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LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA EN JUJUY

I- DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO A LA BATALLA DE


AYOHUMA

Un territorio que forma parte actualmente de las provincias


de Jujuy y Salta fue el principal escenario de las Guerras de
Independencia en la Argentina, tanto por la intensidad como por la
cantidad y regularidad de combates allí registrados. Desde
comienzos de la Revolución de Mayo, en 1810, hasta
1825, Jujuy sufrió un constante ir y venir de los ejércitos realistas
y revolucionarios sobre su territorio. Para los primeros, el objetivo
principal era tomar Buenos Aires, capital del virreinato del Río de
la Plata, cuna de la revolución, y también centro político y
económico. Para los rebeldes, el objetivo primordial era Lima, que
fue, hasta la finalización del conflicto, el principal bastión realista.
En medio de las capitales beligerantes se hallaba Jujuy, que
entre ciudad y campaña sumaba 12.278 habitantes (Conti 2006).
Pero, a pesar de su escasa población, la región ocupaba un lugar
estratégico: la Quebrada de Humahuaca era la puerta de entrada
y salida del país, mientras que a lo largo de la Quebrada y los
Valles Centrales pasaba el Camino Real, arteria principal del
comercio y la comunicación entre el Virreinato del Perú y el del
Río de la Plata, y por el cual se transportaba la plata extraída del
Potosí para ser embarcada en Buenos Aires hacia la metrópoli.
Tras el derrocamiento del poder realista, en Mayo de 1810, el
gobierno revolucionario porteño envió una expedición hacia el
interior del país para acabar con las fuerzas coloniales. Luego de
aplastar a la oposición realista en Córdoba, el Ejército Auxiliar del
Norte, que partió de Buenos Aires comandado por Balcarce y
Castelli, llegó a Jujuy en septiembre de 1810. La población jujeña
contribuyó con hombres, recursos y armamento para el refuerzo
de las tropas revolucionarias. Comenzaba allí la primera campaña
auxiliadora hacia el Alto Perú (actual república de Bolivia) de las
fuerzas patriotas, cuya finalidad era la de liberar del yugo colonial
a los pueblos que allí habitaban.
Ante la noticia del avance del las tropas revolucionarias, el
brigadier realista Juan Manuel de Goyeneche partió con una
fuerza de 4.000 hombres para detenerlos. Luego de una serie de
escaramuzas en Cotagaita, ambos ejércitos se enfrentaron, en
noviembre de 1810 en los campos de Suipacha, donde las tropas
revolucionarias obtuvieron su primera victoria. A partir de allí
Balcarce y sus tropas avanzaron hacia el norte, tomando Potosí,
Oruro y La Paz. Pero en junio de 1811 sufrieron una dura derrota
en la batalla de Huaqui, lo que provocó una desorganizada
retirada de sus fuerzas hasta Jujuy, donde Manuel Belgrano tomó
el mando de las tropas, remplazando a Balcarce y a Castelli.
El nuevo comandante en jefe recibió por ejército a un
disminuido grupo de 800 hombres desarmados y desmoralizados.
Sin embargo, Belgrano logró revertir la catastrófica situación del
Frente Norte, situando su cuartel general en Jujuy, aplicando una
disciplina militar implacable y levantando la moral de la tropa y el
pueblo haciendo jurar ante ellos, la nueva bandera patria de su
creación.
Ante la inminente llegada de las tropas realistas de Pío Tristán
(unos 4.000 hombres), Belgrano, consiente de la inferioridad de
sus tropas, decidió retroceder hasta Tucumán llevándose consigo
a sus tropas y al pueblo Jujeño. En su marcha, arrasaría con
todos los recursos que pudieran abastecer al enemigo. Se daría
así el primer Éxodo Jujeño (23 de agosto de 1812).
La vanguardia del ejército realista alcanzó a las tropas
revolucionarias en Salta, produciéndose la batalla del Río las
Piedras, en la que inicialmente los rebeldes sufrieron 100 bajas y
perdieron dos piezas de artillería. Sin embargo, Belgrano logró
articular un sorpresivo contraataque (en el que se destacaron las
milicias gauchas de Patriotas Decididos, comandadas por Díaz
Vélez) que produjo la derrota y el desbande de las tropas
enemigas.
Una vez llegados pueblo y ejercito a Tucumán, Belgrano
reorganizó sus tropas y fortificó la ciudad. El 24 septiembre el
ejército realista llegó hasta allí, lo que desencadenó la famosa
batalla de Tucumán. La situación de las fuerzas beligerantes era
dispar: Belgrano contaba con 1.800 hombres, mientras que Pío
Tristán comandaba 3.000 hombres apoyado por 13 piezas de
