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Hace más de 200 años San Martín emprendió la expedición desde Mendoza
hasta Chile en 18 días. El 5 de enero se realizaron las ceremonias de partida de
las tropas. Eligieron a la Virgen del Carmen de Cuyo como Patrona y se enarboló
la bandera del Ejército de los Andes con el diseño de una franja azul y otra
blanca. El 9 de enero comenzó el avance y entre el 12 y el 19 se inició el cruce
las distintas columnas. La marcha entre O'Higgins y San Martín llevaba siete días
de diferencia, sin embargo, mediante chasquis, los libertadores mantenían
conversaciones a diario.
El plan de San Martín y sus colaboradores contemplaba dividir el ejército en seis
columnas a lo largo de más de mil kilómetros de ancho entre La Rioja y el sur de
Mendoza. Las columnas ingresarían por seis diferentes pasos y debían llegar de
manera sincronizada a un punto en común, donde organizarían la ofensiva para
tomar la ciudad de Santiago de Chile.
En este caso ha sido una expedición ecuestre por Los Andes, en ningún
momento rutinaria, todo lo contrario. También El Cruce de Los Andes se conoce
como Ruta a la Libertad que trasmiten estos parajes y que en verdad hemos
vivido de una forma muy intensa en un lugar rebosante de historia y admiración.
BATALLA DE CHACABUCO
LA LIBERACIÓN DE CHILE
Concluida la preparación del Ejército de los Andes, entre cuyos jefes se contaba
el gran patriota chileno Bernardo O'Higgins, a mediados de enero de 1817 se
inició el cruce de la cordillera, que parecía insalvable para una masa militar en
campaña. Traspuestas las montañas, las tropas libertadoras vencieron en
Chacabuco a un ejército realista el 12 de febrero, victoria que les dejó libre el
camino de Santiago, la capital de la antigua Capitanía General o Reino de Chile.
Tres días después, se reunió en la mencionada ciudad una representación de
hombres notables, la cual designó al Libertador para que fuera el máximo
magistrado político del país. Como San Martín declinó ese honor, entonces se
escogió al brigadier O'Higgins, con el título de director supremo, para regir los
destinos del país hermano. Al asumir el cargo, el patriota chileno dirigió al
pueblo una proclama en la que dejaba constancia de que "los hijos de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, de esa nación que ha proclamado su
independencia como fruto precioso de su constancia y patriotismo, acaban de
recuperaros la libertad".
Con motivo de la victoria de Chacabuco, el Cabildo de Santiago obsequió al
general San Martín la suma de diez mil pesos. El héroe declinó el regalo y a la
vez solicitó al ayuntamiento que lo destinara a fundar una biblioteca nacional,
para que el pueblo, decía en una nota, "se ilustre en los sagrados derechos que
forman la esencia de los hombres libres".
Las tropas realistas que aún permanecían en el sur de Chile fueron reforzadas
desde el Perú e iniciaron un avance sobre Santiago. En la noche del 19 de marzo
de 1818 lograron sorprender en Cancha Rayada al ejército unido de argentinos y
chilenos, que se dispersó parcialmente. San Martín rehízo sus efectivos y el 5 de
abril siguiente obtuvo un gran triunfo en la batalla de Maipú.
LA BATALLA DE MAIPÚ
La Batalla de Maipú ocurrida el 5 de abril de 1818, es el hito definitivo del
proceso de Independencia De Chile iniciado el 18 de septiembre de 1810. Esta
trascendental victoria patriota, en los llanos del Maipú quedó plasmada por
Pedro Subercaseaux, en su mural titulado "El Abrazo de Maipú", en el que
aparecen sobre sus caballos y las banderas chilena y argentina, José de San
Martín y Bernardo O'Higgins.
Cabe resaltar que, casi 2.000 integrantes de los ejércitos napoleónicos fueron
parte de las luchas emancipadoras de América Latina entre 1815 y 1835, y cerca
de 300 de ellos participaron en las guerras de la independencia de Chile. Los
roles desempeñados por estos oficiales fueron múltiples: aparte de lo militar,
influyeron también en el campo social, cultural y político.
La crónica de la batalla se ha reproducido en innumerables escritos. Hoy
presento parde del manuscrito y transcripción del telegrama y comunicación,
que el mismo San Martín dirigió a Bernardo O'Higgins ese día en horas de la
tarde, informándole de la victoria republicana. Sobresale el propósito de mostrar
la lección aprendida el 19 de marzo de 1818, en Cancha Rayada, lo que permitió
la contundencia del triunfo en la hacienda de Lo Espejo, a través del número de
oficiales y soldados presos, la persecución del contingente de Mariano Osorio,
que escapó del campo de batalla y la reducida baja de soldados patriotas.
"La patria es libre", le expresa San Martín a O'Higgins, quien se encontraba en
Santiago organizando la milicia que apoyaría a las fuerzas que se hallaban en las
afueras de Santiago.
Conformar la tropa no era una tarea fácil, para los revolucionarios criollos. Son
recurrentes las deserciones de soldados rasos que, lejos de un sentimiento
patriótico muchas veces luchaban por una paga o un hipotético botín. Por ello,
San Martín redactó de manera reservada la siguiente instrucción a sus oficiales
de las cuales destacamos la siguiente: El escueto parte que en la tarde de ese
día envió al director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan
Martín de Pueyrredón, lo dice todo: "Nada existe del ejército enemigo; el que no
ha sido muerto, es prisionero. Artillería, ciento sesenta oficiales, todos sus
generales, excepto Osorio, están en nuestro poder; yo espero que este último
me lo traigan hoy. La acción del 19 ha sido reemplazada con usura, en una
palabra, ya no hay enemigos en Chile".
