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El bilateralismo profundizado: la opción por la inserción ante los

cambios de poder mundial (1930-1946)

El período que se extiende desde 1930 a 1946 posee cierta unidad de análisis marcada por aspectos
externos e internos.

En cuanto al primero de ellos, el mundo sufre cambios desde el punto de vista del poder; existe un
deterioro del poder británico frente al norteamericano, que si bien aumenta más en la región,
todavía no se había consolidado mundialmente. Recién con la finalización de la Segunda Guerra
Mundial, los Estados Unidos serán plenamente potencia mundial.

Mientras el poder norteamericano crecía, según Tulchin "la Argentina pierde poder e influencia en
relación con los Estados Unidos a nivel internacional." Para este autor la única alternativa era la
subordinación con Estados Unidos y se debía descartar por completo el modelo de crecimiento
económico vigente diversificando la producción. Pero existen otras alternativas, como veremos. La
pérdida de poder mundial, los cambios en la estructura económica y social llevarán a la Argentina a
transformaciones que tendrán su correlato en todos los órdenes tanto el político con el
surguimiento del peronismo; la economía con la adopción del proceso de sustitución de
importaciones y socialmente con el crecimiento en la distribución del PBI de los sectores medios y
bajos.

Durante este período transcurrieron varias presidencias (Uriburu, Justo, Ortíz, Castillo, Ramírez y
Farrell). Creemos pertinente ante la diversidad y el debate de temas de este período, crucial para la
Argentina, elegir sólo tres temas que son los que consideramos principales: la relación con Gran
Bretaña y la oposición con Estados Unidos (cuyo eje es el pacto Roca-Runciman), la política hacia
América Latina (cuyo ejemplo es la intervención por la paz en la Guerra del Chaco) y la situación
frente a la guerra (como acontecimiento que cambió definitivamente el orden mundial).

Ante esta situación de transición entre dos órdenes empezaron a aparecer estímulos externos e
internos para que varios grupos políticos y económicos presentaran opciones sobre cuál era el modo
en que la Argentina debía insertarse en el Mundo.

El primero de ellos fueron los grupos dirigentes conservadores que optaron por profundizar la
relación bilateral con Gran Bretaña. Pero como observa Newton durante este período, además de
Inglaterra – que pretendía mantener su posición de privilegio - tanto EEUU como Alemania pujan
por ser el reemplazo bajo la hipótesis de que estas dos últimas naciones apostaban:

... en realidad por la sucesión de Inglaterra como socia principal de la Gran Estancia, y por el papel
directivo de la etapa emergente en la Argentina de la industrialización dependiente en la Gran
Bretaña que no estaba preparada a colaborar y en la que tenía poco que ofrecer.

A pesar de esta puja, los conservadores optaron por firmar el Pacto Roca-Runciman que es el eje
sobre el cual se articula la política exterior del período, porque marca la opción por un bilateralismo
profundizado - como la afirmación de la tendencia iniciada en la última presidencia de Yrigoyen de
un régimen de reciprocidad aunque con características propias. Ante la instauración del sistema de
protección imperial fundado en los Acuerdos de Ottawa de 1932, la clase dirigente argentina se vio
en la necesidad de evitar "la imposición de cuotas sobre las importaciones de carne de la Argentina
que constituía un hecho".

Desde estos sectores se define por la necesidad de conservar el mercado inglés de carnes aunque,
como señalan Fodor y O'Connell "la economía del país en su conjunto estaba lejos de depender en
forma tan crucial de estas exportaciones." Más aún, como bien apunta Tulchin:

Las condiciones del comercio del Pacto realmente no eran favorables para la Argentina. Por otra
parte, no queda claro que el gobierno argentino haya contado con los medios para extraer mayores
concesiones de Gran Bretaña ni que el rechazo a la firma del tratado beneficiara a la nación.

Los sectores dirigentes prefirieron a Gran Bretaña quien, gracias al tratado, "logró en los años treinta
recobrar su preeminencia en la Argentina" que estaba perdiendo en favor de Estados Unidos. Con
ello la relación triangular Estados Unidos, Inglaterra y Argentina:

... se vio así forzada a volcarse predominantemente sobre uno solo de sus lados. Pero las
consecuencias políticas de la forma prepotente en que esa preeminencia fue recobrada llevaron al
fortalecimiento de tendencias de largo plazo para la erosión de la "relación especial" Argentina-
Gran Bretaña y aseguraron su desaparición en los años siguientes.

Es decir que este grupo político, sobre todo en los treinta, optó por privilegiar la relación con Gran
Bretaña ante el avance económico norteamericano para favorecer los intereses de los sectores
vinculados a la exportación ganadera que ello representaba en detrimento de una economía que ya
mostraba signos de una diversificación importante.

Pero esto no fue la única opción y por eso disentimos con la afirmación de Tulchin que "ningún
grupo que luchara por el poder en esa época propuso un modo de inserción en la economía mundial
significativamente diferente."

Existen dentro de la elite, un segundo grupo – que evidencia diferencia dentro de los grupos
dirigentes tras los efectos del Pacto Roca Runciman - representado por algunos sectores que
representaban esa diversificación quienes hacia fines de los treinta proclamaban la necesidad de
entrar en la órbita norteamericana.

El Plan Pinedo de 1940 fue una prueba de ello, ya que fue un intento por cambiar la situación -, ya
que en él se preveía que los Estados Unidos serían un proveedor de capitales y bienes y América
latina una zona para el desarrollo del comercio. Los alcances de este Plan, abortado en el Congreso,
son tratados por Juan J. Llach quien lo considera "un desarrollo industrial exportador y especializado
en materias primas nacionales." Para ello se hacía necesario, entre otras cosas, incentivar el
intercambio con Estados Unidos y tener hacia ese país una estrategia de largo plazo que significaba
romper con el bilateralismo profundizado.

Este proyecto económico fue acompañado desde lo político, como veremos, en los intentos de
acercamiento durante la gestión de Ortíz o en la importancia del grupo rupturistas durante la guerra.
Un dato importante es que en la década del treinta a medida que Gran Bretaña perdía su poder
económico en la Argentina, la relación privilegiada era observada como perjudicial, producto del
primer choque que la crisis del treinta puso en el ámbito mundial entre los intereses económicos
metropolitanos y las economías dependientes. La aparición de esta crítica tiene una relación muy
directa con el deterioro británico y la visualización de ello como un problema.

Una de las respuestas es la descripta anteriormente, pero también el crecimiento de una conciencia
industrialista derivó en posiciones autonómicas. Esta posición se reflejó en un nacionalismo
democrático representado por la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) que
representan el tercer grupo. Este era uno de los principales impugnadores del modelo del
bilateralismo profundizado y percibe la decadencia británica como una oportunidad para la
emancipación. Los efectos del tratado Roca Runciman son visualizados como un alejamiento de las
actividades industriales a favor de las ganaderas, el desplazamiento del capital norteamericano y el
aislamiento de la Argentina de las corrientes del comercio internacional. FORJA apunta a que este
aislamiento de algunas potencias industriales (Japón, Estados Unidos, Alemania) por Inglaterra,
disminuyen la capacidad para conseguir capitales y nuevos mercados que permitan a la Argentina
tener un manejo autonómico.

La guerra del Chaco es uno de los ejemplos más claros de la política hacia América Latina. Aquí más
que un planteo solidarista y de hermandad se jugaba el liderazgo subregional con el Brasil, pero
también este conflicto encierra una puja entre los intereses británicos y norteamericanos por la
explotación petrolera de la zona en disputa. Los argentinos, como no podía ser de otro modo,
defendían los intereses de los primeros; y los brasileños, por su relación especial, los de Estados
Unidos. En este conflicto "Bolivia ha perdido una porción considerable de su ex territorio colonial."
La solución de este conflicto en la Conferencia de Paz de Buenos Aires, le valió al Canciller Saavedra
Lamas la distinción con el premio Nobel de la Paz.

La conferencia de Paz buscaba "solucionar el problema del Chaco a expensas del Paraguay, ya que
Argentina y Brasil deseaban congraciarse con Bolivia para obtener beneficios de la explotación de
petróleo." Esta expresión puede tener un sentido parcial, ya que lo que en realidad estaba en juego
no era sólamente la influencia sobre Bolivia, sino además la presencia norteamericana y británica
en la región. En correspondencia con ello, la Argentina logró la construcción del tramo ferrocarrilero
entre Yacuiba y Santa Cruz de la Sierra, de una importancia estratégica para esa relación.

En este período continuó el aumento del comercio con la región llegando en 1945 al 18.8 % las
exportaciones totales y al 29.5 las importaciones, incremento que justifica el aumento de la
importancia de la región en la política exterior.

La situación del país en la Segunda Guerra Mundial es muy controvertida. Como primera medida
tenemos que marcar la diferenciación que existe entre éste y el anterior conflicto bélico. Para ello
nos parece muy adecuado lo sustentado por Rapoport, cuando señala los tres aspectos
fundamentales que incidieron en la política de neutralidad: el carácter distinto de uno y otro
conflicto, la diferente posición argentina en el mundo y los distintos gobiernos que sostuvieron la
neutralidad. Sobre ello responde:
El primer aspecto se refiere más concretamente al carácter del nazismo y el fascismo, que no puede
confundirse con las pretensiones imperiales germanas de los años 1914 y 1918. El segundo tiene en
cuenta, en particular, la emergencia del poder hegemónico norteamericano y sus efectos sobre la
Argentina. El tercero procura distinguir las razones que guiaron la conducta de gobiernos como el
de Victorino de la Plaza (conservador), Yrigoyen (radical), Ortíz Castillo (conservador) y Ramírez-
Farrell (militar).

Existen otros motivos que también distinguen las distintas neutralidades que, como sostiene Ciria
citando a Bagú, mientras que la neutralidad de Yrigoyen poseía un carácter moral, como ya lo
observamos, la adoptada por Castillo tuvo un carácter esencialmente especulativo, ya que
"esperaba nerviosamente la definición de la lucha entre poderosos para plegarse al ganador en hora
más segura".

Además de esta actitud especulativa, también encontraremos que el entonces Canciller Castillo,
Enrique Ruiz Guiñazú, era sindicado "como simpatizante de Alemania, (y) será la cabeza visible de
la política neutralista del anciano mandatario." Esta actitud era el emergente de grupos minoritarios
que vieron en Alemania el reemplazo de Inglaterra. Esta situación llevó a pensar que la Argentina
era pronazi cuando en realidad era una puja como señala Newton:

... lo que comenzó a mediados de los años '30 como conflicto clásico por mercados (más importante
para los Estados Unidos) y recursos naturales (más importante para Alemania) fue transformado en
preocupación política y estratégica mal definida y en el impulso de la guerra propagandística en una
lucha mucho más amplia por el futuro argentino.

Las actitudes del gobierno y sus consecuencias complicaron el accionar de nuestra inserción en el
mundo. La situación interna complica aún más el panorama, ya que:

... La gran mayoría de los partidos tradicionales (salvo sectores minoritarios como la gente de FORJA,
por otra parte, bastante desvinculada de los dirigentes oficiales del radicalismo) estará favor de los
aliados.

