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CAPITULO: II

TERCERA GENERACION

1.1 Origen

La clasificación de los derechos humanos en tres generaciones de derechos humanos es

una propuesta de 1979 del jurista checo Karel Vasak y se corresponde con los derechos

asociados a la libertad, la igualdad y la fraternidad, los ideales de la Revolución

Francesa (Liberté, Égalité, Fraternité) de 1789.

Si las revoluciones burguesas del siglo XVIII dieron lugar a la primera generación de

derechos humanos (derechos civiles y políticos) y las revoluciones socialistas, a la

segunda (derechos sociales y culturales), el proceso descolonizador o revolución

anticolonialista, dió lugar a los derechos humanos de tercera generación. Las distintas

generaciones de derechos no se oponen ni contradicen; se complementan.

El proceso descolonizador de los años 60 del siglo XX implicó cambios en la sociedad

internacional y, consecuentemente, en el ordenamiento jurídico internacional (derecho

internacional). Esto ha propiciado también que la teoría de los derechos humanos

evolucione hacia los problemas y necesidades de los nuevos países que accedieron a la

independencia, en su mayor parte, países en vías de desarrollo.

Salvo el derecho al patrimonio comun de la humanidad, ninguno de estos nuevos

derechos han sido reconocidos universalmente por un tratado internacional obligatorio.


El reconocimiento de estos se ha producido, en gran medida, a través de resoluciones

de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

1.2 Concepto

 Los derechos de tercera generación, se afirma que los derechos humanos de tercera

generación son una actualización de la carta universal de 1948. Están motivados por

una serie de preocupaciones globales propias de finales del siglo XX y principios del

XXI, principalmente el deterioro del medioambiente y sus efectos negativos en la

calidad de vida de las personas. 

Entonces, lo que son los derechos de tercera generación, también conocidos como

derechos de solidaridad o de los pueblos, estos contemplan cuestiones de carácter

supranacional como el derecho a la paz y a un medio ambiente sano. La aparición de

estos derechos se debe a la necesidad de cooperación entre grupos y naciones para

afrontar problemas globales. Descubre aquí más sobre los derechos de tercera

generación.

Los derechos humanos de tercera generación (en inglés: third-generation human rights)

llamados también derechos de los pueblos, derechos de la cooperación, derechos de

solidaridad, derechos de tercera dimensión, derechos colectivos,... han aparecido a

partir de los años 70 del siglo XX y tratan de responder a los nuevos retos que a los que

se enfrenta la comunidad internacional, consecuencia de la mundialización

(globalización).

La clasificación de los derechos humanos en tres generaciones (dimensiones, para otros

autores) muestra la evolución que estos han experimentado junto al desarrollo de los
Estados. Aún no existe un consenso total respecto al número de generaciones de

derechos existentes ni a la delimitación de las mismas, no obstante, lo más común es

aceptar las tres generaciones y es habitual la utilización de esta teoría con una

perspectiva didáctica.

Entre estos nuevos derechos humanos podemos citar:

 El derecho al desarrollo.

 El derecho a la paz.

 El derecho al medio ambiente.

 El derecho a la libre determinación de los pueblos.

 El derecho a la protección de datos personales .

 El derecho a gozar de un medio ambiente sano.

Muchos de estos aún están en proceso de ser admitidos o reconocidos, puesto que aún

distan de formar un conjunto preciso y bien definido.

Si la libertad es el valor guía de los derechos de primera generación; la igualdad, el de

los derechos de segunda generación; los derechos de tercera generación tienen como

valor de referencia la solidaridad. Los nuevos derechos humanos se caracterizan por el

carácter colectivo de su titularidad, muchas veces, a escala planetaria.

 Derecho al desarrollo

es reconocido como un derecho humano de tercera generación, como establece

la Declaración sobre el derecho al desarrollo, aprobada por la Asamblea


General de las Naciones Unidas en su resolución 41/128, de 4 de diciembre de

1986. El artículo 1, párrafo 1, establece:

El derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual

todo ser humano y todos los pueblos están facultados para participar en un

desarrollo económico, social, cultural y político en el que puedan realizarse

plenamente todos los derechos humanos y libertades fundamentales, a

contribuir a ese desarrollo y a disfrutar del él.

El derecho al desarrollo, como otros derechos humanos de tercera generación,

es un derecho síntesis, esto es, un derecho que integra el conjunto de los

derechos humanos su objetivo último es la promoción y la aplicación de todos

ellos, tanto en el ámbito nacional como internacional. El derecho al desarrollo

pretende un reforzamiento y una profundización de la indivisibilidad e

interdependencia de todos los derechos humanos; no cabe un verdadero

desarrollo sin la aplicación efectiva de todos los demás derechos humanos.

El contenido básico del derecho al desarrollo establece una vinculación lo más

estrecha posible entre desarrollo y derechos humanos, entre desarrollo y

necesidades básicas del ser humano. El fondo de la Declaración sobre el

derecho al desarrollo es promocionar un desarrollo con rostro humano, que

además del crecimiento económico, contemple también otros componentes

sociales, culturales y ecológicos.


Un elemento que sobresale en la Declaración sobre el derecho al desarrollo es

que el ser humano es considerado como el objetivo y el sujeto central del

desarrollo y debe ser el participante activo y el beneficiario del derecho al

desarrollo (artículo 2.1).

Un aspecto esencial del derecho al desarrollo es el deber de los Estados para

llevar a cabo una cooperación para el desarrollo y para el establecimiento de un

Nuevo Orden Económico Internacional. En este sentido, la Declaración sobre el

Derecho al desarrollo, en su artículo 3.3 establece:

Los Estados tienen el deber de cooperar mutuamente para lograr el desarrollo y

eliminar los obstáculos al desarrollo. Los Estados deben realizar sus derechos y

sus deberes de modo que promuevan un nuevo orden económico internacional

basado en la igualdad soberana, la interdependencia, el interés común y la

cooperación entre todos los Estados, y que fomenten la observancia y el

disfrute de los derechos humanos.

La responsabilidad principal de la realización del derecho al desarrollo recaen

el los países, aunque sus esfuerzos deben ir acompañados de medidas

concertadas de carácter internacional: Se requiere una acción sostenida para

promover un desarrollo más rápido de los países en desarrollo. Como

complemento de los esfuerzos de los países en desarrollo es indispensable una

cooperación internacional eficaz para proporcionar a esos países los medios y

las facilidades adecuados para fomentar su desarrollo global. (artículo 4.1 de la


Declaración sobre el derecho al desarrollo). La realización del derecho al

desarrollo corresponde a cada Estado y al conjunto de la comunidad

internacional, pero también cada persona; El artículo 2.2 de la Declaración

señala que todos los seres humanos tienen, individual y colectivamente, la

responsabilidad del desarrollo, teniendo en cuenta la necesidad del pleno

respeto de sus derechos humanos y libertades fundamentales, así como sus

deberes para con la comunidad, único ámbito en que se puede asegurar la libre

y plena realización del ser humano, y, por consiguiente, deben promover y

proteger un orden político, social y económico apropiado para el desarrollo.

En esta línea de la responsabilidad individual sobre el derecho al desarrollo,

conviene destacar que el alto índice de consumo de los ciudadanos de países

ricos no es exportable ni universalizable al resto de la humanidad, debido a la

finitud y agotamientod e los recursos naturales y al deterioro ambiental.

El derecho al desarrollo, como otros derechos humanos de tercera generación,

es de reciente aparición. Si la libertad es el valor guía de los derechos de

primera generación; la igualdad, el de los derechos de segunda generación; los

derechos de tercera generación tienen como valor de referencia la solidaridad.

