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EL JUICIO
Índice
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Rafael Marrón González
A manera de prólogo
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Rafael Marrón González
Génesis y delirio
M
anuel Carlos, nombre con el que aparece en su
acta de matrimonio; Manuel María Francisco, se-
gún su supuesta acta de bautismo o simplemen-
te Manuel Piar, el hijo de la incertidumbre, bien ilegitimo
de mulata comadrona, María Isabel Gómez Quemp, y ca-
nario marino de ascendencia italiana, Fernando Piar
Lottyn, emparentado con los Soublette y Piar; o producto
clandestino de los amores de un príncipe portugués de la
Casa de Braganza – que jamás estuvo en esta parte de
América, pues el único heredero de la corona de Portugal
que pisó tierras americanas, lo hizo exclusivamente en
Brasil - y una hermosa musa mantuana de prosapia Aris-
teguieta, según romántica leyenda asumida por el propio
Piar quien alegaba poseer documentos probatorios que
nunca mostró. Esta especie ha sido negada, entre otros
investigadores, por William Brada, Vicente Lecuna, Manuel
Landaeta Rosales, Laureano Vallenilla Lanz y Felipe Fran-
cia, y sostenida por José Manuel Arroyo y Niño y Bartolo-
mé Tavera Acosta. También se especula que pudo ser hijo
del disoluto Juan Vicente Bolívar y Ponte – acusado por los
curas de San Mateo de seducir negritas menores de edad
– por lo que hasta medio hermano de Bolívar se le atribu-
ye ser. Todo por el racismo de no admitir que un hijo de
mulata pudiera ser alto jefe militar de la Independencia.
Heredó el pardo Manuel porte europeo por vía paterna
conocida: "...de regular estatura, barbilampiño, de tez al-
go rosada y ojos azules"; casado, el 8 de abril de 1798,
con blanca holandesa, María Marta Boon, en el Castillo de
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Origen y destino
Al confesar durante su juicio en Angostura en 1817, tener
40 años – Juan José Conde calcula su edad entre 38 y 40
años – fija su año de nacimiento en 1777, aunque el pa-
dre franciscano William Brada, su biógrafo holandés, en-
contró una partida de bautismo, en la iglesia de Santa Ana
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Inicios militares
A los 18 años formaba parte de la tripulación de un barco
mercante que naufragó cerca de Margarita, salvando la
vida muy pocos tripulantes. Estudió matemáticas en Puer-
to Cabello donde obtuvo el grado de alférez de Fragata.
Aprendió a medias varias lenguas, holandés, español,
francés, inglés, y además de su lengua materna, el pa-
piamento de su isla natal, el patois o creole de Haití y el
guinés, lengua africana hablada en Curazao entre escla-
vos.
Entre 1804 y 1806 participa en la defensa de Curazao, que
al final cae en poder de los franceses y luego de los ingle-
ses teniendo que refugiarse en Haití. El 30 de septiembre
de 1811, con el grado de Alférez de Fragata, se incorpora
al ejército patriota y se entrega a la causa de nuestra in-
dependencia. No se tiene la certeza, pero se presume que
participó en aguas del Orinoco, el 26 de marzo de 1812,
en la batalla de Sorondo para intentar someter a los rea-
listas de Guayana que desconocieron el Congreso de
1811. Perdida la Primera República, con la Capitulación de
Miranda el 25 de julio de 1812, Piar se traslada a Trinidad.
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Nace el Prócer
El 11 de enero de 1813, ya como coronel, firma el Acta de
Chacachacare como uno de los cuatro secretarios de la
Junta que, desde ese islote, al Este de Güiria, y bajo las
órdenes de Santiago Mariño, emprenden la Campaña de
Oriente.
Acta de Chacachacare
"Violada por el Jefe español D. Domingo Monteverde la
capitulación que celebró con el ilustre General Miranda, el
25 de julio de 1812, y considerando que las garantías que
se ofrecen en aquel solemne tratado se han convertido en
cadalsos, cárceles, persecuciones y secuestros; que el
mismo General Miranda ha sido víctima de la perfidia de
su adversario; y, en fin, que la sociedad se halla herida de
muerte, cuarenta y cinco emigrados nos hemos reunido
en esta hacienda, bajo los auspicios de su dueña la mag-
nánima señora doña Concepción Mariño, y congregados
en consejo de familia, impulsados por un sentimiento de
profundo patriotismo, resolvemos expedicionar sobre Ve-
nezuela, con el objeto de salvar esa patria querida de la
dependencia española y restituirle la dignidad de nación
que el tirano Monteverde y su terremoto le arrebataron.
Mutuamente nos empeñamos nuestra palabra de caballe-
ros de vencer o morir en tan gloriosa empresa; y de este
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Campaña de Oriente
El 13 de enero, junto a José Francisco Bermúdez, toma
Güiria, derrotando con 45 hombres los 300 del comandan-
te Juan Cabazo; en febrero, como segundo de Bernardo
Bermúdez y con 60 hombres participa en la toma de Matu-
rín; en marzo marcha hacía Aragua de Maturín e intercep-
ta a Zuazola, y el 20 aún como segundo de Bermúdez y
con 250 hombres derrota a 800 comandados por De La
Hoz, en Maturín, cerca del Cerro Colorado; después de la
batalla surgen diferencias con Bernardo Bermúdez y éste,
aunque de superior jerarquía, se ve obligado a abandonar
el campamento, y, cuando se dirige a Trinidad es atrapa-
do, en el golfo de Paria, y llevado ante Cervériz, quien lo
asesina en Yaguaraparo. El once de abril, como Coman-
dante, Piar derrota en cruento combate a De La Hoz y a
Zuazola; el 25 de mayo, con 700 hombres derrota, en Ma-
turín, a Domingo Monteverde que contaba con 2.000 sol-
dados.