Los cuatro grupos identificados con propuestas para la futura inserción internacional de la Argentina
conformaron dos bandos: los rupturistas y lo neutralistas. Obviamente, por la disparidad de
objetivos, entre ellos eran heterogéneos. Los primeros contaban con todos los partidos tradicionales
y sus matices, desde un sector que apuntaba a la autonomía; a otro que priorizó la necesidad de
formar parte del orden de posguerra junto a Estados Unidos. Los neutralistas no eran todos pro-Eje,
tal vez eran la porción minoritaria del grupo, ya que los intereses británicos estaban a favor de la no
intervención, como así también los sectores que pujaban por la búsqueda de autonomía y una nueva
inserción con América latina.

Este escenario de por sí complejo tiene claramente dos momentos en el impacto de la política de
neutralidad por parte de nuestro país en la Segunda Guerra Mundial: antes y después de la
intervención norteamericana.

Previamente al ataque japonés en Pearl Harbour se realizaron dos reuniones hemisféricas de


consulta de cancilleres donde la Argentina buscó acercarse a Estados Unidos, no siempre con éxito.
La primera se realizó en Panamá en 1939 donde se redactó "la Declaración de Panamá, por la que
se creaba una zona de seguridad marítima en torno del continente, una nueva Declaración de
Solidaridad y una Declaración sobre Neutralidad." Aquí va a existir un contrapunto entre las
delegaciones argentina y norteamericana, ya que la primera propugnaba la "no beligerancia" – lo
que significaba un apoyo más decidido a la causa aliada - y la segunda pedía la neutralidad –por
motivos electorales -. Triunfó la posición de Estados Unidos.

En la siguiente (La Habana, Junio de 1940) fue tratado el tema de la administración de las colonias
europeas en territorio americano cuyos gobiernos habían caído en poder de los nazis (Francia y
Holanda). Aquí la delegación argentina hizo una reserva por el caso de las Islas Malvinas por si
Inglaterra seguía la misma suerte.

Pero la intervención norteamericana en esta guerra ocasionó un sin número de inconvenientes a la


Argentina. Los estadounidenses presionaban para unificar posiciones contra las fuerzas del Eje por
parte de los países latinoamericanos.

En la Conferencia de Río de Janeiro de 1942, el enfrentamiento fue patente, ya que mientas los
norteamericanos presionaron para que el hemisferio declarara la guerra al Eje, la delegación
argentina logró cambiar esta posición para que sólo sea una "recomendación". La resistencia
argentina a acceder se debió a las fuertes presiones del grupo neutralista.

El Golpe de Estado del 4 de junio de 1943, si bien en un primer momento el Almirante Storni –
Ministro de Relaciones Exteriores - dio señales de acercarse a los Estados Unidos, los sectores
neutralistas del GOU, que era el grupo militar que sustentó al gobierno de facto, optó por producir
el reemplazo del Canciller. Esto agravó la situación, ya que confirmó la tendencia de neutralidad,
sumada a la generalizada sospecha de vinculaciones ideológicas con los nazis.

La situación argentina llegó a dividir al gobierno norteamericano "y casi llegó a deteriorar las
relaciones con los Aliados." Especialmente, por la posición británica, muy influyente todavía en la
Argentina, que apoyó la neutralidad por el abastecimiento de alimentos; se llegó a sostener, como
lo hace Rapoport que nuestro país:

... no fue en absoluto neutral y actúo en el abastecimiento de los países aliados, en una forma similar
a Estados Unidos con su ley de préstamos y arriendos... sin contraprestación inmediata.

Finalmente en el año 1944 se rompieron las relaciones con las naciones del Eje y en marzo se declara
la guerra, llegando a un grado de aislamiento muy importante, tal vez como nunca antes se había
visto.

Evaluar la conducta argentina en la guerra no es un trabajo sencillo, no fue decorosa en algunos


aspectos pero son innegables las consecuencias que tuvieron estos episodios en las relaciones
argentino-norteamericanas de los años subsiguientes, aunque los nuevos problemas cambian, casi
inmediatamente, la situación.
La política exterior en los tiempos de gobiernos débiles (1955-1966)

Los militares iniciaron un proceso de alejar al peronismo de la realidad política argentina y esta
situación potenció una gran inestabilidad institucional que perduró hasta 1983, reflejada en el
período que va del 55 al 66 y en el hecho de que haya habido cinco presidentes en un período de
once años, y con una sucesión muy grande de ministros de relaciones exteriores, aproximadamente
quince.

Tras el derrocamiento de Perón, durante la Revolución Libertadora, se evidenciaron condiciones


generales que nos ayudaron a entender las políticas que se siguieron entre el 55 y el 66 con respecto
a la política exterior. Los golpes de estado como éste, y el en contra de Frondizi, tienen como
característica general el objeto de reordenar una democracia débil, sin que exista el populismo,
donde las Fuerzas Armadas juegan como árbitros de la situación hasta el fin del período donde
pasaron de este rol a pretender reemplazar al sistema político.

Golpe de Estado y de dirección (1955-1958)

La Revolución Libertadora se había planteado a la hora de asumir tres objetivos básicos, al margen
del cambio que existió de Lonardi y Aramburu, que era: 1) mantener un estándar de vida y un orden,
mientras se recomponía la economía; 2) evitar opiniones adversas en el exterior para acceder a los
préstamos; 3) imposibilitar el retorno del peronismo.

Los militares pensaban que la estabilidad, el orden y el anticomunismo, eran aspectos que
apuntaban hacia una relación más occidentalista y también a un desarrollo primitivo de la doctrina
de la seguridad nacional que tenía como fundamento el alineamiento con Estados Unidos. Para Puig
este cambio significó salir de la autonomía heterodoxa para ingresar "a una alienación incondicional
con el bloque occidental, y especialmente con Estados Unidos."

Los militares cambiaron su percepción con respecto a los EE.UU.. Como hemos visto las condiciones
previas políticas, económicas y culturales generaron un fuerte sentimiento anti-norteamericano. En
función de la guerra fría, empezó a parecer positiva la relación con EE.UU. como potencia
hegemónica del bloque occidental. Si bien es cierto el corte en este aspecto, entre la última etapa
del gobierno de Perón y el nuevo gobierno militar, no resultó tan marcado como lo señala Puig. En
esto continuamos la línea sugerida por Rapoport cuando señala:

... el nuevo Presidente pronto afirmará la voluntad de cooperar estrechamente con los Estados
Unidos en los campos económico, político y militar y que al menos una parte de los jefes militares,
según afirmaba la embajada, no había enfrentado a Perón por oposición al convenio petrolero o su
aproximación económica con Estados Unidos (como lo hicieron algunos sectores de la oposición)
eran elementos tranquilizantes en el país del Norte.

Muchos sectores políticos que habían apoyado el golpe lo hicieron entre muchos motivos por una
impugnación a la última etapa de acercamiento, sobre todo económica, del gobierno peronista.
El gobierno militar cambió desde el punto de vista de la política exterior, la estrategia bilateral del
anterior gobierno por una multilateral que consistía en integrar los organismos financieros
internacionales que se habían formado en el orden de posguerra: FMI, el Banco Mundial, etc. Se
abandona la impugnación del modelo económico internacional de Bretton Wood por la integración
al mismo, siendo éste el dato más importante de la política exterior de la Revolución Libertadora.

Ya con el FMI se empezó a imponer una política liberal ortodoxa consistente en abrir aquellas
economías que fueron protegidas y permitir el libre desarrollo de las fuerzas del mercado. Esto se
expresa también en el ingreso al Banco Mundial.

Pero ésta no era la única alternativa económica que tenía el gobierno. La otra estaba dada por la
CEPAL encabezada por Raúl Previch. Así se combinan las teorías del FMI y de la CEPAL, es decir
mecanismos ortodoxos y proteccionistas.

La influencia cepalina se expresa en la relación con América Latina; este gobierno va a empezar a
hablar de Mercado Regional y no sólo de unión aduanera como lo hacía el peronismo, y esto se
expresó en la participación de la fundación de la ALALC. Este organismo apunta a una estrategia
regional: en vez de sectorizar abrió varios frentes simultáneamente y estableció una estrategia
distinta.

Los EE.UU. en función de toda esta política que se fue dando durante el gobierno militar produjo un
acercamiento que se expresó fundamentalmente en varios cambios externos.

El gobierno norteamericano aportó 100 millones de dólares en préstamos. Dentro de ese mismo
paquete había 50 millones de bancos privados, 75 del Fondo Monetario y 30 millones de la Standard
Oíl. Estos aportes, permitieron superar el problema coyuntural de la balanza de pagos que existía
en ese momento.

Es necesario describir los aspectos políticos internos que se estaban desarrollando para entender el
proceso posterior. El fenómeno más significativo fue la división del radicalismo.

Existían varios sectores diferenciados: los intransigentes que eran encabezados por Balbín y
Frondizi, los unionistas cuyo personaje más caracterizado era Zavala Ortíz y lo que se llamaba
intransigencia nacional o sabatinismo. Estos dos últimos sectores tenían una actitud de apoyo al
gobierno militar. En cambio en la intransigencia, existían dos lineamientos producto de dos
liderazgos muy fuertes, por un lado el de Balbín y por el otro Frondizi.

Frondizi va a percibir la necesidad de integrar paulatinamente al peronismo al sistema político: en


un primer momento, normalizar institucionalmente al país y una vez cumplido esto, levantar la
proscripción.

En cambio Balbín, fue más proclive a pensar que la proscripción debía seguir, posición por la cual,
se va a empezar a acercar más a los otros dos grupos (unionistas y sabatinistas).

En el radicalismo se produce la división en dos partidos: la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI)
que seguirá a Frondizi, y la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) que seguirá a Balbín. Como dice
Rouquié ambos partidos nacen claramente "del combate en torno a la persona de Arturo Frondizi"
y que el radicalismo intransigente "se presenta claramente como el instrumento de este último en
la lucha por el poder."
El primer test, la convocatoria a la Constituyente de 1957, fue un proceso electoral importante
inmediatamente después de la llegada de la Revolución Libertadora. Por decreto se había anulado
la Constitución del ‘49 y había que reimponer la antigua Constitución. Para esto fue necesario llamar
a una Convención Reformadora. Desde el punto de vista electoral lo que más interesa en este
momento es la gran cantidad de votos en blanco que existían, dado que Perón propugnaba el voto
en blanco (2.100.000 votos). El radicalismo iba fracturado: Frondizi por un lado con la UCRI
(1.800.000 votos) y Balbín, los unionistas y los sabatinistas con la UCRP por otro. Estos últimos van
a ser quienes triunfan (2.200.000 votos). La convención Reformadora sólamente alcanza a
incorporar un artículo nuevo a la Constitución del ‘53, el 14 bis; el resto quedó igual debido al retiro
de los convencionales, del frondizismo y luego los convencionales que formaban parte de la derecha
- los partidos conservadores - que quitaron quórum, motivo por el cual no se pudo seguir
sesionando.