Los nuevos derechos humanos se caracterizan por el carácter colectivo de su

titularidad.

es reconocido como un derecho humano de tercera generación, como establece

la Declaración sobre el derecho al desarrollo, aprobada por la Asamblea


General de las Naciones Unidas en su resolución 41/128, de 4 de diciembre de

1986. El artículo 1, párrafo 1, establece:

El derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual

todo ser humano y todos los pueblos están facultados para participar en un

desarrollo económico, social, cultural y político en el que puedan realizarse

plenamente todos los derechos humanos y libertades fundamentales, a

contribuir a ese desarrollo y a disfrutar del él.

El derecho al desarrollo, como otros derechos humanos de tercera generación,

es un derecho síntesis, esto es, un derecho que integra el conjunto de los

derechos humanos su objetivo último es la promoción y la aplicación de todos

ellos, tanto en el ámbito nacional como internacional. El derecho al desarrollo

pretende un reforzamiento y una profundización de la indivisibilidad e

interdependencia de todos los derechos humanos; no cabe un verdadero

desarrollo sin la aplicación efectiva de todos los demás derechos humanos.

El contenido básico del derecho al desarrollo establece una vinculación lo más

estrecha posible entre desarrollo y derechos humanos, entre desarrollo y

necesidades básicas del ser humano. El fondo de la Declaración sobre el

derecho al desarrollo es promocionar un desarrollo con rostro humano, que

además del crecimiento económico, contemple también otros componentes

sociales, culturales y ecológicos.


Un elemento que sobresale en la Declaración sobre el derecho al desarrollo es

que el ser humano es considerado como el objetivo y el sujeto central del

desarrollo y debe ser el participante activo y el beneficiario del derecho al

desarrollo (artículo 2.1).

Un aspecto esencial del derecho al desarrollo es el deber de los Estados para

llevar a cabo una cooperación para el desarrollo y para el establecimiento de un

Nuevo Orden Económico Internacional. En este sentido, la Declaración sobre el

Derecho al desarrollo, en su artículo 3.3 establece:

Los Estados tienen el deber de cooperar mutuamente para lograr el desarrollo y

eliminar los obstáculos al desarrollo. Los Estados deben realizar sus derechos y

sus deberes de modo que promuevan un nuevo orden económico internacional

basado en la igualdad soberana, la interdependencia, el interés común y la

cooperación entre todos los Estados, y que fomenten la observancia y el

disfrute de los derechos humanos.

La responsabilidad principal de la realización del derecho al desarrollo recaen

el los países, aunque sus esfuerzos deben ir acompañados de medidas

concertadas de carácter internacional: Se requiere una acción sostenida para

promover un desarrollo más rápido de los países en desarrollo. Como

complemento de los esfuerzos de los países en desarrollo es indispensable una

cooperación internacional eficaz para proporcionar a esos países los medios y

las facilidades adecuados para fomentar su desarrollo global. (artículo 4.1 de la


Declaración sobre el derecho al desarrollo). La realización del derecho al

desarrollo corresponde a cada Estado y al conjunto de la comunidad

internacional, pero también cada persona; El artículo 2.2 de la Declaración

señala que todos los seres humanos tienen, individual y colectivamente, la

responsabilidad del desarrollo, teniendo en cuenta la necesidad del pleno

respeto de sus derechos humanos y libertades fundamentales, así como sus

deberes para con la comunidad, único ámbito en que se puede asegurar la libre

y plena realización del ser humano, y, por consiguiente, deben promover y

proteger un orden político, social y económico apropiado para el desarrollo.

En esta línea de la responsabilidad individual sobre el derecho al desarrollo,

conviene destacar que el alto índice de consumo de los ciudadanos de países

ricos no es exportable ni universalizable al resto de la humanidad, debido a la

finitud y agotamientod e los recursos naturales y al deterioro ambiental.

El derecho al desarrollo, como otros derechos humanos de tercera generación,

es de reciente aparición. Si la libertad es el valor guía de los derechos de

primera generación; la igualdad, el de los derechos de segunda generación; los

derechos de tercera generación tienen como valor de referencia la solidaridad.

Los nuevos derechos humanos se caracterizan por el carácter colectivo de su

titularidad.

-La génesis del derecho al desarrollo


La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, mediante la

resolución 4 (XXXIII) de 21 de febrero de 1977 reconoce por primera vez

oficialmente la existencia del derecho al desarrollo. En esta resolución se pide

al Secretario General que efectúe un estudio sobre las dimensiones

internacionales del derecho al desarrollo como derecho humano. En 1979, la

Comisión de Derechos Humanos, en su resolución 5 (XXXV) de 2 de marzo,

reitera que el derecho al desarrollo es un derecho humano y que la igualdad de

oportunidades es una prerrogativa tanto de las naciones como de los individuos

que forman las naciones.

También la Asamblea General de las Naciones Unidas ha reconocido en

diversas resoluciones que el derecho al desarrollo es un derecho humano, como

afirma la resolución 34/46 de 23 de noviembre de 1979.

En 1981, la Comisión de Derechos Humanos creó un Grupo de Trabajo de

Expertos Gubernamentales para que trabajase en la caracterización del derecho

al desarrollo como derecho humano y sobre la redacción de un proyecto de

Declaración sobre el Derecho al Desarrollo. Tras varios períodos de sesiones, y

con profundas divergencias en su seno, se presentó a la Asamblea General el

proyecto de Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, aprobada el 4 de

diciembre de 1986 mediante la resolución 41/128, que constituye el principal

instrumento jurídico en la materia. Un hecho a resaltar es que contó con el voto

en contra de Estados Unidos y con la abstención de ocho países occidentales de


importancia: Dinamarca, República Federal de Alemania, Reino Unido,

Finlandia, Islandia, Suecia, Japón e Israel. A pesar de ello, la Declaración fue

aprobada con el voto favorable de 146 Estados. El artículo 10 (y último) de la

Declaración establece:

Deben adoptarse medidas para asegurar el pleno ejercicio y la consolidación

progresiva del derecho al desarrollo, inclusive la formulación, adopción y

aplicación de medidas políticas, legislativas y de otra índole en el plano

nacional e internacional.

La Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, fruto de la

Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo

celebrada en junio de 1992, vuelve a proclamar el derecho al desarrollo,

vinculándolo de una forma muy estrecha con la protección del medio ambiente;

el derecho al desarrollo se debe ejercer de tal forma que no ponga en peligro el

ecosistema global ni las necesidades de las generaciones futuras. Así, el

Principio 3 de esta Declaración establece:

El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda

equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las

generaciones presentes y futuras.

Y el Principio 4 insiste en la necesidad de vincular derecho al desarrollo y

sostenibilidad:
A fin de alcanzar el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente

deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no podrá

considerarse en forma aislada.

La Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena celebrada en esta

ciudad austríaca en junio de 1993, en su Declaración Final (documento de

acuerdos de la Conferencia) reafirma el reconocimiento del derecho al

desarrollo y del triángulo derechos humanos-democracia-desarrollo. En el

párrafo 10 de la Declaración y Programa de Acción de Viena, podemos leer:

La Conferencia Mundial de Derechos Humanos reafirma el derecho al

desarrollo, según se proclama en la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo,

como derecho universal e inalienable y como parte integrante de los derechos

fundamentales. [...]

El progreso duradero con miras a la aplicación el del derecho al desarrollo

requiere de políticas eficaces de desarrollo en el plano nacional, así como

relaciones económicas equitativas y un entorno económico favorable en el

plano internacional.

El valor jurídico internacional del derecho al desarrollo

El valor jurídico, esto es, el grado de normatividad jurídico-internacional

alcanzado por este derecho es una cuestión de relevancia en relación al

condicionamiento sobre la puesta en práctica del mismo.


