Está en la página 1de 6

GRUPO: Ocampo Milagros, Leys Ingrid y Arrieta Daniela CURSO:

4° III

1. ¿QUÉ SUCESO QUIERES EXPLICAR?


En esta leyenda que hemos decidido crear y contarles, queremos hacerlo con la intención
de explicar el suceso sobre el Origen del Maíz.

2. ¿QUÉ PERSONAJE PROTAGONIZARÁ LA LEYENDA?


El personaje principal de nuestra historia es el héroe Atuq Wari.
Los personajes que encontraremos en la leyenda a la hora de leerla o contarla son:
● Rey Canek
● Rey Ruka
● Rey Yawar
● Princesa Itza
● Abuela Yachay
● Padre Ikal

3. ¿EN QUÉ LUGAR SE DESARROLLARÁ?


En general toda esta historia se realizará en un Inframundo (Llamado por los indígenas
como Xibalbá)
Las primeras acciones ocurren en la aldea (Afuera del Inframundo)

4. ¿CÓMO SE CONVIERTE EN HÉROE?


En nuestra leyenda el héroe ya está siendo Héroe desde el inicio de la narración, por lo
tanto en esta historia no hay ningún personaje en que se convierta en héroe.

5. ¿CUÁL SERÁ EL CONTENIDO MORAL?


Se podría decir que en nuestra leyenda hay dos contenidos moral:

Uno de los contenidos se podría hablar sobre la fuerza, coraje y valentía que tiene el
protagonista el de que a pesar del fallecimiento de su padre, sale a buscar su espíritu y
también se encarga de ocupar su puesto como jefe. Es decir, la fortaleza que tenemos o
llegamos a tener algunas personas para enfrentar situaciones difíciles, las deberíamos tener
todos.

Por último, el otro contenido moral que se podría decir es lo que sucede con la princesa
que fue cegada tanto por el amor que le tenía al Héroe Atuq Wari, que terminó
convirtiéndose en una persona muy egoísta. Con esto, nos quiere decir que por más amor o
cariño que le tengamos a las personas o a alguien en especial, no podemos dejarnos cegar
por ello mismo ni tampoco cambiar la personalidad de uno mismo por algo o alguien.
GRUPO: Ocampo Milagros, Leys Ingrid y Arrieta Daniela CURSO:
4° III

Atuq Wari desciende a los infiernos

“El futuro y el pasado están conectados por


el presente, lo que estaba antes vuelve para
estar después y los tiempos se repiten para
convertirse en anillos que adornan los
brazos de los dioses.” -- Yachay

El consejo está reunido junto al fuego, y en la tienda principal el joven Atuq Wari llora en
silencio junto al cuerpo de Ikal, cacique y padre de Atuq Wari, que yace frío y sin vida
mientras afuera se escucha el canto de las mujeres que preparan todo para iniciar el rito.
El pueblo canta sobre las batallas, sobre las cacerías, sobre los peligros. El pueblo canta
sobre las veces que el gran jefe se enfrentó a la muerte y salió invicto.
El rito funerario está por comenzar, Yachay va a buscar al nuevo jefe, pero en su lugar
encuentra a un niño que llora por su padre.Su corazón de anciana se conmueve y le regala
las palabras que le dio su madre cuando perdió a su padre.
“El futuro y el pasado están conectados por el presente, lo que estaba antes vuelve para
estar después y los tiempos se repiten para convertirse en anillos que adornan los brazos
de los dioses.”
La oscuridad de la noche cubre el valle como un manto adornado de estrellas. Las voces
de los niños se confunden en las bocas de los guerreros y los cánticos de las doncellas
bailan sobre los labios de los ancianos. El pueblo canta y sus voces son decenas; el pueblo
canta y sus voces son una.
A los pies de AtugWari la urna se unde en el pozo y en el suelo el fuego dibuja patrones
negros con las sombras del consejo.
Los cantos continúan, alguien pone en manos de Atuq Wari las armas de su padre, el
cazador de espaldas anchas, para que también las deje en el pazo. Las mujeres dejan sus
comidas, el olor a tierra se confunde con las especias y en la confusión alguien deja caer un
collar de cuentas y plumas en el pozo.
Atuq Wari escucha, las voces que cantan, los regalos que caen al pozo, los ruidos de la
noche y las palabras de su abuela. “Lo que estaba antes vuelve para estar después”. Sus
GRUPO: Ocampo Milagros, Leys Ingrid y Arrieta Daniela CURSO:
4° III

