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CORRIENTE LIBERTADORA DEL SUR

José de San Martín, el Libertador de América vino al mundo un 25 de febrero de 1778


en Yapeyu, Argentina. Después de realizar estudios elementales en Málaga, se
incorporó en 1789 como cadete al Regimiento de Murcia España donde sirvió por 21
años.
Fue ascendido al grado de teniente coronel y condecorado con una medalla de oro por
su actuación en la famosa batalla de Bailén, donde venció a las legiones invasoras del
emperador Napoleón I.

Al vincularse San Martín con otros jóvenes americanos que residían en la Península,
que forjaban planes de independencia política para las respectivas regiones. Por lo
que, en 1811 pide su retiro del ejército real, deja España y se traslada a Londres,
donde esperaba concretar su propósito de pasar a América.
En una reunión de americanos en Cádiz, conocedor de los primeros movimientos
acaecidos en Caracas, decide prestar sus servicios en la lucha.

Muchos años antes, en 1819, San Martín había tenido como objetivo primitivo la su
emancipación del gobierno tiránico de la Península, decidiendo venir país nativo.
San Martín y otros rioplatenses desembarcaron el 9 de marzo de 1812 en Buenos
Aires, la ciudad capital del antiguo Virreinato del Río de la Plata.

A poco de su llegada, el gobierno triunviro le confió la organización de un escuadrón


de caballería, que en pocos meses se constituiría en la base del Regimiento de
Granaderos a Caballo, de inmortal memoria en las luchas por la emancipación
americana.

DESARROLLO DE LA CORRIENTE LIBERTADORA DEL SUR


Se entiende por Corriente Libertador del Sur al proceso de independencia de
Argentina, Chile y el Perú. Fue Argentina el primer país en proclamar su
independencia y ejecutó planes para liberar a Chile y Perú del gobierno español para
asegurar la independencia de su país.
Con tal fin, el Generalísimo Don José de San Martín inició la organización del ejército
libertador con la creación del regimiento Granaderos a Caballo y el Ejército de los
Andes en Mendoza. La ruta ya estaba trazada: primero había que cruzar los Andes,
liberar Chile y continuar al Perú por vía marítima, aprovechando la presencia militar
española en el mar.

CREACIÓN DE GRANADEROS A CABALLO


El 9 de marzo n marzo de 1812 al arribar a Buenos Aires, no hubo en la ciudad que no
mirase con recelo a José de San Martín. Era un perfecto desconocido de 34 años, con
un fuerte acento español y sin un peso en el bolsillo. Para colmo llevaba un sable
corvo y un mameluco, de confección oriental, difundido por los ingleses y muy
parecido a los usaban los corsarios. “Seguro es un espía británico”, murmuraban.

Las tropas revolucionarias argentinas tenían una pobre formación militar, estaban mal
equipadas y carecían de experiencia. Además, Buenos Aires necesitaba una fuerza
rápida y eficaz que pudiera hacer frente a los desembarcos fugaces de las tropas
realistas en el litoral del Paraná. Y nada mejor que la caballería para cumplir ese
propósito. La llegada de San Martín fue recibida con gran satisfacción. El futuro
Libertador había combatido en España contra el ejército francés, donde varias de sus
unidades estaban conformadas por granaderos a caballo.
El Primer Triunvirato nombró comandante del Escuadrón de Granaderos, Formándose
el primer escuadrón el 16 de marzo de 1812. El mismo José de San Martín eligió uno
por uno a sus integrantes, este escuadrón estuvo compuesto por voluntarios
rigurosamente seleccionados, cumpliendo parámetros de conducta y personalidad
muy elevados. Las tácticas de combate se las enseñarían él y sus oficiales durante el
duro entrenamiento a que fueron sometidos en el cuartel del Retiro.
Posteriormente se formaron tres escuadrones más, el último fue a fines del año 1813.
Integraron el núcleo inicial, que fue dividido en dos compañías, Carlos de Alvear,
Francisco Luzuriaga, Manuel Hidalgo, José Zapiola, Justo Bermúdez, Hipólito
Bouchard, Pedro Vergara, Agenor Murillo, Francisco Vera y Mariano Necochea.
El 7 de abril a las once y media de la noche, empezaron a entrar las tropas de la
guarnición a la plaza de la Victoria y tomar posiciones frente a la casa del Cabildo, con
el objeto de apoyar la actitud del pueblo que había sido convocado para deliberar
sobre sus destinos.
Estaban San Martín y Alvear a la cabeza del regimiento de Granaderos a caballo con
sus sables envainados y siguiéndole el coronel Ortiz Ocampo con el regimiento y el
comandante Finto con la artillería. Su actitud fue pasiva. Al rayar el día 8 de octubre
empezó a congregarse el pueblo al llamado de la campana municipal. Pocos
momentos después, más de trescientas personas, entre las cuales se notaban a los
principales miembros de las órdenes religiosas, ocuparon las galerías de la Casa
Consistorial, y elevaron al Cabildo una petición revestida con más de 300 firmas de
notables, solicitando «bajo la protección de las legiones armadas, la suspensión de la
Asamblea, y la cesación de los miembros del Triunvirato, para que, reasumiendo el
Cabildo la autoridad que el pueblo le había conferido. Es así como en ella se formuló
prácticamente el principio de la soberanía del pueblo en la exigencia de la
convocatoria de un Congreso general; se rompió con todas las tradiciones del viejo
derecho municipal que daba la supremacía a la capital, estableciendo así la perfecta
igualdad de representación y derechos, y se dio el primer paso atrevido en el sentido
de preparar la independencia y de formular la Constitución de las Provincias Unidas.
Esta fue la primera vez que se vio a San Martín tomar parte directa en un movimiento
revolucionario, y sólo por accidente otra vez más tomó parte indirecta en la caída de
un gobierno. Encaminada la revolución y establecida la disciplina de la logia creada
por él, se alejó para siempre de los partidos militantes en la política doméstica,
consagrándose exclusivamente a la realización de sus planes militares contra el
enemigo común.
Así, en el espacio de los siete meses transcurridos después de la llegada de San
Martín a Buenos Aires todo había cambiado. El gobierno consolidado, la política
definida, el espíritu público levantado, y
la revolución desplegando la bandera de la independencia que tomaba atrevidamente
la ofensiva con dos ejércitos poderosos; tal era el cuadro general de la situación antes
de terminar el año.

