Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
3.5 Green But For A Season
3.5 Green But For A Season
Historia
corta #1
~2~
TRADUCCIONES
INDEPENDIENTES
Disfruten de su lectura.
Saludos.
~3~
CRÉDITOS
TRADUCTORES
Clara Linares
Ella R.
CORRECTOR
Reshi
~4~
CRÉDITOS
DISEÑO
Dany Z.
RECOPILACIÓN Y REVISIÓN
Reshi
~5~
Verde, pero por una temporada*, es una relato corto de Príncipe
Cautivo que tiene lugar durante los eventos de Prince’s Gambit.
Contiene spoilers de la serie Príncipe Cautivo.
~6~
VERDE, PERO POR UNA
TEMPORADA
S
ignificó mucho para Jord, convertirse en Capitán, una pequeña parte
de brillo que Jord guardó para sí. Jord era un buen luchador, era leal
a su Príncipe, pero eso no había sumado para conseguir la capitanía.
Los Capitanes eran hijos de aristócratas, incluso si la Guardia del Príncipe
era un poco diferente, elaborada a partir de los desechos.
Luego tuvieron que hacer un día de viaje en la mitad de tiempo. Jord gritó a
los hombres para levantar el campamento, les gritó para montarlo de
nuevo, arrastrando a Lorens en un caballo él mismo, y ordenando a Orlant
lanzar una pila de agua sobre Andry, que había estado durmiendo todo el
rato. La tropa finalmente empezó a moverse y tuvo que recurrir a la Guardia
~7~
del Príncipe, una y otra vez, para detener a los rezagados y mantener al
resto de los mercenarios en formación.
Orlant sonrío.
~8~
Allí fuera podía escuchar el susurro de las hojas, más alto que los sonidos
del campamento, donde fuegos y centinelas con antorchas eran brillantes
puntos contra las formas más sombrías de la lona de las tiendas. La
tranquilidad en las filas era engañosa, ya que los mercenarios del Regente
iban a pasar las próximas semanas buscando cualquier excusa para causar
problemas.
—Capitán—dijo Aimeric.
~9~
—Soldado—. Demasiado consciente de su nuevo título, imitando el acento
aristocrático de Aimeric.
—Gracias, soldado.
Una mirada familiar cruzó los delicados rasgos de la cara de Aimeric, pero él
no bajó su mirada. A los diecinueve, Aimeric era exactamente el tipo de
noble que normalmente ingresaba en la Guardia, un cuarto hijo, destinado a
ser oficial.
—Hacerlo bien aquí es fácil. No tienes que abrillantar mis botones. Tan sólo
trabaja duro.
~ 10 ~
—Sí, capitán—. Se ruborizó. Se dio la vuelta.
—Y soldado…
—Lo que le pasó a Govart esta mañana no fue tu culpa. El Príncipe tomó su
propia decisión.
Por dos años, el símbolo de la Corona del Príncipe no voló. Fue sustituido
por los estandartes rojos de la Regencia, hasta que fue duro recordar que
hubo un tiempo en el que los ordenados rangos de los hombres del palacio
habían vestido estrellas en sus pechos.
~ 12 ~
—Todo aquel a quién mi hermano recomendó para servir en el palacio se
fue para servir a mi tío. ¿Por qué tú no?
Jord dijo:
—Si mi hermano se fijó en ti, eres el mejor—. Sus ojos azules eran
firmes—. Te quiero para mi Guardia del Príncipe.
El Príncipe alzó la vista hacia él. Jord sintió cada partícula de suciedad en
su propio rostro, el desigual cosido de un desgarro en la manga, cada
hebilla en su armadura, incluso cuando se oyó a sí mismo decir:
—Sí.
~ 13 ~
Al llegar con el resto de hombres que el Príncipe había reunido, vio su
orgullo por la petición del Príncipe como lo que era: insensatez. Eran una
colección de restos, como los que les tiras a un perro. Resopló cuando los
otros tuvieron que arrastrar a Huet fuera de la cama y mojar a Rochert
con una cubeta para desembriagarlo. Se acordó de Orlant, un gran
hombre que había sido expulsado de la milicia de la capital dos años
antes.
Después él vio lo que Huet podía hacer con un arco, y como Rochert podía
manejar un cuchillo. Rochert se mantuvo sobrio, Orlant se sentó junto a él
durante los temblores, y más tarde, Jord se encontró en los barracones
compartiendo un estofado en un plato de hojalata.
—No pensé que serías así de bueno, no con lo que pareces—le dijo Orlan—.
Sin ofender.
—Lucha conmigo.
~ 14 ~
—He estado practicando.
Eso fue hace cinco años. Él nunca esperó que el Príncipe, ahora con veinte
años, lo mirase a los ojos y le dijese:
—Eres mi Capitán.