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Sigue la campaña
El primero de julio ataca a Boves en Cachipo (población
del hoy estado Monagas), pero este se fortifica en el Con-
vento y tiene que retirarse sin vencerlo; el 19 de agosto,
obedeciendo a Mariño, entra en Barcelona y se dedica a
reforzar la escuadra naval, comienzan a llamarle "el se-
gundo Jefe de Oriente"; el 13 de noviembre, al frente de
una escuadrilla cumanesa, vía Puerto Cabello, se enfrenta
y derrota buques realistas, frente al Litoral Central, cerca
de La Guaira, y establece el bloqueo naval a Puerto Cabe-
llo en combinación con el sitio fijado por el Libertador; en
marzo de 1814 recibe órdenes de Mariño de encargarse
de la defensa de Oriente, mientras él marcha a Occidente;
durante marzo y abril forma un ejército de retaguardia en
Barcelona y avanza hacia los Llanos centrales, vía El Pilar,
El Carito, Aragua de Barcelona y Zaraza, donde organiza la
caballería; el 25 de mayo derrota en Valle de La Pascua a
los Comandantes Martínez de Luna y Juan José Rondón,
no puede seguir su avance porque Boves le cierra el ca-
mino; en julio regresa a Barcelona. Bolívar y Mariño son
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Piar es la guerra
Piar, el 29 de septiembre de 1814, vence en la Quebrada
de Los Frailes, en el actual Estado Sucre, al Comandante
Pineda, y en la persecución llega a Cumaná y la ocupa; el
16 de octubre, Boves con 3.700 soldados lo derrota en la
sabana del Salado frente a Cumaná, obligándolo a retirar-
se, sucesivamente, a Cariaco, Carúpano, Yaguaraparo y
Güiria. En diciembre, siendo general de brigada, es hecho
prisionero en Güiria por el Coronel patriota Juan Bautista
Bideau quien se negó a entregarle el mando (hay que re-
cordar que los coroneles efectivos cumplían funciones de
generales de brigada, y ese era el caso de Bideau) y lo
expulsa del territorio, llegando a la isla de Granada el 9 de
febrero de 1815.
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Piar en Cartagena
Johan Hartog, el biógrafo de Luís Brión, asegura que Piar
estuvo en Cartagena: "... En el curso de 1815 llega tam-
bién el general Piar (a Cartagena). (...) Piar se hospedaba
en la ciudad donde Bermúdez tenía el mando...". Luego
acota: "Francisco de Montalvo, virrey de Nueva Granada,
dio en septiembre de 1816 a las autoridades españolas en
la región del Caribe y alrededores de ella los nombres de
18 personas quienes habían desempeñado tal papel en la
defensa de Cartagena que él habla, incluso de alta trai-
ción, y cuya detención, él, por lo tanto, solicita. Después
de Bolívar, que encabeza la lista, y a quien se llama "ex
oficial de la milicia", figuran en sexto y séptimo lugar Piar
y Brión...; a Brión le llama francés y Piar era, según Mon-
talvo, de Caracas...".
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Gloria y ocaso
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Francisco Rosete
Demente asesino que se desempeñaba como pulpero en
Taguay, Estado Guárico - pulperos fueron también Boves
y Morales - fue el depredador de Ocumare. Bolívar lo se-
ñala: “El jefe español Rosete, en el pueblo de Ocumare,
cerca de Caracas resuelve igualar a su compatriota Zuazo-
la y exceder a todos los demás en crueldad. Sus desgra-
ciadas víctimas fueron sacrificadas al pie del altar de nues-
tro Salvador en donde se habían refugiado y no se dejó
que escapara ni uno solo de los ministros de nuestra santa
religión. Las víctimas de Ocumare dejaron esta vida y fue-
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Ruta de la Libertad
Piar sale de Barcelona, vía San Diego de Cabrutica (pa-
sando por El Pilar, El Carito, Aragua de Barcelona, El Cha-
parro y Santa María de Ipire) e ingresa a tierras guayane-
sas por Río Claro hasta Pueblo Nuevo (Caicara del Orino-
co) y de allí cruza el Sipao y el Caura para llegar a Maripa
y el Aro para llegar a Angostura. Existe todavía, paralelo a
la vieja carretera Ciudad Bolívar Puerto Ordaz, el antiguo
camino empedrado de los españoles por donde transita-
ban las carretas cargadas de productos agrícolas de las
Misiones del Caroní, que cruzaban a través del paso de
Caruachi, que atraviesa Piar para llegar a Upata, San Félix
y los Castillos de Guayana (Guayana la Vieja).
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Angostura se resiste
Siguiendo sus impulsos, desatendiendo la sugerencia de
Bolívar, el 13 de enero de 1817, las tropas de Piar forman
frente a Angostura, y el 17 asaltan por el barrio Perroseco
sin éxito y con cuantiosas pérdidas, que incluyen once
oficiales y 106 soldados. Piar comprende que es imposible
rendir la ciudad fortificada y protegida con más de 30 ca-
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Piar en Upata
A finales de enero toma el paso de Caruachi; el seis de
febrero llega a Upata y comienza a organizar política y
administrativamente pueblos y caseríos, inicia la ocupa-
ción de los pueblos vecinos y la recolecta de caballos, ga-
nado y elementos de guerra. Hace observar estricta disci-
plina y es severo para con aquellos que abusan de los in-
dígenas, y como ejemplo hace dar cien palos a un soldado
que robó una hamaca y ordena fusilar a quien robe un
caballo. El 27 nombró al Vicario de Ejército, José Félix
Blanco, administrador de las Misiones, en tanto que los
sacerdotes capuchinos españoles fueron reunidos en Ca-
ruachi, para evitar la posibilidad de influir sobre los veci-
nos e indígenas de las misiones. Asimismo todos los ele-
mentos existentes en las Misiones pasaron a manos del
Ejército. El padre Blanco administraría con eficiencia más
de treinta pueblos que componían el territorio misional,
con unos 25.000 habitantes la mayoría indígenas. El 9 de
febrero, obedeciendo a una proclama suya se recluta a los
indios de las misiones para incorporarlos al ejército, pero
aunque se reclutaron y entrenaron, muchos desertaban al
menor descuido y solo 500 participaron en la Batalla de
San Félix. Entre las acciones gubernativas de Piar se en-
cuentra la de establecer relaciones con la Guayana Inglesa
para lo cual escribe al Gobernador y autoriza el estudio de
una vía terrestre hacia Demerara, hoy uno de los tres
condados de Guyana.