pies descalzos sobre la tierra, su corazón late de prisa en sus oídos, sabe la respuesta.
Quiere salir corriendo. Los dioses le han dado una misión.

Con el rostro pintado de sangre fresca, Atuq Wari desciende a las entrañas de la tierra
para rescatar a su padre de los infiernos. Los dioses lo observan en silencio, su furia
aguarda el cumplimiento del destino. En la brumosa tiniebla del inframundo, junto al río que
recorre el interior de la tierra, dos almas se reúnen y se miran atentas. Padre e hijo se
reúnen y en el suelo se proyecta la sombra solitaria de un niño.
Ikal está furioso, pero a su hijo ya no le quedan lágrimas. “Si mis días se han acabado por
obra de los dioses ¿por que has querido acortar los tuyos? ¿Odias, acaso, a mi pueblo por
el que he derramado toda mi sangre? ¿Te enloqueció algún dios maligno? o ¿el egoísmo te
ha cegado el juicio para convertirte en un cobarde?”. “El futuro es el pasado de tus hijos y
los míos ¿Por qué desafiar al destino? Echaste sobre ti una maldición al descender a este
reino sin haber sido invitado. Los dioses te castigarán por abandonar a tu pueblo”.
La maldición resuena como un eco cuando Atuq Wari se ha quedado completamente solo.
Los dioses que lo observan saben que ha llegado la hora de llamarlo.

En el tribunal de los infiernos, los dioses que juzgan a los muertos reciben a Atuq Wari.
“Maldito eres por buscar aquello que te quito el destino” lo recibió Ruka, el principal de los
infiernos.
“Maldito eres por afrentar la sangre de tus padres” lo confrontó Yawar, dios de la sangre y
los antepasados.
“Maldito eres por retrasar el paso de los tiempos” se lamentó Canek, la gran serpiente
negra.
“Saludos dioses que custodian las almas, disculpen la ofensa que les representa este
cuerpo de carnes vivas. He llegado a su reino para presentarles una solicitud en nombre de
mi pueblo.”
“¿Cual es la solicitud que osas demandar a tres tiranos?” silbo astuta Canek.
“Para salvar a mi gente es preciso que me devuelvan uno que era nuestro y ahora es uno
de los suyos, el jefe de mi tribu, el cazador de espaldas anchas, Ikal.”
El silencio cayó sobre el tribunal infernal y se extendió por toda la extensión del reino
subterráneo. Solo se oía la débil respiración del joven Atuq Wari de pie frente a los dioses
que consultaban a su clarividencia divina.
“Tu pedido nos afrenta, cosa difícil nos pides, pero cómo juzgar a los vivos una vez que
mueren nos exige ser imparciales, pondremos a prueba tu valía a través de tu destreza.”
GRUPO: Ocampo Milagros, Leys Ingrid y Arrieta Daniela CURSO:
4° III

Finalmente habló Ruka, soberano bajo la tierra. “Cien tareas debes cumplir si quieres
recuperar un alma, pero recuerda: si pierdes la tuya ni por mil trabajos podremos devolverla.
Así lo dispuso el destino.”
Advertido el joven jefe, Yawar permitió que Atuq Wari eligiera entre los obsequios con que
su pueblo despidió a su padre las herramientas para enfrentar sus tareas.
Así llevó Atuq Wari consigo el arco y las flechas para cazar de su padre, un puñado de
frijoles y aquel collar que por accidente cayó al pozo. Estos le acompañaron a través de sus
tareas, entre luna y luna, mientras superaba uno a uno cada desafío que los dioses le
imponían.
Así vagó por los infiernos el alma del difunto jefe Ikal sin poder hallar descanso hasta que
se alcanzara una sentencia sobre su caso.
Así observaron los dioses con paciencia las hazañas del joven cacique, mientras
transitaban los tiempos hasta el cumplimiento del destino.