LA BATALLA DE SAN LORENZO


Transcurrido el tiempo el 3 de febrero de 1813 los granaderos tuvieron su bautismo de
fuego en la localidad santafesina de San Lorenzo, cerca del convento de San Carlos.
San Martín había sido advertido de un probable desembarco realista en la zona y,
luego de llegar, ocultó la tropa detrás del edificio.

El terreno que separaba al monasterio del río era una planicie perfecta para una carga
de caballería. Una vez producido el desembarco, los granaderos, divididos en dos
columnas, se precipitaron sobre el enemigo provocando la inmediata huida de las
tropas realistas. Las naves se alejaron rápidamente, lo que permitió recoger 2
cañones, 40 fusiles, cuatro bayonetas y una bandera. La acción duró apenas 15
minutos, pero tuvo importantes consecuencias: no hubo nuevas incursiones realistas
en el Litoral y sus barcos quedaron inactivos desde entonces.
El código de honor que todo Granadero debe cumplir
Los granaderos tienen un código de honor que fue redactado por el propio San Martín,
donde se establece una serie de reglas de conducta que deben cumplirse para
merecer formar parte de ese cuerpo militar. Entre ellas, se dictaminó la prohibición de
“poner la mano a cualquier mujer, aunque haya sido insultado por ella”. Además,
condena la traición, la calumnia, las adicciones como el juego y la bebida, y las
actitudes de no socorrer a los compañeros que se hallen en peligro en acción de
guerra.

EN BUENOS AIRES, EN SAN LORENZO, EN EL NORTE


El 3 de febrero de 1813, San Martín, al frente de 120 granaderos, obtuvo su primera
victoria en tierra americana al derrotar en San Lorenzo, cerca de la ciudad santafesina
de Rosario, a 250 infantes desembarcados de una expedición fluvial corsaria
promovida por el gobierno de Montevideo, ciudad aún dominada por partidarios del rey
Borbón. El combate duró quince minutos y en su transcurso el jefe criollo estuvo a
punto de perder la vida al quedar aprisionado por su caballo herido.

El gobierno revolucionario en 1810 había creado “El Ejército del Norte” para afirmar su
autoridad y consolidar el movimiento independentista hasta las fronteras con el
Virreinato del Perú. Al mando del benemérito general Manuel Belgrano, vencedor en
las batallas de Tucumán y Salta, penetró en 1813 en el Alto Perú (actual Bolivia),
donde sufrió los reveses de Vilcapugio y Ayohuma; mientras las fuerzas militares
derrotadas retrocedían hasta Salta para reorganizarse, el gobierno de Buenos Aires
decidió socorrerlas con el envío de refuerzos al mando del coronel San Martín quien
asumió el mando del Ejército del Norte el 29 de enero de 1814, tras disponerse el
relevo del general Belgrano.

El coronel San Martín estableció sus cuarteles en Tucumán en donde se dedicó a


reorganizar y disciplinar al ejército que se le había confiado, para lo que se valió de
sus amplios conocimientos militares. Se hallaba dedicado a tan importante tarea
cuando un grave deterioro de su salud lo obligó a pedir licencia, que le fue concedida.
Pasó entonces a Córdoba, donde el descanso y los cuidados médicos contribuyeron a
mejorar su estado.

