Está en la página 1de 6

EXP: 

10-000400-1028-CA

RES: 000616-F-S1-2012

SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José , a las nueve horas quince
minutos del veintitrés de mayo de dos mil doce.

Proceso de ejecución de sentencia, establecida en el Juzgado Contencioso Administrativo y Civil


de Hacienda, por L; contra el ESTADO, representado por su procurador constitucional, L, de
estado civil y domicilio no indicados. Figura además, como apoderado especial judicial de la
actora, el Lic. Alfredo Andreoli González. Las personas físicas son mayores de edad, abogadas y
con las salvedades hechas, casadas y vecinas de Heredia.

RESULTANDO

1. Con base en la resolución de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia n.° 17551


de las 9 horas 5 minutos del 20 de noviembre de 2009, la ejecutante solicita que en sentencia se
declare: “[…] con lugar la presente Ejecución de Sentencia y se condena a la demandada al pago
de los rubros aquí liquidados y al pago ambas costas de la presente ejecución.”

2. El Estado contestó negativamente e interpuso la excepción de falta de derecho.

3. El juez Dyan Monge Alfaro, en sentencia n.°2205-2010 de las 15 horas del 6 de agosto de
2010, resolvió: "De conformidad con los hechos que informan el proceso, citas legales y
jurisprudenciales mencionadas, se resuelve: Se admite la prueba que rola a folios 77 al 80 y que
se tuvo por ofrecida con el carácter de prueba para mejor proveer; rechazándose la restante. Se
rechaza la excepción de falta de derecho intentada. Se declara parcialmente con lugar la
presente ejecución de sentencia, entendiéndose por rechazada en lo no expresamente
concedido. Se conde al Estado a pagarle a L, cédula de identidad […], las sumas de novecientos
mil colones por concepto de daño moral subjetivo, y de sesenta mil colones por las costas
personales del recurso de amparo. Son las costas a cargo del vencido.”

4. Ambas partes formulan recursos de casación indicando las razones en que se apoyan para


refutar la tesis del Juzgado.

5. En los procedimientos ante esta Sala se han observado las prescripciones de ley.

Redacta la magistrada Escoto Fernández

CONSIDERANDO

I. La señora L, Fiscal Auxiliar, presentó recurso de amparo contra el Tribunal de la Inspección
Judicial, por violaciones de raigambre constitucional en el procedimiento administrativo seguido
en su contra. Dentro de estas señaló: la falta de imputación clara, precisa e individualizada de
los hechos acusados en el traslado de cargos, la ausencia de resolución de las excepciones de
incompetencia y prescripción interpuestas, violación al principio de independencia en el ejercicio
de sus funciones, así como el hecho de que se convocó a la audiencia de recepción de pruebas
sin haberse definido un órgano competente para tal efecto. La Sala Constitucional, mediante
sentencia n.° 17551-2009 de las 9 horas 5 minutos del 20 de noviembre de 2009, considerando
que el denunciado violó el debido proceso y el derecho de defensa de la amparada, por no
haberse hecho correctamente la imputación de cargos (al omitirse señalar la posible sanción a
imponer) y no resolverse de inmediato la excepción de incompetencia interpuesta, declaró con
lugar el recurso. Anuló la resolución que dio traslado al procedimiento administrativo,
así como de todos los actos procesales que, llevados a cabo posteriormente, dependían de ese
traslado. Restituyó a la amparada en el pleno goce de sus derechos.Condenó al Estado al pago
de los daños y perjuicios a liquidar en ejecución de sentencia de lo contencioso administrativo y
a las costas delrecurso. La señora L presenta esta ejecución, en la cual liquida los siguientes
extremos: daño moral la suma de ¢10.000.000,00 y costas personales ¢60.000,00. Pide la
condena de las costas de la ejecución. La representación estatal se opuso al pago del daño moral
e interpuso la excepción de falta de derecho. Solicitó se reconocieran las costas personales en el
monto requerido. Además, pidió se resolviera sin especial condena de la ejecución. El Juez
Ejecutor rechazó la excepción. Acogió la ejecución de la siguiente manera: condenó al Estado a
pagar ¢900.000,00 por concepto de daño moral subjetivo y ¢60.000,00 a título de costas
personales. Impuso las costas de la ejecución a cargo delvencido. Inconformes ambas partes,
establecen recurso de casación, que fueron admitidos por esta Sala en auto de las 13 horas 31
minutos del 18 de octubre de 2011.