A partir de esto, Frondizi tuvo mucho más presente la idea de integrar al peronismo. Era necesario
acordar con él como una manera de sacar ventaja al otro partido, que en ese momento aparecía
como partido oficial. Se utilizaron las siglas UCRI para el Frondizismo, UCRP para el tronco
balbinistas, sabatinistas y unionistas.

Inserción y desarrollo: el gobierno de Frondizi (1958-1962)

El programa de la UCRI estaba contenido en el "Mensaje a veinte millones de argentinos" donde


para la política exterior se planteó "el mantenimiento de una política internacional de defensa de la
libertad, de la democracia y de la autodeterminación de los pueblos." Este "programa (era) tan
electoral en sí mucho menos importante que en comparación con la carta de Avellaneda", como lo
señala Rouquié . En este aspecto radicaba la diferencia entre ambos partidos radicales.

Para las elecciones de 1958, Frondizi realizó finalmente una alianza con Perón - quien junto con su
partido estaban proscriptos -. Y fue esa alianza la que le permitió a Frondizi llegar al gobierno,
ganando por un margen bastante holgado de votos (4.100.000 votos). La UCRP repite la elección de
constituyentes con alrededor de 2.6 millones de votos, existiendo 800 mil votos en blanco.

El crecimiento industrial era la cuestión que a Frondizi más lo va a deslumbrar y siente la necesidad
de compensar el deterioro de la balanza comercial.

A pesar de su heterogeneidad, el frondizismo amalgamó una ideología compuesta por dos


elementos: la integración y el desarrollo sustentados por un nacionalismo capitalista, inspirado en
la teoría keynesiana y el modelo de desarrollo norteamericano.

Para nuestro tema existen cuatro puntos de esta ideología del desarrollo que tienen impacto en su
realización y que hicieron la diferencia con el otro partido radical.

La primera de esas características es su carácter anti-ideológico fundamentado en el realismo, la


eficacia y la racionalidad, que son tres conceptos claves a la hora de entenderla. La segunda es la
formación de un nacionalismo movilizador contra las fuerzas antinacionales (vinculadas al viejo
modelo de inserción), que desaparecerían ante la unidad nacional promovida por el desarrollo. El
tercer elemento fue un optimismo planetario, fomentado por la coexistencia pacífica entre los
bloques y la presencia de líderes mundiales de la talla del Papa Juan XXIII y Kennedy. El último
elemento es un americanismo sin fronteras basado en la fascinación por el modelo norteamericano,
la necesidad de abandonar a Europa y la búsqueda de una sociedad política con el Brasil.

En su mensaje inaugural ante las Cámaras Frondizi dirá al respecto:

... la política internacional argentina debe colocarse al servicio de la hermandad latinoamericana,


del entendimiento entre todos los pueblos y de la vigencia de una moral internacional basada en la
libertad, en la democracia, en la paz, en el progreso, en la autodeterminación y en la plena soberanía
de todas las naciones, en un plano de absoluta igualdad...

Esta proposición tiene cierta contradicción con el discurso esencialmente económico, como lo
señala Acuña. Esta política exterior "no pudo ser explicada en el marco del economicismo
reduccionista con que el desarrollismo encaró... su programa de gobierno."

En una descripción general de la política exterior podemos señalar que "la Argentina acompañó a
Estados Unidos en sus planteos estratégicos, tanto en el mundo como en la región; por diversas
razones a veces la relaciones fueron antagónicas."

La gestión de Frondizi fue una etapa de fuerte expansión sumada a crisis cíclicas. En la superación
de ellas la ayuda del FMI y la aparición de Alsogaray en el Ministerio de Economía produjeron
cambios en la orientación desarrollista con el lanzamiento de un plan de estabilización. Esto generó
el incremento de las huelgas y fricciones con el peronismo. Como respuesta a ello se lanza el plan
CONINTES donde los militares intervinieron en los conflictos sindicales. A pesar de los importantes
cambios económicos, esto no alteró los principios de política exterior; en todo caso las variaciones
obedecen a presiones militares.

El año 1959 fue de inflexión. A la delicada situación interna se le sumó un suceso regional de
implicancia mundial: la revolución cubana. Con la consolidación de ella aumentó la tendencia
pretoriana de las Fuerzas Armadas (que existieron hasta la culminación de esta gestión unos 32
planteos militares).

El caso cubano es el más significativo de la gestión, pues profundizó las relaciones con América
Latina, y los Acuerdos de Uruguayana con el Brasil son un buen ejemplo de ello, estableciendo un
sistema de consultas entre los gobiernos. También la posición ante la Alianza para el Progreso fue
de destacada importancia. Existió también una preocupación fuera del ámbito regional, ya que el
presidente "recorrió Europa y Asia, con una importante escala en la India, en la cual enfatizó la
tendencia neutralista de la Argentina."

La relación con Estados Unidos tendió a reemplazar el alineamiento con esa nación impuesto por el
régimen militar por un planteo más maduro y equilibrado. Tuvo dos factores que atentaban contra
éste: una era la precariedad política interna y las tensiones globales, principalmente la situación
originada por la revolución cubana.
Washington niega empréstitos a los gobiernos con monopolios petrolíferos estatales. Esta situación
lleva a Frondizi a cambiar su posición sustentada en Política y petróleo y anunciar contratos de YPF
con inversores privados de la industria petrolera. Además debido a la expansión industrial se hace
necesario abastecer de petróleo al país, de allí el cambio en esa política al que se suman los trueques
con Colombia y el cumplimiento de los contratos pendientes con la URSS.

Ante la necesidad de asistencia financiera se impone un cambio de gabinete y la instrumentación


de un plan de estabilización de corte liberal. En este contexto Frondizi realiza un viaje a Estados
Unidos donde declaró su respaldo al hemisferio occidental y la solidaridad interamericana. Recibió
a Eisnehower y apoyó su política de la guerra fría.

El nuevo ministro de economía, Alvaro Alsogaray consigue promesas de préstamos en Estados


Unidos y Europa. Desde el punto de vista económico existe un importante crecimiento de Estados
Unidos en el mercado argentino, pero existió una baja en las explotaciones hacia ese país.

Con la URSS se buscó la complementación con la provisión de generadores de electricidad, equipos


para la construcción de caminos y la red ferroviaria.

La llegada de los demócratas complejizó la relación con EE.UU., y Kennedy ante la revolución cubana
planeó la necesidad de fortalecer la democracia y el cambio social en América Latina, que tomó
forma con la Alianza para el Progreso. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, los países de la
región reclamaron a Estados Unidos un plan similar al Marshall para recuperar la caída económica
latinoamericana. El triunfo de la revolución socialista en Cuba generó el interés norteamericano por
el desarrollo de la región.

La propuesta fue formalizada en la reunión de Punta del Este de 1961. Existieron coincidencias
generales como la de promover el desarrollo, pero aparecían discrepancias instrumentales por ser
un plan asistencialista y no entender la variada realidad latinoamericana. Como lo señala Lanús,
para el presidente argentino:

... el atraso económico exigía tecnificación e industrialización. Mientras que para el grupo Kennedy
las soluciones eran la reforma agraria, la planificación del desarrollo y la asistencia social; para el
grupo que gobernaba Buenos Aires la propiedad de la tierra no tenía la significación sobre la
producción; la planificación debía ser nacional y no supranacional, estimándose que la asistencia
social dispersaba esfuerzos que debían dirigirse al desarrollo, pues antes que repartir había que
producir.

En la visión de Frondizi, sólo el desarrollo nacional alejaría al comunismo de la región, las ideas
impulsadas por Washington no atacaban el fondo del problema.

En la estrategia subregional existen diferencias con el peronismo: mientras éste apuntaba a la


construcción de un pacto político y económico, Frondizi apuntaba a establecer sólo un sistema de
consulta y coordinación.

Cuando el presidente brasileño Jucelino Kubitchek lanzó la Operación Panamericana que consistió
en "poner en marcha un vasto programa de cooperación continental" el recientemente elegido
presidente Frondizi coincidió en la necesidad de coordinar una política común ante Washington.
Con la asunción de Quadros, cuatro son los objetivos que se tenían al respecto: 1) liberación de las
antiguas dependencias que aumentaría la capacidad de negociación y favorecería una política
común; 2) suprimir las viejas rivalidades; 3) concretar la Operación Panamericana y firmar el Tratado
de Montevideo; 4) crear un punto sólido de una nueva política exterior latinoamericana.

Con la aprobación de la Declaración de Uruguayana estos objetivos se vieron plasmados en los


siguientes aspectos: 1) Brasil y Argentina orientan sus políticas hacia una común; 2) la participación
de ambos en los problemas internacionales de acuerdo a su interés nacional; 3) preservar la
democracia, la libertad y la dignidad de las personas; 4) promover las soluciones a los problemas
continentales sin interferencias directas o indirectamente de factores extracontinentales; 5)
promover la estabilidad política y social en el continente por la coordinación de la Operación
Panamericana, la OEA y la Alianza para el Progreso; 6) colaborar externamente en el desarrollo con
un gran esfuerzo interno; 7) planteos económicos referidos a la explotación de los recursos
naturales, el precio de los productos básicos, la eliminación de restricciones comerciales, etc.

Como dijimos el tema clave de esta administración fue la situación de Cuba en la OEA. El triunfo de
la revolución de Fidel Castro y la adopción del socialismo por ese país causó conmoción en el ámbito
americano. Y en nuestro país tuvo implicancias internas y externas que afectaron al gobierno
desarrollista.

Aquí el gobierno intentó mediar entre Estados Unidos y Cuba rechazando la hipótesis
norteamericana de que era un problema hemisférico. La posición se sustentaba en tres puntos que,
como determina Lanús, son los siguientes:

... a) no se quería romper con Cuba, b) las sanciones, en este caso, violaban el principio de no
intervención, c) eran ineficaces, porque si lo que se quería era derribar a Fidel Castro se obtendría
el resultado contrario.

Esta posición trajo como consecuencia el enfrentamiento con Estados Unidos, que estaba decidido
a aislar y derrocar al régimen castrista, y para ello presionó a todo el subcontinente. Esto tuvo
efectos sobre la política desarrollista, ya que como señala Puig terminó por constituir una
"contradicción latente" que:

... se corporizó en la Octava Reunión de Consulta (Punta del Este, 1962) en la cual la Argentina,
juntamente con Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Haití y México, se abstuvo en la resolución por la cual
se excluía a Cuba del sistema interamericano, aunque con posterioridad rompió relaciones con el
gobierno de Fidel Castro.

