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Derrame de petróleo en la costa de Perú: "La culpa es de Repsol"

Tras el derrame petrolero atribuido a la erupción volcánica en Tonga, playas y fauna de Perú
quedaron gravemente afectadas. Expertos exigen que Repsol asuma responsabilidad y dicen que
el daño podría durar una década.

El vertido de 6.000 barriles de petróleo en la costa central de Perú se produjo el sábado


(15.1.2022), pero la catástrofe ambiental se sigue extendiendo. El derrame ocurrió durante una
operación de descarga de la refinería La Pampilla, ubicada en Ventanilla, un distrito de la provincia
de El Callao, aledaña a Lima. Repsol, empresa operadora de la refinería, atribuyó el hecho al
“oleaje anómalo” producido tras la erupción del volcán subterráneo en Tonga.

El Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), adscrito al ministerio del Ambiente


peruano, informó que, hasta el momento, el área dañada es de un millón 739 mil metros
cuadrados y estimó que dicha cifra podría incrementarse con el transcurso de los días. Según el
ente, nueve playas y dos reservas naturales protegidas se han visto afectadas, la Reserva Nacional
del Sistema de Islas, Islotes e Islas Guaneras y la Zona Reservada de Ancón.

“Aunque se diga que se puede limpiar, el daño es inmenso. En primer lugar por su gravedad para
el ecosistema y, en segundo lugar, por la falta de respuesta inmediata de Repsol, que minimizó la
situación”, explica a DW Miguel Lévano, experto en industrias extractivas de Oxfam Perú y
coordinador del subgrupo sobre Derrames Petroleros de la Coordinadora de Derechos Humanos
(CNDH). En un principio, Repsol habría comunicado a OEFA que solo se había producido un
“derrame limitado” de 0,16 barriles del oro negro (unos 25 litros) en un espacio de apenas 2,5
metros cuadrados. Pero la primera ministra de Perú, Mirtha Vásquez, declaró que, según
información brindada por OEFA, Repsol no solo había dado información inexacta, sino que además
no contaba con un plan de contingencia para este tipo de emergencias.

Graves daños eran evitables

Según Ana Sabogal, experta en temas medioambientales de la Universidad Técnica de Berlín y


también profesora de la Universidad Católica de Perú, si se hubiese sabido desde un comienzo la
cantidad exacta de petróleo derramado, los daños hubiesen sido “sin duda” menores y el petróleo
no se hubiese extendido tanto.

“Es desastroso lo que ha ocurrido. Se debió avisar rápido sobre la magnitud. Se hubiese podido
evitar que muchas aves mueran”, lamenta Sabogal. Cinco días después de un derrame, agrega la
experta, el petróleo se empieza a mezclar en el mar y se termina hundiendo, afectando a la fauna,
no solamente a las aves en la superficie, sino también a peces. Producto de la contaminación, las
autoridades peruanas han hallado muertas a decenas de gaviotas, pingüinos y otras especies
marinas cubiertas de petróleo. Otras fueron rescatadas con vida.

Responsabilidades y contradicciones

La Fiscalía peruana ha abierto una investigación por el presunto delito de contaminación


ambiental contra los representantes legales y los funcionarios de la refinería. Además, advirtió que
las multas podrían alcanzar los 138 millones de soles, unos 34,5 millones de dólares.

Autoridades de diferentes sectores del país han coincidido en exigir que Repsol debe asumir su
responsabilidad ante el “peor desastre ecológico ocurrido en Lima en los últimos tiempo y resarcir
el daño de manera inmediata”, como lo calificó la Cancillería. El Gobierno de Pedro Castillo ha
dado un plazo de diez días a la empresa para limpiar las zonas afectadas por hidrocarburos.

La gerente de comunicaciones de Repsol, Tine Van den Wall Bake, negó que la transnacional tenga
responsabilidad en el ecocidio: “Nosotros no ocasionamos el desastre ecológico”, declaró a la
radio peruana RPP. Asimismo, aseguró que, tras la actividad volcánica ocurrida en Tonga, se
comunicaron con la Marina de Guerra de Perú para informarse sobre una alerta de tsunami en el
Pacífico. “Nos confirmaron que no y que podíamos proseguir con la carga", sostuvo la
representante de Repsol. Pero la Marina dice que sí alertó sobre los oleajes anómalos.

“Es ridículo afirmar que la responsabilidad la tendría la erupción del volcán o la Marina por no
alertar debidamente”, opina el experto Lévano. Una empresa de la magnitud de Repsol, agrega,
debe tener preparadas sus instalaciones y procedimientos ante cualquier situación de emergencia:
“Estas empresas manejan incluso información satelital para planificar sus operaciones y,
probablemente, pudieron haber tenido la misma o mayor información que la Marina”.

BIBLIOGRAFÍA

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