El apretón del Príncipe en su brazo era firme, su mirada ahora nivelada con
la de Jord.
Era lo más cercano que Jord se había sentido hacia el que una vez había sido
un niño y ahora era un joven hombre. Excepto por aquellas veces en las que
el Príncipe le había hecho morder el polvo de la arena de entrenamiento, en
las que después le había ofrecido la mano para levantarlo.
—Nada—dijo Jord.
~ 15 ~
Trabaja duro. A regañadientes, lo admiraba. Aimeric trabajaba, terminando
su día a mitad del colapso, pasando la noche limpiando su armadura y los
suministros, y era el primero en estar preparado para afrontar los
entrenamientos por la mañana. No rehuía nada, no se quejaba y cumplía las
órdenes de hombres por debajo de él en estrato de nacimiento, los cuales
eran todos en la compañía.
—Déjalo.
El Príncipe quería a Aimeric allí, así que allí estaba Aimeric. Cualesquiera
que fuesen las disparatadas ideas que el Príncipe tuviese, tenías que
aceptarlas.
Aimeric había hecho su camino hasta donde Jord estaba sentado, junto al
fuego, dos noches luego de haber ido a felicitarlo por su nuevo puesto.
~ 16 ~
—He terminado con los caballos, podría continuar con cualquier tarea que
se necesitase hacer, solo si…
El resto de las veces, parecía como si se fuese a caer si una pluma se posara
sobre él, si lograba siquiera mantenerse de pie en primer lugar.
~ 17 ~
—Mejor que te acuestes con él antes que se esguince algo —dijo Orlant.
Jord bufó y lo empujó para pasar. Esta clase de peleas con la Guardia del
Regente habían comenzado casi inmediatamente. Había peleas por el
equipamiento. Había peleas por el territorio. Había peleas si la Guardia del
Príncipe respiraba y a la Guardia del Regente no le gustaba.
~ 18 ~
El sonido del metal cortó a través del patio. Jord apenas tuvo tiempo para
darse vuelta, desenvainar y defenderse en un rápido y desesperado frenesí
cuando Chauvin lo atacó.
Era rápido, pero Jord había vivido de su espada su vida entera. Era bueno.
Era mejor que Chauvin, y después del primer choque de espadas, lo envió
tambaleando hacia atrás, desarmado y casi cayéndose sobre la tierra del
campo de entrenamiento.
Y ahí fue cuando las sonrisas en las caras de los espectadores comenzaron a
caer, un horrible silencio se abrió ante ellos. Chauvin estaba mirando a
Orlant, con el rostro colorado y humillado.
~ 19 ~
Se despertó con una solitaria figura plantada ante las barras de la celda, un
niño que había ido hasta allí por su cuenta y ahora buscaba el rostro de
Jord, mientras éste se empujaba hacia arriba torpemente.
—¿Desenvainaste tú primero?
Jord lo observó. Con quince años, el Príncipe solo había crecido tres cuartos,
y aún no había pistas de una barba. Sus palabras eran serias.
~ 20 ~
—No soy estúpido. Ellos usarán esto para derribar la Guardia del Príncipe.
~ 21 ~
—Eso suena más como él —dijo Jord.
~ 22 ~
Le gustaba la barbilla tenaz de Aimeric. Le gustaban sus intentos de rizos
que quedaban pésimamente dentro de un casco. Le gustaba la forma en que,
cuando echaba un vistazo, Aimeric le devolvía la mirada. Era un agradable
ensueño, incluso si su imaginación se quedaba en blanco en cuanto a las
especificaciones, el ver que Aimeric era un aristócrata.
Su experiencia con los aristócratas estaba reducida a las órdenes que ellos
le darían, como Preste atención, soldado, o, Ponga esas alforjas allí. No sabía
por qué un aristócrata pondría el ojo sobre un capitán de la guardia de clase
baja, aunque fuese brevemente. Aimeric provenía de tan alta alcurnia que
habría pagado a su propia mascota en Fortaine, una especie de joven
mimado que jugase con él durante el día y calentase su cama durante la
noche.
~ 23 ~
tosió debido a la calidad de la bebida, no su potencia. Aimeric se restregó la
boca e intentó pasar el frasco.
Jord observó los hombros cansados de Aimeric, las bolsas debajo de sus
ojos y sus rizos, aplastados y ahora convertidos en sudorosas lamidas por el
casco. Los dedos de Aimeric se habían apretado en torno al frasco, y si en
algún momento había tenido las suaves y cuidadas manos de un aristócrata,
ahora estaban repletas de callos debido a semanas de entrenamiento, con
tierra de un arduo día de trabajo debajo de sus uñas astilladas.