Mantuvo consigo aquellos obsequios sagrados Atuq Wari hasta alcanzar las tres últimas
pruebas. Aquellas que decidirán el destino del alma de su padre y de la suya propia.
Con el tiempo la sangre, que una vez fue fresca, se secó sobre su rostro, y por los
esfuerzos su piel terminó volviéndose colorada como la arcilla.
Sin notarlo, Atuq Wari, había cambiado. Con cada misión se había vuelto más fuerte, más
sabio, más resuelto. El carcaj, que antes le colgaba enorme, con el pasar de las lunas
encajaba perfectamente en su espalda ensanchada por la robustez de la juventud.
Es así como Atuq Wari, con su puntería perfecta, disparó a la cabeza del temido jaguar de
Itzecocha y su flechazo mató a la bestia al atravesarle un ojo.
Es así como Atuq Wari, con su ingenio, capturó tres almas que habían huido del juicio de
los dioses subterráneos, utilizando el puñado de frijoles como cebo.
Es así como Atuq Wari, con su fiereza, atrajo los amores de la princesa Itza, doncella de
los ojos como las aguas, hija de la serpiente negra, jefe del inframundo, dios de los tiempos.
El destino, que entrecruza el amor en la vida de los héroes, quiso que los dioses
impusieran un último desafío para que el dulce corazón de la diosa Itza se cruce con el
endurecido corazón de Atuq Wari.

En su última tarea, Atuq Wari debe devolver a Canek un anillo que hace cien años regaló
a su hija. Atuq Wari, está desconsolado, el destino de su alma depende del favor de una
diosa. Resignado a cumplir los deseos caprichosos de una retorcida tirana, Atuq Wari
desciende hacia el río subterráneo que recorre el corazón de la Tierra, y al llegar allí se
detiene al contemplar a orillas del río, en el mismo lugar donde una vez se enfrentó al alma
de su padre, a una joven de pies descalzos y cabellos negros como la noche. Su voz es el
GRUPO: Ocampo Milagros, Leys Ingrid y Arrieta Daniela CURSO:
4° III