La victoria de Maipú tuvo enorme importancia, no sólo militar sino también
política, por su gran repercusión en todo el continente, llevando esperanzas a
los pueblos aún dominados y causando a la vez halagüeños augurios por sus
derivaciones en la política europea de Córdoba.
Una vez alcanzada la tranquilidad, el Cabildo de Santiago en sesión abierta
ofrecía al libertador trasandino el mando supremo de Chile, cargo que declinaría
para dejarlo en manos del padre de la patria. Así, por cerca de una década la
figura de O'Higgins dominó la política nacional, hasta el 28 enero de 1823.
Por su parte San Martín, prosiguió su proyecto de liberar al Perú del dominio
español, en cuya tarea Chile, sería su gran aliado a través del Ejército Libertador.
ACTA DE RANCAGUA
Los oficiales del Ejército de los Andes firmaron en Rancagua una declaración en la
que decía: “la autoridad de San Martín no caducaba porque su origen, que es la salud
del pueblo, es inmutable". Gracias a este apoyo el Libertador don José de San Martín
se sintió con el suficiente poder para emprender la campaña del Perú.
El general José de San Martín, liderando la corriente libertadora del sur del Ejército
Libertador, desembarcó en la bahía de Paracas (1820) a unos 200 kilómetros al sur de
Lima con más de 4 mil hombres argentinos y chilenos, el Virrey fue tomado por
sorpresa, pues no había previsto que tal cosa sucediese; así El Generalísimo San
Martín buscó acelerar y agudizar las tensiones internas del virreinato, apoyando las
causas separatistas locales existentes.
Y según los planes trazados, el resto de la expedición continuó hacia el norte, así,
Cochrane ordenó que pasaran a la vista del Callao y frente a la muchedumbre que
observó, desfilaron las ocho naves de guerra y dieciséis transportes de la Flota
Libertadora. A comienzos de noviembre, el resto de las tropas de tierra
desembarcaron en Huacho, al norte de Lima. Cochrane volvió a bloquear por tercera
vez el puerto del Callao e ideó nuevas formas de atacar los fuertes y a la escuadra
española.
Cochrane a pesar de eso penetró el puerto con catorce botes a remo y capturó a la
fragata Esmeralda, a la sazón el buque insignia español y el más poderoso en el
Pacífico poniendo así fin al dominio marítimo español en la región. En el combate que
tomó lugar a bordo de la Esmeralda, Cochrane fue herido dos veces, una de gravedad,
con una bala de mosquete que penetró cerca de la columna vertebral. Esa herida le
causó problemas durante su retiro. Cochrane mantuvo un fuerte bloqueo en el Callao
hasta que capturó y hundió la flota que se encontraba en el puerto, quien también
estuvo a cargo persuadir la rendición del puerto, lo que se produjo el 19 de septiembre
de 1821.
Cochrane también durante estas acciones convenció al general San Martín de llevar a
cabo una expedición militar al sur peruano que estaría comandado por el teniente
coronel Guillermo Miller, y que Cochrane lo apoyaría desde la costa. Durante la
expedición éstos lograron tomar varios puertos y ciudades. Además de plegar a varios
hombres a la causa patriota.
Con posterioridad a la toma de Lima y la rendición del Callao, algunos problemas entre
Cochrane y San Martín se hicieron presentes, tanto porque Bernardo de Monteagudo y
el propio San Martín querían "peruanizar" la escuadra chilena, como porque Cochrane
resentía disciplinarse a "un intelecto militar inferior como el de San Martín" y porque no
se habían pagado sueldos como se había acordado antes de que saliera la expedición
de Chile.
Con la cuestión de la falta de pagos a los marinos de la escuadra, Cochrane incautó
los tesoros públicos depositados por San Martín a bordo de una goleta anclada en el
Puerto de Ancón. Cochrane solo se limitó a tomar el sueldo para los marinos con el
objeto de apaciguar y evitar un motín de sus hombres por lo que dejó intacto el resto
del dinero. Pero San Martín, molesto por lo sucedido, ordenó que la escuadra se
retirara de las costas del Perú sin permitirles suministros.
Cochrane se marchó de las costas peruanas para perseguir a los últimos buques de
guerra españoles que aún quedaban
El 28 de julio de 1821 a las 10 de la mañana, José de San Martín realizó desde la
Plaza Mayor de Lima la proclamación de la independencia del Perú. En la ceremonia
estuvo secundado por autoridades de la Universidad de San Marcos, altos miembros
del clero y jefes militares.
El marqués de Montemira acompañaba al libertador, llevando como estandarte la
primera bandera. Don José de San Martín proclamó ante un público de más de 16 mil
personas las siguientes palabras: “El Perú es desde este momento es libre e
independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que
Dios defiende. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia!”
Más tarde en la Catedral de Lima se entonó una misa solemne en acción de gracias.
La misma ceremonia se realizó en la plazuela de La Merced, frente al Convento de los
Descalzos. Al finalizar las ceremonias de proclamación, los asistentes entonaron la
canción patriótica La Chicha, escrita por José de la Torre Ugarte.
Pero la historia de la proclamación de independencia del Perú tiene su antecedente 8
meses antes de la fecha que todos conocemos. El 27 de noviembre de 1820, en la
ciudad de Huaura, desde un balcón en la Plaza de Armas, don José de San Martín
declaró la independencia de nuestro país de la corona española.
Si bien, a diferencia de la declaratoria realizada en Lima, no existe un documento que
acredite esta proclama.