El único documento vinculante regionalmente es la Carta Africana de los

Derechos Humanos y de los Pueblos de 1981. El resto de documentos

internacionales que reconocen este derecho son resoluciones de la Asamblea

General y de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

No obstante, a pesar de que el derecho al desarrollo no ha sido reconocido

convencionalmente de forma expresa en un tratado internacional, su

reconocimiento se puede deducir de diferentes instrumentos internacionales de

carácter convencional. Entre estos textos citan la Carta de las Naciones Unidas

y los pactos internacionales de derechos humanos y toda una serie de

resoluciones y Declaraciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Para otros, el derecho al desarrollo es un derecho en vías de desarrollo.

-Críticas al derecho al desarrollo

Ahora bien, no todos los autores aceptan la idea de un derecho humano al

desarrollo. Para determinados internacionalistas, como Donelly (1985),

provenientes en su mayor parte del ámbito occidental, además de no contar con

ninguna base ni ética ni jurídica, supone un daño grave para la teoría de los

derechos humanos, dado que contribuye a diluir y a difuminar la primera y

segunda generaciones de derechos humanos. El poner el acento en los derechos

humanos de la tercera generación supondría dejar de lado los derechos civiles y

políticos y los derechos económicos, sociales y culturales.

 Derecho a la paz
El derecho a la paz o derecho humano a la paz es un derecho de los llamados

derechos de tercera generación, derechos de la solidaridad, derechos síntesis o

nuevos derechos humanos. Si los derechos de primera generación están

centrados en la libertad; los de segunda, en la igualdad; los de tercera consagran

el valor de la fraternidad (o solidaridad). Entre los derechos de tercera

generación se incluyen: el derecho al desarrollo, el derecho al medio ambiente,

el derecho al patrimonio común de la humanidad, el derecho a la asistencia

humanitaria, el derecho a la paz,...

El artículo 28 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: Toda

persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el

que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan

plenamente efectivos; a ese orden social e internacional se refieren los derechos

de tercera generación, que tienen una esencial dimensión internacional (derecho

al medio ambiente, derecho al patrimonio común de la humanidad,...). La

garantía del ejercicio de los derechos de tercera generación no dependen de un

único Estado, sino del esfuerzo común de todos (Estados, organizaciones

nacionales e internacionales, individuos,...).

El artículo 1 de la Carta de las Naciones Unidas establece que el mantenimiento

de la paz es uno de los principios fundamentales de esta organización:

Los Propósitos de las Naciones Unidas son:


Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas

colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir

actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios

pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho

internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales

susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz;

Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al

principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los

pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal;

Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas

internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el

desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades

fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma

o religión; y

Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos

propósitos comunes.

La paz no solo es la ausencia de violencia (concepto clásico de la paz), sino que

es la plenitud de un estado en el que se goza de la libertad y la justicia

(fundamento de los derechos humanos de la primera y segunda generación). El

derecho a la paz es un derecho síntesis sin el que el resto de derechos no tienen

posibilidad de realizarse.
La paz se concibe como un derecho base para la existencia de los demás (un

derecho síntesis), sin la paz la existencia de los demás derechos fundamentales

resulta ilusoria. El derecho a la paz tiene dos vertientes:

Es un derecho colectivo: el derecho de cada comunidad a la seguridad y a la

protección por parte del Estado, contra la violencia individual o colectiva que

provenga exteriormente a sus territorios.

Es un derecho individual: siendo a la vez un derecho privado y un derecho

público del individuo; como derecho privado se refiere al derecho de manifestar

las objecciones de conciencia con origen en las creencias filosóficas o religiosas

del individuo y como derecho público se manifiesta en el derecho que asiste al

individuo a llevar una vida pacífica, el derecho a la seguridad y la tranquilidad

de vivir en paz (el derecho que ostenta el individuo de verse libre de

intromisiones en su vida personal).

Nótese que para que se dé el derecho a la paz es necesaria la vigencia y respeto

de los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales. El

derecho a la paz también se compone o construye a partir del resto de derechos,

igualmente, una violación de estos otros derechos, implica también una

violación del derecho a la paz.

La paz duradera exige que los seres humanos gocen de una libertad verdadera,

sin ningún tipo de represión, sin hambre, sin ignorancia, sin injusticias, de

forma que cada persona puede desarrollar todas sus capacidades. Este tipo de
paz requiere de la existencia de una igualdad que permita las mismas

posibilidades a todos, para que los pueblos puedan desarrollarse de forma

colectiva, respetando la individualidad de cada ser humano.

En definitiva, el derecho a la paz se concibe como un derecho de síntesis, que si

bien es cierto, implica la ausencia de guerra y la protección de los seres

humanos ante esta, individual y colectivamente, también encierra en sí mismo

la protección y vigencia de todos los derechos humanos que son inherentes a la

persona y que sin paz no se pueden disfrutar plenamente, también el derecho a

la paz, como derecho de síntesis, implica el derecho a una mejor calidad de vida

y por tanto el derecho para los seres humanos de tener una existencia digna. Es

imposible la existencia del derecho a la paz mientras exista miseria, hambre e

injusticia, lo que habitualmente constituye la causa de la guerra.

-Reconocimiento del derecho a la paz en diversos ámbitos

La Declaración Universal de Derechos Humanos Emergentes, una aspiración de

la sociedad civil, aprobada en el Forum de Monterrey de 2007 y que pretenden

una visión integradora de los derechos humanos (superando las dicotomías

derechos individuales-derechos colectivos y derechos civiles y políticos-

derechos económicos, sociales y culturales) define en su artículo 2 el derecho a

la paz:
Todo ser humano y toda comunidad tienen derecho a que la vida humana quede

garantizada por un sistema social en el que los valores de paz y solidaridad sean

esenciales y en el que los conflictos se resuelvan mediante el diálogo y otras

formas de acción social pacíficas.

Igualmente interesante es el reconocimiento, en el ámbito regional africano, que

se realiza del derecho a la paz en la Carta Africana sobre Derechos Humanos y

de los Pueblos, redactada en 1979 y aprobada en la 18° Conferencia de Jefes de

Estado y de Gobierno de la Organización de la Unidad Africana, que se celebró

en Nairobi en junio de 1981. El artículo 23.1 expone:

Todos los pueblos tienen el derecho a la paz y a la seguridad nacional e

internacionales. Los principios de solidaridad y relaciones amistosas

implícitamente afirmados por la Carta de las Naciones Unidas y reafirmados

por la Carta de la Organización de la Unidad Africana regirán las relaciones

entre los Estados.

El titular del derecho a la paz es en este caso colectivo, los pueblos, muy de

acuerdo con la tradición comunitaria africana. Hay que ponerse en guardia sin

embargo ante la tendencia de los Estados a arrogarse con demasiada facilidad la

representación y los derechos de los pueblos, subconsciente que se trasluce en

la segunda frase que cita esta vez a los Estados, en paralelo, como si los

términos fueran equivalentes.


