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Francisco M. Carriscondo-Esquivel
University of Malaga
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All content following this page was uploaded by Francisco M. Carriscondo-Esquivel on 31 December 2017.
Resumen
Los cambios culturales tienen su reflejo en los usos léxicos, incluidos los técnicos. En esta
contribución se analiza el término tiempo, el cual, dada su magnitud semántica, bien podría
considerarse la forma de un concepto que ha cambiado en la historia, según la percepción que se
haya tenido de él (física y social, fundamentalmente). El análisis se basa en las ocurrencias de dicho
término en textos técnicos relativos a la astronomía, escritos en lengua española y pertenecientes al
Renacimiento. De igual modo, trazaré una biografía de su tratamiento lexicográfico. Se indaga, por
tanto, en los derroteros que tomó el término en ambos tipos de textos, los cuales pueden servir de
referencia para la transmisión del cambio en la percepción de un concepto que es transcultural (pues
afecta a cualquier comunidad en cualquier momento de su historia) y, a la postre, translingüístico
(pues está presente en la mayoría de las lenguas).
Palabras clave: Astronomía, Historia de los conceptos, lexicografía, renacimiento, lengua española
Abstract
Cultural changes impact general or technical lexical uses. In this paper, the term time is
analyzed. Given its semantical magnitude, the word time can be considered a term that conceptually
changed throughout the course of history, according to its physical or social perception. The analysis
is based on the occurrences of the term in Spanish Renaissance astronomical texts. Also, the history
of the word time in the principal Spanish dictionaries is traced. Both types of references demonstrate
the evolution of the perception of a concept that is transcultural (because it concerns any community
at any time in history) and translinguistic (because it happens in most languages).
Key words: Astronomy, History of Concepts, Lexicography, Renaissance, Spanish Language
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Proyecto “DICTER: FASES AVANZADAS” (HUM 2007-60707/FILO) y Red Temática
“LENGUA Y CIENCIA” (MININN FFI 2009-05433-E).
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Y no me voy a detener en la aberración en que se fundamenta un producto hollywoodiense ↓ ↓
como la película 2012, dirigida por Roland Emmerich. En esta ocasión, los guionistas, entre los
Creación de nuevos espacios de inteligibilidad
que se encuentra el propio director, se valen de un vaticinio maya que prevé el fin del mundo
(Edad Media → Edad Moderna)
para ese fatídico año. Resulta de una ignorancia terrible equiparar la concepción lineal del ordo
temporum judeo-cristiano, base de nuestra cultura, donde hay un principio y un final, con la Manifestaciones léxicas del cambio histórico
circular del calendario maya, donde no se alude a final absoluto alguno, sino a la realización de (descubrimiento frente a conquista, número, pronóstico frente a profecía, tiempo…)
un ciclo de creación, llamado baktún, y el comienzo de otro, dentro de la llamada cuenta larga,
sin ningún tipo de catastrofismo. Así pues, a la solución profética para la crisis de la sociedad Cuadro 2. Dimensiones del concepto de tiempo
occidental mediante el fin del mundo —recurso propio, por otra parte, del miedo milenarista del
medievo— se le añade ahora otro componente, como es el traslado de este mismo parámetro a
una cultura exótica, la mesoamericana, por influjo directo del fenómeno de la globalización.
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Ni siquiera desaparecen los estados primitivos, como, por ejemplo, los correspondientes a las 6
Para poder mostrar este conjunto de unidades léxicas emparentadas semánticamente con el
formas primeras de medir el tiempo, productos de síntesis de abstracción inferiores: el sueño concepto de tiempo me he valido de herramientas tan útiles para estos menesteres como son los
para referirse a la noche; la luna para hablar del mes; la cosecha para calcular el año; etc. Es diccionarios de ideas afines, en este caso el dirigido por Eduardo Benot ([s.f.]: ¿1893?: § 140-
más, de vez en cuando, aún en la actualidad, afloran a la superficie, aunque sea en estratos so- 152) y la tercera edición del de Fernando Corripio (1991 [1985]: s.v. tiempo). Me ciño solo a los
ciales poco privilegiados o para la evocación de tiempos míticos. sustantivos y a determinados compuestos nominales y expresiones fraseológicas.