murmullo de una cascada, y, de espaldas a él, parece cantar a media voz una canción
mientras se trenza el pelo.
Atuq Wari se acerca con sigilo, y solo cuando sus ojos de ella, que tienen el color de las
aguas, se cruzan con los suyos se convence de que está frente a una poderosa diosa y no
frente a una bella muchacha.
“Vengo en nombre del Tribunal de los Infiernos.” Le informó el joven cazador. “ Vengo a
buscar vuestro favor divina diosa. Concédele la libertad a un hombre cautivo.”
Puesta en pie le respondió la bella diosa. “Vienes a pedir libertad a una rea, pero como no
lo sabes pasaré por alto tu crueldad. Sé quién eres Atuq Wari, te has ganado mi favor hace
varias lunas atrás. Dime lo que desean de mí los dioses y en nombre de mi amor lo haré
por ti.”
“Dulce son tus palabras, piadosa Itza, reconfortan este cansado corazón que mi pecho
lleva. La última misión que cumpliré para los amos de los muertos es presentar ante sus
ojos un anillo para ti preciado que te ha sido regalado por el dios serpiente hace
exactamente cien años. Si tu espíritu generoso te mueve a tener misericordia de mi alma y
de mi pueblo, me permitirás entregar la joya frente a su tribunal por tu propia voluntad.”
“Cacique, tu ruego aqueja mi corazón, pareces no creer en mi cariño. Aunque me
gustaría retenerte en éste, mi reino, sé que tu corazón pertenece entero a tu pueblo y eso
no puede cambiarse. Por eso te daré el anillo a cambio de un pequeño precio. Un pequeño
capricho, un consuelo mísero para un corazón enamorado.”
“Los deseos de una diosa, serán para mí ordenes. Su deseo no es una pequeñez si
involucra su corazón. Me sentiré honrado de aceptar su pedido y a cambio de esa sortija le
daré este collar que perteneció a mi pueblo.” Dijo Atuq Wari extendiéndole el collar que
antes le colgaba del cuello.Ruborizada, la diosa nívea, le hizo conocer su deseo.
“Deseo que compartas conmigo solo un pequeño banquete, unas pocas horas de toda la
eternidad, eso será suficiente para acallar el dolor de dejarte partir cuando podría
detenerte.”
Dichas estas palabras la diosa Itza volvió a sentarse a orillas del río y, cuando Atuq Wari
se sentó junto a ella, sonrió. Atuq Wari admiró su belleza en silencio, disfrutando de su
compañía, pero, al cabo de un rato, notó la ausencia de alimentos en aquel extraño
banquete. Movido por la curiosidad preguntó a la divinidad sobre el asunto. En el fondo su
corazón añoraba los placeres simples de los vivos, desde que Atuq Wari había descendido
a través de la entrada de una cueva al Reino de los Muertos no había podido dormir, probar
bocado o saciar su sed. Itza, conocedora de los deseos de los corazones humanos, le
ofreció aquello que el cansado guerrero más quería.
La doncella lloró, unas pocas y delicadas lágrimas, y luego, con una sonrisa
resplandeciente, Itza le extendió su mano y, al abrir sus dedos, reveló ante los maravillados
ojos de Atuq Wari cinco granos de oro.
Aruq Wari los devoró de un bocado y cuando cayó la noche en el Mundo de los Vivos, la
diosa de las aguas subterráneas le entregó su anillo.
Había comprado su libertad, pero había caído preso.
Los dioses, que conocían su destino, le devolvieron el alma de aquél que había sido su
padre pero ahora, pasados los años, ya no lo reconocía.
GRUPO: Ocampo Milagros, Leys Ingrid y Arrieta Daniela CURSO:
4° III

Consternado por la imagen de un alma dañada por vagar eternamente, Atuq Wari
abandona los tribunales divinos, recorre los infiernos, atraviesa el río y se dirige hacia la
entrada de la cueva para regresar con los vivos.
La diosa Itza al enterarse de su arrebato, trata de
detenerlo, lo llama a gritos, le suplica hasta que sus dulce
voz se convierte en huracán pero nada conmueve al
cacique. La diosa le advierte en la entrada de la cueva que
lo que pertenece al Inframundo no puede escapar de él.
Pero es tarde, el joven ya vio las estrellas que hace años
no veía.
El cielo es como un manto de lanas negras y estrellas de
plata. Atuq Wari da un paso, da dos pasos, da tres y sale
de la cueva. Sus pies descalzos tocan la hierba y un dolor
inmenso le quema las entrañas, el fuego le recorre todo el
cuerpo, el dolor lo invade de pies a cabeza y lo inmoviliza.
Su cuerpo arde, su cuerpo cambia. Nada sale del
Inframundo sin morir o cambiar.
Itza está desesperada, sus gritos y llantos alertan a la
aldea y a los dioses que, en el límite de ambos mundos,
ven a la diosa pisar la superficie para cubrir con sus aguas las semillas doradas que yacen
sobre la tierra donde hace unos momentos se retorcia el valiente Atuq Wari.

Está es la historia de Itza, doncella de las aguas, y Atuq Wari,


aquél que se convirtió en maíz. Así nacieron las mazorcas y
los hombres se acostumbraron a cultivarlas allí donde
pasara un río.

FIN

También podría gustarte