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TEXTO Nº 1
1. “Durante todo un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y
pesadas en el cielo, crucé solo, a caballo, una región singularmente lúgubre del país; y, al fin,
al acercarse las sombras de la noche, me encontré a la vista de la melancólica Casa Usher. No
sé cómo fue, pero a la primera mirada que eché al edificio invadió mi espíritu un sentimiento de
insufrible tristeza. Digo insufrible porque no lo atemperaba ninguno de esos sentimientos
semiagradables, por ser poéticos, con los cuales recibe el espíritu aun las más austeras
imágenes naturales de lo desolado o lo terrible. Miré el escenario que tenía delante -la casa y
el sencillo paisaje del dominio, las paredes desnudas, las ventanas parecidas a ojos vacíos
ojos vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles secos- con una
fuerte depresión de ánimo únicamente comparable, como sensación terrena, al despertar del
fumador de opio, la amarga caída en la existencia cotidiana, el horrible descorrerse del velo.
[…]
2. En esa mansión de melancolía, sin embargo, proyectaba pasar algunas semanas. Su
propietario, Roderick Usher, había sido uno de mis alegres compañeros de adolescencia; pero
muchos años habían transcurrido desde nuestro último encuentro. Sin embargo, acababa de
recibir una carta en una región distinta del país -una carta suya-, la cual, por su tono
exasperadamente apremiante, no admitía otra respuesta que la presencia personal. La
escritura denotaba agitación nerviosa. El autor hablaba de una enfermedad física aguda, de un
desorden mental que le oprimía y de un intenso deseo de verme por ser su mejor y, en
realidad, su único amigo personal, con el propósito de lograr, gracias a la jovialidad de mi
compañía, algún alivio a su mal. La manera en que se decía esto y mucho más, este pedido
hecho de todo corazón, no me permitieron vacilar y, en consecuencia, obedecí de inmediato al
que, no obstante, consideraba un requerimiento singularísimo”.
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3. ¿Por qué razón el narrador expresa que no pudo negarse a la petición de acudir a la mansión
Usher?
Porque
A) la carta de Roger Usher estaba escrita de un modo especial.
B) el narrador consideró que se trataba de un requerimiento singular.
C) el autor de la carta era un amigo muy cercano y muy querido.
D) la enfermedad que se describía parecía ser grave y de cuidado.
E) los amigos de adolescencia añoraban reencontrarse en la adultez.
A) agreste.
B) natural
C) lúgubre.
D) onírico.
E) exasperante.
5. ¿Qué opción contiene una inferencia válida a partir del párrafo dos?
TEXTO Nº 2
1. A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que
pasaba me salvó con un grito: «¡Cuidado!»
2. El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la
palabra?» Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de
Cristo, y con tanto rigor que tenían un dios especial para las palabras.
3. Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el
imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas.
Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance,
autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas
o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y
cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha
gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor. No: el gran
derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es
fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y
confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.
4. La lengua española tiene que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin fronteras. Es un
derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su
vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión,
en un ámbito propio de 19 millones de kilómetros cuadrados y 400 millones de hablantes al
terminar este siglo. Con razón un maestro de letras hispánicas en Estados Unidos ha dicho que sus
horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la
atención que el verbo pasar tenga 54 significados, mientras en la República de Ecuador tienen 105
nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por sí
sola, y que tanta falta nos hace, aún no se ha inventado. A un joven periodista francés lo
deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un
niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero dijo: «Parece un faro». Que una
vivandera de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes
Santo. Que don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó escrito de su
puño y letra que el amarillo es «la color» de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado
nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cerveza que sabe a
beso?
Gabriel García Márquez, Botella al mar para el dios de las palabras.
A) “La lengua española tiene que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin
fronteras”.
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B) “Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, (…)”.
C) “La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras”.
D) “Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber
cómo se llaman en ninguna”.
E) “No es cierto que la imagen esté desplazándolas [a las palabras] ni que pueda
extinguirlas”.
TEXTO 3
1. 1. “Toco tu boca, con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de
mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para
deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi
mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad
elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco
comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te
dibuja.
2. 2. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope,
nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se
superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y
luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes,
jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un
silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la
profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o
de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce,
y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea
muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento
temblar contra mí como una luna en el agua”.
3.
Julio Cortázar, Rayuela (fragmento
A) Idealizado o romántico.
B) Sensual o corporal.
C) Espiritual o sublime.
D) Efímero o pasajero.
E) Tirano o subyugador.
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11. ¿Qué tipo(s) de narrador(es) está(n) presente(s) en el fragmento anterior?
A) Solo I
B) Solo II
C) Solo III
D) I y II
E) I y III
12. ¿Qué recurso utilizado por la literatura contemporánea se reconoce en la expresión del "juego del
cíclope" que aparece en el párrafo dos del fragmento anterior?
14. “(...) y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua (...)”
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