El derecho a la paz aparece como un derecho humano en gestación, ya

reconocido en ámbitos nacionales y regionales, aunque no en el ámbito

universal. Aparece en diversos documentos y declaraciones del sistema de las

Naciones Unidas, aunque aún no en un tratado internacional que obligue a las

partes:

Declaración sobre la preparación de las sociedades para vivir en paz, aprobada

por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 15 de diciembre de 1978,

donde se reafirma el derecho de las personas, los Estados y toda la humanidad a

vivir en paz y se insta solemnemente a todos los Estados a observar los deberes

que les incumben para garantizar este derecho

Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz, aprobada por la

Asamblea General en su resolución 39/11 de 12 de noviembre, en el contexto

de la crisis de los euromisiles, donde se Proclama solemnemente que los

pueblos de nuestro planeta tienen el derecho sagrado a la paz, se declara

solemnemente que proteger el derecho de los pueblos a la paz y fomentar su

realización es una obligación fundamental de todo Estado, se requiere que la

política de los Estados esté orientada hacia la eliminación de la amenaza de la

guerra, especialmente de la guerra nuclear, a la renuncia del uso de la fuerza en

las relaciones internacionales y al arreglo de las controversias internacionales

por medios pacíficos de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y se

hace un llamamiento a todos los Estados y a todas las organizaciones

internacionales para que contribuyan por todos los medios a asegurar el


ejercicio del derecho de los pueblos a la paz mediante la adopción de medidas

pertinentes en los planos nacional e internacional. Esta Declaración establece

una diferencia muy clara entre el titular del derecho (los pueblos) y el deudor

del derecho (todos los Estados).

Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz (A/RES/53/243),

aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el de 6 de octubre de

1999.

Decenio Internacional de una Cultura de Paz y no Violencia para los Niños del

Mundo, 2001-2010 (A/RES/57/6), aprobada por la Asamblea General de las

Naciones Unidas el 27 de noviembre de 2002.

-Reconocimiento internacional del derecho a la paz

Existen varias posibilidades para el reconocimiento internacional del derecho a

la paz. Una podría ser la elaboración de un tratado o pacto internacional

aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que los Estados

ratificarían o al que adherían, aunque solo los estados parte estarían obligados

por el mismo.

Otra posibilidad sería la elaboración de un protocolo adicional al Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Este protocolo tendría la validez

de un tratado internacional, autónomo, en cuanto a la ratificación o adhesión al

mismo, y vinculado a un tratado principal. De este modo se consideraría que el

derecho humano a la paz es de naturaleza civil y política y por tanto debería


incluirse en el Pacto antes mencionado junto a otros derechos civiles y

políticos. Sin embargo este camino tropieza con el inconveniente de que el

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se refiere únicamente a

derechos individuales, civiles o políticos, y no a derechos complejos, a la vez

individuales y colectivos, como son los nuevos derechos humanos. Estos

nuevos derechos, entre ellos el derecho humano a la paz, necesitan un marco

que contemple sus características peculiares, con un sistemas propio de

aplicación y control. Lo contrario no sería jurídicamente conveniente ni

políticamente útil.

La tercera posibilidad sería la elaboración de una declaración para ser adoptada

por la Asamblea General de Naciones Unidas o por otra Conferencia General.

Según la doctrina de Naciones Unidas, una declaración es un instrumento

formal y solemne en el que se enuncian principios de gran importancia y de

valor durable. El ejemplo más significativo es la Declaración Universal de

Derechos Humanos de 1948. El Derecho Internacional no otorga a tales

declaraciones valor obligatorio para los Estados, pero sí una autoridad moral y

política. Esta autoridad puede ser tan importante que fuerce la posterior

conclusión de instrumentos jurídicamente vinculantes. La Declaración

Universal de Derechos Humanos fue seguida por los dos Pactos Internacionales

de Derechos Humanos. Nada impide además que una Declaración contenga un

mecanismo de aplicación y seguimiento, que, sin constituir un procedimiento

estricto de control, pudiera permitir una evaluación informativa permanente. Es


lo que se ha hecho con la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y

los Derechos Humanos. Mientras no se den las circunstancias para la adopción

de un Pacto Internacional de los derechos de la solidaridad, en su conjunto, una

declaración solemne podría ser también el camino para reconocer el derecho

humano a la paz. Muchos otros tratados o convenios internacionales han

comenzado de este modo, con la adopción de una declaración.

Todas las conferencias de Naciones Unidas han coincidido en proclamar, sea

cual sea el tema abordado (medio ambiente, población, desarrollo social,

derechos humanos y democracia, mujer, vivienda) que la educación es la clave

para esta perentoria inflexión del rumbo actual del mundo, que agranda la

distancia que nos separa en bienes materiales y en saberes, en lugar de

estrecharla. Invertir en educación no es tan sólo atender un derecho

fundamental sino construir la paz y el progreso de los pueblos. Educación para

todos, por todos, durante toda la vida: éste es el gran desafío. Desafío que no

admite dilaciones. Cada niño es el más importante patrimonio a salvaguardar.

 Derecho al medio ambiente

En los últimos tiempos, el desarrollo jurídico internacional establece una

relación entre la protección del medio ambiente y los derechos humanos. Así, la

Declaración sobre Medio Ambiente Humano de Naciones Unidas (Declaración

de Estocolmo, 1972), la Declaración de La Haya (1989) y la Declaración sobre

Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas (Río de Janeiro, 1992) son


ejemplos del reconocimiento del vínculo entre derechos humanos y medio

ambiente.

La situación internacional del derecho al medio ambiente es similar a la del

derecho a la paz, un derecho explicitado numerosas veces en declaraciones,

planes de acción y otros documentos, pero aún no reconocido en un tratado

vinculante de carácter internacional.

La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los pueblos

indígenas (2007), reconoce en su artículo 29, párrafo 1, que los pueblos

indígenas tienen derecho a la conservación y protección del medio ambiente y

de la capacidad productiva de sus tierras o territorios y recursos. Los Estados

deberán establecer y ejecutar programas de asistencia a los pueblos indígenas

para asegurar esa conservación y protección, sin discriminación alguna;

reconocido aquí el derecho al medio ambiente como un derecho colectivo.

En dos documentos vinculantes de derechos humanos de carácter regional

podemos encontrar un reconocimiento del derecho al medio ambiente sano:

La Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (aprobada el 27 de

julio de 1981 por la Asamblea de Jefes de Estado y Gobierno de la OUA,

entrada en vigor el 21 de octubre de 1986) contempla (en el artículo 24) el

derecho de los pueblos a un entorno general satisfactorio favorable a su


desarrollo; se trata de un derecho de carácter colectivo, esta titularidad

dificultaría su protección.

En el Protocolo de San Salvador (nombre completo: Protocolo Adicional a la

Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos

Económicos, Sociales y Culturales, adoptado en 1988 y entrada en vigor el 16

de noviembre de 1999) el artículo 11 está dedicado al derecho a un medio

ambiente sano, aunque la vulneración del mismo no está contemplada entre los

casos de recurso ante la Corte Interamericana de derechos humanos.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha definido el derecho al medio

ambiente en la Resolución 45/94, del 14 de diciembre de 1990, como el

derecho que toda persona tiene a vivir en un medio ambiente adecuado para

garantizar su salud y su bienestar, en este caso el derecho es reconocido como

individual.

La Declaración Universal de Derechos Humanos Emergentes (una propuesta de

la sociedad civil, ONG, movimientos sociales,… aprobada en el Forum de

Monterrey, México, 2007), reconoce el derecho al medio ambiente, como un

derecho individual y colectivo en el artículo 3:

Todo ser humano y toda comunidad tienen derecho a vivir en un medio

ambiente sano, equilibrado y seguro, a disfrutar de la biodiversidad presente en

el mundo y a defender el sustento y continuidad de su entorno para las futuras

generaciones.
Como aún no existe un reconocimiento explícito y vinculante del derecho al

medio ambiente, la protección de este derecho debe realizarse desde las

relaciones con otros derechos humanos reconocidos. Así los derechos a la vida,

a la alimentación, a la salud,… requieren como complemento necesario para

realizarse el derecho al medio ambiente. El derecho al medio ambiente aparece

como un requisito necesario de algunos derechos, en especial, el derecho a la

vida, y los derechos a la alimentación y la salud. Esto se refleja en algunos

casos en el conjunto de acuerdos internacionales para combatir el calentamiento

global, cuyo documento fundamental es la Convención Marco de las Naciones

Unidas sobre el Cambio Climático aprobada en 1992.