GOBERNADOR DE CUYO

Mientras se hallaba en el Norte, San Martín llegó al convencimiento de que por ese
solo camino no se lograría derrotar a las fuerzas del virrey del Perú que ocupaban el
Alto Perú, y que la independencia de Argentina estaba en eminente peligro de volver a
caer en manos de las fuerzas realistas.
Para San Martín era necesario abrir un segundo frente por el océano Pacífico y
avanzar sobre Lima para que las tropas virreinales se retirasen a fin de acudir en
defensa del territorio peruano amenazado
Mientras esto no sucediese, el Ejército del Norte y la defensa de la frontera con el Alto
Perú quedarían a cargo de Martín Miguel de Güemes y sus milicias gauchas.
A saber, el 10 de agosto de 1814 el director supremo Gervasio Antonio de Posadas
designó a San Martín como "gobernador intendente de la Provincia de Cuyo, con el
doble objeto de continuar los distinguidos servicios que tiene hechos a la Patria y el de
lograr la reparación de su quebrantada salud en aquel delicioso temperamento".
Cabe indicar que la gobernación intendencia de Cuyo había sido creada el 29 de
noviembre de 1813, con jurisdicción sobre las provincias de Mendoza, San Juan y San
Luis, separadas por esta decisión de la de Córdoba.
EL PLAN CONTINENTAL DE LIBERACIÓN

Llevaba San Martín dos meses en el gobierno de Cuyo en septiembre de 1814 cuando
sucumbió el régimen independentista de Chile a manos de las tropas represoras
enviadas por el virrey del Perú. Esto determinó que el Libertador San Martín
replantease su plan de acción militar, lo que lo llevó a optar entre dos alternativas: o
adoptar un plan defensivo en previsión de que las tropas del virrey del Perú atacasen a
Cuyo atravesando la cordillera de los Andes o formar un ejército para cruzar esas
montañas a fin de liberar Chile y, conseguido esto, hacer otro tanto con el Perú. Se
decidió por la segunda, o sea por una acción militar destinada a asegurar a los
pueblos hispanoamericanos su segregación de la monarquía borbónica y su condición
de estados soberanos.
El plan continental sanmartiniano fue aprobado por el gobierno de las Provincias
Unidas del Río de la Plata poco después de haber declarado estas su independencia
el 9 de julio de 1816.
CÓMO ERA SAN MARTÍN
El libertador Don José de San Martín repartía su tiempo en ejercer el gobierno civil de
Cuyo y en organizar el Ejército de los Andes, cuyo campo de instrucción estaba en el
Plumerillo, cercano a la ciudad de Mendoza. Se trasladaba de un lugar a otro
montando "un caballo negro, rabón, de trote largo". Su vestimenta tal como fue
descrito por Damián Hudson; era muy sencilla, pues usaba "pantalón de punto de
lana, azul, ajustado a la pierna, bota granadera, un largo sobre todo de paño del
mismo color en invierno, casaca larga de igual tela en el verano, con botones de metal
dorado, corbatín de seda o de cuero charolado, sombrero militar forrado en hule".
El libertador José de San Martín tenía una estatura era de 1,70 m aproximadamente,
una impresionante presencia castrense como tanto o más porque estaba siempre
erguido. Su rostro siempre se mostraba sereno, de tez morena, ya por coloración
natural de la piel, o por la huella que en él había dejado el servicio prestado a campo
abierto. De nariz aguileña y grande, sus prominentes ojos negros no permanecían
nunca quietos y eran dueños de una mirada vivísima. Poseía una inteligencia poco
común y sus conocimientos iban más allá de los propios de una estricta formación
profesional.
De maneras tranquilas y modales que revelaban esmerada educación, se dice que
según los momentos era dicharachero y familiar, severo y parco, optimista y
dispensador de ánimo para quienes lo habían perdido o vacilaban. Nadie pudo ni
podrá tacharlo de indiscreto, llegando en ocasiones a ser, por necesidad, casi críptico
o disimulador sin mentira. Era un hombre profundamente reservado y caluroso en sus
afectos, en cierta ocasión dijo Mitre que San Martín "era observador sagaz y
penetrante de los hombres, a los que hacía servir a sus designios según sus
aptitudes".

CRUCE DE LOS ANDES: CRÓNICA DE LA TRAVESÍA MÁS HEROICA


La creación del Ejército de los Andes se conformó con parte del Ejército del Norte, del
Litoral y con la incorporación de civiles, gauchos, mestizos, esclavos libertos,
indígenas y voluntarios de todas las clases sociales, predominando los sectores
populares. Todos recibieron adiestramiento militar en los cuarteles del Campo de
Plumerillo. La liberación de los esclavos varones entre 16 a 30 años para ser
incorporados al Ejército Libertador fue una acción revolucionaria. El 26 de enero de
1815 se estableció que “quedaban libres con la única obligación de servir en el ejército
hasta un año después de concluida la presente guerra”.
Como los pedidos al gobierno central no siempre tuvieron una respuesta satisfactoria,
fue necesario generar recursos propios. Para ello, San Martín modificó el régimen
tributario, mantuvo el cobro sistemático de multas, acudió a las contribuciones
voluntarias y a la reducción de los sueldos públicos. Además, el gobernador se apropió
de recursos destinados al gobierno central como “derecho extraordinario de guerra”.
Los preparativos de la expedición también significaron sacrificios y cambios en la vida
cotidiana de la ciudad. La sociedad mendocina realizó colectas de dinero donde
aportaron desde un arriero hasta un terrateniente; cedieron terrenos para la instrucción
militar, se donaron materiales de construcción y los carreros se ofrecieron para hacer
traslados. Fueron donadas astas de las reses, las niñas y mujeres cosieron ropas o se
dedicaron junto a los niños y ancianos a las tareas de correo y acopio de materiales. El
ejército se abasteció, más que nada, gracias al compromiso y entrega del pueblo
cuyano que colaboró con convicción y donó hasta lo que no tenía para la campaña
libertadora.