Esta construcción era el emergente de una delicada situación interna y externa que agudizó el
pragmatismo del gobierno desarrollista que a pesar de ello, mantuvo el principio de no intervención.
Poseyó las mismas perplejidades del gobierno de Perón, entre la autonomía y la inserción. Como
dice Acuña:

La diplomacia desarrollista fue audaz, relativamente independiente y mostró una ordenación


progresista por la cual habría de pagar el máximo precio político. Si bien algunos hechos de la política
exterior del gobierno de la UCRI... se insertan perfectamente en la concepción modernizante e
industrialista del desarrollismo, existen otros hechos que denotan un serio intento de consolidar
una posición independiente de la Argentina en el concierto mundial.

Producto del debilitamiento del acuerdo con Perón, de los constantes planteos militares, del triunfo
del candidato peronista Framini y la respuesta ante el caso cubano, produjeron que Frondizi cayera
en 1962, siendo reemplazado por el presidente provisional del Senado, José María Guido.

El primer alineamiento automático (1962-1963)

Durante esta gestión se produjo un enfrentamiento entre los miembros del Ejército conocido como
"azules y colorados". Los primeros eran profesionalistas y estaban encabezados por Onganía que
era el Comandante en Jefe del Ejército, y los segundos impulsaban políticas fuertemente
antiperonistas. El triunfo de los primeros no garantizó el levantamiento de la proscripción del
peronismo para las futuras elecciones de 1963.

La política exterior en este gobierno estuvo signada por la crisis de los misiles en Cuba. El gobierno
abandonó la política de conciliación y equilibrio de Frondizi por la sujeción a la política de Estados
Unidos en nombre de la solidaridad hemisférica. Ante este suceso en octubre de 1962, el Canciller
Muñiz apoyó la convocatoria de consulta de la OEA para convocar al TIAR y los países
latinoamericanos acompañaron totalmente la sanción del bloqueo a Cuba. Este hecho se
fundamentaba en que una guerra involucraría a todos los países de la Tierra y no había lugar para
la neutralidad. Existía una amenaza soviética, esta posición ponía en peligro la vida democrática y
alteraba el equilibrio estratégico. Por ello además se enviaron dos buques de la marina argentina
para contribuir con el bloqueo. Este fue uno de los puntos más álgidos de la guerra fría:

El apoyo latinoamericano fue decisivo para la batalla diplomática y la Argentina actuó antes que
ningún país para ponerse del lado de los Estados Unidos, por primera vez desde 1945, con el apoyo
de dos unidades de su Marina de guerra. El reconocimiento de Kennedy por el apoyo recibido de la
Argentina fue enorme.

Este acto es evidente y también trascendente ya que cambió una posición histórica de la Argentina.
El apoyo dado por el país en ese conflicto marca el primer alineamiento automático en nuestra
relación con Estados Unidos.

Este gobierno civil impuesto por los militares, desde el punto de vista de la política exterior estuvo
fuertemente alineado con Estados Unidos; será de transición, ya que llamó inmediatamente a
elecciones en 1963, continuando el alejamiento del peronismo del juego político.

Krausismo y problemática norte-sur (1963-1966)

Arturo Illía asume la presidencia el 12 de octubre de 1963 tras una elección en donde las tres fuerzas
políticas con mayor caudal electoral obtuvieron como resultado: la UCRP un 25 %, la UCRI un 16% y
UDELPA algo más que un 7 % . Ante la proscripción del peronismo existieron una gran cantidad de
votos en blanco - un 20 %- pero con una definición contundente en el Colegio Electoral de 270 contra
194 votos de otros candidatos

La política económica está marcada por los lineamientos de la CEPAL. Se puede caracterizar como
un populismo reformista donde conviven elementos keynesianos - un estado activo en el control y
la planificación económica -, política de distribución y la protección del capitalismo nacional.

Una medida que generó rispideces con Estados Unidos es la anulación de los contratos petroleros
firmados por Frondizi. Si bien con ellos el país se había acercado al autoabastecimiento, no existía
una explotación racional del recurso, cosa que sí garantizaba la empresa estatal.

Desde el punto de vista militar, Onganía pronunció su célebre discurso en la academia de West Point
que es tomado como la adhesión del Ejército a la doctrina de la seguridad nacional.

En la introducción de la Plataforma partidaria sancionada para la elección de Illía por la Convención


Nacional, se señala:

Inspirar una política internacional con sentido americanista que permita la participación fraternal
del país en la tarea de construir un mundo libre democrático, exento del temor, de la ignorancia y
de la necesidad.

Dos son las ideas fuerza que están presentes: una, el sentido "americanista" de la política exterior;
y la otra, la tarea "de construir un mundo libre y democrático".

La primera de ellas tiene una larga data en las plataformas y los gobiernos de la UCR, es decir una
amplia apertura hacia los países de América Latina fundamentalmente.

Con respecto a la segunda, si bien reconoce una tradición profunda en la UCR - e incluso de marcada
por la influencia krausista - debe ser interpretada también en el marco de la Guerra Fría como una
adhesión a los valores de Occidente.

Estos dos aspectos son explicitados cuando el presidente marca su política exterior:

Debemos tener en cuenta que la paz ya no consiste sólo en el equilibrio de poder de las grandes
potencias, sino también en dar a las naciones sin desarrollo las oportunidades y los medios para
hacer desaparecer la tremenda humillación de su desigualdad y de la miseria en que viven sus
habitantes. Para universalizar la paz hay que universalizar el progreso y el bienestar.

Illía, fiel al idealismo, rescata a la paz como principal valor en las relaciones entre los pueblos, pero
ésta tiene un valor político y económico a la vez. Por el lado político, el equilibrio entre las Grandes
Potencias es una preocupación permanente en la Guerra Fría, pero además es necesario un
equilibrio económico entre los países pobres y ricos - cosa novedosa en el discurso radical -. En este
punto es donde se delinea el interés nacional basado en la necesidad de un desarrollo económico
para las naciones del Sur.

Podemos puntualizar tres temas de la política exterior sobre los cuales se desarrolla el gobierno
radical de Arturo Illía: el primero: construir un mundo libre y democrático, basado en una política
para la paz que se divide en un aspecto político, dentro de un marco general de acción, y otro,
económico, como la búsqueda de una mejor inserción en el marco de países pobres y ricos; el
segundo es una política americanista en el marco de la organización regional; y el último una política
territorial atenta al problema de las islas Malvinas.

Es una política que posee una fuerte presencia regional sirviendo de base para una proyección
multilateral que tiende a aumentar los márgenes de autonomía.

Pero a pesar de lo adecuado de los temas esta política se encontró condicionada por:

... la extrema complejidad de algunas de las situaciones a que debió hacer frente en un contexto
regional cada vez menos propicio en razón de la intensificación de las turbulencias revolucionarias
y el progresivo endurecimiento de las posturas estadounidenses...

Sin lugar a dudas la categorización de esta política, ya sea como realista o como idealista, posee
muchas dificultades; prueba de ello es la posición de Miranda cuando señala que "las posturas del
gobierno de Illía, basadas en el multipolarismo político y económico, representaron un idealismo
mucho más cercano a la realidad de lo que sucedía en el mundo..."

El realismo para Illía es evaluar el marco internacional circundante para poder determinar su política
en la coyuntura y en el largo plazo sin dejar de lado "lo tradicional", es decir algunas de las
tendencias profundas de nuestra política exterior aunque priorizando la región. En una primera
instancia no se hacen exclusiones; suponemos que se refiere a las fronteras ideológicas pero aclara
"cuidando las afinidades" pudiendo tener esto por lo menos dos lecturas. Una es la afinidad regional,
que es de lo que se viene hablando, pero tampoco se nos escapa una segunda de fuerte contenido
político, sobre todo por la presión norteamericana.

El punto de vista económico de la paz, es decir el principio de seguridad económica para desarrollar
a las naciones del Sur, ocupan un lugar muy destacado en la acción en diversos foros internacionales.

Un elemento importante de esta política multilateral es la firma del Acta de Alta Gracia en marzo de
1964, como exigencia de los países del sur del continente que pretenden "una rectificación en el
nivel de los países dominantes del comercio internacional" y no "una ayuda exterior".

Los problemas del comercio internacional plantean un serio desafío a la política de desarrollo
económico. Existen por lo menos dos serios obstáculos: con EE.UU. y con el Mercado Común
Europeo. Ambos merecen un tratamiento bilateral, pero además la acción multilateral en la Ronda
Kennedy del GATT.

Para los mercados no se reconocen fronteras ideológicas, en tanto negocios, como lo señala
Paradiso:

... Entre 1963 y 1966, los intercambios con la URSS pasaron de 19 a 112 millones de dólares,
correspondiéndole más del 80 % de esas cifras a ventas argentinas. Más significativo aún fue el
crecimiento de las ventas a China Popular, las que pasaron, en esos mismos años, de 3 a 84 millones
de dólares.

Dentro de la estrategia de comercio exterior y desarrollo, la región ocupa un lugar privilegiado. Esta
tiene dos caminos: uno bilateral con acuerdos de complementación económica, como los seguidos
con Chile, Brasil y Bolivia; el otro multilateral en el marco de la ALALC.
La descripción de la acción y la percepción nos abre la puerta para el otro tema relevante: la política
americanista de este gobierno.

Se continúa bregando para hacer de América Latina una "fuerza internacional de cada uno de
nuestros países y el ámbito natural para el desarrollo de nuestras economías" aunque aclara que su
política no busca hegemonías ya que "ha terminado la época de la competencia interamericana".
Ofreciendo a nuestro país para "contribuir a la solución de los problemas de nuestros hermanos, se
ha puesto a disposición de ellos".

En 1964 se trabajó en la necesidad de mejorar la OEA, ya que este organismo es un "instrumento


regional indispensable; contribuiremos al mejoramiento de sus mecanismos con iniciativas
recomendadas por la experiencia". Su idea era reformar el Organismo para que se convierta en un
mecanismo útil a la región.

En este marco institucional un análisis particular merece la posición del gobierno frente al principio
de no intervención ante el caso de Santo Domingo. Ya hemos señalado que en 1964 existía la
predisposición para solucionar los problemas de los países americanos.

En el mensaje del año 1966 dirá que se ha "afirmado y defendido" el principio de no intervención
pero que es necesario:

... que si queremos defenderlo con eficiencia, sobre todo con sinceridad, debemos tener en cuenta
las diversas técnicas que han modificado las formas conocidas de la agresión convencional.

La bibliografía en esta percepción muestra variantes, la mayoría se inclina a pensar que es un


producto del escaso margen de maniobra que la realidad regional estaba dando, aunque también
están quienes sostienen que era producto de un "replanteo de la noción de soberanía como
concepto político". Nos parece que ambos factores influyen y hay que tenerlos en cuenta en el
análisis, no excluyendo a ninguno.

Dentro de este marco multilateral, pero fuera de la OEA, en 1966 se rescata la posibilidad de generar
los Acuerdos de la Cuenca del Plata, a la cual se invitaron a Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay:

... para estudiar el aprovechamiento de los recursos naturales y la posibilidad de obras que puedan
asegurar la navegación, liberar a los pueblos de las inundaciones y recuperar el aprovechamiento
de miles de hectáreas actualmente inmovilizadas.