El derecho a la vida (artículo 6 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos) implica que los estados adopten medidas positivas para respetar,

proteger y conservar el medio ambiente, al ser necesario un medio ambiente

sano y equilibrado la condición necesaria para la vida humana. De este modo,

en la medida en que el cambio climático está poniendo en peligro las vidas de

millones de personas en todo el mundo, la cooperación internacional para

luchar contra este fenómeno se presenta como un deber de los estados para la

salvaguardia del derecho a la vida.

Los derechos un nivel de vida adecuado (alimentación, vestido, vivienda) y a la

salud (disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental), reconocidos

en los artículos 11 y 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos,


Sociales y Culturales, también están relacionados con el derecho al medio

ambiente, puesto que el cambio climático puede acarrear la desertificación de

áreas cultivables y, como consecuencia, afectar notablemente a la producción

de alimentos y a los precios de los mismos, global o localmente. Asimismo, el

citado artículo 12, entre otros, reconoce que los Estados Partes en el Pacto

habrán de tomar medidas para el mejoramiento de todos los aspectos de la

higiene del trabajo y del medio ambiente.

Los estados tienen obligaciones sobre la protección y realización de los

derechos a la vida, a la alimentación y a la salud, en la medida en que el cambio

climático afecta a estos derechos, también tienen la obligación de cooperar para

mitigarlo. La dimensión ambiental de los derechos humanos no debe limitarse a

la interpretación ambiental de derechos ya reconocidos, sino que requiere

además el reconocimiento expreso de derechos específicos con el desarrollo y

reconocimiento internacional del derecho al medio ambiente como derecho

individual y colectivo.

En el ámbito territorial de la Comunidad Autónoma de Andalucía, el Estatuto

de Autonomía, aprobado en 2006, reconoce el derecho al medio ambiente:

1. Todas las personas tienen derecho a vivir en un medio ambiente equilibrado,

sostenible y saludable, así como a disfrutar de los recursos naturales, del

entorno y el paisaje en condiciones de igualdad, debiendo hacer un uso


responsable del mismo para evitar su deterioro y conservarlo para las

generaciones futuras, de acuerdo con lo que determinen las leyes.

2. Se garantiza este derecho mediante una adecuada protección de la diversidad

biológica y los procesos ecológicos, el patrimonio natural, el paisaje, el agua, el

aire y los recursos naturales.

3. Todas las personas tienen derecho a acceder a la información

medioambiental de que disponen los poderes públicos, en los términos que

establezcan las leyes.

Artículo 28. Medio ambiente, Estatuto de Autonomía para Andalucía (2006)

En gran medida el calentamiento global es el resultado del desarrollo industrial

y tecnológico de los países más ricos del planeta. El proceso comienza con la

revolución industrial y se ha producido, hasta hace poco, sin limitaciones en la

emisión de gases. Según algunos estudios los países desarrollados han emitido

el 76% de total de gases de efecto invernadero. No obstante, serán los países

pobres los que se verán más afectados por el calentamiento global por factores

geográficos (muchos están en regiones tropicales, subtropicales o tienen

territorios insulares), económicos (menor capacidad económica, disponibilidad

de capital humano con formación superior o menor capacidad tecnológica). Nos

encontramos con la paradoja de que los países que más han contribuido al

cambio climático son los menos vulnerables, y los que menos han contribuido

son los que más sufrirán sus efectos. Basándose en esto, los tratados

internacionales para combatir el cambio climático incorporan una dimensión de

equidad al configurarse en torno al principio de las “Responsabilidades


comunes pero diferenciadas”. Según este principio, no todos los estados deben

asumir las mismas obligaciones: los países desarrollados deben liderar los

esfuerzos por mitigar el cambio climático y ayudar a financiar las medidas de

adaptación en los países en desarrollo.

Archivo:Diversity of plants image version 3.png

Imagen: wikimedia.org

Puesto que el cambio climático implica peligros para el goce efectivo de los

derechos humanos es necesario vincular los acuerdos adoptados en materia de

derechos humanos con los objetivos del desarrollo sostenible, así como lograr

un reconocimiento internacional del derecho al medio ambiente con

mecanismos de control y garantías.

La Declaración sobre el derecho al desarrollo (resolución 41/128, 4 de

diciembre de 1986) establece que "el derecho al desarrollo es un derecho

humano inalienable en virtud del cual todo ser humano y todos los pueblos

están facultados para participar en un desarrollo económico, social, cultural y

político en el que puedan realizarse plenamente todos los derechos humanos y

libertades fundamentales, a contribuir a ese desarrollo y a disfrutar del él"

(artículo 1) y que "la persona humana es el sujeto central del desarrollo y debe

ser el participante activo y el beneficiario del derecho al desarrollo (artículo 2)


La Declaración sobre las Responsabilidades de las Generaciones Actuales para

con las Generaciones Futuras (UNESCO, 1997) expresa los derechos los

derechos actualmente reconocidos como deberes para con las generaciones, en

el artículo 4 de esta Declaración podemos leer:

Las generaciones actuales tienen la responsabilidad de legar a las generaciones

futuras un planeta que en un futuro no esté irreversiblemente dañado por la

actividad del ser humano. Al recibir la Tierra en herencia temporal, cada

generación debe procurar utilizar los recursos naturales razonablemente y

atender a que no se comprometa la vida con modificaciones nocivas de los

ecosistemas y a que el progreso científico y técnico en todos los ámbitos no

cause perjuicios a la vida en la Tierra.

 Derecho de libre determinación de los pueblos

1. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este

derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su

desarrollo económico, social y cultural.

2. Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de

sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan

de la cooperación económica internacional basada en el principio del beneficio

recíproco, así como del derecho internacional. En ningún caso podrá privarse a

un pueblo de sus propios medios de subsistencia.

3. Los Estados Partes en el presente Pacto, incluso los que tienen la

responsabilidad de administrar territorios no autónomos y territorios en


fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de libre determinación, y

respetarán este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta de las

Naciones Unidas.

Artículo 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 1966

El derecho de libre determinación de los pueblos o derecho de

autodeterminación es un principio del derecho internacional que establece que

cada pueblo tiene la facultad colectiva de determinar la forma de su sistema

político, con independencia de cualquier influencia extranjera; se considera un

derecho humano de tercera generación.

Este derecho fue proclamado en en los Catorce puntos de Wilson (1918) para

legitimar los nuevos Estados surgidos en Europa tras la Primera Guerra

Mundial, no obstante, no fue aplicado por la Sociedad de Naciones.

Las Naciones Unidas han de la libre determinación un principio jurídico del

Derecho internacional y un derecho de los pueblos, la Carta de las Naciones

Unidas (1945), en el artículo 1.2 dice:

Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al

principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los

pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal.


El derecho de autodeterminación no está recogido en la Declaración Universal

de Derechos Humanos de 1948, puesto que la propuesta soviética en dicho

sentido fue rechazada.

La resolución 2625 (XV)

Una de las dificultades de la aplicación de este principio está en la definición de

pueblo. La Resolución 2625 (XXV), Declaración sobre los principios de

derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación

entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, de 24 de

octubre de 1970, en el apartado El principio de la igualdad de derechos y de la

libre determinación de los pueblos, proclama:

En virtud del principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación

de los pueblos, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas, todos los

pueblos tienen el derecho a determinar libremente, sin injerencia externa, su

condición política y de procurar su desarrollo económico, social y cultural, y

todo Estado tiene el deber de respetar este derecho de conformidad con las

disposiciones de la Carta.