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La victoria inventada
El Diario de Operaciones registra el 25 de enero: "... como
entre la una y las dos de la tarde ha llegado a esta villa
(Upata) el coronel Chipía, dejando aún en el camino a su
división, y anunciando la plausible noticia de haber el Ge-
neral en Jefe derrotado completamente a cuatrocientos
hombres de caballería que al mando de Torraba se encon-
traban una legua distante de los Castillos de Guayana Vie-
ja". Piar escribe a Bolívar notificándole de esta victoria y
también lo hace al mayor General Anzoátegui y a los jefes
de los destacamentos de Caruachi y Caroní: "...solo siete
hombres pudieron entrar en la fortaleza de la ciudad. To-
mamos cien prisioneros y cerca de 150 se arrojaron a un
lago y dudo se hayan salvado cincuenta; tuvieron muchos
muertos y heridos... Hemos tomado al enemigo sobre 600
caballos y todas sus monturas, e igualmente el poco ga-
nado que tenían fuera de la fortaleza".
La llegada de La Torre
El 26 de marzo de 1817 llega desde San Fernando de Apu-
re a socorrer a Angostura el Brigadier General Miguel de
La Torre y Pando, con refuerzos en 36 lanchas; Piar en la
creencia de que viene a recuperar las Misiones, manda a
ocupar San Miguel y llama a Sedeño para que se le reúna
en Caruachi. El día 30 en la noche recibe en Caruachi un
parte verbal del general Sedeño participándole "...haber
salido los enemigos de la ciudad (Angostura), en número
de ochocientos hombres de infantería, poco más o menos,
y ochenta de caballería, conduciendo sus bagajes y burros
y dirigiéndose al hato Ferranero...". Ordenó entonces, a la
infantería, al mando de Pedro León Torres, que marchase
sobre la Mesa de Angostura, hacia donde el se dirigía con
la caballería. Del otro lado del Caroní solo quedó el Bata-
llón Barlovento al mando de Chipía y un escuadrón frente
a los castillos.
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que así amigo mío, abrir el ojo y vivir con cautela sin dejar
nada a la suerte”. Y se dejó sorprender y sorprendido por
la bravura de jefes, oficiales y tropas tuvo que salir a uña
de caballo para salvar la vida. Los días posteriores a la
victoria los empleó Piar para reorganizar el ejército y hacer
acopio de ganado para marchar contra Guayana la Vieja.
El sitio continúa
El 16 de abril Piar asciende un grado a todos los oficiales
de la Expedición de los Cayos que se encontraban en esta
división y no han tenido ascensos desde esa fecha. El día
18, como a las cuatro y media se situó el ejército, al man-
do de Anzoátegui por enfermedad de Piar, frente a los
Castillos para intimar su rendición, y al negarse los defen-
sores se intentó un asalto sin resultado alguno. El 19 Piar
decidió contramarchar a San Miguel dejando los escua-
drones de Chaviripa y cien hombres más del de Caicara a
las órdenes del sargento mayor José Antonio Franco, sos-
teniendo el sitio de Guayana Vieja, y él se preparó para
regresar a Angostura donde intentó un nuevo ataque el
día 25 que fue rechazado por haber recibido refuerzos la
fortaleza desde Guayana.
Pasión y muerte
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Su respuesta al “congresillo”
El segundo acto lo constituye el decreto del 7 de junio que
establecía indudablemente una contundente respuesta a
los facciosos del "congresillo" de Cariaco. Con esta acción
política Bolívar concentraba el poder en sus manos; Mari-
ño, fracasado su "congresillo" y abandonado por sus me-
jores oficiales, entre otros Bermúdez, Valdés, Soublette,
Sucre y Urdaneta, había perdido toda su influencia militar
y estaba políticamente disminuido; y Piar, sin mando de
tropas, confundido, rodeado de enemigos personales,
reales o imaginarios, entre los que se encontraban, entre
otros, Arismendi, Bermúdez, Blanco, Monagas y Soublette,
sin contar la oficialidad subalterna vejada por su carácter
intemperante, y de los oficiales incondicionales a Bolívar
como Bartolomé Salom, Pedro León Torres, José Antonio
Anzoátegui, Pedro Zaraza, Andrés Rojas y Manuel Sedeño.
Y, además, toda la euforia y reconocimiento por su victo-
ria en la batalla de San Félix – que dejó la situación esta-
ble – fue minimizada por la exitosa estrategia de Bolívar
que logró la toma de Angostura y el triunfo de la batalla
fluvial de Cabrián, que liberó el Orinoco y permitido crear
la Tercera República.
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Un testigo de excepción
Juan Francisco Sánchez declara haber recibido incitaciones
a participar en la revuelta contra Bolívar: "En el instante
que llegué a esta ciudad tuve la fortuna de encontrarme
con el señor Piar; este general, después de haberme he-
cho las más sinceras demostraciones de amistad, me ha-
bló de este modo: "Yo he sido elevado a general en jefe
por mi espada y por mi fortuna, pero soy mulato y no de-
bo gobernar en la República; no obstante, yo he penetra-
do el gran misterio de la administración actual y he jurado
a mi honor restituirle la libertad a tanto inocente que está
derramando su sangre por encadenarse más y más en
una esclavitud vergonzosa; me voy a Maturín y al fin del
mundo si es necesario, a ponerme a la cabeza de los que
no tienen otro apoyo que sus propias fuerzas; estoy segu-
ro que haciendo resonar por todas partes la justicia de mis
sentimientos y la necesidad en que nos ponen de tomar
las armas cuatro mantuanos, por la ambición de mandarlo
todo, y de privarnos de los derechos más santos y natura-
les, no quedará un solo hombre que no se presente a de-
fender tan digna causa...".