La política hacia los vecinos tiene como objetivo la complementación económica y la solución de los
problemas de límites por medios pacíficos, que en cierta manera forman parte del tercer nudo
temático de la gestión de Illía, el de la política territorial.

El aspecto más relevante con referencia a este aspecto es el conflicto por Malvinas. Los años sesenta
fueron la época de la descolonización; el gobierno de Illía previendo la posibilidad de que los isleños
proclamaran de alguna forma su independencia de Gran Bretaña, y la disputa territorial quedase
reducida a una cuestión abstracta, si fijó tres objetivos: 1) restablecer la unidad territorial argentina
afirmando nuestros derechos soberanos sobre las islas; 2) rechazar todo intento de
autodeterminación de los isleños por no ser población nativa; 3) lograr una definición del Comité de
Descolonización tendiente a lograr el primer objetivo.
A partir de estos objetivos se trabajó en función de ellos y se logró la sanción por parte de la
Asamblea General de las Naciones Unidas de la Resolución 2065/64 en donde se "reconocía la
cuestión como una situación colonial e invitaba a los gobiernos de la Argentina y el Reino Unido a
proseguir negociaciones a fin de hallar una solución pacífica al diferendo" fue un acto de perspicacia
política al tener una correcta lectura de la realidad internacional y un sentido de la oportunidad que
dan muestra de un pragmatismo muy significativo.

Su debilidad interna permitió a los factores de poder (militares, entidades empresariales, sindicales,
otros partidos políticos) conspirar contra este gobierno, y finalmente lo derrocaron el 28 de junio
de 1966, de la mano de un dictador mesiánico.

La política exterior frente al alineamiento, el aggiornamiento y el


autismo (1966-1983)

El período consta de dos gobiernos militares y un período civil de tres años. Los hemos agrupado en
función de las políticas de alineamiento que los militares impulsaron, y el caso del gobierno civil que
modernizó las posiciones autonómicas.

Del alineamiento al fin de las barreras ideológicas (1966-1973)

Con el derrocamiento de Illía se instauró un gobierno militar presidido por el general Juan Carlos
Onganía. Este gobierno se presentó "como un proceso modernizador que interrumpía la legitimidad
partidocrática para terminar con la crisis y conformar un nuevo orden".

Desde el punto de vista de la política exterior este gobierno fue prisionero de la tensión entre las
visiones de los miembros de la Cancillería vinculados a un esquema tradicional, y a las Fuerzas
Armadas, que tenían una visión esencialmente geopolítica. Desde el gobierno se negaba esta
situación pero, como lo señala Paradiso, la intención del gobierno era "llevar adelante una política
libre, independiente, formulada conforme el interés nacional" y el propio Canciller Costa Méndez:

... juraba que existía coincidencia entre los puntos de vista de su organismo y los estados mayores
de las fuerzas armadas, la gravitación de estos últimos no facilitaba los reflejos necesarios para
adaptarse a escenarios que se transformaban aceleradamente.

Esta tensión entre estas visiones fue conformando una primera etapa, la cual coincide con la
presidencia de Onganía donde existía un claro alineamiento con Estados Unidos y un fuerte
enfrentamiento con los países vecinos en un modelo "con características claramente definidas" y
una segunda etapa con las presidencias de Levingston y Lanusse que se caracterizaron por la
búsqueda de un marco autonómico. Aunque bueno es recalcarlo, este cambio fue progresivo, como
lo dice Paradiso:
... los indicios de cambio se registraron ya a lo largo del segundo trimestre de 1969 y anticiparon un
progresivo deslizamiento hacia una formulación más a tono con el clima nacionalista.

Producto de la política emergente de esa tensión, la Argentina perdió una oportunidad que le habría
permitido diversificar sus mercados, ya que no estableció comercio ni con los países del Este ni con
los de la región. Una prueba de esta falta de interés es el rechazo a participar del Pacto Andino. En
esta última área se mezclaban:

... consideraciones geopolíticas, económicas e ideológicas. No sólo estaban en juego apreciaciones


sobre seguridad e hipótesis de guerra, sino también opciones entre la ortodoxia liberal y las
formulaciones nacional/distribucionista.

La característica más saliente de este período fue el alineamiento con los EE.UU., como lo demuestra
la posición ante la Tercera Conferencia Extraordinaria de la OEA donde se solicita:

.. la institucionalización de la Junta Interamericana de Defensa. Sin el adecuado apoyo


latinoamericano, hasta Estados Unidos debió abstenerse en la votación y la moción argentina fue
derrotada.

Como veremos luego, en el proceso militar siguiente, estos sostenían un ideológico y rígido
alineamiento con Occidente que ante los cambios que se estaban operando, ni siquiera Estados
Unidos los podía acompañar. El alineamiento era un precio muy alto que el gobierno debía pagar ya
que "impedía una inserción amplia en el contexto mundial, cada vez más ineludible"

La equivocada lectura de la realidad internacional tuvo un agravante: el imperativo ideológico de la


geopolítica. Esa visión geopolítica, también acarreó sus costos. Se encontraba centrada en la pelea
con el Brasil dentro de la Cuenca del Plata por la influencia en la región. Este proyecto que
originalmente planteaba una integración - como lo había hecho la gestión de Illía- era, como señala
Lanús, "concebido como un instrumento de cooperación subregional" pero:

... para el gobierno de la Revolución Argentina... (es) ... un instrumento para mediatizar la política
de rivalidad entre la Argentina y el Brasil, en todo lo que se refiere a la utilización del potencial
energético de los ríos y a la construcción de la infraestructura física.

El conflicto tuvo como eje la central de Itaipú, en donde mientras la Argentina sostenía argumentos
jurídicos para impedir su construcción – la creación de un mecanismo de consultas previas - el Brasil
siguió adelante con su construcción ya que "la consideraba pretextos para impedir que llevara
adelante obras vitales para su desarrollo económico."

Pero esos mismos principios geopolíticos llevaron a tener en calma el otro frente de conflictos
limítrofes: Chile, como veremos más adelante.

Con respecto a la cuestión Malvinas, al principio siguió adelante con el proceso de negociación,
llegando en agosto de 1968 a un acuerdo sobre el texto de un memorándum de entendimiento. El
documento "contiene el compromiso más explícito por parte del Reino Unido sobre la eventual
transferencia al Estado Argentino de la soberanía que ejercía sobre las islas." A pesar de ello, las
dilaciones del gobierno militar llevaron a los ingleses a desestimar la propuesta desaprovechando la
oportunidad que otorgó el logro de la Resolución 2065.
El gobierno de Onganía llevó a cabo una rígida política monetarista que suscitó una serie de
levantamientos populares en todo el país de los cuales el más importante fue el Cordobazo en 1969.
Esta situación generó un desgaste del dictador que fue reemplazado por el General Marcelo
Levingston y éste por el General Alejandro Agustín Lanusse, casi inmediatamente después. El cambio
dentro del gobierno militar coincide con la segunda etapa de la política exterior que:

... contempló un significativo intento de superar el aislamiento. Se reconoció al gobierno de China


comunista y se inició una política de acercamiento con los países latinoamericanos, dejando de lado
las "fronteras ideológicas", así como una tímida apertura comercial hacia los países del Este.

Es decir, se intenta orientar la política exterior hacia un esquema multipolar para poder aprovechar
así los cambios mundiales, corrigiendo el aislamiento de la primera etapa. En el caso del
reconocimiento de la República Popular China lo que no hemos podido determinar
concluyentemente es si es un sesgo autonomista o un reflejo de la política iniciada por Estados
Unidos hacia ese país.

En esta nueva etapa el gobierno siguió orientado en su política de debilidad territorial, como lo
demuestra el Acuerdo firmado con Brasil en Nueva York el cual:

... otorgó a este país luz verde en sus desarrollos hidroeléctricos, en un momento estratégicamente
comprometido, y acordó el sometimiento del conflicto del Beagle al arbitraje británico, que iba a
tener la virtud de cuestionar nada menos que la jurisdicción marítima sobre el Océano Atlántico.

Se perdió en los dos conflictos porque las acciones jurídicas argentinas no entorpecieron al Brasil
que siguió con sus desarrollos hidroeléctricos que eran su objetivo principal. Un dato evidente es
que esta orientación es a que la Cuenca del Plata se convirtiese en "el ámbito durante toda la década
de los 70 de una disputa geopolítica con el Brasil por la influencia en la región."

En función del prisma geopolítico argentino ante el conflicto con Brasil se optó por apaciguar el otro
frente con Chile. Por eso, se buscó una solución al diferendo por el Beagle (por la soberanía del canal
y de las islas Picton, Lenox y Nueva) aunque se sabía, por lo menos desde la gestión de Illía que era
un problema de difícil resolución favorable para la Argentina.

Los militares se debilitaron aún más en el poder e instrumentaron una salida electoral con la
participación del peronismo que triunfó en las elecciones de marzo por casi el 50% de los votos con
la fórmula Héctor J. Cámpora y Francisco Solano Lima.

El aggiornamiento de la Tercera Posición (1973-1976)

La llegada del peronismo al gobierno se termina con los años de exilio de Perón quien vuelve al país
definitivamente y se convocó a nuevas elecciones en septiembre, donde el anciano líder triunfa.

La política exterior de este gobierno tuvo también dos etapas, como señala Puig. La primera en
donde se prolongó la tendencia hacia la autonomía heterodoxa dentro de los gobiernos de Cámpora
y Perón, y tras su muerte con la asunción de su esposa Isabel "se diluyó progresivamente el
contenido estratégico de esta orientación" llegando incluso, como dice Figari, a un alineamiento con
Estados Unidos.

En esta primera etapa la autonomía se diferencia de la anterior por hacerla:

... nuevamente inteligible y coherente dentro de la Tercera Posición. Las primeras medidas que se
adoptaron así lo demostraron. Se restablecieron relaciones con Cuba y se iniciaron con la República
Democrática Alemana, Corea del Norte y Vietnam del Norte. La Argentina ingresó como miembro
en el Movimiento de No Alineados... Se concertaron importantes acuerdos comerciales, económicos
y de inversión mixta con todos los países socialistas. Pero mantuvieron relaciones cordiales con
Estados Unidos...

Aunque no todas las visiones sobre esta implementación de la Tercera Posición son tan
complacientes siguiendo a Figari, el gobierno "va a tratar de aplicar una tercera posición negociada
y aggiornada".

Esta modernización tenía que ver con la:

... definitiva consolidación de la multipolaridad y la clausura, también definitiva, del ciclo de Guerra
Fría, formaban parte de las convicciones más arraigadas de los primeros setenta y sobre ellas se
edificaron los diagnósticos y programas de gobierno con los que el peronismo retornaba al poder.

Por otro lado, el aggiornamiento tenía como objeto:

... reducir las ataduras a la esfera norteamericana y diversificar el sistema de relaciones políticas y
económicas externas aumentando el peso de Europa, América latina, el bloque socialista y los países
afroasiáticos.

