados fundamentalmente al comercio, nos ha sido posible
establecer, aunque sea. a grandes rasgos, qué actividades económicas desem-
peñaron, cómo lograron acumular tan importantes fortunas, y cómo, a partir
de sus riquezas, conquistaron nuevos espacios de poder que les brindaron el
reconocimiento social que no daba el comercio, pues como hemos compro-
bado, estos acaudalados individuos ocuparon empleos militares, plazas en
los cabildos municipales, y otros cargos importantes del aparato político-
administrativo de la monarquía. Todos ellos estaban inmersos en procesos de
ascenso social, y formaban parte de familias que llevaban décadas o incluso
generaciones ansiando alcanzar la cima de la sociedad y acceder a la nobleza
titulada, algo que a la altura del siglo XVIII era bastante viable, siempre y
cuando se dispusiera de importantes capitales y de las relaciones y vínculos
necesarios. Es por ello que, de fOnTIa paralela a sus trayectorias profesionales,
estos hombres siguieron estrategias muy similares, fundamentadas en su po-
der económico, para ir escalando peldaños dentro de la escala de los honores
hasta poder alcanzar finalmente un título nobiliario.
Siguiendo con la división establecida entre comerciantes peninsulares e
indianos, en lo que respecta al primer grupo, el de los peninsulares, algunos
de ellos, principalmente los que pertenecían alas oligarquías urbanas y alas
patriciados urbanos, procedían de familias consideradas nobles e hidalgas,
que habían sido incluso privilegiadas con hábitos de la Órdenes Militares
y otras mercedes nobiliarias. En otras ocasiones, la condición nobiliaria les
venía dada por la pertenencia a familias de indudable prestigio y preeminen-
cia dentro de las oligarquías locales. Y para aquellos que no gozaban de este
reconocimiento, como es el caso de los comerciantes asentados en Cádiz, que
tenían incluso origen extranjero, ser considerados como nobles tampoco les
fue muy complicado, ya que muchas veces esto se conseguía simplemente
falsificando genealogías, alterando probanzas de nobleza, o aparentando un
modo de vida semejante al que llevaban las clases altas de la sociedad.
Reconocidos todos ellos como nobles y adornados con los principales
distintivos de la nobleza, como eran, entre otros, la posesión de tielTIlS y
señoríos, la fundación de mayorazgos, o la construcción de capillas y enterra-
mientos -bienes que habían conseguido en virtud de sus capitales o a raíz de
ventajosos enlaces matrimoniales-, el siguiente paso fue titular como condes
o marqueses, honores que consiguieron de diversas maneras. Así pues, de los
19 titulados peninsulares dedicados al comercio, 8 consiguieron sus títulos
en reconocimiento a méritos y servicios de distinta índole; 7 lo hicieron tras
realizar un desembolso pecuniario; y los 4 titulados restantes, a pesar de no
344 MARÍA DEL MAR PELICESDE LA PUENTE U.i"...nd.UiÚAJ_"

haber encontrado la evidencia, debieron comprnr igualmente sus títulos no-


biliarios en virtud de las circunstancias que presentan23• En el C3S0 de los 8
primeros, los servicios premiados fueron de carácter financiero 24 , y también
de C3rncter político, pues algunos de estos hombres, desde su posición como
regidores y veinticuatros, fueron recompensados con títulos nobiliarios por
haber apoyado los intereses económicos de la Corona desde sus cabildos mu-
nicipales 25• En cuanto a los títulos venales, éstos fueron adquiridos a través
de instituciones religiosas 26 , tras enajenarlos directamente en la Corte 27 , y
por compra privada entre particulares26• Teniendo en cuenta que hubo 4
titulados que muy probablemente pagaron por estos honores, el número de
títulos venales ascendería a 11, frente a 8 títulos otorgados por méritos no