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La mujer de Piar
Era de Upata la mujer que acompañó a Piar en sus días de
desolación antes de su calvario. La historia no registra sus
datos. Piar se la llevó consigo para Angostura y cuando se
vio precisado a escapar pensó llevarla con él, pero no pu-
do embarcarla, dejándola en tierra con sus bestias, perte-
nencias y su dinero, tal como lo informa Bermúdez a Bolí-
var, el 29 de julio de 1817: “Las adjuntas copias impon-
drán a V. E. de la deserción cometida por el General Piar y
de las providencias tomadas por mi para cortar los males
que ella pueda producir. Sus Edecanes, mujer y bestias
han quedado aquí en seguridad, pues cuando observé
estaban pasando estas últimas, conocí que él no quería
dar cumplimiento a lo que había prevenido de orden de V.
E. y entonces procedí a hacer repasar a aquellas e inti-
marle prisión por medio de mi Edecán., que no tuvo efecto
por haberse desaparecido. Hecho un inventario formal de
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El padre Blanco
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Volvamos a Piar
El Libertador al enterarse de la huida de Piar publicó una
proclama, el 5 de agosto donde, para contrarrestar el po-
sible peso político de su adversario, hasta descalifica sus
méritos militares: "...Díganlo los campos de Angostura y
San Félix, donde su presencia fue tan nula como la del
último tambor...". Y lanza contra él una condena anatemi-
zante: "...El general Piar ha infringido las leyes, ha conspi-
rado contra el sistema, ha desobedecido al gobierno, ha
resistido la fuerza, ha desertado del ejército y ha huido
como un cobarde; así pues él se ha puesto fuera de la ley:
su destrucción es un deber y su destructor un bienhe-
chor...".
El comandante Carmona
Nació en Cumaná, estado Sucre, Francisco Carmona, en
1790. Hijo de Francisco Carmona, de nacionalidad españo-
la, y de María Lara, cumanesa. Hizo las campañas de
1813-1814 al lado del general Santiago Mariño, destacán-
dose entre otras, la expedición de Chacachacare en 1813;
también participó en El Salado, Los Magüeyes, Urica y Ma-
turín. Hasta 1817, estuvo con José Tadeo Monagas en la
región de los llanos. En 1817, siendo comandante de ca-
ballería, mandaba la guardia del general Manuel Piar y
participó con éste en la Batalla de San Félix. Cuando Piar
fue arrestado por Manuel Sedeño, en Aragua de Maturín,
Carmona mandaba la guardia personal del general Piar y
en esa ocasión se negó a obedecer la orden de Piar de
evitar su arresto enfrentando las fuerzas de Sedeño, reco-
nociendo la legítima autoridad del Jefe Supremo. Por esta
acción muchos piaristas lo acusan de haber traicionado a
Piar. En 1818 combatió a las órdenes del general José
Francisco Bermúdez; luego acompañó a Bolívar en la
campaña de Apure en 1819. Estuvo en la batalla de las
Queseras del Medio con José Antonio Páez el 2 de abril de
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El juicio
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Bermúdez le responde
“Julio 26 de 1817. Mí querido General: En este día he re-
cibido sus oficios relativos al temperamento que debía
tomarse contra las negras ideas de Piar. Al momento
mandé decirle con mi Edecán Machado tuviese la bondad
de dispensarme la ida a su casa por mis males, y que se
pasase a la mía para comunicarle asuntos interesantes. Su
respuesta fue la de que vendría en el instante. Cuando le
aguardaba para recibirle, recibí un mensaje con su Edecán
Mina, de que no podía venir por hallarse indispuesto. Cier-
tamente, aquí conocí que él trataba de burlarse, y en con-
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II
Luís Brión
Philippus Ludovicus Brión de Troix, Luís Brión, héroe de la
Independencia, primer financista de la gesta, y uno de sus
Generales en Jefe (primer Almirante de las fuerzas navales
colombianas), nació el 6 de julio de 1782, y murió el 27 de
septiembre de 1821, en Curazao; de quien dijera Bolívar
"que era un hijo que le había nacido a Venezuela en Cura-
zao", miembro de la Orden de los Libertadores, descansa
en el Panteón Nacional desde el 10 de abril de 1882. Fue
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José Ucrós
José de Dios Ucrós, nació en Santa Marta (Colombia), y
murió en Cartagena de Indias (Colombia) en 1835. En
1810 abrazó la causa de la independencia de Nueva Gra-
nada. En 1811 recibió el despacho de teniente y llevó a
cabo algunas acciones en Santa Marta (Guáimaro, Sitio
Nuevo, Cerro de San Antonio y Tenerife). Entre 1812 y
1815, con el general Antonio Nariño, combatió en Palacé,
Calibío, Juanambú, Cebollas y Tasines; este último año fue
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III
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Preguntado
el testigo si conoce al que tiene presente, si es el mismo
por quien ha declarado, y qué se le ofrece decir a lo que
el acusado acaba de exponer en su declaración: dijo, que
conoce al que tiene presente, que es el señor General Ma-
nuel Piar, que es el mismo por quien ha declarado, y que
respecto a que éste dice no acordarse de los principales
puntos de su declaración, y que constituyen la base de
este procedimiento, él estaba pronto a repetir de nuevo y
a la voz todas las particularidades ocurridas en la sesión
que tuvo con el acusado, y que estaba cierto de que se
convencería de la verdad con que declaró; a lo que repuso
el acusado que estando enteramente detalladas las decla-
raciones y documentos que se le han leído, y no existien-
do en su memoria lo que ha expresado no se acuerda,
está cierto de no recordarlo, aunque se le vuelva a repetir,
pues todo lo leído lo tiene muy presente, y sólo se lograría
prolongar una sesión que aumenta sus tormentos; a lo
que añadió el testigo, que de nuevo se afirma en lo que
tiene declarado. Y de quedar conformes testigo y acusado
en los términos que se han detallado, lo firmaron con di-
cho señor y el presente Secretario”.