El punto más sobresaliente de esta gestión fueron los acuerdos con el Este que involucraban a todos
los países del área y "cubrían un amplio aspecto de cooperación en materia productiva, tecnológica
y comercial." Estos convenios buscaron complementar la política económica de fortalecimiento de
las pequeñas y medianas empresas, llevada a cabo por Gelbard ante las restricciones crediticias
occidentales por la crisis del petróleo. Estos convenios fueron la apertura más osada hacia el campo
socialista.

En cierta medida, el peronismo, con la proclamación de la tercera posición, prefiguró una política
de no alienamiento. Pero ésta reconoce un origen distinto. Esta organización era vista "como un
instrumento para disminuir la dependencia, favorecer el desarrollo y restaurar antiguos brillos
nacionales."

También se revirtió la tendencia de debilitamiento territorial del anterior gobierno al denunciar el


Acuerdo de Nueva York. Se cambió la estrategia donde la Argentina también hacía obras para
contrarrestar las dificultades generadas con el Brasil. En este período:

... se presentó oficialmente el proyecto de Corpus, y tanto las obras de Yacyretá y Salto Grande
adquirieron un impulso definitivo... Por otra parte, y con asistencia de la Unión Soviética se impulsó
el proyecto de Paraná Medio...

Es claro que en esta primera etapa, como lo señala Moneta, el objetivo de esta estrategia era:
... transformar a largo plazo el triángulo de relaciones prioritarias Argentina-Europa-Estados Unidos,
en un esquema de vinculaciones poligonales Argentina-Europa Atlántica-Japón-Tercer Mundo-
China Popular-países de Europa socialista.

En esta etapa, corta y convulsionada por cierto, presenciamos uno de los intentos más imperantes
por revertir el carácter dependiente de nuestra economía por la acción de estas vinculaciones
poligonales que ofrecían al país amplios márgenes para la construcción de autonomía.

Pero la puja por el poder, la muerte de Perón y el reemplazo por su esposa, Isabel Martínez, abren
el paso a la segunda etapa donde además de la indicada alineación, existen hechos remarcables: el
primero, la "vinculación con América Latina no hizo mayores progresos". Como consecuencia de
ello, los convenios con los países socialistas fueron dejados de lado y la figura poligonal se desdibujó
nuevamente.

La crisis económica del 73 afectó, en un primer momento, principalmente a los países desarrollados.
Los obligó a buscar nuevas fuentes de energía. En el caso de Gran Bretaña buscó petróleo en el Mar
del Norte primero, y luego en otros ámbitos. Uno de ellos fueron las islas Malvinas. Por ese motivo
en 1975 envió una misión de investigación al buque Shackleton que generó una fuerte disputa
centrada en la cuestión de los hidrocarburos; y su explotación en aguas en disputa entre ambos
países. Las misivas oficiales fueron subiendo de tono, llegando a actos de hostilidad hacia la misión
exploradora que determinaron la ruptura de relaciones entre los dos países.

El caos económico y la violencia generada por la lucha de facciones deterioraron el poder de Isabel
Perón, dando lugar a que los militares retornaran al poder en marzo de 1976.

Más occidentales que occidente: la política autista del Proceso (1976-1983)

Existe una diferencia fundamental entre este golpe y el de Onganía. Mientras en aquel fue el Ejército
el que se hizo cargo de la situación, en éste fueron las Fuerzas Armadas en su conjunto las que lo
organizaron y se hicieron cargo de la situación del país.

La Junta Militar, presidida por Jorge Rafael Videla (de marzo del 76 hasta marzo del 81) encabezó el
primer tramo del denominado "Proceso de Reorganización Nacional" que implementó una dura
política monetarista que alteró de una manera importante la estructura social y productiva de la
Argentina. Sumada a ésta y para poder realizarla, se aplicó una feroz represión a la oposición política
llegando a abiertas violaciones de los derechos humanos.

La extensión de la represión tenía, sin lugar a dudas, como objeto sustentar su política económica
que consistía en bajar los aranceles aduaneros, facilitar los negocios financieros y fijar un dólar
barato. Esto tuvo como consecuencia el cierre de muchísimas fábricas que no pudieron competir
con la industria extranjera, y el crecimiento de la deuda externa pasó de 7.500 millones de dólares
a principios de 1976 hasta 44.000 a fines de 1983.

El propósito declarado por la Junta era terminar con la subversión y para ello el accionar se extendió
no sólo a los grupos guerrilleros sino también a todo intento de resistencia popular al régimen.
El método utilizado fue el terrorismo de Estado que consistió en un sistema de secuestro, tortura y
asesinato que involucraba a las fuerzas armadas y de seguridad además de la incorporación de los
grupos parapoliciales que operaban en la última etapa del peronismo. El número de personas
secuestradas oscila entre 10.000 a 30.000 personas, sobre todo en los dos primeros años. Los
"desaparecidos" eran detenidos en Centros Clandestinos de Detención.

El modelo de inserción que la Argentina ensayó entre los sesenta y principios de los setenta entró
en crisis por motivos externos e internos: el caos por la lucha de facciones, y los cambios en el mundo
a partir de la crisis del petróleo. Para superar esta situación los militares tenían como objetivo
político el alineamiento con Estados Unidos y desde lo económico, el ministro de Economía de
Videla, José Alfredo Martínez de Hoz, quería bajar la inflación y recuperar los índices de crecimiento.
Otros objetivos eran: 1) mantener un alto perfil en América latina; 2) promover un pragmatismo
económico; y 3) mantener un bajo perfil en el enfrentamiento norte-sur.

El gobierno militar "habría de enfrentar un entorno internacional desfavorable en virtud de su


origen ilegal" y por la forma en que enfrentó al terrorismo.

Existen contactos entre el ministro de Economía con la Comisión Trilateral que trataba de "proponer
una versión del nuevo orden económico internacional menos riesgoso que lo que venía siendo
reclamado por los países del sur."

A pesar de existir un alineamiento con los organismos financieros internacionales, los sucesos
políticos internos llevaron en este ámbito a tener:

... pautas de la autonomía heterodoxa, en cuestiones importantes, como la política nuclear, los
derechos humanos (especialmente durante la administración Carter), las sanciones contra Rusia, el
gobierno militar mantuvo posiciones abiertamente conflictivas con el de Estados Unidos. Tal vez la
más patética afirmación de esta tendencia está dada, justamente, por la negativa de Galtieri a
desistir de la operación Malvinas en una conversación telefónica mantenida con el presidente
Reagan a instancia de éste.

Era una autonomía no deseada, producto de creer que desde aquí se defendían mejor los intereses
de Occidente en su lucha contra el comunismo, incluso más que las propias potencias occidentales
que eran conducidas por gobiernos débiles de orientación liberal, demócrata o socialdemócrata.

No obstante ello, los militares tuvieron un sorpresivo aliado en la URSS que rechazaba los pedidos
en los foros de las Naciones Unidas sobre los temas referidos a los derechos humanos por el
crecimiento de las exportaciones hacia ese país que se duplicaron entre 1977 y 1979.

El gobierno del proceso buscó una relación privilegiada con la URSS aunque no les interesaba la
inserción con ella. Este era un modelo de relación privilegiada que tenía fuertes condicionamientos
en lo económico al estar nuestro país bajo la dependencia estructural con Estados Unidos que
impedía "relacionarse automáticamente con una complementariedad estructural con la URSS."
Obviamente, además de la situación económica, desde la política tampoco interesaba lograr la
inserción, ya que era un gobierno que se declaraba "occidental y cristiano" en abierto desafío
político al Bloque del Este. Esta relación se sustentaba en que esta asociación "había garantizado a
los grupos económicos vinculados al modelo agroexportador y dependiente, una fuente segura de
ingresos."

Pero además existía otra contradicción fundamentada en el hecho de que:

... Los poderosos grupos de la gran burguesía argentina que le daban sustento (a la relación) no
estaban vinculados con la URSS sino que, por el contrario, estaban estrechamente relacionados con
los organismos y conglomerados económicos de la producción, los negocios y las finanzas del mundo
capitalista desarrollado.

También esta decisión se debía al marco internacional de aislamiento político y económico y era una
"forma de sortear las dificultades que la propia economía mundial imponía, fue el fruto de la
evaluación y opción del bloque dominante argentino."

El modelo de relación tenía un inconveniente más, ya que generó una situación de vulnerabilidad
para el país:

... el descansar en un comercio absorbente con la URSS, no derivaba de que este país defendiera su
interés nacional y promoviera su propio modo de producción, sino de las características que los
propios funcionarios del PRN habían resuelto imprimir al intercambio con aquel país.

Esta debilidad ayuda a comprender el rechazo del gobierno argentino al embargo cerealero a la
URSS organizado por Estados Unidos por la invasión a Afganistán.

Uno de los temas de discusión era sobre el rol argentino en No Alineados. Los militares presionaban
para salir de allí pero la Cancillería recomendaba la permanencia con un bajo perfil. Existían críticas
porque algunos miembros de esa organización pertenecían al bloque soviético. Pero desde la Guerra
de Malvinas, dado el apoyo de esa organización en el conflicto se abandonó la idea. Incluso el último
presidente militar, Reynaldo Bignone (junio de 1982 hasta diciembre de 1983), asistió a la cumbre
de Nueva Dehli.

Con respecto a América Latina existieron dos ámbitos: el multilateral y el bilateral. Para el primero:

... Las reuniones de la Cuenca del Plata siguieron siendo frustrantes; hasta un tímido acuerdo de
cooperación con el Pacto Andino fue hecho a la zaga de Brasil; el SELA no contó a la Argentina como
a uno de sus grandes animadores.

En el caso del bilateral:

... salvo algunos éxitos aislados, como por ejemplo con Perú en materia nuclear y de explotación
petrolífera, se advierten retrocesos visibles. Brasil es un caso aparte porque algunos acuerdos
importantes se lograron, y en buena hora que haya sido así.

Según el gobierno del proceso existía una visión geopolítica que llevaba a un rechazo de las
propuestas de integración, como lo señala Puig:

... la Argentina no se "integrará" multilateralmente en América latina, y aunque aún en forma


bilateral no establecerá solidaridades de carácter estratégico político o militar. Lo propio con
respecto a los demás países en desarrollo...
En la política regional se invirtieron el esquema de enfrentamiento con los vecinos del anterior
régimen militar ya que existió una tensión pre bélica con Chile y un acercamiento al Brasil a partir
del laudo arbitral británico adverso al país en la cuestión del Beagle en 1977. Este fallo británico fue
declarado nulo por los militares a fines de 1978, situación que fue superada por las presiones
internacionales y la intervención papal - que ofreció su mediación - para evitar la guerra.

Esta situación conflictiva obligó a un mejoramiento con Brasil, abandonando el enfrentamiento por
los cursos de agua de la Cuenca del Plata y avanzando en un acuerdo junto con Paraguay en octubre
de 1979.