Recurso de la ejecutante

II. Como única censura, recrimina violación del artículo 196 de la Ley General de la


Administración Pública (LGAP) con la consecuente indebida valoración de la prueba documental y
testimonial constante en autos. En su criterio, en el caso en estudio quedó demostrado que el
daño sufrido fue real, verdadero y efectivo, por cuanto producto del actuar del Órgano Director
se le ocasionaron graves perjuicios personales, emocionales, laborales e incluso familiares. El
Juez Ejecutor, manifiesta, a pesar de reconocer la existencia del daño moral sufrido, no realizó
un análisis exhaustivo de las probanzas aportadas a la hora de dictar sentencia y establecer el
monto otorgado por tal concepto. Se echa de menos, afirma, el análisis de la prueba
documental, según esta se demuestra no solo que el proceso disciplinario fue irregular, sino
también que en varias oportunidades se solicitó al Órgano Director resolver la situación y
conocer de previo las incidencias presentadas (excepción de incompetencia). Requerimiento,
señala, que no fue atendido, lo que le causó un grave perjuicio. En adición, aduce, el Juzgador
trató de restarle importancia a la declaración de los testigos S y C, quienes fueron claros y
contundentes en cuanto al daño sufrido (afectación familiar, problemas de salud, temor a ser
despedida y culpada por los compañeros, preocupación). Pruebas, esgrime, que no fueron
desacreditadas por la representación estatal, de manera que no se entiende el motivo por el
cual, la sentencia rechaza dichas probanzas sin analizarlas.

Recurso de la Procuraduría General de la República

III . La representación del Estado expone un único agravio de naturaleza sustantiva. Acusa


violados los artículos 82 inciso 4), y 180 inciso 1) del Código Procesal Contencioso Administrativo
(CPCA), así como los cánones 11, 13 y 51 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional (LJC),
además de los preceptos 190 y 196 de la LGAP, en relación con los principios de igualdad,
proporcionalidad y razonabilidad. El Juez Ejecutor, refiere, otorgó por concepto de daño moral un
monto inusual (¢900.000,00), al reconocerlo in rep ipsa y considerar que era el resultado lógico
de la violación acusada en el voto ejecutoriado, aunado a los cuatro meses que duró el proceso
disciplinario. En razón de lo anterior, expresa, para el Juzgador lasuma concedida se ajustaba a
la realidad. Sin embargo, arguye, el hecho de que el traslado de cargos no especificara la
sanción a imponer y que la incompetencia no fuera resuelta oportunamente, no producen un
daño de la magnitud fijada. En su criterio, tal monto correspondería en caso de haberse
incurrido en violaciones de fondo en la investigación realizada, lo cual se descartó en el fallo
impugnado. Asimismo, destaca, la liquidación del daño se relacionó con aspectos ajenos al voto
ejecutoriado, de manera que no existe nexo causal para atribuir responsabilidad al Estado,
además, aduce, lo acontecido no produjo un daño de la cuantía fijada, quebrantándose las
normas 190 de la LGAP y 11, 13, 51 de la LJC. El monto concedido a titulo de daño moral,
sostiene, no es proporcional, razonable ni se ajusta a la equidad. Cita en respaldo los votos
números: 501-2007 y 164-2008 del Tribunal Contencioso Administrativo, en los cuales se han
otorgado sumas menores por violaciones procesales. El daño en discusión, reprocha, debe ser
valorado en virtud de los derechos fundamentales vulnerados y tomando en consideración si los
hechos base de la condenatoria configuran su causa. En la especie, apunta, no existe un daño
efectivo en el monto condenado, lo cual infringe el mandato 196 dela LGAP. Tampoco, estima, se
aportaron probanzas que permitan acreditar la suma impuesta en violación del articulo 180
inciso 1) del CPCA. Finalmente, reclama, el juzgador crea una situación absurda, dañina e
injusta para el Estado, por distanciamiento fáctico con el voto ejecutoriado y los autos, ya que
no hubo un hecho que produjera un daño moral exorbitante.