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reconoce por legítimas, por ser las que usan los señores
Generales Bermúdez y Cedeño.
Preguntado
Si tiene algo que añadir: dijo que no tiene más que añadir
y que lo dicho es la verdad a cargo de la palabra de honor
que tiene dada, en que se afirmó y ratificó leída que le fue
esta declaración, y dijo ser de edad de treinta y cinco años
y lo firmó con el Fiscal y el presente secretario.
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Preguntado
el acusado (Manuel Piar) si conoce al testigo que se le
presenta, si sabe le tenga odio o mala voluntad, y si lo
tiene por sospechoso: dijo que lo conoce solo de vista, y
que no sabe le tenga odio, ni lo tiene por sospechoso; y
habiéndole leído en este estado la declaración del referido
testigo y Preguntado si se conforma con ella: dijo, que
se conviene con su declaración y que se remite de nuevo
a lo que en este particular tiene dicho en su confesión.
Preguntado
El testigo si conoce al que tiene presente, y si es el mismo
por quien ha declarado: dijo que sí conoce al que tiene
presente, que es el señor General Manuel Piar; que de
nuevo se afirma en lo que tiene declarado, y de quedar
conformes testigo y acusado en esta confrontación, lo fir-
mó el segundo con dicho señor y el presente Secretario, y
el primero, por no saber escribir, hizo la señal de la cruz”.
Preguntado
Si conoce al señor General Manuel Piar y sabe dónde se
halla y por qué causa se le procesa: dijo que conoce al
señor General Manuel Piar, por General en Jefe de ejérci-
to; que sabe se halla preso en una casa de las de esta
ciudad y que juzga se le procesa por haberse fugado de
esta Provincia a la de Cumaná, y por las voces sediciosas
que divulgó en Maturín desde que llegó, a donde se en-
contraba el exponente, diciendo que había huido de esta
Provincia porque los mantuanos trataban de asesinarlo,
sólo porque era de color.
Preguntado
Si el General Piar tuvo con el exponente alguna sesión
particular, o si la tuvo con algunos otros jefes de los que
se encontraban en Maturín, si las tuvo, qué les propuso,
con qué promesas y cuál era el plan para la ejecución de
sus proyectos: dijo que cuando el General Piar llegó a Ma-
turín, el declarante fue a visitarlo, como lo ejecutaron to-
dos los demás jefes y oficiales que había en aquella plaza,
que luego se retiró a su posada, en donde a poco rato
recibió un recado por conducto de una persona que él no
conoce, á nombre del General Piar, para que fuese a ha-
blar con él; que a consecuencia pasó a la casa del General
Rojas, en donde estaba alojado el mencionado señor Ge-
neral Piar, quien luego que entró lo llevó a la Secretaria y
estando solos le dijo, que tenia que tratarle asuntos de la
mayor importancia, a lo que creyó el que declara que seria
alguna comisión del Gobierno de que iba encargado, pero
que en seguida le preguntó si bajo la fe de la amistad se
comprometía con él a auxiliarle con sus fuerzas para la
ejecución de una empresa de que le iba a hablar; que el
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Preguntado
El acusado (Manuel Piar) si conoce al testigo que se le
presenta, si sabe le tenga odio o mala voluntad y si lo tie-
ne por sospechoso: dijo, que sí lo conoce, que es el ciu-
dadano Ramón Machado, Capitán de infantería y que no
sabe le tenga odio, ni lo tiene por sospechoso: y habién-
dole leído en este estado la declaración del referido testi-
go, y Preguntado si se conforma con ella: dijo, que en lo
relativo a la intimación que le fue hecha por el General
Bermúdez de la orden del Jefe Supremo para que el acu-
sado pasase al Cuartel General de Casacoima, se confor-
ma con la declaración del testigo, pero no con nada de lo
que dice ha oído decir sobre el proyecto de conspiración
de que se le acusa, pues además de que el testigo se re-
fiere solo a simples dichos, reproduce lo que en este mis-
mo día tiene dicho y anteriormente en su confesión, de
que éstas son calumnias.
Preguntado
El testigo si conoce al que tiene presente y si es el mismo
por quien ha declarado, y qué se le ofrece decir a lo que
el acusado reprueba sobre su declaración: dijo que conoce
al que tiene presente, que es el General Manuel Piar el
mismo por quien ha declarado, que sobre los reparos que
hace en su declaración, el declarante se ha referido a lo
que oyó decir al Comandante de Cucasana y al Coronel
Sánchez, que de nuevo se afirma en lo que tiene declara-
do, y de quedar conformes testigo y acusado en esta con-
frontación, lo firmaron con dicho señor y el presente Se-
cretario”.
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Preguntado
Si bajo su palabra de honor promete a la República decir
verdad en lo que se le preguntare: dijo, “sí prometo”.
Preguntado
El acusado si conoce al testigo que se le presenta, si sabe
le tenga odio o mala voluntad, y si lo tiene por sospecho-
so: dijo, que sí lo conoce, y no sabe le tenga odio ni lo
tiene por sospechoso; y habiéndole leído es este estado la
declaración del referido testigo, y preguntado si se con-
forma con ella: dijo, que la especie de mantuano a que se
refiere el testigo, la ocasionó una incomodidad que acaba-
ba de tener con un sujeto que había declarado atrozmente
contra su conducta en la Villa de Aragua; que lo demás
que dice son las quejas que el acusado ha hecho varias
veces, y que no ha negado, y que no sabe como el testigo
no le ha oído predicar a favor de la unión, cuando lo hacía
en todas partes y a todas horas; y añade que ¿cómo es
posible que haya existido el proyecto de conspiración que
se le imputa, y estando en Maturín el acusado en donde
es generalmente querido, a nadie ha convocado ni con
nadie ha tratado del asunto, teniendo allí amigos muy an-
tiguos y de la mayor confianza?