23. Estos cuatro más que posibles compradores serían: Nicolás de la Rosa Suárez, conde
de la Vega Florida (1706}, Fernando Espinosa Maldonado, conde del Águila (1728); Marcas
del Hierro, conde del Pinar (1735}, y Miguel Topete Venegas, marqués de Pilares (1738).
24. Titulados por sus servicios financieros fueron José FerniÍndez Santillán, conde de
Casa Alegre en 1704 (Archivo General del Ministerio de Justicia [AGMJ], Leg. 02897-2},
Miguel de Arizcun, marqués de Iturbieta en 1740 (AHN, CON, Leg. 8978, Exp. 808); y el
ya mencionado Manuel López Pintado, marqués de Torreblanca de Aljarafe en 1737 (AHN,
CON, Leg. 8977, Exp. 784).
25. Así sucedió con Juan Ortiz Zú.iiga y Jerónimo Ortiz Sandoval, caballeros veintic-
uatro de Sevilla, que recibieron los tírulos de marqués de Montefuerte y conde de Mejorada,
respectivamente, en 1705, en virtud de haber votado a favor de la prorrogación de Millones de
1704 (AGMJ, Leg. 31-2, Exp. 220; AHN, CON, Leg. 8976, Exp. 244). Similar es el caso
de Lope Tous de Monsalve, también veinticuatro de Sevilla, que obtuvo su tírulo en 1711 en
recompensa a los servicios que había realizado como miembro del cabildo sevillano durante la
guerra de Sucesión (AHN, CON, Leg. 8976, Exp. 242). En los tres casos, el hecho de que
todos ellos dispusiera de importantes fortunas labradas a partir del comercio, debió de ser
clave en que se vieran condecorados con estas mercedes.
26. Francisco Sánchez Madrid, marqués de Casa Madrid (1738), compro su título al
convento de Nuestra Señora de Atocha por 22.000 (AHN, CON, Leg. 8977, Exp. 787},
Luis Francisco de la Cruz Mesía pagó la misma cantidad al convento de Nuestra Señora del
Cannen de Sádava (Aragón) por titular como marqués de Dos Fuentes (1741) (AHN, CON,
Leg. 8978, Exp. 813); y José Joaquín Castejón Ibáñez, conde de Fuertevenrura (1746), hizo
lo propio adquiriendo su título al convento de San Norberto de Madrid (AHN, CON, Lib.
2757).
27. Por esta vía titularon los comerciantes Guillenno Tiny, marqués de la Cañada
(1729) (AGS, Secretaría y Superintendencia de Hacienda [SSH], Leg. 145-2}, y Jacinto
Arizón, marqués de Casa Arizón (1744) (AGMJ, Leg. 242-2, Exp. 2190).
28. Bernardo Recaño, marqués de Casa Recaño (1723), adquirió su tírulo a la princesa
de Robeck, que disponía de un título en blanco que se le había concedido a su marido en 1714
(AHN, CON, Leg. 8977, Exp. 286},y Agustín Ramírez Ortuño, marqués de VillalTeal de Pu-
rullena (1751), lo compró al conde de Benavente (AGMJ, Leg. 197-2, Exp. 1751). &>bre este
último título nobiliario y su carácter venal, véase además: Carlos Martínez Shaw, "Un mercader
gaditano del siglo XVIII: Agustín Ramirez Orruño",Anlliu.> Hispaln=. R8'fJlsitl histónCtl;
litrrandJ' artútica, t. 64, nO 196 (1981), pp. 29-41; YJuan José Iglesias Rodríguez, Una ciudad
mercantil en d siglo XVIII: El Purrlo de Santa Afaría, Sevilla, Muñoz Moya y Montraveta,
Universidad de Sevilla y Ayuntamiento de El Puerto de Santa Mana, 1991, pp. 392-398.
COMERCIO Y ASCENSO SOClAL EN EL SIGLQ XVIII: ESTUDIO DE TRAYECTORIAS .345