Los fuertes enfrentamientos por la situación de los derechos humanos con la administración de
Carter llevaron a tener problemas con los objetivos básicos planteados por los militares desde el
punto de vista político. Incluso el apoyo al golpe militar en Bolivia en 1980 era un nuevo desafío que
el Proceso daba a la administración demócrata.

El recambio del gobierno militar de Videla por Roberto Eduardo Viola (marzo de 1981 a diciembre
de ese año) coincidió "con un cambio sustancial de la política norteamericana que presagiaba la
rápida cancelación de los desencuentros con la Junta Militar de Buenos Aires" por el triunfo electoral
de Reagan.

El cambio en Estados Unidos llevó a una intensificación del proceso de desestabilización del
gobierno sandinista en Nicaragua, donde los militares argentinos asesoraron a la contra.

Con Viola parece abrirse una nueva etapa producto de la apertura política: con la formación de la
Multipartidaria, que de hecho concluyó la veda política; la normalización de las relaciones con
Washington y el hecho que el personal de Cancillería dirigiera la política exterior, con la designación
de Oscar Camilión. En esta etapa los objetivos eran: mejorar las relaciones con Estados Unidos y
Europa; incrementar la presencia en América Latina; permanecer en No Alineados y mantener el
pragmatismo económico.

Con el reemplazo de Viola por Leopoldo Fortunato Galtieri (diciembre del 81 a junio del 82) se cerró
la apertura política, pero con respecto a la política exterior "parecía revitalizar la aspiración original
de articular un vínculo incondicional con la superpotencia americana."

A pesar del mejoramiento de las relaciones con Estados Unidos que se convirtió en principal
proveedor de nuestro país, se mantenía el comercio con la URSS, conformándose -como a principios
de siglo XX- una relación triangular donde los soviéticos reemplazaban a los ingleses.

La política económica agudizó los problemas sociales y políticos y para perdurar en el poder los
militares organizaron la recuperación de las Islas Malvinas.

Este fue el hecho más relevante de la política exterior. La mayoría de los autores señalan el carácter
irracional de la decisión. Tomamos como ejemplo dos autores Puig y Figari. Al referirse al conflicto,
el primero dice que:

Las decisiones tomadas en el caso Malvinas parecerían demostrar un cambio de apreciaciones con
la política territorial... Si la presunta defensa del territorio se efectúa en forma irracional,
incoherente, contradictoria e inconsulta, así se pone también de manifiesto la debilidad en materia
espacial.
Y por su parte Figari dice que:

La guerra de Malvinas ha sido un ejemplo claro de la aventura irracional de intentar hacerse justicia
por sí mismo... No se negoció como era indicado y se terminó en ciertas especulaciones que
culminaron en una guerra irracional, que sólo contó con el apoyo moral de los países
latinoamericanos primero y el Movimiento de No Alienado después.

A pesar de la advertencia de Estados Unidos, Galtieri pensó que la tarea realizada con la contra
nicaragüense era suficiente para que Reagan abandonara a Margareth Thatcher, su principal aliado
en Europa y apoyara a la Argentina en esa aventura militar. Como dice Figari sólo los países
latinoamericanos y los del Tercer Mundo apoyaron, aunque fuera simbólicamente, por ver en ese
conflicto un enfrentamiento norte-sur.

La superioridad tecnológico -militar británica con apoyo de los miembros de la OTAN - entre ellos
Estados Unidos - sumadas a las sanciones económicas de la Comunidad Económica Europea y los
norteamericanos les permitió a los ingleses ganar en setenta y cuatro días el único episodio bélico
en que la Argentina se había involucrado en los últimos cien años.

Esta derrota militar por un lado relativiza bastante los justos títulos que nuestro país tiene sobre las
islas pero además terminó por "ubicarnos en una realidad que no percibíamos con claridad". La
Guerra de Malvinas es el punto terminal de esta situación internacional del país que puso de
manifiesto su debilidad en el mundo y la equivocada imagen que teníamos de nosotros mismos.

Sus consecuencias para la política exterior, como dice Carlos Escudé, fueron las de llevar al país a un
aislamiento internacional, peor que el que vivió al fin de la Segunda Guerra Mundial, fundado en los
siguientes elementos: el carácter de facto del gobierno, la violación sistemática de los derechos
humanos, los escándalos financieros, la decisión de declarar nulo el Laudo Arbitral británico con
Chile y la Guerra de Malvinas. A éstos habría que agregarles los problemas económicos generados
por su política monetarista. Elementos todos que terminaron con los sueños corporativos militares
que se habían transformado en una pesadilla para todos los argentinos.

Un equilibrio entre la autonomía y la inserción: la política exterior de


Alfonsín (1983-1989)

Desde la instauración de la democracia en la Argentina, ésta tuvo y tiene un desafío importantísimo


dentro de la política exterior de la Nación que es la combinación de la reinserción de la Argentina
en el mundo con la búsqueda de un marco autonómico para su propia decisión.

La Guerra de Malvinas fue el punto terminal de esta crisis de desinserción internacional del país que
puso de manifiesto su debilidad en el mundo como así también significó el alejamiento del poder
de los militares y tras éste, la posibilidad de conjugar un sistema político estable.

La política exterior del primer gobierno democrático tuvo como objetivo una reinserción argentina
en el mundo con la búsqueda de márgenes de autonomía.
Por ello, desde la campaña electoral, Alfonsín planteó su accionar futuro en cuatro puntos: 1) una
reivindicación de la tesis krausista de que los hombres son sagrados para los hombres como los
pueblos son sagrados para los pueblos (en el marco de lo que fue su discurso sobre la democracia);
2) otro aspecto tiene que ver con la adopción de las tesis de Brandt, que dividía al mundo en un
enfrentamiento norte-sur y que marca la verdadera confrontación entre los países; 3) delinear una
fuerte presencia de América Latina en la futura política exterior radical, cosa que observamos casi
ininterrumpidamente desde Yrigoyen hasta hoy; y 4) una fuerte crítica a la actitud oscilante del
gobierno militar que pasó del discurso de la defensa de la seguridad hemisférica, occidentalista y
alineado con EE.UU. antes del conflicto de Malvinas, a una actitud tercermundista a la que se vio
obligado a adoptar tras él.

Estos puntos están contenidos en la plataforma para esa elección donde son sustentados en tres
lineamientos básicos que se reflejan también en el discurso inaugural de diciembre de 1983. Ellos
son: 1) los problemas de la paz, el desarme y la vigencia de los derechos humanos; 2) la formación
de una política exterior independiente; y, 3) el reclamo por un orden económico internacional más
justo.

En el primer grupo encontramos a las sucesivas acciones en el Grupo de Apoyo (Perú, Brasil, Uruguay
y nuestro país) a Contadora (México, Panamá, Venezuela y Colombia) que más tarde junto a ella
formaron el Grupo de los Ocho (G-8) o Grupo Río. También encontramos la resolución pacífica de
los conflictos con los que se encontró el gobierno de Alfonsín tras la retirada de los militares -
específicamente la cuestión del Beagle con Chile y la situación de Malvinas con el Reino Unido – y,
finalmente, la lucha por una reivindicación general de los derechos humanos en todo el mundo.

El segundo grupo, que hemos denominado de formación de una política exterior independiente
evalúa pertinente introducir cuatro elementos: primero, la autonomía como factor central de la
determinación de un país; segundo, lo que fue la "carta europea", es decir una relación específica
con las naciones de la Comunidad Económica Europea (CEE), principalmente con aquellas de
orientación socialdemócrata; tercero, las relaciones con los Estados Unidos; y cuarto, las relaciones
con la Unión Soviética.

El tercer grupo está relacionado con la búsqueda de un orden económico internacional más justo,
reflejado, por ejemplo, en una presencia activa de la Argentina en el Grupo de los 77. Sin lugar a
dudas, este punto tiene un singular relieve dado el alto grado de endeudamiento que tiene nuestro
país producido en la última dictadura militar. El segundo punto de importancia está dado en la
estrategia de integración que no sólo fue una voluntad declarativa sino una acción concreta frente
al injusto sistema económico internacional. También este punto se relaciona con el segundo grupo
de temas.

Uno de los cambios más importantes en la política exterior es la recuperación por parte de la
Cancillería de su función, determinar la política exterior, aunque la dirección de ésta estaba:

... integrada esencialmente por funcionarios de origen político. Además, el presidente Alfonsín jugó
un rol de primer orden formando parte de la estructura decisoria en las cuestiones externas de
mayor importancia en el período.
Los problemas de la paz, el desarme y la vigencia de los derechos humanos.

Estos temas intentan ser capitalizados a través de un imperialismo moral que aprovecha la situación
de la nueva democracia. Este se diferencia del de las armas o el dinero, ostentado por otros países.
Esta categoría no es arbitraria, ya que posee una raigambre krausista muy importante, y en este
caso intenta dotar a la moral de una potencialidad política. Combina la tradición radical en política
exterior con las condiciones propias del país, como lo señaló el Canciller Dante Caputo:

... creo que un país como el nuestro que no va a ser potencia militar, ni quiere ser potencia militar,
que todavía le falta bastante para ser potencia económica, puede ser una potencia moral.

Su efecto lo podemos observar en varios actores internacionales, y no sólo los Estados. La Argentina
empezó rápidamente a ser considerada de otro modo. No creemos que se buscase sólo
"concientizar más que obtener resultados" por lo que expresamos más adelante. Esta fórmula no
fue objetada en los Foros Internacionales y el gobierno interpretó esta fórmula como que la
Argentina era "querida y respetada por la comunidad internacional" aunque sus efectos concretos
fueron magros con respecto a las expectativas puestas en ella.

El Grupo de Apoyo a Contadora fue creado como un foro para complementar la acción de ella
tendiendo a resolver la crisis en América Central por la intervención norteamericana en esa zona.
Ambos foros se funcionaron y se transformaron en un órgano de consulta para discutir los
problemas políticos y económicos de la región.

El último punto se refiere a la solución pacífica de los conflictos. Ella tenía serias complicaciones: la
imagen de la constante expansión chilena sobre nuestro territorio y la causa de Malvinas que
contaba con serios inconvenientes a la hora de su resolución. Para el primero de ellos se optó por
"socializar" la decisión de aceptar el laudo papal; para el segundo, bajar el perfil en la agenda.

El problema limítrofe con Chile - la cuestión del Beagle - fue enmarcado por la realización de un
plebiscito no vinculante y la posterior aprobación parlamentaria de la propuesta papal. El canciller
consideraba que:

... el proceso de negociación que culminó con el Tratado de Paz y Amistad, significó establecer un
límite cierto y definitivo en la zona de litigio, pero además significó un triunfo de la racionalidad y
de la sensatez.

Si bien Chile ganó la soberanía de las islas en disputas, producto como vimos de decisiones
desacertadas de gobiernos anteriores, el nuevo tratado supone un nuevo paradigma para la
resolución de los conflictos pendientes.