EL CRUCE DE LOS ANDES


Hace más de 200 años San Martín emprendió la expedición desde Mendoza hasta
Chile en 18 días. El 5 de enero se realizaron las ceremonias de partida de las tropas.
Eligieron a la Virgen del Carmen de Cuyo como Patrona y se enarboló la bandera del
Ejército de los Andes con el diseño de una franja azul y otra blanca. El 9 de enero
comenzó el avance y entre el 12 y el 19 se inició el cruce las distintas columnas. La
marcha entre O'Higgins y San Martín llevaba siete días de diferencia, sin embargo,
mediante chasquis, los libertadores mantenían conversaciones a diario.
El plan de San Martín y sus colaboradores contemplaba dividir el ejército en seis
columnas a lo largo de más de mil kilómetros de ancho entre La Rioja y el sur de
Mendoza. Las columnas ingresarían por seis diferentes pasos y debían llegar de
manera sincronizada a un punto en común, donde organizarían la ofensiva para tomar
la ciudad de Santiago de Chile.
En este caso ha sido una expedición ecuestre por Los Andes, en ningún momento
rutinaria, todo lo contrario. También El Cruce de Los Andes se conoce como Ruta a la
Libertad que trasmiten estos parajes y que en verdad hemos vivido de una forma muy
intensa en un lugar rebosante de historia y admiración.

BATALLA DE CHACABUCO

La batalla de Chacabuco fue un decisivo enfrentamiento en la contienda de la


Independencia de Chile, resultando una victoria clave para el bando independentista
conducido por San Martín, que contó entre sus filas con un amplio contingente de
emigrados chilenos que llegaron a Cuyo tras la derrota de Rancagua. Debemos
destacar que una serie de combates, injustamente llamados «menores» por algunos,
se venían librando desde la misma partida de las columnas del ejército.
Y así, en la hacienda de Chacabuco (Colina), a cincuenta y cinco km al norte de la
ciudad de Santiago, en la madrugada del 12 de febrero de 1817, se enfrentaban los
bandos patriotas y los realistas. La táctica del ejército libertador fue emplear un
sistema de pinzas por el frente y la retaguardia, dividiéndose a las tropas disponibles
en dos:
La Primera División o ala derecha al mando de Miguel Estanislao Soler, que debía
atacar por el oeste, estaba compuesta por los batallones N.º 1 de Cazadores y N.º 11,
las compañías de Granaderos y Cazadores de los Batallones N.º 7 y N.º 8, el
escuadrón N.º 4 de Granaderos, el escuadrón escolta del general en jefe y siete
piezas de artillería de cuatro con ochenta artilleros de dotación. Lo que ascendía a un
total de dos mil hombres en esta columna.
La Segunda División o ala izquierda al mando de Bernardo O’Higgins debía atacar por
el este; estaba formada por las compañías de fusileros de los batallones 7 y 8; los
escuadrones restantes 1º, 2º y 3º de Granaderos a Caballo y dos piezas de artillería
del Batallón de Artillería. Ascendía el total de esta columna a mil quinientos hombres.

LA LIBERACIÓN DE CHILE
Concluida la preparación del Ejército de los Andes, entre cuyos jefes se contaba el
gran patriota chileno Bernardo O'Higgins, a mediados de enero de 1817 se inició el
cruce de la cordillera, que parecía insalvable para una masa militar en campaña.
Traspuestas las montañas, las tropas libertadoras vencieron en Chacabuco a un
ejército realista el 12 de febrero, victoria que les dejó libre el camino de Santiago, la
capital de la antigua Capitanía General o Reino de Chile.
Tres días después, se reunió en la mencionada ciudad una representación de
hombres notables, la cual designó al Libertador para que fuera el máximo magistrado
político del país. Como San Martín declinó ese honor, entonces se escogió al brigadier
O'Higgins, con el título de director supremo, para regir los destinos del país hermano.
Al asumir el cargo, el patriota chileno dirigió al pueblo una proclama en la que dejaba
constancia de que "los hijos de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de esa
nación que ha proclamado su independencia como fruto precioso de su constancia y
patriotismo, acaban de recuperaros la libertad".
Con motivo de la victoria de Chacabuco, el Cabildo de Santiago obsequió al general
San Martín la suma de diez mil pesos. El héroe declinó el regalo y a la vez solicitó al
ayuntamiento que lo destinara a fundar una biblioteca nacional, para que el pueblo,
decía en una nota, "se ilustre en los sagrados derechos que forman la esencia de los
hombres libres".
Las tropas realistas que aún permanecían en el sur de Chile fueron reforzadas desde
el Perú e iniciaron un avance sobre Santiago. En la noche del 19 de marzo de 1818
lograron sorprender en Cancha Rayada al ejército unido de argentinos y chilenos, que
se dispersó parcialmente. San Martín rehízo sus efectivos y el 5 de abril siguiente
obtuvo un gran triunfo en la batalla de Maipú.