artillería. La batalla fue confusa pues las formaciones avanzaron
de manera desorganizada produciéndose una suerte de remolino
entre los beligerantes, sin embargo, las caballerías gauchas de
Díaz Vélez y Balcarce decidieron la batalla atacando por los
flancos a las fuerzas invasoras. El resultado fue una magnifica
victoria de los patriotas, produciendo 1.100 bajas en el enemigo
entre muertos y heridos, y capturando todo el parque de
municiones y pertrechos, como así también la totalidad de la
artillería enemiga. En tanto, los patriotas sufrieron bajas de sólo
80 muertos y 200 heridos. Las tropas realistas se retiraron a
Salta.
La batalla de Tucumán cobra una enorme importancia, no tan
sólo por el heroico accionar de las tropas de Belgrano, las que se
hallaban en clara inferioridad, sino también por el hecho de que
hasta aquel triunfo el futuro de la revolución parecía
prácticamente caduco ante la soledad de la lucha los patriotas
argentinos asediados en un enorme frente realista, que se
extendía entre el este y el norte. El triunfo de Belgrano
desencadenó la caída del primer triunvirato dirigido por Rivadavia
(gobierno que había sido nocivo para la causa revolucionaria),
dando lugar al segundo triunvirato, dirigido por la Logia Lautaro,
en la que se destaca la figura de San Martín.
Mientras Belgrano permanece en Tucumán reorganizando sus
tropas, envía una fuerte vanguardia de caballería de 600 hombres
comandada por Díaz Vélez, quien logra tomar esporádicamente
Salta, recuperando 60 prisioneros patriotas y llegando
hasta Jujuy, donde es rechazado por los realistas. En su regreso
se enfrenta a los realistas en el combate del Bañado, logrando
una victoria y tomando ochenta prisioneros con los que regresa
finalmente a Tucumán. Mientras el pueblo jujeño instalado en
Tucumán celebra la elección de sus gobernantes, Belgrano recibe
apoyo de Buenos Aires, desde donde le envían 500 hombres. Al
mismo tiempo recluta una gran cantidad de nuevos soldados,
elevando el número de sus tropas. El libertador decide avanzar
hacía Salta. Luego de los combates de Cobos y el Portezuelo, en
los que los realistas son derrotados y retroceden hasta la ciudad
de Salta, Belgrano decide evitar un previsible asalto por el sur, y
gracias a los conocimientos del salteño Apolinario Saravia logra
evadir la ciudad de Salta por un pequeño sendero, para aparecer
sorpresivamente por el norte, cortando así cualquier posibilidad de
retirada del enemigo. Si bien los contendientes en la batalla de
Salta, del 20 de febrero de 1813, se hallaban en paridad numérica
(los patriotas contaban 3.700 hombres y los realistas 3.400), los
realistas tenían para sí la ventaja estratégica de la defensa y el
atrincheramiento. Sin embargo, la ingeniosa táctica dio sus frutos
y Belgrano logró una victoria total: los patriotas lograron penetrar
en las trincheras y fortificaciones reduciendo al enemigo hasta la
plaza mayor de la ciudad, donde Pío Tristán decidió capitular. Sus
tropas sufrieron 480 muertes y 200 heridos, los patriotas 108 y
480 respectivamente, mientras que todo el armamento enemigo
quedó en poder de los patriotas. Los tres mil prisioneros restantes
fueron liberados por Belgrano, luego de hacer el juramento de no
volver a enfrentar a las tropas rebeldes.
En abril, Belgrano lanzó una fuerte vanguardia de 500 hombres
hacia Potosí, mientras reorganizaba sus tropas en Jujuy. El
pueblo lo nombró Teniente Gobernador y le otorgó una importante
suma de dinero para la causa. A fines de Junio Belgrano llegó a
Potosí y estableció su cuartel general. Luego de un período de
calma, se dio el esperado choque entre patriotas y realistas en la
pampa de Vilcapugio, que resultó en una fuerte derrota para
Belgrano, que perdió más de 1.000 hombres entre muertos y
heridos, como así también toda la artillería. Sin embargo, las
fuerzas realistas comandadas por Pezuela, sufrieron 600 bajas,
sobre todo en su caballería, lo que permitió a Belgrano retroceder
sin ser perseguido. Gracias a la lentitud del avance, Belgrano
logró reorganizar una tropa de 3.400 hombres que atacaron el 14
de noviembre a los realistas en Ayohuma. En esta batalla, mas
encarnizada que la anterior, Belgrano perdió prácticamente la
mitad de su hombres, y ante la amenaza de una derrota total,
retrocedió hasta Jujuy, siendo perseguido por los realistas
hasta Yavi. Del ejército del Norte sólo quedaban 1.500 hombres.

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