Preguntado
el testigo si conoce al que tiene presente y si es el mismo
por quien ha declarado, que se le ofrece decir sobre lo
que el acusado ha expuesto: y dijo, que conoce al que
tiene presente, que es el señor General Manuel Piar, el
mismo por quien ha declarado; que nada tiene que decir
en lo que ha expuesto, y de quedar conformes testigo y
acusado en esta confrontación, lo firmaron con dicho se-
ñor y el presente Secretario”.
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IV
La declaración de Piar
En la plaza de Angostura, a 8 de octubre de 1817, el se-
ñor General de Brigada Carlos Soublette pasó con asisten-
cia de mí, el Secretario, a la casa donde se halla preso el
señor General Manuel Piar acusado en este proceso, para
recibirle su confesión, a quien hizo saber se le iba a poner
en Consejo de Guerra, y previno eligiera un oficial para
que pudiera defenderlo en la presente causa, y enterado
nombró al señor Ayudante general, ciudadano Fernando
Galindo; y para que conste por diligencia lo firmó dicho
señor, de que doy fe, el infrascrito Secretario.
La Confesión del reo
Inmediatamente dicho señor Juez Fiscal dijo al General
Manuel Piar, levantase la mano derecha, y
Preguntado. ¿Juráis a Dios y prometéis a la República
decir verdad sobre el punto que os voy a interrogar? Dijo
que sí jura, y responde.
Preguntado
Su nombre, edad, patria, religión y empleo, dijo: que se
llama Manuel Piar; que es de edad de cuarenta años; na-
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Reconvenido
¿Cómo dice que su conducta en Maturín ha sido tan regu-
lar, cuando hay testigo que deponga que allí continuó tra-
bajando y con mayor ahínco por la ejecución de la conspi-
ración y por hacerse de partido, convocando Jefes, ha-
ciendo ver los muchos partidarios que dejaba en esta Pro-
vincia, los muchos con que contaba en Cumaná y lo fácil
que le era reunir allí un ejército, en lo que iba a trabajar
inmediatamente, venir a este lado, reforzarse con todos
los partidarios que aquí lo aguardaban, atacar y destruir a
todos los blancos, especialmente a los mantuanos, des-
truir también á todos los que los sostuviesen y establecer
un Gobierno?
Respuesta de Piar a la reconvención del Fiscal
Dijo, que niega el cargo que se le hace y añadido que si
puede existir en el mundo una cabeza que juzgue que el
confesante podía pensar en establecer un Gobierno con
los escombros a quedaría reducida la República, según el
inicuo y sanguinario proyecto que se le atribuye, seria ca-
paz de no existir; que lo que le es más sensible, es que
después de haber servido fielmente a la República, des-
pués de haber merecido bien de la patria y haberle consa-
grado sus tareas, su vida y toda especie de sacrificios, se
vea en el día acusado y procesado por proyectos los más
atroces y contrarios a los sentimientos de su corazón, hi-
jos sólo de la más negra intriga; y que no niega, como
tiene ya declarado, que en el calor de sus quejas haya
dicho algunas expresiones fuertes, nacidas de su justo
sentimiento, pero que éstas no han tenido ningún objeto,
ningún plan, han sido conversaciones casuales y amisto-
sas, desahogos de un hombre altamente lastimado, y que
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primer paso que dio Piar al hacerse cargo del mando del
ejército del general Mariño, fue establecer una Comisión
militar; contener los excesos de la tropa, castigar los crí-
menes de los delincuentes, cortar todo abuso, aterrar a
los sediciosos y hacer juzgar y castigar al capitán León
Prado, el más implacable de los enemigos del Jefe Supre-
mo, que es pardo; que tenía estas dos recomendaciones y
de quien tanto se podía valer para obtener sus fines? Si en
tan corto tiempo logró mi defendido formar una brillante y
brava división compuesta de más de quinientos hombres
de ciento y pico que sólo le dejó Mariño, ¿por qué no mar-
chó sobre Maturín? ¿Por qué no proclamó sobre este apo-
yo los principios de conspiración?; y ¿por qué no siguió al
instante sobre esta Provincia donde dicen que tenía o con-
taba con algún partido? Lo vemos, por el contrario, no
contraerse sino a Cumaná, e ignoramos que allí haya de-
clamado o conspirado contra la autoridad.
Buscar apoyo en el enemigo no es cuerdo
El acto de acogerse al general Mariño, de quien siempre
ha sido enemigo, prueba bien claramente que su espíritu
no estaba todavía muy tranquilo, ni su juicio muy en su
lugar, para refugiarse en casa del que más le ha odiado
siempre. Piar sencillamente declara que su objeto era irse
a las colonias a gozar de alguna tranquilidad; lo que es
bastante verosímil porque este era su antiguo deseo, y
por esto fue que exigió el permiso temporal que se le
acordó. Tan moderada y diversa ha sido su conducta pos-
terior en la Provincia de Cumaná, como que el mismo ge-
neral Rojas, que antes había negado los auxilios que le
pidió el general Mariño como un jefe que desconocía la
suprema autoridad, le envió a Piar voluntariamente per-
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Fernando Galindo
Fernando Galindo nació en Caracas, en 1785 y murió en
combate en la batalla del Rincón de los Toros, a unos
quince kilómetros de San José de Tiznados en el Estado
Guárico, el 17 de abril de 1818, ya con el grado de coro-
nel. La primera referencia conocida acerca de su carrera
militar es del 10 de agosto de 1810, cuando recibió el
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VI
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IX
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Orden de ejecución
Cuartel General de Angostura, 15 de octubre de 1817.-7
“Vista la sentencia pronunciada por el Consejo de Guerra
de oficiales generales contra el general Manuel Piar, por
los enormes crímenes de insubordinado, desertor, sedicio-
so y conspirador, he venido en confirmarla sin degrada-
ción. Pásese al señor Fiscal para que la haga ejecutar,
conforme a ordenanza, a las cinco de la tarde del día de
mañana. Bolívar”.