LA BATALLA DE MAIPÚ
La Batalla de Maipú ocurrida el 5 de abril de 1818, es el hito definitivo del proceso de
Independencia De Chile iniciado el 18 de septiembre de 1810. Esta trascendental
victoria patriota, en los llanos del Maipú quedó plasmada por Pedro Subercaseaux, en
su mural titulado "El Abrazo de Maipú", en el que aparecen sobre sus caballos y las
banderas chilena y argentina, José de San Martín y Bernardo O'Higgins.
Cabe resaltar que, casi 2.000 integrantes de los ejércitos napoleónicos fueron parte de
las luchas emancipadoras de América Latina entre 1815 y 1835, y cerca de 300 de
ellos participaron en las guerras de la independencia de Chile. Los roles
desempeñados por estos oficiales fueron múltiples: aparte de lo militar, influyeron
también en el campo social, cultural y político.
La crónica de la batalla se ha reproducido en innumerables escritos. Hoy presento
parde del manuscrito y transcripción del telegrama y comunicación, que el mismo San
Martín dirigió a Bernardo O'Higgins ese día en horas de la tarde, informándole de la
victoria republicana. Sobresale el propósito de mostrar la lección aprendida el 19 de
marzo de 1818, en Cancha Rayada, lo que permitió la contundencia del triunfo en la
hacienda de Lo Espejo, a través del número de oficiales y soldados presos, la
persecución del contingente de Mariano Osorio, que escapó del campo de batalla y la
reducida baja de soldados patriotas.
"La patria es libre", le expresa San Martín a O'Higgins, quien se encontraba en
Santiago organizando la milicia que apoyaría a las fuerzas que se hallaban en las
afueras de Santiago.
Conformar la tropa no era una tarea fácil, para los revolucionarios criollos. Son
recurrentes las deserciones de soldados rasos que, lejos de un sentimiento patriótico
muchas veces luchaban por una paga o un hipotético botín. Por ello, San Martín
redactó de manera reservada la siguiente instrucción a sus oficiales de las cuales
destacamos la siguiente: El escueto parte que en la tarde de ese día envió al director
supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón, lo
dice todo: "Nada existe del ejército enemigo; el que no ha sido muerto, es prisionero.
Artillería, ciento sesenta oficiales, todos sus generales, excepto Osorio, están en
nuestro poder; yo espero que este último me lo traigan hoy. La acción del 19 ha sido
reemplazada con usura, en una palabra, ya no hay enemigos en Chile".
La victoria de Maipú tuvo enorme importancia, no sólo militar sino también política, por
su gran repercusión en todo el continente, llevando esperanzas a los pueblos aún
dominados y causando a la vez halagüeños augurios por sus derivaciones en la
política europea de Córdoba.
Una vez alcanzada la tranquilidad, el Cabildo de Santiago en sesión abierta ofrecía al
libertador trasandino el mando supremo de Chile, cargo que declinaría para dejarlo en
manos del padre de la patria. Así, por cerca de una década la figura de O'Higgins
dominó la política nacional, hasta el 28 enero de 1823.
Por su parte San Martín, prosiguió su proyecto de liberar al Perú del dominio español,
en cuya tarea Chile, sería su gran aliado a través del Ejército Libertador.

ACTA DE RANCAGUA

Los oficiales del Ejército de los Andes firmaron en Rancagua una declaración en la
que decía: “la autoridad de San Martín no caducaba porque su origen, que es la salud
del pueblo, es inmutable". Gracias a este apoyo el Libertador don José de San Martín
se sintió con el suficiente poder para emprender la campaña del Perú.

