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LECCIÓN 7
EL CIRCUITO MENTAL P.I.S.H.
1. LA SUBJETIVIDAD DE LA PERCEPCIÓN
La relación que establecemos con nuestro entorno es contaminada por nuestra subjetividad.
Lo que leemos, lo que escuchamos, lo que captamos por cualquiera de los cinco los sentidos
está contaminado por el modo en que los especímenes humanos captamos y significamos la
realidad, debido a nuestra configuración biológica y la de nuestro sistema nervioso.
Pensemos qué pasaría si todos los seres humanos tuviéramos desde nuestro nacimiento unos
anteojos de cristales rojos transparentes (o de cualquier otro color) pegados a nuestra cara,
de tal modo que nunca nos pudiéramos sacar esos anteojos. Veríamos el mundo través de
esos lentes, percibiendo el color de los limones amarillos como si fueran de color naranja, y
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las naranjas como si fueran rojas, las hojas verdes de los árboles las veríamos de color marrón,
el azul del mar sería para nosotros de color violeta o morado, y la nieve la veríamos rosada.
Es un hecho que debemos convivir con esta “inevitable contaminación de la percepción”, ya
que el contacto puro con la realidad no existe; ese contacto está siempre filtrado por nuestros
sentidos y por nuestro sistema nervioso y nuestra mente. En términos filosóficos, se trata de
la idea de Kant de que la subjetividad es inevitable y por eso explicó que el “conocimiento” es
lo que aparece en nuestra conciencia (que él llamó el “fenómeno”) y no la realidad misma o
“la cosa en sí” (que llamó “nóumeno”).
De todas maneras, en nuestros contactos con los demás podemos establecer ciertas
convenciones o acuerdos tácitos que nos permiten comunicarnos de manera comprensible y
coherente, y sin enloquecernos. La posibilidad de captar la realidad a nuestro modo humano
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a través de los sentidos y describirla en palabras, nos permite comunicarnos en términos
compartidos y comprensibles. De este modo, podemos estar de acuerdo convencionalmente
en ciertos códigos de lectura de la realidad, como sucede cuando nuestras subjetividades
coinciden (intersubjetividad), pero sabiendo que de ninguna manera estamos describiendo a
la realidad en sí, tal como ella es en sí misma.
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Después de eso le dice: “Espero que de una vez por todas ordenes y limpies tu cuarto, y que
te pongas las pilas y estudies, para no llevarte materias este año”. . . . “Ah, y esa chiquita
con la que estás saliendo ¡no me gusta nada!”
Rodolfo la mira sin decir palabra. Hace un gesto. Golpea la mesa rítmicamente con los
dedos como si estuviera tocando la batería.
Antes de salir, la madre monta en cólera y le corta el cable. Luego lo amenaza ásperamente:
“Si no cambias tus actitudes y conducta, te vas a vivir con tu padre. ¡Eres igual a él! . . . . ¡¡¡Y
encima te puse su mismo nombre!!!”.
La madre se pone unas gafas oscuras y sale con prisa, y Rodolfo queda sentado sin decir ni
una palabra.
En esta historia, lo obvio es que Rodolfo no le contesta a su madre cuando ella le habla.
También es obvio que ella cortó el cable del computador. Esta observación que todos pueden
hacer si estuvieran contemplando la escena, es lo que llamamos percepción. Alguien podría
decir: “Percibo –u observo— que Rodolfo no contesta, y también he observado que su madre
cortó el cable del computador”.
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2. LA IMAGINACIÓN:
Cuando se trata de escuchar o percibir información, esta percepción puede ser deformada por
la imaginación. Nuestra mente tiene capacidad de “rellenar” la información que no hemos
escuchado, de inventar supuestos, de crear significados, o de asociar lo escuchado con otros
significados. Cuando esto ocurre, lo que “escuchamos” no es exactamente lo que ha sido dicho,
o lo que “vemos” no es exactamente lo que está ahí.