IV. En lo medular, los agravios expuestos en los considerandos anteriores giran en torno a una
misma censura. Ambas partes se encuentran inconformes con el monto otorgado por concepto
de daño moral, de manera que el punto fundamental del recurso estriba en determinar si la
suma de ¢900.000,00 resulta procedente. No obstante, de previo es importante hacer alusión al
tema del nexo causal entre el daño liquidado y el voto constitucional que se ejecuta, a efectos de
determinar, tal y como recrimina la representación estatal, si procedía o no atribuirle
responsabilidad al Estado.

V. De previo resulta importante realizar algunas precisiones. Esta Sala ha dispuesto respecto
a la responsabilidad patrimonial de la Administración, en especial del nexo de causalidad, entre
muchos otros, en el voto n.° 000053-F-S1-2010 de las 14 horas 50 minutos del 6 de enero de
2010, que: “VI.-

(…) para que surja la responsabilidad, es preciso que exista una antijuridicidad antecedente o de
base, la cual se identifica con el hecho de que el sujeto afectado no se encuentre en la obligación
jurídica de soportar el daño. (…) Otro aspecto esencial es la existencia de un nexo de causalidad,
el cual es valorado por los jueces de conformidad con las probanzas que las partes, o el mismo
órgano jurisdiccional, de conformidad con sus poderes de ordenación, hayan allegado al proceso.
Para tales efectos, tal y como lo ha dispuesto esta Sala en otras ocasiones, la teoría que resulta
más conveniente para determinar si es posible vincular el daño con la conducta es la de
causalidad adecuada, la cual postula que esto se da “cuando el primero se origine, si no
necesariamente, al menos con una alta probabilidad según las circunstancias específicas que
incidan en la materia, de la segunda” (voto 300-F-2009 de las 11 horas 25 minutos del 26 de
marzo de 2009). Sin embargo, este nexo puede ser eliminado en caso de que el demandado
demuestre la concurrencia de una causa eximente de responsabilidad (fuerza mayor, culpa de la
víctima o hecho de tercero). Esto por cuanto su presencia descarta que la lesión sufrida por el
afectado fuera producida por la conducta delEstado objeto del proceso. Finalmente, según lo ya
expuesto, es dable afirmar que la legislación costarricense opta por un esquema de
responsabilidad objetiva moderada, el cual reconociendo las particularidades de las funciones y
tareas encomendadas a la Administración, obliga a que se valore la conducta desplegada por el
aparato estatal con la finalidad de determinar si existió un funcionamiento normal o anormal,
legítimo o ilegítimo. Es únicamente en caso de que concurran los supuestos generales a que se
alude en el presente considerando, así como las exigencias propias previstas en las normas
aplicables al régimen de responsabilidad patrimonial de la Administración que esta le puede ser
atribuida, en virtud de alguno de los criterios de imputación. Por todo lo anterior, a pesar del
peso preponderante que en la responsabilidad sin culpa adquiere el daño, no se trata de una
transferencia patrimonial automática.” De lo expuesto interesa destacar que el nexo de
causalidad, como método jurídico para imputar un daño a una conducta, debe entenderse como
aquella vinculación entre estos elementos, cuando el primero se origine, si no necesariamente,
al menos con una alta probabilidad, según las circunstancias específicas en la segunda. Así, se
debe probar queel daño existe y que se produjo como consecuencia directa e inmediata de la
actividad desplegada por la Administración. No requiere demostración de la culpa o el dolo
(culpabilidad en sentido lato), ya que el criterio de imputación es objetivo. Para el caso de las
ejecuciones de sentencia, corresponde al juez examinar si existe o no causalidad entre el daño
reclamado y lo dispuesto por la Sala Constitucional en el voto que se ejecuta. La condenatoria en
abstracto, efectuada a nivel constitucional, no implica, per se, el deber de reconocimiento de los
daños reclamados. Por el contrario, se requiere del proceso de ejecución de sentencia en el cual
se demuestre su existencia (artículo 196 de la Ley General de la Administración Pública), que