PREPARATIVOS PARA UNA NUEVA CAMPAÑA


Luego de que se dio la emancipación Chile, el Generalísimo San Martín se trasladó a
Buenos Aires Argentina para obtener del gobierno un empréstito que permitiera
costear los gastos de la Expedición Libertadora del Perú. Pueyrredón le prometió 500
000 pesos, pero luego de no cumplida la promesa debido a las luchas internas entre
Buenos Aires y los caudillos federales San Martín renunció a la jefatura del ejército.
Ante este hecho, el Directorio envió a San Martín 200 000 pesos.
El Gobierno de Chile determinó que San Martín fuera el comandante en jefe de la
expedición, que navegaría bajo bandera chilena. Finalmente, San Martín fue
designado general en jefe y general del Ejército de Chile.
Surgieron una serie de dificultades en Argentina, pero finalmente, el 20 de agosto de
1820, San Martín partió junto a la expedición desde Valparaíso hacia el Perú. La
expedición estaba constituida por alrededor de 4500 hombres, pertenecientes al
Ejército libertador de los Andes y al Ejército de Chile, de los cuales 1600 eran marinos.
Se embarcaron en ocho navíos de guerra y dieciséis transportes. No se puede
especificar a ciencia cierta cuántos soldados argentinos y cuántos chilenos
conformaban la expedición y qué número prevaleció, pero la mayor parte de los
oficiales eran argentinos y los jefes navales de orígenes varios: algunos eran
británicos, como Cochrane, y otros sudamericanos; entre ellos se contaba Manuel
Blanco Encalada, un rioplatense que se nacionalizó chileno.

INDEPENDENCIA Y PROTECTORADO DEL PERÚ

La Constitución Política de la Monarquía Española, más conocida como Constitución


española o Constitución de Cádiz, conocida popularmente como la Pepa, se promulgó
el 19 de marzo de 1812. por las Cortes Generales españolas, integradas por
diputados de América, Asia y Península, reunidas extraordinariamente en Cádiz. Se le
ha otorgado una gran importancia histórica por tratarse de la primera Constitución
promulgada en España, además de ser una de las más liberales de su tiempo.
Oficialmente estuvo en vigor solo dos años, desde su promulgación hasta su
derogación en Valencia el 4 de mayo de 1814, tras el regreso a España de Fernando
VI.
En los primeros días, hubo propuestas americanas encaminadas a abolir el entramado
virreinal y sentar las bases de un mercado nacional. Por otro hubo múltiples
comunidades de la República de indios que rechazaron la Constitución. Si bien es
cierto que la constitución venía con la mejor de las intenciones para lograr la justicia y
reivindicación de los ciudadanos americanos, en la praxis se presentaron múltiples
contradicciones con la realidad social del indio del común. La Constitución de Cádiz de
1812 facilitó la transferencia de los ideales del liberalismo al mundo hispánico,
permeando el derecho público y la arquitectura institucional de los nuevos Estados, de
forma perdurable.
Curiosamente, esto fue un factor importante en la independencia de América,
relacionado con la Constitución de Cádiz, lo constituyeron los problemas internos que
su vigencia o derogación creó en la misma sociedad española; impidiendo a la
monarquía de Fernando VII dar a los movimientos armados de independencia una
respuesta unificada y contundente. Un suceso indeseado por el constitucionalismo de
Cádiz fue, en efecto, el favorecer los movimientos independentistas que culminaron en
la secesión de las provincias americanas de la monarquía y el surgimiento
consecuente de las naciones americanas.
Al ver los virreyes gobernaban el continente americano que perdían fuerza no
demoraría Fernando de Abascal en combatir a lo largo de todo Latinoamérica, a la
corriente libertadora del sur.
San Martín, testigo de las derrotas sufridas por sus compatriotas, y convencido que la
nunca se consolidarían las intenciones libertarias peruanas, cambiando sus planes
inicia su travesía por la cordillera de los Andes con la intención de atacar el virreinato
en dirección al del Perú, Por otro lado, Abascal al enterarse de la travesía envía un
ejército bajo el mando del español Mariano Ignacio Prado. Sin embargo, el 12 de
febrero de 1817, San Martín realizaría la primera proclama dando a conocer sus
planes y la necesidad de a una expedición naval que asegure la llegada del ejército
libertador.
El plan general de San Martín era rodear y sitiar el complejo militar de Lima y el Callao,
a la espera de un alzamiento independentista que forzara la rendición de las fuerzas
monárquicas. San Martín consideraba que la plaza era demasiado fuerte para un
ataque frontal y que tal ataque, en el mejor de los casos, causaría pérdidas
considerables tanto militares como civiles: el virrey disponía de veinte mil soldados y
las fortificaciones eran consideradas las más fuertes de América del Sur, con cientos
de cañones, ciudadelas, fortines, murallas con muchos torreones (ver Murallas de
Lima).

El general José de San Martín, liderando la corriente libertadora del sur del Ejército
Libertador, desembarcó en la bahía de Paracas (1820) a unos 200 kilómetros al sur de
Lima con más de 4 mil hombres argentinos y chilenos, el Virrey fue tomado por
sorpresa, pues no había previsto que tal cosa sucediese; así El Generalísimo San
Martín buscó acelerar y agudizar las tensiones internas del virreinato, apoyando las
causas separatistas locales existentes.

En julio de 1821, la aristocracia limeña se vio obligada, ante la ocupación, a aceptar el


proyecto libertador de José de San Martín, que proponía instaurar un nuevo gobierno
monárquico constitucional bajo el mando de un miembro de la familia real española.
LA FIRMA DEL ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE PERÚ,
El 14 de julio de 1821, el Ayuntamiento de Lima, antigua denominación del Gobierno
Municipal recibió un oficio del General José de San Martín para llamar a los residentes
de la ciudad a un cabildo abierto. Esta es una reunión en la que los vecinos de la
ciudad pueden tomar decisiones de importancia pública. Se esperaba que los vecinos
de Lima decidieran en conjunto sobre la adhesión de la ciudad al proceso de
Independencia.