Añade en el mismo apartado que el sometimiento de los pueblos a la

subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una violación

del principio, así como una denegación de los derechos humanos

fundamentales, y es contraria a la Carta. Pero en la misma sección, se

especifica:
Ninguna de las disposiciones de los párrafos precedentes se entenderá en el

sentido de que autoriza o fomenta cualquier acción encaminada a quebrantar o

menospreciar, total o parcialmente, la integridad territorial de Estados

soberanos e independientes que se conduzcan de conformidad con el principio

de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos antes

descrito y estén, por tanto, dotados de un gobierno que represente a la totalidad

del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por motivos de raza, credo o

color.

Todo Estado se abstendrá de cualquier acción dirigida al quebrantamiento

parcial o total de la unidad nacional e integridad territorial de cualquier otro

Estado o país.

Según esta resolución, son formas del ejercicio de libre determinación de los

pueblos:

El establecimiento de un estado soberano e independiente.

La libre asociación o integración con un Estado independiente.

La adquisición de cualquier otra condición política libremente decidida por el

pueblo (que puediera referirse a la creación de una entidad dotada de cierto

grado de autonomía dentro de un Estado preexistente).

Las resoluciones 1514 (XV) y 1541 (XV)

En la década de 1960, los Estados africanos y asiáticos que habían accedido a la

independencia desde 1945, estaban en condiciones de imponer su mayoría


sobre las potencias coloniales en la Asamblea General. El 14 de diciembre, la

Asamblea aprobó la resolución 1514 (XV), cuyo título es Declaración sobre la

concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, sin votos en

contra pero con la abstención de nueve países, entre los que se encontraban las

principales potencias coloniales. La declaración condenó el colonialismo y

declaró que todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación, derecho

que se ejercería a través de la consulta a la población, mediante plebiscito o

referéndum.

La proclamación produjo gran controversia. Existía una colisión entre los

intereses de las potencias coloniales y de los países del tercer mundo, a la que

se sumó la tensión entre el derecho de libre determinación de los pueblos y la

integridad territorial de los Estados. La resolución 1514 (XV) afirmaba que

todo intento de quebrantar la unidad nacional era incompatible con la Carta de

las Naciones Unidas, por lo que resultó necesario establecer cómo se

compatibilizaban los dos principios. La cuestión fundamental fue la

identificación de las entidades legitimadas para invocar el derecho a la libre

determinación.

Al día siguiente se proclamó la resolución 1541 (XV), de 15 de diciembre de

1960, titulada Principios que deben servir de guía a los Estados Miembros para

determinar si existe o no la obligación de transmitir la información que se pide

en el inciso e del artículo 73 de la Carta.


Esta resolución profundizaba en las cuestiones referentes al ejercidio del

derecho a la libre determinacion, manteniendo que es indispensable que la

población autóctona exprese su voluntad libremente.

El ejercicio del derecho de autodeterminación podría llevar a la independencia,

a la libre asociación o a la integración en otro Estado. Además, la resolución

1541 (XV) concretó qué pueblos son titulares del derecho de libre

determinación, en función de dos criterios básicos:

la existencia de diferencias étnicas y culturales, y

la separación geográfica entre la colonia y la metrópoli.

Esta exigencia de separación territorial implicó que el derecho de

autodeterminación sólo se reconociera a los pueblos que habitaban territorios

coloniales ultramarinos, excluyendo las situaciones de colonialismo interno.

Pese a esta limitación, las resoluciones adoptadas en 1960 dieron un nuevo

impulso al proceso de descolonización en Asia y África, que llevó a la

disolución definitiva de los imperios coloniales europeos.

Se generalizaron cruentas revueltas y guerras de liberación nacional en la

década del 1960 (Camerún, Argelia, Congo, Vietnam, Kenia, Angola,

Tanzania, Zambia, Malawi, Uganda, Ruanda, etc.), que terminaron en la

mayoría de los casos con la derrota de las potencias europeas y que llevarían a
las Naciones Unidas a acordar en 1966 los Pactos Internacionales de Derechos

Humanos y abrir formalmente el proceso de descolonización del mundo.

La autodeterminación como derecho universal

Los Pactos Internacionales de Derechos Humanos constituyen un gran hito

normativo en el intento de construir, tras la Segunda Guerra Mundial, un nuevo

orden internacional basado en el respeto a la dignidad de la persona y los

derechos humanos.

La Unión Soviética presentó una iniciativa durante el proceso de elaboración de

los Pactos Internacionales. Aunque las potencias coloniales, como Reino

Unido, Francia o Bélgica, mantuvieron su oposición, la propuesta reunió el

apoyo de Estados africanos, asiáticos y latinoamericanos. En 1955, el resultado

de la votación para decidir sobre su inclusión en los Pactos fue de 33 votos a

favor, doce en contra y trece abstenciones. Con carácter general, los Estados

comunistas y del tercer mundo votaron a favor y los occidentales en contra. No

obstante, aquellos Estados que se opusieron a la inclusión han ratificado los

tratados o se han adherido a ellos. Esto hace de la libre determinación un

derecho jurídicamente vinculante de alcance casi global.

En 1962, la Asamblea General aceptó estudiar los principios fundamentales de

la Carta y los deberes que se derivan de ella; uno de estos principios es la libre

determinación. El 24 de octubre de 1970 se adoptó la resolución 2625 (XXV),


que contiene la Declaración sobre los principios de Derecho Internacional

referente a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados de

conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, ya antes citada. La

resolución se adoptó por consenso, por lo que recogió los puntos de vista de los

Estados occidentales, los socialistas y los del tercer mundo.

La Declaración sobre relaciones de amistad muestra que la descolonización es

una importante manifestación de la autodeterminación, pero que el ámbito de

este derecho es más extenso: también la asocia con la existencia de un gobierno

representativo. La Declaración afirmó que la libre determinación es un derecho

de todos los pueblos y que conlleva obligaciones para todos los Estados, y que

su respeto es condición necesaria para el establecimiento de relaciones

amistosas y de cooperación entre los Estados.

El principio de autodeterminación continúa siendo una cuestión candente en la

política internacional, y más aún desde el final de la Guerra Fría, cuando el

principio experimentó una revitalización. En la actualidad son numerosos los

pueblos que, en cada uno de los continentes, se consideran naciones sin estado.

 Derecho a la protección de datos personales

Los datos personales son toda información que identifica o hace identificable a una

persona, como el nombre, el

DNI, el RUC, la dirección domiciliaria, la dirección de correo electrónico, la huella


digital, el ADN, una imagen, etc. Los que se conocen como DATOS PERSONALES.

Uno de los derechos que tenemos todas las personas es el derecho a que estos DATOS

PERSONALES sean protegidos, porque con ello evitamos que nuestra información se

use de forma que nos perjudiquen.

Actualmente, ciudadanas y ciudadanos, proporcionan sus datos personales a

distintas instituciones públicas o privadas, por distintas razones. El apropiado

tratamiento de los datos, permite convertirlos en información útil para el logro de

determinados objetivos. Pero esos datos pueden amenazar la dignidad de las personas

por el uso arbitrario y malicioso de la informática. El peligro se concreta con la

capacidad de almacenamiento en la memoria de las computadoras, la celeridad de todo

el proceso, el desarrollo de las disímiles técnicas reservadas para el manejo de

volúmenes de información, etc.

Las normas sobre protección de datos personales ofrecen a los ciudadanos las

garantías y mecanismos necesarios para proteger sus datos personales y controlar el

uso que se realiza de los mismos. Para garantizar la protección del derecho, se

establecen obligaciones para toda entidad pública, persona jurídica o persona natural

que maneje bancos con datos personales. Una de las obligaciones establecidas en la

protección de datos personales (LPDP) es la inscripción de los bancos de datos

personales ante el Registro Nacional de Protección de Datos Personales (RNPDP).