pecuniarios. La diferencia entre ambas cifras no es muy llamativa, no obs-


tante, vendría a incidir en la idea ya conocida de que las elites económicas y
comerciales optaron con frecuencia por obtener sus títulos nobiliarios em-
pleando la vía del pago monetario, la cual garantizaba el acceso a la nobleza
titulada de una manera rápida y eficaz, sin tener que alegar grandes méritos y
servicios, o esclarecidos orígenes sociales.
En lo que respecta al conjunto de comerciantes insrnlados en América que
alcanzaron un título nobiliario, muchos de ellos se presentaron como hidalgos
a pesar de no serlo, e incluso aprovecharon su origen peninsular y norteño
para alegar que gozaban de la hidalguía universal, lo que les facilitó bastante su
integración en las elites americanas, y la obtención de honores. Si bien, la gran
mayoría de estos supuestos hidalgos, en el mejor de los C3SOS, no eran más que
segundones de familias hidalgas. Por su parte, los criollos también justifiC3ron
estar en posesión de la hidalguía por tener raíces cántabras o vascas, por estar
sus antecesores reconocidos como tales en sus lugares de origen, donde ha-
bían desempeñado cargos que reportaban nobleza, por gozar de hábitos de las
Órdenes Militares u otros honores dentro de la familia, o por haber enlazado
sus antecesores con la nobleza más antigua de las Indias. Aún así, las riquezas
proporcionadas, con relativa rapidez, por el comercio, la explotación de tierras
o minas, así como por el desempeño de detenninados cargos, generalmente
también adquiridos, no tardarían en procurarles o en reforzar aquella C3tegoría
de nobles de la que hacían gala, fuera ésta real o no, pues reconocidos como
tales y bien posicionados socialmente, continuaron empleando su capital para
engrandecerse aún más. En consecuencia, al igual que hicieron los peninsula-
res, compraron tierras, fundaron mayorazgos, adoptaron un modo de vida no-
ble, e incluso emparentaron con familias igualmente establecidas en Indias-de
origen también peninsular- y destaC3bles por su riqueza o nobleza.
La culminación de sus procesos de ennoblecimiento llegaría tras adqui-
rir un título nobiliario, pues de los 42 titulados procedentes de América, 35
compraron con toda seguridad sus títulos, mientras que los otros 7, a pesar
de no haber encontrado el registro del pago, debieron seguir el mismo proce-
so teniendo en cuenta el perfil que presentan y la falta de méritos y servicios
que evidencian los despachos de sus títulos. En estos casos, las fónnulas de
compra más empleadas fueron la enajenación a través de instituciones religio-
sas -que se repitió en 13 ocasiones29- , y la compra de títulos en blanco a los

29. Durante la primera mitad del siglo XVIII, fueron al menos 13 los comerciantes
asentados en América que adquirieron sus títulos a través de instituciones religiosas: Francisco
Aranaz Berroterán, marqués del Valle de Santiago (1703); Luis Sánchez de Tagle, marqués
de Altamira (1703); Jorge Negreiros Silva, marqués de Negreiros (1721}, Manuel Urbina
Landaeta, marqués de Torre Casa (172l}, Diego Calvo Encalada, marqués de Villapalma de
Encalada (1728}, José Bernardo Tagle Bracho, marqués de Torre Tagle (1730}, Juan José
Ovejas, marqués de Casa Torre (173l}, Antonio Pacheco Tovar, conde de San Javier (1732},
346 MARÍA DEL MAR PELICES DE LA PUENTE U.i"...nd.U tÚ Almoro.

virreyes americanos que habían sido comisionados en aquellos territorios para


vender estas mercedes y logrnr así ingresos para la Real Hacienda, siendo 7
el total de titulados por esta vía 30• En menor medida también se enajenaron
los títulos directamente desde la Corte, trns realizar un desembolso 31 ; a través
de compra-ventas privadas entre particulares 32 ; trns financiar determinadas
obras 33 ; a cambio de ofrecer servicios a la Corona en forma de hombres,
levantando regimientos 34; y por medio de las ciudades, quienes disponían a
veces de estas distinciones nobiliarias en blanco para vender3s.