pueda ser derivada de la conducta administrativa declarada como inconstitucional en el voto que
se ejecuta (análisis del nexo de causalidad). No resulta suficiente la mera cuantificación de las
partidas reclamadas. Esto por cuanto, el recurso al amparo tiene por objeto la determinación de
si existió vulneración a los derechos fundamentales del particular, no la demostración
concomitante de eventuales daños y perjuicios, lo cual desbordaría su naturaleza sumaria.
VI. A partir de ese marco referencial se analizará el caso en estudio. La Sala Constitucional,
mediante resolución n.° 17551-2009, declaró con lugar el recurso de amparo interpuesto por la
señora L, dispuso anular la resolución que dio traslado a la amparada del procedimiento
administrativo iniciado en su contra, al igual que de todos los actos procesales que, llevados a
cabo posteriormente, dependieran de ese traslado e impuso al Estado al pago de los daños y
perjuicios ocasionados. Tal determinación se tomó en virtud de la vulneración al debido proceso
y el derecho de defensa, dado que el traslado de cargos citado no se ajustaba a derecho, al no
especificar la posible sanción a imponer y al no conocerse de previo la excepción de
incompetencia formulada. No obstante, en el proceso de ejecución de sentencia, en lo que al
caso interesa, la amparada solicita se condene al Estado a cancelar la suma de
¢10.000.000,00 por el daño moral sufrido. La ejecutante basa su pretensión y reclamos en que:
desde el momento mismo que le fue notificó el traslado de cargos y se enteró  del proceso
disciplinario planteado en su contra, padeció un desgaste emocional y físico (tristeza, ansiedad,
cansancio). Aunado a la vergüenza que sintió al ser señalada como la única
responsable del cargo que se le imputaba. Sin dejar de lado el miedo a perder el empleo, ser
suspendida o incluso despedida de forma arbitraria e injusta, producto de las faltas que se le
atribuían. Su honorabilidad fue mancillada ante los colegas, quines comentaban lo sucedido. Se
vio en la necesidad de dar declaraciones públicas. Sufrió afectaciones a nivel familiar y
laboral. Aunado a los problemas de salud provocados por el procedimiento y la preocupación
ante la necesidad de preparar su defensa. El Juez Ejecutor, al confrontar lo dispuesto por la Sala
Constitucional, en relación a los razonamientos que sirvieron de base al daño moral requerido y
las pruebas constantes en autos, determinó dos situaciones distintas. En primer lugar, concluyó
que no era posible condenar al Estado en los términos solicitados por la ejecutante, debido a que
algunos de los extremos en virtud de los cuales, supuestamente, a la señora L se le había
ocasionado el daño mencionado, no guardaban un nexo de causalidad con el voto ejecutoriado.
En relación a este punto el fallo recurrido indicó: “ (…)  en autos no se tuvo por acreditado el
nexo causal de la conducta sancionada por el Tribunal Constitucional con los daños en la salud
de la actora, con la afectación de su núcleo familiar, con los temores y el sufrimiento atinentes a
la posibilidad de resultar despedida, pues si bien fueron alegados y confirmados con la
deposición de las testigos evacuadas en juicio, los mismos estaban direccionados a la
instauración del procedimiento disciplinario en su contra, a que solo se le hubiere abierto causa
a ella, y/o a la causa penal en cuestión; incumpliendo así la actora, con la carga probatoria que
le correspondía (…) En igual sentido se encuentra lo concerniente a los comentarios efectuados
por colegas, conocidos y compañeros de la aquí ejecutante, así como lo relativo a la publicación,
pues reiteradamente se argumentó la afectación de su imagen por la existencia del
procedimiento disciplinario, porque los terceros iban a creer y/o se afirmaba que la impunidad de
los imputados dentro de la causa penal de reiterada cita, era responsabilidad única y exclusiva
de ella; lo cual evidentemente, no mantiene nexo causal con el voto ejecutoriado. A mayor
entendimiento, la Sala no reprochó la existencia de la causa disciplinaria como tal, que ésta se
siguiese solo contra doña L, ni los efectos que la misma o la causa penal en cuestión tengan o