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Antes que las gentes supiessen por orden sembrar ni coger, no teniendo orden ni cuenta cierta,
Y no solo en las regiones europeas, incluso en latitudes más lejanas se persigue esa
andava todo entre ellos confusso y, como escribe Aurelio Macrobio, no havía entonces tiempos
uniformidad en la medida del tiempo, como se manifiesta en el caso del Tractado de la ningunos, ca tiempo no es otra cosa salvo una cuenta o mensura cierta que del continuo
sphera (1545) compuesto por Hierónymo de Chaves, profesor de Arte de Navegación y movimiento del cielo se colige y alcança. Y assí, estuvieron mucho tiempo hasta que Saturno
Cosmografía de la Casa de Contratación de Sevilla. Se trata en realidad de la traducción vino a reynar en Italia, por cuya industria tuvo la gente noticia para arar, sembrar, coger y
y adaptación de De Sphæra Mundi (ca. 1230-1232) de Johannes de Sacrobosco enxerir, por orden de agricultura por tiempo y número cierto. Alabáronle los antiguos mucho
(latinización de Juan de Halifax o Holywood), monje de procedencia posiblemente y honráronle como a Dios y padre del tiempo (del qual se tractará en su proprio lugar, quando
británica y profesor de Matemáticas y Astronomía en la Universidad de París. Su obra de los signos y planetas se hiziere mención). Aqueste tiempo que estava entonces tan incierto y
fue objeto de muchas traducciones —literales, revisadas y ampliadas— que, para el caso confusso fue nescessario (como los antiguos escriven) tuviesse alguna certidumbre, con la qual
las cosas necessarias para nuestro bivir se distinguiessen por medida y por cuenta de días, años
del español, han sido analizadas por Marta Gómez Martínez (2006: 149-948). El tratado
y meses, de los quales para introdución de aquesta nuestra obrezilla diremos alguna cosita, y lo
de Sacrobosco constituye la más importante exposición escolar, en plena Edad Media, más brevemente que pudiéremos (aunque no al cumplimiento del desseoso y prudente lector),
del sistema geocéntrico inspirado por Ptolomeo, con clara influencia, con importante abastarle ha que tan solamente con aqueste nuestro trabajo halle en tan pequeño volumen
repercusión —como aquí puede comprobarse, como una ola que no acaba de romper— recupilado lo que en muchos libros está dilatado para mayor brevedad ([Anónimo s.a.] 1554:
aún en el siglo xvi: fols. iiv-iiir).
Sabrás que cerca de los reloxes ay differencia de unos a otros, no porque unos hagan el día Finalmente, la síntesis de toda esta serie de problemas (el deseo de un sistema universal
natural de más horas que otros, sino porque unos comiençan en un tiempo del día y otros en y de una mayor precisión en la mensurabilidad del tiempo, la necesidad de una mejor
otro, y unos son reloxes que llaman enteros a causa que tocan todas veynte y quatro horas, y en
regulación de las actividades sociales…) la representa Elio A. de Nebrija en su Tabla de
éstos ay differencia, porque en Italia, quando el Sol se pone, da las veynte y quatro horas y luego
comiença a correr de aý adelante. Y los aegiptios también contavan su relox de Sol puesto a Sol
la diversidad de los días y horas (1499) —basada en las tablas del Almanach perpetuum
puesto. Los umbrios y athenienses contavan dende mediodía a mediodía. Los bohemios cuentan (1496) del astrónomo judío salmantino Abraham Zacut— que supone la ampliación y
dende que el Sol sale hasta que sale otro día, y tienen el relox entero de veynte y quatro horas la publicación exenta del capítulo nono de su In Cosmographiæ libros introductorium
continuadas; y este relox se conforma con los de muchos lugares de Grecia. Ay otros reloxes (1498 [¿1491?]), donde manifiesta conocer, para la medición del día según la longitud y
que son medios, es a saber, que no tocan más de doze horas. Y éstos son de muchas maneras, la latitud cosmográficas, la división física —así la llama— realizada por los astrónomos
según muchas regiones, porque en muchos lugares de Alemaña, mayormente en Nuremberga, para la medición exacta de los movimientos astrales; aunque, para la del tiempo con
comiença el relox para las horas del día en la mañana y, en poniéndose el Sol, comiença para las un fin social, como dice literalmente el autor al final del texto, “no curamos agora de
horas de la noche. En España y Francia cuentan por este relox medio, pero diversamente, es a
minutos, segundos y terceros” (1517 [1499]: fol. ivr), ya que no es necesaria, al menos en
saber, contando dende mediodía hasta media noche, donde toca las doze horas, y dende media
noche hasta mediodía, donde da otras doze. Los hebreos, y caldeos y babilonios contavan dende
ese momento, tanta precisión en la medida del tiempo social:
que el Sol salía hasta que se ponía, y luego tornava a començar el relox dende que el Sol se ponía
hasta que otro día tornava a nascer” (1545: fols. xxivv-xxvr). Todo cerco que se señala en el cielo, o en la tierra o en otro qualquiera cuerpo redondo en
su primera división se reparte en trezientos y sesenta grados, que los latinos llaman partes y
los griegos méridas. Después, cada un grado o parte de aquéllas se parte en sesenta minutos,
Para la consecución de la tan deseada uniformidad, contamos en el Renacimiento con y cada minuto en sesenta segundos, y assí, procediendo adelante, hasta venir a quantidad de
el ejemplo, tan evidente, de la reforma del calendario promovida por Gregorio xiii cuerpo o tiempo que no se pueda juzgar por el sentido. Y a esta división los astrólogos llaman
—bajo el asesoramiento técnico de Luigi Lulio y, posteriormente, Christopher Clavius— phýsica, de la qual usan, assí en el movimiento de los planetas y estrellas fixas, como en los
y puesta en práctica a partir de 1582, con lo que se dejaban a un lado los enrevesados tiempos por donde se miden aquellos movimientos. Y assí, agora en la primera tabla usamos
y locales sistemas de cómputo del tiempo propios de la época medieval. Puede verse, d’ella partiendo la hora en sesenta minutos; y porque aquí no procedemos sino hasta satisfazer
además, cómo los textos del Renacimiento daban cuenta de la asociación entre la al sentido popular, no curamos agora de minutos, segundos y terceros (1517 [1499]: fol. ivr).
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