Gaspar Ferrnndez Montejo, marqués de Casa Montejo (1732}, Bernardo Rodríguez del Toro,
marqués del Toro (1732); Agustín Moreno Beltrnn, marqués de Valle Ameno (1740); Ignacio
José Miranda Llanos, conde de Villamiranda (1749}, y Fernando Hoyos, marqués de Valde-
hoyos (1750). Véase: Francisco Andújar Castillo y María del Mar Felices de la Fuente, "No-
bleza y venalidad: el mercado eclesiástico de venta de títulos nobiliarios en el siglo XVIII",
Chronietl Nova, 33 (2007), pp. 131-153.
30. Estos titulados fueron: Simón Venegas Espinosa, conde de la Mejorada (171O},
Diego Jiménez Morales, marqués de Santa Rosa de Lima (1719}, Juan Antonio de Tagle
Bracho, conde de Casa Tagle de Trassierra (1744); Gaspar Quijano Velarde, conde de Torre
Ve!arde (1745); Isidro Gutiérrez Cosío, conde de San Isidro (1745); Pedro Ortiz Foronda,
conde de VallehenJlOSO (1745); y Juan José Herrera Zarzosa, marqués de Herrera de Valle
Hermoso (1747). DatOS en M. M. Felices de la Fuente, La nU8'I'a noblrza... , pp. 414-461.
31. Los titulados que adquirieron sus títulos a cambio de un pago directo en la Corte
fueron: Tomás Casimiro Rozas Meléndez, conde de Caste! Blanco (1706); Domingo Ruiz Ta-
gle, marqués de la Sierrn Nevada (170S}, Juan José Ferrnndez Campero, marqués de Valle de
Tojo (170S}, Laureano José Torres de Ayala, marqués de Casa Torres (170S}, y José Francisco
Valdivieso Mier, conde de San Pedro del Álamo (1733). Datos en M. M. Fe!icesde la Fuente,
La nueva nobirza... , pp. 414-461.
32. Matías Astoraica, conde de San Miguel de Canna (173S), compró su título al
marqués de Crevecour, Domingo José Fernández Miranda, marqués del Premio Real (1740),
lo compró al duque de la Mirnndola; Juan Bautista Mier Torres, marqués de Santa Coa (1744)
lo adquirió al duque de Solferino; Manuel Rodríguez Saenz, conde de San Bartolomé de Jala
(1749) pagó 13.000 pesos al duque de Bournonville; y Álvaro Navia Bolaño, conde del Valle
de Oselle o Valdeoselle (1750) lo obtuvo a través de la duquesa de Atrisco. DatOS sobre todos
ellos en María del Mar Felices de la Fuente, "La venta privada de títulos nobiliarios durante
los reinados de Felipe Vy Fernando VI (1701-1759)", en Eliseo Serrano (coord.), De la
Tierm al Cido. Líneas rea"entrs de Im:'l:JiigacWn en HiJionll Afoderna, Zaragoza, Institución
"Fernando el Católico", C.S.LC., 2013, pp. 695-711.
33. Martín de Ursúa Arizmendi obtuvo el título de conde de Lizarraga (1703) tras
financiar la apertura de un camino de Campeche a Guatemala (Archivo General de Indias
[AGI], Indiferente General [IG], Leg. 708}, y Juan Núñez Castilla tituló como marqués de
San Felipe y Santiago del Bejucal (1713) tras fundar la ciudad de San Felipe y Santiago en
Bejucal, Cuba (AGMJ, Caja 109-1, Exp. 9S4).
34. Por estOS servicios recibieron sus títulos José de la Puente y de la Peña, marqués
de Villapuentede la Peña (1703) (AHN, CON, Leg. 8976, Exp. 164); y Jerónimo Estrada
Nava, marqués de Casa Estrada (1704) (AGMJ, Leg. 17S-3, Exp. 1555).
35. Así sucedió con José Bayona Chacón, quien compró su título de conde de Casa
Bayona (1720) a la ciudad de Fuenterrabía, quien tenía el título en su poder desde 1687
(AHN, CON, Leg. S977, Exp. 276).
COMERCIO Y ASCENSO SOClAL EN EL SIGLQ XVIII: ESTUDIO DE TRAYECTORIAS .347