pudieran haber alcanzado, sino tan solo, que no se indicó la pena que podía llegar a imponerse a
la señora Cerdas Solano dentro del traslado de cargos, y que no se resolvió de inmediato la
excepción de incompetencia (…).” En cuanto a este primer aspecto, comparte esta Sala lo
dispuesto por el Juez Ejecutor. Los extremos transcritos, no guardan una relación de causa-
efecto con el voto ejecutoriado, debido a que los mismos se fundamentan en el procedimiento
disciplinario en si mismo y no en los quebrantos constitucionales en virtud de los cuales se
declaró con lugar el recurso de amparo, lo cual torna imposible otorgar indemnización alguna
por tal concepto. En el caso en estudio, lo daños y perjuicios que la ejecutante se encontraba
facultada para liquidar, conforme lo dispuesto por la Sala Constitucional, eran aquellos que se
derivaban a partir de la no resolución inmediata de la excepción de incompetencia planteada
y del auto que dio traslado al procedimiento disciplinario iniciado en su contra. Traslado, se
reitera, que fue declarado nulo por violaciones al debido proceso y derecho de defensa, al no
indicar la posible sanción a imponer. En segundo término, estimó el Juzgador que, respecto al
daño moral estrictamente subjetivo, si se colige la existencia del nexo causal con el voto
ejecutoriado, de manera que resultaba procedente su otorgamiento. Sobre el particular señala la
sentencia impugnada: “(…) el reclamo del daño moral subjetivo resulta procedente, pero en los
términos que se dirán. Toda vez que, es lógico pensar que ante una situación como la que se vio
expuesta la señora L se hayan generado efectos como estrés, desesperación, impotencia,
incertidumbre, angustia, entre otros. (…) Aparte que, la jurisprudencia patria ha sido reiterada y
conteste, en el sentido de que “…basta, en algunas ocasiones, con la realización del hecho
culposo para que del mismo surja el daño, conforme a la prudente apreciación de los Jueces de
mérito, cuando le es dable inferir el daño con fundamento en la prueba de indicios (Sentencia N°
114 de las 16:00 hras del 2 de noviembre de 1976)…”; es decir, que se ha permitido la
comprobación de la lesión moral, a través de presunciones humanas inferidas de indicios y por
ello su prueba es “in re ipsa”, al afectar éste principalmente el honor, la salud, la intimidad y la
integridad. Los cuales vienen a comprobar la existencia del daño moral pretendido <en los
términos dichos>, mismo que prudencialmente se fija en novecientos mil colones
(¢900.000,00); esto último, por considerarse que el monto es razonable y proporcionado a la
violación subexamine, y a la realidad actual. Nótese en ese sentido que, contrario a lo afirmado
por el representante estatal, al darse curso al amparo (18 de setiembre del 2009) no se
suspendieron los efectos del traslado (7 de julio anterior), sino simplemente, se ordenó el no
dictado del acto final; razón por la que hasta que se acogió el amparo (20 de noviembre
siguiente) y se anuló el mismo, cesaron tales efectos. Es decir, que la situación perduró por
cerca de cuatro meses y medio –en forma irregular-, y el procedimiento disciplinario siguió
siendo tramitado. (…)” En este punto ha de recordarse que, el daño moral subjetivo se asocia a
estados de angustia, desánimo, frustración, impotencia, inseguridad, desesperación, zozobra,
ansiedad, pena, intranquilidad, desilusión, entre otros. Su común denominador es el sufrimiento
o la aflicción emocional, pues se verifica cuando se lesiona la esfera de interés
extrapatrimonial del individuo. (Al respecto pueden verse las sentencias números: 269 de las 9
horas 10 minutos del 23 de abril de 2004 y 845 de las 10 horas 5 minutos del 23 de noviembre
de 2007 de esta Sala). Al suponer una perturbación injusta de las condiciones anímicas, no
requiere prueba directa, en tanto de las circunstancias del caso, aplicando presunciones
humanas, puede derivarse su existencia, por ello como lo haseñalado reiteradamente este
Órgano Colegiado la prueba del daño moral existe in re ipsa. Es indudable que, tampoco se debe
probar su valor porque no tiene uno concreto, sino que se fija prudencialmente. Para esta
Cámara, examinados el voto constitucional ejecutado, las razones por las cuales la señora