Con el Reino Unido la cuestión es más compleja, ya que pese al importante impulso inicial tras el
fracaso de la reunión en Berna (1984) la cuestión pasó a tener un perfil poco privilegiado pasando a
discutirse en foros internacionales como el Comité de Descolonización y la Asamblea General de
Naciones Unidas. Con esta nueva estrategia lo que se buscó fue "mantener vivo el tema
internacionalmente". La no resolución de esta situación complicó otros ámbitos de la política
exterior como la famosa "carta europea".
Una política exterior independiente

Este grupo de temas se sustentó en la determinación de ser un país occidental y no alienado. En las
palabras del Canciller:

... la Argentina es un país occidental que no pertenece a ninguna alianza estratégica, y más vale lo
contrario, señala y condena el gravísimo costo internacional que tiene el enfrentamiento de las
grandes alianzas estratégicas en el mundo.

Aquí claramente se expresa el rechazo a la alianza militar, su adhesión al NOAL y, consecuentemente


con ello, la impugnación del esquema Este-Oeste.

El objetivo básico para el logro de esta política exterior para países periféricos se desarrolló sobre la
base de "ampliar el número y el espectro de los interlocutores." Es decir que se prioriza un esquema
multilateral en vez de una estrategia de fuerte relación bilateral con la potencia hegemónica del
bloque. Esta estrategia es el eje sobre el que se articula la búsqueda de mayores márgenes de
autonomía además de la implementación de la tesis socialdemócrata.

La llamada "carta europea" marca las relaciones con Europa Occidental y aparece desde un principio
como una fuerte apuesta que recién se vio materializada tardía y parcialmente con los acuerdos con
Italia y España sobre el fin de la gestión. Estos convenios preveían la posibilidad de transferencia de
tecnología para la industria local, sobre todo la pequeña y mediana, con créditos blandos y a largo
plazo. Esta opción era planteada como una alternativa a la influencia norteamericana que permitiría
a Europa Occidental cumplir "un rol significativo" en esa materia. Entendemos la reinserción no en
un sentido de relación especial con una potencia hegemónica sino con respecto a varios actores
internacionales que permitirían romper el aislamiento en que se encontraba el país luego del
conflicto bélico de Malvinas.

En este punto observamos una mala evaluación producto de un exceso de confianza en el poder
reparador de la democracia sobre la imagen argentina en el mundo. Pero también los problemas
generados en la relación con Gran Bretaña por el conflicto de Malvinas eran una importante traba
para una resolución favorable de este punto en favor de los intereses argentinos.

Las relaciones con la URSS y los Estados Unidos estuvieron marcadas por la constante impugnación
del conflicto Este-Oeste en favor del Norte-Sur.

En el primer caso, con la URSS, existió un acuerdo temático a partir de la Perestroika con respecto a
los problemas de la paz mundial - impulsando el "Grupo de los Seis por la Paz y el Desarme" que
nuestro país formó con Suecia, India, Tanzania, México y Grecia -. La política soviética apuntaba a
una nueva distensión, para bajar el enfrentamiento con Estados Unidos impulsado en la era Reagan.
Existía una concordancia en varios puntos con el grupo, como por ejemplo el pedido de suspensión
de ensayos nucleares.

Además existió un refuerzo de las relaciones bilaterales a través de diversos tratados de singular
importancia mutua, como los acuerdos pesqueros y cerealeros con esa nación. La firma del tratado
pesquero:

... originó más tarde medidas de represalia por parte de Gran Bretaña, que declaró una zona
exclusiva de pesca en torno a las Islas Malvinas agravando la disputa existente en torno a la
soberanía de éstas.

El gobierno, en boca del Canciller, tenía como objeto limitar "sensiblemente a partir de los convenios
la presencia soviética y, además, la sometimos a control, no sólamente comercial sino físico."
Incluso:

... en los convenios con la Unión Soviética se reconocía implícitamente la soberanía argentina sobre
las aguas, sobre las islas Malvinas, convirtiéndose en un antecedente fanático que ya saldrá a relucir.

Un dato importante es que al principio la URSS poseía un lugar muy importante en las exportaciones
argentinas pero desde 1987, producto de las reformas implementadas en ese país, fue cayendo
hasta casi desaparecer de los lugares de importancia en nuestras ventas al exterior.

Con los Estados Unidos la gestión radical tenía dos planos: 1) las convergencias esenciales - eran los
valores compartidos como la democracia, el pluralismo, los derechos humanos, la libertad y la
justicia social -, y 2) los disensos metodológicos "conceptos que englobaban la evidente asimetría
de las relaciones y la vasta gama de divergencia de intereses y puntos de vista."

Esta política sufrió una rejerarquización comúnmente llamada "giro realista", dado el peso de las
cuestiones económicas que hicieron que la relación con Estados Unidos tuviera una relevancia
mayor al diseño original. Como señala Figari, en los primeros años de Alfonsín se produce una
síntesis entre las tesis occidentalistas y latinoamericanistas que pujaban por determinar los
lineamientos de nuestra relación con el mundo en los sesenta y setenta. Aquí el cambio se produce
al predicar:

... relaciones maduras con los Estados Unidos, aunque sin dejar de confrontar, principalmente sobre
si había o no había que pagar toda la deuda externa, o sólo aquella que consideraba como legítima.
Paralelamente se busca una salida autonomista - ingenua o no ingenua -, para la Argentina y América
latina.

Para decirlo más claramente: en ese tiempo esa convergencia apuntaba a una política entre los
postulados de inserción y autonomía. Pero ésta fracasó en 1985 - tal vez producto de la ingenuidad
- iniciando una segunda etapa:

... que tiene como característica principal el comienzo de las negociaciones con el FMI; se estrechan
aún más las relaciones con los Estados Unidos, y se da lo que en su momento se llamó el giro realista,
mediante el cual se decide pagar toda la deuda externa.

Este giro no terminó inmediatamente, ya que perduró en algunos puntos conflictivos de la relación
argentina mientras que en otros se fue diluyendo lentamente.
Un ejemplo emblemático de la asimetría existente entre los ámbitos políticos y económicos de esa
gestión es el viaje del Presidente Alfonsín a los Estados Unidos en 1985 donde se diferenció de
Reagan por la política de éste hacia Centro América. Allí también se promocionó el llamado "Plan
Houston" para la reconversión de Y.P.F.

En esta etapa el planteo de no alineamiento fue perdiendo su fuerza inicial.

La agenda con EE.UU. tenía temas como la Deuda Externa - principal condicionante de la política
interna y externa -, la política hacia Centro América - donde la administración radical fue alejándose
del conflicto a medida que pasaba el tiempo -, el conflicto de Malvinas - hacia 1986 la administración
norteamericana se convirtió en un interlocutor entre los dos gobiernos -, y la política nuclear -
basada en el compromiso de uso pacífico -.

Como evaluación de la misma podemos decir que se pasó de un completo congelamiento de las
relaciones durante la dictadura militar a algo que en su momento se denominó "relaciones
maduras". Estas fueron definidas como una política equidistante "tanto del alineamiento
automático como de posiciones aventureras o de ruptura". Existe una fuerte polémica con respecto
a la valoración de esta relación por el tratamiento de los cuatro temas más importantes de la agenda
que lleva a algunos, como García del Solar, a sostener que eran buenas, óptimas. Otros, como Carlos
Escudé‚ sostienen que no fue así. Basándonos en una peculiar lectura de la memoria histórica
norteamericana y otras categorías de análisis que poco tienen que ver con el realismo, podemos
llamar a la teoría escudeana más que como "realismo periférico" como un producto de la periferia
del realismo, incluso de un realismo mágico. Para estos últimos, los llamados realistas, "no se trataba
de desarrollar una relación madura y equilibrada... (sino)... lo aconsejable era repetir la fórmula"
con Estados Unidos como lo había sido con Gran Bretaña a fines del siglo pasado y principios del
actual. Creemos que la evaluación depende de qué aspectos y en qué momentos los tomemos para
el análisis, pero lo que subyace a esta crítica es la impugnación del esquema multilateral
implementado, ya que va en detrimento del esquema de relación especial.

Un orden económico internacional más justo

En cuanto al último grupo de problemas, su contenido será muy político en un principio pero luego
- producto de los marcos técnicos - fueron más económicos, sobre todo en lo referente al
endeudamiento externo. El problema de la deuda:

... ponía al gobierno ante la mayor restricción para concretar sus objetivos de orden interno e
internacional y frente a la evidencia descarnada e inapelable de la arbitrariedad e irreflexibilidad de
los poderosos. El mundo se revelaba mucho más cruel que lo imaginado y, como empezaron a decir
muchos funcionarios, así había que aceptarlo.

La primera lectura, casi inocente, de la realidad internacional es producto de la influencia idealista


en los radicales pero también existía una buena dosis de pragmatismo que permitió en el caso de la
deuda externa cambiar las estrategias inicialmente planteadas. Se pasó de intentar formar un club
de deudores, con el Consenso de Cartagena para enfrentar las fuertes restricciones que implicaban
el pago de la deuda – que fracasó por la defección de Brasil y México -, a formar políticas
heterodoxas frente a las exigencias de los organismos financieros internacionales.

La relación con América Latina en particular y con los países subdesarrollados en general se
sustentaba en:

... a) percepción compartida acerca del fenómeno de la desigualdad e inequidad del orden vigente;
b) consenso sobre su "ilegitimidad" de origen; y, c) propósito común de aumentar su influencia en
un orden reestructurado que contemple más adecuadamente sus intereses nacionales.

Esta percepción de la realidad internacional de fuerte contenido idealista, les permitió desarrollar
una política en dos frentes: uno, el de la cooperación Sur-Sur y otro, el de un esquema de integración
selectiva. El primer frente está determinado por la transferencia de tecnología entre los países
subdesarrollados (como por ejemplo los convenios sobre transferencia de tecnología nuclear a
varios países del Sur). Sobre el segundo, el gobierno se embarcó hacia una integración selectiva
producto de la experiencia reciente en latinoamérica, la cual:

... demostraba que no podíamos hacer la integración con todos: el Consenso de Cartagena es un
caso típico donde las decisiones debían ser tomadas por consenso entre once países,
constituyéndose en una traba permanente.

Dentro de estos parámetros se insertan los acuerdos con Brasil a partir de la firma del Tratado
Alfonsín-Sarney que buscaban a través de protocolos un camino hacia la integración, a la que
después se sumó Uruguay. Este tratado era un:

... programa integrativo por protocolos sectoriales (que) correspondía a la necesidad de graduar el
ritmo de integración entre dos economías con marcadas diferencias estructurales.

Es evidente la importancia de este aspecto integrativo tanto en la estrategia económica de inserción


de la Argentina en el mercado regional en una primera instancia pero también para el mundial y
como un punto de apoyo político importante para el país. Un dato para señalar es que a pesar de
las restricciones económicas que el país vivió se buscaron marcos que permitiesen desarrollar la
autonomía no desatendiendo la inserción.

Esto no deja de ser una ecuación difícil, y será precisamente por el estrangulamiento del sector
externo que causó el brote hiperinflacionario, lo que debilitó al gobierno radical y lo obligó a la
entrega anticipada del poder.

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