La notificación a Piar
En la plaza de Angostura, a 16 de octubre de 1817.-7º
“Yo, el Secretario, en virtud de la sentencia dada por el
Consejo de oficiales generales y aprobada por el excelen-
tísimo señor Jefe Supremo, pasé de orden del señor Fiscal
a la prisión donde se halla Manuel Piar, reo en este proce-
so, a efecto de notificarla y habiéndole hecho poner de
rodillas le leí la sentencia de ser pasado por las armas; y
para que conste por diligencia lo firmo. J. Ignacio Pulido,
Secretario”.
Nota: No existe antecedente para esta actitud de Pulido
de obligar al reo a arrodillarse para leerle la sentencia.
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La memoria de Pulido
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Alcances de la conspiración
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La asamblea
Una camarilla de doce sediciosos, constituida a la carrera
en “asamblea” el 8 de mayo de 1817, en la villa de San
Felipe de Cariaco, convocada por Santiago Mariño, e inte-
grada por José Cortés de Madariaga, Diego Vallenilla,
Francisco Antonio Zea, Francisco Javier Mayz, Francisco
Javier de Alcalá y su hermano Diego Antonio Alcala, Ma-
nuel Isaba, Francisco de Paula Navas, Diego Bautista Ur-
baneja, Manuel Maneiro y Luís Brión, decidió instalar el
segundo congreso constituyente de Venezuela, aunque su
verdadera intención era propinar un golpe de Estado al
gobierno legítimo presidido por Bolívar.
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La relación de Conde
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El comienzo de fin
“El general Bolívar, como había ofrecido, se nos presentó
a mediados de aquel año, 1817, en la Sabana de Angostu-
ra frente a esta importante plaza, en que fue reconocido
por Piar con el título común, como entonces se le daba, de
Jefe Supremo. Su primer paso fue reconocer todos los
ascensos y condecoraciones acordadas por Piar, y confir-
mó a éste el carácter de General en jefe. Enseguida mar-
chó con él al Cuartel General de San Félix, y dejó soste-
niendo el sitio de la plaza de Angostura a los Generales
Francisco Bermúdez, Tomás Montilla y Manuel Cedeño, el
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Conclusión de Conde
“Tal fue el desgraciado término a que precipitaron al Ge-
neral Piar su ingenio inquieto y el engreimiento de sus
servicios, realmente esclarecidos en la guerra de la ind-
pendencia pero de que quiso abusar introduciendo en el
ejército la división y la anarquía. Su muerte y la de otros
subalternos por la misma causa, aunque justamente sen-
tidas por sus compañeros de armas, sirvieron de útil
ejemplo aumentando visiblemente el vigor de la disciplina
militar y restableciendo la autoridad del Jefe Supremo,
título entonces del General Bolívar, conque continuó dan-
do movimiento y unidad a las operaciones de la guerra.
No existen ya muchos de los jefes y oficiales que tuvieron
una parte tan gloriosa en aquella interesante época de la
guerra de la independencia, y pues les debemos los re-
cuerdos de la gratitud, me complazco siquiera en poder
recordar a usted el nombre de algunos, el lugar de su na-
cimiento y el sitio u ocasión en que fallecieron, mientras
puedan otros consagrarles con más exactitud una memo-
ria más especial. Soy de usted su atento servidor Q. S. M.
B. Juan José Conde”.
Un comentario
Como podemos apreciar, Ramón Azpúrua certifica la origi-
nalidad de la relación de Conde – escrita de su puño y
letra - 37 años después, y de ninguna manera denota que
haya sufrido el original, que expresa está en su poder,
alteraciones que generen invalidez. Y si con esto no fuera
suficiente, la Academia de la Historia en su Boletín Nº 184
de 1963, en ocasión de certificar la condición apócrifa de
un “testamento” de Piar publicado por la Gaceta de Cara-
cas, apela a la relación de Conde como fiel testigo de los
hechos, sin la menor alusión a tan citada manipulación. ¿O
es que la Academia también está en contra de Piar? No se
puede basar una defensa en la destrucción de reputacio-
nes, en acusaciones infundadas o en pretender que todo
lo que pruebe culpabilidad es producto de la perversión.
Piar es un personaje que concita conmiseración. Pero lo
que está planteado es si era acreedor a la pena de muer-
te. Hoy no podemos admitir que, tal como lo confiesa Az-
púrua, la piedad sea óbice para considerar si un documen-
to es publicable. La historia simplemente fue. El pasado es
inmodificable. Conde murió en 1848, a los 55 años, y por
supuesto, la recopilación de Blanco, que murió en 1872,
no había sido publicada. Lo fue en 1876.
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Simón Bolívar
Perú de Lacroix cuenta en el Diario de Bucaramanga que
El Libertador le comentó, a él y al comandante Wilson el
25 de mayo de 1828, que "...la muerte del general Piar
fue entonces una necesidad política y salvó al país, porque
sin ella iba a empezar la guerra civil de las castas, y de
consiguiente, el triunfo de los españoles. Que el general
Mariño merecía la muerte, como Piar, por su defección,
pero que su vida no presentaba los mismos peligros, y
que por eso, la política pudo ceder a los sentimientos de
humanidad, y aun de amistad, por su antiguo compañero.
(...) Las cosas han mudado de aspecto, entonces, la eje-
cución del general Piar, que fue el 16 de octubre de 1817,
bastó para destruir la sedición: fue un golpe de Estado
que desconcertó y aterró a todos los rebeldes, desopinó a
Mariño y su Congreso de Cariaco, puso a todos bajo mi
obediencia, aseguró mi autoridad, evitó la guerra civil y la
esclavitud de mi país, me permitió pensar y efectuar la
expedición de la Nueva Granada y crear después la Repú-
blica de Colombia; nunca ha habido una muerte más útil,
más política y, por otra parte, más merecida. (...) Las co-
sas han variado: la muerte de un criminal en 1817 fue
suficiente para asegurar el orden y la tranquilidad, y ahora
en 1828, no bastaría la muerte de muchos centenares".