Dirección General de Protección de Datos Personales

La Dirección General de Protección de Datos Personales es la Autoridad

Nacional de Protección de Datos Personales, se encarga de supervisar la administración

y actualización del Registro Nacional de Protección de Datos Personales, así como


resolver las reclamaciones formuladas por los titulares de datos personales en tutela

de sus derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición. Asimismo, emite

opinión técnica vinculante respecto de los proyectos de normas que regulen los datos

personales y emite las directivas para la adecuada aplicación de la Ley de Protección

de Datos Personales y su Reglamento.

La Dirección General de Protección de Datos Personales ejerce las funciones

administrativas, orientadoras, normativas, resolutivas, fiscalizadoras y sancionadoras a

través de las siguientes unidades orgánicas:

Dirección de Registro Nacional de Protección de Datos Personales

La Dirección de Registro Nacional de Protección de Datos Personales es una unidad

orgánica que depende de la Dirección General de Protección de Datos Personales,

responsable del registro en el que las entidades públicas y privadas inscribirán sus

bancos de datos personales; son sus funciones:

- Registrar los bancos de datos personales de administración pública o privada, así

como los datos relativos a estos que sean necesarios para que los titulares de los datos

personales puedan ejercer la defensa de sus derechos.

- También se registran las autorizaciones, sanciones administrativas, medidas

cautelares y medidas correctivas dispuestas por los órganos competentes, conforme a la

Ley N°

29733 – Ley de Protección de Datos Personales.

- Registrar los códigos de conducta de las entidades representativas de los titulares o

encargados de bancos de datos personales de administración privada.

- Publicar la relación de bancos de datos personales de la Administración Pública y


Privada a través del portal institucional.

Dirección de Supervisión y Control

La Dirección de Supervisión y Control es la unidad orgánica dependiente de la

Dirección General de Protección de Datos Personales, encargada de supervisar:

- La sujeción del tratamiento de los datos personales que efectúen el titular o el

encargado del banco de datos personales a las disposiciones técnicas que emita la

Dirección General de Protección de Datos Personales; para ello cuenta con la potestad

de fiscalizar, de oficio o por denuncia de parte, los presuntos actos contrarios a lo

establecido en la Ley de Protección de Datos Personales y su Reglamento.

- La transferencia del flujo transfronterizo (transferencia internacional) de datos

personales. Además, pone en conocimiento de la Dirección de Sanciones los informes

que den cuenta de las fiscalizaciones, para que, de ser el caso se inicien los

procedimientos administrativos sancionadores.

Dirección de Sanciones

La Dirección de Sanciones es una unidad orgánica que depende de la Dirección

General de Protección de Datos Personales que se encarga de:

- Iniciar los procedimientos administrativos sancionadores como consecuencia de las

acciones de fiscalización realizadas por la Dirección de Supervisión y Control y

resolverlos en primera instancia.

- Ejecutar las sanciones administrativas impuestas y hacer cumplir las medidas

cautelares, medidas correctivas o administrativas aplicadas, cuando sean de su

competencia.

- Imponer multas coercitivas frente al incumplimiento de las obligaciones accesorias a


las sanciones impuestas en el procedimiento sancionador.

- Suministrar información actualizada a la Dirección de Registro Nacional de Protecció

de Datos Personales sobre las sanciones, medidas cautelares o correctivas impuestas.

Dirección de Normatividad y Asistencia Legal

La Dirección de Normatividad y Asistencia Legal es una unidad orgánica que

depende de la Dirección General de Protección de Datos Personales que se encarga de

elaborar la normatividad relacionada con la protección de datos personales y de

ejecutar las campañas de difusión y promoción sobre protección de datos; es la

encargada de:

- Elaborar proyectos normativos y emitir opinión sobre aquellos que se sometan a su

consideración por la Dirección General de Protección de Datos Personales. Asimismo,

elabora el informe técnico sobre las consultas formuladas por los titulares de datos

personales y los titulares de los bancos de datos personales.

- Diseñar y ejecutar campañas de difusión y promoción sobre la protección de datos

Personales

 Derecho a gozar de un medio ambiente sano

El derecho fundamental inherente a la persona a un ambiente sano y

ecológicamente equilibrado fueron la cristalización constitucional que fundamentó

textualmente el Derecho Ambiental en Costa Rica y aparecen como reforma

constitucional en 1994. Hasta ese momento, la perspectiva ambiental y ecológica

era insuficiente pues el texto constitucional tan sólo aludía, como un fin cultural, o

la protección de las bellezas naturales y del patrimonio histórico (art. 89) según el

texto original de la CPCR. Esto resultaba inadecuado aunque comprensible para


1949, pues el Derecho Ambiental como derecho humano fundamental no había

tenido, en el nivel científico jurídico, un desarrollo como el de los años recientes.

Existía una legislación insuficiente, lo cual movió al legislador a insertar un texto

que recogiera el asunto en comentario en la Constitución. Además coadyuvaron la

dinámica del Derecho Internacional y la adopción de convenios y tratados de la

materia, junto con aspectos internos motivados por la alteración ambiental y

ecológica que sufrió Costa Rica con todo rigor a partir de la década de 1950, lo que

afectó sensiblemente elementos básicos de la vida humana, como la deforestación,

la disminución de reservas acuíferas, la contaminación por desarrollo urbano

acelerado y carente de planificación, entre otros muchos factores. El Derecho

Ambiental puede definirse como "el conjunto de normas y principios nacionales y

de Derecho Internacional, que regulan las relaciones entre el ser humano y su

entorno natural y urbano, con el propósito de alcanzar un equilibrio que permita la

satisfacción de las necesidades humanas a través de los procesos sociales,

productivos y culturales, resguardando la integridad y conservación de los

recursos." El Derecho Ambiental es un derecho humano de carácter muy complejo

que la CPCR ubicó dentro del capítulo de los Derechos y Garantías Sociales, y si

bien tiene parcialmente esa dimensión social, creemos nosotros que se debe a una

insuficiencia de técnica constitucional y legislativa pues modernamente por la

multiplicidad de factores que comprende, el Derecho Ambiental se ubica en una

nueva generación de derechos humanos, llamados derechos de solidaridad, que

abarcan: el derecho al desarrollo, el derecho a la paz, el de patrimonio común de la

humanidad. 5 No obstante dicha insuficiencia, lo más importante fue el


reconocimiento expreso que hace la CPCR. Esto ha permitido, facilitado y

motivado la existencia de una serie de leyes nuevas de gran importancia para el

Derecho Ambiental y ecológico que, centrado en la persona, como derecho humano

que es, ha permitido un desarrollo jurisprudencial por la Sala Constitucional que da

sentido al párrafo tercero de la Constitución que establece la garantía del derecho

mediante el señalamiento de responsabilidades merced al poder sancionatorio del

Estado. La jurisprudencia constitucional ha resultado, en ejecución de fallos, una

política delimitada en relación con el intrincado tema de la protección ambiental,

como un derecho a la vida y a la salud de la persona por sobre criterios puramente

economicistas, así: "La inquietud de la Sala por la armonía y estabilidad ecológica

ha sido férrea, pues proteger la naturaleza, que es patrimonio mundial, es también

salvaguardar no sólo la vida del hombre sino también de la humanidad sobre la

tierra, desarrollando de esta forma el contenido, no sólo de los convenios

internacionales en esa materia, sino también el art. 21 de la Constitución Política.