L fundamenta el daño moral sufrido y lo dispuesto en la sentencia impugnada, no cabe duda que
lleva razón el Juzgador en sus apreciaciones al condenar al Estado al pago del daño moral
subjetivo ocasionado. Este daño se encuentre en una relación causa-efecto con el voto
ejecutoriado. Del análisis del escrito de ejecución de sentencia, se desprende que la amparada
acusa haber sufrido un daño moral desde el momento cuando fue notificada del traslado de
cargos (a partir del cual se enteró del procedimiento disciplinario planteado en su contra).
Dentro de sus alegatos, las aflicciones al fuero interno que apunta son: el desgaste emocional
sufrido por la situación vivida (tristeza, ansiedad, cansancio, miedo, vergüenza). Contrario a
lo que pretende hacer ver la representación estatal, no cabe afirmar que dichas aflicciones,
resulten ajenas al derecho constitucional amparado en la sentencia que se ejecuta y sobre el
cual se hace descansar parte de los reclamosen cuanto al daño moral. En sub-judice existe la
cuestionada relación causal entre la conducta administrativa sancionada en sede constitucional y
el daño moral subjetivo otorgado en sentencia, toda vez que es dable presumir que a la
ejecutante se le causaran afectaciones anímicas, como resultado de la actividad administrativa
sancionada a nivel constitucional, es decir, a raíz del quebranto a los derechos de defensa y
debido proceso en razón de un traslado de cargos disconforme con el ordenamiento jurídico,
mismo que fue declarado nulo en el voto ejecutoriado. Hecho que encuentra sustentado
fundamentalmente en las referidas presunciones, así como también de los testimonios de A y Z,
quienes confirmaron la preocupación, angustia y estrés padecidos, entre otros aspectos, por el
desconocimiento de las consecuencias que podría generar el procedimiento disciplinado
instaurado en contra de la señora L. Al respecto manifestó la testigo Z que: “(…) se notaba la
angustia que ella tenía justamente por el temor de que no sabía que podía llegar a pasar con esa
causa, porque podía llegar, en el mejor de los casos a una suspensión de más de 15 días, o bien
incluso hasta el despido. Por algo que ella consideraba injusto, (…) el cambio era evidente pues
se veía sumamente estresada, pero además angustiada por su situación (…)” Transcripción del
audio del juicio. De manera que, no resulta razonable estimar comoimprocedente el daño moral
subjetivo otorgado por el Juez Ejecutor, por cuanto no cabe duda de la desesperación, angustia,
frustración, etc, que padeció la ejecutante desde que se le notificó el traslado de cargos e inicio
el procedimiento disciplinario, sentimientos que permanecieron hasta que la Sala
Constitucional ordenó su anulación. Cabe agregar que, en la sentencia recurrida se apreció lo
depuesto en cuanto a la afectación emocional sufrida por la señora L a raíz de la forma en que
se dio el traslado de cargos del procedimiento disciplinario y el hecho de que la excepción de
incompetencia interpuesta no se resolviera inmediatamente, que fue lo que llevó a la Sala
Constitucional a declarar con lugar el recurso de amparo, con lo cual el nexo de causalidad ente
el daño otorgado y el voto ejecutoriado queda plenamente acreditado. Esta Sala
reconoce, tal y como determina el Juez Ejecutor, que no existe un nexo causal en punto a los
reclamos que se atribuyen concretamente al procedimiento disciplinario en si mismo. Sin
embargo, no existe duda alguna que un traslado de cargos disconforme con el ordenamiento
jurídico, aunado a lo no resolución de la excepción de incompetencia de forma inmediata, causa
un desgaste emocional en cualquier persona, como en efecto lo peticiona la amparada en
función de la tristeza, ansiedad, cansancio, vergüenza y miedo padecidos desde el momento
mismo cuando fue notificada del traslado de cargos y se enteró del procedimiento disciplinario
abierto en su contra. Así las cosas, acreditado el nexo de causalidad entre la conducta de  la
Administración sancionada por la Sala Constitucional y el daño moral subjetivo, resta por
analizar los reproches en torno al monto otorgado por este concepto (¢900.000,00).