Pedro Briceño Méndez
"Se sujetó a Piar a un consejo de guerra que lo condenó a
muerte, y aunque la mayor parte de los jefes del ejército
temían que esta sentencia se ejecutase públicamente en
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Bartolomé Salom
Salom cuenta sus impresiones a O´Leary: “El delito, juicio
y muerte del señor general Piar, es cosa larga. Fue un
hombre a quien debí muchas atenciones, y sentiría que en
mi relación se me considerase parcial; sin embargo, pro-
cedo a hacer una sucinta pintura, tal cual yo la he creído.
Este jefe estaba en sus principios en muy buen sentido
con el Libertador, pero como hombre algo escaso de ta-
lento y un tanto ambicioso, con el agregado de ligero, lo
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Carlos Marx
Los editores de La New American Cyclopedia pidieron a
Carlos Marx escribiera unas biografías de algunos líderes
mundiales de la época, entre ellos Simón Bolívar. Carlos
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Vicente Lecuna
Vicente Lecuna, en el Catalogo de errores..., acota: "¿Qué
medidas había tomado el Jefe Supremo todo este tiempo,
es decir desde su fuga el 26 de julio hasta el 17 de sep-
tiembre? Ninguna. Embargado por sus trabajos contentose
con lanzar un manifiesto el 5 de agosto, dos días después
de la toma de Guayana la Antigua, condenando los pro-
yectos subversivos de Piar. La comunicación de Rojas (el
general Andrés Rojas) del 19 de agosto referente a los
manejos del rebelde de Cumanacoa (Piar continuaba soli-
viantando las tropas) y la exigencia de que se le manda-
ran fuerzas para contenerlo, determinaron el nombramien-
to de Sedeño el 17 de septiembre, para llevar alguna tro-
pa a Maturín, imponer la autoridad del Gobierno y perse-
guir a los facciosos. ¿Por qué tardó tanto el Jefe Supremo
en tomar esta medida? Creyó que Piar abandonado a sí
mismo fracasaría en su empeño, o bien esperaba abrumar
a sus enemigos de Oriente con un triunfo en los llanos
antes de que pudieran hacer daños irreparables. Consa-
grado a la organización de los servicios públicos y a los
preparativos de la próxima campaña, ideaba ponerse en
marcha con todas las tropas hacia Calabozo y el Apure sin
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Gerhard Masur
El escritor alemán que publicó en 1948 una biografía ana-
lítica de El Libertador, expresa con referencia al caso Piar:
“Los biógrafos de Bolívar no son unánimes en su opinión
con respecto al fusilamiento de Piar. Se acusa a Bolívar de
haber actuado a instancias del odio racial, del ansia de
poder e incluso de envidia frente a un posible rival. Pero
ninguna de estas acusaciones es plausible. Piar fue culpa-
ble de rebelión. Nadie lo ha podido negar. Lo que queda
es el aspecto humano y político del drama. Piar fue uno de
los patriotas más valientes y sus hazañas fueron grandes
e importantes. Pero sí Bolívar puede ser acusado de ha-
berlo olvidado, hay que recordar también que hizo lo posi-
ble por mantener a Piar de su lado. La tragedia de Piar fue
no comprender que había terminado el tiempo de la gue-
rra de bandas. Había sobrestimado su propia capacidad y
menospreciado la de Bolívar. Bolívar tenía algo más que
poder de su lado; también tenía razón. Poseía una gran
visión continental y un programa para concretarla. Piar no
tenía sino deseos personales”.
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La investigación de
Manuel Landaeta Rosales
“El 5 de julio de 1822 María Isabel Gómez, natural de Cu-
razao y vecina de Caracas, hizo una petición al general
Santiago Mariño, para que éste le certificara si su hijo Ma-
nuel Piar había servido a la República hasta su muerte y si
era General en Jefe. Mariño le certificó al margen como
pedía la Gómez, al día siguiente 6 de julio de 1822. Luego
concurrió la Gómez a la Comisión de repartimiento de Bie-
nes Nacionales para que se le acordara el haber militar
que correspondía a Piar. La Comisión acordó que la Gó-
mez probara su calidad de madre natural de Piar, y aque-
lla levantó una justificación de testigos para probar que
hacía más de treinta años que había venido de Curazao,
trayendo a su hijo natural Manuel Piar, habido con Don
Fernando Piar, y que había estado antes en La Guaira con
su hijo Manuel Piar que vino de 10 años de edad de Cura-
zao donde nació. Los testigos que presentó la Gómez fue-
ron Feliciano Palacios, Nicolás de Castro, Pedro González,
Rafael Uriarte y María Nanclares, declarando sólo los tres
primeros por hallarse ausentes los dos últimos. Los dichos
Palacios, Castro y González dijeron ser cierto todo lo ex-
puesto por la Gómez, agregando Don Feliciano que había
visto los documentos en que constaba que el general Ma-
nuel Piar era hijo natural de la Gómez y Don Fernando
Piar. Con aquella justificación se presentó de nuevo la
Gómez a la comisión; pero María Marta Boon, como espo-
sa del general Piar, también lo hizo reclamando el haber
de aquel por sí y por su hija María Isabel Piar. La Gómez
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La Familia Piar
David W. Fernández
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Firma de Piar
Nombre
Manuel Carlos (como aparece en su acta de matrimonio).
Lugar de Nacimiento
Barrio de Otrabanda. Willemstad capital de Curazao.
Fecha de Nacimiento
Se desconoce fehacientemente, aunque en su Juicio Mili-
tar, en 1817, confesó tener 40 años, lo que situaría su
nacimiento en 1777. Su propia palabra es testimonio.
Padre
Capitán mercante, canario de origen italiano, Fernando
Piar Lottyn.
Madre
María Isabel Gómez Quemp, mulata, comadrona, curazo-
leña.
Descripción física
¨... de regular estatura, barbilampiño, de tez algo rosada
y ojos azules¨, según Juan José Conde.
Idiomas
Holandés, papiamento, castellano y algo de inglés.
Profesión
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Marino mercante.
Estudios militares
Se graduó de Alférez de Fragata en Puerto Cabello.
Efemérides
1784 -1798
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En la Actualidad
1998
1999
2003
Fuentes consultadas
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El autor
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