~ 24 ~
—Porque si el Regente y el Príncipe están enemistados, te aliarás con el
hombre que ganará, luego aseguras tus apuestas enviando a tu hijo
desechable a luchar contra el otro.
Aimeric se sonrojó. Era la primera cosa que le decía a Jord que no era
deferente, o un cumplido. —Lo siento. Eso no fue…
—No eres desechable —dijo Jord. —. Trabajas más duro que cualquier otro
hombre aquí. El Príncipe te quiere dentro de su tropa.
~ 25 ~
—¿Por qué? ¿A ti te importa? —le dijo Aimeric.
~ 26 ~
Si Aimeric fuese un mozo de cuadra, Jord lo hubiese tumbado, pero el rango
de Aimeric estaba más cerca al rey que el de Jord. Aimeric poseía poder e
influencia, muy por encima del puesto de Jord. Los aristócratas no se
entretenían con capitanes de la guardia de baja cuna, y si lo hacían, era
debido a un capricho impredecible. Rechazar a un aristócrata… ya era
bastante malo. Llevarlo a la cama, era aún peor. El Consejero Guion que no
dejaba que Jord se sentara en su mesa, menos dejaría que se acostara con su
hijo.
—Sabes que pienso bien de ti —dijo Jord. Sintió que sus mejillas se
calentaban.
Jord miro al Príncipe. Era verdad que era un rigorista. Había sido un día de
implacables órdenes, sumado a la falta de simpatía del Príncipe por
aquellos quienes no podían igualar el ritmo que él había marcado.
Jord se escuchó decir—: He luchado bajo sus órdenes desde que tiene
quince años.
~ 27 ~
—Así que tú tampoco tuviste elección.
Como regla, Jord se guardó para él lo que pensaba de sus superiores. Sabía
que para Aimeric la Guardia del Príncipe era una degradación, que Aimeric
estaba solo, que no tenía a nadie de su propio rango con quien mezclarse. El
hijo de un consejero fácilmente se podría haber convertido en la compañía
del Príncipe en su infancia. Pero este Príncipe era un hijo de perra sin
amigos. Despreciado por el Príncipe, Aimeric fue relegado a la compañía de
soldados de clase baja. Probablemente había buscado a su Capitán porque
Jord era la cosa más cerca de un hombre de su propio rango en toda la
tropa.
~ 28 ~
Cabalgando ahora junto a los mercenarios del Regente no era nada
comparado con aquellas primeras semanas, cuando las restricciones
agobiantes habían expulsado a la Guardia del Príncipe de los salones de
entrenamiento y del patio, y los insultos y humillaciones se habían apilado
una sobre otra. No habían podido hacer nada, salvo soportarlo. Por el bien
de la Guardia, tenían que soportarlo. El Príncipe había arriesgado su
reputación por uno de ellos, ellos harían lo correcto por él.
Habían pasado tres semanas desde que Chauvin lo había atacado. Jord se
encontró plantado fuera de las barracas de la guardia, con seis hombres de
la Guardia del Príncipe, junto al Consejero Audin, Chauvin y un escuadrón
de hombres con antorchas.
El estómago de Jord dio un tumbo al ver que las habitaciones que estaban
rodeando pertenecían a Orlant. Porque esta vez, la triunfante declaración de
Chauvin era acerca de que uno de la Guardia del Príncipe estaba en la cama
con una mascota, una mujer.
Sería alguien de su propia clase, y sería arrojada junto con Orlant. Si tenía
suerte, sería azotado. Si realmente era la mascota de un noble, sería
ejecutado. De cualquier manera, la Guardia del Príncipe no sobreviviría.
Orlant estaba terminado, al igual que la Guardia; esa era la mirada que se
pavoneaba en los ojos de Chauvin.
~ 29 ~
Los soldados se posicionaron. Jord apenas tuvo tiempo para registrar el
ariete, la dura mirada de los soldados, el balanceo, antes que forzaran la
puerta.
—Esto no es para nada escandaloso —dijo Audin, con el leve ceño fruncido
de alguien a quien le hicieron perder el tiempo.
~ 30 ~
Se sentó en el estrado a la derecha de su tío, la figura de un niño con un
rostro que hacía parecer imposible que fuera otra cosa salvo inocente;
cabello como el sol, ojos como el cielo, su voz aún suave, como la tranquila
consideración de Chauvin, quien miraba instintivamente hacia su
benefactor.
—Consejero…
Una vez solos en el salón, Jord le entregó a Orlant la camisa de repuesto que
había agarrado de su habitación, sin decir una palabra.
—El Príncipe dijo que todos estarían llevando uno —dijo Huet, frunciendo
el ceño.
~ 31 ~
—Por lo menos estabas vistiendo algo —Orlant le dijo, encogiéndose de
hombros dentro de la camisa.
~ 32 ~
—Te dije que me ocuparía de ello —le dijo el Príncipe.