VII. En la especie, del análisis de la sentencia impugnada y de las pruebas constantes en autos,
se observa con claridad que a la hora de fijar en ¢900.000,00 el monto a pagar por daño moral
subjetivo, el Juez Ejecutor analizó el cuadro fáctico en su integralidad. Al contrario de lo
considerado por ambas partes del proceso, en tal determinación se tomaron en cuenta las
circunstancias particulares del caso, a fin de extraer en su justa dimensión, el deber
compensatorio que recae, en este caso, en el Estado. Para este Órgano decisor la indemnización
que se concede a título de daño moral subjetivo resulta justa, proporcionada y racional, como
mecanismo de compensación del daño infringido en la esfera interna emocional. Su
determinación y cuantificación se basó, además de las declaraciones de las testigos […],
principalmente en la equitativa y prudente valoración del juzgador, quien acudió para ello, a
presunciones del ser humano inferidas de los hechos comprobados, en especial a las aflicciones
en el fuero interno que padeció la ejecutante desde que le fue notificado el traslado de cargos,
aunado a los cuatro meses y medio que duró el procedimiento disciplinario sin resolverse de
previo la excepción de incompetencia planteada. Como se señaló en el considerando VI, y
contrario a la inconformidad del Estado, el daño moral subjetivo no requiere prueba directa, sino
que puede inferirse a partir de las referidas presunciones humanas. Además, al no poder
estructurarse y demostrarse su cuantía de modo preciso, la fijación queda al prudente
arbitrio del juez, quien ha de tener en cuenta las circunstancias del caso y los principios
generales del derecho. Ciertamente, un traslado de cargos contrario a derecho, en el cual no se
especifica la sanción a imponer, aunado a una excepción de incompetencia no resuelta conforme
al debido proceso, es una experiencia desagradable, la cual genera sentimientos de toda índole,
concebida ya sea como estrés, desesperación, impotencia, incertidumbre o angustia. De ahí que,
se reitera, la indemnización fijada por este concepto no es irrazonable o desproporcionada, pues
si bien no compensa el desgaste emocional causado, es el único medio con el que cuenta el
derecho para reparar la lesión sufrida. Al entenderlo así el Juez Ejecutor, no se configuran las
infracciones invocadas por los recurrentes; de ahí que los cargos deben desestimarse.

VIII. En mérito de lo expuesto, se declaran sin lugar los recursos, con sus costas a cargo de
cada uno de los promoventes, conforme al precepto 150 inciso 3) del Código Procesal
Contencioso Administrativo.

POR TANTO

Se declaran sin lugar los recursos planteados, son sus costas a cargo de cada uno de los
recurrentes.

Anabelle León Feoli

Luis Guillermo Rivas Loáiciga Román Solís Zelaya

Óscar Eduardo González Camacho Carmenmaría Escoto Fernández

También podría gustarte