Esto se pone de manifiesto, directamente, a través de las sentencias dictadas

después de la reforma de 1994, del artículo 50 constitucional..."; e igualmente,

sobre la consideración de la norma por encima de fines políticos y económicos: "Al

lado del conjunto de principios que la Constitución dedica a las relaciones

económicas debe situarse una serie de disposiciones de no menos trascendencia

encaminada a asegurar una protección básica a la vida humana considerada como

valor en sí, al margen de los recursos humanos en atención a fines políticos o

económicos." Aparte de estos aspectos centrales se plantea una gran cantidad de

resoluciones específicas de diversa naturaleza, como son las aplicables a los


criterios concretos sobre restricciones a la explotación privada de recursos

madereros y derecho a la salud aplicada a botaderos y otros elementos

contaminantes. Creemos que la jurisprudencia constitucional, normalmente por la

vía de recursos de amparo, crea a través de sus fallos, dirigidos a sujetos

individualizados de la cuidadanía, valiosos precedentes, en especial protectivos de

la vida humana y la salud, aspectos medulares del significado del derecho de toda

persona al disfrute de un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. 6 El

Derecho de Protección al Ambiente y los Derechos del Consumidor [Echandi

Gurdián, M.L.] iv Señala la norma bajo estudio, que "Los consumidores y usuarios

tienen derecho a la protección de su (...) ambiente". Se trata de un derecho del

consumidor y del usuario, de ser beneficiario de "acciones positivas" del Estado,

tendientes a garantizar la protección del ambiente, con ocasión de actividades de

los agentes económicos en medio del mercado. En ese sentido la Doctrina señala:

"La corrección de las externalidades es otra de la justificaciones de la regulación.

La regulación pretende justificarse, a menudo, en una necesidad de compensar el

hecho de que el precio de producción de un bien no refleja los costes que ésta y su

uso imponen a la economía. La producción de algunos bienes origina determinados

costes externos al proceso de producción propiamente dicho. Aparecen

externalidades que convierten el proceso productivo en más complejo. Las

externalidades surgen cuando el comportamiento racional de un agente económico,

ya sea consumidor o productor, afecta directamente al bienestar de otros agentes en

el mercado. La regulación se adoptará, normalmente, cuando la negociación entre

las partes o la búsqueda de solución a las externalidades sea compleja. Su finalidad


será corregir las externalidades, eliminando los costes sociales que generan." En

relación con este derecho, la Sala Constitucional ha manifestado que el ambiente

puede ser afectado por el empleo de "materiales, sustancias o productos tóxicos o

peligrosos." Nuevamente, se trata de una regulación constitucional que, se estima,

no es objeto de la función social del sistema económico de mercado. Los agentes

económicos en el mercado buscarán producir bienes o servicios al más bajo costo,

de ahí que en sus metas por reducirlos e incrementar la eficiencia de su actividad

productiva, sean proclives a la afectación del ambiente. Esto genera el deber del

Estado dentro de los límites de su función social, de procurar su defensa mediante

toda una gama de mecanismos que deberá implementar el legislador, so pena de

incurrirse en una inactividad material administrativa violatoria de la garantía

constitucional en comentario. Así las cosas, la previsión concreta del

Constituyente, complementa y refuerza a la vez, la genérica protección ambiental

contenida en el art. 50 constitucional, de forma tal que el ejercicio de la libertad de

comercio por parte del agente económico, no atente contra el derecho al ambiente

sano del consumidor y del usuario. 7 Necesidad de Reformar de Nuevo el Artículo

50 Constitucional para Lograr una Mejor Protección del Ambiente [Moreno

Vallejos, M] v El artículo 50, muy completo en la década anterior, reguló muchos

aspectos importantes que se originaron en aquel momento, hoy se hace insuficiente

para regular los cambios que se han dado en nuestro entorno, sufre de muchas

deficiencias actualmente por no regular situaciones que en este momento están

cambiando la situación ambiental de nuestro país. Se considera necesario que

nuestra Carta Magna debe ser objeto de más reformas en este sentido, sobre todo
ahora que se habla con mayor propiedad de Desarrollo Sostenido. Una reforma

constitucional podría servir para incorporar principios que aún no aparecen

claramente definidos en nuestro marco jurídico, tales como la función ambiental

del derecho de propiedad, que implica obligaciones adicionales que han de

agregarse a su función social. Y menciono lo de función ambiental en el sentido de

que la misma abarca elementos esenciales del ambiente y por tal razón debe

cumplir una función ambiental, por supuesto sin quitarle el respeto pleno al

derecho a la propiedad y por supuesto, el derecho a propiedad privada. Debe de

existir un equilibrio ecológico entre el respeto a los derechos constitucionales, a la

propiedad privada y la protección del ambiente. Un aspecto de suma importancia

que se debe regular es el hecho de que, Costa Rica ha contado con la particularidad

de ser el país con mayor diversidad biológica, eso nos ha llevado a ser

mundialmente reconocidos y admirados; sin embargo, la regulación constitucional

ambiental actual no hace mención alguna sobre este punto, deja de lado esta

caracterización. Actualmente existe una Ley de Biodiversidad como vimos

anteriormente, pero la misma aún no se ha hecho suficiente para la regulación de la

misma, será porque no ha sido el instrumento de trabajo con el que se debe contar

en todo momento o porque no se conoce específicamente el objetivo por la cual se

creo, pero lo que es cierto es que no se aplica como debería. Es necesario también

que se incluya el deber conjunto, del sector privado y del Estado, de contribuir con

el desarrollo sostenible, pero que ese deber sea efectivo porque se ha acostumbrado

a que queda simplemente en palabras y no en acciones. 8 Se debe de determinar

puntual y específicamente las obligaciones del Estado y de los particulares de


marcar el territorio de acción dentro del que se ha de fijar su derecho y

responsabilidad respecto del ambiente, esto por cuanto se debe de respetar el

derecho de propiedad privada, en todos sus sentidos, pero tampoco con esto quiero

decir que se anteponga la propiedad privada para dañar el ambiente, debe existir

una relación de no afectación, que es lo que se busca con el desarrollo sostenible.

La crisis del ambiente como la del desarrollo, se encuentran estrechamente ligadas,

por lo tanto ambas pueden resolverse mediante la búsqueda común de un desarrollo

sostenible que satisfaga las necesidades del presente, sin que vaya en detrimento de

la satisfacción de las necesidades de las ulteriores generaciones, esto sobre todo

para alcanzar una mejor calidad de vida102 . Y aquí deviene otra de las ausencias

importantes de nuestra Carta Magna y que hay que suplir, y es la falta de que exista

un derecho consagrado para las futuras generaciones como portadores de intereses

dignos de ser reconocidos, esto ha sido problemática de gran trascendencia, porque

la reglamentación existente únicamente contempla como sujeto de derecho a las

personas ya nacidas o a lo sumo trescientos días antes de nacimiento, pero ahí se

agota, no se contempla las generaciones venideras y que también tienen derechos.

Se debe de regular también de manera estricta el tratamiento de todo tipo de

desechos, materia que no se tutela en el actual artículo constitucional y que es

necesaria, ya que años atrás se trato de traer a depositar en la zona norte desechos

químicos como si nuestro país fuera un basurero químico, y como somos un país

subdesarrollado es muy propenso que por cualquier cantidad de dinero nuestros

políticos acepten más adelante el que nuestro país se convierta en un basurero de

los países primer mundista. Muy importante ha sido el deterioro producido por la
explotación minera y es este otro punto que se hace necesario de regular de manera

casi "militar", no es posible que por unos cuantos mínimos aportes económicos se

destruya fuertemente el ambiente y esta destrucción es imposible que algún día se

llegue a minimizar.

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