La tienda de mando del Príncipe era un rectángulo de lonas color crema con
un ondeante triángulo azul en la parte de arriba, la solapa de entrada estaba
atada, para permitirles a los hombres ir y venir durante el día con informes,
noticias, escoltando a los mensajeros o con suministros. Antes que Jord
entrara, vio el interior.
Había dos cabezas juntas sobre el mapa, una con cabellos oscuros, la otra
rubia.
—Su Alteza —dijo Jord, aclarando su garganta. Ambos miraron hacia arriba
simultáneamente.
~ 33 ~
Los dos rostros eran diferentes, pero tenían expresiones idénticas, curiosas
ante una mínima interrupción, cuando el príncipe dijo—: Capitán. Reporte.
~ 34 ~
Él conocía sus letras, entendía los mapas normales, pero esto estaba más
allá de él.
Estaban allí planeando algo que él no entendía, y Jord sintió como sí hubiese
entrevisto, por un instante, un mundo que era demasiado grande para él.
Jord miró hacia arriba. Aimeric no había perdido ninguno de sus modales
aristócratas, incluso dentro de simples ropas de soldado. El sol se había
puesto y los hombres habían ido a encender las antorchas a la entrada de la
tienda, al igual que los hombres habían estado entando y saliendo de ella
durante el día, llevando esto o aquello para la atención del Príncipe. La luz
enmarcó a Aimeric, era su turno para entrar.
~ 35 ~
Jord se sonrojó. Aimeric no estaba mirando al mapa, pero estaba claro a lo
que se refería.
Aimeric fue hacia el lugar donde el Príncipe había estado momentos atrás.
Jord supuso que era una reacción instintiva de Aimeric, una parte de su
educación, el que pudiera leer los signos heráldicos, las marcas
desconocidas y los símbolos utilizados para la posesión de territorios.
Jord se sintió como un impostor. Este no era su mundo, pero si una guerra
se estaba acercando, él quería estar del lado correcto y hacer todo lo que
pudiera. Se acercó al mapa.
Aimeric resultó ser bueno explicando cosas, y habló sobre lo básico del
mapa. Jord estaba cohibido al principio, al igual que Aimeric lo estaba un
poco, pero las líneas de tinta comenzaron a tener sentido, y era una buena
sensación, el saber que estaba entendiendo. Finalmente, el silencio cayó, y
ellos habían terminado.
~ 36 ~
El aire entre ellos cambió. La mirada de Aimeric cayó a su boca. El beso
sucedió con los ojos de Aimeric muy oscuros y la mano de Jord en su cuello.
Sintió la dulce e instantánea rendición de la boca de Aimeric; todo su cuerpo
se entregó al beso. Jord lo atrajo más cerca y lo besó de la misma forma que
había imaginado, larga y profundamente, y cuando se alejó. Las mejillas de
Aimeric estaban ruborizadas, y sus ojos oscuros y bien abiertos.
La mente de Jord comenzó a dar vueltas con tonterías, la clase de cosas que
no se habían ideado para decir.
Jord puso sus manos sobre Aimericy lo empujó hacia atrás, de forma que
quedaron enfrentados, mirándose el uno al otro. Aimeric, confundido y con
las mejillas ardiendo, dijo:
~ 37 ~
Aimeric lo estaba mirando. Jord se sintió tan fuera de lugar, plantado entre
las costosas sedas de la tienda de un Príncipe. Aimeric era un aristócrata,
pero había una forma en la que también era simplemente él, el joven a
quien Jord admiraba por su tenaz trabajo ético, quien estaba tan fuera de
lugar, en su propia manera, como cualquiera de ellos.
—Sí… si, está bien, si tú… sí. —Aimeric dio un paso hacia atrás, su
respiración algo agitada, vacilante. Miró hacia la oscura entrada de la
tienda, luego de vuelta a Jord. —Tú ve primero. Iré después. No te
preocupes. No dejaré que nadie me vea. Soy discreto. —Le sonrió.
Aimeric se movió cerca del mapa para esperar, mientras Jord daba los
primeros pasos hacia afuera, donde estaba oscuro pero iluminado con
brillantes antorchas, luces que él seguiría.
~ 38 ~
AGRADECIMIENTOS
Nuestro más sincero agradecimiento a Clara
Linares y Ella R que han traducido esta
maravillosa historia.
~ 39 ~
Deseamos que hayan disfrutado de su
lectura. Al igual que agradecemos que
esperaran por nuestra traducción,
sabemos que ha sido una espera larga
y por ello nos sentimos aún más
agradecidos. Los esperamos en las
próximas historias cortas de Captive
Prince.
~ 40 ~
Mantente informado sobre la traducción
de las siguientes historias:
~ 41 ~