Entonces puedo afirmar que “los empleados me miran y guardan silencio porque no están de
acuerdo con lo que dije y no se atreven a manifestarlo”. En verdad estoy afirmando una
suposición (imagino que no están de acuerdo con lo que dije) como si fuera una percepción.
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Una distorsión muy común es la adjudicación de intencionalidades. Creemos saber las
motivaciones ocultas del otro y desde ese supuesto leemos su conducta. Por ejemplo: “El jefe
siempre me manda a mí, porque quiere que esté lejos de la oficina la mayor parte del tiempo”.
Hay que reconocer que a veces acertamos con nuestro imaginario, pero muchas veces no lo
hacemos . . . y de allí surgen conflictos que podrían ser evitados.
Vamos a explorar nuestra capacidad de contactarnos con el mundo a través del siguiente
ejercicio. Primero definiremos las dos variables que vamos a explorar:
➢ Lo obvio: es aquello que podemos percibir a través de nuestros sentidos y que puede ser
compartido por convención con las demás personas. Es el consenso en cuanto a los
objetos, los colores, los movimientos que observamos. Por ejemplo, ustedes podrían
decir que: “Yo estoy sentado, con mis dos manos sobando las piernas”. La percepción nos
permite captar la realidad a través de los sentidos y describirla en palabras que nos
permiten comunicarnos en términos comprensibles.
Esta percepción puede ser modificada por la imaginación. Entonces ustedes podrían afirmar,
por ejemplo que: “Yo estoy sentado sobando mis piernas para contener mis nervios, o para
masajear mis muslos, o para darme calor, o para disfrutar de la textura de mi pantalón, etc.”…
Y podrían afirmar esta suposición como si fuera una percepción.
Lo obvio puede ser compartido por los observadores, mientras que lo imaginario es absolutamente
individual y por lo tanto varía de persona en persona.
Por ejemplo: Juan entra a un salón donde están reunidas varias personas y todas observan que
tiene el ceño fruncido y cada una lo traduce a su manera:
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Si cada una de estas personas confunde lo obvio con lo imaginario, puede creer que lo que
imaginó es verdad y discutir con los otros acerca de lo que le pasa a Juan, en vez de preguntarle
a Juan qué es lo que le pasa; ¡ello sería lo más atinado!
Surgen problemas graves de convivencia en diversos ámbitos, --laboral, familiar, etc. –cuando
experimentamos reacciones emocionales en función del contacto que estamos teniendo. No
es lo mismo sentir en función de lo que está sucediendo que reaccionar en función de lo me
imagino que está sucediendo.
Es así como el imaginario puede ser creído ingenuamente o reconocido como imaginario. La
“ingenuidad” frente a nuestros imaginarios nos debilita y nos desconecta de la realidad –
interrumpe el contacto-, nos encerramos en nuestros mundos propios (de placer o
sufrimiento) y nada nos puede sacar de allí…
“El organismo sano es el que está en contacto con lo que sucede y no con lo que
se imagina que sucede. Nuestros imaginarios pueden ser un puente a nuestra
creatividad o un sustituto de la percepción que nos conduzca al autoengaño.”
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P Percibo: Es lo que veo, toco, oigo, huelo, etc. Es lo obvio. Lo que
puedo distinguir de mis imaginarios.
S Siento: Es la reacción emocional frente a lo que percibo, sin
H imaginarios que distorsionen la percepción.
El contacto con nuestro entorno depende de la salud de nuestros vínculos y nuestra salud
depende del vínculo que establezcamos con el mundo.
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Bibliografía:
Carabelli, Eduardo. “Lo obvio y lo imaginario”. Centro Gestáltico de San Isidro en el NOA, San Miguel
de Tucumán, http://tucuman.cgsi.com.ar
4. EJERCICIOS DE APLICACIÓN:
1. Role playing:
Observar, escuchar una escena, y luego describir lo percibido. Escribir un informe en tu
cuaderno.
2. Sentados de a dos, frente a frente, observar a un compañero y decirle: Percibo que tú. . . . . ,
Imagino que. . . . . . ., Siento. . . . . . . y lo que Haría es. . . . . . .