En consecuencia, el 15 de julio de 1821 se llevó a cabo este cabildo abierto, en la Sala


Capitular de Lima. Todos ellos se manifestaron a favor de la Independencia del Perú
de la dominación española. En este acto participaron los integrantes del Ayuntamiento,
entre ellos el alcalde de primer voto, Isidro de Cortázar y Abarca, conde de San Isidro
y José Galdiano, alcalde de segundo voto, así como representantes de la Iglesia y
miembros de la nobleza.
En la Plaza Mayor se encontraba un gran número de la población ciudadana, quienes
estallaron en júbilo al conocer la noticia de la Independencia nacional. El Ayuntamiento
de Lima acordó que el acta permanezca abierta en la Secretaría para que los
ciudadanos que estén a favor de la adhesión a la Independencia pudieran firmarla.

En total, firmaron el Acta de la Independencia 3504 ciudadanos; entre ellos, Hipólito


Unanue, Toribio Rodríguez de Mendoza, José de la Riva Agüero. Sin embargo, no se
incluyó en el acta la firma de otros actores que también lucharon por la Independencia,
como los afrodescendientes y las montoneras indígenas que se adhirieron a los
ejércitos libertadores. Del mismo modo, se excluyó a las mujeres, a pesar de que
muchas de ellas colaboraron activamente en esta gesta heroica.
Adicionalmente, durante los meses de agosto a noviembre, se llevaron a los cuatro
cuarteles de Lima y sus antiguos barrios, que era la división urbanística utilizada en la
época y que hoy comprende al Centro Histórico, cuatro cuadernillos en los que quedó
registrado el juramento y la firma de sus vecinos por la independencia.

OTRAS EXPEDICIONES A CARGO DE COCHRANE

Y según los planes trazados, el resto de la expedición continuó hacia el norte, así,
Cochrane ordenó que pasaran a la vista del Callao y frente a la muchedumbre que
observó, desfilaron las ocho naves de guerra y dieciséis transportes de la Flota
Libertadora. A comienzos de noviembre, el resto de las tropas de tierra
desembarcaron en Huacho, al norte de Lima. Cochrane volvió a bloquear por tercera
vez el puerto del Callao e ideó nuevas formas de atacar los fuertes y a la escuadra
española.

Ese puerto estaba fuertemente defendido y se consideraba inexpugnable a todo


ataque que los independentistas pudieran montar, dado que sus fuertes principales
contaban con trescientos cañones junto a un sistema de cadenas que eran
inspeccionadas cada hora y que impedía el acceso al puerto mismo, a menos que sus
defensores las retiraran.

Cochrane a pesar de eso penetró el puerto con catorce botes a remo y capturó a la
fragata Esmeralda, a la sazón el buque insignia español y el más poderoso en el
Pacífico poniendo así fin al dominio marítimo español en la región. En el combate que
tomó lugar a bordo de la Esmeralda, Cochrane fue herido dos veces, una de gravedad,
con una bala de mosquete que penetró cerca de la columna vertebral. Esa herida le
causó problemas durante su retiro. Cochrane mantuvo un fuerte bloqueo en el Callao
hasta que capturó y hundió la flota que se encontraba en el puerto, quien también
estuvo a cargo persuadir la rendición del puerto, lo que se produjo el 19 de septiembre
de 1821.
Cochrane también durante estas acciones convenció al general San Martín de llevar a
cabo una expedición militar al sur peruano que estaría comandado por el teniente
coronel Guillermo Miller, y que Cochrane lo apoyaría desde la costa. Durante la
expedición éstos lograron tomar varios puertos y ciudades. Además de plegar a varios
hombres a la causa patriota.
Con posterioridad a la toma de Lima y la rendición del Callao, algunos problemas entre
Cochrane y San Martín se hicieron presentes, tanto porque Bernardo de Monteagudo y
el propio San Martín querían "peruanizar" la escuadra chilena, como porque Cochrane
resentía disciplinarse a "un intelecto militar inferior como el de San Martín" y porque no
se habían pagado sueldos como se había acordado antes de que saliera la expedición
de Chile.

Con la cuestión de la falta de pagos a los marinos de la escuadra, Cochrane incautó


los tesoros públicos depositados por San Martín a bordo de una goleta anclada en el
Puerto de Ancón. Cochrane solo se limitó a tomar el sueldo para los marinos con el
objeto de apaciguar y evitar un motín de sus hombres por lo que dejó intacto el resto
del dinero. Pero San Martín, molesto por lo sucedido, ordenó que la escuadra se
retirara de las costas del Perú sin permitirles suministros.

