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Desindustrialización en Colombia y Enfermedad Holandesa

Desde los años 70 Colombia ha venido presentando un proceso de desindustrialización,


en la cual el valor agregado de la industria con respecto al PIB ha disminuido, como
también el empleo generado por este sector.
La desindustrialización es un proceso en donde la relación Valor agregado industrial/PIB
disminuye progresivamente, seguido de una reducción del empleo generado por este
sector.
Básicamente este proceso se da por dos vías:
1. De manera secular, presentado generalmente en países desarrollados, donde se
ha dado la transición desde una producción basada en la agricultura, pasando
por la manufactura liviana para llegar finalmente a servicios altamente
especializados e industrias con tecnología de punta, ocasionando una migración
de mano de obra hacia el sector terciario, con un fuerte fortalecimiento de
este.Es importante señalar que lo anterior es promovido por una excelente
situación económica del país y se genera normalmente cuando se alcanza un
elevado PIB per cápita. Es considerado un proceso natural, por lo cual tiende a
ser lento y ordenado, facilitando la expansión del sector de servicios. Un claro
ejemplo de esto último es Estados Unidos, cuya producción manufacturera paso
del 28% al 12% del PIB durante 1953-2012, simultáneamente la prestación de
servicios aumento del 48% al 69% durante el mismo periodo, reflejando un
incremento más que proporcional. El valor agregado industrial/PIB en los años
70 era un 24%. En la actualidad oscila en 12%, y se proyecta hacia 2020 una
relación entre 9.2%-12.2%.

2. Como resultado de la Enfermedad Holandesa (EH), la cual se explica como un


proceso en el que se elevan los precios y los volúmenes de exportación de los
‘commodities’ asociados a un determinado sector, produciendo una persistente
apreciación de la tasa de cambio real en detrimento de las exportaciones de otro
tipo de productos comercializables, debilitando los demás sectores con respecto
a aquellos que han sido objeto del mayor volumen de venta en el extranjero de
este tipo de bienes. Lo anterior es muy común en países emergentes cuyas
economías crecen principalmente por medio de las exportaciones de
‘commodities’. Esto último parece ser según varios analistas, lo que está
sucediendo en Colombia.
Sector minero-energético, ¿atenta contra el crecimiento industrial
nacional?
De acuerdo a reportes de ANIF (Asociación Nacional de Instituciones Financieras), mediante
pruebas econométricas se ha logrado comprobar que durante las últimas cuatro décadas existe
una relación de largo plazo entre la menor participación de la industria en la economía y los
periodos de auge en las exportaciones minero-energético.

Se encontró que por cada punto porcentual que aumente las exportaciones de la minería se
genera una reducción de 0.4 puntos porcentuales en el valor agregado de la industria con
respecto al PIB. De igual manera, se estableció que una apreciación de un punto porcentual en
la tasa de cambio real conlleva a la disminución de 0.12 puntos porcentuales en la relación Valor
agregado industrial/PIB.

En los últimos cinco años el sector minero-energético ha crecido a un ritmo de 11.8% anual,
superando notoriamente el crecimiento de la economía colombiana que está en un promedio
de 3.8%. De igual forma, las exportaciones de este sector presentan ritmos de crecimiento
cercanos al 24% anual y durante el periodo 2005-2011 recibió un 65% de la inversión extranjera
directa (IED), reflejando el favoritismo de los inversionistas sobre este segmento, lo cual
manifiesta la usencia de proyectos enfocados al desarrollo de industrias con tecnología de punta.

Estos datos muestran un proceso de desindustrialización en Colombia fomentada por el


síndrome de la Enfermedad Holandesa, que está sustentada principalmente por el fuerte
crecimiento del sector minero-energético, lo que puede significar un riesgo para la estabilidad
económica del país, pues no se debe llegar a la condición de mono productor y mono exportador,
más aún cuando las reservas de petróleo no superan los 7 años.

Finalmente, es necesario que se adopten medidas para contrarrestar lo que está sucediendo,
especialmente en el desarrollo de políticas que fomenten el avance en infraestructura y la
reorganización industrial, de tal manera que se logre obtener ventajas competitivas sustentadas
en sectores con alto potencial de crecimiento y con una dotación de bienes públicos adecuados
para tal fin.

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