Que los comerciantes americanos ingresaran en la nobleza titulada, ma-


yormente, a través de la comprn de títulos a las instituciones religiosas y a los
virreyes americanos, se explica porque estas vías fueron las que garantizaron
de forma más directa el acceso a estos honores sin necesidad de esgrimir un
origen noble, ni más mérito que el dinero. Ciertamente, cuando se concedie-
ron estas mercedes en blanco para vender, tanto a conventos y monasterios,
como a las autoridades del Nuevo Mundo, siempre se exigió que recayernn
en personas con calidad y nobleza suficiente como para poder mantenerlas
con "lustre y decencia", no obstante, más que estas circunstancias, lo que
realmente importó en estos procesos de enajenación fue que el futuro titula-
do contara con suficientes medios económicos para no deslucir el honor que
recibía, y que estuviera conectado con las redes de poder que daban acceso
a estos honores.

CONCLUSIONES
Desde la segunda mitad del siglo XVII fueron muchos los individuos
procedentes del mundo del comercio que logrnron dar el salto a la nobleza
titulada merced a su poder económico, dinámiC3 que se mantuvo a lo largo
de la primern mitad del siglo XVIII, cuando numerosos comerciantes fue-
ron recompensados con títulos nobiliarios. Asentados en la Península o en
el Nuevo Mundo, donde las posibilidades de promoción y enriquecimiento
se multiplicaban, estos hombres, de origen modesto en gran parte, siguieron
pautadas estrntegias de ascenso social cuyo motor principal fueron los bene-
ficios pecuniarios que percibían en virtud del ejercicio del comercio. Estas
ganancias, hábilmente reinvertidas en otras ocupaciones rentables, en la com-
pra de cargos, de propiedades y bienes rníces, y en la adopción de un estilo
de vida noble, fueron las que les pennitieron conquistar y acceder a nue-
vos espacios de poder político y económico, los cuales les abrieron a su vez
nuevas oportunidades de promoción. Integrados ya en influyentes círculos y
relacionados incluso, en algunos casos, con la propia Corona, merced a las
actividades financieras que desempeñaron algunos de ellos, estos hombres,
gracias fundamentalmente a su caudal, logrnron instalarse en lo más alto del
estamento nobiliario, colmando así sus aspiraciones sociales.
En su mayoría, estas elites comerciales pagaron por sus títulos, pues la
compra del honor se convirtió, a la postre, en la fórmula más sencilla y di-
recta de escalar los peldaños de la pirámide social sin necesidad de esgrimir
más mérito o servicio que el dinero. La única contrapartida fue, que si bien
la obtención por precio de estas mercedes era la fonna más fácil de acceder
a la nobleza titulada, también fue la que peor consideración social tuvo, lo
que llevó a gran parte de los titulados a ocultar el origen venal de sus títulos.
A pesar del disimulo con que se realizaron estas compras, el acceso de esta
348 MARÍA DEL MAR PELICESDE LA PUENTE U.i"...nd.UiÚAJnur"

elite comercial a lo más alto de la jernrquía social no fue bien visto por los
sectores más tradicionales y vetustos de la alta nobleza española, quienes no
ernn partidarios de ampliar la cúspide de la sociedad con la presencia de estos
ricos advenedizos.
Distinguidos como condes o marqueses, estos recién titulados, lejos de
abandonar sus ocupaciones, continuaron dedicándose a las actividades eco-
nómicas que tanto les habían beneficiado, y recibieron además nuevos hono-
res y puestos que sirvieron para consolidar aún más su posición sociaL

También podría gustarte