Cochrane se marchó de las costas peruanas para perseguir a los últimos buques de
guerra españoles que aún quedaban

El 28 de julio de 1821 a las 10 de la mañana, José de San Martín realizó desde la


Plaza Mayor de Lima la proclamación de la independencia del Perú. En la ceremonia
estuvo secundado por autoridades de la Universidad de San Marcos, altos miembros
del clero y jefes militares.

El marqués de Montemira acompañaba al libertador, llevando como estandarte la


primera bandera. Don José de San Martín proclamó ante un público de más de 16 mil
personas las siguientes palabras: “El Perú es desde este momento es libre e
independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que
Dios defiende. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!”
Más tarde en la Catedral de Lima se entonó una misa solemne en acción de gracias.
La misma ceremonia se realizó en la plazuela de La Merced, frente al Convento de los
Descalzos. Al finalizar las ceremonias de proclamación, los asistentes entonaron la
canción patriótica La Chicha, escrita por José de la Torre Ugarte.
Pero la historia de la proclamación de independencia del Perú tiene su antecedente 8
meses antes de la fecha que todos conocemos. El 27 de noviembre de 1820, en la
ciudad de Huaura, desde un balcón en la Plaza de Armas, don José de San Martín
declaró la independencia de nuestro país de la corona española.
Si bien, a diferencia de la declaratoria realizada en Lima, no existe un documento que
acredite esta proclama.

EL GENERAL SAN MARTÍN Y SU RETIRADA DEL PERÚ.


En 1822, San Martín había logrado la independencia de Chile y de Perú. Pero la obra
no estaba concluida y todavía los realistas eran una amenaza. San Martín intentó en
Guayaquil concretar un acuerdo con Bolívar en vistas a unificar esfuerzos para
derrotar al español. La famosa entrevista tuvo lugar en Ecuador entre los días 26 y 27
de julio de 1822. Pero las diferencias no tardaron en asomar: mientras San Martín era
partidario de que cada pueblo liberado decidiera su futuro, Bolívar consideraba
necesario controlar personalmente la evolución política de las nuevas repúblicas.
Otro tema polémico surgió al tratarse sobre quién conduciría el nuevo ejército
libertador que resultaría de la unión de las tropas comandadas por ambos. San Martín
propuso que lo dirigiera Bolívar pero este hombre codicioso que todo ya lo tenía
planeado para quedarse al mando de toda la Gran Colombia, pues estaba ávido de
poder, se negó aduciendo que nunca podría tener a un general de la calidad y
capacidad de San Martín como subordinado.
Así pues el 20 de septiembre de 1822 el noble Libertador Generalísimo Don José de
San Martín, lanzó una proclama a los peruanos donde comunicaba su decisión de
alejarse de la vida pública. Era una decisión drástica: se retiraba de todos los cargos y
dejaba sus tropas a Bolívar para que éste concluyera la campaña de independencia.
De esta manera el Generalísimo Don José de San Martín al retirarse de las futuras
contiendas, pone fin a la campaña Libertadora del Sur.

Mitre, Bartolomé. HISTORIA DE SAN MARTIN Y DE LA EMANCIPACIÓN


SUDAMERICANA Tomo I BUENOS AIRES Talleres Gráficos Argentinos i. J. R – 1937.
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Historia del Perú, Corriente libertadora del Sur


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Andes Chile.
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#:~:text=Antecedentes%20de%20la%20Corriente%20libertadora%20del
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Brackenridge Escud. E.M. La Independencia de Argentina. Viaje a América del Sur
hecho por orden del Gobierno Americano en los años 1817 a 1818 en la fragata
“Congrees” Tomo II

https://books.google.com.pe/books?
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Bicentenario del triunfo de la Batalla de Chacabuco Dirección General de las


Escuelas de Mendoza.
https://www.mendoza.edu.ar/bicentenario-del-triunfo-en-la-batalla-de-chacabuco/
Cruce de los Andes: crónica de la travesía más heroica. 15 DE ENERO DE 2020
https://www.cultura.gob.ar/un-dia-como-hoy-hace-203-anos-se-iniciaba-el-cruce-de-
los-andes-8672/
Diario de León al cruce de Los Andes. Crónica de mi expedición
https://www.diariodeleon.es/articulo/sociedad/leon-cruce-andes-cronica-expedicion/
202303141601262313549.html
Biografía de San Martín Todo Argentina
https://www.todo-argentina.net/biografias/san_martin/mili004.htm

UPLA Bicentenario: San Martín y la corriente libertadora del Sur


https://upla.edu.pe/upla-bicentenario-san-martin-y-la-corriente-libertadora-del-sur/
INSTITUTO NACIONAL SANMARTINIANO.
José de San Martín: Libertador de América
https://sanmartiniano.cultura.gob.ar/noticia/jose-de-san-martin-libertador-de-america/
Billiken Regimiento de Granaderos a Caballo
https://billiken.lat/interesante/como-san-martin-conformo-el-regimiento-de-granaderos-
a-caballo/
Retirada del Perú

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